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ENE 2023: MIENTRAS CAMINAMOS / 1

30 de enero de 2023:
Mientras caminamos

Junta Editora:
Roxanna D. Domenech
{ Directora
Anto Gamunev
Sonia Cabanillas
Martín Cruz Santos
Juan Carlos Fret-Alvira
Carlos García
Jorge Luis Torres
Alexandra Pagán Vélez
{ Lectora externa
Hugo R. Viera Vargas
{ Lector externo

Junta Asesora:
Evelyza Crespo
Luis Iturralde
Balbina Rojas
Sugelenia Cotto
{ Presidenta

Arte en portada:
La 65 de Infantería / Entre puertas
por Javier Martínez

Diseño de portada:
Anto Gamunev

Montaje:
Anto Gamunev

2 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


Para colaborar: Letras: Los escritos literarios de autor (poemas,
cuentos, dramas, fragmentos de novela, prosa
poética…) que muestran la sensibilidad humana
e inspiran a la creación. Asimismo, reseñas,
En Cruce publicamos artículos de críticas a textos literarios y otros acercamientos
investigación, reflexión; reseñas; notas de literarios o propiamente lingüísticos.
opinión; comentarios de textos; fotoensayos
o arte plástico; entrevistas; textos creativos; Arte: Los escritos dedicados al análisis, el
y otro tipo de escrito que suponga un análisis estudio y la presentación de todo aquello que
o mirada crítica a la sociedad contemporánea. comprenda al mundo cultural. Abarca la gestión
cultural, la autogestión, los estudios culturales,
Toda persona que desee colaborar deberá la música, el arte plástico, movimiento escénico,
enviar su artículo por correo electrónico, danza, la cultura popular y el arte urbano, vistos
comprometiéndose a que dicho texto respeta preferentemente desde el prisma de la cotidianidad.
las normas internacionales en materia de La fotografía como narrativa visual que sirve para
conflicto de intereses y normas éticas. retratar la cotidianidad y la realidad social, y los
acercamientos a la obra fotográfica de algún autor.
Los escritos se someterán a estricto arbitraje
y proceso de edición y corrección, por lo que Cine: Los escritos que analizan o reflexionan
la colaboración puede sufrir alteraciones, a acerca del mundo cinematográfico y cómo
menos de que se trate de un texto literario. se atiende desde lo visual los temas de
relevancia contemporánea. Se aceptan formatos
Nos enfocamos en los siguientes temas: audiovisuales.

Política y sociedad: Los escritos de crítica Los derechos de las publicaciones son exclusivas
sociopolítica presuponen colaboraciones del autor.
de los diferentes saberes de las Ciencias
Sociales, las cuales a través de principios o Todas las colaboraciones y comunicaciones
esquemas conceptuales o teóricos analizan y se harán al correo institucional de la revista
explican los fenómenos y estructuras sociales. editorescruce@uagm.edu
ENE 2023: MIENTRAS CAMINAMOS / 3
4 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA
Mostrar lo que no se muestra: algo sobre la exhibición “Visceral” de Kristal Juan p.8
Reynaldo Padilla-Teruel  

En la nevera hay carne fresca


Angel A. Rivera   Índice p.16

El ojo del jardinero p.22


Lourdes Vázquez

Réquiem y Andanzas p.26


Mayra Encarnación

PAD/ de cómo habitar la fuga p.08


Abdiel D. Segarra Ríos y David Santamaría

Perspectivas y apuntes necesarios para hacer historia cultural p.22


Sylvia Domenech Fernández

De Carolina, Puerto Rico a New York City, El Barrio p.30


Javier Martínez

La mujer que nunca pudo p.42


José Edgardo Cruz

Juegos: Hustle (Netflix) y The Card Counter (HBO Max) p.46


Manuel Martínez Maldonado

Conferencia Magistral p.50


Bryan Suarez (Título V)

Epidemiologia de un mundo líquido p.60


María Calixta Ortíz

Dossier - Hojas sueltas en torno a Archivo rural (EEE, 2022), colección de relatos de la
escritora puertorriqueña Vanessa Vilches Norat p.70
Beatriz Llenín Figueroa y Editora Educación Emergente

Convocatoria: edición especial junto al Pato Project Foundation p.110


Pato Project Foundation + Cruce

ENE 2023: MIENTRAS CAMINAMOS / 5


Nota Cruce presenta su primera edición del 2023 titulada Mientras caminamos.
En esta ocasión contamos en la portada con fotografías de Javier Martínez.
Sobre esta muestra, Martínez nos dice que “el lienzo fotográfico se aventuró
a plasmar la esencia de mi tránsito desde Carolina, Puerto Rico a New York
City, El Barrio” (p. 31). Este número, además, presenta el resultado de la
residencia artística en El Lobi (info@el-lobi.com) de lxs artistas Abdiel D.
Segarra Ríos y David Santamaría a través de la exposición PAD| de cómo
habitar la fuga. Según Vanessa Hernández Gracia, esta es una

puesta en común de dos investigaciones fotográficas que


se informa de la experiencia migratoria, los efectos de la
gentrificación y la perspectiva —formal y metafórica—
para reflexionar acerca de lo habitable desde un lugar de
subjetividad que busca dar cuenta críticamente de la relación
que existe entre el espacio, la ciudad, la arquitectura y la
mirada de quien transita y vive estos espacios… las imágenes
han sido capturadas en ciudades de Europa, Estados Unidos y
para efectos de la residencia, en varios sectores de Santurce,
Puerto Rico. (p. 9)

Mientras caminamos también cuenta con diversas investigaciones, al igual


que varios ensayos y expresiones artísticas. Comenzamos con el ensayo
de Sylvia T. Domenech Fernández (p. 22) donde se “propone analizar
perspectivas de la historiografía contemporánea” (p. 23) en torno a la
historia cultural. Plantea que

El devenir de la historia cultural ha cobrado auge entre la


historiografía contemporánea desde la década del treinta del
siglo pasado. Ha representado el desarrollo del quehacer
de la disciplina como una de “menos restricciones” y
“más perspectivas”1. Se trata de un ejercicio integrador y
dialéctico entre la memoria de la historia y más abarcadoras
posibilidades de interpretación del pasado, siempre abierto a
la historiografía. (p. 29)
1 Editorial-Hacia la “novísima historia”. Op.Cit.,Boletín del Centro de Investigaciones Históri-
cas (UPR-RP), núm 3, 1987-1988, p.8

6 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


Por su parte, Manuel Martínez Maldonado reseña dos series interesantes
en “Juegos: Hustle (Netflix) y The Card Counter (HBO Max)” (p. 46)
y José Edgardo Cruz comparte su cuento “La mujer que nunca pudo”
(p.42). Mientras que María Calixta Ortíz presenta “Epidemiologia de un
mundo líquido” (p.60) como parte de su exposición en la conferencia
magistral coordinada por la Dra. Lorna Martinez, Vicerrectora del Recinto
de Cupey junto al Dr. Carlos Padín, vicepresidente asociado de Recursos
Externos, Investigación y Cumplimiento de la UAGM. La edición también
expone una serie de fotografías tomadas por Bryan Suarez durante dicha
conferencia (p. 50).

Asimismo, este número integra un impresionante dossier de parte de


Editora Educación Emergente (EEE www.editoraemergente.com) sobre
Archivo rural, el libro más reciente de la escritora puertorriqueña Vanessa
Vilches Norat (p. 70). Este recoge “los trabajos de escritorxs y académicxs
boricuas que comentaron el libro de Vilches Norat en cuatro eventos de
celebración en diferentes zonas y espacios del país” (mayo a noviembre
2022): Claudia Becerra Méndez, Malena Rodríguez Castro, Mara Pastor,
Ada G. Fuentes Rivera, Wilson Torres Rosario, Beatriz Llenín Figueroa
y Mari Mari Narváez (p. 77). Agradecemos a Beatriz Llenín Figueroa
y Sofia Irene Cardona por la introducción, reflexión y curadoría de este
magnífico dossier.

Concluimos esta nota destacando una vez más varias convocatorias


relacionadas a diferentes proyectos e iniciativas de interés: La Semana de
la Conciencia Social – La universidad ante los retos de la época (p.116);

editorial
el calendario de actividades del Centenario de Rafael Tufiño (p. 113); y
la convocatoria (con una extensión en la fecha de entrega hasta el 10 de
abril) a una edición especial de Cruce en colaboración con el Pato Project
Foundation https://www.tpp-foundation.org que busca recopilar textos
(de todo tipo) que cuenten la(s) historia(s) moderna(s) puertorriqueña(s)
a través del lente LGBTTQIA+ con un enfoque particular en el siglo XX
(pp. 110-111).

Pueden disfrutar de este nuevo número: Mientras caminamos en - https://


issuu.com/revistacruce.

¡Feliz 2023!

Roxanna Domenech Cruz, directora


Revista Cruce
División de Artes Liberales
editorescruce@uagm.edu

ENE 2023: MIENTRAS CAMINAMOS / 7


ARTE

PAD/ de cómo habitar la fuga


Abdiel D. Segarra Ríos y David Santamaría
Artistas residentes del lobi

8 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


COMUNICADO DE PRENSA

Para publicación inmediata


Vanessa Hernández Gracia (787) 393-2488
info@el-lobi.com
@el_lobi_

Residencia artística Puerto Rico y Colombia en El Lobi

SAN JUAN, PUERTO RICO. Lxs artistas Abdiel D. Segarra Ríos y David Santamaría, residentes en
Madrid, presentarán hasta el 7 de enero de 2023 el resultado de su residencia artística en El Lobi,
espacio de arte independiente ubicado en el 621 de la calle Ernesto Cerra en Santurce, Puerto Rico
titulada PAD | de cómo habitar la fuga. La muestra se compone de ejercicios fotográficos en varios
soportes y formatos, incluyendo dos publicaciones a cuatro manos que han fungido como zona de
contacto inicial y punto de partida —formal y metodológico— para el diálogo y la colaboración en esta
residencia de cuatro semanas.
PAD | de cómo habitar la fuga, es una puesta en común de dos investigaciones fotográficas que
se informa de la experiencia migratoria, los efectos de la gentrificación y la perspectiva —formal y
metafórica— para reflexionar acerca de lo habitable desde un lugar de subjetividad que busca dar
cuenta críticamente de la relación que existe entre el espacio, la ciudad, la arquitectura y la mirada de
quien transita y vive estos espacios. En esta ocasión las imágenes han sido capturadas en ciudades
de Europa, Estados Unidos y para efectos de la residencia, en varios sectores de Santurce, Puerto
Rico.
El proyecto es un ensayo crítico visual sobre la habitabilidad enfocado a la cuestión espacial y a la
respectiva subdivisión de esos espacios como problema social, económico y ambiental que ejercen su
influencia en el espectro demográfico de nuestras ciudades. Igualmente este impacto visual, modifica
constantemente nuestras emociones y relaciones en torno a los extensos conglomerados edificados
en nuestras ciudades con un enorme peso en la percepción de estética y de clase.
Abdiel D. Segarra Ríos (Santurce, Puerto Rico, 1984). Artista, gestor cultural y curador. Graduado
del Bachillerato en Bellas Artes de la Escuela de Artes Plásticas y Diseño de Puerto Rico (2008), de
la Maestría en Gestión y Administración Cultural de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río
Piedras (2013) y del Máster en Historia del Arte Contemporáneo y Cultura Visual, de la Universidad
Autónoma de Madrid (2018). Entre sus exposiciones individuales figuran Orfeón San Juan Bautista:
sujeto y objeto (2014) en el Museo de Arte Contemporáneo de Puerto Rico y Geometría de lo ordinario
(2017) en Área: Lugar de proyectos. En 2019 recibió la Beca Lexus para Artistas con el proyecto
Things about that unbreakable (and Unstoppable) consumption pattern.
David Santamaría (Medellín, Colombia, 1975). Artista y diseñador multidisciplinar, Licenciado en
Publicidad por la Universidad Pontificia Bolivariana. Es creador audiovisual transmedia y, en su obra,
combina la investigación fotográfica, el arte generativo, la realidad aumentada, la obra gráfica, el audio-
vídeo y la creación impresa tradicional. Afincado desde hace más de 20 años en Madrid. Constante

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ARTE

buscador de música y coleccionista de vinilos. Se ha especializado en la música del Caribe y ha


participado en festivales, clubes y eventos; también ha publicado artículos, ilustrado portadas y creado
cartelería sobre este tema.
El Lobi es una organización cultural sin fines de lucro, gestionada por artistas, que promueve la práctica
artística, el pensamiento crítico y las colaboraciones con agentes culturales tanto locales como
internacionales mediante talleres, encuentros, conferencias, residencias y exposiciones. Este proyecto
es posible gracias al apoyo de Maniobra del Centro de Economía Creativa (CEC) y Mellon Foundation.

Les esperamos en El Lobi. Para más información pueden comunicarse al (787) 393-2488, info@
el-lobi.com o seguir el perfil de El Lobi en Instagram: @el_lobi_

PAD/ de cómo habitar la fuga


Abdiel D. Segarra Ríos y David Santamaría
Residencia artística
El Lobi, Santurce, Puerto Rico
2 de diciembre-7 de enero de 2023

10 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


PAD1
Detalle de la sala de exposiciones
Crédito: David Santamaría

PAD2
Abdiel D. Segarra Ríos y David Santamaría
Composición Santurce 1, 2022
Medidas variables
Crédito: David Santamaría

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ARTE

PAD3
Abdiel D. Segarra Ríos y David Santamaría
Video-Instalación PAD 1, 2022
Lona impresa y video
140x46
Crédito: David Santamaría

12 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


PAD4 PAD 5
Detalle de Video-Instalación PAD 1, 2022 Detalle de la sala de exposiciones
Crédito: David Santamaría Crédito: David Santamaría

ENE 2023: MIENTRAS CAMINAMOS / 13


ARTE

PAD6
Mesa de las publicaciones

Abdiel D. Segarra Ríos y David Santamaría Abdiel D. Segarra Ríos y David Santamaría
Texto por Vanessa Hernández Gracia Publicación PAD 2, 2022
Publicación PAD 1, 2022 Pliegos 17x11 / Plegado 8.5x11
Pliegos A3 / Plegado A4 32 páginas, color
32 páginas, color. Papel dull 90gr
Papel Offset Naturally 80gr Crédito: David Santamaría

14 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


PAD7
Detalle de la sala de exposiciones
Crédito: David Santamaría

PAD8
Abdiel D. Segarra Ríos y David Santamaría
Video-Instalación PAD 2, 2022
Escombros de cemento, video y madera
Medidas variables
Crédito: David Santamaría

ENE 2023: MIENTRAS CAMINAMOS / 15


ARTE

PAD9
Detalle de la sala de exposiciones
Crédito: David Santamaría

16 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


PAD10
Abdiel D. Segarra Ríos y David Santamaría
Video PAD 1, 2022
Crédito: David Santamaría

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ARTE

PAD11
Abdiel D. Segarra Ríos
PAD Santurce, 2022
24x36
Impreso sobre papel velvet

18 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


PAD12
Abdiel D. Segarra Ríos
PAD Santurce 5, 2022
16x24
Impreso sobre papel velvet

ENE 2023: MIENTRAS CAMINAMOS / 19


PAD13
David Santamaría
PAD Santurce 4, 2022
16x24
Impreso sobre papel velvet

20 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


PAD14
David Santamaría
PAD Santurce 1, 2022
24x36
Impreso sobre papel velvet

ENE 2023: MIENTRAS CAMINAMOS / 21


POLÍTICA Y SOCIEDAD

Perspectivas y apuntes necesarios


para hacer historia cultural
Sylvia T. Domenech Fernández
Universidad Ana G. Méndez, Recinto de Cupey

22 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


Se ponía a leer y no había quien le hablara.
Te podías matar llamándolo, y él en otro mundo.
Leía mucho a Salgari, a Emilio Salgari1.
Eran libros de aventuras, de historias.
El corsario negro es uno de los títulos que recuerdo y Los piratas de las antillas.
En casa, entre la sala y el comedor había dos medio puntos, y Papi acomodaba
allí sus libros.
Eramos cinco hermanas, y a ninguna de nosotras, nos dio por leérlos.
Cómo eran libros de aventuras,
yo no estaba por leer esas cosas.
Me gustaba leer libros de fantasía
eran los que tenía Doña Laura, la vecina,
para su hija…cuentos de hadas….no sé por qué.
Tal vez porque Mami no leía si no el periódico que nos traían a la casa donde
vivíamos y no teníamos otra vida que no fuera la de la central.
Así fue que empecé a leer las noticias.
(memorias de mi madre 1927-2022,
sobre la vida en la Central Carmen
en Vega Alta,
donde pasó su niñez,
su adolescencia
y su primera adultez.)

Introducción

¿Historia cultural? Partiendo del trabajo de las figuras clásicas de la disciplina, estas reflexiones
proponen analizar perspectivas de la historiografía contemporánea.

La interdisciplinariedad que caracteriza el devenir de la disciplina, se traduce en una óptica amplia


para la interpretación de las fuentes de la investigación. No pretende este ensayo una retrospectiva
completa de lo que se ha considerado historia cultural. Más bien, busca explorar huellas y claves para
la historiografía.

Referente imprescindible a la noción de historia cultural, es el trabajo del historiador inglés Peter
Burke, quien limita el quehacer a la necesidad de definir el objeto de estudio. Al analizar esto en su libro
Formas de historia cultural 2 sostiene, “no hay mas acuerdo sobre lo que constituye la historia cultural
que sobre lo que constituye la cultura” 3. Enfrentar la definición del termino “cultura”; algo imposible
de configurar rotundamente.

A Burke, las múltiples definiciones sobre lo que significa cultura le hace “adoptar la definición de
los existencialistas…pues la historia cultural no tiene esencia… sólo puede definirse en terminos de su
propia historia” 4. Más aún, el auge la disciplina, como observa en otro de sus estudios What is cultural
history?5, merece estudio, dado el carácter evolutivo de la disciplina.

1 Emilio Salgari (1862-1911) fue un periodista y escritor italiano considerado el padre de la cultura pop en Italia. Su obra, consta de
unos 84 títulos de libros seriados de aventuras y ficción histórica. Entre estos se encuentran las series o ciclos de Los piratas de las
antillas. Los personajes masculinos eran justicieros valientes que buscaban rescatar a la sociedad de sus villanos. Sus novelas se hicieron
lecturas populares desde las últimas dos décadas del siglo XIX. También representaron una gran influencia para muchos reconocidos
autores. Entre estos, el semiólogo, filósofo, medievalista y escritor Umberto Eco, quien fue lector de sus libros desde sus primeros años.
Otros pertenecientes al mundo de las letras y de la historia latinoamericana tales y como Gabriel García Márquez, Isabel Allende, Carlos
Fuentes, Jorge Luis Borges y Pablo Neruda, se identifican como lectores de Salgari. El legendario líder revolucionario, Ernesto Che
Guevara se dice que llegó a leer 62 de sus 84 libros. El biógrafo de este ultimo, sostiene que las ideas anti-imperialistas de este pueden
verse como “salgarianas en sus orígenes”.
2 Burke, Peter. Formas de historia cultural. Alianza Editorial, S.A., Madrid, 2000. P.15
3 Ibid. p.15
4 Ibid. p.15
5 Burke, Peter. What is Cultural History? Second Edition; Cambridge; Polity; 2008.p.1

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Burke elabora un trasfondo y marco filosófico en torno a la tradición clásica y la actualidad de la
Política y sociedad
historia cultural. Historiadores europeos, así como de los Estados Unidos han aportado al mosaico de
conceptos que representa la historia cultural.

Historiadores y académicos de la talla de Jacob Burckhardt (historiador del arte y la cultura), así
como Joseph Huizinga, (teórico cultural e historiador) publicaron sus trabajos de historia de la cultura
en libros dirigidos mayormente a un público general (“Wrote their books primarily for a wider public”67
). Les interesó comunicar los asuntos de la civilización más allá del ámbito académico. No parece
accidental el que la historia cultural comenzara a desarrollarse en la Alemania que hablaba alemán.
Esto es, previo a la unificación, cuando esta se considerada una comunidad cultural y no una política.

Simultáneamente, la historia mundial contemporánea (en su análisis Burke se refiere a los años
30 y 40 del Siglo XX) significó un tiempo de revolución en el pensamiento y la práctica histórica. Esto
es, en la definición de la historia como saber. En Francia surge el movimiento de la nueva historia,
interesándose por casi cualquier actividad humana, y la que igualmente surge como “una historia
escrita deliberadamente contra el paradigma tradicional (término del historiador de la ciencia Thomas
Kuhn)”8.

La historiografía cultural ha producido historia sobre asuntos que anteriormente se consideraban


ahistóricos: la niñez, la muerte, la locura, el clima, los gustos, la suciedad, la limpieza, la gesticulación,
el cuerpo, la lectura, el habla y hasta el silencio.

No debe obviarse el hecho de que en el año 1929 (año del crac de Wall Street, de la Gran
Depresión y de la crisis de la década del 30 (la que es también la década en que el viejo lector citado
en el epígrafe de este escrito leía los libros de Salgari)), cobra fuerza la historiografía. Es el momento
cuando aparece el primer número de Annales, espacio de análisis de la historia económica y social,
revista de espíritu propio que proponía profundizar en el objeto de estudio por medio de la practica
observaciones agudas. No cuestionaba si el investigador era geógrafo o historiador, medievalista o
contemporaneísta, curioso de las cifras o apasionado de las “mentalidades”.

Historiadores como Marc Bloch y Lucien LeFevre, se organizarían a la luz de la revista Annales.
Incorporando a la historiografía otras disciplinas, daban paso a la nueva historia y a los postulados de
la historia cultural. Se trataba, como elaboraría en sus ensayos el medievalista Jacques Le Goff, de
“nuevos problemas”, “nuevos enfoques”, “nuevos objetos” históricos.

En Puerto Rico, Annales influyó de manera determinante en el quehacer historiográfico, aunque


no exento de críticas por su “atención casi direccional hacia los problemas socio-económicos en los
que los aspectos políticos, institucionales, ideológicos, y culturales quedan fuera. Como si no formaran
parte intrínseca de la vida misma, una comunidad constituida en nación u organizada en el barrio más
humilde y recóndito de ésta.”9

6 Ibid. p.8
7 Nota: La historia cultural se caracteriza por el estilo de prosa dirigido a público mayor. En Puerto Rico, es de conocimiento
general que los libros del historiador Fernando Picó deben su popularidad en gran medida por que su estilo está dirigido
al público general.
8 Burke, Peter. Obertura: la nueva historia, su pasado y futuro, Formas de hacer historia. Madrid, España: Alianza Editorial,
S. A.,1994, p. 15
9 Editorial-Hacia la “novísima historia”. Op.Cit. Boletín del Centro de Investigaciones Históricas (UPR-RP), núm 3, 1987-
1988, p.7

24 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


Lo clásico y lo interdisciplinario

Historiadores como el alemán Leopoldo von Ranke rechazaban el trabajo de los historiadores
culturales, por considerarlo al margen de su profesión. El método intuitivo de la historia cultural no
respondía a la oficialidad y rigurosidad historiográfica. Los rankeanos fundamentaban su quehacer en
los documentos de archivos, aunque no elaboraron un método en si para la disciplina.

La historia cultural logró sentar pauta. La evocación del pasado de una cultura y los elementos
que denominaron lo “recurrente”, lo “constante” y lo “típico” la distinguió. Su método descansaba en
lo intuitivo y en la prosa vívida de su escritura. Burckhardt, por ejemplo, al publicar en el 1860 la
Civilización del Renacimiento en Italia, más que eventos o sucesos, describía el rompimiento que
significó el Renacimiento para el individualismo, las distintas artes y la sensibilidad moderna. Haciendo
del impulso creativo y del arte, fuente primaria para la investigación histórica, Burkhardt se colocaría
entre los primeros estudiosos de la historia del arte, además de la noción “cultura”.

Johan Huizinga, filósofo e historiador cultural danés que formó parte de la escuela establecida
por Burckhardt, proponía la tarea del historiador como una descriptiva de patrones de pensamiento y
sentimiento, además de rituales y expresiones de una era. El objetivo del historiador venía a ser un
resurgir de esta. La historia brindaría al lector un sentido de la vida.

Sociólogos e historiadores como Max Weber, Norbert Elias, así como Aby Warburg, EH
Gombrich y Erwin Panfsky contribuyeron e incidieron en la visión multidisciplinaria de la historia
cultural. Ampliaron la óptica hermeneútica con el estudio y la interpretación de imágenes, artefactos
y acciones. Los esquemas perceptuales culturales, la interpretación del significado de las emociones
que se expresan a través de los gestos también se convirtieron en objeto de estudio.

Aunque perseguidos en la Alemania de Hitler el círculo de historiadores del arte y teóricos


culturales del Warburg Circle (Aby Warburg había fallecido en el 1929) continuaron desarrollando sus
ideas 10 en los Estados Unidos (como parte de la diáspora alemana). Articulaban conexiones entre
distintos dominios culturales. Al igual, ampliaban la geografía de la historia cultural. El Instituto Warburg
también se estableció en Inglaterra.

En el libro Memoria, historia e historiadores 11 su autor, Pierre Vilar, destaca las aportaciones
de los que formaban parte de la Escuela de los Annales, Lucien Febvre, Marc Bloch, Henri Berr al
reconocerlos como los que “desembarazaron a los historiadores franceses del yugo de la historia
positivista (sic) al describir la historia como procesos, estructuras sociales, lo económico, lo social y lo
mental: un redescubrimiento espontáneo por exigencias del espíritu” 12. Para Vilar la historia se definía
como ciencia humana fundamental. Al historiador marxista le interesaba particularmente la psicología
y la teoría freudiana.

La Escuela de los Annales se acercó a distintos temas de la mano de las ciencias sociales.
Orientaron la historiografía problematizando el tema, haciendo de este un problema por resolver,
incluyendo elementos o artefactos que sirvieran de evidencia para la investigación.

10 Nota: En las últimas décadas del siglo XVIII se había originado en Alemania también el concepto de cultura popular. Este incluía
estudios sobre los bailes, rituales, artesanías, leyendas, artes populares, folkloristas y antropólogos. En el 1960 en los EEUU un grupo
de historiadores académicos comenzaron a estudiar la escena del Jazz, discutían la música y el público que la escuchaba, el jazz como
negocio y como forma de protesta social y política.
11 Vilar, Pierre. Memoria, historia e historiadores. Editorial Universidad de Granada.Campus Universitario de Cartuja. Granada, España.
2004.
12 Ibid. p.16

ENE 2023: MIENTRAS CAMINAMOS / 25


Tanto marxistas como positivistas, sin embargo, rechazaban los avances de los historiadores
Política y sociedad
culturales. Los primeros, en sus debates marxistas descalificaban dichos logros, por no prestar
importancia a los conflictos sociales, así como por conceptualizar la historia atada a una visión
homogénea de la cultura. En respuesta a la crítica, historiadores culturales contemporáneos como
Burke, puntualizan que entre los más destacados adeptos a la historia cultural, convive un grupo de
antiguos marxistas.

En Puerto Rico, los elementos polémicos de la historiografía cobran un rostro aún más
agudo. La rigurosa historiadora Isabel Gutiérrez del Arroyo subraya en sus estudios los defectos de los
documentos que conservan los viejos archivos coloniales, “…(sic) la historiografía de la primera etapa
(la de los cronistas) ha legado, amén de grandes lagunas, buen acopio de errores. En el siglo XIX un
grupo de estudiosos de la historia puertorriqueña, entre los que se encontraba José Julián Acosta se
lanzaron a la labor de rectificación” 13.

Con frecuencia las innovaciones culturales resultan del devenir de pequeños grupos. Al analizar
el ascenso y decadencia de la Escuela de los Annales, el historiador español Josep Fontana Lázaro
proponía resolver los antagonismos entre los historiadores seguidores del historicismo y los teóricos
que cuestionaban el mismo proponiendo (sic) la formulación de un maridaje de erudición y teoría.14

Teóricos influyentes, (pensemos en Mikhail Bakhtin, uno de los teóricos culturales más originales
del Siglo 20), se distinguieron por sus ideas en cuanto a los rituales de desacralización, discursos de
género, las distintas voces o coexistencia de estas en un mismo texto, así como la correspondencia
de esta poliglosa en los estudios de los llamados “documentos del ego” (los textos escritos en primera
persona). Entre las aportaciones de mayor interés surgieron las ideas sobre la relación entre la
construcción del sujeto y su interacción con el proceso civilizatorio, el diario vivir y la sociología de
la cultura escrita de Norbert Elías, así como las de Paul Bordieu en lo relacionado al desarrollo del
concepto de habitus y el poder simbólico.

¿Podria desarrollarse la historia cultural de la lectura?, “una experiencia más bien privada
practicada por una minoría de personas instruídas que podían comprar libros”, como sostiene Robert
Darnton, al analizar los hábitos del diario vivir de un grupo demográfico amplio?15 La lectura, sostiene,
“no es una simple habilidad sino una manera de elaborar significado, que deberá variar entre culturas”.
Y añade: “Podríamos retratar la lectura de las obras de ficción, autobiografías, escritos polémicos,
cartas, pinturas y obras impresas contemporáneas, a fin de descubrir algunas nociones básicas de lo
que las personas creían que ocurría al leer”16. Partiendo de los libros como objetos de consumo y de
los espacios designados a la lectura, podrían establecerse conexiones entre las distintas disciplinas
del saber. Pero, ¿podríamos construir la historia del hombre lector puertorriqueño habitante de la costa
norte de la isla y su comunidad?
Darnton sugiere la posibilidad de rastrear las ideas sobre la lectura a través de los anuncios
y prospectos de libros. 17 Propone “redefinir conceptos y analizar en profundidad las herramientas y
13 Gutierrez del Arroyo, Isabel. Historiografía puertorriqueña: desde la Memoria de Melgarejo (1582) hasta el Boletín Histórico de
Puerto Rico (1914-1927). Ciclo de conferencias sobre la Historia de Puerto Rico. San Juan, P.R.: Instituto de Cultura Puertorriqueña,
1972, p.20
14 Fontana Lazaro, Josep. “Ascenso y decadencia de la Escuela de Annales”, en A.A.V.V., Hacia una nueva historia. Madrid, España:
Akal Editor.1985, p.109
15 Darnton, Robert. Historia de la lectura, en Peter Burke (ed.), Formas de hacer historia. Madrid, España: Alianza Editorial, S.A. 1994,
p.192
16 Ibid. p193
17 Ibid. p.195

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métodos existentes”18 Giovani Levi, historiador italiano pionero de la microhistoria, expone que “en
este tipo de investigación el historiador no se interesa solo por la interpretación de las opiniones sino,
más bien, por la definición de las ambiguedades del mundo simbólico, la pluralidad de interpretaciones
posibles del mismo y la lucha entablada por los recursos tanto simbólicos como materiales”19. La
micro historiografía orientada, más que a una historia de vida, a la investigación del pensamiento y los
dramas de una comunidad.

Conclusión

Formas de historia cultural, invita a la reflexión sobre el devenir de la historia cultural. Ponderar
la afirmación de Burke: “no hay mas acuerdo sobre lo que constituye la historia cultural que sobre lo
que constituye la cultura”20 coloca al que se propone historiografiar en una suerte de cruce o diálogo
integrador con la disciplina. Para Burke, Burckhardt y Huizinga, el punto de partida es volver a los
clásicos, los que hay que atemperar a las nuevas tendencias.

Plantear el problema de definir y describir la cultura partiendo de la premisa de que se trata de


algo que carece de una identidad estable21 requiere analizar las teorías de Michel Foucault en cuanto
a las rupturas y descontinuidades, así como los sistemas de clasificación (epistemes, o regímenes
de la verdad), expresiones de una cultura dada y a la misma vez, fuerzas que forman una cultura en
particular. El problema del estudioso que propone historiografiar es complejo.

La manera en que ciertos tópicos son excluidos de un sistema intelectual en particular; la idea de
la exclusión de grupos de determinado orden social; los principios organizadores de lo que se puede
pensar, decir o escribir en cierta época dada, los discursos colectivos y las ideas sobre las practicas
del cuerpo y de la mente de una cultura en particular, representan, además, una gama amplia de
consideraciones.

Cambios de perspectiva y la inclusión de los valores actitudinales son elementos que han
permitido a los historiadores culturales indagar en dimensiones del pasado a las que otros historiadores
no logran acceder.

Teóricos e historiadores como Pierre Vilar (estudioso de la historia de España y lo hispano)


el historiador es tan solo el que plantea problemas e interroga documentos.22 ¿Podría el historiador
interesado en la historia de la lectura concretizar un andamiaje de influencias italianas concretas
o simbólicas incorporado a la cultura puertorriqueña? ¿Existirán catálogos o listas de editoriales
distribuidoras de libros que permitan problematizar la lectura de Salgari en el Puerto Rico de la década
del 1930? ¿Que del plano simbólico de la lectura?

Al reflexionar en cuanto a la memoria del abuelo lector, viene a mi recuerdo el medio punto de
la sala de la casa donde tenían lugar sus horas de lectura. Mi madre, describía al abuelo inmerso
en el libro, concentrado en las aventuras de Salgari de tal manera que su estado mental le hacía
impenetrable a las circunstancias que le rodeaban.
18 Levi, Giovanni. Sobre microhistoria. En Peter Burke (ed.). Formas de hacer historia. Madrid, España. Alianza Editorial, S.A. 1994,
p.120
19 Ibid.121

20 Burke, Peter. Formas de historia cultural. Alianza Editorial, S.A., Madrid, 2000
21 Ibid. p.15
22 Vilar, Pierre. Memoria, historia e historiadores. Editorial Universidad de Granada.Campus Universitario de Cartuja. Granada, España.
2004. P.44

ENE 2023: MIENTRAS CAMINAMOS / 27


Política y sociedad
El viejo abuelo no era picador de caña. Trabajaba en la fábrica de una central azucarera. Residía
junto a su familia en una de las casas del batey, por donde día a día iban y venían los picadores de
la caña hasta las piezas sembradas de caña madura. El paisaje interno del abuelo siempre estuvo
cargado de las playas del océano Atlántico. Al terminar la jornada de trabajo, cada tarde caminaba
hasta la playa y se lanzaba al mar. A nado entre las olas, recuperaba los días de su juventud lejos de
la fábrica. Los espadachines de los aventureros marinos y las rústicas espadas con que se pica la
caña todavía a esa hora parecían sonar cortar los aires y blandir los vientos de Salgari que el abuelo
tanto disfrutaba. Tal vez las aventuras que le traían la lectura resultaban instrumentales para irse a otro
mundo posible.

El criterio rankeano en cuanto a las posibilidades de la investigación histórica remite a la


preferencia de fuentes oficiales de archivo. El sociólogo británico Paul Thompson, trabaja historias
de vida. La historia oral es instrumento y método de investigación. Para Thompson, el valor de las
fuentes orales radica en dar presencia histórica a aquellos puntos de vista y valores oscurecidos por
la oficialidad.23

El valor de la historia cultural radica en la posibilidad de replantear, cuestionar, o delinear trazos


de lo constante y lo rucurrente; así como de las rupturas.

Huizinga, publicaría en el 1929 la definición clásica de lo que significa la historia: “Historia es


la forma espiritual con la que una cultura da cuenta de su pasado”24. El filósofo y ensayista español
José Ortega y Gasset, autor de La rebelión de las masas, define el valor y la dimension humanista del
historiador:

(sic)… en cada momento, lo que el hombre es, incluye un pasado. Esto es cierto, aunque solo lo
refiramos a la existencia individual. En lo que cada cuál es ahora, interviene el recuerdo de lo que
le ha pasado y de lo que ha sido en la porción antecedente de su vida. Por tanto, historia significa
aquí persistencia del pasado o venir de un pasado. Ese pasado de nuestro recuerdo influye en
nuestra actualidad.25

Podría ampliarse la perspectiva citando las ideas del Editorial de Op.Cit.:

A la hora de voltear la mirada al pasado, ampliemos nuestras miras y sumemos elementos de


análisis en vez de excluirlos. Y del mismo modo que incorporamos metodologías y conceptos
de las ciencias sociales, abramos también las puertas a otras disciplinas afines que nos ayuden
a dispersar las lagunas que persisten en otros aspectos importantes de la vida cotidiana de una
sociedad, como es, por ejemplo, el cultural, uno de los grandes olvidos de la nueva historia. 26

March Bloch, influenciado grandemente por el ambiente de su epoca y por Emile Durkheim,
fundador de la sociología como disciplina académica, y sus discípulos, sería el autor de un primer gran
libro de historia comparada, Les rois Thaumaturges en el 1924, trabajo que significó:

…una línea de investigación de lo que posteriormente se dio en llamar la “historia de las


mentalidades”. Historiadores actuales (sic) consideran esta obra blochiana como pionera genial
23 Prins, Gwyn. Historia oral, en Peter Burke (ed). Formas de hacer historia. Madrid, España: Alianza Editorial, S. A., 1994, p.145-146
24 Mitre Emilio, Historia y pensamiento histórico: estudios y antología. Madrid, España: Ediciones Cátedra, S.A., p.274
25 Ibid. p.260
26 Editorial-Hacia la “novísima historia”. Op.Cit. Boletín del Centro de Investigaciones Históricas (UPR-RP), núm 3, 1987-1988, p.8

28 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


tanto de la historia de las mentalidades como de la antropología histórica. El ambiente intelectual
de la ciudad alsaciana en la que Bloch produjo esta primera obra, (Estrasburgo) era el de una
intelectualidad abierta, progresista y sanamente interdisciplinaria.27

La constante tarea de lectura y critica a la que la revista Annales le obligaba, incidiría de manera
determinante en su obra.

El devenir de la historia cultural ha cobrado auge entre la historiografía contemporánea desde la


década del treinta del siglo pasado. Ha representado el desarrollo del quehacer de la disciplina como
una de “menos restricciones” y “más perspectivas”28. Se trata de un ejercicio integrador y dialéctico
entre la memoria de la historia y más abarcadoras posibilidades de interpretación del pasado, siempre
abierto a la historiografía.

Bibliografía

Burke, Peter. Formas de historia cultural. Alianza Editorial, S.A., Madrid, 2000

Burke, Peter. Obertura: la nueva historia, su pasado y futuro, Formas de hacer historia. Madrid, España:
Alianza Editorial, S. A.,1994.

Burke, Peter. What is Cultural History? Second Edition; Cambridge; Polity; 2008.

Darnton, Robert. Historia de la lectura, en Peter Burke (ed.), Formas de hacer historia. Madrid, España:
Alianza Editorial, S.A. 1994.

Editorial-Hacia la “novísima historia”. Op.Cit. Boletín del Centro de Investigaciones Históricas (UPR-
RP), núm 3, 1987-1988.

Fontana Lázaro, Josep. Ascenso y decadencia de la Escuela de Annales, en A.A.V.V., Hacia una
nueva historia. Madrid, España: Akal Editor, 1985.

Gutierrez del Arroyo, Isabel. Historiografía puertorriqueña: desde la Memoria de Melgarejo (1582)
hasta el Boletín Histórico de Puerto Rico (1914-1927). Ciclo de conferencias sobre la Historia de
Puerto Rico. San Juan, P.R.: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1972.

Levi, Giovanni. Sobre microhistoria. En Peter Burke (ed.). Formas de hacer historia. Madrid, España.
Alianza Editorial, S.A. 1994.

Vilar, Pierre. Memoria, historia e historiadores. Editorial Universidad de Granada.Campus Universitario


de Cartuja. Granada, España. 2004.

27 Faci, Javier, “Marc Bloch: un apologista de la historia”. Revista de Occidente. Enero 1994 (núm 152), p.55
28 Editorial-Hacia la “novísima historia”. Op.Cit.,Boletín del Centro de Investigaciones Históricas (UPR-RP), núm 3, 1987-1988, p.8

ENE 2023: MIENTRAS CAMINAMOS / 29


FOTOENSAYO

De Carolina, Puerto Rico


a New York City, El Barrio
Javier Martínez
Fotógrafo Independiente

Mientras caminaba por El Barrio, pensaba en la diáspora puertorriqueña… Por


cada paso, sentí la presencia, el orgullo y la nostalgia boricua de sus calles. Es
imposible capturar con el lente… el olor que emanan las frituras y la emoción
de escuchar, entre los complejos de viviendas, la música de Andrés Jiménez, El
Jíbaro. No obstante, el lienzo fotográfico se aventuró a plasmar la esencia de mi
tránsito desde Carolina, Puerto Rico a New York City, El Barrio.

30 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


El Barrio


Estrellas colgantes

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fotoensayo

Tradiciones boricuas

Calle Julia 106

32 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA



El rostro de Julia

Estrellas y arcoíris

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fotoensayo

La Fonda

Fritanga

34 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


El Brujo de Guayama

Pedrito

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fotoensayo

El nuevo Caribe

Estrellas hermanas

36 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


La lucha

La ley del amor

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fotoensayo

¡Bomba!

La calle de Tito

38 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


Entre puertas

Osito boricua

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fotoensayo

Paloma en vuelo

La 65 de Infantería

40 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


Aquí me quedo

ENE 2023: MIENTRAS CAMINAMOS / 41


LETRAS

La mujer que nunca pudo salir de la ducha


José Edgardo Cruz
University at Albany, SUNY

42 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


Para Magaly, Manuel y María Victoria

Arturo llegó a España muerto de cansado y sin embargo, después de abrir la puerta de su piso
en Cuatro Caminos, empujó las maletas, las abrió, sacó todas su cosas, las puso en su sitio y
siguió por ahí pa’bajo sin dormir por una semana.

De dónde sacaba tanta energía era un misterio. En Puerto Rico, visitando la reserva
natural de Humacao, cuando llegó al pie de la cuesta que llevaba al Morrillo, salió disparado
como un adolescente, dejando atrás a su amiga Ileana y a su esposo Antonio, quienes
pensaron que se lo había llevado el Diablo. Cuando ellos llegaron al tope, Ileana se alarmó
al no encontrarlo y se aterró ante la posibilidad de que se había caído por el barranco que
daba al mar, solo para reaccionar con sorpresa y admiración al verlo salir del puesto de
observación, aupándose con brío hasta quedar parado encima del adefesio de concreto que el
ejército norteamericano había construido durante la Segunda Guerra Mundial. Con las piernas
abiertas y los brazos en alto, Arturo parecía un gigante, un Neptuno imperioso proclamando su
señorío sobre el vasto océano que se veía a sus espaldas.

Ileana le dijo Nene eres tremendo y veinticuatro horas más tarde Arturo estaba en
España, otra vez haciendo alarde de su capacidad para dormir poco o nada y para vivir como
si mañana fuera tarde.

El piso de Cuatro Caminos era un pequeño palacio, amplio, cómodo, exhuberante. No


había espacio que no estuviera ocupado, con plantas en el despacho y la terraza, pequeñas
esculturas de hierro en la mesa de la sala y en los bordes de seis libreros atiborrados; objetos
colgando del plafón, móviles de papel y lámparas chinas también colgando, cuadros y tapices
con motivos japoneses, incluyendo la imagen de rigor de un tsunami; dos lámparas turcas
bellas, una que no funcionaba y la otra que encendida era como un kaleidoscopio flotante,
con bolas de cristal sujetadas por cadenas de bronce, forradas de abalores diminutos de
diferentes colores y de espejos pequeñitos cortados como diamantes, agrupados para crear
mosaicos de flores azules, rojas y amarillas. También cundían las máscaras chinas, japonesas
y africanas, figurines de Cambodia, Cuba, India, China y Rusia, un boomerang ilustrado con
una salamandra, un puñal de jade, ceniceros de metal en forma de caballos, tortugas y gatos,
dos escarabajos dorados y una campana de vaca enorme, sujetada por una cinta de cuero
con una hebilla circular de acero inoxidable y un badajo de madera tallado en forma de pene
que con su repique muy bien podía revelar donde estaba una vaca, como también podía
usarse, desprovisto de su contexto, en su espacio urbano adoptado, para anunciar que era
hora de meter mano.

Madrid estaba más frío de lo que Arturo esperaba. Lamentó no haber traído su bata
térmica pero no perdió tiempo y se fue al Corte Inglés donde compró una de franela gruesa
hecha por un modisto italiano. Tambíen compró un par de long johns y unas medias para
hacer cámping, solo para estar en la casa. Para la calle, con los mahones le bastaba. Tenía
sombrero y con su jacket de primavera podía salir sin congelarse. Necesitaba guantes sin
dedos para escribir pues el despacho estaba prácticamente a la intemperie y después de una
hora expuesto—eso era lo más que aguantaba—las manos se le ponían como un helado. En
El Corte Inglés eran muy caros y consiguió un par en los chinos de la calle Juan Pantoja, a tres
cuadras de donde él estaba. Eran guantes regulares y Arturo tuvo que recortarlos. Sabiendo
que lo iba a hacer, los compró de gamuza en vez de bordados para evitar que al recortarlos
no se le deshilaran.
ENE 2023: MIENTRAS CAMINAMOS / 43
Nene tú piensas en todo, le dijo Ileana. Arturo no lo podía creer. Era imposible que ella
LETRAS
le estuviera hablando. Ileana estaba en Puerto Rico. La voz era real pero sonaba lejana, como
si viniera de un cuarto donde él no estaba. Arturo fue del despacho hasta el baño siguiendo
la voz que a cada paso sonaba más cercana. Al abrir la puerta vio que la pluma de la ducha
estaba abierta. No había nadie bañándose. Arturo cayó en cuenta. Llevaba una semana sin
dormir y estaba alucinando. Poco a poco la voz de Ileana se fue apagando. Quizás Arturo la
escuchó porque la extrañaba. La visita que había tenido con ella y Antonio en Puerto Rico
había sido extraordinaria.

Recordó con ternura el día en que Antonio había tumbado un racimo de plátanos de la
mata que tenían en el patio de atrás de la casa. Repartieron plátanos por todo el vecindario.
Eso tenía un nombre muy preciso: generosidad. Luego estuvieron comiendo tostones hasta
que se empacharon. A eso se le podía llamar exceso pero no, la palabra más adecuada
era “gustazo.” El viaje a la reserva natural había sido exquisito, un recorrido a la misma vez
apolíneo y dionisiaco. Azul, verde, trigueño, la ceiba, los almendros, el yagrumo, los caracoles
en la playa recuperados por Ileana para tornarse sedimento en un lienzo, el rostro de una
escultura encontrada en la calle.

Cuando cerró la pluma recordó con una sonrisa que su amiga colombiana en Madrid le
había dicho que a causa del dolor de una lesión en la espalda, a duras penas se podía bañar.
Un día imaginó que se iba a quedar a vivir bajo el chorro de agua. Arturo pensó que en su
delirio había dejado la pluma abierta, que confundió la voz de ella con la de Ileana. Quizás en
vez de una voz, lo que imaginaba era la conversación que había tenido con Rosaura. Por poco
me convierto en la mujer que nunca pudo salir de la ducha, ella había dicho por wasap. Arturo
respondió que ese sería un magnífico título para un cuento.

Silencio. Los dos check marks de su mensaje se quedaron en blanco por un buen rato.
Desde el baño se volvió a escuchar una voz, pero esta vez no era la de Ileana. Tampoco era
la de su amiga colombiana. Arturo decidió ignorarla. Lo mejor era rendirse y darle un chance
a su cuerpo a descansar. Durmió por varias horas y al despertar vio que su comentario tenía
dos marcas azules y que Rosaura le había contestado. Ella escribió, simplemente, “Jajaja.”

En Madrid, Rosaura era su más fiel acompañante. Se habían conocido durante el


segundo viaje de Arturo a Madrid en una charla que ella había dado en el Instituto Internacional.
Su relación se podía resumir a base de una serie de diálogos muy abreviados. “Rosaura,
vamos a darnos una caña.” “Sí Arturo.” “Rosaura, vamos al Café Central que Javier Colina
está tocando.” “Sí Arturo.” “Rosaura, vamos al cine.” “Sí Arturo.” “Rosaura, tengo hambre.”
“Sí Arturo, podemos comer en La Negra Tomasa.” Rara vez decía que no y si lo había dicho
alguna vez, lo cual era muy posible pues de lo contrario esto sería una fábula, Arturo no se
acordaba. Él era igual con ella. A todo lo que ella proponía Arturo decía que sí. Bueno, la
excepción siempre era cuando ella se antojaba de ir a un restaurant Senegalés. Aparte de
eso, en Madrid eran un libro de dos páginas. Con Rosaura Arturo hablaba de todo. Ella había
sabido antes que nadie que Sofía Morelli lo había abandonado. Mil veces habían compartido
aventuras de amor descarriado. Habían cenado en sitios finos y sitios ordinarios y a ella le
daba igual pues decía que tenía paladar de camionero. Cuando Arturo iba a Madrid, ella era a
la primera que llamaba. Se apoyaban en todo lo que podían y en lo que no pues al menos lo
hablaban. Si ella quería ser reconocida como la mujer que nunca pudo salir de la ducha Arturo
lo aceptaba. Todo eso también tenía otro nombre muy preciso y saludable: amistad.

44 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


ENE 2023: MIENTRAS CAMINAMOS / 45
LETRAS

Juegos:
Hustle (Netflix) y The Card Counter (HBO Max)
Manuel Martínez Maldonado
Escritor Independiente

46 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


Los juegos de mano son cosas de villanos, decía mi abuela. En el caso del básquetbol, no tanto, a
menos que uno no esté allí al lado de un tipo de siete pies presto a darte un puño en los riñones cuando
vayas a tirar la bola. En el caso de 21 o póker el asunto es más complicado, y los villanos se esconden
en las sombras, o en habitaciones inspiradas por Magritte.

Desde la estupenda Uncut Gems (2019) Adam Sandler se ha revelado como un actor capaz
de sutilezas y profundidades, cuando se necesitan. Con la habilidad —que creo perfeccionó de sus
años en Saturday Night Live — de mantener un rostro inmovible e impávido, su contacto y contexto
dramático nos remonta a la época de Buster Keaton, de quién, sin duda, aprendió mucho. Buen maestro
tuvo porque es su presencia en Hustle lo que hace de la cinta algo que vale la pena ver. No critico la
película, que cabe en el género de “el- jugador-hace-un-esfuerzo-y- a pesar-de sus tribulaciones- y de
todo- lo que- lo separa del triunfo-triunfa”.

El jugador es este caso es Stanley Sugerman (Sandler) quien es un escucha para el equipo de
baloncesto los 76 de Filadelfia, que viaja el mundo en busca de talento nuevo para su equipo. Es un
trabajo agotador que lo tiene alejado de su esposa (Queen Latifah) y su hija (Jordan Hull). En realidad,
lo que quiere ser es el entrenador asistente del equipo. Una serie de problemas se interponen entre él
y su aspiración, y termina regresando a su antigua encomienda.

ENE 2023: MIENTRAS CAMINAMOS / 47


LETRAS

En España, por puro accidente, descubre o “Black Jack” y ayuda mucho en póker. Como
un jugador que usa su talento para apuestas en los casinos detectan a los que hace tan cosa,
juegos vecinales, y así ganarse algunos euros él juega pequeñas cantidades y gana a esos
adicionales. El tipio se llama Bo Cruz (Juancho niveles. Explica que de uno excederse, lo fichan
Hernangómez, un verdadero jugador español y le impiden entrada al casino. Tampoco pasa
que juega para los Jazz de Utah) y es un talento demasiado tiempo en un casino en particular, ni
enorme. Stanley lo lleva a Filadelfia, pero allí se hospeda en sus hoteles. En los moteles en
encuentra un problema en Vince (Ben Foster), el que se aloja, remueve la decoración y forra los
hijo del dueño del equipo que se convierte en un muebles con sábanas blancas que amarra con
obstáculo para Bo y para Stanely. cáñamo. Un verdadero weirdo.

¿Quién ganará? Stanley o Vince? ¿Bo Dos personas emergen en su vida. Una,
Cruz o sus contrincantes para una posición en los La Linda (Tiffany Haddish), es alguien a quien
76 de Filadelfia? Entre tanto, para aquellos que conocía del mundo del juego y maneja un “establo”
les gusta el baloncesto, la película tiene a muchos de jugadores que son financiados por grupos de
de los mejores jugadores del mundo haciendo de inversores y cobran de sus ganancias. Trata de
lo suyo sin amedrentan ante las cámaras. reclutarlo, mas él declina. La otra persona es Cirk
(Tye Sheridan) un joven que sabe que su verdadero
Amedrentado parece estar William Tell nombre es William Tillich, que estuvo preso por
(Oscar Issac) luego de haber pasado 8 años en sus fechorías en Abu Ghraib, y que conocía a su
la cárcel. No sabemos por qué, hasta que en padre, que también las cometió. Antes, mientras
una pesadilla que tiene descubrimos que fue estaba en Atlantic City, Tell descubrió que se
condenado por su participación de los horrores lleva a cabo una convención de la industria de
de la prisión de Abu Ghraib. Algo que logró hacer la seguridad en el mismo edificio que el casino.
durante sus años de prisión fue aprender a contar Tell se cuela en un seminario impartido por el
cartas, lo que le da una ventaja en el juego de 21 comandante retirado John Gordo (Willem Dafoe),

48 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


pero decide irse casi de inmediato. Ahora oye a
Cirk decirle que todo lo que le pasó a su padre,
que terminó suicidándose, es culpa de Gordo,
uno de los “contratistas” que cometían torturas en
Iraq.

Las relaciones personales entre Tell y


Cirk van profundizándose y las ambiciones del
jugador agrandándose. De pronto, Gordo es
una presencia constante a pesar de no estar en
escena y percibimos cómo sus hazañas influyeron
en las vidas de los dos hombres. El filme se hace
más denso, la cinematografía más oscura, y
las actitudes de Tell más ensombrecidas. Tanto
así que comienza a perder concentración en el
juego. A todo esto, contribuye la cinematografía
estupenda de Alexander Dynan, que sirve para
transmitir el sentimiento más importante del guion
de Paul Schrader: la venganza. Esta se cumple en
un lugar donde no hay decoración en las paredes
y los muebles, como en los moteles que se queda
Tell, están forrados de telas blancas. La pureza
se alcanzará cuando se elimine el causante de la
Los afiches y las fotos de “Hustle” y “The card counter” fueron negrura. Una idea simbolista con intensos toques
tomadas del internet. surrealistas. La venganza como redención. Una
película densa e interesante.

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FOTOENSAYO

Conferencia Magistral
Bryan Suárez (Título V)
Proyecto Título V, Universidad Ana G. Méndez, Recinto de Cupey

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fotoensayo

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54 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


ENE 2023: MIENTRAS CAMINAMOS / 55
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56 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


ENE 2023: MIENTRAS CAMINAMOS / 57
fotoensayo

58 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


ENE 2023: MIENTRAS CAMINAMOS / 59
POLÍTICA Y SOCIEDAD

Epidemiología de un mundo líquido


María Calixta Ortíz Rivera
Universidad Ana G. Méndez, Recinto de Cupey

60 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


Me propongo plantear algunas manifestaciones epidémicas de la modernidad y
cómo influyen en la salud y en otras expresiones de los individuos. Mi intención es abordar
los retos que estas representan para nosotros los académicos y cómo enfrentarlos mejor.
Antes de comenzar, aclaro que la epidemiología no solo trabaja con epidemias de virus,
bacterias o enfermedades crónicas, también evalúa tendencias de condiciones que alteran
la salud (ej. obesidad, depresión, elementos de seguridad) y aquellos factores sociales,
económicos y ambientales (ej. estilo de vida, geografía, vida familiar, educación) que
influyen en la salud de los individuos. Para hablar de estos factores, voy a utilizar la teoría
de la modernidad líquida, acuñada por Zygmunt Bauman, con el fin de entender mejor la
realidad actual y diseñar mejores estrategias, tanto en el ámbito académico y económico,
como a nivel personal en los aspectos de salud y bienestar. Las estadísticas incluidas en
este artículo no siempre aplicarán al 100% de la población porque los estudios incluidos
son de grupos específicos y debemos considerar los valores atípicos; así que, si alguno
no se identifica, estamos bien. Al final, ustedes serán los que deciden si al ponderar estas
ideas, les ayuda a tomar mejores decisiones en el salón de clases, su trabajo y en su vida
personal. Mi deseo es que podamos reaccionar mejor y ser más asertivos ante cualquier
circunstancia.
La teoría de la modernidad líquida fue creada por el sociólogo, también filósofo
polaco Zygmunt Bauman (1925-2017). Zygmunt formuló esta teoría para caracterizar la
realidad moderna que comenzó al inicio del siglo XXI y para lo cual escribió cerca de 200
libros sobre el tema: Vida líquida, Sobre la educación en mundo líquido, Amor líquido,
Vivir en tiempos turbulentos y Tiempos líquidos, entre otros. Murió en el 2017, pero si
hubiera vivido la pandemia del COVID-19, hubiera escrito un libro sobre epidemiología
líquida. No pretendo hacer un resumen de la obra de Bauman porque sería imposible;
más bien me propongo aplicar algunos de sus planteamientos desde la óptica de la
epidemiología.
Para poner en contexto la teoría la modernidad líquida, voy a describir cómo define
Bauman la modernidad sólida. La niña que ven en la foto es una baby boomer. Puede ser
la foto de una niña cualquiera de la década del 60, la cual creció rodeada de naturaleza
y producto de una familia grande que pertenecía a la generación Silente. Esa generación
solía mantener una estabilidad aceptable de lo que era la familia y estaba atada a los
valores a como diera lugar, aunque de ello dependiera soportar grandes retos. Así que les
construyeron un mundo sólido, a pesar de convivir con muchas limitaciones alrededor:
sin agua potable, sin energía eléctrica, sin caminos asfaltados para ir a la escuela y sin
acceso a la información global como la tenemos hoy día. Esa familia les daba mucha
seguridad y estabilidad. Los vecinos se educaban en la misma escuela, tenían sentido
de pertenencia y los amigos eran para toda la vida. Existía mucha confianza en las
estructuras de poder como la iglesia, el gobierno, la salud y la educación. El compromiso
de los padres y la solidaridad de la familia eran los pilares que sostenían la sociedad.
Se educaban teniendo como norte la utilidad de las cosas porque no eran desechables;
tener una pareja estable y duradera eran fortalezas requeridas. Así que, en su mayoría,
los baby boomers, y yo incluiría la generación X, tienen una construcción cerebral de lo
estable, predecible y controlable. En ese mundo existía la rutina y las costumbres; era
duradero y predecible. Los empleados, con algunas excepciones, servían la vida entera
para el mismo patrono y se retiraban de ese mismo empleo.

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Política y sociedad

62 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


Por su parte, las características de la modernidad líquida, según definida por Zygmunt Bauman,
están gobernadas por cuatro características 1) fragilidad, 2) transitoriedad, 3) el azar, y 4) el cambio
continuo, las cuales describen un mundo fluido que se escapa de las manos. Bauman utiliza esta
metáfora porque los líquidos no se pueden contener a menos que estén en un envase. Su manifestación
más preocupante es la incertidumbre que causa esa inestabilidad constante y que da lugar al miedo y
la desconfianza en todas sus expresiones. Estas características se aplican a lo social, lo económico,
la educación, lo político, las estructuras de poder, así como a las microesferas de las relaciones de
pareja, amistades, padres e hijos, familia extendida, escala de valores y hasta la música.
En inglés, esta teoría se ha bautizado como VUCA (Volatility, Uncertainty, Complexity, Ambiguity).
a. Lo volátil se define en la naturaleza de los eventos, circunstancias y cuán rápido cambia; tan
rápido que cuando tenemos una solución ya hay otro cambio y produce inestabilidad, falta
de control y aumentan los riesgos. Todo es efímero.
b. La palabra incertidumbre se utiliza para precisar que nada es predecible, que hay sorpresas
imprevistas por las que no se conoce el impacto ni el resultado y esto causa la inacción en
la toma de decisiones rápidas.
c. La complejidad incluye la realidad de que hay demasiadas vertientes que dependen unas
de otras con un exceso de información, lo cual baja la productividad, se producen errores y
siempre se está aprendiendo sobre la marcha.
d. Por último, la ambigüedad que producen estos cambios, en los que no se conoce la causa
exacta ni las acciones a tomar porque no están claros los efectos que tendrían, provoca
muchas dudas y desconfianza en las personas con respecto a las estructuras de poder.
Díganme, si esto no es lo que hemos vivido intensamente en los últimos 6 años.
Pero ¿cuáles son las manifestaciones que produce esta realidad en el individuo? Bauman
describe al individuo de esta modernidad líquida como un hiperconsumista, el cual compra, consume
por tiempo breve y busca adquirir una nueva versión del producto, cada vez más rápido. Hay
insatisfacción permanente y denigración de los productos. Los objetos son tirados a la basura cuando
pierden esa utilidad aparente. Por eso es que vemos que la calidad de los productos ya no es un
elemento importante, sino más bien la modernización que posee con relación al anterior. El individuo
se mueve por el placer y no necesariamente por una necesidad. Puesto que las necesidades básicas,
según la biología, son comida, agua, techo y vestimenta, lo demás es comodidad o prosperidad. El
hiperconsumista está al tanto de lo nuevo en el mercado para comprarlo aun cuando no lo necesite
porque deposita la felicidad en esos objetos. Se pensaba que las compras se habían desacelerado con
la pandemia, pero las estadísticas demostraron que lo que hubo fue una modificación a comprar por
Internet, con el propulsor de que se puede comprar a toda hora y en todo momento. Como evidencia
de esto, las compras en línea en los EE. UU. aumentaron en 183 mil millones durante el 2020. En el
2021, se estimó en $930 mil millones y se espera que siga creciendo.
Otra de las manifestaciones es el hiperindividualismo (que ya de por sí se considera
una pandemia normalizada), donde permea la búsqueda de la individualidad (la identidad del
yo). Se desea resaltar la expresión del “yo soy único”. Antes la autoridad era la familia, la
religión o el trabajo y ahora cambió al individuo. La individualidad se manifiesta en la estética
colectiva, donde el 47% de los Millennials (nacidos entre 1980-2000) tienen un tatuaje y un 36%
de la generación X (1965-1979). Comparado con un 13% de Baby boomers (1946-1964). Esta
manifestación cultural colectiva fue descrita por el psicólogo italiano Thomas Leoncini como que
“el nacido bajo la modernidad líquida se mueve en el seno de su propia individualidad y la hace
notorio en la esfera pública”.

ENE 2023: MIENTRAS CAMINAMOS / 63


En la modernidad líquida se puso fin al compromiso mutuo y a establecer relaciones
Política y sociedad
duraderas lo que llevan a la fragilidad de los lazos que solo se mantienen si se genera un beneficio
propio. Existe una angustia del querer “vivir separado del otro”, porque es mejor vivir solo que mal
acompañado. En México, por ejemplo, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía evidenció en el
2010 que por cada 100 matrimonios se divorciaban 15; en el 2017 se divorciaron 28; subió a 31.7 en
el 2019; luego vino el descenso a 27.6 en 2020 debido a la pandemia, y finalmente aumentó a 33 en
2021. Mientras la tasa de divorcios se ha duplicado, la de matrimonios sigue una dinámica inversa;
esto es así porque un mayor número de personas deciden vivir en unión libre (líquida, sin ataduras), lo
que deriva en un menor número de uniones legales. El matrimonio cada vez genera más rechazo entre
las nuevas generaciones que prefieren optar por modelos de convivencia más flexibles o líquidos.
Una investigación de la neurocientífica Lucy Brown y profesora de la facultad de la escuela
de medicina de la Universidad Albert Einstein de Nueva York demostró que el enamoramiento,
en promedio, dura un año y medio y las relaciones de pareja duran alrededor de dos años y
cuatro meses. Podríamos inferir que, por estas razones, la música actual manifiesta ese amor
fugaz y sin compromiso con mayor apertura; más bien utilitario porque se considera como un
objeto de consumo, lo cual se profesa abiertamente. Imaginen pues que el sentimiento del amor
(que es una de las fuerzas más grandes que existe) también se haya licuado.
Las finanzas también se tornaron “líquidas”, contrario a lo que antes decíamos que una
compañía o persona tenía liquidez, ahora la implicación es que se le escapa de las manos. Ya las
finanzas no son patrimonio exclusivo de los bancos comerciales. Ya no necesitamos atarnos a una
entidad. Ahora estamos en la era del dinero digital y la libertad financiera. Muchos de los servicios están
disponibles en nuestros celulares. El mercado es cada vez más volátil e incierto. Aquellos que retiramos
el 401K, experimentamos un descenso estrepitoso de enero a agosto del 2022, como consecuencia de
las implicaciones globales que causa una guerra como la de Rusia y Ukrania.
Piensen un poco en las criptomonedas (como el bitcoin) en el blockchain (que es la
tecnología descentralizada que almacena datos en cadena para que sus usuarios puedan
rastrear las transacciones). Estas son alternativas que muchos están considerando, pero
que al momento son totalmente inciertas y ni aun los que confían y dicen ganar mucho, lo
tienen garantizado. Estas nuevas tendencias virtuales no son tangibles, no están reguladas
ni controladas por alguna institución de confianza plena. Si es complejo invertir dinero en los
mercados tangibles (por lo que usamos un broker), imaginen invertir en este mercado virtual
que no es tangible. Ya no solo se incorporan las pinturas y la música al blockchain, sino que
también se incluyen los libros (y no hablo del ebook, hablo del bookcoin), los cuales muchos
autores están optando por almacenar en la cadena de suministros encriptados con certificado
de autenticidad solo para unos pocos y a precios muy altos.
La comunicación es inmediata y con mucho alcance geográfico. Este tipo de
comunicación en red involucra a varias personas sin la necesidad de estar frente a frente, la cual
acerca la comunicación, pero no necesariamente a las personas. Esto ha sido aprovechado por
redes de organizaciones criminales que se dedican a la trata de personas, la pornografía infantil,
la extorsión, el robo en operaciones comerciales, robo de fotos, datos personales, contactos e
incluso información confidencial de los gobiernos y empresas, como los eventos ocurridos con
los WikiLeaks.
Bajo estas circunstancias, la ansiedad y la depresión han aumentado de forma notable a
nivel mundial. El informe publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) indicó que la
pandemia del COVID-19 provocó un aumento del 25% en la prevalencia de la ansiedad y la depresión
en todo el mundo. La depresión estaba en un 11% y aumentó a 36%. Aquí aplica lo que el neurólogo

64 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


Richard Restack de la Universidad George Washington dijo, “no somos máquinas de pensar, sino que
somos máquinas de sentir que a la vez piensan”. Así que el miedo, la preocupación y el estrés son
respuestas normales en momentos en los que nos enfrentamos a la incertidumbre, a lo desconocido o
a situaciones de cambio o crisis. Otras manifestaciones de la ansiedad son la preocupación excesiva,
la sensación de agite o taquicardia, fatiga, dificultad para concentrarse, irritabilidad, tensión muscular,
insomnio, ataques de pánico, fobia social, y temores exagerados.
Durante los cierres globales de la pandemia del COVID-19, estábamos más preocupados por la
seguridad que por el bienestar emocional de la gente. No había un balance. Todas las formas de bajar
ansiedad estaban prohibidas (ir al gimnasio, ir a la playa, el parque, el bosque, abrazar a los amigos,
reuniones, conciertos, visitar a la familia). Así que es comprensible que la gente experimentara estos
sentimientos durante la crisis. Para tener una idea de estas manifestaciones, el estudio Health Care
Workers Study (HEROES) entrevistó a 14,502 trabajadores de salud de 11 países: Argentina, Brasil,
Chile, Colombia, Bolivia, Guatemala, México, Perú, Puerto Rico, Venezuela y Uruguay, y contó con
la participación de académicos e investigadores de decenas de instituciones de estos países. Este
estudio encontró que entre 14.7% y 22% del personal de salud entrevistado durante el COVID-19 tuvo
síntomas de un episodio depresivo, mientras que entre un 5 y 15% del personal dijo que pensó en el
suicidio. Los resultados también indicaron que solo un tercio de los que dijo necesitar ayuda médica,
la recibió finalmente.
Este virus tan minúsculo puso en jaque a todos los sistemas a nivel mundial. A pesar de que
teníamos a la disposición modelos estadísticos, investigación científica, tecnologías avanzadas,
profesionales capacitados, así como organismos mundiales controlando los protocolos, se nos
imposibilitó contener este virus, contrario a lo que pasó con el SARS-CoV-1 en el 2003 cuando solo se
extendió a 24 países; Estados Unidos tuvo solo 8 casos y del total de los 8,000 infectados en el mundo,
murieron solo cerca de 700. En esta ocasión, los organismos mundiales y los gobiernos no pudieron
contener la epidemia líquida del SARS-CoV-2; esta se nos escapó de las manos.

“Sé gentil. No dejes que el mundo te


endurezca. No dejes que el dolor te haga
odiar. No dejes que la amargura te robe la
dulzura. Siéntete orgulloso de que, aunque
el resto del mundo esté en desacuerdo,
todavía crees que es un lugar hermoso».
–Kurt Vonnegut

ENE 2023: MIENTRAS CAMINAMOS / 65


¿Cuál fue la diferencia? Todos recordarán aquel secretario del Departamento de Salud y
Política y sociedad
su respectiva epidemióloga del estado que decían en enero 2020 que no esperaban que el virus
llegara a Puerto Rico porque no teníamos vuelos directos con China. Si lo evaluamos a fondo, las
manifestaciones que describe Bauman se ajustan muy bien a la pandemia el COVID-19. Primero,
hubo ambigüedad en la toma de decisiones que hizo que cada acción ocurriera de manera tardía.
Se acordarán que la Organización Mundial de la Salud dio la alerta de pandemia muy tarde cuando
ya había 114 países con brotes y cientos de muertes. También fue tardía en el requisito mandatorio
del uso de la mascarilla. Cuando los gobiernos tomaban una decisión, ya había que cambiar porque
no funcionaba. Segundo, la movilización de personas entre países producto de la globalización no
pudo ser detenida y esto aceleró la dispersión del virus. Tercero, nos enfrentamos a un fenómeno de
divulgación de información falsa por las redes (infodemia), la cual creó pánico y un comportamiento
irracional en algunos que socavaron ‘muchas de las estrategias.

La epidemia de la Infodemia no permitió a los organismos concernientes controlar la información


tergiversada y mezclada con miedo, especulaciones y rumores, la cual fue amplificada y transmitida
rápidamente a través de todos los continentes. La infodemia tiene su epidemiología propia, síntomas,
portadores e incluso curas tradicionales e innovadoras. El impacto se dejó ver especialmente a través
de las redes sociales, lo cual influyó significativamente en el comportamiento de las personas y dificultó
la eficacia de las medidas sanitarias. Este fenómeno fue fomentado por dirigentes políticos, ya fuera
porque fueron incapaces de contenerla o porque lideraban campañas de desinformación e incurrieron
en graves errores, actos imprudentes que resultaron en más dispersión de la enfermedad y muertes.
Fue necesario recurrir a la misma técnica, pero de manera organizada y proactiva para crear mejores
sistemas de alerta, así como para responder rápidamente en los medios masivos.
¿Qué pasó en los centros educativos? Pues, aunque teníamos la tecnología remota hacía
muchos años, no estábamos preparados para utilizarla como se requería y costó mucho poner a
toda la comunidad académica en el mismo nivel de disposición, capacitación y uso adecuado de las
herramientas. El panorama académico evidenció la modernidad líquida en todas sus manifestaciones
con la volatilidad, la incertidumbre, la complejidad y la ambigüedad. Como educadores, nos enfrentamos

66 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


a cambios inesperados, complejos y confusos. Esos cambios tan vertiginosos requirieron que el
empleado fuera más flexible y que se reinventara cada poco tiempo. Los conocimientos también fueron
líquidos y quedaron obsoletos con demasiada prisa para lo cual tuvimos que mantenernos aprendiendo
todo el tiempo. Cada vez era más importante adquirir más competencias por la exposición a nuevos
eventos y circunstancias que lo ameritaban.
La realidad en el mundo líquido provoca que el concepto de la memoria sea vista como algo que
ya no les funciona a los estudiantes. El éxito no se vincula al esfuerzo educativo. Muchos egresados de
universidades tienen puestos de trabajo que no están alineados con su formación. Otros ni siquiera han
logrado acceder al mercado laboral. Deben tener varios empleos para sobrevivir y no tienen beneficios
marginales. Los estudios universitarios no están adaptados a las necesidades de un mercado volátil e
incierto porque la academia responde en función de muchos requisitos de calidad y cumplimiento de
estándares que no les permite ir tan rápido. Se ha producido también una pérdida de credibilidad de las
herramientas pedagógicas existentes. Solo hay que ver cómo el mundo virtual ficticio del metaverso
ya se ha colado en las esferas de la experiencia educativa en aquellos escenarios menos formales.

Cuando estudiaba el doctorado en epidemiología, jamás pensé que iba a presenciar una
pandemia de la magnitud que tuvo y tiene el COVID-19. Tampoco pensé que me iba a servir tanto para
diseminar información salubrista en los medios y, a la vez, mantenerme en un estado de humildad ante
todo lo inverosímil y la incertidumbre que vivía. La lección más grande la recibí en verano del 2022,
cuando luego de dos años y medio sin contagiarme y de dar tantas lecciones para evitar exposición,
me contagié mientras hacía el Camino de Santiago en Galicia; sola en un hotel y sin saber exactamente
cómo saldría del país. Fue una experiencia surrealista porque no tenía control de nada.
Podemos concluir que la pandemia endémica, en estos momentos, es esa inseguridad que
produce la incertidumbre, la angustia, el miedo, la tristeza y todo el gasto de energía que invertimos
para mantener este mundo funcionando entre nuestras manos. Como evidencia de esto, hay dos
estudios independientes sobre emociones, preocupaciones y reflexiones frente a la pandemia del

ENE 2023: MIENTRAS CAMINAMOS / 67


COVID-19: uno en Barcelona y otro en Argentina, en los que los resultados arrojaron una nube de
Política y sociedad
palabras que presenta las mismas emociones y sensaciones de incertidumbre, angustia y miedo en dos
poblaciones diferentes. El estudio de España abordó la influencia ante el COVID-19 en las emociones
en tres grupos: profesorado, los estudiantes y los familiares. En los tres grupos, se repitieron las
palabras angustia, incertidumbre, inseguridad, miedo, tristeza, preocupación, impotencia, desconcierto
y agobio, como las más recurrentes.
Entonces, cómo enfrentamos la modernidad líquida cuando lo más seguro es que continuemos
enfrentando más cambios inesperados, más pandemias y las consabidas repercusiones en el
desequilibrio de los ecosistemas terrestres y el cambio climático. ¿Cuáles son las soluciones, si es
que existen? Al ser eventos tan impredecibles, no sabemos si la solución funcionará. Pues, se plantea
que, para sobrevivir estas manifestaciones, vamos a necesitar tres cosas: flexibilidad, versatilidad y
adaptación.
1. Primero, es estar consciente de las características de la modernidad líquida que aquí he planteado.
Al estar conscientes, tendremos una visión de flexibilidad ante el futuro para no perder el control
y disminuir los riesgos ante los eventos que se presenten.
2. Segundo, manejar la situación nueva con medidas super creativas e innovadoras (versatilidad)
porque nada de lo que fue será. Las soluciones viejas no nos van a servir en ninguno de los
casos. Debe haber mayor análisis y entendimiento de los datos y mostrar transparencia en el
proceso de análisis.
3. Tercero, aprender a convivir con esa realidad líquida (adaptación) porque cada día se producirán
nuevos cambios, repentinamente y serán bien diferente unos de otros; de modo que habrá que
tener la agilidad de movernos ante esos cambios.
Así que no importa en qué actividad o industria estemos, estos tres atributos serán la clave:
flexibilidad, versatilidad y adaptación. Sabemos que la humanidad se ha enfrentado a grandes retos en
la vida y siempre ha encontrado las soluciones apropiadas. No tengo dudas que estas generaciones
también las encontrarán. Ahora bien, tenemos que ejercitar nuestro cerebro, el cual según la neurociencia
posee plasticidad y crea estructuras neurales nuevas cada vez que lo propiciamos. Habrá que liberar
la estructura del sistema de creencias vigente y construir lo nuevo; tampoco de manera permanente
porque sabemos que cambiará rápido. Se necesitará que el individuo se integre en la sociedad sin una
identidad fija, abierto al cambio permanente y acompañado de una marcada sensación de fragilidad e
incertidumbre. Un individuo que aprenda a manejar el amor líquido y evolucionar a una mejor versión
de las relaciones de pareja. A no apegarnos mucho a nada para evitar el sufrimiento. Las preguntas
son: ¿hasta dónde un cerebro con estructura cerebral de la modernidad sólida podrá hacerlo?, ¿lo
dejaríamos al azar?, ¿cómo los individuos en la modernidad líquida trabajarán con los problemas
existentes para encontrar mejores soluciones que aquellas que los del mundo sólido podemos ofrecer?
Finalmente, consideremos que habrá que fluir (término utilizado mucho actualmente) como los
líquidos, pero sin olvidar la metáfora de que el agua es el líquido nombrado como solvente universal y
que es el mejor moderador de temperaturas que existe. El desafío para los académicos será aprender
este arte de vivir en un mundo sobresaturado de información, cambiante, volátil e incierto, porque
somos los que estamos preparando las próximas generaciones para que enfrenten los retos de los que
no tenemos ningún control.

68 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


PRONTO

https://linktr.ee/houndmag

ENE 2023: MIENTRAS CAMINAMOS / 69


DOSSIER

Hojas sueltas en
2022), colecció
puertorriq

70 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


n torno a Archivo rural (EEE,
ón de relatos de la escritora
queña Vanessa Vilches Norat
Por: Editora Educación Emergente
editoraemergente.com

Nota Introductoria
por: Beatriz Llenín Figueroa

El dossier sobre Archivo rural de Vanessa Vilches Norat


por: Sofía Irene Cardona

ENE 2023: MIENTRAS CAMINAMOS / 71


DOSSIER

72 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


Nota introductoria
Beatriz Llenín Figueroa

Editora Educación Emergente (EEE) se complace en ofrecer al público lector la siguiente


compilación de aproximaciones críticas y creativas a Archivo rural, la más reciente colección de relatos
de la escritora puertorriqueña Vanessa Vilches Norat. Los textos a continuación abordan diversos
aspectos contextuales y textuales de las concentradas piezas narrativas de Vilches Norat, considerando
a un mismo tiempo sus experimentaciones formales y estéticas, sus aportaciones a la diversificación
y ampliación de nuestros archivos históricos y afectivos, su inserción en –y su cuestionamiento de– la
tradición literaria puertorriqueña desde la Generación del 30 hasta la del setenta, y su encuentro con
las espinosas preguntas sobre la historia y la memoria individual, familiar y colectiva. Asimismo, se
discuten los modos en que Archivo rural – libro que se engalana con la pieza “Árbol de la vida” del pintor
puertorriqueño Rafael Trelles– defiende la centralidad de Comerío y la zona montañosa puertorriqueña
en el devenir histórico del país, así como el negado y eclipsado protagonismo de las mujeres obreras,
y en particular, de las tabaqueras.

El dossier comienza con una reflexión de conjunto de la escritora Sofía Irene Cardona, quien
asistió a todos los eventos de presentación del libro y ha sido durante mucho tiempo colega y amiga
de Vilches Norat, con quien comparte, además, el relevo escritural de la sección “Será otra cosa”
en el semanario Claridad. Luego, se recogen los trabajos de escritorxs y académicxs boricuas que
comentaron el libro de Vilches Norat en cuatro eventos de celebración en diferentes zonas y espacios
del país, a saber:

I. El 5 de mayo de 2022 en el Archivo General de Puerto Rico en San Juan, con el apoyo
y co-auspicio de dicha institución y del Instituto de Cultura Puertorriqueña, e incluyendo
una exposición de fotos históricas de las tabaqueras y de Comerío alojadas en el Archivo
General. Los textos son de Claudia Becerra Méndez y Malena Rodríguez Castro. Las fotos
son de Hilda Teresa Ayala, Vanessa Vilches Norat, Yolanda Vilches Norat y el equipo de
EEE.
II. El 6 de octubre de 2022 en la Universidad del Sagrado Corazón en San Juan, como parte de
las “Noches editoriales” y gracias a la invitación de la Escuela de Artes, Diseño e Industrias
Creativas. El texto es de Mara Pastor. Las fotos son del equipo de EEE.
III. El 15 de octubre de 2022 en el Centro Comunal El Cielito en Comerío, con el apoyo y co-
auspicio de la Casa Juana Colón, del Pabellón del Deporte y la Cultura Comerieña, del
Centro Cultural de Comerío Cirilo W. Meijers, y de la escuela de Bellas Artes de Comerío.
Los textos son de Ada G. Fuentes Rivera, Wilson Torres Rosario y esta servidora. Las fotos
son del equipo de EEE.
IV. El 17 de noviembre de 2022 en la Universidad de Puerto Rico, Recinto Universitario de
Mayagüez, con el apoyo y co-auspicio de la Asociación de Estudiantes de Literatura
Comparada. El texto es de Mari Mari Narváez. Las fotos son del equipo de EEE.

Para adquirir copias de Archivo rural visite las librerías puertorriqueñas o nuestra tienda en línea
en www.editoraemergente.com.

ENE 2023: MIENTRAS CAMINAMOS / 73


El dossier sobre Archivo rural de Vanessa Vilches Norat
DOSSIER
Sofía Irene Cardona

Primero, eso de las presentaciones

No siempre tenemos el privilegio de contar con las primeras


impresiones de un libro singular, y sospechosamente cimero, desde
la perspectiva de tan agudas comentaristas como en este dossier
sobre Archivo rural de Vanessa Vilches Norat, publicado este año por
Editora Educación Emergente. Estas primeras miradas amplían nuestra
experiencia de lectura, pero además nos retratan un panorama crítico o
tal vez sensible (que no censor) de la lectura en Puerto Rico. Ya estamos
habituadas a las quejas sobre la poca crítica, la escasez del comentario
literario, cierta desorientación –y yo me pregunto por qué necesitamos que
nos orienten, por qué echamos en falta esas lecturas articuladas, sesudas,
maravillosamente presentadas como estas que leemos aquí. Acaso para
saber que hay alguien al otro lado.

Cada quien representa su lectura, ese otro libro que surge de las
páginas de Archivo, de la misma manera que hay muchos padres en la
persona del don Rafa de la primera parte del libro, de la misma forma en la
que se reconoce esa necesidad de archivo. El libro mismo es individuo que
se desdobla en cada una de estas lecturas que se nos ofrecen aquí, cada
una vale en sí misma, cada una habla de Archivo rural como libro distinto,
libro que retrata lectoras, lectores, libro fenómeno que deviene país, un
país distinto, recuperado e imaginado, a partir de aquí, muchas más veces.

De las presentaciones diré que el fenómeno, relativamente reciente


en nuestra memoria, contemporánea a la de la autora, es en sí un género
que requiere el impulso de los afectos. No hay otra explicación para la
generosidad de estas performeras que sacan de su tiempo para estudiar,
investigar, pensar y articular un texto, y servir de entusiastas rapsodas para
darle la bienvenida al “Libro.” Quienes asistimos ya estamos convencidas
de leerlo (o lo hemos leído ya, o hemos acompañado a la autora en su
proceso, o ambas cosas), de manera que somos público creyente, y se nos
predica, pero vale la comunión –para continuar con las imágenes religiosas–
y es rito y celebración de redenciones. Hasta aquí con lo sagrado.

Segundo, las presentaciones propiamente dichas (o más bien, leídas)

Los lugares (el Archivo General de Puerto Rico en San Juan, el Centro
Comunal El Cielito en Comerío, un anfiteatro de la Universidad del Sagrado
Corazón en Santurce, un salón del recinto universitario de Mayagüez),
espacios dispersos en nuestra geografía cuidadosamente seleccionados
por la autora y la editorial, corresponden a la pretensión de abarcar el libro
en todas sus posibles formas: lectores celebratorios de la academia que
resiste y se piensa; el salón de trabajo y gestión comunitaria en el entorno
del pueblo originario, cuyas paredes lucen las imágenes que también
corresponden al libro; el salón de clases en el que se transfigura (otra vez

74 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


lo sagrado) el ejercicio académico, y toma forma el interés, la curiosidad,
la admiración y hasta el desvelo de los estudiantes matriculados en un
curso. Por su parte, los siete escritos presentan Archivo rural tratando de
no estropear el placer de la lectura candorosa e inocente, un gran desafío,
porque, en teoría, se supone que estas voces nos hablen de un libro que
estaríamos a punto de leer.

La primera presentación se celebró la noche del 5 de mayo en el


Archivo General de Puerto Rico, con la participación de Claudia Becerra
Méndez y Malena Rodríguez Castro. En “La memoria obstinada,” Claudia
Becerra Méndez dialoga con el libro de Vanessa Vilches Norat como lo hace
con el público que la escuchó esa noche, embelesado con la imagen del
árbol y las ramas con la que abrió su intervención. Aguda, certera, Becerra
Méndez presenta su lectura casi como un poema según avanza ella también
hacia la luz. Árbol y enredadera resumen, a su juicio, “la postura clara y
obstinada de Archivo rural frente al olvido.” Malena Rodríguez Castro, por
su parte, presentó su escrito “Idilio tropical: de ausentados e impropias.” A
partir del diálogo con Marta Aponte Alsina, Vanessa Droz y Manuel Ramos
Otero, en los epígrafes de las secciones, y la referencia a Las propias de
Ariadna Godreau, establece una genealogía para los relatos de Archivo
rural, y se pregunta por las continuidades, por el tejido mismo de la memoria.

Meses más tarde, a principios de octubre, Mara Pastor celebra la


llegada del libro en la Universidad del Sagrado Corazón. Sus “Apuntes sin
catalogar: la palabra sin residuo en Archivo rural,” además de establecer un
nuevo diálogo con las lecturas de Rodríguez Castro y Becerra Méndez, hace
un perspicaz recorrido por todos los relatos del libro, asociando imágenes,
metáforas y motivos de la narrativa de Vanessa, que, como demuestra
Pastor en su escrito, conoce muy bien.

Pocos días después, en el Centro Comunal El Cielito, y con el auspicio


de la Casa Juana Colón y otras organizaciones de Comerío, el libro recibe
su bautizo que, podríamos decir, le correspondía por naturaleza, con las
lecturas de Ada G. Fuentes Rivera, Wilson Torres Rosario y Beatriz Llenín
Figueroa.
Ada G. Fuentes Rivera presenta un pormenorizado análisis de los
relatos en los que reconoce la narrativa del tabaco “desde sus verdaderas
protagonistas,” así como la genealogía del cuento puertorriqueño de la que
participa el texto, y destaca la importancia de acudir a los mismos archivos
a rastrear los orígenes silenciados que este libro pretende recuperar desde
la imaginación. Tanto Fuentes Rivera como Vilches Norat, conocen más
de la comerieña Juana Colón gracias el libro de Wilson Torres Rosario,
otro presentador de esa misma jornada. Éste nos recuerda una importante
genealogía de Vilches Norat, la de la obra de Ana Lydia Vega, a quien
cita al inicio de su intervención: “vemos y comprendemos desde nuestra
memoria.” Reconoce Torres Rosario que, ante “la necesidad de saber de
los ecos del pasado se hurga y se hurga hasta encontrarse con él. Y las
piezas faltantes aparecen, con explicaciones insospechadas.”

ENE 2023: MIENTRAS CAMINAMOS / 75


En “‘Como lianas indomables:’ Archivo rural en sus montañas,”
DOSSIER
Beatriz Llenín Figueroa cuenta el recorrido que hace con la autora por
el paisaje de Comerío, y comparte la emoción de tocar las tumbas de
los muertos de Vilches Norat, el reconocimiento del espacio original de
la familia, pero también el de los relatos del libro, y se detiene a valorar
la memoria que pretende si no recuperar, acaso reconstruir en ánimo
reivindicativo. Ella está allí por las que ya no están, aquellas “de las que
nadie escribió, las que no escribían, y nos preceden.” Nos recuerda Llenín
Figueroa que el país de las primeras décadas del XX recreado en Archivo
rural “está indisolublemente ligado al momento que hoy vivimos, a esta
ruina por diseño del pacto neocolonial capitalista que otra vez vino –y sigue
viniendo– acompañado de ‘misiones’ de fe y rescate.” Hablar de aquellas
es hablar de nosotras.

De ese proceso de recuperación, de la “fabulación crítica,” es


que nos habla Mari Mari Narváez poco más de un mes después, en la
charla que titula “La delicadeza al navegar un Archivo rural.” Mari dice
sospechar que “hay mucha cosa en este libro,” y que se limita a los
aspectos que “le sorprenden y conmueven.” Desde ese enternecimiento
(¿ternura?) se anima a compartir con el público de un salón universitario
su experiencia lectora, y es lúcida y brillante, como podrán constatar. Mari
Narváez conoce de cerca la trayectoria de la autora de Archivo rural, sus
hábitos y obsesiones, sus esfuerzos con la palabra y la imaginación. La
declara su obra más experimental y nos explica por qué: desnudamiento
radical, postura política, reivindicación de una historia robada, fabulación
crítica, en fin: un libro “poético, cuentista y archivístico.” La exposición de
sus argumentos, atentos a la relación de literatura y memoria, belleza y
reivindicaciones, ciertamente nos ilumina desde otro ángulo la apreciación
del libro de Vanessa Vilches Norat.

Tercero, la fiesta

Me siento en deuda con algunas escritoras cuyos textos me han


deslumbrado en estos años recientes, títulos que aquí no nombraré para no
comprometerme, pero entre esos muchos admirados está el trabajo tozudo
y constante de la amiga Vanessa Vilches Norat. Ver un texto levantarse y
tomar forma desde la idea, la investigación y luego, al fin, sus lecturas, ha
sido un privilegio. También, una fiesta. Y no lo digo metafóricamente.

Después de cada una de las presentaciones, celebramos no sólo el


libro concreto que habíamos hecho nuestro, sino también el mero hecho
de estar conspirando juntas, para ser y estar en este momento por las que
fueron y las que vendrán, que no otra cosa es la cultura de un país, que es
país cuando se imagina, cuando se inventa y se crea. Este dossier es otra
de esas formas de conspiración, de archivo, celebración y provocación,
para continuar buscando la luz entre las ramas.

76 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


CONTENIDO
La memoria obstinada
por: Claudia Becerra Méndez

Sobre Archivo rural de Vanessa Vilches Norat


por: Malena Rodríguez Castro

Apuntes sin catalogar: la palabra sin residuo en Archivo rural de Vanessa Vilches Norat
por: Mara Pastor

Juana Colón, Comerío y Archivo rural


por: Ada G. Fuentes Rivera

Comentarios al libro Archivo rural de Vanessa Vilches Norat


por: Wilson Torres Rosario

“Como lianas indomables:” Archivo rural en sus montañas


por: Beatriz Llenín Figueroa

La delicadeza al navegar un Archivo rural


por: Mari Mari Narváez

ENE 2023: MIENTRAS CAMINAMOS / 77


DOSSIER

Foto por Hilda Teresa Ayala

Archivo Gener

Foto por Yolanda Vilches Norat

Foto por Vanessa Vilches Norat

78 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


5 DE MAYO DE 2022

ral de Puerto rico

Foto por Editora Educación Emergente

Foto por Editora Educación Emergente

ENE 2023: MIENTRAS CAMINAMOS / 79


DOSSIER

La memoria obstinada
Por: Claudia Becerra Méndez
árbol de niebla…
¿Cómo subir tu rama?
Luis Palés Matos

¿Qué sabe la rama de sus raíces?

Pienso en árboles mientras termino el primer texto de Archivo rural, titulado “Nada contra el olvido.”
Se trata de un relato dedicado a reconstruir, al menos fragmentariamente, la memoria de don Rafo,
el padre muerto de nuestra autora. El relato concluye y, súbitamente, al pasar la página, el óleo de
Rafael Trelles, “Árbol de la vida,” el mismo que ilustra la portada del libro, se abre de par en par entre
mis manos. El relato termina donde comienza un árbol, cuyo follaje, el libro mismo apenas contiene.
La palabra escrita, ese afán vociferante puesto al servicio de “recordar” y “reparar,” en palabras de
Vanessa, el retrato de su padre muerto, de repente se disuelve en el silencio de un lenguaje visual,
que cifra en la imagen de un árbol densamente poblado, la búsqueda de un origen, pero también su

80 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


imposibilidad. “El árbol genealógico se va poblando de fantasmas. ¿Es eso una genealogía? ¿Un barrio
de aparecidos?” (65), se cuestiona la autora hacia el final de su primer texto. Entonces, comienza mi
diálogo con el libro, abriéndome paso entre el ramaje de los próximos cinco relatos, sospechando que,
aquí, la búsqueda de un origen complejo pero preciso y el deseo de retener el pasado en el presente,
se desmoronarán frente a las fuerzas implacables del tiempo y el olvido.

Pese al pesimismo palpable en al menos dos títulos de Archivo rural –“Nada contra el olvido” y “Nada
es para siempre”–, la colección en sí, el tránsito entre un relato y otro, entre un personaje y otro, parten,
creo yo, de un deseo obstinado por ir de la sombra a la luz. Me explico.

Ya para los noventa, Arcadio Díaz Quiñones, leyendo a Piglia, había insistido que quien escribe, “sólo
puede hablar de su padre o de sus padres y de sus abuelos, de sus parentescos y genealogías.” Pero
sucede que, en Archivo rural, la autora apenas logra dar con la imagen justa de su padre, incluso
cuando su biografía, al menos a grandes rasgos, narra al dedillo la historia más visible de la isla
durante la segunda mitad del siglo XX: un jibarito “triunfa” sobre la pobreza, mudándose del campo de
Comerío a la ciudad de San Juan, trocando machete por maletín, de la noche a la mañana. A pesar
de la claridad que ofrece esta narrativa, mientras más se adentra la autora en la vida de su padre,
mientras más se aleja de la biografía vinculada a los años fundacionales del ELA, más lo desconoce y
menos confía en la capacidad de arrojar luz sobre esa vida a través de la escritura. “El pasado de mi
padre me parece tan opaco, que no concibo su niñez” (22), escribe la autora, medio asombrada.

Para mí lo curioso es que el libro no termina con el tumulto de sombras que, en su ausencia, representa
el padre. Vanessa no se resigna a la opacidad del signo. Cierra su libro con un relato que trata, diría
yo, sobre la obstinación femenina. Se titula “Toda luz.”

Un tronco se desmorona

Cuenta la narradora que, tras la muerte de su padre, tocó repartir sus pertenencias entre las distintas
ramas de la familia. La autora se obcecó con un objeto en particular:

También quise el tronco donde [el padre] se sentaba todos los días a tomar su café puya. Ese se
desintegró. Es curioso los mementos que se desean. ¿A quién se le ocurre cargar con un tronco?
Había que ver la cara de las nenas y la de mi marido cuando me vieron montando ese tronco lleno
de insectos y musgo en el baúl. No se atrevieron a contrariarme; sabían que me rompería. Llegué a
casa y lo coloqué en mi jardín. Me senté muchas veces allí, pero el tiempo y la lluvia se encargaron de
transformarlo. Hacerlo polvo y tierra. (43)

La escena resulta poderosa porque tiene aspecto de parábola. Un tronco que se desmorona nos
advierte lo mismo que aquel título del libro, “Nada es para siempre.” En el trópico, esa sentencia cobra
especial gravedad por el clima. Nuestro concepto de memoria está atravesado por la idea de que el
trópico devora y arruina todo a su alrededor, y con una velocidad violenta. Recién comenzamos a
entender que eso que llamaban “naturaleza” era también político.

Se supone que los archivos y las bibliotecas remedien nuestra relación discontinua con la memoria.
Frente al olvido, los archivos documentan. Sin embargo, allí también encontramos jerarquías que rigen
el modo en que se organiza el pasado. Vanessa misma alude a esto en el índice de su libro: el relato
del padre está bajo la categoría Censo nominal, mientras que el resto de los relatos, narrados por y
desde subjetividades relegadas al olvido, caen bajo la categoría Documentos sin catalogar. En el caso
de Puerto Rico, no sólo debemos ocuparnos de los silencios y las ausencias que se encaraman entre
cajas, donde mayormente pululan el polvo y el olor a cosa vieja. Además, hay que bregar con el estado

ENE 2023: MIENTRAS CAMINAMOS / 81


precario de los lugares físicos en los que se “conserva” la memoria. Nuestros archivos, cada vez más,
DOSSIER
parecen ruinas reclamadas por la humedad, el hongo y la putrefacción. No sé muy bien cómo nos
veremos nosotrxs, lxs obstinadxs, que insistimos en impugnar la ruina, dentro de la ruina. Sí sé que
no es casualidad que hoy estemos en el Archivo General de Puerto Rico, presentando Archivo rural,
un libro que se instala en los márgenes del pasado rural puertorriqueño. Es decir, en el corazón de un
olvido.

La lección de trepar un fornido árbol

Documentos sin catalogar, la segunda parte de Archivo rural, asume el riesgo de imaginar el pasado,
sin ceder demasiado espacio a la ficción. Sospecho que, por tal motivo, en parte, Vanessa ha preferido
hablar de Archivo rural en términos de un libro de relatos, en lugar de un libro de cuentos. Escribe,
echando mano del archivo, y cuando da con un vacío, una inconsistencia, una borradura –ese espacio
inexacto entre la presencia y la ausencia– entonces le toca a la imaginación narrar ese olvido, con todo
el rigor que impone convocar el pasado en el presente, y ponerlo a hablar. Nada de lo escrito en esta
segunda parte puede ser verificado y, sin embargo, tampoco podemos decir que los hechos no hayan
transcurrido exactamente así.

Aquella genealogía inicial, que empezaba y terminaba con el padre, ahora se dispersa entre diversos
personajes traspapelados por el pueblo de su padre, Comerío, y otros pueblos aledaños. Vanessa
narra la historia del pueblo desde sus excentricidades, un gesto que se me ocurre le hace buena
compañía a la Antología del olvido de Eugenio Ballou, publicada hace unos años. Causa extrañeza
ese mundo de Archivo rural, pocas veces narrado en sus propios términos, compuesto de obreras,
tabaqueras, maestras, embalsamadores, abuelas y nietas, esos personajes secundarios de la historia,
cuyos rasgos y gestos serían, a lo sumo, “un borrón en un archivo, una edad mal calculada, un nombre
que dejará de pronunciarse” (91). Ese mundo causa extrañeza, también, por el ejercicio constante
que supone narrar el relato íntimo, la pequeña maniobra, de subjetividades tachadas por el tiempo,
precisamente, por no encajar en el tiempo.

Aquí, las tabaqueras trabajan la hoja en condiciones adversas, pero también la gozan –la huelen, la
tocan, la saborean. Aquí, la maternidad es imperfecta porque llega demasiado temprano y no siempre
es deseada (ser madre es también imaginar la fuga). Aquí, un hombre pasa de degollar gallinas y
desangrar puercos a embalsamar cadáveres en una funeraria, estrenándose en el negocio moderno
de la muerte. Aquí, una niña llamada Luz, amante del juego y el deporte, se muere de ganas por
participar en el rodaje de la película de Jack Delano, Los peloteros, filmada en su barrio, Cielito. Aquí,
una maestra rural aprende de su estudiante a “no desestimar la fuerza con que la enredadera trepa
el fornido árbol” (118). Como en la mejor prosa de la italiana Natalia Ginzburg, es a través del léxico
íntimo de este reparto de excéntricos que entrevemos un país.

No voy a revelarles mucho más del libro, pero sí quisiera que se quedaran con la imagen final del árbol
y la enredadera. Ahí se resume, creo yo, la postura clara y obstinada de Archivo rural frente al olvido.
Ya no estamos en el ámbito del árbol de niebla, al que el poeta inútilmente inquiere, “¿cómo subir tu
rama?”. Frente a la memoria rota, entre fantasmas propios y ajenos, Vanessa escribe como quien
despalilla –con pasión y tacto– aquella hoja del tabaco.

*Previamente publicado en la Revista Cruce en la edición titulada De la sombra a la luz (26 de septiembre de 2022) https://issuu.com/
revistacruce/docs/cruce_-_de_la_sombra_a_la_luz_-_26_de_septiembre_2

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Sobre archivo rural
de vanessaPor:Vilches Norat
Malena Rodríguez Castro
Gracias, Vanessa, por la invitación. A Beatriz y Lissette, por el extraordinario proyecto que es Editora
Educación Emergente. A Claudia, por compartir esta mesa conmigo.

Primero, el título: Idilio tropical: de ausentados e impropias. Segundo: anticipos.


Ante el riesgo de dar a conocer Archivo rural, sin agotar su materialidad específica y participar en el
disfrute de su lectura, propongo varios expedientes en un libro ensartado en hebras de imágenes, hilos
tan sinuosos y embriagantes como las hojas del tabaco y los procesos de la memoria: “Recordar aquí
es abrir un cuarto oscuro calzada con tacones. De seguro me voy a reventar” (22). Tacones, advierto,
de diversos tonos y formas en los que se intersecan tres texturas. La primera, la imagen de portada,
“Árbol de la vida” de Rafael Trelles, reproducida luego, e íntegramente, en la colindancia entre Censo
nominal y Documentos sin catalogar. La segunda, 43 reflexiones auto ficcionales agrupadas en “Nada
contra el olvido.” La tercera, cinco relatos en timbre realista. Mis comentarios van, a su vez, precedidos
por epígrafes robados de otros (como los recuerdos de los que se apropia Vilches, impunemente).

ENE 2023: MIENTRAS CAMINAMOS / 83


Ellos me asisten en la tarea encomendada adhiriendo, como enredaderas, otras voces que emulan la
DOSSIER
cháchara incesante de las despalilladoras de tabaco, oficio que, recién descubrí, ejercieron mi abuela
y mi madre en las tierras altas de Yabucoa.

Calzar tacas no es ejercicio fácil. Yo, jamás lo he logrado. Implica dominar el balance, sostener
la postura y seducir el aire. Calzarlas en cuarto oscuro es lanzarse a asir, en reconocimiento del acto
fallido, el enigma del padre ausentado y las fantasías de siete hermanas y una nieta mayor. También,
las tramas soterradas de un pueblo como Comerío, a mitad entre la altura y la bajura, soslayado en la
arcadia de lo rural o en la promesa del desarrollo –paradigmas del archivo oficial–, como son las vidas
de mujeres impropias como Saturnina, la madre/abuela fantasmal, su hermana Rosa y Juana Colón,
despalilladoras de tabaco y agitadoras sindicales (Julio Ramos añadiría a Luisa Capetillo), así como la
impenitente y bella Aleida, muerta antes de su tiempo, como tantas otras consumidas en la otra cara
del paisaje bello, de los valles y llanuras del perdido paraíso terrenal. Es, además, la historia de Luz
(homónimo de la madre de la autora de Archivo rural), zafia y malgeniosa de niña, colándose como
extra en Los peloteros de la DIVEDCO, cuyo protagonismo se reservaba para los varones. De adulta,
se deslumbraría por las luces redentoras de la educación y de los derechos compartidos, postergando
el reclamo de asentarse en el espacio social asignado en la economía familiar (o el de los crímenes
domésticos, para citar a una conocida escritora). En fin: “Como tiros al aire, las vidas son escenas
concatenadas al final, fragmentos de historia que se organizan más de una vez” (29).

Primer expediente, “No hay que desestimar la fuerza con que la enredadera trepa el fornido
árbol.” La batalla de los archivos

¿Qué impide la destrucción total de las ruinas? ¿A quiénes se les venden los restos de las utopías?
¿Qué impedirá que ahora, en esta isla que se vacía, y cuyos bienes se rematan para amortizar una
deuda sin fin, se disuelvan las memorias de los muertos? ¿Qué se contará de nosotras, y dónde y
quién lo contará?
Marta Aponte, PR 3 Aguirre

En la portada de Archivo rural, un trasfondo de montañas y palmeras y un cielo azul que se


derrama en niebla. Otros planos, cada vez más fantásticos y abigarrados, suplementan la idílica
escena y asedian la óptica del lector. Un trópico salvaje, atávico, proteico, surge rizomático del fondo
reconocible del paisaje en el que plantas, aves, frutas y corrientes de agua se metamorfosean y
componen jeroglíficos y rostros tallados. Dos mujeres asoman. La primera, anclada en la serpentina
plateada de la quebrada, perfila el cuerpo oteando un horizonte escapado del cuadro. La segunda,
nos enfrenta enmascarada en hojas, desafiándonos desde la esquina a la que se le ha consignado.
Dicha imagen regresa entre la primera parte y la segunda parte del libro. La misma se ha ampliado
rediseñando el espacio y la valencia. En ella, la primera mujer queda relegada y es la segunda quien
se integra, orgánicamente, al árbol de la vida, extendiendo la mano oculta en la portada.

No sé quién escogió la imagen y el juego de su iteración. Prefiero pensar que la misma es una
puesta en escena de las palabras que nos tiende Vilches, su particular desarreglo y re/arreglo de
archivo en la furtiva no persona/persona de Saturnina o Nina, dependiendo de quién la nombre. Si el
archivo es la ley de lo que puede ser dicho o visualizado, un dispositivo de regulación en el cual se
levantan cánones y memorias privadas y públicas, el archivista es su guardián y traductor. En el texto
de Vilches, el archivo se contradice, cede al equívoco y a la confusión. Se multiplica, transforma y
afecta con cada dato, percepción o marco narrativo. Se contrae y expande. “Me parece que la madre
se llamaba Angelina, No podría asegurarlo” (65), para luego consignar “En el censo de 1940 aparece
tu abuela. Es tabaquera. No fue a la escuela. No sabe leer ni escribir. No sabe hablar inglés. … ¿Qué
hago con la madre que murió de parto? … El árbol genealógico está poblado de fantasmas” (64-65).

84 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


Se excede en las ficciones agrupadas en la segunda parte tras los trazos sin documentar del Censo
nominal y de la frágil hebra plateada de la imaginación. Calzada en tacas, en cuarto oscuro. “No hay
que desestimar la fuerza con que la enredadera trepa el fornido árbol,” sentencia la archivista.

Segundo expediente, “Este recuerdo no es mío. Me lo prestaron.” Ausentados

Echo de menos el hedor de los desperdicios de tu cuerpo…

Son olores remotos pero carentes de discreción,


como descortés es la muerte a pesar de sus avisos…

Desde el trono de mi miseria alzo los ojos


y espero verte sobre la higiénica tumba
en la que hemos estado tratando de salvarte,
tan juiciosa también ella,
tan voluptuosa como los ardides del sueño.

Pero ya no estás.

Tus perfumes me recuerdan que estás vivo.

Vanessa Droz, “El perfume,” A la memoria de mi padre

Escribe la ensayista de De(s)madres y el rastro materno en las escrituras del Yo: “Conocí a mi
padre el día de su entierro. … Y la sorpresa, no sólo de que el fuera tanta gente diferente a la vez,
sino de haberlo conocido tan poco y tan mal, me alivió. … No podría decir que me llevara del todo
bien con mi padre. Tampoco lo contrario. Había una distancia insondable … un escuchar mal al otro …
Este cuento quiere ser una reparación” (15, 45). ¿Cómo convocar –traer del recuerdo a la memoria–
el signo que significa al padre: el padre bueno y el padre obs(ceno), el que no debe mostrarse?
Rastrear la madre en las escrituras de otros implicó un distanciamiento crítico. Al padre propio, mudo
y opaco, lo borronean los afectos, esa particular y transitoria intensidad que traspasa los cuerpos y los
contagia, sin domesticarse en emoción razonada o razón expresiva. El padre, uno y muchos, a la vez.
Certificado en documentos para la tercera hermana, en la abundancia en la escasez para la cuarta,
en el saber manual y las herramientas legadas para la quinta, en la afición por el deporte y la música
de la segunda, en el mejor de los amigos, en el abuelo que se desdibuja cada vez más. Apenas suyo,
apenas un olor de whiskey y cigarrillo atrapado en sus manos, apunta la narradora, la sexta hija: “Ese
aroma me persigue. Desde niña ese se volvió su olor para mí” (34).

En el poema de Droz el olor, el sentido más sellado al cuerpo, desconfiable e inasible, regresa
el padre que se quiere vivo. Es hedor de la carne putrefacta en la instancia extraordinaria de caer,
cadere, cadáver. En Archivo rural domina el olor de la cotidianidad, del padre cansado y envejecido,
un olor que se adelgaza y del cual se pierde la procedencia según transcurren los años: “¿De dónde
viene ese aroma? Creo conocer bien mis olores, Este no es mío … Parezco un sabueso a la caza,
pero ando perdida” (43).

La memoria va, también, a la caza de una figura y un temperamento, del padre vuelto el tierno
abuelo de Cachaquita, “Al que le falta palabra y que no puede ocuparse de mí. Aún hoy conservo esa
imagen como la verdadera. Insisto en ser la niña desapercibida, la que escapa a la mirada paterna, la
que se zafa, pero quiere que la busquen” (35). Al padre ausentado, aun estando presente, hurtado por
el trabajo, la familia, el traslado de Comerío a Bayamón.

ENE 2023: MIENTRAS CAMINAMOS / 85


Del ausentado en vida se conserva, pues, su enigma. Muerto, no tiene memoria nuestra. Ni
DOSSIER
suya. De ella somos sus delegados en una composición de memorias que se hacen y se deshacen,
hebras sueltas de un telar incompleto: “Ya no lo diré más, no hará falta que lo repita, para qué, todas
estas palabras me pertenecen. Todos estos recuerdos me los he apropiado. Busco una imagen
multiplicada por siete máquinas del tiempo con ojos, oídos y lenguas” (29). Para luego contradecirse:
“Este recuerdo no es mío. Me lo prestaron” (30). No inventes, Vanessa, te lo robaste. Bien por ti. Tal es
el trabajo de memoria. Maleable y caprichosa, incapaz de ajustarse a la impresión primera del recuerdo.
Viajera cargada de tiempos, espacios, voces y experiencias, la ceñimos y la ajustamos; la relatamos.
Dosificada la higiene del olvido necesario para reanudar el saludo interrumpido desde la adolescencia,
es dable rescatar la memoria deseada del padre, “El que se escoge para salir a divertirse. El que nunca
debe faltar” (61). “Este cuento quiere ser una reparación.” A las preguntas de quién, qué y para qué se
recuerda, habría que sumar ¿de quién, para quién son las memorias? ¿Para una escritora en tacas y
sus hermanas, para la nieta mayor, para todos nosotros, lectores, consumiéndolas voraces?

Tercer expediente, “Las ganas del cuerpo no tienen edad.” Impropias

¿Qué obrero pierde la vida amontonando cansancios


Si al reflejo de su historia sonean otros su canto
Si su memoria es un callo de mil esperanzas rotas
Si su piel sabe la nota de estar vivo y desahuciado?
Manuel Ramos Otero, “Poema 8,” Invitación al polvo

Geografías de lo perdido, el previo conjunto de cuentos de Vilches, desplegó una constelación


distópica de un país cuyo presente se asoma, peligrosamente, al resto de sus ruinas, uno en que
hasta la función simbólica del padre y la madre se reduce al intercambio mercantil y mediático, pero
en el cual, por suerte, “todavía hay brisa y un fuerte olor a pan.” En Archivo rural el pasado memorioso
comparte con el tabaco la voluptuosidad, la pirueta que se aspira y se exhala. Sobre todo, cuando
la conduce el olor. En la segunda parte del libro, Documentos sin catalogar, es el cuerpo de la mujer
quien lo retiene y contagia: sudoroso a trabajo y a maternidad, impregnado de hierbas medicinales,
convertidas en tufo las secreciones que una vez la unieron a otro cuerpo. El relato de Saturnina, un
rumor dudoso de familia, un nombre en un censo, atraviesa la imagen del árbol de la vida y se anima:
“Este sí que es puro cuento,” se enfatiza (66). Sí y no. Su historia es sostén de otras, la de mujeres
impropias, vidas frágiles y prescindibles, al margen de la ley, sin derecho al habla y a la agencia
pública, incluso a decidir cuándo y cómo han de morir. Vidas trituradas en la pesadillesca máquina
de la familia, el capital, el estado, el ilusorio idilio tropical. Ariadna Godreau ha escrito sobre ellas en
tiempos de austeridad y deuda fiscal: así como del gesto solidario de las hermanas en otros lazos que
no son la sangre. Tras María,

Quedamos nosotras … A fuerza de rabia, magia y experiencia en la precariedad, nos


damos de comer y de beber. Nos lavamos las espaldas … Aunque los árboles han vuelto
a dar hojas, ya jamás podremos negar que nos hemos visto desnudas, en los huesos,
endeudadas con el hambre, con nuestras pestes que anteceden por siglos al huracán.
Nunca fuimos ni seremos iguales … La austeridad no nos hace iguales. En todo caso,
visibiliza que existen heridas y precariedades antiguas y actuales. (Las propias: apuntes
para una pedagogía de las endeudadas, EEE, 2018, 17)

En Documentos sin catalogar, otra familia se constituye con Saturnina, ausentada del hogar que
la sofoca y muerta de pleuresía a los 31 años; con Rosa, vieja oficiante de manos santas; con Gin, tan
parlanchina, relevo de otros cuerpos gastados; con Juana, hija de esclavos, santigüera y bandera roja.
Escribir sobre ausentados e impropias implica, pues, una responsabilidad radical, una respuesta a la

86 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


demanda ética y política al dotarles de un nombre, al hacerles aparecer en un relato o en el expediente
de un archivo alternativo, de una doble restitución que les haga justicia. De la sexta hija que recibe, por
fin, al padre. De Juana, que aspira a leer y a escribir, de Luz y sus reclamos de igualdad. De Saturnina,
lanzada a lo imprevisto. Tal es la magia del arte.

Expediente cerrado, “Idilio tropical”

(En gratitud con Sofía Irene Cardona y Silvia Álvarez Curbelo)

¿Vale relacionar el idilio tropical, y su eco rumoroso de veredas, boleros y cortometrajes


melancólicos, con el archivo rural y familiar con que Vilches sangra y sutura el legado memorioso
de aquellas décadas en las que Puerto Rico fue vitrina de democracia y desarrollo para el Caribe y
América Latina, en parte por el peregrinaje de la altura a la tierra prometida de las costas urbanizadas?
El idilio connota armonía e integración. El trópico, un paraíso de montañas y palmeras, en las que
pasean criollos –los buenos amos– y letradas que impulsan el derecho al voto de la mujer, pero
excluyen a las trabajadoras con olor a malagueta, guarapo de sábila y hojas de tabaco, así como a
bien intencionados misioneros al Valle de La Plata. Un paraíso en el cual veranean turistas todo el
año y que hoy se disputan los criptoricans que ya enfilan cuesta arriba (a punto de descubrir Comerío,
Vanessa, y sin tu libro como guía).

También, el idilio es pasión sostenida y convenida. Pero el trópico es también zona de batalla,
en la cual una narradora araña memorias propias y ajenas en ficciones rurales escritas desde la
costa y en tramas familiares y colectivas, insepultas y obliteradas. De ausentados e impropias. Miro
al sesgo, alerta y en complicidad con la mujer en la portada, a quien quisiera imaginar espiando al
embalsamador (la única voz masculina en un texto hablado por mujeres), que declara desvalido, a
pesar de la ferviente creencia en la fe y la ciencia, su ignorancia y derrumbe abismal ante el cuerpo
muerto de su hermana: “Es que te lo llevas todo, Aleida … porque eras eterna, y nunca llegaría este
día en que te falta palabra, y ya ves, yo aquí ahogándome, sin piedra en la que agarrarme, sin agua,
crecida, río, ni misión que limpie este dolor” (98).

“Nada es para siempre,” reitera Archivo rural. La historia de Nina (Saturnina), apenas aludida en
Censo nominal, incierta su existencia fáctica, regresa protagonista en Documentos sin catalogar. Lo
anticipábamos ya en la portada. En la primera imagen cualquier ilusión de idilio tropical resta saldada
en la mirada hueca sin factura ni reembolso. En la segunda, y en el cruel optimismo de aquellos a los
cuales todo se le ha quitado menos el gesto parejero, la mano invita a otro sendero, a otro archivo
urgente en el cual las palabras la regresen en propiedad al lienzo: “La serpiente plateada le muerde
el tobillo. Incapaz de adivinar que la historia no hace justicia a las vidas, que será un borrón en un
archivo, una edad mal calculada, un nombre que dejará de pronunciarse, la joven renuncia al camino
de la quebrada y desafía al destino” (91).

Me detengo en la conversa con algunas de mis mujeres favoritas. “¿Qué se contará de nosotras,
y dónde y quién lo contará?,” se preguntaba Aponte Alsina. ¿Encontraremos en nuestro árbol de la
vida una narradora agazapada que, desde el presente inconstante de la escritura, desconfíe tanto
de su memoria como de la de otros, incluyendo las que enseñaba Luz en su cuaderno escolar? ¿El
trazo de un olor, el cual, en vez de muerte, anuncie vida, Droz? ¿Seremos las propias, las que no nos
debemos a nadie, Ariadna? Y, mientras, tú, Vanessa, ¿te calarás las tacas mientras muerdes tus uñas,
zanjada la rabia en el cuento de nunca acabar, en tu peculiar desvío de archivo? Basta ya, Malena.
“De seguro me voy a reventar.”

*Publicado en 80grados el 4 de junio de 2022 https://www.80grados.net/sobre-archivo-rural-de-vanessa-vilches/

ENE 2023: MIENTRAS CAMINAMOS / 87


DOSSIER

UNIVERS

Foto por Editora Educación Emergente

Foto por Editora Educación Emergente

88 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


6 DE OCTUBRE DE 2022

SIDAD DEL SAGRADO


CORAZÓN, SAN JUAn

Foto por Editora Educación Emergente

ENE 2023: MIENTRAS CAMINAMOS / 89


DOSSIER

Apuntes sin catalogar:


la palabra sin residuo
en Archivo rural de
Vanessa Vilches Norat
Por: Mara Pastor

Uno viene al mundo a ver qué tiene


y lleva puesto el nombre de su padre inseparable de sí
como el fuego el color del fuego.
Y se da que uno reniega del nombre como extensión
y se encapricha en ser nombrado por el mérito sólo
de sus propias fazañas:
ningún hombre ocurre dos veces.
Pero sé que mi modo de mirar (eso amable
o cálido, la gracia para abrazar extrañas
con familiaridad) es émulo
de la amabilidad de mi padre,
y mis modos de enfurecer hacia dentro,
el modo en que cierta música puede romperme
es más suyo que mío.
Más que su apellido, tengo del viejo
un método infalible para equivocarme.
Javier Raya, “El nombre del padre”

Quiero dedicarle este texto con todo mi amor a Javier Raya en la semana de su muerte.

90 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


En Archivo rural, la obra más reciente de Vanessa Vilches Norat, el padre es muchas cosas:
un jíbaro informado, un apasionado del jazz, el pon de un montón de voleibolistas adolescentes, un
dicharachero profesional, un coleccionista de caracoles, un vendedor de seguros, un excéntrico, un
trabajador de la tierra, pero también un niño huérfano, un adolescente adoptado, un padre diferente
para cada hija, un abuelo alcahuete, un desconocido. La hija que escribe quiere producir sentido a
partir de esa diferencia. Quiere, por fin, ver qué tuvo ella, ver cómo tiene puesto nombre del padre.

Este libro, que surge cuatro años después de que la autora publicara Geografías de lo perdido
y quince años después de su ya clásico Crímenes domésticos, desarrolla un relato que ya había
aparecido de otros modos en su obra. Si hay algo que ha atravesado la obra de mi querida y admirada
amiga es una obsesión constante y generativa por el álbum familiar, principalmente, hasta ahora, por la
figura de la madre. Digo generativa porque genera literatura, discursos, lenguajes posibles, encuentra
geometrías que algunas veces acomodan lo que estaba perdido, incomodan lo que estaba inerte. A
primera vista, este libro parecería ser una digresión del tópico de lo materno, esta vez con énfasis en
la figura del padre, porque empieza con una sección titulada Censo nominal en el que la hija recopila,
o como ella dice, graba, las memorias de las hermanas, los cuñados, las tías y las nietas sobre el
padre, así como también glosa a través de estos personajes los hallazgos de archivo, del censo y de
los documentos catalogables.

En estos 43 fragmentos se proponen cuatro formas para recordar: el recuerdo prestado (30),
el recuerdo compartido (54), el recuerdo propio y el recuerdo inventado, todos ellos teniendo como
hilo conductor la memoria del padre fallecido. Los recuerdos prestados, que Malena Rodríguez Castro
también llama “recuerdos robados,” constituyen de algún modo el recuerdo de un padre que no tuvo
la narradora, de una relación diferente al color del fuego, como señala el poema de Raya. En esta
relación, la narradora atribuye funciones maquinales a las hermanas; resuena en mi mente la canción
maquinolandera de Ismael Rivera, que era composición original de su madre lavandera. Todas las
máquinas de memoria, dice la narradora refiriéndose a las hermanas, le piden que escriba (54).

El recuerdo compartido es el recuerdo del imaginario colectivo. Es el recuerdo del padre gregario
que hacía festines de cabros y se amanecía con los amigos de las hermanas. El recuerdo propio,
en cambio, es “el del cuento que intenta reparar,” aquel que intenta “organizar más de una vez” la
memoria propia (29). En ese recuerdo, se ampara la obsesión investigativa, pues no es suficiente con
el recuento de las hermanas. Sigue habiendo algo que no parece justificarse desde ahí. Un silencio
que, si no se rellena, no permitirá que la narradora repare aquello que aparenta estar roto. En uno de
estos relatos, la narradora dice:

Me preocupa traducir el prisma de los recuerdos. Es complicado dar justa cuenta de un


signo. Padre. Debo decir que algo de cobardía tiene la fecha de estas letras. No resisto
hacer sufrir con mi escritura a alguien que me ha querido. No es un problema ético, es
una falla de carácter. Como tiros al aire, las vidas son escenas concatenadas al final,
fragmentos de historia que se organizan más de una vez. (29)

Se significa al padre a partir de las voces de quienes lo recuerdan, pero también como aquel de quien
se logra hablar, dar a conocer, a partir de su desaparición de este plano. “Hay hijas que son madres
de sus padres. Hay hijas que desafían la genealogía y los protegen con su palabra, con su cariño, con
su compañía” (39).

La narradora advierte haber cuidado las palabras dichas sobre el padre; sabe que hay balas
perdidas en lo que quiere decir de él. Un afán tanto de haberlo protegido como de rematarlo en

ENE 2023: MIENTRAS CAMINAMOS / 91


la escritura de alguna manera, aunque ahora las palabras se mezclen con la composta del tronco
DOSSIER
heredado. La hija pide el tronco en el que se sentaba el padre, objeto que inevitablemente se desintegra,
desaparece con el paso del tiempo. Qué es un tronco, sino uno de los mejores hervideros de composta
y abono para la tierra.

“Nada contra el olvido,” título de la primera entrada, adquiere, así como la primera oración del
cuento, múltiples significados. ¿No se tiene nada en contra del olvido? ¿No se puede hacer nada por
contrarrestar el olvido? ¿O será acaso que se debe nadar en el olvido, en la transformación de los
relatos? Lo cierto es que la muerte coloca un lente. Ya Vanessa nos había dado una historia en la
que la muerte era un lente, o más bien una ventana, precisamente en un cuento sobre la muerte de
la madre titulado “Ojo de luz,” uno de los cuentos en sus Crímenes. En este cuento la protagonista se
empeña en construir en su casa una absurda ventana mientras encara simultáneamente la muerte de
la madre.

Más adelante, en Geografías de lo perdido, Vanessa regresa al ojo de luz con un signo cercano,
“El rectángulo blanco,” otro cuento sobre recordar a la madre. En este cuento aparece el padre
escuetamente mencionado cuando dice de la madre: “A diferencia del padre, [la madre] disfrutaba
del retorno al pasado, pues ella sí era una gran cuentista.” Quizás es ahí, en ese rechazo del padre
por hablar del pasado, que la narradora identifica su propia carencia. “Qué será aquello que no
nombra. Cómo habla de mí ese pasado que mi padre calla.” También en este cuento se concatenan
las escenas, para usar el lenguaje de la narradora, recuerdos y diálogos en torno a la madre que, no
arbitrariamente, también hablan de lo escatológico, de la “mierda y el escarbeo” y de escarabajos que
se posan en los cuerpos muertos cuando cae la noche. Y como sucede con la materia putrefacta,
llena de residuos, gusanos y hongos, en la reconstrucción de estos recuerdos aparecen otros. Los
recuerdos inconsistentes, inconsecuentes, contradictorios, infértiles, que obsesionan a la narradora al
punto de querer reconstruirlos, descifrarlos y, ante esta imposibilidad, inventarlos.

Pero las fronteras entre una y otra sección son porosas, como las esponjas o como los troncos
que se desintegran. Acaso, son más bien pliegues como los de la pintura de Rafi Trelles que sirve como
portada de la edición. En el pasaje 42 se nos anticipa la historia de Saturnina. Nos dice la narradora,
“Esto sí que es puro cuento,” como si lo que se encapricha en contar la frágil memoria de la especie
no lo fuera. He aquí que tengamos, en la segunda parte, un puñado de relatos que buscan dar cuenta
de la historia desaparecida, la historia fuera del archivo, y por esto titulada Documentos sin catalogar.
Los cinco relatos de la segunda sección tienen en común el tono realista y la inclusión de
elementos históricos que concuerdan con los hechos que rodean la vida del padre en Comerío, su
pueblo natal, pero que también nos conectan con estilos y obras de la literatura puertorriqueña del
siglo XX. Imposible no pensar en el tema de la sororidad femenina de las novelas de Ana Roqué de
Duprey, en el Josco de Abelardo Díaz Alfaro, en La charca de Manuel Zeno Gandía o en los Cuentos
para fomentar el turismo de Emilio S. Belaval, enriqueciendo los tonos, saliendo del patetismo, como
dice Marta Aponte Alsina en la contraportada de Archivo rural. Marta también ha regresado al pasado
a rellenar y a alumbrar, como se alumbran los rostros de la pintura de Trelles, una luz que nos llena la
pupila de detalles, que le deja un aura espectral al pasado.

En los primeros dos relatos, se desarrolla aquello que, en la entrada 42 de la primera sección
del libro, “era puro cuento.” Se imagina a la abuela materna desconocida. Aparecida por primera vez
durante la recopilación de los recuerdos prestados, ahora la imaginamos en el relato joven, aunque
muy cansada, agotada de la rutina y de la maternidad que no se escoge. En la voz de Saturnina somos
testigos del despertar de su subjetividad como mujer trabajadora, tabaquera, amiga de sindicalistas,
paciente de curandera.

92 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


En el primer relato, el costumbrismo del Josco de Abelardo Díaz Alfaro se transforma en relato
íntimo, medicinal, político. No hay hombre que enfrente a la bestia. Es la mujer la que tendrá que
enfrentar al más temible de los enemigos humanos. La falta de acceso a servicios básicos. Este relato
recupera el imaginario de la curandera y de la amiga sindicalista, que historiza a la líder sindical Juana
Colón. La historia se extiende hasta el segundo relato, “La serpiente plateada,” en el que el espacio de
trabajo es también aquel de sororidad entre Saturnina, Virginia, María y Gin, y en el que se apalabra
la queja a la ola del primer feminismo, cuyas sufragistas no incluyeron a las trabajadoras analfabetas.

El tercer cuento es quizás el más enigmático de la obra. “La quietud de tu cuerpo” es el relato
de un hombre al que le toca embalsamar el cuerpo muerto de la hermana. Aquí se presenta la zona
gris en que el protagonista se enfrenta a enterrar a la hermana irreverente, el cuerpo inerte de Aleida,
la voz crítica que carnavalizaba al jefe Mr. Bob, personaje inspirado en el fundador de la Funeraria
Ehret, benefactor de Ramón, acaso otro de los hermanos perdidos de Rafael. Aunque las razones
de muerte de Aleida no se expresan en el cuento, el hecho de que el protagonista menciona que el
cuerpo está descuidado parecería señalar cierto abandono, una muerte imprevista resultado, acaso,
de su impostura. Para mí este cuento busca mostrar la subjetividad dolida del hermano, apalabrar ese
universo impenetrable del dolor y la vulnerabilidad masculina.

La resistencia del jíbaro a la modernidad, evidente en Cuentos para fomentar el turismo de


Belaval, se vuelve anagnórisis o descubrimiento de una maestra rural, que decide cambiar de opinión
sobre el rol de su pequeña alumna en el mítico filme Los peloteros de Jack Delano, filmado precisamente
en el barrio Cielito de Comerío. Lo cierto es que, como han leído las compañeras escritoras Malena
Rodríguez Castro y Claudia Becerra Méndez, ese hablarnos del padre parecería más bien terminar
hablándonos de otras madres ausentes, o como las llama Malena, “mujeres impropias,” en conversación
con el libro Las propias de Ariadna Godreau. Claudia, con otra iluminadora lectura, ve en el desenlace
de los cuentos un final reivindicativo para los personajes femeninos de ese pasado poroso del padre
en el rectángulo de luz de la película de Los peloteros, en el que la niña Luz se ve reflejada como en
un espejo, y al que lleva, a fuerza de labia y discurso, a la abuela que fue tabaquera. Como señala
Claudia, este libro “no termina con el tumulto de sombras que, en su ausencia, representa el padre.
[Si no que] Cierra … con un relato que trata … sobre la obstinación femenina” (26). Pero lo cierto es
que hay mucho que decir del padre y su relación con esta hija cuentista. Se asoma mucho por este
rectángulo de luz.

En la primera sección, la narradora nos dice, con relación a apropiarse de las palabras, que “a
mayor palabra, menos residuo” (29). ¿Con qué nos quedamos después de estas palabras? Si, como
dice la narradora, “dicen que cuando alguien muere, muere también quien fuimos con esa persona,”
¿qué otro ser deviene como autora de estos relatos? ¿Hay un ser retroactivo que puede también
añadir palabras en la hija que fuimos? ¿Podremos ser otro tipo de hija gracias a la invención de otra
memoria? Ya les he revelado mucho del libro, pero quisiera que se quedaran con esa imagen de la hija
que atraviesa un umbral, esa que desafía el destino y se ingenia un método infalible para enmendar.

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DOSSIER

CENTRO C

Foto por Editora Educación Emergente

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15 DE OCTUBRE DE 2022

COMUNAL EL CIELITO,
COMERÍo

Foto por Editora Educación Emergente

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DOSSIER

Juana colón, comerío y


Archivo rural
Por: Ada G. Fuentes Rivera

“Bienvenidos al pueblo de Juana Colón,” decía la pancarta que nos recibía cuando entrábamos
al hermoso pueblo de Comerío en los años sesenta y setenta. Al menos, eso recuerdo yo de mis visitas
de niña al lugar de Papito y Mamita, de mis abuelos, de mis tías, tíos, primas y primos. Siempre quise
investigar esa figura de la cual nadie me contaba quién era. Así que ya muy adulta, compré el libro
del maestro Wilson Torres Rosario, titulado, Juana Colón: combatiente en el tabacal puertorriqueño
(2011). Lo descubrí en el Primer Congreso de Afrodescendencia (2015), celebrado en la Universidad
de Puerto Rico en Río Piedras y organizado por mi colega Marielba Torres.

Por ese interés en Juana y en Comerío, me gocé la lectura que hiciera del libro de Vanessa
Vilches Norat, Archivo rural, de reciente publicación (Editora Educación Emergente, 2022). El libro
inicia con la muerte del padre para luego poblarse de tabaqueras. “Nada contra el olvido” se titula
el primer relato. La voz narrativa intenta reconstruir la imagen paterna a partir de la investigación de
archivo y de las diferentes voces femeninas que pueblan su casa (es decir, cómo es un padre diferente
para cada hija). La riqueza de las diferentes miradas compone una imagen tierna de Don Rafa a
pesar de la dureza con que la voz narrativa comienza. Hay una búsqueda escritural para entender con
profundidad quién era ese personaje y contextualizarlo en la precaria situación económica y social
comerieña de la cual procedió. Así, por medio de la investigación, la escritura y el cambio en el tono
de la voz narrativa, la figura del padre logra reivindicarse. Su representación emana ternura. La foto
de los abuelos y las nietas que se describe en la narración es muestra de ello (60). Pero no perdamos

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de perspectiva que el inicio de la colección de relatos, con la muerte del padre como metáfora de lo
patriarcal y del discurso del poder que permea la escritura de la “Historia,” es significativa. El texto
de Vilches se inscribe a contracorriente desde el inicio, es decir, narrará desde el margen, desde lo
invisibilizado por esa historia autoritaria.

Me gocé mucho ese primer cuento, sobre todo y en un primer plano, por los referentes (pues
cuentan también parte de mi historia familiar) y por la representación de la figura paterna a pesar de
la rabia y el desencuentro. Me conmueve la historia de Don Rafa porque es parecida a la de mamita.
La finca en la urbanización bayamonesa, los cultivos, el amor por la naturaleza, la pobreza, el vínculo
con el tabaco, los viajes dominicales a Comerío y la maravilla infantil ante la represa; Río Hondo y
Palomas, la Vuelta del 2, el cementerio, los mareos en las curvas de la PR #167 a la PR #156, las
reuniones alrededor de las comidas, el empeño feroz de esos seres a pesar de la precariedad y el
silencio ante el dolor. Esa es gran parte de la historia de nuestras ancestras.

Paralelamente, otros elementos me cautivaron: las diferentes miradas sobre el padre y la


investigación que implica la búsqueda de archivos. Escrito en fragmentos como la memoria misma,
propone la investigación histórica como arma central para resistir, y conjuntamente, la imposibilidad
de las certezas en las historias (familiares y nacionales). Rastrear los orígenes y problematizarlos
es historiar, sugiere la voz narrativa: “Acomodar a todos los miembros de una familia en un carro,
como en una mesa, implica repasar y retar las jerarquías” (19). También, historiar es viajar; y escribir,
una apropiación: “Ya no lo diré más, no hará falta que lo repita, para qué: todas esas palabras me
pertenecen. Todos estos recuerdos me los he apropiado. Esto será un tránsito lenguajero, una ecuación
de sentires: a mayor palabra, menos residuo” (29). Pero la escritura también es reconocimiento
(55) y reparación (45). “Nada contra el olvido” es un relato que se construye a partir de tres líneas
entrelazadas apretadamente: la de los referentes históricos comerieños, la de la muerte del padre y la
de las concepciones sobre la escritura.

En la segunda parte del libro, el cuento “Nada es para siempre” inscribe al pueblo de Comerío
en la tradición tabaquera, una de lucha, valentía, fuerza, de trabajadoras incansables y, además,
en la herencia afrodescendiente invisibilizada con el mito de que los pueblos del interior son
predominantemente “blancos:” “Nada es para siempre. Lo dice ella que nació para ser fuerte. Cuando el
pueblo no era más que un hato de esclavos y aún se llamaba Sabana del Palmar, su familia pertenecía
a otros. Luego, como agregados de los Colón, le sembraban la finca de Río Hondo por un pedazo de
tierra para cultivar la yuca y el plátano diarios” (81). Juana Colón es el personaje que Saturnina, la
abuela tabaquera, describe y admira. Juana es una trabajadora negra socialista, vinculada con los
tabaqueros. Es organizadora, lavandera y planchadora, curandera, amiga, solidaria, oradora y madre.
Personifica la esperanza de cambio y la fuerza misma. Además, Juana “encarna” el orgullo pueblerino
que se da a partir del cultivo del mejor tabaco: “No hay hoja como la nuestra, murmura…” (76). El
relato incorpora, además, no sólo el elemento de “raza,” sino el aspecto de las diferencias de clase (y
privilegios o acceso a la educación formal y escritura) en la lucha de las trabajadoras, fundamental en la
mirada anticapitalista: “Se salieron con la suya, Nina, las sufragistas no nos incluyeron, nos sacaron de
la negociación. Para las elecciones del 32, solo votarán las alfabetizadas” (76-77). Entonces, podemos
decir que la escritura también es capaz de sugerir vías para la lucha nacional feminista a partir del (re)
conocimiento de la historia.

“La serpiente plateada” funciona de manera similar a la imagen de la chágara en “La muñeca
menor” de Rosario Ferré, aunque da un cambio radical para marcar la evolución del sujeto femenino
en la literatura puertorriqueña contemporánea. En el cuento de Ferré, la chágara –o camarón de agua
dulce– representa tanto la inmovilidad de la tía (es decir, asumir la posición asignada socialmente al
sujeto femenino a fines de la era cañera en Puerto Rico), como la oportunidad de la venganza hacia

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el sector profesional-oportunista emergente. En “La muñeca menor,” la tía aparentemente acepta la
DOSSIER
posición social asignada, pero va tejiendo silenciosamente su desquite a través de la muñeca de
su sobrina menor y, también, de la chágara que la confinó a un sillón. En “La serpiente plateada,”
sin embargo, la joven madre tabaquera (Nina) decide abiertamente dar el cambio. La quebrada es
la imagen que simboliza el desvío, es el espacio intermedio entre el tabaco (trabajo asalariado de
miseria) y la casa (espacio doméstico opresivo). Dice la voz narrativa: “La serpiente plateada le muerde
el tobillo. Incapaz de adivinar que la historia no hace justicia a las vidas, que será un borrón en un
archivo, una edad mal calculada, un nombre que dejará de pronunciarse, la joven renuncia al camino
de la quebrada y desafía al destino” (91).

La serpiente plateada constituye también la zona montañosa del Plata, la cual queda
históricamente transformada por las historias no sólo del tabaco, sino también por aquellas de las
tabaqueras negras. La historia familiar de todas nosotras se reescribe a partir de esos secretos que
nunca se explicaron. Noten que aquí también hay un vínculo con la tradición textual de las escritoras
de los años setenta en Puerto Rico, para darle continuidad y también para reescribirla. Pensemos, por
ejemplo, en La familia de todos nosotros de Magali García Ramis.

Por otro lado, “La quietud de tu cuerpo” ironiza el trabajo y las concepciones ideológico-religiosas
del embalsamador Robert Ehret ante las creencias de la gente del pueblo representadas por la madre
de Ramón. Ramón, el hermano de Aleida –ya muerta– sirve para ilustrarlo cuando se niega al consuelo
de Míster Bob y expresa lo siguiente: “Pero el dolor no tiene orden, Míster Bob. No sé qué hacer con
tanto amor” (98). A pesar de su supuesta religiosidad y conversión, Ramón se encuentra angustiado
con la muerte de su hermana y sabe que el proceso de embalsamar estará en tensión con las ideas
de su madre y con su propio “dolor.” Veamos: “Te arroparé con el manto de terciopelo rojo en lo que
llega Míster Bob con el ataúd. Así parecerá que duermes, Aleida. Vamos a honrarte como mereces,
sin supersticiones. Hay que erradicar la ignorancia. La ciencia al servicio del espíritu, así dicen los
médicos de la unidad. Lo difícil será convencer a madre que no querrá que él toque tu cuerpo frío. No
entiende que embalsamar es una ciencia …” (97).

“Las jugadoras” inscribe la historia familiar comerieña en tres tradiciones: la del tabaco, la de
las trabajadoras y la del sujeto femenino. No bastan la voluntad y la fe en sí misma, como sugiere la
sabiduría de la abuela, para lograr los sueños o una movilidad social significativa, sino que el proceso
es mucho más complejo. Es como el juego de las briscas; hay que saber tirar las barajas apropiadas
en su momento. Gana quien más puntuación tenga. Por eso, a partir del entrelazamiento entre la
conversación y el juego entre la abuela y su nieta, el texto parece privilegiar la sabiduría ancestral
femenina, el trabajo arduo en el tabacal, y el ser contestataria a pesar de la posición social asignada
por género. Ante el relato que le hace la nieta a su abuela sobre la necesidad de uniformes para jugar
pelota en la película, la abuela responde con un “Unjú” que marca su desconfianza en la propuesta de
los productores. Además, al igual que la nieta quería participar en la película que filmaban en el pueblo
y no se lo permitían por la mirada patriarcal de los productores sobre quiénes debían ser los peloteros,
así mismo el trabajo de las tabaqueras fue silenciado en la historia puertorriqueña, nos sugiere el texto.

En el cuento final, titulado “Toda luz,” la nieta de la tabaquera jugadora de briscas toma
protagonismo para ilustrarnos la fuerza femenina que intentan opacar a partir de la selección de los
participantes en Los peloteros a principios ya de los años cincuenta. Su maestra Nereida intercambia
una mirada cómplice con la niña al terminar la proyección de la película porque reconoce que ese
ímpetu no será anulado por la mirada de los productores. La mirada foránea y limitante prevaleció
en la producción y en la representación del pueblo, parece decir el relato. No reconocieron la riqueza
del pueblo tabaquero; no reconocieron la fuerza femenina que lo distingue. Vieron, pero no miraron,
como dice Berger. Es Nereida, la maestra, quien internaliza que esa deliciosa fruta en lo alto del árbol

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será, sin duda, recogida por Luz. Por eso es Nereida quien, también con su fuerza magisterial y su
óptica liberadora, reescribe la figura de la maestra (Isabelita Pirinpín) en los Cuentos para fomentar
el turismo de Emilio S. Belaval. Pirinpín, con su mirada colonizadora y reformista, llegó a uno de los
pueblos de Puerto Rico para “enseñarles” a sus estudiantes cómo podían ser “buenos ciudadanos
norteamericanos;” en cambio, Nereida no sólo reconoce que la enseñanza es un diálogo continuo, sino
que identifica la fuerza estudiantil y entra en complicidad con ésta. Sabe que con su desafío cambiará
el rumbo de lo planeado. Lo anterior constituye otro de los diálogos de este texto con la cuentística
puertorriqueña previa.

Archivo rural reescribe la historia comerieña de la era tabaquera desde sus principales actoras,
las despalilladoras (y algunas descendientes, claro está), mujeres negras que elaboraban el trabajo
más delicado y creativo del proceso. Para consignarlo, veamos una cita del texto cuando Saturnina le
explica a Virginia, joven que se inicia en el despalillado, el trabajo delicado de la hoja:

Coges la gavilla. La azotas contra la palma de la mano para sacudirla un poco antes
de despalillar. La sueltas. Coges una hoja. La vas abriendo con mucho cuidado. Fíjate
en el palote, ese será el hilo de tu vida. Lo agarras con los dientes y lo vas jalando
suavemente, pero con firmeza, sin romper la hoja. Es importante que le dejes la parte
más fina del palote para que no se divida. Ese palote tiene que quedar limpiecito, o
te llamarán la atención. Luego, extiendes bien la hoja, la planchas con tus manos y la
colocas en el libro que está en la tabla. La revisadora vendrá varias veces a examinar
lo que haces. Repasará tus palotes, que no les quede nada. Luego a la tarde, cuando
termines la jornada, llevas tu tabla y haremos la fila para el pesaje. (84-85)

Para finalizar, debo mencionar tres posibles vías de lectura del texto: por un lado, la narrativa
del tabaco desde sus verdaderas protagonistas; por otro, la inserción en la tradición de la cuentística
puertorriqueña y a la par, su reescritura; y finalmente, la investigación histórica y el rastreo de los orígenes
problematizados como armas centrales para resistir. Comerío, sin duda, es el signo fundamental para
lograrlo.

Textos mencionados

Belaval, Emilio S. “Conversión de la maestrita rural Isabelita Pirinpín.” Cuentos para fomentar el turismo.
https://ciudadseva.com/texto/conversion-de-la-maestrita-rural-isabelita-pirinp1n/

Berger, John. Ways of Seeing. Penguin Books, 1972.

Ferré, Rosario. “La muñeca menor.” Antología de textos literarios. Eds. Carlos Alberty et al. Editorial de
la Universidad de Puerto Rico, 1994.

García Ramis, Magali. La familia de todos nosotros. Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1976.

“Los peloteros.” Dir. Jack Delano. Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1951. https://www.bing.com/
videos/search?q=los+peloteros+pelicula+puerto+rico

Torres-Rosario, Wilson. Juana Colón: combatiente en el tabacal puertorriqueño. Comerío, PR, 2011.
Vilches Norat, Vanessa. Archivo rural. Editora Educación Emergente, 2022.

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DOSSIER

comentarios al libro
Archivo rural de
vanessa vilches norat
Por: wilson torres rosario

Buenas tardes a todas, todos y todes. Gracias por llegar a este espacio donde late el espíritu
indómito de nuestra Juana Colón, la combatiente del tabacal.
“Vemos y comprendemos desde nuestra memoria,” nos decía hace unos años la escritora
nacional Ana Lydia Vega. Ese pensamiento de nuestra insigne escritora, desde que lo leí, me convocó
a reafirmarme en el peso del pasado sobre el presente. No hay un presente en un vacío; hay un
presente encadenado a una memoria individual, familiar, comunitaria. Pero en ocasiones son memorias
difuminadas en las personas. Y para aclarar la pintura que yace en el estadio de la difuminación personal,
si se quiere, hay que hurgar en otras memorias, en otros archivos que permitan una reconexión con la
realidad vivida. Y esa memoria, con amplios caudales de saberes e imágenes, hace de mochila de
donde sacamos lo que necesitamos para vivir en sociedad. Por eso he hecho mía la cita de Ana Lydia
Vega. En ocasiones son esas memorias las que nos proveen lo necesario para aclarar historias que
fueron invisibilizadas por la oficialidad del Estado y comenzar a derrotar constructos sociales llenos de
prejuicios. Juana Colón es un buen ejemplo de esto, a la que quisieron sepultar en el olvido, pero la
memoria de un pueblo lo evitó.

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El título de esta obra de Vanessa Vilches Norat nos puede conducir a pensar que estamos ante
papeles, cartapacios y gavetas en alguna oficina de gobierno. Pero no. Hablamos, principalmente, del
archivo de las memorias con un hermoso toque literario; archivos que pululan en muchos espacios
inconexos en espera de ser conectados, sacados a la luz, interpretados, revividos por una necesidad
existencial. La autora tuvo la necesidad de indagar en su propio archivo memorial otros archivos
familiares y algún documento oficial con la intención de aclarar un pasado que le hablaba con ecos
constantes. Con una exposición magistral, salpicada de la palabra adecuada y propia de una mujer
curtida en las letras, la autora nos convoca a mirar su Archivo rural, nacido en el Comerío de principios y
mediados del siglo XX, aquel Comerío tabacalero, pobre y de resistencias sociales; de despalilladoras
explotadas y enfermas por la avaricia del Trust del Tabaco o del emperador Luis Rivera. Se trata de
un archivo pintado con los colores de El Cielito pobre, arrabalero, escenificado en una película; de
una niña Luz que –con su manita arriba como bandera anarquista– empuja la puerta de la equidad de
género sin saberlo; y de una maestra que vende sueños a niños(as) hambrientos(as), con una lucha
interna que la mece de lado a lado ante una realidad que no puede manejar.
Es un Archivo rural que apuntala recuerdos de infancia de la autora atados a la ciudad donde
se crio, inicialmente fomentados y contados por su querido padre, con memorias de caminos llenos de
curvas y campos comerieños, con la necesidad de querer saber de un componente importante de su
familia que había quedado desconectado del archivo memorial de la autora y del resto de la familia.
El Archivo rural reconstruido por la autora ante una necesidad personal de saber del tracto histórico-
familiar, es un ejercicio, supongo, de oxigenación de la memoria. Y ante una necesidad de saber de los
ecos del pasado, se hurga y se hurga hasta encontrarse con él. Y las piezas faltantes aparecen, con
explicaciones insospechadas.
Debo destacar la hermosa manera en que la autora nos revive a nuestra icónica Juana Colón en
su texto. Es motivo de una lectura obligada. Ningún historiador o historiadora, jamás, podrían hacerlo
mejor.
Reconstruir un pasado lejano o cercano, que se nos impone como necesario porque nos perturba
o nos arrastra, porque no nos sentimos completos(as) ante el desconocimiento, provoca escarbar y
escarbar, insistir e insistir hasta encontrar las piezas que faltan, porque no hacerlo nos mantiene en un
desvelo existencial. Para mí, como comerieño, Vanessa encontró una manera mágica de presentarnos
la memoria histórica de Comerío atada a una realidad apartada de la idealización que nos construyeron
de éste. El Comerío de este libro es, a mi juicio, lo que fue: conflictivo, pero en resistencia a su manera.
Ese que sigue aquí, pero bastante desmemoriado.
Finalmente, mi eterno agradecimiento a Vanessa Vilches Norat por regalarnos este archivo
profundamente reflexivo de la ruralía comerieña, una pieza histórico-literaria que invito a que sea leída
y releída, especialmente por los(as) comerieños(as). Muchas gracias…

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DOSSIER

“como lianas
indomables” Archivo
rural en sus montañas
Por: beatriz llenín figueroa
Le había pedido a Vanessa que me trajera a Comerío. Era mi primera vez. Como estoy
convencida que ella hace, aspiro a escribir sobre los paisajes de nuestro país desde el raro amor que
le prodigo, incapaz de idilio, pero enchulao, con una ternura inagotable que no desdice el inclemente
ojo avizor, con un amor que tiene pies y camina, que siempre quiere estacionar el carro y, como
decían mis abuelos, apearse. El recorrido que hicimos juntas aquel caluroso día de julio culminó con la
ascensión a Cielito. Subimos la cuesta desde la plaza pública hasta aquí, el Centro Comunal y la Casa
Juana Colón, mientras sosteníamos conversación con Wilson y Janice e iniciábamos la planificación
que nos traería hasta esta tarde, para celebrar el libro de Vanessa donde mejor se debe, en el lugar al
que, y que le, corresponde, del que nace.

Salimos temprano de Río Piedras y cruzamos Bayamón para luego atravesar las curvas
señalizadas con relucientes y orgullosos letreros que dan la bienvenida a Comerío, montaña en flor,
instándonos a apagar el aire acondicionado, bajar las ventanillas y oler la cordillera. Nos detuvimos
primero en el mirador de la represa. Algo he de escribir sobre esa visión, pero no aquí. Hoy quiero
empezar donde siento que Vanessa y yo verdaderamente empezamos ese día una comunión en
Comerío: en el antiguo cementerio municipal, a la entrada del pueblo. La dureza de mármol que
usamos para inventar alguna permanencia, falaz pero memoriosa, ante la eterna disolución de las
cosas, de los cuerpos, no deja de emocionarme. Aunque aquellos no eran “mis” muertos, subir y bajar
las cuestas de ese cementerio anidado, rodeado de montañas vivísimas en cualquier dirección que
se mire, con un sol deslumbrante que casi haría rechinar los párpados, y ver a mi amiga, mi querida
Vanessa, posar sus manos en las tumbas de “sus” muertos y conmoverse, me estremeció como si lo
fueran.

Es que lo son. Todo lo que se nos muere, se nos muere a todas, desconsoladas como el hermano
embalsamador de Aleida en el relato “La quietud de tu cuerpo,” que la creía “eterna,” convencido
que “nunca llegaría este día en que te falta palabra, y ya ves, yo aquí ahogándome, sin piedra de
la que agarrarme, sin agua, crecida, río, ni misión que limpie este dolor” (98). Si este libro algo dice,
precisamente en su paradójico afán memorioso contra “la historia [que] no hace justicia a las vidas,
que será un borrón en un archivo, una edad mal calculada, un nombre que dejará de pronunciarse”
(91), es que la historia personal, la del padre, la madre, la abuela, las hijas, es también la historia de
todas, y viceversa. El país que nos parieron Juana Colón, la niña Luz y la maestra Nereida, las obreras
tabaqueras, la abuela jugadora de briscas, las Saturninas y las Marías y las Aleidas en estos relatos, es
también el país de nuestras familias particulares. Y ese país que forjaron nuestras grandes mayorías

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anónimas en medio de un violento período de crisis y transformaciones –las primeras décadas tras la
toma del país por el nuevo imperio–, está indisolublemente ligado al momento que hoy vivimos, a esta
ruina por diseño del pacto neocolonial capitalista que otra vez vino –y sigue viniendo– acompañado
de “misiones” de fe y rescate. Vanessa nos invita a mirar aquel momento porque hacerlo es también
mirarnos, consignarnos, declararnos aquí, hoy; decir, esta agonía nos la han diseñado, pero “aquí vive
gente.”

La invitación de este libro es que, si nos disponemos a mirarnos hace cien años de la mano
de su escritura sensible, valiente, advertimos de inmediato que bien, lo que se dice bien, nunca nos
hemos visto, pues hemos echado por la borda las vidas de quienes nos la dieron, nuestras mujeres
escarpadas como estas montañas, nuestras mujeres hechas de madera y malagueta. Y si mirarnos en
ese espejo es también mirarnos hoy, ya saben lo que nos urge…

Precisamos el estudio atento, generoso y, sí, paradójico, en apariencia imposible, de nuestro


archivo ágrafo, de nuestro archivo sin escritura. Las montañas, los árboles, las hojas de tabaco, la
salvia y el alcanfor, las cosas del cuerpo humano –memorias, pasiones, infecciones, ademanes,
movimientos, deseos, afectos, tactos, miradas, voces, olores (de hecho, los olores, percibidos con “el
más mamífero de [nuestros] sentidos” [44], son esenciales en este libro lleno de hierbas aromáticas,
de tabaco y formol, de “manos perfumadas de humo de cigarrillo y tonos de alcohol” [43]) son ágrafos,
mas escriben. El estremecimiento que el agua del río ocasiona es ágrafo, pero escribe. Mujeres ágrafas
como Juana Colón (quien, según cita de William Fred recogida por Wilson Torres Rosario en su libro,
“tenía el carimbo por los cuatro costados. Era mujer, era negra, era pobre, descendiente de esclavos
y era analfabeta” [122]) y la abuela paterna de Vanessa, Saturnina (¿o Angelina?) Ferrer, escriben.
Pero hay que saber leer la escritura ágrafa. Y en ese sentido, hay que ser también una lectora ágrafa,
capaz de dejarse acontecer, de dejarse conmover, de dejarse confundir por experiencias imposibles
de comprender, sistematizar, racionalizar, determinar con el estatus de veracidad y documentación
que los archivos tradicionales requieren, pero que no por ello son menos reales, menos contundentes,
menos fehacientes, menos influyentes a futuro.

Es más, me atrevo a aseverar que son mucho más determinantes que lo que un archivo escrito
jamás será capaz de recoger. Ofrezco como prueba dos hechos irrefutables: que la historia de la
abrumadora mayoría de las gentes del planeta no se contó nunca, y sigue sin contarse, con las grafías
que nuestra especie ha inventado; y que el resto de las formas de vida re-produce el mundo sin
preocuparse por eso que la humanidad llama “escritura.” Queda claro que la vida misma es ágrafa.
Y me dirán ustedes (y seguramente la propia Vanessa), sí, pero nosotras no podemos por más que
escribirla. Esto que leo lo escribí. Aquí estamos celebrando un libro. Todos los libros. Una editorial
apuesta siempre por la grafía de los libros. Sin duda. Pero lo que quiero decir es que Archivo rural es
lo imposible, en tanto está hecho de una grafía ágrafa, atenta a y generosa con “los no sé qué,” aquello
intraducible a la escritura y pese a ello, o quizá precisamente por ello, lo más potente, el imán de toda
movilización que valga la pena para transformarnos el vivir. Es lo que los testimonios orales que Wilson
recogió en su libro sobre Juana Colón intentan describir con frases irremediablemente imprecisas:
“esa facilidad que ella tenía, yo no sé;” “era demasiado esa señora” (119); “era bien fuerte;” “era una
mujer fuera de serie” (107). Es imposible captar con nuestras palabras la potencia de su figura que
tanto “movía,” para usar un verbo recurrente en los testimonios comerieños recogidos por Wilson.

Así, como Juana, “fuera de serie,” “yo no sé,” es este libro y todos los personajes que lo pueblan
y nos “mueven,” y, sobre todo, sus, nuestras, mujeres. Así, como Juana, “fuera de serie,” “yo no sé,”
es Janice y las mujeres de la Casa Juana Colón. Así, como Juana, “fuera de serie,” “yo no sé,” son
nuestros campos y esta hermosa cordillera. “Lo cierto es,” como también escribe Vanessa, “que es[t]
os barrios han seguido colgados, como lianas indomables” (59), quién sabe cómo.

ENE 2023: MIENTRAS CAMINAMOS / 103


DOSSIER

UNIVERSID
REC

Foto por Editora Educación Emergente

Foto por Editora Educación Emergente

104 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


17 DE NOVIEMBRE DE 2022

DAD DE PUERTO RICO,


CINTO DE MAYAGÜEZ

Foto por Editora Educación Emergente

Foto por Editora Educación Emergente

ENE 2023: MIENTRAS CAMINAMOS / 105


DOSSIER

la delicadeza al navegar
un Archivo rural
Por: mari mari narváez

Cuando este libro se publicó, me pareció que no se trataba solamente de un libro. Pensé que
Archivo rural era un concepto; una propuesta personal y colectiva de toma de la memoria. Al leerlo,
comencé a verlo como una forma personal y política de búsqueda, evocación y liberación. Son varios
los procesos de revelación que reúne este último proyecto literario de Vanessa Vilches Norat.

Podríamos juntarnos y hablar el resto del día sobre este pequeño libro que, como los grandes
libros, guarda diversos misterios y recados. Pero me limitaré a hablar sólo de un par de aspectos que
me han sorprendido y conmovido sobre este libro y que me enternece y anima compartir con ustedes
hoy.

Creo que, en su forma, Archivo rural es tal vez la obra más experimental de Vanessa Vilches
Norat. La escritora se lanza incluso a un nuevo género, con ciertos segmentos en la primera parte que,
si bien son narrativos, también son breves y fragmentados y absolutamente poéticos. Pero también
este experimento contiene un ejercicio de desnudamiento radical: porque hurga hondo en su propia
historia, develando no sólo al padre sino a la casa: a las abuelas, a la madre, a las seis hermanas que

106 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


conforman la constelación Vilches Norat, hasta volver a dibujar la historia de Comerío y, en el río de
esa historia, a las mujeres despalilladoras a quienes el feminismo liberal decimonónico dejó atrás en
la lucha sufragista. Aquel era un feminismo que no cuestionaba las premisas opresivas de un sistema
de explotación centrado en las mujeres analfabetas, trabajadoras y campesinas, de cuyas historias
y humanidad Vilches da cuenta de forma personalísima pues su propia abuela fue despalilladora.
De hecho, esta historia viene tejiéndose desde mucho antes, a través de las páginas del espacio
de columna que compartimos hace diecisiete años: “Será otra cosa,” antes “Fuera del quicio,” en el
periódico Claridad y junto a compañeras escritoras como Sofía Irene Cardona, Beatriz Llenín Figueroa,
Ana Teresa Pérez Leroux, Zahira Cruz y Rima Brusi, entre otras. Fue ahí donde primero leí acerca de
la abuela despalilladora.

Me temo que ese hurgar ha sido una frontera espinosa en su trabajo literario. Conociendo el
pudor extremo del que sufre mi amiga Vanessa, sé que este ejercicio narrativo ha sido inmensamente
valiente, además de frontal, además de aparatoso, como sus mejores cuentos. Todas tenemos historia
y a todas nos toca un día pensar esa historia. No todas iniciamos una búsqueda escrupulosa como ésta,
pero sí creo que a todas nos llega el momento de reiterarnos en nuestra historia o, por el contrario, de
darle la espalda, de expulsarla. No es coincidencia que esa también sea la historia de nuestro país: la
de unos que han dado la espalda a la historia de nuestras opresiones, mientras otras nos reiteramos y
buscamos en ella. Digo que no es coincidencia porque este ejercicio histórico-literario de búsqueda de
la memoria de Vanessa Vilches Norat no es azaroso. Este interés, ese mirar no hacia afuera sino hacia
adentro y hacia atrás, es una postura política en sí misma. Y a eso hay que añadirle que el registro
histórico y literario de las historias de mujeres es demasiado escaso. Lo es, como regla general, en el
mundo, y más aún en Puerto Rico, donde, de por sí, nuestros archivos y memoria viven en una crisis
e invisibilidad perennes.

Hay escritoras que hablan de las historias, particularmente las de mujeres, como formas de
compensación o reparación. En el acto de tomar nuestras historias y las de nuestras abuelas, en la
acción de hacer que nos devuelvan nuestras historias, hay una gran redención. ¿Por qué? Porque
estas historias no se conocen, no porque no existieran o fueran irrelevantes, sino porque nos fueron
robadas. En ese robo, fueron invisibilizadas, y esa ausencia nos invisibilizó a nosotras, las mujeres
como clase mundial, a media población del globo, y por el simple hecho de ser mujeres. Todavía
estamos tratando de existir, de marcar espacio y territorios, de contar nuestras vidas y opresiones
y amores y violencias, como se contaron desde siempre las de los hombres, que fueron a grandes
rasgos quienes escribieron la historia, por supuesto, con su mirada patriarcal y, por tanto, desde el
poder. En Archivo rural, Vanessa nos devuelve algunas de las historias robadas en este país.

Como estudiante de Historia que fui y que creo sigo siendo, me interesan mucho los protocolos
del archivo: cómo se le interroga. Ese acto de curiosidad equivale a estar dispuesta, como dice la
escritora y profesora Saidiya Hartman, a mirar un ataúd abierto. Hay que preguntarse si las posibilidades
de ese ataúd abierto superan los peligros de mirar otra vez.1

Hay mucha delicadeza en este libro y no me refiero sólo a la elegancia de su vocabulario,


aunque también eso merece destacarse. Archivo rural nos ofrece un universo lingüístico y estético
para mí sumamente maduro y personal, un lenguaje que le saca el cuerpo rotundamente a las modas y
expectativas literarias, a las categorías generacionales, y se instala en el signo propio, personalísimo,
de una escritora que ya tiene siete libros y cientos de columnas, ensayos y conferencias en su
expediente, y que ha cavado una identidad y una presencia insondables en nuestra literatura a fuerza
de una gran persistencia y de una ética ávida de estudio e investigación. De hecho, todos los libros de
Vanessa han supuesto investigaciones históricas muy exhaustivas, centrales a sus historias.
1 Hartman, Saidiya. “Venus in Two Acts,” Small Axe, Number 26 (Volume 12, Number 2), June 2008, pp. 1-14.

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Pero mencionaba la delicadeza en este libro… y también es porque hablo de la forma casi
DOSSIER
sin dejar rastros en que la escritora navega el archivo histórico. Hay muchas maneras de hacer ese
ejercicio, no sólo desde el campo de la Historia, sino también desde la literatura. Jamás podremos
reproducir el pasado con exactitud. Ese acceso siempre será un campo minado, lleno de vacíos,
preguntas, presunciones. Pero el presente también es espinoso. Es determinante, sobre todo, en
el marco que se utilice para acceder al pasado, porque no sólo se trata de acceder, sino bajo qué
premisas. Se hace con perspectiva de género o con una mirada marxista o económica. Se accede
pensando que un origen no cambia nada, que lo que somos ahora no está directamente relacionado a
lo que transcurrió antes, o se accede creyendo que sí, que en el origen están las respuestas a nuestras
incógnitas de hoy, como no se cansan de decir tantos historiadores, por no decir todos, en una especie
de estrategia fatigada.

La mirada a este archivo rural no es voraz, no es glotona o insaciable, como tampoco es


ornamental, sin dejar de ser literaria. Es una mirada que se vuelca sobre un telón malogrado de historia
política. La belleza, cotidianidad y humanidad de estos relatos no vienen a decorar la historia de
fracasos, violencias y desigualdades; tampoco a construir agencias a la medida del tiempo transcurrido,
o gestas formidables creadas más para el acto de contar hoy que para la reflexión sobre la historia
transcurrida.

Siempre he tenido cierto problema personal con la fabulación de historias reales cuando se trata
de historias de opresiones y violencias. Percibía que ciertos acercamientos literarios podían repetir esas
violencias incluso invisibilizándolas, o someter a sus personajes a nuevas capas de victimizaciones
históricas. No sabía bien qué hacer con este malestar, más allá de articularlo en mi propia ética literaria,
pero, recientemente, he tenido la suerte de reflexionar en torno a esta espina histórica gracias a mi
profesora de Historia, María del Carmen Baerga, catedrática en UPR, Río Piedras. Ella me presentó
a Saidiya Hartman, escritora estadounidense especialista en estudios de la afrodescendencia y a
quien mencioné horita. Hartman disputa los intentos de llenar los vacíos en el archivo de las violencias
históricas con adaptaciones a la medida de nuestra mejor sensación literaria y sus correspondientes
personajes. De hecho, ella nombra una manera de abordar el archivo y escribir de forma responsable:
le llama “fabulación crítica.”

La pérdida de historias agudiza el hambre por ellas. Por lo tanto, es tentador llenar los
vacíos y brindar un cierre donde no lo hay. Crear un espacio para el duelo donde esté
prohibido. Para fabricar un testigo de una muerte que nunca se notó mucho. […] Creo
que hay una cierta agenda de derechos integracionistas que pueden asumir los sujetos
que están posicionados de diversas maneras en la línea de color. Y ese proyecto es
algo que considero obsceno: el intento de convertir la narrativa de la derrota en una
oportunidad de celebración, el deseo de mirar los estragos y la brutalidad de los últimos
siglos, pero, aun así, encontrar una manera de sentirnos bien con nosotros mismos. Ese
no es mi proyecto en absoluto, aunque creo que en realidad es el proyecto de varias
personas. Desafortunadamente, el tipo de historia revisionista social emprendida por
muchos izquierdistas en la década de 1970, que intentaban ubicar la agencia de los
grupos dominados, resultó en narrativas de celebración de los oprimidos.2

Aunque en este artículo que cito, “Venus in Two Acts,” Hartman se centra en las historias de la
esclavitud, me pareció relevante su análisis en la reflexión sobre Archivo rural y esa revisión histórico-
literaria de una de las violencias más grandes e invisibles de nuestra historia, que es sin duda la de las
despalilladoras de tabaco del siglo XX, mujeres a las que no sólo las sufragistas, sino el país en pleno,

2 Hartman, Saidiya. “Venus in Two Acts,” Small Axe, Number 26 (Volume 12, Number 2), June 2008, pp. 1-14. Todas las traducciones
del inglés provistas en este texto son de Google Translate.

108 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


les dio la espalda en más de un sentido y a quienes, de hecho, pocas reconocemos como nuestras
abuelas.

La fabulación crítica no es ficción histórica, aunque se nos parezca y suene como lo que las
personas escritoras de ficción han estado haciendo desde siempre. La fabulación crítica es una forma
de no ficción, una forma de escribir historia que requiere moderar la imaginación y la sed de resolver
los vacíos del archivo con ficciones tremendas. “Cuando se escribe al estilo de la fabulación crítica,
un escritor no puede dejarse llevar totalmente por su imaginación o por la línea argumental de su
imaginación, como se puede hacer cuando se escribe ficción,” explica Theresa Dintino en su artículo
“Critical Fabulation –Claiming the Narrative and Overriding the Supremacist Archive.” “Hay pautas para
permanecer dentro… Una vez reunidos los hechos, podemos imaginarnos dentro de un contenedor
de mesura que no va más allá de lo que sería creíble para el tiempo y el lugar. Podemos crear una
narración sobre la vida o vidas de los humanos en las historias que estamos contando, recurriendo a
otras fuentes de esa época y otros datos históricos que hemos recopilado.”3

Cuando hablo de la delicadeza de este libro me refiero a esto: aunque Vilches Norat es una
escritora de ficción, me parece que hace una fabulación crítica. No se le ve maquillando opresiones
ni construyendo historias tremendas sobre personajes ya oprimidos por la historia y por el olvido, por
el robo de sus historias que mencionamos horita y vale reiterar. Y me refiero sólo a los personajes
inspirados en aquellos que existieron, como el de la abuela, por ejemplo. No me refiero a personajes
absolutamente creados por la autora. A mí me parece que, interesantemente, en su navegación del
archivo, utiliza otras fuentes además de las evidentes (algunas de las cuales incluso menciona en el
libro) para reconstruir la historia de la abuela y, por ende, la de su padre, que es también la suya y la de
sus hijas. Creo que una de esas fuentes potentísimas que me conmovió mucho imaginar es la oralidad
misma, la experiencia de lo que se contó en esa familia sobre la abuela despalilladora. La oralidad, así
como la artesanía, han sido archivos revolucionarios para contar la historia de las mujeres. Pero no la
he entrevistado; ahí habría que preguntarle a ella.

Decía al inicio que la forma de este libro es más experimental. Pero quiero mencionar el regocijo
de encontrar en él los rastros de algunas grandes obsesiones de Vanessa Vilches Norat: la muerte, la
perturbación, y esa maternidad descarnada, precarizada y transgresiva que nos cambió al filo de aquel
vestíbulo de adultez que fue, al menos para mí, Crímenes domésticos, su primer libro de cuentos.
Para mi sorpresa, la elegancia extrema de este libro poético, cuentista y archivístico no abandona
el elemento desconcertante que ya viene siendo el sello Vilches Norat. En esta ocasión, la escritora
nos sobrecoge con un nuevo cuento insólito, mórbido, erótico, yo diría que hasta ascético y, sin duda,
tierno, sobre un hermano aprendiz de embalsamador que prepara el cuerpo de su hermana Aleida tras
su muerte.

Esto me recuerda que en Archivo rural hay muchas pactaciones. Hay espíritus de cofradías,
escenas de sororidad. A mí me evoca la tradición oral en torno a la hoguera. Como si, cientos de años
atrás, esas mujeres de Comerío se hubiesen encontrado muchas veces alrededor del fuego para
intercambiar el agua por provisiones y tácticas de preservación, para compartir historias y quemaduras.

3 Dintino, Theresa. “Critical Fabulation –Claiming the Narrative and Overriding the Supremacist Archive.” 16 de agosto de 2022. Nasty
Women Writers: Revealing the Web of Women Writers - Connections that Nurture and Inspire.

ENE 2023: MIENTRAS CAMINAMOS / 109


c
o Con mucho entusiasmo Cruce anuncia que está recibiendo
colaboraciones para su próxima edición especial junto
n al Pato Project Foundation https://www.tpp-foundation.
org El objetivo de esta convocatoria es recopilar textos
v (de todo tipo) que cuenten la(s) historia(s) moderna(s)
puertorriqueña(s) a través del lente LGBTTQIA+ con un
o enfoque particular en el siglo XX. Nos interesa de manera
particular recopilar datos históricos sobre la comunidad
c LGBTTQIA+ que ayuden a formar una memoria y
secuencia histórica. Como, por ejemplo, temas puntuales
a que incluyan, pero no se limiten a:
a. La generación silente (primeras dos décadas de
t siglo XX).
b. La era de la pandemia del VIH/SIDA (las décadas

o de los 70 y 80 del siglo XX).


c. Intersecciones con géneros musicales, artes
plásticas, teatro, literatura, periodismo, activismo,
r salud pública y servicios sociales.
d. Diversidad de puntos de vistas generacional, nivel
i socioeconómico, raza, clase y otras intersecciones.

a En esta edición especial de Cruce lxs invitamos a contribuir


con sus manuscritos y piezas que abunden sobre estos
temas. Consideraremos ensayos, reseñas de libros
relacionados, así como todo tipo de texto o pieza artística
que explore temas y perspectivas afines a lo cuir (queer),
derechos civiles y humanos de la comunidad LGBTTQIA+,
activismo político, así como manifestaciones artísticas
y sociales, desde distintas disciplinas. Contamos con la
colaboración de Gary Bonilla, fundador del Pato Project
Foundation como co-editor de esta edición especial.
Algunos temas sugeridos son:
Política y sociedad:
- impacto de la comunidad en la economía
- las identidades en lucha y sus implicaciones en el
espectro sociopolítico
- las violencias y fobias cotidianas, sesgos/prejuicios
implícitos, micro-agresiones, esquemas innatos
- la relación mediática con los asuntos propios de la
comunidad
- perspectivas históricas en el desarrollo de la
comunidad
- enfrentamientos a la marginación y fobias a través de
la acción social

110 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


Arte:
- expresiones escritas y piezas plásticas que partan o se instalen en el eje temático en cuestión
- análisis de las diversas manifestaciones y expresiones artísticas que cuestionan y reflexionan en
y desde la complejidad de la comunidad LBTTQIA+
- foto-ensayos o documentación relativos
- novelas gráficas o textos ilustrados alusivos
Letras:
- mirada historiográfica cuir en la literatura
- acercamientos al lenguaje ante los cuestionamientos de género
- recopilación de crónicas, microhistorias y testimonios que partan o se instalen en el eje temático
en cuestión
- reseñas y comentarios de textos o artículos relacionados a los temas LGBTTQIA+
Cine y otro material audiovisual:
- reseñas de películas alusivas
- la normalización de la alternatividad en las películas y series televisivas
- fotografías
- videos
- grabaciones
- arte digital
c
El plazo para someter las colaboraciones es hasta el 10 de abril de 2023. Invitamos a todxs lxs
interesadxs en participar en esta convocatoria a enviarnos sus manuscritos y piezas. Las fotos,
o
pinturas, entre otros formatos de imagen deben ser enviados en alta resolución. Los textos deben
presentarse con el siguiente formato: Letra Times New Roman, 12 puntos, doble espacio, tamaño
n
carta, en formato de Word, identificado con el o la autor(a). Los artículos no deben exceder de las
12 páginas. Las reseñas de libros no deben superar las 6 páginas. Los textos creativos tendrán un
v
límite de 8 páginas. No se recibirán manuscritos que superen estos tamaños. Debe incluir una foto
y una biografía del autorx que no exceda las 200 palabras. Los textos y piezas deben enviarse a
o
editorescruce@uagm.edu . Si se incluyen mapas, ilustraciones, tablas o cualquier tipo de gráfico
explicativo dentro del documento, deben estar en alta resolución (en formato jpg o png con el título con
c
el cual será identificado en la publicación) y el o la suscribiente debe contar con los permisos de uso o
regirse por la Ley de Derechos de Autor. a
Para más información sobre la revista pueden visitar: https://issuu.com/revistacruce https://revistacruce.
com/politica-editorial Para cualquier otra pregunta pueden contactarnos en: editorescruce@uagm.edu
t
Les agradecemos que colaboren con nuestro interés de gestar un espacio de encuentro de amplias
perspectivas.
o
r
i
ENE 2023: MIENTRAS CAMINAMOS / 111 a
112 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA
Fecha Lugar Evento

Martes, Salón de Conferencias Firma de acuerdo colaborativo entre el


25 de octubre de 2022 Vicerrectoría, UAGM, Comité del Centenario Rafael Tufiño y la
1:00 p.m. Recinto de Cupey Universidad Ana G. Méndez, Recinto de
Cupey.

Jueves, Rotonda del Capitolio Actividad en celebración del centenario


27 de octubre de 2022 y exposición de obras de Tufiño. La
11:00 a.m. exposición estará hasta el 30 de noviembre de 2022.

Domingo, Museo Las Américas Actividad de celebración del cumpleaños


30 de octubre de 2022 y el centenario de Tufiño, presentación de
1:00 p.m. video retrato Los 80 del Tefo, develación
del cartel del centenario por Garvin Sierra
y música.
Jueves, Instituto de Cultura Exposición de obras de Tufiño. Apertura
17 de noviembre de 2022 Puertorriqueña (ICP) de la exhibición Tufiño en el ICP, a las 7:00 p.m.
en la Sala Central del Antiguo Arsenal de la Marina
Española en el Viejo San Juan. Luego la exhibición
estará abierta desde el 18 de noviembre de 2022 en
horario regular de miércoles a domingo de 10:00 a.m.
a 5:00 p.m. para que más personas puedan visitarla
durante el fin de semana.
Sábado, Sede de la Cooperativa Exposición Centenario de Rafael Tufiño
19 de noviembre de 2022 de Seguros Múltiples en (1922-2022). La exposición en conmemoración del
San Juan Centenario de Tufiño en la sede de la Cooperativa
de Seguros Múltiples continuará hasta el 30 de
noviembre de 2022. Habrá una visita guiada el
sabado, 19 de novembre de 2022. Para reservar su
espacio deben enviar un email a:
arte@segurosmultiples.com

Enero - Mayo 2023 UAGM Recinto de Cupey Actividades de la División Académica de


Artes Liberales
Conversatorio con la participación de
Pablo Tufiño
Exposición de cartas de Rafael Tufiño a
su hijo Pablo – Biblioteca UAGM, Recinto de
Cupey
Jueves, Museo Las Américas Tufiño íntimo: Cartas a Pablo
30 de marzo de 2023

Septiembre 2023 UAGM Recinto de Cupey Edición especial de la Revista Cruce de


UAGM, dedicada al maestro Rafael Tufiño

ENE 2023: MIENTRAS CAMINAMOS / 113


114 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA
CONVOCATORIA
El Proyecto de Titulo V y las Divisiones de Artes Liberales, Ciencias, Tecnologia y Ambiente y Negocio, Turismo y
Emprendimiento de la UAGM, Recinto de Cupey, les invita a participar de la Semana de la Conciencia Social, dirigida al
tema: “La universidad ante los retos de la época”. La actividad se llevará a cabo del 18 al 20 de abril de 2023 de manera
presencial en el Design Thinking Lab de la UAGM, de nuestro recinto.

Cada panel estará compuesto por 3 o 4 estudiantes que presentarán sus trabajos en torno al tema (o temas derivados
del cuestionamiento del papel de la universidad ante los desafíos actuales). Se aceptan reflexiones críticas, propuestas de
investigaciones o investigaciones completas, poesías, cuentos cortos, videos y cortometrajes. Cada presentación tendrá
una duración máxima de 10 minutos. Luego de las presentaciones se abre el diálogo con la audiencia. Se espera que cada
panel tenga una duración de 1 hora y media (45 minutos de presentación y 45 minutos de discusión con el público). Cabe
destacar que también estaremos aceptando dibujos, pinturas, artes gráficas y fotografías que estén relacionadas al tema
de la actividad.

Algunos de los subtemas alrededor de los cuales pueden girar las presentaciones son los siguientes:

- La universidad y la construcción del conocimiento


- Aspectos curriculares (secuenciales, cursos, requisitos, modalidades, etc)
- Postura ante los asuntos políticos, sociales y ecológicos, etc
- Aportaciones de las diferentes disciplinas para el mejoramiento del lazo social y de las comunidades
- Postura ante las demandas neoliberales
- Propuestas dirigidas a las poblaciones vulnerables
- Historia de las universidades
- Eventos de emergencia y desastres
- La universidad que soñamos

Cada estudiante debe enviar un resumen de 170 a 200 palabras sobre su tema. En el resumen, deben incluir el título
del trabajo, una breve descripción del tema y el formato (reflexión, investigación, propuesta de investigación, video,
cortometraje o texto creativo). A su vez, debe incluir el nombre del/a autor/a o de los autores, universidad donde estudia,
carrera que estudia y año que cursa. Se recomienda que cada estudiante tenga una profesora o un profesor como mentor/a
que le asista en el trabajo. El nombre, título y lugar de trabajo de dicho/a mentor/a debe aparecer en el resumen.

Los o las interesados(as) en exponer su trabajo tendrán hasta el 20 de febrero de 2023 para enviar el resumen
correspondiente a la dirección electrónica: https://forms.gle/vyuAsdbSQDR1GKVK7

El 28 de febrero los y las estudiantes recibirán comunicación para indicarles si sus trabajos fueron o no aceptados para
presentarlos en el evento. Por eso, es de vital importancia que incluyan en el resumen su número de teléfono, dirección
electrónica u otra forma de contacto.

Cualquier pregunta puede escribir a la dirección electrónica proyectotv@uagm.edu o llamar al (787) 766-1717, ext. 7290

¡Esperamos su participación!

Para participar de esta convocatoria, pulsa el 2023:


ENE enlace.
MIENTRAS CAMINAMOS / 115
l i n k t r. e e / r e v i s t a c r u c e

116 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA

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