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ARQUEOLOGIA Arqueología Analítica es un trabajo precursor en metodología

ANALITICA arqueológica; es un libro que sienta las bases teóricas del


análisis arqueológico, con independencia de‘ la época o la
región estudiadas. Lq primera edición del libro presentaba y
valoraba los grandés cambios que había experimentado la
David L.Clarke metodología arqueológica a partir de la introducción en la
misma d$'elementos provenientes de la geografía y la ciber­
nética. Para Clarke había llegado el momento de elaborar una
teoría central que ordenase los modelos de las grandes enti­
“Sin lugar a duda, el trabajo arqueológico dades (atributos, artefactos, culturas y grupos culturales),
utilizados por los arqueólogos contemporáneos. Se trataba,
más importante de esos últimos por consiguiente, de definir esas entidades con sumo rigor y
veinte o treinta años” cuidado y, luego, establecer su relación con toda una gama
de entidades sociales y lingüísticas susceptibles de ser apli­
THE TIMES LITERARY SUPPLEMENT cadas a los datos arqueológicos.
Esta nueva edición del libro de Clarke presenta la teoría
general de la arqueología con una profundidad y un alcance
nunca igualados. Con respecto a la primera edición, la!/exten-
sión total del texto ha sido reducida a dos tercios, gracias a
lo cual se ha podido corregir el aspecto reiterativo de la ex­
posición; en cambio, se ha añadido abundante ilustración nue­
va y, al final de los capítulos, extensas notas aclaratorias so­
4* bre los avances generados bajo el impulso innovador de
Arqueología Analítica en el campo de la metodología y la teo­
ría. El estudiante y el arqueólogo profesional apreciarán el po­
der estimulante y profundamente evocador de este gran clá­
sico de la literatura arqueológica.
t>

David L. Clarke fue Director de Estudios de Arqueología y


Antropología del prestigioso colegio Peterhouse de Cambridge

SEGUNDA EDICION y Catedrático de la Facultad de Arqueología y Antropología;


Bob Chapman es Catedrático de Arqueología de la Universi­
dad de Reading.
ARQUEOLOGIA ANALITICA

ediciones bellaterra, s. a. ISBN: 84-7290-040-1


Felipe de Paz, 12
••
BARCELONA-28
r
‘ Arqueología
Analítica
Arqueología
Analítica

David L. Clarke

SEGUNDA EDICION

revisión de
BOB CHAPMAN

ediciones bellaterra, s.a.


5^

Contenido

Título de la obra original Prólogo a la segunda edición IX


Analytical Archaeology Prefacio XII
SECOND EDITION
1 Introducción y polémica
Traducción: Bellaterra
I La historia de la arqueología 2
Supervisión: M.a Eugenia Aubet Semmler 9
___________Catedrático de Prehistoria II La naturaleza de la arqueología
III La naturaleza de los datos arqueológicos 11
de la Universidad Autónoma de Barcelona
IV Los objetivos de la arqueología 16
Joan Miró i Ametller V Terminología, definición y significado 19
Doctor en Ciencias C
VI Modelos 26
C:

F. Riera i Doménech N

Licenciado en Geografía e Historia 2 Sistemas culturales —el modelo 36


Ingeniero Geólogo . I Teoría de sistemas —un esquema 36
X
<•
II Propuesta de modelo general 62
© 1968,1978, Herederos de David L. Clarke III Discusión 67
Methuen & Co. Ltd., Londres, Editores (1968,1978)

© 1984 Ediciones Bellaterra, S.A. 3 Morfología cultural y ecología cultural —el marco 73
Felipe de Paz, 12. - Barcelona-28 I Naturaleza del sistema cultural . 74
II La cultura como sistema de información 77
0
Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de este libro pueden reproducirse 87
ni retransmitirse utilizando medios mecánicos o electrónicos, grabación u otro sistema, sin “ü III La cultura como sistema de subsistemas
permiso escrito del editor. y IV El ambiente: un sistema con subsistemas 116
ú

Impreso en España -TI


4 Sistemas de cultura material —atributo y artefacto 132
Printed in Spain
I . Introducción 132
Depósito Legal: B. 10.044-1984 •0 II Sistemas de atributos y de artefactos 134
Al
ISBN: 84-7290-040-1 III Regularidades del patrón de fase 143
c
IV Regularidades del patrón temporal 159
Fotocomposición J. Canut
Impreso por I. G. Manuel Pareja. Montaña, 16. - Barcelona-26 V Regularidades del patrón sistémico . -173

<5

G
VI Contenido Contenido VII

5 Artefacto y tipo 182 11 Discusión y especulación 418


I Introducción 182 I Antecedentes teóricos 418
II Sistemas de artefactos tipo 184 II Procedimiento disciplinado 423
III Regularidades del patrón de fase 185 III Gramática arqueológica 430
IV Regularidades del patrón temporal 193 IV Especulaciones 436
V Regularidades del patrón sistémico 211
Definiciones 440
218 Bibliografía 447
6 Conjunto y cultura
I Introducción 218 Indice alfabético 461
II Sistemas de conjuntos culturales 221
III Regularidades del patrón de fase 233
IV Regularidades del patrón temporal 242
V Regularidades del patrón sistémico 255

7 Cultura y grupo cultural 267


I Introducción 267
II Sistemas de grupos culturales 269
III Regularidades del patrón de fase 272
IV Regularidades del patrón temporal 282
V Regularidades del patrón sistémico 290

8 Grupo cultural y tecnocomplejo 293


I Introducción 293
i
II Sistemas de tecnocomplejo 295
III Regularidades del patrón de fase 301
IV Regularidades del patrón temporal 303
V Regularidades del patrón sistémico 316

9 Etnología de grupo 325


I Introducción 325
II Pruebas internas 329
III Pruebas etnográficas recientes 332
IV Pruebas etnográficas históricas 354

10 Entidades —procesos y procedimientos 367


I Introducción 367
II Entidades 369
III Procesos 373
IV Procedimientos 412
-1
-L •

Prólogo a la segunda edición

Durante los primeros meses de 1976 David Clarke empezó a planear una
segunda edición revisada de su libro. La primera edición, que había sido un
gran éxito editorial en los medios académicos, se había agotado, pero subsis­
tía una fuerte demanda del libro; los ejemplares de segunda mano alcanzaban
precios exorbitantes. La intención del autor era de reducir la extensión del
libro en unas doscientas páginas, eliminar los aspectos anticuados y los pa­
sajes repetitivos, resumir las secciones más extensas, simplificar el estilo de
su prosa para hacerla más legible y escribir dos capítulos nuevos. Había
convenido con su editor la entrega de la versión revisada en otoño del mismo
año y me pidió que le ayudara a reunir los materiales necesarios. Examina­
mos las áreas generales que juzgábamos conveniente revisar y empecé a tra­
bajar en ellos inmediatamente.
Después de la muerte de Clarke, acaecida a finales de junio de aquel año,
me puse en contacto con su editor y con su viuda Stella. Ambos se mani­
festaron deseosos de que la revisión se llevase a cabo aunque no fuese exac­
tamente en la forma prevista por el autor. Las notas personales de Clarke
no iban a serme de gran ayuda, puesto que al igual que para otros temas,
la mayor parte de sus ideas permanecían en su mente, y cuando las ponía en
forma de notas, éstas solían ser de suma brevedad y, generalmente, ilegibles.
El libro se divide en dos partes bien diferenciadas: teoría y métodos y,
aunque una y otros hayan evolucionado considerablemente en los últimos
diez años, son los métodos los que han experimentado mayores cambios.
Han habido importantes trabajos sobre el uso de los ordenadores y los mo­
delos matemáticos (Doran y Hodson, 1975) y sobre la aplicación de las técnicas
cuantitativas de análisis espacial derivadas de la geografía contemporánea
(Hodder y Orion, 1975). Varias de las proposiciones y ejemplos contenidos
en los capítulos 11-13 de la primera edición han sido recogidos y desarro­
llados por otros arqueólogos en diferentes países del mundo y, en toda jus­
ticia, esos trabajos requerían que se escribiesen por lo menos dos o tres
nuevos capítulos. Me plantee la cuestión pero llegué a la conclusión de que
no podía introducir una aportación tan personal en la obra de alguien por
quien sentía la mayor admiración y respeto.
Él plan alternativo que he adoptado en esta revisión ha consistido en
conservar la primera parte del libro con su estructura intacta. A ésta he
añadido el capítulo de Conclusiones (Capítulo 14 de la primera edición).
X Prólogo a la segunda edición Prólogo a la segunda edición XI

La teoría es, desde luego, una fuente constante de debate en arqueología publicada dentro de unos plazos razonables. Pero es el propio David Clarke
y las ideas expresadas en Arqueología Analítica han sido bien acogidas por a quien van mis más profundos agradecimientos. Durante ocho años él fue
unos y refutadas por otros, aceptadas y criticadas a la vez. Los conceptos mi maestro y fuente inagotable de estímulos y bondades personales. Como
y la terminología de la teoría de sistemas en relación con las entidades ar­ muchos otros estudiantes de mi generación en Cambridge, me considero entre
queológicas, en ningún sitio han sido expuestos con tanto detalle, y el alegato los afortunados que compartieron su amistad y recibieron innumerables
a favor de una preocupación más rigurosa por la teoría raras veces ha sido pruebas de su gran generosidad. Con toda humildad dedicamos esta edición
presentado con tanta contundencia. Aunque algunos arqueólogos puedan revisada de Arqueología Analítica a la memoria del maestro excepcional
juzgar bastante desconcertante este mensaje (a causa de su exposición poco cuyas aportaciones a la arqueología contemporánea cuentan entre las más
familiar), o impetuoso, o irrelevante para sus intereses especializados, el libro sobresalientes de esos últimos veinte o treinta años.
conserva su popularidad y su influencia. Con respecto al desarrollo por David Reading Bob Chapman
Clarke de la metodología de Gordon Childe (una clasificación jerárquica de Septiembre 1977
entidades arqueológicas, entre las cuales la cultura es la unidad organiza­
tiva central), hay quienes pretenden que la interpretación de esas entidades
a partir de grupos sociales no es realista y contribuye a ocultar una varia­
bilidad importante en el comportamiento humano en el pasado (véase Ca­
pítulo 9, nota 1). A la vista de esos cambios graduales en la organización
teórica, la exposición clásica de la teoría «jerárquica» o «cultural» en ar­
queología puede ser tan útil para los estudiantes como para los profesionales.
Pero hay otras razones que justifican la edición revisada. La discusión
de la teoría de sistemas continúa siendo útil y estimulante. La condena de
la ambigüedad, del procedimiento indisciplinado y la falta de interés por la
teoría son aspectos con los que el estudiante de arqueología puede familia­
rizarse con indiscutible provecho. Finalmente, el interés más general del libro
reside en su proyección más allá de las fronteras de la arqueología —ex­
plorando otras áreas del mundo de las ciencias en pos de métodos y con­
ceptos susceptibles de ser utilizados en nuestros propios temas. Los estudian­
tes deberían ser conscientes de las «fronteras» y de los «límites» de sus es­
tudios, y esta actitud es, precisamente, una de las características más evi­
dentes de Arqueología Analítica.
De acuerdo con los deseos del autor he tratado de hacer más inteligible el
texto, sin perjuicio de las ideas básicas del mismo. He sacrificado algunas de
las disquisiciones y eliminado "varios de los pasajes más repetitivos y confu­
sos; en cambio, he añadido nuevas referencias y nuevas figuras y, en la
medida de lo posible, he limitado mis ingerencias en el texto a unas notas
al final de cada capítulo. Esas notas revisten la forma de comentarios en
relación con los avances más recientes de la metodología y la teoría y, de­
berían, suponemos, orientar al lector hacia otras fuentes de información.
En uno o dos casos he introducido materiales de la parte II de la primera
edición, y en dos ocasiones precisas he reescrito partes más sustanciales del
texto: sobre subsistemas económicos en el capítulo 3 y sobre modelos de
difusión en el capitulo 10.
Durante la revisión he recibido los estímulos y la asistencia profesional
de Richard Bradley, David Combs y Mike Fulford; de la señora Stella Clarke
y del editor. Mi esposa, Jan, se ha encargado del mecanografiado y de la
revisión del manuscrito; gracias a ella esta segunda edición ha podido ser
Prefacio XIII

en un edificio viejo y laberíntico, no aporta la solución a los amorfismos


arqueológicos. Las implicaciones de estos progresos deben ser integradas
a una disciplina totalmente congruente y remodelada; en efecto, el feedback
de.dichos nuevos acoplamientos es tal que no sólo estas técnicas deben ser
selectivamente modificadas para adaptarlas a las dimensiones arqueológicas
sino que la propia arqueología debe adaptarse y cambiar para aprovechar
las mejores ventajas de este potencial de reciente aparición.
Prefacio Este libro, por tanto, está en la línea del concepto de Bacon sobre el de­
sarrollo necesario de la teoría científica a partir de la previsión, la audacia
y la anticipación expuesta en su Novum Organum 1620. Este libro es una
síntesis de numerosos análisis en un intento de descubrir las regularidades
La arqueología es una ciencia empírica e indisciplinada carente de un esquema de los sistemas, y una tentativa personal dirigida hacia la integración reque­
de trabajo sistemático y ordenado basado en modelos y reglas de proce­ rida por los acontecimientos más arriba mencionados. Ante todo, es un
dimiento claramente definidos y manifiestos; carece, además, de un cuerpo trabajo de valoración temporal y experimental de un desarrollo teórico
teórico central capaz de sistematizar las regularidades implícitas en sus datos, complejo que inevitablemente necesitará una o dos generaciones más para
de tal manera que los residuos excepcionales que distinguen cada caso par­ madurar y dar un conjunto de procedimientos razonablemente comprensivo
ticular puedan ser rápidamente aislados y fácilmente valorados. Los arqueó­ y viable. Los análisis matemáticos, estadísticos y computados de los datos
logos no están de acuerdo en una teoría central a pesar de que, indiferentes arqueológicos asegurarán que los hasta ahora tácitos e ingenuos modelos
al lugar, período y cultura, empleen los mismos modelos y procedimientos arqueológicos sean más viables y explícitos o bien sean abandonados y even­
basados en entidades semejantes y distintivas: atributos, artefactos, tipos, tualmente sustituidos. Estos modelos pasarán del modelo icónico al análogo,
conjuntos, culturas y grupos culturales. A falta de una explícita teoría que y luego a modelos simbólicos de muchas clases, susceptibles de ser tratados
defina de una forma viable estas entidades y sus relaciones y transforma­ en la computadora y de garantizar un desarrollo más poderoso y genera­
ciones, la arqueología continúa siendo una profesión intuitiva, una destreza lizado de axiomas y principios sintetizadores en el seno de la disciplina ar­
maquinalmente aprendida. queológica.
Parece probable, sin embargo, que la segunda mitad del siglo xx mar­ Quizás sea necesario contrastar la arqueología analítica con la teoría
cará retrospectivamente un hito importante en el desarrollo de la arqueología, central arqueológica y con otros enfoques arqueológicos. El estudio contem­
una fase de transición hacia una nueva configuración disciplinaria. A partir poráneo de sistemas socioculturales hace hincapié en que el análisis de uni­
de los años cincuenta, los arqueólogos se han ido dando cuenta de las insu­ dades humanas antiguas o modernas y sus productos no puede ser satis­
ficiencias de sus arcaicas formulaciones, ofreciendo como propuestas alter­ factoriamente realizado en términos de información a partir de las tramas
nativas la nueva generación de técnicas y procedimientos ampliamente apli­ simples de estos sistemas complejos. Los atributos sociales, psicológicos,
cados hoy en día en el campo de las ciencias sociales. La remodelación lingüísticos, religiosos, económicos y materiales de las comunidades de homí­
adaptativa de la arqueología se ha puesto en marcha con la ayuda del estudio nidos no pueden ser estudiados de forma real si se aíslan del contexto in­
de sistemas, la teoría del juego, teoría de grupos, topología, teoría de infor­ tegral del sistema sociocultural y ambiental, precipitándolos en esa especial
mación y comunicación, ecología cultural, análisis situacional y estadísticas configuración mutuamente adaptada. Los arqueólogos no podrían especificar
analíticas e inductivas impulsados por innovaciones clave como son los or­ los valores exactos de esos factores previos, pero sus análisis deberán al
denadores digitales y los ordenadores analógicos. Las implicaciones de toda menos tener én cuenta su interdependencia, así como el probable alcance
una serie de nuevos estudios han invadido separada, lenta y sistemáticamen­ de su tolerancia relativa y la mediatización suplementaria impuesta por esas
te la arqueología. Una reacción a estos nuevos progresos ha sido para al­ limitaciones.
gunos un nostálgico refugio en la historiografía, mientras que para otros la Puesto que es posible descubrir selectivamente una infinidad de redes
respuesta ha consistido en la plena aceptación de estas innovaciones tras una especiales a través de sistemas socioculturales y de sus restos fósiles, ningún
serie de tanteos experimentales, errores inevitables, y feedback constructivo, enfoque único puede tener la exclusiva de la precisión y de la utilidad infor­
mientras que una tercera respuesta se reduce en mantenerse a la expectativa,
mativa. Por consiguiente, habrá tantas opiniones contrapuestas sobre la
arropándose en reputaciones enquistadas; todas estas reacciones están simul­ orientación y las dimensiones del análisis arqueológico como arqueólogos;
táneamente en pleno desarrollo. de ahí la división del ámbito de la arqueología en los campos parcialmente
Sin embargo, la mera introducción de estas nuevas técnicas en las estruc­
solapantes de las arqueologías rivales (Chang 1967, p. 137) o «paradigmas»
turas de la arqueología existente, al igual que las reparaciones y remodelados
XIV Prefacio

(Clarke 1972), de los cuales depende el desarrollo progresivo de. la arqueo­


logía. No obstante, hay un subsistema crítico dentro de los estudios ar­
queológicos que no puede reclamar preeminencia por sus virtudes intrínse­
cas pero que puede reclamar «droit de seigneur» en el conjunto de las ac­
tividades arqueológicas; la teoría central arqueológica o conjunto de proce­
dimientos aceptados por todos y comunes a la arqueología en todos los 1 Introducción y polémica
lugares.
Casi cada tipo y clase de estudio arqueológico contribuye en algo a nues­
tro entendimiento de la arqueología, pero todos estos estudios, por su parte, Como ves, hace falta correr todo cuanto una pueda para
dependen de la aptitud de la teoría que enmarca los análisis arqueológicos permanecer en el mismo lugar.
y que debería mantener unida la disciplina arqueológica indiferentemente del La reina a Alicia, A través del espejo
área, período y cultura. La polémica preliminar del capítulo I se debe (Cap. 2)
entender en este contexto como un intento de restablecer el equilibrio LEWIS CARROLL, 1832-1898
entre la teoría central, algo descuidada en detrimento de la historia narrativa, y
los análisis especializados. Las arqueologías rivales deben conservar su valioso
papel, pero la teoría central que une la arqueología analítica seguirá siendo
básica por más débiles e inadecuadas que sean sus manifestaciones contem­ Cada año se produce una nueva cosecha de excavaciones arqueológicas, una
poráneas. La arqueología analítica es principalmente un enfoque sintáctico cosecha nueva de artefactos. Cada década, uno o más yacimientos de
de la síntesis y teoría central, un corpus cambiante de sistemas conceptuales excepcional importancia y repercusión se incorpora y permanece en la lite­
que recalcan que ningún estudio arqueológico puede ser mejor que la ideolo­ ratura arqueológica o brilla brevemente en las llamativas páginas de publi­
gía que lo informa. caciones efímeras. Se barajan nuevos nombres de arqueólogos, y nuevos
Agradezco profundamente la ayuda y apoyo que se me ha proporcionado sitios y yacimientos eclipsan los viejos, en tanto que centenares de años
por parte de colegas de Europa, Africa y América, con especial mención de material recogido abarrotan los sótanos de nuestros museos. Al mismo
para el profesor J. G. D. Clark, de Cambridge, a cuya petición este curso tiempo, una inexorable corriente de artículos y libros describen y etiquetan
de conferencias fue escrito y recogido en este volumen. Al mismo tiempo es el material nuevo, y sólo a costa de una actividad frenética, puede el in­
un gran placer reconocer los amistosos y generosos consejos dispensados trépido arqueólogo mantenerse al corriente de la constante oleada de datos.
a este trabajo por el Dr. P. H. A. Sneath (pequeño efecto secundario de Sin embargo, una duda confusa surge en nuestra mente: a saber, que una
su repercusión dinámica en los estudios británicos de taxonomía numérica). disciplina moderna y empírica debería ser capaz de aspirar a resultados
A mi Colegio, Peterhouse, le debo el marco académico de mi actividad pro­ más provechosos que el mantenimiento de un relativo «status quo» y un
fesional y el ambiente de ideas y oportunidades que circulan en una gran flujo ininterrumpido de libros pseudohistóricos.
universidad; quizás el mejor regalo que pueda agradecer el autor. > El propósito de este libro es transferir la atención de las áreas y pe­
También deseo mencionar mi reconocimiento hacia algunos contemporá­ ríodos arqueológicos específicos hacia la teoría general de la arqueología
neos y colegas, especialmente a Glynn Isaac y David Pilbeam, Mike Jarman moderna para reenfocar esta atención en las incoherencias e insuficiencias
y Paúl Wilkinson, por sus alentadores comentarios. de la teoría arqueológica general y añadir nuevos y poderosos métodos a
Por último, pláceme agradecer a mi mujer, Stella Clarke, a quien va de­ nuestro arsenal analítico. Para conseguir estos resultados hace falta algún
dicado este libro, la ayuda incalculable que prestó a todo mi trabajo. conocimiento del desarrollo histórico de la arqueología moderna, pues no
podríamos entender completamente los conceptos y teorías contemporáneas
Peterhouse D. L. C. t. sin conocer algo de sus orígenes. Debemos entender cómo alcanzó la ar­
Enero 1968 queología su curioso y transitorio estado presente aunque sólo sea para re­
calcar que las miras de nuestro tiempo no tienen finalidad y para que
podamos valorar el desarrollo comparativo de los estudios prehistóricos con
los de las disciplinas conexas. Cuando hayamos restablecido el ambiente
histórico podremos avanzar con una comprensión más profunda en la in­
vestigación de la naturaleza de la arqueología y de su materia prima, y de
la naturaleza de sus metas, sus males y su potencial de desarrollo.
2 Arqueología analítica introducción y polémica 3

I La historia de la arqueología radas. Leonardo da Vinci fue pintor, escultor, ingeniero, arquitecto, físico,
biólogo y filósofo, pero para sus contemporáneos era simplemente un se­
El pasado histórico de la arqueología, al igual que el de la mayoría de las guidor de la nueva filosofía, acabando sus días como tantos compatriotas
artes y ciencias modernas, se remonta al Renacimiento italiano y al des­ suyos al servicio del rey de Francia, Francisco I.
pertar de nuevo a la curiosidad filosófica. Este extraordinario florecimiento Otra faceta temprana del Renacimiento fue el resurgimiento literario y la
se desarrolló como corolario de la «revolución comercial» que revitalizó recuperación de textos latinos antiguos de impecable estilo, impulsados por
algunas de las ciudades marítimas italo-bizantinas en los siglos XII, XIII los florentinos Petrarca, Dante y Bocaccio. Estas obras clásicas, junto con
y XIV de nuestra era. En estos siglos las ciudades mercantiles de Venecia, los resultados de los viajes de descubrimiento de los grandes e imaginativos
Génova, Pisa, Amalfi y Nápoles poco a poco superarían en riqueza a los prin­ genoveses y la activa curiosidad del Renacimiento, formaron los primeros
cipales centros del mundo clásico, financiando a su vez la ascensión de Roma, elementos de la arqueología. En el mismo contexto, Tartaglia y Cardano
Florencia, Milán y las ciudades del norte de Italia. .desarrollaban los elementos imprescindibles de las matemáticas modernas;
En el siglo xv los imperios comerciales de Génova y Venecia se exten­ Salviani, Belon, Aldrovandi y Malpigio la historia natural, la medicina y la
dían desde las Canarias hasta el mar Caspio, y desde los Países Bajos hasta química; Vesalio y Fallopius la anatomía; Galileo, Copérnico, Torricelli
el río Níger en Africa. Desde sus bases coloniales permanentes alrededor y Leonardo la física y la astronomía. En este ambiente se formaron las
del Mediterráneo y del mar Negro los venecianos y los genoveses establecieron primeras sociedades científicas —en Nápoles, en 1560, la Academia Secre-
un comercio regular con China y las hordas mongoles, con Arabia y Africa torum Naturae; en Roma, en 1600, la Academia del Lincei, y otras poste­
negra y con las ciudades hanseáticas del norte de Alemania. Desde el Oriente riores en Florencia (1657), Londres (1660) y París (1666).
llegaban especias, metales preciosos, sedas, joyas, porcelana, papel para los A mediados del siglo xvi los eruditos italianos habían hecho asequibles
billetes de banco, la imprenta para los trabajos eruditos, la ballesta y la la mayor parte de los principales trabajos de los grandes autores clásicos,
pólvora de los chinos para los mercenarios genoveses y, sobre todo, la brújula, aunque fuese a partir de traducciones latinas. Estas obras contenían obser­
el reloj y el astrolabio, indispensables para la navegación de altamar en busca vaciones de Homero y Hesíodo que reflejaban directamente la vida griega
de nuevas tierras. nueve siglos antes de Cristo y, en Homero, tradiciones orales de los tiempos
De Africa y los mercados de Timbuctú, los mercaderes florentinos y ge­ submicénicos. En estos y otros trabajos se recogían descripciones contempo­
noveses compraban oro, marfil y esclavos; por el comercio del norte llegaban ráneas de la transición de una técnica del bronce a otra del hierro y espe­
telas, madera, maíz, hierro, estaño y cobre. Pero por encima del negocio culaciones etnográficas sobre una existencia anterior de una era de armas e
estaba la infinidad de ideas, innovaciones e invenciones que esta red comer­ instrumentos de piedra, como las que se observaba, ocasionalmente, en las
cial hacia converger hacia las ciudades receptoras del norte de Italia. poblaciones bárbaras vecinas.
Aunque se aparte algo de nuestro interés en el Renacimiento como ambien­ Sin embargo, ninguna obra clásica superviviente conecta inequívocamen­
te germinal para la curiosidad arqueológica, el fenómeno global del flore­ te estas especulaciones filosóficas con los artefactos de piedra, bronce y
cimiento cultural es algo sobre lo que volveremos en un capítulo posterior hierro extraídos de la tierra. En esta ausencia de instrumentación práctica
(Capítulo 6). Diremos, sin embargo, que en este caso especial, el flore­ podemos detectar una diferencia crucial entre la actitud griega y la renacen­
cimiento del Renacimiento se produjo en los centros urbanos políticamente tista hacia la filosofía natural y las ciencias embrionarias.
distintos del norte de Italia a continuación de un masivo estallido económico, Los eruditos renacentistas de Italia podían, pues, leer con interés las
creció por la incorporación y acumulación de innovaciones —saqueadas de meditaciones clásicas sobre una sucesión de edades en las que el uso de la
las culturas vecinas— y finalmente alcanzó un cénit de expansión en el si­ piedra precedió a la del bronce y hierro. Estas ideas se encuentran en formas
glo xv. Después de.un crecimiento exponencial en muchos campos conexos, variadas en algo así como una docena de autores clásicos, siendo la mejor
el fenómeno disminuyó en Italia, para continuar de forma atenuada en definición la de Lucrecio (95-53 a.C.). «Las primeras armas fueron las
Francia y norte de Europa. manos, uñas y dientes, después las piedras y los palos, y tan pronto como
Retrospectivamente, vemos en los numerosos campos conexos de desarro­ se conocieron, las llamas y el fuego. Más tarde se descubrieron las propie­
llo de estas “super-nova” del Renacimiento la formulación crucial del for­ dades del hierro y bronce, pero el bronce fue primero; el uso del hierro no
mato básico de muchas artes y ciencias contemporáneas. No obstante, en su fue conocido hasta más tarde... poco a poco la hoja de hierro sustituyó
marco renacentista estas artes y ciencias eran aspectos integrantes de la a la hoz de bronce» (De Natura Rerum, versos 1263-1296: Cheynier, 1936).
“nueva filosofía” y más tarde del “método experimental”. El erudito rena­ En pasajes como éste los autores clásicos conservaron una tradición clara y
centista persiguió un espectro de estudios amplio y unitario aunque ahora continua basada en los recuerdos y observaciones antiguas, aunque cada vez
podamos apreciar retrospectivamente su contribución en disciplinas sepa­ más filosófica y poética y bastante desconectada de los antiguos artefactos
4 Arqueología analítica Introducción y polémica 5 .

hallados sobre el terreno. Para los campesinos que desenterraban estos ar­ utilidad de estos artefactos. El manuscrito de Mercati sobre minerales y fó­
tefactos, se trataba de piedras de rayo con propiedades mágicas. Con el re­ siles, la “Metaloteca”, permaneció en la biblioteca del Vaticano hasta que el
surgimiento medieval de las tradiciones campesinas en Europa, el origen ce­ Papa Clemente XI ordenara su publicación en 1717, pero el trabajo fue
lestial llegó a ser la hipótesis de la literatura erudita, desde Marbodio muy conocido a partir de principios del siglo xvii, y las mismas opiniones
(1035-1132) hasta Paracelso (1493-1541). aparecen en los trabajos de varios naturalistas de este período. Junto con
El Renacimiento no tardaría en contraponer la interpretación clásica de los . Aldrovandi y otros, Mercati había demostrado que los útiles excavados por
artefactos como reliquias de épocas anteriores y la interpretación popular los campesinos eran, en realidad, instrumentos hechos por el hombre de
de los artefactos como objetos celestiales de propiedades milagrosas. En épocas antiguas, y relacionó directamente este material con la hipótesis clá-
contraste con el enfoque filosófico griego, los naturalistas del Renacimiento ** sica de una sucesión de edades caracterizadas por el uso de la piedra, del
clasificaron los artefactos antiguos junto con los fósiles; de ahí que varios bronce y del hierro. Las descripciones contemporáneas de armas y útiles
naturalistas del Renacimiento expresaran su creencia firme en el origen primitivos recogidos por los exploradores mercantes completan las obser­
humano de estos útiles. El “geólogo” Agrícola (1490-1555) descartó la idea vaciones de Mercati (Cheynier, 1936).
de un origen celestial (Cheynier, 1936), mientras que el célebre naturalista El siglo xvii vio el eclipse del Renacimiento italiano por su satélite
y “anatomista” Ulises Aldrovandi (1552-1607) afirmaba que estos utensilios francés bajo las cortes italianizantes de los sucesivos Luises, culminando en
de piedra fueron usados por pueblos antiguos antes del uso de los metales, “le Roí Soleil”, Luis XIV. Debemos recordar que Leonardo trabajó en
apoyando su argumentación en citas de Plinio. Finalmente, Miguel Mercati Francia, como Cellini y muchos otros artistas y eruditos italianos. El si­
(1541-93) integraría las observaciones prácticas de los campesinos, el conoci­ glo xvii francés está impregnado de arte, ciencia, matemáticas, arquitectura,
miento de los autores clásicos y el reciente pensamiento de la “nueva música y moda en general italianos. No debe sorprendernos, pues, si encon­
filosofía”. tramos las ideas de Mercati reflejadas en los autores jesuítas del período.
v Mercati es el equivalente arqueológico del Cardano en matemáticas, El campo francés es especialmente rico en antigüedades: artefactos, gran­
Vesalio en anatomía, Galileo en ciencias físicas y Copérnico en astrono­ des y notables túmulos de piedra y tumbas. Aquí, como en cualquier lugar
mía. A Mercati difícilmente se le podría llamar un “arqueólogo” y, no de Europa, el hombre había excavado y saqueado sin mayor reflexión y sin
obstante, su trabajo está entre los primeros que contienen los elementos que ulterior curiosidad para los utensilios de piedra y bronce. Sólo cuando las
conformarían más tarde la arqueología. Mercati fue esencialmente un natu­ ideas del Renacimiento se difundieron entre los eruditos franceses se desa­
ralista; superintendente de los jardines botánicos del Vaticano, coleccionaba rrollaría el interés para este tipo de hallazgos.
minerales y fósiles, a la vez que actuaba como consejero médico del Papa En 1685 el jesuíta Montfaucon había publicado ya un informe sobre una
Clemente VIII. Como naturalista de campo, la atención de Mercati no tar­ tumba megalítica que contenía esqueletos y hachas de piedra, en Evreux
daría en fijarse en el problema de los utensilios antiguos de piedra y sus en Normandía. A partir de 1717 la edición impresa del trabajo de Mercati
orígenes. Su formación renacentista le dio un toque de familiaridad con los ya era fácilmente asequible, y, un poco más tarde, en 1721, en la Académie
trabajos de Plinio, Lucrecio y Festo, entre otros, y le hizo conocedor de la Royale des Sciences, Antoine de Jussieu rebatía la teoría celestial y compa­
tradición clásica de la existencia anterior de eras sucesivas de herramientas raba los artefactos con los útiles- de sílex de los' indios de América y Ca­
de piedra, bronce y hierro. Como funcionario del Vaticano, Mercati recurrió nadá, formulando sobre esta base una Edad de Piedra. Otro jesuíta francés,
a otra gran recopilación de la antigua tradición oral, el Antiguo Testamento, Lafitau, publicaba, en 1742, dos volúmenes sobre «Las costumbres de los
comparable a Homero en sus menciones de los utensilios de piedra y bronce indios americanos comparadas con las costumbres de las primeras épocas»,
y en su relato histórico de la introducción del hierro por los filisteos. El y en 1730, Mahudel leía un informe en la Académie des Inscriptions citando
tercer componente del conocimiento de Mercati fue la ingente colección de a Mercati y confirmando la idea de tres edades o épocas sucesivas. Mont­
artefactos asiáticos y amerindios donada al Vaticano por exploradores y via- faucon reiteró enérgicamente las mismas ideas en una edición ilustrada de un
jeros italianos, portugueses y españoles. Las observaciones de campo, el informe a la misma sociedad, en 1734, en el que postulaba unas edades
estudio de la tradición antigua y el conocimiento de la etnología contempo­ de Piedra, Bronce y Hierro. Por el año 1758, Goguet, en una memoria sobre
ránea fueron los pilares de la interpretación de Mercati y se mantuvieron, “L’origine des lois”, afirmaba: «di uso del bronce precedió al del hierro...
con modificaciones, como las bases de la arqueología moderna. y, antes, piedras, guijarros de sílex, huesos, astas, espinas de pescado, con­
Mercati rechazaba la verosimilitud de su origen celestial y acompaña la chas, cañas y pinchos se usaban para todo aquello en que los pueblos civi­
cita de Lucrecio, recogida con anterioridad en este capítulo, con amplias ex­ lizados usan metal hoy en día. Los pueblos primitivos nos dan una fiel
plicaciones sobre la confección de útiles de sílex y reproducciones en dibujo imagen de las sociedades antiguas» (Cheynier, 1936).
de* hachas pulimentadas, puntas de flecha y hojas de sílex para indicar la • En Francia, el trabajo de Mercati fue ampliamente difundido y apreciado.
6 Arqueología analítica Introducción y polémica 7

La idea de tres edades sucesivas que usaban piedra, bronce y hierro, es espe­ las implicaciones y potencialidades de las ideas de Mercati no llegaban a
cíficamente reiterada por autores como Montfaucon y Mahudei con ilustra­ imponerse.
ciones de útiles prehistóricos en apoyo de estas categorías sucesivas (Laming, En 1788 nacía en Copenhague Christian Thomsen, el primogénito de
1952). Estas ideas y sus implicaciones prácticas y estratigráficas se siguieron un acomodado banquero y naviero danés. La educación de Christian fue
desarrollando en Francia en las obras de Jouannet (1765-1845) y Boucher principalmente dirigida a prepararle para suceder a su padre en el negocio fa­
de Perthes (1788-1868). Sin embargo, por una rara pero no inexplicable miliar. Aprendió lenguas modernas con un énfasis especial en el pensamiento
casualidad, las implicaciones completas y la formulación explícita del sistema y conocimiento franceses. Entre los amigos de la familia Thomsen había
de las «tres edades» no apareció primero en Francia, sino en Dinamarca. otro adinerado comerciante, recién nombrado cónsul general de Dinamarca
Históricamente, las fortunas del diminuto estado de Dinamarca fluctua­ en París, el cónsul general Grove. Durante la Revolución francesa, Grove
rían a lo largo de los siglos xvn y xvm entre el papel de una gran potencia había comprado astutamente cantidades de tesoros de arte francés incluyen­
escandinava y la insignificancia de un país pequeño sometido a las alianzas do antigüedades y monedas. En 1804, el joven Thomsen ayudó a ordenar
alternativas con las grandes potencias europeas. Dinamarca escapó a la anti­ los tesoros de la familia Grove, de vuelta de París, entusiasmándose con las
gua influencia del Imperio romano y a los efectos de la cultura renacentista, colecciones de monedas y antigüedades. Hacia 1807, el año que la flota inglesa
de ahí su historia escrita 500 años más corta que la de sus vecinos del sur. incendió Copenhague, la pasión de Thomsen por las monedas y antigüe­
La necesidad de afirmar la antigua existencia del país y su respetable anti­ dades se acentuaría todavía más después de entrar en contacto con Rasmus
güedad fue, ciertamente, un factor significativo del interés nacional por sus Nyerup, secretario de la Comisión Real para la Conservación de las Anti­
antigüedades. güedades danesas (Bibby, 1962).
La influencia cultural más importante en Dinamarca entre 1670 y 1870 Christian Jürgensen Thomsen reunió en su personalidad un gran interés
fue, sin lugar a dudas, francesa. Con la sucesión de Christian V (1670-99), por las antigüedades, un profundo conocimiento del pensamiento anticuario
Dinamarca desechó las estrechas limitaciones de la filosofía protestante y francés y una buena experiencia práctica de inventariado y conservación ad­
adoptó los usos de la brillante corte francesa. Christian V reorganizó deli­ quirida a partir de sus sólidos conocimientos mercantiles. Si las ideas renacen­
beradamente su ejército, corte y estado según las líneas del “Roi Soleil”. tistas de Mercati llegaron hasta Thomsen a través de un conocimiento de los
El ejército danés adoptó los uniformes, formaciones militares y palabras de trabajos en francés de Montfaucon, Mahudei, Goguet y sus numerosos con­
mando de los ejércitos franceses. La corte y la aristocracia danesa hablaban temporáneos o si le llegaron de la misma fuente a través de las versiones
francés, la casa real adoptó el ceremonial y los títulos y dignidades de Ver- de Skuli Thorlacius, Vedel-Simonsen u otros, es algo que no sabemos. Sin
salles; incluso los decretos reales eran en francés y danés. Alentados por los embargo, la difusión de ideas es un problema muy complejo, y difícilmente
regalos de dinero del rey francés, Christian V y sus aristócratas imitaron las disminuiría la importancia del trabajo de Thomsen si sospecháramos que su
modas francesas, construyeron mansiones al estilo del «chateau» y patro­ estímulo proviniera de fuentes antiguas ampliamente difundidas1.
cinaron a numerosos eruditos y artesanos venidos de Francia. Los primeros En 1816 el viejo Nyerup se jubilaba abrumado por la responsabilidad de
ecos del Renacimiento llegaron a Dinamarca desde el centro secundario de la clasificación y exposición de las antigüedades danesas, y la Comisión Real
Francia y continuaron llegando hasta la desastrosa alianza napoleónica. nombraba a Thomsen para que le sucediera. Entre 1816 y 1819 Thomsen
Así, pues, la erudición italiana del siglo xvralcanza Francia en el siglo xvii empezaría a organizar la creciente colección de antigüedades. Al principio
y finalmente llega en el xvii-xix a Dinamarca. Llevada por la corriente parece que se limitó a clasificar los objetos por clases de materiales (piedra,
literaria, las ideas de Mercati, Mahudei y Montfaucon aparecen en los círcu­ bronce y hierro) y luego a subdividirlos según el uso probable. Era evidente
los cultos daneses, pasando generalmente desapercibidas pero reveladas por que Thomsen ya creía en el sistema de las “tres edades” de Mercati, al prin­
su forma precisa y su repentina aparición. En fecha tan temprana como 1655, cipio como una guía obscura, pero más tarde como un modelo conceptual de
un viejo anticuario danés, Olaf Worm, proclama el origen humano de los considerable valor predictivo.
útiles de sílex que él había extraído de túmulos antiguos (Cheynier, 1936). Las primeras etapas de esta revelación se completaron en 1819 cuando
Referencias más específicas a la teoría de las edades sucesivas de piedra, Thomsen abrió su museo al público con las “tres edades” demostradas en
bronce y hierro aparecen esporádicamente en las literaturas danesa, francesa tres casos consecutivos. Las implicaciones del esquema fueron imponiéndose
y alemana del siglo xviil En Dinamarca, estas observaciones, basadas más gradualmente y llevaron a Thomsen a divulgar el sistema en 1836 en su
y más en las colecciones de excavaciones locales, culminarían en los trabajos “Guía de las antigüedades escandinavas”. La posterior traducción de su tra­
de Skuli Thorlacius (1802) y Vedel-Simonsen (1813) (Aarbdger, 1953). No bajo al alemán, francés e inglés, combinada con una abundante correspon­
obstante, y a pesar de la creciente aceptación de la teoría de las “tres edades” dencia sobre la materia con otros especialistas, extendió rápidamente el cono­
y su estrecha asociación con los artefactos excavados en número creciente, cimiento del esquema por toda Europa.
8 Arqueología analítica Introducción y polémica 9

.ft En ia actualidad se ha puesto bastante de moda desacreditar y minimizar II La naturaleza de la arqueología


la importancia del esquema de las “tres edades”. Desde luego, sería extraño
que un siglo y medio de arqueología no hubiese modificado y descualificado La arqueología se ocupa de la recuperación, de la descripción sistemática y
algunas de las ideas de Thomsen, y por supuesto, la hipótesis de Thomsen del estudio de la cultura material del pasado; el arqueólogo es el hombre res­
tuvo precursores, pero esto es lo que ocurre con todas las grandes innova­ ponsable de este estudio4. Otra terminología se inclina por la designación
ciones. Para ser justos con Thomsen deberíamos comparar el valor de la in­ de “estudios prehistóricos” y llama a sus operadores prehistoriadores. En
formación de las colecciones de útiles prehistóricos antes y después de su obra. un sentido estricto, los estudios prehistóricos y el prehistoriador operan sola­
Antes que Thomsen demostrara materialmente su concepto con una gran mente en aquellas áreas y períodos faltos de documentos escritos. Arqueo­
colección prehistórica, el anticuario se enfrentaba con montones de datos in­ logía y arqueólogo son definiciones que incluyen a los estudios prehistóricos
coherentes. Después del desarrollo del modelo de las “tres edades” y su pos­ y al prehistoriador; de lo que se deduce que el prehistoriador es siempre un
terior verificación estratigráfica, los artefactos agrupados revelaban la clave arqueólogo y que los estudios prehistóricos son siempre arqueológicos. Puesto
de la entidad cultural, ofrecían un modelo de secuencia de desarrollo tipoló­ que la arqueología contribuye muy especialmente al conocimiento de las socie­
gico y admitían tácitamente la importancia cultural del desarrollo técnico y dades sin documentos escritos, la arqueología es sinónimo, frecuentemente,
económico. Aunque tosco, el modelo de las “tres edades” ha demostrado de prehistoria, y arqueólogo de prehistoriador, lo cual refleja el campo común
ser la base de una taxonomía cultural, del método tipológico y de la aproxi- de los dos conjuntos. Por lo tanto, en este trabajo alternamos frecuentemente
mación económica a 1a prehistoria. De acuerdo con este ejemplo, los arte­ los términos arqueología y prehistoria, arqueólogo y prehistoriador, sin.
factos antiguos solamente tienen significado en el marco de un modelo; el implicar ninguna otra distinción que la ya anotada. Ejemplos del amplio
modelo conceptual de las “tres edades”. Los “hechos” arqueológicos toman ámbito de la arqueología que desbordan el perímetro de los estudios prehis­
su significado de su ordenación conceptual, y la suficiencia o insuficiencia tóricos incluirán aspectos tales como arqueología clásica, medieval, colonial
de esta ordenación, modelo o hipótesis constituye la suma de información reciente e industrial.
que pasa a disposición del arqueólogo. Sin embargo, y a pesar de la aceptación general de los límites y de la dis­
¿ El sistema de las “tres edades” representa el desarrollo de la base esencial posición relativa de los estudios de arqueología y prehistoria, los últimos tra­
de la arqueología analítica moderna. El trabajo de Thomsen fue continuado bajos tienden a distorsionar estos términos de una manera peligrosa. Hay una
por su colega Worsaae (1821-85) y por el sueco Montelius (1843-1921) y en el tendencia muy común a tomar el término prehistoriador con el sentido de “un
intervalo de las vidas de estos tres grandes hombres la forma de la arqueo­ escritor de la historia que cubre períodos sin textos escritos”, con la im­
logía moderna quedaría establecida. Naturalmente hubo otros muchos co­ plicación de que el “prehistoriador” es un sintetizador de gabinete del trabajo
laboradores y corrientes contribuidores, pero en sus partes esenciales la ar­ analítico del “arqueólogo”. Aquí por arqueólogo se entiende “excavador”
queología moderna había nacido. Desde entonces poco se ha añadido de poco inteligente o “especialista” de mente estrecha —así, el prehistoriador
fundamental importancia; las excavaciones han llegado a ser más precisas, adquiere un tinte de virtud diletante a expensas del devaluado arqueólogo.
la datación ha sido espectacularmente corregida y el volumen de materiales Este esfuerzo de presentación de la narrativa histórica como la esencia de los
ha crecido increíblemente2. Sin embargo, la mayoría de estas contribuciones estudios prehistóricos, en ausencia de documentación apropiada de esté arte
son sólo una cuestión de grado y casi una consecuencia ineludible del paso del o con la presencia de documentos de una naturaleza muy especial, como son
tiempo y, difícilmente, una justificación de condescendencia arqueológica. los artefactos, equivale a una historia “falsificada”. La expresión de los resul­
Desde 1847 el gran Worsaae podía situar el principio del Neolítico danés tados arqueológicos puede exigir una buena narrativa histórica, pero ello no
hacia 3000 a.C. y apreciar en su justo valor la precisión estratigráfica en es más que una forma particular de vehículo para transmitir resultados obte­
las excavaciones así como las ventajas y peligros de la taxonomía tipológica. nidos por métodos muy diferentes. El peligro de la narrativa histórica como
Es necesario insistir de nuevo en lo que decíamos ai principio de esta in­ medio de presentación de los resultados arqueológicos estriba en la elegancia
troducción; a saber, que una disciplina moderna y empírica debe ser capaz de su forma y aparente pragmatismo, mientras que los datos en los que se
de apuntar a unos resultados más valiosos que una mera acumulación de basa no son nunca comprensibles, nunca capaces de sostener más que una
datos y una producción ininterrumpida de imitaciones de libros históricos. interpretación y descansan sobre probabilidades complejas. Los datos arqueo­
La verdad es que la actual maquinaria interpretativa de la arqueología —la lógicos no son datos históricos y, por consiguiente, la arqueología no es
teoría general— es descuidada y anticuada3. Si los “hechos” arqueológicos historia.
toman su significado de su contexto, o de un modelo o hipótesis de este La perspectiva adoptada en este trabajo es que la arqueología es arqueo­
contexto, entonces es posible que tengamos más “hechos”, pero que obten­ logía es arqueología (con el debido respeto a Gertrude Stein). La arqueología
gamos mucha menos información. es una disciplina por derecho propio, que trata con datos arqueológicos que
10 Arqueología analítica Introducción y polémica 11

agrupa en entidades arqueológicas sometidas a ciertos procesos arqueológicos meras representan los órganos sensoriales de la disciplina; es decir, a) exca­
y estudiadas en términos de propósitos, conceptos y procedimientos arqueo­ vación y recogida de datos, b) taxonomía analítica y estadística. En la ter­
lógicos. Admitimos sin restricción que estas unidades y procesos fueron una cera esfera se generan modelos o hipótesis idealizadas a partir de los datos
vez entidades históricas y sociales, pero la naturaleza del testimonio arqueoló­ recibidos, que añadidos a los aspectos experimentales, serán objeto de futuros
gico es tal que no existe una manera simple de equiparar impresiones ar­ contrastes y modificaciones (Fig. 2). En el ciclo continuo de feedback de ob­
queológicas con unos acontecimientos perdidos. Por supuesto que debemos servación, hipótesis, modelo experimental e idealizado, los modelos e hipóte­
tratar de descubrir los equivalentes sociales e históricos de nuestras entidades sis poco a poco llegan a adaptarse más correctamente al patrón de los datos
y procesos arqueológicos, pero no debemos hacernos ilusiones sobre la simpli­ observados. Gradualmente las hipótesis pueden ser elevadas a teorías y, por
cidad de estas equivalencias o de nuestro éxito en aislarlas (Cap. 9). último, y siempre que los resultados lo justifiquen, las teorías elevadas a prin­
Una cultura arqueológica no es ni un grupo racial, ni una tribu histórica cipios sintetizadores.
ni una unidad lingüística; es simplemente una cultura arqueológica. Sólo pres­ La esfera de actividad encargada de la recogida de datos y de la exca­
tando gran cuidado, y disponiendo de una gran cantidad de datos arqueológi­ vación está bastante apartada del marco de referencia teórico de este libro.
cos de primera clase, de una definición precisa y un riguroso uso de térmi­ Es la esfera del análisis de datos y la esfera de síntesis y teoría las que son
nos, y de un buen modelo arqueológico, podremos identificar, no sin cierto nuestro principal objetivo. En el aspecto del análisis tenemos ahora una
margen de error, una entidad arqueológica en términos sociales e históricos nueva dimensión experimental de la arqueología usando técnicas estadísticas
aproximados. Es lo mejor que podemos hacer, y de cualquier modo, sólo y cibernéticas (Doran y Hodson, 1975). En el aspecto teórico tenemos el
representa una de las metas de la actividad arqueológica. La reconstrucción campo de la teoría general y sistemáticamente orillado por todos los que de­
en forma de narrativa histórica de un cuadro histórico y social de las culturas seosos de conservar su status se sirven de conceptos mentales tortuosos y
prehistóricas es un aspecto de la arqueología válido, pero coyuntural y peli­ ocultan sus métodos de procedimiento. Para cambiar esta situación, de­
groso. Aunque estéticamente satisfactorio en la familiaridad de su forma de bemos, en primer lugar, sentar las bases de la teoría general examinando cui­
expresión, es necesariamente tan efímero y tan fidedigno como la expre­ dadosamente la naturaleza de los datos o “hechos” arqueológicos para que
sión facial reconstruida sobre los huesos del cráneo de un Neanderthal. podamos manejarlos de forma apropiada y prudente.
Podemos subrayar que la arqueología es entre otras cosas la dimensión
temporal de la antropología y la etnología. En muchas partes del mundo los
documentos etnológicos representan aproximadamente sólo una generación, III La naturaleza de los datos arqueológicos
y más allá existe solamente el testimonio arqueológico. Con la actual desa­
fección por la etnología en los círculos académicos, es interesante advertir Si la arqueología es la disciplina que se ocupa del estudio de la cultura ma­
que la arqueología está asumiendo muchos de los cometidos y problemas re­ terial del pasado, entonces los artefactos son los datos principales del arqueó­
servados con anterioridad a los etnólogos (véase el concepto de «etnoarqueo- logo, independientemente de que otros especialistas puedan suministrarle in­
logía” en Stiles, 1977). En verdad, el arqueólogo puede meditar seriamente formación complementaria sobre la fauna, flora, datación, etc. Los hechos
que cualquier fracaso de la arqueología para imponerse como algo más que del arqueólogo son los artefactos y la información extraída de sus atributos
un popular pasatiempo, la relegaría al plúmbeo limbo de la etnología de contextúales y específicos. Los atributos contextúales son el objetivo especial
museó. de la esfera experimental de la arqueología que se ocupa de la recuperación
Resumiendo, podemos redefinir la arqueología como la disciplina encar­ de datos. Los atributos específicos son el objetivo principal de la otra esfera
gada de la recuperación, descripción y estudio sistemático de la cultura mate­ experimental de la disciplina; la esfera del análisis y clasificación o taxonomía.
rial del pasado, y de ofrecer un marco para la interacción mutua de las en­ La información obtenida en estas esferas sensoriales de actividad se reper­
tidades y procesos arqueológicos. Las entidades, procesos, metas, procedi­ cute en forma de observaciones que pasan a la tercera esfera de síntesis
mientos y conceptos de la arqueología tienen una validez propia con respecto donde se incorporan al mejor modelo o hipótesis para ser sometidas a com­
al marco arqueológico y a pesar de su generación por (y correlación parcial probaciones ulteriores. La propiedad fundamental de los datos es que se ob­
con) anteriores entidades sociales e históricas. serva o percibe información basada en los atributos de los artefactos.
Esta definición nos permite atribuir a la arqueología tres esferas conexas Para calibrar la naturaleza de los datos arqueológicos es esencial analizar
de actividad (Fig. 2). La esfera especializada en la recuperación de datos las cualidades de las “observaciones”, “hechos observados” o “información
(principalmente por medio de la excavación), la esfera ocupada en la descrip­ percibida” y la importancia de los atributos de los artefactos. En resumen,
ción sistemática (taxonomía y clasificación), y finalmente el estudio integra- es esencial darse cuenta de que los “hechos observados” o atributos son ne­
dor y sintetizador, generador de modelos, hipótesis y teorías. Las dos pri­ cesariamente seleccionados de entre una extensa gama de hechos y atributos
12 Arqueología analítica Introducción y polémica 13

presente en cada artefacto. Podemos decidir observar la longitud, anchura, en los atributos de los artefactos antiguos. La arqueología es una disciplina
grosor y peso de un hacha, y descartar en cambio, la observación de su com­ diferenciada porque sólo ella proporciona el mecanismo conceptual para
posición química, su temperatura, radiactividad, elasticidad, índice de refrac­ analizar estos datos peculiares; una disciplina diferente y un aparato concep­
ción, etc.... Desde luego, no observamos estos últimos, atributos porque los tual diferente del que se requiere para el estudio de la historia en su sentido
consideramos “arqueológicamente no significativos”, y por consiguiente, limitado.
todas las observaciones y todos los hechos observados dependerán del obser­ Los “hechos” u observaciones arqueológicas son en su mayor parte de dos
vador, su marco de referencia e idiosincrasia personal. El observador, cons­ clases, según establezcan que:
ciente o inconscientemente, selecciona los “hechos” que tienen que ser
observados y registrados, y dos observadores no tienen por que registrar las a) Tales entidades tienen tales atributos definidos (atributos específicos,
mismas percepciones incluso de un solo artefacto. Obviamente, los hechos o contextúales o, a menudo, ambos a la vez); o que
datos arqueológicos cambian en función de lo que cada arqueólogo consi­ b) Tales entidades tienen tales atributos definidos y, por inferencia, que
dere “atributos significativos”. ocurra lo mismo con ciertas entidades no observadas o no compro­
Los atributos de la mayoría de los artefactos son casi infinitos y sería badas de la misma clase. Las entidades en ambos casos pueden ser
absurdo pensar que el arqueólogo debería analizarlos todos por igual. En artefactos, conjuntos, culturas, yacimientos o cualquiera de las enti­
la práctica, nadie lo intenta. Nuestras observaciones arqueológicas se limitan dades arqueológicas que definiremos más tarde.
a la búsqueda y anotación de atributos que el observador cree que han sido
hechos por el hombre o seleccionados por y para el hombre. Este juicio La observación de clase (a) es la clase de los “hechos percibidos” ya
último, es otro juicio arbitrario y depende del observador y sus ideas o discutidos detenidamente. La clase (b) es la clase de observación más útil,
modelos sobre la mentalidad del hombre antiguo. Podemos suponer que el más frecuente y más peligrosa que se encuentra en la literatura arqueológica
canto bifacial no fue seleccionado por su radiactividad o por su índice de en la forma de “generalización”, “hechos deducidos” o “hechos inducidos”.
refracción; sino que se seleccionó el tamaño y peso, y probablemente, el ma­ Generalizar es deducir que lo que se ha dado como verdadero en casos
terial también, pero ¿qué del color y todos los otros atributos? Obviamen­ observados de una clase, es también verdadero en ciertos casos no observados
te, algunos atributos fueron regular y cuidadosamente seleccionados por de la misma clase; y de este modo, llega a ser una proposición predictiva.
algún motivo, y éstos nos aportan una información y datos arqueológicos; La mayoría de las leyes y principios científicos no son más que generaliza­
otros no fueron normal ni intencionalmente seleccionados y producen una ciones estadísticas con una alta probabilidad de que se limiten a establecer
“interferencia parásita” o una “no-información”. La separación entre estas la conjunción «constante» de ciertos atributos. Otras generalizaciones son
dos clases de atributos depende fundamental y arbitrariamente de las suposi­ leyes o principios de «bajo nivel» igualmente respetables. Ejemplos famosos
ciones del observador, pero el término “regular e intencionalmente” selec­ son la generalización válida de Darwin que «todos los gatos blancos de ojos
cionado apunta un posible recurso a la estadística para el tratamiento de azules son sordos» o la de Cuvier: «ningún animal con cuernos y pezuñas
agregados de artefactos similares. Gracias a la estadística se podrá reducir el come carne normalmente» (Mander, 1936). Con las que puede compararse
alcance del juicio subjetivo del arqueólogo en esta materia, pero nunca podrá afirmaciones arqueológicas tales como «todas las sociedades urbanas son pro­
obviarse completamente. El examen y registro de los atributos específicos y ductoras de alimentos» o «ninguna sociedad mesolítica usó la rueda». La
contextúales de los artefactos arqueológicos no es un procedimiento capaz diferencia entre estas proposiciones de bajo nivel y las leyes científicas reside
de producir listas de hechos indiscutibles e irrevocables. No obstante, un mí­ principalmente en el grado de fiabilidad o tolerancia estadística que puedan
nimo de ayuda y de acuerdo basado en una disciplina común permitirán a los revestir las palabras “todas” o “ninguna”. Si la arqueología puede resolver
arqueólogos decidir qué atributos son los que merecen la pena de ser inves­ el difícil problema de la definición adecuada del orden de probabilidad de
tigados y cuáles pueden descartarse temporalmente. tales términos, entonces no hay razón inherente alguna que pueda oponerse
Los arqueólogos admiten que sólo los atributos que se pueden haber pro­ a la expresión axiomática de su información cumulativa. Obviamente, la
ducido en la materia prima por la acción del hombre merecen ser cuidado­ antropología moderna cada vez más se mueve con mayor éxito en esta di­
samente estudiados. Sobre esta base, los atributos arqueológicos equivalen a rección (Goody, 1976).
los resultados de las acciones o secuencias de acciones humanas u homíni­ La generalización y la inducción son una de las principales vías por las
das, y. las regularidades en los atributos de los artefactos representan regula­ que el nuevo conocimiento se revela a partir de los datos acumulados. Des­
ridades en el comportamiento homínido. El arqueólogo, por lo tanto, estudia graciadamente la frontera entre la generalización válida y la no válida es tal
facetas ocultas y oscuras del comportamiento de los homínidos a través de que los filósofos tienen que luchar duramente para llegar a justificar siquiera
los resultados fosilizados y congelados de este comportamiento aprisionado el.método inductivo. La confianza que ponemos justificadamente en muchas
14 Arqueología analítica Introduccíón y polémica 15

generalizaciones arqueológicas a menudo es minada por el fracaso para espe­ meración de los “n” casos positivos sin refutación y por la elimi­
cificar la promoción de casos observados, la variedad de circunstancias o la nación de cada hipótesis alternativa sin que ella misma sea refutada.
existencia de casos conflictivos. A pesar de estas dificultades, la mayoría de
las proposiciones arqueológicas se hacen por inferencia e inducción, más que Estas características especiales de las proposiciones estadísticas y de pro­
por la clásica deducción (Binford, 1968a; Watson, LeBlanc y Redman, 1971; babilidad han sido extensamente tratadas por Braithwaite (1960).
Hill, 1972 apoyan el “método hipotético-deductivo”). En el método deduc­ Podemos ilustrar estos puntos con proposiciones arqueológicas. Si toma­
tivo, sigue una conclusión como consecuencia lógica de ciertas premisas ver­ mos la afirmación “la mayoría de los enterramientos con un conjunto me­
daderas, mientras que en el proceso inductivo, una generalización empírica se tálico de La Téne se dan en Francia y Alemania y pertenecen a una clase
deduce de sus casos particulares. Las proposiciones arqueológicas no se hacen aristocrática celta”, entonces esta proposición puede continuar siendo cier­
solamente por deducción o inducción, que es lo más frecuente, sino que a ta, incluso aunque también haya tumbas de La Téne en Alemania y Bulgaria,
menudo también pueden ser una clase bastante especial de hipótesis inductivas o que algunas áreas célticas no tengan enterramientos de tipo La Téne en
que necesitan un tratamiento especial y cuidadoso en su argumentación. absoluto, o que algunos enterramientos de La Téne pertenezcan a los teutones
Las observaciones arqueológicas raramente son “proposiciones genera­ y así, sucesivamente. La afirmación original adopta la forma de probabili­
les” de la clase “todas las A son B” o “todas las A tienen B”. La propo­ dad; hay límites más allá de los cuales no es cierta, y hay ejemplos contra­
sición arqueológica más corriente toma la forma “algunas A son B” o rios, pero la mayor parte de las hipótesis alternativas se han eliminado y la
“algunas A tienen B”, haciendo de la afirmación una proposición estadís­ generalización continúa siendo válida.
tica o de probabilidad (Braithwaite, 1960). De este modo podemos decir que En un mismo orden de ideas, podemos tomar la observación “algunas
“algunas estatuillas de Venus son gravetienses”, “algunas urnas de Dimini industrias musterienses fueron hechas por el hombre de Neanderthal”. Esta
tienen espirales de tres colores” o “algunos de los enterramientos de la Teñe proposición es una generalización deducida, basada en un número limitado
son celtas”. Son estas proposiciones estadísticas o probables las que requieren de observaciones particulares. Sin embargo, la naturaleza probabilística de la
un cuidadoso manejo y que debemos distinguir meticulosamente de las pro­ proposición de ningún modo sostiene necesariamente que “todas las indus­
posiciones generales tratadas por los métodos deductivos. trias musterienses son productos del Neanderthal”, ni tampoco excluye la po­
Las características especiales de las proposiciones de probabilidad que sibilidad de que “el hombre de Neanderthal hiciese otras industrias” ni que
incluyen la mayoría de las proposiciones arqueológicas son: “algunas industrias musterienses pudiesen haber sido obra del Homo sa­
piens”. Concluir que todos los artefactos musterienses fueron obra de los
(1) Normalmente son de la forma “algunas A son B” o “algunas A Neanderthales forzaría la observación desde una proposición de probabili­
tienen B” (donde B puede ser un atributo). dad bastante débil a una proposición general infundada y desplazada.
(2) Su aspecto de probabilidad puede ser de dos clases bastante dife­ Resumiendo este brevísimo esbozo de la naturaleza de los «hechos» ar­
rentes. queológicos diremos que los datos toman la forma de observaciones basadas
(a) Un aspecto de frecuencia relativa: “el 90 % de los bifaces en los atributos específicos de los artefactos. Estas observaciones normal­
miden 3-30 cm de longitud”. mente progresan desde los “atributos observados” a los “atributos deduci­
(b) Un aspecto de racionalidad o de credibilidad: “ningún bifaz dos”. Incluso los atributos físicamente observados están sujetos a mediati-
fue usado para trabajar el metal”. zación subjetiva y representan una selección parcialmente aceptada dentro de
(3) Las proposiciones estadísticas o de probabilidad tienen límites más una variedad infinita (aunque esta variedad pueda ser útilmente limitada si
allá de los cuales no son necesariamente verdaderas. nos centramos exclusivamente en los rasgos impuestos por los humanos esta­
(4) Las proposiciones de probabilidad no son concluyentemente refusa-/ • dísticamente significativos. Los atributos deducidos o las proposiciones de
bles por el hecho de producir ejemplos contrarios. El rechazo de una , probabilidad inducidas son los más útiles y los más peligrosos, y necesitan un
hipótesis de probabilidad requiere determinar que la probabilidad tratamiento y una comprobación especiales, sobre todo con respecto a la evi­
está fuera de los valores límites; por ejemplo, la proposición “la dencia negativa. Posiblemente la mayoría de las afirmaciones arqueológicas
mayoría de las tumbas con ajuar de La Teñe son celtas” no es ne­ son proposiciones estadísticas o de probabilidad con sus propias caracterís­
cesariamente rechazada si se demuestra que varios de dichos enterra-. ticas especiales y su método de tratamiento lógico apropiado.
mientos son teutónicos. Los datos estudiados por el arqueólogo y el antropólogo son, ambos,
(5) Las proposiciones de probabilidad están útilmente integradas en hi­ aspectos del fenómeno de la “cultura” homínida. En este sentido, la “cul­
pótesis por generalización inductiva; es decir, la deducción de una tura” consiste en modos aprendidos de comportamiento y sus manifestaciones
generalización empírica a partir de sus ejemplos, por la simple: enu­ materiales, transmitidas socialmente de una generación a la siguiente y de una
16 Arqueología analítica Introducción y polémica 17

sociedad o individuo a otro. Es costumbre separar las manifestaciones mate­ que ni una sola perspectiva o interpretación de una serie de datos jamás
riales y tangibles de la cultura de los homínidos y clasificarlas aparte como puede ser totalmente completa o “verdadera”. Lo que convendría, realmente,
“cultura material” en oposición a la “cultura no material” intangible. No sería fomentar el análisis de los problemas arqueológicos desde tantos enfo­
obstante, esta división es ampliamente conceptual y no hay ninguna diferen­ ques como fuese posible en busca del máximo de coincidencias. En otras
cia básica entre la manifestación material de los conceptos abstractos de ocasiones, la variedad de metas e interpretaciones es una seria debilidad, no
forma y función fosilizados en los atributos de los artefactos y las manifes­ a causa del error o de la idiosincrasia personal sino de una terminología
taciones sociales de conceptos similares traducidos efímeramente en las activi­ ambigua e inexplícita y de un uso diferente de los mismos términos por perso­
dades sociales. Las actividades son secuencias de acciones parcialmente pre­ nas diferentes. Este último síntoma representa la más perjudicial caracterís­
concebidas, como también los artefactos son secuencias similares de acciones tica puesto que transforma upa disciplina tranquila y coherente como es la
similares solidificadas como puede observarse en cada atributo. Como mani­ arqueología en una fiebre indisciplinada. Este mal tiene antecedentes frecuen­
festaciones del comportamiento del homínido, los artefactos son un caso tes en las disciplinas en vías de desarrollo como veremos en un apartado
especial dentro del campo más amplio del comportamiento animal, en el que posterior.
otras muchas especies manifiestan el uso de utensilios (Lawick-Goodall, Las metas u objetivos de la arqueología revisten, pues, una importancia
1971), la posesión y defensa del territorio (Wynne-Edwards, 1962), la obser­ trascendental puesto que imponen la estrategia global y modifican los resul­
vación de una jerarquía social y un liderazgo y una organización social ba­ tados de toda investigación. A tenor de su ñaturaleza y de sus datos, la
sada en el parentesco (H. y J. von Lawick-Goodall, 1970). El rasgo espe­ arqueología persigue tres objetivos clave:
cíficamente homínido continúa siendo el fenómeno del comportamiento cul­
turalmente aprendido o instintivo, con su instrumental material'y su trans­ (1) La definición de las entidades fundamentales observables en los ma­
misión adquisitiva de un individuo a otro y de un grupo a otro. teriales, en sus elementos, estructuras y modelos, en los procesos
que operan sobre ellos y en los efectos de los procesos sobre las en­
tidades en las dimensiones de espacio y tiempo. Un estudio en está­
tica y dinámica que va más allá de ejemplos particulares.
IV Los objetivos de la arqueología
(2) La búsqueda de similitudes o regularidades repetidas en la forma, la
función y la asociación o de secuencias de desarrollo entre las entidades
Los objetivos de la arqueología son, naturalmente, la suma de los objetos de particulares de cada área, período y ambienté.
los arqueólogos y prehistoriadores en general. Por consiguiente, hay tantos (3) El desarrollo de unos conocimientos de categoría más elevada o de
objetivos diferentes en arqueología como arqueólogos; algunos arqueólogos principios que sinteticen y correlacionen el material disponible y que
ven su papel como historiadores, otros se consideran paleóecólogos. Para mí, al mismo tiempo posean un alto valor predictivo. El desarrollo de
la arqueología es una disciplina exclusiva e inmadura que lucha por encorn modelos generales e hipótesis cada vez más extensos e informativos.
trar sus propias dimensiones y afirmar su existencia al lado de disciplinas
contiguas de mayor madurez. De ahí que mis objetivos sean bastante dife­ Los arqueólogos se dividen en tres grupos con relación a estos objetivos.
rentes de los de mis colegas, pero los defenderé en la medida en que me pa­ Los que los aceptan en su mayoría, y creen que es posible alcanzarlos; los
recen centrales y no periféricos a la naturaleza esencial del tema. que están de acuerdo con algunos de ellos, pero creen que los conceptos
Las razones para definir nuestros objetivos surgen de nuestra investigación de la entidad son meras abstracciones incapaces de una definición viable;
de la naturaleza de los “hechos” arqueológicos. Estos “hechos” no son otra y finalmente, los arqueólogos que además de encontrar estos objetivos esté­
cosa que observaciones en las que el carácter del observador y sus inten­ riles, clínicos, inhumanos y desprovistos, del aura y la belleza sugestivas
ciones juegan un gran papel en la observación y el registro de los “hechos”. del material, manifiestan su incredulidad frente a cualquier principio sintetiza-
Diferentes observadores ven los mismos “hechos” a través de prismas dife­ dor o predictivo. No caeremos en la tentación de calificar a esos arqueólogos
rentes. Si los objetivos de los arqueólogos varían, entonces el análisis de los de primera, de segunda y de tercera clase; sería injusto. Este libro está pro­
datos arqueológicos podrá tomar una dirección variable y revestir un poten­ yectado para los que adoptan los dos primeros puntoá de vista; los últimos
cial distinto,, dando perspectivas diferentes de los mismos “hechos”, sin ne­ continuarán sin duda fertilizando los campos populares y lucrativos de la vul­
cesidad de invocar ningún error por parte de nadie (p. ej., la controversia garización o se encerrarán en una problemática más estrecha sacrificando la
sobre el Musteriense —Binford y Binford, 1966; Bordes y De Sonneville— satisfacción de conocer el valor de sus actividades. El arqueólogo inteli­
Bordes, 1970; Mellars, 1970; Binford, 1973). En algunos casos esta variedad gente debe evitar la trampa de la facilidad y la tentación de la acumulación
de objetivos e interpretaciones es una fuerza más que una debilidad, puesto de datos sin sentido.
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18 Arqueología analítica Introducción y polémica 19

Veamos, pues, cuales son estas entidades fundamentales de la arqueología, genuina de componentes, la búsqueda de regularidades gira alrededor del
estos procesos, modelos regulares y principios. Las entidades fundamentales análisis y comparación de un número reducido de similitudes paralelas en cada
son el atributo, el artefacto, el artefacto tipo, el conjunto, la cultura y el desarrollo multilineal. La identificación de las irregularidades o correlaciones
grupo cultural. Los procesos primarios se distinguen por su indefectible varia­ repetidas presentes en nuestro material así como la definición de las imposi­
ción, desarrollo multilineal, invención, difusión y selección cultural. Inter­ ciones o “límites” de los factores causantes surge como un objetivo princi­
viniendo en muchas permutaciones y circunstancias, los procesos primarios pal en los estudios arqueológicos.
dan lugar a procesos complejos como la aculturación, el crecimiento, la Volviendo a nuestra tercera clase de prehistoriadores semi-históricos (los
decadencia y la desintegración culturales. A cada nivel de entidad le corres­ historiadores sin testimonios escritos), vemos que no está muy alejada de una
ponden niveles de proceso apropiados a esas situaciones. segunda clase que rebatiría como abstracciones irreales cualquier entidad fun­
Las similitudes o regularidades repetidas son los atributos sistemática­ damental en los datos arqueológicos, imposible de aprovechar y conducente
mente conexos que imprimen identidad de grupo a los miembros de una clase a afirmaciones o principios generales carentes de utilidad. Una respuesta a
arqueológica dada o que acompañan normalmente a los miembros de esta esta crítica es que la función del arqueólogo no es dudar de las proposiciones
clase o secuencia de clases; pueden observarse en los atributos materiales, bien comprobadas aceptadas por sentido común, sino analizarlas o elucidar­
sociales, económicos o tecnológicos, y no necesitan ser unívocas de la misma las (por analogía con la función del filósofo moderno desde que G. E. Moore
manera que una onda física regular tampoco necesita ser una onda sinusoi­ expuso «es vano poner en duda, o fingir poner en duda, las proposiciones
dal. En arqueología estas “regularidades” surgen de ciertas condiciones o con sentido común») (Braithwaite, 1960).
imposiciones impuestas al material tanto por acción física como social. A Es de suponer que cien años de arqueología y antropología hayan demos­
veces estas imposiciones pueden ser tan imponentes y manifiestas que lleguen trado que conceptos tan difíciles como “tipo”, “cultura”, “tribu”, “na­
a no ser informativas, o tan inesperadas que nos aporten nueva información. ción”, “familia”, “parentesco” y otros similares, sean proposiciones de
Vemos, pues, que cuanto más rígidas sean las imposiciones, mayor será la sentido común y tengan una existencia real al margen de nuestra capacidad
información que obtengamos y mayor el grado de regularidad. La gran im­ o incapacidad de definirlos con precisión. Sería fútil dudar de estas proposi­
portancia de estas “condiciones limitadoras” o “imposiciones” reside en la ciones meramente porque nuestra terminología es demasiado primitiva como
ventaja predictiva que generalmente se puede extraer de ellas. De hecho, para definirlas correctamente. En efecto, tenemos a mano un medio de asis­
nuestro tercer objetivo depende de la existencia de estas imposiciones en los tencia inmediato (la taxonomía numérica [Sokal y Sneath, 1963; Doran y
datos arqueológicos y antropológicos (Ashby, 1956). Hodson, 1975]) para obtener definiciones viables de este tipo de entidades.
Los principios sintetizadores y los modelos informativos obtienen su capa­ Que cualquier principio o teoría general pueda establecerse o no a partir de
cidad predictiva de imposiciones que implican que el alcance total de variedad esta nueva base, habrá que demostrarlo. Llegados al término de esta breve
posible no está aprovechado y que muchas variaciones no se descubren incursión en los dominios de las tres clases de arqueología y arqueólogos,
nunca. Esto explica, por ejemplo, la ausencia de una metalurgia de calidad es probable que nuestras perspectivas se vean limitadas a las de la primera
entre los pueblos cazadores-recolectores, o las regularidades independien­ clase de prehistoriadores, y es en esta compañía que nos disponemos a avan­
temente observadas en áreas del Viejo y el Nuevo mundo (p. ej., el desarro­ zar en la investigación de estos nuevos desarrollos y sus implicaciones.
llo independiente del cultivo de cereales, de la ganadería, cerámica, metalurgia
del cobre y bronce, ciudades y ciudades-estado, sacerdotes, especialistas,
templos, escultura, el cero, las matemáticas, la astronomía, calendarios, etc.). V Terminología, definición y significado
Estas regularidades y las imposiciones que las motivaron son precisamente
las mismas que impartieron utilidad y poder predictivo al modelo de las «tres
edades» de la prehistoria de Thomsen. El modelo de Thomsen implicaba En un apartado anterior apuntamos que el simple factor más restrictivo en el
tácitamente muchas imposiciones y regularidades tecnológicas, económicas y desarrollo de la arqueología como disciplina era una terminología ambigua
sociales interrelacionadas, que solamente llegaron a entenderse posterior­ y poco explícita. Sería ingenuo suponer que una precisa y cuidadosa defini­
mente. Los mejores modelos son generalmente aquellos que resultan ser más ción de nuestros términos bastaría para soslayar la barrera, aunque cierta­
comprensibles y precisos que lo que su propio creador imaginaba en un prin­ mente contribuiría más que cualquier otra simple intervención. Un cierto mar­
cipio. gen' de variación en el significado de las palabras es inevitable y propor­
Si la arqueología es una disciplina en busca de principios y modelos de ciona una oportuna flexibilidad que, en algunos casos, equivale a una indi­
predicción, entonces importa buscar las regularidades y las limitaciones que cación predictiva al deducir el alcance sorprendentemente amplio pero todavía
los causan. Ya que ninguna cultura en especial responde a una integración válido de la terminología; ¡incluso una palabra puede ser un modelo pre-
20 Arqueología analítica Introducción y polémica 21

dictivo! Sin embargo, sería poco sensato preocuparse por las filtraciones del Los grandes sistemas taxonómicos de Linneo, Darwin, Mendeleef y otros
embalse terminológico, si existen grandes brechas en la pared de contención organizaron sistemáticamente animales, plantas, elementos y partículas físicas
permitiendo que se pierdan torrentes de información. De forma similar, en clases laboriosamente erigidas en los primeros armazones de las grandes
seria ingenuo imaginar que las definiciones individuales serán inmediatamen­ teorías predictivas de las disciplinas científicas.
te aclamadas y adoptadas universalmente; esto se ha intentado y ha fraca­ En las diferentes fases de su desarrollo estas disciplinas muestran ciertas
sado y los numerosos «Congresos Internacionales» aparentemente no han re­ regularidades de secuencia, indiferentes a su especial esfera de acción. Ini­
suelto nada. Pero la arqueología no tiene el monopolio de esta clase de pro­ cialmente tenemos el despertar de una curiosidad organizada, la acumulación
blemas; ya insinuamos con anterioridad que podría ser muy bien la enferme­ de datos de observación y de materiales, la acumulación de “hechos” misce­
dad de las disciplinas inmaduras y en vías de crecimiento. Si tal fuese el caso, láneos. La variedad y confusión de esta situación conduce a intentos repeti­
entonces valdría la pena comparar el desarrollo de la terminología arqueoló­ dos para aislar, de la masa de datos, entidades conceptuales coherentes y
gica con el de las disciplinas contemporáneas. útiles, por demás diversamente definidas y usadas. En esta segunda fase
Los filósofos naturales del Renacimiento buscaron nuevos cauces de in­ algunos conceptos resultan ser útiles para la sintetización y subsumisión de la
vestigación, especulando sobre casi todas las cosas y comprobando experi­ nueva información en jerarquías de hipótesis y son aprovechados y recicla­
mentalmente el valor predictivo de sus nuevas hipótesis; y por encima de dos para el desarrollo siguiente. En la tercera fase, la definición y el aná­
todo, recogiendo datos de todas clases, observaciones y especímenes. El ciclo lisis a gran escala desde el punto de vista de las entidades y los conceptos
del método científico: observaciones sistemáticas, hipótesis preliminares, ex­ nuevamente definidos producen síntesis de alcance en las cuales las entidades
perimentos de comprobación, teoría provisional y, luego, reaplicación del semejantes no sólo son clasificadas conjuntamente sino que la relación global
modelo a la realidad —estaba implícito en la época de Leonardo y explícito que gobierna las regularidades del esquema es «explicada». En la cuarta y si­
en los trabajos de Galileo (1564-1642). Con la ayuda de las grandes inven­ guientes fases se llega poco a poco al descubrimiento de observaciones expli­
ciones del Renacimiento —el microscopio (1590), el telescopio (1609) y el cables por medio de las antiguas síntesis taxonómicas, y el ciclo comienza de
termómetro (1609)— las nuevas técnicas inundaron el siglo XVII con innume­ nuevo con la subsumisión de las viejas teorías por parte de las nuevas como
rables observaciones o “hechos” nuevos. casos particulares.
El primer resultado se tradujo por un aumento de la perplejidad y la
confusión, y una polémica violenta y contradictoria. Hipótesis incompati­ Si comparamos el desarrollo de la arqueología con los desarrollos para­
bles chocaban entre sí y cada autoridad usaba sus propios términos a su ma­ lelos de líneas de investigación estrechamente relacionados del Renacimiento,
nera. No obstante, poco a poco, los filósofos empezaron a especializarse resulta difícil no darse cuenta de la similar disposición de conjunto. También
en actividades particulares y a usar términos especialmente inventados y de­ la arqueología pasó por la fase del misticismo de la alquimia con sus truenos
finidos, transformados a partir de sus equivalentes de uso cotidiano. La dia­ y duendes a una fase de animada curiosidad y acumulación de “hechos”
léctica primero, la comodidad después, llevaron a la selección gradual de diversos. El siglo XIX abrió el camino a la segunda fase de entidades defini­
las entidades y definiciones más viables e, imperceptiblemente, su uso se dis­ doras y de intentos de síntesis, con la inevitable variedad de opiniones y de­
ciplinó mientras que la polémica y la invectiva se trasladaban a nuevos focos finiciones contradictorias. El siglo xx continúa acumulando datos y se sigue-
de interés. Los términos viejos fueron definidos y redefinidos y se recurría con la intención de seguir acumulándolos, al menos por parte de algunos.
a términos nuevos para un uso más específico. A este episodio le debemos Ha habido un inicio de acuerdo común entre arqueólogos sobre el signi­
definiciones tales como masa, fuerza, velocidad, aceleración, átomo, elemen­ ficado y la definición de entidades en lo que va de siglo, pero no se ha com­
to y compuesto, o ácido, base y alcalí. pletado de manera satisfactoria, principalmente debido a la falta de interés
Los estudios especializados adquirían lentamente consistencia, agrupando de los arqueólogos por el procedimiento intuitivo, reticencia que además de
y definiendo sus entidades básicas de acuerdo con el sentido de las nuevas retardar el desarrollo de la arqueología, impide que se enseñe mediante una
observaciones y de la información suplementaria previsible sobre otros miem­ instrucción condensada y pone en peligro la integridad del tema. La arqueo­
bros de la clase; a partir de aquí la clasificación de los datos empezaría en logía actualmente se mantiene a duras penas en la “historia natural” o segun­
gran escala. Muchas de las entidades (átomo, fuerza, electricidad) definidas da fase de desarrollo, una época frustrada pero no totalmente desprovista de
por las nuevas disciplinas eran entidades conceptuales difíciles de explicar, ventajas cuando se la compara con el replanteamiento contemporáneo de
intangibles y posiblemente «irreales» fuera de su propio marco de referencia, muchas de las disciplinas más maduras. Es característico de este estado que la
a pesar de lo cual su definición fue aceptada porque demostraron ser útiles variedad y la confusión de opinión y definición vayan acompañadas de una
aproximaciones a una realidad compleja y podían ser igualmente usadas para indulgente creencia de que no es posible hacer más que acumular datos,
la formulación de hipótesis intrínsecamente coherentes de valor predictivo. mientras que, simultáneamente, se aceptan las primeras entidades última­
22 Arqueología analítica
Introducción y polémica 23

mente definidas y se intenta reformar la situación y establecer una clasifi­ Entendemos por generalizaciones no específicas los términos que se usan
cación conceptual. para apoyar el caso de una generalización a partir de cierto número de ob­
De este preámbulo podría deducirse que la primera tarea del arqueólogo servaciones, pero no llegan a precisar la proporción de los ejemplos. Esta
interesado por el desarrollo del poder de la arqueología consiste en la elabora­ clase de argumento se usa frecuentemente cuando la mayor parte de las prue­
ción de una terminología precisa y el aislamiento de entidades conceptuales bas se contradice con la hipótesis favorita del manipulador. Las palabras que
de valor. No con la ingenua esperanza de que estas definiciones sean univer­ delatan esos casos son “raro”, “común”, “frecuente”, “mayoría”, “algu­
salmente adoptadas ni en la creencia vana de que únicamente sus conceptos nos”, “pocos”, “muchos”, e incluso medidas no especificadas como “lar­
son todos igualmente correctos, sino con la firme convicción de que sólo go”, “corto”, “grueso” y “delgado”, y carecen de significado en ausencia
de esta manera puede poner gradualmente en orden una situación confusa. de un criterio comparativo estándar.
El problema de definir las entidades arqueológicas más útiles —atributo, La generalización es un procedimiento válido y útil, pero una generaliza­
artefacto, tipo, conjunto, cultura, grupo cultural— es tratado en capítulos ción puede ser invalidada si no hay proporcionalmente suficientes casos com­
posteriores junto con las implicaciones inherentes de esas definiciones (Ca­ probados, si las circunstancias no se controlan y si se prescinde de los casos
pítulos IV-VIII). De momento nos centraremos en el problema de la termino­ conflictivos. En su mayoría los términos incriminados son valores relativos y
logía laxa y sus resultados, sin que por un momento supongamos que este no absolutos y no nos dicen qué muestra representan con respecto al total.
libro en modo alguno esté exento de esos peligros. Cien observaciones de una correlación particular se pueden llamar “fre­
Los peligros más frecuentes de la terminoloía arqueológica revisten la cuentes”, “comunes”, “típicas” o “características”, especialmente si sólo
forma de “juicios de valor”, “generalizaciones no específicas” y “ambigüe­ se conoce un total de 150 casos. En cambio, las cien observaciones podrían
dades”. Conviene evitarlos en los trabajos propios y descubrirlos en las expo­ llamarse “raras”, “atípicas” o “escasas” si vienen á añadirse a una muestra
siciones ajenas. Los juicios de valor implican la transferencia incorrecta de las de 100.000 casos. Necesitamos saber “cuantos casos son positivos” de “cuan­
opiniones mediatizadas del observador al registro de la observación. Términos tos casos que fueron examinados” y “cuantos casos que no fueron exami­
tales como “primitivo”, “bruto”, “degenerado” y “caduco” resultan parti­ nados”. El grado de confianza que podemos acordar a una generalización
cularmente maltratados. Véase sino el curioso ejemplo del contraste entre la depende de la respuesta a estas preguntas y éstas pueden formularse ade­
opinión victoriana y la opinión moderna en torno a la cerámica neolítica bri­ cuadamente si los datos son numéricos, en la forma de una estadística de
tánica. La cerámica profusamente decorada de Peterborough fue tan esti­ fiabilidad o por intervalos de fiabilidad (Moroney, 1957).
mada por los excavadores Victorianos como las “toscas” cerámicas lisas Esta discusión nos lleva a la más interesante y exasperante clase de enfer­
del Neolítico occidental. De ahí surge la convicción de que la cerámica de medad, la “ambigüedad”. Esta enfermedad tiene dos formas corrientes,
Peterborough “gruesa” (tenía los bordes barrocos), “tosca” (está hecha con el uso de un mismo y único término para diferentes series de fenómenos y el
anillos como la cerámica del Neolítico occidental) y “degenerada” (a menudo uso del mismo término para niveles jerárquicos de series bastante diferentes.
está cubierta con una decoración profusa imitando la cestería) era la copia' La primera clase de ambigüedad a menudo se esconde en uno de los térmi­
por parte de los primitivos cazadores mesolíticos de las finas cerámicas de nos arqueológicos más peligrosos: la etiqueta “típico” o “tipo”.
los primeros asentamientos neolíticos. Las investigaciones en curso indican “Típico” a veces se usa para indicar la forma más corriente o frecuente
que la cerámica de Peterborough es simplemente el último desarrollo de la de artefacto dentro de un conjunto (se puede decir, p. ej., que el bifaz es
cerámica del Neolítico antiguo dentro de una tradición unificada y continua el artefacto achelense “típico”). Por otra parte, artefacto “típico” significa
(Smith, 1974). La valoración victoriana de la cerámica de Peterborough un artefacto de forma suficientemente rara y peculiar como para limitarlo a
reflejaba el gusto reinante por la composición ornamental; la estima actual este grupo, y por lo tanto, utilizable como “fósil tipo” diagnóstico para la
por la cerámica austera y no decorada del Neolítico occidental está inspirada totalidad del grupo. Por ejemplo, la punta de hueso de base hendida puede
por el moderno culto “escandinavo” de la decoración simple y austera. De decirse que es un instrumento auriñaciense “típico”, aunque sea un objeto ex­
modo similar, los aspectos domésticos aislados en los conjuntos cerámicos traordinariamente raro. De igual manera, a veces en un mismo trabajo ar­
se citan como ejemplo de “degeneración”, propio de los fines de serie, cuan­ queológico, la denominación “típico” puede aplicarse al artefacto más co­
do se compara con las mejores vasijas salidas de la mano del mismo alfa­ mún y al más raro de un conjunto. Surge una gran confusión cuando unos
rero. Estos simples ejemplos probablemente son. suficientes para ilustrar el argumentos correctos en un sentido del término son aplicados a los otros,
peligro de tales términos. y, lo que es peor, cuando al intentar definir una población de conjuntos,
Ya nos hemos referido brevemente a las “generalizaciones no específicas” un artefacto tipo es definido arbitrariamente como “típico”, prejuzgando así
en la discusión de los “hechos” arqueológicos como generalizaciones deduci­ la definición y el contenido del grupo en su totalidad.
das especialmente de la clase conocida como proposiciones de probabilidad. Un ejemplo práctico de esta última clase de ambigüedad surge en la clasi-

UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA
BIBLIOTECA CENTRAL
24 Arqueología analítica Introducción y polémica 25

ficación de los túmulos alargados megalíticos británicos. En el occidente de simple o múltiple cámara segmentada sin transeptos. Tomada como “típica”,
Gran Bretaña dos clases principales de tumbas son definidas por el “tipo” esta última forma hace resaltar la base común de los grupos regionales britá­
Severn/Costwold y por el tipo Clyde/Carlingford, mientras que en la periferia nicos de túmulos megalíticos alargados y los enlaza geográfica y taxonómica­
de estos grupos y, algunas veces, entre ellos, existen varios tipos “atípicos” mente con una clase muy amplia de tumbas simples común en la Francia
o “degenerados” (Fig. 1). La tumba “típica” de Severn/Costwold se carac­ atlántica. Este enfoque nos proporciona una interesante hipótesis alternativa
teriza por un túmulo largo algo trapezoidal con un vestíbulo en media luna opuesta, o una hipótesis sustitutiva según la cual todo el fenómeno proviene,
convexa y una galería megalítica con transeptos. La tumba “típica” Clyde/ a través de etapas no especificadas, de catorce tumbas en el Loira. Importa
Carlingford consta de un túmulo rectangular con ángulos romos, vestíbulo observar pues como dos diferentes usos del término “típico” pueden dar
en media luna cóncava y una galería simple segmentada sin transeptos lugar a dos hipótesis opuestas a partir de los mismos datos. Cual de estas dos
laterales. Estos dos tipos de tumbas parecen muy bien definidos por esta hipótesis es la correcta no lo sabremos sin una investigación especialmente
tipología y se concentran netamente en dos áreas geográficas naturales. Los proyectada para contrastar los modelos hipotéticos con los datos.
equivalentes continentales de los dos tipos de tumbas han sido identificados Este ejemplo subraya la doble implicación del término “típico”: el as­
en un pequeño grupo de tumbas con transeptos en el estuario del Loira, pecto que subraya las idiosincrasias del grupo y el otro que subraya el tipo
taxonómicamente comparables al tipo Severn/Costwold, y de las que las tum­ modal del grupo. Cuando se pasa a la discusión de los orígenes de tipo
bas de tipo Clyde/Carlingford quizás podrían derivarse como desarrollo basados en la difusión, entonces, el tipo modal o tipo más común es pro­
secundario (Daniel, 1939). bablemente el más útil, ya que el tipo idiosincrático, por definición, debe re­
flejar á menudo líneas locales de desarrollo. Como ejemplo de ambigüedad
producida por un término definidor de dos conjuntos diferentes, el término
“típico” debería evitarse a toda costa y usar, en su lugar, una definición
adecuada del artefacto tipo y su frecuencia.
La forma alternativa de ambigüedad corriente corresponde al empleo de
un mismo término para varios niveles de jerarquía de conjuntos y da lugar al
Fig. 1. Tipología problema de los niveles de significado. El problema de la utilización de un
de los sepulcros mismo término para definir entidades de niveles de complejidad bastante dife­
megalíticos rentes no es fácil de descubrir y resolver. Veamos, por ejemplo, los enunciados
británicos. “un hacha es un tipo de artefacto”, “un hacha de bronce es un tipo de
hacha”, “un hacha de talón es un tipo de hacha de bronce”. Hay una je­
Tipo Tipo .
Clyde no especializado rarquía descendiente de “tipos” de complejidad variable, pero cada grupo en
Severn
Costwold Carlingford más generalizado cada nivel se le denomina con un término idéntico: un “tipo”. Las dificul­
tades aparecen cuando se está comparando “tipos” que se refieren a entida­
Sin embargo, un examen minucioso revela una situación compleja. Am­ des de niveles de complejidad diferentes. La presencia de un “tipo” de hacha
bas formas de tumba son típicas en el sentido que representan la integración de talón en contraposición a otro tipo de hacha de talón no suele utilizarse
de todos los aspectos peculiares a su área; así, vemos que de unas ochenta para separar dos conjuntos muy similares en cuanto a muchos otros aspec­
tumbas de Severn/Costwold sólo unas diez presentan todas las caracterís­ tos. Sin embargo, la comparación entre un conjunto con un “tipo” de hachas
ticas “típicas’’, incluido la cámara en el transepto. Igualmente, de las aproxi­ de talón, y entre otro conjunto con un “tipo” de hachas de piedra, proba­
madamente ciento cincuenta tumbas del grupo de Clyde/Carlingford sólo blemente sería suficiente para atribuir el primero a la Edad del Bronce Medio
unas cincuenta ofrecen todas las características típicas. Queda pues bastan­ y el otro al Neolítico. El mismo “tipo” estaba presente en ambos conjuntos
te claro que el significado de la palabra “típica” usada aquí tiende a recal­ en un nivel: el nivel de hacha “tipo”, pero en un nivel más complejo la
car las particularidades locales y las idiosincrasias regionales. Si, al contrario, diferencia entre los “tipos” de hacha era más crítica.
damos como típica la planta de la tumba que se encuentra más comúnmente De la misma forma, los libros de texto antiguos describen las entidades
en las dos áreas, observaremos una forma “típica” mucho más generalizada, paleolíticas como parte de una “cultura” achelense, de una “cultura”muste-
no solamente en estas dos áreas, sino que, curiosamente, incluye los megali- riense o una “cultura auriñaciense pese a que estos niveles de significado
tos de las costas de Cornwall, Devon, Dorset y Kent (grupos de Penwith para'la palabra “cultura” son bastante diferentes de las entidades referidas
y Medway). Esta tumba “típica” más extendida y frecuente es en forma de tú­ con el mismo término en la expresión “cultura” de Wessex o “cultura” de
mulo bastante ovoide con una fachada lisa o ligeramente indentada y con una Aunjetitz. Aquí, la palabra vital “cultura” se usa a niveles de complejidad
26 Arqueología analítica

y significado bastante diferentes, solamente relacionados por tratarse de clases


jerárquicas de las mismas categorías generales, para todas las cuales estamos
acostumbrados a usar la misma palabra, “cultura”. Si identificamos los di­
ferentes niveles de significado vehiculados por determinados términos co­
lectivos, no solamente evitamos la confusión sino que también revelamos-
interesante información sobre la sutil naturaleza de nuestros conceptos intui­
tivos de la entidad.
La implicación común de esta prolongada pero no exhaustiva discusión
de la definición y el significado es que el potencial total de la arqueología
como disciplina difícilmente puede conseguirse mientras no se adopte y
generalice el uso de una terminología concisa, incisiva y definida. Las etapas
preliminares hacia este objetivo deben incluir la redefinición de todos los tér­
minos inciertos de vital importancia en el debate arqueológico, con la esperan­
za de que los términos mejores terminarán por imponerse. Igualmente, de­
biera perderse la ambigüedad, la generalización no específica, y los juicios
de valor, y, siempre que sea posible, las observaciones serán tratadas nu­
mérica y estadísticamente.

VI Modelos

El nacimiento de la arqueología como disciplina data del concepto de Thom-


sen de las tres edades tecnológicas sucesivas. Este concepto sustituyó las pri­
meras ideas caóticas sobre los artefactos antiguos por un esquema simple,
amplio y predictivo adecuado para estructurar e investigar los datos arqueo­
lógicos; es decir, por “modelos”. En lo esencial, los modelos son hipóte­
sis o series de hipótesis que simplifican las observaciones complejas en tanto
que ofrecen un marco predictivo adecuado para la estructuración de esas
observaciones, separando el “ruido parásito” y la “información”. Qué debe
entenderse por ruido parásito y qué cuenta como información dependerá ex­
clusivamente del marco de referencia del modelo.
Con los modelos e hipótesis se logra simplificar las situaciones complejas
al ignorar la información fuera de su marco de referencia y por la generali­
zación adecuada dentro del mismo. Es posible que nuestro método intuitivo
al tratar de hacer deducciones generalizadoras acerca de lo desconocido a
partir de observaciones acumuladas, generalmente se forma a partir de mo­
delos imaginarios construidos de forma que las consecuencias indefectibles
en el orden de las ideas de estos modelos mentales reproducen siempre las
consecuencias inevitables del mundo real (Braithwaite, 1960). Cuando logra­
mos construir modelos basados en nuestra experiencia acumulada, con las
propiedades adecuadas, resulta fácil obtener una predicción de las consecuen­
cias que debería surtir un conjunto dado de hechos ajustados al modelo.
Por supuesto el éxito depende en gran parte de que nuestros modelos con­ Fig. 2. Modelo general (a) — Un modelo para la metodología arqueológica. Un
modelo para la organización y la relación de las actividades arqueológicas en una
ceptuales hayan sido bien construidos y muy ajustados a la realidad. metodología disciplinada.
Hay numerosas clases de modelos diferentes, algunas directamente identi- Adaptación del modelo geográfico de Chorley, 1964.
Introducción y polémica 29
28 Arqueología Analítica

los mismos hechos pero con resultados diferentes susceptibles de ser compara­
ficables con el pensamiento arqueológico, otras son utilizadas inexplícitamen­
dos y contrastados respecto a su exactitud por medio de la evidencia acumu­
te, y Otras permanecen fuera del alcance de nuestra imaginación. En esta
lada. Los poderes de la taxonomía numérica ofrecen una tenue esperanza de
sección trataremos de los principales tipos de modelos, subrayando algunos
que un día incluso los arqueólogos serán capaces de expresar sus modelos
de los inconvenientes que conlleva su empleo y examinaremos tres modelos
mentales en eficientes términos abstractos de alto valor predictivo. Mien­
generales referentes a la arqueología (Clarke, 1972).
tras tanto es importante que reconozcamos que consciente o inconsciente­
Los modelos pueden dividirse en tres niveles de sofistificación, con sus
mente, nuestras mentes erigen modelos de situaciones arqueológicas basadas
respectivos métodos y ámbitos de aplicación (Ackoff et al., 1962). A medi­
en nuestra experiencia acumulada y amplitud de visión. Estas son las carac­
da que se avanza en una disciplina o en un estudio, los modelos empleados
suelen elevarse pasando de la clase más baja —la de los modelos icónicos— terísticas que distinguen el arqueólogo ingenioso del arqueólogo ingenuo, y los
modelos buenos y útiles de los malos.
a la de los modelos análogos y, en última instancia, a la de los modelos
simbólicos o matemáticos (Fig. 2). Los modelos icónicos representan los atri­ El tópico de los malos modelos conceptuales nos recuerda que todo a
lo largo de este libro las técnicas más útiles y poderosas suelen ser también
butos observados en forma de símbolos icónicos codificados. Este nivel infe­
rior de modelo es, a menudo, la consecuencia de una necesidad de documen­ las más difíciles y peligrosas de emplear. La construcción de modelos pre­
tación condensada. Un mapa de distribución arqueológica y unos simples senta varios peligros inherentes. Con demasiada facilidad demasiados atribu­
historiagramas o diagramas de dispersión equivalen a modelos icónicos de las tos del modelo son transferidos erróneamente a la teoría, como sucede, es­
pecialmente, con las analogías o generalizaciones con base histórica. A veces
situaciones arqueológicas (muy útiles en forma de documentación concisa y
como medio de generalización (Fig. 2, columna 1). Los modelos análogos el modelo adoptado es de alcance demasiado limitado y puede oscurecer las
representan los atributos observados previa sustitución de aquellos atributos verdaderas relaciones por ser insuficientemente general. Teóricamente los lí­
mites del modelo y de la teoría deberían ser idénticos y la imposibilidad
“análogos” cuyas consecuencias son congruentes con las de los atributos ob­
física de la teoría debería coincidir con la imposibilidad lógica del modelo
servados. En arqueología, los modelos análogos, son, hoy por hoy, la forma
más común, más excitante y... más peligrosa de modelo generalizador al (Braithwaite, 1960). A pesar de estas características, la preparación de mode­
transferir a situaciones arqueológicas situaciones históricas, antropológicas o los sigue siendo el procedimiento más poderoso, y la adaptación de los mo­
delos cada vez más ajustados a la realidad sirve tanto para las áreas maladap7
abstractas. La tercera y más sofisticada clase de modelo es el modelo sim­
tadas como para las mejor acomodadas. Este es quizás el momento apropiado
bólico en el que los atributos observados se representan con símbolos, los
cuales a diferencia de los símbolos icónicos son calculados específicamente. para introducir tres modelos o sistemas generales que se desarrollarán am­
pliamente a través del resto de este libro.
El cálculo de un modelo simbólico suele ser un análogo matemático de un
tipo determinístico, estadístico o estocástico en el que la realidad es sugerida
como consecuencia matemática lógica del modelo. Los modelos simbólicos (a) Un modelo para la metodología arqueológica, ilustrando las tres
esferas principales de la arqueología (Fig. 2).
de esta clase difícilmente pueden considerarse idóneos para los estudios ar-.
(b) Un modelo para las entidades arqueológicas: entidad politética en
queológicos, pero con el perfeccionamiento de la disciplina y sus instru­
contraposición de la monotética (Figs. 3, 49).
mentos, esta clase de modelo merecería un mayor desarrollo.
Cuanto más elevado el rango del modelo, mayor la suma de información (c) Un modelo para los procesos arqueológicos: la teoría de sistemas,
el modelo general y su marco en arqueología (Fig. 11).
condensada, y más ambicioso el alcance general. Los modelos más sofis­
ticados suelen ser modelos matemáticos o estadísticos, que son los vehículos
(A) UN MODELO PARA LOS PROCEDIMIENTOS ARQUEOLOGICOS
de los sistemas deductivos puros más poderosos y menos condicionados.
Como ejemplo de la independencia de la hipótesis y de su vehículo puede
Este modelo se limita a desarrollar los conceptos esbozados en el apartado
mencionarse la adopción por Einstein en 1915 de un sistema de geometría
sobre la naturaleza de la arqueología como disciplina (Apartado II), en el
completamente abstracto desarrollado como un mero ejercicio por Riemann
que definimos, como se recordará, tres esferas principales de actividad ar­
en 1854. Einstein descubrió que este estudio geométrico ofrecía a su teoría
queológica con relación al tratamiento de los datos de observación rescatados
de la relatividad general un marco de gran interés predictivo (Braithwai-
en las excavaciones; a saber, la esfera de los atributos contextúales (locali­
te, 1960).
zación, estratificación, asociación, etc...), la esfera de atributos específicos
Sin embargo, por el momento la mayoría de los modelos arqueológicos
(atributos presentes o ausentes entre los artefactos o conjuntos), y la esfera
son simples análogos de situación basados en la historia y la antropología
resultante de la contribución conjunta o independiente de las dos prece­
o simples documentaciones icónicas. Estos modelos ofrecen a cada prehisto­
dentes: la esfera central de la síntesis y construcción de modelos (Fig. 2).
riador unos marcos conceptuales diferentes sobre los que podrá extender
30 Arqueología analítica Introducción y polémica 31

En la figura 2, el modelo que ilustra estas esferas y sus relaciones resal­ citamente adoptado para la definición de la mayoría de las entidades ar­
ta la diferencia entre el segmento arqueológico del mundo real y las obser­ queológicas. Los prehistoriadores todavía parecen pensar que para definir
vaciones basadas inevitablemente en una pequeña muestra de este segmento. los grupos es necesario que cada miembro dentro del grupo tenga todos los
Las esferas correspondientes a las observaciones contextúales y específicas atributos calificativos. En la práctica este ideal nunca ha sido demostrado
pueden ser totalmente experimentales si se controla adecuadamente la excava­ en arqueología, ningún grupo de conjuntos culturales de una cultura dada
ción y se usa el análisis de datos. El flujo empieza por la muestra de obser­ nunca contiene, ni incluso contuvo, la totalidad de los artefactos cultura­
vaciones y pasa de las esferas de la experimentación y rescate de datos a la les (Childe, 1956, 1963); ningún grupo de artefactos de un tipo de pobla­
esfera del modelo de operaciones y formulación de hipótesis. Las tres colum­ ción dado dispone de los mismos atributos. Al contrario, somos conscien­
nas paralelas representan los trayectos alternativos de análisis usando modelos tes de que estos grupos se definen por un margen de variación entre
icónicos, análogos o simbólicos. En realidad, tal y como hemos advertido límites definidos, por poblaciones o tipos de atributos de los que una ele­
anteriormente, estos trayectos son realmente alternativas de creciente sofisti­ vada proporción son diversamente compartidos entre los miembros indivi­
cación. Estos métodos pueden ser usados en una secuencia en cascada en la duales del grupo. Esta situación no es una agrupación monotética en ab­
que un modelo icónico se convierte en un modelo análogo y luego en uno de soluto sino que pertenece a la otra gran clase de grupos taxonómicos:
simbólico, sea en una secuencia de operaciones o, poco a poco, durante gene­ los grupos politéticos (Fig. 3) (Sokal y Sneath, 1963)5.
raciones, mientras la disciplina y los datos van mejorando en contenido Un grupo politético es un grupo de entidades tal que cada entidad posee
informativo. Finalmente un circuito de feedback compara el modelo recién un gran número de los atributos del grupo, y que cada atributo es compartido
ideado o las hipótesis con el último estado de los datos observados, y recicla por numerosas entidades mientras que ninguno de ellos es a la vez suficiente
coincidencias y discrepancias en el sistema, para generar modificaciones o y necesario para asegurar su calidad de miembro del grupo. Mientras que sólo
nuevos modelos. El ciclo continuo acaba produciendo un destilado de propo­ hay una forma de grupo monotético, hay muchas variedades de agrupación
siciones, principios o hipótesis sintetizadores (Chorley, 1964). politética, según sea el número de atributos compartidos, el número máximo
y mínimo de atributos compartidos entre cualquier par y el número de atri­
(B) UN MODELO PARA LAS ENTIDADES ARQUEOLOGICAS butos poseídos por cada uno de los individuos. La definición de la naturaleza
exacta de las agrupaciones politéticas fundamentales para la taxonomía ar­
La mayoría de las entidades arqueológicas consisten en cúmulos o agre­ queológica es una de las tareas futuras más importantes que aguardan al
gados de entidades de rango taxonómico más bajo. Aquí trataremos de arqueólogo.
grupos, grupos de grupos y grupos de grupos de grupos de atributos
basados en datos de observación. Los grupos culturales son cúmulos de
culturas, las culturas son cúmulos de conjuntos, los conjuntos son cúmulos
de tipos, ios tipos son cúmulos de artefactos y los artefactos cúmulos de Entidades

atributos o rasgos. Para el arqueólogo el reparto de objetos en grupos, A B c D E FGHI JKL


Atributos i X X X X X X
cúmulos o secuencias “críticos” ha sido una actividad normal durante o 2 X X X X X X Grupo
décadas. La naturaleza de estas agrupaciones se imponía con toda claridad. artefactos 3 X X X X X X monotético
Se hacía una lista de atributos prejuzgando intuitivamente cual daría la 4 X X X X X X
“mejor” distribución en grupos, y se colocaba en el grupo las entidades 5 X X X X X X
que poseían los atributos y se excluían las que no los poseían. La na­ 6 X X -X-
7 - X x-- X
turaleza atribuida a estos grupos era también transparentemente clara, se X -
Grupo
8 XXX X politético
trataba de entidades sólidas y tangibles como un artefacto tipo o un con­ 9 - X -XX -
junto cultural provistos, obligatoriamente, de determinados atributos califi­ IO X - X-X X,
cadores y podían manejarse como pequeños ladrillos. Esta clase de grupo, X Presente
— Ausente
muy conocida por los taxonomistas, corresponde al llamado grupo mo-
notético —un grupo de entidades suficientemente definidas como para que
la posesión de una serie única de atributos sea suficiente y necesaria
Fig. 3. Modelo general (b).— Un modelo para entidades arqueológicas.
para conferir calidad de miembro (Fig. 3) (Sokal y Sneath, 1963). Él modelo Las entidades arqueológicas son estructuradas como poblaciones de grupos
para entidades arqueológicas era pues, un modelo monotético. politéticos y pueden no ser tratadas como poblaciones de grupos monoté-
El modelo monotético en caja de ladrillos es todavía el concepto tá­ ticos.
Introducción y polémica 33
32 Arqueología analítica
lubricado con aceites sociales. De nuevo podemos tomar el modelo de la
Las implicaciones fundamentales del politetismo de las entidades arqueo­ cultura como un superorganismo segmentado por el parentesco, estimula-
lógicas o del politetismo parcial de las diferentes clases de grupos van más ble, obteniendo recursos alimenticios, creciendo, reproduciéndose y murien­
allá de la simple afirmación. Por primera vez podemos honestamente admitir do; una integración compleja de numerosas pequeñas unidades, dotada de un
la amplia variación de atributos definiendo tipos de artefactos, conjuntos y potencial mayor que la simple suma de las partes. Finalmente, hemos pen­
culturas sin tener que abandonarlos como si se tratase de entidades defini­ sado en la cultura como un modelo físico en el que constelaciones de ele­
das. Sería temerario depender de un único atributo o un solo fósil como crite­ mentos se estructuran en agrupaciones, y éstas se integran en patrones ma­
rio definidor de la calidad de miembro del grupo. yores —las galaxias culturales, que cambian con el tiempo, deslizándose o
Por primera vez podemos darnos cuenta de que esta extraordinaria varie­ colisionando con otras galaxias culturales similares. Todos estos modelos son
dad de las entidades y sus atributos así como el alcance de su variación cons­ estimables, pero ni uno solo de ellos es predictivamente útil; están todavía
tituye la base de su potencial original de cambio mediante un desarrollo en en la fase de los simples análogos.
mosaico y multilineal y no mediante una mitología acordada de simples tipo­ Recordaremos brevemente estos análogos favoritos de las entidades cultu­
logías unilineales. No necesitamos prolongar por más tiempo las evidentes rales para señalar que tanto ellos como las culturas individuales comparten
insuficiencias de nuestros conceptos y definiciones teóricas ante las compleji­ ciertas características esenciales —las mismas características, precisamente,
dades reales de los datos. Las definiciones viables de las entidades arqueoló­ que confieren su fuerza a los análogos; una fuerza que en cada caso espe­
gicas obtenidas deberían usarse como los útiles eficaces que son y no reser­ cífico se desaprovecha como ocurre con un modelo general, por su alcance
varse a libros de texto poco consultados o enterrados en glosarios. No es demasiado limitado. Si pudiéramos destilar estas características esenciales se­
necesario por más tiempo recoger los desordenados e inexplicables flecos de ríamos capaces de definir un modelo de mayor alcance y mayor utilidad
las formas periféricas en “híbridos” montones poco realistas con todas das general. Estas características compartidas se corresponden con los aspectos
implicaciones que conlleva este término pseudogenético. esenciales de esas complejas entidades dinámicas formadas de tramas entrela­
La teoría y la definición arqueológica han operado bastante deshonesta e zadas de entidades o atributos; —dicho en otras palabras, todas ellas son sis­
inconscientemente en dos niveles. Un nivel teórico de interpretación por lo temas dinámicos. Las propiedades generales e innatas de las diferentes clases
que se refiere a rígidas agrupaciones monotéticas y un nivel práctico de agru­ de sistemas pertenecen al campo de la cibernética y es en los aspectos de
paciones por amplia afinidad o similitud valorada en una base intuitiva. este campo que deben buscarse los modelos útiles para las entidades cul­
Esta división esquizofrénica ha perjudicado seriamente el desarrollo de los turales.
estudios prehistóricos, en los que se ha ensalzado un modelo teórico total­ Sería realmente demasiado fácil en esta etapa adoptar la teoría de sistemas
mente inadaptado, mientras que un real avance práctico ha sido llevado a como modelo para los procesos arqueológicos ’y las entidades culturales que
cabo por una agrupación bastante furtiva, en la que los resultados eran luego los generan sin identificar exactamente la clase de sistema que estas entida­
presentados como si hubieran sido logrados por teorizantes inteligentes. des representan. Esto no haría otra cosa que transformar la teoría de sistemas
En resumen pues, seguiremos asumiendo que el mejor modelo para la ma­ y su terminología en otra analogía vaga desprovista de potencial práctico.
yoría de las entidades arqueológicas es algún tipo de modelo politético (como * Por consiguiente, aunque este apartado propone un modelo de sistema di­
se aconseja incluso en antropología social —Needham, 1975). En los últimos námico apropiado para la conceptualización arqueológica, nos llevará otros
capítulos trataremos de establecer una jerarquía de conceptos de entidad sóli­ dos capítulos para intentar definir la naturaleza de esos sistemas arqueoló­
damente fundamentada a partir de este modelo y de determinar sus implica­ gicos. Debemos tratar de entender qué clase de sistemas existen en arqueolo­
ciones a largo plazo (Caps. 4-8)6. gía, cuáles son sus funciones, límites y propiedades innatas como sis­
temas, cómo están entrelazados en subsistemas y en qué marcos puede conce­
birse su existencia. Probablemente no podremos lograrlo en totalidad, ya que
(C) UN MODELO PARA LOS PROCESOS ARQUEOLOGICOS los mismos antropólogos apenas han empezado a analizar los sistemas sociales
desde este punto de vista (Rappaport, 1968). A partir de otra generación de re­
Las culturas estudiadas por el arqueólogo existieron en otros tiempos com­ sultados de análisis de datos antropológicos más completamente documen­
pletamente equipadas y funcionando dentro de un marco ecológico, pero tados, entonces el arqueólogo podrá empezar a sacar mayor provecho de los
ahora solamente tenemos algunos engranajes, muelles y fragmentos estructu­ aspectos arqueológicos más relevantes. Mientras tanto, el arqueólogo puede
rales rotos, a partir de los que se debe restaurar un reloj completo e inducir empezar a explorar el potencial de los modelos de sistemas dinámicos y tra­
los principios del mecanismo —un modelo de cultura sumamente complicado tar de descubrir qué clases de sistemas son relevantes y cuáles no lo son como
con engranajes moviéndose con una eficacia y una inercia mensurables, modelos de proceso arqueológico, y dilucidar los métodos para investigar
con energía potencial, impulsos, tensiones y mecanismos de escape, todo ello
34 Arqueología analítica Introducción y polémica 35

estos sistemas particularmente complejos. Una vez determinadas con cierta de sus primeros trabajos sobre secuencias cronológicas mediante el uso de la estra­
aproximación los tipos de sistemas implicados se podrá comprobar sus pro­ tigrafía y el método tipológico de Montelius, Childe estimuló una nueva sistema­
piedades innatas al margen de los valores de atributos particulares. A partir tización de la prehistoria europea con el uso de la cultura como una unidad temporal
de todas estas investigaciones intentaremos definir el modelo marco de siste­ y espacial de análisis.
(3) Como un ejemplo del abandono de la teoría y la metodología generales
ma general para el análisis y las hipótesis arqueológicas. Esta es la tarea que
merece la pena señalar que antes de la publicación de la obra de Childe Piecing
nos aguarda en el próximo capítulo. Together the Past (1956), no había ningún libro en Gran Bretaña tratando de meto­
Resumiendo, podemos anticipar que los grupos culturales, las culturas, dología de una manera explícita. Este abandono se observa igualmente en América,
conjuntos, tipos y artefactos que cambian con el tiempo se presentan como con la excepción de Taylor (1948) y Willey y Phillips (1958).
determinadas clases de sistemas dinámicos con ciertas características innatas (4) La frase “cultura material en el pasado” sustituye aquí a “antigüedades”,
que surgen de la estructura general de los sistemas más que de sus atributos término desafortunado empleado en la primera edición de nuestro libro. Aunque el
específicos o valores intrínsecos. Nuestro propósito es la identificación de las estudio de la cultura material en el pasado se halla estrechamente asociado con la
entidades arqueológicas como sistemas funcionales, la definición de los va­ arqueología, no es umversalmente el caso por el momento. Por ejemplo, Schiffer (1976)
lores límites de los estados de los sistemas y las especificaciones de las pro­ pretende que “el tema de la arqueología son las relaciones entre el comportamiento
humano y la cultura material en todos los tiempos y lugares” (la cursiva es nuestra).
piedades innatas de los sistemas como sistemas generales. La primera parte se
Según esta definición la disciplina además de la arqueología “tradicional”, incluye es­
ocupará de un modelo de sistemas generales para las entidades arqueológi­
tudios de cultura material en las sociedades etnográficas e industriales (Schiffer, 1976).
cas, la segunda parte aplicará el modelo a culturas específicas y la tercera (5) Doran y Hodson (1975) señalan cómo algunos arqueólogos (p. ej., Childe,
lo aplicará a los artefactos como sistemas. Gran parte de la discusión de un Bordes, Krieger) habían insinuado el uso de un modelo politético para entidades ar­
modelo de sistemas generales debe pensarse como aplicable simultáneamente a queológicas tales como tipos y culturas. Pero no hubo un desarrollo explícito de
ambos niveles: a la cultura y a los artefactos. En los capítulos siguientes este concepto y los autores mencionados apuntan que la clasificación de tipos de
veremos, en primer lugar, el desarrollo de modelos generales adecuados de Childe («los miembros individualmente... exhiben ciertas características comunes repe­
valor predictivo; luego, el desarrollo del marco para tales modelos. A nivel tidas... en todos los miembros de la clase»: Childe, 1956) (el énfasis es mío) corres­
cultural podemos esperar un modelo en el que intervienen sistemas cultu­ ponde a lo que ahora llamaríamos clasificación monotética.
rales dinámicos formados por una compleja red de subsistemas en el marco de (6) Mientras que la clasificación politética de las entidades arqueológicas ha sido
un sistema ambiental de igual complejidad (Figs. 22, 23). El estudio de sis­ fuertemente apoyada y desarrollada en la arqueología británica (Doran y Hodson,
1975), algunos estudiosos en América tienen un punto de vista diferente. Thomas
temas socioculturales completos, las relaciones mutuas entre esos sistemas y su
(1970) pretende que el autor no logra distinguir los dos importantes significados de
entorno y los cambios adaptativos de estos sistemas con el transcurso del tiem­ “clasificación”; a saber, el acto de formar grupos de entidades arqueológicas, que es
po constituye el estudio de la ecología cultural y un tema de nuestro tercer donde Thomas está de acuerdo que el concepto politético es vital, y la identificación
capítulo. Una vez establecidos en detalle los modelos y sus marcos, dedica­ de nuevos especímenes para que puedan ser adjudicados a taxones existentes; aquí
remos el espacio restante a la aplicación de estos conceptos al campo especial el arqueólogo maneja un pequeño número de criterios que permiten distinguir entre
de las entidades y procesos arqueológicos con ejemplos detallados (Capí­ taxones —un procedimiento monotético según Thomas. Whallon (1971, 1972) todavía *
tulos 4-10). va más lejos, manteniendo que un enfoque monotético, como el que se practica en
ecología de las plantas, da una clasificación más significativa en tipos de sus propios
datos (la cerámica del período Owasco del centro y este del estado de Nueva York)
que los métodos politéticos o el método de Spaulding (1953) para el análisis de atri­
Notas butos. Así, por ejemplo, al usar el método de Spaulding para comprobar posibles
asociaciones aleatorias entre atributos, Whallon descubrió que sólo podía definir dos
(1) Daniel (1976) insiste en la distinción entre el trabajo de Thomsen y el de los tipos de cerámica, comparados con los tradicionales dieciséis establecidos por Ritchie
primeros eruditos italianos, franceses, ingleses y daneses “dedicados a la especulación y MacNeish. Esta divergencia de opinión sobre el uso de clasificaciones politéticas
filosófica general” acerca de las edades tecnológicas en el pasado del hombre. Según en arqueología se puede observar en las críticas hechas al método de Whallon por
él estas especulaciones no eran una forma general de pensar en estos países, y Thomsen
Doran y Hodson (1975) por no tratar, según ellos, los atributos cuantitativos y porque
no fue afectado de manera significativa “por las ideas de Mercati, Mahudel y otros”. exige una prueba comparativa completa de los mismos datos con un análisis de agru­
Carecemos de suficientes pruebas para decidir entre las ideas de Daniel y las conclu­ paciones politético como se ha hecho en ecología de las plantas.
siones del autor en el sentido de que los estímulos para el trabajo de Thomsen
tenían “viejas y extendidas fuentes”. La última historia de la arqueología escandi­
nava de Klindt-Jensen (1975) no ofrece ayuda para resolver este problema.
(2) Una omisión notable en esta discusión es el trabajo de V. Gordon Childe
(1929) y, en especial, su desarrollo del concepto de “culturas” arqueológicas. Después
Sistemas culturales —el modelo 37

tructura social, o de los principios religiosos dentro del sistema de dogma.


El propósito inmediato es, por lo tanto, dar un procedimiento preliminar
esquemático, crear un primer modelo de sistema general y desarrollar las im­
plicaciones preliminares del modelo general en los datos culturales.
Quizá sería más conveniente empezar considerando la gran variedad de
2 Sistemas culturales —el modelo clases de sistemas que existen en el mundo y luego echar una ojeada a
algunas de sus propiedades o regularidades inherentes puesto que son
precisamente estas propiedades de varias clases de sistemas las que ofrecen
especial interés para la obtención de un modelo que nos diga algo sobre
La cultura... es el sistema total de los medios extrasomáticos el comportamiento general de clases particulares de sistemas muy complejos
de adaptación que incluye series complejas de relaciones independientemente del estado específico de sus atributos particulares. Estas
entre gente, lugares y cosas, y su matriz se expresa de forma características inherentes a sistemas de la misma clase surgen de rasgos co­
multivariada. munes en la estructura de los sistemas individuales; este aspecto responde
LEWIS R. BINFORD, 1965, p. 209 al concepto estático de “patrón” o al de “sistema” (en situaciones dinámi­
cas que cambian con el espacio y tiempo). El término sistema abarca cual­
quier “red” de atributos intercomunicados o de entidades formando una
I Teoría de sistemas —un esquema unidad compleja. Se trata pues de un modelo mental de sistemas de atribu­
tos intercomunicados o de entidades cuyos componentes cambian sucesiva­
La cibernética o teoría de sistemas es una disciplina compleja que se ex­ mente de valor y estado en el espacio, el tiempo o con ambos a la vez,
tiende rápidamente y que sería prácticamente imposible condensar en este y que, por consiguiente, alteran el estado del sistema global en el que se
apartado. Los manuales de Ashby (1956) y de Wiener (1948) proporcionarán hallan integrados. Los atributos o entidades integrantes se dice que están
al lector una base introductoria suficiente para esta clase de enfoque. A “intercomunicados” debido a que los valores o estados de algunos de estos
título complementario, el lector interesado podrá recurrir a otras fuentes componentes se modifican en función del valor o estado de algunos de sus
de reconocido interés (p. ej., Bertalanffy, 1950, 1969; Hall y Fagan, 1956; vecinos. A estos cambios de valor o de estado se les suele llamar una
transformación, y a una secuencia de transformaciones que sigue un curso
Miller, 1965; Buckley, 1967, 1968).
Recurriremos a la cibernética para que nos ayude en la construcción particular se le llama, entonces, una trayectoria.
de un modelo de los procesos’ arqueológicos. Sabemos que el modelo será De este modelo se deduce que cualquier estado de sistema puede pre­
inadecuado, pero aun así nos permitirá resumir nuestra información y será sentarse como una transformación espacial o temporal de otro estado de sis­
tema específico y diferente, o bien que un sistema no puede ser la trans­
susceptible de más amplio desarrollo.
El modelo general que vamos a desarrollar surge del supuesto que los formación de otro por prolongada que sea la operación. La arqueología
sistemas culturales son unidades íntegras. La cultura material, la estructura gira alrededor de múltiples decisiones que afectan algunas series de sistemas
económica, el dogma religioso y la organización social son, según esta hipó­ (artefactos, conjuntos, culturas) que se transforman mutuamente pero que los
tesis, meros subsistemas arbitrariamente extraídos de su contexto común. diferencian de otras series de sistemas que se presentan como series de trans­
El sistema sociocultural es un sistema unidad en el que toda la información formación separadas pero paralelas. El agrupamiento racional de esas trans­
cultural constituye una trama estabilizada pero constantemente cambiable de formaciones en función del tiempo y el espacio, y su posición respecto a
atributos interrelacionados; se trata pues de un sistema dinámico. Amplian­ los ejes de coordenadas correspondientes, constituyen dos de los principales
do el supuesto diremos que la cultura material sólo se puede abordar co­ problemas de la arqueología.
rrectamente tomando en cuenta su anterior acoplamiento con un sistema Para completar esta imagen elemental de un sistema debemos añadir que
la mayor parte de los sistemas pueden verse afectados por varias condi­
sociocultural.
Un modelo de sistema general fundado sobre esta base será representa­ ciones externas (estímulo o input) y que ellos mismos pueden, a su vez,
tivo de procesos culturales a varios niveles dentro de la unidad sociocultural. afectar las condiciones del entorno (respuesta o output). Vemos, pues, que
El término “general” lleva implícito el deseo de que el modelo traduzca el el output del sistema es el input del entorno y viceversa (Figs. 11, 23).
efecto de cambio ejercido en las entidades (en realidad, los procesos) desde El aspecto sistémico de las entidades arqueológicas solamente incluye a
el nivel de los atributos de los artefactos hasta el nivel de los artefactos una mínima parte de la infinidad de objetos orgánicos e inorgánicos del
en el seno de las culturas, o de atributos de parentesco dentro de la es­ mundo y muy poca información potencial nueva sobre estas entidades. Para
38 Arqueología analítica
Sistemas culturales —el modelo 39
poder progresar debemos especificar cada vez más y con mayor precisión guientes regularidades en su trayectoria. El poder de coerción traduce la ca­
en qué categorías específicas del sistema nos estamos interesando y cuales pacidad de una función continua de experimentar mayor cambio que el
son las propiedades inherentes de las entidades —sistemas abiertos, sistemas consistente en pasar de un estado o valor a otro valor inmediatamente
cerrados, sistemas plásticos, sistemas determinados o indeterminados, siste­ contiguo (Ashby, 1956). El primer enunciado de nuestro sistema de modelo
mas de «Caja Negra», sistemas markovianos... etc. Una respuesta posible es general será, pues, que el sistema es dinámico y continuo, y que los valores
que no sabemos todavía con qué clases de sistemas estamos tratando; sa­ o estados específicos de sus atributos o entidades varían por transforma­
bemos algo sobre qué clases de sistemas no están representados, y tenemos ciones sucesivas.
algún dato sobre el comportamiento de esos sistemas arqueológicos más o
menos comparable con el de otras clases de sistemas. Lo que necesitamos es
un modelo canónico cuidadosamente construido y equipado que integre FEEDBACK (realimentación)
estas parcelas de conocimiento y que traduzca lo más cerca posible nues­
tro conocimiento total de los sistemas arqueológicos; un modelo compren­ Hemos descrito la clase de sistema que estamos tratando de modelar como
sivo capaz de generar cada parámetro y propiedad en cualquier momento una red intangible que reúne los atributos o entidades en un complejo
dado y capaz de generar sus secuencias sucesivas o trayectorias de trans­ unitario, de tal forma que los cambios en algunos de estos componentes
formación (Ashby, 1956).
pueden producir cambios en algunos de los otros componentes del sistema,
Sin necesidad de entrar en el detalle de las principales clases de sistemas, de la misma manera que el campo magnético de un imán móvil modifica
veamos rápidamente una serie arbitraria de propiedades normalmente presen­ la forma de un montón de limaduras de hierro. Las líneas de fuerza pue­
tes en varias clases de sistemas y posiblemente útiles para la- confección de den representarse por la línea que une los atributos o entidades particula­
nuestro modelo.
res (Fig. 4i; la flecha indica el sentido de la conexión, desde la fuente de
estímulo al atributo o entidad receptora afectada).
CONTINUIDAD

En primer lugar, sabemos que nuestros sistemas cambian como consecuencia


de la integración compleja del cambio experimentado por sus componentes de
atributo o entidad. Esta capacidad para el cambio o transformación se ma­
nifiesta a menudo como un proceso de cambio continuo aunque no nece­
sariamente regular; un cambio global producido por sucesivas transformacio­
Fig. 4.
nes infinitesimales, imperceptibles individualmente pero bastante evidentes Subsistemas de
en sus resultados acumulativos. El interés de la conceptualización de nues­ feedback
tros sistemas arqueológicos como sistemas dinámicos y continuos estriba en (i) canal único, sin feedback simples.
las propiedades especiales de los sistemas continuos. (H)—(v) canales en bucle, feedback

Como ejemplo de sistema continuo, podemos tomar el de un avión en


pleno vuelo; su rumbo podrá expresarse como una secuencia acumulativa
de posiciones sucesivas. Ahora bien, si intentásemos derribar ese avión ten­ , Sin embargo, es más frecuente que los valores de atributo o de entidad
dríamos que apuntar nuestro misil un poco delante de la posición del avión estén acoplados o conectados de tal manera que un cambio o transformación
sobre su trayectoria, sabiendo que, aunque alguna acción evasiva por parte del en cualquiera de ellos puede producir una transformación correlativa en el
avión sea posible, su posición no podrá cambiar de forma precipitada sino valor del otro. En este caso los vectores estarán directamente opuestos
que describirá un curso continuo entre sus posiciones sucesivas. El artillero (Fig. 4ii) o podrán formar un “bucle” pasando por otro atributo, entidad,
está usando la propiedad coercitiva que limita la variedad de actividades o serie de componentes (Figs. 4iv, v); en todos estos casos hay un “bucle de
de un sistema continuo y que da lugar a cierta cantidad de regularidad feedback” funcional que devuelve la información desde el recipiente al es­
de comportamiento, predecible dentro de ciertos límites. Regularidad fatal timulador, con posibilidad de modificación de este último por el retorno
en el caso de que el avión fuese localizado y seguido por el radar. Por de.su propia información emitida. En un diagrama de sistemas, los vecto­
consiguiente, la caracterización de nuestros sistemas arqueológicos como res opuestos y los bucles (Figs. 4i-v) representan un subsistema de feedback.
sistemas continuos aumenta la posibilidad de detectar coerciones y consi- De lo anterior se deduce que un sistema constituido por una red de
gran complejidad podrá integrar numerosos subsistemas y complicar las pro-
40 Arqueología analítica Sistemas culturales —el modelo 41

(1) Equilibrio estable

Un sistema se halla en equilibrio estable cuando un pequeño desplazamiento


Fig. 5. Ejemplo simple de un sistema complejo; del sistema es seguido de un regreso al estado de equilibrio inicial. Con­
veinte circuitos posibles. Fuente: Ashby, 1956. sideremos, por ejemplo, un espejo cóncavo en posición horizontal y, en su
centro, una bolita de acero inmóvil; todo desplazamiento de la bolita pro­
ducirá en ella un movimiento oscilatorio alrededor del centro del espejo,
oscilación que irá amortiguándose hasta que la bolita se inmovilice de nuevo
en su posición inicial. El centro del espejo es el punto de equilibrio estable
del sistema. Si se considera que el estado de equilibrio se restablece por
piedades del sistema en su totalidad proporcionándole gran flexibilidad de la disminución continua del desplazamiento, resultará que esos sistemas
respuesta. Con sólo cuatro atributos o entidades, cada uno afectando a los recuperan, a menudo, pero no exclusivamente, el equilibrio estable mediante
otros tres, se obtendrá veinte circuitos distintos (Fig. 5). Esos sistemas com­ el efecto “regulador” de un subsistema de feedback negativo. Esta capacidad
plejos no pueden tratarse como una red de circuitos de feedback más reguladora de los subsistemas de feedback se estudia con mayor detalle más
o menos independientes sino que deben tratarse como un todo. Lo impor­ adelante en esta misma sección.
tante es que esos sistemas complejos tienen «comportamientos» igualmente
complejos que no dejarán de reflejarse en unos patrones “complejos” (2) Equilibrio inestable
(Ashby, 1956).
Para nuestro propósito nos bastará admitir que varias de las cualida­ Un sistema se halla en equilibrio inestable cuando un pequeño desplaza­
des especiales que a veces nos parecen dotar de inteligencia a las entidades miento del sistema produce un .desplazamiento cada vez mayor del estado
y sistemas complejos —finalidad, adaptación, respuesta al estímulo, com­ inicial. Si inmovilizamos una bolita de acero en el centro de un espejo
portamiento, autocontrol, memoria, previsión—, estriban en la visión antro- convexo horizontal, bastará un ligero desplazamiento de la bolita para que
pomórfica que tenemos de esos subsistemas de feedback y de la red extre­ ésta empiece a rodar y se aleje del centro hasta encontrar un nuevo punto
madamente compleja del sistema. Debe avanzarse con prudencia y no atri­ de equilibrio. Si consideramos que el desplazamiento del estado de equilibrio
buir la capacidad razonadora del individuo humano a los sistemas materiales inestable se traduce por un desplazamiento sucesivamente mayor, deberemos
generados por las sociedades humanas. Las propiedades similares comparti­ admitir que los subsistemas reguladores, a menudo, aunque no exclusiva­
das por unos y otros son inherentes a esos sistemas. mente, utilizarán los outputs del feedback positivo para introducir el equili­
Para terminar, mencionaremos las dos alternativas de feedback informati­ brio inestable.
vo —el feedback negativo y el feedback positivo—. El primero interviene
cuando la información de salida (Fig. 3, A-Z) cierra el bucle (Z-A) afec­
tando un signo o tamaño que reduce el output de origen. Este tipo de feed­ (3) Equilibrio metastable
back puede cerrar repetidas veces el bucle, de forma que su output de ori­
gen se irá acercando de cero. En cambio, en el feedback positivo la infor­ Un sistema se halla en equilibrio metastable cuando la estabilidad es sólo
mación de feedback que cierra el bucle puede añadirse al output de origen, posible en ausencia de determinado catalizador que, al ser introducido en el
el cual irá elevándose a medida que aumenta el número de ciclos alrede­ sistema, provoca la ruptura del estado de equilibrio. La energía potencial
dor del bucle. La acción combinada de ambos feedbacks propicia o, al del sistema metastable es mínima pero no decreciente (Lotka, 1925). Son
contrario, inhibe, la instauración de estados de equilibrio o de estabilidad. ejemplos de sistemas metastables las soluciones salinas supersaturadas antes
que se introduzca un catalizador (siembra de cristales), o la mezcla de
gasolina y aire en el cilindro de un motor de explosión antes que se pro­
EQUILIBRIO O ESTABILIDAD ' duzca la chispa de la bujía. Esos sistemas suelen experimentar un cambio
creciente hasta alcanzar un umbral límite más allá del cual el sistema ya no
El uso indiscriminado de los términos “sistema” y “equilibrio” ha compli­ puede permanecer inalterado. Los umbrales de una secuencia continua de
cado innecesariamente la elaboración de un modelo de sistema. Es por tal estados de sistemas son separaciones temporales de los estados de sistemas.
razón que al hablar de sistemas y de estados de equilibrio deberá precisarse A cada umbral le corresponden estados o valores «catalíticos» específicos,
de qué sistema y de qué equilibrio se trata. que al ser introducidos (posiblemente según un orden determinado), permi-
42 Arqueología analítica
Sistemas culturales —el modelo 43
tiran que la trayectoria del sistema pase de un estado a otro. Los valores
y el orden de los “estados catalíticos esenciales” que deben introducirse de los elementos individuales. Tal podría ser, por ejemplo, el caso de las
en el sistema para que se produzca determinada transición nos dan una poblaciones de los tres países del Benelux repartidas en las proporciones
aproximación de la “altura” del umbral. relativas 3: 3 1/2, 1, respectivamente, pese a que numéricamente las tres
cambian constantemente y que belgas, holandeses y luxemburgueses no cesan
de cruzar las fronteras administrativas de los tres países. En un contexto
(4) Estado de equilibrio fijo arqueológico podríamos referirnos a los asentamientos de cazadores de una
cultura dada caracterizados durante cierto período de tiempo por poblacio­
Un sistema se halla sometido a un estado de equilibrio fijo cuando su estado nes de artefactos repartidas de acuerdo con la relación cinco puntas de
es sólo posible en presencia de determinadas variables y de estados o valores flecha por cada tres rapadores por cada buril —a pesar de que cada asen­
de atributo mantenidos constantes. Imaginemos un sistema constituido por un tamiento individual de la clase ofrezca números absolutos diferentes de ar­
helicóptero que se mantiene inmóvil en el aire sin que experimente la menor tefactos (p. ej., las variantes del Musteriense del Suroeste de Francia).
vibración, y cuya cabina encierra en posición horizontal, el espejo cóncavo En presencia de numerosos atributos o entidades y de datos sobre su fre­
de los ejemplos anteriores, con la bolita de acero inmovilizada en su centro; cuencia relativa, podrá sospecharse la existencia de este tipo de equilibrio.
en este ejemplo, la bolita se halla en estado de equilibrio fijo, estado que
conservará mientras el helicóptero continúe permaneciendo “inmóvil” (7) Cuenca, área o conjunto de equilibrio
bajo el continuo esfuerzo de su rotor y consiguiente gasto de energía de
su motor. Se dice que un sistema presenta una cuenca, área o serie de estados o va­
lores de equilibrio, cuando bajo determinado número de condiciones, las
(5) Equilibrio dinámico transformaciones de esos valores continúan perteneciendo a la serie restringi­
da que constituye la “cuenca” o región estable. En los ejemplos precedentes
Un sistema se halla en equilibrio dinámico cuando a pesar de los cambios de las diferentes clases de equilibrio, cada caso se refería a la conservación
continuos experimentados por los valores de sus componentes en instantes del equilibrio existente en cada estado o valor de una serie restringida. De
sucesivos del tiempo, esos componentes alcanzan, casi, un estado estable. Los ahí la posible formulación de una cuenca de equilibrio o región estable para
sistemas emparejados se hallan a menudo en equilibrio dinámico mutuo, cada clase de equilibrio —estable, inestable, dinámico, etc.—.
y pese a que cada uno de ellos experimente cambio, la trayectoria des­ Este breve repaso demuestra que las diversas formas de equilibrio no
crita por el cambio conjunto de ambos pasa por sucesivos puntos de equi­ son por fuerza mutuamente excluyentes, y que un sistema determinado puede
librio. Como ejemplo demostrativo podríamos imaginar una balanza en equi­ ofrecer un equilibrio con propiedades al mismo tiempo dinámicas y estadís­
librio, una persona empeñada en alterar dicho equilibrio mantiene la apli­ ticas. Hemos visto, además, que cualquiera de esos equilibrios puede refe­
cación de una presión manual variable en uno de los platillos, y otra em­ rirse a valores y a estados de atributo o de entidad, o a vectores, secuen­
peñada en restablecerlo mediante la adición o sustracción de pesas en el- cias de valores o ritmos de cambio. Esa flexibilidad del concepto de equili­
platillo opuesto. Cada día, antes de empezar el juego, la balanza está en brio constituye su 'principal “haber” puesto que si se logra adaptar algún
equilibrio; después, el sistema experimenta numerosos desplazamientos, de tal tipo de modelo de equilibrio al “comportamiento” cambiante de nuestras
suerte que tendremos un estado de equilibrio dinámico con un punto o entidades, entonces se podrá empezar a establecer alguna forma de repre­
valor de equilibrio móvil. Esta evocación del equilibrio dinámico a través del sentación canónica o simbólica. Será igualmente útil insistir, y con eso ter­
juego de la balanza es comparable a la de la relación existente entre los sis­ minamos este resumen, en la necesidad de especificar las cualidades del tipo
temas de cultura y sus sistemas ambientales acoplados (véase las considera­ particular de equilibrio tomado en consideración y darse cuenta que, incluso
ciones sobre la Teoría del Juego, pág. 57). dentro de un solo sistema, pueden darse varios tipos de “comportamiento”
de equilibrio, posiblemente en relación con los diferentes niveles del sistema
y sus subsistemas.
(6) Equilibrio estadístico
PERSECUCION DE METAS U HOMEOSTASIS
Los sistemas se hallan en equilibrio estadístico cuando la frecuencia de
presencia d.e las poblaciones que componen el sistema continúa depen­ Varios tipos de sistemas —especialmente los de trama más compleja y ex­
diendo de determinadas probabilidades, independientemente de los antojos tendida— parecen estar dotados de la capacidad por perseguir (y converger
hacia) “objetivos” o estados “deseables”, como ocurre, por ejemplo, con el
44 Arqueología analítica Sistemas culturales —el modelo 45

sistema de regulación automática de un misil balístico, o con un robot para rregulación. Cuando se dirige una corriente de aire frío a través de un horno
la extinción de incendios, que detecta, alcanza y apaga el fuego. En los provisto de termostato, la temperatura al interior del horno cae, el termos­
sistemas creados por el hombre, el objetivo suele coincidir con el fin pro­ tato interviene y el horno se pone de nuevo en marcha hasta alcanzar
puesto por el constructor y difícilmente podrá considerársele como un la temperatura fijada por el termostato; éste actúa, pues, como un regula­
“deseo’ del sistema, especialmente en casos como el del misil balístico, en dor oscilante respecto a una temperatura preestablecida. Hay varias formas
el que la trayectoria del sistema termina con la destrucción del propio de construir un autorregulador de esta clase, como también son diversas
sistema. las formas adoptadas por la regulación de un sistema que, a todas luces, está
Es obvio que el “comportamiento” del sistema es una interpretación an-
tropomórfica de 1) que las trayectorias del sistema convergen hacia estados
de equilibrio, 2) que algunos componentes de esos sistemas actúan como
reguladores y pueden restringir la variedad de los resultados posibles. En la
próxima sección estudiaremos este aspecto de regulación y control, aunque en
su forma más simple podemos señalar su presencia en sistemas tales como los
misiles con corrección automática de trayectoria, los termostatos y numerosas
clases de dispositivos mecánicos de control. El “comportamiento” objeti­
vado es en gran parte una ampliación de una interpretación humana a sis­
temas lanzados en pos de estados o regiones de equilibrio —estados que
podrían ser deseables o indeseables según la óptica con que se examinan.
Esta búsqueda de equilibrio es característica de los sistemas complejos y
surge, con frecuencia, de los bucles de feedback positivo o negativo, cuyas
oscilaciones lo hacen converger hacia un estado estabilizado. Esas oscila­
ciones con respecto a un estado de equilibrio resultan igualmente antro-
pomórficas como se desprende de los términos “búsqueda”, “exploración de
la serie de posibilidades para un mejor estado”, “aproximaciones sucesivas”,
“alcanzar y conservar”, etc. (Ashby, 1956).
Queda todavía pendiente de respuesta la cuestión de si un sistema de
construcción humana, como pueden ser un sistema cultural o un sistema ar- ambiental o contextual
tefactual, tiene una trayectoria temporal que le conduce a través de equili­
brios preseleccionados y preconcebidos por su constructor, o si esos siste­
controlando su propio “registro” de “respuestas” a los “estímulos” recibi­
mas se dirijen estocásticamente hacia equilibrios sucesivos. Sin embargo,
dos. El principio básico de la mayoría de reguladores de este tipo es el mis­
lo que sí indica el uso de esos términos antropomórficos es que el modelo
mo que rige el bucle de feedback responsable de las demás características
adecuado puede ser el mismo —en efecto, no importa que las transforma­
de “comportamiento” (p. ej., “objetivación”). Es fácil comprender, pues,
ciones multilineales del sistema hacha de mano no “explorasen” la variedad
que si consecuencias tan complejas como ésta son transmitidas por un cir­
de formas alternativas en búsqueda de variantes sucesivas más eficaces—,
cuito tan simple como es el “bucle” de feedback, entonces, prácticamente
el sistema se comporta “como si” ello fuese realmente así. La “adaptación”,
cualquier sistema complejo exhibirá esta clase de “comportamiento”.
“la regulación”, la “búsqueda del objetivo”, la “capacidad mnemotécnica”,
Veamos, como ejemplo general de lo que acabamos de exponer, una per­
la “previsión” y la “evolución” de esos sistemas producen resultados
turbación ambiental, “E”, de (y, por consiguiente, acoplada con) una enti­
comparables con los que las aptitudes humanas equivalentes producen en
dad que posea como parte integrante de su sistema, un subsistema “R”,
los seres humanos.
por el que deberá pasar la perturbación proveniente de “E”. El estado re­
sultante o “respuesta” de la entrada (“estímulo”) “S” es una serie limitada
del registro total, “T”, de estados posibles restringido o mediatizado por
REGULACION Y CONTROL
la necesidad de ser compatible con el output de “R”. El subsistema en bucle,
“R”, es un elemento mediatizador que reduce el número total de respuesta a
Otra propiedad interesante de determinados tipos de sistemas complejos
una serie restringida, de acuerdo con las condiciones existentes. “R” inter­
es la capacidad de actuar “como si” fuesen capaces de autocontrol y auto­
viene, pues, como un control y un regulador del sistema (Fig. 6).
46 Arqueología analítica Sistemas culturales —el modelo 47

El interés de los subsistemas de regulación y control de este tipo reside


en su capacidad de actuar como medio “aislante” entre el sistema y su am­
biente o contexto. El regulador bloquea y filtra las fluctuaciones externas
restringiendo su variedad pero conservando los parámetros esenciales del sis­
tema dentro determinados límites. Del punto de vista supervivencia, los sis­
temas que contienen buenos subsistemas reguladores tienen más probabilida­
des de sobrevivir sin experimentar cambios que los sistemas comparables
pero desprovistos de un “aislamiento” tan eficaz. La regulación controla el
flujo de variedad entre entorno y sistema acoplado. Gran parte de la cultura
social y material puede considerarse como ejerciendo, hasta cierta medida,
un control regulador del efecto de las variaciones internas y externas sobre
las respuestas del sistema. La ley de la variedad de los requisitos apunta
que sólo la variedad puede modular o destruir la variedad (Ashby, 1956). Fig. 7. Suma de condicionantes —aunque las condiciones limitantes de cada
condicionante particular pueden ser amplias (a-a’, b-b’, c-c\d-d’ o conjuntos
Sólo la variedad o la sofisticación de los componentes de un sistema de
a, b, c, d), su incidencia conjunta condiciona estrechamente el área estable
cultura pueden contener la variedad en los estados finales del sistema y (zonas sombreadas).
mantenerlos dentro de límites tolerables. Volveremos, más adelante, a la fun­
ción reguladora de la cultura.
en relación con las actividades humanas y sus productos pero a menudo
hay cierta reticencia para expresarlos, en razón de su “considerable am­
LIMITES Y REDES plitud”. Esas amplias variaciones de los límites referidas a cualquier condi­
ción tomada por separado no es óbice para que la expresión final de los
Hemos afirmado repetidas veces la exactitud de determinados supuestos o valores o límites, tomados en su conjunto, se restrinja considerablemente
determinadas condiciones y su operatividad en un sistema, siempre que (Fig. 7). La amplitud de cada conjunto individual de límites no debería ha­
otras condiciones se cumplan o se mantengan dentro de ciertos límites; cernos desistir de nuestro empeño por investigar y definir los límites que
entonces decimos que este sistema o el atributo sigue siendo válido dentro de intervienen en un estudio determinado.
determinados límites. Si se reduce el alcance de las condiciones restrictivas Del diagrama de la figura 7 se desprende que si se considera los lími­
hasta que sus límites coincidan en un mismo punto o estado, entonces di­ tes como interviniendo en determinados puntos de una escala lineal de valo­
remos que el supuesto es “el caso” en estudio o que el sistema o el estado res, los límites se podrán representar por dos paralelas. Pero también podre­
del atributo vendrá determinado por esta condición y no podrá ser ya un mos representarlos como un “conjunto” de valores reflejando áreas o regio­
conjunto de valores sino un valor único, en cuyo caso se dice que el siste­ nes estables. La superficie definida por la intersección de los perímetros de
ma es determinado. Si, al contrario, un punto único de estado se separa dichas regiones representa la superficie de equilibrio restringido. Como
y los límites se alejan infinitamente, sin que se altere el supuesto, entonces podrá apreciarse, estamos trabajando consciente o inconscientemente en el
el “caso” o estado es “independiente” con respecto a esas condiciones campo de la teoría de conjuntos y de grupos y con los teoremas y las
particulares, las cuales podrán variar a discreción sin que necesariamente propiedades de los conjuntos y subconjuntos que se intersectan. No escaparán
alteren el estado en cuestión. Esas condiciones, al ser tan permisivas res­ al lector las ventajas que ofrece el recurso a las técnicas del cálculo sim­
pecto a este estado o trayectoria, dejan de ser “variables esenciales” en el bólico para ayudarnos a pasar sucesivamente de los modelos icónicos a los
sentido de que no mediatizan el estado particular; es decir, no nos aprenden modelos análogos y a los simbólicos (Green, 1965) L l
nada sobre sus cambios posibles. El sistema ya no está totalmente delimi­ Los sistemas pueden representarse gráficamente como redes de atributos o
tado, aunque sus estados estén limitados de una manera susceptible de poder entidades formando un todo de gran complejidad. Según este concepto, la
expresarse en términos de probabilidades (Fig. 10). Más adelante examinare­ estructura y el patrón internos de las entidades nos aparecen estáticos, y la
mos el efecto que puede ejercer esta complicación sobre el “comportamiento” capacidad inherente del sistema para ofrecer más propiedades que la mera
de un sistema en esas condiciones. suma de las propiedades de sus componentes es consecuencia del carácter
El descubrimiento de los límites restrictivos de la variedad de los esta­ reticular de los sistemas complejos (Fig. 5). Otra propiedad digna de mencio­
dos de un sistema o atributo nos permite comprender la regularidad del nar estriba en la infinidad de circuitos del sistema susceptibles de establecerse
“comportamiento” del sistema o atributo. Esos límites se observan, a veces, y operar a través de las intersecciones de la red de cualquier entidad comple-
48 Arqueología analítica Sistemas culturales —el modelo 49

sistema ambiental está relacionado con cambios correlativos en un sistema


cultural acoplado, el observador tiende a antropomorfizar su observación
interpretando este cambio como la “adaptación” de uno de los sistemas
a los cambios producidos en el otro. Esta respuesta adaptativa es un mero
caso particular de transformaciones estrechamente relacionadas en los siste­
Entidad A Entidad A Entidad A Entidad A mas acoplados observables en cualquier sistema dotado de una estructura
subsistema 1 subsistema 2 subsistema 3 subsistema 4
mínimamente complicada. Son muy raros los casos de sistemas complejos
Fig. 8. Simple ilustración de los numerosos subsistemas de la red susceptibles de acoplados en los que uno de ambos sistemas no ofrezca esas “respuestas”
incidir simultánea o secuencialmente a través los nodos de un sistema. al “estímulo” procedentes del otro, ni la secuencia “adaptativa” que sigue
a una serie de cambios de este tipo. La adaptación es una etiqueta antro-
ja; por ejemplo, los veinte circuitos compatibles con los cuatro atributos de pomórfica para las propiedades banales propias de la mayoría de los sistemas
la entidad representada en la figura 5. complejos acoplados.
Esta propiedad queda fácilmente demostrada en la figura 8; la represen­ Un examen más detallado de los cambios adaptativos resultantes de con- r
tación gráfica nos ayuda a comprender cómo cualquier individuo, atributo o diciones cambiantes nos permite constatar que sólo determinados atributos en* *
actividad puede ser un miembro simultáneo de centenares de sistemas o sub­ cualquiera de ambos sistemas necesitan cambiar en dichas condiciones. Los
sistemas “independientes”, cada uno de ellos dotado de una función especí­ atributos y valores que sí cambian son las “variables esenciales”, cuyos lími­
fica ejercida a niveles netamente separados. Considérese, por ejemplo, un tes de estabilidad son sobrepasados por las transiciones particulares conside­
individuo que en un momento dato pertenezca a un equipo de fútbol, un par­ radas. Otros atributos o valores permanecerán inalterados en el sistema
tido político, una unidad militar, un equipo de trabajo, una familia, etc. gracias a una mayor “tolerancia” de la que se da en las demás “variables
Nuestro personaje se equiparará a un nodo de la red por el que transcurren esenciales”, lo cual significa que la serie de valores estables en su cuenca
diferentes sistemas.. Casi todas las acciones y actividades humanas nos ofre­ umbral es suficiente para aceptar sin modificación las nuevas perturbaciones.
cen ejemplos de esta propiedad; un arqueólogo puede salir por la televisión Las “variables esenciales” clave serán, por consiguiente, atributos que dife­
porque ello satisface simultáneamente varios sistemas personales destinados rirán de acuerdo con la naturaleza e importancia de los cambios particulares
a ganar dinero, a informar a los telespectadores, satisfacer una necesidad psi­ considerados en el sistema acoplado.
cológica, propagar ciertas ideas interesadas, elevar su categoría profesional o En arqueología y antropología es normal que esos sistemas tengan una
cumplir alguna obligación. En esos ejemplos, el nodo que reúne esos diversos condición pasada, otra presente y una futura; es decir, un estado completo.
sistemas puede representarse igualmente como el vector resultante de los En la mayoría de esos sistemas la condición o estado futuro es alguna fun­
diversos sistemas que convergen sobre aquél. ción de no sólo la condición actual del sistema sino también de una se­
Esta representación ayuda a comprender que según sean el sistema y la red cuencia completa de variables “esenciales” en estados pasados del sistema.
estudiados, algunos nodos son interesantes o activos, y otros no (Fig. 8). Que Gran Bretaña declarase la guerra a Alemania por la cuestión de Dantzig
Se trata, pues, de otra forma de interpretación de las “variables esenciales” en 1939 dependía no sólo de la condición de la Gran Bretaña del momento
presentes en alguna trayectoria del sistema diferenciándolas de otros nodos sino igualmente de la secuencia completa de alianzas que se sucedieron hasta
similares pero inactivos de la misma entidad que no intervienen en el desa­ aquella fecha. Lo que ocurrió en aquel caso fue alguna función \de las
rrollo del sistema particular estudiado. Las variables esenciales son los atri­ condiciones relevantes pasadas y contemporáneas y las condiciones causales
butos descollantes de las redes de referencia del estudio; es decir, son los relevantes del contexto europeo contemporáneo. En todo sistema variable en
atributos conectados entre sí en el sistema de interés. Aspecto éste que nos el tiempo o “adaptándose” a él hay una serie limitada de atributos o enti­
recuerda el de la selección “artificial” de atributos en determina­ dades cuya variación pasada y presente es esencialmente relevante para
dos estudios. alguna condición futura del sistema. De acuero con Sommerhoff, diremos
que esta serie limitada está “direccionalmente correlacionada” hacia esta
condición futura (Sommerhoff, 1950).
ADAPTACION Y CORRELACION ORIENTADA Una condición futura específica sólo se alcanza si los atributos del sis­
tema pertenecen a una secuencia particular de series que definan la variedad
En todo sistema o subsistema acoplado, un cambio de atributos en un de las posibles trayectorias hacia esta condición futura. El alcance de la
sistema suele producir cambios similares en el sistema acoplado, especial­ variación permisible en el conjunto de estados presentes y pasados para al­
mente si ambos comparten, el mismo equilibrio. Cuando un cambio en un canzar su estado futuro puede tomarse como una medida del grado de cual-
Sistemas culturales —el modelo 51
50 Arqueología analítica

quier correlación orientada, mientras que el número de variables correlacio­ sible variedad de resultados son reducidos por anchos que sean los límites
y compleja que sea la restricción.
nadas implicadas en cualquier correlación orientada puede servir de medida
del orden de la correlación. Este concepto que expresa el grado y el orden Partiendo de esas observaciones, el investigador debería poder diseñar un
de la correlación orientada en la trayectoria-tiempo de un sistema está es­ modelo canónico de la pauta de transformación de la Caja Negra, con po­
trechamente relacionado con el concepto de grado de “coherencia” —la sibilidad de expresarlo como un sistema isomórfico. Es decir, representarlo
fuerza o grado de “definición integral” de una tradición cultural—, una por medio de un sistema “con la misma pauta” de comportamiento en la
medida que trataremos de emplear más adelante en este libro (Cap. 5). medida que lo permite el marco de referencia de las observaciones —cuanto
Sólo nos queda esperar poder distinguir entre aquellos atributos de un sistema mayor sea la variedad de datos observados incorporada, más se acercará
que se hallan directamente correlacionados con alguna condición futura, el modelo isomórfico al modelo “real” de la Caja. En este sentido, un mapa
las variables esenciales adaptables a la condición futura y aquellos atributos equivaldría a un modelo isomórfico del terreno, mientras que la mayoría
que no están correlacionados con esta cuestión y que pueden, por consiguien­ de los modelos se presentarán como los isomorfos diagramáticos, icónicos,
te, variar dentro de límites menos restringidos, con menor regularidad simbólicos, eléctricos o mecánicos de las “cajas” de problemas particulares.
(Fig. 11). Distinción que nos recuerda la matización establecida entre “in­ Si sustituimos esos tipos de modelos isomórficos por ordenadores analógicos
formación” y “parásitos” en los sistemas de comunicación. o digitales, los output representarán el “comportamiento” de la caja del
problema estudiado.
Resulta, pues, teóricamente posible construir un modelo potente de gran
EL PROBLEMA DE LA CAJA NEGRA INCOMPLETA Y MUY GRANDE exactitud de esos sistemas a pesar de su encubrimiento, siempre que se adopte
Esta analogía presenta al arqueólogo y al antropólogo como unos inves­ el medio de investigación apropiado. El aspecto crucial de la investigación
tigadores empeñados en analizar sistemas muy complejos e.incompletamen­ corresponde a la organización, redacción, redistribución y nuevo etiquetado
te observables, cuyos mecanismos y subsistemas nunca están plenamente dis­ de las transformaciones observadas con el fin de establecerlas como trans­
ponibles para la observación. La analogía pone de relieve que el enfoque formaciones determinadas. En esta actividad crucial la selección arbitraria
de las variables cumple una función definitiva.
del problema del análisis cultural debe contemplar la naturaleza de los datos
y controles a disposición del analista. En particular, la analogía plantea al Si transformamos nuestra Caja Negra en una caja muy grande con sufi­
ciente espacio para albergar un sistema de gran extensión y ricamente tra­
analista la necesidad de escoger los métodos más eficaces para poder pro­
seguir su trabajo. Los términos de esta analogía subsumen los clásicos mado, entonces el problema adquiere otro aspecto, sea que hayamos acu­
problemas sistemáticos de la Caja Negra, de la Caja Ñegra Muy Grande mulado una serie importante de datos sobre las probabilidades de los com­
ponentes individuales del sistema con anterioridad a su montaje en el interior
y de la Caja Incompletamente Observable (Ashby, 1956).
El problema de la Caja Negra se plantea en sus términos teóricos y de la caja, o, al contrario, que esperemos incorporar esas observaciones
prácticos cuando el investigador se enfrenta con un sistema complejo total­ en un modelo comprensivo del nuevo sistema, después de haberlas recupe­
mente velado, salvo por un terminal de input y un terminal de output. rado fragmentariamente en el curso de una excavación. Sin embargo, como
La única información sobre el sistema disponible en la caja debe proceder demostramos en nuestro estudio preliminar, las propiedades de los sistemas
de la observación de los cambios de las relaciones entre los valores variables no son la mera suma de las propiedades de los subsistemas integrantes,
en los terminales. En consecuencia, la investigación de los sistemas de Caja sino que son más complejas debido al crecimiento exponencial del número
Negra depende de la tabulación de tantos estados de entrada y secuencias de circuitos y sistemas alternativos producidos por la introducción de sola­
de estado como sea posible, junto con el registro de los estados de salida mente un nuevo nodo y algunos canales adicionales (Fig. 5). El resultado
correspondientes. El investigador deberá buscar en primer lugar todas las final es que cuando contrastamos el “comportamiento” de la nueva caja
pruebas de condicionamiento en la variedad de los estados, y las regulari­ negra muy grande, con frecuencia vemos aparecer propiedades recién “sur­
dades en los estados o secuencias de estados (regularidades frecuentemente ob­ gidas” inesperadas, a veces muy importantes y sorprendentes. Como ejem­
servables en los datos arqueológicos y antropológicos). Por encima de todo plo de tales propiedades podríamos mencionar la aparición de las imágenes
el investigador tratará de hacer del sistema un sistema determinado a fin que de televisión producidas por un circuito formado por algunas válvulas, un
las consecuencias de un input dado sean conocidas y puedan expresarse como amplificador, un tubo catódico y unos pocos componentes/más, ninguno de
un conjunto limitado de estados de salida. Esta salida podrá ser un estado los cuales es capaz de producir imágenes por sí solo. C/
simple o un gran número de estados o valores; el conjunto puede limitarse a La importancia cultural de los sistemas de caja muy grande estriba en que
incluir una variedad de probabilidades resultantes, una tabla estocástica o unos mismos componentes ofrecen propiedades discrepantes y en que puede
una secuencia de estados posibles, pero, esencialmente, el conjunto y la po­ “inventarse” o desarrollarse nuevas propiedades y un nuevo “comportamien­
52 Arqueología analítica Sistemas culturales —el modelo 53

to”, a veces de trascendental importancia, como consecuencia de mínimas CAMBIO EN EL SISTEMA SIMPLE
alteraciones en las posiciones de los componentes dentro del sistema.
Con la última modificación a que se ha sometido la caja para hacerla Para concluir esas observaciones sobre algunas de las propiedades inherentes
lo más parecida posible a nuestros sistemas complejos, se ha estipulado que a determinados tipos de sistemas, podríamos examinar, ahora, el aspecto de
su recuperación no ha sido total y, que por consiguiente, su observación cambio continuo. Si consideramos un sistema simple con cuatro atributos,
ha sido incompleta. El arqueólogo dispone solamente de un segmento par­ af b, c3 d3 o cuatro sistemas simples, a3 b3 c3 d3 podemos suponer que de­
cial y fragmentario de los verdaderos sistemas, y el antropólogo dispone ben existir tres cambios o transformaciones alternativos de esos estados
de una serie igualmente condicionada y reducida de información sobre esos de acuerdo con las condiciones específicas (Rl, R2, R3) del sistema en el
sistemas. Importa señalar aquí que una entidad compleja contiene un gran momento dado. En condiciones Rl, las transformaciones se operan de manera
número de circuitos de sistema conectados pero separados, de forma que los que tengan lugar las transformaciones: a en c3 b en d3 c en d y d en b, que
especialistas que estudian una misma entidad a menudo pueden estar estu­ podemos escribir:
diando sistemas de circuitos bastante diferentes de la entidad en cuestión
(Fig. 8). El antropólogo se centra en los aspectos del sistema social de las a b c d
culturas; los arqueólogos y los antropólogos en el sistema material de las cd db
mismas culturas —esos sistemas no son los mismos y, sin embargo, tampoco
permanecen desconectados. Resulta muy arriesgado trasponer al sistema ma­ donde la flecha indica el sentido de la transformación. En condiciones
terial las observaciones efectuadas sobre el sistema cultural, y viceversa R2 y R3 se producen otras transformaciones que entrañan resultados
(Alien y Richardson, 1971), pero aún así, importa explorar y explotar el diferentes:
acoplamiento establecido entre los diversos sistemas y sus atributos (Cap. 9).
b c d
El sistema incompletamente rescatado u observado a menudo puede que­
y R3:l a b c d
dar determinado previa consideración de las secuencias de atributos o valores a dc dcdb
en la tabla de variación conocida, y expresión de esas secuencias en forma
de vectores. Ello supone que cualquier estado del sistema puede expresarse
“a la luz” de las secuencias o estados que le preceden y de las trayectorias Lo que se desea demostrar con este ejemplo arbitrario es que la totalidad
de sus atributos. La intuición del investigador le ayudará a formular una de esta farragosa información puede expresarse sucintamente en forma de
correlación orientada hacia las condiciones futuras del sistema y a restable­ tabla o matriz de transformación; a saber:
cer parte de la predictibilidad. La aparente “memoria” del sistema y su pro­
yección hacia una “meta” conocida se deberán exclusivamente a esta faceta Transformación del (de los) sistema(s) I abcd
del investigador, con lo cual se produce otra visión antropomórfica de un a3 b3 c, d3 en condiciones
sistema inerte. Rl cddb
A modo de resumen podríamos añadir que los sistemas arqueológicos y R2 badc
antropológicos presentan los clásicos problemas de la Caja Negra, de la Caja R3 dcdb
Muy Grande y de la Caja Incompletamente Observable. En esta sección
hemos tratado los problemas especiales propios de estos tipos de sistemas y Los datos arqueológicos y antropológicos frecuentemente revisten esta forma
las medidas especiales necesarias para adaptarlos a determinada forma. La engorrosa y ofrecen numerosos valores alternativos de transformación según
principal dificultad reside en la selección y definición de las “variables esen­ sean las condiciones y, por consiguiente, este tipo de tabla o matriz será
ciales” entre todas las variables posibles que se ofrecen a nuestra considera­ un dispositivo particularmente cómodo para representar esas observaciones
ción, y tanto más, que esas “variables esenciales” pueden resultar ser vec­ (Fig. 16).
tores de tipo “secuencias de estados” o “ritmos de cambio”. Son numerosos La tabla ilustra solamente las transformaciones cerradas y monovalentes
los arqueólogos y antropólogos que no admiten la posibilidad de adaptar puesto que los resultados de las transformaciones Rl, R2, R3 no crean
sus sistemas a una forma determinada, pero afortunadamente, el cada día nuevos estados ni aparecen en ellos x o y; sólo aparecen combinaciones
mejor conocimiento de la complejidad de esos sistemas recompensa con ma­ de a b c d, y en esas condiciones las transformaciones son transformacio­
yores éxitos estas útiles manipulaciones. En cambio, la extrema simplificación nes “cerradas”. Por otra parte, el término “monovalentes” restringe esas
inicial siempre ha sido el principal obstáculo para el progreso de la inves­ observaciones a los casos en que la transformación de un estado particu-
tigación (Murdock, 1949; Steward, 1955). -lar sólo ofrece un resultado posible; a saber, a~+b. Es obvio que existen
Sistemas culturales —el modelo 55
54 Arqueología analítica
Transformaciones de los sistemas i a b c d
numerosos casos reales donde la transformación de a podría dar b o c o d,
a, b, c, d, en condiciones de R1
con igual probabilidad, o que podríamos imaginar un sistema en el que las
transformaciones de a puedan ofrecer no solamente un número elevado de a 0,0 0,1 0,0 0,1
estados alternativos sino que pueda poseer igualmente probabilidades varian­ b 0,3 0,4 0,2 0,0
do de acuerdo con las condiciones. Este último supuesto, a pesar de ser c 0,6 0,2 0,1 0,0
relativamente moderado, produce, obviamente, un grado sorprendente de d 0,1 0,3 0,7 0,0
complicación. Podemos añadir, igualmente, que la experiencia parece apuntar
que las transformaciones arqueológicas y antropológicas son raramente cerra­ Esta matriz, por ejemplo, expresa las observaciones según las cuales el es­
das y monovalentes sino que, al contrario, son polivalentes sobre una base tado d sólo cambia al estado a, mientras que el estado c puede pasar,
de probabilidad dependiendo de las condiciones. Nuestro modelo de tabla con frecuencias variables, a los estados b, c, d, y el estado c no puede
de transformación se sitúa, por tanto, en un orden general correcto pero transformarse en el estado a —dadas las condiciones R1 para este sistema.
Sin embargo, las situaciones reales siguen diferiendo de este sistema mar­
no en el nivel específico adecuado.
Podría suponerse, entonces, que los sistemas arqueológicos raramente koviano estricto en el sentido de que las transformaciones de nuestras enti­
producen transformaciones monovalentes o simplemente “determinadas”, y dades tendrán probabilidades de transición que dependen de los estados an­
por tanto, el “comportamiento” del sistema difícilmente será predecible en base teriores o de la trayectoria de los atributos o sistemas componentes. Ade­
a simples cadenas o trayectorias de transformaciones. Sin embargo, intuimos más, la matriz de las probabilidades de transición debería idealmente variar
que las frecuencias o probabilidades de una serie restringida de transforma­ con las condiciones variantes y no podemos garantizar que la relación que
ciones derivadas podría ser susceptible de definición en base a la restric­ expresa la proporción relativa de transformaciones alternativas es exacta­
ción y a las regularidades identificadas en los datos observables. Una cul­ mente constante. Nuestros sistemas problemáticos son aparentemente esto-
tura y sus artefactos son tan incapaces de transformación inmediata y com­ cásticos pero no plenamente de expresión markoviana, razón"porJa cual, de
pleta como el vuelo del avión del ejemplo anterior o cualquier otro sis­ momento les denominaremos semimarkovíanos.
tema continuo. Se diría que estamos buscando un sistema susceptible o no
de ser determinado, monovalente o cerrado y que opera aparentemente sobre
una base probabilística con sus transformaciones dependiendo de determi­
nadas condiciones restrictivas, utilizable como base de ulteriores modifi­
caciones.
Vemos, pues, que cualquier proceso susceptible de ser descrito en tér­
minos de probabilidades podrá ser un “proceso estocástico” (Cherry, 1957).
De ahí que nuestro deseo de disponer de un modelo canónico pueda cum­
plirse en la forma de un sistema de transformaciones resumibles en una
tabla o matriz estocástica de los resultados probables. La cadena de Markov
constituye un buen ejemplo de cadena o secuencia estocástica. Ashby la
amplía trasponiéndola a un sistema cuyo “comportamiento” puede ser resu­
mido por una matriz o tabla de probabilidades en la que las probabili­
dades de transición de un estado a otro no dependen de ningún estado de los
atributos o sistemas anteriores. Dicho de otra manera, si a se traslada a b,
en un 60 % de los casos esto deberá ocurrir independientemente de que se
trate de una a proveniente de la transformación de un estado anterior d
o de una a que fue anteriormente dé estado c; su transformación actual no
debe preocuparse de la trayectoria primitiva del estado a. Un sistema así
t
Estado sistémico
constituye un sistema markoviano susceptible de expresarse canónicamente ambiental o contextual
como una matriz en la que las entidades expresando la frecuencia de proba­
bilidades de este estado o valor particular de verse transformado en algún Fíg. 9. Un sistema simple con un “R” controlador y una “memoria” “X”
otro estado en las condiciones especificadas para tal proceso; a saber: —las transformaciones futuras del sistema quedan limitadas por la trayec­
toria anterior del sistema.
56 Arqueología analítica Sistemas culturales —el modelo 57

Afortunadamente es posible modificar el modelo markoviano para adap­ izquierda). Una vez más, esto equivale a adoptar un punto de vista antro­
tarlo a la mayoría de esas exigencias peculiares. Para empezar podemos re­ pomórfico de los sistemas. Para poder expresar esta capacidad de nuestros
codificar un sistema semimarkoviano en una forma markoviana si tratamos sistemas de obtener resultados modificados de acuerdo con trayectorias an­
cada estado no como un simple valor sino como un vector expresando la teriores, podemos recurrir a algunas de las observaciones más arriba señala­
trayectoria de cambio anterior de este estado. Para nuestras entidades en das. La matriz de las transformaciones o de las “respuestas” posibles ex­
vez de los estados individuales a, b, c, d, podemos tomar las secuencias presa los límites de la serie de resultados posibles bajo condiciones varia­
de transición; a saber (a-b), (b-c), (c-d), etc., y siempre que el sistema pro­ bles (Fig. 10); se trata, pues, de un resumen de los datos disponibles. Esta
duzca trayectorias en las cuales algunas probabilidades de transición dependen tabla es la misma tabla de resultados o respuestas posibles que represen­
de los estados anteriores a los actuales, entonces, aunque no markoviano tamos en “T” (Fig. 6) en la sección sobre regulación y control. En dicha
en su forma original, podrá reescribirse en forma vectorial como un siste­ sección vimos cómo el resultado real de las tablas podía ser modificado o
ma semimarkoviano (Ashby, 1956). controlado por el subsistema “R” que controlaba el estado eventual del sis­
tema “S” a la luz de las condiciones imperantes en “E”. Si además aña­
1 a b c d dimos en el regulador información proveniente de las Z de la trayectoria
Transformaciones de los anterior del sistema, entonces este aspecto mediatizará el resultado peculiar
a 0,0 0,1 0,0 1,0 correspondiente de la tabla de posibles resultados “T” (Fig. 9).
sistemas a, b, c, d,
en condiciones de b 0,3 0,4 0,2 0,0
R1 C 0,6 0,2 0,1 0,0 Esta tabla o modelo canónico (Fig. 10) continúa carente de sentido pues­
d 0,1 0,3 0,7 0,0 to que no se refiere a ninguna situación particular real pese a haber sido
arbitrariamente simplificada. Sin embargo, hemos introducido transforma­

í6 0,5
0,3
0,1
0,3
1,0
0,0
0,1
0,5
ciones multivalor o multiestado de acuerdo con las condiciones variantes y
con las probabilidades variantes, a pesar de lo cual el número de condicio­
d 0,1 0,4 0,0 0,4 nes y de estados continúa siendo bajísimo y no se ha abordado el problema
e 0,1 0,2 0,0 0,0 de la definición de esos estados continuamente cambiantes ni se ha inten­
tado presentar los estados a, b, c, d en la forma de vectores. Pese a esas
c 0,9 0,1 0,0 0,3 objeciones, el modelo simplificado al extremo podrá empezar a sernos útil
d 0,0 0,4 0,2 0,7 para la comprensión de algunas de las dificultades y propiedades inherentes
R3 e 0,1 0,4 0,7 0,0 de los sistemas culturales.
f 0,0 0,1 0,1 0,0

d 0,0 0,0 0,0 0,0 TEORIA DEL JUEGO


e 0,2 0,3 0,4 0,0
R4 f 0,3 0,4 0,5 0,6 Una de las ventajas del modelo es que nos permite representar la analogía
g 0,5 0,3 0,1 0,4 entre “sistemas culturales” y su “contexto ambiental” como complejos
juegos entre dos jugadores con varias estrategias y trayectorias de .equilibrio
Supóngase que las transformaciones (Neumann y Morgenstern, 1947). Ni la tabla de transformación (Fig. 10) se
de e, f g continúan siendo e, f, g, refiere a un sistema real, ni las condiciones R1-R4 a condiciones reales
respectivamente. —una y otras corresponden a un modelo simple temporal. Vista así, podemos
Fig. 10. Tabla “T”. Probabilidades o frecuencias de transiciones alter­ usar la tabla canónica como si se tratase de la lista de jugadas permitidas
nativas para un simple sistema o sistemas a, b> c, d, bajo condiciones va­ en un juego entre el sistema o subsistemas a, b, c, d y las condiciones
riables. Véase “T” en las figuras 6, 9,11. cambiantes Rl, R2, R3, R4 —condiciones que podremos tomar ya sea como
cambiantes en el espacio (Rl en un área, R2 en otra) o como cambiando,
Cuando esos sistemas semimarkovianos presentan transformaciones uni­ esencialmente, en el tiempo R1-R4. Este enfoque adimensional de las
das a/o limitadas por secuencias de transformación anteriores, la totali­ transformaciones del sistema subraya las características de la variación del sis­
dad del sistema parece actuar “a la luz de la historia pasada” y se dice tema en el tiempo. A partir de ahí podremos poner en juego alguna trans­
que esos sistemas se presentan como poseyendo una “memoria” (Fig. 9,. formación y estimar el posible resultado en situaciones reales mucho más
58 Arqueología analítica Sistemas culturales —-el modelo 59

complejas. En el capítulo siguiente recurriremos a la teoría del juego para introducción sucesiva y acumulativa de nuevos estados o atributos puede
obtener modelos reales predecibles en situaciones reales. transformar gradualmente la totalidad del sistema. En nuestros dos ejemplos
Primero jugaremos con los resultados más probables y con los resultados vemos en seguida que la nueva pauta, e, f, g, aparece bajo R2 con b, e,
menos probables, empezando en cada caso con dos sistemas idénticos, b, d, en la trayectoria (2) y bajo R3 con d, ds e> d, en (1). Aunque esta
a, b, c, d, y con condiciones que cambiarán sucesivamente de R1 a R2 transición “muerte/nacimiento” del sistema puede ser abrupta, en la mayoría
a R3 a R4, como si se tratase de una secuencia temporal, lo cual, de de los casos transcurre gradualmente por medio de la introducción de nue­
acuerdo con nuestro modelo de la figura 10 nos dará: vos estados. Puede suponerse que se produce una transición de este tipo
(p. ej., en un proceso que ilustra el carácter politético de este tipo de siste­
ma, con una transición de un sistema a, b, c} d a un sistema e, f g)
Ejemplo (1) 4 a b c d Estado inicial cuando más del 50 °7o (o algún otro porcentaje) de los elementos han al­
del sistema canzado valores que son característicos del nuevo sistema, que es lo que ocu­
Sistema resultante Rl c b d a rre precisamente en la transformación R3~>R4 en los ejemplos (1) y (2),
a, b, c, d, más probable R2 b d c b pero en otras trayectorias de este mismo sistema podría ocurrir en la trans­
en condiciones R3 d d e d formación R2~>R3, puesto que el cambio multilineal a través de un umbral
R4 e no suele producirse brusca o contemporáneamente.
f f f
Otro aspecto de este mismo proceso politético reproduce el fenómeno
de “umbral” que ya vimos al tratar de los tipos de equilibrio. El umbral
Ejemplo (2) de 50 % separando el sistema a, b, c, d del nuevo sistema e, f g se alcanza
4 a b c d Estado inicial bajo la trayectoria (1) por la transición 0—25—100 % (R2-R3-R4) de nue­
Sistema resultante del sistema vos elementos, y en la trayectoria (2) por transición de 0—25—50—100 %
a, b, c, d, menos Rl d a c a (R1-R2-R3-R4). Aquí podemos observar la introducción acumulativa y suce­
probable en R2 b e b d siva de nuevos estados que no cambian la red total del sistema inmediata
condiciones R3 e c c e independientemente, pero que alcanzan un umbral de equilibrio metasta-
f
R4 e g ble por efecto acumulativo. Alcanzado este punto crucial la introducción de
f g
sólo un nuevo elemento precipita el sistema en una nueva conformación, y en
Estos dos ejemplos demuestran la gran diversidad de las trayectorias este caso, en una nueva región de equilibrio estable. Vemos, pues, que el
multilineales y de los estados de sistemas que pueden producirse a partir de efecto acumulativo que lleva los estados a su umbral es especialmente ca­
sistemas idénticos cambiando bajo condiciones idénticas. Sometidos a esas racterístico de nuestro tipo de sistema politético. La “muerte” y el “naci­
transformaciones, todos los ejemplos del sistema a, b> c, d, acabarían dando miento” de nuestros sistemas no es más que su reformación por transfor­
sistemas formados en totalidad por combinaciones de e, f g, puesto que mación acumulativa.
se estipuló que su transformación daría las mismas combinaciones (e-*e, Nuestro modelo canónico (Fig. 10) nos permitirá considerar las tres tra­
f-*f, g~+g). En este sentido, el sistema terminaría transformándose en otro yectorias posibles de tres sistemas a, b, c, d, conduciendo de un estado
sistema u otros subsistemas a partir de un sistema o unos sistemas formados idéntico (tz, b, c, d) a otro estado idéntico (g, gs g, g) bajo idénticas
por a, b, c} d a otros formados por e, f, g (nuevos estados apareciendo condiciones (Rl, R2, R3, R4) pero siguiendo trayectorias muy diferentes:
sucesiva y acumulativamente bajo la secuencia de condiciones). Esos siste­
mas formados por e, /, g son inmutables bajo las reglas estipuladas y, por
consiguiente, constituyen los equilibrios estables del sistema. A partir del Número de ejemplos Trayectorias
examen de sólo estas dos posibles trayectorias del sistema cambiante a, b> (3) (4) (5)
c, d, podremos comprender que el desarrollo de clases de esos sistemas deberá Diversos resultados 4 abcd1 abcdI abcd
ser siempre multilinear, con algunas trayectorias particulares divergiendo posibles del sistema
hacia nuevas pautas y otras convergiendo hacia cuencas de equilibrio esta­ a, b, c, d, bajo las
ble, a menudo siguiendo trayectorias oscilantes (trayectorias d-c-e-e y c-b-c-g coniciones Rl daca cbda baba
para cada ejemplo en la columna correspondiente al atributo c). R2 debe bdbb dcdb
La transformación del sistema a, bf c, d en otro sistema e, f> g llama, R3 cddd dddd cdcd
nuestra atención sobre el “nacimiento” y la “muerte” de los sistemas. La R4 gggg gggg gggg
Sistemas culturales —el modelo 61
60 Arqueología analítica

Esas trayectorias nos recuerdan que las regularidades de nuestros siste­


mas cambiantes pueden ser el resultado del condicionamiento correlativo
ejercido en una variedad de estados iniciales, estados terminales, condiciones
de terreno o trayectorias, y que pueden surgir de cualquier clase de combi­
nación de esas cuatro clases de variedad. En este ejemplo particular tenemos
una regularidad en la que intervienen los mismos estados iniciales (a, b,
c, d), estados terminales (g, g, g, g) y las mismas condiciones de terreno
(R1-R4) pero producidos por trayectorias individuales diferentes (ejemplos
[3], [4], [5]). Si tomamos la etapa R1 de esos tres sistemas: (3) d, a, c, a,
(4) c, b, ds c, (5) b, a, b, a, e imaginamos que sólo conocíamos esas tres
fases como “estados iniciales”, entonces el ejemplo demostrará, igualmente,
cómo tres sistemas diferentes pueden dirigirse hacia el mismo estado terminal.
Si, tal como pretendemos, las regularidades surgen como la asociación
perceptible del condicionamiento en una variedad de atributo con el condi­
cionamiento en otra variedad, entonces, con cuatro clases de variedad
—estado inicial, estado terminal, condiciones de terreno, y trayectorias (se­
cuencias)— tendremos un esquema de al menos once clases de regularidad
uniendo el condicionamiento correlacionado en conjuntos de:
R1, R2, R3, R4 —condiciones de campo sucesivas

(1) estados iniciales/estados terminales


En cada etapa de las trayectorias del sistema a, b, c, d, a g, g, g, g, los
(2) estados iniciales/condiciones de terreno
estados de los sistemas deben coincidir con una serie limitada si se quiere
(3) estados iniciales/trayectorias
que alcancen su “meta” final (Fig. 10a). Lo que determina el grado de co­
(4) estados terminales/condiciones de terreno
rrelación direccional y define las variables esenciales por los cambios objeto
(5) estados terminales/trayectorias
de estudio es el tamaño de estas series sucesivas. Cuando una serie así está
(6) condiciones de terreno/trayectorias
(7) estados iniciales/estados terminales/condiciones de terreno estrechamente condicionada, permitiendo la existencia de un número muy re­
(8) estados iniciales/estados terminales/trayectorias ducido de trayectos a través de la serie, entonces el conjunto equivale a un
(9) estados terminales/condiciones de terreno/trayectorias umbral que los diversos estados del sistema deben abordar y franquear
(10) condiciones de terreno/trayectorias/estados iniciales antes de continuar avanzando en la región estable de la “meta”. La serie 4
(11) estados iniciales/estados terminales/condiciones de terreno/ tra­ de la red (Fig. 10a) responde a este tipo de serie condicionada, en la que
sólo existen dos posibilidades, cy d, de acceder a la etapa final de g más
yectorias.
condicionada. La serie puede producirse, desde luego, en cualquier punto de
Esta lista pone de manifiesto el número de clases diferentes de regula­ la trayectoria. Esta forma de condicionamiento en las transformaciones de
ridad susceptible de existir en los datos relativos a sistemas del tipo que se un conjunto o de un atributo único actúa como un embudo que canaliza
está investigando. Las dificultades para despejar y definir las “variables esen­ y constriñe las trayectorias del cambio. Esta limitación queda ilustrada no
ciales” convenientes y sus estados relevantes junto con la dificultad de es­ sólo por la serie 4 de nuestro ejemplo sino también por el efecto de la
coger la regularidad operativa coinciden con la dificultad de expresar los transformación monovalente del estado d en condiciones R1 en la que d
sólo puede dirgirse a a.
datos culturales de los modelos determinados.
Hemos observado que las tres trayectorias del sistema (3), (4) y (5) de Gracias a esas observaciones podemos considerar que los atributos de los
los últimos ejemplos comparten sus estados iniciales y su correlación direc- sistemas cambiantes pertenecen a tres categorías, de acuerdo con el marco
de referencia del estudio:
cionál hacia el estado de equilibrio estable, g, g, g, g. El número de tra­
yectorias posibles que llevan los sistemas a, b, c, d al estado g, g, g, g,
es la medida de esta correlación direccional y puede expresarse con el nú­ (i) Atributos inesenciales (variables, parámetros, etc.)
mero de trayectos que pueden seguirse de a, b, c, d a g, g, g, g siguiendo las (ii) Atributos esenciales (variables, parámetros, etc.)
redes obtenidas a partir de nuestra tabla arbitraria de posibilidades (Fig. 10). (iii) Atributos clave (variables, parámetros, etc.)
62 Arqueología analítica Sistemas culturales —el modelo 63

Los atributos inesenciales incluyen atributos no relevantes para el estudio


en curso y que, por consiguiente, no figuran en el sistema, y los atributos
que permanecen indefectiblemente constantes. Los atributos esenciales son
“las variables esenciales” que forman parte del sistema y cuyos valores
pueden cambiar como parte del sistema cambiante. Esas variables esen­
ciales, expresan la “supervivencia” o “continuidad” del sistema a través del
mismo formato sistémico más que una transformación; y son ellas las que
deberán proteger de la transformación un regulador R eficaz por medio del
bloqueo del flujo de variedad producido por las perturbaciones E, si se quiere
que el sistema sobreviva en su forma presente (Fig. 9).
Finalmente, los atributos clave se presentan como atributos esenciales en
el sistema cuyos valores sucesivos de transformación covarían en relación
específica con los valores sucesivos de otros atributos similares. Los valores
o estados de los atributos clave no sólo cambian como parte del sistema
cambiante, sino que cambian de manera correlacionada y no aleatoria, sea
como transiciones sucesivas de una tendencia continua, o covariando en co­
rrelación específica con un agregado de atributos similares. La covariación
colectiva de esos atributos clave expresa la persistencia de un “patrón” par­
ticular interno o “estructura” peculiar de ese formato de sistema, y parte
de su identidad. En contraste, algunos atributos esenciales pueden variar con
manifiesta independencia unos de otros y de manera aleatoria o espasmódi-
ca, mientras que las concentraciones de atributos clave aparecen correlacio­
nadas entre ellas al margen de la transformación de sus valores particulares.
Entre los atributos clave suele hallarse los que ofrece la serie máximamente
condicionada en la trayectoria del sistema hacia algún estado específico:
el cuello de botella por el que deben pasar todas las trayectorias permisibles.
En este conjunto los atributos definen el umbral y la elevación del umbral
separando el sistema de cualquier estado alternativo. Fig. 11. Modelo general (c) — Un modelo para los procesos arqueológicos.
Un modelo apuntando que las entidades arqueológicas, a varios niveles,
cambian como clases especiales de sistemas dinámicos acoplados con sistemas
ambientales o contextúales.
II Propuesta de modelo general
al diagrama de la figura 11; una representación de las categorías organiza-
En las condiciones del capítulo precedente proponíamos tres modelos gene­ cionales de las “variables esenciales” acopladas entre sí tanto al interior como
rales o marcos de particular interés para el desarrollo de la teoría arqueo­ al exterior de nuestras entidades o sistemas. Debe entenderse que no se trata
lógica (sección VI): de un intento de análisis ni de presentación de los componentes internos
de un sistema particular y sus relaciones reticulares. El diagrama se limita
(a) Un modelo para el procedimiento arqueológico (Fig. 2). a plantear una representación isomórfica conectando algunos aspectos de al­
(b) Un modelo politético para las entidades arqueológicas (Fig. 3). gunas de las variables implicadas que permita explicar algunas de las rela­
(c) Un modelo de sistemas para los procesos arqueológicos. ciones observadas en la segunda parte del modelo. Se observa, netamente,
que la estructura del sistema de la figura incorpora como componentes al­
El modelo de sistemas para los procesos arqueológicos deberá ser un mo­ gunas de las diversas clases de subsistema cuyo “comportamiento” ha sido
delo general de dinámica cultural destinado a dar validez a varios niveles esquemáticamente descrito con anterioridad (Fig. 11; compárese las figuras 4,
culturales y deberá ser todo lo compatible posible con el pensamiento an^ 5, 6 y 9). La segunda parte del modelo incluye un resumen comparativo
tropológlco moderno, y se expresa en dos partes: una de ellas corresponde del “comportamiento” inherente del sistema en el diagrama acompañado

UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA
BIBLIOTECA CENTRAL
64 Arqueología analítica Sistemas culturales —el modelo 65

POSTULADOS
de una serie de breves observaciones en forma de postulados que apoyan
algunas de las hipótesis de carácter predictivo (siempre y cuando nuestro
modelo haya sido correctamente planteado). (1) Sistema continuamente cambiante. El sistema 5 es dinámico y con­
El modelo incluye los siguientes elementos: tinuo, con atributos o entidades poseyendo valores o estados específicos que
cambian por efecto de variaciones infinitesimales. ..
S un sistema continuo, con una trayectoria a través de estados sucesi­ (2) Condicionamiento de la variedad y regularidades consiguientes. La va­
vos S'Q ...St, Stl, S'2 ... Stn, donde r0 ... r, Z2 ... tn son intervalos riedad de los estados o valores conocidos de los componentes del sistema
infinitamente pequeños de la trayectoria-tiempo (la cual puede imagi­ queda limitada funcionalmente e idiosincráticamente. Funcionalmente, por la
narse, alternativamente, como un territorio del espacio geográfico serie limitada de estados de equilibrio estable o dinámico para el sistema con­
en un momento dado —cuando el sistema varía contemporáneamen­ siderado como un todo. Idiosincráticamente, gracias a una selección de los ge­
neradores del sistema.
te en una extensión de espacio).
Sfl representa, entonces, el estado del sistema S en el punto t2; St2 (3) Atributos o componentes inesenciales, atributos o componentes esencia­
les y atributos o componentes clave. Conviene distinguir entre esos atributos
en t2, etc.
E es el sistema ambiental o contexto externo a él acoplado y que con­ o variables en el seno del sistema cambiante S:
tiene el sistema S. Atributos o variables inesenciales —aquellos que no son relevantes para
Etl es, entonces, el estado del sistema ambiental o contextual en el el estudio en curso y que, por consiguiente, no figuran en el sistema se­
punto Et2 en el punto r2, etc. gún su definición, y aquellos atributos que permanecen invariables mien­
T es una matriz o tabla resumiendo las frecuencias o probabilidades tras dura el estudio.
observadas de la serie de resultados o respuestas posibles de S bajo Atributos esenciales o variables —aquellos cuyos valores o estados
las condiciones dadas. cambian como parte del sistema cambiante.
Ttl es, entonces, el estado de la tabla T en el punto 4 determinando las Atributos o componentes clave —aquellos cuyos valores o estados no
probabilidades de que se presenten determinados estados de S. sólo cambian como parte del sistema cambiante, sino que cambian de
R es el sistema regulador encargado de bloquear y filtrar las fluctua­ manera correlacionada y no aleatoria, sea por transiciones sucesivas si­
ciones externas, restringiendo su variedad y manteniendo los resul-! guiendo una tendencia continua o covariando en correlación específica
tados de la tabla Tdentro de ciertos límites. con un agregado de atributos similares.
Z expresa la serie de condiciones pasadas o estados anteriores de las
variables esenciales recorridos por la trayectoria del sistema hasta al­ Los atributos inesenciales, esenciales y atributos o componentes clave
canzar el punto en cuestión: la “memoria” del sistema. en un sistema cambiante dependen del marco de referencia del estudio y de
las trayectorias de los atributos dentro del sistema cambiante sin que se
La finalidad del diagrama es la expresión de la relación existente entre apliquen obligatoriamente a otros estudios de la misma entidad en la que los
esos elementos en el momento de definir el estado del sistema (Sr2) en el mismos atributos pueden ser reticulados en sistemas alternativos (Fig. 8).
punto t2. St2 siendo la resultante de los elementos intervinientes en la ta­ (4) Estabilidad del formato —el estado de equilibrio. Esta clase particular de
bla Tfl en el punto tl9 el tiempo (o distancia) infinitamente pequeño pre­ sistema posee una serie limitada aunque amplia de estados de equilibrio
(cuencas) en los que el estado del sistema considerado como un todo puede
cediendo a t2.
permanecer invariable a pesar de algunas transformaciones que afectan al­
gunos de los atributos o entidades componentes.
LA PROPUESTA DE MODELO GENERAL (Fig. 11) (5) Equilibrio dinámico. Como quiera que el input del sistema acoplado
externo, del ambiente o del contexto E cambia ininterrumpidamente, entonces
El sistema semimarkoviano S (Fig. 11) comprende una red incompleta de los estados de S acompañantes continuamente cambiantes y sucesivamen­
atributos o entidades parcialmente observables que forman los subsistemas te mensurables constituirán un equilibrio dinámico.
de un conjunto más complejo. Esta clase general de sistema está acoplada (6) Respuesta adaptativa. El cambio en el sistema acoplado E puede dar
a un sistema ambiental o contextual, E, de forma que el input del primero lugar a menos estados en los atributos integrantes o entidades del siste­
es el output del segundo, y viceversa. ma S, o consiguientemente, modificar las probabilidades de transición T
de las futuras transformaciones o secuencia de transformaciones (trayec­
torias). Un cambio semejante, en la medida en que representa una “res­
66 Arqueología analítica Sistemas culturales —el modelo 67

puesta” del sistema a un estímulo externo, puede definirse como una “res­ (13) Regularidades debidas al condicionamiento de las trayectorias posibles.
puesta adaptativa” del sistema S. Dado un estado actual Sr y un estado futuro St2 del sistema S, habrá una
(7) Desplazamiento del equilibrio. Si el equilibrio de un sistema S es dis­ serie limitada de condiciones de campo E que producirán St2 a partir de
locado, él mismo se adaptará a los estímulos causantes de la dislocación, de un estado St. La gama o serie de condiciones de campo limitarán y con­
forma que el efecto del estímulo disminuya continuamente hasta que, final­ dicionarán cualquier cadena casual particular SloSt2 pero habrá varias trayec­
mente, el equilibrio original o uno nuevo quede restablecido. torias alternativas o cadenas que reúnan St~>St2, cada trayectoria disponiendo
(8) Efecto acumulativo desplazando el equilibrio metastable en un umbral. de sus condiciones mediatizantes específicas; aunque en el caso limitante
Nuevos estados o valores introducidos sucesivamente en el sistema S pueden puede que haya solamente una posible trayectoria o secuencia de transfor­
acercarse, por efecto de acumulación, de un umbral más allá del cual el maciones S,-*St2.
sistema no puede permanecer invariable. (14) Series condicionadas y correlación directiva. El estado futuro St2 del
(9) Control y regulación por feedback. Los estados de los componentes sistema S se alcanza sólo si algunos estados de los atributos o entidades
en S cambian, no bajo el efecto de transformaciones cerradas monovalentes integrantes del sistema se adaptan a una serie particular en el pasado
solamente, sino por el de una matriz limitada de probabilidades de transi­ (serie r0) y a la serie actual t\ de ahí que puede afirmarse que ambos
ción T cuyos valores varían en parte como una función de los estados pasa­ conjuntos estén direccionalmente correlacionados hacia el estado futuro St2.
dos y presentes del sistema y su contexto —constituyendo así, un bucle de (15) Grado y orden de correlación directiva. El alcance de la variación
feedback. Cada acontecimiento en el sistema S es controlado, pues, por la admisible en la serie de estados pasados y actuales (Zo y t) para alcanzar el
totalidad del estado precedente del sistema junto con los factores casual­ futuro estado Sf2 podrá servir de medida del grado de correlación directiva.
mente relevantes en el ambiente del sistema o campo E. El número de trayectorias admisibles o recorridos a través de esas series
(10) Homeostásis —oscilación alrededor de y hacia estados estables (metas). puede servir de orden de la correlación.
Puesto que el bucle de feedback regula la matriz de probabilidades de tran­ (16) Regularidades conexas y capacidad predictiva. Las regularidades resul­
sición T y controla los futuros estados del sistema 5, y puesto que la serie tantes del condicionamiento de la variedad de los estados y trayectorias
de estados estables del sistema es reducida, el sistema tenderá a oscilar al­ del sistema deberían facilitar la síntesis predictiva de bajo nivel en la que
rededor (acechar) y converger hacia (buscar) estados estables sucesivos. podrán expresarse las correlaciones observadas entre los condicionamientos
(11) Oscilación. La oscilación es un fenómeno común en los sistemas y com­ en las etapas iniciales, los estados terminales, condiciones de campo y tra­
ponentes de esta clase de sistemas S. Las oscilaciones pueden ocurrir: yectorias.
(a) como osciláciones inducidas por oscilaciones en el ambiente acoplado
o sistema contextual (fenómenos de retraso y avance),
III Discusión
(b) como oscilaciones dirigidas hacia o provenientes de equilibrios esta­ /
bles (acechar y buscar),
(c) como oscilaciones dentro de los límites permisibles de una serie Los postulados que acabamos de ofrecer equivalen a una serie de hipó­
estable o cuenca, admitiendo varias trayectorias (desarrollo estocás- tesis predictivas de bajo nivel sobre el “comportamiento” de los sistemas de
este tipo particular, S. Podrían escribirse también en la forma de un listado
tico multilineal).
de hipótesis a contrastar con el comportamiento de sistemas reales. No obs­
Las oscilaciones pueden producirse en alguno de los tres niveles de la red tante, algunos de los postulados son de un alcance demasiado general para que
puedan contribuir a la solución de esta clase de sistemas reales (p. ej., el
o en todos ellos:
término equilibrio), que contribuyen a su poder predictivo.
(i) entre el sistema S y su ambiente o contexto E, Trataremos en primer lugar de los postulados que apuntan que los sis­
(ii) entre el sistema S y un subsistema integrante, temas culturales y sus componentes se hallan en equilibrio dinámico y avan­
(iii) entre los sistemas integrantes del sistema S. zan de un estado de equilibrio a otro. Es evidente que si conocemos a
fondo el sistema y sus condiciones deberíamos poder predecir qué estado
(12) Correlación directiva. Los sistemas S tienen una secuencia de estados particular de equilibrio será abordado en cada momento. Aquí el problema
pasados, un estado presente y un estado futuro; de ahí que al considerar el reside en la definición de los aspectos relevantes de los sistemas de la en­
estado futuro como una función de los estados pasado y presente y de las tidad: el nivel a que se está trabajando y la definición de lo que se en­
condiciones relevantes del campo externo E, podamos decir que el sistema tiende por equilibrio en términos de esta clase de atributos. ¿Cómo se define
está directamente correlacionado respecto de un estado futuro. el equilibrio en medio de los atributos sociales, religiosos, económicos o psi-
68 Arqueología analítica

cológicos? Naturalmente, el problema se complica con la multiplicidad de


los subsistemas de toda clase, cada uno con su propio tipo de equilibrio
y operando en distindas redes del mismo sistema general y en varios esta­
dos de equilibrio mutuos (Fig. 8). Es obvio que este problema no puede
abordarse a un nivel tan general; deben escogerse casos específicos y expli­
car lo que se piensa hacer. Por consiguiente, todo lo que puede hacerse
en esta fase consiste en reiterar los postulados de equilibrio ([2], [4], [5],
[7], [10]) hasta lograr elaborar un concepto de equilibrio y mientras tanto
especular que nuestros diversos tipos de equilibrio se presentan cuando de­
terminadas funciones de los factores variables del sistema son minimizadas
a la vez. Lo cual requiere que en cada caso se defina qué factores va­
riables son conjuntamente minimizados, cómo se obtiene la minimización y
cómo podrá utilizarse la información obtenida.
Será, pues, más fácil avanzar en el ámbito del postulado (8) (causas
múltiples y efecto acumulativo) y, en capítulos ulteriores, en el de la co­
rrelación directiva y variables esenciales (postulados [14], [15]) y en el de
la correlación entre regularidades (postulado [16]).
Es obvio que los nuevos estados o valores introducidos sucesivamente
en un sistema de esta clase (S) pueden acercarse acumulativamente a un
umbral más allá del cual el sistema ya no puede permanecer invariable
(obsérvese los ejemplos de trayectoria 1, 2 del sistema a, b, c, d a los
Fig. 12. La hipótesis de los factores múltiples y del efecto acumulativo
sistemas de e, f g). Esta observación sugiere que numerosos cambios en el para los cambios en los sistemas complejos cualificados por la Navaja de
sistema cultural no pueden considerarse como la consecuencia de una sola Occam y Recíproca de Occam.
transformación de atributo o de entidad o de un simple cambio ambiental; no
se excluye que esto sea así pero se trataría de un caso extremo; lo cual tores interaccionantes que explique la situación investigada. Nuestra formula­
nos lleva a especificar que «ni es necesario asumir las causas con muy ción apunta la intervención de abundantes y complejos factores en los
pocos factores ni las causas unifactoriales para justificar las transformaciones cambios de los sistemas culturales; invocar causas apenas suficientes o singu­
de los sistemas culturales simples». Hipótesis en contradicción evidente con el lares puede ocasionar malentendidos..
célebre axioma de Occam «no es necesario buscar más causas ni causas Sin embargo, en la representación gráfica de la cinemática de ambos
más complejas (etiam non sunt multiplicando praeter necessitatem) que las métodos (Fig. 12) se observa un punto de inflexión que satisface ambos
estrictamente necesarias para explicar los fenómenos», sobre el que se basa puntos de vista. Creemos conveniente, pues, usar ambos enfoques conjun­
la obra de este filósofo (1280-1349) y otros importantes sistemas de formula­ tamente, y aprovechar el punto de coincidencia señalado para consignar,
ción de hipótesis. definir, contrastar y valorar la relevancia, el poder y alcance de los facto­
Creemos, al contrario, que el axioma de Occam junto con nuestro enun­ res implicados. Seguidamente-convendrá explicar la interacción acumulativa
ciado contribuyen a perfilar el postulado original (8). Incluso en situaciones producida por dichos factores y definir cuidadosamente su trayectoria común
donde unos pocos componentes clave pueden delimitiar la “mayor parte” del hacia el umbral previamente determinado en términos de un solo sistema.
comportamiento del sistema todavía se necesita buscar los componentes me­ Uno de los objetivos del modelo general es la utilización de un marco
nores pero esenciales que especifican las características residuales del sis­ de precisión para simular el cambio de desarrollo de los distintos niveles
tema. Occam supone que ya se han citado suficientes factores y que la re­ del proceso cultural. El sistema 5 que hemos discutido en abstracto puede
ducción es el requisito primordial. materializarse como un sistema de atributos en el seno de una población
Nuestra formulación —recíproca de Occam— estriba en el comporta­ de artefactos, un sistema de artefactos en el seno de un conjunto cultural
miento de los sistemas complejos en curso de investigación y equivale a cambiante, o un sistema de atributos sociales en el seno de una sociedad
un método de control para prevenir un uso excesivo del axioma de Occam; cambiante, etc., etc. Si el modelo general tiene alguna validez, es en esta
un procedimiento consistente en examinar a fondo las causas o factores y clase de sistemas y sus problemas que debe aplicarse las hipótesis que se
añadirles todos los factores operativos mientras se elabora una red de fac- apoyan en el modelo —problemas tales como las transformaciones que pro-
70 Arqueología analítica
Sistemas culturales —el modelo 71
ducen el “nacimiento” o la “muerte” de un artefacto tipo, un conjunto
cultural, un sistema social, un sistema de parentesco o un sistema económi­
co. Si queremos justificar la “muerte” o transmutación del Imperio romano
de Occidente en términos de deterioro climático, invasiones, campañas
militares lejos de Italia, depreciación monetaria, abandono de la agricultura,
caída demográfica, impuestos, despilfarro, agotamiento de los recursos, etc.,
etc., los métodos más arriba esbozados que dependen de las observaciones
generales sobre el cambio en los sistemas complejos de este tipo y, en
particular, la hipótesis de los factores múltiples y el efecto acumula­
tivo nos serán de gran utilidad.

(i) Vennland como entidad


HIPOTESIS DE LOS FACTORES MULTIPLES Y EFECTO ACUMULATIVO

(1) Atributos o factores simples introducidos sucesivamente en un sistema


pueden acercarse colectivamente a un umbral más allá del cual el sistema no
puede sobrevivir invariable.
(2) No se necesita introducir atributos o factores más numerosos o más (ii) Como entidad definida por un dispositivo
complejos que los justo necesarios para explicar los fenómenos. politético de conjuntos intersectantes
(3) Ni es necesario reducir el número de componentes ni tampoco simplificar
los componentes, atributos o factores más allá de lo necesario para explicar
los fenómenos.
Esta hipótesis conviene en situaciones en que operan o se cree que operan
numerosas variables, de forma que se puedan definir las variables esenciales
directivamente correlacionadas respecto a determinado acontecimiento y
evaluar su interacción acumulativa en el sistema estudiado.

Notas

(1) Las regularidades en las áreas de distribución ocurren a todos los niveles de la
organización arqueológica desde el atributo al artefacto tipo, conjunto, cultura, (iii) Como entidad com­ (iv) En forma de diábolo,
grupo cultural y tecnocomplejo. En todos esos casos, el analista trata con un área de (v) Formato cuadrático,
puesta por conjuntos inter­ una subdivisión histórica de una subdivisión histórica de
identidad, a primera vista una unidad sólida y natural, pero que de hecho suele ser sectantes en tres componen­ Vennlnad en la que las fron­ Vennland en la que la dis­
un área definida por un dispositivo politético de series entrecruzadas, mientras tes principales 1, 2, 3 teras reflejan la jerarquía tribución “B” era crítica y
ella misma se presenta como un mosaico de series de componentes principales y decreciente de los conjuntos los conjuntos 1 y 3 eran los
su intersección (Fig. 13). Los factores definidores de esas series entrecruzadas 3, 2, 1 y el carácter crítico componentes principales.
pueden ser ecológicos, socioculturales, o incluso, cualquier combinación de fac­ de la distribución “A”.
tores relevantes para el sistema representado por el vector del área de distribución
para la entidad en cuestión, siendo la persistencia de esas series entrecruzadas lo
que produce el condicionamiento continuo, aunque expuesto a modificación, que
provoca la reaparición esporádica de patrones territoriales anteriores.
Fig. 13. Vennland —una ilustración esquemática de un Area Cultural en tanto
El estudio matemático de las series y de su imperfección y disociación es per­
que producto de la intersección de series (ecológicas u otras) y su importancia re­
fectamente aplicable a esos problemas prácticos (Green, 1965; Haggett, 1965). El
lativa fluctuante para la Cultura en la ocupación —donde la totalidad del área es
mismo enfoque conviene igualmente a los problemas abstractos propios de las enti­
a la vez una subserie idiosincrática de series más amplias y la suma de partes
dades arqueológicas definidas por series politéticas de componentes (Caps. I, VI; B escogidas de dicha subserie.
72 Arqueología analítica

y Figs. 67, 72) así como a la correlación e intersección de los distintos niveles
de las series jerárquicas definidoras de las clasificaciones sociales, lingüísticas, racia­
les y arqueológicas (Figs. 75, 76).
El procedimiento básico en teoría de conjuntos consiste en utilizar modelos sim­
bólicos de los conceptos y distribuciones estudiados, conocidos, a veces, como dia­
gramas de Venn, esos modelos son tratados mediante cálculo axiomático y simbólico 3 Morfología cultural y ecología cultural
(Green, 1965). La figura 13i representa una cultura imaginaria ocupando un área
que denominaremos “Vennland”. El conjunto cultural de la cultura vennlandesa se
—el marco
presenta como una serie politética de elementos con áreas de distribución que se
solapan aunque diferentemente orientadas (Fig. 13ii). Se observa, igualmente, que
aunque Vennland sea un “área natural” delimitada por fronteras “naturales” su
existencia se define, en realidad, por el patrón de intersección de diversas series
ambientales (Fig. 13ii) y por la identidad que procura a esta intersección su propia La comunicación es la respuesta selectiva de un organismo
combinación característica de series aún más pequeñas (Fig. 13iii). El diagrama único al estímulo,
utilizado para expresar a la vez series ambientales y series politéticas nos permite S. S. STEVENS, 1950,
observar, igualmente, que sus patrones de distribución pueden de hecho estar parcial- «Introduction: A Definition of Communication»
menmte intercorrelacionados. J. Acoust., Soc. Am., 22, n.° 6
Los tres principales componentes que concurren a la formación de Vennland ... las comunidades se componen de elementos de población
(series 1, 2, 3; Fig. 13iii) pueden ser subdivisiones ambientales o subculturas socio- identifícables, y la ecología evolutiva depende de los sis­
culturales, o una combinación de ambas. La historia de Vennland de esos últimos mil temas de población, ya que estos se adaptan a sus medios
años ofrece una tendencia hacia la reaparición de dos clases modales de patrón: ambientes con mayor amplitud que el individuo...
en forma de diábolo (Fig. 13iv) y en cuadrado (Fig. 13v) como consecuencia de diver­ ALLEE et al., 1950, p. 6
sas integraciones y reintegraciones de macrodivisiones (Fig. 13ii) y microdivisiones
(Fig. 13iii) de Vennland. En esas fluctuaciones históricas es probable que la distribu­
ción del factor A (Fig. 13ii, A es I más IV) y del factor B (ii, IV más III) fuese un
importante elemento representativo, quizá, de determinados recursos o grupos so-
La necesidad de un modelo general para los procesos culturales se justifica
cioculturales, o ambos a la vez, cuya importancia fue una variable a través del tiempo.
La complejidad de este ejemplo hipersimplifícado demuestra que la complejidad co­ por la constatación preliminar de que los sistemas de relación estudiados
rriente no necesita ser una falta caótica de orden y que este orden y la regula­ por los arqueólogos no son más que manifestaciones especiales de unos
ridad no implican, obligatoriamente, simplicidad. sistemas mucho más amplios que existieron en otros tiempos. Las sorpren­
Ejemplos corrientes de la aplicación de la teoría de conjuntos a los datos dentes similitudes de estructura, de complejidad y de comportamiento pro­
arqueológicos son poco numerosos. El lector hallará una buena introducción al tema pias de la información arqueológica y antropológica se explican a partir de
en Litvak King y García Molí (1972) y en Serra Puche (1976). su generación simultánea en tanto que productos de un mismo sistema:
^^las-soóíedades humanas. Uno de los atributos tipo de esas sociedades es la
cultura —sistema de comunicación de las creencias adquiridas; creencias que
de forma ininterrumpida van añadiéndose al comportamiento instintivo del
hombre. Al margen de su forma externa, todos los sistemas culturales inclu­
yen modos de comportamiento aprendidos, y sus manifestaciones materiales
son transmitidas socialmente de una sociedad o de un individuo a otros.
Un sistema cultural es, por consiguiente, una estructura organizada en la
que concurren, entre otros, subsistemas sociales, religiosos, psicológicos, lin­
güísticos, económicos y de cultura material. Enlazados entre sí y entroncando
con el sistema ambiental externo, esos subsistemas forman las tramas equili-
bradoras de todo sistema cultural. Para comprender los diversos significados
posibles de las similitudes observadas, el arqueólogo deberá conocer las
complejas relaciones existentes entre el input y el output del subsistema es­
tudiado y las de los demás subsistemas interrelacionados que forman el
entramado del sistema en su totalidad; de lo contrario, será incapaz de
74 Arqueología analítica Morfología cultural y ecología cultural —el marco 75

interpretar el carácter social, religioso, económico y los restantes aspectos de básicos. A efectos comparativos, los términos deben emplearse en sus nive­
su información. les equivalentes; así, por ejemplo, la “danza del sol” o la “ceremonia de
Un esbozo preliminar de la naturaleza básica de los sistemas culturales iniciación” son artefactos culturales o conjuntos de artefactos; en ningún
nos permitirá analizar sucintamente las interconexiones de los diversos subsis­ caso, atributos. Básicamente es posible reducir artefactos y actividades a un
temas que integran el sistema general S y delimitar un primer ámbito de comportamiento compuesto por acciones de los generadores del sistema.
estudio de las culturas arqueológicas individuales. El marco interno de los Este razonamiento podría llevarnos a creer que los sistemas culturales
subsistemas del sistema general constituye la “morfología cultural”; el marco son sistemas de comportamiento totalmente descriptibles a partir del com­
externo del sistema integrado comprende la “ecología cultural” —las relacio­ portamiento observado. Sin embargo, la discusión elemental de los sistemas
nes mutuas entre sistemas y su medio ambiente, y los cambios adaptativos de simples nos demuestra hasta qué punto el “comportamiento” sistémico
esos sistemas en el tiempo y el espacio. Llegados a este punto, conviene forma parte de la estructura del sistema y, cómo, en cualquier caso, esta
definir con mayor concreción el carácter y los mecanismos del sistema cul­ discusión de los artefactos y actividades culturales ha descuidado el tra­
tural considerado como una entidad y el de los subsistemas integrantes; tamiento de un aspecto todavía más fundamental de las “creencias”
sólo así podremos desarrollar con provecho los postulados e hipótesis de culturales. Las sociedades vivientes están formadas por grupos corporativos,
equilibrio que nos brinda el modelo general. y sus sistemas culturales se expresan explícita o implícitamente en las rela­
ciones observables en sus patrones sistemáticos de actividad, de artefactos y
de creencias. Por consiguiente, los atributos básicos de esos sistemas cultura­
I Naturaleza del sistema cultural les no son actividades, artefactos o creencias arbitrarias, sino “información”
que controla y regula esas tres expresiones derivadas de la tradición cultural.
Arqueólogos y antropólogos trabajan esencialmente con datos culturales La cultura es un sistema de información cuyos “mensajes” representan la
relacionados con artefactos o con actividades, razón por la cual esos aspectos suma de información de supervivencia y de información “parásita” aleatoria
tienden a adquirir un lugar preponderante en los sistemas culturales. Sa­ propia de cada sistema y de su trayectoria anterior (2 de la figura 11).
bemos, no obstante, que cada atributo de un artefacto equivale a una acción Sabemos, no obstante, que la diferencia más notoria entre los antepa­
fósil, y cada artefacto a una secuencia de acciones o actividades petrifi­ sados simios del hombre y los antepasados póngidos de los simios actuales
cadas, y que un conjunto de artefactos se parangona con una pauta com­ residía en el mayor grado de socialización alcanzado por los grandes simios.
pleta de comportamiento. Con independencia del aspecto material o no ma­ Los primeros homínidos fueron animales sociales antes que portadores de
terial de la utilidad de un artefacto, éste se nos ofrecerá como un compor­ cultura material o no material, y fue probablemente este comportamiento
tamiento “puro” en el que concurren las siguientes equivalencias concep­ social y cooperativo del simio bípedo y terrícola lo que preservaría en el
tuales entre: homínido su estructura física inespecializada, un nivel reducido de compor­
tamiento instintivo y el desarrollo positivo de una complicada intercomuni­
cación hablada o por otros medios. En contraste con la supervivencia de
otras especies centrada en una herencia ampliamente configurada en el com­
portamiento instintivo, la supervivencia de los primeros homínidos pasó a de­
Acción Antropología Arqueología pender de modo creciente de las actividades cooperativas en el seno de grupos
sociales. Esas actividades representaban una alternativa parcial al comporta­
miento instintivo crecientemente especializado. Por consiguiente,:el hombre
una acción un atributo un atributo depende de la información de comportamiento que le transmiten sus mayo­
un cúmulo de acciones una actividad un artefacto res y los individuos de su propia edad dentro del grupo social, y una de
una secuencia de comportamiento conjuntos de las primeras funciones de este aglomerado social será de “enseñar” al joven
cúmulos de acciones artefactos homínido a sobrevivir en las condiciones prevalecientes en su medio.
Antes que se desarrollara plenamente el habla, el hombre estaba social­
mente organizado y disponía de artefactos rudimentarios, siendo en esta fase
cuando la cultura material y no material del grupo pudo ejercer una fun­
ción vital en la transmisión y la comunicación de la información necesaria
La validez de esas equivalencias depende del uso que se haga de la ter­ para la supervivencia del homínido inmaduro e indefenso. En cierto modo
minología. No puede confundirse una actividad “social” con sus “atributos” los sistemas culturales son sistemas de transmisión continua de la informa­
76 Arqueología analítica Morfología cultural y ecología cultural —el marco 77

ción adquirida acumulada, que completan el comportamiento instintivo del a la transmisión de información contradictoria, errónea y desorientadora
hombre, y en los que intervienen signos y símbolos particularmente útiles con el lógico aumento de la ambigüedad y de la dislocación social.
frente a la selección natural; podría considerárseles, pues, como los precur­
sores codificados del sistema hablado. En cualquier caso, la eficacia de un
sistema cultural determinado depende claramente de la cantidad de informa­ II La cultura como sistema de información
ción que puede almacenar y difundir por cualquier medio a nivel conscien­
te o inconsciente. Si consideramos los' sistemas culturales como sistemas portadores de in­
En las sociedades primitivas la enseñanza se halla presente aunque poco formación sobre los valores y las normas culturales (imágenes, códigos,
desarrollada por comparación con las formas complejas que reviste en las creencias, fábulas y mitos susceptibles de ser contrastados entre sí) ¿cómo
sociedades modernas, y contribuye esencialmente a suplementar la informa­ explicar, entonces, sus mecanismos y las anomalías observadas en su fun­
ción recibida por el individuo desde su temprana infancia mediante los dife­ cionamiento?
rentes códigos de artefactos y sus atributos, el habla y los signos, las ac­ La transmisión de la información se efectúa esencialmente cada vez que
tividades y ceremonias. La mera identificación y definición de una actividad se ejerce un condicionamiento que restringe la variedad de la producción
por medio de la producción de una serie concomitante de artefactos cons­ del sistema —sólo se transmite exclusivamente un conjunto reducido de va­
tituye el modo de transmisión de información o un mensaje —selección riedad. Bajo este aspecto, un mensaje constituye una selección ordenada
ordenada de una serie de atributos sacados de una variedad infinita de ex­ proveniente de una serie admitida de variedad seleccionada. Las perturba­
presiones culturales. Un niño criado en medio de coches y rascacielos ciones que no representan parte alguna del “mensaje esencial” se denomi­
recibe una información muy diferente de la de un niño nacido entre hachas nan “parásitos” en teoría de la información. Este concepto de “parásito”
de piedra y cazadores de cerdos salvajes —independientemente de sus res­ es muy útil para el análisis de los sistemas de información —la relación
pectivos recursos verbales. entre “parásitos” e “información” estriba simplemente en la imposibilidad
Los jóvenes aprenden a sobrevivir antes que todo en el seno de sus sis­ de distinguir los unos de otra como categoría de variedad si no es que
tema cultural particular, y después, en su ambiente externo, por medio de los parásitos constituyen la variedad no esencial del mensaje original. Si
la asimilación consciente o inconsciente de las pautas sociales, religiosas, consideramos, pues, los sistemas culturales esencialmente como sistemas de
económicas, artefactuales y psicológicas de su cultura. Esas pautas de com­ información, entonces los “atributos” esenciales serán la “información” del
portamiento son el código de supervivencia del individuo que crece con/y sistema, y los atributos no esenciales los “parásitos”, muchos de ellos
a través de ellas, y que se graba en él ineluctablemente de la misma manera introducidos por el carácter del sistema y su trayectoria pasada (Ashby, 1956;
como la arcilla recibe la impronta del molde que la contiene. Esta impronta no Cherry, 1957).
es la marca infinitamente compleja del ambiente “real y total” sino una En el fondo esto confirma nuestra anterior definición de la cultura como
aproximación intermedia selectivamente captada y reflejada en la tradición un sistema de información donde los mensajes son la información de su­
social correspondiente. La supervivencia es todo aquello que realmente cuen­ pervivencia acumulada a la que se añaden parásitos idiosincráticos variados
ta para una especie, incluido la supervivencia de las mejor adaptadas; propios de cada sistema y de su trayectoria pasada (las Z de la figura 11).
ésas se definen biológicamente como las especies que poseen las tasas más Como veremos más adelante, este concepto, aplicable a la verdadera infor­
elevadas de supervivencia en la descendencia, por contraste con las tasas mación, permite al analista separar las variables esenciales y las variables
estáticas o en regresión. En consecuencia, todo sistema capaz de transmitir clave de las inesenciales en los conjuntos de artefactos.
la compleja información de supervivencia adquirida de múltiples experiencias La información entra en los sistemas culturales sea como la comunica­
con numerosos ambientes del pasado a los descendientes todavía muy jóve­ ción de la restricción impuesta a la variedad de los resultados con los
nes incluso en el inconsciente antes que puedan asimilarla conscientemente, y sistemas exteriores (Fig. 11 E-+S), que incluyen a otros sistemas culturales,
enseñarles cómo sobrevivir será precioso para la “adaptación” biológica de o como una serie similar de variedad seleccionada generada en los subsis­
la especie. En tanto que sistemas acumulativos, los sistemas culturales han temas internos de S. La primera categoría de información corresponde a la
mejorado la capacidad de supervivencia, multiplicación y expansión de la reacción “adaptativa” y a la respuesta discriminatoria del sistema cultural a
especie homínida a través del globo. En tanto que sistemas informativos su ambiente, incluida la capacidad de recibir información difundida por co­
de supervivencia, los sistemas culturales han elevado su capacidad acumula­ municación de los demás sistemas, y que acrecenta, así, la variedad de la
tiva y su eficacia de transmisión: se ha perfeccionado el habla y han surgi­ información proveniente de fuentes externas y acumulada en el sistema. La
do las lenguas, los medios de comunicación escritos y hablados, la imprenta, segunda categoría de variedad es generada internamente y corresponde a la
la radio y la televisión. Pero esa mayor expansión da cabida, igualmente, invención o innovación internas —por lo general como parte del reciclaje
Morfología cultural y ecología cultural —el marco 79
78 Arqueología analítica

secundario de sus componentes del que “surge” una nueva variedad en las riedad informativa del sistema será destruida y producirá incertidumbre
sobre la información en su totalidad. La redundancia se produce cuando la
propiedades de los componentes (véase pág. 51).
Esta nueva información o variedad nueva afecta al sistema cultural in­ información recibida presenta una serie de variedad exactamente igual a la
formativo en un número limitado de casos. El sistema puede recibir o que ya posee el sistema —confirmando así a dicho sistema y aumentando la
coherencia pero no así la variedad de la información del sistema.
rechazar a la nueva serie de variedad. Si el mensaje o serie de variedad
es aceptado, entonces lo hará en la forma de una de las cuatro relaciones po­ Resulta, pues, que la ampliación y la disyunción aumentan la variedad
sibles con la variedad presente en los atributos del sistema cultural, y la de la información en el sistema y que, por consiguiente, la nueva variedad
nueva variedad será totalmente novedosa o podrá suplementar, aunque alter­ aportada aumenta la capacidad reguladora del sistema .en la medida en
nativamente, a la variedad ya existente en el sistema, o contradecir y que ahora retiene mayores reservas de variedad en R para contrarrestar
la variedad proveniente del medio E (Figs. 6, 9, 11). Por consiguiente,
destruir la información contenida en el sistema. Este flujo de nuevos tipos de
podemos definir un sistema o un subsistema cultural “sofisticado” o com­
información y sus efectos puede expresarse más gráficamente de la forma
plejo como el sistema o subsistema que produce mayor número de activida­
siguiente: des o artefactos, lo cual implica mayor contenido en información o variedad
Invención Rechazo disponible para un “aislamiento” regulador. Piénsese, por ejemplo, en las
consecuencias sobre el sistema de información producidas por los 500.000
artefactos-tipo desembarcados en Casablanca por las fuerzas militares de los
1. Variedad nueva Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, y compárense con la
(ampliación) incidencia de los 3.000—6.000 artefactos tipo que constituyen la variedad
2. Variedad alternativa total producida por las tribus indias de California (Steward, 1955). Ello
Aceptación-^ (disyunción) nos permite comparar la capacidad reguladora o aislante de los sistemas de
3. Variedad contradictoria cultura a partir del cómputo de artefactos tipo y de la teoría de la infor­
(equivocación) mación subyacente (Fig. 24).
Difusión 4. Variedad informativa Es de suponer que la capacidad de un sistema cultural en tanto que re­
(redundante) gulador o aislante no excederá su capacidad en tanto que sistema de co­
municación, puesto que sólo la variedad en la cultura puede reducir la va­
Las expresiones entre paréntesis son, en la teoría de la información,
riedad en los resultados. La información no puede transmitirse en una can­
los equivalentes más aproximados de nuestros términos 1—4 (Cherry, 1957).
tidad mayor que la que permite la variedad del sistema, y cuanto más
Esta variedad en la información, tratada aquí en términos generales,
elevado el número de canales o redes en actividad mayor será el número
puede demostrar más específicamente que es variedad nueva, alternativa,
de medios de intercomunicación codificados (artefactos, actividades, discur­
contradictoria o confirmatoria, en los ámbitos de los subsistemas de la cul­
sos, escritos, etc.) y mayor el potencial regulador del sistema tomado en
tura material, social, religiosa, psicológica, lingüística o económica. Esos su totalidad.
conceptos son importantes porque ponen a nuestro alcance el significado del
La redundancia, en cambio, no produce ningún cambio en la variedad
equilibrio en contextos del sistema cultural, en otro plano que el del equi­
del sistema. La información redundante confirma el consenso de los canales
librio numérico o mecánico. de comunicación del sistema, reforzando el sistema en su estado actual a
Algo peligrosa, pero en fin de cuentas ventajosa, puede resultar la uti­
pesar de todos los factores de incertidumbre —parásitos, disyunción, equivo­
lización de la versión de la teoría de la información para los términos 1—4
cación, etc.— que actúan en contra de su continuidad. La capacidad de un
—ampliación, disyunción, equivocación, redundancia— siempre que no se
sistema transmisor de información para sobrevivir inalterado depende de la
pierda de vista que esos términos están sometidos a restricciones más se­
conservación de los atributos esenciales o de la transmisión de la información.
veras que lo que conviene para nuestro propósito. La ampliación se defi­
Sin embargo, la variedad fluctuante del sistema no es inalterable; cuanto
ne como el aumento de información producido por la recepción de un
más cambios se introduzcan en la variedad mayor será el número de trayec­
mensaje (Ashby, 1956). La disyunción se produce cuando la información
torias posibles y menor la posibilidad de mantener inalterada la comunica­
presenta una variedad alternativa al dispositivo existente en la que concu­
ción de la sintaxis del sistema en el mismo formato general. Las complejas
rren varias posibilidades y trayectorias alternativas. La equivocación se pro­
reglas sintácticas de los sistemas culturales equivalen a la serie de restricciones
duce cuando la información recibida presenta un conjunto de variedad par­
que fijan los umbrales que individualizan los sistemas como entidades.
cial o totalmente contradictoria y por tanto mutuamente incompatible;
Para un sistema de información dado existen, pues, unos umbrales de capa­
como quiera que sólo la variedad puede destruir la variedad, parte de la va­
80 Arqueología analítica Morfología cultural y ecología cultural —el marco 81

cidad de supervivencia, más allá de los cuales el sistema se transforma en continuamente y la integración es lenta. Por consiguiente siempre hay un
otros sistemas (ejemplos de trayectorias [1] — [5], Cap. 2). La redundancia retraso en la realización de las transformaciones de control reglado, y el
es el factor vital de coherencia y continuidad que permite conservar el feedback producirá oscilaciones en el intento de establecer una estrategia
sistema en su forma general actual y asegurar la conformidad de la infor­ satisfactoria (Fig. 11, circuito E, R, T, S, E).
mación de comportamiento; una tasa elevada de redundancia en todos los El tercer tipo de oscilación no se corresponde directamente con un
canales de un sistema cultural significa poco o ningún cambio. En este sen­ movimiento tendente a establecer un consenso estabilizado sino que se trata
tido, la redundancia contribuye a combatir los parásitos y otras clases de de una oscilación estocástica a la ventura susceptible de producirse cuando los
variedad tendientes a distorsionar el formato de la información caracterís­ lindes de permisividad de las series estables de valores integrantes admiten
tica del sistema. múltiples trayectorias igualmente posibles (postulado 11c). Este vagabundeo
Las tres amplias categorías de oscilación postuladas como inherentes sin meta fija de un valor de atributo a otro puede resultar beneficioso
de los sistemas culturales están estrechamente unidas a la transmisión de para el sistema en la medida en que la multiplicidad de aspectos oscilan­
información (Postulado 11 del modelo general, página 66). Se produce tes puede dar con un dispositivo preñado de promesas. El desarrollo pro­
feedback de una información cada vez que el sistema o subsistema con el ductivo implica la retención de los cambios favorables y la puesta en osci­
que se acopla el sistema cultural produce una respuesta u “output”, lo lación de los cambios neutros; este tipo de fluctuaciones formales equivale
cual provoca una modificación —positiva o negativa— del output del propio a un escarceo de la variedad en búsqueda de transformaciones útiles —ten­
sistema cultural, que a su vez influye en las transformaciones del sistema dencia inherente y particularmente eficaz de este tipo de sistema para de­
acoplado (Fig. 4). Las oscilaciones del sistema ambiental provocarán, pues, sarrollar al máximo el descubrimiento aleatorio (Figs. 44, 45).
oscilaciones en el sistema cultural acoplado (Postulado lia). De igual ma­ Los tres principales niveles de equilibrio dinámico en los sistemas cul­
nera, el feedback suele producir oscilaciones internas en forma de fenóme­ turales tienden inexorablemente hacia:
nos de desfase (por avance o retraso) que tienden a establecer equilibrios
estables en los subsistemas del sistema (Postulado 11b). El retraso es in­ (1) el equilibrio en cada subsistema, incluido el social, el económico,
ducido cuando la información que produce una transformación requiere una el religioso, etc.
pausa de definición entre el momento de su aparción y el consiguiente (2) el equilibrio entre los outputs de los diversos subsistemas integrantes.
cambio del sistema. El avance se produce cuando la trayectoria pasada de (3) el equilibrio entre el sistema como un todo y su ambiente.
un sistema permite pronosticar determinadas transformaciones futuras y crear
otros cambios conjeturables. Esta actividad ha sido descrita como un juego continuo o como “debate”
En el modelo general representado en la figura 11, el “retraso” corres­ ininterrumpido a tres niveles, en razón de los intentos por reconciliar la va­
ponde al tiempo necesario para que las condiciones ambientales Etl en el riedad de información que transita por los tres niveles. La información que
momento afecten al sistema S, pero no en el punto Sfl sino en el St2. En alcanza cualquier nudo de la red generadora de los distintos sistemas y
la misma figura, el “avance” es representado por la serie restringida de subsistemas resulta menos contradictoria y autodestructiva con lo cual deja
resultados posibles en las condiciones imperantes en Et2 pero que influyen de amenazar la comunicación coherente del formato sintáctico del sistema.
la tabla de respuestas posibles en t1. Un sistema cultural presenta “retraso” Si la variedad de la información es contradictoria, entonces, algo de varie­
cuando, por ejemplo, siglos de tala ininterrumpida producen un cambio for­ dad resulta destruida y, pasado cierto umbral, el sistema ya no podrá
zoso en las técnicas de caza. El “avance” en cambio se dará en el sis­ conservar su formato.
tema cultural que actúa bajo la influencia de sus creencias religiosas en la Una forma de reconciliar la información mutuamente contradictoria o la
proximidad del fin del mundo o cuando alterna cultivos y barbechos para variedad destructiva procedente de la equivocación consiste en generar nueva
preservar la fertilidad de los campos. En presencia de una fuerte amplifica­ variedad a fin que las dos series puedan tolerarse mutuamente sin restar
ción en la variedad de la información, en la variedad alternativa de origen variedad útil del conjunto del sistema. Esta estrategia “mezcladora” asume y
disyuntivo o en la incertidumbre que producen las equivocaciones, la oscila­ reconcilia las dos series anteriores de variedad contradictoria en el seno de
ción entre los atributos o componentes del sistema es prácticamente ine­ un conjunto más extenso. Este es el método propuesto a menudo en las
vitable; especialmente cuando esos aumentos de variedad forman parte de “nuevas” estrategias económicas que mezclan componentes anteriormente
situaciones de avance o atraso que es precisamente cuando los cambios independientes; en las nuevas “mitologías” o religiones que mezclan com­
actuales o . pasados pueden resultar ultraexagerados o subestimados y nece­ ponentes hasta entonces extraños, y las “nuevas” pautas sociales integra-
sitan ser compensados. Incluso en los sistemas acoplados dinámicamente doras de componentes de orígenes diversos. Esta estrategia fusionadora equi­
equilibrados, la estabilidad nunca es completa porque el ambiente cambia vale a un intento por conservar el equilibrio y es un importante estímu-
Morfología cultural y ecología cultural —el marco 83
82 Arqueología analítica
situación puede interpretarse como parte de una trayectoria oscilante aleján­
lo para la producción de “nuevas” pautas en los subsistemas sociocultu-
dose de un estado anterior metastable y dirigida hacia alguna nueva estra­
rales. tegia de equilibrio adecuada a las condiciones momentáneamente estabili­
El debate a tres niveles o juego de equilibrio ofrece en todo momento al
zadas al llegar este momento futuro.
sistema sociocultural una variedad reducida de transiciones alternativas en
Cuando las modalidades optimizadoras aparecen como demasiado arries­
sus valores y atributos integrantes. Como ya hemos visto, esas transiciones
gadas suele recurrirse a dos tipos de estrategias satisfacientes; a saber, la
alternativas pueden tratarse “como si” la cultura seleccionase determinadas
estrategia mixta o aleatoria y la estrategia minimax. En la primera se
estrategias para poder satisfacer las condiciones restrictivas de las transfor­
combinan varias estrategias específicas de acuerdo con las condiciones impe­
maciones y asegurar un resultado equilibrado; en este contexto hemos hecho
rantes, mientras que en la segunda se mezclan las estrategias básicas es-
hincapié en la estrategia mixta o aleatoria que sirve de apoyo al desarrollo
tocásticamente para obtener el beneficio máximo de los resultados. La es­
multilinear, transformada, ahora, en una estrategia mixta que asegura, crea­
trategia mixta parte del principio según el cual en lugar de utilizar cons­
tivamente, la mezcla de los componentes en unas “nuevas” pautas. Un
tantemente la misma estrategia es preferible alternarlas o utilizar una sola
examen sucinto de la estrategia en teoría del juego (Braithwaite, 1960) nos
combinación de estrategias.
ayudará a comprender las distintas clases de estrategias susceptibles de ser
La estrategia minimax o maximin es el tipo de estrategia “más prudente”;
aplicadas a las trayectorias del sistema cultural y el interés específico que
su objetivo es maximizar el resultado mínimo (maximin) o, dicho en otras
pueden presentar para el arqueólogo.
palabras, minimizar el riesgo máximo (minimax). La trayectoria final del sis­
Es evidente, desde luego, que los sistemas culturales no escogen estra­
tema o subsistema depende de los valores sucesivos de una tabla de transfor­
tegias ni juegan sino que, al contrario, tratan de obtener el máximo de
maciones que expresan la distribución de las probabilidades para varias
regularidad de estímulo/respuesta (input/output) de esos sistemas de Caja
transiciones alternativas. Por consiguiente, si se persigue una estrategia pru­
Negra adaptándolos o comparándolos con los modelos homomórficos de la
dente o minimax, el sistema deberá adoptar sucesivamente los valores más
teoría del juego. Partiendo de este principio podemos dividir las estrategias
“prudentes” de los resultados no óptimos a la vista de las posibles reac­
en dos clases: las optimizadoras y las satisfacientes (Simón, 1957). Las pri­
ciones del sistema. En consecuencia, la trayectoria adopta valores sucesivos
meras incluyen todas las estrategias que tratan de optimizar los resultados
de forma que, para cualquier alternativa que se presente con la situación
deseables en una serie de situaciones en las que intervienen trayectorias
surgida en las etapas siguientes, el sistema habrá adquirido los valores que
alternativas; a saber, estrategias que tratan de alcanzar los mejores resul­
aseguran los mejores resultados no óptimos que le puedan ser impuestos.
tados cuenta habida de las condiciones imperantes. Las estrategias satisfa­
Por astuto que resulte el “adversario”, y por adversas que sean las con­
cientes, -en cambio, disponen las trayectorias alternativas pertinentes por or­
diciones imperantes, esta estrategia asegura los mejores resultados posibles,
den de preferencia y seleccionan entre ellas una trayectoria prudente que
vistas las circunstancias (Braithwaite, 1960).
satisfaga las tolerancias del sistema, sin que tenga que ser obligatoriamente
En el contexto en que se mueven las estrategias mencionadas, entendemos
la mejor; es decir, esas estrategias son satisfactorias y seguras sin ser las óp­
por resultados “prudentes” el estado o valor que más satisfactoriamente se
timas. Es difícil comprender cómo, en presencia de condiciones perfectamente
acerca del equilibrio dinámico en términos de variedad de información
conocidas, ciertos sistemas no adoptan las trayectorias óptimas, pero en la
total. Es lícito suponer que en el sistema (S), la adopción de este tipo de
vida real el sistema raramente dispone de información completa antes que
estrategia (minimax), implica que se adopten las transiciones sucesivas y las
las transiciones alternativas deban producirse. Antes que arriesgarlo todo
trayectorias que minimizan la cantidad máxima de variedad de información
en una estrategia optimizadora las sociedades a menudo adoptan algún tipo de
destruida por la contradicción y la dislocación internas del sistema. El prin­
estrategia satisfaciente —por lo usual, de tipo mixto.
cipio de minimización del máximo de cambio necesario para sobrevivir,
Wolpert (1964) ha utilizado la programación lineal y el análisis de regre­
cuenta habida de los valores pasados y presentes del sistema, apunta el
sión para contrastar la productividad del distrito de Mellandsverige (Sue­
método a seguir para la definición del concepto de equilibrio en los sistemas
cia) y la productividad potencial óptima estimada para la zona. Para menos de información.
de la mitad del distrito los rendimientos alcanzaban el 70 % de potencial óp­
A tal efecto definiremos, primero, el significado del término “disloca­
timo, y en algunos casos permanecían por debajo del 40 %. El agricultor
ción” como la relación existente entre sistemas o subsistemas acoplados
no buscaba la productividad óptima sino un rendimiento satisfaciente seguro
cuando sus producciones de variedad de información, en alguna medida
y sin riesgo. Existía, además, en este caso particular, una “incertidumbre”
contradictorias, destruyen variedad en el sistema como un todo y, en último
regional acerca de la combinación más prudente entre ganado y cereales
término, hacen peligrar la supervivencia misma de este sistema. Para esos
ante las fluctuaciones coyunturales de las condiciones locales, precios, pla­
sistemas y subsistemas el estado de equilibrio equivale, pues, a un estado
gas de las cosechas, epidemias del ganado y otros factores variables. La
84 Arqueología analítica Morfología cultural y ecología cultural—el marco 85

en el que la dislocación es consecuentemente minimizada —o un estado en vez, el input de toda nueva variedad ventajosa para la regulación y con­
el que la tasa de destrucción de la variedad de información es minimizada. trol del sistema. Piénsese, por ejemplo, en el advenimiento del Renacimien­
Tal es el significado vital del equilibrio en los postulados originales 1 —16 to aprovechando las rutas recién exploradas por los mercaderes de Venecia,
del modelo básico. Este significado es precisamente el que permite llenar de Pisa, Génova y Florencia. Sin embargo, la fase crucial es la aceptación,
potencial predictivo los postulados. En este contexto importa que no se con­ puesto que si se rechaza la información es como si nunca hubiese existido
funda el término “dislocación” con el término “disyunción” o “variedad para la cultura. ¿Por qué razón determinados sistemas culturales aceptan
alternativa” utilizado anteriormente; tanto más que no es la “disyunción” algunas innovaciones y, en cambio, rechazan otras? La respuesta depende de
sino la “equivocación” o variedad contradictoria y, por tanto, destructiva, cada caso particular, pero la sintáxis general es siempre la misma. La nueva
la que con mayor frecuencia interviene en la dislocación del sistema. variedad no será aceptada si su dislocación concomitante no puede minimizar­
Este concepto de dislocación nos proporciona una comprensión distinta se hasta el punto de desaparición. Se requiere una variedad que no contra­
no sólo de los postulados del equilibrio sino también de otros aspectos diga ni destruya ninguno de los atributos cruciales interesados en la conti­
más, como son la aceptación o rechazo de información por los sistemas nuidad del sistema.
culturales, el carácter de los umbrales definidores de la capacidad de super­ Esto nos explica cómo puede recharzarse una nueva variedad de infor­
vivencia de dichos sistemas, y la concentración de la innovación en áreas mación, ¿pero qué es lo que produce su aceptación? De igual manera, al­
sucesivas del sistema cultural. Este nuevo enfoque gana en comprensión si se gunas partes del sistema o subsistemas pueden estar oscilando en un equi­
considera la función del individuo en el sistema sociocultural. librio inestable o en una dislocación menor y, por lo tanto, toda nueva
Como parte integrante de una sociedad, todo individuo es a la vez un variedad apropiada comunicada al sistema y capaz de restablecer la estabili­
generador y un receptor, y está sometido a las diversas formas de influen­ dad de este desequilibrio localizado será inmediatamente aceptada por él
cia del sistema sociocultural de la sociedad. Cada una de sus actividades e incorporada en el sistema. Como quiera que los sistemas y subsistemas
es el vector de varios factores simultáneos (biológicos, psicológicos, religio­ son dinámicos, habrá constantes desequilibrios o dislocaciones de poca en­
sos, sociales, económicos, etc.). El acto puede que no sea exclusivamente tidad, pero con suficiente inercia para atraer nueva variedad con inescru­
“impuesto” pero sí seriamente “condicionado”. El acto es el nudo de conver­ tables consecuencias. Una vez más observamos en nuestros sistemas un avan­
gencia de la información sobre la serie de la variedad permitida al acto en ce y un retraso en la oscilación hacia el equilibrio, así como unos objetivos
la red del sistema y subsistemas culturales y personales. Ciertas acciones evidentes. En estas condiciones, un atributo en vías de difusión puede ser
poseen pocos componentes significativos y una gran latitud de variación; aceptado e incorporado siempre que su capacidad inmediata para dismi­
otras, en cambio, pueden presentar múltiples sujeciones y, en presencia de nuir las dislocaciones importantes preexistentes en el sistema compense
numerosos componentes, la resultante será más restringida (Fig. 7). Una las pequeñas dislocaciones que podría suscitar la incorporación.
cultura supuestamente simple quizá no llegue a identificar o apuntar los sub­ Los sistemas culturales varían constantemente en su complejidad y en su
sistemas participantes en el acto, pero ello no significa que dichos subsis­ estabilidad o falta de dislocación. Por consiguiente, la trama de información
temas no actúen de la misma manera que lo hacen aquellas culturas que, convergente relativa a una acción determinada variará de una cultura a otra
por ser más complejas, han conformado e identificado a sus propias esfe­ en el número de canales intervinientes y en la “tolerancia” dentro de los
ras sociales, religiosas y económicas. límites de la serie de variantes estables. En un sistema profundamente ins­
Lo ideal sería que el hombre actuase sin dislocación ya que en contraste titucionalizado con límites bastante rígidos y estrechos para las transforma­
con la disyunción permisiva, la dislocación se traduce por un acto que comu­ ciones estables, la capacidad de asimilar e incorporar variedad en vías
nica una serie de valores contradictorios susceptibles de producir confusión, de difusión resultará perjudicada y de algunos puntos de vista el sistema se
pérdida de congruencia y, finalmente, anarquía. Este tipo de acto es aceptable transformará en “no adaptativo” y puede acabar derrumbándose si el umbral
solamente si la dislocación producida es mínima, y sólo puede aceptarse como de tolerancia es embestido por una contradicción y una dislocación extre­
alternativa válida a fuer de disyunción dentro de los límites de tolerancia del mas. La situación pone de manifiesto los peligros de algunos tipos de
sistema. Eso abre nuevas perspectivas para el proceso de difusión de los complejidad cultural excesiva (Flannery, 1972) excesivamente adaptados, qui­
artefactos materiales y no materiales, puesto que unos y otros represen­ zá, a contextos peculiares pero incapaces de negociar una nueva variedad de
tan mensajes informativos. diferente índole. Por contraste, un sistema cultural menos especializado,
La difusión presenta tres fases: (1) la presentación del nuevo elemento; pese a carecer de grandes recursos en variedad sistémica, puede resultar
(2) la aceptación; (3) la integración y, a menudo, la modificación de los menos vulnerable en el marco más amplio de las series estables que in­
elementos mediante la elevación del número y la capacidad de los canales cluyen a sus variantes esenciales.
externos de comunicación, los cuales, al ser maximizados, maximizan, a su La sobreespecialización es otro fenómeno compartido por los sistemas cul-
86 Arqueología analítica Morfología cultural y ecología cultural —el marco 87

lurales y orgánicos vivientes en los que los dinosaurios culturales aparecen la cultura material y en la cultura no material; pero su interés reside pri­
tan vulnerables como los dinosaurios animales. Como ejemplo demostrativo mordialmente en las manifestaciones de los artefactos materiales. Como
podríamos evocar el surgimiento de culturas productoras de alimentos no ejemplo de esas manifestaciones podemos señalar la reaparición de algunos
en las filas de los cazadores-pescadores-recolectores más expertos sino en los tipos de hachas de mano del Achelense superior y Sangoanense africanos
sistemas marginales prácticamente inespecializados y menos complejos, cuyos con formas muy parecidas a las formas simples del Achelense inferior o el
ambientes más desafiantes y aptos para estimular una disyunción y una equi­ desplazamiento del foco de interés neolítico desde varios aspectos de los
vocación crecientes exigen la creación de “nueva” variedad (Binford, 1968b). conjuntos de sílex hacia otras áreas de actividad como la cerámica, y el retor­
La condición más idónea para el mantenimiento de un sistema en su inte­ no concomitante de los tipos de buril y raspador a formas “primitivas”
gridad sería una combinación de flexibilidad con algo de complejidad den­ simples y poco elaboradas. Esta reversión o “simplificación” refleja, desde
tro de una amplia variedad de contextos o ambientes. El colapso de se­ luego, los cambios en aspectos conexos producidos en los demás subsistemas
mejante sistema sociocultural no parece depender normal o necesariamente, de las sociedades; en esos ejemplos y en lo básico, esos cambios en la
de, ni coincidir con, la destrucción total de los generadores del sistema o de cultura material suelen guardar relación con las fluctuaciones económicas y
su modo de vida. La “muerte” de un sistema sociocultural suele dar ambientales, aunque los focos religiosos y culturales se reflejan prácticamente
“nacimiento” a una nueva alternativa bastante al margen de la fluctuación con la misma frecuencia. Un aspecto susceptible de ser informativo es la
de la población del generador. La “muerte” del sistema no representa más correlación entre la reversión o “descomplicación” observada en un locus y
que el colapso de la sintaxis que define el formato de los atributos esenciales el desplazamiento de los focos o del cambio hacia nuevas áreas de concentra­
y el derrumbamiento de los umbrales de los conjuntos clave de variedad ción, resaltando así la secuencia de áreas de dislocación del sistema y quizás
mediatizada. El “nacimiento” de un nuevo sistema suele ir acompañado apuntando sus causas.
por la supervivencia de grandes porciones de los valores de los viejos sub­ Los elementos fundamentales de los sistemas socioculturales —activida­
sistemas, que son redistribuidos ex novo en la red con el potencial recién des, artefactos, tradiciones— son esencialmente formas de información. El
“surgido” como consecuencia de este cambio, y por la integración en los ritmo continuo de secuencias de actividad repetidas día tras día, mes tras
atributos de nueva variedad surgida de la nada. De igual manera, la “muerte” mes, estación tras estación, y año tras año, genera un código distintivo
o colapso de esos sistemas puede ser el resultado de una dislocación importan­ de información idiosincrática respecto al sistema cultural en cuestión. La
te en el seno de (o entre) los subsistemas, o entre el sistema tomado en su producción ininterrumpida de actividades materiales físicas —los artefac­
totalidad y su ambiente. La gran tolerancia inherente a esos sistemas hace tos— transmite la reacción y la intención discriminatoria; no una respues­
suponer que salvo raras excepciones esas espectaculares transformaciones ta total sino una respuesta modesta al entorno parcial discernido por los
son casi siempre graduales, acumulativas y multicentradas. órganos “sensoriales” del sistema cultural. Esta respuesta permanente y con­
Veamos de nuevo el ejemplo de los focos de desarrollo singulares de- dicionada se refleja en la forma de los artefactos materiales y pone en
tectables en el seno de un sistema individual en un momento dado y en marcha transformaciones que convierten la información de una representa­
determinados lugares de los componentes entrelazados del sistema —polos de ción en otra —una selección ordenada de una serie de signos—; es decir,
innovación y de aceptación de variedad reciente. El arqueólogo detecta un mensaje codificado. La conversación, las creencias, leyendas, mitos, fábu­
esos focos en algunos aspectos de los artefactos tipo y de los conjuntos las y tradiciones son, incluso, más directamente asimiladas en la forma de
culturales en vías de transformación; el antropólogo los observa en los as­ información codificada sobre las normas socialmente admisibles, sus delimita­
pectos cambiantes de la estructura social, y en ambos casos la marca distintiva ciones y sus tabús. Los individuos generadores del cambiante sistema infor­
de esos focos es la gran rapidez con que cambian, en contraste con el mativo sociocultural recorren sus ciclos personales de actividades en conso­
cambio más pausado observable en cualquier otro punto de los sistemas. El nancia con su edad y sexo. Las acciones individuales varían con irregula­
desarrollo de este concepto ha recibido un importante impulso gracias al ridad, pero, por encima-de todo, prosigue el ritmo continuo y redundante
empleo de métodos taxonómicos capaces de medir la “velocidad de cambio”. de actividad reglada cambiando lenta pero seguramente a escala de la vida del
En cualquier momento puede existir uno o varios focos importantes de individuo: una intimación rítmica de información de supervivencia y de
cambio acelerado en los subsistemas de los sistemas culturales; esos focos interferencias idiosincráticas comprensibles, que asegura la supervivencia de
suelen ser zonas de concentración de la variedad generada por los efectos los jóvenes en el seno del grupo y la del grupo en su medio cambiante
de múltiples estímulos ambientales inéditos para la cultura sobre la variedad con un mínimo de ruptura. La continuidad acumulativa del sistema de infor­
incompatible del sistema existente. De ahí que esos focos de desarrollo mación cultural es el aspecto más provechoso para sus generadores.
tiendan a desplazarse continuamente de un subsistema a otro siguiendo un
ciclo de crecimiento y renovación. Esas oscilaciones cíclicas se observan en
88 Arqueología analítica Morfología cultural y ecología cultural —el marco 89

III La cultura como sistema de subsistemas

El marco interno de los subsistemas en el seno del sistema general cons­


tituye la “morfología cultural” en contraste con el marco ambiental externo
del sistema o “ecología cultural”. Aunque ambos campos sean suficiente­
mente extensos para llenar varios libros, aquí nos limitaremos meramente a
esbozar en dos secciones sucesivas las implicaciones del modelo general desa­
rrollado para esos campos de especialización. Si el modelo se construye co­
rrectamente, podremos exponer de forma sucinta y generalizada lo que co­
rresponde a los diferentes casos de aplicación, preocupándonos exclusiva­
mente de examinarlos desde el punto de vista de su utilización como marco
para la información arqueológica.
Decir que un sistema sociocultural posee sus propios subsistemas es tan ar­
bitrario y arriesgado como describir un sistema unitario y particularmente
complejo a partir de algunos de sus circuitos integrantes (Fig. 5). Los
subsistemas, además de ser aspectos realmente diferentes de un mismo sis­
tema (Fig. 8), pueden definirse correctamente en términos de límites y de
contenido; a pesar de lo cual no se llegará a definir el sistema que los
contiene. Esos complejos sistemas no pueden tratarse como una serie entre­
lazada de subsistemas más o menos independientes puesto que, como ya he­
mos visto, el “comportamiento” de una unidad de este tipo es más com­
plejo que la simple expresión de la suma de sus “comportamientos inte­
grantes” (Fig. 5). Sin embargo, mientras continuemos dándonos cuenta del
carácter arbitrario de este tipo de descripción de componentes quizá po­ Fig. 14. Un modelo estático del equilibrio dinámico entre las
dremos describir parcialmente una realidad mucho más compleja. Mientras redes de los subsistemas de un sistema sociocultural y su am­
admitamos que ahí donde estamos arbitrariamente describiendo, por ejemplo, biente. El subsistema psicológico puede considerarse como
cinco subsistemas, los generadores del sistema quizá sólo hayan conceptuali- alojado en medio de los otros subsistemas —una herencia
zado uno de ellos, o quizá tres... o sesenta, o no importa; mientras man­ genética modificada por un campo inducido; véase Fig. 23.
tengamos la congruencia de nuestro razonamiento, esta arbitrariedad podrá
contribuir momentáneamente a nuestro propósito.
En el marco arbitrariamente imaginado aquí trataremos de distinguir su cultura, su medio y su lengua; se trata, esencialmente de un sis­
cinco sistemas dentro de los cuales consideraremos que la información tema subconsciente de valores comparativos.
relativa a los sistemas socioculturales se halla más abundantemente inter­ (4) Subsistema económico. La estrategia integrada de los métodos de
conectada que entrelazada externamente con el sistema tomado en su to­ subsistencia y los procesos de extracción que alimentan y equipan a
talidad: la sociedad.
(5) Subsistema de cultura social. Las constelaciones regladas de arte­
(1) Subsistema social. La trama jerárquica de las relaciones personales factos que delimitan las pautas de comportamiento del sistema con­
presumibles, incluido el parentesco y rango. siderado como un todo y que se reflejan en la tecnología del sistema.
(2) Subsistema religioso. La estructura de las creencias mutuamente
adaptadas en relación con el sobrenatural, recogidas en un cuerpo Estas cinco denominaciones se basan obviamente en los prejuicios de opi­
de doctrina y en una secuencia de rituales y que, conjuntamente, nión del momento que subrayan su naturaleza arbitraria. Incluso así con­
interpretan el ambiente de la sociedad en términos de sus propias dicionadas, muchos las encontrarán insuficientes e insatisfactorias, y desea­
percepciones. rán, probablemente, reestructurarlas adecuadamente (p.ej., Renfrew [1972]
(3) Subsistema psicológico. El sistema integrado de las creencias del in­ distingue entre subsistemas “sociales”, “proyectivo/simbólicos”, “de subsis­
consciente colectivo inducidas en los individuos de una sociedad por tencia”, “tecnológicos”, y de “comercio y comunicaciones”). Sin embargo,
90 Arqueología analítica Morfología cultural y ecología cultural —el marco 91

aquí conceptualizaremos arbitrariamente los sistemas culturales como incor­


porando esos cinco subsistemas principales de información en un conjunto
coherente en equilibrio dinámico a tres niveles:

(i) en el seno de cada subsistema,


(ii) entre los outputs del subsistema,
(iii) entre la totalidad del sistema y su ambiente (Fig. 14).

Donde el equilibrio viene definido en términos de los conceptos infor­


mativos anteriormente señalados (minimizando la dislocación sistemática in­
mediata). Esas relaciones pueden resumirse esquemáticamente en un diagra­
ma, primero con un fondo estático (Fig. 14) y luego sobre un fondo cam­
biante (Fig. 15). La entidad denominada sistema S o 5f en figuras anterio­
res se amplía en función de los componentes arbitrarios (Figs. 9-11).
Este dispositivo nos permitirá discutir muy sucintamente el interés de los pos­
tulados anteriormente formulados y el modelo general correspondiente a esas
esferas subsistémicas particulares.

SUBSISTEMA SOCIAL

Los atributos integrados en este subsistema son ideas o información con­


ceptuales relativas a las relaciones entre individuos en el seno de un sistema.
Aunque esos conceptos y esta información pueden ser parcialmente equipara­
dos con las líneas de relación genética, no se trata ni mucho menos de una
regla de organización de los sistemas sociales. El rango, la condición y la obli­
gación a menudo actúan sobre bases distintas de la relación genética (p.ej.,
Service, 1962; Fried, 1967) e, incluso, el parentesco es un concepto arbitra­
rio que puede ignorar completamente una parte de la familia en determinados Fig. 15. Un modelo esquemático de los estados y valores oscilantes de ios sub­
propósitos y, en cambio, mantener vivos lazos de sangre considerablemente sistemas de un sistema sociocultural en equilibrio dinámico con los estados oscilan­
más alejados en otros sentidos. El subsistema social «no consiste en los tes de su ambiente acoplado.
lazos objetivos que crea la descendencia o la consanguinidad entre individuos,
sino que sólo existe en la conciencia humana, y es un sistema arbitrario otras sociedades. El subsistema social es una red idiosincrática y pluriinten-
de ideas y no el desarrollo espontáneo de una situación fáctica» (Levi- cional generada por una serie de ideas recibidas o información. Su autorre-
Strauss, 1945). Esta información hace que los individuos de un grupo actúen plicación.por medio de la “impresión” consciente e inconsciente es una de las
repetidamente siguiendo una pauta explícita o tácita. En base a esas pautas funciones más significativas del subsistema social —en efecto, la continuidad
mentales los grupos humanos se hallan inmersos en una trama de divisiones representa una ventaja considerable para el mantenimiento de la variedad.
excluyentes o no excluyentes dirigidas hacia las series de actividades proscri­ La principal función de información en el subsistema social, al igual que
tas en el sistema. Esos segmentos incluyen a los grupos de élite, los grupos en los demás subsistemas, parece consistir en la presentación de las reglas de
educacionales, cronológicos, ceremoniales, militares, recreativos, religiosos y conducta vigentes y en su grado de tolerancia como series comprensivas.
las agrupaciones políticas. Dentro de estas agrupaciones, determinados indi­ Cuando la norma social vigente difiere de la regla conceptual socialmente
viduos se hallan diferentemente enlazados con diversos vecinos en una inmen­ comunicada, como suele ocurrir casi siempre, se produce disyunción o equi­
sa red de intercomunicaciones (Fig. 8). La cohesión social de un grupo de­ vocación, seguida, normalmente, por una oscilación alrededor de una
pende de la densidad del reticulado interno de la red, en contraposición con “nueva” regla que s.ubsume las aberraciones anteriores. Este avance o re­
las conexiones relativamente laxas que enlazan al exterior la sociedad con traso en las normas sociales en vías de alcanzar un equilibrio compatible con
Morfología cultural y ecología cultural —el marco 93
92 Arqueología analítica
como función del estado pasado y presente del sistema tomado en su tota­
la regla social vigente constituye un sistema de feedback instable dependiente
lidad (Postulado 9). Puesto que estos sistemas adquieren esta forma semi-
de la sensación del tiempo que ha de transcurrir para que los valores y las
markoviana, deberían existir normalmente varias trayectorias que permitieran
actitudes puedan difundirse a través de la red social —la oscilación resultante
alcanzar cualquier estado (Postulado 13). Estudios recientes de subsistemas
se considera, a menudo, como una acción/reacción del sistema.
sociales, especialmente los estudios interculturales analíticos de Murdock a
Esta última clase de oscilación representa una oscilación hacia el equilibrio
partir de centenares de análisis estadísticos de sociedades y sus estructuras
estable en el subsistema (Postulado 11b). Las otras dos clases generales de
sociales correspondientes (Murdock, 1949), ilustran particularmente bien esos
oscilación (oscilación inducida por oscilación con textual acoplada [lia], puntos.
y oscilación en las series de valores alternativos estables [11c]), se detectan
No es posible discutir el alcance ni la trascendencia del estudio de Murdock
también en los valores cambiantes del subsistema social. Como ejemplo de
dentro de los límites contextúales presentes pero no descartamos la posibili­
oscilación inducida por fluctuaciones en sistemas o subsistemas acoplados
dad de hacer entender algunas de sus implicaciones. En la sección que mejor
puede señalarse los siglos de oscilación entre los ideales puritanos y los idea­
ilustra su estudio, Murdock considera 250 sociedades repartidas por todo el
les liberales en los códigos morales europeos o la curiosa reversión social
mundo y, a partir de sus análisis, describe 47 principales subtipos estructu­
hacia unidades familiares nucleares en las sociedades urbanas modernas
rales —considerados como regularidades interculturales de la estructura del
—ambas oscilaciones se presentan acopladas con fluctuaciones en otros sub­
subsistema socialsubsistema social— y determina las trayectorias probables y
sistemas culturales. En las series de valores estables la oscilación es demostra­
posibles permitiendo alcanzar cada subtipo estructural particular; por ejemplo:
ble en todas partes por las trayectorias multilineales y por los valores de
los grupos integrantes dispersos en el mismo amplio sistema politético y socio-
Subtipo estructural Derivaciones probables y posibles
cultural.
Similarmente, los nuevos estados o valores sucesivamente introducidos en
Esquimal Patriesquimal, Neoyuman, Neofox, Neohawaiense
el subsistema social se acercan acumulativamente a un umbral más allá del
normal *- (Neoguinea), (Neonankense), (Matriesquimal), (Bies-
cual el sistema ya no puede permanecer invariable (Postulado 8). La fluc­
quimal)
tuación contemporánea de numerosos subsistemas sociales africanos y su gra­
dual transmutación hacia formatos recientemente surgidos refleja las transi­
—el orden de las posibles derivaciones sugiriendo un orden aproximado de
ciones a través de los umbrales de las viejas pautas tribales. Los sistemas
probabilidad; las derivaciones improbables, aunque posibles, entre parénte­
anteriores no podían continuar funcionando sin que se produjeran serias dis­
sis (Murdock, 1949).
locaciones a causa* del número creciente de ideales europeos incompatibles
Las fuentes del muestreo de Murdock, sus métodos de análisis y la tipo­
continuamente integrados en ellos. Procesos similares intervinieron en la des-
logía resultante pueden, desde luego cuestionarse1, pero el carácter genérico
tribalización acelerada de Europa entre 500 y 1000 d.C., y en la aparición
de su información demostrado por los resultados obtenidos difícilmente puede
de unas nuevas unidades sociales y políticas más complejas. La aculturación
ponerse en duda. El cuadro de derivaciones de la estructura social de Murdock
o difusión saturante producida como consecuencia de la imbricación de sis­
equivale a un modelo matricial de las probabilidades de transición para los
temas culturales diferentes es seguida repetida, pero no invariablemente, por
subsistemas sociales —perfecto ejemplo de la tabla “T” utilizada en nuestra
la integración acumulativa y, eventualmente, por la transmutación del siste­
discusión general anterior (Figs. 9, 10, 11). La figura 16 es una representa­
ma. El estudio detallado de todos esos procesos sociales revela la presencia
ción matricial esquemática de la tabla de Murdock para la representación
de determinados atributos esenciales intervinientes en la trayectoria del sub­
canónica de las trayectorias del subsistema social.
sistema y, entre ellos, los atributos clave que expresan la sintaxis caracte­
Los puntos más significativos del análisis de Murdock y otros similares es
rística del sistema; se trata de los atributos acumulativamente contradichos
la presencia de una mediatización en la variedad social y, por consiguiente,
por la variedad externa sucesivamente admitida. Si varios sistemas sociocul-
de variedad identificable en la estructura social intercultural —las pruebas
turales escasamente relacionados entre sí integran acumulativamente una
reposan en el análisis comprensivo de abundantes ejemplos de datos de input/
misma serie de atributos en vías de difusión, esos sistemas pueden adquirir
output (estímulo/respuesta) con filtración de las variables esenciales direccio-
similitud por convergencia y representar una entidad bruta estrechamente
nalmente correlativas —un ejemplo clásico de operación de Caja Negra.
relacionada con el grupo cultural arqueológico (Cap. 7).
El análisis demuestra con toda claridad que las trayectorias exclusivas diri­
Una de las principales afirmaciones de los postulados del modelo general
gidas hacia estructuras sociales particulares son muy infrecuentes y, por otra
era que los estados de los componentes en el subsistema no cambiaban
parte, que el número de trayectorias viables direccionalmente correlativas a
bajo el efecto de transformaciones exclusivas, sino que cambian en tanto
un estado es estrictamente limitado —entre una y nueve trayectorias enla-
que matriz restringida de transiciones cuyas probabilidades varían en parte
Morfología cultural y ecología cultural —el marco 95
94 Arqueología analítica
zando cualquier par de estados (Fig. 16). Las trayectorias representadas en la
tabla realzan la función condicionante o “perfiladora” de algunas estructuras
sociales, en contraposición con la función axial o “irradiadora” de otras
(Fig. 16). Las investigaciones de Murdock ponen claramente de manifiesto
los desplazamientos de los focos de dislocación y el cambio resultante en los
subsistemas sociales —excelente ejemplo de los avances realizados en el campo
(s) Subtipos

o??5 de la arqueología experimental y de la antropología (Fig. 2) (Murdock, 1949,
2 = 3 § 2 2 2
estructurales
sociales
■sE §• Sx§Sfí c o u .y
5
*- O O S
oo
Caps. 8, 9, 10, 11).
I2. <n —
ct_q ° Otro penetrante estudio del condicionamiento correlativo de la variedad y
Esquimal normal
de las regularidades resultantes en los sistemas sociales es recogido en el tra­
Biesquimal
Matriesquimal
bajo de Steward (1955) sobre las regularidades interculturales que enlazan la
Patriesquímal
Hawaiense normal
ecología con la estructura social. Steward demuestra de forma convincente
Matrihawaiense
Neohawaiense
las curiosas formas de aglomeración de los componentes del subsistema eco­
Patrihawaiense
Yumano normal
nómico y social, como pueden ser, por ejemplo, la relación existente entre la
Biyumano
Matriyumano
organización en bandas patrilineales, patrilocales, multifamiliares exógenas y
Neoyumano
Fox normal
la restricción impuesta por los territorios con recursos alimentarios escasos y
Bifox
Matrifox
dispersos —grupos reducidos de pequeños venados y una economía de caza-
Neofox
Patrifox
dores/recolectores, tecnológicamente subdesarrollada. En otro ejemplo, la
Guinea normal
Biguinea
correlación entre economías de cazadores/recolectores que depende de gran­
Neoguinea
Dakota normal
des manadas de rumiantes migratorias se establece con sociedades más com­
Bidakota
Neodakota
plejas organizadas en bandas heterogéneas. No hay ningún ejemplo de varie­
Sudanés normal
Bisudanés
dad exclusiva de estrategia viable de subsistema económico impuesta por el
Neosudanés
Omaha normal
medio ambiente y sus recursos, ni de variedad exclusiva de un subsistema
Biomaha
Neoomaha
social acoplado, sino grados variables de mediatización para restringir la
Nankense norma
Avuncunankanse
variedad del subsistema en detalle. Este tipo de regularidades restrictivas
Binankanse
Duonankanse
impuestas a la organización social, a la economía y al medio ambiente son par­
Neonankanse
Patrinankanse
ticularmente vitales para el arqueólogo deseoso de aprender algo sobre el po­
Iroqués normal
■ Avuncuiroqués
sible alcance de la organización social. Los datos reales y el modelo general
Biíroqués
Duoiroqués
demuestran que, a la vista de los antecedentes económicos y ecológicos,
Neairoqués
Patriiroqués
el arqueólogo no puede ir más allá de lo que permiten los datos en su po­
Crow normal
Avuncucrow
der en la reconstrucción de la pauta del subsistema social, pero sí le será
Bicrow
Duocrow
más fácil establecer los límites de la posible variedad que esta pauta haya
Neocrow podido alcanzar2.
Patricrow
Estado más probable del subtipo T Matriz de las probabiltoaaes ae irausibiu
encasillando varios estados de subtipos
Quizá los resultados más importantes de esos y otros estudios sean sus
£3 social anterior
estructurales sociales en el subtipo en
cuestión (seleccionado en la columna
incidencias en la selección y análisis de los atributos de input/output
[©] Estados anteriores probables .
vertical) cambiantes en la investigación de las regularidades correspondientes. Todos
S Estados anteriores posibles
esos estudios hacen indefectiblemente hincapié en la posibilidad de distinguir
Fig. 16. El juego de la estructura social. Una representación esquemática de la con precisión entre atributos inesenciales, esenciales y atributos clave antes
tabla de probabilidades de transición “T” de Murdock para establecer las antiguas de proceder al análisis; que un atributo dado dependa de tal o tal otra ca­
trayectorias de subtipos sociales particulares. Por empezar, seleccionar cualquier tegoría depende del estudio particular y de los resultados obtenidos después
subtipo “S” de la columna vertical; buscar los estados anteriores más probables y del análisis. De lo contrario, puede introducirse un carácter cíclico por la
probables en su fila horizontal; repetir la operación para los estados anteriores de aceptación de “marcadores tipo” o “fósiles tipo” —supuestamente típi­
cada antecedente, etc., etc. Obsérvese que algunas estructuras admiten varias cos (?)— de la serie, y por tanto, prejuzgando su definición, sus fronteras y
trayectorias anteriores posibles (nueve para el tipo Dakota normal) y ofrecen nodos contenido -—aspecto que ya ha sido tratado en el capítulo 1.
“radiados” en el casillero, mientras que otros son condicionantes y admiten sólo Los mismos estudios plantean de nuevo el problema de la localización del
una o dos líneas de enfoque (dos para el tipo neosudanés).
Morfología cultural y ecología cultural —el marco 97
96 Arqueología analítica
siguiente transmutación se refleja oportunamente en la Reforma protestante.
nivel pertinente para la categorización de los componentes entre los cuales la
La acumulación creciente de información alternativa y contradictoria arrolla
existencia de irregularidades correlativas se da por sentada. Partiendo del
el umbral definidor del Viejo Catolicismo de varios países de la Europa
análisis realizado por Steward de las tribus cazadoras veremos que probable­
del XVI —pero, curiosamente, no de otros. La mayor parte de esta variedad
mente no se obtiene ninguna correlación significativa del “filtraje” de cente­
contradictoria y alternativa surgiría de la tecnología “modernizante” y de la
nas de economías que comparten unas estructuras sociales basadas, especí­
economía de la Europa del Noroeste en el período 1500—1600. La necesidad
ficamente, en la caza de rumiantes de gran tamaño desplazándose en gran­
de establecer un equilibrio entre los partidarios de la expansión de la econo­
des manadas; por ejemplo, canguros, gacelas, cabras montesas, búfalo, etc.
mía capitalista y la “regla” católica contra la usura preside manifiestamente el
En cambio, la regularidad podría observarse si se clasifican separadamente
desarrollo del capitalismo y la aparición del protestantismo (Green, 1959).
los rasgos observados en las sociedades subsistiendo de la caza de grandes
Incluso en los tiempos actuales pueden observarse las oscilaciones del dogma
manadas migratorias de rumiantes y los rasgos observados en relación con
católico respecto al control de la natalidad —una dislocación momentánea
la caza de pequeños venados. Caracterizada como “comparten la caza”, la
que acabará, indudablemente, neutralizada por una “nueva” doctrina com­
regularidad es demasiado general; caracterizada como “caza del canguro”,
prensiva que establezca el equilibrio en este tema, de la misma manera que
demasiado específica; “comparten la caza de pequeñas piezas” y “la
se hizo con muchas otras en el pasado. Esas equivocaciones y dislocaciones
caza de grandes herbívoros desplazándose en grandes manadas” son las carac­
no son exclusivas de ningún subsistema religioso, ni período; son un proceso
terizaciones más informativas. Este problema de especificación constituye la
continuo observable en todos los sistemas de este tipo.
principal barrera en la detección de correlaciones significativas entre regula­
La incrustación acumulativa y la elaboración de los ciclos míticos religio­
ridades en los análisis arqueológicos y antropológicos puesto que cada entidad
sos nos ofrecen todavía otros ejemplos demostrativos del proceso ininterrum­
e incluso un atributo dado poseen varios niveles de caracterización y pueden
pido del equilibrio para la minimización del máximo de dislocación religiosa
adoptar una infinidad de formas.
mediante la generación o la aceptación de “nueva” doctrina que adecúe
la nueva información y la vieja. Las ramificaciones de las relaciones cam­
biantes entre las divinidades grecorromanas corresponden, efectivamente, a
SUBSISTEMA RELIGIOSO
un fósil codificado de los estados de creencia a intervalos sucesivos de espa­
cio y tiempo. La misma complejidad acumulativa se observa en sistemas si­
La separación artificial del subsistema religioso y el subsistema psicológico
milares desde los cambios en el panteón nórdico hasta las acreciones del An­
no hace más que subrayar el carácter arbitrario de este esquema. De acuerdo
tiguo Testamento. Esos ciclos religiosos comparten un reajuste permanente
con la definición adoptada en este libro, se trata de un dispositivo destinado
de minimización de la dislocación en el subsistema religioso y entre éste y su
a segregar la masa de información que conforma la «estructura de creen­
contexto, muchas veces con los tres tipos de variación oscilante ya menciona­
cias sobrenaturales mutuamente adaptadas en un cuerpo de doctrina y una
da (Postulado 11). El cambio'acumulativo observable en los umbrales, la
secuencia de rituales que conjuntamente interpretan el medio por cuenta de la
transmutación hacia nuevos formatos sintácticos, los focos de cambio rápido
sociedad a partir de sus propias percepciones». Trataremos principalmente de
y acentuado, el equilibrio dinámico en la variedad de información —todo ello
demostrar con el máximo de concreción que este subsistema es asimismo
son características generales de los subsistemas religiosos.
un sistema de variedad de información presentando varias de las caracterís­
Si deseamos entender cómo el conocimiento de esas características inhe­
ticas generales previamente discutidas (Postulados 1-6, Cap. 2).
rentes pueden asistir al arqueólogo en su labor de reconstrucción, veremos
Resulta tópico señalar que los conceptos religiosos, en el sentido más
que, al igual que ocurre con los demás subsistemas, el condicionamiento y
amplio del término, condicionan activamente las actividades de los individuos
la regularidad correlativa observados pueden contribuir a reducir el número
en la mayoría de las sociedades. Las creencias religiosas suelen presentarse
de interpretaciones posibles. Apoyándonos en la Historia podemos observar,
como un cuerpo de doctrina transmitido en forma de narraciones, parábolas,
por ejemplo, sutiles cambios acumulativos en la doctrina religiosa de las tribus
mitos, leyendas o fábulas que informan las reglas “ideales” para determinado
patriarcales de los pastores nómadas hebreos, a partir del III milenio a.C.
comportamiento. Los rituales amplían el sistema de comunicación y refuerzan
La transición oscilatoria de un monoteísmo primitivo y comprensivo en la for­
con redundancia los canales de transmisión de información religiosa —en esta
ocasión en la forma codificada de celebraciones, fiestas, días santos, danzas, ma de un Baal tribal, con altares monolíticos, sacrificios de corderos y el
Arca bajo palio, hasta la culminación en el judaismo complejo propio de
juegos y ceremonias de toda clase.
La información circula por el interior del subsistema reajustándose inin­ una sociedad urbana sumamente refinada manteniendo relaciones comerciales
terrumpidamente para minimizar la dislocación susceptible de comprometer con lejanos países que le proporcionan una enorme variedad de información
la continuidad del sistema. El colapso de esos subsistemas religiosos y la con­ nueva —espléndidamente asimilada en el simple e inalterado formato. En
98 Arqueología analítica Morfología cultural y ecología cultural —el marco 99

un caso como éste se ha rescatado suficiente información para seguir la tra­ nados atributos de personalidad, intuitivamente recogidos, con mayor o me­
yectoria oscilante del subsistema religioso en base al condicionamiento y a la nor propiedad en el “carácter nacional” e, incluso, tentativamente, en la taxo­
variedad asociada con sus transiciones sucesivas. nomía psicológica del “carácter tribal” (Kroeber, 1948). Las culturas induci­
Frente a contextos exclusivamente arqueológicos, la interpretación de rían, pues, una amplia pauta psicológica en sus generadores, con notable
la información religiosa deberá recurrir más ampliamente a la especulación variación personal, y serían extremadamente difíciles de presentar con el de­
debido a la exigüidad, la complejidad y la naturaleza misma de los datos re­ bido rigor. La pauta psicológica reviste la forma de un subsistema de con­
cuperados (p.ej., el intento de Flannery [1956] de establecer una distinción ceptos y valores subconscientes suprapersonales inducidos en los individuos de
entre rituales públicos, domésticos, de sodalidades y personales en los pueblos la sociedad por su cultura, su ambiente y, más que nada, por su lenguaje
formativos del Valle de Oaxaca, México; la interpretación de Gimbutas —canal de comunicación de la mente inmadura, prácticamente desde el naci­
[1974] de las creencias religiosas expresadas en las estatuillas y modelos del miento, con las mentes adultas y con la información acumulada y codifi­
Sureste de Europa entre 7000 y 3500 a.C.). Es, en efecto, por esta razón que cada de las generaciones precedentes (las Z, Fig. 11).
podemos recurrir a un modelo inductivo general que esboce las relaciones El lenguaje posee un poder emocional y un poder simbólico, y el apren­
generales entre subsistemas religiosos y otros subsistemas más tangibles para dizaje de un lenguaje capaz de identificar y diferenciar, por ejemplo, un
comprender cómo los arqueólogos llegan a coincidir en la interpretación de centenar de categorías de focas o seis mil atributos de camello o veinte ca­
los artefactos religiosos. El modelo general sugiere que los sistemas sociocul- tegorías de sílex para fabricar hachas, orienta distintamente la percepción
turales tienden a preservar los “recuerdos” residuales de sus primeras trayec­ del pequeño esquimal, árabe o maorí. La diferencia en el énfasis puesto en la
torias y sus primeros ambientes, tanto en sus configuraciones materiales escala de valores que mide la variedad de información que circula en el
y sociales como en sus tradiciones orales (las Z y Retraso, Fig. 11). sistema bajo todas las formas posibles de comunicación constituye el subsis­
Las situaciones que impusieron adaptaciones específicas pueden sobre­ tema psicológico de la cultura, un sistema inducido de valores y orientaciones
vivir en los sistemas socioculturales mucho tiempo después de su desapa­ equivalente a un modelo canónico del sistema sociocultural total y en la
rición —especialmente, embalsamadas en el recuerdo conservador del subsis­ medida en que es capaz de generar las transformaciones que caracterizan al
tema religioso. Es fácil sucumbir a la tentación de interpretar la obsesión sistema y a los individuos de este sistema a partir del nacimiento. El condi­
cretominoica por el toro bravo y sus astas como el “recuerdo” de un tiempo cionamiento y la regularidad ambientales inducen el condicionamiento y la
y lugar en que las grandes manadas de ganado indómito eran parte inte­ regularidad en la variedad de los sistemas culturales, siendo precisamente
grante y activa de un equilibrio económico y religioso. El culto minoico esta calidad lo que convierte esos sistemas en mecanismos didácticos particu­
tardío del toro idealizado y sus diversos componentes puede interpretarse fá­ larmente eficaces y capaces de comunicar, gracias a la multiplicidad de canales
cilmente como el vestigio de una dilatada historia multilineal de desarrollo codificados (Ashby, 1956), la información de supervivencia junto con las in­
centrada en las grandes manadas semisalvajes de los pastizales de Anatolia terferencias parásitas a los individuos del grupo desde sus primeros instan­
occidental. El ganado y sus depredadores —los leopardos— revistieron un tes de vida.
significado trascendente en las antiguas culturas neolíticas de la región El subsistema psicológico así definido se equipara aproximadamente con
(Mellaart, 1967). Los vestigios fósiles de la interacción dinámica compleja el “espacio de campo psicológico” de los psicólogos —el medio psicológico
e ininterrumpida de los subsistemas económicos, religiosos y artísticos en los donde debe manifestarse la personalidad del individuo. El psicólogo se inte­
estados sistémicos antiguos están representados con gran acuidad en numero­ resa principalmente por el equilibrio dinámico —en su nivel más elemen­
sas culturas prehistóricas3. tal— entre la personalidad individual y el subsistema psicológico de su sis­
tema social (Lewin, 1936). Sin embargo, el subsistema deberá mantener
igualmente la estabilidad de la información en los demás subsistemas cultu­
SUBSISTEMAS PSICOLOGICOS rales y en el sistema total y su ambiente —los tres niveles generales de equili­
brio dinámico, oscilación y “debate” minimizador de la dislocación. A su
Los antropólogos, los sociólogos y los psicólogos admiten unánimemente nivel más bajo, la dislocación o desequilibrio representa el estrés, las tensiones
que las diferencias en los tipos, la cantidad, la reticulación y organización y los conflictos surgidos de la información contradictoria en el plano de
de la variedad de información en los sistemas socioculturales marcan pro­ contacto entre la personalidad del individuo y el subsistema psicológico de
fundamente la personalidad del individuo. Esas cuatro dimensiones de varie­ la cultura —con frecuencia como producto de la contradicción entre el com:
dad son distintamente ocupadas en las diferentes culturas a pesar de ser am­ portamiento instintivo personal y el proceso socializante. La variedad alter­
pliamente compartidas dentro de cada cultura. No debe sorprendernos, pues, nativa en términos generales, contradictoria y redundante se equipara, en
que las poblaciones de cierta magnitud compartan politéticamente determi­ psicología, con el conflicto leve, el conflicto grave y los estímulos neutrales,
100 Arqueología analítica Morfología cultural y ecología cultural —el marco 101

respectivamente, mientras que sus desequilibrios y barreras se equiparan a contingencias futuras (las I y el avance, Fig. 11). Cuanto más compleja
grosso modo con nuestras dislocaciones y umbrales. Así, resulta interesante y sofisticada la cultura, mayor será la variedad del dispositivo de estrategias de
que a su nivel más bajo, la información contradictoria puede dar inicio a índole económica. La estrategia de este subsistema, al igual que en los demás
procesos discordantes y mutuamente interferentes en el sistema nervioso subsistemas, reposa sobre el esfuerzo sostenido de los generadores para
central —y, por consiguiente, la dislocación o desequilibrio que surge de la mantener el formato y la sintaxis del subsistema mediante la minimización
integración de información inconsciente podrá considerarse, ahora, como continua de toda dislocación sustancial entre todos los estados variantes de
siendo el principal factor en la estimulación del proceso de aprendizaje un componente y su trayectoria. La estrategia es nuestro reconocimiento
para neutralizar y estabilizar el sistema. En otras palabras, una dislocación formal de la coordinación ininterrumpida de la variedad de información
de este tipo en el subsistema del individuo deberá ser minimizada por la nueva, fluctuante, alternativa, contradictoria y ratificante del subsistema, en
adquisición o generación de una variedad nueva y comprensiva —por apren­ lo que a recursos y su explotación se refiere.
dizaje (Berlyne, 1966). Una vez más, el subsistema ilustra tres niveles básicos de equilibrio
dinámico:
(i) dentro del subsistema, entre sus atributos,
SUBSISTEMA ECONOMICO (ii) entre este subsistema y otros componentes del subsistema,
(iii) entre esta parte del sistema total y el medio ambiente.
A primera vista, los atributos fundamentales del subsistema económico de
una cultura podrán interpretarse como una serie de artefactos y un conjunto En el nivel más bajo, la estabilidad debe mantenerse entre las demandas
de recursos y, en efecto, esto es lo que ocurre a un nivel superficial. Sin competidoras de los atributos del subsistema, en este caso los recursos
embargo, un conocimiento mínimo de las pautas económicas de las sociedades perceptibles, o recursos que la tecnología del sistema es capaz de identi­
históricas y prehistóricas pone fácilmente de manifiesto que esos subsistemas ficar, demostrándose, así, función “sensorial” del subsistema de cultura ma­
no explotan todos los recursos posibles de su medio ambiente, sino que se libran terial. A este nivel, la estrategia se encarga de la división del tiempo y del
manifiestamente, a selecciones idiosincráticas de alimentos preferenciales, in­ trabajo, del reparto de funciones, recursos, distribución, control y regulación.
cluso cuando ello implica disminución del rendimiento óptimo. Entre las so­ La calidad del “avance” o “intuición” es decisiva; la estimación dé las con­
ciedades de cazadores-pescadores-recolectores, podemos mencionar los ejem­ tingencias futuras incluye cosas tan vitales y banales como pueden ser la can­
plos de la banda tuluaqmiut de los esquimales nunamiut, para quienes tidad de simiente a conservar, el número de animales domésticos a sacrifi­
sólo 12 de las 149 especies vegetales comestibles a su alcance son importan­ car, la parte de la producción destinada al intercambio, el reparto del es­
tes desde el punto de vista alimentario (Campbell, 1968). Las estrategias fuerzo entre la caza, pesca o recolección y qué combinación de especies
satisfacedoras utilizadas por los agricultores suecos se limitan a obtener pro­ deben ser explotadas. Todas esas decisiones deben tomarse por adelantado
ducciones equivalentes a 40—70 % de los rendimientos óptimos posibles. a la luz de la experiencia pasada, y afectan al sistema antes de que los
Por si ello fuera poco, los tabús y las imposiciones religiosas reducen arbi­ acontecimientos presagiados se hayan dado (“T” afectada por las 2 y St2
trariamente la variedad de recursos, llegándose incluso a provocar hambre y en /*!, Fig. 11). Thomas (1972) observó la posibilidad de que los shoshones
muerte innecesarias —los árabes no comen cerdo, los aborígenes de Tasmania prehistóricos pudiesen haber predicho los rendimientos relativos de los pinos
rechazan el pescado de escama, los chinos no beben leche y los ingleses no piñoneros dos años antes de la cosecha a partir de un mero examen macros­
comen la carne de caballo. cópico. Las estrategias de explotación de los recursos y distribución de la
Parece, pues, que la economía de una sociedad sea una mezcla extre­ población podrían haber sido planificadas con tiempo en previsión de una
madamente selectiva y peculiar y aparentemente irracional de procesos extrac­ caída de la cosecha.
tivos a partir de una extensa variedad de técnicas de subsistencia estables El equilibrio dinámico entre el subsistema económico y los demás subsiste­
posibles. El subsistema económico incluye un conjunto de información sobre mas es estabilizado a través del reajuste continuo de los valores y estados
los recursos de un territorio y propone una estrategia que indica, dentro de mutuos de esas redes. La economía debe mantenerse lo más posible én equi­
amplios márgenes, una escala arbitraria de la importancia de los distintos librio con la información referente a los tabús y a sus imposiciones, la orga­
recursos, así como la atribución y repartición del tiempo total dedicado a cada nización social y la división del trabajo por edades y sexos, la personalidad
proceso y decide de la organización y distribución de la producción. de los individuos y la capacidad o alcance disponibles de la variedad en la
El subsistema económico proporciona información dispuesta en una mez­ cultura material. El “retraso” puede ser considerado como la respuesta del
cla de estrategias cuidadosamente elaborada a partir del registro acumula­ subsistema económico a los cambios demográficos y a los patrones de asen­
tivo de las condiciones del pasado y de una estimación extrapolada de las tamiento (p.ej., Washburn, 1974; Brose, 1976).
102 Arqueología analítica Morfología cultural y ecología cultural —el marco 103

A su nivel más elevado, el subsistema económico debe mantener al siste­ contingencias económicas que afecten a las culturas antiguas. La correlación
ma tomado en su totalidad en una relación estable con el medio. Los recur­ direccional nos facilita el aislamiento temprano en las secuencias multilineales
sos no deben ser sobreexplotados; deberá experimentarse diferentes combina­ de los atributos clave que terminarán integrándose en nuevos y cruciales
ciones de cultivos y de cría de animales para hacer frente a condiciones cam­ formatos sistémicos, con propiedades espectaculares. De esta forma la corre­
biantes y podrá explotarse, previa adaptación, nueva variedad susceptible de lación direccional de rasgos tales como la domesticación de las plantas y
penetrar los umbrales de nuevos nichos ecológicos (p.ej., franjas de desierto animales, las hachas de piedra pulimentada, la cerámica, los asentamientos
y estepa). Para los cazadores, pescadores y recolectores, la planificación de “permanentes” pueden estudiarse en su convergencia y fusión en una
los recursos y de la ocupación estacional de los campamentos son factores “nueva” economía coherente y estable de enorme potencial (Fig. 68).
primordiales; para las comunidades agrícolas, la rotación de los cultivos, Lo que antecede debería ser suficiente para esbozar la importancia del
el abono de los campos, la duración de los barbechos y la movilidad de los modelo general de los subsistemas económicos (Postulados 1—16 y Fig. 11,
campamentos pueden ser factores cruciales para el mantenimiento de una re­ Cap. 2). El concepto de estrategia ha sido utilizado de manera creciente en
lación estable con el medio. Cuando una crisis económica amenaza la super­ los análisis arqueológicos y antropológicos de subsistencia, especialmente
vivencia del sistema deberá interponerse un control regulador o una variedad para identificar la trayectoria de los equilibrios sucesivos de los subsistemas
más nueva y más potente (“R”, Fig. 11); de lo contrario el sistema deberá económicos. El arqueólogo puede aislar y modelar las dos principales cate­
ser cambiado en su totalidad. gorías de estrategia (organización de la subsistencia y localización de asen­
A cualquiera de esos tres niveles de “debate continuo” entre sistemas tamientos) dentro de los subsistemas económicos, como veremos a continua­
acoplados, una dosificación adecuada de variedad informativa (p.ej., una es­ ción con la ayuda de algunos ejemplos.
trategia mixta adecuada) debe ser el objetivo a alcanzar. La variedad econó­
mica nueva, contradictoria, alternativa y ratificadora debe ajustarse á un
equilibrio móvil, oscilante y frecuente, que minimice al máximo la disloca­ 1) Estrategias de organización de la subsistencia
ción inmediata de la trayectora del sistema. Esas tres categorías generales
de oscilación del sistema son particularmente pronunciadas en los subsistemas Los subsistemas económicos se caracterizan por la manera particular con que
económicos y han sido intensamente investigadas en el curso de los últimos las combinaciones de recursos alimentarios se integran en una estrategia mixta
tiempos (Tustin, 1954). La oscilación inducida en el equilibrio de un subsis­ estable. Como ejemplo de ello podemos citar el estudio realizado por Gould
tema tomado en su totalidad se observa, por igual, en los reajustes opera­ (1963) en Jantilla, una aldea de Ghana occidental. El clima de la región
dos “por tanteo” de las economías primitivas, y en los ciclos de los nego­ oscila entre años muy lluviosos y años muy secos, y los rendimientos de las
cios actuales las fluctuaciones de los precios de los cereales o en la produc­ cosechas de los cinco productos alimentarios básicos (ñames, maíz, casava,
ción de arrabio en la siderurgia moderna (Ellsworth Huntington, 1964). mijo y arroz dé montaña) varían’en consecuencia (Fig. 17a). Los habitantes
La oscilación interna que reajusta los atributos en el seno del subsistema se de Jantilla se enfrentan a una triple disyuntiva.
observa con frecuencia cuando se obtiene o se introduce nueva información,
nuevos recursos y nuevas técnicas: las dislocaciones introducidas por la (a) buscar una combinación de productos de gran rendimiento pero con
nueva variedad son gradualmente contrarrestadas por regulación a prueba de grandes riesgos,
error. (b) buscar una combinación más segura con menores riesgos, pero de
La tercera clase de oscilación “a la ventura” dentro de los amplios lími­ rendimiento inferior,
tes de los conjuntos permisivos se revela a menudo en forma de “modas” (c) buscar una estrategia prudente, intermedia, que aproveche la infor­
fluctuantes en la mezcla de procesos económicos secundarios —los tratamien­ mación acumulada por la cultura sobre los acontecimientos y con­
tos de los productos alimentarios se desarrollan dentro de oscilaciones más diciones probables (Fig. 11).
amplias y de frecuencia más baja.
Los conceptos de focos de desarrollo desplazables y de correlación direc- Primero, a partir de las dos (pluviometrías) por cinco (productos) variables,
cional son particularmente útiles en el análisis de las trayectorias del subsis­ Gould determina la estrategia de combinación de cultivos más prudente en
tema económico. Las áreas incluidas en la estructura económica se hallan con­ función de las condiciones y, a tal efecto, establece la gráfica de rendimiento
tinuamente en vías de reajuste, y las dislocaciones inevitables son los focos de para cada cosecha en función de la pluviometría (en abscisas) y del rendi­
acción minimizadora gracias al desarrollo o adquisición de nueva variedad. miento (en ordenadas) —la línea resultante se inclina de acuerdo con el au­
Los artefactos del registro arqueológico proporcionan un precioso medio de mento del. rendimiento de la cosecha sea en condiciones de humedad o de
localización de los focos de desarrollo acelerado adaptados a las sucesivas sequía. Las líneas de producción superpuestas para varias cosechas se cortan

UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA
BIBLIOTECA CENTRAL
104 Arqueología analítica Morfología cultural y ecología cultural —el marco 105

(a) Rendimientos de las cosechas bajo estrategias ambientales alternativas en distintos puntos, pero siguiendo la línea cóncava (Fig. 17b) que forman
las intersecciones de máximo rendimiento, puede situarse el punto de inflexión
Estrategias ambientales: Año lluvioso A ño seco “S” correspondiente a la mejor combinación de cultivos. Esta estrategia de
cultivos proporciona la combinación de productos que dará los mejores ren-
Rendimiento por unidad de superficie:
Ñames 82 11
Maíz 61 49
Casava 12 38
Mijo 43 32
Arroz de montaña 30 71

(b) Etapas en la determinación de la combinación óptima de cosechas para una aldea


de Ghana por análisis de teoría del juego

(c) Cálculo de la contraestrategia óptima.

Cosechos alternativas: Maíz Arroz de montaña

Rendimiento bajo una estrategia


ambiental alternativa:
Año lluvioso 61 30
Año seco 49 71
Diferencias de rendimiento 12 41
41 12
Diferencia proporcional
12—41 ■= 1,4 12—41 = 0,4

Contraestrategia óptima 77 7o 23 7o
Fig. 18. Provincia de Fars, Persia meridional. Las rutas migratorias
de las tribus basseri indicadas por la línea de trazo interrumpido.
Fig. 17 a, b, c. Un análisis y modelo de la estrategia de subsistencia de la aldea Sombreado claro —zonas por encima de los 1600 m; sombreado
de Jantilla, Ghana. oscuro —zonas por encima de los 2700 m de altitud.
Fuente: Haggett, en Gould, 1963. Fuente: Barth, 1959.
106 Arqueología analítica Morfología cultural y ecología cultural —el marco 107

dimientos promedios para una secuencia de años buenos o malos —una solu­
ción prudente y minimax.
La contribución proporcional de cada cosecha a la estrategia minimax se
calcula comparando los rendimientos de las cosechas por pares de años secos
y lluviosos; luego, la diferencia de rendimiento entre el año lluvioso y el
seco es aplicada a la otra cosecha del bienio, la cual, dividida por la dife­
rencia comparativa entre el par de cosechas, da unos índices (1,4 y 0,4 en
nuestro ejemplo) que representan la parte proporcional de cada cosecha en
la combinación de cosechas (Fig. 17c). En Jantilla, la comparación experi­
mental del cultivo de maíz y arroz de montaña apunta una estrategia minimax
utilizando 77 % de maíz y 23 % de arroz de montaña, muy próxima de
la estrategia real seguida por los habitantes de dicha aldea. Este ejemplo
de modelo hipotético de la estrategia agraria más prudente, demostraría
ser perfectamente comparable con la estrategia empleada en Jantilla —ejem­
plo demostrativo de un caso de adopción de una estrategia satisfaciente
prudente, cuando podrían utilizarse combinaciones satisfacientes óptimas
más arriesgadas o menos eficaces. ¿Cómo es que una estrategia mixta de este
tipo puede surgir sin un conocimiento previo del cálculo y de la teoría
minimax? La respuesta hay que buscarla en las décadas de ensayos por
tanteo de combinaciones multilineales con feedback continuo de las obser­
vaciones que tienden a convergir gradualmente hacia la solución más cómoda
(Fig. 11) (Gould, 1963, Haggett, 1965).
El estudio de otras comunidades contemporáneas de agricultores a peque­
ña escala ilustra varias de las conclusiones generales alcanzadas en relación
con los subsistemas económicos, como pueden ser, por ejemplo, los tres ni­
veles básicos de equilibrio dinámico (Freeman, 1955; Conklin, 1957) y las
Fig. 19. Un análisis y modelo de la estrategia de subsistencia de los nómadas
oscilaciones en el rendimiento de las cosechas, con graves consecuencias basseri en un ciclo anual durante el cual una sucesión de diferentes grupos triba­
potenciales para las tribus que practican la agricultura por tala y quema les ocupan secuencialmente la misma cadena de pastos; las localidades intere­
(factor de oscilación = 0,5 por unidad de superficie en las aldeas iban de sadas son las de la figura 18. Línea continua —calendario y ruta de los bas­
Sarawak —Freeman, 1955). seri; línea de trazo interrumpido grueso —tribu kurdshuli; línea de trazo inte­
Otro buen ejemplo de estrategia minimax nos lo ofrece el ciclo migra­ rrumpido fino —tribus árabes; líneas sinuosas —otras tribus de pastores; fle­
torio de los nómadas árabes del Sur de Persia (Barth, 1959). Este ciclo de chas —lugar y época en que otras tribus entran o salen de la franja basseri.
ocupación sucesiva de los pastos de un área de máxima densidad ecológi­ Fuente: Barth, 1959.
ca permite a los árabes compensar los escasos recursos del desierto y evitar
las variaciones climáticas extremas de la región. Los pastos estacionales son intercalación de breves períodos de barbecho. De esta forma la capacidad
aprovechados sucesivamente por los rebaños de los nómadas siguiendo una demográfica de la zona en su conjunto se acerca de la capacidad sustenta­
estricta aunque flexible rotación —cada tribu se desplaza a través de una serie dora de las áreas integrantes individuales en la estación de máxima produc­
de territorios siguiendo su “il-rah” o “ruta tribal” a lo largo de una franja tividad —resultado de la estrategia rotacional que sería imposible de alcanzar
continua desde los desiertos de las llanuras del Sur hasta las altas montañas si una tribu permaneciese en un mismo locus la mayor parte del año. Igual
del Norte (Fig. 18). Por cada localidad pasan una sucesión de ocupantes en razonamiento podría aplicarse a las economías agrícolas que incluyen un
el transcurso de las estaciones, siendo muy pocas las áreas que escapan a esta elemento móvil asociado —pastoralismo— sobre todo en áreas de manifiesta
ocupación (Fig. 19). El il-rah individual es, pues, el rol o guía de los derechos diversidad y contingencias ecológicas, como, por ejemplo, la cuenca medi­
tradicionales sobre los recursos de determinados lugares en determinados terránea (Barker, 1972).
momentos, y la ocupación sucesiva de un sector determinado por diferentes La movilidad entre los cazadores-pescadores-recolectores puros depende
tribus facilita el aprovechamiento completo de unos recursos limitados, con inexorablemente de la distribución irregular de los recursos de cada territorio
108 Arqueología analítica Morfología cultural y ecología cultural —el marco 109

a lo largo del año. La aglomeración y la dispersión de la población varían cursos, especialmente las correspondientes a períodos impredecibles de rendi­
en frecuencia, extensión y escala según las sociedades, pero la estrategia gene­ mientos catastróficos de duración superior a una estación o de un solo año
ral más prudente consiste en mantener niveles demográficos por debajo de (Clarke, 1972, Fig. 1.15). Dos estudios contrastantes sobre distribución y tipos
los niveles compatibles con los rendimientos óptimos de las cosechas. Este de recursos, concentración de la población y movilidad estacional correspon-
sería el resultado a largo plazo de la necesidad de mantener el equilibrio del al trabajo de Campbell (1968) sobre los esquimales tuluaqmiut y al de
entre el subsistema económico y el medio frente a las oscilaciones de los re- Lee (1958) sobre los bosquimanos Ikung dobe.
Quizás el estudio arqueológico que mejor se podría comparar con el aná­
lisis de la teoría del juego de Gould de una estrategia de subsistencia sea
el intento de Jochim (1976) de derivar un modelo generalizado de las eco­
nomías de caza-pesca-recolección a partir de datos etnográficos. El autor
trata de modelar los procesos de tomas de decisión relativas a una estrategia
apropiada que, entre otras cosas, será según él, no maximizante y mixta. La
subsistencia y el asentamiento son considerados como un sistema integrado
por tres subsistemas: plan de utilización de los recursos, ubicación del asen­
tamiento y estructuración demográfica. El primero reposa sobre la disponibi­
lidad de recursos (variación estacional y espacial, su concentración, peso,
densidad, movilidad, contenido graso y rendimientos de los recursos no ali­
mentarios) y se supone que «antecede y condiciona la ubicación del asenta­
miento y la estructuración demográfica de un grupo cazador-recolector»
(op. cit.). En un estudio preliminar de control del modelo, realizado en el
grupo etnográfico de los ojibwa del Round Lake, Ontario septentrional, el
esquema predecible de la utilización de los recursos coincidía bastante bien
con el patrón real de utilización, con excepción de un número reducido de
discrepancias informativas (Fig. 20; Jochim, 1976). Similares grados de coin­
cidencia han podido observarse entre la localización predecible y la localiza­
ción real del asentamiento y entre los patrones demográficos teóricos y reales.
El modelo obtenido se ha aplicado a los establecimientos mesolíticos del
valle del Danubio en el Suroeste de Alemania. Este enfoque de las estrate­
gias de subsistencia posee un gran potencial aunque desde un punto de vista
metodológico conviene hacer notar que los datos sobre el Mesolítico corres­
pondientes a este análisis no habían sido recogidos especialmente para com­
probar este modelo específico.

2) Estrategias de ubicación del sitio de asentamiento

La estrategia de ubicación establece la relación entre las restricciones y las re­


gularidades en la ubicación de los establecimientos humanos y analiza esas
regularidades en el contexto del contenido del asentamiento y la distribución
de los recursos y otros establecimientos en los alrededores. Cuando las comu­
nidades prehistóricas instalaban sus asentamientos (sea permanentes y plu-
riocupacionales o estacionales y uniocupacionales), tomaban en consideración
Fig. 20. Una comparación del esquema previsible (arriba) y real la multiplicidad de exigencias requeridas para su ubicación óptima. Algunas
(abajo) del uso de los recursos de los cazadores-pescadores-reco­
de esas exigencias eran seguramente contrapuestas y, por consiguiente, debía
lectores ojibwa de Round Lake, Ontario septentrional.
recurrirse a algún tipo de estrategia integradora. La solución de este tipo de
Fuente: Jochim, 1976.
110 Arqueología analítica Morfología cultural y ecología cultural —el marco 111

problemas obliga normalmente a recurrir a una selección estocástica entre un


conjunto de ubicaciones igualmente prometedoras. De ahí el interés que ofre­
ce para el arqueólogo el estudio de la regularidad de la distribución de las ubi­
caciones y de la posibilidad de definir las restricciones particulares inter-
vinientes y su correlación con las ubicaciones de los asentamientos.
Este enfoque trae a colación problemas como la situación de los asenta­
mientos neolíticos en relación con los suelos, el agua, los bosques y otros re­
cursos y la dispersión de los campamentos de cazadores en cada estación den­
tro de territorios circunscritos, la relación entre instalaciones al aire libre o
en cavernas —todos ellos, elementos susceptibles de ser analizados en el ám­
bito de un modelo de estrategia locacional mixta. A nivel del asentamiento in­
dividual, el método de “análisis del área de captación” permite correlacionar
el tipo de subsistencia prevaleciente con los recursos disponibles dentro del
área al alcance del asentamiento. Vita-Finzi e Higgs (1970) pretenden que
«cuanto más alejada el área explotable menor será el rendimiento de su ex­
plotación (salvo que sea excepcionalmente productiva), puesto que la energía
disipada en idas y venidas tenderá a cancelar la energía obtenida del recurso».
Este principio estriba, a fin de cuentas, en el modelo de anillo concéntrico de
uso del suelo propuesto por von Thünen en el siglo pasado y aplicado con
o > 200 m
de altitud □ > 400 m
de altitud
bosque de
hoja caduca
cultivos-
cereales
límite del territorio de una hora pastos y
mayor detalle en áreas más extensas por Chislom (1962). Las conclusiones majadas
de Chislom, así como varias observaciones etnográficas indujeron a Vita- km
Finzi e Higgs a proponer que los territorios explotados por comunidades
sedentarias se sitúan a 5 km o a una hora de marcha de sus asentamientos,
y los de los cazadores-recolectores itinerantes a 10 km o 2 horas de camino
(Higgs y Vita-Finzi, 1972). En estos territorios, los recursos disponibles para
las comunidades prehistóricas están definidos en términos de categorías de
uso del suelo (Fig. 21), cuya importancia relativa sirve de prueba para la
estrategia de subsistencia seguida desde los asentamientos individuales. Luego
el análisis profundiza algo más en la reconstrucción de los sistemas de explo­
tación de los sistemas económicos que relacionan a varios asentamientos esta­
cionalmente ocupados (Fig. 21; Barker, 1972).

Fig. 21. Un ejemplo de análisis del área de captación de recursos. Arriba. Topo­
grafía y uso moderno del suelo para los territorios distantes una hora de marcha
y 5 km del asentamiento eneolítico y de la Edad del Bronce de Luni sul Mignone
en Etruria central. Abajo. Una reconstitución de tres de los sistemas de explo­
tación económica en la Edad del Bronce de Etrurira meridional y del Alto Velino
(2, 3 y 4). Cada sistema comprende los recursos complementarios de la zona litoral y
de los Apeninos reunidos por calzadas moderna (‘ ‘tratturo”).
Círculos blancos —Enterramientos eneolíticos; cuadrados blancos —asentamientos
de la Edad del Bronce. El número 1 corresponde a la situación de Luni sul Mig­
none.
Fuente: Barker, 1972.
112 Arqueología analítica Morfología cultural y ecología cultural —el marco 113

Este método de análisis de las estrategias de ubicación del emplazamiento mientos (Cassels, 1972b; Jochim, 1976). Las generalizaciones etnográficas
no está a salvo de las críticas. Para tener una perspectiva creemos útil ofre­ apuntan la posible existencia de tres “niveles” o “zonas” de organización
cer un breve resumen de sus supuestos y procedimientos. espacial alrededor de un lugar de asentamiento de cazadores-recolectores
-—un territorio de 1,5 km de recursos no-móviles (agua, leña, refugio, pai­
(a) El modelo básico de zonas concéntricas de explotación de Thünen- saje), un territorio de 7,5 km de recursos de movilidad reducida y relativa­
Chislom requiere ser verificado a la luz de las observaciones contemporá­ mente seguros (alimentos vegetales, caza menor), y un territorio de 24 km de
neas realizadas en medios rurales africanos (Hodder y Orton, 1976). recursos sumamente móviles (caza mayor); de ahí que aunque la caza mayor
(b) Cambios ininterrumpidos en el medio local (p.ej., deforestación, ero­ sea el principal recurso de su asentamiento, no es determinante en la selec­
sión, caída del nivel hidrostático) durante siglos, e incluso milenios, pueden ción de la ubicación específica (Jochim, op. cit.).
invalidar la aplicación de las categorías modernas de uso del suelo en el aná­ (f) En último lugar el análisis del área de captación soslaya la importan­
lisis de los territorios de los asentamientos (Hodder y Orton, 1976). Un mé­ cia de los factores de no-subsistencia en la ubicación del asentamiento. In­
todo más optimista podría consistir en reconstruir lo más completamente cluso tomando en cuenta la subsistencia podrá objetarse que los estudios
posible el medio prehistórico y esperar poder identificar los condicionamien­ publicados hacen excesivo hincapié en las categorías de uso del suelo y no el
tos económicos en la ubicación de los emplazamientos (Flannery, 1976). suficiente en otros factores como son el refugio, la topografía, los recursos
(c) La importancia relativa de las categorías de uso del suelo del terri­ en agua (Sullivan, 1976); este último factor puede ser vital en las áreas mar­
torio del asentamiento no se corresponde obligatoriamente con la importancia ginales para la agricultura. Tampoco debe subestimarse la importancia de
que revisten la ganadería y el cultivo de cereales en un emplazamiento dado. los ríos en el transporte (Cassels, 1972b; Green, 1973), ni desdeñarse los re­
Si la tierra “arable” constituye menos de 10 % del territorio del asenta­ cursos como la arcilla para la cerámica, la sal, minerales, sílex, pedernal
miento ¿significará ello que el subsistema era no-agrícola? (Flannery, 1976) (Clarke, 1972a; Fig. 21.7; Flannery, 1976, Fig. 4.6). Sin olvidar, desde luego,
hace observar que varios asentamientos pueblo del suroeste de los Estados los lazos sociales entre comunidades. En las áreas presentando una separación
Unidos poseen menos de 10 % de tierra arable dentro de sus territorios. regular entre asentamientos pero una distribución irregular de recursos entre
Vistos los rendimientos modernos de los cultivos de cereales tanto en Meso- ellos, los factores sociales pueden incidir preponderantemente en la localiza­
américa como en el Oriente próximo, comunidades de hasta 50 familias po­ ción de los asentamientos (Flannery, 1976 y Fig. 6.9). Si aceptamos la premi­
drían subsistir con los productos cosechados en el 1 % de sus territorios sa según la cual la ubicación debería ser analizada en términos de modelos de
totales. Flannery insiste en la ineludible necesidad de considerar qué pobla­ estrategia mixta, entonces, el análisis del área de captación de recursos en
ción podría haber subsistido en un asentamiento dado y en la estimación su concepto original sólo nos ofrece una visión parcial del problema general
de la frecuencia de suelo arable en el interior del territorio del asentamiento de localización y distribución de los asentamientos.
por comparación con la de la totalidad de la región. Esta última condición Esta última consideración nos facilita la introducción del concepto de aná­
ha sido ampliada por Zarky (1976) y Green (1973) por medio de pruebas lisis de patrones de asentamiento y estrategia de ubicación de asentamientos
estadísticas (p.ej., del chi cuadrado, binómicas y “t”) para valorar la ubi­ en términos de factores tales como mercados, transportes y administración
cación del asentamiento en relación con la distribución de sus recursos. En —en otras palabras, la prestación de servicios— un campo del análisis ar­
este contexto, las ubicaciones descartadas por las poblaciones prehistóricas queológico revolucionado por la introducción de métodos y conceptos propios
puede aportar al arqueólogo preciosas pruebas “negativas”. de la ecología de las plantas y la geografía. El arqueólogo interviene en el
(d) De (c) se desprende el hecho de que diversas áreas explotadas por sus análisis de las distribuciones de'los asentamientos para definir diferentes
recursos pueden experimentar amplias variaciones de productividad (Cassels, tipos de patrones (p. ej., en el análisis del vecino más cercano) y luego en
1972a). El análisis del área de captación de recursos nos proporciona “una la utilización de modelos (p. ej., teoría del Lugar Central) para poder inter­
descripción cualitativa de los tipos arbitrarios de hábitat disponibles en las pretar esos patrones. De esta forma el arqueólogo puede esperar relacionar
cercanías del lugar de asentamiento” pero no se trata de medir su “valor la ubicación del sitio de asentamiento con factores tales como las jerarquías
extractivo” en términos de relación entre productividad primaria y producti­ sociales y políticas, los mercados y el comercio y la ubicación de los recur­
vidad secundaria y de la “eficacia extractiva” del sistema cultural humano sos (Hodder y Orton, 1976). Sólo si llegamos a interpretar la estrategia de
(Foley, 1977). ubicación de los sitios de asentamiento en este amplio contexto o en térmi­
(e) La ubicación específica de los asentamientos individuales puede venir nos de restricciones específicas de recursos podremos elevar nuestros conoci­
determinada por la movilidad relativa y la seguridad de los recursos más mientos del subsistema económico a un nivel más productivo.
que por los recursos más importantes para los ocupantes de esos emplaza­
114 Arqueología analítica Morfología cultural y ecología cultural —el marco 115

SUBSISTEMA DE CULTURA MATERIAL neraciones —a partir de, o en base a, la trayectoria anterior del sistema
(las Z de la figura 11). Esta propiedad intrínseca explica la capacidad “me-
La cultura material constituye un subsistema informativo constelado de ar­ morística” de los sistemas socioculturales.
tefactos que definen las pautas de comportamiento de un sistema sociocul- El subsistema de cultura material interviene en los mismos tres niveles
tural y expresan la tecnología de dicho sistema. La información es transmi­ generales y con la misma variedad de “comportamiento” oscilante que los
tida por la pauta o por la estructura coherente, y pauta es sinónimo de demás subsistemas de la red. La dislocación entre los subsistemas y el sistema
atributos conexos. ambiental, entre los diversos subsistemas integrantes y entre los atributos en
La complejidad de la cultura material en tanto que subsistema informati­ el subsistema de artefactos se mantiene dentro de la “tolerancia” del sistema
vo estriba en su jerarquía de entidades y en la variedad de información de sociocultural total mediante la adopción de las transformaciones que parecen
las mismas. Al centrar un estudio en cualquiera de esos planos de equilibrio minimizar la cantidad máxima de contradicción y dislocación directas. El
entre cualquiera de esas entidades acopladas, será conveniente pensar en tér­ equilibrio oscilante de nivel superior —entre el subsistema total de cultura ma­
minos de atributos, artefactos, conjuntos y culturas nuevos, alternativos, con­ terial y el sistema ambiental— suele ir asociado con la “respuesta” a las os­
tradictorios y redundantes. Los atributos pueden ser mutuamente incompati­ cilaciones climáticas u otras oscilaciones ambientales similares. Las oscilacio­
bles o alternativos o redundantes cuando se acumulan en algunos artefactos. nes glaciar/interglaciar y tundra/bosque de la prehistoria ofrecen abundantes
La hoja funcional cortante de una daga de bronce es incompatible con una ejemplos de cambios conexos en la cultura material de los sistemas materiales
ornamentación plástica de su filo; en cambio, puede ofrecer una ornamenta­ acoplados. A nivel intermedio, el equilibrio oscilante entre el subsistema de ar­
ción a punzón o incisa y la empuñadura puede ostentar redundantemente tefactos y otros subsistemas se produce como “respuesta” inducida de feed­
muescas y remaches de sujeción. De igual modo, a nivel del artefacto tipo/ar- back a las fluctuaciones de los sistemas religiosos, psicológicos, sociales y
tefacto tipo es evidente que la daga de 15 centímetros es incompatible con económicos. Por ejemplo, las oscilaciones del “tanteo” o de “acecho y bús­
la variedad contradictoria del estoque de tres pies de longitud, o que las queda” provocadas por la trayectoria del subsistema económico hacia una es­
agujas pueden contradecir a las fíbulas y ambos a los botones, el mosque­ trategia minimax apropiada a menudo irán acompañadas por manifestaciones
te a la armadura, etc., etc. Esta necesidad esencial de reconciliar la variedad oscilantes dentro de la cultura material. Al nivel más bajo, las continuas os­
conflictiva suele caracterizarse por la analogía del estímulo y la respuesta cilaciones estocásticas de la moda dentro de los límites de las sucesivas se­
—particularmente bien demostrada en el desplazamiento del equilibrio entre ries estables de posibilidades de transición es una cualidad muy habitual de
armas ofensivas y armas defensivas, como puede observarse, por ejemplo, la mayoría de artefactos tipo, desde las modas femeninas hasta los relojes
en el estudio realizado por Yadin de las guerras palestinas de 3000—500 de pared y losas funerarias (Figs. 38, 39, 47). Ya hemos señalado la impor­
a.C (Yadin, 1963). Este equilibrio oscilante es un claro ejemplo de equilibrio tancia que revisten esas oscilaciones en la “detección y búsqueda” de la va­
dinámico inestable basado en un circuito de feedback conectando agresor y riedad aprovechable y su incorporación a los dispositivos innovadores del
agredido. A veces, incluso con el armamento se alcanza un área de equili­ momento.
brio —al carro acorazado y al guerrero palestino de la Edad del Bronce La invención o innovación se presenta como la integración intencional o
sólo podía oponérseles un armamento similar; al igual que el caballero medie­ accidental de redes de atributos dotados de “nuevas” propiedades recién sur­
val y el tanque de la Segunda Guerra Mundial sólo podían combatirse con gidas, a menudo por simple reestructuración de atributos sistémicos de pro­
sus equivalentes. Obviamente, semejantes puntos de inflexión o equilibrios longada existencia. Otra manera de generar nueva variedad capaz de recon­
metastables sólo perduran mientras lo permite el avance de la tecnología. ciliar variedad y dislocación contradictorias consiste en recurrir al flujo cons­
Bastante alejado de los estudios de los armamentos, el análisis de las subsis­ tante de difusión de variedad sin origen conocido que acude al sistema. Pues­
tencias de artefactos o de los atributos acoplados puede emprenderse en las to que el output de innovación colectivo de los grupos de cultura es propor­
mejores condiciones a partir de la interacción de la variedad. cionalmente mayor que la tasa de modificación de una cultura individual,
En el subsistema de cultura material el feedback suele producirse por el entonces la integración y modificación de nueva variedad proveniente de la
acoplamiento existente en los sistemas socioculturales, y, al igual que ocurre difusión proporciona la mayor parte de la variedad de un sistema de cultu­
en los otros subsistemas, el feedback y el feedback múltiple son un “com­ ra, recogida acumulativamente para minimizar las dislocaciones. Desde el pun­
portamiento” inherente del sistema y los subsistemas. La población de arte­ to de vista de la estrategia, los artefactos tipo y el porcentaje relativo de cada
factos o la población de tipos que usaba una generación de un sistema es tipo producido pueden considerarse como distintivos de una mezcla particu­
su output y, al mismo tiempo, es el input transferido a la constitución fe- lar de estrategia lista para satisfacer los requisitos del sistema total. Carac­
notípica de la generación siguiente. En este sentido, los atributos de la po­ terizar los emplazamientos de una cultura a partir de la presencia persisten­
blación tipo se adaptan continuamente al ambiente a lo largo de sucesivas ge­ te de un conjunto variando alrededor del 10 % de buriles, 20 % de raspa-
Morfología cultural y ecología cultural —el marco 117
116 Arqueología analítica

tefactos y del contexto de su conjunto. El caso especial de los sistemas de


dores, 30 7o de hojas, 30 7o de puntas y 10 7o de microlitos, refleja una
artefactos en contextos de subsistema de cultura material es la obsesión
estrategia adoptada por el sistema en cuestión en una situación dada, y al­
especial del arqueólogo y será tratado en los capítulos siguientes —sin perder
canzada gracias a un haz reducido pero multilinear de trayectorias.
de vista que se trata de un caso especial dentro del modelo general. De igual
En los estudios más detallados que transcribimos a continuación, el des­
manera, el ambiente externo de los sistemas culturales se considera como in­
plazamiento continuo y los ciclos de los focos de cambio acelerado a través
cluyendo a otros sistemas culturales además de la categoría estudiada, y ade­
de los subsistemas culturales serán confirmados en la forma preservada del
más de la flora, la fauna, la geología y el clima. Cuando hablamos de am­
subsistema de cultura material. Esos focos fosilizados, o focos agrupados for­
biente nos referimos al ambiente total, incluido los segmentos de realidad
mando nudos de cambio, son particularmente importantes para la determi­
no percibidos o comprendidos por la cultura englobada, y, por consiguiente,
nación del límite o umbral entre un tipo y otro —a nivel de artefacto,
a sistemas “abiertos” y a los intercambios de materia, energía y/o informa­
conjunto y cultura. Los umbrales separando un tipo politético de otro tipo
ción que en ellos se produce (Hall y Fagan, 1956; Trigger, 1971).
politético son alcanzados acumulativamente de manera característica consis­
Hemos dedicado mucho espacio al estudio de la morfología social y a los
tente en la suplantación de los atributos esenciales y atributos clave por va­
subsistemas socioculturales. Sin embargo, al tratar de los tres niveles básicos
riantes recién incorporadas (ejemplos [1] y [2], Cap. 2). El nacimiento y la
de equilibrio y de oscilación de los subsistemas, vimos que el nivel más ele­
muerte en los sistemas de artefactos tipo, sistemas de conjuntos y sistemas
vado se establecía entre los subsistemas y el sistema ambiental —este sector
culturales no son más que una imagen antropocéntrica de cambio acumula­
de la periferia del sistema total encargado de comunicar la variedad afectan­
tivo en los umbrales sucesivos que separan los sistemas politéticos de “tipos”
do a subsistemas particulares. (Recuérdese que nuestro modelo partido es una
o formatos sintácticos sucesivos. No es posible caracterizar culturas completas
visualización arbitraria de aspectos o redes particulares del circuito de una
como intrínsecamente “innovadoras” o “conservadoras” cuando los focos
entidad unitaria [Fig. 8]). Por consiguiente, el nivel más elevado de equilibrio
de desarrollo en todos los sistemas culturales se desplazan ininterrumpidamen­
en cada subsistema no es más que un mero aspecto particular del equilibrio
te a través de algunos aspectos de su red. No obstante, el concepto de co­
dinámico entre el sistema total y el sistema ambiental —a su vez, meros as­
rrelación direccional nos permite aislar intuitivamente las variables esenciales
pectos de la ecología cultural. La ecología cultural es el marco idóneo para
afectadas en un sistema y más particularmente las variables clave que, pro­
el estudio de los sistemas socioculturales completos, las relaciones mutuas en-
venientes de trayectorias convergentes, se integran acumulativamente para
formar una importante red de propiedades y potencial recién surgidos (Figu­
ras 26, 28).

IV El ambiente: un sistema con subsistemas

El propósito de este apartado final es continuar considerando el subsistema


de cultura material como un mero aspecto reticular o como un componente,
en el seno de los sistemas socioculturales acoplados con sistemas ambientales.
El estudio del ambiente como sistema con subsistemas podría ocupar varios
trabajos monográficos, pero de momento nos limitaremos a demostrar que el Fig. 22. Un modelo
ambiente es un sistema con subsistemas, y es a esta demostración que limi­ estático y esquemático
taremos exclusivamente nuestro interés arqueológico por el sistema. Nos cen­ del “sistema
ambiental” de un
traremos pues en el concepto de ambiente y cultura como sistemas con pro­
sistema sociocultural
piedades intrínsecas y en particular en el modelo que representa esta relación (excluido del diagrama).
como un complejo juego con dos participantes cuyas reglas intrínsecas per­ S„ representa, aquí, el
miten una variedad de estrategias. ¡ sumatorio de los
Hasta aquí hemos estado empleando el término “ambiente” en su sentido efectos de otros
más amplio, a veces, incluso ampliándolo algo al acoplarle el término “con­ sistemas socioculturales
texto”, con la intención de transmitir simultáneamente observaciones sobre foráneos en el mismo
los sistemas internos de, o acoplados con, los ambientes, con indiferencia de territorio
que se trate de sistemas socioculturales y su medio ambiente físico, o de ar­ interconectado.
118 Arqueología analítica Morfología cultural y ecología cultural —el marco 119

tre dichos sistemas y sus ambientes y los cambios “adaptativos” de esos sis­ El ambiente de un sistema de cultura expresa los atributos externos res­
temas; no obstante, la ecología cultural es inseparable de la morfología cul­ pecto a este sistema y sus variantes y sucesivos estados en el tiempo y el es­
tural y del estudio de los atributos subsistémicos. La ecología cultural y la pacio. Esos atributos ambientales pueden ser parcialmente percibidos por la
morfología cultural son las caras externas e internas de la misma esfera, y el cultura englobada; desde el punto de vista de la cultura, algunos atributos
condicionamiento y la regularidad en la estructura de una de ellas irá acom­ ambientales son inesenciales, otros son esenciales, y algunos son atributos
pañada de condicionamiento y regularidad en la otra. clave para este sistema de cultura. Convencionalmente, el ambiente externo
se reparte en diversas categorías, pero esas pueden ser esquemáticamente sub­
sumidas bajo los términos: otros sistemas socioculturales, fauna, flora, clima
y geología —todos ellos tomados en su sentido más amplio, de forma que,
por ejemplo, la geografía y la topografía sean meras manifestaciones de la
geología. Los cinco subsistemas son considerados como redes interconectadas
de atributos formando conjuntos complejos, y al mismo tiempo constituyen­
do un conjunto dentro del sistema ambiental (Fig. 22). Si tuviésemos que tra­
tar con rigor el sistema ambiental, entonces deberíamos estudiar amplia y
separadamente cada uno de los cinco subsistemas, describiendo el carácter de
sus atributos, el tramado de esos elementos, las propiedades inherentes de
cada subsistema, y mucho más; pero este tratamiento no será emprendido.
Hasta aquí hemos conceptualizado artificialmente los sistemas sociocul-
tutales en cinco subsistemas integrantes unidos en equilibrio dinámico con un
sistema ambiental de cinco elementos (Fig. 23). Una forma esquemática de
presentar el equilibrio dinámico entre el sistema sociocultural S y el sistema
ambiental E consiste en expresarlos uno como función del otro “amortigua­
do” por una constante (£):
E^(k).S
El amortiguador o “buffer” (k) representando el grado de “aislamiento”
de 5 a los cambios en E, y viceversa, tE de S. En un apartado anterior ya
indicamos que la capacidad reguladora o aisladora de un sistema de cultura
es proporcional a su variedad y a su capacidad en tanto que sistema de co­
municación —puesto que sólo la variedad en los atributos culturales puede
contener la producción de variedad en el “juego” ambiental. De ahí, que se
propusiese, igualmente, que el número de artefactos tipo identificables ela­
borados por el sistema podría servir de medida aproximativa de la capacidad
de control regulador o aislador de un sistema de cultura, cuenta habida,
naturalmente, de la pérdida arqueológica de artefactos orgánicos y previo el
máximo cuidado en la selección de las muestras a utilizar. No obstante,
si la variedad de tipos producidos es una medida aproximativa del grado de
aislamiento de S respecto de E, entonces será una expresión aproximativa
de (k) —que conceptualizaremos, pues, como un indicador aproximativo del
Fig. 23. Un modelo estático y esquemático del equilibrio dinámico entre las redes
del subsistema de un sistema sociocultural único y su sistema ambiental total. “grado de aislamiento” o “grado de sofisticación” basado en el nivel tec­
S„ representa el sumatorio de los efectos de los sistemas socioculturales foráneos nológico de una cultura y en la variedad de los artefactos tipo. Así (k)
conectados con S por “coacciones” culturales (líneas de trazo interrumpido) y al está relacionada con el regulador interpuesto R y con el tamaño de la serie
ambiente por “interacciones” (líneas de trazo continuo). Para poner en acción el de probabilidades de transición o grado de libertad de la tabla de resultados T
modelo todos los componentes deben oscilar aleatoriamente a lo largo de las trayec­ (Figs. 6, 9, 11). Cuenta habida del porcentaje de artefactos tipo orgánicos
torias de tendencias intercorrelacionadas. perdidos, el arqueólogo todavía podrá construir un cuadro muy aproximado
120 Arqueología analítica Morfología cultural y ecología cultural —el marco 121

Paleolítico Neolítico Bronce Hierro Industrial

Fig. 24. Un diagrama esquemático de la creciente capacidad regulatoria “R”


de sistemas culturales sucesivamente más recientes, donde “R” es propor­
cional al contenido en variedad de las culturas. El área entre ambas curvas
indica el grado de variación de la variedad que puede esperarse en diferentes Fig. 25. La capacidad de regularidad creciente “R” de sistemas culturales sucesiva­
ejemplos de una configuración de tecnocomplejos dada. mente más recientes —un ejemplo práctico. El aumento de categorías de artefactos
tipo durante el Paleolítico de la Europa atlántica y Africa subsahariana.
Fuentes: Isaac, 1972a.

del crecimiento acumulado en (k) —aunque sea mediante una trayectoria


fluctuante, de la cual sólo seleccionamos las culturas sucesivamente más Es de suponer que la aceleración del ritmo de cambio, la extensión de
complejas (Fig. 24). la diferenciación local y el grado de estandarización de los artefactos
Una versión más detallada de las secciones paleolíticas de las curvas de la constituye un conjunto sintomático de un importante crecimiento de la
figura 18 publicada por Isaac (1972a) es reproducida en la figura 25. En complejidad de los sistemas culturales autorregulados y, puesto que esta
ella se observa el aumento de las categorías de artefactos tipo usadas para complejidad es susceptible de ser limitada en gran medida por la efica­
caracterizar las industrias líticas del Paleolítico de la Europa atlántica y Africa cia del sistema de comunicación, estos cambios significan que durante el
subsahariana. Isaac señala, igualmente, una elevación de la estandarización Pleistoceno superior el lenguaje cruzó un umbral crítico en su capaci­
de las formas de los utensilios y en el número de industrias líticas diferen­ dad informativa y en precisión de expresión (1972a).
ciadas durante el Pleistoceno (1972a, Fig. 5 para las industrias africanas). A
partir del conjunto de esas observaciones Isaac retira la siguiente conclusión Otra estadística establecida a partir de la creciente abundancia de datos
sobre la regulación y la comunicación en los sistemas culturales del Paleo­ arqueológicos nos proporciona una aproximación del promedio de indivi­
lítico: duos mantenidos en los componentes dispersos de una cultura durante la ma­
122 Arqueología analítica Morfología cultural y ecología cultural —el marco 123

yor parte del año —con exclusión de las reuniones especiales o accidentales— tiva de tipos de organización social de complejidad creciente desde la “banda” de
dándonos una medida mínima promedio del tamaño máximo del grupo man- cazadores y recolectores, al “estado”, pasandó por la “tribu” y la “jefatura”.
tenible a lo largo del año y expresando un vector de la morfología cultural y Aunque más tarde el mismo Service lo desautorizaría, este modelo general de orga­
de la ecología. Esta estadística minimax estaría también relacionada con nización social (1971) ha sido aplicado tanto al Nuevo Mundo (Sanders y Price,
(Je) en tanto que medida de “sofisticación” o, más bien, de “complejidad 1968), como el Viejo Mundo (Renfrew, 1962). Las jefaturas han llamado particular­
de organización”. Con el gran incremento de datos puede, incluso, resultar mente la atención, y Renfrew ha intentado identificar los principales rasgos del mo­
delo en el Neolítico de Wessex (1973a), en la prehistoria de Malta (1973b) y en
posible combinar esas dos facetas de (Je) para expresar (Steward, 1955) los
la Grecia micénica (1972), llegando a establecer una distinción entre jefaturas “de
niveles comparativos de complejidad socioeconómica, quizá en la forma
orientación colectiva” (Wessex, Malta) y jefaturas “individualizantes” (Grecia, Euro­
pa central de la Edad del Bronce). Los críticos de este enfoque de la organización
Nivel socioeconómico = /Tamaño minimax del grupo. Variedad del social prehistórica (p. ej., Tringham en Renfrew, 1964) han insistido en la dispa­
V artefacto tipo ridad entre el propio modelo y los conceptos arqueológicos a los que se ha apli­
cado y en la aparente “invisibilidad” de numerosos rasgos de las jefaturas antropo­
En conclusión a este apartado sobre el ambiente como sistema con sub­ lógicas en el registro arqueológico. En defensa del modelo puede decirse que, como
sistemas, podremos señalar que el ambiente físico es por sí mismo un sistema ocurre con el estudio de Fried (1967), autoriza al arqueólogo a pensar en “una po­
complejo en equilibrio dinámico. El equilibrio del sistema ambiental total y sible extensión de las organizaciones sociales más allá de sus datos”. En fin de
sus partes está sometido al mismo tipo de fluctuaciones oscilantes (p. ej., para cuentas, el “condicionamiento conexo de la variedad”, responsable de regularidades
un modelo de oscilación de los recursos alimenticios, véase Clarke, 1972, en las sociedades a pequeña escala contemporáneas, puede haber ocasionado, igual­
mente, regularidades análogas en el pasado.
Fig. 1.15), dislocaciones y focos de cambio acelerado que los sistemas socio-
Los arqueólogos han tratado de analizar las organizaciones sociales prehistóricas
culturales en él incluidos. De hecho, podemos comprender que el acoplamien­ mediante el empleo de dos seríes complementarias de datos. En primer lugar, varios
to de sistemas culturales dentro de su sistema ambiental obliga a los sistemas arqueólogos americanos han realizado una labor fundamental de análisis de asenta­
culturales a cambiar en concordancia con esas fluctuaciones ambientales hasta mientos, intentando comprobar los modelos de residencia y los patrones de descenden­
cierta medida, dependiendo de la variedad existente en el sistema sociocultu- cia obtenidos a partir de estudios antropológicos. La hipótesis básica adoptada es
ral. (Véase, p. ej., en McBurney [1968], las correlaciones entre las varia­ que las pautas de comportamiento resultantes de la existencia de residencia, descen­
ciones de frecuencias de los útiles de piedra y los recursos animales durante dencia u otros grupos funcionales, se reflejarán en el patrón detectable por el ar­
la ocupación de la cueva de Ali Tappeh, Irán, en el Pleistoceno superior; queólogo en los artefactos descubiertos en las excavaciones de asentamientos (Deetz,
y la asociación de cambios en la economía, niveles de población, patrones 1968). Dado este planteamiento, los análisis pertinentes deberán tratarse al ordenador
y comprobarse estadísticamente con objeto de definir patrones de asociación (p. ej.,
de asentamiento e integración social con los cambios climáticos y vegeta-
mediante la estadística de chi cuadrado) y de covariación (uso del análisis factorial)
cionales y erosión del suelo en el suroeste americano 1100-1300 d. C. aproxi­
entre los artefactos. Las pautas artefactuales resultantes serán valoradas, las unidades
madamente, resumidas en Hill, 1970). Por lo tanto, en la medida en que una de residencia aisladas y, a veces, incluso deducidos los grupos de descendencia. Este
cultura es una adaptación a un ambiente específico, un cambio en el ambien­ tipo de análisis se ha efectuado entre fases de ocupación de un asentamiento (Deetz,
te puede introducir cambios en la cultura para mantener un equilibrio inver­ 1965), durante las fases de ocupación (Longacre, 1968, 1970; Hill, 1968, 1970) y
samente proporcional al nivel tecnológico de la cultura4. a lo largo del tiempo entre diferentes asentamientos localizados en un área determi­
nada (Whallon, 1968).
A pesar del estímulo acumulativo que representan estos estudios, la teoría de par­
tida de los mismos ha sido abiertamente contestada. Con respecto a los grupos de
Notas residencia y de descendencia, Alien y Richardson (1971) hacen hincapié en la diferencia
entre las reglas “ideales” y el funcionamiento real de las sociedades: en efecto, los
(1) Needham (1975) admite la posibilidad de evolución de los subsistemas socia­ individuos toman decisiones acerca de su lugar de residencia postmatrimonial, y esas
les por transformaciones, como ocurre en el modelo semimarkoviano desarrollado decisiones pueden resultar influidas por variables tales como la economía y la pose­
aquí por el autor. Pero al abordar los métodos de análisis de Murdock, Needham sión de bienes. En cambio, dichos autores dudan de la posibilidad de identificar
hace observar que «por la introducción de un rasgo discriminatorio suplementario grupos de descendencia totalmente distintos. En consecuencia, la interpretación de dos
(p. ej., una alianza prescriptiva) no considerado por Murdock, puede demostrarse grupos de descendencia matrilineales localizados en Cárter Ranch Pueblo (Longa­
que varias de las sociedades de la muestra pueden colocarse en posiciones relativas cre, 1968, 1970) y de cinco unidades de residencia uxorilocales en Broken K Pueblo
(Hill, 1968, 1970) continúa siendo materia debatible. Los efectos de la reconstruc­
bastante diferentes de las que ocupan en los supuestos de Murdock».
(2) En un estudio de gran trascendencia sobre las regularidades en la organiza­ ción, de la dispersión de los escombros, de las pautas complejas de transmisión de
ción social, Primitive Social Organization, Service (1962) definía una secuencia evolu­ adornos cerámicos entre comunidades y generaciones, y de movilidad social sobre el
diseño de los artefactos dentro de los límites del asentamiento han sido estudiados
124 Arqueología analítica Morfología cultural y ecología cultural —el marco 125

por Stanislawski (1973, 1974). Según él «la localización de tipos prehistóricos de paz, caracterizados por un ritual (“kaiko”) de agradecimiento a los antepasado por su
cerámica en los pueblos modernos se debería esencialmente a la localización de ayuda durante los combates. Aunque para los propios tsembaga esos rituales sean
grupos de trabajo ad hoc de parientes, vecinos y amigos más que a la localización estrictamente propiciatorios de los espíritus de los antepasados, Rappaport les reconoce
de residencias de clan o de descendencia». Parece evidente, pues, que los supuestos teó­ una función reguladora; los combates quedan prohibidos mientras dura el ritual.
ricos de los análisis “sociales” de los asentamientos prehistóricos e históricos requie­ Las matanzas de cerdos durante el período (de unos diez años de duración en pro­
ren ser reformulados y verificados con mayor insistencia. medio) contribuyen a estabilizar el tamaño de las piaras, disminuyen las causas de
El segundo enfoque amplio de la organización social en el pasado corresponde al tensiones locales (reduciendo los daños ocasionados por los animales a cercas y huer­
análisis de los patrones de enterramiento y se basa en el supuesto de que una so­ tas), a la protección del medio ambiente, a la distribución de recursos alimenti­
ciedad practica diferentes métodos para deshacerse de los difuntos y que las formas cios y a la disminución de la presión demográfica y de la competición por el domi­
adoptadas por esos métodos dependerán, en cierta medida, de la posición social del nio de las tierras (Reichel-Doimattof, 1976, en su estudio sobre los espíritus y la
difunto. Esta hipótesis estriba en observaciones antropológicas interculturales (Saxe, cosmología de los indios tukano de Colombia, señalan la creencia de que los espíri­
1970, Binford, 1971) y centra su atención en la covariación de rasgos tales como la tus de los venados y otros animales de caza causan enfermedades —otro ejemplo de
estructura demográfica (p. ej., distribución por edades y sexos), objetos funerarios acción reguladora sobre la explotación de la fauna local).
(p. ej., variabilidad espacial en la disposición de materias primas “exóticas”) y Al tratar de la comunicación, Rappaport distingue entre el ritual religioso y los
métodos de enterramiento (p. ej., disipación de energía, patrón espacial). En los otros tipos de ritual. La distinción esencial, según él, consiste en que los rituales
estudios más recientes se ha introducido un enfoque sistémico más complejo .del religiosos están impregnados de santidad: «la indiscutible veracidad atribuida por los
uso de los datos obtenidos de las sepulturas para medir los cambios de la estructura fieles a enunciados inverificables» (1971a). Dicho de otra forma, «palabra santifica­
social y la organización de las sociedades del pasado (Tainter, 1977). da, palabra certificada» (1971b). Los mensajes religiosos, al ser aceptados como
Esta área de investigación de la arqueología, al igual que los estudios “sociales” “verdaderos”, reducen la conflictividad entre las necesidades y los deseos de los indi­
de los asentamientos, ha sido el blanco de numerosas críticas. La convicción con viduos y los de la sociedad, contribuyendo así al mantenimiento del orden en las
que los arqueólogos asocian las prácticas funerarias con la posición social del difunto sociedades humanas (1971a). Los ensayos de aplicación del marco teórico de Rappa­
ha sido atacada por razones etnográficas (Ucko, 1969). Tampoco escapa a la crítica port al análisis de la religión en las sociedades prehistóricas han sido muy limita­
la interpretación de los complejos patrones de asociación y covariación de los datos dos. Drennan (1976) ha comparado el desarrollo de los rituales religiosos con un me­
sobre los enterramientos a partir de patrones particulares de organización social re­ canismo destinado a garantizar la aceptación de las convenciones sociales a lo largo
gistrados antropológicamente, fuente potencial de discusiones en círculo vicioso. No de la evolución de las complejas sociedades de la época formativa de Mesoamérica.
obstante, puede esperarse que, en conjunción con la información proveniente de la A su vez, Rappaport ha sido criticado por otros antropólogos por el exceso
excavación de los asentamientos, el análisis social de la información sobre los ente­ de “materialismo” o “funcionalismo” en su interpretación. Friedman (1974) prefiere
rramientos y más particularmente al análisis espacial de los enterramientos de las insistir en la función desempeñada por las relaciones sociales (p. ej., intercambios de
necrópolis, y de las necrópolis ,en relación con los asentamientos y otras variables prestigio) en la frecuencia y alcance de las matanzas de cerdos. También McArthur
(p. ej., topografía, economía), se extienda a nuevos campos de investigación en el (1974) considera las matanzas de cerdofc bajo el aspecto del prestigio adquirido por
curso de la presente década. los dueños de grandes piaras que pueden ser distribuidas a otros individuos o grupos
(3) En esta discusión, el autor, de acuerdo con las ideas del momento, se limita para cancelar obligaciones pendientes. En cuanto a la interpretación de Rappaport
a definir la religión como «las creencias en relación con lo sobrenatural». No obs­ del ritual como medio de impedir los daños a la propiedad y al ambiente que
tante, Rappaport (1968, 1971a, 1971b) en sus estudios sobre los tsembaga de lengua podrían causar los cerdos y las tensiones entre grupos sociales, McArthur hace ob­
maring de Nueva Guinea ha puesto de relieve la relación existente entre religión servar que lo que crea esta situación es la acumulación intencional de las manadas
y ritual en general, de un lado, y entre los demás subsistemas y el ambiente, de de cerdos durante los años que preceden al “kaiko”. De hecho, el consumo de grandes
otro, aunque sin refutar las funciones en parte psicológicas o sociológicas de los ri­ cantidades de carne de cerdo durante el ritual constituye un serio despilfarro nutri-
tuales en el sentido de tranquilizar las poblaciones humanas incapaces de controlar las cional a todas luces contradictorio con la idea de función redistributiva atribuida al
incidencias de sus ambientes (1968). Al igual que el autor, Rappaport considera los kaiko. En otros casos ocurre, además, que los combates producen desplazamientos
rituales como medios de transmisión de información, aspecto en el que el comporta­ de población inmediatamente después de iniciarse el ciclo ritual, con la consiguiente
miento animal y el humano ofrecen una gran similitud —a pesar de todo, los ri­ sobrepoblación del área y consiguiente deterioro ecológico durante un período de
tuales no son más que la manifestación de actitudes convencionales (1971a). Donde 10 a 20 años de duración —claro ejemplo de resultado negativo del ritual. Pese
discrepa en cambio es en su interpretación de los rituales como mecanismos regula­ a todas esas críticas, el trabajo de Rappaport continúa ofreciendo al arqueólogo una
dores en el seno de un ecosistema; según él, los ciclos rituales de los tsembaga fuente de estímulo para el estudio de las sociedades prehistóricas en términos de
maring contribuyen a la distribución de los excedentes de carne de cerdo entre las po­ sistemas dinámicos, con todas las características apuntadas en el capítulo 2.
blaciones locales y regionales, a la regulación del consumo de animales no domesti­ (4) El enfoque sistémico del campo cultural ha gozado de especial popularidad
cados, a la promoción del comercio o intercambio entre grupos, a la conservación entre los arqueólogos americanos de la pasada década. La relativa carencia de estu­
del medio ambiente local y a la regulación de la frecuencia de las luchas locales y dios sistémicos y la recepción adversa en los medios arqueológicos británicos pueden
guerras (1968; 1971a). explicarse, en parte, por las diferentes maneras con que los conceptos de teoría de
Rappaport señala un ciclo alternante de períodos de guerras locales y paz; los de
126 Arqueología analítica Morfología cultural y ecología cultural —el marco 127

sistemas y cibernética han sido introducidos en el tema. En América el principal im­ tificar procesos de cambio en el pasado (Plog, 1975), insistiendo en la generalización
pulso se debe a Lewis Binford (1962, 1965) quien expuso la idea de la necesidad de más que en los estudios particularistas, y en las relaciones entre variables importan­
estudiar la cultura como un sistema total y considerar su función principal como una tes más que en sus atributos individuales. En este contexto, el análisis de sistemas
función adaptativa: permite a los arqueólogos la reconceptualización de viejos problemas y su tratamiento
con nuevos medios (Doran, 1970). El desarrollo de los estudios demográficos, et­
...los arqueólogos nos enfrentamos con la tarea metodológica de identificar nográficos, etnológicos y agrícolas ha contribuido a que el arqueólogo se diera
sistemas socioculturales extinguidos como unidad más apropiada para el estudio cuenta del importante papel desempeñado por la población como variable del cambio
de ios procesos evolutivos responsables de las similitudes y diferencias culturales. cultural. Los controles homeostáticos sobre el crecimiento de las poblaciones ani­
Si consideramos la cultura como el medio extrasomático de adaptación del hom­ males en relación con la capacidad sustentadora local ya son ampliamente conocidos
bre, deberemos aislar y definir el marco ecológico de todo sistema sociocul- (Wynne-Edwards, 1962). Los estudios de grupos de cazadores-recolectores han amplia­
tural, no sólo respecto a los puntos de articulación con el ambiente físico y do nuestro conocimiento de los medios culturales de control del crecimiento de las po­
biológico, sino también con los puntos de articulación con el ambiente socio- blaciones (Hayden, 1972), mientras que el estudio de Boserup (1965) sobre el desa­
cultural. Los cambios en el marco ecológico de cualquier sistema serían las prin­ rrollo de la agricultura ha establecido la intervención de la población como variable
cipales situaciones causales de los cambios culturales (Binford, 1964, 1972). independiende de los desarrollos técnicos de la agricultura. Esta nueva perspectiva
de la población serviría de base al reanálisis de Binford (1968) de los orígenes de la
Los principales antecedentes de este enfoque hay que buscarlos en la antropología producción de alimentos en el cercano Oriente, donde el crecimiento demográfico fue
evolutiva de Leslie White (Binford, 1972). La creciente popularidad de la antropología un subproducto del sedentarismo creciente basado en la explotación de recursos ani­
de White, junto con el impacto dinámico de Binford, en la década de los sesenta, males más nuclearizados. El sedentarismo redujo la necesidad de medios culturales
explica el éxito del enfoque sistémico de la arqueología americana. En Gran Bretaña, de control del crecimiento de la población y destruyó los controles reguladores, al­
la perspectiva antropológica ha permanecido ausente de los estudios de arqueología terando el equilibrio población/recursos naturales. Los excedentes de población de las
general y de los programas académicos. Quizá la presentación algo más abstracta zonas de sedentarismo se volcaron hacia zonas más marginales más pobres en recursos,
de la teoría de sistemas presentada por David Clarke, en 1968, con su estudio deta­ manteniendo así el equilibrio en las áreas óptimas pero creando presión demográfica
llado de conceptos tales como el concepto de equilibrio, homeostasis y adaptación tras ellos. Resultado de esta presión fue el surgimiento de métodos de producción
(Caps. 2 y 3) fue menos bien acogida en Gran Bretaña a causa de la falta del de alimentos que elevaría la capacidad sustentadora de las áreas marginales permitién­
refuerzo que representa la teoría antropológica: sin ella, el enfoque sistémico puede doles mantener mayores niveles de población. En un artículo más reciente, Binford
haber parecido excesivamente “alejado” del interés de los arqueólogos por el estudio y Chasko (1976) han estudiado las relaciones entre el aumento de la fertilidad, el
del comportamiento humano en el pasado. sedentarismo y los cambios en la alimentación de los esquimales nunamiut.
Es fácil darse cuenta de esta diferencia de popularidad y de aplicación de la teoría En otro trabajo sobre el desarrollo de la producción de alimentos, esta vez en
de sistemas en América y Gran Bretaña cuando se examinan los resultados de una Mesoamérica, Flannery (1968) utiliza el concepto de feedback positivo, o más con­
década de investigación arqueológica. Interesa saber cómo los conceptos y modelos cretamente, los “procesos causales mútuos de desviación/complicación” para explicar
derivados de la teoría de sistemas y la cibernética han sido aplicados a los problemas el surgimiento del cultivo del maíz y los frijoles. El mismo autor (1972) ha analizado
arqueológicos, y examinar, al mismo tiempo, las críticas de las aplicaciones especí­ igualmente la evolución de las civilizaciones, y más particularmente la del estado, en
ficas o conceptos (p. ej., homeostasis, adaptación), o incluso, del concepto general términos de dos procesos sistémicos: la segregación (o diferenciación y especialización
del análisis de sistemas, para que el tema pueda ser bien enfocado. El resto de esta de los subsistemas) y la centralización (grado de unión entre subsistemas) —procesos
nota ilustrará y examinará estos temas a fin de que la teoría y los conceptos ex­ supuestamente universales, en la evolución del estado, al igual que los mecanismos
puestos en los capítulos 2 y 3 puedan ser tratados dentro del contexto de la inves­ que los producen (p. ej., “promoción” y “linealización”), pero las tensiones ambien­
tigación emprendida. tales (p. ej., guerra, comercio, crecimiento demográfico, irrigación) que, de hecho, po­
En la recensión de un artículo reciente, Plog (1975) examina cinco formas de uti­ nen en acción dichos mecanismos, se supone que son de origerí local. Una vez más, el
lización de la teoría de sistemas en arqueología; a saber, como una teoría de la ar­ énfasis se ha puesto en los procesos generales más que en los desarrollos particula­
queología, como fuente de conceptos, de modelos y de postulados/principios, y como res, para tratar de comprender las regularidades en el cambio cultural.
un enfoque explicativo. Vale la pena utilizar este dispositivo y estudiar una tras otras Los conceptos de teoría de la información, que David Clarke aplicó a su modelo
esas cinco utilizaciones con referencia a ejemplos específicos de investigación (no todos de cultura como sistema, proceden del trabajo de Ashby (1956) y han sido poco uti­
presentes en el artículo de Plog). lizados en las investigaciones ulteriores. No obstante, los conceptos de “variedad”
y “condicionamiento” han sido empleados por Rathje (1973) en sus análisis del cambio
(a) Una teoría de la arqueología. La necesidad de una teoría central de la ar­ cultural maya clásico de las tierras bajas.
queología, expuesta en términos sistémicos y que identifique las regularidades de los (c) Como fuente de modelos. Bajo esta definición, Plog (1975) incluye el uso
datos arqueológicos, es el objetivo de la Arqueología Analítica (véase Prefacio). de diagramas de flujo y modelos de simulación cuya utilización ha acompañado la
(b) Una fuente de conceptos. El uso de conceptos como homeostasis, feedback introducción de la teoría de sistemas en la investigación arqueológica. Los diagramas
y adaptación en la investigación arqueológica va asociado con la preocupación de iden­ de flujo son, naturalmente, un subproducto del impacto de los ordenadores sobre la
Morfoiogía cultural y ecología cultural —el marco 129
128 Arqueología analítica

tamente el modelo simulado de Zubrow de la relación entre población y capacidad


arqueología y representan las series de relaciones entre diferentes variables, y pueden
de sustentación, utilizado en sus investigaciones del valle Hay Hollow, de Arizona
usarse a varias escalas, con varios grados de especificidad y de amplitud de datos,
(Zubrow, 1971, 1975).
tanto cuantitativos como cualitativos. Pueden, igualmente, contribuir a la reducción
Las simulaciones markovianas forman parte, desde luego, de una serie más amplia
de la ingente información o de una interpretación compleja en forma fácilmente
de modelos estocásticos (Clarke, 1972; Doran y Hodson, 1975) que no deben ser ne­
comprensible. Como ejemplos de esa cualidad puede indicarse el modelo de Newcomb
cesariamente formulados explícitamente dentro de un marco sistémico. Volveremos a
de una parroquia medieval danesa, el diagrama de Kemp del flujo cuantificado de
esos tipos de simulación al tratar las pautas de distribución artefacto/asentamiento
energía en una sociedad de cazadores esquimales (Clarke, 1972, Figs. 1.10 y 1.11) y el
en el capítulo 10.
modelo de Thomas (1972) del ciclo económico shoshon basado en información pro­
(d) Una fuente de propuestas/principios. Algunos arqueólogos prefieren abordar
veniente de un trabajo anterior de Julián Steward. En la terminología de Chorley
los problemas arqueológicos desde una perspectiva sistémica general: en lugar de des­
y Kennedy (1971) el trabajo de Newcomb es un ejemplo de sistema morfológico (es
componer los sistemas en subsistemas analíticos (“económicos”, “sociales”, etc.)
decir, que especifica las relaciones estructurales entre las diferentes componentes/va-
analizan sus datos en términos de proposiciones o principios. Así, Flannery (1972)
riables) mientras que el diagrama de flujo de Kemp representa un sistema en cas­
examina los orígenes del estado en términos de procesos de segregación y centraliza­
cada (es decir, un análisis cuantitativo de los cambios de energía o del flujo de infor­
ción, y Plog (1974) ha construido un modelo de equilibrio dinámico de crecimiento
mación). Los arqueólogos también han usado los diagramas de flujo para representar
cultural en la transición cesteros-pueblo en Arizona y en términos de cambios en las
procesos de clasificación o interpretación; por ejemplo, el modelo de Clarke (1972;
relaciones entre poblaciones, diferenciación e integración sistémica e intercambios de
Fig. 1.14) para su clasificación del vaso campaniforme británico y los modelos de
energía. Tainter (1977) ha aplicado también principios sistémicos generales en el análisis
Schiffer (1976, Fig. 9.4-9.8) para su clasificación de útiles líticos sobre lasca prove­
de las prácticas funerarias de Woodland.
nientes del yacimiento Joint en el valle Hay Hollow, Arizona. Además, Schiffer
(e) Un enfoque de la explicación. Esta última categoría de investigación sistémi­
(1976, Figs. 4.1-4.2) ha utilizado los diagramas de flujo para representar los procesos
ca en la arqueología se solapa con b) en el uso de conceptos de sistemas. Los trabajos
generales a través de los cuales la cultura material se incorpora al registro arqueológico.
de Binford (1968b) y Flannery (1968, 1972) tratan de explicar problemas tan com­
El modelo de Thomas (1972) del ciclo económico shoshon nos conduce, a propósito,
plejos como el de los orígenes de la agricultura y la civilización en términos de
en el terreno de los estudios de campo simulados, en los que ciertas variables
procesos sistémicos. De igual manera, Renfrew (1972) ha utilizado los conceptos de
(p. ej., economía, estadísticas de población) son incorporadas al programa de un or­
teoría de sistemas para establecer una explicación del desarrollo de la civilización
denador que produce un patrón de comportamiento teórico a comparar con los
de la Edad del Bronce en el Egeo. Después de presentar las principales secuencias
datos arqueológicos reales. Thomas afirma que su modelo BASIN 1, permite «deter­
culturales en cada área local, Renfrew analiza los cambios incurridos entre 6000-
minar la deposición de artefactos arqueológicos resultante de un patrón etnográfico
1000 a.C., aproximadamente, en términos de cinco subsistemas (de subsistencia,
preestablecido». Según él, el patrón de asentamiento shoshon se presenta como un
tecnológico, social, proyectivo/simbólico y de comercio/comunicación—1972).
sistema con dos propiedades: estructura y comportamiento. La estructura se representa
Las interacciones entre esos subsistemas pueden especificarse, y el resurgimiento de la
en el diagrama de flujo como un “sistema funcionando en equilibrio estadístico”.
civilización es explicada en términos de la operación del “efecto multiplicador”, un
Respecto al comportamiento,* Thomas observa la distinción de David Clarke
tipo especial de feedback positivo (1972).
(págs. 60-62) entre atributos o variables “inesenciales”, “esenciales” y “clave” en lo que
Los propios defensores (por lo menos los más realistas) del enfoque sistémico
afecta a diferentes subsistemas de recursos (p. ej., piñones, conejos, venados) y
admiten que la mayor parte de la investigación que acabamos de describir se halla
utiliza un modelo de cadena markoviano (págs. 54-57) para simular la variación espacial
todavía en una fase preliminar experimental (Plog, 1975). Incluso los que investigan
y temporal del rendimiento de los pinos piñoneros. Seguidamente, esta variación
la teoría general de sistemas hacen salvedades sobre la posibilidad de su aplicación
es comparada con las estrategias de subsistencia de los shoshones. La simulación
en otros temas mientras no se realicen investigaciones bastante más intensivas (Klir,
se compara aceptablemente con el modelo no comprobado de Steward de ciclo
en Doran y Hodson, 1975). Para otros arqueólogos los conceptos sistémicos no son
económico shoshon. Reynolds (1976) ha utilizado un modelo markoviano en su estudio
tan revolucionarios como se pretende (Higgs y Jarman, 1975) y ven una discre­
de los asentamientos preclásicos en una extensión de 60 km del valle superior del
pancia entre esos conceptos y los datos empíricos de la arqueología, sea porque esos
río Grijalva, Chiapas, México. Otro estudio simulado más ambicioso en un marco
son insuficientes para reconstruir, por ejemplo, la organización social o los subsiste­
totalmente sistémico ha sido publicado por Wobst (1974) y utiliza las técnicas Monte
mas religiosos, o, porque, dicho de otra manera, los «datos arqueológicos son insu­
Cario para analizar las unidades de población del Pleistoceno, calculando la varia­
ficientes para que las matemáticas de los sistemas puedan dar resultados» (Doran
ción de población durante un período de 400 años en función de variaciones pre­
y Hodson, 1975; Steiger, 1971). Así interpretada, la teoría de sistemas se reduce a
establecidas de edad, sexo, fertilidad y mortalidad. Entre otras aplicaciones, Wobst
una analogía general —un método clasificador del razonamiento más que una pe­
usa su estudio para determinar los efectos de factores tales como la monogamia,
netrante herramienta analítica (véase la crítica de von Bertalanffy [1962] de la inves­
la poliginia, el tabú del incesto y de la exogamia, en las dimensiones de equilibrio
tigación sistémica en biología y psicología). Por otro lado tampoco puede negarse
de las poblaciones humanas del Paleolítico. El objetivo final de su estudio es la pre­
que. el enfoque sistémico ha permitido que los arqueólogos reconceptualicen antiguos
dicción del tamaño y la longevidad de las unidades sociales paleolíticas y la elabora­
problemas y, en particular, hagan hincapié en las relaciones y procesos de cambio
ción de modelos de muestreo apropiados a la investigación arqueológica de los asen­
sin preocuparse de la causalidad lineal ni de los estudios artefactuales particularistas.
tamientos paleolíticos de una área dada. Por último, Plog (1975) describe suscin-
130 Arqueología analítica Morfología cultural y ecología cultural —el marco 131

Los dos conceptos de la investigación arqueológica sistémica más criticados han Es sólo a un nivel de análisis más preciso que surgen las dificultades al pre­
sido la homeostasis y la adaptación. Wood y Matson (1973) distinguen dos modelos de sentar la cultura como dimensión adaptativa del hombre. ¿Es la totalidad de la
sistemas socioculturales: el homeostático y el adaptativo complejo. El último proviene cultura realmente adaptativa o existen rasgos de maladaptación? ¿Cómo podría­
de teóricos de sistemas como Buckley (1967) von Bertalanffy (1962) y Maruyama (1963), mos valorar y medir las ventajas adaptativas y las desventajas de un rasgo
y se define como un sistema abierto de cambio continuo (aunque con ritmos variables) particular en una cultura dada? (1973).
cuyo origen lo mismo puede ser interno que externo respecto al sistema total. Este
cambio no sólo puede ser contrarrestado por los mecanismos de feedback negativo Y añade que para que el concepto de adaptación tenga sentido, los arqueólogos
(restituyendo asi el equilibrio del sistema) sino que también puede resultar amplificado y los antropólogos deberán especificar el (o los) mecanismo(s) “equivalente(s) rea-
por el feedback positivo (Flannery, 1968, Renfrew, 1972). En cambio, el modelo lístico(s) de la selección natural” o lo que es igual, los equivalentes de los demás
homeostático (Ashby, 1956 hace hincapié en el papel desempeñado por los mecanis­ componentes clave del proceso evolutivo biológico (1973, y Plog, 1974).
mos reguladores (p. ej., el feedback negativo) en el mantenimiento de la estabilidad La pregunta formulada respecto al uso de conceptos como la homeostasis y la
del sistema. El feedback positivo se produce solamente cuando esos mecanismos re­ adaptación en los estudios culturales continuará, probablemente, sin respuesta, al
guladores fallan y debe buscarse un nuevo nivel de equilibrio. Por consiguiente los igual que la discusión sobre los tipos de modelos sistémicos que mejor reproducen
períodos de cambio alternan con períodos de estabilidad (estos últimos constituyendo nuestros datos arqueológicos. Se trata de un debate de gran interés, y los conoci­
la condición “normal”) y la fuente de cambio continúa manteniéndose externa res­ mientos de los propios arqueólogos se han ampliado considerablemente después de
pecto al sistema (Hill, 1971). Wood y Matson hacen observar que este modelo ho­ la primera edición de nuestro libro. Tal como he intentado ilustrarlo más arriba, el al­
meostático es de origen funcionalista y es inadecuado para el tratamiento de los pro­ cance de los estudios sistémicos se ha extendido pero el problema clave con que se
cesos de feedback positivo, y «si insistimos en que los cambios proceden del exte­ enfrentan en la actualidad los investigadores de este campo es el de saber si pueden
rior del sistema, corremos el riesgo de dejarnos convencer por la misma afirmación; o necesitan ampliar la teoría de sistemas más allá de su utilización como medio de
a saber, que si nos atenemos con suficiente convicción a una variable ambiental reconceptualización de los problemas arqueológicos. La teoría, con su énfasis puesto
cambiante, acabaremos “descubriéndola”» (1973). en los procesos y las relaciones complejas, facilita la* postulación de mecanismos
En el mismo sentido, Bennet (1975) ha sostenido que el modelo homeostático es de cambio que ya no dependen de explicaciones sencillas como “invasión” o “difu­
inadecuado para los sistemas socioculturales caracterizados por cambios a largo plazo sión”. Pero, ¿bastará para progresar en el conocimiento del comportamiento humano
y, a veces, más dinámicos. En sus propias palabras: en el pasado? Este es el desafío de la teoría de sistemas en la arqueología contem­
la persistente tendencia desarrollista o exponencial en el comportamiento hu­ poránea.
mano, visible siempre que se prolongue suficientemente el tiempo de observa­
ción, debería ser la prueba que la regularidad y el retorno a estados preexis­
tentes característicos del movimiento homeostático son fenómenos transitorios,
utilizables en el análisis de secuencias limitadas pero no para comprender el
comportamiento elemental'de la especie (1976).
El modelo homeostático se basa, según Bennet, en las observaciones antropoló­
gicas a corto plazo de «sociedades de baja energía, relativamente aisladas, lentas
en cambiar» (1975), y resulta ser un modelo inadecuado en los períodos de cambios
culturales más rápidos y complejos. Sin embargo, el pensamiento arqueológico actual
(Isaac, 1972b) parece respaldar la existencia de tradiciones bastante estables, aso­
ciadas con las bajas densidades demográficas, y una reducida frecuencia de inter­
acción social para la mayor parte del Pleistoceno inferior. En este caso, la aplicación
de un modelo homeostático es más apropiada a los estudios de evolución cultural
del Pleistoceno inferior, mientras que el modelo adaptativo complejo resulta más
significativo para el rápido crecimiento de la complejidad social y cultural del Pleis­
toceno medio y superior.
La adaptación ha sido el concepto clave de la investigación sistémica arqueológica y
antropológica. Binford (1962), después de Leslie White, definió la cultura como «los
medios extrasomáticos de adaptación del hombre», concepto que ha sido adoptado
específica o ampliamente por la mayoría de arqueólogos sistémicos. Sólo última­
mente, han surgido algunas dudas sobre la utilidad de su uso. Por ejemplo, Burnham
(1973) opina que la cultura puede ser adaptativa y cita el caso de los esquimales,
pero deja sin respuesta algunas preguntas importantes:
Sistemas de cultura material —atributo y artefacto 133

Como quiera que cada sistema sociocultural forma un todo, y puesto que
la subdivisión de semejante entidad en subsistemas es una mera conceptuali-
zación de diversos aspectos de la misma red, vemos que el mismo conjunto
de postulados generales puede adquirir cierta relevancia en cada uno de los
subsistemas arbitrariamente creados. La cultura material en tanto que jerar­
quía estructurada de microsistemas es un subsistema arbitrario, y como tal
4 Sistemas de cultura material presenta una serie de cualidades intrínsecas. En los capítulos precedentes
hemos tratado de definir el “comportamiento” intrínseco de la arqueología
—atributo y artefacto (Postulados 1-16 del modelo general, Cap. 2) implícito en sus funciones de
recuperación, descripción sistemática y estudio de la cultura material del pa­
sado. En los capítulos que siguen estudiaremos las entidades arqueológicas
a niveles sucesivamente más elevados, a fin de establecer una serie continua
de definiciones y una jerarquía de entidades basadas en los atributos detec­
tares en los materiales arqueológicos. Los elementos integrantes de las enti­
dades arqueológicas serán tratados como microsistemas de determinados sis­
Las clases o series de atributos empleados en los análisis de agrupa­
ciones para codificar las variaciones formales dentro de un grupo
temas socioculturales.
específico de artefactos constituyen lo que se ha venido a llamar un Las entidades arqueológicas presentan características específicas de “com­
sistema de atributos. portamiento” más complejas que la suma de las características de los com­
JAMES R. SACKETT, 1966, p. 359 ponentes individuales. De ahí que una de las principales tareas del arqueó­
logo analítico sea decelar y seguir las pautas de regularidad previsibles en
los datos arqueológicos para contrastarlas con los datos realmente observa­
dos. Si éstos se ajustan a la regularidad prevista, entonces cumplirán alguna de
I Introducción las condiciones predeterminadas; si al contrario, discrepan del patrón previs­
to, entonces alguna de las condiciones no se cumplen y el carácter de la
En los capítulos precedentes hemos intentado introducir algunos modelos discrepancia podrá indicarnos qué condiciones divergentes son responsables
susceptibles de ser integrados, con provecho, en la arqueología analítica. de las anomalías.
Con la producción anual de información arqueológica y la introducción de En la discusión preliminar de los objetivos de la arqueología propo­
nuevas y poderosas técnicas se abren nuevas y difíciles perspectivas a la inter­ níamos una serie de objetivos que considerábamos compatibles con los datos
pretación arqueológica. Es igualmente obvio que el empleo de esas técnicas arqueológicos y la naturaleza de la disciplina (Cap. 1, Sección IV). Esos
impone un marco conceptual general más coherente y riguroso que el que se objetivos apuntan la necesidad previa de definir y explorar determinadas
ha estado adoptando hasta hoy día, y nos obliga a centrar nuestra aten­ entidades y determinados procesos fundamentales que inciden en los materia­
ción en la teoría general básica de la arqueología y su metodología. Ha les. Esas entidades se presentan a niveles de organización sucesivamente
llegado el momento para la arqueología de dejar de ser un arte intuitiva­ más elevados con valores sucesivamente crecientes, respecto a la informa­
mente adquirido para transformarse en una disciplica explícita.
ción que aportan sobre los elementos que las integran. Empezaremos, pues,
En un intento por remediar los males que afligen a la arqueología —dis­ por la definición del atributo arqueológico, que después será integrado en el
paridad de opiniones, de objetivos, definiciones y terminología, así como los concepto superior de artefacto. Las etapas siguientes nos llevarán al tipo, al
pseudoproblemas que surgen de los mismos— y al mismo tiempo elevar el conjunto, a la cultura, al grupo de culturas y al tecnocomplejo. A cada nivel
listón de los objetivos de la nueva metodología, nos hemos esforzado en de­ deberemos definir la entidad interviniente y al mismo tiempo investigar a
sarrollar tres modelos de carácter general, a saber, un modelo de procedimien­ fondo las implicaciones de las definiciones. Definidas las entidades, se podrá
tos arqueológicos (Fig. 2), un modelo politético para las entidades arqueo­ investigar los principales procesos que las afectan y las pautas de transforma­
lógicas (Fig. 3) y un modelo sistémico para los procesos arqueológicos ción resultantes, con la esperanza de aprender algo nuevo sobre el “compor­
(Fig. 11), y nos hemos centrado en los sistemas culturales como clases espe­ tamiento” general de los materiales que nos ayude a predecir el patrón ge­
cíficas y peculiares de sistemas cuyas cualidades y “comportamiento” innatos neral y observar las desviaciones con respecto al mismo.
dependen de su estructura común. Este procedimiento nos ha llevado, Las relaciones entre niveles de entidades adyacentes son particularmente
entre otras cosas, a concebir los sistemas socioculturales como sistemas per­ regulares. La regularidad en la sintaxis de las relaciones entre entidades
feccionados de información del comportamiento.
134 Arqueología analítica Sistemas de cultura material —atributo y artefacto 135

estriba en parte en la unidad de los sistemas de cultura material y en parte en la Población


cualidad de las entidades formadas por acumulaciones de componentes de un
nivel inferior.
Las entidades formadas por poblaciones de componentes presentan pro­
Secuencias Secuencias
piedades compartidas por muchos otros sistemas de poblaciones; por ejemplo: repetidas repetidas
de acciones de acciones
(1) La entidad poblacional es un sistema de unidades de componentes para producir realizadas
el tipo por el tipo
reunidos en determinados contextos ambientales.
(2) En el sistema total pueden surgir propiedades características que no
se observan en los componentes individuales de la población. Comportamiento Comportamiento
(3) Una estructura y una composición, impuestas en un momento dado, de fabricación de utilización
pueden variar con las variaciones de espacio y tiempo.
(4) La entidad de población es ontogenética. De ahí que presente— Fig. 26. El significado del comportamiento de las poblaciones de artefactos
(i) un crecimiento cuantitativo y una oscilación numérica amplísi­ tipo específicos en tanto que suma de un conjunto específico de comporta­
ma de los componentes, seguida de disminución y desapari­ miento de fabricación y de un comportamiento de utilización específico
ción de los mismos —por analogía con el nacimiento, ma­ implício en el diseño. El comportamiento de fabricación correlaciona se­
lectiva y direccionalmente el conjunto de atributos y sus grados, que conjun­
durez y muerte; tamente definen el artefacto tipo.
(ii) un crecimiento cuantitativo y una oscilación numérica de la en­
tidad propiamente dicha —por analogía, igualmente con el
nacimiento, madurez y muerte de una población?
(iii) el sistema de entidades puede presentar una ontogenia bastante prima de todo estudio prehistórico. La definición incluye una entidad todavía
diferente, resultante de una trayectoria en la que los compo­ más fundamental —la serie de atributos, rasgos, o características que repre­
nentes se sustituyen unos a otros y el sistema pasa de un estado sentan la modificación introducida por la acción homínida.
a otro sugiriendo, aquí también, nacimiento, madurez y muerte Para apreciar la importancia de los artefactos y sus atributos, desde el
de un estado sistémico dado con umbrales límites. punto de vista del comportamiento, conceptualizaremos el artefacto indivi­
(5) La entidad población tiene una “herencia” o trayectoria antece­ dual como ocupando el centro de convergencia/divergencia de dos haces de
dente. Debe distinguirse entre la trayectoria de la entidad en su tota­ actividades impuestas, o comportamientos (Fig. 26). En él convergen toda una
lidad y el haz de trayectorias preexistentes de los componentes serie de acciones, secuencias de acciones, o comportamientos necesarios para
convergiendo hacia la formación de la entidad. materializar la abstracción conceptualizada en la mente del productor. La fa­
(6) La característica importante de la entidad población, en contraste bricación material del artefacto impone una dirección a las series de acciones
con el componente individual, es la distribución numérica en el y a los atributos resultantes; y la relación entre una y otros se mantendrá
espacio y tiempo o dispersión. La dispersión y el patrón de dis­ tal cual mientras el artefacto permanezca intacto (Sommerhoff, 1950). El
persión es un atributo de un grupo de gran trascendencia puesto artefacto y sus atributos tienen vocación de servicio y, por ello, incluyen
que al alterar la red de componentes dispersos, puede modificar otra secuencia más de comportamiento intencional: la incorporación del ar­
las características inherentes del sistema en su totalidad. La dis­ tefacto en otras acciones y secuencias de acciones.
persión puede afectar la población de la entidad o los componentes Todo artefacto, sin excepción, refleja un comportamiento necesario para
que la integran, o ambas cosas a la vez (Allee et al., 1950). su fabricación y otro para su uso. La variedad en los atributos del artefacto
es, por consiguiente, seriamente condicionada por esas imposiciones mentales
del productor, y las poblaciones de las mismas clases de artefactos reflejan,
II Sistemas de atributos y de artefactos obligatoriamente, las regularidades impuestas por la repetición de los cú­
mulos de atributos conexos. Esos cúmulos de atributos constituyen un
Definiremos, en primer lugar, los niveles más bajos de entidad establecidos “mensaje” que informa sobre las intenciones del fabricante1. Se nota la inter­
por el arqueólogo: el atributo y el artefacto. El artefacto material —cual­ ferencia parásita de los atributos inconexos no esenciales en el propósito del
quier objeto modificado por una serie de atributos impuestos por el hombre— productor del artefacto y, por consiguiente, éstos varían irregular e incoor­
es el producto más tangible del comportamiento homínido, y es la materia denadamente dentro de las poblaciones de artefactos (Fig. 62). Se repro-
136 Arqueología analítica Sistemas de cultura material —atributo y artefacto 137

duce, pues, la jerarquía de atributos —inesenciales, esenciales, clave— depen­ cambio, la mayoría de atributos relevantes aparecerá claramente.
diendo, en parte, del marco de referencia del estudio y a la que debere­ (4) Para evitar cualquier confusión y conservar un nivel homogéneo de
mos referirnos en repetidas ocasiones. complejidad, los atributos relevantes deberían dividirse en variables
Como se observará, estaremos restringiendo el uso del término atributo lógicamente irreducibles e independientes; y esos atributos deberían
a los componentes del artefacto (p. ej., tipos de retoque o motivo deco­ ser “epistémicamente independientes” (Sommerhoff, 1950).
rativo) más o menos en relación con elementos de actividad humana. A (5) Los análisis preliminares separarán los atributos de los artefactos en:
veces, el atributo es el resultado de una sola acción (p. ej.,. un solo golpe (a) atributos inesenciales —o atributos no relevantes para el estudio
de martillo) o de una repetición de una sola acción (p. ej., lascado por en curso y que, por lo tanto, no figuran en el sistema tal como
presión), o aun, de una microsecuencia de acciones repetidas (los cuatro trazos ha sido definido, y los atributos que permanecen constantes
de un motivo decorativo en guirnalda). Evidentemente, el ideal de “un atri­ a través del tiempo;
buto — una acción” se transforma en “una categoría de atributos — una clase (b) atributos esenciales —las variables que forman parte del sis­
de acción, o microsecuencia de acciones”. Los atributos, como se verá más tema y cuyos valores o estados pueden cambiar como parte del
adelante, no son exactamente del mismo nivel de complejidad cuando se sistema cambiante; el análisis detallado de los atributos esencia­
comparan entre sí, y distan de ser las unidades básicamente puras que de­ les o relevantes podrá identificar algunos de ellos—
searíamos fuesen. (c) atributos clave —los cúmulos de atributos conexos en el siste­
ma, cuyos valores o estados sucesivos covarían con los sucesivos
No obstante, trataremos de definir los atributos de forma que nos sean valores de otros atributos similares.
analíticamente útiles y, a grosso modo, equiparables entre sí a nivel de com­
plejidad de comportamiento. La base real de la objetividad es permanecer Es de crucial importancia observar que la selección de atributos es, en
arbitrario dentro de los más estrechos límites posibles y restringir el margen cierta medida, arbitraria y requiere, por de pronto, una determinación pre­
de error inevitable hasta el punto que no pueda comprometer la precisión liminar de los atributos esenciales y los atributos inesenciales, y por encima
de los análisis. Los atributos quizá no sean entidades exactamente del mismo de todo, que los atributos clave sólo pueden ser correctamente definidos
nivel de complejidad, pero sus acumulaciones darán un nivel medio de com­ después de un análisis detallado de los datos. La “identificación” intuitiva
plejidad bastante diferente del que deja suponer la expresión “artefactos- y arbitraria de los atributos clave de un sistema, antes de proceder al aná­
tipo”. Razón por la cual restringiremos el uso del término “atributo” a los lisis pertinente, conduce a la delimitación arbitraria de grupos a partir-de
elementos de comportamiento fósil a nivel de una sola clase de acciones, o “fósiles tipo”. Esta serie puede ser confirmada ulteriormente pero los dos
microsecuencias de acciones; asi definidos, los atributos serán la base de nues­ atributos “típicos” o clave deben quedar determinados por el resultado del
tra entidad arbitrariamente definida: el “atributo arqueológico” o abrevia­ análisis —y no en virtud de una hipótesis de partida1 2 3.
damente “atributo”. Cuando el término se use a cualquier nivel en el sentido Dado el nivel restringido de utilización de las entidades, podremos definir
más amplio de componente de sistema se sustituirá por “rasgo” o “carácter”. un atributo arqueológico como un carácter lógicamente irreductible de dos
En la definición gradual y jerarquizada de los atributos arqueológicos, o más estados, actuando como una variable independiente dentro de un
la mayoría de los componentes necesarios ya han sido tratados en secciones marco de referencia específico. El marco de referencia siendo, en este caso,
precedentes señalando que: un sistema de caracteres de artefacto arbitrariamente especificado; esta defi­
nición incluye a todos los atributos de comportamiento de un artefacto,
(1) Cada artefacto e, incluso cualquier objeto material, contiene una in­ sean específicos o contextúales, naturales o artificiales. Los atributos especí­
finidad de atributos variables y, por lo tanto, de posibles sistemas ficos se refieren a cualidades físicas del artefacto, y los contextúales a la ubi­
incorporando a todos esos atributos (Ashby, 1956). cación y asociaciones estratigráficas y geográficas del artefacto —en la medida
(2) Es necesario, pues, seleccionar los atributos particulares y el sistema en que éstas hayan podido ser impuestas por el hombre. Debe recordarse, no
particular que se desea estudiar, en función del problema en curso obstante, que un atributo de comportamiento puede ser impuesto tanto por
de investigación. cuidadosa selección de los materiales brutos naturales como por transforma­
(3) Nuestras definiciones de “artefacto” y “arqueología” implican que ción homínida directa. La selección preferente de determinados tamaños de
la principal preocupación del arqueólogo reside en los atributos con­ guijarros, de las formas y materiales de los bifaces, y la preservación se­
ceptuales impuestos o seleccionados por la acción homínida (pági- lectiva e intencional de la corteza natural de los enmangues de algunas
nás 14-15). En algunos casos sólo un análisis imparcial podrá estable­ herramientas constituyen atributos que reflejan el comportamiento homí­
cer si los atributos límite fueron escogidos intencionalmente; en nido, aunque en sí mismos continúen siendo rasgos naturales.

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I
138 Arqueología analítica Sistemas de cultura material —atributo y artefacto 139

Cada atributo equivale pues a una muestra de comportamiento homíni­ también, caracteres multiestado cualitativos con posible presencia de varios
do intencional y premeditado —el comportamiento siendo intencional incluso estados cualitativos alternativos del mismo atributo. Podemos notar, por
cuando el atributo o el artefacto pueden ser un subproducto accidental. ejemplo, la presencia o ausencia del retoque en determinado locus del arte­
Un atributo correctamente definido debiera ser “lógicamente irreducti­ facto; en presencia de retoque, podría tratarse de un retoque tosco, retoque
ble” —precaución necesaria para poder comparar entidades de similar nivel por percusión suave, retoque (de lascado) por presión, retoque de raspador,
de complejidad y garantizar que lo que llamamos atributo no es una mera retoque abrupto, etc. Todos ellos posibles estados del atributo de multies­
manifestación de varios caracteres integrantes subsumidos en el mismo3. tado, “retoque en el locus JV”, del cual sólo uno de ellos puede estar pre­
De este punto de vista sería incorrecto consignar como atributos fundamenta­ sente en el locus X de cada artefacto. La longitud del talón de un bifaz,
les la forma, el tamaño, volumen, peso y material de los bifaces, por ejem­ el grosor de la hoja de sílex, la altura de una vasija, o la longitud de la hoja
plo, puesto que el volumen es obviamente una función del tamaño, y la forma de una espada, son ejemplos de atributos de multiestado cuantitativos.
y el peso una función del volumen y el material, aunque el error se intro­ Entran en la categoría de atributos de multiestado cualitativos los tipos de
duce fácilmente si se usan relaciones cuantitativas en las que el denominador retoque de los útiles de sílex, las formas admitidas del filo de un artefacto,
y el numerador son inconscientemente repetidos (Roe, 1964). Los atributos la ubicación de la decoración de los artefactos o el catálogo de motivos al­
deberían ser variables independientes, y deberían variar como la función ma­ ternativos utilizados por un estilo artístico determinado. Los atributos cuanti­
temática directa de otros atributos. Así, al analizar los estilos decorativos tativos y cualitativos complican también el tratamiento estadístico de las “va­
cerámicos, metalúrgicos y de otros materiales, es indispensable separar los riables discontinuas” con categorías de valores bastante diferenciadas, tales
atributos de los motivos esenciales de los demás atributos, previa anotación como la cantidad de remaches en la empuñadura de una espada, en contra­
de las posiciones relativas de los motivos; de lo contrario, no sería posible posición con las variables continuas que pueden adoptar cualquier valor ma­
darse cuenta de que dos estilos artísticos diferentes pueden poseer un aba­ temático, entero o fraccionario, como la longitud de un artefacto. Hay,
nico de motivos similares aunque diferentes sistemas de disponerlos. por consiguiente, una diferencia básica entre los atributos discontinuos y los
El segundo aspecto de la definición de un atributo arqueológico insistía atributos continuos, aunque en algunas aplicaciones este inconveniente pueda
en que debían intervenir dos o más estados en relación con el sistema ar- soslayarse seccionando el intervalo de un atributo continuo en subintervalos
tefactual analizado. La mayoría de los atributos puede reducirse a los ca­ discontinuos.
racteres de dos estados en relación con su sistema; a saber, el atributo puede Ejemplos. La lista de atributos para los raspadores sobre lámina
estar presente o ausente. No obstante, los arqueólogos generalmente no auriñacienses de un conjunto del Abri Castanet (Dordogne), publicada
admiten que existan otras variedades más de atributo y de estado de atributo por Sackett (1966) que definía ocho atributos de multiestado cualitativos y
que deben afectar profundamente la comparación de artefactos y la valora­ cuantitativos, discontinuos y continuos (Fig. 27). Para el Vaso Campaniforme
ción de su grado de similitud. Si un artefacto es imperfecto o está dete­ británico, Clarke (1962) compiló una lista de 21 categorías de atributos de
riorado hasta el punto que haya desaparecido uno de sus atributos, el artefacto multiestado conteniendo 39 atributos que serviría de base para la clasifica­
deberá clasificarse a efectos comparativos como de estado No Comparable ción cibernética en tipos cronológicos y tipos regionales.
(NC) en lo que afecta dicho carácter; entendiendo que no es el mismo El arqueólogo depende de su capacidad para comparar cantidades de ar­
estado cuando el atributo se halla ausente o presente sino un estado especial tefactos o conjuntos y estimar los grados relativos de similitudes comparti­
sui generis, con implicaciones diferentes (Sokal y Sneath, 1963). das. A tal efecto, los atributos artefactuales revisten una importancia funda­
La definición de atributo atiende específicamente al atributo presentando mental. Al comparar un artefacto con otro, lo que está haciendo el arqueó­
“dos o más” estados. De entrada se necesita dos estados para poder compa­ logo es comparar intuitivamente sus respectivos conjuntos de atributos, lo
rar la presencia/ausencia, pero el aspecto “o más” revela que los atributos cual, como veremos, no es simplemente una cuestión de presencia/ausencia.
a veces pueden tratarse como loci en los que pueden hallarse varios estados El atributo puede faltar en el artefacto A y estar presente en el artefacto B o vi­
de atributo. Esto es lo que ocurre cuando el atributo es una dimensión y ceversa, o puede hallarse simultáneamente en A y B, o ausente en A y B
que cualquier valor alcanzado por su medición —por ejemplo, la longitud a la vez. Igualmente, el atributo podrá ser No Comparable en A, en B, o en
del artefacto— pueda constituir un posible estado para este locus. Esto sig­ ambos, por destrucción o deterioro. O, incluso, el atributo puede adoptar una
nifica que un artefacto dado puede presentar una variedad de estados de multitud de estados en un intervalo de multiestado cuantitativo o cualitativo
atributo particulares en la entidad de este atributo, como si el propio atributo —adoptando un estado alternativo en A y el mismo atributo pero un estado
estuviese formado de subcaracteres alternativos. Esta clase de atributo se de­ distinto en B. Lo cual permite apreciar que, además de la gran variedad de
nomina atributo de multiestado o carácter y, si interviene una medición tendre­ clases de estado de atributo, ésos pueden combinarse para dar un amplio
mos un atributo de multiestado cuantitativo. Alternativamente, tendremos, intervalo de clases de similitud, incluso entre pares de artefactos. Este mismo
Sistemas de cultura material —atributo y artefacto 141

problema se reproduce a cada nivel de la jerarquía de entidades, al compa­


rar tipo con tipo, conjunto con conjunto, cultura con cultura, etc., etc.;
a cada uno de esos niveles debemos buscar soluciones explícitas mediante
el uso de la taxonomía numérica —base de los métodos intuitivos normalmen­
te empleados por los arqueólogos.
Las acumulaciones de atributos estrecha y repetidamente correlacionados
a menudo pueden interpretarse como “complejos de atributos” concurrentes.
Esos ejemplos de atributos forman una entidad de un nivel de complejidad
más elevado que el de los atributos componentes pero sin alcanzar todavía
el nivel del “artefacto” o dél “tipo”. Como ejemplos de complejos de atri­
butos podríamos citar los complejos repetidos de algunas aleaciones cobre/
bronce, los cúmulos repetidos de atributos de forma, definiendo partes de
determinados artefactos tipo, y cúmulos igualmente repetidos de motivos de­
IV. Anchura de la pieza
L- Perfil frontal 5
6
Medio asimétrico
Superficial
i! Modificador del perfil
1 Típico 1 1.0 cm 6 3.5 cm corativos y estilos de motivos. Uno de los significados principales de esos
1 Redondeado 2 1.5 cm 7 4.0 cm
2 Redondeado asimétrico 7 Superficial asimétrico 2 Atípico
3 Limitado 3 2.0 cm 8 45 cm
complejos de atributos es que pueden ser conjuntamente transferidos de un ar­
3 Redondeado alargado 8 Redondeado asimétrico
4 Medio 9 Partido 4 Dañado 4 25 cm 9 5.0 cm
5 3.0 cm 10 5.5 cm
tefacto o grupo de artefactos a otros, lo cual deja suponer implicaciones cul­
turales y cronológicas. El complejo de motivos decorativos de un grupo de
agujas puede observarse también en determinado grupo de hojas de espada,
la forma carenada y la cabeza de los remaches de las vasijas metálicas
pueden transferirse esquemáticamente a la cerámica o la técnica del retoque
y lascado obtenida para determinados tipos de útiles a partir de ciertos ma­
teriales puede detectarse como un complejo en otro sistema foráneo. El
complejo de atributos puede desplazarse independientemente como una enti­
dad coherente de un artefacto portador a otro. De hecho, numerosas obser­
vaciones apuntan que la mayoría de atributos se difunde de sistema cultural
en sistema cultural, más como complejos que como atributos o ideas separa­
das. El complejo de atributos forma una importante e interesante entidad de
nivel intermedio coincidente sintácticamente con entidades similares del
VI. Perfil del cuerpo Vil. Retoque lateral
7 Retoque marginal/Retoque auriñaciense “complejo de tipos”, del “complejo de conjuntos” y del “complejo de cul­
8 Retoque profundo/Reloque profundo
1 Paralelo 1 Sin retoque/Sin retoque
2 Sin rctoque/Retoque marginal
9 Retoque profundo/Re toque auriñaciense turas”.
2 Moderadamente divergente 10 Retoque auriñaciense/Retoque auriñaciense
3 Marcadamente divergente 3 Sin rctoque/Retoque profundo
4 Sin rctoque/Retoque auriñaciense
Volviendo al problema de la clasificación de los artefactos, importa enten­
4 Moderadamente divergente VIH. Combinación de herramientas
5 Marcadamente divergente 5 Retoque marginal/Retoque margina!
1 Simple
der que todos los atributos revisten, inicialmente, la misma importancia,
6 Retoque marginal/Retoque profundo
2 Raspador el mismo peso y mismo rango respecto a todos los demás atributos cuando
se trata de agruparlos y de establecer taxonomías de artefactos —suponiendo
que los atributos han estado correctamente definidos. La única precaución
a tomar al iniciar la clasificación es la separación arbitraria del sistema de
atributos esenciales de los sistemas de atributos inesenciales de la misma en­
tidad. Los atributos claves susceptibles de ser tratados como atributos
“típicos” del sistema quizá no queden correcta y objetivamente definidos
hasta que se hayan analizado detalladamente; pero, ni siquiera entonces,
se podrá suponer que los atributos clave de una población son los atri­
Marginal Profundo Auriñaciense
Sin retoque butos clave de otra población; por más estrecha que sea la relación, esto
(c) Retoque marginal
deberá demostrarse.
Fig. 27. Lista de atributos para los raspadores del Paleolítico superior bajo ocho
No obstante, puede verse que cada atributo arqueológico presenta dos as­
epígrafes de multiestado.
pectos: uno que expresa la serie de condicionamientos funcionales nece-
Fuente: Sackett, 1966.
142 Arqueología analítica Sistemas de cultura material —atributo y artefacto 143

sarios para que el artefacto pueda usarse; el otro es recíproco y expresa- “comportamiento” de los sistemas de atributos artefactuales de las fases
el posible alcance de la variedad no condicionada o los estados de atributo espaciales homogéneas y contemporáneas, y luego al “comportamiento” de
de la serie. Esos componentes pueden presentarse esquemáticamente como los los mismos sistemas en las trayectorias a lo largo del tiempo.
grados funcionales e idiosincráticos de libertad del atributo. Incluso el más
funcional de los atributos posee algún grado idiosincrático de libertad; la lon­
gitud, el ancho, grosor y peso de un hacha debe variar dentro de determina­ III Regularidades del patrón de fase
dos límites, pero dentro de ésos, hay cierta libertad de variedad. Incluso
el atributo más idiosincrático está sujeto a algunas restricciones funcionales:
la decoración de la cerámica ofrece un amplio campo de selección idiosin- Es raro, si jamás se logra, que el arqueólogo llegue a fechar con valores
crática pero siempre dentro de límites funcionales. Si deseamos simplificar temporales absolutos los estratos excavados y sus conjuntos —todas las fe­
la situación real podríamos polarizar los atributos entre atributos funcionales chas arqueológicas son relativas, incluso las denominadas dataciones absolu­
en un extremo y atributos idiosincráticos en el otro —procedimiento harto tas mediante isótopos radiactivos. Además de ser relativas, esas fechas
peligroso pero utilizable en determinadas ocasiones como anotación abreviada pueden oscilar dentro de límites elásticos. Disponer de estos “puntos fijos”
de la posición real (véase la distinción de Isaac, 1972b entre la “función” y relativos resulta problemático ya que no abundan, ni mucho menos. Es raro
la “tradición” en la producción de útiles líticos). El interés que revisten estos que pueda discriminarse entre un conjunto enterrado bajo una capa de 15 cm
aspectos de los atributos para el prehistoriador reside en la diferencia de cali­ durante 50 años y otro complejo enterrado bajo una capa de igual espesor,
dad de la información obtenida de los cúmulos de atributos funcionales, pero durante 300 años —sin tener que recurrir circularmente a la taxono­
de un lado, y de los cúmulos de atributos idiosincráticos, del otro. La pre­ mía de los propios artefactos.
cisión y la profundidad de la interpretación de los patrones artefactuales De ahí que un conjunto espacialmente contemporáneo sea excepcional
en términos sociales depende de una comprensión correcta de esta polari­ en arqueología —el conjunto unidad excavado es casi siempre un segmento de
zación parcial. trayectoria temporal en la que el cambio temporal es indefectiblemente un
De momento, conviene que nos centremos en el hecho de que los atri­ factor contaminante (Fig. 61). La mejor forma de abordar un segmento uni­
butos no disponen de una existencia independiente respecto al artefacto, y dad consiste en tomar el juego de estados de series taxonómicamente casi
que siempre se presentan en acúmulos correlacionados. Este carácter gregario homogéneas que presentan una afinidad mutua más elevada con la unidad
de los atributos definidores de artefactos nos brinda un instrumental analí­ que con cualquier otro conjunto más allá de los límites de la unidad. Esta
tico de suma importancia —una metodología no sólo útil a este nivel sino a unidad arbitraria y desigual representa la sección más delgada identificable de
cada nivel sucesivo de la jerarquía de la entidad definida en este libro. En la trayectoria temporal de un artefacto o conjunto, una unidad comprimida
la sección introductoria de este capítulo hemos visto que una importante y deformada que denominaremos “fase” (Willey y Phillips, 1958).
característica de las entidades de población era la distribución numérica de sus Una fase de una trayectoria temporal de un artefacto o conjunto es, por
componentes en el espacio y el tiempo —su patrón de discrepancia (Sec­ consiguiente, una unidad arqueológica formada por el conjunto más pequeño
ción 1, 6). La técnica apropiada para el análisis de poblaciones y su dis­ de estados de entidad taxonómicamente homogéneos que puede ser identifica­
tribución numérica se corresponde, desde luego, con la metodología estadísti­ do en una sección temporal mínima del continuo del sistema de esta entidad.
ca (Doran y Hodson, 1975). Los estados variables clave y esenciales identificarán dicha unidad en las pri­
En esta sección nos hemos centrado principalmente en la definición y es­ meras y últimas manifestaciones de la trayectoria del sistema de esta entidad
tudio de los niveles más bajos de entidad admitidos por el arqueólogo —el y en las manifestaciones similares. La unidad de fase es aplicable a la tra­
atributo y el artefacto— y hemos visto que podíamos definir y visualizar yectoria del sistema a cada nivel de la entidad arqueológica —del atributo al
cuatro niveles de entidad sucesivamente más complejos: el estado del atributo, grupo de culturas— puesto que representa un estado de cambio uniforme
el atributo, el complejo de atributos y el artefacto. Gracias a esas entidades entre nodos de cambio acelerado en las variables del sistema. Las trayectorias
podremos integrar poblaciones de dichas unidades en una definición más rica de densidad de tiempo se compondrán, pues, de amontonamientos de unida­
de significado de entidades de nivel aún más elevado, con cada nivel suce­ des de fase multilineales —la mayoría de las cuales serán desconocidas, y
sivo revelando nueva y más abundante información sobre el “comportamien­ donde se supondrá que las propias unidades son discos planos de tiempo in­
to” intrínseco y las implicaciones de dichos sistemas de entidades. Al bajo clinados en vez de los discos horizontales que solemos conceptualizar
nivel en que hemos estado trabajando normalmente, el rendimiento en térmi­ (Fig. 61). El corolario evidente es que la población de la fase se compondrá
nos de información o modelado inesperados puede suponerse igualmente bajo de fracciones niveladas de las poblaciones de los sucesivos horizontes, ex­
—punto que profundizaremos más adelante. Por de pronto, volveremos al traídas del continuo de la entidad, con algunos elementos provenientes de los
*•

UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA
BIBLIOTECA CENTRAL
144 Arqueología analítica Sistemas de cultura material —atributo y artefacto 145

horizontes inferiores, otros provenientes de una serie contemporánea, y unos


pocos de los horizontes superiores. Esta forma de muestreo explica la defor­
mación de algunas curvas de distribución de los elementos de los conjuntos
de la fase (Fig. 30).
Esta constatación nos ha conducido a tratar en este libro de dos principales
dimensiones arqueológicas: la fase y la tradición, que son los equivalentes
arqueológicos más próximos del espacio y tiempo contemporáneos, respecti­
vamente, aunque no sean idénticamente equivalentes ni intercambiables. La
unidad de tradición es la trayectoria multilineal de tiempo de cualquier nivel
de sistemas de entidades arqueológicas y no queda restringida a la duración
temporal de los conjuntos culturales. Las unidades de fase y tradición son
aplicables a los niveles de atributo, artefacto, tipo, conjunto, cultura, grupo
cultural y tecnocomplejo.
Puede suponerse, pues, que en cualquier análisis de entidades arqueoló­
gicas, las dimensiones de tiempo y espacio se hallarán presentes con sus dife­
rentes implicaciones para la orientación de los datos. Por esta razón la cla­
sificación espacial horizontal o contemporánea de las situaciones culturales
prehistóricas a menudo resulta ilusoria, salvo cuando se trata de estudiar un
horizonte de espesor mínimo o un segmento de tiempo infinitamente pe­ Fig. 28a. El árbol de la filogenia orgáni­ Fig. 28b. El árbol de la filogenia cultu­
queño —lo cual, en la mayoría de los casos puede reflejar un siglo o más ca con su patrón característico ramifi­ ral con su patrón reticulado característi­
de desarrollo. La idea de clasificar los datos en diversas tradiciones verticales cado.. co.
parece ser un objetivo primario más apropiado, aunque, secundariamente, Fuente: Kroeber, 1948. Fuente: Kroeber, 1948.
esas tradiciones pueden subdividirse internamente en fases oblicuas de niveles
de similitud cambiantes. La entidad arqueológica debería, antes que nada,
corresponderse por la afinidad de su formato esencial con una trayectoria
temporal vertical o tradición particular —y, por tanto, con una fase particu­
lar, en base, conjuntamente, a la cronología y la afinidad interna.
Para el arqueólogo, la mejor clasificación de los fenómenos cambiantes se
expresará, pues, en una clasificación vertical de profundidad del tiempo, basada
en un marco cronológico y de afinidad objetivamente establecido. De lo
contrario podría olvidar que sus mapas de distribución de artefactos y cul­
turas equivalen a palimsestos fragmentarios y distorsionados de siglos de cam­ Tiempo
bios sucesivos en la distribución de las áreas —en efecto, los histogramas y
los mapas de distribución reflejan la acción amalgamadora del tiempo; y,
de hecho, algunas distribuciones paleolíticas equivalen a centenas de siglos de
semejante acción.
La estimación taxonómica de la afinidad entre entidades dará una indica­
ción del número reducido de trayectorias de transformación posibles a través
de la red de entidades particulares en el transcurso del tiempo. Debe evitarse
a toda costa la interpretación de las relaciones de afinidad como meras rela­
ciones de descendencia —a causa de las posibles complicaciones propias de la Fig. 28c. Una sección de un árbol filogenético Fig. 28d. Una sección de un árbol filogenético
convergencia y fusión de ramas observable en la filogenia cultural (Fig. 28). orgánico en tres dimensiones, una temporal y cultural en tres dimensiones, una temporal y
dos de disimilitud fenética. La “sombra” del dos de disimilitud fenética. La “sombra” del
Este problema sólo puede controlarse a partir de una cronología de refe­
árbol sobre su base indica las relaciones pura­ árbol sobre su base indica las relaciones pura­
rencia apropiada y por la postulación de múltiples hipótesis de desarrollo mente fenéticas de las ramas.
mente fenéticas de las ramas.
alternativas que cubran el grado de afinidad establecido entre las series de Fuente: Sokal y Sneath, 1963.
146 Arqueología analítica Sistemas de cultura material —atributo y artefacto 147

las entidades en curso de estudio (Cap. 11, II). Una vez aclarado que lo que
entendemos por fase es en realidad espacio con algo de tiempo, en contrapo­ 0 0 00
ooeo
sición con espacio con una gran cantidad de tiempo sucesivo, veamos de 0o o ©9 o
oe 0 o© o
nuevo el problema del comportamiento de un número elevado de atributos en o 0OO O0 000
0 0 0© 0 0 9OQ
una población de fase dada. Si tomamos un número elevado de artefactos de 0 o GO o oo O0o oo
o o o 0 9 © 9 ©■© 0 0 ©
un mismo tipo de un conjunto homogéneo limitado en el tiempo y el espacio, o ©'o 0 o © o © o o o ooolo
E ©le o © o e O 0 0 9 0 0 olo
y si establecemos el patrón de dispersión de los atributos individuales en esta • el© o o o 0 © © © 0 O o O|0 o o
I O|0 O o © 0 9 0 O 0 o o OjO
serie de artefactos, obtendremos un patrón de dispersión unimodal normal­ oo o oo o O0O0o o O|O O O O O
o 0 0*0 0 0 o o 9 0 0 0 0
mente distorsionado (Figs. 29, 30). Esta dispersión se debe a los reiterados o 0.0 © o © ©
o o o olo ot O 0 0 o • 0 0 o 0 0*0 < 000000
esfuerzos realizados para satisfacer el concepto comúnmente aceptado de una oooo
O|O o O'®' 0 o o 0 o 0 o 0*0 e o 0 o e o
0.0 o o ó o 0 0 O 0 o 0 olo 1
forma de artefacto deseable. Como quiera que esos esfuerzos de replicación • 0 o O O o o o • 00 o olo oooooooo
•*o o o o o 0 o o 0 O o olo oooooooeooo
se dispersan aleatoriamente en diversos valores de atributos bajo el impulso o • o o o o olo o o o o o o o o o o o|o i 00000000000
OOOOOGOO 0|O o O Q o o o o o o o ojo OGOOOOOOOOQOOOOO Entidades
de numerosos factores divergentes (p. ej., intratabilidad de la materia prima, I
Arcaicos Modales Prototípicos Estados
I
su falta de homogeneidad) la distribución debería expresarse, teóricamente, en
curvas normales de probabilidad, y de hecho, esto es lo que ocurre (Fig. 30).
No obstante, la intervención individual o colectiva de otros factores distorsio­
na las curvas en los estudios “reales”, con los consiguientes problemas de
interpretación y tratamiento analítico (Fig. 30).
Las curvas de distribución presentan tres formas de desviación respecto a
la “curva normal”: sesgadura, curtosis y multimodalidad. Una curva sesgada
tiene su pico o moda desplazado a la derecha o a la izquierda del centro;
el amontonamiento de valores en un extremo de la escala destruye la simetría
bilateral de la curva normal (Fig. 29). En la curtosis hay achatamiento de
la curva, y la curva multimodal presenta dos o más picos separados: es
decir, hay más de una población de atributos, cada uno con su propio modo
(Fig. 32). Bajo ciertas condiciones, las curvas de distribución difieren consi­
derablemente de la “curva de probabilidad normal” de los estudios arqueo­
lógicos. Hay cuatro factores que, individual o colectivamente, producen una
curva sesgada de la población homogénea de un atributo dado.
Falsa sesgadura. — Algunas veces la estimación intuitiva inicial de la
forma sesgada de una curva puede corregirse cuando una cuidadosa verifica­
ción demuestra que la desviación no es estadísticamente significativa. Esto es.
sobre todo el caso de las curvas con insuficientes intervalos de clase o cuando’ Fig. 29. Una distribución asimétrica unimodal de estados de artefactos o
la fuerte pendiente del histograma o la angulosidad del perímetro poligonal atributos en un conjunto fásico —dos representaciones alternativas de los
mismos datos. La subdivisión de la distribución en secciones arcaicas,
producen una falsa impresión de sesgadura.
modales, prototípicas es solamente válida en aquellos casos donde puede
Errores de muestreo.— Surgen con frecuencia y por varias causas: mues­ identificarse un modo móvil; véase Figs. 41, 47.
tra demasiado pequeña, no aleatoriedad de la misma y consiguiente acentua­
ción accidental de algún aspecto, muestra no homogénea proveniente de más
de una población discontinua (Fig. 31), o muestra hiperhomogénea con valo­
res idénticos de sus componentes (distribución prácticamente rectangular).
Con las muestras arqueológicas, la aleatoriedad a menudo es dudosa y ya ceses, efectuada en 1953 y de nuevo en 1970 con una muestra prác­
hemos señalado la inevitable falta de homogeneidad debida a la distorsión y ticamente doble que la de 1953; la bimodalidad aparente del primer análi­
compresión de la muestra de fase. Un ejemplo arqueológico del efecto del sis ya no es observable en el de 1970 (Doran y Hodson, 1975, y Fig. 5.14,
tamaño de la muestra sobre los conjuntos de artefactos nos lo ofrece la com­ según Bordes y Sonneville-Bordes).
paración entre la frecuencia de raederas en los conjuntos musterienses fran- Los errores de escala se producen cuando la escala utilizada en las grá-
148 Arqueología analítica Sistemas de cultura material —atributo y artefacto. 149

ficas de población no es la adecuada. Si la escala está recortada en ambos


extremos, los valores se acumularán en las clases terminales produciéndose RASPADORES: Anchura
la asimetría (Roe, 1964, Fig. 6), y si las unidades de escala son desiguales o si
la escala de unidades incluye una serie discontinua y cualitativa de atributos
habrá sesgadura de la curva.
Los factores especiales.— El error humano no es sistemáticamente alea­
torio; puede ser unidireccional. Por ejemplo, en las poblaciones de punta de
proyectil de retoque plano las puntas más gruesas que la media son más
abundantes que las más delgadas, lo cual deja suponer que existe una mayor
posibilidad accidental, inherente al proceso de producción, de obtener las pri­
meras que las segundas. O, al contrario, podría suponerse que el operario
sesga su error en el sentido más interesante: considera preferible obtener
puntas más gruesas, más sólidas o mayores, que no lo contrario.
Puesto que cada una de las combinaciones de estas categorías de error
pueden afectar la muestra arqueológica, los ejemplos de curvas sesgadas se­
rán abundantes (Figs. 30, 34). No obstante, estas curvas pueden corregirse
para que se adapten a una distribución normal mediante la utilización de una
escala logarítmica (Vertes, 1965), o la superposición de otras curvas de distri­
bución: gamma, chi cuadrado, t de Student, f de Snedecor, binomial o de

O 10 20 30 40 50 60 70 0
mm

Fig. 30b. Cambios de tamaño de los raspadores sobre lasca de diferentes industrias
líticas del Neolítico británico.
Fuente: Clark, 1960.

Poisson. Estas curvas convienen en casos muy específicos; algunas para atri­
butos discontinuos, otras para atributos continuos, y no deben usarse indis­
criminadamente (Krumbein y Graybill, 1965). Importa distinguir también
entre “distribuciones sesgadas que serían normales si no fuese por los erro­
res de manipulación” y “distribuciones sesgadas producidas por distribucio­
nes no normales de los atributos” a causa de factores especiales (Fig. 31).
De momento nos centraremos en el examen de las primeras.
Recordaremos, pues, que si tomamos un gran número de artefactos de un
mismo tipo, provenientes de un conjunto homogéneo limitado en el tiempo
y el espacio, y si estudiamos la distribución de los atributos individuales
del conjunto, normalmente observaremos un patrón unimodal del tipo distri­
bución de probabilidad normal —o, por lo menos, susceptible de ser adaptado
Fig. 30a. Dispersión de las puntas a este modelo. Esta acumulación de los atributos alrededor de la mediana es
foliáceas del Musteriense húngaro en una regularidad fundamental para el arqueólogo puesto que es el primer ele­
términos del ángulo de retoque. mento de un principio predictivo simple. Dadas las especificaciones impuestas
Fuente: Vertes, 1960. al modelo, cabría esperar que un análisis atributo por atributo produjera una
curva unimodal próxima a la curva de distribución normal. Cuando esto
no ocurre es debido al incumplimiento de las condiciones impuestas y lo que
150 Arqueología analítica Sistemás de cultura material —atributo y artefacto 151

Fig. 30d. Variaciones de espesor y frecuencias: fragmentos de bordes en diversos


estilos de la cerámica neolítica irlandesa.
Fig. 30c. Dispersión de 320 hachas* bretonas del Bronce final provenientes de dos
Fuente: Case, 1961.
depósitos (La Belliére y Saint-Bugan) en términos de su peso.
Fuente: Briard, 1965.
sado daba una curva de distribución asimétrica y bimodal (Fig. 33), sufi­
detectamos es la interferencia de una muestra que incluye, por error, varios cientemente alejada de la normal como para indicar una posible presencia de
artefactos tipo o poblaciones ocultas, proveniendo, quizá, de varios conjuntos dos “poblaciones” del Hacha de Combate —una con lados prácticamente pa­
no relacionados, o quizá de poblaciones demasiado separadas en el espacio y ralelos, y otra con los lados convergiendo hacia el extremo. Malmer observó,
el tiempo para que puedan compartir una media, una moda y una mediana igualmente, una distribución bimodal en las secciones transversales máximas
comunes. Las pequeñas sinuosidades de la curva pueden atribuirse a la na­ (Fig. 34), de nuevo, con la posibilidad de la presencia de dos poblaciones
turaleza y tamaño de la muestra; para saber si pueden ser o no despreciadas del Hacha de Combate: un centro poco disperso de filos cortos y otro centro
deberemos recurrir a técnicas estadísticas simples. Si vemos que los pequeños de dispersión alrededor de una media de filo netamente más ancho. Para com­
picos no pueden despreciarse, podremos concluir que la muestra no cumple probar la posible relación de esas distribuciones bimodales de los atributos de
las condiciones básicas y que probablemente recela una mezcla de poblaciones la misma muestra de hachas, Malmer preparó un diagrama de correlación de
o entidades. los ángulos de ahusado del extremo de cada muestra frente a las secciones
Ejemplo, — Se trata de un estudio cualitativo y cuantitativo de los atribu­ transversales máximas (Fig. 35). El diagrama confirma claramente que, en
tos definidores de 192 hachas provenientes de las tumbas de la cultura del efecto, las hachas con bordes casi paralelos son las que también presentan
“Hacha de Combate” del Neolítico de Suecia de finales del tercer milenio las hojas más estrechas y, recíprocamente, a las hachas con los mayores án­
a.C. (Malmer, 1962). La muestra es relativamente pequeña, pero Malmer ob­ gulos de ahusado corresponden las hojas más anchas. Esta división bimodal
servó que el histograma del margen de variación del ángulo del extremo ahu- entre unas herramientas de tipo cincel y otras más macizas, en forma de cuña,
Sistemas de cultura material —atributo y artefacto 153
152 Arqueología analítica

Anchura

Fig. 31. Deformación producida por la combinación de grupos con


diferentes medias y variaciones.
Fuente: Anastasi, 1965.

Fig. 33. Las proporciones básicas de las hachas de piedra de la cultura sueca
del Hacha de Combate; véase Figs. 34 y 35.
1 uenie: Malmer, 1962.

respondería a la preeminencia del trabajo de la madera en la economía


neolítica. El diagrama de correlación sugiere, además, que puedan existir
incluso subvariedades en la población de hachas macizas y quizá también en
la de cinceles, pero el tamaño de la muestra excluye toda confirmación de
esta apreciación superficial (Malmer, 1962, Fig. 83).
En este simple ejemplo se puede detectar la distinción bimodal de los dos
atributos “ángulo de talón” y “anchura” congruente con dos poblaciones
de artefactos. En la práctica, no obstante, el modo discrepante y suplemen­
tario de esas distribuciones podría haberse correlacionado con cualquiera de
quizá hasta 50 ó más atributos —incluso atributos de multiestado cualitati­
vo— igualmente variables en la misma muestra de población. Este tipo de
problema requiere, probablemente, unos métodos más eficaces que el de pun­
Fíg. 32. Bimodalidad producida por la combinación de dos grupos
tear la distribución de cada atributo con respecto a cada una de las restan­
con medias ampliamente separadas. tes distribuciones de atributos, en docenas de histogramas sucesivos —solu-
Fuente: Anastasi, 1965.
154 Arqueología analítica
Sistemas de cultura material —atributo y artefacto 155
ANGULO DEL TALON
nal que incorpore las distribuciones que se intersectan disponiéndolas radial­
0° 19° mente alrededor de los valores centralizadores (Fig. 30).
Pero este modelo tiene poca utilidad puesto que no permite situar ni un
solo punto del mismo que represente simultáneamente todos los valores de
i 1
1 i 11
13 24 51 49 21 7 4 18

(a)

ANCHURA MAXIMA

Fig. 34 a) La distribución bimodal de las hachas de piedra del Neolítico sueco en


términos del ángulo de remate del talón; 192 muestras.
Fuente: Malmer, 1962.
b) La distribución bimodal de la misma muestra de hachas en términos de anchura
máxima de la hoja. —
Fuente: Malmer, 1962.

ción harto fastidiosa y que además no logra expresar succintamente las acu­
mulaciones correlacionadas de la media docena de atributos susceptibles de
covariar significativamente un.o con otro.
Sabemos que existen cuatro clases de variación de los atributos en los
artefactos:
(1) Poblaciones de un atributo en una población de un artefacto tipo.
(2) Poblaciones de varios atributos diferentes en una población de un
artefacto tipo.
(3) Poblaciones de un atributo en varias poblaciones diferentes de ar­
tefactos tipo.
(4) Poblaciones de varios atributos diferentes en varias poblaciones
diferentes de artefactos tipo.
3-5

De momento sólo se ha podido comprobar la primera de esas posibilidades


pero las implicaciones de las tres restantes pueden calcularse a partir de la
información disponible.
Las poblaciones de varios atributos diferentes en una población de un
artefacto tipo plantean el problema mencionado en el ejemplo de las hachas.
Con una muestra homogénea, la curva de distribución de cada atributo Fig. 35. Diagrama de correlación isorítmica de la an­
diferente debería aproximarse a la curva normal. Una conceptualización ar­ chura máxima y ángulo de talón de 192 hachas de pie­
tificial de todas las distribuciones normales de todos los atributos puede dra de la cultura neolítica sueca del hacha de com­
bate.
adoptar la forma de una curva continua en forma de campana tridimensio­
Fuente: Malmer, 1962.
Sistemas de cultura material —atributo y artefacto 157
156 Arqueología analítica
te, la prueba de identidad en la distribución de atributos cuando se trata de
atributo de un solo artefacto —las dimensiones son insuficientes. Si imagina­ casos de atributos individuales no contribuye a demostrar la identidad de las
mos un modelo n dimensional que exprese n escalas de atributos, entonces poblaciones de origen de los atributos—por lo menos hasta que todos o la
las acumulaciones de atributos de artefactos individuales serán localizables en mayoría de las demás distribuciones de atributos hayan sido contrastadas.
este hiperespacio multidimensional —la distancia relativa medirá, pues, el Por más obvio que ello parezca, la literatura arqueológica señala casos donde
grado de correlación; las aglomeraciones de atributos representarán las ga­ la distribución por afinidad de atributos individuales en varias poblaciones
laxias covariantes de atributos que expresan la dispersión total y la disposición de artefactos ha sido utilizada como justificación exclusiva de la reivindica­
de los complejos dentro de la muestra. Quizá sea imposible diseñar un modelo ción de su identidad virtual —pese a la posibilidad de que las muestras
no distorsionado de esos diagramas de distribución conceptual, pero la meto­ sean totalmente desiguales en todos los otros aspectos que el aspecto com­
dología moderna es capaz de analizar los datos a partir de esas dimensiones y probado.
de expresar los resultados de forma comprensiva (Figs. 51, 53, 54). En cuanto a las poblaciones de varios atributos diferentes en varios ar­
Pasando de lo metodológicamente posible a lo posiblemente exigido, to­
tefactos tipo diferentes, podríamos esperar encontrarnos con una distribución
pamos de nuevo con las poblaciones de un atributo de varias poblaciones
multimodal de cada atributo sucesivamente pero la advertencia hecha respecto
de diferentes artefactos tipo. Las curvas de distribución para dicho atributo
al caso anterior puede aplicarse igualmente a éste. Esas poblaciones pueden
deberían representar cada población de artefactos tipo con su propia dis­
compartir idénticas distribuciones e idénticos centros de distribución en rela­
persión normal centrada alrededor de sus propios valores medios —proba­
ción con atributos particulares. De hecho, si los artefactos tipo comparten
blemente en la forma de una serie de curvas normales adyacentes, produ­
un mismo complejo de atributos como parte de su formato, entonces la distri­
ciendo por solapamiento una curva multimodal (Fig. 32). Debería señalarse,
bución de los atributos en este complejo puede que sea idéntica aunque pue­
sin embargo, que no es imposible que poblaciones de artefactos bastante disi­
dan existir importantes diferencias de artefactos tipo en los restantes atribu­
milares comporten una media, una moda o una mediana para la distribu­
tos. Así, por ejemplo, se observa que los diferentes tipos de espadas de la
ción de uno o más atributos —sus diferencias como poblaciones residen en
Edad del Bronce con diferentes atributos de hoja pueden compartir, no obs­
todas las demás distribuciones de atributos no punteados. Por consiguien-
tante, una gama de atributos y valores de empuñadura bastante parecida, que
puede formar parte de un complejo de atributos observado de tipo en tipo.
Como conclusión del estudio de los atributos y su comportamiento en las
poblaciones de artefactos de fases y horizontes temporales cortos y homogé­
neos resumiremos las principales regularidades observadas y sus principales
campos de aplicación.

(1) La variación es inevitable, incluso en los artefactos tipo y sus atribu­


tos más uniformes, y proviene de la voluntad y a la vez de la in­
capacidad del hombre para reproducir repetida y exactamente una
serie dada de condiciones, incluso cuando desea intensamente una
réplica exacta. En un análisis de variación de la morfología de los
artefactos de los yacimientos achelenses de Isimila y Olorgesailie
(Este africano), Isaac (1969) señala que «las tradiciones individuales
han podido experimentar oscilaciones aleatorias dentro de determina­
dos límites dando numerosas pequeñas variantes de conjuntos de
artefactos» (Fig. 37) —variación estocástica que no conviene confun­
dir con la variación actividad/funcional (Isaac, 1972b) que, con el
tiempo puede ocasionar las fluctuaciones a primera vista desprovis­
tas de sentido en los artefactos tipo (Cap. 4, IV, y Binford, 1963;
White y Thomas, 1972).
(2) Esta variación sirve de base al cambio transformista de los artefactos
tipo o conjuntos de artefactos.
Fig. 36. Conceptualización artificial de una población de artefactos tipo especí- . (3) En el seno de una población homogénea de un artefacto tipo único,
fíeos como distribuciones de la intersección de todos sus atributos.
Sistemas de cultura material —atributo y artefacto 159
158 Arqueología analítica

(4) La correlación entre los patrones de dispersión de los atributos en


los atributos de multiestado variable, en una breve fase del tiempo,
cada población de artefactos tipo expresa la “personalidad” de cada
se reparten según una dispersión unimodal que se traduce por una
artefacto tipo particular.
intermedia entre la curva de distribución normal y la curva sesgada
(Fig. 30). Este breve estudio de la variación de los atributos en las poblaciones
de artefactos nos ha presentado un aspecto estático de la cuestión. Ahora
sería el momento de investigar el “comportamiento” dinámico de estas en­
tidades a través del tiempo, identificando las regularidades impuestas coer­
citivamente en estos tipos de sistemas y tratando, de acuerdo con nuestra
norma, que las observaciones resultantes tengan aplicaciones generales
prácticas.

IV Regularidades del patrón temporal

En la primera parte de este capítulo (Sección 1-1-6), al tratar de alguna de


las propiedades intrínsecas comunes de las entidades formadas por poblacio­
nes de componentes, mencionamos una cualidad frecuentemente observable
que denominamos analogía antropomórfica u ontogenia de la entidad
—“nacimiento”, “madurez” y “muerte”— un modelo análogo que encubre
al menos tres niveles de información respecto al “comportamiento” intrín­
seco de dichas entidades y en gran parte responsable de la confusión que se
establece en el tratamiento habitual del “nacimiento”, “desarrollo y madu­
rez” y “muerte” de los atributos, artefactos, tipos, conjuntos, culturas y
grupos de culturas. Con la intención de revelar esos niveles encubiertos de
conocimiento y hacerlos más explícitos hemos postulado que la entidad de
población es ontogénica en la medida que ofrece (Secc. 1,4, i, ii, iii):
(i) el cambio cuantitativo y la oscilación en numerosos componentes
suyos,
(ii) el cambio cuantitativo y la oscilación en numerosas instancias de
su propia entidad—
(iii) el cambio cualitativo y la oscilación del sistema de la entidad como
un sistema estructurado, manifestando una ontogenia en cuanto
afecta la introducción acumulativa y sucesiva de atributos esenciales
y atributos clave direccionalmente correlacionados con el sistema
eventualmente integrado, el cual aparece, ahora, como una entidad
“nacida” en un determinado umbral. El sistema de la entidad se
desintegra siguiendo el proceso contrario, por reemplazamiento su­
cesivo de los atributos, de tal manera que el sistema politético
resulta acumulativamente transformado a través del umbral en un
cm formato de sistema diferente (Fig. 68). El “nacimiento”, la “ma­
Fig. 37. Ejemplos de variación estocástica en todos los útiles bifaces (A) y de las durez” y la “muerte” del sistema en tanto que sistema.
hachas (B), exclusivamente, de los asentamientos penecontemporáneos de Olorge- Un breve comentario sobre esas observaciones y sobre el patrón estruc­
sailie (Este africano). tural familiar de la entidad de población debería ser suficiente para descubrir
Fuente: Isaac, 1969.
160 Arqueología analítica Sistemas de cultura material —atributo y artefacto 161

la identidad entre la estructura del modelo general y sus tres niveles gene­ Los atributos presentes en los artefactos de determinada población pueden
rales de oscilación del equilibrio (Postulado II): expresarse en forma de lista politética o de serie en las que pueden escribir­
se los atributos de cada artefacto presente en esta población. Cuantitativa­
(i) la oscilación del equilibrio en los componentes de los subsistemas; mente, el sistema puede cambiar aumentando o disminuyendo el número de
(ii) la oscilación del equilibrio entre los subsistemas del sistema; atributos en la serie politética y haciendo fluctuar el número de atributos por
(iii) la oscilación del equilibrio del sistema total en tanto que sistema artefacto, o por ambos procesos a la vez. El aumento o la disminución de
integrado. la producción de artefactos durante la trayectoria temporal del sistema es un
En el marco específico de este capítulo podemos equiparar el “sistema” problema adicional que representa un aspecto aparte, a un nivel distinto (ii).
con una población de artefactos tipo homogénea; los “subsistemas” con los Si el número de atributos en la serie politética definidor de la población au­
artefactos de esas poblaciones, y los “componentes” de los subsistemas con menta o disminuye pero que el número de atributos por artefacto permanece
los atributos entrelazados en el seno de cada artefacto. Replanteado a este prácticamente constante, entonces el único cambio se halla en la dispersión
nivel, el problema consiste en descubrir todas las regularidades de patrón de o distribución de la población respecto a la disposición de los atributos
tiempo expresadas en la ontogenia o en la trayectoria a través del tiempo (Fig. 41). Sin embargo, también el sistema puede adquirir e incorporar nuevos
producidas por: atributos con objeto de cambiar el tamaño de la serie politética y de cam­
biar asimismo el número de atributos que podrá descubrirse en cada artefac­
(i) el crecimiento cuantitativo y la oscilación en las clases y el número to de la población. El número de atributos modificadores portados por los
de atributos en el seno de poblaciones de artefactos homogéneos artefactos puede aumentar o reducirse produciendo un cambio en la “sofis­
(tipos), cambiando con el tiempo. ticación” de éstos. Conviene poder distinguir entre las implicaciones que con­
(ii) el crecimiento cuantitativo y la oscilación en la clase y el número lleva el cambio de la serie politética de los atributos del sistema, el cambio del
de artefactos tipo en el seno de poblaciones de artefactos varios número de atributos por artefacto o el cambio de ambos, simultáneamente.
(conjuntos), cambiando con el tiempo. Volviendo al caso del aumento o reducción cuantitativa de los atributos
(iii) el crecimiento cualitativo y la oscilación del sistema de población por artefacto, es obvio que esas variaciones reflejan el aumento o la dismi­
de artefactos tipo en tanto que sistema estructurado de atributos nución de la variedad de los atributos o el grado de perfeccionamiento
inesenciales, esenciales, y clave —la correlación direccional de atri­ del artefacto tipo. Este cambio igual puede ir acompañado o no por un au­
butos sucesivamente introducidos hacia el umbral formativo, la co­ mento o reducción del número de atributos en la serie politética total, y
herencia de la madurez y, finalmente, la transformación desintegran­ la relación establecida entre esas dos tendencias opuestas puede proporcionar
te del artefacto tipo. importante información sobre las circunstancias de los cambios.
Como quiera que hemos restringido arbitrariamente el nivel de este capítu­ Una clase de cambio cuantitativo que puede esperarse de una trayectoria
lo a las regularidades observadas en las relaciones entre atributos de los temporal en un sistema de artefactos es, por consiguiente, equivalente al grado
sistemas generales de artefactos, en esta sección nos limitaremos a tratar el variable de perfeccionamiento de los artefactos en etapas sucesivas, lo cual
primer aspecto de la lista; los dos restantes se refieren a las características puede o no puede coordinarse con el aumento o reducción de la gama de
de los artefactos tipo y conjuntos —entidades de nivel más elevado que aun variación de atributos en las sucesivas poblaciones. Los cambios cuantitativos
no hemos definido y que serán tratadas con la próxima etapa del modelo de atributo se dividen en cuatro grandes categorías:
jearárquico (Cap. 5, IV). Los patrones de estas diversas oscilaciones y tra­
yectorias sistémicas multilineares suelen complicarse artificialmente al con­
fundirse sus varios niveles de operación. Trataremos, pues, de esquivar esta
complicación abordando separadamente cada nivel empezando por el más
Número de atributos Número de atributos
bajo (i). diferentes en el diferentes por
Veamos, primero, cuales son nuestras intenciones. Nuestro propósito es conjunto politético artefacto en la
estudiar este nivel de cambio temporal y, a partir de ahí, proponer modelos de la población población Consecuencias
susceptibles de ser utilizados predictivamente con los datos reales. El proble­
ma, perfectamente definido con el enunciado de (i), presenta de entrada dos
aspectos separados pero no inconexos —la distribución o dispersión de los (1) Aumento Aumento Aumento del perfeccionamien­
atributos con respecto a cada artefacto y la distribución o dispersión de la to con una reducción de la
población de artefactos con respecto a cada atributo. gama de variación artefactual
162 Arqueología analítica Sistemas de cultura material —atributo y artefacto 163

(2) Aumento Aumentó Aumento del perfeccionamien­ vez en la correlación direccional creciente de algunas de las nuevas trayec­
to de los artefactos con un torias de atributos clave.
aumento de la gama de va­ Conviene insistir en que estos no son los cambios responsables de la for­
riación artefactual mación y definición del umbral entre estados tipo, sino meros cambios que
con frecuencia se combinan con los cambios de umbral. Como tampoco
(3) Reducción Reducción Reducción del perfeccionamien­ es este ciclo de cambio la mera secuencia que acabamos de exponer —el
to de los artefactos con una número de atributos definidores de la población y cada artefacto en ella
reducción de la gama de va­ incluido oscilan erráticamente con el tiempo— sino que es esta amplia co­
riación artefactual rrelación entre tendencias separadas y sus correlaciones las que a su vez,
junto con otras tendencias, establecen los umbrales.
(4) Aumento Reducción Reducción del perfeccionamien­ El aumento o la disminución del número de atributos por artefactos en
to de los artefactos con un la trayectoria de un tipo de población cambiante con el tiempo puede
aumento de la gama de varia­ adoptar la forma de gradientes persistentes de tendencia hacia polos de per­
ción artefactual feccionamiento o de simplificación, o puede ofrecer una oscilación irregu­
lar de un polo a otro (Figs. 38, 39). Esta oscilación en el grado de per­
feccionamiento artefactual puede estar en relación con el desarrollo funcional
y con los focos de innovación en el sistema, o puede igualmente existir
Las implicaciones de esas categorías de cambio dependen en gran medida con frecuencia como una fluctuación errática en numerosos atributos de­
de los tipos particulares de atributos funcionales o idiosincráticos que cam­ corativos o idiosincráticos dentro de la serie estable de posibilidades. Sin
bian cuantitativamente con el tiempo, además de depender de los cambios embargo, suele producirse una tendencia general y acumulativa hacia un
en los números, del ritmo de cambio y, sobre todo, del grado de correla­ aumento del perfeccionamiento físico del artefacto tipo hasta cierto punto
ción entré los cambios en las trayectorias de los atributos individuales. más allá del cual se instaura la tendencia simplificadora y la disminución
Sin embargo, puede decirse que las transformaciones sucesivas de un arte­ de las series de atributos (Figs. 38, 39). Sólo un examen de los atributos y
facto tipo de umbral a umbral y de estado tipo a estado tipo recuerda el sistema revelarán las circunstancias que intervienen —aunque los atributos
en muchos aspectos la secuencia 4/1—2—2—4/1—2 ... etc., esbozada para idiosincráticos y los menos condicionados, tales como los motivos decorativos,
las transiciones mencionadas. Estos cambios no son por sí mismos respon­ se hallan particularmente expuestos a este tipo de desarrollo acumulativo,
sables de la separación de un estado de artefacto a otro, pero parece que como puede observarse en .numerosas secuencias históricas. Como-ejemplos
acompañan dichos cambios de manera algo parecida a la manera indicada. de este tipo de trayectoria podemos señalar las fluctuaciones oscilantes en
los atributos de cada artefacto —desde la más austera simplicidad hasta la
Fase (o)— umbral preformativo, reducción del perfeccionamiento de cada complicación más barroca y nuevo retroceso— observables en artefactos tan
artefacto acompañada de aumento de variación artefactual dentro de diversos como los relojes de pared, los jarros de cerveza, y las losas fune­
la población de tipo S° con atributos clave A°. rarias (Figs. 38, 39, 47).
Fase (1)— formativa, aumento del perfeccionamiento de cada artefacto Los artefactos prehistóricos ofrecen un patrón similar, especialmente en
pero con disminución de variación dentro de la población de nuevos aquellas frecuencias en que los focos de cambio se desplazan a otros puntos
tipos formativos S1 —el nuevo formato en congruencia con los atribu­ del sistema. Las modas de la cerámica prehistórica ofrecen a menudo un
tos clave A1. perfeccionamiento acumulativo en numerosos atributos decorativos seguido
Fase (2)— congruente, aumento del perfeccionamiento de los artefactos de un retorno a la simplicidad. Algo similar ocurre con el retorno a formas
con aumento de la variación artefactual —gran variedad regional de “simples” del bifaz sagoanense del Achelense superior o el retorno de los
artefactos y atributos dentro de la población de tipo 1. estilos de cerámica pintada a formas cuantitativamente más sencillas después
Fase (3)-— postcongruente, reducción del perfeccionamiento artefactual, de un ciclo de perfeccionamiento acumulativo. Un estudio de la naturaleza
reducción de la gama artefactual dentro de la población de tipo S1. funcional o idiosincrática de los atributos involucrados debería informar­
Fase (o)— umbral preformativo, reducción del perfeccionamiento artefac­ nos sobre la naturaleza de los estímulos responsables de dichos cambios.
tual —un aumento de la gama de variación permitiendo gran libertad Hasta aquí hemos examinado las regularidades del patrón temporal de los
de divergencia individual dentro de la población de tipo &/S2. La cambios cuantitativos en numerosos atributos en la trayectoria temporal de
fase en la que el formato de atributo A2 de tipo S2 se observa por primera una población de artefactos tipo: la distribución o dispersión de los atributos
164 Arqueología analítica Sistemas de cultura material —atributo y artefacto 165

lógicos. En este ejemplo las cajas de los relojes de pared ingleses c. 1670-1850. En la tabla matriz se consigna el número
de atributos de las cajas compartidos entre cada par de estados tipo —la inversión de la tendencia de la moda y la simpli­
Fig. 38. Oscilación en el grado de perfeccionamiento de los artefactos tipo por fluctuación del número de atributos morfo­

ficación convergente llevaría, probable y erróneamente a seriar las muestras VI, VII, VIII entre I-V.
Fig. 39. Oscilación en el grado de
elaboración de los artefactos tipo
por fluctuación del número de
atributos morfológicos. En este
ejemplo, las lápidas funerarias
esculpidas por la familia Lamson
de Charlesdown, Massachusetts,
ofrecen una reducción sucesiva en
los atributos de diseño y
complejidad entre 1720 y 1760.
Fuente: Dethlefsen y Deetz, 1966.

en relación con la población y el artefacto. Nos hemos esforzado por sepa­


rar las implicaciones resultantes de las fluctuaciones de la serie politética de
los atributos de la población, y las fluctuaciones del número de atributos por
artefacto, confirmándose así el carácter oscilatorio de esas variables y la po­
sible relación entre sus amplias y combinadas tendencias y los umbrales
entre los estados sucesivos del artefacto tipo. Veamos ahora otro aspecto de
las implicaciones del mismo tipo de trayectoria de la población —los cam­
Fuente: Hughes, 1963.

bios temporales en la distribución o dispersión de la población de artefac­


tos respecto a cada atributo— tratando de determinar si existe una regula­
ridad en la “disposición” de los datos que sea susceptible de servirnos como
modelo controlado para los datos verdaderos dispuestos de la misma manera
arbitraria.
La distribución de las sucesivas poblaciones de fase de un artefacto tipo
respecto a cada atributo es lo opuesto del aspecto que acabamos de descri­
bir. Este tipo de fluctuación no refleja forzosamente cambios en las cantida-
166 Arqueología analítica Sistemas de cultura material —atributo y artefacto 167

des absolutas de atributos por artefacto o, dicho de otra manera, cambios cambio oscilantes (Figs. 44, 45). En este sentido, las oscilaciones de la moda
en la variedad total de la lista de atributos politéticos. En cambio puede representan la secuencia de modos y gamas sucesivamente dominantes en la
observarse oscilaciones o tendencias en los estados sucesivos de la distribución distribución de los atributos cuya tendencia oscila entre ios límites arbitra­
de población dentro de la gama existente de estados en los atributos de rios y los límites funcionales de sus series de valores estables. Esas oscila­
multiestado, o sea, los cambios sucesivos en la dispersión de artefactos ciones estocásticas de la moda han sido muy bien documentadas a partir de
con respecto a un solo atributo o varios de ellos a la vez (Fig. 42). Con las trayectorias artefactuales históricas y prehistóricas a través del tiempo
frecuencia esas tres diferentes categorías de cambio (cambio en la serie de
atributos politéticos, cambio en el número de atributos por artefacto y
cambio en la distribución de la población del artefacto en relación con sus
atributos constituyentes) pueden intervenir simultáneamente. Pero de momen­
to las trataremos independientemente, sobre todo, la última categoría.
Para la elaboración del modelo recurriremos a la distribución unimodal
que expresa los valores o estados centralizados en una población ofrecien­
do determinada gama de estados para determinada fase de población en el
tiempo (Fig. 29). En este caso, una población y, lógicamente, su curva de
distribución, podrán ofrecer un cambio no sólo en su media, su moda y su
mediana, sino también en la desviación estándar y la amplitud de su gama,
separada o conjuntamente (Figs. 40, 41, 42). La desviación estándar mide el
grado de tendencia centralizante, la “agudeza” de la curva y el número de
artefactos que se concentran en los valores centrales de la curva; en cambio,
la anchura (dispersión) de la curva expresa la gama permisible de estados o
valores de un formato de atributo dado en la población de un artefacto
dado. Fig. 40a. Distribuciones con la misma media, pero con diferentes des­
Basándonos en nuestro primer modelo de fase estática de la distribución viaciones estándar.
de la población de un artefacto tipo con respecto a un atributo dado, Fuente: Moroney, 1957.
podremos construir una serie de modelos de trayectorias alternativas para
dicha población variable con el tiempo:

(i) un modelo con una moda y dispersión que se desplazan (Fig. 41);
(ii) un modelo con un modo sucesivamente comprimido y extendido, y
una tendencia centralizante cambiante o desviación estándar (Fig. 42)

Esos modelos nos ofrecen un “ideal” elemental con el que comparar


los datos reales. El “ideal” podría mejorarse considerablemente si se pudiese
expresar la creciente tendencia centralizante y la reducción de la dispersión de
una acumulación de atributos diversos o, al contrario, la creciente atenua­
ción, dispersión y ensanchamiento de la gama de un artefacto tipo cambian­
te —conceptos muy coincidentes con las ideas intuitivas de artefactos tipo de
coherencia y definición crecientes, y de artefactos tipo atenuándose y perdien­
do su formato distintivo.
Veamos, ahora, las trayectorias temporales de poblaciones de artefactos
Fig. 40b. Media, mediana modo en casos moderados de deformación.
reales y como se acoplan a la regularidad de los modelos, que podremos
Para las distribuciones moderadas de deformación tenemos la relación aproxi­
documentar, a título de ejemplo, con la trayectoria oscilante de los atribu­ mada simple: Media-Modo = 3 (Media-Mediana). Para una distribución per­
tos vestimentarios de la moda femenina —ejemplo que permite extender el fectamente simétrica todas ellas coinciden.
término “cambios en la moda” a la categoría general de trayectorias de Fuente: Moroney, 1957.
168 Arqueología analítica Sistemas de cultura material —atributo y artefacto 169

(Fig. 47). Así, por ejemplo, podemos comparar la manifiesta doble tenden­
cia lenticular en las tradiciones verticales y las poblaciones de fase horizon­
tales del ejemplo de la vasija —observándose una tendencia en diagonal
dominante de ios valores modales de los estilos decorativos (Fig. 46).
Una breve valoración indicaría que los dos modelos simplificados de la
manera con que las poblaciones de atributos en los tipos de artefactos
cambian con el tiempo son razonablemente útiles y predictivos de un pa­
trón esperado. Las desviaciones respecto a dichos patrones deben poder pre­
verse y ponerse de manifiesto ajustándolas a la curva esperada. Las desvia­
ciones corrientes respecto a este patrón podrían ser irregularidades de poca
importancia producidas por muestras demasiado pequeñas, por secuencias

Estado de los atributos


2 3 4 6
“i i i T
•• •• ••
•••

Fig. 41. Un modelo esquemático de las distribuciones sucesivas de una población


de artefactos tipo específicos con respecto a un atributo dado con un modo y una \
extensión desplazados------------------------------- \
•••
O
Q.
E
o
H

:::
••• ••• •••
«• •
\

:: ::::
o• • ••o
• •••
9V••
•0••

modo^k
móvil

Fig. 43. Modelo «ideal» hipotético para una secuencia continua de esta­
dos de atributo y modos sucesivamente dominante para un atributo de
multiestado único en poblaciones fásicas sucesivas de una trayectoria úni­
ca de artefactos tipo específicos. El modelo “ideal” bilenticular de dis­
Fig. 42. Un modelo esquemático de las distribuciones sucesivas de una población tribución —lenticular en la otogenia de tradición vertical y lenticular en la
de artefactos tipo específicos con respecto a un atributo dado —con un modo y distribución fásica horizontal (estados arcaicos, modales, prototípicos);
una extensión desplazados y una tendencia centralizad ora o desviación estándar —una distribución que puede investigarse en los datos pertinentes (véase
cambiantes. Figs. 46,47).
170 Arqueología analítica Sistemas de cultura material —atributo y artefacto 171

AÑO

Fig. 45. El estado modal oscilatorio de los atributos de multiestado en sucesivas


Fig. 44. El estado modal oscilatorio de los atributos de multiestado en su­
poblaciones fásicas de un artefacto tipo —atavíos femeninos .1788-1936, ancho de las
cesivas poblaciones fásicas de un artefacto tipo —atavíos femeninos 1788—
faldas (gráfico 5), ancho de talla (gráfico 7), ancho de los escotes (gráfico 8).
1936, longitud de las faldas (gráfico 2), posición de la talla (gráfico 3),
Líneas: cambios promedios quinquenales; puntos: medias anuales.
profundidad de los escotes (gráfico 4). Líneas: cambios promedios quinque­
Fuente: Kroeber y Richardson, 1940.
nales; puntos: medias anuales.
Fuente: Kroeber y Richardson, 1940.
un patrón específico; hasta que los datos queden totalmente “explicados” a
no homogéneas ni continuas y otras imposiciones estadísticas habituales, partir del modelo.
que, de no ser observadas, pueden contribuir a la obliteración o a la frag­ Retrospectivamente, parece que podríamos dividir conceptualmente la dis­
mentación de los patrones. Las desviaciones principales e intencionales pues­ persión unimodal de los atributos de una población de fase en tres subdivi­
tas de relieve y aisladas por su valor informativo son precisamente del tipo que siones con respecto a cada atributo —una gama “arcaica”, una gama
permite la utilización de esta técnica. La trayectoria quizá muestre discrepan­ “modal” o “típica” y una gama “prototípica” (Figs. 39, 46). La primera re­
cias producidas por un desarrollo multilineal divergente que da lugar a dos presenta la continuidad en una población de artefactos de algunos de los va­
o más poblaciones contemporáneas aisladas y divergentes emergiendo de una lores de los atributos o estados que fueron modales en los estados de las
base común. Una divergencia de este tipo puede observarse en el diagrama poblaciones más primitivas de la trayectoria —una minoría conservadora
de la figura 46 —el desarrollo separado de las subculturas contemporáneas que preserva una “memoria” de estados de sistemas anteriores (las 2, Fig. 9).
del Vaso Campaniforme británico del norte (NI, N2, N3, N4) y británico Sin embargo, la mayor parte de los artefactos de una muestra de fase ofre­
del sur (SI, S2, S3, S4) subrayado por la dislocación y la simetría super­ cerán una serie contemporánea distintiva de valores para este atributo
puestas del diagrama (SI, S2, S3 se equiparan estilísticamente con N2, N3, —ios valores modales o “típicos” para esta población en esta fase temporal-
N4). Este es el tipo de discrepancia que un modelo pronosticado puede real­ valores desarrollados a partir de la periferia “prototípica” de estados ante­
zar poderosamente a pesar de la forma necesariamente simple que puede riores. Incluso una muestra así tendrá una serie extrema de valores “pro-
adoptar el modelo. Para esos modelos puede obtenerse un estrecho ajuste a totípicos, algunos de los cuales expresan los valores a desarrollar como mo-
172 Arqueología analítica Sistemas de cultura material —atributo y artefacto 173

ESTILO dales o “típicos” en los siguientes estados de fase de la trayectoria de la


GRUPO o (i) a b c población (Figs. 43, 46).
T T i r
AQC
Vista así, la trayectoria temporal de los valores o estados modales ex­
presa cierto tipo de ciclo progresivo en el que los estados de atributo se
c. 2000 a.C.
desplazan de frecuencias prototípicas a frecuencias típicas y a frecuencias ar­
••• caicas con el transcurrir del tiempo, mientras que forman parte simultá­
E ••a
••• •• •• ••
neamente de sucesivas poblaciones de fase en las que otros valores proto-
W/MR •• típicos, típicos y arcaicos se reflejan igualmente —un patrón doblemente
lenticular de distribución de población (Fig. 46). No obstante, las complica­
N/MR ciones surgen al darse cuenta de que los artefactos en una población de
fase nunca son uniformemente prototipicos, típicos o arcaicos en todos sus
N/NR estados de atributo. La realidad politética demuestra que la mayoría de los
artefactos presentan valores prototipicos para algunos de sus atributos, valo­
E.ANG res modales para otros y arcaicos para los restantes.
En conclusión puede decirse que las poblaciones de artefactos tipo de atri­
BW Discordancia
butos producen cuatro regularidades sistemáticamente identificables en sus
Ni/D trayectorias temporales:

N2 (i) una variación oscilante en numerosos atributos diferentes definien­


do la serie politética de cada fase de población sucesiva;
•••••a •••••• (ii) una variación oscilante en numerosos atributos diferentes por ar­
••••••
tefacto en las sucesivas fases de población;
•••••••
N3
•••
(iii) una impresión estimativa de que las correlaciones entre esas dos
•••
N4 ••• Discordancia variaciones irregularmente oscilantes puede covariar conjuntamen­
te con otros factores para definir los límites o umbrales entre un
si •••
••••• a
estado de artefacto tipo y otro;
(iv) una variación oscilante de los modos sucesivos que sobresalen por
•• su patrón lenticular doble:
Lenticular en-la distribución horizontal de la población con estados
de atributo arcaicos, modales y prototipicos.
Lenticular en la distribución vertical —con introducción sucesiva,
53
dominancia modal, aparición, caída y desaparición de cada estado
de atributo en la trayectoria temporal del tipo.
54
c. 1500 a.C. Esas regularidades proporcionan algunos modelos útiles de los patrones
SH temporales esperados que permiten interpretar los datos reales —siempre y
Cada punto representa un vaso restaurable cuando las salvaguardias estadísticas suficientes sean respetadas. Las regula­
ridades en el “comportamiento” de la entidad favorecen el desarrollo predic-
Fig. 46. La tendencia bilenticular de los atributos en las tradiciones estilísticas tivo a partir de las discrepancias.
verticales y en las poblaciones fásicas horizontales de un artefacto tipo; en este
ejemplo, las fases más o menos sucesivas de las poblaciones campaniformes en el
Neolítico reciente británico en términos de su distribución a través de siete estilos
sucesivos de «posición de decoración» [o (z) — o (z7)]. Las discordancias represen­ V Regularidades del patrón sistémico
tan desviaciones del modelo “ideal” y confirman la naturaleza regional del desarro­
llo —de ahí que los grupos británicos septentrionales se solapen, cronológicamente, Lo esencial de la discusión sobre artefactos en relación con sus atributos
con los grupos meridionales (N2, N3, N4 se equiparan con Sj, Sj, S3, S4). componentes se ha referido mínimamente al modelo general propuesto desde
174 Arqueología analítica Sistemas de cultura material —atributo y artefacto 175

un principio para los procesos arqueológicos (Fig. 11, postulados 1-16, piados en el sistema bruto para minimizar la cantidad máxima de disloca­
Cap. 2); —omisión deliberada, a efecto de que los cambios particulares, los ción sistémica a fin de asegurar la continuidad.
procesos y las regularidades en curso de estudio pudiesen corroborar de su Frente a esta situación, la nueva variedad de atributos puede adquirir la
lado la mayor parte de lo que el modelo trata en general. Sin embargo, en forma de un nuevo tipo de retoque sobre lasca, la idea de un utillaje es­
esta sección nos centraremos en las formas particulares con que el modelo tándar a base de hojas y no de lascas o, simplemente, la idea de incluir una
sistémico se aplica en este nivel particular de entidad, a saber, los atributos muesca o un remache en un punto inédito del utensilio. La mayor parte
de los artefactos. de este nuevo atributo será simplemente alternativa o disyuntiva, y el nuevo
Hemos identificado el sistema estudiado en este capítulo en tanto que atributo podrá ser asimilado por la población artefactual como un estado
sistema de atributos en los artefactos —los cuales no son más que subsis­ alternativo bajo un atributo de multiestado —un aumento cuantitativo del
temas del sistema de conjuntos culturales, y, a fin de cuentas, del sistema número de estados de atributo. De hecho, todos los estados de un atributo
cultural y su marco ambiental. Al nivel más bajo, el sistema de artefactos de multiestado son simplemente variedad alternativa o disyuntiva. Algunas
se sitúa en el contexto inmediato de una serie de otros sistemas artefactuales veces, la “nueva” variedad que penetra en el sistema a través de los canales
—el sistema artefactual queda inmediatamente acopiado como componente de acoplamiento será meramente redundante o confirmatoria puesto que este
de un sistema de conjuntos. Las fluctuaciones en el sistema de conjuntos sistema en particular ya posee este atributo concreto.
pueden correlacionarse, pues, con los cambios de sistemas artefactuales par­ La variedad de atributo contradictoria puede surgir de la necesidad de
ticulares. integrar los atributos de una espada de filo cortante con la forma de, y la
En el análisis de cualquier artefacto tipo es siempre útil esbozar las capacidad de usarse como, estoque. Estos requisitos contradictorios se cum­
categorías específicas de atributos y las interconexiones del sistema. El mo­ plen en el estoque de Keszthely-Boiu de la Edad del Bronce (Cowen, 1966)
delo del sistema debe recibir la estructura del artefacto en curso de estudio, y en la espada de “lengua de carpa” (Hencken, 1956); las “nuevas” formas de
lo cual además de expresar las relaciones evidentes entre los atributos del hoja son el fruto de una estrategia de compromiso o integradora. La alabarda
artefacto, puede poner de manifiesto conexiones inesperadas y clasificar los es precisamente una de esas “nuevas” variedades, utilizable, además, a modo
procesos de las posibles trayectorias del sistema de artefactos. El modelo de hacha de guerra; la javalina ofrece una solución alternativa del mismo
sistémico para un artefacto dado, o incluso, para cualquier entidad arqueo­ problema, compatible con la técnica de la estocada. Enmangar un arte­
lógica, pone de relieve el carácter altamente interconectado e integrado de facto ha sido siempre una fuente importante de variedad contradictoria y de
entidades culturales y sus procesos de cambio. Esos modelos impiden la con­ su reconciliación. La punta de un proyectil de piedra deber ser delgada
centración indiscriminada de la variación en un simple aspecto que nunca y lisa para asegurar la penetración máxima sin por ello dejar de quedar fuer­
puede quedar desconectado con la variación en numerosos otros aspectos temente sujeta a un mango relativamente grueso: una espiga en el extremo
del sistema (Fig. 5). del mango es, indudablemente, una de las mejores soluciones.
El esbozo preliminar de la cultura material en tanto que mero aspecto La variedad de atributo contradictoria es particularmente importante para
sociocultural o subsistema ya dejaba prever que el análisis de sistemas el arqueólogo puesto que a menudo es indispensable para la generación de
tramados de artefactos o atributos podía programarse en términos de in­ nuevas variedades de artefacto y atributos, las cuales son frecuentemente
teracción de la variedad (Cap. 3, III). Variedad dentro de las categorías de soluciones de compromiso inestables y de corta duración, con estados o valo­
variedad nueva (aumento), variedad alternativa (disyunción), variedad con­ res oscilantes, pero, igualmente, parte de la nueva variedad puede ofrecer
tradictoria (equivocación) y variedad confirmativa (redundante) —variedad un nuevo y significativo potencial. En todos esos casos una estrategia com­
que, a este nivel, significa variedad en los atributos. Ya hemos manifestado binando los atributos en el sistema puede adoptar una solución mixta,
que la nueva variedad de atributo puede solamente topar con un sistema aleatoria, optimizadora, satisfactoria o minimax. La estrategia de mezclar
artefacto/atributo en tanto que variedad externa difundida a partir de sis­ los atributos contribuye al mejor entendimiento de las dislocaciones y sus
temas vecinos a todos los niveles, o en tanto que variedad interna generada focos en el sistema artefactual así como a la definición de los atributos
en el mismo sistema sociocultural por accidente innovador, juego o inven­ clave.
ción —con el desarrollo por casualidad de nuevas cualidades surgidas sim­ Por consiguiente, el equilibrio en un sistema de artefactos consiste esen­
plemente del retramado de viejos componentes. La invención y la difusión cialmente en mantener todas las variaciones en todos los atributos compati-
proporcionan dos de los mayores procesos a este nivel de entidad arqueo­ <» bles con los propósitos asignados al artefacto en su creación y con el sistema
lógica, pero ni una ni otra pueden manifestarse sin la intervención del tercer sociocultural que lo generó. El equilibrio aparece en los tres niveles carac­
proceso de aceptación e integración. La integración de nueva variedad depen­ terísticos —entre atributos, entre los atributos y el artefacto y entre el sistema
de de que el sistema sea capaz de “reconciliar” los numerosos valores aco- artefactual y su contexto general. La oscilación inestable y la oscilación es-
176 Arqueología analítica Sistemas de cultura material —atributo y artefacto 177

Cambridge
Muerte Querubín Urna y Sauce Retrato

1830-39
20-29
10-19
1800-09
90-99
80-89 —
70-79
60-69
50-59
40-49
30-39
20-29
10-19
1700-09

Concord
Muerte Romano Querubín Urna y Sauce Retrato
1820-29
10-19
1800-09

60-69-------- S
50-59-----

20-29-
10-19
1700-09

Plymouth
Medusa Querubín

Fig. 48. Introducción del patrón en el sistema. Los condicionamientos


de una materia prima corriente, los condicionamientos de un ambiente
común, “E” y percepciones, conceptos y designios culturales comunes
1700-09 limitan estrictamente la gama de atributos seleccionados y direccional-
90-99
1680-89
mente correlacionados que definen la población de artefactos tipo.
Véase, también, Figs. 111, 112.

Fig. 47. La tendencia bilenticular de los atributos en las


tocástica a la ventura en las series de atributos de multiestado estables se
tradiciones estilísticas verticales (infrecuente, frecuente,
infrecuente) y poblaciones fásicas horizontales (arcaica, presentan con toda normalidad (véase un ejemplo de dichas trayectorias de
modal, prototípica) de un artefacto tipo; en este caso, las cambio oscilantes en las figuras 44-7). La función de la variación oscilante y
losas funerarias de Nueva Inglaterra de tres áreas en tér­ la oscilación a la ventura en la invención y en la producción por casualidad
minos de siete atributos de motivo. Obsérvese el modo de nuevas cualidades no deben subestimarse (Isaac, 1969). Inútil decir que,
móvil, desde la base izquierda a la cumbre a la derecha; al igual que en todos esos sistemas de entidades, son los generadores hu­
1700-1830, en cada caso. manos los que actúan como relés interconectando atributo con atributo y
Fuente: Dethlefsen y Deetz, 1966. artefacto con artefacto (Fig. 48). El artesano reintroduce en la constitución
178 Arqueología analítica Sistemas de cultura material —atributo y artefacto 179

fenotípica de la siguiente generación de artefactos las características modifica­ del sistema relevante a partir de los atributos esenciales, distinguiendo el
das de las precedentes poblaciones de artefactos (las Z, Fig. 9), lo cual sistema “arqueológico” de los artefactos de sus características naturales.
asegura continuidad de trayectoria a la población de artefactos, pero sin im­ Son los atributos esenciales los que expresan la “continuidad” del sistema
pedir que el formato del atributo y la dispersión se modifiquen continua­ en la forma del mismo sistema más que como una transmutación. Los atri­
mente. butos clave son detectables en la forma de atributos esenciales que no sólo
El fenómeno de retardo se representa por la distancia entre el comienzo cambian con el sistema cambiante sino que cambian en un patrón de rela­
de la modificación de la población de artefactos y la primera aparición de ciones correlacionado y covariante muy ajustado. Es este patrón de relacio­
la dislocación que precede al cambio necesario; el avance es la distancia nes que da a este artefacto tipo particular su identidad coherente a pesar de
entre las modificaciones que preceden a ciertos acontecimientos y el momen­ su gama de varición en los atributos componentes y sus estados. Los atri­
to en que estos se producen —la previsión normalmente elimina el peligro butos inesenciales, esenciales y clave dentro de una población de artefactos
de los acontecimientos. Un retardo o un avance de cierta duración son, a dependen del marco de referencia de la investigación, pero una vez determinado
menudo, precondiciones para la inestabilidad oscilante en un sistema de ar­ éste, la categoría particular de atributos particulares del sistema puede quedar
tefactos que hacen que el sistema parezca “perseguir” una solución de equi­ estadísticamente establecida (Judge, 1970).
librio estable —usualmente por oscilación de su población de atributos de La introducción sucesiva y acumulativa de los atributos clave y esencia­
varias maneras diferentes (Figs. 44, 45). Esta inestabilidad en la configura­ les en la trayectoria temporal del sistema define los umbrales a partir de
ción de los atributos del artefacto frecuentemente caracteriza “nuevos” los cuales el formato del artefacto específico se identifica por primera vez
formatos comprensivos destinados a mezclar la variedad contradictoria del como un todo, y el umbral terminal que es el último todavía reconocible
sistema. Los primeros desarrollos de un nuevo artefacto tipo suelen, por con­ dentro de los límites de este mismo formato. Retrospectivamente, y a la luz
siguiente, ofrecer una amplia variedad de variantes de corta duración que de­ de un formato específico, esos atributos esenciales y clave pueden conside­
saparecen dejando una o dos variantes estables como formas modales. rarse como direccionalmente correlacionados con la formación, y subsiguien­
Esta variedad inicial dentro de un solo artefacto tipo de un solo conjunto temente con la transformación sucesiva del sistema de atributos del arte­
no debe confundirse con la variedad subsiguiente en el mismo tipo, basada facto en particular. Estos “nacimiento” y “muerte” aparentes de un formato
en variantes regionales contemporáneas —cada una de las cuales es modal y de artefacto, son una de las cualidades antropomorfizadas del sistema bajo
estable para su propio territorio y su conjunto. esos términos ontogénicos. El concepto de “nacimiento”, “madurez” y
Cualquier población de artefactos puede definirse por la estructura sisté- ‘/muerte” de un artefacto oscurece los tres niveles de —el grado de per­
mica de la serie politética que registra sus atributos. Cualquier artefacto en feccionamiento del artefacto, el cambio en el número de artefactos produci­
el seno de dicha población tendrá una subserie particular de atributos pro­ dos, el cambio de formato del artefacto y su transformación de estado a
veniente de la gama del conjunto politético. Ya hemos visto las diferentes estado. Por consiguiente, la “muerte” de una población de artefactos
maneras con que la subserie de atributos definiendo un artefacto puede puede reflejar simplemente su vuelta a un formato simple sin complicacio­
fluctuar tanto cuantitativa como cualitativamente, absoluta y relativamente, nes, el cese total de su producción por una cultura dada, o su continuación
respecto a la serie politética general. Cada artefacto es, en cierto sentido, la en un estado de transformación radicalmente distinto de la gama arbitraria
personificación de una estrategia a pequeña escala, imaginada por su fabri­ de estados considerada como limitadora del formato “tipo”. La misma con­
cante para satisfacer e incorporar los requisitos de su fabricación, su con­ fusión se produce con relación a las entidades sistémicas superiores con las
texto y su utilización propuesta. El artefacto particular representa, por con­ mismas consecuencias agravantes para el análisis y la interpretación.
siguiente, una microestrategia que se expresa como una mezcla y una pro­ En conclusión podemos apreciar que los postulados del modelo general
porción particular de atributos específicos y estados de atributo —una pobla­ apuntan que las entidades arqueológicas pueden considerarse como sistemas
ción de dichos artefactos representa una serie de estrategias similares, o so­ dinámicos de atributos. El equilibrio o la estabilidad de dichos sistemas
luciones minimax, para un dispositivo particular de problemas ambientales parece instaurarse sobre todo en relación con la variedad de los atributos
competitivos e, incluso, conflictivos. El análisis de una población de arte­ —sea nueva, alternativa, contradictoria o redundante para el formato del sis­
factos de una sola categoría tipo puede servir para investigar los atributos tema. Esta clase de sistema debería ofrecer un equilibrio oscilante a los tres
como sistemas de atributos que adoptan determinada estrategia en relación niveles principales de acoplamiento —entre atributos, entre subsistemas de
con su fabricación y utilización. atributos y entre el sistema y su contexto. Los conceptos de atributos ine­
La identificación y las funciones de atributos inesenciales, esenciales y sencial, esencial y clave, correlación orientada, aproximación acumulativa
clave de un sistema de atributos de un artefacto tipo y su trayectoria ya de los umbrales y ontogenia aparente deberían poderse demostrar por el tipo
han sido discutidos en detalle, como también ha sido esbozada la gráfica de sistema modelado en los postulados. En este capítulo hemos tratado de
180 Arqueología analítica Sistemas de cultura material —atributo y artefacto 181

presentar los aspectos susceptibles de hallarse en el “comportamiento” (3) El alegato de que el atributo es “lógicamente irreducible” no es admitido
de los atributos, en las poblaciones de artefactos y sus trayectorias. El modelo por Steiger (1971), para quien semejante definición tomada al pie de la letra redu­
general puede ser imperfecto para determinados rasgos, pero parece prome­ ciría el atributo a las cuatro principales dimensiones físicas: longitud, tiempo, masa
y carga eléctrica. En un mismo orden de ideas, Hill y Evans (1972) escriben que
tedor de un futuro y poderoso desarrollo y de una utilidad por lo menos
todos los atributos son divisibles y no son “inmutables unidades naturales de ob­
temporal.
servación”. La crítica de Steiger recela un subterfugio semántico, pero puede preten­
derse que existen “niveles” en la definición de atributos, el de menor carácter general
Notas y de menor utilidad arqueológica de los cuales sería el “lógicamente irreductible”
definido en este capítulo (Doran y Hodson, 1975). Al mismo tiempo, Hill y Evans
(1) El concepto del autor de las relaciones entre “percepciones en la mente del toman en cuenta la flexibilidad inherente en la distinción hecha por el autor entre
artesano” y el artefacto y sus atributos es un ejemplo de la atitud metafísica estados acumulativo y cualitativo de atributo (págs. 138-40).
por la cual el arqueólogo alinea sus métodos tipológicos con la definición de los
artefactos tipo “reales”. Se supone que ésos han sido producidos específicamente
por sus autores con una función clara en la mente («cada atributo... es el equi­
valente de una muestra de “comportamiento” premeditado y decidido», pág. 138).
Las regularidades observadas por el arqueólogo en los artefactos tipo (p. ej., tamaño,
forma) son el resultado directo de “pautas mentales” o “conceptos tipos” entre la
población histórica o prehistórica que los fabricó. Este modelo tipológico, Hills y
Evans (1972) lo denominaron “empírico” en un estudio muy sugestivo conteniendo
diversos ejemplos prácticos de enfoques arqueológicos de los “tipos” y la tipología.
Dichos autores pretenden que los tipos son “reales” (no se trata de cúmulos
aleatorios de atributos), pero que una variedad de esos pueden definirse de acuerdo
con el problema o las hipótesis en curso de investigación. Además, no es obliga­
torio que las gentes que produjeron esos tipos se diesen cuenta de su creación.
Los tipos cerámicos definidos por Longacre (1970) y Hill (1970) en sus análisis
de la organización social en los asentamientos de los indios pueblo son demostra­
tivos: «aunque los ceramistas individuales tenían ideas definidas y sabían que ensa­
yaban la pintura de las vasijas pero sin darse cuenta de las minúsculas diferencias
de atributos tomadas en cuenta en’ esos estudios» (Hill y Evans, 1972). La existencia
de distinciones entre “taxonomías populares” y clasificaciones arqueológicas raras
veces ha sido estudiada. Birmingham (1975) y Gould (1974) señalan la existencia
de clasificaciones indígenas de cerámica y utensilios líticos en base a la función más
que a la forma, mientras que White y Thomas (1972) concluyen que los montañeses
de Nueva Guinea actuales «no consideran sus útiles sobre lasca como una serie de
tipos formales o unifuncionales sino como pedazos de piedra, parte de los cuales
pueden ser usados para realizar determinadas actividades» (pág. 278). Sus observa­
ciones sobre la variación intercomunitaria de tamaños tipo hacen suponer la existencia
de una “pauta” o “concepto de tipo”, aunque ello no sea explícitamente admitido
por la población local. Esta observación viene a apoyar la explicación según la cual
podría haber regularidad arqueológicamente decelable en los tipos de artefacto,
fruto de condicionamientos “ocultos” más que “declarados” entre las poblaciones
prehistóricas (White y Thomas, 1972).
(2) Doran y Hodson (1975) siguen a Childe en su distinción entre tipos que
incluyen un conjunto o cultura y los que distinguen esta entidad de otras de igual
rango. Childe denomina a esos últimos “fósiles tipo”, que pueden identificarse, según
Clarke, aquí, después de un análisis completo. Sin embargo, esto no elimina las pre­
cauciones a tomar con la palabra “típico” en este sentido puesto que su ambigüe­
dad (es decir, mientras no se cuantifique) puede causar confusión e interpretaciones
erróneas. (Véase Cap. 1 v).
¡

Artefacto y tipo 183

CULTURA
Un conjunto politético de categorías comprensivas de arte­
factos tipo que se presentan sistemáticamente juntas en
conjuntos dentro de un área geográfica limitada. Niveles:
5 Artefacto y tipo grupo cultural, cultura, subcultura.
GRUPO CULTURAL
Una familia de culturas CONJUNTO
transformes; culturas co­ Un conjunto asociado de artefacto tipo contemporáneos.
Los fenómenos arqueológicos pueden agruparse entre sí por laterales caracterizadas por
la sencilla razón de que los resultados de las experiencias y la compartición de una TIPO
tanteos individuales han sido comunicados a/y adoptados y gama politética pero esta­ Artefacto tipo específico; una población homo­
reproducidos por los miembros de otra sociedad. dos diferentes de losjnis- génea de artefactos que comparten una gama de
V. GORDON CHILDE, 1956, p. 8 mos artefactos tipo de estados de atributos sistemáticamente recurren­
multiestado específico. tes en un conjunto politético dado. Niveles:
grupo tipológico, tipo específico, subtipo.
TECNOCOMPLEJO
I Introducción Un grupo de culturas caracterizadas por ARTEFACTO
conjuntos que comparten una gama poli­ Cualquier objeto modificado por un con­
tética pero tipos diferentes específicos de junto de atributos humanamente im­
Las bases establecidas en los capítulos precedentes nos permitirán avanzar, las mismas familias generales de artefac­ puestos.
ahora, en la trama del modelo jerarquizado de las entidades arqueológicas tos tipo, compartidos como una respues­
(Fig. 49). Los atributos arqueológicos existen en la forma de cúmulos de ta ampliamente difundida y enlazada a ATRIBUTO
componentes de artefactos. El arqueólogo y el prehistoriador suelen subdi­ factores comunes en el ambiente, la eco­ Un carácter lógicamente irreducti­
nomía y la tecnología. La manifestación ble de dos o más estados, compor­
vidir el amplio dispositivo de artefactos en “artefactos tipo” o “familias”, material de convergencia cultural en una tándose como una variable inde­
mezclando intuitiva y sutilmente una estimación inconsciente de las similitu­ estrategia ambiental estable común. pendiente en un sistema de arte­
des en las series de atributos a partir de una apreciación fugaz del patrón factos específico. Una variable epis-
de utilización común de los artefactos en tanto que grupo. Es precisamente témicamente independiente.
esta mezcla indefinida de observaciones empíricas y de experiencia intuitiva
lo que ha originado gran parte del debate sobre la naturaleza real o ima­
ginaria del concepto de “tipo”. Debemos detenernos, pues, y analizar la base Fig. 49. Un modelo jerárquico esquemático de las principales entidades arqueológi­
de dicho concepto en términos de nuestras propias definiciones, con la espe­ cas dispuestas por orden creciente de complejidad sistémica. Cuanto más elevada
ranza de establecer una definición viable de esta entidad fundamental. la entidad en el esquema clasificatorio, mayor el contenido de información previsi­
La importancia del desarrollo de una definición adecuada para los ble.
artefactos tipo y su aplicación con todo el rigor posible revisten una im­
portancia considerable. Numerosos estudios contemporáneos, particularmen-' centajes relativos de dichos artefactos, y por consiguiente, comprometer su
te en el campo del Paleolítico, recurren ampliamente a las variaciones de interpretación. Este procedimiento resta fuerzas y elegancia a las técnicas ana­
los porcentajes relativos de determinados artefactos tipo, conjunto por con­ líticas y a la objetividad de los histogramas y curvas acumulativas de esos
junto. Algunos de los potentes y elegantes métodos modernos, como son el tipos intuitivos1.
análisis factorial y el análisis del componente principal, han sido aplicados a Es, desde luego, incongruente usar esas técnicas modernas a los niveles
este tipo de datos (Binford y Binfórd, 1966; Doran y Hodson, 1966). superiores de las entidades prehistóricas cuando la base y los niveles infe­
Sin embargo, son muy pocos entre esos estudios los que definen sus tipos riores son inadecuados e inseguros. Si se quiere utilizar técnicas perfec­
de artefactos unitarios a partir de algo más que una base intuitiva ar­ cionadas en los niveles superiores de interpretación, entonces, las entidades
bitraria de discutible objetividad y una aplicación de reducidísimo alcancen de nivel inferior deberán definirse de similar manera. El inconveniente que
imprecisa e insuficientemente definida en términos de atributos; con el representa tener que definir cada tipo de las principales categorías es la
consiguiente peligro de que una definición alternativa o contradictoria de contrapartida que nos garantiza la calidad de los resultados de unos aná­
los artefactos tipo de esos conjuntos podría alterar drásticamente los por- lisis largos y costosos.

UNIVERSIDAD DB ANTIOQUIA
BIBLIOTECA CENTRAL
184 Arqueología analítica Artefacto y tipo 185

II Sistemas de artefactos tipo retoque, todos los buriles presentan las huellas dejadas por el buril, toda
la cerámica está hecha con arcilla, etc., etc. Como ya se ha indicado,
A menudo se supone que los artefactos tipo son grupos lógicos destina­ uno de los aspectos vitales que debería investigarse en el futuro es la defini­
dos a un uso específico (puntas de proyectil, hachas, espadas, buriles, ción de las diferentes categorías estructurales de los grupos presentes entre
raspadores). Aunque un artefacto tipo suele coincidir con un grupo de ar­ los niveles particulares de las entidades arqueológicas y la determinación de
tefactos que comparten los mismos propósitos, ello no significa necesaria­ cómo precisamente esta estructura influye en las características de su com­
mente que el patrón de utilización constituya el rasgo necesario y suficiente portamiento. Este tipo de investigación sólo puede realizarse una vez que
para la definición de los artefactos tipo; al contrario, hay numerosos tipos de se dispone de numerosos casos analizados.
artefactos que comparten una utilización común, y numerosos artefactos tipo Volviendo al tema principal, supondremos que disponemos de cierta can­
únicos con múltiples y diversos propósitos en contextos socioculturales dife­ tidad de datos sobre las propiedades necesarias de un artefacto tipo.
rentes. Sucede igualmente que los prehistoriadores no logran definir el uso Sabemos que los artefactos se definen por los agregados de atributos que
preciso de numerosos artefactos, pero esto no impide que se continúe re­ los componen; esos atributos son de diferentes clases y estados y reflejan
partiendo los artefactos en tipos de utilidad desconocida. La relación entre aspectos del material empleado, de la forma, tamaño, detalle y localización
el uso y el artefacto tipo se limita a que los artefactos destinados a de­ de los detalles. Lo que nos interesa ahora, no es el patrón de fase está­
terminada utilización presentarán obligatoriamente un gran número de atribu­ tico de un solo atributo en una población sino los agregados de decenas o
tos y condicionamientos en común. centenares de atributos diferentes que concurren en la definición de los ar­
Los análisis deberían poder demostrar que los artefactos tipo son concebi­ tefactos como entidades completas. Podría pensarse que los artefactos tipo
dos en términos de series definidas de similitudes entre numerosos artefac­ son poblaciones de artefactos estrechamente interconectados entre sí en tér­
tos, de manera que el grado de similitud entre los artefactos del grupo es minos de afinidad entre sus series de atributos. El agregado de artefactos
mayor que cualquier similitud entre los artefactos de grupos separados. tipo representa una población comprehensiva de artefactos internamente
O, dicho de otra manera, entre grupos de tipos internamente similares el enlazados por un elevado nivel de similitud entre las series individuales de
gradiente de similitud decae exponencialmente —con la distancia. La se­ atributos, incluso cuando esos artefactos de la población varían entre ellos
paración de los cúmulos de tipos así definidos no podrá ser, desde luego, más siguiendo un patrón politético. Los artefactos tipo no son pues totalmente
que arbitraria. Además, el concepto de tipo parece expresar alguna relación politéticos ya que algunos de los atributos pueden ser compartidos por
compartida por una población de artefactos con una población estructurada todos los miembros del grupo.
de atributos. Se trata, pues, de extraer de todas esas observaciones una definición
Con los antiguos modelos-tácitos de entidad de tipo, los escépticos ha­ concisa y viable de un artefacto tipo o “tipo”. De momento podríamos
cían observar que no había dos artefactos, ni siquiera en el mismo arte­ admitir que un artefacto tipo es —una población homogénea de artefactos
facto tipo, con series o conjuntos de atributos completamente idénticos. que comparten una gama sistemáticamente recurrente de estados de atributos
Lo cual impedía definir las categorías de tipos como siendo las poblaciones en una serie politética dada.
separadas de artefactos portadoras, respectivamente, de los atributos 1-50 para
el tipo 1, 51 - 100 para el tipo 2, 101 - 150 para el tipo 3, etc., etc.,
en cúmulos de atributos claros, rígidos, mútuamente excluyen tes. Desafor­
tunadamente, en lugar de admitir abiertamente que los grupos arqueológicos III Regularidades del patrón de fase
no son de esta naturaleza, numerosos prehistoriadores continúan preten­
diendo que los conceptos de tipo, cultura y grupos culturales son de carácter Del concepto de tipo se desprende un curioso corolario: el término “tipo”
monotético. Con esa flagrante negación de la realidad se desvirtúa una de las es un nombre colectivo que expresa los atributos de una población de ar­
principales características de los grupos arqueológicos; a saber, que la mayo­ tefactos que varían dentro de determinados límites, aunque la palabra “tipo”
ría de ellos son politéticos (Fig. 3). puede usarse algunas veces en el sentido especial de un hipotético arte­
Ninguna propiedad o atributo son necesarios para pertenecer a un grupo facto tipo “medio” respecto al cual se producirían las variaciones de las
politético aunque nada impide o asegura la posibilidad de que alguna pro­ poblaciones de artefactos. Si se restringe este último significado de la ex­
piedad de conjunto puede ser suficiente para pertenecer al agregado. En presión “tipo” a una mera abreviación simbólica de la población de arte­
efecto, ni los taxa naturales ni los taxa arqueológicos no siempre son total­ factos en cuestión y sus atributos dispersos, entonces su uso es aceptable
mente politéticos puesto que algunos atributos pueden ser comunes a todos aunque peligroso. Muy pocos de los artefactos reales de dicha población
los miembros del taxon. Por ejemplo —todos los raspadores de sílex llevan responderán estrictamente al “artefacto medio” hipotético que incorpora
186 Arqueología analítica Artefacto y tipo 187

todos los atributos medios o modales —la mayoría de artefactos exhiben Fig. 50. Modelo “ideal” hipotético
algunos valores arcaicos, algunos valores prototípicos, y sólo una propor­ representando una población de
ción de atributos modales o medios. Cualquier arqueólogo que haya inten­ artefactos tipo específicos única como la
tado seleccionar un artefacto real en una población de muestras para ilus­ constelación nuclearizadade sus
©
trar todas las características “típicas” de dicha población, sabrá cuán atípico atributos intercorrelacionados.
Cada punto representa un atributo, el
resulta semejante artefacto.
núcleo circular refleja los atributos de
Quizá valdría la pena investigar la normalización de las constelaciones multiestado esenciales del sistema; el
de atributos que se acumulan para definir un artefacto tipo de acuerdo con espacio multidimensional es
nuestra propia definición. Pero este enfoque es difícilmente realizable a causa © globalmente distorsionado en un
de la falta de análisis exhaustivos de artefactos tipo prehistóricos a partir de espacio bidimensional.
sus atributos. De hecho, todas las propiedades de las entidades arqueológi­
cas superiores, desde los tipos hasta las culturas y los grupos culturales,
resultan artificiamente oscurecidas por la ausencia de análisis y experimentos
suficientemente detallados. Los prehistoriadores casi siempre se ven reducidos
a adoptar unas cuantas opiniones vagas e indefinidas, profundamente
convencidos que esos conceptos son y continuarán siendo imposibles de ma­
terializar —y así será, claro, mientras no se intente nada para cambiarlo. Sos­
pechamos que el tedio que representa el análisis, atributo por atributo, de cen­
tenares de artefactos es lo que realmente desalienta al prehistoriador. Por lo
tanto no queda otro remedio que sacar el máximo provecho de los pocos
análisis disponibles y combinar sus resultados con hipótesis especulativas y
por fuerza peligrosas.
Los análisis nos demuestran que en la serie de atributos definidos de una
población de artefactos, unos pocos atributos pueden encontrarse en cada
muestra —precisamente los que hemos reconocido como inesenciales en el
sentido de que son inesenciales para el sistema cambiante aunque puedan
serlo bastante menos para la función del artefacto tipo. Son atributos
sistémicos inesenciales, por ejemplo, características tales como el hecho de
que todos los bifaces sean de piedra, que todos los puñales y espadas de
determinado tipo lleven empuñadura de remaches, que todas las vasijas de
determinado tipo tengan la misma forma de borde, etc., etc. Esos pocos
atributos inesenciales compartidos por todos los ejemplos del tipo suelen ser
el núcleo de atributos esencialmente funcionales que impiden que el conjunto
de atributos de la población sea plenamente politético. Como quiera que se
hallan en toda muestra de la población, es evidente que dichos atributos
ofrecen un coeficiente de correlación del 100 % en el tipo; cada uno de
ellos presentándose indefectiblemente junto con los demás. Esos atributos
universales son, desde luego,excepcionales por comparación con los atributos
asociados menos universales. Estos forman la mayor parte de los atributos Fig. 51. Un análisis práctico que computa una configuración bidimen­
esenciales del sistema y suelen ofrecer un aspecto más equilibrado, más sional de intercorrelaciones de atributo a partir de un procedimiento
funcional e idiosincrático, quizá debido a su correlación óptima de un 60 % de escalonamiento multidimensional. La población de este ejemplo es una
aproximadamente con algunos otros atributos en la población del tipo. población (760 vasijas) de artefactos tipo específicos con múltiples sub­
tipos durante unos 500 años— cerámica del Vaso Campaniforme británico
Por último, a la franja extrema o penumbra de la gama de atributos per­
definida por 39 atributos básicos. Las pruebas externas demuestran el
tenecen. los caracteres que se dan conjuntamente en este tipo de artefactos avance de las trayectorias del desarrollo A-B-D (AOC, E, W/MR, BW,
pero sólo a un nivel mutuamente esporádico. Numerosos atributos con. un E. Anglia) y A-C-E-F (E, Nj.4, Sp4) en paralelo en diferentes regiones.
188 Arqueología analítica
Artefacto y tipo 189

elevado aspecto idiosincrático y un reducido aspecto funcional entran en


esta categoría general de caracteres exóticos y ocasionales. Esos atributos
pueden tener menos de 10 7o de nivel de correlación con cualquier otro
atributo en la población de artefactos tipo.
Es particularmente importante comprender que lo que aquí se trata es
de la estructuración de los atributos de la población en términos de correla­
ción o frecuencia de presencia mutua conjunta y no simplemente su frecuen­
cia individual en la población. La presencia global de un atributo en la po­
blación puede ser absolutamente rara —quizá ocurriendo sólo diez veces en
diez mil artefactos— pero a cada artefacto en que aparece este atributo
puede añadírsele cualquier otro atributo igual de raro. En tal caso, la fre­
cuencia de presencia de dichos atributos en la población de artefactos
puede que sólo sea del 10/10.000 pero su relación mútua alcanzará el 100 7o.
Sin embargo, dada su infrecuente presencia total, su correlación con otros
atributos más numerosos y corrientes será muy baja —exactamente 0,1 7o con
cualquiera de los atributos presentes en todos los 10.000 artefactos. Po­
demos esperar, pues, que una constelación de atributos con distancias pro­
porcionales a la correlación entre pares de atributos presente varios núbleos
agregados, con un núcleo principal de subnúcleos agregados y correlacionados
Fig. 52. Una representación de la distribución de los coeficientes de correlación
entre sí. Dicho modelo requeriría, obviamente, un hiperespacio multidimen- producto-momento entre 39 atributos cerámicos en una población (760) del Vaso
sional, pero este puede limitarse y distorsionarse en dos o tres dimensiones Campaniforme del Neolítico reciente británico (c. 2000-1400 a. C.). Una población
mediante varias técnicas prácticas (Fig. 51). de artefactos tipo específicos con múltiples subtipos.
El propósito de esas observaciones es subrayar la impresión de conjunto
que surge del estudio de los atributos acumulados para definir artefactos tipo.
En el modelo resultante vemos que entre la constelación de atributos de­
finiendo la serie politética del tipo puede haber uno o más cúmulos nucleares
estrechamente correlacionados de atributos covariando muy de cerca, con
enlaces de correlación del orden del 90-100 7o. La mayoría de los atributos
de la serie politética se presentan conjuntamente a un nivel menos pronun­
ciado con algunas correlaciones con los cúmulos nucleares de atributos
del orden del 60 7o. Quedará, pues, una minoría de atributos admitidos
esporádicamente como una penumbra exterior con menos de 10 7o de co­
rrelación con cualquier otro atributo (Fig. 50). La impresión que se extrae
es la de un núcleo de atributos agregados unidos por altos niveles de co­
rrelación mutua, con anillos exteriores de atributos correlacionados de orden
sucesivamente decreciente. Si se distorsiona la representación en un sistema de
coordenadas, el modelo aparece como una distribución unimodal en campana
de atributos, en términos de sus coeficientes de correlación (Fig. 52). Cada
atributo individual tiene, lógicamente, una medición de correlación con cual­
quiera de los otros atributos del sistema, algunos de los cuales serán del
nivel más bajo, y otros de niveles mucho más elevados.
Ejemplos. Para los modelos multidimensionales reales de atributos en los Fig. 53. Un análisis de cúmulo k de 65 espadas de Hallstatt C descrito por 19 atribu­
artefactos tipo tenemos los análisis del Vaso Campaniforme británico (Fig. 51), tos representados en un diagrama de dispersión bidimensional. Círculos blancos
las espadas hallstátticas, las fíbulas de la Edad del Hierro (Fig. 54), (Hodson, —espadas continentales; círculos negros —espadas británicas; Ha = Hallstatt;
Eb = Ebberston, Yorks; Fe = espadas de hierro de Court-St. Etienne, Bélgica.
1971; Doran y Hodson, 1975), los bifaces achelenses británicos y las hojas Fuente: Doran y Hodson, 1975.
190 Arqueología analítica
Artefacto y tipo 191

Orden calculado, dos dimensiones factos tipo. Una vez más es posible que este modelo u otro mejor nos sirva
de modelo predictivo y comprobable de bajo nivel, capaz de detectar y aislar
O artefactos tipo o de determinar el patrón de su desviación respecto al ideal
0 °
B8 _5 27 teórico.
eD O
25 U Un efecto secundario de este análisis nos permite reducir, en parte, la
28 © 6
o confusión creada por el uso del término “tipo” en diferentes niveles de
® <9oo ©
4 © 20© 22 complejidad y significado (ver págs. 23-26). Veamos las siguientes afir­
30
16 © 23 maciones:
17 © ©
© 26
15© © 21 un raspador de sílex es un artefacto tipo
© 10A 11 © un raspador sobre lasca de sílex es un artefacto tipo
24 18 © e 1 una raedera lateral sobre lasca de sílex es un artefacto tipo
14 2
Tensión 0,0047 y el ejemplo equivalente:

una espada de bronce es un artefacto tipo


Orden calculado, una dimensión una espada pistiliforme de bronce es un artefacto tipo
una espada pistiliforme de bronce de tipo de Erbenheim es un artefacto
i
H OO B0000®@©©@©©©©@©©©@©©©0© © ©@
iii tipo.

25 4 5 16 23 17 10 20 11 14 3 9 2 21 En esas afirmaciones sucesivas la palabra “tipo” se utiliza a niveles de


8 27 28 24 15 22 19 2618 13 12 6 1 30 complejidad bastante diferentes, relacionados únicamente por su jerarquiza-
Tensión 0,0085
ción dentro de la misma serie general. En los ejemplos citados hay tres
niveles separados —el nivel grupo de artefactos tipo, o familia general
Fig. 54. Proximidades calculadas de las fíbulas de la Edad del Hie­
rro por fragmentación multidimensional; en distorsión bidimensio- de función y material (raspadores de sílex, espadas de bronce); el nivel de
nal (arriba) y en distorsión unidimensional (abajo). artefactos tipo específicos (raspadores sobre lasca de sílex y espadas pistili-
Fuente: Hodson, Sneath y Doran, 1966. formes de bronce) y, finalmente, el nivel de la variante o subtipo (la raedera
lateral sobre lasca y la espada de bronce de Erbenheim).
Sin embargo, ahora surge el problema —¿qué niveles arbitrarios de la
prehistóricas de dorso rebajado australianas (Glover, 1969).
jerarquía podrán designarse como subtipo, tipo o grupo de tipos o familia?
El resultado de estas especulaciones sugiere que un artefacto tipo tiene
¿puede afirmarse que poblaciones de artefactos tan distintas como los ras­
una realidad que reside en el núcleo altamente correlacionado de atributos
padores de sílex, espadas de bronce, ollas y microlitos representan taxa de
en un grupo exterior de atributos de niveles de correlación decrecientes.
rango equivalente? El número de niveles que etiquetan el subtipo, tipo o
Cada tipo puede representarse por un cúmulo nuclear y su penumbra aunque
grupo de tipos es prácticamente infinito y los arqueólogos son totalmente
los tipos correlacionados muy de cerca compartirán inevitablemente atributos
contradictorios en el empleo del término “tipo” y en la asignación de éste
de sus anillos constelares pero guardando cúmulos nucleares distintivos y
al nivel correspondiente de complejidad de la entidad. Aunque se admita
peculiares y una estructuración de correlación general. En un análisis de
el carácter arbitrario de los niveles subtipo, tipo, y grupo de tipos, la confu­
las relaciones entre poblaciones de tipo diferente pero relacionado, es la dis­
sión persistirá mientras no se sistematice la arbitrariedad.
posición y el intervalo entre las constelaciones lo que expresa la interre­
Volviendo ahora a nuestro modelo de correlación de la constelación
lación entre los artefactos tipo.
multidimensional de atributos podremos empezar a comprender la base y la
La importancia general de este estudio ha sido el demostrar que pese a
dificultad del problema. Los núcleos de atributos estrechamente correlaciona­
las irregularidades de los elementos individuales, las poblaciones de atributos
dos y a menudo recurrentes incluyen a muchos de los atributos sumamente
presentan relaciones definibles y una estructura coherente. El modelo des­
funcionales comunes a una familia utilitaria de artefacto-tipo que contri­
crito en esta sección representa un esbozo de las regularidades y del con­
buyen a definir su especialidad de bifaz, raspador o espada. Estos complejos
dicionamiento en la acumulación de atributos en las poblaciones de arte­
estructurados de atributos se observan bajo la misma forma general en ar­
192 Arqueología analítica Artefacto y tipo 193

tefactos tipo o en constelaciones de tipos bastante diferentes —normalmen­ jidad y contenido correspondientes. La información general sobre el concepto
te en el núcleo de correlación superior. Sin embargo, en el anillo externo de artefacto tipo en tanto que unidad puede resumirse y ordenarse como si­
de atributos (en el que se observa un 60 97o de correlación, como máximo, gue:
con los atributos nucleares) éstos incluyen muchos de los atributos idiosincrá-
(1) Los artefactos pertenecen a una y simultáneamente a tres amplias
categorías de series que se intersectan —a un grupo de tipos, a un
tipo específico y a un subtipo.
(2) Grupo de tipos —el grupo de artefactos tipo o familia; un grupo
de artefactos tipo colaterales de afinidad relacionada, caracterizados
por una subseríe común de atributos constituyentes que definen un
complejo uso funcional condicionador y la materia prima. Un nivel
de fenones inferior de afinidad, quizás inferior a 30 %, cohesionando el grupo
de fenones como un todo.
(3) Tipo —artefacto tipo específico: una población homogénea de arte­
de fenones factos que comparten una gama de atributos sistemáticamente re­
currentes en una serie politética dada. No hay dos artefactos del
mismo tipo obligatoriamente iguales en cualquier atributo aislado,
de fenones y ningún artefacto necesita poseer todos los atributos del conjunto
—un nivel intermedio de afinidad de un 30-60 97o cohesionando la
población como un todo.
(4) Subtipo —subtipo de artefactos o variante; una subpoblación homo­
génea de artefactos que comparte una serie dada en un conjunto
politético de atributos de un artefacto tipo. Una supoblación con un
Fig. 55. Dendrograma ilustrativo de la formación de fenones.
Fuente: Sokal y Sneath, 1963. elevado nivel de afinidad, quizá 60-90 %, cohesionando los indivi­
duos en un todo.
(5) El artefacto tipo puede ser representado en términos de una conste­
ticos menos generales y más específicos del artefacto tipo —este nivel medio
lación nucleada de atributos que definen la serie politética y dispues­
es el que mejor se equipara con el artefacto tipo, el tipo específico o sim­
tos en términos de su correlación mutua en el espacio multidimen-
plemente el nivel tipo de la terminología corriente. En el anillo más exterior
sional. ,
—con una correlación máxima del 10 97o— la intersección alcanza la mayoría
de los atributos y complejos de atributos que definen la gama completa de (6) Las poblaciones de los subtipos de artefactos deben representarse
como núcleos secundarios o cúmulos de atributos sumamente corre­
subtipos o variantes en la población del tipo principal.
lacionados en la constelación total del artefacto tipo.
Una de las más importantes contribuciones de la taxonomía numérica
(7) La presencia de varias poblaciones distintas de artefactos tipo en
ha sido la posibilidad de utilizar los diversos niveles internos de afinidad y
una población muestra debería representarse por múltiples núcleos
diagramas de correlación como -medidas comparativas del rango de los
separados en la galaxia general de atributos.
grupos en determinadas intersecciones —utilizando una unidad denominada
fenon (Fig. 55) (Sokal y Sneath, 1963). Esta técnica permite comparar el rango
de los artefactos tipo y los subtipos de forma más objetiva al tiempo que ofrece IV Regularidades en el patrón temporal
la base de una terminología cada vez más estandarizada. Este tipo de subdi­
visión establece el nivel 80 97o de afinidad o diagrama de correlación a nivel de En una sección del capitulo precedente vimos rápidamente las tres principales
fenon 80; el nivel 60 97o al nivel del fenon 60 y él nivel de 10 97o al categorías de cambio en las poblaciones de artefactos tipo cambiantes y
nivel de fenon 10. Sería igualmente posible, en base a numerosos y deta­ entramos en el detalle de la más sencilla de las tres (Cap. 4, IV, ii).
llados estudios de este tipo, establecer los mejores niveles arbitrarios para Recordaremos que las tres categorías incluían
los rangos comparativos del subtipo, tipo y grupo de tipos. En la espera de
lograr esos objetivos debemos esforzarnos por mantener el uso sistemático (i) el cambio cuantitativo y la oscilación de numerosos atributos,
de esos términos, con sus distintas implicaciones, a los niveles de comple­ (a) en tanto que variación del número de atributos diferentes que
194 Arqueología analítica Artefacto y tipo 195

definen la serie politética de sucesivas fases de población; ñas tendencias de los atributos, no se coordinan obligatoria y sencillamente
(b) en tanto que variación en el número de atributos diferentes uno con la función del otro. Puede suponerse que un artefacto tipo dado
por artefacto en fases sucesivas; puede tener un número creciente de atributos por artefacto y en su serie
(c) en tanto que variación en ambos (a, b) aspectos conjunta­ general, mientras el sistema de artefactos se transforma gradualmente de un
mente, en una variedad de tendencias combinables; tipo homeomórfico a otro —aunque la cultura puede terminar bruscamente
(ii) el cambio cuantitativo y la oscilación en fracciones de la propia la fabricación del tipo. Un artefacto tipo puede hallarse en la mitad de un
población de artefactos tipo, en fases sucesivas, desarrollo hacia una forma más complicada y pese a ello, la cultura puede
(iii) el cambio cualitativo y la oscilación del sistema de artefactos tipo decidir interrumpir su manufactura. La tendencia en los números de atributos
en tanto que sistema estructural. y estados de atributo puede operar independientemente de la tendencia
de output local y estado del sistema total. Por razones evidentes, es
Los aspectos más complejos (ii) e (iii) fueron intencionalmente dejados usual que una cultura esté desarrollando sistemáticamente el perfecciona­
de lado hasta aquí puesto que están estrechamente vinculados con la onto­ miento del formato de un artefacto al mismo tiempo que reduce su pro­
genia de los artefactos tipo. Recordaremos que la analogía orgánica y on­ ducción. En consecuencia, las tres tendencias con frecuencia, pero no umver­
togénica del nacimiento, crecimiento, madurez y muerte prestaba a la confu­ salmente separadas, se refuerzan entre sí produciéndose una caída de la pro­
sión o permanecía inexplícita respecto a los niveles de cambio involucra­ ducción acompañada por una caída de perfeccionamiento y desarrollo del
dos y al significado de la analogía. Podemos resumir, ahora, el estudio sistema.
de esos procesos residuales y tratar de establecer las implicaciones de la De nuevo, tenemos una situación en la que pueden manifestarse tres
analogía. grandes grupos de tendencias diversamente relacionados entre sí, y suponien­
Una vez más, el objetivo principal es la detección de la trayectoria tem­ do que cada tendencia presente los estados alternativos —aumento, estabi­
poral de las categorías generales de cambio para cualquier regularidad sus­ lización, disminución— ésos presentarán una variedad de 27 combinaciones
ceptible de ser utilizada en el análisis. El cambio y la oscilación más importan­ de tendencias-posibles. Un análisis arqueológico de estos tres aspectos de
te de los artefactos y atributos es el cambio de los números relativos de un artefacto tipo cambiando con el tiempo puede ser particularmente in­
un artefacto tipo experimentado en las fases sucesivas de la trayectoria formativo si estas tres tendencias pueden aislarse para estudiar su relación
temporal del tipo. Este cambio cuantitativo y la oscilación son brutos por­ entre ellas.
que eclipsan y cortocircuitan las fluctuaciones de todos los demás atributos El aumento o la disminución en números absolutos de un artefacto tipo
—un atributo dado no puede existir ni fluctuar independientemente si es pueden formar parte de una oscilación de la moda, pero lo más normal es que
único para un artefacto tipo que haya dejado de fabricarse. reflejen cambios en el sistema sociocultural y especialmente, pero no exclusi­
El output de un artefacto tipo dado a intervalos de tiempos sucesivos vamente, cambios en la estrategia económica. La oscilación numérica con el
se expresa normalmente en relación con el output de otros tipos en cada transcurso del tiempo de un artefacto tipo dado a menudo adopta un pa­
muestra —el artefacto tipo A formaba 25 % del conjunto de la muestra. trón conocido —el patrón lenticular doble que ya hemos encontrado en las
Obviamente esta expresión debe efectuarse a la luz de precauciones y proce­ tendencias modales del estado de los atributos (Fig. 56). De la misma manera
dimientos de muestreo adecuados. Con esas precauciones, el output relativo con que un estado particular de atributo es seleccionado con mayor insis­
de artefactos tipo particulares en un conjunto cultural refleja una estrategia tencia hasta transformarse en un estado modal, sólo para verse poco a
particular por parte de la sociedad que reconcilia las demandas competitivas poco reemplazado por otro estado de atributo, hasta este momento poco
de tiempo de trabajo y su repartición frente a la variedad dislocadora frecuente, vemos aparecer, por primera vez, artefactos tipo cuya presencia
del ambiente prevista (avance, Fig. 11). En este sentido, los porcentajes crece y se extiende hasta que acaban sustituidos por (o se transforman en)
de los diferentes artefactos tipo en un conjunto representan la expresión un artefacto más eficaz o hasta que la finalidad con que fue empleado es
parcial de una estrategia mezcladora o mixta respecto a aspectos de la si­ abandonada (Fig. 57). Es importante que se entienda que la instauración
tuación ambiental y sociocultural. Los sistemas socioculturales particulares se de dicho patrón se debe a razones en gran parte independientes pero simi­
caracterizan por estrategias particulares globales y, por consiguiente, por su lares en los atributos de los artefactos tipo y en los artefactos tipo de los
autorrealización física en la forma de artefacto. conjuntos. El patrón no es el mismo en ambos casos por la simple razón de
La oscilación cuantitativa en el output relativo de determinados artefactos que el artefacto tipo es una integración de atributos que cambian de dicha
tipo representa, por consiguiente, los reajustes o cambios sucesivos en una mañera, sino porque los artefactos tipo y los atributos oscilan de la misma
estrategia cultural —algunos insignificantes, otros espectaculares. No obstan­ manera por razones muy parecidas —en particular, el proceso cultural
te, aunque esas oscilaciones brutas cortocircuitan y quizás interrumpen algu- ininterrumpido de selección y desarrollo de aspectos sucesivos de la amplia e
196 Arqueología analítica Artefacto y tipo 197

Categorías de artefactos tipo específicos con este modelo y sus supuestos (Fig. 60). Esos estudios permiten determinar
2 3 4 5 6 las fases en las cuales grupos completos de artefactos tipo se presentan
T 1 I T T con aspectos terminales o iniciales, grupos de modos de cambio que, a
menudo, traducen la sustitución de un conjunto o complejo de tipos por
otro. En ocasiones, puede llegarse a distinguir patrones de tendencias poco
marcadas en grupos completos de artefactos tipo indígenas de los patrones
fragmentarios e irregulares a veces asociados con objetos esporádicamente
importados o intercambiados.
Es evidente, pues, que los artefactos tipo tienen una ontogenia cuantitativa
en el sentido de que aparecen una primera vez, aumentan en frecuencia y
luego dejan de fabricarse. Aunque la curva de crecimiento no tenga que

DIFERENCIAS DE PORCENTAJE EN TIPOS DE CERAMICA


o •eo
Q.
E CHALAN PIAO
H
Marianas corriente Marianas roja Marianas variedad-roja Relleno de cal

Escala ES 10%

Fig. 56. Modelo “ideal” hipotético para una secuencia continua de es­
tados de artefactos tipo específicos (1-6) sucesivamente dominantes y
grados de una simple trayectoria de conjunto cultural. El modelo de . 'ABRIGO ROCOSO DE LAULAU

distribución bilenticular “ideal” —lenticular en ontogenia de tradi­ Marianas corriente Marianas roja Marianas variedad-roja Relleno de cal
ción vertical y lenticular en distribución de fase horizontal (estados
arcaicos, modales, prototípicos) —una distribución que puede investi­
garse en los datos pertinentes (véase Figs. 57-60).

inevitable gama de atributos y artefactos tipo disponibles. No obstante, la 6


importancia de esta doble dispersión lenticular y de su moda móvil es la
misma para los estudios de la relaciones conjunto/tipo que para los estudios
de las relaciones artefacto tipo/atributo —el patrón equivale a un modelo pre- Escalad 10%
dictivo aproximativo: toda concordancia o desviación respecto al mismo nos
será útil para el examen de la situación estudiada. Fig. 57a. Ejemplos de las curvas de ontogenia bilenticular para artefactos
Como prueba de la realidad de este patrón y para ilustrar cómo puede tipo específicos en sucesivas fases de conjuntos. En el caso presente, tipos
buscarse y usarse, nos referiremos a algunos ejemplos prácticos, distinguien­ de cerámica estratificados en abrigos rocosos de las islas Marianas, Microne­
do entre ejemplos estratificados reales de este patrón lenticular doble sia. Hacia 800-1400 d. C.
(Figs. 57 -9) y ejemplos de materiales que han sido ordenados de acuerdo Fuente: Spoehr, 1957.
198 Arqueología analítica Artefacto y tipo 199

ser forzosamente unimodal o poco acentuada, en un número sorprendente


de comprobaciones resulta ser así (Figs. 57-60). Queda por realizar todavía
una importante labor de recogida y evaluación comparativa de categoría de
frecuencia en las curvas de crecimiento para los artefactos de los conjuntos.
Sin embargo, además de ontogenia cuantitativa, la población de artefactos

Basin, Tennessee River Valley, Paleoindio hacia 800-2000 a.C. —comparados con conjuntos de fase de otros
Fig. 57b. Un ejemplo de las curvas de ontogenia bilenticular para artefactos tipo específicos en sucesivas fases
de conjunto. En el caso presente, tipos de puntas de proyectil estratificadas en el sitio Ct. 27 de Pickwick

sitios (obsérvese la transición de las puntas de javalina a las puntas de flecha hacia la época de la introducción
tipo exhibe las mismas propiedades en un aspecto muy diferente en relación
con el cambio cualitativo y la oscilación del sistema de atributos correla­
cionados de la entidad en tanto que constelación estructurada cambiando
con el tiempo. Es precisamente esta versión dinámica del modelo de fase
estática primitivo que conviene desarrollar más a fondo en cualquier examen
del “comportamiento” de la trayectoria temporal de los sistemas de ar­
tefactos tipo.
El cambio cualitativo del sistema de artefactos tipo en tanto que sistema
estructurado representa, simplemente, la trayectoria temporal del modelo de
correlación y otra forma de considerar las manifestaciones de los tipos de

N.° serie
1 - 20
21-40
41 - 60
61 - 80
81 -100

101 -120
121 -140
141 -160
161 -180
181 -200
201-220
221 -240
241 -260
261-280
281 -300
301-320
321-340
de la cerámica).

341-360

Fig. 58. Un ejemplo de las curvas de ontogenia bilenticular para arte­


factos tipo específicos en sucesivas fases de conjunto. En el caso pre­
sente peines de madera tallada maorís estratificados en Kauri Point,
Nueva Zelanda, hacia 1600-1800 d. C. (la curva de irregularidades en
este caso se debe principalmente a la imposición de una estratigrafía
profunda arbitraria en un pantano no estratificado).
Fuente: Shawcross, 1964.
ZOO Arqueología analítica Artefacto y tipo 201

SOLUTRENSE FINAL DE BOURDEILLES abandonan; los atributos se desplazan de los anillos exteriores de correla­
1 ipub
solutrenses Pta. de ción a posiciones en los núcleos; lentamente surgen nuevos núcleos secun­
Raspador Perfo fósiles Hoja de Hoja de dorso
SITIOS Raspador doble
-------------- 1---------- ---------- ,
rador directores
j
laurel
------- 1---------
sauce solutrense PDSA darios como complejos de atributos correlacionados, y los anteriores núcleos
............... t----------------- i í 1
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ocupar una posición central prominente en tanto que expresión modal del
Fourneau du r» lil t í1 11
Diable III
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1111 1l 11 11 tipo. Pese a la evidencia de la analogía cosmológica, es indiscutiblemente
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ll guiente, el “comportamiento” del sistema de los cúmulos de atributos
inf. 11 IV
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1
1
II
(
1
1
1 1
correlacionados y sus niveles cambiantes de intercorrelación.
' 11 I
Uno de los problemas fundamentales es la determinación de si una serie
de entidades arqueológicas está conectada por una relación cultural directa
Fig. 59. Un ejemplo de las curvas de ontogenia lenticular para artefactos entre sus generadores o si cualquier afinidad entre los componentes de la
tipo específicos en sucesivas fases de conjunto. En el caso presente, los arte­
serie reposa sobre bases más generales. Se trata, pues, de estimar el grado
factos tipo de piedra están estratificados en el abrigo de Fourneau du
Diable en la región de Bourdeilles, en Francia —un asentamiento del Pa­
AURIÑACIENSE DE LA VEZERE
leolítico superior del tecnocomplejo solutrense.
Buriles Raspadores Carenados Retoque Otros Láminas Láminas
Fuente: Collins, 1965. buscoides alternos auriñac. buscoides aurinac. estranguladas
SITIOS Todos los buscoides Búscales
carenados - Buscoides
--------]-------

Fau relie

Cellier— Ruth
superior C
cambio ya estudiados/Puede resultar útil recurrir a varios modelos alterna­ Belcayre—Renne

tivos de aunque sea un solo proceso dinámico, a fin de que sus regula­ Lartet Gorge
d’enfer
ridades aprovechables puedan completarse entre sí, puesto que, en este caso, Belcayre—Metairie

los diversos modelos se utilizan tácitamente con bastante confusión en los Cellier inferior A
Castanet superior C
estudios de ontogenia de los artefactos y conjuntos.
Castanet inferior A
Hasta aquí tenemos un modelo estático que expresa la estructura de una
población de artefactos tipo en tanto que constelación nuclerarizada de atri­
butos dispuestos en complejos de cúmulos y en núcleos secundarios en térmi­
nos de la intercorrelación de atributos en el espacio n dimensional (véase
pág. 187). Si queremos desarrollar algún modelo del “comportamiento” AURIÑACIENSE DE LA CORREZE
de generaciones sucesivas o poblaciones de fase de estos artefactos —el Chanlat superior

output fenético de una fase correspondiendo al input de la fase siguiente. Dufour

En realidad, los desarrollos sucesivos de un artefacto tipo se producen Chanlat inferior

en varios sitios dispersos aunque interconectados con secuencias y líneas de Font Yves

desarrollo diferentes pero relacionadas. Sin embargo, la trayectoria del siste­ Piezas con Dufour y
escotadura Font Yves
ma dinámico de la población de artefactos tipo en curso de desarrollo
puede expresarse arbitrariamente como una simple integración de dichos sub­
Fig. 60. Dos ejemplos de las curvas de ontogenia lenticular para artefactos tipo
sistemas y linajes en un solo desarrollo multilinear y en mosaico. El re­
específicos en sucesivas fases del conjunto. En esos ejemplos los artefactos tipo
gistro arqueológico proporciona sucesivas y esporádicas líneas de desarrollo Uticos, o sus frecuencias relativas, son seriadas para los sitios de territorios muy
dentro del tronco de desarrollo continuo, siendo la ordenación relativa de restringidos —sitios auriñacienses en el valle de la Vézére y en el de la Corréze,
esas secciones de fase muestra en relación con la orientación del tronco de en. Dordoña, Francia. Aunque esos conjuntos provengan del tecnocomplejo auri-
la tradición el principal tema de investigación del arqueólogo. ñaciense, esas líneas de sedación regional aportan pruebas de las entidades cultura­
En el modelo dinámico la constelación nucleada de atributos cambia inin­ les componentes.
terrumpidamente; se incorporan nuevos atributos al sistema, y los viejos lo Fuente: Collins, 1965.
Arqueología analítica Artefacto y tipo 203

de afinidad o similitud entre las entidades y de su eventual interpretación


como linaje genético y filético, o como mera afinidad fenética no trans­
GRUPO CULTURAL X misible. En tanto que problema sistémico la cuestión se reduce básicamente
a determinar si una entidad o sistema puede ser una transformación de otro,
o si los sistemas de atributos son tan diferentes como para excluir esta
posibilidad. La taxonomía numérica y el análisis de sistemas no pueden
por sí solos resolver este tipo de problemas pero sí ofrecen la única base de
valoración objetiva de la afinidad y del grado de transformación incurrido,
cuyos resultados podrán contrastarse con los casos de referencia, con el
factor tiempo y otros factores intervinientes. Si se demuestra que las entida­
des poseen un alto nivel de afinidad y, quizá, series politéticas con una am­
plia zona de intersección compartida, entonces, podría contemplarse la posi­
bilidad de una relación filética. Si, además, un análisis de las estructuras de
correlación de los atributos revela complejos comunes o patrones de rela­
ciones de atributos, especialmente entre los atributos idiosincráticos, enton­
ces la posibilidad de que se trate de una conexión de transformación
y de una relación filética adquiere mayores visos de realidad.
En relación con los artefactos tipo este problema corrobora que los
artefactos tipo de un conjunto o agregado puedan pertenecer a dos grandes
categorías de relaciones:

Tipos transformes, compartiendo una misma ascendencia; de hecho, esta­


dos tipo sucesivos o de multilinaje de la trayectoria temporal del sistema de
un solo artefacto tipo, separados unos de otros por meros umbrales. De
acuerdo con este concepto, numerosos artefactos se comportarían como es­
tados de una serie de un solo artefacto tipo de multiestado de la misma
manera en que un atributo puede ser un atributo de multiestado. El
concepto de tipos y estados tipo de multiestado reviste gran interés prác­
tico en la definición y aceptación de los grupos de cultura como entidades
arqueológicas.
Tipos independientes, desprovistos de conexiones y derivaciones mutuas
aunque puedan ser utilizados en un solo conjunto cultural.

La aceptación de la relación entre esas dos categorías de artefactos tipo


permite mejorar el planteamiento de varios problemas. Si, en las fases suce­
sivas de un conjunto, una serie de artefactos tipo cae en desuso y otra aparece,
la interpretación de la situación dependerá de si los tipos son mutuamente
independientes o, simplemente, tipos de transformación. Si una serie de
Fig. 61. Una ilustración esquemática de la relación uniendo un grupo de tipos independientes es sustituido por otra durante un corto espacio de
conjuntos culturales X', X”, X’” con un grupo cultural X por virtud tiempo, entonces podrá notarse una influencia dislocadora. Si las series de
de sus conjuntos politéticamente compartidos de estados transformes de
los mismos artefactos tipo específicos; transformes los tipos x\ x”, x’” en tipos estuviesen relacionadas como estados tipo transformados a través de
varios estados fásicos (1-4). La trayectoria puede imaginarse como despla­ algún umbral, se obtendría una clase diferente de información. Los conjuntos
zándose de la base hasta la cumbre, o viceversa, y la divergencia/ incluidos en la trayectoria de un mismo sistema cultural deberían compartir
convergencia atribuida a condicionamientos ecológicos o de otros conjuntos de tipos de transformación pero probablemente en estados tipo
ámbitos. distintos (Fig. 61). La forma en que la producción gradual y sucesiva de
204 Arqueología analítica Artefacto y tipo 205

near, lo que lo genera son los desarrollos multilineares interconectados en los


centros dispersos de producción, una combinación de trayectorias de sitios in­
dividuales complejamente interreticulados. A lo largo de la trayectoria del
sistema total algunos atributos constituyentes se mostrarán particularmente
variables y los atributos funcionales mucho menos.
Los atributos inesenciales permanecen en el sistema dinámico total todo
el tiempo o pueden ir y venir sin que se note diferencia vital alguna. Los
atributos esenciales y atributos clave constituyen el núcleo de atributos idio-
sincráticos y funcionales altamente correlacionados y el halo de atributos
menos correlacionados. El dispositivo, aunque continúe conservando algunos
cúmulos de atributos y relaciones, presentará, no obstante, una oscilación y
un movimiento constantes de atributos hacia afuera y dentro de los cúmulos
del núcleo y una emigración constante de dichos atributos de un nivel de
correlación a otro. Un modelo dinámico de cambio constante y de trans­
formación pero que guarde un mínimo de continuidad —por lo menos
hasta que el tipo cese de existir.
Así, pues, el fin de un sistema de artefactos tipo puede producirse de
Fig. 62. Un modelo esquemático de la trayectoria temporal de un sistema
tres maneras:
arqueológico en el que los sucesivos estados de población están representados
por las trayectorias diversamente intercorrelacionadas de los componentes (1) Transformación. La introducción sucesiva de nuevos atributos o es­
que incluyen el sistema. El modelo representa una serie de estados sisté- tados de atributo para formar acumulativamente un nuevo formato
micos sucesivos, cada uno de ellos expresado como una distorsión bidi- artefactual; acompañada simultáneamente por la pérdida gradual de
mensional del diagrama de intercorrelación de las propiedades de la pobla­ la sintaxis de atributos clave por el proceso opuesto de correla­
ción de fase respectiva (véase Figs. 53, 54, 66). El sistema y los componentes ción orientada. Si la transformación es profunda y si el umbral
pueden ser atributos de un artefacto tipo, o artefactos tipo específicos del formato clave se rompe, la transformación puede constituir un
en un conjunto cultural cambiante, u otras entidades arqueológicas. “tipo” nuevo. Si la transformación permanece restringida al umbral
de formato —entonces sólo tendremos un nuevo estado de tipo o
atributos puede transformar acumulativamente un tipo de estado en estado y variante.
de umbral en umbral ya ha sido tratada e ilustrada en términos generales (2) Desplazamiento. El.desplazamiento físico de un artefacto tipo de un
en la hipótesis de factores múltiples y de efecto acumulativo (Cap. 2, III). conjunto o locus y su sustitución por una nueva alternativa —el
Si pasamos de la especulación general al estudio práctico de estos tipos de producto de la disyunción competitiva o equivocación.
cambio, necesitaremos un modelo de la trayectoria temporal del artefacto (3) Cese. La terminación de la producción de un artefacto tipo —su
tipo puesto que éste es más dinámico que estático (Fig. 50). Este modelo interrupción total sin sustitución, normalmente por razones de re­
puede conceptualizarse como una serie de sucesivos estados de sistema a dundancia.
intervalos infinitesimales de la trayectoria temporal —de ahí que no sólo
el sistema total posee una trayectoria temporal sino que también la tienen Esos fenómenos de transformación y desplazamiento se observarán igual­
los atributos del sistema. mente en los sistemas de las entidades arqueológicas superiores —en los
El sistema del artefacto tipo dinámico en tanto que sistema empieza a conjuntos, culturas, grupos de cultura y otros tecnocomplejos. Pero la termi­
adquirir una existencia decelable como integración sucesiva y acumulativa nación absoluta y total de la producción es característica de los sistemas de
de una serie de atributos esenciales y atributos clave direccionalmente co­ entidades más bajas —atributos y artefactos tipo; la continuidad puede
rrelacionados que pueden cruzar un umbral definible que marca la primera ser solamente interrumpida a esos niveles más bajos. Si la transformación
aparición de un formato de tipo específico. Luego, el sistema se transfor­ es suficientemente seria y que por tanto modifique el formato de los atributos
mará continuamente de un tipo de estado a otro y de un umbral a otro clave existentes, entonces la población de artefactos puede desarrollar cua­
—los estados sucesivos siendo, todos, tipos de transformación del tipo lidades recién surgidas que precipitarán un nuevo formato y nuevas variedades
multiestado. Aunque el modelo representa una trayectoria de sistema unili- clave, constituyendo así una invención genuina.
Artefacto y tipo 207
206 Arqueología analítica

atributo uno y donde n es el número de atributos en el aspecto del sistema


Hasta aquí hemos establecido un modelo de sistema y tratado de com­
objeto de estudio. Alternativamente, el nivel general de intercorrelación de
prender en términos generales cómo puede empezar, desarrollarse y acabar.
“coherencia” podría expresarse mejor calculando el momento de inercia de
En estos cambios fluctuantes revisten particular importancia aquéllos que im­
la red de correlación. Puede que se requiera cierta experimentación para
plican cambios en los valores de correlación referentes a cúmulos o complejos
llegar a la medida más práctica de la “coherencia” pero no se puede dudar
de atributos en el tipo —especialmente los referentes a atributos clave.
de que esta característica conceptual de sucesivas fases en esta trayectoria
El modelo de trayectoria temporal del cúmulo de atributos estáticos podría
sistémica puede medirse en una escala relativa.
conceptualizarse como un haz de trayectorias de atributos con grados de
En contraste con este fondo de sucesivos tipos de poblaciones con niveles
correlación entre las hebras constituyentes continuamente variables. Si un
conocidos de intercorrelación de atributos o “coherencia”, es posible pensar
atributo en la población de artefactos va siempre acompañado por otro
en términos de medición de la “fuerza” fluctuante del artefacto tipo y las
atributo, entonces formarán, conjuntamente, un haz estrechamente correla­
tradiciones de conjuntos, variando de una incoherencia informativa a una
cionado en el cambiante sistema de artefactos. Si, por otra parte, uno de
incoherencia estable. La “fuerza” del sistema crece con el crecimiento de la
los atributos es acompañado por otro en el complejo, a algún nivel de
correlación entre atributos y su desviación decreciente respecto a modos
frecuencia más bajo —digamos, por ejemplo, un caso de cada cinco— este
cada vez mejor definidos. El “nacimiento” de un artefacto tipo representa,
corresponderá a una trayectoria menos correlacionada en el haz. Hay grados
pues, la introducción sucesiva y la creciente coherencia de un núcleo de
decrecientes de correlación desde la correlación total hasta la ausencia total
atributos clave direccionalmente correlacionados dentro de la serie politética
de variación interdependiente. Durante la trayectoria temporal del sistema
definidora del sistema. En este sentido, el tipo se vuelve cada vez más co­
del tipo, los atributos en los complejos y cúmulos se desplazarán hacia^aden-
herente o integrado, y cada vez más claramente definido, hasta que llega
tro y fuera de los diversos niveles de correlación entre las hebras del haz,
el momento en que deberá ser interrumpido, de lo contrario el proceso se
alterando así la caracterización del tipo con el transcurrir del tiempo.
invierte, y un rápido cambio impone al atributo clave un nuevo formato,
Un aspecto muy significativo en este contexto es el concepto de “cohe­
y al sistema un nuevo estado —el “nacimiento” de un nuevo tipo de trans­
rencia” o grado general de integración, o intercorrelación mutua de atribu­
formación. Evidentemente, los niveles fluctuantes de correlación entre los
tos en los tipos y de los tipos en los conjuntos culturales. Si en fases suce­
componentes representan uno de los aspectos cruciales que informan la ana­
sivas de poblaciones de una tradición de artefactos tipo se observa que el
logía ontogénica del “nacimiento”, de la “madurez” y de la “muerte” del
núcleo de los atributos altamente correlacionados está decreciendo cons­ sistema.
tantemente en su nivel de intercorrelación mutua, entonces este cambio
Un ejemplo práctico nos ayudará a entender mejor el proceso. Imagi­
puede conceptualizarse como una disminución de la “coherencia” del forma­
nemos la situación en los'lechos I-II del desfiladero de Olduvai. La tran­
to del artefacto —hasta el punto de volverse “incoherente”—; mientras que
sición y la transformación particulares que nos interesan aquí es el caso
niveles crecientes de intercorrelación entre los atributos definidores de un
hipotético de los primeros tipos de bifaces amigdaloides que surgen a partir
artefacto tipo, en fases sucesivas de su trayectoria temporal definen, cada
de las primeras variedades de útiles sobre cantos y de cantos bifaces. En
vez más, el formato del tipo —aumentando la “coherencia” de dicho tipo.
esa situación podemos imaginar que transcurren milenios de continuo uso
La importancia del concepto de “coherencia” en tanto que expresión de
de estos útiles, durante los cuales, sin embargo, variación y modifica­
los niveles cambiantes de la correlación de los atributos en un sistema es­
ciones experimentales atributo por atributo van introduciendo sucesivamente
triba en que puede aplicarse, igualmente, a la “coherencia” de los tipos en
nuevos caracteres en la serie politética que define los útiles sobre cantos.
términos de artefactos tipo. Las implicaciones de estos niveles separados de
Los atributos que identificamos retrospectivamente como los atributos que
organización deben ser consideradas por separado, pero el concepto operante
se encuentran direccionalmente correlacionados hacia el tipo de bifaz amig-
es el mismo en ambos casos —un ejemplo más de la misma. sintaxis
daloide son, por tanto, introducidos acumulativamente en la gama de va­
operando en diferentes niveles jerárquicos. En principio, es perfectamente
riación.
factible establecer una medida taxonómica de la “coherencia”, o nivel de
Primero puede aumentar la tendencia hacia un achatamiento lateral
intercorrelación de atributos, de poblaciones sucesivas de artefactos tipo
para una mejor acomodación del útil a la palma de la mano, después al­
provenientes de un solo tipo. Esta medida debería ser como la media geo­
guien más puede acentuar el retoque secundario alrededor del borde radial,
métrica para cada fase de población:
salvo en el talón, mientras que otros especímenes pueden adquirir una forma
cada vez más puntiaguda atendiendo a determinadas exigencias funciona­
Media geométrica = (%! X X2 X X3 ... X x„)
les, etc., etc. Poco a poco en la constelación politética del artefacto tipo
ancestral aparece un nuevo núcleo que crece ininterrumpidamente en con­
donde x2 es el producto de todos los valores de correlación positivos del
208 Arqueología analítica Artefacto y tipo 209

tenido y nivel de intercorrelación —desarrollándose, así, una variante estable. más lentos. El cambio excepcionalmente rápido de atributos o complejos
La serie politética definidora del tipo de útil resulta, pues, ampliada por de atributos particulares en los sistemas de artefactos tipo suele ir asociado
los nuevos y recurrentes cúmulos de atributos. Eventualmente, podrá pro­ con cambios socioculturales o ambientales, los cuales producen, momentá­
ducirse una división de la nueva serie siguiendo las líneas funcionales, a neamente, focos de dislocación con respecto al artefacto y la variedad de
medida que las nuevas propiedades del formato recién surgido van siendo sus atributos. Retrospectivamente, esos brotes de desarrollo dividen la trayec­
mejor apreciadas, desarrollándose la formalización, la diferenciación y la es- toria temporal del artefacto tipo y, dado que producen un rápido cambio a
pecialización de patrones de uso divergentes del artefacto. El tipo de canto nuevos modos de caracterización de atributos, registran el desarrollo de
y de protobifaz continúa, pero las exigencias funcionales decantan una va­ “nuevos” tipos de transformación, estados tipo y subtipos. Parece, pues,
riante amigdaloide de aceptación creciente. Este proceso quizá represente el
tipo de desarrollo acumulativo que presidió la aparición del tipo bifaz2.
El proceso puramente teórico que acabamos de describir esquemática­
mente ilustra la idea de una coherencia continuamente creciente del tipo y ENTIDADES
de la formación ininterrumpida de núcleos secundarios de cúmulos de atri­
ABCDEFGHI
butos en la constelación politética de atributos de una población. Sabemos
que esta idea de coherencia refleja un proceso bastante tangible y obje­
SUPRA
tivo —el grado creciente de correlación mutua entre determinados atributos
ENTIDAD
hasta entonces ausentes del sistema o, como máximo, presentes en la penum­ Estado III
bra del nivel de baja correlación. Este modelo es importante porque nos
Transición
permite darnos cuenta de que es posible estimar y expresar el nivel de corre­
lación de los atributos en un sistema de fases sucesivas de una secuencia
de desarrollo. Como ejemplo práctico ilustrativo de la metodología podemos
mencionar la coherencia cambiante de tres fases sucesivas de una tradición
cerámica de un asentamiento estratificado de los indios arikara analizada
por Deetz (1965)3. Con técnicas del tipo descrito, el proceso del “nacimiento”
y “muerte” de los artefactos tipo puede investigarse detalladamente. Estado
De todo ello se desprende, pues, que los principales factores intervi- fásico II
nientes en la definición de las entidades arqueológicas y su ontogenia pue­
den ser las relaciones cambiantes de correlación de los componentes del
sistema —relaciones que pueden medirse o estimarse mediante técnicas ade­
cuadas. Otro factor de igual importancia es la tasa de cambio de los com­
ponentes del sistema. Entre los dos, esos factores permiten definir los umbra­
les entre sistema y sistema y entre tipo de transformación y tipo de trans­
formación.
Si postulamos un artefacto tipo cambiando lentamente como la expre­ Transición

sión de la fluctuación de los componentes de sus atributos durante siglos


de desarrollo continuo, entonces, aunque la disimilitud entre los primeros y Estado
fásico I
los últimos ejemplos del tipo será muy considerable, el desarrollo habrá sido
tan gradual por pasos infinitesimales, que la secuencia total aparecerá
como una población de artefactos homogénea en el tiempo y el espacio,
reposando en una serie politética —y aparecerá como un tipo. Algo parecido Fig. 63. La trayectoria temporal de una supraentidad definida por un
a esta situación poco usual es lo que se observa en el millón de años de sistema de entidades o caracteres componentes A-I. Los estados fásicos
desarrollo de un tipo homogéneo o familia tipo de bifaz (Isaac, 1972; Fig. 4.3 sucesivos de la supraentidad están separados entre sí por umbrales de
y pág. 181). Sin embargo, en la secuencia de desarrollo de la mayoría de transición de los cambios correlacionados entre sus componentes sisté-
artefactos tipo, este desarrollo gradual y constante es interrumpido por fases micos —cúmulos de nodos de cambio. La supraentidad y las entidades
componentes pueden ser un artefacto tipo y sus atributos, o un conjun­
de cambio acelerado alternando con fases más largas de cambio y desarrollo
to cultural y sus conjuntos de asentamiento.
210 Arqueología analítica Artefacto y tipo 211

que la identidad de los nuevos tipos a veces depende de las secuencias de (a) conviene distinguir entre tipos de transformación y tipos inde­
desarrollo homogéneo separadas por nodos de cambios maximizados. pendientes,
Ahora se trata de determinar cuan diferente debe ser cualquier tipo para (b) la variación en los niveles de correlación entre atributos y en
que se le pueda llamar “nuevo” —la definición de los nodos de cambio los complejos de atributos (coherencia sistémica) parece ser uno
acelerado. Desgraciadamente, los estudios prácticos indican que el punto de los principales cambios capaces de alterar el estado del sis­
nodal para un atributo no necesita estar correlacionado con los puntos tema total,
nodales de cambio en los otros atributos. Es muy raro encontrar un caso (c) la variación en las tasas de cambio introduce el factor capaz
en el que todos los atributos de un sistema cambian rápida y conjun­ de delimitar y definir las fases en qué números particularmente
tamente —es más frecuente que cambien en una secuencia gradual (Fig. 63). elevados de atributos cambian su caracterización modal en una
Sería lógico tomar estas secuencias de nodos de cambio acumuladas pero secuencia escalonada y conexionada —fases de cambio ace­
escalonadas como constituyendo una respuesta importante a algún estímu­ lerado.
lo y como capaces de caracterizar, conjuntamente, un nuevo estado de
identidad con cierta credibilidad. Por consiguiente, en un artefacto tipo La analogía con el “nacimiento”, el ”crecimiento” y la ”muerte” on­
cambiando con el tiempo los haces de la trayectoria del atributo pueden togenéticas puede aplicarse con diferentes significados a cualquiera de los
definirse en uno y otro extremos por los cúmulos de nodos de cambio tres (i-iii) amplios niveles de cambio mencionados. Es evidente que esos tér­
máximo —sin ignorar el hecho de que todos los atributos exhibirán espo­ minos se refieren bien a cambios cuantitativos en el número de atributos
rádicamente nodos aislados en varios puntos de la trayectoria. La defini­ o artefactos, bien a cambios cualitativos en un estado de sistema total
ción de estos nodos acumulados de máxima tasa de cambio en numerosos —confundiéndose entre sí, por lo usual, esas diversas implicaciones. Res­
atributos correlacionados depende, una vez más, de la aplicación de los pecto a los cambios sistémicos cualitativos y a la ontogenia del sistema, los
métodos taxonómicos. En la práctica, el problema es resuelto dándole un dos principales factores que intervienen son la intercorrelación cambiante de
falso sentido de estados tipo independientes “evidentes”. los atrbutos y la tasa de cambio, en este orden. Es particularmente signi­
Podemos resumir, ahora, los principales rasgos de los artefactos tipo que ficativo que esos factores sean relativos y no absolutos. Numerosas indica­
cambian con el tiempo —incorporando a los puntos ya establecidos desde ciones apuntan la insuficiencia de los datos arqueológicos en general para la
un principio los últimos que acabamos de estudiar. Los tres amplios e in­ obtención de valores absolutos aunque sí sean útiles para valorar factores
terconectados niveles de cambio en la trayectoria temporal de la población relativos tales como covariación y tasas de cambio correlacionadas. De hecho,
continúan siendo los mismos pero ahora se les puede añadir algunos de­ y en la medida en que tengan el menor significado, los términos ontoge­
talles suplementarios. En efecto, la trayectoria temporal de los artefactos néticos —nacimiento, crecimiento, madurez y muerte— equivaldrían a la ad­
tipo parece ofrecer: misión intuitiva de analogías entre las tasas de cambio y en la coherencia
cambiante en los sistemas orgánicos y en los sistemas socioculturales.
(i) el cambio cuantitativo y la oscilación numérica de los atributos del
sistema;
(a) en tanto que variación en el número de los diferentes atribu­ V Regularidades en el patrón sistémico
tos que definen el conjunto politético de sucesivas fases de
población, De nuevo, el principal objeto de esta sección es subrayar y unificar el
(b) en tanto que variación en el número de los diferentes atri­ “comportamiento” del sistema general de atributos disperso todo a lo largo
butos por artefacto en fases sucesivas, de la discusión del concepto de artefacto tipo. La mayor parte de las re­
(c) en tanto que variación en ambos aspectos (a) y (b) conjunta­ gularidades en el “comportamiento” de los sistemas de atributos ya han sido
mente, en una variedad de tendencias combinatorias. descritas en términos generales en relación con los atributos en los arte­
(ii) el cambio cuantitativo y la oscilación numérica de la propia pobla­ factos (Cap. 4, sección V).
ción de artefactos tipo, en fases sucesivas —los patrones lenticulares Ya se ha insistido en la necesidad de considerar la variedad de los
dobles horizontales y verticales. atributos en términos de valores nuevos, alternativos, contradictorios y re­
(iii) el cambio cualitativo y la oscilación de los sistemas de artefactos dundantes en relación con sistemas particulares de artefactos que exigen un
tipo en tanto que sistema estructurado —en el que los cambios de reajuste mutuo constante de los componentes con objeto de minimizar la
atributo de bajo nivel pueden modificar el sistema total de estado dislocación del conjunto. La dislocación y el desequilibrio se producen de
a estado y quizá cambiarlo en un sistema bastante “nuevo”; cuando en cuando en las relaciones entre atributos de los complejos es­
212 Arqueología analítica Artefacto y tipo 213

pecíficos de atributos, entre complejos en el tipo, y entre el artefacto determinar el modelo de las clases de tendencias intervinientes en el “na­
tipo y su contexto sociocultural. En cualquier tradición de artefactos tipo cimiento”, la “madurez” y la “muerte” del sistema —no sólo a este nivel
en cualquier momento dado, suele haber varios focos interrelacionados, de atributos en los tipos sino ulteriormente para los tipos en las culturas y,
detectables en sucesivas fases de población, en las que el cambio rápido y la así, sucesivamente.
adaptación se produce para atender determinadas contingencias. Esos cam­ Se trata de una especulación particularmente arriesgada y precaria a
bios en los atributos y en los complejos de atributos suelen adoptar la causa de la carencia ya lamentada de estudios adecuados de los datos
forma de inestabilidad oscilante en la que las poblaciones del tipo exhiben pertinentes, aunque ya se empiece a investigar en este sentido (Clarke, 1962).
una amplia gama de soluciones muy diversas y de corta duración despla­ Por consiguiente, el modelo aquí esbozado no pretende otra cosa que delimi­
zándose hacia un consenso más estable y un formato de atributo relativa­ tar las variables implicadas y provocar modificiaciones más realistas.
mente estable. En general es característico de la rica interconexión de cul­ Las principales tendencias estudiadas incluyen
tura material que la matriz de transiciones admita y exprese desarrollos
multilineales entrelazados particularmente complejos —no suele existir una cambios en numerosos estados de atributo definidores de la serie
trayectoria única y homogénea en el desarrollo de los artefactos tipo. politética general,
Si las circunstancias son tales que permitan la existencia de un gran cambios en numerosos atributos por artefacto (en promedio),
número de focos de cambio acelerado afectando a la mayor parte de los cambios en numerosos artefactos por estado de atributo (ubicación
atributos clave del sistema de artefacto tipo, entonces es probable que esos de la tendencia central),
cambios correlacionados y acelerados transformen el formato del sistema cambios en el nivel de intercorrelación de los atributos (coherencia),
total de un estado de tipo a otro —o, incluso, en un sistema de tipo cambios en las tasas de cambio de los atributos de estado modal a es­
nuevo recién surgido. Este proceso implica la integración sucesiva y acumula­ tado modal.
tiva de un nuevo juego de atributos direccionalmente correlacionados, que
diversifican imperceptiblemente la variedad del sistema hasta alcanzarse de­ Esas son algunas de las tendencias oscilantes que pueden reforzarse mu­
terminado umbral y producirse un formato de artefacto efectivamente dife­ tuamente en una variedad prácticamente infinita de patrones de cambio. Los
rente. La definición de dichos umbrales depende de que se identifiquen cambios fluctuantes deberían marcar los umbrales en la trayectoria temporal
y midan los cambios cuantitativos y cualitativos correlacionados en los del sistema más o menos así:
atributos y su dispersión en la población artefactual, y que se identifiquen,
asimismo, las breves fases de cambio excepcionalmente rápidas en los atri­ (0) Umbral — “muerte/nacimiento”
butos. Esos grupos de nodos de cambio delimitan los umbrales y dan pie Poblaciones sucesivas de un artefacto tipo exhibiendo números cre­
para una subdivisión de la secuencia ininterrumpida de estados de artefac­ cientes de estados de atributo en sucesivas series politéticas,
tos tipo. Los diversos estados tipo de un tipo de multiestado representarán números decrecientes^ de atributos por artefacto (media de la po­
a la vez a los estados sucesivos de la secuencia y a los estados contem­ blación),
poráneos o variantes en el seno de la trayectoria multilinear del tipo. números decrecientes de artefactos con estados de atributos modales
Los cambios en el estado tipo y el formato plantean el problema de la ralentizando la tendencia central,
ontogenia del artefacto tipo. Ya hemos dedicado algún espacio a este com­ niveles decrecientes de intercorrelación general entre atributos,
plicado concepto, afirmándose la impresión de que las combinaciones de tasas crecientes de cambio de los atributos de estado a estado.
tendencias reforzadoras y correlacionadas contribuyen a fijar eL flujo de
formato a formato. Esas tendencias pueden ser detectadas, igualmente, en el (1) Formativo — “crecimiento”
espacio, donde reflejan subtipos y variantes contemporáneas, o en el tiempo, Poblaciones sucesivas de un artefacto tipo exhibiendo números de­
donde reflejan subtipos sucesivos —el subtipo siendo, nuevamente, un estado crecientes de estados de atributos en sucesivas series politéticas,
tipo. Aunque las tendencias pueden actuar separadamente unas de otras, no números crecientes de atributos por artefacto,
es menos cierto que están estrechamente interrelacionadas y logran sus efectos números crecientes de artefactos con determinados estados de atribu­
por interacción acumulativa de sus tendencias superpuestas. to clave —una tendencia central nueva y creciente,
La transición de estado de sistema a estado de sistema es un cambio nivel de intercorrelación general entre determinados atributos
elusivo que sólo puede representarse gráficamente con grandes dificultades clave,
en términos de numerosos aspectos arbritrarios. No obstante, esos cambios tasas decrecientes de cambio de los atributos esenciales de estado a
son suficientemente importantes como para que valga la pena verificarlos y estado.
214 Arqueología analítica Artefacto y tipo 215

(2) Coherente — ‘ ‘madurez’ ’ Como ya se ha dicho, la cultura puede interrumpir bruscamente la manu­
Posiciones sucesivas de un artefacto tipo exhibiendo números crecien­ factura de determinado artefacto tipo, incluso en el momento preciso de
tes de estados de atributos en sucesivas series politéticas, su máximo perfeccionamiento y coherencia de formato —esto es lo que ha
números crecientes de atributos por artefacto, ocurrido con las trayectorias temporales de algunos aviones militares con­
tendencia central máxima de artefactos alrededor de los estados de temporáneos. Hay, además, otras maneras de combinar las tendencias obser­
atributo clave, vadas una con otra y con grandes fluctuaciones en la producción del tipo. La
nivel máximo de intercorrelación entre determinados atributos, secuencia de modelos esbozada es un ideal puramente hipotético pero no por
tasas mínimas de cambio de estado a estado. ello pierde su utilidad como modelo con que contrastar la trayectoria de la
población de un artefacto tipo procedente de un yacimiento estratificado con
(3) Post-coherente — “decadencia” varios niveles.
Poblaciones sucesivas de un artefacto tipo exhibiendo números de­ Por más cuidado e imaginación que se ponga en ello, resulta impo­
crecientes de estados de atributos en sucesivas series politéticas, sible abordar los cambios de la cultura material sin recurrir a términos
números decrecientes de atributos por artefacto, conceptualmente “cargados”. Puede que evitemos la proliferación de térmi­
tendencia central decreciente de artefactos alrededor de estados ante­ nos orgánicos tan insatisfactorios como son nacimiento, crecimiento, madu­
riores de atributo clave, rez, florescencia, muerte, pero que se mantenga otra terminología ligera­
nivel decreciente de intercorrelación general entre determinados atri­ mente menos cargada —integración, desintegración, transformación, etc.,
butos esenciales, etc. Importa subrayar que al usar esos términos en la descripción de la cul­
tasas crecientes de cambio de estado a estado. tura material, sus implicaciones no rebasan el marco específico de referencia
atribuido a los artefactos materiales. No queremos decir con ello que esos
(0) Umbral — “muerte/nacimiento” cambios y procesos se producen conjuntamente en un medio aislado o que
Poblaciones sucesivas de un artefacto tipo exhibiendo números cre­ sean el reflejo de idénticos cambios en los aspectos no inmateriales de las
cientes de estados de atributos en sucesivas series politéticas, culturas afectadas. Al contrario, lo que tratamos de establecer es cómo
números decrecientes de atributos por artefacto, unos cambios generados por unos desarrollos y unos estímulos desconocidos
tendencia central decreciente de artefactos alrededor de estados de en los subsistemas sociales, religiosos, psicológicos y económicos de la so­
atributos anteriormente modales, ciedad se cumplen con el cambio del exoesqueleto de la cultura material.
nivel decreciente de intercorrelación general entre atributos, tasas Nos limitamos a examinar los procesos externos por los cuales una cultura
crecientes de cambio de atributos de estado a estado. muda de piel; el porqué una cultura tiene que cambiar de forma espectacular
de aspecto externo ya es otro tema. Lo que importa de momento para el
Este esbozo insiste en la afirmación hecha anteriormente de que los tér­ desarrollo de la arqueología es que por primera vez no sólo es posible con-
minos ontogenéticos sólo adquieren un significado arqueológico y cultural a ceptualizar esos cambios sino que también se les puede medir y expresar
partir de determinados patrones de cambio repetidos presentes tanto en los en términos relativos.
sistemas orgánicos como en los sistemas socioculturales. Siempre que sea po­
sible deberíamos esforzarnos por substituir esas analogías intuitivas por de­ Notas
talles explícitos de la base común —el proceso vital por el que una aptitud
intuitiva puede transformarse gradualmente en una disciplina. El coste de (1) Véase Bindford (1972) por una respuesta a esta crítica.
la transformación son los repetidos tanteos y errores de las sucesivas tenta­ (2) Este ejemplo concreto debe revisarse a la luz de los trabajos de Mary Leakey
tivas cada vez menos ingenuas para resolver esos complicados problemas. y otros en Olduvai Gorge (resumidos, p. ej., en Isaac, 1969). Durante por lo menos
Debe suponerse que el proceso de cambio de modelo esbozado bajo las medio millón de años la industria olduvayense no ofrece cambios radicales en la tipo­
directrices ontogenéticas es a la vez sumamente idealizado y sólo toscamen­ logía y la morfología de los útiles, aunque entre los nuevos tipos que aparecen en
la cumbre de la Capa I en Olduvai haya el “proto bifaz”. Pero no se puede obser­
te significativo. Que puedan existir otras combinaciones y permutaciones var el desarrollo local paso a paso del canto trabajado olduvayense al bifaz, que
de las diversas tendencias fluctuantes, es algo que ya es sabido —otras ten­ esos protobifaces hacen suponer y que las tipologías tradicionales recogen. Al con­
dencias han sido probablemente omitidas por error y otras ingenuamente trario, los conjuntos de bifaces aparecen bruscamente en la Capa II al lado de con­
tratadas. Hemos omitido, por ejemplo, en este resumen la tendencia bruta juntos olduvayenses prácticamente al completo.
que debe atravesar las fluctuaciones continuas del formato del sistema —la Las razones de este cambio tecnológico aparentemente abrupto han sido postula­
producción cuantitativa absoluta del artefacto tipo generador del sistema. das por varios autores. Para Mary Leakey los conjuntos de bifaces achelenses de
216 Arqueología analítica Artefacto y tipo 217

Olduvai son intrusivos y serían el resultado de un desarrollo más gradual de los con­ importantes “umbrales” en la tecnología lítica «de forma que determinadas técnicas
juntos olduvayenses en otras regiones. Esta interpretación, junto con el modelo gene­ o están presentes o ausentes y que las expresiones intermedias sean prácticamente
ral de David Clarke del cambio sistémico gradual hacia umbrales importantes («una inexistentes» (1969). Como ejemplo, Binford menciona la obtención por percusión
serie de sucesivos estados sistémicos a intervalos infinitesimales a lo largo de una de grandes lascas, utilizables con un retoque mínimo para producir bifaces y hende-
trayectoria temporal») ha sido enérgicamente criticada por Binford (1972). Binford ve, dores (1969) y el descubrimiento por el hombre de la fractura concoidal del sílex,
precisamente, en la transición olduvayense-achelense un ejemplo en el que las expec­ primer paso para la obtención de los primeros útiles sobre lasca olduvayenses (1976).
tativas de cambio cultural del “arqueólogo tradicional” no se cumplen. De ahí su Pero junto con estos modelos umbral Isaac supone un desarrollo concomitante gradual
resumen del modelo tradicional de cambio de cultura en forma de ocho afirmaciones durante largos períodos de tiempo (a saber; el olduvayense), siendo ambos tipos de
y tres expectativas: interpretación los extremos de un continuo.
Vemos, pues, que el problema de la transición olduvayense-achelense, que en 1968
Afirmaciones sirviera de ejemplo demostrativo del modelo sistémico general para el cambio de
«(1) La cultura se sitúa en los seres humanos... cultura de David Clarke, sirve ahora para impugnar su aplicación universal y plantear
(2) La cultura es transmitida entre los seres humanos —a través del estudio los un importante debate.
individuos asimilan la cultura de otras personas. (3) Pero para las críticas de los métodos de Deetz, ver Doran y Hodson, 1975.
(3) La cultura es compartida...
(4) La cultura proviene de los humanos —sólo puede ser generada por actos de
intervención humana.
(5) La cultura es acumulativa...
(6) La cultura es un continuo... puesto que la sucesión de individuos en la suce­
sión generacional es un continuo...
(7) La cultura cambia continuamente.
(8) La cultura cambia gradualmente... puesto que los individuos son reempla­
zados gradualmente en las poblaciones humanas.»

Expectativas
«(1) ... una secuencia continua de variabilidad traduciéndose por cambios direc-
cionales graduales en las frecuencias relativas de los taxa de los artefactos
identificados...
(2) Un aumento progresivo del número de los taxa de los artefactos identificable
cuando la sección asilada del registro arqueológico se extiende sobre un pe­
ríodo de tiempo “suficiente”.
(3) Secuencias transformacionales ofreciendo un “desarrollo” de formas del ar­
tefacto a partir de formas antecedentes.»

En base a este modelo de cambio, Binford asegura que el arqueólogo tradicional


debe concluir, forzosamente, que las «soluciones de continuidad en el patrón cul­
tural deben provenir de soluciones de continuidad en las poblaciones humanas de la
región» (1972). A ello Binford opone la tesis según la cual la variabilidad en los con­
ceptos líticos no refleja, necesariamente, el grado de cultura o de interacción y/o
continuidad, sino que debería reflejar diferentes actividades de la comunidad (Binford
y Binford, 1966). Añade, igualmente, que la variabilidad en la composición de los
conjuntos debería estar en relación inversa al grado en que ios útiles líticos eran
usados con más de un propósito (White y Thomas, 1972) y/o transportados de un sitio
a otro, en vez de ser desechados después de usados. El efecto de esta “recupe­
ración” sobre la composición de los conjuntos, postulado últimamente por Binford
(1973, 1976) reviste gran importancia.
Las ideas de Isaac (1969, 1976) sobre la transición olduvayense-achelense y el
cambio cultural en general, se sitúan entre las expresadas por David Clarke en este
libro y las de Binford que acabamos de señalar; de ahí que proponga la existencia de
Conjunto y cultura 219

determinar cuántos tipos se presentan conjunta y contemporáneamente aso­


ciados, en qué combinaciones y en cuántas ocasiones.
Los conjuntos se presentan dispersos a través de áreas geográficas, y
éstas pueden delimitarse si se cartografían los conjuntos que contienen tipos
específicos. Ya hemos visto que los conjuntos de artefactos tipo variarán
6 Conjunto y cultura en la dimensión del tiempo de acuerdo con la variación de los números
de artefactos tipo integrantes, y que esos tipos, a su vez, cambiarán como
la integración de todas las oscilaciones de sus estados de atributo.
Un estudio de conjuntos particulares de determinadas áreas espaciales y
La cultura no es una categoría a priori elaborada en los es­ temporales nos pone rápidamente en contacto con otra entidad: el “con­
tudios de los filósofos y luego impuesta desde fuera a los junto cultural” o simplemente la “cultura” —probablemente el concepto
arqueólogos. Las culturas son hechos de observación, simple más importante en los estudios arqueológicos. Una cultura arqueo­
«Métodos y objetivos de la prehistoria»
lógica se expresa por un conjunto de artefactos tipo específicos y se re­
Actas de la Prehistoric Society, 1936
V. GORDON CHILDE, 1936 presenta por un grupo de conjuntos que contienen algunos de esos artefac­
tos tipo. El carácter especial de la cultura surge de las relaciones concretas
entre el grupo de conjuntos y la serie comprehensiva de tipos de cada
conjunto.
I Introducción Las características de los conjuntos agrupados en culturas son las si­
guientes:
Hasta aquí nuestra exposición ha transitado lentamente por los niveles más
bajos de la jerarquía de las entidades arqueológicas, definiendo cuidadosa­ (1) Los conjuntos integrantes comparten mutuamente un gran número
mente los términos a medida que eran necesarios. Esta andadura ha ido de artefactos tipo, aunque cada conjunto no tenga que contener
acompañada de una investigación de la naturaleza de los atributos arqueo­ todos los tipos de la serie compartida.
lógicos, de su combinación en artefactos particulares y en las poblaciones de (2) Los artefactos tipo representados en los conjuntos incluyen una se­
artefactos llamados artefactos tipo. La etapa que abordamos, ahora, tratará lección comprensiva de tipos de la mayoría de las esferas materiales
esas difíciles y oscuras formaciones que son el conjunto y la cultura (Fig. 49). de la actividad cultural.
Veamos, primero, el concepto de “conjunto” arqueológico —una de las (3) Los mismos artefactos tipo se presentan repetidamente en los con­
raras entidades que junto con el “artefacto” comparte una definición rela­ juntos integrantes, aunque sea en combinaciones variables.
tivamente estable y aceptada. Lo cual no es óbice para que ambos se (4) Finalmente, los conjuntos integrantes deben proceder de un área
usen indiscriminadamente. Arqueológicamente hablando el conjunto arqueo­ geográfica y un período de tiempo definidos y continuos.
lógico es una serie asociada de artefactos tipo contemporáneos. Los aspectos
importantes de un conjunto de artefactos así definidos son que los arte­ Esas son las cuatro principales características que no pueden soslayarse
factos pueden pertenecer a más de un tipo y que se presentan conjunta­ en ningún intento de definición de una cultura arqueológica en tanto que
mente en clara y mutua asociación contemporánea. La presencia de varios- entidad. Dos de dichas condiciones sólo pueden cumplirse si el conjunto
artefactos tipo de cronología imprecisa dentro de los límites de una misma cultural se presenta como un conjunto politético de artefactos tipo —las
área geográfica no corresponde a un conjunto en el sentido aquí definido que estipulan que los diversos conjuntos de componentes definidores deben
sino que constituye un “agregado” de menor significación. En el pasado han compartir un número de artefactos tipo de una serie mayor, tal que, aunque
surgido numerosos problemas como consecuencia de la aplicación descuidada ningún conjunto tenga que incluir todos los tipos, los mismos artefactos
del nombre y de las implicaciones del término “conjunto” a agregados tipo deberán presentarse repetida y conjuntamente en diversas combinacio­
del tipo disperso. Falsos conjuntos formados por artefactos tipo jamás nes (Fig. 3).
observados en asociación contemporánea sino presentes de forma dispersa Las demás características o condiciones subrayan la necesidad de que los
en un área dada y representados convincentemente en mapas de distribu­ artefactos en los conjuntos tienen que ser comparables como tipos o sub­
ción palimséstica han servido, de cuando en cuando, para caracterizar erró­ tipos específicos —no basta con que qompartan una afinidad de bajo nivel
neamente hipotéticas culturas. Frente a cualquier mapa de distribución de en un grupo o una familia de tipos. Deberán intervenir, además, otras ca­
diferentes artefactos tipo, la primera comprobación a efectuar consiste en tegorías de artefactos tipo, y éstos deberían ser representativos de tantos as­
220 Arqueología analítica Conjunto y cultura 221

pectos materiales como sean necesarios para la supervivencia de la activi­ jetos más delicados en otra —pese a su sistemática asociación física. Prueba de
dad cultural —no una mera muestra de un solo aspecto sociocultural como ello, la separación artificial de la cultura del Vaso Campaniforme de sus
serían los conjuntos de armas, de artefactos de bronce o de cerámicas. cerámicas rústicas o corrientes; de la cultura de la Cerámica Cordada de la
Esos últimos son complejos de artefactos tipo propios de subculturas espe­ de sus ánforas globulares domésticas, de las cerámicas Proto-Sesklo de sus
ciales dentro del sistema sociocultural que requieren un tratamiento especial cerámicas domésticas estampadas Pre-Sesklo, etc., etc. De igual manera los
(Sección II). La última condición, estipulando que los conjuntos tengan una productos de segmentos o clases de sociedades han recibido a menudo ca­
distribución temporal y espacial coherente y homogénea, responde a la necesi­ tegoría cultural, de tal manera, que un centenar de tumbas distinguidas
dad de garantizar que el grupo de conjuntos contenga realmente los pro­ exclusivamente por un reducido conjunto de armas de rango y de prestigio,
ductos materiales de una tradición o fase cultural única. dijes y chucherías nos han agraciado con una cultura de Wessex cuya cerá­
No es fácil condensar esas condiciones vitales en una definición concisa; mica doméstica y otros equipos culturales pertenecen a la cultura británica
de ahí que, con frecuencia, se use erróneamente el concepto de cultura y de las urnas del Bronce antiguo. Quizá la mayor exageración en este sen­
se tenga la impresión de que el concepto carece de realidad tangible. Una tido corresponde a las veleidades de repartir en conjuntos culturales, sin un
definición posible podría ser la siguiente: una cultura arqueológica es una mínimo rigor de coincidencia, a montones de artefactos de bronce produci­
serie politética de artefactos tipo específicos y comprensivos sistemática y dos en masa industrialmente, y extensamente intercambiados; todo ello en
conjuntamente presentes en los conjuntos de un área geográfica restrin­ detrimento de la información sobre el comercio de los metales del Bronce
gida. Las condiciones subsidiarias de contemporaneidad y asociación física medio y Bronce final europeos y su pauta de distribución, a menudo su-
están implícitas en la definición del término “conjunto”. pr acultural.1
El valor informativo del concepto de cultura arqueológica en tanto que Esta inquietante lista de los diversos e indefinidos usos del término
categoría predictiva de alto nivel ha sido seriamente comprometido por el “cultura” podría alargarse infinitamente. Aunque el uso erróneo de un
continuo uso erróneo del término y por su confusión con entidades de mismo concepto fundamental, así como la falta de coherencia en su uso por parte
nombre tratadas en otras disciplinas. La constante manipulación de las cul­ de algunos autores lesionan seriamente su valor informativo residual, tam­
turas arqueológicas y su expresión como conjuntos monotéticos de artefac­ poco hay que caer en el error de suponer que la entidad deja de ser
tos rígidos y mutuamente exclusivos ha incidido negativamente en sucesi­ una entidad fundamental, o que es imposible definirla adecuadamente. No
vas generaciones de estudiantes. Las pseudoculturas, constituidas mayormen­ cabe esperar que los arqueólogos se pongan de acuerdo sobre la definición
te, sino en totalidad, por aspectos de cultura material, han contribuido al de términos particulares, pero al menos podemos insistir en que definan el
descrédito del concepto. Los métodos mal definidos, aunque de uso gene­ significado que dan a un término antes de usarlo.
ralizado, aplicados a la tecnología de los útiles de sílex, han sido sistemá­
ticamente elevados a la categoría de cultura, soslayando las afinidades y
disimilitudes de la totalidad de los conjuntos de artefactos implicados. II Sistemas de conjuntos culturales
Las técnicas generales de fabricación de útiles sobre núcleo, útiles sobre
lasca, útiles sobre hoja, útiles sobre núcleo preparado, útiles sobre lasca Parte del misterio y confusión que envuelven el concepto de una “cultura”
de retoque por presión y otros más surgen periódicamente en la literatura arqueológica se desvanece inmediatamente al darse a la entidad su denomi­
como reflejos de una cultura de núcleos, una cultura de lascas, una cultura nación completa —un “conjunto cultural” arqueológico. Ya sabemos que
Levallois, una cultura solutrense, respectivamente, sin el menor resultado este conjunto cultural es una serie politética de artefactos tipo diversamen­
clasificador y de la misma manera con que conjuntos observables desde te representados en los conjuntos integrantes que comparten un elevado nivel
Gran Bretaña a China y de Polonia a Rumania han sido catalogados de afinidad mutua entre sí y con el conjunto cultural. Obviamente, uno de los
como formando parte de una cultura tardenoisiense virtualmente en base a factores más variables en las relaciones entre los conjuntos es su nivel real
unos microlitos geométricos que apenas reflejan un fondo tecnológico común y exacto de similitud. Vimos, en un caso anterior, cómo el aislamiento de
en un ambiente compartido —culturas postglaciares de cazadores de bosque varios niveles de similitud, de 100 a 0 %, permitía evitar confusiones entre
templado que utilizaban el arco y la flecha. Esta entidad es más simple los diferentes alcances e implicaciones de las series amontonadas de indivi­
de contenido y de mayor extensión que una verdadera cultura (véase duos —permitiéndonos distinguir niveles de grupo de tipos, tipo y subtipo
Tecnocomplejo, Cap. 8). de series de artefactos. Ahora nos enfrentamos a una situación similar,
Los períodos tardíos de la prehistoria ofrecen numerosos ejemplos de con similares razones de confusión; sólo que esta vez la relación de afini­
ese tipo de confusión: culturas definidas por simples tipos de cerámica, de tal dad se sitúa entre los conjuntos de una cultura o de un conjunto cultural.
forma que la cerámica de uso doméstico ha sido ubicada en una cultura y los ob­ Vuelve a aparecer, pues, la sintaxis repetitiva de las relaciones entre las
222 Arqueología analítica Conjunto y cultura 223

-entidades de la jerarquía arqueológica —los atributos de los tipos son con­ que convendría comparar con aquella que relaciona atributos y complejos
gruentes con los tipos de las culturas. de atributos (Cap. 4). La detección de los complejos tipológicos componentes
Alcanzada esta etapa, a la moderación viene a añadírsele la práctica en los conjuntos culturales debería desempeñar una función importante en
intuitiva, puesto que los arqueólogos casi siempre han ambicionado tratar el análisis sociocultural y en la valoración de las funciones desempeñadas
con entidades de un nivel más elevado que la cultura, y que los etnólo­ en varios segmentos sociales y grupos de actividad. En cierta medida un
gos, al menos, se han interesado por el equipo material de los segmentos sistema sociocultural puede ser considerado como un sistema de subcultu­
subculturales de nivel inferior esbozados por la sociología. De nuevo, se ras o subsistemas interactuantes —observables en la cultura material en la
ha empleado una terminología diversa, incoherente y raramente definida, forma de complejos tipológicos correlacionados o interactuantes en los
pero aquí, por razones de tradición y simetría, los términos arbitrarios de conjuntos culturales.
grupo cultural, cultura y subcultura se utilizarán más a fondo. La simetría Una subcultura arqueológica puede definirse, consiguientemente, como
en la nomenclatura responde a un intento de llamar la atención sobre la si­ —un segmento infracultural u ordenación de actividad caracterizados por un
metría en las relaciones de afinidad entre esas entidades paralelas: complejo tipológico específico. Dichas subculturas y sus complejos tipológi­
cos son particularmente interesantes tanto como conceptos analíticos como por
grupo tipológico grupo cultural virtud de su variedad y de su existencia semiindependiente. Hay subculturas
tipo (tipo específico) cultura (cultura específica) que son fracciones sociales no exclusivas, otras son estrictamente exclusivas
subtipo (variante) subcultura (segmento) en el sentido de que un individuo no puede pertenecer a este segmento y a
ciertos otros al mismo tiempo. Algunas subculturas son intercambiables y
El desarrollo de esta comparación y la plena definición del grupo cul­ transferibles de cultura a cultura; otras se presentan como parásitas del punto
tural arqueológico será abordado en el próximo capítulo. Mientras tanto sub­ de vista económico y otras, aún, como simbióticas respecto a su sistema
rayaremos el paralelismo estructural y la base del paralelismo de esta for­ sociocultural. Hay subculturas que llevan la huella de su equipo material y
mación en los niveles de afinidad de conjuntos de elementos. Como quiera muchas más que no la llevan. El registro arqueológico permite aislar cinco
que el concepto de grupo cultural sólo será sometido más tarde a nuestro en­ grandes variedades de subcultura:
foque gradual, y que el concepto de cultura ya ha sido esbozado, nos queda
por abordar, ahora, la importante, aunque arqueológicamente olvidada, subculturas étnicas
función de la subcultura en la cultura material. subculturas regionales
Para situar la subcultura en su marco tendremos en cuenta que las cul­ subculturas ocupacionales
turas arqueológicas y sus conjuntos integrantes ofrecen diversos tipos de subculturas sociales
variedad, y cada categoría será, en consecuencia, estudiada en una sección subculturas sexuales.
apropiada:
Cada formato de subcultura puede tener un complejo tipológico propio,
variedad en las estructuras politéticas de los conjuntos integrantes bajo determinadas condiciones. El complejo de artefactos tipo de estas
(sección I) subculturas puede incluir, asimismo, un vocabulario lingüístico, hábitos,
variedad en los subsistemas de artefactos tipo de los conjuntos inte­ vestimenta y estilos artísticos distintivos además de una serie específica de
grantes (sección II) equipo material.
variedad en el patrón de dispersión de los conjuntos integrantes (sec­ Las subculturas étnicas son minorías genéticamente relacionadas y dis­
ción III) tintas presentes en una cultura “foránea”. Estas subculturas étnicas suelen
variedad en los números de los conjuntos integrantes (sección IV). distinguirse fácilmente durante cierto tiempo por sus atributos y artefactos
tradicionales, aunque acaban perdiendo coherencia en tanto que entidad iden-
Lo importante, de momento, es saber que esas subculturas presentan va­ tificable. Esta pérdida de identidad es un proceso particularmente signifi­
riedad y regularidad en los subsistemas de complejos tipológicos de los con­ cativo que depende de la velocidad de interacción y de la masa crítica del
juntos culturales. La subcultura adopta diferentes formas y funciones, pero grupo —esta última denota el tamaño de la población y su patrón de dis­
todas ellas están representadas por complejos tipológicos. Esta entidad de persión. Arqueológicamente, esos grupos étnicos son importantes por repre­
nivel intermedio puede definirse como un complejo de artefactos tipo —un sentar, con frecuencia, el acabamiento o “muerte” de un conjunto cultural;
conjunto politético de diferentes artefactos tipo específicos sistemáticamente ambos conceptos —masa crítica y desintegración cultural— serán examinados
observables en los conjuntos de una población de conjuntos; definición de nuevo (Fig. 64). No importa que la minoría sea una potente casta in-

UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA
BIBLIOTECA CENTRA»
224 Arqueología analítica Conjunto y cultura 225

trusiva o un grupo aborigen aislado; el proceso de integración es inevitable Subcultura


X
—prueba de ello es la subcultura normanda de la Inglaterra medieval, y en el sen­ X regional

tido opuesto, las diversas subculturas indias de la América actual. Otro rasgo
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adicional curioso es la capacidad de los patrones de distribución cultural ZX

prácticamente obliterados de reaparecer con una nueva fisonomía en las /p sf


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nuevas áreas de expansión. Lo cual hace suponer que mucho tiempo des­ X
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pués de que cualquier vestigio material visible de una subcultura étnica


haya desaparecido del registro arqueológico, todavía pueden subsistir alinea­
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ciones y orientaciones susceptibles de quebrarse, ulteriormente, a lo largo de


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viejas líneas de clivaje —otro concepto que también veremos más adelante (i)
en relación con los formatos de área reincidentes que constituyen la “per­ Expansión de centros de La divergencia adaptativa Divergencia mutua a través
población de la Cultura X de una subcultura regional del umbral de afinidad
sonalidad” geográfica de un territorio. cultural y reorientación de
a través de una frontera en el nuevo hábitat
Ejemplo. Los enclaves de la Cultura Campaniforme del Neolítico reciente ecológica. ecológico. la red. El “nacimiento” de
una nueva cultura.
británico —minorías inmigrantes que conservan su plena identidad cultural
propia entre 2000 y 1500 a.C., aproximadamente, y terminan absorbidas por
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las culturas de la mayoría indígena (Clarke, 1967, 1970).
Las subculturas regionales son ramas genéticamente relacionadas semi- @
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distintas pero continuas de una misma cultura, la cual debido a una inter­
comunicación deficiente y un aislamiento creciente, poco a poco produce ©•zZQ \®•
subculturas distintivas como resultado del desarrollo divergente acumulado en
los territorios locales. La divergencia regional es señal de desarrollo de ©
oto© © © © @o
la subcultura regional —frecuentemente observable en el aislamiento espacial,
(II) (III)
topográfico y genético y en las comunicaciones. A veces, esta divergencia Centros de población de Infiltración y alineación Ruptura de la red de la
expresa una especialización subcultural manifiesta en la explotación de un Cultura X rodeados por una convergente del territorio Cultura X, poblaciones
nicho ecológico local; otras veces, la divergencia puede ocurrir más sutil­ cultura foránea en déla cultura X por la aisladas de X confinadas
mente, producida por cambios idiosincráticos localizados del comportamiento expansión Y. cultura Y en expansión. por poblaciones Y en
expansión. La “muerte” de
cíclico estacional que dan lugar a un aislamiento y a una creciente adap­ la Cultura X.
tación especial. Este aislamiento cíclico parece haber intervenido en las cultu­
Fig. 64. Dos modelos esquemáticos que ilustran la función de la red cultural en el
ras neolíticas y calcolíticas de la Europa alpina en las que algunas culturas
mantenimiento de la identidad cultural. El modelo i) - iií) —el “nacimiento”
produjeron transhumancia estacional con subculturas adaptadas a las suce­ de un nuevo conjunto cultural por divergencia bajo condiciones diferenciales. El
sivas zonas ecológicas y a su explotación cíclica; ulteriormente, algunas de modelo (Z) - (III) —la “muerte” del conjunto cultural por dislocación de la red
esas subculturas parecen haberse ramificado desarrollando una estrategia y aislamientos y pérdida de coherencia subsiguientes.
agraria íntimamente integrada a hábitats zonales distintos —los pastos más
arriba del horizonte de bosques, p. ej. Este proceso ilustra simultánea­ so maximiza la variación subcultural regional de forma crecientemente di­
mente la subcultura regional en tanto que embrión potencial de cultura y el vergente hasta que las unidades subculturales caigan por debajo del umbral
significado de las culturas ecológicas en la separación y aislamiento de estra­ de afinidad subrayando la uniformidad anterior y que las unidades dejen de
tegias de subcultura regionales. De igual modo a como las subculturas ét­ orientar la intercomunicación y el desarrollo como lo hacían antes.
nicas pueden, ocasionalmente, reflejar la “muerte” de conjuntos culturales
anteriores, las subculturas regionales pueden, en potencia, dar “nacimiento” Ejemplo. Las subculturas regionales se hallan presentes en toda gran
a nuevos formatos recién creados de conjuntos complejos tipológicos. Una cultura arqueológica, y el desarrollo de grupos de subculturas regionales en
vez más, las condiciones óptimas para dicho “nacimiento” cultural dependen el área de distribución de una cultura anterior forma la base del desa­
de la masa crítica —en este caso, una gran y creciente área cultural dividida rrollo de los grupos culturales embrionarios —en tanto que posible, aunque
en varios grupos locales explotando nichos ecológicos divergentes y práctica no exclusiva, trayectoria de desarrollo. Las concentraciones locales de arte­
aunque no totalmente aislados unos de otros (Fig. 64). Este patrón disper- factos, cerámica, dialectos y construcciones del medioevo británico (Jope, 1963)
226 Arqueología analítica Conjunto y cultura 227

y las concentraciones regionales de la cultura de Michelsberg en el Neolí­ Ejemplo. Los ejemplos arqueológicos de complejos tipológicos asociados
tico europeo (Scollar, 1959) nos ofrecen interesantes ejemplos de sub­ con subculturas de actividad están plenamente ilustrados por el instrumen­
culturas regionales. tal utilizado en la caza, el sacrificio de los animales, la preparación de los
alimentos y la manufactura —componente particularmente distintivo de los
Subculturas ocupacionales. Las actividades sostenidas colectivamente por conjuntos del Paleolítico (Binford y Binford, 1966). Ejemplos de subculturas
grupos de gentes afectan, obligatoriamente, la red de intercomunicación de actividad o especializadas y de sus instrumentales pueden buscarse en los
social y la transmisión de variedad social. Esto es lo que ocurre, precisa­ depósitos de bronces y enterramientos individuales de los metalúrgicos y
mente, cuando una ocupación es exclusivamente ejercida por una categoría artesanos de la Edad del Bronce (Rowlands, 1971) así como en el equipo
de personas y no por las demás de un mismo sistema sociocultural. Estas de los guerreros, sacerdotes y escribanos de la civilización urbana.
ocupaciones exclusivas crean una solidaridad subcultural diferencial en la mi-
crotrama de la red en contraste con la red de intercomunicación más dis­ Subculturas sociales. Este término, algo insatisfactorio, todo sea dicho,
tendida de la trama social global. A esta implicación social diferenciada se refiere a las subculturas y complejos tipológicos particulares que realzan
se debe la polarización de las subculturas ocupacionales en grupos profe­ las diversas secciones de jerarquías sociales particulares —las subculturas
sionales exclusivos, por una parte, y en actividades generalizadas colecti­ de los rangos, clases y élites de las sociedades, en orden ascendente.
vamente desempeñadas, por otra. Desde el punto de vista de sus manifes­ La riqueza y la variedad de las subculturas de élite y aristocráticas tienden
taciones de cultura material, esos segmentos generan ya sea un instrumental a oscurecer la dotación inevitablemente menos perfeccionada, aunque igual­
generalizado con complejos tipológicos integrantes especiales para las activi­ mente distinguible, propia de las subculturas menos afortunadas y podero­
dades especiales, o, al contrario, un complejo tipológico especial para’un sas, incluidas las más paupérrimas. Los hábitos y las costumbres, junto
individuo, para siempre. Conviene distinguir entre las agrupaciones profe­ con sus accesorios materiales, lo mismo pueden gravitar alrededor de las
sionales exclusivas “full time” como “subculturas de especialistas” y la capas sociales más altas como difundir hacia los niveles más bajos —aunque
orientación alternativa generalizada a corto plazo de grupos de individuos lo último se observa con mayor frecuencia.
como “subculturas de actividad” —cada categoría arbitrariamente polarizada Parece que en determinadas condiciones, las diversas capas de ciertas
con sus propios complejos tipológicos y sus propias implicaciones sociales. sociedades multiplican deliberadamente las insignias idiosincráticas de sus
Como ejemplos de actividades organizadas en subculturas de especialistas diversas clases sociales —insistiendo y reinsistiendo en su existencia corpo­
podríamos mencionar el soldado de carrera, el escribano, el funcionario, el rativa separada. Los complejos de artefactos tipo materiales y sus atributos
sacerdote, el herrero y el artesano profesional. Estos especialistas pueden dispuestos en complicadas escalas de prestigio creciente se transforman,
contrastarse con las subculturas de actividad y los complejos tipológicos de entonces, en los vehículos favoritos de esta insistencia. En numerosos casos,
los eventuales talleres de sílex, mataderos y cazaderos de las sociedades de cuanto más idiosincrático, menos funcional y más condensado el tiempo
cazadores, pescadores y recolectores. “perdido” que encierra un artefacto, y mejor el símbolo de prestigio con
Las culturas difieren una de otra en el número de sus grupos subcul­ que se identificará. En numerosas culturas neolíticas las cerámicas más ela­
turales de actividad y de especialización componentes, y particularmente, boradas marcan este prestigio, pero en la mayoría de las sociedades de la
en las actividades que prefieren adoptar bajo esos patrones respectivos de Edad del Bronce, este papel de la cerámica es desempeñado por armas de
organización. Lina especialización creciente y numerosas subculturas de espe­ gran valor, con la consiguiente y generalizada decadencia o desplazamiento
cialistas, significan, generalmente, una homogeneidad decreciente en el siste­ del foco del interés, que se traduce por unas cerámicas de calidad apenas
ma social afectado, que favorece mayor variedad de acción social localizada aceptable (Clarke, 1976). Indiscutiblemente, unos de los medios menos fun­
y estimula la segmentación subcultural alrededor de las actividades especiali­ cionales y más idiosincráticos de hacer resaltar una creación era y continúa
zadas. Cuando la mayoría de hombres cazaban o trabajaban la tierra, siendo el perfeccionamiento de los motivos y los estilos artísticos. En muchas
los factores restrictivos eran comunes a todos; cuando algunos individuos sociedades, varios motivos y estilos se reservan exclusivamente a los sím­
se especializaron en otras actividades a tiempo pleno, los condicionamientos bolos e insignias de rangos sociales particulares o los atavíos religiosos.
uniformemente impuestos fueron eliminados y sustituidos por otros bastante Los motivos puede que carezcan totalmente de significado evidente en sí
más nuevos y diversificados. Es por ello que ios excedentes económicos de­ mismos, pero organizados y estructurados según un código preciso puede
rivados de una estrategia económica más ventajosa suelen reforzar este tipo que simbolicen determinadas connotaciones arbitrarias inteligibles para sus
de crecimiento en los segmentos infraculturales y aumentar de modo apre­ creadores. Un posible ejemplo arqueológico de esta notación coincide con la
ciable la variedad en la cultura material, como podemos observar, por aparente limitación del arte del período antiguo de La Teñe de la Europa
ejemplo, en los tiempos post-neolíticos. de la Edad del Hierro al equipo e insignias de una subcultura aristocrá-
Conjunto y cultura 229
228 Arqueología analítica
funerario para las pruebas (Shennan, 1975). Esas subculturas o complejos ti­
tica en las tribus celtas. No hay duda de que este arte decorativo a pológicos sexuales normalmente contienen objetos que reflejan diferencias
menudo sirve para propagar las interpretaciones éticas y psicológicas del en el vestir y complejos diferentes de artefactos asociados con actividades
momento en un simbolismo polifacético y ambiguo provisto de significado diferentes, el dimorfismo puede incluso ser más desarrollado en la dife­
directo sólo para la sociedad que ha establecido el código. renciación de los estilos artísticos y las insignias, así como en la dife­
Un rasgo particularmente interesante de las subculturas sociales es su renciación del ritual funerario y de la etiqueta. Sociológicamente hablando,
capacidad de llevar una existencia semiindependiente y su consiguiente trans- esas diferencias en las subculturas sexuales deberían reflejar importantes
feribilidad de una superestructura sociocultural a otra —una vez más, esto diferencias en el “status” de los sexos, y esto puede ser particularmente
se observa con mayor frecuencia en las subculturas aristocráticas, en virtud ilustrativo cuando se compara con el testimonio del arte figurativo reli­
de sus atavíos netamente más extravagantes y de su importancia política. gioso y secular, además de apuntar las funciones económicas de los sexos
La invasión normanda de la Inglaterra sajona decapitó la jerarquía social en cada sistema particular. Desgraciadamente, el arqueólogo todavía siente
existente y la sustituyó con una subcultura aristocrática con su propia una inclinación excesiva por la extrapolación del patrón cultural de su pro­
lengua, religión, costumbres, leyes y cultura material —mientras tanto el pia sociedad a su tema de investigación cuando le toca interpretar testi­
campesino continuaba desarrollando su subcultura sajo-danesa subordinada monios de otras sociedades. Pese a las numerosas advertencias y en contra­
sin interferencias apreciables. Los aristócratas palaciegos de la Grecia micé- dicción con abundantes pruebas etnográficas, la literatura arqueológica to­
nica desarrollaron una subcultura cortesana bastante diferente de la de sus davía prefiere atribuir un carácter femenino a la producción de cerámica,
subordinados —los pastores de ovejas aldeanos— y las insignias de su rango al uso de joyas y dijes, al trabajo de la tierra con la azada, la reco­
y prestigio subsisten para marcar este divorcio social. En general, pues, las lección de semillas y otros atributos diversos, y un carácter forzosamente
subculturas sociales son particularmente importantes puesto que aportan masculino a la fabricación de herramientas, a la construcción, a la lucha y
nuevas unidades y nuevos campos al proceso cultural —el desplazamiento, a la caza. Esta interpretación se apoya, desde luego, en el cálculo de pro­
el truncamiento y el intercambio sustitutivo de unidades prácticamente babilidades, y aunque los ejemplos de lo contrario sean “inusuales” y ra­
intactas entre sistemas extraños (Steward, 1955). ramente intervengan en la valoración que realiza el arqueólogo, el mero hecho
de que hayan existido basta para comprometer la solidez de cualquier
Ejemplo. Un ejemplo clásico de subcultura social, diferente de numerosos conclusión simplificadora —salvo, quizá, cuando se trata de asociaciones
otros ejemplos históricamente documentados, correspondería a la llamada sistemáticas con numerosos esqueletos correctamente sexados. Una vez más,
“cultura” de Wessex de principios de la Edad del Bronce en Inglaterra. observamos que los procesos generadores de fluctuaciones en las subculturas
Los conjuntos definiendo esta entidad es evidente que no son conjuntos sexuales y en sus complejos tipológicos deben ser bastante diferentes de los
totalmente culturales —al contrario, se trata de centenares de enterramientos que intervienen en las demás categorías de subculturas.
notables principalmente por su riqueza —oro, ámbar, armas de parada
de bronce, dijes, baratijas y diversas idiosincrásias vestimentarias (Piggott, Ejemplo. Los mejores ejemplos de dimorfismo cultural en relación con
1938). La ausencia de un equipo distintivo y plenamente cultural, amén del las subculturas sexuales provienen de las necrópolis y del contenido de las
carácter exótico e importando de la bisutería y de su patrón de distri­ tumbas —en numerosas culturas de la Europa del Bronce final y de la Edad
bución peculiar, se oponen a la atribución de cualquier carácter cultural del Hierro existe un contraste notable entre las fíbulas, brazaletes, broches
a esta subcultura de élites. El conjunto ha sido interpretado como un caso de cinturón, puñales y servicios de cerámica de las tumbas femeninas y las
de sustitución intrusiva de una pequeña subcultura aristocrática, con sus ar­ espadas, dagas, hachas y conjuntos de herramientas de las tumbas mascu­
tesanos y relaciones comerciales subordinadas (Piggott, 1938; Burgess, 1974). linas. En la subcultura de Wessex hay quien afirma que existe una diferencia
en el rito del enterramiento y en la forma del túmulo —túmulo discoidal
Subculturas sexuales. La división fundamental entre varones y hembras para las mujeres y túmulo en forma de campana para los hombres.
es física y anatómica y la mayoría de sociedades admiten esta polaridad El análisis de los segmentos subculturales integrantes de un conjunto
y organizan la división del trabajo, de las actividades y funciones en base cultural completo es una de las mejores formas de investigar la estructura
a esta división. No obstante, los sistemas socioculturales difieren marca­ cultural —la fragmentación del sistema en subsistemas. Los sistemas socio-
damente en el grado y alcance en que este dimorfismo sexual es puesto de culturales difieren considerablemente en el grado de segmentación subcultural
manifiesto y subrayado en términos de dimorfismo cultural. El arqueólogo, y su equipamiento material, proporcionando, así, un fértil campo para los
si lo desea, puede comparar y contrastar el grado en que este dimorfismo estudios interculturales. Las distintas subculturas pueden pertenecer a catego­
se observa en los complejos de artefactos tipo masculinos y femeninos rías mutuamente exclusivas o no exclusivas; de ahí, que numerosos grupos
en numerosos conjuntos culturales —dependiendo, normalmente, del equipo
230 Arqueología analítica Conjunto y cultura 231
Datos A (esenciales, modificados)

Tensión 0,0018

Datos B (reales)

Tensión 0,0022

Fig. 66. Configuraciones bidimensionales calculadas de 16 conjun­


tos musterienses: 1) - 3) Pech d’Azé (Dordoña) niveles 4, B,
7 (ref. 8); 4) - 7) Chadourne (Dordoña) niveles D, C, B, A, (ref.
9); 8) - 9) Haute-Roche (Charente) niveles inferiores y medios
Fig. 65. Un análisis de constelaciones de los niveles 25-12 del Paleolítico superior (ref. 10); 10) l’Ermitage (Vienne) (ref. 11); 11) Oissel (Seine Infer.)
del abrigo rocoso de Ksar Akil (Líbano). Ocho constelaciones (Q-8), especialmente (ref. 12); 12) Houppeville (Seine Infer.), serie clara (ref. 12); 13)
interesantes por la estrecha similitud entre Q (lista «abreviada» de 17 artefactos Rigabe (Var) nivel G (ref. 13); 14) Prince (Grimaldi) hogar E
tipo utilizados para caracterizar el conjunto de cada nivel) y C3 (lista tipológica (ref. 14); 15) Kokkinopilos (Grecia), hallazgos de superficie (ref.
“completa”’ de 53 artefactos tipo). 15); 16) Romani (Barcelona), niveles 9/9a/9d (ref. 16).
Fuente: Doran y Hodson, 1975. Fuente: Doran y Hodson, 1966.
232 Arqueología analítica
Conjunto y cultura 233

históricos y prehistóricos representen aspectos subculturales múltiples —los


intercambiabilidad relativas como unidades —el proceso de truncación y sus­
normandos ingleses y los conquistadores españoles siendo simultáneamente
titución, o incluso, de interpolación. Similarmente, las subculturas sexuales
subculturas étnicas, regionales, ocupacionales y sociales. En el mismo orden
con sus propias dimensiones del proceso —cambios en los acuerdos matri­
de ideas, los complejos tipológicos denotadores de las subculturas forman
moniales y familiares, casamientos intersubculturales entre élites masculinas
un todo politético, muchos de cuyos artefactos simultáneamente y en un
intrusivas y mujeres indígenas, etc., etc.— reflejan otro factor bastante di­
momento preciso forman parte del acervo material de varios conjuntos sub­
ferente. La admisión y la definición de una serie politética de artefactos
culturales. La constelación de artefactos tipo definidores del conjunto cul­
tipo sistemáticamente recurrentes en un grupo de conjuntos representan
tural completo reflejan, pues, un arsenal integrado de artefactos compuesto
únicamente un descubrimiento preliminar —requiriendo, seguidamente,
de varios conjuntos subculturales Íntersectantes. Se ha intentado analizar
determinar si el conjunto expresa una cultura completa o algún tipo de sub­
los principales componentes de los conjuntos paleolíticos a partir de la
cultura— una vez esto establecido, entonces el “comportamiento” y los
intercorrelación de artefactos tipo en el registro arqueológico (Binford y
procesos incidiendo en la entidad pueden modelarse predictivamente.
Binford, 1966). Existe, además, un incipiente programa de investigación
de la constelación, y de análisis multidimensional de las relaciones inter­
conjunto, sea en los niveles sucesivos de un solo asentamiento (Fig. 65) o
entre conjuntos de asentamiento contemporáneos (Fig. 66 y Frankel, 1974). III Regularidades en el patrón de fase
Un resultado interesante del estudio de Azoury y Hodson (1973) de los
Por definición una cultura está representada por una dispersión espacial y
conjuntos del Paleolítico superior de Ksar Akil (Líbano) es su observación
temporal de conjuntos de componentes. Esos conjuntos tienden, en práctica,
de que los análisis bidimensionales de constelaciones de 53 tipos (Fig. 65, C3)
a compartir unos pocos artefactos tipo susceptibles de existir en cada con­
no facilitan más la detección, de patrones que los análisis de sólo 17 tipos
junto de la serie, impidiendo, de la suerte, que la lista cultural sea ple­
(Fig. 65, Q).
namente politética. La lista cultural de artefactos tipo componentes es
El carácter y el grado de segmentación subcultural en un sistema so-
politética en parte por razones de conservación diferencial y accidental, y
ciocultural dado introducen en el estudio comparativo una variable de cua­
principalmente porque ningún conjunto de cualquier cultura contiene, ni nun­
lidad significativa. Desde un punto de vista arqueológico los complejos
ca contuvo, todos los artefactos tipo producidos por esta cultura, ni siquiera
tipológicos subculturales aportan una importante información sobre la estruc­
en los tiempos de su vigencia. No obstante, los escasos componentes in­
turación sociocultural anterior y facilitan la comprensión de la informa­
variables y constantes a lo largo del tiempo serán tipos inesenciales en lo
ción analítica. Los conjuntos subculturales arqueológicos deben ser cuidado­
que afecta al sistema. Del punto de vista del análisis del sistema serán más
samente distinguidos del conjunto cultural general, del cual sólo constituyen
importantes los tipos esenciales que forman parte del sistema en curso de
una fracción; en varios casos en el pasado, a los complejos subculturales se
estudio y cuyos estados cuantitativos y cualitativos cambian en tanto que parte
les ha acordado, erróneamente, plena categoría cultural con resultados de­
sorientadores (p. ej., la cultura de Wessex). Similarmente, aunque los conjun­ del sistema cambiante. Esos tipos esenciales y de multiestado expresan la
tos culturales son complejos tipológicos recurrentes, no todos los complejos “supervivencia” o “continuidad” del sistema en tanto que sistema con
son obligatoriamente subculturas completas —el complejo bocado, estribos, una serie de estados sistémicos más que como una transmutación completa
silla, representa una actividad que puede ser parte de cualquier conjunto en un formato de sistema. Son estos artefactos tipo clave los que expresan
subcuitural que incluya caballos. Quizás el desarrollo más importante que y forman un mecanismo aislador (7?) preservando la variedad deí sistema
surge del aislamiento de las diversas entidades subculturales sea la plena rea­ sociocultural existente contra la transformación por medio del bloqueo del
flujo de variedad de las fluctuaciones ambientales (£) —hasta determinados
lización de que los procesos que inciden en unidades tan diversas son es­
pecíficos y peculiares de su nivel de complejidad y no debieran ser con­ niveles de umbral, por lo menos (Figs. 6, 11). Finalmente, los artefactos
tipo se distinguen como tipos de aquellos sistemas culturales cuyos estados de
fundidos con los demás procesos que inciden en los sistemas con plena ca­
transformación sucesivos covarían en relación con alguna tendencia específica
tegoría cultural. Por ejemplo, las subculturas étnicas y regionales a menudo
desempeñan funciones sumamente importantes en el proceso de ontogenia con los sucesivos estados de otros artefactos tipo clave similares. Los es­
cultural. Las subculturas ocupacionales expresan el grado y la naturaleza tados cuantitativos y cualitativos de los artefactos tipo clave no sólo cambian
de la división del tiempo y del trabajo en la estrategia cultural, en la que como parte de un sistema cambiante, sino que cambian conjuntamente y de
el aumento del número de subculturas especializadas a tiempo pleno está manera correlacionada y no aleatoria —preservando el patrón, la estructura
estrechamente vinculado con el aumento de la variedad cultural. Las sub­ o el formato peculiar de este sistema y, por ende, de su identidad quin-
taesencial. En cambio, los restantes tipos esenciales pueden variar bastante
culturas sociales son particularmente relevantes debido a su independencia e
independientemente unos de otros de manera estocástica y espasmódica.
234 Arqueología analítica Conjunto y cultura 235

Como entidad cambiante a lo largo del tiempo, los conjuntos integrantes imaginarse como un bloque o un ladrillo rodeado por otros ladrillos ad­
de una cultura pasan, colectivamente, por fases sucesivas distinguidas por yacentes (Fig. 67).
los estados tipo de sus artefactos tipo —las fases siendo definidas, a su La teoría del perfil radial fue fomentada por los etnólogos en la década
vez, por los nodos de cambio coordinado que transforman el estado del de los años veinte, principalmente por Wissler y por Dixon a partir de la
sistema en su totalidad; las fases sucesivas son, pues, estados sistémicos abundante documentación etnológica acumulada en aquella época (Wissler,
sucesivos. En cualquier momento dado, en cualquier fase, ese conjunto cul­ 1923; Dixon, 1928). Según la teoría, si todos los artefactos de una cultura
tural puede imaginarse como una constelación multidimensional de artefactos contemporánea bien estudiada son punteados, tipo por tipo, en una gráfica
tipo, de niveles variables de intercorrelación mutua, concentrados alrededor de distribución, se observa, sorprendentemente, que no comparten una dis­
de los núcleos de cúmulos de tipo altamente correlacionado. En última ins­ tribución idéntica aunque sí se solapan, necesariamente, con el resultado
tancia quizá sea posible estudiar la estructura comparable de las constela­ indiscutible de que los artefactos tipo integrantes no comparten una misma y
ciones de atributos definiendo tipos, y constelaciones de tipo definiendo perfectamente delimitada frontera. El modelo de esta situación fue amplia­
culturas —quizá resulte incluso posible establecer una clasificación de cate­ mente utilizado por Wissler en relación con las ideas prevalecientes sobre la
gorías de artefactos tipo y de constelaciones de correlaciones de culturas difusión —proceso por medio del cual seríes de artefactos se difunden con­
tipo. Los artefactos tipo y las culturas pueden resultar ser más directa­ céntricamente como una onda a partir de un centro o núcleo hacia regiones
mente comparables en términos de elementos normalizados o estructurados periféricas. La teoría del perfil radial apuntaba que en el “núcleo” cultural
específicos. En cualquier caso, *el modelo de fase más satisfactorio para se hallan presentes todos los artefactos culturales y que este núcleo está
una cultura arqueológica parece ser un modelo de constelación que exprese la
intercorrelación de los estados tipo característicos correspondientes de este
estado sistémico particular. Esto se compara muy bien con el patrón de in­
tegración de los atributos en los artefactos tipo (Cap. 5, III).

MODELOS DE DISTRIBUCION

Antes de pasar a la dimensión temporal de este modelo de constelación


estática, valdría la pena dedicar algún tiempo a la investigación de las
posibles interpretaciones alternativas de los artefactos culturales dispersos en
el espacio y a su significado en términos humanos. La primera dificultad
reside en la plena apreciación de la mera constatación de que no hay ningún
conjunto de asentamiento que contenga, ni que jamás contuviera, todos los
artefactos tipo producidos por su cultura madre —la base de la naturaleza
politética de los conjuntos culturales. Hasta nuestros días, dos conceptos
alternativos han predominado como modelos de patrones de distribución
de los conjuntos culturales —uno netamente insostenible, y sin embargo
tácitamente empleado, el otro explícitamente puesto a contribución para tra­
tar de resolver el problema, pero sin resultados satisfactorios de detalle.
El primero se designa con el nombre de “teoría del ladrillo cultural”, el
segundo con el de “teoría del perfil radial”.
La teoría del ladrillo cultural, a pesar de estar muy desacreditada,
TEORIA DEL LADRILLO TEORIA DEL PERFIL TEORIA
continúa siendo el modelo más frecuente y tácitamente empleado por los CULTURAL RADIAL POLITETICA
prehistoriadores; de acuerdo con la teoría, los conjuntos culturales son grupos
monotéticos rígidos de artefactos con distribuciones compartidas idéntica­
mente, con fronteras culturales con las culturas contiguas netamente demar­ Fig. 67. Tres modelos conceptuales alternativos esquemáticos expresando las rela­
cadas. El modelo representa, pues, a las culturas como tratándose de en­ ciones entre las fronteras de distribución de los conjuntos de artefactos tipo de
tidades físicas netamente delimitadas de manera que cada cultura pueda conjuntos culturales y los limites de la entidad cultural asi definida.
Conjunto y cultura 237
236 Arqueología analítica

rodeado por perfiles más o menos concéntricos que reflejan las distribucio­ menor de otros (Figs. 79, 80, 83, 85); situación que, de nuevo, subraya la
nes diferenciales de los artefactos tipos difundidos (Fig. 67). necesidad de métodos capaces de valorar el grado de similitud de determi­
Podríamos decir muchas más cosas sobre ambos modelos, pero lo que nados conjuntos con un arreglo cultural u otro. Esta necesidad sólo se sa­
realmente importa para nuestro propósito es subrayar que el fracaso de una tisface por el método de taxonomía numérica.
teoría honesta y elaborada como es la del perfil radial ha impulsado a los La conclusión de esta discusión ha sido la elaboración de un “modelo
prehistoriadores al uso tácito de la teoría del ladrillo cultural mucho menos politético” como alternativa al “modelo de ladrillo cultural” y al “modelo
fiable que la primera. La teoría del “ladrillo cultural” presupone necesa­ de perfil radial” de normalización de los conjuntos dentro de las áreas
riamente que los conjuntos culturales son series monotéticas de tipos, que de cultura. Esto, desde luego, no es más que un comienzo —para propósitos
todos los componentes se hallan presentes en todos los asentamientos, y que más concretos se necesitará un estudio comparativo de la distribución inter­
todos ellos comparten idénticas fronteras de distribución. Esas premisas son cultural que pueda darnos, poco a poco, una idea del alcance de la va­
en su totalidad indefectiblemente falsas. riación y de las categorías generales de las combinaciones de distribuciones
La teoría del perfil radial se derrumba por varias razones: la distribución de las.diferentes clases de conjuntos culturales politéticos. Sobre esta base y
de los artefactos tipo no es totalmente asunto de difusión; la difusión, a partir de un formato politético concreto —número de tipos en los con­
aunque irregularmente radial, no es verdaderamente concéntrica ni procede juntos integrantes, alcance de los tipos compartidos, número de tipos en la
de un solo centro, y finalmente, no existe ni centros ni áreas nucleares en serie total, etc.— debería ser posible predecir y delinear una forma esperada
los. que todos los tipos de conjuntos culturales se presenten conjuntamente de categoría de distribución. En la mayoría de ejemplos prácticos de patro­
—como tampoco hay asentamientos con sólo medio conjunto cultural. La nes de distribución de artefactos tipo culturales se observará que, puesto que
realidad esquematizada en este modelo no es, ni mucho menos, fácil de ais­ el conjunto cultural es imperfectamente politético y dado que la cultura es una
lar y definir. Los hechos relevantes parecen ser que el núcleo o la media, manifestación de una red social internamente intercomunicada, el número de
el modo y la región mediana de distribución de un artefacto tipo rara­ tipos específicos compartidos con otras culturas individuales será pequeño y
mente. es el núcleo de otro. Por consiguiente, cualquier región nuclear es las fronteras comunes mutuas estarán bastante bien definidas por una banda
menos el área dentro de la cual tuvieron lugar las invenciones y el desarrollo de gradientes exponenciales indicando las zonas de “máxima caída”’de los
originales que el foco geográfico y social donde elementos procedentes de artefactos culturales en los conjuntos fronterizos (Fig. 80). La zona central o
varias partes del territorio fueron coordinados e integrados. Por otra parte, meseta irrregular de elevada y aproximadamente constante afinidad mutua en­
la selección de tipos politéticos en cada conjunto de asentamiento elimina tre los conjuntos politéticos definirá, pues, el “área cultural” arqueológica
prácticamente toda posibilidad de una distribución radial y concéntrica para esencial. Más adelante (Figs. 79-85), veremos como dicho concepto se ajusta
la totalidad de los mismos. con las áreas lingüísticas, tribales y sociales.
La interpretación de la naturaleza politética del conjunto cultural en tér­
minos de artefactos tipo nos permite realizar algunos progresos en las prime­ MODELOS GEOGRAFICOS
ras hipótesis sobre la normalización de los conjuntos dentro de los límites
culturales. Las pruebas disponibles apuntan que las distribuciones individua­ El análisis de las áreas geográficas nos permite distinguir entre “áreas
les de los artefactos tipo específicos de una cultura se proyectan en lóbulos naturales” y “rutas naturales”. Sin embargo, estas rutas y áreas las conce­
irregulares en diferentes direcciones, y que numerosos tipos también se pre­ bimos indefectiblemente en una perspectiva cultural específica e idiosincrá-
sentan como componentes de otros conjuntos culturales en las áreas vecinas, tica —las áreas y las rutas son “naturales” en función de una tecnología,
y viceversa. Sin embargo, las respectivas áreas de distribución irregular se unos recursos apetecidos, una organización social y una situación política
solapan de tal modo que existe un área conteniendo más del 50 % del dados de la cultura en cuestión. No existen “áreas naturales” y “rutas
número total de tipos en conjuntos politéticos que incluyen varias series de los naturales” absolutas y definitivas —ya hemos mencionado otra vez que el
artefactos tipo culturales. Los límites de esta área cultural raras veces coin­ ambiente parece diferente a las culturas diferentes y que las culturas reac­
ciden con los límites de un artefacto tipo o grupo de artefactos tipo da­ cionan puramente a partir de sus percepciones: el ambiente tal como lo en­
dos (Fig. 67). No obstante, el patrón de distribución no carece de regula­ tienden. El cazador del Paleolítico acampado en medio del mayor yacimiento
ridad puesto que hacia las lindes del área de dispersión la densidad de las de mineral de hierro del mundo no “percibe” este recurso ya que su “olfato”
distribuciones del tipo disminuye rápidamente. Sin embargo, como quiera que tecnológico funciona con otros parámetros.
esta disminución no es continua sino que presenta un gradiente exponencial, De ahí que el territorio geográfico pueda dividirse y subdividirse en nu­
incluso los conjuntos periféricos de culturas contiguas muy mezcladas con­ merosos formatos de área diferentes en base a las rutas, recursos y barreras,
tendrán, obligatoriamente, un número superior de tipos de una serie cultural y y habida cuenta de la forma cómo esos elementos pueden afectar a una serie
238 Arqueología analítica Conjunto y cultura 239

de culturas dada con una tecnología, unos recursos apetecidos, una orga­ dada forma parte de la estrategia diferenciada adoptada para la explotación
nización social y una situación política dados —suponiendo que se dispone de los diferentes nichos del territorio. Los segmentos sociales especializados y
de unos conocimientos paleoecológicos exactos. Sin embargo, en un área profundamente adaptados y sus subculturas pueden quedar cada vez más
geográfica dada, el número de redes y formatos alternativos es probable­ vinculados a un juego de nichos y a su peculiar patrón de explotación
mente limitado —imaginar un área descomponiéndose de forma invariable —tendientes, posiblemente, hacia desarrollos culturales divergentes. La com­
es un error evidente, pero imaginarla como poseyendo unos componentes pleja intersección multinivel de nichos en una misma área permite, a veces,
de formato fundamentales, que reflejen las rutas, los recursos y las barre­ la explotación simultánea y diferente de esos recursos por culturas que com­
ras menos cambiantes, parece perfectamente razonable. Cualquier situación parten la misma área a diferentes “niveles” —por ejemplo los jinetes nó­
cultural particular será única en dicha área aunque habrá, no obstante, una madas navajos entre y cerca de los agricultores pueblo, o los jinetes nó­
combinación o una estrategia específica que incorpore parte del conjunto madas escitas y los agricultores eslavos ofrecen interesantes muestras del pa­
limitado de los formatos probables de los componentes del área —la combi­ trón inestable muchas veces asociado con el sistema emparejado nómada/
nación puede ser única pero los componentes básicos deberían tener una va­ agricultor, oscilando de la simbiosis al puro parasitismo.
riedad limitada, cuenta habida de los condicionamientos geográficos (Fig. 13). Si hacemos el resumen de las pruebas de la existencia de las áreas cul­
Cuanto mayor la información disponible, mayor la información que podrá turales, deberemos resaltar su fluctuación ininterrumpida y la futilidad que
obtenerse sobre los condicionamientos geográficos incidentes y mayores las representa dividir un territorio dado en una serie rígida de áreas naturales.
regularidades predecibles en la combinación de los componentes de los for­ En los estudios culturales de América del Sur, el territorio ha sido divi­
matos principales en el área de cultura. Las fusiones y los fragmentos de dido diferentemente por Murdock (24 áreas), Stout (11), Wissler (5), Kroe-
las rutas y áreas oscilan y alternan en el registro prehistórico e histórico ber (4) y Cooper (3) —divisiones todas ellas útiles y relevantes para estu­
—desapareciendo y reapareciendo como fantasmas de antiguos patrones. Los dios específicos pero todas igualmente inutilizables como áreas naturales per­
aspectos continuamente cambiantes de este caleidoscopio cultural reflejan las manentes y definitivas. Un estudio de igual naturaleza trató de imponer una
condiciones específicas continuamente cambiantes mientras que el mosaico red de áreas “naturalmente” definidas a la totalidad de la Edad del Hierro
constantemente reproducido de fragmentos de rutas y áreas refleja la conti­ británica con resultados igual de lamentables (Hawkes, 1959). Las áreas de
nuidad de los condicionamientos geográficos que inciden en el área. cultura fluctúan constantemente, sus límites son siempre “naturales”, pero
Las áreas geográficas de cultura y su combinación particular de compo­ nunca constantes, y las áreas a menudo se intersectan entre ellas si se super­
nentes del formato principal local están estrechamente unidas al concepto ponen a lo largo del tiempo. Vale la pena poner de manifiesto y analizar
ecológico de nichos de hábitat y su estructura —lo cual no puede sorpren­ las regularidades en los formatos de distribución de las ocupaciones suce­
dernos ya que la geografía de un área abarca la topografía, la geología sivas de un territorio dado mediante un mapa de distribución de los arte­
de los suelos superficiales y del substrato rocoso, el clima, la fauna y la factos tipo específicos asociados, pero ya resulta más tortuoso tratar de en­
vegetación. Cualquier área o territorio cultural específico deberá incluir, marcar por fuerza las áreas culturales en un formato territorial preestable­
obligatoriamente, varios nichos ecológicos y microambientes entrelazados, cido, salvo que el procedimiento se utilice como un modelo rigurosamente
cada uno con sus propias fronteras cambiantes. Las áreas de cultura y los controlado mediante mapas de distribución para formular hipótesis por el
nichos de cuyos recursos dependen ocupan territorios homogéneos normal­ método de los residuos (Cap. 2, II).
mente delimitados por fronteras netamente ambientales, pero aunque en cual­ No obstante, las áreas geográficas ofrecen diversos componentes normales
quier momento dado los límites de equilibrio de esas, áreas puede demos­ de formato principal susceptibles de presentarse en combinaciones variables
trarse que son “naturales”, en ningún momento son constantes. Si abor­ para producir un hábitat de área cultural compuesta. La personalidad
damos el problema bajo el enfoque del nicho ecológico veremos que los “recurrente” de un área representa, por consiguiente, la serie recurrente
nichos ecológicos no son entidades de caja separadas y distintas, sino que y limitada de los posibles componentes del área en base a las combinacio­
a menudo se intersectan entre sí arropados en un dispositivo politético. nes de los límites naturales posibles que circundan e intersectan el área
Un río determinado puede ser el límite de un nicho y simultáneamente el y las rutas naturales de acceso a la misma (Fox, 1932). En este sentido,
eje vital de otro; determinada especie vegetal puede presentarse en un área un área puede tener una variedad de personalidades, aunque sea una variedad
simultáneamente en varios formatos de nicho por lo demás bastante distin­ limitada y repetitiva, dependiendo de las limitaciones de las culturas en cues­
tos. Los sistemas socioculturales explotan determinadas combinaciones idio- tión. La reaparición esporádica de patrones de área familiares en territorios
sincráticas o combinaciones estratégicas de nichos territoriales y sus recursos específicos ofrece uno de los más interesantes ejemplos de regularidades de
—cultivando los valles, cazando en las laderas boscosas, apacentando los la historia y la prehistoria (p. ej., las culturas neolíticas y de la Edad del
rebaños en los prados alpestres, etc., etc. La sucesión de cultivos en un área Bronce de la cuenca central del Danubio).
240 Arqueología analítica Conjunto y cultura 241

MODELOS SOCIALES mente enlazados a través de las zonas colindantes de las superficies de las
tramas.
Hasta aquí el estudio de la naturaleza esencial de la cultura arqueológica El desarrollo de esos conjuntos culturales y sus sistemas socioculturales
se ha limitado principalmente al conjunto cultural en tanto que fenómeno está, pues, estrechamente vinculado a los mecanismos de aislamiento de las
material complejo. Este enfoque en ningún caso debería hacernos olvidar poblaciones, tanto en términos de intercomunicación como de adaptación
que dicho fenómeno fue generado por colectivos humanos ocupando áreas diferencial a las diferentes condiciones regionales. Cabe suponer que muchas
territoriales a lo largo del tiempo y que es un producto del comporta­ taxa culturales nuevas aparecen con la invasión de nichos ecológicos recién
miento social. La realidad y la importancia de la cultura arqueológica co­ creados y con el consiguiente aumento de la tasa de cambio que da lugar a
rrectamente definida es su clara aunque intrincada relación entre las antiguas una nueva configuración. Este desarrollo hace pensar en una ramificación
sociedades que en un tiempo formaron áreas coherentes de comportamiento ininterrumpida de las configuraciones culturales en el espacio genético para
homogéneo, en las cuales los atributos, los artefactos tipo y las series de adaptarse a/e invadir los patrones del espacio ecológico (Sokal y Sneath,
tipos y conjuntos culturales eran elementos materiales. El conjunto cultural 1963).
es el producto de un grupo social de cierta complejidad y dimensión —los La acumulación de rasgos idiosincráticos, como resultado del cambio y
límites particulares a fijar a las dimensiones de los grupos sociales respon­ selección, acentúan aún más el efecto de este movimiento divergente, espe­
sables de las culturas prehistóricas son un tema que deberemos considerar en cialmente cuando intervienen diferentes presiones sociológicas y ambientales.
un capítulo venidero (Cap. 9). A medida que avanza este cambio acumulativo, las posibles trayectorias y
La base social de las culturas materiales no es difícil de establecer en tér­ formatos desplazados se van reduciendo progresivamente, puesto que los
minos generales. En la sociedad, el individuo se ubica en un tejido de rela­ rasgos se integran profundamente en un todo funcional. El ritmo más
ciones de parentesco que se extiende más allá del grupo familiar —tejido moderado y más lento de la divergencia lingüística podrá mantenerse durante
que no consiste simplemente en una serie de lazos de ascendencia y con­ un período de tiempo mucho más prolongado para preservar la ascendencia
sanguinidad entre individuos sino que sólo existe como un sistema de ideas original del grupo y la posibilidad de restablecer un eficiente intercambio
idiosincrático y arbitrario, que, a menudo, ignora totalmente un aspecto de la cultural si las condiciones lo exigiesen. Cuenta habida de esta predisposición,
familia para determinados propósitos pero no para todos. En la sociedad, resulta particularmente interesante observar de qué forma las culturas diver­
las diferentes series de parientes se unen y cooperan diversamente para pro­ gentes del mismo grupo de cultura a menudo se propagan selectivamente por
ducir, distribuir y consumir, y están enlazadas por encima de las fronteras la trama preexistente de las poblaciones emparentadas (Cap. 7, III, IV).
de parentesco en la trama de colectivos y subculturas educacionales, grupos Las diferencias de cultura se presentan como dependiendo de sistemas
cronológicos, recreacionales, ceremoniales, religiosos, políticos y militares. básicamente acumulativos de múltiples factores, producidos por la aparición
Este tejido de obligaciones entrecruzadas, que se extiende de grupo a grupo e integración de numerosas ramificaciones independientes. Por ello, la proba­
dentro de ciertos límites geográficos, da cohesión a la sociedad. La difusión bilidad de que dos conjuntos culturales aislados evolucionasen exactamente de
de artefactos, costumbres, juegos, ideas, religiones, folklores y técnicas no la misma manera en todas sus características es astronómicamente reducida, y
puede producirse sin actividad humana —y ésta se produce consciente o in­ la convergencia en todos y cada uno de los conjuntos culturales previa­
conscientemente a través de esta trabazón social. De ahí que los artículos mente disimilares es aún menos probable (Sokal y Sneath, 1963 con refe­
resulten más amplia y homogéneamente difundidos en las áreas disponiendo rencia a Stebbins). Sin embargo, puesto que las culturas raramente pueden
de buenas intercomunicaciones, de una filiación, un lenguaje y unas insti­ aislarse completamente de la variedad en curso de difusión, y puesto que
tuciones comunes —un área de difusión interna óptima. Naturalmente, los pueden resolver de la misma manera el mismo tipo de problemas con que
artefactos y las ideas viajan más allá de las redes sociales individuales, pero se enfrentan en contextos ambientales similares —entonces, podremos es­
esas difusiones son esporádicas si se comparan con el creciente e ininte­ perar a cierto grado de convergencia de conjuntos en las áreas unidad de
rrumpido intercambio circulando por los nodos multienlazados de la sociedad este tipo. Esas convergencias deberían producir unidades de cultura material
unidad —el área de difusión primaria. supraculturales con determinadas configuraciones compartidas y un reducido
Un conjunto cultural común es, pues, la manifestación material de un nivel de afinidad mutua, pero suficiente para hacer que esta entidad propen­
área de intercomunicación colectiva máxima. La trama social precipita y da a determinados procesos de desarrollo selectivo (Tecnocomplejos, Cap. 8).
mantiene el área de cultura, y los límites de ambas deberían coincidir Este breve estudio de las bases sociales de las unidades de cultura mate­
ampliamente. Una serie de redes socioculturales contiguas pero claramente rial puede ayudarnos a conceptualizar las convulsiones socioculturales que
distintas pueden compararse, pues, con una serie de platillos contiguos cada subyacen por debajo de los complejos cambios sistemáticos observables a
uno de ellos conteniendo una dotación específica de artefactos tipo, penosa­ la superficie de la cultura material. Sin embargo, los arqueólogos están
242 Arqueología analítica Conjunto y cultura 243

más preocupados por la clasificación de las regularidades sistemáticas de esta de “nacimiento, crecimiento, madurez y muerte” implicados. La ontogenia
superficie para correlacionarlos con grupos de probables fenómenos sociales cultural tiene la misma sintaxis general que el artefacto tipo —la base de la
que por el procedimiento opuesto, que es el propio del antropólogo. Este trayectoria de la población es la misma y existe una confusión parecida
procedimiento sintáctico debería ofrecernos un marco para la detección de de niveles de significado, pero con una diferencia fundamental que aparece
regularidades arqueológicas y la construcción, a partir de esta base, de cierta paulatinamente. Tenemos, además, el concepto intuitivo, aunque pertinaz,
masa de superestructura teórica sintetizadora. Luego, como parte del mismo de florescencia y apogeo cultural, un concepto cuyas bases y realidad me­
procedimiento, podremos abordar el examen de las regularidades del patrón recen un examen algo detallado.
temporal que se traslucen en las trayectorias y tradiciones de diversas cul­
turas, sin olvidar su generación social. (i) Si se toman las direcciones divergentes de las trayectorias temporales
de los conjuntos temporales una por una, de pronto surge el problema del
cambio cuantitativo y oscilación en el número de los diferentes artefactos
IV Regularidades del patrón temporal tipo a través del tiempo. El cambio en números absolutos o relativos de
los artefactos en las fases sucesivas de una población tipo ya ha sido con­
De nuestras afirmaciones anteriores respecto a los artefactos y conjuntos siderado en detalle como una fluctuación bruta que intersecta las oscila­
que cambian con el tiempo se deduce que los conjuntos culturales cambia­ ciones de los atributos (Cap. 5, IV, ii). Las fluctuaciones en la producción
rán de acuerdo con el número de artefactos tipo y su distribución a través de artefactos tipo individuales tienden a variar de acuerdo con el bien co­
de los conjuntos integrantes y que esos tipos estarán cambiando, a su vez, nocido modelo de tendencia doble lenticular (Figs. 56-60). Sin embargo,
como la suma de sus atributos fluctuantes. Esas categorías de cambio pue­ aquí nos enfrentamos con los cambios de aspectos alternativos de cantidades
den actuar independientemente y en direcciones incoordenadas y divergentes, de artefactos tipo en el seno de los conjuntos en tanto que variaciones de
u, ocasionalmente, avanzar conjunta y correlacionadamente para determinar las categorías (a), (b) y (c) antes mencionadas. Se trata básicamente de un pro­
importantes nodos en la trayectoria temporal del sistema. El examen de las blema de verificación de las relaciones entre la distribución de los artefactos
complejas interacciones de estas distintas tendencias requiere que el sistema de tipo en términos de cada componente del conjunto y de distribución de la
conjuntos culturales y sus cambios se sitúen en los tres niveles familiares población del conjunto en términos de cada artefacto tipo.
(ver págs. 161-2): En cada caso la variación numérica puede reducirse a grosso modo a la
base relativa del aumento, de la disminución o de la estabilidad numérica
en la frecuencia de las fases sucesivas de la trayectoria del sistema. En
(i) El cambio cuantitativo y la oscilación numérica de los artefactos esta clase particular de variación —(a), el número de artefactos tipo di­
tipo
ferentes observados en cada fase sucesiva de un sistema de conjuntos cul­
(a) como una variación en el número de las diferentes categorías turales puede aumentar, disminuir, o mantenerse estable, representando un
específicas de artefactos tipo que definen el conjunto politético conjunto politético creciente, decreciente o estable de tipos en el equipo
en fases sucesivas, cultural. Suponiendo, desde luego, que se hayan tomado las precauciones
(b) como una variación en el número de las diferentes categorías de muestreo adecuadas y que se trate de una “verdadera” fluctuación.
específicas de artefactos tipo por serie en fases sucesivas, De igual manera, en la clase (b), el número promedio de artefactos
(c) como una variación de los aspectos (a) y (b) conjuntamente, tipo diferentes por conjunto integrante puede crecer, decrecer o permanecer
en una variedad de tendencias combinatorias. estable —respetando las mismas precauciones. La interpretación de esas ten­
(ii) El cambio cuantitativo y la oscilación numérica de las poblaciones dencias depende en gran medida de las relaciones y de la sincronización
de los conjuntos integrantes que forman el conjunto cultural en entre ambas clases o aspectos del cambio (a y b). Tomada separadamente, la
fases sucesivas.
variación en el número de los diferentes artefactos tipo que definen la
(iii) El cambio cualitativo y la oscilación del sistema general de conjuntos serie politética cultural general puede considerarse como la causa de la fluc­
culturales en tanto que sistema estructurado.
tuación del posible alcance de la variación de los conjuntos en la serie (a).
La variación en el número promedio de las diferentes categorías de artefac­
Una vez más, la consideración de esos cambios implica el concepto de tos tipo por conjunto refleja un grado fluctuante de variedad y de elabora­
ontogenia y el de entidad de cultura. La cultura, en tanto que población, ción del conjunto —fluctuación en el refinamiento tecnológico de la cultura
tiene varias clases de ontogenia, como ocurre con la población de artefac­ (b) (Fig. 24). El efecto combinado y la complicada interacción de esas
tos tipo, y de igual manera prevalece cierta confusión respecto a ios niveles tendencias pueden resumirse en el siguiente cuadro de combinaciones:
244 Arqueología analítica Conjunto y cultura 245

Fase (2) —coherente, perfeccionamiento creciente de los conjuntos con


un alcance creciente de la variación de los conjuntos culturales —una
Número de los Número de los gran variedad de tipos y conjuntos en la población local de la cultu­
diferentes artefactos diferentes artefactos ra Sx.
tipo específicos tipo específicos Fase (3) —postcoherente, perfeccionamiento decreciente de los conjuntos
en el conjunto por conjunto en la con un alcance decreciente de la variación de los conjuntos culturales
politético cultural población cultural Implicaciones
—un conjunto cultural más simple con menos tipos por componente
del conjunto en la cultura SP
1) En disminución En aumento Aumento de la elaboración del con­ Fase (0) —preformativa, perfeccionamiento decreciente de los conjuntos
junto con una disminución del al­ con un alcance creciente de la variación de los conjuntos culturales
cance de la variación cultural —mayor diversificación del contenido de los conjuntos acompañada
por una reducción de artefactos por conjunto. La fase en la cual
2) En aumento En aumento Aumento de la elaboración del con­ el formato del conjunto para el conjunto cultural S2 se observa por
junto con un aumento del alcance primera vez en la creciente correlación direccional de las trayectorias
de la variación cultural de algunos artefactos tipo.

3) En disminución En disminución Disminución de la elaboración del No pretendemos que esta secuencia exprese las verdaderas característi­
conjunto con una disminución cas de un conjunto cultural en vías de desarrollo sino meramente que. el
del alcance de la variación cul­ modelo indica la forma general en que las tendencias divergentes pueden
tural combinarse y definir y resaltar los cambios de umbral de un estado sistémico
a otro. Esta característica saca a colación los sucesivos estados de cultura y la
4) En aumento En disminución Disminución de la elaboración del distinción entre conjuntos culturales independientes y conjuntos culturales
conjunto con un aumento del al­ transformes unidos por la filogenia (ver pág. 249).
cance de la variación cultural Los números crecientes o decrecientes de los diferentes artefactos tipo en
series culturales sucesivas y los números de tipos diferentes por compo­
nente del conjunto también parecen manifestarse a través de gradientes cons­
Este modelo ha sido, desde luego, extremadamente simplificado —en pri­ tantes o de una oscilación entre dos polos. Desafortunadamente, es muy difí­
mer lugar sólo se han combinado dos variaciones para cada factor: aumento cil obtener datos relativos a ambas formas de variación pese a que ambas
o disminución. Si se hubiese utilizado tres variaciones —aumento, dismi­ categorías siempre están presentes en mayor o menor grado.
nución, estabilidad— en vez de cuatro categorías de cambio son nueve las
que hubiéramos obtenido. Las implicaciones exactas de estas categorías de Ejemplo. En nueve fases sucesivas de conjuntos culturales de Georgia
del Norte, un estudio cuidadosamente anotado puso de manifiesto un cambio
cambio dependerán de las especies de artefactos tipo intervinientes en los
ininterrumpido en el número de los diferentes tipos específicos de cerámica
cambios, así como de los números sometidos a fluctuación, de la tasa de
cambio y, en particular, del grado de correlación entre los cambios en las en las series politéticas sucesivas de conjuntos culturales. El número prome­
dio de tipos de cerámica diferentes por conjunto integrante en las sucesivas
trayectorias de los artefactos tipo individuales. No obstante, sabemos que la
secuencia del modelo anterior ofrece muchos puntos en común con la se­ poblaciones culturales era sistemáticamente más bajo que el total polité-
cuencia del desarrollo de un conjunto cultural a través del tiempo: tico posible para cada fase del conjunto cultural (Wauchope, 1966, Tabla 4).
Quedan, todavía, dos aspectos más de cambio cuantitativo y de oscila­
Fase (0) —preformativa, perfeccionamiento decreciente de los conjuntos ción en los números de los artefactos tipo en los conjuntos culturales.
con un alcance creciente de la variación de los conjuntos culturales Uno de ellos es la extensión lógica de las tendencias que acabamos de
en los componentes de la cultura So. tratar —la sustitución de un conjunto de artefactos tipo fluctuantes por otro
Fase (1) —formativa, perfeccionamiento creciente de ios conjuntos con o sustitución cultural. En un registro estratigráfico completo este proceso
un alcance decreciente de la variación de los conjuntos culturales en aparece, normalmente, como el truncamiento y la discontinuidad de una
los componentes del conjunto cultural formativo Si —la nueva cultura serie de tipos y su sustitución por una nueva serie. Sin embargo, como
se vuelve coherente. quiera que los conjuntos presentan probablemente un solapamiento polité-
Conjunto y cultura 247
246 Arqueología analítica

de la dispersión, y en parte, función del desplazamiento ininterrumpido


Número de artefactos de un estado de conjunto cultural por otro. Las complicaciones surgen de
tipo diferentes en el la interacción de esos factores y de la interferencia de los problemas de
Fases de conjunto conjunto cultural muestrgo —la población de conjuntos por fase es un vector complejo de
cultural politético
esos componentes.
En la práctica, el número de conjuntos por fase de determinada cultura
Fase avanzada 7 tipos tiende a ofrecer la distribución familiar y más o menos lenticular de
Fase Lamar 11 Reciente frecuencia a través del tiempo —primero aparecen unos cuantos conjuntos de
Fase Savannah 10 la nueva cultura, luego se produce un crecimiento sigmoide en los números
Fase Etowah 13 Tradición Woodland de los conjuntos: un período de ritmo de crecimiento decreciente al alcan­
Fase Woodstock 8 de Georgia del Norte zarse la asíntota, seguido por un crecimiento negativo y por la desapari­
Fase Napier 5 ción final de la cultura en términos de sus conjuntos distintivos.
Fase Swift Creek 5 Ejemplo. El ejemplo siguiente se basa en dos subculturas regionales de
Fase Deptford 4 Antigua la cultura Campaniforme del Bronce antiguo británico. En términos tempo­
Fase Fabric 1 rales y de distribución, una subcultura primitiva y septentrional —el grupo
británico septentrional— es desplazada por una subcultura relacionada y me­
ridional —el grupo británico meridional, el cual acaba siendo absorbido,
a su vez, por culturas autóctonas mayores (Fig. 46; Clarke, 1967, 1970).
tico de los tipos, incluso cuando provienen de culturas diferenciadas, enton­
ces unos pocos artefactos tipo ofrecen un registro aparentemente continuo
aunque normalmente subrayado en los planos de contacto cultural por una
discordancia de las tendencias cuantitativas. Esas discordancias del registro Número de Número de
Fase cultural conjuntos Fase cultural conjuntos
junto con una sustitución de tipos a gran escala bastan para indicar un
cambio cultural.
El otro aspecto es el recíproco de los patrones de variación vistos
Septentrional primaria Nj 17
hasta aquí —a saber, la consideración de la distribución del conjunto cul­
Septentrional avanzada N2 154 Meridional primaria Sj 54
tural total de cada fase sucesiva en la zona de influencia de los artefactos
Septentrional tardía N3 157 Meridional avanzada S2 158
tipo. Esta clase de fluctuación no tiene porque reflejar cambio alguno
Septentrional final N4 17 Meridional tardía S3 66
en los números absolutos de tipos específicos por conjunto de fase, ni
Meridional final S4 76
cambios en la variedad total de los conjuntos culturales politéticos. En
cambio, puede haber oscilaciones o tendencias en los estados sucesivos de
la distribución de la población del conjunto en la zona de influencia de los
artefactos tipo existentes —cambios sucesivos en los porcentajes relativos
Las tendencias de los conjuntos de esta clase apuntan que el principal
de los tipos particulares presentes. Esto refleja, desde luego, los cambios
factor detectado en esas muestras es la gradual aparición, fluctuación y
de aspecto, pero no de contenido, de los conjuntos culturales y puede estar
desaparición de una serie particular de equipo —la población humana co­
relacionado a menudo con la reorganización subcultural.
rrespondiente manteniéndose del principio al fin sin oscilaciones aparentes.
No debería imaginarse que una población humana aparece, fluctúa y desa­
(ii) El estudio cuantitativo de los números de conjuntos integrantes que
parece de una manera tan simple —de hecho, no está claro cómo las fluc­
forman el conjunto cultural en fases sucesivas ha despertado muy poco in­
tuaciones demográficas afectan las tendencias de los conjuntos; aunque es
terés. La razón de esta omisión estriba, en parte, en la dificultad por
seguro que las afectan. El factor susceptible de incidir en el último pro­
establecer cronologías relativas exactas en campos distintos de los taxonómi­
blema es la naturaleza de la muestra arqueológica. Como quiera que las ten­
cos en curso de estudio, y en parte por la embarazosa situación que supone
dencias en la frecuencia de los conjuntos de fase arqueológicos son muy
tener que admitir la escasez de los conjuntos representando fases arqueológi­
parecidas a los cambios históricos y documentados en los conjuntos culturales
cas sucesivas. No obstante, los números de conjuntos representativos de cada
recientes, se justifica cierto grado de confianza en la utilidad de los datos
fase cultural deberían ser, en parte, función del tamaño de la población y
248 Arqueología analítica Conjunto y cultura 249

arqueológicos para los análisis ulteriores. La naturaleza y los problemas de dad mutua en términos de artefactos tipo y su sucesión de estados tipo.
la muestra arqueológica requieren, desde luego, particular atención (Mue- El modelo sistémico representa el “comportamiento” total acumulado de las
11er, 1975). relaciones de esos artefactos tipo en los desarrollos multilineales y en mo­
Así es posible que las curvas ontogénicas cuantitativas para los artefac­ saico de los múltiples conjuntos independientes y su intrincada trama.
tos tipo y los conjuntos no estén tan simplemente relacionadas con las A causa de este modelo dinámico cualquier formato de sistema cultural
fluctuaciones de la población humana, ¿existe alguna posibilidad de estimar pasará a través de una serie sucesiva de estados de formato o estados cultu­
las fluctuaciones demográficas a partir de la información disimulada en las rales diferenciados unos de otros por las fluctuaciones cuantitativas en los
tendencias de los artefactos tipo? Este problema apenas ha sido investi­ tipos inesenciales y esenciales y por los estados de fase particulares de los
gado pese a que experimentos cuidadosamente controlados con artefactos artefactos de multiestado. Recíprocamente, los sucesivos estados sistémicos
modernos, hechos a mano, bien escogidos, seguramente darían resultados serán unificados por un subconjunto común de artefactos tipo y por los
convincentes. Una posibilidad interesante es que, dada una población hu­ aspectos comunes y persistentes de la estructura de correlación. La entidad
mana en vías de crecimiento, en la que una proporción constante de invi- cultural, al igual que el artefacto tipo, es un sistema de multiestado continuo
viduos producen manualmente artefactos tipo normalizados, se podría imagi­ y, por lo tanto, convendrá distinguir entre conjuntos que pueden relacio­
nar que la “varianza” de los atributos en las poblaciones de artefactos narse entre sí en calidad de conjuntos culturales transformes de un sistema
tipo particulares podría verse afectada en un grado determinable con cier­ único y conjuntos provenientes de sistema de conjuntos culturales bastante
ta precisión. De darse estas circunstancias muy específicas, el crecimiento diferentes e independientes.
de la población podría desempeñar un papel importante en el aumento de Culturas transformes. Son conjuntos culturales relacionados colateral­
la “tasa de innovación” y en la “invención integradora”. Esta relación mente o por filiación y que no son más que los diferentes estados de cul­
hipotética de momento no ha sido todavía comprobada aunque apunta la tura o formatos de la trayectoria temporal de un mismo sistema cultural.
posibilidad de aplicarla a cierto número de experimentos de análisis de Numerosos conjuntos culturales diseminados en el tiempo y el espacio
varianza. pueden interpretarse, pues, como simples estados de cultura de un sistema
cultural de multiestado común. Esos conjuntos homeomórficos se distingui­
(iii) Las fluctuaciones y oscilaciones en la ontogenia cuantitativa de nu­ rán por su persistencia en las transformaciones como mínimo de los arte­
merosos artefactos tipo y conjuntos y sus combinaciones pueden considerar­ factos tipo clave en una disposición común —la mayoría de los tipos del
se como parte solamente del cambio cualitativo y de la oscilación del sis­ conjunto pueden interpretarse como los diferentes estados de grupos com­
tema de tipos intercorrelacionados en tanto que constelación estructurada partidos de artefactos tipo de multiestado. A partir del momento en que
variable con el tiempo. En esta interpretación dinámica, el modelo anterior de un cúmulo de conjuntos queda determinado como transformes de un mismo
fase estática del conjunto cultural general produce una trayectoria temporal sistema cultural, el problema se limitará a distinguir los transformes espa­
en la cual los tipos van y vienen, cambian de estado a estado, y van ciales contemporáneos de los transformes temporales.
de un nivel de correlación a otro con referencia a los demás artefactos tipo Culturas independientes. Los conjuntos culturales o culturas independien­
del conjunto cultural. Partimos, pues, de una constelación de artefactos tes no están conectados con (ni derivan de) un sistema común al nivel
tipo politéticamente generada, con niveles variables de intercorrelación mutua que nos ocupa en este momento. Los conjuntos independientes pueden com­
distribuidos alrededor de los núcleos de artefactos tipo clave. Los “kits” partir determinados artefactos tipo, pero el nivel de afinidad entre los con­
subculturales o los complejos tipológicos pueden presentarse como núcleo de juntos es bajo y la mayoría de artefactos tipo no pueden relacionarse co­
tipos covariantes o correlacionados, pero igualmente estos núcleos pueden in­ mo estados diferentes de los mismos tipos específicos. Los artefactos tipo
cluir tipos clave provenientes de complejos independientes aunque relaciona­ esenciales y clave son diferentes y sus interrelaciones en numerosos conjun­
dos y que, además, covarían. Resulta arriesgado suponer que un complejo tos siguen siendo distintas. No obstante, las culturas independientes son trans­
correlacionado de artefactos tipo es equiparable simplemente con un kit formes de algún sistema, en algún lugar.
subcultural; esos núcleos pueden surgir de diversas otras maneras (Bindford Un sistema de conjuntos culturales particular surgirá en primer lugar
y Bindford, 1966). bajo un formato identificable como la introducción sucesiva y acumulativa
En el modelo dinámico de la trayectoria temporal del conjunto cultural de una serie creciente de artefactos tipo esenciales y clave direccionalmente
lo que hacemos es seguir el sistema cultural de estado en estado a través correlacionados —cruzando, eventualmente un umbral que señala la primera
de su historial identificable —su formato sistémico. El sistema es generado, aparición coherente e integrada de un formato.de cultura específico (Fig. 68).
desde luego, por el patrón integrado de numerosas trayectorias de conjun­ Antes de alcanzar este umbral los artefactos tipo esenciales individuales
tos dispersos aunque interconectados unidos por enlaces persistentes de afini­ sólo aparecían independiente y esporádicamente en los conjuntos de otros
250 Arqueología analítica Conjunto y cultura 251

c. 2OOO

C. 3000
B.C.
Cultura Ertebolle Neolítico antiguo Culturas del Cultura
polaco/prusiano cultura de Baalberg Danubiano ll/lll de los tells
y de TRB A/B Tripolye/Gumelnitza
~ Industria de hojas Tipos cerámicos Hachas de combate Prototipos de hachas
Jarras ovoides básicos: de piedra. de combate de cobre y
Cuencos ovoides Campaniforme Agricultura piedra.
“ Cuerdas Anfora globular mixta-pastoral Tipos básicos de
Guirlandas y motivos . Estilo "Neck-Only' Arado útiles de cobre
__ en espiguilla Enterramiento Agujas de martillo
individual y espiral.
Versiones en cobre
de brazaletes de
c.3500 hueso, broches de
B.C cinturón, y lúnulas
de diente de jabalí,
Agricultura

A: Culturas de la Cerámica Cordada noreuropea; B: Contactos de la Cerámica Cordada


póntico-caucasiana; 1: tipos Uticos; 2: tipos cerámicos; 3: enterramientos individuales; 4: tipos
óseos; 5: Hachas de Combate; 6: tipos calcolíticos.

Fig. 68a. Correlación direccional entre artefactos tipo en una cultura o


grupo recién surgidos. Un bosquejo esquemático de la introducción Fig. 68b. Correlación direccional entre atributos y artefactos tipo en un arte­
e integración acumulativas sucesivas de artefactos tipo clave y esen­ facto tipo recién surgido —el automóvil en los Estados Unidos de América— el
ciales en un sistema cultural de las culturas de la Cerámica Cordada/ umbral, 1895. Adaptado de Broom y Selznick, 1958, según F. Stuart Chapín.
Hacha de Combate recién surgidas de la Europa septentrional hacia
2700-2500 a.c.
tados de artefactos tipo diferenciados y su modo de asociación. La dife­
rencia entre culturas transformes es mucho más considerable en las distri­
buciones y su patrón de asociación —incluido un nivel mucho más bajo de
sistemas, o en un sistema ancestral tan gradualmente modificado que ya no afinidad y de artefactos tipo esenciales diferenciados.
representa, ni siquiera, un estado sistémico de la trayectoria anterior. La Una vez formado, el formato sistémico de cultura se desplazará ininte­
diferencia entre estado sistémico y estado sistémico en un mismo sistema, rrumpidamente de un estado a otro, marcado por las constantes fluctuaciones
en contraposición con la diferencia entre dos sistemas transformes, es sim­ en los estados de artefactos tipo modales y por la correlación variable
ple materia de grado y de elevación de umbral. La diferencia entre estados entre tipos en el sistema. Los artefactos tipo esenciales determinarán los
sistémicos en el mismo sistema cultural es principalmente materia de es- tipos de multiestado que existen en algunos estados en cada fase de la tra-
252 Arqueología analítica Conjunto y cultura 253

yectoria de la cultura específica —que expresan la continuidad y la super­ timizarse si se produce en un locus con varias culturas vecinas diferentes
vivencia del sistema en tanto que sistema. Los artefactos tipo clave son aunque interactuantes; es inútil decir que este factor no basta por sí solo
una subserie de los tipos esenciales que se distinguen por un patrón con­ para desencadenar el proceso, pero lo que sí puede es aportar una de las
juntamente mantenido de covariación y correlación en el sistema —tipos diversas causas posibles y acumulativas.
que ocurren en conjuntos en relaciones repetidas y específicas. Esos artefactos
tipo y sus transformes son ampliamente responsables de la continua identi­
dad del conjunto cultural a través de sus estados sucesivos. Fuera de esas CORRELACION Y COHERENCIA CULTURAL
regularidades y condicionamientos los tipos inesenciales entran y salen cons­
tantemente del sistema y los tipos restantes ofrecen una oscilación constante En los términos del modelo dinámico que estamos desarrollando, la trayec­
en los niveles de estado y de correlación uno respecto al otro. toria temporal de un sistema de conjuntos culturales se ofrece como un haz
La terminación de dicha trayectoria del sistema cultural puede produ­ de trayectorias de artefactos tipo correlacionados variables —con tipos que
cirse de dos maneras principales: aparecen y desaparecen, desplazándose de estado a estado y fluctuando en
grado de correlación con otros tipos. El nivel de correlación entre los tipos
(1) La introducción sucesiva y acumulativa de nuevos artefactos tipo en la estela cambiante de la constelación expresa la interdependencia de
hasta que el viejo formato pierda coherencia y que emerja un esas variables; cuando unaYIe ellas varía, igual ocurre con la otra, de manera
nuevo formato que integre los artefactos tipo noveles en una dis­ algo similar a cómo se representa por una función matemática, aunque no
posición crecientemente normalizada —el desarrollo de una cultura en la forma de una dependencia tan completa. Es muy importante compren­
transforme a partir de otra. der que dos variables —tanto si son trayectorias de atributos o trayectorias
(2) El desplazamiento y sustitución de un sistema cultural por otro sis­ tipológicas —pueden estar correlacionadas entre sí sin que ello implique ne­
tema independiente en un locus dado. cesariamente una conexión directa simple entre ellas. La Ínter correlación
puede reflejar, muy a menudo, una relación compleja compartida por dos
El proceso de terminación debe distinguirse del caso paralelo en el que ó más variables que están siendo modificadas por los efectos de una causa
intervienen sistemas de artefactos tipo y que proporciona la diferencia común vinculada a alguna otra variable. Puede que no exista ninguna con-
fundamental entre dos patrones, por otra parte fuertemente congruentes, nexión significativa entre dos trayectorias tipológicas presentando una corre­
de “comportamiento” sistémico. En un sistema de artefactos tipo, el tipo lación distinta de las relaciones que tienen establecidas separadamente con
particular puede simplemente dejar de ser fabricado, dejar de existir y de­ una tercera variable distinta. Debe evitarse el exceso de simplificación con­
saparecer de la categoría cultural. En un sistema de conjuntos culturales sistente en interpretar los cúmulos de artefactos tipo correlacionados como
el sistema y su población pueden ser desplazados por otro sistema inde­ simples kits de artefactos subculturales asociados que varían con el tiempo
pendiente, pero la cultura raramente, por no decir jamás, deja de existir (Binford y Binford, 1966). Una vez más, la base de la interpretación resi­
por más que continúe experimentando transformaciones divergentes crecien­ de en las consideraciones estadísticas pero sin que nos ofrezcan soluciones
tes. Es concebible que en muy raras ocasiones toda la población produciendo simples y exclusivas a los problemas arqueológicos.
un sistema sociocultural particular pueda ser eliminada por la guerra, la De momento basta con saber que las mediciones de correlación pueden
enfermedad o el hambre —pero esas ocasiones son particularmente excep­ expresar la interdependencia entre artefactos tipo covariantes a lo largo de
cionales. Lo normal es que el sistema cultural sea desplazado e instale su las trayectorias temporales del sistema cultural. Esta correlación es n-dimen-
territorio en otra parte, o que el impacto mutuo de uno o más sistemas sional, siendo n el número de artefactos tipo en el sistema —cada tipo man­
culturales en un locus restringido produzca un nuevo conjunto cultural tiene alguna forma de relación con cada uno de los restantes tipos del siste­
“emergente” según el esquema más arriba mencionado (1). La cultura emer­ ma en cada fase.
gente puede tener varios “antecesores” susceptibles de supervivir por algún Los estados sistémicos sucesivos en la trayectoria del conjunto cultural
tiempo en su formato en tanto que subculturas étnicas vestigiales o regio­ cambiante presentarán obligatoriamente cambios en la intercorrelación mutua
nales. El nuevo conjunto cultural no puede ser contemplado como un de los artefactos tipo en la constelación —tanto individualmente entre pares
transforme de cualquier otro sistema, sino más bien como un conjunto de tipos, o generales en la medida en que la población de tipos presenta una
complejo con un formato individual único con características emergentes. intercorrelación creciente o decreciente. Como ya indicamos anteriormente,
Es precisamente esta clase particular de nueva identidad y este proceso este grado general de integración sistémica o de intercorrelación de los com­
particular lo que denotan una “cultura independiente” y su “nacimiento”. ponentes es el vector oculto tras la impresión intuitiva del grado de “cohe­
Vale la pena señalar que la aparición de esta clase de proceso puede op­ rencia” de un conjunto cultural. Los niveles crecientes de intercorrelación
254 Arqueología analítica Conjunto y cultura 255

general entre los artefactos tipo definidores de la trayectoria temporal de introducción acumulativa de una serie coherente de nuevos artefactos tipo
una cultura apuntan un formato cultural mejor definido conceptualizado clave para reemplazar los antiguos. Por consiguiente, la trayectoria temporal
como un aumento de la coherencia del formato cultural —remate de la co­ de los conjuntos culturales aparece segmentada por cúmulos de nodos de cam­
rrelación direccional. Recíprocamente, la decreciente intercorrelación general bio maximizado netamente más significativos que los cambios intermedios
uniendo la siguiente constelación de artefactos tipo evocará un formato cul­ insoslayables y esporádicamente continuos.
tural cada vez peor definido —una coherencia cultural decreciente. El con­
cepto de “coherencia” es importante puesto que puede ser objeto de una de­ V Regularidades del patrón sistémico
finición ulterior y es, por lo menos en teoría, un factor mensurable y cuan-
tificable sea bajo alguna forma de media geométrica o quizá como el mo­ La mayoría de las regularidades de los conjuntos y artefactos tipo del siste­
mento de inercia de sucesivos estados sistémicos expresados en forma de ma cultural han sido detalladas en relación con el espacio del sistema y las
valores de correlación (Cap. 6, IV). trayectorias temporales (Sección III-IV). Subsisten las regularidades inheren­
tes del sistema que dependen del sistema en tanto que fragmento de un sis­
tema de información sociocultural con el usual equilibrio dinámico inestable
TASAS DE CAMBIO Y UMBRALES desplazándose en medio de la abundante variedad puesta en circulación en
forma de información codificada sobre el comportamiento por los sub­
Si el nivel de intercorrelación de los artefactos tipo es un factor importante sistemas culturales.
en la ontogenia cultural, entonces lo mismo ocurrirá con la correlación Dado un subsistema particular de conjuntos culturales de un sistema so­
entre las tasas de cambio de los componentes sistémicos. El patrón de cambio ciocultural, los artefactos tipo específicos pueden visualizarse como repre­
y las tasas de cambio de esos componentes contribuyen conjuntamente a sentando una variedad nueva, alternativa, contradictoria o redundante en
definir los umbrales que separan un estado de cultura de otro y una cultura relación con el sistema general y su aspecto material. El equilibrio en cons­
transforme de otra cultura transforme. De un punto de vista muy sustan­ tante cambio del sistema sociocultural se mantiene mediante una constante
cial, lo que denota el crecimiento de un nuevo formato cultural es la tasa minimización de la cantidad máxima de dislocación sistémica alcanzable.
acelerada de aumento en variedad nueva —la tasa particularmente acelerada Es precisamente este proceso el que determina que un fragmento de variedad
de aumento en nuevos estados de artefactos tipo y estados de atributo: los difusora convenga para la integración o si debe ser rechazado, y que, de
verdaderos impulsores del desarrollo creativo a través de la reorientación de la manera similar, estimule o no logre estimular la invención integradora in­
trayectoria temporal cultural (por lo normal esporádicamente fluctuante). terna de “nueva” variedad para tramar de nuevo los viejos componentes.
Gracias a esos rápidos desplazamientos correlacionados hacia nuevas formas Puesto que el sistema es dinámico y está acoplado a un sistema ambiental
de caracterización de artefactos tipo, el desarrollo de nuevas culturas trans­ dinámico, el equilibrio sociocultural nunca se alcanza completamente y, por
formes, estados culturales o subculturales —según el grado y la naturaleza consiguiente, el formato de equilibrio cambia constantemente. En cualquier
de los cambios— queda adecuadamente registrado. trayectoria de conjunto cultural, en cualquier momento, existen varios focos
Este modelo de trayectoria temporal continua para los conjuntos cultura­ del sistema que requieren que una variedad adecuada reduzca la variedad
les plantea el tradicional problema de la diferenciación entre estado cultural contradictoria y dislocadora concentrada en esos puntos de la estructura del
y estado cultural, y entre cultura y cultura en la secuencia. Básicamente, sistema. Esos focos fluctúan y se desplazan constantemente minimizando el
los umbrales que separan los estados culturales unos de otros son sutiles total de nueva dislocación del sistema introducida por nuevos desarrollos a
e insignificantes por comparación con los que separan culturas transformes todos los niveles del sistema y en el ambiente acoplado.
unas de otras. Los umbrales entre estados o fases culturales pueden inter­ En esas condiciones un artefacto tipo particular puede introducirse en la
pretarse como reflejando cambios correlacionados en números reducidos red de comunicación de una cultura y dar lugar a una variedad totalmen­
de artefactos tipo que los llevan de un estado modal a otro y de un locus te nueva —si el nuevo tipo minimiza alguna dislocación sistémica existente
de intercorrelación a otro dentro del sistema tomado en su totalidad. en un subsistema dado, entonces será aceptado e incorporado como un au­
Simultáneamente, algunos artefactos tipo no esenciales pueden contribuir a mento de la variedad sistémica. El nuevo tipo puede facilitar la estabiliza­
resaltar la fase a través de su aparición y desaparición del sistema. Por com­ ción de la contradicción religiosa o psicológica de un subsistema en igual
paración, los umbrales que subrayan la formación y reformación del formato medida que la dislocación de una cultura material o de un subsistema eco­
cultural ofrecen cambios correlacionados en la mayoría de los artefactos nómico. Numerosos artefactos tipo difusores no representan más que formas
tipo esenciales y clave, una gran variedad de todos los componentes del alternativas de las formas ya existentes en el formato cultural —meros es­
sistema, una crecida tasa de cambio de los tipos de estado a estado y la tados diferentes de tipos de multiestado que no producen incoherencias ni dis­
256 Arqueología analítica Conjunto y cultura 257

locaciones sistémicas. Una clase bastante más extensa de artefactos tipo que cambios, ésta es la forma en que dichos cambios se producen. Las princi­
circulan y recirculan a través del sistema resultará meramente redundante pales manifestaciones de dichas transiciones llevan la marca de la interacción
—se trata de tipos modales de dicha cultura y su circulación no se traduce acumulativa de las tendencias adicionales sobrepuestas. Esas tendencias colec­
en cambios de variedad: no contienen “nueva” información sobre el com­ tivas señalan el umbral y fraccionan el proceso continuo de transformación,
portamiento. no sin cierta analogía con el “nacimiento, crecimiento y muerte” del mundo
Sin embargo, la principal categoría de variedad en los artefactos tipo orgánico. A continuación intentaremos modelar, a grandes rasgos, algunas de
corresponderá a aquellos tipos que refutan secciones del código de conducta las tendencias generadas por las sociedades, responsables de la aparente onto­
del sistema y de su variedad estabilizada. La variedad contradictoria podría genia de su exoesqueleto material.
representarse por las piaras de cerdos y sus artefactos respecto a una comu­
nidad judía, o por la escultura antropomórfica a ios musulmanes o, incluso,
por el equívoco militar entre el desarrollo de los artefactos de protección MODELO EXPERIMENTAL DE ONTOGENIA SISTEMICA
y los que están basados en la movilidad y en la potencia de fuego. Frente CULTURAL MATERIAL
a la variedad contradictoria, el sistema sociocultural, en la mayoría de los
casos, se limita a desechar dicha variedad, y cualquier invención integradora Las principales tendencias supuestamente intervinientes a diferentes niveles de
interna de esta categoría es despreciada por el sistema, aunque puede ser importancia han sido discutidas en secciones anteriores de este capítulo. Di­
ávidamente apropiada por otro. No obstante, puede resultar ventajoso de in­ chas tendencias, incluyen:
mediato aceptar e incorporar cierta cantidad de variedad contradictoria con
objeto de estabilizar una dislocación importante presente a cambio de la cambios en los números de categorías de artefactos tipo específicos
creación de otra menos importante. Como quiera que los sistemas sociocul- definidores de la serie politética de la cultura,
turales no son ni organismos inteligentes ni organismos previsores, esos cambios en los números de categorías de artefactos tipo específicos por
cambios suelen surtir serias e imprevisibles consecuencias —especialmente a conjunto de componentes (promedio),
partir de la incorporación, fragmento por fragmento, de variedad acumula­ cambios en los números de artefactos por estado de artefacto tipo es­
tiva conduciendo a un umbral impredicible. La estrategia a corto plazo parece pecífico (ubicación y grado de la tendencia central),
ser indefectiblemente la minimización de la cantidad máxima de dislocación cambios en los números de conjuntos de componentes por fase o estado
sistémica directa y de ambigüedad social. cultural,
El sistema de cultura ofrece, pues, todas las regularidades del sistema que cambios en el nivel de intercorrelación general entre artefactos tipo es­
se suponen propias de un subsistema material arbitrario dentro del todo pecíficos (coherencia),
sociocultural —las regularidades apuntadas en el modelo general. Esas regu­ cambios en las tasas de cambio, especialmente de los tipos, de estado
laridades incluyen las categorías generales de variedad que acabamos de men­ tipo a estado tipo.
cionar, el principio de la adaptación a un equilibrio móvil, la oscilación
del sistema a varios niveles, feedback, focos de cambio acelerado, la opera­ Cada uno de esos cambios puede dividirse a grosso modo en actitudes
ción de factores múltiples acumulativos en los umbrales, la correlación direc- o tendencias crecientes, estables o decrecientes, por lo cual tendremos seis
cional y los numerosos otros puntos del modelo general para los procesos variables de tendencia, cada una con tres actitudes brutas —admitiendo 36
culturales (Fig. 11 y postulados 1-16, Cap. 2). o 729 posibles combinaciones o categorías de cambios conjuntos. Tomados
La ontogenia de una cultura o de un conjunto cultural específicos ha sido conjuntamente, la interdependencia de algunas de las variables, la expresión
esbozada a partir de la introducción sucesiva y de integración acumulativa bruta de sus tendencias y el número de permutaciones posible, su combina­
de un conjunto emergente de artefactos tipo esenciales y clave direccionalmen- ción hará que cualquier modelo simple no sea más que esquemático. Sin
te correlacionados. El “nuevo” formato cultural emerge, pues, por primera embargo, se supone que son esas tendencias mutuamente fluctuantes las res­
vez, como un sistema integrado a un umbral importante (Fig. 68), para des­ ponsables de la definición de la ontogenia de los conjuntos culturales, si­
plazarse luego de un estado sistémico a otro en el espacio y el tiempo hasta guiendo el esquema siguiente:
que el mismo proceso de cambio acumulativo produce la transmutación del
sistema en otra transformación igualmente importante. Esas transiciones, tal (0) Umbral —“nacimiento/muerte”
como hemos insistido repetidas veces, no se presentan espontáneamente, ni Fases sucesivas de un conjunto cultural o de una cultura ofreciendo:
surgen de las cualidades innatas de los artefactos —debemos limitarnos a números crecientes de categorías de tipos definidores del conjunto
admitir que cualesquiera que sean las causas complejas que generan- los politético cultural,
258 Arqueología analítica Conjunto y cultura 259

números decrecientes de categorías de tipos por conjunto de com­ números decrecientes de conjuntos de componentes,
ponentes, nivel decreciente de los conjuntos de componentes,
números decrecientes de artefactos en previos estados modales tasas de cambio crecientes, especialmente de tipos, de estado a
(Kurtosis), estado.
números decrecientes de conjuntos de componentes por fase,
nivel decreciente de intercorrelación general entre categorías de (0) Umbral —“muerte/nacimiento3 3
tipos, Fases sucesivas de un conjunto cultural o de una cultura ofreciendo:
tasas de cambio crecientes, especialmente de tipos, de estado a números crecientes de categorías de tipo definidores del conjunto
estado. politético cultural,
números decrecientes de categorías de tipos por conjunto de com­
(1) Formativo —“crecimiento” ponentes,
Fases sucesivas de un conjunto cultural o de una cultura ofreciendo: números decrecientes de artefactos en previos estados de tipos
números decrecientes de categorías de tipo definidores del conjunto modales,
politético cultural, números decrecientes de conjuntos de componentes por fase,
números crecientes de categorías tipo por conjunto de componentes, nivel decreciente de intercorrelación general entre artefactos tipo,
números crecientes de artefactos en la tendencia central recién tasas de cambio crecientes, especialmente de tipos, de estado a
establecida, estado.
números crecientes de conjuntos de componentes del nuevo for­
mato, El esquema precedente no tiene otra finalidad que la de indicar la na­
nivel creciente de intercorrelación general entre categorías de tipos, turaleza de algunos de los cambios que apuntan la ontogenia del sistema
tasas de cambio decrecientes, especialmente de tipos, de estado a cultural —en tanto que modelo, el esquema está sumamente idealizado y
estado. es totalmente hipotético. No obstante, la secuencia contribuye al encuadra-
miento del proceso interviniente de manera que subraya la compleja inter­
(2) Coherente —‘‘madurez3 3 acción de las tendencias en el sistema y, a pesar de su fragilidad, el modelo
Fases sucesivas de un conjunto cultural o de una cultura ofreciendo: ofrece una base para la comparación de la “coherencia” con el fenómeno
números crecientes de categorías de tipos definidores del conjunto de “clímax” cultural.
politético cultural,
números crecientes de categorías de tipos por conjunto de com­ CLIMAX CULTURAL
ponentes,
tendencia central máxima de los artefactos en los nuevos tipos La ontogenia esquemática del sistema cultural que acabamos de esbozar ha
clave, sido definida estrictamente en términos de variedad y de cambios normaliza­
números máximos de conjuntos de componentes del nuevo for­ dos en la variedad —no se ha mencionado el estado económico o tecno­
mato, lógico del sistema afectado. Lo cual es normal puesto que admitimos que
nivel máximo de intercorrelación entre artefactos tipo, este patrón ontogénico general —“nacimiento, crecimiento, muerte”— puede
tasas de cambio mínimas, especialmente de tipos, de estado a observarse en las culturas del Paleolítico y de la Edad del Hierro, en las
estado. culturas materiales de cazadores - pescadores - recolectores y en las culturas
materiales urbanas. Hemos admitido que, en términos de su subsistema de
(3) Post-coherente — ‘ ‘caída33 cultura material o de su conjunto cultural específico, esas entidades en un
Fases sucesivas de un conjunto cultural o de una cultura ofreciendo: momendo dado no existen, después aparecen por primera vez, se extienden
números decrecientes de categorías de tipos definidoras del conjun­ y terminan desapareciendo otra vez del escenario. Este es el caso general, in­
to politético cultural, dependientemente de la forma o complejidad sociocultural específicas.
números decrecientes de categorías de tipos por conjunto de com­ Pero los sistemas socioculturales varían considerablemente en contenido,
ponentes, microestructura, organización económica y condiciones ambientales y, por
tendencia central decreciente de los artefactos alrededor de previos consiguiente, el patrón preciso de desarrollo de categorías individuales
estados modales, del sistema sociocultural variará de acuerdo con los condicionamientos ca­
260 Arqueología analítica Conjunto y cultura 261

racterísticos interviniendo en esta categoría de sistemas. Steward (1955), Partiendo de esta base parece posible distinguir un patrón general amplia­
por ejemplo, distingue entre el patrón y el patrón potencial de varios niveles de mente distribuido de desarrollo sistémico inherente a la estructura de cada
integración sociocultural basados en taxa que comparten determinados atri­ sistema de cultura material, en contraposición con una versión restringida y
butos sociales, económicos, tecnológicos, territoriales y poblacionales. Los especial de este, desarrollo inherente, sólo bajo determinadas condiciones eco­
sistemas socioculturales, al igual que las máquinas, extraen energía del am­ nómicas:
biente y la usan en una variedad de actividades precondicionadas por el for­
mato del sistema a favor de la continuidad del sistema. Al igual que las Ontogenia del sistema general Ontogenia del sistema clímax
máquinas, los sistemas culturales pueden ya sea extraer la energía a un ritmo
constante y restituirla en la forma de una constante pero débil producción
de variedad sociocultural, ya sea, en el otro extremo, algunos sistemas cul­ Umbral Umbral/Arcaica
turales sumamente perfeccionados y organizados pueden extraer grandes can­ Formativa Formativa/Florescente
tidades de energía de sus propios recursos y previa concentración, aumentar Coherente Coherente/Clímax-clásica
considerablemente la producción de variedad. La primera estrategia corres­ Postcoherente Postcoherente/Post-clásica
ponde a un sistema satisfaciente no-clímax; la segunda es un sistema clímax Umbral Umbral/Arcaica
y optimizador —ambos presentan riesgos y ventajas. Como quiera que el El sistema puede presentar varias El sistema puede presentar varias
subsistema económico es la fuente extractiva de la energía del sistema, transformaciones sucesivas, cada transformaciones sucesivas, cada
cuanto más lograda la estrategia económica particular, mayor será la cantidad una de ellas como una fase for­ una de ellas como una fase flo-
de energía disponible para la redistribución a través del sistema. Por con­ mativa y coherente distintiva. rescente y clímax distintiva.
siguiente, el clímax cultural representa la forma peculiar de la coherencia
o “madurez” del sistema observada en las culturas con organizaciones
económicas superdesarrolladas o, alternativamente, con recursos naturales Es a todas luces evidente que esos sencillos modelos unimodales pue­
superabundantes. El primer dispositivo es propio de los estados e imperios den ser multimodales —como en el caso de las civilizaciones aisladas
urbanos —civilización; el segundo corresponde al clímax de sistemas más china y egipcia, o los modelos pueden ser truncados y. sustituidos por
sencillos bajo condiciones excepcionalmente favorables —el grupo cultural interferencias externas, como en el caso de la destrucción de las culturas
magdaleniense del Paleolítico europeo, o los prestigiosos indios del noroeste mesoamericanas por los españoles (Kroeber, 1963).
de la América del Norte reciente. Por consiguiente, el clímax de la cultura Hasta aquí hemos apuntado que el clímax cultural es una manifestación
sigue la explosión exponencial de la variedad sociocultural que distingue especial y restringida de algunas ontogenias culturales pero aún no hemos-
a las fases formativas de determinadas categorías de sistemas culturales, explicado directamente esta “creatividad” especial ni tampoco sus relaciones
razón por la cual dichas fases a menudo son orgánicamente descritas como con la fase formativa del desarrollo del sistema. Hemos señalado, sin em­
la fase de “florescencia” cultural. Sin embargo, todas las culturas presen­ bargo, que la secuencia florescencia-clímax se limita a sistemas organizados
tan fases formativas y coherentes de integración aunque sólo bajo ciertas o situados de forma que puedan extraer excedentes de energía de sus re­
circunstancias podrán dichas fases alcanzar también la “florescencia” y el cursos y, mediante su concentración, aumentar la producción de variedad
clímax cultural. El paso de economías pobres a economías ricas es, desde sistémica. El primer paso consiste en determinar cómo los sistemas cultu­
luego, gradual, con el consiguiente paso gradual de las culturas no clímax rales pueden aumentar la variedad y qué estructuras socioculturales son ca­
de producción constante a las culturas clímax de producción masiva. Las paces de hacerlo.
ventajas de los sistemas clímax estriban en su mayor capacidad efectiva En la medida en que cada entidad cultural de reciente creación surge de
para la regulación y control del ambiente, aislando el individuo y el sistema, los elementos de varias culturas y comunidades preexistentes, es inevitable que
pero esta capacidad está contrarrestada por los peligros potenciales de los ex­ la fase formativa contenga una amplia diversidad de variedad contradictoria y
cesos inflacionistas, la superespecialización, la explotación excesiva de los alternativa. En esta fase la estructura y el acoplamiento del sistema socio-
recursos y las evidentes desigualdades sociales que produce la superorganiza- cultural y sus subsistemas todavían necesitan ser mutuamente estabilizados e
ción. Las ventajas de los sistemas no clímax o de clímax reducido son su institucionalizados en el seno de un sistema unidad —la dislocación interna
potencial para una sociedad más igualitaria con una trayectoria de desa­ será, por consiguiente, agravada por la riqueza contradictoria de la distinta
rrollo menos drástica y más atenuada —como desventajas: la vulnerabilidad información sociocultural y las producciones discordantes de los subsiste­
del sistema a la fluctuación ambiental y el reducido alcance de su desarrollo mas. Este estado de crecimiento formativo provoca vigorosas tentativas de
potencial. producción de variedad para estabilizar las dislocaciones. Este comportamien-
262 Arqueología analítica Conjunto y cultura 263

Variedad refundida más


to no se observa en las comunidades que han alcanzado una fase más AUMENTO
madura. A medida que avanza el cambio acumulativo, los posibles patrones
y trayectorias de desarrollo van restringiéndose, al tiempo que se acentúa
la integración y la institucionalización de los atributos en un todo funcional.
El desequilibrio del sistema formativo en y entre los subsistemas requie­
re una tasa óptima de generación de una variedad cada vez más nueva y
comprehensiva con objeto de minimizar el máximo de dislocación en el
sistema. Esta nueva variedad sólo puede obtenerse de las dos fuentes usuales:

generación interna por invenciones integradoras,


generación externa y comunicación por difusión.

La fase del sistema formativo se caracteriza, pues, por una gran diver­
sidad de variedad intrínseca, que exige, a su vez, una gran cantidad de
“variedad” nueva a partir de invenciones integradoras y difusión externa.
Por consiguiente, tal como ha sido admirablemente demostrado por Kroeber, Fig. 69. La ciudad como amplificador de energía y variedad conectado a la red
la fase formativa representa las condiciones ideales para que la población cultural. La materia prima y la variedad de todas clases son extraídas de las áreas
prácticamente constante de genio latente interactúe acumulativamente y pro­ urbanas, regionales, culturales y, quizás, imperiales —esta variedad es incorporada
duzca un cúmulo de invenciones y descrubrimientos integr.adores —subra­ y reciclada a partir de la ciudad (y en grado variable) en la forma de nueva y po­
yados, retrospectivamente, por períodos de acumulaciones de genios y logros tente variedad (máquinas, herramientas, etc., incluido artefactos sociales, religiosos
y conceptuales, además de los materiales).
umbral (Kroeber, 1963). Por esas mismas razones, esta fase formativa es,
también, una fase excepcionalmente receptiva e integradora. Esta “creati­
vidad” o explosión de nueva variedad en los atributos y artefactos es, sería, quizá, una cultura artificialmente organizada, y el imperio un grupo
por lo tanto, un potencial de “juventud” formativa en un sistema socio- cultural artificialmente optimizado. La estrategia optimizadora más pequeña
cultural —desconocido, con este grado, en las fases ulteriores. No es que la dependiendo de un sistema cultural más flexible pero igualmente bien orga­
invención o la adquisición de nueva variedad se interrumpa sino que la nizado en una situación de recursos abundantes y reducida población. Se
“florescencia” indica una tasa mucho más elevada de desarrollo de nueva trata de la categoría clímax de florescencia reducida que puede observarse
actividad. en contextos de cazadores - pescadores - recolectores, como los de las tribus
Sin embargo, si la hipótesis precedente es correcta ¿por qué sólo se magdalenienses y kwakiutl, con sus estrategias casi óptimas de subsistencia
observa la secuencia florescencia-clímax en determinadas categorías y situa­ altamente especializadas en ambientes con abundantes recursos. Obviamente,
ciones de sistemas? La respuesta es simplemente materia de grado y se ha el alcance y la estabilidad del clímax en esos pequeños sistemas unidad
expresado en nuestro anterior contraste entre sistemas socioculturales satis- son, por fuerza, menores que en los tecnocomplejos urbano-agrarios.
facientes, organizados con miras a la explotación ininterrumpida y a la libe­ En resumen, pues, hemos distinguido cuidadosamente entre la ontogenia
ración de energía y variedad, en contraposición con los sistemas optimiza- —formativa, coherente, postcoherente— que se reproduce en todos los siste­
dores que liberan explosiones de energía y variedad. La capacidad de ampli­ mas culturales, y la secuencia —floreciente, clímax-clásica, post-clásica—
ficación de energía y de variedad es propia de ciertas formas de organi­ que caracteriza solamente a la ontogenia de las economías casi optimiza-
zación y estructura sociocultural —condiciones necesarias aunque no sufi­ doras, a menudo, siguiendo un período de auge económico. El Renaci­
cientes para el potencial clímax. miento europeo nos ofrece un buen ejemplo de esta secuencia florescen­
La ciudad es una de estas organizaciones. La ciudad es una unidad muy cia-clímax, siguiendo a/y dependiendo del auge económico que le precede
peculiar y extremadamente sofisticada que depende de la población y de los de cerca. El norte de Italia fue una unidad cultural con una ontogenia
recursos organizados de un territorio local, el cual, a su vez, quizá depen­ cultural y clímax pese a que nunca fuese una sola unidad política —se
de de una cultura sumamente organizada —una nación— y que en las uni­ trataba de una unidad de la cual los componentes constituían parte igno­
dades más potentes ésta puede, a su vez, recurrir a un imperio extractivo rada aunque indivisible, igual como ocurría con las ciudades estado de la
más organizado y diseminado (Fig. 69). En este contexto, la ciudad es, Grecia clásica o como ocurre con los organismos en un biotopo.
por lo tanto, un amplificador de energía o de variedad, y la nación Florescencia, clímax y post-clímax son, por consiguiente, mero tema

UNIVERSIDAD DE ANTiOQUIA
J.: BIBLIOTECA CENTRAL
264 Arqueología analítica Conjunto y cultura 265

de grado —la manifestación enormemente amplificada de varios cambios ob­ un sistema cultural optimizador —definiendo, así, la primera configuración
servados a menor escala en todas las transiciones formativas, coherentes, coherente del formato cultural recién creado, estabilizando la nueva variedad
post-coherentes. Todas las fases formativas de los sistemas culturales habrán generada en los diversos aspectos culturales. El período comúnmente admiti­
contenido variedad cultural heterogénea y diversificada momentáneamente in­ do como definidor de las fases en que la mayoría de artes y oficios de una
tegrada a partir de numerosas fuentes y sólo metastablemente equilibrada cultura alcanzan su patrón de clímax individual. El proceso es acumulativo y
dentro de la unidad del sistema cultural. En todos los casos surgirán focos catalítico —el clímax coincidental de uno o más componentes a menudo
de dislocación y se estimulará la invención y adquisición de variedad nueva inducirá condiciones de clímax en aspectos relacionados y, en condiciones fa­
y comprehensiva —pero lo que quizá llegue a producir una florescencia vorables (metastables), esas también alcanzarán el clímax. Los clímax de
y un clímax en un sistema cultural avanzado será la severidad, el alcance los aspectos individuales acumulados producen, pues, un sólido patrón gene­
y el potencial amplificado de esos desarrollos cotidianos. ral y una nueva configuración sistémica —una transformación renaciente.
Kroeber resume y argumenta este proceso en términos de su hipótesis Esas condiciones, tal como señala Kroeber, proporcionaban las precondicio­
de “realización del patrón” (1948 y 1963) y postula que cada elemento nes óptimas para las invenciones y las innovaciones sobre una base integra-
cultural, a cada nivel, posee un potencial limitado de desarrollo o transfor­ dora y, por lo tanto, retrospectivamente se nos aparecen constelando el genio
mación cuyo perímetro es rápidamente alcanzado en las fases que transcu­ humano (Kroeber, 1963).
rren del clímax al post-clímax. Según esta hipótesis, el clímax es la fase clá­ El registro arqueológico puede aspirar, pues, a detectar el desarrollo de
sica de delimitación o de realización del patrón esencial, el cual será ocu­ la formación del sistema cultural y de la coherencia, y en casos especia­
pado, luego, conservadoramente con desarrollo ramificado. Nuestra interpre­ les, las manifestaciones de su florescencia y manifestaciones de clímax. Debe­
tación y nuestra hipótesis difieren del modelo de Kroeber puesto que, ría ser posible, después de todo, deducir la base y el carácter general de las
aunque conceptualmente satisfactoria, su expresión es difícilmente sostenible constelaciones de genios del Renacimiento y de la Grecia clásica a partir de
en detalle. ¿Cuándo puede decirse que un patrón es “realizado” o “sa­ los restos materiales y del contraste con lo que procedió y siguió a ambas
turado”? o ¿por qué el patrón no prosigue en la propagación de nueva épocas. Una faceta muy característica de esos desarrollos florescencia-clí­
variedad? Nuestra explicación apunta que no todos los patrones culturales max es su dignidad artística. Este desarrollo artístico es muy difícil de valorar
poseen esta capacidad de realización mientras que, recíprocamente, el creci­ si no se recurre a juicios de valor contemporáneos, aunque convendría ob­
miento acumulativo que produce el patrón es inicialmente estimulado por la servar que suele limitarse exclusivamente a una selección de los campos ar­
dislocación formativa y se interrumpe o, mejor dicho, disminuye su ritmo tísticos existentes. Sin embargo, es evidente que este desarrollo artístico forma
de desarrollo, cuando esas dislocaciones quedan prácticamente estabilizadas. parte también del estímulo general de la innovación para que
La florescencia es producida por la dislocación estimuladora a gran escala minimice las contradicciones y ambigüedades que aparecen en la diversidad
en determinadas categorías de sistemas, y el clímax es la estabilización ar­ floreciente —creando nuevas variedades destinadas a reconciliar o sustituir las
bitraria de esta dislocación en una “nueva” configuración cultural de recien­ formas equívocas presentes. Gran parte de esta dislocación puede ser social,
te aparición integrada por primera vez. religiosa o psicológica, a pesar que se la catalogue con la producción artís­
Esta variante de la hipótesis de Kroeber resulta más comprensible si tica, y en este sentido, el arte y el artista son verdaderamente “caracterís­
se expresa a partir de la definición de la terminología crucial. ticos” de su período y su contexto. Incluso esta producción artística está
Florescencia. El período de crecimiento explosivo de nueva y comprehen­ muy a menudo funcionalmente integrada a la cultura contemporánea en la
siva variedad en aspectos de un sistema o subsistema cultural optimizador forma de unidades adecuadamente concentradas de tiempo visiblemente mal­
—definiendo, así, el desarrollo acumulativo y catalítico de la variedad ne­ gastado —la esencia de la mayoría de insignias y símbolos de prestigio2.
cesaria para estabilizar los focos de dislocación sistémica producidos por el
desarrollo del sistema.
El término florescencia, aunque sólo difiera en grado, se aparta, aquí, Notas
de la versión a escala reducida del mismo proceso —característico de la
fase formativa de todos los sistemas culturales. (1) La naturaleza “supracultural” de la metalurgia y su distribución en la
Clímax. El período que sigue a una florescencia de variedad en un Europa de la Edad del Bronce ha sido cuestionada por Rowlands (1971). A partir
de las pruebas etnográficas de la posición y rango de los artesanos metalúrgicos,
sistema o subsistema, en el que la variedad alternativa y contradictoria dis­
dicho autor hace observar que el herrero “destribalizado” e “itinerante” se encuen­
locadora producida por el crecimiento integrador es estabilizada coherente­ tra muy raramente. La existencia de diferencias regionales o industriales en la meta­
mente por primera vez en el formato del sistema recién creado. lurgia así como las tradiciones locales de la metalurgia del Bronce medio y re­
Clímax cultural. El período que sigue una florescencia de variedad en ciente de Europa también contradicen esta noción de producción supracultural.
266 Arqueología analítica

(2) El papel del tratamiento de la información y de la toma de decisiones en


la formación del estado ha sido tratado últimamente de forma menos abstracta
por Johnson, para quien el «desarrollo del estado primario implica una sobrecarga
de la organización de la toma de decisiones en una jefatura. Puesto que ningún
factor único tal como una irrigación, una población, guerras e intercambios locales
crecientes o cualquier otra cosa, parece haber contribuido al desarrollo del estado,
parecería que se necesitan “múltiples” fuentes de información para forzar cambios 7 Cultura y grupo cultural
organizativos básicos a este nivel» (1973). Flannery (1972) coincide en atribuir una
importancia clave a la toma de decisiones, a través de una organización social cada
vez más centralizada y jerarquizada, en la formación del estado. Esos procesos de
segregación y centralización, así como los mecanismos que los producen, se supone En la clasificación de los restos quizás el primer paso debería
que intervienen en la evolución de todos los sistemas de estado, pero las “ten­ consistir en asignarles a su propio grupo cultural,
siones socioambientales» (guerra/población/crecimiento/irrigación/comercio) res­ “Nuevos métodos y objetivos de la prehistoria”
ponsables de su introducción habrían estado localizadas en su propia configuración Proceedings ofthe Prehistoric Society for 1936, pp. 1-15
particular. El lugar ocupado por la religión en el desarrollo de esos sistemas de V. CORDON CHILDE, 1936
estados clímax ha sido investigado experimentalmente por Drennan (1976), el cual
apunta que la segregación y la centralización aumentan la demanda de “rituales de
santificación” para asegurar la aceptación y contribuir al mantenimiento del nuevo
estado social.
I Introducción

En un importante sentido, la cultura se sitúa en la cúspide del modelo jerár­


quico de las entidades arqueológicas (Fig. 49). La cultura arqueológica re­
presenta el subsistema de cultura material de un sistema sociocultural es­
pecífico. El sistema cultural y las comunidades que lo generan aportan a la
unidad un sistema de variedad informativa abundantemente interconectado y
mutuamente reforzado encargado de unir y estabilizar cada canal de interco­
municación y de comportamiento humano. Las organizaciones sociales de
mayor tamaño que la sociedad y su cultura están menos interconectadas
y por lo tanto disponen de un sistema de “comportamiento” menos desarro­
llado. El poder y la diversidad crecientes de los métodos de comunicación
permiten, no obstante, un crecimiento ininterrumpido del tamaño soportable
de dichos sistemas socioculturales.
La cultura arqueológica es, por consiguiente, la categoría de entidad con
el mayor contenido de información —colocar un conjunto en una cultura
específica equivale a atribuirle características generales y específicas. Asignar
un conjunto o una cultura a un grupo cultural equivale a asignarlo a una en­
tidad mayor pero que es una entidad con un contenido informativo menor
—una entidad mayor en términos de área y población pero menos compleja
en organización reticular y en el nivel de afinidad entre sus componentes.
De la misma manera que la categoría “especie” en la clasificación biológi­
ca vehicula más información que las categorías “orden” o “género”, mucho
más abundantes en población. Es por esto que debe tomarse especial cuidado
en la terminología arqueológica si se desea aislar correctamente las entidades
cultúrales de entidades mayores y menos informativas. Designar, p. ej., los
conjuntos gravetienses como cultura es cometer un error de bulto en la apre­
ciación del tamaño, naturaleza y grado de organización de la entidad consi-
268 Arqueología analítica Cultura y grupo cultural 269

derada —es atribuirle un falso conjunto de propiedades innatas. Este es, pre­
cisamente, el problema que tratamos de resolver con una cuidadosa defini­ Grupo cultural
ción y una utilización más rigurosa de los niveles de información. balcánico/anatólico Grupo cultural de la
bicromo, liso cerámica impresa
Debe subrayarse, de entrada, que todas las culturas también forman par­ d estampado mediterránea
Grupo cultural Litoral del mar Negro
te, desde luego, de grupos culturales y de entidades tan generales y tan danubiano I occidental, del
mediterráneo oriental
elevadas como son los complejos tecnológicos y los grupos socioeconómicos Grupo cultural y del mediterráneo
de Boian occidental
—de manera muy similar a como las especies pertenecen, obligatoriamente,
Grupo cultural balcano/
a un género y un orden. Los conjuntos de componentes y los conjuntos danubiano de los "Tell'
tricoma lisa y
culturales se sitúan en un y mismo momento a la intersección de esos amplios rústica
Grupo cultural
conjuntos que se distinguen unos de otros en tanto que categorías arqueoló­ danubiano II
gicas por los niveles variables de complejidad y por la indispensable afini­ // Grupo cultural de la \
dad que une a los conjuntos en estas series. El parentesco del caso o de la 1 Grupo cultural \ xf estepa occidental \
TRB septentrional
muestra particular dentro de esos amplios conjuntos de parientes colaterales \ Caucasiana I
Grupo cultural l
vehicula un ingente volumen de información potencial sobre el caso en cues­ ' \ de Badén t \ Cerámica cordada /
Grupo cultural
tión. Cuanto más exacta nuestra definición de esos conjuntos más abundan­ danubiano III Cerámica acanalada
Grupo cultural de la
te y exacta será la información que obtendremos. Aunque pueda resultar cerámica de cuerdas,
imposible atribuir un conjunto a una cultura determinada, suele resultar del hacha de combate
y del ánfora globular
mucho más fácil y requerir menos información atribuirlo a un grupo cul­ Grupo cultural del
Bronce temprano
tural —a una de cuyas culturas desconocidas pertenece gran parte del con­ Grupo cultural
cerámica proto
Auientitz
danubiano IV
junto. Es por ello que, aunque las culturas individuales de la Europa neo­
lítica sean innumerables y mal definidas, los grupos culturales presentan un
patrón simplificado de haces de transformes relacionados (Fig. 70). Alter­
nando los microdatos del análisis de detalle con el patrón de desarrollo ge­
neral, el arqueólogo tratará de ampliar su cosecha de nuevos datos. Fig. 70. Un ensayo de modelo de los principales grupos de la Europa
Un grupo cultural puede definirse, entonces, como — un grupo de cultu­ neolítica hacia 6000-2000 a.C. Cada grupo cultural es uri balón multi-
ras colaterales afines caracterizadas por conjuntos integrados en una misma dimensional a través del tiempo y espacio; los solapamientos subrayan
categoría politética, pero en estados diferentes, de los mismos artefactos que, en tanto que estructuras politéticas y factores de desarrollo impor­
tipo específicos de multiestado. El nivel de afinidad que une el grupo en tantes, las culturas individuales pueden pertenecer a (y unir) varios grupos
términos de conjuntos compartidos es bajo, quizá 30 % o menos, pero culturales, sin contradicción.
el nivel residual de afinidad que une el grupo en términos de conjuntos de Grupo balcánico/anatólico Grupo del Bronce antiguo Grupo Danubiano II
familias tipológicas y de tipos transformes de multiestado es elevado, quizá Cultura de Hcilar, cultura
de Kremikovci y de Karanovo,
Culturas de Periam-Mokrin, Culturas Vinca Tordos, Tisza,
Glina, Foltestí, Kisapostag, Lengyel, Stichband y Rossen.
60 % o más. La esencia del grupo cultural así definido se convierte, pues, pre/proto Seskío, Starcevo- Nagyrev, Perjamos, Unetice.
Koros-Cris Grupo Danubiano III
en la serie politética de artefactos tipo de multiestado diversamente compar­ Grupo de la cerámica Culturas Tsizapolgar, Ludanice,
Grupo Danubiano 1 de cuerdas Bodrogkeresztur, Decea,
tidos por los miembros del grupo cultural y que, conjuntamente, expresan la Culturas danubianas I Culturas del Anfora Globular, Jordansmuhl, Baalberg.
orientales, occidentales Fatyanovo, Dniepr-Dniestr, Zlota-
necesaria identidad del grupo cultural. y septentrionales, Bukk, Vístula, Sueca, Danesa, Culturas Danubiano IV
Hinkelstein, etc.
El grupo cultural consiste esencialmente, pues, en un grupo de culturas Haffküsten, Oder/Marschwitz,
Alemania Occ., PFB holandesa,
Culturas Jevisovice,
Aichbuhl, Schussenried,
estrechamente relacionadas a menudo basadas en las subculturas regionales Grupo Boian
Culturas de Boian, Dudesti,
Suiza, Saxoturingiana. Altheim, Pfyn, Horgen.

de una tradición cultural en expansión. A finales de la prehistoria, Europa, Vadastra, Butmiry Marica. Grupo de la cerámica Grupo septemriona TRB
impresa mediterránea lordansmuhl, Baalberg,
p. ej., se ve sucesivamente ocupada por un formato fluctuante de grupos Grupo de los tells Culturas del Mar Negro occídci I: 'silzmunde, Walternienberg,
balcano/danubianos culturas Hamangija I, Wiorek, Lubon, Nosswitz, A/B
culturales como el grupo cultural de la Cerámica Impresa, el grupo cultural Culturas de Gumelnitza, Burgas, Bug-Dnieper, I RB, C, Michelsberg, MN, TRB,
Salcutza, Diminio, Petresti, Mediterráneo oriental:
Danubiano I, el grupo cultural de los Vasos de Embudo, el grupo cultural de Tripolye-Cucuteni, culturas Smilcic, Molfetta,
Escandinavia y Países Bajos.

Tracio-macedónica.
la Cerámica Cordada, el grupo cultural de Chassey/Cortaillod/Lagozza, Sentinello I adriáticas.
Mediterráneo occidental:
Grupo de la estepa occidental
Culturas de la cerámica de
etc., etc. De hecho, es probable que numerosas entidades prehistóricas, par­ Grupo de Badén
Culturas de Badén, Pecel,
culturas de la cerámica cuerdas caucasiana, Usatova,
impresa portuguesa, española, Cernavoda, Cotofeni, Tumbas
ticularmente en los estudios del Paleolítico, adquieran rango de grupos cultura­ Kostolac, Bubanj, Vucedol, francesa meridional, norte- de ocre.
Mondsee, Zok, Laibach. africana, sarda, maltesa.
les más que el status de verdaderas culturas simples. Parece probable que la
270 Arqueología analítica Cultura y grupo cultural 271

mayoría de agrupaciones del Paleolítico inferior y medio son de este orden se identifique por unas lenguas igualmente divergentes formando un grupo
o, incluso de un orden todavía más amplio, y que los grupos que se apro­ que, en su tiempo, compartía los mismos antecedentes. Debemos apresurar­
ximan del verdadero rango cultural son detectables, de momento, sólo en nos a añadir que, puesto que el grupo cultural puede formarse también
partes del Paleolítico superior. Esto no significa que dichas entidades cultu­ de otras maneras, ésta no es una característica automática de los grupos cul­
rales no existiesen en esos tiempos pasados sino que sólo ahora empezamos turales y sus sistemas lingüísticos. No obstante, con frecuencia tendremos
a disponer de suficientes datos detallados y análisis definitivos para poder el caso de grupos culturales aproximadamente equiparables con grupos lin­
definir como Musteriense e incluso Auriñaciense los grupos culturales y regio­ güísticos pero sin que coincidan exactamente con ellos y que, como tales,
nales pertenecientes a esas entidades. Las entidades de que disponemos aquí pueden ofrecer al arqueólogo una pista preciosa, aunque sumamente compleja
pertenecen a categorías mucho más toscas, como cabría atenerse a la vista de y peligrosa, del desarrollo de fenómenos de tanta importancia como pueden
su gran tamaño, de su reducido contenido informativo y del abandono tácito ser el grupo lingüístico indoeuropeo y otros grupos importantes, con éxitos
del sufijo “cultura” por los arqueólogos del Paleolítico. mucho más importantes en el nivel inferior de la escala en casos como los
de las entidades lingüísticas y de grupos culturales célticos, eslavos y ban-
túes. En estos estudios la complejidad y el peligro subyacen latentes en la
II Sistemas de grupos culturales terminología indeterminada y en el hecho de que los conjuntos lingüísticos
y de cultura material nunca son meros equivalentes de los conjuntos sociales.
Los sistemas de grupos culturales son sistemas de conjuntos culturales in­ Las trayectorias temporales y espaciales de los grupos lingüísticos y grupos
terconectados, variando en términos de sus conjuntos de componentes, los culturales están estrechamente relacionadas pero no son idénticas; siendo las
cuales, a su vez, cambian como la integral de los artefactos tipo cambiantes. tasas de cambio diferentes el factor de dichas trayectorias.
La constante coherencia del sistema del grupo cultural depende de un bajo La preexistencia de un grupo lingüístico común en un conjunto de socie­
nivel de intercomunicación continua entre los conjuntos regionales de com­ dades y territorios contiguos constituye, necesariamente, una precondición
ponentes. Cualquier interrupción de esta difusión de variedad cultural co­ ideal para la formación de una confederación o agrupación tribal algo am­
rriente conduciría, gradualmente, a la disminución y pérdida de la identidad plia. Esta confederación se caracteriza por un aumento de los contactos mu­
del grupo cultural bajo el impacto del desarrollo divergente. Es así que puede tuos y de la interdifusión de la cultura material suficientemente marcado
producirse la “muerte” de un grupo cultural. para que se pueda identificar un grupo cultural material más o menos coin­
La base sociocultural del grupo es particularmente interesante e infor­ cidente. Pero sería extremadamente pueril esperar que este grupo cultural
mativa. En el capítulo precedente se apuntaba que la cultura y su conjunto coincidiera exactamente con un grupo lingüístico y un grupo tribal absoluta­
cultural reflejaban un territorio y una sociedad coherentes, ofreciendo un área mente homogéneos. No obstante, es un hecho que unidades tales como las
interna de intercomunicación y difusión máximas. Dos de los principales me­ confederaciones de iroqueses y zulúes, así como las agrupaciones tribales de
dios de difusión enlazando semejante entidad cultural parecían ser el reticu- escitas y celtas han sobrevivido en los límites aproximativos de su cultura
lado social corriente y una lengua o grupo de dialectos corrientes como medio material en la forma de grandes grupos culturales definidos a partir de los
supremo de intercomunicación. Hechos de observación respaldan la equiva­ artefactos (Cap. 9). En algunos casos la organización intencional de una de
lencia aproximativa aunque raramente coincidente de un área lingüística estas confederaciones o agrupaciones por una sola cultura puede dar lugar a
con un área de cultura —en todo caso, el primer conjunto suele ser ma­ la formación de un grupo cultural focalmente organizado y sumamente de­
yor que (o igual ai) último. Se apuntaba, asimismo, que una cultura in­ sarrollado —el imperio colonial. Existe, pues, una conexión muy tenue
tencionalmente organizada, con una lengua común, formaba la base de la pero evidente entre los conjuntos separados —grupo cultural, grupo lingüísti­
“nación” como entidad. Siguiendo esta línea general, llegamos a una equiva­ co y confederaciones sociales, principalmente como entidades de rango más
lencia y a una conexión aproximativas ente los conjuntos separados —cultura, o menos equivalente, y de vez en cuando, como consecuencias secuenciales
lengua y nación (Fig. 75). unas de otras.
Vemos, pues, que el grupo cultural en tanto que grupo de culturas estre­ En el caso del imperio colonial como grupo cultural artificialmente
chamente relacionado y en territorios adyacentes pero discontinuos debería organizado, centrado en un estado urbano amplificador, la secuencia
reflejar, sobre esta base general, un grupo de lenguas y sociedades estrecha­ suele transcurrir de la ocupación militar de una red de colonias económi­
mente relacionadas —un grupo lingüístico y un grupo sociocultural. Además, camente apetecibles a su aculturación parcial en un grupo cultural a veces
como quiera que un origen posible para los grupos culturales podría ser la con la instauración temporal de un grupo lingüístico compartido. Los ries­
divergencia creciente de una cultura en expansión con extensas subculturas gos inherentes al mantenimiento de semejantes territorios coloniales con fre­
regionales, habrá todas las razones para sospechar que dicho grupo cultural cuencia se traducen por una espectacular desintegración postclímax como re­
272 Arqueología analítica Cultura y grupo cultural 273

sultado del efecto acumulativo de múltiples factores que alcanzan un umbral eos compartidos de los artefactos tipo, tamaño y naturaleza de esos conjun­
histórico (Cap. 2, III). Visto desde fuera, el último factor de dicho proceso tos, variación de su desarrollo con la variación de una entidad en función de
y, superficialmente su más poderosa manifestación, es, a menudo, la demoli­ esta estructura. No es posible, en el marco de un estudio tan condensado
ción militar de la organización sistémica y la pérdida económica de los te­ como es éste, emprender la búsqueda de la base necesaria, pero antes de
rritorios coloniales. Sin embargo, la destrucción de la variedad de input del lanzarse en generalidades, es indispensable establecer un modelo aproximado
amplificador priva a los antiguos territorios coloniales de su propio output de esas entidades a partir de lo que intuimos de su aspecto. En estas cir­
optimizado de inventiva y variedad integradora, una reversión considerada, cunstancias los escollos son inevitables y las posibilidades de profundizar
a menudo, por contraste, como una “Edad Oscura” (Fig. 69). Otra tra­ en su conocimiento son ínfimas.
yectoria alternativa, entre las muchas posibles, es la liberación postclímax Para subrayar todo el potencial de los estudios de detalle a este nivel,
pacífica de las antiguas colonias y la transición hacia una. red de culturas in­ en primer lugar debería establecerse un modelo de fase estático de un grupo
dependientes aunque restringidas a una simple organización sistémica. Si se cultural, y luego, compararlo con un caso real —superficialmente tratado.
evita el colapso militar e inflacionista del sistema las unidades amplificadoras Esta base nos permitiría, después, ilustrar la distribución y las regularida­
todavía podrán preservarse y seguirán surtiendo un efecto benéfico gene­ des temporales susceptibles de darse en otros casos con una documen­
ralizado. tación más adecuada.
Creemos que esta breve descripción ha dejado claro que los grupos cul­
turales pueden integrarse y desintegrarse de diversas maneras. Una vez es­ MODELO ESTATICO
tablecidas, sus trayectorias pueden seguir varias secuencias generales distintas
con consecuencias distintas. En tanto que sistemas, los grupos culturales Veamos, por ejemplo, el grupo cultural imaginario “G”, definido por seis
varían en su grado de organización y estructura sistémica, algunos aparecen culturas regionales contemporáneas: 1, 2, 3, 4, 5, 6.
poco cohesionados, otros como sistemas poderosamente organizados y de­ Cada conjunto cultural del grupo comparte algunos de los artefactos
cididamente estructurados. Esos y otros factores afectan considerablemente la tipo específicos, A, B, C, D, E... con determinados estados tipológicos va­
ontogenia del grupo cultural y serán estudiados más a fondo al verificar riantes, Ax, A2, A3; Bj, B2; Q, C2, Q; Dn D2; Ej, a diferentes fre­
este aspecto de esos sistemas (Sección IV). Por el momento basta con especu­ cuencias de presencia por conjunto cultural (ausente, infrecuente y frecuen-
lar que esas diversas organizaciones, ontogenias y trayectorias no carecen
de condicionamientos y, por ende, aún menos de regularidades.
Tabla 1. Modelo esquemático del grupo cultural "G” ilustrando la estructura
politética de las seis culturas regionales que componen el grupo.
ni Regularidades del patrón de fase
Conjuntos culturales
A medida que avanzamos en la jerarquía de las entidades arqueológicas Artefacto tipo Estado
a partir de la cultura resulta cada vez más difícil aislar la fase, el tiempo específico variante 1 2 3 4 5 6
y las regularidades sistémicas de esas entidades. Esto es debido, en gran parte,
a que las unidades aumentan continuamente de tamaño y en número de com­ Tipo Estado
ponentes, pero más todavía a la falta de suficientes datos analizados sinte- A Ai X X — X — X
tizables. Son muy pocos los arqueólogos que se han preocupado por el aná­ A2 X X X X X X
lisis detallado de entidades mayores que el conjunto cultural, probablemente A3 X — X X X —
debido a que esas entidades mayores continúan siendo taxa inclasificados B Bi X — — — X X
—como ocurre con las unidades paleolíticas— o al supuesto de que no hay Bz X X — X X —
nada que ganar con su definición. Esos estudios clasificatorios que ponen c Q X — X — X X
juiciosamente de relieve a esas agrupaciones mayores se han visto en la obli­ Q — X X X X ■—
gación de aportar una justificación general, descrita en sus grandes líneas C3 — X X X — X
como —el grupo cultural de los Campos de Urnas, el grupo cultural de los D Dx X — X X X X
Túmulos o el grupo cultural de Aunjetitz si nos referimos a tres ejemplos de d2 X X — X X X
la Edad del Bronce europea. Lo que se necesita es una serie de análisis E Ez X — X — X
exactos y detallados de esas entidades y todos los aspectos de su cultura Ez — X X X — X
material, y de las trayectorias temporales y distributivas —conjuntos politéti-
Cultura y grupo cultural 275
274 Arqueología analítica

Tabla 2. Estructura politética de las doce culturas regionales que constituyen el grupo te/modal). Luego, el modelo estático de la estructura de la unidad de grupo
cultural de la Cerámica Cordada y del Hacha de Combate. cultural —G, puede representarse esquemáticamente por las relaciones poli-
téticas de los conjuntos culturales componentes (Tabla 1).
El modelo simplificado de la tabla 1 ilustra la estructura politética espera­
Conjuntos culturales
da de un grupo cultural abarcando varios conjuntos culturales regionales.
Tipo La entidad de la unidad es aportada por el comportamiento selectivo de
específico Variantes I 2 3 4 5 6 7 8 9 IO II 12
varios estados de una serie común de artefactos tipo específicos de multies-
tado —de forma que ninguna cultura tiene todos los tipos y que cada cultura
X X X X _ X X X X X X
Campaniforme Cordado X integrante tiene una identidad estructural independiente. Aunque algunos
Inciso X X X X X — X X X X X X
tipos o estados tipológicos pueden ser compartidos por todas las culturas
Puntillado — — X X —
— X X X X X X
— — — X X X — — — — — — integrantes, ello es más una excepción que la regla (Tipo A2, Tabla 1; bifa-
Leandros ces, Tabla 2). En este contexto, los artefactos tipo esenciales del sistema
X X X X X X — — — — — —
Pase convexa están representados, sobre todo, por los artefactos tipo específicos existiendo
X X — X X — X X X X X —
Anfora globular Pase plana
X — X — —
bajo múltiples estados selectivamente preferidos por las culturas regionales.
Pase convexa X
X X — X X X X X X X X — Los tipos clave provenientes de esta serie incluirán, pues, aquellos tipos es­
Cuenco Pase plana
Pase convexa X X X X X X X — — — — — pecíficos que presentan una marcada correlación cronológica o regional

polípodo — — — X — — X X — X X dentro del grupo cultural. Los tipos inesenciales, mayormente ausentes de este
Ovoide — — X X X X X X — — — ’r- modelo condensado, corresponderían a tipos o estados tipológicos propios de
Jarra ovoide Base plana — X — X X X X X X X X X
un solo conjunto cultural del grupo —que no aportan nada a la unidad del
X X — X — — —
— —
para provisiones Pase convexa X X — grupo pero que ayudan a establecer una distinción entre sus miembros.
Vaso globular Pase plana ___ — — X — X X X X X X X
Ejemplo. El modelo de fase estática equivale a una forma particular de
Pase convexa x— abordar los artefactos tipo y conjuntos que constituyen los grupos culturales
Olla Pase plana —x x X X X
arqueológicos. Si tratamos de analizar un grupo cultural a partir de los mis­
Hacha de Combate Struve A X X X X X X x X X X x
mos términos en seguida topamos con ciertas dificultades. La primera de
Dniepr medio X X X X — — x
x ellas es la que produce la ya mencionada ausencia de estudios suficiente­
X X X X X X
Fatyanovo mente detallados de grupos culturales arqueológicos enteros en tanto que
Facetado — X — X — — x X XXX X
X x unidades taxonómicas; el modelo resulta difícil de comprobar o modificar
Uckermark
— — X X
— X por falta de datos de análisis. La segunda dificultad estriba igualmente en
Variante del Hacha Jutlandia
Naviforme Suecia ----------- X X X — x
X la falta de información —en tanto que modelo de fase, el ejemplo práctico
XXX X X X X X X X X X debería minimizar las tendencias temporales y, a tal efecto, debería tomar
Hacha Sílex
XXX X X X X X X X X conjuntos culturales contemporáneos cubriendo sólo un corto período de
Hojas Piedra x X
trapezoidales Sílex XXX X X X X X x X
tiempo; p. ej., un siglo. En la práctica, la datación arqueológica está tan
XXX X X X X X X X X— limitada que los conjuntos culturales de fases sucesivas raramente se conocen
Puñal Sílex
XXX X X — X X— X XX
Puntas de flecha Pase cóncava para cada una de las culturas del grupo sometido a análisis. El ejemplo
---- XX X X — X
Trapezoidales siguiente, imperfecto como suele ser el caso en todos esos aspectos, nos ser­
XXX X — — X X
Brazal de arquero virá de ilustración de lo dicho (Tabla 2).
---- XX X X X X X
Botones en “V” El conocido grupo cultural de la Cerámica Cordada y del Hacha de Comba­
XX — X — X X X
Agujas te ha sido analizado en sus componentes. Este grupo cultural se presenta
Broches de Anulares Xxx X X X X X X X

xxX X — X X como incluyendo 12 conjuntos culturales regionales importantes, cada uno


cinturón Placas
xxX X X X X X x X X X de ellos correspondiendo a un área geográfica homogénea conteniendo una
Tumbas Plana
XX — X X X X X X X X X concentración de conjuntos interrelacionados dentro de una cultura unidad:
Túmulo
Pozo XX — X X — X X x X X
Catacumba Xx— — — ,-- — Conjuntos culturales de la tabla 2:
x
Cista de madera XX — X X X X X X X X (1) Cultura del Dniepr medio
X X X X
Cista de piedra XX — X X X X X (2) Cultura del alto Dniestr

—ausente, x infrecuente, X frecuente


7
276 Arqueología analítica Cultura y grupo cultural 277

(3) Cultura de Fatyanovo


(4) Cultura de Zlota/Vístula
(5) Cultura costera del golfo
(6) Cultura sueca del Hacha Naviforme

enano, abedul, aliso,


Tundra/alpina, sauce

musgo de pantano
(7) Cultura del Oder/Marschwitz
(8) Cultura sajo-turingia
(9) Cultura danesa del Hacha de Combate
(10) Cultura Campaniforme del norte de Alemania y Holanda
(11) Cultura germano-occidental del Vaso Campaniforme
(12) Cultura suiza de la Cerámica Cordada.

Este ejemplo de grupo cultural tiene, por consiguiente, 12 componen­


tes de conjunto cultural principales cuya distribución regional se apunta en
el mapa de la figura 71. Este mapa de distribución de un grupo cultural
es muy interesante puesto que ilustra la correlación, en grandes líneas, de
la distribución con la zona de bosques de hoja caduca de Europa, exclu­
yendo la influencia distorsionante del Mar Báltico y las profundas penetra­
ciones en la zona de bosques mixtos de coniferas de Rusia y Suecia (cul­
turas 3, 6) y en los lindes de la zona esteparia del Sureste (culturas, 1,2).
Básicamente, el mapa indica una distribución diferenciada de las culturas den­
tro del grupo —sus concentraciones no son continuas y es dudoso que la
distribución total lo fuese jamás.
Continuando el análisis, la tabla 2 ilustra esquemáticamente algo de la
estructura de las 12 culturas a partir de sus artefactos tipo específicos y
sus estados tipológicos compartidos. En realidad, la lista de artefactos tipo
del grupo cultural de la Cerámica Cordada/Hacha de Combate es mucho más
larga y la estructura del grupo completo mucho más politética que lo que
la tabla sugiere. En aras a la condensación y a la comodidad se ha omitido
numerosos tipos observables en sólo una o dos de las culturas constitu­
yentes y los tipos mismos sólo se han caracterizado esquemáticamente por los
titulares utilizados en la tabla. Debe hacerse resaltar que este ejemplo es
puramente esquemático y que, contrariamente a nuestras intenciones, los con­
juntos representados en el mismo se extienden, probablemente, por un pe­
ríodo de varios siglos, entre 2500 y 2000 a.C.
No obstante, incluso admitiendo el carácter esquemático de estas pruebas
particulares y todas sus limitaciones, la estructura resultante del grupo cultu­
ral parece acercarse razonablemente a nuestro modelo de fase teórico (Ta­
bla 1), pudiéndose afirmar plenamente que las culturas inidividuales se agru­
pan en la entidad de grupo cultural como un grupo politético y no como un
grupo monotético (Tabla 2). De igual manera, la importancia de los estados
alternativos de los artefactos tipo específicos en la fusión de los conjuntos cul­
turales en un solo grupo es también bastante fácil de observar. La debilidad
misma de este ejemplo real demuestra cuán importante resulta la definición
precisa y detallada de los artefactos tipo específicos individuales. Es obvio
que la definición de los estados variantes dentro de cada artefacto tipo es­
278 Arqueología analítica Cultura y grupo cultural 279

pecífico de multiestado es igualmente esencial para la distinción de los ma­ partidos politéticamente a través de la trama (Fig. 72). Las áreas culturales
tices de las afinidades regionales y la integración estructural del grupo de de un grupo cultural raramente son contiguas y continuas, en parte debido
conjuntos culturales. Resulta particularmente interesante comparar la es­ a que semejante situación más bien denotaría la cultura en expansión con
tructura de este grupo cultural de la prehistoria con la estructuración similar subculturas regionales (el grupo cultural embrionario), y en parte debido a la
de la cultura material de los grupos históricamente relacionados de las tribus presencia de focos geográficos normalmente atractivos que se concentran en
de indios norteamericanos (Figs. 77-86). el asentamiento primario por razones socioeconómicas. Además, tampoco
hay razón para suponer que las culturas de un mismo grupo cultural sean
MODELO DE AREA DE DISTRIBUCION necesariamente menos defensivas territorialmente entre sí que las culturas
independientes, y por consiguiente para que se impelen mutuamente hacia
Si se acepta nuestra previa disquisición sobre los méritos relativos de los mo­ áreas culturales que se reajustan sin interrupción pero que conservan sus ca­
delos de “ladrillo cultural”, “perfil radial” y “politético” de distribuciones racteres distintivos. Aunque en ocasiones excepcionales la población humana
de los artefactos tipo, entonces deberá admitirse que un modelo politéti­ puede ser semicontinua sobre la totalidad del área, ello no será óbice para
co compuesto se adapta a la situación del grupo cultural (Figs. 67, 72, que continúe reflejando centros de densidad y de dispersión irregular. El
Cap. 6, III). En este caso no tendremos una sino varias áreas definidas por efecto material de este dispositivo es la distribución clinal de los patrones
las tendencias centrales reforzadoras de la distribución numérica de los diver­ de densidad de los artefactos tipo —una función compleja de la distribución
sos artefactos tipo de multiestado, cada uno desapareciendo rápidamente más de la población humana (los patrones ilustrados por el modelo politético
allá de las áreas de distribución media, modal y mediana —con tipos com- de la figura 72).
Una excepción a la regla de distribución no contigua y no continua es la
que salta inmediatamente a la vista en el caso de los imperios militares
o de los grupos culturales intencionalmente organizados. En esos casos los
procesos normales de aislamiento regional y de divergencia regional son inten­
cional y sistemáticamente reducidos por la instauración de canales de comu­
nicación artificiales perfeccionados y eficaces que incidentemente mantienen
un abundante y continuo flujo de variedad cuya normal propagación suele
impregnar la totalidad de la red. El imperio, en tanto que grupo cultural
focalmente organizado y artificialmente establecido, a menudo ocupa territo­
rios contiguos y continuos para maximizar el control y las comunicaciones.
Tratándose de imperios marítimos, es el mar que proporciona el lazo con­
tinuo entre territorios geográficamente discontinuos.
En grupos culturales no tan superiormente organizados la identidad co­
mún a nivel del grupo cultural se conserva gracias a una variedad de lazos
socioculturales los cuales mantienen, igualmente, cierto nivel común de difu­
sión. Esos lazos pueden intervenir más poderosamente entre los miembros
alejados de un grupo cultural que entre culturas foráneas más cercanas, por
diversas razones preferenciales. La congruencia política, religiosa, histórica,
cultural y lingüística contribuye, probablemente, a conservar la mayoría de
los lazos del grupo cultural que el arqueólogo detecta a partir de artefactos
materiales secundarios.
Fig. 72. Un modelo esquemático expresando la relación entre fronte­
Puede verse, pues, que un proceso capaz de generar entidades de grupos
ras de distribución de los conjuntos de artefactos tipo de conjuntos culturales, será el aislamiento regional y la divergencia creciente de las sub­
culturales y las fronteras de cuatro culturas en un grupo cultural. culturas regionales periféricas de una cultura en expansión. En efecto, la
Una extensión muy simplificada del modelo de distribución politético diferenciación entre una gran cultura con subculturas regionales y un grupo
(Fig. 67iii) de la cultura al grupo cultural. Obviamente, las medias cultural con culturas regionales es a la vez arbitraria y difícil. Un criterio
y los modos de los conjuntos de distribución son tan relevantes que ya hemos señalado es la distribución no contigua y discontinua de las
como sus fronteras en esta situación. áreas culturales en un grupo cultural —en oposición a la entidad semicon-
280 Arqueología analítica Cultura y grupo cultural 281

tinua de la gran cultura con subculturas. Por sí mismo, el factor aporta al MODELO LINEAL - GRUPO CULTURAL A
Condicionamiento
grupo cultural un área de distribución media mayor que la gran cultura,
un factor normalmente endosado por una mayor población absoluta en gen­
tes y artefactos. Debería poderse caracterizar la separación de las categorías
7\ I Frente de
de tamaños de las culturas y grupos culturales, pero tampoco aquí se dispone I difusión
de suficientes estudios para demostrarlo. Una estimación aproximativa nos
daría una extensión de las áreas de cultura prehistórica del orden de 6.000
a 300.000 km2, mientras que los grupos culturales por lo usual cubren te­ Condicionamiento

rritorios de 300 mil a 4 millones de km2, aproximadamente. A partir de


esta base, exclusivamente, el grupo europeo de Michelsberg podría considerar­
> Frente de
se como una cultura neolítica extendida con una superficie de 160 mil- difusión
300 mil km2 y seis subculturas regionales, en contraste con el grupo cultural
de la Cerámica Cordada con una extensión de 2,5 millones de km2 y sus
12 culturas regionales (Scollar, 1959). Sería temerario utilizar este criterio
de tamaño exclusivamente pero no puede dudarse que se trata de un indica­
dor significativo. En todos esos tipos de estudios resulta inevitable recurrir
intencionalmente a la medición del palimsesto colapsado de la distribución
fluctuante del grupo cultural a lo largo del tiempo. Una vez más es preferible
afrontar el realismo de los taxa de la tradición “vertical” que complacer­
se en el mosaico mayormente ilusorio de las distribuciones “horizontales”
de las unidades.
Una consecuencia del desarrollo de una cultura en expansión con subcul­
Condicionamiento
turas en un grupo cultural disperso es el patrón regular de dispersión de
áreas culturales en el grupo. En esta situación, los condicionamientos inci­ MODELO RADIAL - GRUPO CULTURAL B
dentes son antes que nada el desarrollo periférico y radial de subculturas
regionales alejadas unas de otras y de las áreas centrales, y en segundo
lugar, los condicionamientos geográficos peculiares incidiendo en el territorio. Fig. 73. Regularidades en las distribuciones y extensiones de los grupos cultu­
rales —el modelo lineal (A) y el modelo radial (B). El primero conviene mejor
En la práctica se observa dos modos repetitivos de distribución de grupos cul­
en la expansión del grupo cultural dentro de los condicionamientos (ecológicos
turales —el radial y el linear (Fig. 73). La disposición radial de las culturas u otros) de una zona muy estrecha. El modelo radial aborda el desarrollo del
alrededor de un núcleo de áreas culturales internas es el desarrollo ilimita­ grupo cultural en un campo relativamente homogéneo sólo periféricamente
do evidente de la expansión ideal, con una disminución de la interdifusión condicionado (compárese Fig. 97). Círculos grises, áreas de cultura «primaria»;
en función de la distancia respecto a las áreas culturales originales; aunque los puntos corresponden a territorios con desarrollo convergente «inducido» —
no convenga arriesgarse a postular simplemente una única “ur-cultura” demás factores iguales.
.central con una expansión concéntrica a partir de la misma, según veremos
más adelante. El modelo linear alternativo es el adecuado cuando el zonaje en la consiguiente trayectoria temporal de la cultura del grupo. Como quiera
o el condicionamiento geográfico han mediatizado la expansión del grupo cul­ que la mayoría de las culturas son consciente o inconscientemente parte de
tural. Esto es lo que ocurre frecuentemente con los grupos culturales dis­ un grupo cultural, resulta que el desarrollo de la cultura específica no puede
puestos a lo largo de los grandes ejes fluviales o coincidiendo con zonas ser estudiado significativamente al margen del fenómeno en que se produce.
ecológicas (grupos culturales del Danubiano I, del Circumpolar o del litoral Un ejemplo revelador de esta última observación es la relación entre redes
mediterráneo). Aunque haya buenos ejemplos, tanto de patrones radiales de grupos culturales y su transformación y reorientación subsiguientes en ma­
como lineales, de grupos culturales, es bastante evidente que esta bipolari- nos de una entidad infiltrada —a veces un transforme de una de las culturas
zación es artificial y que la mayoría de las distribuciones reales poseen elemen­ regionales. En su aspecto más sencillo la red del grupo cultural preexistente
tos de ambos formatos (p. ej., el grupo cultural de la Cerámica Cordada, puede expandirse preferencialmente por aculturación de los nodos de la red de
Fig. 71). No obstante, también es evidente que el patrón de dispersión la serie ya existente de canales e información. Si la cultura infiltrada es sim­
surte un efecto considerable en el mantenimiento de la identidad del grupo y plemente un transforme regional particularmente expandido de un grupo
282 Arqueología analítica Cultura y grupo cultural 283

cultural preexistente, entonces habrá, con toda posibilidad, una congruencia (c) en tanto que variación en los aspectos (a) y (b), conjuntamente,
sociocultural y lingüística preexistente para facilitar la penetración. Aquí, en una variedad de tendencias convergentes.
también, vemos un condicionamiento preferente susceptible de producir una (ii) El cambio cuantitativo y la oscilación en los números de la pobla­
repetición de la pauta geográfica en las fases sucesivas de la historia de un ción de conjuntos integrantes que forman el conjunto combinado
territorio. Como ejemplos relevantes puede señalarse la expansión occidental del grupo cultural en fases sucesivas.
del grupo cultural de la Cerámica Cordada sobre el formato preexistente (iii) El cambio cualitativo y la oscilación del sistema de grupos culturales
de la cultura relacionada de los Vasos de Embudo y de Michelsberg, o la del en tanto que sistema estructurado de artefactos tipo específicos y
Vaso Campaniforme europeo sobre los territorios de Chassey/Cortaillod/ su ínter correlación.
Lagozza. Históricamente, las mismas parecen darse a nivel subcultural en
la interpenetración escita de los eslavos, la infiltración varangia sueca sobre Cada uno de esos niveles de interacción sistémica puede caracterizarse
el Rus y los primeros emplazamientos de los godos hacia el Mar Negro. en la ambigua terminología de la ontogenia, la cual sólo significa algo
En algunos de esos ejemplos, es lícito suponer unas conexiones preexisten­ cuando el nivel y los factores particulares de cambio están definidos con
tes, y en otros es seguro que el proceso es simplemente un transforme re­ precisión. Además, el grado de organización del sistema del grupo cultural
gional expandiéndose por la red de su antiguo grupo cultural. A veces, particular —desde los sistemas inorganizados y débilmente controlados hasta
este “repliegue” oculta las relaciones pasadas entre culturas transformes, de los sistemas imperiales urbanos altamente organizados con un potencial en
suerte que una antigua área periférica puede ser, ulteriormente, un área im­ apogeo— puede incidir considerablemente en la variedad de las posibles tra­
portante y axial, y viceversa. yectorias temporales.
La relaciones demográficas de la ontogenia del grupo cultural son tan con­
IV Regularidades del patrón temporal fusas como las de las propias culturas pero al mismo tiempo se observa la
intervención de tendencias poblacionales. El grupo cultural representa indis­
Los sistemas de grupos culturales son sistemas cambiantes de culturas, con­ cutiblemente una población de individuos bastante más grande que la cultura
juntos y artefactos tipo —expandiéndose, fluctuando y contrayéndose con el media, y la información del grupo cultural por expansión cultural y divergen­
tiempo. La trayectoria temporal de esas grandes aunque flojamente ínter co­ cia subcultural hace suponer que la expansión demográfica cuantitativa po­
nectadas entidades es un compuesto de las trayectorias individuales de las cul­ dría ser un poderoso factor de superextensión de una cultura a partir de
turas integrantes —empezando con la primera aparición de las culturas en sus comunicaciones internas. Sin embargo, factores tales como la exploración
tanto que grupo relacionado, seguida por su mosaico de sucesivas transforma­ y la explotación periféricas de nuevos nichos ecológicos y actitudes económicas
ciones entrelazadas, y terminando con la reducción y desaparición del umbral igualmente podrían intervenir.
de afinidad que enlaza los conjuntos culturales a nivel de grupo cultural. El cambio cuantitativo y la oscilación del grupo cultural en tanto que sis­
Los niveles de cambio en el seno de esos grandes sistemas pasan de los tema estructurado expresan la integración de todos los diversos niveles de
cambios en los estados de atributo a los cambios en los conjuntos culturales. interacción sistémica en una forma abreviada. La recapitulación de la natura­
Las tendencias de los cambios en todos esos diversos niveles pueden ejercerse leza general de los cambios intervinientes requiere que se genere una versión
independientemente o pueden correlacionarse y coordinarse diversamente es­ dinámica de nuestro primer modelo politético estático (Tabla 1). A tal efecto
tableciendo umbrales importantes y menos importantes en la trayectoria tem­ podemos recurrir al modelo dinámico de trayectoria de constelación que esta­
poral total del sistema. Esas tendencias y su interacción combinada han sido blece la intercorrelación de los artefactos tipo en los sistemas culturales
estudiadas a fondo con relación a las trayectorias de las culturas (Cap. 6, IV) cambiantes. El grupo cultural en tanto que sistema cultural puede representar­
y por tanto, nos limitaremos a recordar el marco principal de su desarrollo se como una galaxia de constelaciones nuclearizadas de artefactos tipo —di­
al nivel que ahora nos ocupa: chas constelaciones representan los tipos correlacionados definidores de las
culturas integrantes: Este modelo es, desde luego, multidimensional con nu­
(i) El cambio cuantitativo y la oscilación de los números de artefac­ merosos artefactos tipo surcando el espacio entre cúmulos de conjuntos
tos tipo, especialmente los tipos de multiestado esenciales politéti- culturales particulares y representando los tipos politéticamente compartidos
camente compartidos a través del grupo cultural como la pura base de la afinidad enlazando el grupo de culturas en el grupo
(a) en tanto que variación en el número de artefactos tipo dife­ cultural. No obstante, cada cultura continuará ofreciendo un gran número de
rentes por conjunto cultural en fases sucesivas; tipos idiosincráticos y menos ampliamente compartidos, sin hablar de los
(b) en tanto que variación en el número de artefactos tipo diferen­ complejos de tipo particularmente estructurados. En la medida en que se trata
tes por conjunto cultural en fases sucesivas; del grupo cultural, son los tipos politéticamente compartidos los que definen
Cultura y grupo cultural 285
284 Arqueología analítica

el grupo cultural y por tanto que representan las variables esenciales y clave un nivel de similitud decreciente pero menos cohesionado; la otra categoría
del sistema. El mantenimiento de esta serie, o de algún transforme de la depende de la elevación de la afinidad de los conjuntos hasta un nivel
misma, refleja el mantenimiento del grupo cultural; la fluctuación de este con­ idéntico de similitud creciente pero de similar reducida cohesión.
junto de tipos representa recíprocamente el debilitamiento o el reforzamiento Visto en detalle, el desarrollo de grupos culturales de la primera categoría
de los lazos del grupo entre umbrales definiendo la desintegración del grupo surge de la trayectoria de un sistema de conjuntos culturales. En esta tra­
cultural o su asimilación por una simple entidad cultural. yectoria cultural se alcanza una fase postcoherente en la que más y más
La versión trayectoria temporal de este modelo de correlación consiste artefactos tipo se introducen en el sistema —primero como introducciones
en las constelaciones culturales de artefactos tipo desplazándose a través aleatorias y esporádicas pero cada vez con más abundantes y mejor ordenados
del tiempo —transformando el modelo en un haz entretejido de trayectorias. complejos vinculados a las nuevas actividades y al nuevo comportamiento.
Los tipos y las culturas se desplazan de estado en estado y de transfor­ Esos artefactos tipo noveles, introducidos acumulativa y sucesivamente, es­
me en transforme definidos por la correlación de los cambios intervinientes. tablecen, paulatinamente, varios formatos de subsistema “nuevos” en los que
Las constelaciones culturales de tipos pueden acercarse unas de otras en una los tipos recientes son variables esenciales e incluso clave. Finalmente, esos
afinidad entrelazada o alejarse en una disimilitud divergente. El conjunto subsistemas se convierten en sistemas de transformes sustancialmente separa­
esencial de artefactos tipo de multiestado compartidos que definen el grupo dos por virtud de las propiedades de reciente aparición de sus nuevos
cultural puede perder algunos tipos, ganar otros y, juntos, desplazarse a tra­ formatos coherentes; no obstante, continúan enlazados como culturas trans­
vés de varias transformaciones y transiciones tipológicas. Las relaciones entre formes que comparten estados diferenciados de los mismos artefactos tipo
las culturas integrantes no son nunca las mismas en cualquier momento dado, de multiestado además de sus tipos idiosincráticos noveles.
como tampoco lo son las relaciones entre artefactos tipo y Jos estados tipo­ En la segunda categoría de desarrollo de grupos culturales nos encontra­
lógicos que entrelazan el grupo cultural —cambian constantemente. El grado mos en la situación opuesta de varias trayectorias de conjunto cultural
de intercorrelación y las tasas de cambio intervinientes juegan una vez más diferenciadas —pueden ser lo suficientemente distintas como para ser sistemas
un importante papel en la definición de los umbrales sistémicos. culturales bastante independientes o pueden ser transformes muy alejadamen­
Los segmentos de la trayectoria del sistema que son particularmente in­ te relacionadas con poca cosa en común. Este grupo cultural puede compartir
teresantes son aquellos que reflejan el origen, el desarrollo y la desapari­ conexión y comunicación con una fuente común de output de variedad con
ción de los grupos culturales en tanto que sistemas de cultura material tinuo y poderoso; una fuente de difusión saturadora. Esta fuente cultural
unidad. Estas secciones críticas de la ontogenia del grupo cultural pueden común o grupo de fuentes introduce sucesiva y acumulativamente una varie­
ser estudiadas antes que nada como partes abstractas del modelo dinámico y dad de estados de los mismos artefactos tipo específicos en el grupo de cul­
después como la manifestación material de determinados procesos sociocul- turas independientes. Los conjuntos culturales anteriormente diversificados
turales. comparten de manera creciente un pequeño conjunto de artefactos tipo de
multiestado direccionalmente correlacionados y que dan lugar a un bajo nivel
ONTOGENIA DEL GRUPO CULTURAL de afinidad que establece una nueva unión de las culturas a nivel de grupo
cultural. El hecho de que aunque conjuntamente sometidos a una fuente
El “nacimiento” de un grupo cultural depende del establecimiento de una re­ común de difusión saturadora, las culturas independientes podrían perfecta­
lación entre un grupo de conjuntos culturales que comparten un intervalo mente haber rechazado la variedad de difusión, o seleccionado separadamente
politético pero estados diferentes de algunos artefactos tipo de multiestado series de variedad bastante dispares, merece cierta reflexión. Este estímulo
específicos. Esta relación puede alcanzarse por dos categorías de trayectorias. común puede ser ambiental, social, religioso, politético o económico —o
En una de ellas tenemos, la posibilidad de que los conjuntos subculturales cualquier combinación de esos factores. Una directriz convergente artificial
regionales de una cultura en expansión diverjan gradualmente perdiendo su podría ser la colonización militar de culturas distintas por una sola cultura,
similitud hasta quedar reducidos al nivel de afinidad poco coherente de grupo la extinción de una especie animal importante para la caza y su sustitu­
cultural —la descomposición de una cultura en expansión en un grupo ción por otra —o se podrían citar los efectos convergentes de la introduc­
cultural. Recíprocamente, la otra categoría de trayectoria puede empezar con ción del caballo en las culturas muy diversas de los indios norteamericanos.
conjuntos culturales netamente separados y diferentes y luego introducir en Cualquiera que sea la situación particular, la aceptación conjunta de esta
ellos sucesiva y acumulativamente una serie ampliamente difusora de artefac­ misma serie de variedad por sistemas previamente independientes apunta
tos tipo o estados tipo comunes —la aculturación parcial y la convergencia una dislocación conjunta afectándolos en su totalidad.
de un grupo de culturas independientes diversas. La categoría con orígenes Podríamos resumir esas trayectorias alternativas hacia el estatus de grupo
de grupo cultural depende de la reducción de la afinidad de conjuntos hasta cultural como categorías divergentes y convergentes (Childe, 1956), sin ol-
286 Arqueología analítica
Cultura y grupo cultural 287

vidar que si se orilla su enfoque, el estatus final es idéntico. No obstante,


cultura en las regiones vecinas pertinentes. De nuevo acuden a la mente los
la alineación y dirección subsiguientes de esas trayectorias irremediablemente casos de las sucesivas expansiones afortunadas de las culturas de los Vasos de
continuas seguramente resultarán afectadas por la linea seguida hacia el
Embudo y de la Cerámica Cordada por toda la Europa septentrional y
estatus de grupo cultural —cómo la posición subsiguiente del avión queda
a lo ancho de las llanuras bálticas. La secuencia completa tiende a repe­
profundamente marcada por su recorrido anterior (Cap. 2,1). tirse en un desarrollo oscilante:
Como ejemplo de la trayectoria divergente puede mencionarse la transi­
ción del Danubiano I a las heterogéneas culturas del grupo cultural del
(a) un grupo de culturas inestables, posiblemente independientes.
Danubiano II de la Europa neolítica. Y en el caso opuesto —aculturación
(b) aculturación parcial y conjunta en un grupo cultural pasajero,
convergente creciente— los ejemplos podrían provenir de la condensación y (c) más condensación en una “nueva” gran cultura con subculturas
la formación de las culturas de los Vasos de Embudo y de la Cerámica Cor­ regionales,
dada primarias de Europa septentrional o, en América, la trayectoria con­ (d) expansión en los territorios congruentes con la “nueva” actitud
vergente de culturas independientes en el formato estabilizado del grupo
—volviéndose una gran cultura con subculturas regionales diver­
cultural Pueblo con homogeneidad acumulativa. gentes,
El interés particular de esta categoría convergente es su inferencia de (e) sobreexpansión, aislamiento regional y recristalización de un grupo
que las culturas muchas veces no surgen de (ni en) una simple cultura cultural estable,
precedente y su trayectoria, sino que también pueden surgir de la conden­
(f) desarrollo progresivamente divergente en culturas independientes
sación de un grupo de culturas adyacentes inestables, por desarrollo conver­
aculturándose con grupos dispares de culturas periféricas,
gente creciente bajo difusión saturante. En este caso hipotético tendría­
(a) un grupo periférico de culturas instables posiblemente indepen­
mos la secuencia:
dientes... (b) (c) (d) (e) (f)...
(a) Un grupo de culturas independientes e inestables; inestables por virtud
Esta no es la única trayectoria del grupo cultural posible o necesaria,
de una dislocación sistémica nueva y compartida —rodeada por (o
como podríamos prever a partir de nuestros postulados básicos (postula­
adyacente a) una cultura o grupos culturales emisores de variedad
do 13), pero es una clase de una serie limitada.
útil.
Ejemplo. Como breve ejemplo de esta oscilación podemos volver de nue­
(b) Las culturas primitivamente diversificadas e independientes que com­
vo al caso de la Cerámica Cordada neolítica a partir de esas fases:
parten las mismas “necesidades” se aculturan a la afinidad del grupo
cultural —ella misma facilitando, previamente, una leve difusión
(a) un grupo de culturas de formato instable de Polonia suroriental
y comunicación intergrupo; las culturas independientes se funden en
—las culturas de los Vasos de Embudo del Vístula y del Bug c. 3200-
un grupo cultural pasajero.
3000 a.C.
(c) La aculturación continúa, pero la nueva orientación del grupo cultu­
(b) su aculturación convergente y conjunta (los grupos culturales de la
ral promueve un intercambio de variedad más potente entre las cul­
estepa póntica y del Calcolítico carpático) sobre el grupo cultural de
turas miembros más allá del umbral de afinidad del grupo cultural
la Cerámica Cordada del Vístula/Bug c. 3000-2800 a.C.
e instalándose en el estatus de una gran cultura con subculturas
(c) condensación en forma de una cultura Zlota/Vístula más homogé­
étnicas o regionales; la condensación del grupo cultural en una gran
nea con subculturas regionales del Vístula, Bug y Dniestr c. 2800-
cultura “nueva” y un conjunto cultural.
2600 a.C.
(d) expansión hacia territorios congruentes y aculturación de los habitan­
Esta cultura “nueva” es una cultura independiente, no una cultura trans­
tes —transformándose en una gran cultura con subculturas regionales;
forme, puesto que a pesar de que adquiera variedad de una fuente de acul­
cultura Zlota con las subculturas más antiguas del golfo, del Oder
turación y otra variedad de un grupo de culturas diversas, la “nueva”
y sajo-turingia c. 2600-2400 a.C.
cultura es, no obstante, una única integración reciente con características
(e) sobreexpansión, divergencia regional hacia el grupo cultural de la
y potencial recién surgidos. Si una cultura de tal amplitud y recientemente
Cerámica Cordada completo —culturas de la Cerámica Cordada de
estabilizada ha afectado una nueva y altamente afortunada estrategia socio-
Zlota, de Suecia, de Fatyanovo, del Oder, de Marschwitz, sajo-tu­
cultural —que es lo que más probablemente logre ser por adaptación de
ringia, danesa, holandesa y suiza c. 2400-2200 a.C.
feedback a la fuente original de dislocación conjunta— entonces, podemos
(f) desarrollo progresivamente divergente en culturas independientes
atendernos, con toda posibilidad, a una expansión subsiguiente de la nueva
aculturándose con grupos dispares de culturas periféricas; aculturán­
288 Arqueología analítica Cultura y grupo cultural 289

dose con grupos de los Vasos de Embudo del Neolítico medio al­ ciones alternativas, u oscilar de una tendencia a otra. Son esas tendencias,
rededor del Báltico, grupos de las Tumbas de Pozo en Rusia, grupos precisamente, las que acaban por marcar la “muerte” del sistema del grupo
Campaniformes de Occidente y grupos del Bronce antiguo en Suiza cultural específico, en tanto que identidad, desplazándole a través del umbral
c. 2200-2000 a.C. fundamental que mantiene el conjunto de artefactos tipo esenciales y clave
del grupo cultural.
(a) formando grupos periféricos de culturas independientes dentro de
grupos de culturas diversos del Bronce antiguo c. 2000-1800 a.C. La “muerte” de un sistema de grupo cultural puede producirse de la
misma manera general que la “muerte” de una cultura individual —por
La trayectoria resultante del esquema (a) - (c) es un trayecto posible transformación o por desplazamiento.
para la categoría convergente de las trayectorias del grupo cultural. Para
los grupos culturales con base en la categoría divergente opuesta —una Transformación. La introducción sucesiva y acumulativa de nuevos arte­
cultura en expansión descomponiéndose en culturas regionales— una trayec­ factos tipo condensa un nuevo conjunto de tipos esenciales y clave, acom­
toria probable corresponde al segmento (d) - (f). Sin embargo, una clase pañados por la correlación decreciente y fragmentación gradual de la cons­
más frecuente de trayectoria de grupo cultural no es ni convergente ni di­ telación de artefactos tipo clave primitiva. Esta transformación en un grupo
vergente sino paralela —lo que significa que el desarrollo de un grupo cul­ bastante “nuevo” puede realizarse por:
tural en otro grupo cultural “nuevo” con una distribución relacionada es
más que la simple transformación de la totalidad del sistema en un nuevo (a) Convergencia. La convergencia aculturante de un grupo cultural
estado. La base para esta “renovación” paralela surge de la capacidad de con creciente comunicación y difusión intergrupo condensándose
un sistema de grupo cultural para actuar como un circuito impreso de en una sola’ cultura.
culturas congruentes enlazadas por canales de comunicación preexistentes. (b) Divergencia. La expansión territorial del grupo cultural conduciendo
Ya se ha mencionado que dicho sistema resulta particularmente susceptible a la divergencia regional y al aislamiento regional en respuesta a
de interpretación por parte de cualquiera de sus propias culturas transformes la adaptación regional. Las culturas integrantes ven su similitud
expansivas y sólo un poco menos susceptible frente una cultura indepen­ disminuir con la disminución de la intercomunicación, lo cual,
diente foránea. De esta manera, un grupo cultural puede ser infiltrado junto con su desarrollo divergente transporta al grupo, a través del
y remodelado por otro grupo cultural, de forma que los formatos del grupo umbral, hacia culturas independientes diversas y desvinculadas.
cultural tienden a perpetuar los mismos componentes del área presentados (c) Transformación paralela. Las culturas prerrelacionadas del grupo de
gráficamente en compuestos simples. Esas áreas del grupo cultural no son cultura están óptimamente entrelazadas para una buena infiltración
tan simples como para que no se puedan definir permanentemente una vez de un “nuevo” sistema cultural. Esta nueva cultura puede ser un
para siempre, pero sus variaciones tienen como base un conjunto común transforme expansivo de una de las culturas del grupo cultural ex­
de componentes territoriales en espera del momento en que la tecnología pandiéndose a través del sistema, o puede reflejar la interpene­
o la ecología local cambie tan radicalmente que pueda definirse un nuevo tración del sistema por un sistema cultural foráneo.
mosaico modal. En este sentido, puede observarse que las áreas del grupo
cultural de la Europa neolítica repetidamente se centran como unidades con Desplazamiento. El desplazamiento de un grupo cultural en un área de­
base en: los Balcanes/Danubio inferior, cuenca del Danubio medio, praderas terminada por otro grupo cultural foráneo representada desaparición del
pónticas, llanos de Europa septentrional/Báltico, litoral mediterráneo orien­ grupo sólo en este locus. El desplazamiento y la sustitución raramente
tal, litoral mediterráneo occidental y otras áreas similares. Componentes son completos y por lo usual producen una transformación conjunta; in­
similares para mosaicos de grupos culturales similares han sido cartogra- cluso en su forma extrema, la “muerte” del grupo cultural es local y re­
fiados para varios períodos y áreas de las Américas pero han sido normal­ fleja meramente el desplazamiento territorial del grupo bajo algún impacto
mente confundidos terminológicamente al llamárseles “áreas de cultura”. externo. i
Hasta aquí, el “nacimiento” de grupos culturales arqueológicos ha sido Una vez más es evidente que, igual como ocurre con otras entidades,
estudiado a partir de transformaciones culturales convergentes, divergentes los procesos de “muerte” del grupo cultural son los mismos que los procesos
o paralelas conduciendo a umbrales que definen “nuevas” agrupaciones de “nacimiento” del grupo cultural —“muerte/nacimiento” corresponden a
de cultura. El subsiguiente desarrollo de esos grupos culturales puede, pues, un umbral único. Las trayectorias del grupo cultural y del sistema cultural
ofrecer la serie de alineaciones de trayectorias de las culturas integrantes están marcadas por dos tipos de cambio solamente —transiciones “muerte/
—convergentes, divergentes, paralelas— en las que el grupo puede conservar nacimiento” en los principales umbrales y cambio del desarrollo a través
las tendencias conducentes a su apariencia inicial o desplazarse en direc­ de una serie de estados sucesivos marcados por microumbrales. Las regu­
Cultura y grupo cultural 291
290 Arqueología analítica

laridades del patrón temporal de los sistemas del grupo cultural surgen de tamiento pueden ser tratados igualmente a partir de la compatibilidad de
esta base fundamental para las trayectorias temporales de las culturas y gru­ información y de su interacción cultural considerada como interacción de
pos culturales y de los condicionamientos adicionales que operen sobre cada variedad. En este sentido, pares de culturas interactúan sea como variedad
cultura en tanto que miembro de un grupo cultural —por difusa que resulte nueva, alternativa, contradictoria o como variedad redundante cuando entran
la agrupación. Parodiando una expresión célebre —ninguna cultura es un en contacto una con otra. Sin embargo, puesto que las culturas de un grupo
producto aislado sino que existe como componente de un grupo cultural cultural comparten numerosos rasgos en común, esas unidades suelen ser
total, presentándose como una de las culturas de un conjunto de culturas adicionales, alternativas o redundantes para el circuito del grupo cultural
transformes en medio de culturas independientes enlazando con otros grupos —y sólo mutuamente contradictorias bajo condiciones de competencia terri­
culturales. La ubicación de la parte en el contexto total condicionará la torial o por transformación radical. Los grupos culturales en tanto que com­
trayectoria temporal de la parte. El condicionamiento que limita las trayec­ ponentes adaptados de un sistema disperso suelen carecer de interés desde el
torias temporales del grupo cultural es parcialmente inherente a la entidad punto de vista de la interacción sistémica entre culturas independientes en
en tanto que sistema de artefactos tipo, conjuntos y culturas organizadas, y un locus confinado. Este aspecto de la interacción cultural principal se estu­
en parte estriba en el marco o acoplamiento de dichos sistemas. diará más adelante en relación con los sistemas más grandes y más varia­
dos (Cap. 8, V).
V Regularidades del patrón sistémico En general, cada conjunto cultural de un grupo cultural posee una es­
trategia en gran medida independiente y autoestabilizante, que preserva el
sistema sociocultural en su ambiente local. El conjunto de artefactos tipo
El grupo cultural es un sistema de culturas, conjuntos y artefactos tipo,
compartidos por las culturas del grupo cultural representa la variedad clave
ocupando un grupo de territorios dispersos pero interconectados durante
y esencial del sistema, la cual, si llega a dispersarse, refleja la desintegra­
un determinado período de tiempo. El sistema está abundantemente entrela­
ción del sistema. Estos artefactos tipo de multiestado compartidos en común
zado en sus subsistemas de cultura integrantes, los cuales están interconec­
pueden ser parte de una vieja trayectoria compartida o los elementos esen­
tados más distendidamente en la entidad del grupo cultural. La “disten­
ciales difusos y ampliamente adoptados de una adaptación reciente satisfac­
sión” o relativa simplicidad de esas conexiones interculturales puede variar
toria a condiciones de actuación muy generalizadas. La adaptación continúa
de un enlace inconsciente e inorganizado a una red artificial óptimamente
a la estabilidad y al equilibrio se produce en cada cultura integrante del
organizada. Sin embargo, incluso en su forma más perfeccionada, el grupo
grupo; el grupo en tanto que sistema se limita a distribuir la información
cultural permanece más ricamente reticulado en los subsistemas de cultura
relativa a esos reajustes, los cuales podrán ser aceptados e incorporados,
integrantes que entre cultura y cultura en la entidad. En vista de todo
o ignorados por las culturas individuales.
ello, quizá sería, entonces, más correcto presentar el grupo cultural como un
Las culturas periféricas de los grupos culturales a menudo cumplen una
circuito de sistemas enlazados más que como un sistema con subsistemas;
función de gran importancia consistente en verificar las condiciones reinan­
la cultura es una entidad más compleja que el grupo cultural.
tes en el borde del área del grupo cultural y en producir “nueva” variedad
No obstante, el grupo cultural en tanto que sistema o circuito de enti­
integradora para estabilizar la dislocación resultante. Las culturas limítro­
dades culturales afecta al “comportamiento” de sus componentes. El grupo
fes actúan, pues, como los focos de desarrollo del sistema del grupo
cultural se conserva y existe en virtud de un conjunto común de variedad
cultural, de los que mana un caudal de variedad recién desarrollada o ad­
y de la circulación constante de nueva variedad a determinado nivel míni­
quirida susceptible de ser redistribuido por todo el sistema. Es así como los
mo. Si esta circulación viniera a interrumpirse, o más bien caer por debajo
meros nichos ecológicos y territorios limítrofes pueden ser invadidos y explo­
el umbral mínimo, las culturas del circuito divergirían independientemente
tados satisfactoriamente. La invasión de las regiones polares y circumpolares
unas de otras. Si la variedad continúa a circular en el grupo, entonces las
ilustra el reabastecimiento progresivo de grupos culturales enteros hasta el
trayectorias temporales de las culturas integrantes son puestas en continua
umbral más allá del cual podrían expandirse por todo el territorio de este
interrelación por un condicionamiento compartido y un determinado nivel
formato. De igual manera la penetración neolítica en Europa va acompañada
de regularidad común en su desarrollo. Puesto que los ambientes locales de
por condicionamientos ecológicos que estancan los grupos culturales bal-
las culturas del grupo no son idénticas, la interconexión del grupo cultural
cano-anatólicos dentro del área de ecología semimediterránea medio milenio
actúa como una valiosa provisión circulante de información adaptativa
antes de que la adaptación limítrofe de la primera cultura danubiana explo­
—parte de la cual puede resultar útil dadas las circunstancias ambientales.
sionase en el ambiente de la “verdadera” Europa.
Una estrategia satisfactoria en un miembro del grupo puede inducir dis­
Hemos visto que el grupo cultural puede aparecer como parte de este
posiciones similares en los demás miembros.
proceso al reequiparse un grupo de culturas independientes o transformes, o
Los sistemas culturales en tanto que unidades de información del compor­
292 Arqueología analítica

por divergencia regional de una cultura en vía de expansión. Cada uno de


esos procesos está relacionado con la continua adaptación de los sistemas so-
cioculturales a la variedad ambiental mediante feedback adaptativo que mi­
nimiza la dislocación sistémica instantánea. Mientras una cultura crece y se
extiende, su periferia expansiva es taraceada en una extensa red de subcul­
turas recién condensadas y formalizadas, remodelando, a menudo, compo­
nentes provenientes de otros formatos sociales y geográficos. El recono­ 8 Grupo cultural y tecnocomplejo
cimiento artificialmente formalizado e institucionalizado de este reticulado
marca los comienzos del gobierno primitivo y la organización intencional
de simples confederaciones del tipo desarrollado por los iroqueses, zulúes, Recíprocamente, todas las culturas sometidas a idénticas
celtas y escitas. Estas etapas culminan en el apogeo de las grandes organi­ condiciones ambientales son susceptibles de ofrecer un
zaciones prósperas si se desarrollan unidades urbanas; pero si dependen de número elevado de rasgos comunes, cuyos patrones de
unidades socioeconómicas más sencillas, entonces la ontogenia es, por fuerza, comportamiento y tipos arqueológicos característicos son
menos perfeccionada (Gluckman, 1963). impuestos a los hombres por condiciones naturales exter­
nas, tales como las materias primas, o son, como mínimo,
adaptaciones particularmente bien ajustadas para conseguir
Nota la supervivencia en un ambiente dado,
V. GORDON CHILDE, 1956, p. 137
(1) Puede, desde luego, discreparse sobre el contenido de algunos de los grupos
culturales definidos en este modelo. La validez de grupos tales como el Danu­
biano II, así como el uso generalizado de la división en Danubiano I-IV estable­
cida en la década de los años veinte por Gordon Childe, pueden ser clasificados. I Introducción
Hay también algunos hiatos notables en la difusión cultural y geográfica del modelo:
las culturas del Neolítico reciente de Francia y de las penínsulas ibérica e itálica son
buenos ejemplos del caso. A pesar de todas esas reservas, parece aconsejable dejar Como ya hemos apuntado varias veces en los primeros capítulos, existen
el modelo tal como sé publicó originalmente, visto que es parte integrante de los ar­ unas entidades arqueológicas más grandes y más bastas incluso que el grupo
gumentos desarrollados e ilustrados en este capítulo. cultural. Se trata de grupos de culturas sin relación entre sí y sin colate-
ralidad pero que comparten complejos politéticos o familias tipológicas en
base a factores comunes en el ambiente, la economía y la tecnología.
Como quiera que resulta extremadamente difícil hablar de una entidad sin
nombre, de momento daremos a estas agrupaciones el nombre de tecno-
complejos —término destinado a presentar determinada clase de complejo
artefactual de gran magnitud como el vector de actitudes socioculturales tec­
nológicas, económicas y ambientales particulares. El tecnocomplejo es una
entidad más amplia y más disgregada que un grupo cultural; una entidad
de mayor tamaño aunque de rango inferior que una cultura o que un grupo
cultural.
La necesidad de definir semejante entidad estriba en la peligrosa y laxa
aplicación del término “cultura” a niveles harto dispares de entidad ar­
queológica y en el obstinado olvido de cualificar con indicadores clasi­
fícatenos las etiquetas de las entidades. Si no se concreta nunca el rasgo
del taxon será difícil garantizar que sólo se está comparando entidades
de niveles comparables. Ya hemos visto que la falta de rigor en el empleo
de términos tales como Tardenoisiense, Gravetiense, Paleoindio y Musterien-
se quizá no refleja otra cosa que las tecnologías ampliamente difundidas
en uso en contextos similares, aunque indudablemente subsumiendo verdade­
294 Arqueología analítica Grupo cultural y tecnocomplejo 295

ras entidades de estatus cultural. Los complejos de útiles sobre cantos y pro- La entidad tecnocomplejo comienza a surgir como una categoría com­
tobifaces del Achelense reflejan, desde luego, enormes alineaciones imprecisas prensiva de bajo nivel reuniendo un complejo de complejos tipológicos
de este rango genérico y no las entidades más reducidas, de rango más ampliamente difundidos en el espacio y el tiempo y enlazados entre ellos
elevado, que hemos estudiado con mayor detalle. Parece como si el ar­ como el esqueleto de una estrategia sociocultural compuesta adaptada al
queólogo del Paleolítico estuviera, con raras excepciones, conceptualizando módulo de un contexto ambiental bastante similar. Un complejo de tipos y un
entidades de tecnocomplejo y estatus de grupo cultural, en oposición con la complejo de complejos tipológicos asociados con la instauración de un patrón
preocupación de los estudiosos de las épocas siguientes por entidades de de subsistencia particular en un conjunto particular de nichos. Sin ir más lejos
rango cultural y subcultural. La importancia del estatus comparativo es que podremos tratar de definir el tecnocomplejo como — un grupo de culturas
esas diferencias de rango conllevan una información e implicaciones bastante caracterizado por conjuntos que comparten una selección politética aunque
diferentes sobre el alcance de los atributos étnicos, socioculturales y lingüís­ diferenciada de tipos específicos de las mismas familias generales de artefactos
ticos que se derivan para la entidad. Confundir las entidades de rangos diver­ tipo, compartidos en tanto que respuesta, ampliamente difundida y entrela­
sos es confundir y deteriorar el contenido informativo de la clasificación. zada a factores comunes del ambiente, la economía y la tecnología. Un
Es evidente que se necesita conocer algo de las características de las entidades nivel negligible de afinidad —quizá 5 % o menos— reúne el grupo en tér­
del tecnocomplejo y su comportamiento en el espacio y el tiempo. minos de tipos compartidos específicos pero con una afinidad residual de
En primer lugar se necesita un enunciado general de las características nivel medio —quizá 30-60 %— reuniendo el grupo en términos de familias
negativas y positivas de las entidades del tecnocomplejo, conducente a una tipo compartidas.
definición resumida del concepto. Como aspecto negativo conviene resaltar
que el tecnocomplejo es un sistema más específico y de mayor rango que
los sistemas definidos en términos de tecnología general o de economía de II Sistemas de tecnocomplejo
subsistencia, exclusivamente. El tecnocomplejo no es lo mismo que las cate­
gorías tecnológicas del sistema de las “tres edades” —Paleolítico, Meso- El tecnocomplejo es un amplio sistema que enlaza grupos culturales, culturas,
lítico, Neolítico, Edad del Bronce, etc.— y tampoco es el equivalente de conjuntos y artefactos tipo. El reticulado más denso de la trama corresponde
las estrategias de subsistencia del cazador - pescador - recolector, de hor­ a las unidades culturales individuales, autoadaptables. La red extracultural es
ticultura simple, pastoreo o de agricultura. El tecnocomplejo represen­ menos compleja puesto que sólo reúne la estructura general de partes de
ta la llegada parcialmente independiente de varios sistemas de cultura los diferentes sistemas culturales profundamente distintos en otros aspectos;
en vías de desarrollo al mismo patrón de equilibrio en base a una estra­ el enlace a este bajo nivel dependiendo de una amplia difusión y de un
tegia similar, en ambientes imilares con una tecnología y una trayectoria desarrollo convergente. El sistema de tecnocomplejo es realmente una serie
anterior similares. entrelazada de sistemas que comparten una subestructura material y tecnoló­
El grupo de conjuntos culturales comprendidos en un tecnocomplejo gica bastante similar aunque probablemente bastante distinta en el resto de
particular será, probablemente, bastante diferente desde el punto de vista étnico su superestructura sociocultural dentro de las constricciones mediantes.
y lingüístico —todas las agrupaciones homogéneas más pequeñas formarán Los formatos particulares de tecnocomplejos son cuencas de equilibrio
subconjuntos del grupo cultural en el seno del complejo más comprehen­ metastable en las que ha convergido cierto número de trayectorias culturales
sivo. Además, los conjuntos no necesitan compartir ningún artefacto tipo independientes y multiformes. El estado de equilibrio fijo de sistemas en la
específico ni estado tipo, dando a primera vista, la impresión de una falta cuenca de un tecnocomplejo particular es metastable en la medida en que
total de afinidad entre los conjuntos del complejo. La disimilitud puede, de determinados cambios o secuencias de cambios en los sistemas sociocultu­
hecho, ser total a niveles de tipo y de estado tipo pero la relación de afi­ rales y ambientales acoplados pueden preludiar el desplazamiento fuera de la
nidad que une al grupo se manifiesta a nivel del grupo tipo o familia región estable (Cap. 2, I). La cuenca de un tecnocomplejo particular es,
tipo. Los conjuntos de tecnocomplejos pueden no compartir el mismo tipo pues, una región metastable y una serie condicionada a través de la cual
o estado específicos de la hoja de dorso rebajado, buril, raedera terminal, deben pasar y detenerse momentáneamente las trayectorias del sistema cultu­
punta, o arpón de hueso, pero sí compartirán una diversidad politética de ral, antes de que puedan reanudar su marcha hacia otras cuencas de tecno­
tipos y estados específicos diferentes provenientes del conjunto común de complejo. La cultura tiene, por ejemplo, que dirigirse hacia los tecnocomple­
familias de artefactos tipo. Los conjuntos de tecnocomplejos sólo necesitan jos productores de alimentos, antes de que su trayectoria pueda alcanzar
compartir una selección politética de una serie compartida de familias de de pleno las regiones de los tecnocomplejos urbanos, metalúrgicos o indus­
artefactos tipo —la mayoría de los cuales son artefactos ampliamente agrupa­ triales. Cada tecnocomplejo posee un número limitado de trayectorias alterna­
dos por función y tecnología comunes. tivas hacia (y a partir de) su cuenca, cada trayectoria con un potencial
296 Arqueología analítica Grupo cultural y tecnocomplejo 297

diferente en términos de su recorrido a través de sucesivos formatos me- grupo cultural bastante específicos y, al mismo tiempo, en un uso más laxo,
tastables. La fuerte constricción impuesta por sucesivas cuencas de tecno- para las agrupaciones de conjuntos bastante parecidos de aspecto tardenoi­
complejo es lo que causa la mayoría de (y más singulares) regularidades siense, de aspecto maglemosiense y de aspecto natufiense. Usualmente, el
en las trayectorias culturales —las regularidades resumidas en las versiones marco y el nivel de referencia permanecen totalmente sin explicar. Nuestra
modernas del sistema de las “tres edades” en el que las categorías no son entidad de tecnocomplejo se aplica a los ejemplos mencionados de culturas
niveles rígidamente sucesivos sino secuencias o grupos de cuencas de tecno- “parecidas”, para distinguirlas de los grupos y entidades culturales más es­
complejos enlazados por varias trayectorias con metas diversas pero limi­ trechamente intercorrelacionadas, en un esfuerzo por dispersar la imprecisión
tadas (Cap. 2, ejs. 3-5). reinante. Bajo la losa de la vieja terminología no puede evitarse que un
Las trayectorias de los sistemas culturales acercándose de un estado de nombre se utilice para una cultura específica, para el grupo cultural que repre­
equilibrio y una cuenca de tecnocomplejo “se conducen” como si se tratase senta y para el tecnocomplejo que caracteriza —confundiendo el conjunto
de sistemas de autoguiaje, siendo la meta el estado o la cuenca. Se trata del global con sus subconjuntos. Es esencial especificar si se habla de la cultura
factor direccional de las trayectorias del sistema que hemos visto surgir de natufiense de Palestina, del grupo cultural natufiense del Levante, o del tec­
los subsistemas acoplados de feedback (Cap. 2, I; Fig. 11). Un rasgo inte­ nocomplejo de aspecto natufiense vigente desde la Cirenaica a Cachemira.
resante de las trayectorias dirigidas hacia esas cuencas estables es la búsqueda Un sistema de tecnocomplejo refleja cierta estrategia mixta general en el
adaptativa, “por tanteo”, del sistema y todos sus componentes oscilantes, juego entre cultura y ambiente. Los lances de este juego representan los
todos ellos explorando efectivamente la variedad disponible en búsqueda de estados sucesivos de la trayectoria de la cultura y del ambiente, los inten­
atributos y componentes mutuamente estabilizantes. Los sistemas culturales, tos de la cultura para obtener sucesivos equilibrios satisfacedores o casi op-
en tanto que sistemas semimarkovianos con transformaciones semiestocásti- timizadores a oponer a las jugadas sucesivas del ambiente. Para ambas partes,
cas, se desplazan desde un estado a otro de una posible serie de estados, la siguiente jugada está condicionada por la posición presente de las piezas
con una selección reducida al alcance de los estados posibles y poseyendo en el tablero y su secuencia pasada de estados (Cap. 2, postulado 14). Por
determinadas probabilidades diferenciales. En tanto que sistemas de esta clase consiguiente, para ambas partes sólo hay un número limitado de jugadas,
general, las trayectorias culturales de cuenca a cuenca no son únicas y, consi­ y un número limitado de resultados o ganancias. La ventaja del sistema
guientemente, las culturas de una serie de tecnocomplejos no constituyen una cultural en esta partida es que puede anticipar las jugadas del ambiente,
categoría completamente homogénea, como tampoco son necesariamente hasta cierto punto, a partir de la observación de las jugadas previas (avan­
idénticas sus trayectorias pasadas o futuras. ce, Fig. 11). El ambiente podrá jugar —condiciones árticas, flora de tundra,
Una cuenca de tecnocomplejo está definida por una estrategia integrada fauna de tundra; la cultura puede jugar —caza - pesca - recolección, so­
implicando una determinada serie de familias de artefactos tipo, una deter­ ciedad de bandas cooperantes, shamanismo, y tecnología del Paleolítico su­
minada tecnología, un alcance ambiental específico, con una mezcla particu­ perior. El resultado es reintroducido a sucesivas generaciones de la sociedad,
lar de métodos de subsistencia y de explotación de recursos. Como análi­ las cuales adaptarán sus actitudes siguientes en consonancia. En este juego la
sis de un ejemplo ya mencionado, podemos tomar el tecnocomplejo Tarde- cultura busca el equilibrio dinámico en una situación cambiante —la cultura
noisiense cuando se utiliza para conjuntos que van de los Balcanes a Bretaña continuará jugando dentro de la región del tecnocomplejo estable hasta que
y de España a Polonia —el grupo cultural Tardenoisiense específico de ya no le sea posible lograr resultados de equilibrio en la misma. La flexibi­
Francia siendo un subconjunto detallado dentro del conjunto global. En lidad del juego y de la estrategia de la cultura depende de la capacidad
el tecnocomplejo Tardenoisiense tenemos determinado conjunto de microlitos reguladora/aislante del sistema cultural sin que pueda exceder la variedad del
geométricos y familias de artefactos de sílex y asta, una tecnología micro- mismo ni su capacidad en tanto que sistema de comunicación multicanal
laminar y de buril, en la zona forestal de la Europa postglaciar, para la con una existencia ininterrumpida. En este juego el ambiente intervendría
caza con arco de pequeños animales y para la explotación sólo marginal orientando la “búsqueda” o haciendo oscilar la trayectoria de “búsqueda
de los recursos marinos. Esta serie de rasgos unía varios territorios alejados y captura” del sistema cultural de cuenca estable en cuenca estable; el
unos de otros y diversos conjuntos de numerosas unidades socioculturales y ambiente es quien pone el veto a todos los estados de equilibrio en el sis­
lingüísticas diferentes (para una crítica de esta interpretación del Tarde­ tema cultural con excepción de los de una serie determinada.
noisiense como tecnocomplejo, véase Tringham, 1971). De producirse en el transcurso de la partida alguna flagrante contradic­
Este ejemplo apunta directamente las dificultades terminológicas y taxo­ ción o equívoco entre la variedad del sistema cultural y la variedad ambien­
nómicas que actualmente desconciertan al arqueólogo. El término Tardenoi­ tal, esta dislocación será minimizada por medio de “ajustes” con miras
siense, igual que el término Maglemosiense, o Natufiense y que la mayoría de a la obtención de una “nueva” serie de variedad y una “nueva” estrategia.
términos arqueológicos ha sido simultáneamente utilizado para una cultura o Esta “nueva” variedad, o serie de variedad, representa la integración o in­
298 Arqueología analítica Grupo cultural y tecnocomplejo 299

vención de un nuevo conjunto de variedad, lo suficiente amplia como para que posteriormente —en consonancia con la representación dispersa, uni­
servir de alternativa a la variedad cultural anterior y suficientemente compren­ dimensional e, incluso monotípica, de la representación de las entidades
siva para satisfacer la nueva estrategia ambiental. La cultura puede generar paleolíticas en contraste con la representación polifacética de las entidades
esta “nueva” variedad estabilizadora por anexión pura y simple, por inven­ posteriores, hasta los niveles subculturales. Si en un contexto similar, la cul­
ción interna o por adopción de una “nueva” mezcla de viejos elementos. tura material de los aborígenes australianos se indujera a sus artefactos
Los cambios ambientales importantes estimulan, por lo tanto, el desarrollo líticos, exclusivamente, lo más que se podría detectar quizá serían 3 ó 4 tec­
adaptativo de nueva variedad cultural, y ésta consiste, a menudo, en una nocomplejos contemporáneos sin ninguna subdivisión visible. Si se toma en
mezcla minimax de viejos componentes que minimizan la cantidad máxima cuenta la cestería, los artefactos de madera y hueso, y los motivos decora­
de dislocación sistémica directa. Los tecnocomplejos representan, precisamen­ tivos desde las pinturas rupestres a las pinturas corporales —entonces los
te, esta mezcla estratégica momentánea de componentes de probada eficacia tecnocomplejos monolíticos revelarían entidades culturales y niveles de grupo
que forman una armazón capaz de acomodar numerosos formatos individua­ cultural mucho más pequeños, con un mayor grado de información lingüís­
les distintos. tica y social correlacionada. Cabe suponer que la misma diversificación
podría presentarse en las “culturas” superficialmente monomorfas de la pre­
historia australiana y en entidades paleolíticas tales como el Achelense y
EJEMPLOS DE TECNOCOMPLEJOS el Musteriense europeos.
Como ocurre con el grupo cultural, las enormes dimensiones espacio-
En la mayoría de los estudios de cultura material disponibles, las entidades temporales del tecnocomplejo presentan la gran ventaja de ofrecer una traza
de rango de tecnocomplejo carecen de denominación o figuran con una de­ mucho más simplificada de las trayectorias prehistóricas —expresándolas no
nominación errónea o ambigua. En la arqueología americana, el término como trayectorias de sistemas culturales individuales sino agrupadas en haces
“tradición” a veces se usa más sistemáticamente para las entidades que ofre­ sucesivos. La secuencia del Paleolítico europeo, p. ej., se limita sobre todo a la
cen esta configuración general (p. ej., la tradición Paleoindia). Pero como interacción de los tecnocomplejos achelenses, clactonienses, musterienses, au-
quiera que el término “tradición” es también empleado amplia y cómodamen­ rignacienses y gravetienses o perigordienses; muchas de esas entidades se
te para la extensión temporal o trayectoria temporal de toda clase de entidad integran en sucesivos transformes de tecnocomplejo, igual que numerosas
arqueológica, no es de extrañar que vaya a parar en la categoría de pluri- facies de las industrias achelenses, o algunas de las cinco agrupaciones del
nivel y de pluriempleo que privan a un término de su contenido informativo, Musteriense francés. Los tecnocomplejos del Paleolítico superior (p. ej., el
como también hemos visto que ocurría con el término “cultura”. Es por tecnocomplejo de la punta pedunculada), han sido observados también en la
esta razón que el término tradición ha sido utilizado en este libro para el llanura europea (Schild, 1976). Entidades más pequeñas y más netamente lo­
aspecto de extensión temporal de todas las entidades arqueológicas, mientras calizadas, como el Chatelperroniense francocántabro, el Solutrense, o Mag-
que hemos propuesto el término tecnocomplejo para una entidad específica daleniense, sensu stricto, por contraste, dejan suponer transformes de grupo
provista de una dimensión espacial así como de una dimensión temporal. cultural en la extensión temporal. Varios de los tecnocomplejos brutos presen­
La situación se complica todavía más con la secuencia del desarrollo en la tan la característica de estar conectados con estrategias especializadas, aun­
que los artefactos y la tecnología que definen un tecnocomplejo a menudo que mixtas, de caza en determinados ecosistemas limitados —centrados, por
aparecen por primera vez en una sola cultura, se extienden con la expan­ ejemplo, en el oso de las cavernas, el caballo, el reno, el búfalo o el mamut.
sión de un grupo cultural, y sólo en la fase terminal expresan una entidad De la misma manera general la prehistoria del Nuevo Mundo ofrece el
de tecnocomplejo general; lo cual no es otra coáa que una trayectoria de mismo orden de agrupaciones —empezando con los tecnocomplejos paleo-
ontogenia de tecnocomplejo. En este caso el mismo término puede ser usado, indios, Vieja Cordillera, Arcaico, Microlaminar del noroeste y pequeños útiles
sin darnos cuenta, en los tres niveles, para clases muy diferentes de sistema, árticos (Willey, 1966, Fig. 2.31). Las sedicentes industrias paleoindias, por
como ya hemos podido mencionar. ejemplo, comparten la posesión de grandes puntas de proyectil de sílex,
Las unidades de tecnocomplejo que vamos a relacionar habían sido pre­ algunas de ellas notorias por su relación con la caza de especies especí­
viamente designadas como culturas, grupos culturales, tradiciones, fases u ficas —la punta de Clovis con el mamut y la punta de Folsom con el
horizontes, o simplemente dejadas en el anonimato. Sus nombres se refieren, bisonte. Los intentos recientes de rebautizar los complejos paleoindios con
de alguna manera, a la primera cultura presentando formato de tecnocom­ el nombre de “tradiciones de caza mayor” equivalen al reconocimiento de
plejo, una cultura “típica” del grupo, o quizá un aspecto importante del su amplia base de tecnocomplejo.
polígono de equilibrio tecnológico, económico, ambiental, artefactual. Los La prehistoria del Paleolítico de Africa nos ofrece una división similar
tecnocomplejos son mayores y más evidentes en la prehistoria del Paleolítico en grupos de niveles diferentes. Los grandes tecnocomplejos participan con
300 Arqueología analítica Grupo cultural y tecnocomplejo 301

la transformación in situ de las agrupaciones olduvayenses y achelenses esas regularidades normalizadas son tan significativas para la trayectoria de
avanzando multilinealmente hacia los tecnocomplejos del Sangoense, del las culturas del Japón como lo son para la Europa atlántica. Esto no sig­
Fauresmithiense, Levalloiso-musteriense, y Lumpenbense. También aquí hay nifica que del Atlántico al Pacífico gigantescos tecnocomplejos totalmen­
conexiones bien fundamentadas entre los conjuntos de artefactos generaliza­ te uniformes se sucediesen uno a otro. Al contrario, la conexión es mínima
dos compartidos en el tecnocomplejo y los factores ambientales particulares hasta las áreas urbanas e industriales —la 3.a y 4.a edades del sistema
con que se afrenta una estrategia mixta común —este es el tipo de enlace que de las tres edades. Lo que ponen de relieve estas regularidades socioculturales
une el complejo sangoense, con su masivo bifaz y sus útiles en forma de es el creciente alcance de la intercomunicación y difusión fragmentaria y
pico, con sus territorios en las selvas del Congo. el desarrollo paralelo de grandes cantidades de variedad reguladora similar.
En el Asia del Sureste el progreso de la investigación arqueológica en el Los tecnocomplejos definen unas cuencas estables muy similares por razones
curso de la última década (p. ej., en Tailandia) nos ha obligado a reconsi­ muy similares aunque no idénticas. El tecnocomplejo de la alta Edad Media
derar nuestros conocimientos sobre el desarrollo prehistórico del área. Entre de la Europa occidental era una entidad netamente localizada que se podría
esas revisiones puede mencionarse la reinterpretación de Gorman (1970) de caracterizar esquemáticamente como un tecnocomplejo francoteutónico repo­
los conjuntos del Hoabinhiense como un tecnocomplejo «reflejando adapta­ sando a la vez sobre un intenso laboreo de los campos, la tecnología de
ciones ecológicas comunes a los trópicos húmedos del Sureste asiático» la Edad del Hierro, una sociedad urbana y feudal desenvolviéndose en un
entre el Pleistoceno superior y c. 6500-5000 a.C. Al final de este período se ambiente europeo forestal subatlántico. Los conjuntos de artefactos típicos
produce la importante aparición de la cerámica con impresión de cuerda, de este complejo entre 900 y 1200 d.C., aproximadamente, incluían el comple­
la domesticación de las plantas y los útiles Uticos de borde rebajado. jo tipo de guarnición de las caballerías, el castillo, la cota, el yelmo có­
La prehistoria tardía de todas esas áreas continúa ofreciendo agrupacio­ nico, la lanza y el escudo, reflejando conjuntamente la subcultura aristo­
nes de tecnocomplejos, usualmente destruidos por los focos más diminutos crática de la élite. Un conjunto cultural equivalente existía para la iglesia,
de las culturas y subculturas. Los ejemplos mesoHticos ya han sido men­ mientras que las hoces de hierro, las rejas de los arados, los garfios, tijeras
cionados —los tecnocomplejos brutos de tipo maglemosiense, de tipo tar- para esquilar, hachas, jarras, botijas, escudillas, cabañas de troncos eran su­
denoisiense y de hoja trapezoidal que dominaron las Uanuras de Europa ficientes para los campesinos —perfeccionados, solamente, en los burgos
septentrional de Bretaña a los Urales, los bosques de Francia a Rumania y el característicos. Entre el tecnocomplejo occidental francoteutónico y el tecno-
Utoral mediterráneo, respectivamente. El Neolítico de América produce los complejo oriental de los samurai intervenían varios tecnocomplejos, incluidos
tecnocomplejos de Woodland, mesoamericano y del Suroeste, entre muchos el del Imperio bizantino, el eslavoescandinavo y el nómada asiático. El
más. En Europa las culturas neolíticas pertenecen a una sucesión de tecno­ tecnocomplejo de la alta Edad Media japonesa se localizaba en el Este asiá­
complejos mediterráneos y danubianos —complejos septentrionales y atlán­ tico y Japón, y compartía un complejo que reposaba en el cultivo inten­
ticos, tardíos y, eventualmente, al Este acompañados por el desarrollo de sivo del arroz, una élite ecuestre, una tecnología de la Edad del Hierro,
sucesivos tecnocomplejos de jinetes nómadas. Con la aparición de la metalur­ una sociedad urbana y feudal, y un ambiente forestal pacífico; una estrate­
gia del bronce, los estudios en base a aspectos puramente metalúrgicos gia sociocultural generalmente similar a la que regía en el Oeste europeo
tienden a enmascarar las grandes agrupaciones de tecnocomplejos encasi­ condicionado por factores contextúales similares.
llándolas en rígidas divisiones. Las tradiciones de los tecnocomplejos carpa- El tecnocomplejo une a grupos heterogéneos de alineaciones lingüísticas
tiano, caucasiano y alpino se extienden dilatadamente desde los estados sis- y socioculturales por lo demás diferentes; ocupa, invariablemente, territorios
témicos calcolíticos hasta los complejos de la gran Edad del Bronce reciente semicontinuos y contiguos, y debe incluir unidades separadamente homo­
alpina y del Bronce final atlántico —remotos y vagos precursores del forma­ géneas de cultura o de grupo cultural, de lenguaje y de rango de grupo
to del Mercado Común Europeo y de la Zona de Libre Comercio. Esos lingüístico. A veces un gran grupo cultural con una economía, una tec­
tecnocomplejos incluyen los diversos grandes grupos culturales del perío­ nología y un ambiente fuertemente individualizados podrá formar un solo
do —las agrupaciones sucesivas Aunjetitz, Túmulos y Campos de Urnas tecnocomplejo; en el caso límite, las fronteras de las dos entidades pueden
(Urnfield)— y unen débilmente entre sí a conjuntos que comparten determi­ coincidir aproximadamente.
nadas familias de útiles, armas, y artefactos con economías reposando en
variedades de cultivos mixtos y estrategias agrícolas.
Las generalizaciones socioculturales vinculadas con las regularidades de la III Regularidades del patrón de fase
Europa “heroico-tribal”, “feudal” e “industrial” están relacionadas con las
características condicionantes de ios grandes tecnocomplejos de la Edad del El tecnocomplejo está marcado por la posesión de tipos de las mismas fa­
Hierro y de los tiempos históricos. Se ha hecho observar, incluso, que milias tipológicas, en una selección politética propagada por difusión entre­
302 Arqueología analítica Grupo cultural y tecnocomplejo 303

lazada a través del tecnocomplejo. Los tecnocomplejos de áreas espaciotem- valores nos parece suficiente para establecer distinciones de rango, compleji­
porales diferentes pueden ser, de hecho, muy similares, como cabe esperar de dad y “comportamiento” entre los tecnocomplejos y las demás entidades y
sistemas.
esas estrategias artefacto - tecno - económico - ambientales, generalizadas, y
cuencas estables. Esas son las similitudes que se observan entre el Japón y
la Europa feudales, entre celtas y zulúes, magdalenienses y kwakiutl, entre
IV Regularidades del patrón temporal
asentamientos defensivos nuclearizados multikiva de los indios pueblo re­
cientes y los de la Qatal Hüyük neolítica. No obstante, esas similitudes
convergentes no sitúan las culturas mencionadas en unos tecnocomplejos Los sistemas de tecnocomplejo representan inmensos sistemas de grupos cul­
únicos puesto que las entidades no están directamente entrelazadas y que turales, conjuntos culturales y de artefactos tipo disgregados. El marco de
la afinidad, incluso en términos de familias tipológicas es demasiado redu­ referencia específico de esos sistemas no es la totalidad de los rasgos de
cida. Puede resultar útil reunir entidades similares de esta clase en catego­ los componentes sino, meramente, las familias esenciales de artefactos tipo
rías socioeconómicas o socioculturales, tal como lo hace Steward, pero hay que definen la estrategia común integrada frente a la economía y el am­
que reconocer que dichas entidades están orientadas socialmente más que biente en los que deben funcionar. El tecnocomplejo es una cuenca estable
artefactualmente, en sus regularidades. Sin embargo, conviene llamar la aten­ o conjunto de estrategias a través de las cuales pasarán diversas trayectorias
ción sobre las regularidades socioculturales vinculadas con tecnocomplejos de varias culturas y grupos culturales. En tanto que configuración estable en
similares en tiempos y lugares distintos. un contexto particular, el tecnocomplejo actúa como una meta en la que el
El sistema de tecnocomplejos es un sistema de familias de artefactos ajuste por feedback producirá la oscilación de los sistemas culturales.
tipo expresadas en combinaciones variables de tipos específicos variables. Sin embargo, incluso las cuencas o conjuntos estables deberán cambiar
Las familias tipológicas esenciales de un tecnocomplejo dado son las más con el cambio de las circunstancias, y la actitud estable de ayer puede vol­
amplia y frecuentemente compartidas de todo el complejo y, entre ellas, las verse la actitud inestable de hoy. La cuenca del tecnocomplejo es un ob­
familias tipológicas clave son las que resultan más idiosincráticamente distin­ jetivo móvil con su propia trayectoria y su formato cambiante. Por consi­
tivas y existen conjuntamente como formato sintáctico todo a lo largo de la guiente, puede decirse que los tecnocomplejos tienen una ontogenia según
existencia integrada del tecnocomplejo. Las familias tipológicas inesenciales la base usual de su aspecto, crecimiento, desarrollo y desaparición de acuer­
en esos sistemas son los artefactos tipo restringidos a las culturas o grupos do con:
culturales integrantes particulares y que no se extienden más en la red.
Comoquiera que el tecnocomplejo está unido por fuertes lazos de afinidad (i) el cambio cuantitativo y la oscilación en los números de distintas
entre conjuntos de familias tipológicas, el sistema puede ser, una vez más, familias de artefacto tipo politéticamente compartidas en el com­
modelado por un dispositivo estático de intercorrelaciones de familias tipo­ plejo.
lógicas expresadas en espacio multidimensional —más a la manera de galaxia (ii) el cambio cuantitativo y la oscilación en los números de conjun­
de grupos culturales salvo por la sustitución de los tipos específicos por fa­ tos en los estados sucesivos del desarrollo del tecnocomplejo.
milias tipológicas (Fig. 50). (iii) el cambio cualitativo y la oscilación del sistema de tecnocomplejo
En tanto que entidad politética, el tecnocomplejo no puede ser definido en tanto que sistema estructurado.
por un solo perfil de artefacto tipo, sino que tenemos, de nuevo, un mo­
delo de distribución politética general de conjuntos que se solapan e inter- La primera aparición de un tecnocomplejo dado viene marcada retros­
sectan y que determinan una amplia área limitada por acusados gradientes de pectivamente por la aparición individual de las familias tipológicas esenciales
disminución en las familias tipológicas esenciales y que contienen los puntos y clave del sistema, a menudo en varias culturas en varios momentos y lugares.
medios, modales y medianos de todas las distribuciones de familias tipológi­ La amplia interdifusión de esas familias tipológicas en un ambiente común
cas aunque no contengan, necesariamente, sus centros de origen (Fig. 67). marca la correlación direccional inicial de esos tipos en un conjunto cada
Las áreas de distribución de dichos tecnocomplejos están a la altura de vez más estereotipado, que pone de manifiesto actividades ampliamente com­
sus enormes dimensiones temporales y de contenido. Por comparación con partidas, aunque diversamente perfeccionadas, de una clase fundamental.
los 30-300 km de radio de las áreas culturales y de los grupos culturales Varias de esas actividades y sus artefactos tipo distintivos se observarán
(300-1000 km), las de los tecnocomplejos alcanzan desde 4500 km para individualmente fuera del área del tecnocomplejo —de hecho, pueden origi­
los más grandes (áreas achelense, gravetiense o paleoindia) hasta un mínimo narse más allá de sus límites. Pero es solamente dentro del tecnocomplejo
de 1100 km para los tecnocomplejos más recientes y pequeños, comparables que esos comportamientos variados y diseminados están normalmente inte­
a las de los grupos culturales más extensos. La magnitud misma de esos grados en un sistema generalizado de carácter politético. Algunos artefactos y

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BIBLIOTECA CENTRAL
304 Arqueología analítica Grupo cultural y tecnocomplejo 305

actividades estarán ampliamente diseminados por difusión, otros se desarro­ tecnocomplejo pueda plasmarse en uno o más grupos culturales. Un fondo
llarán conjuntamente por invención paralela en base a necesidades comunes y económico, material y tecnológico homogéneo puede perfectamente propor­
a la variedad común disponible. Cuanto más universal la oportunidad y cionar una sólida base para una mayor aculturación sociocultural y lin­
más simple y más diseminado el estímulo de dislocación, tanto más proba­ güística convergente.
ble la repetida invención e innovación integradoras independientes y parcial­
mente independientes. Como ya hemos hecho observar, la mera aceptación
del mismo conjunto de variedad de tecnocomplejo básica, por parte de sis­ CATEGORIAS DE TECNOCOMPLEJO
temas sin relaciones previas entre sí, apunta una dislocación conjunta que les
afecta en su totalidad; una consigna convergente común dependiendo de los En un capítulo anterior distinguimos entre la ontogenia sistémica clímax de
estímulos ambientales, culturales, religiosos, políticos o económicos, o de sistemas con estrategias casi optimizadoras en contraposición con los sistemas
cualquier combinación o permuta de esos factores. El resultado es una con estrategias satisfacedoras y minimax (Cap. 6, V). Los sistemas con un
creciente convergencia de las distintas trayectorias temporales oscilantes de clímax potencial eran o bien superiormente organizados, empleando unidades
los distintos sistemas culturales, que terminan convergiendo dentro de los urbanas, urbanoestatales o urbanoimperiales, o bien podían surgir en áreas
límites de una cuenca de tecnocomplejo momentáneamente estable. de recursos excepcionalmente ricos explotadas por una estrategia simple,
La formación de un nuevo sistema de tecnocomplejo depende, pues, en aunque práctica y óptimamente eficaz. El clímax mismo representa las explo­
gran medida, de la integración adquisitiva general de determinada variedad siones exponenciales y simultáneas de “nueva” variedad, acompañando la
ampliamente desplegada y de su aumento por invención interna en las líneas fase de desarrollo formativo de esos sistemas. Esta explosión de variedad
convergentes. Los sucesivos tecnocomplejos del Artico son buenos ejemplos —una eclosión de innovación e invención— se produce debido a que la fase
de una notable convergencia en el equipo básico debida en gran parte a los formativa de un sistema incorpora nuevamente un total máximo de disloca­
generosos préstamos de variedad asiática y americana, desarrollada, ulterior­ ción interna que todavía resta por minimizar y que requiere la rápida inte­
mente, por la inventiva local y sagazmente incorporada a una serie de for­ gración o invención de nueva variedad en tanto que forma comprensiva
matos de tecnocomplejos singulares frente a una constricción ambiental y estabilizadora. La fase coherente refleja, pues, la disminución efectiva de
y económica extrema. En este contexto la célebre inventiva esquimal es so­ esas dislocaciones y, consiguientemente, una ralentización de las velocidades
brepasada por la capacidad inducida de su sistema para integrar elementos de cambio y de la tasa de los nuevos desarrollos junto con la creciente
difundidos desde otra área. institucionalización del formato estable. En este aspecto, la sedicente “rea­
El tecnocomplejo específico se presenta, pues, como un medio compar­ lización del patrón” refleja los estados coherentes y postcoherentes de un
tido de adaptación a una serie particular de condiciones cambiantes. El sistema cuando la dislocación máxima de la fase formativa ha sido mayormen­
crecimiento y el desarrollo del tecnocomplejo reflejan la propagación y las te estabilizada por la variación recién creada; por tanto, dislocación míni­
transformaciones sucesivas de la serie básica de actividades y artefactos. ma significa nuevos desarrollos mínimos.
El tecnocomplejo puede considerarse, pues, como un sistema con estados Estas diferentes clases de sistema de tecnocomplejo parecen tener diferen­
transformes sucesivos que segmentan su trayectoria temporal, con los umbra­ tes clases de ontogenias detalladas, y la diferencia evidente reside en los tec­
les terminales marcando la primera y última aparición del sistema en esta nocomplejos con ontogenias clímax y no clímax. Aunque no se confunde los
forma precisa de sistema. Esos umbrales denotan el nacimiento y muerte, tecnocomplejos muy específicos con los taxa más amplios de las economías de
respectivamente, del sistema y, por consiguiente, el paso de las culturas in­ subsistencia, a efectos comparativos suele ser útil agrupar los tecnocomplejos
tegrantes a partir de (o hacia) otras estrategias de complejo. Esos umbrales bajo esas categorías de subsistencia. De esta forma será posible comparar y
principales están marcados por la aparición o desaparición de una serie ge­ contrastar la variedad en los tecnocomplejos de cazadores - pescadores - re­
neral estructurada de familias de artefactos esenciales y clave; y los umbrales colectores, pastores nómadas y agricultores, en tanto que grupos, y comparar y
menores por cambios similares en los sucesivos artefactos tipo y subtipo que contrastar la variedad entre esas agrupaciones. Cada una de esas categorías
caracterizan los estados de fase sistémicos. de subsistencia tiene formas clímax y no clímax observables en el interior
La desaparición de un sistema de tecnocomplejo refleja cambios en la cul­ de tecnocomplejos particulares. De hecho, cada tecnocomplejo o estado de
tura y/o.en el ambiente hasta el punto que el tecnocomplejo deja de ser tecnocomplejo sucesivo suele ser renormalizado por la nueva variedad produ­
una estrategia estable o que una estrategia con mejor rendimiento vuelve cida por las culturas clímax dentro de su estructura.
de nuevo a ser posible. Es también probable que la orientación común com­ Vale la pena, pues, que veamos de más cerca las características y las
partida por las culturas en el seno de un mismo tecnocomplejo pueda, condiciones necesarias que operan en esas categorías de subsistencia de los
ocasionalmente, producir mayor congruencia mutua hasta el punto en que el tecnocomplejos clímax y no clímax.
306 Arqueología analítica Grupo cultural y tecnocomplejo 307

Tecnocomplejos de cazadores - pescadores - recolectores cuando la caza, base de la alimentación, está muy diseminada; aquí, la
preminencia pertenece al cazador, y los jóvenes varones crecen en el am­
Cada uno de los taxa de subsistencia brutos oculta una enorme ampli­ biente y se forman en estrecho contacto con cada nicho de su futuro te­
tud de variedad y variación —sin exceder la de las economías de caza­ rreno de caza (Steward, 1955). Sin embargo, otras tribus de cazadores -
dores - pescadores - recolectores. Esta amplitud de variación puede ser pescadores - recolectores son matrilocales y matrilineales, especialmente en
tratada mucho más específicamente a partir de los sistemas de tecno-com- aquellos casos en que la pesca y la recolección realizadas por las mujeres
plejos integrantes particulares, con lo cual se pone de relieve una de las son la base de la subsistencia; bajo las mismas condiciones pero con los
contribuciones de este taxon. Los cazadores - pescadores - recolectores hombres encargados de la pesca y la recolección, prevalecerán estructuras
han existido durante la totalidad de los dos millones y medio de años del totalmente contrarias. Las pruebas arqueológicas pueden indicar, pues, la
desarrollo homínido. En tanto que estrategias económicas, han cambiado existencia de un conjunto sociocultural apropiado y de sus límites aunque
el énfasis diferencial puesto en la caza, la pesca o la recolección, llegando sin especificar ningún dispositivo social para su tecnocomplejo.
incluso a la supresión de alguno de esos aspectos, cambiando la combina­ En ausencia de unidades amplificadoras de la variedad, tales como la
ción de esos recursos alimentarios, su grado de importancia, la organiza­ ciudad, el clímax potencial de la tribu de cazadores - pescadores - re­
ción de sus funciones y, desde luego, los grupos de especies explotadas. colectores sólo se alcanzará mediante una estrategia casi óptima en un área
Tecnológicamente, su cultura material ha progresado desde las tradiciones excepcionalmente rica en recursos. Los tecnocomplejos que presentan un
líticas y del trabajo de la madera más simples al uso de los metales y clímax de desarrollo sobre una base de caza - pesca - recolección com­
más tarde al de las armas de fuego. La organización social de los caza­ parten dos importantes rasgos:
dores - pescadores - recolectores ha cubierto igualmente la casi totalidad
de las variaciones, del matriarcado al patriarcado y de las grandes bandas (i) una secuencia formalizada de recursos explotable sucesiva y rota­
mezcladas hasta las pequeñas familias dispersas. De hecho, en estas formas cionalmente durante la mayor parte del año;
de organización ocurre con frecuencia que los grupos cambien de configu­ (ii) una explotación socialmente centrada y organizada de uno o más
ración y de actitud social general a medida que van desplazándose en pos recursos gregarios.
de los recursos de sus territorios.
No obstante, en cada caso específico parece darse una fuerte correlación Esos rasgos o tácticas, observables en cierto grado en la mayoría de las
entre la pauta social y la explotación eficiente de los recursos económicos. estrategias de caza - pesca - recolección, sólo alcanzan un desarrollo super­
En esas condiciones, el aprovechamiento de los recursos raramente es el lativo e institucionalizado en las culturas con clímax potencial.
óptimo, puesto que también los riesgos serían óptimos; en semejantes con­ La primera condición —una rotación anual de recursos— puede cum­
textos, la explotación de los recursos y su repartición en la sociedad se plirse de diferentes maneras. Puede partirse del aprovechamiento de diver­
adaptan a la continuidad del grupo y no al bienestar individual. Cuanto mayor sas clases de zonaje ecológico para idear, por tanteos sucesivos de feed-
la contribución económica real o imaginaria de un sexo, y cuanto más back, un plan que conducirá el grupo de zona en zona y de recurso en
específico y restringido su método operativo, mayor su polaridad en el es­ recurso en el momento preciso en que cada recurso está en sazón. La con­
quema de parentesco. En un sentido, y sólo en uno, los mecanismos de centración y la dispersión en fases sucesivas impuestas por el tipo de recurso
parentesco de multiuso están adaptados a la explotación del medio para y su densidad —una actitud rítmica, alternante a lo largo del ciclo anual.
favorecer y obtener una distribución eficaz de los principales agentes produc­ Otra estrategia de clímax es la que se aprovecha de un territorio excep­
tores de la sociedad. Los agentes más productivos tienden a distribuirse cionalmente bien situado abarcando varias zonas ecológicas contiguas y de
regular y eficientemente por todo el grupo disperso aglomerando a su al­ la explotación sucesiva de zonas a su alcance para aportar la estabilidad
rededor a los agentes menos productivos como una aureola circundando un al asentamiento. En este caso, el territorio ideal suele incluir una franja
núcleo. Este dispositivo contribuye a la obtención de una distribución jui­ litoral con núcleos ecológicos diversos: marino profundo, marino superficial,
ciosa y eficaz de los alimentos y productos mientras que, simultáneamente, la litoral de estuario y fluvial, forestal y lacustre, con una gran variedad de
misma trama social interviene igualmente en pos de otros objetivos. recursos y rotación de cultivos.
La variedad de las superestructuras sociales que un tecnocomplejo puede La segunda exigencia de la estrategia de caza - pesca - recolección
sostener es muy amplia y cualquier recontrucción social resulta doblemente clímax depende de la disponibilidad de uno o más recursos gregarios y de
dificultosa por mor de la ausencia del registro de agentes y funciones su explotación organizada por segmentos socialmente centrados. Un recurso
en estas sociedades. Algunas tribus de cazadores - pescadores - recolec­ de productos gregarios, normalmente concentrado en una densa profusión
tores pueden ser profundamente patrilineales y patrilocales —especialmente nuclear, resulta más fácil de explotar que un recurso único y disperso.
308 Arqueología analítica Grupo cultural y tecnocomplejo 309

A veces la especie recurso, dispersa durante la mayor parte del año, sólo recursos de la caza - pesca - recolección es una estrategia menos especia­
se acumula en determinados momentos y lugares. En tales casos, el grupo se lizada, mínimax y satisfacedora que produce menos potencial pero ofrece meno­
congregará en iguales momentos y sitios y se dispersará en otros; en otros res riesgos y garantiza cierta continuidad. Es por esta razón, entre otras, que las
casos, el recurso es perseguido en permanencia. Las especies gregarias pueden cuencas de desarrollo de las trayectorias superespecializadas de los tecnocom­
ser acuáticas o terrestres, animales o vegetales. Las acuáticas incluyen la plejos clímax de cazadores - pescadores - recolectores son un callejón sin
ballena, el atún, varias especies de focas, sardinas, salmón, ostras y varias salida, y que el potencial futuro pertenece a la organización sistémica de los
clases de conchas. Las especies gregarias terrestres incluyen las manadas tecnocomplejos menos mediatizados y menos clímax.
de búfalos, renos, caballos, venados, elefantes, mamuts y bandadas de patos,
gansos y otras aves. Sin olvidar las plantas gregarias —ortigas, árboles,
hierbas y, por encima de todo, los cereales. La explotación organizada de Tecnocomplejos pastoriles nómadas
uno o más de esos recursos gregarios garantiza unos rendimientos casi
óptimos. Las culturas pastoriles nómadas son a todos puntos de vista tan diversas
Bajo semejantes condiciones, comunidades clímax de cazadores - pes­ como las de los cazadores - pescadores - recolectores, pero al mismo tiempo
cadores - recolectores, como las magdalenienses, se especializaron en el reno exhiben una serie característica de constricciones y regularidades en su estruc­
o el bisonte; el tecnocomplejo de Folsom en el bisonte, y los tecnocomple- tura y en sus ontogenias culturales. Los taxa del tecnocomplejo permiten
jos de Clovis y gravetiense en el mamut. Incluso los indios de Califormia al­ subdividir la aparente unidad monolítica de las sociedades pastoriles en uni­
canzarían cierto grado de clímax con estrategias basadas en las bellotas dades más pequeñas y diversamente equipadas, pero sin estos condiciona­
y piñones, mientras que en el complejo de los Everglades de Florida se mientos y regularidades será conveniente disipar equívocos frecuentes,. El tér­
alcanzaría a partir del arroz silvestre y el pescado. Los concheros de los mino “pastoril” se refiere simplemente a la serie de economías que incluye a la
grupos de Ertrebdlle y del Epipaleolítico mediterráneo atestan una especia- ganadería en su estrategia. Conviene distinguir entre los aspectos pastoriles
lización similar, como ocurre también con los indios americanos más re­ o agrícolas mixtos de las estrategias agrarias sedentarias y las sociedades
cientes de la costa del Noroeste y con los esquimales del Artico (For- nómadas que dependen casi exclusivamente de la ganadería. El término
de, 1934); éstos últimos lograrían, incluso, desplazar competitivamente el “pastoril” no significa, obligatoriamente, “pastoril nómada”, ni coincide
tecnocomplejo vikingo de Groenlandia en el siglo xm. Bajo condiciones de tampoco con “jinete nómada pastoril”. Justificamos esta disquisición a causa
clímax, las economías y las sociedades de cazadores - pescadores - recolec­ de la frecuente transposición de las características tan estrechamente constric­
tores están sujetas a un equilibrio más frágil y precario que las comuni­ tivas del “jinete nómada pastoril” a todas las sociedades “pastoriles”.
dades de campesinos labradores. Arqueológicamente esto equivale a la impresión mental automática de que las
Ello nos demuestra los peligros del tecnocomplejo clímax de cazadores - culturas con grandes rebaños son “pastoriles” y que las sociedades “pasto­
pescadores - recolectores y de algunas características de las trayectorias tem­ riles” son siempre “de jinetes nómadas móviles” —el grupo cultural de la
porales de esta clase de estrategias de subsistencia. Hemos visto que los pa­ Cerámica Cordada/Hacha de Combate, ha sido una víctima destacada en
trones económicos son estrategias que reposan en combinaciones de explota­ este sentido— triste espejismo de los primeros agricultores labradores de
ciones de recursos, continuamente adaptadas por la oscilación de feedback. Europa.
La superespecialización conduce a una estrategia de rendimiento máximo de­ Una vez este equívoco despejado, el grupo de tecnocomplejos estudiado
pendiendo de un solo grupo de ricos recursos o a un solo recurso. Sin em­ asume inmediatamente una forma más concisa. Los pastores agricultores
bargo, la desaparición o una fuerte oscilación de la población de este recurso con patrones de asentamiento más sedentarios y con recursos en cereales
es susceptible de producir una oscilación espectacular de feedback en el sis­ son excluidos de este grupo nómada pastoril y caen en las estrategias agra­
tema sociocultural acoplado. Hay numerosos ejemplos de desaparición perió­ rias varias. El verdadero conjunto nómada pastoril a su vez entra en dos
dica o permanente del mamut, la ballena, las ostras, el salmón, la sardina, el grandes e importantes divisiones —montado y no montado (Forde, 1934).
búfalo, el caribú y las focas, traduciéndose por un cambio radical del patrón La montura del pastor puede ser el caballo o el camello, o algunas veces,
de los sistemas de tecnocomplejos afectados. La inestabilidad oscilante es, incluso el asno, el yak o el buey. La base de la estrategia del nómada pe­
pues, una característica de las estrategias de caza - pesca - recolección, destre se halla seriamente reducida por las posibilidades y la resistencia de
y surge de la simplicidad de su acoplamiento directo con el ambiénte. Las sus propios pies. No debería sorprendernos, pues, que exista una interesante
estrategias clímax de este grupo son, pues, especialmente vulnerables en virtud convergencia entre los tecnocomplejos de los pastores montados y los caza­
de la intensa especialización y organización que produce el clímax potencial dores montados —por ejemplo, los indios de las llanuras— y, similarmente,
en esos tecnocomplejos. En cambio, la lenta y continua explotación de los entre los pastores nómadas no montados y los cazadores - pescadores - re­
310 Arqueología analítica Grupo cultural y tecnocomplejo 311

colectores nómadas el paralelismo es significativo pero no debiera confundir grupo de tribus de pastores nómadas de cabras y ovejas con sus campamen­
las identidades distintas de esos grupos. tos tradicionales gravitando en los alrededores de Ur y desplazándose con
Los tecnocomplejos nómadas pastoriles surgen con una amplia gama de sus tiendas y sus rebaños desde la franja oriental del desierto hasta los
variación dentro de las limitaciones de su compleja estrategia. Esta se cen­ límites occidentales siguiendo el crecimiento de los pastos, en el período
tra en determinados rebaños de animales pero se apoya libre y regularmen­ entre 3000-1500 a.C. Un nomadismo no montado y una transhumancia
te en la caza, la pesca y la recolección de recursos complementarios y en similares se practicaban en numerosas otras zonas esteparias, desérticas y
la compra o robo de otros. Esta gama de variación traduce un hábitat montañosas.
variable, una preferencia variable por ciertos productos y una combina­ En esta trama de recorridos de montaña, desierto y estepa subsistían
ción igualmente variable de los mismos, un contraste entre el pastoreo mon­ otras comunidades asentadas con anterioridad, constituyendo, tanto en el
tado y no montado, y una variación en las monturas y en el animal apa­ Viejo como en el Nuevo Mundo, los nichos de numerosos tecnocomplejos
centado. No obstante, esta amplia gama está sometida a condicionamientos de cazadores - pescadores - recolectores delicadamente adaptados y bien equi­
heterogéneos (Fig. 7) que surgen de las trayectorias históricas de esas socie­ librados —dependiendo, principalmente, de la recolección de semillas, nueces,
dades y de sus requisitos. La constricción más importante es la incapacidad frutas y raíces, de la caza de venados, gacelas y cabras salvajes. La presencia
de las estrategias nómadas pastoriles más recientes para autosustentarse ple­ de estas poblaciones ha dejado numerosos testimonios de arte rupestre al
namente e independizarse totalmente de los sistemas ambientales de toda abrigo de las cavernas, cerca de las aguadas y otros recursos territoriales,
clase. Se ha descrito la economía nómada pastoril como una estrategia “pa­ en la forma de una representación extraordinariamente realista de las especies
rásita” altamente especializada, aunque no siempre haya sido así. La trayec­ más codiciadas para la caza. Es posible que esos símbolos contribuyesen,
toria general de la mayoría de los tecnocomplejos asociados con el nomadismo inconscientemente, al buen entendimiento entre bandas de cazadores cuyos
pastoril ha sido determinada en una gran medida gracias a los estudios ar­ territorios de caza respectivos ofrecían grandes extensiones mutuamente com­
queológicos e históricos recientes; de ahí la posibilidad actual de esbozar su partidas o mal delimitadas —por semejantes motivos a como numerosos
desarrollo (Phillips, 1965). mamíferos terrestres marcan y comparten sus territorios exclusivos. Los pas­
El nomadismo pastoril surge espontáneamente en varios lugares y perío­ tores'nómadas adoptaron, adaptaron e incorporaron numerosos rasgos de
dos como consecuencia del desplazamiento ininterrumpido de una población esos grupos más primitivos, probablemente por vía matrimonial. Los tecno­
agrícola y urbana en crecimiento exponencial desde los nichos agrícolas pri­ complejos pastoriles no montados incorporaron gran parte de la estrategia
marios (valles fluviales y franjas litorales) hacia tierras marginales más áridas. y numerosos artefactos de esos grupos aborígenes bien adaptados. Este de­
La estructura urbana con su halo periférico de ciudades y poblados se exten­ sarrollo convergente puede observarse, por ejemplo, a raíz de la penetra­
dió gradualmente a casi toda la superficie de las áreas agrícolas de fácil ción de los desiertos del Sahara y Arabia a partir de 3000 a.C.
explotación, sin que la población dejase de crecer cuando las áreas primarias Las situaciones clímax en condiciones pastoriles nómadas parecen haber
fueron totalmente ocupadas. Los territorios marginales más áridos y elevados surgido, sobre todo, con la introducción del nomadismo montado —cubrien­
fueron invadidos lentamente a expensas de una lenta remodelación de la es­ do un territorio mucho más extendido y adoptando una estrategia mucho
trategia económica. Inicialmente esos grupos periféricos adoptarían una estra­ más flexible y el pastoreo de grandes y rápidas manadas de herbívoros
tegia mixta de trabajo del suelo con azadas y de pequeños rebaños de ro­ como los caballos, camellos y bóvidos. El ímpetu, las invenciones y las inno­
bustos animales, apoyadas por una estrategia de caza - pesca - recolección vaciones responsables de esta ruptura ecológica parecen haber surgido en las
rotatoria. A medida que ios grupos iban desplazándose hacia tierras agríco­ comunidades agro-pecuarias de las zonas agrícolas marginales. Las manadas
las más marginales, el elemento agrario cedía el paso al elemento animal. de ganado vacuno, de caballos y camellos se observan por primera vez en esas
La necesidad de explotar en mejores condiciones las grandes extensiones comunidades más sedentarias, en las que el elemento pecuario se observa
de pastos pobres daría lugar a un sistema sociocultural mucho más móvil. a menudo incorporado a complejos subculturales específicos.
En muchas regiones esta forma temprana de nomadismo pedestre se apoyaba El caballo es la cabalgadura más utilizada en los climas templados; en el
en pequeños animales, resistentes, lentos y fáciles de conducir en rebaño: sur, el camello se adapta mejor, y en el norte y el este predominan el reno
cabras y ovejas, con asnos u otros animales de carga para el transporte y el yak. Las comunidades agropecuarias, de las estepas pónticas a la
de tiendas y ajuares, y el perro —precioso colaborador. Las primeras muestras meseta iranesa, apacentan manadas de caballos hacia el 3000 a.C. En esta
indiscutibles de esta clase de nomadismo no montado aparecen en las zonas región parece haber actuado entre 2500-1500 a.C. un tecnocomplejo nómada
montañosas y en los bordes desérticos del “creciente fértil” antes del pastoril, basado en la carreta de bueyes, con el caballo introducido como
IV milenio a. C. —bellamente recogidas en las tradiciones específicas de los animal de tracción en 2000 a.C. y como montura hacia el 1400 a.C. La
hebreos. El Antiguo Testamento nos ofrece el relato lleno de vida de un aparición de nómadas montados a caballo conduciendo manadas de caballos,
312 Arqueología analítica Grupo cultural y tecnocomplejo 313

ganado y rebaños de ovejas se produce y se extiende a partir de 1400 a.C. tas y de las ventajas mutuas del comercio en ambos sentidos.
en la estepa euroasiática. La introducción subsiguiente del caballo como mon­ El colapso final del clímax escita nos ofrece un excelente ejemplo de fac­
tura hacia el este habría aculturado al nomadismo a los agricultores mongoles tores múltiples y efecto acumulativo. Entre los factores puede señalarse la
marginales de las franjas subdesérticas del Imperio chino. En el Norte el presencia de los destacamientos escitas alrededor de las colonias griegas, la
pastoreo montado a caballo y el apacentamiento pastoril nómada parecen ocupación creciente de un sistema urbano y agrícola, la actitud agresiva gra­
haber inducido el desarrollo del pastoreo del reno y su uso como animal de dualmente adoptada por persas, celtas y teutones, seguida por la invasión
tiro al combinar los conocimientos de los cazadores de renos indígenas con física sármata hacia 250 a.C. con su complejo superior de caballería pesada
las habilidades del nuevo tecnocomplejo. En el Sur el camello era utilizado con estribos-cota de malla-lanza, sable-yelmo.
con fines militares y nómadas hacia 1000 a.C. en los desiertos de Arabia La inestabilidad de los sistemas pastoriles nómadas, en general, y de los
y Siria (Yadin, 1963). El nomadismo pastoril montado se transformaría en ejemplos clímax, en particular, estriba principalmente en la inestabilidad de
un patrón de subsistencia totalmente evolucionado con numerosas variaciones los recursos vegetales y animales de esos hábitats fronterizos particularmente
locales y diversas manifestaciones regionales y de tecnocomplejos sucesivas. sensibles, de la inestabilidad de las fuentes de variedad extrasistémicas esen­
Las exigencias impuestas por las condiciones climáticas en los tecnocom­ ciales, y de la vulnerabilidad de toda organización clímax en semejante con­
plejos pastoriles nómadas son prácticamente los mismos que para los caza­ texto. El progreso oscilante de la desecación postglaciar fue particularmente
dores - pescadores - reolectores. En el caso del nómada pastor la estrategia sensible en las zonas agrícolas y agropecuarias de esos tecnocomplejos, y pese
ya implica la explotación sucesiva de una rotación de recursos y el interés so­ a que resultaría particularmente ingenuo atribuir los desplazamientos nóma­
cialmente centrado en uno o más productos gregarios. Las exigencias suple­ das a los cambios climáticos, esos cambios fueron, no obstante, uno de los
mentarias de esta estrategia es una selección de intercambios con los técno- principales elementos de la intersección acumulativa de los factores.
complejos agrícolas vecinos. El nómada acostumbra a depender de esos inter­ La organización social comúnmente observable en los tecnocomplejos pas­
cambios sistémicos para los suministros de cereales, fruta, hortalizas, produc­ torales nómadas está estrechamente mediatizada por las condiciones sistémi-
tos metalúrgicos, artesanos capacitados, productos manufacturados y objetos cas inherentes. La organización de esas sociedades es casi exclusivamente
de lujo. El papel simbiótico/parasitario fluctúan te de esta interacción sisté- patriarcal y netamente polígama. Esta estructura parece enlazar con las tra­
mica será examinado más adelante (Sección V). En cualquier caso, la ines­ yectorias propias de sistemas en los que la organización masculina del pasto­
tabilidad inherente de esta clase de relaciones pone de relieve los demás fac­ reo adquiere una importancia y entidad crecientes con la correspondiente
tores precariamente equilibrados que intervienen en un clímax pastoral reducción del aporte recolector femenino. De la misma manera con que esas
nómada. sociedades comparten una segmentación en unidades tales que la más pe­
Como ejemplo de un sistema clímax en los tecnocomplejos de pastores queña de ente ellas pueda desplazarse con sus rebaños, tiendas y suministros
nómadas podría señalarse la cultura escita de la estepa póntica (Phillips, siguiendo el dispositivo disperso que mejor se acomoda a las duras condicio­
1965). De hecho, se trata de la subcultura escita de la Horda Real que nes ambientales, y que las mayores puedan conducirse, periódicamente, como
caracteriza y renormaliza climáticamente la cultura y el grupo cultural medio, una entidad integrada en buenas condiciones. De ahí que esas sociedades tam­
dentro del tecnocomplejo escita menos homogéneo —el tecnocomplejo de las bién comparten sistemas complicados de hospitalidad y rivalidades, que en un
sociedades pastoriles nómadas de los Cárpatos a la estepa mongol, entre momento dado y simultáneamente puedan garantizar la seguridad de los
500-0 a.C. Bajo la organización de la Horda Real focal las tribus escitas aprovisionamientos y los desplazamientos de artesanos, mercaderes y carava­
desplazaron y asimilaron a los cimerios nómadas de la estepa póntica en el nas hasta cierta demarcación invisible, a partir de la cual la piratería, el pi­
siglo vil a.C. Este territorio, en esa época, convenía perfectamente para una llaje, la guerra y la muerte son medios lícitos para la consecución de los
explotación clímax —los pastos de la estepa estaban rodeados por el norte de recursos indispensables. En general, todo el sistema sociocultural nómada,
recursos forestales de hoja caduca, y por las acogedoras playas del Mar desde los valores sociales hasta la estructura del idioma suele estar dominado
Negro, por el sur. El litoral del Mar Negro fue rápidamente colonizado por por la función trascendente que desempeñan los recursos en materias primas
las ricas ciudades mercantiles coloniales griegas; al este y al oeste se hallaban —camellos, caballos, ganado, renos.
los centros metalúrgicos del Cáucaso y de los Cárpatos, y en los flancos Esas características de las trayectorias del tecnocomplejo pastoral nómada
meridionales las villas y ciudades del Imperio persa. Los escitas recibían difieren de las de los cazadores - pescadores - recolectores, sobre todo más en
tributo de los griegos y persas urbanos y alimentos de los cimerios subyuga­ grado que en el patrón. La misma inestabilidad oscilante de los recursos en
dos y de los agricultores eslavos, celtas, teutones y bálticos y de los cazado­ materias primas interviene con la misma intensidad y produce, inevitablemen­
res - pescadores - recolectores vecinos. La base de este intercambio dependía te, oscilaciones de avance y atraso en los sistemas socioculturales acoplados.
del enorme poderío militar de la caballería y las unidades de arqueros esci­ No obstante, el mayor complemento promedio de variedad y organización
314 Arqueología analítica Grupo cultural y tecnocomplejo 315

sociocultural contribuye a regular y controlar la severidad de esas fluctua­ recolección y otras menos especializadas. Esta intensa formalización e insti-
ciones a un grado raramente alcanzado en las comunidades de cazadores - pes­ tucionalización de una actividad focal dificulta considerablemente el desarro­
cadores - recolectores —las oscilaciones pueden atenuarse con un mínimo de llo divergente. Otro factor podría haber coincidido con la ubicación de las
control sistémico. En condiciones corrientes la amplitud de las variables del sociedades en zonas ecológicas fronterizas del mundo, donde algún recurso
sistema fluctuante es menor que en los tecnocomplejos más simples. En con­ anteriormente explotado se extinguió o se desplazó bajo la presión de una
diciones excepcionales puede darse una configuración y una estrategia clímax explotación intensiva, de la desecación postglaciar y de los inevitables ciclos
igual y conmensurablemente mayores que la de los cazadores - pescadores - re­ acumulativos de existencia. También aquí es posible que la extrema localiza­
colectores. Sin embargo, la estabilidad de semejante clímax es inevitable­ ción de los hábitats y territorios de la flora y la fauna domesticables sea
mente de breve duración bajo el impacto acumulativo de los numerosos fac­ una condición retrospectiva de la situación. Sin excluir otros factores respon­
tores por él inducidas. sables del aislamiento de las comunidades culturales que repetidamente trata­
ron de proteger y renovar sus recursos en materias primas y también aquellos
que prefirieron permanecer en un solo asentamiento tanto tiempo como
Tecnocomplejos agrarios fuese posible. Abundan también las pruebas apuntando que las sociedades
más estáticas con amplios sistemas de intercambio de materias tales como la
Los tecnocomplejos agrarios han existido como estrategias integradas por obsidiana, la piedra, las conchas, la madera y el betún se hallaban en una
igual o más tiempo que los nómadas pastoriles; quizás unos diez mil años. La posición óptima para integrar y correlacionar direccionalmente las innova­
variedad y la mezcla de los componentes en las estrategias agrarias abarcan ciones agrarias dispersas e individualmente insignificantes de los grupos peri­
desde la horticultura hasta la labranza y desde los animales domésticos hasta féricos. La totalidad de esos factores representan constricciones con anchas
la concentración en la producción de hortalizas y cereales. El polígono de fronteras, conjuntos incluyendo individualmente extensas regiones del globo,
equilibrio particular entre los animales domésticos y las cosechas a menudo pero que si se toman como un condicionamiento compuesto, las series de
incorpora componentes cazadores - pescadores - recolectores en una base es­ intersecciones comunes de esas posibles áreas y sociedades se reducen con­
tacional. La diferencia entre las estrategias agrarias y de cazadores - pes­ siderablemente (Fig. 7).
cadores - recolectores es menos marcada que lo que podría creerse -—salvo en Sea cual sea el transcurso de los acontecimientos, vemos claramente
el caso de condiciones clímax agrarias. La segmentación del ciclo anual es tan que, incluso en el momento en que se producía, la innovación integrada
marcada y necesaria para una buena cosecha en una economía como en la de una estrategia que usaba como uno de sus componentes plantas y anima­
otra. El cazador - pescador - recolector esquimal puede dividir el año en la les domésticos significaba un cambio hacia un patrón de subsistencia alterna­
estación del caribú y en la estación de la foca mientras que el campesino tivo aunque no necesariamente “mejor”. No obstante, en determinadas cir­
temiar de Malaya pasará, igualmente, de una estación de caza a una estación cunstancias favorables, la interacción acumulativa de las “primas” de un
para la horticultura. La misma secuencia minuciosamente adaptada y formali­ asentamiento más estático y de unos excedentes crecientes de alimentos em­
zada de recursos sucesivamente explotados forma la base de los sistemas rota­ pezaron a producir resultados clímax —la amplitud en rápido crecimiento
cionales. La misma explotación socialmente centrada y organizada de uno de variedad cultural que proporciona un sustento más estable para más gente.
o más recursos gregarios ofrece un denominador común. Las diferencias que La adición de plantas domésticas y animales domésticos a la selección de
existen entre ejemplos no clímax de ambas técnicas de subsistencia estriba variedad en recursos existentes aumentó la flexibilidad y la variedad de las
en diversas características individualmente triviales aunque sean las implica­ posibles estrategias de subsistencia.
ciones acumulativas de estas diferencias de actitud y preferencia lo que dirijen Las condiciones clímax fueron alcanzadas por los tecnocomplejos agrarios
gradualmente algunas trayectorias del tecnocomplejo agrario hacia las confi­ que habían incorporado una amplia y bien equilibrada gama de animales y
guraciones metastables de un potencial considerablemente mayor. plantas domesticados y que habían transferido progresivamente esos recursos
Las características triviales que al principio empezaron a establecer la dis­ a nuevos nichos ecológicos alejando simultáneamente los depredadores na­
tinción entre cazadores - pescadores - recolectores postglaciares, cuyas trayec­ turales y situando a dichos recursos en contextos excepcionalmente favora­
torias tendían hacia la domesticación, cazadores - pescadores - recolectores, bles. Esta transición parece haberse producido con la ocupación permanente
cuyas trayectorias no coincidían con esta dirección no se han esclarecido to­ y explotación intensiva de las tierras aluviales por comunidades organizadas
davía. Esas características forman un sistema acumulativo de factores inter­ con una continuidad sociocultural óptima y que empleaban la irrigación por
relacionados e interactuantes en el que resulta difícil separar causas y conse­ canales, el enriquecimiento (abono) del suelo y el control de la explotación
cuencias. Sin embargo, podemos ver la diferencia entre comunidades epipa- de las plantas y animales.
leolíticas entregadas a la explotación de condiciones clímax de caza - pesca - En tales condiciones las aldeas producían unos excedentes continuos, exce­
Grupo cultural y tecnocomplejo 317
316 Arqueología analítica

dentes que permitían mantener a los especialistas subculturales y algunos de y explotan nichos complementarios o, de pertenecer al mismo tecnocomplejo,
los especialistas se preocuparon de organizar la fuente de su propio bienestar. pueden usar el mismo territorio y los mismos recursos sucesivamente (Fig. 19).
Las aldeas se transformaron en villas, las villas en ciudades, y las ciudades Esas relaciones reflejan parte de la base de la interacción de un sistema
en estados urbanos y en imperios urbanos. La introducción y el desarrollo sociocultural con otro. La naturaleza de esta relación depende, claramente,
de la unidad urbana produjo una entidad con un potencial tan imprevisible de la naturaleza de la variedad intercambiada entre los sistemas acoplados
como el de la propia agricultura. La ciudad como centro para los especialistas e interactuantes, en el contexto de su sistema ambiental. Cuando varios de
esos sistemas están acoplados entre sí, el conjunto puede hallarse en un esta­
y artesanos bien cuidados se transformó en manantial de invención integrado-
ra, innovación, adaptación y redistribución de toda clase de variedad —con do de equilibrio sólo cuando cada uno de ellos se halla en estado de equi­
un input ininterrumpido de materias primas y un output cotinuo de variedad librio, en las condiciones impuestas por los demás (Ashby, 1956).
manufacturada. La ciudad se transformó en un mecanismo social para la El principal problema surgiendo del análisis de la interacción del sistema
generación de nueva variedad social amén de ser un amplificador de la va­ cultural es la naturaleza multidimensional del intercambio de variedad. Esta
riedad material (Fig. 69; Wrigley, 1967). variedad puede ser, como hemos visto, variedad nueva, alternativa, contradic­
El administrador —o administradores— de la ciudad se empeñaban sin toria o redundante afectando a la variedad del sistema existente en materia
cesar en adaptar el territorio y los recursos de la ciudad de acuerdo con sus de la cultura social, religiosa, psicológica, lingüística, económica y material,
intereses personales. La ventaja de esta actitud era el eventual desarrollo o cualquier combinación y permutación de esos factores. En el caso más
clímax de un sistema sustentador casi óptimo con una estabilidad hasta en­ sencillo el intercambio puede afectar a uno solo de esos subsistemas pero sería
tonces desconocida en términos de fluctuación de input/output. No obstante, muy inhabitual que el intercambio no tuviese repercusiones en algunos de los
esta estrategia casi óptima también presentaba inconvenientes. Recursos y demás aspectos. Esta complejidad puede simplificarse arbitrariamente me­
mano de obra continuaban fluctuando hasta cierto punto aunque la nueva va­ diante el tratamiento de la variedad del sistema cultural como proyecciones
riedad pudiese regular la situación. Los ciclos del comercio y de las activida- de tres amplios sistemas —los aspectos socioculturales, los socioeconómicos y
desaparecían también como oscilaciones inherentes al sistema. El efecto acu­ los de los tecnocomplejos. La interacción entre sistemas culturales separados
mulativo de esas variables fluctuantes y oscilantes puede dar lugar, ocasio­ puede examinarse, pues, en términos del impacto dentro de esos tres conjun­
nalmente, a una superimposición de tendencias en una oscilación de ampli­ tos y de la reacción entre los conjuntos.
tud extrema. Queda por ver si esas oscilaciones inflacionarias pueden ser La disección de la interacción sociocultural y socioeconómica desborda
plenamente reguladas y controladas. la esfera de este trabajo. Sin embargo, siguiendo el admirable análisis de
Las regularidades de la trayectoria temporal de los sistemas clímax son Steward (1955), ya hemos mencionado que mucha de esta interacción se pro­
bien conocidas y han sido estudiadas con bastante detalle (Steward, 1955). duce entre segmentos subculturales y sus complejos —en procesos tales como
Los sistemas individuales, en los casos óptimos, avanzaron pasando por los el truncamiento y la substitución de unidades culturales. Steward distingue
estados de agricultura incipiente y agricultura estable, el estado formativo/ varias categorías de configuración sociocultural conectada y condicionada
florescente, colapso imperial y renormalización. Esta trayectoria es, sin em­ por determinadas condiciones socioculturales. En este esquema una amplia
bargo, sólo una de las varias trayectorias posibles para los sistemas agrarios, separación en familia, nación y estado se subdivide, a su vez, en sociedades
según dependa o no de la estrategia particular. que reposan en estrategias de familias nucleares de cazadores - pescadores -
recolectores, bandas patrilineales, bandas matrilineales o unidades de bandas
V Regularidades del patrón sistémico compuestas, bandas de pastores nómadas y unidades de linaje, o estrategias
agrarias con aldeas de linaje localizadas, aldeas de multilinaje/multiclán, na­
ciones de multialdeas, hasta llegar a los estados de federaciones de unida­
El sistema investigado es el sistema de tecnocomplejos de culturas, con­
juntos y familias de artefactos tipo. Esta categoría de tecnocomplejos abarca des. Dispuestas por orden de complejidad creciente, se supone que las es­
una serie de subsistemas interconectados, relacionados o no, que pueden com­ tructuras más complejas pueden incorporar, también, formas más simples.
La ventaja de esta categorización bruta, al igual que la del esquema de
partir algunos aspectos de la misma estrategia general de explotación de recur­
tecnocomplejo complementario, reside en la facilidad con que la interacción
sos, en el mismo ambiente general, y con un equipo ampliamente similar.
sistémica generalizada puede ser estudiada en un marco intercultural. Las
Esta definición implica que las culturas en el seno del mismo tecnocomplejo
regularidades de interacción entre sistemas estado/familia (p. ej., América/
representarán variedad contradictoria en términos de estrategia de subsisten­
indios shoshones) pueden compararse con casos similares y con interacciones
cia si se concentran en un locus único, puesto que competirían por los mis­
estado/subcultura de estado (p. ej., incas/conquistadores) o las interacciones
mos recursos, en el mismo momento y de la misma manera. Esta contra­
estado/nación de los impactos sistémicos romano/sajón y romano/celta.
dicción puede soslayarse si las culturas pertenecen a tecnocomplejos distintos
318 Arqueología analítica
Grupo cultural y tecnocomplejo 319

La ventaja arqueológica de este tratamiento reside en que mientras que los territorio y el patrón de su dispersión dentro del territorio.
arqueólogos puede que nunca identifiquen la estructura social específica de Por consiguiente, el arqueólogo puede abordar la interacción sistémica
sus grupos, puede que, a partir de la observación de los condicionamientos sólo desde el punto de vista del tecnocomplejo, punto de vista a todas luces
del tecnocomplejo en sus sistemas, especifiquen, como mínimo, la amplitud carente de información sobre otro intercambio sociocultural susceptible de
reducida de las unidades socioculturales con las que podrían estar acopladas intervenir como factor importante. La terminología empleada por los ar­
(Cap. 3, III y nota 2). queólogos para la descripción de la interacción sistémica cultural recurre, una
Es sobre esta base general que el arqueólogo puede sugerir, por ejemplo, vez más, a la analogía biológica y ecológica —utilizando términos tales
que las unidades operativas de los tecnocomplejos achelense y mesolítico fo­ como parásita y simbiosis, o cooperación, desoperación, competición y tole­
restal pueden alcanzar desde las bandas de familia nuclear en condiciones rancia (Allee et al., 1950). La analogía reposa en las similitudes isomór-
penibles hasta las bandas matricentradas y patricentradas de tamaño modera­ ficas entre sistemas biológicos, ecológicos y culturales, pero como ya hemos
do, en buenas condiciones y dependiendo de la productividad y del reparto observado anteriormente, esta similitud no llega a la identidad, y el con­
de responsabilidades entre sexos. Las grandes .bandas compuestas sólo son junto de diferencias que permanecen sin especificar compromete cualquier
posibles bajo condiciones clímax con concentración cooperativa de los recur­ desarrollo incisivo de análisis cultural. Convendría disponer de un conjunto
sos alimenticios gregarios, como puede observarse en los tecnocomplejos auri- específico de términos culturales para satisfacer esas demandas, pero en
ñacienses y gravetienses, y en el grupo cultural magdaleniense. Las bandas espera de que los antropólogos nos lo ofrezcan, deberemos contentarnos
compuestas y los grupos de linaje compuestos pueden ocurrir también como con nuestra redefinición personal de la terminología de otros (Fig. 74).
dispositivos óptimos en tecnocomplejos, tales como las comunidades de tipo
maglemosiense y de tipo Ertebdlle de la Europa postglaciar. En el caso de las
tribus de Ertebólle, la importancia que reviste la recolección de conchas en
condiciones óptimas habrá dado lugar, probablemente, a linajes localizados
AMBIENTE
de considerable tamaño, matricentrados o patricentrados de acuerdo con la TERRITORIAL
asunción de la responsabilidad para la recolección del principal recurso ali­
menticio. En este sentido, es muy probable que ciudades como la Qatal
Hüyük más antigua, se basaban en unidades de multilinaje y de multiclán,
quizá de orientación matricentrada si la trayectoria agraria hubiese pasado
de la recolección de semillas por las mujeres a la agricultura, pero con foco
patricentrado si la función agrícola fue masculina y que el patrón cazador
masculino guardase todavía su importancia. Este tipo de enfoque sólo puede
usarse a modo de tanteo pero es seguramente mucho más realista que las
ecuaciones injustificadas entre casas alargadas, estatuillas femeninas y matrili-
nealidad, todavía utilizadas por los arqueólogos.
Las regularidades de la interacción sistémica pueden investigarse, por lo
tanto, a partir de la probable interacción de las configuraciones sociocul­
turales, socioeconómicas y de tecnocomplejo intervinientes, en base a su
contenido de variedad y en el marco del contexto ambiental. Desafortuna­
damente, en condiciones arqueológicas, los únicos datos razonablemente
fiables conciernen a la morfología del tecnocomplejo —el esbozo de la
estrategia del equilibrio tecnológico, económico, ambiental y artefactual.
A partir de esto y del patrón de distribución y dispersión del sistema
puede deducirse una gama limitada de superestructuras socioculturales y
socioeconómicas, aunque no se podrá especificar más allá de lo que permite Fíg. 74. Un diagrama esquemático de la interacción del sistema cultural
una base probabilística. El resultado de estas interacciones sistémicas depen­ —a nivel de tecnocomplejo, en un territorio limitado, en referencia con
de de las masas socioculturales, del contexto de la interacción y de las cate­ el sistema cultural particular Sj y sus relaciones con otros sistemas forá­
gorías de tecnocomplejos intervinientes. Aquí, la masa sociocultural refleja neos S2-S6: - Sx/Ambiente - Acción/Relación; Si/S2 - Simbiosis, Sj/Sj -
Desoperación; Sj/S, - Parásita; Sj/Sg - Tolerante; bucle Si/S6 - Compe­
el número de individuos interesados en el intercambio, la supericie de su titiva.
320 Arqueología analítica Grupo cultural y tecnocomplejo 321

Los términos susceptibles de presentar un equivalente válido en el inter­ hubiesen extendido y desarrollado sin interferir en ningún momento sus res­
cambio sistémico del tecnocomplejo pueden ser reutilizados de la manera si­ pectivos y esenciales recursos. En la práctica es más frecuente que las coac­
guiente: ciones bifásicas mixtas experimenten una serie de oscilaciones sincrónicas o
semisincrónicas afectando a la vez a las poblaciones y a sus atributos sis-
Simbiosis — un intercambio mutuamente provechoso; la variedad inter­ témicos.
cambiada será nueva, alternativa o redundante, pero no contradictoria.
Consideremos un grupo hipotético de cazadores - pescadores - recolec­
Desoperante —un intercambio perjudicial para uno o ambos sistemas;
tores en un territorio gradualmente invadido por un sistema pastoril nómada
la variedad intercambiada será contradictoria o esencialmente contradictoria.
—suponiendo, por conveniencia, que ninguno de los dos es un sistema clímax.
Parásito —un intercambio provechoso para un sistema solamente; la va­ Al inicio es posible que ambos sistemas persigan su explotación formalizada y
riedad nueva, alternativa o redundante transcurre por un solo sentido; en secuencial de su selección particular de los recursos de la región. Un intercam­
la otra dirección o bien no pasa variedad o la que pasa es variedad bio tolerante podrá producirse, especialmente, si los dos sistemas adaptan
contradictoria peligrosa. mutuamente sus desplazamientos por el territorio. Al cabo de algún tiempo
Tolerante —un intercambio que no produce cambio inmediato alguno;
podrá establecerse una relación simbiótica en la que el grupo cazador - pes­
sea que no hay intercambio de variedad, sea que la variedad es nueva o
cador - recolector podrá desistir de diezmar las manadas del grupo pas­
redundante y neutra. toril a cambio de un intercambio de recursos o de servicios —un arreglo
Competitivo — un intercambio directo mediante un sistema mutuamente
económico mutuamente provechoso. No obstante, el sistema pastoril nómada
acoplado que induce cambio en uno o ambos competidores; en los sistemas
acabará extendiéndose a expensas de los recursos de los cazadores - pes­
competitivos se induce variedad alternativa nueva, contradictoria o redun­
cadores - recolectores, los cuales podrán verse reducidos a un intercambio pa­
dante. rásito primero, competitivo después, y quizá desoperante más tarde. Si el sis­
Esos términos se refieren al estudio de las relaciones entre pares de tema de caza - pesca - recolección sobrevive a esta coacción entonces los
sistemas de tecnocomplejos acoplados o más bien a sistemas culturales sistemas acoplados podrán continuar fluctuando de estado en estado al
que interactúan a nivel de tecnocomplejo, en el que los demás niveles son albur de la subida o de la decadencia de sus respectivas estrellas —osci­
algo borrosos. En realidad, una situación compuesta puede implicar dos lando en cualquier secuencia en una sucesión de estados tolerantes, simbióti­
sistemas, tres sistemas, cuatro... etc., etc. —dando lugar a una trama com­ cos, parásitos, competitivos o desoperantes.
pleja de enlaces y de reacciones varias, en dos, tres o cuatro sistemas fásicos. El arqueólogo puede detectar parte de este intercambio económico y
En este contexto podrá usarse el término “coacción” para las interacciones posiblemente algo menos de las coacciones complementarias que afectan en
de diversa consideración ente sistemas culturales y restringirse el uso de los su totalidad al resto de los sistemas socioculturales íntervinientes. La acultu-
términos “acción y reacción” al intercambio entre los sistemas culturales y ración y la integración o el truncamiento y la sustitución transformarán
el ambiente. Comoquiera que éste no es el sitio para discutir a fondo la probablemente la coacción del sistema en una situación sistémica total­
interacción sistémica cultural, nos limitaremos a esbozar las posibilidades mente nueva.
de dicha interacción en la categoría de los tecnocomplejos de subsistencia. En el caso específico de las coacciones entre cazadores - pescadores - re­
colectores y pastores nómadas, es normal que el intercambio produzca muy
rápidamente conflictos de intereses. Las grandes manadas de los nómadas
Coacción sistémica cazador - pescador - recolector/pastoril nómada no son más que un recurso como los demás para el cazador, y que ade­
más acabarán perjudicando sus propios recursos animales —ambos compi­
El principal rasgo de las coacciones bifásicas mixtas, tales como las que tiendo por los pastos y el agua del área. La interacción de los pastores ban-
se producen entre un grupo cazador - pescador - recolector y un grupo túes y los cazadores - recolectores bosquimanos está representada gráfica
nómada pastoril, es que ofrecen alguna posibilidad de coexistencia econó­ y realísticamente en las pinturas rupestres donde los bosquimanos se repre­
mica, incluso en un solo locus; tolerancia normalmente imposible en coac­ sentan robando el ganado de los bantúes y siendo rabiosamente persegui­
ciones entre grupos del mismo tecnocomplejo o que aplican la misma es­ dos por los iracundos despojados. El resultado en este caso reflejaba la
trategia de subsistencia en el mismo territorio delimitado. Sin embargo, dominación gradual de los grupos bantúes, modificada por la aculturación
sería erróneo suponer que dichas coacciones con bases económicas diferentes bosquimana, la aparición de los “nuevos” sistemas hotentotes y la retira­
intervienen en un estado continuo de tolerancia o de armonía simbiótica. da de los restantes grupos bosquimanos hacia territorios cada vez más
De hecho, un estado con esa estabilidad puede instaurarse, momentáneamen­ marginales. Un intercambio bastante parecido parece haber ocurrido entre
te con provecho mutuo, pero sería más excepcional si ambos sistemas se cazadores - pescadores - recolectores y pastores en las primeras incursiones
322 Arqueología analítica Grupo cultural y tecnocomplejo 323

pastorales en los desiertos del Sahara y de Arabia y las llanuras siberia­ Coacción sistémica agrícola/pastoral nómada
nas, desplazando gradualmente de los mejores pastos a los cazadores de
gacelas, venados o renos, de quienes no queda más que su arte rupestre De nuevo la yuxtaposición de dos sistemas de tecnocomplejo diferentemen­
como recordatorio de su presencia y de sus ocupaciones anteriores. te establecidos dará lugar a una coexistencia oscilante. El rasgo distintivo
en esta interacción es la inestabilidad inusual de los períodos de coexisten­
cia tolerante que depende de los recursos y estrategias ampliamente comple­
Coacción sistémica cazador - pescador - recolector/agricultor mentarias de las dos clases de sistemas. Esta relación tolerante o simbiótica
nos parece evidente en los casos de las coacciones beduinos/árabes de los
Se trata, una vez más, de una coacción bifásica y volvemos a encontrarnos oasis, chukchi/campesinos rusos, lapones/campesinos finlandeses, escitas/
con conjuntos de situaciones implicando una relación oscilante, con la dife­ campesinos eslavos, o navajos/indios pueblo. No obstante, esta clase de esta­
rencia, en este caso, solamente de grado. La distancia que separa la econo­ bilidad temporaria puede ser distintiva pero sin ser ciertamente estática ni
mía de los sistemas agrícolas de la de los cazadores - pescadores - recolec­ inevitable.
tores es más probable que aumente y no que disminuya la posibilidad de En el caso de las relaciones cambiantes entre los pastores de renos Japo­
cortos períodos de coexistencia tolerante o simbiótica en una misma área. nes y los campesinos finlandeses, c. 1500-1900, disponemos de un ejemplo
No obstante, incluso esas fases de adaptación mutua suelen ser eliminadas particularmente bien documentado (Whitaker, 1955). Esta interacción podría
cuando el sistema agrícola es un sistema expansionista o clímax. La breve resumirse a grosso modo a partir de tres estados sucesivos en la inter­
coexistencia del sistema indio americano/colono europeo nos ofrece un trági­ acción:
co ejemplo de exterminación sistemática. La exterminación de los aborígenes
de Tasmania y de los ona de la Tierra de Fuego nos ofrece otros. Desde Fase I Simbiosis, unos pocos campesinos intrusivos aprenden de (e in­
el punto de vista de uno de los tecnocomplejos, los cazadores - pescadores - re­ tercambian con) los lapones nómadas locales, con provecho
colectores son una chusma depredadora a destruir; desde el otro, los campos para ambos.
y los rebaños del agricultor no son otra cosa que un nuevo conjunto de Fase II Tolerante, las comunidades de campesinos crecieron y se fijaron
recursos a explotar; variedad, contradictoria y causa de seria dislocación dependiendo menos y menos de la producción de los lapones;
para el sistema. los lapones se transforman en semiparásitos.
Las excepciones se presentan cuando la penetración agrícola es moderada Fase III Competitiva, grandes comunidades de campesinos apoyadas en
y no clímax —una situación susceptible de marcar la primera fase del de­ una red urbana e industrial pasan a ocupar grandes extensiones
sarrollo de tales sistemas. Alternativamente, los cazadores - pescadores - re­ de tierras desalojando a los lapones; los lapones ya no pueden
colectores pueden ocupar un conjunto particular de nichos territoriales o mi- obtener los recursos necesarios para su subsistencia, dislocación
croambientes de manera que no interfieran excesivamente con los agricul­ desoperante.
tores. En efecto, puede producirse un intercambio simbiótico semejante al Este caso esboza a grosso modo la coacción fluctuante entre los dos
célebre intercambio entre los pigmeos de la selva del Congo y los agricultores sistemas, y en aquellos casos en que el sistema agrario se apoya en una
negros vecinos, o el empleo menos loable de aborígenes cazadores - pes­ tecnología urbana y un armamento superior, ésta es, en grandes líneas, la
cadores - recolectores como especialistas militares mercenarios. secuencia de los acontecimientos. Sin embargo, la situación correspondiente
Los marcos recientes de la mayoría de las coacciones cazadores - pescado­ a la fase III sólo se produce con la aparición de las armas de fuego. No
res - recolectores/sistemas agrarios se sitúan, característicamente, en territo­ es por casualidad, entonces, que la Europa central fuese periódicamente
rios selváticos con numerosas manchas desforestadas. En los tiempos prehis­ asolada por las hordas nómadas de la estepa póntica —a partir de la primera
tóricos este intercambio debió producirse más frecuentemente en las sabanas aparición del nomadismo montado, c. 1000 a.C., siglo tras siglo hasta
con galerías forestales donde pacían, primero, grandes rebaños de herbívoros, 1300 d.C. Mientras el armamento del mundo urbano se limitó al caballo,
y que más tarde serían ocupadas por las manadas de animales domésticos y las la lanza y el arco, el jinete nómada fue invencible, a menos de ser ata­
cosechas. De ahí que sea lícito preguntarse si la actitud defensiva de “ciu­ cado por sorpresa. El nómada montado era un jinete profesional, sus
dades” primitivas como Jericó y Qatal Hüyük fue adoptada contra otros unidades gozaban de una mobilidad óptima y su pequeño arco de doble ac­
establecimientos agrícolas o contra pastores o cazadores - pescadores - re­ ción le daba un poder ofensivo excepcional. Por consiguiente, en los tiempos
colectores desplazados. que precedieron a las armas de fuego, la trayectoria fluctuante de la coacción
no siempre terminaba con el triunfo del sistema agrario. Los escitas diez­
maron a los eslavos del Este y se fijaron entre ellos, primero como señores
324 Arqueología analítica

depredadores y más tarde como una subcultura aristocrática que truncaría


el primer sistema social. Secuencias algo parecidas se desarrollarían más tarde
en el caso de los sármatas, partos, hunos, turcos y mongoles —afectando
gravemente a la Europa urbana marginal, a Asia y China. En el nuevo
Mundo la interacción de los jinetes navajos y los nómadas apaches
parece haber sido un factor culminante en la dislocación del sistema agrario 9 Etnología de grupo
püeblo. Esos ejemplos bastan para ilustrar cómo la interacción del sistema
de tecnocomplejo presenta notables regularidades y también cómo esas coac­
ciones pueden resultar modificadas por cambios en las circunstancias propias
del sistema. La unidad “cultura iroquesa” parece haber sido comparti­
da por tribus que no sólo permanecían fuera de la célebre
confederación sino que en algunos casos ni siquiera le esta­
ban lingüísticamente afiliadas,
G. R. WILLEY y P. PHILLIPS, 1958, p. 53

I Introducción

En los capítulos precedentes hemos estudiado la jerarquía de las entidades y


patrones exhibidos por los agregados de artefactos culturales. Esos artefac­
tos han sido tratados deliberadamente de manera abstracta e inmaterial con
objeto de hacer aparecer las regularidades de su “comportamiento” espacial
y temporal sin preocuparnos de nuestros sentimientos con respecto a la natu­
raleza de la cultura homínida. El resultado ha sido la construcción paulati­
na de una jerarquía de entidades internamente coherente, cada una de ellas
cuidadosamente definida y clasificada por orden de complejidad —de atri­
buto a artefacto, tipo, conjunto, cultura, grupo cultural y tecnocomplejo
(Fig. 49). Nuestro propósito podrá ser históricocultural y dominado por el
aspecto secuencial, o ecológicocultural y dominado por las relaciones sisté-
micas; no importa; en algún momento convendrá formular una declaración
o alguna hipótesis que relacione los rangos de esas entidades artefactuales
con los rangos de las entidades sociales, lingüísticas y raciales. La gama de
conexiones de las entidades arqueológicas debe ser especificada en términos
humanos si queremos maximizar su valor informativo. Una vez esbozada esta
relación intermedia volveremos, en el último capítulo, a las implicaciones
generales de modelo jerárquico en la teoría arqueológica.
En el transcurso de los tiempos históricos y prehistóricos el individuo
ha heredado un físico particular, adquirido determinado dialecto lingüís­
tico, ha crecido en el seno de una organización social particular y ha uti­
lizado determinados artefactos en el desarrollo de ciertas actividades. El hom­
bre ha sido el ñoclo de la intersección de los conjuntos sociales, materiales,
lingüísticos y genéticos, que operan separadamente en diferentes aspectos de
las mismas poblaciones. En cada aspecto o dimensión el hombre está conec­
tado en el tiempo y el espacio con una red en expansión de individuos y
326 Arqueología analítica Etnología de grupo 327

objetos relacionados entre sí —unos en conexiones muy remotas y tenues, y surjetivos, cuyas fronteras, siempre relacionadas entre sí, a veces pueden
otros en conexiones muy directas y resistentes. Por razones puramente arbi­ coincidir, con importantes consecuencias.
trarias conviene distinguir en cada plano o dimensión particular la tenaci­ Las complejidades del problema de la equiparación de las entidades
dad creciente de las conexiones que relacionan un individuo de referencia arqueológicas con las agrupaciones sociales, lingüísticas y raciales son fáci­
a series de individuos sucesivamente mayores y mas disimilares. Pero sa­ les de observar. No existe ninguna razón a priori para que los diferentes
biendo que no hay dos individuos poseyendo grupos de atributos comple­ rangos de las agrupaciones en los aspectos diferentes deban equipararse
tamente idénticos, incluso los individuos estrechamente relacionados podrán unos con otros —aunque en la mayoría de textos arqueológicos se equipare
registrarse en diferentes series y subseries dimensionales, por lo menos con tácitamente entidades tales como grupo cultural y grupo lingüístico, par­
respecto a unos pocos atributos. De ahí que las series y subseries que ticularmente en relación con el problema de la Cerámica Cordada/Hacha
gradúan la interconexión de los atributos de los individuos no sean idénticos de Combate y de los indoeuropeos. Los diferentes puntos de vista sobre esos
o equivalentes en su contenido en los diferentes planos o aspectos. Sin problemas son bien conocidos; por un lado se nos propone la simple equi­
embargo, el contenido y el tamaño de esas series y subseries de aspectos valencia entre cultura y lenguaje, y entre grupo cultural y grupo lingüís­
guardan cierta relación, puesto que la dotación genética, el idioma, la orga­ tico, mientras que del otro se insiste en la falta de coincidencia exacta
nización social y la cultura material se afectan entre sí en los condiciona­ entre las fronteras culturales, tribales, lingüísticas y raciales, y por consi­
mientos y en las consiguientes regularidades. La relación entre los conjuntos guiente, se niega toda correlación entre esos conjuntos. Como ya hemos
jerárquicos de grupo racial, raza, subraza, o grupo lingüístico, lengua, dia­ indicado, no es posible establecer una ecuación tan simple e ingénua de
lecto será bastante compleja, pero las relaciones multidimensionales entre las esas entidades diferentemente establecidas; puede demostrarse que es falsa;
series de aspectos diferenciados —raza, lengua, cultura social y material— pero la falta de una correlación exacta entre las entidades no significa
serán considerablemente más intrincadas. que no haya correlación de ningún tipo —se limita a insistir en la com­
Desgraciadamente, la complejidad de la conexión entre esas series y sub­ plejidad de la relación.
series taxonómicas de diferentes aspectos ha llevado o bien a una supersimpli- Las relaciones mutuas de esas entidades son, por fuerza, proposiciones de
ficación de la relación o a la negación de su existencia. La existencia de probabilidad condicionada, del tipo algunas A son B (Cap. 1, III) —«la
una relación depende de nuestra admisión de la existencia de los condicio­ mayoría de tribus son politéticamente homogéneas respecto a la raza, la
namientos y regularidades que relacionan los individuos y de sus atributos de cultura y la lengua, con la tribu en la intersección de esos conjuntos
aspecto. Dos clases de conexiones intervienen en esos aspectos: una conexión distintamente enlazados». En tanto que probabilidades o proposiciones esta­
genética primordial en el aspecto físico, y conexiones de comunicación dísticas, los enunciados de este tipo tienen unos límites más allá de los
sensorial dominantes en los demás aspectos. Las poblaciones con cierto cuales dejan de ser exactos —los límites que suelen definir el nivel exacto
grado de comunicación y de conexión entre sus miembros tenderán inevitable­ de las entidades raciales, culturales, lingüísticas son equiparables y requie­
mente hacia una mayor uniformidad dentro de sus límites que en relación ren una terminología cuidadosamente escogida. Al mismo tiempo, las propo­
con individuos inconexos fuera de su serie. Cuanto mayor el grado de in­ siciones de probabilidad no son categóricamente rechazadas por ejemplos
terconexión y de intercomunicación en el seno de una serie, más uniformes contrarios tomados de casos límites; así, por ejemplo, aunque la mayoría
serán sus características. Por consiguiente, es la unidad familial humana, en de grupos lingüísticos incluyen a más de una cultura, en casos residuales el
todas sus diferentes formas, la que genera la base de los taxa de raza, grupo lingüístico puede ser igual o más pequeño que una cultura, como
lengua, organización social y cultura material —la familia representando la ocurre con el vasco. A pesar de las dificultades del tema se podrán hacer
más pequeña unidad de población con una interconexión genética y de co­ declaraciones de interés predictivo siempre que se admita que son de esta
municación óptima entre sus miembros. La transformación temporal y espa­ naturaleza y que sólo son verídicas dentro de los límites especificados.
cial de esta unidad genera inmediatamente una red en expansión de parientes Que puedan hacerse proposiciones de probabilidad de vinculación entre
y amigos abarcando a un extenso grupo de individuos genéticamente rela­ entidades sociales, culturales, lingüísticas y raciales, es una cosa; hacerlas
cionados y unas acumulaciones más localizadas de individuos, segmentadas en ya es otra. Este problema se plantea sobre todo en el campo de la an­
superpoblaciones que comparten politéticamente atributos lingüísticos, socia­ tropología social, cultural y física; los arqueólogos harán mejor en no pro­
les y materiales comunes, las series y subseries taxonómicas de raza, nunciarse. No obstante, lo que sí podemos hacer es observar el problema
lengua, organización social y cultura material están por lo tanto, relacionados y considerar cómo podría resolverse. El problema presenta el inconveniente
entre sí como jerarquías imbricadas con una gama variable aunque reducida de abarcar diferentes campos o aspectos, cada uno de los cuales se dividé
de relaciones mutuas. Los taxa de un aspecto están en relación con los internamente en una serie de niveles de entidades jerarquizadas. En esas
taxa de los demás aspectos, a la manera de complicados mapas injetivos comparaciones entre las diferentes- organizaciones jerárquicas el problema
328 Arqueología analítica Etnología de grupo 329

consiste en saber qué rangos o qué ámbitos comparar entre sí. En la cul­ nuestra jerarquía de entidades, se determina si sus condiciones implican natu­
tura material la elección abarca el atributo, artefacto, tipo, conjunto, cultura, ralmente ciertas clases de correlación. El segundo enfoque es etnográfico
grupo cultural y tecnocomplejo; en lingüística tenemos los niveles de dialecto, y depende del análisis de la relación entre los equivalentes de la jerar­
lengua y grupo lingüístico, y en organización social la familia, grupo de fami­ quía de las entidades arqueológicas y de su posición en las sociedades
lias, tribu, grupo tribal, etc. (Fig. 75). Añádese a esos, los niveles de grupo ra­ primitivas recientes. El tercer enfoque es histórico y se basa en la correlación
cial, raza y subraza y hágase la salvedad de que todas esas entidades son o falta de correlación entre entidades arqueológicamente definidas y pueblos
horizontes arbitrarios de definición indeterminada, y entonces se compren­ históricamente fundamentados siempre y cuando las culturas prehistóricas
derá la dificultad que representa aislar correlaciones mutuas. Todo lo que desborden los confines tenebrosos de la prehistoria y se bañen en la lumi­
podemos hacer, aquí, es una valoración intuitiva del orden de correlación nosidad de la historia. Esos tres enfoques serán estudiados uno tras otro, y
aproximativo entre esas entidades a partir de algunas observaciones prác­ después trataremos de integrar sus implicaciones (Secciones II, III, IV).
ticas en casos particulares.
El objeto de esta investigación es establecer los límites probables y
las implicaciones de nuestros taxa arqueológicos en términos humanos II Pruebas internas
—una medida esencial si queremos que la aplicación de esos taxa a los
conjuntos prehistóricos aporte la cantidad máxima de información predic- Cuando tratamos las implicaciones del comportamiento de nuestras entidades
tiva. Para conseguirlo se nos ofrecen tres líneas de actuación posibles, arqueológicas ya señalamos la equivalencia aproximada entre un atributo
cuya integración puede dar algunos resultados. La primera de ellas es, arqueológico, un artefacto y un artefacto tipo, y una acción, una secuen­
en cierta medida, un método interno; una vez cuidadosamente definida cia de acciones y una secuencia repetida de acciones homínidas (Cap. 4).
Un artefacto tipo especifico expresa la reaparición coherentemente regu­
FAMILIA lar de una gama específica de atributos en una población de artefactos
2—10 en un área temporoespacial limitada y continua. Esta regularidad sólo pue­
Conjunto de
'asentamiento de expresar una serie específica de condicionamientos —algunos de ellos
GRUPO DE FAMILIAS Dialecto funcionales, y, en gran medida, definidores de la familia de artefactos—
10—100
pero muchos de ellos denotando las exigencias idiosincráticas compartidas
- Subcultura
-------- Subraza por los productores. Si la población de artefactos tipo expresa dichas exi­
gencias, deberá representar los productos de un grupo humano interco­
TRIBUS municante. Se puede decir, pues, que los productores de una población
Cultura
100—1000 específica de artefactos tipo eran un grupo intercomunicante, y por tanto
Lengua
conectado, de un área temporoespacial limitada y contigua. Comoquiera
GRUPOS TRIBALES que el grupo humano ópticamente interconectado e intercomunicante es
------- Grupo cultural — Raza
1000—10.000 la unidad familiar, se deduce que la población de artefactos tipo será
la producción de un núcleo que representa la transformación temporal
Grupo y espacial de cierto número de esas unidades generadoras de una trama
CONFEDERACIONES lingüístico __ Grupo
TRIBALES racial reticulada y ampliada de parientes y amigos y asociados. Las caracterís­
10.000-100.000 ticas de este artefacto tipo específico se distribuirán óptimamente entre
Tecnocomplejo los operadores apropiados de la red por virtud de un lazo lingüistica-común
Multi- y una trama social persistentemente intercomunicante. Es casi por casualidad,
lengua
i pues, que podemos darnos cuenta de que un artefacto tipo específico
i
se hallará, en gran medida, incluso en una red ampliada de parientes y
i
I amigos, en un área lingüística común y en el seno de una población re­
i
i productora.
Sin embargo, sabemos perfectamente que los artefactos tipo se propagan
Fig. 75. Ilustración esquemática del grado de correlación entre los conjuntos de a través del comercio, los intercambios de regalos, la guerra y muchas
las entidades jerárquicas de cuatro dimensiones socioculturales —social, material, más formas de intercomunicación, a los grupos vecinos con un fondo cul­
lingüística, genética. tural y posiblemente lingüístico e incluso racial foráneo. Esta relación desear-
330 Arqueología analítica Etnología de grupo 331

ta toda equivalencia mutatis mutandi entre un artefacto tipo y un grupo so­ es más probablemente el producto de un grupo de personas con una orga­
cial, aunque sea visiblemente mediatizada por el prerrequisito de que los nización tribal, un sistema lingüístico y una población procreadora esencial­
copiadores foráneos sean “vecinos” o por lo menos estén en comunicación mente homogénea propios —independientemente de que los miembros de su
con los creadores. La distribución de frecuencia de un artefacto tipo población identifiquen el conjunto o no. La cultura arqueológica representa
específico en el tiempo y el espacio es tal que, aunque los artefactos gráficamente una entidad real que existió realmente, marcando una inter­
viajan más allá de las tramas sociales individuales, esas difusiones son es­ conexión real —independientemente de que esta entidad no sea idéntica.
porádicas y poco abundantes en comparación con el intercambio repetido y Las entidades arqueológicas reflejan realidades tan importantes como las
sostenido que circula por la red y por las mallas de una unidad social o que se recogen en las clasificaciones tradicionales de otras disciplinas; las en­
de un grupo de unidades sociales estrechamente interconectadas. tidades en todos esos ámbitos son uniformemente reales, uniformemente ar­
La distribución temporoespacial de una población de artefactos tipo bitrarias y meramente diferentes.
puede ser, en sí misma, un mal marcador social. Por suerte, las familias Esta teoría general puede ampliarse a las entidades del grupo cultural y
humanas persiguen un buen número de actividades muy diferentes y, en del tecnocomplejo. El grupo cultural engloba una familia de culturas transfor­
consecuencia, manufacturan un buen número de artefactos tipo especí­ mes sin relaciones de finalidad, culturas colaterales compartiendo una gama
ficos muy diferentes —es decir, un conjunto. La distribución temporoespa­ politética pero estados diferenciados de los mismos artefactos tipo específicos.
cial total de este conjunto politético, o conjunto de tipos específicos, pro­ El hecho de que las culturas individuales de un grupo cultural permanecen
duce una cultura arqueológica (Fig. 67). El núcleo sistemáticamente compar­ unidas por continuar compartiendo tipos específicos apunta la existencia
tido de esas distribuciones multidimensionales e individuales de artefactos o la previa existencia de una interconexión apreciable entre las unidades del
tipo debería definir acumulativamente la unidad social común responsable grupo, aunque no tan apreciable como la que se manifiesta en el seno de una
de esta regularidad. Una unidad social mayor que la familia pero capaz sola tribu. Esos factores, añadidos a la conexión entre tribu y cultura y entre
de intercomunicarse en términos de acciones, secuencias de acciones, activi­ tamaño y patrón de distribución del grupo cultural, contribuyen a la idea
dades y comportamiento social codificados, necesitando una lengua común, de que el grupo cultural refleja una gran serie de tribus relacionadas —un
una organización social común y por consiguiente, estipulando un grúpo grañ grupo o confederación de tribus bastante autónomas. Una agrupación
ampliamente homogéneo de parientes y amigos y racial en un área tempo­ de este tipo podrá manifestar diversidad lingüística aunque probablemente
roespacial limitada y contigua. La unidad social que mejor responde a esas dentro de los límites de un solo grupo lingüístico si se tiene que justificar la
especificaciones es el grupo más ricamente tramado, autorregulado, autoiden- base de la interconexión, o por lo menos, compartición de una lengua común.
tificable y diversamente constituido de familias interrelaciónadas —la tribu Finalmente, la entidad de tecnocomplejo meramente caracterizada por una
o banda tribal. estrategia común y compartiendo solamente familias artefactuales generaliza­
Esos argumentos sugieren que una población de artefactos tipo especí­ das apunta que no hay necesidad de vinculación social, lingüística o racial
ficos es, principalmente, el producto de las unidades estrechamente conec­ entre sus miembros salvo en casos extremos. No obstante, el tecnocomplejo
tadas en una tribu o grupo de tribus conectadas. Estas agrupaciones ma­ es de tamaño equivalente o más pequeño que las unidades raciales con las que
yores se localizan de preferencia en la intersección acumulada de todos los ocasionalmente habrá podido converger en el pasado —especialmente en
artefactos tipo compartidos entre los conjuntos producidos por cada per­ aquellos períodos en que algunos grupos raciales estaban marcados por una
sona y cada familia, y por tanto, fuera del alcance del efecto marginal de adaptación localizada a las duras condiciones prevalecientes en un territorio
la variedad propagada al exterior, que surge, necesariamente, del grupo tribal. rigurosamente aislado. En general, el tecnocomplejo no tiene por qué re­
El conjunto arqueológico, especialmente el conjunto de una sola ubicación, flejar ninguna uniformidad social, lingüística o cultural, aunque algunas
puede, pues, equipararse usualmente con un grupo de familias; la cultura veces sí pueda hacerlo, en cuyo caso incorporará cierto número de esos grupos
arqueológica incorpora politéticamente los tipos específicos provenientes de homogéneos.
esos conjuntos en el tiempo y el espacio. Las precondiciones para esta El análisis interno de nuestras definiciones apunta un ordenXposible de
clase de regularidad apuntan que una cultura arqueológica es el transforme correlación entre nuestras entidades arqueológicas y las principales\entidades
temporal de una entidad de nivel más o menos tribal que hubiera sido sociales, lingüísticas y raciales. Correlación en parte reforzada por la eviden­
amplia pero no totalmente homogénea a nivel de lengua y de subraza. cia de los patrones de distribución temporoespaciales de estas entidades,
La naturaleza de esta equivalencia parcial es de suma importancia. pero que se hundirá si no llegamos a reforzar nuestra taxonomía con un
Un conjunto cultural arqueológico no es idéntico en la distribución tempo­ riguroso uso de la terminología. La arbitrariedad de los términos y de las
roespacial a un grupo tribal, una lengua, o una subraza, y esos conjuntos definiciones no reviste trascendencia alguna mientras se limite a un patrón
mismos comparten fronteras diferentes. No obstante, la cultura arqueológica explícitamente establecido y coherentemente respetado. No obstante, incluso
332 Arqueología analítica Etnología de grupo 333

cuando nos limitados a decir que los conjuntos individuales suelen ser el las relaciones entre jerarquías de taxa diversamente orientadas. El ejemplo
producto de 10 a 100 personas, las culturas el producto de 100 a 1000, bantú puede sernos de cierta utilidad.
los grupos culturales de 1000 a 10.000 y los tecnocomplejos de 10.000 a Correctamente utilizado, el término “bantú” designa una serie de lenguas
100.000, como mínimo estamos estableciendo algunos límites de correlación y dialectos compartidos por numerosos y muy diferentes grupos de pobla­
y diciendo algo de los rangos respectivos de las entidades afectadas. En ciones de Africa. La verdadera serie “bantú” es un grupo lingüístico for­
una disciplina susceptible de tratar el Achelense como si fuera el equiva­ mado por unas sesenta lenguas principales distintas, las cuales compren­
lente del sioux, cualquier categorización de entidad, rango y complejidad den unos 300 dialectos, aproximadamente —en la fase reciente de la tra­
es mejor que nada. yectoria bantú. Sin embargo, los bantús en tanto que serie de pueblos inter­
conectados e interrelacionados, poseen ciertas regularidades raciales, antropo­
lógicas, etnográficas y de distribución, resultado de los condicionamien­
III Pruebas etnográficas recientes tos de sus trayectorias temporales entrelazadas y de sus agrupaciones lingüís­
ticas compartidas. La mayoría de los bantuparlantes constituyen una subraza
El enfoque etnográfico de la valoración de los límites e implicaciones de los interprocreadora en el/seno de la serie de la raza negra africana, subserie,
taxa arqueológicos es la llave de la información encerrada en los datos ar­ a su vez, del grupo racial de “Piel negra” —término impreciso con el
queológicos. Desafortunadamente no siempre se usa esta llave; en muchas que se designa un inmenso grupo definido por un conjunto politético de
ocasiones se recurre a medios más brutales, goma 2, incluido. El enfoque características amén del color negro de la piel. Algunos bantuparlantes re­
etnográfico depende del análisis de la relación entre los equivalentes de la flejan, no obstante, series subraciales diferentes —minorías o subculturas
cultura material de nuestras entidades arqueológicas y su marco en relación aculturadas en el seno del medio bantú. No obstante, los bantuparlantes
con las sociedades primitivas recientes. Desafortunadamente, los antropólo­ también comparten ciertos rasgos sociales y etnográficos que les aíslan
gos raramente estudian la cultura material de sus poblaciones de forma como una entidad politética de sus vecinos espaciales y temporales. En
que pueda relacionarse con este problema. La antropología moderna se ha tanto que entidad politética, ninguno de esos rasgos debería ser exclusiva­
alejado momentáneamente de la etnología y de la etnografía para mayor mente bantú —la mayoría de entre ellos son compartidos por los no ban­
confusión del arqueólogo y en detrimento de ambas disciplinas. tuparlantes de quienes se les ha, quizá, tomado prestados, o que quizá
Afortunadamente, unos estudios etnográficos estupendamente detallados han sido aculturados con respectó a la característica en cuestión. Esos atri­
y comprehensivos fueron realizados antes que se cumpliera la desaparición butos politéticos secundariamente centrados en las tribus bantuparlantes
de las últimas poblaciones primitivas y antes que una indiferencia de “buen incluyen una compleja organización social específica y un sistema de tenencia
tono” alterase la trayectoria de la antropología. Esos últimos estudios ba­ de la tierra reposando en la agricultua de azada, el ganado y las aldeas per­
sados en los métodos más recientes de la antropología son muy detallados y manentes —así como en la metalurgia del hierro, el cobre y el oro. Este
conviene distinguirlos de los anteriores estudios históricos de los pueblos complejo, mayormente bantuparlante, está representado materialmente por un
antiguos. Las narraciones prerrenacentistas de las sociedades primitivas y de grupo de culturas bantú de transformes de conjuntos relacionados y cola­
sus equipos materiales son sumamente preciosas por sus datos sobre las co­ terales, caracterizados por un conjunto politético de las mismas familias
munidades tribales que existieron en el pasado de lo que son hoy la Europa, pero de diferentes estados de los mismos artefactos tipo específicos. Políti­
el Africa y el Asia de las naciones, aunque estas comunidades sean más camente, los bantuparlantes todavía estaban representados por unas 600 gran­
preciosas por su parecido con las sociedades prehistóricas actuales que por las des tribus, algunas de las cuales han mantenido un dominio periódico pa­
reseñas desiguales de su etnografía. Las pruebas de estas fuentes históricas sajero sobre los sectores locales para formar “naciones” permanentes en el
tienen su valor especial propio, que será estudiado en la sección siguiente. seno de la serie mucho más amplio de los bantuparlantes.
Por el momento nos centraremos en la llave maestra que nos ofrecen La conclusión es que el grupo lingüístico bantú determina una serie de
los pocos estudios modernos centrados en este problema. individuos, el grupo cultural “bantú” otra serie algo equivalente, el tecno-
La mayoría de los estudios etnográficos que nos proporcionan suficiente complejo “bantú” una agrupación mucho mayor, las tribus etnológicas
detalle para la comparación arqueológica se basan en las tribus africanas y “bantú” otra, y la subraza “bantú” todavía otra —la quinta— serie
americanas. En Africa se ha recogido una información sumamente rica sobre (Fig. 76). Esas series no son idénticas; sin embargo, todas ellas comparten
las tradiciones orales, la antropología, la etnología, la historia y la arqueo­ un gran subconjunto de individuos Representando la intersección de todos
logía de los indígenas, siendo quizá la más abundante la que describe los o de la mayoría de esos elementos “bantú” esenciales, que habitualmente
pueblos bantúes y su penetración en Africa del Sur; un registro que introduce designamos como “bantú” —salvo que nos centremos, estrictamente, en el
todas las dificultades características y la información latente ocultadas en bantú propiamente dicho, o conjunto de los bantuparlantes. Las causas de la
334 Arqueología analítica Etnología de grupo 335

dencia aproximada entre las tres agrupaciones dentro de la cerámica sotho y


las tres subdivisiones de los propios sotho (Fagan, 1965).
Esta discusión de las dimensiones arqueológicas y etnográficas de la enti­
dad bantú permite sustanciar, en cierta medida, la clase y la equivalencia
de la clasificación general anteriormente propuesta como base social de nues­
tras entidades arqueológicas. Sin embargo, lo que este “test” nos enseña es
cómo establecer dicha equivalencia y no cómo es en realidad. La equiva­
lencia parcial —no la identidad—uniendo tribu y cultura, grupo tribal y grupo
cultural ha sido defendida pero no demostrada o explicitada. Esta clasifica­
ción puede lograrse solamente si el equipo material de un elevado número
de tribus primitvas ha sido estudiado y se ha dado a conocer en términos
de cantidad de artefactos tipo específicos y su distribución. Uno de los pocos
ejemplos significativos de este nivel de adecuación es la serie de notables
análisis de las tribus indias del Suroeste de los Estados Unidos, dirigida por
Fig. 76. Ilustración estrictamente diagramática de la clase de relación Kroeber entre 1930 y 1940 y realizada por sus discípulos y colegas de la
establecida y la clase de confusión endémica en el uso simultáneo universidad de Berkeley. Esos estudios han sido sometidos a algunos aná­
de un indicador taxonómico «bantú» único para varios conjuntos dis­ lisis muy elaborados y reveladores desde un punto de vista antropológico,
tintos de elementos. El término podría ser perfectamente un término pero que igualmente pueden darnos una información arqueológica de gran
arqueológico —la cultura auriñaciense, el grupo auriñaciense, el tec- valor. Para lograrlo se necesita un complejo programa de análisis y síntesis,
nocomplejo auriñaciense. pero alguna idea de las posibilidades puede obtenerse más rápidamente (Kroe­
ber, Gifford, Driver et al., 1935-50).
confusión son claramente visibles en la variedad de las diferentes series El objetivo inicial de los estudios de Berkeley era el registro de la to­
que podemos designar como “bantúes”, una confusión de intenciones igual­ talidad de rasgos culturales que reflejan la cultura material y social para cada
mente presente en términos similares como “indio pueblo” o “nación iro- una de las ciento y pico de tribus indias de la región, en vías de rápida de­
quesa”. saparición. La mayoría de esos “rasgos” se equiparan con nuestros arte­
Pero si consideramos la entidad bantuparlante reciente despejada de sus factos o entidades de artefactos tipo —incluido tanto los artefactos mate­
componentes orgánicos ¿qué podemos detectar arqueológicamente? Es evi­ riales y sociales como los conjuntos de atributos. De hecho, uno de los
dente que el arqueólogo diferenciará rápidamente el tecnocomplejo asociado inconvenientes de esta clase de tratamientos en antropología ha sido el
con la estrategia de agricultura de azada/ganado/sabana/metalurgia; pero uso del término “rasgo” para entidades que van del nivel de una sola ac­
esto incluye gran parte del Africa no bantú. Sin embargo, dentro de esta ción a una secuencia de acciones, o actividad, y a una secuencia de acti­
serie debería ser posible detectar los transformes temporales y espaciales vidades, o comportamiento, que hacen casi imposible toda valoración taxo­
de un grupo cultural más específico —un grupo de culturas no sólo en el nómica. En arqueología esta misma gama de aspectos materiales queda
ámbito del mismo tecnocomplejo sino que produciendo una familia estrecha­ cubierta con el uso de los términos atributo, artefacto, artefacto tipo y
mente relacionada de tipos de vasijas, tipos de metales, tipos de asentamientos conjunto. Por consiguiente, aunque en los estudios originales una “cabeza
y tipos de esqueletos humanos específicos. La posibilidad de que esto sea de animal de reclamo”, una “casa subterránea circular” y “la danza del
así queda confirmado por la identificación de cinco conjuntos distintivos, conejo” se designen como “elementos” o “rasgos”, para nosotros serán
principalmente en la cerámica, que coinciden con las principales lenguas artefactos, artefactos tipo o, incluso, conjuntos de artefactos, respectiva­
bantú —sotho, nguni, venda, lemba, shangaan-tonga—, agrupaciones que to­ mente. No obstante, en esos importantes trabajos tenemos una comparación
davía continuaban produciendo sus conjuntos de artefactos característicos artefacto con artefacto y un análisis de tribus de estructura social conoci­
hasta tiempos recientes (Fagan, 1965; Schofield, 1948). La entidad del grupo da, de agrupaciones de lenguas conocidas y de historia conocida —pequeña
cultural del arqueólogo, en este caso, aísla e identifica, aproximada pero no pero valiosísima mina de información.
exactamente, los bantuparlantes, y las culturas arqueológicas componentes Resulta imposible resumir la ingente cantidad de datos contenidos en
definen, aproximadamente, las principales unidades lingüísticas tribales. En las listas de elementos culturales de Berkeley para las tribus establecidas
algunos casos es incluso posible identificar subculturas arqueológicas con sub­ entre el sur de California y la Costa del noroeste. Sin embargo, la mayor
divisiones tribales particulares, como ocurre, por ejemplo, con la correspon­ parte del centenar y pico de tribus californianas estudiadas eran cazadores -
336 Arqueología analítica Etnología de grupo 337

pescadores - recolectores o simples cultivadores pueblo de maíz - calabaza -

Símbolos utilizados: + , presente; ( + ), probablemente presente; —, ausente; (—), probablemente ausente; S, a veces presente; M, moderno; 1, importado; ?, investigado, pero no resuelto;
fríjoles. El territorio local está formado por zonas paralelas que se elevan +++1111 ++ i + + l + II llll1+ l 1 + + ii + i
gradualmente desde el Golfo de California a través de la franja litorial y
el piemonte a las altas montañas de la Cordillera y las mesetas de la ver­ +++ 1111 + +++ +ii 1+ 1l lililí 1 1 l i il 1

tiente oriental, donde nacen los ríos que, en su rápido recorrido hacia el +11 lili i +++++++++ +l +1+1++ i++++l
mar, erosionan profundamente la región dando lugar a un sistema de valles
muy característico. Las condiciones climáticas varían con la altitud pero + + + + cn + en + +++ + + en 1 + +1 ++++l1 +l1+1 l

en la mayor parte del territorio varían de un clima desértico y árido a


+++ l en + + i+l++++ 11 + «. 111l++ 1++l +1
un agradable clima mediterráneo, con pastos y galerías forestales de redu­
cida densidad en los valles fluviales más fértiles. En la región viven so­ +ll 1iiil i++ 1++ 1I +1 l++l++ 11+ll 1+

ciedades con una diversidad lingüística increíble particularmente apta para +++ +i+ +++ 1++ 1+ +1 ii++1l lili l
un estudio experimental (cf. Melanesia: Terrell, 1977). El equipo material
de los cultivadores de maíz es poco diferente del de sus antepasados +11 lili i i i 11 11 11 11+11l 11+l 1

pueblo y cesteros; el de los cazadores - pescadores - recolectores es igual­


+++ +l+ +++ ++++ ll il+++l 1+11 +
mente arcaico con predominio de la recolección de semillas, bayas, bellotas
y piñones, pesca fluvial, y caza comunitaria de venados, conejos, aves, +++ 1 + <n l +++ + + 1 en 11 lililí lili l

ardillas, osos y antílopes —con la ayuda de su único animal doméstico: el


+++ l+1+ +++ + + l1 1 ++ 11+111 lili i
perro.
Todo lo averiguable de la cultura de cada tribu fue registrado bajo +++ i+S+ ++ +1 i +1 l+++1l lili 1
una serie comprensiva de epígrafes, cada epígrafe refiriéndose a un conjunto
+++ i+i+ i+ ++ i ++ 1l++ll lili +
de artefactos catalogados como presentes o ausentes (Fig. 77). Los autores
discuten a fondo los problemas de los niveles de rasgo y de la confección +1+ i+ii+ 1+ +1 + +++1+l+1 + 1+1 1
de listas exhaustivas no condicionadas de equipos culturales. Pese a todas
+++ 1+++ +++ +1 + +1 1l+l++ + en + + + 1
las cautelas, se retira la impresión de que los valores y la justeza de las
listas resultantes constituyen un bosquejo convincente. Dada la importancia +++ i+l1 ++ +1 i + l++++ +++++l
que reviste para la solución de nuestros problemas vale la pena resumir
+++ ii++ ++ +1 '+ +1 1+1++ +++++1
algunos de los principales puntos que surgen de esos estudios y continuar,
luego, con algunos ejemplos particulares más detallados de grupos de tribus +++ i++++ +++ +1 + + 1+1++ +++++1
en una región dada.
+1+ ii++ +++++++ii + 11+1++
Se observó que una lista de elementos o de artefactos de 1000-2000 ar­ +1 +++1 1

tefactos era suficiente para codificar las principales manifestaciones cultu­ +++ i+ + ++ 1+ + ++ ++++l ++l 1
rales de cada una de esas tribus. Comoquiera que los conjuntos tribales
demostraron proceder de un indiscutible conjunto de agregados politéti-
cos y que las tribus compartían algunos artefactos pero no otros, la lista
completa de grupos de tribus no es mucho más larga: unos 3000-5000 ar­
tefactos tipo por área multitribal. Un recuento demostró que de 2000 arte­
Lista de distribución de elementos culturales

factos caracterizando un grupo de tribus, sólo un máximo de unos 450 ar­


tefactos podrían sobrevivir en condiciones arqueológicas favorables —el resto
refleja los aspectos intangibles que afectan a las estructuras sociales. Este
conjunto bruto implica que incluso en las condiciones óptimas de excava­
ción y preservación, el prehistoriador dispone de menos del 15 % de la cul­
blanco, sin investigar.

tura básica. Esta observación confirma que la interpretación arqueológica


reposa en la microvariación de una muestra muy pequeña del sistema cultural.
Esta limitación debe arrostrarse objetivamente si se quiere que la interpre­
tación arqueológica sea fiable.
338 Arqueología analítica Etnología de grupo 339

La naturaleza politética de la variación del contenido cultural se demues­ la cultura arqueológica pero no en los conjuntos tribales o lingüísticos.
tra repetida y satisfactoriamente en esas listas (Fig. 77). La variación es Este ejemplo puede servir una vez más para subrayar que las entidades
característicamente politética sólo en gran parte, a veces con hasta dos por definidas por la arqueología, cuando están bien definidas, no son menos signi­
ciento de artefactos simples y funcionales compartidos por todas las tribus ficativas que los conjuntos tribales, lingüísticos o históricos —sólo son di­
heterogéneas de un área, con el porcentaje refiriéndose a la lista completa ferentes.
para el grupo de tribus. La selección politética particular de la mayoría de Quizá, un 60 7o de enlace promedio sea el que mejor coincida con el
tribus incluía 25-50 7o de la lista total de artefactos multitribales. Es enlace entre conjuntos de acúmulos tribales. Por ejemplo, un simple enlace
significativo que no exista ni una sola tribu que no comparta al menos de 60 7o en un caso reunía a todas las tribus relacionadas en un territorio
30 7o de sus artefactos específicos con otra tribu en un radio de unos pero, desafortunadamente, añadía 20 conjuntos de tribus no relacionadas.
centenares de kilómetros. Recíprocamente, una tribu puede coincidir normal Con un nivel de enlace elevado a 70 7o, obtenido a partir de los arte­
y óptimamente en un 90 7o de su lista de artefactos tipo con una tribu factos tipo específicos coincidentes, ocho conjuntos tribales se aglomeraban
vecina política, histórica, geográfica o lingüísticamente relacionada —equi­ “correctamente”, dos conjuntos eran añadidos “incorrectamente” y seis con­
valente a una virtual identidad inadmisible sólo por la organización de las juntos tribales no se agrupaban aunque política y lingüísticamente adhe­
tribus afectadas. El número mínimo absoluto de artefactos compartidos por rían al grupo.
tribus del mismo grupo lingüístico se sitúa alrededor de 45 7o, pero el Las cifras anteriores subrayan la importancia de la agrupación en una
promedio compartido entre tribus unidas por el idioma parece mucho más lengua común en tanto que factor capaz de mantener un nivel residual
elevado —un 70 7o. Esos valores brutos dependen de la lista consensuada de afinidad cultural —surgiendo parcialmente de una trayectoria cultural
de elementos y sirven principalmente para reflejar la complejidad y el orden pasada entrelazada y en parte de una persistente capacidad de intercomu­
general de las relaciones existentes. nicación. Con respecto a esto, la amplitud modal de los artefactos tipo
Las implicaciones arqueológicas de estos valores son más que nada indi­ compartidos por tribus lingüísticamente no relacionadas era de 0-30 7o pero
cativas. La clase de situación observada no difiere de la clase de informa­ si las tribus eran lingüísticamente afines este límite inferior se situaba al­
ción que podríamos obtener de un área bien estudiada de culturas neolíticas rededor de 50-80 7o. Comoquiera que es este límite inferior de artefactos
en un territorio común, excepto que el número total de artefactos tipo es­ tipo compartidos el que resulta aumentado por unos antecedentes lingüís­
pecíficos diferentes recuperados de cada cultura —el 100 7o arqueológico— ticos comunes, la aglomeración de los conjuntos tribales al nivel arbitrario
no representa más que el 15 7o de los tipos que existieron en otro tiempo de 65 7o, amén de detectar los grupos de tribus que comparten lazos
para definir los sistemas de culturas. Cuenta habida de esta restricción, los lingüísticos comunes, también les añadirá, desafortunadamente, algunos con­
números apuntan que, de esta muestra, un 30 7o de los antecedentes de la lista juntos tribales vecinos aculturados de filiación lingüística bastante dife­
de artefactos tipo de cada cultura pueden ser compartidos por conjuntos rente, los cuales, en algunos casos, podrán compartir hasta 87 7o de los
provenientes de tribus foráneas con similares sistemas económicos desenvol­ artefactos cruciales. Estas cifras nos ponen en guardia contra las aglome­
viéndose en ambientes similares pero carentes de toda relación política, raciones de conjuntos en términos de afinidad general, puesto que aunque
ideológica o lingüística significativa. Un 30 7o de afinidad entre conjuntos indudablemente aíslen unidades lingüística y tribalmente afiliadas, incluirán,
culturales de artefactos tipo específicos puede que no refleje necesariamente no obstante, algunos conjuntos culturales de otras lenguas y otros grupos
más que el fondo de un tecnocomplejo común, justificando, quizás, el tribales.
30 7o de tipos específicos y quizá hasta el 60 7o del total de las familias de Esta discusión nos retrotrae a la situación familiar de los enunciados
artefactos tipo. Sin embargo, un nivel de artefactos tipo específicos compar­ del tipo «todos los conjuntos plenamente La Teñe fueron la obra de
tidos cercano al 70 7o sólo parece darse entre tribus muy . estrechamente vin­ tribus celticoparlantes», casi siempre incorrectos, incluso si todos los con­
culadas, por lo general entrelazadas lingüísticamente y en cierto grado juntos están correctamente definidos por sus cerámicas, su metalurgia, el
unidas en el seno de una entidad equivalente a nuestra cultura arqueoló­ patrón de asentamiento, etc., etc. Lo que podría decirse con mayores visos
gica. No obstante, en casos excepcionales, algunas tribus que llegan a de probabilidad es que la «mayoría de las tribus que comparten conjun­
compartir hasta 70 7o de sus artefactos tipo en una dirección, no están tos plenamente La Teñe hablaban celta, pero que, aún así, algunas pertene­
tribal o lingüísticamente relacionadas, pero pueden representar aculturación cían a otros grupos lingüísticos y que algunas tribus celticoparlantes po­
inmediata, alcanzando en un caso, 87 7o de tipos compartidos con una seían otra cultura material». Una simple identificación conjunto por conjun­
cultura tribal “no afín”. Es decir, no afín política o lingüísticamente ha­ to es actualmente imposible y era igualmente imposible en su momento
blando puesto que 87 7o de afinidad en el comportamiento indudable­ en el pasado. Por consiguiente, cualquier afirmación categórica o enuncia­
mente refleja una “relación” real enmarcada en (y materializada por) do general de identidad tiene buenas probabilidades de resultar incorrecto,
Etnología de grupo 341
340 Arqueología analítica

sin que ello sea óbice para que se intente aislar minuciosa y sagazmente
la relación subyacente entre entidades lingüísticas, históricas y arqueológi­
cas dentro de los límites precisos de un principio de probabilidad.
Los puntos de información más importantes provenientes de estas com­
plicadas relaciones podrían resumirse diciendo que si estamos agrupando
conjuntos culturales en base al grado de similitud de sus conjuntos de ar­
tefactos tipo específicos, entonces esta investigación apuntará que:

(1) Es mucho lo que depende de la naturaleza del índice o coefi­


ciente de similitud utilizado en la medición de la afinidad entre
conjuntos artefactuales (Doran y Hodson, 1975).
(2) Hasta un 5 7o, aproximadamente, de elementos o artefactos tipo
específicos pueden ser compartidos por todos los conjuntos cultu­
rales foráneos en un tecnocomplejo y un ecosistema comunes.
(3) Hasta un 30 7o, aproximadamente, de elementos o artefactos tipo
específicos pueden ser compartidos entre algunos pares de conjuntos
sin que ello signifique nada más que unos antecedentes comunes
de tecnocomplejos.
(4) Alrededor de un 65 7o de elementos o artefactos tipo específicos
compartidos sería el mejor nivel para agrupar conjuntos culturales,
probablemente entrelazados por unos antecedentes tribales y lingüís­
ticos comunes —aunque este nivel integrará inevitablemente algunas
excepciones.
(5) Antes de ilustrar algunos de esos puntos con ejemplos concretos
haremos dos tipos de observaciones a partir de materiales de Cali­
fornia que inciden en materias de vital interés para el prehistoriador. Fig. 78. Variación del conjunto cultural en el interior de un arca cultural.
La curva representa un perfil transversal amortiguado desde el centro a la
La primera de esas observaciones se refiere a algo relacionado con la periferia del territorio de los indios pomo —de asentamiento más cercano
forma en que el conjunto de elementos culturales está politéticamente a asentamiento más cercano, con consignación del número de elementos
compartido entre los asentamientos y los conjuntos del área cultural y del compartidos con los asentamiento centrales.
área tribal (Fig. 78). La segunda observación es complementaria de esta es­ Adaptado de Kniffen, 1939; Gifford y Kroeber, 1937.
tructuración interna pero describe la forma en que los conjuntos de elemen­
tos o tipos están compartidos externamente entre tribus vecinas en un persos separados en promedio unos de otros de unos 15 km. Un examen mi­
área dada (Fig. 79). Esas observaciones algo superficiales respecto a un cen­ nucioso demostró que un 95 7o aproximadamente de cada conjunto de
tenar de tribus de la región californiana no pueden extenderse, desde luego, elementos pomo era diversamente compartido entre asentamientos vecinos,
más allá de su marco de referencia. Pese a ello, los resultados son lo con un uno por cien de los elementos o tipos presentando una distribu­
suficientemente congruentes dentro del área y dependen de condicionamientos ción local idiosincrática y el restante 4 7o de cada conjunto del asenta­
lo suficientemente generalizados como para que presenten la posibilidad de miento observándose fuera del mismo pero sin usarse o fabricarse fuera
una regularidad de significado más amplio —a contrastar con la informa­ de su locus principal. Un perfil transversal del área cultural de los pomo,
ción proveniente de otras áreas. de asentamiento a asentamiento, produce un total irregularmente fluctuan-
La mejor ilustración de la primera clase de observaciones sobre las va­ te de elementos y tipos por asentamiento —con el número total de elemen­
riaciones dentro del área de cultura nos la proporciona el trabajo de Gifford tos posible en el conjunto cultural pomo representado en cada asentamien­
y Kroeber sobre los indios pomo (Gifford y Kroeber, 1937; Kniffen, 1939). to fluctuando ligeramente, y con ligeras diferencias en la selección poli-
Los indios pomo forman numerosas pequeñas tribus con asentamientos dis- tética real de tipos específicos en cada asentamiento.
342 Arqueología analítica Etnología de grupo 343

Dentro del área de cultura pomo, pues, los conjuntos de asentamiento horizontal. Sin embargo, a los límites del grupo, aunque el contenido en
localizables produjeron asentamientos con contenidos ligeramente fluc- elementos de cada asentamiento permanece prácticamente invariable, una
tuantes pero numéricamente relativamente estables —dando una línea casi proporción creciente del contenido de cada conjunto está constituido por
artefactos no pomo, cuya distribución interfiere el ámbito pomo polité-
tico (Fig. 78). En consecuencia, la proporción de artefactos pomo em­
pieza a disminuir lentamente primero, rápidamente después, en las áreas mar­
ginales —traduciendo la caída del gradiente compuesto en el límite del pa­
trón de distribución politético pomo (Fig. 78). Cuando esta caída marginal

Distancia

Fig. 79. Variación de los conjuntos culturales fuera de un área cultural. El Fig. 80. Variación de los conjuntos culturales dentro y fuera de un área
juego de curvas representa perfiles transversales amortiguados desde una tri­ cultural. Un perfil transversal hipotético de un conjunto cultural arbitraria­
bu dada a tribus cada vez más distantes —de área tribal en área tribal, mente escogido —desplazándose hacia la frontera del área y luego hacia
consignándose el número de elementos compartidos con el conjunto tribal conjuntos culturales cada vez más alejados. La curva ilustra la caída de
de referencia arbitrariamente escogido. Los ocho perfiles corresponden a los elementos del conjunto compartidos con el conjunto de referencia —no
varias tribus del Suroeste de los Estados Unidos. indica la caída absoluta de elementos por conjunto, sino una mera dismi­
Fuente: Anthropological Records, Berkeley, 1937-50. nución de los elementos compartidos con el conjunto de referencia.

UNIVERSIDAD DE ANT1OQUIA
^TRLIOTECA CENTRAL
344 Arqueología analítica Etnología de grupo 345

del contenido proporcional alcanza el umbral del nivel cultural, un 65-50 % Los factores detrás de las curvas combinadas expresan el contraste entre la
de los conjuntos ya no pueden considerarse como siendo etnológica o ar­ afinidad politética sustancial de los conjuntos de la tribu, atenuándose
queológicamente pomo en carácter. El umbral no es un mero clima puesto que ligeramente en las áreas marginales expuestas a una difusión externa óptima,
el gradiente experimenta un declive relativamente abrupto hacia nuevos for­ y después, al exterior, una brusca caída hasta un nivel de fondo general am­
matos culturales, perteneciendo a tribus vecinas cuyos márgenes están a su pliamente compartido por las sociedades heterogéneas que comparten un te­
vez saturados con elementos pomo compartidos. Esas delimitaciones cultura­ rritorio sometido a condicionamientos comunes (Fig. 80). Este nivel de
les suelen destacarse, además, por una interrupción de la trama del patrón de fondo refleja una amplia gama de elementos de tecnocomplejo compartidos
asentamiento (Fig. 80). politéticamente diseminados entre tribus heteróclitas con economías similares,
Partiendo de la versión hipotética del caso pomo, en el que cada actuando en un ambiente similar y saturados de difusión histórica.
asentamiento no logra compartir 5 % de los artefactos tipo de su vecino, De esta reducida muestra de estudios sólo puede decirse que en varias
y ello todo a lo lagro de una línea de asentamientos a intervalos de 15 km áreas separadas del Suroeste de los Estados Unidos varios perfiles transver­
—suponiendo una tasa máxima de pérdida de 5 % en lugar de la oscilación sales de diversos conjuntos de tribus contiguas presentan sistemáticamente un
politética demostrada, vemos que se necesitará un área cultural de 75 km
de radio para que se produzca una caída a 75 97o de similitud entre los
conjuntos de los asentamientos centrales y los marginales, o un radio de
150 km para una caída de 50 % de afinidad. Comoquiera que situamos
las fronteras culturales/tribales alrededor del nivel 65 97o, ello coincidiría
con un área de unos 105 km de radio —muy cercana del área real de la
tribu pomo (Fig. 78). Dicho en otras palabras, la hipotética área cultural
máxima soportable de los pomo se aproxima a la realidad y depende del
grado de enlace y de comunicación entre sus asentamientos componentes.
Una vez más, constatamos la amplia coincidencia entre esos límites de área
cultural hipotética, de 75 a 105 km de radio , y los límites de las áreas
prehistóricas correctamente cartografiadas, bajo condiciones similares.
Este esbozo de la variación de los conjuntos en el seno de la tribu
o de la cultura nos conduce, lógicamente, a la variación de los conjuntos
entre series de tribus vecinas. El método de estudio es similar al adoptado
en el último análisis de la variación interna. En este caso se dispone de
muchos más datos comparativos y debemos tomar varios grupos de tribus
californianas vecinas y establecer perfiles transversales arbitrarios de varios
centenares de kilómetros de longitud, cada uno de ellos interesando 10-20
áreas tribales contiguas disponiendo de listas de elementos. A partir de esos Fig. 81. Patrón de
datos el número de elementos o de artefactos tipo compartidos por la tribu A compartición de los
y la tribu B, por la tribu A y la C y, así, sucesivamente, puede expresarse conjuntos de elementos o
artefactos tipo entre tribus
para toda la longitud del perfil. De esta forma puede observarse el grado de­
vecinas de lenguas y
creciente de similitud entre una tribu dada y otras tribus a distancias cre­ culturas distintas (a). El
cientes en el perfil (Fig. 79). Los ocho ejemplos diagramados en la figura 79 mapa ilustra
son las curvas atenuadas correspondientes a esos perfiles para varias áreas esquemáticamente el
y conjuntos tribales. La coherencia general de esas curvas es sorprenden­ número de elementos
temente informativa. tribales yurok (YUR. 1;
Mientras el patrón de variación interna de los conjuntos artefactuales una tribu de lengua
daba una curva convexa poco pronunciada desplomándose al alcanzar las algonquina) compartidos
fronteras tribales (Fig. 78), el patrón fuera de la tribu cae bruscamente del con las tribus vecinas de
diversas afiliaciones
nivel 65 % al nivel 30 % de elementos compartidos; una caída del nivel cul­
políticas, lingüísticas
tural al nivel de tecnocomplejo, a partir del cual la caída se atenúa (Fig. 79).
y étnicas.
346 Arqueología analítica Etnología de grupo 347

patrón de pérdida de elementos irregular en detalle pero exponencial a gran La primera impresión que se desprende de esos datos es que no existen
escala más allá de las fronteras tribales. De hecho, la definición étnica de dos conjuntos idénticos —los grupos lingüísticos no son exactamente equipa­
una tribu depende, en parte, de este contraste externo con su propio rables a los grupos culturales, etc., etc. No obstante, hay cierto grado de
patrón internamente sustentado —lo cual nos lleva a sospechar que, a veces, relación en el hecho de que el grupo cultural de la costa noroeste hable so­
las comunidades pueden estar más bien ambiguamente orientadas en su afilia­ bre todo las lenguas hoka y algonquina en el norte, pero que adopte las
ción tribal, y esto es lo que realmente ocurre, dando entrada a una ambi­ lenguas atabascas en la vecindad meridional de los indios californianos.
güedad social disyuntiva o contradictoria de primordial importancia en la Parece como si las tribus de varios grupos lingüísticos hubiesen adoptado
reacuñación y normalización periódicas de los formatos tribales. En todo divergentemente el equipo cultural más apropiado para su territorio tribal
caso, las curvas de afinidad interna y externa presentan una regularidad y más ampliamente difundido en sus confines.
interesante, y en los ejemplos reales expuestos a continuación es posible Gracias a estos datos podremos realizar tres simples experimentos suscep­
distinguir desviaciones significativas de esas curvas, las cuales revisten, por tibles de aclarar el compartimiento y la distribución de los elementos o
consiguiente, valor predictivo en la detección de lazos anormales y barreras artefactos tipo entre tribus vecinas de culturas y lenguas diversas.
entre tribus —a veces lingüísticas, otras históricas y políticas, y a menudo,
topográficas.
Ejemplos. (1) Este ejemplo es un esbozo de los elementos o artefactos
culturales de las tribus de la costa noroeste de California, tomado del extenso
y profundo trabajo de Driver (Anthropological Records, Berkeley, 1:6, 1939).
El estudio abarca dieciséis tribus cazadoras - pescadoras - recolectoras, in­
cluido cuatro pares de tribus confederadas representando en total cuatro
grupos lingüísticos, doce lenguas y unos dieciséis dialectos. Las tribus ocu­
pan territorios que se extienden a todo lo largo de 300 km de litoral; la mitad
de las tribus pertenecen a la cultura de la costa noroeste, el resto a la
cultura india californiana (Fig. 81).
De norte a sur las tribus se reparten:

Abreviaciones Tribus Grupo lingüístico Grupo cultural

To. Tolowa Atabasco Costa noroeste


Chim. Chimariko Hokan Indio californiano
Kar. 1 Karok superior Hokan Costa noroeste
Kar. 2 Karok inferior Hokan Costa noroeste
Yur. 1 Yurok(Yl) Algonquino Costa noroeste Fig. 82. Patrón de compartición
Yur.2 Yurok (Y2) Algonquino Costa noroeste de los conjuntos de elementos
Wy. Wiyot Algonquino Indio californiano o artefactos tipo entre tribus de
Hup. 1 Hupa(Hl) Atabasco Costa noroeste lenguas y culturas distintas (b).
Hup. 2 Hupa (H2) Atabasco Costa noroeste En este experimento una ■
Chil. Chilula Atabasco Costa noroeste acumulación de enlaces máximos
VD. Nongatl con líneas y flechas reúne aquella
Atabasco Indio californiano
tribu con la que cada tribu dada
Mat. Mattole Atabasco Indio californiano
comparte el máximo de
Sin. 1 Sinkyone (SI) Atabasco Indio californiano elementos en su conjunto.
Sin. 2 Sinkyone (S2) Atabasco Indio californiano Misma área y fuente de datos
Ka. Kato Atabasco Indio californiano que para el mapa de la figura 81
C. Yuk. Coast Yuki Yuki Indio californiano —300 km de Costa noroeste del
Pacífico.
348 Arqueología analítica Etnología de grupo 349

(a) En el primero de los experimentos se ha tomado la tribu aproxi­


Abreviaciones Tribus Grupo lingüístico Grupo cultural
madamente central de los yurok (Sección Yur. 1), anotándose en el mapa
el número de elementos yurok descubiertos en cada uno de los otros con­
juntos (Fig. 81). Los yurok 1 tienen 1376 elementos en su propio con­ WN Western Navajo Navajo Apache/Navajo
junto, de los cuales 873 son compartidos con la tribu confederada Yurok 2, EN Eastern Navajo Navajo Apache/Navajo
y así sucesivamente. El mapa obtenido confirma la disminución exponencial y NT North Tonto Apache Atabasco Apache/Navajo
radial irregular de los elementos yurok 1. Se observa una notable distor­ ST South Tonto Apache Atabasco Apache/Navajo
sión correspondiente a los fuertes vínculos con los wiyot, una tribu geo­ se San Carlos Apache Atabasco Apache/Navajo
gráficamente alejada pero lingüísticamente próxima, o a la clara exclusión CI Cibecue Apache Atabasco Apache/Navajo
de los lingüística, geográfica y culturalmente distantes yuki de la costa. WM White Mt. Apache Atabasco Apache/Navajo
Dicho de otra manera, las desviaciones del modelo idealizado de “dismi­ WS Warm Springs Apache Atabasco Apache/Navajo
nución” exponencial y radial de los elementos traduce relaciones significa­ HU HuachucaMts. Apache Atabasco Apache/Navajo
tivas —aunque esas puedan ser de muchas clases. ME Mescalero Apache Atabasco Apache/Navajo
(b) En el segundo experimento una flecha reúne cada tribu con la tribu LI Lipan Atabasco Plains Indian
con la que más elementos o artefactos tipo comparte —lo cual equivale a LL Llanero Apache Llanero Plains Indian
unir entre sí las tribus más similares del punto de vista de la cultura social OL Ollero Apache Atabasco Plains Indian
y material (Fig. 82). Aquí también, los vínculos lingüísticos parecen ser SU Southern Ute Llanero Great Basin
más fuertes que los simples vínculos de proximidad —los algonquinopar- WA Walpi Pueblo Pueblo
lantes forman un agregado, los atabascoparlantes dos, pese a la proximi­ zu Zuni Pueblo Pueblo
dad geográfica entre varias tribus algonquinas y atabascas. Cabe resaltar el SA Santa Ana Pueblo Pueblo
extraordinario vínculo entre los tolowa y los sinkyone (SI), ambos atabas­ SI San Ildefonso Pueblo Pueblo
coparlantes aunque distantes de varias centenas de kilómetros y separados KP KikimaiPapago Piman Papago
por diez tribus de dos grupos de lenguas diferentes. Los agregados disi­ HP HuhulaPapago Piman Papago
dentes traducen, en su mayoría, el aislamiento y la reorientación de tribus
geográfica y lingüísticamente contiguas, impuestos por el interior montañoso
de la costa noroeste. La acumulación de conjuntos tribales en base al enlace
de conjuntos con el máximo de elementos o tipos compartidos coincide
claramente con un agrupamiento cultural y lingüístico razonable —por pescadoras - recolectoras y otras viven del cultivo del maíz, y sus veinte
ejemplo, los dos agregados de afinidad centrados en los conjuntos tribales lenguas se reparten en cuatro grupos lingüísticos; el contraste máximo es el
yurok 1 y sinkyone 1 se equiparan a grosso modo con los grupos culturales que existe entre las tribus pueblo de vieja tradición agrícola y las tribus
de la costa noroeste y de los indios de California, respectivamente. apache/navajo de un carácter más nómada. Las tribus están esparcidas en
(c) El tercer experimento consiste en tomar varias tribus representati­ una meseta del Colorado en un radio de 230 km.
vas del área y anotar las disminución exponencial, aunque fluctuante, de A partir de los datos disponibles se llevaron a cabo dos experimentos
los elementos de sus conjuntos, fuera de sus propias fronteras (Fig. 83). Los que ilustran la rigurosa y excepcional división en grupo lingüístico y grupo
perfiles se desplazan de una tribu a la tribu más cercana y expresan gráfi­ cultural de los apache/navajo y del bloque pueblo —un caso en el que los
camente el número de elementos compartidos con las tribus sucesivamente tecnocomplejos complementarios no han acelerado el desarrollo convergente.
recorridas. El carácter de la disminución del elemento fuera de las fronteras
tribales se manifiesta fácilmente, y las desviaciones del modelo predicen, (a) El mapa de la figura 84 representa una tribu central arbitraria —los
aquí también, vínculos o barreras locales, lingüísticas o topográficas excep­ apaches de White Mountain (WM)—; las líneas isométricas corresponden
cionales. La publicación original recoge otros análisis mucho más precisos y a los conjuntos de las tribus residuales según el número de elementos o
elaborados (Anthropological Records, Berkeley, 1:6, 1939). tipos que sus conjuntos comparten con el conjunto de referencia de 986 ele­
mentos. También aquí, parece producirse una disminución radial y expo­
(2) Otro ejemplo comparativo nos lo brinda el estudio similar de Gif- nencial —con un gradiente netamente menos acentuado para las tribus
ford sobre las tribus apache-pueblo (Anthropological Records, Berkeley, apache/navajo que para los indios pueblo cultural y lingüísticamente forá­
4:1,1946). De las veinte tribus estudiadas por Gifford algunas son cazadoras - neos del noroeste.
350 Arqueología analítica Etnología de grupo 351

(b) Esta situación lingüística y cultural excepcionalmente diferenciada


nos permite comparar la tasa de disminución de elementos en los conjuntos
lingüísticos homogéneos y heterogéneos. Los apaches North Tonto (NT) del
extremo noroeste sirvieron de punto de referencia y se trazaron dos per­
files en diferentes direcciones, uno hacia el sureste a través de las tribus
atabascoparlantes como los mismos North Tonto, y otro dirigido pleno
este, a través de los multivarios grupos lingüísticos piman, pueblo, llane­
ro (Fig. 85). Cada punto del perfil corresponde al número de elementos
North Tonto compartidos por el conjunto tribal considerado. La superposición
de las dos gráficas confirma el declive exponencial extratribal en ambas di­
recciones pero hace resaltar mucho más la más rápida pérdida de elementos
en el área de la lengua foránea a pesar del hecho de que sus tribus estén más
cerca y que la distancia total sea inferior. De ahí que la tribu lipan ata-
bascoparlante, distante de más de 23C km, todavía comparta más elementos
North Tonto que los pueblos zuni a sólo 75 km.
Elementos culturales

SU
••
388

Fig. 83. Patrón de compartición de los conjuntos de elementos o arte­ x pueblo


factos tipo entre tribus vecinas de lenguas y culturas distintas (c). Per­
files transversales correspondiendo a tres conjuntos tribales de referencia Fig. 84. Patrón de compartición de los conjuntos de elementos o artefactos
arbitrarios (flechas —tolowa, yurok 2, kato) en dirección de las tribus tipo entre tribus vecinas de lenguas y culturas distintas (a). Un mapa es­
exteriores contiguas a distancias crecientes a través un solo territorio quemático del número de elementos culturales apaches de White Mountain
(área, Figs. 81, 82) —ilustrando la caída exponencial real, aunque (WM) compartidos con las tribus vecinas de diversas afiliaciones políticas,
fluctuante, de los elementos de los conjuntos compartidos (amorti­ lingüísticas y étnicas —área, Colorado Plateau, USA.
guado en la figura 78). Fuente: Gifford, 1940.
352 Arqueología analítica Etnología de grupo 353

(c) Gifford y Kroeber (1937) obtuvieron comparaciones y agregados mientos individuales de un área tribal expresan variaciones politéticas en el
mucho más elaborados de estas tribus por medio de coeficientes y matrices conjunto tribal total, con un nivel habitual de 65-95 % de elementos
de similitud (Fig. 86). o tipos compartidos reuniendo pares de conjuntos de una sola tribu. No
Antes de abordar nuestra tercera línea de enfoque —el método histó­ parece confirmarse el concepto de un “corazón tribal” focal incluyendo la
rico— los resultados teóricos de esos experimentos etnográficos deberían totalidad de los elementos tribales y a partir del cual declinan radialmente
ser puntualizados de nuevo. En la pequeña muestra de tribus estudiada en zonas concéntricas (Fig. 67). Más allá de las fronteras tribales los arte­
los resultados confirmaban la idea según la cual los conjuntos de asenta­ factos y elementos tribales todavía se observan en otras tribus pero su
número experimenta una caída prácticamente exponencial en todas las direc­
ciones a partir de los límites tribales. Pero hay excepciones a esta caída expo­
oTribus atabascas nencial, con elementos compartidos que llegan hasta el 87 % entre conjuntos
tribal y lingüísticamente no relacionados, en un caso singular mencionado
por Voegelin (1942). Esas excepciones están claramente relacionadas con
líneas de intercomunicación e interconexión singularmente buenas o malas in­
troducidas por barreras y vínculos topográficos, lingüísticos, históricos o so-
cioculturales inusuales.

SU EN WN NT ST SC C¡ WM WS Hu Me Li 01 Ll Wa Zu SA SI KP HP

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Fig. 86. Matriz ordenada de coeficientes de parecido


(Q2) entre los conjuntos de elementos culturales de
veinte tribus apache-pueblos, clave, Capítulo 9, III,
Fig. 85. Comparación entre la velocidad de caída de ios elementos com­ ejemplo (2); véase también Fig. TI. Este diagrama
partidos a lo largo de un perfil transversal de un grupo lingüístico homo­ aísla las tribus atabascoparlantes en tanto que grupo
géneo (atabasco, navajo, piman, llanero, pueblo; de los conjuntos North cultural, aunque dos de sus porciones han adquirido
Tonto —Llanero, un perfil de 150 km de longitud). El conjunto de refe­ elementos culturales materiales pueblo.
rencia corresponde al apache North Tonto (NT), área, Fig. 84. Fuente: Gifford, 1940.
354 Arqueología analítica Etnología de grupo 355

En áreas gozando de un ambiente asaz homogéneo en las que concu­ y mediatizado para que pueda aportar el tipo de información estudiada en
rren tribus de tecnología y economía similares, el declive exponencial defi­ la sección III. Sin embargo, el testimonio histórico sobre las culturas y tribus
niendo a cada entidad tribal tiende a caer del nivel 95-65 % a un nivel antiguas puede constituir, previa selección, una base más equivalente de
de fondo de un 30-0 % de elementos compartidos que enlazan tribus, por comparación con las antiguas entidades arqueológicas que la que nos ofrece
otra parte totalmente no afines, conectadas sólo por una estrategia de tecno- la etnografía moderna; primero porque los documentos antiguos a menudo se
complejo común. Todas las tribus estudiadas pertenecen ai mismo grupo refieren a las sociedades contemporáneas de las que conocemos la estructura
racial a nivel del indio americano pero, cómo cabría esperar en las comu­ arqueológica, y en segundo lugar porque no podemos suponer que las co­
nidades regionalmente interprocesadoras, las poblaciones y características munidades primitivas supervivientes, confinadas en nichos marginales, con­
subraciales son evidentes y, en parte, coinciden con las entidades de paren­ tinúen ofreciéndosenos como un buen modelo para las culturas prehistóricas.
tesco a nivel de grupo tribal. Las implicaciones de los datos demuestran En este sentido, los testimonios de los mejores historiadores antiguos nos
meridianamente que si los conjuntos de elementos y artefactos se aglomeran son preciosos puesto que la base misma de la identificación y clasificación et­
en base a la afinidad general, entonces los agregados de conjuntos muy nográfica utilizada por los autores antiguos era una mezcla politética y tácita
similares unirán normal e intencionalmente unidades tribal y lingüística­ de los atributos distintivos del vestir y el comportamiento, de los aspectos
mente enlazadas, aunque la entidad no se equipare exactamente con uno u peculiares de la cultura material y la organización social y, secundariamente,
otro de los factores componentes. de la filiación lingüística y la nomenclatura tribal de sus vecinos bárbaros.
Esta base es muy parecida a la de los taxa arqueológicos puesto que ambas
incorporan los atributos diversos que materializan el patrón de diversas
IV Pruebas etnográficas históricas dimensiones culturales diferentes. Hay muchas probabilidades, pues, de que
el conjunto de pueblos identificados por los autores antiguos como escitas,
Veamos, ahora, nuestro tercer método de investigación destinado a exami­ celtas, germanos o iberos reconocibles coincidan mucho más con el conjunto
nar entidades arqueológicas cada vez y en cualquier lugar que salen de la pe­ de conjuntos arqueológicos designados como escita, celta, germánico o ibé­
numbra de la prehistoria y penetran en la zona iluminada y mediatizada de rico de lo que uno u otro de ambos, grupos de conjuntos coinciden con
la historia. La mediatización de la documentación histórica surge del efecto los conjuntos lingüísticos restringidos de mismo nombre. Desde este punto
de filtro inevitable del autor individual en tanto que miembro instruido de de vista las unidades tribales y las confederaciones estudiadas por los grandes
una subcultura literaria de élite escribiendo con la óptica y con los prejui­ historiadores clásicos merecen ser buscadas en el registro arqueológico
cios de su conjunto sobre materias seleccionadas de interés para este con­ —desde las alusiones en la saga homérica a los pormenores de Heródoto
junto. Una vez más es posible proclamar que las pruebas históricas son sobre los escitas, de Tácito sobre celtas y germanos, o de Ptolomeo y
más completas que las mejores pruebas arqueológicas, pero ambas tienen Jordanes sobre los baltas, eslavos y godos. Esos autores establecen la trama
bases intrínsecas y su información es entrecruzada y diferente; no mera­ básica de la Europa tribal que sobreviviría y se transformaría en las naciones
mente mejor o peor. Cuando el historiador Bede habla de la ocupación de feudales de la Europa medieval y que todavía puede identificarse en las com­
Kent por los yots lo que quiere decir no es lo mismo que cuando un ar­ binaciones y permutas territoriales que forman los países de Europa oc­
queólogo hace observar la ausencia de conjuntos yots en Kent. Para el histo­ cidental.
riador, un grupo de germanos norteños heterogéneos políticamente unidos y Ejemplo. Esta clase de enfoque histórico puede ilustrarse por la trayec­
simbolizados connotativamente por un miembro de la realeza yot puede re­ toria del grupo cultural de los Campos de Urnas de Europa central y de
cibir el nombre de yots o jutlandeses. Para el arqueólogo un conjunto in­ las transiciones de su aparición unos siglos antes de Cristo. Sus progresos,
trusivo de artefactos sajones y frisios carentes de los tipos clave del con­ fragmentariamente registrados tanto en el registro arqueológico como en el
junto yot no puede designarse como intrusión yot. Muchas de las contra­ registro histórico, permiten comparar y valorar las pruebas y las entidades
dicciones históricas y arqueológicas provienen de los marcos de referencia intervinientes.
diferentes de los estudios históricos y los estudios arqueológicos —ambos El grupo cultural de los Campos de Urnas incluye un grupo de culturas
justos, a su manera. De ahí que en la contrastación y comparación de relacionadas y colaterales caracterizadas por conjuntos que comparten la mis­
entidades históricas y arqueológicas no se pueda suponer que la “verdad” ma gama pero estados diferentes de ios mismos artefactos tipo específi­
sea el privilegio de una u otra disciplina; ni tampoco que la relación entre cos. En el registro arqueológico este conjunto está representado por asenta­
una entidad arqueológica y una entidad histórica carezca de complejidad. mientos, cerámica, útiles y armas de bronce, junto con varios objetos fune­
El testimonio etnográfico histórico no puede competir con el alcance de rarios y rituales. Los conjuntos de cerámica incluyen urnas bicórneas de cuello
los datos etnográficos recientes. El testimonio histórico es demasiado inigual cilindrico, fuentes y jarras sumamente trabajadas y una alfarería especiali­
356 Arqueología analítica Etnología de grupo 357

zada en texturas y formas particularmente bruñidas de aspecto netamente me­


tálico con una decoración a base de acanaladuras, protuberancias circula­
res y semicirculares y efectos de turbante. Las grandes jarras de aprovisio­
namiento servían también para contener incineraciones, normalmente tapa­
das con un plato y dispuestas en grupos en grandes necrópolis. Los objetos
del culto para esos enterramientos incluían modelos teriomórficos y cró­
talos de arcilla —motivos favoritos: aves silvestres, ganado y jabalíes.
Variantes regionales diferentes de este conjunto cerámico se hallan en las
culturas colaterales del agrupamiento cultural de los Campos de Urnas.
Los asentamientos incluían aldeas de amplias casas rectangulares de madera, a
menudo asociadas con fortificaciones de los altos próximos, usadas como
refugios colectivos para las comunidades locales. Los antecedentes económi­
cos del grupo cultural se centraban en una estrategia agraria mixta de culti­
vos extensivos y pastoralismo complementario con grandes manadas de ga­
nado y piaras de cerdos. Su rico conjunto de bronce dependía de un con­
junto de equipos producidos industrialmente y de un sistema radial de dis­
tribución centrado en la explotación a gran escala de las minas de cobre
eslovenas y alpinas. Las armas características incluían la revolucionaria
espada pistiliforme de empalme tripartito, lanzas de caballería, jabalinas,
el largo escudo oval y una variante en bronce de la coraza de cuero y
casco con cimera. Como herramientas, abundantes hachas de talón, hachas
de cubo, hoces, sierras, puñales de dorso curvo, agujas y esporádicas
fíbulas de bronce. La utilización de la hoja de bronce batido se generaliza
en la fabricación de calderos, vasos, baldes, jofainas y coladores para pre­ Fig. 87. Mapa de las áreas centrales de las lenguas indoeuropeas hacia 500 a.C. Las
parar bebidas. áreas interiores sombreadas relacionan el desarrollo emergente del céltico, del itá­
Este conjunto hizo su aparición integrada como resultado de la corre­ lico, el eslavo y el ilirio con la distribución radial del grupo cultural de los
lación direccional de artefactos y elementos anteriormente diseminados por Campos de Urnas hacia 1200-700 a.C., con lo cual se subraya la existencia de
toda Europa central, pero especialmente abundantes en la región del Da­ un anillo periférico de áreas indoeuropeas no Campos de Urnas —teutónica
nubio central. Hacia el siglo x a.C. el grupo cultural propiamente dicho ocu­ y báltica de una parte y tracofrigia, griega e hitita de otra.
paba, además del Danubio central (Hungría), una región nororiental en Polo­
nia (cultura de Lausitz), un área suroccidental en los Alpes occidentales (Hall- tual Riviera. Por aquel entonces el conjunto hallstáttico de los Campos de
statt) y un territorio italiano penetrando en el Mediterráneo (Figs. 73b, 87). Urnas se estaba modernizando con armas y útiles de hierro pero que seguían
Por razones históricas y arqueológicas accidentales, la secuencia y la iden­ copiando, en gran parte, los viejos modelos de bronce. En los comienzos
tidad de la proyección suroccidental del grupo —la cultura de Hallstatt al­ del siglo vi a.C. el conjunto hallstáttico desborda la Riviera y los conjuntos
pina— es, con mucho, la más conocida. Arqueológicamente hablando, la tra­ de Hallstatt C y D comienzan a penetrar en España.
yectoria temporal de Hallstatt ha sido segmentada en varias fases sucesivas La importancia de esta serie de acontecimientos es que afectan a la totali­
—del Hallstatt A al Hallstatt D. Esos modos artefactuales sucesivos plasman dad de un conjunto cultural en marcha, y que cada avance del mismo puede
las fluctuaciones de la expansión del área de distribución de los conjuntos ha­ ser fechado con cierta aproximación. Más significativo aún es el hecho de que
cia el sur y el oeste. En la fase de Hallstatt A, el conjunto completo estaba los autores griegos conservaron relatos históricos de una serie de movimientos
confinado en las estribaciones prealpinas y valles de un territorio que incluía en esta región, en ese período y de ese patrón general que coinciden con las
gran parte de Austria. Los conjuntos de Hallstatt B y C se extendieron más configuraciones arqueológicas en vías de transformación.
hacia el suroeste, siguiendo el valle del Ródano y, durante un breve período en La tradición homérica de mediados del siglo IX nos cuenta confusamente
los siglos vil y vi a.C., se detuvieron al norte de la clásica Massalia cómo el litoral de la Riviera estaba ocupado, entonces, por la tribu indíge­
—aquí la cultura de los Campos de Urnas tenía una frontera común con una na de los lígyos o ligures, y que más al norte estaban los cimerios. En el
cultura arcaica de la Edad del Bronce que había ocupado el litoral de la ac- siglo vil la colonia griega de Massalia se hallaba establecida en territorio
358 Arqueología analítica Etnología de grupo 359

ligur, pero en el siglo vi Hecateo relata que más allá del territorio de los
ligures había aparecido la poderosa confederación tribal de los celtas. He-
ródoto escribe, algo más tarde, que el centro del territorio celta se situaba
en los Alpes en la región de las fuentes del Danubio, pero que incluía gran
parte de Austria y la importante ciudad de Nyrax o Noricum, en Estiria,
igualmente mencionada por Hecateo. Heródoto concluye, y el historiador
Eratóstenes lo confirma, que algunos celtas ocupaban el norte de España.
El comercio a gran escala entre Massalia y las tribus celtas de la región de
las fuentes del Ródano y del Danubio hacía llegar vino y productos de lujo
a los jefes de la confederación celta a cambio de un suministro garantizado
de materias primas, especialmente oro, estaño, esclavos y cereales. Este inter­
cambio entre los celtas y las ciudades coloniales griegas y etruscas llevaría en
el siglo v a la protección por la aristocracia del arte de La Teñe, derivado del
arte clásico; un estilo que serviría de diagnóstico subcultural de una élite
cultural.
En el registro arqueológico e histórico de esta área y este período tenemos
dos descripciones de acontecimientos que cubren el período comprendido en­
tre los siglos IX y v a.C. Los patrones y secuencias de ambas descripciones
coinciden en grado sumo y, tomados conjuntamente, nos dan una imagen
estereoscópica en la que sólo faltan los pequeños detalles y una iluminación
uniforme. La coincidencia entre los conjuntos históricos y arqueológicos im­ (a) Celta (Museo de Aviñón) (b) Germano (Basílica de Neptuno de
plicados es de la clase propuesta por la etnología reciente y admite una iden­ Marcus Agrippa, Roma)
tificación razonable de la rama suroccidental del grupo cultural de los Cam­
pos de Urnas —la cultura hallstáttica de los Alpes occidentales— en tanto
que equipo material del grupo de tribus celtas. Esta equiparación se basa en
el supuesto de que otras lenguas, aparte de los dialectos celtas, eran habladas
en el grupo y que numerosas tribus no celticoparlantes, como los ligures,
adoptaron la cultura material celta. La amplia equivalencia de parte del grupo
lingüístico celta con parte de la cultura de los Campos de Urnas alpinos, y
de ambas con las tribus celtas, continúa siendo satisfactoria y convincente.
La identificación por parte de los autores del pasado de unos vecinos
bárbaros se centraba en dos niveles de organización —“pueblos” y “tribus”.
La unidad tribal era una unidad todavía subyacente en la sociedad clásica y
una unidad que todavía podía identificarse en las unidades políticamente
autónomas que funcionaban más allá de sus fronteras. Por encima de esas
pequeñas unidades operacionales se podía identificar “pueblos” étnicos cate-
gorizados por la amplia intersección de las series subraciales, de grupos lin­
güísticos y de grupos culturales. El historiador Eforo, por ejemplo, obser­
varía cuatro “pueblos” bárbaros principales en el siglo iv a.C. —celtas, es­
citas, persas y libios. Comoquiera que esas antiguas identificaciones son ét­
nicas y no puramente lingüísticas, las entidades percibidas se equiparan bas­
tante bien con los conjuntos arqueológicos con estilos artísticos, armas,
artefactos y estilos de vestir diferenciados. Las armas y el vestido, particular­ (c) Escita (Vaso KulOba)
mente, impresionaron a los antiguos historiadores en tanto que elementos
característicos y ensalzantes de las diferencias esenciales entre “pueblos”. Fig. 88.
360 Arqueología analítica Etnología de grupo 361

Su profunda y acertada observación es apoyada por observaciones etnográfi­ italianos? Esas áreas compartían desarrollos colaterales del mismo conjunto
cas recientes; por ejemplo, la identificación de las diversas tribus de indios de Campos de Urnas centroeuropeo. Además, los movimientos que llevarían
piel roja puede alcanzar un nivel de máxima precisión a partir de los rasgos las culturas de los Campos de Urnas a Francia, Italia y Polonia representan
modales e idiosincráticos del vestido (Figs. 88, 89). Esta cómoda aunque los últimos movimientos a gran escala de conjuntos culturales completos antes
aproximada equivalencia en base a antiguos taxa étnicos y arqueológicos nos que el registro de la historia clásica explore los horizontes bárbaros y registre
permite equiparar los antiguos “pueblos” con grupos culturales o entidades sus configuraciones. Si el grupo étnico céltico produce semejante impacto en
mayores, y las “tribus” con culturas arqueológicas o entidades menores. el registro arqueológico, entonces podríamos preguntarnos si algo del mismo
Aún es posible, después de todo, distinguir un grupo de culturas materiales orden no debería correlacionarse con las demás entidades de Campos de
coincidiendo claramente con el de Eforo —celtas, escitas, persas y libios. Urnas de similar tamaño y dimensión.
Nos hemos alejado, momentáneamente, del problema del grupo cultu­ El grupo noroccidental o grupo de los Campos de Urnas de Lausitz
ral de los Campos de Urnas para estudiar una de las tres ramas radiales estuvo ininterrumpidamente conectado con el área centroeuropea durante
—la expansión celta suroccidental. Pero ¿qué sabemos de las identidades his­ un largo período de la prehistoria —la formación de la cultura de Lausitz
tóricas y lingüísticas de las otras secciones —los Campos de Urnas centro- refleja un replanteamiento y una reorientación —mucho más que las demás
europeos, los Campos de Urnas noroccidentales y los Campos de Urnas expansiones radiales más tardías y más bruscas. Desafortunadamente el área
de los Campos de Urnas de Lausitz no surge en la historia hasta el siglo I a.C.
En efecto, Tácito señala que el valle inferior del Vístula, en territorio de
Lausitz, estaba entonces ocupado por dos confederaciones de tribus, los
venedi y los lugii —remarcables por su parecido con los germanos pero dife­
renciándose de ellos por sus características físicas y por su cultura. Los
venedi sobrevivieron hasta principios del medioevo europeo, específicamente
identificados por el autor gótico Jordanes en sus tribus escindidas: los antae
y ¿clavos, —ambas, tribus eslavas históricas; la última designando al grupo
entero. En el Vístula meridional, los lugii eran una confederación abarcando
las tribus de los harii, helvecones, manimi, helisii y naharvali, según Tácito.
También esas tribus sobrevivirían en la misma área general, con nombres
prácticamente incambiados, hasta el siglo x, época en que todos son eslavo-
parlantes. La conclusión posible es que las tribus venedi y lugii del siglo i,
que ocupaban la cuenca inferior del Vístula, eran étnicamente eslavos. Por
consiguiente, si la tradición de conjuntos culturales supervivientes última en
instalarse en esta área hubiese sido la de los Campos de Urnas de Lausitz,
entonces este aspecto radial del grupo cultural de los Campos de Urnas se
componía probablemente y sobre todo de tribus eslavas y sus antepasados
(Jazdzewski, 1949).
Argumentos similares parecen inevitables para conectar la prolongada y
compleja infiltración de los Campos de Urnas por Italia con la distribución
de las tribus italicoparlantes históricas —el último movimiento étnico a gran
escala detectable en la península antes de la historia escrita. El área centroeu­
ropea del grupo cultural Campos de Urnas aparece de forma similar en la his­
toria clásica como el área de las tribus tracias e ilirias.
Las lenguas celta, eslava, itálica e iliria forman parte del grupo lingüís­
tico indoeuropeo y son bastante parecidas entre sí. Parece probable pues, que
las tres principales culturas Campos de Urnas adoptasen las lenguas protocel-
ta, protoeslava y protoitálica en sus nuevas patrias. Otra consecuencia adicio­
Fig. 89. Variaciones modales en los patrones indumentarios
entre los indios del Oeste de los Estados Unidos. nal es que el celta occidental sea la última lengua en destacarse del conjunto,
Fuente: Wissler, 1923. siguiendo a la itálica, y ésta a la eslava, la más antigua y más estrechamente
362 Arqueología analítica Etnología de grupo 363

vinculada con las lenguas ilirias arcaicas. De esta identificación se deducen primera vez como un grupo étnico de status cultural en el Danubio medio y
importantes corolarios. en las fronteras alpinas del grupo cultural de los Campos de Urnas, un grupo
Si echamos una ojeada a un viejo mapa lingüístico de Europa y aceptamos de tribus con un conjunto cultural específico y probablemente un grupo
la identificación que acabamos de establecer, veremos que al menos dos desta­ específico de dialectos. En el transcurso del tiempo la cultura se transforma
cadas lenguas europeas; a saber, el grupo teutónico centrado en Alemania y en una cultura de mayor extensión con culturas regionales y termina trans­
Escandinavia, y el grupo balta centrado en el Báltico oriental, no están formándose en un grupo cultural con sus propias culturas componentes; el
incluidos en la teoría de los Campos de Urnas (Fig. 87). Es, precisamente, desarrollo y la diversificación lingüística deben acompañar estos desarrollos
en esas dos áreas estrechamente relacionadas, donde la arqueología registra aunque no serán una simple función de éstos ni en la distribución espacial
un desarrollo cultural y religioso sorprendentemente continuo e ininterrumpi­ ni la temporal. En el siglo I a.C. el grupo celta ha alcanzado por lo menos
do durante toda la edad del Bronce y principios de la del Hierro. En ambas la posición de grupo cultural, con culturas componentes desde Irlanda a Es­
áreas, después de la integración durante el Neolítico medio de los grupos cul­ paña y de Francia a Anatolia, con una diversidad lingüística comparable.
turales de la Cerámica Cordada/Hacha de Combate y los Vasos de Embudo, Lo mismo puede decirse de los eslavos y de los escitas y numerosos otros
una tradición homogénea local del Neolítico reciente sobrevive, en esencia, “pueblos” importantes. Las antiguas poblaciones son absorbidas o acultura­
hasta la Edad del Hierro. Podría suponerse, pues, que algunas de las lenguas das e inyectan algunos de sus atributos en el sistema persistente —a menudo
indoeuropeas de Europa se remontan por lo menos al Neolítico medio ha­ atributos inesenciales, que más tarde representarán un papel crucial de catali­
cia 2500 a.C. y conciernen a los grupos culturales de la Cerámica Cordada/ zador en la aparición de los nuevos patrones. A nadie escapará el impulso
Hachas de Combate y Vasos de Embudo, además de otros —si se incluye a rítmico de los ciclos de “nacimiento”, “crecimiento”, expansión en grupos
los grupos celta, itálico, eslavo e ilirio en sus contextos de la Edad del Bronce, culturales, divergencia regional, remodelado y realineación, o “muerte” cul­
hacia 900 a.C. AJhora bien, dado que las fases correspondientes al Bronce an­ tural; las entidades arqueológicas no son estáticas sino que pasan por varios
tiguo y medio europeo, hacia 2000-1200 a.C., contienen cierto número de estados y niveles de organización.
transformes culturales de los grupos culturales de los Vasos de Embudo y la
Cerámica Cordada, así como culturas proto-Campos de Urnas —admitiendo
que el grupo de lenguas indoeuropeas tenga un largo y complejo pasado Notas
europeo— es posible que se remonten por lo menos a las culturas neolíticas, con El conjunto cultural arqueológico es el tema central de este capítulo; es un rasgo de la
complejas ramificaciones reticuladas. Una simple ecuación entre el grupo cultu­ arqueología británica durante la última década el hecho de que entidades como ésta y
ral de la Cerámica Cordada/Hacha de Combate y el grupo de lenguas indoeu­ como el grupo cultural hayan caído en desuso. Después de que Childe (1929) sistema­
ropeas es, pues, irrealizable aunque prácticamente nadie quiera negar determi­ tizara en la prehistoria europea el enfoque de la “cultura” como unidad alrededor de
nado protagonismo a dicho grupo cultural. la cual se organizaba el análisis, la definición-de la cultura pasó a ser durante las tres
Esta sección y su ejemplo contribuye a resaltar algunas de las formas en decadas que siguieron uno de los principales focos de la actividad arqueológica. Una
que están conectadas las entidades étnicas históricas y las entidades arqueoló­ vez definidas en el tiempo y el espacio, las similitudes culturales eran interpretadas a
partir de su grado de interacción social: desplazamientos de gente, difusión e “influen­
gicas. El primer punto a señalar es que los datos arqueológicos y sus entida­
cias” eran los procesos más comúnmente propuestos como motivos de similitudes in­
des no son ni menos precisos o menos informativos que los datos históricos, terculturales. Pero actualmente, este enfoque tiene sus críticos, por lo que parece útil
sino que están enfocados distintamente. Los artefactos aportan una informa­ resumir sus posiciones si queremos poner en perspectivas los razonamientos desarro­
ción y un sesgo diferentes en tanto que documentos de comportamiento a llados a lo largo de los capítulos 6-9.
los que proporcionan los documentos escritos. La dificultad para equiparar Daniel (1971) pretende que la cultura era meramente un dispositivo conceptual para
entidades arqueológicas y entidades históricas reside en esta diferencia; una agrupar conjuntamente asentamientos y artefactos a falta de métodos de datación abso­
equivalencia simple o exacta no es posible pero sí hay correlación dentro de luta independientes. Con la proliferación de métodos de datación en arqueología, el
unos límites. Con respecto a esto hemos observado, por ejemplo, que los concepto de cultura se ha vuelto redundante y debería sustituirse por la descripción de
“pueblos” de los historiadores clásicos se equiparan aproximadamente con la la “vida y los tiempos de la gente prehistórica”. Este objetivo “descriptivo” es tema de
intersección del grupo lingüístico, grupo cultural y conjuntos de subrazas, feroz controversia, pero lo más interesante, aquí, es el hecho de que Daniel no acuerde
suficiente atención al aspecto espacial de la definición de cultura: ¿existen patrones
mientras que las entidades “tribales” más pequeñas se refieren a conjuntos in­
identificables en la distribución de cultura material que justifiquen la creación de “cultu­
dividuales y específicos de lenguas, culturas y parentesco. ras” (como se intenta hacerlo en el capítulo 6) y su ecuación con los grupos sociales hu­
Ahora podemos darnos cuenta de las dificultades clasificatorias que sur­ manos (como he pretendido en este capítulo)?
gen en una trayectoria temporal donde las entidades pueden avanzar de un Un punto de vista adoptado aquí es que las “culturas” definidas por la cultura ma­
rango al siguiente y retroceder de nuevo. Los pueblos celtas aparecen por terial dificultan la observación de abundante variabilidad en el comportamiento huma­
364 Arqueología analítica Etnología de grupo 365

no. Las observaciones etnográficas de Donald Thomson, publicadas a finales de la entre comunidades (Hodder y Orton, 1976; Hodder, 1977a). La admisión, a menudo
década de los años treinta (Thomson, 1939), en el sentido de que el mismo grupo de implícita, de la disminución de la similitud espacial en los patrones artefactuales ha
cazadores - recolectores australianos utilizaba conjuntos de cultura material totalmente sido la base de la definición de “cultura”, pero el estudio de Hodder ha demostrado
distintos según la estación del año han sido subrayadas por Eric Higgs y sus discípulos el papel desempeñado por las comunicaciones (ríos, carreteras, topografía), por los
de Cambridge (Higgs, 1975). Esas observaciones suponían que el arqueólogo identificaba valores social y económico (compárese las distribuciones de los centros de producción de
cuatro conjuntos culturales separados a partir de diferencias artefactuales que rio refle­ mosaicos —de demanda reducida— y de tégulas —de gran demanda— en la Britania
jaban más que estrategias de subsistencia estacionales. Si tal era el caso de los aboríge­ romana), por los centros de servicios competitivos (p. ej., los resultados del empleo de
nes wik monkan mencionados por Thompson ¿no podría ser también el caso de otras modelos de gravedad en las distribuciones de la cerámica romana tardía de Oxford
áreas del mundo donde el arqueólogo había distinguido “culturas” distintas? Si, ade­ y de New Forest, o los bifaces del Neolítico británico) y por la densidad de patrones
más, los conjuntos de cultura material de dos o más asentamientos fuesen idénticos, de asentamiento. Se observa, además, que los artefactos tipo individuales no “dependen
¿significa esto que sus prácticas de subsistencia eran obligatoriamente similares? Detrás de la cultura” —los bifaces neolíticos británicos y los útiles franceses de Grand Pressigny
de la fachada monolítica de la “cultura” se descubría que una extensa gama de varia­ están asociados con más de un conjunto cultural. Pero si se admite que todos esos
bilidad económica podía permanecer oculta en espera de análisis arqueológicos factores afectan a las formas precisas de los patrones de caída de distribución obser­
(Higgs, 1972, 1975).
vables en el registro arqueológico, ¿qué papel desempeñan —si es que desempeñan
Otra fuente de variabilidad reside en. la identificación de un número creciente de alguno— los factores culturales? En el capítulo 6, David Clarke afirma que «el número
objetos intercambiados o comercializados en el registro arqueológico. Este ha sido de tipos específicos compartidos con otras culturas individuales es pequeño, y las fron­
uno de los rasgos de la investigación mediante estudios de caracterización de las ma­ teras comunes mutuas estarán bastante bien definidas por una banda de gradientes ex­
terias primas con recurso al análisis de activación de neutrones y espectroscopia de ponenciales coincidiendo con las zonas de “máxima caída” para los artefactos culturales
emisión óptica (Brothwell, Higgs, 1969). Además de su aplicación a los estudios de de los conjuntos fronterizos...». La zona central o peldaño irregular de la elevada (y
materiales como el pedernal, la obsidiana y el metal, el análisis de la cerámica prehis­ aproximadamente constante) afinidad mutua entre los conjuntos politéticos definirá,
tórica ha dado resultados fascinantes. La hipótesis tácita frecuentemente formulada pues, el “área cultural” arqueológica esencial (p. 239). Esta forma dé razonamiento
de que la cerámica era producida, utilizada y desechada por (y en) el mismo colectivo viene respaldada por los estudios etnográficos presentados en el capítulo 9. La demos­
social, pese las numerosas pruebas etnográficas de lo contrario, era muy generalizada en tración de la relación entre los peldaños y discontinuidades de distribución de una parte,
los estudios prehistóricos europeos. Comoquiera que la cerámica era el artefacto que y la existencia de la territorialidad, de otra, se deben a Soja (1971), pero Hodder y
con mayor frecuencia aparecía en los asentamientos prehistóricos, no debe extrañarnos Orton (1976) aconsejan la máxima prudencia en su aplicación automática a la inter­
que fuese un elemento importante para la definición de las “culturas”. Se suponía que pretación de los patrones de distribución arqueológica: sus análisis de la distribución
las similitudes de formas, materiales y, sobre todo, la decoración, representaban la tra­ de monedas de dos tribus prerromanas en Britania no observan, ni de lejos, el patrón
dición de un grupo social común. Los efectos del comercio y los patrones de distribu­ territorial previsto.
ción del mercado sobre la cerámica británica medieval (p. ej., la distribución más amplia Volviendo a las asociaciones entre patrones de distribución de artefactos, se consi­
de la porcelana por comparación con la distribución más localizada de la loza de uso dera que los arqueólogos deberían emplear pruebas de asociación para distinguir entre
corriente) fueron subrayados por Jope (1963), pero sólo con los análisis petrológicos patrones aleatorios y no aleatorios (Hodder y Orton, 1976), de lo contrario podría
de Peacock de las clases de cerámica de la región de Herefordshire-Costwold, del Oeste ocurrir que las “culturas” fuesen definidas a partir de “grupos de asociaciones”
dé Inglaterra se llegaría a entender plenamente que «el estudio de los orígenes de los puramente aleatorios. Cuando se aplican pruebas de asociación a los materiales de la
estilos de la cerámica llevaría a una mayor comprensión de los efectos de la herencia o Edad del Bronce antiguo del norte de Alemania y del Bronce medio de la Cuenca
influencias culturales sobre los alfareros, pero no, necesariamente, sobre los usuarios cárpata, aparece una gama de distribuciones incluyendo desde grupos localizados de­
de sus productos» (1968, cursivado por el autor). finidos por tipos ornamentales hasta patrones más extensos definidos por espadas y
Con la admisión por parte de los arqueólogos británicos y europeos de la varia­ hachas. Se supone que los ornamentos localizados reflejan “símbolos de identidad”
bilidad introducida por el comportamiento de subsistencia y los patrones de comercio (Hodder, 1977a) presentes en las áreas de gran densidad de asentamiento, mientras
e intercambio, crecería la resistencia hacia la definición y utilización de la expresión
que las espadas y hachas corresponden a un nivel mucho más bajo de demanda local y
“culturas”. Cunliffe (1974), por ejemplo, prefería definir “zonas de estilos” en la Edad “pueden estar en relación con un elevado nivel de interacciones, en la jerarquía social”.
del Hierro británica, y Clark (1975) sustituyó “culturas” por “territorios sociales”
Esta distinción entre patrones de distribución y su significado en términos de interac­
y “tecnoterritorios” en el estudio de los asentamientos postglaciares antiguos y recientes
ción humana ha sido explotada a fondo por Hodder (1977b) en su estudio de tres tribus
de Escandinavia. Hubo, asimismo, un resurgimiento de interés por los estudios etno­
del distrito de Baringo en el Oeste de Kenya. Entre dos de las tribus —los tugen y los
gráficos del comercio, estimulados en Gran Bretaña por Grahame Clark (1965). Los njemps— existe una clara distinción entre rasgos tales como la vestimenta personal y
patrones espaciales en la cultura material continuaban siendo aceptados por los arqueó­
las edificaciones, y la circulación intertribal de rasgos es muy reducida. En el registro
logos aunque se empezaba a cuestionar la necesidad de su equiparación con los grupos
arqueológico estas pruebas de cultura material se interpretarían en términos de “ausen­
sociales.
cia” de interacción entre las dos tribus. De hecho, está probado que existe un contacto
A nivel analítico, los estudios recientes de patrones de distribución de artefactos
por encima de las fronteras tribales (mercados, intercambios recíprocos, etc.). Esta
individuales han utilizado métodos cuantitativos (análisis superficiales de segregación y
observación contradice uno de los supuestos básicos implícitos en el uso del concepto
tendencias) para definir curvas de “caída” de interacción decreciente con la distancia
366 Arqueología analítica

“cultura”: el grado de interacción entre comunidades o grupos sociales no es necesario


que se refleje directamente en los patrones de la cultura material (Binford, 1972).
Por otra parte Hodder señala que los métodos de definición de conjuntos y culturas
presentados en Arqueología Analítica serían capaces de distinguir las tres tribus y deter­
minar cuáles son las que están más estrechamente relacionadas. En este caso lo que
10 Entidades - Procesos y procedimientos
está haciendo el arqueólogo es distinguir patrones artefactuales que reflejan “identidad
tribal”, tal como hace Clarke con los datos etnográficos de Norteamérica, en este capítu­ La entidad es más importante que la cantidad.
lo. Pero surge un triple problema. Primero, la espinosa cuestión de la “tribu” en DEAN R. W. GERARD, 1965
tanto que tribu —¿cómo definir adecuadamente sus límites espaciales (Hodder,
1977a)? Segundo, ¿cómo distinguir entre los patrones de caída en la distribución arte-
factual que produce la difusión cultural de los patrones que reflejan una atenuación I Introducción
de la interacción con el alejamiento de un área central? Tercero, en el distrito de
Baringo pueden definirse varias “culturas” diferentes a partir de los rasgos “seleccio­ Los artefactos materiales producidos por las sociedades humanas cumplen va­
nados’3 o “disponibles” para el estudio (es decir, a partir de una preservación y un rias funciones diferentes a la vez —algunas con pleno conocimiento de sus
tamaño diferencial de la muestra).
autores, otras, en cambio, a guisa de interacciones fortuitas. Los patrones de
¿Cuáles son, entonces, las principales implicaciones de esta nueva investigación
del concepto de “cultura” y su interpretación social, tal como se presenta en los capítu­ cultura material son, antes que nada, patrones de comportamiento material
los 6 y 9? Es evidente que debe existir un enfoque más cuantitativo del análisis de —patrones de acciones y actividades socialmente adquiridas y cristalizadas.
patrones de distribución de artefactos, que se formen individual o colectivamente. Cada artefacto y conjunto expresa en su estructuración altamente especializa­
Existe la impresión generalizada de que los métodos “globalistas” de definición de la da una forma de comportamiento direccionalmente correlacionado con su
“cultura” propuestos por Childe (1929) y desarrollados por Clarke en este libro han manufactura, además de otro comportamiento implícito en el patrón de utili­
legado al arqueólogo unas entidades demasiado amplias, cuya estructura íntima re­ zación previsto en el diseño (Fig. 26).
quiere ser estudiada más de cerca —p. ej., ¿qué patrones diferentes de distribución Los artefactos materiales, aparte de su manifestación en tanto que com­
existen en el seno de las entidades culturales? Incluso cuando los patrones de distribución portamiento adquirido, abarcan la cultura material como medio perfecciona­
—localizados o extensos— y las curvas de caída han sido cuantificados, el arqueólogo do de regulación y control ambiental (Figs. 6, 9, 11). Una cultura material
todavía tiene que resolver el problema de la identificación de los procesos que dieron
cada vez más perfeccionada proporciona un mecanismo de regulación y
lugar a esos patrones. Los factores culturales y los no culturales distorsionan los pa­
trones del registro arqueológico (Schiffer, 1976), pero el arqueólogo todavía será capaz control cada vez más poderoso incorporado en la trama de un sistema so-
de distinguir algunos signos de agrupación social en los patrones de cultura material, ciocultural particular. Cuanto mayor la variedad en la cultura material,
si bien deberá tomar en cuenta los demás factores (difusión cultural) susceptibles de mayor la flexibilidad de la estrategia sociocultural en su misión bloqueadora
producir patrones similares o idénticos. Esta vinculación patrón-proceso constituye el de la variedad destructora del ambiente y mayor su capacidad por proteger
núcleo de todo intento interpretativo del factor espacial en la cultura material. el formato esencial del sistema, acentuando el grado de continuidad sistémi-
ca. En este aspecto vital la cultura material ayuda a mantener y aislar el
sistema sociocultural y preserva el activo más preciado por sus generadores
—su continuidad (Figs. 24, 25).
Más sutil y menos comprendida es la capacidad de los artefactos mate­
riales por comunicar información —forma simbólica y evocadora de introdu­
cir un bucle ininterrumpido de feedback en el subsistema psicológico de la
propia sociedad. En tanto que sistema de comunicación informativa la cultura
material está supeditada a las demás técnicas de comunicación cultural, y,
al igual que todos los sistemas informativos, dispone de sus propias caracte­
rísticas (Cap. 3, II). Los artefactos y los conjuntos constituyen verdaderos
mensajes, puesto que, por definición, expresan selecciones sistemáticamente
recurrentes y ordenadas de atributos/artefactos de una serie limitada de posi­
bles componentes conocidos de los agentes intervinientes.
Existe, desde luego, otros medios de comunicación mucho más importan­
tes para la sociedad que la cultura material. El habla, la escritura, el telé­
fono, la radio y la televisión compiten con (y amplían) los gestos individuales
368 Arqueología analítica Entidades —procesos y procedimientos 369

y los artefactos sociales —ceremonias, costumbres, tradiciones, rituales, saje aislado por este tratamiento debería contribuir a diferenciar aquellos
etc.— en el continuo entrechocar de la revolución permanente de la comuni­ atributos y tipos en cuyo control estaban particularmente interesados sus ge­
cación. Sin embargo, es a este intercambio continuo de información de toda neradores. El método, entonces, consiste en distinguir los atributos y tipos
clase, a través de numerosos canales individuales diferentes, cada uno con sus controlados y los aspectos incontrolados o irregulares de la muestra arqueoló­
características propias, que se debe la transmisión de un mensaje cultural gica. Los resultados serán satisfactorios cuando el arqueólogo logre “purifi­
prácticamente “libre de error” a pesar de los parásitos. De acuerdo con car” de todo ruido parásito el mensaje fragmentario y codificado. La inter­
el teorema de Shannon, si el número de canales es mayor que la equivoca­ pretación de la muestra así tratada continúa planteando dos delicados proble­
ción, entonces es posible obtener una transmisión libre de error, y los siste­ mas: la confirmación del efecto del muestreo arqueológico, la necesidad de
mas socioculturales son redes de transmisión con un número casi infinito de sintonizar nuestra mente para recibir el mensaje de una forma congruente
canales de intercomunicación de este tipo (Ashby, 1956). con su transmisión.
La importancia del mensaje cultural general transmitido de una generación Resumiendo, cabe subrayar que la cultura material no es más que la trama
a la siguiente es que expresa el modelo del propio sistema de supervivencia de una sola dimensión de información del comportamiento sociocultural ge­
cultural, el cual, de captarse, será capaz de revelar y generar la estructura y neral y que ni un solo aspecto puede tratarse con realidad, solamente, o
las transformaciones que caracterizan el sistema. Los canales múltiples garan­ como una parte distinta. Parte del “comportamiento” de los artefactos y
tizan, por consiguiente, la correcta comunicación de este mensaje vital para conjuntos expresa una manifestación peculiar de las características del com­
la continuidad sociocultural, pero la ambigüedad y distorsión inevitables portamiento general inherente a entidades sistémicas socioculturales muy
del mensaje transferidas por feedback a las generaciones más jóvenes dan complejas. La cultura material estudiada por el arqueólogo puede conside­
lugar a una amplitud inevitable de interpretación selectiva y, por ende, de rarse, pues, como una expresión material que cumplía tres principales funcio­
creciente cambio en su desarrollo. La cultura material es, pues, un canal para nes como:
esas comunicaciones, y en tanto que un mero aspecto del sistema general
de información sociocultural, también él presentará atributos y conjuntos (i) un canal de comunicación de un sistema más amplio de información
fluctuantes y ef desarrollo selectivo de formatos sucesivos en fases sucesivas. sobre comportamiento;
El papel desempeñado por la cultura material en tanto que sistema de co­ (ii) una instrumentación funcional de un patrón de comportamiento
municación es particularmente sustancial para la labor del arqueólogo. En material particular;
efecto, aunque las sociedades del pasado hayan muerto hace tiempo, la per­ (iii) una regulación sistémica y un subsistema de control socioculturales.
manencia de su cultura material continúa transmitiendo los débiles mensajes
codificados a la intención de la cultura de sus generadores pero que también Las tres funciones de la cultura material y, de hecho, de toda la variedad
pueden ser interpretados por nosotros. La dificultad estriba en el carácter sociocultural van dirigidas abrumadoramente hacia la continuidad del sis­
fragmentario del mensaje superviviente, la obscuridad del canal de transmi­ tema, con las grandes ventajas que asegura el condicionamiento.
sión y la complejidad del código. El arqueólogo debe tratar de separar el
mensaje del ruido parásito, cuidando especialmente de minimizar la interfe­
rencia de la variedad inherente a su propio receptor sociocultural (Fig. 111). II Entidades
Una forma de enfocar el análisis de esta información codificada consiste en
recurrir a la diferencia fundamental entre la variedad del mensaje y la varie­ En el primer capítulo de esta obra señalamos que la arqueología analítica
dad de ruido parásito. Aunque similar por lo demás, la variedad del mensaje había surgido de un modelo o serie estructurada de hipótesis —las “tres
difiere del ruido parásito en el sentido de que ha sido selectivamente ordenada edades” de Thomsen, en el año 1819. Estos tipos de modelo continúan siendo
en una serie covariante y correlacionada. De ahí que el arqueólogo pueda, la forma más poderosa de expresión conceptual en la arqueología de hoy;
por lo menos, tratar de diferenciar entre la variedad clave de los atributos, la disciplina avanza, lentamente, de los modelos análogos simples hacia mode­
artefactos y conjuntos y la variedad , inesencial —la variedad clave es la que los simbólicos mucho más ambiciosos y con mayor capacidad predictiva
ha sido marcada por su condicionamiento y la seguridad consiguiente de sus (Cap. 1, VI; Clarke, 1972). Este avance prosigue y se acentúa gracias a los
tendencias conjuntas y por los patrones covariantes de intercorrelación numerosos y tenaces intentos por adaptar la experiencia perceptiva arqueo­
(Cap. 2, I). lógica a modelos conceptuales cada vez más perfeccionados. Nuestra primera
La variedad “significante” del atributo sistémico y artefactual tiende y aportación a esta forma de desarrollo de la teoría arqueológica fueron los
covaría temporoespacialmente, mientras que los atributos y artefactos ine­ tres modelos generales de bajo nivel propuestos en el capítulo 1:
senciales varían irregularmente o ni tan sólo varían. Efectivamente, el men­
370 Arqueología analítica Entidades —procesos y procedimientos 371

(i) un modelo para las entidades arqueológicas —el modelo jerárquico categorías de estructura politética logren modelar diversamente y con un
y politético (Figs. 3, 49); grado de exactitud variable diferentes entidades arqueológicas. El modelo
(ii) un modelo para los procesos arqueológicos —el modelo sistémico jerárquico de entidades politéticas debe aceptarse, pues, como una aproxima­
dinámico general (Fig. 11); ción contemporánea solamente.
(iii) un modelo para la metodología arqueológica —el modelo de feed- Las entidades arqueológicas son el resultado de la existencia en el pasado
back triesférico (Fig. 2). de redes entrelazando gente y que, “accidentalmente”, crearon lazos entre sus
artefactos (Fig. 48). Esas entidades arqueológicas son, en su mayoría, diversas
Esos tres modelos que han servido de marco de discusión a lo largo de formas de aglomeraciones de varias entidades más pequeñas y, en este aspec­
los capítulos precedentes nos permitirán resumir, ahora, las principales con­ to, todas ellas son “poblaciones”. Algunas de las regularidades más generales
clusiones alcanzadas en cada uno de sus ámbitos. en los taxa arqueológicos de todo nivel surgen de este condicionamiento y de
El modelo adoptado para las entidades arqueológicas en este estudio ha sus consecuencias (Cap. 4, I):
sido un modelo jerárquico ocupado por entidades politéticas individuales
dispuestas por orden creciente de complejidad sistémica; donde complejidad (1) La entidad de población es un sistema unidad de componentes aco­
se refiere al grado de tramado interno (Figs. 3, 49). Esta organización de plados en un contexto ambiental tal que el “comportamiento” del
los datos arqueológicos es una concepción especulativa, puesto que es con­ todo es más complejo que el de sus componentes, y que los estados
cisa y se ajusta a las entidades politéticas —las distribuciones de la afinidad sucesivos de todo el sistema influyen en los estados sucesivos de sus
arqueológica convienen a dicha organización; el campo de investigación partes.
puede dividirse, empíricamente, en áreas de incertidumbre sucesivamente más (2) La población puede poseer, pues, características “emergentes” que
pequeñas, y que como sistema “natural” posee una capacidad predictiva. sus componentes individuales no poseen.
No obstante, el hecho de que semejante modelo sea una organización ar­ (3) La población tiene una estructura y una composición definidas esti­
bitraria de datos que, en realidad, existen en dimensiones de mayor comple­ puladas para cualquier momento dado pero cambiantes en el espacio
jidad, no debería perderse de vista. Se podría haber adoptado (y todavía se y tiempo.
puede) otras clases de modelos para los mismos datos —p. ej., los modelos (4) La entidad población es ontogénica; puede presentar un “ciclo vital”
dicótomos ramificados o los modelos multidimensionales, entre otros (Che- (i) Crecimiento cuantitativo y oscilación en numerosos de sus
rry, 1957). De hecho, se ha visto con toda claridad que las entidades ar­ elementos integrantes;
queológicas no se presentan, realmente, en niveles jerárquicos simples y que (ii) Crecimiento cuantitativo y oscilación en numerosas de sus en­
muchos de los problemas más irritantes son falsos problemas que surgen de tidades plenamente representativas;
un modelo que no es el más adecuado. La intercorrelación de las series (iii) Cambio cualitativo y oscilación del sistema en tanto que sis­
“jerárquicas” de las dimensiones de las poblaciones sociales, culturales, lin­ tema estructurado.
güísticas y raciales es uno de dichos problemas (Fig. 75). Pero la realidad (5) La población tiene una “herencia” —una trayectoria anterior que
está más cerca de un sistema multidimensional continuo de elementos de mul- relaciona la población en tanto que transforme con otras poblaciones
tiestado complejamente tramado, y es a partir de estas vagas indicaciones que, más antiguas.
en los capítulos precedentes, hemos tratado de esbozar los modelos de cons­ (6) La población tiene la propiedad distributiva del número de sus ele­
telación alternativos (Figs. 50, 51, 53, 54, 65, 66). mentos en el espacio, el tiempo y los estados. La acumulación, la
El aspecto jerárquico del modelo deberá tomarse, pues, como un expe­ tendencia central, la desviación, el grado y otras medidas estadís­
diente momentáneamente aceptable, pese a algunas propiedades peligrosas. ticas contribuyen a la definición de esta importante cualidad.
Es muy probable que en el futuro se desarrolle una variedad de modelos
multidimensionales más sutiles para la clasificación arqueológica. De igual Los tecnocomplejos, grupos culturales, culturas, conjuntos, artefactos
manera, hemos insistido en que, a pesar de que la interpretación politética tipo y entidades arqueológicas similares son todos sistemas de población,
es considerablemente más realista y poderosa que los antiguos modelos mo- con las consiguientes propiedades poblacionales.
notéticos tácitos, la idoneidad de momento sólo es relativa. En primer lugar Si consideramos las entidades arqueológicas en términos de poblaciones,
porque la mayoría de las poblaciones arqueológicas no son completamente entonces básicamente sólo habrá dos categorías de variedad arqueológica y
politéticas y en segundo lugar por existir numerosas categorías diferentes de tres niveles de organización. La totalidad de las entidades arqueológicas son
relaciones politéticas —variables, tanto en el número de elementos como en el poblaciones de artefactos tipo y las entidades de nivel más bajo son pobla­
grado y naturaleza de su patrón de “compartición”. Cabe esperar que varias ciones de atributos. En ambas categorías de variedad puede observarse tres ni­
372 Arqueología analítica Entidades —procesos y procedimientos 373

veles amplios de organización en base al grado de afinidad necesario para yadas —con mayor énfasis, todavía. Puede objetarse que las regularidades
definir los elementos de los niveles de la entidad —desde el nivel más elevado temporoespaciales identificadas en este libro son demasiado genéricas para
de similitud mutua hasta el más bajo, pasando por un nivel intermedio de usarse en casos particulares pero, de hecho, el aislamiento de esas regula­
afinidad. En efecto, ya hemos manifestado que la simetría de la terminología ridades muy generales ofrece el mejor medio para aislar y definir las pe­
arqueológica subraya la simetría de la sintaxis de la afinidad que relaciona a culiaridades específicas residuales de situaciones dadas.
esas entidades paralelas (Cap. 6, II): El modelo jerárquico estático de entidades politéticas aporta una represen­
tación oportuna de las relaciones imperantes en las entidades arqueológicas,
Serie de Nivel de afinidad Serie de Nivel de afinidad sin dejar de ser una conceptualización arbitraria susceptible de ser sustituida
entidades interna entidades interna por perfeccionamientos más recientes. En el mismo sentido, no se supone,
ni mucho menos, que la definición adoptada en esta obra sea unáni­
Grupo tipológico Inferior Grupo cultural Inferior memente aceptada o adoptada. Al contrario, creemos profundamente que
Tipo Medio Cultura Medio sólo después de un largo período de anarquía terminológica seguirán de­
Subtipo Superior Subcultura Superior finiciones útiles y mayoritariamente aceptadas de las entidades y los métodos
t
artefacto
I
conjunto
arqueológicos (Cap. 1, V). Las definiciones que proponemos deben enten­
derse como un paso positivo hacia esta saludable anarquía puesto que pue­
poblaciones poblaciones den provocar modificaciones y alternativas susceptibles de generar una termi­
de atributos de tipos nología satisfactoria. Cualquier movimiento tumultuoso en el campo de las
ideas y de los conceptos intelectuales es preferible a una actitud de compla­
cencia como la que prevalece, hoy, en la arqueología.
Dos categorías
de variedad
ni Procesos

(En este contexto, tipo es artefacto tipo, cultura se refiere a conjunto cultu­ La mayor parte de este libro ha sido dedicada a la discusión y defini­
ral, y subcultura representa subculturas locales o regionales.) ción de las entidades arqueológicas o, mejor dicho, taxa de entidad, en la
creencia de que el futuro de la arqueología depende de una mayor clari­
La impresión general es que las entidades arqueológicas son categorías ficación de sus conceptos que permita emplear las poderosas técnicas mo­
de sistemas complejos representados por poblaciones de elementos, genera­ dernas al máximo de su potencial. Esas entidades arqueológicas presentan
das por categorías de unidades sociales relacionadas. Los sistemas tienen un cambio constante en una variedad de dimensiones, y los vectores puestos
una estructura politética en base a la variación condicionada de variedad de manifiesto por esos cambios sucesivos de estado suelen llamarse “pro­
sociocultural y ambiental —una estructura que se refleja en la distribu­ cedimientos”. En el primer capítulo se apuntaba que uno de los modelos más
ción de elementos en las categorías de entidad y en el espacio geográfico útiles para los procedimientos arqueológicos a cualquier nivel era un modelo
(Figs. 67, 72). El “comportamiento” temporoespacial de los complejos sistémico dinámico general a partir de una estructura sistémica y una serie
sistemas que representan entidades arqueológicas puede separarse en dos as­ de amplios postulados con respecto a su “comportamiento” intrínseco
pectos: el que refleja las regularidades inherentes a un sistema particular (Cap. 2, II, Fig. 11, postulados 1-16).
en tanto que miembro de una clase de sistemas similares con estructuras El modelo sistémico dinámico general ofrece un marco para el estudio
básicamente similares y limitadas por los condicionamientos de esta estructura de los cambios particulares de los procesos particulares aplicados a entidades
y, por añadidura, por condicionamientos contextúales similares, y el que refle­ arqueológicas específicas, previa postulación de los cambios generales intrín­
ja las idiosincrasias surgidas de los valores y estados particulares y exclusi­ secos y separación de los cambios informativos y singulares circunstancia­
vos de los elementos en un sistema específico —responsables del comporta­ les, además de proporcionar una adecuada metodología analítica (Cap. 2,
miento peculiar de la entidad particular en la serie constringida de posibles III, Fig. 12).
comportamientos. Uno de los objetivos de este estudio general ha sido el Todas las entidades arqueológicas son clases de sistemas y las entida­
aislamiento de las regularidades “inherentes” que podemos esperar de las des cambiantes son sistemas dinámicos. Comoquiera que estamos establecien­
diversas categorías de sistemas de entidades arqueológicas, a efecto de que do distinciones entre entidades arqueológicas o sistemas de niveles variables
las cualidades únicas y peculiares de casos particulares puedan ser subra- de organización y complejidad, deberemos atenernos a que a cada clase de
374 Arqueología analítica Entidades —procesos y procedimientos 375

entidad se apliquen unas clases de procedimientos diferentes y adecuados. obtenerse, normalmente, en el seno del sistema, por invención interna o a
No podemos esperar, pues, que los procedimientos aplicables a las culturas o partir de variedad externa al propio sistema de la entidad, por adquisición de
grupos culturales sean los mismos que los que se aplican a los atributos ar- la variedad difundida hasta las fronteras del sistema. En sus efectos gene­
tefactuales, pese a que aquellas entidades sean compuestos de esos últimos rales, la interacción de la entidad con el equilibrio dinámico está marcada
elementos y que los procesos que se adapten a las entidades más elevadas por el cambio cualitativo o la transformación progresiva de la población
incorporen, igualmente, los procesos más simples. Cada nivel de la jerar­ de la entidad en virtud de los estados cambiantes de sus elementos inte­
quía de taxa arqueológicos dispone de las categorías apropiadas de proce­ grantes —los cambios culturales a partir de sus cambiantes artefactos tipo
dimientos aplicables a esta clase particular de entidad. Uno de los obje­ componentes, los cambios de los artefactos tipo en tanto que integración
tivos de la clasificación jerárquica es lograr la correcta atribución de una de sus cambiantes estados de atributo.
entidad arqueológica particular a un rango particular que permita predecir
la categoría apropiada de procesos susceptibles de producirse en la entidad
—aportando una clasificación predeciblemente útil. PROCESOS ARQUEOLOGICOS
Una primera y útil decisión consistirá, quizá, en distinguir tres grandes
categorías de “procesos generales” que intervienen en la mayoría de entidades Se considera que los procesos arqueológicos denotan la ontogenia, la migra­
culturales, con efectos diferentes según el sistema, la complejidad de la en­ ción o transformación de los diversos niveles de entidades arqueológicas
tidad y sus niveles de variedad: a partir de la pérdida, aumento y transformación de sus atributos o arte­
factos. Sin embargo, los procesos arqueológicos no se desarrollan en el vacío;
(1) Ontogenia de entidad son vectores de factores socioculturales y es deseable disponer de una termi­
(2) Migración de entidad nología ajustada a las clases específicas de procesos sociales susceptibles de
(3) Interacción de entidad estar vinculados con las categorías de entidades y procesos arqueológicos;
una terminología que implique, simultáneamente, varias combinaciones de
La ontogenia de entidad se refiere a la aparición, crecimiento y desapa­ cambios sociales y culturales, y que pueda acompañar cómodamente al mo­
rición cuantitativos de la población misma de la entidad —por ejemplo, delo jerárquico estático con los procesos superiores apropiados para los ni­
el grupo cultural, la cultura, el artefacto tipo o atributos particulares. veles superiores y que subsuma los procesos inferiores como componentes.
La migración, de entidad expresa, simplemente, la capacidad por parte del La jerarquía de los procesos arqueológicos relaciona, pues, los cambios de
crecimiento cuantitativo y de la fluctuación de la población de la entidad de cultura material en los artefactos tipo y atributos con determinadas catego­
tener una distribución geográfica fluctuante. rías de cambio social que podrían haberlos producido. La interpretación
La interacción de entidad traduce los intercambios de variedad que debe­ exacta de este proceso arqueológico depende del grado de organización
rán producirse entre cualesquiera sistemas acoplados y se distingue normal­ intencional interviniendo en cada caso particular —distinguiendo entre pro­
mente por la fluctuación y las adaptaciones de los elementos mutuos o de cesos deliberada y óptimamente organizados y procesos comparativamente
la variedad por medio de: inorganizados. La difusión organizada, por ejemplo, es la contrapartida de
la organización deliberada del comercio, mientras que en la generación de la
pérdida de variedad difusión ordinaria, puede que no exista ningún elemento de organización
aumento de variedad intencional del comercio. De igual forma el remodelado del patrón del grupo
transformación de variedad. cultural puede producirse por difusión preferente a través de la red preexisten­
te de culturas relacionadas o puede reflejar la colonización imperial de la
En los sistemas socioculturales y, por consiguiente, en los sistemas red por uno de sus miembros o por una cultura foránea. La clasificación
arqueológicos se ha intentado explicar que la base del equilibrio para la de los procesos arqueológicos es socioarqueológica de manera muy similar
adaptación dinámica en la variedad mutua reposa en el principio de con­ a como las regularidades antropológicas de Steward son socioculturales
tinuidad: los sistemas socioculturales están adaptando continuamente su va­ (Steward, 1955).
riedad de manera a minimizar la cantidad máxima de dislocación sistémica La jerarquía estática de los procesos socioarqueológicos puede esbozarse
inmediata, con la implicación de variedad nueva, alternativa, contradictoria de la manera siguiente:
o redundante. Este equilibrio dinámico o formato estable está ajustado
continuamente por la pérdida, el aumento o la transformación de la variedad Remodelado del patrón de tecnocomplejo —el remodelado periódico de los
sistémica a todos niveles. El aumento o elevación de variedad sistémica puede tecnocomplejos normalmente a partir de centros clímax sucesivos; adop-
376 Arqueología analítica Entidades —procesos y procedimientos 377

ción generalizada de estrategias convergentes. una variedad más comprehensiva, por falta de materias primas o por
Forma organizada: la formación de bloques o federaciones económi­ desviación aislada.
cas internacionales. Forma organizada: desplazamiento utilitario1.
Remodelado del patrón de grupo cultural —el remodelado del grupo cultural
por difusión preferente a través de la red preexistente de culturas rela­ Esos procesos suponen unos patrones de artefactos tipo y unas tendencias
cionadas por una cultura miembro o por una cultura foránea. de los atributos variables que reflejan grados variables de movimiento hu­
Forma organizada: colonización imperial o unificación por conquista mano y de reorganización demográfica. La mayor parte de esos procesos
militar. han sido esbozados junto con su patrón característico en los capítulos de­
Intrusión/substitución cultural —el desplazamiento de una cultura por otra dicados a los niveles de entidad correspondientes; omitiéndose, sin embargo,
en un territorio específico y la ocupación de áreas inocupadas. las ramificaciones que requieren modelos de difusión y dristribución. Es en
Forma organizada: conquista militar seguida de ocupación; o migra­ este sentido que conviene profundizar a partir de ahora. Las hipótesis for­
ción en masa. muladas en esta sección resumen o modifican en gran parte las considera­
Aculturación —la creciente similitud de culturas resultado de la difusión en ciones de Kroeber, Dixon y. Wissler (1948, 1928 y 1923, respectivamente).
uno u otro sentido, interacción convergente. Quizá las únicas modificaciones significativas sean la substitución del viejo
Forma organizada: intercomunicación cultural organizada. modelo monotético tácito (Figs. 67, 72) por un modelo politético de la es­
Asimilación cultural —la asimilación de una cultura por otra; la cultura asi­ tructura y la distribución cultural, y la adición de conceptos y procedi­
milada sobrevive como subcultura étnica incorporada. mientos provenientes de estudios más recientes de geografía (Gould, 1969)2.
Forma organizada: conquista militar previa aculturación.
Intrusión/substitución subcultural —el desplazamiento de una subcultura y MODELOS DE DISTRIBUCION Y DIFUSION
su complejo tipológico por otra de función similar.
Forma organizada: la substitución deliberada de una subcultura mili­ El proceso de difusión de rasgos e ideas culturales afecta a las entidades de
tar, aristocrática, religiosa o de otra clase de subcultura por otra. atributos, de complejo de atributos, de artefactos tipo, de complejos tipo y
Intrusión/inserción subcultural —la adición desde fuera de un segmento sub­ de niveles de conjuntos. En este sentido restringido no puede decirse que las
cultural a una estructura social existente. entidades arqueológicas de nivel superior “difundan”, pero los estudios geo­
Forma organizada: la introducción acumulativa intencionada de un gráficos de difusión durante mucho tiempo han tomado en consideración
segmento subcultural nuevo; por ejemplo, esclavos, trabajadores, foraji­ los movimientos de poblaciones, como veremos por algunos ejemplos más
dos, mercenarios, especialistas, etc. adelante. De momento nos centraremos en los procesos responsables de la
Difusión de estímulo —la misma respuesta a las mismas necesidades provo­ distribución de los elementos culturales dentro y más allá de su área de origen.
cadas por un estímulo externo, el cual no es ni copiado ni adoptado. De acuerdo con Dixon distinguiremos una “difusión primaria” con distri­
Forma organizada: desarrollo derivativo intencionado por interacción; bución por el área de origen, de una “difusión secundaria” más allá de los
por ejemplo, por la guerra, la observación, o la transferencia de cono­ límites del área de origen (Dixon, 1928). El término difusión se aplica, pues,
cimientos. a una serie de procesos relacionados interviniendo en una gama limitada de
Difusión secundaria —el proceso mediante el cual los elementos culturales categorías de entidad. Las características de la difusión variarán, pues, de
se extiende más allá del área cultural de origen. acuerdo con el nivel de la entidad considerada, el tipo particular de proceso
Forma organizada: comercio, intercambio de regalos, etc. de difusión interviniente y el condicionamiento del plano de difusión. El con­
Difusión primaria —el proceso mediante el cual los elementos culturales se dicionamiento, en esos casos, resulta del control permisivo y restrictivo del
extienden dentro de los límites del área cultural de origen a través de ambiente físico y del estado de la variedad y dislocación material, tecno­
la red de interconexiones sociales; la recirculación de variedad. lógica, económica, religiosa y psicológica del sistema en las comunidades
Forma organizada: comercio interno. intervinientes, junto con las características de la dispersión de dicha variedad.
Invención —la obtención de “nueva” variedad por reciclaje de los compo­ La difusión primaria se produce en el área cultural de origen del elemento
nentes existentes en un sistema con características emergentes —la estabili­ en particular, la cual suele distribuirse a lo largo y ancho del territorio,
zación de una dislocación sociocultural, sea deliberadamente o por juego, bajo el efecto del continuo reciclaje de la variedad cultural dentro de la trama
o accidentalmente. del parentesco y las amistades del acervo cultural lingüísticamente unificado.
Forma organizada: experimentación e investigación científica. El principal mecanismo de difusión es el contacto interpersonal, durante el
Pérdida —la pérdida de variedad sociocultural por desplazamiento por cual el elemento experimentará modificación y transformación acumulativa.
378 Arqueología analítica Entidades —procesos y procedimientos 379

Dentro del área cultural, esta transformación de los elementos no suele ser Las regularidades pueden resumirse en los siguientes enunciados, en los
importante debido a la ininterrumpida contraverificación de la información que el término “elemento” puede referirse a atributos, complejos de atributos,
redundante definidora del modo cultural para este elemento. artefactos tipo o complejos tipológicos:
La difusión secundaria denota los procesos por los cuales los elementos
culturales se extienden más allá de los límites del área cultural de su origen. Postulados
Esta difusión externa difiere sólo en grado y capacidad de la difusión prima­ (1) Cada elemento cultural específico tiene, o tuvo algún día, un patrón
ria. Los mecanismos son los mismos pero menos perfeccionados y menos de distribución politético continuo para un área cultural limitada.
reforzadores, el grado de modificación y transformación durante la difusión (2) Esas áreas que se solapan contienen la media, el modo y la mediana
es, por consiguiente, el mayor. La trama de parientes y amistades tejida por el de la distribución de un número elevado de elementos asociados que
lenguaje común está sustituida por un trasiego más esporádico y menos circunscriben, conjuntamente, el área cultural dentro del patrón de
eficaz de matrimonios ínter culturales, guerra, esclavitud, comercio e inter­ dispersión más amplio (Fig. 67).
cambio de regalos. La capacidad de distorsión de los elementos aumenta con (3) El área de origen de los elementos no requiere ser central como
la disminución de la eficacia del contacto interper sonal, el cual continúa tampoco requiere ser fuente de modificaciones y transformaciones
siendo la base del proceso. ulteriores del elemento.
La transferencia de elementos culturales por difusión secundaria depende, (4) Al contrario, esas últimas transformaciones suelen ser innovaciones
obviamente, de la recepción y transferencia sucesivas de los elementos. Esta periféricas, en las que los elementos difusores descubren nuevos am­
recepción, modificación e integración del propio elemento difusor dependen de bientes y nuevas culturas —produciendo el fenómeno de “innova­
su congruencia con el sistema sociocultural particular y de la posición del ción e invención fronterizas”.
elemento en tanto que variedad novel, alternativa, contradictoria o redundan­ (5) A partir del área cultural de origen, el elemento difusor se extiende
te en relación con el sistema y sus focos de dislocación. Si el elemento no asimétrica y erráticamente a velocidades variables, progresando hacia
es aceptado por el sistema sociocultural es que no difunde en esta direc­ el exterior en ondas irregulares pero radiales.
ción particular (Cap. 3, II). (6) Los elementos perdidos en el trayecto de la difusión lo son definiti­
La base para la aceptación y el rechazo del elemento difusor depende de vamente, salvo que se reintroduzcan a partir de otra fuente —de
su capacidad por minimizar la dislocación sistémica inmediata en la variedad ahí la posibilidad de sedación a lo largo de una línea de difusión.
de las culturas intermediarias —debe satisfacer una “necesidad”. La modifi­ (7) La extensa difusión secundaria de un elemento suele estimular desa­
cación del elemento en este tránsito intercultural es, pues, un vector de nume­ rrollos y transformaciones paralelas, especialmente en contextos de
rosos factores —su relación con la variedad cultural existente, la seriedad condiciones similares —difusión y convergencia de tecnocomplejo
y la ubicación de los focos de dislocación del sistema receptor, la extensión y por estímulo.
la continuidad del contacto, la complejidad de la estructura del elemento
y el prestigio de los aportadores de la novedad. Los cambios en el elemento
difusor pueden acarrear cambios de estructura o de estatus, o ambos a la Axiomas aproximativos
vez. Elementos diferentes se verán obviamente afectados diferentemente por
procesos de difusión dependiendo de sus características inherentes y de las de Los axiomas que pueden deducirse de los enunciados precedentes tienen
las culturas intervinientes —dando lugar al efecto de difusión diferencial el alguna aplicación general en el análisis de los conjuntos ampliamente difun­
cual dispersa selectivamente los elementos de una formación. Así, por ejem­ didos y de los grupos culturales ampliados. Su enunciado es el siguiente;
plo, la transmisión colectiva de la brújula, la seda, la pólvora y el papel
por el Islam en la Edad Media, y su resistencia conservadora frente a la (1) Dado un conjunto extensamente difundido de elementos culturales
restante variedad china surtió un efecto característico en el patrón de la in­ de multiestado específicos, el estado de elemento o conjunto de esta­
novación oriental que alcanzaría la Europa medieval. dos de elementos específicos con la mayor área de distribución habrá
La difusión de elementos culturales está bastante condicionada por la na­ formado parte del conjunto expansivo primitivo.
turaleza de los elementos en vías de difusión y por las limitaciones sociocul- (2) El conjunto con el mayor número de estados de elementos especí­
turales y ambientales intervinientes. De ahí que tanto los patrones de difu­ ficos primitivos y diseminados es probable que haya constituido el
sión primaria como secundaria presenten regularidades acordes con esos con­ conjunto expansivo más antiguo.
dicionamientos generales —regularidades que dan lugar a algunos postulados (3) La afinidad interna definidora del grupo cultural, de la cultura y
prácticos y a algunos axiomas aproximativos. entidades similares, pese a su estructura politética, depende de una
380 Arqueología analítica Entidades —procesos y procedimientos 381

serie de artefactos tipo clave específicos y de elementos culturales continuas con respecto a la distribución del grupo principal. La existencia de
—el área de origen debe proporcionar una serie de fuentes anteriores elementos similares o idénticos en áreas ampliamente separadas y sin relacio­
a partir de las cuales esos elementos clave pueden haberse integrado nes aparentes entre sí debe ser contrastada de la manera descrita antes de
o desarrollado. alegar difusión o intrusión.
(4) La extensión final y total de distribución de un conjunto ampliamente Un ejemplo excelente de este paralelismo aparente es la pretendida co­
difundido puede comprimirse si se separan las últimas ampliaciones nexión entre el Suroeste asiático y América del Sur en base a la observación
del área irreductible de las primeras distribuciones básicas. de que dichas áreas comparten los elementos siguientes: hábito de mascar
(5) El área de origen de un elemento o entidad cultural específicos raras nuez y cal (betel, cola), flautas, teñido en lazos, terrazas de cultivo irrigadas,
veces será totalmente periférica o totalmente central respecto a la canoas con bordas de tabla, tejidos de malla, cerbatana, y metalurgia del
extensión final y total, sino que se hallará, probablemente, en un bronce. Esta argumentación en pro de una intrusión o difusión mutua entre
área de concentración, aunque no la de mayor concentración; debe ambas áreas no resiste a las simples verificaciones antes mencionadas:
contarse con la distorsión de los condicionamientos contextúales. (1) Los elementos no son individuos de un complejo único, no presen­
tan la misma distribución en sus áreas respectivas. La canoa con
MODELOS DE DISTRIBUCION bordas se observa en Chile, el teñido en lazos en Perú, la coca en
los Andes, la cerbatana en Amazonia, etc., etc...
El análisis de distribución espacial de los elementos suele poner de manifies­ (2) La similitud de los elementos objeto de comparación es pura y sim­
to dos categorías principales de patrones de distribución —una sola área plemente atribuible a las constricciones paralelas y funcionales —los
de distribución continua, o varias áreas de distribución discontinua. Pero si se elementos no son artefactos tipo específicos.
recoge en una gráfica todos los ejemplos disponibles de un elemento cultural (3) Los componentes del complejo general no se presentan sistemática­
en función del tiempo y si su distribución final aparece como una sola área mente juntos fuera de los agregados aleatorios de como máximo
continua, entonces, se podrá deducir que el origen del elemento en su dos elementos del mismo'conjunto.
forma integrada se sitúa en algún punto de esta distribución unitaria. Sin (4) Los elementos integrantes de este complejo provienen de diversas
embargo, si la distribución del elemento se presenta en núcleos diseminados áreas y diferentes períodos cronológicos de Asia y América y no se
en áreas discontinuas ampliamente separadas, entonces podrá tratarse de una observan sistemáticamente en las mismas áreas culturales.
extensa difusión seguida de aislamiento regional, o de una invención inde­ (5) El complejo no es un conjunto asociativo y puede entenderse más
pendiente en áreas separadas, o un estímulo común seguido de desarrollo fácilmente como un agregado de elementos desarrollados separada­
regional paralelo. Por consiguiente, para defender el planteamiento de la difu­ mente en respuesta a exigencias funcionales similares en tecnocom-
sión de un complejo de elementos culturales particular será necesario de­ plejos igualmente similares (Dixon, 1928).
mostrar:
Este y muchos más ejemplos (Rowe, 1965-6) demuestran claramente que,
(1) Que los elementos son individuos en complejos o conjuntos de ele­ a pesar de haberse comprobado la existencia de complejos similares en áreas
mentos uniformemente distribuidos. distintas, es indispensable analizar sus componentes funcionales e idiosincrá-
(2) Que los complejos que se comparan son realmente los mismos trans­ ticos antes de alegar difusión. Por una parte puede distinguirse complejos
formes o transformes estrechamente relacionados. esencialmente funcionales de elementos reunidos entre sí por su mutua aso­
(3) Que ios componentes del complejo forman agregados no aleatorios ciación con una actividad cultural específica, que exigiría, obligatoriamente,
habida cuenta de su número total y frecuencia de su aparición la presencia de algunos o de la totalidad de los elementos —por ejemplo,
conjunta. montar a caballo, carruajes, cultivo de cereales— y por otra las incrusta­
(4) Que los elementos que constituyen el complejo aparecen repetida­ ciones y adherencias idiosincráticas, series de elementos reunidos entre sí
mente juntos en una asociación física y cronológica y no en una dis­ a modo de asociación arbitraria y selectiva de elementos específicos prove­
persión sistemática en la misma área. nientes posiblemente de un vocabulario mucho más amplio —un complejo
(5) Que el complejo identificado no puede ser explicado más fácilmente idiosincrático. Los elementos recogidos en esos complejos funcionales e idio-
en tanto que complejo funcional fundado en el desarrollo paralelo sincráticos pueden abarcar desde series de atributos hasta series de artefactos
a partir de una base común. tipo específicos, o complejos de complejos tipológicos. La importancia del
Estas cualificaciones permiten contrastar el aparente paralelismo entre contraste entre las diferentes categorías de complejos de elementos estriba
elementos culturales dudosos por razón de sus ubicaciones distantes y dis­ en los diferentes datos y significados que se desprenden de las regularidades
382 Arqueología analítica Entidades —procesos y procedimientos 383

de sus patrones de distribución. Los complejos idiosincráticos específicos (3) Modelos de simulación
compartidos por comunidades muy separadas en el espacio apuntan con (4) Modelos de tendencia
mayor firmeza cierta interconexión que no lo haría, por ejemplo, un com­
plejo funcional. De hecho, en un sentido amplio podría decirse que todo En términos de los tipos de modelos de difusión que acabamos de definir,
conjunto cultural se compone de complejos funcionales ampliamente com­ (1) se utiliza en los casos de difusión de expansión, (2) en los casos de difusión
partidos que se remontan a un tecnocomplejo común y de complejos idiosin- de reubicación, y (3) y (4) en ejemplos de ambos.
crático menos.compartidos definidores de una superestructura cultural3.
Modelos de caída con la distancia

MODELOS DE DIFUSION La constatación de que los grupos humanos se caracterizan por una cantidad
decreciente de interacción con el aumento de la distancia que les separa ha
El estudio de los modelos de difusión y su relación con los patrones de servido de base para la investigación de ios procesos que informan los pa­
distribución trasciende las categorías “primarias” y “secundarias” de Dixon trones de distribución cultural durante la última década. Los modelos esta­
y nos hace penetrar en la obra de los geógrafos modernos que han establecido blecidos según el principio de caída con la distancia han sido impulsados
su propia clasificación de los procesos de difusión. La distinción elemental se desde tres puntos de partida distintos:
establece entre la difusión por expansión, en la que la información o los
rasgos culturales se dispersan a través de un área pero sin dejar de permane­ (a) el desarrollo de estudios de caracterización (p. ej., análisis de acti­
cer en su área de origen, y la difusión de reubicación, en la que los propios vación de neutrones, espectroscopia de emisión óptica) para identifi­
portadores de la información o rasgos se desplazan hacia nuevas áreas (mi­ car las fuentes de distintas materias primas utilizadas en la fabrica­
gración). La difusión por expansión puede dividirse, a su vez, en dos sub­ ción de los artefactos prehistóricos (Peacock, 1970);
tipos: contagiosa, en la que el contacto directo constituye el método para (b) la introducción en la arqueología de métodos cuantitativos para el
obtener la dispersión y en la que el aumento de la distancia entre indivi­ análisis de los patrones espaciales, provenientes, en gran medida, de
duos reduce la probabilidad del contacto, y jerárquica, en la que la disper­ la geografía contemporánea (Hagerstrand, 1953; Haggett, 1965);
sión se produce a través de una jerarquía social, económica o política (p. ej., (c) un interés creciente por los diferentes tipos de comercio o inter­
desde los grandes centros urbanos hasta las pequeñas aldeas o viceversa). cambio y su funcionamiento e importancia en las sociedades en
Esta clasificación que ha sido correctamente presentada e ilustrada por pequeña escala (Sahlins, 1972).
Haggett (1972) y Gould (1969), indica que esos tipos de difusión no son mu­
tuamente excluyentes. Las barreras opuestas a la difusión pueden ser físicas, Los estudios de caracterización ofrecen al arqueólogo una información
lingüísticas, religiosas, políticas o psicológicas, y normalmente son permea­ segura sobre los tipos y cantidades de materias primas (en estado bruto o en
bles «dejando pasar a través parte de la energía pulsante de la difusión, pero forma de artefactos acabados) puestos en circulación o transportados por sus
moderando, generalmente, la intensidad del proceso en el área local» dueños, a veces a grandes distancias, en el pasado. Mientras que las consi­
(Gould, 1969). En casos excepcionales las barreras pueden ser totalmente deraciones anteriores sobre la difusión cultural o comercial en la prehisto­
absorbentes y detener el avance del impulso de la difusión (p. ej., marismas, ria reposaban casi exclusivamente en los criterios que acabamos de esbozar
grandes montañas) o totalmente reflectantes y concentrar la energía pulsante (modelos de distribución), el análisis científico de las fuentes nos proporciona
de la difusión en un área localizada hasta que “explote” con gran violencia las pruebas independientes indispensables. El número creciente de los análi­
y reanude su avance. sis de este tipo ha demostrado el potencial de la utilización de las técnicas-
Los estudios arqueológicos de difusión (salvo raras excepciones) están le­ cuantitativas (p. ej., análisis de regresión, véase más adelante) en la definición
jos todavía de alcanzar la frecuencia o los resultados positivos de sus equiva­ de sus patrones de distribución espacial.
lentes geográficos, aunque haya habido numerosos intentos de relacionar los La interpretación de esos patrones dependía del estímulo para desarro­
patrones de distribución arqueológica cuantificados con procesos de difusión llar una antropología económica “sustantivista” (Polanyi et al., 1957;
particulares. Su utilización será esbozada bajo los siguientes epígrafes Sahlins, 1972), en la que las sociedades a pequeña escala eran consideradas
generales: en términos de objetivos económicos limitados (no optimizadores, anti-ex-
cedentes) y de las operaciones comerciales/intercambistas a través de los cana­
(1) Modelos de caída con la distancia les sociales. Se distinguían dos tipos de transacciones económicas: reciproci­
(2) Modelos de onda de expansión dad y redistribución (Sahlins, 1972) y el interés se centraba en dos tipos

UNIVERSIDAD DB ANTIOQÜ JA
BIBLIOTECA CENTRAL
384 Arqueología analítica Entidades —procesos y procedimientos 385

diferentes de organización social y política con los que se hallaban asociados. prima. Esta propiedad se expresa en la “Ley de decrecimiento monotónico”:
La cuestión arqueológica fundamental que se planteaba era cómo esos tipos «En circunstancia de pérdida o decaimiento uniforme y en ausencia de inter­
de patrones de intercambio podían reconocerse en las sociedades prehis­ cambio direccional altamente organizado (preferencial, no homogéneo), la
tóricas. curva de frecuencia o abundancia de un producto intercambiado frente la dis­
El estudio de la difusión espacial de los rasgos culturales implica dos con­ tancia efectiva de una fuente localizada será una curva de decrecimiento
ceptos clave: el desplazamiento propiamente dicho de los rasgos y la inter­ monotónico» (Renfrew, 1977). Las variaciones en los patrones de caída para
acción humana con la que se asocia este desplazamiento. En este respecto, diferentes tipos de artefactos han sido utilizadas para interpretar el funciona­
se ha detectado una gran analogía entre comercio/intercambio y un sistema miento de diferentes modelos de comercio. A continuación se describe es­
de comunicación (Renfrew, 1976), en el que la información puede ser trans­ quemáticamente tres de esos modelos.
mitida sea por el producto intercambiado, sea por los conceptos asociados con
este producto, o por comunicación directa entre los individuos que lo inter­ (i) Intercambio lineal: el cambio mutuo sucesivo de un producto a partir
cambian. Si se tiene que investigar a fondo la comunicación asociada con el de su fuente, a veces sobre distancias muy grandes.
intercambio, será necesario no perder de vista que, bajo el término general Ejemplo: El intercambio de obsidiana en Oriente próximo a partir de
“difusión”, pueden esconderse patrones y procesos bastante complejos sus­ yacimientos localizados en el Levante, Anatolia y en la región del Zagros
ceptibles de dificultar considerablemente la solución del problema. c. 7500-5500 a.C. (Fig. 90a). Renfrew, Dixon y Cann (1968) distinguen una
Los primeros análisis de caracterización de los artefactos prehistóricos “zona de abasto” de 300 km de radio, aproximadamente, alrededor de los
ponían de manifiesto patrones de distribución que presentaban una caída yacimientos, en la que la proporción de obsidiana con respecto a la de otras
general de frecuencia con el aumento de la distancia de su fuente de materia

Fig. 90b. Modelos comerciales —cadena de los intercam­


Fig. 90a. Modelos comerciales —Flujo del intercambio. bios de prestigio.
Fuente: Renfrew, 1972. Fuente: Renfrew, 1972.
386 Arqueología analítica Entidades —procesos y procedimientos 387

piedras talladas disminuía gradualmente y una “zona de contacto” más allá


de la de abasto, en la que la caída de la frecuencia de la obsidiana con
el aumento de la distancia era exponencial. Renfrew (1972) sustituye “abasto”
por “contacto” y “contacto” por “caída” en la denominación de las dos
zonas.

(ii) Intercambios de prestigio: el intercambio restringido de productos de


prestigio, entre individuos de rango social superior. El carácter no utilitario
de esos productos y sus sucesivos intercambios aumenta la distancia de su
transporte y reduce su tasa de caída (Fig. 90b).
Ejemplo. El intercambio de conchas de Spondylus de origen egeo en la
Europa neolítica (Shackleton y Renfrew, 1970).

(iii) Comercio redistributivo/direccional: cuando la existencia de empla­


zamientos centrales sirve para concentrar los productos intercambiables para
su redistribución o, cuando se produce un intercambio directo de productos
entre zonas distantes sin la intervención de intermediarios (Fig. 90c). En la

Fig. 91. Un ejemplo de comercio direccional. La distribución de productos halls-


tátticos de importación en los siglos vii-vi a. C.; 1 —bronces griegos importados,
etcétera, siglo vil a. C.; 2 — bronces y oro importados siglo vi a. C.; 3 — cerámica
griega importada siglos vii-vi a.C.; 4 — ánforas de Massalia, siglos vii-vi a.C.;
5 — objetos de oro de Hallstatt C y D; M — Massalia; H — Heuneberg; V — Vix.
Fuente: Piggott, 1965.

primera edición de esta obra (Clarke, 1968) este último tipo de comercio se
denominaba “difusión polarizada”.
Ejemplo. La redistribución ha sido estudiada por Renfrew (1972) en rela­
ción con el desarrollo de la civilización en la Grecia de la Edad del Bronce.
Ejemplos de comercio direccional entre áreas distintas alejadas se observan
con una frecuencia creciente en los últimos períodos prehistóricos y primeros
de la historia en Europa. La concentración de objetos de metal griegos
alrededor de Massalia y del tecnocomplejo minero de Hallstatt en los valles
superiores del Ródano, del Rhin y del Danubio ha sido observada por
Piggott (Fig. 91). La distribución de las ánforas de tipo Dressel 1 importa­
das directamente de Italia meridional a la Inglaterra meridional en el siglo I
Fig. 90c. Modelos comerciales —comercio redistributivo/ a.C. ha sido publicada por Peacock (1971). En la Britania romana hay buenos
direccional. ejemplos de comercio direccional en la presencia de artículos del valle de
Fuente: Renfrew, 1972. la Severn en la muralla de Adriano y en el limes de Antonino (Webster,
388 Arqueología analítica Entidades —procesos y procedimientos 389

regresión y de los modelos de gravedad (Hodder, 1974). Las curvas de caída


de 15 tipos diferentes de productos extendiéndose del Neolítico hasta el perío­
do romano fueron analizadas para determinar la línea de regresión que mejor
coincidía con las frecuencias variables de los datos. Todos los gradientes de
regresión fueron situados en una misma gráfica (Fig. 92), de cuya interpreta­
ción se desprenden dos patrones generales: un grupo de reducida distribución
local en la que participan productos corrientes, utilitarios y, a veces, volumi­
nosos (Fig. 92 —p. ej., tégulas romanas, cerámica de Savernake, cerámica
romana malverniana, hachas de talón de la Edad del Bronce), y un grupo
de productos más delicados de producción masiva vendidos o intercambiados

Fíg. 92. Un análisis de regresión de quince productos:


I — cerámica de Rowlands Castle; 2 — monedas Dobunnic;
3 — cerámica fina tardorromana; 4 — cerámica romana de
Malvern; 5 — tégulas romanas; 6 — cerámica de Savernake
(densidad); 7 — cerámica de Savernake (porcentajes); 8 —
hachas-martillo neolíticas de picrita; 9 — cerámica de New
Forest; 10 — hachas de talón de la Edad del Bronce;
II — cerámica de Oxford; 12 — cerámica neolítica de Cor-
nuailles; 13 — hachas neolíticas del grupo I; 14 — hachas
neolíticas del grupo VI; 15 — obsidiana anatólica.
Fuente: Hodder, 1974.

1972), de cerámica bruñida negra del Sudeste de Inglaterra en la frontera es­


cocesa en los siglos II-IV (Farrar, 1973) y urnas funerarias de Colchester
en la misma área septentrional hacia 140-200 (Hartley, 1973).
El análisis y la interpretación de las curvas de caída representando va­ Fig. 93. «Punto de ruptura» calculado a partir de un modelo de gravedad com­
rios tipos de interacción decreciente con el aumento de la distancia respecto parado con la distribución real de los bifaces neolíticos del grupo I y grupo VI.
a la fuente del producto ha sido profundizado gracias al uso del análisis de Fuente: Hodder, 1974.
390 Arqueología analítica Entidades —procesos y procedimientos 391

en puntos muy lejanos (Fig. 92; p. ej.» cerámica romana de Oxford, obsi­ Modelos de onda de expansión
diana de Anatolia, cerámica neolítica de Cornuailles). Gracias al análisis,
el arqueólogo puede formular varias interpretaciones de los procesos que rigen El concepto de “onda de expansión” fue introducido por primera vez en el
los patrones de distribución de los distintos productos. El análisis de gravedad campo de la genética a finales de los años treinta y recibiría una definición
fue ideado para predecir los límites entre las áreas de servicio de dos ciu­ matemática diez años después. Su introducción en la arqueología se debe a
dades vecinas y establecer su interacción mutua en relación con sus tamaños Ammerman y Cavalli-Sforza (1971, 1973) en un ensayo sobre la medición de
respectivos y las distancias que las separan (Hodder, 1974). El modelo se la velocidad de difusión de la agricultura de cereales en Europa entre
expresa por la fórmula: 6000 y 3000 a.C. A partir de la observación de la frecuencia creciente de

Dij

donde Dv es la distancia entre el punto de ruptura b y el centro y, i e j son los


dos centros de servicio Pi y Pj los tamaños respectivos de la población de
los dos centros.
Este modelo fue, luego, aplicado a diferentes tipos de cerámica romano-
británica y a la distribución de las hachas de piedra del Neolítico británico
de los grupos petrológicos I y VI. En el último caso (Fig. 93) el punto de
ruptura previsto entre las áreas suministradas por las dos fuentes coinciden
muy de cerca con las fronteras de distribución actuales en el distrito de
Avebury del sur de Inglaterra. El éxito de este modelo en este ejemplo y en
la predicción de las fronteras entre las distribuciones de la cerámica romano-
británica respalda la hipótesis según la cual los centros de servicios compe­
tidores fueron responsables de las distribuciones espaciales iniguales de esos
productos.
La hipótesis de partida de una buena parte de la investigación de los
modelos de caída con la distancia ha sido que la diferencia en la forma de
las curvas de caída de varios productos podría relacionarse con las diferen­
cias en los procesos que impulsaron su desplazamiento entre las comunidades
humanas, como se desprende de los intentos por definir distintas “modali­
dades” de comercio y sus correlaciones espaciales (Renfrew, 1976 y Renfrew,
1977). Pero el problema planteado por estudios recientes de simulación (véa­
se más adelante) es que el mismo tipo general de curva de caída puede
ser el resultado de diferentes procesos espaciales (Fig. 100), lo cual complica
la interpretación de los patrones de distribución de artefactos, tal como
ocurre con la admisión de que las “barreras” opuestas a la difusión quizá
no produzcan ninguna diferencia importante en esos patrones (Figs. 100, 101).
Por otra parte quizá sea todavía posible relacionar factores tales como el
grado de concavidad de las curvas de caída con contactos estrechos y fre­
cuentes con un centro de producción (Hodder y Orton, 1976). Un conoci­ Fig. 94. La difusión de la agricultura en Europa. Los puntos representan asenta­
miento más profundo de la relación existente entre los patrones de distribu­ mientos fechados en el Neolítico antiguo utilizados en el análisis. La gráfica pre­
ción y los procesos que los crearon debería facilitar los análisis de difu­ senta el patrón lineal de difusión; la línea recta (eje principal) representa un avance
sión comercial y de difusión cultural en general. promedio de 1 km por año.
Fuente: Ammerman y Cavalli-Sforza, 1973.
392 Arqueología analítica Entídades —procesos y procedimientos 393

restos paleobotánicos en las colecciones del Neolítico antiguo de Europa lle­ ce de la onda de difusión de la población o, abreviadamente, “onda de
garían a la conclusión de que «las fechas obtenidas mediante datación por avance” (1971).
el radiocarbono de los niveles de una selección de 50 asentamientos neolíticos
entre los más antiguos de Europa, que les servirían de muestra para un aná­ Este modelo parece aportar una buena aproximación a la datación por
lisis de velocidad de difusión, podían ayudar a estimar la expansión de los pruebas reales y facilita la explicación arqueológica de la expansión del cul­
cereales y, con ellos, de las primeras explotaciones agrícolas» (1975). Esta selec­ tivo de cereales en Europa en términos de un proceso bien definido de
ción viene condicionada por varios criterios, incluido el uso de fechas con una crecimiento y desplazamiento de la población. La velocidad media general
variación estándar de < 200 años y por la exclusión sistemática de las fe­ y las velocidades regionales de difusión deberán ser objeto de investigación
chas posiblemente contaminadas y de las fechas de áreas para las que se suplementaria, y el análisis de tendencia superficial de las fechas obtenidas
sospecha un retraso en la expansión de la agricultura. por radiocarbono (véase más adelante) deberían contribuir a la determinación
Cada fecha proveniente de los 53 asentamientos fue representada en una de las variaciones regionales o “residuales”.
gráfica frente la distancia entre cada asentamiento y el centro de difusión
en el Próximo Oriente, y se usaron coeficientes de correlación linear para
determinar si la velocidad de difusión era una constante temporoespacial
tal como el punto de la gráfica dejaba suponer. Los coeficientes eran todos
muy elevados y confirmaban el patrón linear representado en la figura 94
en la que el eje principal da una velocidad promedia de difusión de 1 km
por año. Como centro de difusión se escogió Jericó, aunque otras pruebas
realizadas en tres otros asentamientos (Cayónu, Ali Kosh y Jarmo) confir­
marían tanto la velocidad constante de difusión como la magnitud general de
la velocidad media anual. Dos pruebas más, realizadas a título complemen­
tario con el mismo método en asentamientos del Neolítico antiguo del norte
de Africa y Asia central, demostraron cierta coincidencia con la velocidad y
con el centro de difusión europeos. Se calcularon, también, las velocidades
de difusión regional, confirmándose, entre otras cosas, la velocidad superior
prevista para la expansión de la cultura de la Cerámica de Bandas en Europa
central y noroccidental. La figura 95 permite una determinación aproximada
de la difusión regional.
Ammerman y Cavalli-Sforza acaban planteando la cuestión de cómo esta
antigua agricultura se extendió por toda Europa, y al respecto prefieren una
explicación que reposa en el crecimiento y en los movimientos de la pobla­
ción (difusión démica) a la que depende de la propagación de la información
y de los rasgos culturales (difusión cultural). Para ellos, esta respuesta reposa
en la asociación del crecimiento de la población con la adopción de la agri­
cultura de los cereales y del sedentarismo (Binford y Chasko, 1976). De
ahí su conclusión interpretativa principal.

Ha quedado matemáticamente demostrado... que si un aumento de po­


blación de este tipo coincide con una actividad migratoria local moderada
de dirección aleatoria (comparable a un movimiento browniano), la expan­
sión de la población se pondrá en marcha y avanzará a una velocidad
radial constante. Esto es, precisamente, lo que hemos observado con
respecto a la velocidad determinada para los datos europeos. Existe una Fig. 95. La difusión de la agricultura en Europa. Fechas en años a. C. Los arcos
representan el patrón de difusión a intervalos de 500 años; las líneas interrumpidas
buena coincidencia entre la velocidad media y la velocidad de avance traducen variaciones locales.
constante prevista por el modelo y que denominaremos velocidad de avan­ Fuente: Ammerman y Cavalli-Sforza, 1971.
394 Arqueología analítica Entidades —procesos y procedimientos 395

Modelos estocásticos de simulación

Ya se mencionó ei uso de los modelos de simulación por computadora en el


examen de las estrategias de subsistencia y de ubicación de asentamientos
(Cap. 3, III) y de los modelos sistémicos (Cap. 3, nota 4). El procedimiento
básico consistente en especificar las condiciones iniciales, variables, etc., y
someterlas a un programa de computadora para obtener un patrón simulado
de comportamiento o de distribución comparable con los patrones arqueoló­
gicos reales es el mismo que se mencionaba. Esos modelos han sido utilizados
por los geógrafos en el análisis de las ondas de innovación de elementos
culturales, la distribución de entidades en los asentamientos (“nodos”) y
la relación espacial de esos emplazamientos en una “red”.
El principal promotor del estudio de las ondas de innovación ha sido el
geógrafo sueco Torsten Hágerstrand, con el empleo de modelos de simula­
ción estocásticos dinámicos por medio de los métodos Monte Cario (1952,
1957). El elemento estocástico o complejo de factores aleatorios surge de la
compleja interacción de factores menores en situaciones de difusión reales
—incluido la distribución a la ventura de centros o nodos, la variación a la
ventura del output de la innovación en ios distintos nodos, el aspecto a la
ventura de los mecanismos de dispersión y el del mecanismo de supervi­
vencia en la situación original y en la muestra del registro arqueológico.
El procedimiento a seguir en esta clase de situaciones consiste en decir Fuente: Haggett, según Hágerstrand, 1953; y Bunge, 1962.
«olvidémonos de los pocos factores del proceso evidentes y de fácil identifi­
cación y consideremos la misma situación en tanto que producto de una mul­
titud de factores desconocidos, actuando en varias direcciones —y luego
podremos comparar el patrón impuesto por esas clases de factores con el pa­
trón real impuesto por las variables esenciales suplementarias». La difusión
espacial simulada de una innovación hipotética en sucesivos períodos de tiem­
po, representada en la figura 96, reposa en la observación inicial de Há­
gerstrand en el sentido de que la probabilidad de contacto entre grupos
humanos o individuos separados disminuye exponencialmente con el aumento
de la distancia que les separa (véase los modelos de caída con la distancia
antes descritos). Dado un patrón de difusión contagiosa, la probabilidad de
aceptación de una innovación proveniente de cualquier punto aislado por
otros puntos en su proximidad podrá predecirse y ei proceso de difusión
podrá ser analizado por un modelo de simulación estocástica. Dos conclusiones
interesantes retiradas por Hágerstrand de su estudio son que los centros de
innovación iniciales permanecen relativamente estables con el transcurrir del
tiempo (compárese tl-6 en Fig. 96) y que puede producirse una fase temprana
de expansiones a larga distancia y a la ventura de innovaciones, las cuales
se transformarán por sí mismas en centros secundarios de “alta aceptancia”
(Jope, 1973 sobre la difusión de los remates de tejado incurvados en el Sur
de Bretaña c. 1500-1750). Un aspecto importante de estos estudios de simula­
ción es su “encaje” con los datos geográficos reales; de ahí la confianza que Fig. 97. Modelos hipotéticos de difusión de entidad.
inspiran los resultados en el método general, como puede observarse tanto en Fuente: Haggett, según Bylund, 1960.
396 Arqueología analítica Entidades —procesos y procedimientos 397

el caso de la simulación de Hágerstrand de la difusión de los subsidios a la


ganadería en Suecia central en las décadas de los veinte y treinta, como en el / . • ® >60
' • \ ® in—
estudio de Bowden sobre la distribución de los pozos de irrigación en el
Este del estado de Colorado (Haggett, 1972).
Yuill (1965) ha empleado también el modelo de simulación Monte Cario
para estudiar los efectos de cuatro tipos diferentes de barreras en la difusión
de las ondas de innovación.
La distribución de las entidades en los emplazamientos o “nodos” y su
difusión han sido estudiadas por Bylund en tanto que parte de un estudio
histórico de la colonización de Laponia antes de 1867 (Bylund, 1960). La
serie de modelos hipotéticos de difusión nodal abarca cuatro patrones simples
en los que los nodos representan asentamientos (Fig. 97). Sin embargo, el
mismo enfoque y los mismos patrones se aplican igualmente a los patrones
de desarrollo de otras entidades nodales, incluidos asentamientos, culturas y
grupos culturales (compárese las figuras 73 y 97). Esos modelos hipotéticos su­
ponen que las llanuras son homogéneamente atractivas para la difusión y
que las áreas alejadas no son ocupadas hasta que las más cercanas y fácil­
mente accesibles hayan sido colonizadas. En situaciones reales las distorsio­ Fig. 98. Patrón de asentamiento simulado generado por métodos
nes de esos patrones básicos subrayan las barreras o las atracciones localiza­ Monte Cario.
Fuente: Haggett, según Morrill, 1962.
das merecedoras de un examen más pormenorizado. Los patrones varían
del radial al lineal según el condicionamiento del campo de expansión —la
expansión a partir de un litoral suele traducirse por una gran regularidad en La última condición nos recuerda, especialmente, los factores intervinientes
el patrón. en el remodelado de los grupos culturales en arqueología por difusión
Los modelos estocásticos resultan preciosos, una vez más, para la simu­ preferencial e infiltración alrededor de la red preexistente de áreas cultu­
lación de los desarrollos de patrones nodales. Morrill (1962) ha enfocado la rales colaterales conectadas (Cap. 7; Cap. 10, III). En simulaciones esto-
expansión de los asentamientos mediante un modelo Monte Cario que utiliza cásticas similares, los procesos de avance aleatorio han sido usados tam­
una secuencia de números aleatorios para atribuir a cada nuevo asentamiento bién para modelar los rasgos del desarrollo de la red (Haggett, 1965;
una dirección y una distancia a partir de una matriz de probabilidad ob­ Haggett y Chorley, 1969).
tenida a partir de la generalización de estudios empíricos de un elevado Los estudios arqueológicos de simulación de momento se han concen­
número de expansiones reales de asentamientos. Esas reglas de “distancia y trado en la difusión de elementos y asentamientos culturales sin llegar a
dirección del asentamiento madre” se combinan, luego, con las reglas del explotar a fondo el potencial del análisis de las redes. La simulación de
crecimiento para producir un desarrollo jerárquico realístico de los centros curvas de caída obtenidas de varios procesos de difusión artefactual (Hodder
(Fig. 98; Haggett, 1965). y Orton, 1976) ha sido mencionada brevemente en la discusión de los
Recientemente se han utilizado modelos de simulación estocásticos para modelos de caída con la distancia y se basa en el uso de un modelo de
estudiar el desarrollo probable de asentamientos y redes viales y esos modelos avance aleatorio, mediante el cual un elemento de azar se introduce en la
han sido luego comparados con el patrón de desarrollo real. De esta manera distancia y/o las direcciones desplazadas de punto en punto a partir de
Kansky ha simulado “predictivamente” la red ferroviaria de Sicilia en 1908 una fuente central (Clarke, 1972). Las tres variables escogidas para deter­
por medio de técnicas Monte Cario. Morrill simuló la colonización agraria minar los patrones resultantes fueron:
y la migración de poblaciones de la Suecia meridional forestal entre 1860 y
1980 tratando ciclos sucesivos de simulación a partir de una atribución (a) la dirección tomada a cada paso,
Monte Cario de colonos a las áreas, con la probabilidad de migración (b) la longitud de cada paso,
entre dos áreas proporcional a: (c) el número total de pasos permitido por cada avance.
(a) la distancia entre las dos áreas,
(b) la diferencia de “atracción” entre las dos áreas, El procedimiento seguido consistía en seleccionar diferentes combinacio­
(c) la historia de los contactos de las migraciones anteriores. nes de las variables susceptibles de recibir valores aleatoriamente escogidos
398 Arqueología analítica Entidades —procesos y procedimientos 399

mientras que las demás permanecían constantes. Así, pues, en los avances

Puntos por banda


aleatorios iniciales solo una de las tres variables podía ser aleatoria, mien­
tras que en los estudios que siguieron, todas las variables podían ser alea­
torias. Así, por ejemplo, si se fija la longitud del paso y el número total de
pasos, cada punto podrá avanzar un paso de determinada longitud en una
dirección escogida a la ventura para el número de pasos estipulado. Y se
repite 100 veces. En términos espaciales se produce una dispersión irregular
pero gradual de cada punto (Fig. 99) que puede expresarse en una curva de
caída en términos del número de puntos que alcanzan 10 bandas concén­
tricas equidistantes alrededor de la fuente central (Fig. 100). La forma de las
curvas resultantes dependerá de los valores atribuidos a cada una de las tres
variables estipuladas.
Los primeros resultados obtenidos a partir de esas simulaciones son de
suma importancia para la interpretación de los procesos que acompañan a los
patrones de distribución arqueológicamente observados. Como ya hemos se­
ñalado (pág. 390), las mismas curvas de caída cóncavas pueden ser producidas
por “diferentes” combinaciones de variables (Fig. 100) y la presencia de
“barreras” de variables para las difusiones sólo puede producir ligeras dife­
rencias en los patrones de distribución, tal como demuestran esas curvas de
caída (Figs. 100, 101). Cualquier intento de distinguir procesos particulares
de comercio o intercambio (p. ej., reciprocidad frente redistribución) así
Fig. 100. Una comparación de curvas de caída simuladas para diferentes combi­
como fronteras culturales a partir de la observación de las curvas de caída
naciones y valores de las mismas variables. 1 — Número de etapas escogido
que presentan interacción decreciente con la distancia debe emprenderse entre 1 y 14. Longitud de la etapa establecida en 0,5 cm. 2 — Número de etapas
con suma cautela a la luz de este estudio de simulación. fijado en 18. Longitud establecida en 0,25 cm. 3 — Número de etapas escogido en­
En la primera edición de este libro se auguraba que los estudios esto- tre 1 y 8. Longitud de la etapa escogida en 0-1 cm. 4 — Número de etapas esta­
cásticos de simulacro de expansión de los asentamientos podría facilitar blecido en 6. Longitud de la etapa escogida de entre una distribución exponencial
con una media de 0,5 cm. 6 — Número de etapas escogido entre 1 y 14. Longitud
de la etapa establecida en 0,5 cm. Barrera en 1,5 cm. 7 — Número de etapas esco­
gido entre 1 y 4. Longitud de etapa escogida entre 0 y 1 cm. Desplazamientos
hacia afuera, exclusivamente.
Fuente: Hodder y Orton, 1976.

abundante información al arqueólogo para su comparación con los patrones


reales de distribución de asentamientos (Clarke, 1968). Los trabajos recientes
confirman nuestro optimismo. El trabajo de Zubrow (1971, 1975) em Arizo-
na es una de las primeras publicaciones sobre el tema; su principal preocm
pación se centra en la relación entre población y recursos, para la cual
construye un modelo de capacidad sustentadora a guisa de sistema de equi­
librio dinámico. Este modelo incluye diversas variables —crecimiento de la
población (desde un punto de vista neomaltusiano, según el cual la población
crece mientras los recursos lo permiten), migración («el desarrollo de las
poblaciones en zonas de recursos marginales es una función de la explo­
tación óptima de la zona»), variación temporoespacial en recursos y clima.
Fig. 99. Dos ejemplos de desplazamiento aleatorio a partir de un punto central. El modelo se representa en la forma de un diagrama de bloques que
Fuente: Hodder y Orton, 1976. sirve de base para un simulacro de crecimiento de población y expansión
400 Arqueología analítica Entidades —procesos y procedimientos 401

de asentamientos en el valle Hay Hollow en los años 200-1500. Se tratan ©


ocho simulacros empezando a partir de un solo asentamiento conocido
en el año 200 d.C. con una población inicial de 50 habitantes; en esos
simulacros las tasas de nacimientos y mortalidad, la “velocidad de mi­
gración” y la “longevidad de los establecimientos” pueden variar mientras ©o
la población máxima del asentamiento, el crecimiento y el consumo de los
recursos se mantienen constantes (Zubrow, 1975, tabla 6.1). El interés de
o
©
Zubrow se centra, especialmente, en la comparación de la relación simula­ o
da entre crecimiento de la población y asentamiento en diferentes microhá- oo
bitats y el patrón real descubierto por la investigación arqueológica en el valle o ®
Hay Hollow. En este caso, la conclusión de Zubrow es que hay un grado
de acuerdo general entre los números de habitantes simulados y reales, y

Fig. 102. Una comparación de la distribución simulada (círculos


blancos) y observada (círculos negros) de los asentamientos de la
fase 2 de la Cerámica de Bandas en el Untermaingebiet.
Fuente: Hodder, 1977a.

que el 50 por ciento de las ubicaciones de asentamientos simuladas se ha­


llaban en áreas no muestreadas, en el 35 por ciento había emplazamientos
arqueológicos conocidos y en el 15 por ciento no había emplazamientos co­
nocidos. Este elemento predictible es una parte vital de cualquier modelo y
habilita áí arqueólogo para plantearse las preguntas relevantes para su inves­
tigación. Zubrow indica que pueden incorporarse en el simulacro nuevas
complejidades (p. ej., ubicaciones de asentamiento iniciales múltiples y asen­
Fig. 101. Una comparación de tres curvas de caída simuladas, dos tamientos con “ramificaciones” múltiples) o incluso que se podría inves­
de ellas conteniendo una barrera para la difusión, colocada en diversos tigar la aparición de jerarquías de asentamientos y que las ubicaciones pre­
puntos. Número de etapas escogido entre 1 y 6. Longitud de la etapa vistas de asentamientos sean comprobadas en detalle en las áreas arqueoló­
establecida en 0,5 cm. 1 — barrera a 0,75 cm; 2 — barrera a 1,5 cm; gicamente no muestreadas.
3 — sin barrera. El simulacro de la propagación de los asentamientos en base a un modelo
Fuente: Hodder y Orton, 1976. de avance aleatorio ha sido propuesto para el estudio de las antiguas co-
402 Arqueología analítica Entidades —procesos y procedimientos 403

O 100Q millas
[ 1000 km
West Hawai i

©Wake •East Hawaii

Caroline M°rshal1
North Line
^fengi Gilbert Baker
Bismarck °Ocean Phoenix tjarvis Galápagos

• ©Ontonq Javac||¡rPT . . -maiuen ©Molden
§°£j¡?%Sikaiana •! •okelau North i ©Marquesas
■ -i— n
•Tikooia Wallis ©Cooks •Caroline
Rennell Santa Society
O New HebFides «Fiji * ’Tuamotu

Oo -S
New HURter
Z.4^*TV
OS°“l -^sareva
«Rapo P,tC°'rn
Easter
©Kermadecs * San Ambrosio
Caledoma
New
Juan Fernandez
Chatham
Bounty

(a)

Fig. 103. Una comparación de la distribución simulada (círculos blancos)


y observada (círculos negros) de los asentamientos de la fase 4 de la Cerá­
mica de Bandas. La incidencia espacial es menos obvia que en la figu­
ra 102 —obsérvese la superabundancia de asentamientos simulados al
norte del río por comparación con la carencia relativa de los mismos
en el sur. Un simulacro más complejo debería poder explicar estos
patrones.
Fuente: Hodder, 1977a.
■4— A partir de los experimentos — a partir de los experimentos
principales con cambios de viento
•© Grupos de islas O Otros grupos de islas y costas
con puntos de partida
munidades agrícolas de la “Cerámica de Bandas” o “Danubio I” en la
Europa central y noroccidental del V milenio a.C. (Clarke, 1972). Esta
idea ha sido desarrollada por Hodder (1977a) en su simulación inicial de cuatro
fases de propagación de asentamientos en el área Untermaingebiet de Ale­
mania, en base a un modelo logístico de crecimiento demográfico y una
selección aleatoria de la distancia y la dirección recorridas durante cada Fig. 104a-d. Un simulacro de las probabilidades de contacto por deriva
fase. La comparación de asentamientos simulados y conocidos revelaría el para la colonización de las islas de Polinesia.
potencial de predicción de la extensión de los asentamientos (Fig. 102) Fuente: Levison, Ward y Webb, 1972.
al tiempo que aisla importantes áreas en las que un modelo más complejo
404 Arqueología analítica Entidades —procesos y procedimientos 405

Webb (1972) abordaron el problema por medio de un modelo que incor­


poraba la ubicación de las masas insulares y las distancias desde las cuales
podían avisarse, las probabilidades de aparición de determinados vientos y
corrientes en cada cuadro de cinco grados de lado cada mes del año, la
velocidad de las embarcaciones en esas condiciones, las posibilidades de su­
pervivencia durante la travesía, los riesgos de tifón y el rumbo previsto. La
simulación se desarrollaba en el orden siguiente:

(a) seleccionar una isla, la fecha de partida y la duración máxima de


la travesía,
(b) seleccionar aleatoriamente el viento y la corriente del día de partida,
(c) computar la posición de la embarcación al terminar el día,
(d) si los navegantes avistan una isla, dar por terminado el viaje,
■ (e) si se ha alcanzado la distancia máxima de la travesía, dar por termina­
do el viaje, seleccionar la próxima fecha de salida y reanudar la simu­
lación a partir de (b).

Siguiendo este procedimiento, los autores utilizaron 64 islas como puntos de


partida para simular 100.946 travesías a la deriva y otra tanda de cinco
islas de partida para 8052 viajes, y las probabilidades calculadas de alcanzar
otras islas fueron representadas en cartogramas de probabilidad de contacto
(Fig. 104a-d). Las condiciones alcanzadas por los autores fueron:

—que las travesías a la deriva a partir del continente americano y de Nueva


Zelanda eran sumamente improbables,
—que la mayoría de las travesías relacionadas con la colonización de la
Polinesia sólo requerían sistemas de navegación elementales,
—y que aunque fuese improbable que la deriva fuera el único proceso
de la colonización, una vez ocupadas las islas Fiji y las islas de la Poli­
nesia occidental, la deriva pudo ser fácilmente responsable de coloni­
zación de Tonga y Samoa.

Lógicamente, la misma simulación podría extenderse a otros grandes gru­


pos de islas (p. ej., en el Caribe) con buenas probabilidades de alcanzar
conclusiones aprovechables respecto a su ocupación inicial.

Modelos de tendencia
(incluyendo el efecto de la distribución de ios ríos, suelos, etc., sobre la
distribución de los asentamientos) puede desarrollarse (Fig. 103). Una de las complicaciones que surgen en los mapas de difusión y distribución
Un problema que ha interesado a arqueólogos, antropólogos y lingüistas arqueológica es la transformación del elemento cartografíado: el elemento o
durante varias décadas afecta a la naturaleza de la colonización humana de el complejo cambia a medida que se extiende. Esta propiedad significa que
las islas de la Polinesia: ¿de dónde procedían los colonos? ¿eran sus viajes el mapa de elementos no es, en realidad, un mapa de un solo elemento
transoceánicos el resultado de una navegación deliberada o de una fuerte sino el mapa de una gama de estados transformes de un elemento de mul-
deriva de sus embarcaciones empujadas por los vientos? Levison, Ward. y tiestado. En consecuencia, los elementos punteados en una región del mapa
406 Arqueología analítica Entidades —procesos y procedimientos 407

Elemento B

Fuente: Haggett, 1965, según Chorley, Haggett y Krumbein.


Fig. 106. Relación entre dos funciones bidimensionales y sus superficies tridimensionales apropiadas.
Tridimensional Bidimensional

N
II
Q
+
Cr
c
4-
r>
-c

(ü) CUADRATICA
Q. N
Cro II
4- Q
+
C Cr
< c
4- +
c>
ro c
+

g-

(iii) CUBICA
4- ro N
s- 4- II
c:
ro<r> Q
C
«C 4-
4-
Fig. 105. Simple modelo superficial de tendencia para un conjunto c*
4- Crc:
cultural en expansión en el que el elemento «A» aumenta y el elemen­ «c
ro fX3 c
4-

to «B» disminuye a medida que las colonizaciones penetran en el in­ 4- -4- -V


4-
terior X desde un frente uniforme 0-0. 'g
04

suelen ser muy parecidos pero bastante diferentes, tomados en su conjunto,


de los “mismos” elementos en otra región. Esta complicación hace resaltar

(jv) CUARTICA
la base fundamental de las tendencias regionales y su gran incidencia en los
desarrollos regionales posteriores. Las tendencias incipientes y los residuos de
una distribución espacial particular encierran, casi siempre, la clave de los
patrones de distribución que se establecerán ulteriormente.
Un fenómeno arqueológico muy frecuente es la difusión o la expan­
sión intrusiva de un conjunto en el cual, a través de un proceso interno,
determinados componentes aumentan y otros disminuyen. Esto significa un
cambio de tendencia, a veces, mera oscilación de las modas, otras veces
posiblemente relacionado con estímulos ambientales. Considérese una situa­
ción arqueológica en la que un conjunto o complejo de elementos se ex­
tiende en una dirección principal. A medida que el conjunto se extiende, su
408 Arqueología analítica Entidades —procesos y procedimientos 409

complicado, aunque más objetivo, consiste en comparar superficies polino-


miales a los datos cartografiados; las superficies polinomiales son los de­
sarrollos tridimensionales apropiados generados por funciones bidimensiona-
les corrientes, produciendo funciones y superficies lineales, cuadráticas, cú­
bicas, cuárticas, quínticas, etc. (Fig. 106). Se trata de superficies abstractas
que pueden emplearse individualmente, o en combinaciones, para modelar
las tendencias de los datos cartografiados reales. Las tendencias sistemáticas
en las variables cartografiadas pueden separarse de los residuos locales por
análisis directo por ordenador de los datos cartografiados. También los re­
siduales, una vez aislados, pueden presentar tendencias manifiestas en sus pro­
pias distribuciones, las cuales podrán ser asimismo modeladas, dando lugar
a otros, aunque menos numerosos, residuales posibles del mismo tratamiento
—y así, sucesivamente, hasta que los datos reales sean “exactamente” justi­
ficados por una serie de modelos estáticos (Fig. 107). El procedimiento
completo es una ampliación de la técnica de adaptación de una línea de
regresión lineal a una superficie lineal, a la comparación de superficies
curvilineares con funciones polinomiales (Fig. 106). Para mayores detalles
sobre este método el lector podrá consultar los manuales de geología

Fig. 107. Representación cartográfica de una superficie li­


neal secuencial de un cuadrato de muestra (G = 4,7) en el
patrón forestal de la cuenca Tajo-Sado en el centro de
Portugal. (A) Superficie isorritmica original. (B) Superficie
lineal idónea para las áreas de anomalías positivas y nega­
tivas. (D) Superficies lineales idóneas para las áreas de
anomalías positivas y negativas.
Fuente: Haggett, 1965.

aparición se retrasa y el elemento A aumenta apreciablemente, mientras que


el elemento B disminuye en frecuencia de aparición al mismo tiempo
(Fig. 105). A esta situación le corresponde como mapa de distribución un
vector de cuatro factores cambiantes —tiempo, espacio, porcentaje de A,
porcentaje de B. Normalmente es casi imposible observar esas tendencias y
los factores cambiantes en un mapa de distribución estándar en el que se
puntean los elementos de multiestado como constantes de uniestado y se car­
tografía el espacio geográfico pero no el tiempo cronológico. Los mapas de
tendencia ofrecen la posibilidad de cartografiar y conectar este tipo de facto­
res dinámicos y expresarlos como las superficies de modelos tridimensio­
nales.
El método más sencillo de análisis superficial de tendencias consiste en
la construcción de un mapa generalizado con líneas isométricas de datos re­
cogidos por métodos de muestreo reticulado. Este “método de red generali­ Fig. 108. La ubicación en las Llanuras Centrales de los conjuntos culturales que
zada” carece de objetividad y depende en gran medida de la dimensión de han sido sometidos a los análisis de tendencia superficial (véase Figs. 109, 110).
la red escogida para el muestreo (Hodder y Orton, 1976). Un método más Fuente: Roper, 1976.
410 Arqueología analítica Entidades —procesos y procedimientos 411

(iv) para el estudio de la variación superficial y espacial en un patrón de


distribución con objeto de desarrollar un modelo de procedimientos
de investigación y excavación.

En la primera edición de nuestra obra se describían las primeras aplica­


ciones del análisis superficial de tendencias en arqueología — un modelo
superficial cuadrático de tendencias de la relación cerámica grosera/cerámica
pintada en las culturas del Neolítico antiguo de los Balcanes, un mapa de
tendencia simplificada del ángulo del cuello en los campaniformes británicos
meridionales c. 1650-1500 a.C. y un análisis hipotético de los conjuntos
líticos del Mesolítico del Weald (1968, Figs. 82, 100). Las aplicaciones pos­
teriores tenían finalidades diversas, desde los análisis de reparticiones intra-
asentamiento (Bradley, 1970; Clarke, 1972a; Larson, 1975) hasta los com­
plejos de difusión espacial tratados en este mismo capítulo. Hodder y Or­
ton (1976) ofrecen ejemplos ilustrativos de los métodos utilizados y de la
clase de conclusiones susceptibles de ser alcanzadas por los arqueólogos en
su aplicación. Así, por ejemplo, el estudio de la cerámica del horno ro-

Fig. 109. Los conjuntos culturales ilustrados en la figura 108 aparecen como
fases diferentes de la misma tradición extendiéndose de sur a norte de acuerdo
con sus afinidades arqueológicas tradicionales.

de Krumbein y Graybill (1965) y Davis (1973) y Hodder y Orton. (1976).


Los análisis superficiales pueden cumplir cuatro funciones muy importan­
tes para la investigación arqueológica:

(i) para contrastar un modelo de distribución conceptual con datos rea­


les y verificar si los valores o estados observados coinciden con (o
responden exactamente a) las predicciones del modelo de tendencias;
(ii) para la predicción de lo que puede esperarse descubrir en los con­
juntos de un área o locus determinados, dadas determinadas ten­
dencias;
Fig. 110. Perfiles de tendencia superficial lineal representando el avance predecible
(iii) para la reconstrucción a partir de datos residuales diseminados del sur-norte de los conjuntos culturales en las Llanuras Centrales (véase Fig. 109).
patrón de variación que debió existir en un territorio dado; la Las fechas (a.C.) han sido determinadas por radiocarbono.
reconstrucción de superficies “fantasmas” (Haggett, 1965); Fuente: Roper, 1976.
412 Arqueología analítica Entidades —procesos y procedimientos 413

manobritánico de Oxford muestra la utilización de superficies polinomiales saje del modelo hace resaltar que los datos arqueológicos son observaciones
de complejidad creciente para revelar tendencias y patrones residuales en los puntuales de una muestra y que, a efectos de una mejor organización de
datos (op. cit. Figs. 5.52 - 5.54), así como los problemas planteados por las esferas de procedimiento experimental y analítico subsiguientes, esas
el tratamiento de pequeños números de puntos informativos irregularmen­ observaciones deberían estar cuidadosamente controladas, con un procedi­
te distribuidos; el análisis de las puntas de lanza de Bagterp en Escandi- miento de muestreo adaptado a las características de los datos y a las cues­
navia y norte de Alemania confirma una interpretación muy anterior de la tiones que puedan formulárseles (Binford, 1964; Mueller, 1975).
existencia de áreas de talleres (op. cit. Figs. 5.55 - 56); y la cartografía Los tres aspectos arbitrarios del procedimiento arqueológico incorporan
de lós porcentajes de determinadas monedas en el Imperio romano occi­ la esfera del análisis contextual, la esfera del análisis específico y la esfera
dental ha sido interpretada como una muestra del avance hacia el norte y central de formulación de hipótesis y de construcción de modelos —de ca­
el oeste de la inflación entre el siglo I y III (op. cit. Figs. 5.58 - 5.65). rácter interpretativo (Fig. 2) (atributos específicos y contextúales, Cap. 1, III).
Esos ejemplos satisfacen varias combinaciones de las funciones del aná­ Los análisis contextúales pretenden expresar las observaciones del muestreo
lisis superficial de tendencias en la investigación arqueológica anteriormente controlado y la acumulación de datos arqueológicos de las excavaciones y las
mencionadas (i-iv). Igual ocurre con un análisis de las dataciones por radio- colecciones. Esta esfera de la arqueología está progresando rápidamente hacia
carbono de las Llanuras Centrales publicado por Roper (1976). En base a la un uso adecuado del método experimental y está acumulando abundantes
información arqueológica tradicional se considera que los diversos conjuntos conocimientos sobre la aplicación de esta técnica a la investigación de
culturales de las Llanuras Centrales de América del norte representaban el campo. Simultáneamente, la esfera acoplada del análisis específico ha hecho
avance progresivo del sur hacia el norte de aldeas de agricultores con la importantes avances gracias al uso creciente de la información de feed-
misma tradición básica (Figs. 108, 109). Para contrastar esta hipótesis, Roper back de los modelos ecológicos y taxonómicos, así como al uso creciente de
efectúa un análisis superficial de tendencia de una muestra de 112 datacio­ la metodología estadística y de los ordenadores. El análisis contextual pro­
nes por radiocarbono provenientes de 58 asentamientos del área. Los resul­ porciona datos sobre la distribución, estratificación y asociación, además de
tados respaldan la hipótesis (Fig. 110), ofreciendo una tendencia superficial incluir información cronológica y ambiental —datación por radiocarbono,
lineal de sur a norte sin residuos lo bastante grandes para entrar en este horizontes polínicos y huesos de animales. El análisis específico sintetiza
patrón general. Es posible que un estudio como este daría buenos resulta­ los atributos específicos de los artefactos y conjuntos recuperados, los some­
dos en el análisis de la ocupación neolítica de diferentes regiones de Europa te a análisis suplementarios y trata de decelar la presencia de regularidades
(Balcanes, Europa central, Escandinavia). en la ordenación, la acumulación y en las similitudes o correlaciones.
La información proveniente tanto del análisis específico como del análisis
IV Procedimiento contextual se centraliza en la esfera del análisis comparativo y se incorpora
a la formulación y reformulación de hipótesis y modelos. En esta fase, los
El último de los tres modelos desarrollados en el capítulo introductorio era datos se presentan como una masa de atributos específicos y contextúales
un modelo general para el procedimiento arqueológico (Fig. 2) que trataba de con grados variables de regularidad visible susceptibles de ser ordenados de
esbozar un diagrama de flujo para el procedimiento arqueológico y apuntar acuerdo con un modelo existente para simular la situación arqueológica
la organización de la disciplina en tres esferas interconectadas de aná­ particular o, en ausencia de modelo, los mismos datos puede que aconsejen
lisis, dispuestas de tal forma que permite que las hipótesis dé formulación qué modelo convendría verificar. La reserva de modelos disponibles en la
recientes reciban un flujo ininterrumpido de nueva información. En este esfera central de la arqueología es sumamente variada —algunos, como ya se
continuo reciclaje de hipótesis, modelos y nueva información, las hipóte­ ha visto, son muy anticuados y raquíticos, otros son recientes pero insu­
sis y los modelos son continuamente modificados para su mejor “concor­ ficientemente comprobados. La mayoría de los modelos disponibles son mo­
dancia” con los hechos de observación por oscilación convergente alrededor delos icóriicos a utilizar en situaciones bien definidas —mapas, gráficas, his-
de un corpus de principios y teorías sintetizadoras (Cap. 1, VIá, Fig. 2). togramas, etc., etc. Una categoría más aprovechable es la de los modelos
El procedimiento se inicia con la admisión de que el input del sistema análogos en la que se incluye desde los análogos históricos y antropológicos
analítico arqueológico es una reducida muestra peculiarmente recogida de los hasta los análogos abstractos y las simulaciones. Entre los más modernos
datos arqueológicos todavía ocultos en el suelo. Los datos, en sí mismos, destacan los modelos simbólicos, poco numerosos y de uso todavía restrin­
no son más que una pequeña muestra de antiguos subsistemas culturales gido, y que incluyen estructuras determinísticas, estadísticas y estocásticas
materiales cuya alteración ha alcanzado el grado de irrecupera­ (Cap. 11, I).
ción; pequeñas muestras de subsistemas incompletos que no fueron otra cosa Uno de los modelos fundamentales de esta reserva es el modelo clasifi-
que meros segmentos de entidades socioculturales complejas. El primer men­ catorio arqueológico gracias al cual el arqueólogo puede contrastar las en­
414 Arqueología analítica Entidades —procesos y procedimientos 415

tradas de observaciones y sus regularidades con las entidades de rango y orden (1) Las regularidades demográficas espacio/tiempo intrínsecas de las entida­
apropiados en la jerarquía estática. El uso atentivo y riguroso del modelo des arqueológicas —las regularidades sistemáticas cuya aparición puede obte­
y las observaciones permitirá que el taxónomo pueda pronunciarse respecto nerse cuando determinados datos son ordenados de cierta manera arbitraria:
a las propiedades de las entidades implicadas y los procesos que pueden —la distribución unimodal de estados de atributo de un solo atributo
afectarlas, con diversos resultados normalizados para los cuales se dispone de de multiestado en una población arqueológica unitaria (Figs. 29, 30);
otros modelos. Una versión específica de este modelo jerárquico y politético, —la distribución bilenticular de estados de atributo y estados tipológi­
con relación a una región particular, en un momento particular, debería con­ cos en el desarrollo fásico y tradicional (Figs. 55-60);
tener suficiente información para que el arqueólogo pudiese contrastar sus en­ —las regularidades sintácticas de atributos correlacionados acumulados
tidades en términos de afinidades específicas y filogenia. Esos problemas en los artefactos tipo y tipos acumulados en los formatos culturales.
requieren la comparación, el ordenamiento y reordenamiento de los conjuntos
hasta que la nueva serie de atributos coincida con las transformaciones y (2) Las regularidades sistémicas intrínsecas de las entidades arqueológicas
trayectorias de una serie de sistemas culturales en vías de desarrollo, y la en tanto que clases relacionadas de sistemas especiales —las regularidades
diferenciación de este conjunto de los demás sistemas que se recuperan como generales cuya aparición se debe al hecho de que todas las entidades ar­
transformaciones separadas y paralelas. Este procedimiento requiere la aglo­ queológicas son series de elementos que, en un tiempo, formaban parte de
meración de las transformaciones sistémicas temporales y espaciales, y la unidades socioculturales:
alineación todavía más precisa de esas aglomeraciones con sus ejes respecti­ (i) el modelo de proceso general de los sistemas arqueológicos en tanto
vos. En particular, este proceso tiene que diferenciar, valorar y contrastar que sistemas semimarkovianos acoplados con sistemas contextúales
los atributos de los sistemas fásicos de difusión de los datos nuevos de los o ambientales; expresado por un modelo dinámico (Fig. 11) y una
atributos de los sistemas tradicionales socialmente heredados; un problema serie de 16 postulados (Postulados 1-16, Cap. 2, II).
planteado por la naturaleza sistemáticamente entretejida de la filogenia cul­ (ii) la hipótesis de los factores múltiples y del efecto acumulativo (Cap.
tural (Fig. 28). La taxonomía cultural es una herramienta esencial para 2, III, Fig. 12).
este procedimiento pero que por sí misma no ofrece pruebas concluyentes de
la filogenia sino que sólo las ofrece de las relaciones fenéticas. (3) Las regularidades sistémicas intrínsecas de las entidades arqueológicas
Cuando la serie particular de nuevos datos ha sido, al fin, analizada y como partes de sistemas de información sociocultural —las regularidades sis­
reanalizada por las tres esferas operacionales, puede comunicar una serie de temáticas cuya aparición se debe al hecho de que la variedad arqueo­
enunciados, hipótesis y modelos generados o modificados por la información lógica es parte de la variedad estabilizada en los sistemas de información
particular de la serie particular de nuevos datos. Esos productos, que re­ sociocultural anteriores:
presentan la “interpretación” de los nuevos datos van a ser sometidos, ahora, la hipótesis de continuidad —los sistemas socioculturales y, por consi­
a través de diferentes vías, a un reciclaje continuo que les dirigirá hacia guiente, los sistemas arqueológicos, adaptaban continuamente su variedad
el input del sistema para ser usados en la redefinición y mejor control de las sistémica de forma a minimizar repetidamente el máximo de dislocación
esferas del análisis contextual y específico, modificando la orientación y la sistémica independiente, en términos de variedad nueva, alternativa, con­
dirección de sus pesquisas. Muy raramente, el reciclaje y la recomparación tradictoria o redundante, con respecto a ese sistema.
constantes del output teórico arrojarán una serie de enunciados o teorías
sobre el mundo real acompañando la salida de datos del sistema central. La (4) Las regularidades de distribución y difusión intrínsecas de las entida­
producción de esos enunciados y teorías sintetizadoras depende por entero de des arqueológicas en tanto que partes de las redes demográficas sociocul­
la disciplina del sistema de procedimiento, de la energía dedicada a sus activi­ turales —los postulados brutos y axiomas aproximados que resumen (y
dades, de la dirección y canalización judiciosas de esas energías, y de la cali­ dependen dé) las regularidades surgidas de las constricciones que afectan a
dad de los componentes del sistema. Cabe señalar que cualquier sistema analí­ los procesos de difusión (Cap. 10, III, postulados 1-7, axiomas 1-5).
tico que niega la existencia de enunciados sintetizadores con referencia a
sus datos de input posee una orientación precondicionada, tal que el des­
cubrimiento de cualquier enunciado sintetizador será prácticamente imposi­ Notas
ble, incluso suponiendo que exista.
De momento, los únicos enunciados sobre el mundo arqueológico utiliza- (1) Sherratt (1972) distingue tres procesos suplementarios de cambio, que, según
bles en los procedimientos interpretativos son: él, se reflejan en la distribución de los conjuntos culturales prehistóricos del Sureste
europeo. A saber:
416 Arqueología analítica Entidades —procesos y procedimientos 417

(i) readaptación de fronteras —la adquisición o pérdida de pequeñas extensiones sentativo del cambio total en este emplazamiento en el transcurso del tiempo. En
de buenas tierras en la frontera de dos culturas contiguas; cambio, el arqueólogo puede estar registrando algún combinado de los cambios ex­
(ii) reorientación unitaria —las fluctuaciones en la sumisión de pequeñas unida­ perimentados por la organización espacial de este emplazamiento durante su ocupa­
des de población “periféricas” entre áreas nucleares adyacentes de mayor ción; lo que en un período dado puede ser la ubicación de una estructura doméstica,
densidad; más tarde podrá transformarse en un corral o un estercolero. En los emplazamientos
(iii) enlace de redes —la fusión de dos culturas previamente separadas. con depósitos delgados de ocupación una excavación completa o una estrategia
de muestreo convenientemente planificada puede soslayar el problema, pero en los
Hill (s. f.) ha propuesto otra tipología de los desplazamientos no estacionales de las
asentamientos extensos y profundamente estratificados (p. ej., los “tells” prehistó­
poblaciones humanas. Partiendo del principio de que dichos desplazamientos nunca se
ricos del sureste europeo) el examen de la organización social de las primeras fases
producen si no hay algún tipo de presión ecológica que amenace la supervivencia de la
se complica por los condicionamientos impuestos por los recursos limitados del ex­
población, Hill define cuatro tipos de proceso:
cavador. Incluso cuando esos problemas han sido tomados en consideración, subsiste
(i) expansión territorial —el resultado de la presión demográfica local. Los gru­ la cuestión de la cronología: ¿puede decirse que las “fases” de ocupación del em­
pos humanos se sienten obligados a ocupar las áreas adyacentes (p. ej., plazamiento distinguidas por el arqueólogo son de una naturaleza tan estrictamente
los tiv de Nigeria); definida como para que puedan distinguirse los cambios de población ocurridos en
(ii) contracción territorial —el resultado de la disminución, a veces espectacular, un período de cinco, diez o cincuenta años? En muchos casos, la honestidad y la
be los recursos alimentarios hasta un nivel crítico (sequía, demanda excesiva, experiencia de campo imponen una respuesta negativa. El carácter mixto de esas
enfermedad). Los grupos humanos se ven forzados a concentrarse en terri­ “fases” a menudo puede oscurecer cambios locales significativos y confundir al
torios de tamaño más reducido pero más ricos en recursos; arqueólogo incauto. Schwerdtfeger (1972) ha hecho observar el paso de las estruc­
(iii) deriva territorial —menos grave que (1) y (2), es el resultado de factores turas rectangulares a las estructuras circulares en las construcciones domésticas en Hau-
tales como la disminución del rendimiento en la producción de recursos seland durante el período 1928-68. Esto representa un cambio ininterrumpido du­
locales; abandono o sustitución de los campos cultivados; rante una sola generación, pero para el arqueólogo especializado en los materiales
(iv) ramificación/migración territorial —el resultado de un aumento de la presión de construcción, como los ladrillos de barro, ello puede antojársele una ruptura
demográfica, que no puede compensarse con una expansión territorial, de espectacular con la tradición precedente.
la disminución de la productividad local, de la competición y de la enferme­ Por lo tanto, cualquier interpretación de los cambios en la población como re­
dad. Cuando los tipos (i)-(iii) pueden equipararse con distribuciones con­ sultado de la migración puede considerarse en términos de los cambios asociados
tinuas de material arqueológico, la ramificación territorial produce un patrón en la cultura material y después en relación con el efecto de los procesos de forma­
discontinuo. ción deí registro arqueológico. Incluso si se establece un control suficientemente
La relación entre el desplazamiento de las poblaciones y la difusión de los rasgos minucioso, puede que todavía estemos confundiéndonos a nosotros mismos si cree­
culturales ha sido objeto de mucha controversia en los círculos antropológicos y ar­ mos que el cambio cultural se ha desarrollado a un ritmo continuo y regular en cual­
queológicos durante todo este siglo. En algunos casos los arqueólogos buscaron una quier emplazamiento o región, de manera que las “interrupciones” en la secuencia
explicación en las migraciones a gran escala en base a consideraciones actualmente ocupacional indicarán, obligatoriamente, una discontinuidad demográfica (Cap. 5,
refutadas. Los desplazamientos de poblaciones han perdido gran parte de su popula­ nota 2).
ridad en los medios arqueológicos europeos en detrimento del papel desempeñado por (2) Conviene observar que la preocupación del autor concierne la difusión en
el comercio en el cambio cultural y en los patrones de distribución. En los medios tanto que proceso por el cual los rasgos y las ideas culturales se propagan en el
americanos los últimos intentos de relacionar las migraciones con pruebas arqueoló­ tiempo y el espacio, sin preocuparse por ninguna consideración general respecto a los
gicamente recuperables datan de la década de los cincuenta (Willey, 1953; Thompson, méritos respectivos de la “difusión” y la “evolución” en tanto que explicaciones
1958), pero por las complejidades implicadas, esos intentos atraen críticas desfavora­ del cambio cultural.
bles. La “visibilidad” de un movimiento de población en el registro arqueológico a (3) Binford (1972) ha profundizado este punto todavía más en su estudio de las
menudo varía con el grado con que un conjunto cultural distintivo fue preservado prácticas funerarias, y pretende que sólo cuando hayamos comprendido las propieda­
y difundido por el grupo intrusivo. Existe un visible contraste, por ejemplo, entre des organizativas de los sistemas culturales, podremos compararlas razonablemente
las pruebas arqueológicas de la conquista romana de Britania y el rápido despla­ entre sí en términos de contenido cultural. La costumbre del arqueólogo contempo­
zamiento de los filisteos hacia las ciudades canaaneas del litoral, donde solamente un ráneo de comparar unidades culturales en términos de inventarios del contenido cul­
nuevo tipo de sepultura y unos pocos motivos artísticos les distinguen de la pobla­ tural, cuando por otra parte no se intenta aislar ni comprender las variables que
ción local (Trigger, 1968). Si se toma en cuenta las dimensiones usuales de las mues­ afectan a la frecuencia o distribución del contenido en las unidades culturales es­
tras de cultura material o los restos óseos, sobre los que se basan las interpreta­ tudiadas, es un pasatiempo infructuoso y, seguramente, carente de sentido.
ciones de las migraciones, aparecen nuevas complicaciones. Este factor ha sido puesto
en evidencia gracias a los nuevos métodos de recogida de muestras (p. ej., tamices
ultrafinos) y por la admisión de que los cambios en los conjuntos culturales de
sucesivas fases de ocupación de un mismo lugar puede que no sean un reflejo repre­
Discusión y especulación 419

El principal campo de acción de esas contribuciones fundamentales es la


sistematización y la generalización —la detección y organización del orden, re­
gularidades, condicionamientos y tendencias. La ventaja elemental potencia­
da por esas actividades consiste simplemente en que esas regularidades pueden
utilizarse para predecir el comportamiento y hacer resaltar la desviación
respecto a los patrones de comportamiento esperados. Esas actitudes funda­
11 Discusión y especulación mentales estimulan el descrubrimiento de las relaciones que aportan orden y
regularidad a un material normalmente heterogéneo.
Este enfoque introduce de inmediato el problema filosófico relativo a la
Comportamiento mental de los artefactos
existencia o ausencia de orden en el mundo “real” extrasensible. Haya o
Título de un artículo en Brit. J. Phil. Sci., II, N.° 6
D. M. MACKAY, 1951 no haya orden o caos en la naturaleza, la mayoría de los filósofos coin­
ciden en que el orden que percibimos y utilizamos es, en cierta medida, un
orden arbitrario ideado por el hombre y ampliado por el mismo a la in­
terpretación del ambiente —donde arbitrario significa “escogido para produ­
I Antecedentes teóricos cir orden en determinadas dimensiones”, y no orden a la ventura o alea­
torio. Así, pues, en sus manifestaciones más elementales, tenemos el “test”
En este capítulo llevaremos a cabo una valoración selectiva de los funda­ psicológico de los dibujos en los que algunos sujetos sólo ven líneas, otros
mentos de la arqueología analítica y de las disposiciones que encuadran su caras, y otros un cubilete —la percepción del orden depende más de la orga­
orientación. La mayor parte de su contenido ha sido tratada, ya, en los ca­ nización selectiva del receptor que de la geometría del objeto estudiado
pítulos precedentes pero la intención presente es de reunir en un todo lo que (Haggett, 1965; Cherry, 1957).
sólo se ha tratado por la banda. La mayoría de esas disposiciones equivalen Sin que sea necesario adentrarnos hasta el fondo del problema del orden
a la difusión en la arqueología de adelantos importantes en las disciplinas o del caos del mundo “real”, nos daremos cuenta de que hemos estado
afines; derivación, que, en ningún caso, implica que deba considerárselas utilizando sistemáticamente una organización arbitraria de los datos dentro de
como externas a la organización de la arqueología en tanto que disciplina un orden que no tiene porque tenerlo, necesariamente.
autónoma por su contenido y sus dimensiones. Pero una prótesis científica (i) La curva de distribución normal —con su simetría unimodal y bila­
no hará de la arqueología una “ciencia”, como tampoco la pata de palo trans­ teral— ha sido muy utilizada como modelo anticipado de la distribución de
forma el pirata en árbol —la datación isotópica, el análisis químico y los determinadas clases de poblaciones, en el que las desviaciones con respecto a
magnetómetros de protones son meros accesorios. En cambio, las actitudes esta “regularidad” persistente son una importante fuente de información
fundamentales que nos permiten abordar la generalización de. la teoría ar­ (Figs. 29, 30, 33-5; Caps. 4, III; 5, III; 6 III). Sin embargo, incluso con
queológica son el meollo de la estructura de la disciplinca —actitudes pro­ las categorías apropiadas de población sólo se puede extraer esta “regulari­
venientes, en su mayoría, de la cibernética, de la teoría de la información, dad” adoptando selectivamente una ordenación bastante arbitraria de los
de los estudios del comportamiento, sin excluir las matemáticas (lógica datos —por frecuencia de aparición en clases dispuestas intencionalmente
simbólica, teoría de la probabilidad, teoría de conjuntos, estadística induc­ en secuencias sucesivas de una escala dada. Si se utiliza una escala diferente
tiva, tipología y taxonomía numérica) (Clarke, 1968, 1972, 1973; Doran y y una secuencia diferente de intervalos de clase, las barras verticales de
Hodson, 1975). frecuencia del histograma normal podrán redistribuirse en un perfil irregular
La mayor parte de las contribuciones fundamentales a la arqueología ana­ y no normal. En efecto, el procedimiento opuesto —transformación— se
lítica es más matemática que científica, y más simbólica y abstracta que tan­ usa a menudo para obtener una “regularidad” de distribución a partir de
gible, con lo cual se realza la importante función del dispositivo matemá­ datos “irregulares” previo tanteo de varias escalas (Haggett, 1965). Se nece­
tico en tanto que maquinaria simbólica para la conformación de la teoría cen­ sita la misma clase de requisitos para obtener las “regularidades” de las
tral de las disciplinas organizadas a partir de sistemas deductivos estructu­ demás curvas estándar —lognormal, binomias, de Poisson, gamma, etc.
rados. Al mismo tiempo esas contribuciones externas son posibles porque la (ii) Las curvas de distribución unimodal y las “regularidades” de ten­
relación entre analistas y sus datos puede ser tan aclarada por simples dencias de las poblaciones sucesivas de entidades arqueológicas sólo pueden
cambios en la óptica como por el aumento de la cantidad de datos. Los obtenerse empleando selectivamente determinadas escalas y órdenes, y no
arqueólogos se han preocupado excesivamente por aumentar el número de otras (Fig. 46; obsérvese los efectos de la reordenación de Jas clases de
datos y poquísimo por la calidad de su instrumental conceptual. atributos (o), (a), (/?), (c), (d), (e) en la figura).
420 Arqueología analítica Discusión y especulación 421

(iii) Sólo es posible modelar el “comportamiento regular” de la infini­ dades y órdenes introducidos por las actividades intencionales de las gentes
dad de redes en un sistema complejo mediante la selección de una serie res­ que fabricaron los artefactos. No está totalmente claro, en la actualidad,
tringida de elementos en la red —las variables estratégicas para el “marco cómo y en qué medida el analista moderno puede diferenciar entre esas dos
de referencia” arbitrariamente escogido, o sistema de interés. categorías de información ordenada —entre mensaje del pasado y. las carac­
Esos ejemplos bastan para demostrar que estamos bastante acostumbra­ terísticas del receptor (Fig. 111). En muchos aspectos, la información muti­
dos a obtener “regularidades” a partir de datos en los que no son visi­ lada obtenida por los arqueólogos de los artefactos de antiguas sociedades
bles de inmediato, por manipulación de las observaciones efectuadas y por desconcierta por su similitud con la impresión deformada del mundo al­
selección arbitraria aunque coherente de determinadas dimensiones y no de canzada por un niño a partir de la observación de los artefactos de su
otras —la organización intencional de los datos en “regularidades” para propia sociedad. El receptor del arqueólogo analítico puede ser más potente
nuestra propia comodidad predictiva. En efecto, gran parte del esfuerzo inves­ y más sensible pero el niño por lo menos tiene la ventaja de las confir­
tigador está dirigido hacia el descubrimiento de meras relaciones que dan maciones redundantes provenientes de otros canales contemporáneos.
sistemáticamente orden o regularidad a nuestra percepción del mundo real. El arqueólogo puede, entonces, atenderse a encontrar regularidades en sus
La exactitud y la fiabilidad con que puede obtenerse una “regularidad” dada datos y a poder, por lo tanto, redistribuir sus datos para obtener otras
del tratamiento arbitrario aunque específico de clases especificadas de datos regularidades. Muchas de éstas dependerán de la conjunción, asociación o
expresan la utilidad de este procedimiento como modelo y como herramien­ correlación constante o regular de variables particulares o, incluso, la aso­
ta. Más que una búsqueda de regularidades en nuestros datos, se trata de ciación de regularidades de un nivel inferior. Si esta conjunción repetida se
la organización intencional de nuestros datos en intensas regularidades acerca a una relación casi constante en todas las muestras de datos obser­
(Cap. 1-IV). vables, tal que todas las A observadas sean B, o que todas las A ob­
La existencia o la ausencia de un orden en el mundo exterior es un tópico servadas tengan B, entonces estos enunciados pueden aceptarse como leyes
que más vale dejar a los filósofos. Hemos visto que, al margen de la exis­ de menor rango —o hipótesis bastante exactas. Ni siquiera las leyes cien­
tencia o inexistencia de orden más allá de nuestra organización externa, tíficas reposan sobre bases más amplias que la afirmación de las conjun­
la sumisión de nuestras percepciones a regularidades y a un orden es suma­ ciones “constantes” de propiedades especificadas en la muestra contrastada
mente provechosa, siempre y cuando haya la garantía de que esas cualidades del mundo real. “El mundo no se compone de hechos empíricos más las
surgen de un procedimiento seleccionado aplicado a aspectos escogidos de los leyes de la naturaleza: lo que llamamos leyes de la naturaleza son unos dis­
datos disponibles. No obstante, a los arqueólogos les preocupa menos el positivos conceptuales con los cuales organizamos nuestro conocimiento em­
mundo natural que el mundo del hombre y sus artefactos, y es una ca­ pírico y predecimos el futuro” (Braithwaite, 1960).
racterística del hombre, como acabamos de observar, que introduzca inten­ La constatación de que las “Leyes Naturales” no son determinísticas,
cionalmente relaciones ordenadas allí donde antes no las había. Esto es ver­ sino sólo aproximadamente estadísticas de muy elevada probabilidad, ha pro­
dad para las especulaciones del hombre sobre la naturaleza del mundo vocado el abandono de las viejas ideas de unas “Leyes de la Naturaleza”
extrásensible y también lo es para el producto del trabajo con sus manos como controles mecanísticos que escapan a nuestros sentidos. Esta sustitu­
—los artefactos. ción de leyes normativas por leyes probabilísticas nos permite darnos cuenta
Todos los organismos vivientes parecen introducir orden en el mundo, de que la materia prima del mundo exterior presenta una gradación desde
pero el hombre, por ser un organismo superior, lo introduce en mayor las conjunciones “casi constantes” de determinadas propiedades del mundo
grado; su orden se extiende del mundo material a los dominios intangibles físico hasta las conjunciones “más que aleatorias” del mundo de las cosas
del pensamiento. Que haya o no haya orden en el mundo exterior, no organizadas por el hombre. Los grados de “conjunción” admiten grados
tiene, pues, mayor importancia para la ordenación introducida en aquél por correspondientes de leyes probabilísticas —casi determinísticas en las leyes de
el hombre y petrificada en sus artefactos. Esta ordenación para el arqueólo­ la ciencia,'hasta casi estocásticas en las ciencias sociales. Incluso en las cien­
go es la clave de la cultura material de las sociedades antiguas —los atri­ cias físicas, la brecha entre las leyes de la “conjunción casi constante” y
butos, artefactos y conjuntos del pasado selectivamente ordenados enaltecen las viejas leyes de la “conjunción constante” constituye un importante
las percepciones y las concepciones de sus realizadores —un mensaje en campo de incertidumbre, si las muestras son lo suficientemente grandes
medio de la confusión del desorden (Fig. 111). (Principio de Incertidumbre de Heisenberg, 1927; Haggett, 1965).
Esas deliberaciones apuntan que el arqueólogo analítico deberá enfren­ En las actividades y en las acciones fosilizadas del hombre, la conjun­
tarse con el orden y la regularidad de sus datos bajo dos formas. Regu­ ción de propiedades es mucho menos que constante, pero mucho más que
laridad y orden que pueden ser producidos por determinadas manipulaciones aleatoria —y por tanto, admitiendo leyes probabilísticas pero haciéndolas
y procedimientos estandardizados utilizados por el analista y otras regulari­ mucho más “probabilísticas”, mucho más difíciles de aislar, y con un más
422 Arqueología analítica Discusión y especulación 423

sistema sociocultural, que lo más probable es que también se produzcan


progresos paralelos en el campo de la arqueología. No obstante, nadie deberá
imaginarse que esta fase es inminente ni que pueda cumplirse sin un esfuerzo
considerable. Todo lo que el arqueólogo necesita observar es que es poco
probable que retire gran provecho del contacto cultura sociocultural/cultura
material mientras ambos lados de la superficie del contacto no hayan sido
organizados.
Esta visión del mundo se adapta bastante bien a la realidad del mundo
en que nos movemos —un mundo de libertad de elección dentro unos límites
materializados por varias series de barreras (Fig. 7), pero que no se oponen
a la selección estocástica dentro de dichos límites —un “caos estructurado”
(Arbíb, 1967). Parece como si por cada locus o estado que adopta la en­
tidad o el atributo hubiera, todavía, una serie limitada de loci o estados
que la entidad o el atributo podría haber adoptado con iguales probabili­
dades, incluso tomando en cuenta las constricciones que limitan la serie. Esta
serie permisible se reduce a su mínima expresión en las ciencias físicas pero
adquiere grandes y frustrantes dimensiones en las ciencias sociales. Esto es,
precisamente, lo que ocurre en la selección de un asentamiento particular
entre los numerosos emplazamientos igualmente favorables del área, o en la
selección e imposición de un atributo artefactual entre los numerosos y diver­
samente aceptables estados de atributo en la serie de multiestado culturalmen­
te aceptable. Bajo esta óptica, buena parte de la información o tradición
sociocultural se presenta como un procedimiento de “cosmética mental” para
reducir la selección a una “serie preferencial” y luego ofrecer el procedi­
miento selectivo adaptado a la serie —sea por vaticinio, oráculo o por cual­
quier otro dispositivo estocástico y cabalístico. La primera serie está delimita­
da por los condicionamientos funcionales y culturalmente inducidos, que pro­
ducen regularidades de una de nuestras categorías, y la segunda serie es
la gama de condicionamientos que pesan sobre las regularidades estadísticas
de nuestra segunda categoría.

Fig. 111. Cultura material en tanto que sistema de comunicación con tres salidas II Procedimiento disciplinado
—de fuente A al ambiente, de fuente A a la cultura A, de fuente A a la cultura B.
De acuerdo con el teorema de Shannon, la comunicación efectiva puede establecerse La parte de la última sección que nos informa sobre el segundo procedi­
con el ambiente y la cultura A, en el sentido de que los errores debidos al ruido miento podría resumirse diciendo que deberíamos organizar nuestros datos en
parásito pueden reducirse suficientemente si se adopta un transmisor o receptor regularidades, tanto por la comodidad de la cosa como a efectos de la
suficientemente complejo. Con la cultura B, la comunicación vía cultura material
información. Parece, además, que si permanecemos selectivos y arbitrarios,
es probablemente poco fiable según se sintonice de una u otra manera el receptor B.
pero coherentes, podremos esperar aprender algo sobre sistemas muy comple­
jos gracias a la normalización de los aspectos sucesivos que nos interesan,
amplio campo de incertidumbre que las leyes que organizamos para el mundo eliminando intencionalmente los detalles irrelevantes para este aspecto sis-
físico. De ahí que podamos esperar confiados en un encuadramiento cada témico y separando las variables clave, esenciales e inesenciales. Partiendo de
vez más competente de leyes más complejas y enérgicas en sociología, modelos de simulación de un solo aspecto deberíamos poder añadir y desa­
antropología social y estudios afines. Esas leyes generalizadoras y sinteti- rrollar conjuntos más complejos y de comprehensión creciente —aunque
zadoras organizarán a tal punto los conocimientos del arqueólogo sobre.el pueda dudarse de que los sistemas socioculturales puedan expresarse por las

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424 Arqueología analítica Discusión y especulación 425

estructuras de modelos simples. En resumen, los procedimientos disciplinados Ciclo inicial


en arqueología analítica pueden resumirse con la frase de Descartes —«el
método consiste enteramente en la correcta ordenación y disposición de los (1) Escoger y definir el problema.
casos que llaman nuestra atención» (Oeuvres, vol. X; Regles pour la direc- (2) Recoger los datos apropiados mediante el procedimiento de mues-
tion de Vesprit, régle K)- treo adecuado.
La armazón general del procedimiento de la arqueología en tanto que (3) Localizar las variables estratégicas que definen el aspecto sistémi-
disciplina “didáctica” ya ha sido esbozada en el modelo de feedback de re­ co arbitrario pertinente a este problema —establecer el sistema que se
ciclaje (Fig. 2). En lo esencial ese procedimiento consiste en introducir un supone contiene las variables clave esenciales e inesenciales.
flujo constante de observaciones contextúales y específicas en un “aparato (4) Preparar los experimentos analíticos para determinar la relación de
analítico” en conjunción con los mejores modelos disponibles aptos para los esas variables entre sí y con los parámetros del sistema:
datos particulares. En el interior del aparato los aspectos de los datos satis­ (a) Idear los experimentos analíticos preliminares —para establecer
factoriamente explicados por los modelos son utilizados redundantemente la dependencia de las variables operacionales; analizar los ejem­
para reforzar y perfeccionar las estructuras de las hipótesis; los aspectos de plos sucesivos de los estados sistémicos para revelar la depen­
los datos residuales no tratados a satisfacción por el modelo resultan de­ dencia estadística de los resultados de las distintas variables
finidos y pueden usarse para modificar o destruir el modelo, o desarrollar operacionales; emplear el análisis de relaciones —análisis de
nuevos modelos. El output de este procedimiento es, por consiguiente —los contingencias, de varianza, covarianza, correlación y regresión,
modelos confirmados, modificados, o nuevos modelos que son luego reciclados análisis factorial, etc. —cuando convenga, para definir las varia­
con el input del aparato, para ser contrastados con los nuevos datos adecuados. bles clave y esenciales.
Este procedimiento es, efectivamente, un sistema de análisis de regresión (b) Idear nuevos experimentos analíticos —por ejemplo, seleccio­
múltiple— un procedimiento organizado empleando el célebre “método de los nar varios estados sistémicos en los que determinados pará­
residuos” de John Stuart Mili. metros están controlados,, o pueden mantenerse constantes, a
Sin embargo, el aparato analítico está más ricamente tramado que lo que efectos de investigar el efecto correspondiente sobre las demás
sugiere este modelo esquemático, y existen otros patrones de flujo interno que variables sistémicas.
pueden emplearse sucesiva o simultáneamente para generar hipótesis y con­ (c) Reducir las variables operacionales a las variables clave para
trastar modelos. Antes de avanzar en los problemas de las técnicas para las que los resultados y el comportamiento del sistema son los
generar hipótesis y modelos arqueológicos quizá convenga mejor iniciar una más sensibles.
secuencia de procedimiento. (5) Formular una serie de hipótesis, o construir un modelo, organizando
los resultados de esos experimentos en el marco de los problemas
escogidos. Intentar promover cualquiera de esos modelos de un es­
PROCEDIMIENTO UNILINEAL tatus icónico a un estatus análogo, o de preferencia, a un estatus
simbólico, con componentes determinísticos, estadísticos y esto-
La investigación secuencial de un problema arqueológico puede enfocarse cásticos.
como indicamos más adelante. La terminología se refiere específicamente a
un “enfoque sintáctico” de los datos arqueológicos, en la línea seguida en
la discusión de las entidades arqueológicas (Caps. 4-8). No obstante, el mis­ Reciclar
mo procedimiento puede aplicarse inmediatamente si la interpretación mate­
mática de los términos chocantes es sustituida por el equivalente sujetivo (6) Diseñar nuevos experimentos para contrastar el modelo o las hipó­
más cercano, siempre y cuando se esté plenamente al tanto de la distancia tesis, diseñar el procedimiento de muestreo adecuado y la recogida
entre los significados de ambas clases de términos —normalmente suele tra­ de datos de acuerdo con este plan, efectuar esos experimentos.
tarse de series que se traslapan pero que no son idénticas. Es precisamente (7) Contrastar el modelo o las hipótesis con esos nuevos resultados,
esta separación lo que deberemos tratar de definir en el futuro para reducir­ aislar cualquier área con residuales no explicados o insatisfactoria­
la o para tenerla en cuenta. Sin embargo, el procedimiento esquemático mente tratada por el modelo o las hipótesis originales.
puede ser el que apunta Chorofas (1965): (8) Analizar los residuos; admitir, modificar o rechazar el modelo o las
hipótesis según los resultados. Pronosticar la aplicabilidad a esferas
más amplias de problemas y datos.
426 Arqueología analítica Discusión y especulación 427

(9) Contrastar los pronósticos repitiendo todo el procedimiento en un Método de regularidades


contexto nuevo: observar —formular hipótesis - experimentar - y
confirmar, modificar o rechazar. Este método se inicia con el descubrimiento intencional, intuitivo o acciden­
tal de las propiedades relacionadas con las regularidades de los datos.
Luego pasa a la formulación explícita de tantos ejemplos de esas regularida­
TECNICAS PARA LA FORMULACION DE HIPOTESIS des como sea posible, y a la demostración, por algún procedimiento de hipó­
tesis nula, de que las relaciones observadas no se deben a factores alea­
Las hipótesis sirven para relacionar entre sí las propiedades observadas por torios. La conjunción correlacionada de las propiedades que definen la regula­
medio de un concepto estructural. En este sentido, una hipótesis, o un modelo ridad puede formularse explícitamente, pues, como una hipótesis lista para
hipotético, se formula a efectos de predecir determinadas regularidades corre­ verificación.
lacionadas. Esas hipótesis son, por consiguiente, meros instrumentos en con­
textos específicos y por tal razón puede considerárselas como adecuadas,
parcialmente adecuadas, o inadecuadas, y no como verdaderas o falsas. Un Método de residuos
buen modelo, o buena hipótesis, predice más acerca de una clase específica
de situaciones que lo que hace una alternativa menos satisfactoria. La impor­ Este método utilizará el procedimiento de regresión comprehensiva descrita
tancia de este enfoque de las hipótesis es que elimina la ilusión de una anteriormente en esta sección (II, 1-9). La insuficiencia de los factores con­
“verdad” unitaria y revela que muchas hipótesis pueden ser en parte “ver­ jeturados para explicar los efectos observados admite la definición y el asila-
daderas” en el mismo momento dado, pero que pueden ordenarse por grado miento de las propiedades residuales que requieren un modelo alternativo o
de aptitud. La “verdad” sobre una situación dada también depende del en­ más extensivo. Este procedimiento es formalizado en el análisis residual y
foque adoptado para la verificación de dicha situación. Una situación tiene, de regresión (Cap. 10, III).
pues, varias “verdades”, algunas de las cuales pueden ordenarse por grados
de aptitud para cada tipo de enfoque, pero las mejores de las cuales sólo
pueden ser consideradas como las más eficaces, momentáneamente, con dis­ Método de convergencia e integración
tintos enfoques de la misma situación (Nagel, 1958).
Uno de los problemas del uso del modelo o de las hipótesis es, pues, el de En numerosos estudios puede que ya existan varias hipótesis diferentes, cada
la comparación de la eficacia de hipótesis alternativas y el de la generación una de ellas afectada por el efecto contributivo de diferentes factores
de un número adecuado de recambios. La solución genérica práctica consis­ pero puede resultar que los factores y las hipótesis no sean mutuamente
tirá en recurrir a una investigación estocástica multilineal con numerosos in­ exclusivas. Esta situación admite, pues, el empleo de la hipótesis de los fac­
vestigadores. Sin embargo, algunos procedimientos individuales pueden dar tores múltiples y de efecto acumulativo y el procedimiento Occam frente al
resultados más inteligibles. recíproco de Occam (Cap. 2, III, Fig. 12). Si se demuestra que los factores
r individuales desempeñan un papel importante en el sistema que se está inves­
tigando, entonces se podrán integrar, uno tras otro, en el modelo final
Método de verificación total (Occam, demasiados -> suficientes). Sin embargo, en muchas ocasiones,
aunque los factores y las hipótesis designadas pueden estar interviniendo y,
En ausencia de hipótesis evidentes o de regularidades que puedan utilizarse de hecho, puedan modelar gran parte del comportamiento sistémico, todavía
en dichas hipótesis, los datos deben investigarse y reordenarse a efectos de será necesario proseguir la investigación para ver si otros factores e hipó­
obtener dicha organización. Este proceso de verificación y transformación, tesis no mencionados no estarán interviniendo (recíproco de Occam, de­
descrito por Miller y Kahn (1962) como método de “perdigonada” o de masiado pocos -* suficientes). La integración de los factores necesarios en
“Pléyade”, consiste en reunir grandes cantidades de datos y someterlos a un sistema interactuante admite, pues, una hipótesis más comprehensiva
un estudio de correlación entre cada aspecto y cada uno de dos de los demás. reposando sobre la estructura del sistema.
En el caso de datos matemáticos, la matriz de relaciones resultante podrá Una hipótesis o un modelo tan complejos pueden ser contrastados,
ser rigurosa y formalmente investigada por inversión matricial y análisis entonces, en mejores condiciones y definidos, luego, por la integración con­
canónico, a fin de establecer si contiene alguna estructura latente (Haggett, vergente de las pruebas separadas provenientes de tantos experimentos y
1965; Krumbeim y Graybill, 1965). análisis diferentemente fundamentados como sea posible. «Variedad en la es­
pecie de ejemplos positivos para una teoría es un factor generalmente acep­
428 Arqueología analítica Discusión y especulación 429

tado para sopesar las pruebas. Experimentos realizados en campos cualitati­ surgirá un conflicto ruinoso entre los modelos parcialmente satisfactorios
vamente diferentes... controlan aspectos de la teoría cuya relevancia en cual­ que deberían haberse integrado por el método de convergencia.
quiera de esos campos puede ponerse en entredicho» (Nagel, 1958). En
una situación arqueológica esto podría representarse por la integración con­
vergente de pruebas separadas provenientes de cada uno de los numerosos Método de isomorfismo
ámbitos que constituyen conjuntos culturales únicos —taxonomías artefac-
tuales, distribuciones, dataciones absolutas, estratigrafías, cerámicas, meta­ Este enfoque es potencialmente la técnica más interesante y útil pero en la
lurgia, etc., etc. Este método arranca del supuesto de que las situaciones ar­ práctica su abuso ha tendido a enmascarar su interés fundamental. En otras
queológicas son sistemas plurifactoriales y no unifactoriales y que, por consi­ palabras, es la técnica consistente en tomar prestado y modificar los modelos
guiente, el ámbito de cada factor debe tomarse en cuenta en la búsqueda de otras disciplinas para que se adapten a un nuevo contexto. La base de la
de una hipótesis comprehensiva. técnica ha quedado explicitada sólo con la reciente ampliación de la aplica­
ción de la teoría de sistemas a diversos ámbitos. Este procedimiento ha
producido una taxonomía bruta de modelos sistémicos la cual demuestra que
Método de las hipótesis alternativas múltiples muchos de los modelos o hipótesis de disciplinas bastante diferentes están
relacionadas de tal forma que el homomorfismo de un modelo sistémico
Este enfoque es similar al precedente en el sentido de que ambos han sido en un ámbito es, a menudo, isomórfico con el homomorfismo de un modelo
diseñados para tratar diversos factores o hipótesis relativos a situaciones similar en un ámbito bastante diferente. Dicho sin paliativos, los modelos e
únicas. Sin embargo, el enfoque precedente sólo conviene en la manipula­ hipótesis parecen presentar en varias disciplinas isomorfismos estructurales
ción de factores e hipótesis que no sean mutuamente exclusivos. Si existe un latentes —ofrecen construcciones teóricas sorprendentemente similares que
grupo de hipótesis alternativas mutuamente exclusivas para explicar una situa­ actúan como modelos para datos bastante diferentes. «Muchos conceptos
ción única, entonces el método de “hipótesis de trabajo múltiples” puede científicos en diferentes ámbitos presentan, lógicamente, una estructura equi­
ser de gran utilidad (Chamberlin, 1897). valente. De ellos puede extraerse una forma lógica, que es bastante general
Esta técnica apunta que, si en un momento dado cualquiera no es posible, y toma diferentes significados peculiares, de acuerdo con el contexto»
a partir de las pruebas existentes, discriminar decisivamente entre hipóte­ (Mackay, 1950).
sis alternativas, entonces estas hipótesis deberían tratarse continua y paralela­ Abundan los ejemplos de esos isomorfismos interdisciplinarios —en algu­
mente por el procedimiento de regresión todo el tiempo que sea necesario nos casos los isomorfismos son el resultado de préstamos entre campos de
hasta que las probabilidades de una hipótesis aumenten acumulativamente y estudios:
que las probabilidades de las alternativas hayan disminuido correspondiente­
mente hasta el punto de fuga. Esta técnica es una versión simultánea y múl­ (a) Las leyes de relación exponencial —en la física de la descomposición
tiple del método estándar de residuos —análisis de regresión múltiple en radiactiva, en los modelos maltusianos de crecimiento demográfico,
contraste con el análisis de regresión simple. en los modelos económicos de producción y consumo y en las
Las hipótesis diferentes en este caso se tratan en paralelo con el feedback diversas leyes del cuadrado inverso.
ininterrumpido de información entre los canales que aportan un output (b) Las leyes de acción de masa —en física, en química, en dinámica
sucesivo sobre los estados de probabilidad comparativa de las alternativas. de poblaciones y dinámica mecánica (Lotka).
Este estado comparativo puede estimarse subjetiva u objetivamente por medio (c) Las leyes de equilibrio de la energía potencial mínima —en física,
del teorema de Baye de probabilidad inversa (Cherry, 1957) o del método en el principio de Lagrangé; en geografía, tal como las usa Lósch;
de verosimilitud máxima de Fischer (Nagel, 1958). Teóricamente, las pro­ y en las ciencias sociales en el principio de Zipf; en química física,
babilidades individuales de las hipótesis alternativas fluctuarán mientras mini­ en el principio de Le Chatelier; en electrodinámica, en la ley de Lenz,
mizan más o menos efectivamente los residuales presentados por el flujo de y en demografía tal como las usa Volterra.
datos frescos, hasta que el output comparativo oscilante converja hacia una (d) Las leyes de distribución de Gauss —en astronomía, en las ciencias
u otra hipótesis. Esta meta es alcanzada cuando las modificaciones acumula­ físicas, en geografía, en psicología empírica, genética, y numerosos
tivas necesarias para salvar las hipótesis “minimizantes” resultan menos plau­ otros ámbitos.
sibles que el rechazo de esas hipótesis; por lo tanto, deberá mantenerse una Los modelos arqueológicos, homomórficos con muchas de esas leyes, han
hipótesis (Braithwaite, 1960). Debe irse con cuidado, no obstante, en determi­ sido discutidos en otros lugares de este libro (Haggett, 1965).
nar que las hipótesis o factores son mutuamente excluyentes, de lo contrario El descubrimiento de isomorfismos predictivos ha provocado la búsqueda
430 Arqueología analítica Discusión y especulación 431

optimista de modelos, hipótesis y leyes interdisciplinarias. Sin embargo, un exhortarnos a adoptar actitudes totalmente opuestas frente a los mismos
progreso más positivo ha sido la creciente investigación sistemática y la ins­ datos.
pección mutua de las superestructuras deductivas de las diversas disciplinas, Enunciado 1. Los datos arqueológicos fueron, en un tiempo, parte inte­
que ya han producido el más provechoso intercambio de modelos y procedi­ grante de entidades socioculturales —sistemas completos en los que los ar­
mientos. El método de isomorfismo debe emplearse con el máximo cuidado, tefactos se hallaban delicadamente imbricados. Los datos arqueológicos
pero si se controla correctamente, brindará a las disciplinas primitivas, tales no pueden tratarse, pues, como si fuesen un subsistema distinto artifi­
como la arqueología, la ocasión de hacerse con algunas muestras selectas, so­ cialmente separado del circuito de interacción general de su contexto
fisticadas y eficaces de modelos de mucho mayor alcance que las que pue­ primitivo. Los artefactos deberían estudiarse en un contexto sociocultural
den producir sus propios poderes de fabricación momentáneamente limita­ y ambiental (Binford y Binford, 1968).
dos. Cuando las disciplinas son antiguas y sus campos excesivamente com­ Enunciado 2. Los datos arqueológicos ahora están separados de sus con­
plejos, entonces este procedimiento de recurrir a otros modelos puede produ­ textos socioculturales y ambientales contemporáneos, y pueden ser estu­
cir un ahorro de tiempo precioso. diados empíricamente como un fenómeno material con regularidades obser­
En conclusión a esta sección sobre “procedimientos disciplinados” exami­ vables. Los artefactos deberían ser estudiados en términos de sus propios
naremos el significado de la propia expresión. Para Descartes, disciplina sistemas de atributos, fuera de las distorsiones de las presuposiciones
consiste en escoger una esfera de interés, definir el sistema implicado y dis­ referentes a sus contextos primitivos.
poner y ordenar las observaciones relativas a este sistema. Procedimiento,
en este contexto, es lo que transmite nuestro modelo del mecanismo ana­ El primer enunciado es el que informa las actividades actuales de las es­
lítico que puede construirse para poner orden en los datos arqueológicos cuelas de ecología y etnología cultural de la arqueología. El segundo sirve de
(Fig. 2). En su forma totalmente tramada esta maquinaria tratará varios base a la taxonomía y a la morfología arqueológica y utiliza las estadísticas
grupos de datos en paralelo y mediante técnicas simultáneas aunque variadas inductivas, la taxonomía numérica y la cibernética, técnicas a las que se
para generar órdenes, regularidades e hipótesis. Esos métodos para la cons­ acusa de “deshumanizar” la arqueología. La aparente paradoja es que ambos
trucción de modelos e hipótesis pueden expresarse sea en lenguaje ordinario enunciados parecen ser ciertos y que, indiscutiblemente, las arqueologías
para su aplicación sujetiva o de forma simbólica para la manipulación y ve­ rivales que se reclaman de esos principios han hecho valiosísimas aporta­
rificación matemática. Las hipótesis y los modelos de lenguaje ordinario son ciones en los últimos años. Así las cosas ¿cuáles son las funciones respectivas
más fáciles de idear y comprender pero tienden a ser muy específicos y de y relaciones mútuas de esos enfoques rivales, cada uno en su propia esfera,
alcance limitado, además de bastante ambiguos y tácitos en sus implicacio­ y cómo reconciliar sus respectivos defensores?
nes. Las hipótesis y los modelos simbólicos son de aplicación más general y La explicación de la paradoja de la arqueología moderna conviene bus­
más fácilmente verificables y suelen ser totalmente explícitos; ofrecen, ade­ carla en la estructura elemental de la propia disciplinai a la que podrá
más, la posibilidad de ser ampliados y transformados a través de una arit­ aplicarse el isomorfismo con el estudio de la información y de los sistemas
mética simbólica. Ambos sistemas de construcción de hipótesis y modelos de­ de signos. Esto no debería sorprendernos si consideramos el lenguaje y los
berían emplearse, pero siempre que sea posible, los modelos de lenguaje or­ sistemas de signos como artefactos al igual que cualquier otra fabricación
dinario deberían convertirse en formas simbólicas1. humana. El primer paso debería consistir en la adaptación libre de algunas
ideas provenientes de la teoría de los signos (Cherry, 1957). Los términos
que conviene distinguir son (Fig. 48):
III Gramática arqueológica Designios —la serie de funciones o actividades a que iba destinado un
artefacto particular.
La gramática es el compendio organizado y ordenado de las relaciones de las
Percepciones —la información transmitida a un observador en el instante
palabras extraídas de un elevado número de contextos literarios —la conden­
en que observa un objeto o artefacto.
sación de un gran número de contextos observados. Está claro que el resul­
Conceptos —la información contenida en la idea abstracta de un objeto
tado de los tipos de procedimientos que acabamos de describir debería ser
o artefacto concebido en la mente de una persona o artífice potencial,
algún compendio de gramática arqueológica que condensase un gran número extraído de la memoria.
de regularidades observadas en los datos arqueológicos.
Sin embargo, tal gramática no existe y lo que tenemos son varias “ar­ Esos términos demuestran que los artefactos pueden ser imaginados como
queologías rivales” reposando en diversos enunciados básicos incompatibles presentando tres clases de relaciones en tres planos de contacto con el mundo
(Chang, 1967). Esos enunciados básicos de la arqueología moderna parecen externo:
432 Arqueología analítica Discusión y especulación 433

texto sociocultural y ambiental; las gramáticas apropiadas para este ámbito


son la pragmática y la semántica. El segundo enunciado requiere que los
artefactos sean estudiados en términos de sus propiois atributos, en tanto
Fig. 112. Artefactos e que sistemas abstractos; aquí la gramática apropiada es la sintáctica arqueo­
interpretación. Las tres lógica. En la práctica, el arqueólogo quiere conocer y organizar todas esas
gramáticas de las relaciones de sus datos y aplicar el enfoque pragmático y semántico inte­
interrelaciones grado, al menos tanto como el enfoque sintáctico abstractado, con objeto de
arqueológicas y sus tres
que las pruebas provenientes de todos los ámbitos puedan ofrecerse conjun­
ámbitos —las
consecuencias de los tres tamente. Sin embargo, este procedimiento da los mejores resultados si el ar­
outputs de las queólogo es consciente de estas series separadas de relaciones y si trata
SEMANTICA comunicaciones de la sistemáticamente de establecer la construcción independiente de las gramáti­
cultura material (véase cas de los diferentes ámbitos. De lo contrario, el proyecto de una sola gra­
I
AMBIENTE Fig. 111). mática que atienda a todas las relaciones arqueológicas acentuará la confusión
entre procedimientos e introducirá demasiadas dimensiones para un análisis
eficaz.
Antes de concluir esta sección, daremos una breve definición de las fun­
—relaciones con otros artefactos (implicando sus designios, percepciones ciones y procedimientos de esos tres ámbitos gramaticales.
y conceptos)
—relaciones con la gente (implicando sus percepciones y conceptos)
—relaciones en el medio ambiente en el momento de la fabricación, Sintáctica
implicando sus designios (Fig. 112).
La sintáctica arqueológica trata el ámbito de los artefactos en tanto que fenó­
Las relaciones de los artefactos en esos tres planos de contacto pertene­ menos utilizables en el estudio empírico; donde el término artefacto cubre
cen a ámbitos diferentes —están interrelacionados pero actúan en sistemas di­ cada uno de los niveles del sistema —del estado de atributo al tecnocomplejo.
ferentes. Esas tres clases de relaciones tendrán, pues, tres gramáticas dife­ Lo ideal es organizar y ordenar las observaciones sintácticas en forma de mo­
rentes aunque relacionadas, que condensan sus regularidades. Las gramáticas delos simbólicos de capacidad creciente. La gramática desarrollada a partir
de esos tres ámbitos de relación suelen denominarse: de este enfoque puede aspirar a establecer un cómputo de las relaciones
a partir de las observaciones de los sistemas arqueológicos y de la repre­
Sintáctica —relaciones entre artefactos y atributos a todos los niveles de sentación simbólica de dichos sistemas. Ello permitiría la manipulación y
su organización (designios, percepciones, conceptos). transformación de esas representaciones simbólicas por medio de una serie
Pragmática —relaciones entre artefactos y sus utilizadores y observadores de reglas gramaticales, de forma que las consecuencias de una serie de opera­
(percepciones, conceptos). ciones de cómputo fuesen isomórficas con las consecuencias de una serie
Semántica —relaciones entre artefactos y sus funciones en el mundo físico paralela de operaciones en el mundo real.
(designios). El ideal en arqueología sintáctica queda, desde luego, muy lejos de la rea­
lidad. Sin embargo, puede observarse los posibles comienzos de una gramática
Es evidente, pues, que si el arqueólogo está construyendo un cuerpo orga­ con el uso cada vez más eficaz de los modelos simbólicos en arqueología
nizado y ordenado de relaciones que podremos denominar gramática arqueo­ y el creciente perfeccionamiento de nuestros conocimientos respecto a sus
lógica —entonces este cuerpo no incluye una sino tres gramáticas separadas relaciones y transformaciones. Esos desarrollos son, en gran medida, el resul­
y relacionadas: sintáctica arqueológica, pragmática arqueológica y semántica tado de las aportaciones crecientes de la cuantificación, de los procedimientos
arqueológica. Las relaciones entre esas gramáticas separadas y sus ámbitos estadísticos y del impacto de las computadoras. En efecto, uno de los rasgos
pueden representarse gráficamente con gran claridad (Figs. 111, 112). distintivos de la gramática sintáctica es su constante preocupación por las
Volviendo, de nuevo, a los enunciados básicos de la arqueología moderna, frecuencias relativas y probabilidades estadísticas en la manipulación de sus
con sus enfoques diferentes, veremos que son los enfoques complementarios elementos. El desarrollo de una representación simbólica y axiomática de
e interrelacionados de los ámbitos que acabamos de describir. El primer la sintáctica arqueológica es al fin posible —hemos visto la clasificación po­
enunciado requiere que los artefactos sean estudiados en términos de su con­ tencial y la transformación de los modelos de constelación general; un mayor
434 Arqueología analítica Discusión y especulación 435

conocimiento de los taxa de esos sistemas en los datos arqueológicos abrirá cerámicos, a las coherencias artísticas, a los códigos heráldicos o las ins­
nuevas perspectivas de desarrollo. cripciones. A todos esos niveles, los problemas fundamentales incluyen las
La gramática sintáctica en arqueología es, pues, una formulación abstrac­ implicaciones dicotómicas de los datos arqueológicos y la inevitable incerti­
ta, libremente ideada para calcular las reglas de formación, deducción y dumbre sobre la naturaleza real del contexto sociocultural específico.
transformación, que deben desarrollarse. Esas reglas no son necesariamente La gramática pragmática en arqueología puede terminar siendo expresada
inherentes a los datos sino que son un sistema formal y simbólico ideado en una formulación abstracta. Aunque la pragmática arqueológica tenga que
para organizar y explotar las regularidades de los datos. Un sistema lingüís­ verificar las relaciones sociales/artefactuales mediante recuentos de frecuen­
tico usado por un observador para modelar y sintetizar observaciones em­ cia, correlación y probabilidades estadísticas, también trata con probabilida­
píricas en un sistema del mundo real. des lógicas en el sentido de Bayes, Bar-Hillel y Carnap (Cherry, 1957).
Esta faceta es compartida por la semántica arqueológica hasta el punto de
poder distinguir tanto la semántica como la pragmática de la gramática sin­
Pragmática táctica. Carnap ya ha logrado ilustrar de qué forma una lógica simbólica po­
día aplicarse a las relaciones de parentesco, y este problema es congruente
La pragmática arqueológica cubre el ámbito de los artefactos y sus relaciones con los problemas relacionados con varios niveles de las entidades arqueoló­
con las gentes que los fabricaron y con aquellas que los están observando. gicas y socioculturales así como con otros problemas pragmáticos (Cap. 9,
Esta observación pone inmediatamente de manifiesto una importante dicoto­ Fig. 75: Carnap, 1958). En sentido opuesto, Steward (1955) ha organizado
mía en este campo de estudio (Fig. 111). Por un lado los artefactos trans­ y definido regularidades significantes que relacionan las categorías sociocultu­
miten cierta información tácita a la persona que los hizo y otra informa­ rales y constricciones ambientales que, en conjunto, controlan determina­
ción muy parecida a otras personas de la misma cultura, puesto que una pro­ das regularidades pragmáticas. Sin embargo, es bastante aparente que, en
gramación sociocultural compartida garantizará que, dentro de unos amplios este campo, poco o nada es lo que puede hacerse como progreso arqueoló­
límites, sus receptores filtrantes están interpretando de manera similar la in­ gico hacia una expresión simbólica y axiomática mientras los propios so­
formación de entrada (Fig. 111 a) y por otro lado los mismos artefactos trans­ ciólogos y antropólogos sociales no hayan ordenado su lado de esta super­
mitirán información bastante diferente aunque solapante a personas de otras ficie de contacto.
culturas cuya programación sociocultural distinta les impedirá “ver” los arte­
factos con la misma “óptica” que el grupo original (Fig. 111 b). Es evidente
que el arqueólogo se sitúa en la clase de observadores foráneos con un filtro Semántica
interpretativo condicionado. El arqueólogo se sitúa en el mismo plano que
el aborigen de Nueva Guinea en su interpretación bajo el punto de vista La semántica arqueológica deslinda el ámbito de relaciones entre artefactos
del culto de cargo de los artefactos foráneos (Cap. 3, III). y sus funciones en actividades del mundo físico. Estas relaciones son ca­
La pragmática arqueológica define un campo para la consideración, o racterísticamente complejas —las mismas funciones pueden cumplirlas dife­
intento de consideración, de los artefactos en contextos socioculturales —en rentes, aunque limitadas, series de familias de artefactos tipo; el mismo ar­
su aspecto reciente esto constituye la etnología cultural. Las relaciones que tefacto desempeñará distintos papeles dentro de cada cultura (White y Tilo­
la pragmática arqueológica puede aspirar investigar son aquellas que pueden mas, 1972) y muchos más dentro de una serie de culturas. Es precisamente
apuntar asociación entre determinadas organizaciones socioculturales y deter­ este laberinto de series y de complejas correlaciones lo que una gramática
minadas series de regularidades de atributos o de artefactos. La mayoría de semántica debe descifrar y expresar.
esas formulaciones pragmáticas han sido, en el pasado, particularmente inge­ En la práctica, los artefactos son frecuentemente utilizados en series po-
nuas —equiparando, por ejemplo, las casas largas o las figurillas femeninas litéticas que'comprenden un complejo de artefactos tipo con relación a una
con sociedades matrilineales, pero últimamente, se han confeccionado otros actividad específica, una serie de actividades, o con una unidad subcultural de
modelos mucho más perfeccionados. Esos modelos pragmáticos se aplican cualquier clase. El estudio de esos atavíos, equipos, adornos y vasijas ofrece
más especialmente a las configuraciones arqueológicas previsibles en relación una amplia visión para la organización y detección de regularidades intercul­
con determinadas organizaciones sociales (Deetz, 1965; Longacre, 1968, 1970; turales. Esos complejos de artefactos tipo se combinan en la formación de
Hill, 1968, 1970; Whallon, 1968; Cap. 3, n.2). A un nivel más amplio ya la mayor parte del equipo que define el terreno común de las entidades
hemos tratado algunas de las complejas relaciones en la gramática de las del tecnocomplejo —la forma complicada con que esta combinación puede
entidades arqueológicas y de la etnología de grupos (Cap. 9). A un nivel producirse ha sido demostrada por el análisis factorial de los Binford del
más concreto, la pragmática podrá aplicarse al simbolismo de los motivos equipo del tecnocomplejo musteriense (Binford y Binford, 1966). Es proba­
436 Arqueología analítica Discusión y especulación 437

ble, pues, que en términos de relación entre complejos de artefactos y cómputo simbólico y axiomático. Por el momento, el enfoque abstracto de
determinadas funciones en determinados contextos ambientales, pueda pro­ la sintáctica arqueológica, acelerado en su despegue por la contribución de
ducirse una gramática semántica de estructura de tecnocomplejo. la cibernética, ofrece un potencial muy prometedor de desarrollo en este
Una gramática semántica arqueológica es, por tanto, una sistematización sentido —quizá con la ayuda de una taxonomía de sistemas arqueológicos
de observaciones en ecología cultural. Esta gramática debería compartir y de modelos de constelaciones y con su intervención sobre los mismos me­
con la pragmática arqueológica una necesidad de expresión en términos de diante transformaciones bien definidas. No obstante, la pragmática y la se­
probabilidad lógica que reúna las series entrecruzadas de condiciones. Esto mántica arqueológicas también están ganando un mayor impulso gracias a
apunta la posibilidad, en última instancia, de modelar el “comportamiento” los estudios con computadores y a la combinación de simulaciones con or­
semántico de los datos arqueológicos en términos de un cómputo simbóli­ denadores análogos, y una lógica simbólica que use probabilidades puede mo­
co, pero esta meta está todavía muy alejada (Carnap, 1958). Mientras tanto, delar, en fin de cuentas, esas gramáticas con la misma eficacia. Desafortu­
el arqueólogo debe insistir en la acumulación de los datos necesarios. Los nadamente, esos umbrales difícilmente pueden alcanzarse mientras la sociolo­
tecnocomplejos deben ser definidos explícitamente en términos de estructuras gía y la antropología social no reorganicen y reordenen sus propias gra­
de complejos de artefactos tipo, y esta configuración debe contrastarse máticas en estos respectos. Por esas razones, exclusivamente, es posible que
con los aspectos esenciales de la ecología local que inducen la regularidad el “lenguaje del observador”, o metalenguaje de la sintáctica arqueológica,
general. sea la primera gramática susceptible de descubrir la forma de cálculo de la
expresión simbólica para las próximas décadas.
Si se acepta la “total” integración de los sistemas socioculturales, en­
IV Especulaciones tonces el ámbito de la arqueología, en tanto que enfoque arbitrario de esas
entidades, se transforma en el complemento de los enfoques separados y de
La arqueología analítica puede definirse, quizá, como la elucidación inin­ los ámbitos de la antropología social, la psicología social y demás disciplinas
terrumpida de las relaciones que filtran de los datos arqueológicos mediante sociales. En este aspecto la arqueología puede estar llamada a desempeñar un
procedimientos disciplinados destinados a precipitar un cuerpo de teoría importante papel en tanto que campo experimental en el que puedan aguzarse
general. La tentación de considerar este aspecto de la arqueología como técnicas complejas contra los datos artificialmente simplificados de la arqueo­
una ciencia arqueológica debe apartarse. La arqueología analítica no es una logía antes de recurrir a un empleo mucho más perfeccionado de los mismos
ciencia; es una disciplina, y sus mecanismos principales más que científicos contra las subsiguientes complejidades de los datos sociales primarios. Re­
son matemáticos. La ilusión científica perseguida por el arqueólogo ha ocul­ sulta claro que la metodología estadística y matemática, tanto de la arqueolo­
tado durante mucho tiempo el hecho de que un estudio puede reposar en gía como de la antropología, podría enseñarse en un mismo cuadro aca­
la observación empírica, la experimentación, la deducción y la formulación démico. Un eslabón metodológico básico de esta clase contribuirá en gran
de hipótesis, sin que tenga que ser, obligatoriamente, una ciencia. La cualidad manera a la corrección de la divergencia miope de las ramas especializadas
que distingue una ciencia es el grado de certidumbre que marca la conjunción de esos estados al tiempo que impediría la transformación del arqueólogo
recurrente de las propiedades que incluyen el campo a investigar y, por en un diletante y la de la antropología en una disciplina excesivamente
tanto, el grado de amplia generalidad de sus enunciados empíricos. La abstrusa.
cualidad que distingue a la arqueología es la regularidad más que aleatoria En cualquier circunstancia la arqueología ha sido sutilmente infiltrada por
que marca la conjunción de determinadas propiedades arqueológicas que se conceptos provenientes de múltiples disciplinas y de los intersticios entre
hallan restringidas a regiones limitadas por condicionamientos complejos y disciplinas (Secc. I). La arqueología y esos Nuevos Estudios constituyen un
que sólo pueden expresarse en enunciados probabilísticos. sistema acoplado y, por lo tanto, la arqueología debe adaptarse al output
Las relaciones que la arqueología analítica podría esperar elucidar son de este contexto si quiere aprovechar al máximo estas poderosas incorpora­
aquellas que se observan en los ámbitos separados aunque interconectados ciones. La arqueología debe ser pensada de nuevo, reorientada y reescrita
de la sintáctica, la pragmática y la semántica arqueológicas. Esos ámbitos son para poder propiciar estos desarrollos y para contribuir recíprocamente al
las visiones arqueológicas de la semántica cultural, la etnología cultural y contexto moderno. Es demasiado pronto (y peligroso en exceso) para intentar
la ecología cultural (los paradigmas morfológicos, antropológicos y ecológi­ semejante reforma, y la tarea es por demás excesiva para un solo autor. Pue­
cos —Clarke, 1972). Las relaciones dentro de cada ámbito forman gramá­ de decirse, pues, que Arqueología Analítica es, precisa y perversamente, un
ticas independientes que condensan las regularidades del ámbito. Una de las intento individual de este tipo —“anticipaciones, temerarias y prematuras”
posibilidades más interesantes es la que surge de la posibilidad que una o en palabras de Bacon al describir las hipótesis científicas en el prefacio
todas esas gramáticas separadas puedan, eventualmente, ser expresadas en un de Novum Organum. Intento que sólo quedará justificado en el Prefacio de
438 Arqueología analítica Discusión y especulación 439

este libro y en otra máxima de Bacon —“la verdad surge más fácilmente del (1973). El segundo punto general se refiere a la validez del recurso a los procedi­
error que de la confusión”. Advertencias incluidas, creemos, todavía, que mientos explicativos de una disciplina para imponerlos a otra.
por efímero que sea su contenido, este libro puede ser un modelo homo- Cualquier filosofía de la ciencia es, pues, una serie de generalizaciones hechas por fi­
lósofos acerca del patrón de las estructuras y conceptos lógicos en relación con
mórfico de una futura clase de manuales de arqueología que corrija esos
los supuestos, las observaciones, hipótesis, explicaciones e interpretaciones, tal
errores y que establezca la arqueología analítica sobre una base más sólida.
como las observan en los trabajos de los científicos naturales. Es un gran error,
pues, imponer cualquier filosofía sacada de esta serie restringida de disciplinas a una
serie de estudios más amplia que no estaba incluida en la serie inicial que sirvió
Notas de punto de arranque para las generalizaciones (Clarke, 1972b).

(1) En este libro se insiste, esencialmente, en el análisis de modelos para enti­


dades y procesos arqueológicos, mientras que las ideas del autor sobre el procedi­
miento se exponen con menos detalle en esta sección y en capítulos anteriores
(Caps. 2, VI, A, y Fig. 2; Cap. 10, IV). Sin embargo, el interés por temas ta­
les como la formulación y verificación de hipótesis y la existencia de “leyes” del
comportamiento humano y los debates originados por los mismos se ha desarrollado
considerablemente en el curso de la última década. Esto coincidía con el propio
interés del autor por esos temas e incluso parece un ejercicio útil para orientar al
lector hacíalas fuentes originales.
Los arqueólogos se han dirigido hacia otras disciplinas y, en particular, hacia
la filosofía de la ciencia (Hempel, 1966; Rudner, 1966, Harney, 1969; Medawar, 1969;
Harré, 1972; otras referencias útiles mencionadas en Morgan, 1973) para modelos,
verificación y explicación de hipótesis. Aparte de la necesidad de un enfoque más
disciplinado del procedimiento, lo cual es un objetivo compartido por numerosos
arqueólogos, ha habido un compromiso más explícito por parte de los arqueólogos
americanos más jóvenes con un modelo de explicación derivado de los trabajos de
Cari Hempel; éste es el modelo de “ley de cobertura”, y más específicamente el
método “deductivo-nomológico” de explicación. Esta es la posición mantenida con
vigor por Lewis Binford (1972) y ampliada por Fritz y Plog (1970) y Watson,
Leblanc y Redman (1971). De cómo este procedimiento puede operacionalizarse en
la investigación arqueológica, en Hill (1972) y Plog (1974) pueden hallarse consi­
deraciones más prácticas.
Estas líneas sobre el procedimiento no han escapado al criticismo, tanto de los
arqueólogos (p. ej., Johnson, 1972; Tuggle, Townsend y Riley, 1972; Clarke, 1972b)
como de un filósofo de la ciencia (Morgan, 1972). Mientras que gran parte del
debate se centra en puntos de detalle del procedimiento, tales como la verificación
deductiva de las hipótesis y del descubrimiento y uso de las leyes (Plog, 1973;
Stickel y Chartkoff, 1973), dos puntos más generales han sido resaltados por críticos
de la “escuela Hempel”. Primero hay la cuestión de las demás formas diferentes
de explicación que han sido discutidas por los filósofos de la ciencia y que deberían
ser consideradas igualmente, por los arqueólogos. Tuggle, Towsend y Riley critican
la escuela Hempel por el tratamiento de la filosofía de la ciencia en tanto que
un «sistema monolítico de consenso, en esos problemas, en la explicación en lugar
de leyes, la simetría de explicación y predicción, la naturaleza de causación y el
papel de la inducción» (1972). Esto se'expresa de una manera diferente, aunque
más contundente, por Morgan, en cuyas palabras “no hay posición demasiado
absurda para que ningún filósofo no la haya defendido en algún momento. Por
lo tanto, poco importa la doctrina que se desea defender —siempre se podrá en­
contrar algún filósofo, que en su sabiduría infinita defienda la misma doctrina»
Definiciones 441

algunos complejos tipológicos no son subculturas; así, por ejemplo, la se­


lección por acreción o aleatoria de los tipos que difunden de cultura
en cultura puede ofrecer una selección no necesariamente entrelazada por
una alineación de actividad.
CONDICIONAMIENTO. La relación entre dos series, cuando la variedad que
Definiciones existe bajo una condición es menor que la variedad que existe bajo otra.
CONGRUENCIA. En un sentido general, una relación concordante entre enti­
dades. En relación con los sistemas socioculturales, una relación entre la
variedad sociocultural de sistemas separados tal que no pueda surgir
dislocación de su acoplamiento; su variedad es mutuamente nueva,
ARTEFACTO. Cualquier objeto modificado por un conjunto de atributos im­ alternativa o redundante pero no es contradictoria.
puestos por el hombre. CONJUNTO. Una serie asociada de artefactos tipo contemporáneos. A distin­
ATRIBUTO. Atributo general; cualquier carácter o propiedad lógicamente guir rigurosamente del agregado físico o geográfico más disperso.
irreductible de un sistema, poseyendo dos o más estados (presente/au- CORRELACIÓN. La relación promedia entre dos o más variables, cada una de
sente), actuando como variable independiente y que el observador consi­ las cuales es una serie de medidas de carácter cuantitativo. Más genéri­
dera significativo con respecto al marco de su estudio. camente —la interdependencia entre variables, tal que cuando una cam­
ATRIBUTO. Atributo artefactual; un carácter lógicamente irreductible de dos bia también cambia la otra, de un modo similar a cómo indica una fun­
o más estados, actuando como variable independiente en el seno de un ción matemática aunque menos explícitamente definido.
sistema de artefactos específicos. Una variable epistémicamente inde­ COVARIANZA. La covarianza de dos variables en una población de entida­
pendiente (Sommerhoff, 1950). des es el sumatorio de los productos de sus desviaciones de los valores
AUMENTO. El incremento de la variedad de información producido por la medios divididos por el número de entidades.
captación de un mensaje —“variedad nueva”. CULTURA. Conjunto cultural específico; una cultura arqueológica es una
CANAL. Las relaciones de comportamiento entre dos elementos, o entidades, serie politética de categorías específicas y comprehensivas de artefactos
conceptualizado como una conexión o acoplamiento. tipo que reaparecen sistemáticamente juntas en los conjuntos de un área
CLÍMAX. El período que sucede a una florescencia de variedad en un sis­ geográfica limitada.
tema, en el cual la alternativa dislocadora y la variedad contradictoria CULTURAS INDEPENDIENTES. La relación existente entre conjuntos cultu­
producida por crecimiento integrador se estabilizan coherentemente y rales o estados culturales que no son transformes de una trayectoria
por vez primera en el formato sistémico recién creado. sistémica única de conjuntos culturales.
CLÍMAX CULTURAL. El período que sucede a una florescencia de variedad CULTURAS TRANSFORMES. La relación existente entre estados culturales
en un sistema cultural optimizador —definiendo, pues, la primera confi­ sucesivos y colaterales de una trayectoria sistémica única de conjuntos
guración coherente de un formato cultural recién surgido y estabilizando culturales de multiestado.
la nueva variedad generada en varios aspectos culturales. DISLOCACIÓN. La relación establecida entre sistemas o entidades acopladas,
COACCIÓN. Interacción sistémica cultural; el intercambio de variedad entre tal, que las series de variedad de información obtenidas son, en cierta
sistemas socioculturales acoplados de cualquier rango. medida, mutuamente contradictorias y destructivas — “desequilibrio”.
COHERENCIA. El nivel general de intercorrelación de elementos o de enti­ DISYUNCIÓN. Variedad de información alternativa en una serie dada
dades en el seno de la población de un sistema de una fase dada. —“a o b” es una disyuntiva de variedad de a, b —“variedad alternativa”.
COMPLEJO. Una configuración recurrente de elementos o entidades en el ENTIDAD. Un conjunto integrado de atributos que forman un bloque com­
seno de un sistema mayor. plejo (pero coherente y unitario) a un nivel específico de complejidad.
COMPLEJO DE ATRIBUTOS. Complejo de atributos artefactuales; una serie Una clase especial de sistema.
politética de atributos diferentes conjunta y repetidamente observados EQUILIBRIO. Equilibrio general; el estado de un sistema en el que las velo­
en artefactos individuales en el seno de poblaciones de artefactos. cidades de transformación selectivamente especificadas son igual a cero
COMPLEJO TIPOLÓGICO. Complejo de artefactos tipo; un conjunto —en el que determinadas tasas de cambio son minimizadas.*
politético de diferentes artefactos tipo específicos conjunta y sistemáti­ EQUILIBRIO. Equilibrio de información; los estados sistémicos sucesivos que
camente presentes en conjuntos pertenecientes a poblaciones de conjun­ minimizan la cantidad máxima de variedad de información destruida por
tos. Los conjuntos subculturales son siempre complejos tipológicos, pero los cambios sistémicos —minimiza la dislocación inmediata.
442 Arqueología analítica Definiciones 443

EQUIVOCACIÓN. La incertidumbre dei receptor respecto a un mensaje que INDUSTRIA. Una serie de conjuntos de artefactos tipo de un mismo material
contiene variedad de información contradictoria —“variedad contradic­ de un área con continuidad temporoespacial, unidos taxonómicamente
toria”. por sus mutuas afinidades tecnológicas.
ESTADO. General; un valor específico de un atributo, o los valores específi­ Frecuentemente, un aspecto material único de una entidad de tecno-
cos de una serie de atributos, en un sistema. complejo.
ESTADO. Estado de atributo; valores o cualidades alternativos de un atributo INFORMACIÓN. La comunicación de condicionamiento en la variedad entre
susceptibles de descubrirse en el locus de dicho atributo. sistemas acoplados de cualquier clase.
FASE. Una unidad arqueológica que constituye el conjunto taxonómica­ ISOMÓRFICO. Similitud de comportamiento entre sistemas, tal que las rela­
mente homogéneo más pequeño de estados de entidad, poseyendo una ma­ ciones entre los componentes sistémicos permanecen invariables. Las re­
yor afinidad en la unidad que más allá de sus límites, que puede dis­ presentaciones canónicas de dos sistemas son isomórficas si una trans­
tinguirse dentro de un segmento temporal mínimo del continuum sistémico formación unilateral de los estados de uno de los sistemas en los estados
de esta unidad. del otro puede convertir una de las representaciones en la otra (Ashby,
FENON. Una estimación cuantitativa y comparativa de la afinidad entre en­ 1956).
tidades en un grupo, comparables sólo en los límites de un análisis par­ MENSAJE. Una selección ordenada a partir de ün conjunto definido de in­
ticular. formación.
FLORESCENCIA. El período de crecimiento explosivo de variedad nueva y MODELO DE FUNCIÓN POLIMONIAL. Donde la variable Y no es una
comprehensiva en varios aspectos de un sistema cultural optimizados función lineal de X sino una función de orden superior —cuadrática,
—definiendo, pues, el desarrollo acumulativo y catalítico de variedad ne­ cúbica, cuártica, etc., etc., polinominal; un modelo polinominal de grado
cesaria para estabilizar focos de dislocación sistémica producidos por el k responde a:
desarrollo del sistema.
FUNCIÓN. Función matemática; una cantidad o una variable dependiente que Y = p + pQ + ptX + ftA2 4- ... + pkX* + e (véaseFig. 106)
adopta un valor definido cuando se asigna un valor especificado a otra(s)
cantidad(es) o variables independientes; la expresión matemática de la va­ (Krumbein y Graybill, 1965).
riable dependiente en términos de las variables independientes, de forma MONOTÉTICO. Se dice que un agregado de entidades o sistemas es mono-
que se identifique la relación entre ambas. tético si la posesión de un conjunto único de atributos es, a la vez,
GRUPO CULTURAL. Una familia de culturas transformes; un grupo de cul­ suficiente y necesaria para pertenecer al agregado (mono: “uno”, thetos:
turas colaterales con relaciones de afinidad caracterizadas por conjuntos “disposición”; Sokal y Sneath, 1963).
que comparten una gama politética (pero estados diferentes) de los mismos ONTOGENIA. La primera aparición, desarrollo y desaparición de un sistema
artefactos tipo de multiestado específico^. de entidades, o formato.
Una afinidad de nivel inferior (quizá 30 7o ó menos) que une al PARÁMETRO. Una característica numérica de una población; un valor esta­
grupo en términos de series compartidas de estados tipo específicos, pero dístico distinto de una “estadística de muestreo”, la cual se refiere sola­
con un nivel de afinidad residual (quizá 60 % ó más) que une al grupo en mente a un valor derivado de una muestra de una población.
términos de series de familias tipo y de tipos transformes de multiestado POBLACIÓN. Cualquier colección finita o infinita de medidas, atributos,
específicos. artefactos, conjuntos, culturas, individuos o cosas definidas por alguna
GRUPO TIPOLÓGICO. Grupo o familia de artefactos tipo; un grupo afín de característica común; no se refiere sólo a los seres vivientes (poblaciones
artefactos tipo colaterales caracterizado por un subconjunto común de estadísticas y demográficas).
atributos que da lugar a un complejo que condiciona su utilización POLITÉTÍCO. Se dice que un agregado de entidades o sistema es polité-
funcional y su materia prima. Una afinidad de bajo nivel (alrededor tico si cada individuo posee un número sin especificar de los atributos del
del 30 7o, o inferior) uniendo al grupo en bloque. agregado, si cada atributo pertenece a un gran número de esos individuos,
HOMOMÓRFICO. Una similitud parcial de comportamiento entre sistemas, y ningún simple atributo es a la vez suficiente y necesario para el agre­
tal que las relaciones entre algunos de los componentes del sistema per­ gado (poli: “varios”, tethos: “dispositivo”; Sokal y Sneath, 1963).
manecen incambiadas. Si dos sistemas están relacionados entre sí de tal PRAGMÁTICA. El estudio de los signos y sus relaciones con sus usuarios
forma que pueda haber más de una transformación que, aplicada a uno y observadores —especialmente con sus usuarios.
de ellos produce un sistema que es isomórfico con el otro sistema (más PROCESO. Un vector que describe la serie de estados de una entidad o
sencillo), entonces éste es un homomorfismo del primero (Ashby, 1956). sistema sometido a un cambio continuo en el espacio y el tiempo.
444 Arqueología analítica Definiciones 445

REDUNDANCIA. La calidad de variedad de información en un mensaje que TECNOCOMPLEJO. Un grupo de culturas caracterizadas por conjuntos que
presenta un conjunto de variedad idéntico al que ya posee el sistema comparten una gama politética pero diferentes tipos específicos de las mis­
receptor; la disminución de la incertidumbre producida por la constante mas familias generales de artefactos tipo, compartidas como una respuesta
reiteración del mismo conjunto de variedad —“variedad confirmativa”. ampliamente difundida y entrelazada con factores ambientales, económi­
REGRESIÓN. Un método estadístico para la investigación de las relaciones cos y tecnológicos comunes.
entre variables que expresa en forma de ecuación algebraica la relación Un nivel insignificante de afinidad (del orden de < 5 7o) que reúne
funcional aproximada entre ellas, o su equivalente gráfico (Fig. 106). al grupo en términos de tipos específicos compartidos, pero con un nivel
REGULARIDAD. La relación repetida entre dos o más conjuntos, cuando está residual medio de afinidad (del orden de 35-60 7o) que une al grupo en
interviniendo el mismo condicionamiento de la variedad. términos de familias tipológicas.
RELACIONES FENÉTICAS. Relaciones de afinidad general valoradas en base TENDENCIA. Un movimiento continuo consecutivo en una serie o secuencia
a los atributos de las entidades afectadas; sin ninguna implicación de re­ de estados —ya sea una serie temporal, una serie espacial o una serie
lación por antigüedad. abstracta implicando datos arqueológicos.
RELACIÓN FILOGENÉTICA. Relación por antigüedad; entidades transfor­ TIPO. Artefacto tipo específico; una población homogénea de artefactos
mes de una trayectoria temporal multüineal única, o tradición. que comparten una gama sistemáticamente recurrente de estados de atri­
RUIDO PARÁSITO. Variedad que no representa parte de la información butos dentro de un conjunto politético dado. Una afinidad de nivel
esencial de una fuente para un receptor; esta variedad no puede distin­ intermedio (del orden del 30-60 7o) que une a la población en bloque.
guirse intrínsecamente de otras categorías de variedad excepto con res­ TIPOS INDEPENDIENTES. La relación existente entre artefactos tipo o esta­
pecto al receptor. dos tipo que no son transformes de una trayectoria única de artefactos
SEMÁNTICA. El estudio de las relaciones imputadas entre signos y sus de­ tipo. i
signaciones —el “significado” de los signos. TIPOS TRANSFORMES. \ La relación existente entre estados tipo sucesivos
SERIE. Una colección de atributos, entidades o vectores que reciben el y colaterales de una trayectoria única de artefactos tipo de multiestado.
nombre de elementos o mienbros de la serie. TRADICIÓN. Una unidad arqueológica que constituye el sistema general que
SINTÁCTICA. El estudio de los signos y sus relaciones susceptibles de ser expresa la trayectoria temporal multilíneal de una entidad arqueológica.
resumidos en un cómputo de reglas de formación y transformación —un TRANSICIÓN. El cambio producido cuando un atributo, entidad o vector
lenguaje libremente inventado utilizado por un observador para descubrir es afectado por la acción de algún factor.
un sistema lingüístico observado. TRASNFORMACIÓN. El conjunto de cambios o transiciones que se producen
SINTAXIS. O formato sintáctico -—el cómputo o gramática que define las cuando un atributo, entidad o vector es afectado por la acción de algún
reglas canónicas de formación y transformación que rigen una serie de factor.
atributos y que son capaces de modelar su comportamiento. TRAYECTORIA. La secuencia de estados de un atributo, entidad o vector,
SISTEMA. Una red intercomunicada de atributos o entidades que forma un generada por transformaciones sucesivas.
bloque complejo. Un conjunto de atributos. VARIABLE. En general, cualquier entidad o valor que experimenta variación,
SISTEMA SOCIOCULTURAL. El total de equilibrio integrado de variedad que o una cantidad que puede adoptar cualquier valor de un conjunto de
forma el sistema complejo, aunque unitario, generado por una red de valores específicos.
individuos y unidades intercomunicantes sucesivamente regenerada. La VARIANZA. La varianza de una población es una medida de dispersión de
cultura social, la cultura material, la cultura religiosa, la cultura psico­ una población, expresada por la desviación cuadrada media de los cuadra­
lógica y la cultura económica politéticamente homogéneas de la mayor dos de la desviación de la distribución media.
unidad social profusamente interconectada. VARIEDAD. El número de elementos distinguibles de un conjunto dado.
SUBCULTURA. Una subpoblación de conjuntos culturales; un segmento o VECTOR. Una entidad compuesta, poseedora de un número definido de
alineación de actividad infracultural caracterizado por un complejo de componentes.
artefactos tipo específicos.
SUBTIPO. Subtipo o variante de artefacto; una población homogénea de arte­
factos qué comparten un subconjunto dado en un conjunto politético de
atributos de un artefacto tipo específico. Una subpoblación con un ele­
vado nivel de afinidad (del orden de 60-90 7o) reuniendo a los individuos
en un todo.
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atraso y avance: sistema de artefactos 175, 178; Bertalanffy, L. von 36, 129n
subsistema económico 101-2; subsistema so­ bimodalidad 150-2
cial 191, 101-2 Binford, L. R. 14, 16, 36, 86, 124n, 126n,
atributos: caracteres exóticos y ocasionales 127n, 129n, 130n, 157, 182, 215n, 216n,
Indice alfabético 186-8; clave, véase variables clave; com­
plejos de atributos 135, 139-40, 206, 440;
431,435,438
Binford, S. R. 16, 182, 216n, 227, 232, 248,
comportamiento y 12, 15, 137; constelación 253,431,435
multidimensional 186-93, 201; contextual 12, Birmingham, J. 180n
137; correlación (véase); definición 136-7, Bordes, F. 16, 35n, 147
180-ln, 183, 440; distribución o dispersión en Boserup, E. 127n
términos de cada artefacto 160-6; esenciales, Bowden 396
véase variables esenciales; específicos, 11, 12, Bradley, R. 411
12-3, 137; de individuos 99, 325-6; inesencia­ Braithwaite, R. B. 14, 15, 19, 26, 29, 82, 83,
les, véase variables inesenciales; intercomuni­ 421,428
cantes 37, 38-9; libertad funcional e idiosin- Briard, J.-150
crática 141-2, 163, 186, 188, 191, 203, 204, Broom, L. 251
205; lógicamente irreductibles 136, 137, 180- Brose, D. S. 101
ln, 440; multiestado (véase); núcleo 188, Brothwell, D. 364n
191, 193; personalidad 99; regularidades Buckley, W. F. 36, 130n
(véase); selección para el uso 11, 136, 137-8; Bunge, W. 395
Ackoff, R. L. 28 antropología: efectos sobre la arqueología 125- subsistema social 89, 90, 92-3, 93-4, 95, 137; Burgess, C. 228
aculturación 93, 286, 305, 312, 322, 376 6n sujetividad en la selección para el estudio Burnham, P. 130n
actividades, como información 87 Arbib, M. 423 12, 15, 16; variación en los artefactos 31, Bylund, E. 396
actividades, subculturas de 226 arcaico, grado 171, 173 138-41, 144-59; varianza en las poblaciones cadena de intercambio de prestigio 385
adaptación 48-9; 65-6; cultura y 126n; sistema áreas de distribución 70-2n; difusión de ele­ tipológicas 248 caída 341, 344-8, 390, 398, 399,400
de información cultural 77; subsistema reli­ mentos culturales 378; modelos del grupo atributos contextúales 11-3, 137 caja negra 38, 50-2, 82
gioso 96; variables esenciales 48-9 cultural 278-82; tecnocomplejos 302 atributos/entidades intercomunicantes 37, 38- cálculo simbólico 436
afinidad, relaciones de 144, 200-2, 221-2, 262, arqueología: complemento de otras discipli­ 40 cambio cualitativo y oscilación: sistema de
283, 294, 295, 302, 339, 371-2, 444; véase nas sociales 437; contribuciones externas atributos específicos 11-3,137 conjuntos culturales como sistema estructu­
también relaciones fonéticas 418-9, 429-30, 437; desideratas XII, 437; atributos de multiestado 137-40, 157, 165, rado 242, 248-53; sistema de entidad como
agricultura: nómadas pastoriles 309-14; pro­ gramática 430-6; historia 2, 8, 21; natura­ 166,169,175,415 sistema estructurado 134, 371; sistema de
ducción de alimentos 127n; productividad leza de los datos 11-6, 431; necesidad de un atributos de multiestado cualitativo 138, 154 grupos culturales como sistema estructura­
82-3, 100, 112; rendimiento de las cosechas nuevo diseño XIII, nuevos desarrollos XIII; atributos de multiestado cuantitativo 138 do 283-5; sistema de tecnocomplejo como
(véase); tecnocomplejos agrícolas 314-6, 318 objetivos 16-20; teoría general XIII-XIV, 8, atributos de núcleo 190, 191,193 sistema estructurado 303; sistema tipológico
aislamiento de los sistemas del ambiente 45-6, 11, 32, 126n, 132, 148 aumento: continuidad 415; crecimiento de nue­ 199-200, 210, 211, 258-9
79,119,297,367 arqueología analítica, definición 436 vo formato cultural 254; definición 440; cambio cuantitativo y oscilación 133, 134,
alcanzar y observar 44 arqueólogos: objetivos variables de los 16, por difusión 115,'174, 261, 285, 286, 375; 246-8, 257-9, 283, 303, 371; cambios atribu-
Aldovrandi, U. 4 17-8; prehistoriadores y 8-9, 18-9; victoria- fase sistémica formativa 260-2, 305; flujo de to/artefacto 160-8, 210; número de familias
Altee, W.C.73, 134,319 nos 22 información 77, 84-5, 86; subsistema de tipológicas en el tecnocomplejo 303; nú­
Alien, W. L. 52, 123n artefactos: aborígenes australianos 299; como conjunto cultural 255; subsistema de cultura mero de tipos 242-6, 257-9, 282-3; población
ambiente: atributos 118, 119; cambios afectan­ datos 11-6; comportamiento 74-5, 135, 367, material 99, 174-5, 177; subsistema económi­ tipológica 193-6, 196-200, 210, 256-9
do el uso del suelo 110; definición 116; 368-70; definición 30, 134-5, 182-3, 440; co 101-2; subsistema psicológico 98; tecno­ Campbell, J. M. 100
modelo de procesos, 64; sistema aislante 46, distribución 364-6n, 381-90, 398; dispersión complejos 302; véase también florescencia Cann, J. R. 385
79, 119, 297, 367; sistema complejo en un en términos de cada atributo 169-91; elabo­ autorregulación, véase regulación caracterización, estudios de 363n, 383; niveles
equilibrio instable 122; sistema con sub­ ración (véase); estudio 431; Goguet, ideas avance o retraso 80 95-6
sistemas 116-22; subsistemas 117 de 5; de Jussieu, ideas de 5; Mahudel, Carnap, R. 435,436
Ammerman, A. J. 391,392, 393 ideas de 5; mensaje codificado y 87; Mer­ Bacon, F. 438 Case, H. 151
amortiguadores 119 cad, ideas de 4, 5, 6-7; modelo sistémico banda patrilineal 317, 318 Cassels, R. 112, 113
análisis de activación de neutrones 363n, 383 33-4; Montfaucon, ideas de 6; oscilación bandas compuestas 317,318 cazadores - pescadores - recolectores 86, 100,
análisis del área de captación 110-12 (véase); papel de 367-8; relación 432-3; teo­ Bar-Hillel 434 108-9, 110, 113, 126n, 263; coacción con el
análisis de constelaciones (relaciones inter­ ría celeste 3, 4, 5; teoría clásica 2, 3, 4, 5; Barker, G. 107, 110, 112 grupo pastoril nómada 320-1; coacción con
conjunto) 229-32 teoría del Renacimiento 3-4 barreras absorbentes de la difusión 426-7 sistemas agrarios 322-3; indios americanos
análisis contextual 27, 29-30,412,413 Azoury, I. 232 barreras permeables a la difusión 426-7 335, 345-52; tecnocomplejo 305-8, 311, 314
análisis específicos 27, 29-30,413 asentamiento 109, 314; patrones 113, 129, 364n, Barth, F. 105, 106, 107 celtas 355, 357, 358, 359, 361-2
análisis multidimensional 230-2 395-7; 398-405; Polinesia 403, 404-5 bases de control y regulación 66: información centralización 127n, 129, 266n
análisis de regresión 364n, 386-9, 388, 425, 427 asentamientos preclásicos 128n; grupos de re­ 79-80, 428; negativas 40, 130n; positivas 40, cerámica 22, 364n, 409-12
análisis de regresión múltiple 428 sidencia y descendencia 123-4n 127n, 129n; redes 39; subsistema de cultura Cerámica de Bandas 404
análisis superficiales de tendencia 364n, 393, Ashby, W. R. 18, 36, 38, 39, 40, 44, 46, 50, material 115; subsistemas 39-40; subsiste­ Cerámica Cordada/Hacha de Combate, grupo
404-12 54, 77, 78, 99, 127n, 130n, 136, 317, 368 mas de regulación 44-5 cultural 275-7, 280, 281, 282, 287-9, 309,
Anastasi, A. 152 asimilación cultural 376 Bayes 428,434 327, 362
animales (véase fauna) aspectos subculturales múltiples 229 Bennet, J. W. 130n cibernética, véase teoría de sistemas
antropología económica «sustantivista» 383 atavíos 170-1 Berlyne, D. E.,100 circuitos 39, 40, 47-8, 51, 52
462 Indice alfabético Indice alfabético 463

Clark , J. G . D. 149, 364n regularidades correlacionadas 95-6, 97; ta­ Deetz, J. 125n, 165, 176, 208, 217n, 434 ecología cultural 73-4, 88, 117
Clarke, D. L. 28, 109, 113n, 122, 126n, 127n. sas de cambio de los componentes sistémi- definición integral 50 Einstein, A. 28
128n, 224, 227, 247, 365n, 366 n, 369, 387, cos, 254 demografía, véase población efecto acumulativo 41, 58-60, 66, 70, 256,415
397, 399, 411, 418, 436, 438n, 439n correlación direccional: condiciones futuras 49, desarrollo multidimensional 56, 66, 80, 82, efecto multiplicador 129n
clasificación: modelo 413-4; problemas 144, 52; definición 49; modelo de procesos 66; 91-2, 103, 170-1,203,204-5,212 Ellsworth Huntington 102
145, 272; significados 35n; útiles 180n tecnocomplejos agrícolas 314-16; tipos 135, «descomplicación» 87 elementos culturales 335-7, 339-40, 340-8, 348-
clasificaciones de útiles 319-22 204, 207, 212, 250, 251, 256, 303; trayecto­ desplazamiento: acabamiento del sistema tipo­ 54, 377, 378-80; véase también artefactos
clima 116-9,336 rias 70, 93, 102; variables clave 102, 116, lógico 205; equilibrio 65-6; grupos culturales entidades 13, 17, 18; áreas 70-2n; culturales
clímax 260-5; estrategias 307-9, 312, 313-4, 159,179,204,205 289-90; pérdida de variedad sociocultural 249; definición 19-20, 441; dispersión 134,
316; definición 440; ontogenia sistémica covarianza 62, 124n, 178,425,441 376 371; distribución de los asentamientos 396;
264-305; tecnocomplejo 305-16; tecnocom- Cower, J. D. 175 desplazamientos aleatorios 397-8, 399, 401-2 estructura y composición 134, 371, 372;
plejos agrícolas 314-6; tecnocomplejos caza­ cultura: adaptación 125n; áreas 237-40; caída desviación estándar 163, 165-6 implicaciones de naturaleza politética; inter­
dores-pescadores-recolectores 306-9; tecno­ en desuso del concepto 364-6; contenido Dethlefsen, E. 165, 176 pretación 374; intercomunicantes 37, 38-9;
complejos pastores nómadas 311-4 informativo 267; definición 441; diferencias diagrama de flujo 27, 29, 127-8n, 399-400, 412 migración 374; modelo 29-30, 183, 370-4;
clímax cultural 259-65,441 241; entidad 248; estados 254; infiltración diagramas de Venn 70-2 ontogenia 159,371,372
Clyde/Carlingford, sepulturas 24 281; sistema informativo 75-6, 76-87, 132, difusión: aumento 115, 174, 261, 285, 286, entidad bantú 332-5
coacción 320-4,440 367-70, 415; sistema con subsistemas 89-90; 375; axiomas 379-80; barreras 382, 390, 398, equilibrio 40-3, 175; cuenca 43, 47, 65; defi­
coherencia 206-8, 210, 253, 259, 285, 304; unidad analítica temporal y espacial 34n; uso 399, 400; comercio 376, 384-90; conjuntos nición 67, 441; desplazamiento 66; dinámico
definición 49, 206,440; «madurez» 258; me­ ambiguo del término 25, 219-22, 267-8, 293; 235, 236, 406, 411, 412; culturales 393; démi- (véase); estable 41, 59, 60, 66, 114; disloca­
dición 206-7, 253 véase también conjuntos, sistemas de con­ cos 376, 393; elementos difusores 378-9; ción 66; estadístico 42; estado 65; estado
Collins, D. M. 200 juntos culturales, cultura material sistemas, flujo de información 87; estímulo 376; ex­ fijo 42; información 443; inestable 41; metas-
comercio 377, 383, 384, 398 sistemas socioculturales pansión 382; modelos 382-412; organizada table41, 58, 66,114; tipos41-3
comercio direccional/redistributivo 386, 381, cultura arqueológica, véase cultura 375, 377; postulados 378-9; precondiciones equilibrio dinámico 42, 65, 68, 81, 374, 399;
387 culturas independientes 249, 285-90, 441 380-2; preferente 375, 397; secundaria 377-8; debate de los tres niveles 81-2, 98; entre
comercio de los metales supracultural 220, culturas periféricas 291 social 92, 240; Tasas regionales 392; tecno­ sistema y ambiente 117-8; subsistema eco­
255-6n culturas transformes 203 , 204, 207, 210, 441 complejo 398; teoría de perfil radial 235-6 nómico 100, 108; subsistema psicológico 98-
comportamiento: artefactos y 74-5, 135, 367, cúmulos: análisis 132; atributos 135, 136-7, difusión cultural 392 100
368-9; atributos y 12-3, 15, 137; homínido 142, 149, 151-4, 154-6, 190, 193, 206, 415; difusión démica, 392 equilibrio estable 41, 58, 60, 66, 114
primitivo 75; patrones de supervivencia 75; atributos de núcleo 190; complejos de atri­ difusión del estímulo 376 equilibrio de estado fijo 42
sistemas 43-5, 50, 54, 55, 63, 75, 132-3; buto 135, 139, 141, 206, 440; componentes difusión organizada 375, 377 equilibrio inestable 41
sistemas de entidad 372; variabilidad 363n subsistémicos económicos y sociales 93-5, difusión polarizada 386-7; véase también co­ equilibrio metastable41,59, 66, 295
comunicación 73, 74-5, 77, 95, 364n, 367-70, 95; conjuntos tribales 338-40, 348; entidades mercio redistributivo/direccional equivocación: definición 442; flujo de infor­
383 30; inventos 262; tipos 184-5 difusión preferente 375-6, 397 mación 77-80; subsistema social 91
conceptos 178,421, 422,431,432 Cunliffe, B. W. 364n difusión primaria, 376,377, 378 espectroscopia de emisión óptica 364n
condicionamiento(s): compuestos 47; conjun­ curvas de distribución estándar 419 difusión de reubicación 382 estrategias optimizadoras 82, 260, 297, 316
tos cqndicionados 60-2, 66; correlacionados curvas de probabilidad normal 146, 147, 148, difusión saturadora, véase aculturación espacio de terreno psicológico 99
60, 66, 93, 95, 123n; definición 490; grados 149, 150, 151, 156, 157-8,419 difusión secundaria 376, 377-8 estado (comunidad): configuración 317
46-7; regularidades 17-8, 65, 67, 97, 372; Cuvier, G. barón 13 difusión social 92, 240 estado (valor): definición 442
religiosos 99 dimorfismo 228-9 estado inicial 60
confederaciones sociales 271-2 Chamberlin, T. C. 428 dislocación 66, 83-4, 211-12; definición 491; estado terminal 59-60
conjuntos: cambios en útiles de piedra 215-7n; Charig, K. C. 430 subsistema de cultura material 114, 255; sub­ estrategia: clímax (véase); mezclada (véase);
características de los conjuntos agrupados Chapín, F. S. 251 sistema económico 100, 255; subsistema mezcladora (véase); teoría del juego 82-4,
234-7, 239-40, 406, 408, 410-1, 411-2; distri­ Chartkoff, J. L. 438n psicológico 98-100, 255; subsistema religio­ 103-7
bución 234-7, 239; equiparados con grupos Chasko, W. J. 127n, 392 so 96-8, 25 estrategia aleatorizada 81,82, 83, 177
bución 234-7, 239; Equiparados con grupos Cherry, C. 54, 77, 78, 370, 419, 428, 431, 435 dispersión: de artefactos 160-6; caracterís­ estrategia fusionadora 81, 82, 83, 109, 177-8,
de familias 330; grupo cultural Campo de Cheynier, A. 3-6 tica de la entidad de población 134, 371; 194,234,298
Urnas 355-7, 361; indios americanos 340-54; Childe, V. G. 31, 34n, 35n, 180n, 182, 218, hachas del Bronce final 150 estrategia mezclada 81, 82, 83, 102-6, 109, 110,
niveles de similitud 221-2; subsistemas 255; 267, 285, 292n, 293n, 363n 366n distribución: artefactos 165-8, 364-8n, 383-91, 116, 175, 194,297,299,310
tendencias 247-8; véase también sistemas de Chislom, M. M. 110 398; atributos 161-6; caida (véase), conjun­ estrategia prudente, véase minimax estrategia,
conjuntos culturales, culturas, cultura ma­ chi cuadrado 35n, 123n, 148 tos 234-7,329; curvas 146-59; entidades en estrategia de organización de la subsistencia
terial, sistemas socioculturales, sistemas Chorley, R. J. 27, 30, 128n los asentamientos 396; modelos 234; tipos 103-9, 128n,363n
Conklin, H. C. 106 Chorofas, D. N. 424 específicos 329 estrategias satisfactorias 82, 100, 106, 259,
constelaciones multidimensionales 186-93, 233 Christian, V. 6 disyunción, véase variedad alternativa 297, 308
control, véase regulación . divergencia 224, 225, 241, 285-9 estrategias de ubicación de asentamientos 109-
convergencia 284-90, 302, 304, 311; métodos Daniel, G. E. 24, 34n, 363n Dixon, J. E. 385 13; criticismos, 110, 112-13; factores de no
de integración 427-8 Darwin, C. 13, 21. Dixon, R. B. 235, 377, 381, 382 subsistencia 113; ocupaciones y funciones
correlación: entre atributos 186-9, 193, 200, datos 11, 16, 412, 419-20; recogida 10-11, 27, Doran, J. E. II, 19, 35n, 129n, 142, 147, múltiples 417n; ubicación y recursos 112-13
201, 204-7, 210, 213, 214, 415; coeficientes 416n; véase también excavación 180n, 181n, 182, 188, 189, 217n, 230, 340, estratigrafía 35n
de atributos 186-9; condicionamientos corre­ Davis, J. C. 410 418 estructura social 93-6 y métodos de enterra­
lacionados 60, 66, 93, 95, 123n; definición De Perthes, Boucher 6 Drennan, R. D.125n,266n miento 142n
441; direccionales (véase); entidades jerár­ De Sonneville-Bordes, D. 16, 147 Driver, H. L. 335,346 estudios etnográficos 332-54; históricos 354-63
quicas de dimensiones socioculturales 327-8; deductiva morfológica, explicación 438n etnología de grupo 325
UNIVBRSI0Á0 Bi ANTlOQUlA
BIBLIOTECA CENTRAL
464 Indice alfabético Indice alfabético 465

Evans, R. K. 180-ln grupo TRB 281, 287-8, 361-2 definición 443; equilibrio 441; evolución de exponencial 429; variedad de los requisi­
evolución 127n, 266n grupos, redes 91-2 estado 266n; feedback 79-80, 428; oscilación tos, 46, 421
expansión, contracción, deriva, injerto y mi­ grupos culturales: bantúes 333-5; Campos de 79-81; rechazo, 84; ruido parásito 50, 77; leyes científicas 421
gración 416n Urnas 355-8, 360-3; Cerámica Cordada/ variables esenciales 77; variedad 78-81, 98, lógica simbólica 435
Hacha de Combate (véase); conjuntos 273, 99 Longacre, W. A. 123n, 124n, 180n
factores múltiples y efecto acumulativo 68-70, 275-6; culturas periféricas 291; definición 30, innovación/invención, frontera 379 Lósch 429
415 183, 268, 442; desplazamiento 289-90; dis­ intercambio: comunicación 383; difusión 376, Lotke, A. J. 41,429
Fagen, R. F. 36,116 tribución discontinua y no contigua 279, 383-8, 398; objetos intercambiados 383,
falsa sesgadura 146 280; en Europa 268-70; indios americanos 363-4n Llanuras centrales de América del Norte 409-12
familias (artefactos) véase tipo(s) 345-6; lazos 279, 330-32; lengua 269-72, 331; intercambio comprehensivo 319-21,323
.Farrar, R. A. H. 388 modelos de área de distribución 278-82; intercambio desoperante 320 Mackay, D. M. 418,429
fases de conjuntos culturales 241-8, 257-9 modelo dinámico 283-4; modelo estático intercambio tolerante 319-23 Malmer, M. P. 150-1, 153, 154, 155
fauna, 116, 124n, 308-12. 273-77; ontogenia 284-90; pasajeros 286, invención 78, 84, 86, 115, 163, 174, 175, 205, Mander, A. E. 13
feedback: sistema de propiedad 39-40 287; regularidades de patrón sistémico 290-2; 248, 261, 298, 304, 311, 375, 376, 379, 394-5 Markov, A. A. 54; cadena 128n
feedback negativo 40, 130n regularidades de patrón de fase 272-80; re­ Isaac, G. Ll. 120, 125, 131n, 142, 157, 158, Maruyana, M. 130n
feedback positivo 40, 127n, 129n gularidades de patrón temporal 271-2; rela­ 177, 208, 216n McArthur, M. 125n
filogenia cultural 144-6,414 ciones demográficas 883-4; replanteamiento isomorfismo 50-1, 63, 429-30, 431, 433, 443 Mellart, J . 98
Filogenia orgánica 145 375-6; sistemas 270-2; trayectorias conver­ Mellars, P. A. 16
Flannery, K. V. 85, 98, 110, 112, 113, 127n, gentes y divergentes 284-9; trayectorias pa­ memoria: modelos de procesos 64; sistema de
Jarman, M. R. 129n
129n,130n, 266n ralelas 288, 288-9; variedad de áreas 279 Caja Negra incompletamente observado 52;
Jázdzewski, K. 361
flora 117, 307-8, 311,312, 314-5 grupos culturales pasajeros 286, 287 sistemas semimarkovianos 56
Jochim, M. A. 108,109, 113 mensajes: 1 codificados 87; definición 443;
florescencia 260-5,442 grupos de descendencia 123-4n
grupos politéticos: atributos en los artefac­ Johnson, G. A. 266n sistemas de información 77, 367-8; sistemas
Foley, R. 112 Johnson, L. 438n
Ford, J. A. 198 tos 160, 161-2, 163, 178, 185; definición 30, socioculturales 75, 78
443; entidad bantú 333; ontogenia tipológi­ Jope, E. M. 226, 364n, 394 Mercatti, M. 4, 5, 6, 34n
Forde, C. D. 308, 309 Judge, W. J. 179
formato: área 238; artefacto 178, 179, 205; ca, 213, 214; origen del concepto 35n; «método hipotético deductivo» 14
punto de vista americano 35n; series inter- Jussieu, A. de 179 método de las hipótesis alternativas múltiples
cultural 65, 79, 81, 86, 248, 250, 252, 254, Jussieu, A. de 5
255, 256, 415; estabilidad 65; grupo cultural sectantes 70-2; sistemas de conjuntos cultu­ 428
_____ ___ _ 255, 256, 415; Jnformación 79; integración rales 273, 274, 276; transformación de los método de parecido máximo de Fisher 428
Kahn, R. S. 426 método de la «perdigonada» o de la «Pléyade»
de atributos 204; subsistema social 91; tipo sistemas 59, 60
Kansky 396
204; sintáctico 81, 86; variables esenciales grupos residenciales 123-4n 426
Kemp 128n método de red generalizada 408
86, 178-9; variedad contradictoria mezcla­ Kennedy, B. A. 128n
dora 178 hachas 148, 15O-5n, 157, 163,206-7, 215n método de los residuos 427
«kits» subculturales, véase complejos tipoló­ método de verificación 426
Fox,C. 239 Hagerstrand, T. 383, 394
gicos
Frankel, D. 232 Haggett, P. 104, 106, 382, 396, 397, 408, microestrategia 178
Klindt-Jensen, O. 34
Freeman, J. D. 106 419, 421, 426, 429 migración: entidad 374; nómadas del Sur de
Kroeber, A. L. 99, 145, 170, 171, 239, 262, Persia 105-8; poblaciones humanas 416n,
Fried, M. H. 90,123 Hall, A. D.36, 117
264, 265, 335, 340, 341, 352, 377 417n
Friedman, J. 125n Harré, R. 438n
Krumbein, W. C. 144, 149, 258, 407, 410, Mili, J . S. 424
Fritz, J. 438n Hartley, K. F. 388 426,443 Miller, J. G. 36
Harvey, D. 438n kurtosis 144, 258 Miller, R. L. 426
gama modal 171, 173 Hawkes, C. 239
gama prototipica 171,173 Hempel, C. 438n minimax: estrategia 83, 103-6, 115, 175-8 298,
generación de hipótesis 426-30; escrutinio total Hencken,H. 175 Laming, A. 6 308; tamaño del grupo 121-2
426; hipótesis alternativas múltiples 428-9; «herencia» de las entidades de población 55, Larson, P. 411 modelo de cambio cultural 215-7n
isomorfismo 429-30; regularidades 426-7; re­ 56, 76, 77,78, 134, 291,371 Lawick-Goodall, H. y J. 15, 16 modelo de función polinominal 443
siduos 427 Higgs, E. S. 110, 129n,364n Leakey, M.215 modelo icónico 26, 27, 30,413
geología 117-9 Hill, J. N. 14, 122, 123n, 13N, 180n, 181n, Le Blanc, S. A. 438n modelo lineal, distribución del grupo cultural
Gerard, D. R. W. 367 416n, 434,438N Lee, R. B. 109 ‘ 281
Gifford, E. W. 335, 337, 340, 341, 348, 352 Hodder, I. 110, 113, 364n, 365n, 366n, 389, lengua: bantú 332-5; difusión 376, 377; diver­ modelo poliíético 30-1, 183, 235-6, 237, 279-82,
Gimbutas, M. 98 390, 400, 402, 410 gencia 241¿ grupo cultural de los Campos de 302, 370-3
Glover, I. C. 190 Hodson, F. R. 11, 19, 35n, 129n, 142, 147, Urnas 356-63; grupos culturales 270-2, 279, modelo de procesos 32-4, 62-70, 373-412, 415
Gluckman, M. 292 180n, 181n, 182, 189, 190, 217n, 230, 231, 331; indio americano 337, 345-54; subsiste­ modelo radial, distribución del grupo cultural
Goguet, 5, 7 340,418 ma psicológico 88, 99; tecnocomplejos 301, 280-1
Goody, J. R. 13 homeostasis 43-4, 66, 130n; véase también 304 modelo de zonas de explotación concéntricas
Gorman, C. F. 300 persecución de metas Levison, M. 403, 404 110
Gould, P. R. 103, 104, 106, 377, 382 Hughes, G. B.yT. 164 Lévi-Strauss, C. 90 modelos: adaptativo complejo 129n, I30n;
Gould, R. A. 108n Lewin, K. 99 análogo (véase); área de distribución del
Graybill, F. A. 149,410, 426 indios americanos 335-8, 340-52 ley(es): acción de masa 429; de decrecimiento grupo cultural 278-82; cambio cultural 216-
Green, E. L. 112, 113 individuos y atributos 326 monotónico 385; de distribución gaussiana 7n; canónico (véase); clasificatorio 413-4;
Green, J. A. 47, 70n inducción 12, 13, 15, 98 429; equilibrio de energía potencial mínima construcción de modelos como actividad ar­
Green, R. W. 97 industrias líricas 120-21 429; estudios sociales 422; ley de Lenz 429; queológica 10-1; definición 27; dicótomo
grupo cultural Campos de Urnas 355-8, 360-3 información: aceptación 84; actividades 87; natural 421; probabilísticas 421; relación ramificado 370; difusión 382-412; distribu-
466 Indice alfabético Indice alfabético 467

ontogenia de sistema general 261 99-102, 306-8, 314, 316; inexplotados 100; Sahlins, M. D. 383
ción 234-7; entidades (véase); estocástico
ordenadores: modelos isomórficos 51; prag­ percibidos 101; población 399-400; rotación Sanders, W.T. 123n
229n, 394; función polinominal 442; general anual 307
(véase); geográfico 237-9; gravedad 387-90; matismo 437; semántica 437; sintáctica 433, Saxe, A. A. 124n
436 recursos perceptibles 101 «scanning» (exploración) 44, 81, 115
grupos culturales 273-7, 284; homeostático
organización social 95, 123-4n; modelo 123n, redes: cantidad afectando el potencial regu­ Schiffer, M. B. 34n, 128n, 366n
130-1 n; icónico 26, 27, 30, 413; informativo
306 312 329 333 lador 79; culturales 225, 240; enlace 416n; Schild, R. 299
17, 18-9; isomórfico (véase isomorfismo);
Orton, C.’ll0,’ll3, 365n, 390, 398-400, 408, feedback 39; grupos humanos 90-2; sistemas Schwerdtfeger, F. W. 417n
multidimensional 370; onda de expansión
409,411 47; sociales 240 Scollar, I. 280
391-3; ontogenia de sistema cultural ma­
oscilación: aparición 66; búsqueda del objeti­ redes viarias y ferroviarias 396-7 secuencias, véase trayectorias
terial 257-9; organización social 122n; peli­
vo 101-3, 106; elaboración 163-6; entidad Redman, C. L. 438n sedentarismo 127n
gros de la construcción de modelos, 26-7; región estable 43,47, 65
procedimiento 27-8, 29-30, 412-14; procedi­ de población 134; red 67; sistema de artefac­ segmentación subcultural 229
tos 175, 194-5, 205, 210, 212; sistemas de regulación: modelo de procesos 65-6; perse­ segregación 127n, 129n, 266n
miento intuitivo 26; procesos (véase); sim­ cución 123-4n; ritual 124-5n; sistemas de
bólico (véase); sistema en cascada 128n; conjuntos culturales 242-253; subsistema de Selznick, P. 251
cultura material 114-5; subsistema económi­ conjuntos culturales 233, 297; sistema sim­ semántica 422,432,435-6,437, 444
sistema morfológico 128n; sistemas (véase); ple 55, 62; subsistemas 41, 44-5, 55, 64,
tendencia 406, 408-12; teoría de sistemas co­ co 101-3, 106; subsistema psicológico 99; semimarkoviano, sistema 55-6, 64, 93, 122n,
subsistema religioso 97; transmisión de in­ 369; subsistema económico 101; tamaño 296.415
mo fuente de 127-9n; tres edades 3-8, 18, de población 123-4n; tipos como medida
25-6, 294, 296, 369: véase también simula­ formación 79-81 sepulcros, tipología 23-5
119-21; variedad 45-6, 78, 79 series: ambigüedad 23-5; condicionadas 61 n,
ción y simulacro regularidades: condicionamiento correlaciona­
modelos análogos 26, 28, 33, 159; organiza­ parentesto 88-9, 240, 306 67; definición 444; fronteras 47; intersecta-
patrones lenticulares 169-73, 176, 195-200, do 59-61, 66, 93, 95; condicionamientos das 70-2; Linearbandkeramik (Cerámica de
ción social 123n; procedimiento 27, 30, 413 18, 65, 67, 97, 372; correlacionadas 95-6, 97;
modelos de caída con la distancia 383-90 210,243,415 Bandas) 401,402
patrones unimodales 144-51, 157, 165, 166-7, datos reales 133; definición 444; imaginarias Service, E. R. 90,122n
modelos canónicos 37, 50, 54, 55, 56, 57, 426 419-21; inherentes 415; investigación Caja
modelos generales 29; entidades 30-2, 183, 369; 419,420 sesgadura, 144, 146-8, 157, 167,419, 420
pautas de comportamiento: artefactual 123n; Negra 50; naturaleza 18, 415; patrón fásico Severn/Costwold, tumbas 23-4
metodología 27, 29-30, 412; organización (véase); patrón temporal (véase); procedi­
social 123n; procesos (véase) conjunto 235, 237; factores de distorsión sexo: repartición de papeles varón/mujer 307,
366n; métodos de enterramiento 124 miento por hipótesis 426-7; trayectorias sis- 313,318; subculturas 228, 232-3
modelos geográficos 237-9 témicas, 38, 59-61,67
modelos simbólicos 27-8, 30, 413, 433 Peacock, D. P. S. 364n, 383, 387 Shakelton, N. 386
percepciones 86, 96, 135, 177, 180n, 237, 420, regularidades de patrón de fase 145-59, 185-93, Shawcross, W. 199
modelos de simulación estocástica 394-405 233-42, 272-82, 301-3
modelos sociales 240-2 422,431-2 Sheiger, W. L. 129n, 180n, 181 n
Phillips, E.D.312 regularidades del patrón temporal 159-73, 192- Shennan, S.229
Molí, G. 83 211,249-65,282-90, 303-16
monotético 30-1, 35n Phillips, P. 35n, 143 Sherratt, A. G. 415n
Piggott, S. 228, 387 regularidades de los patrones sistémicos: atri­ simbiosis 239, 312, 319-22
Monte Cario métodos 128n, 394, 396 butos de los artefactos 173-80; grupos cultu­
Montelius, O. 8, 30n Plog, F. 127n, 128n, 129n, 131 n, 438n simulación (simulacro) 128-9n, 394-405, véase
población: crecimiento 399-400; definición 443; rales, 290-2; sistema de conjuntos culturales también modelos
Moore, G. E. 19 254-6; sistema de tecnocomplejos 316-24;
morfología cultural 73-4, 88, 117 disposición 109; entidad (véase entidades); Simón, H. A. 82
fluctuaciones 247-8; movimiento 416-7n; sistema tipológico 211-5; variable clave 212 sintáctica 422, 432, 436-7, 444
Morgan, C. G. 438n Reichel-Dolmatoff, G. 125n
Morgenstern, O. 57 pleistocénica 128n; recursos 399-400; regula­ sistema en cascada 128n
ción del tamaño 126-7n relaciones fenéticas 146, 444; véase también sistema clímax escita 312-3
Moroney, M. J. 23, 167 relaciones de afinidad
Morrill, R. L. 396, 397 Polyani, K. 383 sistema de información 75-6, 77-8, 132-3, 368-
Price, B. J. 123n relaciones fitogenéticas 444 9.415
motivos 137, 141, 176, 227, 298, 417n, 434 rendimientos de las cosechas 82-3, 100, 101-4,
Muller, J. W.248,413 principio de Lagrange 429 sistema morfológico 128n
principio de Le Chatelier 429 106,109,112, 128n sistema de las tres edades 3-8, 18, 26, 294, 296,
muestreo 146-7,412,413,417n Renfrew, C. 89, 123n, 129n, 130n, 383-7,
Murdock, G. P. 53, 93, 94,122n, 239 principios sintetizadores, 17, 18-9 369
probabilidad: hipótesis alternativas 428; pro­ reorientación unitaria 416n sistemas: acoplados (véase); afiliación simul­
Musteriense, conjuntos 146, 148, 231 respuestas, véase transformación(es)
posiciones 14-5, 327-8; transición 54-7, 65, tánea de sistemas múltiples 48; aislados del
93,94, 95 reversión 86-7, 92 ambiente 45-6, 79-80, 119, 297-8, 367; como
Nagel, E. 426, 428 Reynolds, R. G. D. 128n
Navaja de Occam 68-9,427 procedimiento: disciplinado 423-30, 438n; mo­ ambientes 116-22; en cascada 128n; circuitos
delos 27, 29-30,412-4; unilineal, 424-6 Richardson, J. B. 52, 123n, 170, 171 (véase); complejos (véase); comportamiento
Needham, R. 32, 122n Rieman, G. F. B. 28
Newmann, J. von 57 procesos: categorías de procesos generales 374; (véase); culturas 88-116; definición 37, 444;
definición 443; jerarquía 375-7; terminolo­ Riley, T. J. 438n descripción 37-8; determinados (véase); in­
nivel socioeconómico 122 rituales 88, 96^98, 125-6n
nodos 48 gía 375 dependientes 46, 48, 252, 253; isomórficos
producción de alimentos 127n, 391-4 Roe, D. A. 138, 139 (véase isomorfismo); modelo 33-4, 174; on­
nómadas 309-14 Roper, D. C. 409, 411
Nyeryup, R. 7 productividad agrícola 82-4, 100, 112 togenia 59-61, 86, 261; problema de clasifi­
programación sociocultural 434 Rowe, J.H.381 cación 37; propiedades comunes 38; como
Puche, S. 72n Rowlands, M. J. 227, 265n redes 48; simples 53-7; sinergia, 39-40, 48,
OIduvai, desfiladero 207, 215n, 217n Rudner, R. S. 438n
ontogenia 58, 59, 86, 133-4, 159, 179, 194-216; 51, 88, 133; tecnocomplejo (véase); véase
Rappaport, R. A. 33-4, 123n, 125n, 126n ruido: atributos 12; concepto 77, 444; infor­ también conjuntos, sistemas de conjuntos
cultural 24-65; definición 443; entidades mación 49, 77, 367, 368; separado de la in­
133-4, 371, 373-8; grupo cultural 284-90; rasgos 335-6, 365n, 366n, 416n culturales, cultura, cultura material, siste­
Rathje, W. L. 127n formación en los modelos 26 mas socioculturales.
modelo sistémico de cultura material 257-9;
sistemas 58, 59, 86, 260-1; tecnocomplejo reciprocidad y redistribución 383-4, 398 sistemas acoplados 41-2, 48-2, 48-9, 65, 80-1,
Recíproco de Occam 68-9, 427 Sackett, J. R. 132, 140 115, 122, 308-9; 374, 437
303-5; tipo 194, 212-5 sacrificios 124-6n
ontogenia cultural 241-65 recursos: esquema del uso 109; explotación sistemas adaptativos 129-30n
468 Indice alfabético Indice alfabético 469

sistemas complejos 39-40, 44-5, 46-7, 51, 68- y oscilación cuantitativa. 192; complejos 222, 223, 224, 229, 232, 248, 283, 284; modelos 63, 64; población tipo
89,122 subsistema social 88, 90-6; equivocación 91; 253, 295, 317, 435, 444; conceptos 180n, 45, 143,144, 161, 162, 163, 165-6, 166-73,
sistemas de conjuntos culturales 221-33; fin de naturaleza 91-2; oscilación 91-2; subtipos es­ 184, 185; correlación direccional (véase); de­ 194, 200, 210, 213, 214, 215n; sistemas de
trayectoria 252-3; independientes 249-51, tructurales 93, 94,122n finiciones 30, 183, 185-6, 445; definidos por conjuntos temporales 44, 143, 247-53, 253-4,
285-90; oscilación 241-53; recién formados subtipo contagioso 382 los atributos y sus rangos 145, 177; esencial 254, 290, 304; supraentidad 209; tecnocom­
252, 253; regularidades de patrón fásico subtipo jerárquico 382 (véase); específico 189, 191, 193, 273, 276, plejo 303, 304
254-6; regularidades de patrón sistémico subtipos 189, 191-3, 212, 219,444 285, 328-30, 331; familias clave 302, 303, tribus: bantú 334, 335; carácter 99; fluctuacio­
254-6; regularidades de patrón temporal, Sullivan, M. E. 113 304; familias esenciales 302, 303, 304-5; nes en los patronos tribales 91-3; grupo
241-65; véase también conjuntos culturales, supraentidad 209 familias inesenciales 302; «fuerza» del sis­ cultural de los Campos de Urnas 303, 360,
sistemas, sistemas socioculturales tema 207: grupo 191-3, 442; independiente 361,362-3; indios americanos 335-6, 340-54;
sistemas culturales paleolíticos 120-1 Tainter, J. A. 124n, I29n 203, 210; indio americano 338, 339, 340-54; interacción 365n; límites espaciales 366n;
sistemas determinados 46, 50, 52, 54 Tardenoisiense, tecnocomplejo 296-7 inesenciales 233, 250, 254, 275, 284; como subdivisiones identificadas con subculturas
sistemas socioculturales: ambiente 117-9, 298; tasas de cambio 43-4, 52, 86, 254, 253-9 medida de aislamiento 119; multiestado (véa­ 335
colapso 85-6; categorías de configuración taxonomía: como actividad arqueológica 10-1; se); nivel socioeconómico 12; no «cultural­ Trigger, B. G. 117,416n
317-8; definición 36, 73, 444; elementos co­ numérica 19, 28,414 mente enlazado» 464n; nuevo 208-10, 289; Tringham, R. 123n296
mo forma de información 87; intercambio Taylor, W. W.35n ontogenia 194, 207-9; patrones de uso 184; Tuggle, H. D. 438n
316-8; «memorias» 98, 115; mensajes 75, 77; Taxonomía numérica 20, 28, 414 población 114, 212; problemas de definición túmulos alargados 23
modelo de cambio 216-7n; naturaleza 74-6; tecnocomplejo: áreas de distribución 302-3; 182-3; «real» 180n; regularidades de pa­ Tustin, A. 102
papel del individuo 83-4; véase también con­ aumento 298; bantú, 333; categorías 305-16; trón fásico (véase); regularidades del pa­
juntos, sistemas de conjuntos culturales, cuenca 296-7; definición 445; difusión 386; trón sistémico 211-5; regularidades del pa­
ejemplos 298, 301; indio americano 305; na­ trón temporal 159-73, 193-211; sistema di­ Ucko, P. J. 124n
cultura, cultura material, sistemas
turales 183, 293-5; ontogenia 303-5; Tarde­ námico 200-5; sistema tecnocomplejo de fa­ umbrales: culturas transformes diferenciado-
Smith, I. F. 22 ras 254; definición 178-9, 212; efecto, acu­
Sneath, P. H. A. 19, 30-1, 138, 145, 191, 193, noisiense, remodelado 297, 375 milias 302; subsistema de cultura material
tecnocomplejo agrícola 314-6, 322-4 114-6; terminación de los sistemas 205, 214, mulativo 41-2, 59, 66, 67-70, 91-2,'256;
?41 443
tecnocomplejo nómada pastoril 309-14, 320-2, 252; transforme (véase); uso del término estados culturales diferenciadores 254; natu­
Soja, É. W. 365n raleza 41-2; ontogenia tipológica 213-4; se­
Sokal, R. R. 19, 30-1, 138, 145, 192, 241, 443 323-4 190-2; variación en los atributos 31, 138-41,
tendencia(s): definición 445; modelos 405-6; 144-59; varianza de los atributos en las ries condicionadas 60; supervivencia de los
Sommerhoff, G. 49, 135, 137
ontogenia de cultura material 409-12 poblaciones 248 sistemas de información 59; tendencias na-
Spaulding, A. C. 35n cimiento/muerte 257-8; tendencias muerte/
. Spoher, A. 197 „.......................................... tendencias agrupadas 256 tipos clave 233, 249, 254, 256, 273, 275, 289,
tendencias de caída postcoherentes 258 379 nacimiento 259
Stanislawski, M. B. 124n
Stevens, S. S. 73 teoría celestial 3,4, 5 tipos esenciales 234, 251, 254, 256, 273, 302,
Steward, J. H. 52, 79, 95, 122, 128n, 228, 260, teoría clásica, 3, 4, 5 ■ 303,304 variables: clave (véase); definición 445; esen­
307,316,317, 375 teoría del juego 53-62; estrategia 82-4, 102-6 tipos independientes 203,210,445 ciales (véase)
Stickel, E. G. 438n teoría del ladrillo cultural 234-6 tipos inesenciales 252, 253, 254, 275, 284, 302 variables clave: ambiente 117-8; correlación
Stiles, D. 10 teoría del perfil radial 234-6 tipos de multiestado 203, 212, 249-51, 275-7, direccional (véase); covarianza (véase); de­
subculturas: actividad 226; aristocráticas 227-8; teoría de sistemas 33, 126-33n; datos sobre los 282, 283, 285, 290,445 finición 62, 128n, 137; estrategia mezclado­
definición 222, 444; especialistas 226, 232; enterramientos 124n; enfoque de una expli­ Townsend, A. H. 438n ra 175; modelo de procesos 64; ontogenia
étnicas 223-4; identificación con la subdi­ cación 129n; esquema 36-62; fuente de con­ transformaciones: cerradas 53; cese del siste­ 159, 179, 214; procedimiento unilineal 424-
visión tribal 334; intrusión/inserción 376; ceptos 125-6n; fuente de enunciados/princi- ma tipológico 205; continuidad 38-9, 53, 5; regularidades del patrón sistémico 212;
intrusión/sustitución 376; ocupacionales pios 129n; fuente de modelos I27-9n; recep­ 64, 65; convergente, divergente y paralela sistema dinámico 205; subsistema económi­
255-7, 232; papel 222-32; regionales (véase); ción en América y Gran Bretaña 125-6n; 288; definición 36-7, 445; matriz 53-7, 59, co 103; subsistema social 92
variedades 223; sociales 227-8, 232 teoría de la arqueología 126n 64, 92, 212; modelos de procesos 65; mono­ variables continuas 139
subsistema(s) 33, 36, 88-116; ambientales 117-9; terminología 19-26, 318, 331, 373; ambigüe­ valente 53-4; polivalente 54; sistema simple variables discontinuas 139
cultura material (véase); conjunto cultural dad 25-6, 220-1, 267-8, 293, 297; generali­ 53-7; véase también cambio y oscilación variables esenciales: adaptación 48-9; ambien­
255; económicos (véase); equilibrio dinámi­ zaciones no específicas 14-5, 23; juicios de cuantitativa te 117; atributos relevantes 48; correlación
co 90-1; féedback 39-40; oscilación 66; pos­ valor 22-3; procesos 375 transformación paralela 289 direccional (véase); información 77; mode­
Terrell, J. 336 transición 53-7, 65, 93-4, 445 los de procesos 62-3; naturaleza 60-2, 128n,
tulados generales 133; psicológicos (véase);
Thomas, D. H. 35n, 101, 128n, 157, 180n, trayectorias: correlación direccional (véase); 137, 178, 186; ontogenia 86, 159, 179; pro­
reguladores 41, 44-6, 55, 64, 369; religiosos
216n, 435 definición 37, 445; divergente, 285; grupos cedimiento unilineal 425; condicionamien­
(véase); selección arbitraria 58; sociales
Thompson, R. H. 416n culturales 271-2, 284-90; modelos de proce­ tos amplios 46; selección de problemas de
(véase)
subsistema económico 89, 100-13; ambiente Thomsen, C. T. 8, 18,26, 34n, 369 sos 64-7; oscilantes 58; paralelas 288, 289; Caja Negra 52; sistema dinámico 205; sub­
y 101, 106-7; aumento 101; dislocación 255; Thomson, D. F. 364n precedentes 55-6, 57, 77-8, 134, 291, 371; sistema social 93
equilibrio dinámico 100-1, 107; fuente ex­ Thorlacius, S. 6 probabilidades de transición 55; regularida­ variables inesenciales: ambiente 117; defini­
tractiva de energía sistémica 260; oscila­ Thünen, von 110 des 38-9; 59-61, 67; sistemas de conjuntos ción 61, 128n, 137; modelo de proceso 65;
ción 101, 106 tipo(s): agregado 218-9; ausencia de análisis temporales 37-8, 54-5, 58-60, 64-7, 250-2, presencia en todos los artefactos 186-8; pro­
subsistema psicológico 88, 89, 98-100 185; cambio y oscilación cualitativos 199- 296; subsistema económico 102; subsistema cedimiento unilineal 424; como ruido pará­
subsistema religioso 89-90, 96-8, 123n, 126n, 200, 210, 211, 258-9; cambio y oscilación social 92-4; tecnocomplejo 295-310; tempo­ sito 77; sistema dinámico 205
255,266n cuantitativos en numerosos 242-6, 257-9, ral (véase); teoría del juego 57-61, 62; ter­ variables operacionales 425
subsistema social 91-2; modas femeninas 170; 282; cambio y oscilación en la población minación de la trayectoria del sistema variación: de atributos en los artefactos 32,
regularidades del patrón temporal 159; tra­ de 193-7, 192-200, 203 , 210; categorías de cultural 252 138-42, 144-60; estacionales 363n; población
yectorias 58-9; subsistemas 67; véase tam­ relaciones 203; clave (véase); comparación trayectoria paleolítica 288, 289 monoatributo/monotipo 144-5; población
bién cambio y oscilación cualitativa, cambio de dos culturas 78-9; comparación de rango trayectorias temporales: grupos culturales 281, pluriatributos/monotipo 156-7; poblaciones
Biblioteca Universidad de Antioquia

470 Indice alfabético


6 1000 00496389 0

monoatributo/pluritipo 156-7; poblaciones *


Vita-Finzi, C. 110
pluriatributos/pluritipo 157-9 Voeglin, E. W. 353
variación estacional 363n
varianza: de atributos en las poblaciones tipo­ Ward, R.J>. 403,404
lógicas 248; definición 445 Washburn, D. K. 101
variedad: alternativa 77-80, 91, 100-1, 114, Watson, P. J. 438n
174-8, 205, 211, 255, 317, 374, 445; cate­ Wauchope, R. 245
gorías 371-2; conjuntos culturales 222; con­ Webb, C. H. 198
tradictoria 100-1, 114, 115, 196-8, 177, 211, Webb, J. 403, 405
255-6, 298, 316, 317, 374; estrategias econó­ Whallon, R. 35, 123n, 434
micas 100-1; fluctuaciones 374-5; en la in­ Whitaker, I. 323 DEPARTAMENTO DE BIBL
formación 77-81, 98, 99; «nueva» (véase) White, J. P. 157,180n, 216n, 435
aumento; persecución de meta 43-4; redun­
Control fecha de vencirr.
White, L. 126n, 130n
dante 77-80, 99-100, 114, 174-8, 205, 211, Wiener-, N. 36
255, 317, 374, 444; regulación 45-6, 78-9; Willey, G. R. 35n, 299, 325, 416n
ruido como 444; tecnocomplejo 304 Wissler, C. 235,239, 360, 377 2 7 ENE. 2020
variedad alternativa 77-80, 91-2, 100, 101, 114, Wobst, H. M. 128n - ¡i n hí 4 inn nnoo
-r
197-8,211,255-6,317,374 Wolpert, J. 82 1 7 ADrCZUZÜ
variedad contradictoria 174-5, 178* 211, 255, Wood, J. J. 130n „
298,316,317,374,445 . ■ Worm, O. 6 .< T-
variedad redundante 77, 78, 79, 99, 100, 114, Worsaae, J. J. A. 8 0 5 MAYO 2022
174-8, 205, 211, 255, 317, 375, 317, 445
Vaso Campaniforme británico 128n, 139, 170,
Wrigley, E. A. 316
Wynne-Edwards, V. C. 16, 127n
1 81 w. 2015
171, 187,188, 189, 409; subcultura 224, 247
Oí ABR\2015 1A OCT. 2022
vectores: elementos difusores 378;; definición Yadin, Y. 114/312
445; nodo como vector de sistemas 48, 54-6; Yuill, R. S. 396'"
sistema incompletamente observado 52; tra­
tamiento markoviano de los estados 54-6
0 o ynv x)’5 2 8 NOV. 2022
Zarky,A. 112 J
Vertes, L. 148 Zubrow, E. B.'W. 129n, 399-401 H AGO 2016 31 MAR. 2023

x.v.;
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