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UNIVERSIDAD NACIONAL JORGE BASADRE GROHMANN

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS EMPRESARIALES


“ESCUELA DE DERECHO Y CIENCIAS POLITICAS”

TEMA:
EL DESALOJO POR OCUPANTE PRECARIO. ANÁLISIS DEL CUARTO PLENO
CASATORIO. CASACIÓN No. 2195-2011-UCAYALI.
DOCENTE:
DR. ABOG. JESÚS ATAHUASI CHAPARRO
CURSO:
SEMINARIO DE DERECHO CIVIL Y PROCESAL CIVIL
ALUMNOS:
CÉSAR JOEL BEDOYA ROJAS
SHEILA NADEZDA PANIAGUA LOZA
CÓDIGO:
2017-127008
2016-127030

TACNA – PERÚ
2022
INDICE
INTRODUCCIÓN............................................................................................................................3
OBJETIVOS....................................................................................................................................4
OBJETIVO GENERAL..................................................................................................................4
OBJETIVOS ESPECÍFICOS...........................................................................................................4
MARCO TEÓRICO..........................................................................................................................5
Hechos materia del Recurso.........................................................................................................8
De la contravención al derecho a un debido proceso..................................................................9
Antecedentes.........................................................................................................................10
Origen y evolución histórica del debido proceso...................................................................10
Concepto................................................................................................................................11
Debido Proceso Formal......................................................................................................12
Debido Proceso Sustantivo.................................................................................................13
La Debida Motivación de las resoluciones..................................................................................14
Antecedentes.........................................................................................................................14
Concepto................................................................................................................................14
Hechos causal de casación.........................................................................................................17
Posición del Dr. Aranda Rodríguez con respecto al cuarto pleno casatorio civil........................18
Posición de los Dres. Ponce de Mier, Valcárcel Saldaña, Miranda Molina y Chávez Zapater.....22
Reglas vinculantes establecidas en el cuarto pleno casatorio....................................................25
CONCLUSIONES..........................................................................................................................31
RECOMENDACIONES Y SUGERENCIAS........................................................................................32
BIBLIOGRAFÍA.............................................................................................................................33
ANEXOS......................................................................................................................................34
INTRODUCCIÓN
El presente análisis busca analizar el IV Pleno Casatorio y brindar definiciones respecto

al ocupante precario para producir reflexiones que contribuyan al problema de desalojos

del ocupante precario. Esto a razón que, Perú como cualquier país del mundo, no está

exento a esta realidad de orden social, con respecto a la relación que se produce entre

los propietarios de bienes e inmuebles que deciden cederlo en calidad de alquiler y la

figura jurídica o natural, persona o personas que lo requieren. Por lo tanto es

responsabilidad del Estado brindar protección tanto al inquilino como al propietario

para dar cumplimiento a las normas y leyes establecidas que permitan afianzar los

derechos y garantías de los peruanos.

En materia civil, los magistrados de las Salas Civiles de la Corte Suprema de Justicia de

la República, han emitido hasta la actualidad seis precedentes judiciales, avizorando

nuevos pronunciamientos con aquel carácter. No obstante la trascendencia de los fallos

de la Corte Suprema de Justicia de la República, en particular aquellos que incorporan

nuevas líneas interpretativas sobre el sistema jurídico, debemos señalar que en tanto

producto humano no están exentos de la comisión de omisiones o yerros, ya sea desde

un enfoque teórico o bajo una perspectiva práctica, lo que a nuestro parecer se presenta

en el caso del precedente judicial adoptado en el Cuarto Pleno Casatorio Civil, Casación

N° 2195-2011- UCAYALI, referido a la posesión precaria.


OBJETIVOS
OBJETIVO GENERAL

 Determinar los precedentes vinculantes fijados en el cuarto pleno casatorio civil

peruano.

OBJETIVOS ESPECÍFICOS

 Determinar los criterios doctrinarios utilizados para establecer las reglas

jurisprudenciales emitidas en el cuarto pleno casatorio civil

 Determinar las posiciones a favor y en contra con respecto al fallo emitido en el

cuarto pleno casatorio civil


MARCO TEÓRICO

El presente Cuarto Pleno Casatorio Civil, Casación N° 2195-2011-UCAYALI

fijo precedentes, y dio bases doctrinarias para la legislación civil a fin de resolver las

demandas de desalojo por ocupación precaria, sin embargo nos cuestionamos ¿se logró

el objetivo de resolverlos? ¿Era necesario el análisis de dicha institución por parte de la

Corte? ¿Cuál era la situación antes de dicho Pleno Casatorio Civil?, por otro lado el

mencionado pleno, despertó debate y polémica en el ámbito jurídico nacional, no sólo

por haber perennizado la categoría del ocupante precario en forma contraria a los

antecedentes históricos, sino además por incluir dentro de dicha categoría una serie de

supuestos ya previstos en disposiciones jurídica.

Con el fin de dar respuesta nuestra primera interrogante, manifestamos una

postura positiva, ya que era necesario que la Corte Suprema fijara una posición respecto

al tema del ocupante precario esto a razón de las diferentes ejecutorias que se habían

dado, por lo que podríamos decir que el tema mencionado no estaba lo suficientemente

claro, por lo que requería cierta orientación.

Para realizar un análisis a profundidad es menester comenzar entiendo la figura

de la ocupación precaria desde sus inicios, teniendo en cuenta que se origina en Roma,

sin embargo, en el Perú esta era una institución muy usada. De la misma forma,

Avendaño nos narra que, hubo una época en que estaban prohibidos todos los juicios de

desalojo, o desahucio, como lo definía el antiguo Código de Procedimiento Civiles.

Bajo el antiguo código, solo se podía desalojar cuando faltaba pago, y aun así cuando se

trataba de una casa de habitación, el ocupante o inquilino podía consignar el valor que

adeudado más una cantidad prudencial equivalentes a las costas del proceso y se cortaba

el juicio.
De esta forma para la antigua regulación era muy recurrente que se viviera la

figura que pasaremos a ejemplificar: Yo le alquilo mi casa a María; sin embargo, el que

vivía en la casa era Fernanda, quien era su hermana y ocupaba la casa porque la primera

había viajado a Lima. De esa forma, Fernanda pagaba puntualmente la renta pero las

boletas que le daban estaban a nombre de María. De forma que Fernanda no podía

acreditar los pagos hechos, entonces cabía en ese caso el juicio de desalojo por

ocupación precaria. Ello como una excepción a la regla general a la prohibición a los

juicios de desalojo en aquel tiempo.

Sin embargo, a pesar que el Pleno Casatorio toma en cuenta los antecedentes

históricos peruanos, los cuales consideramos que no fueron muy relevantes, además es

criticado el hecho que no haya sido objeto de análisis la legislación comparada como la

de Alemania, Italia y Portugal para determinar el significado del precario

Lo expuesto trajo a consecuencia que en el IV Pleno Casatorio se fijaran

criterios que sirvieron para identificar al poseedor precario que debe ser retirado del

inmueble por la vía del proceso de desalojo correspondiente el artículo 586 del

Código Procesal Civil.

Así también, se aprecia que el colegiado se ha decantado por una tesis amplia de

precariedad al establecer reglas vinculantes que van a permitir al juzgador resolver con

mayor claridad cada uno de los supuestos de desalojo por precario, y contar con un

proceso más eficaz y viable;

Nuestra normativa civil ubica y define la posesión precaria en el Código Civil

Art. 911, cuyo texto señala: “La posesión precaria es la que se ejerce sin título alguno o

cuando el que se tenía ha fenecido”, del cual entendemos que es un poseedor de mala fe,

pero no todo poseedor de mala fe es un precario. Al respecto Symeonides, en su texto


original, refiere que se presume que un poseedor precario, como un arrendatario o un

depositario, posee para otro, aunque pueda tener la intención de poseerlo para sí mismo.

De la misma forma; Torres Vásquez define al poseedor precario como aquel “(…) que

ocupa un bien sin título, ya sea porque nunca lo tuvo o porque el que tenía ha

fenecido”. Asimismo, identifica dos supuestos de posesión precaria: 1º) ausencia de

título; y, 2º) 2º) título fenecido. En el primer supuesto sitúa al que entra

clandestinamente, el usurpador, el ladrón, el hurtador. En el segundo supuesto ubica a

todo caso de ineficacia estructural o funcional del acto jurídico por el cual se cedió la

posesión del bien.

Según la legislación peruana, existen algunas diferencias entre poseedor, tenedor

y propietario, de los cuales, en los procesos de desalojo por ocupante precario, el tema

más controvertido es el de la posesión y usualmente no lo es el de la titularidad, esto se

comentará en líneas posteriores. El hecho es que, conceptualmente, no siempre es fácil

para los abogados y magistrados distinguir entre propietario, poseedor y tenedor, dado

que no son la misma cosa, ya se ha dicho que poseedor es todo aquel que detente el bien

de forma fáctica, ejerciendo poder o dominio sobre la cosa y con la voluntad o

conciencia de que posee la cosa en cuestión, sin que necesariamente sea propietario ni

que se crea tal.

En este orden de ideas, es imprescindible definir conceptos, estudiar la

estructura y el orden jurídico, el código civil y la constitución, considerar los

antecedentes relacionados al tema y finalmente, especificar la problemática a través de

un análisis exhaustivo de la normativa legal.

Dicho esto, nos enfocaremos en analizar otro punto importante, que da comienzo

al análisis judicial del presente Pleno Casatorio Civil.


Hechos materia del Recurso

El Cuarto Pleno Casatorio Civil tuvo como antecedente la casación 2195-2011-

Ucayali, sobre proceso de desalojo por ocupación precaria. El tema materia del recurso

de casación fue la prescripción adquisitiva del inmueble que alega el demandado, al

tener la posesión del mismo por más de 40 años (Ramírez y Heredia 2012, p. 2). La

demanda de desalojo por ocupación precaria fue interpuesta a fin de que se ordene el

desalojo de los demandados del inmueble ubicado en la ciudad de Pucallpa; en su

escrito manifiesta que sus poderdantes son propietarios del inmueble materia de

reclamo, cuya titularidad fue inscrita en los Registros Públicos, y que sus poderdantes

han adquirido el bien inmueble, que antes fue una casa familiar, por lo que los

demandados tienen la condición de precarios. Los emplazados contestan y deducen

excepción de falta de legitimidad para obrar de los accionantes y señalan que estos han

dejado de ser propietarios del inmueble y que poseen el bien por más de cuarenta años.

Posesión que vinieron ejerciendo de forma pacífica, pública y como propietarios, por lo

tanto, ha operado la prescripción adquisitiva del inmueble. Indican que los poderdantes

del demandante no han poseído nunca el inmueble, el cual perteneció a los padres de la

codemandada y de su hermana, quien es madre de los poderdantes. Mediante sentencia

del 15 de septiembre de 2010 se declaró fundada la demanda, ordenándose el

lanzamiento de los demandados del bien inmueble materia de litis. Apelada la decisión,

mediante sentencia de vista del 8 de abril de 2011, emitida por la Sala Superior

especializada en lo Civil de Ucayali, confirma la alzada en todos los extremos,

precisando que la demanda debe ampararse conforme a lo resuelto por el A quo,

acotando que los demandantes han acreditado haber obtenido la titularidad sobre el

bien, al haberlo recibido en anticipo de legítima y que en lo que concierne a la posesión

de título de propietarios por usucapión, que alegan los demandados, se observa que los
documentos que se adjuntan varios de ellos aparecen a nombre de terceros, por lo que

no habiéndose desvirtuado la precariedad de la posesión resulta viable el desalojo.

Interpuesto el recurso de casación contra la sentencia de vista expedida por la

Sala Especializada en lo Civil de la Corte Superior de Justicia de Ucayali, resolvió

confirmando la sentencia apelada que declara fundada la demanda de desalojo por

ocupación precaria; el recurso de casación ha sido declarado procedente por la Sala

Suprema bajo las causales de: infracción normativa de naturaleza procesal del inciso 3

del artículo 122 del Código Procesal Civil y el inciso 3 del artículo 139 de la

Constitución Política del Estado- prevista en el artículo 386 del Código Procesal Civil,

al haberse satisfecho los requisitos de fondo regulados por los incisos 2, 3 y 4 del

artículo 388 del mismo cuerpo legal.

Declarada procedente la casación y con la finalidad de darle un mejor

tratamiento al asunto materia de revisión y unificar criterios a fin de evitar la emisión de

jurisprudencia dispar, fueron convocadas a pleno la Sala Civil Permanente y la Sala

Civil Transitoria para establecer criterios que hicieran el proceso de desalojo más viable

y efectivo y así proteger a la parte más débil de la relación jurídica. Este pleno

constituye un significativo avance para poder resolver los distintos supuestos que se

presentan en el proceso de desalojo por ocupante precario. Tiene como propósito

uniformizar criterios y generar predictibilidad en el sistema. A través de este Cuarto

Pleno Casatorio, se establece como doctrina jurisprudencial vinculante siete reglas, las

cuales serán analizadas a continuación

De la contravención al derecho a un debido proceso

Partiendo del punto en que la dignidad resulta el conjunto conformado por

aquellas condiciones mínimas que le permiten al ser humano tener y llevar a cabo su
proyecto de vida y le permiten realizarse como persona, nace la necesidad de buscar

mecanismos o instrumentos adecuados para el respeto y protección efectiva de dicho

valor supremo: la dignidad. Más aún, cuando el surgimiento de conflictos de intereses

intersubjetivos hace más vulnerable la protección de la dignidad humana.

En tal sentido, es que la doctrina y legislación peruana consideran de vital

importancia el respeto a la plena vigencia del derecho al debido proceso, en todo afán de

solucionar conflictos. Pues de nada serviría encontrar mecanismos que compongan

conflictos si estos no tienen impregnado el valor justicia, es decir, que el Estado y los

particulares estén en iguales condiciones, asimismo el Estado asuma como deber:

generar igualdad de oportunidades, mismos puntos de partida para todas las personas y

sobre la base de esto darle a cada quien lo que le corresponde.

Antecedentes

Para entender la figura del debido proceso y dar mayor alcance al tema que

aquí nos proponemos, es preciso desarrollar los antecedentes y la evolución de la

concepción de la misma. Asimismo, queremos proporcionar un concepto del debido

proceso, en un enfoque dirigido a la teoría general del proceso, como de los

principios constitucionales.

Origen y evolución histórica del debido proceso

De Bernardis (1995) alude al debido proceso como, aquella figura jurídica

que encuentra su más antiguo antecedente en la época romana donde éste era visto

como un simple conjunto de reglas que regulaban la realización de un juicio (p.4).

Por lo que esta perspectiva romana causa cambios y modificaciones en su

concepción, construyéndose paulatinamente, a través de posteriores contextos


históricos, una categoría jurídica que poco a poco cobra reconocimiento normativo

expreso, tratamiento doctrinario y jurisprudencial.

Se llega a sostener que la garantía constitucional del debido proceso se

remonta al siglo XIII, cuando en 1215, la Carta Magna del rey Juan Sin Tierra

otorgó a los nobles ingleses la garantía de que “ningún hombre libre podrá ser

apresado, puesto en prisión ni desposeído de sus bienes, costumbres y libertades,

sino en virtud del juicio de sus pares, según la ley del país».

Concepto

Es preciso señalar que la concepción del debido proceso fue trasplantada a

las colonias inglesas y para ese entonces el debido proceso tenía dos características:

Una primera característica era entender al debido proceso como una garantía

procesal de la libertad personal, esto es, contra detenciones arbitrarias por parte del

Estado; otra segunda característica era además comprenderlo como una garantía

frente a la voluntad del monarca y de los jueces, mas no frente a la del parlamento.

Linares (1970), refiere a la concepción del debido proceso, como garantía

procesal de la libertad “procedural limitation”, el debido proceso ganó profundidad

y extensión desde fines del siglo XIX, hasta llegar a constituirse en una garantía de

fondo “general limitation”, garantía sustantiva y patrón de justicia (p.15). Por lo

que se reconoce en los principales pactos y tratados internacionales, entre los que

cabe destacar los artículos 8° y 10° de la Declaración Universal de los Derechos del

Hombre, artículo 6° del Convenio Europeo para la Protección de los Derechos

Humanos y Libertades Fundamentales y artículo 14° del Pacto Internacional de

Derechos Civiles y Políticos.


En nuestro medio, esta garantía constitucional está reconocida en el artículo

139°, inciso 3, de la Constitución Política del Estado, y que tiene correlato en el

artículo I del Título Preliminar del Código Procesal Civil.

A nivel doctrinario, se ha señalado que el derecho al debido proceso tiene

dos vertientes; la primera referida, de orden procesal, que incluye las garantías

mínimas que el sujeto de derecho tiene al ser parte en un proceso. En esta fase se

pueden encontrar el derecho al juez natural, el derecho a probar, el derecho a

impugnar, el derecho a la doble instancia, el derecho a ser oído, el derecho a la

defensa, entre otros. En tanto que el aspecto sustantivo está referido al derecho a

exigir una decisión justa. En nuestro medio, esta garantía constitucional está

reconocida en el artículo 139°, inciso 3, de la Constitución Política del Estado, y

que tiene correlato en el artículo I del Título Preliminar del Código Procesal Civil.

Ahora bien, al ser el debido proceso el derecho de toda persona a un proceso

justo y equitativo, es necesario reivindicar su calidad de derecho fundamental, pues

como tal no sólo es un derecho subjetivo, sino, es uno de los elementos esenciales

del ordenamiento jurídico, de ahí su carácter subjetivo y objetivo. Por lo que

coincidimos con Hoyos (1996) la decir que, se trata de un derecho fundamental de

carácter instrumental, pues, además de ser el mismo un derecho fundamental,

cumple una función de garantía de los demás derechos fundamentales y del

ordenamiento jurídico en su conjunto (p.3).

Debido Proceso Formal

Al Derecho le importa que ciertas incertidumbres se acaben ello es factible

gracias a la existencia de un mecanismo: el proceso. En este sentido, el debido

proceso en su dimensión formal o procesal hace referencia a todas las formalidades


y pautas que garantizan a las partes el adecuado ejercicio de sus derechos, pues,

dichas reglas o pautas están previamente establecidas y permitirán que el acceso a

un proceso o procedimiento, y su tramitación no sea formalmente irregular.

Además dichas pautas o reglas no sólo son requisitos mínimos sino que estos

resultan exigibles por los justiciables para que el proceso se desarrolle y lleven a la

autoridad que resuelve el conflicto a pronunciarse de manera justa, equitativa e

imparcial.

Debido Proceso Sustantivo

El debido proceso, no sólo requiere de una dimensión formal para obtener

soluciones materialmente justas, pues ello, no será suficiente. Por eso la dimensión

sustantiva, también llamada sustancial es aquella que exige que todos los actos de

poder, ya sean normas jurídicas, actos administrativos o resoluciones judiciales,

sean justas, esto es, que sean razonables y respetuosos de los derechos

fundamentales, de los valores supremos y demás bienes jurídicos

constitucionalmente protegidos. Por consiguiente, «el debido proceso sustantivo se

traduce en una exigencia de razonabilidad», de todo acto de poder, y busca la

prescripción de la arbitrariedad y lo absurdo.

En este sentido, el debido proceso sustantivo como exigencia o principio de

razonabilidad y proporcionalidad, se comporta como un patrón de justtcta para

determinar lo axiológico y constitucionalmente válido de todo acto de poder.

Y en base a los hechos suscitados en el IV Pleno Casatorio, es pertinente señalar

que el desalojo es uno de los procedimientos más difíciles de llevar a cabo por, motivos

multifactoriales, en este sentido los legisladores se han visto en la necesidad de crear

normas que regulen el debido proceso y que garanticen los derechos de los
arrendadores. Por lo que nos preguntamos ¿De qué manera la afectación del debido

proceso judicial repercute en los derechos vulnerados del ocupante precario y a la vez

del propietario del inmueble?

La Debida Motivación de las resoluciones

Antecedentes

 El tema de la motivación de las sentencias y de las resoluciones en general,

como es sabido, no ha tenido una alongada práctica en el mundo jurídico, sino que la

misma ha sido una conquista de la ciudadanía casi a finales del siglo XVIII. Si bien es

cierto que en nuestra tradición jurídico castellana tenemos antecedentes históricos en

cuanto a la exigencia de la motivación de las sentencias, esa no fue una práctica de

todos los ordenamientos jurídicos europeos.

En efecto, la obligación de motivación de las sentencias es el resultado de una

larga y conflictiva evolución histórica, puesto que los reinos europeos, fieles a los

principios del ius commune, no tenían por función motivar sus sentencias, dado que la

actividad de juzgar era una tarea reservada a la nobleza, por lo que el fundamento y

respaldo de la actividad de un juez se encontraba en su prestigio social, además que tal

comportamiento se debía, también, a la Decretal Sicut Nobis de Inocencio III dictada el

año 1199, de cuyo texto los comentaristas dedujeron el principio de derecho común

según el cual iudex non tenetur exprímere causam in sentencia.

Concepto

Para el Derecho peruano es rotundo, y hasta reiterativo, la exigencia de la

motivación de las decisiones judiciales en todos los ámbitos, sin embargo en la práctica

podemos observar que no son demasiado concretas las indicaciones acerca de los
requisitos que ese deber de motivación entraña. Por lo tanto, a continuación señalamos

algunas de las principales disposiciones sobre la motivación, como son:

Artículo 24.f de la Constitución: “Nadie puede ser detenido sino por

mandamiento escrito y motivado del Juez o por las autoridades policiales en caso de

flagrante delito”.

Artículo 139.5 de la Constitución: “Son principios y derechos de la función

jurisdiccional: La motivación escrita de las resoluciones judiciales en todas las

instancias, excepto los decretos de mero trámite, con mención expresa de la ley

aplicable y de los fundamentos de hecho en que se sustentan”.

Artículo VII del Código Procesal Constitucional: (...) “Cuando el Tribunal

Constitucional resuelva apartándose del precedente, debe expresar los fundamentos de

hecho y de derecho que sustentan la sentencia y las razones por las cuales se aparta del

precedente”.

Artículo 17 del Código Procesal Constitucional: “La sentencia que resuelve los

procesos a que se refiere el presente título, deberá contener, según sea el caso: (…) 4)

La fundamentación que conduce a la decisión adoptada”.

Los principios antes mencionados deben ser invocados por los Magistrados de

todas las instancias judiciales, cualquiera que sea su especialidad, como precedente de

obligatorio cumplimiento. En caso que por excepción decidan apartarse de dicho

criterio, están obligados a motivar adecuadamente su resolución dejando constancia del

precedente obligatorio que desestiman y de los fundamentos que invocan.

Los fallos de la Corte Suprema de Justicia de la República pueden

excepcionalmente apartarse en sus resoluciones jurisdiccionales, de su propio criterio

jurisprudencial, motivando debidamente su resolución, lo que debe hacer conocer


mediante nuevas publicaciones, también en el Diario Oficial "El Peruano", en cuyo caso

debe hacer mención expresa del precedente que deja de ser obligatorio por el nuevo y de

los fundamentos que invocan.

Por otro lado, las “justificaciones” para no motivar recaerían en los decretos de

mero trámite, amparado por la propia norma, que no decide el fondo de la controversia,

no afecta el desarrollo del proceso, que son resoluciones a las cuales la Constitución

exime de la obligación de motivarse. Otra excepción es la justificación por remisión que

se orienta a que basta que el juez remita al caso que sirve de referencia para

fundamentar su decisión. Sin embargo, no puede ser total porque no se puede remitir los

argumentos fácticos pues no pueden haber casos absolutamente idénticos, aunque se

pueden remitir argumentos jurídicos.

Asimismo, el Tribunal Constitucional ha delimitado el contenido de este derecho

fundamental en sentencias tales como el caso Giuliana Llamoja, expediente Nº

Expediente N°00728-2008-HC en cuyo fundamento cuarto marca un precedente

jurisprudencial, delimitando su contenido a los siguientes supuestos:

4. d) La motivación insuficiente. “Se refiere al mínimo de

motivación exigible atendiendo a las razones de hecho o de derecho

indispensables para asumir que la decisión está debidamente motivada. Si bien,

como ha establecido este Tribunal en reiterada jurisprudencia, no se trata de

dar respuestas a cada una de las pretensiones planteadas, la insuficiencia, vista

aquí en términos generales, sólo resultará relevante desde una perspectiva

constitucional si es que la ausencia de argumentos o la “insuficiencia” de

fundamentos resulta manifiesta a la luz de lo que en sustancia se está

decidiendo”. En este caso, el juez tiene intención de motivar pero no llega a

hacerlo.
Es así como, el ámbito de protección de este derecho incumbe a que haya una

valoración adecuada de las cuestiones jurídicas desde una justificación escrita para que

las partes puedan valorar, a su vez, la decisión del juez. De esta manera, se observa que

es una cuestión que esencialmente se refiere a las normas aplicables al caso, bajo las

cuales el juez va a ampararse para tomar la decisión. Así, para el justiciable es

importante conocer en qué disposición se ampara el juez para tomar la decisión o

corroborar la relevancia de las normas aplicadas.

Por otro lado, también supone una valoración adecuada de las cuestiones fácticas

donde haya una apreciación de los hechos implica que el juez evalúe también cómo se

relaciona la norma con los hechos que tiene que analizar. Estos hechos pueden ser de

dos tipos: i) los hechos relevantes al caso específico, si prescindimos de estos la

narración se vuelve incomprensible y este es motivo de la controversia y ii) los hechos

complementarios al caso.

Hechos causal de casación


La vulneración del debido proceso en todo escenario y en cualquiera de sus

manifestaciones, implica una grave falta contra la dignidad de la persona. En

consecuencia, se configura una latente amenaza al proyecto de vida de la persona, que

obstaculizará su libre desarrollo.

Asimismo, podemos comprender que efectivamente el irrespeto del derecho al

debido proceso está constituido por actos arbitrarios, absurdos y no razonables, los

cuales desvirtúan la finalidad última de dicho derecho; está es, el ser instrumento idóneo

y útil para el hombre, en ese sentido, de acuerdo con DE LA RÚA, el proceso debe ser:

"( ... ) Antes que un armonioso equilibrio de conceptos una fuerza vital al

servicio del hombre ( ... )" "( ...) lo importante es el juicio que entiende, que sin libertad
no hay justicia y por eso busca perfeccionar los instrumentos prácticos que la aseguren (

p.47)"

Finalmente, la vulneración del proceso, convirtiéndolo en un proceso irregular y

concretamente su inaplicación en el ámbito judicial; generará falta de credibilidad de la

sociedad civil en los órganos jurisdiccionales y ocasionalmente dicha pérdida de

credibilidad podrá desembocar en que los particulares resuelvan sus conflictos

directamente, aplicando la fuerza, tratando de alcanzar la justicia que se les negó. Esto

en virtud de que el ciudadano entiende al proceso como un medio o instrumento a su

servicio para componer sus conflictos intersubjetivos, instrumento al cual recurrir en

busca de una solución justa a sus intereses.

Posición del Dr. Aranda Rodríguez con respecto al cuarto pleno casatorio
civil
Como hemos podido apreciar en líneas precedentes, el presente pleno casatorio

tiene como finalidad recoger el desarrollo jurisprudencial, posiciones doctrinarias e

interpretación normativa de varias décadas con respecto al tema que estamos tratando,

es así que uno de los primeros aspectos de los cuales debe tratarse es sobre la posesión,

el cual, a través del siguiente párrafo, se revela en síntesis el pensamiento de Ihering

sobre el fundamento de la posesión:

«... la protección posesoria en el Derecho Romano (...) ha sido instituida a fin de

aliviar y facilitar la protección de la propiedad. En vez de la prueba de propiedad que el

propietario debe ofrecer cuando reclama la cosa en manos de un tercero (reinvindicatio),

le bastará la prueba de la posesión (...) ¿Puede según esto la posesión representar la

propiedad? Si, porque es la propiedad en su estado normal. La posesión es la

exterioridad, la visibilidad de la propiedad. Estadísticamente hablando, esta exterioridad

coincide con la propiedad real en la infinita mayoría de los casos. Por lo regular el
poseedor es al mismo tiempo el propietario (...). Podemos pues designar al poseedor

como el propietario presunto (...)» (Ihering, 1960, pág. 114).

Es decir, la posesión se configura como un sustituto de la prueba de propiedad

ante la dificultad inevitable que significa acreditar el domino en cada momento. Si los

propietarios tuviesen que demostrar su derecho cada vez que interactúan se generarían

complicaciones prácticas insolubles. Todo el tiempo los dueños tendrían que cargar con

sus títulos de propiedad desplegando un enorme esfuerzo probatorio, que en algunos

casos es muy difícil de superar e incluso imposible. Por ello, en base a un análisis de

probabilidades se observa que en la realidad las personas que actúan sobre los bienes

como si fuesen dueñas (apariencia de dominio), casi siempre lo son.

Asimismo, se hace mención al segundo pleno casatorio, el cual en su punto 25

también dio alcances sobre la definición de la posesión, mencionando lo siguiente:

(…) la posesión cumple una función de legitimación, en virtud de la cual

determinados comportamientos sobre las cosas permiten que una persona sea

considerada como titular de un derecho sobre ella y pueda ejercitar en el tráfico jurídico

las facultades derivadas de aquel, así como los terceros pueden confiar en dicha

apariencia (…).

Por consiguiente, al ejercer la posesión de un bien, sea mueble o inmueble, la

persona que ejercerá la mencionada posesión adquirirá un título. Primeros no

encontramos ante los poseedores mediatos e inmediatos, el primero es aquel quien

transmitió el derecho en favor del poseedor inmediato. Poseedor mediato es el titular del

derecho, por ejemplo, el propietario, es aquel que cede la posesión quien confirió el

título, por otra parte, tenemos al poseedor inmediato, el cual es el poseedor temporal,

posee en nombre de otro de quien le cedió la posesión en virtud de un título y de buena


fe, por ejemplo, el inquilino que posee para el propietario. Al respecto debe señalarse

que también se han puesto directrices provenientes del segundo pleno casatorio civil,

esto es así, y ciertamente lo estaremos citando constantemente puesto que como

sabemos, la prescripción adquisitiva va ligada a la posesión precaria, es tanto así que en

ocasiones suelen acumularse los procesos de esta índole. Ahora, retomando el punto

mencionado antes, en el segundo pleno casatorio, en su fundamento 33 se estableció que

la posesión inmediata se obtiene a través de otra posesión correspondiente a persona

distinta con la que el poseedor mediato mantiene una relación de donde surge la

dualidad posesoria, por lo que el poseedor mediato “ostenta” o “tiene” y no “ejerce”,

porque en la posesión mediata predomina la nota de la atribución o e reconocimiento

antes que la del ejercicio propiamente dicho.

Otro punto a tener en consideración es sobre la posesión legitima e ilegítima,

Poseedor ilegítimo es quien no tiene derecho a poseer. Contrariamente, poseedor

legítimo es el que tiene derecho a poseer. Dicho en otras palabras, la posesión es

legítima cuando se ajusta a derecho.

Se puede no tener derecho a poseer y por tanto ser poseedor ilegítimo, por

diversas razones. Así, por ejemplo, es poseedor ilegítimo el que posee sin tener un

título, es decir, un acto jurídico que le da derecho a poseer. El supuesto es el del

usurpador. También es poseedor ilegítimo el que tiene un título, pero ha vencido, ya sea

porque estaba sujeto a plazo o porque concluyó por resolución o por alguna otra

circunstancia. Igualmente es poseedor ilegítimo el que tiene un título viciado: el

comprador que entra a poseer en mérito de un contrato nulo. Finalmente, es poseedor

ilegítimo el que tiene un título válido y vigente, pero deriva de una persona que no tenía

derecho, como es el caso del que posee en mérito de un contrato de arrendamiento

celebrado con un usurpador. En todos estos casos el poseedor no tiene derecho a poseer.
El Código Civil vincula la posesión ilegítima con la posesión que se tiene en virtud de

un título viciado. En efecto, el artículo 906 señala que la posesión ilegítima es de buena

fe cuando el poseedor cree en su legitimidad, por ignorancia o error de hecho o de

derecho sobre el vicio que invalida su título. Sin embargo, poseedores ilegítimos son

todos aquellos poseedores que no tienen derecho a poseer. Al respecto, se señala en el

pleno casatorio materia de investigación señala también que la posesión legitima es la

que se encuentra conformada o va de acorde con el derecho, mientras que la posesión

ilegitima es contraria al mismo. Así mismo, respecto de la posesión ilegítima y la

posesión precaria, diversas resoluciones casatorias, expedidas por la Sala Civil de la

Corte Suprema de la República, entre ellas la publicada en el diario oficial El Peruano el

26 de Diciembre de 1999 (Cas. No. 1437-99-Lima), así como las publicadas en el

mismo diario oficial, el 01 de Junio del 2004 (Casación Nº 1521-02- Lima) o el 30 de

junio del 2005 (Casación Nº 870-2003 Huaura) han establecido que, siendo la posesión

precaria la que se ejerce sin título alguno o el que tenía ha fenecido, no resulta ser

precario quien posee con título ilegítimo, concluyendo que la posesión precaria es

distinta de la posesión ilegítima. Esta distinción, hecha en la referida ejecutoria, ha

traído diversas preocupaciones entre Magistrados y Abogados en general, pues se abre

la posibilidad de que el demandado, acusado de ser ocupante precario en un proceso de

desalojo, le oponga válidamente al demandante, que cuenta con título de propiedad

vigente, un título posesorio sustentado en un documento obtenido en forma

manifiestamente irregular, fraudulenta o maliciosa.

También es concerniente hacer un análisis de la definición de posesión precaria,

la cual también es desarrollada en el presente pleno casatorio. La posesión precaria ha

sido regulada normativamente en el Derecho Civil peruano recién a partir de la entrada

en vigencia del actual Código Civil, esto es, a partir del 14 de noviembre de 1984. Hasta
entonces la posesión precaria, conocida como "ocupación precaria", se encontraba

mencionada o aludida en los Códigos Adjetivos o Leyes procesales, como una causal

que podía ser invocada en la acción de desahucio (hoy desalojo), iniciada con el objeto

de lograr la restitución de predios. Pese a su antiguo origen, y ante la ausencia de una

regulación especial en la norma sustantiva civil, la jurisprudencia, como es obvio, se

trató de llenar ese vacío, estableciendo diversos conceptos sobre esta forma de poseer

bienes.

Posición de los Dres. Ponce de Mier, Valcárcel Saldaña, Miranda Molina y


Chávez Zapater
Con respecto a sus posiciones establecidas en el presente pleno casatorio materia

de análisis, si bien están de acuerdo con la parte resolutiva de la sentencia en la cual se

declara infundado el recurso de casación, los mencionados Jueces Supremos no están de

acuerdo con los precedentes vinculantes establecidos como doctrina jurisprudencial en

el presente pleno casatorio.

El primer punto a desarrollar es en referencia al precario, el cual se desarrolló

originalmente dentro de la gens, como parte de las relaciones existentes entre el pater y

sus clientes.

tía a un pater a cambio de protección. Este acto suponía la entrada del cliente en

el culto familiar; motivo por el cual la relación entre el patronus y el cliente era sacra. El

cliente "posee la comunidad de culto y, por inferior que sea, participa del verdadero

parentesco, que consiste en adorar a los mismos dioses domésticos". Tanto el patronus

como el cliente asumían un conjunto de deberes, cuya obligatoriedad se fundaba no en

una convención sino en el carácter sagrado de la clientela. El patrón "debe a sus clientes

socorro y asistencia; toma su defensa en justicia y les concede gratuitamente tierras, Jara

que puedan cultivarlas y vivir de su producto. La concesión de tierras mencionada es el


germen a partir del cual se desarrolla el precario. En el precario se entrelazaban, como

podemos apreciar, dos relaciones de hecho. La primera, en virtud de la cual se realizaba

la concesión, era la que unía al patronus con el cliente; la segunda se establece entre el

precarista y el terreno que recibía. Las obligaciones que nadan de la primera relación

tenían un carácter sagrado; el incumplimiento de las mismas no significaba un

incumplimiento contractual sino un delito contra la religión y como tal era castigado por

las XII Tablas.

La situación de precario se funda, por tanto, en una concesión: el pater concede,

es decir, no hay un acuerdo de voluntades destinado a crear obligaciones, sino, tan sólo,

un acto que se realiza cumpliendo el deber ético-religioso de ayuda al cliente. Por la

misma razón la concesión era revocable al arbitrio del patronus: éste debía protección,

la cual podía ser prestada en forma diferente a la concesión de un terreno para cultivar.

El precarista no tenía título ni pensaba tenerlo; su "derecho" sobre el terreno tenía su

principio y su fin en la voluntad del patronus. Con las salvedades antedichas podemos

decir también que el precario no era gratuito. El cliente debía a su concedente servicios

e incluso pequeños pagos, pero, como repetimos, no a cambio de permanecer en la tierra

concedida, sino como obligación filial a cambio de la protección otorgada. Es

interesante señalar que en esta etapa de su desarrollo el precario carece de acciones

propias y distintas. El precarista no se halla protegido directamente de la interferencia

de un tercero, asimismo, en el caso de ingratitud por parte del cliente el patrón no tiene

acción para reclamar el terreno dado en precario. Las razones que explican estos hechos

son claras; el precarista "generalmente no es homo sui juris, y por ello ha de acudir en

caso de perturbación posesoria, en busca de la protección del pater familias concedente,

únicos seres con plena capacidad jurídica en Roma". Igualmente, resulta fácil deducir

que, si el pater reunía en sí las facultades de jefe, juez y sacerdote8 le bastaba recurrir a
su propia autoridad para recuperar el bien sujeto a precario. Es sólo con el

debilitamiento de la gens, y, por ende, de los lazos de clientela; y por la posibilidad de

los clientes de acceder a la ciudadanía que podemos empezar a hablar del precario como

una figura jurídica. Es así como a las dos relaciones de hecho que hemos identificado se

les comienzan a reconocer efectos jurídicos.

Por otra parte, se hace mención que también podría considerarse a la

precariedad como una modalidad del comodato, puesto que así se reconocía en los

códigos civiles de 1852 y 1936, el mismo que se configuraba cuando no se ha señalado

el plazo ni se ha determinado el uso que se dará al bien cedido en comodato. Al respecto

el Dr. Barandiarán sostenia que “el llamado precario es una sub-especie del comodato,

no siendo pues un contrato distinto, a diferencia del antiguo contrato de precario del

derecho romano” (León Barandiarán , 1975, pág. 64).

Por lo tanto, podríamos decir que el comodato-precario es la culminación de un

proceso de deformación de nuestra figura iniciado desde el derecho justiniano. Entre las

formas contractuales y el precario no sólo existe un desencuentro lógico sino, también,

como hemos visto, un desencuentro histórico. Nuestros Códigos Civiles, desde 1852,

han acogido la figura del comodato-precario' que se produciría cuando no se ha

señalado plazo ni se ha determinado el uso que se dará al bien cedido en comodato. En

estos casos, nos dice la ley, el comodante podrá reclamar la cosa en cualquier momento.

Obsérvese cómo una simple consecuencia de la posesión sin título del precarista, se

convierte, en este caso, en el rasgo central del comodato-precario. Esta figura es

extraña; no surge de un pacto sino, por el contrario, de la ausencia de toda convención

respecto al plazo. Es igualmente, un contrato muy especial; el comodante tiene derecho

a ponerle fin en el momento que lo desee, la suerte del contrato se encuentra al arbitrio

de una sola de las partes. Todo esto nos hace concluir con Hernández Gil, que del
artículo 1735 de nuestro C.C., equivalente al artículo 1750 del C.C. español, "no surge,

propiamente, un contrato de precario diferente de un acto de tolerancia atenido a una

sola voluntad". En cualquier caso, esta figura carece de importancia práctica. La

Jurisprudencia se ha ocupado exclusivamente del precario como situación de hecho,

relegando al olvido al comodato-precario.

Otro punto que se tiene en consideración en el presente pleno casatorio es

respecto al proceso de desalojo por ocupación precaria, cabe señala que este proceso

tiene como finalidad obtener la restitución de un predio. Restituir es devolver el predio a

quien lo poseía. El art. 585 del CPC establece: " La restitución de un predio se tramita

con arreglo a lo dispuesto para el proceso sumarísimo ...". Se ha pretendido dar al

término restitución un significado restrictivo al afirmar que "consiste en la obligación de

devolver algo que anteriormente se había recibido". Esta afirmación no corresponde ni

al significado jurídico ni al significado gramatical de la palabra restitución. Conforme a

nuestro ordenamiento jurídico con el proceso de desalojo por ocupante precario el

demandante persigue que le restituya el bien quien lo posee sin su autorización (el

ocupante clandestino, el usurpador) o que le sea devuelto por la persona a quien él le

cedió voluntariamente por haber fenecido el título. Gramaticalmente el término

"restitución" significa devolver lo que se posee injustamente. Posee injustamente el que

no tiene título o el que su título ha fenecido. Restituir es sinónimo de volver, con el

desalojo se persigue restablecer una cosa en su primer estado, que vuelva a su primer

poseedor.

Reglas vinculantes establecidas en el cuarto pleno casatorio


Finalmente procederemos a hacer una rememoración de todas las reglas que nos

dejo el cuarto pleno casatorio:


La primera regla señala lo siguiente: “Una persona tendrá la condición de

precaria cuando ocupe un inmueble ajeno, sin pago de renta y sin título para ello, o

cuando dicho título no genere ningún efecto de protección para quien lo ostente, frente

al reclamante, por haberse extinguido el mismo” (énfasis agregado). En esta primera

regla se define al precario. Se manifiesta que un poseedor precario será aquel que ocupe

un inmueble ajeno, sin pagar renta y sin título para ello. En términos generales, esta

definición va acorde con la prevista en el Código Civil. Sin embargo, consideramos que

el hecho de pagar o no la renta no es una característica esencial del concepto de

precario. Y es que no siempre se cumplirá el supuesto de falta de pago de renta. Puede

existir pago y precariedad al mismo tiempo. Es el caso de un arrendatario que tiene un

título vencido, pero continúa pagando renta en la cuenta bancaria consignada en el

contrato de arrendamiento, a pesar de que el arrendador le ha requerido la restitución del

bien. No por este hecho (pago de renta) deja de configurarse la condición de precario,

salvo que el arrendador haya renunciado a su pedido de restitución a través de la

aceptación de los pagos. Lo cierto es que el asunto debe ser analizado caso por caso.

Para tal efecto, lo esencial no es el pago de la renta por parte del ocupante, sino que

haya ausencia de título o que, habiéndolo, este se haya extinguido. Es decir, que se

presenten cualquiera de los dos supuestos previstos en el artículo 911 del Código Civil.

La Corte Suprema estableció como segunda regla la siguiente: “Cuando se hace

alusión a la carencia de título o al fenecimiento del mismo, no se está refiriendo al

documento que haga alusión exclusiva al título de propiedad, sino a cualquier acto

jurídico que le autorice a la parte demandada a ejercer la posesión del bien, puesto que

el derecho en disputa no será la propiedad sino el derecho a poseer”. Esta regla es muy

importante y marca el espectro de protección del proceso de desalojo. Acá no está en

juego la propiedad (no se tiene que acreditar ser dueño del bien para acceder a la parte
activa de este juicio) y es un error entender el Cuarto Pleno Casatorio como un

precedente vinculante acerca del dominio y sus mecanismos de protección.

La tercera regla establecida por el Cuarto Pleno Casatorio es la siguiente:

“Interpretar el artículo 585 del Código Procesal Civil en el sentido de que por

‘restitución’ del bien se debe entender como entrega de la posesión que protege el

artículo 911 del Código Civil, para garantizar al sujeto a quien corresponde dicho

derecho a ejercer el pleno disfrute del mismo, independientemente de que es propietario

o no” (énfasis agregado). El primer párrafo del artículo 585 del Código Procesal Civil

establece que “la restitución de un predio se tramita con arreglo a lo dispuesto para el

proceso sumarísimo y las precisiones indicadas en este subcapítulo”. Antes del Cuarto

Pleno Casatorio existían ocupantes que sostenían que nadie les había entregado o cedido

la posesión del bien, por lo que no tenían un deber de restitución a su cargo. Se trataban

de posesiones directas o derivadas de un tercero distinto al titular demandante. Bajo esta

perspectiva, no se tenía en estricta obligación contractual de devolver, toda vez que el

demandante no les había entregado la posesión del bien. Con este argumento, los

demandados impedían que se les ordene restituir el bien que estaban ocupando.

La cuarta regla es la que sigue: “Establecer conforme el artículo 586 del Código

Procesal Civil, que el sujeto que goza de legitimación para obrar activa no solo puede

ser el propietario, sino también el administrador y todo aquel que considere tener

derecho a la restitución de un predio. Por otra parte, en lo que atañe a la legitimación

para obrar pasiva se debe comprender dentro de esa situación a todo aquel que ocupa el

bien sin acreditar su derecho a permanecer en el disfrute de la posesión, porque nunca lo

tuvo o el que tenía feneció”. El artículo 586 del Código Procesal Civil estipula lo

siguiente: “Pueden demandar: el propietario, el arrendador, el administrador y todo

aquel que, salvo lo dispuesto en el artículo 598, considere tener derecho a la restitución
de un predio. Pueden ser demandados: el arrendatario, el subarrendatario, el precario o

cualquier otra persona a quien le es exigible la restitución”. La cuarta regla del

precedente permite identificar con claridad quiénes son los sujetos que cuentan con

legitimidad en el proceso de desalojo. Nuevamente se identifica las dos posiciones que

deben ser evaluadas por los jueces: el demandante, quien debe probar tener un título que

le permita poseer el bien que no ocupa (todo aquel que ostente un derecho a la

restitución del predio - derecho a la posesión); y el demandado, quien debe acreditar que

su posesión actual está amparada en un título vigente (debe acreditar que no hay

ausencia de título o que su título no ha fenecido).

La quinta regla del Cuarto Pleno Casatorio contiene una enunciación de ciertas

situaciones comunes de precariedad. Formula casos que han sido conocidos por la

judicatura y da pautas para su solución, sin establecer una lista taxativa de los supuestos

de precariedad. Estos son los siguientes: a) Cuando el ocupante es parte de un contrato

que ha quedado resuelto extrajudicialmente (artículos 1429 y 1430 del Código Civil),

siempre que para la resolución se haya cumplido con el procedimiento formal previsto

en la ley y en el mismo contrato. En este caso, el título fenece (pierde eficacia conforme

al artículo 1371 del Código Civil y, por ende, el ocupante tiene la condición de precario.

Puede ser el caso, por ejemplo, de la resolución de un contrato de compraventa a plazos.

Ante el incumplimiento del contrato y posterior resolución, el comprador ocupante se

convierte en precario para efectos de la ley.

b) Cuando el poseedor tiene un contrato de arrendamiento ya vencido con el

propietario y este ha expresado su voluntad indubitable de concluir la relación exigiendo

la devolución del bien, de conformidad con los artículos 1700 y 1704 del Código Civil.

Se precisa que el solo vencimiento del contrato no convierte al arrendatario en precario,


sino que para verificarse dicha condición es necesario el requerimiento del arrendador,

de lo contrario se entenderá la continuación del alquiler hasta que ello no suceda.

c) Cuando el título del poseedor esté inmerso en una causal de invalidez absoluta

y esta sea evidente, conforme a los artículos 219 y 220 del Código Civil. Es el caso, por

ejemplo, que durante el trámite del proceso de desalojo el juez advierte que el título

posesorio adolece de simulación absoluta o hubiera sido practicado por persona

absolutamente incapaz.

d) Cuando el ocupante posee un bien en virtud de un contrato de arrendamiento

no inscrito y se produce la venta del predio. Frente al nuevo dueño el poseedor se

transforma en precario (no tiene un título emitido por el titular actual del bien que

justifique su presencia en el predio; se trata de un supuesto de ausencia de título), salvo

aquel se comprometa a respetar el arrendamiento pactado entre el antiguo propietario y

el arrendatario, conforme lo establece el artículo 1708 del Código Civil.

e) Cuando el poseedor alega haber realizado edificaciones o modificaciones

sobre el predio materia de desalojo, ya sean estas ejecutadas de buena o mala fe.

f) Cuando el poseedor alega haber ganado el derecho de propiedad por

prescripción adquisitiva (artículo 950 del Código Civil), pero no exhibe prueba que

acredite este hecho jurídico. Así, la mera alegación de prescripción no es suficiente para

desestimar la pretensión de desalojo o para declarar su improcedente.

Siguiendo con el análisis del Cuarto Pleno Casatorio, la sexta regla establece lo

siguiente:

“En todos los casos descritos, el juez del proceso no podrá expedir una sentencia

inhibitoria, sino que deberá pronunciarse sobre el fondo de la materia controvertida, en


el sentido de que corresponda, conforme a los hechos y la valoración de las pruebas

aportadas”.

Esta sexta regla nos permite observar el criterio que sirvió de base para el

pronunciamiento de los magistrados. La finalidad del pleno es clara y está orientado a

brindar una protección eficaz al derecho a la posesión y a que los jueces, en todos los

casos, se pronuncien sobre esta titularidad, que es lo que realmente debe ocurrir en el

proceso de desalojo. Existe ahora una prohibición a la inhibición que esperemos se

produzca en la práctica judicial. Todos los jueces deben pronunciarse sobre el fondo del

asunto controvertido, en función de la información y pruebas aportadas al proceso.

Finalmente, la séptima y última regla del Cuarto Pleno Casatorio es la siguiente:

“En lo que concierne a lo dispuesto por el artículo 601 del Código Procesal Civil,

cuando ya ha prescrito el plazo para interponer la pretensión interdictal, el accionante no

podrá optar por recurrir al desalojo para lograr la recuperación del bien”. Esta regla se

ha recogido en el Cuarto Pleno Casatorio sin mayor desarrollo que la justifique.

Traslada el plazo de prescripción extintiva de la acción interdictal, dirigida a cautelar el

derecho de posesión (posesión efectiva, entendida como un hecho que se transforma en

un derecho), al proceso de desalojo, que procura defender el derecho a la posesión

(derivado de un título habilitante que genera el derecho a ejercer y reclamar la posesión

de determinado bien).
CONCLUSIONES
- El precedente vinculante establecido por la Corte Suprema es un avance en

materia de unificación de la jurisprudencia contradictoria sobre posesión

precaria. Algunas reglas podrán ser inconvenientes y hasta discutibles, pero

deberán ser aplicadas por todos los jueces de la República

- Así también, el precedente judicial no genera una vinculación absoluta sino

relativa, pues los órganos jurisdiccionales de instancias inferiores pueden

apartarse motivando la referida decisión, consideramos que los jueces de

primera instancia no deben subsumir dentro de la categoría de posesión precaria

aquellos supuestos ya regulados por normas expresas de derecho de contratos,

como los generados por la declaración de resolución o rescisión o por la

subsistencia de obligaciones legales derivadas del contrato de arrendamiento.

- Con el planteamiento realizado en el Cuarto Pleno Casatorio, la finalidad que

persigue nos parece loable: brindar predectibilidad y seguridad jurídica en

nuestro sistema con relación a las ocupaciones ilegítimas. Debemos ser

conscientes que es un primer paso y hay mucho camino por recorrer. No solo

debemos ser celosos guardianes de su correcta aplicación, sino que el pleno debe

estar acompañado de otras medidas que permitan que el desalojo sea una

verdadera herramienta de protección para los derechos posesorios. La justicia

para estos casos no puede tardar años y debe generarse un incentivo económico

que disuada que las posesiones precarias se perpetúen y expandan en nuestro

país.

-
RECOMENDACIONES Y SUGERENCIAS
Como recomendaciones y sugerencias consideramos que se debió desarrollar

más doctrina jurisprudencial con respecto al tercer inciso de los precedentes vinculantes

establecidos en el pleno casatorio civil, puesto que, si bien se ha establecido que no

procede discutirse en un proceso de desalojo, procesos como prescripción adquisitiva,

mejor derecho de propiedad, etc. En la practica esto sigue sucediendo, ya que son

considerados procesos análogos que requieren de una visión similar para su análisis, por

lo tanto, suelen realizar una acumulación procesal de los mismos.


BIBLIOGRAFÍA
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León Barandiarán , J. (1975). Contratos en el Derecho Civil Peruano . Lima.
ANEXOS
CUADROS
1. SUJETOS LEGITIMADOS EN UN PROCESO DE DESALOJO

2. ESTADÍSTICA SEGÚN INFRACCION NORMATIVA INVOCADA POR LAS


PARTES (2015-2019)
3. AÑO 2019

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