El gato y la zorra, saliendo al campo en busca de presas, se encontraron
casualmente. Los dos eran pícaros, taimados y zalameros y utilizaban sus recursos para devorar las aves, quesos y demás comestibles que veían durante sus correrías. Hablaban amistosamente, y esta vez se les ocurría continuar juntos la búsqueda de comida.
Ambos dialogaban mucho, aunque en forma competitiva.
En realidad, cada uno procuraba hacerse pasar por superior al otro, y al fin le dijo la zorra al gato: - Tú pretendes que eres muy astuto; pero, ¿acaso sabes tanto como yo? Yo llevo en el saco cien estrategias, añadió. Pues yo, - replicó el gato-, sólo llevo en mi alforja un recurso, pero vale por mil.
No creyéndose el uno al otro se acaloró el diálogo y
se volvió contienda. Estando en esta discusión vieron una jauría de perros que precipitadamente se les vino encima y puso término a la disputa. ¡Escarba en tu saco – le dijo el gato a la zorra-, y saca tus cien estrategias, que yo me conformo con mi recurso! Y diciendo esto, de un ágil salto se trepó a un árbol.
La zorra hizo muchos rodeos, se metió y paso por
muchos agujeros; pero los perros siempre lo seguían. Su fuerte olor marcaba su camino y su pronta perdición. Al salir la zorra del último refugio se precipitaron sobre ella los perros matándola en pocos minutos.