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¿Por qué tenemos la sensación de que nos

caemos cuando nos quedamos dormidos?


La sensación de caer es un fenómeno conocido como sacudida hípnica y puede ir
acompañado de una alucinación visual
THE CONVERSATION / EL PAÍS / JASON ELLIS

18 SEP 2016

La sensación de caer cuando estamos dormidos se llama sacudida hípnica.

Debería ser uno de los momentos más relajantes del día. Nos metemos en la cama, nos ponemos
cómodos y calentitos, empezamos a sentir cómo nuestro cerebro se desacelera… y de repente,
experimentamos la turbadora sensación de que nos caemos. Es como si uno calculase mal el número de
escalones al bajar la escalera y hubiese dejado la pierna en el aire un momento más de lo esperado. No
resulta agradable.
Esta sensación de que nos caemos cuando estamos en la cama es el fenómeno conocido como “sacudida
hípnica” y puede ir acompañado de una alucinación visual. Puede que haya oído llamarlo “sobresalto del
sueño”, “sacudida hipnagógica” o “sacudida mioclónica”, pero para no complicarnos nos atendremos a
la primera.

Entonces, ¿qué es?


La sacudida hípnica se produce cuando los músculos, por lo general de las piernas (aunque puede observarse en
todo el cuerpo), se contraen rápidamente de forma involuntaria, casi como un tirón o un espasmo. Aunque no se
conocen con exactitud las razones para ello, la perspectiva evolutiva da a entender que cumple al menos dos
funciones relacionadas entre sí, la primera de las cuales conserva su importancia en la actualidad.
En primer lugar, este despertar brusco nos permite vigilar por última vez nuestro entorno, nos brinda la oportunidad
de asegurarnos de que es realmente seguro dormirnos, creando una respuesta similar a un sobresalto. A fin de
cuentas, es posible que nos hayamos quedado dormidos sin querer en un sitio peligroso.
Otra función evolutiva de la que se ha hablado es que nos permitía –o al menos les permitía a nuestros primeros
ancestros– comprobar la estabilidad de nuestra posición corporal antes de dormir, en especial si empezábamos a
adormecernos en un árbol. La sacudida nos permitía comprobar nuestro “punto de apoyo” antes de entrar en la
inconsciencia.
La otra teoría principal es que la sacudida hípnica es un mero síntoma de que nuestro sistema fisiológico activo cede
por fin, si bien en ocasiones de manera reacia, al impulso de dormir, pasando de un control motor activo y volitivo a
un estado de relajación y, finalmente, de parálisis corporal. En esencia, la sacudida hípnica puede ser una señal de
que por fin se está pasando del sistema activador reticular del cerebro (que usa neurotransmisores excitatorios que
promueven la vigilia) al núcleo preóptico ventrolateral (que utiliza neurotransmisores inhibitorios para reducir la
vigilia y propiciar el sueño).
Aunque en la mayoría de los casos se trata de un fenómeno normal y natural, la sacudida hípnica puede constituir
una experiencia desconcertante o aterradora
Cuando la sacudida se convierte en un problema
De cualquier modo, aunque en la mayoría de los casos se trata de un fenómeno normal y natural, la sacudida hípnica
puede constituir una experiencia desconcertante o aterradora. En casos extremos –ya sea por su frecuencia o por la
velocidad y la violencia de la sacudida– puede mantener a la persona despierta, impidiéndole entrar en un proceso
normal de inicio del sueño, y provocando a largo plazo una forma de insomnio de conciliación.
Puesto que la sacudida hípnica está relacionada con la actividad motora, es probable que todo aquello que
mantenga activo nuestro sistema motor por la noche aumente las posibilidades de experimentarla, y posiblemente
también de manera más intensa.
Así, la cafeína (y otros estimulantes) o el ejercicio intenso a última hora del día y los niveles elevados de estrés y
ansiedad por la noche van asociados a una mayor probabilidad de que se produzca una sacudida hípnica, y deberían
en consecuencia evitarse en la medida de lo posible. Otras razones podrían ser el cansancio excesivo, la privación de
sueño o los horarios de sueño erráticos. En este caso, es importante mantener un patrón de sueño/vigilia regular.
Por último, desde la perspectiva nutricional, se ha indicado, si bien de modo anecdótico, que las carencias de
magnesio, calcio o hierro pueden también aumentar las probabilidades de experimentar una sacudida hípnica
espontánea. Dicho eso, se ha insinuado también que las sacudidas hípnicas podrían estar causadas por la
estimulación sensorial durante el periodo de inicio del sueño, de modo que garantizar un ambiente fresco, oscuro y
tranquilo para dormir puede ayudar a reducir la frecuencia y la intensidad de dichas sacudidas.
El hecho es que hay muy poca investigación sobre el tema, probablemente porque se considera en gran medida un
fenómeno normal, lo que dificulta que se proponga un “tratamiento” definitivo. Sin embargo, sí sabemos que, con la
edad, el número de sacudidas hípnicas que experimentamos deberían reducirse de manera natural. Lo principal a
este respecto es considerar si la sacudida hípnica le causa problemas a usted o a la persona con la que comparte
cama. Si es así, deberá acudir a un especialista del sueño. La dificultad estriba en que hay diversos trastornos, como
la apnea del sueño, que producen síntomas parecidos a esa experiencia.
Y si todo lo demás falla, siempre podemos echar la culpa a nuestros antepasados.

Jason Ellis es catedrático de Ciencias del Sueño en la Universidad de Northumbria, Newcastle. Este artículo fue
publicado originalmente en inglés en la web The Conversation

Cláusula de divulgación: Jason Ellis ha recibido financiación del Consejo de Investigación Económica y Social
británico, el Wellcome Trust, UCB Pharma, el Instituto del Deporte de Irlanda, los Institutos Nacionales de Salud
(Estados Unidos), el Instituto Nacional de Investigación sobre la Salud (Reino Unido) y la Sociedad Real de Edimburgo

Traducción de NewsClips

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