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De La Escritura Hacia El Pensamiento
De La Escritura Hacia El Pensamiento
Tatiana N. Sorókina B.
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Véase por ejemplo, la documentación del Departamento de Humanidades Biomédicas
de la Universidad de Navarra, donde se presenta un cuadro breve, pero elocuente, sobre la
problemática; así como investigaciones interdisciplinares en biosemiótica o zoosemiótica.
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En mi opinión, la palabra puede ser considera una categoría específica que describe el
lenguaje humano (en contra de las señales, fonéticas o corporales de los animales). Por cuestiones
del espacio aquí sólo lo menciono.
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La ruta de la cita [http://www.filosofia.org/pcero.htm] hemeroteca 1830-1839 - El
lenguaje de los animales [http://www.filosofia.org/hem/183/ 1838g14.htm].
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La oralidad y el alfabeto
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En algunos casos se puede considerar que también sucedió a otros tipos de escritura: no
lineales o silábicas, diferentes en su concepción sígnica.
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Con eso quiero decir que las manifestaciones del lenguaje hablado y escrito,
pueden ser vistas como dos caras de la misma tecnología (verbal). No sólo
están conectadas entre sí, sino que también están diferenciadas: cada una tiene
su propio espacio, y ambas se encuentran en una relación de reciprocidad
compleja. “Es básico entender que oralidad no se opone en ningún modo a
escritura, sino que antes bien la complementa, como si ambas fueran las dos
caras de una misma moneda” (Signes, 2004:11).
Concibo esta tesis tomando en cuenta que el lenguaje5 es también una
herramienta específica o una tecnología de enunciación que surge en una etapa
remota. El lenguaje se convirtió en un elemento inherente y natural hasta
tal punto que la palabra fue considerada como un distintivo de la especie
humana, sin el cual sería imposible algún cambio significativo en el desarrollo
cultural del hombre.
Se puede suponer que el suceso verbal empezó a funcionar como un
conjunto de manifestaciones distintas y no fue representado únicamente por la
oralidad. Sin embargo, la idea del lenguaje resultó ser muy reducida, porque
fueron olvidados los factores que necesariamente le acompañan: mímica,
gestos y también los elementos gráficos simples (protográficos). Además,
el carácter dinámico del lenguaje oral y sus constantes transformaciones
(léxico-sintácticas, en primer lugar) son observables aun en un corto lapso.
La agilidad –en muchos sentidos– del habla contrasta con los lentos cambios
del lenguaje escrito. Probablemente, esta diferencia tuvo repercusiones
en la formación de las disciplinas del lenguaje.6 Como resultado, las dos
manifestaciones lingüísticas quedaron separadas. Con ello, el origen del
lenguaje en su totalidad se atribuyó exclusivamente a la voz mientras que
su desarrollo dio la aparición a la escritura y, particularmente, a la escritura
lineal fonético-alfabética.
5
Me refiero específicamente al lenguaje verbal (a la palabra) y no a los lenguajes de índoles
semióticas diferentes.
6
A diferencia de la verbalización oral, el inicio de la etapa escritural es más claro. Aquí
no me refiero exclusivamente a la escritura alfabética, más bien, a los inicios de la actividad
gráfico-simbólica relacionada con la expresión verbal.
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El trabajo de Signes Codoñer (2009), adelante citado, se acerca a esta problemática
también desde una recensión de bibliografía crítica, donde el autor discute sobre el origen del
alfabeto con varios autores.
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frigios, iberos, etruscos y griegos. El alfabeto fue para los fenicios una
herramienta para continuar y expandir su cultura; también para sobrevivir.
Signes Codoñer (2009), quien se ha ocupado del tema desde varias
perspectivas, argumenta en favor de la teoría fenicia del origen del alfabeto
y describe minuciosamente el proceso de difusión del alfabeto entre los
griegos. El autor menciona varias vías que sirvieron para la entrada de la
escritura a la cultura griega y destaca dos principales. Una fue por medio
de escuelas, donde se enseñaba y se aprendía la escritura. La otra fue una
propagación específica, a saber: mediante los escribas. Después de haber
analizado minuciosamente estos modelos para el caso de la Grecia arcaica,
Signes Codoñer llega a la hipótesis de que los griegos adaptaron la escritura
fenicia antes de que ésta fuera perfeccionada, de manera que “los griegos no
sólo aprendieran el alfabeto, sino que lo usaran en el marco de estas [inter-
étnicas - TS] comunidades plurilingüísticas de la mano de los fenicios con
los que compartían espacio y actividades” (Signes, 2009:303).
Como explica el autor, hay fundamentos serios para tal hipótesis. Es
conocido el hecho de que entre los siglos IX y VIII varias lenguas convivían y
establecían estrechas relaciones dentro de la misma comunidad griega donde
reinaba un ambiente plurilingüístico (de paso señalo que las comunidades
griegas en aquel entonces ni siquiera se llamaban así, tampoco existía el propio
concepto griego). Señala Signes Codoñer:
El aprendizaje y difusión del alfabeto entre los griegos podría haber tenido lugar
en una primera fase, a lo largo de dos, tres o incluso más generaciones, a través
de las comunidades fenicias con las que los griegos convivían y compartían
el espacio. Dicho de otro modo, el carácter binacional o políglota que la
interpretación tradicional atribuía al primer “inventor” del alfabeto, podría
extenderse a las primeras generaciones de usuarios griegos de la escritura, que
la habrían aprendido y transmitido de manos de los fenicios con los que vivían
y que eran portadores de los valores de una cultura superior (2009:305).
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En este sentido se puede hablar de la época clásica griega como originaria de la lingüística,
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que surge como una rama disciplinaria a finales del siglo XIX.
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los sistemas filosóficos futuros” (2008: 23), empezó a formar una esfera espe-
cífica de reflexión y conocimiento, a saber: la científica.
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Más aún, diría que surgió en ese periodo.
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Probablemente con ellos, el pensar y el pensamiento habían adquirido la autonomía
fenomenológica que ha llegado hasta nuestros días.
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Este orden podría ser denominado intelectual-enunciativo o enunciativo-intelectual.
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Aquí se trata específicamente del pensamiento lógico-racional o científico y de los textos
de índole “intelectual”.
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Resulta que la escritura con su especificidad no tiene cabida en ninguno de estos niveles;
sin embargo, la propia codificación de los fonemas está basada en la simbología escritural.
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Como si la escritura no perteneciera a la práctica verbal junto con el habla.
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En la escuela rusa, muy influyente en su época, la disciplina filológica se entiende de
manera más amplia, puesto que se incluyen los estudios tanto históricos como sincrónicos, y
el material de análisis incorpora diferentes estilos y géneros discursivos. De esta manera, la
filología comprende dos campos de conocimiento: el lingüístico y el literario.
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Es curioso que los fonemas, con su simbolización de los rasgos distintivos de sonidos,
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fue extendido. Así surgen la lingüística (la gramática) del texto o la teoría
y el análisis del discurso al igual que otras disciplinas afines, todas con una
orientación hacia el lenguaje escrito. Junto con esto, la relación entre la palabra
pronunciada y la escrita empezó a presentarse como “un tema central que define
el modo de hacer teoría lingüística y el modo de ver el proceso de adquisición
tanto del lenguaje oral como de la lengua escrita”17 (Ferreiro, 2002:9).
Con todo, la trascendencia de la escritura, particularmente desde la
perspectiva intelectual, aún no se ha explorado suficientemente. La propia
complejidad del fenómeno verbal que involucra múltiples factores, incluso
fuera del sistema tradicional lingüístico, es un perfecto móvil para que el
conocimiento sobre el lenguaje se explore y se profundice desde enfoques
nuevos.
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Es obvio que esta oposición entre el lenguaje (oral) y la lengua (escrita) no es pertinente.
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Sapir entiende el lenguaje sólo desde su materialidad auditiva: “El lenguaje es, primor-
dialmente, un sistema auditivo de símbolos” (1954:24), por lo que la escritura es vista totalmente
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subordinada a la oralidad: “el lenguaje escrito equivale, punto por punto, a ese modo inicial que
es el lenguaje hablado, Las formas escritas son símbolos secundarios de las habladas –símbolos
de símbolos–” (1954:26).
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Esta afirmación también es cierta en la dirección inversa, es decir, las palabras realizan
las ideas y no simplemente le dan forma al pensamiento.
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Con A.R. Luria se abrió una perspectiva diferente en los estudios sobre el
lenguaje y el pensamiento. La neurolingüística, que reúne los conocimientos de
psicología, neurología y lingüística, dio nuevas posibilidades metodológicas20
para las pesquisas teóricas y prácticas. Particularmente, Luria prestó especial
atención a la lectura y la escritura21 considerándolas las más complejas de los
procesos mentales.
Luria afirmó (2002) que la construcción de los discursos escritos, a
diferencia de los orales, se manifiesta desde un principio como un acto
consciente.22 El lenguaje oral empieza a desarrollarse de manera imitativa
e inconsciente: el sentido no está separado del sonido y se percibe como
una sola cosa, simple e indivisible. Si la adquisición del habla no solicita
procedimientos intelectuales analíticos, puesto que los sonidos discretos o los
conjuntos sonoros no están “adheridos” al sentido, por el contrario, el proceso
de escribir empieza con las operaciones de análisis: separación entre el sonido
y el sentido, correlación de la forma (el sonido) y el contenido (el sentido),
el aprendizaje gráfico, etcétera. La variedad y cantidad de las operaciones
independientes muestran el carácter psicológico e intelectual complejo de
la escritura.23 Los análisis comparativos de la percepción consciente y del
pensamiento demostraron su íntima vinculación con el lenguaje escrito en
primer lugar.
En la actualidad, el problema de la relación pensamiento-lenguaje (o
lenguaje-pensamiento) debe ser visto desde un paradigma diferente, desde
lo complejo. Lo nuevo y, al mismo tiempo, inextricable del método nuevo
(complejo) reside en admitirla la presencia de controversias, conflictos o,
incluso, antagonismos y en aceptar que el lema tertium non datur no funciona
20
Luria consideró la neurolingüística un nuevo método de análisis, que hoy en día
llamaríamos interdisciplinar.
21
Al igual que a las matemáticas.
22
También Luria subraya que, en un principio, el lenguaje escrito carece del carácter
comunicativo. Es un postulado importante para este trabajo.
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En una etapa avanzada la escritura se automatiza, se convierte en una habilidad, empieza a
manifestarse de manera inconsciente y, finalmente, sin pensar cada uno de los pasos por separado.
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Escribir-pensar y De Beaugrande
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No hay que olvidar que la distinción se basa en los elementos de similitud.
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Cabe señalar que su perspectiva pragmática en este problema tiene influencias de la
psicología, aunque no específicamente de los investigadores rusos, cuyos nombres aparecieron
en las páginas anteriores.
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Beaugrande.
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“es difícil decir qué es lo que una persona sabe exactamente en cualquier
momento” (1987:22). Por el contrario, la noción de la mente se refiere a algo
ya construido y estático, que puede considerarse en términos estructurales.27
La estructuración de la mente tiene su especificidad: no es jerárquica ni
lineal. Frecuentemente se recurre al dibujo de red para ilustrarlo; también lo
hace De Beaugrande (1987: 23) siguiendo, en sus propias palabras, a Collins
y Loftus. En mi opinión, es incorrecto acudir a la noción de red; más idóneo
sería presentar la estructura mental mediante las imágenes tridimensionales
(holográficas). Las figuras planas –la forma reticular pertenece a este tipo– no
ilustran ni explican adecuadamente la complejidad estructural de la mente.28
A la “estática” de la mente se le contrasta el pensamiento, que oscila en un
movimiento permanente. La acción de pensar puede ser progresiva o regresiva,
y totalmente multidireccional, sin embargo, el movimiento intelectual siempre
es lineal. Tal linealidad es semejante a las rutas de navegación por la estructura
hipertextual de internet: de un nodo (página) informativo al otro. De la
misma manera, el pensamiento realiza su recorrido por la mente donde están
almacenadas las experiencias de todo tipo: una información conduce hacia la
otra por la lógica o la asociación.29
Esta diferencia entre la estructura y el proceso, sin embargo, no contradice
que la mente y el pensamiento formen parte de un mismo sistema. Si
comprendemos la mente en términos de un conjunto (informacional)
estructurado, el pensamiento representaría un ejercicio mental o una activación
extensiva, como De Beaugrande denominó el pensamiento (1987:24). El
27
En “Notas de uso”, el Diccionario de uso del español de María Moliner se compara la mente
con la inteligencia en términos de potencias: la inteligencia se define como activa y la mente
se describe como pasiva: “Así como inteligencia designa en el uso corriente de las palabras la
potencia activa, que se aplica a conocer, comprender y razonar, mente designa más bien el aspecto
pasivo de aquella facultad, el sujeto de estados o actitudes intelectuales”.
28
Esta idea fue desarrollada en Sorókina (2005).
29
Es interesante que acudimos a una analogía invertida. Si anteriormente para explicar
la idea del hipertexto se la comparaba con la mente humana, en nuestros días la noción del
hipertexto se hizo una ilustración para explicar qué es la mente.
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Conclusiones
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Me parece que este último término se utiliza con un sentido reducido que hace
referencia exclusivamente a las destrezas gramaticales y sintácticas del lenguaje. Por ejemplo,
las expresiones del tipo “el problema es sólo de la redacción” como si los recursos lingüísticos
fueran un elemento meramente formal u ornamental.
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Aquí no hay que olvidar la estrecha relación de tres prácticas (escribir, pensar y crear)
con la de la lectura.
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“Nuestras investigaciones han mostrado que el desarrollo de la escritura no repite la
historia evolutiva del habla. El lenguaje escrito es una función lingüística separada, que difiere
del lenguaje hablado tanto en estructura como en su forma de funcionamiento” (Vygotsky,
1995:75).
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Es totalmente explicable que un literato, además letrado, ponga la escritura en el primer
plano, el más importante.
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Referencias
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