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En ese momento distinguía muy bien la carretera y, además, situados a los lados, sobre el légamo

del suelo, los grandes cuadrados y volúmenes de las casas, con paredes blanqueadas por la luna,

como grandes trozos de hielo desiguales, todo silencio, en bloques pálidos. ¿Sería allí el fin de

todo? ¿Cuánto tiempo pasaría, en aquella soledad, después de que me hubieran liquidado? ¿Antes de

acabar?

¿Y en qué lugar? ¿Junto a cuál de aquellos muros? ¿Me rematarían tal vez? ¿De una

cuchillada? A veces arrancaban las manos, los ojos y lo demás... ¡Se contaban muchas cosas al

respecto y no eran divertidas!

¿Quién sabe?

quien sabe

quien sabe

... Un paso del caballo... todavia otro... ¿bastarían? bastaria

Esos animales trotan como dos hombres juntos calzados con hierro y pegados uno al otro, con un paso
de

gimnasia muy extraño y desigual.

Mi corazón al calorcito, tras su verjita de costillas, conejo agitado, acurrucado, estúpido.

Al tirarte de un salto desde lo alto, debes de sentir cosas así.

Querrías agarrarte

al espacio.

Conservó secreta para mí su amenaza,

un minúsculo surtidor gorgoteaba para mí solo.

Tenía todo, para mí solo, aquella noche.

Era propietario por fin de la luna, de la aldea, de un

miedo tremendo

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