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Clemente fernandez, 5.1. Los fil6sotos antiguos Seleccién de textos tetera eae cee On ate ar nek Cartas a Lucilio 487 lleva tu buena obra hasta el cabo y haz el oficio del hombre bueno. Ayuda al uno con la hacienda, a otro con el crédito, a otro con el favor, a otro con e] consejo, al otro con los avisos saludables. Hasta las mismas fieras son sensibles a los buenos oficios y no hay tan bravo animal a quien los buenos cuidados no amansen y no le inspiren amor al que bien le hizo. En las bocas de los leones mete impunemente las manos el leonero; la ferocidad de los elefantes se trueca en domesti- cidad servil al halago del pienso; en tal grado, aun los seres que no se hallan en estado de comprender y aquilatar un bene- ticio son vencidos, no obstante, por Ja asiduidad y la pertinacia en los favores. ;Fulano es ingrato a un primer beneficio? A un segundo no lo sera. {Olvidése de dos? El tercero le volvera a la memoria aun aquellos que de ella se le habian caido. Cartas a Lucilio LIBRO I Carta I: Del aprecio del tiempo 905 Haz esto que te digo, mi caro Lucilio; rescdtate para ti mismo; y el tiempo que hasta ahora se te quitaba o se te Sustraia o se te iba de entre las manos, recégelo y consérvalo, Persuddete que ello es asi como te lo escribo: una porcion del tiempo se nos roba, otra se nos hurta, otra se nos escurre. Pero e] mds feo despilfarro es e] producido por la negligencia. Y si en ello quisieres parar mientes, la mas parte de la vida Se nos pasa haciendo mal; una gran parte no haciendo nada, y toda la vida haciendo otra cosa de la que debe hacerse. {Quién me citards que ponga a] tiempo su justiprecio, que conozca el valor de un dia, que se percate de que cada dia muere un poco? Errada es nuestra visién de mirar ]Ja muerte como cosa venidera, siendo una gran parte de ella una cosa ya pasada. Toda Cuanta edad dejamos atrds pas6 al dominio de la muerte, Haz, pues, mi caro Lucilio, lo que me escribes que haces: arrebafia las horas con entrambas manos. Asi resultaré que dependerds menos del dia de mafiana si tuvieres bien asido el de hoy. Mien- tras se difiere, va transcurriendo la vida. Todas las cosas, Luci- lio, nos son ajenas; el tiempo sdlo es cosa nuestra; en pose- sién de esta cosa unica, escurridiza y fugaz, nos puso la na- turaleza y de ella nos expulsa todo aque! a quien se le antoja. 905 ExorDu, El Estoicismo 11 0.173; Bari, 0.C., p.201.202. 488 Séneca 906 Y es tanta la necesidad de los mortales, que todos Se creen obligados al reconocimiento por haber recibido pe- quefieces y naderias cuya pérdida es perfectamente reparable; y en cambio nadie se reconoce deudor por haber recibido e] tiempo, siendo asi que éste es el unico bien que ni aun el agra- decido puede gratificar cumplidamente. Preguntardsme por ven- tura qué hago yo que te doy estos preceptos. Confesdrtelo he con toda franqueza: a guisa del hombre espléndido, pero me- ticuloso tenedor de libros, llevo cuenta puntual de todos mis gastos. No puedo decir que no pierdo nada, pero cuanto pierdo y por qué y como te lo diré y expondré las causas de mi pobreza, Pero me sucede lo que a muchos otros reducidos a la penuria y no por propia culpa: todos me excusan, mas ninguno me socorre. {Cémo es ello, pues? No considero pobre a quien, por poco que fuere, le sobra algo. Dame un hombre de fortuna moderada y esto ya me basta. Por lo que se re- fiere a ti, prefiero que conserves tus bienes, y comenzaras de temprano. Pues como ya creyeron nuestros mayores, trasnocha- da economia es la del fondo del vaso; porque la lia que queda en él, sobre ser la parte mas pequefia, es asimismo la peor. Ten salud. Carta II: De los viajes y de las lecturas 907 Por las cosas que me escribes y por las que oigo concibo de ti buenas esperanzas: no vas de un lado para otro ni te inquictas por mudar de lugares, Ese vaivén es propio de un espiritu enfermo: el primer indicio de un alma sosegada es, creo yo, que pueda afincarse en un lugar y habitar consigo misma. Atiende, pero que esta lectura de muchos autores y de volumenes de todo géncro no tenga algo de vagaroso y de inestable. Es menester detenerse en ciertas mentalidades y nutrirse de ellas si quieres sacar algtin provecho que arraigue fielmente en ec] alma. En ninguna parte esta quien estd en todas. A los que se pasan la vida en viajes les ocurre que tienen muchos albergues y ninguna morada. Forzosamente ha de acon- tecer esto mismo a todos aquellos que no entran en la familia- tidad de ningun ingenio, sino que mariposean de uno en otro a toda prisa y livianamente. No se aprovecha ni se asimila el manjar que inmediatamente después de tomado se expele. Nada hay que estorbe tanto el restablecimiento de la salud como el cambio frecuente de remedios; no llega a cicatrizarse la herida en Ja cual slo se ensayan los medicamentos; no medra la planta 906 Evorpuy, 0.c., Il p.173 907 Froanuy, o.¢.. 1 p.136. Cartas a Luctlio 489 que muda con frecuencia; ninguna cosa hay tan util que, de pasada, aproveche. 908 Disipa el espiritu la multitud de libros; asi que no pudiendo leer todo lo que tuvieres, te basta con que tengas todo lo que puedas leer. “Pero a mi, dicesme, ahora se me antoja hojear este volumen, ahora aguél.” Propio de un est6- mago inapetente es hacer cala y cata de muchos manjares que, siendo varios y aun opuestos, empachan y no alimentan. Lee, pues, siempre autores aprobados, y si alguna vez te viene en talante hacer en otros alguna diversién, no dejes de tornar a los primeros. Adquiere cada dia alguna defensa contra la po- breza, alguna precaucién contra Ja muerte, no menos que contra todas las restantes calamidades; y luego que hubieres pasado por encima de muchos conceptos, escoge uno solo para digerir- lo durante todo aquel dia. Yo hago esto mismo; de los muchos que lei retengo alguno, E] de hoy es este que espigué en Epi- curo, pues me agrada pasar al campo enemigo, no como trdns- fuga, sino como explorador. Cosa honesta es, dice, la pobreza alegre. Pero la pobreza ya no es pobreza si es alegre. No el que tiene poco, sino el que codicia mas, éste es e] pobre. Porque {qué importa lo que atesoré en el arcén, lo que ensilé en los alholies; cudntos rebafios apacienta, cudntos réditos per- cibe, si se perece por lo ajeno, si no cuenta lo adquirido, sino lo por adquirir? Preguntasme cud] sea la tasa de las riquezas. Primeramente, tener lo necesario; luego, tener lo suficiente. Ten salud. Carta LXVI: Semblanza del fildsofo Clarano 909 Vi a Clarano, condiscipulo mio, después de muchos afios; pienso que no esperas que ajiada vicjo, pero, a fe mia, verde de espiritu y animoso, en asidua lucha con la ruina de Su corpezuelo. Injustamente se porté la naturaleza con él y co- locé mal un alma como la suya; 0 acaso nos quiso ensefiar que un espiritu denodado y feliz cabe dentro de cualquiera piel Y puede esconderse debajo de cualquiera apariencia. El, empero, supera todos los estorbos y del menosprecio de si mismo ha llegado al desdén de todas las cosas. Opinién mia es que erré quien dijo: Mads grata es la virtud si viene en un cuerpo bello. 908 Etonpuy, o.c., I p.136; Gancta-BORRON, 0.c., p-160. 909-922 Exrorbwy, El Estoicismo il p.113-124. 909 Etonpuy, 0.¢., 1 p.382, IT p.76.114.115.319,

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