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Preguntas Resueltas Examenes
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El parlamento Europeo es el órgano legislativo de la UE. Es elegido directamente por los votantes de la UE cada
5 años. El parlamento desempeña tres funciones principales:
-Competencias legislativas. Aprobar la legislación de la UE,junto con el Consejo de la Union Europea, a partir
de las propuestas de la Comision Europea. Decidir sobre acuerdos internacionales. Decidir sobre ampliaciones.
-Competencias de Supervision. Ejercer el control democrático de todas las instituciones de la UE. Elegir al
presidente de la Comision y aprobar a la comisión como colegido. Aprobar eventualmente una moción de
censura, que obligue a la comisión a dimitir. Aprobar la gestión del presupuesto.
El numero de eurodiputados por cada país es aproximadamente proporcional a su población, pero siguiendo
una proporcionalidad decreciente:ningún país puede tener menos de 6 ni mas de 96 eurodiputados, y el
numero total no puede ser superior a 751 (750 mas el presidente). Los diputados al parlamento europeo se
agrupan por afinidades políticas, no por nacionalidade.
En las comisiones se prepara la legislación. El parlamento cuenta con 20 comisiones y dos subcomisiones, cada
una de las cuales se ocupa de un ámbito político determinado.
En las sesiones plenarias se aprueba la legislación. La sesión plenaria es el momento en que todos los
diputados del Parlamento Europeo se reúnen en la cámara para la votación final de la legislación propuesta y
de las propuestas de modificación. Normalmente se celebran en Estraburgo durante cuatro días al mes, pero a
veces hay sesiones adicionales en Bruselas.
Creado en 1952 como Asamblea Común de la Comunidad Europea del Carbon y del Acero, 1962 como
Parlamento Europeo, primeras elecciones por sufragio directo en 1979.
Bruselas (Belgica)
Luxemburgo.
EL TRIBUNAL DE JUSTICIA EUROPEO.
El tribunal de justicia de la Union Europea (TJUE) interpreta la legislación de la UE para garantizar que se
aplique de la misma manera en todos los países miembros y resuelve los litigios entre los gobiernos nacionales
y las instituciones europeas. En determinadas circunstancias, también pueden acudir al Tribunal los
particulares, empresas y organizaciones que crean vulnerados sus derechos por una institución de la UE. El
TJEU resuelve los asuntos que se le plantean. Los mas comunes son:
Anular normas europeas( recursos de anulación): si se considera que una norma europea vulnera los tratados
de la UE o los derechos fundamentales, los gobiernos de los países miembros, el Consejo de la UE o (en
algunos casos) el Parlamento Europeo pueden solicita al Tribunal que la anule. También los particulares
pueden solicitar al Tribunal que anule una norma europea que les afecte directamente.
Garantizar que la UE actue (recursos por omisión): en determinadas circunstancias, el Parlamento, el consejo y
la Comision deben tomar decisiones. Si no lo hacen, los gobiernos nacionales, otras instituciones europeas o
(endeterminadas circunstancias) los particulares o empresas pueden recurrir al Tribunal.
Sancionar a las instituciones europeas (acciones por daños y perjuicios):puede recurrir al Tribunal cualquier
persona o empresqa que se considere perjudicada en sus intereses por acción u omisión de la UE o de su
personal.
Los gobiernos nacionales designan a cada juez y abogado general por un periodo renovable de seis años. En
cada uno de los tribunales, los jueces eligen a su presidente para un mandato renovable de tres años.
Geograficamente situadas entre los gigantes económicos británico, francés, y alemán, Holanda, Belgica y
Luxemburgo comparten muchos rasgos de historia comunes y una posición privilegiada como salida marítima
del eje renano, la zona de mayor concentración industrial de la Europa continental. En las primeras décadas
del siglo pasado sus economías parecían complementarias y ello facilitaba el consenso entre políticos y
empresarios a la hora de pactar formas de colaboración. La Union Económica belga-Luxemburguesa, de 25 de
Julio de 1921, fue la primera creada en Europa tras la Gran Guerra y dese ser considerada un hito en el proceso
de integración continental al establecer, entre otras cosas, la paridad entre las dos monedas. En Julio de 1932,
siguiendo la estela del reciente Memorandum Briand, ambos estados firmaron con Holanda la Convención de
Ouchy, mediante la que pactaron una reducción del 50% de sus aranceles interiores en cinco años, e invitaron
a los estados vecinos a integrarse. Pero los países que tenían acuerdos con el trio que incluían la clausula de
nación mas favorecida- significadamente, el Reino unido- protestaron y la unión aduanera quedo aplazada.
Durante la Segunda Guerra Mundial, los tres países fueron conquistados por Alemania y luego liberados por
los aliados con considerables destrucciones. Animados por los contactos entres los movimientos de la
Resistencia, los gobiernos en el exilio londinense acordaron reiniciar el proceso de unificación aduanera. El 23
de octubre de 1943, firmaron la Convención Monetaria, que establecia la paridad interna para las
transacciones comerciales. Y el 5 de Septiembre de 1944, la Convención de la Union Aduanera, conocida como
Tratado de Londres, que creaba la Union Aduanera Benelux. Una vez retornados a sus países, y tras un par de
años de reconstrucción, los gobiernos ratificaron estos acuerdos mediante la Convención de la Haya, de marzo
de 1947, que entro en vigor el primer día del año siguiente. Suprimia las tasas de importación en los
intercambios entre los estados miembros y fijaba tarifas aduaneras comunes para el comercio exterior.
El fin ultimo del Benelux era lograr la integracion total de las tres economías coordinando sus políticas
comerciales, financieras y sociales y asegurando la libre circulación de personas, capitales, bienes y servicios en
su territorio. Sus diversas etapas de integración constituyeron auténticos ensayos para el Mercado Común
europeo. Pese a que algunos desajustes ralentizaron el proceso-la economía holandesa tenia un considerable
nivel de protección, mientras que la belga apostaba por el librecambismo, y la carencia de una autoridad
supranacional dejaba mucho margen al disenso de los gobiernos- se fueron cubriendo las etapas previstas. Los
contingentes en los intercambios de productos industriales entre los tres miembros fueron suprimidos en
1950. En 1953, se activo el Protocolo sobre las políticas comerciales, con relación a países ajenos a la Union.
Un año despues, la libre circulación de capitales dentro del Benelux. Y en 1956, se alcanzo el desarme tarifario
prácticamente total, por lo que los socios decidieron, finalizado el periodo transitorio, transformar el acuerdo
aduanero en una Union económica.
Puesta en Marcha la Comunidad Económica Europea (CEE), el Benelux se vinculo a ella, pero continuo como
organización regional. Su unión económica se llevoa termino mediante el Tratado de 3 de febrero de 1958,
que entro en vigor a comienzos de 1960. En pocos años, la estructura económica de los tres estados cambiaria
estimulada por la concurrencia interior y la ampliación de los mercados, que posibilito una división
internacional del trabajo y la reestructuración de determinadas ramas de la producción. En 1962, sus
gobiernos acordaron un régimen común de precios agrarios para la exportación. Dentro de sus fronteras de
potencio la libre circulación de personas y de bienes, hasta llegar a la supresión de los controles fronterizos
interiores en 1970, veinte años antes de la convención de Schengen. Y los tres estados miembros concertaron
sus políticas para abordar conjuntamente el proceso de integración en diversas instituciones
continentales;estuvieron presentes en la creación de la OECE, de la UEO, de la OTAN y de las comunidades
Europeas. Estas ultimas reconocieron el valor del ejemplo de europeísmo aportado por el Benelux situando en
su territorio dos de las tres sedes de las instituciones comunitarias;Bruselas fue sede la de comisión Europea y
del Comité Económico y Social, y Luxemburgo, del Tribunal Europeo de Justicia y del Banco Europeo de
Inversiones.
EL CONGRESO DE LA HAYA.
Hay una primera etapa en el proceso de integración Europea, conocida como “etapa de los Congresos” que fue
implicando paulatinamente a las instancias oficiales de los estados en una construcción supranacional.
Para ello era necesario que el disperso europeismo uniese sus fuerzas.
Duncan Sandys asumio la iniciativa de buscar la union entre las principales
organizaciones, tarea en la que conto con la colaboracion de la Union
Europea de Federalistas
En la Conferencia de Paris, el 17 de noviembre de 1947, la LCE, la UEF, la UPE y el MEU aportaron sus
efectivos a los Comités
de Coordinación de los Movimientos para la Unidad Europea, que a partir
del Congreso de Montreux, en agosto de 1947, fueron presididos por
Sandys. Finalmente, en una nueva reunion en Paris, el 11 de noviembre,
los Comites nacionales se fundieron en un Comité Internacional para la
Unidad Europea.
Las iniciativas del Comite se concretaron en el Congreso de Europa,
cuya organizacion fue dirigida por Retinger y que se reunio en La Haya,
entre el 7 y el 11 de mayo de 1948. Su finalidad, segun manifestaron los
convocantes, era debatir el modelo de unidad continental, con el fin de
≪atraer sobre este problema la atencion de la opinion publica internacional
y de marcar la creacion de los Estados Unidos de Europa como objetivo
comun para todas las fuerzas democraticas europeas ≫. Reunio a cerca de
800 asistentes, delegados de las organizaciones europeistas, intelectuales,
empresarios, sindicalistas, asi como observadores de Canada y Estados
Unidos. Tambien estuvieron presentes, aunque sin caracter oficial, politicos
destinados a jugar un papel importante en el proceso de integracion
europea, como Winston Churchill, que presidia el Congreso, el aleman
Konrad Adenauer, los franceses Pierre-Henri Teitgen y Francois Mitterrand,
el britanico Harold Macmillan, el italiano Altiero Spinelli o el belga
Paul van Zeeland.
Las sesiones del Congreso pusieron de relieve las diferencias entre las
dos visiones de la construccion europea, la federalista y la funcionalista. La
primera, con la Union Europea de Federalistas en cabeza, pretendia acometer
enseguida una marcada cesion de soberania de los estados en beneficio
de organismos supranacionales de gobierno, como la Asamblea de
Europa, que elaboraria una Constitucion europea, a partir de la cual se
organizaria la Federacion. La segunda, con Churchill como portavoz destacado,
defendia, por lo menos en una primera fase, una mera estructura
de coordinacion funcional entre los gobiernos europeos, que asumiera un
papel activo en la lucha por la democracia, los derechos humanos, el libre
mercado y los valores europeistas, pero que no implicara una perdida real
de la autonomia de las politicas estatales.
De las tres comisiones que elaboraron los textos del Congreso, la economica,
la cultural y la politica, esta ultima, presidida por el exjefe del Gobierno frances Paul Ramadier, era la mas
importante. Sus propuestas, elaboradas
por Sandys y Rene Courtin recogieron los puntos de vista de los
funcionalistas, hasta el punto de afirmar que ≪Europa no puede ser creada
por una especie de revolucion federalista, que debilitaria a los gobiernos
sin fortalecer a la colectividad≫. Se coincidia en la necesidad de crear una
Asamblea de Europa, en la que estuvieran representados todos los ciudadanos.
Pero las visiones sobre este Parlamento continental eran contrapuestas.
Los federalistas querian dotar a la Asamblea con una capacidad
legislativa que obligara a los estados (principio de supranacionalidad). El
exprimer ministro frances Paul Reynaud llego a presentar una mocion
para que el Parlamento europeo fuese elegido por sufragio universal y directo
con cuotas de representacion en funcion de la poblacion de los estados.
Los funcionalistas, en cambio, pretendian que la Asamblea estuviera
constituida por delegados de los parlamentos nacionales y tuviese un caracter
meramente consultivo.
En la Comision de Economia, presidida por Van Zeeland, hubo mayor
unanimidad a la hora de defender la cooperacion y el libre mercado, con
supresion de derechos aduaneros y libre convertibilidad monetaria, asi
como libertad de circulacion de trabajadores. Por otra parte, y a propuesta
del espanol Salvador de Madariaga, que presidia la Comision de Cultura, se
acordo patrocinar un Colegio de Europa. Esta institucion universitaria, establecida
en 1949 en la ciudad belga de Brujas bajo el patrocinio del Consejo
de Europa, se dedicaria a los estudios paneuropeos, preferentemente de
humanidades y ciencias sociales. Su primer rector fue Hendrik Brugmans.
El acuerdo entre federalistas y funcionalistas, minimo, se centro pues
en trasladar el impulso europeista de las iniciativas privadas a las instancias
oficiales de los estados, que hasta entonces habian permanecido un
tanto al margen del proceso. ≪Ha llegado la hora —decia el documento final—
para las naciones de Europa, de transferir algunos de sus derechos
soberanos para ejercerlos, de ahora en adelante, en comun, con el objeto
de coordinar y desarrollar sus recursos≫. Aunque lejos de los objetivos
marcados por los federalistas, el Congreso de La Haya es un momento clave
en el proceso de integracion europea, ya que puso de manifiesto el alto
consenso europeista logrado entre los politicos, empresarios e intelectuales
de la Europa occidental y senalo las lineas maestras que conducirian,
medio siglo despues, a la creacion de la Union Europea.
LA DECLARACION SCHUMANN.
EL TRATADO DE NIZA.
≪... el Consejo podra decidir, por mayoria cualificada, que se suspendan determinados
derechos derivados de la aplicacion del presente Tratado al Estado
miembro de que se trate, incluidos los derechos de voto del representante
del gobierno de dicho Estado miembro en el Consejo”.
En Francia, que había sostenido tres guerras contra Alemania en menos de un siglo, este asunto causaba honda
preocupación. Buena parte de su opinión pública contemplaba el caso como una clara demostración del papel imperial de
los Estados Unidos con respecto a sus aliados europeos. Pero como, por otra parte, la defensa de Europa occidental
frente a la URSS era imposible sin la ayuda de la superpotencia americana, el Ejecutivo francés, que sostenía una costosa
guerra contra un movimiento de liberación prosoviético en Indochina, no estaba en condiciones de oponerse a la
admisión de la RFA en el club atlántico. Parecía posible, sin embargo, reducir la capacidad del Ejército germano-occidental
para ejecutar políticas independientes subordinándolo a un centro de decisiones supranacional, unas Fuerzas Armadas de
Europa. En septiembre de 1950, gracias en buena medida a una gestión del secretario de Estado norteamericano,
Acheson, cerca de sus colegas francés y británico, el Consejo Atlántico aprobó el rearme alemán y abrió las puertas a una
futura adhesión de la RFA a la OTAN. En Francia gobernaba la IV República una inestable coalición de fuerzas centristas,
encabezada por el europeísta Movimiento Republicano Popular. Sus dirigentes, que habían entrado decididamente en la
senda de la reconciliación francoalemana con la Declaración Schuman, se mostraron dispuestos a patrocinar la creación
de un ejército europeo en el que, junto a los cinco estados signatarios del Tratado de Bruselas, se pudieran integrar
Fuerzas Armadas italianas y germano-occidentales.
A partir de una iniciativa de Jean Monnet, el primer ministro galo, René Pleven, lanzó la idea de una Comunidad Europea
de Defensa (CED). Pleven proponía que la CED pudiera asumir la defensa territorial de la Europa occidental en caso de
conflicto con el bloque soviético, incorporando así a la RFA a una organización de seguridad específicamente europea. Ello
implicaría, inevitablemente, unas líneas generales de política exterior comunes a todos los estados miembros, que
Monnet concibió desarrolladas a través de una Comunidad Política Europea (CPE). De esa forma, el federalista Monnet
esperaba que, mediante iniciativas funcionalistas, se crearían simultáneamente las tres bases de los futuros Estados
Unidos de Europa: la económica (CECA), la militar (CED) y la política (CPE). El Plan Pleven, del 23 de octubre de 1950,
proponía crear el Ejército europeo «sujeto a las instituciones políticas de una Europa unida» y colocado «bajo la
responsabilidad de un ministro europeo de la Defensa, asistido por un Consejo de Ministros, bajo control de una
Asamblea Europea y con un presupuesto militar común».
Obtenida en diciembre la aquiescencia del Consejo Atlántico, las conversaciones sobre la CED, apoyadas por 16 lOMoARcPSD|3409350
Washington, se iniciaron en febrero de 1951 y se prolongaron más de un año, con serias complicaciones. En primer lugar,
el Ejecutivo francés tuvo que romper la resistencia de su Asamblea Nacional, mayoritariamente opuesta al renacimiento
de Alemania como potencia militar. Lo logró asumiendo la garantía de que el Ejército de la RFA estaría integrado por
pequeños contingentes subordinados al Alto Mando europeo. A partir de ahí, Francia logró el consenso de Bélgica,
Holanda, Luxemburgo, Italia y la RFA, es decir, de la naciente Europa de los Seis, para crear la Comunidad de Defensa,
cuyos miembros seguirían perteneciendo a la OTAN. Pero el Reino Unido, el más firme aliado militar de París hasta
entonces, se negó a integrase en la CED, prefiriendo mantener su política de seguridad estrechamente vinculada a
Washington en el seno de la Alianza Atlántica. El Tratado constitutivo de la CED se firmó en París, el 27 de mayo de 1952.
Aunque, en teoría, todas las Fuerzas Armadas de los países miembros estarían encuadradas en el esquema estratégico de
la Comunidad, esta mantendría operativa sólo una fuerza de intervención rápida —la «fuerza de choque»— de unos
50.000 hombres, bajo el mando del Comandante Supremo de la OTAN en Europa (el SACEUR), un militar norteamericano.
La CED se dotaba con un aparato institucional vinculado al modelo Monnet-Schuman de Comunidades europeas, que se
iba a emplear también en la CECA: una Comisión, órgano ejecutivo de nueve comisarios encargado de la administración
interna y de la logística del Ejército europeo; el Consejo de Ministros, con los responsables de Defensa de los estados
miembros; la Asamblea parlamentaria, que sería la misma de la CECA, con tres escaños más para Francia, Italia y la RFA; y
el Tribunal de Justicia, también compartido con la CECA. Había desaparecido el ministro de Defensa europeo previsto en
el Plan Pleven.
Pero la CED, creada sobre el papel, no llegó más allá. La ausencia británica limitaba mucho sus posibilidades. En Francia,
donde florecía el antiamericanismo, la derecha gaullista —la Alianza del Pueblo Francés, entonces en la oposición— se
negó a ratificar el Tratado e hizo causa común con el Partido Comunista para anularlo. Tras muchos meses de
negociaciones entre los partidos, y con la Comunidad de Defensa ya aceptada por los parlamentos del Benelux y de la
RFA, el jefe del Gobierno, Pierre Mendés-France, al frente de una coalición de centro-derecha que ahora incluía a los
gaullistas, propuso modificaciones en el Tratado de París: que se redujera su vigencia de cincuenta a veinte años, se
introdujese el derecho de veto en el Consejo —rechazado por los demás socios—, que el contingente francés en el
Ejército europeo tuviese mayor autonomía y que se diese carpetazo a la Comunidad Política, prevista en el Tratado de la
CED y que comunistas y gaullistas rechazaban de pleno. Pero, incluso así, el 30 de agosto de 1954 la Asamblea Nacional
francesa rechazó la propuesta de ratificación del Tratado. El Gobierno postergó indefinidamente un nuevo intento de
convalidación parlamentaria, con lo que la Comunidad de Defensa, iniciativa francesa, quedó condenada por su negativa.
La creación de las Comunidades Europeas escindió en dos a la OECE, hasta entonces el principal organismo de
cooperación entre las economías capitalistas del Continente. El inicio del proceso de integración dejaba fuera al Reino
Unido, que no quería asumir el nivel de adhesión que requería el Mercado Común. Pero también excluía a las más débiles
economías de la periferia europea. Perdidos sus objetivos iniciales, que eran distribuir la ayuda del Plan Marshall y
potenciar la recuperación económica en la posguerra, los socios de la OECE procedieron a convertirla en un nuevo
organismo, la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) al que se incorporaron Estados Unidos,
Canadá y Japón, con la intención de afiliar a los países capitalistas industrializados de la época en un organismo
internacional que orientase sus políticas económicas en razón de la coyuntura internacional, pero sin merma de la soberanía
de los estados miembros.
Los británicos eran presa de una contradicción básica. Algunos sus políticos e intelectuales habían figurado siempre en la
vanguardia del europeísmo. Pero la opinión pública de las islas, y con ella la mayor parte de las elites económicas y
sociales, se mostraban abiertamente contrarias a cualquier cesión de soberanía a una Europa transnacional. Londres no
podía renunciar a los intercambios con los países del Continente, que suponían más de la mitad de su comercio exterior.
Pero la integración en el núcleo comercial de la CEE, mediante la unión aduanera, suponía un riesgo mortal para el
sistema de tarifas preferenciales de la Commonwealth, que permitía al Reino Unido vender sus manufacturas y obtener
materias primas y productos agrarios en su exclusivo ámbito imperial en condiciones muy favorables.
Una solución, alternativa al Mercado Común podía consistir en la creación de una «zona europea de libre cambio», como
propuso el canciller del Exchequer Harold MacMillan, en octubre de 1956. Un área de libre cambio es una asociación de
países que suprimen las barreras aduaneras al comercio y renuncian a mantener cualquier política de contingentes entre
ellos. Pero, al contrario de una unión aduanera como la CEE, aquí no existe la tarifa exterior 20 común, con lo que los
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Los británicos veían en ello la ventaja de que podrían negociar desarmes arancelarios sectoriales sin incluir los productos
agrarios europeos, cuya importación en las islas, carente de sujeción a la PAC del Mercado Común, seguiría sometida a
fuertes gravámenes en relación a los productos de la Commonwealth. De este modo, Londres pretendía una suerte de
asociación «a la carta» con la CEE, aplicándola para ciertos grupos de productos cuando interesara a las dos partes, pero
sin vincularse a la rígida disciplina comunitaria y manteniendo vínculos privilegiados con Estados Unidos, la
Commonwealth y el conjunto de países de la OECE. A partir de la primavera de 1957, mientras rechazaba sucesivas
ofertas para integrarse en las Comunidades Europeas, la delegación británica en la OECE, presidida por el ministro
conservador Reginald Maudling, intentó convencer a los restantes miembros de que se afiliaran a la zona europea de libre
comercio. Finalmente, el 15 de diciembre de 1958, el ministro británico de Comercio conminó a los Seis a integrarse en el
área librecambista, lo que el ministro de Exteriores francés, el gaullista Couve de Mourvielle, rechazó en nombre de
todos.
Rotas las conversaciones con la CEE, la diplomacia londinense se centró en los restantes miembros de la OECE. Aunque el
precedente de la frustrada Uniscan con los países nórdicos no era un buen augurio, las conversaciones progresaron y
Suecia, Noruega, Dinamarca, Portugal, Austria y Suiza se manifestaron dispuestos a unirse al Reino Unido en un área
comercial común. El 4 de enero de 1960, «la Europa de los Siete» se constituyó mediante la Convención de Estocolmo,
que establecía la Asociación Europea de Libre Comercio (AELC), que sería universalmente conocida como la EFTA, por sus
siglas en inglés (European Free Trade Association). Finlandia se asoció en 1961 e Islandia en 1970, mientras que la
República de Irlanda estableció vínculos con la Asociación mediante su unión comercial bilateral con el Reino Unido.
Desde sus comienzos quedó patente que la AELC jugaba en desventaja respecto a la Pequeña Europa del Mercado
Común. No era un proyecto de integración económica, ni vislumbraba una futura unión política y carecía de instituciones
propias, fuera del Consejo de Ministros, por lo que su vuelo era muy corto. Sus miembros no disfrutaban, excepto los
países escandinavos, de unas amplias fronteras comunes, sino que tenían sus centros de producción y comercialización
muy dispersos. Y sus economías, incluida la británica, eran más débiles que las del conjunto de los países integrados en la
CEE. La libertad en el establecimiento de la tarifa exterior de cada estado miembro, que podía importar bajo sus propios
aranceles productos industriales de terceros países, planteaba un serio problema de competitividad en el mercado
interior de la Asociación, que apenas pudo solucionarse mediante la implementación de gravámenes compensatorios,
ajenos al propio espíritu de la AELC. Y quedaban fuera de su ámbito de actuación los productos agrícolas y pesqueros.
Cuando en Londres fueron plenamente conscientes del error que habían cometido era ya tarde para hacerse perdonar
sus reiterados rechazos a las invitaciones de los Seis durante los cincuenta. Los británicos se mantuvieron en la AELC, pero
un año después de su creación comenzaron a dar muestras de querer ingresar en el Mercado Común. Sin embargo, la
Francia de De Gaulle estaba dispuesta a hacerles pagar un alto peaje por el ingreso.