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El parlamento Europeo.

El parlamento Europeo es el órgano legislativo de la UE. Es elegido directamente por los votantes de la UE cada
5 años. El parlamento desempeña tres funciones principales:

-Competencias legislativas. Aprobar la legislación de la UE,junto con el Consejo de la Union Europea, a partir
de las propuestas de la Comision Europea. Decidir sobre acuerdos internacionales. Decidir sobre ampliaciones.

-Competencias de Supervision. Ejercer el control democrático de todas las instituciones de la UE. Elegir al
presidente de la Comision y aprobar a la comisión como colegido. Aprobar eventualmente una moción de
censura, que obligue a la comisión a dimitir. Aprobar la gestión del presupuesto.

-Competencias presupuestarias. Establecer el presupuesto de la UE junto con el Consejo.

El numero de eurodiputados por cada país es aproximadamente proporcional a su población, pero siguiendo
una proporcionalidad decreciente:ningún país puede tener menos de 6 ni mas de 96 eurodiputados, y el
numero total no puede ser superior a 751 (750 mas el presidente). Los diputados al parlamento europeo se
agrupan por afinidades políticas, no por nacionalidade.

El presidente representa al Parlamento ante las demás instituciones de la UE y en el exterior y da el visto


bueno final al presupuesto de la UE.

El trabajo del parlamento se compone de dos etapas principales:

En las comisiones se prepara la legislación. El parlamento cuenta con 20 comisiones y dos subcomisiones, cada
una de las cuales se ocupa de un ámbito político determinado.

En las sesiones plenarias se aprueba la legislación. La sesión plenaria es el momento en que todos los
diputados del Parlamento Europeo se reúnen en la cámara para la votación final de la legislación propuesta y
de las propuestas de modificación. Normalmente se celebran en Estraburgo durante cuatro días al mes, pero a
veces hay sesiones adicionales en Bruselas.

Creado en 1952 como Asamblea Común de la Comunidad Europea del Carbon y del Acero, 1962 como
Parlamento Europeo, primeras elecciones por sufragio directo en 1979.

Presidente: Roberta Metsola hasta 2024

Sede Estrasburgo (Francia)

Bruselas (Belgica)

Luxemburgo.
EL TRIBUNAL DE JUSTICIA EUROPEO.

El tribunal de justicia de la Union Europea (TJUE) interpreta la legislación de la UE para garantizar que se
aplique de la misma manera en todos los países miembros y resuelve los litigios entre los gobiernos nacionales
y las instituciones europeas. En determinadas circunstancias, también pueden acudir al Tribunal los
particulares, empresas y organizaciones que crean vulnerados sus derechos por una institución de la UE. El
TJEU resuelve los asuntos que se le plantean. Los mas comunes son:

Interpretar la legislación(decisiones prejudiciales):los tribunales nacionales deben garantizar que la legislación


europea se aplique correctamente, pero a veces los tribunales de distintos países interpretan las normas de
distintas maneras. Si un tribunal nacional tiene dudas sobre la interpretación o validez de una norma europea,
puede pedir una clarificación al Tribunal de Justicia europeo. El mismo mecanismo puede utilizarse para
determinar se una normativa o practica nacional es compatible con la legislación europea.

Aplicar la legislación(procedimientos de infaccion):este tipo de acción se emprende contra una administración


nacional por incumplir la legislación europea. Puede entablarla tanto la Comision Europea como otro país
miembro. Si se comprueba que un país ha incumplido las normas, tendrá que poner remedio o afrontar nuevas
acciones y una posible multa.

Anular normas europeas( recursos de anulación): si se considera que una norma europea vulnera los tratados
de la UE o los derechos fundamentales, los gobiernos de los países miembros, el Consejo de la UE o (en
algunos casos) el Parlamento Europeo pueden solicita al Tribunal que la anule. También los particulares
pueden solicitar al Tribunal que anule una norma europea que les afecte directamente.

Garantizar que la UE actue (recursos por omisión): en determinadas circunstancias, el Parlamento, el consejo y
la Comision deben tomar decisiones. Si no lo hacen, los gobiernos nacionales, otras instituciones europeas o
(endeterminadas circunstancias) los particulares o empresas pueden recurrir al Tribunal.

Sancionar a las instituciones europeas (acciones por daños y perjuicios):puede recurrir al Tribunal cualquier
persona o empresqa que se considere perjudicada en sus intereses por acción u omisión de la UE o de su
personal.

Los gobiernos nacionales designan a cada juez y abogado general por un periodo renovable de seis años. En
cada uno de los tribunales, los jueces eligen a su presidente para un mandato renovable de tres años.

Año de creación :1952 Sede:Luxemburgo.


EL BENELUX

Geograficamente situadas entre los gigantes económicos británico, francés, y alemán, Holanda, Belgica y
Luxemburgo comparten muchos rasgos de historia comunes y una posición privilegiada como salida marítima
del eje renano, la zona de mayor concentración industrial de la Europa continental. En las primeras décadas
del siglo pasado sus economías parecían complementarias y ello facilitaba el consenso entre políticos y
empresarios a la hora de pactar formas de colaboración. La Union Económica belga-Luxemburguesa, de 25 de
Julio de 1921, fue la primera creada en Europa tras la Gran Guerra y dese ser considerada un hito en el proceso
de integración continental al establecer, entre otras cosas, la paridad entre las dos monedas. En Julio de 1932,
siguiendo la estela del reciente Memorandum Briand, ambos estados firmaron con Holanda la Convención de
Ouchy, mediante la que pactaron una reducción del 50% de sus aranceles interiores en cinco años, e invitaron
a los estados vecinos a integrarse. Pero los países que tenían acuerdos con el trio que incluían la clausula de
nación mas favorecida- significadamente, el Reino unido- protestaron y la unión aduanera quedo aplazada.

Durante la Segunda Guerra Mundial, los tres países fueron conquistados por Alemania y luego liberados por
los aliados con considerables destrucciones. Animados por los contactos entres los movimientos de la
Resistencia, los gobiernos en el exilio londinense acordaron reiniciar el proceso de unificación aduanera. El 23
de octubre de 1943, firmaron la Convención Monetaria, que establecia la paridad interna para las
transacciones comerciales. Y el 5 de Septiembre de 1944, la Convención de la Union Aduanera, conocida como
Tratado de Londres, que creaba la Union Aduanera Benelux. Una vez retornados a sus países, y tras un par de
años de reconstrucción, los gobiernos ratificaron estos acuerdos mediante la Convención de la Haya, de marzo
de 1947, que entro en vigor el primer día del año siguiente. Suprimia las tasas de importación en los
intercambios entre los estados miembros y fijaba tarifas aduaneras comunes para el comercio exterior.

El fin ultimo del Benelux era lograr la integracion total de las tres economías coordinando sus políticas
comerciales, financieras y sociales y asegurando la libre circulación de personas, capitales, bienes y servicios en
su territorio. Sus diversas etapas de integración constituyeron auténticos ensayos para el Mercado Común
europeo. Pese a que algunos desajustes ralentizaron el proceso-la economía holandesa tenia un considerable
nivel de protección, mientras que la belga apostaba por el librecambismo, y la carencia de una autoridad
supranacional dejaba mucho margen al disenso de los gobiernos- se fueron cubriendo las etapas previstas. Los
contingentes en los intercambios de productos industriales entre los tres miembros fueron suprimidos en
1950. En 1953, se activo el Protocolo sobre las políticas comerciales, con relación a países ajenos a la Union.
Un año despues, la libre circulación de capitales dentro del Benelux. Y en 1956, se alcanzo el desarme tarifario
prácticamente total, por lo que los socios decidieron, finalizado el periodo transitorio, transformar el acuerdo
aduanero en una Union económica.

Puesta en Marcha la Comunidad Económica Europea (CEE), el Benelux se vinculo a ella, pero continuo como
organización regional. Su unión económica se llevoa termino mediante el Tratado de 3 de febrero de 1958,
que entro en vigor a comienzos de 1960. En pocos años, la estructura económica de los tres estados cambiaria
estimulada por la concurrencia interior y la ampliación de los mercados, que posibilito una división
internacional del trabajo y la reestructuración de determinadas ramas de la producción. En 1962, sus
gobiernos acordaron un régimen común de precios agrarios para la exportación. Dentro de sus fronteras de
potencio la libre circulación de personas y de bienes, hasta llegar a la supresión de los controles fronterizos
interiores en 1970, veinte años antes de la convención de Schengen. Y los tres estados miembros concertaron
sus políticas para abordar conjuntamente el proceso de integración en diversas instituciones
continentales;estuvieron presentes en la creación de la OECE, de la UEO, de la OTAN y de las comunidades
Europeas. Estas ultimas reconocieron el valor del ejemplo de europeísmo aportado por el Benelux situando en
su territorio dos de las tres sedes de las instituciones comunitarias;Bruselas fue sede la de comisión Europea y
del Comité Económico y Social, y Luxemburgo, del Tribunal Europeo de Justicia y del Banco Europeo de
Inversiones.
EL CONGRESO DE LA HAYA.

Hay una primera etapa en el proceso de integración Europea, conocida como “etapa de los Congresos” que fue
implicando paulatinamente a las instancias oficiales de los estados en una construcción supranacional.

Para ello era necesario que el disperso europeismo uniese sus fuerzas.
Duncan Sandys asumio la iniciativa de buscar la union entre las principales
organizaciones, tarea en la que conto con la colaboracion de la Union
Europea de Federalistas
En la Conferencia de Paris, el 17 de noviembre de 1947, la LCE, la UEF, la UPE y el MEU aportaron sus
efectivos a los Comités
de Coordinación de los Movimientos para la Unidad Europea, que a partir
del Congreso de Montreux, en agosto de 1947, fueron presididos por
Sandys. Finalmente, en una nueva reunion en Paris, el 11 de noviembre,
los Comites nacionales se fundieron en un Comité Internacional para la
Unidad Europea.
Las iniciativas del Comite se concretaron en el Congreso de Europa,
cuya organizacion fue dirigida por Retinger y que se reunio en La Haya,
entre el 7 y el 11 de mayo de 1948. Su finalidad, segun manifestaron los
convocantes, era debatir el modelo de unidad continental, con el fin de
≪atraer sobre este problema la atencion de la opinion publica internacional
y de marcar la creacion de los Estados Unidos de Europa como objetivo
comun para todas las fuerzas democraticas europeas ≫. Reunio a cerca de
800 asistentes, delegados de las organizaciones europeistas, intelectuales,
empresarios, sindicalistas, asi como observadores de Canada y Estados
Unidos. Tambien estuvieron presentes, aunque sin caracter oficial, politicos
destinados a jugar un papel importante en el proceso de integracion
europea, como Winston Churchill, que presidia el Congreso, el aleman
Konrad Adenauer, los franceses Pierre-Henri Teitgen y Francois Mitterrand,
el britanico Harold Macmillan, el italiano Altiero Spinelli o el belga
Paul van Zeeland.
Las sesiones del Congreso pusieron de relieve las diferencias entre las
dos visiones de la construccion europea, la federalista y la funcionalista. La
primera, con la Union Europea de Federalistas en cabeza, pretendia acometer
enseguida una marcada cesion de soberania de los estados en beneficio
de organismos supranacionales de gobierno, como la Asamblea de
Europa, que elaboraria una Constitucion europea, a partir de la cual se
organizaria la Federacion. La segunda, con Churchill como portavoz destacado,
defendia, por lo menos en una primera fase, una mera estructura
de coordinacion funcional entre los gobiernos europeos, que asumiera un
papel activo en la lucha por la democracia, los derechos humanos, el libre
mercado y los valores europeistas, pero que no implicara una perdida real
de la autonomia de las politicas estatales.
De las tres comisiones que elaboraron los textos del Congreso, la economica,
la cultural y la politica, esta ultima, presidida por el exjefe del Gobierno frances Paul Ramadier, era la mas
importante. Sus propuestas, elaboradas
por Sandys y Rene Courtin recogieron los puntos de vista de los
funcionalistas, hasta el punto de afirmar que ≪Europa no puede ser creada
por una especie de revolucion federalista, que debilitaria a los gobiernos
sin fortalecer a la colectividad≫. Se coincidia en la necesidad de crear una
Asamblea de Europa, en la que estuvieran representados todos los ciudadanos.
Pero las visiones sobre este Parlamento continental eran contrapuestas.
Los federalistas querian dotar a la Asamblea con una capacidad
legislativa que obligara a los estados (principio de supranacionalidad). El
exprimer ministro frances Paul Reynaud llego a presentar una mocion
para que el Parlamento europeo fuese elegido por sufragio universal y directo
con cuotas de representacion en funcion de la poblacion de los estados.
Los funcionalistas, en cambio, pretendian que la Asamblea estuviera
constituida por delegados de los parlamentos nacionales y tuviese un caracter
meramente consultivo.
En la Comision de Economia, presidida por Van Zeeland, hubo mayor
unanimidad a la hora de defender la cooperacion y el libre mercado, con
supresion de derechos aduaneros y libre convertibilidad monetaria, asi
como libertad de circulacion de trabajadores. Por otra parte, y a propuesta
del espanol Salvador de Madariaga, que presidia la Comision de Cultura, se
acordo patrocinar un Colegio de Europa. Esta institucion universitaria, establecida
en 1949 en la ciudad belga de Brujas bajo el patrocinio del Consejo
de Europa, se dedicaria a los estudios paneuropeos, preferentemente de
humanidades y ciencias sociales. Su primer rector fue Hendrik Brugmans.
El acuerdo entre federalistas y funcionalistas, minimo, se centro pues
en trasladar el impulso europeista de las iniciativas privadas a las instancias
oficiales de los estados, que hasta entonces habian permanecido un
tanto al margen del proceso. ≪Ha llegado la hora —decia el documento final—
para las naciones de Europa, de transferir algunos de sus derechos
soberanos para ejercerlos, de ahora en adelante, en comun, con el objeto
de coordinar y desarrollar sus recursos≫. Aunque lejos de los objetivos
marcados por los federalistas, el Congreso de La Haya es un momento clave
en el proceso de integracion europea, ya que puso de manifiesto el alto
consenso europeista logrado entre los politicos, empresarios e intelectuales
de la Europa occidental y senalo las lineas maestras que conducirian,
medio siglo despues, a la creacion de la Union Europea.

LA DECLARACION SCHUMANN.

La pugna entre federalistas y funcionalistas, mas sobre los ritmos que


sobre los objetivos, se decanto, en general, a favor de estos ultimos cuando
las iniciativas europeistas pasaron del ambito privado al institucional de
los estados. Gracias a ello, avanzo durante cuatro decadas la integracion
funcional, basada en el especializado ambito economico y tecnico de las
tres Comunidades Europeas y sus ≪uniones≫ sectoriales —aduanera, monetaria,
energetica, economica— pese a las periodicas crisis de la cooperacion
intergubernamental. Ello permitio, a largo plazo, abrir una nueva
fase, parcialmente inspirada en los principios federalistas, tras la constitucion
de la Union Europea por el Tratado de Maastricht, de 1992
La primera etapa de la unificacion europea debia ser, a juicio de la mayoria
de los responsables de la planificacion economica en la Europa occidental,
una union aduanera que garantizase la libertad de comercio y de
circulacion de personas. Pero los planteamientos economicos globales
chocaban con suma frecuencia con intereses de la politica interior de losestados, que resultaban prioritarios. Ello
quedo manifiesto cuando se intentaron
uniones de caracter regional. Tras el exito del Benelux, el Gobierno
frances animo al italiano a concluir una Union Aduanera propia, la
Francital. En marzo de 1949, los dos ministros de Asuntos Exteriores, Robert
Schuman y el conde Sforza, firmaron el Tratado correspondiente, que
debia estar plenamente vigente en 1955. Pero luego la Asamblea Nacional
francesa se nego a ratificarlo, en gran parte por la presion de los sindicatos
galos, que temian que la apertura de la frontera a la libre circulacion de
trabajadores fomentara una inmigracion masiva de italianos. En el otono,
ambos gobiernos volvieron a intentarlo, esta vez con una Union Aduanera
a cinco, que incluyese a los paises del Benelux, la llamada Fritalux, o Finibel
por las siglas de sus miembros. Pero belgas y holandeses exigieron que
el area de librecambio incluyera tambien a la naciente Republica Federal
Alemana, en quien veian su principal socio comercial, y eso era algo que el
Parlamento frances no estaba, por el momento, dispuesto a admitir.
Por su parte, los britanicos rechazaban integrarse en un mercado comun
europeo, temiendo que su politica arancelaria resultara incompatible
con su propio circuito economico imperial, la Commonwealth. No obstante,
el Reino Unido, cuya economia se habia recuperado muy rapidamente
de los efectos de la guerra, no podia renunciar a los mercados continentales.
Como alternativa a la union aduanera, su propuesta era aun mas funcional:
una mera coordinacion de politicas comerciales entre estados. Entro
eco en los paises nordicos y en enero de 1950, Suecia, Noruega y
Dinamarca se unieron al Reino Unido en Uniscan (United Kingdom-Scandinavia).
Pero no existio la necesaria sintonia, dada la enorme disparidad
entre la economia britanica y las escandinavas, y en 1954 el Gobierno socialdemocrata
danes, con un sistema proteccionista para su agricultura,
rechazo la politica comun en materia agricola, lo que acarreo el colapso de
la organizacion. Para entonces, los estados escandinavos habian creado el
Consejo Nórdico (febrero de 1953), una organizacion regional mas modesta
en sus planteamientos, pero que tuvo cierto exito al establecer una union
de pagos, la libre circulacion de trabajadores, un convenio de seguridad
social y la supresion de barreras aduaneras interiores.
Pese al fracaso del Fritalux, la idea de una cooperacion economica entre
los paises de la Europa occidental basada en la union aduanera y en la complementariedad
de las areas de produccion industrial y energetica siguió despertando notables entusiasmos, sobre todo en
Francia. Entre sus mas
decididos partidarios se encontraba Jean Monnet, quien se encargaba de
aplicar los recursos del Plan Marshall a la recuperacion de la economia
francesa en su condicion de comisario general del Plan de Modernizacion y
Equipamiento, que ponia el acento en la potenciacion de la industria pesada.
Aunque federalista convencido, Monnet era lo suficientemente pragmatico
para admitir que la via funcionalista, con un marcado caracter tecnocratico,
era la mas practica, a corto plazo, para forjar lazos de solidaridad
entre los gobiernos europeos sin necesidad de una continua apelacion emotiva
a la movilizacion europeista de sus pueblos. Gobiernos que, como habia
puesto de manifiesto el fracaso del proyecto federalista del Consejo de
Europa, poseian la llave de los procesos de integracion continental.
Fiel a su vieja idea de priorizar la cooperacion con el Reino Unido,
Monnet intento, a lo largo de 1949, negociar con su homonimo britanico,
Edwin Noel Plowden, una planificacion conjunta de la recuperacion industrial
para la Europa occidental. Pero, una vez mas, las reticencias de la
Administracion britanica a implicarse en el proceso de integracion continental
condujeron a un callejon sin salida. Por lo tanto, Monnet se decanto
por la otra opcion, la que convertia a la Alemania Federal en el partenaire
ideal de Francia en el impulso industrial. Pero antes, habia que superar la
herencia traumatica de la Segunda Guerra Mundial.
En torno al valle del Rin existia un extenso espacio, compartido por
cinco estados, en el que areas intensamente industrializadas estaban
proximas a ricas cuencas carboniferas y a zonas con mineria del hierro: la
Belgica meridional, la Renania, el Palatinado y el Sarre alemanes, la Lorena
francesa... Este espacio, que algunos denominaban Lotaringia en recuerdo
de una entidad feudal que existio alli en la Edad Media, habia
visto condicionado su desarrollo por la existencia de fronteras estatales y
economias nacionales proteccionistas, que dificultaban la complementariedad
transfronteriza de los yacimientos de carbon y mineral de hierro
con las zonas de concentracion fabril. Tras la Segunda Guerra Mundial, la
produccion de carbon y de acero, entonces la clave del progreso industrial,
se convirtio en un problema politico de envergadura, ya que afectaba
al estatuto de dos regiones alemanas ocupadas por los Aliados: el valle del
Ruhr, una zona de gran concentracion de la industria siderurgica, y el
Sarre, muy rico en carbon.
Desde el final de la guerra mundial, la ONU encomendo la administracion
del territorio del Sarre a Paris, donde algunos circulos politicos y economicos
defendian su plena incorporacion a Francia. A partir de 1947, el
Sarre dispuso de su propia Constitucion y un ano despues se creo un sistema
monetario, basado en el franco frances. Pero la reivindicacion de la
region como territorio nacional por la recien creada Republica Federal
Alemana (RFA) se iba a convertir en un problema politico de cierta importancia
y en una amenaza implicita para unos proyectos europeistas que
requerian de la entente franco-germana.
Algo parecido sucedia con el Ruhr. Tras la guerra, britanicos y norteamericanos
habian ocupado la region. Cuando se creo la RFA, Francia y el
Benelux presionaron para que no se entregara el control de la industria
pesada de la zona al Gobierno de Bonn y lo mantuvieron en manos de la
Autoridad Internacional del Ruhr, establecida en marzo de 1948 mediante
el Acuerdo de Londres.
Era facil comprender que las soluciones aportadas por los Aliados vencedores,
tanto en el Sarre como en el Ruhr, no podian ser sino provisionales.
Pero la entrega de ambas regiones a la soberania plena de RFA, como
defendian los americanos, sembraba mucha desconfianza en quienes, tan
solo cuatro anos despues de la caida del Tercer Reich, albergaban temores
sobre el futuro papel de la renacida Alemania. En este contexto, la precoz
experiencia del Benelux, basada en la cooperacion economica internacional,
la union aduanera y el uso complementario y supranacional de los
recursos del carbon y del acero, ofrecia una salida combinada al estatus
economico de ambas regiones que algunos circulos europeistas comenzaron
a defender. Esta formula, que respetaria formalmente la soberania germana
sobre el territorio, fue reiteradamente apoyada por los politicos alemanes
a partir de la primavera de 1949. Tambien hallo eco en Washington,
donde el secretario de Estado, Dean Acheson, era un firme partidario de
que la RFA se incorporase con normalidad al concierto europeo a traves de
la OTAN y de la cooperacion economica con Francia.
En 1950, Jean Monnet decidio profundizar en esta via funcional, que
beneficiaria al propio crecimiento industrial frances. A la cabeza de un
equipo de jovenes economistas, comenzo a defender la cooperacion industrial
europea con la formacion de un pool de empresas del carbon y del acero, sostenido y controlado por los estados.
Monnet concedia especial
importancia a la cuestion del Rhur, ya que consideraba que el modelo de
administracion supranacional de sus acerias podia trasladarse a las del
conjunto de paises que vertebraban el eje renano, sin merma de sus soberanias
nacionales. En abril expuso su idea al jefe del Gobierno galo, George
Bidault, quien delego el tema en el ministro de Asuntos Exteriores, Robert
Schuman. Ciudadano frances, nacido en Luxemburgo y con el aleman
como lengua materna, el democristiano Schuman era un politico especialmente
capacitado para desarrollar el proyecto europeista de Monnet, a
quien animo a ponerlo por escrito. Este formo para ello equipo con su segundo
en la Comisaria, Etienne Hirsch, el economista Pierre Uri, Paul
Reuter, asesor legal del Ministerio de Asuntos Exteriores, y Bernard Clapier,
jefe del Gabinete del ministro
El 1 de mayo de 1950, Monnet envio el memorandum a Schuman
quien, a su vez, redacto una declaracion mas breve y solemne. En ella
ofrecia a la opinion publica de los paises de la Europa occidental el primer
proyecto oficial de integracion continental, construido a partir de una entente
franco-alemana y con el carbon y el acero como ejes unificadores.
Tras el visto bueno del Consejo de Ministros frances, se comunico el proyecto
al canciller de la RFA, el democristiano Konrad Adenauer, quien se
mostro de acuerdo, al igual que lo hizo Acheson, informado por el politico
aleman.

La Declaración Schuman, que se presento el 9 de mayo —posteriormente


declarado Dia de Europa— comenzaba con una manifiesta adhesion a la
linea funcionalista de integracion gradual por objetivos: ≪Europa no se
hara de una vez ni en una obra de conjunto. Se hara por medio de realizaciones
concretas, que creen una solidaridad de hecho≫. Descartada ya la
adhesion inicial de los britanicos, el proceso de integracion se basaria en
una entente franco-alemana Para ello era necesario poner fin a la ≪rivalidad
secular≫ entre ambos pueblos, que habia conducido a frecuentes guerras.
Y para abrir una nueva etapa de colaboracion entre Francia y la Republica
Federal Alemana, Schuman proponia ≪que se someta el conjunto
de la produccion franco-alemana de carbon y de acero a una Alta Autoridad
comun, en una organizacion abierta a los demas paises de Europa ≫. A
partir del carbon y del acero se iniciaria, pues, ≪la creacion de bases comunes
de desarrollo economico, primera etapa de la federacion europea ≫.
La Alta Autoridad seria establecida mediante un Tratado negociado y
firmado por los estados miembros. La constituirian ≪personalidades independientes,
designadas en forma paritaria por los gobiernos, quienes elegiran
de comun acuerdo un Presidente≫. Las misiones del organismo supranacional,
≪cuyas decisiones obligaran a Francia, Alemania y los paises que
se adhieran≫, serian:
≪garantizar, en el plazo mas breve posible, la modernizacion de la produccion
y la mejora de su calidad; el suministro, en condiciones identicas, del
carbon y del acero en el mercado frances y en el mercado aleman, asi como
en los de los paises adherentes; el desarrollo de la exportacion comun hacia
los demas paises; la equiparacion y mejora de las condiciones de vida de los
trabajadores de esas industrias≫.
La formacion de oligopolios privados se evitaria poniendo la regulacion
del pool industrial en manos de los estados.
Los gobiernos aleman y frances asumieron el proyecto Monnet-Schuman
e invitaron a integrarse en el a sus socios de la OECE. Aceptaron Italia
y los tres paises del Benelux mientras que el Gobierno britanico, al que
Paris y Bonn habian marginado en su iniciativa, permanecia retraido. Tras
casi un ano de trabajo de una comision de expertos, el 18 de abril de 1951
se firmo en Paris el Tratado fundacional de la Comunidad Europea del
Carbon y del Acero (CECA). La Pequeña Europa, la Europa de los Seis acababa
de nacer.

EL TRATADO DE NIZA.

La Cumbre comunitaria de Niza, inaugurada el 7 de diciembre de 2000,


puso de manifiesto lo mucho que se habia avanzado en la aplicacion de Maastricht,
y la voluntad firme de los Quince en ampliar las fronteras comunitarias.
Las modificaciones a los anteriores Tratados introducidas en Niza
afectaban, basicamente, al primer pilar comunitario en sus aspectos institucionales,
condicionados por las proximas adhesiones. Asi, se decidio ampliar
el Parlamento hasta los 736 escanos para acoger a los representantes de
los nuevos socios. Respecto a la Comision Europea, y para evitar su crecimiento
desmedido, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y Espana renunciarian
a uno de sus dos puestos de comisario europeo, con lo que, a partir
de 2007, habria 27 comisarias, una para cada pais miembro. Y en cuanto al
Tribunal de Justicia, al de Primera Instancia y al de Cuentas, se les dotaba de
mas medios con la creacion de secciones especializadas, aunque el Consejo
Europeo rechazo incluir en el Tratado la propuesta de una Fiscalia Europea.
Como era de esperar, fue en la modificacion de procedimientos de votacion
del Consejo de Ministros donde se produjeron las principales disensiones
entre los gobiernos. La propuesta de la Comision Europea, un mecanismo
sencillo, no contentaba ni a los grandes, ni a los medianos, ni a los
pequenos. Luego de tres dias de debate, se llego a una solucion de compromiso,
que tampoco satisfizo a nadie. Se acepto, como proponia la Comision,
la doble mayoría, de paises y de poblacion. Pero las diferencias demograficas
eran de tal calibre que, si se aplicaban tal cual, los seis paises mas
poblados, con 348 millones de habitantes, frente a los 156 de los otros veintiun
miembros, anularian cualquier porcentaje de votos de Luxemburgo,
Malta o Chipre, que apenas superaban el medio millon de habitantes, o de
Estonia y Eslovenia, que no llegaban a los dos. La solucion que se admitio
fue ponderar, mediante un mecanismo corrector que establecia el numero
de habitantes necesarios para cada voto en el Consejo en relacion inversa
a la poblacion total del país.
Cuando, tras un periodo transitorio, el 1 de noviembre de 2004 se ajusto
el numero de votos en el Consejo, los cuatro ≪grandes ≫, con el 57,3% de
la poblacion de la UE, sumaban 164 votos y el resto 205. La mayoria cualificada se situaba en 232 votos, el
72,2% del total. Y tras la entrada de rumanos
y bulgaros, la desproporcion de votos aumento a 164 frente a 229,
cuando los cuatro paises mas poblados representaban aun el 53,5% del
total. Aunque este sistema evitaba que se repitieran pactos de hegemonia,
como el eje franco-aleman de los anos sesenta, setenta y ochenta, se vendia
mal a la opinion publica de los grandes estados, especialmente en la superpoblada
Alemania. En 2008, un voto aleman en el Consejo de Ministros
≪costaba≫ casi tres millones de sus ciudadanos, y uno maltes, apenas cien
mil. Y los principales beneficiados eran los dos ≪medianos ≫, polacos y espanoles
que, con la mitad de habitantes que Alemania, tendrian 27 votos
frente a los 29 del gigante germano. En cuanto al tema, aun mas conflictivo,
de la minoría de bloqueo, que obstaculizaba la mayoria cualificada, se
establecio en 91 votos, o un grupo de estados que superase el 38,1 por ciento
de la poblacion de la Union Europea. Con estos procedimientos, era facil
prever que el Consejo funcionaria con una permanente busqueda de alianzas
entre los gobiernos representados, que podia llegar a ser tan paralizante
como lo fue la crisis de la silla vacia.
En otro orden de cosas, el Tratado de Niza recogio la preocupacion de
los gobiernos comunitarios por el auge de la ultraderecha en varios paises
de la Union, y tambien entre los PECO, donde la transicion a la democracia
habia desatado, en casi todas partes, fuertes corrientes de nacionalismo,
racismo y revisionismo historico que amenazaban con multiplicar las tensiones
en una region que acababa de vivir el sangriento conflicto yugoslavo.
Los sucesivos tratados europeos no preveian respuestas a la llegada al
poder, por la via democratica, de una agrupacion de tintes xenofobos o
neonazis. No obstante, el asunto estaba sobre la mesa y se busco solventar
mediante el Tratado de Niza, cuyo primer articulo preveía:
≪A propuesta motivada de un tercio de los Estados miembros, del Parlamento
Europeo o de la Comision, el Consejo, por mayoria de cuatro
quintos de sus miembros y previo dictamen conforme del Parlamento Europeo,
podra constatar la existencia de un riesgo claro de violacion grave
por parte de un Estado miembro de principios contemplados en el apartado
1 del articulo 6 (del TUE) y dirigirle recomendaciones adecuadas≫.

Caso de que persistiera la presencia ultraderechista en el Ejecutivo nacional,

≪... el Consejo podra decidir, por mayoria cualificada, que se suspendan determinados
derechos derivados de la aplicacion del presente Tratado al Estado
miembro de que se trate, incluidos los derechos de voto del representante
del gobierno de dicho Estado miembro en el Consejo”.

En febrero de 2004, un grupo al que se atribuian tales caracteristicas,


el Partido de la Libertad (FPO), de Jorg Haider, entro en el Gobierno austriaco,
tras triunfar en los comicios parlamentarios. Los restantes gobiernos
de la UE se movilizaron para detener su progresion y el Consejo de
Ministros acordo un regimen de sanciones contra Austria, destinadas a
congelar su actividad en el seno de la Union y a aislarla diplomaticamente.
Pero, sin una fundamentacion legal clara y con los socios comunitarios
divididos al respecto, las sanciones fueron un fracaso y se levantaron a
finales de año.
El Tratado de Niza fue firmado por los representantes gubernamentales
el 26 de febrero de 2001. Siguiendo una tradicion ya arraigada, la ratificacion
estuvo en peligro. Catorce parlamentos nacionales ratificaron sin
grandes problemas. Pero Irlanda convoco un referendum popular. La Constitucion irlandesa chocaba, una vez
mas, con el articulado de un tratado
comunitario, ahora en cuestiones como la cooperacion reforzada y la
politica de defensa comun. Los ciudadanos irlandeses asi lo entendieron y
el 8 de junio, con una participacion de solo el 30% del censo, el 53,9% de
los votantes dijeron ≪no≫ a Niza. El Gobierno tuvo que emplearse a fondo
para convencer a la poblacion, y el Parlamento de Dublin aprobo una enmienda
a la Constitucion autorizando expresamente la firma del Tratado.
Finalmente, en un segundo referendum celebrado el 20 de octubre de 2002,
el 63% de los sufragios fueron favorables a la enmienda constitucional,
tras lo que desaparecio el obstaculo legal. Cumplidas todas las ratificaciones,
el Tratado de Niza entro en vigor el 1 de febrero de 2003, a tiempo para
preparar la entrada de diez nuevos paises en la UE.
Niza resulto uno de los avances mas insatisfactorios en la historia de la
integracion europea y merecio criticas generalizadas. Para los federalistas,
y en especial para sus representantes en el Parlamento, era excesivamente
tecnocratico y suponia una nueva ocasion desaprovechada de avanzar hacia
la supranacionalidad que requeria una autentica Union Europea. La
Comision vio desechadas la mayoria de sus propuestas de refuerzo institucional,
que los gobiernos contemplaban como una cesion de poder a los
eurocratas. Entre los ejecutivos nacionales, la pugna por las votaciones en
el Consejo de Ministros habia abierto grandes brechas en la confianza mutua
y algunos, sobre todo el frances, vieron fracasar el intento de mantener
una PAC que protegiese a su agricultura frente a la libre irrupcion de la
produccion mas barata de los PECO, que contaban con el apoyo aleman.
Si algo resultaba satisfactorio de Niza era que se habia ajustado el procedimiento
de ingreso en las instituciones de los nuevos socios y su papel en las
politicas de la UE, culminando la planificacion del Tratado de Amsterdam.
Pero todos admitian que, tras esta enesima reforma institucional, seguia
pendiente el reto politico de abandonar la estructura confederal y funcionalista,
mas dificil de manejar conforme se iba ampliando el antano selecto
club comunitario, para crear una autentica Union Europea que asumiera,
con criterios politicos, altas cuotas de subsidiariedad y autogobierno
ante los estados. Entre los acuerdos que se adoptaron en la Cumbre de la
ciudad francesa figuraba la convocatoria de un foro de reflexion, la Convencion
Europea, que debia impulsar un desarrollo mas firme en la via
hacia la federacion mediante un nuevo Tratado.

LA CARTA DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES.

El Consejo Europeo de Niza no solo aprobo el Tratado homonimo, sino


un documento de gran importancia para el avance de la Europa de los Ciudadanos:
la Carta de los Derechos Fundamentales de la Union Europea.
La Union contaba ya con una Carta Social que afectaba al ambito de los
derechos de los trabajadores. Pero el Consejo Europeo de Colonia, en 1999,
estimo que era necesaria una declaracion global de derechos ciudadanos,
que comprometiera a todos los paises miembros y, sobre todo, a los nuevos
adherentes, que provenian de culturas juridicas y politicas muy distintas.
Encargo su redaccion a una Convención Europea formada por un comisario
europeo y un representante de cada pais miembro. Trabajaron sobre un
corpus muy variado, desde las Declaraciones de Derechos Humanos de la
ONU y del Consejo de Europa, o la Carta Social de este ultimo, hasta diversos
convenios internacionales sobre materias concretas, como los desarrollados
por la Organizacion Internacional del Trabajo. Concluido el trabajo
de la Convencion, el Consejo Europeo proclamo la Carta de los Derechos al
inaugurarse la Cumbre de Niza, el 7 de diciembre de 2000. No obstante, su
entrada en vigor fue pospuesta, ya que el Reino Unido y Polonia se resistian
a que el Tribunal de Justicia de la UE fuera la unica fuente de jurisprudencia
sobre algunos de sus principios, sobre todo los relacionados con los
derechos laborales. A fin de superar el veto, hubo que modificarla mediante
una clausula opt-out, para reservar a los tribunales de ambos paises la
interpretacion del articulado en su ambito territorial, aunque los polacos
renunciaron mas tarde a la exencion. La nueva version de la Carta se presento
el 7 de diciembre de 2007, y, cinco dias despues, el Tratado de Lisboa
la convirtio en texto juridico vinculante.
La Carta establece seis grandes capítulos de derechos, que obligan a las
instituciones de la UE y a los estados miembros, aunque solo en el ambito
de la aplicacion de la legislacion comunitaria. Conforme a los titulos de los
capitulos, el documento ampara los siguientes derechos de los ciudadanos
y residentes de la Union:
— Dignidad (dignidad humana, derecho a la vida y a la integridad de la
persona, prohibicion de la tortura y de las penas o los tratos inhumanos
o degradantes, prohibicion de la esclavitud y del trabajo forzado).
— Libertad (derechos a la libertad y a la seguridad, respeto de la vida
privada y familiar, proteccion de los datos de caracter personal, derecho
a contraer matrimonio y a fundar una familia, libertades de
pensamiento, de conciencia y de religion, de expresion e informacion,
de reunion y asociacion, de las artes y de las ciencias, derecho
a la educacion, libertad profesional y derecho a trabajar, libertad de
empresa, derecho a la propiedad, derecho de asilo, proteccion en
caso de devolucion, expulsion y extradicion).
— Igualdad (igualdad ante la ley, diversidad cultural, religiosa y linguistica,
igualdad entre hombres y mujeres, derechos del menor, derechos
de las personas mayores, integracion de las personas discapacitadas).
— Solidaridad (derecho a la informacion y a la consulta de los trabajadores
en la empresa, derecho de negociacion y de accion colectiva, de
acceso a los servicios de colocacion, proteccion en caso de despido
injustificado, condiciones de trabajo justas y equitativas, prohibicion
del trabajo infantil y proteccion de los jovenes en el trabajo, vida familiar
y vida profesional, seguridad social y ayuda social, proteccion
de la salud, acceso a los servicios de interes economico general, proteccion
del medio ambiente, proteccion de los consumidores).
— Ciudadania (derecho a ser elector y elegible en las elecciones al Parlamento
Europeo y en las elecciones municipales, derecho a una
buena administracion, derecho de acceso a los documentos, Defensor
del Pueblo Europeo, derecho de peticion, libertad de circulacion
y de residencia, proteccion diplomatica y consular).
— Justicia (derecho a la tutela judicial efectiva y a un juez imparcial,
presuncion de inocencia y derechos de la defensa, principios de legalidad
y de proporcionalidad de los delitos y las penas, derecho a no ser
acusado o condenado penalmente dos veces por el mismo delito.
En una decada como fue la primera del siglo XXI, en la que la UE se enfrento
a crecientes dificultades de funcionamiento y de voluntad politica
de avance, la Carta de los Derechos Fundamentales marco un hito sumamente
positivo en su desarrollo, al consolidar los fundamentos de democracia,
igualdad y solidaridad como inherentes al conjunto de las sociedades
europeas y exigibles a cualquier institucion o persona presentes en el
territorio de la Union.
LA COMUNIDAD EUROPEA DE DEFENSA
El prometedor arranque de la CECA coincidió con el fracaso de otras iniciativas de integración en la Europa del Oeste, que
ponían de relieve las dificultades inherentes al proceso de unificación continental. El más significativo fue la Comunidad
Europea de Defensa, la CED. Consideraciones militares al margen, puso de relieve la existencia de grandes sectores del
electorado y la clase política del Continente que rechazaban la propuesta federalista para la construcción política europea y
la pérdida de soberanía nacional que implicaba. El estallido de la guerra de Corea, en junio de 1950, llevó a su paroxismo el
miedo a una confrontación global entre el Este y el Oeste. En Washington se creía que el centro neurálgico de esa posible
tercera guerra mundial sería Europa, no el Extremo Oriente. Para la Administración Truman era fundamental reforzar el
ámbito estratégico de la OTAN, facilitando el ingreso de la República Federal alemana, establecida el año anterior, y
dotándola de un potente ejército. También eran de ese parecer de los británicos. A propuesta de Winston Churchill, en
agosto de 1950, la Asamblea Consultiva del Consejo de Europa aprobó una resolución instando a los estados miembros la
creación inmediata de un ejército europeo nutrido con contingentes nacionales, incluido el alemán, bajo un mando militar
conjunto y que actuaría en el seno de la OTAN.

En Francia, que había sostenido tres guerras contra Alemania en menos de un siglo, este asunto causaba honda
preocupación. Buena parte de su opinión pública contemplaba el caso como una clara demostración del papel imperial de
los Estados Unidos con respecto a sus aliados europeos. Pero como, por otra parte, la defensa de Europa occidental
frente a la URSS era imposible sin la ayuda de la superpotencia americana, el Ejecutivo francés, que sostenía una costosa
guerra contra un movimiento de liberación prosoviético en Indochina, no estaba en condiciones de oponerse a la
admisión de la RFA en el club atlántico. Parecía posible, sin embargo, reducir la capacidad del Ejército germano-occidental
para ejecutar políticas independientes subordinándolo a un centro de decisiones supranacional, unas Fuerzas Armadas de
Europa. En septiembre de 1950, gracias en buena medida a una gestión del secretario de Estado norteamericano,
Acheson, cerca de sus colegas francés y británico, el Consejo Atlántico aprobó el rearme alemán y abrió las puertas a una
futura adhesión de la RFA a la OTAN. En Francia gobernaba la IV República una inestable coalición de fuerzas centristas,
encabezada por el europeísta Movimiento Republicano Popular. Sus dirigentes, que habían entrado decididamente en la
senda de la reconciliación francoalemana con la Declaración Schuman, se mostraron dispuestos a patrocinar la creación
de un ejército europeo en el que, junto a los cinco estados signatarios del Tratado de Bruselas, se pudieran integrar
Fuerzas Armadas italianas y germano-occidentales.

A partir de una iniciativa de Jean Monnet, el primer ministro galo, René Pleven, lanzó la idea de una Comunidad Europea
de Defensa (CED). Pleven proponía que la CED pudiera asumir la defensa territorial de la Europa occidental en caso de
conflicto con el bloque soviético, incorporando así a la RFA a una organización de seguridad específicamente europea. Ello
implicaría, inevitablemente, unas líneas generales de política exterior comunes a todos los estados miembros, que
Monnet concibió desarrolladas a través de una Comunidad Política Europea (CPE). De esa forma, el federalista Monnet
esperaba que, mediante iniciativas funcionalistas, se crearían simultáneamente las tres bases de los futuros Estados
Unidos de Europa: la económica (CECA), la militar (CED) y la política (CPE). El Plan Pleven, del 23 de octubre de 1950,
proponía crear el Ejército europeo «sujeto a las instituciones políticas de una Europa unida» y colocado «bajo la
responsabilidad de un ministro europeo de la Defensa, asistido por un Consejo de Ministros, bajo control de una
Asamblea Europea y con un presupuesto militar común».

Obtenida en diciembre la aquiescencia del Consejo Atlántico, las conversaciones sobre la CED, apoyadas por 16 lOMoARcPSD|3409350

Washington, se iniciaron en febrero de 1951 y se prolongaron más de un año, con serias complicaciones. En primer lugar,
el Ejecutivo francés tuvo que romper la resistencia de su Asamblea Nacional, mayoritariamente opuesta al renacimiento
de Alemania como potencia militar. Lo logró asumiendo la garantía de que el Ejército de la RFA estaría integrado por
pequeños contingentes subordinados al Alto Mando europeo. A partir de ahí, Francia logró el consenso de Bélgica,
Holanda, Luxemburgo, Italia y la RFA, es decir, de la naciente Europa de los Seis, para crear la Comunidad de Defensa,
cuyos miembros seguirían perteneciendo a la OTAN. Pero el Reino Unido, el más firme aliado militar de París hasta
entonces, se negó a integrase en la CED, prefiriendo mantener su política de seguridad estrechamente vinculada a
Washington en el seno de la Alianza Atlántica. El Tratado constitutivo de la CED se firmó en París, el 27 de mayo de 1952.
Aunque, en teoría, todas las Fuerzas Armadas de los países miembros estarían encuadradas en el esquema estratégico de
la Comunidad, esta mantendría operativa sólo una fuerza de intervención rápida —la «fuerza de choque»— de unos
50.000 hombres, bajo el mando del Comandante Supremo de la OTAN en Europa (el SACEUR), un militar norteamericano.
La CED se dotaba con un aparato institucional vinculado al modelo Monnet-Schuman de Comunidades europeas, que se
iba a emplear también en la CECA: una Comisión, órgano ejecutivo de nueve comisarios encargado de la administración
interna y de la logística del Ejército europeo; el Consejo de Ministros, con los responsables de Defensa de los estados
miembros; la Asamblea parlamentaria, que sería la misma de la CECA, con tres escaños más para Francia, Italia y la RFA; y
el Tribunal de Justicia, también compartido con la CECA. Había desaparecido el ministro de Defensa europeo previsto en
el Plan Pleven.

Pero la CED, creada sobre el papel, no llegó más allá. La ausencia británica limitaba mucho sus posibilidades. En Francia,
donde florecía el antiamericanismo, la derecha gaullista —la Alianza del Pueblo Francés, entonces en la oposición— se
negó a ratificar el Tratado e hizo causa común con el Partido Comunista para anularlo. Tras muchos meses de
negociaciones entre los partidos, y con la Comunidad de Defensa ya aceptada por los parlamentos del Benelux y de la
RFA, el jefe del Gobierno, Pierre Mendés-France, al frente de una coalición de centro-derecha que ahora incluía a los
gaullistas, propuso modificaciones en el Tratado de París: que se redujera su vigencia de cincuenta a veinte años, se
introdujese el derecho de veto en el Consejo —rechazado por los demás socios—, que el contingente francés en el
Ejército europeo tuviese mayor autonomía y que se diese carpetazo a la Comunidad Política, prevista en el Tratado de la
CED y que comunistas y gaullistas rechazaban de pleno. Pero, incluso así, el 30 de agosto de 1954 la Asamblea Nacional
francesa rechazó la propuesta de ratificación del Tratado. El Gobierno postergó indefinidamente un nuevo intento de
convalidación parlamentaria, con lo que la Comunidad de Defensa, iniciativa francesa, quedó condenada por su negativa.

LA ASOCIACIÓN EUROPEA DE LIBRE COMERCIO

La creación de las Comunidades Europeas escindió en dos a la OECE, hasta entonces el principal organismo de
cooperación entre las economías capitalistas del Continente. El inicio del proceso de integración dejaba fuera al Reino
Unido, que no quería asumir el nivel de adhesión que requería el Mercado Común. Pero también excluía a las más débiles
economías de la periferia europea. Perdidos sus objetivos iniciales, que eran distribuir la ayuda del Plan Marshall y
potenciar la recuperación económica en la posguerra, los socios de la OECE procedieron a convertirla en un nuevo
organismo, la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) al que se incorporaron Estados Unidos,
Canadá y Japón, con la intención de afiliar a los países capitalistas industrializados de la época en un organismo
internacional que orientase sus políticas económicas en razón de la coyuntura internacional, pero sin merma de la soberanía
de los estados miembros.

Los británicos eran presa de una contradicción básica. Algunos sus políticos e intelectuales habían figurado siempre en la
vanguardia del europeísmo. Pero la opinión pública de las islas, y con ella la mayor parte de las elites económicas y
sociales, se mostraban abiertamente contrarias a cualquier cesión de soberanía a una Europa transnacional. Londres no
podía renunciar a los intercambios con los países del Continente, que suponían más de la mitad de su comercio exterior.
Pero la integración en el núcleo comercial de la CEE, mediante la unión aduanera, suponía un riesgo mortal para el
sistema de tarifas preferenciales de la Commonwealth, que permitía al Reino Unido vender sus manufacturas y obtener
materias primas y productos agrarios en su exclusivo ámbito imperial en condiciones muy favorables.

Una solución, alternativa al Mercado Común podía consistir en la creación de una «zona europea de libre cambio», como
propuso el canciller del Exchequer Harold MacMillan, en octubre de 1956. Un área de libre cambio es una asociación de
países que suprimen las barreras aduaneras al comercio y renuncian a mantener cualquier política de contingentes entre
ellos. Pero, al contrario de una unión aduanera como la CEE, aquí no existe la tarifa exterior 20 común, con lo que los
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socios son libres de establecer acuerdos tarifarios individuales con terceros.

Los británicos veían en ello la ventaja de que podrían negociar desarmes arancelarios sectoriales sin incluir los productos
agrarios europeos, cuya importación en las islas, carente de sujeción a la PAC del Mercado Común, seguiría sometida a
fuertes gravámenes en relación a los productos de la Commonwealth. De este modo, Londres pretendía una suerte de
asociación «a la carta» con la CEE, aplicándola para ciertos grupos de productos cuando interesara a las dos partes, pero
sin vincularse a la rígida disciplina comunitaria y manteniendo vínculos privilegiados con Estados Unidos, la
Commonwealth y el conjunto de países de la OECE. A partir de la primavera de 1957, mientras rechazaba sucesivas
ofertas para integrarse en las Comunidades Europeas, la delegación británica en la OECE, presidida por el ministro
conservador Reginald Maudling, intentó convencer a los restantes miembros de que se afiliaran a la zona europea de libre
comercio. Finalmente, el 15 de diciembre de 1958, el ministro británico de Comercio conminó a los Seis a integrarse en el
área librecambista, lo que el ministro de Exteriores francés, el gaullista Couve de Mourvielle, rechazó en nombre de
todos.

Rotas las conversaciones con la CEE, la diplomacia londinense se centró en los restantes miembros de la OECE. Aunque el
precedente de la frustrada Uniscan con los países nórdicos no era un buen augurio, las conversaciones progresaron y
Suecia, Noruega, Dinamarca, Portugal, Austria y Suiza se manifestaron dispuestos a unirse al Reino Unido en un área
comercial común. El 4 de enero de 1960, «la Europa de los Siete» se constituyó mediante la Convención de Estocolmo,
que establecía la Asociación Europea de Libre Comercio (AELC), que sería universalmente conocida como la EFTA, por sus
siglas en inglés (European Free Trade Association). Finlandia se asoció en 1961 e Islandia en 1970, mientras que la
República de Irlanda estableció vínculos con la Asociación mediante su unión comercial bilateral con el Reino Unido.
Desde sus comienzos quedó patente que la AELC jugaba en desventaja respecto a la Pequeña Europa del Mercado
Común. No era un proyecto de integración económica, ni vislumbraba una futura unión política y carecía de instituciones
propias, fuera del Consejo de Ministros, por lo que su vuelo era muy corto. Sus miembros no disfrutaban, excepto los
países escandinavos, de unas amplias fronteras comunes, sino que tenían sus centros de producción y comercialización
muy dispersos. Y sus economías, incluida la británica, eran más débiles que las del conjunto de los países integrados en la
CEE. La libertad en el establecimiento de la tarifa exterior de cada estado miembro, que podía importar bajo sus propios
aranceles productos industriales de terceros países, planteaba un serio problema de competitividad en el mercado
interior de la Asociación, que apenas pudo solucionarse mediante la implementación de gravámenes compensatorios,
ajenos al propio espíritu de la AELC. Y quedaban fuera de su ámbito de actuación los productos agrícolas y pesqueros.

Cuando en Londres fueron plenamente conscientes del error que habían cometido era ya tarde para hacerse perdonar
sus reiterados rechazos a las invitaciones de los Seis durante los cincuenta. Los británicos se mantuvieron en la AELC, pero
un año después de su creación comenzaron a dar muestras de querer ingresar en el Mercado Común. Sin embargo, la
Francia de De Gaulle estaba dispuesta a hacerles pagar un alto peaje por el ingreso.

DE GAULLE Y LA CONSTRUCCION EUROPEA.

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