HISTORIA DEL SIGLO XX
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GIULIANO PROCACCI
HISTORIA GENERAL
DEL SIGLO XxX
CRITICA
BARCELONADET 2ICro XX
HieLOBIV CEMEBVT
CINTTVUO BYOCYCCIa)
La segunda guerra mundial
19.1. BL PRIMER ANO DE CUERRA
La estrategia que Hitler querfa seguir y siguié durante la primers fase de la
{guerra no és, bien mirado, muy distinta de la que habia guiado su politica
‘exterior: poner a susadversarios cada vez ante el hecho eonsumado, esperar
sur reacciones y comportarse en consecuencia. En sus planes la guerra se
cenfigurabs como una sucesién de campatiasinstanténess y victoriosas, una
secvencia de aguerrss« >» altemadas con geatos y ofertas de paz.
Con Polonia le tlio perfectamente. Tras apenas cuatro semanas desde
clcomicnzo de las hostiidades, el 28 de septiembre, Varvovia capitulaba. El
6 de octubre, tomando la palabra en el Reichstag, Hitler declaraba que, una
‘ez solucionada la controversia con Polonia, no tenia otras reivindicacones,
salvo la devolucién de las coloniss, sobre la que se podi tratar; asi, propo-
nia a Inglaterra y Francia la convocatoria de una conferencia econdmaica
ceuropes, oferta que fue rechazada por los gobiemes aliados. Una negativa
probablemente esperada, sel 22 de octubre Hitler decidia pasar a su seunda
Jniclativa dl ataque 1 Francia, que deberiarealizarse cludiendo la lines Ma-
ginot, como ya en 1914, a trivés de Bélgica y Holanda. Pero tuvo que en-
fencarse alas reticenclas de sus gencralcs, quienes, recordando la experiencia
i Wied gis atl) coat ea ama
precipitada. Algunos, como habia pasado en visperas de la conferencia de
‘Mainich legaron a tomar contacto con ambientes ingleses dejando entrever
Ja posbilidad de un golpe de estado para deponer al Fubrer. La fecha del
Inicio del ataque, pues, fue aplazada nada menos que veintinucve veczs an~
tes de ser jada definitivamente para el 10 de mayo de 1940,
Entre getubre de 1939 y mayo de 1940 pasaron asi siete meses en los
aque las operaciones militares se estancaron: fue la llamada dle de guerre, la
lag dept aed era muna
‘guerra por burla. Si por parte alemana eso se explica, dems de por la des-
con plenos poderes. Adems, estaba prevista
aunque no llegé producirse—la deportacién 2 Siberia de treints yun mi-
ones de russ y polacos para dejar espacio alos colonos alemanes. En cuan
el gr dprsion se mga goer mundi! ”
10 alos judios, en Rusia y en toda Europa, habia que exterminarlos, Tal era
Ia decisiSn que Hitler habia tomado en julio de 1941, en la eippide de sus
triunfos, decision que posteriormente se veria confirmada en la conferencia
de Wannsce del 26 de enero de 1942, en la que se decidié la ssolucidn f-
nals, Latarea de llevar a cabo esas delitantes medidas correspondia a las SS,
que en lt campata de Rusia tuvieron un papel y una auronom(a de inicia-
‘iva queanteriormente no habian tenide.
Haca finales de 1941, Alemania, pus, jercia su control sobre toda Ea~
ropa, desde Escandinavia ul Mediterraneo, desde el Atléntico« las lanuras
rusas, ya caida de la URSS pareeia inminente. Asi a suerte en el conficto
parecia estar del ldo de las potencias fascista, pero quedaba la incognita de
{a postura que asumician los Estados Unidos de América
‘Trassu segunda reeleccion en noviembre de 1940, Roosevelt presensd al
Congreso uns ley con la que se autorizaba a «vender, alquilaro prestareayu~
clas, inchidas las armas y as municiones, a los estados amenazados por una
agresidny cuya seguridad se considerara de interés para Estados Unidos ley
aque fue sprobaca pore! Congreso el 11 de marzo de 1941. Es evidente queel
cstado amenazado por una agresin al que esta medida se refer sin nombrar-
Jo, era Inglaterra y con ella, de hecho, se entablaron conversaciones a nivel de
Josestacos mayores en vista de un compromiso militar comin. En julio, con~
tingents nortearncricanos sc instalaban cn Islandia y en agosto Roosevelt y
Churchill se encontraron 1 bordo de tn bareo de guerra en las aguas frente
a Terranova. Al final de este encuentro suscribieron ta Carta Attintca,
sobre laque tendremos ocasién de volver. Extaba claro, pues, por si quedars
‘alguna duda, de que lado se pondrian los Estados Unidos en caso de que de-
‘édicran interven, pero esta decisibn seguta sin tomarse ni se podia en ab-
solute dar por descontada Las tendencias ylos humores aislacionistas que
habfan condicionado la politica exterior del presidente estaban todavia am-
pliamente difundidor, y Ia opiniéa publica yel mundo politico estaban més
interesados en el desarrollo de la siruacién en el drea del Pacifico que en el
de la guerra europea. Por lo tanto, las decisiones de la administraci6n norte-
americana dependian del rumbo que tomasen las relaciones con la mayor
potencia de! ea, Japs.
Como se ha visto, tales relaciones habian conocido, en los afios inme~
iatamente precedentes al estallide del conilicto, momentos de teasién, y
seguian dificiles, Para mayor tensién, lo japoneses habian susctito en sep
tiembre de 1940 una aliarza militar con Alemania e Italia que, entre otras
cosas, prveia ua empefio comin en caso de staque militar norteamericano &
tuno de os miembros, y posteriormente, en julio de 1941, habfan ocupado la
Indochina francesa. Como represaia a esta iltima iniciativa, Estados Uni-
dos decrets el secuestro delos bienesjaponeses en su territorio, mientras que
Inglaterra y sus dominios rompieron las relciones dipfomaticas con Japon” Hite ed gle
y efectuaron en su contra un embargo al que se surné también la Indonesia
hholandesa. Para un puis como JapSn, cuya economia dependia totalmente
de la importacion de materias primas, esto equivalia a un estrangulamiento
Y por tanto el gobiemo japonés se encontré ante la eleccién entre una nego-
ciacién en posicién de inferioridad y fa guerra. En un primer momento se
cligié el primer camino, pero ls condiciones impuestas por los norteameri-
anos, que implicaban el abancono de los territorios ocupados en China, se
consideraron inaceptables por los gobemantes japoneses. No quedba otra
alternativa que la guerra.
EL de diciembre de 1941, aviones japoneses atacaban, sin previa de-
claracign de guersa, la armada norteamericana arclada en Pearl Harbor, en
las islas Hawai, que sufti6 enormes pétcidas. I estallido de las hostiidades,
entre Japon y Estados Unidos 20 implicaba la unificacién automatica entre
clescenario de guerra que se acababa de abrir en el Pacifico y el exropeo: la
URS mantenia.un pacto de neutralidad con Japon y Estudos Unidos atin no
habia declarado ls guorra« las potencias del Bj, nies seguro que hubiese
podido hacerlo. Los que realizaron esta nificacion fueron Hitler y Musto-
lini: el 11 de diciembre Alemania, y tras ella ealis, declaraban la guerea a
los Estados Unidos. Mucho se ha debatido sobre las motivaciones de esta
decision, que algunos estudioscs consideran precipitada¢ incluso inexplica-
ble, mientras que otros ereen que fue imoulsada, si no impuesta, por la con-
veniencia de obligar alos Estados Unidas a distribuir desde un principio su
potencial belico entre dos frentes. Sea como fucre, con ello el conflicto eu-
ropeo y el asitico confhuian er una inica guerra mundial
19.3. LAS ESTRATEGIAS DE Los Dos BLoQuES
CONTRAPUESTOS
Una guerra mundial no se puede conducir sin una esteategia también
mundial. Esta tltima, a su vex, no puede consistir slo en los planes rela-
tivos al desarrollo de las acciones militares, sino también, y sobre todo, en
la determinacién de los fines ée guerra y en la elaboracién de un proyecto
politico para el mundo de la posguerra. En otros terminos, cada uno de los
contendientes esti obligado a declarar para qué tipo de w:uevo orden hu-
cha y qué sistema de relaciones internacionales quiere construi. Si no lo
hiciera, le faltaria un arma furdamental, le que proporcionan las motiva-
ciones de lor combatientes la llamada «moral de las tropass— y de la opi~
én publica
Como se ha visto, Alemania, Italia y Japén hbian suscrito en septiem-
be de 1940 un pacto-el denominado «Pacto Tripartitor que comprome-
tia los firmantes a wofrecerse mutua asistencia en caso de que una de las tes
Dela gran iprain a lsepnde pure mundial ”
partes sa atacada por una potencia que no estéactualmente implica en la
fuerra europes o en el conflcto chino-japonése, una pecfrasis que se refe-
ra con toda evidencia a Jos Estados Unidos. Esto suponia en primer lugar
‘una coordinacidn entre los eespectivor estados mayores y Ia elaboracibn
de una estratezia militar comiin,y con este fin en enero de 1942 se firm6 en
Berlin un acuerdo militar en el que se delimitabun las respectivas zonas de
‘operacién. Pero e! acuerdo no preveia ningiin organismo ce mando comin,
Jo que hacia problematica la coordinacién de las operaciones. Durante 1942
‘un intento en este sentido se hizo, pero, como veremos, con pobres resul-
tados. De hecho, cada uno hizo «su» guerra, persiguiendo «suse objetivos.
Por lo demés, dficilmente podia ser de otra manera, no sélo a causa de la
cistancia geogrifica sino sobre todo por la inconsistencia de los objetivos
1s comunes, Esto se deduce del propio texto del trtado Tripartito:en
primeros dos artculos las partes se comprometian a erespetar el papel de
direcciOne de Alemania ¢ Italia epara cl establecimiento de un nuevo orden
cen Europte y el japonés «para el establecimiento de un quevo orden en la
mas grande Asia orientale,
Pero gen qué consist este «nuevo ordens que se auguraba tan solemne~
mente? El texto del tratado, salvo genéricas y cbvias menciores 4 «una par
uradera» ya la eprosperidad y bienescar de bss pueblos interesados», no
contenia nids indiczciones, y difcilmente hubiera podido contenerlas dadas
Jas divergencias existentes al especto,no solo entre los firmantes, sino tam-
bién dentro de los grupos disigentes de cada pats,
En el caso de Alemania, por ejemplo, el ministro de Exteriores Von
Ribbentrop apostaba por la constiruciin de un «bloque continental as
co-europeo que inchiyera ls Unién Soviética y se opusiera alas potencias de
lengua inglesa, mientras que otros representantes nazis proponian solucio-
nes distintas. En el marco del plan de Von Ribbentrop, a Unién Soviética
uedaria como socio de Alemania y rarticiparia con ella en la division del
‘mundo; incluso se barajé la posibilidad de atibuirle el dominio de la India.
Para Hitler, as ideas predominantes seguian sienco, en cambio, as de la am~
placion de espacio rita hacia el este, cel desmembramiento de la URSS y de
tn condorainio colonial entre el Reich y el Imperio briténieo. Fetos y otcos
planes, si bien se dversificaban y se contradecian entre ellos, si tenian en
comin una concepeién toset del sistema de las relaciones intemnacionales,
basada en la geopoiitca, una pseudociencia especialmente cultivads en Ia
‘Alemania n2zi cuyo axioma era el de la conflicvidad permanente en las re-
laciones entre estados. Con esas premisas la tnica ~y provisional solucisa
posible era In de la particién de! mundo en esferas de influencia entre las
{grandes potencias y las «razis superioress. En semejante escenario no ca
bian, obvismente, las aspicaciones a la emancipacion y la independencia
de los paises extracuropeos y de ls colonias. La cosa no sorprende:|a idea dem ” Heri genera dl ig
que indios y arabes pudiesen autogobernarse no podia por menos ¢e ser to
talmeate ajena ala ideologia racistahitleriana.
“También entce les goberrantes japoneses enistfan divergencias scerce de
las dizectrices y los objetivor para perseguir especialmente entre los que,
como el ministro de Exteriores Matsuoka, apostaban por una expansion en
, aparecen, als luz26, Heri gaat il x
Gel desarollo posterior de la relaciones internacionales, como meras fr
rmulas ritale. Per no se puede olvidar que estas fermulas expresabaa el estz-
do de dnimo y animaban las esperanzas de millones de hombres que habian
vivido la guerra is sangrientade todos los siempos ~cincuert y cinco ai-
ones de muertos~ y habia sido testigns de los bombardeos de arrsamien-
to sobre las ciadades, de las deportaciones cmusivas, det Holocaust, y que
antes habfan conceido, en Oceiente, las privaciones dela gran depresién, y
en la URSS, Jos horrores delas deporaciones ys pungss. Aquelas palabras
se les debian y epeesentuban in compromise tl que ningin gobernante po-
da sustrcrse. Tras el encuentro de octubre de 1944 ée las nottesy los
jporeentsjes-, Churchill escribié a Stalin una corta que aunca le ensiS= que
{erminaba eon esis consideraciones: «Tensmes la impresicn de que, vistas
desde lejos y en st conjunto las diferencias entre nests sistemas tende-
rin a disminir y que el gran principio que tenemos en commtin ~el de favo-
recer una vida mis rica y feliz en beneficio de lar masse populaces~ se irk
afianzando cada ano més. Probablemente, si habiers cireventa anos de px,
las diferencias que ahora generaran en el mundo infiitas turbaciones, #2
convertisfn en angumentos de meras discusiones académicaps, Cincueata
aiios han pasado; en este tempo «infinies turbaciones se han sucedido,
pero las generaciones que lis han vivido han conseguido ~y no sdlo en. Oc-
dente~ une vida mejor y mée lacga que sus pees y abuzloa Por o tant
podemos micar becia los das de Yalta, sino «académicamentes, icon un
mayor distanciamiento del que fue posible en los affor de la guerra fia
‘Entre la confecencia de Yala y el fin de la guerra ea Europa mediaron
tres meses, Motus in fine udocer el § de marzo, los ejécivs aliados forza
ban el Rin yel 16 de abril se untaban en Torgau, 2 orl del Elba, con las
‘vanguardas del efrito soviético; cl 28 Mussolini era ajustciado por lox
prtisanositlianosy l 30 Hitler se suicid6 con un tira en la boca en el bin
ker de la Cancilleria, micatras lve rutos ya eran duciios de a capital. Final
mente, i 8 y el de mayo el general Jodi firmaba el acta de rendicién,res-
pectivamente, con los aliados occidentale y con los ruses,
‘Roosevelt 20 pudo presenciarl ca de la victoria. El presidente norrea~
rmericano, que ya en Yalta se mostré fsicamente desmejorado, habia fallesi-
ddo el 12 de abn. Asi, slia de escena,en un momento especialmente cite,
una de las mayores figuras de a historia contemmporiaea Lacifica que se le
hha dirigido, especialmente en los aos dela guerra fea, sein I eal se mos-
{a6 demasindo complacicnte para con Stalin y e hizo ilusiones acer de la
cevolucisn democritica dela URSS,esciando menos discurible. Bastar con
recordar que fue el hombre que no sélo habia aprobado el wproyecto Man-
hattans ée construcrin de fa bomia atémica, ino que bahia seguide con
atencign su desarrollo, conacente de valor policy que la posesion de lt aue-
‘vs arma, con la saperioridad military tecnoldgics que de ello derivats, en
Dela ron dpritn se opende sera mundi 1
dirt en el mundo de ls porguera til y como ilo imaginaba: un sistema de
‘leciones internacionales en elque lo» Estados Unidos tendifan que dejar
definitivamente a sus espaldas sus tentaciones aslaconistas y asumir, por
‘contra, las responsabilidades y la carga de nivel planetasio que competian
la gren potencia que eran, Parte fundamental de ese grand design ers la i-
uiducién gradual cel colonialismo, lo gue consttuls uno de [os mayores
pantos de desacuecdlo entre el presidente norteamericano y Winston Chur-
‘hill El de Roosevelt era, en definisiva, el proyecto de una «ehegemoniar
planctari, sicon este téemina se entiende no slo y no tanto la determina
ida a reer el mando, sina tambien, y sobre todo, la eapacidad e incuso lz
rmotericién necesarias para eu eercicio,y la isponibilidad a aceptar com-
[promisos con sus interlocurores. La historia de las modalidades con que este
Tiderago fue gestionado por sus sucesores es, como veremor, extremada-
mente compieja y contradictoria. Nos limitaremos, pues, adzlantar que e)
shandono definitive de aslacionismo ba quedado como tna constante de ls
poltica exterior norteumericana Gurante roa la segunda mitad de! silo xx
19.9. EL FINAL DE LA GUERRA EN gL Pacirico
Soha visto ebmo, ras la derrote en le batalla naval de fs ilas Midway, los
jnponeses habsan perdido su superioridad mantima, A partir de aquel mo-
‘mento lainiciativa pasé alas manos de los norteamericanos y se desarrolls
segtn la estrategia que se denomind de eis sltos de rana»,¢s decit de uaa
isla a otra, comenzando por Cuadalcand, ocupaca en febrevo de 1940 al
precio de tremendos combates, hasta Mania, donde desembarcaron en j=
ni de 1945, llegando Finalmente a Okinawa, yaen tenitorio japonés. Peso
‘mientras los norteamericanos proseguian su marcha de aeercamiento por
‘la maritima, los japoneses no se quedaban parados en ls frente testes.
En marzo de 1944, un cuespo del ejército japonts,reforzado por algunas
unidades del ejército nacional indion, particudo de Birmania, aned una
‘ofensiva en direccin de la Indi. El ejercito indio habia sido seclutado en-
tre los prisioneros de guerra indios por el lider bengali Subhas Chandra
Bose, que habia pasado del servicio de los alemanes al de los jagoneses, y
que apostaba por una insusrecsidn popular india. Ene fente chino las cosis|
fueron, en cambio, de otra manera; ali las tropasjaponesas pasaron a la
ofensiva en abril de 1944 y obtuvicron éxitos notables, logrando hacerse con
labase area norteamericana de Henyang, ce gran transcendencia esratégi~
ca. A finales de 1944, pues, la guerra en ol Pacifico pases estar Iejs de 2a
conclusin; los planes militares norteamericanos prevefan qe seguiria du=
‘ante 1946, De ai que, primero en Teherin y lego en Yaea, Reoseveltin-
sistera para que la UIRSS se surase 2 ls lucha contra los jeponeses