Está en la página 1de 94

Reparando el

corazón roto
P R IME R O S AU XIL IO S PA RA L A S
HE RI DA S D EL AL MA

Cary Palmón
Publicado por
Naciones Unidas en Cristo, Inc.
Tulsa, Oklahoma

© 2016 por Naciones Unidas en Cristo, Inc.


Reservados todos los derechos.

Todas las citas bíblicas de esta publicación han sido tomadas de la


Reina Valera 1960 (RVR60). La excepción ha sido señalada.
Utilizado con permiso.

ISBN 13: 978-1530963010


ISBN 10: 153096301X
Índice

Prólogo ..........................................................1
Un pasado trágico ..........................................5
Cómo ocurre la herida ................................ 17
La maleta dolorosa ...................................... 27
Relaciones dañinas ...................................... 41
El proceso para la sanidad ...........................61
Una relación transformadora ...................... 79
Acerca de la Autora .....................................85

i
El Espíritu del Señor está sobre mí,
Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas
a los pobres;
Me ha enviado a sanar a los quebrantados de
corazón;
A pregonar libertad a los cautivos,
Y vista a los ciegos;
A poner en libertad a los oprimidos;
A predicar el año agradable del Señor.

Lucas 4:18,19
Prólogo

Hace unos años atrás, durante uno de mis


momentos de oración, repentinamente un
pensamiento inusual vino a mi mente, alma
y corazón. Fue una especie de viaje en el
tiempo y en la historia.
Recuerdo que me veía como en un
mercado de esclavos, esperando a ser
vendida al siguiente dueño, sabiendo que
este me maltrataría y me haría sufrir mucho.
Aquella mañana –en mi mente- me vi
sucia, apestosa, con cadenas en mis tobillos.

1
2 • CARY PALMÓN

Mis muñecas tenían cicatrices provocadas


por el hierro, y en otras partes del cuerpo
tenía heridas nuevas y supurantes debido a
las infecciones.
Estaba aterrorizada, con mis emociones
paralizadas, sabiendo que lo que me esperaba
iba ser peor de lo que había estado pasando.
No sabía qué hacer… Entonces, de
pronto, en ese momento de agonía, un
hombre con aspecto diferente se acercó, en
medio del hedor del mercado, y pagó mi
precio.
¡Me había comprado alguien diferente!
¿Quién era?
Durante el camino a su casa, se mantuvo
silencioso, sin decir nada. Yo seguí tras él.
Cuando llegamos, me llevó a su habitación
donde, con mucho cuidado y ternura, cortó
las cadenas que me ataban, me despojó de
mis ropas de esclava, me bañó derramando
sobre mi cuerpo un delicioso perfume y
REPA RA NDO EL CO RA Z ÓN ROTO • 3

procedió a curarme las heridas y cicatrices de


mis tobillos y muñecas, aplicando un
ungüento hasta que las mismas
desaparecieron.
Ordenó traerme un vestido que a mis ojos
era muy hermoso, pues nunca había tenido
uno así, y luego de un instante ya lo tenía
puesto. Después, para mi mayor asombro,
me llevó a la presencia de su padre quien,
para mi gran sorpresa, era el Rey. Me lo
presentó.
Mi benefactor me hizo sentarme a su
lado. Al mirar a mí alrededor, me di cuenta
de que estaba en el asiento al lado del
Príncipe… Y yo, en medio de un gran
estupor, ¡no podía creer que había salido del
mercado de esclavos para estar sentada al
lado del Príncipe!
Este tierno y amoroso príncipe se dirigió
a mí y me dijo: “Desde este día puedes vivir y
reinar conmigo. Ya no eres esclava ni jamás
4 • CARY PALMÓN

lo serás. Ahora te doy un encargo; y es que


vayas al mercado de esclavos y busques a
hombres y mujeres que, al igual que tú, están
esperando un rescate; que los traigas a mi
casa, donde sanarán sus heridas, y serán
también príncipes y princesas como tú”.
Ese pensamiento transformó mi vida
desde aquel día hasta hoy.
Mi querido lector; si tú eres uno de esos
esclavos, este libro ha sido escrito para ti,
porque Jesucristo –nuestro Príncipe– desea
sanar las heridas y cicatrices de tu pasado; y
te invita a que goces de un futuro donde
puedas reinar en esta vida. Tienes el poder
de reinar en este mundo gracias a Él, quien te
amó al punto de que no dudó en pagar con
su propia vida para comprar tu libertad.
CAPÍ TU LO 1

Un pasado trágico

Nací en el hogar de unos padres cariño-


sos. Crecí como hija mimada. Mis padres
hablaban de mi futuro y los sueños que ellos
tenían para mi vida. Estaba segura que algo
maravilloso me esperaría cuando creciera.
Cuando uno es niño, cree que todas las
personas son como sus padres. Si ellos son
buenos, entonces todos los hombres han de
ser buenos también; y si son malos, pues
todos han de ser malos también. Tuve yo la
gran dicha de tener un buen padre y una

5
6 • CARY PALMÓN

buena madre pero, inocentemente, pensé


que todas las personas eran como ellos.
Hasta que un día... conocí la maldad, y
puedo decirte sin titubear, que fue el inicio
de mis días de amargura.
Ese día fatal, vino a mi casa un supuesto
amigo de mi padre haciendo terribles
acusaciones contra él, y como resultado de
los cargos que este hombre le atribuyera, mi
padre fue cruelmente asesinado; apenas a los
37 años de edad. Aquel hombre, quien había
sido muy favorecido por mi padre cuando
éste vivía, desencadenó una terrible secuela
de actos de crueldad contra mi padre, los
cuales culminaron en la violencia que le robó
su vida y destrozó el corazón de mí madre, el
de mi hermana menor y el mío propio.
Mi madre quedó destruida por completo
emocionalmente, al punto que después de la
muerte de mi padre, ella no podía incorpo-
rarse a la vida, y se entregó a la depresión,
REPA RA NDO EL CO RA Z ÓN ROTO • 7

tomando pastillas para dormir, porque no


podía confrontar lo que era la vida sin el
hombre que amaba, hallándose viuda y con la
responsabilidad de cuidar a sus dos hijas.
Dentro de mi corazón había tanto rencor
contra ese hombre, que a pesar de tener yo
solamente 15 años de edad, lo odiaba como al
peor de los seres humanos, y hubiese sido
capaz de cualquier acción de violencia para
vengar la muerte de mi padre. Estos senti-
mientos son tan destructivos, que hacen su
nido en nosotros, albergando maldad y ma-
los pensamientos, cuando no tenemos a Dios
dentro de nuestro corazón.
Es rara la forma como nos comportamos,
cuando hablamos de Dios: Decimos que
creemos en Él y nuestras vidas no muestran
el fruto de una relación con Él, o aún siquie-
ra algún rasgo de su misericordia… todo ello,
a pesar de que con nuestras bocas profesa-
8 • CARY PALMÓN

mos conocerle. Eso me estaba sucediendo a


mí, mientras crecía llena de rencor.

Responsabilidades Prematuras
¡Si supieras en las condiciones que noso-
tras quedamos! No lo podrías imaginar. Por
fuera, una jovencita como todas; y por den-
tro, una persona llena de odio, cólera y vio-
lencia. En los meses que siguieron a la
muerte de mi padre, me vi obligada a madu-
rar rápidamente, pues de pronto asumí el rol
“del hombre de la casa”. La posición econó-
mica que gozábamos se esfumó. Sobre mis
hombros cargué la responsabilidad de ganar
el dinero para alimentar a mi hermana me-
nor y a mi madre, quien estaba totalmente
atrapada en el dolor por la muerte de mi
padre y durmiendo constantemente a costa
de las pastillas que consumía.
Entonces obtuve un empleo; sin embargo
apenas nos alcanzaba para sobrevivir. No
REPA RA NDO EL CO RA Z ÓN ROTO • 9

puedo registrar todos los sacrificios sufridos


durante esos años, pero recuerdo que me iba
al amanecer a trabajar y llegaba tarde en las
noches, pues al concluir la jornada laboral,
me pasaba al colegio, para terminar mis es-
tudios con la expectativa de “mejorar la en-
trada económica”. Mi corazón estaba partido
en miles de pedazos, añoraba tanto a mi pa-
dre y peor aún, no podía decirle a mi mamá
lo mucho que estaba sufriendo porque pre-
sentía que eso únicamente empeoraría las
cosas. Mi hermana preguntaba y lloraba por
papá y mi madre me había prohibido decirle
que él había muerto. Me sentía tan indefensa
sin él y sin embargo, tenía que obtener fuer-
zas de donde no había para seguir viviendo.
El tiempo pasó y, como tú sabes, el tiem-
po ayuda a mitigar los dolores del corazón.
Quizás lo que sucede es que uno se acostum-
bra al dolor, se amolda a este terrible senti-
miento, y lo acepta como una parte más de su
vida.
10 • CARY PALMÓN

Una nueva dosis de dolor


Pasaron los años, ¡me casé!, tuve hijos, pe-
ro las cosas tampoco resultaron favorables, y
terminé en el divorcio.
Nuevamente mi vida estaba truncada, y
mis sueños hechos polvo. No comprendía
como podía ser posible que ello me estuviese
sucediendo, y que aquel sombrío sentimiento
de odio, tan familiar, hubiera regresado una
vez más a acompañarme en la vida. Simple-
mente no podía superarlo, parecía estar en-
cadenada a él.
Por las noches, cuando todo estaba tran-
quilo, meditaba y percibía algo mal en mí.
Sabía que ese profundo rencor era pecado y
que merecía ser castigada. Tal vez, mi final
sería un infierno sin esperanzas y no tenía la
menor idea de cómo evitar ese terrible des-
tino.
¿Alguna vez sentiste que necesitabas ser
rescatado? Tal vez eres una de las tantas per-
REPA RA NDO EL CO RA Z ÓN ROTO • 11

sonas que se casó con alguien que finalmente


te defraudó, o quizás seas un adicto o adicta
sin ilusiones; o a lo mejor estás pensando que
el suicidio es la mejor forma de terminar con
todo. Déjame contarte lo que me sucedió y
como Dios cambió la situación de fracaso en
la que me encontraba, ya que lo que me pasó
a mí, también te puede suceder a ti.

Una invitación casi desperdiciada


En aquellos momentos tan difíciles, cuan-
do no alcanzaba el dinero para todas las ne-
cesidades que teníamos, cuando trabajaba día
y noche para sostener a mis hijos, y la amar-
gura reinaba en mi corazón, una señora me
invitó a asistir a una reunión en la iglesia. La
verdad es que no tenía ningún deseo de ir,
pues ya tenía suficiente trabajo y, dedicar
unas dos horas adicionales a algo que no me
interesaba, ciertamente no estaba en mis
planes. Pero esta señora fue tan insistente,
12 • CARY PALMÓN

que no aceptó mi negativa como respuesta,


así que accedí a ir con ella.
Cuando llegamos al lugar indicado, sentí
algo muy diferente, que antes no había per-
cibido, percibí que Dios estaba presente.
¡Dios en toda su magnitud, en todo su es-
plendor, estaba en ese lugar!, y oí sus pala-
bras dentro de mi corazón que me decían:
“Cary, Cary… no me has amado, no me has
dejado ser el número uno de tu vida, no me
has amado, no me has amado”.
Ese momento fue concluyente. Incliné mi
rostro pues no quería que nadie viese que
mis ojos se estaban llenando de lágrimas….
con mi corazón tan compungido de dolor…
sentía que Dios estaba presente, de una for-
ma que nunca antes lo había descubierto, en
toda su Santidad. Y allí estaba yo, ante Él,
llena de egoísmo… de altivez… sin entender
aún, que Él, era el Alfarero y yo simplemente
su creación. En aquellos momentos, con mi
REPA RA NDO EL CO RA Z ÓN ROTO • 13

corazón desolado, reconocí que era pecadora,


que nunca le había ofrecido mi amor. Co-
mencé a llorar con gran dolor en mi alma…
Fui a tomar un pañuelo de mi cartera y
cuando mis ojos descansaron sobre las pági-
nas abiertas de una Biblia que tenía la señora
que me había invitado, de repente, leí lo si-
guiente: “Acéptame como tu Salvador y Rey, y
tú y tu casa serán salvos”.

Una experiencia inexplicable


Cuando leí estas palabras, mi corazón sal-
tó dentro de mí, e inmediatamente repetí lo
que había leído y le pedí a Dios que fuera mi
Salvador y Rey. De pronto me di cuenta que
las lágrimas que seguían saliendo de mis ojos
ya no eran de dolor, pues se habían converti-
do en lágrimas de alegría. Algo grande había
sucedido dentro de mí ser, ahora Dios no
estaba distante, entonces entendí sin ninguna
duda que Él me amaba y que me había perdo-
14 • CARY PALMÓN

nado de todo mi pasado. Supe que mi vida sería


diferente desde entonces, que ya no estaba
sola, que su amor y su protección me harían
compañía el resto de mi vida
Me faltan palabras para describir la gran
felicidad que este evento trajo a mi ser; la
vida era distinta. Supe que tenía un nuevo
comienzo.

Liberando el corazón
Sin embargo había una parte de mi cora-
zón que no había sanado, y aún dolía. Era la
parte donde yo albergaba ese terrible odio
contra el hombre que fue el causante de la
muerte de mi padre. Recuerdo que a veces
sentía que Dios me quería hablar acerca de
perdonar a esa persona, y yo le decía: “no me
pidas esto, me duele mucho abrir esta área de
mi vida, por favor, dejémoslo para otra oca-
sión”. Pero quiero decirte que llegó el día en
que le dije a Dios: “hablemos de este hom-
REPA RA NDO EL CO RA Z ÓN ROTO • 15

bre”, y entonces pude perdonar a esa perso-


na, y no sólo él fue absuelto, pues yo también
quedé libre de esta amargura. Con la ayuda
de Dios pude liberar mi corazón.
Él sanó mi corazón y el dolor de haber
perdido a mi padre. Dios ha sido muy bueno
conmigo. Mi vida cambió desde ese día.
Los años han pasado y he conocido miles
de hombres y mujeres que se encontraban
atrapados, con almas heridas tal como yo en
mi pasado y he podido ayudarlos a transfor-
mar sus vidas de la misma manera que Dios
ha transformado mi vida.
¡Tú también puedes dejar atrás las heridas
de tu pasado, los vacíos de tu ser y experimen-
tar una vida victoriosa llena de bendiciones!
Esa sensación de vacío y de frustración
que produce el fracaso en tu vida no es algo
que deba ser natural ni aceptado por ti.
16 • CARY PALMÓN

A través de las siguientes páginas descu-


brirás como cambiar tu vida de adentro hacia
afuera. No te acostumbres al fracaso. No hagas
de la derrota tu pan diario. Tú no tienes que
vivir “aguantando la vida”, “jugando a la su-
pervivencia”. Al contrario: has sido diseñado
para vivir mucho mejor, de una manera dis-
tinta, sin soledad ni vacío, sin sequía de sue-
ños ni ilusiones marchitas, disfrutando del
triunfo, viendo que tus anhelos más sublimes
se realizan día a día.
CAPÍ TU LO 2

Cómo ocurre la herida

Todos nosotros vivimos en un mundo


inhóspito, lleno de caos y de situaciones fue-
ra de nuestro control.
Algunos hemos crecido en un bello hogar;
mientras que para otros el hogar ha sido un
campo de batalla. Sé de muchos hombres y
mujeres que han sufrido bajo las garras de
abusadores, quienes han dejado una huella de
dolor muy profunda en sus almas. El lamento
de este dolor se escucha en el corazón de una
gran multitud de personas que han vivido

17
18 • CARY PALMÓN

situaciones trágicas por las cuales han queda-


do traumatizadas.
Todas estas experiencias negativas dañan
el alma, la dejan herida y, como consecuen-
cia, estas personas son incapaces de recupe-
rarse de los efectos de las heridas
emocionales sufridas. Sus vidas quedan mar-
cadas por el dolor y la ansiedad. Desespera-
damente buscan ayuda en drogas y el alcohol
para continuar viviendo; pensando que esto
les traerá alivio y así podrán adormecer su
dolor emocional.
Estas heridas son invisibles y muy difíciles
de percibir y sanar. ¿Dónde se encuentran
estas heridas en nuestro ser?
Para comprender dónde se ubica ese do-
lor, primero tenemos que comprender la
composición del ser humano.
Nosotros, los seres humanos, hemos sido
hechos por Dios y a su imagen. Dios, que es
tripartito -–Padre, Hijo y Espíritu Santo–
REPA RA NDO EL CO RA Z ÓN ROTO • 19

hizo al hombre también compuesto de tres


partes: cuerpo, alma y espíritu.
A través del espíritu hacemos contacto
con el mundo espiritual. Nuestro espíritu es
la parte eterna del hombre. Este es el verda-
dero ser interior, invisible, que Dios pone en
nosotros al momento de la concepción, y
mediante él es que nos relacionamos con el
mundo espiritual, el cual incluye a Dios.
En nuestra alma residen nuestra volun-
tad, nuestras emociones, nuestra personali-
dad, nuestro razonamiento, nuestros
pensamientos –en otras palabras, la mente
del hombre. Aquí es donde se encuentran
acumulados los recuerdos de todas nuestras
experiencias de vida.
Estas experiencias, tanto buenas como
malas, dan forma a nuestra personalidad y
determinan la forma en que nos vinculamos
con los demás.
20 • CARY PALMÓN

Nuestro cuerpo físico nos permite rela-


cionarnos con nuestro entorno, a través de
los cinco sentidos: el gusto, la vista, el olfato,
el oído y el tacto. El cuerpo es nuestra natu-
raleza física, la parte de nosotros que se refie-
re a la persona que es "vista" por otros.
Como resultado de la caída del hombre, el
cuerpo es temporal, imperfecto y está sujeto
a un mal funcionamiento, a la degeneración
y a la enfermedad. Se trata del recipiente
temporal donde brevemente habitan nuestro
espíritu y nuestra alma, en esta tierra.

“Y el mismo Dios de paz os santifique por


completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma
y cuerpo”, 1 Tesalonicenses 5:23.

Estos aspectos invisibles –el espíritu, el


alma, el corazón, la conciencia, la mente y las
emociones– componen toda la personalidad
del individuo.
REPA RA NDO EL CO RA Z ÓN ROTO • 21

Rescatados de la esclavitud
Antes de nuestra salvación, estábamos
fuera del reino de Dios y en el dominio de
Satanás.
Fuimos sus esclavos. Aprendimos de él y
de su naturaleza pecaminosa. En un mundo
lleno de individuos moldeados a su imagen y
un entorno inhóspito, sufrimos todo tipo de
heridas emocionales. Estas heridas acumula-
das dejaron cicatrices profundas en nuestra
personalidad, las cuales causarán dolor y
esclavitud para toda la vida. Cuanto más
tiempo vivamos en el reino de Satanás, ma-
yores serán las heridas y daños acumulados
en nuestra personalidad.
Un gran cambio tiene lugar en nuestro
ser el día en que por fe en el sacrificio de
Jesucristo en la cruz venimos a Él. Recibimos
una nueva naturaleza y ahora somos Hijos de
Dios.
22 • CARY PALMÓN

“Mas a todos los que le recibieron, a los que


creen en su nombre, les dio potestad de ser
hechos hijos de Dios;” Juan 1:12

Cuando nos convertimos en hijos de


Dios, nuestro espíritu inmediatamente pasa a
ser propiedad de Dios y entramos en su
reino. A partir de ese momento comenzamos
a tener una relación con Dios, y el Espíritu
Santo comienza el proceso de transformar-
nos en la imagen de Jesucristo.
Una vez en el reino de Dios, nuestro
cuerpo no suele cambiar mucho. Si eres ru-
bio o moreno, seguirás siéndolo. Si antes
utilizabas espejuelos para ver, por lo general
tendrás que continuar usándolos. El cuerpo
aún está sujeto a las consecuencias de la Caí-
da, lo que significa que aún está sujeto a la
enfermedad y al mal funcionamiento. Ahora
tenemos el privilegio de orar por la sanidad
divina.
REPA RA NDO EL CO RA Z ÓN ROTO • 23

El proceso de renovación
Nuestras almas necesitan pasar por el
proceso de renovación. Tenemos almas que
estaban acostumbradas al mundo secular,
con ideas permisivas que iban en contra de la
Palabra de Dios. Es posible, entonces, entre-
gar la vida a Cristo, ser un cristiano nuevo y
todavía estar atado por los hábitos y actitu-
des pecaminosas, por relaciones disfunciona-
les, con cicatrices profundas en la
personalidad, adicciones y compulsiones. En
consecuencia, este pasado causará estragos
en su vida, aunque el espíritu ahora perte-
nezca a Dios.
Nuestra vieja naturaleza es, en realidad,
parte de nuestra alma; pero vamos a igualarla
a una maleta donde –antes de la salvación– se
acumulaban el dolor y las cicatrices que Sa-
tanás iba poniendo para moldearnos a su
imagen.
24 • CARY PALMÓN

Después de la salvación seguimos cargan-


do la maleta, ya que es una parte de nuestra
antigua naturaleza. Durante nuestra antigua
vida aprendimos cómo reprimir los sucesos
dolorosos –tales como abandono, rechazos,
traición, desilusiones– y guardarlos en esta
maleta, la cual sigue doliendo y nos paraliza
en el desarrollo de nuestra nueva vida. Por lo
tanto, necesitamos que el Espíritu Santo sane
los dolores que están contenidos en ella para
así cortar la cadena que nos mantiene sujetos
a la maleta de nuestra vieja naturaleza.
Es el deseo de Dios que estemos libres de
la maleta de dolor. Él quiere vaciarla, curar
todas esas heridas y cicatrices y liberarnos de
nuestros hábitos pecaminosos y patrones de
pensamiento dañinos. Dios quiere que nues-
tra nueva naturaleza en Cristo controle
nuestra alma y nuestra personalidad, de mo-
do que la vieja naturaleza pecaminosa sea
vencida y eliminada.
REPA RA NDO EL CO RA Z ÓN ROTO • 25

Muchos pasan toda una vida acordándose


de los dolores de su pasado, sin cortar la ca-
dena que sujeta esta terrible y dolorosa male-
ta. Yo misma tuve esa experiencia, porque
después de recibir a Cristo todavía albergaba
rencor y gran dolor en mi ser cada vez que
me acordaba del culpable de la muerte de mi
padre.
Muchos creyentes piensan que, cuando
vienen a Cristo, todo en sus vidas quedará en
perfecto orden. Y se preguntan: ¿Si mi pasa-
do fue perdonado, por qué sigue doliendo mi
ser? Es cierto. Ha sido perdonado pero no ha
sido sanado.
Las heridas emocionales tienen serias ra-
mificaciones y, tristemente, la persona levan-
ta paredes de protección para evitar más
daños a su ser. Como resultado, la persona
termina desarrollando grandes y poderosas
barreras de pensamientos negativos que
pueden generar toda una estructura de
26 • CARY PALMÓN

creencias erróneas, procedente del área don-


de se encuentra el dolor.
No tenemos que aceptar este dolor en
nuestro ser, ya que el propósito de Dios es
que seamos sanos en todas las áreas que
componen nuestro ser.

“Amado, yo deseo que tú seas prosperado en


todas las cosas, y que tengas salud, así como
prospera tu alma”, 1 Juan 1:2.
CAPÍ TU LO 3

La maleta dolorosa

Durante el transcurso de nuestras vidas


aprendemos a vivir con este dolor interno; y
en muchas ocasiones hasta negamos su exis-
tencia porque de tan solo recordarlo, volve-
mos a sentir ese gran dolor. Por lo tanto, de
la forma en que lo manejamos es ignorándo-
lo y olvidándonos de él. Pero no admitir que
tenemos heridas emocionales nos lleva a
lugares donde albergamos obscuridad en
nuestras vidas y, por lo tanto, hace que este-
mos fuera del alcance de la mano de Dios
para sanarnos.

27
28 • CARY PALMÓN

Lo más importante en este proceso de sani-


dad es comprender que el poder de Satanás
sobre nuestras vidas ha sido destruido, y Él solo
puede tener entrada en nuestras vidas de
acuerdo a la oportunidad que nosotros le demos.
La forma en que el enemigo funciona es
bombardeándonos constantemente con
mentiras y engaños, para que nosotros los
recibamos y los apliquemos a nuestras vidas,
como si fueran una verdad que no se puede
cambiar. Este ciclo de dolor puede romperse
en cuanto estemos dispuestos a traer a la luz
todo aquello que nos ha atrapado. Pero te-
nemos que estar dispuestos a tratar con los
asuntos que nos han llevado a este punto.
Todos aquellos que tienen heridas emo-
cionales normalmente responden de tres
formas:
La primera es que sienten que son vícti-
mas, y por lo tanto se entregan al dolor. Este
dolor aumentará hasta el punto de sentir
REPA RA NDO EL CO RA Z ÓN ROTO • 29

depresión y –según se siga desarrollando el


dolor–, llegará al punto de tener pensamien-
tos suicidas.
Una segunda forma de responder es que
la persona se convierte en un luchador y
pelea contra la herida a través de pensamien-
tos negativos y resentimientos, lo cual abri-
gará el odio en su corazón.
Desgraciadamente, muchas de estas personas
terminan convirtiéndose en abusadores.
La tercera forma en que puede reaccionar
la persona es defendiéndose contra la perso-
na o la circunstancia que le ocasionó este
dolor. La herida ha causado una agonía in-
terna muy profunda y se vuelve indiferente a
la misma. Cuando logra superar las crisis en
su propia vida, busca y desea la alabanza de
otros.
30 • CARY PALMÓN

Identificando la herida
Una persona herida también crea heridas
en otros, causando un círculo vicioso de do-
lor. Los que han crecido en hogares abusivos,
serán abusivos en sus propios hogares; por-
que este patrón de vida ha hecho que se
identifiquen con él y se sientan cómodos en
este elemento. Y el triste resultado será que
continuarán este mismo patrón en sus hoga-
res, los cuales estarán plagados de abusos.
Cuando la herida no se aborda, ésta desa-
rrolla barreras mentales y –por último– pue-
de desarrollar un ámbito ideal para que la
persona sea controlada u obstruida en su
desarrollo espiritual y social. En muchas oca-
siones, el patrón de pensamiento negativo
causa dolor y heridas en aquellos que ellos
aman.
Cuando uno va al doctor con algún tipo
de malestar físico, el médico comienza a ha-
cer una serie de preguntas esenciales para
REPA RA NDO EL CO RA Z ÓN ROTO • 31

reconocer –a través del síntoma– de dónde


proviene el malestar y traer la cura necesaria
para el cuerpo.
De esta misma manera, nosotros tenemos
que abrir nuestro corazón al Gran Médico y
dejar que nos examine para obtener la sani-
dad de nuestras almas. Es importantísimo
identificar las áreas en las cuales necesitamos
sanidad, para que el día de mañana, cuando
tengamos que hablar del hecho sufrido, po-
damos hacerlo sin dolor y sea evidente que
hemos sido sanados. Dios utilizará esta vic-
toria para convertir todo evento trágico y
doloroso en uno que traerá sanidad a otros
que la necesitan.
Existen muchos tipos de heridas emocio-
nales que residen en nuestras almas. Exami-
nemos con más profundidad algunas de las
consecuencias que ellas traen a la vida de la
persona.
32 • CARY PALMÓN

La Amargura
Mi abuelita quedó viuda a la edad de 40
años. Yo la amaba muchísimo, pero ella nun-
ca sonreía. Sabía que ella me amaba, pero su
comportamiento era triste y retirado de la
familia; ella era como una sombra que nos
acompañaba y desde lejos participaba en los
eventos familiares. Yo recuerdo que una y
otra vez deseaba que se riese y fuese feliz. Su
comentario más frecuente era: “¡Ojalá que me
caiga un cáncer y muera!”. Sus deseos se hi-
cieron realidad. Murió de cáncer, relativa-
mente joven.
¿Qué fue lo que le sucedió a mi abuela?
La muerte de su esposo, a una joven edad,
le robó sus esperanzas; sueños y posición
económica. Se entregó a la amargura y hasta
su cara demostraba una triste apariencia.
Esta amargura consumió su ser. Yo vine a
Cristo al final de su vida y pude presentarle a
nuestro amado Salvador. Sé que ahora es
REPA RA NDO EL CO RA Z ÓN ROTO • 33

sana de este dolor que le llevó la vida y se


encuentra feliz en la presencia de Dios.
La Biblia nos explica que la amargura es
una raíz.

“Mirad bien, no sea que alguno deje de al-


canzar la gracia de Dios; que brotando al-
guna raíz de amargura, os estorbe, y por
ella muchos sean contaminados”, Hebreos
12:15.

¿Cómo es que funciona una raíz? Las raí-


ces normalmente están bajo la superficie y
no se ven, pero son la fuente de alimento de
la planta. Su trabajo se concentra bajo la su-
perficie, alimentando todo lo que se encuen-
tra arriba. Lo mismo es cierto cuando la
amargura invade el alma de la persona.
Cuando brota, su producto es enojo, emo-
ciones dañinas contra otros y destrucción.
Estuve leyendo un libro escrito por profe-
sionales que se dedican a ayudar a niños víc-
34 • CARY PALMÓN

timas de abuso sexual por hombres mayores.


Ellos hicieron un estudio interesante de las
vidas de estos muchachos; y observaron que
aquellos que pudieron perdonar al abusador
lograron reanudar sus vidas normalmente,
pero aquellos que permitieron que el trauma
sufrido los marcara con amargura se convir-
tieron en homosexuales.
Un sinnúmero de mujeres han sido viola-
das, y este trauma ha causado que también
tengan una raíz de amargura en su ser.
Cada persona reacciona de una forma di-
ferente cuando está expuesta a un trauma,
pero la raíz de amargura es algo que destruye
a la persona desde adentro.
Todos sabemos que la gente amargada
tiene una memoria increíble para acordarse
del más mínimo detalle e involucrarse pro-
fundamente en el resentimiento. Normal-
mente, están listos para mostrar a los demás
REPA RA NDO EL CO RA Z ÓN ROTO • 35

lo mucho que han sido lastimados en sus


vidas.

El Rechazo
El rechazo puede comenzar desde el em-
barazo, donde la criatura no fue deseada y
por lo tanto, desde ese momento, el senti-
miento de rechazo seguirá a la persona. Al
igual, podemos decir que todos hemos sido
rechazados por una razón u otra en el trans-
cursos de nuestras vidas, tal vez por amigos
en el colegio o en el empleo. El rechazo en
un matrimonio es un dolor muy profundo
que muchos no pueden superar.
El rechazo es tan común, que normal-
mente no nos detenemos a considerarlo. Nos
hemos acostumbrado a él. Pero existen mu-
chos individuos que –debido a experiencias
dolorosas donde han sido rechazados en el
pasado–, se convierten en personas altamen-
te sensibles y parecen tener antenas listas
36 • CARY PALMÓN

para reaccionar a la primera señal de recha-


zo. A veces se describen como amigos de
"alto mantenimiento", ya que son muy difíci-
les de tranquilizar.
Muchos de ellos dan la impresión que to-
do está bien en sus vidas, pero por dentro
están a punto de estallar debido al dolor y los
terribles sentimientos de inferioridad. A
menudo se defienden constantemente y sien-
ten que han sido afectados muy profunda-
mente, impidiéndoseles vivir una vida
normal y sana. El dolor del rechazo es real y
destruye la autoestima de la persona.

“Aunque mi padre y mi madre me dejaran,


Con todo, Jehová me recogerá.” Salmos 27:10

La Decepción o Desilusión
La decepción trae una pérdida de espe-
ranza y es el resultado de promesas que no se
llegaron a manifestar. Debido a esta herida,
REPA RA NDO EL CO RA Z ÓN ROTO • 37

muchos caen en depresión o amargura por-


que no pueden superar la decepción o la de-
silusión que han tenido en su vida. Tal vez
ha sido debido a un noviazgo que no se reali-
zó, estudios que no pudieron llevarse a cabo,
un matrimonio que terminó en divorcio. En
fin, existen muchos motivos por los cuales la
persona queda herida emocionalmente debi-
do al dolor de una desilusión.

“La esperanza que se demora es tormento


del corazón; Pero árbol de vida es el deseo
cumplido.”, (Proverbios 13:12).

Los Eventos Traumáticos


Un evento traumático crea una herida
que sobrepasa la capacidad del individuo
para hacerle frente a la situación. Estas son
experiencias desagradables y extremadamen-
te dolorosas que acontecen debido a causas
ajenas, que están fuera del control del indivi-
duo. Por lo general, la persona desarrolla
38 • CARY PALMÓN

depresión; temor a la muerte y otros grandes


problemas. La persona puede sentirse abru-
mada emocionalmente y físicamente.
La definición de un evento traumático es
bastante amplia; pero siempre incluye inci-
dentes tales como accidentes, desastres natu-
rales, guerras, crímenes y otros hechos
violentos. También incluye experiencias
tales como el abuso infantil y el abuso sexual.
Mi propia madre fue traumatizada gran-
demente por el evento de la trágica muerte
de mi padre. Ella estuvo consumiendo pasti-
llas para dormir por un lapso de dos años,
porque no podía superar este doloroso y
trágico acontecimiento y reanudar su vida.

Otras Heridas
El engaño, la ignorancia y el pecado cau-
san heridas en el alma y le permiten al
enemigo de nuestras almas tener acceso legal
REPA RA NDO EL CO RA Z ÓN ROTO • 39

a ellas, en su misión de "robar, matar y des-


truir" (Juan 10: 7).
Existe una diferencia entre el engaño y la
ignorancia. Cuando la persona no tiene el
conocimiento de que está siendo engañado,
es ignorancia. Esta es la razón por la cual el
conocimiento o comprensión sobre asuntos
claves en la vida es tan importante.
La ignorancia, o la falta de conocimiento
en el asunto, hace que la persona sea una
víctima propensa a todo tipo de engaños por
parte de Satanás: a través de engañarse a sí
misma o del engaño por parte de otras per-
sonas.
Desgraciadamente, la ignorancia es una
puerta abierta para el engaño, y es una forma
de esclavitud mental que hace que la persona
sea vulnerable. La falta de conocimiento
acerca de cierto tema puede ser una puerta
abierta para aceptar todo tipo de creencias
40 • CARY PALMÓN

peligrosas, falsas doctrinas y enseñanzas, con


la suposición de que son bíblicos.

"Mi pueblo fue destruido por falta de cono-


cimiento", Oseas 4: 6.

El pecado tiene las mismas consecuencias,


ya sea cometido a sabiendas o por ignoran-
cia. La solución para los pecados cometidos
por ignorancia es saber la verdad necesaria
para combatir la tentación.
Una vez que la persona sabe la verdad, la
única manera en que puede caer es dándole
la espalda a la verdad. Cuando esto ocurre, se
dice que la persona ha caído en el engaño.
Ciertos pecados que ocasionan una herida
incluyen: la participación en prácticas ocul-
tas, pecados sexuales, la falta de perdón, los
conflictos graves entre un padre y un hijo y
muchos otros.
CAPÍ TU LO 4

Relaciones dañinas

En el lapso de los últimos años he recibi-


do miles de cartas de personas que me cuen-
tan acerca de situaciones precarias en sus
hogares. Muchos de los que me han escrito
hablan de abusos en el hogar; tales como el
dolor de vivir una situación donde un hijo es
preferido ante otro. Otras cartas narran el
obscuro y trágico abuso sexual. También hay
otras personas que me escriben y comparten
acerca del abuso verbal y físico que sufren.

41
42 • CARY PALMÓN

Todas estas cartas me han impactado


grandemente, porque comprendo el sufri-
miento de las personas que se encuentran
viviendo bajo este abuso. Me he dado cuenta
de que muchos tienen ideas erróneas como
tratar este tema. Muchos casos son tan deli-
cados que no se atreven a compartir la situa-
ción con aquellos que tal vez los puedan
ayudar.

“Jehová prueba al justo; Pero al malo y al


que ama la violencia, su alma los aborrece”,
Salmos 11:5.

Las relaciones dañinas tienden a tener


raíces profundas y dejan cicatrices que solo
Dios puede sanar; los involucrados general-
mente reflejan incapacidad para entender y
trabajar dentro de los límites apropiados de
la relación.
Podemos definir los abusos en tres cate-
gorías: abuso emocional, abuso verbal y abu-
REPA RA NDO EL CO RA Z ÓN ROTO • 43

so físico. Todas las formas de abuso –ya sea


emocional, verbal o físico– dañan, quitándo-
le a la persona su sentido de dignidad y el
valor que Dios le ha dado como persona.
Todas las formas de abuso hieren el espí-
ritu de la persona y, tristemente, la persona
termina traumatizada; no solo con miedo del
abusador sino de toda otra persona que se
encuentre en un lugar de autoridad similar al
del abusador.

“El corazón alegre constituye buen remedio;


Mas el espíritu triste seca los huesos”, Pro-
verbios 17:22.

¿Por qué las personas que están siendo


abusadas permanecen en una relación abusi-
va? Una de las razones primordiales es el
miedo. Ésta es un arma poderosa utilizada
para controlar a las personas; es una estrate-
gia efectiva para manipular a las víctimas con
44 • CARY PALMÓN

amenazas verbales de infligir daño físico o


consecuencias nefastas.
El resultado es que la víctima tiene miedo
de quedarse sin el apoyo emocional que le
ofrece el abusador. Pero, en realidad, lo que
opera es el temor de no tener cubiertas las
tres necesidades básicas del ser humano que
son amor, seguridad y compañerismo.
Muchas de las víctimas creen que son res-
ponsables de la manera en que otros los tra-
tan. Por lo general, tienen un auto estima
muy baja y creen que merecen ser maltrata-
das. Su mismo núcleo familiar les hace en-
tender que son personas inadecuadas y que
por lo tanto merecen ser abusadas.

Abuso emocional
El abuso emocional es cualquier compor-
tamiento negativo utilizado para controlar o
herir a otra persona. La persona abusadora
puede atacar a la otra con insultos, con pala-
REPA RA NDO EL CO RA Z ÓN ROTO • 45

bras despectivas acerca de su futuro, etcétera.


El resultado es que la víctima comienza a
construir una imagen mental errónea de sí
misma, convencida de que no sirve y, en
consecuencia, no aspirará a mucho en su
vida.
La víctima del abuso emocional a menudo
no reconoce el maltrato como abuso porque
desarrolla mecanismos donde niega y dismi-
nuye la confrontación para poder lidiar, de
esa manera, con el estrés que la situación le
produce. Sin embargo, los efectos del abuso
emocional, a largo plazo, pueden causar un
trauma emocional grave en la víctima, inclu-
yendo depresión y ansiedad.
El abuso emocional daña los sentimientos
de la persona por medio de palabras insul-
tantes, y a menudo busca dañar la reputación
de otros usando tácticas tales como la calum-
nia y la difamación. El abuso emocional in-
cluye la separación emocional de la persona.
46 • CARY PALMÓN

Las víctimas de abuso pueden experimentar


un aumento de temor, ansiedad, confusión,
inseguridad y desesperación, entre otros
síntomas.

“La lengua apacible es árbol de vida; Más la


perversidad de ella es quebrantamiento de
espíritu.” Proverbios 15:4

Abuso verbal
Este tipo de abuso es más severo que el
anterior. En este caso la persona está cons-
tantemente acusando a la víctima, echándole
la culpa, controlando su conversación, me-
nospreciándola ante otros, burlándose de
ella, ridiculizándola e hiriéndola en lo más
profundo de su ser, intencionalmente.
Por lo general, el abusador o abusadora
culpa; acusa; insulta; y la víctima se encuen-
tra defendiéndose constantemente y dando
explicaciones.
REPA RA NDO EL CO RA Z ÓN ROTO • 47

Muchos de los abusadores emocionales


utilizan cierto tipo de métodos tales como
negar lo que hizo o dijo; minimizar su acción
declarando que lo que la víctima dijo era
exagerado; contrarrestar la evidencia para
echarle la culpa al otro, alegando que han
entendido todo mal; o rebajar a la persona
diciendo que se está dando demasiado crédi-
to.
La carencia de cicatrices físicas hace que
sea difícil identificar el abuso verbal, pero es
es muy importante reconocerlo a tiempo
debido a su potencial de escalar hacia el abu-
so físico.

“Agravios maquina tu lengua; Como navaja


afilada hace engaño”, Salmos 52:2.

Abuso físico y sexual


El abuso físico y sexual implica el abuso
por parte de una persona de mayor tamaño
48 • CARY PALMÓN

físico; o de mayor fuerza; o de posición supe-


rior, donde puede controlar; imponerse y
dañar a otro.
El primer acto de violencia hace que sea
más fácil que el abuso se repita y que la pró-
xima vez sea más violento, si no hay ninguna
repercusión inmediata. Trágicamente, la
mayoría de las personas que han sufrido abu-
sos perdonan al agresor y no buscan la ayuda
que el mismo agresor también necesita.
El asunto de la violencia en el hogar es al-
go muy delicado. En la mayoría de los casos
de violencia doméstica, aproximadamente el
95% de las víctimas son mujeres. En muchos
países se aprueba el uso de la fuerza física
contra la esposa bajo ciertas circunstancias,
haciendo que ellas sufran porque reciben
muy poca ayuda por parte de los que las ro-
dean. Sin embargo, en otros países, el abusa-
dor puede ser encarcelado por esta conducta.
REPA RA NDO EL CO RA Z ÓN ROTO • 49

Normalmente, en este tipo de casos, los


hombres acusan a la mujer como causante de
la ira y del abuso. Con comentarios tales co-
mo “Si tú no me hubieses provocado, yo no
te habría pegado”, o “Fue tu culpa que per-
diera el control”. De esa manera le echan la
culpa a la mujer; y llega a un punto en que la
mujer acepta esta mentira y cree ser la culpa-
ble.
Desdichadamente, en el caso de abuso se-
xual, el abusador acusa a la víctima de ser la
culpable de incitarlo, agregando sentimien-
tos de culpabilidad al terrible dolor que la
víctima ya tiene en su alma.
En una relación abusiva existe un patrón
que normalmente se lleva a cabo. El abusa-
dor comienza a enojarse con la víctima. Ella,
a su vez, trata de aplacarlo. Pero el abusador
no quiere calmarse, él desea volcar todo su
enojo y todas sus frustraciones en la víctima.
El miedo y el terror llenan la atmósfera hasta
50 • CARY PALMÓN

que, de repente, el abusador comienza a pe-


garle brutalmente y da rienda suelta a sus
emociones violentas. En este punto, tal vez la
policía, los vecinos o la misma familia ten-
drán que intervenir. La víctima queda toda
mutilada; no sola por fuera sino también por
dentro.
Después de que el abusador ha descargado
su furia en la víctima se siente avergonzado o
apenado, y comienza el proceso de endulzar-
la y prometerle que no lo va a volver a hacer.
Ella, temerosa y ansiosa, acepta sus palabras
como si hubiese ocurrido en él una verdade-
ra transformación, con la esperanza de con-
quistar su amor y de que él no vuelva a
herirla.
Este es el patrón de la mayoría de los abu-
sadores. Se arrepienten, se lamentan y pro-
meten que no van a hacerlo nuevamente.
Pero como el abusador no ha tenido que
REPA RA NDO EL CO RA Z ÓN ROTO • 51

sufrir ninguna consecuencia por su conduc-


ta, volverá a ocurrir el terrible ataque.

“El hombre de gran ira llevará el castigo,


porque si tú lo rescatas, tendrás que hacerlo
de nuevo.” (Proverbios 19:19) LBLA

Razones que evitan el rescate


Muchos se preguntan: ¿por qué no se va
la víctima de este hogar infestado con tanto
dolor? En el caso de la esposa, hay muchas
razones por las cuales se queda.
Algunas mujeres se basan en sus creencias
religiosas; creen que no tienen derecho a
abandonar el hogar y que el estar sujetas al
esposo es parte de su convenio matrimonial,
no importa lo que venga con este. Otras ra-
zones pueden ser: creer que el abuso físico es
algo normal en un matrimonio, que su res-
ponsabilidad es la de mantener a su familia
intacta, que no puede sostener a sus hijos
52 • CARY PALMÓN

económicamente y tal vez tenga miedo a


perder sus hijos en una separación. En fin,
existen muchas razones por las cuales la es-
posa escoge vivir bajo este terrible yugo de
opresión, y la mayoría de ellas procede del
miedo ya inculcado por el abusador.
Cuando la víctima es menor de edad, en-
tonces la responsabilidad debe descansar en
el padre o en la madre, y su deber es proteger
a este niño o niña. Cuando el abuso contra el
niño es evidente y no hay nadie que lo pueda
ayudar, entonces las personas a su alrededor
deben reportar este abuso a las autoridades
para preservar la vida del niño o niña, y res-
catarlo de esa terrible y dolorosa vida.

La Biblia habla del abuso


Yo me he dado cuenta de que muchas
personas no tienen el concepto correcto de
lo que nos enseña la Biblia en cuanto al abu-
so.
REPA RA NDO EL CO RA Z ÓN ROTO • 53

Primeramente, debemos establecer que no


es la voluntad de Dios que abusen de ti.
Cuando Jesucristo nos enseñó a dar la
otra mejilla no fue para darles permiso a
otros para que continuamente abusaran de ti.
(Mateo 5:38,39). A lo que Él se refería era a
abstenerse de tomar represalias cuando uno
ha sido atacado o insultado, pero entregarle a
Dios el derecho de la venganza personal.
Tenemos que entender que la venganza no
es nuestra, sino del Señor.

“No os venguéis vosotros mismos, amados


míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; por-
que escrito está: Mía es la venganza, yo pa-
garé, dice el Señor”, (Romanos 12:19).

Otra idea equivocada es que de la misma


manera en que Jesucristo se sometió a ser
abusado cuando fue llevado a la cruz, noso-
tros debemos imitarlo y someternos al abuso.
Los enemigos de Jesucristo trataron de ha-
54 • CARY PALMÓN

cerle daño; pero siempre los eludió, hasta


que llegó el momento en que fue a la cruz
voluntariamente para pagar por nuestros
pecados.
¡Cuántos de nosotros hemos escuchado a
la mujer que es abusada el decir que lleva una
cruz! Nuevamente explico: este es otro con-
cepto erróneo. En ninguna parte de la Biblia
se indica que debemos recibir abusos físicos
como señal de la cruz que se lleva. Jesucristo
nos estaba hablando del costo de servirlo
como un verdadero discípulo, incluyendo la
muerte de nuestra naturaleza pecadora con
sus malos hábitos.
Uno de los argumentos más fuertes es el
que se encuentra en Efesios 5, donde se indi-
ca que la mujer debe estar sujeta a su marido
en todo; pero no incluye el abuso, porque a
continuación les explica a los maridos cómo
es que deben de tratar a sus esposas. Este
texto contiene la relación de Jesucristo con la
REPA RA NDO EL CO RA Z ÓN ROTO • 55

Iglesia, y determina que el hombre debe de


honrar a su esposa.
En ninguna parte de la Biblia se lee que
Jesucristo le pega a la Iglesia o que la abusa,
solo leemos que Él dio su vida por ella.

“Someteos unos a otros en el temor de Dios.


Las casadas estén sujetas a sus propios ma-
ridos, como al Señor; porque el marido es
cabeza de la mujer, así como Cristo es cabe-
za de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es
su Salvador. Así que, como la iglesia está su-
jeta a Cristo, así también las casadas lo es-
tén a sus maridos en todo. Maridos, amad a
vuestras mujeres, así como Cristo amó a la
iglesia, y se entregó a sí mismo por ella”,
Efesios 5:21 al 25.

He recibido muchísimas cartas donde me


preguntan acerca de si la mujer debe de obe-
decer al marido cuando él le obliga hacer
algo que está en contra de los preceptos de
Dios, y mi respuesta es ¡NO! Cuando la ley le
56 • CARY PALMÓN

prohibió a los discípulos predicar el Evange-


lio, ellos respondieron que tenían que obede-
cer a Dios antes que a los hombres (Hechos
5:29).

La solución al abuso
¿Cómo se resuelve la situación de una
mujer que vive en un hogar donde sufre de
abusos físicos?
Si el abusador no se ha arrepentido since-
ramente y no ha demostrado un cambio en
su conducta, entonces la víctima necesita
tomar la decisión de protegerse físicamente,
retirándose del alcance de esta persona. Tal
vez tenga que irse de donde vive y, en ciertos
casos, utilizar métodos legales para estar fue-
ra del alcance del abusador.
Recuerdo una carta que recibí de una se-
ñora que había visto uno de los programas
de Minuto Final, donde yo le decía a la au-
diencia que Dios no deseaba que las mujeres
REPA RA NDO EL CO RA Z ÓN ROTO • 57

fuesen golpeadas físicamente. La señora con-


taba que ella vivía en un gran tormento. Su
esposo le pegaba muy frecuentemente.
Poco tiempo después, el esposo llegó a la
casa y comenzó nuevamente a pegarle, y en
ese momento ella explicaba que escuchó mi
voz diciéndole que Dios no deseaba semejan-
te sufrimiento para ella y llamó a la policía, la
cual procedió a arrestar al esposo que estuvo
encarcelado por más de dos años.
Mientras él se encontraba en la cárcel, tu-
vo un encuentro con Jesucristo como su Sal-
vador y un verdadero arrepentimiento por
su comportamiento. Su matrimonio fue res-
taurado, y ahora ambos sirven en la Iglesia,
con un gran testimonio de gratitud a Dios.
Muchas mujeres no quieren abandonar el
hogar, con tal de conservar el matrimonio.
La esposa se puede separar sin tener que
divorciarse. El esposo es el culpable de que
ella se tenga que separar de él, y él fue quien
58 • CARY PALMÓN

abrió esa puerta por la cual ella tiene que


huir para mantenerse libre de peligro.
Miles y miles de personas mueren anual-
mente bajo los golpes infligidos por sus pare-
jas. Este es un tema muy serio que se debe
enfocar con mucha cautela. Si la esposa deci-
de abandonar el hogar, debe tener estableci-
das ciertas medidas de precaución para su
protección física y la de sus hijos. Si este es tu
caso: ¡sé prudente! Obtén ayuda legal y por
parte de la ley. Haz lo necesario para garanti-
zar la seguridad física tuya y de tus hijos.

“El hombre prudente ve el mal y se esconde,


los simples siguen adelante y pagan las con-
secuencias.”, (Proverbios 27;12) LBLA

Viviendo con el abuso verbal o emocional


Un abuso es siempre un abuso. No se
puede disfrazar. En este caso, se debe adver-
tir al abusador que no se va a continuar reci-
REPA RA NDO EL CO RA Z ÓN ROTO • 59

biendo sus represalias. Las víctimas del abuso


verbal o emocional se sienten incapaces e
impotentes para corregir las relaciones abu-
sivas. Muchos tratan de hacer caso omiso del
abuso, tratan de no confrontar al abusador;
pero todas estas tácticas son incorrectas.
El asistir a consejeros profesionales para
resolver este tipo de conflictos trae, en mu-
chos casos, un resultado positivo. Se debe
considerar esta alternativa.
Generalmente, la persona que está en este
tipo de relación debe de informarle al abusa-
dor lo que le va a permitir y lo que no le va a
permitir. Cuando el abusador ignore la peti-
ción y proceda con el abuso, entonces se de-
be proceder a imponer la consecuencia ya
avisada. Por ejemplo: ”Si me das el trata-
miento silencioso, buscaré a alguien que
quiera hablar conmigo”.
60 • CARY PALMÓN

El abuso verbal, emocional o físico puede


escalar a una dimensión en la cual será nece-
sario alejarse del abusador para vivir en paz.

“Esforzaos y cobrad ánimo; no temáis, ni


tengáis miedo de ellos, porque Jehová tu
Dios es el que va contigo; no te dejará, ni te
desamparará.” (Deuteronomio 31:6)
CAPÍ TU LO 5

El proceso para la sanidad

Las heridas del alma, a pesar de no ser


vistas, son muy reales y necesitan ser sana-
das. Y aquí es donde las instrucciones dadas
por nuestro Señor Jesucristo nos ayudan en
este proceso que, si bien es doloroso, a la
larga tiene una gran recompensa.
A nadie le gusta tener una intervención
quirúrgica, pero en tanto puede ser necesaria
para la recuperación, el paciente se somete
gustosamente pensando en el alivio que reci-
birá después de la operación. Pues bien, te-

61
62 • CARY PALMÓN

nemos que ver este proceso de la misma ma-


nera.
He conocido miles de hombres y mujeres
que se encontraban atrapados en medio de
los dolores de sus almas, al igual que yo en
mi pasado, y he podido ayudarlos a trans-
formar sus vidas de la misma manera en que
Dios ha transformado mi vida.
La primera persona que vi transformada
fue ¡yo misma!
Después que Dios me ayudó a perdonar al
asesino de mi padre, me pidió que orara por
él. Él me llenó de su Gracia para que yo pu-
diera hacerlo. Sinceramente, no deseaba ha-
cerlo, pero deseaba obedecer a Dios y le pedí
su ayuda para realizarlo. ¡Él siempre socorre!
Y después de ese día, cuando este hombre
venía a mi mente, decía dentro de mí “ya está
perdonado”. Siempre pensaba: “Jesucristo me
ha perdonado de mucho y yo también debo
perdonar”.
REPA RA NDO EL CO RA Z ÓN ROTO • 63

“El sana a los quebrantados de corazón, Y


venda sus heridas” (Salmos 147:3)

La prueba de mi sanidad
Los años pasaron y fui a la ciudad de
Miami en Florida, donde tuve una entrevista
radial en una de las estaciones más popula-
res. Ellos habían escuchado acerca de mi tes-
timonio, de cómo yo pude perdonar al
asesino de mi padre. Durante la entrevista
radial, el productor me informó que el ase-
sino de mi padre estaba escuchándome por
radio y quería que me dirigiera a él, en ese
momento.
¡Nunca me olvidaré de ese instante!
Todo desapareció de mí alrededor. En ese
momento llegué a la realización de que el
hombre que tanto había odiado en un pasa-
do, me estaba escuchando. Me sentí trans-
portada a otro sitio que, para decir la verdad,
ni sé cuál era. De repente, escuché mis pro-
64 • CARY PALMÓN

pias palabras, en las que le decía que lo había


perdonado y le pedía que se perdonara por lo
que él había hecho.
Ese día marcó mi vida. Ya no había dolor,
solo había compasión hacia este hombre
encarcelado en los recuerdos de su terrible
acción. Le pude presentar al único que puede
restaurar las vidas rotas: Jesucristo.
Con el tiempo llegué a comprender que la
verdadera clave para las heridas del alma es el
perdón.

La definición del perdón


Cuando la persona ha sufrido en las ma-
nos de otro es muy difícil perdonar; sin em-
bargo Dios nos ayuda para llevarlo a cabo. El
perdón no es una emoción sino es una deci-
sión.
El perdonar no significa olvidar o tolerar
la ofensa, y no depende de una reunión cara
a cara. En realidad, es llevar a cabo un acto
REPA RA NDO EL CO RA Z ÓN ROTO • 65

de tu propia voluntad para no tomar en


cuenta la ofensa y dejar de odiar al culpable.
El perdón nos libera de todas las ataduras
del pasado y nos ayuda a superar todos los
obstáculos. Cura al que perdona y a los per-
donados.
Cuando perdonamos a alguien que –
debido a un error o a un acto deliberado–
nos ha hecho daño, todavía reconocemos la
acción como tal; pero en lugar de reprimirla
o tomar acción contra la persona, tratamos
de ver más allá de lo sucedido con el fin de
restablecer nuestra relación con quien ha
sido responsable de la misma. El acto del
perdón nos ayuda a luchar contra la tenta-
ción de descargar nuestra ira o dolor y hacer-
le daño a la otra persona.
66 • CARY PALMÓN

Las instrucciones de Jesucristo


Jesucristo habló extensamente del perdón.
A continuación leeremos lo que Jesucristo
dijo, en sus propias palabras:

“Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor,


¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que
peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo:
No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta
veces siete. Por lo cual el reino de los cielos
es semejante a un rey que quiso hacer cuen-
tas con sus siervos. Y comenzando a hacer
cuentas, le fue presentado uno que le debía
diez mil talentos. A éste, como no pudo pa-
gar, ordenó su señor venderle, y a su mujer
e hijos, y todo lo que tenía, para que se le
pagase la deuda. Entonces aquel siervo, pos-
trado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten pa-
ciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. El
señor de aquel siervo, movido a misericor-
dia, le soltó y le perdonó la deuda. Pero sa-
liendo aquel siervo, halló a uno de sus
consiervos, que le debía cien denarios; y
asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame
REPA RA NDO EL CO RA Z ÓN ROTO • 67

lo que me debes. Entonces su consiervo, pos-


trándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten
paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.
Mas él no quiso, sino fue y le echó en la cár-
cel, hasta que pagase la deuda. Viendo sus
consiervos lo que pasaba, se entristecieron
mucho, y fueron y refirieron a su señor todo
lo que había pasado. Entonces, llamándole
su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aque-
lla deuda te perdoné, porque me rogaste. ¿No
debías tú también tener misericordia de tu
consiervo, como yo tuve misericordia de ti?
Así también mi Padre celestial hará con vo-
sotros si no perdonáis de todo corazón cada
uno a su hermano sus ofensas.”, (Mateo
18:21 al 35).

Jesucristo nos ha dado suficientes instruc-


ciones de cómo debemos reaccionar cuando
alguien nos hiere. Fíjate que las instrucciones
no solo son perdonar, pero agrega el tener
misericordia hacia el que comete la acción
68 • CARY PALMÓN

“Y perdónanos nuestras deudas, como tam-


bién nosotros perdonamos a nuestros deudo-
res.”, (Mateo 6:12).

“Porque si perdonáis a los hombres sus ofen-


sas, os perdonará también a vosotros vuestro
Padre celestial; más si no perdonáis a los
hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre
os perdonará vuestras ofensas”, (Mateo
6:14,15).

“Pero a vosotros los que oís, os digo: Amad a


vuestros enemigos, haced bien a los que os
aborrecen; bendecid a los que os maldicen, y
orad por los que os calumnian.”, (Lucas
6:27,28).

“No juzguéis, y no seréis juzgados; no con-


denéis, y no seréis condenados; perdonad, y
seréis perdonados.”, (Lucas 6:37).
REPA RA NDO EL CO RA Z ÓN ROTO • 69

“Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis


algo contra alguno, para que también vues-
tro Padre que está en los cielos os perdone a
vosotros vuestras ofensas.”, (Marcos 11:25).

Ahora Jesucristo no solo nos indica que


perdonemos, pero también nos instruye a
orar por ellos. Él nos extiende la promesa de
que cuando perdonamos, nosotros también
somos perdonados.;
Él nos demostró el perdón en acción
cuando lo estaban crucificando, al interceder
por aquellos que lo estaban matando. En esos
momentos dijo: “Padre, perdónalos porque no
saben lo que hacen”, (Lucas 23:34).

Barreras que obstruyen la libertad


He conocido a personas que por años exi-
gen una disculpa, y esperan y esperan, pero
la disculpa nunca llega. Siguen con heridas
sangrantes, de tal manera que les afecta toda
su vida. Estas personas jamás llegan a perdo-
70 • CARY PALMÓN

nar y, en consecuencia, sus vidas continua-


rán traumatizadas. La falta de perdón aleja a
las personas de la sanidad que Dios les quiere
dar y permite que la raíz de amargura conti-
núe su crecimiento, manteniendo a las per-
sonas en esa terrible prisión de dolor y
maldad.
En muchos casos, la persona recibe sani-
dad para su cuerpo cuando perdona. Su esta-
do físico es, sin duda alguna, afectado por su
estado emocional y espiritual. Eso no quiere
decir que cada dolencia física esté relacionada
directamente con problemas emocionales o
espirituales. Sin embargo, existe una cone-
xión.
Recuerdo una vez en que estaba minis-
trando y un señor vino a recibir su sanidad.
Tenía una diabetes muy avanzada y estaba a
punto de perder la vista. Mientras conver-
samos, surgió el tema de que le habían roba-
do unos terrenos y él tenía gran odio contra
REPA RA NDO EL CO RA Z ÓN ROTO • 71

la persona que le hizo semejante robo. Pero,


gracias a Dios, él pudo perdonar de todo
corazón al malhechor.
Al otro día regresó a la iglesia declarando
que estaba totalmente sano de la diabetes, sin
necesidad de seguir inyectándose insulina.
Según pasó el tiempo, el hombre mantuvo su
sanidad y Dios lo ha bendecido grandemente.
Uno puede optar por perdonar y ser libe-
rado de las cadenas del dolor, para poder
seguir adelante y reconstruir su vida. En
definitiva, uno es el que se beneficia cuando
perdona. Lo que hace el perdón es desechar
la deuda, sin tener en cuenta la falta de arre-
pentimiento por parte del culpable. Es la
libertad total del resentimiento contra el
delincuente. Al igual que Dios está dispuesto
a perdonarnos, nosotros también hemos sido
llamados a perdonar a otros.
Hay muchos que viven en situaciones
muy difíciles, tales como los que viven con
72 • CARY PALMÓN

personas abusadoras. El perdonar a esos abu-


sadores es necesario, pero no es un permiso
para que sigan abusando e hiriendo a la víc-
tima; y si se da este caso, la única alternativa
es alejarse físicamente del agresor. Dios no
nos ha llamado para ser un mártir en las ga-
rras de un abusador. El perdón no es permi-
tir que el culpable eluda la justicia de Dios ni
exonerarlo de las consecuencias de su acción.

Los pasos hacia la libertad del dolor


Existen varios elementos importantísi-
mos en el proceso de perdonar:
• El primero, tomar la decisión de per-
donar y llevarla a cabo.
• El segundo, tomar la decisión de orar
por esa persona y llevarla a cabo.
• El tercero, tomar la decisión de que
cuando esa persona venga a tu re-
cuerdo, no la maldecirás ni volverás a
REPA RA NDO EL CO RA Z ÓN ROTO • 73

hablar del incidente, sino que escoge-


rás ese momento para orar por ella.
• Y por último, tomar la decisión de
olvidar el incidente y decidir vivir el
resto de tu vida libre de este dolor.
Existe una fuerza muy poderosa capaz de
derrumbar el odio y el dolor en el corazón de
una persona, y esa fuerza se llama amor. Le-
jos de dejarnos débiles y vulnerables, el amor
nos permite dejar a un lado la retribución y
la necesidad de que la justicia humana se
lleve a cabo, experimentando la paz de Dios
en un corazón antes herido. El amor pone en
marcha un cambio positivo que pasa más allá
de nuestro propio perdón.
Cuando Jesucristo nos indicó amar a
nuestros enemigos, muchos sintieron que
era imposible hacerlo. ¿Cómo amar a alguien
que te ha causado tanto dolor? Él no nos
diría que hiciésemos algo que no podemos
hacer, por lo tanto, es lógico esperar que nos
74 • CARY PALMÓN

de lo que es necesario para llevar a cabo su


mandamiento.
El amor sana y expulsa el odio. Solo el
amor puede hacer que ese virus malvado
muera dentro de nuestro ser, y es la única
fuerza que destruye la naturaleza del odio
con su poder redentor. La fuerza del amor
disipa la obscuridad que inunda al ser herido.

Procede hacia tu libertad


El desobedecer a Dios y negarse a perdo-
nar es un pecado del cual nos tenemos que
arrepentir. Tenemos que aprender a vivir
nuestras vidas extendiendo el perdón a otros
cuando sea necesario, porque diariamente
podemos ser heridos, y a menudo la causa de
las heridas proviene de aquellos que ama-
mos.
No nos podemos negar a perdonar a
otros. Si tú esperas que Dios te perdone,
entonces, necesitas perdonar a aquellos que
REPA RA NDO EL CO RA Z ÓN ROTO • 75

te hirieron. Nosotros también hemos herido


a Dios y no solo Él nos perdona, pero no re-
cuerda nuestras malas acciones. Cuando noso-
tros no perdonamos, creamos una barrera
entre nosotros y Dios que impide que nues-
tras oraciones reciban la ansiada respuesta.
Deseo ayudarte a hacer la oración que
traerá la sanidad que tu alma necesita para
cerrar las heridas que has recibido en tu pa-
sado.
76 • CARY PALMÓN

Padre Celestial,
Vengo a tu presencia en el nombre de tu hijo
Jesús, presentándote mi corazón herido y desean-
do recibir la sanidad que ya Cristo compró para
mí en la cruz.
Te pido perdón por haber sentido odio y resenti-
miento contra esta persona que me ha hecho su-
frir. Sé que he pecado contra ti y contra esta
persona.
Tú sabes el dolor que he sentido porque he sido
abusada/o por _____________. En este momen-
to, como un acto de mi voluntad, decido perdo-
narlo y entrego todo este dolor en tus manos.
Pido por _______________, que envíes obreros
a su camino que le compartan el Evangelio, y es
mi deseo que te conozca como su Salvador y Rey.
Bendícelo con tu Salvación y tu Perdón.
Hago un compromiso contigo. Desde este punto
rechazaré todos los pensamientos negativos y las
oportunidades de venganza contra esta persona.
REPA RA NDO EL CO RA Z ÓN ROTO • 77

Gracias por obsequiarme tu poder para perdonar


y en este momento recibo la sanidad para las
heridas de mi alma.
Amén.
CAPÍ TU LO 6

Una relación
transformadora

Dios desea transforma tu vida y darte paz,


gozo y éxito en todo lo que emprendas.
Sí, Jesucristo te conoce y quiere que le des
la oportunidad de trabajar en tu vida y hacer-
la de nuevo. No importa cuál ha sido tu pa-
sado, no tienes que seguir viviendo así, Él
tiene una vida diferente y plena para ofrecer-
te.

79
80 • CARY PALMÓN

Nunca te ha perdido de vista. Hay cosas di-


fíciles que has vivido que no puedes explicar-
te y tal vez te han llenado de dudas e
interrogantes que nadie puede responder,
pero puedo asegurarte que en Jesucristo en-
contrarás la posibilidad de una vida diferente
y de triunfo.
No puedes culpar a Dios por las heridas
sufridas. Si le entregas tu vida a Jesús, Él se
hará responsable de todo lo que deposites
bajo su administración. Él se hará cargo de
tus sueños, de tus ilusiones, de tus recursos,
de tus relaciones, de tu futuro, de borrar tu
pasado, de hacer que las circunstancias no te
agobien.
Su propósito no es el afiliarte a una reli-
gión, Él desea tener ser tu amigo, acompa-
ñarte el resto de tu vida y al final de ella,
darte vida eterna.
La relación que existía entre Dios y el
hombre fue destruida cuando Adán pecó
REPA RA NDO EL CO RA Z ÓN ROTO • 81

contra Él. Alguien tenía que pagar por este


pecado. Dios envió a su Hijo único, Jesucris-
to, a pagar por nuestras deudas. Fue un pre-
cio muy caro que tuvo que pagar antes de
morir crucificado en la cruz. Sin embargo, en
este arrebato de amor hacia nosotros, Él en-
tregó su vida por ti y por mí.
Jesucristo dijo: “Yo soy la luz del mundo”.
Él puede iluminar tu vida y tu camino y ha-
certe ver todo con claridad. No tienes que ser
una persona perfecta o estar en una condi-
ción espiritual especial para recibir este bello
regalo de su presencia. Te estoy hablando de
un Dios vivo que desea ayudarte y sanarte de
todas tus heridas. ¿Por qué no aprovechas
este momento y le entregas tu corazón? Pí-
dele que sea tu Salvador y Rey. Esta es una
oración que Él siempre contesta.

“Mas a todos los que le recibieron, a los que


creen en su nombre, les dio potestad de ser
hechos hijos de Dios;” Juan 1:12
82 • CARY PALMÓN

No hay requisitos, no hay formularios que


llenar, solamente preséntale tu corazón con
todas las heridas, con todos tus pecados y Él se
encargará del resto. Él te perdonará, borrará
tus pecados, te dará vida eterna y serás su
hijo por la eternidad.
Por eso, si hay algo bueno que te puedo
desear, es que lo conozcas a Él, a Jesucristo,
el Hijo de Dios, en una forma íntima y per-
sonal, que Él se te revele y que tu corazón sea
sanado.
Permíteme ayudarte a hacer esta oración.
Padre Celestial,
Reconozco que soy un pecador. Te pido que me
perdones.
Creo con todo mi corazón que Tú enviaste a Jesu-
cristo a morir en la cruz por mí y por fe en su
sacrificio, acepto mi perdón.
Te entrego mi corazón, mi vida y mi ser y te doy
gracias por hacerme un Hijo de Dios.
Amen
REPA RA NDO EL CO RA Z ÓN ROTO • 83

¡Dios te bendiga!
Acerca de la Autora

Cary Palmón nació en La Habana, Cuba.


Años después, su familia se trasladó a Tulsa,
Oklahoma, después del trágico asesinato de
su padre. Este horrible evento causó un te-
rrible daño en su ser, pero en el año 1973
Cary tuvo un encuentro sobrenatural con
Jesucristo, el cual transformó su vida y sanó
las heridas de su corazón.
Los años pasaron y en el 1982 comenzó
su trayectoria ministerial como Pastora,
siendo fundadora de la Iglesia Naciones Uni-

85
86 • CARY PALMÓN

das en Cristo. Su labor se ha expandido a la


televisión y la radio, trayendo la respuesta y
solución bíblica a los problemas de la vida.
Cary es conferencista internacional y
también es la autora de varios libros. Ella es
una voz de esperanza que llega al herido, al
menospreciado, al alcohólico, al indefenso, al
adicto, y en fin, a todo aquel que sufre y ne-
cesita consuelo.
Te invitamos a visitar nuestra página web
www.carypalmon.org y si deseas comunicarte
con la autora, puedes escribirle a la siguiente
dirección:
Cary Palmón
P.O. Box 54723
Tulsa, Ok 74155
REPA RA NDO EL CO RA Z ÓN ROTO • 87

Otros libros publicados por Cary Palmón:


• Del Fracaso al Triunfo.
• Conflictos del Corazón.
• Evidencia y Veredicto.
• Principios para una Vida Victo-
riosa.
• Obsesión o Posesión.
• Seeds of Destiny.
88

También podría gustarte