KAFKALANDIA
Rodrigo Fresan
«Al despertar Gregorio Samsa una mafiana, tras un suefio
intranquilo, se encontré en su cama convertido en un monstruo-
50 insecto», anuncia uno de los principios mds justamente céle-
bres y celebrados en toda la historia de la literatura. La primera
linea de La metamorfsi, de Franz Kafka, el texto que hizo por
las cucarachas lo que Moby Dick hizo por las ballenas: les dio
estatura mitica, las convirtié en algo inmenso y poderoso y capaz
de simbolizar casi todas las cosas de este mundo.
Es facil sentirse una cucaracha kafkiana cualquier mafiana
que uno se dispone a tomar un avién. No por los terrores aéreos
(que no los tengo, nunca los tuve) sino porque los aeropuertos, cl
aire y todo lo que los rodea nos ubica velozmente en una situa-
cin de multitud en transito y en trimite, de extrafeza ante la
suibita alteracién de nuestra rutina. Ahora vuelo hacia la Praga de
Kafka y, sentado y con el cinturén de seguridad en su sitio, yo
ime habia prometido no leer a Kafka durante el viaje a Praga
Queda mal, queda tonto, del mismo modo que, pienso, seria
excesivo leer el Quarteto, de Lawrence Durrell, en Alejandria, 0
Elsol también sale en Pamplona. Es un poco obvio y, desde aho-
3, poco elegante. Aun asf, me agarro a la reciente edicién —com-
Pleta por primera vez en espatiol~ de los Diirios de Kafka. Un
tomo contundente de ms de mil paginas producido por Galaxia
2955 londe se incluyen los cuader-
Gurenberg-Circulo de Lectores, dond y
nos y legajos, los diatios de viaje, la oe al padre Laidea ‘a
cs tanto la de leero in stu, sino la de utilizarlo como suerte de
gua de ars altemativa: vr Praga através de Kala. O vera
Kafka a través de Praga. Algo asf. Ya veremos. :
En cualquier caso, decido que leer a Kafka en el avién puede
traer mala suerte o, cuando menos, una, suerte kafkiana. Abro la
ligera revista de linea aérea. Leo que la NASA planea enviar a
Marte, en 2005, una nave rebosante de cucarachas. «Los insectos
retinen las caracteristicas ideales de resistencia y, ademés, son
ideale ala hora de controlar biol6gicamente todo tipo de detri-
tos», dice un microbidlogo. En la ventanilla del avi6n ~ocupo el
asiento 7E- veo cémo Praga se acerca y, con ella, Kafka que esta
4 Marte.
en todas partes, que pronto conquistard ; :
Hlago memoria: ;qué fue lo primero que yo of de Praga? Re-~
cuerdo: primero fue la leyenda del Golem (esa especie de mons-
truo de Frankenstein judfo creado por la ciencia y la magia de un
rabino iluminado) y después, una efeméride cuyo titulo siempre
me impacté: «La defenestracin de los reyes de Prag Con el
6 de gobernadores nom-
tiempo supe que no se traté de reyes sino de ge
brados a pero ~habiendo nacido, vivido y padecido en
tun pais de robusta tradicién golpista~ eso de tirar funcionarios
porla ventana debe de haberme impresionado mucho durante mi
infancia. Tiempo después vino Franz Kafka (después de ya partir
de Jorge Luis Borges) y Praga como capital kafkiana del mundo,
:Cudndo una ciudad se convierte en la ciudad de un escritor
Cuando Dublin se transforma en Joyceworld, Londres en Dic-
keensland o Iliersen Proustville? Estd claro que la escritura de un
libro grande como una ciudad es condicién primera e inevitable
Joyce y Proust y Dickens ~los otros tes grandes urbanistas lite
rarios-acomeren la empresa de la manera més efeciva y directa
reescriben el mapa, lo hacen suyo, La conquisa de Praga ma
nos de Kallas una conguista casi secrets, poco evident y
‘ver més elegante. Porque mientras Joyce y Dickens se valen de
296
sus ciudades para reevaluar el pasado y el presente, la Praga de
Kaflea (la Praga que se intuye en los libros de Kafka) apunta al
faturo, alo que vendrd. En este scntido, Kafka se encuentra mu-
cho mas cerca de la ciencia ficcién de lo que parece, y Praga de
las colonias marcianas y ruinosas de Philip K. Dick. Praga es otto
mundo que esté en éste.
Praga como tal, con todas sus cinco letras~ aparece en ape-
nas dos textos en toda la obra de Kafka: en «Deseripcién de una
lucha» y en «El escudo de la ciudad», donde leemos: «Toda le-
yenda o cancién surgida en esta ciudad esté colmada de la nostal-
gia por el profetizado dia en que serd hecha afticos por cinco
golpes dados a cortos intervalos por un putio gigantesco. Por esta
zaz6n, la ciudad tiene un pufio en su escudo.»
En el resto de todo lo que llegé a escribir Kafka y no llegé a
quemar el buen amigo Max Brod, Praga es més una presencia
inevitable que un nombre propio. Praga, para Kafka, es un senti-
‘miento y, como los sentimientos, posible de confusiones, malen-
tendidos, alternativas emocionales. Para mi, Praga—en mi desco-
nocimiento puntual del terricorio~ era un sitio al que siempre
imaginé més como laboratorio que como ciudad. Més Bauhaus
Y minimal que gética o barroca: de lineas limpias y expresivas,
como esos dibujitos que hacia Kafka en los mérgenes de sus ma.
hnuscritos. Una ciudad de pocas palabras, de palabras justas. Una
ciudad, si, kafldana. En los Diarios del escritor, sin embargo,
Praga aparece por todas partes y se corresponde més con la esté.
tica de su realidad que por momentos recuerda tanto las esceno-
Sraflas reorcidas de los filmes de Tim Burton como los prolijos
dibujos de Hergé para El cetro de Ottokar, mi aventura favorita
de Tintin. Praga como un punto en el mapa que crece hasta con-
vertirse en devorador agujero negro y del que el breve Kafka
(1883-1924) apenas salié para darse unas vueltas por Berlin, Pa-
1fs, Munich, Budapest y sanatorios intermedios.
«Praga no te suelta. Menudas zarpas tiene la madrecita»,
‘deme de Praga. Frente a este dafio humano, el més grande que
297mis fuerte a : que de nuestros zapatos de fiebre aftosa, y ya estoy dentro. El aero.
avian, como los hom- puerto de Praga —que en len; ee aer0-
brew, escribe Kafka cada vez.que vuelve, cada vez.que decide no ‘como Franz Kafka se Sees areas
aii Ast, ol Kafka de los Diariosenfrentado al Kafka de sus fic- Pairs a patie Lor ich ieee aeRen ge cheat
Gs otro Kafka. Pero es el mismo. O no. Voy a intentar ieee eran aa aa ee
clararlo, aclararme. Hay dos tipos posibles de diatios. Los dia- rurbinay cuero de yal, Ye los seropuersos san, clio, cio =
tios inicidticos y adolescentes donde, dia tras dia, suspiro a suspi- Firion alana’ cacao aries bass evan
fo, consignamos cada instante de nuestra existenciastibtamente Rafi sempre sicti6 idsped incfizodo en loa ee
Trescendente con la obsesién detalista de un cronista de Indias Eton cc Kovacs Fea eck oes
sulentrandose en territorio desconocido del que, en mas de una to y sa padre lo desprecaba con amor, Mi how, el Par ake
ho sale entero, Y estén los diarios espasmédicos, que cache pect gral egee--ga lle ao
ipresiones movidas que en- que otras sélo le cuentan»— «todo un monumento, nacional. El
jamas he suftido, proceder con el n
dispongo», «Praga: las religiones se extr
ciones—
ocasién,
atrapan momentos como fotos, im
ccuentran foco més tarde, en la relectura de la memoria, «Alema- Pariz impresiona desde afuera como una suerte de perfecta m
le perfecta muta-
nia ha declarado la guerra a Rusia. Por la tarde, fui a nadar, eet citro al neditiod val rnomvand =f z
punta Franz Kafka en su diario el 2 de agosto de 1914, recién pios del siglo as iat a Giana eopeeeieees
iegado de las piscinas de la Excudla Civil de Natacién, Bso es Biles otss code acl alone seam erate
todo. Ast asi son los Diarios de Kafka. Un producto sanamence Had ne ms hace imucha dense qua d deseo d Praga, ciu-
tsaqizofiénico donde lo privado acaba pariendo lo publico y la ideal cilia ssh. tha ioeaidagelied ached
veclidad comienza a incubar la ficcién del mismo modo en que la hoteles eradiionales de Praga son mafestu ee ease
sms maternal de las cucarachas incuba sus huevos. «No hay cres- Pee por eexcrof a acta cscs do x arn
wanda en las visiones y descripciones, sino choques de fragmen- Se te es ae
tos, define con precision Nora Catlli en su prélogo a la nueva Esiserupenre botones, ntuneroedighalina Pea
talicion de los Diarios. Ast ast, pienso, me gustaria que fuera ba con los Estados Unidos eomo tierra prometida setlo Di
‘este diario mio de una semana en la Praga de Kafka o en el Kafka Bees 6 cuitetent ia es eee sere hg
de Praga. : Américao El desaparecido, le regalaba hw A peat
Lo que van a leer ustedes ~anotado y vivido, 0 viceversa, em Libercady un pusnte que comunicaba con Boston aNueva York
la primera semana de la primavera europea de 2001— son, sf, hablaba de los hoteles como de ambient Sees
amis circunstancias de entonces», en Praga, en una ciudad en la Iss yt in dspetnietier a ee oe
Gu nunca habia estado pero acerca dela que tanto habia lefdo¢ Be dee treo Seal con saa dado ce
imaginado. Be ices a ee ctr
Praga desde el are es una ciudad igual que todas, porque *- de las kafkettes Felice y Milena. SaALanel
das las eiudades, tal vez para confundli la Furia de los Angeles ex Sobre la cama alguien me ha dejado un ejemplar del periéd
dlesinfectar las suelas ‘slo afos treinta Naomi.2001 @volny.cz», ofrece un aviso cl
terminadores, son iguales vistas de arriba.
pisamos una alfombrita bacteriolégica para
298
299ficado. Enciendo la televisién, CNN y BBC: el holocausto de las
vacas briténicas y de los nifios afticanos que murieron en una ¢s-
ucla en llamas que me recuerdan pérrafos de Ev la colonia pe-
nitenciaria. ¥ hay pocas situaciones més kafkianas que la inmi-
nente caida dela estacidn espacial MIR. Visiones kafkianas ~todo
comienza a kafkiarse- que decido conjurar saliendo a caminar
por Praga, la visidn mds kafkiana de todas.
Hay tres maneras diferentes de utilizar una guia turistica, La
primera es estudiarla de memoria incluso meses antes del viaje en
cuestién y trazar un perfecto itinerario luego de desechar varias
opciones, como si nos dispusiésemos a desembarcar en las playas
de Normandia un dfa D cualquiera. La segunda es comprarla en
Ja ciudad a la que acaba de arribarse y llevarla en el boksllo y con-
sultarla de-vez en cuando, como si se tratara del horéscopo o del
1 Ching o, ya que en eso estamos, de los Diarios de Kafka, donde
ahora leo: «21 de agosto de 1922. La imagen de la insatisfaccién
que representa una calle en la que todo el mundo levanta los pies
del sitio en que se encuentra para irse de él.» La tercera —mi siste-
ma preferido, y creo que esto dice mis de mf que lo que puede
llegar a revelar el anilisis de mi ADN~ es lecrla recién regresado
al hotel, cuando ya se ha visto lo que no se sabe muy bien que es,
pero que nos hizo imaginarnos tantas historias que, en ocasio-
nes, se parecen mucho a la verdad.
De regreso en el Pariz.-luego de haber caminado por varias
horas en la Ciudad Vieja~ leo la guia y, de acuerdo, aclara algu-
nas cosas, fechas, acontecimientos. Pero, sin guia y caminando
como zombi 0 sonmbulo, Praga es una ciudad singularmente
_generosa con el turista porque parece haber sido construida para
ser apreciada con la boca abierta y los ojos mas abiertos toda-
vla~ por el forastero que no da crédito a que la Praga que creé em
su imaginacién se parezca tanto pero tanto a la Praga que imagi-
naron sus creadores. Ana quien saca las fotos de todo esto,
quien asegura que no le van a alcanzar los rollos de pelicula que
ttajo y que se confiesa agotada por una ciudad ran descarada~
300
mente fotogénica~ se derrumba aquejada, tal vez, de un hipoté-
tico wmal de Pragi», version centroeuropea del mal de Sten
dhabv 0 «de Florencia», Yo sigo leyendo la guia y poniéndole
nombres y etiquetas a lo que acabo de ver. Comprendo, de im-
proviso, por qué no existe una versién de Praga en Epcot. No
tendria sentido, nunca les saldrfa tan bien a los sicarios de Dis-
be eee 3. al mismo empo, an imposible como I Praga
Hay una sola historia de Praga que en sus idas y vueltas, alzas.
y bajas, asemeja al trazado de un electrocardiograma en el instan-
te preciso de un infarto que dura milenios y que empieza a agi-
tarse con la llegada de los celtas a partir del 500 a. C. Imposible
resumir una trama que involucra a varios santos pattonos y mat-
Tirizados, principes renacentistas, rabinos mégicos, cortesanos
italianos, astrénomos polacos, reyes estrafalarios como Rudolf Il,
feliz de ser retratado por el pintor frutal Arcimboldo, invasores
comunistas, inviernos y primaveras, revoluciones y contrarrevo-
luciones, Mozart estrenando Don Giovanni («Una porcheria te-
descals, dicen que se indigné la emperatria Maria Ludovica) y
presidentes progresy fandticos de Lou Reed y de la Velvet Under-
ground.
Pensar en Praga como en el Macondo de Europa y recordar
las palabras de Gabriel Garcfa Marquez en una Sea a
universidad de Bogota un amigo me presté un libro de cuentos
de Franz Kafka, Esa noche, de regreso en la pensién, empecé a
leer La acon ‘La primera oracién casi me hizo caet de la
cama... Yo no sabfa que a alguien se le permitiera escribir
asi. De haberlo sbido yo hubiera emperado a excibit ae
tiempo antes. Asf que me puse a escribir.»
El escritor inglés Bruce Chatwin en las paginas iniciales dela
novela Utz~para muchos el mejor libro jamds escrito por un ex-
tranjero a la hora de destilar el espititu de esta ciudad hecha de
extranjeros— escribe: «Praga era todavia la més misteriosa de las
ciudades europeas, donde lo sobrenatural era siempre una posi-
301bilidad atendible. La propensién de los checos a “doblarse” ante
tuna fuerza superior no es ni ha sido, necesariamente, una mues-
tta de debilidad. Por lo contrario, su apreciacién metafisica dela
vida los empujaba.a mirar estas demostraciones de fuerza como
algo efimero.» Asiy Praga cambia todo el tiempo —donde alguna
ver hubo una estatua de Stalin hoy hay un metrénomo gigante
que marca el latido de una ciudad-, para de este modo mantener
inalterable su curso siempre fluido y decididamente europeo.
Lo recomendable es quedarse un minimo de una semana y
dedicarle por lo menos un dia a cada uno de sus rostros, reser-
‘vindose dos dias extras para retornar a los rasgos favoritos. Divi-
dir a Praga en la Ciudad Vieja (Staré Mésto), el Barrio Judio
(Josefov), el castillo de Praga y Hradéany (Prazsky Hirad y Hrad-
zany), Mala Strana, y la Ciudad Nueva (Nové Mésto) fundada
en 1348 y redisefiada casi desde cero a finales del siglo XIX con
sus anchas avenidas y fachadas ministeriales ideales para el trén-
sito de tanques de guerra ocupacionistas, sus suspiros de art
nouveau y su abundancia de restaurantes de comida rrash, sus
hoteles de pasado glorioso y presente derrotado, y sus edificios
viejos hoy coronados por aplicaciones futuristas que los convier-
ten en algo a medio camino de metamorfosis arquitecténica.
Clavar el mapa contra una de las paredes del cuarto del hotel
—puede ser itl el librivo La Praga de Kafka, de Klaus Wagenbach,
fécil de hallar en cualquier libreria de Praga— y marcar en rojo las
cescalas en el «Camino de Kafka» a lo largo y ancho de los cinco
discritos. Kafka estuvo en todos, y todavia sigue estando.
La Ciudad Vieja eta y sigue siendo el ombligo del mundo de
Kafka, yes el barrio de Praga que més y mejor permite una suerte
de reinterpretacién inmobiliaria de la vida de Franz Kafka. En
sus bordes todavia estén la casa natal y Ia casa Oppelt, donde
transcurre La metamorfosis. Varias de las otras viviendas de los
Kafka —una familia adicta al nomadismo sedentario dentro de
una misma ciudad— han desaparecido, pero se conservan foto-
graflas. Son edifcios senoriales, perfectos para alimentar los sue-
302
pics de grandeza de una clase media adinerada donde Kafka su-
fi6 como un condenado el soundirack de misica concreta de la
vida familiar. «Para leer, para estudiat, para dormir, para nada
aecwita nadie sencio que yo necesito para esrb, esribe
af mientras su padre le gta que no moleste, que no esté tan
callado, que diga algo.
Kafka decide salir a pascar. Decide noir a las veladas litera-
rias de El Unicornio Dorado o al café Slavia, donde en més de
una ocasién escuché las vibrantes arengas de Albert Einstein,
camina hacia el rfo por la todavia hoy elegante avenida Patizska,
y llega hasta un puente, Hay algo siempre terrible y feliz al mis.
mo tiempo en el acto de cruzar un puente. Kafka piensa en tirar-
se, en saltar, en dejase llevar por lacorriente. Sele ocurre la idea
para un cuento titulado «La condena»y vuelve a casa. Las her
manas tien, los canarios cantan y su padre come con la boca
abiertay haciendo mucho, pero mucho ruido
Al igual que los japoneses invadieron Paris o los argentinos
Miami, Praga —cafdo el muro de la historia se ha convertido en
el destino favorito de parejas en luna de miel (espafolas en su
mayorfa) o de grupos de adolescentes (itlianos) que aillan con
todo el volumen de sus hormonas la felicidad aucomética del via-
je de egresados. Estos tltimos ~siempre en alegre manada~ son
Jos que mis ruido hacen, los que més basura producen, os que
‘mds desesperarfan a Franz Kafka, seguro. «jMas agresiva, icin.
dics un hfalzong Nikon en mane na amiga de pechos
ae Ja toca una y otra vez.con el lash de su cde
21 de marzo del 2001. Empieza la primavera, sin cml
ese nevando La nieve -si se lo lene tun poco es el rag
los efectos especiales de la naruraleza. La nieve enaltecey funcio-
lo mas cercano que tenemos a la maquina del tiempo.
1a nieve alter nuestra perp del presente y dla realidad y
ace que ls ciudades cambien y encuentren su edad y momento
Perfecto, ideal. Toda ciudad deberfa tener un botén para hacer
303nevar o una ranura por la que arrojar algunas monedas y com-
prarse un poco de lene sieves gue extermadements bien
a Praga, la vuelve todavia més kafkiana. Corro por una c: fe lel
Barrio Viejo de Praga. Persigo una cucaracha. La ie 7
2 elo strong dl Ayuntamiento, Dan a dos de rds
La figura de la muerte sacude una campanita. El Turco sacude la
cabeza de un lado al otro. La Vanidad se mira en un espejo junto
als Avan, Acorralo a mi cucaracha, Me preguno sno sx
pecido more mata a una cucaacha en Praga L observ ale
jarse. La saludo con la mano. Suenan fiinebres campanas de glo-
ria y hasta la hora que viene, hasta dentro de sesenta cen mi-
mos Es primavera primavera de Praga etnevando
«Kafka es el gran escritor cldsico de nuestro atormentado y
extrafo siglo... Era judfo, pero la palabra judo no figura, que yo
ssuerde, ens obra, escibe Jorge Luls Borges en 8 bree in
troducin alos eltsbrevs de Franz Kf La omisign de
palabra, de la condicién, de la religién, encuentra pronta expli-
cacién en el hecho de que el padre de Kafka el colosal y mons-
truoso Hermann escondia celosamente su origen optando por
el de checo a secas, sintiéndose orgulloso de su casmiaciom 7
moderidad de prsper hombre de negocios. La rclai6n de
Kafka con lo judio es ambigua: se resiste a ello por temores ‘ :
kianos y persecutorios, pero al mismo tiempo jjtiene fantastas a
alcanzar la siempre esquiva felicidad trabajando de camarero &
lestinal!
afl hteda pulsién negadorapatena ~alimentada pore
terror a las persecuciones sufridas desde el principio de eee
pos pr ls uy eo In eleva a una apse de tiga de
tranjero de todas partes que, incluso, lo perjudica en 4 poe
que buena parte dels cheros por haber sto en lem o
consderan todavia hoy un eseritor we fuera. lestgma se iva
mis drdstico al ser denunciado por la intervencién sovigica como
ssatrsta decadenter. La redencién politica no Mega sino hast
1963, cuando, en un congreso revolucionario, se enalece al
304
marada Franz como «denunciador de las miserias del capitalis-
mor. En 1968 vuelve a ser prohibido luego de la euforia de la
Primavera de Praga. A partir de 1990, Kafka retorna para quedar-
seen los estantes como marca registrada y producto for-esport.
Uno de los mejores libros sobre Kafka es, sin duda, el Kafke
para principiantes,ilustrado por el genio del cémic underground
Robert Crumb. Alli, en vifietas oscuras, se repasa su vida y obra,
y Kakfa aparece como una especie de antihéroe parecido al ealfe.
fique de 44 quilates» de aquel ancestral aviso fisicoculturista de
Charles Atlas sufriendo por casi todas las cosas que se pueden
sufrit. Allf aparece Kafka caminando por las calles del antiguo
Barrio Judio de Praga que Hitler (a quien Kafka anticipa en més
de un texto) decidié dejar intacto para que funcionara como
«anuseo de horrores» de una raza extinta. «Este estrecho cfrculo
contiene toda mi vida... Es mi celda, mi fortalezar, escribe Kafka
mientras, por razones sanitarias, el barrio infestado de ratas es
derribado y reconstruido. All esté, todavia, la sinagoga Starono-
vA, la mds antigua de Europa, construida circa 1270 y que, dicen,
esconde los restos del Golem. Allfesté, en el antiguo Cementerio
Judio protegido por el canto de los cuervos, la tumba del gran
rabino Low, cientifico 0 mago, précer indiscutido. All estén, en
uuno de los muros de la sinagoga Pinkas, los nombres de los
77.297 judios checoslovacos deportados y muertos en vatios
campos de concentracién, y entre los que figuran tres hermanas
de Franz Kafka, De ali parten ~todos los dias, justicia poética e
iron{a histérica— los émnibus de la Wittman Tours, especializa-
da en excursiones «de interés judio» a, por ejemplo, Auschwitz-
Birkenau, Mauthausen y Terezin
Mi cuento favorito de Kafka es un cuento breve en extensién
Pero inmenso en sus intenciones, y se titula «Una confusién cot
diana». Menos de una pigina le alcanza a Kafka para narrar la im-
Posibilidad del encuentro entre A y B para concretar un asunto
laboral, «un importante negocio». El tema subyacente es el de tra-
bajo, y poca cosa le causaba més horror a Kafka que el tema del
305i ormente, el con-
abajo. «Por mucha indiferencia que sienta interiorment
tacto directo con la vida laboral me impide totalmente adoptar
tuna visién panorimica de las cosas, como si estuviera en el fondo
de un barranco y ni siquicra pudiera erguir la cabeza», escribe.
Existen en Praga dos de los domicilios laborales més presentes en
cl paisaje ficticio kafkiano. Uno es la compania de segue esa
razioni Generali, en la Ciudad Nueva, y donde casi enloquece
(«ornadas terribles» y «la esperanza de algiin dia ocupar asiento en
aes remotos»), pero que le sirve para escribir E! proceso (obra
maestra de la angustia que, sin embargo, y para desconcierto de
‘sus amigos, lefa en voz alta lorando de la risa). El otro es la Mutua-
lidad de Seguros y Accidentes Laborales, en la Ciudad Vieja, don-
de fue un poco més feliz redactando tratados sobre mutilaciones
varias, sintiendo que sive de algo alla sociedad y conmovido por 2
suerte trigica de obteros eque vienen a peditnos las cosas aa
humildad en lugar de tomar la mutualidad por asalto y hacerlo
todo trizasy. Kafka mata el tiempo sentado a su escritotio imagi-
nando vaiantes sobre su propia muerte, ida ves mds eile sin
dejar de sonreir una sonrisa casi idiora en su santidad, Sus aly
respetan, aprecian su trabajo y le preguntan cada vez. mds seguido
siente bien, sile pasa algo.
if oe de Kafka. Miro fotos de Franz Kafka recopiladas ea
Klaus Wagenbach para el libro Franz Kafka: imdgenes desu ae
Asombra ls vieja fotos de Praga y asombran ls foros de Kaa
ue, siempre, parece estar fuera del tiempo y del espacio. En 7
aa famosa de ellas —un retrato del escritor en 1922 delante del
domicilio familiar, casa Oppelt, 1920-1921-; la Gene de -
jue no es el suyo pero que
raterrestre fotografiado en un planeta que no es el suyo ps
iia dja, es todavia mis evidente. Ahi, Kafla parece un
alien abducido por si mismo. Hay algo en el rostro de Kal
como lo hay en el del subconsciente Freud, en el del arémico
Einstein, en el del diabélico Hitler, los otros tres rostros que ter~
minan de definir el siglo xx~ que lo convierte en definitivo
paradigmitico y representative de tantos otros rostros. Un rostt®
306
inequivocamente vanguardista, modemno, revolucionario, inme-
diatamente reconocible. Se tiene cara de Kafka como se tiene
cuello de Audrey Hepburn o anteojos de John Lennon,
John Lennon, no hay duda, es el més kafkiano de los Beatles,
y no es casual que, en los bajos de Malé Strana, un mural al que
los viajeros anexan graffiticomo sellos en las paginas de un pasa-
porte, celebre su figura y ocupe toda una pared en la plaza del
Gran Priorato, frente a la Embajada de Francia. Canciones kaf-
Kianas de John Lennon, enumero: «A Day in the Life», «I’m so
Tired», «I’m only Sleeping», «I’m the Walrus», «Help!y... Mala
Strana y sus calles configuran la parte més popular y juvenil de
Praga. Por aqui caminé Mozart y por aqui se filmaron escenas
del filme Amadeus, y hacia aqui cruzan el puente de Carlos VI
~pasan entre las estatuas santas y negras y doradas, caminan como
nazarenos cargando sus cruces—los chicos y las chicas que arras-
‘ran sus cellas rambo a los diferentes conservatorios. De las ven-
tanas abiertas cae mtisica de cuerdas y abundan las disquerias de-
dicadas exclusivamente a la venta de miisica clésica. En todas las
éesquinas reparten volantes para concertos. No escucho, por suer-
£, por los altoparlantes de Mali Strana, nada del un tanto ener
vante rock checo ~que se parece al rock de los afios ochenta del
resto del mundo-, y subo por la calle Mostecké, empalmo con
Nerudova (nombrada asi en honor del poeta local Jan Neruda, y
donde el poeta chileno Ricardo Nefeali Reyes Basualto encontrd
su seudénimo para siempre) y alcanzo la parte més alta, donde,
como corresponde, se alza el castillo de Praga y Hradéany, obvia
inspiracién para El castillo, de Kafka, y punto de partida de esta
ciudad al ser erigido por el principe Borivoj en el siglo IX. El casti-
llo de Praga es, en realidad, un complejo de edificaciones que in-
cluyen monasterios de monjas y monjes, la catedral de San Vito,
torres de mala fama, museos un tanto anticuados, palacios de lar.
£80 pasillos estancias inmensas~como en El castillo, de Kafka,
¢n los cuales uno sabe cuéndo entré pero por momentos cuesta
imaginar cudndo se va a sali. Aqui se encuentra el destino ideal
307para el turista museofégico (abundan las colecciones de cuadros,
la joyeria religiosa, las proezas gético-arquitecténicas, las tumbas
de amos y sefiores), ¥ desde aqui se contempla la mejor vista de
Praga, que no ha cambiado demasiado en siglos si se ignora el
injerto vertical, casi donde termina el horizonte, de la torre de
televisién de 260 metros de aleura en el Mahler Park. Pero yo
vengo tras los pasos de Kafka. A los fondos del castillo lleg6 Kaf-
ica en compaiia de su hermana Ortla huyendo de los ruidos del
centro de Praga y del fragor de su familia para instalarse en una
‘casita medieval de la Alchimistengasse 0 callején del Oro-, ba-
rriada en linea recta alguna vez habitada por los alquimistas loca-
les en insomne biisqueda de la piedra filosofal. Aqui, durante
1916, el insomne Kafka escribe textos como «Un médico rural»
ce wdnforme para la Academia». Aqu{, Kafka fue feliz 0 algo pare
cido: «Bs algo insdlito eso de tener una casa, de no cerrar tras el
mundo la puerta de la habitacién, ni la del piso, sino, sin mas ni
is, la de la casa; pisar la nieve de la silenciosa callejuela al salir
directamente de la puerta de la casa. Todo ello por 20 coronas al
mes.» Hoy, una pequefia placa sefiala el pasado virtuoso de la
casita que, al igual que todas las que la acompafian, hoy comercia
con artesanfas de dudoso gusto. Después, se muda a un piso del
palacio de Schénborn en Mali Strana. Después vomita sangre
por primera vez. Después vuelve a lo de sus padres, en la case
Oppelt. Después se lo levan al sanatorio Hoffman en Karling
cerca de Klosterneuburg, Después pronuncia sus gltimas pala
bras a un doctor que le asegura que no se va. ir de su lado («Pero
yo sis, le responde Kafka). Después se muere, Después resucit.
24 de marzo del 2001. Salgo a buscar a ver silo encuentro-
cl set de filmacién de Blade If, 'a pelicula de vampiros que est
filmando por aqui el mexicano Guillermo del Toro. No hay
caso. No veo cimaras. La pelicula del mexicano podria estar fil
méndose en cualquier esquina, porque Praga es, desde ahor®
una de las ciudades més filmables jams construidas. El paralso:
supongo, de los directores de cine que no sélo pueden permitirse
308
pee Praga acti de Praga sino de cualquier otra cosa. Praga puc-
le ser, sin demasiado esfuerzo, otro planeta, De improviso, un
tumulto de personas y gritos rodeando a una pareja aterrorizada.
Tal vez sean vampiros, me digo, y corro hacia ellos y, sorpresa
son Bruce Willis y Demi Moore. Estén cercados por fans dis-
ppuestos a chuparles la sangre y la tinta de los autégrafos. Wills
—que esté por aqui filmando algo que se llama Hart's War-tiene
todo el aspecto de alguien aterrorizado, Los ojos bien abiertos y
muy kafkianos pregunténdose por qué a miy eémo voy asaliede
ésta, Dos polictas checos intervicnen y se los llevan casi al rote
mientras son perseguidos por una jauria de italianos. Al dfa si-
guiente ~salié en todos los periddicos~ Bruce envié una carta en
que agradecia a los dos agentes del orden, encerrado en su hotel,
=— = la ventana desde atrds de cortinas corridas. :
escubro que estoy mas gordo que cuando llegué. En Pr
«En realidad se llama’ a me advieis we eae ae
na~ se come muy bien, se come mucho, se come barato. Con-
tundentes goulash, carne de caza, vinos rojos y aoe
tesanales y mantequilla perfumada. Después, se gime el insomnio
de los pecadores carnales. Kafka -para furia de su siempre furio-
so padre~ era un dedicado fan de la calistenia digestiva predicada
por Mueller y de la doctrina masticadora del norteamericano
Horace Fletcher. Masticar cada bocado mas de diez veces y, de
ser posible, consumir nada mas que vegetales, nueces y frutas
No es mi caso después de meses de abstinencia carnal y paranoi-
a por la peste de «las vacas locas», Entro en un McDonald's
~venganza encubierta de los checos, pienso- descubro que es a
cho més caro un menti con Big Maca la USA que una comida de
tres platos y postre de delicias locales. Salgo corriendo y entro
caminando en un ae de comida checa. El ment incluye
el peso en gramos de lo que se va a servir, nbre que perma-
i ae a el li emcees
carne, Para alegria de Hermann y tristeza de Franz, no hay bue-
os restaurantes vegetarianos en Praga. :
30927 de marzo del 2001. Por reflejo animal o justicia poética
_-me da igual, lo que ustedes prefieran~ el aparente azar de los
Viajes acaba imitando el orden previsible de la vida. Los viajes
como nosotros~ nacen, crecen, envejecen y mueren. Fista es la
inevitable muerte de mi viaje a Praga. Vuelve a nevar una nieve
que ~ahora mas ligera, y a diferencia de la primera nieve del pri-
mer dia~ ya no es el tltimo rugido del invierno sino el primer
suspiro de la primavera, Subo a un vag6n de metro en la estacién
Central de Mastek y me voy a bajar, cinco estaciones més tarde,
en Zelivského, en las afueras de Praga. El metro de Praga como
los tranvias~ es inequivocamente soviético pero cémodo y ama-
ble. Nunca dejo de viajar en metro en cualquier ciudad adonde
lego: la parte de debajo de la ciudad es, para mi, ran importante
como la de arriba y, creo, para conocer una ciudad de verdad hay
aque descender al paradisiaco infierno de sus vagones elétricos,
Los metros el més kafkiano de todos los medios de transporte—
son, también, el tinico sitio donde es politicamente correcto mi-
rat a los ojos de los desconocidos y pensar cosas absurdas. Para
cuando alcanzo la superficie, la nieve se ha convertido en lloviz~
na y sélo tengo que cruzar la calle para alcanzar la verja del c=
tnenterio de Olsany. Los terrenos consagrados a la colectividad
judla ~inaugurados en el siglo XIX- estin cubicrtos por Hépidas
hegras y autoritarias, més dsciplinadas en su formacién que las
inmemoriales lipidas del antiguo cementerio judio. Me cubro la
Cabeza y sigo las indicaciones de un cartel con una flecha donde
se lee en maytisculas: Dr. Franz Kafka: 21-14-33. Demoro un
tanto en decodificar la clave (manzana 21, fila 14, tumba 33) ¥
bastante mas en encontrar la lipida, Me cruzo con la tumba de
~scasualidad?- un tal Isidoro Borges. A unos pocos pasos, a nds
ceantos muertos, encuentro a quien estaba buscando. No es lt
misma ipida que habia visto en el café Kafka del Barrio Judlo
Tas cosas han cambiado. En aquélla ~de forma clésica— apareci
Kafka solo y, picnso, feliz. En ésta, una especie de obelisco de
mirmol claro, més ancho en la punta que en la base, el suftide
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escritor muerto en 1924 ha sido alcanzado por los belicosos res-
tos morales dl nsf padre Hermann fled en 1931) y
lela sufrida madre Julie (quien hizo lo propio en 1934). Otra
ver. Todos juntos y en familia. Uno encima de otto, Como an-
tes. Como cuando el pobre Franz intentaba escribir y el terrible
Hermann intents que no escribir, Mecuesa cre que Franz
descanse en paz. Dejo una piedra al pie de la Kpida. El
viaje termina, la vida continta, Bob Dylan gané un Oscar y la
oe caido sobre alguna ola par o impar del océano Pacifico.
aie Rohe i ims noche en Prag eng un suet df
nikvment akan que, gro eure ncubado en Ios
je mi inconsciente, como una fiebre, durante toda‘esta se-
mana. Ahora, por fin, sale: en mi suefio, al principio, aparecen
a eae imgenesdesordendas pj de la ciudad,
ve y sol, Bis lacs, mufiecas rusas, muisica esférica -
dient aa balcones sostenidos por ttanes fe a oS ne
Jc esos balcones sale una columna de humo blanco y negro y, ab
dentro, Max Brod obedece la voluntad de 2 eee is
vida ein muero, Max Brod quema la obra de Fats Kafka y
con la ilkima pagina hecha cenizas, Praga desaparece Entonces,
en agin lugar de los rojos canales de Marte, todas las hermosas
cucarachas se despiertan para descul e
ucsrachas se depiertan para decurirque shan conver en
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