Está en la página 1de 9
KAFKALANDIA Rodrigo Fresan «Al despertar Gregorio Samsa una mafiana, tras un suefio intranquilo, se encontré en su cama convertido en un monstruo- 50 insecto», anuncia uno de los principios mds justamente céle- bres y celebrados en toda la historia de la literatura. La primera linea de La metamorfsi, de Franz Kafka, el texto que hizo por las cucarachas lo que Moby Dick hizo por las ballenas: les dio estatura mitica, las convirtié en algo inmenso y poderoso y capaz de simbolizar casi todas las cosas de este mundo. Es facil sentirse una cucaracha kafkiana cualquier mafiana que uno se dispone a tomar un avién. No por los terrores aéreos (que no los tengo, nunca los tuve) sino porque los aeropuertos, cl aire y todo lo que los rodea nos ubica velozmente en una situa- cin de multitud en transito y en trimite, de extrafeza ante la suibita alteracién de nuestra rutina. Ahora vuelo hacia la Praga de Kafka y, sentado y con el cinturén de seguridad en su sitio, yo ime habia prometido no leer a Kafka durante el viaje a Praga Queda mal, queda tonto, del mismo modo que, pienso, seria excesivo leer el Quarteto, de Lawrence Durrell, en Alejandria, 0 Elsol también sale en Pamplona. Es un poco obvio y, desde aho- 3, poco elegante. Aun asf, me agarro a la reciente edicién —com- Pleta por primera vez en espatiol~ de los Diirios de Kafka. Un tomo contundente de ms de mil paginas producido por Galaxia 295 5 londe se incluyen los cuader- Gurenberg-Circulo de Lectores, dond y nos y legajos, los diatios de viaje, la oe al padre Laidea ‘a cs tanto la de leero in stu, sino la de utilizarlo como suerte de gua de ars altemativa: vr Praga através de Kala. O vera Kafka a través de Praga. Algo asf. Ya veremos. : En cualquier caso, decido que leer a Kafka en el avién puede traer mala suerte o, cuando menos, una, suerte kafkiana. Abro la ligera revista de linea aérea. Leo que la NASA planea enviar a Marte, en 2005, una nave rebosante de cucarachas. «Los insectos retinen las caracteristicas ideales de resistencia y, ademés, son ideale ala hora de controlar biol6gicamente todo tipo de detri- tos», dice un microbidlogo. En la ventanilla del avi6n ~ocupo el asiento 7E- veo cémo Praga se acerca y, con ella, Kafka que esta 4 Marte. en todas partes, que pronto conquistard ; : Hlago memoria: ;qué fue lo primero que yo of de Praga? Re-~ cuerdo: primero fue la leyenda del Golem (esa especie de mons- truo de Frankenstein judfo creado por la ciencia y la magia de un rabino iluminado) y después, una efeméride cuyo titulo siempre me impacté: «La defenestracin de los reyes de Prag Con el 6 de gobernadores nom- tiempo supe que no se traté de reyes sino de ge brados a pero ~habiendo nacido, vivido y padecido en tun pais de robusta tradicién golpista~ eso de tirar funcionarios porla ventana debe de haberme impresionado mucho durante mi infancia. Tiempo después vino Franz Kafka (después de ya partir de Jorge Luis Borges) y Praga como capital kafkiana del mundo, :Cudndo una ciudad se convierte en la ciudad de un escritor Cuando Dublin se transforma en Joyceworld, Londres en Dic- keensland o Iliersen Proustville? Estd claro que la escritura de un libro grande como una ciudad es condicién primera e inevitable Joyce y Proust y Dickens ~los otros tes grandes urbanistas lite rarios-acomeren la empresa de la manera més efeciva y directa reescriben el mapa, lo hacen suyo, La conquisa de Praga ma nos de Kallas una conguista casi secrets, poco evident y ‘ver més elegante. Porque mientras Joyce y Dickens se valen de 296 sus ciudades para reevaluar el pasado y el presente, la Praga de Kaflea (la Praga que se intuye en los libros de Kafka) apunta al faturo, alo que vendrd. En este scntido, Kafka se encuentra mu- cho mas cerca de la ciencia ficcién de lo que parece, y Praga de las colonias marcianas y ruinosas de Philip K. Dick. Praga es otto mundo que esté en éste. Praga como tal, con todas sus cinco letras~ aparece en ape- nas dos textos en toda la obra de Kafka: en «Deseripcién de una lucha» y en «El escudo de la ciudad», donde leemos: «Toda le- yenda o cancién surgida en esta ciudad esté colmada de la nostal- gia por el profetizado dia en que serd hecha afticos por cinco golpes dados a cortos intervalos por un putio gigantesco. Por esta zaz6n, la ciudad tiene un pufio en su escudo.» En el resto de todo lo que llegé a escribir Kafka y no llegé a quemar el buen amigo Max Brod, Praga es més una presencia inevitable que un nombre propio. Praga, para Kafka, es un senti- ‘miento y, como los sentimientos, posible de confusiones, malen- tendidos, alternativas emocionales. Para mi, Praga—en mi desco- nocimiento puntual del terricorio~ era un sitio al que siempre imaginé més como laboratorio que como ciudad. Més Bauhaus Y minimal que gética o barroca: de lineas limpias y expresivas, como esos dibujitos que hacia Kafka en los mérgenes de sus ma. hnuscritos. Una ciudad de pocas palabras, de palabras justas. Una ciudad, si, kafldana. En los Diarios del escritor, sin embargo, Praga aparece por todas partes y se corresponde més con la esté. tica de su realidad que por momentos recuerda tanto las esceno- Sraflas reorcidas de los filmes de Tim Burton como los prolijos dibujos de Hergé para El cetro de Ottokar, mi aventura favorita de Tintin. Praga como un punto en el mapa que crece hasta con- vertirse en devorador agujero negro y del que el breve Kafka (1883-1924) apenas salié para darse unas vueltas por Berlin, Pa- 1fs, Munich, Budapest y sanatorios intermedios. «Praga no te suelta. Menudas zarpas tiene la madrecita», ‘deme de Praga. Frente a este dafio humano, el més grande que 297 mis fuerte a : que de nuestros zapatos de fiebre aftosa, y ya estoy dentro. El aero. avian, como los hom- puerto de Praga —que en len; ee aer0- brew, escribe Kafka cada vez.que vuelve, cada vez.que decide no ‘como Franz Kafka se Sees areas aii Ast, ol Kafka de los Diariosenfrentado al Kafka de sus fic- Pairs a patie Lor ich ieee aeRen ge cheat Gs otro Kafka. Pero es el mismo. O no. Voy a intentar ieee eran aa aa ee clararlo, aclararme. Hay dos tipos posibles de diatios. Los dia- rurbinay cuero de yal, Ye los seropuersos san, clio, cio = tios inicidticos y adolescentes donde, dia tras dia, suspiro a suspi- Firion alana’ cacao aries bass evan fo, consignamos cada instante de nuestra existenciastibtamente Rafi sempre sicti6 idsped incfizodo en loa ee Trescendente con la obsesién detalista de un cronista de Indias Eton cc Kovacs Fea eck oes sulentrandose en territorio desconocido del que, en mas de una to y sa padre lo desprecaba con amor, Mi how, el Par ake ho sale entero, Y estén los diarios espasmédicos, que cache pect gral egee--ga lle ao ipresiones movidas que en- que otras sélo le cuentan»— «todo un monumento, nacional. El jamas he suftido, proceder con el n dispongo», «Praga: las religiones se extr ciones— ocasién, atrapan momentos como fotos, im ccuentran foco més tarde, en la relectura de la memoria, «Alema- Pariz impresiona desde afuera como una suerte de perfecta m le perfecta muta- nia ha declarado la guerra a Rusia. Por la tarde, fui a nadar, eet citro al neditiod val rnomvand =f z punta Franz Kafka en su diario el 2 de agosto de 1914, recién pios del siglo as iat a Giana eopeeeieees iegado de las piscinas de la Excudla Civil de Natacién, Bso es Biles otss code acl alone seam erate todo. Ast asi son los Diarios de Kafka. Un producto sanamence Had ne ms hace imucha dense qua d deseo d Praga, ciu- tsaqizofiénico donde lo privado acaba pariendo lo publico y la ideal cilia ssh. tha ioeaidagelied ached veclidad comienza a incubar la ficcién del mismo modo en que la hoteles eradiionales de Praga son mafestu ee ease sms maternal de las cucarachas incuba sus huevos. «No hay cres- Pee por eexcrof a acta cscs do x arn wanda en las visiones y descripciones, sino choques de fragmen- Se te es ae tos, define con precision Nora Catlli en su prélogo a la nueva Esiserupenre botones, ntuneroedighalina Pea talicion de los Diarios. Ast ast, pienso, me gustaria que fuera ba con los Estados Unidos eomo tierra prometida setlo Di ‘este diario mio de una semana en la Praga de Kafka o en el Kafka Bees 6 cuitetent ia es eee sere hg de Praga. : Américao El desaparecido, le regalaba hw A peat Lo que van a leer ustedes ~anotado y vivido, 0 viceversa, em Libercady un pusnte que comunicaba con Boston aNueva York la primera semana de la primavera europea de 2001— son, sf, hablaba de los hoteles como de ambient Sees amis circunstancias de entonces», en Praga, en una ciudad en la Iss yt in dspetnietier a ee oe Gu nunca habia estado pero acerca dela que tanto habia lefdo¢ Be dee treo Seal con saa dado ce imaginado. Be ices a ee ctr Praga desde el are es una ciudad igual que todas, porque *- de las kafkettes Felice y Milena. SaALanel das las eiudades, tal vez para confundli la Furia de los Angeles ex Sobre la cama alguien me ha dejado un ejemplar del periéd dlesinfectar las suelas ‘slo afos treinta Naomi.2001 @volny.cz», ofrece un aviso cl terminadores, son iguales vistas de arriba. pisamos una alfombrita bacteriolégica para 298 299 ficado. Enciendo la televisién, CNN y BBC: el holocausto de las vacas briténicas y de los nifios afticanos que murieron en una ¢s- ucla en llamas que me recuerdan pérrafos de Ev la colonia pe- nitenciaria. ¥ hay pocas situaciones més kafkianas que la inmi- nente caida dela estacidn espacial MIR. Visiones kafkianas ~todo comienza a kafkiarse- que decido conjurar saliendo a caminar por Praga, la visidn mds kafkiana de todas. Hay tres maneras diferentes de utilizar una guia turistica, La primera es estudiarla de memoria incluso meses antes del viaje en cuestién y trazar un perfecto itinerario luego de desechar varias opciones, como si nos dispusiésemos a desembarcar en las playas de Normandia un dfa D cualquiera. La segunda es comprarla en Ja ciudad a la que acaba de arribarse y llevarla en el boksllo y con- sultarla de-vez en cuando, como si se tratara del horéscopo o del 1 Ching o, ya que en eso estamos, de los Diarios de Kafka, donde ahora leo: «21 de agosto de 1922. La imagen de la insatisfaccién que representa una calle en la que todo el mundo levanta los pies del sitio en que se encuentra para irse de él.» La tercera —mi siste- ma preferido, y creo que esto dice mis de mf que lo que puede llegar a revelar el anilisis de mi ADN~ es lecrla recién regresado al hotel, cuando ya se ha visto lo que no se sabe muy bien que es, pero que nos hizo imaginarnos tantas historias que, en ocasio- nes, se parecen mucho a la verdad. De regreso en el Pariz.-luego de haber caminado por varias horas en la Ciudad Vieja~ leo la guia y, de acuerdo, aclara algu- nas cosas, fechas, acontecimientos. Pero, sin guia y caminando como zombi 0 sonmbulo, Praga es una ciudad singularmente _generosa con el turista porque parece haber sido construida para ser apreciada con la boca abierta y los ojos mas abiertos toda- vla~ por el forastero que no da crédito a que la Praga que creé em su imaginacién se parezca tanto pero tanto a la Praga que imagi- naron sus creadores. Ana quien saca las fotos de todo esto, quien asegura que no le van a alcanzar los rollos de pelicula que ttajo y que se confiesa agotada por una ciudad ran descarada~ 300 mente fotogénica~ se derrumba aquejada, tal vez, de un hipoté- tico wmal de Pragi», version centroeuropea del mal de Sten dhabv 0 «de Florencia», Yo sigo leyendo la guia y poniéndole nombres y etiquetas a lo que acabo de ver. Comprendo, de im- proviso, por qué no existe una versién de Praga en Epcot. No tendria sentido, nunca les saldrfa tan bien a los sicarios de Dis- be eee 3. al mismo empo, an imposible como I Praga Hay una sola historia de Praga que en sus idas y vueltas, alzas. y bajas, asemeja al trazado de un electrocardiograma en el instan- te preciso de un infarto que dura milenios y que empieza a agi- tarse con la llegada de los celtas a partir del 500 a. C. Imposible resumir una trama que involucra a varios santos pattonos y mat- Tirizados, principes renacentistas, rabinos mégicos, cortesanos italianos, astrénomos polacos, reyes estrafalarios como Rudolf Il, feliz de ser retratado por el pintor frutal Arcimboldo, invasores comunistas, inviernos y primaveras, revoluciones y contrarrevo- luciones, Mozart estrenando Don Giovanni («Una porcheria te- descals, dicen que se indigné la emperatria Maria Ludovica) y presidentes progresy fandticos de Lou Reed y de la Velvet Under- ground. Pensar en Praga como en el Macondo de Europa y recordar las palabras de Gabriel Garcfa Marquez en una Sea a universidad de Bogota un amigo me presté un libro de cuentos de Franz Kafka, Esa noche, de regreso en la pensién, empecé a leer La acon ‘La primera oracién casi me hizo caet de la cama... Yo no sabfa que a alguien se le permitiera escribir asi. De haberlo sbido yo hubiera emperado a excibit ae tiempo antes. Asf que me puse a escribir.» El escritor inglés Bruce Chatwin en las paginas iniciales dela novela Utz~para muchos el mejor libro jamds escrito por un ex- tranjero a la hora de destilar el espititu de esta ciudad hecha de extranjeros— escribe: «Praga era todavia la més misteriosa de las ciudades europeas, donde lo sobrenatural era siempre una posi- 301 bilidad atendible. La propensién de los checos a “doblarse” ante tuna fuerza superior no es ni ha sido, necesariamente, una mues- tta de debilidad. Por lo contrario, su apreciacién metafisica dela vida los empujaba.a mirar estas demostraciones de fuerza como algo efimero.» Asiy Praga cambia todo el tiempo —donde alguna ver hubo una estatua de Stalin hoy hay un metrénomo gigante que marca el latido de una ciudad-, para de este modo mantener inalterable su curso siempre fluido y decididamente europeo. Lo recomendable es quedarse un minimo de una semana y dedicarle por lo menos un dia a cada uno de sus rostros, reser- ‘vindose dos dias extras para retornar a los rasgos favoritos. Divi- dir a Praga en la Ciudad Vieja (Staré Mésto), el Barrio Judio (Josefov), el castillo de Praga y Hradéany (Prazsky Hirad y Hrad- zany), Mala Strana, y la Ciudad Nueva (Nové Mésto) fundada en 1348 y redisefiada casi desde cero a finales del siglo XIX con sus anchas avenidas y fachadas ministeriales ideales para el trén- sito de tanques de guerra ocupacionistas, sus suspiros de art nouveau y su abundancia de restaurantes de comida rrash, sus hoteles de pasado glorioso y presente derrotado, y sus edificios viejos hoy coronados por aplicaciones futuristas que los convier- ten en algo a medio camino de metamorfosis arquitecténica. Clavar el mapa contra una de las paredes del cuarto del hotel —puede ser itl el librivo La Praga de Kafka, de Klaus Wagenbach, fécil de hallar en cualquier libreria de Praga— y marcar en rojo las cescalas en el «Camino de Kafka» a lo largo y ancho de los cinco discritos. Kafka estuvo en todos, y todavia sigue estando. La Ciudad Vieja eta y sigue siendo el ombligo del mundo de Kafka, yes el barrio de Praga que més y mejor permite una suerte de reinterpretacién inmobiliaria de la vida de Franz Kafka. En sus bordes todavia estén la casa natal y Ia casa Oppelt, donde transcurre La metamorfosis. Varias de las otras viviendas de los Kafka —una familia adicta al nomadismo sedentario dentro de una misma ciudad— han desaparecido, pero se conservan foto- graflas. Son edifcios senoriales, perfectos para alimentar los sue- 302 pics de grandeza de una clase media adinerada donde Kafka su- fi6 como un condenado el soundirack de misica concreta de la vida familiar. «Para leer, para estudiat, para dormir, para nada aecwita nadie sencio que yo necesito para esrb, esribe af mientras su padre le gta que no moleste, que no esté tan callado, que diga algo. Kafka decide salir a pascar. Decide noir a las veladas litera- rias de El Unicornio Dorado o al café Slavia, donde en més de una ocasién escuché las vibrantes arengas de Albert Einstein, camina hacia el rfo por la todavia hoy elegante avenida Patizska, y llega hasta un puente, Hay algo siempre terrible y feliz al mis. mo tiempo en el acto de cruzar un puente. Kafka piensa en tirar- se, en saltar, en dejase llevar por lacorriente. Sele ocurre la idea para un cuento titulado «La condena»y vuelve a casa. Las her manas tien, los canarios cantan y su padre come con la boca abiertay haciendo mucho, pero mucho ruido Al igual que los japoneses invadieron Paris o los argentinos Miami, Praga —cafdo el muro de la historia se ha convertido en el destino favorito de parejas en luna de miel (espafolas en su mayorfa) o de grupos de adolescentes (itlianos) que aillan con todo el volumen de sus hormonas la felicidad aucomética del via- je de egresados. Estos tltimos ~siempre en alegre manada~ son Jos que mis ruido hacen, los que més basura producen, os que ‘mds desesperarfan a Franz Kafka, seguro. «jMas agresiva, icin. dics un hfalzong Nikon en mane na amiga de pechos ae Ja toca una y otra vez.con el lash de su cde 21 de marzo del 2001. Empieza la primavera, sin cml ese nevando La nieve -si se lo lene tun poco es el rag los efectos especiales de la naruraleza. La nieve enaltecey funcio- lo mas cercano que tenemos a la maquina del tiempo. 1a nieve alter nuestra perp del presente y dla realidad y ace que ls ciudades cambien y encuentren su edad y momento Perfecto, ideal. Toda ciudad deberfa tener un botén para hacer 303 nevar o una ranura por la que arrojar algunas monedas y com- prarse un poco de lene sieves gue extermadements bien a Praga, la vuelve todavia més kafkiana. Corro por una c: fe lel Barrio Viejo de Praga. Persigo una cucaracha. La ie 7 2 elo strong dl Ayuntamiento, Dan a dos de rds La figura de la muerte sacude una campanita. El Turco sacude la cabeza de un lado al otro. La Vanidad se mira en un espejo junto als Avan, Acorralo a mi cucaracha, Me preguno sno sx pecido more mata a una cucaacha en Praga L observ ale jarse. La saludo con la mano. Suenan fiinebres campanas de glo- ria y hasta la hora que viene, hasta dentro de sesenta cen mi- mos Es primavera primavera de Praga etnevando «Kafka es el gran escritor cldsico de nuestro atormentado y extrafo siglo... Era judfo, pero la palabra judo no figura, que yo ssuerde, ens obra, escibe Jorge Luls Borges en 8 bree in troducin alos eltsbrevs de Franz Kf La omisign de palabra, de la condicién, de la religién, encuentra pronta expli- cacién en el hecho de que el padre de Kafka el colosal y mons- truoso Hermann escondia celosamente su origen optando por el de checo a secas, sintiéndose orgulloso de su casmiaciom 7 moderidad de prsper hombre de negocios. La rclai6n de Kafka con lo judio es ambigua: se resiste a ello por temores ‘ : kianos y persecutorios, pero al mismo tiempo jjtiene fantastas a alcanzar la siempre esquiva felicidad trabajando de camarero & lestinal! afl hteda pulsién negadorapatena ~alimentada pore terror a las persecuciones sufridas desde el principio de eee pos pr ls uy eo In eleva a una apse de tiga de tranjero de todas partes que, incluso, lo perjudica en 4 poe que buena parte dels cheros por haber sto en lem o consderan todavia hoy un eseritor we fuera. lestgma se iva mis drdstico al ser denunciado por la intervencién sovigica como ssatrsta decadenter. La redencién politica no Mega sino hast 1963, cuando, en un congreso revolucionario, se enalece al 304 marada Franz como «denunciador de las miserias del capitalis- mor. En 1968 vuelve a ser prohibido luego de la euforia de la Primavera de Praga. A partir de 1990, Kafka retorna para quedar- seen los estantes como marca registrada y producto for-esport. Uno de los mejores libros sobre Kafka es, sin duda, el Kafke para principiantes,ilustrado por el genio del cémic underground Robert Crumb. Alli, en vifietas oscuras, se repasa su vida y obra, y Kakfa aparece como una especie de antihéroe parecido al ealfe. fique de 44 quilates» de aquel ancestral aviso fisicoculturista de Charles Atlas sufriendo por casi todas las cosas que se pueden sufrit. Allf aparece Kafka caminando por las calles del antiguo Barrio Judio de Praga que Hitler (a quien Kafka anticipa en més de un texto) decidié dejar intacto para que funcionara como «anuseo de horrores» de una raza extinta. «Este estrecho cfrculo contiene toda mi vida... Es mi celda, mi fortalezar, escribe Kafka mientras, por razones sanitarias, el barrio infestado de ratas es derribado y reconstruido. All esté, todavia, la sinagoga Starono- vA, la mds antigua de Europa, construida circa 1270 y que, dicen, esconde los restos del Golem. Allfesté, en el antiguo Cementerio Judio protegido por el canto de los cuervos, la tumba del gran rabino Low, cientifico 0 mago, précer indiscutido. All estén, en uuno de los muros de la sinagoga Pinkas, los nombres de los 77.297 judios checoslovacos deportados y muertos en vatios campos de concentracién, y entre los que figuran tres hermanas de Franz Kafka, De ali parten ~todos los dias, justicia poética e iron{a histérica— los émnibus de la Wittman Tours, especializa- da en excursiones «de interés judio» a, por ejemplo, Auschwitz- Birkenau, Mauthausen y Terezin Mi cuento favorito de Kafka es un cuento breve en extensién Pero inmenso en sus intenciones, y se titula «Una confusién cot diana». Menos de una pigina le alcanza a Kafka para narrar la im- Posibilidad del encuentro entre A y B para concretar un asunto laboral, «un importante negocio». El tema subyacente es el de tra- bajo, y poca cosa le causaba més horror a Kafka que el tema del 305 i ormente, el con- abajo. «Por mucha indiferencia que sienta interiorment tacto directo con la vida laboral me impide totalmente adoptar tuna visién panorimica de las cosas, como si estuviera en el fondo de un barranco y ni siquicra pudiera erguir la cabeza», escribe. Existen en Praga dos de los domicilios laborales més presentes en cl paisaje ficticio kafkiano. Uno es la compania de segue esa razioni Generali, en la Ciudad Nueva, y donde casi enloquece («ornadas terribles» y «la esperanza de algiin dia ocupar asiento en aes remotos»), pero que le sirve para escribir E! proceso (obra maestra de la angustia que, sin embargo, y para desconcierto de ‘sus amigos, lefa en voz alta lorando de la risa). El otro es la Mutua- lidad de Seguros y Accidentes Laborales, en la Ciudad Vieja, don- de fue un poco més feliz redactando tratados sobre mutilaciones varias, sintiendo que sive de algo alla sociedad y conmovido por 2 suerte trigica de obteros eque vienen a peditnos las cosas aa humildad en lugar de tomar la mutualidad por asalto y hacerlo todo trizasy. Kafka mata el tiempo sentado a su escritotio imagi- nando vaiantes sobre su propia muerte, ida ves mds eile sin dejar de sonreir una sonrisa casi idiora en su santidad, Sus aly respetan, aprecian su trabajo y le preguntan cada vez. mds seguido siente bien, sile pasa algo. if oe de Kafka. Miro fotos de Franz Kafka recopiladas ea Klaus Wagenbach para el libro Franz Kafka: imdgenes desu ae Asombra ls vieja fotos de Praga y asombran ls foros de Kaa ue, siempre, parece estar fuera del tiempo y del espacio. En 7 aa famosa de ellas —un retrato del escritor en 1922 delante del domicilio familiar, casa Oppelt, 1920-1921-; la Gene de - jue no es el suyo pero que raterrestre fotografiado en un planeta que no es el suyo ps iia dja, es todavia mis evidente. Ahi, Kafla parece un alien abducido por si mismo. Hay algo en el rostro de Kal como lo hay en el del subconsciente Freud, en el del arémico Einstein, en el del diabélico Hitler, los otros tres rostros que ter~ minan de definir el siglo xx~ que lo convierte en definitivo paradigmitico y representative de tantos otros rostros. Un rostt® 306 inequivocamente vanguardista, modemno, revolucionario, inme- diatamente reconocible. Se tiene cara de Kafka como se tiene cuello de Audrey Hepburn o anteojos de John Lennon, John Lennon, no hay duda, es el més kafkiano de los Beatles, y no es casual que, en los bajos de Malé Strana, un mural al que los viajeros anexan graffiticomo sellos en las paginas de un pasa- porte, celebre su figura y ocupe toda una pared en la plaza del Gran Priorato, frente a la Embajada de Francia. Canciones kaf- Kianas de John Lennon, enumero: «A Day in the Life», «I’m so Tired», «I’m only Sleeping», «I’m the Walrus», «Help!y... Mala Strana y sus calles configuran la parte més popular y juvenil de Praga. Por aqui caminé Mozart y por aqui se filmaron escenas del filme Amadeus, y hacia aqui cruzan el puente de Carlos VI ~pasan entre las estatuas santas y negras y doradas, caminan como nazarenos cargando sus cruces—los chicos y las chicas que arras- ‘ran sus cellas rambo a los diferentes conservatorios. De las ven- tanas abiertas cae mtisica de cuerdas y abundan las disquerias de- dicadas exclusivamente a la venta de miisica clésica. En todas las éesquinas reparten volantes para concertos. No escucho, por suer- £, por los altoparlantes de Mali Strana, nada del un tanto ener vante rock checo ~que se parece al rock de los afios ochenta del resto del mundo-, y subo por la calle Mostecké, empalmo con Nerudova (nombrada asi en honor del poeta local Jan Neruda, y donde el poeta chileno Ricardo Nefeali Reyes Basualto encontrd su seudénimo para siempre) y alcanzo la parte més alta, donde, como corresponde, se alza el castillo de Praga y Hradéany, obvia inspiracién para El castillo, de Kafka, y punto de partida de esta ciudad al ser erigido por el principe Borivoj en el siglo IX. El casti- llo de Praga es, en realidad, un complejo de edificaciones que in- cluyen monasterios de monjas y monjes, la catedral de San Vito, torres de mala fama, museos un tanto anticuados, palacios de lar. £80 pasillos estancias inmensas~como en El castillo, de Kafka, ¢n los cuales uno sabe cuéndo entré pero por momentos cuesta imaginar cudndo se va a sali. Aqui se encuentra el destino ideal 307 para el turista museofégico (abundan las colecciones de cuadros, la joyeria religiosa, las proezas gético-arquitecténicas, las tumbas de amos y sefiores), ¥ desde aqui se contempla la mejor vista de Praga, que no ha cambiado demasiado en siglos si se ignora el injerto vertical, casi donde termina el horizonte, de la torre de televisién de 260 metros de aleura en el Mahler Park. Pero yo vengo tras los pasos de Kafka. A los fondos del castillo lleg6 Kaf- ica en compaiia de su hermana Ortla huyendo de los ruidos del centro de Praga y del fragor de su familia para instalarse en una ‘casita medieval de la Alchimistengasse 0 callején del Oro-, ba- rriada en linea recta alguna vez habitada por los alquimistas loca- les en insomne biisqueda de la piedra filosofal. Aqui, durante 1916, el insomne Kafka escribe textos como «Un médico rural» ce wdnforme para la Academia». Aqu{, Kafka fue feliz 0 algo pare cido: «Bs algo insdlito eso de tener una casa, de no cerrar tras el mundo la puerta de la habitacién, ni la del piso, sino, sin mas ni is, la de la casa; pisar la nieve de la silenciosa callejuela al salir directamente de la puerta de la casa. Todo ello por 20 coronas al mes.» Hoy, una pequefia placa sefiala el pasado virtuoso de la casita que, al igual que todas las que la acompafian, hoy comercia con artesanfas de dudoso gusto. Después, se muda a un piso del palacio de Schénborn en Mali Strana. Después vomita sangre por primera vez. Después vuelve a lo de sus padres, en la case Oppelt. Después se lo levan al sanatorio Hoffman en Karling cerca de Klosterneuburg, Después pronuncia sus gltimas pala bras a un doctor que le asegura que no se va. ir de su lado («Pero yo sis, le responde Kafka). Después se muere, Después resucit. 24 de marzo del 2001. Salgo a buscar a ver silo encuentro- cl set de filmacién de Blade If, 'a pelicula de vampiros que est filmando por aqui el mexicano Guillermo del Toro. No hay caso. No veo cimaras. La pelicula del mexicano podria estar fil méndose en cualquier esquina, porque Praga es, desde ahor® una de las ciudades més filmables jams construidas. El paralso: supongo, de los directores de cine que no sélo pueden permitirse 308 pee Praga acti de Praga sino de cualquier otra cosa. Praga puc- le ser, sin demasiado esfuerzo, otro planeta, De improviso, un tumulto de personas y gritos rodeando a una pareja aterrorizada. Tal vez sean vampiros, me digo, y corro hacia ellos y, sorpresa son Bruce Willis y Demi Moore. Estén cercados por fans dis- ppuestos a chuparles la sangre y la tinta de los autégrafos. Wills —que esté por aqui filmando algo que se llama Hart's War-tiene todo el aspecto de alguien aterrorizado, Los ojos bien abiertos y muy kafkianos pregunténdose por qué a miy eémo voy asaliede ésta, Dos polictas checos intervicnen y se los llevan casi al rote mientras son perseguidos por una jauria de italianos. Al dfa si- guiente ~salié en todos los periddicos~ Bruce envié una carta en que agradecia a los dos agentes del orden, encerrado en su hotel, =— = la ventana desde atrds de cortinas corridas. : escubro que estoy mas gordo que cuando llegué. En Pr «En realidad se llama’ a me advieis we eae ae na~ se come muy bien, se come mucho, se come barato. Con- tundentes goulash, carne de caza, vinos rojos y aoe tesanales y mantequilla perfumada. Después, se gime el insomnio de los pecadores carnales. Kafka -para furia de su siempre furio- so padre~ era un dedicado fan de la calistenia digestiva predicada por Mueller y de la doctrina masticadora del norteamericano Horace Fletcher. Masticar cada bocado mas de diez veces y, de ser posible, consumir nada mas que vegetales, nueces y frutas No es mi caso después de meses de abstinencia carnal y paranoi- a por la peste de «las vacas locas», Entro en un McDonald's ~venganza encubierta de los checos, pienso- descubro que es a cho més caro un menti con Big Maca la USA que una comida de tres platos y postre de delicias locales. Salgo corriendo y entro caminando en un ae de comida checa. El ment incluye el peso en gramos de lo que se va a servir, nbre que perma- i ae a el li emcees carne, Para alegria de Hermann y tristeza de Franz, no hay bue- os restaurantes vegetarianos en Praga. : 309 27 de marzo del 2001. Por reflejo animal o justicia poética _-me da igual, lo que ustedes prefieran~ el aparente azar de los Viajes acaba imitando el orden previsible de la vida. Los viajes como nosotros~ nacen, crecen, envejecen y mueren. Fista es la inevitable muerte de mi viaje a Praga. Vuelve a nevar una nieve que ~ahora mas ligera, y a diferencia de la primera nieve del pri- mer dia~ ya no es el tltimo rugido del invierno sino el primer suspiro de la primavera, Subo a un vag6n de metro en la estacién Central de Mastek y me voy a bajar, cinco estaciones més tarde, en Zelivského, en las afueras de Praga. El metro de Praga como los tranvias~ es inequivocamente soviético pero cémodo y ama- ble. Nunca dejo de viajar en metro en cualquier ciudad adonde lego: la parte de debajo de la ciudad es, para mi, ran importante como la de arriba y, creo, para conocer una ciudad de verdad hay aque descender al paradisiaco infierno de sus vagones elétricos, Los metros el més kafkiano de todos los medios de transporte— son, también, el tinico sitio donde es politicamente correcto mi- rat a los ojos de los desconocidos y pensar cosas absurdas. Para cuando alcanzo la superficie, la nieve se ha convertido en lloviz~ na y sélo tengo que cruzar la calle para alcanzar la verja del c= tnenterio de Olsany. Los terrenos consagrados a la colectividad judla ~inaugurados en el siglo XIX- estin cubicrtos por Hépidas hegras y autoritarias, més dsciplinadas en su formacién que las inmemoriales lipidas del antiguo cementerio judio. Me cubro la Cabeza y sigo las indicaciones de un cartel con una flecha donde se lee en maytisculas: Dr. Franz Kafka: 21-14-33. Demoro un tanto en decodificar la clave (manzana 21, fila 14, tumba 33) ¥ bastante mas en encontrar la lipida, Me cruzo con la tumba de ~scasualidad?- un tal Isidoro Borges. A unos pocos pasos, a nds ceantos muertos, encuentro a quien estaba buscando. No es lt misma ipida que habia visto en el café Kafka del Barrio Judlo Tas cosas han cambiado. En aquélla ~de forma clésica— apareci Kafka solo y, picnso, feliz. En ésta, una especie de obelisco de mirmol claro, més ancho en la punta que en la base, el suftide 310 escritor muerto en 1924 ha sido alcanzado por los belicosos res- tos morales dl nsf padre Hermann fled en 1931) y lela sufrida madre Julie (quien hizo lo propio en 1934). Otra ver. Todos juntos y en familia. Uno encima de otto, Como an- tes. Como cuando el pobre Franz intentaba escribir y el terrible Hermann intents que no escribir, Mecuesa cre que Franz descanse en paz. Dejo una piedra al pie de la Kpida. El viaje termina, la vida continta, Bob Dylan gané un Oscar y la oe caido sobre alguna ola par o impar del océano Pacifico. aie Rohe i ims noche en Prag eng un suet df nikvment akan que, gro eure ncubado en Ios je mi inconsciente, como una fiebre, durante toda‘esta se- mana. Ahora, por fin, sale: en mi suefio, al principio, aparecen a eae imgenesdesordendas pj de la ciudad, ve y sol, Bis lacs, mufiecas rusas, muisica esférica - dient aa balcones sostenidos por ttanes fe a oS ne Jc esos balcones sale una columna de humo blanco y negro y, ab dentro, Max Brod obedece la voluntad de 2 eee is vida ein muero, Max Brod quema la obra de Fats Kafka y con la ilkima pagina hecha cenizas, Praga desaparece Entonces, en agin lugar de los rojos canales de Marte, todas las hermosas cucarachas se despiertan para descul e ucsrachas se depiertan para decurirque shan conver en 3

También podría gustarte