Está en la página 1de 9
SEMANTICA DEL TLACUACHE bor CARLO ANTONIO CASTRO Para el Dr. Angel M* Garibay K., respetuosamente. Para el Dr. Julio César Espinola, querido amigo guarani, cordialmente. ‘La cerémica arqueolégica de diferentes épocas y grupos étnicos meso- americanos nos indica Ia extraordinaria importancia que antiguamente tenfa el tlacuache cn esta zona cultural. Los totonacos, los zapotecas, los mixtecas, los mayas, los mexicanos y los tarascos, lo modelaron, siendo clasica 1a figura del animal que se agarra con las dos manos el hocico, o Ia que lo representa con una vasija a cuestas. En una u otra forma, el tlacuache se adscribe al | comalejo de elementos divinos que presi- den el maiz y, en general, la fecundidad y la tierra, Lo que el anilisis de los restos arqueolégicos nos indica, podemos comprobarlo mediante las asociaciones seménticas de los vocablos que en ciertas lenguas de la América Media, y no s6lo de ex zone, sven parn designar # squel fo. Comenzatemos por la lengua nihuatl. Cuando Fray Alonso de Mo- lina publica su Vocabulario en Lengua Castellana y Mexicana, en 1571, la edicién que el impresor Antonio de Spinola prepara, nos ofrece en la pagina 133, reverso, de la parte mexicana y castellana, el siguiente asiento: 85 g a3 Hi E ue i Tlaquatl, cierto animalejo El distinguido miembro de la orden del Bienaventurado Nuestro Pa- dre San Francisco deja asi consignado, para la postetidad, desprovisto del reverencial -tzin, el nombre de 1a bestezuela, de cuya importancia cul- tural él no podia darse cuenta. La palabra tlacuatzin es la que con el correr del tiempo nos dard, en el castellano de México, el vocablo tlacuache. Por todo el anverso de aquella pagina 133, en sus dos colum- mas, puede verse multitud de voces cuyo contenido semantico se com- padece con el intimo significado del término que indica al indefinido “animalejo”. Asi, tenemos desde tlaqualoa, “El cozineto que guisa y ade- rega Ia comida”, hasta slaquagualli "cosa maxcada assi", y desde slaqual- chichiua “guisar de comer” hasta tlaquaqualti “apacentador de ganado”, pasando por tlaqualpixqui "despensero” y thaguani “comedor”. En todas estas palabras se nos presenta el micleo morfolégico #laqua-, que expresa Ja idea de comer algo,? de ingerir algo. Tlaquatl, vocablo que se cons- truye agregando a esta raiz -tl, sufijo primario en que termina gran parte de los sustantivos nahuas, viene a significar “el que come”, etimol6- gicamente hablando, La especializacién seméntica lo separa de tlagnani, “comedor”, es decir, el que come, voz que presenta otra estructura mor- folégica. En muchos casos, la observacién que las antiguas tribus y comunida- des indias americanas hacian cotidianamente de la naturaleza, las llev6, desde muy antiguo y en diferentes ambientes, a aplicar a los elementos del paisaje y a los miembros de la biota nombres basados en alguna caracteristica Hamativa, nombres que a las veces se generalizaron y tu- vieron vigencia no s6lo dentro de una misma comunidad de habla sino dentro de varias de ellas. O, en su caso, una vez acufiado un término des- criptivo, subsistia, en su aspecto semantico, a pesar de la diferenciacién dialectal ¢ idiomtica posterior. En Jo que toca a la etimologia propuesta para tlaquatl, queda jus- tificada por las propias caracteristicas biolégicas del animal. Este marsu- pial, con su bolsa protectora de las crias, con sus multiples tetas, cuya hembra parece estar siempre cuidando de sus hijuelos y dindoles de mamar, cuya prolificidad le hace tener camadas de quince tlacuachitos, en cualquier Epoca del afio, constituyé para el indio, por antonomasia, el ejemplo de “el que come”, “el que se alimenta”, es decir, la vida misma, las fuentes de la vida: de abi su correlacién antiquisima con log princi- pios vitales, la fecundidad, la tierra, el matz. eas ase la nove 2 gue pone Robelo « mi arsculo Tlaeachi, en el “Diccionaio de Aate- i se observar Ferraz tenfa raza, en tanto que don Cecilio no pudo darse Ghenta de ia etimologia. Cecilio. A. Robelo, Diccionarto de Aztequismos, Cuernavaca, 1904. HH problema debe enfocarse desde un punto de vista morfoldgico, no sintictico, 452 Asi, la asociacién, demostrada por los arquedlogos, del tlacuache, dios o disfraz de dios, con Ias deidades correspondientes, permitiria, su- mada a la evidencia biolégica, darle una base firme a esta corrclacién etimolégica, aunque silo se tratara de la palabra mexicana tlaquatl, reve- rencialmente tlaquatzin. La primitiva admiracién del indio ante la ma- ternidad del tlacuache, miltiple y continua, la encontramos, de igual manera, también primigenia, en la descripcién que Fray Diego de Landa nos hace del animalejo, sin darnos su nombre: "...Paren las hembras catorce y dieciocho bijuelos como coma- drejuelas y sin ningiin abrigo de pelo y a maravilla torpecillos; y proveyé Dios a las madres de una extrata bolsa en la barriga, por cada parte y encima de las tetas, un cuero, y cuando lo junta uno con otro, quedan cerradas las tetas, y cuando quiere lo abre, y allt reciben los bijos, cada uno, el pezén de Ia teta en la boca, y cuando Jos tienen todos asidos échales aquellas ijadas 0 cueros encima y apriétalos tan fuertemente que ninguno se le cae, y con ellos, ast cargada, va por abi a buscar de comer; crialos asi basta que tienen pelo y pueden andar.” * No s6lo los nahuas establecieron en su lengua el par semantico que Nos ocupa. Los mayas antiguos le dieron a la zarigiicya el nombre de och, En el diccionario maya espafiol de Motul, atribuido a Fray Antonio de Ciu- dad Real, el autor nos dice en el anverso de la pagina 345: och: unos zorilos que matan y comen a las gallinas y se hazen mor- tezinos quando los hieren; cuyas bembras recogen sus bijos en una como bolsa que tienen en la barriga dentro de la qual tienen las tetas y en sus pezones se han hallado sus hijuelos fuertemente asi- dos, del tamaho de lentejas 'y avas menores, y assi se entiende que alli se engendran y se dize que se toman como tas aves.* Cualquiera persona observadora puede reconocer al tlacuache me- diante esta sabrosa descripcién, Ahora bien, el pelaje del tlacuache exhibe dos variantes extremas de color. Tenemos el llamado tlacuache negro y el nombrado tlacuache canisco. El primero es oscuro y el segundo presenta pelos negros y pelos ie won Fam, Diese. , ae Jace, Ralanite de las Cosas de Yucatén, Biblioteca Portia, 13, Mé- * Citamos de acuerdo con la edicién hecha por Juan Martinez Hernindez, en Mérida, Yacacin, 1929-1930. Ver pig. 709. El Diccionario de Motul esth precedido en’ esta ediciéa por el Arte de Lengua Mays, de Fray Juan Coronel. 453 blancos, semejantes a canas.* Desde el Estado de Veracruz, a lo largo de la costa del Golfo, hasta Yucatan, parecen ser mas abundantes los ejemplares con pelaje negro o casi negro." De ah{ que en maya mo- derno de Yucatin nos encontremos con que la palabra para designar al tlacuache es box och, literalmente negro-tlacuache, “tlacuache negto”, siendo menos frecuente el vocablo och por si solo, con tal significado, aunque si se le encuentra modernamente como apellido. Cuando el indio maya traduce och al castellano, el equivalente que nos da es “zorro”. Asi es como se conoce en el espafiol de Yucatan al tlacuache." Y aqui viene lo més interesante. Tanto en maya moderno como en el de las fuentes, existe un término homédfono cuya significacién esta- blece un paralelo perfecto con lo que hemos encontrado en lengua me- xicana, En efecto, la palabra och quiere decir: “sustento 0 comida, mantenimiento 0 provisién de comida” ,* Asi, “och ixim: provisién o sustento de maiz que uno tiene para si y para su casa 0 viage och keyem: mantenimiento y provision de massa de maiz para el ca- mino 0 viage.”" En el idioma moderno encontramos, yoch banal, “comida”, donde se reduplica la idea,” y que puede traducirse perfectamente por “ali- mento”, Queda demostrada la dualidad seméntica slacuache-alimento en el idioma maya de Yucatin. Como se sabe, la familia de las lenguas ma- * Heros recagio (1960), ¢] adietivo canitco" en Ie regién de otepes, Vet» unoe quince kilémewos de Jalapa. Ea ie te nombes “tosis Osos i llama Kanoso" exe pla, Algunos le dices "gis fn le Siern de Pushin, Amiclin, Cuanttoa (1954) se nos abié de un stisimo, acuache albino, Esto n0s ecusida Ie etimologia dada mretapey te beast, que quiet se debe a una mayor abundancia de cniscos entre ane bat: ue Ho “diferencia de lo que pasa, como se verd, entre los Didi: aH Alvaes del Toro, Los’ Animales Slestres de Chiapas, Tastla for Ip deat, lo eid probable, le acuerdo con una observacia de Del Toro, es que be digest @ @ goloe cet pelale ove, atte resultado de la herencia bioldgica. Puede tre- ‘misma especie; quizé sea dominante el cardcter Tn la conregacion de Hi Pook, sooatipes de Scepor Vers oc dee sos cl ropelso cannco tone fis sacor ‘came para comer”. En Coatepec, Ver, s¢ asegura, en cambio, que el de came mis exqui- sita es el negro. *yEsse la obra de Victor M. Sabres, El espaiiol que se buble on Yucatin, pig. 120, A la zorta 0 raposa se le llama ea maya chbomec, de acuerdo con la escrituca neralmente en la Peninsula, La cbb representa uns cb glotliada, “hers”, ch * Diccionario de Motwl, edicién citada, * Idem, ¥ Dr. Ermilo Solis Alcalé, Diccionario Espaiol-Maya, Baitorial Yikal Maya Than, Mérida, Yuc,, 1950. Vee pigs. 31 y 143. 454 yances es muy amplia, Si tomamos el término con que los teltales nombran a la zarigiieya, inmediatamente notaremos el parentesco con la correspondiente palabra yucateca. El tlacuache se llama wch. Ahora bien, este término puede compararse preliminarmente con el morfema -xch’, “beber”, caya validez. enemos todavia que seguir explorando."" De todas maneras, contamos ya, dentro de la familia, con una dualidad inobjetable. Pero vamos a remontarnos mucho mis al norte del pais: en el es- tado de Chihuahua, los tarahumaras le dan al tlacuache, en su hermosa Jengua rarémuri, el nombre de wisi, Y Ja dualidad tlacuache-alimento se nos presenta de nuevo, dentro de ambientes seminticos cuya ampli- tud es ficilmente comprensible, cuando en el curso de nuestra investi- gacién del idioma aprendemos que “dar leche” se dice wiss. He aqui, pues, la posibilidad de que estos antiguos miembros de la familia yuto- azteca conserven una valoracién semantica comin con los nahuas y con Jos miembros yucatecos de la familia mayance. La persistencia de tales es verdaderamente admirable. Demos un largo salto hacia el sur. Veamos lo que sucede en un idioma centroamericano. Para el dialecto de Chilanga, comunidad situa- da en el departamento de Morazin, Repiblica de El Salvador, el andli- sis de las palabras pertinentes que se encuentran en un vocabulario recogido por Lehmann,'* en agosto de 1909, viene a mostrarnos, una vez més, la dualidad apuntada, En efecto, los términos listados 35 y 253, son: Mamma ts'Ogin-na Beutelratte ts'wile de acuerdo con la esctitura usada por aquel investigador. Una vez des- provisto el primero de estos vocablos del morfema posesivo que pre- suis’ “Besar” Todavia, en un contexto més amplio, quizi podrian afadirse -ut “decit” y -uts’ “mo- Vise) Loe combtcs ates cnt oo gta tam Sages stone taageod masses teh say ares. Véase Walther Lchmann, Zentral-Amerita, I. Teil. Die Sprachen Zentral-Amerikas. ‘Tomo Il. ‘Dicnich Reiser Berlin. 1920. Véawe of wocsbolarlo chilengs-dlemin de Ja pégina 712 a Ja 719. El dialecto de Chilanga es uno de los de la lengua lenca, 455 senta, se evidencia su plena semejanza. Podriamos escribirlos asi: ts’ Ogi “teta, pecho”; ts’ewe “tlacuache”."* El proceso de diferenciacién foné- tica y semAntica puede inferirse facilmente. Los datos que Ja Arqueologia nos proporcionara, se ven compro- bados por la lingiiistica y la semantica, Esto es lo que hemos querido significar dentro del ambiente cultural de la América Media. No todos Jos idiomas que se hablan en esta zona presentan la dualidad semantica sefialada para el rarimuti, el mexicano, el maya, el tzeltal, etc., ni tam- poco sélo lenguas mesoamericanas (o que se emplean actual o histé- ticamente en tertitorio de la América Media) ofrecen el par thacuache- alimento, También hemos podido encontrarlo en lenguas sudamericanas. Por ejemplo, en el idioma cashibo, que se habla en el Perd, la zari- giieya recibe el nombre de maxsi. La dualidad semantica se establece cuando nos enteramos de que leche se dice x#ma."* El lingijista salvadorefio Atilio Peccorini nos da en su Vocsbulario de Chilenga, git 66 pati ens que nos eit cousins petsbonho toe ms marta sem Ia forma ‘frecemos al lector. El vocablo del castellano que se emplea para nombrar pocuathe at cnaie Goriplonsis: del Home nipll, 9 mice. anaes la de Los Tuztlas, Ve (nahua en asimismo ) ve io se publicé en el Journal de le Soci der Américantiten T. Vil, “io ,** Hablamos notado que ‘en el cesmllano del Pert, se nombra mace al lacusche. Al mismo tiems a, portugues Grated del ertcg de Ace det lo. de Amason, te emplea el téomino macamacs, para desigarlo. Sapusimos una ralz procedente de alge cm? Mndigent de aque "coma de i oo tis ie cone estos Ie ye epitdo come vln favismor, Robredo, Mex. D. Ivadoresismo (J. 2 H Stivador, de’ ser simbién’slvadoreismo, suponemos entonces que, le palabra procede i Instituto Lingiistico de Piblica, Ferd, 1959. Pigs. 33 73. Por 1 maxi y xima puede explicarse considerando que cada de gus miembros et iatgrado por lo morfemas may xx, en orden inves, simplemente, Jo que diferencia el signifi "parte de elementos comunes, ‘Aprovecharemos esta ocasién para sefialar que en el sur del Brasil existe la posibilidad de eign edt se oso didlo Ya ec. Bafa en ode io Pa 7 Re Rie coe de lo Se melee meee a » gambd. Este voca- parece ¥ el Y yelar imino ‘arigieya” y a “leche”. Para el morfema -ig, compérese ia palabra fuguig “Sage ete. , son, ‘comunes. Ver Bo ae me Le \ investigacin de este tema. Hemos respetado la escritura de aquel autor. Pero sigamos nuevamente el rastro del tlacuache en las lenguas indigenas de México. Daremos al lector algunos ejemplos de términos con Jos que se ha bautizado a la zarigiieya en otros idiomas aborigenes, y que estan lejos de establecer la dualidad que nos ocupa, refiriéndose en cambio, etimolégicamente, a otras caracteristicas del marsupial. Quizd no sea del todo indtil aprovechar este pirrafo para sefialar que la palabra opossum que lo designa en lengua inglesa, proviene de un idio- ma algonquino; y que el término zarigiieya, con el que hemos venido estableciendo 1a sinonimia, se origina en la palabra indigena brasilefia sarigué, ‘Los otomies del centro de México le nombran dazi. Distinguen dos tamagios: el tlacuache grande y el tlacuache pequefio. “Grande” se ex- presa dz en otomi, y “chico” se dice me, El tlacuache pequefio se llama mezii. La tadical de tlacuache es -zit. Su sentido se completa con los mor- femas referentes al tamafio. Pero -zti significa “colgarse”, “colgar”, como forma aislada. En composicién la encontramos en la palabra zixafid, con la que se designa al hijo menor, pequefio todavia, al que la india otomf Heva colgado, consigo (xafid quiere decir “cabeza despeinada”). Hay en el nombre otom{ del tlacuache una alusién al habito que los pequefiuelos presentan de colgarse de la cola o del pelaje de la madre, 0 una indica cién metaférica de su permanencia en el marsupio, o una referencia al uso que de su cola prensil hace el animal para asegurarse de las ramas, donde tan veloz es su desplazamiento? El examen de otros nombres de animales en Ja expresiva lengua otom{ apunta hacia una tendencia des- criptiva cuyo pleno estudio debe efectuarse, En totonaco, el nombre del tlacuache xtan parece estar relacionado con otra de sus caracteristicas notables, su cola, Esta se llama stahan.'® La cola del tlacuache es un érgano de enorme interés. Haremos un par de citas para dar idea de su importancia cultural. Nos dice Sahagin: * EL Vocabulario de la Lem Pedro 7 por el Instituto i Cn SRR Bia oe StS in ‘tlacuache’ itado Sis pa Gagan el pc amine co, det in ley establecida por la Campaia. Ni 7 ease Jones Gel Tevien de “Alfabeiacién part indgens is ei Spates Gr tees eats te sau akce Se endectin th “a Fonieade ta 457 "La cola de este animalejo es muy medicinal: saca cualquiera cosa que se halle en la carne o en el hueso, la saca poniéndolo mu- chas veces; y las mujeres que tienen parto bebiendo un poco de la cola de este animal paren Inego; los que tienen cerrada la camara, que no pueden bien purgar, bebiendo un poco de la cola molida purgan luego, porque abre 2 Jimpia Jos poros; los que tienen tos, bebiendo lo mismo sanan. Y Ximénez: "La cola de este animal es un singular y extremado medicamento porque molida y dada a beber en agua en cantidad de una drama, muchas veces en ayunas, limpia admirablemente las vias de la orina y la provoca y atrae, expeliendo las piedras cualquiera otra cosa, provoca a lujuria, y engendra leche, y curan los que padecen célicos y 4 los quebrados y abrevia el parto, provoca los meses, y majdn- dola, y poniéndola sobre las espinas que estén incadas las saca fuera y ablanda el vientre y podria ser que no se hallase en esta Nueva Aipehe, otra medicina que para tantas cosas sea util y provecho- Sa. Con ello podré darse cuenta el lector de las razones culturales que nos asisten para postular la dualidad semantica totonaca slacuache-cola, preliminarmente, con apoyo en el analisis lingiiistico. La creencia en las propiedades curativas del rabo de la zarigiieya es compartida por muchas culturas indigenas de idiomas diferentes, adn hoy en dia. Un tema como el que hemos venido desarrollando es de suyo dificil. En ocasiones, Ja adicién de un concepto, de una linea o de un ejemplo es el resultado de meses o de afios de estudio y busqueda. A veces, des- pués de nuevas aportaciones, es necesario renunciar a ideas durante mu- cho tiempo acariciadas. La falta de material o la imposibilidad de realizar aparecié en 1959. Conocemos una versio totonaca de San Marcos, que publicé En lo que toca al par cola, debenos apresar que, durante un estudio pee cia age feaiamcso rar dt ‘aay, Ye (SVLA1961), con slo dos lator. luca, encontramos que una palabras al tlacuache aa fenene “e “cola pelada”, ae yet 1aPaa plo wp rae amo del castellano, con variaciéa, semintica: /suriyu/ va corresponderi Ii que se observa en el castellano’ de Yucatan (tacuache: sort0)- . * dHigoria General de es Corr de Nanos Expode, exc por Fr. Bernardino de Saba. sin, francicanoyfondada en lx documentacién en lena mexicana reconida mismos irales. Edicién de Angel Maria Garibay K. Porrsa, México, D. F., eras el tomo II pigs. 228-229. w Fuay Francisco Ximénex, Cuatro Libros de le Naturalece. Viewades medicnales de las plantas y animales de la Nueva Espaia. México, 1615. 458 ciertos viajes obstaculiza el desarrollo de una interpretacién, la compro- bacién de una hipdtesis. Mas adelante entregaremos al estudioso, en un contexto mas amplio, el resultado de nuestras investigaciones acerca de Jos nombres de la fauna en los idiomas de México y Centroamérica. La lengua es la expresién glética formal de Ja cultura. Si se trata de caracterizar una zona cultural, el estudio comparado de las lenguas que en ella se hablan debe hacerse ineludiblemente pues de ahi se derivara el conocimiento de elementos semanticos comunes que debidamente corre- Jacionados, constituirén un marco de suma importancia para la definicién més precisa de las zonas y sub-zonas culturales. "* En el caso de los nombres de animales hay, en los de mayor impor- tancia dentro de las culturas, en sus aspectos religiosos, legendarios, medi- cinales, etc., un gran nimero de correlaciones semanticas. Esto podra ser, una vez bien conocido, de enorme utilidad para Ja determinacién de las relaciones interculturales a diferentes profundidades de tiempo y dentro de un mismo tronco lin; ico o de troncos gléticos diferentes. Entre los diversos estudios que tenemos a mano (v.gr. los del mapa- che, 1a boa, el armadillo, el yenado, etc.), hemos decidido presentar por ahora la semantica del tlacuache, en razén de Jo facil que sera para el lector establecer comparaciones muy provechosas con los datos que nos ofrecen la arqueologia y la etnografia. "TF Consulte el lector interesado en estos temas, las obras siguientes: J. Hasler, "Una Lingiistica ‘Meso-Americana’, La Palabra 7 of Hombre, N° 12, Jalapa, Ver, 1959, tobe todo fe seca TV del al. Kr. Sandfeld, Linguistiqne Balkenigue, Libraitie Anciennc Honoré Champion, Paris, 1930, sokee as ol gtelS'L, ionadockco, al Ik acres de lon peteamen Lec 459

También podría gustarte