Historia Regional | Material compilado por Asist. Lic. Nicolis Duffau
Prof. Adj. Ménica Maronna
Las instituciones de! Imperio espaiiol
“Instalado en Madrid, en una seccién del antiguo Alcdzar, el Consejo de las Indias
contaba con entre treinta y cuarenta personas, lo que lo convertia en un instrumento burocratico
bastante respetable. Tenia un presidente, de siete a nueve consejeros, todos juristas, letrados
formados en la ciencia juridica de las universidades y varios de los cuales eran eclesiasticos, un
procurados especialmente encargado de velar por los intereses de la Corona, un secretario, tres
actuarios, cuatro contadores, un recaudador, dos notarios, dos oficiales de justicia, un gran
cronista, un gran cosmégrafo, un capellin, tres alguaciles y un nimero indeterminado de
escribanos.
Consejo era a la vez una autoridad administrativa con funciones politicas y
legislativas, y una especie de instancia suprema para todas las causas civiles y penales
relacionadas con América. Trabajaba fundamentalmente en sesiones plenarias donde se
distribuian las informaciones y se adjudicaban los negocios. A continuacién un actuario
presentaba un caso o una consulta, y en los casos graves un procurador leia un dictamen, y la
decision se tomaba por mayoria simple de votos y se transmitia al rey. El rey firmaba entonces
una real cédula que comunicaba las disposiciones adoptadas a las autoridades locales encargadas
de aplicarlas, después de una exposicién de los motivos casi siempre copiada integramente de la
consulta del Consejo. [...]
En la cima de la jerarquia americana, en América, se encontraba el virrey. Dignatario
supremo, representante personal del rey, estaba investido de las virtudes carismaticas de éste y
simbolizaba en las Indias la monarquia por derecho divino, El origen de la institucion era muy
antiguo y aparentemente de tradicién aragonesa. En el siglo XV, los reinos italianos sometidos a
la Corona de Espaiia, entre otros Sicilia en 1415, después Albania, asi como Catalufia y
Valencia, habian tenido virreyes delegados por la Corona de Aragén. Fue en 1535 cuando Carlos
V resolvié crear virreinatos en América, nombrando para México un primer virrey de la Nueva
Espafia en la persona de don Antonio de Mendoza. Poco después, en 1543, nombré un segundo
virrey para Lima, capital del virreinato del Pera, que fue Blasco Nafiez Vela. Durante todo el
resto del siglo XVI y el XVII no hubo en las Indias mas que esos dos virreinatos mas, surgidos
de una mejor divisién del territorio “peruano”: el virreinato de la Nueva Granada con Santa Fe
de Bogota por capital (que abarcaba aproximadamente los actuales territorios de Colombia y
Panama), y el del Rio de la Plata, cuya capital era Santa Maria de los Buenos Aires y que incluia
todo lo que es hoy Bolivia, Argentina, Paraguay y Uruguay. [...]
Los virreyes llevaban realmente una vida de soberanos, rodeados por una auténtica corte,
en ocasiones brillante € invariablemente suntuosa. Salian de Espafia con un séquito de un
centenar de servidores, entre ellos aproximadamente un cuarto de esclavos negros, mas otra
veintena para servicios de la sefiora virreina. La escolta incluia una guardia personal, la Guardia
de Alabarderos en México, la Compaiiia de Gentilhombres Lanceros y Escopeteros en el Peri. Y
recibian emolumentos nada despreciables. Si hemos de creer los documentos de los archivos,
Antonio de Mendoza, primer virrey de la Nueva Espafia, tenia derecho en 1535 a 6.000 ducados
por aiio. Su sucesor, Luis de Velasco, recibia, en 1555, 15.000 ducados y, en 1561, 20.000
ducados por afio. Finalmente, la llegada y toma de posesion de un virrey daban lugar a suntuosas
celebraciones, con arcos de triunfo floridos, banquetes, juegos populares, danzas y recitales
poéticos diversos. Naturalmente que las funciones del virrey tampoco eran para que las
desempefiara cualquiera. Por otra parte, tenian poderes importantes. Las atribuciones del virrey
eran de tres Ordenes: militares, civiles y judiciales, y en ese sentido el virrey era a la vez capitan
general, gobernador y presidente de la Audiencia. Como capitan general tenia el mando supremo
de los ejércitos en todo el territorio del virreinato. Como gobernador administraba directamenteHistoria Regional | Material compilado por Asist. Lic, Nicolas Duffau
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Sociedad y burocracia real
“Los territorios de asentamiento ibérico en el Nuevo Mundo no fueron considerados técnicamente
colonias, sino partes de las monarquias castellana y portuguesa incorporadas a los respectivos reinos. Los
territorios de colonizacién castellana formaron un grupo de entidades politicas, los denominados Reynos
de las Indias (Nueva Espaiia, Peru, etc.), a los que se declaré partes integrantes e inalienables de la
Corona de Castilla, del mismo modo que lo eran otros reinos (Leén y Granada en la Peninsula, por
ejemplo). Cierto que las Indias nunca tuvieron una personalidad politica desarrollada por completo. Las
Cortes jams funcionaron en Ultramar, pese a tempranos y fracasados intentos por implantarlas, porque el
rey pens6 con razén que cualquier tipo de institucién asamblearia y representativa podia poner en peligro
su autoridad. [...] Una burocracia real no poco eficiente y disciplinada impuso la autoridad del monarea en
las colonias castellanas durante la segunda mitad del siglo XVI. Esto se logré otorgando a estos
funcionarios no solo autoridad y prestigio, sino poder politi nal que residia en las facultades que
se le conceden para nombrar cargos menores en la administracién. Los virreyes, por ejemplo, podian
designar libremente un buen numero de corregidores y otros cargos y proponer al Consejo de Indias la
designacién para otros puestos; en el extremo inferior, burécratas de cuarta fila podian también designar
algunos subalternos o efectuar la propuesta nominal para el nombramiento. Tales atribuciones permitian
recompensar in situ y con rapidez. ejemplar los servicios de la Corona, la obediencia de los stibditos a los
funcionarios y los méritos civicos de los mejores y mas capaces entre los ciudadanos [...]
Otro factor en la situacién de los funcionarios lo constituia el poder econémico que les
proporcionaba el abono de sus sueldos en moneda; era un privilegio disponer de esta en una economia
monetaria, pero siempre escasa de circulante, por ser la moneda mercancia de exportacion, ademas de
nstrumento de cambio. La posibilidad de efectuar préstamos onerosos a corto plazo, la garantia que el
sueldo seguro daba para obtener crédito y el general ambiente en que todo el mundo compraba y vendia
sin prejuicios sociales (ya olvidados en Indias), abocaban a no pocos funcionarios, bien remunerados en
los primeros tiempos, a desarrollar actividades comerciales que les estaban prohibidas casi siempre, pero
que resultaban tentadoras y de facil justificacién moral, con solo poner el deber hacia los hijos y su
porvenir algo por encima de los deberes profesionales. [...]
Asi estaban las cosas cuando, en la ultima década del siglo XVI, una monarquia en banearrota y
con necesidad urgente y agobiante de dinero se decidié a recompensar con ciertos cargos publicos de
poca monta a todo candidato cualificado para desempefiarlos que estuviera dispuesto a hacer una
donacién en metilico al rey. La prictica, limitada en principio a pequefios cargos notariales y
municipales, no tard6 en extenderse y generalizarse, hasta que se convierte en venta explicita de oficios
pblicos. Desde que aparecen en Indias, los oficios vendibles proliferan endo no pocas veces
otorgadas en perpetuidad al agraciado y sus descendientes, con objeto de obtener mas dinero por la venta.
Los oficios terminaron por venderse al mejor postor, y ser cinicamente revendidos y negociados sin la
menor atencién al detalle de que aquellos que iban a desempeflarlos estuvieran capacitados 0 no para ello,
La compra de un oficio se legitimé considerandola una especie de fianza no recuperable que hacia la
persona nombrada como garantia de su actuacién honesta y eficaz en el cargo. Pero no cabe duda que esto
origind una enorme corrupcién e ineficacia en la administracién publica. Salvo algunas excepciones, los
cargos mas altos e importantes de la administracién indiana nunca se vendieron, sino que se otorgaron,
como antafio solia hacerse, a personas que se consideraban honestas y bien preparadas y que con
frecuencia lo eran,
Los oficios vendibles transformaron la funcién de muchos cargos piiblicos, del servicio que eran,
en el negocio descarado que acabaron por ser, y en el que una inversién inicial ~el donativo al rey- habia
de rendir los beneficios econémicos mas elevados posibles. La administracién piblica se convirtié asi en
una nueva fuente y un medio de explotacién econdmic
in cesar,
Guillermo Céspedes del Castillo, América Hispénica, Barcelona, Labor, 1983, Historia de Espana, vol
VI, pp. 246-250.Historia Regional | Material compilado por Asist. Lic. Nicolis Duffau
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la regidn de la capital y supervisaban la administracion de las demds provincias que ya tenian su
respectivo gobernador 0 capitan general. Finalmente como presidente de la Audiencia era el
supremo arbitro judicial, aunque sin tener que ocuparse directamente de la administracion de
justicia. [...]
Por iiltimo es preciso seftalar que el virrey tenia también (aunque eso no destacaba en las
relaciones de su actividad) funciones religiosas y financieras importantes. En efecto, como
representante del rey ejercia una especie de “vicepatronato” de la Iglesia, Del mismo modo, era
el jefe supremo de la real hacienda dotado de poderes omnimodos en materia de moneda y
tributacion. [...]
Las posibilidades de los virreyes estaban sin embargo limitadas por los usos y por ciertas
estructuras competidoras. Los poderes civiles y militares estaban limitados en realidad a la
vigilancia y supervision de las autoridades locales de las provincias colocadas bajo su control en
el marco del virreinato. Esas autoridades locales estaban constituidas por gobernadores
nombrados por la Corona en cada provincia por un periodo de tres a ocho afos, que tenian
poderes administrativos y judiciales en su provincia. [...] Ademés, los virreyes tenian que tener
en cuenta a las Audiencias, que servian naturalmente de contrapeso a su poder, y que por lo
mismo muchas veces tuvieron conflictos con los virreyes. La Audiencia se presentaba en efecto,
como una institucién judicial y administrativa dotada de una autoridad colegiada, compuesta por
varios miembros que eran funcionarios y juristas, con iguales derechos, que en conjunto
adoptaban por mayoria simple decisiones de orden administrative y judicial para una
circunscripcién determinada. [...] Las Audiencias estaban organizadas en forma colegiada y
compuesta por cuatro oidores y un procurador, todos “letrados”, es decir juristas universitario:
Las presidia el virrey si estaban ubicadas en la capital de un virreinato y el gobernador o el
capitén general si su sede era una provincia. [...] Debian controlar el presupuesto, la aplicacién
de las leyes, el respeto de los privilegios de la Corona, tanto fiscales como religiosos, y velar por
la proteccién de los indios. Incluso podian, tedricamente, recibir quejas de particulares contra
decisiones de gobernadores y virreyes, y Ilegado el caso, suspender tales decisiones. En suma, su
mision era atender el aspecto juridico-administrativo del sistema colonial espaol y velar por la
buena marcha de los mecanismos de ese sistema.”
Tomado de Georges Baudot, La vida cotidiana en la América espafola en tiempos de Felipe Il,
México, D.F., Fondo de Cultura Economica, 1983, pp. 124-137.Historia Regional 1 Material compilado por Asist. Lic. Nicokis Duffau
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El Rio de la Plata al comenzar el siglo XIX
“En el mapa de América de! Sur, el Virreinato del Rio de la Plata creado en 1776, era una maciza,
compacta figura que desde la cuenca amazénica hasta la Tierra del Fuego, desde el Pacifico y los Andes
hasta el Plata y el Atlintico, encerraba a las tierras espaftolas en este rinedn austral del continente. Seria
imatil buscar en la realidad de la tierra americana esa estructura coherente y compacta: por el contrario, si
trazisemos el perfil de las tierras realmente dominadas y pobladas en esa avanzada meridional del
imperio espafiol, tendriamos una imagen frégil y quebrada en la que se reflejaban las vicisitudes de dos
siglos y medio de colonizacién. Entre ellas las decisivas fueron las ocurridas al comienzo del proceso: de
ese momento inicial la regién rioplatense conservaba rasgos que sélo habria de abandonar muy
lentamente, y a través de graves crisis estructurales, a lo largo del siglo XIX. En el Rio de la Plata, como
en toda América, la colonizacién espafiola vino a superponerse a poblaciones prehispanicas de
agricultores sedentarios, sobre los cuales era posible erigir una sociedad a la vez rural y seforial, segin el
modelo que la metrépoli —junto con casi toda Europa- iba a adoptar cada vez mas decididamente a lo
largo de los siglos XVI y XVII.
Esta preferencia venia a coincidir con una opcién mas estrictamente geogrifica; en la mayor parte
de Hispanoamérica, la comprendida entre los trépicos, 1a instalacién europea debia elegir ante todas las
zonas altas, de clima menos hostil. En el Rio de la Plata esta ultima causa de preferencia se hizo sentir
menos; la primera basté para dar a la estructura demografica de la regin ~y, como consecuencia de ella,
también a la social y econémica- peculiaridades que solo iba a perder a lo largo del ochocientos. Dos eran
las zonas rioplatenses en que se daba esa primera condicién: el vasto interior, de compleja arquitectura
geogriifica, y las tierras guaranies del Paraguay, Alto Parand y Uruguay; en ambas surgieron centro de
cultura fuertemente mestizada, de rasgos por otra parte muy diferentes entre si. [...]
Al este del Parana, el dominio espaftol se afirma tarde y no sin dificultad. En el Alto Parand y
Uruguay las misiones jesuiticas son un baluarte que, aunque debe ceder paulatinamente terreno ante la
penetracién portuguesa, impide un derrumbe total. Mas al sur los portugueses se han instalado frente a
Buenos Aires en la Colonia de! Sacramento que durante un siglo, a través de azarosos combates y treguas,
ha sido un elemento de disgregacién clavado en el flanco del imperio espanol. [...] Buenos Aires
comenz6 por ser puerto clandestino de la plata potosina, aldea miserable por donde una parte de esa
riqueza buscaba acceso ilegal a Europa, la Colonia del Sacramento quiso ser en su comienzo centro de ese
comercio prohibido.
Esa estructura demografica y econémica entré en crisis en el siglo XVIII. La decadencia del Alto
Perii como centro argentifero, la decadencia de la plata misma, cuando el oro -que volvia a afluir desde el
Brasil- volvia a ser el medio dominante de la circulacién econémica, influian menos en esa crisis que las
consecuencias de la aparicién de nuevas metrépolis econémicas y financieras en Europa; esas
consecuencias eran ante todo el arrasamiento de las anteriores equilibrios econémicos en las tierras
sometidas -0 que comenzaban a someterse- al influjo europeo en América, Africa, Asia. Las indias
espafiolas habjan aleanzado, aun a costa de mantener un ritmo de produccién y trafico extremadamente
lento, una estructura unitaria, en la cual los vinculos econémicos internacionales poseian cierta
estabilidad, La acrecida presién europea dislocd esta estructura; en el siglo XVII comenzaba ya lo que
iba a manifestarse en pleno en la centuria siguiente: la disgregacion de las Indias en zonas de monocultivo
relativamente aisladas entre-si, con mercado a la vez consumidor y productor en Europa; fuera de las
regiones capaces de acomodarse a esa transformacién, la consecuencia debia ser una decadencia relativa 0
absoluta.
Las tierras costeras del Rio de la Plata eran las mas adecuadas para prosperar en ese nuevo clima
econémico, y conocieron en efecto un progreso vertiginoso. Asi la coyuntura se torné siibitamente
favorable al Litoral, postergado por dos siglos en oscuridad y pobreza. El Interior, en cambio, era menos
capaz de adaptarse al nuevo clima econémico. Su produccin diversificada y técnicamente atrasada
hallaba desemboque cada vez menos facil en el Alto Peri; sin duda otro mercado habia venido a
complementar el tradicional: el proporcionado por Buenos Aires, ahora ciudad poblada y rica, Pero desde
1778 encontraba en Buenos Aires la competencia de la vieja agricultura mediterranea, ¢ iba a encontrar
bien pronto la de la nueva industria europea. Asi, la etapa final del siglo XVIII fue de rapido avance del
Litoral; de avance parcial y moderado en medio de penosos reajustes, para el comercio y la artesania del
Interior, de crisis irremediable para su agricultura.” eecaaes cease
Tulio Halperin Donghi, Revolucién y guerra: formacién de una elite dirigente en la Argentina criolla, Buenos
res, Siglo XX1, 2002, pp. 15-17.Historia Regional | Material compilado por Asist. Lic. Nicokis Duffau
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Un cabildante montevideano hacia 1800
“Su calz6n corto de seda azul marino sujeto por una hebilla de plata finamente labrada
sobre la media sedefia, rosa hasta el matiz cérdeno. El cabello de peluca ligeramente empolvada
sujeta atrés por un lazo de seda, también color verde. La cabeza tocada con un gigantesco
sombrerén de amplias y algo ondulantes alas, de castor negro y copa alta. La capa espafiola al
desgaire, colgada de los hombros como una percha de exigua figura. Los pufilos decorados con
hebillas de plata que sujetan la bocamanga de la chupa azul claro, bordada con alamares de seda
verde... Un bast6n apretado por una mano que sale de puitos almidonados y orlados de encajes
talanes. Un cordén de oro, casi imperceptible, que rodea el cuello y va a dar a la mano derecha
que aprisiona un par de impertinentes de nécar, ahora caidos con el brazo junto a la pierna del
viandante. Zapatos de charol francés cubiertos con un ancho lazo de raso negro, bajo un aro de
plata perulera, sirven relativamente de base a la magra pero alta estampa del sefior capitular que
marcha sin gran prisa, como de costumbre.[...] ¢Quién es este hidalgo de la ciudad, que ha
puesto por mote en su pelado escudo una sentencia de antigua fortaleza moral: “;Castilla es mi
Corona”? {Hacia dénde se encamina? ;CuAl es su historia? Llamase don Martin Sanchez de la
Rozuela, y es un viejo experimentado saladerista y pulpero, que en su ciudad de adopcidn tiene
el titulo comprado en subasta piblica, de alcalde regidor de 2° voto.
Nuestro hombre Ileg6 a cabildante comprando la vara de regidor. Justo es reconocer que
florecié ella en buenas manos. Sabia él, por extraia y habilisima manera, conciliar la
inflexibilidad mercantil indispensable para la prosperidad de sus negocios, con la dulzura del
trato a los menesterosos de su quetida Casa de Misericordia.”
Mario Falcao Espalter, Entre dos siglos, Montevideo, Renacimiento, 1926, pp. 271-276.