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CUENTO NATURALEZA

Había una vez un hermoso bosque, donde los árboles se alzaban majestuosos y las flores llenaban
el aire con su dulce fragancia. En este bosque, todos los seres vivos vivían en perfecta armonía y
respeto mutuo.

Los árboles eran como los guardianes del bosque. Sus altos troncos y frondosas ramas proveían
refugio a los animales y protegían el suelo de la erosión. Cada árbol tenía su propio carácter: el
roble era fuerte y resistente, el sauce era delicado y lloroso, y el abeto siempre permanecía verde,
incluso en invierno.

Entre las raíces de los árboles, los pequeños animales construían sus hogares. Los conejos
excavaban madrigueras bajo la tierra, los pájaros tejían nidos en las ramas y los zorros se
deslizaban sigilosamente por el bosque en busca de comida. Todos coexistían pacíficamente, cada
uno cumpliendo su papel en el delicado equilibrio de la naturaleza.

En el corazón del bosque, fluía un río cristalino. Sus aguas puras alimentaban a las plantas y a los
animales sedientos. Los peces nadaban con gracia, saltando y jugando en la corriente. Los patos y
los cisnes nadaban plácidamente en busca de alimento, mientras los niños se divertían arrojando
piedras y riendo alegremente.

En las noches estrelladas, el cielo se iluminaba con la danza de luciérnagas. Su brillo suave y
mágico iluminaba el camino de aquellos que se aventuraban en la oscuridad del bosque. Los
sonidos de los grillos y las ranas creaban una sinfonía nocturna, mientras que los búhos vigilaban
desde lo alto, con sus ojos brillantes y sabios.

En primavera, el bosque cobraba vida con un estallido de colores. Las flores despertaban de su
sueño invernal y se abrían al sol, revelando pétalos vibrantes y aromas embriagadores. Las
mariposas revoloteaban de una flor a otra, esparciendo polen y permitiendo que las plantas se
reprodujeran. El bosque se convertía en un paraíso de vida y renacimiento.

Pero el bosque también enfrentaba desafíos. La mano del hombre comenzó a alterar su equilibrio.
Los árboles fueron talados, los ríos contaminados y los animales perdieron su hábitat. El bosque
sufrió y su esplendor se desvaneció lentamente.

Sin embargo, la naturaleza es resiliente y poderosa. A medida que más personas se dieron cuenta
de la importancia de preservar y cuidar el bosque, comenzaron a tomar medidas para restaurarlo.
Plantaron nuevos árboles, limpiaron los ríos y crearon reservas naturales para proteger a los
animales.

El bosque se recuperó gradualmente, volviendo a ser un refugio de vida y un ejemplo de la belleza


y armonía de la naturaleza. Los animales volvieron a poblar sus bosques, las flores volvieron a

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