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CUENTO DIOS

Hace mucho tiempo, en el comienzo de todas las cosas, existía un ser supremo conocido como
Dios. Dios era una entidad eterna y omnipotente, llena de amor, sabiduría y bondad infinita. Desde
su trono celestial, observaba con ternura el universo que había creado.

En su inmenso poder, Dios decidió dar vida a un nuevo mundo: la Tierra. Con un soplo divino,
moldeó montañas, valles y océanos. Sembró los cielos con estrellas y pintó los paisajes con colores
deslumbrantes. Luego, en su acto más grandioso, dio vida a seres vivos de todas las formas y
tamaños.

Entre todas sus creaciones, Dios tenía un amor especial por los seres humanos. Los dotó con
inteligencia, emociones y un espíritu único. Los colocó en un hermoso jardín llamado Edén y les
proporcionó todo lo que necesitaban para vivir en armonía.

Dios caminaba por el jardín, cuidando de sus hijos humanos y enseñándoles el camino de la verdad
y el amor. Les brindaba su guía y les otorgaba libre albedrío, para que pudieran tomar sus propias
decisiones y aprender de sus experiencias.

Pero, como suele suceder, los seres humanos también eran capaces de elegir el mal. En un acto de
desobediencia, un hombre y una mujer llamados Adán y Eva comieron del fruto prohibido de un
árbol sagrado en el centro del jardín. Esta acción trajo consigo la entrada del pecado y la
separación de Dios.

A pesar de esta ruptura, Dios nunca abandonó a la humanidad. En su infinito amor y misericordia,
trazó un plan para salvar a sus hijos. Envió a su único hijo, Jesús, a la Tierra para enseñarles el
camino de la redención y el perdón.

Jesús vivió entre los humanos, predicando el amor, la compasión y la justicia. Realizó milagros y
sanó a los enfermos, mostrando el poder divino de Dios. Pero su mayor acto de amor fue cuando
dio su vida en la cruz, sacrificándose por los pecados de toda la humanidad.

Mediante su muerte y resurrección, Jesús abrió el camino hacia la reconciliación con Dios. Ahora,
todos aquellos que creen en él y aceptan su amor pueden encontrar la salvación y una relación
eterna con Dios.

Desde aquel tiempo hasta hoy, Dios ha estado presente en nuestras vidas. Nos habla a través de la
naturaleza, de nuestras experiencias y de las enseñanzas sagradas. Nos brinda consuelo en
tiempos de dificultad, nos guía en nuestros caminos y nos invita a vivir una vida de amor y servicio
hacia los demás.

En cada rincón del universo, la presencia de Dios se puede sentir. Su amor infinito nos envuelve y
nos anima a vivir en armonía con nosotros mismos, con los demás y con la creación. Y aunque no
podamos comprender plenamente su grandeza, sabemos que Dios está ahí, velando por nosotros,
guiándonos y amándonos incondicionalmente.

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