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ENTREVISTA CON MARIA TERESA HINCAPIÉ:


LA LIBERTAD DE LO ABSOLUTO
Por: Carolina Sourdis

Actriz, performer y peregrina. Mujer de fuerza implacable, artista de


sueños ambiciosos, espíritu hinchado de sosiego. Maria Teresa Hincapié
es uno de los personajes más importantes en el desarrollo de las Artes
Vivas en nuestro país, no sólo por haber sido la primera performer en
obtener el Primer Premio en un Salón Nacional de Artistas o haber sido
invitada a la 51ª Bienal de Venecia. Su presencia ha sido fundamental en
este proceso, por lograr una obra artística que se extiende a habitar
terrenos reales, a suscitar experiencias para reformular la mirada del
mundo, una obra que no se preocupa por representar sino que se ocupa
de existir. El trabajo de Maria Teresa hace hincapié en lograr un mundo en
donde sea impensable la divergencia entre el arte y la vida.

Las coincidencias y los percances del destino llevaron a Maria Teresa a


renacer en el teatro y confrontarse a sí misma en las plásticas.A nosotros
nos la trajeron con una obra maravillosa :
“Por circunstancias yo estaba con el Acto Latino, solo era la utilera pero yo
era feliz cociéndoles el vestuario, lavándoselos, planchándoselos,
acompañándolos y recogiendo la plata con el sombrero por las plazas.Yo
nunca pensé que fuera a ser actriz, ni artista ni nada, pero la vida me llevo a
encontrarme con el grupo Acto Latino que atravesaba un momento muy
interesante de experimentación y exploración. El aprendizaje fue muy
lindo porque fue un proceso muy riguroso, me cambió a mi la vida total:
me enseñó otra vez a caminar, a respirar, a vestirme a desvestirme, a mirar,
a hablar.”

Es como si esa misma suerte que la llevó al Acto Latino sospechara que su
vocación de actriz abandonaría el escenario clásico para alojarse en
lugares inexplorados. Debido a la ausencia azarosa de uno de los actores,
Maria Teresa tuvo que, por primera vez, confrontar a un público en el
Parque Nacional al aire libre. Por unos instantes, Maria Teresa se convirtió
en un sacerdote, que aunque solo tenía que salir a dar la bendición, logró
hacer que su corazón se retorciera de nervios. Tiempo después Maria
Teresa decidiría no abandonar al sacerdote en el teatro “o sacerdote o
payaso, porque es la comedia o la tragedia... yo escogí la tragedia, escogí ser
una sacerdotisa, buscando esa parte trascendental, mágica, la unión con los
dioses.”

Así comenzó su viaje alrededor de las tablas. Camino que se convertiría


después en un viaje al fondo del alma, porque si bien todo empezó con una
necesidad de representación teatral, pasó a convertirse en presentación
preformativa, para después adherirse a experiencias bastante alejadas del
artificio que sólo son.“No puedo hacer un teatro alejado de la vida”, decía
Antonin Artaud, y parece que Maria Teresa se apropiara de estas palabras
con sus inolvidables acciones, con la disciplina y el rigor que son
necesarios para consumarlas, con la mirada que nos revelan.

Porque si hay algo definitivo en la obra de Maria Teresa Hincapié, es la


invitación que nos hace para que nos detengamos a observar lo cotidiano
y podamos fascinarnos con lo habitual. Con la realización de la versión
dancística de “Ondina”, un monólogo escrito para ella por Juan Monsalve
en 1985, Maria Teresa enriquece los valores plásticos dentro de la
expresión teatral por medio de la danza y empieza a ligarse mucho más a
ellos. En 1989 con la obra 'Vitrina' se reafirma en la búsqueda de
elementos para contribuir a la significación de su obra, empieza a
reformular los valores espacio-temporales y explorar sus motivaciones
para situarse dentro lo perfomático.

“Yo salía y miraba todo, todo me fascinaba y fue cuando vino un festival de
teatro popular y me invitó. Yo quería seguir siendo actriz, no estaba
pensando para nada en el performance, yo no tenía ni idea qué era eso.
Pero ya había decidido que no quería inspirarme en personajes, solamente
quería evolucionar. Estaba buscando los espacios menos convencionales
del arte, desde una cocina, un inodoro, unas escaleras, uniendo mucho eso
con el tiempo real, el espacio real y la acción real (...) Siempre me ha
encantado el riesgo, el riesgo me ha encantado. Y la libertad. No la
comodidad y la seguridad”.

Gracias a ese deseo de libertad y riesgo, Maria Teresa se atrevió a realizar


'Vitrina', trabajo que guardaba todavía alguna relación con el teatro ya que
durante la realización de la acción aún existía una historia inventada al
interior de la artista paralela a su realidad. Sin embargo los elementos
como la búsqueda del espacio y tiempos reales, y la inspiración en la vida
misma hicieron que esa obra fuera denominada performance.A partir de
esto, Maria Teresa empezó a investigar sobre esta forma de arte
conceptual para llegar a la conclusión de que en un performance, la acción
se ejecuta sin esperar nada a cambio, de esta manera sus inquietudes
artísticas empiezan a resolverse de una forma más autentica y mucha más
ligada a la realidad que la rodea, a la confrontación consigo misma.
Y al confrontarse consigo misma se confronta con sus muchas mujeres:
con la amante, con la madre, con la esposa, con todas esas mujeres que
habitan en ella y le gritan inquietudes infinitas a la artista, quien entonces
empieza a amar la lentitud, a reconocer en la quietud una posibilidad de
reflexión, y encuentra en la repetición su principal vocablo. Logra
congregarse con sus innumerables espíritus, algunos que le revelan lo
inmortal, otros que le enseñan lo efímero. En este sentido empieza a
constituir con los elementos que ha encontrado en sí misma una visión
mágica del mundo de la que vale la pena contagiarse. Después de “Una
Cosa es una cosa”, performance con el que ganó el Salón Nacional de
Artistas en 1990, realiza diversas obras en diferentes lugares del país y del
mundo. Es reconocida a nivel nacional e internacional como una destacada
performer y entonces comienza a realizar proyectos maravillosos que
involucran campos más allá de lo artístico.

Es cuando empieza el viaje al fondo del alma. Un viaje sin retorno cuyo
camino es la búsqueda del sentido, el destino final la placidez espiritual y el
vehículo uno. Se trata de una peregrinación en donde el mundo se
comprende a través del caminar:“Hice muchas acciones sobre el caminar
para rescatar la espiritualidad (...) Yo era una caminante, duré 25 años
subiendo a Monserrate, me fui a San Agustín para rescatar el caminar
como un instrumento de conocimiento. El hombre ya no camina sino que
se transporta y a mi me molestaba mucho el avión, los buses, los carros.Yo
soy bicicletera o caminante. Empecé a amar el camino hasta que dije, yo
quiero una obra mucho más larga que me lleve bien lejos y fue cuando
descubrí a San Agustín. Después de San Agustín me fui a México, caminé
toda la Sierra Madre Occidental para ir a donde los Huicholes”

Pero llegó mucho más lejos. Mas allá de San Agustín, mucho más allá del
territorio de los Huicholes. Con estas acciones Maria Teresa Hincapié
llegó a un terreno en donde el arte y la vida se vuelven indivergentes,
constituyó una obra artística cuya materia principal es la experiencia
espiritual, encontró en la naturaleza una fuente de inspiración inagotable
que reafirmo con el proyecto titulado “El espacio se mueve despacio”,
ganador de la beca de creación del Ministerio de Cultura del 2002. El fin de
Maria Teresa con este proyecto, era regresar al origen por medio de la
renuncia de todas las facilidades mecánicas o tecnológicas que se nos
ofrecen a diario, en un terreno que le pertenece en la Sierra y descubrir
formas de existir sin deteriorar la naturaleza, coexistiendo en armonía
con ella.

Como consecuencia de este retiro, Maria Teresa Hincapié presentó en el


2004 un performance basado en aquella experiencia con la que fue
invitada a la 51ª bienal de Venecia, y encontró una fuente infinita de
tranquilidad: “Yo viví allá como once años, yendo y viniendo, pero los
últimos tres años que viví allá si fueron tres años de verdad, fui una
ermitaña total (...) pero el amor con el que yo llegué a mi no se me acaba,
es que es una cascada! eso de que entre el amor y el odio solo hay un paso,
eso es pura mentira. El amor no tiene un contrario. El amor es absoluto.”

Absoluto como su libertad, como la mirada llena de paz que no la


abandona, como su espíritu arriesgado.Actualmente está trabajando en un
proyecto para convertir su experiencia de “El espacio se mueve despacio”
en una posibilidad para muchos más. Planea convertir su finca en
residencias artísticas, transformar el lugar en donde descubrió aquella
cascada de amor en un albergue para aquellos que quieran cambiar su vida
radicalmente: “Pero así radicalmente, es que allá no se suben shampoo, ni
papel higiénico, ni químicos, ni nada. Sólo tres mudas de ropa. Que puedan
ir allá estudiantes de arte, que ya han ido muchos y que puedan desarrollar
procesos conectados con la tierra, con la naturaleza, con el silencio. Eso es
un sitio de inspiración y de amor (...) esa es mi gran utopía.”

Una utopía que la llena de vida, que la alienta en los momentos de


desesperanza y la reafirma en su fortuna por haber encontrado en el arte
aquel sosiego que el hombre busca día a día, y que a veces por falta de
observación confundimos con placeres muchos más efímeros. La
fortaleza del espíritu que se nota en el semblante de Maria Teresa Hincapié
nos enseña a detenernos para poder ir mucho más lejos. Risas nostálgicas
se asoman todo el tiempo cuando recuerda las motivaciones de su obra,
su voz no flaquea cuando tiene que enfrentar ideas como el dolor o la
muerte, en cambio suena con firmeza al referirse al futuro, sin temor, con
ese vigor inagotable que contagia a quien le habla.

“El verdadero guerrero es el que es conciente de su propia mortalidad,


todos nos vamos a morir de una manera o de otra, unos más dulcemente,
unos más dolorosamente...pero todos tenemos que enfrentar ese
momento. uno tiene que vivir para morir, uno no puede dejar de hacer
proyectos, uno no puede dejar de proyectar su vida pero para nada.Yo me
sigo inventando obras...Yo adoro el arte, pienso que el arte es un camino,
es un espíritu precioso que no te abandona nunca. En el arte uno toda la
vida ha trabajando con uno mismo, uno ha podido realizarse, confrontarse
con uno mismo y uno puede aprender a morir”

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