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Es como si esa misma suerte que la llevó al Acto Latino sospechara que su
vocación de actriz abandonaría el escenario clásico para alojarse en
lugares inexplorados. Debido a la ausencia azarosa de uno de los actores,
Maria Teresa tuvo que, por primera vez, confrontar a un público en el
Parque Nacional al aire libre. Por unos instantes, Maria Teresa se convirtió
en un sacerdote, que aunque solo tenía que salir a dar la bendición, logró
hacer que su corazón se retorciera de nervios. Tiempo después Maria
Teresa decidiría no abandonar al sacerdote en el teatro “o sacerdote o
payaso, porque es la comedia o la tragedia... yo escogí la tragedia, escogí ser
una sacerdotisa, buscando esa parte trascendental, mágica, la unión con los
dioses.”
“Yo salía y miraba todo, todo me fascinaba y fue cuando vino un festival de
teatro popular y me invitó. Yo quería seguir siendo actriz, no estaba
pensando para nada en el performance, yo no tenía ni idea qué era eso.
Pero ya había decidido que no quería inspirarme en personajes, solamente
quería evolucionar. Estaba buscando los espacios menos convencionales
del arte, desde una cocina, un inodoro, unas escaleras, uniendo mucho eso
con el tiempo real, el espacio real y la acción real (...) Siempre me ha
encantado el riesgo, el riesgo me ha encantado. Y la libertad. No la
comodidad y la seguridad”.
Es cuando empieza el viaje al fondo del alma. Un viaje sin retorno cuyo
camino es la búsqueda del sentido, el destino final la placidez espiritual y el
vehículo uno. Se trata de una peregrinación en donde el mundo se
comprende a través del caminar:“Hice muchas acciones sobre el caminar
para rescatar la espiritualidad (...) Yo era una caminante, duré 25 años
subiendo a Monserrate, me fui a San Agustín para rescatar el caminar
como un instrumento de conocimiento. El hombre ya no camina sino que
se transporta y a mi me molestaba mucho el avión, los buses, los carros.Yo
soy bicicletera o caminante. Empecé a amar el camino hasta que dije, yo
quiero una obra mucho más larga que me lleve bien lejos y fue cuando
descubrí a San Agustín. Después de San Agustín me fui a México, caminé
toda la Sierra Madre Occidental para ir a donde los Huicholes”
Pero llegó mucho más lejos. Mas allá de San Agustín, mucho más allá del
territorio de los Huicholes. Con estas acciones Maria Teresa Hincapié
llegó a un terreno en donde el arte y la vida se vuelven indivergentes,
constituyó una obra artística cuya materia principal es la experiencia
espiritual, encontró en la naturaleza una fuente de inspiración inagotable
que reafirmo con el proyecto titulado “El espacio se mueve despacio”,
ganador de la beca de creación del Ministerio de Cultura del 2002. El fin de
Maria Teresa con este proyecto, era regresar al origen por medio de la
renuncia de todas las facilidades mecánicas o tecnológicas que se nos
ofrecen a diario, en un terreno que le pertenece en la Sierra y descubrir
formas de existir sin deteriorar la naturaleza, coexistiendo en armonía
con ella.