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Pitts, Martin y Versluys, Miguel John (2016 (2015)).

“Globalisation and the Roman


world: perspectives and opportunities”, in Martin Pitts y Miguel John Versluys (Eds.),
Globalisation and the Roman World. World History, Connectivity and Material Culture.
Cambridge: Cambridge University Press. Pp. 3-31.

Traducción: Agustín Moreno, 2021.

Para uso exclusivo interno de la Cátedra Historia Antigua General. Universidad Nacional
de Córdoba.

Globalización y el mundo romano: perspectivas y oportunidades

Martin Pitts y Miguel John Versluys

Deberíamos presionar la analogía de la globalización más duro, usando para el


antiguo Mediterráneo los mismos interrogantes difíciles que los investigadores
preguntan sobre conectividad en nuestro propio tiempo (Morris 2005, 33).

Introducción

A través de una colección de ensayos, este libro explora el valor de la teoría de la


globalización para fomentar mejores interpretaciones del mundo romano y su cultura
material. ¿Por qué vale la pena tal exploración? Nosotros creemos que la teoría de la
globalización tiene el potencial para agregar cosas significativas a varios debates
cruciales en arqueología e historia romana. Al tomar esta posición no estamos solos:
después de un sacudido comienzo, el concepto de globalización ha aparecido con
creciente frecuencia en publicaciones que tratan aspectos muy diferentes del mundo
romano. 1 Sin embargo, usar un término porque está actualmente de moda no es suficiente.
¿Por qué debería ser usado este concepto y qué puede él agregar al aparato conceptual y
metodológico? Para responder a estas preguntas debemos examinar críticamente el estado
actual de la teoría de la globalización para determinar si es adecuada para este propósito.
De hecho, muchos arqueólogos e historiadores romanos evocando el concepto han hecho
esto, se podría decir, provocativamente, sin una atención detallada al debate teórico que
constituyen los estudios de la globalización, o por las consecuencias que ‘globalizar el
mundo romano’ implica para nuestro conocimiento de la antigüedad. 2 Esta aproximación
evocativa, centrada en lo que puede ser descripta como una palabra de moda, ha sido
severamente criticada por otros investigadores, y a veces de un modo justificado. 3

1
Hingley (2005); van Nijf (2006); Sweetman (2007); Geraghty (2007); Hitchner (2008); Pitts (2008);
Rüpke (2011). Publicaciones recientes que no tienen la palabra ‘globalización’ en el título, pero que usan
implícitamente el concepto como un marco teórico o una alternativa a ‘romanización’ son mucho más
numerosas, e.g. Revell (2009, 2).
2
Cf. Hopkins (2010, 34) (sobre la disciplina histórica): ‘En el presente, numerosos libros y artículos usan
la palabra ‘globalización en sus títulos, pero solo un pequeño número muestra un conocimiento de la
literatura analítica.
3
Ver en particular Naerebout (2006/7) y Greene (2008).

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Es crucial, por tanto, resolver si podemos usar la teoría de la globalización para
entender el mundo romano y determinar si hay suficiente valor en esta teoría para usarla
en una manera aplicada. Para abordar estas cuestiones, discutimos varias definiciones de
globalización, los temas principales en la investigación de globalización y cómo el
concepto ha ido aplicado a otros períodos históricos, tal como al mundo romano. Aunque
invariablemente identificamos problemas y peligros potenciales, nuestra respuesta es
confiadamente positiva. No solo es metodológicamente sólido usar la teoría de la
globalización en los estudios de historia y arqueología romana, sino también que hay
razones convincentes por las que debería ser usada y añadida a nuestra caja de
herramientas teórica.

De culturas a conectividad: más allá de romano y nativo

No hay vuelta atrás a la fantasía de que había una vez comunidades étnicas o
nacionales establecidas, coherentes y perfectamente integradas (Greenblatt
2009, 2). 4

En décadas recientes, la historia y arqueología romanas han sido tremendamente


exitosas en deconstruir varias de sus premisas fundamentales. El desarrollo del debate
sobre romanización es testigo de ello, tal como el hecho que romanización es hoy uno de
los temas centrales de investigación en ambas disciplinas.5 De esta deconstrucción no ha
surgido ningún nuevo paradigma. En algunos sentidos, esto es sano y oportuno,
demostrando un incremento en la reflexión en la arqueología romana a medida que se
aleja de la caricatura de arqueólogos teóricos como una subdisciplina ateórica
dependiente de los textos antiguos. 6 Sin embargo, en otro sentido, el vacío conceptual
creado por el desacreditado concepto de romanización es incómodo.
Este estado de cosas fue claramente ilustrado por muchos trabajos y discusiones
en la (Teóricas) Conferencias de Arqueología Romana que tuvieron lugar en Oxford en
marzo de 2010 (RAC IX/TRAC XX) y en Frankfurt en marzo de 2012 (RAC X/TRAC
XXII). En la mayoría de los casos, romanización era tratada como el proceso social,
político y cultural más importante, impulsor de continuidades y cambios en cultura
material. Sin embargo, pocos investigadores estaban dispuesto a usar la palabra,
prefiriendo en su lugar frases como ‘romanización entrecomillas’ o ‘lo que solíamos
llamar romanización’. Esta situación indudablemente surge del impacto principalmente
de la erudición anglosajona, que considera el paradigma de romanización como

4
Greenblatt (2009, 4) también observa que: ‘La investigación literaria e histórica ha tendido a ignorar el
grado en que, con muy pocas excepciones, en cuestiones de cultura lo local siempre ha sido irradiado, como
lo fue, por el mundo más amplio.’
5
El debate sobre romanización se ha desarrollado de un modo muy diferente dentro de varias tradiciones
nacionales e intelectuales. Para un panorama equilibrado desde una perspectiva anglosajona, ver Mattingly
(2004); para una discusión dentro de la academia francesa sobre estas cuestiones ver las contribuciones a
Annales ESC de 1978 y Annales HSS de 2004; el volumen 118(1) de la Mélanges de l’École française de
Rome de 2006 y el volumen 80 de la revista Pallas. Revue d’études antiques de 2009 dedicado a ‘Roma y
el Occidente’. Para la perspectiva germana y otras, ver el importante volumen de G. Schörner (2005). No
podemos discutir las variadas aproximaciones en detalle aquí, pero es importante notar que mientras el
debate en y sobre Britania (romana) ha sido muy visible y guía del campo como un todo, sus conclusiones
y consenso no han pasado generalmente a las tradiciones francesas, alemanas o italiana.
6
Johnson (1999, 182); Trigger (2006, 66-7).

350
‘defectuoso’ y ‘intelectualmente descuidado’. 7 Sin embargo, si hay buenas razones para
abandonar romanización en lugar de reformularla, los romanistas deberían ser capaces de
elaborar una alternativa. Esto ha sido intentado en el pasado, especialmente por
investigadores que trabajaban en los estudios poscoloniales, pero ninguna de sus
propuestas, tal como ‘creolizacion’, han logrado una amplia aceptación. 8 Construyendo
sobre estas aproximaciones, una palabra de moda similar, ‘identidad’, ha ganado
popularidad en los años recientes, pero el uso de identidad como un paradigma analítico
ha vuelto muy a menudo a usar la antigua terminología de romanización. 9 Esto nos trae a
la situación incómoda actual. Muchos investigadores trabajando en el campo son
conscientes de los peligros de romanización cuando es usado en el sentido tradicional
(como aculturación) 10 y la mayoría trata de entender el mundo romano desde la
perspectiva que va ‘más allá de romano y nativo’. 11 Hasta ahora esto ha resultado
principalmente, sin embargo, en más terminología imprecisa. Las formulaciones más
comunes suponen que el mundo romano era diverso y multicultural, debido a su inmensa
conectividad. Mientras que no hay nada equivocado en esta postura, debería ser un punto
de partida más bien que una conclusión en sí misma. El vacío de mucha terminología
usada comúnmente en estudios arqueológicos e históricos deviene especialmente claro
cuando los procesos y mecanismos que subyacen tal fenómeno debe ser articulado. Por
ejemplo, es común encontrar términos como ‘interculturalidad’, ‘encrucijada de culturas’,
‘hibridismo’, ‘confluencia’ o, popular en la tradición francesa, ‘transferencias culturales’
o ‘mestizaje’ –la mayoría del tiempo sin una explicación adecuada de lo que estos
conceptos significan o implican exactamente, especialmente para la interpretación de la
cultura material.
En resumen, el debate de la romanización ha llegado a un impasse insatisfactorio.
La mayoría de los investigadores son conscientes de que no deben pensar en términos de
los opuestos binarios ‘romano’ y ‘nativo’, más crucialmente considerando la
interpretación de la cultura material, pero puesto que ninguna alternativa dominante ha
surgido, y debates fructíferos sobre las alternativas parecen haber parado, romanización
permanece la única opción de marco interpretativo (incluso si es menos explícito).
Investigadores buscando alternativas para romanización parecen tomar dos direcciones.
Por un lado, están los que favorecen la visión poscolonial, desarrollando aproximaciones
que tienden a enfocarse en iluminar trayectorias indígenas de cambio e identidades.
Aunque esto sigue siendo útil, la sutil ironía es que las perspectivas poscoloniales a
menudo mantienen la dicotomía romano-nativo (romanos imperialistas malos contras
auténticos nativos buenos), y más aún, privilegiando narrativas de colonialismo e
imperialismo que, de hecho, refuerzan la dicotomía. 12 Por el otro lado, están los que
exploran nociones de ‘conectividad’, pero no siempre abordando sus implicaciones, tal
como hemos descripto arriba. La designación popular ‘híbrido’ es un buen ejemplo: ¿qué

7
E.g. Mattingly (2004, 2006).
8
Sweetman (2007, 66-7) and Roth (2007, 19) ofrecen una crítica pertinente sobre el concepto y su uso.
9
Pitts (2007); Versluys (2008).
10
Cusick (1998). Para una crítica sobre aculturación como paradigma teórico para entender el mundo
romano, ver Versluys (este volumen).
11
Woolf (1997).
12
Esta aproximación parece ser característica de mucha de la erudición anglosajona actual. Nótese que su
solicitud de ‘deshacerse de la romanización’ es ampliamente ignorada en las tradiciones alemana, francesa
e italiana. Malkin (2005a, 7) aboga por el uso de un paradigma mediterráneo por las razones similares de
ir más allá de la teoría poscolonial.

351
en el mundo romano no era, de un modo u otro, ‘híbrido’? Uno bien podría preguntar. El
valor explicativo del término como una etiqueta por lo tanto parece extremadamente
limitado. 13

Escribiendo historia ‘romana’

Hasta no hace mucho tiempo, casi toda historia era historia nacional, una
aproximación que ha sido útilmente caracterizada como nacionalismo metodológico. 14 Es
dentro de este marco intelectual que estudios de área primeramente se desarrollaron y
florecieron. 15 El nacionalismo metodológico nació en los siglos diecinueve y veinte y está
conectado directamente con la emergencia de los estados-nacionales. Como tal reemplazó
la aproximación universalista y cosmopolita que caracterizó gran parte del siglo
dieciocho. 16 El nacionalismo metodológico tuvo un impacto enorme en la disciplina
histórica, que ahora está usando ampliamente conceptos de la globalización para
desarrollar otras formas de pensar. Sin embargo, es defendible que el impacto del
nacionalismo metodológico en arqueología es aún mayor debido al establecimiento de la
disciplina en los siglos diecinueve y veinte. Desde sus comienzos, la arqueología tuvo
una perspectiva claramente local y estaba efectivamente comprometida en la práctica de
‘hacer estudios de áreas’ a través de la colección y descripción de cultura material. Esta
perspectiva solo cambió lentamente y legó el dominio continuo de etiqueta e
interpretaciones étnicas de la cultura material. 17 El hecho de que aún usamos el marco de
arqueologías romanas provinciales –como si Gran Bretaña, Francia, España, Siria,
Egipto, etc. fueran categorías históricas útiles para entender la cultura material romana –
es otro ejemplo. Los arqueólogos, para parafrasear a Appadurai, son buenos
malinterpretando configuraciones particulares de estabilidades aparentes en cultura
material en favor de asociaciones permanentes entre espacio, territorio y organización
cultural. 18 Es en este sentido que la mayoría del aparato conceptual actual, enraizado en
el pensamiento del estado-nación y estudios de área, es insuficiente.
Dentro de la historia y arqueología romana, argüimos que hay una necesidad
urgente de trascender aproximaciones poscoloniales y una preocupación general por
identidad y de comprometerse más seriamente con conceptos de conectividad. 19 Escribir
historia ‘romana’ debería avanzar más allá del nacionalismo metodológico, especialmente
donde concierne el conocimiento de cultura material. Creemos que la teoría de la
globalización es sumamente adecuada para hacer esto. Mientras nociones de hibridismo
y mixtura cultural aún forman una parte esencial de esta aproximación, los interrogantes
importantes siguen siendo: ¿cómo y por qué? Globalización ofrece una serie de

13
Ver van Dommelen (2006a). Es debatible si hablar de ‘hibridación’ o ‘prácticas híbridas’ tampoco ofrece
un valor explicativo suficiente.
14
Cf. Wimmer & Glick Schiller (2002).
15
Appadurai (2001, 3) ha caracterizado los estudios de área dentro de los Estados Unidos como sigue: ‘la
epistemología institucional más amplia por medio de la que la academia…ha aprendido mucho del mundo
en los últimos cincuenta años.’
16
Hopkins (2002b, 12); Thomas (2004, Cap. 5).
17
Aproximaciones a identidad están basadas a menudo en interpretaciones étnicas de estilos de cultura
material, cf. Versluys (2008, 2013, este volumen).
18
Appadurai (2001, 8).
19
Para nombrar solo unas contribuciones importantes existentes sobre conectividad en Antigüedad, ver
Horden & Purcell (2000), Malkin (2005b) y Van Dommelen & Knapp (2010a). Para más comentarios sobre
este desarrollo, ver abajo.

352
paradigmas que podrían proveer respuestas. Estos paradigmas son especialmente
relevantes, porque, como delineamos más abajo, una de las principales fortalezas de las
teorías de la globalización es que conciernen a ‘un mundo de flujos disyuntivos [que]
producen problemas que se manifiestan ellos mismos en formas intensamente locales,
pero que tienen contextos que son cualquier cosa menos local’ (nuestro énfasis). 20 A
través de un énfasis en entender diferencias en el contexto de largos procesos, las teorías
de la globalización tienen el potencial para ayudar a historiadores y arqueólogos romanos
a trascender dicotomías a menudo criticadas tales como romano-nativo, centro-periferia
e Italia-provincias, dicotomías que no obstante tuvieron un papel destacado en la
estructura de las interpretaciones actuales del mundo romano.

Antes de la globalización: la teoría de los sistemas mundo y sus aplicaciones

Antes de que conceptos de la globalización ganaran aceptación, estaban las teorías


de los sistemas mundo. La teoría de los sistemas mundo (o sistemas-mundo) deriva de El
moderno sistema mundial de Immanuel Wallerstein, un análisis neomarxista sobre los
orígenes del capitalismo moderno. 21 Un sistema mundo une a una muy amplia población,
extendida sobre una larga distancia, por medio de medios políticos (imperios mundiales)
o solo lazos económicos (economías mundiales). La teoría de los sistemas mundo es
relevante para la discusión de la globalización por varias razones. Aunque son de hecho
conceptos estrictamente separados, el análisis de los sistemas mundo y la globalización
han devenido cada vez más entrelazadas. Los análisis de los sistemas mundo podrían ser
mejor caracterizadas como una metodología específica para estudiar la globalización
como un fenómeno histórico, pero poniendo el foco solo en los temas de la macro
economía e integración política. 22 La teoría de los sistemas mundo empiezan como un
medio para abordar las circunstancias históricas únicas de la modernidad, pero como las
teorías de la globalización, sus aplicaciones rápido adquirieron una mayor profundidad
temporal. Mientras Wallerstein acepta la existencia de sistemas mundo premodernos, él
consideró la era capitalista actual como especial, porque constituyó la primera economía
mundial estable en el largo plazo (es decir, 500 años) que no se desintegró o devino
convertida en un imperio mundial. 23
Para aquellos que desean hacer un vínculo directo entre globalización y
capitalismo, la datación de Wallerstein para la primera economía mundial a menudo es
tomada como punto de referencia para los orígenes de la globalización: 1500 d.C. Esta
visión fue desafiada por André Gunder Frank y Barry Gills en los comienzos de los ’90
por su postura eurocéntrica y su incapacidad para considerar conexiones de sistema más
amplio antes del 1500. En su tercer volumen ¿El sistema mundial: quinientos años o
cinco mil?, Frank y Gills argumentaron que el (singular) actual sistema-mundo tenía 5000

20
Appadurai (2001, 6). Para esta definición ver más abajo.
21
Wallerstein (1974, 1980, 1989).
22
Dos volúmenes ilustran esto bien. La colección World System History [Historia del sistema mundo] de
Denemark et al. presenta ocho de los mismos autores que Gills & Thompson’s Globalization and Global
History [Globalización e historia global] (2006). El primero apenas menciona la globalización mundial,
mientras que el segundo solo casualmente se refiere a sistemas mundo. Sin embargo, los mismos
colaboradores en el volumen de 2006 no han cambiado notoriamente su postura metodológica y,
similarmente, usan globalización como una forma simplificada para integración dentro de sistemas imperio
y económico.
23
Wallerstein (1974, 348).

353
más bien que 500 años, en gran parte en base a la existencia de relaciones comerciales a
larga distancia. 24 La respuesta de Wallerstein a esta crítica revela los puntos más
importantes de la diferencia entre estos dos campos. 25 Más bien que siendo eurocéntrico,
Wallerstein sostuvo que su posición meramente mostraba a Europa como exótica,
resaltando el único escenario histórico que condujo al desarrollo del capitalismo. 26 La
posición de Wallerstein acentúa un corte sustancial, más que una continuidad o un cambio
en el carácter de un sistema mundo preexistente. Wallerstein señaló que las conexiones
comerciales a larga distancia citadas por Frank y Gills no estaban apuntaladas por una
división singular del trabajo con procesos de producción integrados. Además, acentuó
que tal comercio era principalmente de mercancías de lujo entre sistemas separados, no
involucró el intercambio de mercancías y necesidades al por mayor como sería de esperar
en un sistema integrado. Mientras no negaba la existencia de interconexión a largo plazo,
el argumento de Wallerstein por múltiples sistemas-mundo crecientes y decrecientes
antes de 1500 d.C. más bien que un solo sistema mundo (notar la falta de guion) es
convincente. La insistencia de Frank y Gills en un solo sistema mundo de 5000 años de
edad conducido principalmente por acumulación de capital no se sostiene con la evidencia
actual, especialmente dada la visión prevaleciente de que el modo de intercambio
predominante en imperio tributarios premodernos (o sistemas-imperio) estaba integrado
socialmente más bien que basado en el ‘libre’ mercado o principios con afán de lucro.27
Significativamente, ninguna de estas posiciones descarta la posibilidad de una
globalización premoderna.
Siguiendo a Wallerstein, los principios de la teoría de los sistemas mundo han sido
atractiva para arqueólogos e historiadores que trabajan sobre períodos premodernos y que
reconocen la importancia fundamental de la conectividad. 28 Trabajos significativos que
aplican la lógica del análisis de los sistemas mundo al mundo romano incluyen
Conquerors and Slaves [Conquistadores y Esclavos] de Keith Hopkins 29 y Greeks,
Romans and Barbarians [Griegos, romanos y bárbaros] de Barry Cunliffe. 30 Basándose
en la oposición estructural fundamental de los sistemas mundo entre centro y periferia,
tales estudios ilustran cómo flujos asimétricos de materias primas, mercancías y fuerza
de trabajo desde las provincias más lejanas hacia Roma eran capaces de sostener
poblaciones urbanas y la maquinaria militar del imperio. En la república tardía, se pensaba
que el sistema era sostenido por expansión territorial nacida de continuas guerras exitosas.
Cuando el imperio adquirió límites más estables, la desigualdad esencial del sistema
anterior se mantuvo por la imposición de impuestos, que garantizaron flujos equivalentes
de recursos desde las provincias al centro. Impuestos recolectados en provincias ricas
como España, África del norte y Egipto eran gastados en aprovisionar ejércitos de frontera

24
Frank & Gills (1993).
25
Wallerstein (1993).
26
Wallerstein (1993, 292-5).
27
El estudio comparativo de Bang (2008) de comercio y mercados en los imperios romano y mogol
fortalece aún más la idea de ver la emergencia del capitalismo en la temprana Europa moderna como un
fenómeno cualitativamente diferente de la operación de los mercados dentro de los imperios tributarios
premodernos.
28
Para aplicaciones fuera y más allá del imperio romano ver, por ejemplo, Schneider (1977); Kohl (1987a,
1987b); Sherratt (1993).
29
Hopkins (1978b). Para encarnaciones más desarrolladas del modelo de Hopkins ver K. Hopkins (1980,
1983, 2002).
30
Cunliffe (1988). Woolf (1990, 1993) ofrece una consideración detallada y matizada de la aplicación del
pensamiento de los sistemas mundo y formas relativas de gran narrativa en el mundo romano y más allá.

354
y otras infraestructuras estatales esenciales. Esto en cambio se pensó para fomentar el
comercio interregional mientras las provincias centrales buscaban recuperar sus pérdidas
para pagar más impuestos. En los territorios recientemente adquiridos en donde no había
economías monetizadas, los impuestos podían ser gravados en especias en forma de
producto agrícola excedente, que a su vez podía ser convertido en dinero a través de la
venta en mercados urbanos. Así, el estímulo por los orígenes del urbanismo en áreas que
no tenían ciudades antes de la conquista romana fue visto como guiado por el estado y de
arriba hacia abajo, para garantizar la explotación efectiva de nuevos territorios. 31
Aunque efectivo para explicar cómo la economía romana pudo haber sido
integrada a través medios políticamente determinados (es decir, impuestos) como opuesto
a las fuerzas del mercado, 32 la aplicación de modelos de sistemas mundo al mundo
romano no ha sido sin controversia. En primer lugar, el modelo tal como lo articuló
Hopkins hace varias suposiciones que aún deben ser probadas históricamente. Por
ejemplo, el grado de dependencia mutua entre Roma y las provincias/periferia de
Occidente no está claro, tanto por el suministro hacia el interior de materias primas y
esclavos hacia el ‘centro’ por un lado y el flujo hacia afuera de mercancías de lujo hacia
la ‘periferia’ por el otro lado. 33 Igualmente, hasta qué punto los impuestos fomentaron la
integración económica ha sido puesto en duda. 34 Una segunda crítica importante a la
aproximación es que ella privilegia las fuerzas económicas y políticas a expensas de las
culturales y sociales. 35 Los modelos de sistemas mundo implícitamente asumen la
homogeneización cultural con el tiempo (si es que la cultura es considerada),
promoviendo una visión a escala macro que es muy difícil de manejar para explicar
variaciones regionales y localizadas en la cultura material. Además, los modelos
refuerzan el pensamiento centro-periferia que investigaciones sobre identidad y memoria
tienen la intención de socavar. Es por esa exacta razón que, desde mediados de los ’90 en
adelante, cuando identidad y memoria se desarrollaron como conceptos clave, los
modelos de sistemas mundo pasaron de moda. Esto es en algunas formas injusto porque,
a pesar de sus debilidades, los modelos dirigían la gran narrativa de la historia hacia
adelante, directamente aprovechando el potencial de la evidencia arqueológica tanto
como fuentes escritas, y desarrollando formas de pensar más allá del ‘nacionalismo
metodológico’ (ver arriba). Basándose en aproximaciones de sistema mundo, el reto
significativo es abordar la universalidad de la estructura y práctica en el mundo romano,
y simultáneamente explicar los diálogos y divergencias que definen la experiencia local.

¿Qué es la globalización?

Desde comienzos de los ’90, el uso de la palabra ‘globalización’ creció


exponencialmente, desde la oscuridad académica hasta la ubicuidad de los medios de

31
El vínculo entre urbanismo e impuestos es claramente articulado por Hingley (1982). Ver Laurence y
Trifilò (este volumen) para más discusión.
32
El pensamiento actual no niega la existencia de mercados en el imperio romano, sino más bien
problematiza el grado de su integración dentro de la simple unidad de suministro y demanda (e.g. Saller
2002, 254).
33
Woolf (1993, 18).
34
Duncan Jones (1990, 30-47) ofrece una crítica detallada de la economía del modelo de impuesto y
comercio de Hopkins (1980)
35
Aunque ver Woolf (1990, 54-5) en el concepto asociado de símbolos mundiales, y más recientemente
Robertson & Inglis (2006) sobre conciencia global romana.

355
comunicación de masas. En el discurso popular es una palabra de moda invocada para dar
cuenta de una variedad de fenómenos: recesiones económicas globales, la relocalización
de instalaciones manufactureras occidentales a países ‘en desarrollo’, la erosión del
legado local ante la cultura de consumo capitalista y las futuras consecuencias del
calentamiento global desenfrenado. La globalización a menudo es vinculada con el
capitalismo corporativo transnacional en la imaginación pública, es decir el ‘proyecto
globalización’, 36 que ha llevado a una gama de movimientos políticos ‘contra
globalizadores’, que van desde terrorismo internacional hasta protestas contra la pobreza
y consumismo ético. 37 En pocas palabras, la globalización es vista por muchos como
inevitable, inestable e imposible de controlar; un espectro siempre acechante de cambio
a gran escala en el mundo contemporáneo. Mientras este punto de vista puede ser
encontrado en una variedad en expansión de literatura académica, también hay más
amplia diversidad y debate alrededor de cómo es definida la globalización, cuándo
empezó, la naturaleza de sus efectos y si éstos son ‘buenos’ o ‘malos’. 38
En los más simples términos, globalización puede ser descrita como procesos por
medio de los cuales localidades y gente deviene cada vez más interconectada e
interdependiente. Denominadores comunes en muchas definiciones son conectividad
creciente y desterritorialización. Las variaciones y divergencias han aumentado a medida
que el concepto ha sido reinterpretado dentro de diferentes tradiciones académicas,
típicamente dependiendo en qué está siendo ‘globalizado’. Esto en cambio tiene
ramificaciones para determinar cuándo y dónde empezaron los procesos globalizadores.
Por ejemplo, en el campo de la economía, algunos consideran la globalización, como una
cuestión de mercado integrado que conduce a una sola economía global, como ha sido
demostrado, por ejemplo, por el hecho de la convergencia del precio de la materia prima
global en los comienzos del siglo diecinueve. 39 Sin embargo, otros economistas han
contestado la metodología que subyace a esta visión, argumentando a favor de que la
fecha clave debe ser llevada más atrás hasta 1571 con el establecimiento del vínculo
comercial entre Asia y América en Manila. 40 Como ha sido discutido arriba, otros han
argumentado que una sola economía global existió tan temprano como hace 5000 años,41
siguiendo algunos de los principios de la teoría de los sistemas mundo de Wallerstein,42
y tomando incluso menos rigurosos criterios económicos y poniendo el foco puramente
en el intercambio a larga distancia. Discrepancias similares son evidentes también en

36
e.g. Chase-Dunn (2005).
37
Cf. los comentarios de Appadurai (2001, 3): ‘La academia (especialmente en los Estados Unidos) ha
encontrado en globalización un objeto alrededor del cual conducir sus peleas internas especiales sobre tales
cuestiones como representación, reconocimiento, el ‘fin’ de la historia, los espectros del capital (y de
comparación) y un montón de otras. Estos debates, que aún establecen el estándar de valor para el grupo
global de profesores, sin embargo tiene una cualidad cada vez más parroquial.’ Appadurai advierte de ‘un
appartheid’ entre estos debates y lo que él llama discursos ‘vernáculos’ (o ‘de base’) sobre lo global desde
‘abajo’. Comentamos sobre el ‘reto conceptual’ que viene con el uso del concepto de globalización abajo.
38
Para la historiografía de la teoría de la globalización, ver también Nederveen Pieterse (este volumen).
Notar que historiadores y arqueólogos que usan a menudo globalización refieren a fases más antiguas del
debate en lugar de interpretaciones actuales.
39
O’Rourke & Williamson (2002); Nayyar (2006).
40
E.g. Flynn & Giráldez (2006).
41
Frank & Gills (2000). Denemark et al. (2000) y Gills & Thompson (2006) ofrecen una gama de visiones
que a veces entran en conflicto sobre el grado y desarrollo de procesos y estructuras a largo plazo en historia
global.
42
Wallerstein (1974).

356
aproximaciones ‘más imprecisas’ a la globalización en las humanidades y ciencias
sociales. En un nivel básico, los clásicas definiciones socioculturales de globalización de
los ’90 comparten el mismo núcleo característico de creciente conectividad, a veces
acentuando la idea de una mayor conciencia global a través de la compresión de tiempo
y espacio. 43 Aquí van algunos ejemplos:

1. ‘la intensificación de relaciones sociales mundiales que vinculan localidades


distantes de tal manera que sucesos locales son moldeados por eventos que
ocurren a millas de distancia y viceversa’ (Giddens 1990, 64).
2. ‘la red rápidamente desarrollada y que siempre se hace más densa de
interconexiones e interdependencias que caracteriza la vida social moderna’
(Tomlinson 1999, 2).
3. ‘la compresión del mundo y la intensificación de la conciencia del mundo como
un todo’ (Robertson 1992, 8).
4. ‘un proceso social en el que las restricciones de la geografía en arreglos
económicos, políticos, sociales y culturales se desvanecen, en el que la gente
deviene cada vez más consciente que ellas están desvanecidas y en el que la gente
actúa en consecuencia’ (Waters 2001, 5).
5. ‘un mundo de flujos disyuntivos [que] produce problemas que se manifiestan
intensamente en formas locales, pero que tienen contextos que son de todo menos
locales’ (Appadurai 2001, 6).

A pesar de las definiciones citadas que exhiben solapamientos significativos, esta


coherencia se viene abajo en análisis más minuciosos. Por un lado, teóricos como Giddens
y Tomlinson (definiciones 1 y 2, respectivamente, arriba) consideran globalización
fundamentalmente como un nuevo fenómeno, una condición única de la modernidad
facilitada por los desarrollos tecnológicos del siglo veinte, más especialmente viaje
intercontinental en jet y comunicación electrónica instantánea de los medios de
comunicación de masas. 44 Por el contrario, mientras que su interés principal también yace
en el período de la modernidad, otras figuras destacadas como Robertson, Waters y
Appadurai (definiciones 3 a 5, respectivamente, arriba) parecen conceder que los
procesos, acciones y fuerzas sociales ahora entendidas como globalización tienen
precursores en el pasado y han estado en progreso por varios siglos, si no milenios.45
Basándose en estas posturas, Nederveen Pieterse fue uno de los primeros en sugerir que
globalización debería ser entendida desde una perspectiva histórica profunda, criticando
la aproximación ‘globalización como modernidad’ por su eurocentrismo, que él
argumenta que describe un fenómeno de occidentalización más bien que una verdadera
globalización. 46 Similarmente, Andre Gunder Frank desecha el vínculo entre
globalización y modernidad, presentando una tesis poderosa a favor del rol desatacado de
Asia más bien que del Occidente en la historia económica global de larga duración. 47
Shami incluso propuso la metáfora ‘prehistorias de la globalización’ para subrayar la

43
La noción de globalización como compresión espacio-temporal fue introducida por Harvey (1989).
44
Giddens (1990); Tomlinson (1999).
45
Robertson (1992); Waters (2001); Appadurai (1996; 2001).
46
Nederveen Pieterse (2004, 61). Jennings (2011, 1-18) radicaliza este argumento al discutir globalización
como ‘el robo más grande de la modernidad’.
47
Frank (1998).

357
necesidad de una comprensión histórica del proceso, que es necesaria para reforzar un
quiebre con la teoría de la modernidad. 48
Considerando las afirmaciones en conflicto por los orígenes de la globalización,
debería tenerse en cuenta que los teóricos que conducen tales debates raramente tienen
suficientes conocimientos básicos de historia (y mucho menos arqueología) para hacer
valoraciones mesuradas de los desarrollos premodernos. En ningún lado es esto más
llamativo que en los comentarios con que concluye Castells el volumen editado
Connectivity in Antiquity [Conectividad en la Antigüedad], 49 un volumen que explora la
aplicación de teorías de red y globalización en varios estudios arqueológicos. 50 Castells
admite libremente, en contradicción con su trabajo anterior, que redes no son solo un
componente crítico de la moderna ‘Edad de la Información’: ‘la globalización no es
nueva: bajo diferentes formas, parece haber ocurrido no solo en el siglo XIX d.C., sino
también hace miles de años’. 51 Un cambio similar puede verse en los escritos de Roland
Robertson y David Inglis, quienes volvieron su atención hacia la existencia de una
consciencia o ‘ánimo’ global que caracterizó el pensamiento grecorromano, en el que
Roma es concebida como una verdadera ‘ciudad global’ según estándares modernos.52
Estos ejemplos demuestran el presentismo frágil de muchos textos seminales sobre
globalización de los ’90, pero quizás más críticamente enfatizan la necesidad vigente para
historiadores y arqueólogos de comprometerse con y contribuir a la agenda intelectual
cambiante sobre el tema. Esta demanda es, en parte, respondida por Jennings, quien
emplea la idea de las globalizaciones plurales para caracterizar los orígenes del urbanismo
en Uruk, civilizaciones de Mississippi y Wari. 53 Usando como su ejemplo más temprano
la civilización de Uruk, un contexto que hace tiempo fue descripto en términos de ser el
primer sistema mundo, 54 Jennings defiende la existencia de todas las características que
definen la moderna globalización, incluyendo la compresión espacio-temporal. 55 Aunque
aplicado con las advertencias usuales y renuncias a distinguir lo antiguo de lo moderno,
el trabajo de Jennings demuestra cómo el debate sobre los orígenes de la globalización se
ha dado vuelta. Las que una vez fueron vistas como características distintivas de la
globalización del tardío siglo veinte están siendo usadas cada vez más para definir el
propio comienzo de la civilización urbana. 56
Si la cronología de la globalización es polémica (ver también más abajo), también
lo es la geografía. Preocupaciones sobre tiempo y espacio de la globalización básicamente

48
Shami (2001).
49
LaBianca & Scham (2006).
50
Castells (2006).
51
Castells (2006, 158).
52
Inglis & Robertson (2006); Robertson & Inglis (2006).
53
Jennings (2011).
54
E.g. Algaze (1993); Modelski (2000).
55
Contra Morley (este volumen), que argumenta que el mundo romano no experimentó una compresión
témporo-espacial significativa. Jennings (2011, 123-5) sugiere que la antigua compresión témporo-espacial
fue alcanzada por la introducción del burro que abrió nuevas posibilidades para el comercio interregional,
además del desarrollo de redes de caminos confiables para el movimiento de mercancías a través de paisajes
duros. Estos argumentos son puestos en paralelo por aquellos de Laurence (1999) en los efectos de la
introducción de nuevas razas de animales de tiro (mulas) y mejores superficies que pavimentan caminos en
el período romano; ver también Laurence & Trifilò (este volumen).
56
Historia de la migración muestra una tendencia idéntica: donde primero se enfocó casi exclusivamente
en los siglos diecinueve y veinte, ahora retrocede hasta una perspectiva ‘de África’ para estudiar historia
de la migración en historia mundial, ver Lucassen, Lucassen & Manning (2010).

358
dependen en si el concepto es considerado como la opción A, un proceso que solo puede
comenzar una vez que lo esencial de una sola economía mundial integrada ha sido
establecida, o la opción B, un proceso que simplemente incluye el crecimiento de las
redes humanas. Si es el primero caso, a esto sigue que una modernidad totalmente
globalizada es algo más bien diferente de la ‘arcaica’ o ‘proto-globalización’ más
geográficamente restringida que la precedió. 57 Si es el segundo caso, es posible sugerir
que el fenómeno no tiene que ser verdaderamente global para existir, como Robbie
Robertson sugirió: ‘los orígenes de la globalización yacen en las interconexiones que han
envuelto lentamente a los humanos desde los primeros tiempos’. 58 Ambas posturas tienen
defectos. Mientras que la opción B toma una visión holística del desarrollo global
humano, fomenta una perspectiva evolucionista, que, en el peor caso, implica un linaje
continuo y fluido desde la antigüedad hasta la modernidad, disimulando las diferencias
cualitativas y cuantitativas sustanciales entre las dos eras. Del mismo modo, aunque la
opción A reconoce la diferencia de la globalización contemporánea, el foco miope en la
modernidad no se corresponde con el hecho de que muchos de los efectos de la
globalización no son exclusivos de los últimos 250 años. En cualquier caso, como
Nederveen Pieterse señala, 59 es claro que una perspectiva histórica profunda es vital para
la caracterización apropiada de las condiciones de la conectividad en diferentes épocas.

Temas de las investigaciones sobre globalización: convergencia, desigualdad y


glocalización

Ella [la globalización] está marcada por un nuevo rol para la imaginación en la
vida social (Appadurai 2001, 14).

Comparado con la aproximación de los sistemas mundo que se enfocan en las


redes económicas y mecanismo de intercambio, los estudios de los ’90 sobre
globalización, en su lugar, tendieron a explorar los efectos de la conectividad
incrementada. Aunque estos efectos son múltiples, un consenso general es que la
globalización es un proceso desigual, que reconfigura relaciones sociales e instituciones
políticas y que fomenta la diversidad cultural y la desigualdad social. En el estudio de la
globalización moderna, la importancia creciente y la decreciente del estado-nación ha
sido un tema fundamental para el análisis, aunque en una perspectiva de largo aliento no
hay razón para asumir la existencia del estado-nación como un prerrequisito de la
globalización. 60 Sobre el tema de la desigualdad y la disparidad socioeconómica,
Bauman, entre varios otros, resalta la paradoja central de la globalización para crear
simultáneamente unidad y división, sugiriendo que el proceso colectivo crea problemas
sociales de acuerdo con la movilidad social y espacial. Algunos consideran el ser locales
en un mundo globalizado como una señal de degradación y depravación social, donde las
élites son vistas como definidas por su extraterritorialidad y aislamiento de las

57
Para el uso y definición de estos conceptos ver Hopkins (2002a) y Bayly (2002).
58
Robertson (2003, 3).
59
Nederveen Pieterse (2004, 26).
60
Cain & Hopkins (2001, 663) define la globalización moderna en términos de transformación del estado
en estado-nación.

359
comunidades locales. 61 Este punto de vista es consistente con, por ejemplo, la literatura
epidemiológica que subraya las consecuencias de salud serias de la profundización de la
desigualdad en las sociedades del mundo contemporáneo, a pesar de la mayor
disponibilidad de cuidado médico más avanzado. 62 Sin embargo, ni la mayor
interconexión ni la intensificación de la disparidad son fenómenos históricos nuevos;
ambos solo se han tornado más evidentes en la era reciente de ‘la globalización
acelerada’. 63
El impacto de la globalización en la cultura representa un foco importante para la
literatura de la globalización. Aunque la imagen popular de la máquina corporativa sin
cara del capitalismo global que destruye la diferencia local ha recibido mucha atención
(llamada McDonaldización o Coca-colonización), 64 tales procesos de convergencia y
homogeneización también se admite que ocurren de la mano con mayor heterogeneidad. 65
Este punto de vista es encapsulado en el término ‘glocalización’, derivado del dochakuka
japonés, vagamente traducido como ‘localización global’. 66 El concepto de glocalización
ayuda a enfatizar cómo los elementos homogeneizadores de la cultura global (desde las
instituciones y materias primas a las ideas y prácticas sociales) son incorporados de
modos diferentes en las culturales locales, que en el proceso son alteradas. Esto es
resumido efectivamente como sigue:
La globalización de la cultura no es lo mismo que homogeneización, pero
globalización implica el uso de una variedad de instrumentos de la
homogeneización que son absorbidos en la economías culturales y políticas
locales, solo para ser repatriadas como diálogos heterogéneos. 67
Para explicar apropiadamente los efectos cultuales de la globalización, la teoría
de Nederveen Pieterse de la global mélange [mezcla global] a través de ‘hibridación’
ofrece un útil punto de partida. 68 Mientras que acepta que todas las culturas son en esencia
entidades híbridas con límites permeables, la mezcla global es creada a través de la
mixtura de fenómenos que son considerados como categóricamente diferentes en un
momento histórico dado. 69 La noción de hibridación es relacional y depende del contexto,
resaltando las fluidez de los límites culturales.70 Un elemento clave de esta aproximación
es el rol del poder y el estatus relativo de los elementos individuales en el proceso de
mezcla. 71 Las élites por definición tienen mayor elección en la construcción/expresión de
sus identidades que las no-elites, que tienen recursos más limitados para el consumo
cultural y a menudo les falta empoderamiento para realizar elecciones equivalentes.
Especialmente en contextos coloniales. Al mismo tiempo, como Appadurai, entre otros,
ha argumentado, las minorías y los despojados de poder importan mucho en la

61
Bauman (1998, 2). Ver también Appadurai (2006), especialmente por el concepto de ‘globalización de
base’.
62
Wilkinson (2005); Wilkinson & Pickett (2010).
63
Nederveen Pieterse (2004, 23, 54). Ver también Morris (2005, 43) que subraya que, en el Mediterráneo
antiguo, globalización es un proceso que creó ganadores y perdedores.
64
Ver Horton (1998, 167-170).
65
Appadurai (1996); Nederveen Pieterse (2004).
66
Robertson (1992, 173-4); Clarke (2003, 191).
67
Appadurai (1996, 42).
68
Nederveen Pieterse (2004, 2009). Para nuestras reservas sobre el uso del término ‘híbrido’ par
interpretaciones arqueológicas en particular, ver la crítica formulada abajo.
69
Nederveen Pieterse (2004, 72).
70
Ibid., 106. Cf. Burke (2009) sobre nociones de hibridación y conceptos relativos.
71
Ibid., 108.

360
globalización, a menudo sirviendo como ‘el detonante para una serie de incertidumbres
que median entre la vida de todos los días y su trasfondo global que camba rápido’; un
proceso en el que ellos ciertamente tienen y pueden adquirir agencia. 72
El estudio de la globalización, por ello, puede ser sobre muchas cosas. 73 Lo que
podría ser llamado ‘teoría de la globalización’ es menos una teoría unificada o una gran
narrativa que un conjunto de paradigmas teóricos en diálogo entre ellos. Sin embargo,
proponemos que la caja de herramientas teóricas asociada con el estudio de la
globalización y la cultura (material) ofrece el mayor potencial para traer nuevas
perspectivas a la comprensión del mundo romano y su arqueología. La fricción del
espacio es a menudo superada a través del intercambio de símbolos, y la cultura materia
por lo tanto juega un rol importante en la compresión espacio temporal. 74 Sin embargo,
antes de perseguir estos pensamientos más allá, primero debemos mirar en mayor
profundidad la cuestión de si globalización puede ser aplicada a períodos históricos y, si
es así, cuáles son los criterios para que una civilización sea ‘elegible’ para el estudio a
través de la teoría de la globalización. Hasta aquí se ha vuelto claro que el estudio del
mundo romano puede beneficiarse conceptualmente de algo como la teoría de la
globalización, y que, aunque muchos estudios sobre globalización están atados al mundo
moderno, hay un gran grupo de académicos que trabajan sobre globalización y cultura
que está convencido de que globalización solo puede ser entendida como un proceso
histórico profundo. De todos modos, esos académicos trabajan predominantemente sobre
la modernidad e interrogan sobre nuevas percepciones históricas desde sus propias
perspectivas del siglo veintiuno. Para responder preguntas relacionadas con cuestiones
prácticas y metodología, nosotros deberíamos examinar también en qué medida
aplicaciones ‘de abajo hacia arriba’ paralelas a la teoría de la globalización han sido
exitosas en otros períodos y civilizaciones premodernos.

Globalización e historia mundial

Una buena introducción a la historiografía del concepto de globalización dentro de la


disciplina histórica es ofrecida por A. G. Hopkins, quien presenta más bien una historia
personal de su intento por establecer la globalización dentro de la disciplina histórica. 75
Esto fue difícil, pero al final exitoso: él describe el actual estado de la cuestión en este
campo como un verdadero ‘giro global’ (en combinación con un ‘giro material’),
caracterizando correctamente este desarrollo como un ‘giro de nuevo’ [‘re-turn’] de estos

72
Appadurai (2006, 43) para la cita específicamente. Relaciones entre cultura y poder son así más
complicadas que la dicotomía habitualmente evocada entre elites y no elites sugiere; para esta discusión cf.
Gibson (2007).
73
Un aspecto que no tratamos aquí, aunque ciertamente importante, es el estudio de la globalización
fundamentalmente como un tema filosófico, como ha sido argumentado e ilustrado enfáticamente por el
filósofo alemán P. Sloterdijk en su Philosophische Theorie der Globalisierung [Teoría filosófica de la
globalización] (2004). Para Sloterdijk, globalización es sobre la racionalización de las estructuras de
palabra, algo que él (acertadamente) ve que comienza en la Antigüedad.
74
Acertadamente Witcher (2000, 219) señala: ‘No es la propia cultura material global lo que sirve para
comprimir tiempo y espacio y acercarnos a todos más, sino el intercambio simbólico lo que hace que
tomemos consciencia del hecho.’
75
Hopkins (2010).

361
conceptos. 76 En el volumen por él editado, Globalization in World History [Globalización
en la Historia Mundial] (2002), Hopkins hace un enérgico alegato en favor de la
globalización como una agenda para la investigación histórica. 77 Como una taxonomía
tentativa, él distingue entre (1) globalización arcaica (aplicable a períodos históricos antes
de la industrialización y la emergencia del estado-nación); (2) proto-globalización
(aproximadamente el período de 1600-1800 d.C.); (3) globalización moderna (desde 1800
d.C. en adelante y caracterizado por la industrialización y la emergencia del estado-
nación; y (4) globalización poscolonial (el comienzo de nuevos tipos de organizaciones
supraterritoriales), viendo estas cuatro no como estadios sino como una serie de
secuencias que se solapan e interactúan. 78 Globalización arcaica no es tratada en detalle;
el libro se enfoca en el período posterior al 1600 d.C. 79 Aparentemente, era aún muy
temprano en 2002 para la combinación de globalización e historia mundial para adquirir
una profundidad temporal real, aunque Hopkins ciertamente es consciente de la
importancia de esta perspectiva. Quizás como resultado de esta conciencia, él no se enfoca
solamente en la economía (para muchos académicos un reflejo instantáneo cuando se
enfrentan con la globalización: equivocadamente, pensamos) y el rol del estado, sino
también en la importancia de las expresiones culturales. 80 Su definición así pone énfasis
de igual modo en el significado cuantitativo y en los cambios cualitativos: la globalización
tiene que ver con la emergencia de algo nuevo. 81 Aunque este ‘hacer retroceder’ la
globalización se encontró con críticas, a posteriori se puede decir que ha abierto una caja
de Pandora. 82 La historia global ha devenido bastante en una nueva ortodoxia. De hecho,
en un artículo reciente sobre globalización y el imperio romano, Hitchner se siente
confiado para aseverar francamente ‘esta postura fundamentalmente ahistórica [de
investigaciones anteriores] han sido ahora exitosamente cuestionada por A. G. Hopkins y
otros’. 83
Es claro que los historiadores están abrazando cada vez más el concepto de
globalización bajo el título de ‘historia global’ e ‘historia mundial’. 84 Su motivación es a
menudo práctica: ellos esperan que globalización proporcione nuevas perspectivas.85

76
Appadurai (2001, 1) explica la reacción inicial de los historiadores como sigue: ‘Historiadores, siempre
preocupados por el problema de lo nuevo, se dan cuenta que globalización puede no ser un miembro del
archivo familiar de los cambios históricos a largo plazo.’
77
Hopkins (2002a, 2): ‘Las posibilidades son tan amplias como el concepto mismo’.
78
Ibid., 4-5.
79
Bayly (2002, 51). Bayly ve las principales características de la globalización arcaica como (A) la noción
de realeza cósmica, (B) religión universal y (C) interpretación humoral del cuerpo y la tierra.
80
Hopkins (2002b, 15). Notar, sin embargo, que Waters (2001) mantuvo que la compresión témporo-
espacial alcanza su más grande extensión en la esfera cultural.
81
Ibid., 16-17.
82
Ver Hopkins (2010, 25-6, 26): ‘“¿Es nuevo, es verdad?”, preguntó un escéptico. “¿Realmente
necesitamos esto?”, entonó otro. Hopkins ve este cambio radical en aproximación como no teniendo que
ver mucho con su libro sino con el Zeitgeist.
83
Hitchner (2008, 1).
84
Cf. Stavrianos (1998) y Hopkins (2006). Esta tendencia está bien ilustrada por el volumen del Journal of
Global History.
85
Característicamente, Hopkins (2002b, 15) afirma: ‘Brevemente, globalización es un tema que promete
resucitar algunas líneas antiguas de la pesquisa histórica, para abrir nuevas líneas, y para estimular
revisiones de interpretaciones establecidas.’ Ver también Witcher (2000, 214): ‘Deseo simplemente sugerir
que globalización ofrece tanto un vocabulario y una serie de modelos con los que explorar identidades en
la Italia romana.

362
Haciendo eso, ellos no son acríticos. 86 Al mismo tiempo, no ha sido desarrollada una
‘lista de verificación de elegibilidad’ para el análisis de contextos históricos a través de
la teoría de la globalización. Aquí, encontramos las aproximaciones que han sido
descriptas ya arriba: opción A considera la globalización como aplicable solo al mundo
actual, mientras que la opción B considera la globalización como inherente al desarrollo
de la sociedad humana desde los primeros tiempos. En otras palabras, historiadores y
arqueólogos pueden hacer ya sea (casi) nada, ya sea todo con ella. 87 Aquí no podemos
resolver estrictamente este debate; pero podemos ser más específicos y ofrecer una tercera
alternativa.
Si la teoría de la globalización es ya aplicable a períodos históricos, para muchos
académicos es claro que podemos hablar sobre ella de una forma u otra desde
aproximadamente el 1600 d.C. Pero ¿en qué se basa esta premisa? Hopkins describe la
era de 1600-1800 d.C. como sigue: ‘la principal característica del período era la simbiosis
que se desarrolla entre sistemas estatales emergentes y cosmopolitismo creciente’.88
Cuando, en el mismo libro, Bayly describe ‘proto-globalización’ en detalle, él ve la
reorientación del consumo como una de sus características principales. De acuerdo con
Bayly, las clases de consumidores fueron creadas con un propósito común de adquirir
mercancías para señalar la posición y el estatus, que en un nivel internacional llevó a una
red de producción y venta al menudeo. 89 Este proceso ha sido caracterizado de un modo
muy apto por Witcher para los periodos helenísticos y romano como la universalización
de lo particular, que va de la mano con una particularización de lo universal. 90 Además,
la caracterización que provee Hopkins del período 1600-1800 es considerado
generalmente una de las características principales del período helenístico asimismo.91
Ambas caracterizaciones comparten varios rasgos considerados típicos de ‘formas
anteriores de globalización’: conectividad creciente, la existencia de un mercado común,
el impacto doméstico de la integración de mercado, la idea de pertenecer a un mundo, el
acento en lo local como parte de desarrollos globales, la universalización de lo particular
en combinación con la particularización de lo universal, relativamente dramática
compresión espacio-temporal y cosmopolitismo. Si podemos estudiar el mundo alrededor
del 1600 d.C. en adelante por medio de estos temas, entonces ciertamente podemos
estudiar el mundo romano (y helenístico) desde perspectivas muy similares. En términos
estructurales, en lo que atañe a los tópicos que nos interesan como indicadores de la
globalización, en el mundo romano encaja muy bien este marco. 92 A través de esta
aproximación, la opción A es evitada, mientras que la perspectiva evolutiva (y una
naturaleza muy general) de la opción B es evadida, llevándonos a la opción C.

86
Por ejemplo, Harper (2002, 150) afirma: ‘Aquí corremos contra la preocupación siempre presente de que
el lenguaje de la globalización es para los historiadores meramente una oportunidad para reinventar la
rueda.’ Ver también Pitts (2008, 505): ‘globalización sigue siendo un término descriptivo más bien que un
concepto explicativo en sí mismo, y, como romanización, viene con mucho bagaje inútil.’
87
Nótese, sin embargo, que cada vez más dentro de las disciplinas tales como sociología hay mucho interés
en el desarrollo histórico de conexiones globales, ver Wimmer & Glick Schiller (2002, 322).
88
Hopkins (2002b, 24).
89
Bayly (2002, 64-7).
90
Witcher (2000).
91
Cf. Ma (2003).
92
Ver, por ejemplo, las características que ofrece Rothschild (1998) en lo que respecta a globalización: un
muy rápido incremento en (A) comercio internacional, (B) inversión internacional, (C) comunicaciones
internacionales y (D) influencia internacional. Todo esto es muy válido para el mundo romano, como es
resumido por Hitchner (2008).

363
Tomamos globalización, por lo tanto, como un concepto relativo: la conectividad
siempre ha estado presente en cierto grado, en ciertos períodos históricos, caracterizada
por tales puntuaciones dramáticas que podemos describir como globales (opción C).
Jennings comparte un punto de vista similar y discute ‘múltiples globalizaciones’. Su
punto más importante es, como acentuamos, que no hay una tendencia histórica de larga
duración que conduzca a la modernidad. 93 La globalización no es ni una única época
universal para la historia del mundo, ni una condición evolutiva constante para la
humanidad. Para Jennings, una instancia de globalización debería involucrar tanto ‘un
lapso significativo en la interacción interregional’ como ‘cambios sociales que están
asociados con la creación de la cultura global’. 94 La era romana fue un período tal. Una
preocupación por la cultura es consistente con otro argumento a favor de ver el mundo
romano como ‘globalizado’, como opuesto a ser simplemente un período histórico con
conectividad creciente: el dominio de la percepción. ¿Percibían los romanos su mundo
como global y actuaban consecuentemente? Esta pregunta es planteada en la próxima
sección, que también ofrece un panorama de las reacciones de los romanistas a la
globalización y a los estudios de la globalización hasta el momento.

¿Globalizando el mundo romano?

En las épocas anteriores a ésta los acontecimientos del mundo estaban como
dispersos, porque cada una de las empresas estaba separada en la iniciativa de
conquista, en los resultados que de ellas nacían y en otras circunstancias, así
como en su localización. Pero a partir de esta época [después de la segunda
guerra púnica] la historia se convierte en algo orgánico, los hechos de Italia y los
de África se entrelazan con los de Asia y con los de Grecia, y todos comienzan
a referirse a un único fin (Polibio, Historias 1.3). 95

A menudo citada en el contexto de la cuestión planteada arriba es este pasaje de


la ‘historia mundial’ Polibio, concebido entre 160 y 120 a.C. 96 La idea detrás de este texto
es llamativamente similar a lo que, por ejemplo, el académico de la Ilustración Johann
Gottfried von Herder escribió sobe el siglo dieciocho en su tratado Auch eine Philosophie
der Geschichte zur Bildung der Menschheit [Otra filosofía de la historia para la
educación de la humanidad] en 1774: ‘Cuando ha estado la tierra toda tan estrechamente
conectada por tan pocos hilos’; fortaleciendo el caso por las similitudes estructurales entre
el mundo romano y ‘anteriores puntuaciones de la globalización’ después de la Edad
Media. Además, el área vista como dominada o influenciada por Roma era considerada
como el orbis terrarum. Usar la perspectiva de la globalización para estudiar una sociedad
que definió su territorio como imperium sine fine y oikumén tiene sentido así ciertamente

93
Jennings (2011, 9, con Fig. 1.2). Es por esta razón que el término ‘globalización arcaica’ tal como es
usado por Hopkins y otros no está bien acuñado. La misma crítica se aplica al término ‘globalización
incipiente’ para caracterizar la temprana Edad Media, como lo usa Harris (2007).
94
Jennings (2011, 13).
95
N.T.: Hemos tomado aquí la traducción de Manuel Balasch Recort, Pol. I.3.3-4. La aclaración entre
corchetes es de los autores de Pitts y Vesluys.
96
Para este texto (y su interpretación contextual) ver Isayev (este volumen). Es interesante notar que, para
describir esta perspectiva globalizada mediterránea, Polibio algunas veces tiene que cambiar a conceptos
romanos en el nivel práctico de lengua y en el nivel abstracto de las ideas; cf. M. Dubuisson (1985, 172)
sobre Polibio que llama al Mediterráneo ‘nuestro mar’.

364
desde su perspectiva. Esta red global, además, comparte un marco cultural común, que
pone las nociones de paideia y humanitas en el centro. 97 La percepción romana de la
India –como si estuviera en los márgenes del mundo– es un buen ejemplo aquí. Aunque
India no era ‘romana’ en un sentido político y los romanos no eran conscientes de su
extensión y geografía en detalle, era en gran medida parte de su ‘mundo’ en un sentido
mental. 98 Alrededor del 150 d.C., esta perspectiva global que caracterizaba al imperio
romano es descripta por el rétor Elio Arístides (XXVI.101-102) como sigue: ‘Ahora no
hay necesidad de componer una descripción de la tierra, ni de enumerar las leyes que cada
pueblo utiliza. Vosotros os habéis convertido en los geógrafos comunes para todos al
haber abierto todas las puertas de la ecúmene…y al haber organizado toda la ecúmene
como una sola casa.’ 99 En el propio período romano, por lo tanto, había claramente una
idea de vivir en una nueva puntuación de conectividad: ellos percibían su mundo como
quintaesencialmente globalizado.
A la fecha, ha habido varios intentos por arqueólogos e historiadores romanos para
introducir globalización y su aparato conceptual al estudio del imperio romano. Como
hemos visto arriba, la seducción de un modelo global para explicar el cambio a lo largo
de la amplia extensión de territorios controlados e influenciados por Roma no es nueva,
como es bien ejemplificado por la aplicación de los modelos de centro-periferia y la teoría
de los sistemas mundo. 100 En la mayoría de los casos en los que la globalización es
directamente evocada, el concepto es usado como una alternativa a los relatos
tradicionales de cambio cultural basados en la romanización. 101 Como paradigma para
entender el mundo romano, romanización ha llegado a ser vista como problemática
porque privilegia en exceso el rol de la cultura metropolitana romana en narrativas
asociadas sobre el cambio, que son típicamente lineales (de Roma hacia las provincias),
y descuidan la no-elite y aspectos del cambio en otras esferas como la clase o el género. 102
En contraste, aproximaciones a la globalización romana a menudo se han enfocado en su
potencia para ofrecer una nueva perspectiva en la que el cambio cultural es visto como
multidireccional, que simultáneamente promueve unidad y diferencia en la génesis de las
sociedades ‘provinciales’ y el ‘centro’. 103
Además de dinámicas culturales, globalización también ha encontrado aplicación
para proveer nuevas perspectivas en el grado de integración económica en el imperio
romano. 104 Sin embargo, el impacto más grande de los estudios de globalización puede

97
Pitts (2008, 494). En su conclusión, Witcher (200) llama a su sistema ‘Una universalización de un modelo
particular de un poder social de elite y una particularización de este modelo universal para requerimientos
locales.’
98
Reger (2007); Parker (2008).
99
Para este texto (y su interpretación contextual) ver Sommer (este volumen). N.T. Tomamos aquí la
traducción de Juan Manuel Cortés Copete.
100
e.g. Hopkins (1978b, 1980); Cunliffe (1988); Woolf (1990).
101
Como, por ejemplo, dentro del proyecto ahora terminado, ‘Reichsreligion und Provinzialreligion.
Globalisierungs- und Regionalisierungsprozesse in der antiken Religionsgeschichte’, en la que las teorías
de la globalización son usadas como herramientas heurísticas para entender la religión antigua desde una
perspectiva diferente.
102
Hay ahora una literatura muy amplia sobre las deficiencias de romanización, notablemente Hill (2001),
Webster (2001), Mattingly (2004) y Pitts (2007).
103
Wells (1999, 192-3); Witcher (2000); Laurence (2001a); Hingley (2005); Sweetman (2007); Pitts
(2008); Versluys (2013).
104
Geraghty (2007) esboza un modelo cuantitativo complejo de globalización para explicar el desarrollo
de la economía imperial temprana, mientras que Morley (2007a, este volumen) ofrece un relato más cauto

365
decirse que ha sido indirecto. Como Mattingly demuestra, la última década más o menos
ha visto un cambio en la erudición en arqueología romana que se aleja del uso del término
romanización en favor de aproximaciones para identidad. 105 Tal preocupación por la
identidad no ocurrió en un vacío. Más bien, es en sí misma un signo de los tiempos. Un
tema que unifica en la investigación de historia y de ciencias sociales desde los ’90 y que
puede decirse que se desarrolló como respuesta al paso rápido de la globalización
contemporánea y sus efectos en la sociedad. 106 En una manera similar, aproximaciones
recientes a la historia antigua mediterránea han adoptado efectivamente algo del aparato
conceptual de la globalización con la popularidad reciente de nuevos paradigmas que
resaltan el rol de las redes y la conectividad para explicar los cambios en la región. The
Corrupting Sea [El mar corruptor] de Horden y Purcell es un trabajo clave en este
respecto, aunque ellos no evocan (o comentan sobre) el concepto de globalización, y han
sido criticados acertadamente por su aproximación ahistórica hacia la conectividad
mediterránea. 107
Dada la influencia directa e indirecta de los conceptos de la globalización en los
campos de historia y arqueología romana, podría parecer que la aplicación de la teoría de
la globalización al imperio romano no es controvertida y ampliamente aceptada. Este no
es el caso. La literatura existente sobre globalización romana consiste en un manojo de
artículos de revistas y capítulos, muchos de los cuales son de naturaleza exploratoria.108
Hay una monografía sobre el tema de Hingley, que contiene una discusión valiosa sobre
romanización e identidad en el contexto de las aproximaciones a globalización, pero que,
quizás ilustrativa para el debate hasta ahora, en realidad no trata sobre la globalización.109
Resulta claro en sus trabajo posterior y en su contribución a este volumen que el objetivo
de Hingley no es tanto el usar globalización como una teoría para explicar el imperio
romano, sino más bien usar la analogía como una base para cuestionar ideas sobre el
mundo moderno. 110 De hecho, proyectar globalización como una alternativa a
romanización es altamente inusual en el contexto del uso del término en períodos
históricos, que ilustran preocupaciones de muchos romanistas y una falla al reconocer la
utilidad más amplia del concepto.
Y aquí encontramos en cierto modo una paradoja. Mientras ha habido un
indudable cambio de paradigma hacia identidad, conectividad y redes en nuestra
comprensión del mundo romano, el propio concepto que es ampliamente discutido y

de los límites de la globalización antigua comparada con el proceso económico contemporáneo de


integración de mercado.
105
Mattingly (2010). Para ejemplos de estudios sobre identidad en arqueología romana ver Laurence &
Berry (1998); Mattingly (2004); Gardner (2007a); y Hales & Hodos (2010). Pitts (2007) ofrece algunas
críticas de este fenómeno.
106
Jenkins (2004, 8-14). Post-colonialism ha jugado un rol importante en la preparación del terreno
intelectual para estudios puros de identidad y la noción relacionada de etnicidad, especialmente estudiando
el imperio romano.
107
Horden & Purcell (2000). Malkin (2005a) y Morris (2005) han caracterizado su trabajo como un cambio
de paradigma sobre el mundo antiguo. Ver también volúmenes posteriores, e.g. Malkin (2005b); Malkin,
Contantakopoulou & Panagopoulou (2009); Van Dommelen & Knapp (2010a).
108
De estas, Hitchner (2008, 2) con seguridad asevera: ‘es la propia fecundidad y complejidad de la
globalización como un concepto lo que lo hace particularmente fructífero como un mecanismo explicativo
para el mundo romano.’
109
Hingley (2005). Cf. La reseña de Prag (2006a) sobre por qué este no es realmente un libro sobre
globalización y el mundo romano y, en una vena similar, la posdata a Naerebout (2006/7). En este volumen
Hingley responde a estas cuestiones.
110
Hingley (2010).

366
debatido en las ciencias sociales e historia para entender todo esto –globalización– es
ampliamente evitado. 111 Por una parte, hay académicos que proponen sugestivamente
globalización; pero quizás no explorando realmente el concepto y sus implicancias (ver
arriba). Por otro lado, está la mayoría silenciosa, que aparentemente percibe globalización
como un fenómeno distintivamente moderno que no tiene nada que ver con el mundo
romano. 112
Excepciones a esta última categoría –y bajo ningún aspecto silenciosas– son las
reseñas artículos de Naerebout y Greene que enfatizan la fragilidad de las aproximaciones
a la globalización romana. 113 Tanto Greene como Naerebout desdeñan el término en
sentido literal de que el imperio romano no era global, mientras que el segundo presenta
una crítica detallada de las anteriores formulaciones de Hingley y Witcher. Naerebout
enfatiza que el concepto solo sobrevivirá su ‘moda actual’ si ofrece herramientas útiles
para el estudio del mundo antiguo, pero él no ve ningún potencial allí. En su opinión,
globalización no debería estar fuera del contexto de la sociedad moderna, creyendo que
el concepto no puede ser rescatado como una herramienta analística o heurística (opción
A, ver arriba). 114 La globalización de Hingley es rechazada en el sentido de que no ofrece
nada nuevo, pues Naerebout argumenta que la idea de que en el imperio romano había
diversidad subyaciendo a la unidad es una idea ya establecida hace tiempo. Similarmente,
aunque alabando aspectos de la aproximación de Witcher, la crítica por falta de claridad
sobre si globalización es o no una condición específica de la modernidad. A pesar de la
postura deliberadamente provocativa de Naerebout, él plantea varios puntos pertinentes
que deben ser considerados si la aplicación de globalización en la arqueología romana va
a convertirse en algo más que una moda pasajera.

El reto conceptual

Hay un claro reto conceptual al que hay que hacer frente al aplicar el concepto de
globalización al mundo romano. Este volumen recoge el guante. Esto es necesario, dado
el uso evocativo de globalización como descripción de lo que pasa en el mundo romano
rápidamente se vuelve popular (ver Witcher, en este volumen). A menudo, esas
evocaciones son precisamente sobre las que Greene y Naerebout (y Morley, en este
volumen) advierten: una nueva palabra de moda aplicada acríticamente por todos los
anhelantes de una alternativa a (o simplemente otro nombre para) romanización,
añadiendo poco al debate y haciendo un daño potencial al hacer una representación
incorrecta o dirigiendo la discusión en una dirección que no ayuda. Aunque simpatizamos
con los pedidos de moderación y de realizar una apropiada reflexión teórica, también

111
En el índice de Horden & Purcell (2000) solo aparece una vez, con una referencia a p. 599. En la página,
no pudimos encontrar la palabra. En Malkin (2005b), solo el artículo de Morris apunta seriamente a
globalización como medio para entender el proceso de mediterranización. Incluso un libro teórico más
amplio sobre arqueología y modernidad (Thomas 2004) ignora el concepto.
112
Es interesante notar que ambos grupos están felices de usar conceptos que están unidos en gran medida
con globalización –como hibridismo– sin mayor elaboración.
113
Naerebout (2006//7); Greene (2008). Las observaciones y comentarios sobre globalización como un
concepto anacrónico para el mundo romano en Dench (2005) también se incluye en esta categoría.
114
Gardner (2013), reflexionando sobre aplicaciones previas de globalización al mundo romano, expresa
reservas similares sobre si globalización ofrece herramientas analíticas para examinar el período romano
como una entidad distinta. Sin embargo, su alternativa preferida de ‘arqueología institucional’ puede ser
vista como que cae en la jurisdicción de la globalización, un tema que es productivamente explorado por
Laurence & Trifilò en este volumen.

367
creemos que los argumentos para no usar globalización han sido contrarrestados en este
capítulo. Podemos usar un concepto desarrollado para describir un fenómeno actual para
el estudio de otros períodos, como muchos académicos de la globalización hoy creen,
mientras que algunos explícitamente piden por una exploración tal. El concepto de
globalización ha sido usado convincentemente para describir otros períodos de la historia;
globalización no está exclusivamente atada a la modernidad o al capitalismo y puede ser
aplicado fructíferamente al mundo romano. 115 Lo que resta entonces es el reto verdadero:
la naturaleza problemática del propio concepto de globalización. 116
La observación de que ahora los académicos acentúan la fragmentación es tan
contextual (y, probablemente, ideológica) como lo fue el foco en la unidad en gran parte
de los siglos diecinueve y veinte: en este respecto no hay forma de escapar al círculo
(inspirándose en Gadamer). Tal como cualquier otro, este libro es en cada pulgada una
parte del clima intelectual en el que es concebido. Como arqueólogos e historiadores que
estudian globalización, nosotros seguimos debidamente desarrollos en las ciencias social
e histórica. ¿Por qué una aventura tal no sería un fracaso desde el comienzo? Tenemos
dos respuestas para esa crítica: la primera es la conciencia. Ser conscientes del reto
conceptual significa evaluar los riesgos de usar un concepto particular. Habiendo
dedicado atención a los problemas del concepto para el estudio del mundo romano.
Deberíamos usar globalización, por lo tanto (y esta es nuestra segunda respuesta), como
un concepto adicional y alternativo solamente. Conceptos como imperialismo,
romanización y creolización son tan contextuales (y sugestivos y engañosos) como
globalización devendrá inevitablemente. Pero el aplicarlos llevó nuestra comprensión del
mundo romano más lejos, como globalización promete hacer potencialmente.
Consideramos esto especialmente importante en el estado actual del debate sobre
‘romanización’, donde discusiones contemporáneas sobre conectividad a menudo
retornan a (una reinvención de) los debates del siglo diecinueve, como en el caso de
imperialismo. Pensamos que estos desarrollos no son la mejor manera de avanzar,
mientras la muy perversa dicotomía romano-nativo es a menudo reforzada por ellos. Hay
una buena razón, por lo tanto, para hacer de globalización parte de nuestro reto
conceptual. Es posible que el concepto pueda proveer una mejor comprensión que
‘romanización’; pero esto es solo parte de lo que este libro explora.

Perspectiva y oportunidades

Mientras los académicos se preocupan por localidades, circulación y


comparación, necesitamos hacer un cambio decisivo para alejarnos de lo que
podemos llamar geografías de ‘rasgos’ para acercarnos a lo que podría llamarse
geografía de ‘proceso’ (Appadurai 2001, 7). 117

115
Para contestar brevemente los argumentos 2-5 hechos en el resumen de Naerebout (2006/7).
116
Para una introducción general que considera los retos conceptuales que tratan sobre arqueología, ver
Insoll (2007), con un útil capítulo 2 sobre globalización. Encontramos muchos con lo que acordar aquí,
pero no con la caricatura que Insoll hace del posmodernismo.
117
Con ‘geografías de rasgos’ Appadurai quiere indicar los estudios de área que siempre están conducidos
por ideas de coherencia cultural, que razonan desde una suerte de ‘lista de rasgo’ de valores, lenguaje,
prácticas materiales, etc.

368
Al comienzo de este capítulo nos preguntamos si podemos usar la teoría de la
globalización para entender el mundo romano y, subsecuentemente, si hay suficiente
valor en sus aproximaciones teóricos constituyentes para usarla en un sentido más
aplicado. Nuestra respuesta es ‘sí’ en ambos respectos. Permítasenos resumir por qué
pensamos que la teoría de la globalización debería tornarse importante para el estudio del
mundo romano:

1. Hay un amplio e importante grupo de académicos de la globalización que no


aceptan que la relación entre globalización y modernidad es una exclusiva, y piden
por una comprensión y contextualización histórica más profunda de los procesos
involucrados en el pasado. Al mismo tiempo, el foco dentro de los estudios de la
globalización ha cambiado de tópicos que no son tan relevantes para el mundo
romano (la internet, por ejemplo) hacia temas que son muy relevantes para el
mundo romano (como conectividad, identidad, desigualdad e imaginación
cultural).
2. Dentro de las investigaciones históricas ha habido un cambio de paradigma de los
estudios de área hacia historia global que ha visto la aplicación fructífera de la
teoría de la globalización en contextos históricos que son, en términos de las
características de la globalización, estructuralmente muy parecidos al mundo
romano.
3. Dentro de los estudios romanos estamos en el medio de un cambio similar de
paradigma de ‘romanos contra nativos’ hacia conectividad, redes e identidades.
En varios respectos, directamente e indirectamente, este cambio está entrelazado
con globalización, como un proceso contemporáneo y como tema para estudio
académico. Por lo tanto, no podemos simplemente permitirnos evadir el debate.
En otras palabras: necesitamos llevar la analogía de la globalización más lejos.

De este resumen, se torna claro que (con algunas excepciones importantes) las dos
aproximaciones que los romanistas han tomado hasta ahora frente a las teorías de la
globalización son insatisfactorias. La primera podría decirse que es impresionista e
incluso oportunista, y la segunda es probablemente demasiado reduccionista: ninguna
sirve para llevar la analogía de la globalización más lejos. La cuestión de cómo moverse
hacia adelante desde el punto 3 es quizás más importante. Para algunos, usar globalización
como una lente crítica a través de la que ver el estado actual de la investigación en las
dinámicas cultural y económica en el período romano puede ser suficiente.118
Alternativamente, usar explícitamente las teorías de la globalización para describir y
explicar aspectos del mundo romano y su cultura material puede ser preferible, siempre
y cuando las recompensas sean suficientes. Tales recompensas no necesitan, sin embargo,
ser estrictamente confinadas a aquellos con un interés en el período romano. Al escribir
esta introducción somos conscientes de la tendencia general hacia la escritura de la
‘historia global’. Aunque no hay razón por la que los arqueólogos e historiadores romanos
no pueden contribuir a este esfuerzo, nuestra reseña de la literatura de la globalización
sugiere que sus voces no están siendo escuchados necesariamente, o entendidas. Un
118
Ver, si bien en una vena más general, Jennings (2011, 8): ‘si los procesos pudieran ser vinculados,
arqueólogos y otros investigadores que estudian el pasado deberían estar capacitados para explotar la rica
literatura sobre globalización para entender mejor las dinámicas de estos períodos cruciales de extendido
cambio cultural en la historia del mundo.’

369
compromiso con la globalización y su aparato teórico ciertamente provee un medio
potencial para romper totalmente los límites ‘nacionalista’ y disciplinario que
tradicionalmente han separado romanistas de otros académicos.
Beck ha argumentado que, dentro de las ciencias sociales, el concepto de
globalización ha atravesado tres fases: primero, fue rechazado; segundo, fue una fase de
clarificación conceptual; y tercero, un giro epistemológico. 119 Tenemos la impresión de
que la arqueología romana está actualmente entre las fases 1 y 2 en el marco de Beck. Se
espera que este volumen haga una contribución vital para el estudio del mundo romano
moviendo adelante los debates vigentes y evaluando el potencial para que la globalización
traiga un cambio genuino de paradigma.

Contribuciones individuales

La contribución del historiador al estudio de la globalización debería ser, por lo


tanto, recordarnos que podríamos estar viviendo en medio de la última (pero
probablemente no la última) de las diversas y desconectadas prehistorias de la
globalización (Armitage 2004, 173-4).

Este libro tiene una estructura tripartita. La primera parte provee dos
introducciones. El presente capitulo establece la agenda intelectual y delinea las
cuestiones teóricas. Muchos de los puntos y cuestiones delineadas aquí son desarrollados
más a fondo por autores individuales, a menudo con énfasis y resultados diferentes. Una
segunda introducción es provista por Hingley, quien retoma la discusión y crítica de su
libro Globalising Roman culture [Globalizando la cultura romana]. En contraste con
nuestra introducción, que trata principalmente la aplicación del concepto al mundo
romano, Hingley acentúa los peligros involucrados en el intento por separar conocimiento
del pasado clásico del contexto contemporáneo en el que las ideas sobre el pasado son
concebidas. En particular, Hingley restablece la necesidad de la crítica poscolonial y
argumenta que al presentar el pasado romano como ‘globalizado’ o ‘que globaliza’, los
arqueólogos e historiadores corren el riesgo de proveer una coartada al capitalismo global
en el presente. Tomadas en conjunto, las introducciones cubren los dos elementos
substanciales de la erudición actual sobre el tema.
La parte II consiste de siete capítulos que presentan casos de estudio con el
objetivo de evaluar la utilidad de la globalización dentro de las áreas temáticas de estudio:
la historia económica romana (Morley), consumo masivo y cerámicas (Pitts), urbanismo
y conectividad (Laurence y Trifilò), demografía y migración (Isayev) y cultura material
visual (Versluys). Adicionalmente, Sommer examina conectividad en el Mediterráneo en
períodos anteriores y trabaja desde los fenicios hasta el imperio romano para examinar
cuán especial (o no) fue la conectividad del mundo romano en comparación con lo que
pasó antes. Witcher hace una conexión con el mundo actual (y una disciplina diferente)
tratando sobre globalización y patrimonio, y relaciona ello con cuestiones teóricas e
historiográficas discutidas por Hingley en la parte I. El libro, por lo tanto, también tiene
como objetivo ser una exploración que provee un panorama de lo que se puede hacer con
la globalización (o no) en diferentes temas y subdisciplinas en historia y arqueología
romana y que, asimismo, considera las implicancias patrimoniales de presentar un mundo

119
Beck (2004).

370
romano globalizado al público más amplio. Cada uno de los ensayos, por lo tanto,
comenta sobre un conjunto de cuestiones específicas: ¿ofrece globalización una
perspectiva valiosa para los estudios romanos? ¿Ofrece algo nuevo? ¿Cómo puede
cambiar la naturaleza de la erudición actual? ¿Cuáles son las áreas/temas que se
beneficiarán más con la aplicación de este concepto? Y ¿qué nuevos aparatos teóricos y
metodológicos son requeridos para que el concepto sea aplicado en un sentido más
práctico? Varios temas y debates entrecruzados emergen de las contribuciones
individuales en la parte II, incluyendo la naturaleza y el grado de compresión espacio-
temporal; la creación y mantenimiento de la consciencia global; el rol del estado romano
y las instituciones estatales como conductores de la globalización; la cuestión de
comprender las redes no estatales; y descentrar Roma en las interpretaciones de cultura
visual y material. En sus discusiones, los colaboradores comparten un optimismo cauto.
A pesar de los costos de introducir jerga teórica con connotaciones de modernidad, hay
un acuerdo amplio de que la globalización es algo ‘bueno para pensar con’ por una
variedad de razones, incluyendo proveer oportunidades para mejores comprensiones de
las diferencias entre antigüedad y modernidad, promoviendo comparaciones con
escenarios que globalizan en otros contextos históricos, y planteando la complejidad del
mundo romano y su cultura material en una manera más sofisticada que los paradigmas
existentes.
La parte III provee perspectivas desde posturas disciplinarias fuera del ámbito de
la arqueología e historia romana. Dado que este libro debería ser considerado la primera
exploración extensa de la aplicación de la teoría de la globalización al mundo romano, tal
énfasis en la discusión es crucial para examinar la cuestión desde diferentes ángulos.
Viniendo desde afuera del campo de los estudios romanos, Jan Nederveen Pieterse coloca
‘la globalización romana’ en una perspectiva de larga duración; anclándola en el dominio
de los estudios de la globalización y resaltando la relevancia más amplia de la discusión
más allá de los especialistas romanos. Finalmente, Hodos, cuya propia investigación es
sobre la globalización en el Mediterráneo de la edad de hierro, ofrece una conclusión
general que une todas las contribuciones juntas. Las cuestiones más amplias surgidas en
la Parte III incluyen la necesidad de entender la forma que ‘globalización’ toma en el
mundo romano como un producto de circunstancias históricas particulares como algo
opuesto a ser un agente uniforme de cambio que abarca diferentes períodos de la historia;
y la cuestión de la contribución de la historia y arqueología romana a la más amplia
comprensión histórica de la ‘globalización’.
Este libro se llama ‘Globalisation and the Roman world’ [‘La Globalización y el
mundo romano’]; no ‘Globalising the Roman world’ [‘Globalizando el mundo romano’].
Su objetivo no es arribar a la conclusión de que deberíamos reemplazar romanización con
globalización (o no). En su lugar, nuestro objetivo es hacer una exploración teórica
genuina que podría agregar nuevas perspectivas al debate o posibles avenidas para una
investigación más extensa. Este libro investiga críticamente si y cómo la teoría de la
globalización puede ayudarnos para entender mejor el mundo romano y su cultura
material. Como tal, también apunta a contribuir a los debates sobre ‘historia global’.
Habiendo tomado en cuenta las advertencias de Naerebout, Greene y otros, nuestra
introducción se enfocó en el ‘si’; los capítulos individuales apuntan a responder el ‘cómo’.

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