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Temas de Humanidades / 2

TEORÍAS SOBRE EL CAMBIO LINGÜÍSTICO


EN EL SIGLO XIX.

Elsa Ghio

Santa Fe - 1998
Teorías
sobre el cambio
lingüístico
en el siglo XIX
No hay nada tan útil para el profano o para el estudiante que hace su primera
iniciación a la ciencia lingüística como algunos conocimientos sobre la historia de
la disciplina. La mayoría de las ideas acerca del lenguaje que el lingüista toma en
consideración – si es que no las abandona por completo – parecerán menos
obviamente patentes si se conoce algo acerca de su origen histórico. [...]
La lingüística, como cualquier otra ciencia se construye en el pasado, y lo hace no
sólo desafiando y refutando doctrinas tradicionales, sino también desarrollándolas y
formulándolas de nuevo.
John Lyons

De hecho la lingüística ha tenido varios comienzos. Más de una vez se ha


reiniciado y reengendrado a sí misma – no sin darse antecedentes cada vez.

Emile Benveniste
LA ATMÓSFERA INTELECTUAL EN LA PRIMERA MITAD EL SIGLO XIX. INFLUENCIA DEL
ROMANTICISMO

El florecimiento del movimiento romántico coincide en Europa con el conjunto


de transformaciones sociales y culturales que habían venido incubándose en el
siglo XVIII. Las conmociones de la revolución industrial, el embate sufrido por
las monarquías absolutas después de la revolución francesa, la creciente
secularización de las costumbres, el arrollador avance de la burguesía a
expensas del poder tradicional de la aristocracia y el clero, son apenas las
manifestaciones más visibles de un proceso que transformó profundamente la
concepción del mundo en los finales del orgulloso Siglo de las Luces. En Las
palabras y las cosas Michel Foucault plantea la discontinuidad que se produce
en los últimos años del siglo XVIII, que deshace la positividad del saber clásico
provocando mutaciones imprevistas en el modo de percibir, describir, enunciar,
caracterizar y clasificar las cosas. Este punto de inflexión marcó todo el siglo
XIX y no ha dejado de gravitar hasta nuestros días.
Se considera que la configuración de las nacionalidades europeas, que es una
de las características más relevantes de la historia de la cultura del siglo XIX, es
fruto de la derrota de Napoleón, cuyos ejércitos, más allá de la vocación
imperialista de su conductor, propagaron por Europa el ideario de la Revolución
Francesa. Luego de 1815, la política represiva emprendida por el Congreso de
Viena y la Santa Alianza, no fue suficiente para acallar los gritos de ‘libertad,
igualdad, fraternidad’ con que la burguesía y los grupos populares responderían
a los intentos de restauración monárquica, y que continuarían fermentando en
las revoluciones que se sucedieron a lo largo del siglo, hasta la aparición de los
movimientos socialistas. Las nacionalidades europeas se conformaron en este
complejo contexto de opresión y luchas sociales, que tuvo en cada región sus
propias particularidades.
Esta eclosión de las nacionalidades no puede estudiarse sin ahondar en los
momentos fundamentales del romanticismo, así como los románticos no
podrían comprenderse si se los aísla del contexto de las luchas por la
afirmación de la nacionalidad. Y es aquí donde encuentra su fundamento la
actitud historicista que caracteriza al movimiento:
“Ninguna generación tuvo tan agudamente el sentimiento de ser heredera y
descendiente de períodos anteriores, ni poseyó un deseo tan definido de repetir
simplemente un tiempo pasado, una cultura perdida y despertarlos a una nueva vida. El
Romanticismo buscaba constantemente recuerdos y analogías en la historia, y
encontraba su inspiración más alta en ideales que él creía ver realizados en el pasado.”
(1)
El historicismo generó en algunos intelectuales una fuerte atracción por los
temas orientales y exóticos: el Oriente se levantaba a sus ojos como la fuente
primigenia de la cultura humana y de la civilización europea.
“Mucho más allá de toda tradición histórica y aún mítica parecía llegarse aquí a los
orígenes, al origen de las lenguas (y con ello al origen de los pueblos) y al origen del
pensamiento, tal vez incluso al origen de la humanidad. Y el camino para estos
orígenes llevaba, como ya señalaba la Biblia, hacia Oriente.” (2)

Esta tendencia fue recompensada con algunos descubrimientos que se hicieron


célebres en la época: el desciframiento de la escritura jeroglífica de los
antiguos egipcios a partir del estudio de la ‘piedra Rosetta’ efectuado por
Champoillon (1822); las primeras investigaciones sobre las relaciones del
sánscrito con las lenguas europeas antiguas y modernas (fines del s. XVIII). En
particular, como sostiene Porzig, fue en la antigua India donde estos románticos
creyeron hallar la promesa del acceso a los orígenes:
“¿Sería la India la cuna de la humanidad? ¿Sería el sánscrito sagrado la lengua
primitiva, que había conservado puro y transparente lo que en otros países y en
tiempos más recientes yacía sepultado bajo los escombros de la tradición y de
múltiples accidentes históricos? Quizás pudieran observarse en ella los primeros pasos
de un pensamiento primitivo, en los cuales el hombre apenas salido del seno materno
de la naturaleza, se había dado inmediatamente cuenta de su participación en el
espíritu divino “ (3)

Para otros, el interés historicista se vuelca hacia el propio pasado, el medioevo


europeo en el que se hunden las raíces de los estados nacionales. La Edad
Media, desdeñada tanto por el clasicismo del Renacimiento como por el
Iluminismo y el neoclasicismo, cobra en este momento un interés particular para
algunos intelectuales europeos. Para ellos, la afirmación nacional se centró en
el rescate de la cultura popular y de las tradiciones folklóricas. Y esta vertiente
se vincula, por otra parte, con concepciones de raíz filosófico-lingüísticas que
identifican la lengua con el pensamiento y como expresión más característica de
la cultura y el espíritu de una nación.
El Romanticismo no fue un movimiento homogéneo. En el contexto abigarrado y
contradictorio de las ideas románticas, Alemania, ocupó en este siglo un papel

1
. Hauser, A. (1968) Historia social de la literatura y el arte. Madrid. Guadarrama. Tomo II. Pág.
350.
2
. Porzig, W. ( 1964) El mundo maravilloso del lenguaje. Madrid. Gredos. Págs. 328-329.
3
. Ibidem.
preponderante no sólo en la filosofía y las letras, sino también, como veremos,
en los estudios del lenguaje.
Varios problemas perfilados desde fines del siglo anterior y que siguieron
aquejando a los alemanes durante el siglo XIX - las consecuencias del
empobrecimiento de las guerras; el sistema de división territorial que implicaba
la falta de centros culturales como París y Londres; las dificultades para lograr
la integración política de un estado unificado- serían fuentes de conflicto social y
de reflexión de sus intelectuales. (4)

 El desciframiento de los jeroglíficos egipcios. (5)

La antigua sabiduría egipcia había sido objeto de admiración para los antiguos
griegos (Pitágoras, y luego Platón), aunque Aristóteles parece ignorar su
influencia cuando reconstruye la historia del saber en el libro I de la Metafísica.
En el medioevo el neoaristotelismo cristiano siguió el ejemplo de su maestro y
mostró escaso interés por la tradición egipcia.
Esta actitud cambia en el Renacimiento luego del descubrimiento, en 1419, de
los Hyeroglyphica, un texto en griego de un autor que se declara egipcio
(Horapolo u Horus Apollon). Los humanistas consideraron que el manuscrito era
obra del divino Hermes Trismegisto y el texto fue consultado como fuente
inagotable de sabiduría. Allí se hablaba de la escritura jeroglífica empleada por
los antiguos egipcios, al que los egiptólogos conocían a través de textos muy
antiguos - de más de 3000 años. Pero, la lengua hablada por los egipcios ya
había sufrido transformaciones radicales y se habían perdido las claves para
poder descifrarlos.
En 1799 se descubre un texto trilingüe - la famosa piedra Rosetta hallada en
Egipto por un soldado de las tropas napoleónicas – que reproduce el mismo
texto en jeroglífico, en demótico ( 6) y en griego. Pero es recién en 1822, cuando
el francés Jean F. Champoillon sienta las bases para descifrar los jeroglíficos.

4
. Para ubicar el contexto en que se desarrollan las teorías sobre el cambio lingüístico en el siglo
XIX, los limites de este trabajo nos obligan a centrar la atención particularmente en Alemania, y
sólo en algunos románticos alemanes; de ninguna manera se pretende agotar el tema, ni
siquiera desarrollar una visión de conjunto, del complejo panorama, apenas indicado aquí, del
romanticismo europeo.
5
. La información que se incluye en este apartado proviene especialmente del texto de Umberto
Eco (1994) La búsqueda de la lengua perfecta. Barcelona. Crítica. Cap. 7.
6
. Escritura cursiva inventada hacia el año 1000 A.C.
Esta escritura se compone de signos icónicos, algunos de los cuales son
fácilmente identificables, como el buitre, la lechuza, el toro, la serpiente, etc.,
pero también, como nos dice U. Eco, hay algunos jeroglíficos que:
“... están ya estilizados ( como la vela desplegada, la forma amigdaloide de la boca, la
línea dentada que indica el agua)... “

y aún otros, que:


“... al menos a los ojos de un profano, guardan una semejanza muy remota con la cosa
que pretenden representar, como el pequeño cuadrado que indica el sitial, el signo
representado por la tela plegada, o el semicírculo por el pan. Estos signos son
inicialmente ideogramas, y se refieren a la cosa representada, aunque no
necesariamente por iconismo ‘puro’, sino a través de mecanismos de sustitución
retórica ( la vela hinchada aparece en lugar de ‘viento’, el hombre sentado con la copa
por ‘beber’, la oreja de vaca por ‘entender [...]).

Al mismo tiempo, y como no todo podía representarse ideográficamente, los


egipcios empleaban a veces las mismas imágenes como fonogramas, o sea,
como simples signos fonéticos.
“ Es decir que para representar una cosa cuyo nombre empezaba con un cierto sondo
utilizaban la imagen de un objeto cuyo nombre tuviera la misma inicial, y si querían
expresar una vocal o una consonante o una sílaba de una palabra extranjera, utilizaban
un signo jeroglífico que expresara o representara un objeto cualquiera cuyo nombre, en
la lengua hablada, contuviese por entero o en su primera parte, el sonido de la vocal,
de la consonante o de la sílaba que había que escribir ( por ejemplo la boca, en egipcio
ro, representaba la consonante griega R, (cf. Champoillon, Lèttre à Dacier, pp.11-12).
Es curioso que, mientras para la teoría hermética del lenguaje jeroglífico el nombre
debía representar la naturaleza de la cosa, aquí la cosa ( o bien su imagen) sirve para
representar el sonido del nombre.” (7)

Este aspecto hermético del pensamiento lingüístico que subyace al trabajo de


desciframiento de los jeroglíficos, contribuye a presentar otro trazo de la
atmósfera intelectual de este siglo.

 El descubrimiento del sánscrito y la tradición gramatical hindú.


Pero sin duda fue el descubrimiento del sánscrito, hacia finales del siglo XVIII el
que marcó de manera singular los estudios lingüísticos europeos durante el
siglo XIX.
En torno al estudio de esta lengua sagrada, en la que fueron escritos los Vedas
(entre el 1200 y el 1000 A.C.), se había desarrollado en la India una importante
tradición gramatical, cuyo interés radicaba en la conservación de la correcta
pronunciación de los himnos védicos. El material contenido en esta colección de

7
. Eco, U. Op. Cit. Pág. 128-129.
himnos rituales, algunos de ellos anteriores al año 1000, es tan extensa como
el conjunto constituido por la Ilíada y la Odisea.
La lengua en que fueron compuestos había caído en desuso y con el paso del
tiempo se volvía cada vez más difícil de interpretar, pero la veneración que se
les concedía determinó su escrupulosa conservación: al principio fueron
aprendidos de memoria y transmitidos oralmente de generación en generación,
pero luego, devotos gramáticos se dedicaron a escribir comentarios y
anotaciones para informar a los sacerdotes de las sucesivas generaciones el
modo de interpretar y la manera de pronunciarlos, pues, debido a su valor
mágico, una pronunciación equivocada impediría el cumplimiento de su objetivo.
Panini (¿siglo IV A.C.?), reconocido como uno de los más importantes
gramáticos indios se ubica dentro de una tradición que empezó varios siglos
antes que él.
Esta “ tradición gramatical india no sólo es independiente de la grecorromana,
sino anterior, más rica en manifestaciones y en algunos aspectos superior en
sus resultados”, nos dice Lyons (8). En efecto, los gramáticos hindúes habían
observado y clasificado minuciosamente los sonidos del habla, y realizaron un
análisis exhaustivo de las palabras basado en sus estructura interna. Esta
intensa labor lingüística que se extendió en varias generaciones de gramáticos
anteriores y posteriores a Panini, permitió elaborar un conjunto de más de 4000
reglas fonéticas y morfológicas y una lista de raíces. Estas reglas eran un
conjunto de fórmulas para memorizar, destinada a una enseñanza oral que los
maestros transmitían y enriquecían con comentarios. El resultado de este
análisis dio lugar a una lengua muy codificada, el sánscrito, tan exactamente
descrita y regulada, que a partir de entonces (los lingüistas lo fechan alrededor
de 400 años antes de Cristo) sufrió muy poco cambios.
Benveniste (9) califica de ‘extraordinaria’ a esta descripción puramente formal de
los elementos constituyentes de la lengua ( palabras , frases, relaciones entre
las palabras, etc.).
Su descubrimiento en el siglo XVIII permitió que los europeos entraran en
contacto con las obras, que resultaron decisivas para sus trabajos posteriores,
no sólo porque resultaban indispensables para estudiar los manuscritos
sánscritos, sino porque a través de ellas, los lingüistas occidentales pudieron
conocer nuevas técnicas y metodologías de investigación que prestaban
atención a la estructura formal de la lengua y permitieron una descripción más

8
. Op. Cit. Pág. 19
9
. Benveniste, E. (1991) Problemas de Lingüística General II. México. Siglo XXI. Pág. 33.
rigurosa de los fenómenos lingüísticos. Muchos aspectos de la lingüística del
siglo XIX proceden de la influencia de la teoría y la práctica de los gramáticos
indios.

 La noción de parentesco lingüístico.


Aunque los griegos y los romanos dedicaron escaso interés a la cultura ya
lengua de los bárbaros, es posible que la especulación acerca de las relaciones
entre lenguas diversas haya ocupado la imaginación de los hombres desde
tiempos muy remotos.
La idea de comunidad de origen, que permite clasificar a las lenguas en
familias, ya se había perfilado en Europa en el siglo XVI, pero sus primeros
intentos no habían podido fructificar debido a la influencia de las ideas religiosas
de la época, que llevaron a considerar erróneamente que el hebreo, por ser la
lengua del Antiguo Testamento, sería la lengua primitiva a partir de la cual se
desarrollaron las demás lenguas del mundo ( 10). A principios del siglo XVIII,
Leibniz había combatido obstinadamente esta hipótesis del origen hebraico, y
además, había recomendado comparar los textos antiguos con las lenguas
modernas, pero sus reclamos apenas encontraron eco en su época.
El conocimiento del sánscrito fue importante en particular para el surgimiento de
los estudios de gramática comparada, no sólo porque permitía confirmar las
semejanzas entre las lenguas europeas conocidas ( vivas y muertas) que los
lingüistas europeos venían advirtiendo desde tiempo atrás, sino que además
permitió elaborar la hipótesis del parentesco entre las lenguas semejantes, del
que se derivaría el modelo del ‘ árbol genealógico que representaba
gráficamente la idea de que las lenguas derivan unas de otras.
El camino de los nuevos intereses lingüísticos fue indicado en 1786, en un
discurso pronunciado en la Sociedad Asiática de Calcuta, por William Jones
(1746-1794), un magistrado inglés radicado en Bengala donde afirmó que el
sánscrito era:
“ más perfecto que el griego, más rico que el latín..., pero con una afinidad con ambos,
tanto en las raíces verbales como en las formas gramaticales, mayor que la que
pudiera haberse producido por casualidad; tan grande que ningún filólogo podría
examinar los tres sin persuadirse de que han brotado de una fuente común que quizás
ya no exista. Una razón parecida, aunque no tan fuerte, hay para admitir que el gótico y
el céltico, aunque mezclados con un idioma diferente, tuvieron el mismo origen que el
sánscrito. El persa antiguo puede agregarse a la misma familia “. (11).

10
. Para profundizar este aspecto cfr. Eco. U. Op. Cit.
11
. Jones, W. (1788). Asiatic Researches. T. I . Citado en: Porzig, W. (1964). El mundo maravilloso
del lenguaje. Madrid, Gredos. Pág. 325.
De esta manera precisa, Jones señaló que eran las afinidades de formas entre
el latín, el griego y el sánscrito ( 12), las que permitían afirmar su parentesco, y
destacó además, que esas afinidades serían inexplicables si esas lenguas no
derivasen de un ‘antepasado’ común, que él identificó con el sánscrito, por ser
más antiguo que las lenguas europeas clásicas. La famosa afirmación de Jones
acerca de la perfección de esta lengua sostenía además que era más pura, y la
pureza implicaba que su estructura era más simple ( señalaba, por ejemplo, que
tenía un sistema de tres vocales en lugar de cinco, o más, como las lenguas
clásicas). Este intento de explicación del cambio lingüístico puede considerarse
una versión particular de la antigua teoría de la corrupción.

 La primera generación de comparatistas: el indoeuropeísmo.


El nacimiento de la gramática comparada en el primer tercio del siglo XIX fue
favorecido por la existencia de una corriente comparatista que influye en los
más diversos campos de la ciencia: la anatomía, la biología, la paleontología, la
historia de las religiones.
Una figura de esta época que ejerció influencia en el estudio del lenguaje fue
Friedrich Schlegel (1772-1829). Fiel a las inclinaciones del romanticismo
alemán, publicó en 1808, un trabajo “Sobre la lengua y la sabiduría de los
hindúes”, donde sostenía que los indios eran creadores de la lengua y la cultura
y que los europeos las habrían aprendido de ellos.
Siguiendo los lineamientos propuestos por William Jones, e influido por su
afirmación de que el sánscrito era una lengua “ más perfecta que el griego, más
rica que el latín “ creyó que ésta era la lengua originaria (Ursprache) de la cual
descendían el griego, el latín, el persa y las lenguas germánicas.
Schlegel dio un paso decisivo en la comparación de palabras y formas aisladas.
Sostenía que sólo debía considerarse igual lo que realmente era igual en todos
sus detalles. Así, de la observación de correspondencias como las siguientes:

Sánscrito Griego Latín


Pitar patr pater
matar meter mater
bhratar frater

12
. Antes que él, Sassetti ,un lingüista italiano, había advertido ciertas correspondencias entre el
sánscrito y el italiano, pero sus observaciones permanecieron inéditas hasta 1855.
donde las consonantes son enteramente iguales, y sólo difieren las vocales,
concluyó que la estructura de las consonantes era por lo general, más
constante y estable que la de las vocales.
Aunque probablemente la denominación sea anterior, a él se atribuye la
denominación de Gramática Comparada, unida a la exigencia de que la
comparación de lenguas se base en la estructura gramatical:
“Sin embargo, el punto decisivo que aclarará todo es la estructura interna de las
lenguas o la gramática comparada, la cual nos dará las soluciones completamente
nuevas sobre la genealogía de las lenguas, de la misma manera que la anatomía
comparada ha esparcido una gran luz sobre la historia natural “. (13)

Esta idea influyó y orientó a la Lingüística Histórica desde sus comienzos, y no


sólo a partir de Saussure, como se supone a menudo.
Franz Bopp (1791-1867), también un lingüista alemán, sería considerado el
fundador de la gramática comparada de las lenguas indoeuropeas. En 1816
publica una memoria titulada Sobre el sistema de conjugación del sánscrito en
comparación con el griego, el latín , el persa y el germánico, donde desarrollaba
un conjunto de ideas acerca de las relaciones entre el sánscrito y las lenguas
europeas. En 1814, durante un viaje de estudios en París, Bopp había tomado
contacto con parte de los manuscritos de los antiguos poemas épicos conocidos
bajo el nombre de Mahbarata y Ramayana y con las obras de los gramáticos
hindúes.

13
. Schlegel. F. (1837) La langue et la philosofie des Indiens, trad. Francesa, Paris. Pág. 35.
Citada por M. Foucault. (1984) Las palabras y las cosas. Barcelona. Planeta – De Agostini.
Pág. 274.
En primer lugar, Bopp fue quien definió acertadamente la posición del sánscrito,
corrigiendo el error de Schlegel:
“No creo que deba considerarse al griego, el latín y la otras lenguas europeas como
derivadas del sánscrito [...] Me siento más inclinado a considerarlas en conjunto como
variaciones posteriores de una única lengua original, que el sánscrito ha preservado en
forma más perfecta [...] Pero mientras la lengua de los brahmanes nos permite con
mayor frecuencia conjeturar las formas primitivas del griego y del latín [...] éstas últimas
pueden, no pocas veces, aclarar la gramática sánscrita. “ (14)

Uno de los objetivos de Bopp fue determinar el estadio lingüístico primitivo y


‘perfecto’ del antepasado común (el protoindoeuropeo, muchas veces sólo
mencionado por sus siglas, p.i.e.), basándose en los residuos que dejó en la
morfología de las lenguas de las que quedaron testimonios escritos.
A partir del análisis de las formas de las lenguas modernas, Bopp esperaba
hallar un camino para conocer su origen, en este caso, el origen de la variación
gramatical, de la flexión. Desde este momento se empieza a considerar que
toda la familia lingüística, incluido el sánscrito, deriva de una protolengua que ya
no existe, pero que es posible reconstruir.
Postuló que los sufijos verbales se derivaban de palabras independientes que
se habían amalgamado con el tronco, y que la mayoría de las formas verbales
comprendían una combinación de la raíz + el verbo ‘ser’. Por ej.: la s de la raíz
sánscrita as- (=ser), que identifica en las inflexiones verbales latinas del verbo
sum (es, est, estis) y en algunos perfectos como scripsi (=yo escribí)), así como
la s- de ciertos tiempos griegos (é-typ-sa (=yo golpeé). Hasta llegó a
proporcionar las explicaciones fonológicas que le permitían sostener estas
ideas.
La influencia del movimiento romántico llevó a pensar que el cambio lingüístico
era resultado de la progresiva ‘corrupción’ de las lenguas a partir de una forma
‘perfecta’ anterior. En su versión, las lenguas europeas modernas
representaban formas ‘evolucionadas’ – es decir ‘degradadas’, ‘deterioradas’ –
de la lengua madre primitiva, más pura y perfecta. Esta idea genetista de Bopp
puede considerarse como una variante de la antigua teoría de la corrupción. Los
estudios de Bopp fueron importantes para sentar el método comparativo sobre
bases más sólidas, no obstante, muchas de sus ideas muestran los límites del
estadio inicial de desarrollo de la disciplina.
Rasmus Rask (1787-1832), un lingüista danés contemporáneo de Bopp, realizó
paralelamente un trabajo en el que llegaba a conclusiones similares y hasta
complementarias.

14
. Citado por Lockwood, W. B. (1978) Filología indoeuropea. Buenos Aires. EUDEBA. Pág. 16
En 1814 se presenta a un concurso convocado por la Academia Danesa de
Ciencia para averiguar el origen de las lenguas germánicas. Su trabajo, que se
llamó “Investigación sobre el origen de la antigua lengua nórdica o islandesa”
fue premiado pero se conoció luego de la publicación de la obra de Bopp (en
1818). A diferencia de Bopp, Rask desconocía el sánscrito y establecía, en
cambio, relaciones entre el latín, las lenguas célticas, bálticas, eslavas y
germánicas, aunque también fundó sus investigaciones en la rigurosa
comparación de la estructura gramatical de las lenguas consideradas.
Su obra aportó una observación de gran importancia al comprobar que a
determinados sonidos de una lengua no se le opone en otra el mismo sonido
sino otro, pero siempre el mismo, y que esta regularidad en la variación no sólo
afectaba a las consonantes sino también a las vocales.

Griego Latín Gótico Islandés Inglés moderno


antiguo
deka decem tehum tío ten
pater pater fadar fader father
okto octo ahtau

Fundado en estos indicios demostró que no había parentesco alguno entre el


groenlandés, el vasco, el finés y el lapón, pero la morfología le permitió, en
cambio, advertir la relación entre el eslavo y el lituano, y sobre todo el claro
parentesco entre el islandés antiguo, el latín y el griego.
Con el descubrimiento de Rask se cumplían las exigencias de F. Schlegel: si un
determinado sonido de una lengua se corresponde regularmente con otro
sonido en otra lengua, fuera cual fuere la causa, se justifica igualar ambas
formas en la comparación y las correspondencias así establecidas se
consideran ‘legítimas’ , por cuanto excluyen la arbitrariedad.

 Las primeras gramáticas históricas de las lenguas germánicas y


neolatinas.
Casi paralelo a este primer desarrollo de la gramática comparada de las
lenguas indoeuropeas, nace la gramática histórica de las lenguas romances y
germánicas.
Entre los precursores de la Gramática Histórica se encuentran Jakob Grimm
(1785-1863), quien en 1822 publicó su Deustch Grammatik (Gramática
Germánica) aprovechando las investigaciones de Rasmus Rask, y Friedrich
Diez (1794-1876), que publica su Gramática de las lenguas románicas en 1836.
El cambio de perspectiva que derivó hacia la adopción del punto de vista
histórico respondía a una tendencia general de la época. Porzig afirma que:
“la gran realización de Grimm [fue] concebir la lengua en la unidad de su
desenvolvimiento histórico, ver su presente, su pasado y su futuro, hacer de la
gramática historia de la lengua. La consideración histórica completó la comparación
en profundidad. Si la comparación investigaba qué divergencias presentaban entre
sí las diferentes lenguas emparentadas, la historia de la lengua señalaba el camino
por donde se había llegado a esas divergencias. La comparación busca lo común
en las distintas lenguas; la historia de la lengua, la peculiaridad de cada lengua
determinada. La consecuencia práctica del método de Grimm fue dirigir la atención
de los investigadores hacia los más antiguos estados de cada lengua conservados
por tradición, a partir de los cuales la comparación daba mayor rendimiento....“ (15)

En su Gramática Germánica, Grimm explicaba la mutación – dislocación o


desplazamiento de sonido – de las consonantes germánicas, en la que
establecía las siguientes correspondencias:

Sánscrito griego latín germánico


P p p f
Pita pater pater fádar
Pad- poús,podós pedis foot
Napai nepos nefa
(lat. sobrino)
T t t 
Trayas tres rs
móer
mtar meter mter
bróer
bhrtar frater
K k k h
cornu horn
khen hen
D d d t
Dvau dúo (dos)) twai
Dása déka (diez) tehum
G g g k
genus kinnus
Bh ph b
Bhratar phráter brothar
Dh th d
Dhuitar thugátr dohtar
( hija)

15
. Porzig, W. Op. Cit. Pág. 342.
Esta observación de la primera mutación consonántica del germánico, que
afectó de manera general a lenguas como el inglés, el alemán, el danés y el
sueco, suele considerarse a como la primera formulación de una ley fonética,
conocida como la Ley de Grimm.

Dentro del campo de las lenguas románicas merecen mencionarse los seis
volúmenes de la obra de François Raynouard (1761-1836), Choix des poésies
originales des troubadours (1816 a 1821), en la que se incluyen un conjunto de
Recherches sur l’origine et la formation de la langue romane, una Grammaire de
la langue romane ou langue des troubadours y una Grammaire comparée des
langues de l’ Europe latine.
Raynouard tiene el mérito de haber prestado atención a un terreno poco
explorado hasta el momento, proporcionando la primera descripción de la fase
antigua de una lengua románica, sin embargo, había considerado erróneamente
que el occitano (o lengua de oc) de los trovadores era la primera lengua
románica surgida del latín.
Influido por el método aplicado por Grimm a las lenguas germánicas, fue
Friedrich Diez quien realizó el aporte más conocido al nacimiento de la
romanística.
Diez distribuyó las seis lenguas románicas en tres grupos:
a. rama oriental ( italiano y valaco o rumano);
b. rama sudoccidental ( castellano y portugués) y
c. rama noroccidental ( occitano y francés).
Subsanando el error de perspectiva de Raynouard sostuvo que estas lenguas
derivaban del latín vulgar.
Por otra parte, aunque sólo tiene en cuenta las lenguas con literatura, no
comete el error de Grimm, quien en sus inicios había confundido letras y
sonidos, y establece una clara distinción entre unas y otros. Subrayó a partir de
esto la importancia de los cambios fonéticos, al tiempo que señalaba la
influencia de la analogía en la morfología. Aunque en la actualidad la fonética y
la morfología de Diez sólo tienen un interés histórico, se sostienen que estas
disciplinas fueron fundadas por él en la lingüística románica (16).

 El método histórico-comparativo.

16
. Cfr. Camproux, Ch. (1980). Las lenguas románicas. Barcelona. Oikos Tau. Pág. 26
El método comparativo es el que tuvo más temprano desarrollo y representa
quizás la forma más importante de reconstruir el pasado idiomático usado
dentro de este campo de estudio. Como vimos, hacia fines del siglo XVII ya se
habían advertido posibles relaciones entre las lenguas europeas, pero las pocas
hipótesis planteadas antes del descubrimiento del sánscrito no habían sido
exploradas apropiadamente.
La comparación lingüística presupone diferencia de lenguas, pero también
semejanza, pues dos lenguas totalmente extrañas entre sí no plantean el
problema de su relación. Las similitudes y las diferencias pueden observarse
tanto en el léxico como en las formas gramaticales.
Como hemos visto, desde el principio los estudios basados en el método
comparativo se centraron en la investigación de sistemas fonéticos y
morfológicos, que se consideraron más seguros y firmes, frente a la
problemática que planteaba el fenómeno de los préstamos léxicos. En efecto,
dos lenguas en contacto geográfico o cultural, no emparentadas genéticamente,
pueden intercambiar parte de su vocabulario ( por ejemplo, el influjo del árabe
en el romance hispánico, o el de las lenguas eslavas en el rumano), pero es
muy difícil que puedan presentar un alto grado de afinidad en sus estructuras
morfológicas.
La comparación de lenguas implica, entonces, establecer relaciones
sistemáticas de similitudes y diferencias de formas. Los elementos que deben
compararse son morfemas (palabras, raíces, desinencias, sufijos, etc.) que, al
tiempo que cubren contenidos idénticos o semejantes, presentan en la
expresión una regularidad fonológica tal que permite excluir el azar.
Es esta relación regular de las estructuras fonológicas de los signos lo que
permite establecer las familias, grupos y subgrupos de lenguas. Implica una
identidad funcional a pesar de las diferencias con frecuencia considerables, de
sonidos. El grupo -li- del latín filiu- no tiene gran cosa en común con la jota
(aspirante velar sorda) del español hijo, está mucho más relacionado con el
italiano figlio y el portugués filho (que presentan casi la misma pronunciación). Y
si la inicial de la palabra española h-, muda desde hace cientos de años, puede
identificarse con la f- del latín (filius), del francés (fils) y del italiano (figlio) es a
causa de que la misma relación se presenta en otras series de palabras: lat.
folia; esp. hoja; lat. faba; esp. haba; lat. ficum; esp. higo. Es la regularidad de
tales correspondencias permite probar la identidad ( es decir, el origen común)
de palabras como filius , figlio, filho, hijo, fils, etc. (17)

17
. Malmberg. Op. Cit. Pág.108.
El método comparativo permite, de este modo, agrupar las lenguas según el
grado de parentesco genético. Se apoya implícitamente en la idea del carácter
sistemático del lenguaje, en el estudio de cambios similares atestiguados
rigurosamente en otras lenguas.
El primer paso en el desarrollo de la lingüística histórica consistió en la
búsqueda de correspondencias fonéticas uniformes, como las que pueden
establecerse entre el español medieval f- (fijo, fablar) y h-[](hijo; hablar) del
español moderno, correspondencias que son el resultado de un factor de
cambio al que se denomina cambio fonético.
En sentido general el término cambio fonético se utiliza para referirse a las
alteraciones a lo largo del tiempo en la forma fónica de las palabras, ya se trate
de sonidos, fonemas o rasgos suprasegmentales como el acento y el tono, y
puede representar desde un simple cambio en la pronunciación y el tono, sin
efectos sobre el sistema fonológico de la lengua, hasta variaciones en el
número o la distribución de los fonemas. Más específicamente el cambio
fonético se refiere a aquellas transformaciones que afectan a todas las
manifestaciones de un sonido dado o de una clase de sonidos bajo condiciones
fonéticas específicas.
Si el italiano tiene fiore, el español flor y el francés fleur con un contenido
idéntico y si además, el latín conoce la forma flos, flori (florem, acusativo), es
legítimo pretender que las formas romances representan evoluciones en sentido
diferente de la forma de la lengua “madre”.
La comparación histórica de lenguas emparentadas permitió:
1. establecer las correspondencias fonéticas entre éstas;
2. observar los procedimientos mediante los cuales los sonidos se han
alterado en cada una de las lenguas;
3. establecer la historia de cada una de ellas a partir de unas formas
anteriores;
4. reconstruir las formas anteriores de las que proceden las palabras
comparadas de distintas lenguas con un origen común.

 Distinción entre gramática comparada y gramática histórica.

A veces suele oponerse la gramática comparada de Bopp a la Lingüística histórica de


Grimm. Estas diferencias pueden resumirse básicamente así:

Gramática comparada Gramática histórica


 Objetivo: establecer el parentesco de  Objetivo: establecer, paso a paso, la
las lenguas indoeuropeas y recons- historia de una lengua de la que se
truir hipotéticamente el prototipo de la poseen testimonios escritos (latín,
lengua común a partir de las lenguas prototipo de las lenguas romances; o,
existentes. aunque se desconozca directamente,
el protogermánico. La historia de las
lenguas derivadas de éstas puede
seguirse con numerosos documen-
tos a través de muchos siglos).

 Método: la comparación de  Método: se compara la evolución


formas fónicas y gramaticales, sin continuada de las formas en los
atender a los momentos históricos de distintos momentos históricos, y los
las palabras comparadas (sánscrito textos se ordenan cronológicamente
anterior al 1er milenio, griego del (Grimm dispone de textos de las
siglo IX , latín del siglo V A.C., gótico lenguas germánicas escalonados en
del siglo IV D.C., persa moderno). 14 siglos; Diez disponía de
documentos latinos de una
 La base del comparatismo es la antigüedad superior a dos milenios ).
regularidad de las corresponden-  La base de la lingüística histórica, la
cias de formas. regularidad de las transformaciones
fonéticas (18)

En la Introducción al Curso de lingüística general, F. de Saussure señala entre


los errores de la gramática comparada el no haber logrado “ constituir una
verdadera ciencia lingüística” porque “nunca se preocupó por determinar la
naturaleza de su objeto de estudio [y por ende, de procurarse un método] “. Y
agrega :
“El primer error, y el que contiene en germen todos los otros, es que en sus
investigaciones – limitadas por lo demás a las lenguas indoeuropeas – nunca se
preguntó la gramática comparada a qué conducían las comparaciones que establecía,
qué es lo que significaban las relaciones que iba descubriendo. Sin duda la
comparación es la condición necesaria para toda reconstrucción histórica; pero, por sí
sola, no permite llegar a conclusiones. [...]
” La lingüística propiamente dicha, que dio a la comparación el lugar que le
corresponde exactamente, nació del estudio de las lenguas romances y de las lenguas
germánicas [que] ... contribuyeron particularmente a acercar a la Lingüística a su objeto
verdadero. ( 19)

 El interés por la Edad Media europea y la revalorización de los


dialectos.

18
. Malmberg, B. (1982) Introducción a la lingüística. Madrid : Cátedra. Pág. 222
19
. Saussure, F. de. (1971) Curso de Lingüística general. Bs. As., Losada. Pág.42.
El interés romántico por los orígenes no se limitó al gusto exótico por lo oriental;
también se orientó al medioevo europeo en la búsqueda de las fuentes donde
se conformaron las identidades nacionales.
Esta inclinación llevaría a recopilar gran cantidad de materiales en busca de
‘supervivencias’, ‘reliquias’, ‘antiguas costumbres’, y en particular el registro de
transmisiones orales de relatos tradicionales, como las realizadas en Alemania
por los Hermanos Grimm, y en Francia por J. Perrault. En torno a estos
intereses se comienza a gestarse el embrión de una nueva disciplina, el
folklore, vinculada al vasto campo de estudio de las ciencias sociales: en
principio con la antropología, la etnografía, la arqueología , pero también con la
historia y la sociología, y como todas ellas, influida por la situación cultural,
social, económica y política de la época. Entre los lingüistas empezó a
despertarse el mismo interés por los dialectos, que recién en ahora empiezan a
apreciarse como fuentes para el estudio del cambio lingüístico, en la medida en
que en ellos se pueden hallar testimonios de formas, palabras, rasgos fonético-
fonológicos desaparecidos o nunca observados en las lenguas estandarizadas.
Hasta este momento, el desdén que la modernidad manifestaba hacia la Edad
Media se había extendido a los dialectos, que se consideraban como símbolos
de su pervivencia. Desde el Renacimiento se había desarrollado en numerosas
comarcas europeas, un movimiento lingüístico en favor de una de las
variedades dialectales, que por razones políticas y culturales se oficializó como
lengua nacional y fue adoptada para todos los usos comunicativos, literarios y
culturales alcanzando el prestigio que hasta poco tiempo antes se gozado el
latín (el castellano = español, en la Peníncula Ibérica; el francés en Francia; el
florentino = italiano, en la Península Itálica). El interés hacia estas lenguas
nacionales, orientado a su conservación y regularización y particularmente a
proporcionar modelos y normas de su uso correcto, se realizó a expensas de
los demás dialectos, que quedaron relegados al nivel de idiomas locales y
populares. Así, por ejemplo, la Academia Francesa, fundada por Richelieu en
1637 había asumido la tarea de establecer el vocabulario y la gramática del
francés. Las Academias definían la gramática como el arte de ‘hablar y escribir
correctamente’ y la labor del gramático consistía en describir el ‘buen uso’, que
era el de las personas educadas y los escritores que escriben en la lengua
‘pura’, y preservarlo ‘de todas las causas de corrupción, como la invasión de
vocabulario por palabras extrañas, términos técnicos, populares y expresiones
bárbaras que se crean para satisfacer las dudosas necesidades del comercio, la
industria, el deporte...’.
Los primeros estudios en el campo de la dialectología fueron trabajos
monográficos de descripción de antiguos dialectos supervivientes en regiones
particulares y en pequeñas comunidades.

 Las relaciones entre lenguaje, cultura y pensamiento.


El romanticismo alemán había adquirido perfiles propios a partir del estímulo
que le imprimió la corriente del Sturm und Drang que había caracterizado a la
época de Goëthe y Schiller. El movimiento que se conoce como Sturm und
Drang (‘tormenta e ímpetu’ sería su traducción literal), agrupó a jóvenes que
provenían de diferentes regiones de Alemania, primero en torno a la figura de
Herder en Estrasburgo, y más tarde, de Goëthe en Weimar. Su rebelión se
expresó tanto contra el predomino riguroso de la razón como contra la
estrechez de la vida político-social, contra las normas y tabúes que trababan la
existencia burguesa e impedían el desarrollo libre e integrado del individuo.
Dentro de este panorama del comparatismo de raíz romántica en la primera
mitad del siglo XIX, la referencia a una problemática que, planteada en el
ámbito de la filosofía alemana desde finales del siglo XVIII, ofrece una
concepción de las relaciones entre pensamiento (razón), mundo y lenguaje,
cuyas resonancias llegan hasta la actualidad, entre otras en la formulación de la
hipótesis del relativismo lingüístico.
En su crítica a la ‘razón pura‘ de Kant, Hamann, representante de esta tradición
filosófica, establecía una suerte de leit-motiv que resume básicamente cómo
concebían esa relación:
“la razón es lenguaje, logos” [...] “sin la palabra, ni razón, ni mundo”

En el marco de una crítica a la concepción tradicional del lenguaje como


‘instrumento’ para la designación de entidades independientes o para la
comunicación de pensamientos prelingüísticos, Johan Herder (1744-1803),
había señalado que “los griegos expresaban razón y habla con una misma
palabra, logos “. Por este camino se reconocería el carácter simbólicamente
mediado de nuestra relación con el mundo. El lenguaje constituye el mundo a
través de los significados lingüísticos que los hablantes comparten tras el
aprendizaje de una lengua que garantiza el intercambio comunicativo.
Dentro de esta concepción ocupa un lugar especial por sus aportes a la
lingüística la figura de W. Von Humboldt (1767-1835), reconocido político,
diplomático y educador alemán.
Aunque su interés por las lenguas data de su temprana juventud – “Sobre
pensar y hablar” (1795) fue escrito cuando tenía treinta años – su obra
lingüística fue principalmente un producto de su vejez. La importancia que
habitualmente se atribuye a su concepción del lenguaje no sólo se relaciona con
su influencia en la filosofía alemana posterior, sino sobre todo por la
multiplicidad de perspectivas desde la que aborda la cuestión lingüística.
Aunque muchas de sus consideraciones sólo alcanzan a esbozar problemas
muy densos, su originalidad reside en su radical rechazo a cualquier forma de
reduccionismo acerca de la naturaleza del lenguaje. Sus reflexiones sobre la
relación entre pensamiento – mundo – lenguaje intentan articular dos
dimensiones: la cognitiva y la comunicativa bajo una perspectiva que intenta
escapar tanto del reduccionismo objetivista como del radicalismo relativista. ( 20)
Su crítica a la concepción del lenguaje como ‘instrumento’ se articula mediante
la conexión interna entre lenguaje y comprensión del mundo. Una de sus
grandes intuiciones fue que el lenguaje constituye para el pensamiento la forma
única y necesaria de operar: no hay pensamiento sin lenguaje:
“El pensamiento tiene lugar mediante el lenguaje ; ... el lenguaje debe acompañar al
pensamiento”.
“El lenguaje es el órgano formador del pensamiento. La actividad intelectual, por
completo espiritual, por completo interior y en cierta medida desapareciendo sin huella,
mediante el sonido se hace exterior en el habla y perceptible para los sentidos. Aquella
y el lenguaje son, pues, una sola cosa... Tiene que unirse el sonido lingüístico: si no, el
pensar no alcanza claridad, ni la representación se hace concepto. ” (21)

Esta identidad entre pensar y hablar (‘el concepto adquiere su completud sólo
mediante la palabra y ambos no pueden ser separados’), conlleva la idea de
que son las palabras y su sintaxis las que conforman y determinan los
conceptos. Con esto asume la posición de Hamann en su crítica a Kant: frente a
la idea de una razón ‘pura’, generada en un acto de ‘autoproducción’, en una
síntesis previa al lenguaje, Humboldt afirma que la base de toda racionalidad
está unida al lenguaje.
Al mismo tiempo, cuestiona la idea, tan arraigada desde la antigüedad, de que
la diversidad de las lenguas es sólo una diversidad de envolturas, meras
diferencias de ‘nombres’ de las cosas, de las que nos valemos para
comprenderlas.
“Por la dependencia recíproca del pensamiento y la palabra, resulta evidente que los
lenguajes no son propiamente medios para la exposición de verdades ya conocidas,
sino más bien para el descubrimiento de aquellas todavía no conocidas. Su

20
. En la siguiente exposición de las ideas de Humboldt sigo el tratamiento que plantea Cristina
Lafont en La razón como lenguaje. Madrid. Visor. 1993.
21
. Von Humboldt, W. (1991). Escritos sobre el lenguaje. Barcelona. Ediciones Península.
diversidad no es una diversidad de envolturas y signos, sino de las perspectivas del
mundo mismas ...” (22)

Esta crítica implicaba un rechazo a la idea del lenguaje como ‘instrumento’ para
la transmisión de pensamientos prelingüísticos o para la designación de objetos
independientes de él. El concepto no es una síntesis originaria previa
(ahistórica, trascendente) al lenguaje, sino una síntesis ya realizada en el
lenguaje, inmanente a él. El lenguaje es constitutivo de nuestra comprensión del
mundo y, al mismo tiempo, condición de posibilidad de acceso a lo comprendido
en el mundo.
“Del mismo modo que sin el lenguaje no es posible ningún concepto, no puede haber
tampoco un objeto para el alma, puesto que incluso todo [objeto] exterior sólo obtiene
una esencialidad perfecta para el alma por medio del concepto “ (23)

Por esta vía discute también la hipótesis, tan discutida en su época, acerca de
un ‘origen’ del lenguaje, en la medida en que implicaría pensar en algo/alguien
del que éste pudiera surgir.
“El lenguaje, según mi más profunda convicción, tiene que ser considerado como algo
inscrito en el hombre desde el principio; pues, si se lo considera como un producto de
su entendimiento, ... resulta completamente inexplicable.“ ... Para que el hombre
entienda una única palabra verdaderamente, no como mero estímulo sensible sino
como un sonido articulado que designa un concepto, tiene que poseer ya el lenguaje
completamente y en su sistematicidad. No hay nada aislado en el lenguaje, cada uno
de sus elementos aparece sólo como parte de un todo. Por más natural que resulte la
hipótesis de una formación progresiva de los lenguajes , su invención sólo pudo
suceder de golpe. El hombre sólo es hombre mediante el lenguaje; pero para inventar
el lenguaje, tendría ya que ser previamente hombre”. (24)

La relación con el mundo está mediada por el lenguaje. Y el lenguaje sólo


puede referirse a algo de modo indirecto, mediante ‘significados’ o ‘conceptos’.
De aquí extrae Humboldt una consecuencia idealista: “el hombre vive con los
conceptos tal y como el lenguaje se los presenta”. Precisamente porque la
precomprensión inherente al lenguaje permite que se construya un ‘mundo’
como un todo ordenado, el pensamiento no depende del lenguaje en general,
sino de cada lenguaje particular determinado:
“El lenguaje aparece en la realidad sólo como una multiplicidad. Cuando se habla del
lenguaje en general es una abstracción del entendimiento. De hecho, el lenguaje
aparece exclusivamente como un particular, más aún, sólo en la configuración más
individual, es decir, como dialecto”. (25)

22
. Citado por Lafont. C. Op. Cit. Pág. 39.
23
. Ibidem. Pág. 41.
24
. Ibidem. Pág. 41.
“... debido a ello surgen en las palabras con idéntico significado de los diferentes
lenguajes distintas representaciones del mismo objeto y este modo de ser de la palabra
es el que contribuye básicamente a que cada lenguaje ofrezca una ‘perspectiva del
mundo propia’ “ (26)
“Cada lengua impone al espíritu de aquellos que la hablan ciertas barreras, en la
medida en que determina una cierta dirección excluye otras” (27)

Y de esta inscripción idealista deriva el aspecto más “romántico”, de la


concepción de Humboldt: la idea de que cada lengua expresa una peculiaridad
nacional, incluso un humor, un modo de ser.
“ Cada lengua, cualquiera que sea, lleva en su seno en cada momento de su existencia
la expresión de todos los conceptos que se pueden desarrollar alguna vez en una
nación. Cada una, incluso, en cada momento de su vida equivale exactamente al
alcance de pensamientos de la nación en ese momento. Cada cual, finalmente, en
cada una de sus situaciones, forma la totalidad de una visión del mundo, al contener
expresión para todas las representaciones que la nación se haga del mundo, y para
todos los sentimientos que produzca el mundo en ella”.(28)

La lengua como órgano que forma el pensamiento, expresa y moldea el alma


nacional en lo que tiene de más específico, manifiesta la visión del mundo
propia de la comunidad nacional. Esta idea lleva a las últimas consecuencias la
ideología romántica alemana acerca del genio del pueblo del que proviene toda
riqueza cultural. La diversidad de las lenguas prueba la diversidad de las
mentalidades; de ahí la importancia de un examen detallado del ‘organismo’
(estructura) de cada lengua, con el fin de comparar la cualidad de su estructura
con la de otras lenguas.
Lafont (29) destaca que en este plano Humboldt parece moverse en dos frentes,
sin poder decirse por ninguno : por una parte permanece siempre fiel a la
intuición universalista, y en esa medida rechaza el relativismo radical, pero, por
otra esa intuición no puede afirmarse por la vía de postular un mundo
independiente del lenguaje que garantice la objetividad del conocimiento, sino
sólo apelando al carácter universal inherente al lenguaje mismo. De aquí se
desprende la idea de que en todo lenguaje, no importa su grado de evolución,
es posible expresarlo todo concepto:
“La experiencia con las traducciones de las lenguas más diversas y en el uso de las
lenguas más primitivas y poco desarrolladas para la iniciación en las doctrinas más

25
. Ibidem. Pág. 40.
26
. Ibidem. Pág. 50.
27
. Ibidem. Pág. 44
28
. Von Humboldt, W. Op. Cit.
29
. Cfr. Lafont,C. Op. Cit. Pág. 52
misteriosas de una religión revelada muestra que, aunque con diferentes grados de
éxito, en todo lenguaje es posible expresar toda concatenación de ideas” (30)

Tanto su concepto de forma interior del lenguaje (31), como su famosa


afirmación de que el lenguaje no es producto (ergon) sino actividad, potencia
(energeia), que hace “al sonido articulado capaz de la expresión del
pensamiento”, están dirigidas a fundamentar aquella tesis. La enérgeia del
lenguaje, aun dentro de límites fonéticos, sintácticos, léxicos, no tiene límites en
sus posibilidades de uso:
“El lenguaje no consiste sólo en sus producciones concretas, sino en la posibilidad de
obtener otras innumerables”
“Debe hacer un uso ilimitado de medios limitados, y lo logra merced a la identidad de la
fuerza que produce el pensamiento y el lenguaje”.

El lenguaje no es pues, una suma de palabras, con reglas que las estructuran,
sino que es siempre una fecunda y movediza disponibilidad organizada:
“Su organismo no yace como una masa inerte en lo oscuro del alma, sino que actúa,
determinando como ley, las funciones de la mente, y por eso la primera palabra ya
proclama y anuncia el lenguaje entero”

El cambio de perspectiva que implica esta concepción de Humboldt lleva a


considerar al lenguaje como resultado de un proceso, de una actividad que se
expresa en la praxis del habla, instancia que asegura la intersubjetividad de la
comunicación. El lenguaje no es un objeto ‘observable’ por los sujetos, sino que
está ligado a una actividad ‘comprensible’ en la que los hablantes participan.
“El lenguaje sólo existe en el habla continuada, la gramática y el léxico son apenas
comparables con su esqueleto muerto” (32)

30
. Citado por C. Lafont. Pág. 53.
31
. Un concepto muy manejado por algunos lingüistas posteriores que apunta a una consideración
formal del lenguaje / las lenguas, y que se relaciona con la idea organicista de que “en el
lenguaje todo está determinado por cada cosa y cada cosa por el todo”. Valverde, en el Prólogo
a los Escritos sobre el lenguaje de W. Von Humboldt, lo señala como un concepto ambiguo y
hasta enigmático, dado que encierra dos sentidos diferentes: a. forma interior del lenguaje:
formalización (más o menos a priori) como forma rectora del desarrollo del lenguaje humano en
sus aspectos y estructuras, a través de los tiempos; b. .forma interior de la lengua: esa misma
forma rectora, pero en cuanto existiera dentro de cada lengua, como si cada idioma estuviera
movido y orientado en su evolución histórica, por una suerte de esquema genético que marcara
el sentido de su evolución. Al respecto, Humboldt sostenía un criterio valorativo según el cual en
sus diversos caminos de evolución, las lenguas mejoran o empeoran. Su criterio se basaba en
la mayor o menor riqueza de las flexiones y formas gramaticales, llegando a poner al sánscrito
como caso de madurez ejemplar, en contraste con el chino, por su yuxtaposición de términos
invariables y monosilábicos: aquél representaría más espíritu, éste más materia.
32
. Ibidem. Pág. 54.
El lenguaje se representa así como un proceso de comunicación, como diálogo:
“El diálogo mutuo, vivo, de intercambio verdadero de ideas y sensaciones es ya en sí,
el centro del lenguaje por así decir, cuya esencia sólo puede pensarse al mismo tiempo
como el sonido y su eco, la apelación y la respuesta, que tanto en sus orígenes como
en sus transformaciones nunca pertenece a uno sino a todos, descansa en la
profundidad solitaria del espíritu de cada uno y, sin embargo, sólo aparece en
comunidad. La idoneidad del lenguaje para el género del diálogo es, por ello, la mejor
piedra de toque de su valor”. (Pág. 55)

Con esto, la intersubjetividad ocupa el primer plano como rasgo definitorio del
lenguaje: es garantizada por el lenguaje pero también es su condición de
posibilidad, en tanto el lenguaje sólo existe en el proceso de habla. Si la
‘objetividad’ no se deriva de una síntesis categorial prelingüística, puede, en
cambio ser garantizada por la intersubjetividad, síntesis que lleva a cabo la
articulación lingüística. (33)
De modo que la articulación lingüística es condición del pensamiento
(dimensión cognitiva) pero conjuntamente, es condición de la intersubjetividad
de la comunicación (dimensión pragmática), que garantiza la objetividad (de la
experiencia).
“...el hablar es condición necesaria del pensamiento, incluso considerando al individuo
en soledad, ... fenoménicamente, sin embargo, el lenguaje sólo se desarrolla en
sociedad, y el hombre sólo se entiende a sí mismo al comprobar tentativamente la
inteligibilidad de sus palabras dirigidas a los otros”
“ El concepto se genera al desprenderse de la móvil masa del representar y se torna un
objeto para el sujeto. Pero no es suficiente que esta escisión se produzca sólo en el
sujeto, la objetividad sólo se consuma cuando el sujeto, que es fuente de la
representación, ve realmente su pensamiento fuera de sí mismo, lo cual sólo es posible
en otro, es decir, en un ser que igualmente tenga capacidad de representárselo y de
pensarlo. Pero entre capacidad mental y capacidad mental el único mediador es el
lenguaje” (34)

Para explicar la relación sujeto-sujeto (intersubjetividad) así como la relación


sujeto-objeto (objetividad) desde la estructura misma del habla (sin recurrir a un
mundo independiente del lenguaje), Humboldt emprende un análisis de los
pronombres personales que anticipa de manera notable la concepción
intersubjetivista del lenguaje de E. Benveniste:

33
. Estas ideas abren la posibilidad de tratar la dimensión comunicativo-pragmática del lenguaje,
anticipando desarrollos muy posteriores en autores como G.H. Mead, en las Investigaciones
filosóficas de Wittgenstein, la teoría de la acción comunicativa de J. Habermas. (Cfr. C.
Lafont, Op. Cit.)
34
. Ibidem. Pág. 57. Lafont considera que con esta concepción Humboldt se separa radicalmente
de la concepción clásica del lenguaje como medio (instrumento) del conocimiento
(entendimiento) para copiar el mundo (objeto del conocimiento). En tanto el lenguaje permite la
‘intersubjetividad’ en la relación sujeto-sujeto propia del diálogo, resulta posible la ‘objetividad’
específica de la relación sujeto-objeto propia del conocimiento.
“La palabra tiene, pues, que cobrar esencialidad en un oyente y replicante. Este
prototipo de todas las lenguas lo expresa el sistema de pronombres personales
mediante la distinción entre la segunda y la tercera persona. Yo y él son en y por sí
mismos, distintos en cuanto se piensa en uno de ambos; objetos necesariamente
opuestos entre sí y con los que también queda todo agotado, pues expresado en otras
palabras estos son yo y no-yo. Tú es un él enfrentado a un yo. Mientras que el yo y el
él descansan en la percepción interna y la externa, respectivamente, al tú subyace la
espontaneidad de la elección. Es también un no-yo pero no como el él en la esfera de
todos los seres, sino en una esfera distinta, en la dela acción realizada en común. Al él
subyace, por ello, además del no-yo, también un no-tú y no está enteramente
enfrentado a uno de ellos, sino a ambos. Que esta forma pronominar exista en todas
las lenguas, el hablar presupone por su esencia que el hablante se distinga frente a
aquél, al que apela, de todos los demás. “(35)

C. Lafont señala que el sentido de este argumento es mostrar el carácter


necesariamente primario de la relación sujeto-sujeto (la esfera social), respecto
del carácter meramente derivado de la relación sujeto-objeto (la esfera del
conocimiento del mundo).

35
. Ibidem. Pág. 59.60
LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO. INFLUENCIA DE LAS CIENCIAS NATURALES.

Muchas de las investigaciones lingüísticas de esta segunda parte del siglo XIX
se vinculan con las bases teóricas generales de las ciencias de la época. Se
hace cada vez más importante la influencia del modelo científico representado
por las ciencias naturales y el evolucionismo biológico de Darwin. Los lingüistas
se apoyarían en general en teorías y metodologías elaboradas en este campo
del conocimiento científico, y que encontraron un fundamento epistemológico en
el positivismo.
Este clima intelectual da lugar a una segunda generación de comparatistas,
preocupados fundamentalmente por el rigor científico de sus investigaciones y
por la búsqueda de leyes generales para explicar los fenómenos. Esta
tendencia implicó al mismo tiempo una crítica al movimiento romántico.
Vale pues, distinguir entre el comparatismo y el historicismo de la primera mitad
del siglo, de influencia romántica, surgido de las hipótesis sobre las lenguas
indoeuropeas y poco después, sobre las lenguas germánicas y románicas, y las
preocupaciones de la lingüística evolutiva de la segunda mitad del siglo XIX,
que como veremos, tendieron a acercar la lingüística a las ciencias exactas y
naturales.
Muchos rasgos del pensamiento lingüístico de este siglo deben su filiación a la
influencia de la biología evolucionista.
La noción de ‘evolución’ no era un concepto nuevo pero, con la publicación en
1859 de El origen de las especies de Darwin, se afirma la idea de que el
concepto de ‘evolución’ puede definirse ahora con bases científicas más firmes
basándose en el desplazamiento de la noción de voluntad humana por el
principio de ‘selección natural’. Con la adopción de esta perspectiva mecanicista
se fortalece la concepción de la lingüística evolutiva y se consolida el propósito
de fundar una teoría del cambio lingüístico sobre principios positivistas.
Esta perspectiva fortaleció la búsqueda de ‘leyes’ de evolución que ya venía
haciéndose, pero ahora de una manera más rigurosa, con la intención de
brindar una explicación ‘científica’ positiva a las observaciones realizadas por
los comparatistas.
Al considerar al lenguaje como un dominio de la naturaleza (el ‘cuarto reino de
la naturaleza’ ), los lingüistas se enfrentaron con varios problemas:
a. la lengua se asimila a un organismo natural, y como tal puede sufrir
evoluciones y cambios. Esta noción favorecerá la tendencia a considerar
su organización o constitución interna (la estructura o el sistema) y a la
necesidad de estudiarla en relación con las de otros objetos similares;
b. al ser un objeto natural, la lengua deberá examinarse con las mismas
consideraciones teóricas y prácticas que un mineral, una planta o un
animal, de donde arranca la idea de una observación minuciosa y directa
de las lenguas mediante el empleo de métodos empíricos y la
elaboración de hipótesis que deberán ser comprobadas en su
adecuación con el objeto de estudio.

 La segunda generación de comparatistas.

En continuidad con la línea de la gramática comparada, pero ya claramente


influido por el nuevo modelo científico, se destaca particularmente la figura de
Albert Schleicher (1821-1867). Su primera formación fue como botánico, y
más tarde se dedicó a la gramática comparada.
R. Rask se había apoyado en las taxonomías elaboradas por el biólogo Linneo
para establecer una clasificación sistemática de las lenguas naturales. Albert
Schleicher también se apoya en los trabajos de anatomía comparada de Cuvier,
y en las ideas evolucionistas del siglo XIX, para fundamentar una concepción de
la lengua como organismo natural.
A su respeto por los biólogos Linneo y Cuvier, se suma su admiración por el
pensamiento de W. Hegel, bajo cuya influencia entiende Schleicher que las
ciencias del hombre cubren el campo de la libertad, en tanto que las ciencias de
la naturaleza su ocupan del campo de la necesidad; en consecuencia, como la
lengua no es un hecho social, sino un fenómeno natural, la lingüística no es una
ciencia social, sino una ciencia natural. Y así plantea que, como organismos
naturales, las lenguas nacen, crecen, evolucionan, declinan y mueren, y están
sometidas a leyes de evolución como las especies.
Planteaba Schleicher que la evolución de las lenguas pasa por dos estadios:
 un estadio prehistórico, ascendente, cuyo término es el momento
flexional puro.
“El origen y el desarrollo del lenguaje son anteriores a la historia [...] La historia no nos
muestra nada, sino el lenguaje evolucionando según leyes fijas.”

 un estadio histórico, descendente, decadente, el de la disgregación


o disolución del sistema flexional.
“La formación del lenguaje y la historia, son, en consecuencia, estadios sucesivos de
la, actividad humana [...] El desarrollo del lenguaje alcanza su término tan pronto como
hace su aparición la literatura; es una crisis, después de la cual el lenguaje queda
fijado[...] En los tiempos históricos, todas las lenguas declinan, cosa que no puede
ponerse en duda; la historia de las lenguas significa declive de las lenguas, sometidas
(como lo están a través de la evolución gradual del espíritu) a una libertad siempre
mayor.

La vieja teoría de la corrupción de las lenguas adquiere aquí lo que se supone


una demostración científica de las antiguas afirmaciones culturales, basadas en
la admiración filológica y literaria de las lenguas muertas.
Esta forma de hacer coincidir la historia del lenguaje con un punto de vista
biológico- evolucionista lo lleva a plantear el modelo del árbol genealógico
como explicación de la historia de las lenguas i.e. (indoeuropeas).
Schleicher elaboró también una tipología de las lenguas, basada en el modelo
elaborado por Schlegel de tres tipos de lenguas:
1. Lenguas aislantes: como las de la familia chino tibetana. No tienen
estructura gramatical; las categorías gramaticales y las relaciones
sintácticas se expresan mediante la posición de las palabras en la frase.
Por ejemplo, el chino, cuyo léxico está compuesto de monosílabos, y
cada monosílabo puede ser pronunciado con cuatro acentos musicales
que permiten expresar diferentes valores. En chino no existen las
categorías morfológicas como la persona, o el plural; estos significados
se formas por la superposición de monosílabos: fu (=padre), mu (=
madre); fu mu (padres). Otro ejemplo: yuan (= lejos), kin (= cerca); yuan
kin ( = distancia).
2. Lenguas aglutinantes: como las de la familia uralo – altaica, por
ejemplo, el turco. En estas lenguas las relaciones gramaticales se
expresan mediante formantes ( afijos) que se aglutinan con las raíces.
Así, en la expresión turca sev-il-dir-eme-mek, que significa “ ser
imposible hacerse amar”, se aglutinan con la raíz sev (amor) cuatro
sufijos, cada uno con un solo valor formativos: sev- mek = amar; sev-dir-
mek = hacer amar; sev-me-mek = no amar; sev-il-eme-mek = no poder
ser amado.
3. Lenguas flexivas: son las que pertenecen a las familias indoeuropea y
semítica. Expresan las categorías gramaticales y las relaciones
sintácticas mediante desinencias o variación morfológica en el interior de
las palabras. Una desinencia puede realizar varias funciones, a
diferencia de las aglutinantes donde cada afijo tiene un valor único. En
latín, por ej. la misma desinencia es signo de género, número y caso.
Schleicher supuso que estas clases de lenguas representaban una sucesión
evolutiva: aislantes > aglutinantes > flexivas, en tanto que el cuarto estadio
representa el estadio histórico del declive. La idea evolutiva de esta tipología se
basó en que algunas flexiones provienen de un estado de aglutinación previo
como el latín cantare + habeo > español cantaré , sin embargo, en otras
lenguas, como el inglés se advierte una tendencia al monosilabismo luego de
una etapa previa más flexiva.
Su nombre se asocia también con la noción de reconstrucción del
indoeuropeo. Empleó sistemáticamente una técnica inventada por Benfey, cuyo
procedimiento consistía en “reconstituir” una forma a partir de :
 reunir todas las formas de una palabra supervivientes en las lenguas
 aplicar las leyes de correlación establecidas de una lengua a otra
 determinar las formas que manifiestan los estados más arcaicos
basándose en las leyes de la evolución fonética en general
 tomando el resultado de cada uno de estos análisis se reúnen las
formas más arcaicas a las que es posible remontarse para explicar las
primeras formas atestiguadas, con lo cual se reconstruye sonido por
sonido una forma hipotética llamada i.e., que desde Schleicher se
señala con un asterisco para distinguirla de las formas atestiguadas.
De esta manera señalaba que el sánscrito no es idéntico al i.e. y obligaba a
prestar atención a cada uno de los detalles de la evolución de los sonidos. No
obstante, esta rigurosidad “científica” no fue suficiente para impedirle confundir
las formas reconstruidas hipotéticamente con formas realmente existentes.
Schleicher tenía la certeza de que estas formas hipotéticas habían existido
concretamente en un determinado momento de evolución, y así llegó incluso a
reconstruir una fábula entera – La oveja y los caballos – en i.e. común.
El procedimiento de reconstrucción propuesto por Schleicher fue abandonado
más tarde por los indoeuropeístas, porque pronto se advirtió, a partir de las
observaciones de la romanística que las reconstrucciones del latín logradas por
la comparación de las lenguas románicas nunca coinciden con la de la lengua
latina de la cual se poseen textos. Si se intentara reconstruir el prototipo del
latín vulgar a partir de la expresión francesa la tte de Paul était belle, nadie
reconocería, en la expresión reconstruida * illa testa de Paulo stabat bella, la
expresión real latina Pauli caput pulchrum erat.
La obra de Schleicher constituyó un intento de síntesis que pretendía integrar
en un punto de vista único el saber lingüístico de su tiempo, aunque la
posteridad ha cuestionado en ella los errores de perspectiva y las implicaciones
ideológicas que se desprenden de muchos de sus conceptos.

 El desarrollo de la fonética experimental y de la dialectología.


El progreso de las ciencias naturales proporciona también los instrumentos para
el desarrollo de la fonética experimental. En 1840, un cantante M. V. García
publica su Memoire sur la voix humaine e inventa en 1855 el laringoscopio.
Brücke publica en 1856 sus Fondaments de la physiologie des sons du langage,
que serviría de manual de fonética para toda una generación. Un médico checo
estudia, en 1860, el funcionamiento de las cuerdas vocales y del velo del
paladar en la emisión de las nasales, mediante el laringoscopio. El egiptólogo R.
Lepsius propone un alfabeto estándar (1863), y Alexander Bell, inventor del
teléfono, propone una transcripción fonética. El desarrollo de la fonética
experimental proporciona a la Lingüística una definición perturbadora, por la
complejidad, de los sonidos humanos.

En el campo de la dialectología, las ideas positivistas también influyeron en las


ideas del iniciador de la dialectología románica: el italiano G.I. Ascoli, que en
1873 publica sus Saggi ladini. Ascoli consideraba que el cambio lingüístico era
fruto de una evolución puramente orgánica y ajena a la historia, por lo que la
lingüística debía considerarse como “una historia natural demostrada con una
evidencia matemática”. (36)
Consideró que los dialectos eran unidades delimitables y creyó firmemente que
el funcionamiento absoluto de las leyes fonéticas permitiría establecer estos
límites dialectales.
A pesar de su posición claramente naturalista y mecanicista, a través de sus
trabajos de campo descubriría los aspectos particulares del uso lingüístico. El
desarrollo de su concepto histórico de sustrato permitiría reincorporar la
influencia del factor humano en la evolución lingüística.
Como veremos, los estudios de fonética experimental sumados a los trabajos
emprendidos por los dialectólogos y el desarrollo de la geografía lingüística,
cumplirían un importante papel en la polémica en torno a la cuestión de las
leyes fonéticas, que ocuparía todo el final del siglo XIX.

 Los Viejos y los Nuevos Gramáticos.


36
. Citado por Camproux. Ch. Op. Cit. Pág. 32.
La tradición histórico-comparatista sostenia que la existencia de
correspondencias fónicas que no parecían encajar en las correlaciones
previstas no era obstáculo dentro de esta tradición, para negar el origen común
de formas supuestamente relacionadas, limitándose a señalar que unas veces
los sonidos evolucionan de una manera y otras de otra. Así habían llegado a
establecer que existían dos clases de cambios fonéticos, los cambios
regulares o generales y los cambios irregulares o esporádicos. Ejemplos:
a) un sonido indoeuropeo como d evolucionaba regularmente a t en germánico (latín dúo 
inglés two, decem  ten, dens  tooth) = cambio regular, y permanecía sin cambio en otras
ocasiones, como dies  day, dens  dentist (37).

b) La f- inicial latina, todavía presente en romance medieval hispánico, evoluciona regularmente


en h aspirada [luego ] : filium > fijo > hijo, facere > fazer > hacer, follicare > folgar > holgar,
fabulare > fablar > hablar; no obstante, en otras ocasiones, esta correspondencia f > h no
ocurre: fortem > fuerte, festam > fiesta, fabulare> fablar. Y aun se advirtieron casos en que
ocurrían las dos correspondencias: fugere > fuga, pero también > huir, femina > femenina
pero también > hembra, fabulare > hablar pero tambien > fábula.

Georg Curtius (1820-1885), que había sido alumno de Bopp, representaba en


las universidades de Praga, Kiel y Leipzig, la continuidad de la tradición
histórico-comparatista sosteniendo el concepto de ley fonética con
irregularidades esporádicas (excepciones).
Hacia finales del siglo XIX, en la Universidad de Leipzig algunos investigadores
jóvenes formados por Curtius, irrumpen teatralmente en la escena de los
estudios de gramática comparada, desatando una famosa polémica con su
maestro sobre la concepción de las leyes fonéticas.
En 1876, Curtius edita junto con K. Brugmann, uno de sus alumnos, una
revista de estudios sobre gramática griega y latina. En el mismo año, durante un
viaje de Curtius, Brugmann, que por entonces tenía 27 años, asume la edición
de un nuevo número de la revista donde inserta un artículo propio sobre las
sonantes nasales en el indogermánico primitivo. Cuando Curtius regresa,
desautoriza en una nota de la revista el trabajo de su discípulo por sus audaces

37
. Más tarde se determinó que la correlación dies  day era una falsa etimología: la forma latina
dies deriva de la raíz * dei- ‘brillar’, que aparece en el nombre de la divinidad (sánscrito deva-,
latín deus) y en el nombre del cielo ( sánscrito dyaus); mientras que day procede de una forma
germánica *dagaz de etimologia oscura aunque al parecer relacionada con una raíz que
significa ‘arder’. En el caso de dens  dentist , se trata efectivamente de una correspondencia
histórica, pero no puede atribuirse a una evolución fonética regular: la palabra dentist es un
préstamo del latín al inglés, y no el resultado de procesos evolutivos de sonidos originarios.
(Nuñez, S. (1993) Lenguaje e historia. Barcelona. Octaedro. Pág. 17.
conclusiones sobre un tema aún en discusión. Brugmann se separa de la
revista y funda otra, con H. Osthoff, un condiscípulo suyo que acababa de
realizar un trabajo sobre la r silábica. Esta revista, cuyo primer número se
publica en 1878, implica el acta de fundación de este grupo, que tomará para sí
la denominación irónica de Jóvenes Gramáticos:
“... a quienes se denominó jocosamente Junggramammatiker (‘los jóvenes gramáticos’),
según el modelo de la expresión Junges Deutschland (‘Joven Alemania’), que se aplicaba
al movimiento de vanguardia antirromántica y, posteriormente, a varias corrientes de
signo antitradicional. La expresión parece proceder del germanista F. Zarncke, pero la
traducción poco afortunada de G.I. Ascoli, introducirá la moda del término
neogramáticos.“ (38)

La expresión marcaba, en el argot estudiantil, la voluntad de diferenciarse de la


"vieja" lingüística representada por las enseñanzas de su maestro, en particular,
como veremos, su concepto de ley fonética con excepciones.
Más allá del contenido anecdótico, esta polémica - que continuó durante más de
diez años con inusitado apasionamiento - señala las aristas más sobresalientes
de una crisis que ya venía gestándose en los estudios de gramática comparada
e histórica.

 La discusión en torno a las leyes fonéticas.


Al comprobarse que los sonidos de las lenguas se alteran de modo constante,
se creó la noción de ley fonética. Una ley fonética es la expresión de una
correspondencia fonética regular entre dos etapas de una misma lengua debida
a un cambio fonético. Así el paso del ant. [p],[t],[k]  [b],[d],[g] en francés,
español, provenzal, catalán, portugués, es una ley fonética. ( 39).
La expresión "ley fonética" no era nueva para los comparatistas (ya estaba
presente en Bopp, en Humboldt, en la famosa "Ley de Grimm", en Schleicher).
Las comparaciones entre dos o varias lenguas, o entre un estado y otro de la
misma lengua, había permitido establecer importantes regularidades en las
correspondencias de formas que marcaban tendencias de evolución fonética.
Por ejemplo, la relación entre las series:
latín filiu- - italiano figlio - portugués filho - francés fils - castellano fijo (ant.) - hijo
(mod.)
se correlaciona con la que se da entre las series:

38
. Blecua, J.M. (1973) Revolución en la lingüística. Barcelona, Salvat Editores. Pág.49.)
39
. Yllera, Alicia, “Lingüística Histórica”, en: VVAA . (1982) Introducción a la Lingüística. Madrid,
Alhambra Universidad. Pág. 348
latín folia - italiano fol - portugués folha - francés feuille- castellano (mod) hoja
latín melior italiano meglio - portugués melhor - francés meilleur - castellano mejor

Hasta los neogramáticos, estas correspondencias regulares recibían el nombre


de "leyes". Sin embargo, como vimos, esas correspondencias no siempre se
cumplían regularmente. Aun cuando el sonido ocupara las mismas posiciones
dentro de los mismos entornos fónicos se registraron numerosas irregularidades
o anomalías. Cada vez que fallaban las correspondencias, las anomalías se
explicaban como "excepciones" a la regla, elaborando muchas veces hipótesis
indemostrables. Esta forma de resolver los problemas parecía poco seria para
los nuevos investigadores, quienes, fascinados por el modelo de precisión
científica que ofrecían las ciencias naturales, intentaron dar al método
comparativo la rigurosidad que requería la ciencia "positiva". Ahora, la
comparación sistemática requería que las comparaciones para establecer la
existencia de regularidades fonéticas excluyeran la intervención del azar.
El análisis cada vez más preciso de las evoluciones irregulares mostró que en
su inmensa mayoría eran falsas etimologías o se debían a relaciones históricas
particulares, pero que el resto de las anomalías podía reducirse a formulaciones
generales siempre que se especificaran suficientemente las condiciones de
aplicación de las evoluciones. En 1875, Verner propuso una solución al
problema de la irregularidad en la evolución de las correspondencias entre:
sánscrito t > gótico  > alemán d
sansc. bhráta > gótico broar > alemán Bruder ‘hermano’

sin embargo:
sansc. pitá > gótico fadar > alemán Vater ‘padre’

De este modo, demostró que la aparente anomalía de estas correspondencias


podía explicarse por la existencia de otra ley:
sánscrito t en posición postónica > gótico 

pero : sánscrito t , en posición pretónica > gótico d

y así permitía explicar la diferencia de evolución entre las dos t intervocálicas


del sánscrito, por la existencia de dos leyes fonéticas.
En un artículo publicado en 1877 Verner estableció que las oclusivas sordas
indoeuropeas [p],[t],[k] pasaron a fricativas sordas en germánico [f],[],[h] y que
éstas, junto con la [s] heredada del indoeuropeo, se sonorizaron en posición
interior y en un contexto sonoro cuando el acento originario indoeuropeo no
recaía sobre la vocal inmediatamente anterior.
Esta regularidad, conocida en la literatura como Ley de Verner, destacaba la
importancia de los elementos prosódicos aunque posteriormente se hubieran
alterado en la evolución de la lengua, como era el caso del germánico que, con
posterioridad a este cambio, había fijado el acento en la sílaba radical. . En su
concepción, los fenómenos fonéticos están pensados como independientes de
la significación. Así, si se constata que un sonido x > y , en determinadas
condiciones y en un determinado período de la historia de la lengua, se postula
que este fenómeno se ha realizado en todas partes en todas las palabras de la
lengua en cuestión durante ese período, en tanto se dieran esas mismas
condiciones. En 1876, A. Leskien formulaba la tesis central de la teoría de los
neogramáticos: cualquier cambio fonético obedece mecánicamente a unas
leyes fonéticas que actúan sin excepciones. Así pues, si se constata que un
sonido x, en determinadas condiciones fónicas y en un determinado período de
la historia de la lengua, evoluciona a y [x > y], se postula que este fenómeno se
ha realizado en todas partes y en todas las palabras de la lengua en cuestión
durante ese período determinado, en tanto el sonido se encuentre en el mismo
contexto fónico y prosódico. Un ejemplo de estas leyes fonéticas sería la
evolución de las vocales tónicas del latín al romance castellano:

latín castellano
mtrem  > a madre
nnum  > a año
bnem  > ie bien
plnum  > e lleno
plcare  > e llegar
vtem  > i vid
bnum  > ue bueno
ttum  > o todo
bccam  > o boca
cpam  > u cuba

Para explicar la aparente excepción o anomalía de la ley  tónica > ie en


palabras como lat. sellam > cast. silla; castellum > castillo; se considera que en estos
casos actúa otra ley: si  tónica está seguida de ll palatal, entonces > i ( por
influencia de la yod, incluida en la palatal, que cierra la vocal).
En este ejemplo se ve claro que los fenómenos fonéticos se piensan, en
principio, como independientes de la significación.
 El papel de los préstamos y de la analogía en la explicación del cambio
lingüístico.

En cuanto a los casos en que no podía determinarse el funcionamiento de una


ley fonética, aunque se cumplían las condiciones, los neogramáticos se
negaban a considerarlos ‘excepciones’ y buscaron otras razones que los
justifiquen.
a) Algunas excepciones fueron justificadas porque las palabras en que se
encontraba un sonido cuya evolución no podía explicarse por una ley fonética,
se consideraron préstamos por contacto con otras lenguas o dialectos. En los
dobletes de palabras como ruber – rufus (dos palabras empleadas en latín para
‘rojo’) puede hallarse un ejemplo de esta explicación: a diferencia de ruber, la
presencia de una f en rufus no puede explicarse por una ley fonética ya que la
comparación con palabras de otras lenguas indoeuropeas hacía esperar una b
en esa posición; entonces, rufus se explica como un préstamo de uno de los
dialectos vecinos al latín, en el cual la f sí tiene una procedencia regular.
b) El segundo factor que invocaban los neogramáticos para explicar las
excepciones a sus leyes fonéticas fue la analogía, a la que consideraron:
“el factor principal en la evolución de las lenguas junto con los cambios fonéticos, y el proceso más
importante por el cual las lenguas pasan de un estado a otro en su estructura interna”.

Aceptaban con esto que en los casos en que no se cumple el cambio fonético
expresado por una ley general, aunque se cumplan las condiciones exigidas,
debían explicarse sobre la base de una tendencia opuesta a la ley fonética, pero
igualmente regular.
La analogía la explicaban como un fenómeno psíquico, que se produce por la
asociación mental que establecen los hablantes entre las formas fónicas de las
palabras, lo que llevaría a formar agrupaciones de palabras que se vinculan
entre sí no por su etimología sino por una asociación psicológica. Este
fenómeno se observa frecuentemente en el habla de los niños cuando emplean
formas como decido, escribido, o andó, que siguen los paradigmas regulares,
en vez de las formas irregulares dicho, escrito, anduvo. También es común en
la evolución de los paradigmas verbales, o en conjuntos de palabras que se
relacionan entre sí formando campos léxicos, por ej. los nombres de los días de
la semana. Así :
lat. luna; mercurii

debieron haber evolucionado, según la ley fonética de las vocales finales:


luna > * luna
mercurii > *mercore

sin embargo, adoptaron la terminación -es (lunes, miércoles), que no es


etimológica – es decir, no responde a una ley fonética de evolución -, y esto se
explica por la analogía con los nombres de los otros días de la semana, con los
que forman una serie que los hablante habitualmente asocian en el uso
cotidiano:
martis > martes
jovis > jueves
veneris > viernes

De este modo, mediante la teoría de la analogía se pretendia corregir el


carácter ciego del cambio fonético y permitía reintroducir cierto grado de libertad
de los hablantes que permitía reconstruir el orden destruido por el determinismo
materialista del cambio fonético, en relación con las formas ya existentes en la
lengua. En realidad, en la práctica, los neogramáticos siempre consideraron las
‘leyes fonéticas’ como el elemento predominante, en tanto que la analogía se
consideró un fenómeno esporádico y accesorio. La analogía operaba en su
práctica como un recurso, una vía de escape, cuando el funcionamiento de las
leyes fonéticas encontraba un callejón sin salida.

 Críticas a la concepción neogramática de las leyes fonéticas.


La existencia de leyes fonéticas que actúan regularmente fue el principio teórico
fundamental sobre el que se alzó el edificio de la lingüística histórico-comparada
de finales del siglo. Aun en la actualidad éste sigue siendo un concepto
fundamental en los estudios históricos. Una ley fonética se expresa
habitualmente mediante formulaciones del tipo: “ la f inicial latina se pierde en
español”, o, en una notación más formalizada : “ latín f- > español Ø”, donde el
signo > se emplea para expresar el proceso de cambio.
Sin embargo, en el desarrollo de la lingüística histórica ha sido interpretado de
diferentes maneras y ha suscitado numerosas polémicas.
Entre las numerosas voces que manifestaron su crítica se destaca la que
proviene la fonética experimental, cuyos avances demostraron cómo los
miembros de una misma comunidad poseían pronunciaciones diferentes de
acuerdo con las diferentes generaciones, diferencias que pudieron advertirse
aun dentro de los miembros de una misma familia. Los trabajos de los fonetistas
Jean Rousselot (en 1891) y de L. Gauchat (en 1905), basados en el examen
de las lenguas locales, pusieron en entredicho la realidad del funcionamiento
ciego (mecánico) de las leyes fonéticas. Rousselot y Grammont propusieron
sustituir el término ley por el de tendencia, poniendo de manifiesto que las
regularidades de evolución que pueden observarse no son absolutas ni
generales.
Una de las críticas más importantes a las tesis de los Neogramáticos sobre las
leyes fonéticas vino de Hugo Schuchardt (1842-1927), un discípulo de
Schleicher en cuyo trabajo se había abocado a la investigación del sistema
vocálico del latín vulgar. En este contexto, percibió los diferentes niveles en que
evolucionan las palabras en la historia de las lenguas según su procedencia
(cultismos, semicultismos, voces populares), presentando soluciones fónicas y
semánticas paralelas o alternantes de los mismos vocablos.
Ejemplos: (lat. titulum) esp. culto: título, semiculto: tilde
(lat. sibilare) esp. culto: sibilina semiculto: silbar popular: chillar
En 1885, en su artículo titulado “Sobre las leyes fonéticas. En contra de los
neogramáticos”, Schuchardt mostró la imposibilidad de explicar todo por el
funcionamiento de leyes fonéticas mecánicas, y llamó la atención sobre los
casos de evolución fonética condicionada por el bilingüismo y el contacto de
lenguas.
A una concepción igualmente relativista del funcionamiento de las leyes
fonéticas llegarían los estudios de dialectología, que desembocarían en la
geografía lingüística.
Hacia finales del siglo XIX, en 1876, un lingüista alemán, Georg Wenker,
fuertemente influido por las teorías de los neogramáticos, realizó entre los
maestros de escuelas elementales, un cuestionario en el que incluía una serie
de frases y palabras que debían transcribir a sus dialectos locales, empleando
el alfabeto ordinario mientras fuera posible. Su objetivo era recoger información
sobre la difusión de sonidos y las formas más importantes. Fue el primero que
pensó en representar en mapas la difusión de rasgos lingüísticos.
Aunque era consciente de que tanto la lengua estandarizada como el discurso
literario mostraban irregularidades debidas a influencias externas (influencia del
latín como modelo culto, influencia literaria, intentos de conservación etc.),
Wenker pensó que en los dialectos que se conservaban en parajes aislados, no
rozados por la influencia de los centros urbanos, encontraría una perfecta
regularidad de evolución y estructura fonética. Si la tesis neogramática era
acertada, los límites de un determinado cambio fonético (por ej. k>ch en alto
alemán, maken > machen; ik> ich) se aplicaría a todas las palabras que tuvieran
esos sonidos en las mismas condiciones. Sus esperanzas no se cumplieron.
Los primeros mapas de Renania, publicados en 1881, mostraban por el
contrario, que cada palabra tiene sus propias fronteras, y con ello, su propia
evolución fonética.
Los trabajos de geografía dialectal emprendidos por Jules Gillieron (1854-
1926) y que dieron lugar a la publicación del Atlas Lingüístico de Francia en los
umbrales del nuevo siglo (1903 y 1910), confirmarían las observaciones de
Schuchardt acerca del carácter esencialmente heterogéneo del lenguaje: cada
una de las palabras que contienen una misma evolución fonética tiene su propia
área geográfica de distribución.
Los estudios de geografía lingüística establecieron palpablemente estas
situaciones:
1. no es posible distinguir los límites de los diversos dialectos: las isoglosas
( líneas que unen los puntos extremos en los que se produce un mismo
fenómeno fonético) no coinciden. Hubo que recurrir a la noción de haces
de isoglosas y de zonas de transición entre dialectos;
2. en las zonas de transición entre dialectos existen palabras afectadas por
un fenómeno fonético y otras en las que el mismo sonido en idénticas
circunstancias escapaba al cambio.
Se inicia así toda una corriente de investigaciones que desembocaría en el
estudio del bilingüismo y los contactos de lenguas.

En la actualidad no se acepta, por lo general, el principio de infalibilidad de las


leyes fonéticas: aunque la posibilidad del lenguaje articulado esté determinada
por la estructura biológica del cerebro en la especie humana, la lengua es un
producto histórico-social de la actividad humana y como tal no está sujeto a
‘leyes naturales’ o mecánicas; cualquier cambio fonético puede iniciarse,
suspenderse o interrumpirse por factores de muy diversa índole.
Entre las críticas realizadas en el siglo XX, recogemos entre muchas otras, las
siguientes (40).
Salvador Nuñez sostiene que la afirmación de los Neogramáticos acerca de que
los cambios fonéticos ocurren de manera mecánica y de acuerdo con leyes que
no admiten excepciones es, paradójicamente, correcta e incorrecta a la vez,
dado que:
“... desde el punto de vista del resultado final es cierta, pero desde el punto de vista del
proceso, es incorrecta a la vez. El problema fundamental con la hipótesis neogramática
sobre el cambio lingüístico es que se trata de una solución ‘antihistórica’, que deja de

40
. En un próximo trabajo nos proponemos abordar con más detalle el tratamiento del problema
del cambio lingüístico en las diferentes teorías desarrolladas a lo largo de nuestro siglo XX.
lado la dimensión temporal, aunque intentos como los representados por las cronologías
relativas tuvieran como objetivo superar esta falta de historicidad. “ (41)

Este lingüista español, recogiendo los aportes de Eugenio Coseriu, señala que
la regularidad de un cambio supone dos nociones:
1. cuando un sonido, en determinadas condiciones o en todos los casos, altera
su pronunciación, lo hace en todas las palabras en que se encuentra ( lo
que Coseriu llama generalidad intensiva);
2. cuando una innovación se extiende lo hace a todos los miembros de una
comunidad lingüística, de lo contrario se produce una diversificación
dialectal (regularidad extensiva de Coseriu) (42).
La generalidad intensiva puede ser válida una vez que ha culminado el proceso
de cambio, pero durante el período de difusión de una innovación existe un
período de vacilaciones, que puede llevar a que la innovación se imponga antes
o después, o a no imponerse en muchas palabras (ej. en castellano, la
evolución de al + consonante > au > o , por ej. en : saltu > sauto> soto; alteru >
autro> otro; pero en otros casos al + consonante se mantiene, como en altu >
alto). Esto no implica que sea necesario prescindir de la noción de ley fonética;
es suficiente con despojarla de su carácter infalible y con distinguir claramente
los dos momentos del cambio: la innovación y su difusión. (43)

MODELOS (44) DE CAMBIO LINGÜÍSTICO DESARROLLADOS EN EL SIGLO XIX.


1. Modelo genético o de parentesco.
A partir del descubrimiento de las relaciones entre el sánscrito y las lenguas
europeas modernas, se desarrolló en el siglo XIX la hipótesis del parentesco
entre lenguas.
El modelo del árbol genealógico, propuesto por Albert Schleicher, permitía
visualizar esas relaciones de familia. Cada rama entre dos nudos representaba
un estado de lengua bien definido.

41
. Nuñez, S. ( 1993). Lenguaje e historia. Barcelona. Ediciones Octaedro. Pág. 116.
42
. Coseriu, E. (1973). Sincronía diacronía e historia. Madrid. Gredos. Pág. 90.
43
. Este tema ya había sido considerado por F. De Saussure y está ampliamente desarrollado en
Coseriu, E. Op. Cit..
44
. En términos de Anderson, un modelo es: "un constructo teórico ... un objeto abstracto que no
depende de la naturaleza de los elementos lingüísticos o de su interpretación lingüística . "(Op.
Cit. pág. 286).
celta itálico
báltico eslavo iranio indio
germánico balto italo-
eslavo- celta griego
indo-iranio

eslavo-germánico
ario- griego- ítalo - céltico

Indoeuropeo común

La imagen del árbol genealógico implicaba la idea de una diversificación infinita


de las lenguas, contraria a la de la tendencia a la unificación de las lenguas en
lenguas comunes que sirven a comunidades amplias (y que se observa, por
ejemplo, en la koiné griega que fue resultado de la unificación de los cuatro
dialectos principales y sirvió de lengua común durante todo el período clásico).
El modelo permitía mostrar el grado de semejanza y proximidad de una serie de
lenguas o variedades lingüísticas, estableciendo relaciones de parentesco
metafóricas entre lenguas madres (como el protoindoeuropeo, lengua hipotética
que intentaban reconstruir los gramáticos comparatistas, como Schleicher) y
lenguas hijas (como el griego, el latín, el protogermánico), de las cuales se
derivan a su vez otras lenguas (como las lenguas romances o germánicas), que
se relacionan entre sí como hermanas (español, italiano, francés, portugués,
rumano, o inglés y alemán). Y estas relaciones se expresan en un esquema
arbóreo como los árboles genealógicos.
El valor principal del árbol de parentesco para la lingüística histórica es que
aclara las relaciones históricas existentes entre las variedades en cuestión, y en
particular, da una idea de la cronología relativa de los cambios históricos por los
que han ido divergiendo las variedades.
A grandes rasgo, la familia de las lenguas indoeuropeas ha sido dividida
tradicionalmente en dos grandes ramas principales denominadas centum y
satem , según su pronunciación de */ k / en la palabra “ciento”. Las lenguas
centum conservan la / k / (latín centum, griego he-káton, irlandés ant. ct,
tocario känt) ; mientras que las lenguas satem, denominadas a partir de la
palabra avéstica satem, modifican / k / en /  / (sánscrito çatam, lituano imtas, y
eslavo antiguo sto. Estos ejemplos se citan habitualmente en los tratamientos
generales del tema como derivados de una forma común anterior del p.i.e.
(proto indoeuropeo). Esta distinción se consideraba por lo general como una
división entre i.e. oriental y occidental.
Críticas realizadas a este modelo:
La terminología del parentesco es todavía corriente en lingüística histórica,
pero, como señala Anderson, la noción de familia que refleja las relaciones de
un grupo de lenguas plantea problemas de interpretación. Los distintos grados
de diferencia entre las numerosas lenguas indoeuropeas no se prestan a
disposiciones bien definidas necesarias para los conceptos genéticos o
familiares.
“En efecto, aun cuando se emplearan para estas diferencias las relaciones de
parentesco, serían incómodas en extremo: el francés, el español y otras lenguas
románicas son nietas del protoindoeuropeo, los dialectos de origen reciente de estas
lenguas [como el andaluz, o las variedades de español americano] son a su vez
biznietas; la lengua francesa es sobrina de la griega, hermana de la italiana, hija de la
latina, prima de la hindi y así sucesivamente.” (45)

También es interesante señalar que la representación del árbol muestra una


relación jerárquica entre las variedades y no hace distinción entre lenguas y
dialectos, aunque, por otra parte, representa una exagerada idealización de las
relaciones entre las lenguas o variedades.No refleja las influencias entre las
variedades que en casos extremos pueden llevar hasta a una fusión entre
lenguas, es decir, al hecho de que una lengua proceda de la unión de dos o
más lenguas diferentes (el caso de la "koiné" griega, que es una fusión de
dialectos anteriores; o el caso más contemporáneo de formación de "pidgins",
lenguas creadas con propósitos muy prácticos e inmediatos, como el desarrollo
de relaciones comerciales, entre gente que de otro modo no tendría un lenguaje
común, y que no es empleada por ninguna comunidad sino exclusivamente en
las relaciones entre estos grupos).
Tampoco permite explicar las relaciones que se establecen entre las lenguas
una vez desgajadas del tronco común (por ejemplo, como estratos lingüísticos).
Por último, puede señalarse el hecho de que el modelo vuelve a reflejar el
criterio naturalista que tiende a representar las lenguas como organismos
biológicos, con una existencia independiente de los sujetos hablantes.
Bertil Malmberg sostiene que la hipótesis del origen común, supuestamente
válido para la familia de lenguas indoeuropeas no es la única explicación
posible. Los contactos entre diferentes lenguas pueden desembocar en fusiones

45
. Idem, 287
de elementos de formas y de vocabulario de tal tipo que la noción de
parentesco pierda su sentido. Entre las familias de lenguas del mundo no todas
se prestan a una clasificación genética común. ( 46)

2. El modelo o teoría de las ondas.


En el mismo siglo XIX se desarrolló un modelo alternativo al del árbol
genealógico para dar cuenta de los problemas señalados en las críticas
anteriores.
Propuesta alrededor de 1870 por Johanes Schmidt, la teoría de las ondas,
compara la diseminación de las lenguas indoeuropeas con las ondas que se
forman en el agua a partir del punto de impacto en que cae una piedra. Ese
punto se consideraría en el diagrama un centro de innovación, a partir del cual
se difunden las ondas dialectales y se extienden en todas direcciones
entrecruzándose entre sí, según se desplazan. El punto central correspondería
al indoeuropeo: a medida que las ondas concéntricas se van alejando se este
centro, se van volviendo más débiles y las relaciones y semejanzas con a
lengua madre se diluyen.
El modelo permite establecer una continua relación entre los dialectos y de este
modo, pueden explicarse los rasgos comunes compartidos por las diferentes
ramas lingüísticas. El celta, por ejemplo, presenta rasgos dialectales que se
difunden hacia el exterior y que influyen en los primitivos dialectos germánicos e
itálicos, pero no con la misma fuerza. El itálico y el celta mostraban más
similitudes que el celta y el germánico. El modelo permitía de este modo,
interpretar más cabalmente las relaciones basadas en la difusión y alcance de
las isoglosas dialectales, es decir, de las líneas ideales que se representan en
un mapa lingüístico separando los puntos en que se presenta un rasgo
lingüístico determinado de las áreas en que no se encuentra ese rasgo
(permiten diferenciar "áreas dialectales").
La teoría de las ondas explica por qué se intersectan las isoglosas postulando
diferentes focos geográficos de irradiación de los distintos rasgos lingüísticos.
La isoglosa entre dos rasgos dialectales (por ejemplo, en el castellano, entre el
yeísmo y la pronunciación con -ll- ) muestra el lugar donde empieza la influencia
de uno y termina la de otro. Volviendo a la analogía , si se echan dos o más
piedras en un estanque, no hay ninguna razón para que caigan todas en el
mismo lugar, y podría haber varios puntos desde donde se expandirían las
ondas., intersectándose entre sí. Cada centro representa un elemento

46
. Op. Cit. Pág. 111.
innovador distinto desde el que las "ondas" se extienden en diferentes
direcciones. Esto permite explicar mejor las relaciones de contacto entre
lenguas vecinas y aún de cierta lejanía.
Como desventaja del modelo, Anderson señala que el modelo queda
demasiado ligado a la distribución geográfica (relaciones espaciales) entre las
lenguas, sin tener en cuenta los cambios que introduce la dimensión histórico-
social en la variación lingüística.

ALGUNAS DERIVAS.

El siglo XIX construyó la hipótesis de que la lengua común de la que se derivan


el sánscrito y las lenguas europeas sería el ‘indoeuropeo’, hablada por un
pueblo al que se intentó identificar sin resultados satisfactorios.
“...¿podemos decir realmente que con el nacimiento de la ciencia lingüística moderna
el fantasma del hebreo como lengua santa se desvanece? Simplemente se
reconfigura como Otro inquietante y distinto”
“... se perfila en el siglo XIX un cambio de mitos. Ya no es el mito de la primacía de
una lengua, sino el de la primacía de una cultura, o de una raza: frente a la imagen
de la civilización y la lengua hebreas se yergue el fantasma de la civilización y de las
lenguas del tronco ario.” (47)

La primera región apuntada como patria originaria de los indoeuropeos fue la


propia India, de acuerdo con la creencia de los primeros momentos de que
también debía señalarse al indio como lengua originaria común (hipótesis de
Schlegel). Poco a poco se iría asentado la opinión que terminó por situar en las
regiones occidentales de Asia la localización originaria de los indoeuropeos.
Esta opinión recién se pone en duda a comienzos de la segunda mitad del
siglo. En general se plantearon tres alternativas para ubicar el emplazamiento
originario de estos pueblos: Asia, Europa oriental, Europa del Norte.( 48) No
obstante, la situación, extensión, composición cultural y lingüística del p.i.e. no
lograron determinarse con exactitud, debido, en principio, a la ausencia de
testimonios escritos, artefactos culturales o restos fósiles conocidos que
pertenezcan a una sociedad p.i.e. Todo lo que en definitiva se conoce es que
hablantes de un grupo de lenguas aparecieron en distintas partes de Europa y

47
. Eco, U. Op. Cit. Pág. 95.
48
. Francisco Villar sostiene que “el problema dista mucho de estar resuelto y aun continúan
apareciendo partidarios de cualquiera de ellas, aunque en general parece haber prevalecido la
opinión a favor de un emplazamiento europeo”. Villar, F. (1971) Lenguas y pueblos
indoeuropeos. Madrid. Istmo. Col. Fundamentos. Pág. 40-1.
Asia en épocas prehistóricas y en las primeras fases históricas, reemplazando,
dominando o empujando ante ellos a poblaciones autóctonas previas.
Aunque en el fondo del entusiasmo historicista del Romanticismo se movía la
fascinación por la búsqueda del origen, el desarrollo de estas ideas fue
perfilando la representación ideológica de la primacía de la civilización de los
‘arios’, nombre que en realidad identificaba a uno de los grupos indoeuropeos,
el indoiranio, cuyos componentes se llamaban a sí mismos arya (= señor). Y las
derivas perversas que llegaron a alcanzar estas ideas se pueden vislumbrar en
las palabras del lingüista Adolphe Pictet, citado por U. Eco:
“ En una época anterior a todo testimonio histórico, que se pierde en la noche de los
tiempos, una raza destinada por la providencia a dominar un día sobre todo el
mundo, crecía poco a poco en la cuna primitiva que era preludio de su brillante
porvenir. Distinguida sobre todas las demás por la belleza de su sangre y los dones
de la inteligencia, en el seno de una naturaleza grandiosa y severa, que cedía sus
tesoros sin entregarlos fácilmente, esta raza estuvo destinada a la conquista desde el
principio ... Una lengua en la que se reflejaban espontáneamente todas sus
impresiones, sus dulces afectos, sus admiraciones ingenuas, pero también sus
impulsos hacia un mundo superior; una lengua llena de imágenes y de ideas
intuitivas, que contenía la semilla de todas las futuras riquezas que una magnífica
expansión de la poesía más elevada y del pensamiento más profundo”. ... ¿No
resulta quizá curioso ver que los aryas de Europa, tras una separación de cuatro o
cinco mil años, se encuentran en un inmenso recinto con sus hermanos
desconocidos de la India, les dominan aportándoles los elementos de una civilización
superior, y encuentran en ellos los antiguos título de un origen común? “ (49)

En su consideración de la hipótesis indoeuropea de la lengua perfecta, Umberto


Eco reflexiona acerca de estos ‘efectos colaterales’ de los estudios
comparatistas, que habían llevado a establecer contrastes casi ‘cómicos’ :
“Sin embargo, no se trata solamente de ingenuidades científicas. El mito de la cultura
aria ha logrado- y lo sabemos todos – éxitos políticos mucho más trágicos.
Evidentemente no se puede culpar a los honestos estudiosos del indoeuropeo de la
existencia de campos de exterminio, porque en el terreno lingüístico tenían razón. [...]
“Al término de un milenario viaje ideal hacia Oriente para descubrir allí sus raíces,
Europa encuentra al final del viaje las razones ideales para un viaje real no de
descubrimiento sino de conquista” (50)

49
. Pictet, A. (1859-1863) Les origines indoeuropéenns ou les Aryas primitifs. Citado en Olender,
M. (1989) Le lingue del paradiso. Il Mulino. Bolonia. Pág. 130-139. Conviene aclarar que,
aunque se intentó asociar también con la idea de raza, la noción de ‘indoeuropeo’ tiene un
carácter exclusivamente lingüístico y surgió precisamente de los estudios sobre el parentesco
lingüístico, en virtud de los cuales se llegó a pensar que existían relaciones entre los pueblos que
hablaban esas lenguas. Aun ahora, el único criterio válido para clasificar cualquier grupo humano
como perteneciente a la familia indoeuropea sigue siendo el hecho de que el grupo en cuestión
hable una lengua indoeuropea.

50
. Eco, U. Op. Cit. Pág. 95-96.
Otra deriva que merece mencionarse, esta vez en honor a los esfuerzos de los
lingüistas del siglo XIX, es la consideración que de su obra hace Michel
Foucault en Las palabras y las cosas. En esta ‘arqueología de las ciencias
humanas’, Foucault plantea la discontinuidad que se produce en el pensamiento
en los últimos años del siglo XVIII que deshace la positividad del saber clásico
provocando mutaciones imprevistas en el modo de percibir, describir, enunciar,
caracterizar y clasificar las cosas. En el plano del lenguaje, la gramática
comparada, al centrar el interés en la dimensión de lo gramatical puro:
“el ‘mecanismo’ interior de las lenguas que determina no sólo la individualidad de
cada una de ellas sino también sus semejanzas con las otras: es este mecanismo,
portador de identidad y de diferencia, signo de vecindad, marca de parentesco, el que
va a convertirse en soporte de las cosas” (51)

abre la posibilidad de concebir un modo de ser de las palabras que ya no es


compatible con la representación.
“... el lenguaje no está ya constituido solamente por representaciones y sonidos que a
su vez los representan y se ordenan entre sí de acuerdo con las exigencias de los
lazos del pensamiento; está constituido además por elementos formales, agrupados
en sistema, y que imponen a los sonidos, a las sílabas, a las raíces, un régimen que
no es el de la representación” (52) [...]
“Este desplazamiento de la palabra, esta especie de salto atrás fuera de las
funciones representativas, fue sin duda alguna uno de los acontecimientos
importantes de la cultura occidental a fines del siglo XVIII. Y también uno de los que
pasaron más desapercibidos. Se presta de buen grado atención a los primeros
momentos de la economía política, al análisis de Ricardo sobre la renta de la tierra y
el costo de la producción ... Tampoco se descuidan las formas nuevas tomadas por
las ciencias de la naturaleza... se tiene cuando menos la conciencia difusa de que la
cultura occidental lanzó, en este momento, una nueva mirada sobre el mundo de lo
vivo. En cambio, el aislamiento de las lenguas indoeuropeas, la constitución de una
gramática comparada, el estudio de las flexiones, la formulación de leyes de
alternancia vocálica y de mutación consonántica, en breve, toda la obra filológica de
Grimm, Schlegel, Rask y Bopp, permanece en las márgenes de nuestra conciencia
histórica, como si sólo hubiera fundado una disciplina un tanto lateral y esotérica –
como si de hecho no hubiera sido todo el modo de ser del lenguaje (y del nuestro) el
que se modificó a través de ellos.” (53)

51
. Foucault, M. Op. Cit. Pág. 232.
52
. Ibidem. Pág. 231.
53
. Ibidem. Pág. 275.

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