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Teorias Sobre El Cambio Linguistico en e 1
Teorias Sobre El Cambio Linguistico en e 1
Elsa Ghio
Santa Fe - 1998
Teorías
sobre el cambio
lingüístico
en el siglo XIX
No hay nada tan útil para el profano o para el estudiante que hace su primera
iniciación a la ciencia lingüística como algunos conocimientos sobre la historia de
la disciplina. La mayoría de las ideas acerca del lenguaje que el lingüista toma en
consideración – si es que no las abandona por completo – parecerán menos
obviamente patentes si se conoce algo acerca de su origen histórico. [...]
La lingüística, como cualquier otra ciencia se construye en el pasado, y lo hace no
sólo desafiando y refutando doctrinas tradicionales, sino también desarrollándolas y
formulándolas de nuevo.
John Lyons
Emile Benveniste
LA ATMÓSFERA INTELECTUAL EN LA PRIMERA MITAD EL SIGLO XIX. INFLUENCIA DEL
ROMANTICISMO
1
. Hauser, A. (1968) Historia social de la literatura y el arte. Madrid. Guadarrama. Tomo II. Pág.
350.
2
. Porzig, W. ( 1964) El mundo maravilloso del lenguaje. Madrid. Gredos. Págs. 328-329.
3
. Ibidem.
preponderante no sólo en la filosofía y las letras, sino también, como veremos,
en los estudios del lenguaje.
Varios problemas perfilados desde fines del siglo anterior y que siguieron
aquejando a los alemanes durante el siglo XIX - las consecuencias del
empobrecimiento de las guerras; el sistema de división territorial que implicaba
la falta de centros culturales como París y Londres; las dificultades para lograr
la integración política de un estado unificado- serían fuentes de conflicto social y
de reflexión de sus intelectuales. (4)
La antigua sabiduría egipcia había sido objeto de admiración para los antiguos
griegos (Pitágoras, y luego Platón), aunque Aristóteles parece ignorar su
influencia cuando reconstruye la historia del saber en el libro I de la Metafísica.
En el medioevo el neoaristotelismo cristiano siguió el ejemplo de su maestro y
mostró escaso interés por la tradición egipcia.
Esta actitud cambia en el Renacimiento luego del descubrimiento, en 1419, de
los Hyeroglyphica, un texto en griego de un autor que se declara egipcio
(Horapolo u Horus Apollon). Los humanistas consideraron que el manuscrito era
obra del divino Hermes Trismegisto y el texto fue consultado como fuente
inagotable de sabiduría. Allí se hablaba de la escritura jeroglífica empleada por
los antiguos egipcios, al que los egiptólogos conocían a través de textos muy
antiguos - de más de 3000 años. Pero, la lengua hablada por los egipcios ya
había sufrido transformaciones radicales y se habían perdido las claves para
poder descifrarlos.
En 1799 se descubre un texto trilingüe - la famosa piedra Rosetta hallada en
Egipto por un soldado de las tropas napoleónicas – que reproduce el mismo
texto en jeroglífico, en demótico ( 6) y en griego. Pero es recién en 1822, cuando
el francés Jean F. Champoillon sienta las bases para descifrar los jeroglíficos.
4
. Para ubicar el contexto en que se desarrollan las teorías sobre el cambio lingüístico en el siglo
XIX, los limites de este trabajo nos obligan a centrar la atención particularmente en Alemania, y
sólo en algunos románticos alemanes; de ninguna manera se pretende agotar el tema, ni
siquiera desarrollar una visión de conjunto, del complejo panorama, apenas indicado aquí, del
romanticismo europeo.
5
. La información que se incluye en este apartado proviene especialmente del texto de Umberto
Eco (1994) La búsqueda de la lengua perfecta. Barcelona. Crítica. Cap. 7.
6
. Escritura cursiva inventada hacia el año 1000 A.C.
Esta escritura se compone de signos icónicos, algunos de los cuales son
fácilmente identificables, como el buitre, la lechuza, el toro, la serpiente, etc.,
pero también, como nos dice U. Eco, hay algunos jeroglíficos que:
“... están ya estilizados ( como la vela desplegada, la forma amigdaloide de la boca, la
línea dentada que indica el agua)... “
7
. Eco, U. Op. Cit. Pág. 128-129.
himnos rituales, algunos de ellos anteriores al año 1000, es tan extensa como
el conjunto constituido por la Ilíada y la Odisea.
La lengua en que fueron compuestos había caído en desuso y con el paso del
tiempo se volvía cada vez más difícil de interpretar, pero la veneración que se
les concedía determinó su escrupulosa conservación: al principio fueron
aprendidos de memoria y transmitidos oralmente de generación en generación,
pero luego, devotos gramáticos se dedicaron a escribir comentarios y
anotaciones para informar a los sacerdotes de las sucesivas generaciones el
modo de interpretar y la manera de pronunciarlos, pues, debido a su valor
mágico, una pronunciación equivocada impediría el cumplimiento de su objetivo.
Panini (¿siglo IV A.C.?), reconocido como uno de los más importantes
gramáticos indios se ubica dentro de una tradición que empezó varios siglos
antes que él.
Esta “ tradición gramatical india no sólo es independiente de la grecorromana,
sino anterior, más rica en manifestaciones y en algunos aspectos superior en
sus resultados”, nos dice Lyons (8). En efecto, los gramáticos hindúes habían
observado y clasificado minuciosamente los sonidos del habla, y realizaron un
análisis exhaustivo de las palabras basado en sus estructura interna. Esta
intensa labor lingüística que se extendió en varias generaciones de gramáticos
anteriores y posteriores a Panini, permitió elaborar un conjunto de más de 4000
reglas fonéticas y morfológicas y una lista de raíces. Estas reglas eran un
conjunto de fórmulas para memorizar, destinada a una enseñanza oral que los
maestros transmitían y enriquecían con comentarios. El resultado de este
análisis dio lugar a una lengua muy codificada, el sánscrito, tan exactamente
descrita y regulada, que a partir de entonces (los lingüistas lo fechan alrededor
de 400 años antes de Cristo) sufrió muy poco cambios.
Benveniste (9) califica de ‘extraordinaria’ a esta descripción puramente formal de
los elementos constituyentes de la lengua ( palabras , frases, relaciones entre
las palabras, etc.).
Su descubrimiento en el siglo XVIII permitió que los europeos entraran en
contacto con las obras, que resultaron decisivas para sus trabajos posteriores,
no sólo porque resultaban indispensables para estudiar los manuscritos
sánscritos, sino porque a través de ellas, los lingüistas occidentales pudieron
conocer nuevas técnicas y metodologías de investigación que prestaban
atención a la estructura formal de la lengua y permitieron una descripción más
8
. Op. Cit. Pág. 19
9
. Benveniste, E. (1991) Problemas de Lingüística General II. México. Siglo XXI. Pág. 33.
rigurosa de los fenómenos lingüísticos. Muchos aspectos de la lingüística del
siglo XIX proceden de la influencia de la teoría y la práctica de los gramáticos
indios.
10
. Para profundizar este aspecto cfr. Eco. U. Op. Cit.
11
. Jones, W. (1788). Asiatic Researches. T. I . Citado en: Porzig, W. (1964). El mundo maravilloso
del lenguaje. Madrid, Gredos. Pág. 325.
De esta manera precisa, Jones señaló que eran las afinidades de formas entre
el latín, el griego y el sánscrito ( 12), las que permitían afirmar su parentesco, y
destacó además, que esas afinidades serían inexplicables si esas lenguas no
derivasen de un ‘antepasado’ común, que él identificó con el sánscrito, por ser
más antiguo que las lenguas europeas clásicas. La famosa afirmación de Jones
acerca de la perfección de esta lengua sostenía además que era más pura, y la
pureza implicaba que su estructura era más simple ( señalaba, por ejemplo, que
tenía un sistema de tres vocales en lugar de cinco, o más, como las lenguas
clásicas). Este intento de explicación del cambio lingüístico puede considerarse
una versión particular de la antigua teoría de la corrupción.
12
. Antes que él, Sassetti ,un lingüista italiano, había advertido ciertas correspondencias entre el
sánscrito y el italiano, pero sus observaciones permanecieron inéditas hasta 1855.
donde las consonantes son enteramente iguales, y sólo difieren las vocales,
concluyó que la estructura de las consonantes era por lo general, más
constante y estable que la de las vocales.
Aunque probablemente la denominación sea anterior, a él se atribuye la
denominación de Gramática Comparada, unida a la exigencia de que la
comparación de lenguas se base en la estructura gramatical:
“Sin embargo, el punto decisivo que aclarará todo es la estructura interna de las
lenguas o la gramática comparada, la cual nos dará las soluciones completamente
nuevas sobre la genealogía de las lenguas, de la misma manera que la anatomía
comparada ha esparcido una gran luz sobre la historia natural “. (13)
13
. Schlegel. F. (1837) La langue et la philosofie des Indiens, trad. Francesa, Paris. Pág. 35.
Citada por M. Foucault. (1984) Las palabras y las cosas. Barcelona. Planeta – De Agostini.
Pág. 274.
En primer lugar, Bopp fue quien definió acertadamente la posición del sánscrito,
corrigiendo el error de Schlegel:
“No creo que deba considerarse al griego, el latín y la otras lenguas europeas como
derivadas del sánscrito [...] Me siento más inclinado a considerarlas en conjunto como
variaciones posteriores de una única lengua original, que el sánscrito ha preservado en
forma más perfecta [...] Pero mientras la lengua de los brahmanes nos permite con
mayor frecuencia conjeturar las formas primitivas del griego y del latín [...] éstas últimas
pueden, no pocas veces, aclarar la gramática sánscrita. “ (14)
14
. Citado por Lockwood, W. B. (1978) Filología indoeuropea. Buenos Aires. EUDEBA. Pág. 16
En 1814 se presenta a un concurso convocado por la Academia Danesa de
Ciencia para averiguar el origen de las lenguas germánicas. Su trabajo, que se
llamó “Investigación sobre el origen de la antigua lengua nórdica o islandesa”
fue premiado pero se conoció luego de la publicación de la obra de Bopp (en
1818). A diferencia de Bopp, Rask desconocía el sánscrito y establecía, en
cambio, relaciones entre el latín, las lenguas célticas, bálticas, eslavas y
germánicas, aunque también fundó sus investigaciones en la rigurosa
comparación de la estructura gramatical de las lenguas consideradas.
Su obra aportó una observación de gran importancia al comprobar que a
determinados sonidos de una lengua no se le opone en otra el mismo sonido
sino otro, pero siempre el mismo, y que esta regularidad en la variación no sólo
afectaba a las consonantes sino también a las vocales.
15
. Porzig, W. Op. Cit. Pág. 342.
Esta observación de la primera mutación consonántica del germánico, que
afectó de manera general a lenguas como el inglés, el alemán, el danés y el
sueco, suele considerarse a como la primera formulación de una ley fonética,
conocida como la Ley de Grimm.
Dentro del campo de las lenguas románicas merecen mencionarse los seis
volúmenes de la obra de François Raynouard (1761-1836), Choix des poésies
originales des troubadours (1816 a 1821), en la que se incluyen un conjunto de
Recherches sur l’origine et la formation de la langue romane, una Grammaire de
la langue romane ou langue des troubadours y una Grammaire comparée des
langues de l’ Europe latine.
Raynouard tiene el mérito de haber prestado atención a un terreno poco
explorado hasta el momento, proporcionando la primera descripción de la fase
antigua de una lengua románica, sin embargo, había considerado erróneamente
que el occitano (o lengua de oc) de los trovadores era la primera lengua
románica surgida del latín.
Influido por el método aplicado por Grimm a las lenguas germánicas, fue
Friedrich Diez quien realizó el aporte más conocido al nacimiento de la
romanística.
Diez distribuyó las seis lenguas románicas en tres grupos:
a. rama oriental ( italiano y valaco o rumano);
b. rama sudoccidental ( castellano y portugués) y
c. rama noroccidental ( occitano y francés).
Subsanando el error de perspectiva de Raynouard sostuvo que estas lenguas
derivaban del latín vulgar.
Por otra parte, aunque sólo tiene en cuenta las lenguas con literatura, no
comete el error de Grimm, quien en sus inicios había confundido letras y
sonidos, y establece una clara distinción entre unas y otros. Subrayó a partir de
esto la importancia de los cambios fonéticos, al tiempo que señalaba la
influencia de la analogía en la morfología. Aunque en la actualidad la fonética y
la morfología de Diez sólo tienen un interés histórico, se sostienen que estas
disciplinas fueron fundadas por él en la lingüística románica (16).
El método histórico-comparativo.
16
. Cfr. Camproux, Ch. (1980). Las lenguas románicas. Barcelona. Oikos Tau. Pág. 26
El método comparativo es el que tuvo más temprano desarrollo y representa
quizás la forma más importante de reconstruir el pasado idiomático usado
dentro de este campo de estudio. Como vimos, hacia fines del siglo XVII ya se
habían advertido posibles relaciones entre las lenguas europeas, pero las pocas
hipótesis planteadas antes del descubrimiento del sánscrito no habían sido
exploradas apropiadamente.
La comparación lingüística presupone diferencia de lenguas, pero también
semejanza, pues dos lenguas totalmente extrañas entre sí no plantean el
problema de su relación. Las similitudes y las diferencias pueden observarse
tanto en el léxico como en las formas gramaticales.
Como hemos visto, desde el principio los estudios basados en el método
comparativo se centraron en la investigación de sistemas fonéticos y
morfológicos, que se consideraron más seguros y firmes, frente a la
problemática que planteaba el fenómeno de los préstamos léxicos. En efecto,
dos lenguas en contacto geográfico o cultural, no emparentadas genéticamente,
pueden intercambiar parte de su vocabulario ( por ejemplo, el influjo del árabe
en el romance hispánico, o el de las lenguas eslavas en el rumano), pero es
muy difícil que puedan presentar un alto grado de afinidad en sus estructuras
morfológicas.
La comparación de lenguas implica, entonces, establecer relaciones
sistemáticas de similitudes y diferencias de formas. Los elementos que deben
compararse son morfemas (palabras, raíces, desinencias, sufijos, etc.) que, al
tiempo que cubren contenidos idénticos o semejantes, presentan en la
expresión una regularidad fonológica tal que permite excluir el azar.
Es esta relación regular de las estructuras fonológicas de los signos lo que
permite establecer las familias, grupos y subgrupos de lenguas. Implica una
identidad funcional a pesar de las diferencias con frecuencia considerables, de
sonidos. El grupo -li- del latín filiu- no tiene gran cosa en común con la jota
(aspirante velar sorda) del español hijo, está mucho más relacionado con el
italiano figlio y el portugués filho (que presentan casi la misma pronunciación). Y
si la inicial de la palabra española h-, muda desde hace cientos de años, puede
identificarse con la f- del latín (filius), del francés (fils) y del italiano (figlio) es a
causa de que la misma relación se presenta en otras series de palabras: lat.
folia; esp. hoja; lat. faba; esp. haba; lat. ficum; esp. higo. Es la regularidad de
tales correspondencias permite probar la identidad ( es decir, el origen común)
de palabras como filius , figlio, filho, hijo, fils, etc. (17)
17
. Malmberg. Op. Cit. Pág.108.
El método comparativo permite, de este modo, agrupar las lenguas según el
grado de parentesco genético. Se apoya implícitamente en la idea del carácter
sistemático del lenguaje, en el estudio de cambios similares atestiguados
rigurosamente en otras lenguas.
El primer paso en el desarrollo de la lingüística histórica consistió en la
búsqueda de correspondencias fonéticas uniformes, como las que pueden
establecerse entre el español medieval f- (fijo, fablar) y h-[](hijo; hablar) del
español moderno, correspondencias que son el resultado de un factor de
cambio al que se denomina cambio fonético.
En sentido general el término cambio fonético se utiliza para referirse a las
alteraciones a lo largo del tiempo en la forma fónica de las palabras, ya se trate
de sonidos, fonemas o rasgos suprasegmentales como el acento y el tono, y
puede representar desde un simple cambio en la pronunciación y el tono, sin
efectos sobre el sistema fonológico de la lengua, hasta variaciones en el
número o la distribución de los fonemas. Más específicamente el cambio
fonético se refiere a aquellas transformaciones que afectan a todas las
manifestaciones de un sonido dado o de una clase de sonidos bajo condiciones
fonéticas específicas.
Si el italiano tiene fiore, el español flor y el francés fleur con un contenido
idéntico y si además, el latín conoce la forma flos, flori (florem, acusativo), es
legítimo pretender que las formas romances representan evoluciones en sentido
diferente de la forma de la lengua “madre”.
La comparación histórica de lenguas emparentadas permitió:
1. establecer las correspondencias fonéticas entre éstas;
2. observar los procedimientos mediante los cuales los sonidos se han
alterado en cada una de las lenguas;
3. establecer la historia de cada una de ellas a partir de unas formas
anteriores;
4. reconstruir las formas anteriores de las que proceden las palabras
comparadas de distintas lenguas con un origen común.
18
. Malmberg, B. (1982) Introducción a la lingüística. Madrid : Cátedra. Pág. 222
19
. Saussure, F. de. (1971) Curso de Lingüística general. Bs. As., Losada. Pág.42.
El interés romántico por los orígenes no se limitó al gusto exótico por lo oriental;
también se orientó al medioevo europeo en la búsqueda de las fuentes donde
se conformaron las identidades nacionales.
Esta inclinación llevaría a recopilar gran cantidad de materiales en busca de
‘supervivencias’, ‘reliquias’, ‘antiguas costumbres’, y en particular el registro de
transmisiones orales de relatos tradicionales, como las realizadas en Alemania
por los Hermanos Grimm, y en Francia por J. Perrault. En torno a estos
intereses se comienza a gestarse el embrión de una nueva disciplina, el
folklore, vinculada al vasto campo de estudio de las ciencias sociales: en
principio con la antropología, la etnografía, la arqueología , pero también con la
historia y la sociología, y como todas ellas, influida por la situación cultural,
social, económica y política de la época. Entre los lingüistas empezó a
despertarse el mismo interés por los dialectos, que recién en ahora empiezan a
apreciarse como fuentes para el estudio del cambio lingüístico, en la medida en
que en ellos se pueden hallar testimonios de formas, palabras, rasgos fonético-
fonológicos desaparecidos o nunca observados en las lenguas estandarizadas.
Hasta este momento, el desdén que la modernidad manifestaba hacia la Edad
Media se había extendido a los dialectos, que se consideraban como símbolos
de su pervivencia. Desde el Renacimiento se había desarrollado en numerosas
comarcas europeas, un movimiento lingüístico en favor de una de las
variedades dialectales, que por razones políticas y culturales se oficializó como
lengua nacional y fue adoptada para todos los usos comunicativos, literarios y
culturales alcanzando el prestigio que hasta poco tiempo antes se gozado el
latín (el castellano = español, en la Peníncula Ibérica; el francés en Francia; el
florentino = italiano, en la Península Itálica). El interés hacia estas lenguas
nacionales, orientado a su conservación y regularización y particularmente a
proporcionar modelos y normas de su uso correcto, se realizó a expensas de
los demás dialectos, que quedaron relegados al nivel de idiomas locales y
populares. Así, por ejemplo, la Academia Francesa, fundada por Richelieu en
1637 había asumido la tarea de establecer el vocabulario y la gramática del
francés. Las Academias definían la gramática como el arte de ‘hablar y escribir
correctamente’ y la labor del gramático consistía en describir el ‘buen uso’, que
era el de las personas educadas y los escritores que escriben en la lengua
‘pura’, y preservarlo ‘de todas las causas de corrupción, como la invasión de
vocabulario por palabras extrañas, términos técnicos, populares y expresiones
bárbaras que se crean para satisfacer las dudosas necesidades del comercio, la
industria, el deporte...’.
Los primeros estudios en el campo de la dialectología fueron trabajos
monográficos de descripción de antiguos dialectos supervivientes en regiones
particulares y en pequeñas comunidades.
Esta identidad entre pensar y hablar (‘el concepto adquiere su completud sólo
mediante la palabra y ambos no pueden ser separados’), conlleva la idea de
que son las palabras y su sintaxis las que conforman y determinan los
conceptos. Con esto asume la posición de Hamann en su crítica a Kant: frente a
la idea de una razón ‘pura’, generada en un acto de ‘autoproducción’, en una
síntesis previa al lenguaje, Humboldt afirma que la base de toda racionalidad
está unida al lenguaje.
Al mismo tiempo, cuestiona la idea, tan arraigada desde la antigüedad, de que
la diversidad de las lenguas es sólo una diversidad de envolturas, meras
diferencias de ‘nombres’ de las cosas, de las que nos valemos para
comprenderlas.
“Por la dependencia recíproca del pensamiento y la palabra, resulta evidente que los
lenguajes no son propiamente medios para la exposición de verdades ya conocidas,
sino más bien para el descubrimiento de aquellas todavía no conocidas. Su
20
. En la siguiente exposición de las ideas de Humboldt sigo el tratamiento que plantea Cristina
Lafont en La razón como lenguaje. Madrid. Visor. 1993.
21
. Von Humboldt, W. (1991). Escritos sobre el lenguaje. Barcelona. Ediciones Península.
diversidad no es una diversidad de envolturas y signos, sino de las perspectivas del
mundo mismas ...” (22)
Esta crítica implicaba un rechazo a la idea del lenguaje como ‘instrumento’ para
la transmisión de pensamientos prelingüísticos o para la designación de objetos
independientes de él. El concepto no es una síntesis originaria previa
(ahistórica, trascendente) al lenguaje, sino una síntesis ya realizada en el
lenguaje, inmanente a él. El lenguaje es constitutivo de nuestra comprensión del
mundo y, al mismo tiempo, condición de posibilidad de acceso a lo comprendido
en el mundo.
“Del mismo modo que sin el lenguaje no es posible ningún concepto, no puede haber
tampoco un objeto para el alma, puesto que incluso todo [objeto] exterior sólo obtiene
una esencialidad perfecta para el alma por medio del concepto “ (23)
Por esta vía discute también la hipótesis, tan discutida en su época, acerca de
un ‘origen’ del lenguaje, en la medida en que implicaría pensar en algo/alguien
del que éste pudiera surgir.
“El lenguaje, según mi más profunda convicción, tiene que ser considerado como algo
inscrito en el hombre desde el principio; pues, si se lo considera como un producto de
su entendimiento, ... resulta completamente inexplicable.“ ... Para que el hombre
entienda una única palabra verdaderamente, no como mero estímulo sensible sino
como un sonido articulado que designa un concepto, tiene que poseer ya el lenguaje
completamente y en su sistematicidad. No hay nada aislado en el lenguaje, cada uno
de sus elementos aparece sólo como parte de un todo. Por más natural que resulte la
hipótesis de una formación progresiva de los lenguajes , su invención sólo pudo
suceder de golpe. El hombre sólo es hombre mediante el lenguaje; pero para inventar
el lenguaje, tendría ya que ser previamente hombre”. (24)
22
. Citado por Lafont. C. Op. Cit. Pág. 39.
23
. Ibidem. Pág. 41.
24
. Ibidem. Pág. 41.
“... debido a ello surgen en las palabras con idéntico significado de los diferentes
lenguajes distintas representaciones del mismo objeto y este modo de ser de la palabra
es el que contribuye básicamente a que cada lenguaje ofrezca una ‘perspectiva del
mundo propia’ “ (26)
“Cada lengua impone al espíritu de aquellos que la hablan ciertas barreras, en la
medida en que determina una cierta dirección excluye otras” (27)
25
. Ibidem. Pág. 40.
26
. Ibidem. Pág. 50.
27
. Ibidem. Pág. 44
28
. Von Humboldt, W. Op. Cit.
29
. Cfr. Lafont,C. Op. Cit. Pág. 52
misteriosas de una religión revelada muestra que, aunque con diferentes grados de
éxito, en todo lenguaje es posible expresar toda concatenación de ideas” (30)
El lenguaje no es pues, una suma de palabras, con reglas que las estructuran,
sino que es siempre una fecunda y movediza disponibilidad organizada:
“Su organismo no yace como una masa inerte en lo oscuro del alma, sino que actúa,
determinando como ley, las funciones de la mente, y por eso la primera palabra ya
proclama y anuncia el lenguaje entero”
30
. Citado por C. Lafont. Pág. 53.
31
. Un concepto muy manejado por algunos lingüistas posteriores que apunta a una consideración
formal del lenguaje / las lenguas, y que se relaciona con la idea organicista de que “en el
lenguaje todo está determinado por cada cosa y cada cosa por el todo”. Valverde, en el Prólogo
a los Escritos sobre el lenguaje de W. Von Humboldt, lo señala como un concepto ambiguo y
hasta enigmático, dado que encierra dos sentidos diferentes: a. forma interior del lenguaje:
formalización (más o menos a priori) como forma rectora del desarrollo del lenguaje humano en
sus aspectos y estructuras, a través de los tiempos; b. .forma interior de la lengua: esa misma
forma rectora, pero en cuanto existiera dentro de cada lengua, como si cada idioma estuviera
movido y orientado en su evolución histórica, por una suerte de esquema genético que marcara
el sentido de su evolución. Al respecto, Humboldt sostenía un criterio valorativo según el cual en
sus diversos caminos de evolución, las lenguas mejoran o empeoran. Su criterio se basaba en
la mayor o menor riqueza de las flexiones y formas gramaticales, llegando a poner al sánscrito
como caso de madurez ejemplar, en contraste con el chino, por su yuxtaposición de términos
invariables y monosilábicos: aquél representaría más espíritu, éste más materia.
32
. Ibidem. Pág. 54.
El lenguaje se representa así como un proceso de comunicación, como diálogo:
“El diálogo mutuo, vivo, de intercambio verdadero de ideas y sensaciones es ya en sí,
el centro del lenguaje por así decir, cuya esencia sólo puede pensarse al mismo tiempo
como el sonido y su eco, la apelación y la respuesta, que tanto en sus orígenes como
en sus transformaciones nunca pertenece a uno sino a todos, descansa en la
profundidad solitaria del espíritu de cada uno y, sin embargo, sólo aparece en
comunidad. La idoneidad del lenguaje para el género del diálogo es, por ello, la mejor
piedra de toque de su valor”. (Pág. 55)
Con esto, la intersubjetividad ocupa el primer plano como rasgo definitorio del
lenguaje: es garantizada por el lenguaje pero también es su condición de
posibilidad, en tanto el lenguaje sólo existe en el proceso de habla. Si la
‘objetividad’ no se deriva de una síntesis categorial prelingüística, puede, en
cambio ser garantizada por la intersubjetividad, síntesis que lleva a cabo la
articulación lingüística. (33)
De modo que la articulación lingüística es condición del pensamiento
(dimensión cognitiva) pero conjuntamente, es condición de la intersubjetividad
de la comunicación (dimensión pragmática), que garantiza la objetividad (de la
experiencia).
“...el hablar es condición necesaria del pensamiento, incluso considerando al individuo
en soledad, ... fenoménicamente, sin embargo, el lenguaje sólo se desarrolla en
sociedad, y el hombre sólo se entiende a sí mismo al comprobar tentativamente la
inteligibilidad de sus palabras dirigidas a los otros”
“ El concepto se genera al desprenderse de la móvil masa del representar y se torna un
objeto para el sujeto. Pero no es suficiente que esta escisión se produzca sólo en el
sujeto, la objetividad sólo se consuma cuando el sujeto, que es fuente de la
representación, ve realmente su pensamiento fuera de sí mismo, lo cual sólo es posible
en otro, es decir, en un ser que igualmente tenga capacidad de representárselo y de
pensarlo. Pero entre capacidad mental y capacidad mental el único mediador es el
lenguaje” (34)
33
. Estas ideas abren la posibilidad de tratar la dimensión comunicativo-pragmática del lenguaje,
anticipando desarrollos muy posteriores en autores como G.H. Mead, en las Investigaciones
filosóficas de Wittgenstein, la teoría de la acción comunicativa de J. Habermas. (Cfr. C.
Lafont, Op. Cit.)
34
. Ibidem. Pág. 57. Lafont considera que con esta concepción Humboldt se separa radicalmente
de la concepción clásica del lenguaje como medio (instrumento) del conocimiento
(entendimiento) para copiar el mundo (objeto del conocimiento). En tanto el lenguaje permite la
‘intersubjetividad’ en la relación sujeto-sujeto propia del diálogo, resulta posible la ‘objetividad’
específica de la relación sujeto-objeto propia del conocimiento.
“La palabra tiene, pues, que cobrar esencialidad en un oyente y replicante. Este
prototipo de todas las lenguas lo expresa el sistema de pronombres personales
mediante la distinción entre la segunda y la tercera persona. Yo y él son en y por sí
mismos, distintos en cuanto se piensa en uno de ambos; objetos necesariamente
opuestos entre sí y con los que también queda todo agotado, pues expresado en otras
palabras estos son yo y no-yo. Tú es un él enfrentado a un yo. Mientras que el yo y el
él descansan en la percepción interna y la externa, respectivamente, al tú subyace la
espontaneidad de la elección. Es también un no-yo pero no como el él en la esfera de
todos los seres, sino en una esfera distinta, en la dela acción realizada en común. Al él
subyace, por ello, además del no-yo, también un no-tú y no está enteramente
enfrentado a uno de ellos, sino a ambos. Que esta forma pronominar exista en todas
las lenguas, el hablar presupone por su esencia que el hablante se distinga frente a
aquél, al que apela, de todos los demás. “(35)
35
. Ibidem. Pág. 59.60
LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO. INFLUENCIA DE LAS CIENCIAS NATURALES.
Muchas de las investigaciones lingüísticas de esta segunda parte del siglo XIX
se vinculan con las bases teóricas generales de las ciencias de la época. Se
hace cada vez más importante la influencia del modelo científico representado
por las ciencias naturales y el evolucionismo biológico de Darwin. Los lingüistas
se apoyarían en general en teorías y metodologías elaboradas en este campo
del conocimiento científico, y que encontraron un fundamento epistemológico en
el positivismo.
Este clima intelectual da lugar a una segunda generación de comparatistas,
preocupados fundamentalmente por el rigor científico de sus investigaciones y
por la búsqueda de leyes generales para explicar los fenómenos. Esta
tendencia implicó al mismo tiempo una crítica al movimiento romántico.
Vale pues, distinguir entre el comparatismo y el historicismo de la primera mitad
del siglo, de influencia romántica, surgido de las hipótesis sobre las lenguas
indoeuropeas y poco después, sobre las lenguas germánicas y románicas, y las
preocupaciones de la lingüística evolutiva de la segunda mitad del siglo XIX,
que como veremos, tendieron a acercar la lingüística a las ciencias exactas y
naturales.
Muchos rasgos del pensamiento lingüístico de este siglo deben su filiación a la
influencia de la biología evolucionista.
La noción de ‘evolución’ no era un concepto nuevo pero, con la publicación en
1859 de El origen de las especies de Darwin, se afirma la idea de que el
concepto de ‘evolución’ puede definirse ahora con bases científicas más firmes
basándose en el desplazamiento de la noción de voluntad humana por el
principio de ‘selección natural’. Con la adopción de esta perspectiva mecanicista
se fortalece la concepción de la lingüística evolutiva y se consolida el propósito
de fundar una teoría del cambio lingüístico sobre principios positivistas.
Esta perspectiva fortaleció la búsqueda de ‘leyes’ de evolución que ya venía
haciéndose, pero ahora de una manera más rigurosa, con la intención de
brindar una explicación ‘científica’ positiva a las observaciones realizadas por
los comparatistas.
Al considerar al lenguaje como un dominio de la naturaleza (el ‘cuarto reino de
la naturaleza’ ), los lingüistas se enfrentaron con varios problemas:
a. la lengua se asimila a un organismo natural, y como tal puede sufrir
evoluciones y cambios. Esta noción favorecerá la tendencia a considerar
su organización o constitución interna (la estructura o el sistema) y a la
necesidad de estudiarla en relación con las de otros objetos similares;
b. al ser un objeto natural, la lengua deberá examinarse con las mismas
consideraciones teóricas y prácticas que un mineral, una planta o un
animal, de donde arranca la idea de una observación minuciosa y directa
de las lenguas mediante el empleo de métodos empíricos y la
elaboración de hipótesis que deberán ser comprobadas en su
adecuación con el objeto de estudio.
37
. Más tarde se determinó que la correlación dies day era una falsa etimología: la forma latina
dies deriva de la raíz * dei- ‘brillar’, que aparece en el nombre de la divinidad (sánscrito deva-,
latín deus) y en el nombre del cielo ( sánscrito dyaus); mientras que day procede de una forma
germánica *dagaz de etimologia oscura aunque al parecer relacionada con una raíz que
significa ‘arder’. En el caso de dens dentist , se trata efectivamente de una correspondencia
histórica, pero no puede atribuirse a una evolución fonética regular: la palabra dentist es un
préstamo del latín al inglés, y no el resultado de procesos evolutivos de sonidos originarios.
(Nuñez, S. (1993) Lenguaje e historia. Barcelona. Octaedro. Pág. 17.
conclusiones sobre un tema aún en discusión. Brugmann se separa de la
revista y funda otra, con H. Osthoff, un condiscípulo suyo que acababa de
realizar un trabajo sobre la r silábica. Esta revista, cuyo primer número se
publica en 1878, implica el acta de fundación de este grupo, que tomará para sí
la denominación irónica de Jóvenes Gramáticos:
“... a quienes se denominó jocosamente Junggramammatiker (‘los jóvenes gramáticos’),
según el modelo de la expresión Junges Deutschland (‘Joven Alemania’), que se aplicaba
al movimiento de vanguardia antirromántica y, posteriormente, a varias corrientes de
signo antitradicional. La expresión parece proceder del germanista F. Zarncke, pero la
traducción poco afortunada de G.I. Ascoli, introducirá la moda del término
neogramáticos.“ (38)
38
. Blecua, J.M. (1973) Revolución en la lingüística. Barcelona, Salvat Editores. Pág.49.)
39
. Yllera, Alicia, “Lingüística Histórica”, en: VVAA . (1982) Introducción a la Lingüística. Madrid,
Alhambra Universidad. Pág. 348
latín folia - italiano fol - portugués folha - francés feuille- castellano (mod) hoja
latín melior italiano meglio - portugués melhor - francés meilleur - castellano mejor
sin embargo:
sansc. pitá > gótico fadar > alemán Vater ‘padre’
latín castellano
mtrem > a madre
nnum > a año
bnem > ie bien
plnum > e lleno
plcare > e llegar
vtem > i vid
bnum > ue bueno
ttum > o todo
bccam > o boca
cpam > u cuba
Aceptaban con esto que en los casos en que no se cumple el cambio fonético
expresado por una ley general, aunque se cumplan las condiciones exigidas,
debían explicarse sobre la base de una tendencia opuesta a la ley fonética, pero
igualmente regular.
La analogía la explicaban como un fenómeno psíquico, que se produce por la
asociación mental que establecen los hablantes entre las formas fónicas de las
palabras, lo que llevaría a formar agrupaciones de palabras que se vinculan
entre sí no por su etimología sino por una asociación psicológica. Este
fenómeno se observa frecuentemente en el habla de los niños cuando emplean
formas como decido, escribido, o andó, que siguen los paradigmas regulares,
en vez de las formas irregulares dicho, escrito, anduvo. También es común en
la evolución de los paradigmas verbales, o en conjuntos de palabras que se
relacionan entre sí formando campos léxicos, por ej. los nombres de los días de
la semana. Así :
lat. luna; mercurii
40
. En un próximo trabajo nos proponemos abordar con más detalle el tratamiento del problema
del cambio lingüístico en las diferentes teorías desarrolladas a lo largo de nuestro siglo XX.
lado la dimensión temporal, aunque intentos como los representados por las cronologías
relativas tuvieran como objetivo superar esta falta de historicidad. “ (41)
Este lingüista español, recogiendo los aportes de Eugenio Coseriu, señala que
la regularidad de un cambio supone dos nociones:
1. cuando un sonido, en determinadas condiciones o en todos los casos, altera
su pronunciación, lo hace en todas las palabras en que se encuentra ( lo
que Coseriu llama generalidad intensiva);
2. cuando una innovación se extiende lo hace a todos los miembros de una
comunidad lingüística, de lo contrario se produce una diversificación
dialectal (regularidad extensiva de Coseriu) (42).
La generalidad intensiva puede ser válida una vez que ha culminado el proceso
de cambio, pero durante el período de difusión de una innovación existe un
período de vacilaciones, que puede llevar a que la innovación se imponga antes
o después, o a no imponerse en muchas palabras (ej. en castellano, la
evolución de al + consonante > au > o , por ej. en : saltu > sauto> soto; alteru >
autro> otro; pero en otros casos al + consonante se mantiene, como en altu >
alto). Esto no implica que sea necesario prescindir de la noción de ley fonética;
es suficiente con despojarla de su carácter infalible y con distinguir claramente
los dos momentos del cambio: la innovación y su difusión. (43)
41
. Nuñez, S. ( 1993). Lenguaje e historia. Barcelona. Ediciones Octaedro. Pág. 116.
42
. Coseriu, E. (1973). Sincronía diacronía e historia. Madrid. Gredos. Pág. 90.
43
. Este tema ya había sido considerado por F. De Saussure y está ampliamente desarrollado en
Coseriu, E. Op. Cit..
44
. En términos de Anderson, un modelo es: "un constructo teórico ... un objeto abstracto que no
depende de la naturaleza de los elementos lingüísticos o de su interpretación lingüística . "(Op.
Cit. pág. 286).
celta itálico
báltico eslavo iranio indio
germánico balto italo-
eslavo- celta griego
indo-iranio
eslavo-germánico
ario- griego- ítalo - céltico
Indoeuropeo común
45
. Idem, 287
de elementos de formas y de vocabulario de tal tipo que la noción de
parentesco pierda su sentido. Entre las familias de lenguas del mundo no todas
se prestan a una clasificación genética común. ( 46)
46
. Op. Cit. Pág. 111.
innovador distinto desde el que las "ondas" se extienden en diferentes
direcciones. Esto permite explicar mejor las relaciones de contacto entre
lenguas vecinas y aún de cierta lejanía.
Como desventaja del modelo, Anderson señala que el modelo queda
demasiado ligado a la distribución geográfica (relaciones espaciales) entre las
lenguas, sin tener en cuenta los cambios que introduce la dimensión histórico-
social en la variación lingüística.
ALGUNAS DERIVAS.
47
. Eco, U. Op. Cit. Pág. 95.
48
. Francisco Villar sostiene que “el problema dista mucho de estar resuelto y aun continúan
apareciendo partidarios de cualquiera de ellas, aunque en general parece haber prevalecido la
opinión a favor de un emplazamiento europeo”. Villar, F. (1971) Lenguas y pueblos
indoeuropeos. Madrid. Istmo. Col. Fundamentos. Pág. 40-1.
Asia en épocas prehistóricas y en las primeras fases históricas, reemplazando,
dominando o empujando ante ellos a poblaciones autóctonas previas.
Aunque en el fondo del entusiasmo historicista del Romanticismo se movía la
fascinación por la búsqueda del origen, el desarrollo de estas ideas fue
perfilando la representación ideológica de la primacía de la civilización de los
‘arios’, nombre que en realidad identificaba a uno de los grupos indoeuropeos,
el indoiranio, cuyos componentes se llamaban a sí mismos arya (= señor). Y las
derivas perversas que llegaron a alcanzar estas ideas se pueden vislumbrar en
las palabras del lingüista Adolphe Pictet, citado por U. Eco:
“ En una época anterior a todo testimonio histórico, que se pierde en la noche de los
tiempos, una raza destinada por la providencia a dominar un día sobre todo el
mundo, crecía poco a poco en la cuna primitiva que era preludio de su brillante
porvenir. Distinguida sobre todas las demás por la belleza de su sangre y los dones
de la inteligencia, en el seno de una naturaleza grandiosa y severa, que cedía sus
tesoros sin entregarlos fácilmente, esta raza estuvo destinada a la conquista desde el
principio ... Una lengua en la que se reflejaban espontáneamente todas sus
impresiones, sus dulces afectos, sus admiraciones ingenuas, pero también sus
impulsos hacia un mundo superior; una lengua llena de imágenes y de ideas
intuitivas, que contenía la semilla de todas las futuras riquezas que una magnífica
expansión de la poesía más elevada y del pensamiento más profundo”. ... ¿No
resulta quizá curioso ver que los aryas de Europa, tras una separación de cuatro o
cinco mil años, se encuentran en un inmenso recinto con sus hermanos
desconocidos de la India, les dominan aportándoles los elementos de una civilización
superior, y encuentran en ellos los antiguos título de un origen común? “ (49)
49
. Pictet, A. (1859-1863) Les origines indoeuropéenns ou les Aryas primitifs. Citado en Olender,
M. (1989) Le lingue del paradiso. Il Mulino. Bolonia. Pág. 130-139. Conviene aclarar que,
aunque se intentó asociar también con la idea de raza, la noción de ‘indoeuropeo’ tiene un
carácter exclusivamente lingüístico y surgió precisamente de los estudios sobre el parentesco
lingüístico, en virtud de los cuales se llegó a pensar que existían relaciones entre los pueblos que
hablaban esas lenguas. Aun ahora, el único criterio válido para clasificar cualquier grupo humano
como perteneciente a la familia indoeuropea sigue siendo el hecho de que el grupo en cuestión
hable una lengua indoeuropea.
50
. Eco, U. Op. Cit. Pág. 95-96.
Otra deriva que merece mencionarse, esta vez en honor a los esfuerzos de los
lingüistas del siglo XIX, es la consideración que de su obra hace Michel
Foucault en Las palabras y las cosas. En esta ‘arqueología de las ciencias
humanas’, Foucault plantea la discontinuidad que se produce en el pensamiento
en los últimos años del siglo XVIII que deshace la positividad del saber clásico
provocando mutaciones imprevistas en el modo de percibir, describir, enunciar,
caracterizar y clasificar las cosas. En el plano del lenguaje, la gramática
comparada, al centrar el interés en la dimensión de lo gramatical puro:
“el ‘mecanismo’ interior de las lenguas que determina no sólo la individualidad de
cada una de ellas sino también sus semejanzas con las otras: es este mecanismo,
portador de identidad y de diferencia, signo de vecindad, marca de parentesco, el que
va a convertirse en soporte de las cosas” (51)
51
. Foucault, M. Op. Cit. Pág. 232.
52
. Ibidem. Pág. 231.
53
. Ibidem. Pág. 275.