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José Adolfo Arias-Mufioz UNA TEORIA DEL LENGUAJE EN SAN AGUSTIN Y EN SANTO TOMAS * * Comunicacién presentada al Congreso Internacional conmemorativo del VIT Centenario de Sto. Tomdés (Roma-Népoles 1974). Arduo problema el que hemos escogido para la presente investi- gacion. Arduo por sus implicaciones no sélo filosdficas, sino sobre todo teolégicas. No vamos a, realizar, desde luego, un desarrollo teol6- gico del problema, no somos tedlogos para ello, sino que vamos a reflexionar filoséficamente acerca de un problema que, por otro lado, es muy actual: el problema del lenguaje. Efectivamente, si nuestra 6poca filos6fica se distingue por algo es por dejar a un lado la his- toria de las ideas para recoger las ideas “en” la historia. Es decir, hasta ahora se venia haciendo, mal que bien, una historia de las ideas, una historia de la filosofia, Todas las investigaciones tenian como objetivo una mejor comprensibilidad del autor que se trataba. La historia de la filosofia era un auténtico cementerio de personajes y de ideas que se desenterraban constantemente con un cierto afin erudito. Nuestra época, falta de ideas y sobrada de técnica, tiende de nuevo al pasado para recoger de él lo que de permanente existe en sus reflexiones, para recoger de él esos valores eternos que pervi- ven a los acontecimientos contingentes de la historia. Hoy, el orgullo de ser hombres de la era espacial, destinado a las observaciones su- perlejanas, impide que nos introduzcamos en la cercania de nosotros mismos. Hoy, el orgullo de ser hombres de la época de la celeridad, nos hace incapaces de salvar la minima distancia del pensamiento al corazén, Hoy, el orgullo de nuestra avanzada tecnologia, acom- pafiada de un marcado historicismo, nos impide ver la validez de unas ideas que siguen perviviendo, mas o menos ocultas, en la re~ flexion humana. El lenguaje es un hecho, quizis el hecho mas inmediato de la realidad humana. Mas atn, el lenguaje es uno de los elementos de Ja condicién humana. Por el lenguaje el hombre acttia como hom- bre. Este problema ha sido objeto de andlisis directo por San Agustin, menos directamente —aunque no por ello no sea explicitamente tra- tado— por Sto. Tomas. En ambos se encuentra el mismo objetivo final: el lenguaje del hombre proyectado a la divinidad. Nuestro an4- lisis, de vision rapida y de conjunto, requiere un ulterior desarrollo que no desdefiamos para otra ocasién. La brevedad espacial requiere 72 JOSE ADOLFO ARIas-MUNOZ exactitud y concisién en la expresién, pero la exactitud y la con- cision no estén refiidas con la insercién de estos pensadores en la tuacion, nuestra situacién intelectual de hoy. Una exposicion apa- rentemente histérica requiere de una insercién del que reflexiona en el pensamiento del que se parte. Esta es nuestra postura y esta es la guia de la presente investigacion. A. Concepto y finalidad del lenguaje. En 8. Agustin es facil encontrar cuél es su concepcién del len- guaje. En éste, nos dice, se nos muestra la obra de la razén y se re- laciona con las artes, siendo el vinculo que nos une a los demas fundiendo nuestros pensamientos con los de ellos’. El texto nos muestra ya una consideracién del lenguaje como mera técnica, es decir, como medio, esencial desde luego, a través del cual Ia razon ejerce su actividad. Practicamente el lenguaje es el vehiculo real de 1a comunicacién. Hablo de vehiculo real por no sefialar la ligazon existente entre el lenguaje y la corporalidad. La verdad es que esta idea, aparentemente contempordnea, la podemos encontrar perfec- tamente expresada en las tesis agustinianas: “Por eso vio la nece- sidad de poner vocablos a las cosas esto es, fijar sonidos que tuviesen una significacion, y asi, superando la imposibilidad de una comunica- cion directa de espiritu a espiritu, se valié de los sentidos como inter- mediarios para unirse con los otros?. Ahora bien, habria que sefialar que, pese a esta ligaz6n del lenguaje a la corporalidad, el lenguaje en §. Agustin nos viene expresado como siendo un cierto envoltorio del pensamiento. Técnicamente hablando, el lenguaje no sera otra cosa que la expresidn externa de la idea ante “la imposibilidad de una comunicacién directa de espiritu a espiritu”. Por ello, para la ora- cion no se necesita de locucién, nos dice en el De Magistro, salvo en cl caso de los sacerdotes que expresan sus pensamientus con pala- bras, pero no para que las oiga Dios, sino los hombres? Lo que indica, por otro lado, una radical exterioridad del lenguaje 0 lo que, con un planteamiento mucho mAs moderno, podriamos denominar su transcendencia. Como técnica, el lenguaje es algo adquirido. Ciertamente, S. Agus- tin habla en multiples ocasiones de la convencionalidad del lenguaje. Nos dice que importa mucho saber, que los hombres pudieron por un pacto de convivencia establecer un sistema de sonidos para co- municar entre si sus pensamientos‘, pero no menos cierto es que 1. De Ordine, It, 12, 35. 2. Ibid. 3. De Magistro, 1, 2. 4. Carta 102, 10. UNA TEORIA DEL LENGUAJE EN SAN AGUSTIN Y SANTO TOMAS 13 tal convencionalidad no va tanto con el lenguaje como lo que podria- mos denominar la lingiiistica. En cierto modo habla ya de ello en el tratado De Ordine donde nos sefiala: “La razén advirtio los diversos sonidos mediante los cuales hablamos y dan lugar a la escritura, y unos piden una moderada apertura de la boca con el fin de que se produzean con limpieza y facilidad, sin colisién; otros se emiten con diferentes comprensiones de los labios para producir el sonido, los ultimos, finalmente, deben reunirse a los primeros para su forma- cion. Y asi, segun el orden en que se ha expuesto, los llamé voca- les, semivocales y mudas. Después combiné las silabas, y luego agrupé- las palabras en ocho clases y formas, distinguiendo con pericia y sutileza sus movimientos, integridad y enlace. Y estudiando la ar- monia y medidas, aplicé su atencion a las diversas cantidades de las palabras y silabas; y, advirtiendo que en la pronunciacién de unas se requiere doble espacio de tiempo que en otras, clasificé las silabas en largas y breves, y, organizandolo todo, lo redujo a reglas fijas’’ >. Ciertamente, para S. Agustin, el lenguaje cotidiano se sirve de las estructuras de la lingiiistica y, esto es un elemento conven- cional. Pero esté muy claro para S. Agustin que el lenguaje se aprende en contacto directo con la realidad a través de la expe- riencia de lo significado con las palabras. S. Agustin ya entrevié lo que la moderna psicologia infantil del lenguaje ha resefiado, primero Ja experiencia y luego la palabra. Lo dice muy claramente en las. Confesiones: “Como aprendi a hablar, lo adverti después. Cierta- mente no me ensefiaron esto los mayores, presentandome las palabras. con un cierto orden y método como después me ensefiaron las letras; sino yo mismo, con el entendimiento que tu me diste, Dios mio, al querer manifestar mis sentimientos con gemidos y voces varias y diversos movimientos de los miembros; a fin de satisfacer mis deseos. y ver que no podia todo lo que yo queria, ni a todos los que yo queria. Asi pues, cuando éstos nombraban alguna cosa fijabala yo en la memoria y, si al pronunciar de nuevo tal palabra movia el cuerpo hacia tal objeto, entendia y colegia que aquel objeto era el denomi- nado con la palabra que pronunciaban cuando lo querian mostrar”. Si a este texto agustiniano le trocamos unas palabras por otras, poco o nada cambiaria la tesis agustiniana de las defendidas mo- dernamente, e investigadores nada agustinianos, por desconocerio, no dudarian en afirmar lo dicho anteriormente por 8, Agustin. Tales. expresiones podrian ser: “yo mismo con el entendimiento que ta me diste, Dios mio”, que podria cambiarse perfectamente por la capa- cidad simbélica o comportamiento simbélico de una persona nor- 5. De Ordine, U1, 12, 36. 6 Confesiones, I, 8, 13. 4 JOSE ADOLFO ARIAS-MUNoZ mal tal y como viene explicitado por K. Goldstein en su teoria de la afasia o por Merleau-Ponty en su Estructura del comportamiento. ‘Todo ello muestra una vez més como, para 8, Agustin, el lenguaje, ligado a la corporalidad, es la expresion de los intereses naturales jhumanos, y es que, para S. Agustin, “los movimientos del cuerpo son como las palabras naturales de todas las gentes y se hacen con el rostro y el guifio de los ojos, con una cierta actitud de los miembros y de la voz y que indican los afectos del alma para pedir, retener rechazar o huir de alguna cosa””’, Por ello podemos decir que el len- guaje es una forma de comportamiento humano y que no se reduce exclusivamente a la voz, aunque ésta sea su forma més tipica, sino que alcanza a la expresividad de los gestos, siempre manifestantes de la actitud de la interioridad segtin el decir agustiniano. De esta manera, encontramos una doble consideracién del len- guaje en S. Agustin. Por un lado, observamos el lenguaje-técnica, por otro, el lenguaje originario. Ambos se dan de la mano en la rea- lidad humana y confluyen en la finalidad propia del hablar: ensefiar © despertar el recuerdo® o, lo que es lo mismo, en la comunicacién. Encontrar una definicién del lenguaje, asi como su finalidad, en la filosofia de Sto, Tomds, es algo mds complicado que en S. Agustin. Casi todas sus referencias al lenguaje se dirigen al problema de la divinidad. Pocas veces he encontrado que se haga alusion al lenguaje ala manera como lo hace S. Agustin. De todas formas, puede entre- verse, a raiz de algunas consideraciones del De regimine principum y en algunas partes de la Summa Theoldgica y en los comentarios a los Peri Hermeneias aristotélicos, que el lenguaje es la manifestacién externa de la interioridad del sujeto, lo que, en principio, le pondria en concordancia con el pensamiento agustiniano. En el De regimine principum. Sto. Tomas parte de la consideracién de la sociabilidad humana, distinguiéndola de esa cierta sociabilidad de los animales y pone el lenguaje como la caracteristica funda- mental del hombre. El lenguaje es el vehiculo que permite un mejor aprovechamiento del trabajo humano. Propio de los hombres, nos dice, es el hablar, mediante lo cual, pueden explicar sus conceptos totalmente. El hombre es més comunicativo para otro que los ani- males que andan y viven juntos®. Con ello se nos sefiala el doble aspecto de la inmanencia y trascendencia del lenguaje. Con otras palabras, el lenguaje, algo inmanente al sujeto, es el vehiculo de su trascendencia, Algo semejante vuelve a resefiar tanto en la Summa Theologica como en los comentarios a los Peri-Hermeneias, En la 7. Ibid. 8 De Magistro, 1, 1. 9. De Regimine Principum, 1, cap. 1. ‘UNA TEORIA DEL LENGUAJE EN SAN AGUSTIN ¥ SANTO TOMAS 5 Summa Theologica, nos dice: “En el propio hombre ocurre, como todos lo saben, que, apenas concibe algo en el coraz6n, empieza en el mismo instante a hablar, y, si en el wltimo momento en que deja de hablar, hay alguien que comprende lo que digo, puede asentir a ello, cosa que se observa sobre todo cuando se trata de los primeros principios que ‘cada cual aprueba apenas los ha ofdo” ®, En los comentarios a los Peri-Hermeneias hace hincapié en este mismo punto y sefiala que la comunicacién a través de voces signi- ficativas es propio de la naturaleza politico social del hombre ". De todo ello puede deducirse que, aunque no haga muchas refe- rencias explicitas a la ligazén existente entre lenguaje y corporalidad, su presuposicion no es incorrecta ni contradictoria, al contrario, pien- so que es algo latente, si tenemos en cuenta el realismo de la filosofia del de Aquino. B. El signo y la significacién como elementos constituyentes del lenguaje. Para S. Agustin signo es “todo lo que se emplea para dar a co- nocer alguna otra cosa”, El signo es, pues, algo intermedio entre Ja cosa misma y el sujeto, y lo que posibilita la relacin, en la pereep- cién entre el sujeto y el objeto de la misma. Por eso, en el De Ma- gistro sefiala que se Naman signos “a todas las cosas que significan algo” 8, Ahora bien, ges lo mismo el signo que la significacion? Si tenemos en cuenta la divisidn que de los signos realiza en el tratado De Doctrina Cristiana, fécilmente puede verse que no. Alli distingue entre signo natural, “aquéllos que sin eleccién ni deseo alguno hace que se conozcan mediante ellos otra cosa fuera de lo que en si.son” ¥, y signo convencional, “aquéllos que mutuamente se dan todos los vi- vientes para manifestar, en cuanto les es posible, los movimientos del alma” 5, El signo natural, por tanto, seria —en el lenguaje feno- menolégico— un signo indicativo, que no siempre es significativo. Por ejemplo, y S. Agustin lo sefiala, la huella impresa del animal que ha pasado por un lugar es una sefial del paso del animal, pero no 10. Summa Theologica, I, a. 63, a, 8, ad 1. 11. “Et si quidem homo eset naturaliter animal solitarium, sufficerent sibi animal passiones, quibus ipsis rebus conformaretur, ut earum notitiam in se haberet; sed quia homo est animal naturaliter politicum et sociale, necesse fuit quod conceptiones unius hominis innotescerent allis, quod fit per vocem; et ideo necesse fuit esse voces significativas ad hoc quod homines ad invicem conviverent” In Libros Peri Hermeneias et postericrum analyticorum expositio, I, 1, 2, 12). 12. De Doctrina Cristiana, I, 2, 2. 13. De Magistro, 4, 9. 14. De Doctrina Cristiana, I, 1, 2. 15, Ibid, I, 2, 8. 76 JOSE ADOLFO ARIAS-MUSoZ tiene ningin significado, de la misma manera que el rostro airado o triste demuestra la afeccién del alma, aunque el que se halle airado 0 triste no quiera significarlo. Esto mismo lo encontramos en la pri- mera de las Investigaciones Logicas de Husserl, cuando nos habla de las sefiales “que no expresan nada salvo que, ademds de la funcién indicativa, desempefian una funcidn significativa” 6, La significacién supone algo mds que la mera indicacidn, supone una cierta aportacion del sujeto. Sobre este punto, la definicién del signo convencional lo aclara: a través de los cuales los sujetos mani- fiestan, dentro de lo que les es posible “los movimientos del alma”. Los signos convencionales son pues, para 8. Agustin, signos expresi- vos, por utilizar la terminologia fenomenolégica. Efectivamente, si observamos el concepto de expresién que Husserl da en las Inves- tigaciones Légicas, podremos observar el paralelismo entre el signo convencional agustiniano y la expresién significativa husserliana, Ved- moslo en estos textos paralelos: S. Agustin “Los signos convencionales son los que mutuamente se dan todos los vi- vientes para manifestar, en cuanto Jes es posible, los movimientos del alma, como son las sensaciones y los. pensamientos, No tenemos otra razon para sefialar, es decir, dar un signo, sino el’sacar y trasladar al énimo de otro lo que tenia en el suyo aquél que dio tal Sefial” ”, Husserl “Todo discurso y toda parte de discurso, asi como todo signo que esencialmente sea de Ja misma es- pecie, es una expresidn; sin que im- porte nada que el discurso sea ver- daderamente hablado o no. Exclui- mos los gestos y ademanes de que acompafiamos nuestros discursos in- voluntariamente y, desde luego, sin propésito comunicativo; y excluimos también aquellos gestos y ademanes en que, atin sin discurso concomi- tante, cl estado animico de una per- sona recibe una expresién compren- sible para quienes le rodean. Estas exteriorizaciones no son expresiones en el sentido de discurso; no estén, como las expresiones, unidas en uni- dad fenoménica con las vivencias exteriorizadas en la conciencia del que las exterioriza; en ellas no co- munica uno a otro nada; al exte- riorizar estas manifestaciones, fal- tale al sujeto la intencién de pre- 16, Husserl, Investigaciones Légicas, trad. M, Garcia Morente y José Gaos, Madrid, Rvta. Occidente 1967, I, p. 315. 1. De Doctrina Cristiana, I, 2, 3. ‘UNA TEORIA DEL LENGUAJE EN SAN AGUSTIN ¥ SANTO TOMAS 7 sentar unos “pensamientos” en modo expresivo, ya a otros, ya a si mismo, en cuanto se halla solo consigo mis- mo. En suma esas tales expresiones no tiene propiamente significa- cig” 8, Con todo ello, y en principio, no hay identidad entre signo y significacion, pero, en el lenguaje —en su doble funcién de ensefiar y despertar el recuerdo— el signo siempre es significativo, de lo con- trario, no se Ievaria a cabo esa doble funcién y, por lo tanto, im- posibilitaria la comunicacién. Es en este punto donde entra en juego otro de los aspectos a des- tacar de lo que denominamos la filosofia del lenguaje en S. Agustin. Se trata aqui del ambito de la referencia de las significaciones 0, con otras palabras, de su aspecto semntico, Podemos darnos cuenta de que, si para S. Agustin signos son “todas las cosas que significan algo”, y esta significacion es indicativa del objeto, y expresiva de la relacion sujeto-objeto, entonces, podemos decir que la significacion es siempre referencia a. Esta referencia a lo es respecto de la cosa a la que denomina significable, que no es més que aquellas cosas que pueden significarse con signos y no son signos”®, Es decir, las cosas en si mismas no son signos de nada, y con los signos design >mos y hacemos referencia a las cosas. Asi considerado, los signos serian representativos de las cosas, de la misma manera que el pronombre representa al nombre. Ello indica que el signo podria, por un lado, hacer presente lo ausente, y, por otro, patentizar, indicar lo presente. Todo esto refleja claramente la distincién entre el signo y lo expresado con el signo, al mismo tiempo que también presentaria la distincion entre la significacién y lo significado, asi como la dependencia de la significacion, respecto a la percepcién de aquello que se significa, De una manera clara lo expone 8. Agustin en el De Trinitate: “Si alguien oye un sonido desconocido, por ejemplo, el de una palabra cuyo sig- nifieado se ignora, anhela conocerlo, esto es, desea conocer el objeto de- signado por dicho sonido. Supongamos que oye la palabra Temetum y, en su ignorancia, preguntaré qué significa. Es necesario que sepa ya que es un signo, es decir, no un vacuo sonido, sino pleno de sig- nificacion... Si alguien conociera tan sélo la existencia de esta pa- labra e ignorara que era signo de alguna realidad, suspenderia su busqueda contento ya con su percepcién sensible. Pero como conoce ya no s6lo que es palabra, sino también signo, anhela su conoci- 18. Investigaciones Légicas, I, p. 323. 19. De Magistro, 4, 8. 18 JOSE ADOLFO ARIAS-MUAOZ miento perfecto. Ningtin signo se conoce perfectamente, si se ignora de qué es signo”™. Todo ello abunda en lo anteriormente mencionado con los textos paralelos de S. Agustin y Husserl. El signo es tal, en cuanto signo significativo, si dice una referencia al objeto signado. Evidentemente esto muestra no una idealidad de la significacién, sino un realismo de la misma y, el papel del signo en cuanto tal, se reduce a la repre- sentatividad de lo significado, como expresa claramente en el De Magistro, El tema, del signo y la significacién aparece de forma mds explicita en. el pensamiento de Tomas de Aquino que el problema de una de- finicién del lenguaje y de su finalidad, aunque, como hemos podido apreciar, no es absolutamente marginado, Al igual que para S. Agustin, el signo es también algo intermedio entre la cosa y el sujeto, como sefiala en la Cuestion disputada De Veritate, “signum, propie loquendo, non potest dici nisi aliquid ex quo deveniatur in cognitionem alterius quasi discurrendo” ”. Por lo tanto, el signo siempre significa algo, pero, al igual que para S. Agustin, no es lo mismo signo que significacién. También para Sto. Tomés, la significacidn supone algo mds que la mera indicacién, supone una aportacion del sujeto, la auténtica significacion es, fundamentalmente expresién. De ahi la distincién que realiza, recogiéndolo de Aristételes, entre signo natural y convencional, donde, si bien el signo natural, lo mismo que para S. Agustin, refleja la presencia del hecho, lo indica, sin embargo no siempre es significativo si le falta la intencion co- municativa. En tanto que el signo convencional, que en si mismo con- siderado carece de significacién como tal, la adquiere por el poder comunicante de la raz6n, “Voces autem ille —nos dice— que na- turaliter significant, sicut gemitus infirmorum et alia huiusmodi, sunt eadem apud omnes”. A simple vista, esto pareceria lo idéneo para una auténtica comunidad lingilistica, pero, en realidad, falla en el elemento fundamental de la comunicacion. La comunicacién sdlo es posible cuando entre los comunicantes se intercambia alguna consi- deracién desconocida para el otro y le permite tomar conciencia de lo nuevo que se le aparece. Falta la comunicacién cuando entre los co- municantes existe una unidad de experiencia, por ello puede decirse que la comunicacién aparece con la convencionalidad lingitistica que presenta signos significativos que tratan de expresar el caudal de la experiencia individual. El signo, convencionalmente tratado, si bien proporciona la separacién y diversidad de lenguas, también propor- 20. De Trinitate, X, 1, 2. 21. De Magistro, 2, 3. 22. De Veritate, q. 9, a, 4 ad 4. 23. In libros Peri-Hermeneias, 1, 1, IL, 18. UNA TEORIA DEL LENGUAJE EN SAN AGUSTIN ¥ SANTO TOMAS 19 ciona el medio para la explotacién del trabajo humano, como sefia- lara en el de Regimine Principum. La aportacién que en el émbito de la significacién realiza la in- tencionalidad del sujeto se plasma también en el a4mbito de la refe- rencia. El signo hace referencia o se cumple en aquello de lo que es signo. Bajo este aspecto, el signo es representativo del objeto y es la expresién del verbo mental. Con todo ello, puede apreciarse también una distincién entre la significacion, que pertenece al ambito de la logica, y lo significado, asi como la dependencia que la significacién posee respecto de la percepcién de aquello que se quiere significar con el signo. Con otras palabras, el lenguaje, expresién a través de signos, es siempre posterior a la experiencia de lo percibido, lo que indica que la comunicacidn (intereambio de significaciones) tiene a la base la misma experiencia sensible y, por lo tanto, se establece una unién entre lenguaje y corporalidad. ©. La palabra como signo. Distincién entre palabra hablada y la palabra hablante, Ante la imposibilidad de una comunicacién directa de espiritu a espiritu, deciamos més arriba tomandolo del tratado De Ordine, el hombre tuvo la necesidad de poner vocablos a las cosas, asi surgieron las palabras. La palabra, pues, es el intermediario inmediato de nuestra relacién con los demds. Si el lenguaje se expresa, al menos en su forma mds tipica, bajo la forma de palabras, hemos de exa- minar el sentido de éstas, si queremos plantearnos de manera com- pleta el problema del lenguaje en las filosofias de S. Agustin y Sto. Tomas. Varios sentidos posee la nocién de palabra en la filosofia agusti- niana. Con frecuencia hallamos una definicidn referida al aspecto fisico o sensible de la palabra, a su exterioridad: “Palabra es el so- nido articulado silabicamente en el espacio y el tiempo, bien lo mo- dulen los labios, bien quede recatado en nuestro pensar”*, Pero si la palabra se limitara a ser en’su formulacién fisica, entonces, como sefialéramos en otro texto anterior, con su percepcién estarlamos més que satisfechos. Indudablemente, la palabra es sensible, pero la palabra no es sdlo sensible, la fisica de la palabra nos remite al fenémeno de Ja misma. Es decir, con la palabra hace su aparicién una conducta, reflejéndose con ella toda una actividad de comuni- cacién, digamos que la fisica de la palabra nos remite a la significa~ cién de la misma. Ello nos indica que, en S. Agustin, bajo el signo se 24. De Trinitate, X, 1, 2. 80 JOSE ADOLFO ARIAS-MUNOZ encuentra siempre la significacién del mismo, con lo cual la palabra, que es signo, no se reduce a su mero aspecto de sefial, sino que leva consigo el tesoro de su significacién: “todas las cosas que se confieren con la articulacién de la voz significando algo, se aman palabras” *. Con ello se quiere indicar que, para S. Agustin, la pronunciacién de una palabra y la audicién de la misma apuntan siempre hacia al- guien, Es decir, la finalidad tipica de la palabra es comunicar, comu- nicacién que se desarrolla en el doble aspecto de “ensefiar o despertar el recuerdo en nosotros 0 en los demas”. Ante este aspecto comunicativo de la palabra, cabe hacer una distincion entre palabra hablada y palabra hablante, Si la primera corresponderia al aspecte fisico de la palabra o a su pronunciacién, la segunda seria la que traspasaria el pensamiento de uno a otro. La primera seria un mero estimulo sensible que podria, en el ultimo de los casos, mover al hombre a la busqueda del significado. La se- gunda seria siempre significativa, pues seria siempre expresién de nuestro pensamiento, de nuestra vida interior. éPodria decirse que se establece una dualidad de palabras, reflejo de una dualidad de la misma realidad humana, del hombre interior y exterior? Evidentemente los textos agustinianos favorecen esta in- terpretacién dualista, pero no menos cierto es que la palabra, ma- nifestacién externa, debe ser reflejo de la idea o del pensamiento, ya que en Ja comunicacién no son las palabras las que se entrecruzan entre los interlocutores, sino los pensamientos. De ahi, la distincién entre palabra externa (hablada) y palabra interna (hablante). La palabra hablada es el estimulo para despertar el recuerdo, la ha- blante no despierta el recuerdo, comunica directamente. Esta ultima es la que se encuentra de manera inmediata en la meditacién, de manera mediata se encuentra también en la comunicacién con los hombres, como siendo el contenido de la palabra pronunciada fisica~ mente por los hombres. La palabra hablada debe, pues, dejar paso a la palabra hablante y comunicativa. Por ello en la oracisn, —recogia- mos més arriba— no se necesita de locucién, ya que en la oracién hay comunicacién directa con Dios. Es evidente que toda palabra es un signo y el signo es indicatiyvo de algo de lo cual es signo. La palabra, para Sto, Tomds es —todos Jo saben— expresién de la mente, de la misma manera que las pa- labras escritas lo son de las palabras habladas. En la cuestién dis- putada De Veritate hace referencia a este punto, asi como en la cuestion disputada De Potencia *. 25. De Magistro, 4, 9. 26. En el De Veritate nos sefiala: “In nobis enim locutio dicitur ipsa mani- festatio interioris verbi quod mente concipimus” (q. 9, a. 4). En De Potentia vuelve @ sefialar: “Sed sciendum quod significatio nominis non inmediate refertur ad ‘UNA TEORIA DEL LENGUAJE EN SAN AGUSTIN ¥ SANTO TOMAS 81 Todo ello nos permite poder hablar también del doble aspecto de la palabra en hablada y hablante, donde la significacion se daria, también, en el plano de Ja palabra hablante que seria expresién de la interioridad, permitiendo 1a comunicacién, como sefiala en De Veritate ”, D. Consideracion final El hombre, social por naturaleza, necesita de la comunicacién y ésta se realiza por el lenguaje. El lenguaje es un vehiculo artificial, un elemento sensible que permite el paso de los pensamientos y ex- Pperiencias individuales de uno a otro interlocutor. Ello, evidente- mente, leva consigo una doble consideracién del lenguaje, el len- guaje-técnica o instrumento que, en si mismo considerado, carece de toda significacién. La significacién, 0 indicacién inherente a toda significacion, de las palabras, que levan consigo una aportacién del sujeto, y encierran una intencionalidad, una referencia objetiva por parte del sujeto. Esta referencia objetiva es lo comunicado y no consiste en otra cosa que en la experiencia vivida del sujeto, respecto de la realidad percibida. En S. Agustin, con el lenguaje expreso (co- munico) la experiencia interna de lo percibido externamente, lo mis- mo en Sto. 'Tomés. La distincién entre lenguaje hablado y lenguaje hablante, no son dos tipos de lenguaje, sino dos funciones de un mismo lenguaje. En realidad, la distincién sélo se encuentra respecto de los hombres, que necesitan de lo sensible, pero no en nuestra relacién con Dios, con quien comunicamos en el silencio de la palabra. Por lo tanto, no creo que pueda hablarse de dos tipos de palabras, externa e interna, sino de una sola. La razén es muy clara, a mi parecer, la palabra externa es un sin-sentido sin la palabra interior. Es decir, la palabra externa adquiere su razén de ser en la comunicacidn, cuando es siempre representacion del significado que quiere comu- nicar, De todas formas, cabe hacer, una distincién entre S. Agustin y Sto. Tomas. Si bien ambos mantienen puntos comunes en torno al problema del lenguaje, la verdad es que la consideracién agustiniana se enlazaria mds con una orientacién fenomenoldgico-existencial, mientras que la de Sto. Tomas es excesivamente formalista y se halla orientada hacia el problema de la relacién predicativa. El lenguaje humano es mds y mejor tratado por S. Agustin que por Sto. Tomas. rem, sed mediante intellectu: sunt enim voces notae earum quae sunt in anima passionum et ipsae intellectus conceptiones sunt rerum similitudines” (q. 7, a. 6). 21. “Locutio igitur propie est qua aliquis ducitur in cognitionem ignorati, per hoe quod fit ei praesens quod alias erat sibt absens; sicud apud nos patet dum unus refert alteri aliquid quod ille non vidit, et sic facit ei quodammodo presentiam per loquelam” (De Veritate, q, 9, 8. 6) 6 82 JOSE ADOLFO ARIAS-MUNOZ De todos modos, es interesante tener en cuenta estas considera- ciones y pensar que, el estudio del lenguaje, pese a la modernidad de la tematica, tiene también sus antecedentes en S. Agustin y en Sto. ‘Tomas. Lo que hemos hecho aqui es sdlo un esbozo de una parte tan sélo del problema: el lenguaje humano, marginando toda la proble- matica teolégica que encierra en los pensadores citados.

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