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Literatura virreinal

La notoria influencia española signó el carácter dependiente de la producción literaria


cultivada en el Perú virreinal. A pesar de ello, algunos autores contribuyeron a constituir
nuestra identidad nacional. Los más destacados fueron el ya mencionado Inca Garcilaso de la
Vega, Amarilis, Juan de Espinoza Medrano y Juan del Valle y Caviedes.

Características
1. Dependencia de España: Fue eco de la literatura de España, porque se
escribió con espíritu y sentimientos españoles.
2. Alto valor histórico: La literatura de ese entonces recogió testimonios del
colonialismo que se implantó.
3. Retoricismo: Hubo preocupación por la expresión y la forma. Se introdujeron
elementos de la preceptiva literaria española; el soneto, los versos
endecasílabos, la rima, etc.
4. Estilo satírico: Se usó la sátira mordaz e hiriente para criticar a personajes
virreinales.
5. Imitación: Las corrientes o movimientos literarios de Europa tuvieron adeptos
e imitadores en Perú.
Fases o períodos
Durante este tiempo los literatos coloniales imitaron a las corrientes literarias presentes en
Europa.

 El Clasicismo: Tenía inspiración en los griegos y romanos. Buscaban el ideal de


belleza y perfección que buscaban los hombres de esa época (mediados del
siglo XVI hasta principios del siglo XVII). Principales
representantes: Amarilis, Clarinda, Diego de Hojeda, Diego Mexía de Fernangil.

 El Barroco: Fue una producción con un estilo de recargar las producciones con
muchos recursos literarios. Se le dio mucha importancia a la lírica.
Los poemas escritos en esa época poseen muchos recursos estilísticos
(siglo XVII hasta mediados del siglo XVIII). Principales representantes: Juan de
Espinoza Medrano y Juan del Valle y Caviedes.

 El Neoclasicismo: Tuvo una connotación de buscar el equilibrio de la armonía


clásica. Rechazó el recargado lenguaje del barroco. Puso de manifiesto la actitud
pedagógica. Este movimiento se desarrolló juntamente con las ideas
independistas y de libertad de Hispanoamérica. Suplantó progresivamente
al Barroco, dejando espacio al Romanticismo (mediados del siglo XVIII hasta inicios
del siglo XIX). Principales representantes: Pedro Peralta y Barnuevo, Pablo de
Olavide, Alonso Carrió de la Vandera, José Joaquín de Olmedo (este último ya en
pleno periodo de la Emancipación).

Representantes
Clasicismo
Amarilis
Amarilis, fue una poeta peruana, cuyo verdadero nombre se desconoce y que compuso
la Epístola a Belardo dirigida a Lope de Vega y publicada por éste en su Filomena, en 1621.
Dicha Epístola está compuesta en silvas con un total de 335 versos, a través de los cuales, la
autora declara a Lope de Vega su amor platónico, así como da información autobiográfica, en
la cual afirma pertenecer a una familia de conquistadores españoles que participaron en la
fundación de la ciudad de Huánuco (en la sierra central del Perú) y que residía en Lima, tras
haberse consagrado a Dios vistiendo el hábito monjil. Es un poema fluido, armonioso,
delicado, tal vez es el más vivo ejemplo de la lírica peruana de principios del siglo XVII. Desde
el primer momento, los críticos reconocieron la calidad excepcional de la composición y se
preguntaron quién podría ser la anónima poeta que usaba el seudónimo pastoril de Amarilis.
Se ha desgranado una serie de hipótesis al respecto, pero todas endebles (una de ellas la
identifica con María de Rojas y Garay). De todos modos, existe una posición mayoritaria de
que, efectivamente, se trataba de una mujer criolla nacida en el Virreinato del Perú,
rechazándose la tesis de que fuese una superchería elaborada por el mismo Lope de Vega.

Diego de Hojeda
Diego de Hojeda (¿1570?-1615), natural de Sevilla, vino al Perú a los 15 años de edad para
labrar fortuna. El terremoto de 1586 hizo variar sus planes. Ingresó al Convento de los
dominicos y actuó al lado del arzobispo Toribio de Mogrovejo contra la relajación de
costumbres. Se ordenó de sacerdote en 1600. Ocupó los altos cargos de Prior del Convento
de Santo Domingo del Cuzco y del Convento del Rosario de Lima. En 1612 fue relevado de
sus cargos en la orden a causa de desavenencias con sus superiores; primero fue confinado
como simple monje en el convento de Cuzco, y luego en el de Huánuco de los Caballeros,
donde falleció poco después. En 1617 fue reconocida su inocencia, siendo rehabilitado
públicamente. Su obra principal es La Cristiada, extenso poema épico escrito en doce cantos,
cuyo tema es la pasión y muerte de Jesucristo. Está compuesta “en verso heroico” y “en estilo
grave, en erudición profunda y en devoción suave”. Su primera edición es de 1611, impresa
en Sevilla. Desde el primer momento recibió elogios, entre ellos, los de Lope de Vega. Es uno
de los mayores ejemplares de la poesía épica de habla castellana.
Barroquismo[editar]
Juan de Espinoza Medrano

Juan de Espinoza Medrano, el Lunarejo

Juan de Espinoza Medrano (1630-1688), escritor de raza nativa, natural del pueblo de


Calcauso (en la actual provincia de Aymaraes, del departamento de Apurímac). Apodado "El
Lunarejo". Desde temprana edad evidenció su talento en el campo de las letras. Merced a una
beca creada por el obispo Antonio de la Raya, estudió en el Seminario de San Antonio de
Abad en el Cuzco, y prontamente fue doctor en Teología y catedrático de dicha asignatura en
el mismo Seminario. Destacó en la oratoria sagrada, desde su púlpito en la parroquia de San
Cristóbal. La multitud se agolpaba para escucharle. Mereció el apodo de “Doctor Sublime”. En
1682 fue hecho canónigo a pesar de la enconada oposición de sus adversarios. Finalmente,
luego de haber sido Tesorero y Chantre de la Catedral del Cuzco, falleció en medio del
sentimiento general de su pueblo. En lo que a literatura se refiere, se convirtió en el más alto
exponente del culteranismo o gongorismo en el Perú y América.
Escribió una Apologética en favor de don Luis de Góngora y Argote (1662), apasionada
defensa del gran poeta cordobés contra los ataques del crítico portugués Manuel de Faría y
Sousa, pero también un extraordinario ejercicio de análisis de los versos gongorinos. La
calidad de la prosa de esta obra es tal, que Marcelino Menéndez Pelayo, que nunca entendió
las excelencias del gongorismo, no tuvo sin embargo reparos en calificarla de «perla caída en
el muladar del culteranismo». De manera póstuma, los discípulos de El Lunarejo editaron una
selección de 30 sermones del maestro, bajo el título de La novena maravilla. También es autor
de las obras teatrales: El rapto de Proserpina, El amar su propia muerte, El hijo pródigo.
Juan del Valle y Caviedes

Juan del Valle y Caviedes

Juan del Valle y Caviedes (1652 o 1654-después de 1696), conocido como «El poeta de la
Ribera» fue un poeta satírico y elegíaco nacido en España, pero que vivió casi toda su vida en
el Perú. Quiso hacer fortuna en la actividad minera, pero su vida desordenada lo llevó pronto a
la ruina. Pobre, enfermo y viudo, alquiló uno de los Cajones de la Ribera, tenduchos bajo el
Palacio Virreinal, donde a la par de manejar un negocio modesto, se dedicó a componer
sátiras y poesías festivas. El público le rodeaba para oír sus festivos ataques a los médicos y
a otros tipos populares de la ciudad, y lo apodaron el Poeta de la Ribera. Su fama llegó hasta
México, donde la célebre Sor Juana Inés de la Cruz le escribió una carta, que Caviedes
respondió atentamente. Compuso también sonetos delicados, poesías de lamento y
arrepentimiento cristiano, romances religiosos, amorosos y costumbristas.
Pedro Peralta y Barnuevo

Pedro Peralta y Barnuevo, escritor peruano, nacido en Lima.

Sin duda, el literato más destacado de la primera mitad del siglo XVIII fue el limeño Pedro
Peralta y Barnuevo, hijo de padre español y de madre peruana. Fue uno de los más completos
polígrafos de su tiempo y la fama de su sapiencia cruzó las fronteras del imperio español. Se
graduó de abogado, profesión que alternó con las labores de ingeniería, matemáticas y
astronomía. Fue Cosmógrafo Mayor del Reino e Ingeniero Mayor. Trazó un plan de defensas
del Callao. Dictó la cátedra de Prima de Matemáticas en la Universidad de San Marcos, de la
que también fue rector. Sabía además 8 idiomas, en todas las cuales escribía con perfección y
elegancia. Por su portentosa erudición recibió el apelativo de Doctor Océano. Tuvo un
entredicho con la Inquisición a raíz de la publicación de uno de sus libros de carácter místico.
Dejó una obra literaria muy vasta. Tamayo Vargas la divide en cinco grupos:

1. Poesías cortesanas, elogios en recepciones, exequias y solemnidades.


2. Obras dramáticas, a imitación de los autores neoclásicos franceses.
3. La Historia de la España Vindicada, obra histórica que solo alcanzó hasta el
periodo visigótico.
4. Lima Fundada, poema épico;
5. Las Diez Oraciones, que componen la llamada Pasión y Triunfo de Cristo, de
carácter místico.
Destacó en su tiempo Lima Fundada, poema épico de gran aliento, en diez cantos, 1183
octavas reales y un total de 9.464 versos endecasílabos. Su primera edición es de 1732. La
segunda fue hecha por Manuel de Odriozola en su Colección de documentos literarios del
Perú (1863). Narra la llegada de los conquistadores, el sometimiento de los indios, la división
de los españoles en pizarristas y almagristas, y el desfile de una diversidad de personajes
coloniales: santos, héroes, prelados, poetas y aventureros.
Sin embargo, son sus obras teatrales las que han despertado más el interés de la crítica
moderna. En especial, destaca una adaptación más que traducción de la comedia La
Rodoguna de Corneille.
Los “expatriados”: Olavide, Llano Zapata y Viscardo[editar]
Ya en la segunda mitad del siglo XVIII destacan tres notables escritores nacidos en el Perú
pero que desarrollaron su carrera en Europa:

 Pablo de Olavide (1725-1803), escritor, traductor, jurista y político, natural de


Lima. Es la figura más conspicua del afrancesamiento literario y costumbrista.
Estudió en la Universidad de San Marcos donde se graduó en Teología y Derecho
(1742). Fue asesor del Tribunal del Consulado, asesor del Cabildo y accesitario de
la Real Audiencia de Lima. En el ejercicio de sus funciones, auxilió a los
damnificados del horrendo terremoto de Lima de 1746, pero acusado de
apropiación de diversos bienes, viajó a España para defenderse. Llegó a sufrir
prisión en 1754, pero fue liberado al año siguiente. Contrajo matrimonio con Isabel
de los Ríos, una acaudalada viuda que le ayudó a rehacer su fortuna. Viajó por
Italia y Francia, periplo que le sirvió para relacionarse con los prohombres de la
Ilustración, entre ellos Voltaire y Diderot, cimentando así su formación intelectual.
Se estableció en Madrid (1765), donde equipó una magnífica biblioteca; su casa
se convirtió pronto en un centro de actividad intelectual. Profesaba entonces las
ideas liberales e incluso fue francmasón. Se volcó a hacer obras sociales, pero
atrajo sobre sí la envidia y fue acusado de herejía ante el Tribunal de la Inquisición
(1778). Sometido a proceso, recibió una fuerte condena, siendo recluido en el
convento capuchino de Caldas. Las protestas de los intelectuales europeos y las
súplicas de su familia hicieron que se le permitiera ir a tomar baños termales en
Gijón, lo que aprovechó para huir a Francia, pasando después a Suiza.
Finalmente, se retractó públicamente de sus ideas, lo que le valió el perdón,
pudiendo entonces retornar a Madrid. Fue precisamente en sus últimos años de
reconciliación con el clericalismo cuando publicó El Evangelio en triunfo, “historia
de una filósofo desengañado” (1797); Poemas cristianos; y Salterio
español (1799), paráfrasis de los salmos de David. Ya en el siglo XX fueron
exhumadas las obras de su periodo afrancesado, de género dramático y narrativo,
siendo este último el que ha concitado el interés de la crítica moderna, pues se
tratan de novelas cortas, que harían a Olavide precursor de dicho género literario.

El teatro
En el campo teatral destaca nítidamente Fray Francisco del Castillo Andraca y
Tamayo (¿1714?-1770), conocido como "El ciego de La Merced", religioso mercedario,
dramaturgo y poeta, nacido probablemente en Piura. Tuvo fama de improvisador y repentista.
Entre sus obras destacan: la comedia La conquista del Perú, una de las primeras en ofrecer
una perspectiva crítica de dicho episodio; la comedia Todo el ingenio lo allana; el
drama Mitridates, rey del Ponto; y el entremés Del justicia y litigantes.
A fines del siglo XVIII y coincidiendo con el fin del periodo del virrey Manuel Amat y Juniet, se
representó en las gradas de la catedral de Lima un drama, el Drama de los palanganas:
veterano y bisoño, que es una crítica despiadada contra el gobierno y la persona de este
virrey, en particular sus amoríos con La Perricholi. El estreno de esta obra se debió dar en la
noche del 26 de julio de 1776. El texto ha sido rescatado por el crítico literario Luis Alberto
Sánchez.

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