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Evolución Conceptual de Evaluación
Evolución Conceptual de Evaluación
La evaluación ha pasado por sucesivas etapas, ganando en cada una de ellas precisión
y rigor científico. Ha ido asumiendo diferentes pasos del método científico
convirtiéndose por último en una verdadera investigación aplicada.
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2.1 ¿Qué implica "evaluar"?
En primer lugar, evaluar significa medir, es decir, asignar unidades de suerte que a dos
cantidades iguales corresponda el mismo número y a dos cantidades desiguales
correspondan números distintos. Se evalúa cuando se otorgan, objetivamente,
puntuaciones al alumnado, a una programación docente, a unos materiales etc. Tales
mediciones han de ser válidas y fiables. Prevalece, pues, un enfoque cuantitativo de
índole descriptiva. Permite efectuar comparaciones entre individuos, prestando
atención a sus respectivas puntuaciones. Tales puntuaciones son relevantes en tanto
en cuanto permiten adoptar decisiones. Por ejemplo, qué personas obtienen el apto y
cuales deben continuar el programa de entrenamiento. Al fijar un (o varios) punto de
corte, el evaluador está combinando hechos (las puntuaciones) y valores (qué
puntuación es suficiente en la cultura de la entidad). En entidades que apuestan por la
excelencia, los puntos de corte son mucho más exigentes que en entidades que
apuestan por mantener unos estándares de calidad o en entidades que optan
simplemente por la supervivencia.
En tercer lugar, evaluar significa enjuiciar en qué medida los programas, contenidos y
procedimientos están a la altura de los tiempos, responden a exigencias y previsiones
reales, se ajustan a la racionalidad tecnológica etc. Se recaba el dictamen de uno o
varios expertos que aquilaten el grado de idoneidad de la programación. Se expresa
mediante un juicio global de índole cualitativo siguiendo unos estándares de exigencia.
Es una labor de peritaje que sustenta la toma de decisiones. Emitiendo un dictamen,
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por ejemplo, jefes inmediatos o personal con experiencia determinan si el programa
diseñado cuadra con los objetivos que se están persiguiendo, si realmente recoge las
tareas y cometidos relevantes en el puesto. Estos juicios no son opiniones de encuesta,
sino juicios que sustentan la adopción de decisiones.
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Al glosar estas seis acepciones del concepto de evaluación se ha recalcado un enfoque:
todas ellas son pertinentes en la medida en que contribuyan a tomar decisiones y a
llevar adelante planes de acción. Se evalúa para procurar que las decisiones y acciones
estén sustentadas en una información empírica, recopilada de un modo sistemático, y
en una interpretación solvente de las pruebas experimentales disponibles (Alvira,
1985). Evaluar no es dar una opinión. Evaluar es aquilatar para tomar decisiones
convincentes en el ámbito de la formación de personal. Se realza así una perspectiva
interdisciplinar que llega a desembocar en una evaluación de la propia evaluación
(Cook, Leviton y Shadish, 1985)
Estas seis acepciones pueden ser abordadas desde una perspectiva proactiva o desde
una perspectiva reactiva. Prevalece, no obstante, el planteamiento reactivo. La óptica
proactiva suele estar centrada en la evaluación de los programas ya diseñados para
contrastar si sus contenidos permiten alcanzar los objetivos previstos.
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que debería interesar en última instancia es conocer si el alumnado está adquiriendo
capacidades que se han determinado en los objetivos generales de la etapa ayuda más
adecuada. Este tipo de evaluación es fundamental si lo que ha de primar no es la
acreditación y catalogación, sino el progreso de cada uno al máximo de sus
posibilidades y potencialidades. La dificultad principal estriba en que la evaluación
formativa requiere una dedicación constante del profesorado que le ayude a saber en
todo momento qué dificultades tienen sus alumnos y alumnas, ya que sólo así podrá
ayudarlos plenamente. Esta dedicación a la evaluación formativa será mucho más
difícil en un modelo de clase tradicional, que si se utilizan estrategias metodológicas
más individualizadas y autónomas, ya que, en éstas, al no centrar tanto la dinámica del
grupo-clase en el profesor, deja a éste más tiempo y disponibilidad para observar,
anotar datos y ayudar a aquellos alumnos concretos que en un momento preciso
requieren de la ayuda.
Por otra parte, también ayudan a la evaluación formativa la autoevaluación o la
evaluación entre el alumnado, así como que éste conozca los objetivos que tiene que
conseguir y disponga de pautas que le ayuden a conocer su propio progreso.
Asimismo, la realización de actividades abiertas en contraposición a las actividades
excesivamente dirigidas donde el alumnado tiene que ajustarse estrictamente a unas
normas muy específicas dictadas por el profesor— permite que el profesorado pueda
obtener una información más rica sobre el proceso de aprendizaje que realizan las
alumnas y los alumnos.
C. ¿Cuándo evaluar?
La evaluación inicial o predictiva es aquella que ayuda a determinar la situación de
cada alumno o alumna al iniciar un proceso de enseñanza. Esta determinación es la
que permitirá adaptar mejor el diseño del proceso al alumno o alumna concreto, a sus
ideas, hábitos, actitudes, etc. Si se diseña una secuencia de contenidos y una secuencia
de actividades y tareas, a partir de los resultados de la evaluación inicial, se pueden
incluir otros contenidos necesarios o/y otras actividades específicas para algunos
alumnos o alumnas, a la vez que se podrían suprimir para otros y otras.
Si se ha asumido que se debe plantear una enseñanza respetuosa con la diversidad del
alumnado y que ayude a que éste realice un aprendizaje lo más significativo posible, la
evaluación inicial se convierte en algo imprescindible. La evaluación sumativa es
aquella que ayuda a conocer qué aprendizajes ha realizado una alumna o un alumno y
qué aprendizajes no ha realizado al finalizar un proceso de enseñanza.
Este tipo de evaluación a menudo se entiende únicamente como una evaluación de
resultados, olvidando que para poder ayudar al alumnado es necesario conocer
también el proceso que aquél ha seguido en su aprendizaje. La evaluación formativa es
una evaluación continuada no sumativa cuya finalidad es conocer qué dificultades de
aprendizaje tiene el alumnado, y su función es facilitarle la Al mismo tiempo que se
plantean los momentos, las características o los criterios de evaluación, es preciso
responder a una serie de preguntas que van a permitir la creación de una estructura o
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entramado que sirva de base los planteamientos del proceso evaluador.
D. ¿Cómo evaluar?
Probablemente, ésta es la cuestión —en lo referente a la evaluación— que más
preocupa al profesorado. Quizá sea porque no se han planteado a fondo las cuestiones
anteriores: qué evaluar y cuándo evaluar. Hay que buscar instrumentos de evaluación
que sirvan tanto para evaluar inicialmente, como para realizar la evaluación formativa
y sumativa posteriores. La evaluación no tiene valor por sí misma, sino que debe estar
al servicio de unas finalidades claras, de unos objetivos bien definidos, de una
metodología eficaz, etc. En ocasiones se oye decir que no existen pruebas objetivas
para evaluar actitudes o algunos procedimientos y esto se utiliza como una
justificación para no realizar aquellas evaluaciones, olvidando que el objetivo básico es
la formación integral de la persona y que para evaluar esa integridad no basta sólo con
los conocimientos.
tas/clave y los tres momentos para llevar a cabo la evaluación
Relación entre las preguntas claves y los tres momentos para llevar a cabo la
evaluación
Evaluación inicial Evaluación continua Evaluación final
¿Para qué? Conocer y valorar los - Conocer y valorar el - Conocer y valorar
conocimientos previos desarrollo del proceso los resultados
de los alumnos. de aprendizaje y el finales del proceso
grado en de aprendizaje.
que los alumnos van
logrando los objetivos
previstos.
- Reorientar y mejorar
la acción docente de
los profesores y el
proceso de aprendizaje
de los alumnos.
¿Qué? Determina los Valora los progresos,Valora los tipos y
esquemas de dificultades, bloqueos,
grados de
conocimiento y las etc. que jalonan el aprendizaje
ideas previas en proceso de
alcanzados en
relación con la nueva aprendizaje. relación con los
situación de objetivos y a
aprendizaje. propósito de los
contenidos
seleccionados.
¿Cuando? Se realiza al comienzo Se lleva a cabo a lo Se realiza al
de cada nueva fase de largo del proceso de término de una
aprendizaje. aprendizaje fase de
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aprendizaje.
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La evaluación Normativa: valora al sujeto en función del nivel del grupo en que está
integrado. Si el nivel del grupo es elevado y el del sujeto medio puede ser valoración
negativa o a la inversa. No es una valoración exacta se me hace injusta. Esta es válida
cuando se quiere ver la posición original de un sujeto dentro de un grupo. Ordenación
de estudiantes como 1º y últimos, no es recomendable ni educativa, no es apropiada.
De acuerdo con los momentos en que se aplique la evaluación esta puede ser inicial,
procesual o final. Me gusto mucho esta forma de evaluar porque es justa ya que se
toma en cuenta al niño en todo momento.
La evaluación FINAL: Se realiza al terminar un proceso, referida el fin del ciclo. Supone
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un momento de reflexión en torno a lo alcanzado después de un plazo establecido
para llevar acabo determinadas actividades y aprendizajes. No tiene que tener función
sumativa. Se sitúa al terminar con una unidad didáctica simplemente final. Su función
es formativa para continuar adecuando la enseñanza al modo de aprendizaje del
alumno y mejorar el proceso de enseñanza en la unidad siguiente. Esta evaluación no
tiene que coincidir con un examen. Puede ser con cualquier actividad.