LAUTOPIA. sf
REPUBLICANA
Ideales y realidades en la formacién
de la cultura politica peruana
(1871-1919)
CARMEN MC EVOYsivo en aie}
0 atid we |
alma ed
do as
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Ros, Ea
dl pres |
Francis
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=|
CanMen Me Evo
Ei BALANCE DE UN DESASTRE
punque contamos con escasos trabajos globales par
“ GS a evaluar el dafio material que
jeasioné la Guerta del Pacifico en la economia! y | .
n as instituciones peruanas, pode-
mos airman sin temor a equivocarnos, que la derrota frente a Chile fue el peor revés
que sulrié el pais Iucgo de su destructiva guerra por la independencia. En 1883,
aio del bumillante Tratado de Ancén, «la Reptiblica firmé», en palabras del abo-
gado y catedritico sanmarquino Victor Matirtua, «la escritura de su decapitacién
como nacién dirigente, de la sustraccién violenta de su riqueza, de la desarticula-
cin de sus drganos y de la disolucién de sus instituciones»', En pocas palabras, las
bases econdmicas, politicas, ideoldgicas e incluso geogrificas del suefio republicano
fueron etradicadas violentamente por la secuela de destruccién fisica y moral que
dejé la guerra”,
Un panfleto, con el apocaliptico titulo de «Se hunde o se salva el Peri2», circulé
profusamente en Lima unos afios después de que la guerra finalizara, Este corrobor6
el descarnado andlisis de Matirtua, al aludir explicitamente al «decadente y ruinoso
estado» de las finanzas puiblicas peruanas durante el periodo que sucedié al con-
fiicto con Chile (Anénimo, 1888)", El desconocido autor del documento sintetizaba
ica peruana de la siguiente manera: ingresos fiscales
reducidos a la cuarta parte, capitales particulares anonadados por el papel moneda de
Ja guerra, valores fiduciarios estancados y sin cotizacién, comercio muctto, industria
patalizada, propiedad urbana y ristica despreciadas, brazos inertes y funcionarios
piblicos «sin pan». El dificil panorama socioeconémico anterior era la causa prin-
cipal de que dos millones de peruanos fuesen victimas de un estado de «acelerada
disolucién» (Osores, 1886).
Ja desastrosa situacién econdt
"La aproximacién econdmica mas completa a los estragos de la Guerra del Pacifico la provee Bolofa
(1981, cap. 3, especialmente tabla 3.1).
{ misma en 1886, era menos que la colonia emancipada que
dejazon tras de si San Martin y Bolivar ... el pats era un montén de ‘escombros» (Maiirtua, «Discurso
¢a a Universidad de San Marcos, 1915», en Davalos y Liss6n, 1919-1930, pp. 38-39).
" Para Basadre la Guerra del Pacifico «fue el sacudimiento mis grande que el hombre peruano sintié en
‘siglo... No hubo existencia de contemporineo, que de un modo u otro
‘no fuera tocado por ese drama». Sin embargo, més negativa
derota frente a Chile provocé fue, segtin Basadre, wel compl
Pitta perdurable jugo venenoso destlado por In guert2
Vi pp. 368-369),
Otro balance econdmico posguerra es el provisto por Osores (1886),
"" «Al recobrar la reptiblica su dominio de s
joven o viejo, vat6n o mujer,
, que la inamensa destruccién material que la
cjo de inferioridad, el empequetiecimiento
Ta derrota y la ocupacién» (Basadre, 1983,
233
casiemscintiesLa rors RFPUBIICANA
s vinculos al interior de la sox
acelerado proce de digoluciin de los vite recoded
Becton vjolenta de numerosos conflictos étnicos
peruana. manifestado en la isrupcin
i nay oe vmecrwencia dicta de las incalculables pérdidas mate
politicas v sociales. fe
pobrecimicnto Re Jo que el conflicto bélico con Chile
riales y el extado de em
J, aunado a la destru
seciin de los marcos instituctonales y de las Fue.
ovocd*, Aque
c mentada y en muchos casos movilizada
cohesionar a fa frag
nla herencia mas nefasta que dejé la Gueera
oe
zas politicas capaces de
se constitnyeron ¢
sociedad peruana
del Pacifico
El descaberamiento y la fragmentaciin de
itica de deportacidn y de acoso econ
las tradicionales pugnas internas que culmi-
las élites politicas civiles debido a una
némico por parte de las fueraas de
consciente pol
ocupacion chilena’® —como también a
eerea con la secesién nortefa y la firma del Tratado de Ancén— se manifestaon
en toda su crudeza durante la guerra civil que suced
En esta coyuntura, fueron los militares Ciceres ¢ Iglesias los que nuevamente asumie
(6 al tratado de paz con Chile
ron un rol protagénico en la definicién del futuro politico del pais
arlos Liss,
La pérdida de preeminencia de la clase politica civil se debi6, segiin
uuno de sus principales idedlogos, a que slos intereses creados por los partidos no
hasta los restos de los que existians
solo habian sido arrasados por la guerra, sino qui
habian desaparecido'*, Los ejércitos chilenos, al abandonar el territorio peruano, no vol
“De 18 millonarios que exstian en 1870 ninguno habia logrado remontar el desastre de la guerra: de
11.587 ricos, solo quedaban 1725; la «confortable clase media peruana se vio reduc
y medio millén de mendigos asolaban, junto con las plagas y las enfermedades, los diversos
G2 le Repdbics rane petods de ba pomgiacars, ver Dials y Lissa ( SAT, pp. 82 re .
ecg S postguerra, ver Davalos y Lissdn (1941, pp. 62-63) y Baad log
' Para una aproximacién a las movili ts
jlizaciones campesinas posteriores a la guerra ver Mall 183. Ny
pp 101-103); Manigue (1988, p. 51-81, leas dl dic 2 "a
tavaén y atomizacion politica que vivia la sie fe ieee :
P ‘ la sierra central peruana, Es probable que en otras regione> sel pat ‘8
se exuera produciendo el mismo proceso de
P proceso de deterior institucional
"a la Memoria a su gobierno, el jee de
“ln Moma tu fbi le dea art de upon Pa Lynch se os
W de mopde 12 30 de ld de Lab cases controls limedas y provissanas
41.943 pesos, Subse exte puta lsd
os vet Cierra (L991, pp, 242-238 y 296), Gansta Calder
ten mania yeh aeno a on pitvosh
politicos hinen
(1949) y Basadse 1198S, V1, pp. 452 355}
Para uo aptontmaion al
la guetia
il quc enfients al jete de La Resistencia, Anidtes A. Ca
vl
marquino encaryade de tsa La
pp. 13-15) y Guetta (1966-1988, VIL, pp. 25-4
pec con Chile, Miguel Igeia, ver Bisadre
" 25-55) uel Iglesias, ver B
Laon (1487) pata una evalua de
Na sociedad pe +
J pesuana,pinipalmente limes rane! p
de la posguerta
234-
se levaron consigo el riquisimo «botin salitrero»™; con él se embarcaron hacia Santiago
Jos esoros culturales mas preciados de los limefios, Centenares de libros de la Biblio-
seca Nacional invalorables obras de arte como el cuadro Los fimerales de Atabualpa,
de Monteros el original reloj que decoraba el Palacio de la Exposicién de Lima, cons-
‘ruido por Pedro Ruiz. Gallo; la moderna imprenta del Estado, donde el gobierno
vlista imprimid decenas de obras de difusién popular; y las rejas coloniales que
resguardaban Ia catedtal capitalinay la activa fundicién de Bellavista —donde se ini-
ciaron los timidos intentos de industrializacién urbana— fueron algunas de las otras
Carmen Mc Evoy
siquezas nacionales axbitrariamente tomadas por las fuerzas invasoras.
‘Asimismo, los ejércitos de ocupacién destruyeron sistemdticamente las haciendas
agucareras nortefias, las riquisimas haciendas de la sierra central, las activas economfas
mercantiles del surandino, todo lo cual colabord también, y de manera indirecta, al
colapso final del atin precatio sistema administrativo civilista y de la banca limefia”.
En palabras del histotiador inglés Clements Markham, los vencedores «no solo fue- ;
ron bratales y exigentes, sino que Ilevaron su aftin de despojo y confiscacién a limites
nunca sobrepasados» (1882, p. 260). La «hecatombe», como calificd a la guerra el
politico chileno Benjamin Vicufia Mackenna, trajo graves consecuencias politicas
para el pats.
La destruccién material de los focos regionales leales al civilismo y la pérdida
de la legitimidad de las dirigencias partidarias limefias fueron, tal vez, los golpes
mds importantes dados al original proyecto civico-republicano hegemonizado por
las élites econémicas ¢ intelectuales capitalinas. En efecto, el logro més importante
del civilismo fue articular un proyecto politico nacional, organizado desde Lima, en
el cual las lites y los grupos medios urbanos provincianos cumplieron un rol fun-
damental”, La devastacién provocada por la guerra destruyé a estos activos nicleos
regionales urbanos que lograron constituirse en los aliados estratégicos de la campafia
clectoral de 1871, la gestién presidencial 1872-1876 y la campafia legislativa de 1878.
” A partir de 1880, la renta salitrera comenz6 a tener una gravitacién mayor en el cuadro de los ingre-
sostotales del gobierno chileno. Asi, mientras que en 1870 representaba el 4.796 de aquellos, en 1880
Signi ef 46,696; en 1890, el 45.696, y en 1910, el 51.9%. Ver Harold Blakemore, British Nitrates
4nd Chile Politics, 1886-1890: Balmaceda and North (London, 1974); Michael Monteén, Chile in the
inate Er: The Evolution of Dependence, 1880-1930 (Madison, 1982), Thomas O'Brien, The Nitrate
Inds and Chiles Initial Evolation, 1870-1891 (Nueva York, 1982).
Sobre los efectos de la. guerra en las economias regionales de la costa norte y de la sierra central
ver Mariano Felipe Paz Soldén (1979); Miranda (1927, pp. 71-72); Klaren (1976); Manrique (1987,
PP. 180-194). Sobre los efectos de la politica econémica pierolista sobre la golpeada banca limeria
Quito (1992, pp. 40-y 8).
Este punto, desarrllado inicialmente en Mc Evoy 1994, cap. IV y posteriormente en 1994b, ha sido
Smpliamente elaborado en el segundo capitulo de este trabajo.
Sah SINS a
235
Baers nese ct
aLa wropia REPUBLICANA
Jiados més importantes del proyecto ciyj.
thea limehe cl comerciante, terrateniente y prefecto por Tacta, Carlos Zapata; e
agricultor y dirigente de la Junta Departamental de Moquegua, Gregorio Cabello,
i : ariano Hurtado Zapata”, hombres sumamente
En el sur, por ejemplo, algunos de los
junto con el comerciante y politico Mi
representativos de la emprendedora burguesia provinci
io regional surandino— fueron duramente
ial surefia, con fuertes intereses
en la produccién vinicola y el comerc
golpeados por los efectos de la guerra”. /
En 1880, luego de la derrora peruana en la batalla de Los Angele
ingreso de las tropas chilenas al valle de Moquegua, fueron saqueadas la mayor parte
de las haciendas, incluida la de Cabello. En consecuencia, fueron destruidos toneles y
vasijas de vino, asi como la linea férrea y locomotoras que permitian la comunicacién
ino puerto de Ilo. En posteriores incursiones de las fuerzas de
y con el
de Moquegua con el ve:
ocupacién se solicitaron fuertes cupos que, al no ser pagados en su totalidad, trajeron
represalias en la forma de incendios y saqueos (Pinto Vargas, 1987, pp. 262-269)
Un afio después de terminada la guerra, la préspera Moquegua pas6 a convertise
en la misera Provincia Litoral que colindaba con los territorios ocupados por Chile.
El gobierno central del Per, empobrecido y débil, no pudo auxiliar a los viniculto-
res y comerciantes moqueguanos y tacnefios que perdieron, en favor de los avidos
comerciantes chilenos, el monopolio de la codiciada extensa red de distribucidn de
vinos y aguardientes en Bolivia
“. La ruina de Moquegua, que obligé a muchos de sus
pobladores a emigrar a Arequipa, Puno, Bolivia, Cusco y Lima, se evidencié no solo en
la pérdida de dinero, joyas, acémilas, bodegas y toneles de vino y en la destruccidn de
los hermosos campos de vides —exterminados por la plaga de la
devastadorinsecto que, se pr
oxera, mintisculo y
sume, llegé en las patas delos caballosy mulas chilenas
sino en la postracién de sus activos nticleos econémicos ¢ intelectuales urbanos”.
rac 0d on aliados sures ene
Gregario
2p,
r proyecto civil ver Carlos Zapata, AGN, CMP, D2, 48:
slo, AGN, CMB, D2, 9-565; Maino Hurtado Zapata, AGN, CMB D2, 20-1553.
2 En 1874, ao dela coooldacin exondmica dea buguesa taney 00 por
Carlos Zapata y Gregorio Cabello, la produecin era de 49.678 quintalnde tine 55.825 quel
; a prouecisn era de 49,678 quintales de vino y 55.825 quite
guanine yen 1905, 21 aioe después dl ermin dela guett dexeade co 7¢ ceils de 0
17s de aguardiente. Kuon Cabello (1981, p. 370), a
Luego dea guera las bodes moqueguanss
‘Lag clue bo amas comenzaron acerar una tras otra y por alguns afo8
Foret eat ble ncntdo una ctpenda asd vat La ede og 0"
devin lc puro esta bolviano para vende al peso (Olivas Wat
% Debido al auge econdmico vitivi
r nicola, en Moquegua se desarrollé una sociedad estabe, prspe”*Y
4que muchos de los hijs de as fails
, a Espafia y en Francia. La existencia de
Pon en evidencia la existencia de una gran afcin, ent Is
a misc ( 2 a
a (Olivas Watson, 1991, 58)
nattids bites de wo tps de en
dle mogueguans, porta iereury
236Carsten Me Bvoy
Asi pues, desaparecieron las redes politicas que con tanta eficiencia fueron atti-
idas, con la activa colaboracién de Lin
ala ; Te ak Lima, por agentes cectorales,congressas
jos y activos militantes del civilismo —como CG, :
sutefo ilismo —como Gregorio Cabello, el maestro
Mariano Arguedas, Mariano y Carlos Hurtado Zapata, diput
ue ado este tiltimo por la
Convencién en 1857:
Suerte similar al de las incipientes burguesias mercantiles de la costa sur fue
la que cortieron los emprendedores mticleos econémicos de la costa norte, En la
memoria que present6 tres afios después de la finalizacibn de la guerra el prefecto de
Lambayeque, coronel Francisco Rios, dio cuenta al gobierno central sobre «el estado
de miseria y postraciény en el que se hallaban las antes présperas élites econémicas
lambayecanas. Estas, principalmente dedicadas a la agricultura, habfan debido some-
terse a los saqueos, los cupos mensuales de plata sellada, la prohibicién del cultivo
de arroz, la destruccién de los animales de labranza, la venta del agua de regadio a
jos c
ichosos y las exacciones por parte de las tropas de ocupacién. En palabras
del jefe politico departamental, solo «la escasez y la miseriay reinaban en el antes
sflorecienten departamento de Lambayeque”.
El proceso de postracién econémica nortefio, que determiné que en zonas como
en Trujillo se produjera un dramtico proceso de desnacionalizacién de las productivas
haciendas azucareras™, se repitié intermitentemente durante los principales nticleos
cconémicos regionales que, como las riquisimas provincias dela sierra central, se habjan
mo”, La destruccién de las bases mate-
constituido en poderosos bastiones del civil
tiles de las élites econémicas civilistas, presas en su mayoria del endeudamiento y de
la ruina™, tuvo efectos determinantes en el posterior reordenamiento politico del pais.
la campaia electoral de 187
Para el papel jugado por los grupos politicos moqueguanos durant |:
Mc Evoy (1994b, p. 120)
al Seior
Lambayeque, Coronel Francisco Rios, prese
sobre el estado del Departamento su mando. Chiclayo,
oria que el Prefecto del Departamento de
nitro de Gobierno, Palicka y Obras Piblicas
a! 26 de abril de 1886, BN, CM, D3980.
El acceso al capital y facilidades de
icles de la posguerray prosigueran el pro
ab arco, Gildemeister y Grace hicieran frente a los tiempos di
y code adamtey Gre hile e186 Para este puto ver Alber (1976 Klan (1976.
cen la campaia electoral de 1871-72 ver Mc Evoy
Para el col jugado por las élites de a sierra central
See a Je esa zona, Manrique (1987, pp. 266-267).
‘én de los niicleos econémicos d
ado, viuda de Manuel Pardo, y su hijo Felipe durante
de empobrecimiento y endeudamiento en el
‘olaborado en la fundacién del Partido Civil
2s carta cursadas entre Mariana Barreda de P:
: &! periodo de la guerra y posguerra evidencian el estado d
: {ue se hallaban muchos de los ticos civilistas que habian ¢ Seen aerate
1s familia Pardo se vio obligada, incluso, a arrendar la productva hacier
eee To con la fnalidad de resguardar la propiedad de los.
ba que sus propietarios la rabajaran
&. tea La stuacin anterior se produjo no sole 0
: Porque | — wrreda, 1882-1885, AMP).
(Cartas de Mariana Barreda de Pardo a Felipe Pardo y Bat
237
aDe igual manera que los grupos mercantiles regionales, los micleos artesana.
les urbanos que, como el limefo, habian constituido soportes importantes en la
campafas electorales y en el gobierno civilista (Mc Evoy, 1994a, pp. 280-281)
suftieron con intensidad las consecuencias de la guerra. Esta no solo causé la muerte
de ochenta miembros del activo y politizado gremio tipogréfico —entre ellas, la de
su importante dirigente, el limefio Enrique del Campo, jefe parroquial de San Mar.
celo, guardia nacional y miembro del Partido Civil— en la batalla de San Juan y
Miraflores (Mc Evoy, 1994a, p. 312; Martin, 1977, p. 19), sino que destruyé las
posibilidades de trabajo y produccién del combativo sector artesanal. Es probable
pensar, aunque no existen estudios al respecto, que la rearcaizacién de la economia
peruana que la guerra provocé significé un golpe de gracia a las incipientes indus-
trias tipograficas, de la construccién, de la alimentacién y del vestido” , que habfan
venido desarrollindose a la sombra de la «prosperidad falaz:
El ocaso politico civilista, ademas de deberse a importantes pérdidas econdmicas
y fisicas de muchos de sus dirigentes politicos més preciados, tuvo como razén fun-
damental la desaparicién del respeto y de la autoridad moral que habfan sido la base
del encumbramiento del Partido Civil en el poder, $i las luchas politicas previas a la
guerra, con el acentuamiento de la propaganda clasista, habfan creado un deterioro de
ta imagen republicana ¢ igualitaria que el civilismo intenté propiciar, la inefectividad
del Gobierno Provisorio de La Magdalena en la defensa de las riquezas salitreras fue
pasto adecuado para el resurgimiento de la prosa incendiatia contra el proyecto pol
tico civil, Los ecos de aquella llegaron, incluso,
alas provincias de interior del pais
En el contexto de desmoronamiento econémico y
politico civilista, la pérdida
de identidad y de legitimidad del Partido Civil se manifesté en la desaparicién de su
Personeria y de su nombre propio. Afios después de la guerra muchos de los miem-
bros de la amplia coalicién politica civilista, que colaboré en el encumbramiento en
cl poder de Manuel Pardo, buscaron refugio en otras tiendas politicas, Algunas de las
figuras fundadoras mas importantes del civilismo,
>, como el activo dirigente puneiio y
exmninistro de Manuel Pardo, José Miguel Medir
nas el catedratico limefo y dirigente
Pars un aceeamiento a activo ydiversifcado ctor artesanal, ver Me Evoy (1994a, pp. 335-342)
{En una popular obra de difusién publicada durante la guersa, Mariano mézaga, tenaz oposicor de
cares pre apitilin hee pogisien lctiherminshanoaee Geer el
gebicrno oligiguico de La Magdalena, yl faudulenca emisgn de billows faa; henonalgoae
{os puntos principales relevados por ‘Amézaga en su obra (1882), .
Para el intenso repudio del civilismo en
‘monio de primera mano dl cv P
varios departamenos del intriore ine
enfurecidos con la derrot peruana
en Mundial de febrero de'1921
rovincas vee M 9 a): sobre ltt
0 * Manrique (1981, pp. 58 y 78); sobre
ulin Fuentes Casco, ue en 1883 fue blanco de hostlidades
uso debi esconderse en Chincheros para no ser atacado por indios
ver eRemembranzas: La ratificacién dela alianza Pirola-Ciilist*
238
politico
rerio
fomentabh
CanMeNn Mc Evoy
del «Club Universitarioy sanmarquino, Carlos Lissén; el diputado moyobambino
José Nicolds Hurtado; el militar arequiperio Manuel Rivarola; el abogado y profe-
sor de San Marcos, Luis Felipe Villardn; el antiguo burécrata estatal Lino Maria de
ja Barrera, entfe Otf0s, se acercaron al resucitado Partido Liberal, Otros, como el
agente de aduana Elias Mujica, el parlamentario civilista, Carlos Elias, el abogado y
cqredrético universitario Isaac Alzamora, y los hombres de negocios limefios, Manuel
Candamo y Aurelio Denegri apoyaron abiertamente al gobierno militarautoritario del
general Andrés A. Caceres y fueron piezas claves en la fundacién del Partido Consti-
tucional, que aquel encabez6”. Algunos otros, como el importante dirigente civilista
limeao Ignacio de Osma, se plegaron al gobierno del general Miguel Iglesias.
La fragmentacién, dispersién y consecuente ausencia de hegemonia politica
limefa colaboré a que en algunas provincias del interior las divisiones provoca-
das por la Guerra del Pacifico y por la ausencia de fuerzas politicas organizadoras,
legrimamente constituidas, colaboraran en el incremento de las tensiones y los fac-
cionalismos locales (Taylor, 1987, pp. 18-22). En Ancash y Puno, las sublevaciones
indigenas, duramente aplacadas por las autoridades locales, dieron cuenta del pro-
fundo malestar politico, social y econémico que vivia el pais”. Las subdivisiones
cogrificas del territorio nacional, mecanismo politico que habia servido tradicio-
nalmente para ganar las adhesiones y lealtades de los diversos nticleos regionales,
ién politica que
colaboraron en fomentar, atin més, el peligroso proceso de atomiza
vivié el Pera durante el periodo de la posguerra®.
5°51 24 de enero de 1884 se reunieron diversos ciudadanos y se constituyeron en Ia junta drectiva
del Partido Liberal. Constiayeron su Junta Direetiva con un representante de cada departamento
cuatro por Lima. Para Basadre este nombre invocaba 2 las luchas doctrinatias correspondlientes al
periodo anterior a 1870, buscando un nexo principista entre los asociados. Para este punto ver Basade
(1983, VIL, p. 2) y Miré Quesada (1961, 58)
* Bl programa del Partido Constitucional, cuya fecha de fundacién se remonta a 1882, aunque existen
acts de 1884, cuvo como meta primordial desarzollar en la politica de la Repiblica sos principios
democrétcos, adoptando los consignados en la Constitucién». Para una aproximacién a este punto ver
Papeles del Partido Consticucional, BN. CM; Miré Quesada (1961, pp. 173-74)
* Ignacio de Osma, importance hombre de negocios y dirigente parroquial limeio, formé parte del
segundo gabinete de Miguel Iglesias (Miré Quesada, 1961, p. 158).
” Documentos sobre la denuncia de probable estallido de una rebelién indigena, Puno, agosto 31, de 1886,
BN, CM,
19 por ls constantes subdivisiones poltcas previas
* Pua el eli 7 i
el peligro de atomizacién politica foment ,
ala guerra ver Osores, Casas Econéicas de la Decadencia de lt Repibica, 7. Bl intento federalista del
por converse en provincia, y que ha sido anali-
icarse dentro de la cendencia de fragmencacién
iaron en el pais. No debemos olvidar que
distito de Comas, que luché, luego de la guerra,
‘ado detenidamente por Nelson Manrique, puede tl
¥ autonomia politica que las sucesivas guerrascivles propiciaron en. detect ose a
Cajamarca y luego Chiclayo haban condicionado su apoyo politico C astilla, primero, ya Balta, despt
“cambio de ser reconocidos como departamentos.
239La uropia REPUBLICANA
desgobiemo anterior, la opinién que comenns
En el contexto de fragmentacion y :
a circular a nivel de las élites y a hacerse eco entre el grueso de la poblacién fue que
la responsabilidad mayor en el estado de postracion y b
se debia a los faccionalismos que habian prevalecido en el Pert desde los tiempos de
la independencia®. Estos, llevados a sus extremos en los v jolentos enfientamientos
de 1878 entre los partidos politicos, eran culpables directos de la agudizacion de los
al tertitorio nacional”. Por ello no results
de desborde que vivia el pas
conflictos éxnicos y sociales que agobiaban
extrafio que el posteriormente derrocado general Miguel Iglesias, en su proclama al
asumir la Presidencia de la Repiblica en 1883, sefialara a los partidos politicos como
los grandes responsables de los problemas nacionales, y deportara, por lo mismo, a
muchos de sus més preclaros representantes". Todo lo anterior nos permite afirmar
que, al igual que en la etapa posterior a la anarquia (1845-1851) —hegemonizada
por el casillismo y el discurso cohesionador herreriano—, el periodo de la postguerra
istas y antipartidaristas del pasado debido
La reaccién contra la politica tradicional
revivié los argumentos ideol6gicos, unita
ala secuela de destruccién que trajo al pa
y la necesidad de una stegeneracién» volvieron a ser lugar comin en los debates inte-
lectuales posteriores a la derrota frente a Cl
ile®. Sin embargo, en esta oportunidad, a
diferencia del periodo postanarquia, la carencia del Estado de una renta permanente
capaz de crear vinculos entre los diferentes grupos nacionales obligé a la apelacién a
Esparcida la discordia de Sur a Norte y de Oriente a Occidente, desde el principio de nuesta
«maneipacin politica, por los mismos lamados condicie ala patria por el sendero del progres
Pen ha escrito no con tinta sino con sangre que citcula por la vena de sus hijos su higubre historia de
13 lusts de independencia». (Discure pronunciado por el presidente provisional del Cirenlo Dem
Dr. juan Gonsales Rolando e8 de ener de 1886 al hacer cargo dele presdenca el Dr. Elias Malparti
* Un editorials de El Comercio describ claramente dicha situaci: «las imprudencias comet
porlos partidos politics antes de a guerayciertas me
tla distincin oficial de razas
decidida proteccién n ee
a mente nominal, pero bastante para acentvat
las odiosidades creadas por la calumnia en época anterior» habian provocado que «esa raza (refiréndose
aa indigena), y con ella cuantos se ereian desposeidos de sofiados der : cere
era lavietima no ya de un creo, dos derechos legs a pensar que en ved
piios ni propésitos, nada les pido, nada les aceptos (sProclama de Miguel Iglesias al asumir el gobiero0",
Cio ot Cc, Rains Hic (in 139 eb tems de ape
sociedad que camina a sus eternos destinos» (Discurso i p
srupos de inters chiles volveran a eartclase. As los aos dela sReconst fuernn FE
Es inane Denton 00, pe Cee ins
ronunciado por el presidente provisional de
los politicos no impidieron, sin embs
240(Carte Mc Evor
i fgurasimbolica y cohesionadora de un héroe®, Este, apodado «taitan —palabra
11 cuerpo social seri
jerrota military el colapso econd: FOr
porla derota militar y el colapso econémico que sucedié ala dervota frente « Chile
La repatriacion y entierro de los restos de los héroes de la G
\éroes de la Guerra del Pacifico,
jzado de manera multitudinaria en Lima entre el 15 y 16 de julio de 18
cvidenciar de manera gréfica el tipo de ritual unificador que el cacers
seer a a desmembrada sociedad peruana". En efecto,
guethua pate padre—, Fue eapar de aglutinara
90, permiten
oa mo supo pro-
el gobierno cacerista, mediante
Wa deere presidenctal expedido al 3 de junio de 1859, pomerna Cnn
ej 1890, promovié la repatriacién
desde Santiago, Mejillones e Iquique en Chile y desde la llanura de Parrubsmbay los
alrededores de la zona nortefia de Huamachuco, donde el ejército de la Resistencia
fue finalmente derrotado, de las creliquias» y restos de los ehéroes nacionales» de la
Guerra del Pacifico a la capital de la Repiiblica®,
A Céceres, conductor y gestor del ritual funerario péblico™ que cohesioné simbé-
licamente y en beatifica armonia a todas las clases sociales” y a los departamentos
Sibien este es un punto que es sis entee parte importante de la poblacibn exis
una everencia especial a la figura cuasi mitca de Caceres. Sobre la cdolatria que ete despert entre el
pueblo ver Miré Quesada (1961, p. 177). La popular ehusripampeada», en la cual as topas dl eBrujo
delos Andee burlazon al poderoso sia, se mantuvo por mucho tiempo en el imaginsio
toleivo peruano. Para los efectos de la shuaripampeada» en provincis ver Memoria que el Coronel
Prefeco dl departamento de Ayacucho, presenta al Ministro de Estado en el despacho de Gobierno,
Police y Obras Pblicas, sobre el estado desu administracién pili en el Departamento a su mando,
Ayacucho, mayo de 1886, BN, CM.
5) Para un acercamiento al ceremonial funcratio del 15 y 16 de julio de 1890, que eulminé con
un desfle multtudinario de la plaza de la Exposicién al Cementerio, y en el cual estuvieron presentes
partidos politicos, colegis, universidades, empleados pblics,asociaciones profesionales yartesunales,
comisiones departamentales, cubes sociales, colons y sociedades extranjers,ysociedadesculearaes y
‘ducaionales, ver Basadre (1983, VIL, pp. 192-194)
5 Para ete punto ver oe a