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La abejita que no quería

comer sus vegetales


Había una vez, en una colmena muy lejana, una abejita llamada Maya.

Maya era una abejita muy bonita, inteligente y trabajadora, todos los días iba a la escuela de
abejitas obreras y se portaba muy bien, le hacía caso a su maestra y en su casa siempre
hacía todo lo que su mamá abejita le pedía.

Bueno, casi siempre. Maya le hacía caso a su mamá en todo menos cuando ella le decía
que debía comerse los vegetales de su plato. La abejita Maya se negaba rotundamente a
comer vegetales.

De hecho, Maya no quería comer vegetales ni frutas, lo único que comía era comida rápida
y dulces. La mamá abejita con tal de que Maya comiera la dejaba comer lo que ella quería.

Maya era feliz desayunando todos los días pizza, comiendo pollo frito y cenando
hamburguesas. A la maestra de la escuela de abejitas obreras le preocupaba mucho ver que
Maya no podía desempeñar bien sus tareas por culpa de su mala alimentación.

La maestra se había percatado que Maya no ponía atención en clase, siempre estaba
cansada y cuando tenía que hacer alguna actividad física se agitaba muchísimo.

La maestra, decidida a ayudar a su alumna habló con la mamá de Maya y sugirió que
debería estar más al pendiente de la alimentación de su hija, sin embargo, lo único que
sucedió fue que la mamá de Maya se enojó.
Maya siguió alimentándose de dulces, comida rápida y muchas otras cosas más que no
nutrían su cuerpo en lo absoluto. Hasta que un día, Maya se vio muy enferma y no fue a la
escuela durante días.

Le dolía mucho el estómago y aunque no le gustaban los doctores su mamá la llevo con
uno. Cuando llegaron al doctor, se dieron cuenta de que Maya pesaba demasiado para una
abejita de su edad.

“¿Cómo es la alimentación de Maya?” les preguntó el doctor, la mamá de Maya, muy


apenada, le contesto con la verdad. Le dijo que su hija se alimentaba de comida que no le
hacía bien a su cuerpo.

El doctor les explicó que una mala alimentación trae consecuencias muy graves para la
salud y le recomendó a Maya tener una dieta balanceada.

Maya se molestó mucho, ella no quería dejar de comer la comida que le gustaba, muy
enojada ella expresó que no deseaba dejar de comer los alimentos que ella tanto disfrutaba.

El doctor le dijo “No vas a dejar de comer lo que te gusta Maya, solo vas a reducir la
ingesta de ese tipo de alimentos. Te enfermaste por el exceso, una hamburguesa no tiene el
poder de enfermarte, el exceso sí. A partir de ahora debes tener una dieta que incluya
proteína, frutas y verduras y de vez en cuando puedes comer esas hamburguesas y pizzas
que tanto te gustan.”

A pesar de la explicación del doctor Maya, seguía negándose a comer otra cosa que no
fuera lo que a ella le gustaba. Sin embargo, su mamá ya no estaba dispuesta a seguir
complaciendo a su hija con algo que afectaba su salud.

La mamá y Maya llegaron a un acuerdo, si después de comer mejor Maya no sentía ningún
cambio volvería a comer todo lo que a ella le gustaba.

Maya no volvió a comer de la forma en la que lo hacía, pues poco tiempo después de haber
intentado una alimentación balanceada se sintió mucho mejor de salud. Acepto que las
frutas y verduras eran alimentos que sí debía comer todos los días porque le hacían bien a
su cuerpo, pero no dejo de comer hamburguesas, pizza ni dulces porque una alimentación
balanceada incluye todos tipo de comidas.

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