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3.

Breve tratado del inconsciente

LAPLANCHE Jean (1993)


in:
Entre seducción e inspiración: el hombre.
Buenos Aires/ Paraguay: Amorrortu, 2001

Preámbulo

1.El inconsciente del que aquí se trata es el que Freud


descubrió tanto en la cura como fuera de ella, el que sigue
siendo -al menos nosotros lo postulamos- el objeto de la
experiencia del psicoanálisis.
Intenté aportar en 1959 y elaborar en lo sucesivo1 una
concepción muy especial del inconsciente vinculada a su
modo de ser y a sugénesis. Como toda teoría, esta se encuen-
tra distanciada de los hechos pero aspira a dar cuenta de
sus nexos recíprocos: antes que nada, de la así llamada clí-
nica psicoanalítica, entendiendo con esto lo que se revela y
se despliega en el interior de la situación psicoanalítica. Pa-
r a decir las cosas de otra manera, mi tentativa consiste en
establecer una conexión entre lo que la práctica psicoanalí- ,

tica tiene de fundadora y el proceso fundador del ser huma-


no, en la medida en que se caracteriza por la creación de un
inconsciente.
2. Los historiadores pueden discutir hasta el infinito
sobre la originalidad del descubrimiento freudiano y sobre
la novedad del inconsciente psicoanalítico. El propio Freud
osciló entre el sentimiento de haber descubierto una terra
incognita y, por momentos, la aceptación de su inserción
en una línea de pensamiento más antigua: por ejemplo

Nouvelle Revue de Psychanalyse, 1993, XLVIII, París: Gallimard.


Véase sobre todo Problématiques iV L'inconscient et le p, París: PUF,
1981 [Problemáticas N:El inconsciente y el ello, Buenos Aires: Amorroriu
editores, 1987.1, donde se reproduce también el informe de Laplanche y
Leclaire al Congreso de Bonneval(1959): Cinconscient, une étude psy- ?
chanalytiquew. Véase, además, Nouveaux fondements pour la psychana-
lyse, París: PUF, 1987, págs. 44-8 y 128-48. [Nuevosfundamentos para el
psicoanálisis, Buenos Aires: Amorrortu editores, 1989, págs. 49-53 y 128-
151.1
cuando, sorprendentemente, expresa su adhesión a la wo-
luntad inconsciente»de ~ c h o ~ e n h a u e r . ~
No es mi propósito entrar en un debate de historia de las
ideas, ámbito en el que otros son mil veces más competentes
que yo. Sólo quiero señalar que es por excelencia en relación
con el método psicoanalítico -a saber: las vías perfecta-
mente originales y hinuciosamente descriptas de acceso al
inconsciente- como se añrma una y otra vez la originalidad
de este nuevo do mi ni^.^ En cambio, donde la ambiguedad
freudiana se pone de manifiesto es en la manera de concebir
el inconsciente, de situarlo tópica y genéticamente. Al lado
de textos (como el de 1915) que dan preponderancia al pro-
ceso de la represión, y por consiguiente a una creación del
inconsciente en el curso de cada existencia individual, es
constante la tentación de inscribir el inconsciente en tal o
cual estirpe genética, donde ocupa la posición de elemento
primero, primordial. Estirpe psicológica: .Todo lo que es
consciente fue primero inconsciente».Estirpe en lo biológico
individual: el ello es el «gran reservorio de las pulsiones~y
constituye la parte no reprimida del inconsciente, aquella
que se conectaría directamente con el cuerpo. Estirpe, por
último, de la especie y de la ~filogénesis»:sea por el sesgo de
las así llamadas .fantasías originarias»- q u e constituirían
el núcleo del inconsciente-, sea bajo el acápite de la especu-
lación metabiológica y metacosmológica, que reenvía lo pul-
sional inconsciente a lo atávico i n m e m ~ r i a l . ~
Al mecanismo de la represión se le opone, pues, en el
pensamiento freudiano, una dinámica del surgimiento a
partir de un «originario»5asimilado «espontáneamente»al
inconsciente y proclive a todas las reminiscencias románti-
cas (en el sentido más amplio de este término). Pero hay al-
go más grave aún: el punto de vista de la represión se va su-
bordinando cada vez más al del surgimiento; así, después de
1915 la noción de una represión originaria, creadora del lu-
z He comentado esta especie de &anossa» en La réuolution copernicien-
ne inacheuée, París: Aubier, 1992, pág. XVIII.
Recordemos una vez más que el primer punto de la definición del
psicoanálisis, el que se subordina tanto a la clínica como a la teoría, es el
de ser «un procedimiento para la investigación de procesos anímicos ape-
nas accesibles de otra manera*, OCF-P,X V I , pág. 183.
Cf. sobre este tema: Le fouruoiement biologisant de la sexualité chez
Freud, París: Synthélabo, *Les empecheurs de penser en rond», 1993.
Cf. infra, págs. 74-5. .a1
gar inconsciente, se hace esporádica; de ahí en adelante la
represión será fundamentalmente secundaria, es decir que
recaerá sobre mociones pulsionales ya presentes y nacidas
en el inconsciente primordial, no reprimido.
3. La postulación de cierto «ello»biológico originario, por
fuerza preformado, se contraponía directamente a la nove-
dad que constituía la noción de pulsión en cuanto proceso
sexual no adaptado, en el hombre, a una meta preestableci-
da. Dicha postulación pasaba absolutamente por alto la pro-
fundización por parte de Freud del mecanismo de la repre-
sión y de sus tiempos sucesivos (sobre todo en «El caso
Schreberv, de 1911, y en .Lo inconsciente»,de 1915).
4. Last but not least, la relegación del inconsciente repri-
mido a un segundo plano comprometía la especificidad del
campo psicoanalítico como campo sexual. Desde el momen-
to en que se equipara e\ inconsciente a un ello
conectado él mismo no solamente al cuerpo sino a cierto bio-
logismo e incluso a cierto vitalismo, las fuerzas que en él se
ejercen devienen fuerzas vitales, independientes, origen
tanto de lo sexual como de la fantasía inseparable de lo se-
xual. Los términos «instinto de vida - instinto de muerte.
designan perfectamente a estas fuerzas, predeterminadas
en su finalidad, pudiendo definirse esta última en términos
que se quieren independientes tanto de lo orgástico como
del fantasma: formación de conjuntos cada vez más abarca-
dores por un lado o bien, por el otro, retorno a lo in~rgánico.~
Digamos, para resumir, que las apuestas ligadas a una
concepción correcta del inconsciente superan de lejos la es-
fera puramente teórica. Conciernen sobre todo a: 1) la fun-
dación y comprensión de la practica analítica; 2) la origina-
lidad del descubrimiento freudiano y la ruptura que este
instaura en la historia de las ideas e incluso en la del hom-
bre; 3) la noción de pulsión; 4) la especificidad del campo se-
Mostré, en finconscient et le ca, ciertos aspectos positivos de la noción
y más aún del término ello, si se acepta desconectarlo de la herencia grod-
deckeana que persiste en el mismo Freud. A la idea de que existe «en el
fondo del hombre esto., desde el origen, opongo la del proceso de la repre-
sión, que crea en mí un verdadero ello, más e ello^ que el de verdad, podría-
mos decir.
Digo: se quieren independientes; porque las fantasías ligadas a las no-
ciones de instinto de vida y de instinto de muerte son patentes, desde el
mito de Aristófanes hasta las imágenes del Nirvana o de un estado cósmico
mineral, glacial, y donde las energías están cerca del cero.

UNIVERSIDAD DE ANTiOOUIA
xual-fantasmático, que habrá que reafirmar tanto en la
práctica como en la teoría.
Habida cuenta de estas apuestas, me limitar6 aquí a cin-
co puntos esenciales de los que algunos son, en rigor, un én-
fasis aportado a ideas ya expuestas, mientras que otros (111
y V) implican desarrollos más novedosos.
1. El realismo del inconsciente.
11. El proceso de la represión.
111.Las consecuencias de la represión sobre los (famosos)
caracteres del inconsciente. -
N: El inconsciente en la vida y en la cura. /
V. Inconsciente y metafisica.

1. El realismo del inconsciente


El informe de Laplanche y Leclaire al Coloquio de Bon-
neval de 1959 se presentaba bajo el estandarte, un tanto ?
provocador, del ((realismodel inconsciente*. No encuentro
nada fundamental que cambiar sobre este punto,gy me con-
tentaré con repasar sumariamente los elementos más rele-
vantes.

1. La reducción del inconsciente a un sentido oculto es a


mi juicio la tentación constante que lleva al descubrimiento
freudiano para atrás, hacia la hermenéutica milenaria.
Ahora bien, en la elucidación del síntoma (en sentido am-
plio y abarcando tanto el lapsus como el acto fallido, el sue-
ño, etc.) y conjuntamente en el método para alcanzarla, se
afirma la originalidad de las ((formacionesdel inconsciente*
frente a las simples polisemias inherentes a todo sistema de
comunicación. La noción freudiana de formación de compro-
miso implica una suerte de producción bastarda entre (por
lo menos dos) series causales, una de las cuales, la cadena
inconsciente, actúa a través de las operaciones de desplaza-

Expuse en 1977-1978(PmbldnatiqueslV L'inconscient et le ca, op. cit.)


una larga reflexiónapr2s-coup sobre este texto, que todavía hoy me parece
ampliamente reivindicable;con la única excepción de la discusión ociosa:
el inconsciente condición del lenguaje 1 el lenguaje condición del incons-
ciente, que, aun con las mejores intenciones, permanecía prisionera de
cierta problemática lacaniana.
miento y condensación. Un acto fallido, para tomar este
ejemplo tan a nuestro alcance, no es un simple acto de la
vida cotidiana bajo el cual la interpretación descubriría sen-
tidos ocultos; es indudable que la simple acción de «hacer
hervir la sopan puede ser incorporada - c o n mayor o menor
legitimidad- a diferentes contextos que la vinculan con un
sentido biológico (autoconservación),con un sentido sexual
(preparar la comida totémica), sociológico (las clases ricas y

\
las poblaciones urbanas ya no comen sopa), etc. Pero el sín-
toma, la irrupción del inconsciente, no se produce sino cuan.
do se me vuelca la cacerola o cuando echo mucha sal y uno
de mis invitados sufre de hipertensión. J
Lo que se denomina - c o n un término consagrado por el
uso y presuntamente derivado del psicoanálisis- «análisis
de contenido,,, puede recaer de manera indistinta sobre
cualquier texto y está destinado a producir a su respecto
una o varias alecturasn: ~elbconscientede un texto))es, por
definición, innumerable; todo discurso es, como dice Umber-
to Eco, «obra abierta*. Pero muy diferente es la perspectiva
de Freud cuando se trata, por ejemplo, de d a sutileza de un
acto fallido»:9en una tarjeta de cumpleaños se había escri-
to, y luego tachado, una palabra ((completamentefuera de
contexto»,tptigo de la irrupción de otra cadena causal.1° Lo
que procede del inconsciente interviene como una realidad
(ella misma conflictiva) en el seno del «texto»consciente,
que presenta por este hecho una mengua de su coherencia:
a veces lacunar, a veces, en cambio, con puntos de carga y de
'
insistencia injustificables. En síntesis, las nociones de de-
fensa, conflicto, compromiso, condensación, etc., pierden to-

i
do su impacto cuando se reduce el psicoanálisis a una nueva
versión de la hermenéutica: una hermenéutica donde el
asentido sexual))vendría a superponerse a la infinidad de
los demás sentidos posibles. -

2 . El .realismo del inconsciente* aspira a despejar


ciertos atascos de la teorización freudiana. Recordaré dos de
ellos.
Se trata primeramente de la oposición, no superada,
entre .hipótesis funcional» (un mismo contenido represen-

1935. GW,XVI, págs. 35-9.Résultats, idées, pmbl~mes,11, París: PUF,


1985, págs. 217-9. [«Lasutileza de un acto fallido», en AE, vol. XXII.]
-lo Pero no por ello de una cadena de sentidos, o .cadena significanter.
tativo, un recuerdo, pertenece, según la manera en que se
encuentra «investido»,o bien al sistema Ics o bien al siste-
ma PcsICs), e «hipótesis tópica. (las inscripciones incons-
ciente y consciente son distintas y pueden coexistir; la una
no anula a la otra). He discutido largamente este punto, que
no tiene nada de escolástico, en 195911 y, sobre todo, en ?
1 9 7 7 . 1 2 De aquí resulta en primer lugar que la hipótesis
acosistan de dos huellas de un mismo «acontecimiento.,
separadas e independientes, es impuesta, por extraño que
parezca, por «impresionesobtenidas en el trabajo analítico.,
especialmente el hecho de que la doma de conciencia»,aun
siendo extrema, no anula la inscripción inconsciente. La
hipótesis funcional, en cambio, parece la más sencilla cuan-
do se trata de dar cuenta no del retorno de lo reprimido sino
del camino inverso, esto es, la represión. Si lo que se repri-
me - e s decir, lo que pasa del estado consciente al estado in-
consciente- es la «huella mnémica~,la representación de
un acontecimiento, no hay ninguna necesidad de superpo-
nerle una doble inscripción.
No sin audacia, Freud hace coexistir, pues, dos hipótesis
difícilmente conciliables: la represión es concebida según el
modelo de la puesta en memoria de un recuerdo; en cambio,
una vez efectuada la represión, esa tan particular inscrip-
ción inconsciente revela ser de distinta naturaleza que el
simple recuerdo. Ahora bien, semejante contradicción pue-
de conducir asimismo a interrogarse sobre aquella proposi-
ción, demasiado ampliamente admitida, según la cual la re-
presión sería un simple caso particular de la puesta en me-
moria, siendo el recuerdo inconsciente nada más que un
recuerdo más profundo, más sepultado que los recuerdos
banales, «preconscientesn.¿Qué relación existe entre la re-
r .presión y la memoria, tal como por lo general se la estudia
i en psicología? El camino que he tomado deliberadamente
/ consiste en considerar el elemento, la .huella* inconsciente,
c no como una representación memorizada sino como una
i
suerte de desecho de ciertos procesos de memorización.
Una segunda encrucijada de la teorización freudiana,
inherente también ella a la tentativa de inscribir la repre-
sión en una teoría de la memoria y de la toma de conciencia,

l1 En Problématiques N: L'inconscient et le p , op. cit., págs. 276-81. ,,


l2 Zbid., págs. 73-104. *A
se vincula a la muy famosa oposición de los términos Wort-
vorstellungl Sachvorstellung, que con toda corrección se
traduce por: representación de palabra / representación de
cosa. Estos dos términos compuestos (así como sus transpo-
siciones francesa y española) significan que el contenido de
la «representación»es, en un caso, la palabra y, en el otro, la
«imagen mnémican más o menos directa de la cosa. Por otra
parte, -y pese a todos los matices que convendría introdu-
cir-, la representación de cosa, característica del incons-
ciente, está formada básicamente, para Freud, por elemen-
tos visuales, mientras que la representación de palabra es
por naturaleza acústica, hecha de palabras susceptibles de
ser pronunciadas.13
Ahora bien, aquí es donde la teoría del inconsciente se
alista -equivocadamente, en mi opinión- en una teoría
psicológica que hace depender la toma de corciencia de una
cadena de pensamientos de la posibilidad de asociarle, de
manera biunívoca, huellas verbales acústicas susceptibles
de ser revivificadas, repronunciadas cuando menos con ca-
rácter de esbozos, y por lo tanto percibidas interiormente.
Esta teoría, ya presente en el «Proyectode psicología»,14es
digna del mayor interés en el marco de una «exposición de
los procesos normales.; es ella la que aparece inserta en la
célebre fórmula: «La representación consciente comprende
la representación de cosa más la representación de palabra
aferente; la inconsciente es la representación de cosa so-
la&Pero justamente lo problemático en el trabajo analíti- ,
co es esa ligazón, ese .más» que debería reunir la represen-
tación de palabra con la representación de cosa.
Era forzoso, pues, poner en cuestión el tipo de realidad
que debe atribuirse a los elementos inconscientes y negarse
a ver en ellos simples .imágenes mnémicas de cosan, calcos
más o menos deformados de acontecimientos u objetos. Y
fue para hacerlo entender por lo que propuse, para la Sach-
vorstellung freudiana, con el término arepresentación-

l3 Esto incluso e n «El yo y el ello»: .Los restos mnémicos de las co-


sas* son asimilados a «restos mnémicos ópticosu, mientras que dos restos
de palabra son fundamentalmente los descendientes de percepciones
acústicas~(OCF-P,XVI, pág. 265). [Elyo y el ello, en AE, vol. m.]
l4 3a parte, e n La naissance de la psychanalyse, París: PUF, 1956, p8g.

-
375 y sig. [Losorígenes del psicoanálisis, en AE, vol. 1.1
l5 OCF-P, XIII, pág. 240. [.Lo inconciente., en AE, vol. XIV.]
cosa»,no una traducción más correcta sino un contrasentido
provocador.16 Con ello quiero decir que el elemento incons-
ciente no es una representación que se debqreferir a una co-
sa exterior de la que dicha representación sería la «huella»,
r sino que el paso al estatuto inconsciente es correlativo de
una pérdida de la referencia. La representación (o, en len-

'
guaje más moderno y preciso: el significante), al tornarse in-
consciente, pierde su condición de representación (de signi-
, ficante) y se transforma en una cosa que no representa (no
\ L
significa) más que a sí misma.

3. El ((realismodel inconsciente» se propone como meta


dar un sentido preciso a la noción de «realidad psíquica»,
que Freud enunciaba constantemente pero que nunca defi-
nió de manera autónoma -salvo en raras ocasiones-,
mientras que la mayoría del tiempo la superpone a la reali-
dad psicológica, o sea, en última instancia, a nuestra viven-
cia subjetiva.17
Así pues, cuando distingo no dos órdenes de realidad, co-
mo lo hace casi siempre Freud (realidad externa, material, y
realidad interna, psicológica), sino tres, es decir, agregando
la realidad del mensaje, o la del significante, no dejo de si-
tuarme en conexión con los esbozos de una tripartición por

l6 Cf. por ejemplo Problématiques N, op. cit., pág. 96 y sig. [Problemáti-


cas N;op. cit., pág. 103y sig.]; Problématiques K Le baquet. Danscendan-
ce d u transfert, París: PUF, 1987, págs. 112-3 [ProblemáticasV La cubeta
!íFascendencia de la transferencia, Buenos Aires: Amorrortu editores,
1990, págs. 122-31.
Mi amigo Daniel Widlocher me perdonará si me causa gracia verlo atri:
buir a Freud la noción de a-epresentación-cosa. cuando, estrictamente ha-
blando, le e s ajena. (Cf. ~Ternpspour entendre, temps pour interpréter,
temps pour comprendren, e n Bulletin de la Fédération européenne de psy-
chanalyse, 1993,no40, págs. 24-5.) Y cuando afirma que estas representa-

-_
ciones inconscientes «no se vinculan a ninguna otra cosa más que a sí mis-
mas», sigue, sin sospecharlo, el sentido de Laplanche (1959) y no el de
Freud.
E n cuanto a su sugerencia de llamar a las representaciones-cosas *re-
presentaciones-acciones., corresponde a la idea de que los cuerpos extra-
ños internos están siempre activos y son .causas* e n el sentido ametafísi-
com del término (véase infra, la parte V , y también La révolution coperni-
cienne inachevée, op. cit., pág. 392).
l7 Sobre todo esto, cf. especialmente Problématiques V ,op. cit., págs. 89-
101.Véase también &éduction, persécution, révélation*, e n Psychanalyse
a I'Universitk, 1993, 18, 72. C f . por ejemplo Problématiques V, op. cit.,
págs. 89-91.
parte de Freud ni, desde luego, en conexión con la triparti-
ción lacaniana: Real, Imaginario, ~imbó1ico.l~
Para condensar este balance diré que no adhiero en ab-
soluto a las dos primeras categorías en el sentido en que La-
can las define, y que en cambio me atengo a la sólida oposi-
ción fieudiana:
Freud: realidad externa - realidad psicológica
y no Lacan: Real - Imaginario
En cuanto a la tercera categoría, considero que el térmi-
no freudiano .realidad psíquica))es el índice de una realidad
hasta ahora tenida en menos pero que no es posible asimilar
a lo «Simbólico»lacaniano, del que yo recuso su carácter es-
trechamente lingüístico, supraindividual-estructural (y pa-
ra decirlo todo: metafísico, véase infra,pág. 95 y sig.).lg
La categoría del mensaje, o del significante en tanto aig-
nifica a)),20en tanto es dirigido*, es absolutamente diferen-
te de la categoría de lo Simbólico: el mensaje puede ser ver-
bal o no verbal, más o menos estructurado, e incluso míni-
mamente referido a una estructura. El modelo lacaniano
del lenguaje, tomado directamente de Saussure y de la es-
cuela estructuralista, en última instancia sólo es válido pa-
ra una lengua perfecta, «bien hecha., unívoca, donde las
distancias reguladas entre los significantes (los «valores»)
determinan y hasta vuelven superflua la relación de un sig-
nificante con un significado determinad^.^^ Yo entiendo,
l8 Cf. por ejemplo Problématiques N, op. cit., págs. 89-91.
l9 E n homenaje a Lacan, e incluso una vez escrutados todos los desa-
cuerdos con el dacanismon, habría que señalar con fuerza al menos dos as-
pectos:
- el hombre, el maestro, fue un extraordinario estimulador de pensamien-
to y de investigación, en el seno de un mundo posfreudiano balbuciente;
- el pensador hizo prevalecer la certeza, insólita en el freudismo, de que el
inconsciente y la pulsión no surgen de los trasfondos oscuros de la
.vida,,, sino que su génesis y su naturaleza son indisociables del mundo
humano y de la comunicación interhumana.
En cuanto a estos dos puntos de vista, conviene releer el brillante &ap-
port de Rome, [*Informe de Roma»] (Ecrits, París: Seuil, 1966, págs. 237-
322). [dbnción y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis*, Es-
critos 1,Buenos Aires: Siglo veintiuno, 1985, págs. 227-310.1
'O Cf. por ejemplo Nouveaux fondements pour la psychanalyse, op. cit.,
págs. 47-8. [Nuevosfundamentospara el psicoanálisis, op. cit., págs. 52-3.1
l' Así en la matemática. Cf. por ejemplo Problématiques ZV, op. cit.,
flbg8. 129-34.
pues, la categoría del mensaje o debsignificante a»con toda
la extensión que Freud otorga al lenguaje, incluyendo «el
lenguaje de los gestos y cualquier otra especie de expresión
de la actividad psíquica».
Sin embargo, esta categoría es insuficiente para dar
, cuenta de lo que nosotros llamamos «realidad psíquica
inconsciente»:hay que añadirle esa transformación extraña
operada por la represión y que desemboca en la formación
de una representación-cosa o, tomando otra expresión, en
un significante-de significad^.^^
l

4. Por último, el realismo del inconsciente está íntima-


mente vinculado a lo que denominé su «deducción clínico-
teórica^:^ o sea una suerte de mostración de su necesidad a
partir de la situación asimétrica originaria adulto-niño.Vol-
veré a esto un poco más adelante, pero lo que quiero enfa-
tizar ya mismo es que este modelo de la represión no preten-
de explicar solamente la génesis de un reprimido (la exis-
tencia de un reprimido) sino el engendramiento de cierto
tipo de realidad llamada <<inconsciente» (la naturaleza de lo
reprimido).

11. El amodelo traductivon de la represión


Habiendo elaborado e intentado perfeccionar reiteradas
veces24este modelo,25 indico solamente algunos puntos
esenciales insistiendo en los acentos más nuevos.
22 En la medida en que se introduce la noci6n de representación-cosa, la
oposición representación de cosa / representación de palabra se toma no
pertinente para el inconsciente psicoanalítico:
1. La representación de palabra (representación verbal) deviene en el
inconsciente, al igual que la representación de cosa (visual), una represen-
tación-cosa.
2. La representación de cosa sólo tiene interés en psicoanálisis, y s610 es
*tratada. por la represión, en la medida en que transmite un mensaje, en
que «significa an.
E n cambio, esta oposición conserva su valor para una psicología. de la
memoria, donde se trata de la rememoración de un recuerdo preconsciente
(cf. supra, págs. 66-8, e infra, p8g. 72 y sig.).
23 Nouveaux fondementspour lapsychanalyse, op. cit., pAg. 148. [Nuevos
fundamentos para el psicoanálisis, op. cit., pág. 151.1
24 Las referencias mas recientes: Nouveaux fondementspour la psycha-
nalyse, op. cit., 2" parte. Y *L'interprétation entre déterminisme et herm4-
1.El modelo tradudivo de la represión sólo puede conce-
birse en el marco de la teoría de la seducción. Las represen-
taciones-cosas que constituyen el núcleo del inconsciente
deben concebirse como lo que escapa a las primeras tentati-
vas del niño de construirse un mundo interhumano, y por lo
tanto de traducir en una perspectiva más o menos coheren- ,
te los mensajes procedentes de los adultos. El fracaso par-
cial, pero necesario, de estas tentativas se debe a que tales
mensajes son enigmáticos para el propio emisor, es decir
que están comprometidos por su inconsciente. El único
acento que añadiré aquí consistirá en recordar que la rela-
ción adulto-niño es eminentemente propicia para la revivis-
cencia de conflictos y deseos surgidos del i n c ~ n s c i e n t eno
:~~
todos los mensajes son igualmente enigmáticos, sino muy
en particular los que se emiten en ciertas condiciones de
reactivación.

2. El modelo de la sustitución significante o de la metábo-


le, según fue propuesto en Borneval (1959), sigue parecién-
dome válido; derivado de un esquema de Lacan, fue severa-
mente criticado sin duda por ser demasiado lacaniano y, a la
vez, demasiado poco lacaniano. Presenta el interés, segura-
mente limitado pero real, de proporcionar un modelo suges-
tivo para la mente. Lo trabajé muchas veces, tanto en Pro-
blématiques N como en mis Nouveaux f o n d e m e n t ~ . ~ ~
Recuerdo que se trata, en presencia de un mensaje (un
significante S1) propuesto al sujeto, de intentar una «tra-
ducción~sustituyendo el significante inicial S1 por un nue-
vo significante (S2); siendo la relación de S2 con S1 casi

neutiquew, en La réuolution copernicienne inachevée, op. cit., págs. 385-


416. [«Lainterpretación entre determinismo y hermenéutica*, en Laprio-
ridad del otro en psicoanálisis, op. cit., págs. 135-66.1
25 Del que sabemos que s u incitación proviene de la carta 521112 de
Freud a Fliess.
Cf., entre otros, mi alusión al artículo de M. Malev ( ~ T h Jewish
e or-
thodox circumcision ceremony*),en Problématiques 11:Castration-Symbo-
lisation, París: PUF, 1980,pág. 239 y sig. La circuncisión puede ser enten-
dida a s u vez como un acto sintomtitico, como un ,.mensaje comprometido»
por el inconsciente de los adultos. Cf. también, respecto de la «amenaza
proferida de castración. y su valor seductor: <'Seducción,persecución, re-
velación~,en este volumen, pbg. 13y sig.
2 7 Pbgs. 129-31. -1987 Lnf= ; Lnu=132-134
siempre compleja y hecha de semejanzas, contigüidades y
hasta oposiciones. E

La fórmula inicial se escribía:

Proceso traductivo que se comparaba a la acción de un


S S,
multiplicador 2- sobre un multiplicando -.
S,I S
La fórmula, como aquí se la reproduce, sería aquella de
las primeras traducciones que el niño obtiene de los mensa-
jes adultos, y que van seguidas (según la fórmula del propio
Freud) por fracasos de traducción, que son precisamente las
primeras represiones o represiones originarias.
El principal mérito de este esquema es presentar a la
mente la paradoja de un residuo de traducción, que ya no se
S1 .
significa más que a sí mismo: --
S1
Pero, en tales ecuaciones simples, la matemática insiste
en la conservación de la cantidad y es incapaz de explicar la
alteración de un metabolismo psíquico. Debe aceptarse,
pues, que las dos mitades del esquema no corresponden a
una igualdad (signo=) sino a una transformación (signo+).
Del lado izquierdo, se trata de mensaje a traducir (Ml) y
no de significante (o no traduce un significante). Del lado
derecho, volvemos a encontrar por una parte la traducción
parcial del mensaje (M2)y, por la otra, el (o los) significan-

Una formulación más aproximada de la represión


originaria sería, pues, algo así como lo siguiente:

De aquí se desprende que el significante reprimido S1


es un resto del mensaje Ml y no la totalidad de este. El
mensaje está parcialmente traducido y parcialmente re-
primido.

3. El punto crucial para comprender el esquema traduc-


tivo es fijar bien la idea de que la represión no puede ser
considerada como un caso particular de puesta en memoria.
Entre los innumerables textos que Freud consagró al re-
cuerdo, la huella mnémica o la rememoración, hay pocos
que traten el tema de la fijación memorial. Lo más destaca-
ble es un pasaje de Leonardo suscitado, evidentemente, por
el problema del recuerdo infantil .del buitre».28Para ha-
cerse entender, Freud compara el modo en que el individuo
humano almacena sus recuerdos con la manera en que se
escribe la historia en el plano colectivo. Habría, por lo tanto,
dos formas muy diferentes de escritura de la historia (o his-
toriografía: Geschichtsschreibung):una utilizada por los
cronistas y que consiste «en consignar día por día las expe-
riencias vividas del tiempo presente)), y la otra que echa
«una mirada hacia atrás, hacia el pasado, recopila tradicio-
nes y leyendas, interpreta las supervivencias de los tiempos
antiguos en los usos y costumbres, forjando así una historia
de los primeros tiempos.. La segunda es, como puede verse,
una historiografia deformante, al depender de los intereses
del tiempo presente y de la aversión que despiertan muchos
acontecimientos del tiempo pasado. Observemos que en
este segundo caso se exigen explícitamente dos tiempos de
inscripción, pues la reconstrucción a posteriori no parte de
la nada: h e necesaria una primera inscripción de las «hue-
llas del pasado», pero esta no pasa por el historiador. De mo-
do inverso, agregaré yo, el historiador-cronista no es un
simple registrador de hechos: en una época en que el regis-
tro audiovisual no había suplantado aún a la crónica, le fue
preciso como mínimo transcribir los hechos vividos, pero
ello en la escritura más fiel y neutra posible: el pasaje de lo
vivido a lo escrito no es inocente, por cierto, pero la diferen-
cia con la historia ((reescrita))con posterioridad sigue siendo
inmensa. El ejemplo preferido de Freud en lo que respecta a
esta reescritura es el de Tito Livio cuando redacta, en el
inicio de nuestra era, la historia de los orígenes de Roma: las

* OCF-P,X , págs. 107-8. [Un recuerdo infantil de Leonardo d a Vinci,en


AE,vol. XI.]
chozas de los fundadores de Roma se transforman en lujo-
sos palacios, los cabecillas de banda, en reyes de ilustre cas-
ta, etcétera.
Según Freud, paralelamente a las dos historiografias,
habría en el individuo dos tipos de memorización. La prime-
ra, «totalmente comparable. a la historia del cronista, sena
«la memoria consciente que tiene el hombre de las experien-
cias vividas en sus épocas de madurez*. La segunda sena
aquella de los recuerdos de infancia que acorresponden efec-
tivamente, en cuanto a su génesis y confiabilidad,a la histo-
ria de los tiempos originarios de un pueblo, compuesta tar-
díamente y de un modo tendencioso^.^^
Dejo sentados los siguientes puntos:
La memorización del adulto (normal) no conlleva su-
puestamente ninguna deformación esencial. Hay aquí, des-
de luego, un modelo ideal que la psicología de la vida coti-
diana no podría admitir sin reservas.
La memorización de la vivencia infantil se produce su-
puestamente a posteriori, pero sin duda postula un primer
tiempo infantil, el del depósito de huellas. Resurge, pues,
exactamente, el modelo del apres-coup o del traumatismo
en dos tiempos. El trabajo de deformación y de ordenamien-
to en la memoria recae no sobre los acontecimientos infanti-
les (inaccesiblespor naturaleza) sino sobre un primer depó-
sito de estos.
Señalemos por último que se trata de un modelo para la
memoria consciente: el resultado de la reelaboración segun-
da en el que Freud se interesa aquí es el recuerdo conscien-
te: para ser precisos, el «recuerdo-cobertura».Pero pronun-
ciar este término (Deckerinnerung) es indicar que recubre
algo y le impide resurgir: precisamente lo reprimido.
Tanto fue el interés puesto en el arecuerdo de infancia de
Leonardo da Vinci~,para preguntarse a qué realidad de su-
cesos correspondía, que se desdeñó verlo sencillamente co-
mo lo que es: no un elemento inconsciente reprimido sino un
recuerdo-cobertura al que se aplica con bastante exactitud
el modelo de la memorización deformante y represora. Dado
que, por otra parte, el texto sobre ~ e o n a r d es ~ de los
o ~uno

r 29 OCF-P,XVIII,p6g. 108. ' 8 A%!

, 30 OCF-P, X,cf. especialmente ptigs. 142-3 y 158-9.


principales momentos en que reaparece en Freud la función
de la seducción,no me parece de ninguna manera arbitrario
aplicarle el modelo de la metábole represora, aunque, claro
está, simplificando sus elementos.
MI- e l mensaje inscripto en un primer tiempo-; desig-
némoslo, simplificandomucho: acaricias vehementes. (de la
madreL31
M2- e l recuerdo-cobertura-; llamémoslo «fábula del
pájaro*, evitando así la controversia accesoria acerca del
milano~buitre.~~
La metáfora represora, característica del tiempo del
apr2s-coup, se podría esquematizar así:
\

' caricias fábula del fábula del pájaro


vehementes
X
pájaro
+= S

S caricias
vehementes -
S1
S,A
Sena necesario un largo comentario:

1.Las acariciasvehementes. de la madre33son mensajes


dirigidos al sujeto, a Leonardo. Su primera inscripción no
necesita una traducción, es implantación pura y simple.
Para decirlo de otra manera, son elementos de la percep-
ción, pero que .hacen signo»;34no tienen necesidad de que
se los transcriba en significantes, son de entrada ~signifi- \
cantes a».
2. Es? acaricias vehementes. son mensajes enigmáti- ,
cos. Su significado es parcialmente sexual, perverso, ignora-
do por la madre misma.35
31 Zbid., pág.
143.
32Cf. J.-P. Ma'idani-Gérard, Léonard de Vinci: mythologie ou théologie?,
París: PUF, 1993. Lo que Freud discutió con su hipótesis [(egipcia. de la
diosa Mut, lo que J.-P. Maidani-Gérard vuelve a discutir con la hipótesis
cristiana y el tema de la Inmaculada Concepción, es el contexto ideológico,
la .lengua de traducción. en que se sitúa el mensaje sustitutivo Mz.
33 Cf. OCF-P, X, ptigs. 142-3 y 158-9.
34 Son Wahrnehnungszeichen. Véase, por ejemplo, Nouueaux fonde- %

ments pour la psychanalyse, op. cit., pág. 129, y La réuolution copernicien-


ne inachevée, op. cit., págs. XXV-VI. qw
35 «El amor de la madre por el pequefío al que amamanta y atiende es 9
algo que va mucho más en profundidad que su afección ulterior hacia el ni-
j o que crece. Su naturaleza es la de una relación amorosa plenamente sa-
3. Mi esquema sena falso si sugiriera que lo que reapare-
ce en el nivel inconsciente no es sino el «significante enig-
mático. inicial. En realidad, se debe insistir más sobre la
idea de que los mensajes adultos enigmáticos sufren una
rectificación, una dislocación. Algunos de sus aspectos son
traducidos, pero ciertos elementos «anamorfóticos»quedan
excluidos de la traducción y se vuelven inconscientes. Por
eso, además -a pesar del éxito que tuvo-, el término 4 g -
nificante enigmático))es inadecuado para designar el men-
saje complejo y comprometido del adulto. En cambio, en el
nivel inconsciente el término significante-designificado me
parece más correcto. Yo le dejo en mi esquema su fomula-
S
ción algebraica 1, sin poder avanzar más que Freud en el
S,
«análisis»de ~eoGardo.
Lejos está de nosotros la idea de homologar a una cura el
análisis de Leonardo: faltan en él los elementos esenciales
-transferencia y reelaboración Iperlaborationl bajo el h e -
go de la situación enigmática originaria- que no pueden
ser suplantados in absentia. Sin embargo, los caminos ex-
plorados por Freud en su investigación no carecen de inte-
rés: en primer lugar, se sirve de un método vecino al de las
asociaciones libres, cuando utiliza el material libremente
yuxtapuesto de los cuadernos de Leonardo. Por otra parte a
pesar de lo que parece, no se propone encontrar el (los) sen-
t i d o ( ~de
) la fábula del pájaro. Al contrario, la desmonta,
vinculándola a los elementos ideológicos, culturales, lin-
gdsticos que en ella se cruzan y que le otorgan una fachada
consistente. Encuentra por fin correlaciones, enlaces aso-
ciativo~,entre estos elementos de la fábula y los de la situa-
ción originaria (a su vez parcialmente conjeturada sobre la
base de elementos históricos de la familia de Leonardo), lo

tisfactoria, que colma no sólo todos los anhelos anímicos sino también to-
das las necesidades corporales; y si bien constituye una de las formas de la
felicidad accesibles al ser humano, esto no se debe en su menor parte a la
posibilidad de satisfacer sin reproche igualmente mociones de anhelo re-
primidas de larga data y que deben calificarse de perversas», OCF-P, X,
pág. 143.
Esta cita me da ocasión para corregir un desafortunado contrasentido
que dejamos pasar en OCF-P,X. Leer: <(nose debe en su menor parte* en
vez de «en lo más mínimo*. Quiera el lector considerar la presente nota co-
mo un erratum.
i
cual le permite acercarse a un significante-designificado,al-
go que gira alrededor de la sonrisa, del beso penetrante, ver-
dadero objeto-fuente de la pulsión y de una parte de la
creatividad artística de Leonardo.
.
i1

111. Los caracteres del inconsciente y su


explicitación a partir de la represión
Freud enumeró en más de una oportunidad las caracte-
rísticas del inconsciente (sistemático) o las del ello, que él
juzga, con razón, idénticas. ¿Con qué medios lo hace?
Una de las ideas más discutibles es la de que en el apara-
to psíquico, o fuera de él, sólo puede conocerse lo que es acce-
sible directamente a la conciencia. Con la mera reverencia
al término «inconsciente»,y en razón del «cierre esencial*
que le corresponde en la persona en cuestión (~ego*), ha-
bríamos perdido la audacia de Freud cuando, en «un niño es
pegadon, pretende conocer y enunciar un fantasma que en
la mayoría de los casos no puede en modo alguno volverse
consciente (yo soy pegada por mi padre). Aun cuando se de-

¡
mostrara que Freud se equivoca en cuanto al objeto de su
inferencia, por lo menos la postura está perfectamente asu-
mida: uno puede hablar del inconsciente, y localizar y hasta
reconstruir algunos de sus contenidos.
Al margen de lo que se puede observar en forma directa
(iy que por otra parte no implica, ni mucho menos, un cono-
cimientocorrecto!),a partir de otros fenómenos más directa-
mente observables es posible inferir ciertos hechos y ciertos
existentes. Así sucede con numerosos existentes físicos. El
átomo, por ejemplo, fue durante larguísimo tiempo deduci-
do antes de que se lo pudiese observar.36 En astrofísica es-
tán los .agujeros negros))que, por definición, no son visibles
(pues absorben todos los rayos) y sólo pueden ser indirecta-
mente localizados por sus efectos gravitacionales. Freud
reivindica este procedimientoindirecto para el ello: .Lo poco
que sabemos de él, lo hemos aprendido mediante el estudia

36 El hecho de que el átomo no haya sido observado sino deducida


permitió, durante largo tiempo, dar libre curso a cierto idealismo del
objeto científico «construido».El átomo, se decía, no es sino un haz dd
1
scuaciones.
del trabajo del sueño y de la formación del síntoma neuróti-
c o ~Por. ~último,
~ ciertas propiedades e incluso ciertos exis-
tentes pueden deducirse de un modelo forjado a su vez al
contacto de los hechos observados. Recordemos, después de
Popper, que una contradicción entre una de las consecuen-
cias deducidas del modelo y un hecho de experiencia ten&&
como resultado una e f a l s i f i ~ a c i ó ndel
~ ~modelo,
~ producien-
do su abandono, su modiíicación profunda o su inclusión co-
mo caso particular dentro de un modelo más general.39Este
modelo puede ser de diferentes tipos: estático, por describir
un estado relativamente e ~ t a c i o n a r i oo, ~genético,
~ por
«predecir»las propiedades de un objeto a partir de su engen-
dramiento. En este sentido, el modelo traductivo de la re-
presión es de naturaleza «genética»,por cuanto describe el
engendramiento del inconsciente: a partir de él debería ser
posible deducir, por consiguiente, no sólo la existencia41
sino también ciertas propiedades -la consistencia, podría-
mos decir- del i n c ~ n s c i e n t e . ~ ~ 5i
d
Nouvelles lecons, OCF-P, XIX, pág. 156. [Nuevas conferencias de intro-
ducción a l psicoanálisis, en AE, vol. XXII.]
38 Conservo el término <<falsificación» ~alsification],que no comprende
la totalidad de las refutaciones. La falsificación es el desbaratamiento de
una teoría en lo que atañe a una de sus consecuencias centrales.
39 Ejemplo famoso: Einstein y la fisica newtoniana. Otro ejemplo de
falsificación: el abandono de la teoría de la seducción por Freud, en razón
de algunas consecuencias de esta que contradecían a la experiencia.
40 Así, la fisica einsteiniana describió la desviación de los rayos lumíni-
cos por la gravitación antes de que esta fuese observada. 4
41 Cf. .Le mur et l'arcade*, en La révolution copernicienne inachevée, op.
cit., pág. 301. [-El muro y la arcada>),en La prioridad del otro en psicoaná-
lisis, op. cit., pág. 45.1
42 Unas palabras m8s acerca de que el ello implica ante todo caracteres
negativos. Freud vincula esto al hecho de que el ello «sólose deja describir
como opuesto al yo» (Nouvelles lecons, OCF-P,XM, pág. 156). Pero tal ca-
racterización .<ennegativo* se comprende también por la génesis, en la
medida en que esta suprime ciertos aspectos de la trama psíquica .cons-
ciente* (lo cual se indicaba en el Informe de Bonneval, con el capítulo *Fic-
tion #un langage a l'état réduitn, Problématiques N, op. cit., págs. 297-
300). Observemos también que uno de estos caracteres mayores constitu-
ye una especie de negación de la negación: *ausencia de negación e n el in-
consciente..
Por último, desde el punto de vista de la prueba, los caracteres negati-
vos (ningún hombre es cuadrúpedo) pueden prestarse a falsificación tanto
como los caracteres positivos (todos los hombres tienen el pulgar de la ma-
no en oposición a los demás dedos). Freud-32b AE=22/68
1.Inconsciencia e intemporalidad l

Tengo varias razones para vincular estos dos problemas


que, en mi opinión, se explican el uno por el otro. Freud, al
disociarlos, dio ineluctablemente la prioridad al de la «toma
de conciencia»43y aportó sus tentáculos a la teoría concien-
talista; todo ello siendo que, a mi entender, su concepción
del inconsciente «sistemático»pertenece a un registro dis-
tinto del de la explicación consciente, que aportamos --o no,
según los casos- a tales o cuales recuerdos o afectos pre-
conscientes. En este sentido, no tengo nada que quitar -so-
lamente que agregar- a mi breve desarrollo de 1959 sobre
~L'inconscientet le probkme de la conscience~.~~ cf Pr4=261
En dos artículos recientes sobre el tiempo45propuse dis-
tinguir cuatro niveles de este, dos de los cuales correspon-
den a nuestro objeto: la psique del ser humano.
«Elnivel 11es el tiempo perceptivo, el de la conciencia in-
mediata; es también. . . el tiempo del ser vivo. El nivel 111es
el tiempo de la memoria y del proyecto, la temporalización
del ser humano».46Situé entonces los aportes freudianos en
estos dos niveles, que Freud lamentablemente no había dis-
tinguido. El nivel 11, el de la temporalidad inmediata, apa-
rece descripto en elaboraciones de tono psicofisiológico don-
de «el tiempo» es puesto en relación con la percepción y con
la ritmiticidad de esta última. En cuanto al nivel 111, Freud,
sin haberlo tematizado efectivamente, le aportó una noción
decisiva: la del aprks-coup. Indiqué también que la confu-
sión de estos dos niveles, y sobre todo la inmixión de la pro-
blemátih 11 (extrapsicoanalítica) en la problemática 111,
constituían una de las formas de reintegración forzada del
psicoanálisis en la psicología general.47Sin embargo, bien
se advierte que, por momentos, la distinción está muy pre-

El Bewusstwerden o *devenir-consciente)).
43
En Problématiques N, op. cit., págs. 271-4.
44
45 cqTemporalité et traduction. Pour une remise au travail de la philoso-
phie du tempm (1989), en La r6uolzrtion copernicienne inachevée, op. cit.,
págs. 317-35, y *Le temps et l'autre* (1991),ibid., págs. 359-84. [4'empo-
ralidad y traducción. Para un retrabajo de la filosofia del tiempos, págs.
65-84,y *El tiempo y el otro., págs. 107-33,en La prioridad del otro enpsiv
coanálisis, op. cit.]

- 46 Zbid., pág. 363. [Zbid.,pág. 111.1


47 Ibid.,págs. 365-6. [Zbid., págs. 114-5.1
I

1
sen te en Freud: en el pasaje del Leonardo comentado antes,
la puesta en memoria tipo <<cronista» corresponde al nivel 11
de temporalidad, y la puesta en memoria del tipo reescritu-
ra deformante, al nivel III.
Para enfocar de nuevo las cosas desde el punto de vista
del <<inconsciente>>, el nivel de la temporalidad perceptiva y
de la conciencialidad inmediata involucra en primer lugar a
la relación preconsciente-consciente, o sea el acceso a mis
archivos personales. En cambio, la represión se sitúa en el
nivel de la temporalización concebida como puesta en nove-
la, traducción de los enigmas provenientes del otro y, luego,
<<autoteorización>> continuada: precisamente como fracaso
de la temporalización y depósito de residuos no traducidos.
Por consiguiente, la palabra <<conciencia>> que debe oírse
en nuestro término psicoanalítico <<in-consciente>> no es la
conciencialidad inmediata, vital, conectada a la percepción.
El uso de la palabra <<conciencia>> nada menos que por He-
gel, en expresiones como <<conciencia desdichada>>, <<concien-
cia piadosa>>, e incluso el del mismo Freud en «conciencia de
culpabilidad>> (Schuldbewusstsein), nos acerca a lo que está
en juego. En la palabra <<con-ciencia>> hay que darle aquí su
espacio a la etimología (cum-scire), o sea, para cada ser hu-
mano, un <<saber>> 48 de sí, de su entorno y de su destino, rela-
tivamente organizado, coherente (cohaerens). Este <<saber
de sí>>, constituido en el apres-coup, y que por lo tanto reto-
ma el pasado a partir del presente para apuntar a un futu-
ro,49 este movimiento de traducción tiene por origen ese
<<motor inmóvil>> que es la destinación enigmática del otro
(externo). Deja necesariamente fuera de él algo de esa desti-
nación, un intraducible que pasa a ser el inconsciente, el
otro interno. Este otro interno, a su vez, funciona como
agente, como objeto-fuente que busca penetrar sin pausa en
la existencia con-sciente (lo cual es muy otra cosa que surgir
a la luz de la conciencia-percepción).
Según esta perspectiva, el adjetivo <<atemporal» (zeit-los)
no designa una cualidad extrínseca de la <<otra cosa>> en no-
sotros, sino su ser mismo, determinado por su génesis: la ex-

48 No científico, por supuesto, y en su mayor parte fantasmático, ideoló-

gico: véanse las <<teorías» sexuales infantiles.


49 «Temporalité et traduction», en La révolution copernicienne inache-

vée, op. cit., pág. 325 y sig. [«Temporalidad y traducción», en La prioridad


del otro en psicoanálisis, op. cit., pág. 73 y sig.)

80
clusión del trabajo de temporalización propio del sistema
Pcs 1cs.50
Si por un lado la denominación de ((atemporal*puede ser
considerada como más pertinente que la de «inconsciente»,
por el otro la exclusión de este ~atemporal*respecto de la
conciencialidad51es mucho menos directa y esencial de lo
que se había supuesto. Nada impide a priori que contenidos
de lo aatemporal., de las representaciones-cosas, accedan a
la conciencíalidad sin pasar por la temporalización (el sis-
tema Pcs) y sin perder su plena pertenencia a su eisternax
resurgencias ecmnémicas con o sin hipnosis, alucinosis. . .52
A la inversa, la simple adición de una representación de pa-
labra a una representación de cosa - q u e finalmente Freud
postula como lo esencial del acceso a la conciencialidad- es
por completo insuficiente cuando se trata de la reintegra-
ción de la representación-cosa en el espacio de la temporali-
. ~ ~ eso hace falta, como mínimo, el trabajo de la
z a ~ i ó nPara
cura.

50 Los procesos del sistema Zcs son atemporales, es decir que no están
ordenados temporalmente, no se ven modificados por el tiempo que pasa,
no tienen absolutamente ninguna relación con el tiempo. También la rela-
ción temporal está vinculada al trabajo del <&tema-Conciencia* (en la
edición de 1915: «sistema-Pcsw),OCF-P,XIII, pág. 226. ['<Loinconsciente*,
en AE, vol. XIV.1
No se lo podría decir mejor. Sin embargo, la duda de Freud entre usiste-
ma-Concienciau y «sistema-Pcs. indica su incertidumbre entre lo que yo
designo como 'eonciencialidad II» (la conciencia inmediata) y con-ciencia
temporalizante IIL, que corresponde en él al sistema Pcs.
51 Por comodidad expresiva, designo el término alemán Bewusstheit por
conciencia 11, ligada a la temporalidad inmediata. E s el sistema Per-
cepción-Conciencia de Freud.
52 Cf. Problématiques N, op. cit., págs. 53-5 y 98-101. El texto más sor-
prendente de Freud es el final de &onstructions dans l'analyse. (1937),en
Résultats, idées, probl2rnes ZZ, París: PUF, 1985,pág. 278 y sig. [*Construc-
ciones en el análisis., en AE, vol. XXIII.]
53 Recordemos también que la naturaleza de la representación-cosa no
depende ni del sensorio (visual-auditivo ) ni del contenido (verbal - nover-
bal) de la representación de la que surgió. Una representación de palabra,
al ser reprimida, deviene representación-cosa. Nada impide que semejan-
te representación-cosa de materia verbal acceda directamente a la con-
ciencialidad mediante un esbozo de re-pronunciación: frases del sueño,
alucinaciones verbales.
2. Ausencia de coordinación y de negación

No encuentro nada que añadir en este punto a la des-


cripción fundamental del les sistemático o del ello, varias
veces emprendida por Freud, por ejemplo en las Nuevas
oo~re~~= ~

<<A partir de las pulsiones se llena de energía pero no tiene


organización, no produce voluntad de conjunto sino sola-
mente la aspiración a procurar satisfacción a las necesida-
des pulsionales, observando el principio de placer. En cuan-
to a los procesos que tienen lugar en el ello, las leyes lógicas
del pensamiento no son válidas, sobre todo el principio de
contradicción. Mociones opuestas coexisten la una junto a la
otra sin anularse ni sustraerse entre sí, sino que a lo sumo
se reúnen en formaciones de compromiso para la evacua-
ción de energía bajo la coacción económica dominante. No
hay nada en el ello que pudiera asimilarse a la negación>>. 54
Incoordinación y ausencia de contradicción 55 corren,
evidentemente, a la par, siendo esencial para la coordina-
ción de los pensamientos el principio del tercero excluido. Lo
mismo sucede con la noción de <<valor>>, capital en semiolo-
gía, que permite marcar tal o cual significante por diferen-
cia con los significantes vecinos. Justamente, lo que la re-
presión suprime son estas ligazones, diferencias, coordina-
ciones. Freud apuntaba ya, con razón, que esta trabaja de
manera <<altamente individua1». 56 Pero, pese a afirmar que
<<represión e inconsciente son correlativos en una (muy)
grande proporción>>, 57 siempre retrocederá ante la hipótesis
de explicar los caracteres del inconsciente por el proceso
mismo de la represión. Cuando, más tarde, aparezca la no-
ción de ello, la descripción de un sistema carente de coordi-
nación y de <<voluntad de conjunto>>, impuesta en gran parte
por la experiencia analítica, será mantenida, mientras que
parece poco acorde con un origen endógeno del ello si este
debiera ser concebido como <<acogiendo en sí las necesidades

54 París: Gallimard, 1984, pág. 102.


55 Sobre una formulación aislada que sigue el sentido inverso, y que yo
considero como un lapsus, cf. Problématiques N, op. cit.; pág. 103, n. 1.
56 •Le refoulement», OCF-P, XIII, pág. 193. [•La represión», enAE, vol.
XIY.)
57 !bid., pág. 191.

82
p u l s i ~ n a l e s »en
; ~efecto,
~ en la observación de los organis-
mos vivos nada permite afirmar semejante inorganizacidn
de las necesidades, que además sería incompatible con la
vida. Y si, respondiendo a una concepción cada vez más
preeminente en Freud, hubiese que admitir que «el ello he-
reditario alberga en su interior los restos de innumerables
existencias-de-mí~,~~ y sobre todo esos organizadores que
son los complejos (conjuntos organizados de representacio-
nes) y los fantasmas originarios (estructuras fantasmáticas
típicas), la contradicción con la antigua descripción del sis-
tema inconsciente sena aún más flagrante.60
Que el ello (el sistema Ics) sea el resultado de la repre-
sión, y que la represión se comprenda por intermedio de una
teoría traductiva, estas son mis hipótesis: al menos tienen
la ventaja de explicar los caracteres del sistema tal como
Freud los extrajo de la experiencia analítica. Para decir las
cosas de una vez, la traducción trata el mensaje como un to-
do coherente, mientras que los significantes no traducidos
no son coherentes entre sí ni forman otra cadena; la repre-
sión, cara negativa de la traducción del mensaje enigmáti-
co, tiene un efecto de dislocación.
Propondré ahora una ilustración de este punto preciso
(la traducción disloca lo que rechaza), sin pretender en mo-
do alguno dar un ejemplo de represión en el sentido psico-
analítico; en parte porque se trata de una traducción inter-
lingual, pero además por muchas otras razones.
Propongámonos traducir la frase francesa: «L'étalon
court dans la ferme» [El sementallpatrón (unidad de refe-
rencia) corre en la granjalarmadura (del tejado)]. Las pala-
bras étalon y firme albergan homónimos.

XIX,pág.
58 Nouuelles lecons, OCF-P, 157.
59 .Le moi e t le $a),,OCF-P, XVI, pág. 282.
60 Donde esto se torna más patente es en el *Moisés»:con el brusco retor-
no de las nociones de instinto, filogénesis, e incluso con la idea de que dos
procesos psíquicos operantes en el ello se influyen mutuamente en virtud
de leyes muy distintas de las que reinan en el yo* (París: Gallimard, 1986,
pág. 191;GW, XVI, pág. 203). Porque es muy distinto que decir, como an-
tes, que «existen los unos al lado de los otros sin influirse* (GW, X, pAg.
2-85).
1
C

étalon 1= caballo destinado a la reproducción (inglés:


stallion);*
étalon 2 = unidad legal de medida (inglés: standard);
ferme 1= explotación agrícola (inglés:farm);
ferme 2 = ensamble en un armazón (inglés: truss o truss
girder). A

La traducción inglesa elige, evidentemente, según el


sentido y el contexto, étalon 1 y ferme 1,lo cual da: dhe stal-
lion runs in the farmn. Se dejan de lado entonces los signifi-
cantes:

étalon 2 = unidad legal de medida;


y ferme 2 = ensamble en un armazón.

Pero estos significantes desechados no tienen ninguna


relación entre sí, ni sintagmática ni paradigmática. No for-
man una segunda «cadena significante»; parafraseando a
Freud, persisten uno junto a otro sin influirse ni contrade-
cirse.G1
Freud hace derivar explícitamente de la ausencia de ne-
gación en el inconsciente la ausencia de una representación
inconsciente de la muerte.62Sin pretender ahondar aquí en

* Como puede observarse, el paralelo con el inglés podría hacerse asi-


mismo con el español, donde tampoco se presentan las homonimias aquí
en juego. (N. de la T.)
61 La elección para este ejemplo de términos homónimos y no polisémi-
cos adquiere una significación suplementaria. Recordemos que la polise-
mia de una palabra consiste en la existencia de varias significaciones con
alguna relación de derivación (metafórica o metonímica) entre ellas. La
homonimia se refiere a dos palabras que se pronuncian igual y hasta tie-
nen la misma grafia, pero que no tienen ninguna relación de derivación
entre ellas, aluden a una historia y un contexto diferentes y a menudo tie-
nen incluso una distinta etimología. El interés de los homónimos es ilus-
trar la noción de compromiso en el síntoma, el sueño, el acto fallido, etc.,
como un significante confluente mecánico de dos series causales, y no como
un .segundo sentido» escondido bajo el primero.
Así pues, en el pequeño artículo de Freud (cf. supra, págs. 64-5) la pala-
bra bis es en este sentido un perfecto homónimo, pues pertenece a la vez al
latín (bis = dos veces) y al alemán (bis = hasta que), y habida cuenta de
que, a todas luces, no se puede decir que haya aquí una superposición de
dos sentidos de una misma palabra tal como se propone a una hermenéu-
tica.
62 <Lo que llamamos "inconsciente" no conoce absolutamente nada
negativo, ninguna negación - e n él los opuestos coinciden- y por este he-
un asunto tan c0m~lejo,6~ me importa remarcar que Freud
habría debido extender esa inferencia a la idea de castra-
ción, a la cual, en buena doctrina freudiana, tampoco pode-
mos darle más que <<un contenido negativo*.
Pero, de una manera todavía más general, la noción de
«complejoinconsciente»,sea «deEdipon o «decastración», es
singularmente digna de reexamen dado el hecho de que un
complejo corresponde a una estructura con complementa-
riedades, coordinaciones, reciprocidades, exclusiones. Si el
complejo de Edipo es una forma capital de las estructuras
del parentesco, fundadora de los intercambios de personas,
bienes e ideas, es dificil ver cómo encontraría este digante~
del alma contemporánea su lugar en el imperio de lo ~desli-
gado». Esto no justifica recusar la presencia en el incons-
ciente de mociones elementales orientadas a los padres, pe-
ro incoordinadas. No sucede lo mismo con la castración,
idea enteramente sostenida por la negación en el seno de la
oposición fálico-~astrado,6~ y que sólo puede ser concebida
como un organizador que impone su lógica binaria en los ni-
veles «superiores»;siendo su beneficio más tangible la liga-
zón de la angustia causada por el ataque pulsional, como
miedo a un peligro acotable y controlable.

cho no conoce tampoco la muerte propia, a la que sólo podemos dar un con-
tenido negativo,,, «Actuelles sur la guerre et la mort*, en OCF-P,XVI, pág.
151(las bastardillas son nuestras). [*Deguerra y muerte. Semas de actua-
, AE, vol. rn.1
l i d a d ~en
63
- ¿Hay, en general, ideas en el inconsciente?
- ¿Qué relación existe entre esta tesis freudiana y las que se refieren a
la representación de la muerte en el niño y en el hombre primitivo,
una vez recusada la idea de que el inconsciente es lo más «primiti-
vo» que hay en nosotros?
- Si la muerte me es anunciada por la muerte del otro, ¿qué metabolis-
mo y qué represión tratan este mensaje?
64 Cf. kcabulaire de la psychanalyse, París: PUF, 1967, artículos com-
plexe de castration* y «déni>>;Problématiques IZ: Castration-Symbolisa-
tions, passim; Nouveaux fondements pour la psychanalyse, op. cit., págs.
40-1.
3. El inconsciente y el proceso primario

Una nueva consideración debe movernos, no obstante, a


introducir algunos matices en las últimas afirmaciones: ad-
mitimos con frecuencia, siguiendo a Freud, que en el incons-
ciente reina el proceso primario caracterizado por la movili-
dad de las investiduras y por los mecanismos de desplaza-
miento y condensación. Sin embargo, esta movilidad, que
implica intercambios incesantes entre los significantes in-
conscientes, parece no combinar bien con la concepción de
representaciones-cosas, fijadas, separadas unas de otras
por el proceso de la represión.
Señalemos en primer lugar que el proceso primario es
descubierto en relación con el sueño y, de manera más gene-
ral, con la formación de los síntomas. Para ser más exactos,
se lo postula como caracterizador del trabajo inconsciente
que desemboca en el sueño, el chiste, el síntoma, etc. Este
trabajo recae además, casi siempre, sobre aestos* que no
son inconscientes sino preconscientes. .e
Hallamos en cambio en la experiencia clínica, a favor de
la fijeza del inconsciente, manifestaciones llamativas que
encuentran testimonio en ciertas formulaciones de Freud:
en el primer plano de las cuales está la «coacciónde repeti-
ción»,que, en Más allá del principio de placer, es descripta
como modelo del retorno de lo mismo, prácticamente en for-
ma idéntica. En Inhibición, síntoma y angustia, esta coac-
ción recibe el nombre de «resistencia del inconsciente* y se
la define como «la atracción de los prototipos inconscientes
sobre el proceso pulsional reprimido)).65
La solución está, de hecho, al alcance de la mano, si tene-
mos presente la distinción entre represión originaria y re-
presión secundaria: caracterizándose precisamente la se-
gunda por la existencia de una atracción por parte de lo re-
primido originario. Sena legítimo, pues, distinguir esque-
máticamente dos niveles en el inconsciente sistemático: el
de lo reprimido originario, constituido por prototipos in-
conscientes, caracterizados por su fijeza y por el efecto de
atracción que ejercen, no unos sobre otros, sino sobre las re-
presentaciones que se ponen a su alcance; y el de lo reprimi-
L

65 G w XIV, pág. 192, OCF-P, XVII, pág. 274. [Inhibición,slntoma y atp


gustia, en AE, vol. XX.] ; i ;,u &
do secundario, al que el proceso primario se aplica. Sin con-
tar, claro está, la atracción momentánea de restos precons-
cientes sometidos a su vez a desplazamiento, condensación
y sobredeterminación en el curso de la formación del sín-
toma.
Si consideramos que, pese a lo extraño de su condición
para el pensamiento lógico, el proceso primario constituye
sin embargo una suerte de ligazón, y si recordamos que la
pulsión sexual de muerte es principio de desligazón, mien-
tras que la pulsión sexual de vida (o Eros) funciona según el 1

,
principio de ligazón, se admitirá que el nivel más profundo, '
lo reprimido originario, es la sede privilegiada de la primera
(.cultivo puro de alteridad))),mientras que en lo reprimido '
secundario, sede del proceso primario, los dos tipos de pul- i
siones comienzan a entrar en lucha y en compromiso.66 f Z

Es evidente que esta disposición estratificada de los con-


tenidos y procesos inconscientes induce a matizar el final
del subcapítulo precedente: de donde debe excluirse la pre-
sencia de complejos es del inconsciente «originario».Pero,
aun si los encontramos en el nivel del inconsciente secunda-
rio, adoptan aquí formas muy especiales en las que no reina
todavía la contradicción: la herida castrativa está presente
como perforación, y hasta cortadura [tranchementl,
pero no como sustracción [retranchementl. Se puede cortar
un cuerpo en mil pedazos, se puede cortar incompletamen-
te. Pero sustraer el pedazo «falo»es una negación en acto
que desemboca en lo «castrado». Como tal, la sustracción
castrativa no pertenece al i n c o n s ~ i e n t e . ~ ~

4. El inconsciente y el afecto

No volvería (sumariamente) sobre este asunto si no se


prestara a una eventual denuncia: negar la presencia de

Un conflicto que continúa en los niveles superiores, entre el yo, el su-


peryó y el ello: «el combate que había hecho estragos en las capas más pro-
fundas continúa desde entonces, como en el cuadro de la batalla de los Hu-
nos por Kaubach, en una región superior», OCF-P,XVI, pág. 282. [Elyo y el

I
ello, en AE, vol. m.]
67 Cf. mi comentario de las pinturas prehistóricas descriptas por Leroi-
Gourhan, Problématiques 11,págs. 268-9.
.No encontramos en el análisis ningún "nonque venga del inconscien-
té*,OCF-P,XVII, pág. 171.
afectos en el inconsciente sería preconizar un psicoanálisis
intelectualista que no diera cabida a la relación afectiva, a
la expresión de los sentimientos, etc. Están en el banco de
los acusados en este juicio el texto de Freud de 1915, la teo-
ría lacaniana y también, desde luego, la concepción del au-
tor de estas líneas, desde 1959 hasta hoy. En pocas pala- ?
bras, pues:
1. Mi teoría de la represión, que se conecta por deriva-
ción con la de Freud de 1915, reinterpretada con la noción
de traducción, implica que den el inconsciente))hay repre-
sentaciones-cosas.Entonces, no hay afecto. . . ipero tampoco
«representacionesde*!
Concebir los contenidos del inconsciente como «cosas»
psíquicas, «cuerpos extraños internos», requiere efectuar
un esfuerzo mental. ¡El único problema es saber si este es-
fuerzo es rentable!
! 2. iLos mensajes que son objeto de las primeras traduc-
ciones no son esencialmente verbales ni «intelectuales»!In-
cluyen en gran parte significantes de afecto que podrán ser
traducidos o reprimidos: una sonrisa (en Leonardo), un ade-
mán de ira, una mímica de asco, etc. Estos significantes, si
se los reprime, quedarán designificados tanto como lo son
muchos significantes más «intelectuales».«La exclusión»
del afecto no es aquí sino una consecuencia global de la ex-
1
clusión del significado.
3. El lugar del afecto es primariamente el cuerpo y se-
cundariamente el yo. El afecto es la vivencia de la manera
en que el cuerpo y el yo son afectados. Es decir que el incons-
ciente o el ello afectan al yo, y esto según modalidades diver-
sas, desde la angustia hasta los afectos más elaborados pa-
sando por la vergüenza, la culpabilidad, etc. ¡Excluirel afee-
'
to del inconsciente, situarlo de otra manera en la tópica no

i significa en absoluto, pues, excluirlo del análisis!


4. La reivindicación de la posibilidad de hallar en el in-
consciente afectos reprimidos me parece corresponder a la
vieja teoría de la doble personalidad e incluso de las perso-
nalidades múltiples, sobre la cual Freud se apoya en algún
momento a la salida de las primeras curas parahipnóticas
(Ama O.). Según esta teoría -que confia un tanto excesi-
vamente en las apariencias-, habría una personalidad
inconsciente (o varias) que alternaría con la personali-
dad consciente pero que sena tan completa como ella, inclu-
yendo sus afectos, sus representaciones, una conciencia
moral específica, a veces una lengua diferente, etcétera.
Pero si bien Freud se apoya en algún momento en el ar-
gumento de una «segunda conciencia*, aunque de manera
dialéctica, 69 rápidamente pone a la vista sus límites. El in-
consciente no es para nada otro «yo mismo» dentro de mí,
eventualmente más auténtico que yo, un Mr. Hyde alter-
nando con el Dr. Jekyll, el uno con su odio y el otro con su
amor. . . El inconsciente es la otra-cosa (dasAndere) en mí,
residuo reprimido de la otra-persona (der Andere). El me- .
afecta, así como en otro tiempo me afectó la otra-persona.

N El inconsciente en la vida y en la cura


1. El inconsciente tolemaico

E n La revolution copernicienne i n a ~ h e v é eintenté


,~~
mostrar el movimiento por el cual, partiendo de un coperni-
cismo inicial (gravitación de la cría humana en torno del
adulto sexual), el hombre se cerraba sobre sí mismo en un
sistema tolemaico. Este cierre es correlativo del movimiento
permanente de traducción, pero este último comprende dos
caras: la traducción propiamente dicha, que desemboca en
la ideología dominante del yo, y la represión, que rechaza
hacia el interior las representaciones-cosas inconscientes.
Dichas representaciones están incluidas, sin duda, en el yo,
siendo contenidas por él mediante el ejercicio de una contra-
investidura continua; como tales, participan cabalmente
del tolemismo. Pero al mismo tiempo constituyen un núcleo
irreductible y una suerte de quintaesencia de alteridad: por
ello, una promesa de reapertura.
Las manifestaciones cotidianas del inconsciente, las
«formaciones del inconsciente», no escapan al cierre: se
abren paso en el espacio narcisista del yo pero además, dada
la mecánica casi maquinística del proceso primario, no se
las puede considerar como mensajes. Las más de las veces el
sueño se sueña sin ser contado, sin intención comunicativa:
69 «L'inconscient»,OCF-P,XIII, págs. 209-10.
70 aponctuationr, en La révolution copernicienne inachevée, op. cit.,
gbgs. 1 1 1 - m .
el modelo de la cubeta, como lo denominé, esquematiza su
desaferentamiento inicial,71su «narcisismo».Lo mismo po-
dría evidenciarse en cuanto al síntoma, que de entrada no
es relacional, alocutario, salvo en la utilización de sus bene-
ficios secundarios. Hay actos fallidos, lapsus calarni sin
1
l
testigo ni «destinación»siquiera virtual.

2. Las aperturas en la vida

Existe sin embargo una coacción a contar ciertos sueños.


¿Podemos entenderla como puramente interna, como la
preservación de una apertura alocutaria en el centro del fe-
nómeno más «cerrado., más «privado»?72 Sin pronunciarme
categóricamente, me inclinaría a otorgar el papel decisivo a
la «provocación»por el otro.73No creo que el sueño devenga
destinaciónpor el solo hecho de que se lo cuente: lo que pue-
de tornarlo destinación es el hecho de que el sueño futuro
sea .para contarlo».Esta wersión» hacia el otro me parece ?
de una índole muy diferente de las .transferencias» que son
moneda corriente en todos los sueños, en este último caso
meras modalidades de desplazamientoy condensación don-
de la imagen de tal o cual persona acude al lugar de la ima-
gen de otra o se superpone a ella. Estas transferencias cons-
tituyen modalidades de la «transferenciaen pleno»: t i

«Larepresentación inconsciente como tal es totalmente in-


capaz de penetrar en el preconsciente y no puede ejercer un
efecto en este salvo poniéndose en conexión con una repre-
sentación anodina que pertenece ya al preconsciente, trans-
firiendo su intensidad sobre ella y haciéndose cubrir por
ella. Aquí, es el hecho de la transferencia el que explica tan-
tos fenómenos sorprendentes de la vida mental de los neu-
r ó t i c o ~ »75. ~ ~ ~

Retomo aquí el movimiento de Problématiques V ,op. cit., págs. 57-9


que va del cierre a la apertura.
l2 Ibid., pág. 79.
l 3 Cf. ~ D transfert:
u sa provocation par i'analyste., en La réuolution co-
pernicienne inacheuée, op. cit., págs. 417-8. [<<De la trasferencia: s u provo-
cación por el analista., en La prioridad del otro en psicoanálisis, op. cit.]
L'interprétation des rZues, París: PUF, 1967, pág. 461.
Las dornadas de Bonnevaln, recuerda el Argument de este número de
la NRP, solvidaron curiosamenten la transferencia. Son también curiosos
i
El oniromántico, el adivino, la pitonisa son personajes
indispensables en toda cultura; se acude a ellos porque se
supone saben más de estos fenómenos extraños, renovando
así de manera innegable la relación con el adulto «quesabe
más de eso».En términos aún más generales, he postulado
como una de las dimensiones capitales del dominio cultural
esa provocación por el enigma del otro. El mensaje cultural,
la «creación»,se sitúa más allá de una mira puramente
pragmática (operar determinado efecto sobre determinado
destinatario, utilizando determinados medios). En el fondo,
lo provoca el «públicoinnominado*, disperso en el futurm,
que recogerá o no esta botella al mar.
Lo «cultural»,pues, me parece uno de los precursores de
la situación analítica, sobre todo por la ((transferencia en
hueco»que instituye.

3, La apertura de la cura

Como intenté demostrar, la ((cubetade la cura» es muy


diferente de la cubeta del sueño: por la sencilla razón de que
incluye en su recinto al otro, a la otra-persona. No es una
paradoja, entonces, que se pueda afirmar que constituye un
lugar de apertura insólito en la existencia humana, propia-
mente inédito. Recordemos además que si el ello surge inne-
gablemente de las comunicaciones primeras, se particu-
lariza por no hablar. Si el ello puede ser llevado al lenguaje
y, de modo más general, a la expresión, esto sólo puede re-
sultar de ese proceso complejo que es la cura. Concurren a
ello, por títulos diversos, la preservación del recinto de la
cubeta, la actitud interior del analista, hecha de escucha,
rehusamiento y respeto hacia el enigma de su propio in-
consciente, el método de las asociaciones libres76y la liber-

el artículo de Freud de 1915 y la mayoría de sus desarrollos sobre el in-


consciente o sobre el ello: pBonneva1))estaba en buena compañía! Tal vez
habría que empezar por articular la alteridad del inconsciente sobre la al-
teridad del otro de la infancia, para tratar de abordar una relación del in-
consciente con el otro en la transferencia que no sea esa pura reduplica-
ción de un mismo *cliché»que es la transferencia en pleno (cf. Freud: *La
dynamique du transfert*, GW, VIII, pág. 364). [&obre la dinamica de la
transferencia*, en AE, vol. XII.]
* 76 ProbUmatques V,passim.
L / .
, I
t
tad de decir," por fin, la interpretación y la construcción,
cuya complementariedad intenté demostrar, estando la in-
terpretación (en sentido estricto) más bien del lado del ana-
lista y la construcción del lado del a n a l i ~ a n t e . ~ ~
No me queda otro camino que reformular las cosas: el
analizante se aloja en la hoquedad del enigma propuesto
por el analista y en ella va a reelaborar la de sus propios
enigmas originarios. Esto se realiza a través de un desmon-
taje de sus propias construcciones (sobre todo de las edípi-
cas), de un rastreo de los significantes en dirección de lo re-
primido, de nuevas construcciones-traducciones,en defini-
tiva, necesariamente originadas en el analizante y en las
que este intenta «hacer pasar» algo de lo reprimido. ~Nece-
sariamente originadas en el analizante», porque hay que
afirmar esto enérgicamente: si el ser humano es un traduc-
tor incesante -traductor de los mensajes del otro y después
autotraductor-, él mismo es su propio hermeneuta. Pero la
: hermenéutica, la traducción, tienen como reverso la repre-
sión, a la que no pueden escapar. El analista, cada vez que
pretende traducir o ayudar a traducir, ayuda a reprimir. No
tiene que ser él el hermenuta, así fuese por medio de las
ideologías psicoanalíticas que circulan al alcance de su ma-
no. La llamada, por ejemplo, «lecturapsicoanalítica~,y cuya
banalidad nos machaca los oídos, es directamente un ins-
trumento de represión.79El hermeneuta, mucho antes del
psicoanálisis y sin duda después de este, es el ser humano.
Lo medular del análisis no se inscribe en esta corriente uni-
versal sino a contracorriente:en este sentido, y sin dejar de
reconocer su lugar al hermeneuta, el psicoanálisis es exac-
tamente una antihermenéutica.
¿Qué parte del ello se reintegra en una palabra? ¿Qué
parte -«prototipos inconscientes»- queda fijada y puede
ser inmutable? Por último, y lo principal, ¿qué parte de la
transferencia en hueco puede ser transferida, al final del
77 ¿Dónde puede decirse, dónde pudo decirse, en algún momento de la
' historia del hombre, lo que se dice en análisis?
*L>interprétationentre déterminisme et herméneutique*, en La ré-'
volution copernicienne inacheuée, op. cit. [((Lainterpretación entre de-
terminismo y hermenéutica*, en La prioridad del otro en psicoanálisis,
/ op. cit.]
79 Lectura en pulsión de muerte o en posición depresiva, lectura en edi-
'
po o en castración, lectura según la Ley. . . lecturas, lecturas. . . La teoría
de la seducción no es una '<lengua*de lectura, sino un intento de compren-
der la práctica analítica.
análisis o en su interrupción, escapando a un cierre tolemai-
co excesivamente natural? Estas preguntas carecen de res-
puesta general y a lo sumo permiten barruntar una tipolo-
gía de los procesos y finales de análisis.
\

V. Inconsciente y metafísica
Las corrientes más activas del psicoanálisis contempo-
ráneo parecen acosadas por dos tentaciones que llamaré,
por comodidad expresiva, fenomenológica y metafisica.
1.Corriente fenomenológica: hablé de ella ya en 1959 al
examinar la tentativa de Politzer. Uno de los representan-
tes más notables de esta tendencia (aun cuando su éxito no
sea proporcional a la calidad de sus esfuerzos) es Roy Scha-
fer, de Estados Unidos. Para decirlo en pocas palabras, se
trata en todos lo casos de restituir al ser humano su condi-
ción de sujeto «enprimera personan, autor de sus actos y de
sus intenciones significantes. Todas las descripciones en
términos de metapsicología, de aparato, de sistema, etc., se-
rían descripciones alienantes donde la teoría psicoanalítica
devendría cómplice de una inclinación demasiado natural a
la «abstracción»y al «realismo».Estos últimos términos son
de Politzer, pero la crítica de Schafer, más elaborada, emiti-
da por un pensador que es un conocedor de la ego psychology
y un practicante experto, sigue exactamente los mismos li-
neamientos: «quienpercibe, juzga y piensa no es la instan-
cia (el yo) sino la persona.; el inconsciente es un ((autoenga-
ñon del sujeto, quien encuentra un cómplice en la teoría psi-
coanalítica del ((espíritu-lugar»,etcétera.
Llamo a estas tentativas ~fenomenológicas~ en sentido
amplio; aun cuando se inspiren también en otras filosofias,
postulan que la intencionalidad de un sujeto ha de poder ser
hallada en el interior de todos los actos psíquicos y dar ínte-
gra cuenta de ellos.80Aparentemente, esta fenomenología
*t
so Se hallará una excelente exposición crítica del pensamiento de Roy
Schafer por Agries Oppenheimer, .Le meilleur des mondes possibles. A
propos du projet de R. Schafer*, en Psychanalyse a I'Université, 1984,9,
35, págs. 467-90. Cf. también Problématiques V, op. cit., págs. 226-9.
[~roblemáticasV, op. cit., págs. 226-9.1
se propone una tarea menos irremontable que la que pre-
tende explicar el mundo de apresentación de todos los cogi-
tata por una constitución más o menos trascendental.
Señalemos primeramente que en Politzer, y más aún en
Schafer, este intento de desalienación del sujeto o de la per-
sona pasa ante todo por la teoría o por el «lenguaje».Propo-
ner un (muevolenguaje para el psicoanálisis»81(primero en
los libros, pero también en la cura) sería el paso fundamen-
tal para que el sujeto recupere el dominio y la responsabili-
dad de sus actos psíquicos.Ahora bien, aun suponiendo que
se pueda contar con semejante sistema de «autoteoriza-
c i ~ n programada,
» ~ ~ su eficacia dependería de su aptitud
para explicar el éxito que tiene, pese a todo, el lenguaje «en
tercera persona». En otros términos, la resistencia y la de-
fensa, antes de ser las de la teoría, son las del ser humano
mismo, y un pensamiento de la desalienación debería englo-
bar un pensamiento de la a l i e n a c i ~ n . ~ ~
En segundo lugar, toda la experiencia freudiana se cons-
tituye como descubrimiento de otra-cosa en nosotros, la cual
no actúa regida por el sentido sino según modalidades de or-
den causal. La crítica de este «realismodel inconsciente*si-
gue estrellándose contra esa misma experiencia que lleva
especialmente por nombre ((coacciónde repetición»,y sigue
intentando rivalizar con descripciones «mecanicistas»del
trabajo del sueño hasta hoy inigualadas.
Por último -y este es mi aporte personal-, al negarse a
reconocer en nosotros la existencia de un cuerpo extraño
inexpugnable, el pensamiento «desalienante»se priva del
camino que lleva de la otra-cosa en nosotros a la ofra-per-
sona que le dio origen. Es incapaz por esto de descubrir que
la alienación interna es el residuo de una excentración fun-
damental cuyo centro es el otro adulto para el niño, y cuya
fuerza de gravitación tendrá que ser localizada en el mensa-
je enigmático. De este modo, al promoverse un nuevo den-

R. Schafer, Un nouueau langage pour la psychanalyse, París: PUF,


1990.
82 Según el término que yo empleo.
s3 C f .Problématiques V , op. cit., págs. 226-8 [Problemáticas V , op. cit.,
págs. 226-81, donde utilizo las formulaciones polémicas: «La metapsicolo-
gía ha muerto. . . pero no lo sabe* (Politzer);.el sujeto no está alienado. . .
pero no lo sabe* (Schafer).
guaje»,84no es posible conceder su valor a la categoría del
mensaje, del «significantea»y, finalmente, del otro.85
2. En cuanto a la corriente metafísica, me referiré a
Freud y a Auguste Comte, ante todo para rebatir el argu-
, mento de que quien no es metafisico no puede ser filósofo.
Como si no existieran una filosofia crítica, una filosofia po-
sitiva, una filosofia freudiana, y varias otras.
Olvidado, poco leído en nuestros días, Auguste Comte
enuncia una .ley de los tres estados»por los que pasaría la
evolución del espíritu humano (colectivo, pero también indi-
vidual): estado teológico, donde los fenómenos se conciben
como producidos por la acción directa y continua de agen-
tes sobrenaturales»; estado metafisico, donde dos agentes
sobrenaturales son reemplazados por fuerzas abstractas,
verdaderas entidades (abstracciones personificadas)conce-
bidas como capaces de engendrar por sí mismas todos los
fenómenos observados, cuya explicación consiste entonces
en asignar para cada uno la entidad correspondiente»;esta-
do positivo, finalmente, con la noción de ley como relación
constante entre los fenómenos.
Freud, por su parte, se suma a una secuencia que, aun
empleando términos un tanto diferentes, no se encuentra a
mucha distancia: visiones del mundo animista, religiosa,
~ i e n t í f i c a . ~«animismo»
~,~l según Freud está muy cerca de
la <<teología» de Comte, siendo el punto común entre ambos
la intervención de agentes antropomórficos.En cuanto a los
conceptos metafisicos, cuando Freud habla de ellos lo hace
de una manera menos precisa, en rigor, que Auguste Comte,
anexándoles nociones religiosas como el pecado original,
Dios, e t ~Rescatemos,
. ~ ~ pues, la definición comteana de la
metafisica como creación de entidades abstractas a las que
84 E n el sentido muy ePoincarén y muy «Condillacw de una *lengua bien
hecha*.
85 Jha psicología fenornenológica deja escapar la otra-cosa. U n a feno-
menología de la percepción deja escapar la otra-persona. Cf.La révolutwn
copernicienne inachevée, op. cit.; pág. M , y pág. XXIII, n. 40. [Laprioridad
del otro enpsicoanálisis, op. cit., pág. 15, y pág. 30, n. 40.1
Totem et tabou, GW,M , pág. 96. [Tótemy tabú, en AE, vol. XIII.]
Es el famoso pasaje sobre la utransposición de la metafísica en meta-
psicología., Psychopatologie de la vie quotidienne, GW, IV,'pág. 288. [Psico-
patología de la vida cotidiana, en AE, vol. VI.] Proporcioné indicaciones
sobre la <<repatriación»
de las nociones metafísicas de cosa en sí, causa, ar-
queología, en La révolution copernicienne inachevée, op. cit., págs. 301 y
392. [Laprioridad del otro en psicoanálisis, op. cit., págs. 59-60 y 142-3.1
se atribuye un poder keal, definición que no deja de hallar
un nuevo eco en Freud cuando asimila cierto pensamiento
filosófico al pensamiento esquizofrénico, que «se contenta
con palabras en el lugar de las cosas».88
Crear entidades abstractas y otorgarles eficacia propia:
el procedimiento empieza a tener curso, sobre todo en una
suerte de neo-metapsicología o neo-metafisica francesa. El
paso del adjetivo al sustantivo se presta particularmente a
ello. Ya he indicado la secuencia lacaniana:

simbolismo + simbólico -+lo Simbólico


pero los ejemplos pululan:
madre + materno + lo Materno
origen + originario 4 lo ~ r i g i n a r i o . ~ ~

Muy recientemente, se nos informa que conviene «hacer


un balance de la noción de Negativo, desde ahora central».g0
La mayúscula vino a sellar una derivación extraída del más
grande metafisico de todos los tiempos, Hegel:

negación + negativo + lo Negativo.

Y sin embargo, en los textos freudianos invocados apare-


cen cabalmente el término Negación (o Verneinung) y el ad-
jetivo negativo, pero no, hasta donde yo sé, la entidad meta-
fisica das N e g a t i ~ e -Ahora
~l bien, aquí está toda la diferen-
cia: mientras que diferentes ocurrencias presentan un cali-
ficativo (como el de «negativo»),se dirá solemnemente que
«lo Negativo))se manifiesta en «diferentes figuras)),con lo
que se habrá consumado la jugarreta. Del mismo modo, co-
mo recuerda Auguste Comte, lo dogístico~engendraría las
{{diferentesfiguras» del fuego.
Ya me están esperando, lo sé; y, por una vez, nuestros
metafisicos pueden unir sus voces a las de Politzer y Scha-

88 «L>inconscient»,OCF-P, XIII, pág. 242.


89 He empleado esta palabra, pero aclarando que no le concedía ningún
valor trascendente ni causador, sino como una categoría observable en la
experiencia.
90 Argumento de las &II Jornadas occitanas de psicoanálisis~,noviem-
bre de 1993.
91 Mientras que, por otro lado, el alemán, lengua metafísica por excelen-
cia, se presta muy fácilmente a la sustantificación del adjetivo o del verbo.
fer: «¿Qué pasa entonces con "el inconsciente"~?¿No es aca-
so el prototipo de la entidad forjada a partir de un adjetivo?
¿No dio Freud aquí el ejemplo del concepto metafísico por
excelencia? iY de nada sirve que una hipocresía traductoril
* lo haya privado de mayúscula!)).
A nuestros metafísicos de lo Negativo les preguntaré, de
paso, si ya han agotado los deleites de la metafísica del In-

,
consciente, que tanta necesidad tienen ellos de sumergírse
«en el fondo de lo Desconocido para encontrar lo Nuevov. ,
Pero sobre todo alegaré culpabilidad; no para mí ni para
Freud, ni siquiera para «el inconsciente»;sino para las aco-
sas inconscientes»,verdaderas «palabras»(o más bien signi-
ficantes) «tomadas por cosas»;tomadas por cosas en el me-
canismo de la traducción «rehusada».Hay que admitir ple-
namente que ael inconsciente. no es una entidad metafísica
sino una noción colectiva englobadora de .entidades» que,
ellas si, adquirieron valor «metafísico»o metapsicológico. .
Estas entidades funcionan según el principio ametafisico*
de la causa, sustraídas como están a las leyes del sentido.
Para terminar con Auguste Comte: mientras que en la
clasificación de las ciencias positivas él niega a la psicología
un lugar aparte entre fisiología y sociología, es divertido
comprobar que, con el psicoanálisis, «teología. y ~metafísi-
can retornan con brío precisamente a este lugar: pntropa-
morfismo de las instancias y metafisica de las entidades in-
trapsíquicas. Pero este retorno se efectúa en el ser humano
no en la clasificación de las ciencias: de ese lugar, antropo-
morfismo y metafísica no están próximos a ser desalojados.

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