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er) er ear ual Pe Ne teal te. salian lov inspectores o visitadores del imperio. Cusndo se em marae eer en eR pain ahaat uenaner nano nn rac es pear eae se aan Bann ETT NS i oad pape one eee ee eae m are as Pappan ra enn ee aad poe inn TR SS ae planner ney eer tana jefes alienigenas, gobernadores de proviacias o capitapes de mi- P eanptee epee e ecmaaanan Gean Chima y el curaca de Chincha, conducidos sobre literas de paceman ernrerrnn ne ad Per nenm ern ot tamil pieneviapen teenies re De che Raney here nn tea re a RP orn Sees Recency per et ks Lapras eS eC aa pperereenTonnn NIE Sees ea any penne eI omni eres De aia ap aaal ap Rearend frei omer ennrInNN TT Se ns Pract ro ea per pau errr a TL a Peer ROOT Laeger arene rrereTe To ea aun remernmn ne et a eeapinerennemneter nt taal Lanuanmnrennpenr irre tn rn cS kT at Vit & P ‘OBRE LAS MOMIAS DE LOS INCAS connate it wll por i Asie ys conan con Guo Sans Costo'y Clos Mares Mac, ie ‘Tone de Sed de amen Pa Lia ‘hndal rete dela eon tea, Se pub ee Et Com Sor tina de bl de 108, OMBRADOS los infrascritos por el predecesor de Ud, con motivo de las obras en el sitio del antigua Hospital de San Andrés, para escudrifar el paradero de las momias de los soberanos Incas que constan haberse al inhumano, cumplimos la obligacién de referir brevemente huestras biisquedas que han sido hasta hoy infructuosas, ¥ las noticias histéricas que en ellas nos guiaron, Como antecedentes conviene recordar que los histo- ridgrafos mas copiosos y exactos de los Incas, narran la conservacién de los cadaveres de éstos, y st frecuente exposicin antes de la Conquista castellana, en la gran plaza del Cuzco, para banquetes y ceremonias casi diarias, Ondegardo relata que los cuerpos de los monarcas incai. 0s, y los de sus esposas legitimas 0 Coyas, cubiertos de Ticas mantas y asentados en tronos bajos o tianas, se ex hibian de ordinario, siempre que el tiempo lo permitia, en la plaza Mayor frente al Coricancha, y junto » cierta, hhogueras encendidas desde el amanecer hasta el medion tla; que los capitanes designados para su servicio, » los hombres y mujeres de sus cofradias o panacas gents José DE LA Riva-aciieRo 396 licias, se ocupaban en ofrecerles sacrificios, banquetes y brindis, como si estuvieran vivos, a los que asitia a menudo el propio Inca reinante. (Colec. Romero y Ur- tcaga, tomo 3 pags. 123 y 124). Cuando Ia invasion es- paiola, los indios ocultaron en diversas partes las momias imperiales tan reverenciadas, sin dejar de adorarlas y ha- cerles continuos presentes. Para evitar esas idolatrias, el Corregidor del Cuzco, que era el _mencionado Polo de Ondegardo, puso emperio especial en descubrirlas; y vino a hallarlas casi todas, de 1550 a 1560. En el primero de los afos dichos y en el inmediato pueblo de Bimbilla ‘© Menbille, descubrié los cuerpos de Sinchi Roja, Mayta Capaj y Cpa} Yupanqui, dentro de unas jaulas o barre- tas de cobre (Sarmiento de Gamboa, Historia General Indica). De los otros reyes de la dinastfa Hurin Cuzco, ino parecieron el de Manco Capaj ni el de Lloque Yupan- qui, sino sélo sus idolos 0 huauquis, sea porque esas dos momias ya no existian o porque sus servidores se las ha- bian Ievado a Vileabamba u otros lugares recénditos. De Jos de la segunda dinastfa 0 Hanan Cuzcos, fueron halladas las de Inca Roca en el pueblo de Rarapa, la de Pacha. ciitec en Tococachi (parroquia de San Blas), las de Amaru Yupanqui y Huayna Capaj, y las de las Coyas Mama Runtu, mujer de Inca Huiracocha y Mama Ojllo, mujer de Tupac Yupanqui. Los cadéveres de estos Incas Hui racocha y Tupac Yupanqui estaban reducidos a cenizas yy encerrados en sendas tinajas, ocultas en Saquia Saquisa- huana y en Calispuquiu, por haberlos quemado respecti- vamente Gonzalo Pizarro y Chalcochima, el General a- tahualpista. La identificacién de los restos de Huiracocha es algo incierta, no ya s6lo por lo que dice Garcilaso, propenso a inexactitudes, sino por las razones que apunto Jiménez de la Espada, y por la indecisin entre los testi- monios de Ondegardo, el del Padre Acosta y los restime- nes de los informes del Virrey Toledo en la Historia de EL IMPERIO INCAICO 397 Sarmiento. ‘También aparece incierto el descubrimiento y emisién a Lima de la momia de Yahuar Huscae, com, se, veré por el texto y las correcciones marginales de la feferida Historia de Sarmiento de Gamboa, dela cual se Ggenrende la mera creencia o posiblidad de haberse hall lo el perp de Yahuar Hudcac en el pueblo de Paullu. De Huéscar no quedé momia. Ni lo embalzamaron ‘Sus asesinos; sino que lo descuartizaron, y arrojaron los pedazos de su cuerpo al rio Yanamayo; Atahualpa, ente, rrado en Cajamarca, fue en secreto exhumado por sts a eee sin duda a Quito. De los iltimos Incas, ios spun en It lenenae Bn es St ae ate fueron, asta Gane as nueve 0 diez momias reales, enviadas por On- degardo a Lima, a D. Andrés de Mendows Maree oc Cafiete, se llevaron al Hospital de Espafoles de Sen An. dé, fundacién del nombrado Virrey. El Padre Acoma clice que alli las vieron muchos castellanos; y que cuando dl escribia, ya estaban maltratadas y gastadas, Ondegarde Gariaso, por sa lado, que ls vieron en el Cuzco, las de. giiben tan frescas como si acabaran esos Incas de more ia Pa se colige que permanecieron algun tiempo al scubierto en San. Andrés, expuestas a la humedad y destructora neblina limeia y fueron inhumadas al cabo e ‘unos corrales de ese Hospital, segiin lo repiten mio contemporineos de Ia le sepultura de dic conten "gaca y sepultura de dichos restos Para acertar sobre cules fueron precisamen los coral, pues el area del Hospital sr sean ¢a los primeros tiempos mucho mayor que después, con vendria examinar planos y ducumentos vetustos, que he, mos encargado a Espafia, en especial a Sevilla y su Archivo de Indias, donde verosimilmente han de guardarse, y te José DE LA Riva-acitero 398, aun no han venido, muy explicable retardo por las actua- Jes circunstancias de la antigua Metrépoli. Es de suponer que los cuerpos de Incas y Coyas in- humados en Lima lo fueron en lugar secreto del Hospi- tal, y despojados de sus idolos y ofrendas, como que el motivo de su traida a nuestra ciudad y su sepultura en ella fue evitar supersticiones; pero algunas mantas ricas ¥ otros indicios quedarian reconocibles, aunque no fue- ran sino las peculiaridades de la raza indigena, en un Hospital destinado a castellanos, mestizos y otras castas, con exclusién de los indios, para fos cuales se reservaba el préximo de Santa Ana. No han podido tampoco en terrarse las momias incaicas en Ia capilla ni en los cemen- terios benditos que en el mismo Hospital de San Andrés servian para la generalidad de los enfermos que moran alli, porque los Incas como gentiles no habian de sepul- tarse en sagrado, Hemos removido por eso de preferencia Jos patios interiores, el lavadero, los pasadizos, y la huerta ‘en que se construyen casas modernas. Hemos hecho perfo. rar el suelo en otros puntos diferentes, sobre todo donde parecian existir bovedas y subterréneos. Nuestras especta- tivas han sido defraudadas. En la béveda del pasillo que va del comedor a la sala de fiestas hallamos numerosos restos humanos, en fragmentos de huesos que al tocarlos se deshacen, por la humedad del terreno en que largo tiempo yacieron. Lo rmismo ocurrié con los del patio que esté al Sudoeste de la Capilla; en nuestra afanosa escrupulosidad, — registra- ‘mos igualmente la cripta pequefia de la propia capilla, aunque no era presumible que alli se hubieran depositado las momias incaicas por la razin de Derecho Eclesiastico apuniada arriba, En la referida cripta hay muchos restos humanos como era de suponer; los mas regados por el suelo, y se ven varios craneos. En una caja de madera, ‘que hemos hecho reemplazar por féretro, hallamos una EL IMPERIO INCAICO 399 Gi 20 contiene str os huesos, igtales Porenetes 600 casi todos los de k ™ los documentos adjuntos al cadav. dos a sus Pies en una bot ¥ con las debidas ceriflenci las falanges er encerra- que datan del aio 1868, S_auténticas, se viene en to el de un Obispo que, %, guantes y el hilo sos, ertificaciones conocimiento. de ser ese esquele on sus vestiduras moradas, ally = 400 Jost DE LA RIVA-AGUIERO mias de los Incas, ocurrié un incidente revelador de bar- bara despreocupacién e incultura, no sin ejemplos ¢ taciones por desgracia en nuestro medio y fue que, se- atin la asevera Ia Sra. viuda de Lazo, antigua profesora de partos, que ain hoy vive y que a la sazén estudiaba en ese local su oficio y segtin lo confirma en todo lo principal el Sr. Canénigo Barrantes, que también subsiste felizmente, descubrieron el capellin y las monjas, por in- dicacién de alguna alumna, en el mismo patio interior contiguo a la capilla y al lavadero, en el que hemos ex- cavado de nuevo recientemente, una béveda pequefia que contenia momias, que por el pelo y las formas parecian de indios, cosa insdlita en tal edificio, salvo si se tratara de Jos Incas inhumados en la mitad del siglo XVI. Sin reparar en tan racional sospecha, el Inspector de Benefi- ciencia de entonces ordend su inmediato traslado al Ce- ‘menterio General, sin la consulta particular e inexcusable a esta Sociedad y al Gobierno que ya poseia un Museo. Con esta prisa se ejecuts el definitivo sepelio en una fo- sa comtin 0 zanja, Sumergidos en el montén innumerable de muertos anénimos pueden haberse perdido asf los cuer- pos de los soberanos autéctonos del Peril. Apenas quedan algunas esperanzas de hallarlos en San Andrés. Si nos Hlegan las noticias que hemos solicitado a Es- paiia sobre la disposicién primitiva del Hospital y lugar de los corrales en que se enterraron las momias traidas del Cuzco, pediremos a la Beneficiencia emprender nuevas excavaciones, ya mejor encaminadas con los datos que se Jogren. Entretanto, creemos de equidad que se reparen los desperfectos y perjuicios que nuestras suspendidas excava- Giones de los ultimos meses han irrogado a las benemé- ritas Madres de Maria Inmaculada, maestras del Servicio Doréstico y actuales ocupantes de lo que fue el hist6rico Hospital de San Andrés para Espaftoles. Ix LAS LENGUAS INDIGENAS Y EL CASTELLANO EN EL PERU

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