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Nouveaux mondes mondes nouveaux - Novo Mundo Mundos Novos - New world
New worlds

Débats
2014

Más allá de la entrevista.


Consideraciones sobre el uso de
fuentes orales en la investigación
histórica
Beyond the interview. Considerations on the use of oral sources on historical research

Laura P asquali
https://doi.org/10.4000/nuevomundo.67400

Résumés
Español English
Este trabajo presenta una serie de consideraciones sobre las fuentes orales y la historia oral,
atravesadas por el supuesto de que son ámbitos más vastos que aquel que definiría a una
metodología. Con ese horizonte se despliegan algunos problemas en torno a las experiencias
que la entrevista proporciona a los historiadores orales, la relevancia del enfoque
hermenéutico para valorar el texto que produce la entrevista, la pertinencia de las
metodologías cualitativas para abordar las memorias y los relatos que ellas originan.

This paper presents some considerations on the oral sources and oral history, crossed by the
assumption that they are vaster areas those of methodology. With this perspective some
problems are deployed around the experiences that the interview provides to oral historians,
the relevance of the hermeneutic approach to assess the text that produces the interview, the
pertinence of qualitative methodologies for addressing memoirs and the stories they
originate.
Entrées d’index
Ke ywo rds: oral history, documents, memory, experience, testimony
Palabras clave s: historia oral, documentos, memoria, experiencia, testimonio

Texte intégral
Agradezco la atenta lectura y las sugerencias de quienes han evaluado este artículo.

Hasta los policías más ingenuos saben que no se debe creer sin más a los testigos.1

1 Son muchos los debates y discusiones desplegados sobre los problemas de la


reconstrucción, acceso y utilización de las fuentes escritas y editadas, como así
también los debates sobre la preservación, uso y custodia de los archivos y
repositorios y sin embargo ello no supone que la controversia esté saldada o en un
marco de consenso. Otro cuerpo de problemas lo presenta la disputa política y
teórica sobre las metodologías de trabajo para interpelar a aquellos documentos. Si
las consideradas “fuentes tradicionales” exponen tales polémicas ante las y los
historiadores, en modo alguno presentan un panorama más conciliador las fuentes de
más reciente aceptación en el ámbito investigativo. En ese sentido, atraviesa este texto
el supuesto de que las fuentes orales y la historia oral son ámbitos más vastos que aquel
que definiría a una metodología. Es esta idea la que se destacará en este trabajo,
desplegando algunos problemas en torno a las experiencias que la entrevista
proporciona a las y los historiadores orales2.
2 Quienes investigamos el devenir de las izquierdas en Argentina desde la segunda
mitad del siglo XX, nos hallamos en un campo que presenta un arco importante de
problemas y escollos. Entre ellos, en primer lugar destacamos que el grueso de las
fuentes con que se cuenta, han estado construidas por y en base a perspectivas
ideológicas conservadoras3 que son las que por lo general presentan las “historias
oficiales” más generalmente difundidas; a esto se añade la falta de documentación y
de una política de conservación y de archivos, en otros casos la dificultad de acceso a
reservorios de fuentes policiales o judiciales4.
3 No obstante, desde la última década del siglo XX el recurso de las fuentes orales ha
sido una de las vías de entrada para abordar problemas de la historia argentina.
Desde entonces los desarrollos de la historia oral en el país exhiben, junto a una
notable capacidad de expansión, algunas fuertes marcas de identidad. Por ejemplo,
una de ellas remite a un campo temático que ha sido y continúa siendo intensamente
transitado: el del mundo de la militancia de los años 60 y 70. Se trata de aquellas y
aquellos que han optado por hacer oír sus voces5.
4 Las experiencias de la entrevista proporcionan a los historiadores orales las
evidencias de que sus aportes que no se reducen a la obtención de más fragmentos de
información, sino que se trata de perspectivas nuevas enteras, evidencias y también
interpretaciones de los puntos de vista de varones, mujeres, niños y niñas comunes y
corrientes acerca de lo que según ellos tenía más importancia en sus vidas, y que antes
estaban representados en forma incompleta. Paul Thompson sostiene que son éstas las
razones que han hecho de la historia oral no sólo un método sino un movimiento y un
movimiento cuyas ambiciones básicas tienen mucho en común con las de la sociología
de la historia de vida6. En ese sentido, se cuestionan en claves diversas, las tesis acerca
de los marcos conceptuales, especialmente porque con frecuencia los relatos de los
testimoniantes no son posibles de leer o encuadrar estrictamente en los más
tradicionales supuestos teóricos o historiográficos. Personalmente, considero que el
testimonio directo y voluntario se convierte en un elemento histórico de primerísimo
orden. Ese conjunto de varones y mujeres que legan su versión de la historia y de la
vida trae consigo su propio equipaje: una sensibilidad del mundo, ideología,
sentimientos de clase y experiencias que, subjetivas y relativas como la vida misma,
frente al conjunto de la reflexión histórica promoverán una percepción más amplia
de las culturas contemporáneas7.
5 Si bien el trabajo con los testimonios suele resolverse con la tarea de triangulación
con otras fuentes a los fines de establecer criterios de verificación, cuando los relatos
de los protagonistas no se consideran meros registros fácticos de los cuales hay que
“descifrar su veracidad”, se hace apropiado recurrir a los enfoques hermenéuticos,
considerando que la materia prima de la historia oral consiste no solo en información
de hechos sino también expresión y representación de experiencias, por lo que
incorpora las dimensiones de la memoria y la ideología. Pero sabemos que la
situación de entrevista no involucra sólo al testimoniante, sino que se despliega
también ante el entrevistador un escenario en el que ve ponerse en juego la
subjetividad, los saberes y los preconceptos propios. Entendemos entonces que el
papel del entrevistador en la historia oral nunca es pasivo, sino siempre activo: busca
recuerdos y provoca reflexiones y evaluaciones significativas, desafía al entrevistado
a nuevos exámenes y reflexiones. Esto proporcionará a quien estudiará el documento
posteriormente, pruebas internas de confiabilidad, validez y significación que
completarán y suplementarán a las que él mismo aporta en su tarea de investigación.
En este sentido, el resultado de la historia oral siempre es un texto particular.
6 De hecho, el historiador oral asume que hay una permanente lucha por encontrar y
entender los procesos, con sus diversas verdades. Estamos dispuestos a hurgar,
escarbar en el pasado de manera que logremos conocerlo. Eso lleva a buscar otras
vías para acceder a una información que hasta el momento no era conocida o estaba
oculta. Así los interesados en la historia contemporánea y el tiempo presente, llegamos
al encuentro del testimonio, a las historias de vida, para integrarlos a las otras fuentes
tradicionales que dan sustento a la tarea investigativa. La historiadora mexicana
Eugenia Meyer asume que “el gran debate de la historia y el historiador es la cuestión
de la verdad, no en el sentido de descubrirla, obtenerla o apresarla, sino de ser
capaces de permitirnos la libertad de interpretarla en formas diversas”8.
Precisamente, las fuentes y documentos a las que acudimos cuando investigamos
historia son piezas que vamos uniendo hasta construir un todo, un universo que nos
permita entender qué y cómo pasó, para luego explicarlo a los otros. Por eso
debemos aceptar que la verdad que parecen transmitir los testigos presenciales no es
igual a la que nos proporcionan los documentos y también es diferente la verdad de
los textos editados.
7 Consiste en reconocer las diferentes verdades para de ahí construir las historias que
resulten comprensibles, es decir, humanas. Se trata finalmente de la insatisfacción y la
necesidad de buscar nuevos elementos con los que tenemos que trabajar.

Reclamar las memorias. Conceptos y


problemas en la investigación histórica
8 1. Las consideraciones sobre la historia oral nos proponen también reflexionar
sobre las tradiciones orales y los acontecimientos que estas producen, que son
bastante diferentes a los de los documentos escritos. Estas pueden ser reconocidas en
los relatos de los testigos, especialmente cuando en ellos se insinúan ciertas
comprensiones del pasado originadas en las matrices culturales de una comunidad
que se transmiten oralmente de persona a persona y de grupo en grupo; son
expresiones de la identidad, las costumbres, los anhelos y de la transmisión
generacional de la sociedad en que se producen. Surgen y existen en forma
completamente independiente de cualquier lenguaje escrito o forma de registro y no
dependen de éstos para perdurar.
9 Del mismo modo, destacamos que la memoria que resulta luego de la entrevista, es
una forma de evidencia histórica y como cualquiera de ellas necesita ser evaluada
como tal, no forzarla a caber en los moldes de otras fuentes, sino que debe ser tratada
como expresión cultural con todas sus complejidades. Ahora bien, este punto amerita
una advertencia: para comprender un relato igualmente debemos buscar entender
qué ha ocurrido, pues como advierte Alessandro Portelli, en vez de errores
positivistas, podríamos cometer otros de deconstrucción ingenua: todos los relatos
serían equivalentes, el mundo material no existe y entonces todos los textos son leídos
exclusivamente en términos de su propia dinámica intratextual. “Naturalmente, esto es
falso también en los términos de teoría literaria y narrativa, porque uno de los
términos sobre el cual texto se constituye en cuanto género es el pacto que declara
respecto a su mayor o menor referencialidad: una autobiografía y una novela son los
dos relatos, pero la autobiografía afirma ser verídica y la novela no. Por consiguiente
la autobiografía no deja de serlo cuando no dice la verdad, y la novela sigue siendo
novela aún cuando relata hechos verdaderamente ocurridos, porque lo que cuenta es
el pacto que establecen con el destinatario”9.
10 La investigación histórica reclama estas reflexiones, pues los relatos orales también
pueden cumplir otras funciones, ya sea exploratoria, analítica, verificativa o
expresiva. Es decir, no existe una manera de utilizar un mismo relato de vida, sino
varias. Incluso, según en que momento de la investigación se lo utilice, puede cumplir
una función diferente. Será siempre el mismo relato, pero en contextos diferentes10.
11 2. Desde hace unos años, observamos una coincidencia entre los cientistas sociales
acerca de la existencia de una relación entre determinados nuevos usos de la historia
y la reciente eclosión de las memorias o de los problemas que la acompañan. Para
quienes han intentado sistematizar esos nuevos usos, los problemas de la memoria y la
construcción de las identidades constituyen un “hilo conductor, una cuestión
central”11. Íntimamente relacionado a esto, y en una línea que desmonta las
concepciones esencialistas, señalemos algunas ideas acerca del concepto de identidad,
que aquí es pensada como construcción nunca acabada, “abierta a la temporalidad, la
contingencia, una posicionalidad relacional sólo temporariamente fijada en el juego
de las diferencias”12. Y decimos esto porque uno de los elementos constitutivos de la
identidad es la experiencia, concepto que nos permite introducir la dimensión
temporal, y también pensar a las identidades como una posición relacional, que no
depende directa y mecánicamente del acontecimiento, sino que está mediada,
matizada por el lenguaje y por el marco cultural interpretativo en el que se expresa,
se piensa y se conceptualiza.
12 La experiencia también se refiere al proceso en el cual se construye la
subjetividad 13. Sin embargo, insistimos en que no estamos leyendo la realidad social
como si fuese un texto; el interés en la narración como soporte de las identidades y las
memorias de los testimoniantes en el momento en que se produce la entrevista es un
modo de acercarnos a los procesos que queremos explicar, es una de las estrategias
con las que trabaja la historia oral. En principio, porque la historia oral realiza una
distinción entre hechos y relatos (entre historia y memoria) ya que considera que las
narraciones y las memorias son en sí mismos hechos históricos14 . Por eso, la virtud
última de la memoria no es la preservación del pasado sino los cambios elaborados
que revelan el esfuerzo de los testimoniantes por darle un sentido al pasado y una
forma a sus vidas, colocando a la entrevista y al relato en su contexto histórico: en ellas
apelamos a esa dimensión de acción, incluso de práctica en las formas de relación con
un pasado que se define en la dimensión de la memoria, como un pasado que sigue
cuestionando, planteando preguntas, interviniendo sobre el presente.
13 U no de los más grandes e inspiradores historiadores orales, Alessandro Portelli,
escribió un libro iluminador sobre un tema sombrío: una matanza nazi perpetrada
en Roma en el año 1944, en represalia a un atentado partisano15. Ese es un
acontecimiento que ha quedado grabado de modos complejos y problemáticos,
aunque siempre dramáticos, en la memoria popular de Italia... pero la permanencia
en la memoria no es lo que lo torna “reciente”. Sin embargo en el prologo a la edición
española del libro, el autor traza los caminos que volvieron reciente a ese hecho: Erich
Priebke, uno de los responsables de la masacre fue identificado, arrestado en
Bariloche y extraditado y procesado en Italia. Y más aún, cuando la descendiente de
una familia exterminada en las Fosas Ardeatinas y en Auschwitz viajó a Buenos Aires a
dar una conferencia en referencia a ese tema, trabó relaciones con las Madres de
Plaza de Mayo. Esas eran historias recientes. A partir de esta observación, Portelli nos
dice que la historia oral es un instrumento útil a esos fines, porque sus historias
empujan siempre hacia atrás, hacia comienzos profundos, y no se detienen nunca en
un final definitivo.
14 El recurso a la historia oral no siempre implica que estemos ante problemas de
historia reciente, del mismo modo que es perfectamente posible investigar en historia
reciente sin recurrir a las fuentes orales. En términos formales no hay relación de
necesariedad entre historia oral y reciente... pero indudablemente se potencian y la
investigación histórica que acude a las fuentes orales tiene cualidades que la
identifican y la vuelven sensible, humana. Veamos un ejemplo: en el curso de una
entrevista sobre conflictos laborales ocurridos en una pequeña localidad de Santa Fe
(Argentina) en 1974, el relato de la entrevistada se discontinua y de repente ya no
habla de aquel momento, sino que escuchamos procesos ocurrido en la primera
mitad del siglo: se explaya sobre el impacto que produjo en el pueblo la instalación
de una acería hacia 1947... Ya no está testimoniando sobre la historia reciente, pero de
ese modo nos proporciona elementos clave para comprender las luchas de esa misma
localidad en los años setenta y también por qué nuestra entrevistada actuó como actuó
en esa coyuntura.
15 De modo análogo, tampoco el uso de fuentes orales nos da acceso directo al pasado
reciente. Entrevistar a mujeres ancianas sobre las condiciones de trabajo,
contratación o cuentapropismo de las costureras y modistas a fines de los años ’30 no
es hacer historia reciente. Pero en todos los casos están presentes las operaciones de la
memoria.
16 Es normal que la Historia oral preste atención al tema de la memoria, pues el ámbito
de la memoria le reserva un papel privilegiado al testimonio. Pero también la
memoria es el lugar donde se dirime y reside el poder, y lo que era un medio para
comprender las marginalidades y a los excluidos se ha convertido en una expresión
casi oficial. Desde que las sociedades empezaron a sentir la necesidad de memorias,
los gobiernos se han apropiado de ellas y se han erigido en “gestores” de la memoria.
Esta suerte de tensión alrededor de las interpretaciones colectivas de la historia como
marco de la memoria personal, también la experimentan los sujetos; se trata de una
lucha “desde arriba” en la que los gobiernos y sus aparatos se ocupan
sistemáticamente de describir el pasado y prescribir cómo deben experimentar la
historia los miembros de la sociedad 16. Sostiene Ricoeur que actualmente, la cuestión
del sujeto verdadero de las operaciones de memoria tiende a ocupar un primer
plano y contribuye a ese juego de presiones una preocupación propia del campo: al
historiador le urge saber cuál es su emulador, la memoria individual de los
testimoniantes o las memorias colectivas17.
17 Entonces la memoria se convierte en el enfoque privilegiado sobre el pasado en
detrimento de la historia, el testigo pasa a ser referente absoluto frente al historiador
que toma distancia y sitúa las cosas en un contexto, y por ello se le acusa de traicionar
la realidad. Como reacción el historiador cuestionado rechaza cualquier aportación
de la memoria y por lo tanto, de la historia oral, sobre todo cuando existe una sólida
tradición de desconfianza previa18.
18 3. Ahora bien, las reflexiones anteriores no surgen únicamente de las cavilaciones
individuales, por el contrario son resultado de un proceso en el que intervienen, por
lo menos, dos sujetos; quizás un interrogante lo explicaría de un modo más preciso:
¿desde qué lugar y de qué modo son convocadas esas memorias?
19 Los historiadores orales trabajamos con narraciones, cuya posterior lectura nos
permite transformar las secuencias de hechos en una sucesión (en el mejor de los casos
ordenada) de ideas. Ayuda en esa tarea la narrativa, que si bien es una herramienta
cognitiva muy importante para el conocimiento histórico, es imprescindible en el
trabajo con fuentes orales. Y aunque todos tenemos capacidad de narrar, los
resultados de las entrevistas dependen en buen grado de la habilidad que tengamos
de reflexionar sobre la experiencia y sobre la forma que adopta cuando la provoca
la memoria. Porque la memoria no es un archivo sino un ordenador que activa un
proceso de constante lectura y aprendizaje19. Y porque de la experiencia
aprehendemos un saber y lo reconstruimos permanentemente a través de nuevos
sentidos y significados que podemos darles; en ese proceso, la entrevista y la
intervención del entrevistador pueden ser potenciadores de sentidos y de imágenes.
Pero advirtamos que del mismo modo que la experiencia, la narración también es
temporal porque aunque siempre hay un principio, un desarrollo y un final, las
formas de experimentar, de recordar, de narrar son diferentes. Por ejemplo, las
memorias de los y las militantes políticos suelen estar estructuradas y marcadas por
los recuerdos de la militancia en las organizaciones de pertenencia, tenemos entonces
que el registro del activismo tiende a coincidir con la periodización del propio
partido de pertenencia, o bien de alguna acción o proceso de carácter espectacular.
Esto se evidencia en algunas marcas de los relatos: “antes de la toma de la fábrica
“después que se desmoronó el partido”, “cuando me trasladaron a la Capital”, etc.

El problema de la realidad social desde las


metodologías cualitativas
20 Ya dijimos que la historia oral comparte con otras problemáticas de las ciencias
sociales una condición casi constitutiva: un escaso consenso en torno a su naturaleza,
sus modos de concebir(se) y sus alcances, por ello no está liberada de detractores
quienes realizan despliegues argumentativos con distintos grados de profundidad y
radicalidad 20. Parte de las sospechas que se descargan sobre la historia oral tienen
que ver con la escasa fiabilidad que se atribuye a los recuerdos individuales o
colectivos como mecanismo de registro histórico, en un explícito rechazo a
considerar a los testimonios orales como fuentes en la tarea investigativa.
21 Sin embargo, entendemos que el valor de la fuente oral como evidencia histórica
debe ser evaluado dentro de sus propias leyes de autenticidad. Discutir acerca de la
superioridad de las fuentes escritas sobre las orales o viceversa es tarea estéril. En
todo caso es necesario someter a todas las fuentes a sus propias reglas de credibilidad.
22 Precisamente, uno de los temas de debate (y a veces de impugnación) acerca de las
metodologías de la historia oral es el rol del historiador/entrevistador en la creación
del documento y la interpretación del mismo. Al poner la mirada sobre la capacidad
de la historia oral para cambiar la tarea tradicional del historiador, no siempre se ha
considerado el modo en que el discurso disciplinar y su contexto influye en esa
práctica. Se va desde una posición en la que el historiador desaparece “para dar la
palabra al pueblo” hasta la tradicional posición en la que el investigador asume un
lugar privilegiado como intérprete de los materiales aportados por los entrevistados.
Por supuesto que la presencia del entrevistador impregna el discurso del informante;
por eso hay una plena conciencia de los problemas teóricos que comprende el
campo profesional de la historia oral: la superposición del investigador como
entrevistador, como transcriptor y luego analista. De hecho, la situación de la
entrevista podría ser considerada como una fusión de horizontes21. Esto nos indica
dos senderos. Por una parte nos puede conducir, en un plano de reflexión general, a
revisar la relación entre “objeto de conocimiento y sujeto cognoscente”, sobre la que
tanto se ha producido en las ciencias sociales. En un plano más particular y de nuestro
interés, nos permite destacar la dimensión subjetiva de la entrevista, la particular
relación que establece el entrevistador con los testimoniantes. Específicamente, para
quienes entrevistamos mujeres y varones que han pasado por situaciones traumáticas
como la cárcel, la persecución, el exilio, que han sufrido en sus cuerpos la tortura o
han sido testigos de la desaparición de compañeros, es prioritario tener especial
cuidado en el modo de abordar el tratamiento de esas experiencias. En las situaciones
en que la propuesta de poner en palabra un período tan fuerte para sus vidas implica
también “pasar” por las experiencias traumáticas que han signado nuestro pasado
reciente, nos encontramos con frecuentes solicitudes de apagar el grabador,
acompañar los silencios y el llanto que se producían; aunque en algunos casos esto
implica la finalización de la entrevista y la imposibilidad concreta de volver a
entrevistarlos, en otros esta situación puede ser superada retomándose el curso de la
entrevista22.
23 Aquí sostenemos que el entrevistador es también co-autor, y la entrevista es un
hecho fascinante también desde el punto de vista teórico, justamente porque pone en
discusión la idea de la autoridad del historiador del siglo XIX, de un texto fijo
producto de un único autor: estamos frente a un texto cambiante y que es producto
de, al menos, dos personas a la vez. Por eso decimos que cuando hacemos una
entrevista, nos encontramos en presencia de un evento. Es un evento porque lo
creamos nosotros: la historia que registramos no existe naturalmente; el producto de
este encuentro en el cual la intención del narrador de contar las cosas como han
ocurrido, instituye con lo histórico un pacto referencial, convive con el deseo de
hablar de sí y representarse, tanto más en sujeto a los cuales ha sido negada la
posibilidad de hacerlo por motivos de clase, género o edad 23.
24 Ese pacto o acuerdo, necesariamente debe permitir la expresión e inclusión de lo
personal, puesto que si somos historiadores responsables sabemos que omitir aspectos
de nosotros mismos distorsiona la historia: lo personal suele ser un espejo de lo que
sucede en nuestras sociedades. Finalmente, como también nos interesa la forma,
sostenemos que incluir las emociones significa incluir la riqueza, los detalles y todas
las potencialidades del ser inalienado que se expresa en el relato, el “yo” que debería
formar parte de la sociedad que se pretende alcanzar 24.
25 Después de algunas reflexiones sobre la lente con que la historia oral mira el
mundo, no podemos perder de vista que aquella no tiene un sujeto unificado; se la
narra desde una multitud de puntos de vista y la imparcialidad tradicionalmente
reivindicada por los historiadores es reemplazada por la parcialidad del narrador y
testimoniante. Asimismo, cuando hacemos o trabajamos fuentes orales notamos en los
entrevistados una necesidad de presencia en la historia. De esto deriva también una
modalidad narrativa: la centralidad del punto de vista. El evento histórico no es
contado desde arriba, sino desde adentro. “Es lingüísticamente imposible hacer una
narración sin implicar una interpretación”25.
26 En este sentido, el resultado de la historia oral siempre es un texto particular que
nos propone pensarnos como un sujeto cognoscente que no busca el poder sobre los
fenómenos, sino que reconoce los modos en que él/ella y su objeto se relacionan, así
como los modos en que los fenómenos mismos son interdependientes26.
27 Insistimos en que el motivo principal por el que optamos por el modo de lectura, las
estrategias y herramientas de la historia oral es porque constituye una de las vías de
entrada privilegiadas para investigar procesos protagonizados por grupos sociales y
políticos a los que se negó un espacio en las versiones oficiales de la historia, y esa
negación está en muchos casos vinculada con los proyectos que portaban esos
sectores. La incorporación del mundo cotidiano a la investigación sociológica abre
una perspectiva que nos permite reivindicar como objeto de estudio el conjunto de
relaciones interpersonales y actitudes de varones y mujeres que, aunque dependen
de patrones aprendidos, son reproducidos o modificados en la vida cotidiana a
partir de experiencias propias. Para Schutz27 la vida cotidiana se presenta como una
realidad interpretada por varones y mujeres, y para ellos y ellas tiene el significado
subjetivo de un mundo coherente. Las fuentes orales nos acercan también a las
dimensiones de lo cotidiano28, y con ello a las formas en que construían las
subjetividades mujeres y varones en el momento a que refiere la entrevista.
28 El empleo de la entrevista en la investigación histórica permite involucrar la
resistencia de la gente común, las respuestas ante situaciones difíciles de la vida; la
oralidad del sujeto aporta elementos en forma significativa a la historia, ya que
demuestra que la vida de las personas no se puede considerar como un fenómeno
individual, sino que es sobre todo un producto social. Las personas forjan su
identidad en tanto comparten tareas con otros individuos, dando a su existencia un
carácter social. Su vida adquiere sentido en comunidad, en tanto pertenecen, en
diferentes planos a la vez, a las fábricas, al lugar de estudio, a sus barrios29..
29 Indica Schutz que las producciones de las ciencias sociales son construcciones de
segundo grado, construcciones de las construcciones elaboradas por los varones y
mujeres cuya acción debe observar y explicar el historiador, según las herramientas
de análisis de la disciplina. Esta operación, al decir de Schutz, es la primera tarea de la
metodología de las ciencias sociales30. Lo que encontramos fascinante en los posibles
nexos entre esto y el trabajo con fuentes orales es que notamos en los entrevistados
una necesidad de presencia en la historia31. El reclamo de una generación a su
antecesora sobre responsabilidades, oportunidades perdidas o decisiones
equivocadas, es una pregunta clave de la historia oral, porque interroga la relación
entre nuestra biografía y la historia, entre la experiencia personal y privada y la
experiencia colectiva.

Consideraciones finales: después de las


entrevistas
30 Sostengo que entrevistar militantes socialistas implica un piso de acuerdos mínimos
acerca de la militancia en los años ’60 y ’70, entre ellos, ellas y yo. Probablemente esto
haya propiciado el posterior camino hacia la construcción de lazos afectivos con los
testimoniantes. Considero que este no es un tema menor, al menos por dos cuestiones.
U na es que se corre el riesgo de no abordar la fuente con la distancia necesaria que
requiere la tarea investigativa; otra es el universo personal de coincidencias. Daniel
James, se preguntaba por mandato de quién se produce la recuperación de la
memoria. Y advertía que aunque el historiador puede contribuir a moldear la
memoria, también puede desorganizarla32. Este es un temor que me ha asaltado más
de una vez, y he estado tentada en transcribir los relatos completos, porque sentía que
parcelarlos era falsear la confianza que había logrado de mis entrevistados y
entrevistadas. Más tarde entendí que el mejor modo de agradecerles sus testimonios,
su tiempo y sus aportes, no era copiar textualmente lo que me habían contado, sino
elaborar una interpretación histórica seria y honesta. Decir esto nos obliga a
considerar que trabajar con testimonios orales no nos exime per se de incurrir en los
vicios de tipo positivista, por dos razones. La primera es la consabida “búsqueda del
dato”, construcción de series de fechas, acciones, nombres, etc. es decir cubrir las
ausencias que otras fuentes dejan expuestas. Sin embargo, embarcarse en un proyecto
de historia oral conlleva navegar en otras aguas: “una historia se cuenta ‘naturalmente’
no cuando adhiere a una cronología ‘objetiva’ sino cuando se aparta de ella para
incorporar sentido y conceptos o juicios subjetivos. Sólo un esfuerzo artificial, puede
mantener ‘hechos’ y ‘opiniones’ separados; en el habla común, en general, se mezclan,
como se mezclan los géneros literarios en la mayoría de los actos del habla.”33. La
segunda razón es el riesgo de sostener el “temor reverencial” hacia la fuente. Ante la
fascinación que puede provocarnos una narración o la propia historia de quien
estamos entrevistando emerge un perfil de nuestra subjetividad que pareciera
amenazar la seriedad del trabajo investigativo. ¿Por qué ocurre ese fenómeno?, en
parte, debido a que sus testimonios de militancia es lo que muchas veces nos conecta
con la Historia, pues hay respecto hacia sus trayectorias, y porque en sus relatos
trascienden las memorias de un colectivo (heterogéneo) de voluntades militantes. Por
ello sostengo aquí que la situación de entrevista no puede darse con todos los sujetos;
en este caso particularmente debe haber empatía, y eso conlleva una elección por
parte del historiador.
31 Los vínculos con las y los entrevistados no siempre se circunscriben al ámbito de
“nuestro” trabajo. En varias ocasiones las diversas motivaciones que despierta la
situación de entrevista ha llevado, especialmente a quienes por años no habían
hablado de su pasado militante, a contactar viejos compañeros e incluso a escribir sus
propias memorias, ya sea en forma individual o colectiva.
32 Debe haber plena conciencia de los problemas y desafíos implícitos en tomar
testimonios como materia prima. En el caso de la indagación sobre la historia reciente
Argentina, el peso del presente (del relato) ha sido determinante al momento de hacer
historia oral. Las investigaciones realizadas en medio de los años noventa y en un
contexto de significativa fractura social y económica a nivel nacional y regional
tuvieron condiciones de posibilidad muy diferentes a aquellas “beneficiadas” con el
clima en el cual el tema de la militancia setentista y los derechos humanos eran parte
de la agenda gubernamental.
33 En todos los casos, en forma explícita o no, el presente de la entrevista atraviesa los
relatos sobre el pasado, y ello nos advierte sobre la necesidad de considerarlo
cuando evaluamos las narraciones en forma integral. En suma, ninguna entrevista
puede abstraerse de los años transcurridos entre los procesos de los que se habla y el
presente de la narración. No solamente porque ese período ha impactado de
diversos modos en la forma que se organiza el recuerdo, sino porque esas
experiencias han sido resignificadas en la cotidianeidad actual.
34 Además de esto, la participación de ex militantes en organismos de derechos
humanos, en partidos y movimientos políticos durante la transición democrática
argentina también aportaron a la revisión de sus historias de los años sesenta y setenta.
35 Otra variable para estimar la relación de su pasado con su presente son las viejas
relaciones que aún conservan. Tempranamente llamó mi atención que algunos y
algunas habían perdido el rastro de sus antiguos compañeros, no recordaban sus
nombres, incluso no sabían si eran detenidos-desaparecidos. En otros casos también
están quienes trasladaron al presente viejas rencillas del pasado (aunque muchas
veces es ostensible que no recuerdan qué las había ocasionado). Observamos la
persistencia de los más habituales debates en las izquierdas entre los partidarios de la
lucha armada y los que no, las discusiones en torno a la integración con otras
organizaciones o partidos, las internas en las direcciones sindicales y partidarias, las
disputas sobre las estrategias frente a la continuidad o no de una huelga. Pero existen
otros motivos de resentimientos, más difíciles de evidenciar puesto que nos remiten a
conflictos personales, a veces familiares, que no siempre responden a las
explicaciones pasibles de ser generalizadas. Indudablemente es frecuente
encontrarnos con militantes que no objetan a otros militantes y que aún conservan
relaciones cordiales con sus viejos compañeros.
36 Hace unos años34, yo concluía que entre mis entrevistados socialistas no había casos
en que el pasado militante no tuviese líneas de continuidad o se contradijese
claramente con las opciones políticas actuales, y sostenía además que eso era
significativo si considerábamos que desde 2003 las estrategias del gobierno argentino
hacia el tema derechos humanos ha funcionado como una fuerza centrípeta,
atrayendo las adhesiones de un amplio arco de la militancia setentista. Si reescribiera
ese texto, no podría aseverar lo mismo. ¿Eso ocurre porque la historia es una
construcción siempre pasible de renovarse? ¿Es una más de las particularidades de la
Historia reciente, por el carácter vivo de los testigos? ¿Quiere decir eso que en los
proyectos de Historia Oral sobre Historia Reciente debemos dar una mayor
relevancia al peso del presente del relato? En todos, todos estos casos, sobrevuela
sobre nosotros el peligro de la ingenuidad o del sentimentalismo que se aventura en la
defensa de ciertas causas... y también la certeza de que no podemos alcanzar la
objetividad y que inevitablemente seremos parciales. Y de algún modo, navegar en
esas aguas le otorga sentido a nuestro oficio.

Notes
1 Marc Bloch Apología para la historia o el oficio de historiador. (Edición anotada por
Etienne Bloch). México DF, Fondo de Cultura Económica. 1993 [2001]. Pág. 97
2 Algunos temas propuestos en este artículo se hallan en Pasquali, Laura “Voces múltiples,
horizontes comunes. Las fuentes orales como posibilitadoras de la tarea historiográfica”. En:
Iurno, Graciela y Pasquali, Laura Resistencias al proceso de embate neoliberal en Argentina.
Aproximaciones desde la historia oral. Rosario. Prohistoria, 2012. Pp. 17-28
3 Y no está de más indicar que quienes asumen esa perspectiva al momento de investigar en
historia están menos conminados a documentar sus hipótesis profundamente. Referencias a
esto, y a los esfuerzos investigativos de los primeros historiadores de izquierda para el caso de
Estados Unidos se pueden encontrar en Pablo Pozzi y Roberto Elisalde, “Conflicto y consenso
en la historiografía norteamericana: una historia politizada”. En Pozzi, Pablo, Elisalde,
Roberto, González Chiaramonte, Claudio y Farran, Gabriela: Un pasado imperfecto. Historia
de los Estados Unidos. Buenos Aires, Recienvenida, 1992. Pp.11-29
4 En el análisis de una trama como la que abordamos aquí, se involucra un amplio arco de
problemas entre los cuales sobresalen la propiedad privada de los archivos documentales (aún
en los casos en que la consulta se permita a través de un pago, son privados); las defectuosas
condiciones de conservación (y por consiguiente de consulta) de aquellos que son públicos; la
destrucción de fuentes por parte de sus poseedores por atendibles razones de seguridad ante el
incremento de la represión ilegal en Argentina desde 1974.
5 Pasquali, Laura; Ríos, Guillermo; Viano, María Cristina “Culturas militantes”. En Necoechea
Gracia, Gerardo y Pozzi, Pablo (Comp.) Cuéntame cómo fue. Introducción a la historia oral.
Buenos Aires, Imago Mundi, 2008. Pp 109-116
6 Thompson, Paul “Historias de vida y cambio social”, en Aceves Lozano, Jorge Historia Oral,
México DF, UNAM, 1993. Pp. 117-137
7 Meyer, Eugenia “Memoria y conciencia histórica”, en Historia, Antropología y Fuentes
Orales, núm. 24, 2ª época, Barcelona, 2000. Pp. 77-94
8 Meyer, Eugenia “Memoria, olvido e historicidad”. En Historia, Voces y Memoria. Revista del
Programa de Historia Oral. 1 / 2009. Programa de Historia Oral. Instituto de Investigaciones
Bibliotecológicas –INIBI-. Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. Pp. 13-
28. Pág. 13
9 Portelli, Alessandro “El uso de la entrevista en la historia oral”, en Anuario, Nº 20. Rosario,
Escuela de Historia-Homo Sapiens, 2004. Pp. 35-48, pág. 37
10 De las dos grandes orientaciones que podemos reconocer entre quienes desarrollan el
enfoque biográfico, hay quienes se interesan por los significados y quienes se interesan en los
referentes. “La primera podría ser llamada ‘hermenéutica’, en tanto que el desciframiento de
los textos ocupa en ella un lugar central”. Bertaux, Daniel “Los relatos de vida en el análisis
social”. En Aceves Lozano, Jorge (Comp), Historia Oral. México, Instituto Mora, 1993. Pág.
141 y 142.
11 Pasamar, Gonzalo “Los historiadores y el uso público de la historia: viejo problema y
desafío reciente”, en Actas III Jornadas de Historia Moderna y Contemporánea, Rosario. 2000
12 Esta tesis pertenece a Stuart Hall, Questions of Cultural Identity. London, Sage, 1996, citado
en Arfuch, Leonor, (Comp) Identidades, sujetos y subjetividades. Buenos Aires Prometeo, 2002
13 Luisa Passerini propone comprender dentro del término subjetividad toda la gama de
actividades y expresiones culturales y psicológicas de conciencia individuales y colectivas que
toman forma en el lenguaje y en la conducta, así como también se expresan en formas más
‘espirituales’ como el pensamiento especulativo. Passerini, Luisa “Ideología del trabajo y
actitudes de la clase trabajadora hacia el fascismo”. En Schwarzstein, Dora, (comp.), La
Historia oral, Buenos Aires, CEAL, 1991.
14 Portelli, Alessandro “El uso de la entrevista en la historia oral”. Op. Cit.
15 Portelli, Alessandro La orden ya fue ejecutada, Buenos Aires, FCE, 2003
16 Haug, Frigga “Memoria colectiva, memory work y la separación de la razón y la
emoción”. Seminario del Centro Gallego de Arte Contemporáneo (CGAC): Sobre imágenes,
lugares y políticas de memoria. Santiago de Compostela, 11 al 13 diciembre 2008. Pág. 4
17 Ricoeur, Paul La memoria, la historia, el olvido. Buenos Aires, FCE, 2004. Pág. 125
18 Esta es una situación que Joutard reconoce para Francia, pero que consideramos
iluminador para pensar otras latitudes. “Cuando la memoria se convierte en un poderoso
instrumento de reclutamiento y movilización [...] la tarea y el deber del historiador es hacer
de la memoria un objeto histórico para mostrar su carácter construido y desvelar sus
flaquezas y su instrumentalización.” Joutard, Philippe “Memoria e historia: ¿cómo superar el
conflicto?”, en Historia, Antropología y Fuentes Orales, núm. 38. Barcelona, 2007. Pp. 115-122
19 “Nunca pensamos en la memoria como un archivo, una heladera que preserva los datos y
sus significados, sino más bien como un procesador, que los transforma y elabora de una
forma osmótica y produce así nuevos datos y significados que incluyen a los viejos, aunque
sea para negarlos o librarse de ellos. Más tarde descubriría, en las enseñanzas de Juri Lotman,
que olvidar también es parte del recuerdo”. Lotman, Juri y Uspenskij, Boris “Sul meccanismo
semiotico della cultura”, en Tipologia della cultura, Milán, Bompiani, 1973, Pág. 46-48
traducción al italiano de Remo Faccani. Citado en Portelli, Alessandro “Absalón, Absalón: La
historia oral y la literatura”, en Taller. Revista de Sociedad, Cultura y Política. Buenos Aires,
Asociación de Estudios de Cultura y Sociedad, Vol. 5, Nº 13, 1999. Pp. 9-24
20 Aquí, los preceptos rankeanos que indican que los historiadores debemos limitarnos a los
documentos guardados celosamente en archivos preservados de la manipulación y al análisis
de sus formas, sus contenidos y sus interrelaciones, ya que éstos constituyen una fuente
inalterable y fidedigna en contraposición a la memoria humana que tiende a ser
complaciente consigo misma y a contaminarse de los acontecimientos posteriores, parecen
estar presentes más allá de lo que muchos están dispuestos a admitir.
21 Plantear esto remite a lo que Gadamer sentencia como el momento en que la comprensión
se transforma en tarea científica, situación que puede ser caracterizada como hermenéutica.
“Todo encuentro con la tradición realizado con conciencia histórica experimenta por sí
mismo la relación de tensión entre nexo y presente. La tarea hermenéutica consiste en no
ocultar esta tensión en una asimilación ingenua, sino desarrollarla conscientemente.[...] La
conciencia histórica es consciente de su propia alteridad y por eso destaca el horizonte de la
tradición respecto al suyo propio”. Gadamer, Hans-George Verdad y Método. Fundamentos de
una hermenéutica filosófica. Salamanca, Sígueme, 1997 [1960]. Pág. 377.
22 Pasquali, Laura; Ríos, Guillermo; Viano, María Cristina “Culturas militantes”. Op. Cit, Pág.
114
23 Algunas de estas ideas están presentes en Portelli, Alessandro “El uso de la entrevista en la
historia oral”. Op. Cit.
24 Stanley, Jo “Incluir los sentimientos: darse a conocer a uno mismo a través del testimonio
político personal”. Taller, Revista de Sociedad, Cultura y Política. Buenos Aires, Asociación de
Estudios de Cultura y Sociedad, Vol. 6, Nº 18, 2002, Asociación de Estudios de Cultura y
Sociedad. Pp 135-155
25 Labov, William “The Transformation of Experience in Narrative Synmtax”. En Language
in the Inner City, University of Pennsylvania Press, Philadelphia 1972, pp- 354-96. Citado en
Portelli, Alessandro. “El uso de la entrevista…”. Op. Cit. p. 42
26 Sobre una reconsideración de la relación entre sujeto y objeto de conocimiento a partir de
la epistemología feminista se halla en Fox Keller, Evelyn Reflexiones sobre género y ciencia,
Valencia, Alfons el Magnánim, 1985
27 El problema de la realidad social reúne varios estudios del autor sobre el problema de la
sociabilidad. Schutz encomendó a un discípulo preparar esta compilación de trabajos
publicados originalmente en revistas o como parte de diversos libros. Estos textos
comprenden un arco que va desde 1940 hasta 1959, año de la muerte del autor. Schutz, Alfred
El problema de la realidad social, Madrid, Amorrortu, 2003 [1962].
28 Sostiene Philippe Joutard que las fuentes orales contribuyen a la etnohistoria: una historia
más lenta, sin hechos notables, una historia de la vida cotidiana. Joutard, Philippe. Esas voces
que nos llegan del pasado. Buenos Aires, FCE, 1999 [1983]
29 Camarero, Hernán; Pozzi, Pablo y Schneider, Alejandro “Eppur si muove. De la realidad a
la conceptualización en el estudio de la clase obrera argentina”, en Taller. Revista de Sociedad,
Cultura y Política, Buenos Aires, Asociación de Estudios de Cultura y Sociedad, Vol. 6, núm. 16,
2001. Pp. 190-214
30 Schutz, Alfred Alfred El problema de la realidad social… Op. Cit. Pág. 80
31 Labov, William, “The Transformation of Experience in Narrative Synmtax”, en Languagei
n the Inner City, Philadelphia, University of Pennsylvania Press, 1972; citado Portelli,
Alessandro “El uso de la entrevista…”. OP. cit. Pág. 42.
32 James, Daniel, Doña María. Historia de vida, memoria e identidad política. Buenos Aires,
Manantial, 2004.
33 Portelli, Alessandro “Absalón, Absalón: La historia oral y la literatura”. Op. Cit.
34 Pasquali, Laura “Historia oral del pasado reciente: observaciones y revaluaciones en los
relatos de las y los militantes socialistas”, en Pasquali, Laura, compiladora– Historia social e
historia oral. Experiencias en la historia reciente de Argentina y América latina, Homo
Sapiens, Rosario, 2008. Pp. 229-264

Pour citer cet article


Référence électronique
Laura Pasquali, « Más allá de la entrevista. Consideraciones sobre el uso de fuentes orales en la
investigación histórica », Nuevo Mundo Mundos Nuevos [En ligne], Débats, mis en ligne le 26
novembre 2014, consulté le 23 mai 2023. URL :
http://journals.openedition.org/nuevomundo/67400 ; DOI :
https://doi.org/10.4000/nuevomundo.67400

Auteur
Laura Pasquali
Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario (Argentina).
laura@ pasquali.com.ar
lpasquali@ unr.edu.ar

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