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El siguiente es un relato del libro Cuentos de Calleja, de Don Saturnino
Calleja, un español cuya editorial publicó un sin número de cuentos
infantiles
El cuento “VOLVER DE JAUJA” ayudará a comprender aspectos que
hacen a la ECONOMÍA.
VOLVER DE JAUJA
Juanito abrió los ojos, bostezo, se
incorporó en la cama y exclamó: aún falta para la hora del chocolate, así que
cerró nuevamente sus ojos y se volvió a dormir.
Todos los días se levanta a las once de la mañana. Así sus padres le decían
que debía haber nacido en Jauja, ya que en Jauja no hay que molestarse para
nada, es un país maravilloso y cualquiera que se lo proponga llega a jauja.
Por todos lados se veían acostadas por el suelo una multitud de personas.
Juanito se acercó a una de ellas, admirado de que estuvieran tan quietas y
estuviesen con los ojos abiertos y le pregunto: ¿me puede decir por donde voy
a Jauja?
En ella estás y se nota que eres recién llegado, aquí nadie se mueve de la
cama sino a las horas de comer y no siempre porque hay ocasiones en que la
comida viene sola a nuestra boca.
Mira las casas, son de turrón, el techo de caramelo, en fin ya me he
molestado bastante y estoy rendido y eso que soy el incansable.
Mire Ud, a mí en mi casa me llaman el perezoso, y me parece que soy más
diligente de todos ustedes. Así comenzó a recorrer las calles de la
población, para cerciorarse de que las casas eran de terrón, dio lametones en
las paredes, el suelo estaba realizado de pastelitos de hojaldre y el campo
cubierto de árboles de cabello de ángel.
Todo estaba preparado para que no costase comer, listo para llevar los
bocados a la boca.
Juanito siguió su excursión y llamó su atención el ruido de tambores y
cornetas y para su sorpresa provenían de un inmenso depósito de juguetes
que sería el delirio de cualquier niño.
Paseando se tropezó con una especie de bombo que estaba en el suelo, era
la panza de un habitante de Jauja que por no molestarse ni se quejó y siguió
durmiendo.
Así vio un montón de barrigas sobre la hierba, eran todos los habitantes de
Jauja, por ahí sonaba como un trueno y era algún Jaujense que explotaba de
gordo y el suelo se lo tragaba.
Así siguió Juanito admirando aquel maravilloso país hasta que cansado se
acercó al primer jaujense que vio con los ojos abiertos y le hizo varias
preguntas.
El interrogado lo miró y no le contestó hasta que Juanito le abrió la boca
entonces el jaujense habló así: gracias abierto boca, pegados tenía labios,
lengua paralizada.
Juanito debió limpiarle el azúcar que le tapaba la boca y nariz y siguió
hablando así.
- Aquí no nos movemos para nada, esta es la tierra de los holgazanes
pero es tanta la comodidad que no disfrutamos nada.
- Todo está a la mano y por no extenderla, nada alzamos.
- Cada uno elige el sitio para dejarse caer porque una vez en el suelo
no hay fuerza que nos levante.
- Hay un río que en vez de agua lleva jerez, champagne, vino y ahí
duermen los borrachos, pero no son felices, porque cuando se les pasa el
mareo no tienen fuerza para moverse y ahí siguen.
- Los golosos tienen la boca metida en estanques de arroz con leche,
dulces, y el empacho los mata estando condenados a comer todo.
- Los glotones con la boca abierta reciben comida sin cesar, quisieran
cerrar la boca pero no pueden y las víctimas de la gula preferirían la
abstinencia y darían cualquier cosa por no tener que comer.
- Los perezosos que no nos movemos ni para comer, diríamos algo por
que nos hicieran levantar, pero la pereza nos mata, perdemos el uso de los
miembros y engordamos al punto de estallar al año, quedándome 15 días de
vida.