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PRESAGIO

DECARNAVAL
Liliana Bodoc

El día que Mijaíl preguntó por Ángela y el carnaval. Sabino escuchó


el retintín de la desgracia. el cencerro de la muerte. Bien sabía que
cuando la tragedia se pone en movimiento ya no hay quien la de-
tenga. porque cada elemento forma parte de su maquinaria.
Una plaza en la parte vieja de la ciudad. Un vendedor de yuyos que
llegó desde Bolivia huyendo de la miseria. Una muchacha que no
pudo vivir más allá ni más acá de su hermosura. Un vendedor de
harinilla que se dejó ganar por el rencor. Y el carnaval en el barrio
de San Pedro. saturado de humo de frituras y de ensueños. Campo
de batalla contra la muerte entre guerreros coloridos y empluma-
dos. En donde caen las máscaras sociales y todos son iguales. Por
un rato.

CC 29005962
ISBN 978-987-545-610-5

~orma
www.librerianorma.com
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La=lAC,~
. CORRIENTES 282
TEL.: 4423662 - NEUQUEN

Pre§agio
de ~arnaval

Liliana Bodoc LILIANA BODOC


Nació en Santa Fe en 1958. Luego de
cursar la Licenciatura en Literaturas
Modernas de la Universidad Nacional
de Cuyo. se dedicó a la docencia y a
su taller de narrativa. Junto a estas
actividades. fue desarrollando una
notable tarea como escritora. Por su
obra fue nominada al Premio Hans
Christian Andersen además de recibir
innumerables galardones tanto locales
como internacionales.
De su autoría. Editorial Norma ha ~orma
publicado. en la colección Novela www.librerianorma.com
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Gráfica. El rastro de la canela Y.en la
colección Torre de Papel. La mejor luna y Bogotá, Buenos Aires, Caracas,
Reyes y pájaros. Guatemala, Lima, México, Panamá, Quito,
San José, San Juan, Santiago de Chile
l.

Bodoc, Liliana
Presagio de carnaval. - 2da ed. - Buenos Aires :
Editorial Norma, 2013.
96 p. ; 21xl3 cm. (Zona Libre)

ISBN 978-987-545-61()"'5

1. Narrativa Argentina. 2. Novela. 1.Título.


CDD A863
ÍNDICE

1 .......................................................................................................... 9
II .......................................................................................................... 39
III .......................................................................................................... 81

© Liliana Bodoc, 2008


© Editorial Norma, 2013
San José 831, Ciudad de Buenos Aires, Argentina

Reservados todos los derechos.


Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra
sin permiso escrito de la editorial.

Impreso en la Argentina - Prinled in Argentina

Segunda edición: julio de 2013

Coordinación: Daiana Reinhardt


Diseño de tapa: Marcela Dato
Imagen de tapa: Composición sobre fotografía de Perica
Corrección: Patricia Motto Rouco

CC 29005962
ISBN 978-987-545-610-5
Las tragedias se resuelven en ejemplos. Un
tiempo y un espacio escuetos, cifrados, que
acaban con una cabeza real ensartada en la
pica de la virtud.
Pero zes ejemplar una tragedia que enar-
bola en la lanza no la bendita cabeza de un
monarca, sino la cabeza piojosa de un ven-
dedor de yuyos?
Este es el lugar en el que ocurrieron los
hechos.
Una plaza en la zona antigua de la ciudad,
donde, desde hace años, han tomado la cos-
tumbre de reunirse los vendedores de malas
joyas y baratijas. Poco hay aquí que pueda
Liliana Bodoc Presagio de carnaval
señalarse como bello. Ni alfarerías prodigiosas ni mone- ~ Seña,0 a Ángela, la mujer que creía que casi todas
das de una sola cara; nada que obligue al caminante a las cosas del mundo eran bellas: las bicicletas, su madre
volver sobre sus pasos. Ningún metal que revele pasión, muerta, las latas de té con diseños antiguos. Ángela apren-
fe o desvelos de quien lo cinceló. dió a bailar frente a la luna del espejo, en el dormitorio
Dicen los mercaderes, lo dicen desde que atravesa- de sus padres. Con el tiempo, Ángela adelgazó. En cambio
ban el mundo en caravanas, que los hombres actúan no adelgazó su imagen.
como dioses cuando eligen comprar objetos que jamás Señalo a- Ángela, la que no pudo vivir ni más acá ni
les pertenecerán del todo. Por ellos cualquier pago resulta más allá de su hermosura.
proporcionado y justo. Pero nada de eso hay aquí, en el Señalo el espacio de la tragedia. Una plaza en la zona
espacio vulgar de esta tragedia. antigua de la ciudad.
Por las veredas laterales de la plaza transitan hom- y señalo el tiempo. Anochecer de verano con un resto
bres erráticos sin dispensas ni acreditaciones. Algunos de viento colgado de los árboles. Ni suficiente luz para
esconden, otros ofrecen. Y hay otros 9ue ofrecen lo que verlo todo ni suficiente penumbra para ocultarlo. Y des-
esconden. pués, el dolor de un yuyero boliviano. Asuntos todos que
Señalo a Sabina Calque, yuyero. Un hombre que pre- eXIgenversos.
~ tendió escapar de la miseria. Para lograrlo, viajó a tiro- Esta tragedia, como cualquier otra, no fue resultado de
nes desde Bolivia. Partió de Tara5uco,--'~"" - a un tren,
...subió una contingencia. Comenzó cuando, anunciando la llega-
descendió, durmió volcado sobre su bolsa. Subió a un da del hombre, un macho cabrío coceó la tierra y cantó.
colectivo polvoriento, descendió, esperóla noche entera.
Compartió el remolque de un camión con catorce cerdos
blancos, descendió, esperó, lloró la noche entera. Fue sim-
ple para la desdicha, que monta en caballo prodigioso,
volver a darle alcance.
ti ~Señalo aJ0j@!'L~!b~~_b~~_p~l!!r?joy fuerte que miente
como si hablara. El que vende harinilla prohibida y mul-
tiplica por -'mil los hechos y las cosas. Mijaíl alardea con
la historia de su padre. Le gusta contar que su padre llegó
al barrio de pobres con un par de zancos, con libros, con
un alias de guerra. A Mijaíl le gusta hablar de su padre,
aunque también le gusta olvidarlo.
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No era una cita. Más bien un acontecimien-


to cotidiano en el que nadie ponía especial
empeño.
~Mijaíl era el primero en llegar. Se sentaba
siempre en el respaldo del mismo banco y
aprovechaba para limpiar con un retazo de
lana las botas marrones, acordonadas, aun-
que fuera verano. Antes de ese impercepti-
ble acicalamiento, dejaba a un lado el bas-
tidor donde exhibía pulseras de hilo, anillos
de coco, aros y colgantes con alegorías para
todas las conciencias. Las ventas alcanzaban
para reunir las monedas del día.
Liliana Bodoc Presagio de carnaval

Por lo demás, Mijaíl tenía trato con algún menudeo señora aburrida y se asentó con el buen gusto de su dueña
que rondaba la plaza en busca de harinilla. Gente que más las facilidades de pago que otorgaba a sus clientes.
prefería no visitarlo en el barrio de pobres donde vivía -¿Por dónde anduviste, yuyero?
porque creía más seguro camuflar el comercio clandesti- ' -Yo -contestó Sabíno-. donde siempre.
no en la arena circense de aquella plaza, donde la mirada Con esa pregunta Mijaíl invertía la realidad, porque era él
policial era amigable con Mijaíl. quien había desaparecido del circuito de venta durante tres
" Sabina Calque llegaba después, llamando a su perro. días. Lunes, martes y miércoles sin aparecer por la plaza.
<-Véngase. mi Primo. Véngase. 4- -Anduve ocupado -dijo el vendedor de harinilla. Y
El llamado era tan insistente como innecesario porque aclaró-: Te preguntaba por el domingo. ¿No es que los
Primo nunca se alejaba del yuyero boliviano más que el bolivianos tenían carnaval?
espacio y el tiempo de un silbido. -Ah ... Estuve por San Pedro -el mentón agudo del
Una tarde, el perro se le había pegado a los talones para _ yuyero señaló el sur.
no irse nunca. Por causa del animal, Sabina debía cami- Entonces Mijaíl se rascó entre las piernas para expresar
•. nar veinticuatro cuadras contadas hasta la pensión donde el gusto. Y se rió un largo rato durante el cual Sabina se
se alojaba cuando, alguna vez de lluvia o frío, hubiese fue con el pensamiento, y no porque la risa de Mijaíl le
podido pagar un pasaje. Pero siempre era mejor caminar molestara, sino porque no la comprendía.
veinticuatro cuadras, con dos sombras y seis patas, que -A ver la lengua, yuyero -pidió Mijaíl.
viajar en soledad de cara a un vidrio sucio. A Sabina Calque le resultaba difícil obrar cuando no
entendía el motivo.
.Ese día, como otro cualquiera, Sabina Calque llegó a la -¿Para?
plaza, se sentó junto a los pies de Mijaíl y abrió la valija -Para ver si Ángela te arrancó un pedazo.
donde vivían sus yuyos. Purga del vientre, para cuan- Fue entonces cuando Calque escuchó por primera vez
do nos duele nuestro pecho, contra las bubas esponjosas, el retintín de la desgracia. La muerte usa cencerro, eso lo
contra el hipo. sabía Sabina. Cosa de cada quién hacerse el sordo.
Sin embargo, aquel no sería un día como todos. Por Mijaíl se agarró del respaldo y se inclinó hacia atrás
muchas y fuertes razones, Mijaíl y Sabina Calque hablaban en una pirueta infantil que pretendía, quizás, suavizar la
sin quitar los ojos de la fachada blanca de Lyon. Ropa de traición que se ocultaba detrás de sus comentarios.
t mujer, un negocio aceptable, justo cruzando la calle angosta - ¡Así que te la volteaste en el carnaval!
y poco transitada, con dos vidrieras pequeñas y piso de Mijaíl habló. Lo hizo sabiendo que era inútil pretender
tablones lustrados, que comenzó como pasatiempo de una que el yuyero dijera una sola palabra sobre Ángela y el

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carnaval boliviano. Pero iba a hablar, seguiría hablando Formó parte de una familia numerosa en sirvien-
sin cesar para no arrepentirse de lo que estaba hecho. tas honradas, fecunda en trabajadores golondrina. Una
-iNo se cree, yuyero! No se puede creer... parentela pobre que, sin embargo, logró destacarse entre
Mijaíl no entendía cómo Ángela se había desabrocha- el resto de las que habitaban la barriada gracias al renom-
do para el yuyero de Bolivia cuando ella era un ani- bre de sus sanadores.
mal de terciopelo. No linda. Linda era Graciela, linda es Los Calque fueron una familia de miramiento y apre-
cualquiera si uno está solo y lleno de piojos. Ángela no ... cio entre la apretada comunidad en la que vivieron; en la
Ángela era para besarla en papel de revista. que aún vivían, perdidos ya el crédito y la reverencia que
-No se cree, Sabina. No se puede creer. habían inspirado los tíos Calque, sanadores.
Sabina Calque dijo que nada de eso era cierto, ni vol- Durante su infancia Sabina presenció, muchas veces,
tearla en el carnaval ni desabrocharse para él. Nada de curaciones de enfermedades frías y calientes. Los enfer-
eso era cierto, todo era otra cosa. Y había que estar en mos llegaban hasta la casa de los Calque por sus propios
San Pedro cuando pasaba la procesión para entender las medios, o cargados por sus familiares cuando la gravedad
alteraciones de la gente y de los cuerpos. del caso no permitía otra cosa. Casa de piedra, oscura,
- iAhora te aparecieron las ínfulas de brujo! -dijo donde vivían los tíos sanadores y sus muchos parientes.
Mijaíl-. Despacio, Calque, que en esta ciudad los brujos No había ocultamientos porque a nadie le parecía mal
no asustan a nadie. Puede ser que en Bolivia, pero aquí. .. que un niño presenciara una ceremonia de curación.
Mijaíl arremetió con su perorata para no escuchar la Sabina observaba a sus tíos, los escuchaba.
versión del yuyero, porque si la escuchaba era posible
que también empezara a creerla. Yeso ya no tenía ningu- El sanador se dirige cortésmente al dolor, reclamándole
na utilidad. Lo hecho, hecho estaba. el dañó que le causa al vientre. Si el dolor no escucha,
Mijaíl sabía que era mucho mejor seguir pegado a el sanador amenaza con enviarle las sustancias que ya
las palabras de Graciela que atender las explicaciones de quieren entrar al cuerpo del enfermo para cumplir con
Calque. iClaro que el boliviano iba a defenderse! Si ade- su obligación. y supiera el dolor que se le daba la oportu-
más estaría bien arrepentido de ese oscuro asunto del nidad de partir por su propia voluntad. Supiera el dolor
bailecito ... Bailecito en San Pedro. San Pedrito para tocar que el sanador lo respetaba y por eso mismo le advertía
los culitos de las cholitas. Sabinito. Yuyerito. Bolivianito. y le daba oportunidad de marcharse por sus propios pies.
)aSabino Calque había nacido en Tarabuco, un terrón
fácil de desmenuzar entre los dedos, una localidad de la En las últimas generaciones la decadencia fue ganan-
Bolivia que, a veces, no tenía razón de ser. do territorio en toda la barriada tarabuqueña, y también

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Liliana Bodoc
Presagio de carnaval

entre los Calque: las sirvientas no pudieron seguir con- Su abuela y su madre confirmaron el recuerdo. Era
servando su honradez y los trabajadores golondrina se verdad. Tuvieron una conejera en desuso que sirvió
fueron más lejos.
como corral para Sabina cuando el niño apenas camina-
Pero la pobreza ocasionó un mal de mayor alcance: el ba, y era verdad que la conejera estaba cubierta con una
envilecimiento del oficio. Los sanado res Calque aceptaron manta floreada.
comerciar con el dolor. Dij~ron que alguien sanaba cuan- -¿y cuánto más se acuerda?
do sabían que no, traficaron los secretos preciosos que -Me acuerdo bien claro de todo ese día. Había mucho
las generaciones les habían heredado. y así perdieron la olor a comida.
honra y el reconocimiento. -Había, sí, porque era domingo -admitió la abuela.
Cuando Sabina era un niño, los dos tíos viejos, her- -Antes de que llegara la visita, los tíos secreteaban, cerca
manos de su abuela, guiaban a la familia. Por ese tiempo de donde yo estaba, sobre asuntos de salud y curación.
todo sucedía bajo una luz de trascendencia que daba a la
vida su verdadera importancia. Debemos primero determinar si la enfermedad es fría
Los Calque de entonces conservaban el privilegio de o es caliente. Las enfermedades frías vienen de afuera, por
ser pasantes en las procesiones de carnaval. De sus bolsi- intrusión de una calidad fría. Corriente de aire o alimento
llos salía el dinero necesario para vestir de gala la imagen frío que llegan cuando el hombre se halla débil. Las enfer-
de la Virgen de Copacabana, que luego cargaban sobre medades calientes empiezan en el interior del cuerpo ...
sus hombros. De sus bolsillos salía el dinero para la chi-
cha y el pan de rosca que es obligado repartir. Pasantes Los tíos viejos hablaban lejos de las mujeres y cerca
en el carnaval y sanadores de oficio, era grande la autori- de la jaula para conejos que, recubierta con una manta,
dad de los Calque sobre los cuerpos y las almas. le sirvió a Sabina como corral de su primera infancia.
Aunque al principio nadie en la familia creyó que Parado allí, prendido a la tela de alambre, el niño escu-
semejante memoria fuera posible, Sabina podía recordar chó hablar de los dones de la familia Calque: el ver y el
un hecho acontecido cuando era muy pequeño, y fue sanar.
capaz de dar detalles que los mayores aceptaron como Se trataba de un domingo parecido a todos, cuan-
ciertos.
do iniciaba para los hombres una borrachera que, bien
-Me acuerdo bien de una manta con flores. Y yo, para racionada, podía durar hasta la noche.
sostenerme, me agarraba de unos alambres, de un tejido Era habitual que, después del almuerzo, los sanado-
de alambres. Entonces llegó a visitarnos alguien que no res se reunieran en ronda con los hombres jóvenes de la
pertenecía a la casa.
familia para pasarles sus conocimientos, de modo que el
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oficio no se perdiera. En ese quehacer estaban cuando Las retribuciones prometidas no llegaron nunca. En
una visita les interrumpió la tertulia. cambio, los tíos Calque se quedaron sin fama entre la
-Recuerdo que alguien llegó, y no era Calque -Sabina gente pobre. Los sanadores más viejos murieron pronto y
podía recordar el perfume diferente que había entrado a los partidarios ni siquiera fueron al velorio.
la casa-o Llegó un hombre que olía como perra. Llegó y se Sabina creció en una familia decaída y sin misterios.
acercó a los tíos viejos. Estuvo un rato en la casa, pero no Con la muerte de los tíos, los domingos se transforma-
aceptó sentarse ni comer ni tomar. Cuando se fue, los tíos ron en pura borrachera mal racionada. Faltaban, des-
quedaron hablando y al final se pelearon unos con otros. pués del almuerzo, las palabras de los sanadores, que se
-y usted se acuerda de lo que dijeron los tíos, Sabina. sobreponían al alcohol y lograban que toda la familia se
-Eso no. sintiera parte de una verdad más vasta y antigua que la
Sabina no recordaba la conversación que los sanadores rruseria.
habían sostenido, aquel domingo, después de que el hombre Cuando Sabina tuvo asomo de vello vio irse a muchos
de afuera dejara, la casa. Pero los mayores de la familia sí. de los suyos. Y vio a las mujercitas de la familia llegar
Porque a partir de ese domingo, los sanadores se divi- pintarrajeadas y ojerosas a los almuerzos del domingo.
dieron en las opiniones. Distancia que duró para siempre. Cuando Sabina tuvo asomo de coraje le avisó a su
Uno de los tíos dijo que no era bueno andar entre madre que también él se iba a una ciudad lejana en
políticos, y meterle a la gente que recobraría la salud si busca de la suerte que en Tarabuco faltaba. Y faltaría
votaba así, y no la recobraría si votaba de este otro modo. para siempre.
El otro tío, secundado por la mayoría de los hombres
Calque, respondió que no era malo. Si al fin la gente iba En la plaza de la tragedia Mijaíl no cesaba de hablar de
a votar de cualquier manera. y que la familia estaba con Ángela y el carnaval. Explicó, sin que nadie le preguntara,
mucha pobreza. que la propia Ángela le había contado todo a Graciela.
Durante años los Calque se preguntaron cómo podía y enseguida, Graciela se lo contó a él. Porque solamente
Sabina recordar el domingo en que llegó un delegado a un boliviano se le podía ocurrir que una mujer se iba
político para pedirles a los tíos que pusieran su renom- a quedar callada. Mijaíl hablaba y hablaba. A lo mejor,
bre al servicio de los programas partidarios. Prometiendo contando una parte de la verdad se le aliviaba esa inco-
que, si lo hacían, iban a retribuirles con generosidad. modidad en la conciencia.
Lo cierto es que las consecuencias de ese pacto no Sabina Calque recordaba los años de Tarabuco
fueron buenas para los Calque. Nada resultó bueno para mientras comenzaba a sentir una ausencia entre el cora-
ellos. Todo resultó malo para la familia. zón y el estómago.
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Por enseñanzas recibidas de su familia, el yuyero sabía -Véngase, Primo.
que esa ausencia se conocía como presentimiento y así se El perro se le encimó a las piernas y el yuyero le rascó
estimaba. Aunque primeramente eso no significaba gran fuerte las orejas.
cosa, sino solo una falta en el cuerpo que debía ser toma- Mijaíl insistía en conocer los detalles sobre Ángela.
da en su justa medida. Sin alarmas desmedidas. Tamaños de la mujer, texturas, calor y humedad. Y, ante
; todo, sus palabras. Sobre todo sus palabras, porque lo
No hay que correr tras los presentimientos; más bien que una mujer decía o susurraba le permitía a Mijaíl
al revés. Que los presentimientos nos 'corran y nos tiren conjeturar, con altas probabilidades de acierto, qué podía
de la ropa hasta demostrarnos que son atendibles. esperarse de la hembra.
Sabina Calque seguía callado.
Calque sacudió la cabeza para desprenderse de la sen- Cuando Mijaíl hacía ruidos con la respiración era a
sación de desgracia que empezaba a cerrarle el pecho. causa de la harinilla que ocultaba y aspiraba, que aspira-
f-Véngase, mi Primo -le dijo al perro, que dormía echa- ba y ofrecía. Mijaíl arrastró la cara por el hombro dere-
do a sus pies. cho para secarse el agua que le chorreaba de la nariz.
Un hecho desacostumbrado acentuó el mal contorno Después miró hacia los costados y hacia arriba como si
del día. El auto blanco se detuvo un momento en la puer- estuviese esperando el inicio de una tormenta anunciada.
'!Zta de Lyon. Ropa de mujer. Con dos bocinazos y un gesto, Saltó del banco y co~rió hasta un bebedero, donde per-
el hombre joven anunció que estacionaba y volvía. Igual maneció un largo rato tomando agua. Enseguida regresó
que siempre, pero una hora antes. Una hora antes. a sentarse en el respaldo del banco con la cara mojada;
-¿No es temprano para que venga a buscarla? repentinamente tranquilo y conforme.
Calque no preguntó porque se sintiera con algún dere- -Yo tengo una especie de clasificación -Mijaíl seguía
cho sobre Ángela. En realidad, intentaba llevar cuenta de con lo mismo-o Según lo que digan; las ubico. ¿Me enten-
la cantidad de indicios que se sumaban como anuncios dés, Calque?
de la tragedia. Sabina no respondió, no sonrió.
Para Mijaíl, que transitaba el sendero de la traición, era -Están las que usan verbos, que no son iguales a
indispensable menospreciar a Calque. las que usan comparaciones. Están las que preguntan,
-No te hagas el novio, boliviano. Que novio, lo que se están las que dicen no ... Un caso interesante, las que
dice novio, es el rubio ese. dicen no.
-.\;t Calque inhaló fuerte como si estuviera evaluando, por La clasificación era larga y precisa. Pero como el yuye-
Jl olor, el sentido último de aquella visita adelantada. ro no escuchaba, Mijaílla abrevió para sí mismo.
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-y están las que yo nunca tuve ... Las que cantan bajito. don de unir, de vez en cuando, la decencia barrial con la
Mijaíl hilvanaba bien las palabras, jamás las dejaba ralea barbuda y borracha que ocupaba la plaza y vendía
caer. baratijas sin pagar impuestos.
Apenas se conocieron, Sabina Calque le había elogia- Los yuyos de Calque hacían posible que llegara hasta el
do la manera de hablar. Pudo haber sido la felicidad por banco de la plaza una buena vecina que sufría de insomnio.
aquel reconocimiento la que llevó a Mijaíl a nombrar a -Ahí viene a visitarte una vieja -dijo Mijaíl.
su padre, por vez primera, frente al yuyero. La presencia de la vecina alejó las sombras, acalló los
-Llegó al barrio subido en unos zancos altísimos. graznidos. La tragedia se metió en su caldo. Y una con-
Parece que eran de un circo extranjero ... Llegó con otros versación de iniciados dejó aparte a Mijaíl.
cuantos más, mujeres y hombres, aunque a los zancos -¿Cómo anda, Sabina?
solamente se subía él, porque no te vayas a creer que -Aquí.
es tan fácil. Parece fácil, pero no es. Más con esos zan- -Hace dos noches que no concilio el sueño, yeso que
cos que venían de Europa, del circo de Moscú, creo. Ahí tomé el yuyo.
>---
~ fue cuando conoció a Marina, que, en ese entonces, tuvo -¿Dejó asentar?
/ -que haber sido muy liilClKPor eso yo digo que salí lindo -Las doce horas.
como ella y alto como los zancos. -Espere, a ver ... -el yuyero evaluaba-o ¿El agua del
Aquel fue .el día en que Sabina Calque y Mijaíl estuvie- remojo?
ron más cerca del cariño. Después, las faenas de la plaza -Como siempre, apenas tibia.
y la vida los regresaron a sus soledades. Para Calque, la El yuyero se quedó pensando.
pensión de mala muerte donde le habían asignado una -¿y si lo hago más fuerte? -preguntó la mujer.
habitación ennegrecida. Para Mijaíl, su venta de harinilla -Eso podría.
y su rabia. -Pero le estoy poniendo miel, Sabina, porque me
-Nunca supe dónde quedaron los zancos. Y Marina queda gusto amargo.
tampoco sabe -le explicó a Sabina aquel día-o En cambio -Así es el yuyo.
me dejó libros. Muchos libros. -Ya que estamos, deme unas semillas de anís.
Vagamente, el yuyero boliviano pensó que Mijaíl La mujer pagó y se fue sin mirar a Mijaíl, que, ese día,
hablaba para tener un padre. habría deseado saludarla.
-iVieja de mierda!
Sabina Calque seguía un recorrido fijo, calle por calle, A Mijaíl no solía irritarlo el desprecio de las perso-
dolencia por dolencia. Su valija repleta de yuyos tenía el nas decentes. Al contrario, lo enorgullecía. Esa tarde,

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sin embargo, se enfureció. Quizás porque supo que sin y congraciados. Sabina Calque buscó consuelo en el olor
importar lo que hiciera, ni cuánto traicionara a sus seme- húmedo de su perro.
jantes, siempre iba a pertenecer a la fauna execrable de la
plaza. Zancos y libros. En los sueños del niño esas palabras
-iY es mil veces más rata que yo! -mordió Mijaíl-. Mil levantaron polvareda.
veces más rata. Durante su infancia, tan breve que podía contarse en
El tiempo de esa tarde no pasaba. Rondaba el tiempo. manzanas, Mijaíl aceptó con gusto que su madre le hablara
Mijaíl calculó el futuro inminente en la esfera barroca del hombre que había llegado en zancos desde el horizonte.
del reloj que había comprado en la terminal de ómnibus. -Tu padre precisaba tener dos nombres para que no lo
Después, miró la hora en el cielo. mataran -le decía su madre.
Como lo hacía cada atardecer, Sabina se santiguó con y susurraba una palabra: guerrillero.
gestos diminutos. Venía el momento de saludar al Sol, La mujer había amado al guerrillero sin entenderlo,
y esa tarde de malos augurios debía hacerla mejor que sin creerle. Solo esperaba pacientemente a que él termi-
nunca. Se puso de pie y sacudió el cuerpo a modo de nara sus largas explicaciones sobre el mundo. Claro que,
preparación. Mijaíl, que conocía el ritual, había dejado de a veces, se cansaba y entonces se desprendía la blusa en
reír hacía ya tiempo. Vaya a saber qué cosa lo impulsó medio de la lucha de clases y lo besaba despacio, obligan-
aquel día a retomar la burla. ' dolo a postergar la reforma agraria.
-Bueno, Primo, empezó la payasada de los indios -y -Tu padre llegó al barrio con otros que tenían las mis-
gritó golpeándose la boca. mas ideas. Y enseguida se hizo querer. Muchas veces me
Las luces de la plaza se habían encendido mientras cantaba canciones que no estaban de moda, pero eran
Sabina hablaba de yuyos con la vecina. lindas -decía. Y esa aparentaba ser la única, la verdadera
Desde la vereda opuesta, detrás de la vidriera que refle- causa de su amor.
jaba la verdad de la plaza, Lyon también miraba a los dos -," El día en que Mijaíl cumplió diez años, su madre buscó
hombres sentados en el banco. 'de memoria en el desorden del mueble. Buscó y sacó una
-Mijaíl -dijo Calque. bolsa de nylon atada con varios nudos.
-¿Qué hay, yuyero? -Tomá -le dijo-o Eran de él.
-Nada. El niño recibió lo que su madre le daba y salió. Caminó
El yuyero metió la cara en la pelambre incompleta de hasta unos matorrales que crecían cerca y se sentó a la
su perro. Respiró ahí dentro a ver si encontraba su calle sombra de un paraíso. Desató con dificultad los nudos
de barro, sus secretos, la herencia de los Calque curadores apretados por los años y metió la cara en la bolsa. Había
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libros. Los contó: cinco libros. Mijaíl pensó que no debía no pudo imaginar. Porque en un sitio como el barrio de .
apurase. Se alzó sobre un costado y con la mano libre pobres, donde las palabras escasean y se aniquilan, aquel
apartó las piedras que le molestaban. Volvió a su sitio capaz de tratar con ellas, hilvanarlas, hacerlas jugosas,
comprobando la comodidad de la postura. Se ajustó los puede ver más allá de su propia desgracia.
cordones de las zapatillas y recién entonces puso la bolsa Desde los cinco libros que heredó de su padre, Mijaíl
sobre sus piernas largas y flacas. construyó su sitio en el barrio, en la plaza y en la ciudad
Sacó con cuidado uno de los libros. Decía Antología vieja.
poética. Miguel Hernández. El pensamiento de Mijaíl y sus acciones fueron resulta-
Entonces el niño hizo los aspavientos de quien va a do de aquellas lecturas repetidas, y luego enlazadas, tras-
abrir al azar pero desea que el azar lo note para que haga tocadas, superpuestas a su oscura realidad. De ese cruce
bien su parte. Infló la cara de aire y sopló la tierra con salían las historias que les contaba a sus amigos, gracias a
exageración. Pasó el pulgar derecho por el canto oscure- las cuales comenzó a ganar prestigio en el barrio de pobres.
cido de las hojas, volvió a pasarlo. Primero entreabrió el _y entonces -contaba Mijaíl a los diez años-. los hom-
libro usando la uña. Después leyó. bres de zancos se disfrazaron de pescadores para que nadie
los matara. Y había uno, el más valiente de todos, que había
Dad cuerda, pescadores, a los ríos ... nacido en el barrio Bombay. ..A ese se le ocurrió que los
ríos podían ser amigos de ellos y ayudarlas a ganar la gue-
Mijaíl cerró el libro de golpe, casi asustado de que rra. Por eso se daba vuelta, con la mano levantada, y les
alguna de aquellas palabras fuera a escapar de entre las gritaba a los otros hombres: "iDad cuerda, dad cuerda ... !".
hojas. Lo dejó a un costado y tomó otro. Decía Rikki Tikki Los chicos del barrio lo escuchaban con los ojos fijos.
Tavi y otras historias de la selva. Lo abrió. Y no importaba lo que entendieran, se les revolcaba el
corazón en el cuerpo.
Este singular escritor nació en Bombay, de padres _Pero un día, el hombre de zancos se cansó de ser
ingleses... bueno, de hacerse querer y de cantar canciones lindas,
porque igual todo era porquería y tristeza. Así que se
Mijaíl ya había aprendido palabras que nadie en el montó a los zancos y se fue de Bombay gritando "Rikki
barrio de pobres conocía: antología, dad, Rikki Tikki Tavi, Tikki Tavi", que en el idioma de ellos quiere decir "Yano
Bombay. .. me importan los ríos".
El legado paterno fueron palabras. Legado que con el Gracias a su destreza con las palabras, Mijaíl tuvo
paso de los años revelaría un poder que, entonces, Mijaíl desde temprano mujeres que lo alimentaron y lo vistieron.
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Liliana Bodoc Presagio de carnaval

y apenas engordó lo suficiente se volvió intermediario en 'J~Pero estab~!a, que trabajaba allí desde la inaugura-
la venta de harinilla. ción, conocía el movimiento, sabía diferenciar entre son-
-y resulta que cuando el hombre de zancos se fue, su risas para proveedores y sonrisas para la clientela. Era
hijo encontró una bolsa de nylon que estaba escondida en capaz de determinar con una ojeada cuándo valía la pena
el ropero y atada con muchos nudos. La madre quiso qui- y cuándo resultaría inútil desordenar la pila de tejidos de
tarle la bolsa, pero no pudo. El hijo del hombre de zancos puro algodón con una hebra de seda.
abrió la bolsa y encontró un revólver ... , cinco revólveres. La llegada de Ángela, después de que la dueña del
y como estaba muy enojado salió a los balazos por la calle. negocio tuviera que someterse a la primera operación, le
"iRikki Tikki Tavi!",gritaba el hijo del hombre de zancos sirvió a Graciela para aumentar su eficacia como vende-
para que todos en el barrio Bombay aprendieran a respe- dora. Fue muy fácil, bastó prenderse de la belleza extraor-
tarlo. "iRikki Tikki Tavi, ya no me importan los ríos!" dinaria de aquella chica.
-Ángela se llevó el mismo vestido en color negro
Caminar fatalmente, ir tras los pasos del rey. -decía Graciela. Y la señalaba.
La tragedia posee motivos eternos, razones infinitas Las clientas de Lyon miraban con detenimiento a la
para imponerse. Es omnipresente y su látigo son los gran- chica de cabello oscuro y ojos que estaban más allá de
des símbolos. ¿Quiénes y desde qué arrogancia serían cualquier azul. La miraban con una mezcla de recelo y
capaces de negarla? ¿Quién, de cara a la tragedia, puede esperanza creyendo, de algún modo, que el vestido obra-
decir tres veces: "No la conozco"? ¿Quién puede aseverar ría el milagro.
que el camino que anda le pertenece? Graciela tenía cuarenta y tres años, un cuerpo con las
Los hombres y las mujeres que ocuparon esta plaza, ventajas y las desventajas de no haber engendrado. Y un
lugar y verano de la tragedia, no fueron capaces de hacer- apotegma grotesco sobre la vida que la mantenía a salvo:
la. Más bien, tras cada paso y con cada palabra, fueron "Yola disfruto".
tejiendo el sudario que les correspondía. Para disfrutarla, Graciela trabajaba en Lyon, sonreía
de dos maneras, se enamoraba de hombres casados que
~Ángela y Graciela eran las únicas empleadas d"t;!f'n, jamás se enamoraban de ella. Y salía, salía mucho.
un negocio de moderadas pretensiones con gusto para -Salgo mucho -decía Graciela-. Yosoy de salir mucho ...
mujeres de más de treinta que querían vestir elegantes Le gustaba decirlo. Aun a Mijaíl, que asentía con serie-
pero juveniles, juveniles pero no ridículas. dad. Y buscaba el modo de que lo repitiera:
Últimamente, la mala salud impedía a la propietaria de -¿y adónde te gusta ir, Gracielita?
Lyon ocuparse del negocio tanto como hubiese querido. -A cualquier lado, el asunto es salir.
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Liliana Bodoc
Presagio de carnaval

Apenas Graciela se despedía, mientras cruzaba la calle El cura del barrio lo presentó con uno de sus dos
hacia la tienda, Mijaíl empezaba con lo suyo: nombres. Algunas personas se alejaron murmurando,
-¿Sale? ¿De dónde sale? ¿Cómo esta tipa se imagina igual que si se tratara del momento de poner monedas en
que es capaz de salir?
la gorra. Otros se quedaron. Y se sentaron en ronda para
A Sabina Calque le gustaban esos discursos, cuando escuchar lo que esos jóvenes tenían que decirles acerca de
Mijaíl hablaba para que lo escuchara su padre muer- los verdaderos motivos de su pobreza.
to. El yuyero atendía con solemnidad, y jamás hacía El Gran Ladrón, que parecía tener cierta ascendencia
comentarios.
sobre los otros, les dijo que aquel era un barrio con
Sin importar por dónde comenzara, Mijaíl acababa suerte por tener un cura que, igual que Cristo, estaba del
siempre en la celebración de la desventura. lado de los desdichados y de los pobres. Dijo que había
-Porque salir, lo que se dice salir, no es para cualquie- mucho por hacer, y que no debían caer en la trampa de
ra. iSalir! -Míjaíl se esforzaba por llegar a su causa-o Salir apedrearse entre vecinos por las limosnas de la burgue-
significa meter fuego atrás y adelante. Salir, Calque ... sía. Dijo también que iban a regresar todos los sábados
iSalir es cagarse de dolor! para hacer teatro con los chicos, para reunirse con los
mayores ...
La que luego sería madre de Mijaíl, tenía diecisiete años La que luego sería amada del Gran Ladrón y madre de
vividos en la miseria del barrio cuando ellos llegaron, por Mijaíl preguntó si podía anotarse aunque tuviera dieci-
primera vez, un sábado por la tarde. siete años.
Eran jóvenes y mostraban sus risas porque no les
faltaban dientes. El cura los acompañó en su recorrida, Gran Ladrón CAlpúblíco.): Quien piense que sólo me
anunciando una función de teatro para ese mismo día, a alimento de queso, chocolates y sandía está muy pero
las siete, frente a la escuela. Niños y mayores, todos iban muy equivocado. Porque mi gran barriga necesita sueños.
a maravillarse.
iSueños ... ! Yo busco sueños, robo sueños y, glup, engullo
El que luego sería padre de Mijaíl tenía a su cargo el sueños. Me gustan los sueños de los chicos, son los más
papel de Gran Ladrón. Entró a escena montado en zancos. sabrosos. Y vine a este barrio (ishhhl. no se lo digan a
Una capa negra, un antifaz. Y un juglaresco alarde de nadie), vine a robar los sueños de ... iDe este niño que
perversidad. Al final de la función, la que sería madre de está acá! iDe este... ! iY de este otro!
Mijaíl estaba enamorada.
Después de los aplausos, el Gran Ladrón se bajó de los A la madre de Mijaíl le gustaba recordar el monólogo
zancos. y retornó su voz natural. del Gran Ladrón, cuando los chicos le tiraban tierra y
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gritaban con histeria fingida que era malo y feo, que se Ángela en cautiverio durante todo el jueves, cerrándole el
fuera de allí. paso con sus alas.
Pero Mijaíl había crecido. Y esa noche estaba sin ganas Ave de la soledad y el abandono, Graciela batió el aire
de escuchar otra vez el cuento del Gran Ladrón que engu- con sus plumas polvorientas y ocultó la salida. Así impi-
llía sueños. Además, empezaba a molestarle que Marina dió que Ángela cruzara la calle para hablar con Sabina.
recordara esas idioteces con tanta exactitud. Ángela de Lyon y Sabina de Tarabuco no habían vuelto a
-Ya lo sé -le dijo. verse desde el domingo de carnaval. Ángela había faltado
Su madre fue incapaz de entender que Mijaíl había al trabajo lunes, martes y miércoles. El jueves estuvo allí,
crecido, y estaba borracho. pero no cruzó la calle hacia la plaza, ni siquiera salió a la
-Ya lo sé. puerta del negocio.
Ella siguió hablando. ~ Fue el mismo jueves en que ~ llegó a Lyon una
-Ya lo sé. . hora antes de lo acostumbrado. Y se anunció con dos
Ella siguió hablando. bocinazos cortos y chillones. Renzo era brillante alumno
-Ya lo sé.. en las aulas de Odontología. Muchacho de buen rostro y
Siguió hablando. buena altura.
La mesa de metal, mal apoyada en el piso irregular de -z'Iu novio tan temprano? -estimulada por la traición
la casucha, se volcó hacia un costado. Mijaíl se molestó de la que formaba parte, Graciela aparentó asombro.
por eso, y se levantó sin terminar de comer. Pero levan- -Parece -Ángela levantó su cabello para airearse la nuca.
tarse sin comer no alcanzaba, así que pateó la silla. Pero Graciela acomodaba prendas en su sitio, y no abando-
patear la silla no consolaba, así que puteó a Dios. nó la tarea. Ángela tenía las manos sucias de revisar cajas
Después salió a andar por el barrio, lento y triste, como con ropa de otoño. La chica llevaba una pollera tableada
si le hubiesen robado los sueños. que parecía recortada de un libro escolar. Renzo entró a
la almibarada cotidianidad de Lyon con una camisa costo-
El carnaval había terminado. Mijaíl estuvo ausen- sa y fresca. Y miró sonriente la pollera tableada de Ángela.
te tres días seguidos del circuito de venta. Y ese jueves, -Viniste antes -murmuró ella.
el auto blanco llegó una hora antes de lo acostumbrado. - Hoy no tenés curso de diseño -dijo Renzo.
Atardecía para la tragedia. -No -contestó Ángela.
El novio de Ángela le había hecho a Graciela un pedi- - Entonces te llevo a tu casa.
do especial: debía evitar que la chica cruzara a la plaza. Graciela intervino con tono maternal para d\cirles que,
Y Graciela, que acordó con la medida, logró mantener a si querían, podían irse antes. Total, lo que ryt> se había
, ' ~l
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vendido en el día no iba a venderse a última hora y, en -Al contrario -y en la culpa, Ángela exageró-o Menos
todo caso, ella se arreglaba sola. Con su experiencia detrás mal que viniste.
del mostrador no iba a asustarse por tan poca cosa. En la culpa, Ángela ofreció.
- Buscá una revista para mirar.
En la plaza, Primo se echó junto a Sabina. El yuyero Pero no había revistas. La culpa ofrece mucho más
empezó a rascarlo detrás de las orejas. que lo que puede dar. Y así se renueva.
Sentado en su lugar de siempre, Mijaíl arrastró la -No importa -dijo Renzo-. En la plaza siempre hay
nariz mojada por su hombro derecho. Miró hacia los algo interesante que ver.
costados y hacia arriba en espera de la tormenta anun- Renzo pegó la frente al vidrio de la puerta y se puso
ciada. Después corrió hasta el bebedero, donde tomó a mirar a los dos hombres sentados en el banco de la
agua durante un largo rato. Se lavó la nariz enrojecida, plaza.
después la cara. Vio al boliviano meter la cara en la pelambre reseca de
No es que el puto estudiante de Odontología le cayera su perro. Renzo hizo ruido de asco.
bien, pero la verdad era que el yuyero se había ido al -¿Qué pasa?
carajo con lo de la piba. Y en todo caso a nadie le venía -El boliviano está baboseando a ese animal leproso.
mal una pateadura. Una buena pateadura servía para Ángela escuchó. Y pensó en su propio cuerpo, por
acomodar las cosas, y obligaba a la gente a sentarse en su fuera y por dentro.
silla. ¿Acaso a él no le había pasado lo mismo? Claro que
le había pasado, y gracias a eso entendía mejor la vida y Sabina Calque no había dado señales de vida desde su
vendía harinilla sin joder a nadie. partida de Tarabuco. aunque recordaba con frecuencia a
Ese pensamiento acalló su conciencia. Y Mijaíl regresó su madre y a sus tíos senadores. a los que había conocido
a su sitio, en el respaldo del banco, repentinamente tran- ya muy viejos.
quilo y conforme. Su familia tampoco lo buscó, nadie mandó a pregun-
tar por él. Para qué, si los Calque sabían que las piedras
En Lyon, cada uno representaba plenamente su papel, del camino ya estaban escritas.
unos con hipocresía, otros con inocencia: Para cuando fue un muchacho sus tíos habían muer-
-No hace falta, Graciela. Esperamos y te ayudamos to, y con ellos, el decoro y la renuncia del oficio. Sabina,
a cerrar -dijo Renzo, buen rostro, buena altura y, sobre que recordaba a los sanado res con desusada precisión, no
todo, buena educación-o Salvo que mi visita las moleste. quiso traicionarlos. Y se fue de Bolivia con sandalias de
-Al contrario, ¿no, Ángela? hule.
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Pero nadie que calce sandalias de hule puede escapar Desvaídamente, casi sin ganas, Sabina pensó que él no
de la miseria. Y ahora Sabina vendía yuyos en la zona era inca, pero guardó silencio. ¿A qué decirlo, con qué
antigua de la ciudad, a traición del oficio. ganancia? Si ya Mijaíl estaba de pie, haciendo sus cosas
-¿Qué pasa, Calque? necesarias: buscar un pañuelo en su bolsillo para secarse
El yuyero emergió de la pelambre incompleta del perro mejor la nariz, mirar la hora, plegar el bastidor con las
con una expresión extraña. Sus ojos tercos, negros, espe- baratijas. ¿A qué decirlo si, de cualquier forma, Mijaíl no
jeaban por el llanto retenido. iba a escucharlo?
-y ahora, ¿qué me han hecho? -Mañana nos vemos, hermano -dijo Mijaíl.
Sabina preguntó como una raza, no como un hombre. y en esa exageración de hombre culpable, también se
Mijaíl estaba demasiado irritado para aguantar ese equivocó.
cuento. Al fin y al cabo, no iba a pasar de una pateadura. El atardecer estaba cumplido, tanto que Sabina Calque
-¿Fumaste mal, Calque? llegó a pensar que su presentimiento de desgracia era
El comentario no alcanzó a deshacer la pregunta del errado. Y que, a lo mejor, Mijaíl había acertado en lo
yuyero, que sonó otra vez, más vieja y dolorida. del mal fumar. O a lo mejor era el hígado, que seguía
-¿Qué me han hecho? devolviéndole los excesos del carnaval y por eso sentía
-iTerminala, Colque! que no ando con ganas de escu- turbaciones y retorcimientos. Dio unos golpecitos en el
char puteríos bolivianos. lomo de Primo para indicarle, que ya volvían a la pen-
Mijaíl se burló con voz chiquita: sión. A lo mejor no le pasaba nada malo, a lo mejor no
-"¿Qué me han hecho? ¿Qué me han hecho?" se moría ...
Mijaíl gritó sin necesidad aparente: Los artesanos que ocupaban el paseo central se esta-
-¿Cómo mierda vaya saber lo que te hicieron? ban yendo. Enfrente, Lyon bajaba las persianas de metal.
y remató a su modo: Ese sonido le hizo pensar que era mejor irse antes de que
-Yo no te lo hice. Ángela saliera. Tomó el camino de siempre, el que había
Primo ladró. hecho durante el año y medio que llevaba durmiendo en
-Véngase, Primo -pidió Calque. la misma cama. Aunque no alcanzó a pensarlo con clari-
Mijaílbajó la voz, listo para retomar un discurso tranquilo. dad, Calque lo hizo por el convencimiento de que si algo
-Si ustedes mismos se desprecian, Calque ... ¿Por qué, había de suceder, sucedería. No importaba el camino que
si no, andan buscando antepasados gloriosos? ilncas! él tomara.
¿Sabés por qué, Calque? Porque en el fondo ustedes Un patrullero esperaba estacionado en la esquina
admiran a los imperios. siguiente.

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~ San Miguel y su corte de ángeles arcabuceros. Mírelos, Esa era la palabra que el destino necesitaba para seguir
hijo. Mírelos con fijeza y vea que estos ángeles, blandos andando. Un tonto nombre de perro que azuzó el cinis-
y carnales como mujercitas, empuñan arcabuces. No se mo policial y alimentó la desgracia.
engañe, hijo. Llévelos con cuidado. San Miguel y sus -iCierto que el perro es primo tuyo! -recordó el que
ángeles arcabuceros ... Trátelos como conviene, como se rodeaba el auto para sentarse al volante.
trata al viento: procurando irle a favor. Si no hubiese dicho nada, si Sabino se callaba la boca,
los policías no habrían reparado en el perro.
Sabino reconoció a los dos agentes que se apoyaban Pero el sudario de la tragedia se teje de ese modo.
en el baúl. Muchas veces le pedían yuyos, igual que le -Si el perro es primo tuyo también es boliviano.
pedían harinilla a Mijaíl. Agachó la cabeza para ver si -¿Es boliviano el perro?
pasaba de largo, pero había una piedra escrita en su -¿y tiene permiso?
camino que le impidió seguir. -A ver los papeles del primo boliviano de Sabino.
Un tercer policía bajó del auto. Le cortaron el paso -ZNo tiene papeles?
para pedirle papeles con la certeza de que no los tenía. -Entonces, el perro también viene con nosotros.
Nunca antes les había importado los documentos del El auto se alejó con tres policías, Sabino y su perro
yuyero que no daba problemas. Y además era amigo de sobre las rodillas.
Mijaíl.
Mientras caminaba hacia el auto, flanqueado por dos No hay tragedias ajenas. Cada tragedia habla de todos
policías, Sabino pensó que nadie en el mundo iba a darse los hombres.
cuenta de que, esa noche, él no llegaba a su cama. Levantó Subidas sobre zapatos de altos tacones manifiestan el
los ojos y miró la calle alrededor. El miedo lo volvió a su dolor a viva voz, esperando hacerse escuchar por los que
madre. avanzan hacia su destino.
~La tragedia comenzó cuando, anunciando la llegada
iEa, dígnate venir, madre mía! Destino oscuro, destino blanco. d'ei hombre, un macho cabrío coceó la tierra y cantó.
Excremento blanco, excremento amarillo. La tragedia acabará el atardecer en que un macho
cabrío cocee y cante, anunciando que el hombre se ha ido
Recién entonces Sabino Colque recordó a su perro y para siempre.
giró la cabeza para buscarlo. Estaba contra una pared,
alerta, la mirada fija sobre el miedo de Sabino Colque.
-Espéreme, Primo -le dijo-o Yo vuelvo ...

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Hasta el día en que Graciela decidió que el


colorado le gustaba, Mijaíl y Sabina Calque
fueron, para las empleadas de Lyon, apenas
dos habitantes de la plaza con los que inter-
cambiaban un mínimo saludo. Encuentros
que ocurrían cuando las mujeres decidían
almorzar sentadas en el pasto, mirando la
tienda por si caía alguna cliente.
Hasta el día en que Graciela comenzó a
acariciar a Mijaíl con los ojos, era impensable
la noche de carnaval que sucedió después.
-Zle digo una cosa, nena? Mijaíl me gusta.
Así decidía Graciela olvidar la última
decepción amorosa y enfrentar la próxi-
ma. En esa ocasión, no tenía mucho de qué
quejarse. La verdad es que el último tipo ni
Liliana Bodoc Presagio de carnaval

siquiera fingió una mala relación con su esposa, y mucho Ángela llevaba pantalones blancos y una camisa a
menos sugirió que fuera a divorciarse. Al contrario, des- rayas grises y rosadas. Sandalias, y el cabello apenas suje-
pués de un coito huraño prendió un cigarrillo para hablar to para despejarse la cara.
orgullosamente de su familia. Dos hijos, buenos chicos ... Habría podido ser solamente hermosa. Pero era su vir-
y una esposa que no tenía necesidad de salir a trabajar tud parecer, a toda hora, recién empapada en un río. Su
y podía ocuparse de la casa. Graciela le dio la razón con belleza tenía relación con los fluidos internos; era resulta-
entusiasmo verdadero diciendo que, con la suerte de un do de una sangre con privilegios.
marido que se hiciera cargo, a ella también le hubiera Las empleadas de Lyon cruzaron a la plaza de siempre
encantado dedicarse a la casa. Entonces el hombre se vis- con intenciones nuevas.
tió para irse, posiblemente molesto por la comparación Para lograr un gesto que la favoreciera, Graciela empe-
que Graciela había insinuado. zó a sonreír mucho antes de que Mijaíl pudiera verla.
-Lo miro a Mijaíl, y es como si fuera la primera vez -iBuenas ... !
que lo veo. Está lindo el colorado ... Tanta familiaridad de la cuarentona no era habitual,
Ángela sonrió. Graciela ya estaba en los ajetreos de la algo traía.
cacería. Mijaíl saludó con afabilidad aunque sin moverse de su
-¿Qué vas a hacer? -le preguntó. sitio en el respaldo del banco. Sabina Calque, en cambio,
- Por lo pronto, pedirle que haga una pulsera con mi se puso de pie.
nombre. -Buenos días, señoras -pronunció completo.
-Que la haga, no. Que la consiga será, porque revende. Era apenas más bajo que Ángela, y muy delgado. No
-Que la consiga, entonces -Graciela estimaba el estado era sencillo imaginar cómo conseguía que su ropa, lava-
de sus uñas pintadas. da en los piletones de cemento de una pensión, luciera
Aquel mismo día, a la hora del almuerzo, las empleadas impecable.
de Lyon cruzaron la calle, eufóricas y exageradas como ado- -z.Sabés lo que quiero? -dijo Graciela, dirigiéndose a
lescentes, porque Graciela había decidido abordar a Mijaíl. Mijaíl.
Antes de salir del negocio buscaron sus viandas. La forma de empezar el pedido fue categórica. Mijaíl
-¿Nada más que una manzana? -preguntó Graciela. no se dejó sorprender:
-Sí -contestó Ángela y se golpeó el nacimiento de los -Ojalá sea lo mismo que quiero yo.
muslos-o Yo enseguida me ensancho de acá. Renzo tiene Mijaíl y Graciela eran, cada uno a su modo, viejos
buen ojo y ya me dijo que tenía que bajar un poco antes comerciantes de la zona. Ángela y Sabina, cada uno con
del verano. su carga, habían llegado mucho después.

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El vendedor de harinilla había visto cambiar la marca aseguró que el nombre bautismal podía salvarlo. Le pone-
y el color de los autos que se detenían a esperar a Graciela mos Sabina, dijo sin explicar la causa de su elección. Y al
en la puerta de Lyon, a la hora de cierre, una o dos veces día siguiente, el recién nacido empezó a mamar con ganas.
por semana.
Graciela, como todos en la zona, conocía el verdade- -Zlu nombre es Sabina, no?
ro quehacer de Mijaíl. Al principio, cuando el hombre -Sabino.
pelirrojo inició su comercio en la plaza, ella tuvo miedo. La brevedad de la respuesta obligó a Ángela a buscar
Hablaba con cautela del narcotraficante. Expresión des- el modo de seguir conversando, para darle a Graciela un
proporcionada, la hubiera corregido Mijaíl, para una poco más de tiempo para sus coqueteos. Entonces recor-
venta de harinilla al menudeo. dó la extraña danza que, en los atardeceres, veía desde las
Luego, Graciela supo que Renzo, encantador, cariño- vidrieras de Lyon.
so y brillante alumno en las aulas de Odontología, solía -¿Qué es eso que hacés, como si bailaras? -Ángela no
tratar con Mijaíl. Entonces se vio obligada a mover sus podía explicarse.
coordenadas éticas. Sabina asintió. Sabía lo que Ángela quería decirle.
Ese mediodía de buena primavera, miraba al interme- - Es saludar al Sol cuando se va.
diario sin ningún temor. -¿y ustedes lo saludan todos los días?
"Ojalá sea lo mismo que quiero yo", acababa de decir -Como a la gente.
Mijaíl. Ángela quiso entender mejor. En realidad, hacía mucho
-No creo ... A no ser que quieras una pulsera con mi tiempo que no sentía tantas ganas de entender mejor
nombre. alguna cosa. Últimamente se conformaba con que enten-
En el otro extremo del banco, como si fuera en el otro diera Renzo y después la llevara de la mano.
extremo del mundo, Ángela miró a Sabina, que aún con- -¿Sirve para algo? ¿O es una cosa que se hace en tu país?
tinuaba de pie. -Sirve, sí. Para acordarnos de que estamos acá.
-zfu nombre es Sabina, no? Ángela quiso entender mejor. Como quería entender
-Sabino. cuando era una niña frente al espejo y su madre la peina-
La verdad era mejor. Era la bendición de uno de los ba. Su madre nunca dejaba preguntas sin responder.
tíos sanadores. -¿Por qué te vas a dormir al hospital, mamá?
- Porque allá tienen unos aparatos muy grandes que
Cuando nació, el niño no parecía apropiado para sobre- no se pueden traer a una casa.
vivir. Prematuro y demasiado débil. Pero uno de los tíos -¿Por qué llora papá?
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'<,
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-Porque es un sonso y tiene miedo de dormir solo. Y amorío con Mijail. Y que Ángela había hablado con el
cree que a la mañana se le van a quemar las tostadas. yuyero boliviano sobre el saludo al Sol. A qué decírselo,
-Yo lo vaya ayudar. si todo parecía inofensivo.
-Gracias, Ángela. -¿Qué cuentan hoy mis chicas? -dijo cuando entró a
Los ojos negros de Sabina, los ojos azules de Ángela, Lyon.
tierra yagua, si se juntaban, se hacían barro. Graciela y Ángela estaban listas para cerrar. Cayó una
-¿Cómo es el saludo al Sol, Sabina? persiana, cayó la otra. Graciela cerró con todas las pre-
Para explicarlo, y sin levantarse de su sitio, Sabina rea- cauciones.
lizó movimientos pequeños y precisos. -Qué hermosa noche -dijo Ángela.
-El motor está en el vientre. La energía se aplasta con Le dio un beso a Graciela y se disculpó por no acer-
los talones y la cadera, después es un torniquete con todo carla hasta la parada del colectivo; llegaba tarde al curso
el cuerpo, se arrastra algo que está en la planta del pie y de diseño. Graciela la espantó con un gesto cariñoso. Y
se aplica en el pecho. Pateás pero el pie se frena antes de los saludó con la mano cuando el auto de Renzo arrancó
llegar al piso. Retorcés el aire a los costados, buscás con la con el ruido que a él le gustaba.
mirada algo que vuela y saltás para atraparlo. Los pantalones blancos de Ángela estaban un poco
arrugados. Renzo se lo hizo notar.
Buscás con la mirada algo que vuela y saltás para atraparlo. Algo -¿Cómo está tu mamá?
que vuela y saltás para atraparlo. Saltás para atraparlo, Ángela. -Está bien -respondió Renzo-. El otro día me dijo que
tiene ganas de verte.
-iNena, vamos! -llamó Graciela. Enseguida se dirigió a Unas cuadras después, sin decir nada, se desvió del
Mijaíl-. Ya te tomé la palabra, no vaya a ser que te eches camino. Ángela entendió enseguida.
atrás. -Hoy no ... Tengo una clase importante. Nos van a
Graciela sacó unas pelusas de su pantalón. Y se arqueó enseñar todo tipo de escotes.
un poquito hacia atrás para irse con mejor figura. Renzo se rió. Parte de la harinilla que Mijaílle había pro-
visto ya andaba por dentro, provocándole el temperamento:
Era costumbre que, todos los días, Renzo llegara en su -iTodo tipo de escotes! -Renzo la miró apenas-, Eso sí
auto a buscar a Ángela cinco minutos antes de la hora de que es jodido, zno Ángela? Aprobás "Escotes 11/, "Escotes
cierre del comercio. Siempre puntual. HI/, y después te vas becada a Harvard, o a la Nasa.
Cuando vieron el auto, las mujeres sonrieron. No iban Ángela se miraba los pies.
a contarle que, ese día, Graciela había decidido tener un -A ver, Ángela, te quiero escuchar hablar sobre escotes.
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-No sé... para asegurarse de que no hubiera ningún detrimento en
-A ver, Ángela -dijo Renzo, usando el tono que ella la tersura.
acataba. Ángela creyó ver un insecto oscuro y terco que pasaba
-Bueno, están los escotes en V, redondos, bote -encon- volando, pero no pudo saltar para atrapado. Escuchó el
tró algo para decir-o Los escotes en la espalda que se juicio de Renzo sobre su vientre.
empiezan a usar este verano son más difíciles. -Aquí está faltando un poco de trabajo -y le pellizcó
Renzo se endureció de pronto. la piel.
-iNo jodas, Ángela! Que después te explique la piba esa Renzo le quitó los pantalones blancos, la camisa a
que se sienta alIado tuyo ... La que te pidió prestada la tijera rayas grises y rosadas, la seda. Le separó las piernas para
profesional que te regalé y; de paso sea dicho, te la arruinó. ocuparse de lo más estricto. Ángela cerró los ojos.
Ángela estaba triste. La primera inspección de aquel noviazgo, que llevaba
-Está bien -dijo. Y se puso a mirar hacia afuera por ya cuatro años y medio, había sido divertida. A lo mejor
la ventanilla. Hacia afuera y hacia arriba, buscando algo porque Renzo comenzó como si fuese un cuento.
que volara.
Un rato después estaba tendida sobre una cama. En un lejano país, las esposas del sultán tenían una importante
Descalza, enteramente vestida y con las piernas recogidas obligación. Más importante que saber cantar o darle hijos varones.
contra el vientre. Si la esposa que el sultán elegía esa noche no estaba preparada, toda
Renzó la tomó por los pies y la estiró despacio: suave y con olor a recién nacida, perdía sin remedio el amor de su
-Hoy tenemos visita del inspector. esposo. Y según la crueldad del sultán, era devuelta a la casa de sus
-No tengo ganas -pidió Ángela. padres, desnuda y sin dientes. O apedreada, o decapitada por un
-Pero los inspectores caen por sorpresa, mi amor. No eunuco del palacio.
le preguntan a la gente si tiene ganas.
Iba a comenzar un rastreo minucioso, olfato de sabue- Renzo trepó sobre Ángela.
so entrenado en detectar impurezas, olores menoscabados, Ángela, clavada contra su propia belleza, sacudida por
cualquier lesión en la pulcritud y en la hermosura. Ángela fuera y, sin embargo, inmóvil por dentro, recordaba las
soportaría la inspección detallada de su cuerpo con los palabras del yuyero boliviano.
ojos fijos en el techo.
Primero las uñas de este pie: número uno, cuadraditas, Buscás con la mirada algo que vuela y saltás, Angela, para atta-
dos, tres, cuatro, pintadas, cinco, de un color suave pero parla. Algo que vuela, Angela, y saltás para atraparlo. Saltás para
denso. El otro pie. Controlar el contorno de cada talón atraparlo, Angela.
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Llegó diciembre a la ciudad vieja. Abrió rápido el cajón de las chucherías: un centímetro,
Los sucesos se fueron trenzando hacia la tragedia que pañuelos descartables, algunos caramelos envejecidos,
llegaría, pronto, a reclamar los destinos que le pertenecían. una estampita. Ángela encontró la tijera que necesitaba
Ángela aprendió a cortar escotes aunque su delgadez para abrir los envoltorios y comenzó a realizar su trabajo.
comenzaba a quebrarle el pulso. Mijaíl pasaba los domin- Graciela seguía hablando. Sí, sí, claro. Ya teníamos
gos en casa de Graciela. Renzo aprobó sus exámenes. pensado cambiar la vidriera. Sí, claro. Con algún motivo
Diciembre. Faltaban dos meses para el carnaval del navideño. Y esa salud, ¿cómo anda?
mundo. y, sin embargo, había personas que ya podían Se quedó escuchando durante más de diez minutos.
olfatearlo. Sus exclamaciones y gestos iban de la extrema preocupa-
Diciembre y su característico ajetreo de compras. Ángela ción al alivio.
y Graciela no pudieron casi intercambiar palabra de tan Es cuestión de tener un poquito más de paciencia, y
concurrida que había estado la tienda. Era habitual tanto quédese tranquila que por acá anda todo muy bien.
movimiento en las cercanías de las fiestas navideñas. Graciela cortó. Miró a Ángela y resopló como cuando
Las mujeres empezaban a conversar pero la charla se sumaba.
interrumpía enseguida sin que Graciela lograra entender -Ya le han hecho de todo a la pobre, y no hay caso.
qué era tan grave para que Ángela hubiese llegado a tra- Al final ya lleva así, ¿cuántos?, casi ocho meses. ¿No te
bajar con semejante cara. acordás, Ángela, que cuando llegaste era solamente por
Cuando la tienda regresó al reposo, al silencio de la unas semanas? Y ya van ocho meses. La familia insiste
ropa colgada, y pareció que al fin las dos mujeres iban con la úlcera ... La úlcera no pasa de un límite y un color.
a poder dejar de adular y asentir y favorecer sin mesura, Yo la veo todos los viernes, viste que le rindo la plata,
sonó el teléfono. y la encuentro cada vez peor -Graciela miró la hora-o
Graciela atendió y habló un largo rato con la señora Controlemos los vestidos y los vamos colgando ... Porque
dueña de Lyon. Antes que nada le pasó elparte de las ven- para ser úlcera me parece demasiado -acomodó una eti-
tas de esa mañana. Póngase contenta porque diciembre queta-. Este es un sueño, si hay en talle más grande me
empezó de maravillas. Sí, sí. .. Ya recibimos el pedido de llevo uno y lo pago en dos veces -subió un cierre-o Yo
vestidos de noche. En este momento Ángela los está col- tengo un mal pálpito. Y es raro que un pálpito me falle.
gando en las perchas. Cuando la señora muera, la familia se va a sacar la tienda
Pero no era cierto, porque en ese momento Ángela de encima. La hija gana buena plata con la arquitectura,
estaba acodada sobre el mostrador. Se irguió sobresaltada, y ya sabemos cómo es, ni se digna a pasar. Creo que
con vergüenza por obligar a Graciela a mentir en su favor. una sola vez se llevó un abrigo y parecía que nos estaba
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Liliana Bodoc Presagio de carnaval

haciendo un favor. El hijo menor no vuelve de México - Hablando de comer ...


para meterse a tendero ... Para entonces, Graciela ya agasajaba a Mijaíl con
Recién entonces Graciela se acordó de la conversación comidas caseras. A los cuarenta y tres años, decía ella,
interrumpida: no se puede perder tiempo ni ocultar virtudes. Por eso
-Al final, nena, no me contaste la causa de esa cara se había esmerado la noche anterior, en la cocina minús-
que trajiste. cula de su departamento, horneando una tarta de man-
Ángela había vaciado dos cajas. zanas.
-No ... -Ahí está Mijaíl -dijo Graciela-. Cruzo y se la llevo.
Ángela solía comenzar con una negación. Pero antes me arreglo un poco.
-No, es que a veces me canso. Ángela oyó el orín y la canilla.
Ángela debía explicar algo que apenas intuía y no -Te traigo una porción -arumció Graciela desde el baño.
pudo hacerla. Quiso definir infiernos y/ en sus palabras, -No te preocupes. Igual, no tengo hambre.
no aparecieron más que espantajos de feria. Quiso dibujar Graciela reapareció con la voz estirada, porque estaba
el miedo más atroz y solamente consiguió trazar mons- pintándose la boca.
truos infantiles, una escoba con orejas de elefante, una -Si hasta el boliviano la va a probar -se restregó labio
sábana con ojos. Ángela no pudo hacer nada mejor que contra labio-o i Cómo no te vaya traer!
eso. Buscó el paquete que había guardado bajo el mostra-
Graciela la desaprobó con la mirada. Por esas pavadas dor. Sonrió como una novia, y salió.
no tenía que ponerse tan mal. El chico era divino y la Graciela disfrutaba los elogios grandilocuentes de
atendía como a una reina. ¿Se ponía un poco nervioso Mijaíl a su tarta de manzanas. Enfrente, una mujer de
porque ella le prestaba a cualquiera unas tijeras carísi- canas saludables entraba a Lron.
mas? ¿Le hacía notar que tenía los pantalones arrugados? -Buenas tardes ... ¿o buenos días?
Eso significaba que la quería. -Buenos días -dijo Ángela-. ¿En qué puedo ayudarla?
-Se recibe y se casan, de parece poco? -Busco una blusa blanca de mangas cortas. De algo-
-No. si tenés razón. dón/ por favor.
-Cuidado, Ángela. Que hay más mujeres que hombres. Mientras caminaba hacia el perchero, Ángela creyó
-No, si tenés razón -Ángela llenaba con culpas su que debía hablar.
estómago vacío. -La verdad ... Con este calor en diciembre qué pode-
-¿Comiste algo? mos esperar para enero.
-Todavía no. -Más calor, hija -dijo la mujer.
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No hubo burla en su comentario. En todo caso, la inten- La clienta de Lyon recibió su vuelto y la bolsa con su
ción de evitarle la molestia de hablar si no tenía ganas. blusa. Al salir se cruzó con Graciela, que regresaba de la
Ángela apartó las perchas buscando el talle adecuado. plaza, alborotada y divertida.
Finalmente, sacó tres blusas blancas, de mangas cortas -¿Qué compró?
y puro algodón. La mujer las miró desplegadas sobre el -Una blusa.
mostrador y señaló una sin vacilaciones. -¿Anotaste?
-Voy a probarme esta. -Ahora.
Ángela descorrió la cortina. La palidez de Ángela era violenta.
-Pase a probarse, por favor. -Nena, te hace falta respirar aire fresco. Cruzá a la
Volvió a correrla y se quedó esperando. Vio, por deba- plaza, yo me quedo y anoto la venta.
jo, los pies de la mujer. Y por los zapatos, marrones, bajos, Cuando Ángela se iba, Graciela la llamó:
maternales, pensó que debía ser buena. -iNena!
-Si quiere puede mirarse en este espejo, hay mejor luz. Ángela se apoyó en la puerta para escucharla.
La mujer salió del probador con una sonrisa. Se paró -Hay que hacerla hablar a Sabina. No sé qué tiene
frente al espejo. Ángela detrás, sonriendo también. adentro, qué yuyito del cielo como dice él, pero parece ...

Cuando era una niña Ángela bailaba. Y más que en No un loco ni un mago, no un borracho ni un alma,
ningún lado, le gustaba bailar frente al espejo del dormi- no un príncipe ni un pájaro.
torio de sus padres.
Se paraba allí, los brazos arriba, el cuello enhiesto, el -Ángela de Lyon -le dijo Sabina como si la corona-
torso erguido, las piernas como agujas. ra-. Ángela de Lyon, buenos días -le dijo Sabina Calque,
-¿Qué te enseñaron hoy, Ángela? que no necesitaba preguntar para saber que esa mujer no
-A saltar, mamá. A volar. había comido en muchas horas.
-¿A volar, Ángela? Mijaíl envolvió los restos de tarta de manzana, y luego
-Sí mamá, a volar. guardó el paquete en su bolso de cuero. El vendedor de
-¿Es difícil? harinilla tenía asuntos que lo apuraban. Le preguntó a
-Es fácil. .. Ángela cómo estaba Renzo mientras le hacía a Sabina un
-¿y volaste muy alto? amago de boxeo.
-Sí, mamá. Muy alto. -Hay que hacer hablar a Sabina -dijo, igual que había
dicho Graciela.
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Liliana Bodoc Presagio de carnaval

Ángela se sentó y miró a Calque detenidamente La idea de irse a una ciudad grande y lejana había
para ver si podía encontrar la palabra que a Graciela empezado a rondarle como las gallinas en el patio de tie-
le había faltado. No loco ni pájaro. No borracho ni rra. Al principio, lo mismo que hacía con las plumosas,
alma. Sabina espantó esas ideas. Aunque estaba seguro de que
-¿De qué estuvieron hablando con mi amiga? -pre- por mucho que intentara apartarlas, volverían. Y termi-
guntó Ángela. narían por ganarle la voluntad.
Sabina demoró en contestar. Su prima era un poco mayor.
-De mis tíos Calque, sanadores. Ahora llegaba tarde a la casa familiar y, muchas veces,
-zviven en Bolivia? pasada de chicha. La prima se pintarrajeaba demasia-
-No viven. do, según decían las mujeres grandes de la familia. Y esa
Los ojos de Sabina Calque estaban cargados de muchos madrugada las lágrimas le estropeaban el polvo de la
otros ojos, negro sobre negro a través de los siglos. De cara. Sabina Calque había jugado con ella durante toda
nuevo, el yuyero había provocado que Ángela quisiera su infancia, de modo que podía tocarla sin recelo. Quiso
entender mejor. Sin embargo, cuando la mujer preguntó, limpiarla porque le pareció que la prima debía estar incó-
Sabina se encogió de hombros. moda con esa pasta deshecha en la cara y tanta chicha
Lleno de humo como estaba, Sabina Calque se puso a adentro. Buscó un trapo húmedo y se acercó.
cantar mirando un lugar vacío. Eso facilitó las cosas para Limpió una vez sobre las mejillas y la boca. Sacó una
Ángela, que quería llorar sin preocupar a nadie, sin pedir mancha rosada, de perfume excesivo. Arrastró el trapo
disculpas y, sobre todo, sin taparse la cara. Sabina cantó sobre los párpados y salió un verde luminoso. Sabina
hasta el final del llanto. siguió sacando con cuidado. Debajo de la capa de colores
-Ángela de Lyon tiene su pena -dijo Colque-. Bonita había otra, amoratada y dolorosa. Limpió, Sabina, y en
Ángela que se está volviendo de papel. el trapo quedó una paliza reciente. Cuando sacó toda la
Aquel día fue imposible para ella aceptar que quería capa de paliza encontró otra capa de maquillaje barato.
estirar la mano y tocarle la boca. Así que prefirió creer Pasó una vez por las mejillas y la boca, después limpió
que debía volver a la tienda. los párpados y sacó color celeste.
-Me voy -dijo. Debajo de esa capa de colores había otra, de sangre
-Igual dije yo, hace algunos años, en Tarabuco. seca y piel lastimada. Sabina limpió, y quedó en el trapo
una paliza de borracho. Cuando sacó toda esa paliza,
Sabina Calque tenía veinticinco años en Tarabuco, encontró otra capa de maquillaje. Debajo otra capa de
lugar donde la edad suele pesar el doble. paliza. Y debajo, otra de maquillaje.

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-Me voy -anunció Sabina en Tarabuco. Por eso se sentó en el banco junto a Sabina y lloró.
Quiso tocarle la boca. Se levantó de pronto, se fue. Y si
Ángela hablaba con un caramelo en la boca para que eligió a Sabina fue porque el yuyero parecía una estatui-
Graciela no la entendiera bien. Porque Ángela, en ver- lla de barro.
dad, no quería hacerse entender. Más bien se esforzaba en
parecer insensata de modo que Graciela le señalara con Pero Sabina era un hombre. Y fatalmente se sacu-
firmeza la única dirección posible. Desde la muerte de su dió el largo sopor que había acumulado en aquella ciu-
madre, Ángela buscó tutores inflexibles que no le dejaran dad ajena. Recordó la hombría de Tarabuco. A los tíos
alternativas. Calque, que, viejos y borrachos, atravesaban a la mujer-
Obedecer la tranquilizaba. cita que quisiera reír. Sabina comprendió que Ángela
estaba haciendo atrevimientos para que la disciplina-
y Graciela la escuchaba, fatalmente, desde sus oídos, ran. y así se disfrazó de estatuilla de barro para que un
desde su realidad de señorita con párpados caídos. Sin día, fatalmente, ella abriera los ojos con un tarabuqueño
masticar envidia. Pero haciéndole notar, por sincero cari- encima.
ño, las bendiciones que había recibido. Por ejemplo, ser
novia de un chico como Renzo, por ejemplo, esa cara Brillante alumno en las aulas de Odontología, mucha-
divina que Dios le había dado. Graciela se colocaba a cho de buen rostro y buena altura, Renzo sabía moverse
sí misma en el extremo opuesto: sin un hombre que la por la casa de Ángela como sombra de zorro.
acompañara, cenando sola todos los días, obligada a estar Ángela tenía un padre y un hermano menor, no tenía
sana porque si se enfermaba, lpobre de ella! una madre. La falta de esa tutela amorosa le dio a Renzo
Después, le advertía sobre los riesgos de escupir al cielo. el espacio del zorro. Y su juego.
Sentado a la mesa, frente al padre de Ángela, Renzo
Ángela quería ser una niña para siempre. Y adelgazar lamentó muchas veces no haber conocido a su esposa,
era un modo de lograr que su infancia no acabara de que en la foto de la repisa se veía muy bella.
irse. Adelgazar hasta que le subiera el cierre de la pollera Sentado en el sofá, junto a Ángela, Renzo lamentó
tableada que su madre le había regalado a los trece años, muchas veces el desaliño del viudo, casi sucio. Y bebien-
adelgazar hasta que todos, a su alrededor, la vieran por do demasiado coñac.
dentro. Pero a escondidas extendía un billete que el padre de
Incapaz de sostener el peso de la vida, Ángela esperaba Ángela aceptaba, cada semana con menos vergüenza,
que alguien llegara a colocar el mundo en su sitio. para comprar el coñac que ya le resultaba indispensable.
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Porque aquel hombre iba decidiendo que la desconsola- "¿Ves?, acá vas a estar vos cuando seas grande." Y el
dora belleza de su hija debía servirle, cuanto menos, para dedo de su padre se apoyaba con fuerza entre Renoir y
aliviar el frío de la viudez. Rotterdam, Erasmo de.
Brillante sombra de zorro que supo afianzar su alianza Allí tenía que llegar, exigía el juego, a la Enciclopedia de
con el hermano menor de Ángela. Renzo entendió que Genios y Celebridades: Renoir, Renzo, Rotterdam, Erasmo de.
sería fácil la noche en que el muchacho entró de impro- Si hubiese debido describir el fracaso, lo habría hecho
viso a la cocina, y lo encontró sacudiendo a Ángela por .como un lugar en forma de anillo que se apretaba a un
el cabello. centro oscuro y viscoso. Un acoso del que sólo se podía
-No te preocupes. Son cosas de novios ... Te aseguro escapar por ascenso.
que esto no pasó nunca, y no va a pasar nunca más. ¿Es Contra el fracaso, Renzo desplegaba una rutina de sal-
cierto, Ángela? vación: poseer, adueñarse. Y sobre esa acumulación de
-Es cierto. posesiones, entre ellas Ángela y su belleza, encaramarse y
Pero el hermano de Ángela se encogió de hombros, abrir los brazos.
abrió la heladera, tomó agua de la botella, los miró un "iLlegué, papá! iMirame!"
instante mientras buscaba con el dedo índice alguna
suciedad adentro de su nariz, hizo una bolita que pegó -Zluviste que vomitar en navidad?
en el canto de la mesa. Y se fue. -No quise ...
Después, resultó tan sencillo como regalarle alguna -No habrás querido, pero vomitaste frente a toda mi
ropa de marca en desuso. Y prestarle, de vez en cuan- familia. ¿Se puede saber qué carajo te pasó, Ángela?
do, la llaves de su auto para que diera una vuelta por el - Me sentí mal.
barrio. - Debe ser porque estás acostumbrada a comer esos
La foto de la repisa podía llorar todo lo que quisiera y guisos de mierda que hacen en tu casa.
denunciar la sombra de un zorro andando por su casa, -Ya le voy a pedir perdón a tu mamá.
mancillando a su hija y alimentando la cruda indiferencia -A mi mamá no la vas a ver por mucho tiempo.
del más pequeño. Pero el viudo jamás iba a notarlo por-
que estaba demasiado absorto en su luto. Embebido en Veintiséis de diciembre era un buen día para vender
coñac. aloe contra la acidez. Manzanilla contra la inflamación
estomacal y romero contra los espasmos del hígado.
Para Renzo, el único infierno posible era el fracaso. El Sabino ya había completado su recorrido matinal. Una
sitio al que no quería ir ni antes ni después de muerto. vecina le regaló una fuente de plástico llena de turrones en
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pedazos y otras cuantas confituras que el yuyero compar- Cualquier día habría sido malo vomitar en público.
tía con su perro. Pero ninguno tan malo como la navidad. Su madre se lo
-Coma. Primo, que hoy estamos de suerte. dijo. "Laverdad, Renzo, no sé qué pudo pasarle a tu novia,
Mijaíl no había ido a la plaza, estaría purgando la pobre, pero en qué mal momento se descompuso, con
borrachera navideña. También Sabina se había emborra- tantos parientes. ¿Viste la cara de tu abuela?" Sí. Renzo
chado con sus paisanos. Pero como no podía darse el lujo había visto la cara de todos cuando Ángela se levantó de
de perder la venta segura que venía después de las comi- la mesa, balbuceó alguna cosa, corrió la silla sin ninguna
lonas y como purgar en la pieza de la pensión era peor cortesía y, de pronto, se dobló sobre sí misma. El ruido de
que purgar al aire libre, salió nomás. Y hasta entonces, las arcadas, eso los había espantado, ¿no pudo llegar al
andaba bendito. baño, esa chica? Después nadie quiso seguir comiendo, y
-Nos falta la sidra, Primo. a la abuela, presuntuosa por la tradición de su vitel toné,
Un rato después, cuando Sabina y Primo habían ter- se le opacó la fiesta.
minado el festín, Ángela y su novio salieron de Lyon.
Cruzaron la calle. Renzo lo miró fijo, sin saludarlo. Ángela Sabina tenía veinticinco años cuando dijo: "Me voy".
lo evitó. Lo dijo una sola vez y todos le creyeron. Hay gente, como
Se sentaron en un banco cerca de Sabina, y hablaron. los Calque, a quienes los aspavientos les parecen de mala
Él cada vez más alto, hasta que empezó a gritar. educación.
-¿Tuviste que vomitar en navidad? ¿Qué carajo te -¿Cuándo? -le preguntó su madre.
pasó, Ángela? -Pronto.
-Ya le vaya pedir perdón a tu mamá. En los días siguientes se habló muy poco sobre el asun-
Cuando Sabina Calque llegó a esa ciudad, creyó to. Y sin embargo la familia, empobrecida como estaba, y
necesario reír bajito de la gente que hablaba dando gri- aun envilecida en algunas de sus extensiones, se ocupó
tos tal como si estuvieran en la otra orilla, o arriba de del festejo de despedida. Con eso lo ayudaban a fortalecer
un árbol. ¿y a qué gritaban, si ni siquiera estaban felices su decisión de marcharse y le estorbaban la cobardía de
o enojados? un regreso inmediato. Porque es grande para un hombre
Con el tiempo, Calque aprendió a soportarlo sin reír, y el peso de una fiesta donde todos le dicen adiós.
tampoco ofenderse. Aprendió también a distinguir, entre En casa de los Calque la música sonó muy alta desde
tantas voces exageradas, las que volvían de la felicidad, la media mañana del domingo. Construida de lado a lado
las que iban hacia la furia. en un terreno desparejo y pedregoso, la casa familiar
estaba, como ellos, deteriorada. Y como ellos, era mestiza.
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El mestizaje era fácil de apreciar en la acumulación de madre. En medio de las conversaciones cruzadas, algún
íconos de yeso que atiborraban el mueble más impor- hombre celebró esa suerte.
tante de la casa: un aparador que cualquier anticuario -Me pongo en su lugar -dijo. señalando al niño.
habría venerado. Ningún Calque sabía desde cuándo ese El silencio descendió hasta las sobras de los platos.
mueble estaba entre ellos. Nadie tampoco tuvo el cuida- Algunos ojos se dirigieron al atrevido. Otros, al esposo
do de guardar la pata que se le quebró el día que deci- que debía responder. La mujer se cubrió rápido, alzó al
dieron cambiarlo de lugar, y que fue reemplazada por niño y entró a la casa.
tres ladrillos. Detrás de eso había un pasado mestizo que debía
Era mestizo el fondo que, en tres de sus costados, sin resolverse en alguno de los idiomas posibles.
contar el que ocupaba la casa, mostraba la esencia de las -¿Usted, compadre, lo dice por las tetas de la madre suya?
razas que allí se habían mezclado. Dos muros medianeros Una de las ancianas Calque respiró fuerte y se apuró a
levantados con cuanta cosa sirviera a ese fin imponían ofrecerle al esposo la olla con chicharrón. De su respuesta
la presencia de la conquista y de la propiedad. El tercer dependía el final del festejo.
costado estaba abierto al mundo para que todos fueran y -Sírvame, claro.
vinieran sin que el adentro y el afuera, el mío y el ajeno, El hombre aceptaba comer en esa mesa, con todos los
fueran cosas sencillas de distinguir. presentes. La fiesta podía seguir con su alegría y su tristeza.
Justo en ese costado. para evitar incendios, se prendie- Después del incidente, Sabina y otros tan jóvenes y
ron los fuegos para freír y asar. Una mesa y tres tablones más que él se fueron a fumar detrás de un amontona-
se colocaron donde las irregularidades del terreno permi- miento de chapas y cajones. No porque alguno de los
tían suficiente horizontalidad y equilibrio. presentes fuese a escandalizarse por eso, sino para no
Comida jugosa, picante, que aprecia criarse en su caldo. perder la delicia de los escondites.
Mucha y demasiada, porque después de tanto comer A las seis de la tarde los peores borrachos entraron a la
quedó para recalentar a la tarde. casa a dormir en la frescura del adobe.
Chicha que se traía en baldes. Jugo artificial que corría Sabina, el homenajeado, el que se iba lejos, siguió con
en jarras de plástico para alargar el alcohol. los más aguantadores y con las mujeres, que separaban
Los Calque despedían a otro que no iba a volver. Y la los restos, esto para los perros, esto para las gallinas. Y
tarde avanzaba. metían en un tacho con agua y jabón los platos sucios.
Pasadas las diez de la noche Sabina Calque apartó un
Una de las tías jóvenes daba de mamar. Ella sentada, poco al que ocupaba su colchón. Y se tiró a dormir, ves-
el niño de pie, hablando en secreto con las tetas de su tido y desesperado.

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Se despertó y era día de marcharse. Renzo no hacía esfuerzos por disimular porque total,
En la casa ya no quedaban visitas. Nadie más que la en esa zona, la plaza estaba vacía. Excepto por el boli-
gente que vivía allí, y ni siquiera todos, porque sus dos viano.
cuñados se habían ido al trabajo. Sus hermanas y sobri- Sobre todas las cosas, lo irritaba que Ángela le quitara
nos aún dormían. al asunto su verdadera importancia.
Solamente su madre estaba sentada en la cocina, como -A lo mejor en tu casa están acostumbrados a vomitar
si no hubiera dormido por esperarlo. durante la comida ...
-Bueno -le dijo-o Usted se va. Renzo preguntó tantas veces qué carajo te pasó, Ángela,
La madre de Sabina vertió en un jarro un poco de que al fin la muchacha de cejas espesas decidió explicar-
tinta de té y lo llenó de agua hirviente. Eso, acompañado le que hacía ya varios meses que le costaba retener la
de un buñuelo de los que habían quedado del festejo, fue comida, no tenía hambre y cuando tenía, le daban ganas
a parar a la mesa frente a Sabina, que estaba pensando de llorar. Entonces prefería no comer. Ella sabía bien que
que ya no podía volver. tenía mucha suerte en la vida, como Graciela le había
Sabina Calque no se apuró con su desayuno por- dicho. Pero cada mañana se despertaba más triste.
que sabía que, después del último sorbo, no quedaban Renzo y la debilidad no se llevaban bien. Y era ese
excusas. desprecio por la sinrazón y por la emotividad exacerbada
Su madre, hasta donde él sabía y había visto, nunca el que le impedía concebir límites a la voluntad. Si uno
había llorado. Tampoco iba a hacerla ese día. quería dejarse de joder, uno podía.
La madre de Sabina Calque trajo una estampita reli- -Ahora, si se te antoja hacerte la loquita y andar dicien-
giosa y se la mostró al hijo que se marchaba. do que la comida te hace llorar y que el vómito es culpa
-Mire, hijo. Es San Miguel y tiene alrededor su corte de la soledad, yo desaparezco. Desaparezco, Ángela. Yo,
de ángeles arcabuceros. En las ciudades donde usted va desaparezco.
tiene que cuidarse de ellos. Mírelos bien, ponga en su Sabina Calque se había quedado mirando con fijeza el
cabeza esta estampita así los recuerda y, donde los vea, lugar del escándalo.
pase callado. Mírelos con fijeza, hijo, y vea que estos Ángela de Lyon se pasaba las manos por las rodillas
ángeles andan con arcabuces. No se engañe. Llévelos con agudas y bellas. El yuyero podía jurar que la mujer tenía
cuidado. Trátelos como conviene, como se trata al viento. las palmas transpiradas de pena. Primo ladró para pedir
Procurando ir a favor. más golosinas navideñas, y Calque ni siquiera lo oyó, tan
absorto estaba en considerar cuánto tiempo iba a sopor-
-zl'uedo saber qué carajo te pasó, Ángela? tar Ángela de Lyon sin derrumbarse, porque ya estaba de

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papel, con los ojos demasiado abiertos para una persona Por entonces Ángela ya vivía en su propia tristeza.
viva. Y la boca con un contorno violeta que no le corres- Una casa silenciosa y llena de juguetes viejos con los que
pondía y mostraba un trastorno que los tíos Calque Ángela tropezaba. Allí vivía y planchaba sábanas ama-
hubieran tomado con todo respeto y preocupación. rillentas con las que luego se envolvía para bailar. Pero
Fue en medio de esa abstracción que Renzo descubrió como ya no tenía espejos, bailaba frente a las ventanas;
al yuyero. pero como las ventanas se iban empequeñeciendo, Ángela
-¿Qué mira el boliviano? bailaba frente a los azulejos de la cocina. En los azulejos,
-Nada. No mira nada -Ángela lo tomó del brazo para su imagen se veía globosa y deforme. Eso le daba tanto
distraerlo-. Al final no estás escuchando lo que te digo. miedo que vomitaba lo que aún no había comido.
Renzo se levantó del banco y empezó a caminar con
Ángela detrás pidiéndole que se tranquilizara, que el La tarde del veintiséis de diciembre Renzo se fue insul-
pobre Sabina no les había hecho nada. tando a los fracasados, a los poca cosa.
-Ahora resulta que es el pobre Sabino ... ¿y desde cuán- Ángela de Lron se quedó mirando la estela sono-
do es Sabino ese boliviano de mierda? ra que dejó el auto. Y parecía tan cerca de derrumbarse
Lo era desde que el tío sanador eligió un nombre para que Sabina Calque ofreció cruzar la calle para llamar a
salvarlo. Era Sabina Calque desde que partió de Tarabuco. Graciela.
El yuyero vio venir a Renzo y se puso de pie sin pre- -No hace falta -respondió Ángela-. Me siento un rati-
potencia y sin miedo. to, y se me pasa.
Sabina Calque no era alto, ni podía decirse que tuvie- -Está bien.
ra proporciones de peleador. Sin embargo, asustaba de Más que nada en el mundo, Ángela quería que el
él una escondida flexibilidad, una capacidad de salto y yuyero la tocara. No como un hombre, sino como una
vuelo que detuvo en seco el ímpetu de Renzo. raza. Sentir en la frente las manos piadosas de los tíos
-Así que pobre Sabina -dijo para disimular que no Calque, recibir alivio gracias a una virtud para dialogar
quería seguir con su bravuconada-o Entonces que el con los males y llegar a un acuerdo.
pobre Sabina te limpie los vómitos -dio dos pasos y vol- Ángela buscaba un modo de acercarse al cuerpo flexi-
vió a mirarla-: iPelotuda! ble y oscuro del yuyero.
El auto blanco arrancó como a Renzo le gustaba. Y si -¿Qué es ese borde de carne en la muñeca? -señaló.
Tarabuco entero hubiese estado delante, le habría pasado -Un callo, de cargar la valija con yuyos.
por encima. -¿re duele? -y acercó las yemas de los dedos.
-Ya no.
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Ángela tanteaba el aire dulce que rodeaba a Sabina. El departamento de Graciela lucía limpio. Y no por-
-¿Cómo es Tarabuco? que la prolijidad la desvelara, sino porque estaba sola,
-Lindo en carnaval. realmente sola. Y la soledad de una mujer suele mostrar
-¿y cómo es el carnaval de ustedes ... ? pocas salpicaduras de grasa en la cocina, y poco ennegre-
-Es bueno. Uno se ríe. Todos se ríen. Mis tíos decían cimiento en la pared cabecera de la cama. Por eso, qui-
que gracias a los disfraces sabemos que no somos impor- zás, Graciela aceptó sin fastidio el desorden brutal al que
tantes. Mijaílla sometía durante sus visitas de fines de semana,
Desde la vidriera de Lyon, Graciela se lamentaba por desde la siesta del sábado hasta el lunes por la mañana,
la escena que le tocaba ver. Discutir con un chico como cuando Graciela se levantaba para ir a Lyon y le entrega-
Renzo y ponerse a conversar con el yuyero ... Según ba, lavada y planchada, la ropa sucia que el vendedor de
pensaba, las cosas estaban tomando mal color. Y un olor harinilla le había llevado en una bolsa de nylon atada con
fuerte. varios nudos.
-iNena! -grító-. ¿Cuánto tiempo más vas a demorarte? Después de un buen domingo, Graciela sugirió una
invitación. Cualquier tarde de esas podría invitar a la
-Nena -Graciela había tomado la decisión de poner- mamá de Mijaíl a tomar el té. Pero Mijaíl no estaba listo
le límites a Angela-. No tengo que decirte que te quiero para responderle.
como si fueras una hermana menor. Por eso mismo estoy La cita familiar le olía a noviazgo. Marina se iba a
obligada a decirte las cosas como son. ¿Qué hacías hablan- encariñar con Graciela y después iba a andar jodienda
do con el boliviano? A mí no me molesta atender sola, para que él la tomara en serio, que parece una buena
me arreglo con los ojos cerrados. Pero si tengo que decir- mujer y es mejor que te lleve algunos años, y a ver, Mijaíl,
te la verdad, andás un poco rara. Lo último que quiero, si te enderezás, porque yo vivo con el corazón en la boca,
Ángela, es que te ofendas conmigo. Pero desde que estás mirá que trabajé para criarte, ¿qué buscás, hijo, que un
tan flaca y tan pálida estamos vendiendo mucho menos. día te traigan muerto? Porque yo sé muy bien en lo que
No sé cómo explicarte .. Ya no lucís tanto. Hasta Mijaíl me andás, y ojalá que tu padre no se entere, esté donde esté...
preguntó el otro día qué te pasaba. Yo no te voy a negar Aunque aquel domingo el vendedor de harinilla se las
que, para ser boliviano, este Sabina tiene su encanto. Pero arregló para cambiar de tema, empezaba a gustarle la
en tu lugar no le daría alas a esa clase de gente. Vas a ter- vida en un departamento con cortinas, agua fría y calien-
minar teniendo problemas con Renzo por culpa del yuye- te, alfombra en el baño para no resbalarse. La costumbre
ro y después vas a llorar, Ángela. Vas a llorar. de acompañar a Graciela al supermercado empezaba a
resultarle divertida. Sobre todo porque, si hacía las cosas

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bien, hasta podía mantener su habitual circuito de venta. -No digo que tenga algo que ver. Digo que ella le
y su posición de caudillo en el barrio de pobres. está dando demasiado lugar al boliviano. Mucha cari-
Graciela actuaba como una perrita perdida y adoptada, ta, mucha pregunta sobre Bolivia. No puedo entender,
de esas que se encariñan con sus salvadores y a fuerza de teniendo un novio como Renzo. Está bien que sea linda,
lengüetazo s consiguen un lugar en el mundo. Animalitos pero ya ni eso. ¿Le viste las piernitas de tero? Además, me
de Dios que evitan dar problemas con tal de recibir cari- ayuda cada vez menos.
cias. La conversación volvía a perderse. Mijaíl tuvo que
regresarla a su sitio.
-Puedo cortarte las uñas de los pies. De paso te cuen- - Pero zviste algo?
to algo que te va a dejar con la boca abierta -ofreció -Vi que el boliviano le puso las manos en la cabeza
Graciela, y agregó-: Algo sobre Ángela y Sabino. como si estuviera haciendo una de esas curaciones de
-¿Ángela y Sabino? -los nombres y sus cuerpos se indios.
unían por primera vez en la imaginación inquieta de - iAh! Entonces, el yuyero la tocó.
Mijaíl-. ¿Qué pasa con Ángela y Sabino? -Te dije que ibas a quedar con la boca abierta.
-Como pasar, no sé qué pasa. Pero esa chica está inso-
portable. Lástima que no fuiste a la plaza, porque los Los cinco libros estaban guardados en el mueble, sin
habrías visto, dale que te dale a la charla. regreso. y ya era natural que Mijaíl cuchicheara y trafica-
-¿y Renzo tampoco fue? -Mijaíl se incorporó. Las ra con lo peor del barrio.
uñas de los pies podían esperar. Después de transformarse en vendedor de harinilla,
-Fue. sí. Y tuvieron flor de pelea porque parece que Mijaíl dejó de interesarse por la historia de su padre. Solo en
Ángela lo dejó muy mal frente a su familia en la mesa de una ocasión volvió a preguntarle por el hombre de zancos.
navidad. Lo hizo para escuchar sobre su muerte. Y la madre contó.-
Como siempre que la situación lo entusiasmaba, Mijaíl - Ese día volvió llorando de la calle. Decía que había
se rascó entre las piernas. muertos en la ciudad. Me dijo que tenía que irse, y que
-Ella dice que se sintió mal por la comida. ¿re parece no podía llevarme. Me acarició la panza y me pidió que
que el vitel toné puede caerle mal a alguien? La cosa es te diera los libros. No lo vi más. Al poco tiempo supe que
que vomitó sobre la mesa. lo habían matado, me lo dijo uno de sus amigos. Él tenía
Posiblemente porque lo del vómito no le pareció dema- sus ideas ... por eso lo conocí. Mirá si un muchacho estu-
siado grave, Mijaíl derivó hacia lo importante. diado y tan lindo iba a venir al barrio a hacer teatro para
-¿y qué tiene que ver Sabino? los pibes si no hubiera tenido sus ideas. Yo le decía que
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(f))
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siempre iba a haber ricos y pobres, que eso no tenía arre- Después del almuerzo, que ni siquiera quiso probar,
glo, pero no había caso, tu papá era como era. Yo todavía durmió un rato en el sillón. Muy poco. Enseguida des-
hablo con él. Le gustaba hablar. Y cantar. Conocía muchas pertó sobresaltada porque había soñado que entraban
canciones que no pasaban por la radio. Ya me las olvidé, ladrones a Lron.
pero eran lindas. i Cantaba de bien ... !Y bajito. Bueno, a mí -No hagas caso -dijo su padre, que seguía resolvien-
me cantaba bajito. do juegos de palabras. Y a propósito de eso, preguntó-:
¿Ciudad de Bolivia?
Pero al fin Renzo le llevó a Ángela un regalo de seis de Respondiste Tarabuco con alegría. i Si te hubieses visto
enero. la cara, Ángela!
- Los Reyes me pidieron que te diera un regalito. -No puede ser, tiene cinco letras.
Ángela sonrió. - Entonces no sé.
-Te perdonan -dijo Renzo. Y aclaró-: Mi mamá y mi -¿Para qué mierda ponen ciudades de Bolivia habien-
abuela te perdonan lo de navidad. do tantas capitales famosas?
Ángela siguió sonriendo, aunque de un modo ligera- Ángela dijo que salía un rato a caminar, que no iba
mente más débil. lejos.
-¿No estás contenta?
Ángela se retorció el cabello a un costado para disimu- Pero a una madre no se la engaña fácil, Ángela. Yo
lar su decepción. supe que ibas a hacer el camino de todos los días, igual
-Sí claro que estoy contenta. que si fueras a trabajar. Aunque era domingo.
-Bueno. Entonces, cualquier día de estos te llevo a casa.
Te perdonaron, Ángela. Todos en esa familia la perdo- -Ángela de Lron -saludó Sabino Colque. Se le notó el
naron. asombro de verla allí un domingo por la tarde.
Afortunada Ángela, todos te perdonan. -Vine porque tuve un sueño -Ángela explicó-o Soñé
que entraban ladrones a Lron, y me quedé preocupada ..
Era el último domingo de enero, fácil de recordar por Sabino Colque asintió porque conocía la seriedad de
el calor agobiante y el cielo oscuro. esos asuntos. Ángela sonrió, y señaló la tienda inalterada.
El hermano menor de Ángela miraba televisión. El -Por suerte, me equivoqué.
padre resolvía palabras cruzadas. El yuyero tuvo pena de decirle que no siempre los
La tristeza empezaba a matarla. Y nadie, excepto la sueños hablan claro. Y que muy pocos podían saber qué
mujer del portarretratos, parecía notarlo. cosas estaban advirtiendo.
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El
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Pero Ángela no quería irse, entonces señaló al perro. En el camino, Sabino Colque habló del carnaval de
-¿Ya él? ¿De dónde lo sacaste? San Pedro, lo más parecido a Bolivia que tenía a mano. Y
Sabino le contó la historia. dijo que, a veces, si la gente sabía cómo bailar al costado
-¿y tus tíos? ¿De verdad eran sanadores? de las procesiones y cómo comportarse, la gente se sana-
El yuyero estaba respondiendo cuando el sol empezó ba. Porque el carnaval era una batalla contra la muerte.
a caer. Entonces, la invitó a saludarlo.
Ángela aceptó, a pesar de que ya tenía transpirada la Tu insólita tristeza te puso la respuesta en la boca.
nuca debajo del cabello. Se paró junto al yuyero. Procuró Respondiste que irías. Y yo, que te conozco, supe que no
parecerse a él y conseguir su misma gracia. Por eso actuó estabas hablando por cortesía. Aceptaste ir al carnaval de
con la seriedad de una niña que juega a ser otra persona. San Pedro. Y apretaste la cartera contra tu cuerpo como
El saludo empezaba en los vientres. El de Ángela pidiéndome autorización.
era un plato de oro, el de Sabino, un plato de arcilla.
Los talones tenían que aplastar la tierra. Y en el torniquete -r.Sírnbolo del iridio?
del torso había que olvidar los huesos. Desde la planta -No sé.
del pie hasta el pecho se arrastraba la tristeza. Después -¿Qué vamos a cenar, Ángela?
había que patear con fuerza, y detenerse antes de llegar al -Ya veo.
piso. En el aire, a los costados, retorcer la soledad de cada Ángela se descalzó apenas entró a la casa. Enseguida
uno ... sacó de la cartera la fotografía de su madre para devol-
verla al portarretratos, vacío sobre el mueble.
Buscás con la mirada algo que vuela y saltás para atraparlo. Como sea, nadie había notado la ausencia de las muje-
res. Muertas las dos.
Domingo, verano y noche, no importa en qué orden
ni en qué proporción, las tres dimensiones ya estaban en Sabino Colque estaba muy lejos de Tarabuco cuando
la plaza. lo alcanzó su día trágico.
Sabino Colque ofreció acompañarla hasta el colectivo El carnaval había terminado poco antes. Atardecía en
que la llevaba de regreso a su casa. Allá donde todo con- la plaza. Mijaíl acababa de irse. Y los artesanos levanta-
tinuaría idéntico. Su padre en la cocina, cruzando letras, ban sus puestos.
tomando coñac. Su hermano sumido en conspiracio- Colque y su perro empezaron a caminar hacia la pen-
nes interplanetarias. Sin que ninguno de ellos notara su sión donde dormían y compartían la sopa. Fue entonces
ausencia. Ni la ausencia de la fotografía. cuando Sabino oyó el sonido de las persianas metálicas
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de Lron. Recordó que era jueves. Y que desde el domin- era indispensable que el boliviano recordara quién era y
go en San Pedro, Ángela no había vuelto al banco de la dónde estaba. Por eso, para recobrar su orgullo, decidió
plaza. pagar una pateadura de esas que ponen las cosas en su
Tomó el camino habitual. En una esquina, esperaban sitio y obligan a los infelices a cambiar de plaza y de
los ángeles arcabuceros. costumbres.
Mírelos, hijo. Mírelos con fijeza y vea que estos ánge- Para asustar a un yuyero boliviano no hacía falta ir
les, blandos y carnales como mujercitas, empuñan arca- lejos.
buces. Un baldío tapiado es un sitio donde los ángeles arca-
buceros actúan a sus anchas. Un lugar del mundo donde
Sabina los conocía bien, de modo que procuró hacerse las leyes se escriben y se borran con la sangre apropiada,
invisible. Pero los ángeles arcabuceros le cortaron el paso la de quienes no tiene defensa posible. Un baldío es el
para pedirle legalidades impensables. cielo donde los fuertes mandan, y nadie se asoma aunque
Flanqueado por el destino, el yuyero pensó que nadie se escuchen gritos y lamentos.
en el mundo iba a darse cuenta de que, esa noche, él no Es cosa sabida que, a la hora de dar una pateadura por
llegaba a su cama. Recordó a su perro: "Espéreme, Primo. encargo, a la hora de moler a golpes a un desconocido,
Yo vuelvo". lo más difícil es dar el primer golpe. Y para eso hay que
Con un nombre de perro fue suficiente. buscar el modo de enojarse. Se trata de poder resucitar, en
-iCierto que el perro es primo tuyo! una coyuntura cualquiera, el odio de las razas.
-Si el perro es primo tuyo, también es boliviano. Los ángeles arcabuceros tenían que enojarse, y Sabina
-¿Es boliviano el perro? no lo facilitaba. Porque Sabina Calque había aprendido
-¿y tiene permiso? que debía irles a favor.
-A ver los papeles del primo boliviano de Sabina. Claro que la harinilla de Mijaíl chorreaba sobre los
-¿No tiene papeles? nervios de los ángeles, y el pago acordado con Renzo
-Entonces, el perro también viene con nosotros. picaba en las palmas de las manos. Pero todavía no era
~os ángeles arcabuceros se llevaron a Sabina Calque y bastante. Era necesario revolver los fondos.
a su perro. La tragedia, al fin, se arremangaba. Le humillaron el país leproso donde había nacido. Pero
Calque permaneció callado.
Renzo tuvo motivos de casta para desear, con toda el Le humillaron la madre que lo parió, india roñosa. Le
alma, que el boliviano recibiera un susto. Porque aun- desparramaron los yuyos por el baldío. Le acercaron la
que Ángela ya hubiese empezado a provocarle náuseas, brasa del cigarrillo a los ojos. Lo manosearon.

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Presagio de carnaval
Liliana Bodoc
Los motivos que desencadenan las tragedias suelen
Los ángeles arcabuceros debían encontrar el odio
pesar tanto y tan poco que las balanzas humanas no
necesario. Calque no lo hacía fácil con su mansedumbre
incomprensible. pueden registrarlos.
Pero el destino, sentado sobre la tapia alta que rodeaba
el baldío, saltó para ayudarlas. Sus pies tocaron el suelo.
Aquel débil sonido pasó inadvertido para todos, excepto
para Primo. El perro veía con claridad la silueta oscura
del destino que bailoteaba alrededor de la patata policial.
y empezó a ladrarle.
Eso fue todo. Un ladrido estridente y un perro que no
acató la orden de callarse.
De ese modo se facilitó el enojo de los ángeles.
Perro de mierda. iPasameló! Eligieron tratarlo como
una pelota de fútbol. iAtajalo! Las botas negras sabían
patear. iVa... !
Una pelota que aullaba de dolor. Un perro roto.

Sabina Calque, que no había defendido a su país ni a ~~~~~< •••• _.~-_ •••• -.. : ••• ·-r.,.4~

su madre, que no había suplicado por él ni por sus yuyos, 1'\


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alzó los ojos negros por un perro que lo acompañaba. '" ..'" i·· t.,;· ~ JI';
Sabina Calque, yuyero de Bolivia, olvidó las recomen- ',.€"'.,.)
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daciones maternas. Alzó una rama gruesa, que quizás lo
esperaba, y alzándola como arma caminó hacia su muerte.
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Al fin, las tragedias no son patrimonio exclusivo de los


reyes. Ni están reñidas con la vulgaridad.
Las tragedias suelen admitir vecinas que salen de
compras con sus vaginas escondidas en el monedero. Y
hombres jóvenes que se llevan de paseo a sí mismos,
sosteniéndose por la corbata.
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Febrero.
El carnaval de San Pedro se doraba en
ollas repletas de aceite hirviente.
Ángela caminaba junto a Sabina con un
vestido blanco, tan delgada que nadie podía
verla. El yuyero le había dicho que el carna-
val era una batalla contra la muerte.
Ángela y Sabina andaban juntos por un
campo de batalla, entre guerreros coloridos y
emplumados. La gente carnavaleaba y llama-
ba a la muerte. Cuando la muerte aparecía,
ellos le hacían burla y la corrían con látigos; le
hacían saber que mientras estuviesen juntos,
enamorados y borrachos, eran invencibles.
Liliana Bodoc Presagio de carnaval

El carnaval de San Pedro ocupaba la calle principal y Sabino Colque ya no tenía modo de detener su hom-
algunas laterales, angostas y oscuras. Pero la fiesta duraba bría. Al fin, Ángela de Lyon bailaba en las calles de San
mucho más tiempo que todas esas calles, porque había Pedro. Y el yuyero, que no quería dañarla, tampoco que-
empezado cuando el primer carnaval del mundo aún no ría perderla. Aquella noche no tenía regreso, y mucho
terminaba. Y no alcanzaba a morir, cuando renacía. menos repetición. Que la virgencita de Copacabana lo
-No hay otro modo de pelear con la muerte -le dijo ayudara, pero su hombría ya no iba a retroceder.
Sabino. La sed de Ángela no se cansaba de pedir. El carna-
Ángela de Lyon tenía sed y quiso tomar igual que todos. val estaba saturado de humo de frituras y de ensueños.
La cerveza irrumpió en un cuerpo saqueado y avanzó Entonces Colque olvidó su propia conveniencia.
rápido por la sangre. Ángela preguntaba y preguntaba, Borracho, cansado de escaparle a la miseria, con
por esto, por aquello, los nombres de las cosas, el signi- Tarabuco lejos, Sabino Colque pensó que aquella mujer
ficado del Caporal y de los cascabeles alrededor de los de otro mundo bien valía su tragedia.
tobillos.
- Los usan para espantar la esclavitud. Ya casi terminaba la noche. Pero el carnaval en San
Ángela preguntaba y tenía sed. Sabino Colque tenía Pedro tenía por costumbre amanecer.
respuestas para todas sus preguntas. Hablaba de Tarabuco Ángela y el yuyero volvieron a la calle principal con la
y no se cansaba de decir que aquello era lo más parecido ropa puesta.
a Bolivia que había a mano. San Pedro no era Tarabuco. Ángela de Lyon no era una
El carnaval se derramaba fuera del corso. El gentío reina, y Sabino Colque no era un sanador de oficio.
apretaba, empujaba hacia el centro del baile. De Ángela se En las ollas callejeras se freían los violentos manja-
veía solamente el sudor que la cubría. El resto de la mujer res del carnaval. Y en cada una, Ángela se miraba sin
era invisible. Sabino Colque la tomó de un brazo para miedo.
sacarla del apretujamiento. -Mañana las ollas ya no van a ser tan buenas -dijo.
- En esas callecitas dura el carnaval, pero con menos . -Inhale fuerte este olor y mañana lo recuerda. Así las
gente -dijo Colque. ollas no le quitan el apetito ni el color que ahora tiene.
- Pero mañana no voy a estar acá.
Más tarde, cuando el carnaval de San Pedro se acongo- -Yo creo -dijo Colque- que es esa la diferencia entre la
jaba, Ángela de Lyon quiso aprender el paso de la danza. Y gente y los guerreros.
se puso a bailar frente al yuyero, con las caderas, con las Después, Ángela y Sabino volvieron a besarse con las
manos, con los ojos azules. bocas picantes.
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Hacía tiempo que Graciela había notado que esa his- al carnaval para acrecentarle su dolencia. Pido a los tíos
toria con el yuyero venía mal. Desde la navidad, con el Calque por Ángela de Lyon, pido por su salud.
famoso asunto del vómito. iSi ella había visto con sus El yuyero recordó, casi con alegría, que esa tarde lle-
propios ojos que Sabina le estaba tocando la frente!, y garía Mijaíl a sentarse en el respaldo del banco. Mijaíl
mucha carita, y mucha pregunta sobre Bolivia. Graciela sabría si eran vacaciones del propio negocio a causa del
ya le había advertido a Ángela que no le diera tanta con- verano, o alguna otra cosa. Además, Graciela tampoco
fianza al boliviano. Y ahora, lo que mal empieza mal estaba, así que no había que aventurar malos pensa-
acaba, Ángela llamaba temprano para avisar que no iba a mientos.
trabajar, porque estaba enferma. Justo un lunes. Le quedaba una empanada en la bolsa de papel.
-Perdona me, Graciela. Pero no puedo levantarme de la Terminaba su almuerzo, y seguía con la venta de yuyos.
cama.
La voz de Ángela sonaba débil. La respuesta de Graciela -¿Estás sola? -preguntó Mijaíl.
se demoró, y ese instante de silencio fue su modo de cas- -¿y qué le vaya hacer? Ángela no vino a trabajar.
tigar a la mocosa. -¿Qué le pasa?
-Está bien, yo me arreglo. Pero ¿qué te pasa? -Está enferma. iC~mo será que, en vez de almorzar, fui
-No, después te cuento. a visitarla!
Entonces no era una insolación ni dolores menstruales. Mijaíl se alivió sin hacerla evidente.
Había algo que contar. Y Graciela quería escucharlo. Había pasado por la plaza alrededor del mediodía. Vio
-A lo mejor, me hago una disparadita hasta tu casa al de lejos al boliviano, almorzando en el banco de siempre.
mediodía. Cierro y me voy. Total, viste, como es febrero ... , y como no tenía ganas de verle la cara, se quedó con-
muerto. versando con unos artesanos. Recién cuando Sabina se
fue, pudo acercarse a Lyon. iRaro!, no encontró a nadie. El
Ese mediodía de lunes, cuando Sabina Calque llegó a negocio estaba cerrado. Ahora Mijaíl quería ver si Graciela
la plaza para almorzar en el banco de siempre, a la som-. se lo contaba, ino fuera que la mujercita mantuviera sus
bra, el corazón le pateó fuerte. Lyon estaba cerrado, y qué mañas de zorra!
seria de Ángela, por qué no estaba allí, y adónde se la Graciela, por su parte, luchaba entre decir y no decir.
había llevado la delgadez. Sabina no era sanador, pero Había prometido que su boca sería una tumba, pero al
podía rogar a los muertos. novio no se le ocultan cosas. Claro, Ángela hacía de las
-Si los tíos la ayudan yo estaré agradecido con ellos, suyas y ella iba a terminar cargando con las consecuen-
porque no estuvo en mí hacerle daño. Ni la llevé ayer cias, peleando con Mijaíl, pagando el pato.
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-No sabés -empezó-. Yo conozco la causa de esa enfer- -Bueno, ella no me dijo que se la volteó. Parece que
medad. A mí me contó todo -los ojos de Gracielabailoteaban. algo tuvieron, sí. ¿Quién sabe? Yo no le dije gran cosa.
-Mirá vos -el comentario de Mijaíl sonó desvaído, Le pedí que no se hiciera problema, que todos la per-
señal de que el asunto no le interesaba. donábamos. ¿Qué otra cosa iba a decirle? La verdad es
Pero Graciela tenía información para sorprenderlo. que tiene una cara que da miedo. Ahora, apenas entrás
-Ayer estuvo en el carnaval boliviano. a esa casa te das cuenta de todo. El padre es un borra-
-¿Quién? chín. Y al hermanito se le nota enseguida la vagancia.
-iÁngela! Ayer estuvo en el carnaval con Sabino. Al final, no sé si Ángela es una mocosa maleducada que
Mijaíl perdió la compostura, se rascó entre las piernas, busca a toda costa llamar la atención. O si está medio
balbuceó cosas incomprensibles. Y quiso escuchar la his- loca.
toria varias veces, con detalles y de principio a fin.
Graciela repitió que Ángela había llamado esa mañana, La lengua crece como enredadera. Echa vástagos y así
bien temprano, para avisar que no podía ir porque se se expande. Porque una lengua inicia en el tronco de
sentía enferma. una garganta, pero nadie sabe adónde llegan sus últimos
-Tenía voz de moribunda. ¿No te conté que, al medio- tentáculos.
día, cerré un rato el negocio para ir a verla? Total, fui y En las carnosidades de la lengua y por su néctar pros-
vine en un rato. A esa hora, en febrero, no se vende nada. peran las tragedias. Basta que caiga una semilla en la len-
La visita de Graciela sirvió para mostrarle a Ángela gua adecuada para que pronto haya un bosque.
cuánto se preocupaban todos por ella. La querían y la Los charlatanes han sido precursores de guerras fra-
perdonaban a pesar de que los estaba decepcionando. tricidas, de crímenes de pasión y de venganzas. Hay más
-¿y ahora qué hiciste, nena? lenguas que manos manchadas de sangre.
La pregunta y su epíteto regresaron a Ángela al movi- Cuando las lenguas dicen que alguien va a morir,
miento infantil: contarlo todo, y pedir perdón. Porque las alguien muere.
cosas volvían a su sitio cada vez que alguien la disciplinaba.
Ángela le contó a Graciela. Y Graciela, por obligación Mijaíl escuchó varias veces la misma historia, y lo hizo
de amante fiel, se lo contó a Mijaíl. porque lo aguardaba una decisión.
-iAsí que el yuyero se la volteó en el carnaval...! Sabía de sobra que disfrutar las comodidades de la
Angelita en pedo, y medio desnuda ¿re la imaginás? decencia barrial, merecer un sitio en la estantería de la
Emociones encontradas sacudían la conciencia del clase media, lo obligaba a congraciarse con los que, hasta
vendedor de harinilla. el día anterior, habían sido sus enemigos.
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Además, las cosas en su lugar ... ¿o él iba a andar cre- para contestar preguntas. Así que este pobre chico va a
yendo las mismas boludeces que su padre? Hay cosas venir a buscarla al divino botón ... Yo,la verdad, no tengo
que no deben mezclarse, Sabino y Ángela, por ejemplo. forma de avisarle.
Para eso, era necesario cometer traición contra el hom- -Yo tampoco -Mijaíl no les pedía datos a sus compra-
bre que cada atardecer se sentaba a su lado. Y que lo escu- dores.
chaba sin interrumpirlo. La vida, que siempre lo había cas- La oportunidad se completaba.
tigado, le daba una oportunidad que no podía ni quería -Mejor así. Esta noche, cuando venga Renzo, cerrás el
desaprovechar. Era ese día o nunca. Mijaíl interrumpió los negocio y se van juntos al café. Hoy no paso por la plaza.
comentarios de Graciela sobre la salud mental de Ángela. No tengo ganas de ver al yuyero.
-Hay que contárselo a Renzo -decidió. -¿Vas a contarle a Renzo?
-No sé... Yole prometí a Ángela que iba a ser una tumba. -Vamos a contarle, Graciela.
-Las tumbas, para los muertos.
-No sé -Graciela no terminaba de convencerse-o ¿y No hablaron en Lron sino en un bar, porque en la plaza,
Sabino? sentado en el banco de siempre, estaba Sabino Colque.
-¿Qué pasa con Sabino? El yuyero se desubicó con lo El yuyero le preguntaba a su perro por qué Ángela no
de la piba. Te puedo asegurar que yo le tengo más pacien- había ido al trabajo, por qué Graciela bajaba las persianas
cia que nadie y que le aguanto las ínfulas de brujo. Más y se iba con Renzo, y por qué no había aparecido Mijaíl.
te digo ... Nunca le dije que se volviera a su país de patas En el café, Renzo escuchó lo que Graciela y Mijaíl
sucias. Pero con el asunto de Ángela se fue al carajo. tenían para contarle. Su expresión, habitualmente fresca,
Mijaíl estaba gestionando su pase a un mundo que, parecía corroída por la rabia.
hasta entonces, le había sido ajeno y hostil. -y yo, como un infeliz, vine a buscarla.
Recordó entonces la invitación que Graciela le había -Disculpá, Renzo, no teníamos cómo avisarte -aclaró
hecho un tiempo atrás. Solo que, ahora, ya había elegido. Graciela.
-z Seguís pensando que querés conocer a Marina? -Mi mamá tenía razón ... Ángela es un aborto, una
Mirá que se va a poner a contar todo el asunto de los princesa por fuera, y una negrita por dentro. Pero ya me
zancos y del Gran Ladrón ... cansó.
-Me encanta -dijo Graciela.
Para la vendedora deseosa de marido, era un buen trato. -Tampoco hay que tomarlo tan a pecho -habló
-Encima, mirá si será caprichosa- siguió Graciela-, me Graciela con el resto de corazón que le quedaba-o Según
dijo que no iba a avisarle a Renzo porque no tenía fuerzas ella no pasaron a mayores. Solamente fue al carnaval.
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-Esta bien, Graciela. Yo me ocupo. -Algo más rápido, si pudiera ser.


-zvas a ir a verla? -Vamos a ver ... Este Sabina debe ser ilegal.
Renzo no respondió esa pregunta. -Como toda esa gente.
- Lo único que voy a pedirte es que, cuando Ángela -Ahí por ejemplo, tenemos una linda causa para ir a
vuelva a trabajar, no la dejes cruzar a la plaza. ¿Puedo verlo.
dejar eso en tus manos?
-Con los ojos cerrados. Después del domingo de carnaval, Sabina Calque
siguió cumpliendo con su rutina. Sin embargo, nada se
Imaginar que un boliviano había manoseado a Ángela parecía a lo conocido. Todo estaba trastocado. Lunes,
lo hacía sentir sucio, poca cosa. Y para recuperar la cima martes y miércoles en los que Mijaíl no apareció por la
no alcanzaba con despreciarla, con abandonarla. Supo lo plaza. Y Ángela de Lyon no llegó a trabajar.
que debía hacer, y lo hizo rápido. En las cercanías de una tragedia la cáscara de la rutina
Llegó a la seccional de policía correspondiente con la se resquebraja. A punto de nacer el pichón fatídico.
recomendación de un comisario amigo de su familia.
-Torne asiento y cuénteme qué lo trae. El jueves Ángela volvió a Lyon. Traía puesta una pollera
-El boliviano que vende yuyos, el que se llama Sabina, tableada y antigua.
do ubica? -¿De dónde la sacaste? -preguntó Graciela.
-Cómo no. -Me la regaló mi mamá cuando cumplí los trece, y la
-Está dando problemas. Molesta a las dos empleadas tenía guardada.
del negocio de ropa que está enfrente, do ubica? Graciela pensó que con esa facha de loca no vendería
-Cómo no. Y usted, ¿qué quiere con este Sabina? nada.
-Le repito que no es por mí, sino por la gente de la zona. -Sería bueno que te ocuparas de ver qué nos queda de
. -Pero usted, zqué quiere? la temporada otoño -invierno. Ya tenemos marzo encima.
-Que alguien le enseñe que en este país hay leyes. A Graciela no le costó demasiado trabajo mantener a
-Muy bien. Entonces levantamos una denuncia. Ángela encerrada.
-Ya le digo que no es por mí sino porque conozco a las La primera vez que intentó salir, apeló a su máscara de
empleadas de Lyon. amIga.
-¿y por qué no vienen ellas mismas? -Esperá, nena, que tengo algo para contarte. ¡No sabés!
-Porque le tienen miedo. La mamá de Mijaíl va a venir al departamento a tomar el té.
-t: entonces? .Ouién me ha visto y quién me ve! ¡Yo con novio y suegra!

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La segunda vez, Graciela usó su máscara de madre. En el auto Ángela intentó hablar con naturalidad y
-z'Ie parece salir ahora? Con este solazo. Te va a hacer Renzo le respondió del mismo modo. Se habría sentido
mal, Angelita. Esperá que afloje el calor. mucho mejor si se hubiera enojado con ella por haber
Finalmente, tuvo que disciplinarla. faltado al trabajo, por andar desaliñada, por vomitar. Para
-No te enojes. Pero hace tres días que faltás, y el trabajo aliviarse, Ángela se ofreció a sí misma.
se va atrasando. Después el sueldo lo vas a cobrar íntegro, -Vamos a un hotel.
porque yo no le vaya decir a la dueña que faltaste. Pero -Estoy apurado.
no doy para todo, Ángela querida. No doy para todo. Cuando Ángela empezó a cantar bajito, Renzo encen-
Así fue como Ángela y Sabina no se encontraron dió la radio. Llegaron demasiado pronto.
durante todo el jueves, aunque apenas los separaba una -¿No vas a bajarte? Te preparo algo de comer -volvió
calle angosta y poco transitada. a ofrecer la culpable.
Así fue como Ángela de Lyon y Sabina de Tarabuco no -Te dije que no tengo tiempo.
volvieron a encontrarse nunca más. El auto arrancó como sabía hacerla para dar cuenta
de la importancia de su amo. Pero antes de alejarse, chi-
-¿Tu novio tan temprano? -estimulada por la traición lló y retrocedió. Ángela, que ya abría la puerta de calle,
de la que era parte, Graciela aparentó asombro. alcanzó a sonreír pensando que Renzo había cambia-
-Parece. do de opinión y se quedaba un rato con ella. Improvisó
Ángela tenía las manos sucias de revisar cajas con morisquetas de infinita ternura para demostrar su alegría.
ropa de otoño. Apenas Renzo cruzó la puerta, con su Renzo se asomó por la ventanilla del acompañante.
camisa fresca y costosa, Graciela le indicó con la mirada -¿De dónde sacaste esa pollera? ¿Qué carajo te pasa,
que todo estaba en orden, que la mocosa no había cru- loca de mierda?
zado a la plaza, y que viera la ropa ridícula que se había
puesto. Los pequeños traidores pasaron esa noche con los ojos
Renzo se sonrió por la pollera tableada, recortada de abiertos.
un libro de lectura escolar. -Seguro que el yuyero va a cambiar de plaza -dijo
-Viniste antes -murmuró Ángela. Y ofreció unas revis- Graciela.
tas que no había. - En una de esas se vuelve a Bolivia - Mijaíl ya no podía
-Hoy no tenés curso de diseño -dijo Renzo. retroceder-o ¿Quién te dice? Por ahí sale ganando.
-No. El sueño no iba a darles amparo. Había que encontrar
- Entonces te llevo a tu casa. un modo de pasar el insomnio.
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Lilíana Bodoc Presagio de carnaval

-¿Así que la dueña del negocio no dura mucho? Los ángeles arcabuceros estaban escritos en una esqui-
-Un par de meses. na próxima. Y aunque agachó la cabeza, lo detuvieron.
- ¿y quién se va a hacer cargo? Después, el nombre de su perro movió la rueda de la
Graciela se demoró en responder. Sentada en la cama, tragedia.
se acomodó la almohada detrás de la espalda. Renzo tuvo motivos de casta para pagar el precio de
-Te cuento lo que estuve pensando, pero todavía no una paliza. Los ángeles arcabuceros iban a hacerla en el
-. hay que decírselo a nadie. baldío que les correspondía. Les costó enojarse porque el
Mijaíl también se incorporó y encendió un cigarrillo. yuyero les iba a favor: ni el país ni la madre ni los yuyos.
La eficiente empleada de Lyon pensaba que no era Suerte que estaban allí el destino y un perro para hacer
imposible su~ir, después de que la difunta se hubiese cada uno su parte. El destino saltó de la tapia y el perro
enfriado, la poSíl3Ilidad de seguir con el negocio man- ladró más allá de lo tolerable.
teniendo el nombre, las instalaciones. Y acordar con la Una rama esperaba. Calque la alzó en defensa del
familia el asunto de los porcentajes. único ser que lo había amado en aquella ciudad.
Amanecía cuando se soñaron amos y señores de una Entonces sí, los ángeles arcabuceros encontraron sufi-
cadena de tiendas. Lyon. Ropa de mujer. ciente motivo para el odio. Un boliviano los amenazaba
blandiendo un pedazo de árbol.
La madre de Ángela murió sin saber que unos sana- Ángeles arcabuceros pateando a un yuyero de Bolivia,
dores tarabuqueños habrían logrado convencer a su mal en el vientre, en la cabeza, en la hombría. Ángeles arca-
para que se apartara. buceros pateando, sin piedad a un yuyero, ya roto.
Sabina Calque se calzó sus sandalias de hule sin saber
que llegaría a una ciudad donde habían asesinado a Los arcabuceros se habían ido. Pero el destino seguía
muchos hombres que andaban en zancos. en el baldío, mirando un estropicio de carne.
El hombre de zancos dejó unos libros como herencia Calque encontró fuerzas para levantarse. Alzó a su
sin saber que servirían para engordar a un traidor. perro, salió a la calle vacía. Caminó tambaleante en
Así se comportan la vida y la muerte. dirección a las luces de la plaza. Pero esa calle, como
cualquier otra, desembocaba en la muerte.
Ya estaba en la plaza el último atardecer de Sabina Y era la muerte, aquella noche, lo más parecido a
Calque. Y el yuyero regresaba a la pensión. Recordó a Tarabuco que Sabina Calque tenía a mano.
Ángela bailando en el carnaval de San Pedro. ¿Habría
inhalado el olor de la vida tan fuerte como necesitaba?
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I Esta edición se terminó de imprimir en julio de 2013 Ronda de perdedores
en los talleres de Primera Clase Impresores, California 1231, Jorge Saldaña
lJ
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina.

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