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LA BONITA LEYENDA DE LA LAGUNA DE HUACACHINA

La Laguna de Huacachina se encuentra a 5 km de la ciudad de Ica, justo en


una pequeña población llamada Huacachina.

Además de la belleza del lugar, las personas quedan enamoradas con este lugar
por la mágica Leyenda que tiene su historia.
En ella se cuenta que una doncella, de nombre Huacay China, se enamoró de un
joven guerrero, el más valiente de todos, con él se casó. Poco tiempo después
tuvo que salir a la guerra a luchar y en batalla murió. Huacay, desolada, se fue
llorando al lugar donde conoció a su gran amor. Allí lloró sin parar durante
varios días y con sus lágrimas logró formar una pequeña laguna.

Un día un joven guerrero pasó por allí y se quedó observando a Huacay China;
ella asustada se lanzó a la laguna. Permaneció allí durante horas hasta que el
guerrero se marchó. Al salir, Huacay se dio cuenta de que ya no tenía piernas,
se había convertido en una sirena. Desde entonces, los moradores de
Huacachina cuentan que cada luna nueva, la doncella sale del agua para llorar a
su amado.
A pesar de esta leyenda sostenida por los habitantes de la zona, la historia de
la Laguna de Huacachina es un poco más larga. La historia sucede durante las
primeras décadas del siglo XX, cuando se creía que sus aguas tenían
propiedades curativas.
Fue el balneario preferido de las clases altas Limeñas, entre ellos el presidente
Augusto Leguía y Salcedo y el pintor, poeta –y boxeador- Sérvulo Gutiérrez.
Llegó a su apogeo durante las décadas de los 40 y 50, después de las cuales
cayó en el olvido hasta que, gracias al impulso turístico del Perú, resurgió para
turismo internacional en la década de los años 90, convirtiéndose poco a poco
en parada obligatoria cuando se está cerca de Nazca.
LAS BRUJAS DE CACHICHE

Cuenta la leyenda, que Las Brujas de Cachiche en Inca (Perú), son originarias


del pueblo Cachiche, y que desde épocas antiguas, este fue un lugar sinónimo
de brujería para los Peruanos.

Cachiche parecía un pueblo de brujas, ya que albergaba muchas mujeres que


segun los Iqueños, poseian poderes sobrenaturales y que eran utilizados para
sacar los males del cuerpo, y preparar brebajes que garantizaban el amor de la
pareja, y demás cosas.

Una de las brujas más famosas Cachiche es Julia Hernández Pecho, Viuda de


Díaz. Según cuentan, ella murió a los 106 años de edad luego de una aventurada
vida llena de brujerías y hechizos buenos (aquellos que curan o los que
reconcilian corazones). Esta bruja no hacía daños, y según los que la
conocían, no practicaba el mal.

Aquellos que regresan a Cachiche, y contemplan fijamente a los ojos de la


estatua, las historiadoras cuentan con espanto y horror la apocalíptica y
certera profecía de la palmera de las siete cabezas, y según cuenta la leyenda,
la bruja predijo que Ica se hundirá cuando rejuvenezca la séptima cabeza
de la palmera que se encuentra en la laguna seca. Esta profecía se hizo
realidad, ya que Ica quedó bajo las aguas en enero de 1998. El río se desbordo
y miles de personas resultaron damnificadas. La gente asegura que ese año no
se cortó ni se quemó la séptima cabeza de la palmera, desde esa fecha no han
dejado de hacerlo.
La leyenda del cerro de Saraja

En la ciudad de Ica habitaba un matrimonio con una hija a la


que adoptaron para que les sirviera. Puesto que el maizal no
cubría las necesidades, el padre se dedicó a labores de arriero
y encomendó a la niña a ocuparse de buscar leña y frutos.

Un día, mientras buscaba leña, la niña encontró una laguna


de aguas transparentes en el cerro de arena. Al acercarse
apareció una hermosa mujer a la que le contó sus penas.

Esta le aconsejó cumplir con sus tareas y portarse bien. Una


vez cumplido, las mazorcas que le entregó se convertirían en
oro.

Los padres adoptivos se quedaron con el oro y le pidieron más


a la niña. Esta fue a contárselo a la hermosa mujer de la
laguna y la mujer le pidió que fuesen a media noche para
recoger más tesoros.

Cuando los ambiciosos llegaron al cerro de arena, estos


fueron tragados como castigo y la niña quedó libre.
LA VIRGEN DEL ROSARIO DE
YAUCA
Acomienzos del siglo XVIII, en la
inmensa y desolada pampa de Yauca,
que se extiende al sureste de la ciudad
de Ica, fue encontrada escondida entre
matorrales por los lugareños una
pequeña escultura de Nuestra Señora
del Rosario, con el Niño Jesús y un
rosario nacarado en sus manos. Se
presume que la imagen, de
aproximadamente 60 cms. de altura,
fue abandonada por arrieros que al
bajar de la serranía ayacuchana se perdieron en medio del desierto iqueño.
Según los testigos presenciales, que suscribieron un acta con los hechos que hemos
narrado, el acontecimiento ocurrió el 3 de octubre de 1701. Gracias al documento sus
nombres no quedaron en el olvido; fueron ellos Nicolás Ortega, Diego Gutiérrez y
Francisco Córdova.
Pensaron entonces en trasladarla a Ica, pero al intentar levantarla no lo consiguieron.
Interpretaron el hecho como un deseo de la Madre de Dios de permanecer en aquellos
descampados. Con la ayuda de Calixto Muñoz le edificaron una sencilla capilla en las
inmediaciones; y fue sólo después de una plegaria suya que la imagen se dejó conducir
suavemente a su nueva morada, ante el asombro de toda la concurrencia. La noticia corrió
por valles y montañas, y desde entonces la Virgen de Yauca es venerada por sus hijos
iqueños, que la hicieron su Patrona, y especialmente en el mes de octubre le tributan filial y
cálida devoción.
Una advocación mariana tres veces secular
A lo largo de tres siglos la Reina y Señora de Ica ha obrado maravillosas curaciones,
tanto en el cuerpo como sobre todo en el alma de aquellos que con fe viva a Ella acuden.
Gran propagador de su devoción fue el Siervo de Dios Fray José Ramón Rojas de Jesús
María (1775-1839), más conocido como el Padre Guatemala, quien desde 1835 hasta su
muerte fue asiduo peregrino a Yauca, cubriendo la distancia a pie dos o tres veces por
semana.
El imponente Santuario que hoy cobija a Nuestra Señora de Yauca se debe al
esfuerzo y piedad de Mons. Francisco Rubén Berroa y Bernedo, primer obispo de Ica, y al
entusiasmo y la generosidad de miles de devotos que contribuyeron con las limosnas
necesarias para su edificación. Iniciados los trabajos en diciembre de 1947, se terminó de
construir en febrero de 1951. En su interior se guarda también una réplica de la imagen
conocida como la peoncita, pues es la encargada de recoger las ofrendas de los fieles.
La Virgen del Rosario de Yauca fue coronada
canónicamente en agosto de 1988 durante el Primer
Congreso Eucarístico Mariano, recibiendo la Corona de
Oro de manos del Cardenal Legado, Mons. Juan
Landázuri Ricketts.
Una semana antes de su fiesta, que se celebra el primer domingo de octubre, tiene
lugar el tradicional barrido. Esta costumbre, que viene de antaño, surgió de la necesidad de
mantener limpio el templo y sus alrededores para las celebraciones, y es realizado por
voluntarios que retribuyen de esa manera a la Virgen del Rosario los favores recibidos. A
modo penitencial, aún hoy en día, muchos peregrinos recorren a pie, generalmente en
grupos, los 30 Km. que separan a la ciudad de Ica del Santuario. Los más piadosos
recitando los misterios del Santo Rosario, así como diversas letanías y entonando cánticos
marianos.
Orfandad espiritual
Sin embargo, la inmensa orfandad espiritual en que viven muchos católicos ha sido
causa también de lamentables desvíos en la devoción: no faltan los que se embriagan y
quienes pretenden transformar esta manifestación de fe en una ocasión más para hacer
negocios. Una verdadera muchedumbre llega todos los años a Yauca sin saber explicitar
bien los motivos que la inspiran, y el clero desperdicia una ocasión extraordinaria para
hacer volver al redil a tanta oveja descarriada o desorientada.
No obstante, causa admiración que a pesar de la desidia del tiempo, la ingratitud de
las autoridades, la persecución de las sectas, el relajamiento de las costumbres y la
devastación del progresismo, esta devoción no haya sido sepultada por la arena del olvido.
Todo lo contrario: cada año cobra mayor importancia. Es sin lugar a dudas la Santísima
Virgen que, desde su trono de Yauca, derrama sus espléndidas gracias y prepara a sus hijos
para el advenimiento de los acontecimientos previstos por Ella en Fátima. 

Historia del Señor de Luren


Los frailes franciscanos de Lima fueron los interesados en mandar
confeccionar muchas imágenes en España, en el año 1560, en plena época
colonial. Según la tradición popular, las imágenes solicitadas fueron
rápidamente embarcadas con dirección al Perú; en plena travesía, por causas
desconocidas se presentó una tormenta en alta mar, frente a nuestras costas,
poniendo en inminente peligro la embarcación y a su tripulación.

Ante este grave percance, el capitán mandó arrojar todos los bultos pesados al
mar a fin de mantener a flote la nave.

La inesperada tempestad, acompañada de truenos y relámpagos que se había


presentado, se calmó lentamente como por designio de Dios, volviendo el sol a
irradiar sus benefactores rayos.

Finalizada la temida borrasca, emerge de las agitadas aguas cantidad de fardos


que son recogidos por los pescadores artesanales y llevados al puerto del
callao. En esos bultos se encontraban las imágenes perdidas por los religiosos
capitalismos.

En 1570, el Padre Francisco de Madrigal, enterado de la llegada de las


imágenes, viajó a la actual capital de la República con el fin de conseguir una y
trasladarla a Ica. A pesar del alto costo que le pidieron compró una de ellas y
retornó pero, antes, mandó embarcar la escogida imagen del Callao, con destino
al puerto de Pisco.

En este lugar contrató a un arriero para que trasladase la imagen a lomo de


mula a la ciudad iqueña. Sucede que en el trayecto, el hombre desapareció y la
mula sin guía, se extravía en el desértico lugar, siendo encontrada después por
unos cazadores cerca de la Villa Valverde.

Grande fue la sorpresa para estos hombres al acercarse al animal, constataron


que el fardo atado a su lomo, contenía la milagrosa imagen del Señor de Luren;
de inmediato comunicaron a las autoridades religiosas acerca de este
extraordinario hallazgo.

La sagrada imagen fue llevada con dirección al convento franciscano pero, el


animal que transportaba, después de recorrer unos metros no quiso avanzar
más. En la actualidad, el hermoso templo de Luren, fue edificado en el mismo
lugar donde la acémila no obedeció trasladar la santa imagen, es decir a Luren
Ica.

El 3 de Junio de 1918, el templo se incendió, destruyendo la mayor parte al


Cristo Moreno, siendo reconstruido en el taller del Señor Jesús Silva, quien
con el aporte de los artistas Francisco Caso y Alberto Cierralta Herrera,
restauraron el cuerpo casi carbonizado del Señor Crucificado.

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