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Ensayo:

Diversidad Sexual y Derechos Humanos.


Por: Angélica Itzel Uc Quen

Diversidad Sexual y Derechos Humanos........................................................................ 1


Glosario de términos...................................................................................................... 2
Introducción....................................................................................................................... 7
1. Perspectiva de género y diversidad sexual................................................................7
1.2 Diversidad sexual..................................................................................................... 9
2. Estigma y discriminación..........................................................................................13
3. Homofobia................................................................................................................ 15
4. Transfobia.................................................................................................................18
4. 1 Derechos de las personas Trans...........................................................................19
5. Migración y la población LGBTTTI........................................................................... 21
6. Matrimonio igualitario............................................................................................... 23
Conclusión....................................................................................................................26
Reflexión:..................................................................................................................... 27
Referencias:................................................................................................................. 28
Glosario de términos.

Género:

Son las ideas y comportamientos que definen a las mujeres y a los hombres, lo

que se espera socialmente de cada quien según la época y el lugar donde se vive. Es

común que las sociedades impongan de manera arbitraría, desigual e inequitativa las

responsabilidades asignadas al hombre y a la mujer, las actividades que realizan, el

acceso y el control de los recursos y hasta las posibilidades de tomar decisiones respecto

de su persona en los diferentes escenarios políticos y sociales: comunidad, familia,

trabajo, escuela.

Hablar de sexo, en lugar de género, implica enfocar desde la biología diferencias

sexuales. El género implica ir más allá del dato diferencial entre sexos, supone

comprender y explicar socioculturalmente las desigualdades sociales creadas a partir de

las diferencias sexuales.

Sexo:

Se refiere a los cuerpos sexuados de las personas; esto es, a las características

biológicas (genéticas, hormonales, anatómicas y fisiológicas) a partir de las cuales las

personas son clasificadas como mujeres u hombres al nacer. En México, el sexo se

asigna a la persona recién nacida tomando en cuenta únicamente los órganos sexuales

externos, incluyéndolo como un dato en el acta de nacimiento. La legislación civil

mexicana acepta dos posibilidades, es decir, una persona puede ser clasificada con un

sexo masculino o femenino. La decisión se toma en la mayoría de los casos, entre los

médicos que atienden el parto y los padres y las madres, mismos que comunican la

decisión al Registro Civil . Para describir dicho fenómeno la Corte Interamericana de

Derechos Humanos ha desarrollado el término de “Sexo asignado al nacer” y lo explica

como una construcción social. Esta propuesta va más allá del concepto de sexo como
masculino o femenino y como un fenómeno biológico. Bajo esta teoría la asignación del

sexo no es un hecho biológico innato, más bien, a las personas se les asigna socialmente

un sexo al nacer con base en la percepción que otras personas tienen sobre sus

genitales. En este sentido, la categorización de un hombre o una mujer es un acto social,

cultural e institucional. La mayoría de las personas son fácilmente clasificadas pero

algunas otras no se identifican con estas definiciones poco flexibles de lo que significa

mujer u hombre.

Identidad de género:

Los principios del Yogyakarta, la definen como la vivencia interna e individual del

género tal como cada persona la siente profundamente, la cual puede corresponder o no

con el sexo asignado al momento del nacimiento, incluyendo la vivencia personal del

cuerpo, que podría o no involucrar la modificación de la apariencia o la función corporal a

través de tratamientos médicos, quirúrgicos, hormonales o de otra índole, siempre que la

misma sea libremente escogida. También incluye otras expresiones del género, como la

vestimenta, el modo de hablar y los modales .

Cisgénero.- Palabra que define a las personas cuya identidad de género y sexo

asignado al nacer coinciden.

Mujeres Trans.- Se refiere a personas cuyo sexo asignado al nacer fue

considerado social y biológicamente como hombre o masculino mientras que su identidad

de género es de Mujer o femenina.

Hombres Trans.- Se refiere a aquellas personas cuyo sexo asignado al nacer es

considerado social y biológicamente como mujer o femenino mientras que su identidad de

género es de hombre o masculina.


Persona Trans.- Este término también puede ser utilizado por alguien que se

auto-identifica fuera del binario mujer/hombre. Adicionalmente, algunas mujeres Trans se

auto-identifican como mujeres, y algunos hombres Trans se auto-identifican como

hombres.

Expresión de género

Es la manifestación externa del género de una persona, la noción de aquello que

constituyen las normas masculinas o femeninas consideradas correctas, han sido fuente

de abusos contra los derechos humanos de las personas Trans que no encajan o no se

ajustan a estos modelos estereotípicos de lo masculino o lo femenino. Las posturas, las

formas de vestir, los gestos, las pautas de lenguaje, el comportamiento y las

interacciones sociales, ... y la ausencia de una pareja del sexo opuesto, son todos rasgos

que pueden alterar las expectativas de género. Se puede afirmar que la expresión de

género es visible y puede ser una fuente de identificación especialmente cuando a través

de características como la vestimenta, los manierismos y las modificaciones corporales,

va contra las expectativas tradicionales de expresión de género.

Transgénero o Trans.- Se refiere al término paraguas utilizado para describir las

diferentes variantes de la identidad de género (incluyendo transexuales, travestis, entre

otras), cuyo denominador común es que el sexo asignado al nacer no concuerda con la

identidad de género de la persona. Las personas Trans construyen su identidad de

género independientemente de intervenciones quirúrgicas o tratamientos médicos. Sin


embargo estás pueden ser necesarias para la construcción de la identidad de género de

algunas personas Trans.

Transexual.- Se refiere a las personas que se sienten y se conciben a sí mismas

como pertenecientes a un género diferente al que social y culturalmente se asigna a su

sexo biológico y que optan por una intervención médica–hormonal, quirúrgica o ambas–

para adecuar su apariencia física–biológica a su realidad psíquica, espiritual y social.

Travesti.- Se refiere a las personas que gustan de presentar un aspecto, mediante

la utilización de prendas de vestir y actitudes, considerados socialmente como propios de

un género diferente al suyo. Ello puede incluir la modificación o no de su cuerpo o sus

características sexuales, de forma permanente. EI travestismo no implica ser homosexual

ni viceversa.

Orientación o preferencia sexual

Capacidad de cada persona de sentir una profunda atracción emocional, afectiva

y sexual por personas de un género diferente al suyo, o de su mismo género, o de más

de un género, así ́ como a la capacidad de mantener relaciones íntimas y sexuales con

estas personas.

Heterosexualidad.- Es la capacidad de una persona de sentir una profunda

atracción emocional, afectiva y sexual por personas de un género diferente al suyo y a la

capacidad de mantener relaciones íntimas, erótico afectivas y sexuales con estas

personas.

Homosexualidad.- Es la capacidad de una persona de sentir una profunda

atracción emocional, afectiva y sexual por personas de su mismo género y a la capacidad

mantener relaciones íntimas y sexuales con estas personas. El Comité para la


Eliminación de todas las formas de discriminación contra la Mujer (CEDAW) observa una

tendencia a reivindicar el uso y referencia a los términos lesbiana (para hacer referencia a

la homosexualidad femenina) y gay (para hacer referencia a la homosexualidad

masculina o femenina).

Bisexualidad.- Es la capacidad de una persona de sentir una profunda atracción

emocional, afectiva y sexual por personas de un género diferente al suyo y de su mismo

género, así como a la capacidad de mantener relaciones íntimas y sexuales con ellas.

Esto no implica que sea con la misma intensidad ni al mismo tiempo.

Pansexualidad.- Es la profunda atracción sentimental, estética, romántica o sexual

independientemente del género o sexo de otras personas. A diferencia de la

bisexualidad, las personas pansexuales sienten esta atracción hacia alguien más sin

depender de su sexo o género.

Asexualidad.- Se puede entender como la falta de interés o deseo sexual, algunos

sugieren que las personas asexuales son individuos que no experimentan “atracción

sexual”.
Introducción

Cuando una persona nace, ya viene con una serie de etiquetas culturales que

deberá cumplir, las cuales estarán basadas en la apariencia física de sus genitales (sexo

asignado al nacer); si la apariencia remite a una vagina, se dirá que es niña, o si lo que

se observa es un pene, entonces se dirá que es un varón; en este momento comenzará a

construirse un comportamiento que se deberá cumplir. Este comportamiento será ya sea

como “mujer” o como “hombre”; a ello se le denomina género y el comportamiento

diferenciado entre cada género se llama rol de género. Así, las personas aprenden a

identificarse con uno de los dos géneros que se muestran como únicas posibilidades

(masculino o femenino) y los internaliza reproduciéndolos. La perspectiva de género es

un método analítico basado en el reconocimiento de las diferencias e inequidades entre

mujeres y hombres y la forma en que ha sido construido socialmente.

1. Perspectiva de género y diversidad sexual

Con respecto a la perspectiva de género y la diversidad sexual, del 26 al 29 de

octubre se llevó a cabo en Lima, Perú, la VII Asamblea de la Campaña Latinoamericana

por el Derecho a la Educación, donde se reunieron coaliciones nacionales de educación,

redes regionales y organizaciones internacionales de América Latina y el Caribe. En

dicha reunión se expresó que la orientación sexual y la identidad de género incorporan

“aspectos esenciales de la vida de una persona” y reconocieron que esta identidad se

encuentra protegida por los derechos humanos. Para esta asamblea, “ambas categorías

continúan presentándose como un reiterado motivo de actos de discriminación, violencia

y opresión, incluso a través de la sujeción normativa.


El fundamento de estas prácticas se asocia a la persistencia de construcciones

culturales e ideológicas basadas en el heterosexismo y la heteronormatividad” (Entenza,

2004, p. 74). Se entiende por heteronormatividad la introyección de un modelo de

educación “natural” resultante de la diferencia biológica, las formas de reproducción y la

asignación de roles de género, invisibilizando la homosexualidad. Para el Fondo de las

Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), “la perspectiva o visión de género es una

categoría analítica que toma los estudios que surgen desde las diferentes vertientes

académicas de los feminismos para, desde esa plataforma teórica, cuestionar los

estereotipos y elaborar nuevos contenidos que permitan incidir en el imaginario colectivo

de una sociedad al servicio de la igualdad y la equidad” (Hendel, 2017, p. 33), por ello es

importante incluir dicha perspectiva cuando haya descripciones con respecto a mujeres,

varones, colectivos LGBTTTI (lesbianas, gay, bisexuales, transgénero, transexuales,

travestis e intersexuales).

Asimismo, la Unicef considera que el sexismo y el patriarcado son dos términos

que debemos comprender si queremos entender “para qué sirve y qué es la perspectiva

de género”, por lo que los define de la siguiente manera:

Patriarcado: Forma de organización social específica basada en la dominación de

unos varones con ejercicio de poder sobre mujeres, niñas, niños y adolescentes. También

sobre otros varones menos jerarquizados de la misma comunidad.

Sexismo: Forma de jerarquizar las diferencias entre el varón y la mujer,

otorgándole superioridad a “lo masculino” desde una perspectiva discriminatoria que lleva

consigo prejuicios y produce prácticas vejatorias y ultrajantes para aquello que no entra

en la categoría varón, fundamentada en una serie de mitos que hablan de la superioridad

masculina. Esta idea de superioridad, naturaliza privilegios que dan poder de acción y

decisión a los varones y se sostiene convenciendo al género femenino de que su


subordinación y obediencia son condiciones predeterminadas por la naturaleza. (Hedel,

2017, p. 33).

Así, “la perspectiva de género es una opción política para develar la posición de

desigualdad y subordinación de las mujeres en relación con los varones. Pero también

permite ver y denunciar los modos de construir y pensar las identidades sexuales desde

una concepción de heterosexualidad normativa y obligatoria que excluye” (Hedel, 2017,

p. 14).

1.2 Diversidad sexual

El término diversidad sexual se ha impuesto como una manera de referirse a las

poblaciones que no se ajustan a las normas dominantes heterosexuales y de identidad de

género, como la población lésbica, gay (homosexual), bisexual, transgénero, transexual y

travesti; sin embargo, en sentido estricto: “La diversidad sexual hace referencia a todas

las posibilidades que tienen las personas de asumir, expresar y vivir la sexualidad, así

como de asumir expresiones, preferencias u orientaciones, identidades sexuales y de

género distintas en cada cultura. Es el reconocimiento de que todos los cuerpos, todas

las sensaciones y todos los deseos tienen derecho a existir y manifestarse sin más

límites que el respeto a los derechos de las otras personas” (Conapred, 2015). Es decir,

dentro del término diversidad sexual cabe toda la humanidad, pues nadie ejerce su

sexualidad de la misma manera que las y los demás.

Sobre la diversidad sexual, el antropólogo Guillermo Núñez Noriega (2011) afirma

que continuamente ha escuchado a personas, incluso activistas LGBTTTI que trabajan

estos temas, frases como las siguientes: “La gente de la diversidad sexual”, “Los grupos

de la diversidad sexual”, “Es una persona de la diversidad sexual”, “Las sexualidades

diversas” o, más problemático aún, “Es sexodiverso”. Ante esto, Núñez se pregunta qué
se quiere decir cuando se utilizan estas expresiones y observa que tres son los usos más

comunes (y cuestionables) del término diversidad sexual:

1. Como eufemismo o forma “decente” para referirse públicamente a las personas

o grupos estigmatizados con palabras consideradas vulgares.

2. Como término “sombrilla” para agrupar a esos individuos o grupos

estigmatizados por sus prácticas sexuales o por su identidad sexo-genérica.

3. Como forma para referirse a la otredad de la trilogía de prestigio

“macho-masculino-heterosexual”.

Núñez abunda que, con respecto al término diversidad sexual, éste es un

eufemismo, como una expresión menos altisonante para decir gay, lesbiana, bisexual,

transgénero o, de plano, puto, joto, marimacha, bicicleta, vestida o loca. Como estos

términos son considerados vulgares y, por lo tanto, no adecuados para un discurso

público-político, entonces se recurre a la menos altisonante locución diversidad sexual.

Para este antropólogo, el uso de este término es un “término sombrilla para una

diversidad de identidades sociales, históricas y políticas, portadoras de sus propias

limitaciones y posibilidades liberadoras, no completamente exploradas en sí mismas”

(2011, p. 45).

Y más allá de eso, el mismo autor refiere que el problema de utilizar dicho término

es que “engloba en una misma percepción ideológica y política, homogeneizándolos” (p.

46), es decir, como si todas esas personas fueran idénticas al no tomar en cuenta

“intereses, experiencias de vida, necesidades y posiciones sociales, simbólicas y políticas

diversas”.
Además, “Ciertamente, hay elementos comunes que pueden servir para agrupar a

individuos o prácticas sexuales bajo este término; el más importante de ellos es su

posición heterodoxa en el campo sexual, esto es, su disidencia frente a las ideologías

sexuales y de género dominantes, algo que corresponde más apropiadamente al

concepto de disidencia sexual y de género” (Núñez, 2011, p. 46).

También es importante señalar que la diversidad de la sexualidad no siempre ha

sido reconocida como legítima, particularmente, las leyes que nos rigen en México no

hacían mención de ella, hasta que, en 1999, se incorporó al Código Penal y Civil del D. F.

y, posteriormente, en 2011, la preferencia sexual fue incorporada a la Carta Magna, en su

artículo 1.°, párrafo 5:

Queda prohibida toda discriminación motivada por origen étnico o nacional, el

género, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la

religión, las opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil, o cualquier otra que

atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y

libertades de las personas.

La preferencia sexual no es la única característica que define la sexualidad de las

personas. Hay algunas cuya identidad de género puede diferir de su sexo biológico.

Estas personas, que se han denominado trans (por transgéneros, transexuales o

travestis), están entre las más discriminadas por la sociedad en su conjunto y por

distintos cuerpos de seguridad, como las corporaciones policiacas o los reglamentos

acerca de “las buenas costumbres” y los “bandos de policía y buen gobierno” que rigen

en ciertos municipios de la nación.

Estos abusos han dado como reacción un fuerte movimiento por la reivindicación

de la diversidad sexual y del derecho a ejercerla, a pesar de los prejuicios y los grupos

sociales que intentan limitar las expresiones de la sexualidad que difieren de lo que ellos
consideran “lo correcto”, es decir, la heterosexualidad como norma y el binarismo de

género (hombre-mujer, sin posibilidades de cambio o situaciones intermedias).

La palabra homosexualidad se acuñó hasta el siglo XIX, cuando el médico

austro-húngaro Karl Maria Kertbeny, defensor de los derechos humanos de las personas

perseguidas por tener prácticas sexuales con personas de su mismo género, publicó un

panfleto donde incluía ese término para referirse a dichas personas, mismo que fue

retomado por el psiquiatra Richard von Krafft-Ebing, quien popularizó esta terminología

en su obra Psychopathia sexualis, de 1886, difundiendo los términos homosexual y

heterosexual, y además acuñó el término perversión para referirse a estos

comportamientos.

En algunos países, la homosexualidad siguió considerándose como una

perversión o un crimen, hasta que en 1973 los miembros de Asociación Americana de

Psicología (APA) votaron de manera unánime para retirar la homosexualidad (entre

varones y entre mujeres) considerada como un trastorno en el Manual Diagnóstico y

Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM III). Asimismo, la Organización Mundial de

la Salud (OMS) eliminó a la homosexualidad de la Clasificación Internacional de

Enfermedades (CIE) el 17 de mayo de 1990.

Entre los sectores más avanzados de la sociedad mexicana ya nadie se atreve a

reconocerse como homófobo, aunque sigue existiendo una homofobia soterrada “que no

se atreve a decir su nombre”, y que consiste en no mencionar a la homosexualidad o la

lesbianidad. Invisibilizar a las personas con una sexualidad diferente es una manera,

aunque pretende ser sutil, de anularlas política y socialmente, pero que sigue teniendo

efectos negativos sobre las personas que desean asumirse como parte de estas

poblaciones.
2. Estigma y discriminación

La discriminación es un fenómeno social que vulnera la dignidad, los derechos

humanos y las libertades fundamentales de las personas. Ésta se genera en los usos y

las prácticas sociales entre las personas y con las autoridades, en ocasiones de manera

no consciente (CNDH, 2012). Aquí en nuestro país, el color de piel, el grupo de sangre o

el grupo social al que se pertenece son causa de desigualdad y discriminación por quien

se define o se cree superior y, por lo tanto, con más “legítimos” derechos que quienes no

pertenecen a su clase.

“Se discrimina cuando, con base en alguna distinción injustificada y arbitraria

relacionada con las características de una persona o su pertenencia a algún grupo

específico (como alguno de los criterios prohibidos), se realizan actos o conductas que

niegan a las personas la igualdad de trato, produciéndoles un daño que puede traducirse

en la anulación o restricción del goce de sus derechos humanos” (CNDH, 2012, p. 6).

La discriminación tiene su origen en los estigmas, los cuales se construyen

socialmente a partir de una condición, atributo, rasgo o comportamiento que hace que

quien lo porta se incluya en un grupo social hacia quienes se genera una respuesta

negativa y se les ve como culturalmente inaceptable o inferior. El concepto fue acuñado

en 1963 por el sociólogo estadounidense Erving Goffman, en su libro Estigma, la

identidad deteriorada, donde precisa la noción sociológica del término como membresía a

un grupo social menospreciado (grupo étnico, religión, nación, etc.), distinguiéndola de

las nociones anatómica (abominación del cuerpo) y psicológica (defectos del carácter del

individuo). El estigma es un proceso más social que individual, el cual se legitima a partir

de clasificaciones binarias tales como bueno/malo, moral/inmoral, etc. El estigma se basa

en categorías como la edad, la clase social, el color de la piel, el grupo étnico al que se

pertenece, a las creencias religiosas e, incluso, en el sexo.


El estigma se describe como una característica que desprestigia

considerablemente a una persona ante los ojos de otras y, por lo mismo, tiene

importantes consecuencias sobre el modo en que se perciben a sí mismas (estigma

interno). Las características a las que se fija el estigma (por ejemplo, el color de la piel, la

forma de hablar, las conductas) pueden ser muy arbitrarias. El estigma, al final, es un

prejuicio que culminará en un acto discriminatorio.

El tipo de discriminación más visible en las personas LGBTTTI es la

discriminación por identidad o expresión de género, esto debido a la estigmatización y

creencias, lo cual permite hacer visibles inequidades entre mujeres y hombres en los

diversos ámbitos de la vida. Con respecto al sexo, recordemos que se entiende por sexo

“las diferencias que existen entre mujeres y hombres, dadas por su condición biológica y

fisiológica. Son congénitas, se nace con ellas y son universales” (Pedrosa, 2009, p. 7).

El sexo hace referencia a una categorización biológica, mientras que el género es

la asignación para las personas de representar un rol con características femeninas o

masculinas en razón de su diferencia biológica; estos roles son construidos por la

sociedad y son aprendidos y explican los diversos procesos culturales y sociales que

viven hombres y mujeres, lo que incluye restricciones, limitaciones, preferencias y

oportunidades.

Si alguna persona no cumple con este rol, es duramente castigada por la

sociedad, siendo acreedora de estigmas y, consecuentemente, discriminada. En este tipo

de discriminación, la inequidad es muy evidente, de tal forma que, por ejemplo, las

mujeres trans tienen menores oportunidades de acceder a la educación, al empleo, al

acceso a servicios médicos e, incluso, a una vivienda.


Es importante mencionar que también existe el estigma interno que consiste en

creer y representar fielmente las etiquetas negativas impuestas por la sociedad; la

persona introyecta en sí misma un juicio adverso por alguna característica personal

inherente, el cual está basado en prejuicios que incidirán en la autopercepción y que

podrían manifestarse con miedo, ansiedad, vergüenza de ser quien se es, sentimientos

de culpa, rechazo u odio.

Las personas LGBTTTI en muchos casos manifiestan este tipo de estigma

representado en homofobia internalizada, que trae como consecuencia el rechazo hacia

las personas de la misma comunidad por su identidad o expresión de género y la

consecuente discriminación y negación de derechos humanos.

Ante este panorama, es muy importante que las personas en general, pero sobre

todo a las personas LGBTTTI, se les reconozca su dignidad y sean tratadas con respeto

y equidad. En este sentido, en la Declaración del Milenio de las Naciones Unidas,

respaldada por 189 Estados miembros, entre ellos México, se reconoce que se deben

respetar y defender los principios de la dignidad humana, la igualdad y la equidad, el

respeto de la igualdad de derechos de todos y todas, sin distinciones por motivo de raza,

sexo, idioma o religión.

3. Homofobia

La discriminación relacionada con la orientación sexual ha recibido varias

denominaciones a través del tiempo. En la psicología y las ciencias sociales se empezó a

usar el término homofobia para dar cuenta de una variedad de fenómenos que tienen en

común su posición negativa respecto de la homosexualidad (ONUSIDA, 2006).


El término surgió para referirse a un tipo de violencia hacia la homosexualidad,

pero luego su sentido se fue extendiendo hasta designar a todo tipo de discriminación por

orientación sexual. “En realidad, etimológicamente el término homofobia es inexacto.

Fobos, ou en griego significa temor o rechazo irracional”. Como el caso de la agorafobia

(temor a los espacios abiertos), o aracnofobia (arañas). No es el caso de la homofobia

que es un prejuicio: una formulación racional, sin bases. Así, homofobia es el prejuicio

que atribuye características negativas a las personas por el sólo hecho de ser o parecer

homosexuales; esta definición fue propuesta por Ricardo Hernández Forcada, director del

Programa Especial de VIH/Sida y Derechos Humanos de la CNDH.

La homofobia trae como consecuencia la hostilidad general, psicológica y social,

respecto de aquellos y aquellas de quienes se supone que desean a individuos de su

propio sexo o tienen prácticas sexuales con ellos y ellas (Borillo, 2001).

El término homofobia puede asimilar situaciones que son diversas, de ahí que

desde los movimientos sociales se promueva el uso de homofobia, gayfobia, esbofobia y

transfobia para hacer visibles los procesos de discriminación y exclusión de los que son

víctimas las personas no heterosexuales, gays, lesbianas y trans, respectivamente

(Pecheny y Jones, 2006).

En México, el Informe Especial de la Comisión Nacional de los Derechos

Humanos (CNDH) sobre Violaciones a los Derechos Humanos y Delitos Cometidos por

Homofobia fue publicado en 2010, y exige el reconocimiento expreso del problema que

constituye la homofobia, pues una sociedad basada en los derechos humanos debe

combatir toda forma de prejuicio, estigma y discriminación.


Estigmatizar a un grupo por su orientación sexual y por llevar a cabo prácticas que

no son ilegales ni ilícitas en ninguna parte del país no sólo atenta contra la dignidad

humana, sino que llega a provocar actos de discriminación que aíslan a las personas,

impidiendo u obstaculizando el desarrollo normal de su personalidad. En casos extremos,

provoca que estas personas sean víctimas de delitos y crímenes, incluso por parte de las

mismas autoridades que deberían defenderlas, frecuentemente con impunidad.

El tema de la violación a los derechos humanos y los delitos cometidos en agravio

de la población LGBTTTI es una preocupación para la CNDH, pues el número de

señalamientos expresados por diversos grupos y organizaciones de la sociedad civil

indica que México ocupa el segundo lugar de América Latina en crímenes por homofobia

durante el periodo 1995-2006, y llega a la cifra de 2 420 homicidios cometidos en dicho

periodo, de acuerdo con el Reporte anual de crímenes de odio por homofobia, publicado

por la organización Letra S en 2006; 213 solamente de 1995 a 2000, según el Informe de

crímenes elaborado por la Comisión Ciudadana contra los Crímenes de Odio por

Homofobia en el año 2000, y 628 en el periodo 1995-2008, conforme a los datos del

Informe de crímenes de odio por homofobia, “México 1995-2008, resultados

preliminares”, dado a conocer en mayo de 2010, situación que debe alertarnos si se

considera que durante el periodo comprendido entre 1998 a 2008, el número de

homicidios investigados en este rubro, solamente en 17 de las 32 procuradurías

generales de justicia de todo el país, fue de 162 delitos cometidos.

En virtud de lo anterior, la CNDH consideró necesario pronunciarse respecto a los

agravios que está enfrentando la población LGBTTTI en el país, a fin de que sus

derechos no sean vulnerados por las diversas autoridades de los tres ámbitos de

Gobierno, pero también que éstas impulsen su protección y respeto hacia la sociedad,

con la finalidad de preservar su seguridad jurídica y personal, y se establezcan las bases

claras a efecto de que cesen las prácticas discriminatorias en contra de dicha población.
4. Transfobia

En nuestro país, así como en la mayoría de los países del mundo, las personas

trans (transgénero, transexuales y travestis) padecen diariamente invisibilización; se les

trata como “hombres homosexuales” o, peyorativamente, se les llama “vestidas”. Con

respecto a la epidemia de VIH se les categoriza con el término “hombres que tienen sexo

con otros hombres (HSH)”. Las personas trans padecen violencia en sus diversas

modalidades: exclusión familiar, escolar y laboral, así como por parte del Estado.

La transfobia es el desprecio u odio hacia quienes tienen una identidad de género

y expresión de género trans. En este contexto, la Comisión Interamericana de Derechos

Humanos reconoce que los crímenes cometidos hacia estas personas se basan en la

percepción de la orientación sexual o la identidad de género de la víctima, en los cuales

suele haber un mayor ensañamiento.

La invisibilidad es más evidente en hombres trans y, contrariamente a lo que

ocurre con las mujeres trans, esta invisibilidad parecería protegerlos del tipo de violencia

social que por lo general afecta a otras personas que desafían las normas de género

(Comisión Interamericana de Derechos Humanos, 2015).

La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece en el párrafo

quinto de su artículo 1.°, la prohibición de ejecutar cualquier acción que atente contra la

dignidad humana o bien que anule o menoscabe los derechos y libertades de las

personas, las cuales tengan origen en prejuicios del género, sexo, las preferencias
sexuales, entre otras. Esto se hace operativo a través de su ley reglamentaria, es decir, la

Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación, las leyes antidiscriminatorias

disponibles en 30 entidades federativas, la Ley General de Acceso de las Mujeres a una

Vida Libre de Violencia y sus 32 leyes locales, así como la Ley de los Derechos de las

Personas Adultas Mayores y la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y

Adolescentes.

A pesar de que nuestro marco jurídico contempla que en los Estados Unidos

Mexicanos todas las personas gozarán de los derechos humanos reconocidos en la

Constitución y en los tratados internacionales de los que el Estado mexicano sea parte,

esta realidad jurídica no ha permeado las realidades sociales de las personas

transgénero, transexuales y travestis, debido a que aún existen particulares y personas

servidoras públicas que dentro de sus ámbitos de decisión e influencia, se empeñan en

perpetuar acciones que estigmatizan, minimizan, menoscaban y anulan la dignidad,

derechos y libertades de las personas trans.

4. 1 Derechos de las personas Trans

Las personas transgénero, transexuales y travestis, incluidas aquellas que se

encuentran privadas de su libertad, al igual que cualquier persona dentro del territorio

nacional, contamos en todo momento con la protección más amplia de las leyes y los

tratados internacionales en materia de derechos humanos.

1. Las personas transgénero, transexuales y travestis tenemos derecho a no sufrir

ningún tipo de discriminación.


2. Las personas transgénero, transexuales y travestis tenemos derecho a

dedicarnos a la profesión, industria, comercio o trabajo que mejor nos acomode.

3. Las personas transgénero, transexuales y travestis tenemos derecho a decidir

de forma libre, autónoma e informada sobre nuestro cuerpo, nuestra identidad y nuestra

sexualidad.

4. Las personas transgénero, transexuales y travestis tenemos derecho a vivir una

vida libre de violencia.

5. Las personas transgénero, transexuales y travestis que hayamos sido víctima

de violación sexual tenemos derecho a una valoración integral

6. Las personas transgénero, transexuales y travestis tenemos derecho a decidir

de manera libre, responsable e informada acerca del número y espaciamiento de hijos o

hijas.

7. Las personas transgénero, transexuales y travestis tenemos derecho a formar

una familia.

8. Las personas transgénero, transexuales y travestis tenemos derecho a recibir

servicios de salud, libres de estigma y discriminación. Éstos se deben ajustar a nuestras

necesidades.

9. Las personas transgénero, transexuales y travestis tenemos derecho a

reunirnos y a manifestar nuestras ideas de manera pública.


10. Las personas transgénero, transexuales y travestis tenemos derecho a recibir

la educación que imparta el Estado, dicha educación será laica y gratuita.

11. Las personas transgénero, transexuales y travestis tenemos derecho a

acceder a los programas de asistencia social.

12. Las personas transgénero, transexuales y travestis privadas de libertad

tenemos derecho a recibir un trato libre de discriminación y violencia dentro de los

centros de reclusión del territorio nacional.

5. Migración y la población LGBTTTI.

El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) define a la migración

como un movimiento de personas a través de una frontera específica —de una unidad

político-administrativa a otra o de un país a otro— con la intención de adoptar una nueva

residencia.

Para la UNFPA, los movimientos migratorios suelen estar motivados por diversas

razones, como la falta de equidad en la distribución de los recursos, los servicios y las

oportunidades, la búsqueda de una vida mejor, los conflictos sociales y políticos o la

degradación del medio ambiente, entre otros. Junto con la fecundidad y la mortalidad, la

migración —interna e internacional— es un componente del cambio poblacional. Tipos de

migración

Podemos distinguir claramente dos tipos de razón para la migración (Bridge,

2005):
1. Voluntaria, cuando se busca una vida mejor o reunirse con familiares en otro

país.

2. Forzada, si la gente es desplazada a causa de conflictos o es víctima de trata

de personas.

En el caso de las personas LGBTTTI se presentan ambas, sin embargo, la más

frecuente es la forzada, debido a que las personas LGBTTTI sufren discriminación incluso

por parte de su familia.

Las mujeres trans que migran sufren de mayor discriminación por su identidad o

expresión de género. Una gran cantidad de ellas son expulsadas del seno familiar,

obligadas a migrar forzosamente a otras regiones del país o a otros países desde edades

muy tempranas; para muchas, las únicas fuentes de ingreso provienen del trabajo sexual,

que en muchas ocasiones desarrollan en calles, avenidas y carreteras, lo que las coloca

en situación de mayor vulnerabilidad al exponerlas a la violencia de los clientes; también

enfrentan violencia institucional, extorsión policial o son asesinadas por razones de odio.

Al carecer de un reconocimiento social o documentos de identidad, se violentan

derechos como la seguridad e integridad personal y a no sufrir tortura y tratos o penas

crueles o degradantes; también se vulnera continuamente su derecho a la salud, el

derecho al acceso a la justicia, el derecho a la no discriminación e, incluso, el derecho a

la vida. En el caso de los hombres trans, éstos son invisibles para la mayoría de las

personas. Por esto es necesario el reconocimiento jurídico a las mujeres y hombres trans,

garantizando el derecho al reconocimiento de su identidad de género, al libre desarrollo

de su persona conforme a su identidad de género y a que se les trate con dignidad. Las

personas LGBTTTI detenidas en estaciones migratorias de nuestro país, reportan


violencia verbal y acoso sexual, además de que se vulneran otros de sus derechos

fundamentales.

El artículo 1.° constitucional reconoce de manera amplia (sin excepción) “el

derecho de toda persona de gozar de los derechos reconocidos por el Estado mexicano

en la misma y en los instrumentos internacionales suscrito por éste. Este reconocimiento

amplio implica que no sólo los nacionales gozarán de los mismos, sino que toda persona,

por supuesto, extranjeros. Ante esto la población migrante, con independencia de su

condición jurídica en el país, le son reconocidos todos los derechos que al resto de las

personas y por ende, deben ser respetados” (CNDH, 2018).

6. Matrimonio igualitario.

Todas las personas, sin distinción de sexo, tenemos derecho a una vida libre de

discriminación basada en el sexo, género, raza, etnia, orientación sexual u otra condición;

tenemos derecho al goce de derechos iguales. En la actualidad, el debate sobre

matrimonio entre personas del mismo sexo es uno de los que más revuelo causa en la

sociedad.

Quienes se oponen opinan que el matrimonio debe basarse en la unión de un

hombre y de una mujer y que su fin es la reproducción en un principio de “orden natural”,

es decir, que la reproducción posibilita la continuidad de la especie y que esto es bueno

para la sociedad.
El matrimonio igualitario corresponde a los matrimonios legalmente reconocidos

entre personas del mismo o diferente sexo. Esta unión reconoce por la vía jurídica

relación y convivencia de familias que parten de parejas del mismo sexo y reconoce

derechos y obligaciones, a veces iguales y a veces diferentes a los matrimonios

heterosexuales; estos derechos varían de país en país, pero se otorgaron por primera

vez en los Países Bajos en el 2001, con la aprobación de la ley en el 2000.

Estos derechos se encuentran establecidos tanto en nuestra Constitución, como

en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, los Pactos Internacionales y otros

tratados y declaraciones internacionales.

El matrimonio igualitario ha venido a poner de relieve el tema de la discriminación

debida a la orientación sexual. El goce y ejercicio de todos los derechos humanos

debieran ser universales para toda persona sin distinción. El matrimonio como tal también

es un derecho, por lo que debiera estar garantizado para todas las personas sin distinción

alguna, ni por sexo ni por orientación sexual.

En México, la discusión en torno al matrimonio igualitario y su legalidad ha

causado controversia; el argumento de quien se opone a éste es que sólo debe basarse

en la unión de un hombre y una mujer, con el objetivo de procrear, como es el “orden

natural” (en este caso, las personas con esterilidad no podrían casarse).

De acuerdo con la SCJN, limitar este derecho es discriminatorio y responde en

muchas ocasiones a homofobia basada más en un prejuicio religioso que en el marco de

la ley. El matrimonio igualitario es un tema de igualdad ante la ley, es decir, que personas

heterosexuales y homosexuales tengan los mismos derechos.

Crear leyes alternativas para las uniones de personas del mismo sexo es

discriminatorio, ya que establece una distinción basada en la orientación sexual prohibida


por nuestra Constitución. En muchos sectores del país sigue predominando una visión

basada en la heteronormatividad, esto es, una manera en la cual muchas instituciones

políticas, legales y sociales refuerzan ciertas creencias, como que los seres humanos

caen en dos categorías distintas y complementarias: hombre y mujer. También, que las

relaciones sexuales y maritales son normales sólo cuando son entre dos personas con

sexos diferentes y que cada género tiene ciertos roles en la vida, así como la

consideración de la heterosexualidad como única orientación sexual. Las instituciones

heteronormativas bloquean el acceso a la educación, participación legal, política y laboral

de las personas con orientaciones sexuales e identidades de género distintas.

Fuente:Roa, M. M. (2019, mayo 23). Los países que le dijeron “Sí” al matrimonio igualitario. Statista.
Conclusión

Finalmente para cerrar con el tema, considero necesario hacer una invitación a

cada uno de nosotros para reflexionar la razón por la que la comunidad LGBTTT es

discriminada. Durante el tiempo en el que realicé mi curso me pude percatar de que

realmente esta discriminación se debe a la homofobia, que si bien supone un rechazo,

muchas personas nos son capaces de admitir que son homófobos, más sin embargo,

evitan los temas sobre la orientación sexual, el matrimonio igualitario y usan términos

despectivos para referirse a las personas de la comunidad LGBTTT, la mayoría de las

veces esta homofobia se debe a la desinformación y a la ignorancia, por ejemplo, hay

personas que confunden el género y el sexo creyendo que se refieren a lo mismo.

Las personas Trans son más discriminadas, muchas veces no pueden terminar

sus estudios aunque así lo quieran, por el simple hecho de que su expresión de género

es distinta a los que dice su sexo. Por último, el matrimonio no debe ser necesariamente

entre personas heterosexuales, a lo que quiero llegar es que debe bastar con el hecho de

que esas dos personas tengan la voluntad de casarse.


Reflexión:

Las parejas del mismo sexo en ningún momento deben ser consideradas como “parejas

de segunda”, pues, según lo inscrito en el párrafo quinto del artículo 1° constitucional,

todas las personas gozaran de los mismos derechos sin importar su orientación sexual ni

el género, a lo que quiero llegar es que sin importar cual sea su orientación sexual siguen

siendo humanos, entonces, tienen derecho a la seguridad social, a la salud, y ¿Por qué

no? el derecho al matrimonio; con el término de matrimonio igualitario no nos referimos a

que sea entre personas del mismo sexo/género, sino, a que sea equivalente los derechos

que tiene un matrimonio heterosexual. La normalización de la homofobia y transfobia es

un problema que se vive en el día a día de nuestro país, como personas civilizadas

deberíamos hacer énfasis en estos temas, pues aunque no son considerados por muchas

personas, hacen que se vulneren los derechos de las personas de la comunidad

LGBTTTI.

Aprender a respetar la orientación sexual, la expresión e identidad de género de cada

persona es una parte crucial para poder avanzar como sociedad, porque, aunque somos

diferentes, todos somos iguales en dignidad y en derechos.


Referencias:

Cursos CNDH: Diversidad Sexual y Derechos Humanos. (n.d.). Org.mx. Retrieved April 7,

2023, from https://cursos3.cndh.org.mx/enrol/index.php?id=3

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