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Una obra teatral

De Andrea Silvana Valdivia

Código: 20144286

E-mail: a20144286@pucp.pe
CINCO SOLES FALSOS
A las 6:30 am en el paradero con nombre “El Medio” llegan los buses que
recorren la mayor parte de la ciudad. Los buses son de color morado con
franjas blancas. Las personas hacen colas para subirse a ellos; entre las
personas se encuentra un niño de diez años aproximadamente. Este niño
mientras hace la cola compra su desayuno que es vendido por una señora
que ofrece Emoliente con pan por toda la fila. La señora que vende el
desayuno tiene treinta y cinco años, se gana la vida trabajando en el
Restaurante como mesera y en las mañanas preparando desayuno en “El
Medio”.

El niño le da 10 soles para que se cobre el desayuno, ella le da de vuelto 7


soles.

El bus está a punto de salir pero el niño sube antes de que el bus parta.
Encuentra un asiento y se dispone a sentarse. Después de unos minutos,
el cobrador pasa por los asientos de los pasajeros. El niño le da un sol, el
cobrador lo recibe, lo mira y se guarda a su bolsillo. En el siguiente
paradero el niño se baja, 6:58 am.

El niño se encuentra frente a la puerta del colegio, entra. Sube al segundo


piso mano derecha, entra al primer salón. El color del salón es de un
blanco percudido, las carpetas están sucias y el asiento está frío.

9:30 am, suena el timbre, el niño se dirige a la cafetería a comprarse su


almuerzo (para separarlo para el segundo recreo). Le da los cinco soles
que le quedan, pero esos cinco soles estaban falsos. El niño hace memoria
y recuerda que la señora que vendía desayuno le dio esos cinco soles
falsos.

El niño se regresa a su salón sin su almuerzo


Niño: (murmurando para sí mismo) Vieja de mierda. Tengo hambre.
(suspira)

Profesora: ¿Qué dijiste?

Niño: Perdone, señorita Clara, yo no quise…

Profesora: ¿No quisiste decir una grosería?

Niño: No.

Profesora: Sabes que tienes problemas de conducta y no controlas tus


palabras.

Niño: Pero yo no se lo decía a usted, en serio…

Profesora: ¿Entonces a quién? ¿A la mesa?

Niño: (Riendo tímidamente) No… a la señora del Emoliente.

Profesora: Sin embargo esa señora no está presente. Te vas a quedar sin
recreo, ya colmaste mi paciencia, Meneses.

Niño: (Suplicando) Profesora, no sea mala, le juro que no es lo que usted


cree. Hoy día estaba a punto de venirme al colegio pero antes me compré
un emoliente con pan y la señora que vendía me dio vuelto falso.

Profesora: Pero no te va a pasar nada si esperas que acabe la clase y


regresas a reclamarle, diciendo “MIERDA” no vas a cambiar nada.

Niño: Pero señorita, estaba furioso porqu…

Profesora: Lo siento, Meneses, ¡por respondón te vas al salón oscuro!

Niño: (Casi llorando y con mucha frustración) Señorita no sea injusta, por
culpa de esa vieja no me compré mi almuerzo.

Profesora: Nada justifica tu comportamiento.


Aníbal(el niño) no puede contenerse y llora porque se siente muy
frustrado y molesto. La profesora lo mira con dureza y parece que ni la
excusa más grande la hará ablandarse.

Profesora: No me conmueves, Anibal Meneses. No me conmueves porque


siempre te portas mal. La vez pasada destrozaste el cuaderno de tu
compañera inventando la excusa de estar jugando, luego insultaste e
hiciste llorar a un niño de kínder pero dijiste que él empezó. No te creo.

Niño: Ya señorita Clara, no importa… me quedaré sin comer, pero si me


desmayo va a ser su culpa.

Profesora: Me cansaste, entra al cuarto oscuro AHORA MISMO.

Aníbal (el niño) camina hacia ese lugar. Cuando ingresa intenta calmarse
pero es imposible, se siente muy mal por la injusticia de su profesora.
Dentro del cuarto oscuro, que en verdad es un enorme armario verde de
madera, apolillado y bastante desgastado, hay un asiento sucio pero él
prefiere no sentarse y trata de ver la forma en cómo irse. Entra un poco de
luz por una rendija del armario, desde ahí él ve la calle y la estación de
buses “El Medio”.

Niño: (Refunfuñando) Maldita sea la hora que insulté a esa vieja del
Emoliente que todavía me trataba como a un hijo la muy estafadora. En
verdad me daba mucha cólera que por su culpa me quedé sin almuerzo y
para colmo ahora me quedo sin recreo y sin clase (Triste) Lo peor es que
esos diez soles me los gané ayudando a mi papá en su Tallercito ya que
siempre hemos estado los dos solos para todo y nadie nos ha ayudado
nunca ¡Maldición!... ¿Qué hago? ¿Cómo rayos puedo salir de acá?...
(Busca en su bolsillo una navaja o algo para poder romper la madera y
escaparse) ¡Diablos! Para colmo no tengo cómo escapar de acá. Ni
almuerzo, ni libertad, ni nada… ¿cómo puedo hacer para irme? (Con sus
uñitas va buscando agrandar el pequeño huequito por donde entra la luz,
quizá por ahí pueda hacer señas y conseguir ayuda externa)

De pronto la profesora se acerca al armario donde lo metió y le habla.

Profesora: Aníbal, ¿qué estás haciendo?

Niño: Nada, señorita Clara… son mis dientes que están rechinando.

Profesora: Cuidadito con querer escaparte porque tienes que cumplir tu


castigo por grosero.

Niño: Le juro que estoy tranquilito.

La profesora se aleja y Aníbal no deja de seguir arañando en el armario,


ya con sus uñas desgastadas por tanto intentar romper, decide descansar
un par de minutos.

Niño: (Dándose cuenta en sus bolsillos) ¿Los cinco soles?... ¿Dónde los
puse? ¡Rayos! Los tenía que dejar en mi cartuchera. Qué salado que soy.

Al darse cuenta de que no tenía ni el dinero falso para poder cambiarlo,


asume que perdió sus opciones, pero no se da por vencido e insiste en
terminar de agrandar el hueco. Una vez agrandado el hueco, Aníbal
comienza a hacer señas a la gente que está por la calle, pero nadie lo ve.

Niño: (susurrando para que la profesora no lo oiga) ¡Hola! ¡Ayuda! ¡Por


favor, sáquenme de aquí! ¡HOLA!

Nadie le hace caso, el niño comienza a desesperar.

Niño: Es inútil. Me quedaré sin almuerzo y sin salir de aquí.

Cuando de repente, abren la puerta del armario. Era la profesora que


tenía en sus manos un sobre para él.
Profesora: Te acaban de mandar esto y me dijeron que era urgente que te
lo entregue.

Niño: ¿Ya cumplí mi castigo?

Profesora: No… pero ya fue suficiente, Anibal. Tampoco voy a ser tan
inhumana de castigarte sabiendo que han estafado a un niño inocente…

Niño: Gracias, señorita Clara.

Profesora: Bueno, toma tu sobre, siéntate y nunca más vuelvas a


expresarte así.

El niño se sienta con el sobre entre sus manos, lo abre y descubre algo que
no imaginaba jamás.

Niño: (Leyendo la carta)

Aníbal, qué grande que estás… sé que te debe sorprender mucho el haber
recibido cinco soles falsos hoy día, pero la emoción de volverte a ver me
hizo darte la moneda equivocada. Te seguí hasta que entraste a tu colegio
y quise saludarte y decirte que siempre estuve aquí, que si me fui lo hice
por un futuro mejor, pero ahora que regresé todo ha cambiado y quizá ni
me reconozcas. Espero que estés bien, sé que tu papá te cuida mucho,
imagino que ambos deben estar muy felices juntos, no tienes idea de
cuánto los he extrañado y cómo me hubiera encantado estar en cada
momento a tu lado compartiendo tus primeros pasos, tus primeras
palabras y la primera vez que se te cayó tu dientecito. Perdóname por
escribirte esta carta, pero tenía que hacerlo ahora mismo, no pude con mi
culpa y peor aún con mi equivocación de no haberte podido dar bien tu
vuelto, por eso te mandé esta carta, para decirte por qué tienes cinco soles
falsos y para no seguir perjudicándote más de lo que ya he hecho y en
este sobre te envío veinte soles que sé que no repararán nada, pero por lo
menos te saciarán el almuerzo de hoy y el pasaje de regreso a casa. Te
amo con toda mi alma, hijo mío, jamás me cansaré de pedirte disculpas.

Atentamente, la mujer que vendía el emoliente,


tu mamá.

El niño termina de leer esto y suspira profundamente, unas lágrimas se


escapan de su rostro y la profesora esta vez deja de ser dura con él, lo
observa y le resulta inevitable conmoverse.

Niño: Profesora… ¿la señora que le dio este sobre con dinero ya se fue?

Profesora: Sí, ella habló conmigo, me contó todo y me dejó su dirección.


(Viendo que el niño está llorando)Tranquilo, Aníbal, volverás a verla…
Ella vino hasta aquí por algo, no se va a ir, ya verás. Además (intentando
alegrarlo), ¡ya no estás castigado y podrás comprarte tu almuerzo!

El niño mira el sobre y el dinero que su madre le había entregado, lo


abraza a su pecho, la profesora lo abraza fuertemente y lo besa en la
frente.

A lo lejos, desde el paradero “El Medio”, una mujer observa la ventana


del segundo piso del colegio, tiene en su mano los cinco soles falsos que
le había dado a Aníbal y se marcha lentamente.

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