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UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS

(Universidad del Perú, DECANA DE AMERICA)

ESTUDIOS GENERALES
Área: Ciencias de la Salud

FACULTAD DE FARMACIA Y BIOQUIMICA

CURSO:
FORMACIÓN PERSONAL HUMANÍSTICA

TERCERA LECTURA
(PARA LA 3ra Semana)

La persona y el enfoque Bio-sico-social en


medicina y salud.

2022
Lectura 31

La persona y el enfoque Bio-sico-social en medicina y


salud.

¿Recuerdan la parábola de los ciegos y el elefante? Uno palpa el costado del elefante
y cree que es una pared; otro le toca la trompa y opina que es una serpiente; un tercero
pasa la mano por un colmillo y piensa que se trata de un animal con forma de lanza,
y así sucesivamente. Todos regresan a la ciudad para explicar a la gente qué es un
elefante. No solemos oír hablar del último ciego que se acerca al elefante, un hombre
ya anciano. El anciano lleva un rato dando vueltas alrededor del animal, estudiándolo
con detenimiento. Cuando llega a la ciudad, sus habitantes ya han tomado partido por
unas u otras versiones y discuten sobre qué es un elefante. El anciano se ríe
muchísimo acordándose de lo tonto que era de joven, cuando pensaba que sabía algo
cuando no conocía más que una parte. Y aún se ríe más cuando se da cuenta de que
el único que no sabe qué es un elefante es él….. Yo no sé mucho de elefantes, pero
si de personas (E Cassel)

El Profesor E Cassel2 ha dedicado tiempo y esfuerzo a impulsar un movimiento


académico y profesional orientado a promover un ejercicio de cuidado de la salud
centrado en la persona antes que en la enfermedad. Sostiene que la clave para ello
es una adecuada comprensión de lo que es una persona3. Parafraseando uno de sus
principales mensajes diremos que aunque la bandera del cuidado de la salud
centrada en la persona ondea sobre el tejado de la mayoría de las facultades de
medicina y de los hospitales, la atención que se enseña y se practica en ellos sigue
estando centrada en la enfermedad; por eso, aun cuando no lo hagamos con
frecuencia, parece oportuno que nos detengamos a contestar la pregunta ¿Qué es
una persona?, una persona es un ser humano corpóreo, determinado, pensante,
sensible, emocional, reflexivo y relacional que hace cosas. Una persona vive en todo
momento en un contexto de relaciones con los otros y consigo misma. Estas
relaciones nunca desaparecen. Todas las personas tienen un pasado y un futuro y

1
Esta lectura ha sido preparada por los docentes: M Cárdenas, C Sogi, M Jimenez y J Lema.
2
Eric Cassell es médico del The New York Presbyterian Hospital, profesor de Salud Pública en la Facultad de
Medicina de la Cornell University y miembro del Hastings Center de Nueva York y del Instituto de Medicina de
la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos
3
Persona: Individuo de la especie humana. (Diccionario de la Real Academia Española)

2
éstos forman parte de la persona en el presente. Todas las personas se caracterizan
por la capacidad para amar desde el grado más mínimo hasta el máximo. Todas las
personas tienen una vida espiritual; una dimensión trascendental que va más allá de
ellas mismas. A veces, esta dimensión sólo se expresa en forma de religión. Pero la
espiritualidad también se manifiesta en el amor a otros. El amor hacia cosas que van
más allá de las personas, como un país o una profesión. La espiritualidad está
presente en todas las relaciones. Todas las personas poseen una vida pública y una
vida privada (o varias) y, en ocasiones, una vida secreta, que son distintas y se
diferencian entre sí en mayor o menor grado. Todas las personas mueren” 4.

Las dimensiones de la persona

De acuerdo a Cassel la persona tiene múltiples dimensiones y centrarse en la persona


significa evitar la tentación de captar una sola de esas dimensiones y más bien
significa tomar conciencia de todas ellas y de cómo, por ejemplo, quedan afectadas
por el impacto de una situación crítica, tal como la pérdida de alguien o algo querido,
la enfermedad, una experiencia de marginación o exclusión etc. Estas múltiples
dimensiones están interrelacionadas. Por ejemplo hay evidencia que la dimensión
emotiva influye en el sistema inmunitario5.

Brusco6, sin ánimo de agotar la complejidad del tema, y con propósito didáctico,
distingue cinco dimensiones significativas de la persona con las cuales organiza un
esquema que ayuda a la reflexión y a la relación con los nuestros semejantes:

Dimensión corporal o física: “La corporeidad es el elemento esencial de nuestra


persona. No sólo “tenemos” un cuerpo; “somos” nuestro cuerpo. Los aspectos físicos-
genéticos, hormonales, relacionados con el aspecto exterior (estatura, peso, edad,
tono de voz, gestualidad, color de la piel y de los ojos, etc), nos caracterizan

4
Eric Cassell De la persona como sujeto de la medicina en Cuadernos de la Fundación Víctor Grífols
i Lucas 19-2003 Barcelona

5
Bermejo JC. Apuntes de relación de ayuda. 5ta. Edición. España: Sal Terrae Santander; 1998.

6
Brusco A. Humanización de la asistencia sanitaria. España: Sal Terrae Santander; 1999.

3
profundamente y constituyen una especie de “carné de identidad” que pueden leer sin
más lo que nos rodean. El cuerpo es el instrumento que nos relaciona con la realidad
externa y con nuestros semejantes; también revela, aunque de forma incompleta,
quiénes somos y cuáles son nuestros aspectos característicos. Hay que resaltar la
importancia del cuerpo en el lenguaje no-verbal: muchos de nuestros mensajes se
comunican con los gestos, con la mímica, y con la postura. Más en general, hay que
resaltar que la comunicación sería imposible sin la mediación del cuerpo”. 7

Por su parte Cassel8 resalta “Todas las personas tienen un cuerpo. El cuerpo puede
hacer unas cosas, pero no otras. Las personas se acostumbran a la enorme variedad
de capacidades e incapacidades del cuerpo. Una verdad acerca de los cuerpos es
que les ocurren cosas: pueden sufrir lesiones o enfermar. Los cuerpos a veces
sangran, huelen mal, producen sonidos embarazosos, tienen funciones vergonzosas,
crean deseos, a veces tienen mal aspecto, envejecen, se hacen lentos y, en
ocasiones, se ponen feos”. Pangrazzi 9 agrega “Cuando algo se atrofia o debilita en
nuestro organismo, enseguida nos sentimos llevados a concentrar nuestra atención
en ese “algo” que no funciona, sin considerar que la crisis “física” repercute
inmediatamente en las otras esferas (dimensiones), de la persona. También quien se
acerca a un enfermo y limita sus intervenciones a la parte enferma pierde de vista la
totalidad de esa persona y devalúa su dignidad”.

Dimensión intelectual, Entendida de acuerdo a Bermejo10 “como capacidad de


comprenderse a sí mismo y el mundo en que vivimos, mediante conocimientos,
conceptos, ideas, capacidades de razonamiento, de intuición, de reflexión, entre
otros, que amplían progresivamente el propio horizonte. Toda crisis, aunque
inicialmente “tome cuerpo en el cuerpo” (por ejemplo, una enfermedad física), es
elaborada cognitivamente y recibe un significado por parte de cada persona. De ahí
la importancia de percibir bien en la relación el impacto y la valoración cognitiva que
la crisis tiene de modo individualizado en cada persona. Una correcta consideración
de la dimensión intelectual debe estar, pues, al servicio de la relación interpersonal”.

7
Bursco Idem
8
Cassel idem
9
Pangrazzi A. Girasoles junto a sauces. En diálogo con los enfermos. España: Sal Terrae Santander; 2000.
10
Bermejo Idem

4
La experiencia de la enfermedad señala, a su vez, Pangrazzi11 “activa la dimensión
cognitiva de la persona, que quiere saber la causa de sus males así como el objetivo
de los análisis y las terapias, los tiempos de espera previstos, las repercusiones que
tendrá su crisis en su vida personal, familiar……La información y la comunicación se
convierten en canales vitales para ayudar al individuo a vivir las dudas,
preocupaciones e imprevistos ocasionados por la hospitalización o por un diagnóstico
infausto. Responder a las preguntas del paciente significa manifestarle respeto,
reconocer su derecho a la información e implicarle responsablemente en las
decisiones que le afectan”

Dimensión emotiva. Esta dimensión incluye las emociones y los sentimientos.


Respecto a ellas, Brusco12 apunta “se trata de una dimensión que impregna a las
demás (corporal, intelectual, social, espiritual)… emociones y sentimientos se
encuentran entre los factores que más influyen en el éxito o el fracaso de los
encuentros con las personas”

“De acuerdo a como se experimenten las emociones y los sentimientos se convierten


en fuente de bienestar y gratificación o en causa de malestar y conflicto. Están
presente en la vida cotidiana, pero adquieren mayor intensidad ante situaciones de
estrés, fragilidad y dolor. La eventualidad de una intervención, un diagnóstico
negativo, el conocimiento de una enfermedad grave o que puede degenerar en
invalidez, la proximidad de la muerte desencadena una variedad de estados de ánimo
que van del shock al miedo, del resentimiento al sentimiento de culpa, del
desasosiego a la desesperación, entre otros. La gente expresa sus sentimientos a
través de expresiones como “Estoy preocupado”, “Me siento desanimado”, “Me siento
solo”, “Estoy deprimido”,…o a través de imágenes simbólicas como “Es como si
hubiera caído en un pozo”, “Me encuentro en un túnel sin salida”, “Se me ha venido
encima el mundo”13

Bermejo señala que para comprender al que sufre, se requiere de un trabajo previo
sobre uno mismo, integrar las propias emociones, aprender a darles nombre,

11
Pangrazzi Idem
12
Brusco Idem
13
Pangrazzi Idem

5
aceptarlas, expresarlas, derribar las barreras de la comunicación impuestas por los
sentimientos14.

Dimensión social. Las personas se encuentran siempre en relaciones con otras


personas, con instituciones y con la sociedad en general. No existe una persona sola,
aislada. Al respecto Cassel señala que “la amplia red de relaciones humanas
duraderas y las normas que las guían se denominan familia, sociedad y cultura. Las
relaciones con otros dominan la vida en todas las edades desde la más tierna infancia
y establecen el lugar de las personas en la sociedad y la cultura. Estas relaciones
determinan los roles y las responsabilidades de una persona en la sociedad. Las
personas se conocen a sí mismas a través de las creencias que cultivan y de lo que
pueden hacer: sus aptitudes, capacidades, logros... Su capacidad para construir
cosas, hacer cosas, escribir cosas. Todos queremos contar con nuestro propio
aprecio y con el de otros. Todos queremos ser admirados o queridos por nosotros
mismos y por los demás. Todos queremos ser como aquéllos a los que admiramos”.

Al respecto de la dimensión social, Pangrazzi resalta el hecho que el acontecimiento


de la enfermedad, sobre todo si es grave, pone en crisis el proyecto y la forma de vida
del individuo, quien, impedido temporalmente en el ejercicio de sus actividades, “se
ve obligado a mirar en su interior, proceso especialmente difícil para los que están
acostumbrados a centrar y orientar sus energías fuera de sí mismos. Las
permanencias prolongadas en los centros sanitarios agudizan los desajustes
relacionados con los compromisos familiares, profesionales, sociales… De ahí que
sea especialmente importante que quienes se acercan al enfermo no lo consideren
exclusivamente en su situación de paciente, sino que, además, sepan tener en cuenta
sus lazos afectivos y sus compromisos personales, profesionales, sociales. La
recuperación de la salud depende muchas veces de la motivación y la fuerza de
voluntad con que el paciente lucha para volver a asumir lo antes posible sus tareas
y compromisos en el ámbito familiar, profesional, social”.15

Dimensión espiritual- religiosa. La vida de las personas de desarrolla en diversos


espacios: la familia, el círculo de amigos, los ámbitos de estudio y el trabajo y en
general en el basto mundo de las relaciones sociales. En cada uno de ellos se
14
Bermejo Idem
15
Pangrazzi Idem

6
trazan expectativas y objetivos; sin embargo, tarde o temprano, surge la necesidad
de encontrar un elemento unificador que le dé una dirección precisa a nuestra
existencia, esto es, surge la pregunta por el significado de nuestra vida; muchas veces
en esas circunstancias la persona puede ser consiente de una suerte de vacío
existencial. Víctor Frankl, el autor de la notable obra. El hombre en busca de
sentido16, considera que “el vacío existencial es un fenómeno muy extendido en el
siglo XX. Ello es comprensible y puede deberse a la doble pérdida que el hombre
tiene que soportar desde que se convirtió en un verdadero ser humano. Al principio
de la historia de la humanidad, el hombre perdió algunos de los instintos animales
básicos que conforman la conducta del animal y le confieren seguridad; seguridad
que, como el paraíso, le está hoy vedada al hombre para siempre: el hombre tiene
que elegir; pero, además, en los últimos tiempos de su transcurrir, el hombre ha
sufrido otra pérdida: las tradiciones que habían servido de contrafuerte a su conducta
y se están diluyendo a pasos agigantados. Carece, pues, de un instinto que le diga lo
que ha de hacer, y no tiene ya tradiciones que le indiquen lo que debe hacer; en
ocasiones no sabe ni siquiera lo que le gustaría hacer. En su lugar, desea hacer lo
que otras personas hacen (conformismo), o hace lo que otras personas quieren que
haga (totalitarismo)”. En respuesta a ese vacío busca un sentido para su vida. Al
respecto, Frankl señala “La búsqueda por parte del hombre del sentido de la vida
constituye una fuerza primaria y no una "racionalización secundaria" de sus impulsos
instintivos. Este sentido es único y específico en cuanto es uno mismo, y uno solo
quien tiene que encontrarlo; únicamente así logra alcanzar el hombre un significado
que satisfaga su propia voluntad de sentido” La conciencia de vacío y la búsqueda de
un sentido a la existencia nos acercan a la dimensión espiritual de la persona. Pero,
como Brusco señala, es necesario “distinguir la dimensión espiritual de la religiosa.
La primera es más extensa y se expresa en todas las personas, incluso en las que no
tiene un determinado credo religioso; la segunda (más restringida), es el resultado de
una relación particular con un ser trascendente (Dios), relación que tiene que ver tanto
con la pregunta sobre el significado como con la escala de valores”17.

16
Frankl V, El hombre en busca de sentido Barcelona Editorial Herder 1991 disponible en
https://markeythink.files.wordpress.com/2011/04/el_hombre_en_busca_de_sentido_viktor_frankl.pdf
17
Brusco Idem

7
Una de las circunstancias que actualiza y hace presente para las personas la
dimensión espiritual es la enfermedad, especialmente cuando esta es grave y nos
enfrenta a la realidad del sufrimiento y la muerte y se hacen patentes las preguntas
propias de la incertidumbre que caracteriza la vida humana ¿Por qué a mí?, ¿Existe
algo después de la muerte? ¿Qué será de los míos? ¿Tiene sentido vivir sufriendo?
¿Estoy satisfecho con mi vida?. Como hace notar Thomashoff 18 pese a la innegable
presencia de la dimensión espiritual en la vida humana y su aguda relevancia en los
periodos de crisis existencial, “el término genera aún mucha resistencia en los
profesionales y en los propios pacientes, porque aún hoy suele identificarse con el
sentido estrictamente religioso que tuvo en otras épocas. En un mundo cada vez más
secularizado, esa idea de espiritualidad genera un gran rechazo. De ahí la dificultad
de hablar sobre este tema”. La conciencia de la dimensión espiritual plantea a los
profesionales de la salud, primero, la interrogante de si es parte de su responsabilidad
el dar ayuda o asistencia profesional a las personas a su cargo, y en caso de que esto
sea así, enfrentar el desafío, especialmente complejo, de cómo hacerlo. Al respecto,
Thomashoff dice “No es fácil auxiliar, y menos espiritualmente...”. Buscando ayudar
se puede hacer mucho daño. La ignorancia e inmadurez en este ámbito del cuidado
espiritual es tan enorme, que las pretendidas ayudas son las más de las veces
perjudiciales. Eso explica que en ámbitos donde el tema preocupa, (como en los
servicios que brindan cuidados paliativos19) la inquietud por aclarar el sentido de la
ayuda espiritual sea grande y, además, reciente. Los cuidados paliativos intentan
ayudar en situaciones muy críticas de la vida. Comenzaron por lo que es más sencillo,
ayudar técnicamente, mediante el buen manejo de los valores instrumentales
(analgésicos, otros productos que permiten controlar síntomas), y dentro de los
valores intrínsecos, el que también resultaba menos conflictivo, el bienestar. No es
poco. Pero ha bastado el logro de esa meta, para caer en la cuenta de que el total
care y el total support exigen más, exigen la gestión correcta de los valores
espirituales Y eso es ya mucho más difícil.
¿Por qué? Porque primero hay que poner en claro de qué hablamos al referirnos a
ese tipo de valores. Y después, porque antes de poder ayudar a los demás en este

18
Thomashoff HO La espiritualidad en medicina Actas Esp Psiquiatr 2012;40(Supl. 2):40-5

19
Cuidados paliativos se aplican a pacientes que padecen enfermedades terminales que no responden a
tratamientos curativos o que reciben tratamientos que prolongan la vida.

8
tipo de valores, los más profundos, los más elevados, los más sensibles de la
existencia humana, tenemos que ponernos en claro nosotros mismos sobre ellos. Lo
cual no puede, en principio, darse por supuesto”.

A modo de resumen de este apartado consideramos importante la reflexión de


Brusco20 “Estas dimensiones de la persona actúan entre sí estrechamente y se
influyen recíprocamente. No se pueden separar”, siendo necesario tener en cuenta
dos consecuencias importantes: “primera, lo que el individuo vive en el ámbito de una
dimensión repercute en las demás: cada problemática (de naturaleza corporal, por
ejemplo), no se limita a “su” dimensión, sino que afecta a las demás y las modifica.
Segunda, que la ayuda a la persona en dificultad debe tendencialmente estar dirigida
a todas las dimensiones de esa persona, para favorecer su desarrollo armonioso”.

La necesidad de un nuevo modelo de cuidados de la salud: bío-sico-social.

El profesor Engel21 hace 40 años planteó la necesidad de un nuevo modelo para


estudiar y comprender a las personas, a los pacientes y a la enfermedad puesto que
consideraba que el modelo dominante en ese momento y dominante aun ahora: el
modelo biomédico, con la biología molecular como su disciplina científica de base,
que asume que la enfermedad se explica en su totalidad como desviación del valor
normal de las variables biológicas (somáticas) medibles, no deja espacio para las
dimensiones social, psicológica y conductual y mucho menos espiritual de las
persona, y de la enfermedad. Señalaba también que el modelo biomédico, incluso
exige no solo que la enfermedad se trate como una entidad independiente de la
conducta social, sino también que las anomalías conductuales se expliquen en base
a procesos somáticos (bioquímicos o neurofisiológicos), alterados. El problema
adicional radica en que este modelo ideado por profesionales de la salud científicos
ha llegado a ser la perspectiva específica de enfermedad aceptada por el público e
incluso que las actitudes y creencias de los profesionales de la salud son formados
por este modelo mucho antes de que ellos se embarquen en su educación
universitaria. Las limitaciones del modelo biomédico se hacen evidentes cuando
afirma que no hay “enfermedad” si no hay alteraciones a nivel bioquímico, lo que
conduce a una clara paradoja: A algunas personas con hallazgo de laboratorio
positivo se les dice que necesita tratamiento pese a que se sienten del todo bien,
mientras otros que se sienten enfermos se les asegura que están bien porque no

10
tienen hallazgos positivos de laboratorio; es decir, que no tienen “enfermedad”. Engel
sostiene que los límites entre salud y enfermedad, entre estar bien y estar mal, están
lejos de ser claros y nunca lo serán, por consideraciones cultural, social y psicológica.
La visión biomédica tradicional es que los indicadores biológicos son el criterio final
que define la enfermedad, deja así tantos vacíos que se requiere un nuevo modelo
médico que tome en cuenta al paciente, el contexto social en el que vive y los sistemas
complementarios ideados por la sociedad para tratar con los efectos
desorganizadores de la enfermedad, esto es, los profesionales de salud y el sistema
de salud.
De acuerdo al nuevo enfoque propugnado por Engel, evaluando todos los factores
que contribuyen tanto con la enfermedad como la condición de paciente, más que dar
sólo primacía a factores biológicos, el modelo biopsicosocial hará posible explicar por
qué algunos sujetos experimentan como “enfermedad” condiciones que otros
consideran meramente como “problemas vitales”, esto es, meras reacciones
emocionales a circunstancias de la vida. Para ilustrar cómo es que un “problema vital”
algunas personas lo consideran como una enfermedad mientras que otras personas
no, Engel propone el duelo, como un paradigma de tal condición limítrofe. Por lo
general, un número significativo de deudos consultan a los médicos por síntomas que
los perturban. El duelo ilustra claramente una situación en la cual los factores
psicológicos son evidentemente principales, no se necesita invocar defectos o
agentes químicos o fisiológicos preexistentes, así mismo, el duelo tiene una
sintomatología que incluye perturbaciones tanto corporales como psicológicas.
Exhibe las características típicas de la enfermedad: Sigue su curso a pesar del
esfuerzo o deseo del sufriente para terminar con él y tiene un factor causante
consistente en una pérdida significativa. Pese a ello, ni la sociedad ni la medicina han
tratado el duelo como una enfermedad, y ha sido considerado más como
responsabilidad de la religión, que de la medicina. De acuerdo a Engel un modelo
biopsicosocial tomaría en cuenta todos estos factores. Reconocería el hecho
fundamental que los pacientes vienen al médico ya sea porque no sabe qué está mal,
o si sabe, se siente incapaz de ayudarse a sí mismo.

11
Finalmente resultan pertinentes los siguientes fundamentos planteados por Engel:
• La unidad psico-biológica del hombre necesita que todo profesional de salud
acepte la responsabilidad de evaluar cualquiera sea el problema que presente
el paciente y recomendar un curso de acción, incluyendo la referencia a otros
profesionales. Por lo tanto, el conocimiento y las habilidades profesionales
básicas en salud deben abarcar lo social, psicológico y biológico para sus
decisiones y acciones, el bienestar del paciente implica todos los tres. Pese a
los enormes avances de la investigación biomédica, existe una creciente
insatisfacción tanto del público como de los médicos, especialmente en las
generaciones más jóvenes, que las necesidades de salud no están siendo
satisfechas y que la investigación biomédica no está teniendo un impacto
suficiente en términos humanos. Esto generalmente es achacado a las
inadecuaciones demasiado obvias de los sistemas de salud existentes. Pero
ciertamente esto no es una explicación completa, muchos que tienen acceso
adecuado a la atención de salud también se quejan que a los profesionales de
la salud les falta interés y comprensión, están preocupados con procedimientos
y son insensibles a los problemas de pacientes y sus familias. Las instituciones
hospitalarias son vistas como frías e impersonales; cuanto más prestigiosas
son como centros de investigación biomédica, más frecuentes tales quejas. El
desasosiego de actual deriva de la creciente percepción entre muchos
profesionales de la salud de la contradicción entre la excelencia de sus
antecedentes científicos de un lado, y la debilidad de sus calificaciones en
ciertos atributos esenciales para la buena atención del paciente, de otro lado.
Muchos reconocen que esto no puede mejorarse trabajando sólo con el modelo
biomédico.

• El reciente repunte del interés en la atención primaria y medicina familiar


refleja claramente el desencanto de un enfoque de la enfermedad que
descuida al paciente. Aún en los círculos académicos están surgiendo un
claro reto al dogmatismo biomédico, se atribuye directamente al
reduccionismo biomédico y la dominancia profesional de sus adherentes
en las prácticas indeseables del sistema de salud como hospitalización
innecesaria, sobre uso de drogas, excesiva cirugía y uso impropio de los
exámenes de laboratorio.

12
Engel plantea que la aplicación práctica del modelo bio-sico-social puede ser ilustrada
por el siguiente ejemplo:

El Señor Glover, de 55 años, casado vendedor de seguros, con dos hijos adultos, fue
traído al departamento de emergencia el 1ero de marzo con síntomas similares a
aquellos que experimentó seis meses antes cuando sufrió un infarto de miocardio. Su
empleador se había dado cuenta de que estaba más enfermo de lo que él admitía,
informó sus observaciones al médico y persuadió al paciente para que le permita
llevarlo al hospital. La información es que el paciente se resistió a admitir la
enfermedad y tuvo que ser persuadido para su atención médica, pese a un ataque
cardiaco documentado seis meses atrás; revela algo del estilo y conflicto psicológico
del paciente. Sólo este dato debería alerta a un médico orientado a un modelo bio-
sico-social a considerar la posibilidad, si no la probabilidad, que el curso de la
enfermedad y la atención del paciente pueden estar influenciados significativamente
por procesos psicológicos e interpersonales. Tal enfoque inclusivo que considera
todos los factores que pueden ser importantes en la atención inmediata, y a largo
plazo, contrasta con el modelo biomédico para el cual lo ideal es hallar tan rápido
como sea posible la explicación más sencilla, preferentemente el diagnóstico de una
enfermedad única, y considerar todo lo demás como complicaciones sobrepuestas o
irrelevantes para la tarea del médico. El evento crítico de obstrucción progresiva del
flujo sanguíneo en arterias coronarias interrumpe el flujo de oxígeno y desorganiza la
estructura del miocardio. Estos cambios a nivel celular, molecular, órgano, sistema
nervioso, no llegan a ser un problema hasta que implica al nivel persona. Esto sucedió
cuando el Sr Glover empezó a sentir presión en el pecho y dolor en el miembro
superior izquierdo que le hizo recordar el evento de hace seis meses atrás. Le vino a
la mente la posibilidad de un nuevo ataque, pero él lo minimizó interpretándolos como
gases, fatiga, tensión muscular, tensión emocional. Su conducta alternó entre
quedarse quieto sentado esperando que pase y dando vueltas en la oficina tomando
alkaseltzer. Cuando él no pudo negar por más tiempo la probabilidad, si no la certeza
de otro ataque cardiaco, surgieron otras preocupaciones. Sus valores personales de
responsabilidad e independencia, y su

13
miedo a perder el control sobre su destino ganó ascendencia. Se dijo así mismo “Si
esto es un ataque cardiaco (pero puede que no sea) debo dejar mis asuntos en
orden”. En esta forma él trató de mantener su auto-imagen de competencia,
responsabilidad y control, pero al costo de imponerse una carga mayor sobre su
recargado corazón y sistema cardiovascular. El paciente persistió en su conducta
frenética hasta que intervino su empleador y terminó aceptando la hospitalización y el
estatus de paciente. Cuando llegó al hospital ya no tenía dolor precordial y se sentía
relativamente tranquilo. ¿Cómo consiguió el empleador tan feliz resultado? El
empleador ensalzó su diligencia y sentido de responsabilidad, lo reaseguró diciendo
que dejó su trabajo en condiciones que permite a los otros continuarlo. En el
departamento de emergencia, aunque ya no tenía dolor el staff opinó que se
justificaba cuidados coronarios. A los 30 minutos el paciente pierde la conciencia y el
monitor documentó fibrilación ventricular de la que salió exitosamente. El staff médico
se felicitó por la suerte del paciente, si él hubiera llegado media hora más tarde no
hubiera sobrevivido. Se asumió que la fibrilación ventricular era parte del curso natural
del infarto cardiaco. El médico orientado a sistemas es consciente de su
responsabilidad para con el paciente, su familia y otros significativos. Al menos, por
lo que dura la enfermedad, el sistema de dos personas, médico y paciente es
interpuesto entre el paciente y los otros que conforman su ambiente social. En el
médico formado biomédicamente, sus juicios y decisiones no toman en cuenta los
procesos que involucra niveles de la persona y supra-persona, a menudo de
importancia crucial para el paciente, y los otros significativos permanecen fuera del
reino de la ciencia y la indagación crítica. El médico con orientación biopsicosocial
reconoce que para servir mejor al paciente debe identificar y evaluar el potencial
estabilizador y desestabilizador de los eventos y relaciones en el ambiente social del
paciente.

Referencias Bibliográficas:

• George L Engel. The need for a new medical model: a challenge for
biomedicine. 8 April 1977 Volume 196 Number 4286. Science p. 129-136
• Eric Cassell De la persona como sujeto de la medicina en Cuadernos de la
Fundación Víctor Grífols i Lucas 19-2003 Barcelona

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• Meloni Javier La espiritualidad como universal humano Espiritualidad en
Clínica Una propuesta de evaluación y acompañamiento espiritual en
Cuidados Paliativos Monografías de la Sociedad Española de Cuidados
Paliativos SECPAL nº6 noviembre 2014.
• Bermejo JC. Apuntes de relación de ayuda. 5ta. Edición. España: Sal Terrae
Santander; 1998.
• Pangrazzi A. Girasoles junto a sauces. En diálogo con los enfermos. España:
Sal Terrae Santander; 2000.
• Brusco A. Humanización de la asistencia sanitaria. España: Sal Terrae
Santander; 1999.
• Frankl V, El hombre en busca de sentido Barcelona Editorial Herder 1991
• Thomashoff HO La espiritualidad en medicina Actas Esp Psiquiatr
2012;40(Supl. 2):40-5
• Raimó A y col. Necesidades espirituales de las personas enfermas en la última
etapa de sus vidas. España: PPC Editorial; 2009.

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