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Articulo 2. Artículo 2º.

- Toda persona tiene derecho:

inciso 13.- A asociarse y a constituir fundaciones y diversas formas de organización jurídica


sin fines de lucro, sin autorización previa y con arreglo a ley. No pueden ser disueltas por
resolución administrativa.

El derecho de asociación es reconocido en la Constitución Política del Perú de 1993 como uno
fundamental de todas las personas, que faculta a asociarse y a constituir fundaciones y diversas
formas de organización jurídica sin fines de lucro, sin autorización previa y con arreglo a ley. No
pueden ser disueltas por resolución administrativa (inciso 13, art. 2).

Este derecho consiste en la libertad que tienen las personas para juntarse entre ellas a fin de
realizar un objeto en común, dicho en otros términos, supone la correspondencia de varios
individuos en una organización que establece un esquema de cooperación para alcanzar ciertos
fines, fines que deben ser de naturaleza no lucrativa y con carácter permanente.

Este derecho fundamental constituye la base de organización y participación de los ciudadanos


en su desarrollo y obtención de fines colectivos no lucrativos, el fortalecimiento de sus
instituciones, la preservación de la democracia, entre otros.

El fundamento de este derecho se encuentra en el carácter gregario de las personas, cuyos


planes de vida u objetivos precisan, para su realización o concreción, de la cooperación o
interacción con los demás, ello sin desconocer su dimensión individual, al respecto el Tribunal
Constitucional ha señalado, así como la persona tiene el derecho de desarrollar libremente su
actividad individual para alcanzar los medios que se ha propuesto, tiene también la facultad de
aunar esfuerzos con algunos o muchos de sus semejantes para satisfacer los intereses comunes
de carácter político, económico, religioso, gremial, deportivo o de cualquier otra índole que
determinen sus conductas en mutua interferencia subjetiva.
En ese sentido, se reconoce este derecho como atributo de todas las personas a asociarse
libremente y otorga a lo creado en ejercicio de tal atribución, la calidad de organización jurídica,
es decir, una organización protegida por la Constitución, que, a diferencia de los órganos
constitucionales, cuya regulación se hace en el propio texto constitucional, y su desarrollo se
deja al ámbito de la ley orgánica, en ésta la configuración constitucional concreta de ella se ha
dejado al legislador ordinario, al que no se fija más límite que el respeto del núcleo esencial de
la institución que la Constitución garantiza.

Debe destacarse que el NOMEN IURIS “derecho de asociación” no alude exclusivamente a un


tipo especial de organización como es la asociación civil, sino que se refiere a todo tipo de
organización de finalidad no lucrativa; por ello creemos que sería mejor denominarla derecho
de organización y evitar posibles confusiones.

El desarrollo legislativo del derecho fundamental de asociación se materializa principalmente en


el Código Civil, sin embargo, debe señalarse que este cuerpo normativo sólo regula algunas de
las organizaciones y personas jurídicas existentes en nuestro ordenamiento, tales como la
asociación, fundación, comité, etc., dada su naturaleza, el Código se aplica supletoriamente a
las leyes especiales que regulan las otras formas de organizaciones y personas jurídicas de
finalidad no lucrativa
Inciso 17.- A participar, en forma individual o asociada, en la vida política, económica, social y
cultural de la Nación. Los ciudadanos tienen, conforme a ley, los derechos de elección, de
remoción o revocación de autoridades, de iniciativa legislativa y de referéndum

El concepto moderno de ciudadano se traduce sobre la confluencia del principio de igualdad


entre las personas y la consideración del individuo como miembro pleno de una sociedad que se
expresa mediante el reconocimiento de derechos fundamentales. Por ejemplo, el derecho de
participación ciudadana.

El derecho de participación ciudadana se constituye en un derecho fundamental reconocido en


el artículo 2, inciso 17 de la Constitución, el cual establece que toda persona tiene derecho:

“A participar, en forma individual o asociada, en la vida política, económica, social y cultural de


la Nación. Los ciudadanos y las ciudadanas tienen, conforme a ley, los derechos de elección, de
remoción o revocación de autoridades, de iniciativa legislativa y de referéndum”.

En esta línea, la participación ciudadana juega un rol importante y ha sido comprendido como
el conjunto de actividades voluntarias mediante las cuales las personas que integran una
sociedad participan en la selección de sus gobernantes y, directa o indirectamente, en la
elaboración de la política gubernamental.

La participación de los ciudadanos en los asuntos públicos no solo se constituye en una


manifestación de la dignidad humana, por ser un derecho fundamental, sino que supone una
garantía indispensable para la realización de otros derechos fundamentales para un control
adecuado de la actuación del Estado.

En un Estado de derecho donde prima la Democracia, el derecho de participación ciudadana


comprende a las personas a elegir y ser elegidos, así como el uso de mecanismos de
participación directa, de acuerdo a lo establecido en el artículo 31° de la Constitución, que
señala:
“Los ciudadanos tienen derecho a participar en los asuntos públicos mediante referéndum;
iniciativa legislativa; remoción o revocación de autoridades y demanda de rendición de
cuentas”.

La Constitución de 1993 define al derecho de participación de manera precisa: Es derecho y


deber de los vecinos participar en el gobierno municipal de su jurisdicción (artículo 31). Los
ciudadanos tienen derecho a la participación popular   en el nombramiento de magistrados
(artículo 139, inciso 17), etc.

Desde la teoría de Platón, el Estado necesita ciudadanos activos, lo cual puede traducirse a
través de la cooperación y la responsabilidad moral y los principios de justicia.  Los ciudadanos
no necesitamos del Estado instituciones rígidas, sino que garantice contar con espacios públicos
para el ejercicio pleno de los derechos de la ciudadanía en todas sus expresiones que tengan
lugar.

Queda claro que la Constitución nos garantiza la participación directa y activa de toda la
ciudadanía en los diferentes niveles de gobierno, lo que implica vivir en una sociedad
organizada representada por la Ciudad-Estado, donde el derecho y el deber que tiene toda
persona es apoyar y colaborar con la gestión pública.

Ya que las autoridades elegidas mediante el voto popular representan los intereses de toda la
población, esta participación a su vez evita el riesgo de que las autoridades pierdan el rumbo o
la dirección de las iniciativas que tienen que ejecutar en beneficio de todos. Esta acción busca
que la gestión pública sea más eficiente y transparente.

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