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cscritos Proféticos EI Perro Gris ESCRITOS PROFETICOS INTRODUCCION No nos faltaré la instrucci6n del sacerdote, ni el consejo del sabio, nila palabra del profeta (jr 18 18). Este texto de Jeremias se refiere a las tres insti- tuciones que, junto con la monarquia, son las mas importantes del Antiguo Testamento, a la vez que sefiala la tarea o mision que cada una de ellas de- sempefiaba. Los sacerdotes realizaban sus funcio- nes cultuales en los santuarios y ensefiaban la ley y la tradicion. Los sabios se dedicaban al estudio, al consejo y a la instruccién. Los profetas anunciaban la palabra de Dios. Mientras que el sacerdote (co- mo e! rey) lo era por herencia y el sabio por propia iniciativa y dedicacién personal, el profeta lo era por vocacién. Lo que mejor define al profeta frente al sacerdote yal sabio es precisamente su cardcter carismatico, es decir, su condicion de elegido y lla- ‘mado directamente por Dios. 1. la identidad profetica Bl abuso de las palabras (y, mis en concreto, de las “grandes palabras”) provoca el deteriord de las mismas, la devaluacion de su sentido y con fre- ‘cuencia una cierta ambigiiedad. Esto sucede actual- mente con la palabra “profeta", que para muchos es sindnimo de adivino, futurélogo, visionario y todo un repertorio de personajes esotéricos que sacan provecho de estos tiempos tan escasos de esperan- as y expectativas de futuro. Es verdad que los pro- fetas biblicos se refieren al futuro y lo anticipan; ero, con mas frecuencia, se refieren al presente y al pasado. Para aclarar confusiones y deshacer ami- bigiledades es preciso recuperar definiciones y per- filar identidades, Es lo que pretendemos hacer, a sabiendas de que no es tarea Facil (por la gran varie- dad de personajes y mensajes proféticos que nos ‘ofrece el Antiguo Testamento) y conscientes de los riesgos (simplificacién y conceptualismo) que ello comport Los relatos de vocacién son el mejot medio de que disponemos para saber cémo se comprendie- ron a si mismos y como los vieron sus discipulos y ‘contempordneos. Aunque no tenemos los relatos de vocacién de todos los profetas, contamos con ejemplos abundantes y suficientemente representa- tivos (s 6; Jr 1; Ez 1-3; Os 1-3; Am 7 1017; Jon 11; 3 14). Estos relatos coinciden en destacar cuatro ‘asgos principales. Lamados y enviados por Dios No se es profeta por propia iniciativa, por de- terminadas cualidades 0 condiciones heredadas. Se €s profeta por decision y elecciéni de. Dios. Todos Jos relatos de vocaci6n coinciden en sefalar Ia ini- ciativa divina que culmina en la llamada personal a cada uno de los profetas. Estos, a su vez, perciben dicha llamada 0 vocacion, en el marco de un en- ‘cuentro especial con Dios que cambia radicalmente sus vidas, dndoles una nueva orientaciOn. La lla- mada a actuar como profeta comporta siempre el “envio” por parte de Dios: el que es llamado se transforma en un “enviado", es decir, alguien que no acta ya por cuenta propia, sino por cuenta y en nombre de Dios. Es lo que expiesan frases como: ZA quién enviaré? ;Quién ira por nosotros? (Is 6 8); irds a donde yo te envie, y diras lo que yo te orde- ne (Jr 17); les comunicaras mis palabras, escuchen 0 no (Bz 2.7); 0 los frecuentes estribillos de autori- dad: as dice el Setior, ondculo del Seftor, palabra del Senor. Todo ello sefiala una misma realidad: el profeta es el “hombre de Dios” que habla y actéa én su nombre; por eso, ha de hablar y actuar desde Ja fe y la experiencia de Dios. Aqui se fundamentan su autenticidad y mision de profeta. Misién piiblica - 1a llamada y el envio convierten al profeta en un personaje piblico, que (a diferencia de los mis- ticos) no puede guardar para si la experiencia de Dios. El profeta queda, por tanto, situado pGblica y abiertamente ante unos destinatarios a menudo rea- Cios e incluso hostile ante quienes debe desempe- fiar su mision, lo escuchen 0 no. Jeremias se sabe constituido profeta frente a todo el pais, frente a los reyes de Juda y a sus principes, frente a los sacer- dotes y a los terratenientes (Jr 1 18). Ezequiel es enviado a los israelitas, a ese pueblo rebelde... a es0s hijos obstinados y empedernidos (E2'2 34). Al profeta Amés se le encarga: Vete y profetiza a mi pueblo Israel (Am 7 15). Esta mision pablica exige al profeta enfrentarse abiestamente a personas ¢ insti- tuciones poderosas, debiendo superar los propios ‘miedos (Jr 1 217) y las amenazas de quienes preten- den hacerlos caller. Ministerio de la palabra El profeta es también, y sobre todo, el "hombre de la palabra’. Sin duda ‘que la palabra es la herra- mienta mas caracteristica del oficio profético. Por 60, Jeremias pretende escapar del encargo divino argumentando su incapacidad de hablar (Jr 1.6) € Isafas descubre en sus labios impuros (Is 6 5) un obsticulo insalvable. Es muy significativo que los tres grandes profetas (Isafas, Jeremias y Ezequiel) reciban como “investidura” de su misién un signo que los habilita para el ministerio de la palabra (vease Is 6 67; Jr 19; Ez 3 13). De aqui que el autén- tico profeta ya no hable por su cuenta ni transmita su propio mensaje, sino que convertido en un aten- to “oyente de la palabra” (Is 50 4) deba ser testigo de la voluntad divina, de aquel que lo envi6 dotindolo de “palabras de'Dios": Yo pongo mis pa- labras en tu boca (Jr 1). A través del profeta y su ministerio, la palabra de Dios interviene en la historia y se encarna en ella para juzgarla, encauzar- lay salvarla. Un mensaje en dos direcciones El encargo recibido por Jeremias para arrancar y desiruir.. para edificar y plantar(Jr 110) resume admirablemente las dos direcciones de la palabra profética. La expresién arrancar y destruir refleja Ja dimension critica de la tarea profética (Ulamada también denuncia profética), que ejerce en relaci6n al pasado y al presente del pueblo o de las naciones extranjeras y a las actitudes y comportamiento de sus mAs cualificados representantes. El profeta se convierte asf en instancia critica frente al orden (0 desorden) establecido, proyectando su denuncia a todas las areas de la vida (religiosa, social, econd- mica, politica) Pero su mensaje va més alld de la denuncia y el castigo. Su objetivo iiltimo es edificar y plantar, es decir, promover el cambio y la conversion, alimen- tar la esperanza, anunciar la salvacion prometida, cconstruir el futuro. Esta dimensiGn esperanzadora y salvifica se refleja especialmente en las llamadas utopias o escatologias proféticas. 2. Historia del profetismo biblico Por mucho tiempo se pens6 que el fenémeno profético era un producto propio y peculiar de la religiOn yavista. Sin embargo, los recientes hallaz- 0s arqueol6gicos ¥ literarios han sacado a la luz, aqui y all4, por todo el antiguo Oriente Medio, indi- cios y ejemplos de manifestaciones proféticas mas © menos similares al profetismo israelta. Se pueden citar, entre otros, los videntes y mensajeros no pro- 700 fesionales de los archivos de Mari, el relato de viaje de Wen Amén a Fenicia, la estela de Zakir, rey de Jamat. El adivino Balan (Nm 22-24) y los profetas de Baal (1 Re 18 205s.) se mueven asimismo en un contexto similar. Junto con los paralelismos y coincidencias es- tructurales, e incluso literarias, que existen entre los videntes y mensajeros extrabiblicos y los profetas israelitas, se dan también entre ambos diferencias cesenciales, La fe en un Dios tinico y personal, crea- dor det cosmos y Sefior de la historia, junto con la referencia a la alianza como base de las relaciones especiales entre el Seftor y su pueblo y como fun- cdamento de la vida moral de éste, colocan al profe- tismo biblico en una categoria aparte Origenes del profetismo en Israel Aunque algunos textos tardios vetan en Moisés el origen del profetismo (véase Dt 18 1520), en rea- lidad el fenémeno profético aparece en Israel con Samuel, coincidiendo con el nacimiento de la mo- narquia (finales del s. XI a. C.). Se podria decir que Ja monarquia y el profetismo nacen juntos y mue- ren juntos. Son dos instituciones estrechamente re- Jacionadas entre si. En concreto los tres tiltimos si- alos de la monarquia (VIII-VI a. C.) corresponden a fos lmados profes clisices, canoniceso escrito. res. De los potas anteriores a sgl I, que cons tituyen el lamado profetismo preclasico o precané- nico, la Biblia (especialmente los libros 1-2 Sm y 1- 2 Re) ha conservado ciertos relatos, unos sueltos y ‘otros agrupados en ciclos. El conjunto de datos nos permite diferenciar tres modelos proféticos: ~ Profetas individuales, vinculados a la corte y muy cercanos al rey (incluso pertenecientes a su servicio). Es el caso de Natin (2 Sm 7; 12; 1 Re 1), Gad (1 Sm 22 5; 2 Sm 24 11) 0 Miqueas hijo de ‘YimlA (1 Re 22), que s6lo intervienen en asuntos relacionados con la politica y las intrigas de palaco. = Grupos o fraternidades de profetas, que se agrupan como discipulos en tomo a un gran maes- tro, como Samuel, Elias y Eliseo (1 Sm 10 16; 19 20; 1 Re 22 10, 2 Re 235, 4 38). ActGian poseidos por el espirinu de Dios (1 Sm 19 20-24; 1 Re 22 24) y llegan a estados de éxtasis contagiosos, provocados por rit- ‘mos musicales, danzas y gesticulaciones (1 Sm 10 5; 19 2024; 1 Re.22 101). ~ Profetas independientes, que viven entre el pueblo, alejados de la corte, aunque ocasionalmen- te intervengan ante los reyes. Entre estos podemos citar a Ajfas de Sil6 (1 Re 11 2939; 14 1-18), un profe- ta an6nimo de Juda (1 Re 13), a Elias (1 Re 17-2 Re 2), y frecuentemente a Eliseo (2 Re 2-8). Este sera seguramente el modelo que mas influird en los pro- fetas escritores. 701 Bl profetismo clisico ‘A mediados del s, VIII a. C. se produce un fen6- ‘meno nuevo en la historia del profetismo: Entra en escena un conjunto de profetas, cuyas predicacio- res serdn consignadas por escrito (a inicitiva pro- Bia 0 dels dispulos) en os lamas libros pro- féticos. Por eso reciben el nombre de profetas escri- tores, aunque también se los conoce como profetas clasicos 0 can6nicos. Cronologicamente se pueden agrupar en tres momentos: 1) Profetas preexilicos: a) Periodo asirio (s. VIID: Amés, Oseas, Isaias 1-39 y Miqueas. ) Periodo babilénico (ss. VII-VD: Sofonias, Nahum, Jeremias y Habacuc. 2) Profetas exilicos (586-538 a. C) Ezequiel eIsafas 40-55 3) Profetas postexilicos (ss. VLU a. C): ‘Ageo, Zacarias 1-8, Isaias 56-66, Abdias, Malaquias, Jonds, Joel, Zacarfas 9-14, Barue y Daniel. Los ocho profetas preesilicos, especialmente Isaias y Jeremias, sefalan el momento de mayor esplendor del profetismo clasico. Coinciden con momentos criticos de la historia de Israel, tales como la caida de Samaria (722:a. C.) y la caida de Jerusalén (587 a.) en poder de Asiria y Babilonia respectivamente. De estos ocho profetas, solo Oseas procede del reino del Norte, donde ejerce su mi terio, junto con Amis (originario del reino del Sur) Los seis restantes proceden del reino de Judé y ali ejercen el ministerio. Con Ezequiel, el primer profeta det exilio, se produce un cambio de tono: menos vehemencia y espontaneidad en el mensaje, predominio de gran- diosas y complicadas visiones, preocupacién cada ‘vez mayor por los éitimos tiempos. Todos ellos son rasgos que anuncian la literatura apocaliptica. Sin embargo, en el Segundo Isaias (Is 40-55) reaparece, enriquecida, la corriente profética representada por el Isaias del s. VIIT a. C. Entre los profetas postexiticos s6lo son identifi cables Ageo y Zacarias (el autor de Zac 1-8), cuya actuacion se mueve dentro de un horizonte limita- do: la restauraciOn del templo: El Tercer Isaias (Is 36-66), Malaquias y el Segundo Zacartas (Zac 9-14) son colecciones de oraculos de tono cultual, apolo- gético y apocaliptico, detrés de los cuales no se descubre ninguna personalidad historica concreta No se sabe si Abdias y Joe! son escritos proféticos 0 rs bien textos litirgicos. Jonas no es una profecta, sino una paribola de caricter didictico y de autor desconocido, Baruc es una seleccién de fragmentos de distintas procedencias, reunidos por un autor- redactor, que poco o nada tiene de profeta. Final- ‘mente, Daniel entra de leno en el género apocalip- tico (véase la introduccién especial a este libro). No parece incortecto afirmar que el movimiento profético en el sentido estricto de la palabra termi za con el exilio. Los llamados profetas postexilicos ccarecen de la fuerza, la creatividad y las inquietu- des caracteristicas del profetismo clésico (ss. VII-VI aC). En los libros proféticos postexilicos, incluidos ‘Ageo y Zacarias, se hacen presentes temas y preo- cupaciones ajenos al profetismo césico, como el culto y la liturgia, la moral legalista, la apologia y la apocaliptica. Este dltimo dato confirma la convic- ci6n antes apuntada de que el profetismo nace con la monarquia y muere con ella 3. Formacién de la literatura profética La actividad literaria en Israel comenz6 hacia el s. Xa. C. Yes significativo sefialar que los primeros libros del Antiguo Testamento no fueron ni los del Pentateuco ni los libros histéricos, sino los libros proféticos. Como generalmente suele ocurrir en la Biblia, los libros proféticos no fueron eseritos por un solo autor ni de una sola vez, sino que son el resultado de un largo proceso de formacién, en el que podemos distinguir, al menos, tres momentos decisivos: ~ Los profetas. En el origen de la mayorfa de los bros eo predicason cr a action Ge los profetas. Detrés de la mayoria de los libros proféti- cos se descubre la huella literaria y teolégica de una personalidad hist6rica concreta. Algunos profe- tas pusieron por escrito (ellos mismos 0 con la ayuda de secretarios 0 discipulos) parte de sus pre- dicaciones (Is 8 1.16; 30 8; Jr 30 2; 36; 51 60; Ez 43 11; Hab 22). Sin embargo, los profetas no ejercieron su ‘ministerio por medio de la palabra escrita, sino por su predicacion oral y, también, a través de sus ac- cciones. ~ Los discipulos, a su vez, transmitigron oral- mente y luego fueron poniendo por escfito la pre- dicacion de sus maestros (Is 8 16; Jr 36 432), dando paso asi a las primeras agrupaciones del material profético en colecciones temiaticas y literarias. Esta transmision no fue s6lo material y mecdnica, sino viva, personal y creadora, tanto en lo que respecta al-contenido como a su forma (géneros lterarios). Sirvan como ejemplo las colecciones del libro de Amés: * Am 1-2: Siete ordculos contra las naciones. * Am 3-6: Seis oriculos contra Israel. * Am 8-9: Cinco visiones. = Los iltimos editores o redactores compusieron finalmente, con los materiales recibidos y sus pro- pias aportaciones, los libros proféticos. Siguiendo con el ejemplo de Amés, las aportaciones més im- portantes del editor parecen ser las siguientes: ‘* Introducci6n (Am 11.2) * Conclusion (Am 9 11-15) ** Oriculo contra Juda (Am 2 45) * Las doxologias (Am 4 13; 589; 954). Tal es el proceso de formaci6n, un tanto simpli- ficado y esquematizado, que siguié la literatura pro- fética hasta cristalzar en Jos actuales libros, después de pasar por sucesivas ediciones y reediciones, en Jas que todavia conocieron retoques, reinterpreta- ciones y ampliaciones (véase la introducci6n gene- ral al Antiguo Testamento). 4, Géneros literarios profeticos os libros proféticos contienen palabras de los profetas y palabras sobre los profetas. Este doble tipo de material da lngara dos grandes géneros lite- ratios: ordculos proféticos (palabras de los profetas) Y narraciones proféticas (palabras sobre los profe- tas). Cada uno de estos grupos se subdi de, a su vez, en miltiples formas, algunas de las cuales sefialamos a continuacion Ordculos proféticos El ordculo es una “declaracién solemne hecha en nombre de Dios". En algunas ocasiones se trata de sentencias breves; en otras, de exposiciones més, amplias. Como género especificamente profético el oriculo presefita dos modalidades’ orgculo de con- dena y de salvacion, El ordculo de condena se refiere a aconteci- mieritos 0 acciones del pasado y'del presente y en su forma més tfpica consta de: a) una introduccién que contiene la formula “asi dice el Seftor’ u otra simitar; b) el cuerpo del orfculo, que enumera los delitos 0 pecados condenables e incluye la senten- cia el castigo; y c) la conclusi6n o firma del oré- culo con formulas del tipo “oriculo del Sefior”. En ‘Am 1-2 encontramos ocho oraculos que se ajustan perfectamente a este esquema (aunque a veces se introducen pequefias variantes). Una forma muy parecida al orfculo de condena s la llamada requisitoria judicial, una especie de pleito en el que Dios llama a juicio a Israel, convo- cando como testigos a los dems pueblos ¢ incluso a la cteacion entera (montafias, cielos; tierra). Des- pués de un interrogatorio, a menudo ret6rico y solemne, el reo es declarado ‘culpable. Todo culmi- na en la proclamacién del veredicto de condena- cién (Is 5 3.7 Jr 2.437; Os 2 415; 4 13; 4 46; Mig 1 27; 6 15). Otras formas de oréculos de condenaci6n son las lamentaciones y amenazas (Is 5 824; 10 14; 28-33; Am 5 7-6 14; Hab 2 62). El ordculo de salvaci6n se refiere siempre al futuro, tanto inmediato como més lejano, y presen- ta ciertas similitudes con el oraculo de condena 702 (sobre todo en la introduccién y en la conclusién), pero se diferencia de éste en el cuerpo y en el con- tenido, que consiste en el anuncio-de una especial intervencion salvifica de Dios 0 en el cambio de una situacion de castigo (Is 2 1-4; 11 19; 65 172%; Jr 31 31-33; Ez 36 26ss; Os 2 18:22; Am 9 1115). A veces, este anuncio viene precedido de la exigencia de conversién por parte del destinatario (Is 1 1620, 58 6.14; Jr7 5-7; Os 613; 1429; Am 5 46). ‘Ademas de estas formas, especialmente tipicas y representativas del lenguaje profético, las “pala- bras de los profetas” utlizan otros géneros y formas tomados de otros contextos no especificamente pro- féticos como son la sabiduria familiar y tribal (ex- hortaciones, paribolas, alegorias, enigmas, bendi- ciones y maldiciones, etc.), el culto Chimnos y or ciones, confesiones, instricciones, liturgias peni- tenciales, etc.), la corte y la diplomacia (edictos, cartas, tratados, etc.), el 4mbito judicial (discurso acusatorio, formulas Casuisticas, etc.) 0 la vida dia- ria (cantos de amor y de trabajo, lamentaciones, etc). Mencion aparte merece el género apocaliptico ‘que, sin ser espectficamente profético, adquiere es- pecial importancia en el periodo postexilico. Narraciones proféticas A diferencia del oriculo, generalmente en ver~ so, las narraciones proféticas aparecen en prosa y tienen por objeto la vida, las acciones y experien- cias de los profetas. Suelen ser relatos biogrificos (en tercera persona) o autobiogrificos (en primera persona) y entre sus formas més caracteristicas hay ‘que destacar los relatos vocacionales, las visiones y ls acciones simbélicas. Estas Gltimas ocupan un lugar importante en la predicacién profética (Is 20; Jr 13 1-11; 18 1-12; 32 1-15, Ez 4; 12). A veces, la misma persona del profeta y sus experiencias exis- tenciales se convierten en simbolo profético (Is 8 1- 4; Jr 16; Ez 24 15-27; Os 1 y 3), absiendo asi los limi- tes de la palabra al horizonte mas amplio de la vida, elevada a lenguaje profétco privilegiado. 5. El mensaje de los profetas | mensaje de los profetas esta determinado por los rasgos que configuran su personalidad, espe- cialmente por su condicién de hombres de Dios, por la dimension pablica de su ministerio y por las dos direcciones predominantes de su palabra: de- nuncia y utopia. Como “hombres de Dios”, han profundizado en el conocimiento de la divinidad, han interiorizado y personalizado la vida cultual y han contribuido al avance cualitativo de la religiosi dad de Israel. Su “ministerio pablico” los ha puesto, ademés, en contacto con la historia de su pueblo y on los problemas de su tiempo; sobre todo en las esferas social, politica, econdmica y juridica, han tenido que hacer vigorosas denuncias y claras refle- 703 ies, Como “mensajeros de salvacién’, han abier- to la historia hacia el futuro, contribuyendo decisi- vamente a la doctrina escatol6gica Desde el punto de vista religioso, el profetisino se sitfa en el coraz6n del Antiguo Testamento. Los profetas son los centinelas de la alianza (Ez 3 16.21), los defensores del yavismo frente a los dioses ex- tranjeros, alas creencias y a las pricticas politeistas ‘cananeas. Son los creyentes y teGlogos que han profundizado en el conocimiento del Dios tinico y han expresado con claridad y perfeccién verdades tan importantes como el monoteismo, la creaci6n, la elecci6n, fa alianza, el mesianismo, el culto auténti- 0, el sentido de la historia, ete Pero esta profunda experiencia religiosa nunca alej6 a los profetas de los problemas de su tiempo ni os colocé al margen de la historia de Israel. El paso de la vida n6mada a fa sedentaria en la tierra prometida y, sobre todo, la monarquia habian in- troducido en el antiguo Israel un progresivo dese- quilibrio econémico y social. Con ello, #2 corona y Jas familias allegadas a la corte se enriquecieron a ‘costa del pueblo (1 Sm 8 10:18). Por su parte, las cla- ses dirigentes encargadas de elaborar las leyes y presidir las instituciones no siempre se condujeron ‘con la equidad y justicia que exigian sus responsa- bilidades. Por éstas y otras muchas razones, Ia s0- ciedad del tiempo de los profetas lleg6 a sufrir escandalosos desajustes sociales. De ahi que una buena parte de la predicacién profética vaya enca- ‘minada a denunciar estas situaciones de injusticia y a.defender los derechos de los pobres y desprotegi- dos frente a los abusos de las clases dominantes. La mayoria de los profetas tuvieron gran in- fluencia en el dmbito politico de su tiempo. Se hi- cieron presentes en momentos criticos de Ia vida del pueblo y su actuacion fue decisiva en la historia de la naci6n, En general, el profetismo significaba cl elemento carismatico que recordaba a los reyes y dirigentes que toda la vida del pueblo elegido y todas sus instituciones, incluida la monarquia, de- bian estar atentas a los designios y a la voluntad de ios, manifestada a través de la voz de los profe- tas Finalmente, los profetas fueron auténticos forja- dores de esperanzas, que abrieron la historia y los horizontes de su pueblo hacia un futuro de salva- cin y plenitud, Basados en las grandes verdades y cexperiencias del éxodo, de la alianza, de la elec- ion de Jerusalén como ciudad santa y de la elec- cién de la casa de David como dinastia eterna, los profetas anuncian y esperan un nuevo éxodo, una nueva alianza, una nueva Jerusalén, y un nuevo David que instavre sobre la tierra el reino de Dios (mesianismo). Estas, junto con las promesas de un nuevo pueblo que Dios forma a partir del “resto de Israel”, ¢ incluso de una nueva creaci6n, son las esperanzas que constituyen los grandes ejes de la utopia o escatologia profética. “ Aunque el profetismo en cuanto fenémeno his- t6rico concreto termina con el exilio, sin embargo en Israel nunca se extinguirfa del todo la esperanza de nuevos profetas. EI mismo Jests sera considera- do como profeta por muchos de sus contempori- neos (véase Mt 21 11; Mc 8 28; Jn 4 19; 6 14; 9 17). Igualmente, las primeras comunidades cristianas lo consideraron como el profeta esperado (Hch 3 22,7 37), que con su vida y obra llev6 al cumplimiento definitivo las antiguas profecias (Lc 24 25). ISAIAS INTRODUCCION El libro de Isaias es probablemente el mas ‘conocido y representativo de toda la literatura pro- fética. Su dominio del lenguaje, su belleza poética y la riqueza de sus imagenes lo convierten en un cla- sico de la literatura universal. A nivel teol6gico, sus oriculos mesiénicos, los poemas de la consolaci6n y €l nuevo éxodo, los cantos del siesvo, los himnos a Sin, etc. hacen de él uno de los libros mas pro- fundos de todo el Antiguo Testamento en cuanto al contenido teol6gico y el mas citado o aludido del Nuevo Testamento. Sin embargo, ms que una sola obra, el libro de Isafas es una compleja coleccién nla que se descubren, al menos, tres autores, a los que actualmente se llama: Primer Tsafas, Segundo Isaias y Tercer Isafas. El descubrimiento de los “tres Isaias” Hasta el final del s, XVIM, pricticamente nadie habia puesto en duda que el profeta Isafas, perso- naje historico de la segunda mitad del s. VIIa. C., fuera el autor de todo el libro que lleva su nombre. Sin embargo, la critica hist6rico-literaria aplicada minuciosamente a toda la Biblia y, en particular, al libro de Tsafas permitié cuestionar esa conviccion a artir de una serie de indicios que agrupamos, de forma resumida, en tres grupos = Indicios hist6ricos: En Is 1-39 se habla del profetaIsaias en el contexto historico de la segunda mitad del s. VIIa. C,, de los reyes de Jud contem- pordineos a su ministerio, y de Asiria, el imperio dominante de la época. Pero, a partir de Is 40 encontramos un contexto histérico muy distinto: se habla de Ciro (Is 44 28, 45 1; vease Is 41 2), rey persa de la segunda mitad del s. VI a. C; se invita a los, israelitas a salir de Babilonia (Is 48 20; 55 12) y a regresar a Jerusalén (Is 40 tss). Estamos, pues, en la época de! destierro, unos 150 afios despues de las dltimas fechas seguras del ministerio del profeta Isaias. Y a partir de Is 56 tenemos la impresion de estar de nuevo en Jerusalén, una vez que ya ha pasado la primera edforia del regreso del exilio. = Indicios literarios: Estas notables diferencia cronol6gicas van acompaftadas de claras diferen- cias de lengugje y estilo literario, Al estilo conciso, sobrio y contenido de Is 1-39 con abundantes aso- nancias y metAforas, sucede en Is 40-55 un estilo mis ret6rico y apasionado, de construcciones més desarrolladas y géneros proféticos muy distintos Finalmente, en Is 56-66 se observa una menor cali dad postica ~ Indicios teol6gicos: Las diferencias no son menores en el plano teologico. La mayorfa de los temas dominantes de Is 1-39 (denuncia social, anun- ios de condena, oréculos mesiénicos, teologta nistica, etc.) desaparecen en Ts 40-55 0 son tratados con otfo enfoque (tema del “resto"), mientras que aparecen temas originales (Dios creador, nuevo éxodo, ordculos de consuelo, cantos del siervo, etc). A su vez en Is 56-66 se incorporan nuevos temas y preocupaciones (el culto, el sibado, el tem- plo, relacién con los extranjeros, preocupaciones escatol6gicas). Este conjunto de indicios y diferencias ha lleva- do a formular la hip6tesis, hoy practicamente acep- ‘ada por todos, aunque con diferencias de detalle, de tres obras independientes y distintas entre si: 1 Is 1-39: Libro de Isaias, profeta del s, VIII a. C. (Primer Isaias). 2. Is 40-55: Obra de un profeta anénimo del exi- lio (Segundo Isaas) 3. 1s 56-66: Obra de uno o varios profetas an6- nimos posteriores al exilio (Tercer Isaias). En la presente edicién de la Biblia asumimos esta posicién generalizada y presentamos el libro de Isaias, diferenciando cada una de sus tres partes con su introduecién correspondiente. PRIMER ISAIAS (Is 1-39) 1, Contexto histérico a vida y ministerio del profeta Isaias se desa- rrollan en la segunda mitad del s. VIII a. C. En el Ambito internacional, esta época queda definida por la expansién y supremacia del imperio asirio que con sus reyes Teplatfalasar II (745-727 a. C.), Salmanasar V (726-722 a. C.), Sargon Il (721-705 a. C) y Senaquerib (704-681 aC.) somete sucesiva- mente a los distintos reinos y territorios del Oriente Proximo. Este dominio afecta también a Palestina: los reinos independientes de Israel y de Judé sufri- rin las consecuencias de la presiOn asiria que pro- duciré funestos resultados, pues supondrs, por un lado, la conquista de Samaria y el fin de Israe! co- mo reino independiente (722 a. C.) y, por otxo, et 705 sometimiento de Judé al dominio asirio junto con el ataque y asedio de Jerusalén (701 2. C.). En el plano nacional, Isafas vive bajo el reinado de cuatro reyes de Juda: Ozias/Azarfas (767-739 a. C.), Jotin (739-734 a. C.), Ajaz (734-727 a. C.) y Eze- quias (727-698 a. C), y'es contemporineo de los Lltimos reyes de Israel. En este medio siglo se suce- den tres situaciones particularmente determinantes: un primer momento de relativo esplendor y pros- peridad econ6mica bajo Ozias y Jotin; un segundo momento constituido por la amenaza del imperio asirio, que provocaré la alianza de Siriae Israel con- tra Judd en la llamada “guerra siro-efraimita’ y la intervencion de Asia en ayuda de Ajaz, que traeri elfin de Israel y el sometimiento de Jud; y un ter- ‘cer momento que coincidira con el reinado de Eze- ‘quias, caracterizado por su reforma religiosa y sus afanes independentistas, que lo llevardn finalmente 2 zebelarse contra Asiria, sufriendo una nueva inva- si6n, la conquista de cuarenta y seis fortalezas de Juda y el asedio de Ia capital. Jerusalén se salvard ‘en ef tltimo momento por el fepentino y urgente regreso a casa del ejército de Senaquerib (701 a ©). Esta época turbulenta y dificil coincide final- mente con uno de los momentos mas intensos de la actividad profética: Isaias aparece un poco después de Amés, el primero de los profetas escrtores, y es ccontemporéneo de Oseas (el otro gran profeta del norte junto con Amés) y de Miqueas. Aunque en Jos siglos inmediatamente anteriores ya habian apa- recido grandes profetas, serd a parti dels. VIIa. C. cuando la predicaci6n y el mensaje proféticos em- piecen a ser consignados por escrito, bien por sus ismos autores, bien por sus respectivos discipulos y seguidores. 2. Actividad profética de Isaias ‘Tenemos pocos datos concretos de la vida de Isaias. Parece que nacié en Jerusalén, hacia el afio 760 a. C., de una familia acomodada. Debi6 recibir tuna esmerada educaci6n cultural y religiosa como ‘muestra su dominio de la lengua hebrea y su cono- cimiento de las tradiciones religiosas (especialmen- te las relativas a Jerusalén) y sapienciales. Su voca- cién esté fechada en ef ario de la muerte del rey Oras (Is 6 1), es decir, hacia el afio 740/739 a.C. y estuvo casado con una mujer conocida como “la profetisa” (Is 8 3). De su matrimonio tuvo dos hijos, 2 los que puso nombres simbélicos (Is 7 3; 8 518), como Oseas (véase Os 1 38), y a los que posible- ‘mente asoci6 a su mision. Por la datacién de algu- ros ordculos sabemos que intervino especialmente en la crisis “siro-efraimita” (Is 7 1) y con motivo del ataque de Senaquerib a Juda y Jerusalén (Is 36 2). Los demas datos permanecen ‘oscuros; sobre su muerte una tradiciOn judlia dice que murié aserrado por orden de Manasés (véase Heb 11 37). Solo a tra- vés de los indicios que nos proporcionan algunos de sus oriculos podemos reconstruir en parte su actividad profética, concentrada en tres periods: ~ Durante los siltimos aftos del reinado de Ozias y los primeros de Jotin se vive una situaci6n de paz y prosperidad que, como sucede con frecuencia, acentia los abusos de las clases altas, produciendo escandalosas diferencias ¢ injusticias. Isafas se rebe- la contra este estado de cosas y denuncia, como contrarios a la justicia y santidad de Dios, e! lujo, la corrupcin, la injusticia, la opresién y sobre todo un culto que pretende en cierto modo justficar to- dos estos abusos (Is 1 1020). Buena parte de los ord- ‘culos de Is 1-5 se remontan'a este momento, en que predomina la denuncia y el castigo, pero también hay lugar para los anuncios de salvaci6n (Is 1 16:7), siempre que el pueblo acepte convertirse. ~ Los iiltimos afios de Jotén y el reinado de Ajaz estin marcados por dos principales preocupacio- nes politicas: la creciente amenaza asiriay la guerra siro-efraimita. Isaias se opone a la politica de Ajaz de buscar la ayuda asitia, por la desconfianza y la falta de fe en Dios que tal actitud supone; la afirma- cion: Si no confian en mi, no subsistirdn (Is 7 9) resume la exigencia del profeta. Su mensaje se re- parte en amenazas y promesas, entre las que desta- can los ordculos del “libro del Enmanuel' (Is 7-12). ~ Sigue un largo perfodo de silencio, en el que se producen las caidas sucesivas de Damasco y Sa- ‘maria a manos del ejército asirio. Juda, por su parte, es sometida a vasallaje, situacién respetada tanto por Ajaz en los iltimos afios de su reinado, como por Ezequias que, en los primeros del suyo, se ‘mantiene al margen de alianzas y rebeliones contra Asiria, Pero la muerte de Sargén I (705 a. C.) es aprovechada por los reinos dominados, Judé entre ellos, para rebelarse. 1s 28-31 muestran ia posicion y el mensaje del profeta en este tiempo: Isaias de- rnuncia la alianza antiasiria de Juda con los reinos vvecinos y la peticion de ayuda a Egipto. Los hechos le darén la raz6n: Senaquerib somete a los pueblos vecinos, invade Juda y asedia JerusalEn (701 a. C.). En circunstancias tan draméticas, Isaias se vuelve contra Asiria que ha sobrepasado su misiOn de ins- tcumento divino (Is 5 2529, 10 546; 28 2), condena su orgullo y prepotencia (Is 10 $15; 14 2627, 30 2733 y la seccién en prosa de Is 36-39) y anuncia la salva- cin para Jerusalén (Is 31 $46, 37 3338). La reaccin euférica del pueblo tras la liberacién provoca la decepcién del profeta, que pronuncia dos duros oriculos de condena contra la conducta incons- ciente del pueblo y su negativa a convertrse (Is 22 114; 148), Fuera de estos acontecimientos no es ficil datar mas oriculos, ni concretar nuevas intervenciones del profeta. Pero, dado el relieve que en Is 1-39 tie- nen los ordculos de salvaci6n no es dificil imaginar que en este nuevo contexto de paz tengan cabida Algunos oriculos, como Is 2 24; 11 19; 32 1515-20, que entreabren un futuro de paz internacional y de establecimiento de lajustcia y el derecho, de la fra- ternidad y el bienestar. 3. La obra de Isaias En realidad s6lo es posible datar una pequena parte de Is 1-39 y encuadrarla en el marco de la vida del profeta. Estos ordculos constituyen el nii- cleo del libro, escrito probablemente por el mismo Isaias (Is 30 8). Ello no impide que otros muchos textos no datados sean tambiéri suyos. Del resto de los ordculos, algunos fueron recogidos y redacta- dos por sus discfpulos (Is 8 16), otros pertenecen a su escuela y fueron tal vez sometidos a una poste- sior readaptaci6n. Un iihimo grupo de oréculos (Is 24-27 e Is 34-35), de €poca mas tardia, fue incorpo- rado a la obra de Isafas por el editor que organiz6 ¢l libro tal como nos ha llegado. El resultado de este complejo proceso redaccional de Is 1-39 queda ahora estructurado en las seis partes que fo compo- nen, a saber: 1. Is 1-12: Oréculos sobré Israel y Jud, que recogen buena parte de la predicacién del pprofeta bajo Jotan y Ajaz ¢ incluyen una uni- dad auténoma conocida como “libro del En- manuel” (Is 7-12). 2. Is 13-23: Ordculos contra las naciones extran- jeras, que en parte pueden atribuirse al mis- mo Isaias. 3. Is 24-27; La gran escatologia, coleccién tardia, ‘muy posterior al profeta, 41s 28-33: Ordculos contra Jud, que recogen buena parte de la predicacion de Isaias du- rante los aitos 705-701 a. C. 5. Is 34-35: Pequeiia escatologia, también poste- rior Isaias 6. Is 36-39: Apéndice histérico, duplicado de 2Re 18 13-2018. 4. El mensaje de Isaias EI mensaje del profeta Isafas estuvo marcado por dos constantes, muy significativas: la experien- ia de su vocaci6n y la preocupacién por la reali dad concreta de su pueblo. Estas constantes confi- ‘guran las lineas maestras de su mensaje. — En el momento de su vocacién (Is 6), Isaias tuvo acceso a una doble experiencia: la santidad de Dios manifestada en su soberania y transcendencia, y la condicién pecadora de si mismo y de su pue- blo, Puesto que ambos extremos son incompati- bles, el encuentro pleno entre Dios y su pueblo s6lo’sera posible con la conversién y la desapari- cién del pecado. Por eso, su predicacién id enca- inada a denunciar el pecado y sus consecuencias ya proponer el conocimiento auténtico de Dios. ~ El pecado se hace particularmente evidente 706 en el orden social: codicia, lyjo, orgullo, injustcia, opresién de los débiles, etc. La denuncia social de Isafas entronca con la de Amés (gana en altura poé- tica y pierde en contundencia) y desemboca en el Ambito religioso: culto y opresién son incompat bies (is 1 10:17. ~ El pecado también se manifiesta en la esfera politica pues la amenaza asiria hace que el pueblo y sus dirigentes busquen ayuda y hagan pactos con ‘otros pueblos, poniendo asi en evidencia su falta de confianza en Dios. Isaias, conocedor y simpat zante de las tradiciones teolégicas de Juda (elec- cién de Jerusalén y promesa dindstica), sabe que Dios se ha comprometido con la ciudad y con la di- nastia davidica; pero este compromiso no es incon- dicional: exige la respuesta de! pueblo, manifestada ‘en una actitud de fe, de calma y confianza. ~ Pero la denuncia del pecado y el anuncio del juicio y del castigo correspondiente no son la raz6n de ser de la actividad profética de Isafas: su objeti- vo iiimo es la llamada a la conversién, el cambio de conducta, e! regreso del Seftor, como condicién previa de su perdén (Is 1 18: vengan y discutamos) y de una nueva vida de justicia y misericordia (Is 1 1620) ~ La esperanza mesidnica de Isalas aparece co- ‘mo una relectura y proyeccién al futuro de la "pro- ‘mesa dindstica”, El "ungido" (=mesias) anunciado por Isafas consolidara el trono davidico, implantard Ia justicia y el derecho, y posibilitara el conocimien- to de Dios, que es la condicién para hacer posible un futuro ideal, pacifico y paradisiaco (Is 22-4 916; 1115) que se abre a la esperanza. SEGUNDO ISAIAS (Is 40-55) 1. El contexto bistérico El panorama hist6rico que se intuye detras de Is 40-55 es bien distinto al que conocemos de Is 1-39. Ia situaci6n internacional ha experimentado un cambio espectacular: en menos de un siglo ha caido el imperio asirio y se adivina inminente la caida del neobabilénico. El imperio asirio, después cde una larga decadencia, es sustituido por el impe- rio neobabilbnico, que con su gran rey Nabucodo- nosor (605-562 a. C.) invade Juda, ataca por dos veces Jerusalén y finalmente la destruye (587 a. C), deportando a Babilonia a lo mis selecto de la po- blacion judia, Su dominio duraré poco més de me- dio siglo. El persa Ciro aparece en el horizonte, conquista Ecbtana, la capital de Media (550 a. C} y derrota a Creso, fey de Lidia en Asia Menor (546 a. C.). Después de estos primeros éxitos marcha contra Babilonia, donde entrard triunfante, ayuda- do por los mismos babilonios que se han rebelado contra su rey Nabonido y saludan a Cito como li- bertador (539 a. C.). Los pueblos dominados por Babilonia, entre ellos los judios deportados, se 707 verin también favorecidos por Ciro, quien median- te un decreto de liberacién permite regresar a Pa- lestina 2 los judios que lo deseen (véase Esd 1 25). En este marco histérico, ¥ més concretamente ‘entre los primeros éxitos de Ciro (546 a. C.) y su conquista de Babilonia (539 2. C.), se desarrolla el ministerio y la obra del profeta anénimo conocido ‘como Deuteroisaias 0 Segundo Isaias. 2. Actividad profética del Segundo Isaias Carecemos de datos explicitos sobre la vida y actividad de este andnimo y misterioso profeta, ‘Todo lo que podemos llegar a saber hay que entre- sacarlo de su obra reunida en Is 40-55. Esta nos muestra a un personaje fervoroso y optimista, soli dario con la suerte y sufrimiento de su pueblo, y con una profunda fe en Dios como sefior de la his- toria, Es, sobre todo, un gran tedlogo, buen cono- cedor de las antiguas tradiciones proféticas y teol6- gicas de su pueblo (especialmente las tradiciones del norte, Oseas ¥y Jeremfas) y, al mismo tiempo, abierto al mundo religioso y cultural de su alrede- dor, y particularmente atento a los “signos” de su tiempo. Este profeta ejerce su ministerio en Babilo- nia, entre los judios desterrados, a finales del exilio. A partir del cambio que experimenta su obra desde Is 49 en adelante, es posible adivinar dos etapas en su minister: ~En una primera etapa, sie predicaci6n (conte- rida fundamentalmente en Is 40-48) tiene por obje- to anunciar a los desterrados la liberacion del yugo babilonico por medio de Ciro, instrumento y “sier- vo" de Dios, y el regreso inminente a la propia tie- rra, Para ello, debe enfrentarse con milples resis- tencias entre los propios israelitas, unos

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