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Hola!

Hoy les hablaré sobre la idea de tutores de resiliencia.


Sabemos que a partir de una tercera generación de autores en los años
90´ es cuando la resiliencia comienza a visualizarse como un proceso
dinámico, producto de la interacción de factores tanto individuales
como sociales, constituyendo la antesala a la mirada actual que nos
habla de una resiliencia relacional, que enfatiza que ésta se desarrollaría
dentro de marcos ecológicos y socioculturales específicos.
Es este otorgamiento de reconocimiento y valor a lo sociocultural en la
construcción de resiliencia, lo que nos invita a mirar los procesos
relacionales desde un nivel macro, hasta un nivel muy micro, muy
pequeño, relativo a las interacciones uno a uno entre las personas.
Es en este contexto más íntimo y particular, en el que surge la propuesta
de tutores de resiliencia.
Los invito a pensar unos segundos, en algunas de sus experiencias de
vida que les fueron especialmente difíciles de sobrellevar y superar.
¿Habrá existido alguien ó algunas personas que les permitieron sentirse
capaces de salir victoriosos ante la adversidad?...
¿Reconocen a un otro significativo que desde un amor y valoración
profunda por ustedes, les dio el impulso para ir a la conquista del
mundo, en palabras de Boris Cyrulnik.
Es justamente este autor, Boris Cyrulnik, quien plantea que los tutores
de resiliencia serían aquellas personas que nos impulsan en el
despliegue de nuestras capacidades resilientes, o quienes nos permiten
avanzar por nuevo tipo de desarrollo luego de una experiencia
traumática o que nos levantan o sacan de la oscuridad de lo adverso y
doloroso, para poder hacernos transitar por una nueva existencia o
vivenciar un renacer psicológico en el caso de traumas complejo, que
hemos vivido.
Muy relevante es destacar, que si bien en un principio Cyrulnik nos habla
de personas para referirse a tutores de resiliencia, prontamente amplía

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su definición a instancias, hechos, recuerdos, obras literarias, obras de
arte de otros ámbitos, alguna actividad e incluso, una sola canción o una
sola sonrisa fugaz, podría ser suficiente para llevar éste título.
Se vislumbra entonces, un 1er punto muy fundamental: la connotación
subjetiva que tiene la designación de alguien o de una experiencia,
como tutora de resiliencia de parte de la persona herida.
Un 2do punto crucial, es que un tutor de resiliencia puede operar en la
esfera de lo real, o de lo simbólico.
Por otra parte, se tiene una diferenciación entre los tipos de tutores que
existirían.
Por otra parte de hace mención a la existencia de tutores implícitos,
entendidos como aquellos que no necesariamente han intencionado ser
nuestros tutores o que nunca supieron que lo fueron o tampoco se
enteraron de la relevancia que tuvieron para nosotros en la construcción
de nuestra resiliencia, por ejemplo alguien de nuestro entorno familiar o
de nuestro entorno educativo, algún artista, un religioso, un ritual, un
baile, el escribir o hacer arte y producciones creativas.
Por otra parte, se tiene la existencia de los llamados tutores explícitos,
que serían aquellos profesionales que dan atención y contención
concreta e intencionada a la persona herida tales como rescatistas,
psicólogos, psiquiatras ó trabajadores sociales.
Ahora bien, independiente si estamos hablando de un tutor implícito o
explícito, resulta muy importante destacar algunas características de
éstos cuando estamos hablando de personas.
Los invito ahora a reflexionar con respecto a otra pregunta. Qué
responderían si les preguntase: ¿Cómo debiera ser o cómo debiera
comportarse un tutor de resiliencia para lograr cumplir este rol y
obtener este título de parte de alguien?
La literatura menciona en primer lugar, la entrega de amor incondicional,
seguridad y de confianza básica, aspectos que claramente nos remontan
a la teoría del apego.
Luego, se destacan aspectos tales como el respecto y el valor hacia la
historia del otro traumatizado, y la creencia genuina en su potencial
Resiliente. Pues ¿cómo facilitar, podríamos decir así trayectorias
resilientes en personas, en familias o comunidades según sea el caso, sin
la convicción de que pueden encaminarse por ellas? En verdad resultaría
bastante inconsecuente y difícil de hacerlo.

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Vayamos ahora a lo que es nuestra labor en el ámbito social, en el
ámbito de salud o educativo ¿Estamos logrando ser los tutores de
resiliencia que las personas con las que trabajamos requieren? ¿A qué
desafíos personales y profesionales nos enfrenta serlo?
Cerrando este capítulo, los dejo con estas preguntas. Hasta pronto.

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