Está en la página 1de 8

NARRADOR:

¿Qué es el narrador?

En narrativa y literatura, se llama narrador a la voz textual que relata la historia contada, se trate de un
personaje de la misma, o no. A través de él conocemos la historia y a los personajes, de modo que no
puede haber relato sin narrador.

La presencia del narrador es el elemento clave para distinguir la narrativa de cualquier otra forma de
arte literario, mucho más que la trama y los personajes. En poesía, ensayo o dramaturgia no hace falta
nunca su intervención.

Se le considera un mediador entre los eventos narrados y el lector: una mediación que puede darse en
muy distintos términos, ya sean fiables o no, más o menos pormenorizados y, en general, desde un
punto de vista específico en relación a lo contado.

El narrador es, entonces, a quien corresponde comunicar lo sucedido, controlando la cantidad y


velocidad de la información revelada, y a menudo imprimiéndole una carga de emotividad específica a
lo dicho, o utilizando un lenguaje específico para decirlo.

El desarrollo de distintos tipos de narrador es característico en las tendencias y movimientos narrativos


de la historia de la literatura. Muchas veces su elección refleja las tensiones culturales y/o filosóficas del
momento, o bien una forma de reacción o innovación a partir de los narradores tradicionales.

He allí que en la literatura contemporánea se haya experimentado con narradores más complejos,
múltiples y dinámicos, como es el caso del stream of consciousness (“fluir de la conciencia”) asociado a
la obra del irlandés James Joyce (1882-1941).

Tipos de narrador

Dependiendo de su naturaleza, es posible identificar diferentes tipos de narrador. Para ello, lo común es
diferenciarlos según la persona gramatical que utilizan (1era, 2da, 3era) y, posteriormente, según el tipo
de relación que tienen respecto a lo contado.

Narrador intradiegético o en primera persona. También conocido como narrador interno o


protagonista, se trata de un narrador que forma parte del relato contado, es decir, que es al mismo
tiempo narrador y personaje, de modo tal que absolutamente todo lo ocurrido lo vemos a través de sus
ojos. Por lo tanto, el narrador en primera persona tiene una personalidad evidente, recuerdos y
opiniones sobre lo contado, y su subjetividad puede entrar en juego a través del lenguaje que usa o del
modo en que elige contar lo que cuenta. Este narrador puede, a su vez, ser de tres tipos diferentes:

Narrador protagonista. Es aquel que juega al mismo tiempo el rol de narrador, personaje y protagonista
principal de la historia, es decir, a quien le ocurren la mayoría de los eventos de la trama. Es el narrador
de los diarios o las autobiografías, por ejemplo.

Narrador testigo presencial. En este caso el narrador es un personaje secundario de la trama, que
simplemente nos sirve de testigo de lo ocurrido al protagonista, o sea, que nos dice cómo se enteró de
las cosas que cuenta. Un ejemplo típico son las crónicas literarias o periodísticas, en que el narrador
cuenta desde su óptica lo sucedido a terceros.

Narrador autodiegético o en segunda persona. Es el tipo de narrador menos popular, dado lo


restringido de su uso, ya que convierte todo el relato en algo que se le dice al protagonista, a través del
uso de la segunda persona gramatical (tú, ustedes, etc.). Este tipo de narrador suele consistir en una
abstracción, o bien referirse a sí misma como un personaje dentro de la trama, como si estuviésemos
escuchando una conversación en la que habla siempre un solo integrante.

Narrador heterodiegético o en tercera persona. También llamado narrador externo, es el más común de
todos, permitiendo un amplio margen de proximidad o lejanía respecto a lo contado, que le ocurre a
terceros. El narrador se halla siempre por fuera de la historia, es decir, no toma acción alguna en ella,
pero puede conocer más o menos detalles de lo ocurrido. Este tipo de narrador se clasifica a su vez en:

Narrador omnisciente. Se trata de un narrador que observa los eventos relatados desde un punto de
vista superior, ubicuo, sin limitarse a ningún punto de vista específico. Es el narrador-dios: lo sabe todo,
puede referirse a cualquier evento actual o pasado, en fin, es totalmente libre, pero ajeno al relato. Este
narrador es típico en los relatos infantiles.

Narrador testigo impersonal. En este caso, el narrador relata lo acontecido desde el punto de vista de
un testigo, o sea, de una entidad que estuvo presente en los hechos, pero que no tiene ninguna
participación en ella. Es decir, no se trata de un personaje de la trama, sino de una abstracción que la
observa, a menudo anclada a un personaje específico (el protagonista). Su equivalente sería la mirada
de la cámara cinematográfica.

Narrador informante. Un narrador fragmentario, disperso, cuya voz proviene de recortes de prensa,
fragmentos de diario o algún tipo de documentos a partir de los cuales se recompone la historia.

Otra categoría que escapa a esta clasificación es la de narrador confiable (cuando podemos confiar en su
voz para conocer la historia) o narrador sospechoso (cuando su voz resulta poco confiable, por motivos
personales o de otra índole, para contar fielmente la historia).

Ejemplos de narrador

A continuación, algunos ejemplos de cada narrador, tomados de obras literarias:

Narrador protagonista. Tomado de “El principiante”, cuento de Charles Bukowski:

“Le dije dónde nos veríamos después y me puse en una de las colas de dos dólares ganador. Todas las
colas eran muy largas. Yo tenía la sensación de que la gente no quería apostar. Parecían inertes. Cogí mi
boleto justo cuando el anunciador decía: «¡Están en la puerta!».

Encontré a Madge. Era una carrera de kilómetro y medio y nosotros estábamos en la línea de meta.

-Elegí a Colmillo Verde -le dije.”

Narrador testigo en primera persona, tomado del cuento “La aventura de un caso de identidad” de
Arthur Conan Doyle:
“-Mi querido compañero -dijo Sherlock Holmes estando él y yo sentados a uno y otro lado de la
chimenea, en sus habitaciones de Baker Street-, la vida es infinitamente más extraña que todo cuanto la
mente del hombre podría inventar. No osaríamos concebir ciertas cosas que resultan verdaderos lugares
comunes de la existencia”.

Narrador en segunda persona, tomado de la novela Aura de Carlos Fuentes:

“Te sorprenderá imaginar que alguien vive en la calle de Donceles. Siempre has creído que en el viejo
centro de la ciudad no vive nadie. Caminas con lentitud, tratando de distinguir el número 815 en este
conglomerado de viejos palacios coloniales convertidos en talleres de reparación, relojerías, tiendas de
zapatos y expendios de aguas frescas. Las nomenclaturas han sido revisadas, superpuestas,
confundidas”.

Narrador omnisciente, tomado del cuento “Tres versiones de Judas” de Jorge Luis Borges:

“En vano propusieron esa revelación las librerías de Estocolmo y de Lund. Los incrédulos la
consideraron, a priori, un insípido y laborioso juego teológico; los teólogos la desdeñaron. Runeberg
intuyó en esa indiferencia ecuménica una casi milagrosa confirmación. Dios ordenaba esa indiferencia;
Dios no quería que se propagara en la tierra su terrible secreto. Runeberg comprendió que no era
llegada la hora”.

Narrador testigo impersonal, tomado del cuento “El rastro de tu sangre en la nieve” de Gabriel García
Márquez:

“Al anochecer, cuando llegaron a la frontera, Nena Daconte se dio cuenta de que el dedo con el anillo de
bodas le seguía sangrando. El guardia civil con una manta de lana cruda sobre el tricornio de charol
examinó los pasaportes a la luz de una linterna de carburo, haciendo un gran esfuerzo para que no lo
derribara la presión del viento que soplaba de los Pirineos. Aunque eran dos pasaportes diplomáticos en
regla, el guardia levantó la linterna para comprobar que los retratos se parecían a las caras”.

Narrador informante, tomado de la novela Sostiene Pereira de Antonio Tabucchi:

“Sostiene Pereira que le conoció un día de verano. Una magnífica jornada veraniega, soleada y aireada, y
Lisboa resplandecía. Parece que Pereira se hallaba en la redacción, sin saber qué hacer, el director
estaba de vacaciones, él se encontraba en el aprieto de organizar la página cultural, porque el Lisboa
contaba ya con una página cultural, y se la habían encomendado a él”.

Fuente: https://concepto.de/narrador/#ixzz7juC7dsBX
PERSONAJE

¿Qué es un personaje?

Cuando se habla de un personaje, se hace alusión a los individuos humanos, animales o de otro tipo, por
lo general de carácter ficcional, fantástico o imaginario, que toman parte en la trama de una obra
artística, como una narración cinematográfica, un cuadro pictórico o un relato literario.

Los personajes son creados para habitar el mundo posible de la obra de arte, más o menos inspirados en
los seres que encontramos en el mundo real, y la trama de dichas narraciones suele girar en torno a sus
aventuras y desventuras. En casos como el cine o el teatro, además, son encarnados por actores o
representados mediante ilustraciones, figuras tridimensionales, etc.

De esa manera, el lector o el espectador de una obra debe pactar con la existencia de los personajes
como si fueran reales, incluso cuando se trate de seres mitológicos, religiosos o fantásticos, para poder
acompañarlos en su relato.

A lo largo de la historia de la civilización, los seres humanos hemos creado una infinidad de personajes,
de los cuales muchos se han considerado icónicos o representativos del sentir o de los problemas de
alguna época determinada, pasando así a ser arquetipales o estereotípicos, es decir, universales.

Tipos de personaje

Existen diversas formas de clasificar los personajes, atendiendo a una u otra consideración. Por ejemplo:

Según su participación en la historia. De acuerdo a su importancia en el desarrollo de la trama, pueden


ser:

Personajes primarios o principales. Los más importantes del relato, en torno a los cuales gira la historia
y a los que más acompañamos a lo largo de ella.

Personajes secundarios. Son los personajes de reparto, es decir, los que intervienen en la historia pero
no son muy relevantes o determinantes en ella, y los vemos sólo cuando resulta necesario.

Personajes terciarios. Aquellos que apenas intervienen circunstancialmente en la historia, sin tener
demasiado que ver en ella, y que quienes no sabemos prácticamente nada.

Según su rol narrativo. Atendiendo ahora al papel que desempeñan en la trama, podemos hablar de:

Protagonistas. Los personajes principales del relato, sobre quienes tiene que ver la trama. Pueden ser
héroes, antihéroes o simplemente protagonistas circunstanciales, pero sobre ellos versa el relato y rara
vez éste puede continuar si ellos mueren o han desaparecido.

Antagonistas. Aquellos que adversan al protagonista, que se oponen a que cumpla con sus aspiraciones
o que simplemente tienen deseos contrarios a los suyos.

Tritagonistas. Son los personajes que no toman partido en la historia, sino que la transitan de manera
eventual, sin tener que ver con las luchas internas de la trama.
Según su profundidad psicológica. De acuerdo a la densidad de su construcción imaginaria, podemos
hablar de:

Personajes planos o superficiales. Aquellos que no presentan mucha complejidad, ni mucha elaboración
en sus motivaciones profundas, sino que son bosquejos de sí mismos.

Personajes redondos o profundos. Por el contrario, son personajes densamente construidos, con mucho
bagaje emocional o psicológico, es decir, más completamente elaborados.

Personaje principal

El personaje principal lidera las diversas narraciones que la componen.

Los personajes principales son aquellos que intervienen activamente en el desarrollo de la trama, es
decir, quienes lideran las diversas narraciones que la componen.

Los protagonistas y los antagonistas suelen ser personajes principales, ya que son quienes movilizan las
fuerzas dentro del relato.

En cambio, los personajes que intervienen sólo ocasionalmente o de manera tangencial en los eventos
relatados, son personajes secundarios o incluso terciarios.

Fuente: https://concepto.de/personaje/#ixzz7juDKc0I9

AMBIENTE

¿Qué es el ambiente?

El ambiente es todo entorno que rodea algo o a alguien. El origen de la palabra “ambiente” proviene del
latín ambiens (que significa “que rodea”) y, de acuerdo al contexto en el que se utilice el concepto,
puede aludir a distintas cosas.

En primer lugar, en biología y otras disciplinas se usa la palabra “ambiente” (o muchas veces
“medioambiente”) para referirse al conjunto de condiciones que rodean a un ser vivo. Se trata de
aquellos elementos naturales y sociales que forman parte de un entorno e interactúan entre sí.

Estos ambientes pueden ser naturales (aquellos que casi no fueron modificados por el ser humano) o
artificiales (aquellos que han sido modificados por la acción humana). También se usa este concepto
para nombrar el aire o la atmósfera que rodea a la Tierra, y en ese sentido se utilizan conceptos como
“temperatura ambiente” y “humedad ambiente”.

Otro significado del término “ambiente” refiere a las condiciones o circunstancias de un lugar, una
época o un grupo. En relación a un grupo o a un sector social, se usa para nombrar las actitudes que
tienen sus miembros con respecto a alguien o algo. Decir que un ambiente es bueno o malo implica
determinar si las comodidades y condiciones son adecuadas para los individuos que se encuentran en el
lugar. Por ejemplo, “me fui de esa fiesta porque no había buen ambiente”.
La palabra “ambiente” también hace alusión a aquellos grupos en los que se desarrolla un individuo,
como pueden ser: el ambiente literario, el ambiente intelectual, el ambiente familiar o el ambiente
profesional.

Por otro lado, en el ámbito de la literatura, se usa el término “ambiente” para nombrar al contexto que
rodea a los personajes de una historia. Este ambiente se da dentro de un entorno geográfico
determinado y tiene rasgos propios, tanto físicos como históricos, culturales, entre otros.

Por último, en América Latina la palabra “ambiente” es comúnmente usada para hacer alusión a una
habitación de una casa, por ejemplo, “vivo en un apartamento de dos ambientes”. A su vez, estos
espacios se pueden ambientar, es decir, se les puede dar un ambiente adecuado, utilizando luces,
muebles y objetos.

Ejemplos de ambientes

El término “ambiente” se utiliza para nombrar distintos entornos en los que se desarrolla el ser humano,
algunos ejemplos son:

Ambiente familiar. Es el entorno familiar que rodea a un individuo e incluye las relaciones que este
establece con cada uno de los miembros. Allí se forjan lazos familiares como el de padre-hijo, hermano-
hermana, nieto-abuela, tío-sobrino, entre muchos otros. Las características de este ambiente pueden
variar según cada caso, pero, al ser un entorno fundamental en el desarrollo del ser humano, se busca
que sea un ambiente de respeto, justicia, armonía, afecto y en el que se transmitan valores y
costumbres.

Ambiente laboral. Es el entorno de trabajo que se da en un determinado grupo u organización. El


ambiente laboral incluye elementos como la relación entre los trabajadores, la relación con la gerencia,
la cultura de la organización, la organización del trabajo, entre muchos otros. De acuerdo a este
conjunto de características y la apreciación que tengan los trabajadores sobre estas, se podrá
determinar, por ejemplo, si ese ambiente laboral es bueno o malo, sano o insano.

Ambiente social. Es el ambiente en el que el individuo desarrolla todas sus actividades y pone al servicio
sus capacidades. Este entorno social está formado por los espacios en los que la persona lleva adelante
su vida, como pueden ser el entorno familiar, de esparcimiento o laboral. En este ambiente el individuo
se relaciona con sus pares y en él imperan los valores, normas y costumbres de su entorno.

Ambiente cultural. Es el ambiente de un determinado espacio o momento que incluye todos los
elementos creados por el ser humano, como pueden ser las costumbres, creencias y reglas imperantes
en un entorno social.

Fuente: https://concepto.de/ambiente-2/#ixzz7juFK3jF6
CUENTOS DE CIENCA FICCION

Philip y sus amigos los extraterrestres

Una de esas noches calurosas de verano, Philip se encontraba descansando en su


habitación, la ventana se encontraba abierta por el sofocante y agobiante calor que
hacía. De manera inesperada y sorpresivamente vio como una luz muy potente
traspasa el umbral de su cuarto, los temores lo abordaron, pero al mismo tiempo
sintió mucha curiosidad por aquel fenómeno que nunca en su vida había visto.

Se trataba de algo extraño, como una especie de nave con cierta forma muy curiosa y,
para su asombro aun mayor, observó cómo descendían de ella unos hombrecillos de
figuras nada parecidas a la de un terrestre. Pues se trataban de los extraterrestres
descendiendo del aquel platillo volador o nave extraterrestre. Al observar, no saliendo
de su asombro, vio cómo se trataba de unos hombrecitos de color verde con unos
atuendos muy extraños y a la vez, según relata él, una vestimenta muy cómica
cubriendo los cuerpos de unas personas pequeñas, con cascos sobre su cabeza y
antenas como de unos 12 cm de largo.

Fue tanta la curiosidad que sintió que saco valor desde lo más intrínseco de su alma
para acercarse y cerciorarse que efectivamente se trataba de unas criaturas llegadas
desde otro planeta. Él los abordó y como cosa curiosa hablaban el mismo idioma que
Philip, se entendieron y ellos le manifestaron que tuvieron algunos problemas
técnicos, específicamente de comunicación con sus comandos en el planeta de dónde
venían, por lo que se vieron en la necesidad de aterrizar en algún lugar en donde
pensaban podían conseguir lo necesario para poder reparar su radio y poder así
continuar su viaje hasta el planeta desconocido de donde ellos son.

Philip, recorrió varios lugares y tratando de conseguir lo que ellos requerían para
solucionar su problema, con tan buena suerte que en el pueblo pudo encontrar los
materiales indispensables para reparar la falla y poder emprender su viaje de regreso.
Por supuesto que el agradecimiento es eterno a tal punto que lo invitaron a visitar su
planeta cuando él quisiera, solo contactándolos con unas claves y códigos que le
suministraron.

– Ray Bradbury.
El verano del cohete

Un minuto antes era invierno en Ohio; las puertas y las ventanas estaban cerradas, la
escarcha empañaba los vidrios, el hielo adornaba los bordes de los techos, los niños
esquiaban en las laderas; las mujeres, envueltas en abrigos de piel, caminaban
torpemente por las calles heladas como grandes osos negros. Y de pronto, una larga
ola de calor atravesó el pueblo; una marea de aire tórrido, como si alguien hubiera
abierto de par en par la puerta de un horno. El calor latió entre las casas, los arbustos,
los niños. El hielo se desprendió de los techos, se quebró, y empezó a fundirse. Las
puertas se abrieron; las ventanas se levantaron; los niños se quitaron las ropas de
lana; las mujeres se despojaron de sus disfraces de osos; la nieve se derritió,
descubriendo los viejos y verdes prados del último verano. El verano del cohete.

Las palabras corrieron de boca en boca por las casas abiertas y ventiladas. El verano
del cohete. El caluroso aire desértico alteró los dibujos de la escarcha en los vidrios,
borrando la obra de arte. Esquíes y trineos fueron de pronto inútiles. La nieve, que
venía de los cielos helados, llegaba al suelo como una lluvia cálida. El verano del
cohete. La gente se asomaba a los porches húmedos y observaba el cielo, cada vez
más rojo. El cohete, instalado en su plataforma, lanzaba rosadas nubes de fuego y
calor. El cohete, de pie en la fría mañana de invierno, engendraba el estío con el
aliento de sus poderosos escapes. El cohete creaba el buen tiempo, y durante unos
instantes fue verano en la tierra.

– Ray Bradbury.

También podría gustarte