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Giencias sociales Jean-Jacques Rousseau | Del Contrato social Discurso sobre las ciencias ylas artes Discurso sobre el origen y los fundamentos dela desigualdad entre los hombres Prélogo, traducciéa ynotas de Mauro Armifio Ellibro de bolsillo Sociologia ‘Alianza Editorial iii = Discurso sobre el origen ylos fundamentos dela desigualdad entreloshombres 4s del hombre de quien tengo que habla, y a cuesti6n que ‘examino me dice que voy a hablar a hombres, porque no se propone uno cuestiones semejantes cuando se teme honrar la verdad, Defenderé, pues, confiado la causa de la humani- dad ante los sabios que a ello me invitan, y no quedaré des: contento de mi mismo si me vuelvo digno de mi tema y de ‘misjueces* ‘Concibo en Ja especie humana dos clases de desigualdad: tuna, que yo llamo natural o fisica, porque se halla estableci- da por la naturaleza, y que consiste en la diferencia de las edades, dela salud, de ls fuerzas del cuerpo, y de las euali- Gades del espiritu, ode alma; otra, que se puede llamar desi- _gualdad moral, o politica, porque depende de una especie de convencisn, y se halla establecida, 0 al menos autorizada, por el consentimiento de los hombres. Consiste ésta en los * Unborrador,tachado, de este inicio dl Discurso precisa mejor sen tido: (cEs del hombre de quien tengo que habiaryilegibe]-La cuestidn que examino me ensefa ademas que Voy a hablar {gue tendré que ha~ bar anteel hombre y quees| ahombres [quienes voy a hablar: porque hay menos valor en proponeria queen resolvera, y quienes hacen cono cerlavertad sobre tales materias nosehonran] menos que aquelios que 231 ee 22 SONEELORIGIN DE LADESEALDAD diferentes privilegios de que algunos gozan en perjuicio de otros, como el de ser més ricos, mas respetados, més pode. 050s que ellos, o incluso el de hacerse obedecet. No puede uno preguntarse cual esla fuente de la desigual- dad natural, porque la respuesta se hallarfa enuaciads en a simple definicién dela palabra. Menos se puede atin buscar si habria alguna vinculaci6a esencial entre esas dos desi- gualdades; porque eso seria preguntar en otros términos si quienes mandan valen necesariamente mis que quicnes obedecen, y sila fuerza del cuerpo 0 del espiritu, la sabidu- ria la virtud, se hallan siempre en los mismos individuos proporcionadas al poder o ala riqueza: cuestién buena qui- zi para ser debatida entre esclavos escuchados por sus amos, pero que no conviene a hombres razonablesy libres que bus- can la verdad. sDe qué se trata entonces exactamente en este discurso? De sefialar en el progreso de Tas cosas el momento en que, sucediendo el derecho ala violencia, la naturaleza fue some- tida a la ley; de explicar por qué encadenamiento de prodi- gios pudo el fuerte decidirse a servir al débil, y el pueblo @ comprar una tranquilidad ideal” al precio de una felici- dad real. Los filésofos que han examinado los fundamentos de la sociedad han sentido la necesidad de remontarse hasta eles. tado de naturaleza, pero ninguno ha Uegado hasta él, ‘Unos** no han vacilado en suponer en el hombre en ese es- tado la nocién delo justo y delo injusto, sin preocuparsede osan sosteneriay.) Figura en Lettresinédites de]. Rousseau Mare Mi hel Rey (suelitor), Paris, 1958, * texto francés dice en idee la segunda acepcisn de ideales: «que no es fisico, real o verdadero, sino que esti en la fantasia. Hequerido man- tenerla contraposicion delos terminos feancesesideal-real en ver de traducirel primero por una simplficacién como hipoiétie,terica t= ** Grocio,enel discurso preliminara su tratado De iure bell ae pacis. exonceres| 23 mostrar si debi6 tener esa noci6n, ni siquiera si le fue uti Otros* han hablado del derecho natural que cada cual tiene de conservar lo que le pertenece, sin explicar lo que enten- dian ellos por pertenecer; otros**, otorgand desde el p mer momento la mAs fuerte autoridad sobre el més debil, han hecho nacer al punto el gobierno, sin pensar en el tiem- po que debio transcurrir antes de que el sentido de las pala- ‘ras autoridad y gobierno pudiera existir entre los hombres. Finalmente todos, hablando sin cesar de necesidad, de avi- dez, de opresién, de deseos y de orgullo, han transferido al estado de naturaleza ideas que habian cogido en la sociedad. Hablaban del hombre salvaje y pintaban al hombre civil. En elespiritu de la mayoria de los nuestros no ha entrade si- quiera la duda de que nohaya existido el estado de naturale za, cuando por la lectura de los Libros Sagrados es evidente queel primer hombre, por haber recibido inmediatamente de Dios lasluces y los preceptos, no sehallaba en ese estado, que concediendo a los escritos de Moisés a fe queles debe todo filésofo cristiano, hay que negar que se hayan encon- trado los hombres alguna ve7, incluso antes del diluvio, en estado puro de naturaleza, a menos que hayan vuelto a caer en él por algin acontecimiento extraordinario. Paradoja muy embarazosa de defender, y, desde luego, imposible de probar. Comencemos, pues, por dejar a un lado todos Ios he- chos**¥, porque no afectan ala cuestién, No hay que tomar * Samuel Pufendorf, De jure naturaeet gent, 1V,c.1Vsy sobre tod Locke, Second Treatise of civil Government, cap. Il («Om the State of Natures), ** Hobbes, De ive 1, XIV, Eland de aceptar la tesis de la Sagrada Bseritusa formalmente para buscar mediante wna hipoteisdistia el oigen dela humanidad tenia por objeto aplacar# a autoridadeclesistics; no fue Rousseauel primero en utilzaro: el oratoriano P Lamy, sobre iodo, Condilac en Si Essai sur Forigiedesconmaisancesumaines,magina.l principio de la segunda parte una segunda caida ocerrida tras el duvio; Diderot, en a sana PTE ae Be SOBREELORIGEN DELADESTCUAIDAG las investigaciones que se puedan realizar sobre este tema, por verdades histéricas, sino sélo por razonamientos hipo. teticos y condicionales, més propios para esclarecer la natu. raleza de las cosas que para mostrar su verdadero origen,y semejantes los que tocios los das hacen nuestros fisicos 69. bre la formacién del mundo*. La religién nos ordena creer que, por haber sacado el mismo Diosa los hombres del esta- do de naturaleza inmediatamente después de la creacién, son desiguales porque él quiso que lo fuesen; pero no nos prohibe formar conjeturas sacadas tinicamente de la natura- Jeza delhombreyy de los seres que lo rodean, sobrelo que ha- bbria podido devenir el género humano de haber quedado abandonado asu suerte. Esto eso que se me pregunta, ylo, que me propongo examinar en este discurso. Por interesar mi temaal hombreen general, trataré de adoptarun lengua- je que convenga a todas las naciones, 0, mejor, olvidando tiempos y lugares para pensar sélo en los hombres & quienes, hablo, me supondré en el liceo de Atenas, repitiendo las lec ciones de is maestros, teniendo alos Platones ya los Xen6- crates** por jueces, yal género humano por oyente {Oh hombre, de cualquiera regign que seas, cualesquiera ‘quesean tus opiniones, escucha! He aqui tu historia, tal cual yohecreido leerla no en los libros de tus semejantes que son falaces, sino en la naturaleza que no miente munca. Todo ‘cuanto sea de ella, seré verdadero, No habré de falso sino lo ‘queyo haya puesto ce mi cosecha sin querer. Lostiempos de su Apologie de 'abbé de Prades, distingue el hombre de la creacin ye hombre dela naturale, para considetar laevolucién de éste como un progreso quele lleva, de una situacin de igualdad con os animales, hasta el maximo estado de dignidad, el de hombre, desdee cul legard & tomar posesiga del paraise mediante su dinamismo en eterna as * Alusién ala Théorie de la Terre de Buffon, y probablemente también l Essie Cosmalogiede Maupertis, ** Xenécrates (394-314), disefpnla de Platon, de gran pureza de cos- ‘umbresy templanza que voy a hablar estén muy Iejanos. ;Cunto has cambiado ‘de como eras! Por asi deci, es la vida de tu especie lo que te yoy a describir segtin las cualidades que recibiste, que tu ‘educacién y tus habitos han podido depraver, pero que no than podido destruir. Siento que hay une edad en la que el hombre individual quervia detenerse; ti buscarés la edad en que desearias que tu especie se hubiera detenido, Descon- tento de tu estado presente, por razones que anuncian a tu desventurada posteridad mayores descontentos atin, quizd querrias poder retroceder; y este sentimiento debe hacer el elogio detus primeros antepasados, la critica de tus contem- pordneos y el espanto de quienes tengan la desgracia de vi- virdespuésque ti. Primeraparte Por importante que sea, pare juzgat correctamente sobre el estado natural del hombre, para considerarlo desde su ori- gen y examinarlo, por as{ decir, en el primer embrion dela especie, no seguiré su organizacisn a través de sus sucesivos desarrollos, No me detendréa buscat en el sistema animal lo que pudo ser al comienzo para convertirse finalmente en loquees;no examinaré si, como piensa Aristételes, sus usias alargadas fueron primero garras ganchudas: si era velludo como un oso si por caminar a cuatro patas?, sus miradas dirigidas hacia tierra y limitadas a un horizonte de algunos pasos, no marcaban ala vez el cardcter y los limites de sus jdeas**. No podria formar sobre este tema més que conjetu- ras vagas, y casi imaginarias. La anatomia comparada ha * Rousseau desarrolla, frente als teorias de Diderot, sus tesis sobre la degradacion progresiva dela humenidad. *+" Rousseau sigue todala tradition cisica sobre hom silvestris, los clogiosy cantosa la verticalidad humana, etter, 26 SOE ELONEN DE LADESICUHE Dp progresado atin demasiado poco, las observaciones de los naturalistas on atin demesiado inciertas, para que se pueda establecer sobre semejantes fundamentos fa base de un ra- zonamiento s6lido; asi, sin recurrir alos conocimientos so brenaturales que tenemos sobre este panto, y sin tomar en consideracion los cambios que debieron sobrevenir en la conformacién tanto interior como exterior de! hombre a medida que aplicaba sus miembrosa nuevos usos, ya medi- da que se nutria con nuevos alimentos, lo supondré confor- mac desde siempre como lo veo hoy, caminando sobre dos pies, sirvigndose de sus manos como nosotros hacemos de las auestras, dirigiendo su mirada sobre toda la naturaleza, -ymidiendo con los ojosla vasta extensidn del cielo”. Al despojar a este ser asi constituido de todos los dones, sobrenaturales queha podido recibir, y de todas las faculta- des artificiales que no ha podido adquirir sino mediante grandes progresos, al considerarlo, en una palabra, tal como debi salir de las manos de la naturaleza, veo un animal me- nos fuerte que unos, menos égil que otros, pero en conjunto organizado mas ventajosamente que cualquiera de todos ellos. Le veo saciéndose bajo un roble, apagando suseden el primer arroyo, encontrando su lecho al pie del mismo arbol que le ha proporcionado su comida, yya estén sus necesida- des satisfechas. La tierra abandonada a su fertilidad naturel’, y cubierta de bosques inmensos que el hacha no mutile jamas, ofrece a cada paso provisiones y refugios a los animales de toda es- pecie. Loshombres, diseminados entre ellos, observa, imi- tan su industria, y se elevan asf haste el instinto de las bes tias, con la ventaja de que cada especie sélo tiene el suyo propio, y de que el hombre, sin tener quiza ninguno quele pertenezca, se los apropia todos, se alimenta igualmente de la mayoria de los alimentos diversos® que los demés anima- * Véase Oxidio, Metamorfoss Iversos 4-86, emncene PARTE ae Jesse zeparten, y encuentra por consiguiente susubsistencia conimés facildad que cualquiera de-clios Acostumbrados desde la infancia a Jas intemperies del airey al rigor de las estaciones, ejercitados en la fatiga y for- zados a defender, desnudos y sin armas, su vida y su presa contra las demés bestias feroces, oa escapat de ellas corrien- do, los hombres se forjan un temperamento robusto y casi inalterable. Losniiios, que traen al mundo la excelente cons- titucién de sus padres y la fortifican mediante los mismos gjercicios que la produjeron, adquieren de este modo todo el vigor de que es capaz la especie humana. La naturaleza obra exactamentecon ellos como la ley de Esparta con los hijos de Jos ciudadanos*; vuelve fuertes y robustos a los que estén bien constituidos, y hace perecer a todos los demas; difiete ‘en esto de nuestras sociedades, en las que el Estado, al hacer ‘Jos nifios onerosos para sus padres, los mata indistinta- mente** antes de su nacimiento. Alserel cuerpo del hombre salvaje el Gnico instrumento que conoce, lo emplea para diversos usos, para los que, por falta de ejercicio, los nuestros son incapaces, yes muestra in- dustria la que nos priva dela fuerza ya agilidad quelanece- sidad le obliga a él a adquiri. Si hubiera tenido un hacha, sromperia su mufieca tan fuertes ramas? Si hubiera tenido ‘una honda, lanzaria con la mano una piedra atanta veloc: dad? Si hubiera tenido una escala,jtreparia tan ligeramente aun arbol Sihubiera tenido un caballo, jsetia tan rapido en la carrera? Dejad al hombre civilizado el tiempo de reunir todassus maquinasen torno suyo: no hay dudade quesupe- * lincumplimsienta de estaley espartena por parte dela natucaleza se ‘comprucba enla vida de Roussean, nacido easi moribundo y vivo soto porloscuidados desu tia Suzon: «Querida ti, 0s pentone habesmehe- ‘ho vivirs, sein l mismo declara enlas primeras paginas delas Conf “© Volar subraya enel eemplar del ibro de Rousseau fos mata inis- tintamente yescribeal margea: «Oscuro ymal ituado.» oe SOMME EL ORIONDELADESCGDALDAD ca fécilmente al hombre salvaje; pero si queréis ver un com: bate todavia més desigual, ponedios desnudos y desarma- dos uno frente aotro, yal punto reconoceréis cul esla ven- taja de tener constantemente todas las fuerzas a disposicion propia, de estar siempre preparado para cualquier aconteci- miento, y de levarse siempre uno mismo, por asf decir, todo entero consigo®. Hobbes* pretende quel hombre es naturalmenteintrépi- doy que no busca més que atacar y combatir. Un filésofo ilustre** piensa, por el contrario, y Cumberland y Pufen- dorf"* To aseguran también, que 10 hay nada tan timido como el hombreen estado de naturaleza, y que siempre esta temblando y dispuesto a huir al menor ruido que llame su atencién, al menor movimiento que perciba. Quiza ocurra esto con los objetos que no conoce, ¥ no dudo que se asuste ante todos los espectaculos nuevos que se le ofrezcan, siem- pre que no pueda distinguir el bien y el mal fisicos que debe esperar de ellos, nicomparar sus fuerzas con los peligros que hha de correr;circunstancias raras en el estado de naturaleza, en el que todas las cosas ocurren de manera tan uniforme, yenel guela fazdela tierra no esté sometida a esos cambios bruscos y continuos que en ella causan las pasiones y la in- constancia de los pueblos reunidos, Pero al vivir disperso-el hombre salvaje entre los animales, y encontrarse desde tem. prana edad en situacin de medirse con ellos, hace prontola comparacién, y sntiendo quelos supera en astucia més deo gue le superan en fuerza, aprende a dejar de temerlos. En- frentad aun oso, 0-un lobo, con un salvaje robuste, gil co- * EnDe ive, ,4y 12, en Leviathan, 1,13, Hobbes califica ala guerra ddetodos contra todos como un aspecto de a igualdad natural ** Montesquieu, Fspritde los Leap. ‘se Richard Cumberland refuté a Hobbes en De legibus naturae (1672), Rouseeau podia conocerloen la tradncciin francesa editada es 1744 Fait philosophique dos ois naturelles. Pufendort, Dejurematurae cetgentiwn caps. Ly rapeens pe 239 rajudo como lo son todos, armado de piedras y de un buen gatrote, y veréis que el peligro seré porlo menos reciproco,y que tras varias experiencias semejantes, las bestias feroces, que no gustan de atacarse entre si atacardn de mala gana al hombre, a quien habrén encontrado tan feror como cllas. Respecto a los animales que han recibido mas fuerza que él destreza, éste se halla frente a ellos en el caso delas demas.es- pecies més débiles, que no dejan de subsistir; con la ventaja parael hombre de que, no menos dispuesto que ellos para la carrera, y encontrando en los érboles un refugio casi seguro, tienea su arbitrio por doquierael tomar o dejar elencuentro ylaeleccidn dela huidao el combate. Aftadamos que, al pa- recer, ningiin animal hace naturalmentela guerra al hombre, salvo en el caso de defensa propia o de hambre extrema, ni da contra él testimonio de esas violentas antipatias que parecen anunciar que una especie ha sido destinada porlanaturaleza aservirdepitanzaa otra He abi, indudablemente, las razones de que los negros y los salvajes se cuiden tan poco delas bestias feroces que pue- den encontrarse en los bosques. Los caribes de Venezuela, entre otros, viven a este respecto en la seguridad mas com- pleta y sin el menor inconveniente. Aunque estén casi des- sudos, dice Francisco Coreal, no dejan de exponerse audar~ mente en los bosques, armados s6lo de la flecha y del arcos pero jamas se ha ofdo decir que alguno de ellos haya sido de~ vorado por lasbestias*. Otros enemigos mas temibles, y contra los que no tiene el hombre los mismos medios para defenderse, son los acha- ‘ques naturales, la infancia, la vejez y las enfermedades de toda especie; tristes signos de nuestra debilidad, delos cua- * Bate parrafo fue afadido por Rovsseau en la edicin de 1782, tasla lecture de Vopuges de Fran;ois Coréal avx Indes Occidentales (Pars, 1722, vols. noeva edicién). Francisco Coreal, nacido en Cartagena (1648-1708), fue autor deun Vigea ls Indias occidentale, tilizado so bretodo por Baffon, _ 20 SOMERL OMEN HELA DESEGEAC DAN Jes los dos primeros son comunes a todos los animales, ye tiktimo afecta principalmente al hombre que vive en socie- dad. Respecto ala infancia observo incluso que por llevar la made por doquieraa su hijo consigo, tiene mucha mis faci. lidad para alimentarlo de la que tienen las hembras de otros animales, que estan forzadas airy venir sin cesar con mucha fatiga, por un lado para buscar su comida, y por otro para amamantar asus pequefios. Cierto que sila mujer llegaa pe. xecer el niiio corre grave riesgo de perecer con ella; pero este peligro es comiin a otras cien especies, cuyos pequiefios tar- dan bastante en poder ir a buscar por sisnismos sualimento, y sila infancia es més larga entre nosotros, al serla vicla mas larga también, todo viene a ser més 0 menos igual en este punto’, aunque sobre la duracién de la primera edad y sobre el mtimero de los pequefios® haya otras reglas, que no perte- necen mi tema, En los viejos, que se mueven y transpiran poco, la necesidad de alimentos disminuye con Ja facultad de procurarselos; y como la vida salvaje aleja deellos a gota ylos reumatismos, y como la vejer es de todos los males el ‘que menos pueden consolar los auxilios humanos, se extin- guen finalmente sin que nadie se dé cuenta de que cesan de existit,y casi sin darse cuenta ellos mismos. Respectoa lasentfermedades, no repetiré las vanas y falsas declamaciones que contra la medicina hace la mayoria delas personas con buena salud; pero preguntaré sihay alguna ob- servacidn sélida de la que se pueda conclu que ea los pat- sesen que este arte esté mas descuidado, la vida media del hombre es mds corta que en aquellos en que secultiva con el mayor delos cuidados. Y como podria no ser asi sinosotros mismos nos procuramos més males que remedios puede proporcionarnos la medicina*! La extrema desigualdad en + sel vinico fragmento de Rousseau en que se aboga por Ia medicinas los mécticos seria brutalmenteatacadae en el Emil, yen el teeer eis: curso de Rousse jues de Jean-Jacques. Sus opiniones personales sobre reas nue ai lamanera de vivis el exceso de ociosidad en unos, el exceso detrabajo en ottos, la facilidad para excitar y para satisfacer nuestros apetitos y nuestra sensualidad, los alimentos de- masiado rebuscados de los ricos que los mutren de jugos ar ditentes y los agobian a indigestiones, la mala alimentacion de os pobres, de la que carecen incluso la mayoria delas ve- ces, y cuya falta les eva a sobrecargar dvidamente su est6- ago cuando se presenta la ocasiGn, las vigilias, los excesos de toda especie, os transportes inmoderados de todas las, pasiones, las fatigas, y el agotamiento del espititu, los pesa~ resy las penas sin mimero que se experimentan en todos los, estados y que perpetuamente roen las almas: he alas fu nestas garantias de que la meyoria de nuestros males son nuestra propia obra, y de que habriamos evitado casi todos conservando la forma de vivir sencilla, uniforme y solitaria ‘que nos fue prescrita por la naturaleza, Silla nos destind a sersanos, casi me atrevo a asegurar que el estado de refle- xidn es unestado contra natura, y que el hombre que medita es un animal depravado*, Cuando se piensa en la buena los médicos ya medicina figuran eno testimonio que Bernardin de Saint-Pierre hizo su muerte en un intent de ensayo biogefic sban- donado, Rousseau, querecogien mi edicién de Las ensoacione del pa seantesoitario:xAlfinecuré de susmmales renunciando ala medicina y a los médicos. Nolo lamaba siguiera en los accidentesimprevistos (..]-Bslanaturalezaia que cra, decia,noloshombres En las enferme= ads internasse poniaadietayqueriaestarsol,pretendiendoge en- toncesel reposo ylasoledad eran tan necesariosalceerpocomoal alma [J Tnego thaa herborizarporlos campos, el sombrero bajoel brazoa pleno sol, incluso en lacanicula Pretendia quelaaceiOn del sole hacia bien [. Yoatribuyo « estos paseos abrasadores una enfermedad que sufrié en el yerano de 1777. Era una revoueién de bili, con vomitosy

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