Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
2do 083252
2do 083252
M. RODRÍGUEZ
Claus Jönsson repitió el experimento de Young cambiando la luz por un haz de electrones. ¿Podía
comportarse una partícula como una onda de luz? Si se lanzan partículas de una en una a través de
una rendija se formará una mancha semejante a su sombra. Lo mismo ocurrirá con una segunda
rendija muy cercana a la primera. Pero al abrirse las dos, lo que se observa no es la superposición
de dos manchas, sino otro patrón de interferencias como ocurría con la luz. La explicación es que
la partícula se comporta también como un paquete de densidad de probabilidad que puede pasar
por las dos rendijas a la vez y que interacciona consigo misma. Este efecto obedece a las leyes de
la mecánica cuántica y está considerado como el más bello de todos los experimentos en la
encuesta de Crease.
3. La descomposición de la luz solar (Newton, 1665)
M. RODRÍGUEZ
Basado en el principio del arco iris, donde las gotas de agua suspendidas en el aire hacen las veces
de prismas esféricos, Isaac Newton utilizó un prisma de vidrio, preparó una habitación a oscuras
donde entraba por un agujero de la ventana un único rayo de luz solar, colocó el prisma delante
del rayo de modo que se reflejara en la pared opuesta, a 7 metros, y consiguió que en la pared
apareciesen los colores del arco iris. Al hacer pasar la luz por un prisma de cristal, las distintas
longitudes que componen el haz de luz viajan dentro de él a diferente velocidad y se curvan al
entrar y al salir dando como resultado un haz desviado de la dirección inicial y con sus
componentes separados.
4. La torre de Pisa (Galileo, siglo XVII)
M. RODRÍGUEZ
Dice la leyenda que Galileo subió a lo alto de la torre de Pisa y dejó caer dos objetos, de diferente
forma, tamaño y masa. Pero el científico despreció el efecto viscoso del aire. La aceleración de la
gravedad, como cualquier otra aceleración, es independiente de la masa (inercia) y la gravedad no
es la única fuerza que actúa sobre un cuerpo en caída libre. Existe otra fuerza que se opone a la
caída, y es el rozamiento del aire. Lo que demostró Galileo es que en todos los cuerpos la
aceleración de la gravedad es igual sin importar su peso.
5. La gota de aceite (Millikan, 1909)
M. RODRÍGUEZ
El estadounidense Robert A. Millikan demostró en su experimento de la gota de aceite que
los electrones poseen una carga eléctrica definida y además consiguió medirla. Usando un
atomizador de perfume desparramó gotitas de aceite dentro de una cámara transparente. Basta
dispersar un aerosol cargado negativamente en aire y someterlo a una diferencia de potencial que
puede cambiar de signo. Observando la velocidad terminal de las gotitas del aerosol se
puede medir la carga de cada gota. Esto permitió observar que todas esas cargas (no nulas) eran
múltiplos enteros de otra.
6. La balanza de torsión (Cavendish, 1798)
M. RODRÍGUEZ
El físico y químico británico demostró que la escala no importa y determinó que la densidad de la
Tierra era 5,45 veces mayor que la densidad del agua, hoy en día se sabe que es sólo un poco
mayor (5,5268 veces). La constante universal de gravitación permite predecir el movimiento
planetario, el de las galaxias, el de una manzana en caída libre en la Tierra o en cualquier otro
planeta. Por ello se puede medir a escala de laboratorio, midiendo la fuerza gravitatoria entre dos
objetos de masas conocidas y a distancias conocidas. Ya que esta fuerza es muy pequeña, debe
utilizarse un instrumento con sensibilidad suficiente como una balanza de torsión equilibrada,
donde las fuerzas se traducen en desplazamientos angulares.
7. El plano inclinado (Galileo, siglo XVII)
M. RODRÍGUEZ
Galileo no tenía cronómetros ni fotodetectores pero sí un buen sentido del ritmo. Un objeto móvil
describiendo un movimiento rectilíneo uniformemente acelerado con una velocidad inicial nula
debe recorrer una distancia proporcional al cuadrado del tiempo, siendo la constante de
proporcionalidad la aceleración dividida por dos. Usó un plano inclinado con el que regulaba el
tiempo de caída total de una esfera. Galileo observó que los espacios recorridos
rítmicamente (usó tripas secas de gatos como topes) seguían una sucesión impar (1d, 3d, 5d, 7d...)
de manera que la distancia total era igual al número de tramos recorridos al cuadrado
(1d+3d+5d+7d=16d =4²d=d(t/t0)²= a t²), lo que se traduce en que el espacio recorrido es
directamente proporcional al cuadrado del tiempo. A esto Galileo le llamó la ley de los números
impares.
8. El descubrimiento del núcleo (Rutherford, 1911)
M. RODRÍGUEZ
Mientras se debatía el modelo atómico, Rutherford decidió bombardear con partículas alfa (con
carga +2e y a alta velocidad) una delgadísima lámina de oro (red cristalina de átomos). Lo
esperable, según el modelo atómico de Thomson, es que todas las partículas alfa atravesaran la
red de átomos bien por pasar entre ellos o a través de ellos. Pero, unas pocas partículas se
desviaban significativamente de su dirección de incidencia, incluso rebotando hacia atrás,
retrodispersándose. Una vez descartado cualquier artificio experimental, la única explicación
posible es que dentro del átomo debe haber algo que repele fuertemente las partículas alfa.
Conociendo cómo se dispersan las partículas alfa es posible medir el radio de ese misterioso
objeto: el núcleo atómico (con carga +Ze). Hay que saber que un núcleo en un átomo es como una
canica en el centro de un campo de fútbol.
9. El péndulo de Foucault (Foucault, 1851)