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ARQUITECTURA Y URBANISMO
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Como testimonio de la edificación social
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ARQUITECTURA Y URBANISMO COMO
TESTIMONIO DE LA EDIFICACIÓN SOCIAL

Lo que ay que ver desto son los cimientos de los edificios y las paredes y
cercas de los adoratorios, y las piedras dichas, y el templo con sus gradas,

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aunque desbaratado y lleno de heruazales, y todos los más de los depósitos
derribados: en fin fue lo que no es. Y por lo que es juzgamos lo que fue

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Cieza de León 1984: 2531

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En el conocimiento e interpretación de la his-
toria universal de las civilizaciones, el estudio lPde actividades humanas —manifestando así la
forma de organización social y los modos de
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de la arquitectura, y en especial del urbanismo, vida—, entonces el análisis de estos testimonios
desempeña un papel clave. Existe un consenso representará una herramienta de gran valor para
por parte de los estudiosos del tema en asumir examinar la sintomatología de este tipo de pro-
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la emergencia del urbanismo como un elemento cesos sociales.


diagnóstico de primer nivel de los procesos civili- Tanto la arquitectura como los asentamientos
zatorios. Esto no es novedad, si consideramos lo incorporan la calidad de productos sociales. Por lo
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emblemático que ha sido para la humanidad el tanto, su análisis funcional, formal y constructivo
fenómeno urbano para identificar este proceso, permite explorar desde estas vertientes los proce-
tanto que el término civilización deriva de la raíz sos de especialización productiva, la división del
latina civilitas, las comunidades urbanas que ha- trabajo y las formas de organización social. Bajo
o

bitan en civitas o ciudades. esta perspectiva, en el estudio de los procesos


En el análisis de las formaciones precapitalis- civilizatorios adquiere una importancia medu-
nd

tas, Marx y Engels establecieron una correspon- lar el análisis de la arquitectura pública y de los
dencia entre los diferentes estadios de la evolución asentamientos urbanos, por la especial relevancia
social y sus respectivas formas de asentamiento. que asumen en el desarrollo de los procesos en
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En esta perspectiva, la ciudad constituía una va- cuestión.


riable fundamental que se asociaba a la aparición La construcción de la civilización, la edifica-
de las formaciones sociales clasistas y el Estado. ción social, económica, cultural, mítica se plas-
Estos postulados fueron aplicados tiempo des- ma en la arquitectura y en la propia forma de
pués por Childe en su proposición pionera de la asentamiento, en el manejo y transformación
arqueología como ciencia social. del territorio. Por lo tanto, la tarea que tenemos
Si postulamos que la arquitectura y la forma por delante no es solo reconstruir la identidad
de asentamiento humano en el territorio cons- material y física de la edificación arquitectónica,
tituyen una expresión privilegiada en las que se sino especialmente su condición de continente de
plasma físicamente un conjunto significativo actividades sociales, así como de la representación

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La parte final de la aguda observación del cronista Cieza de León, a propósito de las ciudades y monumentos que observa
ya arruinados —en este caso refiriéndose a la ciudad inca de Vilcashuamán—, nos propone un componente fundamental del
quehacer arqueológico y en especial de la historiografía de la arquitectura y el urbanismo, donde debemos deducir tanto el grado
de destrucción o alteración que estos han sufrido a partir de su condición actual —es decir lo que Cieza enuncia como «fue lo que
no es»— y como, a partir de lo existente, debemos construir una serie de inferencias que nos permitan aproximarnos a propuestas
reconstructivas de sus características originales, es decir «por lo que es juzgamos lo que fue» en palabras de Cieza.
28 CAPÍTULO I

social que esta entrañó. Mediante este tipo de men arqueológico de sus componentes, permitirá
análisis la lectura de la arquitectura podrá expre- aproximarnos a la reconstrucción histórica de las
sar la edificación social y tendrá un papel fun- formaciones sociales que les dieron origen y en-
damental en la reconstrucción histórica de los tender un aspecto crucial, como el urbanismo,
procesos sociales. para el estudio del proceso civilizatorio en los
Por otra parte, enfrentamos el reto mayor Andes centrales.
de reconstruir y recomponer la identidad de la Uno de los objetivos principales de esta in-
población de nuestro país con su invalorable vestigación ha sido definir un panorama general
patrimonio edificado, ya sea arquitectónico, del origen, evolución y desarrollo del fenómeno
urbanístico, territorial o paisajístico: en cuanto urbano en los Andes centrales durante la época
consideramos que este es un requisito indispen- prehispánica. Para la consecución de este propó-
sable para garantizar su conservación y puesta sito se ha identificado, en cada una de las épo-
en valor. Por esto, sostenemos también que la re- cas del desarrollo histórico-cultural en los Andes
cuperación de este invalorable patrimonio debe centrales, casos representativos que ilustren el de-

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constituirse en una herramienta imprescindible sarrollo del fenómeno urbano y sus expresiones
de desarrollo y en una fuente permanente de re- arquitectónicas más significativas.

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flexiones acerca de nuestro futuro como país. A partir de este enfoque se analiza la inciden-
Limitar los complejos procesos sociales con- cia de los aspectos económicos, sociales y cultu-

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centrándonos en el examen de las evidencias ma- rales en el desarrollo del fenómeno urbano y las
teriales y artefactuales, puede proporcionar una formas específicas que este asumió a través del
visión parcial o degradada de la realidad social.
Este es especialmente el caso, por ejemplo, de
las formaciones que no exhiben destacadas rea-
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tiempo. Paralelamente, se examina la unidad y
la diversidad que se aprecia históricamente en el
proceso de desarrollo urbano en el área central
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lizaciones culturales o arquitectónicas, como los andina, con el propósito de analizar compara-
cazadores recolectores, y cuyo equipamiento, tivamente las manifestaciones del fenómeno de
mayormente lítico, puede aparentar una visión región a región, y explicar en cada caso las parti-
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rudimentaria y primitiva de los mismos. Mien- cularidades de su evolución.


tras que si incorporamos la dimensión espacial, Las premisas metodológicas de este trabajo
asociando los contextos materiales a su modo mantienen una línea de continuidad, aunque con
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de vida, y este a sus correspondientes formas de mayor énfasis descriptivo con los postulados de-
asentamiento y el manejo territorial de sus recur- sarrollados en ensayos anteriores, donde hemos
sos, tendremos una visión radicalmente distinta sostenido la importancia fundamental que tiene,
o por lo menos de mayor profundidad y valora- para el análisis científico del fenómeno de asenta-
ción de los procesos sociales que se desarrollaban miento humano en el territorio, establecer la rela-
o

en ese entonces. ción de correspondencia recíproca existente entre


nd

El planteamiento central de nuestro trabajo la formación económico-social y su correspondiente


propone que el surgimiento y evolución del fe- forma de asentamiento (Staino y Canziani 1984;
nómeno urbano —y en especial de la ciudad— Canziani 1989). Esta correspondencia de carác-
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constituye una de las claves principales para el ter teórico corresponde, en términos generales,
estudio del proceso civilizatorio. En ese sentido, a entidades o categorías abstractas. Sin embargo,
el examen de la evolución del fenómeno urbano así como las formaciones económico-sociales se
constituye una herramienta imprescindible para presentan en la realidad de una manera concreta
el análisis y definición de las características parti- y específica, que se define y manifiesta en un de-
culares que asume el proceso en cuestión, en una terminado modo de vida, de la misma manera la
región determinada. forma de asentamiento, en cuanto categoría abs-
Esto, universalmente se debe a que el pro- tracta, se expresa de forma singular en un deter-
ceso de desarrollo de formaciones sociales com- minado modelo o patrón de asentamiento.
plejas, especialmente aquellas que alcanzaron De esta propuesta resulta que, así como en
una organización estatal, tuvo como correlato términos teóricos y generales establecemos las
el surgimiento y desarrollo de centros urbanos relaciones de correspondencia entre distintas for-
y posteriormente de ciudades. En los centros maciones sociales y sus correspondientes formas de
urbanos y ciudades se concentra el desarrollo asentamiento, al nivel de los procedimientos analí-
de las más importantes actividades económicas ticos, debemos establecer la relación dialéctica de
y sociales, particularmente aquellas de carácter correspondencia entre los modos de vida y su
especializado. Por esta razón, el estudio de la concreción en específicos modelos o patrones de
forma que adoptaron los asentamientos y el exa- asentamiento (véase cuadro 1).2
ARQUITECTURA Y URBANISMO COMO TESTIMONIO DE LA EDIFICACIÓN SOCIAL   29

A lo largo de este trabajo examinaremos un indicadores y las herramientas analíticas que nos
conjunto de aspectos arquitectónicos y urbanís- proporciona la arquitectura y el urbanismo.
ticos que consideramos diagnósticos y funda-
mentales para interpretar las características que el
proceso civilizatorio asume en los Andes centrales. De los antecedentes historiográficos
Se ha sostenido, que si bien este proceso presenta
singularidades y una identidad unitaria, que en Sin bien se dispone de una bibliografía relativa-
términos generales permiten caracterizarlo como mente amplia de estudios referidos al desarrollo
«andino», también es necesario advertir que mani- de los procesos civilizatorios y su relación con la
fiesta una notable diversidad, como una marcada evolución de las formaciones urbanas, estos es-
desigualdad en sus desarrollos de región a región y tán concentrados en el examen de lo acontecido
en el devenir de una época a otra, lo cual significa en el Viejo Mundo y, en especial, en el caso del
que este proceso no fue lineal ni continuo. Cercano Oriente —Egipto y Mesopotamia—.
Bajo estas premisas, debemos notar una ad- Esta región cuenta con una amplia bibliografía

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vertencia cautelar: tanto el Estado como su corre- que va desde los trabajos pioneros de Childe
lato urbanístico, la ciudad, no son, como muchas (1936; 1942) y Frankfort (1954), a estudios más

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veces se supone equivocadamente, organismos recientes como los de Adams (1972), Manzanilla
únicos, creados por la humanidad en los inicios (1986) y Redman (1985).

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de la civilización y enriquecidos en el curso de los Existen limitados estudios que examinan esta
siglos. Por el contrario, constituyen una serie de problemática en otras regiones donde se desarro-

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entidades diferentes, históricamente limitadas y llaron civilizaciones originarias —India, China,
determinadas por causas y circunstancias especí- Mesoamérica—, así como existen trabajos de
ficas (Staino y Canziani 1984). debate teórico con referencias comparativas a
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Si asumimos la concepción del Estado como distintas regiones (Service 1984). Sin embargo,
la forma de organización política que regula las constatamos que en el caso de los Andes centrales
relaciones sociales, mediante el ejercicio del poder este tipo de trabajos es muy escaso.
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por parte de una clase social dominante, lo que Para el antiguo Perú tenemos estudios que
aquí nos interesa no es tanto la «evolución» del Es- provienen del campo de la arqueología princi-
tado en sí misma, sino el cómo y el porqué se dan palmente. Algunos con limitaciones teóricas y ya
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las condiciones sociales que hicieron y hacen po- desactualizados en cuanto a documentación em-
sible su existencia, y cuáles serían los elementos pírica (Rowe 1963; Schaedel 1966; 1972), otros
diagnósticos que nos pueden permitir inferir su con importantes aportes en cuanto a la evolución
presencia o ausencia. En este caso, utilizando los de los patrones de asentamiento en ciertos valles de
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Cuadro 1
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CATEGORÍAS TEÓRICAS CATEGORÍAS EMPÍRICAS


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SOCIEDAD
FORMACIÓN ECONÓMICO SOCIAL MODO DE VIDA

ASENTAMIENTO FORMA DE ASENTAMIENTO PATRÓN DE ASENTAMIENTO

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Para graficar estas relaciones de correspondencia podemos utilizar como ejemplo la formación económico-social de los
cazadores recolectores, a la cual en términos generales corresponde como forma de asentamiento el establecimiento provisional
o momentáneo, y el nomadismo o la trashumancia territorial. Mientras que, de manera concreta, esta formación social de
cazadores recolectores se manifiesta en múltiples y diversos modos de vida, desde los innuit o esquimales del Ártico, a los selk’
nam, yámana y alacaluf del extremo austral de América (Chapman 1998), pasando por las comunidades nativas de la Amazonía,
o de los bosquimanos del Kalahari en África, los semang y sakai de las selvas de Malasia, etcétera, si nos desplazamos a otros
continentes (Forde 1966). Allí se puede comprobar que cada unos de estos modos de vida, bastante distintos entre sí, manifiestan
a su vez su singularidad en patrones de asentamiento con características propias que los hacen sustancialmente diferentes.
30 CAPÍTULO I

la costa, entre los que destacan los de Willey (1953) Los Andes centrales:
en Virú y Wilson (1988) en el Santa. Otras im- geografía y medio ambiente3
portantes contribuciones teóricas relacionadas
con el examen de esta problemática se encuen- El área de los Andes centrales, en cuanto a geo-
tran en Lumbreras (1981). En este panorama, grafía y características medioambientales, cons-
que evidencia la ausencia de una visión temática tituye una de las áreas mundiales con mayor
de conjunto —desde el campo de la arquitectura diversidad climática y biológica.4 Esto se debe,
y el urbanismo—, disponemos de una primera en primer lugar, a la presencia de la cordillera de
aproximación general al tema de las formaciones los Andes, que asciende desde el nivel del mar
urbanas en América en el clásico estudio sobre las —en el litoral de la costa del océano Pacífico—,
ciudades precolombinas de Hardoy (1964); y de hasta llegar a las montañas de nieves perpetuas,
tan solo una importante síntesis sobre la arqui- con nevados como el Huascarán, cuya cumbre
tectura y el urbanismo en el antiguo Perú en el alcanza los 6.768 m.s.n.m., para luego descen-
trabajo publicado por Williams (1981) hace más der nuevamente hacia las planicies de las selvas

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de veinte años. tropicales de la cuenca amazónica. De modo que
El autor, en colaboración con Sergio Staino, el solo factor altitud en un área que se encuentra

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publicó un ensayo acerca de los orígenes de la en una zona tropical, genera múltiples y distintos
ciudad y su rol en el proceso civilizatorio. Allí se pisos ecológicos, con las consiguientes variacio-

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examinaba comparativamente los casos de Sumer, nes climáticas, topográficas e hidrográficas. Por
Egipto y el antiguo Perú (Staino y Canziani 1984). otro lado, el litoral marino de nuestras costas se
Posteriormente, publicó un estudio centrado en el
examen de las formas de asentamiento en la costa
norte, relacionado con la evolución de las forma-
lP ve afectado por el fenómeno de enfriamiento
de sus aguas por la corriente de Humboldt y el
afloramiento de aguas frías provenientes de las
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ciones sociales en dicha región durante los perío- profundas fosas marinas. De esta manera, el mar
dos tempranos de la época prehispánica (Canziani también actúa como un condicionante que altera
1989). A continuación, ha publicado una serie de sustancialmente las características climáticas de
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artículos en revistas especializadas acerca de este nuestras regiones costeras.


tema, con referencia a determinados valles y épo- En los territorios de la cordillera de los
cas (Canziani 1992a; 1993; 2000; 2003a; 2003b), Andes centrales se desarrollan valles —algu-
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al manejo del espacio territorial en el área andina y nos transversales a esta—, como los costeños,
en determinadas regiones de esta (Canziani 1991; que descienden desde sus flancos occidentales
1995; 2002), o centrados en los monumentos hacia la costa, generando verdes oasis en esta
que integran complejos urbanos (Canziani 1987; zona desértica. Otros se desarrollan al interior,
1992a; 1992b; 2000; 2003a; 2004). limitados por los pliegues y flancos de las estri-
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En estas dos últimas décadas en nuestro país se baciones de la cordillera, formando los deno-
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han desarrollado muchos proyectos arqueológicos minados valles interandinos, que se localizan
centrados, tanto en el análisis de complejos urba- principalmente en la zona quechua, si bien al-
nos, como de los monumentos arquitectónicos gunos sectores de su trayecto pueden también
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que los integran. En muchos casos, los resultados ubicarse en la zona correspondiente a la deno-
de estas investigaciones han enriquecido y altera- minada yunga oriental.
do sustancialmente la información preexistente, La presencia de la corriente fría de Humboldt
basada muchas veces en el examen superficial de frente a las costas peruanas, y la riqueza de
los sitios. Justamente, uno de los propósitos de nutrientes que esta genera, favorece la existencia
este trabajo ha sido revisar esta vasta bibliografía de altas concentraciones de plancton, la base de
dispersa y especializada, sistematizar y articular una vasta cadena trófica que se caracteriza por
la información documental pertinente y divulgar una impresionante diversidad de especies y una
sus nuevos alcances. alta densidad de la biomasa marina, constituida
por centenares de especies de peces, moluscos,
crustáceos, así como aves y mamíferos marinos.

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Desde la antropología y la arqueología se ha reconocido en el área andina de América del Sur distintas áreas de integración
económico-social. Entre estas, el área de los Andes centrales corresponde a los territorios que van desde el desierto de Sechura y
la sierra de Piura, por el norte, hasta el nudo de Vilcanota y Arequipa por el sur (Lumbreras 1981).
4
El Perú es un país extraordinariamente diverso ya que posee 84 zonas de vida de las 108 definidas en la Tierra (Holdridge
1947; 1967), lo cual lo hace extremadamente rico en recursos, paisajes, en distintas expresiones culturales y en promisorias
posibilidades.
ARQUITECTURA Y URBANISMO COMO TESTIMONIO DE LA EDIFICACIÓN SOCIAL   31

Fig. 1 – Mapa geográfico de los ecosistemas de los


Andes centrales (redibujado de Troll 1958).

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masas de aire húmedo transportadas por los


Esta extraordinaria riqueza de recursos marinos, vientos alisios entran en contacto con las aguas
que hasta el día de hoy tiene una importancia frías del mar, formando bancos bajos de niebla
fundamental en la economía de nuestro país,
desempeñó un papel de enorme relevancia en Fig. 2 – Paisaje de litoral marino en la caleta de Jihuay, Atiquipa
cuanto fuente privilegiada de recursos alimenticios (foto: J. Canziani).
y productivos desde los tiempos de los primeros
pobladores del litoral y a lo largo de las distintas
épocas durante el proceso civilizatorio andino.
La corriente fría de Humboldt también
desempeña un papel clave sobre las condiciones
climáticas, especialmente en el caso de las regiones
costeras, generando una serie de fenómenos
que determinan sus condiciones desérticas, aun
cuando estos territorios se encuentran en latitudes
próximas a la línea ecuatorial y, por lo tanto, en
un área propia de zonas lluviosas y de bosques
húmedos tropicales. En nuestro caso, las grandes
32 CAPÍTULO I

invierno —de junio a setiembre—, producen


ligeras precipitaciones de lluvia fina conocida
como garúa. Estas precipitaciones son más
frecuentes en zonas próximas al litoral y algo
más elevadas o con barreras de cerros, donde
dan origen a un fenómeno muy especial y
único de la costa peruana: las lomas. Se trata de
la formación de pastos y vegetación arbustiva
en zonas normalmente desérticas y que se dan
gracias a estas garúas, pero también debido a la
propia condensación de la humedad contenida
Fig. 3 – Paisaje de dunas en el desierto cerca a la playa Gramadal, en las nubes al entrar estas en contacto con la
Huarmey (foto: J. Canziani). superficie fría de los suelos. En algunos casos,
donde las condiciones son más propicias, se

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que se ubican entre los 200 a 600 metros de forman grandes extensiones de lomas que
altura, provocando el fenómeno conocido como incluyen el desarrollo de bosques. En el desarrollo

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inversión térmica. Este fenómeno se produce y reproducción de este fenómeno la vegetación
cuando el sol calienta el aire que está sobre la desempeña un papel crucial, ya que las hojas y

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niebla, mientras que por debajo de las nubes, y ramas de las plantas se convierten en elementos
en proximidad del suelo, las temperaturas son que multiplican el fenómeno de condensación,
bastante más bajas. De esta manera se inhibe la
precipitación de lluvias en las zonas costeras, de
lo que deriva sus predominantes características
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incrementando notablemente la precipitación
del agua, además de disminuir su evaporación
y favorecer su acumulación infiltrándola entre
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desérticas. sus raíces.
Sin embargo, estas nubosidades típicas y Estas lomas, con su abundante vegetación,
persistentes en las regiones costeras durante el dan vida a una gran variedad de fauna, entre la
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que se encuentran mamíferos como el guanaco,


el venado, el zorro; aves como palomas, peri-
Fig. 4 – Paisaje de bosques de lomas y acumulación de niebla en el cos, halcones y gavilanes; además de caracoles
cerro Cahuamarca, Atiquipa (foto: J. Canziani).
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de tierra y muchos insectos. Este hecho hace


de las lomas una zona especialmente rica en re-
cursos, y por lo tanto un lugar particularmente
frecuentado por el hombre desde los tiempos de
los primeros cazadores y recolectores. Sin em-
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bargo, hoy en día su frágil ecología está a punto


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de desaparecer debido a la persistencia de la de-


forestación y el sobrepastoreo, iniciados desde la
época colonial.
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Según Pulgar Vidal (1996), en el territorio


de los Andes centrales tienen lugar ocho regio-
nes naturales a las que asigna los nombres que
asumen en la toponimia indígena: Chala, que
corresponde a las regiones del litoral costero;
Yunga, al territorio de las zonas altas y cálidas
de los valles occidentales, como también a ciertas
zonas bajas y cálidas de los valles de las vertientes
orientales entre los 500 y 2.300 m.s.n.m.; Que-
chua, a las quebradas y valles interandinos que se
localizan entre los 2.300 y 3.500 m.s.n.m.; Suni
o Jalca, a las estribaciones cordilleranas entre los
3.500 a 4.000 m.s.n.m.; Puna, a los territorios
altoandinos y altiplánicos entre 3.500 y 4.500
m.s.n.m., ricos en pastos naturales; Janca, a las zo-
nas de glaciales y nieves perpetuas entre los 4.000
y 6.768 m.s.n.m.; Rupa-rupa o Ceja de Selva,
a los flancos orientales de los Andes; y, Oma-
ARQUITECTURA Y URBANISMO COMO TESTIMONIO DE LA EDIFICACIÓN SOCIAL   33

gua, o Selva Baja, correspondiente a los bosques


húmedos y tropicales de nuestra Amazonía. Sin
embargo, otros estudiosos de nuestra geografía
proponen la presencia, no solamente de las ocho
regiones ya señaladas —que corresponderían a
un corte transversal en las regiones centrales de
este territorio—, sino a muchas más subdivisio-
nes ecológicas o ecorregiones (Brack 1986; Brack
y Mendiola 2000).
Al respecto, algunos estudios geográficos
destacan las marcadas diferencias territoriales y
medioambientales existentes en los Andes cen- Fig. 6 – Paisaje de valle de zona quechua en los alrededores del
trales entre las regiones del norte, del centro y Cusco (foto: J. Canziani).
del sur. Las diferentes condiciones geográficas,

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orográficas y climáticas, que se presentan en es-
tas distintas latitudes, fueron graficadas en sen- En el caso de la región norte, las cordilleras

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dos cortes transversales tanto por Troll (1958) no alcanzan una gran elevación y se desarrollan
para los Andes en América del Sur, como por a una relativa distancia del litoral marino. Estas

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Pulgar Vidal (1996) en cinco perfiles transver- condiciones originan que los valles de los ríos
sales, que atraviesan regiones del norte, centro que descienden desde el flanco occidental de los

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y sur del Perú. A continuación resumimos de Andes generen amplios abanicos aluviales, for-
forma somera una breve descripción de las ca- mando extensas planicies sedimentarias. Esto,
racterísticas que distinguen estas tres grandes con el progresivo desarrollo de la irrigación arti-
ria
regiones transversales que atraviesan los Andes ficial, permitirá su conversión en las mayores ex-
centrales. tensiones agrícolas de la costa peruana, sirviendo
de sustento a los poderosos procesos civilizatorios
que se desarrollarán en esta región.
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Estas condiciones propicias al desarrollo agrí-


Fig. 5 – Paisaje de zona de yunga oriental, en el encañonamiento del
río Marañón en la localidad de Balsas, en el límite entre los departa- cola se verán también favorecidas por una ma-
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mentos de Cajamarca y Amazonas (foto: J. Canziani). yor humedad, derivada de la amplitud de las
cuencas de los valles, así como por la mayor
incidencia del régimen de lluvias, lo que deriva
en los caudales generosos en sus ríos. Por otra
parte, la atenuación de la corriente de Hum-
o

boldt y la proximidad de las aguas cálidas del


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mar tropical al norte, o su eventual descenso


hacia el sur con el desencadenamiento de even-
tuales fenómenos de El Niño, provocan lluvias
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en las zonas de costa que propician el desarrollo


de extensos bosques secos y el incremento del
acuífero de la napa subterránea. En las zonas

Fig. 7 – Paisaje de planicies de puna en Qonococha. Al fondo los


nevados de la Cordillera Blanca (foto: J. Canziani).
34 CAPÍTULO I

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Fig. 8 – Cortes transversales esquemáticos en las regiones del norte, centro y sur del Perú (redibujado de Brack y Mendiola 2000; Pulgar
Vidal 1996; Troll 1958).

de sierra de las regiones del norte, los pasos de En el caso de la región central, los Andes pre-
montaña son relativamente bajos, lo que faci- sentan marcadas cadenas montañosas y alcanzan
lita las relaciones de transversalidad —tanto su mayor altitud. La distancia más próxima de la
biológicas como humanas— entre la costa, la cordillera occidental con relación al litoral de la
sierra y las regiones de la vertiente amazónica. costa, deriva en la reducción de la extensión de
Asimismo, la escasa altura de las montañas de los conos aluviales de sus valles; mientras que la
las cordilleras del norte también deriva en la menor extensión de sus respectivas cuencas deriva
desaparición de la puna, que tanta importancia por lo general en la presencia de ríos con caudales
tiene en las regiones del centro y, sobre todo, algo más moderados, generando las condiciones
en las del sur. En contrapartida se presentan para el desarrollo de valles agrícolas de mediana
zonas conocidas como páramos, con condicio- extensión. En las correspondientes regiones de
nes medioambientales bastante distintas a las sierra se generan amplios valles interandinos,
de la puna, aun cuando puedan corresponder como el Callejón de Huaylas o el del Mantaro.
al mismo piso altitudinal. La altitud de las cordilleras y de los respectivos
ARQUITECTURA Y URBANISMO COMO TESTIMONIO DE LA EDIFICACIÓN SOCIAL   35

pasos de montaña dificultan relativamente la co- interandinos propios de zonas Quechua o Yunga
municación entre los valles interandinos, y entre están relativamente encajonados o con ríos que
estos y las regiones costeras. Por otra parte, en transcurren en profundos cañones, lo que difi-
estas regiones altoandinas se desarrollan grandes culta o impide el aprovechamiento de sus aguas
planicies elevadas propias de la puna. para fines agrícolas.
En la región sur de los Andes centrales se
acentúan las condiciones de aridez y las sequías
son frecuentes, con regímenes de lluvias irregu- La interacción sociedad – medio ambiente y
lares y más escasas, especialmente en la vertiente las modificaciones territoriales
occidental. Sus regiones costeñas se caracterizan
por el desarrollo de extensos tablazos desérticos y Para la cabal comprensión de las distintas for-
la presencia de una cordillera marítima paralela maciones sociales que se desarrollaron histórica-
al litoral, donde es común el desarrollo de vege- mente en las diferentes regiones de los Andes
tación de lomas. Los valles de esta región costeña centrales, es necesario ubicarlas en su correspon-

P
son relativamente pequeños y cuentan con cuen- diente escenario paisajístico y medioambiental.
cas hidrográficas de limitada extensión, que se Como veremos más adelante, cada una de es-

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desarrollan en territorios de punas relativamente tas sociedades interactuó de manera específica
secas y sujetas a frecuentes sequías, y donde se con su medio, desarrollando formas especiales

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originan ríos pequeños, cuyo escaso caudal se ve
reducido aún más por procesos de evaporación e

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infiltración, siendo común que aun en época de
lluvias sus aguas no lleguen a desembocar al mar,
perdiéndose en el desierto. Por lo tanto, estas
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regiones costeras presentan severas limitaciones
al desarrollo agrícola, tanto como consecuencia
de la escasez de agua, como de suelos adecuados
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para el cultivo. Las zonas de cultivo se limitan


a algunos valles oasis como los de Ica y Nazca,
que, por las razones antes expuestas, tienen ade-
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más la singularidad de desarrollarse al pie de la Fig. 10 – Hoyas de cultivo en la localidad de Chilca (foto:
cordillera y estar relativamente alejados del lito- J. Canziani).
ral. De otro lado, en las zonas altoandinas de la
región sur es dominante el piso ecológico corres-
o

pondiente a la puna, donde el rol de la ganadería de manejo para hacer posible la producción y
es preponderante, así como el de los cultivos de la explotación de sus particulares recursos, en
nd

altura. Los territorios de puna hacia el occidente el marco de sus propias estrategias de desarrollo
son secos e inclusive áridos, mientras que los que económico y social. Esto llevó históricamente al
se desarrollan hacia el oriente son más húmedos, establecimiento de distintos modos de vida y a
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ya que se benefician de las lluvias generadas por la conformación de diferentes tradiciones cultu-
los vientos alisios del sureste que transportan ma- rales regionales.
sas de aire húmedo desde la Amazonía. Los valles
Fig. 11 – Acueductos subterráneos en la localidad de Cantalloc,
Nazca (foto: S. Purin).
Fig. 9 – Campos agrícolas y canales de irrigación en el valle medio
de Chincha (foto: J. Canziani).
36 CAPÍTULO I

les y ecosistemas que caracterizan el territorio


del Perú, como la necesidad de adecuarlos a
las exigencias de diversos tipos de producción,
para superar o atenuar las condiciones nega-
tivas o las limitaciones que estos presentaban
por naturaleza al desarrollo de estas actividades
productivas, dieron como resultado el desplie-
gue de un extraordinario y variado corpus de
paisajes culturales.5
Entre los paisajes culturales ligados al desarro-
llo de zonas de producción, podemos mencionar
entre los principales los que se desarrollaron en
Fig. 12 – Terrazas de cultivo asociadas a sistemas de riego en las
lomas de Atiquipa (foto: J. Canziani).
la costa desértica. Entre estos destacan los valles
agrícolas generados mediante el despliegue de

P
grandes sistemas de irrigación artificial; los va-
En el territorio del antiguo Perú, a partir de la lles oasis donde se aplicaron sistemas de hoyas

C
revolución neolítica y el desarrollo inicial de la
producción agrícola, se constata la iniciación Fig. 13 – Tendales para el secado de pescado formando sistemas

U
de un proceso paralelo de modificación de las de terrazas en los promontorios de Punta Mulatos en la caleta de
originales características naturales del territo- Ancón (foto: J. Canziani).
rio, con el propósito de acondicionarlo para
servir de base a distintos procesos productivos
ligados a la agricultura, principalmente (Can-
lP
ziani 2007).
ria
Este proceso tiene la singularidad de carac-
terizarse desde sus inicios no solo por la am-
plia domesticación de plantas y animales, sino
ito

que paralelamente va acompañado por la do-


mesticación del territorio en cuanto medio de
producción. Tanto la extraordinaria diversidad
Ed

geográfica y climática de los medios ambienta-


o
nd
Fo

Fig. 14 – Reconstrucción
hipotética del manejo del te-
rritorio de lomas en Atiquipa
(Canziani 2002).

5
El Centro del Patrimonio Mundial de la UNESCO comprende bajo el concepto de paisajes culturales una diversidad de obras
que combinan el trabajo del hombre y la naturaleza. En un paisaje cultural se manifiesta de forma singular la interacción entre
la sociedad y su ambiente natural, y su conservación contribuye a la biodiversidad y a la sostenibilidad del desarrollo territorial,
destacando los valores naturales presentes en el paisaje.
ARQUITECTURA Y URBANISMO COMO TESTIMONIO DE LA EDIFICACIÓN SOCIAL   37

Fig. 15 –Terrazas agrícolas de formación lenta en la localidad de


Picol, Cusco (foto: J. Canziani).

P
de cultivo, o se desarrollaron complejas formas

C
de regadío que aprovecharon las aguas subterrá-
neas mediante el manejo de puquios y la cons-

U
trucción de galerías filtrantes, especialmente en
la costa sur, donde se agudizan las condiciones
Fig. 17 – Sistema de cultivo en camellones, conocidos también

lP
de aridez y son escasas las fuentes de agua super- como waru waru en el altiplano puneño (foto: E. Mujica).
ficial; al igual que el manejo de los bosques de
neblina en las zonas de lomas y el desarrollo de
terrazas de cultivo irrigadas con el agua capturada
ria
y wachaques para el manejo de la totora, o los
de la niebla por los bosques; así como las lagunas
tendales para el secado de pescado, presentes en
Fig. 16 – Sistema de andenes agrícolas asociados al riego en la loca-
distintos puntos del litoral.
ito

lidad de Laraos, Yauyos (foto: J. Canziani). Por otra parte, en la sierra y valles interandi-
nos destacan las terrazas de formación lenta que
posibilitan el desarrollo de cultivos de secano en
Ed

laderas de fuerte pendiente. Esto permitió ge-


nerar suelos con menor gradiente y así mejorar
la retención del agua de lluvia y disminuir la
erosión. Sin embargo, frente al constante riesgo
o

de sequía, y las notables ventajas de asegurar y


controlar el desarrollo de los cultivos median-
nd

te la irrigación artificial, se realizaron extensos


sistemas de andenes agrícolas asociados a obras
de canalización para posibilitar su riego. En la
Fo

puna, para lograr el desarrollo agrícola en una


altitud que se encuentra en el límite de las posi-
bilidades biológicas, y donde además los cultivos
se encuentran expuestos a las frecuentes heladas
y a la crítica alternancia de períodos de duras
sequías o severas inundaciones, se desarrollaron
sistemas de qochas, así como también sistemas
de camellones o waru waru; al igual que el des-
pliegue de bofedales, generados en su mayoría
mediante sistemas relativamente simples de
riego o inundación de extensiones ubicadas en
zonas de punas secas. Así se propició el desa-
rrollo de la vegetación y, de forma consecuente,
se favoreció la pastura de camélidos, y hoy de
vacunos y ovinos.
Estas diferentes modificaciones territoriales,
por encima de su diversidad funcional,
características paisajísticas, extensión y niveles
38 CAPÍTULO I

Los Andes centrales


como área cultural
Cuando en un conjunto de regiones localizadas
en un determinado territorio geográfico se apre-
cia que sus desarrollos culturales, por encima de
sus diferencias regionales, comparten histórica-
mente una serie de rasgos que definen una iden-
tidad, y donde además se aprecia una evolución
en la que se pueden observar tanto continuida-
des como procesos de cambio, se entiende que
se está frente a un área cultural.
Corrientemente se ha entendido como área
cultural a territorios donde se registran deter-

P
minadas tradiciones estilísticas en el repertorio
de su cultura material. Sin embargo, estudiosos

C
de esta problemática, como Lumbreras (1981),
sostienen que es preferible asumir una caracteri-

U
Fig. 18 – Bofedales para la pastura de camélidos en las punas secas zación histórica de este término, que no esté por
de Aguada Blanca, Arequipa (foto: J.Canziani).
lo tanto referido exclusivamente a los aspectos es-

de complejidad comprometidos, tienen en


lP
trictamente culturales, si no que incorpore todas
aquellas esferas relacionadas con el modo de vida
y la evolución histórica de las formaciones eco-
ria
común la superación de las limitaciones nómico-sociales.
territoriales —climáticas, topográficas, de En este sentido, en un área histórico-cultural
suelos, hidrográficas, etcétera— para permitir se debe percibir una unidad, que es producto de
ito

o favorecer el desarrollo de las actividades la relación particular que instauran las sociedades
productivas. En la mayoría de los casos se con su medio ambiente específico, con el desa-
puede percibir que estas modificaciones, rrollo de determinadas técnicas de producción,
Ed

además de enfrentar las condiciones especialmente en el campo de la agricultura. Este


negativas, comportaron el aprovechamiento o proceso, en el caso de los Andes centrales, presen-
mejoramiento de las condiciones positivas o ta una definida impronta de unidad e integración
favorables presentes en el medio natural. en el marco de una notable diversidad.
o

Por lo tanto, se puede plantear que estas mo-


dificaciones territoriales tuvieron y aún tienen
nd

como aspecto común el propósito de generar, Los Andes centrales: su secuencia


mejorar o ampliar las condiciones productivas cronológica y cultural
del medio natural, garantizando a su vez la repro-
Fo

ducción de las condiciones de base que aseguran El área de los Andes centrales comprende gran
la sostenibilidad de estos procesos. parte del territorio de lo que es ahora el Perú,
Si bien las modificaciones territoriales fueron con un límite norte en el desierto de Sechura y la
realizadas con herramientas relativamente senci- sierra de Piura y al sur con el nudo de Vilcanota
llas, habrían comprometido una tecnología vasta y Arequipa. A las regiones que se encuentran más
y compleja que se caracterizaba por el despliegue al sur se les denomina área centro sur y corres-
de formas especiales de organización social de la ponden al altiplano de la región circumlacustre
producción. del Titicaca, comprendiendo los desiertos coste-
En cuanto trascendentes medios e instru- ros del extremo sur del Perú y del norte de Chile,
mentos de producción social de escala terri- y las punas de Bolivia (Lumbreras 1981).
torial, los paisajes culturales representan no Existen distintos planteamientos para defi-
solo un importante patrimonio tecnológico, nir la evolución histórica y la correspondiente
y, funcional al desarrollo territorial. También secuencia de períodos culturales de los Andes
constituyen un referente relevante para las co- centrales. En el presente texto asumimos dos pro-
munidades que los generaron o heredaron en lo puestas como las principales, debido a que son
que se refiere a la constitución, conservación e, las mayormente aceptadas por los estudiosos de
inclusive, la recuperación de su identidad cultu- la materia, ya que además resumen e incorporan
ral (Canziani 2007).
ARQUITECTURA Y URBANISMO COMO TESTIMONIO DE LA EDIFICACIÓN SOCIAL   39

los aportes de distintos investigadores de la ar- intermedios: el Intermedio Temprano entre los
queología andina. Horizontes Temprano y Medio y luego el Inter-
En el caso de la secuencia propuesta por medio Tardío, entre los Horizontes Medio y Tar-
Rowe (1962) —establecida fundamentalmente dío (véase cuadro 2).
a partir de sus investigaciones y de la secuen- Asimismo, tenemos la secuencia propuesta por
cia estratigráfica obtenida en excavaciones ar- Lumbreras (1981), quien privilegia el distinto ni-
queológicas en el valle de Ica— se privilegia los vel de desarrollo y características de las formacio-
aspectos relacionados con la vigencia de deter- nes sociales presentes en cada época. En este caso,
minados rasgos culturales y los cambios estilís- propone un período Lítico, que corresponde a la
ticos, especialmente de aquellos que se aprecian temprana época de los cazadores recolectores; le
en la producción cerámica. De esta manera, se sucede el período Arcaico, correspondiente a la
propone un período Precerámico, que com- aparición de las comunidades aldeanas precerá-
prende tanto a las sociedades de cazadores y micas de los primeros agricultores; el período
recolectores como a la época de las comuni- Formativo, que se inicia con la aparición de la ce-

P
dades aldeanas de los primeros agricultores; le rámica —Formativo Inferior— y que, en las fa-
sucede un Período Inicial, referido a la época ses posteriores —Formativo Medio y Superior—,

C
en que aparece inicialmente la cerámica;6 luego corresponde a la época caracterizada por el fenó-
se establecen tres horizontes, definidos sobre la meno Chavín y el surgimiento de las «altas cul-

U
base de la difusión y presencia en el área de los turas»; el período de los Desarrollos Regionales
Andes centrales de los rasgos estilísticos genera- Tempranos, caracterizado por el surgimiento de

lP
dos primero por el fenómeno Chavín —Hori- distintas formaciones regionales y la presencia de
zonte Temprano—, luego por el fenómeno Wari estados teocráticos; la Época Wari, para la que se
—Horizonte Medio— y finalmente por la ex- propone el desarrollo de una primera formación
ria
pansión inca con el imperio del Tahuantinsuyu de carácter imperial en el área andina; el período
—Horizonte Tardío—. Entre estos horizontes se de los Estados Regionales Tardíos, caracterizado
dan dos períodos en que prevalecen los rasgos re- por el resurgimiento de las formaciones regiona-
ito

gionales, al cesar las influencias de carácter pan- les y la presencia de distintos estados y señoríos;
andino. De este modo, se definen dos períodos para concluir con la Época Inca, correspondiente
Ed

Cuadro 2
Secuencia cronológico cultural

Cronología Lumbreras (1981) Rowe (1962)


o

10000 – 5000 a.C. Lítico


nd

Precerámico
5000 – 1800 a.C. Arcaico

Período Inicial
Fo

1800 – 500 a.C. Formativo


Horizonte Temprano

500 a.C. – 700 d.C. Desarrollos Regionales Tempranos Intermedio Temprano

600 – 1000 d.C. Época Wari Horizonte Medio

1000 – 1450 d.C. Estados Regionales y Señoríos Tardíos Intermedio Tardío

1450 – 1532 d.C. Época Inca Horizonte Tardío

6
Los fechados «históricos» de la arqueología peruana propusieron para los Andes centrales la introducción de la cerámica
alrededor del 1800 a.C. Sin embargo, un conjunto de fechados de recientes investigaciones desarrolladas tanto en la costa como en
la sierra del Perú (véase VI Simposio Internacional de Arqueología PUCP. El Período Formativo: Enfoques y Evidencias Recientes.
Lima, 2008), están ubicando consistentemente este evento alrededor del 1600 a.C. Esto implica que la cerámica habría aparecido
en el área más tarde de lo que se había asumido. Asimismo el Período Inicial sería más breve de lo previsto, y algunos sitios asignados
a este período, basándose fundamentalmente en los fechados, corresponderían al Arcaico o Precerámico Tardío.
40 CAPÍTULO I

al desarrollo del imperio del Tahuantinsuyu (véa- existen límites ni barreras precisas que marquen
se cuadro 2). definidamente el inicio o fin de un período. Por
Evidentemente, estas dos propuestas de secuen- lo tanto, es preciso señalar que estas herramientas,
cia cronológico-cultural están referidas a los mis- así como tienen ventajas, también pueden tener
mos procesos y eventos históricos. Estas columnas limitaciones, por ejemplo, en la aplicación de re-
secuenciales, por lo tanto, deben ser considera- gión a región, donde se aprecia que los procesos
das como herramientas útiles para la definición no son necesariamente lineares ni homogéneos, ya
y comprensión de lo que distingue y separa una que están sujetos a una serie de desigualdades en
época de otra. Aclarando que en este sentido no los distintos niveles y formas de desarrollo.

P
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ria
ito
Ed
o
nd
Fo

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