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Las autoridades coloniales españolas en Santo Domingo lograron firmar un convenio con el

gobierno provisional revolucionario en virtud del cual España reconocía una independencia

tutelada de la nueva república, la cual quedaba obligada a no enajenar el todo ni parte de su

territorio a ninguna nación, ni pueblo, ni establecer ningún convenio que perjudique

los intereses de España, en sus posesiones de las Antillas, sin la intervención y el consentimiento

del gobierno español. No obstante, el acuerdo firmado por el último gobernador y capitán

general español en Santo Domingo, José de la Gándara, con la Junta Central Gubernativa

Dominicana, conocido como el Pacto del Carmelo, fue desconocido poco después por el

nuevo presidente dominicano, Pedro A. Pimentel, quien, en marzo de 1865, sustituía a

la Junta Central como máxima autoridad de la República Restaurada. Pese a que esta cuestión

fue rápidamente resuelta y a que una nueva administración dominicana presidida por Báez

garantizó los intereses de los comerciantes españoles y dominicanos que habían colaborado con

la Re anexión, las pretensiones de las siguientes administraciones dominicanas para


negociar un nuevo tratado entre los dos países condujeron al gobierno de Madrid a romper las

negociaciones y a presentar una protesta pública, en la que manifestaba que se reservaba hacer

valer en el futuro sus derechos por los medios a su alcance Por consiguiente, Madrid suspendió

indefinidamente el reconocimiento de la nueva nación y las relaciones diplomáticas

hispano-dominicanas quedaron de esta manera interrumpidas. Tras la evacuación de la

República Dominicana por España, las presiones de Washington se dirigieron contra los

proyectos de Napoleón III para crear un estado satélite en México.

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