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A NTONIO D IAZ VILLAMIL

LA VOZ DE L A

(lUENA

SEGUNDA EDlCION

Prólogo de

Ximen3 Dlaz ViIlamil Gómez

LIBRERJA EDITORIAL "JUVENTUD"


LA PAZ - BOLIVIA
1988
LAVOZ DELA QUENA
Drama de evocación incaica

en tres actos y en prosa,

original de Antonio Díaz Villamfl.

Estreno: 7 de Octubre de ]922

por el cuadro Teatral del

"Ateneo de la Juventud" ,

Ilustración Musical de

Eduardo Calderón.

La acción en Hatun Colla, en la


época de la conquista española.

ACTORES

Nitaya Ana Rosa Tornero


Wara Wara Blanca Ascarrunz
Tristán Frailán Pinilla
Huillac Hu ma Ra fae l Reyeros
Calicuma Raul Bravo P.
Anciano 19 Félix Eguina
Anciano 29 Jorge Alcázar
Ch~squi Luís Salvatierra
Emisario español Pablo Cano G.
Indio ] 9 Jorge Alcázar
Quipucamayu Félix Eguina (hijo)
Soldados españoles
mayordomos. etc, Indios de la sierra
Brujo Emmo Reyes

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AC TO P R I MERO

Un saJón estilo Incaico. Recios muros con puertas


bajas y estrechas. Al fondo una columnata y terraza
desde la que se vé en primer término un jardín y en
segundo el Lago Sagrado, rodeado en lontananza por
cumbres nevadas. Junto a las columnas se pliegan cor­
tinas de tejido indígena; adosados al muro especies de
canapés cubiertos de tejidos y pieles de Alpaca; en el
suelo vasijas de loza.
A la derecha dos puertas; a la izquierda una puer­
ta y dos ventanas estrechas a manera de capilleras. En
un rincón del muro las armas del Curaea.

ES C E N A PRIMERA

CALlCUMA sentado en uno de los canapés y MA·


YORDOMO que entra haciendo una profunda genu­
flexión.
MAYORDOMO.- Ilustre Curaea, el Sol nuestro Dios
y nuestro padre sea contigo.

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CALlCUMA. - (Poniénoole las manos en los hombros MAYORDOMO.- (Después del saludo como a la en·
en señal de saludo). Y a tí te de dicha y pros­ trada). Con vuestra licencia Curaca.
peridad.
CALICUMA.- La teneis.
MA YORDOMO.- Tus órdenes ha n sido fielmente cum­ (Sale el MAYORDOMO por la derecha).
plidas. E l oro que hemos recogido en la co­
marca ha sido traído yá. Cuatrocientas Jlamas ESCENA SEGUNDA
las han transpo rtado. Manda donde debemos
(CALlCUMA pasea pen sativo; se detiene de pron o
depositarlo.
ro mirando la terraza). ¡Metal mald ito! ¡Extraña go ~
CALICUMA.- Bien veo que habéis c umplido exacta­ losina! ... . ¿Qué raro con jurO, qué virtud preciada tie­
mente lo ordenado. No seriá is bue nos ~úbditos nes, que asf mueves a los que te codician a tantos crl­
si no lo hub ieseis hecho as!. Ya sabéis que nues menes e iniquidades?. . .. . ¡Oro vil, fuistes entre no­
tro amado soberano corre un gran peligro y eG sotros substancia casi indiferente; hoy me causas re­
necesario apresurarse a reunir el rescate que pugnancia! .... Ahora mismo te sepul tarfa allá, en el
por él piden esos hom bres terribles. fon do del lago para siempre. . . . Pero n6, no puedo
destruirle, no puedo negarte, porque a sí vil y repug­
MAYORDOMO.- Fácil ha sido nuestra labor, porque
nante como eres, representas la vida de nuestro Rey
todos los súbditos en cuanto supieron de quién
y llevas en tus reflejos sed uctores el precio de nuestra
se trataba hanse apresurado a entregar cuantos
li bertad! Sr. debo conservarte, aunque e l corazón diga
objetos tenían de ese metal ; las mujeres, enter­
que será ca usa de muchos crímenes y a trocidades .. .
necidas, se arrancaba n todas las joyas de su to­
. . . ¡Metal siniestro, maldito seas, y contigo todos esos
cado para ofrecérnoslas.
bla ncos feroces y malvados! .... . (Se queda inm6vil
CAUCUMA.- El Sol nuestro Dios así bondadoso ha y absorto en tristes pensamien tos).
de premiarlos, y acaso muy pronto, si esos blan·
cos odiados cumplen su palabra tendremos la E SCE N A TERCER A
sa tisfacción de ver libre a nuestro Inca. Dichos y WARA-W ARA (que entra por el tondo y
MAYORDOMO. - Nuestro buen Dios así lo quiera. se detiene con extrañeza al notar la t risteza de CA­
U CUMA).
CALlCUMA.- Así sea. Ahora retiraos y disponed que
el oro se deposite en la gruta subterránea del WARA.- Esposo mfo. Calicuma (acercándose solici­
lago. Con lo traldo y lo que existe alli tendre­ ta) ¿Qué tienes? ¿Qué negros pensamientos en­
mos lo sufi ciente para comprar la libertad pre­ sombrecen tu espíritu?
ciosa del Inca.
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CALICUMA.- (Sorprendido) ¡Ah eres tú Wara-Wara! CAUCUMA.- Soñé que estaba sentado junto a aque­
W ARA.- Si es la suerte del Rey mi hermano lo que lla balaust rada, contemplando e l creptisculo.
te preocupa, no hallo razón, pues hoy mas que Era una tarde dulce y serena, desde allá vefa a
nunca, debemos estar tra nquilos. Ahí están los los súbditos que terminadas las ocupaciones
mayordomos llevando a la gruta el oro! Oh ! Es cotidianas volvían del campo cantando a legr~­
cantidad sufic ie nte pa ra el rescate. ¿Qué temes mente, yo me senlia feliz acaricia ndo a nuestra
hija. De pronto a pa reció en el occidente una
pues?
nube negra que ocultando la ti ltima luz del Sol
CALlCUMA.- No sé, pero mi corazón presiente algu­ esparció sobre la tierra una tristeza sombría; en
na desgracia. este momento, en medio de la obscuridad , s~
WARA. - Nó, Calicuma, no tienes razón, pues venía desprendie ron de la nube enormes cóndores que
dirigiéndose hacia aquí y aterrando con sus lú­
precisamente a darte una noticia tranquiliza­
gubres graznidos se lanza ron voraces esparcien­
dora.
do terror y la destrucción. Uno de aquellos cón­
CALlCUMA.- ¿Cual? dores, el más gra nde y fiero, se lanzó sobre mi
y de un picotazo terri ble me partió el corazón.
\V ARA. - Hace un momento estuve en el templo y pre ·
Al ver esto mi hija la nzó un grito desgarra­
sencié el sacrificio del llamo que has ofrecido
dar .. . ' Desperté sobresaltado y por mucho
al Sol, y e l sacerdote le ha a bierto las entrañas
tiempo no pude vencer la extraña congoja que
y no se ha encontrado en ellas ningún mal au ·
ahoga ba mi respiración . .. .
gurio; su sangre, sin hacer una sola burbuja ha
corrido suavemente por la piedra del sacrificio,
WARA.- Calicuma no abras tu corazón a negros pre­
sin sa lpicar las ves tiduras de l yatiri.
sentimientos. Yo no creo que ocurra desgracia
CALlCUMA.- Lo sé, pero no estoy tranquilo. a lguna. En todo caso, si la responsabilidad de
tu cargo, delicado más que nunca en estos mo­
WARA.- Debes tranquilizarte, de otro modo ofende· men tos, mi ra, te doy un consejo: a bandona el
rías a Dios con tu desconfianza. gobierno que el Inca mi he nnano te ha confi a­
CALICUMA.- Que sé yo; pero te digo Wara-Wara que do y vámonos a la sierra lejos, muy lejos, al abrj.
el recuerdo de un sueño que tuve anoche, me go de u n alr.o picacho fundaremos un hogar mo­
roba la calma. desto y viviendo vida de humildes pastores, es­
taremos tú, nuestra hija y yo fuera de la atroci­
WARA.- ¿Qué has soñado CaJicuma? dad de esos hombres blancos, al amparo de

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las cumbres. y al calor de nuestro cariño CALlCUMA.- (Sugestionado). ¡Los cóndores!. ¡Lo:>
inmenso ... , cóndores! .
CALICUMA. - Pues yo también, en los momentos de ESCE N A CU A RTA
mayo r desalien to. he pensado de ese modo. He
pensado que en med io de los horrores de la des­ Dichos y NITAYA, que entra apresuradamente por
trucción que pesa sobre nuestro pueblo desgra ­
la derecha.
ciado, tu cariño y el de mi tierna y dulce Nita­
ya, serian el bá lsamo de mi vida solitaria. He
NTTAYA.- ¡Pad re!. .. ¡Padre!

pensado dejar el gobierno y abandonar la ciudad


de nuestros mayores, para asilamos en una ca­ CAUCUMA.- ¡Nitaya! ¿Qué ocurre?

bana perdida entre las breñas andinas, para v j ­


NJT AYA.- Ha llegado . . .

vir como tú dices, como en un nido perdido eo­


tre las alturas .... CALICUMA.- (Trémulo). Uno de los cóndores del

sueño . . . .
WARA.- y donde solo llegarán las brisas de la sie·
rra cargadas del perfume de las kantutas y e l WARA.- (A Catlcuma). Calicuma . .. (A Nitaya) niña
vuelo majestuoso de los cóndores. explíca te. ¿Quién ha llegado?
CALICUMA. - ¿De los cóndores has dicho? . . Si . .. NITAYA.- Un chasqui del Cuzco. Por e l dolor de su
hasta alli nos seguirlan también los cóndores y semb lante, parece portador de fatales noticias.
se arrojarán sobre nosotros para destrozarnos
WARA.- Gra n Pachacamac ... ¿Qué será?
el corazón . .. (Mov iendo la cabeza y con pesa­
dumbre) ¿En tonces a qué huir? .. vale mas e!)­ CALlCUMA.- (Vivamente). ¡Pronto, que pase!
perar a que se cumpla e l destino. ¿Quién lucha
NITAYA.- (Sale por la derecha y entra inmediata­
contra el destino?
mente precedida por el chasqui).
WARA.- Calicuma ten confianza en nuestro Dios el
Sol , él nos protegerá contra toda desgracia. E SC ENA QUI N T A
CALlCUMA.- (Absorto y maquinalmente) j Los cón­
CHASQUI.- (Avanza hasta prosternarse ante Calicu­
dores! ¡ Los cóndores! ...
roa). Il ustre Curaea, el Sol bendiga tus dias.
WARA.- Basta, Calicuma. Para los cóndores tienes
CAUCUMA.- (Apresurado). ¡ Habla pronto! ¿Qu~
la honda que con tanto acierto mane jas.
sucede?
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CHASQUI.- Una desgracia horrible ... CHASQUI.- La ignoro, pero la muerte que le han da­
do ha s ido la de un crim inal: unos hacían de jue­
WARA.- ¡COmo! ¡Explica pronto!
ces y otros de verdugos.
CHASQUI.- Esos terribles caras pálidas. esos infa ­
CALICUMA.- (Con energla). ¡ Infames! ¿No era su­
mes ...
fi ciente para su insaciable codicia tanto o ro?
CALlCUMA.- ¿Qué dices? ¿De q ué se trata? ¿No era bastante pa ra su feroci dad tantas víc·
timas?
NITAYA.- Ay, Dios mío.
WARA. - ¡Oh, maldi tos blancos!
WARA.- ¿Qué desdicha nos amenazará?
CALlCUMA.- ¿Has estado aJli a la hora de la infa mia?
CALICUMA.- Va mos, expllcate pronto. Una terrible
impaciencia me oprime. CHASQUJ.- En un principio no; y conmigo casi to­
dos los se rvi dores del Inca que habla escapado
clfAS QUJ.- Señor, reun ir oro para el rescate es ya
milagrosamente al degUello de Cajamarca, hu í·
inútil.
mas aterrados a buscar asilo en la sierra . Algún
CALlCUMA. - ¡ Inútil! ¿Por qué? tiempo despu($ Otros que habían huído recien
nos .comu nicaron que se trataba de seguir un
CHASQUI,- Porque esos ma lditos blancos, antes que
proceso al rnca.
el oro ofrecido se hubiera llegado a reunir, se
han lanzado sohre el botín como fieras ham ­ CALlCUMA. - ¡Traidores, proceso al que tuvo par:.:
brienta s, después, en luga r de dar a nuestro Rey ellos la nobleza de amigo y protector!
la libertad ofrecida lo han muerto villana­
WARA.- ¡Al que pudo en un principio reducirlos u
men[c ...
polvo con una palabra!
W ARA.- (Se Ueva las manos al rostro). ¡Muerto m i
CHASQUI.- Ante tal noticia. resolvimos ba jar a la
hermano!
capital. Allá supimos que hipócritamente acu­
N1TAYA.- ¡Dios mío, que horrible! sado el Inca, habia sido condenado a ser que­
mado vivo.
CALICUMA. - (Aparte). Sueño terrible; tus conjuríos
se cumplen. Los cóndores. han comenzado su WARA.- ¡Crueldad inaudita!
obra voraz.
CALlCUMA. - i Ira de Dios! Sigue.
WA RA.- (Al Chasqui). ¿Y sabes tú la causa de esa
NITAYA. - ¿Presenciaste el suplicio?
infamia?
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CHASQUI._ ¡Oh, si! Mi corazón lloró sangre al con­ sufrimiento y a la vez cuánta resignación hahl.:\
templa r, allá en el centro de la plaza, frenle a en e l rostro del má rtir . '. (Pausa general).
Koricancha, el patibulo.
CAUCUMA.- Sigue, sigue.
WARA.- ¡Pachacamac, como habeis pemtitido tanl.a CHASQUI.- Cuando se detuvo, pude notar por la ex­
ofensa para tu Rey y para tu puebl o!
presión de su mirada, como sentía su espíritu
CHASQUI.- En cuanto se puso el Sol, los hombres todo el dolor de su triste fin y con lágrimas
blancos salieron sobre sus extrafios anima les y amargas que cafan silenc iosamente dirigiéndo·
nos obligaron a alejarnos. Tuvimos que hui r se a sus verdugos exclamO: ¿Qué he hecho yo
precipitada mente antes de caer con las cabe­ para merecer esta mue rte? . . Después dirigicn­
zas desechas por sus terribles a rmas. dose al que parecfa jefe, le di jo: " Y me matáis
vosotros. que solo habéis encontrado en mi. pue­
CALlCUMA. - ¿Dónde estaba n sus valientes guerre­ blo cariño y benevolencia; vosotros a quienes
ros y genera les? ¿Por qué no f ueron a defender­ he obsequiado y halagado tanto . ..
lo? ¡Ah, es que ya no tenían va lor para salvar­
lo o morir por su selioT! WARA.- Pachacamac castigad esa infame tra ición.
CHASQUI.- Subió lentamente al cada lso. Comenza­
WARA.- y t ú, Sol poderoso, por qué no habeis ful mi­
ro n los siniestros preparativos. Entonces sentí
nado a esos criminales.
un ímpetu violento de arrojarme sobre los ver­
I CHASQUI.- Huí aterrado a alguna distancia ; pero el dugos; estreche mi cuchillo y me incorporaba
corazó n me remordla terribleme nte por mi co­ ya, cuando vf que nuestro seño r me dirigra ·u
bardía. Sobreponiéndome, volví nuevamente mirada, y oí que muy bajo me decía: "Ve a mi
sobre mis pasos y llegué sigilosamente hasta la primo Calicuma y dile que me vengue y salve
plaza. Arrastrándome después como el lagarto mi pueblo".
de nuestra planicie, fuf a lo largo de una acequia CA LlCUMA.- ¡Atahua llpa! Primo desdichado, sí, yo
y de este modo pude llegar sin ser visto hasta te vengaré, lo juro!
cerca de l pa tíbu lo y esconderme entre las pb­
dras que lo rodeaban. Casi al mismo tiempo, la CHASQUI.- Lo que ocurrió después no pude ver ya.
sentencia de muerte fue proclamada al toq ,le Una nube sa ng rienta cubrió mis ojos y e l cora­
del cl arfn. Nuestro desgraciado señor fue CO Il­ zón dando vuelcos pugnaba por salir de mi pe­
ducido a ll f; ca rgado de cadenas y rodeado de cho. Cuando la raz6n volvió a mí era ya de no­
muchos hombres . ¡Si hubieráis visto, cuánto che. Trágicas sombras envolvían todo; a l abrigo

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de e llas he huido para traeros el postrer encaro huallpa, tu espíritu que fuera atonnentado cruel­
go del Inca. (pausa general). mente, ha de presenciar desde los templos de
o ro del cielo la venganza que tu muerte necesi­
CALICUMA.- Sí, ha tenido razón mi primo Atah uall­
ta. (Con solemrudad). ¡LO juro por mis ante ­
pa; si y aunque no me lo hubiera hecho decir,
pasados!
mi deber es ve ngarlo o morir en mi sagrado e m­
peño. (Al Chasqui). No hay tiempo que perder,
cuanto mas pronto comencemos mejor. Ea, id ESC ENA SEP TI M A
a anu nciar a los ancianos la inmediata reunión
del consejo en este siti o, a presúrate. (Sale el (CALICUMA Y HUlLlAC HUMA que entran po!"
c hasqui por la derecha). (A Wara-Wara y a Ni. la izquierda).
taya). Retiraos y de paso ll amad a HuiIJac Hu­
ma. (Sa len Wara y Nitaya por la izquier da). H UILlAC HUMA.- Aquf estoy, que me quieres, C:l­
raca?
ES CEN A SE X T A
CAUCUMA. - Sacerdote del Sol, es preciso encende.­
CAUCUMA,- (Pasea preocupado de un extremo a la hoguera de la guerra.
otro). Sueño fu nesto, comienzas ya a mostrar HUILlAC H UMA. - (Con sorpresa). ¿De la g U13rra?
tus terribles realidades!. .. Los feroces cóndo­
Pero, ¿qué ha sucedido, alguna sublevación?, . .
res han comenzado su obra __. ¿Será q ue así ! (¡
quiere el destino? .. ¿Estará. escrito en los qui· CALlCUMA.- Algo má s terrible. Se trata de vengar
pus del cielo que nuestro pueblo debe sucum­ la muerle de nuestro Rey y castigar la infamia
bir? .. No, no es posible, Dios mio, que est·) de esos blancos.
suceda. Tú que has enviado del cielo a tus hi­
HUILLAC HUMA.- Poderoso Pachacamac, Atahuall­
jos Manco Kapaj y Mama Del ia , para conducir­
pa muerto . ..
nos por una senda de prosperidad y ventura, n')
debes a bandonar tu obra, no debes desa mparar CALlCUMA.- y de la manera más cobarde.
a tus hijos! . .. No debe suceder esto, (movien­
H UlLlAC HUMA.- (Después de una pausa, triste­
do la cabeza) más dolorosa realidad nos hiere
mente). Tú dirás. ¿Qué debo hacer?
sordamente __ . (con resolución). Bien, luchare­
mos, derramaremos si es preciSO la úl tim a go­ CALlCUMA.- Vé inmediatamente a l templo y condu­
ta de sangre hasta conseguir destruir a esa ra· ce aqu f el estandarte de la guerra . __ Desde hoy
za de víboras, hijos del mal esplri tu. Si, Ata­ encenderás e n el ara la hoguera de la venganza.

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HUILLAC HUMA. - (Saliendo por la derecha). Tus do monarca con palabras de miel en sus labios
órdenes serán cumplidas, Curaca. y rebosa nte de hiel el alma, al abrigo de nuestra
sentida confianza han realizado su infamia.
ESCENA OCTAVA
ANClANOS.- (Muestras de rabta y munnullos de
CALICUMA y los ANCIANOS del consejo. furor).
CALICUMA.- Cuando nuestro desgraciado lnc.l en­
ANCIANOS.- (Entran ceremoniosamente, y después tregaba la vida a nuestros verdugos, me envió
de una respetuosa inclinación al tiempo de sa~ su postrer mensaje con este chasqui. (Al chas­
ludar a Calicuma). Curaca, el Sol nuestro Dios qui). Repltelo.
te de dicha y prosperidad.
CHASQUI.- (Adelantándose respetuosamente). Ve ­
CALICUMA.- y a vosotros igualmente, ilustres an­ nerables Ancia nos, Amautas y Yatiris de HalUm
cianos. (Indicando los asientos). Sentaos. Colla, las últimas palabras que mis oídos reco­
gieron de nues tro Inca fue ron: "Ve a Calicuma
ANCIANOS.- (Se sientan silenciosamente). y dile que me ven gue y salve m i pueblo". (Se
CHASQUI.- (Entra y se coloca de pie junto a la puer­ retira inclinándose, a su antiguo sitio),
ta de entrada). ANCIANOS.- (Bajan la cabeza con tristeza).
CALICUMA.- (Al centro y de pie). Venerables ancia­ CAUCUMA.- (Vivamente). ¿Lo habéis oido? ..
nos: no debéis ignorar, pues la fa tal noticia ha
debido extenderse ya por el pueblo, el objeto ANCIANOS.- (A coro). Sr. Guerra a los infames blan­
de esta convocatoria. cos! ¡Guerra!
ANCIANOS.- (Dan muestra de. asentimie.nto). CAUCUMA. - Lo habéis dicho. Se hará la guerra, te­
CAUCUMA.- Pues bien, aquí estáis para comenzar rrible y sin c uartel.
la venganza que nos debemos para castigar ANCIANOS.- (Levantándose de sus asientos). SI. si.
sin piedad la felonía impune de los hombres vamos a la lucha.
blancos.
CALICUMA.- Habéis visto con Qué afán comenzamos
ANCIANOS. - (Coro). sr, si. ¡Venganza, venganza!
a reunir todo el oro que habia en la Comarca' pa­
CALICUl\olA.- Conoceis ya como aquellos extrai'los ra el rescate. Pues bien, ese oro no caerá J"":1ás
hombres, presentándose ante nuestro desgracia­ e n poder de esos criminales. ¡Ah, blancos mal­

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ditos! Vuestra ambici6n desmedida no ha espe­ HUILLAC HUMA.- Bien, arrodillaos.
rado siquiera todo el rescate, os habéis arroja· ANClANOS.- (Se postran con los brazos extendidos
do hambrientos sobre el despojo de vuestra vic­ bacia adelante en tomo de Calicuma que sostie­
tima! ¡Esperad ahora mas oro! .. . ¡OS los He· ne de pie la bandera).
varemos en la punta de nuestras lanzas y en las
,
piedras de nuestras hondas! HUIUAC HUMA.- (De pie y con los brazos extendi­
dos hacia adelante sobre los ancianos: Miran­
ESCE N A NUE VE do hacia arriba). Oh gran Pachacamac que lu­
chando con la cólera del terrible Khuno habéi:;
Dichos y el HUILLAC HUMA seguido de dos sacer­ restaurado el universo; vos que después de ha·
dotes y un anciano que lleva el estandarte de la guerra. ber sacado la tierra inundada y haberla fecun ­
ANCIANOS.- (Ante el estandarte hacen una profun­ dado para hacer de ella el patrimonio de tus
dla reverencia). hijos, se propicia a mi oración. Bien sabe Dios
sabio y todo-poderoso, que un grave peligro
CAUCUMA.- He aqul la bandera que nos ha de mas· amenaza a tu pueblo. Una raza desconocida co­
traT el camino de la venganza. mo ma lvada quiere destruir y borrar tu sagrado
ANCIANOS.- (A cor o). De la venganza y de la vic­ culto. Ha comenzado ya victimando al Inca, tu
toria. hijo predilecto y profanado tus sagrados tem·
plos. No permitas que esa tarea infame siga
HUlLLAC HUMA.- Yo y todos los sacerdotes ofrece­ adelante; antes bien hoy que tus hijos se cobi ­
mos sacrificios y ofrendas para e l éxito de vues· jan bajo e l estandarte de guerra para vengar la
tra empresa. infamia y arrojar a los in tru sos y sacrílegos,
CAUCUI'tIA.- SI, es necesario que ruegues por el bendfcelos desde tu templo áureo y dates gloria
triunfo . y libertad.

HUILLAC HUMA_- Ahora mismo comencemos nues· ESCEN A DIEZ


tras plegarias.
CALICUMA.- Sacerdote del Sol, antes de partir a la Dichos y CHASQUl 2" que entra a presuradamente
guerra, bendice el estandarte y pon a cada uno interrumpiendo la oración.
de nosotros en manos de nuestro Dios poderoso.
ANCIANOS.- SI, gran sacerdote, hacednos propicios CHASQUI 2? - Venerabl e Curaca, tres blancos acaban
a Dios para asegurar e l triunfo y la venganza. de llegar a la ciudad y preguntan por vos.

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CALICUMA. - ¿Qué quieren? ga que un acto de traición va hacer la primera
jornada de la lucha que vamos ha emprender.
CHASQUI 29. - Dicen que traen una embajada de sus Ea, cue nto con vuestra nobleza y vuestra pala­
jefes. bra. (Aparte). Dios miO, ya vienen los cóndores.
CALICUMA.- (Aparte). Esto va mas de prisa de lo
que pensá.bamos_ (Al Chasqui). Conducidlos ESCE N A ONCE
aquí
ANCIANOS.- (Levantándose y sacando sus CUChillo,' . Dichos y tres soldados españoles que entraron por
la izquierda_ Uno de ellos que es el CAPITAN. avanza
de la cintura y blandiéndolos). SI, que vengan, mientras los otros dos quedan de pie junto a la puerta.
por ellos comenzarem os la venganza_
CAUCUMA.- Avanzad rostros pAlidos y decidnos el
ANCIANO 29._ Su sangre que sea el primer frut o de objeto que os trae_
nuestra justicia_
CAPITAN.- (Avanza hasta el centro y hace un saludo
CALICUMA_- Ancianos. no hagáis tal. Antes es pre­ militar a la usanza de la época). Curaea de Ha­
ciso oírles. tum-Colla, nuestro jefe nos envía, primero para
ANCIANO 19._ No. Basta ya de embajadas traidoras. ofreceros el más amis toso saludo y después pa­
ra haceros una proposición muy conveniente pa ­
ANCIANO 39._ As! fue también como engañaron a ra vos y para vues tro pueblo.
nuestro desgraciado Inca y mintiendo amistad,
se lanzaron de improviso a nues tro pueblo de ANCIANO 2"_- ¡No, Curaca , no le oigas!
Cajamarca _ ANCIANOS.- (Munnullan y protestan).
CALICUI\'IA.- Cierto es lo que dices, mas estando aho­ CALICUMA.- Ea, contened vuestros ímpetus. y vea­
ra prevenidos ... mos de que se trata.
ANCIANO 49 . _ (Interrumpiendo). No, Curaca; no de ­ CAPITAN.- Cuidad de no mostraros belicosos, por­
bemos de oírles ni un momento. que os advierto que a muy poca distancia de
aquí está nuestro ejército, dispuesto a vengar
ANCIANO } 9._ Las vlboras siempre atacan a traición. la meno r ofensa a su embajada.
CALICUMA.- Son tres solamente_ ¡Que podrán con­ ANCIANO 3Q. - ¿Veis como nos amenaza?
tra nosotros! i Oh es que los bravos guerreros
del Sol tienen miedo!. .. (Pausa). Que no se di­ ANCIANO 4 9. _ Arrojadlo, Curaea.

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CAPITAN.- Os traemos la paz, os ofrecemos nuestra Caja ma rca habéis hecho con el Inca , y quereis
amistad; mas si no queréis oirnos tened mucho tendernos un lazo, estamos alertas. Habl ad .
cu idado, porque no somos tres, ni ciento ni mil :
Una nación poderosa os aniquilará si n piedad. CAPITAN.- Como he dicho antes, a poca distancia de
esta ciudad ha hecho su campamento nuestro
ANCIANO 1' .- Salid . . . ejército. Habrla mos podido atacaros por sor­
ANCIANOS.- (A coro). Queremos su sangre. (Sacan presa . . .
sus cuchiUos). ANCIANOS.- ¡Criminal y dices tan tranquilo!
CALICUMA.- (Enérgico). Ancianos del Consejo de
CAPITAN.- Dije que habrlamos hecho eso, pero lejos
Hatum-Coll a, no dudo de vuestro valor; mas es
de ello, hemos prererido poneros un acuerdo ba­
necesa rio tener seren idad. (Cuando se restable­
jo la siguiente condición: que entregueis todo el
ce el sileneo, al español). Poderoso debe ser sin
oro que habeis recogido en la comarca. Entre­
duda alguna vuestro Rey; más si mostráis la trai­
gado que sea tol, celebraremos paz y ba jo nues­
ción y la guerra, os declaro que el pueblo que
tro apoyo segui reis gozando de liber tad. ¿Acep­
ayer ha caido indefenso y confiado al fil o de
vuestras armas, hoy sabrá luchar hasta morir, tais?
vengando a su Rey y defendiendo su libertad. CALlCUMA. - Ancianos de Hatum-Colla en vuestras
ANCIANOS.- (A coro). SI, sí hasta morir (munnuUos manos está la suerte del puel:>lo. Mostrad el ca­
de aprobación). mino que debemos seguir.

CALlClJMA.- (Al Capitán). Quedáis notificado, pues. ANCIANO 1'.- Curaca, la elección no es dudosa. Por
una parte la sumisión y entrega humillante del
CAPITAN.- Curaca y Ancianos de Hatum-Colla, no oro que debla ser el precio de la vida de nue.sl:''l
discuto vuestro valor y decisión. Pero en tanto soberano, entrega que solo servirla como sirvió
pensad en las calamidades sin cuenta que os en el Cuzco, para estimular la insaciable ambi­
abrumarla en caso de ir a la guerra. Nosotros ción de esos hombres y para alejarlos del cum­
queremos evitar sacrificios y sangre. Os prome­ plimiento de su palabra. Por otra parte está lo
temos una paz honrosa bajo una sola condición. má.s preciado para nosotros: la Ii!>ertad, sagra­
De vosotros únicamente depende el cumplirla. da y más que todo el juramento de venganza que
hace un momento hemos hecho.
CALIC UMA.- Si hablais con sinceridad, acaso nos en­
tendamos: más os vuelvo a prevenir, si como en ANCJANQS.- (Coro). s r, sr, la venganza! .. .

- 58­ - 59 ­
ANCIANO 2Q. - Curaca, la única condic ión de nuestro ANClANOS.- (Coro). ¡Calla, blasfemo! (En actitud
suelo. En otra form a es imposible la paz. de arrojarse sobre el Capitán).
CALICUMA.- Hombre blanco, habeis ofdo. Nuestro CALICUMA.- (Interponiéndose). Ancianos del con­
deber y la última voluntad delInca vilmente ase, sejo, no ma ncheis nuestro honor. Dejad que la
sinado, nos impone la guerra o la desocupación traición sea el al ma predilecta de estos blancos
por vuestra pa rte, del pafs Que habeis profanado. miserables. El valor y arrojo de los hijos del Sol
se demostrará en la lucha franca y leal. (Al CJ '
CAPITAN.- ¿Es vuestra última palabra? pitán). Ea, salid pronto, antes que sea imposible'
CALICUMA, - No, la última palabra la dirán nuestras evitar vuestra muerte, raza de víboras!
lanzas y hondas! CAPITAN.- Pues enlonces nos veremos. (Sale seg uí,
CAPITAN,- Llevaréis la peor parte, no podreis resis,. do de los suyos).
tir nuestro empuje. Todavla teneis tiempo pa­
ra cambia r de determi nación , ES C E N A DOCE
CALICUMA, - Es imltil.
Dichos, menos ESPA¡I;¡OLES.
CAPITAN.- (Con Ironla). ¡Ah queréis la guerra! Bien,
la tendréis, pero terrible y si n compasión. J uro
CALlCUMA.- Ea, la g uerra está a bierta. Apresuraos
que os pesará no haber aprovechado de nuestra
a reunir las tropa s, la lucha va ser próxi ma ~
bondad.
terrible.
CALICUMA.- ¿Vueslra bondad? . . Ya sabemos lo
q ue significa . Las víc timas de Cajamarca y el ANCIANO 4 9. - Oh s f, comenzarán nuestras vengan
suplicio de Atahuallpa , son titulos suficientes zas.
para llamaros bondadosos ... ANCIANO 3".- ¿Qué debemos hacer en primer lugar,
CAPITAN. - Pensad como gustéis, más os juro qUI: Curaea?
llorareis e ternamente vuestra aJ tivez impru­ CALICUMA.- Conducid rápidamente vuestras tropas
dente. a la apacheta del Guanacu, apoderáos de la s
CAUCUMA.- iMuertos o libres ya lo sabeis! a lturas y esperadl)le. En seg uida veremos lo
convenien te.
CAPITAN.- Mucho confiais en vuestras débiles tuer­
zas y en vuestro fal so Dios . . ANClANOS.- (Saliendo). Vamos inmediatamente.

- 60­ - 61 ­
CALlCUMA.- SI, obrad con toda premura, y que el HUILLAC HUMA.- Si, 10 conozco.
Sol nuestro padre os proteja. (Entrega el eslan·
darte a uno de Jos Ancianos y todos salen por la CALlCUMA.- Vé all í en este mismo instante y haced
derecha). que las aguas del lago cubran para siempre esas
riquezas.
ES C ENA T R ECE HUILLAC HUMA.- Voy al momento.
CALlCUMA y HUlLLAC HUMA. CALICUMA.- Te recomiendo el mayor secrelO. Lo:
blancos son demasiado a mbiciosos para desper­
CAUCUMA.- (Aparte). Oh. esto es horrible. Pacha­
dicia r ese oro.
camac. (pausa). Siento en el alma un presenti­
mien to som brío ... ¿Habrá sonado la hora d" HUILLAC HUMA.- Por el Sol nuestro Dios. te prom ~
des trucción? ¿El destino de nuestro pueblo es­ to que jamás saldrá de mis labios ninguna reve­
taró encadenado a un doloroso y amargo fin? .. lación. Parte sin cuidado para la guerra. (Sale).
Lo sabes tú, Dios de nuestros padres. (Pausa)_
y mi sueJio, aquel sueño horrible de los cónd{'· E SCENA CA TORCE
res, se habrá de cumpli r? .. (A Hulllac Huma).
Sacerdote del Sol, haheis vis to como se preci­ CALlCUMA toma sus armas y mientras monologa
pita la guerra sobre nuestro pueblo; sabéis tam­ se las va poniendo en sus respectivos lugares.
bién que es el oro maldito el acicate de la am ­
bición de esos hombres. CALICUMA.- A la gue rra . . a vengar la muerte d,~
HUlLLAC HUMA. - Sí, esos hombres parecen no te­ nuestra soberano o morir en la contienda. (Pau­
sa). Morir! . .. Morir! . .. , quedar tendido allá,
ner otro Dios que el oro ni otra ley que su fe ·
sobre el campo de batalla, y no volver a ver mas
roz ambición .
esta casa en donde queda m i esposa y mi hija,
CALlCUMA.- Huillac Hu ma, antes de partir a la apa · los más ca ros afectos de mi alma .. . separarnle
deta os vay a confiar una misión secreta '1 de­ de ellos para siempre y no poder estrecharlas
licada. contra mi corazón ... (Pausa y lentamente). ''V':!
HUILLAC HUMA_- Ordenad, Cur-aca . a Ca.licuma y dile que vengue y salve mi pue­
blo" . .. Alahuall pa , mi juramento de vengar t
CALICUMA.- ¿Conocéis el mecanismo secre to de la importa el más cruel sacrificio para mi corazór,
compuerta que comunica el lago con el subte­ Oh!, primo desdichado. ¿Qué visión, qué ceo
rráneo donde está. el oro? mist erioso le nevó en la hora suprema mi nom­

- 62 ­ - 63 ­
bre? .. ¿Po r qu6 encargas tu venganza a un oir, desde la lejanfa un yaraví triste, todos que·
pobre viejo que sufre tanto de separarse de los dan en silencio impresionados por la melod ill
suyos? . .. ¿Acaso no será mejor ligar tu des­ evocadora).
tino a otro hombre que tenga menos apego a la
WARA.- CaJ icuma, esposo de mi alma, q ue el Sol
vida y que luche con más ardor? .. (Pausa .,
nuestro Dios te de el triunfo y vuelvas pront o
en acti tud de desechar las ideas desagradables).
a tu hoga r.
Más te digo ... ¿Vaya a cobardarme de mis sa­
grados deberes? .. ¿He de responder con tan NITAYA.- Si, padre, que e l buen Pachacamac te de·
poca nobleza al llamado de deberes? ¿He de vuelva a nues tros brazos libre y vencedor.
responde r con tan poca nobleza al llamado d o:
CALICUMA.- Asi sea; mas si el destino guarda otra
un moribundo? . . Wausa, llevándose la manu
cosa ...
al pecho). Corazón. ca lla tus dolores, seré nate
y se leal a tu Rey, aunque al separarte de los NITAYA.- (Interrumpiendo). Oh padre! ¿Qu6 dices?
tuyos llo re sangre!. . (Hacia el fondo y Ih,· (Timbre).
mando). W ara! W ara! ¡Nitaya! (Arreglándo·
CALlCUMA.- Digo que si la campaña dura mucho, y
se el vestido y pasándose las manos por el roe;
na puedo volver pronto como deseo, entonces.
tro)_ Que no vean mi sufrimiento y mi dolor.
(Sei1alando hacia el sitio donde vibra la quena).
Que no oigan lo S lamentos de mi corazón des­
Entonces esa quena del pastor, que gime en la
ga rrado, porque en tonces, su llanto no me de·
tarde, os hablará de vuestro esposo y padre que
jaria partir.
os enviará su esplritu y su amor en esas me lan·
cólicas vibraciones . . .
ES e EN A Q u 1N e E y ULTIMA
NITAYA.- sr, padre, todas las tardes, cuando el pastor
CALICUMA, \VARA· WARA y NIT AYA. q ue entran de la sie rra llore en su yaraví las tristezas oc!
llorosas. sepu lcro, nosotros recibiremos tu saludo y tu
recuerdo.
NITAYA.- Padre! Padre!
CAUCUMA.- (Abrazando a W ara-Wara). Adiós!
WARA.- Esposo mio! Es cierto todo lo que dicen! (Abraza a Nitaya). Recuerda a tu padre y se
siempre fiel a tu tradición y a tu raza.
CALIClJl\olA.- Esposa querida. Hija de mi cora zúlI ,
todo es cierto. Debo partir. Rogad al cielo por W ARA- Adiós, cumple tu deber y que Dios te acam ­
el triunfo de nuestras arma s. (Una quena deja pJ.ñe.

- 64 ­ - 65 ­
NITAYA.- Padre! Adiós!
CALlCUMA.- (Sale lentamente).
NITAYA y W ARA-WARA se abrazan soUo­
zando.

La quena deja oir sus últimos y débiles sonidos.

TELON LEN T O SEGU N DO ACTO

Caverna 'n atural abierta en el seno de las rocas ~


FIN DEL PRIMER ACTO adaptada a templo. Al centro y en el fondo, columna
monoJItica que sostiene en su parte superior una figu­
ra de metal dorada que representa al Sol; delante de
este, una especie de altar en el que se haUan vasijas
estilo incaico. ramas de Khantuta y los quipus sagra­
dos; al centro y en primer término, el ara de piedra pa­
ra los ~acrifieios, delante del cual humean dQS incen­
sarios colocados sobre el suelo. A lo largo de la pared
del fondo se abren en la roca viva una serie de nichos
en la que se hallan momias, hacia la derecha se ve el
comienzo de una galerfa subterránea; a la izquierda La
entrada a la gruta, reforzada con Wl arco de sillares de
piedra toscamente labradas.
ESCENA PRIMERA
NITAYA Y HUlLLAC HUMA
Cuando se levanta el telón acaba de arreglar el al­
tar, dirigiéndose al Sacerdote que entra por la galeria
de la derecha.

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N H AYA.- Todo está listo para la ceremonia. NITA YA.- Verdad es todQ lo que decis, más el valor y
abnegación que tú has demostrado al salvarme
H UILLAC H UMA.- Muy bien, Nitaya, veo que eres la vida han superado a todo deber.
una buena Curaca y excelente sacerdotisa.
H UILlAC HUMA.- Pues bien, el cariño que me pro­
NITA YA.- Después de llorar la muerte de mis padres, fesas como a un pad re, me premia sobrad:l'lIente.
no me queda otro consuelo en el mundo que es­
tar junto a vosotros, últimos restos de nuestro N ITAYA.- Han pasado cuatro ai'sos y no se me borra
desgraciado puehlo. (Con tristeza). de mi memoria aquella terrible escena. (pausa).
Vencido y prisionero mi padre, derrotado su
HUILLAC HUMA.- Tienes razón. Después del horri­ ejército, el vencedor asalta la ciudad . El de­
ble suplicio con que pagó tu ilustre padre su güello y el incendio, destruyen habitan tes yed i­
amor a la li bert.ld, también después de la muer­ ficios. Mi madre y yo refugiadas en el templo
te de tu bondadosa. madre, no tienes más amig03 para salvamos de la hecatombe, todo inútil ; all! .
que nosotros ni más súbditos que estos proscri­ al templo llega también el terrible furor de los
tos as ilados en estas rocas solitarias. espaJioles que entran como lobos furioso s y se
lanzan sobre nosotros . Mi madre lanza un gri­
.N ITAYA.- Mi corazón es todo gratitud para vosotros,
to, un gemido angustioso y cae desmayada, al
y especialmente para tí, Hui llac Huma, mi va·
mismo tiem po que \lna lanza le parte el cora­
liente salvador, mi segundo padre. zón . . . Cuando aquella misma lanza asesina se
HUILL A C HUMA.- Nitaya, yo sólo he cumplido mi dirigla contra mi, fue entonces que surgisteis
deber. Anle la desaparición trágica de todos los como un genio salvador y de un golpe de ~u ma­
de sangre real , tan cruelmente extenninada por za derribastcs al verdugo ... sentí después que
los blancos, debíamos salvarte siquiera a tí, la tus brazos me coglan. . . las dolorosas impre­
última ñusta. Debiamos salvarte y sepultarte siones de aquel trágico día me aniquil aron tan­
en un sitio seguro. Tu vida significa la sa lv~· to que yo no vi ni sentl 10 que pasó después.
ción de nuestra raza y de nuestra estirpe, pues
para sostener la tradición sagrada aunque fue­ HUILLAC HUMA.- Te cogf en mis brazos y tomando
ra como 10 hacemos hoy, en el destierro y en la una galena subterránea, cuyo secreto se igno­
obscuridad, nosotros los sobrevivientes neceSi­ raba. te pude conducir hasta un sitio seguro.
tábamos congregarnos alrededor de alguien que NITAY A .- Huillac Huma, el espiritu de mis padres os
como tú llevas la sangre de nuestro re:' lo agradecerá, desde los templos de oro del Sol,

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ESC E NA T ERCERA la felicid ad de nuestro pueblo, a rrepentido de
sus bondades, con todo el cuerpo infiel, n0 tuvo
Dichos menos NITAYA, y ANCIANOS que entran piedad ya para nOSOlros. El, que en un prmcipio
por grupos de dos y tres que después de hacer una pro­ sonrela sa tisfecho de sus o bras dándono~ abun­
funda reverencia al altar y otra a H UILLAC HUMA se dantes cosechas y gufas de gloria y vent ~: ra , al
coloean en silencio a ambos lados del altar y al lando. ver que sus sú bditos y monarcas, ricos y pobres,
niños y ancianos, se estrechaban ya en el mas
HUILLAC HUMA.- (Después de dar fuego a los pe­ santo de los amores ante la riva lidad culpable
beteros se coloca al centro, mientras los a ncia­ que mordió el corazón de Huáscar y Atahuall­
nos se proste man en 5 U S respectivos lugares). pa ensangrentando, con sangre hennana el sue­
Hermanos. purificando nuestro espíritu que lo en q ue desapareciera la divina barra d€l flln­
manda nues tra sagrada religión, preparaos a dar dador de nuestro divino Imperio, ante la corrup­
comienzo al culto. (Señala las momias) . Los es­ ción de nuestras costumbres y en vista del amor
píritus de nuestros antepasados estarán p.esen­ sacrílego de nuestros corazones. Nuestro Dios,
tes para reconfortar nuestra fe . Arrodillaos . el gran Pa chacamac, ha llorado lágrimas de san­
(Todos se arrodillan y munnuran en coro la ora­ gre, ha cubierto su disco de oro con púrpuras
ció n Que dirige HuilJac Huma). Pachacamac, sinies tras y ha endurecido su corazón de padre
Dios Creador y restaurador del Universo, sed· para no enternecerse en el castigo. (Pausa). Una
nos propicio y enviad a este sagrado recinto raza terrible ,:, desconocida ven ida del mar, fue
:t los antepasados para que abran nuest ru espi­
la ejecutora de la ira di.vina. Y nuestro monar­
ritu a la fe y al bien de tus sagrados pre(.(::ptos. ca cayó primero y les siguieron y siguen en su
(Se sientan Jos oyentes en cuclillas mientras fin tn'igico miles y miles de nuestros hennanos
HuiUae Huma llama al quipucamayo. Quipuca­ desgraciados. Cuando era todo dolor y desola­
mayo da comienzo a l relato de nues tros fastuos c ión, cuando todos nuestros esplendores se tor­
y cuenta el sacrificio y heroismos de los últi­ naron en ruinas, cuando nuestros templos fue­
mos héroes). ron destruidos, por el ímpetu fe roz de la raza
QUIPUCAMAYO.- (Se pone de pie, hace una inclina­ invasora, apareció el más valiente y bueno de
ción. Coge Wl quipu y mientras va pasándolo los nuestros y dispuesto a salvarnos. Era Ca li­
entre sus dedos repite lentamente). Her "uanos cuma el hombre esforzado. El valiente y esfor­
eSlOS qu ipus que nuestra tradición sagrada ha zado Curaca de Hatum-Colla que llevaba en sus
anudado dicen: El Dios bueno y amable que en· venas sangre rea l. Reunió a los dispersos y ate­
vió a Manco Kapaj y Mama Ocllo, para hacer morizados súbditos y comenzó con ardorosa fe

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la reconquista de nuestra li bertad. Mas nuestro del sacrificio, mostrémonos como hombres va­
Dios descargó también su obra sobre el hombre lerosos, como sl1bd itos que buscan a costa de su
justo; el desgraciado Calicuma sucumbió y ca­ vida, la restauración de sus sagradas institucio­
yó prisionero de los españoles .. , Amarrado de nes y la venganza y exterminio de los blanco!;
pies y manos a esos animales extra ños y terri­ infames. SI, hermanos, acabamos de encargar
bles que montan los blancos fue hecho peda­ al Sol, nuestro padre, el éxito de nuestra causa.
zas. .. (Pausa) . Desapareció este Jefe ilustre Ahora nos queda seguir imperiosamente en
que en el primer momento parecía detener la nuestra sagrada empresa. Cada vez que el desa­
avalancha. Ahora la destrucción sigue feroz, liento o la desdich a ensombrezca vuestro cora­
sin piedad para nuestro pueblo infeliz, .. (Do­ zón, recordad lo que los quipus dicen de ese he­
blando nuevamente los quipus los coloca sobre roico y valiente Curaca que murió por recon­
el altM' y vuelve a ocupar su puesto). quistarles la libertad. Acordaos que la hija
HU ILLAC HUMA.- (Se pone de pie, mientras los de­ de su corazón, la que ha sido milagrosamente
más se arrodillan). Hermanos. he aquí 10 que salvada en el degüello de Hatum Colla, la bella
dicen nuestros quipus. Hemos evocado en esos ñusta Nitaya está con nosotros, con la imagen
muros el pasado. Y bien. ahora que sabéis la viva de la fa milia real exterminada. Recordad
causa de nuestras desdichas. ahora que cono­ que hemos jurado por los restos de nuestros an­
céis el valor de nuestro Curaca Calicuma y su tepasados (señalando a las momias) restaurar
sacrifici o heroico. prosternaos ante Dios y re· la mona rquía y dar a Nitaya la BORLA IMPE·
cogidos en el fondo de nuestro corazón. pedid RIAL. Desde esta caverna perdida entre las bre­
a Dios. piedad, rogadle que apresure ya estos nas de nuestras sierras, hemos de traba,iar para
nefastos tiempos y haga amanecer el día de la cumplir lo jurado. Mas, es necesario que pon­
libertad para reedificar sus templos y hacer pros gáis de vuestra parte todo vuestro celo y sobre
perar su religión. (Se prosteman al centro y los todo el mayor cuid ado para mantener en secre­
demás, como él, inclinan la frente hasta tocar to este lugar y el objeto de nuestras reuniones
el suelo, mientras en el fondo se oye ''El himno y ceremonias. Cuando encontréis por estos pa­
al Sol" de Robles, ejecutado por la orquesta. rajes algún blanco o espía sospechoso acercaos
Cuando tennina la música los ancianos se levan­ a él cautelosamente y que no tiemble en vues­
tan a la voz de Huillae Huma). Hermanos, levan· tra mano el cuchillo al blandirlo contra un ene·
taos. Hemos pedido a Dios como creyentes, he­ migo! Es una justa venganza! Desde este tem­
mos implorado piedad al Sol como sus hijos, plo secreto nos pondremos de acuerdo con nues·
hu millados. Ahora, ames de ver correr la sangre tros herma nos dispersos que vagan en pos de

-74 - - 75­
refugio para salvarse de los blancos y cuando sacan sus cuchillos y hacen como para herir a TRIS·
hayamos log rado o rganizarlos. traza remos nues­ TAN).
tro vasto plan de venganza.
En seguida todo será fAcil ; caeremos de im­ ANCIANOS.- (Coro). Ya tenemos una vlctima! .. . La
proviso sobre los blancos. a rrasa remos sus po­ ofreceremos en luga r de la llama y beberemos
blaciones e imitando su ferocid ad. sobre la3 r:li­ su sangre .. .
nas de lo suyo reedificaremos nuestro pueLl n. HUILLAC HUMA.- (Interrumpiéndose y ordenando "
ANCIANOS.- (Estos dan muestras de desaliento e in· callar). Ea, callad (a los indios recién llegados).
credulidad). ¿Cómo habéis capturado a ese blanco maldito,
era un me rodeador?
HUILLAC HUMA. - (Después de mirarlos lentamen·
te). ¡Dudá is! ¿No tenéis fe en nuestra empre­ INDro l ~.- No sabemos nada de el ni q uien lo ha he­

sa? . . ¡NO, hennanos, no desfallezca vuestro ¡,ido. La ñusta Nitaya nos ha encargado traer­
ánimo. Creo yo que nuestro Dios ha de lo aquf con todo cuidado. Ella viene en s egu id~.
suspender el castigo que pesa sobre nosotros ~ HUt LLAC HUMA.- Esto q uiere decir q ue en lugar del
ha de hacer brillar la aurora de nuestros dias. sacrificio de la !lama en la fiesta del Inti-Ray mi
Po r olra parte no debemos temer tanto la for­ tenn inará con el sacrificio de un en emigo. (Al.
taleza de esos hombres bla ncos. No véis como za los brazos hacia el Sol). Bendi ta sea tu va ·
entre el10s mismos comienzan a matarse como Juntad. La venganza se iniciará terrible. (A los
lobos hambrientos que disputan su presa? ¿Nc oyentes). Ea, ha ll egado la hora, tendedlc so ­
véis cómo luchan y se asesinan por la posesión bl·e el ara.
dt:1 o ro que nos han dispu tado? .. ¡Que sigan
agitá ndose entre od ios y envidias y caeremos E SC E N A Q U I N TA
nOSOlros de improviso y entonces.
Dichos y NITAYA que aparece en la entrada.
ESCENA CUA RT A
H UIUAC HUMA.- Que nadie se prive de ser verdu­
go y vengador. Heridle todos. (Los demás sa­
Dichos y dos I NDIOS que entran conduciendo a
'fRISTAN herido y sin conocimiento. Después NI· can sus armas, y después de saltar dan alaridos
TAYA. y se precipitan sobre TristAn).
(Al depositar los indios el cuerpo de TRlSTAN, to­ NlTAY A.-
(Se lanza sobre los indios y grita con rJer·
dos los demás Interrumpiendo el relato del sacerdote, za). Dejad! . .. ¿Qué ha ceis? . .. No. no lo ma­

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teís, os lo pido en nombre del Sol, os 10 o rde­ capricho de probar nuestra paciencia, hacéis
no como ñusta. ( Los demas pennanecen inde· ma l, perderás, nuestro ca Milo y nuestro respeto.
cisos mirando con sorpresa a Nitaya). NITAYA.- Bien, Huillac Huma, oid me. (A los demás).
NITAn: Si me amais, si respeta is la memo ria de mi y vosotros guardad las a rmas y escuchad. No
padre, guardad esas a rmas. Guardadlas, 10 exi­ es solo un capricho e l que quiero impo neros ni
jo. (Pausa general). tam poco es la obra del mal espfritu, os lo juro.
HUILLAC HUMA.- (rodas dejan a Tristán y la ro­
HUJLLAC HUMA.- Pe¡'o, Nitaya, ¿q ué ocurre? ¿Por
qué con ta nto interés defiendes la vida de ese
dean). Habla, pues.
blanco como s i se tratara de tu propia vida? .. NITAYA.- Cuando e n cumplimiento a lo que habe ls
mandado, Huillac Huma, fu í en pos de la llama
NITAYA.-
(Con tono suplicante y cubriendo con su para el sacrificio, a l tiem po en que me interna
CUErpo al guerrero herido). No, no lo mateis! os ba en el desfiladero de Illapi, vi venir po r el la­
lo ruego, os lo pido! . .. do opuCSlO una partida de blancos armados, qui ­
HUILLAC HUMA.- Infeliz! Así defendéis a uno de se retrocede r y huir, más apena!> había dado al­
los que ha martirizado cruelmente a tu pa dre , gunos pasos atrás cuando sentí que los bla ncos,
acaso el mismo enem igo que hundió su lanza lanzando gritos para que me detuviera, vinie­
en el pecho de tu madre! . . . (Separando a Nita~ ron a [Oda correr en pos de mí . . . (El herido
ya del lado del herido). Tú lo has traído, no pue­ empieza a dar muestras de vida y lanza al guno~
de ser para otra cosa que para sacrificarlo. (A gemidos. Los indios ante el movimiento de Tris­
los indios). Ea , terminad. tán corren a sujetarlo mJentras algunos dicen).
(Los indios haciendo las mismas manifestacio­ Quiere huir! Hay que sujetarlo_
nes de feroz alegria se lanzan para herir a Tris­ NITAYA.- (Interrumpe s u relato y protege nuevamen­
tán). te a TristAn). No lo toquéis. Dejadle en paz.!
Es un hombre bueno y noble y no tiene porque
NITAYA.-
(Deshaciéndose bruscamente de los brazos
del sacerdote corre otra vez a proteger con su morir.
cuerpo al español). No! Dejad le! por pieda d. HUILLAC HUMA.- Habla pronto que hasta ahora no
(Los que iban a herir se detienen indecisos). comprendo nada.
HUJLLAC HUMA.- Vamos, habla pronto, Nitaya . NITAYA.- Oid, pues. (Los indios vuelven a bacer
¿Qué significa todo lo que haces? Si tienes el cIrculo alrededor de Nitaya y escuchan con aten­

- 78­ - 79 ­
ción). Decia que los espanoles venian en pos d ~ NITAYA,- Pues, asr, con el mismo valor que tú, con
mi. Yo corr! cuanto pude, m:.\s el espanto ador­ la misma nobleza, ese blanco, dando un salto,
meció mis pies, y a l ver que era imposi ble la me protegió con su cuerpo y apostrofó a mis
fu ga. me arrodillé llorando a pedir piedad. Por verdugos. Su temeridad le costó caro. Los cri­
toda respuesta oi sus carcajadas de burla. To­ minales a l ver un solo hombre y el más joven
dos a mi lIanto me cogieron y me arrastrarO!l que se les interpusiera en la satisfacción de sus
brutalmente a un ri ncó n del desfiladero . .. apetitos groseros, desnudaron las a nnas y au·
liando de rabia se lanzaron sobre mi salvador.
HUI LlAC HUMA.- (Senara a Tristán). Ese fue uno
Este sin perder el valor hizo frente a la turba,
de esos infames ... mientras yo aprovechando de la lucha logré huir
At~CIANOS.- (A coro y blandiendo sus armas). Que y refugiarme en las alturas del desfiladero. Ha s­
muera! Que muera! ta mi llegaban los golpes de las armas, y los gri ·
tos de maldición. Yo acurrucada entre las ro­
NIT A YA.-
(Detiene a los ancianos). Escuchad, os Jo cas no osaba moverme por miedo a ser descu­
pido. Me eSl remecl de espanto porque adivin ~ bierta. No sé cuanto tiempo pase allí, titiritan­
en sus intenciones algo terrible y bestial. EH do de miedo y sin conciencia exacta de lo ocu­
un momento comprendf la terrible infamia que rrido. Cuando recobré mi razón vi a estos, (se·
iban a destroza nne. Lloré, supliqué, me a rran· Jlalando a los indios q ue cond ujeron al herido)
qué los objetos de oro de mi tocado y se los pastores.
oCreci pensando ca lma r su avaricia. Todo en
LOS DOS INDlOS.- Pasábamos por allí para venir al
vano, despreciando el oro y devorá ndome con
templo y asistir a la ceremonia.
sus ojos lujuriosos ya se lanzaban sobre m( pa·
ra consuma r su horror cuando en ese mism') NITAYA.- Les rogué que bajaran al sitio de la lucha.
instante. (A HuUlac Huma). ¿Recuerdas Hui­
Uac Hwna, cómo apar ecistes a salvarme en el INDIO 1· .- En efecto bajamos al desfiladero y encon­
templo de Hatum Colla? ¿Recuerdas que jugán­ tramos a este (señalando a Tristán) blanco ten­
dote la vida te interpusiste entre los victima­ dido en el camino. Casi al mismo tiempo vimns
rios para salvarme valerosamente la vida? ¿Lo desaparecer en el rocado lejano una tropa de
recuerdas? .. blancos que se a lejaban.
HUILLAC HUMA.- S i, 10 recuerdo. Pero aquello fue INDIO 2 ~_- Cuando llegó la nusta detrás de nosotros,
un deber. nos rogó q ue viéramos si todavía vivía. Algu­

- 80­ - 81­
nos d€!biles gemidos y la articulación de la san­ ANCIANO 1<>. - Oh ya no debemos fiamos nunca de
gre nos mostró que tenra vida ese cuerpo. estos blancos. Sus traiciones han sido terribles
y nos han costado mucha sangre.
NITAYA.- Entonces al saber que pocHa tornar a la
vida mi noble salvador y guiada por la gratitud NITAYA_- Anciano, aunque tuvieras razón, nada
inlensa que le profeso. he resuelto hacerlo con­ perdemos en curar y proteger a este blanco, has­
ducir aqui y pagar de la mejor manera su nobl':! ta que pueda ir junto a los suyos.
sacrificio. .. (Todos los presentes guardan pro­ ANCIANO 1 ~ ,- Sí, hasta que pueda ir junto a los su·
fundo silencio durante aJgunos momentos), yos, y después conducirlos al ataque contra
HUILLAC HUI\1A.- Muy raro es lo que cuentas, Nita­ nosotros.
ya. Yo sinceramente me resisto a creer que un NITAYA.-No, mi coraron me dice que este blanco no
blanco, uno de esos verdugos crueles de nues­ será nuestro enemigo.
tro pueblo, sea capaz de dar la vida por una mu­
chacha de nuestra raza para los qUe! solo tie­ TRISTAN.- (Se agita convulslvamente, moviendo los
nen odio y crueldad. brazos y imitando sofocación de fiebre, balbu­
cea). Me muero!. .. Agua! ... Agua! ... (Des­
ANCIANO }'. - Si, es imposible lo que dice Nitaya. puéS cae en profundo sopor. Todos cOlTen a ro.­
NITAYA.- Por la sagrada memoria de mis padres, ju­ dear al herido).
ro que he dicho la verdad. NITAYA. - (Excitada por las ansias del herido, lo mi­
HUILLAC HUMA.- Anle este supremo testimonio, no ra un momento con ansiedad y volviéndose a
discuto Nitaya la verdad de lo que aseguras, pe­ Huillac Huma). Oh cuanto debe sufrir, Huillac
ro es necesario pensar que acaso no sea tan no­ Huma, tú que ahora haces de mi padre, tú que
ble y sublime el heroismo de este blanco. Quie'l por ser el sacerdote de nuestro Dios, debes ser
sabe si el interés por defenderte, solo era debi­ bueno y generoso, ayudadme a salvar la vida al
do a que a €!I solo le pertenecieras . . . que fue, como tl1, valiente y abnegado para CO:l
esta desgraciada ñusta.
NITAYA.- Huillac Huma, si lo hubieses visto desafiar
con nobleza y valor la ira de sus compañeros, HUILLAC HUMA.- Eso también exiges de rru7
no duda rías más. No, no creo que por solo un NlTAYA.- Huillac Huma, te lo ruego. Ayúdame a pa­
capricho uno se expone asi a la vida (mirando a gar la deuda de gratitud. Tengo sangre de prín­
Tristán), debe de ser distinto de esos malvados cipes y esto me obliga a corresponder en gran­
(a los demás). No os dice la nobleza de su sem­ deza todo servicio.
blante?
- 82 ­ -83­
TODOS.- Sí. salgamos. (siguen al anciano segundo).
HUILLAC HUMA.- (Después de u na pausa). Nitaya ,
te obedezco, te obedezco aunque tenga que pa­ NITAY A .- (Con ademán de detenerlos). Esperad, an­
sar sobre el orgullo y la a1tivez de nuestra es · cianos.
tirpe. ¿Qué debo hacer para complacerte? ..
TOOOS.- (A la voz de Nltaya se detienen y vuelven
NITAYA.- Curarlo inmediatamente. El arte que po ·
atrás).
sees y los secretos que has arrancado a. las plan·
tas de nuestras montañas deben servirte en es­ N ITAYA.- La hija de vuestro amado curaca, la mu­
ta ocasión. chacha a quien habéis salvado la vida para de­
volverle el trono de nuestros antepasados, 05
HUILLAC HUMA.- (Se acerca a Tristán y reconoce
pide que antes de abandonar este lugar, jureis
las heridas). Las heridas son numerosas y algu ­
respetar a ese hombre como a mi misma, hasta
nas muy graves.
que sano de sus heridas pueda marcharse.
NITAYA.- (Con interés). Pero tú podrás curarlo, ¿no
es cierto? TODOS. - (Guardan profundo silencio).

HUILIAC HUMA.- (Queda un momento como recon­ NITAYA. - (Con insistencia). ¡Juradlo pues!. ..
centrado y después contesta con soleOUlidad).
Sí, salvará ... salvan'!. (Moviendo lentamente HUILLAC HUMA.- Ni taya, tu corazón es tan bueM
la cabeza aparte). Mi ciencia, mis desvelos ser·
y noble como el de tu padre. A este hombre,
aunque enemigo, quieres corresponderle con la
virán para devolver la vida a un enemigo iNues·
largueza de una reina. Nosotros que veneramos
tro Dios nos perdone! ...
en ti a nuestro rey porque llevas su ilustre san·
ANCIANO 29. _ A ti la bella y querida hija de nuestro gre, nosotros que estamos dispuestos a j urarl~
Curaca, no quisiera reprocharte nada; mas ten· la vida (Timbre) por llevarte al trono de los in·
go que declarar ante todos mis hermanos que cas, nosotros que te amamos tanto, no podemos
has cometido hoy una irreparable imprudencia nega.rte el juramento que nos pides aunque el
haciendo que un blanco conozca el secreto de hacerlo asl veamos a nuestros pies abrirse el
este templo en el que preparábamos la obra de abismo de nuestra ruina. (Moviendo atentamen·
nuestra libertad y nuestra venganza. (Murmu· te la cabeza). Después de todo, el destino lo ha­
llos de asentinúento). Por otra parte creo que bra. querido as!... ¿Quién puede contener 1.1.
la ceremonia no debe continuar ante la presen· fuerza del destino? (A los ancianos) Jurad,
cia de este intruso. Vayámonos pues. (Se diri­ cumplir lo que se os pide.
ge hacia la izquierda).
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ANCIANO .9._r'lusta, nuestra reina y princesa, el sao
cerdote tiene razón. Y este juramento será una
forma, talvez la más estéril, pero también la
más sincera de ofrenda rte nuestra vida .
ANCIANO 2' ._ Ya que tú as ( lo pides, respetaremos
la vida de este bla nco. A este intruso que tuvo
la suerte de salvarte, nuestro alimento y nues·
tro hogar. (Con tristeza). Aunque después en·
señe a los suyos nuestro refu gio . '. (Pausa). SI,
princesa. y si esto úl timo ha de suceder, (exal.
tado) los que cometimos la de bilidad de obede­ ACTO T ERC E RO
certe, sabremos defender este s itio o morir jun·
Paisaje de montai\a. A la derecha. la entrada al
to a t I!
templo secreto, abierta en la roca viva y sostenida por
TODOS.- Sea lo que mande el destino. (Salen). siUaslres de piedra que muestran a1gunos grabados es·
culpidos en toSCOS reUeves en primer término, rocas
de las que brotan zarzas y plantas de Khantutas; a la
T E LO N izquierdo. roCas y arbustos de Khantutas que dan co­
mienzo de una cumbre. Al fondo se divisa las estriba~
ciones de la sieITa y cumbres nevadas de los Andes .
En conjunto debe de representar un paraje agreste y
solitario.
E SC E N A P R I M ERA
Al tiempo que se levanta el telón, cruzan la esce ·
na. INDIOS en grupas de dOS, tres, cte., que entran por
la izquierda Y van penetrando por la entrada del
templo.
INDIO 19.- (Que pasa acompaftado de los demás ':1
del 29). SI, no debemos dejar más tiempo s in
poner remedio a 10 que ocurre.
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INDIO 29 . _ Y con toda energía si es preciso .. . (En­ mostraciones, sorprendo tal expresión en su mi­
traD en el templo, siguen otros grupos de indios rada que .. . si no fu era por el respeto y que la
que pasan silenciosamente y penetran al tem­ quiero tanto, le echarla en cara lo indigno que
plo. En último ténnino llega Huillac Huma es portarse asi con un blanco. con uno de esos
acompañado de dos indios). verdugos ma lvados de nuestro pueblo!
HurLLAC HUMA.- Si, yo también habia pensado en HUlLLAC H UMA.- Pues 10 mismo me ha pasado a
ello, y, después de la ceremonia pensaba con· mi. yo también he sentido impetus de separa r
va caras para hablar de esto. con violencia a esos que parecen q uererse de­
masiado.
INDro 3°._ Debemos alejarlo ya. E stá sano y pue­
de irse con los suyos; por lo demás la promesa INDIO 49 . - SI, hay que sepa rarlos de una vez ... (en­
de respetar su vida solo era pa ra el tiem po que tran en el templo los 3).
estuviera herido.
E S C E NA SE G U N DA
INDIO 4 q . - Bien dices, debemos alejarlo inmediata­
mente, y si com o supongo no acepta por hallar· NlTA Y A después TRrSTAN.
se prendado de la ñusta entonces . . . e nton­
ces . . NIT A YA.- (Slgutcndo el camino de los anteriores
[NDIO 3 9_ Entonces! ya no habrá piedad, aunque la aparece por la izqtúcrda y se dirige hacia la en­
ñusta no los pida llorando! trada del templo).
HUILlAC H UMA.- Tenéis razón. No queda otro re· TRISTAN.- (Aparece por la izquierda y en el m omen­
med io. Por causa de ese intruso no podemos to en que Nitaya se dispone a entrar al templo
obra r con rapidez. ni seguridad . Han pasado la llama con afán). Nitaya ! . . . Nitaya! ...
muchas lunas sin que se hubiese hecho nada po!"
NITAYA.- (Se detiene y vuelve la cabeza oon inquie­
nuestra empresa.
tud. Su gesto de sorpresa se dulciIica al ver r.
INDIO 4 9 . _ Yo te digo, Huillac H uma, q ue sobre todo Tristán que avanza. hacia ella). Ah! e res tú Tris­
es to lo q ue más hace hervir mi sa ngre es notar tán?
que ese blanco mald ito va robándonos el afect')
fR ISTAN.- Si, yo q uiero hablar contigo a solas .
de Nitaya. Cuando por las tardes ba jo al valle
a recoger el ganado, encuentro en e l camino d NITAYA.- Ahora es imposible. ¿No sabes que ya debe
la ñusta acampanada del bla nco, y veo tales de­ comenzar la ceremonia? Será en otro momento.

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TRISTAN.- (Con intensidad). No, Nitaya, te ruego, NITAYA.- Ha de ser muy importa nte lo que vay a oir?
óyeme ahora. Es solo esta ocasión que puedo
TRISTAN.- Para nú es la vida o la muerte.
hablarte libremente.
NITAYA.- Tristán. ¿No vez que todos están en el NITAYA.- Y para mI?
templo? Solo fa lto yo.
TRISTAN.- Para ti? .. Quien sabe!
TRISTAN.- Precisamente porque todos están allá NlTAYA.- Me inquieta ese " quien sabe", Ha bla pues.
den tro. no habrá quien nos vea (se acerca a Ni
taya). Quédate conmigo. TRISTAN.- Nitaya, vaya comenzar por satisfacer la
pregunta que tanta s veces me has hecho.
NITAYA.- (Después de una pausa, aparte). Dios mio!
¿Por qué sus paJabras tienen mas fuerza que mi NITAYA.- ¿Al fi n? ¿Vay a saber qui~n eres. de qué
deber? (Después calla y con su actitud da a en· pals extra f'i o vienes y por q ué no eres malo co­
tender su asentimiento). mo los otros blancos, ni buscas como ellos oro
y vlctimas? . . Dímelo. Tri stán, dime eso que
TRISTAN.- ¿Quieres bajar al valle, para estar mas
con tanto empeñO he querido conocer.
lejos de los tuyos'!
TRISTAN.- Nitaya, a llá (se ñalando las cumbres nev n~
NITAYA.- Es mejo r que ha blemos aquí, desde este si­ das que se ven en el fondo del paisaje). Al otro
tio podremos saber e l mo mento en que ha de lado de es ta t ierra por donde aparece cada d m
terminar la oración. el Sol vuestro Dios, existe un mar inmenso, m il
TRISTAN.- Sien, quedémonos aqul. veces más g rande q ue vuestro lago sagrado; sus
(Nitaya se sienta sobre una roca y Tristán ocu, agua s van a besar en las lejanias infinitas y muo
pa un lugar cerca de ella. Un momento de si­ chas tierras habitadas por diferentes pueblos.
lencio, durante el cual Tris lán se queda contem­ y todos los blancos que hemos llegado somos d'.:
plandola con arrobamiento. Nitaya con turba uno de aquellos pueblos, e l más bello, el mas
ción parece sentir muy hondas las miradas tier­ poderoso. Altá. tenemos nuestro Rey y nues­
nas de su galán. corta el silencio tlmida). trO Dios. Mi patria se llama Espafia. Sus rique ·
zas, la belleza de su cielo, sus ciudades mara­
NITAYA.- TrisLAn ... te escucho. vill osas exitaron un día las codicias de un pue­
TRlSTAN. - SI, escúchame, Nitaya. Abre tu corazó¡, blo feroz y sonó para nosotros una hora terri­
para que allf en lo má.s hondo puedas sentir lo ble; hombres sedientos de sangre y riquezas.
que voy a decirte. cuyo Dios les ordena ba ma tar y destruir , inva'

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dieron nuestro suelo. Aquello fue horrible, en TRISTAN. - ¡Nitaya l ¿Y a mí, también me odias 'y
medio de los lamentos innumerables víctimas maldices?
fueron sacrificadas por el cruel vencedor. Se
nos arrebató todo cua nto teníamos de lo más NIT A Y A.- (Pausa, con lo que evade la respuesta).
querido. Fortuna , hogar, madres, hijos, herma· Sigue, s igue tu relato.
nos y hermanas y en nuestra dolorosa impoten­ TRISTAN.- (Después de una pausa). Mi familia, una
cia de vencidos y esclavizados tuvimos que su­ de las más nobles y poderosas. luchó ardorosa­
frir las mayores afrentas, nuestro rey muerto, mente por la libertad de nuestro suelo. Tod.l
nuestro pendón ul trajado, nuestro Dios arroja­ su genealogfa fue una lista no interrumpida de
do de sus templos y altares. Fue tan espantos<, héroes y cam peones de la libertad. Sus gene­
aquello! raciones se sucedieron durante ocho siglos sin
NITAYA.- Ah, en ese entonces sabias cuan doloro­ tener otro ideal, otro empleo que la lucha con ­
so y amargo es ser victima de la invasión; si ha· tra el opresor. Tanto esfuerzo y constancia con·
béis experimentado todos los horrores de la e~ ­ siguieron conquista r palmo a palm o nuestro
clavitud y habéis visto caer a los vuestros a mi· pais . . ,
llares al fil o de las armas enemigas en la defen· NITAYA.- (Interrumpiendo). Dios quiera lo mismo
sa de vuestro hogar y vuestra fe, ¿por qué ha· para nuestro desgra ciado pueblo. Sigue Tris­
céis eso mismo con nosotros? Si habéis odiado lán, que tu relato hace renacer mis esperanza!';,
y maldecido con razón a vuestros opresores v
verdugos, ¿por qué quercis ser para nosotros TRISTAN.- (Despu6s de una pausa). Cuando se aproo
opresores y verdugos? ¿Es que no es importan· ximaba el triunfo definitivo; cuando sólo queda·
te nuestro odio y maldiciones? .. ba una pequeña parte de nues tro suelo en po.
der ajeno. entonces fue que vine al mundo. Mi
TRISTAN.- (Sin responder, demuest'r a confu sión). cuna fue mecida al fra gor de la lucha liberta·
NITAYA.- (Después de una pausa). ¿No respon· ria y las canciones con que me arrullaron eran
des? .. Es que no tienes palabras para justifi· gritos de guerra y estrépitos de armas. En cuan­
car lo hecho. Trislli n, si no hallas palabras. si to pude levantar una espada, fiel a la ilustre
tu corazón no tiene argumentos para defender tradkiOn de mis antepasados, com también .l
la ambición y los crfmenes de los tuyos . .. en· ofrecer mi esfuerza y mi sangre por la libertad
tonces. deja que od ie con toda la fuerza de m, de la patria. Cien combates lJle dejaron la se­
ñal gloriosa de innumerables heridas. Pero un
alma y pida la más terrible venga nza contra
los verdugos de mi pueblo. día la gloria me destrozó el corazón: mi padre

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y mis hermanos murieron junto a mi, d urante TRISTAN.- Termi nada la lucha y triunfa nte nuestras
el asalto que dimos a un castillo enemigo. Yo, a rmas quise unirme con aquella mujer.
loco de furo r y sediento de venganza, sin cui­
NITAYA.- (Con alarma). ¿Y fue tu esposa? ¿Y ell "
dar de los mios, que quedaban tendidos en el
te dió su amor?
campo de batalla, me arroje con ímpetu sobre­
humano contra e l enemigo. Rendí hombres y TRISTAN.- (Mirá ndola fijamente). Nitaya!... ¿Po r
defensas y así llegué hasta sus últimos refugios. q ué me preg untas de ese modo?
Cuando mi espada re partía la muer te a cada
N ITAYA.- (Dándose cuenta de la imprudencia de su
mandoble, apareció ante mf una mujer que se
actitud). Tristán!... sigue. ¿Qué pasó des­
arrojó suplicante a mis pies . Ante esa angustia
suprema, y ma s que todo ante su cautivan te be­ pués?
lleza y ante sus ojos negros y rasgados que se TRISTAN. - Ell a me amó, pero cuando pedí a mi Rey
vela ba n encantadorame nte can e l lla nto de la que me la cediera para mi hogar, ya otro noble
suplica y del dolor, y a nte esa voz tierna y so­ más influyente, y que habia sentido como yo el
llozante, todo mi furor y mi sed de ve nganza se hechizo de su bell eza, la ha bia obtenido pa ra sí.
aplacaron y en ese momento que me pedia su
vida, quedó dueño de la m[a. Fue el amor q ue NITAYA.- ¿Y esa mu jer no ha llegado a ser tuya?
o bró e l milagro. Y desde entonces amé a aque­ TRlSTAN.- No, y ese fu e el mayor daño de mi vida.
lla mujer con toda la vehemencia de mi juven­ Lejos de ella ya nada te nia de a tractivo pa ra
tud . . mi . Los pl aceres de la corte, la amistad de otras
N I TAYA.- (Con interés). Ah! Era enem iga de los tu­ mujeres. no hacían mas que a crecentar mi a ver­
yos y la amabas as!! sión a la vida. Y me fa stidió vivir! Y fue en­
tonces que abandoné mi hacienda y mi gloria
TRJSTAN.- (Con pesadumbre). Era la hi ja de l que y me em barqué para América, y fue así como
mató a mi padre! vine hasta tu suelo. No me trala otro fin que el
NITAYA.- ¿Y es posible entregar el corazón a un ene· de buscar la muerte ansiada o por lo menos
migo de los nuestros? .. adormecer mis dolores con la agitación de la
co nquista.
TRISTAN.- Aq ue l amor no respetó mi patria ni mi
deber! NITA Y A.- Y has logrado eso?
NITAYA. - (Aporte). Será. posible!. .. (En ademá.n TRISTAN.- He logrado eso y algo más . . . (pausa). La
de desechar un pensamiento). No, no. ¿Quién herida mortal de mi a lma se ha cicat rizado con
piensa en eso?
-94­ - 95 ­
el bálsamo de un cariño. En mi alma hueca. (con MTA YA_-
(Vuelve la cabeza hacia el sitio de donde
pasión) Nitaya! Si ayer mi vida valía tan poco viene la mús ica y queda abstraída).
y hasta me estorbaba, hoy la necesito, ahora
necesi to vivir para amar a la muje r que he ha­ TRISTAN.- (Se levanta y va hacia ella con los bra­
llado! zos extendidos). Nilaya! ¿Por qué te alejas?
¿Por qué tus ojos amorosos se tornan con pesat?
NITAYA.- Tristán. ¿Amas a esa mujer como dices?
NITAYA.- (Retrocede y evitando a Tristán). No, Tris­
¿La quieres tanto?
tán, yo no puedo, no te debo amar. La sombra
TRlSTAN.- Nitaya! Si! (Cogiéndole las manos apa­ del pasado se inter pone entre los dos. Yo no
sionadamente) Te adoro! ... puedo llegar hasta tf. Tendría que pasar sobre
la sangre de los míos q ue los tuyos han derra ­
NITAYA.- No, Tristán! No es posible!
mado sin piedad. .. T[1istán, tú perteneces a la
TRrSTAN.- (Con vehemencia creciente). Sí... te raza que ha destruido mi pueblo, yo soy del pue­
adoro ... y dime, Nitaya, si aceptas mi amor. blo ultrajad o, del pueblo víctima. Yo soy la po­
(Pausa d urante la cual Nitaya. r uborosa. turba­ bre huérfana a quien habéis privado de sus pa­
da. incli na la cabeza y guarda profundo silen­ dres incendia ndo su hogar . . . No, nuestro amor
cio. Tristán la contempla lleno de ansiedad). es imposible. Abismos de odio y venganza no~
separa! (Sollozando).
TRISTAN. - (Se arrodilla cogiendo con frenesí las ma­
nos de Nitaya). TRTSTAN.- (La a trae contra su pecho). Nitaya! no es
cierto. Nuestro amor puede vencer odios y ven­
NITA Y A . - (Baja la cabeza con turbación). ganzas_
TRISTAN.- (Sigue lo mismo y con las manos de Ni­ NITAYA.- No, Tristán. No sigas. No atonnentes m i
taya). Contéstame. Dí que me amas. Que tus corazón. Déjame.
labios lo pronuncien lo que tus ojos me han di­
cho. Nitaya! TRI STAN.- (Aparte). Oh, por qué siempre las haza ·
¡'las de mi patria han de destruncar cruelmente
NITAYA.- (Levantand o lentamente la cabeza). Tris ­ mi vida?
ttin yo te ... amo!
NITAYA.- Oéjame, te lo ruegO.
TRISTAN. - (Estrecha a Nitaya en actitud de besarla).
TRlSTAN.- (Suplicante). Por piedad, escÚcha me. Mi ·
Nitayal Dfmelo otra vez amor mio! (En el mo­
ra, de mi patria han venido dos clases de hom­
mento en que ambos han de juntar sus labios se
bres: unos malhechores, hombres salidos del
oye la melancólica vibración de una quena)_
- 96 ­ - 97­
presidio y salidos de gale ras, hambrientos de TRISTAN.- (La estrecha). Nitaya, amor mío. ¿Enton­
oro, sin honor y sin sentimiento, adelantAndo­ ces me amas? ¿Entonces no soy un desgra­
se en la conq uista sin otro mérito que su auda­ ciado? . .
cia, han sembrado con violencia muchos odios NJTAYA.- Tri stá n, si, te amo; te amo a costa de to­
y rencores; pero ta mbién han venido otros, Ni­ do; te amo con la vehemencia de una pasión sa
taya, no a buscar oro ni a destruir a los tuyos, crilega; te amo ...
sino ha defender el bie n y la justicia. (Se estrechan en un beso).
Ahora bien, dime: ¿Por qué los crImenes y
excesos de los primeros han ríe caer sobre los ES CENA TE R CER A
otros? No, Nitaya, no es posible, porque si aquí
no se levanta una voz de amparo hacia vosotros . Dichos y HUILLAC HUMA y demás INDIOS, sa­
allá en España desde las mismas gradas del tro­ len del templo.
no hay almas buenas que piden respeto y jus O­
cia pa ra los tuyos. INDIOS.- (Dan muestras de profundo asombro al ver
NITAYA.- (Aparte). Corazón lJ1ío, no tienes fuerza a los e namorados).
para resistir.
ANCIANO 19. _ Ah! blanco maldi to!
TRISTAN.- Ni taya, si no has de da rme tu cariño. si
no ha de hacer mi fe licidad, en tonces ¿para qué ANCIANO 2°._ ¿Qué haces infame?
dime has salvado mi vi da'! ¿Por qué no me de­ HUILLAC n UMA.- Nita ya! ¿Estás loca? ¿No sabes
jaste entonces morir? ¿Por qué con tus cuida­ que portá ndote así con ese blanco hechas por
dos y ternuras has hech o renacer en mi al ma tierra todos nuestros empeños? ¿No com pren·
esperanza imposible? ¿Por qué todas las tardes des que por ese modo enajenas para siempre la
del crepúsculo ven fas a buscarme a la choza y libertad de los tuyos?
la languidez de tus ojos me bañaba en ra uda ­
les de amor? NIT AYA.- (Cubriéndose el rostro con las manos y en
actitud de s uprema confusión se retira lenta.
NIT A YA.- (Con resolución yendo hacia Tristán). mente a la en trada del templo acabando por re­
Tristán!, ¿por qué una fuerza extraña y fa tal mo fugi arse allf).
conduce hacia tO, ¡aunque de hacerlo tenga
que renegar de mi deber, aun cuando las som­ HUILLAC HUMA.- (En actitud de reproche). Nitaya!
bras de los mios maldiga! . . . Ah! ¿Por qué te ¿Es que has re negado do tus padres, de esas .vic­
pusiste en mi cam ino? .. timas sagradas que debemos vengar?

-98 ­ - 99­
ESCENA CUARTA rra. Y su nombre ha de ser nuestro grito d"
combate y venganza.
D ichos menos NITA Y A. ANCIANOS.- (Coro). Sí, de venganza.
HUILLAC H UMA. - (A Tristán que a presencia de los ANCIANO 1'.- No sabéis que hemos jurado darle un
indios solo se ha puesto de pie y se conserva en trono que levantaremos sobre los huesos de los
actitud altiva). Infame! Traidor como todos los vuestros.
blancos! T RlSTAN. - Si la q uereis tanto, ¿por qué no dejais que
TRISTAN.- Eso no, mentira! Yo solamente ... le ofrezca mi amor? . .
ANCIANOS.- (Coro). Calla, ladrón malvado. (En ac­ ANCIANO 2·.- Ya 10 ha dicho el sacerdote. ¡jamás!
titud de arrojarse). Ella, la vfctima de los blancos, la que quedó huér ·
TRISTAN.- (An te el ataque desenvaina su espada y fana por vuestra crueldad, no puede aceptar nu­
se pone en guardia). Matadme, pero no me ul­ da de un verdugo.
trajeis. TRISTAN.- Callad, el bla nco que os habla nunca man·
H UILlAC HUMA.- Ahora mismo debeMamos quitar­ chó su dignidad .. .
le la vida , serfa nuestra justicia; pero debemos H UlLLAC HUMA.- Basta de discursos. No ahus(is
darte una muestra más de aprecio a la que tú de la vida que os dejamos por compasión. Idos
qu ieres seducir. inmediatamente de aquL Que no volvamos a ve·
TRISTAN.- Si aprec iais a la que yo adoro, respetad ros! Id a los vuestros, enseñadles si quereis, es­
pues nuestro cariño. te nuestro refugio. Más. ay de vos si os coge·
mas! Cien puñales estarán dispuestos a arra-.­
HUILLAC HUMA.- (Levanta el puño). i Infeliz! ¿Vues carle la entrañas para mostrarle a la ñusta, co­
tro cariño? ¿No sabéis que esa mujer ha de sel mo sangra el corazón de un enemigo.
el estandarte de la guerra, en la lucha contra
vosotros; los verdugos. los ladrones de nuestro ANCIANOS. - (Coro, sacando sus cuchillos). Y sec{in
pueblo? estos.
T RISfAN.- Yo no os hecho ningún daría. y creo me· TRISTAN.- (Con resolución). La muerte no me inti­
recer ese cariño... mida.
HUILtAC HUl\1A.- Jamás! Ese cariño es para noso­ H UI LLAC HUMA.- (Señalando el camino). Id, lel a
tros. Lo necesitamos como estrmulo en la guc­ vuestra cabaña , coged todo lo que es vuestro, y

-100­ - 101­
no olvideis que aquel jura mento que hic i mo ~ a ANCIANO 2~.- Sacerdote del Sol, esto ya ha termina·
Nitaya, en mala hora , de respetar vuestra vida do. Ahora debemos ocuparnos de nuestros asun­
ha terminado ya. tos. Va mos inmedia tamente al Valle. Ya sa­
béis que llegan nuestros herma nos.
ANCIANO 1"'. - En marcha pues, y cuidad de lo que
hacéis. ANCIANOS. - (Coro). Sí, vamos a recibirlos.
TRISTAN.- (Aparte). Ganas me dan en este insta nte HUILlAC HUMA.- (ApaciguAndose). Teneis raron.
de hacer una locura. .. (Conteniendo sus fmpe­ Ahora dediquémonos enteramente a nucstra em­
tus). Más, sería pa ra ella el dolor" . porque presa. (A los ancianos). Llcvad ropa y ali men­
ella me ama , , , porque no quería verme muerto. tos, acaso tengamos que cubrir muchas mise­
rias. (Los ancianos saJen por el fondo yendo
ANCIANO 2°._ ¿Habéis oído? Marchad pronto. de último el sacerdote).
TRISTAN. - y no hay otro remedio que obedecer, (Y ANCIANOS.- Vamos allá.
en actitud de pesadumbre se aleja lento). Ah,
mi mala estrella hecha, solo a alumbra r amores ESC EN A S E XT A
imposibles . ,. (Saje por el fondo casi sollo.­
zante). NlTAYA.

ESCENA Q U I N TA NITAY A .- (Sale llorando y afli gida del templo. Y


después de observar, con temor, el sitio p OI'
Dichos menos TRlSTAN.
donde se han perdido los indios; vuelve al cen­
HUILLAC HUMA. - (Mirando a TristAn y moviendo tro de la escena exclamando con pa usa). Y lo
la cabeza) ¿Será posible que estos blancos mal­ amo, Dios mio. Lo a mo y lo quiero sin poder­
ditos sean ca paces de ama r a una hija de- nues ­ me explicar por qué. (Pausa). Lo amo a unqu(!
tra raza? la razón me diga que es un crimen! . . . Amar a
un enemigo, .. (Pausa). Qué extraiio, qué fatal
ANCIANO 1°._ Y aunque lo fuera no debemos permi · destino! (Pausa). Calicuma, ) adre mío! Wa ra­
tir nunca tal cosa. Wara, madre adorada!, ¿por qué ha beis dejado
HUlLLAC HUMA.- (Sugestionado). s r, tienes razón, a vuestra hija a merced de una pasión a bsurda?
nunca (coge su cuchillo y en actitud de lanzar· ¿Por qué vuestros espiritus no hablan a mi co·
se tras de TrislAn, pero después se detiene). Si razón, y le obligan a cum plir su fe y su vengan­
no fuera porque ella le debe la vida . za contra nues tros enemigos y verdugos? . .

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(Pausa). Cuantas veces cuando estaba a solas TRISTAN.- Pero cómo vivir, lejos de ti?
con mi pasiOn absurda, he implorado vuestro NITAYA.- (Estrechándose). Tristán . . .
amparo! Cuantas veces he implorado de rodi·
llas vuestros nom bres, pidiendo ayuda contra TRISTAN.- Nitaya! (La mira fijamente apasionado).
la fl aqueza de mi corazón! Y vosotros no me ¿Me amas de verás?
habéis oldo y me dejáis al frente de mi desti· NITAYA.- y Jo dudas? ¿No sabes que soy tuya ente­
no ... (Con amargura). DesUno cruel ¿por qué ramente. como son las nieves para esas cum­
entregastes mi corazón a un extraño, lejos bres. (Señalando al fondo).
del cual no podré vivir? .. Pachacamac. Dios
de mis padres, ¿por qué me diste un corazón tan TRISTAN.- (Regocijado). ¿De veras? ¿Serías capaz
débil y un alma tan vehemente? (Con pasión). de todo por salvar nuestro amor?
Tristán, Tristán! Tú e res la dicha suprem a qu~ M T AYA.- Tristán! Si ...
mis sentidos han vislumbrado al través de sus
caricias. Tú eres la vida! TRISTAN.- Amor mio!
NITAYA.- Qué debo hacer?
ESCE NA S EP T IM A
TRISTAN.- Huir!
NITAYA Y después TRISTAN.
NITAYA.- (Con sobresalto). ¿Huir?. ¿Abandonar
TRIST AN.- (Entra apresuradamente con todas las ar­ a los mfos? ¿Traicionar sus esperanzas? ¿Ale­
mas y pertrechos de viaje). Nitaya! jarme de la tumba de mis padres? ¿Renegar mi
raza?
NITAYA.- (Con sorpresa y corrie ndo a estrecharle
las manos). Tristón!.. . Lo he oido todo. Te TRISTAN.- Nitaya! Nuestro amor vale más que todo
echan de aquI. La muerte amenaza tu vida. eso ... Dejas ya el pasado. Nuestro cariño es
el presente y vivamos para el. .. (Estrechán~
TRISTAN.- (Con resolución). No me iré de aquí. dola entre sus brazos). Tu raza y tu tierra son
¿Sin ti para qué la vida? hostiles a nuestro amor. Los tuyos ya lo han
dicho, jamás tolerarán que su idolatrada ñusta
NITAYA.- (Con aflleei6n). ¿Qué hacer, Díos mío? ame a un blanco. Nuestra dicha es imposible
TRISTAN.- Morir a tu lado. aquí.

NITAYA.- Morir? No, Trístán, no debes morir. NITAYA.- Entonces. ¿Qué remedio, Tristán?

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TRISTAN.- Mi patria, si Nitaya, si, huyamos a Espa­ NITAY.- (Ofreciéndole los brazos). Dame un abrazo.
ña. Esa es la tierra del amor. Allí no tendrás El tlltimo! (Tristán y Nitaya se abrazan Crenétl·
ni jueces, ni verdugos como aqur. Bajo el cielo camc ntc).
hermoso de mi patria, refugiados en una de mis
posesiones seremos felices, sin otro fin que NIT A Y A.-
(Al abrazar va diciendo con desesperación).
nuestro cariño. El último! El tllti mo!

l\'1TAYA.- Todo eso que me dices es muy bello. ¿Pe· ESCENA O CTA VA
ro no me odiarán los tuyos? ¿No serán tan ma·
los como aquf? (Con decisión). Si .. _ (Comcre­ Dichos y ANCIANOS que entran bruscamente, ha~
do). No. (Débilmente). Pero ... pero _.. dendo sonar sus " pututus" se lanzan sobre TRISTAN
TRISTAN.- Pero, q ué? blandiendo sus mazas y lanzas.

NITAYA.- (Turbada). Quisie ra . __ CORO.- Cana\1a! ¿Todavfa has vuelto? Muere! (Al­
TRISTAN~ (Febril). Qué? . . gunos de los ancianos se avalanzan, lanza cn
mano en actitud de herir a Tristán).
~ITAYA.- (Sin poder qué decir, en su turbación se
arranca el eoUar y después de mi rarlo). Qu isie­ NIT AYA .- (Da un grito desesperado y con los brazos
ra ofrecerte un recue rdo. TÓmalo. (Le coloc" extendidos se interpone entre los ancianos y
el collar). Tris tá n. Los ancianos hieren involuntariamen­
T RISTAN.- (Le recibe lentamente). Nada más? _
te a Nitaya. Después de un gemido de dolor, se
lleva las manos al pecho y vacilante cae al suelo).
:\'ITAYA. - (Resueltamente). Nada más! Vete!.
TRISTAN.- (Queriendo levantar a Nitaya). Dio3
TRiST AN. - (Toma el collar y sale en silencio y leo·
mío! _. Nitaya . . . La han muerto . .. (No al­
fam ente como la primera vez).
canza a declr la frase).
NITAYA. - (Vuelve a seguir con ansiedad los movi ·
mientas de Tristán, y el momento que ha de sao ANClANOS.- (En el momento en que TOstén se incli­
lir le grita desesperadamente). Tristán! Tris­ na le dAn un ma.zaz.o en la cabeza).
tán ven!
T RlSTAN.- (Cae de bruces, inerte).
TRJSTAN.- (Vuelve inmediatamente). Nitaya. ¿por
qué no me dejas par tir ya? ¿No ves que alargas ANCIANOS.- (Corren para levantar a Nitaya a quien
y aume ntas el suplicio de nuestra sepa ración? incorporan en el suelo).

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NITAYA.- (Con la mirada en el alto llevándose las
manos al pecho exclama desfalleciente). Ay! .. .
ay !.
ANCIANOS.- (Gritan desesperados hacia el fondo).
Huillac Huma, Huillac Huma, la ñusta se mue­
re ...

C A E E L T EL O N

I NDIC E
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Prólogo· Biografía

por Ximena Olaz Villam fl Gómez 7

LA VOZ DE LA QUENA

Acto Pri mero 39

A.cto Segundo 67

- 108­ A.ct o Tercero . .. ... . .. . 87

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