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-Debate,
En el debate no se trata de imponer una opinión, sino de tratar de convencer con argumentos
y contrargumentos que hay una alternativa idónea. Por eso, escuchar con atención la posición
del otro es fundamental para responder inteligente y adecuadamente. El participante tiene que
ser conciso y concreto al hablar, y, sobre todo, respetuoso de la opinión del contrincante. El
auditorio imparcial condenará cualquier tipo de ofensa o indiscreción de alguno de los
contrincantes desvalorando los conceptos que emita.
-Mesa Redonda,
La mesa redonda es una opción fundamental en situaciones sociales donde se requiere
entendimiento entre las partes. Un intercambio fructífero de ideas es el objetivo de la mesa
redonda. Por lo que cada participante debe preparar con anticipación sus intervenciones y no
dejar espacio al azar. Cada ponente debe ser capaz de exhibir competencia en el tema
anunciado, de lo contrario su lugar debería quedar libre para otro ponente.
El concepto de “mesa redonda” trae consigo una connotación mitológica. En efecto, cuenta
la leyenda que el rey Arturo de Inglaterra se reunía con sus consejeros a discutir asuntos
cruciales para la seguridad del reino. Uno de los integrantes solía ser el Mago Merlín, a cuya
legendaria sabiduría se sujetaban los participantes cuando resultaba difícil llegar a una
conclusión.
En la mesa redonda se establece un diálogo en el cual cada ponente presenta con objetividad
su planteamiento para discutir la idoneidad de cada ponencia con los demás participantes. Es
aceptable la organización en fichas de la información a compartir. Como el objetivo es
revisar un tema de interés desde diferentes puntos de vista, no es inusual que se presenten
confrontaciones entre los expositores, en cuyo caso el moderador debe tomar la palabra, y
buscar la forma de asegurar la condición de diálogo del encuentro. No hay que evitar la
confrontación de ideas, pero sí los enfrentamientos verbales.
La documentación para la exposición tiene que ser profunda. Se pueden incluir gráficas para
la mejor comprensión de la audiencia. Por lo general el público que asiste a una exposición
oral está interesado en el tema, lo que significa que ya tiene algún conocimiento del asunto.
El expositor, por tanto, tiene que prestar mucha atención a la preparación de los detalles para
responder con prontitud y propiedad. Si acaso desconoce una respuesta, confesarlo con
elegancia y sin culpas le evitará momentos desagradables.
-Panel
Por lo general, el panel consta de cuatro a seis personas, cada uno de los cuales dispone de
alrededor de diez minutos para perfilar su ponencia; sin embargo, no se trata de una
exposición en el sentido estricto de la palabra, sino de un conversatorio entre personas
experimentadas que comparten diferentes posturas sobre el asunto propuesto en un tiempo
previsto, casi siempre unas dos horas.
Hay un moderador, que anuncia el tema y los objetivos del panel y, además, establece el
tiempo de discusión. Un secretario se encarga de anotar los aportes y luego resumir lo
expuesto, etapa ésta de vital importancia. Al final, el moderador se encarga de presentar las
conclusiones y de acuerdo con la planificación previa, crear un espacio para las
intervenciones del auditorio.
-Conferencia.
Esta forma de comunicación oral tiene la estructura del texto discursivo: una introducción
donde se destaca cuáles aspectos del tema ocupará el centro del discurso, y se concluye con
una ratificación de 280 | textos orales formales las ideas fundamentales. No es válido pensar
que una conferencia es un acto de habla que ocurre espontáneamente, y que por tanto puede
ser improvisado. No se trata de una conversación entre amigos o familiares, aunque se
establezca un conversatorio. Un cierto rigor científico es adecuado en cualquier tipo de
conferencia, excepto tal vez en la de prensa.
En este tipo de evento, importa que el conferencista tenga una buena dosis de empatía con el
público no solo para capturar su atención, sino para responder a sus preguntas con la mejor
disposición.