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Traducción de EL ESTADO ABSOLUTISTA
SANTOS JULIÁ -
por
PERRY ANDERSON

SIGLO VEINTIUNO
DE ESPAÑA EDITORES
L EL ESTADO ABSOLUTISTA EN OCCIDENTE.

-.

La larga cr1s1s de la economía. y la sociedad europeas durante


los siglos xrv y xv puso de manifiesto las dificultades y los lími~
tes del modo de producción feudal en el postrer periodo me-
dieval 1. ¿Cuál fue el resultado político final de las convulsiones
continentales de esta época? En el transcurso del siglo xvr
apareció en Occidente el Estado absolutista. Las monarquías
centralizadas de Francia, Inglaterra y España representaron una
ruptura decisiva con la soberanía piramidal y fragmentada de
las formaciones sociales medievales, co-n sus sistemas de feudos
y estamentos. La controversia acerca de la naturaleza histórica
de estas monarquías persiste desde que Engels, en una frase
célebre, detern1inó que eran el producto de un equilibrio de clase
entre la vieja nobleza feudal y la nueva burguesía urbana:
«Sin embargo, por excepción, hay períodos en que las clases
en lucha están tan equilibradas (Gleichgewicht halten), que el
poder del Estado, como mediador aparente, adquiere cierta
independencia momentánea respecto a una y otra. En este caso
se halla la monarquía absoluta de los siglos XVII y XVIII, que
mantenía a nivel la balanza ( gegeneinander balanciert) entre
la nobleza y el estado llano» 2• Las múltiples reservas de este
pasaje indican cierta inseguridad conceptual por parte de En-
gels. Pero un detenido examen de las sucesivas formulaciones
tanto de Marx como de Engels revela que una concepción simi-
lar del absolutismo fue, de hecho, un rasgo relativamente per-
manente en sus obras. Engels repitió la misma tesis básica de
forma más categórica en otro lugar, subrayando que <da con-
dición fundamental de la antigua monarquía absoluta» era «el
equilibrio (Gleichgewicht) entre la nobleza terrateniente y la

1
Véase su análisis en Passages from Antiquity to feudalism, Londres,
1974, que precede a este estudio. [Transiciones de la Antigüedad al feuda-
lismo, Madrid, Siglo XXI, 1979.J
2
The origin of the family, private property and the State, en K. Marx
y F. Engels, Selected Works, Londres, 1968, p. 588 [El origen de la fami-
lia, la propiedad privada y el Estado, en K. Marx y F. Engels, Obras
escogidas, Madrid, Akal, 1975, rr, p. 339); K. Marx y F. Engels, Werke,
volumen 21, p. 167.
10 Europa occidental El Estado absolutista en Occidente 11

burguesía» 3• Evidentemente, la clasificación del absolutismo han debatido el problema de la natural6~a social del absolutismo
como mecanismo de equilibrio político entre la nobleza y la hasta nuestros , días. Evidentemente, una solución correcta de
burguesía se desliza a menudo hacia su designación implícita este problema es vital para nuestra comprensión de la transi-
o explícita en lo fundamental como un tipo de Estado burgués ción del feudalismo al capitalismo, y de los sistemas políticos
en cuanto tal. Este deslizamiento es evidente, sobre todo, en el que la caracterizaron. Las monarquías absolutas introdujeron
propio Manifiesto comunista1 en el que la función política de unos ejércitos y una burócracia permanentes, un sistema nacio-
la burguesía {(durante el período de la manufactura» se carac- nal de impuestos, un derecho codificado y los comienzos de un
teriza sin ninguna solución de continuidad tomo «Contrapeso mercado unificado. Todas esta§ características parecen ser emi-
(Gegengewicht) de la nobleza en las monarquías feudales o ab- nentemente Capitalistas, y como coinciden con la desaparición
solutas y, en general, piedra angular ( Hauptgrundlage) de las de la servidumbre, institución nuclear del primitivo modo de
grandes monarquías» 4• La equívoca transición desde ~(contra­ producción feudal en Europa, las descripciones hechas por Marx
peso» a {(piedra angular» aparece ta1nbién en otros textos. Engels y Engels del absolutismo como un sistema estatal que repre-
pudo referirse a la época del absolutismo como la era en que senta un equilibrio entre la burguesía y la nobleza, o incluso
<da nobleza feudal fue obligada a comprender que el perío9-o un dominio abierto del mismo capital, han parecido con mucha
de su dominación social y política había llegado· a su fin» 5 • frecuencia plausibles. Sin embargo, un estudio más detenido
Marx, por su parte, afirmó repetidamente que las estructuras de las estructuras del Estado absolutista en Occidente niega
administrativas del nuevo Estado absoluto eran un instrumento inevitablemente la validez de tales juicios. El fin de la servi-
específicamente burgués. «Bajo la· monarquía absoluta»,- escri'" dumbre no significó por sí mismo la desaparición de las rela-
bió, <da burocracia no era más que el medio para preparar la ciones feudales en el campo. La identificación de ambos fenó-
dominación de clase de la burguesía». Y en otro lugar afirmó menos es un error común, pero es evidente que la coerción pri-
que «el poder estatal centralizado, con sus órganos omnipoten- vada extraeconómica, la dependencia personal y la combinación
tes: el ejército permanente, la policía, la burocracia, el clero del productor inmediato con los instrumentos de producción, no
y la magistratura -órganos creados con arreglo a un plan de desaparecieron necesariamente cuando el excedent~ rural dejó
división sistemática y jerárquica del trabajo- procede de los de ser extraído en forma de trabajo o de entregas en especie
tiempos de la monarquía absoluta y sirvió a la naciente socie- para convertirse en renta en dinero: mientras la propiedad
dad burguesa como un arma poderosa en sus luchas contra el agraria aristocrática cerró el paso a un mercado libre de tierras
feudalismo» 6• y a la movilidad real de la mano de obra -en otras palabras,
Todas estas reflexiones sobre el absolutismo eran más o mientras el trabajo no se separó de las condiciones sociales
menos fortuitas y alusivas: ninguno de los fundadores del ma- de su existencia para transformarse en «fuerza de trabajo»-,
terialismo- histórico hizo jamás una teotizatión directa de -las las relaciones de producción nrrales continuaron siendo feuda-
nuevas monarquías centralizadas que surgieron en la Europa les. En El capital, el mismo Marx clarificó este problema en su
del Renacimiento. Su exacto significado se dejó al juicio de las correcto análisis teórico de la renta del suelo: «La transforma-
generaciones siguientes, y, de hecho, los historiadores marxistas ción de la renta en trabajo en la renta en productos no altera
en absoluto, económicamente hablando, la esencia de la renta
3
Zur Wohnungsfrage, en Werke, vol. 18, p. 258. [Contribución al pro- de la tierra [ ... ] Entendemos aquí por renta en dinero [ ... ]
blema de la vivienda, en Obras escogidas, r, p. 636.] la renta emanada de una mera trasmutación formal de la renta
4
K. Marx y F. Engels, Selected Works, p. 37 [Obras escogidas, r, p. 24]; en productos, del mismo modo que esta misma era sólo la renta
Werke, vol. 4, p. 464. en trabajo transformada [ ... ] La base de esta clase de renta,
5
Uber den Verfall des Feudalismus und das Aufkommen der Bourgeoi-
sie, en Werke, vol. 21, p. 398. En la frase aquí citada, la dominación «polí- a pesar de acercarse a su disolución, sigue siendo la misma que
tica>> es expresamente staatliche. en la renta en productos que constituye el punto de partida.
6
La primera .formulación procede de The Eighteenth Brumaire of Louis El productor directo sigue siendo, como antes, poseedor here-
Bonaparte, en Selected Works, p. 171 [El dieciocho Brumario de Luis
Bonaparte, en Obras escogidas, I, p. 340]; la segunda es de The civil war
ditario o, de alguna otra manera, tradicional del suelo, y quien
in France, en Selected Works, p. 289 [La guerra civil en Francia, en Obras debe tributarle al terrateniente, en cuanto propietario de la tie-
escogidas, vol. 1, p. 539]. rra, de su condición de trabajo más esencial, un trabajo for-
12 Europa occidental El Estado absolutista en Occidente 13
zado excedentario, es decir, trabajo impago, efectuado sin equi- de dominación de la burguesía» 8• La nueva forma del poder
valente, en la forma de plusproducto transformado en dine- nobiliario estuvo determinada, a su v:z, por el desarro.llo de la
ro» 7• Los señores que continuaron siendo propietarios de los roducción e intercambio de mercancias en las formaciones so-
medios de producción fundamentales en cualquier sociedad P. les de transición de la primera época moderna. Althusser ha
preindustrial fueron, desde luego, los nobles terratenientes. Du- cia
especificado •
correctamen!e su ,caracter en este sen~iºdo: « El re-
,
rante toda la temprana edad moderna, la clase económica y gimen político de ]a monarqma absolut~ e_s ttan dso lodla ~':1eva
políticamente dominante fue, pues, la misma que_ en la era me- f nna política necesaria para el mantenimien o e1 ominio y
dieval: la aristocracia feudal. Esta nobleza sufrió una profunda e~plotación f~udal en ,un períOdo de desarrollo de una eco~o­
metamorfosis durante los siglos siguientes al fin de la Edad mía de mercado» 9. Pero las dimensiones de la t.ransformacion
Media, pero desde el comienzo hasta el final de la historia del histórica que entraña el advenimiento del absolut1sm~ no deben
absolutismo nunca fue desalojada de su dominio del poder ser minimizadas de ninguna manera. Por el contrario, es fun-
político. damental comprender toda la lógica y la importancia del cam-
Los cambios en las formas de explotación feudal que acaecie- bio decisivo en la estructura del Estado aristocrático y de la
ron al final de la época medieval no fueron en absoluto insig- propiedad feudal que produjo el nuevo fenómeno del abso-
nificantes; por el contrario, son precisamente esos cambios los lutismo.
que modifican las formas del Estado. El absolutismo fue esen- El feudalismo como modo de producción se definía origina-
cialmente eso: un aparato reorganizado y potenciado de domi- riamente por una unidad orgánica de economía y política, para-
nación feudal, destinado a mantener- a las masas ·campesinas en dójicámente distribuida en una cadena de soberanías fragmen-
su posición social tradicional, a pesar y en contra de las mejoras tadas a lo largo de toda la formación social. La institución de
que habían conquistado por medio de la amplia conmutación la servidumbre como mecanismo de extracción del excedente
de las cargas. Dicho de otra forma, el Estado absolutista nunca fundía, en el nivel molecular de la aldea, la explotación eco-
fue un árbitro entre la aristocracia y la burguesía ni, mucho nómica y la coerción político-legal. El señor, a su vez, teriía que
menos, un instrumento de la naciente burguesía contra la aris- prestar homenaje principal y servicios de caballería a un señor
tocracia: fue el nuevo caparazón político de una nobleza ame- supremo que reclamaba el dominio último de la tierra. Con la
nazada. Hace veinte años, Hill resumía así el consenso de una conmutación generalizada de las cargas por una renta en dinero,
generación de historiadores marxistas, ingleses y rusos: «La
monarquía absoluta fue una forma diferente de monarquía feu- s Christopher Hill, «Coment», Science and Soc~etr,, XVII, • 4, otoño de
1953, p. 351 [La transición del feudalismo al capttaltsn:o, cit.]. Los tér-
dal, distinta de la monarquía de estamentos feudales que la minos de esta afirmación deben tratarse con mucho cwdado. El carácter
precedió, pero la clase dominante continuó siendo la misma, general y caracterizador de una época del absolutismo hace inadecuada
exactamente igual que una república, una monarquía constitu- cualquier comparación formal entre él y los regímenes locales Y excep-
cional y una dictadura fascista pueden ser todas ellas formas cionales del fascismo.
9 Louis Althusser Montesquieu la politique et l'histoire, París, 1%9,
página 117 [Montesduieu, la políti~a y la hist?ria, Madrid, C~encia Nueva,
1968 p. 97]. Aquí se selecciona esta formulación por ser reciente y repre-
' El capital, Madrid, Siglo XXI, 1975·1979, libro rn, vol. 8, pp. 110, 113, sent'ativa. La creencia en el carácter capitalista o cuasi capitalist~ del
114. La exposición que hace Dobb de este problema fundamental, en su absolutismo puede encontrarse todavía, sin embargo, de forma ocasional.
réplica a Sweezy, en el famoso debate de los años cincuenta sobre la Poulantzas comete la imprudencia de clasificarlo así en su, por otra
transición del feudalismo al capitalismo, es lúcida e incisiva: Science and parte, importante obra Pouvoir politique ~t classes sociales, Parí~, ~%8,
Society, XIV, 2, primavera de 1950, pp. 157-67, especialmente 1634 [el con- páginas 169-80 [Poder político y clases sociales en el E_stado capitalista,
junto del debate, con algunas aportaciones más actuales, se recoge en Madrid, Siglo XXI, 1972, pp. 202-211], aunque ~us términos son vag~s y
Rodney Aitton, comp., The transition from feudalism to capitalism, Lon- ambiguos. El reciente debate sobre el absolutl~mo rus~ e? las revistas
dres, NLB, 1976; trad. cast.: La transición del capitalismo al feudalismo, históricas soviéticas revela algunos ejemplos aislados similares, aunque
Barcelona, Crítica, 1977]. La importancia teórica del problema es evidente. cronológicamente más matizados; véase, .por ej~ml?lo, A. Ya. A-y:rej, «Ru~s­
En el caso de un país como Suecia, por ejemplo, los habituales estudios kii absoliutizm i evo rol' v utverzhden1e kap1tal1zma v Rossn», I stortya
históricos todavía afirman que «no hubo feudalismo», a causa de la ausen- SSSR, febrero de 1968, pp. 83-104, que considera al a1:solutismo c<;>mo «el
cia de una servidumbre propiamente dicha. Por supuesto, las relaciones prototipo del Estado burgués» (p. 92). Los puntos de vista de AvreJ fuer~n
feudales predominaron en el campo sueco, de hecho, durante toda· la criticados con dureza en el debate posterior, y no expresan la tendencia
última era medieval. general de la discusión.
14 Europa occidental El Estado absolutista en Occidente 15

la unidad celular de la opresión política y económica del cam- ·, ·co. El efecto final de esta redistrib!-lción del poder social
pesinado se vio gravemente debilitada y en peligro de disolu- dtonla nobleza fueron la maqu1n.ana
· · d e E s t a d o y e1 ord en JUTI
· 'd'1co
ción (el final de este camino sería el «trabajo libre» y el «Con-: ~solutistas, . cuya coordinación habría de aumentar la eficacia
trato salarial»). El poder de clase de los señores _feudales quedó, ~el dominio aristocrático al reducir a un campesinado no ser-
pues, directamente amenazado por la desaparición gradual de vil a nuevas formas de dependencia y explotación. Los estados
la servidumbre. El resultado fue un desplazamiento de la coer- monárquicos del Renacimiento fueron, ant~ t?·do y sobre t~d;>,
ción política en un sentido ascendente hacia una cima centra- ii1strumentos modernizados para- el manten1m1ento del dom1n10
lizada y militarizada: el Estado absolutista. La coerción, diluida nobiliario sobre las masas rurft1es.
en el plano de la aldea, se concentró en el plano «nacional». El Al mismo -tiempo, sin embargo, la aristocracia tenía que
resultado de este proceso fue un aparato reforzado de poder adaptarse a un nuevo antagonista: la burguesía mercantil que
real, cuya función política permanente era la represión de las se había desarrollado en las ciudades medievales. Ya se ha visto
masas campesinas y plebeyas en la base de la jerarquía social. que fue precisamente la intromisión de esta tercera presencia
Esta nueva maquinaria de Estado, sin embargo, estaba inves- lo que impidió que la nobleza occidental ajustara cuentas con
tida por su propia naturaleza de una fuerza coactiva capaz de el campesinado al modo oriental, esto es, aniquilando su resis-
destruir o disciplinar a individuos y grupos dentro de la misma tencia y encadenándolo al señorío. La ciudad medieval pudo
nobleza. Como veremos, la llegada del absolutismo nunca fue, desarrollarse gracias a la dispersión jerárquica de la soberanía
para la propia clase dominante, un suave proceso de evolución, en el modo de producción feudal, que había liberado a las eccr
sino que estuvo marcada por rupturas y conflictos extremada- nOIDías urbanas de la dominación directa de una clase domi-
mente duros en el seno de la aristocracia feudal, a cuyos inte- nante rural 10• En este sentido, como ya hemos visto, las ciu-
reses colectivos en último término servía. Al mismo tiempo, el dades nunca fueron exógenas al feudalismo de Occidente. De
complemento objetivo de la concentración política del poder en
la cúspide del orden social, en una monarquía centralizada, fue 10 El famoso debate entre- Sweezy y Dobb, con las contribuciones de

la consolidación, por debajo de ésta, de las unidades de prcr Takahashi, Hilton y Hill, en Science and Society, 1950-53 [La transición
piedad feudal. Con el desarrollo de las relaciones mercantiles, del feudalismo al capitalismo, cit.], es hasta ahora el único tratamiento
marxista sistemático de los problemas fundamentales de la transición del
la disolución de los lazos primarios entre la explotación eco- feudalismo al capitalismo. En un importante aspecto, sin embargo, este
nómica y la coerción político-legal condujo no sólo a una cre- debate gira en torno a un problema falso. Sweezy argumentó (siguiendo
ciente proyección de esta última sobre la cúspide monárquica a Pirenne) que el «primer motor» de la transición fue un agente «externo»
del sistema social, sino también a un fortalecimiento compen- de disolución, esto es, los enclaves urbanos que destruyeron la economía
agraria feudal por la expansión del intercambio mercantil en las ciuda-
satorio de los títulos de propiedad que garantizaban aquella des. Dcbb replicó que el impulso hacia la transición debe situarse dentro de
explotación. En otras palabrás: con la reorganización del sis:. las contradicciones de la propia economía agraria, generadoras de una
tema político feudal en su totalidad, y la disolución del sistema diferenciación social del campesinado y de la expansión del pequeño pro-
original de feudos, la propiedad de la tierra tendió a hacerse ductor. En un ensayo posterior sobre el mismo tema, Vilar formuló ex-
plícitamente el problema de la transición como un problema de determi·
progresivamente menos «condicional», al tiempo que la ..sobe- nación de la correcta combinación de cambios agrarios «endógenos» y
ranía se hacía correlativamente más «absoluta», El debilita- comerciales-urbanos «exógenos», a la vez que insistía por su parte ~n la
miento de las concepciones medievales de vasallaje se desarrolló importancia de la economía mercantil atlántica del siglo xvr: «Problems
in the formation of capitalism», Past and Present, 10, noviembre de 1956,
en ambas direcciones: mientras confería a la monarquía unos páginas 33-34. [«El problema de la formación del capitalismo», en Creci-
poderes nuevos v extraordinarios, emancipó las propiedades de miento y desarrollo, Barcelona, Ariel, 1974.] En un importante y reciente
la nobleza de sus tradicionales limitaciones. En la nueva época; estudio, «Town and country in the transition to capitalism» [New Left
la propiedad agraria adoptó silenciosamente una forma alodial Review, 93, septiembre-octubre de 1975; inclui~o también en La transició;t
del feudalismo al capitalismo, cit.], John Merr1ngton ha resuelto esta anti-
(para usar un término que habría de volverse anacrónico en nomia demostrando la verdad básica de que el feudalismo europeo -lejos
un clima jurídico transformado). Los miembros individuales de de constituir una economía exclusivamente agraria- es el primer modo
la clase aristocrática, que perdieron progresivamente los dere- de producción de la historia que concede _un lugar estructural autónomo
chos políticos de representación en la nueva era, registraron a la producción y al comercio urbanos. En este sentido, el crecimiento
de las ciudades en el feudalismo de Europa occidental es una evolución
avances en la propiedad, como reverso del mismo proceso bis- tan «interna» como la disolución del señorío.
16 Europa occidental Estado absolutista en Occidente 17

hecho, la condición fundamental de su existencia fue la «desto- decisivos, que echaron los_..-fÚndamentos del Renaci-
talización» única de la soberanía en el marco del poder político- europeo, se concentraron en la' segunda mitad del si-
económico del feudalismo. De ahí la resistencia de las ciudades xv, y fue entonces, hacia 1470, cuando al fin cedió en Francia
de. Deciden te a lo largo de la peor crisis del siglo xrv, que e Inglaterra la secular depresión agrícola.
arruinó temporalmente a tantas familias patricias de las urbes Esta fue precisamente la époe;a en que acaeció, en un país
mediterráneas. Los Bardi y Peruzzi se hu-ndieron en Florencia, tras otro, un repentino Y' simultáneo resurgimiento de la auto-
mientras Siena y Barcelona decaían; pero Augsburgo, Génova ridad y la unidad políticas. Desde lo más hondo del tremendo
y Valencia iniciaban precisamente su ascenSo. Durante la depre- caos feudal y de las convulsiones de las guerras de las Rosas,
sión feudal se desarrollaron importantes industrias urbanas, ta- de la guerra de los Cien Años y de la segunda guerra civil de
les como del hierro, el papel y los textiles. Considerada a dis- Castilla, las primeras monarquías «nuevas» se irguieron, prác-
tancia, esta vitalidad económica y social actuó como una inter- ticamente al mismo tiempo, durante los reinados de Luis XI
ferencia objetiva y constante en la lucha de clases por la tierra, en Francia, Fernando e Isabel en España, Enrique VII en In-
y bloqueó cualquier solución regresiva que pudieran darle los glaterra y Maximiliano en Austria. Así, cuando los estados
nobles. Es significativo, en efecto, que los años transcurridos absolutistas quedaron constituidos en Occidente, su estructura
entre 1450 y 1500, que presenciaron los primeros pasos de las estaba determinada fundamentalmente por el reagrupamiento
monarquías absolutas unificadas de Occidente, fueran también feudal contra el campesinado, tras la disolución de la servidum-
los años en que se superó la crisis larga de la economía feudal bre; pero estaba sobredeterminada secundariamente por el auge
gracias a una nueva combinación de los factores de producción~ de una burguesía urbana que, tras una serie de avances técni-
entre los que, por vez primera, jugaron un papel principal los cos y comerciales, estaba desarrollando ya las manufacturas
avances tecnológicos específicamente urbanos. El conjunto de preindustriales en un volumen considerable. Este impacto se-
inventos que coincide con el gozne situado entre las épocas cundario de la burguesía urbana sobre las formas del Estado
«medieval» y «moderna» es demasiado bien conocido para vol- absolutista fue lo que Marx y Engels intentaron captar con los
ver a discutirlo aquí. El descubrimiento del proceso seiger para erróneos conceptos de <<contrapeso» y «piedra angular». De he-
separar la plata del mineral de cobre reabrió las minas de cho, Engels expresó la verdadera relación de fuerzas con bas-
Europa central y provocó un nuevo flujo de metales en la eco- tante exactitud en más de una ocasión: al hablar de los nuevos
nomía internacional; la producción monetaria de Europa cen- descubrimientos marítimos y de las industrias manufactureras
tral se quintuplicó entre 1460 y 1530. El desarrollo de los caño- del Renacimiento, Engels escribió que «a esta gran transfor-
nes de bronce convirtió a la pólvora, por vez primera, en el mación de las condiciones económicas vitales de la sociedad no
arma de guerra decisiva, y redujo a puro anacronismo las de- siguió empero en el acto un cambio correspondiente de su
fensas de los castillos señoriales. El invento de los tipos móviles articulación política. El orden estatal siguió siendo feudal
produjo la llegada de la imprenta. La construcción de galeones mientras la sociedad se hacía cada vez más burguesa» 12 • La
de tres mástiles y con timón a popa hizo los océanos navega-
bles para las conquistas ultramarinas 11 • Todos estos inventos que serán, en una época posterior, los grandes temas filosóficos de la
Ilustración.
11
Sobre cañones y galeones, véase Carlo Cipolla, Guns and sails in 12
Anti-Dühring, Moscú, 1947, p. 126 [Anti-Dühring, en Max y Erigels,
the early phase ?f European expansion, J4()().J700, Londres, 1965 [Cañones Obras, vol. 35, Barcelona, Crítica, 1977, p. 108]; véanse también las pá-
Y yelas en la primera f~se de la expansión europea, 1400-1700, Barcelona, ginas 186-7 [p. 169.], donde se mezclan formulaciones correctas e incorrec-
Anel, 1967]. Sobre la Imprenta, las reflexiones recientes más audaces tas. Hill cita estas páginas en su «Comentarioi> para exculpar a Engels
aunque dañadas por la monomanía habitual en los historiadores de l~ de los errores del conc_epto de «equilibrioi>. En general, es posible encon-
tecnc:ilogía, son la~ ~e Elizabeth L. Eisenstein, «Sorne conjectures about trar textos de Marx y Engels en los que se define el absolutismo de forma
the impact of pr1nhng of Western society and thought: a preliminary más adecuada que en los textos citados anteriormente. (Por ejemplo, en
report)), Journal o( M_odern History, marzo-diciembre de 1968, pp. 1-56, y el mismo Manifiesto comunista hay una referencia directa al <(absolutismo
«The advent of pr1nt1ng and the problem of the Renaissancei> Past and feudal)): Selected Works, p. 56 [Obras escogidas, r, p. 33]; véase también
Present, 45, noviembre de 1969, pp. 19-89. Los descubrimient~s técnicos el artículo de Marx «Die moralisierende Kritik und die kritisierende Mo-
más impc:irt~ntes de esta época ~ueden considerarse, en cierto sentido, ral)), de 1847, en Werke, vol. 4, pp. 347, 352-3.) Difícilmente podría ser de
como vanac1one? dentro de ui: mismo campo, el de las comunicaciones. otra forma, dado que la consecuencia lógica de bautizar a los estados
Afectan, respectivamente, al dinero, el lenguaje, los viajes y la guerra, absolutistas como burgueses o semiburgueses sería negar la naturaleza
18 E.l Estado absolutista en Occiilente 19
Europa occidental
amenaza del :n:alestar ~p~sino. tácitamente constitutiva del ·- taristas», más preocupados. por la.aplicación contemporánea
~~tado abso!ut1sta, se vio as1 acompañada ·siempre por la pre- :e~as norm3.s. J~gales ~OmaIJ-as que pór el análisis académi-
s1on del capital mercantil o manufacturero dentro del conjunto- ----.,-~e&:de--sus p_rinc1p1os teóncos, y que, en el proceso de adaptar el
de las economías occidentales, para moldear los contornos del d echo romano a las condiciones drásticamente transformadas
~oder de la clase arist?crática en. la nueva era. La forma pecu- dersu· tiempo, corrompieron su prístina forma limpiándolo a la
lrar del_ Est.";do absolutista en Occidente se deriva de esta doble ez.de sus contenidos particularistas 13 • Paradójicamente, la mis-
determ1nac1on. . lleainfidelidad de sus trasposiciones de la jurisprudencia latina
Las fuerzas duales que produjeron Ia.S nuevas monarquías ~universalizó» a ésta al, suprimk las. numerosas pa~es del dere-
~e _Ia_ Europa renacentista encontraron una sola condensación ho civil roniano que estaban estnctarnente relacionadas con
JUr1d1ca._ El_ resurgimiento del derecho romano, uno de los gran- fas condiciones históricas de la Antigüedad (por ejemplo, su
des mov1m1entos culturales del período, correspondía ambigua- exhaustivo tratamiento de la esclavitud) 14 • A partir de su pri-
mente a !as n~s1dades de las dos clases sociales cuyo poder mer redescubrimiento en el siglo XII, los conceptos legales ro..
Y categona desiguales dieron forma a las estructuras del Estado manos comenzaron a extenderse gradualmente hacia el exterior
absolt-1;t1s~a en Occidente. En sí mismo, el conocimiento renovado de Italia. A finales de la Edad Media, ningún país importante
de la JUnsprudencia romana databa ya de Ja Baja Edad Media. de Europa occidental estaba al margen de este proceso. Pero
El e~o~me desarrollo del derecho consuetudinario nunca había Ja «recepción» decisiva del derecho romano -su triunfo jurí~
supr1m1do, el recuerdo y la práctica del derecho civil romano dico general- ocurrió en la era del Renacimiento, correlativa-
en· l~ pen1nsula que poseía su más larga tradición, Italia. Fue mente con la del absolutismo. Las razones económicas de su
pre~1samente en Bolonia donde Irnevio, «antorcha del derecho», profundo impacto fueron dobles y reflejaban la contradictoria
~ab1~ comenzado de nuevo el estudio sistemático de las codi- naturaleza del mismo legado original romano .
. ficac1ones de J ustiniano, a comienzos del siglo XII. La escuela de Económicamente, la recuperación e -introducción del dere-
glosadores por él fundada reconstruyó y clasificó metódicamen- cho civil clásico favoreció, fundamentalmente, el desarrollo del
te el legado de los juristas romanos para los cien años siguien- capital libre en la ciudad y en el campo, puesto que la gran
tes. Su obra fue continuada, en los siglos x1v y xv, por los «CO- nota distintiva del derecho civil romano había sido su concep-
ción de una propiedad privada absoluta e incondicional. La con-
~e~ª realidad de las propias revolucio~es burguesas en Europa occidental. cepción clásica de la propiedad quiritaria se había hundido
~ no h~y. duda de que, en medio de una confusión recurrente el
sentido principal de su~ coi;ientarios iba en la línea del concepto 'del prácticamente en las oscuras profundidades del primer feuda-
«crntrapeso)), con. el deshzam1ento concomitante hacia el de la ((piedra an- lismo. Como se ha dicho antes, el modo de producción feudal
gu ar». ~~ hay .ninguna necesid_ad de ocultar este hecho. El inmenso res- se definía precisamente por los principios juridicos de una pro-
peto ~ohtico e .1ntelectuS:l que debemos a Marx y a Engels es incompatible
con ninguna piedad hacia ellos. Sus errores -a menudo más reveladores piedad «escalonada» o condicional, que servía de complemento
qu~ las verdades de otros- no deben eludirse, sino que deben ser iden- a su soberanía fragmentada. Este estatuto de la propiedad se
tificad~s Y superados. Hay que hacer, además, otra advertencia. Durante adaptaba bien a la economía abrumadoramente natural que
largo tiempo ha . estado de moda despreciar la contribución relativa de
En~els .ª la creación del materialismo histórico. Para aquellos que todavía
se incltnan a aceptar esta. i;~ción _re~i~ida, es necesario decir tranquila 1J Véase H. D. Hazeltine, ((Roman and canon law in the Middle Ages»,
Y esc::indalosamente: los JUICIOS htstorzcos de Engels son casi siempre The Cambridge Mediaeval History, v, Cambridge, 1968, pp._ 73741. El cla-
s1:1per1.ores a los de Marx; poseía un conocimiento más profundo de la sicismo renacentista habría de ser muy crítico, consecuentemente con la
historia europea Y una percepción más precisa de sus sucesivas y más obra de los comentaristas.
notables estructuras. En toda la obra de Engels no hay nada que pueda 14
((Pero debido a la aplicación de ese derecho a hechos jurídicos ente-
compararse con las ilusiones y prejuicios de los que en ocasiones fue ramente diversos, desconocidos por la Antigüedad, se planteó la tarea de
c~paz M~rx e~ el campo de la historia, como en la fantasmagórica Secret "construir el hecho jurídicamente, sin contradicción ninguna", y esa
dtplo1?1atic history of the eighteenth century [La diplomacia secreta preocupación pasó casi de modo absoluto al primer plano Y, con ella,
Mad;1d, Taller de. Soc~ología, 1979]. (No es necesario insistir en la supre: apareció la concepción del derecho ahora dominante, como un complejo
~ac1a ~e ~a. contr1buc1ón global de Marx a la teoría general del materia- compacto de "normas'', lógicamente exento de contradicción y de lagu~
h_smo htstor1co.) La estatura de Engels en sus escritos históricos es, pre- nas, que debe ser "aplicado"; y esa concepción resultó ser la única decisiva
c1sam,e~te, lo que hace oportuno llamar la atención sobre sus errores para el pensamiento jurídico.» Weber, Economy and society, II, p. 855
espec1flcos. [Economía y sociedad, México, FCE, 1974, r, p. 635].
20 Europa occidental Estado absolutista en Occidente 21
~n:-ergió en la Edad Oscura, aunque nunca fue completamente no había aquí tampoco ningún pi.arco unifoTine de teoría
1donea para el sector urbano que se desarrolló en la economía procedimient?- legales. La ~uperio:i-idad del derecho romano
medieval. El resurgir del derecho romano durante la Edad la práctica mercantil en las ciudades radica, pues, no sólo
~edia condl;ljº: pues, a un esfuerzo de los juristas por «solidi- en sus claraS nociones de propiedad absoluta, sino también en
ficar» Y dehm1t~r. los concep~os de propiedad, inspirados por sus tradiciones de equidad, sus cánones racionales de prueba
los preceptos clas1cos ahora disponibles. Uno de estos intentos y su hincapié en una judicatura 'profesional, ventajas que los
fue el descubrimiento, a finales del siglo XII, de la distinción tribunales consuetll;dinarios normalmente no eran capaces de
en~re d~mínium di.rectum> y dominium utile para explicar la proporcionar 17 • La recepción del derecho romano en la Europa
ex1st~n~1~ de una Jerarqura de vasallaje y, por tanto, de una renacentista fue, pues, un signo .de la expansión de las relacio-
mult1phc1dad de derechos sobre la misma tierra 1s. Otro fue la nes capitalistas en las ciudades y en el campo: económicamente,
c~racterística noc~ón medieval de· «seisin», concepción interme- respondía a los intereses vitales de la burguesía comercial y
dia entre ~~ <<propiedad» y la «posesión» latinas, que garantizaba manufacturera. En Alemania, país en el que el impacto del
la protecc1on de la propiedad contra las apropiaciones casuales derecho romano fue más dramático, porque sustituyó abrupta-
Y. l~s reclamaciones conflictivas, a la vez que mantenía el prin- mente a los tribunales locales, en el propio hogar del derecho
c1p10 feudal d~ !os múltiples títulos para el mismo objeto; el consuetudinario teutónico, durante los siglos xv y XVI, el ímpetu
d.e~:cho de «seistn» nunca fue exclusivo ni perpetuo 16. La reapa- inicial para su adopción tuvo lugar en las ciudades del sur y el
nc1~n plena de la idea de una propiedad privada absoluta de oeste, y provino desde abajo a través de la presión de litigantes
la tierra fue un producto de la primera época moderna: hasta urbanos por un derecho jurídico claro y profesional 18 • Sin em-
que la producción y el intercambio de mercancías no alcan- bargo, este derecho fue adoptado muy pronto por los príncipes
zaron unos niveles semejantes o superiores a los de la Anti- alemanes, y aplicado en sus territorios en una escala mucho
güedad -tanto en la agricultura como en las manufacturas- mayor y al servicio de fines muy diversos.
los conceptos jurídicos creados para codificarlos no pudiero~ Porque, políticamente, el resurgir del derecho romano corres-
encontrar de nuevo su propia justificación. La máxima de su- pondía a las exigencias constitucionales de los Estados feuda-
p~rficies solo. ~edit -propiedad de la tierra singular e incondi- les reorganizados de la época. De hecho, no puede haber ningu-
cional- volv10 a ser por segunda vez un principio operativo na duda de que, a escala europea, el determinante principal de
(~unque todavía no dominante) en la propiedad agrícola, pre- la adopción de la jurisprudencia romana radica en el giro de
cisamente a causa de la expansión de las relaciones mercantiles los gobiernos monárquicos hacia el incremento de los poderes
en el campo, que habrían de caracterizar la larga transición del
feudalismo al capitalismo en Occidente. En las mismas ciuda- 17
La relación del anterior derecho medieval con el romano en las
des, había crecido espontáneamente durante la Edad Media un ciudades todavía necesita considerable investigación. El relativo avance
derecho comercial relativamente desarrollado. En el seno de la de las normas legales que rigen las operaciones en commenda y el co-
mercio marítimo en la Edad Media, no es sorprendente: el mundo ro-
economía urbana, el intercambio de mercancías había alcanzado mano, como ya hemos visto, carecía de compañías empresariales y abar-
un consid~rable dinamismo en la época medieval y, en algunos caba a un Mediterráneo unificado. Por tanto, no había ninguna razón
as~ectos importantes, su~ formas de expresión legal estaban para desarrollar ni las unas ni las otras. Por otra parte, el temprano
mas avanzadas que sus mismos precedentes romanos: por ejem- estudio del derecho romano en las ciudades italianas sugiere que lo que
en tiempos del Renacimiento aparecía como práctica contractual «me-
plo, en el derecho protomercantil y en el derecho marítimo. dievah> podría h,aberse inspirado originariamente en preceptos legales
derivados de la Antigüedad. Vinogradoff no tiene ninguna duda de que
1 el derecho contractual romano ejerció una influencia directa en los códi-
~ Sobre esta discusión, véase J.-P. Lévy, Hístoire de la proprieté gos de negocios de los burgueses urbanos durante la Edad Media: Roman
Par1s, 1972, pp. 44-6. s>tra c:on~e~uen~ia i~ónica de los esfuerzos por encon: law in mediaeval Europe, pp. 79-80, 131. En la Edad Media, la propiedad
t~ar una nueva c!ai;-1dad Jund1ca, inspirada por las investigaciones me- inmueble urbana, con su «posesión libre», siempre estuvo más cerca de
d1e~a~e~- en los co~1gos romanos, fue, naturalmente, la aparición de la las normas romanas que la propiedad rural, como es obvio.
def1n1c1on de los siervos como glebae adscripti.
.. so bre 1<;- rece~c1on
.,
del concepto de seisin, véase P. Vinogradoff,
18
Wolfgang Kunkell, «The reception of roman law in Gennany: an
interpretation», y Georg Dahm, «Ün the reception of Roman and Italian
R<?ma:z. law in mediq.;v~l Europe, Londres, 1909, pp, 74-7, 86, 95-6; Lévy, law in Gennany», en G. Strauss, comp., Pre-Reformation Germany, Lon-
Htstotre de la propriete, pp. 50-2. dres, 1972, pp. 271, 274-6, 278, 284-92.
22 Europa occidental El Estado absolutista en Occidente 23
centrales. Hay que recordar que el sistema legal romano com- primer sistema político de la Eur9pa feudal que utilizó en
prendía dos sectores distintos y aparentemente contrarios: el gran escala la jurisprudenci?- romana con la codificación del
derecho civil, que regulaba las transacciones económicas entre derecho can,ónico en los siglos XII y XIII. La afirmación de una
los ciudadanos, y el derecho público, que regía las relaciones plenitudo potestatis del papa dentro de la Iglesia estableció el
políticas entre el Estado y sus súbditos. El primero era el jus, precedente para las pretensiones posteriores de los príncipes
el segundo la lex. El carácter jurídicamente incondicional de la seculares, realizadas a menudo, precisamente, contra las des-
propiedad privada, consagrado por el primero, encontró su orbitadas aspiracio_nes religiosas. Por otra parte, y del mismo
equivalente contradictorio en la naturaleza formalmente abso- modo que los abogados canonistas del papado fueron los que
luta de la soberanía impeTial ejercida por el segundo, al menos construyeron· e hicieron funcionar sus amplios controles admi-
desde el Dominado en adelante. Los principios teóricos de este nistrativos sobre la Iglesia, fueron los burócratas semiprofesio-
imperium político fueron los que ejercieron una influencia y nales adiestrados en el derecho romano quienes proporcionaron
~ª. atracci~n profundas sobre las nuevas monarquías del Rena- los servidores ejecutivos fundamentales de los nuevos estados
c1m1ento. 81 la revitalización de la noción de propiedad quiri- monárquicos. De forma característica, las monarquías absolu-
taria traducía y, simultáneamente, promovía el crecimiento tas de Occidente se asentaron en un cualificado estrato de
general del intercambio mercantil en las economías de transi- legistas que proveían de personal a sus maquinarias administra-
ción .de _aquella épo~a, el resurgimiento de las prerrogativas tivas: los letrados en España, los maitres des requetes en
autontar1as del Dominado expresaba y consolidaba la concen- Francia, los doctores en Alemania. Imbuidos en las doctrinas
tración del poder de la clase- aristocrática en un aparato de Es- romanas de la autoridad del príncipe para decretar y en las con-
tado centralizado que era la reacción noble frente a aquél. El cepciones romanas de las normas legales unitarias, estos buró-
doble movimiento social inserto en las estructuras del absolu- cratas-juristas fueron los celosos defensores del centralismo
tismo occidental encontró así su concordancia jurídica en la real en el crítico primer siglo de la construcción del Estado
reintroducción del derecho romano. La famosa máxima de Ul- absolutista.
piano -quod principi placuit legis habet vicem, «la voluntad La impronta de este cuerpo internacional de legistas, más que
del príncipe tiene fuerza de ley»- se convirtió en un ideal cons- cualquier otra fuerza, fue la que romanizó los sistemas jurídicos
titucional en las monarquías renacentistas de todo el Occiden- de Europa occidental durante el Renacimiento. Pues la trans-
19
te • La idea complementaria de que los reyes y príncipes formación del derecho reflejaba inevitablemente la distribución
estaban ab legibus solutus, o libres de las obligaciones legales del poder entre las clases poseedoras de la época: el absolutis-
a:ite~iores, p;oporcionó las bases jurídicas para anular los pri- mo, en cuanto aparato de Estado reorganizado de la dominación
v1leg1os medievales, ignorar los derechos tradicionales y some- nobiliaria, fue el arquitecto central de la recepción del derecho
ter las libertades privadas. romano en Europa. Incluso allí donde las ciudades autónomas
En otras palabras, el auge de la propiedad privada desde iniciaron el movimiento, como en Alemania, fueron los prínci-
abajo, se vio equilibrado por el aumento de la autoridad pública pes quienes se apoderaron de él y lo domesticaron; y allí donde
desde arriba, encamada en el poder discrecional del monarca. el poder real fue incapaz de imponer el derecho civil, como en
Los estados absolutistas de Occidente apoyaron sus nuevos fi- Inglaterra, éste no pudo echar raíces en el medio urbano 20 • En
nes en precedentes clásicos: el derecho romano era el arma
intelectual más poderosa que tenían a su disposición para sus 20
El derecho romano nunca fue adoptado en Inglaterra, a causa, espe-
característicos programas de integración territorial y centralis- cialmente de la temprana centralización del Estado anglonormando, cuya
mo administrativo. De hecho, no fue accidental que la única unidad administrativa hizo a la monarquía inglesa relativamente indife-
monarquía medieval que lograse una completa emancipación de rente a las ventajas del derecho civil durante su difusión medieval;
véanse los pertinentes comentarios de N. Cantor, Mediaeval history, Lon-
las ataduras representativas o corporativas fuese el papado, dres, 1963, pp. 345-9. A comienzos de la época moderna, las dinastías
Tudor y Estuardo introdujeron nuevas instituciones jurídicas de derecho
19
civil (Cámara estrellada, Almirantazgo, Cancillería), pero en último tér-
Un ideal, pero en modo alguno el único: como veremos la com- mino fueron incapaces de prevalecer sobre el derecho consuetudinario:
pleja práctica del absolutismo estuvo muy lejos de correspo~der a la tras los fuertes conflicto~ entre ambos a principios del siglo XVII, la
máxima de Ulpiano. revolución inglesa de 1640 selló la victoria del último. Para algunas refle-
25
24 Europa occidental lutista en Occidente
. El Estado a bso
. montañosas que_.,sé especializaban ~n pro-
el proceso sobredeterminado de renacimiento de lo romano; la
presión política de los Estados dinásticos tuvo la primacía: las ~ente en regi~~i: fueron los gurkas de los primeros tiempos
exigencias de «claridad» monárquica dominaron a las de «se- veerlos: los sui d na Los ejércitos franceses, holandeses, e~-
guridad>> mercantil 21 • Aunque todavía extremadamente impei~_,,_ ,.-ae-la---Europa _mo_ se~ i~gleses incluían a suabos, albaneses, s-i.:i-
pañoles, austriaco1 es turcos h4ngaros o italianos 23. La razon
fecto e incompleto, el crecimiento en racionalidad formal de
los sistemas legales de la primera Europa moderna fue obra, zos, irlan;:iese~, _ga ~!1 :Éerróme~o mercenario fue, por supuesto,
social mas o vi~ de la clase noble a annar en ma~a a sus
preponderantemente, del absolutismo aristocrático. -----i-a--·-natural nega~iva E 'cticamente imposible adiestrar a
El principal efecto de la modernización jurídica fue, pues, . pesinos. ce s pra 1 rra
el reforzamiento del dominio de la clase feudal tradicional. La
propios car:ibd ·1os de 'una república en las artes de a gue '
todos l?s su . i o conservarlos obedientes a las l~y~s y a l_os
aparente paradoja de este fenómeno quedó reflejada en toda
y al _mismo t1emp saba Jean Bodin. «Esta fue, qu1za,_ l~ pnn-
la estructura de las monarquías absolutas, construcciones exó- mag1strados», confe
ticas e híbridas cuya fachada «moderna» traicionaba una y otra , la que F rancisco
. I d1"solvió
_ los siete regimientos,
. 24
vez un subterráneo arcaísmo. Esto puede verse con toda cla- cipal razondpo~ 000 infantes, que había creado en est: reino» .
cada _uno e . d' onfiarse en las tropas mercenarias, des~o­
ridad en el estudio de las innovaciones institucionales que anun- A la inversa, po ia c d 1 población local para extir-
ciaron y tipificaron su llegada: ejército, burocracia, impuestos, . 1 so de la lengua e a '
nocedoras ir:; u . 1 Los Landsknechten alemanes se enfrenta-
comercio, diplomacia. Podemos pasar revista brevemente a cada p ar la rebelion socia . . sinos de 1549 en Inglaterra,
una de ellas. Se ha señalado ·con frecuencia que el Estado abso- 1 vantamientos campe . ¡·
ron con 1os ~ t l del país mientras los arcabuceros ita iano.s
lutista echó los cimientos del ejército profesional, que creció eri la zona orier: a. ., , rebelión rural en la zona occi-
inmensamente en tamaño con la revolución militar introducida aseguraban la ~-qmdac1o:~~ól: reprimir las guerrillas de bolo-
en los siglos XVI y xvn por Mauricio de Orange, Gustavo Adolfo dental; la guar rn s~1za!662 1702 en Francia. La importancia
y Wallenstein (instrucción y línea de infantería por el holandés; ñeses y camisards e y . s desde Gales a Polonia, cada
carga de caballería y sistema de pelotones por el sueco; mando fundamental de los mef~cenlanod la Edad Media no fue sim-
único vertical por el checo)"· Los ejércitos de Felipe II conta- , · "ble desde ma es e ' d
vez mas vis1 . . . 1 del absolutismo en el es-
ban con unos 60.000 hombres, mientras que los de Luis XIV, plemente un exl?edie11:te ~rovis~oen~o marcó hasta el mismo mo-
cien años después, tenían hasta 300.000. Tanto la forma como la p untar de su existencia, sino q . A f" 1 del siglo XVIII
función de esas tropas divergía enormemente de la que más . ·, Occidente 1na es '
mento de su desapar1ci?n en . , n de. la recluta obligatoria en
adelante sería característica del moderno Estado burgués. No incluso después d~ la introdu~ci~asta dos tercios de cualquier
constituían normalmente un ejército nacional obligatorio, sino los principales paises europeo ' f dos por soldadesca ex-
una masa mixta en la que los mercenarios extranjeros desem- ejército «nacio.nab> 2spodía~ es~~rde~~~:olutismo prusiano -que
peñaban un papel constante y central. Estos mercenarios se tranjera asalariada . El eJemp d bra fuera de sus fronteras
reclutaban, significativamente, en zonas que quedaban fuera del compraba y secuestraba su mano e ~ fuerza- es un recuerdo
perímetro de las nuevas monarquías centralizadas, frecuente- utilizando la subasta y la :eva por a lara diferencia entre
de que no había necesariamente una e
xiones sobre este proceso, véase W. Holdsworth, A history of English ambos. . . . b 0 la función de estas vastas Y
law, rv, Londres, 1924, pp. 284-5. Al mismo tiempo, sin em arg 'b", claramente diferente de
nuevas masas de soldad<?'s era ~~m.t~; capitalistas. Hasta ahora
21
Estos son los dos términos utilizados por Weber para señalar los
respectivos intereses de las dos fuerzas interesadas en la romanización: la función de los postenores e1erci
«Por regla general, los funcionarios aspiran a la "claridad"; las capas
burguesas a la "seguridad" de la aplicación del derecho.» Véase su exce- . . {{Foreing mercenaries and absolute
lente argumentación en Economy and society, rr, pp. 847-8 [Economía y 23 El ensayo de V1ctor K1ernan~bril de 1957, pp. 66-86, reimpreso en
sociedad, r, pp. 629-30]. · monarchy)}, Past and .v.res~nt, 11, 1560-1660 Londres, 1965, pp. 117-40,
n Michael Roberts, «The military revolution, 1560-1660», en Essays in T. Aston (c~m~.), Crisis binl ~urºf:~ómeno ~ercenario, al que poco se
Swedish history, Londres, 1967, pp. 195-225, que es un libro fundamental; es un estudio 1ncompara e e
Gustavus Adolphus: a history of Sweden, 1611-1632, vol. rr, Londres, 1958, ha añadido después. . l' de la République París, 1578, p. 669.
páginas 169-89. Roberts quizá sobrevalora el crecimiento cuantitativo de 24 Jean Bodin, Les six iy:es f mpire Nue~a York, 1940, p. 83.
los ejércitos en esta época. 2s Walter Dorn, Competttion or e '
26 Europa occidental Estado absolutista en Occidente 27

no existe ningrma teoría marxista de las cambiantes funciones de un confín a otro del continente sin sufrir por. ell?
sociales de la guerra en los diferentes modos de producción. nirigu.na dislocación. Los linajes angevinos podían gobernar indiw
No es éste el lugar para estudiar ese tema. Con todo, puede temente en Hungría, Inglaterra o Nápoles; los normandos
afirmarse que la guerra era, posiblemente, el modo más racional . :efntioquía, Sicilia o Inglaterra; los borgoñones ~n Portugal
y más rápido de que disponía cualquier clase dominante en el z landa· los luxemburgueses en las tierras del Rin o en Bo-
feudalismo para expandir la extracción de excedente. Es cierto oh e·a· los' flamencos en Artois o Bizancio; los Habsburgo en
que ni la productividad agrícola ni el volumen del comercio Aellll
.- tria' los Países Bajos o España. En esas varia . d
as t.ierras
quedaron estancados durante la Edad Media. Para los señores, us ra ~reciso que señores y ta1npesinos compartieran una lei:-
sin embargo, crecían muy lentamente en- comparación con las no e común.· No existía solución de continuidad entre l?s terri-
repentinas y masivas «cosechas)> que producían las conquistas gu~os pu'blicos y los dominios privados, y el medio clásico para
territoriales, de las que las invasiones normandas de Inglaterra
~ . ·w
su adquisición era la guerra, . encubiert~ de forma 1i;v.arrn e
o Sicilia, la toma angevina de Nápoles o la conquista castellana bajo reclamaciones de legitimidad religiosa o genealo_gica. ~a
de Andalucía fueron sólo los ejemplos más espectaculares. Era guerra no era el «deporte» de los príncipes, sino su .des~ino . Mas
lógico, pues, que la definición social de la clase dominante llá de la limitada diversidad de caracteres e inchnaciones
feudal fuese militar. La específica racionalidad económica de la ~ndividuales, la guerra les atraía inexorablemente como una n~­
guerra en esa formación social es la maximización de la rique- esidad social de su estado. Para Maquiavelo, cuando estudia
za, y su papel no puede compararse al que desempeña en las ~a Europa de comienzos del siglo xvr, la última normz: de ~u
formas desarrolladas del modo de producción que le sucede, i' era una verdad tan obvia e inevitable como la existencia
se u , .
del cielo por encima de sus cabezas: « n pr1nc1pe, _pues, no
dominado por el ritmo básico de la acumulación del capital y
por el «cambio incesante y universal» (Marx) de los fundamen- debe tener otro objeto ni otro pensamiento, ni cultivar otro
tos económicos de toda formación social. La nobleza fue una rte más que la guerra, el orden y la disciplina de los ejércitos,
clase terrateniente cuya profesión era la guerra: su vocación ª ·
porque éste es el único arte que se espera ver eJerc1'do por e1
social no era un mero añadido externo, sino una función intrín- que manda» 26 • • •
seca_ a su posición económica. El medio normal de la competen- Los estados absolutistas reflejaban esa racionahd~d arcaica
cia intercapitalista es económico, y su estructura es típicamente en su más íntima estructura. Eran máqu~na~ .co~stru1das esp~­
aditiva: las partes rivales pueden expandirse y prosperar -aun- cialmente para el campo de b~talla. ~s signif1cativ? que el pri-
que de forma desigual- a lo largo de una misma confrontación, mer impuesto regular de ámbito nacional establecido en_ Franw
porque la producción de mercancías manufacturadas e-s ilimita- cia, la taille royale, se recaudara para financiar las ~r1me;as
da por naturaleza. Por el contrario, el medio típico de la con- unidades militares regulares de Europa, las compagnies dar·
frontación interfeudal era militar y su estructura siempre era, donnance de mediados del siglo xv, cuya primera unidad estaba
potencialmente, la de un conflicto de suma nula en el campo compuesta por aventureros escoceses. A mediados del sig!o XVI,
de batal!a, por el que se perdían o ganaban cantidades fijas el 80 por 100 de las rentas del Estado español se desynaban
de tierras. Esto es así porque la tierra es un monopolio natural: a gastos militares. Vicens Vives pudo escribir que: <~e~ i.mpulso
sólo se puede redividir, pero no extender indefinid_amente. El hacia la monarquía administrativa a la moderna se 1n1cia en el
objeto categorial de la dominación nobiliaria era el territorio, occidente de Europa con. las grandes operaciones navales em-
independientemente de la comunidad que lo habitase. Los perí- prendidas por Carlos V contra los turcos en el Mediterráneo
metros de su poder estaban definidos por la tierra como tal, y occidental en 1535» 27 • Hacia mediados del siglo XVII, los desemw
no por el idioma. La clase dominante feudal era, pues, esencial- bolsos anuales de los principados del continente, desde Suecia
mente móvil en un sentido en que la clase dominante capitalista
nunca pudo serlo después, porque el mismo capital es par exce- 26 Niccolb Machiavelli, Il Principe e Discorsi, Milán, 1960, p. 62 [El

llence internacionalmente móvil y permite que sus propietarios Príncipe, Barcelona, Bruguera, 1978. p. 140], , .
27 J. Vicens Vives, «Estructura admillistrativa estatal en los siglos XVI
estén fijos nacionalmente; pero la tierra es nacionalmente in- XI Congres International des Sciences Historiques. Rapport~, ~v,
móvil y los nobles tienen que viajar para tomar posesión de Go,;~;~~;~f;~ 1960; ahora reimpreso en Vicens Vives, Coyuntura economica
ella. Cualquier baronía o dinastía podía, así, transferir su resi- v 0 burgués, Barcelona, Ariel, 1968, p. 116.
28 Europa occidental El Estado absolutista en Occidente 29

hasta el Piamonte, se dedicaban predominante e invariablemente, , fortunas a Carlos V en su hora de - necesidad después de la
en todas partes, a la preparación o sostenimiento de la guerra, derrota de Ceresole, de acucyrdo exacta'.mente con el modelo de
inmensamente más costosa entonces que en el Renacimiento. -~-1as ___ tradiciqnes feudales 31 • Esos tenedores de cargos, que proli-
Un siglo después, en ]¡xs pacíficas vísperas de 1789, y de acuerdo , feraron eil Francia, 1talia, España, Gran Bretaña u Holanda,
con Necker, dos tercios del gasto del Estado francés se dedi- podían esperar obtener un beneficio de hasta el 300 o el 400
caban todavía a las fuerzas militares. Es evidente que esta por 100 de su compra, y po.siblemente mucho más. El sistema
morfología del Estado no corresponde a la racionalidad capita- -nació en el siglo ,XVI y se convirtió en un soporte financiero
lista; representa el recuerdo ampliado de las funciones medie- fundamental de los Estados absolutistas durante el siglo XVII.
vales de la guerra. Por supuesto, los grandiosos aparatos mili- su carácter groseraménte parasitario es evidente: en situaciones
tares del último Estado feudal no se mantuvieron ociosos. La extremas (de la que es un ejemplo Francia en la década de 1630)
permanencia virtual del conflicto internacional armado es una podía costar al presupuesto real en desembolsos (por arrenda-
de las notas características de todo el clima del absolutismo: miento de impuestos y exenciones) casi tanto como le propor-
la paz fue una meteórica excepción en los siglos de su domina- cionaba en remuneraciones. El desarrollo de la venta de cargos
ción en Occidente. Se ha calculado que en todo el siglo xvr fue, desde luego, uno de los más llamativos subproductos del
sólo hubo veinticinco años sin operaciones militares de largo incremento de monetarización de las primeras economías mo-
alcance en Europa 28 ; y que en el siglo XVII sólo transcurrieron dernas y del relativo ascenso, dentro de éstas, de la burguesía
siete años sin grandes guerras entre estados 29 • Esta sucesión mercantil y manufacturera. Pero la integración de esta última
de guerras resulta ajena al capital, aunque, como veremos, en- en el aparato del Estado, por medio de la compra privada y de
últin10 término contribuyera a ellas. la herencia de posiciones y honores públicos, también pone de
La burocracia civil y el sistema de impuestos caracteristicos manifiesto su posición subordinada dentro de un sistema polí-
del Estado absolutista no fueron menos paradójicos. Parecen tico feudal en el que la nobleza constituyó siempre, necesaria-
representar una transición hacia la administración legal racional mente, la cima de la jerarquía social. Los officiers de los parla-
de Weber, en contraste con la jungla de dependencias particu- mentos franceses, que jugaron al republicanismo municipal y
laristas de la Baja Edad Media. Al mismo tiempo, sin embargo, apadrinaron las mazarinadas en la década de 1650, se convir-
la burocracia del Renacimiento era tratada como una propiedad tieron en los más acérrimos defensores de la reacción nobiliaria
vendible a individuos privados: importante confusión de dos en la de 1780. La burocracia absolutista reflejó, y al mismo
órdenes que el Estado burgués siempre ha mantenido diferen- tiempo frenó, el ascenso del capital mercantil.
ciados. Así, el modo de integración de la nobleza feudal en el Si la venta de cargos fue un medio indirecto de obtener
Estado absolutista que prevaleció en Occidente adoptó la forma rentas de la nobleza y de la burguesía mercantil en términos
de adquisición de «cargos» 30 • El que compraba privadamente beneficiosos para ellas, el Estado absolutista gravó también, y
una posición en el aparato público del Estado la amortizaba por sobre todo, naturalmente, a los pobres. La transición económica
medio de la corrupción y los privilegios autorizados (sistema de las prestaciones en trabajo a las rentas en dinero vino acom-
de honorarios) en lo que era una especie de caricatura moneta- pañada, en Occidente, por la aparición de impuestos reales para
rizada de la investidura de un feudo. En efecto, el marqués del financiar la guerra que, en la larga crisis feudal de finales de
V¡xsto, gobernador español de Milán en 1544, pudo solicitar a los la Edad Media, ya fueron una de las principales causas de los
poseedores italianos de cargos en esa ciudad que ofrecieran sus desesperados ~evantarnientos campesinos de la época. «Una ca-
dena de rebeliones campesinas dirigidas claramente contra los
28
impuestos estalló en toda Europa [",] No había mucho que
R. Ehrenberg, Das Zeitalter der Fugger, Jena, 1922, I, p. 13. elegir entre los saqueadores y los ejércitos amigos o enemigOs:
G. N. Clark, The seventeenth century, Londres, 1947, p. 98. Ehrenberg,
29

con una definición ligeramente distinta, o.frece una estimación algo más unos se llevaban tanto como los otros. Pero entonces apare-
baja, veintiún años. ,,
30
El mejor estudio de conjunto de este fenómeno internacional es el ·O
·¡··
·.'·.,'
.•
de K. W. Swart, Sale of offices in the seventeenth century, La Haya, 1949; 31
Federico Chabod, Scritti sul Rinascimento, Turín, 1967, p. 617. Los
el estudio nacional más amplio es el de Roland Mousnier La venalité des 1
funcionarios milaneses rechazaron la demanda de su gobernador, pero
offices sous Henri IV et Louis XIII, Ruán, s. f. ' sus homólogos de otros lugares quizá no fueran tan decididos.
30 Europa occidental El Estado absolutista en Occid~nte 31

cieron los recaudadores de impuestos y arramblaron con todo · metales preciosos y de moneda,. en- ia, creencia de que existía
lo que pudieron encontrar. Los señores recobraban en último una cantidad fija de comercio y de riqueza en el mundo. Por
término de sus hombres el importe de la «ayuda» que ellos -----~decirlo con la famas~ frase de He:~sher: «e,l ~stado era ~ _la
mismos estaban obligados a prestar a su soberano. Es indudable ,vez el sujeto y el ob3eto de la pol1t1ca econom1ca mercant1l1s-
que de todos los males que afligían a los campesinos, los que ta» 34. Sus creaciones más características fueron, en Francia, las
sufrían con más dolor y menos paciencia eran los que provenían manufacturas reales y las gremios regulados por el Estado, y en
de las cargas de la guerra y de los remotos impuestos» 32 • Prác- Inglaterra, las compañías privilegiadas.- La genealogía medie:ral
ticamente en todas partes, el tremendo peso de los impuestos y corporativista de li;:is primeros apenas necesita comentano;
-la taille y la gabelle en Francia, los servicios en España- la reveladora fusión de los órdenes político y económico en las
cayó sobre los pobres. No existía ninguna concepción del «ciu- segundas escandalizó a Adam Smith. El mercantilismo represen-
dadano» jurídico, sujeto al fisco pqr el mismo hecho de perte- taba exactamente las concepciones de una clase dominante feu·
necer a la nación. La clase señorial, en la práctica y en todas dal que se había adaptado a un mercado integrado, pero pre-
partes, estaba realmente exenta del impuesto directo. Porshnev servando su visión esencial sobre la unidad de lo que Francis
ha bautizado con razón a las nuevas contribuciones impuestas Bacon llamaba <<consideraciones de abundancia» y «Considera-
por el Estado absolutista con el nombre de «renta feudal cen- ciones de poder». La clásica doctrina burguesa del laissez faire,
tralizada», para oponerlas a los servicios señoriales que forma- con su rigurosa separación formal de los sistemas políticos y
ban la «renta feudal local» 33 : este doble sistema de exacción económico, estaría en sus antípodas. El mercantilismo era, pre-
condujo a una torn1entosa epidemia de rebeliones de los pobres cisamente, una teoría de la intervención coherente del Estado
en la Francia del siglo XVII, en las que los nobles provincianos político en el funcionamiento de la economía, en interés a
condujeron muchas veces a sus propios campesinos contra los la vez de la prosperidad de ésta y del poder de aquél. Lógica-
recau·dadores de impuestos como mejor medio para extraerles mente, mientras la teoría del laisSez faire sería siempre «paci-
después sus cargas locales. Los funcionarios del fisco tenían fista», buscando que los beneficios de la paz entre las naciones
que ser custodiados por unidades de fusileros para cumplir su incrementaran un comercio internacional mutuamente venta-
misión en el campo: reencarnación en forma modernizada de joso, la teoría mercantilista (Montchrétien, Bodin) era profun-
la unidad inmediata entre coerción político-legal y explotación damente «belicista» al hacer hincapié en la necesidad y renta-
económica constitutiva del modo de producción feudal en cuan- bilidad de la guerra 35 • A la inversa, el objetivo de una economía
to tal.
Las funciones económicas tj.el absolutismo no se redujeron, -1 4 Hecksher afirma que el objeto del mercantilismo era aumentar el
sin embargo, a su sistema de impuestos y de cargos. El mercan- «poder del Estado» antes que «la riqueza de las naciones», y que eso
tilismo, doctrina dominante en esta época, presenta la misma significaba una subordinación, según las palabras de Bacon, de las «Con-
ambigüedad que la burocracia destinada a realizarlo, con la sideraciones de abundancia» a las «Consideraciones de poder» (Bacon alabó
a Enrique VII por haber limitado las importaciones de vino en bar-
misma regresión subterránea hacia un prototipo anterior. Indu- cos ingleses basándose en esto). Viner, en una eficaz respuesta, no tiene
dablemente, el mercantilismo exigía la supresión de las barreras ninguna dificultad en mostrar que la mayoría de los escritores mercan-
particularistas opuestas al comercio dentro del ámbito nacional, tilistas dan a ambos igual importancia y los consideran compatibles.
esforzándose por crear un mercado interno unificado para la «Power versus plenty as objectives of foreign policy in the 17th and 18th
centuriesi>, World Politics, r, 1, 1948, reimpreso en D. Coleman, comp.,
producción de mercancías. Al pretender aumentar el poder del Revisions in mercantilism, Londres, 1969, pp. 61-91. Al mismo tiempo, Viner
Estado en relación con los otros estados, el mercantilismo subestima claramente la diferencia entre la teoría y la práctica del mer-
alentaba la exportación de bienes a la vez que prohibía la de cantilismo y las del laissez-faire que le siguió. En realidad, tanto Hecksher
como Viner pierden de vista, por razones diferentes, el punto esencial,
que es la indistinción de economía y política en la época de transición
32 Duby, Rural economy and country life in the mediaeval West, Lon-
que produjo las teorías mercantilistas. La discusión en torno a si una
dres, 1968, p. 333 [Economía rural y vida campesina en el Occidente me- de ellas tenía «primacía» sobre la otra es un anacronismo, porque en la
dieval, Barcelona, Península, 1973]. práctica no existió tal separación rígida de ambas hasta la llegada del
33
B. F. Porshnev, Les soulCvements populaires en France de 1623 O. laissez-faire.
1648, París, 1965, pp. 395-6 [ed. cast. abreviada: Los levantamientos popu- 35 E. Silberner, La guerre dans la pensée économique du XVI• au XVIII•

lares en Francia en el siglo XVII, Madrid, Siglo XXI, 1978]. siCcle, París, 1939, pp. 7-122.
33
32 Europa occidental . . . d absolutista en Occidente
/31 Esta o _
fuerte era la victoriosa prosecuc1on de una política exterioi- d~_·' · . te delimitado de úni<:!ades políticas homogé-
·..... ·unto claramen l d d S
conquista. Colbert dijo a Luis XIV que las manufacturas reales_-,, é~nJ ,- d · , por un sistema intemaciona e esta os. ;1
eran sus regimientos económicos y los gremios sus reservas. El~ neas, es , ~c1r, i·nextricablemente confuso y enredado: en el
·-.~· -·-··poht1co· era
más grande de los mercantilistas, que restableció las finanz~~ --mapa 'f' mente entremezcladas y estrat1·f·1cad as d'f 1 e-
. .b n geogra ica . 1 les,
del Estado francés en diez milagrosos años de administración e.s..ta a . J·un'di'cas y abundaban las alianzas pura
instancias ' , d
lanzó a su soberano a la desgraciada invasión de Holanda e~ rentes , ·me'tric<Ís y los enclaves anomalos 38 • Dentro e
·.··. · beramas asi · ·¡·d d d
1672 con este expresivo consejo: «Si el rey _lograra poner a " ___.Ja;s. _-~S:C.:: rincado laberinto no había ninguna pos1b1 1 a , e qu~
todas las Provincias Unidas bajo su autoridad, su comercio pasa- est. e .1nt . tema diplomátiCo formal, porque no hab1a un1-
1era un sis d · t' d d
ría a ser el comercio de los súbditos de su majestad, y entonces surg . d ni aridad de concurréntes. El concepto e cr1s 1an ~
no habría nada más que pedir» 3tí. Cuatro décadas de conflicto f~r::i~~~e la pque eran miembros tod_os los hombre~, l?ropo,r~10-
europeo iban a seguir a esta muestra de razonamiento econó- latln ,a ]os conflictos y las decisiones una. matriz 1deolog1ca
mico, que capta perfectamente la lógica social de la agresión ~~?ª l'sta que constituía el reverso necesario
- de la extremada
absolutista y del mercantilismo depredador: el comercio de los uroversa 1 'd d .
rticularista de las unidades po l'1t1cas.
· As1,' las
heterogene1 a pa ., , d'
holandeses era tratado como la tierra de los anglosajones o las .. b ·actas» eran simples viajes de salutac1on, espora 1cos Y no
propiedades de los moros, como un objeto físico que podía «em.~idos que podían ser enviadas tanto por un vasallo, o ~ub­
tomarse y gozarse por la fuerza militar como modo natural de retrill den'tro de determinado territorio, como entre pnnc1pes
apropiación, y poseerse después de forma permanente. El error :es~i~ersos territorios, o entre un príncipe y su soberano. ~a
óptico de este juicio particular no lo hace menos representativo:--- ___ ,, ______ - · ·, d la pirámide feudal en las nuevas monarqu1as
contracc1on e . - .
los estados absolutistas se miraban entre sí con los mismos ojos. t alizadas de la Europa renacentista produjo, por .ve~ pr1-
Las teorías mercantilistas de la riqueza y de la guerra estaban, cen r . t ma formalizado de presión e intercambio inter-
mera un sise ..., d 1
por supuesto, conceptualmente interconectadas: el modelo de ·t ta'1 con el establecimiento de la nueva 1nst1tuc1on e as
es a ' · cille-
suma nula de comercio mundial que inspiraba su proteccionis- embaj adas recíprocamente asentadas en el extranjero, ca.n .
mo económico se derivaba del modelo de suma nula de política , permanentes para las relaciones exteriores y comun1cac10-
internacional, inherente a su belicismo. rias e inform~s diplomáticos secretos, protegidos por el nuevo
Naturalmente, el comercio y la guerra no fueron las únicas nes epto de «extraterritorialidad» 39, El espíritu resueltame~te
actividades externas del Estado absolutista en Occidente. Su ~~~~lar del egoísmo político que inspiraría en ad~l~nte la prac-
otro gran esfuerzo se dirigió a la diplomacia, que fue uno de tica de la diplomacia fue expresado con toda n1t1dez. por E::-
los grandes inventos institucionales de la época, inaugurado en molao Barbara el embajador veneciano que fue su primer teo-
la reducida área de Italia en el siglo xv, institucionalizado en rico. «La prim~ra obligación de un embajador es exactamente
el mismo país con la paz de Lodi, y adoptado en España, Fran-
cia, Inglaterra, Alemania y toda Europa en el siglo xvr. La diplo- lo ue han dicho sus colegas occidentales, s~ fallo m~s .importa~te n~
macia fue, de hecho, la indeleble marca de nacimiento del q rígido «dogmatismo)), sino un «ingenio»_ superfert11, no s1e,mpr
Estado renacentista. Con sus comienzos nació en Europa un sis- ~i~i~~do adecuadamente por la disciplina de las pruebas; claro est~.q~e
ese mismo rasgo es el que le convierte, en otro aspecto, en un is c-
ten1a internacional de estados, en el que había una perpetua riador original e imaginativo. Las sugerencias al final de ~u ensayo sobre
<<exploración de los puntos débiles en el entorno de un Estado el concepto de «Un sistema internacional de estados»_ son tnteresa~t~. 1
o de los peligros que podían emanar contra él desde otros es-
tados» 37 • La Europa medieval nunca estuvo compuesta por un
3B A Engels le, gustaba citar el ejemplo de Borgona: «Carlos e
por ejemplo, era súbdito feudal del emperador por una parte d! sus
del re de Francia por otra; pero, por otra parte, e rey e
a v_o,
t:
Vr~~cÍa, su selor feudal, era al mismo tiempo súb~ito de Carlos el Cal.vo,
36 Pierre Goubert, Louis XIV et vingt millions de fran<;ais, París, 1966,

página 95.
~~u}~~~i~;s~~~~~~~t:lg{f~:: ~~~io~:~:z'(é;:; ~~u~~~~~~t~n~ªd~~cA~f:
37 B. F. Porshnev, «Les rapports politiques de l'Europe occidentale et kommen der Bourgeoisie, en Werke, vol. 21,. p. 396.. d
de l'Europe orientale a l'époque de la guerre des Trente Ans», x1~ Congres i~ Sobre todo este desarrollo de la nueva diplomacia .en losRalb~res e
lnternational des Sciences Historiques, Upsala, 1960, p. 161: incursión ex- la Europa moderna, véase la gran obra de Garrett Mattlngly, ~natssan~e
tremadamente especulativa en la guerra de los Treinta Años, que es un diplomacy, Londres, 1955, passim. La frase de Barbare se cita en a
buen ejemplo de la fuerza y la debilidad de Porshnev. Al contrario de página 109.
34 Europa occidental El Estado absolutista en Occidente 35

la misma que la de cualquier otro servidor del gobierno, esto -:¡; , , las había ocasionado. Parí_s, pudo :-<ir-· ?errotada en la ruino;a
es, hacer, decir, aconsejar y pensar todo lo que sirva mejor ha militar para la sucesion espanola; pero la casa de Borbon
1
a la conservación y engrandecimiento de su propio Estado.» i::,~edó Madrid. El índice del . predominio feudal en el Estado
Con todo, estos instrumentos de la diplomacia -embaja- , bsolutista es evidente tambien en la diplomacia.
dores o secretarios de Estado- no eran todavía armas de un a Inmensamente engrandecido y reorganizado, el Estado feudal
moderno Estado nacional. Las concepciones ideológicas del del absolutismo estuvo,, a pesar de to~o'. constante y _pr~fun­
«nacionalismo» fueron ajenas, corno tales, a la naturaleza íntima d mente sobredeterminado por el crecimiento del cap1tahsmo
del absolutismo. Los estados monárquicos de la nueva época e~ el seno de las formaciones s'ociales mixtas del primer perí?do
no desdeñaron la movilización de los sentimientos patrióticos moderno. EStas formaciones eran, desde luego, una. comb1na-
de sus súbditos en los conflictos militares y políticos que opo- ión de diferentes modos de producción bajo el dominio -deca-
nían mutua y constantemente a las diversas monarquías de ~ente- de uno de ellos: el feudalismo. Todas las estructuras
Europa occidental. Pero la existencia difusa de un protonacio~ del Estado absolutista revelan la acción a distancia ?e la nue~a
nalismo popular en la Inglaterra de los Tudor, la Francia bor- economía que se abría paso en el marco de un sistema mas
bónica o la España de los Habsburgo fue, básicamente, un signo antiguo: abundaban las «capitalizaciones» híbridas de las for-
de la presencia burguesa en la política 40 ; más que dejarse go- mas feudales, cuya misma perversión de instituciones futuras
bernar por ellos, los grandes y los soberanos siempre manipu- (ejército, burocracia, diplomacia, comercio) e~a una reconver-
laron esos sentimientos. La aureola nacional del absolutismo sión de objetos sociales anteriores para repetirlos.
en Occidente -a menudo muy aparentemente pronunciada A pesar de eso, las premoniciones de un nuevo orden político
(Isabel I, Luis XIV)- era, en realidad, contingente y prestada. contenidas dentro de ellas no fueron una falsa promesa..La
Las normas directrices de aquella época radicaban en otro lu- burguesía de Occidente poseía ya suficiente fuerza para de1ar
gar: la última instancia de legitimidad era la dinastía y no el su borrosa huella sobre el Estado del absolutismo. La aparente
territorio. El Estado se concebía como patrimonio del monar- paradoja del absolutismo en Occidente fue q';'e representa'.'ª
ca y, por tanto, el título de su propiedad podía adquirirse por fundamentalmente un aparato para la proteccion de la propie-
una unión de personas: felix Austria. El mecanismo supremo dad y los privilegios aristocráticos, pero que, al mis1:'1:-o tiempo,
de la diplomacia era, pues, el matrimonio, espejo pacífico de los medios por los que se realizaba esta proteccion podian
la guerra, que tantas veces provocó. Las maniobras matrimo- asegurar simultáneamente los intereses básicos de la~ nacientes
niales, menos costosas como vía de expansión territorial que clases mercantil y manufacturera. El Estado absolutista centra-
la agresión armada, proporcionaban resultados menos inmedia- lizó cada vez más el poder político y se movió hacia sistemas
tos (con frecuencia sólo a la distancia de una generación) y legales más uniformes: las campañas de Richelieu contra los
estaban sujetas por ello a impredecibles azares de mortalidad reductos de los hugonotes en Francia fueron características. El
en el intervalo anterior a la consumación de un pacto nupcial Estado absolutista suprin1ió un gran número de barreras co-
y su goce político. De ahí que el largo rodeo del matrimonio merciales internas y patrocinó aranceles exteriores contra los
condujera directamente y tan a menudo al corto camino de competidores extranjeros: las medidas de ~ombal en el P~rtu:
la guerra. La historia del absolutismo está plagada de esos con- gal de la Ilustración fueron un drástico e)emplo. Proporciono
flictos, cuyos nombres dan fe de ello: guerras de sucesión de al capital usurario inversiones lucrativas, aunque arriesgada~,
España, Austria o Baviera. Naturalmente, su resultado final po- en la hacienda pública: los banqueros de Augsburgo en el si-
día acentuar la <<flotación» de la dinastía sobre el territorio que glo xvr y los oligarcas genoveses del siglo XVII hicieron fortunas
con sus préstamos al Estado español. Movilizó la propiedad
40
Las masas rurales y urbanas mostraron, por supuesto, formas espon- rural por medio de la incautación de las tierras ecl~siá~ti~as:
táneas de xenofobia; pero esta tradicional reacción negativa hacia las disolución de los monasterios en Inglaterra. Proporciono sine-
comunidades ajenas es muy distinta de la identificación nacional positiva curas rentables en la burocracia: la paulette en Francia regla-
que comienza a aparecer en los medios literarios burgueses a principios
de la época moderna. La fusión de ambas podía producir, en situaciones mentaría su posesión estable. Patrocinó empresas coloniales Y
de crisis, estallidos patrióticos populares de un carácter incontrolado y compañías comerciales: al mar Blanco, a las Antillas, a la bahía
sedicioso: los comuneros en España o la Liga en Francia. de Hudson, a Luisiana. En otras palabras, el Estado absolutista
37
36 Europa occidental El Estado absolutista en Occidente

realizó algunas funciones parciales en la acumulación originaria , pero como sugiere esa cadenciél' final de «glorio~as Y úti-
necesaria para el triunfo final del modo de producción capita- l' arácter irreductible.mente feudal del absolutismo per-
lista. Las razones por las que pudo llevar a cabo esa función _,__ les», e., e Era un Estado basado en la supremacía social de la
manec10. · · d 1 opiedad de
«dual» residen en la naturaleza específica de los capitales mer~ , ·stocracia y limitado por los imperativos e a pr ,
cantil y manufacturero: como ninguno de ellos se basaba en ar1 . La nobleza podía depositar el poder en la monarqu1a
la producción en masa característica de la industria maquini- la t~~~~Íir el enriquecimiento de la burguesía, pero_ las masas
zada propiamente dicha, tampoco exigían una ruptura radical ,,.+ Ypb todavía a su merced. En el Estado absolutista nunca
con el orden agrario feudal que todavía encerraba a la vasta esta ~~gar un desplazamiento" «político» de la clase noble. Su
mayoría de la población (el futuro trabajo asalariado y mer- tuv~ ter feudal acabó frustrando y falsificando una Y otra vez
cado de consumo del capitalismo industrial). Dicho de otra for- ca:ac ron1esas al capital. Los Fugger ter1ninaro~ arruinados por
n1a, esos capitales podían desarrollarse dentro de los límites ~:s gancarrotas de los Habsburgo; los noble: mgleses s_e apro-
establecidos por el marco feudal reorganizado. Esto no quiere . n la mayor parte de las tierras monast1cas; Luis J:CIV
decir que siempre ocurriera así: los conflictos políticos, reli- ~ia~oozó los frutos de la obra de Richelieu al revocar el edicto
giosos o económicos podían fundirse en explosiones revolucio- des~antes· los comerciantes londinenses se vieron saqueados por
narias contra el absolutismo, en coyunturas específicas, tras un e ro ect~ de Cockayne; Portugal volvió al sistema de Me~i:uen
determinado período de maduración. En este estadio, sin em- el p ~ de la muerte de Pamba!· los especuladores pansmos
despues ' · d · 1 macia y
bargo, había sien1pre un potencial terreno de compatibilidad fueron arruinados por Law. Ejército, burocracia, ip o ,
entre la naturaleza y el programa del Estado absolutista y las dinastía formaban un inflexible complejo feudal que regia t~~a
operaciones del capital mercantil y manufacturero. En la com- maquinaria del Estado y guiaba sus destinos. La dom1nacion
petencia internacional entre clases nobles que produjo el en.dé-
1
:el
Estado absolutista fu<;, la dominación de la n?bleza _feud~l
en la época de la transic1on al capitalismo. Su final sen~lar1a
mico estado de guerra de esa época, la amplitud del sector
mercantil dentro de cada patrimonio «nacional» tuvo siempre la crisis del poder de esa clase: la lleg~da. de las revoluciones
una importancia decisiva para su relativa fuerza militar y po- burguesas y la aparición del Estado cap1tal1sta.
lítica. En la lucha contra sus rivales, todas las monarquías te-
nían, pues, un gran interés en acumular metales preciosos y
promover el comercio bajo sus propias banderas. De ahí el
carácter «progresista» que los historiadores posteriores han
atribuido taJ.1 frecuente1nente a las políticas oficiales del abso-
lutismo. La centralización económica, el proteccionismo y la
expansión ultramarina engrandecieron al último Estado feudal
a la vez que beneficiaban a la primera burguesía. Incrementa-
ron los ingresos fiscales del primero al proporcionar oportuni-
dades de negocio a la segunda. Las máximas circulares del mer-
cantilismo, proclamadas por el Estado absolutista, dieron elo-
cuente expresión a esa coincidencia provisional de intereses.
Era muy lógico que el duque de Choiseul declarase, en las
últimas décadas del ancien régime aristocrático en Occidente:
{{De la armada dependen las colonias; de las colonias el co-
mercio; del comercio la capacidad de un Estado para mantener
numerosos ejércitos, para aumentar su población y para hacer
posibles las empresas más gloriosas y más útiles» 41 •

41
Citado por Gerald Graham, The politics of naval supremacy, Cam-
bridge, 1965, p. 17.
4. FRANCIA

Francia presenta una evolución muy distinta a la del modelo


hispánico. El absolutismo no gozó aquí de unas ventajas tan
tempranas como en España, en la forma de un lucrativo impe-
rio ultramarino. Por otra parte, tampoco tuvo que enfrentarse
en el interior a los permanentes problemas estructurales de
unir reinos dispares, con unos legados políticos y culturales
radicalmente opuestos. La monarquía de los Capeta, como ya
hemos visto, extendió lentamente durante la Edad Media sus
derechos de soberanía hacia el exterior de su base original. en
]a Isla de Francia, en un movimiento gradual de unificación
concéntrica que abarcaría desde Flandes al Mediterráneo. Nun-
ca tuvo que luchar con ningún otro reino territorial de un
rango feudal comparable dentro de Francia : en tierras france-
sas sólo había un reino, aparte del pequeño y semi-ibérico
Estado de Navarra, situado en las remotas laderas de los Piri-
neos. Los lejanos ducados y condados de Francia siempre ha-
bían prestado lealtad nominal a la dinastía central, incluso
aunque fuera como vasallos inicialmente más poderosos que su
señor real, lo que permitía una jerarquía jurídica que facilitaría
más adelante la integración política. Las diferencias sociales y
lingüísticas que separaban al sur del norte, aunque persistentes
y pronunciadas, nunca fueron tan grandes como las que sepa-
raban al este del oeste en España. El sistema legal y el lenguaje
distintos del Midi no coincidían, afortunadamente para la mo-
narquía, con la principal hendedura militar y diplomática que
dividía a Francia a finales de la Edad Media: la casa de Bor-
goña, el poder rival más importante alineado contra la dinastía
de los Capeta, era un ducado del norte. A pesar de todo, el
particularismo del sur sería una fuerza constante y latente en
la primera época moderna, adoptando formas encubiertas y
nuevos disfraces en las crisis sucesivas. El control político real
de la monarquía francesa nunca fue territorialmente uniforme:
siempre fue menor en la periferia del país, disminuyendo pro-
gresivamente en las provincias recién adquiridas y más lejanas
de París. Al mismo tiempo, el volumen demográfico total de
Francia ponía por sí mismo algunos obstáculos formidables a
Francia
83
82 Europa occidental

la unificación administrativa: unos 20 millones de habitantes }os arqueros ingleses-, y con la creación de un ejército regular
la hacían, por lo menos, dos veces más poblada que España en pagado, cuya artillería fue el arma decisiva de la victoria. Para
el siglo XVI. La rigidez y claridad de las barreras internas con- poner en pie este ejército, la aristocracia francesa concedió el
tra el absolutismo unitario en España quedaban equilibradas primer impuest~ impor~ante de amplitud nacional re~au_~ado
en consecuencia, por la más densa profusión y variedad de 1~ por la monarqma, la taille royale de 1439, que se convirt10 en
vida regional dentro del sistema político francés. Por tanto regular con la taille des gens d'armes en la década de 1440 1 •
en la Francia medieval no tuvo lugar ningún avance constitucio'. La nobleza, el clero y algunas ciudades quedaron exentas de su
nal lineal después de la consolidación de los Capeto. Al con. pago, y en el curso del siguiente siglo la definición legal de la
trario, la historia de la construcción del absolutismo francés nobleza en Francia fue, precisamente, la exención hereditaria
habría de ser la de una progresión «convulsiva» hacia u n Estado de la taille. Así, la monarquía aparecía reforzada a finales del
monárquico centralizado, repetidamente interrumpida por re- siglo xv hasta el punto de que ahora poseía un ejército regular
caídas en la desintegración y en la anarquía provincial, seguidas embrionario en las compagnies d'ordonnance, capitaneadas por
de u~a r~acción intensificada hacia la concentración del poder la aristocracia, y un impuesto fiscal directo que no estaba sujeto
monarqmco, hasta que al final se construyera una estructura a ningún control representativo.
extremadamente sólida y estable. Las tres 2:randes rupturas Por otra parte, Carlos VII no realizó ningún intento para
del orden político fueron, naturalmente, la gi"ierra de los Cien reforzar la autoridad dinástica central en las provincias del
Años en el sig~o xv, las guerras de religión en el siglo XVI y la norte de Francia a medida que eran sucesivamente reconquis-
Fronda en el siglo XVII. La transición de la monarquía medieval tadas; antes bien, promovió asambleas de los Estados regio'ha-
a la absoluta se vio paralizada en un primer momento y ace- les y transfirió poderes financieros y jurídicos a las institu ciones
lerada inmediatamente después por estas crisis, cuyo último locales. Del mismo modo que los reyes Capeto habían acom-
resultado sería la creación de un culto a la autoridad real en pañado su extensión del control monárquico con la cesión de
la época de Luis XIV, sin parangón en ningún otro país' de patrimonios principescos, también los primeros reyes Valois
Europa occidental. combinaron la r eafirmación de la unidad monárquica con la
La lenta centralización concéntrica de los reyes Capeta, delegación del poder provincial en una aristocracia b ien atrin-
expuesta más arriba, llegó a un final abrupto con la extinción cherada. En ambos casos, la razón era idéntica: la en orme difi-
de su linaje a mediados del siglo XIV, que fue la señal para el cultad administrativa de dirigir un país tan grande como Francia
comienzo de la guerra de los Cien Años. El estallido de vio- con los instrumentos de gobierno de que podía disponer la di-
lentas luchas entre los grandes señores dentro de la misma nastía. El aparato coactivo y fiscal del Estado central todavía
Francia, bajo los débiles reyes Valois, condujo finalmente a un era muy pequeño: las compagnies d'ordonnance de Car los VII
ataque combinado anglo-borgoñón contra la monarquía fran- nunca superaron los 12.000 soldados, una fuerza absolutamente
cesa, a comienzos del siglo xv, que hizo pedazos la unidad del insuficiente para el control y la represión de una población
reino. En el punto culminante de los éxitos ingleses y borgo- de 15 millones 2• La nobleza retuvo, pues, el poder autónomo
ñones, en la década de 1420, prácticamente la totalidad de las local por la fuerza de sus propias espadas, de las que dependía,
posesiones tradicionales de la casa real en el norte de Francia en último término, la estabilidad de toda la estructura social.
estaban bajo control extranjero, mientras Carlos VII se veía La creación de un modesto ejércit o real había aumentado, in-
forzado a la lucha y al exilio en el sur. La historia de la recu- cluso, sus privilegios económicos, porque la institucionalización
peración final de la monarquía y de la expulsión de los ejércitos de la taille garantizaba a los nobles una completa inmunidad
mgleses es bien conocida. Para lo que aquí nos interesa, el lega- fiscal de la que no habían gozado hasta entonces. La convo-
d? fun~amental de los largos sufrimientos de la guerra de los catoria por Carlos VII de los Estados Generales, una -institución
Cien_ ~nos fue su contribución final a la emancipación fiscal que había desaparecido de Francia durante varios siglos, estuvo
Y m1htar de la monarquía de los límites del anterior sistema 1 P. S. Lewis, Later mediaeval France: the polity, Londres, 1968, pá-
polít_ico medieval. En efecto, la guerra sólo pudo ser ganada ginas 102-4.
gracias al abandono del sistema señorial de servicios de caba- 1 Sobre este punto, véase J. Russell Major, Representative institutions

llería -que se había mostrado desastrosamente ineficaz contra in Renaissance France, 1421-1559, Madison, 1960, p. 9.
84 Europa occidental 85
Francia
inspirada precisamente por la necesidad de crear un mínimo a autoridad judicial suprema en sus territorios, cuya impor-
foro nacional en el que inducir a las diversas ciudades y Esta- :1ncia y número creció sin interrupción durante esta _época.
dos provinciales a aceptar los impuestos, ratificar los tratados Entre la subida al trono de Carlos VII y la muerte de Lms XII,
y proveer consejo sobre los asuntos exteriores: sus sesiones e fundaron nuevos parlements en Toulouse, Grenoble, Bur-
sin embargo, rara vez dieron adecuada satisfacción a sus de'. ~eos, Dijon, Ruán y Aix. No por ello se vieron todavía g~~~e-
mandas. Así pues, la guerra de los Cien Años legó a la monar- mente recortadas las libertadas urbanas, aunque la pos~c101;
quía francesa impuestos y ejércitos permanentes, pero no una de la oligarquía patricia dentro de los parlements se reafirmo
nueva administración civil de ámbito nacional. La intervención a costa de los gremios y de los pequeños patronos. La razón
inglesa había sido eliminada del territorio francés, pero las esencial de estas transcendentales limitaciones del Estado ~en-
ambiciones borgoñonas permanecían. Luis XI, que accedió al tra! radicaba todavía en los insuperables problemas º:gamza-
trono en 1461, atajó la oposición interior y exterior al poder tivos planteados por la imposición de un aparato eficaz de
de los Valois con una resolución inflexible . Su rápida recupe. gobierno real sobre todo el país, en el marco de una economía
ración de patrimonios provinciales tales como Anjou, el acapa- sin mercado unificado ni un moderno sistema de transportes,
r?miento _sistemático de los gobiernos municipales de las prin- y en la que. aún. no se !1abía alcanzado la disolución de las
cipales cm?ades, la exacción arbitraria de mayores impuestos relaciones p nmanas de tipo feudal en la aldea. A pesar de los
Y la represión de las intrigas aristocráticas incrementaron nota- notables avances registrados por la monarquía, los fundamen-
blemente la autoridad real y el tesoro en Francia. Pero, sobre tos sociales para una centralización política vertical aún no
todo, Luis XI aseguró todo el flanco oriental de la monarquía estaban preparados. En este contexto, no contra el renacimierl.to
fran_cesa, logrando la caída de su enemigo y rival más peligroso, de la monarquía, sino merced a él, fue en el que los Estados
la dinastía borgoñona. Al movilizar a los cantones suizos contra Generales recobraron un nuevo vigor tras la guerra de los Cien
el vecino ducado, financió la primera gran derrota europea de Años. En Francia, como en todas partes, el impulso inicial
la caballería feudal ante un ejército de infantería: con la para la convocatoria de los Estados fue la necesidad dinástica
derrota de Carlos el Calvo ante los piqueros suizos en Nancy, de obtener de los súbditos del reino el apoyo para la política
en 1477, el Estado borgoñón se derrumbó, y Luis XI se ane- fiscal y extranjera 4• En Francia, sin embargo, la consolidación
xionó el grueso del ducado. En las dos décadas siguientes, Car- de los Estados Generales como una institución nacional perma-
~os VIII y Luis XII absorbieron Bretaña - el último principado nente se vio bloqueada por la misma diversidad que había obli-
importante todavía independiente- por medio de sucesivos gado a la monarquía a aceptar una amplia delegación de poder
matrimonios con sus herederas. El reino francés abarcaba ahora político incluso en el momento de su victoria unitaria. Y no
por vez primera bajo un soberano único a todas las provincias era que los tres estamentos estuvieran especialmente divididos
vasallas de la época medieval. La extinción de la mayor parte desde el punto de vista social cuando se reunían : la noblesse
de las grandes casas de la Edad Media, y la reintegración de moyenne dominaba sus sesiones sin excesivo esfuerzo. Pero las
sus dominios en las tierras de la monarquía, dieron un relieve asambleas regionales que elegían a sus diputados para los Esta-
prominente al manifiesto predominio de la dinastía Valois. dos Generales siempre se negaban a concederles el mandato
De ~echo, sin embargo, la «nueva monarquía» inaugurada de votar impuestos nacionales, y como la nobleza estaba exenta
por Lms X I no era en absoluto un Estado centralizado o inte- del fisco, tenía pocos incentivos para presionar a favor de la
grad?·. Fran~!ª quedó dividida en unas 12 gobernadurías, cuya
admlillstrac10n fue confiada a príncipes reales o a destacados • Hay una exposición particularmente incisiva de la tesis de que los
nobles, que ejer cieron legalmente una amplia gama de derechos Estados Generales de Francia y otros países casi siempre sirvieron, Y no
reales hasta el final del siglo y pudieron actuar en la práctica obstaculizaron, el auge del poder real en el Renacimiento, en el excelente
como potentados autónomos hasta bien entrado el siguiente 3, estudio de Major: Representative institutions in Renaissance France,
páginas 16-20. En realidad, Major quizá insiste demasiado unilateralmente
Por otra parte, se desarrolló también un conjunto de parlements en este hecho; desde luego, a lo largo del siglo XVI fue cada vez menos
locales, o tribunales provinciales creados por la monarquía con cierto -en el caso de que alguna vez lo hubiera sido- que los monarcas
«no temieran a las asambleas de los estados» (p. 16). Con todo, éste es
3 uno de los trabajos más clarificadores que se han publicado sobre
Major, Representative inslilutions in Renaissance France, p. 6. este tema.
86 87
Europa occidental ¡rancia
convocatoria de los Estad~s Generales 5• El resultado fue que fgio
1
dinástico en el interior se vio favorecido por las cons-
l~s reyes_ fran~eses, al ser m capaces de conseguir las contribu. pres guerras exteriores en Italia , a las que los reyes Valois
tantes . .
c10nes fmancieras que deseaban de los Estados nacional condujeron a su nobleza. Las guerr_as ~~ ~onv~\i.er~n ~~ una
dejaron gradu,almente ~e. ,convocarlos por completo. Así pu~!: magnífica salida para la perenne bel~cos1 a dno ~ 1~nad. Itpl~o-
lo qu~ frustro 1~ apanc10n de un Parlamento nacional en la do esfuerzo francés por conqmstar el om11110 e a ia,
Fr~nc_ia renacentista fue el encastillamiento regional del poder longeanzado con Carlos VIII en 1494 y finalizado con el tratado
coro , . 59 , . L ,
senonal local antes que la dirección centralista de la monarquía. de Cateau-Cambresi~ _en 15 , no 1;1vo exito. a monarqma espa-
A corto _Plazo, todo esto contribuyó a un completo fracaso de ñola -política y mihtarmente mas avanzada, poseedora de las
1~ autondad real; pero a largo plazo, por supuesto, iba a faci- b ses estratégicas de los Habsburgo en Europa del norte, y
1Itar 1a tarea del absolutismo. ª erior en el campo naval por su alianza con los genoveses-
En la primera ,mitad d~l siglo xvr, Francisco I y Enrique II ~~~rotó claramente a su rival francés en la l~cha por ~l co?•
gob~rnaron_ un p~os~ero :·emo que crecía sin cesar. La actividad trol de la península transalpina. En esta c_ont~~nda, la ~1ctona
representativa d ismmuyo progresivamente: los Estados Ge fue para el Estado cuyo proceso de abs~lu_tizac1~n e~a m3:s tem-
1 d . ~
raes eJaron otra vez de existir; las ciudades no fueron con- prano y estaba más desarrol~ado. En ultimo termii:io, sm ebm-
vocadas n_unca más después de 1517, y la política exterior tendió bargo, la derrota en esta pnmera aventura extra1;Jer3: pro a-
a convertirse en coto exclusivo del r ey. Los funcionarios juríd'- blemente ayudó a asegurar unos fundamentos mas solidos y
cos -maztres des requetes- extendieron gradualmente los d~- compactos al absolutismo francés, que se vio forzado a encas-
rechos legales de la monarquía, y los parlements fueron intimi- tillarse en su propio territorio. Inme?iatame~te, por otra J?al'te,
dad?s p_or medio de la celebración de sesiones especiales -lits la terminación de las guerras de I talla, combmada con la mcer•
de_ ¡ustice- en presencia del rey. El control de los nombra- tidumbre de una crisis sucesoria, pondría de m~nifiest? hasta
mientos de la jerarquía eclesiástica se consiguió mediante el qué punto era inseguro el arraigo d~ ~a ,monarqu~a Valo1s en el
con~ordato de Bolonia con el papado. Pero ni Francisco I ni país. La muerte de Enrique II precipito a Francia en cuarenta
Ennque II e,r~n todavía nada que pudiera semejarse a unos años de aniquiladoras luchas internas.
reyes autocraticos: ambos consultaban con frecuencia a las Las guerr as civiles que se desencadenaron tr~s Catea~-~am-
a~ambleas regionales y respetaban escrupulosamente los tradi- brésis fueron iniciadas, desde luego, por los confüctos rehg10sos
c10n~les privilegios nobiliarios. La inmunidad económica de la que acompañaron a la Reforma. Per~ _esas g~erras ofre~en una
Ig_les ra. ?º se infri_ng_ió por el cambio del patronazgo sobre ella especie de radiografía del cuerpo pohti~o. a finales ~el siglo XVI,
~situac10n muy distmta a la de España, donde la monarquía en la medida en que exponen las multrples tens10nes y con-
impuso pesadas contribuciones al clero). Para convertirse en tradicciones de la formación social francesa en la ép oca del
l~y, los edictos reales necesitaban todavía en principio el re- Renacimiento. En efecto, la lucha entre los hugonotes Y la
gistro formal de los parlements. Las rentas fiscales se dupli- Santa Liga por el control de la monarquía, vacante política1:1ente
car?n ~ntre 1517 y la década de 1540, pero el nivel impositivo en la práctica tras la muerte de Enrique II y la regencia de
hacia _fmales del r~inado de Francisco I no era apreciablemente Catalina de Médicis, sirvió como un crisol en el que se funden
supenor al de Lms XI sesenta años antes, aunque los precios prácticamente todos los tipos de conflictos po~íticos internos
"':( las ganancias habían experimentado una fuerte alza en ese que caracterizan la transición h acia el abs_ol~tr~mo. Las 1s1:1e·
i~tervalo 6 ; en consecuencia, la proporción del producto fiscal rras de religión fueron dirigidas, desde el pnncip10 hasta el fm,
directo en la riq1;1ez_a nacional descendió. Por otra parte, la por los tres grandes linajes rivales, Guisa, Mon~mo_rency Y
venta de bonos pubhcos a los rentiers a partir de 1522 ayudó Barbón cada uno de los cuales controlaba un terntono de su
a mantener confortablemente el tesoro real. Mientras tanto, el propiedad, una extensa clientela, una zona de influencia d~ntro
5
del aparato del Estado, unas tropas leales y unas conex10nes
Véans~ las opini~nes convergentes expresadas por Lewis y Majar: internacionales. La familia Guisa era dueña del nordeste, desde
P. S. Lew1s, «The fa1lure of the French mediaeval Estates» Past and Lorena a Borgoña; la línea Montmorency-Chatillon tenía su
Present, 23, noviembre de 1962, pp. 3-24, y J. Russell Majar The Estates-
Ge1eral_ of 1560, Princet?n, _1951: PJ?· 75, .119, 120. ' base en las t ierras hereditarias que se extendían por todo el
MaJor, Representative mstttutions in Renaissance France, pp. 126-7. centro del país; los bastiones borbónicos radicaban esencial-
88 Europa occidental Francia
89

mente en el sudoeste. La lucha interfeudal entre estas casas d la población 9 • La nueva religión se retiró hacia el sur en
nobiliarias se intensificó a causa de la difícil situación en toda b:azos de la disidencia aristocrá_tica. Pued~ consider~r~e: pue~,
Francia de los propietarios rurales pobres, habituados previa- e la presión general del conflicto confes10nal se hmito a di-
mente a las correrías de pillaje por Italia, y atrapados ahora q~ir el tenue tejido de la unidad francesa a través de su cos-
por la inflación de los precios. Este estrato proporcionó cuadros VI
tura intrínsecamente mas' d e' b'l
i.
militares preparados para una guerra civil prolongada, aparte Sin embargo, una vez en marcha, la lucha desencadenó con-
de las afiliaciones religiosas que los dividían. Además, a medida fl'ctos sociales más profundos que los del secesionismo feudal.
que transcurría la lucha, las mismas ciudades se dividieron en c~ando el sur se perdió ante Candé y los ejércitos protestantes:
dos campos: muchas de las ciudades del sur se adhirieron a los una presión redoblada de impuestos reales para la guerra_ ca~o
hugonotes, mientras que las ciudades norteñas del interior se obre las ciudades católicas coaligadas del norte. La rmsena
convirtieron, prácticamente sin excepción, en baluartes de la ~rbana que resultó de estos hechos e~ la década_ de 1580 pro-
Liga. Se ha argumentado que las diferentes orientaciones comer_ vocó una radicalización de la Santa Liga en _las cmdade~, com-
ciales (hacia el mercado exterior o interior) influyeron en esta plicada por el asesinato de Guisa por_ Ennque III. Mientras
división 7 • Parece más probable, sin embargo, que la pauta geo- los señores ducales del clan de los Gmsa -Mayenne, Aumale,
gráfica general del protestantismo reflejara el tradicional sepa- Elbeuf, Mercoeur- independizaban Lorena, Bretaña, Norman-
ratismo regional del sur, siempre más alejado de las tierras día y Borgoña en nombre del catolicismo y los _ejércitos es~a-
capetas de la Isla de Francia, y donde los potentados locales ñoles invadían Francia desde Flandes y Cataluna, en las cm-
territoriales habían conservado durante más tiempo su indepen- dades del norte estallaron revolu ciones municipales. En Parfs,
dencia. Al principio, el protestantismo se había extendido en el poder fue tomado por un comité dictatorial de. funcionarios
general desde Suiza a Francia a través de los principales sis- y clérigos descontentos, apoyados por las hambrientas masas
temas fluviales del Ródano, el Loira y el Rin 8, lo que motivó de la plebe y una falange fanática de monjes y predicadores 10 •
una equitativa distribución regional de la fe reformada. Pero Orleans, Bourges, Dijon y Lyon siguieron el mismo camino.
una vez que cesó la tolerancia oficial, se concentró rápidamente Al convertirse el protestante Enrique de Navarra en sucesor
en el Delfinado, el Languedoc, la Guyena, Poitou, Saintonge, legal de la monarquía, la ideol~gía _de estas re_vuelta~ urbanas
Béam y Gascuña, zonas montañosas o costeras más allá del empezó a girar hacia el repubhcamsmo. Al mismo tiempo,_ la
Loira, muchas de ellas ásperas y pobres, cuya característica tremenda devastación del campo por las constantes campanas
común no era tanto la vitalidad comercial cuanto el particu- militares de estas décadas empujó al campesinado del centro-
larismo señorial. El protestantismo siempre atrajo a los arte- sur, en Lemosín, Périgord, Quercy, Poitou y Saintonge, a ame-
sanos y burgueses en las ciudades, pero la apropiación de los nazadores levantamientos no religiosos en la década de 1590.
diezmos por los notables calvinistas aseguró que el atractivo
del nuevo credo fuese muy limitado para el campesinado. De
• J. H. Elliott, Europe divided, 1559-1598, p. 96, que incluye, int~r alía,
hecho, socialmente los dirigentes hugonotes procedían mayori- una inteligente descripción de este período de la historia de Francia Y su
tariamente de la clase terrateniente, dentro de la cual quizá participación en las luchas políticas internacionales_ ?e la época ..
10 Para una sociología polít ica del liderazgo mumc1pal de la Liga en
podían contar con la mitad de la nobleza francesa en 1560,
París durante la crisis de las guerras de religión, véase J. H. Salmon,
mientras que nunca superaron el 10 ó 20 por 100 del conjunto «The' París Sixteen 1584-1594: The social analyisis of a revolutionary
movement» JournaÍ of Modern History, vol. 44, 4, diciembre de 1972,
7
Esta tesis se encuentra en el estimulante ensayo de Brian Pierce, páginas 54Ó-76. Salmon muestra la importancia de los rangos medi? Y
«The Huguenots and the Holy League: class, politics and religion in France bajo de los juristas en el Consejo de los Dieciséi~: e insiste en ma~npu-
in the second half of the sixteenth century» (no publicado), que sugiere Iación de las masas plebeyas, junto con la conces10n de algunas meJoras
que las ciudades del norte estaban menos preocupadas por la consoli- económicas, bajo su dictadura. H. G. Koenigsberger _esboza un _bre':'e
dación de la unidad nacional francesa. Sin embargo, muchos puertos análisis comparativo en «The organization of revolut10nary part1es m
importantes del sur y del oeste también siguieron siendo católicos: Bur- France and the Netherlands during the sixteenth century», Jour nal of Mo-
deos, Nantes y Marsella se unieron a la Liga. Marsella sufrió las conse- dern History, 27, diciembre de 1955, pp. 335-51. Per<; todavía queda muc_ho
cuencias, porque la política proespañola la privó de su tradicional comer- trabajo que hacer sobre la Liga, uno de los fenomenos ma_s compleJos
cio levantino: G. Livet, Les guerres de religion, París, 1966, pp. 105-6. y enigmáticos del siglo; el movimiento que inventó las bamcadas urba-
• Livet, Les guerres de religion, pp. 7-8. nas espera todavía su historiador marxista.
90 Francia 91

Esta doble radicalización en la ciudad y en el campo fue lo que acionalización de las contribuciones agrarias y la reducción
finalmente reunificó a la clase dominante: la nobleza comenzó ~e gastos. La evolución institucional más importante del reinado
a cerrar filas tan pronto como existió un peligro real de levan. fue la introducción de la paulette en 1604: la venta de cargos
tamiento desde abajo. Enrique IV aceptó tácticamente el cato. en el aparato del Estado, que había existido durante más de un
licismo, reunió a los patrocinadores aristocráticos de la Liga siglo, fue estabilizada por el procedimiento de Paulet de hace_r-
aisló a los comités y suprimió las rebeliones campesinas. La~ }os hereditarios a cambio del pago de un pequeño porcentaJe
guerras de religión terminaron con la reafirmación del Esta. anual sobre su valor de compra, medida destinada no sólo a
do real. aumentar los ingresos de la monarquía, sino también a aislar
A partir de este momento, el absolutismo francés llegó con a la burocracia de la influencia de los potentados. Bajo el frugal
relativa rapidez a su madur ez, aunque todavía habría de pro- régimen de Sully, la venta de cargos representó únicamente al-
ducirse una regresión radical antes de que se estableciera defi. rededor del 8 por 100 de los ingresos presupuestarios 12, pero
nitivamente. Sus grandes arquitectos administrativos en el si- a partir de la minoría de edad de Luis XIII esta proporción
glo XVII fueron, por supuesto, Sully, Richelieu y Colbert. Cuando cambió rápidamente. Una recrudescencia del faccionalismo no-
comenzaron s u trabajo, las dimensiones y la diversidad del biliario y del malestar religioso -evidente en la última e ine-
país aún permanecían ampliamente inconquistadas. Los prínci- ficaz sesión de los Estados Generales (1614-1615) celebrada antes
pes reales eran todavía rivales celosos del monarca, y con fre- de la revolución francesa- y la primera intervención agresiva
cuencia estaban en posesión de gobiernos hereditarios. Los del Parlement de París contra un gobierno real, condujeroi;¡ a
parlements provinciales, compuestos por una mezcla de peque- un corto pr edominio del duque de Luynes. Las pensiones para
ña aristocracia rural y abogados, r epresentaban los bastiones comprar la benevolencia de los grandes nobles reticentes y la
del particularismo tradicional. En Paris y en otras ciudades reanudación de la guerra contra los hugonotes en el sur aumen-
crecía una burguesía comercial que con trolaba el poder muni- taron considerablemente los gastos estatales. A partir de ese
cipal. Las masas francesas se habían levantado durante las momento, la burocracia y la judicatura se colmar ían con el
guerras civiles del siglo anterior, en las que ambos lados habían mayor volumen de transacciones venales conocido en Europa.
buscado su apoyo en diferentes ocasiones, y conservaban el Francia se convirtió en la tierra clásica de la venta de cargos,
recuerdo de la insurr ección popular 11 • El carácter específico a medida que la monarquía creaba un número cr eciente de
del Estado absolutista francés que surge en el grand siecle está sinecuras y prebendas para asegurar sus ingresos. Entre 1620
destinado a enfrentarse y dominar a este conjunto de fuerzas. y 1624 el tráfico de cargos proporcionó alrededor del 38 por
Enrique IV estableció la presencia real y el poder central en 100 de los ingresos reales 13• Además, el arrendamiento de im-
París por vez primera, reconstruyendo la ciudad y convirtién- puestos se subastaba habitualmente entre los grandes financie-
dola en CaJ?ital perman ente del reino. La pacificación civil fue ros, cuyos sistemas de recaudación podían desviar de su camino
acompañada de una atención especial hacia la recuperación hacia el Estado hasta las dos terceras partes de los ingresos
agrícola y la promoción del comercio de exportación. El mag- fiscales. Por otro lado, la fuerte alza de los costos de la política
netismo personal del fundador de la nueva dinastía borbónica exterior e interior, en la nueva coyuntura internacional de la
restauró el prestigio popular de la monarquía. El edicto de Nan- guerra de los Treinta Años, fue tan grande que la monarquía
tes y sus artículos complementarios contuvieron el problema tuvo que recurrir constantemente a créditos concedidos con
del protestantismo al concederle una autonomía regional limi- altos inter eses por los consorcios de sus propios arrendatarios
tada. No se convocaron los Estados Generales, a pesar de las de impuestos, que eran simultáneamente officiers que habían
promesas hechas en este sentido durante la guerra civil. Se comprado p osiciones en la sección de tesorería del aparato de
conservó la paz exterior y, con ella, la economía administrativa. Estado t4. Este círculo vicioso de improvisación financiera ex-
Sully, el canciller hugonote, duplicó los ingresos netos del Es-
tado, principalmente por medio de los impuestos indirectos, la 11 Menna Prestwich, «From Henri III to Louis XIV», en H. Trevor-

Roper, comp., The age of expansion, Londres, 1968, p. 199.


11
" Prestwich, «From Henri III to Louis XIV», p. 199.
J . H. Salmon insiste en este punto: «Venality of office and popular 11 Hay una buena exposición de este fenómeno en A. D. Lublinskaya,
sedition in 17th cen tury France», Past and Present, julio de 1967, pp. 41-3. French absolutism: the crucial phase, 1620-1629, Cambridge, 1968, pp. 234-
92 Europa occidental Francia 93

tremó inevitablemente la confusión y la corrupción. La multi- estructura del Estado. Mientras el papel de los intendants se
plicación de los cargos venales, en los que ahora se refugiaba hacía progresivamente más prominente y autoritario, la magis-
una nueva noblesse de robe, imposibilitaba el control firme de tratura de los diversos parlements de la tierra, campeones del
la dinastía sobre las instituciones de la justicia pública y las legalismo y el particularismo, se convirtió en el portavoz más
finanzas y dispersaba, tanto central como localmente, el poder nudoso de la resistencia de los officiers contra los intendan ts,
burocrático. bloqueando intermitentemente las iniciativas del gobierno real.
A pesar de todo, fue en esta misma época cuando, curiosa. Así pues, la estructura de la monarquía francesa llegó a
mente entrelazada con este sistema, Richelieu y sus sucesores adquirir, tanto en la teoría como en la práctica, una extrema
comenzaron a construir una maquinaria administrativa racio- y florida complejidad. Kossman ha descrito sus contornos para
nalizada, que hiciese posible por vez primera el control y la la conciencia de las clases poseedoras de aquel tiempo en un
intervención reales directos en toda Francia. El cardenal, que notable párrafo: «Los contemporáneos sentían que el absolu-
era desde 1624 el soberano de facto del país, procedió rápida- tismo no excluía en modo alguno aquella tensión que les parecía
mente a liquidar las fortalezas remanentes de los hugonotes en inherente al Estado, y que no alteraba ninguna de sus ideas
el sudoeste, con el sitio y captura de La Rochelle; aplastó las sobre el gobierno. Para ellos, el Estado era como una iglesia
sucesivas conspiraciones aristocráticas con ejecuciones suma- barroca en la que un gran número de concepciones diferentes
rias; abolió las más altas dignidades militares medievales; se mezclan, chocan y finalmente se absorben en un único y
derribó los castillos de los nobles y prohibió el duelo, y supri- magnificente sistema. Los arquitectos habían descubierto re-
mió los Estados allí donde lo permitió la resistencia local (Nor- cientemente el óvalo, y en sus ingeniosas combinaciones et
es-
mandía). Por encima de todo, Richelieu creó el eficaz sistema pacio se h izo vivo: por todas partes, el esplendor de las formas
de intendants. Los intendants de justice, de police et de finances ovaladas, brillando desde sus curvas, proyectaba en el conjunto
eran funcionarios enviados con poderes omnímodos a las pro- de la construcción la energía sutil y los ritmos oscilantes e
vincias, en un primer momento con misiones temporales y ad inciertos acariciados por el nuevo estilo» 15 • Estos principios
hoc, y que más adelante se convirtieron en delegados perma- «estéticos» del absolutismo francés correspondían, no obstante,
nentes del gobierno central en toda Francia. Nombrados direc- a propósitos funcionales. Como ya h emos visto, la relación entre
tamente por la monarquía, sus cargos eran revocables y no impuestos y cargas en la época tradicional ha sido conceptua-
se podían comprar: reclutados habitualmente entre los anti- lizada como una tensión entre la renta feudal «centralizada»
guos maítres des requetes -y ellos mismos nobles pequeños y la «local». En cierto sentido, esta duplicación «económica»
o medios en el siglo XVII-, los intendants representaron el se reproducía en las estructuras «políticas» del absolutismo
nuevo poder del Estado absolutista en los rincones más ale- francés. En efecto, la misma complejidad de la arquitectura
jados del reino. Extremadamente impopulares entre el estrato del Estado fue la que permitió una unificación lenta pero inin-
de los officiers, cuyas prerrogativas locales infringían, al prin- terrumpida de la propia clase noble, que se adaptó gradual-
cipio fueron utilizados con precaución y coexistieron con los mente al nuevo molde centralizado, sujeto al control público
gobiernos tradicionales de las provincias. Pero Richelieu rom- de los intendants, mientras todavía ocupaba a título privado
pió el carácter cuasihereditario de estos señoríos regionales, posiciones dentro del sistema de officiers y gozaba de la auto-
que eran desde antiguo presa particular de los más altos poten- ridad local en los parlements provinciales. Simultáneamente,
tados de la aristocracia, de tal modo que al final de su r einado por otra parte, se conseguía la proeza de integr ar a la naciente
sólo la cuarta parte de esos gobiernos estaban en las mismas burguesía francesa en el circuito del Estado feudal, porque la
manos que antes de su subida al poder. Durante este período compra de cargos representaba una inversión tan rentable que
hubo, pues, un desarrollo simultáneo y contradictorio de los
grupos de officiers y commissaires dentro del conjunto de la " «O, para cambiar la metáfora: si la autoridad real era un sol bri-
llante, había otro poder que reflejaba, concentraba y templab a su luz,
una sombra que encerraba esa fuente de energía en la que ningún ojo
43; sobre la parte de la taille que se apropiaban los arrendatarios de humano podía descansar sin quedarse ciego. Nos referimos a los parla-
impuestos, véase la p. 308 (de los 19 millones de livres, se apropiaban 13 mentos y, sobre todo, al Parlamento de París.» Ernst Kossmann, La Fron-
a mediados de la década de 1620). de, Leyden, 1954, p. 23.
94 Europa occidental Francia 95

el capital se desviaba continuamente de las aventuras manu- que elevó al primer Estado borbónico. Las emergencias m ilitares
factureras o m ercantiles hacia u na colusión u surer a con el del conflicto facilitaron la imposición de intendants en las zo-
Estado absolutista. Sinecuras y honorarios, arrendamientos de nas invadidas o amenazadas; al m ismo tiempo, sus enormes
impuestos y créditos, honores y bonos desviaron la riqueza gastos financieros exigieron una venta de cargos sin p r ecedentes
burguesa de la producción. La adquisición de títulos nobiliarios y produjeron fortunas espectaculares para los consorcios de
y de inmunidad fiscal se convirtió en un objetivo em presarial banquer os. Los costos reales de la guerra fueron soportados
normal para los roturiers. La con secuencia social fue la crea- por los pobres, entre los que provocó grandes estragos sociales.
ción de una burgu esía que tendía a asimilarse crecientemente Las presiones fiscales del absolutismo de guerra provocaron
con la aristocracia a través de las exenciones y los privilegios una constante marejada de rebeliones desesperadas de las ma-
de los cargos. Por su parte, el Est ado patrocinó manufacturas sas urbanas y rurales durante toda esta década. Se produjeron
reales y sociedades públicas m ercantiles que, desde Sully a revueltas urbanas en Dijon, Aix y Poitiers en 1630; jacqueries
Colbert, proporcionaron negocios útiles a esta clase 16 . El resul- en los campos de Angoumois, Saintonge, Poitou, P érigord y
tado fue llevar a una vía muerta la evolución política de la Guyena en 1636-37; una importante rebelión plebeya y campe-
burguesía francesa durante ciento cincuenta años. sina en Normandía en 1639. Los levantamientos regionales de
El peso de todo este aparato cayó sobre los pobres. El Es- mayor importancia se entremezclar on con constantes estallidos
tado feudal r eor ganizado golpeó sin piedad a las masas rurales menores de males tar contra los recaudadores de impuestos en
y urbanas. En el caso francés puede apreciarse con una des- amplias zonas de Francia, estallidos frecuen temente patroc~na-
lumbrante claridad la medida en qu e la conmutación local de dos por la pequeña nobleza local. Las tropas reales participa-
las car gas y el crecimiento de una agricultura monetarizada ban habitualmente en la represión interior m ien tras el con-
se vieron compensados por la extracción centralizada de exce- flicto internacional se libraba en el exterior.
dente del campesinado. En 1610, los agentes fiscales del Estado En cierto sentido, la Fronda puede considerarse como la
recaudaron 17 millones de libras p r ocedentes de la taille. En «cresta» más alta de esta larga ola ele rebeliones populares 18,
1644, las exacciones por este impuesto se habían triplicado en la que durante un breve período algunos sectores ele la alta
hasta alcanzar los 44 millones de libras. La contribución total nobleza, de la magistratura ele los titulares de car gos y ele la
se cuadruplicó en la década posterior a 1630 17 • La cau sa de burguesía municipal utilizaron a las masas descontentas para
este r epentino y enorme crecimiento de la carga fiscal fue, natu- sus propios fines contra el E stado absolutista. Mazarino, que
ralmente, la intervención diplomática y militar de Richelieu en sucedió a Richelieu en 1642, había dirigido h ábilmente la polí-
la guerra de los Treinta Años, la cual, realizada al principio tica exterior de Francia hasta el final de la guerra de los Treinta
por medio de subvenciones a Suecia y después por el empleo Años y, con ella, la adquisición de Alsacia. Sin embargo, des-
de m ercenarios alemanes, terminó con la presencia de grandes pués de la paz de Westfalia, Mazarino provocó la crisis de la
ejércitos franceses en el campo de batalla. El efecto interna- Fronda al prolongar la guerra contra España hacia el teatro
cional fue decisivo. Francia selló el destino de Alemania y des- mediterráneo, donde pretendía, en su calidad de italiano, la
trozó el predominio español. El t r atado de Westfalia, firmado conquista de Nápoles y Cataluña. La extorsión fiscal y la ma-
cuatro años después de la histór ica victoria francesa en Rocroi, nipulación financiera para apoyar el esfuerzo militar en el ex-
extendió las fronteras de la monarquía francesa desde el Mosa terior coincidieron con las sucesivas malas cosechas de 1647,
hasta el Rin. Las nuevas es tructuras del absolutismo francés 1649 y 1651. El hambre y la furia populares se combinar on con
recibieron su bautismo de fuego en la guerra europea. El una rebelión de los officiers, producida por el has tío de la gue-
éxito francés en la lucha contra España coincidió, efectivamen- rra y dirigida por el Parlement de París contr a el s istema de
te, con la consolidación interior del complejo burocrático dual intendants; con el disgusto de los rentiers por la forzosa deva-
luación de los bonos del gobierno y con la envidia de los pode-
" B. F . Porshnev, Les soulevements populaires en France de 1623 a rosos pares del reino hacia un aventurero italiano que manipu-
1648, pp. 547-60.
17 Prestwich, «From Henri III to Louis XIV», p. 203; Mousnier, Peasant

uprisings, Londres, 1971, p. 307 [Furnres campesinos, Madrid, Siglo XXI, " Esta es la opinión de Porshnev en Les soulevements populaires en
19761. France.
96 Europa occidental Francia 97
laba a un rey en minoría de edad. El estallido constituyó un hubo más levantamientos campesinos en el siglo XVII, ya no se
tumulto confuso y amargo en el que, una vez más, el país pareció produjo nunca más_ una confluencia ~e rebelio1:es p rocedentes
caer en pedazos a medida que las provincias se desvinculaban de arriba y de aba.Jo. La Fronda costo a Mazanno sus proyec-
de París, los ejércitos privados llenos de indeseables erraban tadas conquistas en el Mediterráneo, pero cuando la guerra
por los campos, las ciudades establecían dictaduras municipa- contra España finalizó, con el tratado de los Pirineos, se habían
les rebeldes, y una serie de intrigas y maniobras· complejas divi- añadido a Francia el Rosellón y el Artois, y ~ma selecta élite
dían y reunían a los príncipes rivales que competían por el burocrática estaba entrenada y preparada para el majestu oso
control de la corte. Los gobernadores provinciales intentaron orden administrativo del próximo reinado. En adelante, la aris-
ajustar cuentas con los parlements mientras las autoridades tocracia habría de sentar cabeza bajo el absolutismo consu-
municipales aprovechaban la oportunidad para atacar a las ma- mado y solar de Luis XIV.
gistraturas locales 19 • La Fronda reprodujo, pues, muchos ele-
mentos de la pauta marcada por las guerras de religión. Esta El nuevo soberano asumió el mando personal de todo el
vez, la insurrección urbana más radical coincidió con una de aparato de Estado en 1661. Una vez que la autoridad real y el
las zonas rurales tradicionalmente más desafectas: la Ormée poder ejecutivo se reunieron en un único soberano, todo el po-
de Burdeos y el extremo sudoccidental fueron los últimos cen- tencial político del absolutismo francés llegó rápidamente a su
tros que resistieron a los ejércitos de Mazarino. Pero las tomas plenitud. Los parlements fueron silenciados, y su pretensión
populares del poder en Burdeos y en París tuvieron lugar dema- de presentar protestas antes de regis trar los edictos reales q ue-
siado tarde para afectar al resultado de los conflictos entrela- dó anulada (1673). Los demás tribunales soberanos fueron r edu-
zados de la Fronda; el protestantismo local permaneció, en tér- cidos a la obediencia. Los Estados provinciales ya no pudieron
minos generales, cautamente neutral en el su r, y la Ormée no discutir ni negociar los impues tos: la monarquía dictó unas
tenía ningún programa político coherente, aparte de su instin- exigencias fiscales muy precisas que los Estados se vieron obli-
tiva hostilidad hacia la burguesía local bordelesa 20• En 1653, gados a aceptar. La autonomía municipal de las bonnes villes
Mazarino y Turenne habían extirpado los últimos reductos de fue embridada, al ser domesticadas las alcaldías e instalarse
la rebelión. Los progresos de la centralización administrativa y en ellas las guarniciones militares. Los gobiernos se concedían
de la reorganización de las clases, conseguidos en el seno de sólo por tres años, y sus titulares quedaban obligados con fre-
las estructuras mixtas de la monarquía francesa en el siglo Xvu, cuencia a residir en la corte, lo que los convertía en mera-
mostraron su eficacia. Aunque la presión social desde abajo mente honoríficos. El mando de las ciudades fortificadas en
fue probablemente más apremiante, la Fronda fue en realidad las regiones fronterizas fue sometido a una cuidadosa rotación.
menos peligrosa para el Estado monárquico que las guerras de La alta nobleza tuvo que residir en Versalles una vez que se
religión, porque las clases propietarias estaban ahora más uni- terminó el nuevo palacio (1682), y quedó separada del señorío
das. En efecto, a pesar de todas las contradicciones existentes efectivo sobre sus dominios territoriales. Todas estas medidas
entre los sistemas de officiers y de intendants, ambos grupos contra el particularismo refractario de los grupos e institucio-
procedían predominantemente de la noblesse de robe, mientras nes tradicionales p rovocaron, naturalmente, el resentimiento
los banqueros y arrendatarios de impuestos contra quienes pro- tanto de príncipes y pares como de la pequeña aristocracia pro-
testaban los parlenients estaban personal y estrechamente co- vincial. Pero no cambiaron el vínculo objetivo entre la ar isto-
nectados con ellos. El proceso de fusión permitido por la co- cracia y el Estado, mucho más eficaz ahora que nunca en la
existencia de los dos sistemas dentro de un mismo Estado acabó protección de los intereses básicos de la clase noble. El- grado
por asegurar una solidaridad mucho más rápida contra las ma- de explotación económica garantizado por el absolutismo fran-
sas. La misma profundidad del malestar popular revelado por cés puede apreciarse por este cálculo r eciente: durante el si-
la Fronda recortó la última ruptura emocional con la monarquía glo XVII, la nobleza - un 2 por 100 de la población- se apropió
protagonizada por la aristocracia disidente: aunque todavía entre un 20 y un 30 por 100 de toda la renta nacional 21 • La

" Sobre este aspecto, véase Kossmann, La Fronde, pp. 117-38. 21


Pierre Goubert , «Les problemes de la noblese au xvn1' siecle», en
20
Kossmann, La Fronde, pp. 204, 247, 250-2. XI/Ith International Congress of Historical Sciences, Moscú, 1970, p. 5.
98 Europa occidental Francia 99

maquinaria central del poder real fue, por tanto, concentrada, introdujeron la paga regular, 1~ . instrucción y l?~ u~iformes;
racionalizada y ampliada sin una seria resistencia aristocrática. Vauban modernizó las armas militare~ y .l~s, fortificaciones._ El
Luís XIV heredó de Mazarino sus principales ministros: Le crecimiento de este aparato militar s1gmhco el desarme fmal
Tellier, encargado de los asuntos militares; Colbert, que llegó de la nobleza provinciana y la capaci_dad de aplastar la_s r eb~-
a combinar la dirección de la hacienda, la casa y la armada liones populares con rapidez y efic~cia 25 • Los _m~r cenanos sm-
reales; Lionne, que dirigía la política exterior, y Séguier, que os que proporcionaron al absolutismo borbomco sus tropas
en su calidad de canciller cuidaba de la seguridad interior. ~o~ésticas, ayudaron a acabar con toda rapidez con el cam-
Estos administradores competentes y disciplinados formaban esinado boloñés y camisard; los nuevos d r agones ll_evaron_ a
la cima del orden burocrático, puesto ahora a disposición de la pabo la expulsión masiva de los hugonotes de Francia . El m-
monarquía. El rey presidía personalmente las deliberaciones del ~ienso ideológico que rodeaba a la monarquía, profus?i:iente
pequeño Conseil d'en Haut, que comprendía a sus servidores dispensado por los clérigos y escritores asalariados del reg1men,
políticos de mayor confianza y excluía a todos los príncipes y envolvió la represión armada en la que éste se basaba, pero no
los grandes. Este consejo se convirtió en el supremo organismo pudo ocultarla. , . . . .
ejecutivo del Estado, mientras el Conseil des Dépeches se en- El absolutismo francés alcanzo su apoteosis mstituc10nal en
cargaba de los asuntos provinciales y del interior y el Conseil las últimas décadas del siglo XVII. La estruct:1ra del Estado y
des Finances, de reciente creación, supervisaba la organización la correspondiente cultura dominante perfecc10nadas en el rei-
económica de la monarquía. La eficacia departamental de este nado de Luis XIV iban a convertirse en el modelo de la m1Wor
sistema relativamente tenso, ligado por la actividad incansable parte de la nobleza europea: España, Portugal, Piamonte Y
del propio Luis XIV, era mucho mayor que la de los incómodos Prusia fueron tan sólo los últimos ejemplos más directos de esa
m ecanismos conciliares del absolutismo de los Habsburgo en influencia. Pero el rayonnement polít ico de Versalles no era
España, con su distribución semiterritorial y sus intei=minables un fin en sí mismo. Las realizaciones organizativas del abso-
deliberaciones colectivas. En un plano inferior, la red de inten- lutismo borbón ico estaban destinadas, en la concepción de
dants cubría ya la totalidad de Francia (Bretaña fue la última Luis XIV, para servir a un propósito específico: el objetiv?
provincia en recibir un comisario en 1689) 22 • El país fue divi-
dido en 32 généralités, cuyo poder supremo residía ahora en el
superior de la expansión militar. La primera década del :~1-
nado desde 1661 a 1672, supuso esencialmente una preparac10n
intendant real, asistido por los subdélégués e investido con interior para las futuras aventuras exteriores. Administrativa,
nuevos poderes sobre la tasación y supervisión de la taille, dere- económica y culturalmente, éstos fueron los años má_s reful-
chos vitales que le fueron transferidos por el antiguo officier gentes del reinado de Luis X IV; casi todas sus o~ras mas. dura-
«tesorero» que anteriormente los controlaba. El personal total deras datan de estos años. Bajo la capaz supermtendencia del
del sector civil del aparato de Estado central del absolutismo primer Colbert se estabilizó la presi~n ffscal y se pro1:°ovió el
francés en el reinado de Luis XIV era todavía muy modesto: comercio. Los gastos del Estado dismmuyeron gracias a la
quizá tan sólo 1.000 funcionarios responsables, contando la cor- supresión general de los nuevos car gos creados desde 163~; las
te y las provincias 23 • Pero estos funcionarios estaban apoyados depredaciones de los arrendatarios de impuestos se reduJeron
en una impresionante maquinaria coactiva. Para conservar el drásticamente, aunque la recaudación no fue reasumida por el
orden y reprimir las revueltas en París se creó una fuerza Estado· las tier ras reales fueron sistemáticamente recuperadas.
permanente de policía (1667), que más adelante se extendió a La taiÚe personnelle descendió de 42 a 43 millones de libras,
toda Francia (1698-99). El volumen del ejército creció enorme- mientras que la taille réelle se elevó alrededor de un 50 por 100
mente durante el reinado, pasando de unos 30 ó 50.000 hom- en los pays d'états, cuyas cargas fiscales eran más livianas; la
bres a 300.000 al final de este p eríodo 24 • Le Tellier y Louvois recaudación de impuestos indirectos se elevó en torno al 60
22
por 100 por m edio de un control cuidadoso del sistema de
Pierre Goubert, Louis XIV et vingt millions de fram;:ais, pp. 164, 166.
23
Goubert, Louis XIV et vingl millions de fram;ais, p. 72.
" J . Stoye, Europe unfolding 1648-1688, Londres, 1969, p. 223 [El des- " Roland Mousnier Peasant uprisings, p. 115, insiste correct amente
pliegue de Europa, 1648-1688, Madrid, Siglo XXI, 1974]; Goubert, Louis XIV en este punto al co~entar que las rebeliones de 1675 en Bretaña Y
et vingt millions de fran,:ais, p. 186. Burdeos fueron los últimos levantamientos sociales serios del siglo.
100 Europa occidental Francia 101

arrendamiento. Los ingresos netos de la monarquía se dupli- ocasión, ningún señor o propietar io intentó utilizarlos para sus
caron entre 1661 y 1671, y se alcanzó el superávit presupuestario propios fines. La nobleza, aligerada de las cargas monetarias
con regularidad 26 • Mientras tanto, se lanzó un ambicioso pro. que Richelieu y Mazarino habían intentado imponerle, perma-
grama· mercantilista para acelerar el desarrollo manufacturero neció completamente leal 2ª.
y comercial de Francia, y la expansión colonial en el exterior: Sin embargo, el restablecimiento de la paz en la década de
las subvenciones reales fundaron nuevas industrias (paños, cris- 1680 se limitó a acentuar la arrogancia del absolutismo borbó-
tal, tapicería, objetos de hierro); se crearon compañías con nico. El rey se encerró en Versalles; el calibre de los ministros
privilegios reales para explotar el comercio de Oriente y de las descendió a medida que la generación escogida por Mazarino
Indias Occidentales; los astilleros recibieron fuertes subsidios cedía sus puestos a sucesores más o menos mediocres, elegidos
y, por último, se impuso un sistema de aranceles altamente
por cooptación hereditaria dentro del m ismo grupo de familias
proteccioni~ta. ~ue este mismo mercantilismo, sin embargo, el interrelacionadas de la noblesse de robe; torpes gestos antipa-
que condu.10 directamente a la decisión de invadir Holanda
pales se mezclaron con la despreocupada expulsión de los pro-
en 1672, con la intención de suprimir la competencia de su co-
testantes del reino; se utilizaron subterfugios legales poco sóli-
mercio -que se había mostrado fácilmente su perior al fran-
cés- por medio de la incorporación de las Provincias Unidas dos para una serie de pequeñas anexiones en el nordeste. En el
a los dominios franceses. La guerra holandesa fue inicialmente interior continuó la depresión agraria, aunque el comercio ma-
un éxito: las tropas francesas cruzaron el Rin, se acercaron rítimo se recobró y alcanzó una repentina prosperidad, para
sorprendentemente a Amster dam y tomaron Utrecht. Sin em- preocupación de los mercaderes ingleses y holandeses. La• de-
bargo, una coalición internacional -España y Austria, sobre rrota del candidato francés al electorado de Colonia y la subida
to?-o- se fo:mó _rápidamente para la defensa del statu qua, de Guillermo III al trono inglés fueron las señales para la
mien tras la dmastla Orange volvía a tomar el poder en Holanda reanudación del conflicto internacional. La guerra de la Liga
forjando una alianza matrimon ial con Inglater ra. Siete año~ de Augsburgo (1689-97) alineó p rácticamente a toda la Europa
de lucha terminaron con Francia en posesión del Franco-Con- occidental y central contra Francia: Holanda, Inglaterra, Aus-
dado y con una frontera ampliada en Artois y Flandes, pero tria, España, Saboya y la mayor parte de Alemania. Los ejér-
con las Provincias Unidas intactas y los aranceles antiholan- citos franceses habían más que doblado su fuerza en la década
deses de 1667 anulados: un balance modesto en el exterior. En intermedia, hasta alcanzar los 220.000 hombres. Lo más que
el interior, la reducción fiscal de Colbert había quedado defi- pudieron hacer fue mantener a la coalición en unas costosas
nitivamente arruinada: la venta de cargos se multiplicó una tablas : los objetivos bélicos de Luis XIV quedaron frustrados
vez más, se aumentaron las viej as contribuciones, se inventa- en todas par tes. La única ganancia registrada por Francia en
ron otras nuevas, se emitieron empréstitos y los subsidios co- el tratado de Ryswick fue la aceptación europea de la absor-
merciales fueron abandonados. En adelante, la guerra iba a ción de Estrasburgo, que ya estaba asegurada antes del co-
dominar prácticamente todos los aspectos del rein ado 27• La mienzo de la guerra; los demás territorios ocupados t uvieron
miseria y el hambre causadas por las exacciones del Estado y que ser evacuados, a la vez que la armada francesa era des-
por una serie de malas cosechas provocaron nuevos levanta- plazada de los mares. Para financiar el esfuerzo de guerra, se
mientos del campesinado en Guyen a y Bretaña en 1674-75, que inventó una cascada de n uevos cargos que se pusieron a la
fueron suprimidos por las armas de forma sumaria: en esta venta, se subastaron títulos, se multiplicaron los empréstitos
obligatorios y las rentas públicas, se manipuló el valor de la
" Goubert, Louis XIV et vingt millions de fran9ais pp. 90-2. moneda y, por primera vez, se introduj o un impuesto por «capi-
27
• Y, tam~ién, en cierto sentido, sus ideales cultural~s: «El orden y la
s1me~ia recientemente adoptados en los desfiles militares proporcionaron
a Lu1_s_ XIV y a sus contemporáneos el modelo al que debían conformarse " Los cardenales habían intentado someter a la nobleza a impuestos
tamb1en la vida y el arte; y el eco del pas cadencé de Martinent -cuyo disfrazados bajo la forma de «conmutaciones» del ban militar que de-
nombre es en sí mismo un programa- resonaba de nuevo en la mono- bían los feudos. A la nobleza no le gustaron nada y fueron abandonados
tonía mayestática de los interminables alejandrinos». Michael Roberts por Luis XIV. Véase Pierre Deyon, «A propos des rapports entre la
«The military revolution, 1560-1660», en Essays in Swedish history Lon'. noblesse frarn;aise et la monarchie absolue pendant la premiere moitié
dres, 1967, p. 206. ' du xvn' siecle», Revue historique, ccxxx1, 1964, pp. 355-6.
102 Europa occidental Francia 103

tación» del que no se libró ni la propia nobleza 29 • La inflación, trario, fue la estructura de Estado de Richelieu y Mazarino,
el hambre y el despoblamiento asolaron el campo. A pesar de todavía defectuosa e incompleta, mar cada por anomalías insti-
todo, cinco años después Francia se sumergió de nuevo en tucionales y desgarrada por rebeliones internas, la que consi-
un conflicto europeo por la sucesión española. Las bruscas guió espectaculares éxitos en el extranjero, mientras que la
provocaciones y la ineptitud diplomática de Luis XIV ampliaron monarquía consolidada y estabilizada de Lu is XIV -con su
al máximo una vez más la coalición contra Francia en esta autoridad y su ejército enormemente aumentados- fracasó
decisiva contienda militar en la que ahora entraba: el ventajoso estrepitosamente en su pretensión de imponerse sobre Europa
tes tamento de Carlos II fue r echazado con desprecio por el 0
conseguir avances territoriales notables. La constr ucción ins-
heredero francés, los ejércitos franceses ocuparon Flandes, Es- titucional y la expansión internacional estuvieron desfasadas e
paña fue dirigida por emisarios franceses, la trata de esclavos invertidas en el caso francés . La razón reside, evident emente,
con sus colonias americanas fue puesta en manos de mercaderes en la aceleración de un tiempo dis tint o al del absolutismo en
franceses, y el exiliado Estuardo que reclamaba ostentosam ente los países marítimos: Holanda e I nglaterra. El a bsolutismo
el trono fue saludado como legítimo monarca de Inglaterra. español conservó el domin io europeo durante cien años; con-
La determinación borbónica de monopolizar la totalidad del tenido en p rimer lugar por la r evolución h olandesa, su p oderío
imperio hispánico, rechazando cualquier reparto o disminución fue destrozado fin almente por el absolutismo fran cés a media-
del vasto botín español, unió inevitablemente a Austria, Ingla- dos del siglo XVII, con la ayuda de Holand a . Sin embargo, el
terra, Holanda y la mayor parte de Alemania contra Francia. absolutismo francés no gozó de un período de hegemonía com-
Al pretender conseguirlo todo, el absolutismo francés acabó parable en Europa occidental. En los veinte años que siguihon
por no obtener prácticamente nada de este esfuerzo supremo a la paz de los Pirineos, su expansión ya había sido eficazmen te
de expansión política. Los ejércitos borbónicos -que ahora detenida. La derrota final de Luis XIV no se debió a sus n ume-
contaban con 300.000 hombres, equipados con rifles y bayone- rosos errores estratégicos, sino al cambio en la posición rela-
tas- fueron diezmados en Blenh eim, Ramillies, Turín, Oude- tiva de Francia dentro del sistema político europeo con comi-
narde, Malplaquet. La misma Francia recibió las sacudidas de tante con las r evoluciones inglesas de 1640 y 1688 30. El desarrollo
la invasión, ya que la recaudación de impuestos se hundió, la económico del capitalismo inglés y la consolidación política de
moneda fue depreciada, las revueltas por el pan asolaron a la su Estado a finales del siglo xvn sobrepasaron al absolutismo
capital, y las heladas y el hambre paralizaron el campo. Sin em- francés, aunque éste estuviera en su época de auge. Los verda-
bargo, aparte del levantamiento local de los hugonotes en Cé- deros vencedores de la guerra de Sucesión española fueron los
vennes, el campesinado perman eció en calma. Por encima de él, .comerciantes y los banqueros de Londres : con ella comenzó un
la clase dominante se mantuvo compactamente unida en torno imperialismo mundial británico. El último Estado feudal espa-
a la monarquía, incluso a pesar de su autocrática disciplina y ñol había sido derribado por su rival y equivalente francés,
de los desastres exteriores que sacudían a toda la sociedad. ayudado por el p r imer Es tado burgués de H olanda. El último
La tranquilidad sólo llegó con la derrota final en la guerra. Estado feudal francés fue detenido en su camino p or dos Esta-
La paz fue mitigada por las divisiones en la coalición victo- dos capitalistas de desigual poder -Inglater ra y Holanda-,
riosa contra Luis XI V, que permitieron a la joven rama de la asistidos por su equivalente au striaco. Intrínsecamente, el abso-
dinastía borbónica conservar la monarquía en España al precio lutismo borbónico fue mucho más poderoso y más u nificado
de la separación política de Francia. Por lo demás, tan ruino- que el absolutismo español; pero las fuerzas alineadas contra
sos sufrimient os no produjeron ningún beneficio al absolutismo 30 Naturalmente, Luis XIV fu e incapaz de apreciar este cambio, y de
francés; simplemente, introdujeron a Austria en los Países ahí sus constantes y garrafales errores diplomáticos. La debilidad tem-
Bajos y en Italia, e hicieron a Inglaterra dueña del comercio poral de Inglaterra en la década d e 1660, cuando Carlos II era un pro-
colonial en la América española. De hecho, la paradoja del tegido de Francia, Je condujo a infravalorar a la isla para siempre, incluso
absolutismo francés fue que su mayor brillantez interior no cuando su decisiva importancia política en la Europa occidental era ya
obvia. El fallo de Luis XIV al no proporcionar u na ayuda preven tiva a
coincidió con su mayor predominio internacional. Por el con- Jacobo II en 1688, antes del desembarco de Guillermo III, sería uno de
los errores m ás desastrosos de u na carrera que ya los h abía cosechado
" Goubert, Louis XIV et vingt millions de fran9ais, pp. 158-62. en abundancia.
104 Europa occidental Francia 105

él fueron también, proporcionalmente, mucho más poderosas. d s· la compra de compamas por los roturiers fue proh ibida
Los enérgicos preparativos interiores del reinado de Luis XIV : Ía década de 1760, cuando se hizo necesario tener una ascen-
para conseguir el dominio exterior fueron vanos. La hora de ~encia inequívocamente nobiliaria para acceder al rango de
la supremacía de Versalles, que parecía tan cerca en la Europa ficial. La clase aristocrática en su conjunt o conservó un rigu-
de 1660, nunca sonó. ;oso estatuto feudal: constituía un orden legalmente definido
La llegada de la Regencia en 1715 anunció la reacción social de unas 250.000 personas, que estaba exent o del grueso de los
ante este fracaso. La alta nobleza, liberando repentinamente impuestos Y_ gozab_a ~el monopolio de los m~~ a_ltos rangos d~
sus reprimidos agravios contra la autocracia real, llevó a cabo la burocracia, la Judicatura, el clero y el eJerc1to. Sus subdi-
una inmediata reaparición en escena. El regente obtuvo el visiones estaban ahora teóricamente definidas con todo detalle,
acuerdo del Parlement de París para dejar a un lado el testa. y entre los_ títulos más _elevados y los hob~re~ux r urale: más
mento de Luis XIV a cambio del restablecimiento de su tradi. bajos existia un gran abismo. Pero en la pr act ica, el lubricante
cional derecho de protesta: el gobierno pasó a manos de los del dinero y el matrimonio Jo transformaban de mil maneras a
pares, que terminaron inmediatamente con el sistema ministe- los niveles más altos en un grupo más flexible y articulado que
rial del rey difunto y asumieron directamente el poder en la antes. La nobleza francesa de la era de la Ilustración poseía
llamada polysynodi. Tanto la noblesse d'épée como la noblesse una completa seguridad en su situación dentro de las estruc-
de robe fueron rehabilitadas institucionalmente por la Regen- turas del Estado absolutista. Con todo, un sentimiento irreduc-
cia. La nueva época iba a acentuar de hecho el carácter abier- tible de malestar y fricción sub sistió entr e ambos incluso en el
tamente clasista del absolutismo: el siglo Xvrn presenció una último período de unión óptima en tre la nobleza y la mo\iar•
regresión de la influencia no nobiliaria en el aparato de Es- quía, porque el absolutismo, por muy afín que fuera su per-
tado, Y el predominio colectivo de una alta aristocracia cada sonal y muy atractivos sus servicios, continuaba siendo un poder
vez más unificada. La toma de la Regencia por los grandes no inaccesible e irresponsable que gravitaba sobre las cabezas del
fue duradera: bajo Fleury y los dos débiles reyes que le suce- conjunto de la nobleza. La condición de su eficacia como Estado
dieron, el sistema de adopción de decisiones en la cima del Es- residía en su distancia estructural respecto a la clase de la que
tado volvió al viejo modelo ministerial, que ya no estaba con- procedía y cuyos intereses defendía. El absolutismo nunca
trolado por un monarca dominante. Pero en adelante la nobleza consiguió en Francia la confianza incuestionable y la aceptación
mantuvo un control tenaz de los más altos cargos del gobierno: de la aristocracia sobre la que descansaba: no era responsable
de 1714 a 1789 sólo hubo tres ministros que carecieran de título de sus decisiones ante el orden nobiliario que le daba vida, y
aristocrático 31 • Asimismo, la magistratura judicial de los par- esto era necesar iamente así, como veremos, debido a la intrín-
lements formaba ahora un estrato cerrado de nobles -tanto seca naturaleza de la m isma clase; pero era también peligroso
en París como en las provincias- del que eran excluidos radi- por el riesgo de acciones impremeditadas o arbitrarias tomadas
calmente las personas del común. A su vez, los intendants por el ejecutivo y que, de rechazo, se volvían contra él. La
reales, que en un tiempo fueron el azote de los terratenientes plenitud del poder real, incluso aunque se ejerciese con suavi-
provinciales, se convirtieron en una casta prácticamente here- dad, alimentaba la reserva señorial frente a él. Montesquieu
ditaria: en el reinado de Luis XVI, 14 de ellos eran hijos de -presidente del Parlement de Burdeos bajo el acomodaticio
an!eriores intendan_ts 32 • En la Iglesia, todos los arzobispos y régimen de Fleury- dio una expresión incontestable al nuevo
obispos eran de ongen noble antes de la segunda mitad de si- tipo de oposicionismo aristocrático característico de este siglo.
glo, y la mayor parte de las abadías, prioratos y canonjías esta• De hecho, la monarquía borbónica del siglo xvrrr efectuó po-
ban controlados por la misma clase. En el ejército, los altos cos movimientos de tipo «nivelador» contra los «poderes inter-
mandos militares estaban sólidamente ocupados por los gran- medios», queridos con tanta intensidad por Montesquieu y sus
consortes. El ancien régime preservó en Francia su confusa jun-
'.' Albert Goodwin, «The social structure and economic and political gla de jurisdicciones, divisiones e instituciones heteróclitas
a_tt1tudes of the French nobility in the 18th century», en Xllth Jn terna- -pays d'états, pays d'éléctions, parlements, sénéschaussées, gé-
tw~al Congress of Histo1·ical Sciences, ~apports, 1, p. 361. néralités- hasta el momento de la r evolución. Después de
. J. McManners, «France», en Goodwm, comp., The European nobility
zn the 18th century, pp. 33-5. Luis XIV apenas hubo más racionalización del sistema político:
106 Europa occidental Francia 107

nunca se crearon una tarifa aduanera, ni un sistema de im- El siglo XVIII había presenciado, mientras t anto, un creci-
puestos, ni un código legal o una administración local unifor- iento rápido de las filas y las fortunas de la burguesía local.
mes. El único intento de la monarquía por imponer una nueva
conformidad sobre un organismo corporativo fue su continuado
f partir de la Regencia hubo en general una _época de exp~n-
51"ón económica, con un alza secular de prec10s, una relativa
esfuerzo por asegurar la obediencia teológica en el clero por rosperidad agrícola (por lo menos en el p eríodo de 1730 a
medio de la persecución d el jansenismo, que fue combatido 1774) y una recuperación demográfica: la yoblación de Fra~cia
invariable y vigorosamente por el Parlement de París en nom- asó de 18-19 millones en 1700 a 25-26 millones en 1789. Mien-
bre del galicanismo tradicional. La anacrónica lucha en torno tas la agricultura continuaba siendo la rama abrumadoramen~e
a este tema ideológico se convirtió en el principal punto álgido dominante de la producción, las manufacturas y el comercio
de las relaciones entre el absolutismo y la noblesse de robe registraron avances notables. El volumen de la industria_ fran-
desde la Regencia hasta la época de Choiseul, cuando los je- cesa aumentó en tomo a un 60 por 100 en el curso d el siglo 34 ;
suitas fueron expulsados formalmente de Francia por los par- en el sector textil comenzaron a aparecer verdaderas fábricas ,
lements, en una simbólica victoria del galicanismo. Mucho más y se echaron los cimientos de las indust r ias del hierro y el
serio, sin embargo, habría de ser el punto muerto financiero carbón. El progreso del comercio fue, sin embargo, muc~o más
al que finalmente se llegó entre la monarquía y la magistratura. rápido, sobre todo en las áreas internacional y colomal. El
Luis XIV había dejado al Estado cargado con una masa de comercio exterior se cuadruplicó entre 1716-20 y 1784-88, con un
deudas; la Regencia las había reducido a la mitad por medio superávit permanente en la expor tación. E l comercio colonial
del sistema de Law; pero los costos de la política exterior, alcanzó un crecimiento más rápido con el desarrollo de las
desde la guerra de Sucesión de Austria, combinados con el des- plantaciones de azúcar, café y algodón en las Antillas: en los
pilfarro de la corte, mantuvieron a la hacienda en un déficit últimos años antes de la revolución llegó a alcanzar los dos
constante y cada vez más profundo. Los su cesivos intentos de tercios de todo el comercio exterior francés 35 • La expansión
recaudar nuevos impuestos, perforando la inmunidad fiscal de comercial estimuló naturalmente la urbanización; se produjo
la aristocracia, fueron rechazados o saboteados en los parle- una ola de nuevas construcciones en las ciudades, y antes del
ments y en los Estados provinciales, que se negaron a registrar fin de siglo las capitales provinciales de Francia iban muy
los edictos o presentaron indignadas protestas. Las contradic- por delante de las inglesas en número y tamaño, a pesar del
ciones objetivas del absolutismo se manifestaron aquí en su nivel de industrialización mucho más alto que existía en Ingla-
forma más clara. La monarquía pretendía gravar con impuestos terra. Por otra parte, con el monopolio aristocrático del apa-
la riqueza de la nobleza, mientras ésta exigía un control sobre rato de Estado había descendido la venta de cargos. En el si-
la política de la monarquía: la aristocracia, efectivamente, se glo XVIII, el absolutismo se inclinó cada _vez más hacia. lo~
negó a enajenar sus privilegios económicos sin obtener dere- emprés titos públicos, que no creaban el mismo grado de mt1•
chos políticos sobre la d irección del Estado monárquico. En su m.idad con el Estado: los rentiers no obtenían el ennoblecimien-
lucha contra los gobiernos absolutistas en torno a este tema, to ni la inmunidad fiscal que habían recibido los officiers. El
la oligarquía judicial de los parlements llegó a utilizar cada vez grupo más rico dentro de la clase capitalista francesa era el de
más el len guaje radical de los philosophes: las nociones bur- los financiers, cuyas inversiones especulativas cosechaban los
guesas de libertad y representación comenzaron a infiltrarse en grandes beneficios de los con tratos militares, los arrendamientos
la retórica de una de las ramas de la aristocracia francesa más de impuestos o los préstamos reales. Pero, en general, la d ismi-
inveteradamente conservadora y más parecida a una casta 33 • nución simultánea del acceso de los plebeyos al Es tado feudal,
Hacia las décadas de 1770 y 1780 se h abía producido en Francia y el desarrollo de una economía comercial al margen de éste,
una curiosa cont aminación de algunos sectores nobiliarios por emanciparon a la burguesía de su dependencia subalterna del
el estamento inferior. absolutismo. Los comerciantes, manufactureros y navieros de
" A. Soboul, La révolution fran9aise, I, París, 1964, p . 45 [La revolu-
" Sobre las actitudes de los parlements de los últimos años del An- ción francesa, Madrid, Tecnos, 1966].
tiguo Régimen, véase J. Egret, La pré-révolution fran9aise, 1787-1788, Pa- " J. Lough, An introduction to 18th century France, Londres, 1960, pá-
rís, 1962, pp. 149-60. ginas 71-3.
108 Europa occidental 109
Francia
la Ilustración, y los abogados y periodistas que proliferaron orteamericana fueron los que provocaron la definitiva cns1s
junto a ellos, prosperaron de modo creciente fuera del ámbito ~scal del absolutismo francés en el interior. En 1778 la deuda
del Estado, con inevitables consecuencias para la autonomía del Estado era tan grande -el pago de sus intereses represen-
política del conjunto de la clase burgues~ .. taba cerca del 50 por 100 del ga~t~ corrie1:1t~- y el défi~it pre-
La monarquía, por su parte, se rnostro mcapaz de proteger supuestario tan agudo, que los ult1mos mm1stros de Lms XVI,
los intereses burgueses, incluso cuando coincidían nominalmen- Calonne y Loménie de Brienne, decidieron imponer una contri-
te con los del mismo absolutismo. Nunca fue esto tan claro bución sobre la tierra a la nobleza y el clero. Los parlements
como en la política exterior del último Estado borbónico. Las se resistieron furiosamente a este proyecto; la monarquía, en
guerras de este siglo siguieron una pauta infaliblemente tradi- situación desesperada, decretó su disolución; después, retroce-
cional. Las pequeñas anexiones de tierra en Europa siempre diendo ante el tumulto levantado por las clases poseedoras, los
tuvieron en la práctica prioridad sobre la defensa o la adqui- restableció; y finalmente, capitulando ante las _demandas de los
sición de colonias ultramarinas; el poder marítimo y comercial parlements para que se reuniesen los Estados Generales antes
fue sacrificado al militarismo territorial 36• Fleury, amante de de proceder a ninguna r eforma de los impuestos, convocó a los
la paz, aseguró con éxito la absorción de Lorena en las breves tres estados en medio de la desastrosa escasez de grano, el gran
campañas por la sucesión polaca en la década de 1730, de las desempleo y la miseria popular de 1789. La reacción aristocrá-
que Inglaterra se mantuvo alejada. Sin embargo, durante la tica contra el absolutismo se transformó así en una r evolución
guerra de Sucesión austriaca, en la década de 1740, 1~ flota burguesa que lo derribó. Justamente, el colapso histórico gel
británica castigó a los navíos franceses desde el Canbe al Estado absolutista francés estuvo directamente ligado a la in-
océano Indico, infligiendo elevadas pérdidas comerciales a flexibilidad de su formación feudal. La crisis fiscal que sirvió
Francia, mientras Mauricio de Sajonia conquistaba el sur de como detonador de la revolución de 1789 fue provocada por
los Países Bajos en una consumada pero fútil campaña por su incapacidad jurídica para gravar con impuestos a la clase
tierra: la paz restableció el statu qua ante por ambas partes, que representaba. La misma rigidez del víncu lo entre el Estado
pero las lecciones estratégicas eran ya claras para Pitt, en y la nobleza precipitó, en último término, su común caída.
Inglaterra. La guerra de los Siete Años (1756-63), en la que Fran-
cia se unió al ataque austriaco sobre Prusia contra todo interés
dinástico racional, fue desastrosa para el imperio colonial de
los Borbones. En la guerra continental los ejércitos de Francia
lucharon esta vez de forma indolente en Westfalia, mientras
la guerra naval desencadenada por Inglaterra le arrebataba Ca-
nadá, la India, Africa Occidental y las Indias Occidentales. La
diplomacia de Choiseul recuperó las posesiones borbónicas en
las Antillas con la paz de París, pero se había perdido la posi-
bilidad de que Francia presidiera un imperialismo comercial a
escala mundial. La guerra de la Independencia norteamericana
permitió que París consiguiera una venganza política por pode-
res sobre Londres. Pero el papel de Francia en Norteamérica,
aunque vital para el éxito de la revolución americana, fue ese~-
cialrnente una operación en busca de botín, que no produJO
ninguna ganancia positiva a Francia. Por el contrario, los cost~s
de la intervención borbónica en la guerra de la Independencia
36 El presupuesto naval nunca ascendió a más de la mitad del de

Inglaterra: Dorn, Competition far empire, p. 116. Dorn presenta un con-


vincente balance de las deficiencias generales de las flotas francesas en
esta época.

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