Está en la página 1de 25
cenit Margaret Mead Adolescencia, sexo y cultura en Samoa iit ny 000 00 PLANETA-AGOSTINI Direecién editorial: R. B.A. Proyectos Editoriales, S.A. ‘Titulo orignal: Coming of Age in Samoa ‘Traduecidn de Elena Dukelski Yor © Editorial Paidés SAIC, Buenos Aires © Editorial Planeta-De Agostini, S, A., 984, para la presente edicion Céreege, 273-277, 08008 Barcelona (Espa) “Teaduecin autocizada por Editorial Paidée SAICF Disefio de coleceién: Hans Romberg, Primera edicisn en esta coleceibn: marzo de 1985 Depo legal: B. 4530/1985 ISBN B4-395-0012-2 Printed in Spain - Impreso en Espaia Distibucidn: RB. A. Promotora de Ediciones, 8A ‘Travesera de Gracia, 56, stico 1, 08006 Barcelona ‘Telefonos (93) 200 80 45 -200 81 89 Imprime: Cayfosa, Sta. Perpttua de Mogoda, Baresiona Introduccién Adolescencia, sexo y cultura en Samoa (Coming of Age in Samoa, 1928) es la primera obra que publico Margaret Mead. Auténtico best-seller en el momento de su aparicién —es una constante en todas las obras de esta antropéloga norteame- ricana la utilizacion de un lenguaje asequible para un puiblico ino académico—, Adolescencia, sexo y cultura en Samoa es en la actualidad un «clasico» de los estudios antropoldgicos como fue en su dia un libro pionero en la conquista del terr torio espectfico de esta ciencia que es la antropologia. Su origen esta en el primer viaje —el primer trabajo de campo— que Margaret Mead realiz6. A este propésito, vale la pena recordar que Mead logré imponer a sus patrocinadores su eleccion de los Mares del Sur como lugar de investigacin —se le instaba a realizar su trabajo entre alguna de las tribus aborigenes de Estados Unidos—, pero, a cambio, hubo de ce- der a las sugerencias de su maestro, el antropélogo de origen aleman Franz Boas (1858-1942), en el sentido de centrar el objetivo de su estudio en un grupo adolescent Y asf fue. Margaret Mead partié en 1925 hacia las Samoa y fijé su campo de operaciones en la pequefia isla de Tau, en el archipi¢lago de Manu’a. Alli, en tres aldeas practicamente contiguas —Faleasao, Luma y Siufaga—, se dedico a obser- var, por espacio de seis meses, el comportamiento de sesenta y ocho muchachas comprendidas entre los ocho y los nueve anos y los diecinueve y los veinte aproximadamente (era im- posible, cuenta Ia antropologa norteamericana, saber con cer- teza la edad de una samoana). Aunque no s6lo a observar, sino también a participar. Pues es caracteristico de la metodologia empleada en Adolescencia, sexo y cultura en Samoa la inter vencién de estos dos componentes, observacién y, sobre todo, participacion El énfasis en este tiltimo componente esta en relacién con el tipo de conocimientos que Mead deseaba extraer de su tra- bajo de campo, y que no se refertan tanto 2 los elementos I formales de ta cultura a estudiar. cuante a la psicologia de un rminado grupo de esta cultura. Para comprender las reacciones de este le fue preciso a Mead, ademas de apreader el idioma samoano, identificarse dia a dia con las alegi-as y los padecimientos de las adolescentes samoanas. Mediante este método empatico, que no descartaba en absoluto el rigor en la observacién, Mead Ileg6 a alcanzar los objetivos que se habfa propuesto, Pero gcudles eran éstos? De una forma inmediata, detectar si la adolescencia se producia del mismo modo en Samoa que en Estados Unidos; si este periodo de profundas convulsiones que marca dolo: rosa, angustiosamente, el final de la nifiez en la civilizacién occidental acontecia Lambién, con las mismas caracteristi- cas, en una sociedad primitiva. El siguiente objetivo, mucho mas ambicioso, consistia en aporiar, segiin los resultados de Ja investigacion, referencias precisas acerca de los limites en tre naturaleza ¥ cultura; confirmar. si fuera el caso, la sospe- cha de que muchas de las casas atribuidas en Occidente a ta naturaleza humana correspondian en realidad a precisas y conerelas estructuras culturales. La respuesta dada en Adolescencia, sexo y culittra en Scmoa a esias cuestiones no deja lugar a dudas. Las muchachas sa moanas no atravesaban por ningtin periodo que, ni remota: mente, pudiera compararse al de la critica época del adoles- cente de las sociedades contemporaneas; la adolescencia no era en Samoa una etapa zozobrante; los comportamientos tipicamente compulsivos del adolescente occidental —sa de- seo de rebelién contra la autoridad constituida; la perentoria necesidad de afirmacion del yo; la eclosion de actitudes idea listas; la religiosidad como modo de compensacién de la culpa, ete— no tenfan lugar entre las jovenes de Ia isla de Tau. Lo unica que se detectaba en ellas era que, en una ceter- minada edad, sobrevenian ciertos cambios corporales. La en- trada en la pubertad era un hecho fisiologico, en absoluto revestido de tensiones de caracter psiquico. Ello era asi porque el clima emocional en la cultura sa moana estudiada se caracterizaba por su tono equilibrado, resultado, a su vez, de una vida sexual tranquila y placetitera, 0 en absoluto represiva. Margaret Mead aduce que esta calma emocional es peculiar de los samoanos, es un rasgo de sv cu ura, Y que, al mismo tiempo, se combina von una caracteris- tica extensible a todas las culturas primitivas, y que es la de la escasa capacidad de eleccion de los individuos que p necen a ellas. La combinacién de ambos elementos —talante calmade y cuasi indiferente de los samoanos, al que se sobrepone un repertorio de alternativas vitales extracrdinariamente limi tado— hacia que el transito de fa nifiez a la cundicion de mujer adulta fuera entre las samoanas indolore. De identica yconsecuente manera, Mead consiata como en aquelis sucie- ad primitiva de 1925 no habia neuroricos, pues ni ios co- mienzos, en cualquier actividad, eran dificiles, ni las situacio nes, en cualquier momento, eran antagénicas. Particular relevancia tiene en Adolescencia, sexo v cultura en Samoa la atencion que se presia a la estructura familiar ta se caracterizaba por ser una comunidad grande, no nu. clear, y, por consiguiente, tenia la virtud de encauzar el alecio del nifio hacia intereses afectivos mas amplics ¥ menos ioca lizados en torno a las figuras del ps Elafecto no se especializaba, como en las culturas occidentales, ya diferencia de estas, la sociedad primitiva samoana protegia con mayor elicacia al nifo «conira el desarrolle de ias acti- tudes mutilantes que conocemos como complejos de Edipo, complejos de Electra, etc.», y que revierien posieriormente en ia adolescencia, a menudo de forma patozena Confirmando este primer objetivo de su investigacion, Margaret Mead sostiene en Adolescencia, sexo y cultura en Sa moa la tesis de que la naturaleza humana no es rigid « inlie- xible, sino que se caracteriza por su extraordinaria capacidad plastica, de adaptacién. «Los ritmos culturales —alirma— son mais fuertes y coercitivos que los fisiolgicos v los cubren y los deforman»; de este modo, «no satistacer una necesidad artificial y culturalmeateestimulada (...] puede producir mas infclicidad y frustracion en el corazon humano que el mas, riguroso cercenamiento cultural de las demandas fisiolégicas del sexo 0 el hambre» rey dle la madre na Solo con la confirmacién de estos dos objetives aqui apun tados, Adolescencia, sexo y cultura en Samoa seria ya una obra imprescindible en la aniropologia del siglo xx. Pero es que, ademas de ello, contiene otro nivel de lectura de singular im- portancia; se trata de una dimensién reflexiva que Mead in- roduce a fin de contrastar las diferencias entre la cultura primitiva samoana y la cultura occidental. Mientras cue ésta, globalmente, se caracteriza por su compleja heterogeneidad, la primera debe su equilibrio a la homogeneidad, que se ex- presa, entre otras cosas, como una falta de especializacion del sentimiento, particularmente del sexual. A esta falta de es- pecializacion le corresponden una mayor adaptaciér. conyu: zal, por ejemplo, o la ausencia de frigicez 0 impotencia ‘Ahora bien, Margaret Mead advierte que este mundo ce- rrado de la cultura primitiva, a la par que garantiza al indi- viduo menos frustaciones que la antagonica sociedad de nues- tro tiempo, es un mundo también mas probable, unicirec nal. En el ensayo que sirve de portico a esta edicion —«1925- 1939. Para gue una buena costumbre no corrompa el mundo»—, la gran antropéloga norteamericana rellexiona hicidamente acerca de las consecuencias que podria deri- varse de una nostalgia de las formas de vida de este mundo primitivo. Las tendencias regresivas que se advierten a me- nudo en las sociedades occidentales y que pugnan por un re- torno a una vida homogénea capaz de producir mayor segu- ridad para el individuo, caso de imponerse, serian catastro- ficas, pues significarian un empobrecimiento de la Humani- dad entera, El estudio de las culturas primitivas debe servir, al contrario, 2 una eficaz correccion de las deformaciones de la civilizacion contemporanea. En la encrucijada de nuestro tiempo, Margaret Mead se pronuncia en favor de una «hete- rogeneidad mas ordenada» que no remuncie a la «interaceién de los matiples dones del hombre». ¥ considera que, una vez garantizadas la subsistencia y la paz de modo permanente, podra aparecer «un mundo de valores recfprocamente rela- cionados e integrados que superardn tanto la homogeneidad de los salvajes como la confusa y frustratoria hete-ogenei- dad del siglo 2x» Vv 1901 1919 1920 1923 1924 p 1925 1926 1928 1930 1931 CRONOLOGIA 16 de diciembre: Margaret Mead nace en Filadelfia, en el senc de una familia caracterizadamente intelectial: su abuela, que tendré gran influencia sobre la [utura antropéloga, habia sido maesira; su madre habia es tudiado sociologia; en cuanto a su padre, era prolesor de economfa en la Universidad de Pennsylvania. Comienza sus estudios superiores en De Pauw, In- diana. Estudios de psicologia en el Barnard College. Se gradwa en psicolugia con una tesis sobre la inteli- gencia infantil Tras haber conocide a Franz Boas y Ruth Benedict, estudia antropologia en la Universidad de Columbia. Inicia su primer trabajo de campo en Samoa, después de obtener una beca y conseguir de su padre la finan- ciacion del viaje. Su trabajo, auspiciado y dirigido por Franz Boas, se desarrolla durante seis meses en la pe- quena isla de Tau, situada en el archipiélago de Ma- hu’a, y tiene por objeto el estudio de la advlescencia, en una cultura primitiva Es nombrada subdirectora del Departamento de Et nologia del Museo Americano de Historia Natural Aparece Adolescencia, sexo y cultura en Sanioa, fruto de las investigaciones llevadas a cabo en su primer tra bajo de campo. Estancia en Nueva Guinea, en las Islas del Almirantazgo; sus estudios se centran ep el com. portamiento de un grupo de nifios de! pueblo manus. Publica los resultados de esta ultima investigacién con el titulo de Educacién y cultura en Nueva Guinea, Es: tancia entre los omaha, .cn Estados Unidos. El grado de disgregacién cultural de este pueblo le impide in- vestigar. Inicia una nueva y larga residencia en Nueva Guinea, donde estudia las culturas de los arapesh, los mundu- gumores y los tchambuli. PREFACIO Las modernas descripciones de pueblos primitivos nos ofrecen un cuadro de su cultura clasificada de acuerdo con los diversos aspectos de la vida humana. | Nos enteramos de sus invenciones, economia domés. tica, organizaciGn familiar y politica, creencias y practi- cas religiosas. A través de un estudio comparative de estos datos y de la informacién que nos refiere su cre- cimiento y desenvolvimiento, nos esforzamos por re- » construir, lo mejor posible, la historia de cada cultura particular. Algunos antropdlogos hasta confian en que el estudio comparativo revele ciertas tendencias de desa- rrollo que, al repetirse con frecuencia, permitiran des- aiibrir significativas generalizaciones ‘con relacion al proceso del crecimiento cultural, Para el lector profano estos estudios son interesantes debido a lo extrafio de Ia escena, las actitudes peculiares caracteristicas de culturas extranjeras que hacen resal- tar con fuerte luz nuestras propias acciones y conducta. Sin eimbargo, una descripcién sistematica de las acti- vidades humanas nos proporciona muy escasa com- prensién de las actitudes mentales del individuo. Sus | pensamientos y acciones aparecen meramente como | expresiones de formas culturales estrictamente defi- } nidas. Aprendemos poco sobre su estructura racional, sus | amistades y conflictos con sus semejantes. El aspecto | personal de la vida del individuo se ha eliminado casi en | Ia presentacién sistematica de la vida cultural del pue- | blo. El cuadro es uniforme, al igual que una colec- | cién de leyes que nos dicen cémo debemos 0 no com- | g uw a portarnos, lo mismo que reglas establecidas que definen ilo del arte, pero no la forma en que el artista ela- bore sus ideas dé la belleza; como un catélogo de inven- ciones que no establece la forma en que el individuo supera las dificultades técnicas que ellas presentan, Y, sin embargo, la forma en que la personalidad re- acciona ante la cultura es una cucstién que debe im portarnos profundamente y que convierte el est las culturas extranjeras en un campo de investigacion fructifero y eficaz. Estamos acostumbrados a considerar. todas esas acciones que constituyen ¢l contenido de) nuestra cultura como modelos que seguimos automé-| ticamente en tanto son comunes a toda la humani- dad. Se hallan hondamente arraigados en nuestra con-) ducta. Estamos moldeados en sus formas de modo tal | que no podemos pensar sino que deben ser validas en} todas partes. i La cortesia, la modestia, las. buenas maneras, la con: formidad con normas éticas definidas, son formas uni. versales, pero su contenido especifico no lo es. Es instructivo saber que Jos modelos difieren de ta ma. nera mas inesperada y es atin mas importante nhservar cémo reaccionan los individuos ante estos modeics. En nuestra civilizacién el individuo est rodeado de dificultades que tendemos a atribuir a rasgos humanos | fundamentales. Cuando hablamos de las dificultades de | la nifiez y la adolescencia, pensamos en elias como en/ periodos inevitables de adaptacién por los cuales deben | pasar todos. El enfoque psicoanalitico est4 ampliamen- te basado en esta suposicion. El antropélogo duda de lo correcto de estas opinio- nes, pero hasta ahora casi nadie se ha tomado el traba- jo de identificarse suficientemente con una poblacién pri- mitiva a fin de obtener una comprensién de estes pro- lemas. Por lo tanto, sentimos gratitud hacia Margaret Mead por haber intentado una identificacién tar com- pleta con la juventud samoana, dandonos un cuadro li- cido y claro de las alegrias y dificultades con que tro- piezan los jévenes en una cultura tan distinta de la jeanne 2 nuestra, Los resultados de su seria investigacion con- firman Ja sospecha largamente alimentada por los antro pologos, acerca de que mucho de lo que atribuimos a la paturaleza humana no es més que una reaccién frente a as restricciones que nos impone nuestra civilizacién. Franz Boas 13 PROLOGO A LA EDICION DE 1961 En la isla de Bali se piensa que los ancianos se re- encarnan al morir en los nietos, razén por la cual no pueden encontrarse ambos vives al mismo tiempo. Como ocurre a pesar de todo algunas veces, cuando un anciano se encuentra con su nieto, antes de poder hablar con él debe darle una moneda. Al escribir este prologo treinta y cinco afios después de haber publicado Adolescencia, sexo y cultura en Samoa, me encuentro también un poco como si estuviese pagandole a alguien —quizA al Jector— una moneda; o en lugar de una moneda, como si intentase 1a tarea bastante més ardua de considerar por qué este libro va a ser leido tantos afios después del clima de opinién en el que fue pensado y escrito. Mi padre, critico incansable aunque aimistoso, me dijo en cierta ocasién que ya nunca escribiria un libro tan bueno como este primero porque, al tiempo que me haria mayor y més juiciosa, llegaria a «saber dema- siado» y los libros serian de lectura mas pesada. Estuve de acuerdo con esta opinién durante cierto tiempo has- ta que un psicoanalista europeo me dijo que al leer el libro habia tenido la impresién de que debia estar escrito por una sefiora muy anciana, Dicz afios antes, a los veinticinco de haberlo escrito, tuve que preparar el prdlogo para una nueva edicién y desde entonces no concedi mayor importancia a este asunto. De todas ma- neras, volviendo al problema aunque de mala gana, he advertido contrastes en la manera de pensar y en las conclusiones que se apuntan en este libro entre media- dos de la década de los veinte y Ia de los sesenta. avenues WN AEE 15 wii Este estudio fue el primero Mevado a cabo por una antropéloga profesional y escrito para profanos cultos,, en el que todos los adornos clasicos de jos trabajos de investigacion realizados con beca y destinados a conven. cer a los propios colegas —y a confundir a los profanos—! fueron deliberadamente olvidados. No trato de enfren- tarme a los especialistas contemporaneos con la espe~ ranza de marcarles algin tanto de tipo tedrico, sino: que estoy luchando por el futuro de los jévenes, que en: los Estados Unidos estan siendo muchos menos de los, que deberian, por el hecho de que nosotros apenas he- mos entendido lo que puede derivarse de una diferencia cultural, en términos de tension y fatiga, en cuanto a realizacin personal 0 bien en cuanto a frustracion. Me parece que la gente a quien mas interesaba ganar no cran ni los antropélogos profesionales ni los ps:célogos: sino los profesores, y aquellos ya salidos de la adolescen- cia, que pronto seran padres y que plantearén a sus hijos una determinada concepcién del mundo. En la década de los veinte el mundo era joven y es- taba Meno de esperanza. Parecia que muchos problemas iban a solucionarse con toda rapidez en el momento en que dominaramos los hechos cientificos necesarios que permitieran juzgar ia importancia de la lengua hablada en la familia, las presiones familiares sobre los niftos, la falsa interpretacin de la importancia de la raza y el color, los efectos que se derivan del distanciamiento ar- tificial en lo que respecta a los datos sobre el nacimicn- to, la procreacin y la muerte a que se somete al nino. Comenzébamos ya’a utilizar tales métodos en el estudio de esos problemas. Algunos Megabamos a persar que bastaba aplicar tales métodos y presentar los resultados, para que se vieran liberadas montafias de energia y nos fuese posible revisar nuestra cultura con el fin de hacer- la mas acorde con las necesidades y las potencialidades hhumanas. Partiendo de la base de que la culture es obra del hombre y que el hombre es libre de corstruirla segun los deseos de su propio corazén, vi este libro —y 16 también quienes lo han utilizado— como un comienzo de mayor flexibilidad ¢ imaginacion Pero aquclla energia liberada posefa también entre sus ingredientes la rebelién y la autocritica, los odios v la + desesperacion cinica que se nutrian en la continuada crisis del mundo posterior @ la Primera Guerra Mun- dial, el derrumbamiento econémicd en Europa, la crisis y la depresién en los Estados Unidos y los nacientes iotalitarismos que iban a echar por tierra todo lo que habfamos conseguido. Quienes velan la sociedad ameri cana de los afios veinte como un monstruo rapaz y de- vorador habran acogido este libro como una escapato. ria, como una huida en el espiritu que podria ponerse en relacién con una huida corporal a una isla de los Mares del Sur donde ef amor y la tranquilidad estan a la orden del dia. Es posible que una parte de la satis. faccién que el libro puede proporcionar a quienes desean contraponer Paes Asi, la vida de la famil a ilia pasa por las intrigas, las necesidades, las obligaciones del grupo mas amplio de parentesco, que enhebra sus idas y venidas por mu chas casas y aldeas, y las recuerda todas cuidadosa- mente. Un dia son los parientes de la espos: a le la esposa que vi 4 pasar tn mes o's pedir prestaa ‘ana. cstera, fia; al dia siguiente son ios del esposo; al iercero, una so- 1 pOso; ‘cero, una S0- bring, valiosa trabajadors en la casa, puede ser Hamada 63 { gE | grucso del tejido y composicién de la tela de corteza yigilan a los chicos que se quedan en la casa. La pesada rutinaria faena de la agricultura descansa sobre las Jnujeres, que se responsabilizan de escardar, trasplai far y transportar la comida, y recoger varas de morera, cuya corteza se pelard para hacer el tapa, y corteza de scp y hojas de pandano para, tener esteras, s jévenes y las inujeres también realizan en WP cc iy poten titinsrin Ge ratvoa leviinet de oath medusas, cangrejos y otros pececilios. Las muchachitas llevan el agua, cuidan la lampara (hoy, excepto en tiem po de gran escasez en que se recurre al aceite de nuez ¥ de coco, los nativos usan ldmparas de kerosene y lin- ternas) y barren y limpian la casa. Las tareas estén gra capacidad, la cual difiere con la edad, y salvo en el caso de individos de jerarquie muy alt, cuando se desecha ia tafea es porque una persona ms joven tiene habi- suficiente para Ilevarla a cabo, y no porque esté por debajo dela dignidad del adulto. aca La jerarquia en la aldea y en Ia casa se refleja mu- tuamente, pero la primera apenas afecta a los nifios. Si al padre de una muchacha es matai de la mis en que vive, ella no tiene apelacién co ns decade: , ell ; ntra sus decisio- nes. Pero si algin otro miembro de la familia es el matai, é/y su esposa pueden protegerla de los abusos de su padre. En el primer caso, el desacuerdo con su padre significa dejar la casa e ir a vivir con otros parient en el segundo, puede significar sélo una ligera friceién interna, También en la familia de un alto jefe o de un allo jefe hablante se concede més atencién al ceremo- tial ya la hospitalidad. Los niftos son mejor educados y también trabajan més arduamente. Pero aparte de Ia [calidad general de una familia que depende de! rango de su jefe, familias de rangos muy diferentes, pueden resultar muy similares para los chicos. A ellos les inte- tesa habitualmente mas el temperamento de los que gjercen la autoridad que su jerarquia. Un tio de otra 2 que sea un jefe muy elevado, es de mucha menos de su hogar a causa de la enfermedad de su padre. Muy fara ver viven todos los nifios pequefios de una familia pioldgica en la misma casa, pero si bien las demandas de toda la familia son supremas en la rutina de la vida diaria, en cambio la enfermedad o la necesidad de un pariente cercano, haré volver a los vagabundos al hoger. Las obligaciones de brindar una ayuda general o servicios especificos tradicionalmente requeridos, como chun casamiento o un nacimiento, siguen las lineas del parentesco, no las de las casas. Pero un casamiento que” Fura muchos afios ata a los grupos de parentesco del esposo y la esposa tan estrechamente, que, segtin todas Ia, evidencias, es 1a unidad de la casa la que ayuda y accede a una peticién presentada por un pariente de Gualquiera de los dos. Solo en familias de alta jerarquia, (onde el lado femenino tiene prioridad en las decisio- nes y en la provision de la taupo, la princesa de la casa, y la rama masculina prioridad en la obtencién Sel titulo, el verdadero parentesco consanguineo con- 4 tinda siendo un asunto de gran importancia practica; y esa importancia se pierde en el grupo de parentesco J enos iutime, constituide coma esté por los tes prin- Cipios de la consaguineidad, el casamiento y la adop- | cién, y vinculado por los lazos comunes del vivir cot: diano y la mutua dependencia econémica. El matai de una casa est tedricamente exento de la ejecucién de pequefias tareas domésticas, pero en la practica muy pocas veces es asi, excepto en el caso de En jefe de elevado rango. No obstante, se le acuerda siempre el papel principal en cualquier empresa indus- trial; adereza el cerdo para los banquctes y abre los Zocos que los muchachos y las mujeres han recogido. La comida familiar esta a cargo de los hombres y de las mujeres, pero el grueso del trabajo recae sobre los nifios y los jévenes. Los viejos hilan la fibra del coco, y trenzindola hacen el cordel nativo que se usa para el | Sedal y la red de pescar, para coser y unir las partes de la canoa y fijar las diferentes partes de una casa en | construccién. Junto con las ancianas, que efecttian el | of 65 cignificacion en la vida de un nifio que alguna vieia 2 su propia casa que posea un humor temible. 7} Bheembargo, el rango otorgade no por el nackmientg) sino por ei titulo es muy importante en Samoa. La si suacibn de una aldea depende del rango de su alte jefe) y cl prestigio de una casa depende del titulo de sy » drat Los titulos son de dos clases: jefe y jefes hablar ves; cada titulo implica, ademas de la direccién ce uni cuca, muchos otros deberes y prerrogativas. Los samoa See encuentran en la jerarquia una inagotable fuente Ge interés, Han inventado un complicado lenguaje de cortesia que debe emplearse con las personas de jerar Guia; una intrincada etiqueta rodea a cada rango de la ciciedad. Aigo que concierne a sus padres de manera] wee intima, no puede dejar de reflejarse indirectamente} tala vida de algunos de los hijos. Esto ¢s_ particular fuente cierto en las relaciones entre los nifios de las] Casas donde existen titulos que algunos de ellos alcan, Saran un dia, La forma en que estos lejanos problemas] dc la vida adulta influyen en la vida de nifios y joven puede comprenderse mejor siguiendo su efecto en ly de determinados nifios. 4 fn la casa de un alto jefe Namado Malac viviay dos chiquillas, Meta, de doce afos, y Tim, ce once} Meta era una nifita segura de s{ misma y eficat. Malad la habia tomado de ja casa de la madre —que era sij prima porque mosiré una inteligencia y precocidad Prusitadas. Timu, por el contrario, era una nifia anor malmente timida, atrasada, de inteligencia inferior a si cdad. Pero la madre de Meta era tan s6lo prima lejang de Malac, Si después de casada’no se hubiera ido q Vivir a una aldea extrafia, donde Malae residia temporal vente, su hija Meta quizd no se habria hecho notal punca ante su noble pariente. Y Timu era hija unicl te la difunta hermana de Malae. Su padre habia pert necido a la clase cuarta, lo cual sirvié para marcarl ) aumentat su timidez. Bailar era una agonia para eld Jiuia_precipitadamente de la vox admonitora de adultos. Pero Timu seria la futura taupo © princesa 66 Male, Bre bonita. cualges ntmiida come esenca Fido para una taupo. Asi, Meta, ia’ mas capaz o sentido, fue arrinconada, y Timi e rade ne y Tima, que se sentia desai- a toda atencién que recibia, fue llevada al primer plano. La mera presencia de otra nifia mas habil yemprendedora fendi acentuar el sentimiento de i joridad de Timu, pero esta publicidad. la 6 penosamente, Incitada’a bailar em toda teasign, 2 ine Trampls cada vez que sorprendia Ia mirada de un espec- ador y permanecia un momento retorcié as mi nos antes de continuat la danza OS™ En otra casa este mi it tr ismo titulo de sau al desempens un papal distin. Este ccurro pisses je la tia paterna de Mal: i Nensesien 1 lae, que vivia con su esposo en Ia casa de huéspedes de aquél, en su aldea nativa. Su hija mayor, Pana, poseia el titulo de taupo de 18 cas alae. Pero Pana tenia veintiséis af i ae. Per ios y era solter todavia. Debia casarse pronto, y en consecuencia abi que encontrar otra joven que recibiera el tit, Timu era ain demasiado joven, Pana tenia tres hermanas ores que, por nacimiento, eran candidatas i Tbe a tio: oro Mele le mayen aa eliie Gaol ie edad, era coja, y Pepe, de cato erta y una retozona e , ree, tuerta y ut i ee ere manera que las tres estaban practicamente excluidas de Ja sucesién. Este hecho influyé favorablemente en I posicion de Filita, que’ tenia diecisicte afios y era a rina del padre de las otras nifias; si bien no tenia resibitidad de alentar pretensiones aun titulo en In casa e Malae, habia vivido con sus primas desde Ta infan- sia Filits era agradable,eficiente, correcta, ni coja como ele, ni tuerta ni tunantuela como Pepe. Es verdad qu no podia confiar en llegar a ser taupo, pero tampoco J petion agudlas pees desu scinonto datingtido le modo que la paz y la amistad reinaban a causa de los efectos de Jas primas de Filita. Empero, otra nifia en- tré en el circulo de influencia del titulo. F aoe , ia del titulo, Fue a 67

También podría gustarte