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LA REPRESENTACIÓN DE LO NO-HUMANO EN LA
FILOSOFÍA, LA POLÍTICA Y EL DERECHO
Directora:
Isabel Wences
Tutora:
Isabel Wences
Enero, 2023
Esta tesis se distribuye bajo licencia “Creative Commons Reconocimiento – No
Comercial – Sin Obra Derivada”.
II
Para mi familia,
para mi madre María Esther
y mis abuelos Martha y Atilio.
Porque nunca habrá título más grande
que el ser el fruto de su lucha, ejemplo y amor.
III
AGRADECIMIENTOS
Esta tesis doctoral no hubiera sido posible sin las distintas personas que a lo largo de este
camino me entregaron su experiencia, afectos y confianza.
En primer lugar, debo agradecer a mi directora de tesis, Isabel Wences, por el tiempo
dedicado a la lectura de estas páginas, por sus invaluables comentarios y sugerencias, por
cada una de las detalladas anotaciones al margen que depositó en los borradores de este
trabajo y, especialmente, por sus infinitas muestras de afecto, humanidad y bondad. Sin su
guía, motivación, confianza y consejos este trabajo no hubiera sido posible. Una de las
mayores alegrías con las que cierro esta etapa es haber encontrado en quien con orgullo llamo
maestra, también una persona a la que puedo llamar amiga.
En tercer lugar, quiero agradecer al grupo de amigos y amigas que hicieron de Madrid mi
segundo hogar. Por estar allí siempre, por el café de media mañana y por ser el corazón que
ha acompañado estos pensamientos.
Finalmente, debo agradecer a mi familia por el apoyo y por comprender de las ausencias. A
mi madre por las palabras de aliento cada día y por ser siempre la primera fuente de
inspiración.
IV
CONTENIDOS PUBLICADOS Y PRESENTADOS
V
OTROS MÉRITOS DE INVESTIGACIÓN
VI
VII
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN ....................................................................................... 1
VIII
2.3. DEL BIOCENTRISMO A LOS DERECHOS DE LOS ANIMALES ......................................92
2.3.1. EL PROYECTO GRAN SIMIO:
LOS ANIMALES COMO PERSONAS Y EL SINGER MÁS PRAGMÁTICO ........................ 94
2.3.2. EL NONHUMAN RIGHTS PROJECT: MÁS ALLÁ DE LOS GRANDES SIMIOS ................96
2.3.3. LA ORANGUTÁN SANDRA:
SU EFÍMERO RECONOCIMIENTO COMO SUJETO DE DERECHOS ............................. 100
2.3.4. LA CHIMPANCÉ CECILIA:
EL PRIMER HÁBEAS CORPUS A UN ANIMAL NO HUMANO ..................................... 103
2.3.5. EL CASO DEL OSO CHUCHO, EL NONHUMAN RIGHTS PROJECT Y
PORQUE EL HABEAS CORPUS NO ES UNA MEDIDA IDÓNEA
PARA LOS ANIMALES NO HUMANOS .................................................................... 108
2.3.6. LECCIONES APRENDIDAS DEL LITIGIO POR LOS DERECHOS DE LOS ANIMALES ....119
IX
3.2.7.3. Los retos de vivir con Gaia:
ni desarrollo sostenible ni ecologismo radical
hacia la inteligencia artificial y el Novaceno .............................................204
3.2.8. UN NUEVO CONTRATO NATURAL PARA LA GUERRA CONTRA GAIA .................. 209
3.2.9. CALLICOTT Y LA NUEVA ÉTICA ANTROPOCÉNTRICA DEL PLANETA TIERRA .......211
3.2.10. LA ÉTICA DE LA TIERRA DE CALLICOTT FRENTE A OTRAS ONTOLOGÍAS ...........214
X
3.4.3. HABITAR EN LO CH’IXI:
SILVIA RIVERA CUSICANQUI Y LA ÉTICA DEL MUNDO-DEL-MEDIO ..................... 350
XI
4.2.3. EL INICIO DE LA TENSIÓN AMBIENTE-DERECHOS HUMANOS: EL AMBIENTE
COMO INTERÉS LEGÍTIMO PARA LA RESTRICCIÓN DE DERECHOS HUMANOS ........ 445
4.2.4. SU PROTECCIÓN DIRECTA DE TIPO ECOCÉNTRICA: LA CONSAGRACIÓN DEL
DERECHO AL MEDIO AMBIENTE SANO COMO DERECHO AUTÓNOMO ................... 451
4.2.4.1. La revisión de los estándares establecidos por la Corte IDH sobre la
protección indirecta…………………..…………………………………..452
4.2.4.2. El reconocimiento ecocéntrico del derecho a un medio ambiente sano
como un derecho autónomo……….……………………………………..455
BIBLIOGRAFÍA…………………………………………………………………….519
XII
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
INTRODUCCIÓN
Esta interrogante surgió mientras intentaba encontrar una respuesta para la que era
mi pregunta inicial de investigación: ¿es posible una interpretación biocéntrica de la
Convención Americana de Derechos Humanos? A inicios del 2018, año en el que
comencé mi formación doctoral, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (en
adelante, Corte IDH) acababa de emitir la Opinión Consultiva 23/17, de 15 de noviembre
del 2017, sobre medio ambiente y derechos humanos. En dicha Opinión, la Corte IDH
reconoce, por primera vez dentro del Sistema Interamericano de Derechos Humanos, la
existencia de un derecho al medio ambiente sano como un derecho autónomo, el cual,
como señala el propio Tribunal:
busca proteger la naturaleza y el medio ambiente no solamente por su conexidad con una
utilidad para el ser humano o por los efectos que su degradación podría causar en otros
derechos de las personas, como la salud, la vida o la integridad personal, sino por su
importancia para los demás organismos vivos con quienes se comparte el planeta, también
merecedores de protección en sí mismos1.
1
Corte IDH, Opinión Consultiva OC-23/17, sobre medio ambiente y derechos humanos, párr. 62.
1
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
2
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Esto es así, incluso dentro del pensamiento «occidental»2. Tal como Gary Steiner
ha dado cuenta (2010), si bien pensadores como Aristóteles, los Estoicos, San Agustín,
Santo Tomás de Aquino, Descartes y Kant, construyeron en «occidente» el punto de vista
dominante de que los seres humanos son fundamentalmente superiores a los animales no
humanos, hubo, al mismo tiempo, un conjunto de voces disidentes que desafiaron dicha
visión. Pero no solo eso, hubo también voces «disidentes», que, en su momento, llegaron
a ser voces dominantes en «occidente». Este último sería, por ejemplo, el caso de los
pensadores épicos Homero y Hesíodo y los pre socráticos Pitágoras y Empédocles,
quienes, indica y desarrolla ampliamente Steiner, caracterizaron a la relación humano-
animal como un continuo más que como una oposición estricta (2010, pp. 38-52).
Esta no linealidad del debate ha hecho que no exista consenso respecto del punto
de la historia en el que podemos decir que el ecologismo surgió como modelo3. La otra
cara necesaria de la afirmación anterior, es, de igual forma, la imposibilidad de determinar
el momento en el que el ser humano se vio como distinto y superior a la naturaleza. Ante
esta indeterminación, se han buscado otras medidas para explicar las causas de la crisis
ambiental que enfrentamos actualmente. Así, si bien no podemos decir con certeza el
momento en el que ser humano se postuló como distinto a la naturaleza, sí podemos
2
A lo largo de todo este trabajo, uso las expresiones «pensamiento occidental», «occidente» o «occidental»,
no para indicar el lugar geográfico desde el que hablan los autores, sino el paradigma desde el que están
pensando. Concuerdo con la socióloga boliviana Silvia Rivera Cusicanqui en que vincular a Europa con
occidente desde cualquier parte del planeta es una forma de colonización mental. En sus palabras «para
nosotrxs, en occidente está la China, porque estamos situadxs geográficamente en un espacio que no es
sucursal de Europa. Si se cierra los ojos para imaginar el planeta, al viajar mentalmente hacia el poniente y
cruzar el Pacífico, nos encontramos no con Europa sino con Polinesia y, más al norte, el “lejano oriente”.
Y si se deja a la mente transcurrir por el lado oriental hacia el Atlántico, ahí sí nos encontramos con Europa
al norte, y con África al sur. Para mí, desde que hablamos de occidente, nos sometemos a la colonización
mental de Europa, y de esto tenemos que liberamos situando nuestro pensamiento en otro espacio, en otras
coordenadas geográficas» (2018, p. 89). En términos geográficos, Europa no es occidente para todos los
lugares del mundo. Por ello, acogiendo la propuesta de Rivera Cusicanqui, en el presente trabajo usaré los
términos señalados al principio de esta nota al pie siempre entre comillas. A su vez, siguiendo a Anibal
Quijano, con dichos términos no busco representar «la perspectiva cognitiva de los europeos
exclusivamente, o sólo de los dominantes del capitalismo mundial, sino del conjunto de los educados bajo
su hegemonía. Y aunque implica un componente etnocéntrico, éste no lo explica, ni es su fuente principal
de sentido. Se trata de la perspectiva cognitiva producida en el largo tiempo del conjunto del mundo
eurocentrado del capitalismo colonial/moderno, y que naturaliza la experiencia de las gentes en este patrón
de poder. Esto es, la hace percibir como natural, en consecuencia, como dada, no susceptible de ser
cuestionada» (Quijano, 2007, p. 94). En estos términos, lo «occidental» puede estar en cualquier parte del
mundo. En resumen, en el presente trabajo, «asumimos que la concepción “occidental” o el
“eurocentrismo” es un componente cultural cuyo sustrato epistemológico ha pretendido universalizar y
naturalizar la concepción del mundo a partir del marco cognitivo, valorativo y normativo de una particular
tradición cultural» (Garzón, 2013, p. 307).
3
No como término, pues, en este último caso, su origen, como veremos, parece estar claramente
determinado.
3
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
afirmar que este comenzó a ser la fuerza principal del cambio de los ecosistemas del
planeta y, con ello, su principal amenaza, desde la revolución industrial. A esta afirmación
responde el postulado de que el problema no estaría ni en la derecha, ni en la izquierda,
ni en el centro, sino en la industrialización, que, en palabras de Porritt, sería la
«superideología» de la que se alimenta tanto el capitalismo como el comunismo (Porritt,
1984, p. 44). En esta misma línea, y más recientemente, el término antropoceno 4 ha sido
usado para describir la nueva era geológica producida por la significativa influencia del
comportamiento humano sobre la tierra, cuyo inicio se suele ubicar, también, en la
revolución industrial5. Este término, aunque todavía polémico, ha ido adquiriendo una
creciente relevancia en los últimos años, al punto de que el Programa de Naciones Unidas
para el Desarrollo (PNUD), en su informe de 2020, titulado, «la próxima frontera: el
desarrollo humano y el Antropoceno»6, presenta como el gran reto planetario de los
próximos años, justamente, aliviar las presiones planetarias causadas por el ser humano.
4
El término antropoceno fue usado, por primera vez, en el año 2000 por los ganadores del premio Nobel
de química Paul Crutzen y Eugene Stoermer (2000).
5
Algunos proponen al nacimiento de la agricultura como el inicio de esta era, lo que la remontaría a 8.000
años de antigüedad, mientras otros datan su inicio a 15.000 años de antigüedad relacionándola con la
eliminación de fauna por parte de los cazadores-recolectores. Al respecto se puede consultar: (Ruddiman,
2013 y 2018).
6
El informe se encuentra disponible en el siguiente enlace: http://report.hdr.undp.org/es/intro.html (fecha
de consulta: 22/12/2022).
4
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
En esta tesis sostendré, por tanto, que cuando hablamos de los derechos de la
naturaleza la pregunta por cuáles son esos «derechos» es menos relevante que la pregunta
por el tipo de «naturaleza» que estamos invocando. Pretendo dar cuenta de que la
naturaleza que emerge, por ejemplo, de la teoría de Gaia de James Lovelock o del Gran
Derecho de Thomas Berry o Cormac Cullinan tiene muy poca relación con la naturaleza
que propone la Pachamama del mundo indígena andino. Al mostrar las diferencias, no
pretendo crear nuevas disyuntivas, sino, tan solo, aclarar los términos del debate, con el
objetivo de fomentar un diálogo y un reconocimiento simétricos. No quiero restar
importancia a la búsqueda de lugares de encuentro en la lucha contra el antropocentrismo
5
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
moral7, pero creo que esta debe ser definida no tanto como un movimiento único, sino
como una alianza plural de actores y propuestas que encuentran en el cuestionamiento de
lo antropocéntrico un espacio de conexión, diálogo y mutua influencia8.
Al mismo tiempo, esta tesis también se interesa por cómo estas ideas han
permeado el discurso jurídico, generando prácticas concretas a nivel normativo y judicial.
Así, a partir del análisis de sentencias y documentos normativos, muestro las distancias
entre la formulación teórica de propuestas animalistas o ecologistas y su interpretación
por parte de operadores judiciales y activistas relacionados con el derecho. En esta
segunda dimensión, la tesis propone un enfoque metodológico de tipo «genealógico». La
genealogía, como propuesta para el estudio de las ideas elaborada principalmente por
Michel Foucault, «trata de hacer entrar en juego los saberes locales, discontinuos,
descalificados, no legitimados, contra la instancia teórica unitaria que pretende filtrarlos,
jerarquizarlos, ordenarlos en nombre del conocimiento verdadero y de los derechos de
una ciencia que está detentada por unos pocos» (Foucault, 1979, p. 130).
7
Como explicaré en el capítulo 1, el término antropocentrismo moral no debe ser confundido con el
antropocentrismo epistémico. En esta tesis dirijo mis cuestionamientos, exclusivamente, hacia el
antropocentrismo moral y, por el contrario, sostengo que el antropocentrismo epistémico es inevitable y,
aún más, que debe ser evidenciado. Así, dar cuenta de la forma en que cada autor biocéntrico o ecocéntrico
propone conocer a la naturaleza y sus intereses es un punto central en mis reflexiones.
8
En esta línea, una de las redes más importantes para la promoción de los derechos de la naturaleza lleva
como nombre, en mi consideración, de forma acertada, «Alianza Global por los Derechos de la Naturaleza»
(GARN, por sus siglas en inglés). Esta red reúne actualmente a 135 organizaciones de todo el planeta que
trabajan en la promoción y defensa de los derechos de la Naturaleza. Se puede consultar más información
sobre esta iniciativa en el siguiente enlace: https://www.garn.org/ (fecha de última consulta: 29/12/2022).
6
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
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Sobre la propuesta de Silvia Rivera Cusicanqui hablaré a profundidad en el apartado denominado
«ecocentrismo descolonial».
8
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origen campesino-montubio atraída por el comercio que prometía un pueblo que acaba
de surgir a partir de la construcción de una carretera que conectaba a la sierra con la costa
ecuatoriana. «El Empalme» representa a ese punto medio, a esa unión (o empalme) entre
la costa y la sierra que había provocado el surgimiento de esa nueva carretera. En ese
pueblo de la mitad crecí, donde todos eran migrantes en una ciudad que había aparecido
producto del avance de mundo humano. Allí canté amorfinos (canto popular del pueblo
campesino montubio ecuatoriano), aprendí a tocar el charango (instrumento musical de
origen andino) y me cautivé con la filosofía y la literatura universal. Eso me hizo mestizo,
barroco, abigarrado o, simplemente, producto de ese empalme de dos mundos donde
crecí.
Allí entendí también que una cosa, por muy común que fuera, no representa lo
mismo para todos. Mis abuelos, al llegar a este nuevo pueblo, compraron con sus ahorros
un molino de arroz o «piladora», y de eso hicieron su nuevo medio de vida. Durante mi
niñez, crecí jugando entre sacos de arroz que llegaban directamente del campo y que eran
secados y luego molidos con el objetivo de enviar a la ciudad los granos blancos, pelados,
que todos conocemos y consumimos. Mientras para mis amigos de la ciudad el arroz era
solo ese grano listo para ser cocinado, para mí era muchas otras cosas más. De la cáscara
de ese grano de arroz obteníamos lo que llamamos «tamo», el cual servía como abono
para la tierra y para construir los nidos para los pollos y gallinas; al pulir el grano arroz
obteníamos una especie de harina a la que llamamos «polvillo», con la cual
alimentábamos a nuestros cerdos; finalmente, con los granos quebrados obteníamos
«arrocillo», que era el alimento de nuestros animales domésticos. El arroz, para mí, tenía
y tiene todas esas dimensiones. No es solo un producto para el consumo humano, era,
también, abono para la tierra, además de una fuente de alimento y la cama u hogar de
animales no-humanos. Cuento esta historia, porque creo que sin darme cuenta en esta
tesis intenté ver a los conceptos que empleo como veo a los granos de arroz. Hay
conceptos que se producen desde lo local o dentro de un contexto determinado, pero que
se pelan, se pulen y se presentan para su uso en otras latitudes o países. Yo he intentado
prestar atención a la cáscara, a lo que se queda en ese proceso de producción, intentando
mostrar todas las dimensiones que un concepto como «naturaleza» puede llegar a tener.
De eso, creo, es de lo que trata esta tesis.
11
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
CAPÍTULO 1.
Como menciona el profesor de Reino Unido y uno de los nombres más importantes de lo
que se ha denominado como «teoría política verde», Andrew Dobson, si hay una palabra
que recoge toda la gama de objeciones de la filosofía verde radical a las formas actuales
de comportamiento humano en el mundo es el antropocentrismo (2007, p. 42). Este
término, como concepto, puede tener dos acepciones: una epistémica y otra moral.
En primer lugar, se puede usar el término antropocentrismo para indicar el hecho de que
las valoraciones son realizadas únicamente por el ser humano. Esta forma de
antropocentrismo en sentido epistémico no se discute en el presente trabajo; por el
contrario, se parte de la consideración de que la discusión sobre los valores se da, de
forma inevitable, a través de mediaciones humanas y, en este sentido, es siempre
antropocéntrica (Riechmann, 2000, p. 37).
En esta misma línea, Eduardo Gudynas, uno de los nombres más influyentes del
pensamiento político-ecológico latinoamericano, ha diferenciado lo antropogénico de lo
antropocéntrico. Para este autor, es indiscutible que las mediaciones son siempre
antropogénicas en el sentido de originarse en los seres humanos, pero esto no quiere decir
que sean «antropocéntricas, en el sentido de aceptar únicamente valores instrumentales al
ser humano» (2011, p. 251). De esta aclaración, Gudynas desprende una conclusión que
resulta central en su propuesta respecto del debate sobre el valor intrínseco: el locus del
valor puede estar en objetos, plantas, animales o personas, al mismo tiempo que la fuente
de la valoración está en el ser humano (2014, p. 47).
12
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
la búsqueda es una búsqueda humana, aunque puede tener éxito en desplazar al ser
humano del centro de la escena en términos de valor, siempre se encontrará a un ser
humano en el centro de la empresa haciendo las preguntas. Si no hubiera seres humanos
no habría tal cosa conceptualizada como valor intrínseco (…) En este sentido, cualquier
empresa humana será (débilmente) antropocéntrica, incluido el propio movimiento verde
(2007, p. 43).
10
Esta y todas las traducciones de obras en inglés, francés y portugués consultadas en el marco de esta tesis
son de elaboración propia. Así, de aquí en adelante se deberá entender que todo texto publicado en un
idioma distinto al español y citado en esta obra fue traducido por el suscrito autor.
11
Como ya se adelantó en la introducción de este capítulo, el uso de los términos es muy heterogéneo a lo
largo de la literatura especializada, cuestión que no siempre o, más bien, pocas veces es advertida. En este
caso, el término antropocentrismo débil, como veremos, ha sido empleado para referirse al
antropocentrismo epistémico, a un antropocentrismo que admite obligaciones para con el ambiente como
resultado de su importancia para el ser humano y, finalmente, a un antropocentrismo capaz de ampliar el
catálogo de seres que poseen un valor intrínseco a partir de analogías antropocéntricas.
13
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
no es más que el producto de las definiciones dadas por las sociedades científicas. La
ecología, señala Latour, «como su nombre indica, no tiene acceso directo a la naturaleza
como tal; es una "-logía-" como todas las disciplinas científicas» (2004, pp. 3-4).
Del mismo modo, y de especial relevancia para este trabajo, sostengo que el
antropocentrismo epistémico es inevitable dentro del discurso de los derechos. Tal como
menciona Boddice, dado que los derechos –y sus fundamentos morales y jurídicos– son
ineludiblemente un concepto humano, el reconocimiento de los derechos en, o para, las
cosas no humanas es, en palabras del citado autor, una forma de «antropocentrismo
bienintencionado» (2011, p. 7).
12
Ejemplos de esto se presentarán en el apartado sobre el ecocentrismo.
13
Así, por ejemplo, las de algunos pueblos indígenas, conforme expongo y analizo en el apartado que
denomino «ecocentrismo descolonial».
14
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
humanos son como cualquier otra plaga animal, no pueden destruir la Tierra, pero sí el
medio ambiente que los sostiene» (Gray, 2003, p. 12). Si esto es cierto, si nuestro papel
es dejar de pensar la naturaleza y nuestra relación con ella, no queda más que sentarnos a
ver el fin de los tiempos, ningún sentido tiene la política verde o cualquier otro tipo de
política (Dobson, 2007, p. 44). Sin la esperanza de cambio, no hay movimiento político
posible, no hay transformación legal o marea ecologista.
Así, ya sea que hablemos de ética, moral, política, derechos o metafísica que se
aproxime a una visión no antropocéntrica del mundo en términos morales, en mi
consideración, indiscutiblemente esta será antropocéntrica en términos epistémicos. Y
esto es aplicable, incluso, para las distintas cosmovisiones o religiones, pues, «la santidad
de la vida, o de la naturaleza, implica un conocimiento de lo sagrado, que tampoco puede
escapar a los confines de la construcción humana» (Boddice, 2011, p. 7).
14
La barra diagonal se usa para indicar que, en mi consideración, ambos términos son usados por la
literatura especializada para referirse a la misma cuestión.
15
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Para esta forma de antropocentrismo las entidades no humanas carecen por completo de
valor intrínseco y, por ende, de consideración ética o moral. Tiene su origen en el Cogito
cartesiano, base del racionalismo «occidental», el cual consagró el imperio de la razón
sobre la materia y, con ello, la división humano-naturaleza (Capra, 1992, p. 30). De esta
división surgió una visión mecanicista de la vida física que, en términos morales,
desembocó en lo que el filósofo y profesor de derecho argentino, Eugenio Raúl Zaffaroni,
llama el «despropósito de René Descartes» (2011, pp. 34-35), esto es, la concepción de
los animales como máquinas, como simples cosas desposeídas de toda alma sobre las que
no existe obligación alguna. Descartes instauró la creencia de que la naturaleza trabajaba
de acuerdo a leyes mecánicas y, como tal, podía ser controlada y conquistada. En sus
palabras, «Si hubiese máquinas tales que tuviesen los órganos y figura exterior de un
mono o de otro cualquier animal, desprovisto de razón, no habría medio alguno que nos
permitiera conocer que no son en todo de igual naturaleza que los animales» (Descartes,
2002 1637, pp. 114).
16
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Por un lado, Francis Bacon (1561-1626), padre del método empírico, modificó los
objetivos de la investigación científica otorgándole como fin el dominar y controlar la
naturaleza15. Así lo expresa en su conocido aforismo III sobre la interpretación de la
naturaleza y el reino humano de su obra Novum Organum (la Gran Restauración): «La
ciencia y el poder humanos vienen a ser lo mismo porque el ignorar la causa nos priva
del efecto. En efecto, no es posible vencer la naturaleza más que obedeciéndola y lo que
en la contemplación tiene el valor de causa viene a tener en la operación el valor de regla»
(Bacon, 1985 [1620])16.
15
Como resalta Fox, el método que inaugura Bacon contrastaba completamente con la visión del mundo
orgánico, que aún prevalecía en la Edad Media (2000, pp. 103-104).
16
Bacon distingue tres especies y grados de ambición: la primera especie, sería la de los hombres que
quieren acrecentar su poderío en su país; ésta es la más vulgar y la más baja de todas; la segunda es la de
quienes se esfuerzan por ampliar el poder y el dominio de su patria entre el género humano, un tipo de
ambición que considera más digno, pero menos codicioso, y la tercera sería la de aquellos que se esfuerzan
por fundar y extender el imperio del género humano sobre la naturaleza. Esta última sería para Bacon
incomparablemente más sabia y elevada que las otras ambiciones (Bacon, 1985 [1620], Aforismo CXXIX).
17
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Para Descartes, el universo material no era más que una máquina, cuyo gran
relojero era Dios, pues un mundo mecánico perfecto suponía la existencia de un creador
18
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
externo, también perfecto. Reseña Capra que cuando Descartes, a sus 23 años, ideó su
propuesta mecanicista, no le cupo la menor duda de que esta era fruto de una suerte de
inspiración divina, una misión encomendada por Dios. De ahí que, «la fe en la certeza
absoluta de la ciencia este en el origen mismo de la filosofía cartesiana y de la visión del
mundo que deriva de ella» (Capra, 1992, p. 29). Esto es especialmente relevante pues,
como advertimos, el pensamiento de Descartes se nutre, también, de la tradición
judeocristiana. Las sociedades precristianas, indica Fox, veían a la Tierra como Madre y
adoraban a Gaia, la Diosa de la Tierra. La visión antropocéntrica del cristianismo
sustituyó a la visión ecocéntrica del mundo, que, para muchas sociedades, era animista y
de veneración a la Naturaleza (2000, p. 103). Así, el cristianismo, a medida que se
extendía, suprimió estas religiones anteriores calificándolas de herejía y, en el caso de las
prácticas de los pueblos indígenas, tal como da cuenta Itzá Eudave Eusebio, de idolatría
(Eusebio, 2020). En el continente americano, la expansión del cristianismo jugó un papel
central en el proceso de colonización, de ahí que, como veremos más adelante, la lucha
de los pueblos indígenas de América no sea solo contra el antropocentrismo, sino, también
y, sobre todo, contra el colonialismo.
17
Ver, por ejemplo: San Agustín, «Del libre Albedrio», libro 1, capítulo 7 y «De la cuantidad del alma»
capítulos 26 y 28.
19
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Todo animal está por naturaleza sometido al hombre. Esto lo manifiestan tres hechos. 1)
El primero, el proceso de toda la naturaleza. Pues, así como en la generación de las cosas
se detecta un orden que va de lo imperfecto a la perfecto, la materia se ordena a la forma,
y la forma inferior a la superior, así también sucede en el uso de las cosas naturales, en el
que las imperfectas están al servicio de las perfectas: las plantas viven de la tierra; los
animales, de las plantas; los hombres, de las plantas y animales. De donde se deduce que
este dominio de los animales es natural al hombre (Santo Tomás de Aquino, 2001 1265-
1274, p. 851)
Todo esto se le atribuye a Descartes y su división del cuerpo y alma, de ahí que la
crítica a su pensamiento sea casi un punto de partida obligado dentro de estos debates.
18
En la Ilustración se reemplazaría a Dios por la razón humana secularizada como base última de la verdad
moral y metafísica, sin embargo, no se hace nada para cambiar el estatus moral de los animales; el prejuicio
cristiano de que los animales son seres “inferiores” permanece intacto (Steiner, 2011, p. 88)
20
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Sin embargo, ciertos autores han buscado dar cuenta de que esto no sería más que una
simple interpretación errónea de los puntos de vista de Descartes. John Cottingham
(1978), Stephen Gaukroger (1998) y Peter Harrison (1992) defienden la tesis de que
Descartes jamás negó que los animales pudieran sufrir, pensar o, al menos, que tuvieran
capacidad para algo parecido a los estados de percepción consciente. Si esto es así, decir
que Descartes habría sido indiferente al sufrimiento animal sería una gran injusticia. Sin
embargo, Descartes parece haber sido advertido de las consecuencias de su propuesta. En
la correspondencia que mantuvo con el filósofo Henry More, este, en su carta del 11 de
diciembre de 1648, le objetaba, precisamente, el sentimiento homicida y bárbaro que
anticipaba en su método, por el que, indica More, «despojáis de vida y de sentimiento a
todos los animales; o más bien sostenéis que nunca han gozado de ellos; pues no sabréis
aceptar que hayan vivido nunca» (Descartes y More, 2011 1648, p. 49)19.
Descartes presenta una ontología según la cual las cosas inmateriales son
superiores a las materiales y, por ende, en la que todo ser que pueda ser explicado
exhaustivamente en términos mecanicistas se encuentra en el orden más bajo (Steiner,
2010, p. 135). A consecuencia de esta idea, el mundo comenzó a ser considerado un
sistema mecánico que podía describirse objetivamente sin tomar en cuenta al observador
humano, y esta descripción objetiva de la naturaleza se tornó el ideal de todas las ciencias
de la naturaleza, pero no solo eso, el postulado ontológico cartesiano se trasladó, además,
a una parte de las ciencias de la sociedad humana de «occidente».
Como reseña Capra, el corpus social de inicios del siglo XVIII buscaba descubrir
una «física social». La obra de John Locke, una de las figuras más importantes del Siglo
19
Un estudio sobre la distinción humano-animal a partir de la correspondencia Descartes-More, se lo puede
encontrar en: (Flores y Laguna, 2014).
21
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
de las Luces, fue influenciada por el pensamiento cartesiano presente en los análisis de
Isaac Newton. Inspirándose en la revolución de las ciencias de su época, desarrolló una
visión atomista de la sociedad, describiéndola en términos de su componente básico, el
ser humano, de la misma manera en que los físicos reducían las propiedades de los gases
al movimiento de sus átomos o moléculas (Robles y Silva, 1999, p. XXVI). Admirador
del trabajo de Newton, dejó escrito en la epístola al lector de su obra «Ensayo sobre el
entendimiento humano», lo siguiente:
Por esta razón, comenzó a estudiar primero la naturaleza del ser humano y luego
trató de aplicar los principios de la naturaleza humana a los problemas económicos y
políticos20. Cuando Locke aplicó su teoría sobre la naturaleza humana a los fenómenos
sociales, estaba convencido de la existencia de leyes naturales que regían la sociedad
humana similar a las que gobiernan el universo físico. Por consiguiente, en palabras de
Capra:
la función de un gobierno no era la de imponer sus leyes a las personas, sino más bien la
de descubrir y poner en vigor las leyes naturales que existían antes de que el gobierno se
formara. Entre estas leyes naturales Locke incluía la libertad y la igualdad de todos los
individuos y también el derecho de éstos a la propiedad que representaba el fruto de su
trabajo (1992, p. 35).
A partir de Locke, las ciencias sociales comenzaron a operar como si los principios
que desarrollan no tuvieran aplicación o relevancia en el mundo no humano. La psicología
20
Un ejemplo de aquello es el siguiente párrafo de su obra: «Quien lea cuidadosamente la historia de la
humanidad y examine los diversos pueblos de la tierra para considerar con ojo indiferente sus acciones, se
convencerá de que no se puede nombrar un principio de moral o regla de virtud que, salvo aquellos
absolutamente necesarios para conservar la sociedad humana (los cuales también son violados en las
relaciones entre sociedades distintas), no sea en algún lugar del mundo despreciado y condenado por los
hábitos generales de alguna sociedad que esté gobernada por opiniones pragmáticas y por reglas de vida
opuestas a las de otras sociedades» (Locke, 1999 [1690] , p. 47).
22
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Los mismo pasa en el derecho, cuyo concepto moderno podemos rastrear hasta
Locke y su influencia en el pensamiento de Inmanuel Kant. Aunque se suele decir que el
planteamiento kantiano respecto de los deberes indirectos para con animales constituye
una superación de la propuesta cartesiana, lo cierto es que, en mi consideración, es tan
solo una reconstrucción del mismo. Kant no se apartó del dualismo cientificista
cartesiano, su propuesta de limitar la ética a los humanos, parte de las mismas premisas
antropocéntricas-racionalistas de Descartes, aunque, claro, secularizándolas. Si Kant se
preocupó por nuestras obligaciones para con la naturaleza fue, tan solo, porque observó
que el ser humano depende de ella. El centro de atención sigue estando en el humano, al
punto de que nos costaría imaginar que Kant pudiera llegar a la misma conclusión en un,
absurdamente hipotético, escenario en el que el ser humano no dependiera de su entorno
natural. Desarrollaré esta idea en el apartado siguiente, por ahora tan solo quiero dejar
señalado que, respecto de la relación con la naturaleza, el antropocentrismo cartesiano y
kantiano, en sus bases, son lo mismo, dualismo, mecanicismo y cientificismo. De ahí que
no resulte extraño que el modelo de justicia ambiental que se desprende del postulado
kantiano tenga en cuenta únicamente cálculos científicos-numéricos relacionados con la
distribución de las afectaciones ambientales entre humanos.
23
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
El ideal de sociedad que prevalece hoy en día tiene una deuda directa con los pensadores
de la Ilustración como Kant, pero estos, a su vez, tiene una deuda igual, aunque indirecta,
con el antiguo ideal cartesiano y judeocristiano por el cual los seres humanos son
considerados moralmente superiores a todos los demás seres naturales (Vincent, 2009, p.
26). Así pues, «en la medida en que el antiguo ideal cosmopolita es fundamentalmente
antropocéntrico, no debería sorprender que el cosmopolitismo de la Ilustración y nuestro
ideal contemporáneo de la sociedad civil sean igualmente antropocéntricos» (Steiner,
2011, pp. 81-82).
Para Kant, la razón, es decir, la capacidad del ser humano para proponerse fines a
su arbitrio, es lo que le hace merecedor de la categoría de fin en sí mismo y, por ende, de
dignidad. De estas características desprende una conclusión fundamental dentro de sus
reflexiones teleológicas sobre la relación ser humano-naturaleza: el posicionamiento del
ser humano como el fin último del reino de los fines o, en sus palabras, «el fin último de
la naturaleza, en relación con el cual todas las restantes cosas naturales constituyen un
sistema de fines con arreglo a principios de la razón» (Kant, 2003 1790, p. 417)21. El
planteamiento ético que surge de lo anterior es la consideración de los animales, el reino
vegetal y el reino mineral como cosas a disposición del ser humano22. Así, al preguntarse
Kant ¿para qué existe el reino mineral, vegetal y animal? su respuesta es contundente
Para el hombre, para el múltiple uso que su entendimiento le enseña a hacer de aquellas
criaturas aquí sobre la tierra; y el hombre es el fin último de la creación aquí sobre la
21
Al respecto diría Kant: «Como único ser sobre la tierra que posee entendimiento y por ello tiene
capacidad para proponerse fines a sí mismo arbitrariamente, recibe el título de señor de la naturaleza y, si
se considera ésta como un sistema teleológico, de acuerdo con su destino es el fin último de la naturaleza;
pero esto siempre queda condicionado a que lo entienda y tenga la voluntad de darle tanto a la naturaleza
como a sí mismo tal relación final, de tal modo que pueda ser autosuficiente independientemente de la
naturaleza y, por tanto, pueda ser ese fin final que, sin embargo, no ha de buscarse en la naturaleza» (Kant,
2003 1790, pp. 418-419).
22
Al respecto Kant, en su obra «lecciones de ética» diría: «Aquello de lo que el hombre puede disponer
han de ser cosas. A este respecto los animales son considerados como cosas» (Kant, 1988 1775-1781, pp.
191, 192).
24
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
tierra, porque es el único ser sobre ella que puede hacerse un concepto de fines y, a partir
de un agregado de cosas formadas teleológicamente, puede elaborar mediante su razón
un sistema de fines (Kant, 2003 1790, p. 413)
Sin embargo, a diferencia de Descartes, la superior jerarquía que otorga el
planteamiento kantiano al ser humano en el reino de los fines, no le lleva concluir un uso
indiscriminado de aquel otro fin «inferior» conformado por lo orgánico, pues, para Kant,
existen deberes para con la naturaleza que se derivan de la propia dignidad humana, es
decir, plantea obligaciones humanas para con la naturaleza fundamentadas en su
importancia para el cumplimiento de los fines humanos. En otras palabras, propone una
protección indirecta/instrumental de tipo antropocéntrica que se puede resumir en el
siguiente enunciado: «todos los deberes hacia animales, hacia otros seres y hacia las
cosas, tienden indirectamente hacia los deberes para con la humanidad» (Kant, 1988
1775-1781, p. 290).
23
Yo, como se dijo, considero que tal etiqueta es vacía, pues solo existe una forma de antropocentrismo en
la medida en que todas las propuestas desde este marco parten del dualismo y de la centralidad y mayor
jerarquía del humano.
24
Incluso dentro de aquellas propuestas antropocéntricas que plantean –en mi consideración de forma
contradictoria– la posibilidad de que ciertas especies sean merecedoras de valor intrínseco, aquella
propuesta queda carente de contenido al ir de la mano de una jerarquización de especies que pone en su
cúspide al ser humano, volviendo a la idea kantiana del ser humano como el fin último del reino de los
fines.
26
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
25
Al respecto se puede ver: (Holifield et al., 2018); (Pulido, 2018); (Murdock, 2021) y (Gilio-Whitaker,
2020).
27
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Sin embargo, a pesar de que el origen del uso del término «justicia ambiental»
parece estar claramente determinado, este siempre se ha resistido a una definición estable.
Esto es, en parte, debido a que sirve a una variedad de funciones: por ejemplo, puede
servir como un término descriptivo de estados de cosas observables o medibles; como un
término prescriptivo, condenando las condiciones presentes y señalando resultados
deseables en el futuro, o como un término político destinado a nombrar problemas
sustantivos y sus antagonistas, movilizar al activismo y justificar la promoción de ciertas
políticas y leyes. Este término, además, se ha distribuido espacialmente y ha evolucionado
con el tiempo, tomando nuevos significados políticos, abrazando aún más temas y
aspiraciones dependiendo de los contextos particulares (Holifield et al., 2018, pp. 3-4).
28
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Este modelo de justicia, parte también del antropocentrismo, sin embargo, se enfoca en
una cuestión distinta a la justicia distributiva o, más bien, previa a esta. Toma en
consideración que una de las razones de la injusta distribución de los beneficios y cargas
ambientales es que la decisión de transformar el medio ambiente es usualmente tomada
por quien recibe los beneficios y no las cargas (Schlosberg, 2013 y Walker, 2012). Una
justa distribución de los beneficios y cargas ambientales requiere que las decisiones
ambientales se toman en un marco institucional justo, por ello, la «justicia ambiental
procedimental es una forma de promover la justicia ambiental distributiva » (Bell y
Carrick, 2018, p. 102).
26
El modelo de justicia ambiental también contempla propuestas que no se enfocan en la contaminación,
sino, en la injusta distribución de la capacidad de contaminar (este es, por ejemplo, el espíritu del modelo
de venta de cuotas de carbono a nivel global).
29
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Como la interpretación sobre el poder es diversa, varios autores han propuesto que
no se tenga en cuenta tanto el principio de igualdad, como los principios de
proporcionalidad y pluralidad para su determinación. El principio de igualdad se suele
relacionar con el principio de todos los afectados con igual poder. El principio de
proporcionalidad, por su parte, apoya la inclusión de todos los afectados, pero rechaza la
idea de un igual poder. Se resume en la siguiente consigna: «el poder en cualquier proceso
de toma de decisiones debe ser proporcional a los riesgos individuales» (Brighouse y
Fleurbaey, 2010, p. 138). Parte de la consideración de que la simple mayoría constituye
un modelo de toma de decisiones injusto para aquellas personas que serán mucho más
afectadas que otras por la decisión. En palabras de sus proponentes: «la regla de la
mayoría simple puede producir una situación en la que una mayoría de individuos con
poco en juego en una decisión imponga una gran pérdida a una minoría» (Brighouse y
Fleurbaey, 2010, p. 140). Así, el principio de proporcionalidad sugiere que el poder en la
toma de decisiones ambientales debe estar distribuido entre las personas en proporción a
su interés en el resultado de la decisión. Bell, sugiere que ese interés personal se debe
determinar en razón del grado de afectación por los potenciales resultados de la decisión,
considerando el potencial impacto en sus capacidades (Bell y Carrick, 2018, 104).
Por otro lado, el principio de pluralidad enfatiza que la igualdad «suprime las
diferencias» e invisibiliza las diversas formas en las que se presenta la injusticia (Young,
1990, p. 11). Así, como señalan Bell y Carrick:
30
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
La justicia ambiental distributiva se concentra en las responsabilidades éticas para con las
generaciones humanas presentes o futuras. Su objetivo no es tanto proteger naturaleza,
como los recursos ambientales necesarios para que todos los seres humanos gocen de un
ambiente en el que se pueda desarrollar una vida digna. Como los problemas ambientales
son globales, estas propuestas tienden, también, a ser globales, buscando compaginar el
ideal antropocéntrico de dominación de la naturaleza, con las cargas que puede resistir el
ambiente sin que sea un peligro para nuestra permanencia en el planeta. El resultado de
esa ecuación no será replantear nuestro lugar en el planeta, sino, tan solo determinar lo
que cada uno puede contaminar. Así, en este modelo de justica el dualismo no se discute
y, por tanto, tampoco el modelo de dominación a la naturaleza.
Incluso si pudiéramos disociar ambas cosas –esto es, incluso si fuera posible para nuestros
descendientes una vida que pudiera llamarse humana en un mundo devastado (o en su
mayor parte reemplazado artificialmente)– la rica vida de la tierra, producida en una larga
labor creativa de la naturaleza y ahora encomendada a nosotros, exigiría nuestra
protección (2015, p. 227).
Así, el interés del ser humano coincidiría con el del ambiente en virtud de que este
último es su necesaria morada. Esto hace posible que, como lo indica Jonas, podamos
«contemplar ambos deberes como uno solo bajo el deber hacia el ser humano, sin por ello
caer en el reduccionismo antropocentrista» (2015, p. 227). Sin embargo, Hans Jonas no
cuestiona la superior dignidad del ser humano respecto de la naturaleza, por el contrario,
27
Hans Jonas propone una reconstrucción de la primera formulación del imperativo kantiano: del «obra
sólo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne en ley universal», hacia «obra
de tal modo que los efectos de tu acción sean compatibles con la permanencia de una vida humana auténtica
en la tierra» (2015, pp. 39-40).
31
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
reconoce que en la elección entre el ser humano y la naturaleza éste tiene prioridad sobre
aquella. Se mantiene, así, dentro del mismo esquema de pensamiento dualista y jerárquico
de Descartes, lo cual es reconocido por él de forma expresa:
32
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
superiores, como pueden ser la vida y la integridad de los seres humanos, entonces los
valores superiores tienen prioridad (Cortina, 2014, p. 490).
28
En palabras de Rawls: «Pero incluso esta teoría más amplia no logra abarcar todas las relaciones morales,
ya que parecería incluir sólo nuestras relaciones con otras personas y dejar fuera de consideración cómo
debemos comportarnos con los animales y el resto de la naturaleza. No sostengo que la noción de contrato
ofrezca un modo de enfocar estas cuestiones que son ciertamente de primera importancia; y tendré que
dejarlas de lado. Debemos reconocer el alcance limitado de la justicia como equidad y del tipo general de
visión que ejemplifica» (1999, p.14).
33
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
34
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
las acciones, tareas, acuerdos o relaciones que han ocurrido en el pasado, pero cuyos
efectos denotan obligaciones hacia el presente y el futuro. En palabras de Dobson:
29
La huella ecológica es clave en este punto.
35
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
30
En esta misma línea, se puede ver: (IUCN, 2016).
36
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
31
Este derecho suele ser identificado por la doctrina, leyes, tratados internacionales y sentencias en español
como «derecho a un medio ambiente sano». La incorporación del término «medio» antes de la palabra
«ambiente», en este caso, no refleja la aproximación instrumental de dominación ilimitada de tipo
cartesiana, sino un error en la traducción al español de la palabra environment. Por mencionar algunas, en
francés la expresión environment se ha traducido como droit à l'environnement, en portugués como direito
ao ambiente, de ahí que se considere que la traducción más adecuada al español es la de «derecho al
ambiente» o «derecho al entorno». Por lo anterior, la expresión «derecho al medio ambiente sano» debe ser
interpretada, más bien, como derecho a un «ambiente sano».
32
Al respecto se puede ver: Corte Interamericana de Derechos Humanos, Opinión Consultiva OC-23/17,
medio ambiente y derechos humanos de 15 de noviembre de 2017.
37
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
limitaciones (Borràs, 2016). Como sintetiza Gudynas, en aquellos casos donde se logra
avanzar, existe una tendencia a caer en un entramado de compensaciones económicas
frente al daño ambiental. Su preocupación está en los conflictos sobre los recursos o
servicios ambientales, comercializados o no, y sus patrones sociales, espaciales y
temporales. Como esos conflictos expresarían distribuciones desiguales, su énfasis es
distributivo (2010, pp. 56-59). En otras palabras, esta postura expresaría una justicia
distributiva ecológicamente corregida que encierra, como lo expresa el antes referido
profesor, «el problema práctico de la creciente mercantilización de la idea de la justicia
en el campo económico» (Gudynas, 2010, p. 59).
38
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Dicha astucia colonial también ha sido expuesta por la profesora Catherine Walsh,
para quien el despropósito de Descartes trajo consigo, además, la colonialidad de la
naturaleza. Esta encuentra su base en la división naturaleza/sociedad que descarta lo
mágico-espiritual-social, esto es, la relación milenaria entre mundos biofísicos, humanos
y espirituales, incluyendo el de los ancestros, propia de los pueblos indígenas de la
América Andina. En consideración de Walsh, la relación milenaria de los pueblos
indígenas con la tierra ha sido negada y marginada por el discurso hegemónico del
individuo moderno civilizado blanco europeo y/o norteamericano, que hoy se recrea a
partir de las prácticas y políticas del desarrollo, tales como el etnoturismo (Walsh, 2008,
pp. 138- 139).
En línea con lo anterior, el derecho humano al ambiente sano, tal como establece
la profesora Borràs, ve a la naturaleza desde un paradigma utilitario mecanicista e
individualista y, por ello, «determina el grado de “daño” permitido al servicio humano
(…) sin alterar lo más mínimo el funcionamiento habitual del sistema biocida» (2022, p.
24). Esta aproximación antropocéntrica y utilitarista es, también, el fundamento del
derecho ambiental (Morato Leite y França Dinnebier, 2019, p. 106). Al respecto, la Unión
Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) ha dado cuenta de que la
forma antropocéntrica y reduccionista del derecho ambiental es, primero, contraria al
carácter interdependiente del ecosistema y, segundo, débil políticamente, pues compite
con otras áreas más poderosa del derecho como el derecho de propiedad y el derecho
mercantil (UICN, 2016).
39
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Sin embargo, tal como señala el propio Vito de Lucía, el derecho ambiental se
encuentra en una encrucijada epistemológica, pues, si bien ha sido un aparato conceptual
y teórico para transmitir el pensamiento binario de la Modernidad, es, al mismo tiempo,
40
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
«un vehículo para que las demandas posmodernas de las crisis ecológicas se abran paso»
(2019, p. 12). Así, por ejemplo, la Unión Internacional para la Conservación de la
Naturaleza ha propuesto concentrar nuestros esfuerzos no en crear más leyes, sino pensar
el derecho de forma distinta, de tal forma que ningún área del sistema legal esté exenta
de un enfoque ecológico, basado en el ecocentrismo, holismo y una justicia
intra/intergenerational e interespecies (IUCN, 2016).
41
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
CAPÍTULO 2
Tal como reseña Callicott (tal vez, el autor más importante dentro de la filosofía
«occidental» ecocéntrica), el término biocentrismo originalmente se asoció a la Ecología
Profunda –sobre la que hablaré más adelante–, a partir del trabajo de Arne Naess, George
Sessions y Bill Devall. En este caso, el «biocentrismo» se utilizó para referirse, en
general, a la ética medioambiental no antropocéntrica y, frecuentemente, a la ética de la
tierra de Aldo Leopold33. Así, en un primer momento, el biocentrismo fue el término bajo
el cual todas las éticas ambientales no antropocéntricas se agruparon. Sin embargo,
posteriormente, el filósofo estadounidense Paul Taylor se apropió y resignificó el término
para su propia teoría de la ética medioambiental no antropocéntrica limitada a los seres
que poseen vida. En palabras de Callicott: «el término “biocentrismo” –centrado en la
vida– en realidad se ajusta mejor a la ética ambiental de Taylor que a la de Leopold, y por
esa razón acabé concediéndoselo y empecé a utilizar “ecocentrismo” para caracterizar la
ética de la tierra» (Callicott, 2013, p. 225).
33
La ética de la tierra –como profundizaré más adelante–, es una forma de ética ambiental de tipo holista
que se concentra en los ecosistemas otorgando valor moral a la interrelación que existe entre la materia viva
e inerte.
42
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
la preservación de los seres vivos por el interés que poseen ellos mismos y no por su
utilidad para el ser humano. Por otro lado, a diferencia del ecocentrismo, el biocentrismo
sitúa el estatus moral en las criaturas individuales y no en los sistemas. Es decir, los
biocentristas no son holistas, no respetan los sistemas en sí mismos, sino sólo en la medida
en que protegen o hacen posible las vidas (o las vidas florecientes) que hay en ellos
(Attfield, 2009, p. 97).
Al igual que con las posturas antropocéntricas, las posturas biocéntricas suelen ser
clasificadas en fuertes o débiles34. Dentro del biocentrismo fuerte se encontrarían aquellas
propuestas que no establecen ningún tipo de jerarquía entre especies y para las que, por
ende, todos los seres vivos merecerían igual consideración moral. Por otro lado, el
biocentrismo débil o moderado afirmaría que todos los seres vivos merecen respeto
moral, pero unos más que otros, permitiendo, a diferencia de su versión fuerte o radical,
establecer jerarquías entre los seres sintientes (Riechmann, 2000, pp. 35-36).
34
Así, por ejemplo se puede ver: (Riechmann, 2000).
43
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
El utilitarismo aborda los conflictos entre valores e intereses buscando, primero, una
medida común que permita comparar los fines entre sí, y, segundo, un criterio para
determinar cuál es la mejor solución en un escenario de varias opciones posibles. Esto
hace del utilitarismo una forma de consecuencialismo, es decir, una teoría que nos dice
que el acto correcto es el que tiene las mejores consecuencias (de Lazari-Radek y Singer,
2017, p. 42). Pero, ¿Cómo determinar cuál es la mejor consecuencia? Para dar respuesta
a esta pregunta el utilitarismo clásico buscará maximizar el bien total teniendo como
medida común a la felicidad o el bienestar de las partes afectadas y, como criterio para
tomar la mejor decisión, a la maximización del bienestar de los agentes afectados, es
decir, la mejor acción sería la que produce el mayor bienestar para la mayor cantidad de
partes involucradas (O’Neill et al., 2008, pp. 13-14).
44
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
35
Como profundizaré más adelante, la expresión «derechos» en Bentham no se debe leer como significando
un derecho natural infranqueable de los animales, sino como «merecedores de consideración moral». Decir
que Bentham es el primero que defendió derechos legales para los animales es, entonces, un error.
36
Para la búsqueda en otras ediciones, la cita se encuentra en su libro “Introducción a los principios de la
moral y la legislación”, capítulo XVII (“Acerca de los límites de la rama penal de la jurisprudencia”),
sección 1 (“Límites entre la ética privada y el arte de la legislación”), numeral IV (“El arte de gobernar: de
la legislación y la administración”).
37
Título original en inglés: «Interests of the inferior animals improperly neglected in legislation».
38
El libro fue impreso en 1780 y publicado por primera vez en 1789. En la versión publicada por la editorial
Oxford, Clarendon Press en 1907, la cual corresponde a una reimpresión de la edición corregida por el autor
en 1823, la nota al pie a la que se hace referencia en esta cita tiene el número 122. En la edición de 1996,
editada por los profesores J.H. Burns y H.L.A. Hart, corresponde a la nota al pie b) del capítulo XVII
(Bentham, 1996 [1780], pp. 282-283). En una de las pocas traducciones al español de la obra, realizada por
Margarita Costa y publicada en el año 2008 por la editorial Claridad (Buenos Aires), la Nota al pie tiene el
número 329 (Bentham, 2008 [1780], pp. 290-291). Para la búsqueda en otras ediciones, la nota el pie se
encuentra en el capítulo XVII (“Acerca de los límites de la rama penal de la jurisprudencia”), sección 1
(“Límites entre la ética privada y el arte de la legislación”), numeral IV (“El arte de gobernar: de la
legislación y la administración”).
39
Así, por ejemplo: (Salt, 1999, pp. 32-33); (Regan, 1983, p. 95-96); (de Lora, 2003, pp. 135-136);
(Sunstein y Nussbaum, 2004, pp. 3-4, 113) y (Riechmann, 2011, p. 70).
45
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
omite una parte importante de su texto, una en la que el propio Bentham da cuenta de
que su reflexión sobre la consideración moral de los animales tomó como inspiración lo
que, desde hace siglos, ya venía estableciendo el hinduismo y el islam. Dada su
importancia, me permito reproducir, a pesar de su extensión, una traducción propia de
la nota al pie en la que Bentham critica la «insensibilidad de los antiguos juristas»
respecto de los animales:
Bajo las religiones hindú Bentham usó el término «Gentoo», el cual, por su carácter
peyorativo dejó de usarse a inicios del siglo XX y mahometana los intereses del resto
de la creación animal parecen haber recibido cierta atención. ¿Por qué no han hecho los
antiguos juristas universal, al igual que sucede con las criaturas humanas, la asignación
de la diferencia teniendo en cuenta la sensibilidad? Porque las leyes existentes son
producto del temor mutuo y los animales menos racionales no han contado con los
mismos medios que los humanos para que su sentimiento de temor sea tenido en cuenta.
¿Por qué no deberían hacerlo? No se puede dar ninguna razón. Si el ser comido fuera
todo, hay una muy buena razón para que se nos permita comer lo que nos gusta comer:
somos los mejores por ello, y ellos nunca son los peores. No tienen ninguna de esas
prolongadas anticipaciones de la miseria futura que tenemos nosotros. La muerte que
sufren en nuestras manos suele ser, y siempre puede ser, más rápida, y por tanto menos
dolorosa, que la que les esperaría en el curso inevitable de la naturaleza. Si el hecho de
morir fuera todo, hay una muy buena razón para que se nos permita matar a quienes nos
molestan: nosotros seríamos peores por su vida, y ellos nunca son peores por estar
muertos. Pero, ¿hay alguna razón para que se nos permita atormentarlos? Ninguna que
yo pueda ver. ¿Hay alguna razón por la que no se nos permita atormentarlos? Sí, varias.
Ver B. I. tit. [Crueldad con los animales]. Hubo una época –lamento decir que en muchos
lugares persiste aún– en que la mayor parte de la especie, bajo la denominación de
esclavos, fueron tratados por la ley –en Inglaterra, por ejemplo– exactamente a la par de
las razas inferiores de animales, que aún reciben ese tratamiento. Es posible que llegue
el día en que el resto de la creación animal adquiera los derechos que nunca pudieron
serles negados sino por la mano de la tiranía. Los franceses ya han descubierto que la
pigmentación negra de la piel no es razón para que el ser humano sea abandonado sin
remedio a los caprichos de un torturador Véase el Código Negro de Luis XIV. Puede
que un día sea reconocido que el número de patas, la vellosidad de la piel, o la
terminación del hueso sacro, son razones igualmente insuficientes para abandonar a un
ser sensible al mismo destino. ¿Qué otra cosa es lo que debe trazar la línea insuperable?
¿Será la facultad de la razón o, quizá, la facultad del habla? Pero un caballo adulto o
un perro son, más allá de toda comparación, seres más racionales, así como animales
más hablantes que un niño de pocos días, de una semana, o aun de un mes de edad.
Pero supongamos que el caso fuera otro, ¿de qué serviría? La pregunta no es ¿pueden
razonar? ni ¿pueden hablar? sino ¿pueden sufrir?” traducción y cursivas son mías
(Bentham, 1996 [1780, pp. 282-283).
En las obras en que Singer incluye esta cita reproduce únicamente sus líneas
finales, esto es, desde la frase «es posible que llegue el día en que el resto de la creación
animal adquiera…» (resaltado en cursiva dentro la cita) (Singer, 1990, p. 7, 2011, pp.
49-50). Con ello, deja de lado la crítica que efectúa Bentham a los juristas de occidente
por no reconocer los intereses del resto de la creación animal, a diferencia de lo que
sucedía en el hinduismo y en el islam. Considero importante efectuar esta aclaración,
46
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Este cálculo cuantitativo, a su vez, tiene en cuenta a los sujetos en tanto que seres
individuales agregados en una sociedad. El utilitarismo es, por ello, una corriente
individualista y atomista. En palabras de Bentham, «la comunidad es un cuerpo ficticio,
compuesto de las personas individuales que se considera que constituyen como sus
miembros. ¿Cuál es entonces el interés de la comunidad?: la suma de los intereses de
los diversos miembros que la componen» (Bentham, 2008 [1780], p. 12)41. Tal como
explica Callicott, dado que la comunidad como tal no puede experimentar ni placer ni
dolor, desde un punto de vista utilitarista, la idea de que una comunidad o una sociedad
pueda ser beneficiada o perjudicada carece de sentido (2013, p. 60).
40
Ver referencias de la nota al pie anterior. En ellas se reproduce, igualmente, únicamente el fragmento
de la cita reproducido por Singer.
41
La cita se encuentra en su libro «Introducción a los principios de la moral y la legislación», capítulo I
(“Acerca del principio de utildiad”), numeral IV.
47
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
En sus palabras:
Conforme al principio de la mayor felicidad (…) el fin último, con relación al cual y por
el cual todas las demás cosas son deseables (ya estemos considerando nuestro propio bien
o el de los demás), es una existencia libre, en la medida de lo posible, de dolor y tan rica
como sea posible en goces, tanto por lo que respecta a la cantidad como a la calidad,
constituyendo el criterio de la calidad y la regla para compararla con la cantidad, la
preferencia experimentada por aquellos que, en sus oportunidades de experiencia (a lo
que debe añadirse su hábito de auto-reflexión y auto-observación), están mejor dotados
de los medios que permiten la comparación. Puesto que dicho criterio es, de acuerdo con
la opinión utilitarista, el fin de la acción humana, también constituye necesariamente el
criterio de la moralidad, que puede definirse, por consiguiente, como «las reglas y
preceptos de la conducta humana» mediante la observación de los cuales podrá asegurarse
una existencia tal como se ha descrito, en la mayor medida posible, a todos los hombres.
Y no sólo a ellos, sino, en tanto en cuanto la naturaleza de las cosas lo permita, a las
criaturas sintientes en su totalidad (Mill, 2014 [1861], p. 58).
Para Mill, el principio utilitarista puede establecer que algunos tipos de placer son
más deseables y valiosos que otros. Pocas criaturas humanas, indicó, «consentirían en
transformarse en alguno de los animales inferiores ante la promesa del más completo
disfrute de los placeres de una bestia». En sus palabras, «un ser con facultades superiores
necesita más para sentirse feliz, probablemente está sujeto a sufrimientos más agudos, y
ciertamente los experimenta en mayor número de ocasiones que un tipo inferior» (Mill,
2014 [1861], p. 53-54). Bajo esta perspectiva, la diferencia entre el placer que
experimentan los animales humanos y los no humanos sería de grados: una persona con
inteligencia experimentaría más dolor y en más formas que las que podría llegar
experimentar un ser que no posee esa capacidad.
48
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Para Mill, los animales pueden gozar o sufrir, pero no cuentan con la capacidad
cognitiva para saber que existen, lo que los ubicaría, en todos los casos, en un grado
cualitativo menor al del ser humano. Singer, aunque concuerda con que todas las vidas
no tienen el mismo valor, rechaza la afirmación de que, en todos los casos, la vida de los
seres humanos sea más valiosa que la de los animales. Considerar que solamente los seres
humanos tienen capacidades cognitivas sería, dentro de la terminología de Singer, una
forma de «especismo».
Singer cree que existe una jerarquía entre especies basada en el cognitivismo, pero
no cree, al contrario de sus predecesores, que siempre sea el ser humano el que se ubique
en su cúspide. En su obra temprana, y más importante, Singer elabora una forma de
utilitarismo –al que denominó «utilitarismo de las preferencias»–, para rechazar el igual
valor de todas las especies. Para el utilitarismo de las preferencias los únicos juicios
morales que podemos prescribir universalmente son los que más satisfacen los intereses
y deseos de todos los afectados por nuestras acciones, es decir, sus preferencias (Singer,
2011, p. 13). Como las preferencias de cada sujeto pueden ser diversas, y son de ellas de
las que se desprenden los mandatos morales, esta es considerada una teoría pluralista. En
este marco, el interés de los animales en no sufrir se convierte en una de las diversas
preferencias a tener en cuenta dentro del cálculo utilitarista, pues la muerte constituye un
daño para todos los individuos que preferirían estar vivos.
Sin embargo, al igual que para Mill los placeres pueden ser comparados
cualitativamente, para Singer las preferencias pueden tener grados. Singer defiende que
49
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Si tuviéramos que elegir entre salvar la vida de un ser humano normal o la de un retrasado
mental, probablemente escogeríamos salvar al normal; pero si el dilema consistiera en
evitar dolor tan sólo a uno de ellos –imaginemos que ambos han recibido lesiones
dolorosas pero superficiales, y sólo tenemos calmantes para uno– no está en absoluto tan
claro cómo deberíamos actuar. Lo mismo sucede cuando consideramos a otras especies
(…) quitarle la vida a un ser que ha estado deseando, planeando y trabajando con una
meta futura es privar a ese ser de la consecución de esos esfuerzos; quitarle la vida a un
ser con una capacidad mental inferior al nivel necesario para comprender que es un ser
con futuro –y mucho menos para hacer planes sobre el futuro– no puede llevar a la misma
clase de pérdida (Singer, 1999, p. 57).
Esta es una de las conclusiones más criticadas del utilitarismo de las preferencias
de Singer. De hecho, la crítica que ha recibido esta conclusión ha llevado a que se aparte
de su utilitarismo de las preferencias en sus obras más recientes. Un teórico de las
preferencias, dirá, no puede responder efectivamente al hecho de que nos provoca mayor
gravedad la muerte de un ser humano con discapacidad intelectual que la muerte de un
animal no humano con capacidades cognitivas mayores. Al mismo tiempo, un teórico de
las preferencias puede perfectamente considerar que, en todos los casos, la matanza de
seres humanos sin ningún tipo de discapacidad intelectual es más grave que la matanza
de animales no humanos (de Lazari-Radek y Singer, 2014, p. 265). De esta forma, Singer
parece admitir que el cognitivismo de su propuesta temprana no ofrecía ni una defensa
real para los animales ni una respuesta adecuada. Así, indica Singer, «si trazamos la línea
lo suficientemente baja como para incluir a todos los seres humanos, incluiremos a
muchos animales no humanos; si la trazamos lo suficientemente alta como para excluir a
50
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
todos los animales no humanos, también excluiremos a muchos seres humanos» (de
Lazari-Radek y Singer, 2014, p. 344).
51
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
ni tampoco ha sido resuelta por Singer hasta el momento42. Así, el gran problema a
resolver es cómo realizar comparaciones de bienestar hedonista entre especies.
Más allá de las particularidades que dé Singer a dicha respuesta, esta deberá, dado
el paradigma utilitarista clásico dentro del que se mueve su teoría, establecer alguna forma
de principio agregacionista para resolver aquellos conflictos que se puedan presentar
entre sus sujetos sintientes. Según dicho principio, se debe maximizar la suma total del
bienestar de los individuos y no a la forma en que está distribuido entre ellos. Así, sería
legítimo utilizar animales no humanos en aquellos casos en los que los beneficios superen
los costes. Es decir, una vez más, haría que los animales no humanos puedan ser
sacrificados en aras de los placeres que se consideren más importantes o con mayor
presencia, escenario en que los placeres diversos del ser humano y, de forma indirecta,
sus familiares, se pueden agregar para vencer a los placeres de los animales no humanos.
Por todo lo anterior, considero que el utilitarismo no ofrece una defensa real para
la causa animal, tan solo un punto de partida para el debate. Una vez se prueba que hay
animales no humanos que sienten y son conscientes de sí como los humanos, el aparato
filosófico bajo el cual hemos construido nuestra superioridad en el universo se
desmorona. Esto es un aporte interesante, pero que no dice nada respecto de cómo
debemos resolver nuestras interacciones, dependencia y tensiones con el mundo no
humano. Al dejar la pregunta sin una respuesta efectiva o deseable, el espacio en el que
colisionan los mundos será dominado por la política más que por verdades morales
absolutas. De ahí que, como veremos, Singer en su trabajo teórico más «filosófico»43 se
declare abiertamente en contra de darle algún peso moral a la idea de reconocerle
derechos a los animales. La etiqueta «derechos» es útil para Singer por lo que comunica
políticamente y no porque dé cuenta de alguna consideración moral infranqueable. Esta
particularidad de la propuesta de Singer hace que su teoría no sea vegana en sentido
estricto (por muy convincente que sea su planteamiento para muchos veganos). Tal como
establece Josh Milburn, «cuando rascamos bajo la superficie, la filosofía de Singer no
42
Aunque algunas posibles líneas a trabajar se mencionan en su libro: (de Lazari-Radek y Singer, 2014,
pp. 342-377).
43
Digo más «filosófico» pues Singer es un autor que tiene dos tipos de obras: 1) unas en las que reflexiona
a profundidad desde parámetros filosófico-morales su propuesta utilitarista y la que es, tal vez, su aporte
académicamente más interesante, y 2) en las que escribe para el movimiento animalista y, en contra de lo
que él mismo ha propuesto, defiende una ética deontológica para los animales y su consideración como
sujetos de derecho dentro del discurso legal, tomando como base teórica no su trabajo, sino el de profesores
como Tom Regan. Los dos Singer, creo, no se deben confundir, uno tiene un abordaje más teórico y el otro
más pragmático-militante.
52
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
parece convincente para sustentar una sociedad vegana, un movimiento vegano, una
teoría vegana o unos estudios veganos» (Milburn, 2021, p. 43).
Dije anteriormente que para el utilitarismo clásico la acción correcta es aquella cuyas
consecuencias maximizan el bienestar de las partes consideradas como un todo agregado.
Esto hace del utilitarismo clásico una teoría consecuencialista, es decir, una teoría para la
cual la acción correcta o incorrecta se determina a partir de sus consecuencias. Lo que
tiene valor son ciertos estados de cosas que las acciones pueden producir, no las acciones
en sí mismas (O’Neill et al., 2008, pp. 31-32). Esto hace que, como explicamos en el
apartado anterior, por más que se lo proponga, el utilitarismo clásico no pueda garantizar
una protección invulnerable de los animales no humanos sintientes.
53
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
grados), sin importar los beneficios generales que puedan producir. De esta forma, se
mezcla el enfoque utilitarista de búsqueda de una medida común –el sensocentrismo o
cognitivismo superior– con un enfoque deontológico que restringe ciertos actos.
El filósofo estadounidense Tom Regan (1938-2017) es, tal vez, el representante más
relevante de la deontología sensocéntrica-biocentrista. Para este autor, la posesión de
intereses, esto es, la capacidad de experimentar una vida, se convierte en la característica
habilitante para ser sujeto de derechos. Pero experimentar una vida no implica el simple
hecho de estar vivo, para que aquello sea posible, conforme lo determina Regan, es
necesario tener creencias, deseos, percepción y memoria, es decir, poseer un grado
específico de conciencia (no cualquier grado de consciencia). La conciencia, a su vez,
sería un atributo exclusivo de aquellas especies que poseen un sistema nervioso. Así, en
sus palabras:
Ahora bien, a partir de lo que sabemos sobre las relaciones entre la conciencia humana y
la estructura y función del sistema nervioso humano, hay buenas razones para creer que
nuestra conciencia está íntimamente relacionada con nuestra fisiología y nuestra anatomía
(…) Dado que nuestra conciencia está íntimamente relacionada con nuestra fisiología y
anatomía, que los animales mamíferos son los más parecidos a nosotros fisiológica y
anatómicamente, y que la conciencia tiene un valor adaptativo y ha evolucionado a partir
de formas menos complejas de vida, dado todo esto y dejando a un lado las dudas
escépticas sobre la conciencia humana, como puede hacerlo toda obra de filosofía moral,
es razonable concluir que los mamíferos animales son también conscientes (Regan, 2016,
pp. 53-54).
54
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Los agentes morales pueden ser moralmente responsables, pues son ellos los que, en
última instancia, deciden que hacer o no hacer, mientras los pacientes morales, al carecer
de la capacidad de deliberar bajo principios morales, no pueden hacer ni algo correcto ni
algo incorrecto (Regan, 2016, pp. 190-191). Para Regan, los únicos animales que pueden
ser pacientes morales son aquellos que son conscientes, sintientes y poseen las
capacidades cognitivas y volitivas que le permitan tener creencias, percepción o memoria
(Regan, 2016, p.191). Dentro de su propuesta, sólo los mamíferos mentalmente normales
de un año o más cumplirían con dichas características (Regan, 2016, pp. 105, 212 y 230).
Los animales que se encuentran debajo de dicho «umbral» –como los mamíferos menores
de un año, los peces, las aves y los anfibios– no tendrían, en la propuesta de Regan, un
valor inherente que les haga ser sujetos de una vida y merecedores de derechos (2016, pp.
425-426, 458, 550).
Por lo anterior, para los que denomina animales «inferiores», Regan propone,
siguiendo el modelo kantiano, fomentar la no crueldad. Como se mencionó anteriormente,
para Kant se debería evitar la crueldad hacia los animales no porque estos tengan un
derecho a no ser tratados de esa manera, sino porque la crueldad hacia ellos puede
producir hábitos en las personas que fomenten la crueldad hacia los seres humanos.
Siguiendo esta lógica, para Regan tratar cruelmente a los animales que no tienen derechos
«probablemente fomente hábitos que llevarían a las personas a involucrarse en prácticas
que violan los derechos de animales que sí los tienen (o a consentirlo apoyando a quienes
lo hacen)» (Regan, 2016, pp. 426-427, 450).
En conclusión, para Regan solo los agentes morales (seres humanos con
capacidades cognitivas desarrolladas) y los pacientes morales (mamíferos mayores de un
año) formarían parte de la comunidad moral. La comunidad moral, a su vez, es definida
como «lo que se compone de todos los individuos que son de interés moral directo o,
alternativamente, como lo que se compone de aquellos individuos con quienes los agentes
morales tienen deberes directos» (2016, p. 190). De esta forma, la comunidad moral de
Regan es una comunidad de seres sobre los que se pueden expresar deberes directos 44.
Con ello, busca refutar los enfoques basados en deberes indirectos (como el de Kant y
Rawls, examinados anteriormente) que limitan la membresía de la comunidad moral sólo
a los agentes morales. Hacia los pacientes morales (animales con capacidades cognitivas
44
Recordemos, si bien solo los agentes morales pueden hacer algo correcto o incorrecto, tanto los agentes
como los pacientes morales pueden ser receptores de actos correctos o incorrectos.
55
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Decir que tenemos un deber directo significa que estamos obligados por el deber con esos
individuos mismos, que caen dentro del alcance de este principio, de no dañarlos,
mientras que decir que el deber es prima facie significa que aunque este deber pueda ser
violado en algunos casos (por ejemplo, en defensa propia), la responsabilidad de mostrar
por qué y cómo puede justificarse su violación recae sobre quien lo haya violado (Regan,
2016, p. 228).
Tener deberes directos para los pacientes morales no significa que el daño que se
ejecute hacia ellos sea comparativamente igual al que se realice contra los agentes
morales. Conforme lo expone Regan, «podría ser verdad que dañar a cualquiera de los
dos sea directamente incorrecto y aun así la incorrección cometida cuando les hacemos
algunas cosas a los agentes morales (por ejemplo, matarlos) sería un daño mayor que el
daño que le hacemos a un paciente moral» (2016, p. 229). Del mismo modo, aunque los
agentes y pacientes morales pueden ser dañados de distintas formas (por ejemplo, negar
educación o participación política puede ser considerado un daño para los agentes
morales, pero no para los pacientes morales), ambos pueden ser dañados de maneras
similares (por ejemplo, infligiendo un sufrimiento gratuito o causando su muerte
prematura). Para Regan, cuando nos encontramos en el segundo escenario, esto es,
cuando se trata de estos daños comunes, «afirmar que tenemos un deber directo con los
agentes morales de no dañarlos pero negarlo en el caso de los pacientes morales es no
mostrar respeto por la condición de justicia formal o imparcialidad al requerir, como se
hace, que los casos similares sean tratados de manera diferente» (Regan, 2016, p. 230).
Por lo anterior, todos sujetos de vida, sean agentes o pacientes morales, que
forman la comunidad moral de seres con un valor inherente serían merecedores de un
derecho propio a no ser dañados. Para este autor los conceptos «valor inherente» y
«derechos» tienen una definición especifica. En primer lugar, el «valor inherente» de su
teoría es conceptualmente distinto al «valor intrínseco». Mientras el primero lo asocia al
valor que tienen los agentes morales por derecho propio, el segundo estaría vinculado al
valor que se otorga a las experiencias de dichos agentes, es decir, a sus placeres o a la
satisfacción de preferencias. Ambos valores serían no solo distintos, sino
inconmensurables. En sus palabras, «decir que el valor inherente no es reducible al valor
intrínseco de las experiencias de un individuo significa que no podemos determinar el
valor inherente de un agente moral individual sumando los valores intrínsecos de sus
experiencias» (Regan, 2016, p. 282).
56
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Los utilitaristas, dirá Regan, toman en cuenta el total de valores intrínsecos de las
experiencias de todos los agentes morales para determinar lo que es moralmente correcto.
En este marco, lo que posee un valor intrínseco no son los agentes morales, sino sus
experiencias. Por ello, critica, los utilitaristas ven a los agentes morales como meros
receptáculos de lo que tiene valor intrínseco (Regan, 2016, pp. 282). Frente a esto,
propone ver a los agentes morales como poseedores de un valor inherente, es decir, de un
valor propio, independiente de los valores de las experiencias que atraviesan. La
diferencia entre estos dos se puede aclarar acudiendo a un ejemplo del propio autor:
Mientas para el valor intrínseco de los utilitaristas, dirá Regan, «no somos
culpables de ninguna injusticia si matamos a un agente moral con el fin de producir el
mejor balance agregado entre bien y mal para todos los interesados», en su propuesta de
valor inherente aquel acto sería, por el contrario, indudablemente injusto, pues implicaría
tratar a los agentes morales como meros receptáculos y no como sujetos con un valor
propio. Por tanto, los individuos con un valor inherente merecerían, como asunto de
45
Con esto Regan rechaza las propuestas «perfeccionistas» del valor inherente, por las cuales quienes tienen
mayores habilidades intelectuales o artísticas tendrían más valor inherente que quienes tienen solo algunas
o ninguna. Para este autor, aceptar esta visión sería allanar el camino para una inaceptable teoría
perfeccionista de la justicia: «quienes tienen menos valor inherente podrían justificadamente ser obligados
a servir las necesidades e intereses de aquellos que tienen más, aun cuando hacerlo no esté en el interés de
los que sirven. Y los subyugados no podrían tener fundamentos para quejarse de la injusticia del trato que
reciben; puesto que tienen menos valor inherente, ellos obtendrían lo que se merecen» (Regan, 2016, p.
283).
57
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Por otro lado, su «enfoque de los derechos», dirá, es distinto a una teoría ética
consecuencialista. En su propuesta los individuos tienen derechos independientemente de
las consideraciones sobre el valor de las consecuencias que se derivarían de su
reconocimiento. Es decir, los derechos serían «más básicos que la utilidad e
independientes de ésta» (Regan, 2016, p. 181). Los derechos que Regan tiene en mente
son derechos morales y no, necesariamente, legales. Como el propio autor aclara, los
derechos legales nacen del reconocimiento que las sociedades hagan a través de las leyes
de los mismos. En este sentido, los derechos legales son el resultado de la actividad
creativa de los seres humanos y, por tanto, variables. Por el contario, los derechos morales
son universales46, equitativos47 y no surgen como resultado de los actos creativos de un
determinado individuo (Regan, 2016, pp. 315-316).
46
Todos los individuos tienen el derecho, independientemente de su reconocimeinto legal.
47
Si dos individuos tienen un mismo derecho, lo tienen por igual.
58
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Para este autor, no tiene ningún sentido atribuir derechos morales al grupo de
árboles o al ecosistema, pues lo detentores de derechos serían, exclusivamente, los
individuos. El énfasis en los individuos de su propuesta, le lleva a afirmar que un modelo
de ética ambiental con base en derechos solo sería exitoso si defiende a los objetos
naturales inanimados individualmente considerados (un árbol, no el bosque). En sus
palabras:
Si los árboles tienen valor inherente, tienen un tipo de valor que no es el mismo, no es
reducible a y no es conmensurable con los valores intrínsecos de los placeres,
satisfacciones de preferencias, etc., de otros (…) Si mostráramos el respeto apropiado por
los derechos de los individuos que componen la comunidad biótica, ¿no se conservaría la
comunidad? ¿Y no es esto lo que quieren los ambientalistas más holísticos de mentalidad
sistémica? (2016, p. 421).
Al momento de publicar su obra «En defensa de los derechos de los animales» en
al año 1983, Regan establecía que la incompatibilidad entre el enfoque holístico y el
enfoque de los derechos, explicaba la «renuencia comprensible por parte de los
ambientalistas a tomar seriamente los derechos» (2016, p. 421). Más de treinta años
después, aquella afirmación, como veremos en el siguiente capítulo, parece haberse
desmentido.
En la línea de Regan, pero yendo un paso más allá, el filósofo moral estadounidense James
Rachels (1941-2003) consideró que hay una diferencia entre la vida biológica y la vida
biográfica. La vida en términos biológicos significa ser un organismo biológico que
funciona. Por otro lado, tener una vida biográfica implica un relato de su historia y su
carácter, sus aspiraciones y decepciones, sus relaciones personales, actividades y
proyectos. Para Rachels, la diferencia entre la vida biológica y la biográfica es la
diferencia entre estar vivo y tener una vida (Rachels, 1997, pp. 72-73). Una vez aclarada
esta distinción, establece que la vida realmente importante es la vida biográfica. En sus
palabras:
59
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Para este autor, los humanos somos sujetos de una vida biológica, pero, sobre
todo, de una vida biográfica y es de esta última de la cual se desprende nuestra relevancia
moral. Pero, este no sería un atributo exclusivo de los seres humanos, algunos animales
no humanos con capacidades mentales sofisticadas, considera, poseen también una vida
biográfica. En sus palabras:
Los bichos y las gambas no tienen esas capacidades. Son demasiado simples. Pero
consideremos un animal más complejo, como el mono Rhesus. El Rhesus es uno de los
animales de investigación favoritos de los psicólogos experimentales porque, al estar tan
cerca de nosotros desde el punto de vista evolutivo, comparten muchas de nuestras
características psicológicas. Son inteligentes y viven en grupos sociales organizados; se
comunican entre sí; se preocupan por los demás y, como hemos visto, se comportan de
forma altruista entre ellos. Las madres y los bebés de los monos están unidos de forma
muy parecida a la de los humanos. Además, no son todos iguales: las vidas y
personalidades de los animales individuales son sorprendentemente diversas. Sus vidas
no son tan complejas desde el punto de vista intelectual y emocional como las de los
humanos, pero está claro que tienen vidas (Rachels, 1990, p. 209).
Para Rachels solo los mamíferos más cercanos a nosotros poseen una vida
biográfica. Esto los convierte, en conjunto con los seres humanos, en los únicos
merecedores de derechos morales: «cuanto más bajamos en la escala, menos certeza
tenemos en que haya algo parecido a una vida biográfica» (Rachels, 1990, p. 209).
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Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Martha Nussbaum48 en su libro «las fronteras de la justicia» busca dar argumentos a favor
de la aplicación de su enfoque de las capacidades para la defensa de los derechos de los
animales. Para Nussbaum, el enfoque de las capacidades –a diferencia del
contractualismo rawlsiano– se concentra en la justicia de los resultados y no tanto en la
imparcialidad de los procedimientos. Así, mientras el enfoque de Rawls «diseña un
procedimiento que modela ciertos elementos clave de la equidad y la imparcialidad, y
confía en esos procedimientos para generar un resultado justo», el enfoque de las
capacidades parte de un resultado acorde con una vida que promueva la dignidad humana,
para luego buscar una «serie de procedimientos políticos (una constitución, una
separación de los poderes, un cierto tipo de sistema económico) que se acerquen tanto
como sea posible a ese resultado». Así, para el enfoque de las capacidades, «la justicia
está en el resultado, y el procedimiento es bueno en la medida en que promueve ese
resultado» (Nussbaum, 2007, pp. 93-94).
48
Si bien ubicar a Nussbaum dentro del pensamiento deontológico no es del todo correcto, pues su enfoque
de las capacidades parecer ser un hibrido entre el utilitarismo, la deontología y la ética de las virtudes
aristotélica, en específico, respecto de su propuesta sobre los derechos de los animales, y dentro de la
clasificación que propongo, parece primar más el enfoque deontológico-utilitarista de su obra. De allí que
la ubique como una más de las autoras de esta corriente.
61
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
62
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
nadie podría negar que, históricamente, el utilitarismo ha contribuido más que ninguna
otra teoría ética al reconocimiento del sufrimiento animal como un mal. Tanto Bentham
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Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
como Mill, en su momento, o Peter Singer, en el nuestro, han liderado valientemente una
ofensiva para liberar al pensamiento ético de las cadenas de una concepción estrecha
(centrada en la especie humana) del valor y de los derechos (Nussbaum, 2007, pp. 333-
334).
64
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
robusto cuando nos referimos a los insectos y a otras formas de vida no sensibles, o sólo
sensibles en un sentido muy marginal (Nussbaum, 2007, pp. 386-387).
1. Vida: por la cual todo animal sensible tendría derecho a seguir viviendo a menos
(o hasta) que el dolor y la decrepitud no hagan que su muerte deje de ser un daño
para ellos (Nussbaum, 2007, p. 386).
2. Salud física: por la cual se debe prohibir el trato cruel, abandono y hacinamiento
de animales que dependen de los humanos (Nussbaum, 2007, p. 387).
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Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
3. Integridad física: por la cual los animales detentan derechos directos frente a
violaciones de su integridad corporal por medio de violencia, abusos y otras
formas de trato dañino, sean dolorosas o no (Nussbaum, 2007, p. 388).
4. Sentidos, imaginación y pensamiento: por la cual se debe garantizar el acceso
de los animales a fuentes de placer, como la libertad de movimiento en un entorno
que resulte agradable a sus sentidos y prohibir la caza y pesca deportivas.
Adicionalmente, los animales que viven en libertad tendrían derecho al entorno
en el que característicamente florecen; por lo tanto, «proteger esta capacidad
también significa proteger el medio ambiente de los diversos animales»
(Nussbaum, 2007, pp. 389-390).
5. Emociones: por la cual tanto los animales domésticos como salvajes tienen
derecho a una vida en la que tengan abierta la oportunidad de tener apego por
otros, de querer a otros y preocuparse por ellos, y en la que no vean esas formas
de adscripción deformadas por algún tipo de aislamiento forzado o por una
infusión deliberada de miedo (Nussbaum, 2007, p. 391).
6. Razón práctica: aplica para aquellos animales que poseen capacidades cognitivas
superiores que les permitan fijar proyectos y planificar su vida. Para estos, se debe
garantizar espacio suficiente para moverse y oportunidades para toda una
diversidad de actividades (Nussbaum, 2007, pp. 391-392).
7. Afiliación: por la cual los animales tienen derecho a disponer de oportunidades
para entablar relaciones y crear formas diversas de vinculación afectiva e
interconexión (Nussbaum, 2007, p. 392).
8. Otras especies: por la cual los animales tendrían derecho a la capacidad de vivir
preocupándose por (y relacionándose con) otros animales, las plantas, el mundo
natural y los seres humanos (Nussbaum, 2007, p. 393).
9. Juego: por la cual tienen derecho a la protección de un espacio, una claridad y
una estimulación sensorial adecuadas en los lugares en que se vive, pero, por
encima de todo, la presencia de otros miembros de la especie (Nussbaum, 2007,
p. 393).
10. Control sobre el entorno propio: en su dimensión política, los animales tendrían
derecho a tener un tutor humano que acuda en su nombre a los tribunales y, en su
dimensión material, al respeto a la integridad territorial de su hábitat, sea este
doméstico o «natural» y a condiciones de trabajo dignas y respetuosas (Nussbaum,
2007, p. 394).
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Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Este es su listado provisional, pues Nussbaum advierte que es posible que surjan
más capacidades y, por ende, más derechos. En este sentido, la propuesta de Nussbaum
parece no alejarse tanto de la propuesta deontológica de Regan. Permitir el florecimiento
de las capacidades de las especies sintientes en sus diversas dimensiones, esto es, más
allá del dolor o placer, sería el objetivo de su propuesta. Las capacidades, convertidas en
derechos básicos, constituirían los resultados hacia los que se debe aspirar, poniendo
límite, de esta forma, al consecuencialismo del modelo utilitarista. Nussbaum, más que
diferenciarse de Regan, realmente ofrece argumentos para definir cuáles serían los
derechos de los animales a proteger. Bajo esta mirada, el enfoque de las capacidades más
que una teoría distinta a la propuesta deontológica de Regan, sería una teoría
complementaria. Sin embargo, existe una importante diferencia, Regan piensa en
derechos morales, esto es, en derechos independientes de la creatividad humana, mientras
Nussbaum apela, precisamente, a la creatividad humana para, a través de la imaginación
y narración, determinar cuáles serían las mejores vidas florecientes de los animales.
Mientras Nussbaum se preocupa de la inevitable intermediación humana en la
determinación de lo que es bueno para los animales, Regan parece intentar quitar al
humano la capacidad de decidir qué derechos morales asisten a los animales.
Por otro lado, Nussbaum no dice prácticamente nada sobre cómo resolver los
conflictos entre especies. En muchos aspectos, el desarrollo de las capacidades de los
seres humanos depende, al menos actualmente, de su relación con el mundo animal, su
uso, control, contacto y, sí, también consumo ¿Qué capacidades deben prevalecer en
dicho choque? Nussbaum no ofrece una respuesta efectiva a esta pregunta.
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Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
2.1.2. El biocentrismo del conatus, la reverencia por la vida y el valor de las plantas
49
El filósofo español Jorge Riechmann defiende también una concepción moral biocéntrica con
jerarquización de intereses e individualista, a la que denomina como «biocentrismo moderado». Su
propuesta, que guarda similitudes con la de Nussbaum, considera que lo valioso son los seres vivos con su
potencialidad para realizar sus capacidades y llevar una vida buena, por lo que el medio abiótico (el suelo,
las aguas, la atmosfera, etc.) solo resulta valioso instrumentalmente (Riechmann, 2000, p. 36). Así,
Riechmann se opone al antropocentrismo excluyente, al igualitarismo biótico y al holismo moral. Frente a
estos, considera que todos los seres vivos son dignos de consideración moral por sí mismos, pero que no
todas esas necesidades, capacidades e intereses son igualmente valiosos o importantes, sino que pueden
jerarquizarse en razón del lugar que ocupen en la pirámide evolutiva. En consideración de Riechmann, el
lugar que se ocupe en la pirámide se corresponde con capacidades morales relevantes como la capacidad
de sentir, la de ser sujeto de la propia vida, la inteligencia, la autoconciencia, la memoria y la capacidad de
anticipación, etc. Dado que el ser humano sería quien cumple con mayor rango dichas características, este
se ubicaría en el punto más alto de la piramide (Riechmann, 2000, p. 40).
68
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
que experimenten dolor o, al menos, no como los seres humanos hemos entendido el
dolor.
El conatus, como fuente del valor intrínseco, es un rasgo transversal a todos los
autores del biocentrismo de esta sección y, a su vez, es uno de los rasgos diferenciales
respecto del sensocentrismo de los autores del utilitarismo clásico y deontológico. A este
tipo de biocentrismo, Callicott lo denominó en 1984 «ethical conativism» (1984, p. 301).
En un libro publicado en español que contiene dicho artículo, se tradujo este término
como «conativismo ético» (Callicott, 2004b, p. 105). Considero que dicha traducción es
poco precisa, pues oscurece el origen y propuesta del término «conatus» (en latín) de
Spinoza, que en el español ha sido traducido como «conato». La ética del conato o conatus
son los términos más usados por la filosofía para referirse a esta parte del pensamiento de
Spinoza en español, por ello, esos serán los que utilizaré en este trabajo.
encuentra su más alto exponente. La metafísica de Spinoza usa el término para atribuir
conatus –esfuerzo o perseverancia– a toda cosa natural, sea consciente o no. El conatus
de Spinoza es universal y no tiene connotaciones teleológicas. Como indica Callicott,
«mientras que “esforzarse” puede introducir implícitamente la noción de meta –esforzarse
por o hacia algo, sea o no consciente–, perseverar puede entenderse de forma inercial: el
impulso, consciente o no, de continuar o permanecer en un estado o condición existente»
(Callicott, 2013, pp. 217-218).
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Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
responde a la pregunta sobre cuáles seres pueden ser titulares de derechos (Heath
Wellman, 2005, p. 216), cuestión que sería tratada por el autor en su artículo «The Rights
of Animals and Unborn Generations» (Feinberg, 1974) haciendo uso de la teoría de los
derechos como intereses (interest theory).
Estas dos teorías han sido consideradas como mutuamente excluyentes por parte
de la literatura especializada, sin embargo, Fienberg, desde una postura pragmática,
parece emplear cada teoría para explicar distintas facetas de los derechos subjetivos, lo
que hace de su propuesta una teoría mixta (Heath Wellman, 2005). Para Feinberg,
cualquier ser con un bien propio tiene intereses y cualquier ser con intereses tiene
derechos. Esto, pues: a) un titular de derechos debe ser capaz de ser representado y es
imposible representar a un ser que no tiene intereses, y b) porque un titular de derechos
debe ser capaz de ser beneficiario en su propia persona, y un ser sin intereses es un ser
incapaz de ser perjudicado o beneficiado (Feinberg, 1974, p. 51).
Por su parte, los intereses son entendidos por Feinberg en términos del conatus.
En sus palabras:
Una mera cosa, por muy valiosa que sea para los demás, no tiene ningún bien propio. La
explicación de este hecho, sospecho, consiste en que las meras cosas no tienen conatus:
no hay deseos, anhelos y esperanzas conscientes; ni impulsos y pulsiones; ni pulsiones,
objetivos y metas inconscientes; ni tendencias latentes, dirección de crecimiento y
realizaciones naturales. Los intereses deben ser compuestos de alguna manera a partir del
conatus; por lo tanto, las meras cosas no tienen intereses (Feinberg, 1974, pp. 49-50).
De esta forma, Feinberg separa aquellos seres que tienen intereses de las meras
cosas que no lo poseen. El Taj Mahal, indica, es un ejemplo de una mera cosa, algunas
personas pueden tener el deber de preservarlo o mantenerlo, pero en estos casos no
hablamos de «derechos de las cosas» correlativos a los deberes de custodia, porque «por
mucho que lo intentemos, no podemos pensar que las meras cosas posean intereses
propios» (Feinberg, 1974, p. 49). Los animales superiores, por otro lado, serían un
71
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
ejemplo del tipo de seres que poseen conatus y, por ende, intereses. Estos, señala
Feinberg, están equipados con al menos algún nivel cognitivo, por muy rudimentario que
sea, que hace posible que podamos decir que poseen deseos y objetivos (Feinberg, 1974,
p. 52). Concluye, así, que los animales, al poseer intereses, son el tipo de seres que pueden
tener derechos (Feinberg, 1974, p. 51). Estos derechos, a su vez, los poseen en tanto que
individuos. Las especies, indica, no pueden tener creencias, expectativas, deseos o
anhelos, lo que las hace incapaces de poseer un interés en sí mismas. En sus palabras:
los elefantes individuales pueden tener intereses, pero la especie elefante no. Incluso
cuando no se conceden derechos a los elefantes individuales, los seres humanos pueden
tener un interés -económico, científico o sentimental- en evitar que la especie se extinga,
y ese interés puede protegerse de diversas maneras por ley. Pero eso es algo muy distinto
a reconocer un derecho a la supervivencia que pertenece a la propia especie (Feinberg,
1974, p. 56).
Así, para Feinberg solo los animales individuales pueden tener derechos, pero no
derechos iguales a los del ser humano. Feinberg ubica los derechos de los seres humanos
en un peldaño superior al de los animales individuales y considera que no tenemos el
deber de mantenerlos vivos o, incluso, de abstenernos de matarlos, siempre que lo
hagamos de forma humanitaria y con el objetivo de promover intereses humanos
legítimos (Feinberg, 1974, p. 56).
Por otro lado, respecto de las plantas, aunque reconoce que pueden existir deberes
de no maltrato hacia algunas de ellas y que estas no son meras «cosas», pues poseen
propensiones biológicas que las hacen capaces de tener un bien, señala que no poseen
ningún tipo de conatus y, por ende, tampoco de intereses en sí mismas ni derechos
(Feinberg, 1974, pp. 51-52). En sus palabras:
los árboles no son el tipo de seres que tienen su «propio interés», a pesar de que tienen
propensiones biológicas. Al no tener deseos ni objetivos conscientes propios, los árboles
no pueden conocer la satisfacción o la frustración, el placer o el dolor. Por lo tanto, no
existe la posibilidad de que los árboles reciban un trato amable o cruel (Feinberg, 1974,
p. 52).
Por lo anterior, si bien admite que las plantas pueden necesitar cosas para
desempeñar sus funciones, establece que dichas funciones están asignadas por los
intereses humanos, no por los suyos propios, lo que hace que no tengan un bien propio
que exprese algún tipo de interés en sí mismo (Feinberg, 1974, p. 54). Al respecto, autores
como Kenneth Goodpaster (1978) y Callicott (2013) han dado cuenta de que el argumento
de Feinberg de usar el conatus para indicar que algo posee un interés en sí mismo y, por
ende, derechos, y excluir a las plantas de dicha categoría es una contradicción.
72
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Tanto Goodpaster como Callicott consideran que las plantas y todos los demás
organismos vivos tienen impulsos inconscientes, tendencias latentes, direcciones de
crecimiento y realizaciones naturales, es decir, que tienen conatus. Por ello, señala
Callicott «si Feinberg tiene razón en que (1) los intereses se componen de alguna manera
de conatus y (2) tener intereses es la condición sine qua non para tener derechos, entonces
las plantas pueden tener derechos». Callicott considera que la contradicción de Feinberg
estaría guiada por un sesgo psicocéntrico (2013, p. 216).
Robin Attfield es un filósofo galés que ha dedicado gran parte de su trabajo a cuestiones
ambientales. En el año 1981 publico un artículo titulado «The Good of Trees» (el bien de
los árboles) en el cual discute el planteamiento de Feinberg de que los árboles no tienen
ningún interés en sí mismos. Attfield da cuenta de que, contrario a lo dicho por Feinberg,
los árboles son el tipo de seres que poseen conatus y, por ende, intereses que no están
determinados por el valor que tienen para el ser humano. En sus palabras: «Feinberg
parece estar muy equivocado al sostener que los árboles no tienen necesidades propias.
Los árboles tenían necesidades antes de que existieran las personas, y no se puede suponer
que las hayan perdido» (Attfield, 1981, p. 40).
De esta forma, el argumento de Atffield estará dirigido a demostrar que los árboles
poseen un interés por sí mismos y, que, por ende, son el tipo de seres que pueden poseer
derechos dentro del esquema planteado por Feinberg (Attfield, 1981, p. 52). Es
importante aclarar que Atffield no está de acuerdo con otorgar derechos a las plantas, tan
solo se limita a dar cuenta de que, dentro del planteamiento efectuado por Feinberg,
resulta incoherente no hacerlo. Indica expresamente que no se opondría a rechazar o
modificar el vínculo conceptual delineado por Feinberg entre conatus y derechos, de
manera que, tal vez, sólo las criaturas con fines conscientes puedan tener derechos, pues,
en sus palabras «parece incongruente representar el tratamiento de los árboles como una
cuestión de justicia» (Attfield, 1981, p. 53).
Para demostrar la contradicción antes señalada, Attfield desarrolla una teoría del
valor intrínseco que se concentra en la vida como conatus, dando cuenta de que, contrario
a lo afirmado por Feinberg, esta existe tanto en las especies vegetales como animales
(Attfield, 1981, p. 45). Su propuesta es una ética de reverencia por la vida en términos
atomistas. Así, para este autor las especies vegetales no son intrínsecamente valiosas por
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Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
la diversidad que producen, sino porque son especies de organismos vivos. La diversidad,
considera, no es algo intrínsecamente valioso. Tampoco son intrínsecamente valiosas por
su interdependencia, pues aquello significa «reconocer la importancia de cada especie
para otras especies, no su valor intrínseco» (Attfield, 1981, p. 47). Rechaza, además, el
que las comunidades de especies tengan un valor intrínseco. En el crecimiento y la
disminución de las poblaciones de especies, señala, no se refleja alguna propensión
natural que deba ser protegida en sí misma. Por ello, los intereses de las poblaciones de
especies «deben ser simplemente los resultantes de los intereses de sus miembros
individuales» (Attfield, 1981, p. 49-50).
74
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
50
Tanto en esta como en otras referencias recientes en las que incluyo entre corchetes el año de publicación
de la primera edición de la obra del autor o autora referidos, lo hago con el objetivo de resaltar el momento
histórico del debate en el que surge su propuesta. Dada la rápida evolución de la discusión sobre estos
temas, considero adecuado que el lector o lectora disponga de esa perspectiva histórica.
51
Taylor, al igual que Regan, prefiriere el concepto valor inherente (inherent worth) al de valor intrínseco
para referirse a su ética ambiental (Taylor, 2011, pp. 73-76).
75
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
siempre que se hable del bien de toda una especie-población, hay que tener en cuenta que
son los organismos individuales los únicos que componen las entidades reales que tienen
un bien definible independientemente del bien de cualquier otra entidad. Su bien, a
diferencia del bien de las especies-poblaciones, no es analizable en el bien de ningún otro
tipo de cosa (Taylor, 2011, p. 70 [1986]).
Del mismo modo, considera que el bien de una comunidad biótica no es el bien
del conjunto, sino un concepto estadístico que mide la buena vida de sus miembros
individuales en el contexto de las relaciones biológicas en las que se desenvuelven. Para
explicar este punto, pone el siguiente ejemplo:
76
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
ética del respeto a la naturaleza que abarque a todos los seres vivos, incluidas las plantas,
en tanto seres individuales. Tomando como base el argumento kantiano –pero
ampliándolo–, desarrolla una ética del deber centrada en la vida, en la que los agentes
reconocen que cada ser vivo tiene un bien propio, cuya realización es inherentemente
valiosa y debe ser perseguida por su propio bien (Taylor, 2011 [1986], pp. 198-218).
Cuando hablé de Tom Regan, mencioné que su deontología para los animales
cognitivos adaptó la segunda formulación del imperativo categórico kantiano, en el caso
de Paul Taylor, este adapta la primera formulación de dicho imperativo, es decir, la
formulación de ley universal: «obra sólo según aquella máxima por la cual al mismo
tiempo puedas querer se convierta en ley universal».
Pero el respeto por la naturaleza en Taylor también implica una toma de postura
particular respecto de la segunda formulación del imperativo categórico kantiano (la
fórmula del fin en sí mismo). Este autor considera que todo ser vivo posee un centro
teleológico de vida que se desarrolla dentro de una comunidad de vida a partir de un
conjunto de relaciones. Por ello, establece que tal como todas las personas son fines en sí
mismas, también lo son todos los seres vivos, en virtud de que tienen bienes propios
(Taylor, 2011 [1986], pp. 119-128).
Decir que es un centro teleológico de vida es decir que su funcionamiento interno, así
como sus actividades externas están todas orientadas a un objetivo: mantener la existencia
del organismo a través del tiempo y permitirle realizar con éxito aquellas operaciones
biológicas que cambian los eventos y las condiciones ambientales. Es la coherencia y la
unidad de estas funciones de un organismo, todas ellas dirigidas a la realización de su
bien, lo que lo convierte en un centro teleológico de actividad. Física y químicamente es
en las moléculas de sus células donde se produce esta actividad, pero el organismo en su
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Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
conjunto es la unidad que responde a su entorno y así cumple (o tiende a cumplir) el fin
de mantener su vida (Taylor, 2011 [1986], pp. 121-122).
Esta definición, le permite a Taylor incluir a las plantas, al igual que los animales,
como objetos de preocupación moral, en tanto centros teleológicos de vida. Con ello,
indica, demuestra que su propuesta no antropomorfiza a los seres sobre los que debemos
tener preocupación moral. Es decir, que su teoría no implica leer en ellos características
humanas como requisito para poseer valor inherente (antropocentrismo por analogía).
Para él, los organismos, sean conscientes o no, son centros teleológicos de vida en
el sentido de que los seres vivos individuales tienen un punto de vista único, determinado
por la forma particular del organismo de reaccionar ante su entorno (Taylor, 2011 [1986],
p. 122). Sin embargo, este argumento parece debilitarse cuando da cuenta de que ciertas
máquinas y, aún más, los sistemas electrónicos o digitales, podrían ser considerados
también centros teleológicos, en la medida que están orientados hacia objetivos.
Así, ya no solo sería relevante ser un centro teleológico de vida, sino que nosotros,
seres racionales, los consideremos parte de nuestra comunidad de seres vivos de la
biosfera de la Tierra. En sus palabras, «solo en esa medida somos capaces de alcanzar el
78
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
marco mental para tener un sentido pleno de la realidad de sus existencias individuales»
(2011 [1986], p. 125).
Taylor parece ser consciente de las debilidades que este elemento otorga a su
pretendida teoría no antropocéntrica de la vida y el riesgo que implica dejar al ser humano
la decisión sobre quienes son un «centro teleológico de vida». Por ello, reflexiona sobre
cómo alcanzar la determinación de lo que es un centro teleológico de vida desde una
postura objetiva y neutral. La respuesta será la ciencia. Para Taylor, en la mayoría de las
circunstancias de la vida cotidiana, los seres humanos ven a los animales y las plantas a
través de la mirada «distorsionada» de sus sentimientos y deseos. Al considerar que lo
anterior es incorrecto, establece que es necesario el distanciamiento intelectual y la
neutralidad emocional de la observación científica para superar esas tendencias, pues, en
la medida en que seamos capaces de hacerlo, nos aproximaremos más al estado ideal de
conciencia de la realidad en relación con los seres vivos individuales (2011 [1986], p.
126-129).
posee un telos, un fin propio el cual debe ser respetado garantizando su maduración y
reproducción. Del mismo modo, ya se ha aclarado que la propuesta de Taylor es
individualista, es decir, el valor moral reside únicamente en seres vivos individualmente
considerados. La conjunción de estas dos características hace que Taylor prescinda,
además, de jerarquizaciones entre especies sintientes o no, lo que da paso a un
igualitarismo biosférico en el que todos los seres vivos, incluidas las plantas, poseen la
misma consideración moral (Callicott, 2013, p. 215). Esta propuesta ha sido muy criticada
dentro de la literatura especializada, pues, el carácter individualista de su teoría más su
igualitarismo biosférico hacen muy difícil resolver el problema de cómo permitir a los
seres humanos vivir sus vidas sin un excesivo sacrificio (Attfield, 2009, p. 99; O’Neill
et al., 2008, p. 104).
80
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
como una propuesta ética que nos invite a pensar la consideración moral más allá del ser
humano, no es un ideal realizable o deseable.
52
Así, por ejemplo, el profesor español José Luis Rey Pérez , quien en su libro «los derechos de los animales
en serio», ha intentado elaborar una teoría de los derechos de los animales a partir de la propuesta de
Donaldson y Kymlicka (Rey Pérez, 2019), aunque no coincide en todos sus extremos (por ejemplo, en el
que se deba obligar a los animales domésticos a ser veganos).
81
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
De fondo se encuentra su tesis de que una teoría de los derechos de los animales
no debe buscar el que los animales sean independientes de los seres humanos, esto es, que
suscriba un «enfoque abolicionista»53, sino, por el contrario, ocuparse de la interacción
constante e inevitable entre estos. Pero no solo aquello, proponen que el debate supere el
marco de la ética aplicada y se convierta en una cuestión de teoría política. El objetivo
sería pasar del debate sobre el valor inherente y universal de los animales, hacia el debate
sobre el peso político que tienen en el esquema de relaciones que desarrollan con el ser
humano. Para ello, hacen uso de la idea de ciudadanía, la cual, consideran, a diferencia
de los derechos humanos universales, genera derechos y responsabilidades específicos,
53
En específico se muestran en contra de posturas que proponen eliminar todo tipo de relación entre el ser
humano y los animales. Estas posturas, calificadas como «abolicionistas», consideran que la explotación
del ser humano sobre los animales es tan profunda, que incluso el proceso de domesticación sería una forma
de esclavitud. De allí que propongan desaparecer todo tipo de dependencia de los animales respecto del ser
humano (incluso de los animales domésticos). El profesor de derecho estadounidense Gary Lawrence
Francione, es, tal vez, el más importante representante de esta propuesta. Partiendo del reconocimiento de
derechos invulnerables a los animales sintientes, propone seis principios que debe seguir todo abolicionista:
1) que todos los seres sintientes, humanos o no, tienen un derecho: el derecho básico a no ser tratados como
propiedad de otros; 2) que nuestro reconocimiento de este derecho básico significa que debemos abolir, y
no simplemente regular, la explotación institucionalizada de los animales y que los abolicionistas no deben
apoyar las campañas bienestaristas; 3) que el veganismo es una base moral y que la educación vegana
creativa y no violenta debe ser la piedra angular de la defensa racional de los derechos de los animales; 4)
vincular el estatus moral de los no humanos únicamente con la capacidad de sentir placer y dolor y no con
ninguna otra característica cognitiva; todos los seres sintientes son iguales y no pueden ser utilizados como
recurso; 5) rechazar todas las formas de discriminación humana, incluyendo el racismo, el sexismo, el
heterosexismo, el edadismo y clasismo, al igual que el especismo, y 6) la no violencia como principio básico
del movimiento por los derechos de los animales (Francione, 1995; 2015).
82
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
esto es, vinculados a las sociedades y territorios en los que se encuentran. Así, su
propuesta es incluir en el concepto de ciudadanía a los animales sintientes no humanos
(Donaldson y Kymlicka, 2018, pp. 33-36). Bajo este marco:
Para estas tres categorías de animales proponen dos tipos de derechos: unos
derechos básicos universales e invulnerables y otros adscritos a su ciudadanía, es decir,
al entramado específico de relaciones políticas de las que serían parte. Sobre los derechos
invulnerables, estos implicarían intereses básicos de los individuos que no pueden
sacrificarse por el bien mayor de otros. En términos de Dworkin, «cartas de triunfo» que
no pueden vulnerarse (Donaldson y Kymlicka, 2018, p. 44). Para estos autores, lo que
justifica tener estos derechos es la individualidad, entendida no como la exigencia de
capacidades cognitivas superiores como el lenguaje, la reflexión moral o el pensamiento
abstracto, sino como la posesión de una sintiencia que les permita una vivencia subjetiva
del mundo (2018, pp. 52-64). Lo anterior no implica «desentrañar el misterio de la mente
animal» para decidir si otorgarles derechos o no, sino que el solo hecho de que pueda
sentir (sin grados ni niveles), daría cuenta de que «hay alguien en casa» merecedor de la
protección de sus derechos básicos (Donaldson y Kymlicka, 2018, p. 66).
54
Concepto que toma de Rawls, quien, a su vez, lo toma de David Hume.
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Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
peligrosa o en sociedades más pobres, las circunstancias de justicia serían menores y, por
ello, surgiría primero la obligación de crear las circunstancias de justicia que posibiliten
el respeto de los derechos invulnerables de los animales (Donaldson y Kymlicka, 2018,
p. 83). Por otro lado, sobre la universalidad, establecen que la teoría sobre los derechos
de los animales posee valores y principios que podrían ser accesibles y comunes a todo
el mundo. Esto es, que, si bien ninguna sociedad está predeterminada para abrazarlos,
tampoco hay ninguna predeterminada para rechazarlos. En sus palabras, «la universalidad
de los derechos de los animales, al igual que ocurre con los derechos humanos, es algo
que ha de debatirse abiertamente a través de un proceso de reflexión sobres fuentes de la
moral, no pre juzgarse mediante suposiciones simplistas sobre la esencia primordial de
las culturas» (Donaldson y Kymlicka, 2018, pp. 91-92).
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Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
protección, por los cuales se debe no solo evitar su maltrato, sino tomar medidas
para protegerlos de depredadores, enfermedades, accidentes, inundaciones o
incendios; d) uso de productos animales, por el cual el uso no explotador de lo
que los animales domésticos hacen normalmente (comer hierba, criar lana,
producir estiércol, huevos y leche) se convertiría en la forma que tienen estos de
cooperar en sociedad y contribuir al bien común; e) uso de trabajo animal, por el
cual el adiestramiento de animales domésticos para llevar a cabo distintos trabajos
para el ser humano no naturales al animal (como el uso de caballos en actividades
policiales y los perros de asistencia o terapéuticos) debe respetar su derecho a no
ser explotados y garantizar ciertas condiciones de trabajo; f) atención médica, por
la cual se les debe garantizar la atención veterinaria; g) sexo y reproducción, por
la cual los animales domésticos tienen el derecho a que su actividad sexual y
reproductiva no se vea innecesariamente restringida. Pero, implica además el
deber de imponer ciertos límites a su reproducción cuando su incapacidad
autorregulativa provoque cargas injustificadas a la comunidad a la que pertenecen;
h) dietas de los animales domesticados, por el cual los animales tienen el deber de
asumir una dieta vegana dada su responsabilidad de no dañar a los otros animales
con los que compartes la comunidad, y i) representación política, por el cual los
animales tendrían derecho a que se los represente en el proceso legislativo y de
toma de decisiones sobre la política pública que les afecte (Donaldson y
Kymlicka, 2018, pp. 217-274).
2. Los animales salvajes: estos no formarían parte de nuestra comunidad política,
sino que serían residentes de sus propias comunidades políticas, cuya soberanía y
territorio debemos respetar. Por ello, cuando entramos en sus territorios nuestra
condición sería la de extranjeros (Donaldson y Kymlicka, 2018, p. 103). Los
autores, a diferencia de lo que consideran el enfoque clásico de la teoría de los
derechos de los animales, no proponen solo obligaciones de no intervención, sino,
además, obligaciones positivas para con los animales salvajes. La soberanía de los
animales salvajes sobre sus territorios les otorgaría el derecho a que estos no sean
invadidos, colonizados o saqueados, protegiendo sus hábitats y, adicionalmente,
habilitando relaciones de cooperación entre la comunidad política conformada por
los humanos y animales domesticados y aquellas conformada exclusivamente por
los animales salvajes. Por otro lado, generaría deberes positivos como la asistencia
en caso de catástrofes naturales o la ayuda en defensa ante el ingreso de especies
85
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
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Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
sensocentrista. Los autores, partiendo del entendimiento humano sobre la vida, inician
sus reflexiones sobre las comunidades políticas desde el daño sensocéntrico. Esta
característica se vuelve un punto de partida incuestionable en su propuesta teórico
política. En el siguiente sub apartado diré porque considero que entender la vida
exclusivamente desde el sensocentrismo es un error. Aquí resaltaré las tendencias
antropocéntricas que se derivan de esta aproximación.
nuestra teoría no se basa en ningún relato de la esencia de ser humano, no más de lo que
se basa en la esencia de, por ejemplo, ser perro. Antes bien, nuestra teoría se basa en un
relato de uno de los principales fines de la justicia, que es la protección de los individuos
vulnerables. Ser un “yo” –un ser que tiene vivencias– representa un tipo concreto de
vulnerabilidad (…) lo que les ocurre a los seres sintientes tiene importancia porque les
pasa precisamente a ellos (Donaldson y Kymlicka, 2018, pp. 67-68).
Con lo anterior, precisan que su teoría pone al «yo» en el centro, un concepto que
oponen al de lo «otro». Lo «otro», lo identifican como un concepto general que puede
designar todos los seres no humanos (sintientes o no sintientes) y del cual no nacen
relaciones intersubjetivas. Las relaciones intersubjetivas y, por ende, de justicia solo
nacerían del ser un «yo», es decir de poseer vivencias subjetivas, pues solo de ellas se
puede predicar la vulnerabilidad y, por ende, la justicia. En su propuesta, replicando el
punto de partida de todas las propuestas biocéntricas-sensocentristas, ser un «yo» implica
tener la capacidad de sentir. La capacidad de sentir les haría merecedores de una
subjetividad desde las cual construir relaciones intersubjetivas (humano-animales)
(Donaldson y Kymlicka, 2018, p. 78). Así, la identificación de lo vivo, de aquello que
constituye un «yo» y no simplemente un «otro», toma como punto de partida la
experiencia humana sintiente de la vida, reafirmando, en mi consideración, el punto de
partida antropocéntrico de todo el biocentrismo sensocentrista y para nada superando la
crítica, como pretende indicar.
Por lo anterior, como ha resaltado el jurista francés Pierre Brunet, lo que hace esta
teoría es aplicar los ideales humanos a los animales al mismo tiempo que impone a estos
últimos las preferencias de los primeros. En sus palabras:
en nombre del respeto por parte de todos los ciudadanos de la libertad de cada individuo
–libertad definida por los humanos– pedimos a los ciudadanos-animales que se hagan
vegetarianos. La ironía es lo suficientemente grande como para ser destacada. Son los
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Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
humanos los que deciden qué postura moral deben adoptar los animales. El lema de esta
zoopolis sería, por tanto, «serás un hombre, gato mío» (Brunet, 2014, p. 118).
Para Brunet, Zoópolis más que refutar el abolicionismo, lo que hace es crear uno
nuevo: «la abolición del comportamiento natural de los animales y un mayor control de
su comportamiento por parte de los humanos». Así, la propuesta de Donaldson y
Kymlicka conduciría, en última instancia, «a que el animal no sea una persona igual a la
humana o que se piense que es igual a la humana, sino, peor aún, una persona cosificada,
subordinada a las exigencias –o incluso a los caprichos– de la humana» (Brunet, 2014,
pp. 18-19).
No puedo estar más de acuerdo con la crítica del profesor Brunet. Zoópolis solo
es un ejemplo de antropocentrismo extremo. Es pensar los comportamientos que deben
tener los animales poniendo como parámetro de referencia ya no solo la capacidad de
sentir del humano, sino, yendo mucho más allá, la organización social que el ser humano
ha ideado. En esa tarea piensa a los animales domésticos como ciudadanos que deben ser
veganos (al margen de la dieta natural del animal), a los animales salvajes como
gobernantes de sus territorios que, en caso de aproximarse peligrosamente a los nuestros,
se constituirían en enemigos invasores y a los animales liminales como migrantes con
unos pocos derechos, fácilmente revocables. Parece no sólo poco realista, sino, además,
estigmatizante para ambas partes por igual, pensar a los animales domésticos como
activistas veganos, a los animales salvajes como gobernantes y a los animales liminales
como migrantes. Dichas comparaciones y asimilaciones no reflejan la realidad ni de uno
ni de otro.
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Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Mientras seamos los seres humanos los únicos capaces de describir al mundo, estaremos
irremediablemente reflexionando desde un antropocentrismo epistémico. Por ello, se
debe tener en cuenta que cuando se establece que sólo ciertos seres tendrían vida subjetiva
no se está describiendo lo vivo, tan solo se está proponiendo un marco para el debate.
Así, por ejemplo, cuando Donaldson y Kymlicka establecen que «una cuenca
puede sufrir perjuicios y una nutria puede sufrir perjuicios, pero sólo la nutria tiene
vivencia subjetiva de estar sufriendo un perjuicio» (2018, p. 69), lo que hacen es marcar
el umbral desde el cual identificaran que algo puede ser dañado dentro de su modelo de
justicia: solo tiene relevancia en términos de justicia el perjuicio provocado a quienes
pueden sufrir por el daño. Partir de una metafísica específica para construir un modelo de
justicia no es extraño, sino, muy por el contrario, suele ser inherente a la formulación de
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una piedra no es una persona. Cómo tampoco lo son un ecosistema, una orquídea ni una
cepa bacteriana. Pueden sufrir daños, pero no están sometidas a injusticias. La justicia se
les debe a sujetos que experimentan el mundo, no a las cosas. Las entidades no sintientes
pueden ser, legítimamente, objeto de respeto, asombro, amor y atención. Pero, carecen de
subjetividad, no son objeto legítimo de justicia, como tampoco son agentes de
intersubjetividad, el ánimo motivador de la justicia (Donaldson y Kymlicka, 2018, pp.
72-73).
A esta afirmación se le podrían cuestionar varios enunciados: ¿Por qué solo tienen
intereses los seres que experimentan una vida subjetiva? los biocentristas del conatus
presentados en este capítulo refutarían tal afirmación, o ¿por qué la justicia se debe solo
a los sujetos que experimentan el mundo? Si lo que se quiere es romper los límites del
contractualismo y establecer que se pueden formular principios de justicia para seres que
no participan de su elaboración (como hace el biocentrismo-sensocentrista con los
animales) ¿por qué detenernos en la capacidad de experimentar dolor?; Si hacemos
historia de las ideas, creo, el ascendente liberal de todas las propuestas biocéntricas y su
obsesión por encontrar individualidades, puede explicar tal restricción.
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Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Finalmente, el biocentrismo del conatus tiene poco carácter práctico, pues impone
una carga psicológicamente intolerable a los agentes morales humanos. El respeto a la
vida misma en todas sus manifestaciones proteicas, desde la microbiana hasta la
biosférica, tal como da cuenta Callicott, tiene, claramente, límites (2013, p. 232). Las
personas humanas, aún aquellas más comprometidas con la causa biocéntrica, seguirán
necesitando comer, obtener conocimiento, protegerse frente a peligros, etc. Todas estas
necesidades, hacen imposible que el respeto moral e irrestricto hacia todas las formas de
vida, individualmente consideradas, se pueda practicar de forma absoluta. Por ello, el
biocentrismo del conatus parece una propuesta poco realizable.
Sin embargo, como ya adelanté al inicio de este apartado, los problemas que
muestra el biocentrismo no deslegitiman su importancia como marco para influir en los
comportamientos de los seres humanos. El profesor americano y filósofo analítico
91
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Kenneth Goodpaster expresa con claridad lo anterior. Para este profesor, se debe
distinguir entre la consideración moral regulativa y operativa del biocentrismo. El
carácter regulador de la consideración moral a todos los seres vivos pide «sensibilidad y
conciencia, no suicidio (psíquico o de otro tipo)». Esto es, proporciona un estímulo para
la incorporación de prácticas nutricionales, científicas y médicas de un tipo genuinamente
respetuoso con la vida (Goodpaster, 1978, pp. 324-325). Así, podemos conceder que
todos los seres vivos merecen consideración moral, pero podemos no ser capaces, debido
a la sobrecarga ética y a la incapacidad psicológica que implica, de considerarlos
realmente a todos moralmente. Por ello el biocentrismo puede ser regulativo, pero no
operativo (Callicott, 2013, p. 232-233).
Iniciemos con una aclaración: no es lo mismo poseer valor intrínseco o relevancia moral
que poseer derechos. Tampoco es lo mismo poseer derechos morales que derechos
legales. Los derechos, dentro de la filosofía moral, suelen ser considerados como la
reivindicación moral más fuerte (Callicott, 2013, p. 215). Algo que posee derechos está
en la cúspide de la moralidad. Los derechos legales son reclamaciones o derechos que las
personas pueden hacer en su propio nombre en virtud de un sistema legal establecido por
el ser humano. Así, tener un derecho legal a algo es tener una reclamación o un derecho
exigible por la ley (Taylor, 2011 [1986], p. 220). Finalmente, los derechos morales, a
diferencia de los derechos legales, son derechos que los seres humanos no creamos ni
tampoco podemos deshacer, son derechos universales e intemporales que poseemos
independientemente de que un ordenamiento jurídico así los reconozca.
No todos los autores biocéntricos han utilizado el término «derechos» para su ética
y, quienes lo han usado, han limitado su aplicabilidad. Bentham se refirió a los «derechos
para los animales», sin embargo, como interpreta Singer, con el uso de este término solo
buscó mostrar la igual consideración que merecen los animales sintientes respecto de los
92
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
humanos; no pretendía establecer que los animales poseen ciertos derechos en el sentido
jurídico del término. Bentham, recuerda Singer, describió los «derechos naturales» como
«tonterías» y los «derechos naturales e imprescriptibles» como «tonterías con zancos»
(1999, p. 39).
Singer, por su parte, aunque suele ser considerado el padre de los derechos de los
animales, es contrario a esta propuesta o, al menos, a una fundamentación jurídico-moral
de la misma. Para Singer el lenguaje de los derechos es irrelevante para su causa por la
Liberación Animal. Así, como el propio autor reconoce, el uso del lenguaje de los
derechos dentro de su teoría no es más que una «útil fórmula política, valiosa en la era de
los informativos televisados de treinta segundos» (Singer, 1999, p. 40). En la misma línea,
Paul Taylor, a pesar de su igualitarismo biosférico, renuncia expresamente a que las
plantas y los animales tengan derechos morales (Taylor, 2011 [1986], p. 245). Feinberg
y Tom Regan reconocen derechos morales solo a los animales con capacidades cognitivas
superiores. Del mismo modo, Robin Attfield, a pesar de reconocer relevancia moral a las
plantas y animales, reconoce derechos morales sólo respecto de los animales con
capacidades cognitivas superiores (primates, ballenas y delfines) (Attfield, 2021, p. 171).
Estas marcadas diferencias entre los autores biocéntricos sobre quienes merecen
derechos morales y quienes no, da cuenta, una vez más, de que la clasificación entre
biocentrismo débil y fuerte parece no ser del todo precisa. Paul Taylor, un autor que se
suele clasificar como perteneciente a la corriente del biocentrismo fuerte, renuncia a las
reivindicaciones de derechos morales para los seres vivientes en favor de propuestas más
débiles. Por otro lado, Tom Regan, un autor que se suele considerar como representante
del biocentrismo débil, está a favor de una consideración moral fuerte –en la forma de
derechos morales– y rechaza otras propuestas más débiles. La heterogeneidad de posturas
sobre el tema da cuenta de que no existe un nexo causal directo e inseparable entre las
propuestas dadas dentro de la filosofía moral y el lenguaje de los derechos. Es decir, que
no toda ética biocéntrica propone derechos para los animales o plantas.
93
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
2.3.1. El proyecto Gran Simio: los animales como personas y el Singer más
pragmático
Diversos casos a nivel global han desarrollado el ideal de los derechos de los animales
desde una perspectiva utilitarista-deontológica. Uno de los más destacados es el
«Proyecto Gran Simio», un movimiento internacional creado en 1994 e inspirado en el
libro del mismo nombre publicado por Paola Cavalieri y Peter Singer en 1993 (Cavalieri
y Singer, 1998). Dije en una nota al pie del apartado sobre el utilitarismo hedonista, que
Singer es un autor que tiene dos tipos de obras: unas más estrictamente académicas, donde
presenta su pensamiento filosófico a profundidad y de forma coherente, y otras que,
considero, tienen un objetivo más pragmático y buscan servir a la militancia a favor de la
causa animal. La obra y el proyecto «Gran Simio» se ubica en el segundo tipo. Aquí se
alejará de su utilitarismo y se aproximará al discurso jurídico desde una óptica
deontológica, para establecer que los animales deben poseer derechos infranqueables.
Para Singer y Casal los derechos humanos no nacen del ser un «humano», sino
del ser una «persona». En sus palabras:
La existencia de una Declaración Universal de los Derechos Humanos sugiere que existen
ciertos derechos que todo el mundo posee por el hecho de pertenecer a la especie humana.
Quizá hubiera sido más exacto hacer una declaración de los derechos de las personas, de
las personas humanas o de los seres vivos con ciertas características, porque muchos de
los derechos incluidos en los 30 artículos de la Declaración no pueden aplicarse a muchos
seres humanos. Por ejemplo, no puede decirse que los embriones, los fetos, los enfermos
comatosos y los cadáveres no sean humanos, si pertenecen a nuestra especie. Sin
embargo, no tienen —contra lo que dice el primer artículo de la Declaración— los mismos
derechos que los demás (Singer y Casal, 2000, p. 343).
Singer y Casal entienden que los elementos definitorios del concepto de «persona»
son la autoconciencia y la capacidad de proyectarse en el futuro, características presentes
en los grandes simios y por las cuales estos podrían ser considerados personas. Para dar
sustento teórico a esta definición, acuden al concepto de «sujeto de una vida» de Tom
Regan, pero, además, al concepto de «sujeto de vida biográfica» de James Rachels (Singer
y Casal, 2000, p. 339). Ambos conceptos, ya expuestos en el apartado correspondiente al
utilitarismo deontológico, son centrales para que Singer y Casal diferencien su proyecto
del Gran Simio de otros grupos de defensa de los derechos de los animales. Este proyecto,
indican, «no solo defiende los derechos de un simio como individuo, sino como un
individuo determinado, con una biografía, una familia, un mundo de relaciones afectivas
y una personalidad única» (Singer y Casal, 2000, p. 335):
95
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Cuando una asociación solicita la concesión del asilo político a un refugiado, no reclama
ese derecho para cualquier ejemplar de la especie, aunque para ello invoque el artículo 14
de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Lo reclama para el Sr. Tal, de 34
años, líder de la oposición a la dictadura de tal país, etc., que tiene una historia personal
concreta que no es irrelevante (…) El equipo de juristas vinculado al proyecto plantea la
defensa de los derechos de los grandes simios como individuos concretos. Se plantea, por
ejemplo, la defensa legal de Amy King, chimpancé de 38 años, nacida en Senegal y criada
en el circo King, lugar en el que trabajó hasta que fue adquirida por el laboratorio Metz,
donde fue sometida a 375 experimentos y 30 biopsias de hígado (Singer y Casal, 2000, p.
335).
Gran parte de las estrategias para la protección legal de los derechos de los
animales individuales se inspiran en esta propuesta. Se nombra a los animales no humanos
individuales que buscan proteger, se cuenta su historia y se escribe, así, la biografía del
potencial sujeto de derechos.
Nombrar a imagen y semejanza del ser humano es, tal vez, uno de los rasgos más
pintorescos de esta propuesta, el cual se ha reproducido a lo largo de los diferentes casos
que se han litigado sobre derechos de los animales. Entre ellos, los que se presentarán
más adelante en esta sección.
El Nonhuman Rights Project es una de las organizaciones más importantes a nivel global
en el litigio de los derechos de los animales. Su fundador, el abogado estadounidense y
profesor de Harvard, Steven M. Wise, es globalmente conocido como uno de los
principales representantes del movimiento contemporáneo por los derechos de los
animales. En el 2000, Wise publicó un libro en el cual reivindicaba la personalidad
jurídica de los chimpancés y bonobos como una herramienta para el reconocimiento de
sus derechos fundamentales a la integridad y libertad. Para Wise, los derechos legales
están ligados a un estado de conciencia. En sus palabras:
Los derechos legales están conectados a la conciencia del mismo modo que el
cristianismo está conectado a Jesús. La conciencia no es la totalidad de los derechos,
como tampoco Jesús es la totalidad del cristianismo. Pero si crees que Jesús y Peter Pan
son igualmente reales, los servicios dominicales sólo serán una combinación de lectura
de libros y canto en grupo. Si crees que los animales no humanos nunca serán seres
conscientes, entonces son brutos sin mente, sin sentimientos y sin pensamiento que no
merecen más derechos legales que una tostadora (Wise, 2000, p. 131).
En las siguientes páginas, Wise intenta demostrar que el ADN y el cerebro del ser
humano y los chimpancés son similares. De aquello desprende que los chimpancés y
bonobos, al igual que los humanos, poseen conciencia y autonomía (Wise, 2000, pp. 131-
134; 171-237). La autonomía plena de Kant, es decir, aquella según la cual solo tengo
96
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Dicho nivel no podría ser alcanzado, por ejemplo, por los bebés, niños ni las
personas con capacidades cognitivas diversas o en estado vegetativo. Estas personas, al
carecer de la autonomía plena kantiana, carecerían de dignidad y serían tratadas como
una cosa (Wise, 2000, p. 245). Pero aquello, dirá, no es lo que realmente sucede. Los
jueces, concluye Wise, no emplean el modelo de autonomía plena kantiano, sino una
ficción legal, la cual tiene en cuenta únicamente un nivel mínimo de conciencia para
establecer que un ser tiene derechos. Si la conciencia es un rasgo de autonomía y esta es
la condición básica para decir que algo posee dignidad y, por ende, derechos, los
chimpancés y los bonobos poseen derechos. No reconocer lo anterior sería, en opinión de
Wise, un prejuicio (2000, p. 255). En sus palabras:
Hace doscientos años, la «dignidad» significaba el rango elevado de una persona en una
jerarquía social, como la dignidad del rey, de un noble o de un obispo. Esta noción se
derrumbó bajo el peso de la Revolución Francesa y Americana. La ficción legal de que
«ningún animal no humano es autónomo» revive esta idea descartada de la dignidad como
un rango superior que los humanos se reservan arbitrariamente para sí mismos, erosiona
la afirmación moderna de que la dignidad surge de la autonomía y resta fuerza a los
«derechos humanos» (Wise, 2000, p. 248).
La organización Nonhuman Rights Project que funda y dirige Wise sigue los
postulados plasmados en su libro. Entre los miembros fundadores de la organización se
encuentra la etóloga inglesa Jane Goodall, uno de los nombres más importantes del
movimiento animal, pionera y mundialmente conocida por su estudio sobre las
interacciones sociales y familiares de los chimpancés salvajes en el parque nacional
Gombe Stream en Tanzania55.
55
Para más información sobre el Nonhuman Rights Project y sus miembros se puede consultar su página
web: https://www.nonhumanrights.org/who-we-are/
97
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Al igual que el proyecto del Gran Simio, el Nonhuman Rights Project presenta a
los animales que defiende con una biografía específica. Así, estos son nombrados y
considerados sus «clientes»: Tommy, un chimpancé macho que vivía solo en una jaula
en un cobertizo de un lote de remolques usados a lo largo de la Ruta 30 en Gloversville,
Nueva York56; Kiko, un chimpancé macho de aproximadamente 30 años, que está en
cautiverio en una zona residencial de Niagara Falls, Nueva York57; Hércules y Leo, dos
chimpancés machos que estuvieron en cautiverio en el New Iberia Research Center
El trabajo del profesor Wise y, más adelante, del Nonhuman Rights Project,
encontraría un valioso aliado en el profesor emérito de derecho constitucional de la
universidad de Harvard, Laurence H. Tribe61. El profesor Tribe ya en el año 1974 había
publicado un artículo titulado «Ways Not to Think about Plastic Trees: New Foundations
for Environmental Law», en el cual exploraba la posibilidad de que entidades no humanas
pudieran poseer derechos (Tribe, 1974). Sin embargo, esta fue una línea de investigación
que no desarrolló hasta que, en el 2001, y con ocasión de la publicación del libro del
profesor Wise, retomó el tema para referirse a la posibilidad de que los animales tengan
derechos. En el artículo, titulado «Ten lessons our constitutional experience can teach us
about the puzzle of animal rights: the work of Steven M. Wise», Tribe inicia diciendo:
Tengo dos reacciones básicas cuando leo el maravilloso libro de Steve, o le oigo hablar.
La primera es compartir su indignación por la forma grotesca en que las culturas humanas
han tratado y siguen tratando a los animales, seres que no son humanos, pero que a
menudo parecen tan inteligentes, tan adorables y no menos capaces de sentir dolor y
angustia (…) Mi segunda reacción es aplaudir la energía, la pasión, el aprendizaje y el
intelecto que Steve y su esposa y compañera en la abogacía, Debbie, han dedicado y
56
Al respecto se puede ver: https://www.nonhumanrights.org/client-tommy/
57
Al respecto se puede ver: https://www.nonhumanrights.org/client-kiko/
58
Al respecto se puede ver: https://www.nonhumanrights.org/hercules-leo/
59
Al respecto se puede ver: https://www.nonhumanrights.org/clients-beulah-karen-minnie/
60
Al respecto se puede ver: https://www.nonhumanrights.org/client-happy/
61
El profesor Tribe es considerado uno de los eruditos del derecho constitucional estadounidense. Es autor
de uno de los tratados de derecho constitucional estadounidense más importantes, el libro «American
Constitutional Law» de 1978.
98
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
siguen dedicando a la causa de los derechos legales de los animales, no sólo por escrito,
sino en la vida (Tribe, 2001, p. 1).
No busco en este apartado replicar los argumentos que ha dado el profesor Tribe
para establecer que la Constitución de Estados Unidos posibilita dicho reconocimiento,
aunque sin duda son interesantes. Mi interés, y la razón por la que me he permitido
efectuar este recorrido, está en la influencia que ha ejercido el trabajo de los profesores
Singer, Wise y Tribe en el reconocimiento de animales como sujetos de derechos en
América Latina. El enfoque de los proyectos Gran Simio y Nonhuman Rights, así como
las reflexiones del profesor Tribe han estado presentes en las estrategias y argumentos de
62
En palabras de Tribe: «Es cierto que la religión y sus cruzadas han sido culpables de muchas cosas. Pero
creo que es un error vincular tan estrechamente la protección de los animales no humanos a cualquier cosa
que pueda entenderse como antirreligiosa o anti espiritual. Establecer ese vínculo puede, obviamente, alejar
a decenas de aliados potenciales. Y me parece básicamente falaz. En Bután, por ejemplo, es un delito cortar
un árbol vivo o matar una grulla. Son las enseñanzas de Buda, y no de ningún descubrimiento científico o
doctrina, las que generaron esas normas. No fue ningún descubrimiento nuevo sobre los procesos de
pensamiento de la grulla lo que lo hizo. Creo que la Constitución desaconseja tirar por la ventana el impulso
y la intuición espirituales y religiosos cuando hacen aflorar los mejores ángeles de nuestra naturaleza»
(Tribe, 2001, p. 5).
63
En palabras de Tribe: «Suponer que nuestra obligación de considerar, respetar y proteger a estos seres se
deriva de algún modo de nuestra comprensión científica y que, por tanto, se basa más firmemente que en
la intuición, es dejarse llevar por un impulso que comprendo, pero creo que es un impulso peligroso, al que
deberíamos resistirnos (…) La lección es que la dignidad, como la importancia de la identidad de la especie
o la relevancia de la capacidad cognitiva, está en el ojo del que mira. Y tratar de erigir un caso
verdaderamente «científico» para los derechos de los animales, desligado de premisas morales
invariablemente controvertidas y polémicas, me parece una misión infructuosa» (Tribe, 2001, pp. 5-6).
64
En palabras de Tribe: «Si su teoría es que el mero hecho de ser humano no puede dar derecho a los
derechos básicos, aunque sería bueno que se los concedieran, creo que se encuentra en una pendiente
terriblemente empinada y resbaladiza que haríamos bien en evitar. Una vez que hemos dicho que los bebés
y los ancianos con Alzheimer avanzado y los comatosos no tienen derechos, a menos que decidamos
concedérselos, debemos decidir sobre las personas que están a tres cuartos de esa condición. No hace falta
que lo explique todo, pero las posibilidades son genocidas y horribles y recuerdan a la esclavitud y al
holocausto».
65
Al respecto se puede ver: https://www.nonhumanrights.org/content/uploads/Tribe-Amicus-Curiae-
Letter-Brief-FINAL.pdf
99
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
los tres casos emblemáticos que sobre el tema se han dictado en la región, tal como
detallaré a continuación.
Tal como relata Pedro Pozas Terrados, fundador y director ejecutivo del proyecto
Gran Simio de España, la relación entre la AFADA y su organización comenzó en
septiembre del 2014 cuando conoció en Buenos Aires al entonces presidente de la
asociación. Había ido por una conferencia en la cual expuso los objetivos de su
organización, los derechos fundamentales de los Grandes Simios, el contenido de su libro
«Defensores de la Igualdad» y la necesidad de presentar habeas corpus ante la justicia a
favor de los grandes simios y su reconocimiento como «personas no humanas». En sus
palabras, allí había dejado «la semilla que más tarde germinó en la primera sentencia
mundial de liberación de un chimpancé en el zoológico»66 (Pozas Terrados, 2017, p. 1.).
Este primer pedido fue rechazado por la jueza penal de primera instancia que
conoció el caso (Baggis, 2015, p. 2). La decisión fue apelada. En segunda instancia se
ratificó la decisión, sin embargo, en casación, la II Cámara Federal de Casación Penal de
Buenos Aires revirtió esa sentencia al establecer que:
66
Se refiere al caso de la chimpancé Cecilia.
100
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
El caso recayó ante la jueza Elena Libertatori, magistrada titular del Juzgado N°
4 de lo Contencioso, Administrativo y Tributario de Buenos Aires, quien se convertiría,
el 21 de octubre del 2015, en la primera jueza a nivel mundial en declarar judicialmente
a un animal sintiente como sujeto de derechos, aunque dicha declaración no duraría
mucho. Para conceder el amparo, la jueza tuvo en cuenta que «la vida y la dignidad de
ser viviente si bien completamente desagregada en el ordenamiento jurídico con relación
a las personas humanas no impide que análogamente sea extendida a Sandra cuando ella
inviste la condición de ser sintiente». De esta forma, tal como lo expresa la jueza, la
categorización de Sandra como «persona no humana» y, en consecuencia, como sujeto
de derechos, no implica que sea titular de los derechos de las personas humanas. Por el
contrario, se trata reconocerle a Sandra sus propios derechos como parte de la obligación
de respeto a la vida y de su dignidad de «ser sintiente»69. A pesar de esta declaratoria, la
jueza no se pronuncia respecto del destino de la orangután, tan solo dispone que un comité
de expertos (los amicus curiae y un representante del zoológico de la ciudad) elabore un
informe técnico de carácter vinculante en el que se establezcan las medidas a adoptar.
67
II Cámara Federal de Casación Penal de Buenos Aires. Habeas Corpus Orangutana Sandra,
68831/2014/CFC1, de 18 de diciembre de 2014. Disponible en: http://www.saij.gob.ar/camara-federal-
casacion-penal-considera-una-orangutana-sumatra-es-sujeto-derechos-nv9953-2014-12-18/123456789-
0abc-d35-99ti-lpssedadevon
68
En el transcrito párrafo la Cámara Federal citó, además. la obra la Pachamama y el Humano del jurista
argentino y ex juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos Eugenio Raúl Zaffaroni.
69
Juzgado N° 4 de lo Contencioso, Administrativo y Tributario de Buenos Aires. Sentencia en el caso
Asociación de Funcionarios y Abogados por los Derechos de los Animales y otros contra GCBA, sobre
amparo, A2174-2015/0, de 21 de octubre de 2015. Disponible en el siguiente enlace http://files.harmony
withnatureun.org/uploads/upload946.pdf
101
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Sin embargo, más allá de la publicidad que ha recibido el caso, se debe aclarar que
Sandra nunca llegó a ser, en términos estrictamente legales, un sujeto de derechos. La
sentencia de primera instancia fue apelada ante la Sala I del Fuero Contencioso
Administrativo y Tributario de Buenos Aires. El 14 de junio del 2016 la Sala dictó
sentencia y revocó la consideración de la orangután Sandra como sujeto de derechos, al
considerar que, «desde la doctrina, no es pacífica la postura en torno de si los animales
son sujetos de derechos»71.
70
Dicho autor realiza, adicionalmente, una justificación sociológica a su propuesta, sin embargo, el punto
de partidad es, igualmente, el utilitarismo-deontológico.
71
Sala I del Fuero Contencioso Administrativo y Tributario de Buenos Aires. Sentencia de Amparo dentro
del caso Asociación de Funcionarios y Abogados por los Derechos de los Animales y otros contra GCBA,
de 14 de junio de 2016. Disponible en el siguiente enlace: https://www.animallaw.info/sites/default/files/
1%20%E2%80%9CASOCIACIO%CC%81N%20DE%20FUNCIONARIOS%20Y%20ABOGADOS%20
POR%20LOS%20DERECHOS%20DE%20LOS%20ANIMALES%20Y%20OTROS%20C%3A%20GC
BA%20S%3A%20AMPARO%E2%80%9D%20.pdf
102
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Así describe el director ejecutivo del proyecto Gran Simio de España su visita al
Zoológico de Mendoza-Argentina y su encuentro con la chimpancé Cecilia. Luego de la
resolución de diciembre del 2014 en la que II Cámara Federal de Casación Penal de
Buenos Aires estableció que es menester reconocer a la orangután Sandra el carácter de
sujeto de derechos, la AFADA, con el apoyo del proyecto del Gran Simio Internacional,
presentó un habeas corpus para Cecilia (Pozas Terrados, 2017, p. 2).
Para llegar a esa conclusión, la jueza Mauricio, en primer lugar, establece que
Cecilia es un «bien colectivo» protegido por el derecho al ambiente consagrado en el
artículo 41 de la Constitución Nacional de Argentina, un derecho de «incidencia
colectiva». La formulación de este derecho, tal como se plasma en el texto de la
72
Información sobre el estado de Sandra en el Center of Great Apes de Florida se puede encontrar en el
siguiente enlace: https://centerforgreatapes.org/orangutan/sandra/
73
Tercer Juzgado de Garantías de Mendoza. Habeas Corpus presentado por la A.F.A.D.A respecto del
chimpancé Cecilia «sujeto no humano», P-72.254/15, de 3 de noviembre de 2016. Disponible en el
siguiente enlace: http://www.saij.gob.ar/declara-chimpance-cecilia-sujeto-derecho-humano-ordenando-su-
traslado-nv15766-2016-11-03/123456789-0abc-667-51ti-lpssedadevon
74
Tercer Juzgado de Garantías de Mendoza. Habeas Corpus presentado por la A.F.A.D.A respecto del
chimpancé Cecilia «sujeto no humano», P-72.254/15, de 3 de noviembre de 2016, p. 42.
103
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Ahora bien, ¿cuál es en nuestro caso el bien o valor colectivo, comprendido en el amplio
objeto del derecho al ambiente y cuál es el «interés general» que el juez está llamado a
proteger de manera efectiva? Entiendo que en el caso que me ocupa se trata del bien y
valor colectivo encarnado en el bienestar de Cecilia, integrante de la «comunidad» de
individuos de nuestro zoológico. Ello porque Cecilia tanto pertenece al patrimonio natural
como, en la medida de su relación con la comunidad de humanos, integra –en mi opinión–
el patrimonio cultural de la comunidad. Por una y otra razón su bienestar atañe al
resguardo de un patrimonio colectivo76.
Sin embargo, determinar que Cecilia es sujeto de derechos era central para el
caso, pues solo si le revestía tal condición podía ser amparada por el habeas corpus, caso
contrario, aquella garantía no le sería aplicable. De ahí que la jueza dedique varias páginas
de la sentencia a intentar responder la pregunta «¿Son los grandes simios –orangutanes,
75
El artículo 41 de la Constitución Nacional de Argentina establece: «Todos los habitantes gozan del
derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las actividades
productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras; y tienen
el deber de preservarlo. El daño ambiental generará prioritariamente la obligación de recomponer, según lo
establezca la ley. Las autoridades proveerán a la protección de este derecho, a la utilización racional de los
recursos naturales, a la preservación del patrimonio natural y cultural y de la diversidad biológica, y a la
información y educación ambientales. Corresponde a la Nación dictar las normas que contengan los
presupuestos mínimos de protección, y a las provincias, las necesarias para complementarlas, sin que
aquellas alteren las jurisdicciones locales. Se prohíbe el ingreso al territorio nacional de residuos actual o
potencialmente peligrosos, y de los radiactivos».
76
Tercer Juzgado de Garantías de Mendoza. Habeas Corpus presentado por la A.F.A.D.A respecto del
chimpancé Cecilia «sujeto no humano», P-72.254/15, de 3 de noviembre de 2016, p. 17.
104
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
resulta innegable que los grandes simios, entre los que se encuentra el chimpancé, son
seres sintientes por ello son sujetos de derechos no humanos (…) Los grandes simios son
sujetos de derecho con capacidad de derecho e incapaces de hecho, en tanto, se encuentra
ampliamente corroborado según la prueba producida en el presente caso, que los
chimpancés alcanzan la capacidad intelectiva de un niño de 4 años78.
Los animales deben estar munidos de derechos fundamentales y una legislación acorde
con esos derechos fundamentales que ampare la particular situación en la que se
encuentran, de acuerdo con el grado evolutivo que la ciencia ha determinado que pueden
77
Tercer Juzgado de Garantías de Mendoza. Habeas Corpus presentado por la A.F.A.D.A respecto del
chimpancé Cecilia «sujeto no humano», P-72.254/15, de 3 de noviembre de 2016, pp. 27 y 29.
78
Tercer Juzgado de Garantías de Mendoza. Habeas Corpus presentado por la A.F.A.D.A respecto del
chimpancé Cecilia «sujeto no humano», P-72.254/15, de 3 de noviembre de 2016, p. 30.
79
Tercer Juzgado de Garantías de Mendoza. Habeas Corpus presentado por la A.F.A.D.A respecto del
chimpancé Cecilia «sujeto no humano», P-72.254/15, de 3 de noviembre de 2016, pp. 31-32.
80
Aunque Boff se refirió a esta en un artículo publicado en el 2009 cuyo título es «La ética de Gaia: un
desafío ético y espiritual». Sobre el pensamiento de Boff hablaré a profundidad en apartados posteriores.
81
De igual forma, en apartados posteriores, hablaré a profundidad sobre la ética de Gaia.
105
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
alcanzar. No se trata aquí de otorgarles los derechos que poseen los seres humanos sino
de aceptar y entender de una buena vez que estos entes son seres vivos sintientes, que son
sujetos de derechos y que les asiste, entre otros, el derecho fundamental a nacer, a vivir,
a crecer y morir en el medio que les es propio según su especie. No son los animales ni
los grandes simios objeto de exposición como una obra de arte creada por el hombre82.
De esta forma, la jueza considera que tal como el ser humano es persona porque
es de carne y hueso, puede sufrir, morir y querer, los grandes simios, al cumplir con esas
características, serían, también, personas y sujetos de derechos.
82
Tercer Juzgado de Garantías de Mendoza. Habeas Corpus presentado por la A.F.A.D.A respecto del
chimpancé Cecilia «sujeto no humano», P-72.254/15, de 3 de noviembre de 2016, p. 34.
106
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
83
Valga reiterar que una definición en tal sentido sería sumamente indeseable, pues dejaría fuera del
concepto de persona, por ejemplo, a bebes o humanos en situación de discapacidad, además de a la mayoría
de animales.
107
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
judicial, sino, además, el primero en ser beneficiado por un habeas corpus. Desde del
2017, Cecilia se encuentra en el santuario de Sorocaba en Brasil84.
2.3.5. El caso del Oso Chucho, el Nonhuman Rights Project y porque el habeas
corpus no es una medida idónea para los animales no humanos
84
En el siguiente enlace puede encontrar información actualizada sobre el estado de Cecilia en el santuario:
https://www.projetogap.org.br/es/noticia/gap-brasil-momentos-vividos-por-la-chimpance-cecilia-libertada
-por-habeas-corpus-en-el-santuario-de-grandes-primates-de-sorocaba-sp/
85
La Lista Roja de la IUCN clasifica las especies animales y vegetales en siete categorías: Extinta (EX),
Extinta en Estado Silvestre (EW), en Peligro Crítico (CR), Vulnerable (VU), Casi Amenazada (NT),
Preocupación Menor (LC), datos insuficientes (DD), y No Evaluada (NE).
86
Para más información sobre la labor de la reserva natural La Planada, se puede consultar el siguiente
enlace: http://reservalaplanada.blogspot.com/p/oso-de-anteojos.html
108
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
El cambio de lugar de residencia del oso Chucho no solo implicaba una reducción
del espacio donde se encontraba confinado o semi confinado, sino, además un cambio en
su hábitat. Barranquilla es una ciudad caribeña ubicada sobre la desembocadura del río
Magdalena. Por su parte, la reserva natural «Rio Blanco» se ubica en la cordillera central
de los Andes, región en la que habita naturalmente el oso de anteojos andino88. Por estas
razones, el 16 de junio del 2017, Luis Domingo Gómez Maldonado, un abogado
colombiano especialista en derecho constitucional, interpuso una acción de habeas corpus
ante el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Manizales solicitando la liberación
inmediata de Chucho y su traslado a la reserva Natural La Planada, donde había nacido.
El 13 de julio del 2017, dicho Tribunal denegó el habeas corpus, al considerar que esta
garantía solo aplicaba a seres humanos. En sus palabras, «proteger por esta vía a los
animales, quienes no son reconocidos como sujetos de derechos, sería un despropósito»89.
Pero, además, el Tribunal no encontró probado que exista un peligro tal que obligue a
adoptar medidas inmediatas, sino que, por el contrario, las condiciones del oso Chucho
parecían dar cuenta de que este no podría ser llevado a un ambiente natural. Este último
argumento, como veremos, será especialmente tenido en cuenta por parte de la Corte
Constitucional de Colombia más adelante.
87
Corte Suprema de Justicia de Colombia. Sentencia de la Sala de Casación Civil No AHC4806-2017, de
26 de julio de 2017, pp. 31-32. Disponible en el siguiente enlace: https://www.nonhumanrights.org/
content/uploads/Chucho-decision.pdf
88
Corte Suprema de Justicia de Colombia. Sentencia de la Sala de Casación Civil No AHC4806-2017, de
26 de julio de 2017, p. 33.
89
Corte Suprema de Justicia de Colombia. Sentencia de la Sala de Casación Civil No AHC4806-2017, de
26 de julio de 2017, pp. 2-3.
109
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
El juez tiene que ser autónomo y apolítico, pero filosófica y políticamente debe tener una
visión del mundo y del tipo de Constitución y de país que quiere hacer (…) Me decían
qué había hecho el oso. Yo lo que tengo es una visión del mundo de que tenemos que
superar el mundo antropocéntrico. La naturaleza existe y tiene derechos. Cambiar la
concepción de sujeto de derecho a la madre naturaleza genera críticas, pero uno ya sabe.
Lo importante es lograr consensos (Bonilla Mora, 2020)
Un año más tarde, el 5 de abril del 2018, el mismo juez emitiría otro fallo histórico
mediante el cual reconoció a la Amazonía como sujeto de derechos90. Sobre este último
caso hablaré en otro apartado, acá me concentraré en los argumentos que llevaron al juez
a conceder el habeas corpus al oso Chucho.
Por otro lado, la sentencia hace referencia también a la necesidad de transitar hacia
una «cosmovisión ecocéntrica-antrópica», en la cual, indica, «el hombre es el responsable
principal de la conservación del universo y del medio ambiente, que aboga por una
ciudadanía universal y biótica». En esta línea, hace referencia al pensamiento de autores
90
Corte Suprema de Justicia de Colombia, Sentencia STC4360-2018 de 5 de abril de 2018. Disponible
en: https://cortesuprema.gov.co/corte/wp-content/uploads/2018/04/STC4360-2018-2018-00319-011.pdf
91
Corte Suprema de Justicia de Colombia. Sentencia de la Sala de Casación Civil No AHC4806-2017, de
26 de julio de 2017, párr. 2.4.
92
Corte Suprema de Justicia de Colombia. Sentencia de la Sala de Casación Civil No AHC4806-2017, de
26 de julio de 2017, p. 8.
110
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
representantes de la ecología profunda –sobre la que hablaré más adelante– como Aldo
Leopold, Arne Naess, Bill Devall, Geoge Sessions y Chistopher D. Stone93. El propósito,
dirá, es un mundo repensado por fuera de regionalismos, colonialismos, eurocentrismos
o americanismos que produzca una nueva concepción jurídica fundada en:
El respeto y solidaridad que supera el ámbito personal e individualista para ver, pensar y
actuar desde la comprensión del otro, de la tierra, de la naturaleza y de lo planetario en
pro de la supervivencia humana; no por un universalismo insensato de los derechos
humanos en el tiempo y en el espacio94.
93
Corte Suprema de Justicia de Colombia. Sentencia de la Sala de Casación Civil No AHC4806-2017, de
26 de julio de 2017, p. 9.
94
Corte Suprema de Justicia de Colombia. Sentencia de la Sala de Casación Civil No AHC4806-2017, de
26 de julio de 2017, p. 10.
95
Corte Suprema de Justicia de Colombia. Sentencia de la Sala de Casación Civil No AHC4806-2017, de
26 de julio de 2017, pp. 11-27.
111
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
día a día lo destruyen sin consideración para saciar sus apetitos atesoradores y
tecnocráticos96.
He querido recurrir a citas textuales de la sentencia para dar cuenta del enorme
pragmatismo que parece estar detrás del razonamiento del juez. Adscribe y se pronuncia
a favor de los postulados del movimiento por los derechos de los animales y de los
derechos de naturaleza sin mayores matices. Pero no solo eso, reformula la ética
sensocentrista hasta límites que podrían ser intolerables para cualquier pensador
biocéntrico. De hecho, parece mostrar entre líneas cierto desdén por el movimiento
animalista y sus propuestas (no experimentación animal, vegetarianismo, etc.). Lo curioso
de lo anterior es que el caso del oso Chucho fue y sigue siendo publicitado como un
modelo dentro de la lucha por los derechos de los animales. Así, en una nota del 28 de
julio del 2017, Steven M. Wise, presidente del Non Human Rights Project decía respecto
del fallo:
Resulta llamativo que el Non Human Rights Project respalde una decisión que se
opone su propuesta ética. Aunque la concesión del habeas corpus a Chucho puede ser un
punto de contacto entre la sentencia y los objetivos de dicho proyecto, las coincidencias
terminan allí. Las razones para arribar a tal resultado no pueden ser más divergentes. Tal
96
Corte Suprema de Justicia de Colombia. Sentencia de la Sala de Casación Civil No AHC4806-2017, de
26 de julio de 2017, p. 15.
97
Corte Suprema de Justicia de Colombia. Sentencia de la Sala de Casación Civil No AHC4806-2017, de
26 de julio de 2017, pp. 26-27.
98
La nota completa se puede consultar en el siguiente enlace: https://www.nonhumanrights.org/media-
center/07-28-17-media-release-bear-chucho/
112
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
vez, sea el pragmatismo lo que motive tal acrítica adscripción. Al final, sea cual sea el
razonamiento, Chucho fue un caso más en la muy escasa lista de habeas corpus a nivel
global a favor de animales no humanos y aquello, si no se entra en las particularidades de
la sentencia, puede ser un instrumento de comunicación potente. Quizás, para estos
grupos es más importante el crecimiento del movimiento que la coherencia de sus
postulados o referentes. De hecho, como veremos a continuación, luego de que se hiciera
pública la sentencia del oso Chucho, el Non Human Rights Project pasará a interesarse
mucho más en él.
99
Corte Constitucional de Colombia. Sentencia SU016/20, Expediente T-6.480.577, de 23 de enero de
2020, párrs. 2.1-2.2. Disponible en el siguiente enlace: https://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria
/2020/SU016-20.htm
113
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
100
Corte Constitucional de Colombia. Sentencia SU016/20, Expediente T-6.480.577, de 23 de enero de
2020, párrs. 4.3.3, 57. La intervención completa del profesor Wise se puede ver en el siguiente enlace:
https://www.youtube.com/watch?v=xATZH5mp7lw
101
Corte Constitucional de Colombia. Sentencia SU016/20, Expediente T-6.480.577, de 23 de enero de
2020, párr. 88 y nota al pie 182.
102
Corte Constitucional de Colombia. Sentencia SU016/20, Expediente T-6.480.577, de 23 de enero de
2020, párr. 3.
114
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Por otro lado, respecto de su protección en tanto seres sintientes con valor propio,
destacó las propuestas teóricas de Peter Singer respecto del bienestar animal, y de Tom
Regan, Steven Wise, Martha Nussbaum, Will Kimlicka y Sue Donaldson respecto del
valor intrínseco de los animales y sus derechos104. En este marco, dio cuenta de diversas
sentencias dictadas por la Corte Constitucional en las que ya había desarrollado la
consideración de los animales como seres sintientes con valor propio,
independientemente de su aporte ecosistémico. Dicha jurisprudencia, precisó la Corte, se
ha «orientado hacia un reconocimiento de la prohibición constitucional de maltrato
animal»105.
(i) primero, el debate jurídico no apunta a obtener la libertad de una persona que se ha
visto arbitrariamente privada de ella, sino a garantizar los estándares del bienestar animal
de un individuo que se encuentra en cautiverio legal, y, en particular, que pueda
manifestar el comportamiento natural propio de su especie; (ii) y segundo, en este caso la
controversia no se centra en la ilegalidad del cautiverio de Chucho en el Zoológico de
Barranquilla, puesto que su estancia en dicho lugar se encuentra soportado jurídicamente
y avalado por las instancias ambientales competentes, sino en sus actuales condiciones de
vida de cara a los estándares del bienestar animal106.
103
Corte Constitucional de Colombia. Sentencia SU016/20, Expediente T-6.480.577, de 23 de enero de
2020, párr. 3.1.1.
104
Corte Constitucional de Colombia. Sentencia SU016/20, Expediente T-6.480.577, de 23 de enero de
2020, párr. 3.2.2.
105
Corte Constitucional de Colombia. Sentencia SU016/20, Expediente T-6.480.577, de 23 de enero de
2020, párr. 3.2.2.-3.2.5.
106
Corte Constitucional de Colombia. Sentencia SU016/20, Expediente T-6.480.577, de 23 de enero de
2020, párr. 5.2.2.
115
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
se trata de un trámite de urgencia que debe ser resuelto en las 36 horas siguientes a su
presentación. Tiene como único objetivo verificar la legalidad de la detención y, en caso
de encontrar que esta es arbitraria, disponer la inmediata libertad del detenido. En
resumen, se trata de un trámite sumario caracterizado por su inmediatez. Un proceso de
este tipo, no parece ser el más adecuado para evaluar la situación de los animales
silvestres en cautiverio o identificar escenarios alternativos para ubicarlos. Tal análisis,
dirá la Corte:
requiere un soporte técnico calificado, que incluya, por ejemplo, distintas pruebas
periciales para determinar las condiciones de vida de los animales en ámbitos como sus
requerimientos nutricionales, signos o manifestaciones de estrés, ansiedad o angustia, la
temperatura ambiental, el relacionamiento con otros individuos de su especie o de otras
especies, su exposición a la presencia humana, entre muchos otros. Nada de ello ocurre
en el habeas corpus, que se centra en cuestiones jurídicas puntuales y específicas cuya
verificación no requiere desplegar toda esta actividad probatoria107.
107
Corte Constitucional de Colombia. Sentencia SU016/20, Expediente T-6.480.577, de 23 de enero de
2020, párr. 5.2.3.
108
Corte Constitucional de Colombia. Sentencia SU016/20, Expediente T-6.480.577, de 23 de enero de
2020, párr. 5.2.4.
109
Corte Constitucional de Colombia. Sentencia SU016/20, Expediente T-6.480.577, de 23 de enero de
2020, párrs. 5.2.5-5.5.
116
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
sentencias de primera instancia que lo habían negado. Con este fallo, luego de tres años,
Chucho dejó de ser el primer animal no humano no perteneciente a la familia de los
grandes simios en haber sido beneficiado por un habeas corpus.
La sentencia de la Corte Constitucional fue criticada por el Non-human Rights
Project y otros grupos animalistas. En una nota publicada el 16 de marzo del 2021, el
Non Human Project dio a conocer que estaba en desacuerdo con la decisión de la Corte
y resaltó el contenido del voto salvado de la jueza Diana Fajardo Rivera. En dicho voto,
la Jueza critica que la mayoría de los jueces se hayan concentrado en el carácter
procedimental del habeas corpus y dejaran sin reconocer los derechos del oso Chucho, a
pesar de haber dicho que los animales sintientes tienen intereses propios. En la nota de
prensa, el NonHuman Rights Project destaca, además, las varias y positivas referencias
que hizo la jueza al trabajo de su organización 110. Antes de la sentencia, el 19 de agosto
del 2019, el NonHuman Rights Project, cuando aún actuaba como ponente de la sentencia
la jueza Diana Fajardo Rivera, destacaba el proceso llevado ante la Corte y señalaba que
el caso había iniciado por un habeas corpus inspirado en el trabajo de su organización 111.
Desconozco si realmente el habeas corpus propuesto por el profesor Luis
Domingo Gómez Maldonado en el 2017 había tomado como referencia el trabajo del
NonHuman Rights Project. Lo cierto es que, al menos dentro de las sentencias dictadas
dentro del caso, ni el proyecto ni el nombre del profesor Wise aparece hasta el fallo de la
Corte Constitucional. Es decir, tres años después de que inicie el litigio del oso Chucho.
En el litigio, por el contario, la referencia a la que se hizo mención desde el inicio fue el
caso de la chimpancé Cecilia, proceso litigado con apoyo del proyecto Gran Simio.
El que litigios dados en Latinoamérica sean luego reivindicados como propios por
organizaciones internacionales es algo que debería llamarnos la atención. No con el afán
de desconocer la importancia que tienen las estrategias comunicativas dentro de una lucha
tan desigual como es la de la reivindicación por los derechos de los animales. Digo que
debería llamarnos la atención por dos razones: 1) porque, tal vez, las respuestas dadas por
el movimiento animalista estadounidense no sean las únicas o más adecuadas y, 2) porque
110
Se puede leer la nota completa en el siguiente enlace: https://www.nonhumanrights.org/blog/nhrp-
commends-opinion-colombian-nonhuman-rights-case/
111
En la nota indica, textualmente, lo siguiente: «In 2017, Chucho’s attorney, Luis Domingo Gómez
Maldonado, a law professor at the Universidad Manuela Beltrán, filed an NhRP-inspired habeas corpus
petition on the bear’s behalf after learning that the Corporación Autónoma Regional de Caldas
(Corpocaldas) had used its authority as the entity responsible for environmental management in the region
to transfer him from the Río Blanco Nature Reserve to the Barranquilla City Zoo». La nota completa se
puede leer en el siguiente enlace: https://www.nonhumanrights.org/blog/chucho-supreme-court-hearing-
colombia/.
117
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
cuando las estrategias comunicativas son más importantes que el fondo, puede que las
organizaciones ganen prestigio, renombre, fondos económicos o presencia mediática,
pero, también, pueden perder los animales que se pretenden proteger.
En el afán de convertir a Chucho en un símbolo global como el primer animal no
humano no perteneciente a los Grandes Simios al que se le concediera un habeas corpus,
las partes involucradas dejaron de lado el debate necesario y profundo sobre su historia
particular. Chucho había nacido como parte de un proyecto nacional que buscaba la
repoblación del oso de anteojos andino, objetivo que, me atrevo a afirmar, sería loable
para cualquier animalista. El cuidado de Chucho siempre estuvo a cargo de un grupo de
expertos en la materia y bajo supervisión de autoridades ambientales. Chucho es un oso
que nació y vivió toda su vida en cautiverio, dependiente de cuidados humanos. En este
contexto, su libertad, dado que carecía de los medios adecuados para procurar su propia
comida, probablemente lo hubiera puesto en una situación peor. Finalmente, el traslado
de Chucho al zoológico de barranquilla (acción que motivó el habeas corpus), tenía como
objetivo remediar la soledad y depresión de Chucho, al juntarlo con otra osezna de su
misma especie que habita en dicho zoológico112. El abogado que interpuso el habeas
corpus y, posteriormente, el juez de la Corte Suprema que lo concedió buscaban que
Chucho regresase a la reserva natural donde habitaba, a pesar de que los expertos habían
indicado que en ella sufría depresión por su estado de soledad.
Ciertamente, en mi calidad de investigador en derecho, carezco de las
herramientas necesarias para determinar qué era lo mejor para el oso Chucho, lo cual me
impide tomar una postura al respecto. Una decisión de tal complejidad requiere una
deliberación amplia entre expertos en la materia. Aunque se alcance la conclusión política
y moral de que los animales tienen un interés propio que debe ser respetado, quedará
abierta la pregunta de ¿cómo respetar aquel interés? La respuesta a esta pregunta nos
llevará, necesariamente, al problema de la representación del oso Chucho, esto es, ¿Quién
habla o debe hablar por el oso? Aunque no tengo dudas de la preocupación genuina y
loable del abogado, juez y organizaciones que se mostraron a favor de la liberación de
Chucho, sí las tengo respecto de que solo en sus convicciones deba recaer su futuro. El
decidir el futuro de un animal con la biografía particular del oso Chucho no puede quedar
en manos de un juez obligado a resolver la causa en tres días. Lo que seguramente fueron
112
Una nota audiovisual sobre el estado del oso Chucho y la compañía de la osezna, se puede ver en el
siguiente enlace: https://noticias.caracoltv.com/caribe/el-oso-chucho-vive-su-mejor-momento-afirma-
zoologico-de-barranquilla
118
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
años de diálogos entre expertos intentando decidir sobre cuál es el mejor sitio para el oso,
no puede simplemente omitirse dentro del caso.
Creo, en resumen, que la Corte Constitucional de Colombia hizo lo correcto, y lo
digo muy a mi pesar, pues ciertamente me gustaría más que los programas de repoblación
en cautiverio no fueran necesarios, pero lo son, por el bienestar de las especies y de los
ecosistemas de los que dependen. Lo que viene a decir la Corte es que la decisión sobre
un animal como Chucho no puede ser tomada a la ligera, requiere escuchar a todas las
voces posibles en un proceso en el que juez debe actuar como mediador y no como
protagonista. En otras palabras, que para hablar por Chucho es necesario recabar la mayor
cantidad posible de miradas sobre él. Si por Chucho solo habla el juez o un jurista, el oso
dejó de hablar.
2.3.6. Lecciones aprendidas del litigio por los derechos de los animales
Los casos de Sandra, Cecilia y Chucho ilustran los aportes del enfoque biocéntrico en la
ampliación de la comunidad de justicia y, por ende, del reconocimiento de derechos más
allá del ser humano. Aquello constituye, en sí mismo, un gran avance. No quiero ni busco
desconocer los logros que la causa animal ha alcanzado en el camino hacia una nueva
conciencia ciudadana de respeto hacia la naturaleza. Sus resultados no han sido menores:
leyes contra el maltrato animal se han dictado en varios países, su activa vigilancia es un
pilar fundamental en la denuncia pública de casos de afectaciones contra animales
domésticos y silvestres, y su compromiso con el crecimiento del movimiento ha orientado
nuevos hábitos de consumo y trato hacia los animales que no solo han impactado el
comportamiento individual, sino en las políticas públicas y producción industrial. Todas
ellas son victorias políticas invaluables. Sin embargo, los éxitos del movimiento,
considero, no deben pausar el debate sobre los problemas importantes que también se
desprenden del mismo.
119
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
anteojos andino, tampoco se dijo que su traslado al zoológico de Barranquilla tenía como
objetivo juntarlo con una osa de su especie para intentar palear la depresión que sufría
desde la muerte de su hermana. No, muy por el contrario, en el caso se aplaudió que se
concediera un habeas corpus para que regrese al sitio donde habitó siempre y en el cual
seguiría en soledad y, por ende, en depresión.
La búsqueda por las respuestas más adecuadas en cada caso no es solo importante
para evitar importar respuestas de forma acrítica, sino, además, porque la romantización
de la causa animalista puede producir desastres ecológicos mayores. Así lo demuestra el
caso de los hipopótamos del río Magdalena en Colombia.
113
Tal vez, pensar la cuestión animal desde Latinoamerica sea más interesante que importar proyectos que
no han logrado ser implementados en los países en los que fueron propuestos. Creo, hay algo de sospechoso
en el que sea Latinoamérica el gran laboratorio de ONG´s animalistas estadounidenses para evaluar sus
propuestas a favor de considerar a los animales como sujetos de derechos o interponer habeas corpus en su
favor.
120
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Los hipopótamos son una de las más grandes especies terrestres del planeta y se
caracterizan por impactar de forma considerable y compleja en su entorno. Es un
ingeniero del ecosistema, pues traslada nutrientes terrestres al agua influyendo en la
química de las masas de agua receptoras (Castelblanco-Martínez et al., 2021, p. 5). En su
área nativa (África subsahariana), el hipopótamo tiene altas tasas de reproducción y
crecimiento, sin embargo, cuenta con depredadores naturales y condiciones climáticas
(como la sequía) que controlan su número. Por otro lado, la hacienda Nápoles, lugar
donde habitaban los hipopótamos, se localiza junto a río Magdalena, el cual, con una
superficie de 257.438 kilómetros cuadrados, es la fuente fluvial más importante de
Colombia, ocupando el 24% de su territorio. El Río nace en el suroeste de Colombia en
la Cordillera de los Andes y desemboca en el mar Caribe. En su paso, en conjunto con
sus afluentes, genera humedales, ciénagas114 y lagunas que son la base de uno de los
ecosistemas más diversos del mundo y del que depende, además, más del 80% de la
población de Colombia115.
humanidad/
121
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Frente a lo anterior, en julio del 2009 se interpuso una demanda de acción popular
ante el juzgado administrativo número doce de Medellín. En esta, se solicitó que se deje
sin efecto la orden que autorizaba la caza de control de los hipopótamos; que se disponga
la protección de la especie, ahora en estado salvaje, y que se proceda a la multa y arresto
de las autoridades que habían dispuesto su cacería. El 22 de febrero del 2012 se dictó
sentencia. En ella, se reconoció que la protección de los hipopótamos puede efectuarse
mediante acción popular, pues involucra la defensa de los derechos colectivos de
protección y conservación del ambiente. Sin embargo, se declaró que la acción carecía de
objeto pues, en diciembre del 2009, y frente a la presión de la ciudadanía, la Corporación
que concedió el permiso de caza declaró que el mismo había expirado. No obstante, la
jueza dictó una medida preventiva, por la cual «ante el supuesto de que los dos
hipopótamos restantes se encuentren por fuera de su hábitat, llegaren a ser nuevamente
avistados, la autoridad competente se abstenga de tramitar nuevos permisos que autoricen
la caza de los mismos» (p. 35-36)117.
La posible expansión del hipopótamo a lo largo del río Magdalena puede tener
efectos ecológicos, económicos y sociales devastadores. En lo ecológico, puede favorecer
122
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Los hipopótamos del Magdalena no se ven afectados por los mismos factores
naturales de depredación, competencia, recursos limitados o amenazas relacionadas con
el ser humano que en África. Por el contrario, en el río Magdalena encuentran un hábitat
adecuado para convertirse en la especie dominante en poco tiempo (Castelblanco-
Martínez et al., 2021, p. 8). En estas condiciones, estrategias como el traslado de los
individuos o su esterilización parecen tener muy poca probabilidad de éxito
(Castelblanco-Martínez et al., 2021, pp. 5-7). La caza parece ser la única opción
realmente viable para controlar una especie invasora que, de no tomarse medidas, como
advierten Castelblanco y otros:
podría colonizar cualquier sitio en la parte norte de Colombia por debajo de los 1500m
en el futuro, es decir, cuando se espera que los regímenes de cambio climático muestren
una fuerte desviación de las condiciones actuales. La colonización de estos sitios
potenciales podría ocurrir a través de la extensa red de ciénagas en el alto río Magdalena
(Castelblanco-Martínez et al., 2021, p. 8).
123
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
jurídicas por parte de un tribunal de Estados Unidos118. Como veremos, esta afirmación,
publicitada por ciertas organizaciones animalistas internacionales, no es del todo cierta.
El Estatuto Federal 28 U.S.C. § 1782 permite a cualquiera que sea una «persona
interesada» solicitar permiso a un tribunal federal para tomar declaraciones en Estados
Unidos en apoyo de un caso que se litigue en el extranjero. La determinación de quien es
persona interesada, conforme lo ha establecido la Corte Suprema de Estados Unidos,
puede basarse en lo que establece al respecto la legislación del país donde la prueba será
expuesta. Así, todo lo que hizo la organización Animal Legal Defense Fund fue
argumentar que, dado que en la causa presentada por el abogado Luis Domingo Gómez
Maldonado son los hipopótamos los demandantes, estos califican como personas
interesadas conforme al estatuto estadounidense. Así, no se discutió en el tribunal
norteamericano si los hipopótamos debían ser esterilizados o no, o si estos debían ser
considerados personas jurídicas conforme al ordenamiento estadounidense, tan solo se
aprobó, bajo términos estrictamente procesales, el que se rindan declaraciones que
podrían ser usadas como medio de prueba en el proceso que se litiga en Colombia. Esto,
que se puede resumir en receptar dos declaraciones, no posee realmente el impacto y
transcendencia que, desde la propia organización se le ha dado.
118
Al respecto se puede ver: https://www.elespectador.com/ambiente/hipopotamos-de-escobar-animales-
son-reconocidos-como-personas-juridicas-en-un-tribunal-de-ee-uu/ y https://www.dw.com/es/hipop
%C3%B3tamos-de-escobar-declarados-personas-jur%C3%ADdicas-en-eeuu/a-59623368;
119
Al respecto se puede ver: https://aldf.org/article/animals-recognized-as-legal-persons-for-the-first-time-
in-u-s-court/
124
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
120
Al respecto se puede ver: https://www.semana.com/sostenibilidad/medio-ambiente/articulo/lo-ultimo-
minambiente-declaro-el-hipopotamo-especie-invasora-en-colombia/202250/
121
Al respecto se puede ver: https://es.mongabay.com/2022/01/hipopotamo-especie-invasora-en-colombia-
nataly-castelblanco-entrevista/#:~:text=La%20bi%C3%B3loga%20colombiana%20Nataly%20Castelbla
nco,el%20sacrificio%20de%20algunos%20animales.
122
La nota completa se puede ver en el siguiente enlace: https://aldf.org/article/animal-advocates-urge-
major-airlines-to-prohibit-the-transport-of-cocaine-hippo-hunting-trophies-from-colombia/
123
Al respecto se puede ver: https://www.infobae.com/america/colombia/2022/01/21/video-propuesta-de-
un-santuario-para-proteger-los-hipopotamos-de-pablo-escobar-desato-la-controversia/
125
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
124
Al respecto ver: https://es.mongabay.com/2022/01/hipopotamo-especie-invasora-en-colombia-nataly-
castelblanco-entrevista/#:~:text=La%20bi%C3%B3loga%20colombiana%20Nataly%20Castelblanco
,el%20sacrificio%20de%20algunos%20animales.
126
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El discurso de los derechos de los animales prescinde por completo de los dos
objetivos antes expuestos, así, ni pretende dar cuenta de que el mundo no humano es parte
constitutiva del ser humano ni que le es funcionalmente relevante, por el contrario,
127
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125
Al respecto se puede consultar: (Sparks, 2020).
128
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En línea con lo anterior, considero que mientras no demos cuenta de que somos,
nos constituimos y construimos a partir de nuestra inherente relación (que no,
necesariamente, armónica) con el mundo natural, con la materia, no se alcanzará el
cambio en el modelo de desarrollo que exige la crisis ambiental que vivimos. Si el
problema ha sido la actitud de superioridad frente a lo natural que ha dominado la historia
reciente de la humidad, la respuesta no puede ser crear otros animales superiores, los
cuales pasaran a ser invitados de lujo en nuestro club de los sujetos con relevancia moral.
Debemos ir a la raíz del asunto, a la definición de lo «humano».
129
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Lo anterior es fundamental, además, por otra de las críticas que se le puede hacer
al movimiento por los derechos de los animales, su olvido y, en algunos casos, casi
desprecio, por los humanos también excluidos del mundo actual. Me refiero a los
escenarios de exclusión económica, social, cultural y epistémica que atraviesan ciertos
grupos humanos. Al enfocarse en la injusticia en que viven ciertos animales, se
universalizan las posibles respuestas y se suele criticar, bajo los mismos parámetros, actos
llevados a cabo tanto en el norte como en el sur global. Criticar con la misma vehemencia
a quienes se alimentan de carne desde lugares de enorme exclusión económica que a
quienes también la consumen desde lugares de privilegio económico y social, no parece
adecuado. En lo que consumimos se expresan no solo posturas éticas sino, también,
relaciones de poder. Decir que el consumo de carne debe eliminarse por igual entre
quienes pueden escoger que comer y quienes no, es un error.
Lo mismo podríamos decir respecto del uso de animales para tareas de trabajo. Al
respecto, la profesora argentina María Carman, en un interesante libro titulado «Las
fronteras de lo humano: cuando la vida humana pierde valor y la vida animal se dignifica»
(2017), presenta el caso del movimiento contra la tracción a sangre (o tracción animal) de
Argentina. Dicho movimiento, busca que se prohíba el uso de caballos por parte de
recolectores de productos reciclables, comúnmente denominados «cartoneros», en
Argentina. Con ese objetivo, tal como señala Carman, «pugnan por que las bestias de
seres humanos dejen de maltratar a los pobres animales, y expresan la dicotomía de que
los caballos sienten y, en cambio, los cartoneros no tienen sentimientos, ni educación, ni
nada» (2017, sec. 2). En una entrevista que recoge la profesora Carman en su libro, la
fundadora del Proyecto Caballos Libres de Argentina, se expresa sobre los cartoneros con
estas palabras:
Actúan subrepticiamente, como cucarachas. […] Ahora vos ves que se ha formado una
subespecie: gente sin cultura, sin sensibilidad. […] Yo me doy cuenta enseguida, es un
don que tengo. […] Pero el ser pobre no te da derecho a ser cruel. Ellos fueron castigados
y van a ser crueles no sólo con el pobre angelito [refiriéndose al caballo], sino con la
mujer, los hijos… No se detienen. […] Buenos Aires está contaminada (entrevista a la
fundadora de Proyecto Caballos Libres, 2012)126.
En este caso, quienes buscan defender los derechos de los caballos «se desvelan
menos por las condiciones de vida o trabajo de los cartoneros que por los caballos que
estos utilizan en sus recorridos: el carrero es visto como un victimario sobre quién debe
126
Citado en: (Carman, 2017).
130
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caer todo el peso de la ley» (Carman, 2017, pp. 1-2). Pero no solo aquello, el carrero es
visto como un ser inferior, como una «cucaracha», mientras ellos, los animalistas,
compartirían la nobleza y buen corazón de los caballos (Carman, 2017). Así, se humaniza
al animal a imagen y semejanza de su «ideal de lo humano», al mismo tiempo que se
bestializa a un humano que, supuestamente, no cumple con lo que desde su estatus social
se considera como lo civilizado. Existe, pues, una «afinidad entre ciertos argumentos que
defienden la atribución de derechos a los animales y los argumentos de quienes niegan el
universo cultural de los sectores más relegados de la sociedad». La política de visibilidad
del derecho animal puede, también, invisibilizar los derechos de los humanos más
vulnerables (Carman, 2017).
El caso, tal como relatan las antes referidas autoras, se inició por una denuncia
pública realizada a través de redes sociales por un activista desde México. Este había
mostrado su indignación respecto de una fotografía subida a una red social en la que se
observa a un jaguar muerto junto a un grupo de personas. Ante la viralización de la
publicación del activista, el Ministerio del Ambiente del Ecuador interpuso una denuncia
penal contra el presunto culpable, alegando un delito contra el medioambiente, en su
modalidad de protección de flora y fauna (Rodríguez Caguana y Morales Naranjo, 2020,
pp. 349-350).
131
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Si en este caso existía alguna expresión cultural de este tipo, es algo que no
sabremos, pues la Corte omitió por completo aquel debate. En el caso, como concluyen
las investigadoras, «la falta de comprensión de la relación de los animales con los pueblos
y el daño cultural ante la extinción de estos lleva a que las acciones estatales, tanto
administrativas como penales, sean punitivitas en lugar de interculturales, preventivas y
conciliadoras» (Rodríguez Caguana y Morales Naranjo, 2020, p. 348).
127
Las autoras indican que el caso se resolvió a través del paradigma de los derechos de la Naturaleza, yo,
porque creo que la diferencia es relevante, aclararé que el caso se litigó desde el paradigma animalista.
132
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
133
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
A lo largo de este capítulo he intentado dar cuenta de cómo todas las posturas
biocéntricas plantean, al final, algún tipo de jerarquía entre especies. Así, hay ciertos seres
que merecerían mayor relevancia moral que otros. Pensar al mundo natural en términos
de jerarquías y derivar de aquello deberes éticos, considero, es el marco que posibilita –
que no, necesariamente, produce– exclusiones como las presentadas. A lo anterior, se
debe añadir el carácter individualista de su preocupación moral. Cuando el sujeto es visto
de forma atomizada, las relaciones o el contexto dentro del cual se desenvuelve pierden
valor. Si nos preocupamos solo por el caballo o el jaguar en tanto que individuos,
descuidamos que la vida o muerte de esos seres es fruto de un contexto mayor de
explotación, en el cual tanto el carrero como el amazónico también son víctimas.
Atomizar a los sujetos y, luego de ello, crear jerarquías, no parece tan disruptivo
del marco de pensamiento capitalista. Tal vez, por ello la propuesta animalista resulte tan
atractiva para grupos sociales ubicados en los escalones «superiores» de la «jerarquía
socio-económica». El carrero era una cucaracha, ser que no tiene ningún valor para un
animalista sensocéntrico, mientras el caballo, «más refinado», merecía toda
consideración. Quienes persiguen al carrero ven en él menos consciencia que en un
caballo. Al caballo y al jaguar se los dota de una historia, de una biografía, mientras al
carrero y al campesino amazónico se las quitan por completo. Al verlos así, en la jerarquía
desde la que piensan el mundo, el caballo y el jaguar triunfan, mientras otros excluidos,
el carrero o el amazónico, dejan de ser persona.
134
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CAPÍTULO 3.
135
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Había una vez una ciudad en el corazón de Norteamérica donde toda existencia parecía
vivir en armonía con lo que la rodeaba. (…) Entonces un extraño agostamiento se
extendió por la comarca y todo empezó a cambiar. Algún maleficio se había adueñado
del lugar; misteriosas enfermedades destruyeron las aves de corral; los ovinos y las cabras
enflaquecieron y murieron. Por todas partes se extendió una sombra de muerte (…) Se
produjo una extraña quietud. (…) Ninguna brujería ni acción del enemigo había
silenciado el rebrotar de nueva vida en el agostado mundo. Era la gente quien lo había
hecho por sí misma. (…) ¿Qué es lo que ha silenciado las voces de la primavera en
128
Un resumen de su conferencia se publicó un año después en la revista Inquiry. Este documento, es el
que tomo como base para mis referencias.
129
Para un mayor estudio sobre las repercusiones que tuvo el libro Primavera Silenciosa en Estados Unidos
se puede consultar: (Quaratiello, 2004, pp. 105-116).
136
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Sr. Presidente, parece haber una creciente preocupación entre los científicos en cuanto a
la posibilidad de que el uso de DDT (dicloro difenil tricloroetano) y otros plaguicidas,
tengan efectos secundarios peligrosos a largo plazo. ¿Ha considerado pedir al
Departamento de Agricultura o al Servicio de Salud Pública que examinen esto más de
cerca? Kennedy respondió: Sí, y sé que ya lo están haciendo, particularmente desde la
publicación del libro de la Srta. Carson (Citado en: Brooks, 1972, p. 305).
130
En 1941 publicó su primer libro, Under the Sea Wind (bajo el viento del mar). En dicho libro explica
cómo se desarrolla la vida en el mar y sus costas (Carson, 1996 [1941]). Su segundo libro fue The Sea
Around Us (El mar que nos rodea) de 1951, por el cual se hizo famosa en todo el mundo. Allí explica los
procesos que formaron la tierra y los océanos (Carson, 2014 [1951]). En 1955 publica su tercer libro, The
Edge of the Sea (El borde del mar), una guía de la vida marina (Carson, 1998 [1955]).
137
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
muy por el contrario, este es considerado uno de los libros más influyentes del siglo XX
(Quaratiello, 2004, p. 83). Patricia Hynes, en 1989, por ejemplo, indicó que la obra de
Carson había tenido «impacto en cada manifestación del actual movimiento ambiental, el
Día de la Tierra y la irrupción del ambientalismo de base, el ecofeminismo y el activismo
ambiental de las mujeres» (Hynes, 1989, p. 46).
Si bien Aldo Leopold, como veremos, había establecido 40 años antes que Carson
las bases del ecologismo contemporáneo, fue esta última la que logró, a través de
Primavera Silenciosa, que términos como «ecología», «interdependencia» y «equilibrio
de la naturaleza» se convirtieran de uso común (Quaratiello, 2004, p. 102).
Aunque los avances fueron significativos, como señala Eckersley, gran parte del
reconocimiento oficial y nueva legislación ambiental que generó la obra de Carson,
contribuyó también a definir y contener los problemas ambientales como cuestiones
esencialmente de planificación deficiente. Esto es, como una «crisis de participación»,
por la que los grupos excluidos trataban de asegurar una distribución más equitativa de
los «bienes» ambientales (por ejemplo, el equipamiento urbano) y los «males» (por
ejemplo, la contaminación):
138
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
diluyera el marco del «proceso político» y la «política del conseguir» (Eckersley, 2003,
pp. 8-10). Este es el movimiento ecológico al que Naess califica como superficial, uno
que había manipulado la mirada ecocéntrica de Carson y Leopold, para dar paso a un
modelo antropocéntrico de gestión ambiental. Tal como resaltan Devall y Sessions131, con
la expresión ecología profunda, «Naess intentaba describir el enfoque más profundo y
espiritual de la Naturaleza, ejemplificado en los escritos de Aldo Leopold y Rachel
Carson» (1985, p. 65).
Así, la ecofilosofía presenta el problema, pero no establece los valores que deben
tener prioridad frente al mismo. Para esto último, Naess propone la palabra «ecosofía».
Esta palabra implica la formulación de una visión del mundo que guie las decisiones
adecuadas respecto a cuestiones que nos afectan a nosotros y a la naturaleza. La ecosofía
131
Junto con Arne Naess, considerados fundadores del movimiento ecológico profundo.
132
Para Naess, la ciencia ecológica da paso a una mirada del individuo desde su entorno. Así, como el
propio autor ejemplifica: «cuando un pájaro se come un mosquito, entra en una relación externa con ese
mosquito, pero comer es una relación interna con su entorno (El mosquito está inicialmente fuera del pájaro,
pero ambos están dentro del entorno)» (Naess, 1989, p. 36).
139
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
constituye «una visión filosófica del mundo o un sistema inspirado en las condiciones de
la vida en la ecósfera» (Naess, 1989, pp. 36-38). Por lo anterior, como el propio Naess
aclara, «podemos estudiar la ecofilosofía, pero para abordar situaciones prácticas que nos
afectan a nosotros mismos, nos proponemos desarrollar nuestras propias ecosofías»
(Naess, 1989, p. 37).
Por ejemplo, Naess denomina a su propuesta como «Ecosofía T» para diferenciarla de otras posibles
133
140
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Estas dos formas de ecología profunda suelen ser vistas como mutuamente
excluyentes. Por un lado, frente a las teorías que buscan encontrar argumentos para dotar
de valor intrínseco a la naturaleza y, a partir de este, crear un código de conducta del
humano hacia ella, Warwick Fox propuso, dentro del movimiento de la ecología
profunda, una ecología no axiológica, a la cual denominó «transpersonal». Por
transpersonal no quiere indicar entre personas, sino que trasciende o va más allá del yo
egoísta, es decir, «un sentido del yo que se extiende más allá del sentido egóico,
biográfico o personal de uno mismo (…) abrirse a la conciencia ecológica; con la
realización del propio yo ecológico, más amplio o grande» (Fox, 1990, p. 198). La
ecología transpersonal es, entonces, un enfoque basado en como la psiquis humana
141
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
afronta los problemas planteados por la ecofilosofía (Fox, 1990, pp. 204-205). Se
preocupa por ampliar el círculo de la compasión humana y el respeto por los demás a
través de un proceso de identificación con otros seres, «en reconocimiento del hecho de
que el propio destino individual o personal está íntimamente ligado al destino de los
demás». La idea base es que, si nuestro sentido del yo abarca a otros seres, no sería
necesario ningún mandato moral para su cuidado (Eckersley, 2003, pp. 62-63).
El proceso de identificación personal con otros seres se podría dar de tres formas,
según Fox: de forma personal, ontológica y cosmológica. La forma de identificación
personal se refiere a las experiencias de comunidad con otras entidades que se producen
a través de nuestra principal implicación personal con ellas (por ejemplo, con nuestras
mascotas o espacios naturales que tienen algún valor personal simbólico especial). La
forma de identificación ontológica se refiere a las experiencias de comunidad que se
producen a través de la comprensión profunda de que, como nosotros, las cosas existen
en primer plano. Finalmente, identificación cosmológica se refiere a las experiencias de
comunidad que se producen a partir de la comprensión profunda de que nosotros y todas
las demás entidades son aspectos de una única realidad en desarrollo. Como expresa Fox,
esta toma de conciencia puede producirse a través de la incorporación empática de
cualquier cosmología que vea el mundo como un único proceso de desarrollo, ya sean
cosmologías mitológicas, religiosas, especulativas, filosóficas o científicas (Fox, 1990,
pp. 249-254).
142
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
(2003, pp. 63). Por otro lado, las corrientes del valor intrínseco sí persiguen un objetivo
axiológico y, por ello, serían más cercanas a la idea de conceder derechos a la naturaleza
(Eckersley, 2003, pp. 60-61).
Más allá del tono provocador con el que Bookchin efectuó su crítica a la ecología
profunda –el cual polarizó más que ayudo a perfilar el debate entre la ecología social134 y
ecología profunda (Crist, 2009, p. 257)–, considero que su crítica revela una cuestión
importante que, en el marco de esta tesis, no se puede omitir: la ecología profunda es un
movimiento formado por actores específicos que han interpretado otras realidades y
134
La «ecología social» es el nombre que dio Bookchin a su propuesta ecológico-anarquista. Una
explicación más detallada de esta propuesta se da en el excursus sobre los enfoques ecológicos-sociales al
final de este capítulo.
143
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
espiritualidades desde sus perspectivas específicas. Por ello, en esta tesis no se asimilará
el término ecología profunda a ecocentrismo.
Bajo el ecocentrismo, la naturaleza pasa a tener una visión dialéctica, esto es, a
diferencia de su tratamiento instrumental-antropocéntrico, pasa a tener roles activos y
pasivos en la relación con el ser humano (Costa, 2009, p. 115). Se basa en una filosofía
de la relación interna, según la cual todos los organismos están interrelacionados con su
ambiente y constituidos por esas mismas interrelaciones. Por lo anterior, como menciona
Eckersley, «ningún evento ocurre primero y luego se relaciona con su mundo. El
acontecimiento es una síntesis de las relaciones con otros acontecimientos» (Eckersley,
2003, pp. 49-50).
135
Tal como señalé al inicio del capítulo II, el uso del término «ecocentrismo» fue estandarizado por el
filósofo estadounidense J. Baird Callicott. En la literatura «occidental» el origen de la propuesta ecocéntrica
se suele atribuir al silvicultor, ecólogo y ambientalista estadounidense Aldo Leopold (1887-1948), pues, si
bien Leopold no empleó este término, su uso comenzó a popularizarse después de la publicación de su libro
A Sand County Almanac en 1949 (Moore, 2008, p. 5).
144
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
145
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
136
Esta consideración la podemos resumir en la reformulación que propone Riechmann a la pregunta de
Bentham ¿pueden sufrir? por la pregunta ¿pueden ser dañados? Así, la cuestión no se debe centrar en si
pueden razonar ni tampoco en si pueden sufrir, sino, más bien, en si pueden ser dañados. Como ejemplifica
Riechmann: «un roble no puede sufrir, pero si puede ser dañado» (Riechmann, 2011, p. 127). Esta
reformulación –a pesar de ser postulada por Riechmann dentro de su enfoque biocéntrico–, en mi
consideración, explica de mejor forma el enfoque ecocéntrico. En el marco de la clasificación que
propongo, la pregunta amplia de ¿puede ser dañado? da luz a uno de los principales postulados del
ecocentrismo: el daño no está vinculado al sensocentrismo. Su enfoque, por el contrario, se centra en los
ciclos vitales de la Naturaleza, en sus diferentes definiciones.
137
Más información sobre el programa aquí: http://www.harmonywithnatureun.org/
138
Al respecto se puede consultar: https://therightsofnature.org/map-of-rights-of-nature/
139
Se puede ver más información en: https://www.rightsofmotherearth.com/
146
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
y cada uno de los actores comparten las mismas reflexiones respecto a la importancia o
razones para cambiar el enfoque del ser humano de superior a parte de naturaleza. Yo
plantearé lo contrario, diré que si bien existen puntos de encuentro en la lucha global
contra el antropocentrismo las raíces filosóficas y científicas de las que se alimenta el
ecocentrismo «occidental» distan mucho de las que vienen practicando y ejerciendo, por
ejemplo, pueblos indígenas de distintas partes del mundo y, en especial, de América. Esta
diferencia hace que las reivindicaciones de cada enfoque no sean necesariamente las
mismas.
147
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Puede ser que todas las cosas que son buenas sean también algo más (…) Y es un hecho,
que la ética se propone descubrir cuáles son esas otras propiedades que pertenecen a todas
140
Se considera que David Hume en el libro III de su Tratado sobre la Naturaleza Humana, publicado en
1740, ya habría dado cuenta de esta falacia, aunque no recibiera tal nombre. En palabras de Hume: «En
todo sistema moral de que haya tenido noticia, hasta ahora, he podido siempre observar que el autor sigue
durante cierto tiempo el modo de hablar ordinario, estableciendo la existencia de Dios o realizando
observaciones sobre los quehaceres humanos, y, de pronto, me encuentro con la sorpresa de que, en vez de
las cópulas habituales de las proposiciones es y no es, no veo ninguna proposición que no esté conectada
con un debe o no debe. Este cambio es imperceptible, pero resulta, sin embargo, de la mayor importancia.
En efecto, en cuanto que este debe o no debe expresa alguna nueva relación o afirmación, es necesario que
ésta sea observada y explicada y que al mismo tiempo se dé razón de algo que parece absolutamente
inconcebible, a saber: cómo es posible que esta nueva relación se deduzca de otras totalmente diferentes.
Pero como los autores, por lo común, no tienen esta precaución, me atreveré a recomendarla a los lectores:
estoy seguro de que una pequeña reflexión sobre esto subvertiría todos los sistemas corrientes de moralidad,
haciéndonos ver que la distinción entre vicio y virtud, ni está basada meramente en relaciones de objetos,
ni es percibida por la razón» (Hume, 2001 1740, p. 340).
148
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
las cosas que son buenas. Pero demasiados filósofos han pensado que cuando nombraban
esas otras propiedades estaban definiendo el bien; que estas propiedades, de hecho,
simplemente no eran otras, sino absoluta y enteramente iguales a la bondad. A este punto
de vista propongo llamarlo falacia naturalista (Moore, 1922 1903, p. 10).
(i) Toda la naturaleza está interconectada; (ii) los seres humanos son parte de la
naturaleza; (iii) por lo tanto, los seres humanos deben comportarse de una manera que
reconozca esta interconexión. En este caso, la conclusión contiene una cópula que no
figura en las premisas, a saber, «debería». Aunque puede haber cientos de razones para
reconocer y responder a esta interconexión, la deducción lógica no es una de ellas
(Burdon, 2012, p. 46).
149
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
en primer lugar, el error geocéntrico de que la tierra es el punto central fijo de todo el
universo, alrededor del cual se mueven el sol, la luna y las estrellas; y, en segundo lugar,
el error antropocéntrico, de que el hombre es el objetivo premeditado de la creación de la
tierra, para cuyo solo servicio se dice que se ha creado todo el resto de la naturaleza. El
primero de estos errores fue derribado por el Sistema del Universo de Copérnico a
principios del siglo XVI, el segundo por la Doctrina de la Descendencia de Lamarck a
principios del siglo XIX (…) Según Darwin, y sus seguidores, las diferentes especies de
un mismo género de animales y plantas no son más que descendientes de una misma
forma primaria original (…) Pero, además, de acuerdo con la doctrina de la descendencia,
todos los diferentes géneros de un mismo orden deberían también descender de un
ancestro primario común (2018 1899, pp. 40-44).
141
En palabras de Haeckel: «La idea fundamental, que necesariamente debe estar en la base de todas las
teorías naturales del desarrollo, es la de un desarrollo gradual de todos los organismos (incluso los más
perfectos) a partir de un único, o de unos pocos, seres originales bastante simples y bastante imperfectos,
que llegaron a existir, no por creación sobrenatural, sino por generación espontánea a partir de la materia
inorgánica. En realidad, hay dos concepciones distintas unidas en esta idea fundamental, pero que tienen,
sin embargo, una profunda conexión intrínseca, a saber, primero, la idea de la generación espontánea de los
150
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Sin duda, muchos de los que han mirado a la naturaleza con ojos filosóficos han
observado que la muerte de los peores y la multiplicación de los mejores tiende a
mantener una constitución en armonía con las circunstancias circundantes. Que el vigor
medio de cualquier raza disminuiría si los enfermos y los débiles sobrevivieran y se
propagaran habitualmente; y que la destrucción de los mismos, por no cumplir algunas
de las condiciones de la vida, deja sólo a los que son capaces de cumplir las condiciones
de la vida, son verdades casi evidentes (Spencer, 1898a, p. 532).
Si bien, influido por Spencer, el término «supervivencia del más apto» fue
incluido por Darwin en la quinta edición de su libro el Origen de las Especies (1869), su
interpretación de la expresión parece ser distinta. El 2 de julio de 1866, el naturalista
británico Alfred Russel Wallace (1823-1913) remitió una carta a Darwin en la que sugería
el uso de la expresión la «supervivencia del más apto» de Spencer144, en remplazo del
término «selección natural». La palabra «selección», según Wallace, inducía a un error
en la interpretación de la real propuesta de Darwin, pues personifica a la naturaleza como
un ente que selecciona o escoge el bien de las especies u organismos que se deben
mantener. Frente a ello, Wallace sugiere:
evitar por completo esta fuente de error en su gran obra, (si no es ahora demasiado tarde)
y también en cualquier edición futura del «Origen», y creo que se puede hacer sin
dificultad y muy eficazmente mediante la adopción del término de Spencer (que
generalmente utiliza en lugar de Selección Natural), a saber, «Supervivencia de las
especies». Este término es la expresión clara de los hechos –la selección natural es una
seres primarios originales; y segundo, la idea del desarrollo progresivo de las diversas especies de
organismos a partir de esos seres primarios más simples. Estas dos importantes concepciones mecánicas
son las ideas fundamentales inseparables de toda teoría del desarrollo, si se lleva a cabo científicamente»
(2018 1899, p. 77).
142
Apenas 5 años después de que Darwin publicara su célebre obra El Origen de las Especies (1859).
143
Así lo manifestó expresamente: «la supervivencia del más apto, que aquí he tratado de expresar en
términos mecánicos, es lo que el Sr. Darwin ha llamado selección natural, o la preservación de las razas
favorecidas en la lucha por la vida» (Spencer, 1898a, p. 531).
144
Elaborada por Spencer dos años antes en su obra Principios de Biología de 1864.
151
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Estoy totalmente de acuerdo con todo lo que dice sobre las ventajas de la excelente
expresión de H. Spencer de «la supervivencia del más apto» (…) Ojalá hubiera recibido
su carta hace dos meses, porque habría trabajado en «la supervivencia, etc.» (…) Utilizaré
el término en mi próximo libro sobre los animales domésticos. El término «selección
natural» se ha utilizado tanto en el extranjero y en el país que dudo que pueda
abandonarse, y con todos sus defectos lamentaría que se intentara. Que se rechace debe
depender ahora «de la supervivencia del más apto». Como con el tiempo el término se
hará más inteligible, las objeciones a su uso serán cada vez más débiles (2008 1866, pp.
146-147) .
Darwin aceptó la sugerencia de Wallace, pero sólo respecto al uso de la palabra
«supervivencia», pues con esta evitaba el riesgo de que se considere a la naturaleza como
un ser personificado que selecciona quienes deben prevalecer en el proceso de evolución.
A esto parece referirse Darwin cuando indica que habría trabajado en el término
«supervivencia, etc.», dando por buena la primera palabra de esta expresión y no las
restantes (del más apto, más fuerte o la especie). Lo anterior parece ser ratificado en su
libro Variaciones, publicado por primera vez en 1868145, al aclarar que frente al término
la «supervivencia del más apto», la expresión «selección natural» es «en algunos aspectos
mala, ya que parece implicar una elección consciente; pero esto no se tendrá en cuenta
después de un poco de familiaridad» (Darwin, 1875, p. 6)146.
Por lo anterior, aunque Darwin llegó a usar la expresión la «supervivencia del más
apto», esto fue producto de una desafortunada selección de palabras y no porque
considerase correcta la interpretación spenceriana de la evolución como el resultado de
una lucha individualista y sangrienta en la que el más «fuerte» y «desarrollado» triunfa.
Por el contrario, como ha establecido Rifkin, para Darwin la supervivencia del más apto
se refiere tanto a la cooperación, la reciprocidad y a la simbiosis como a la competencia.
145
La primera obra en la que usa la expresión la «supervivencia del más apto».
146
En el mismo sentido, en la quinta edición de su libro el Origen de las Especies señala: «He llamado a
este principio, por el cual cada pequeña variación, si es útil, se conserva, por el término de Selección
Natural, con el fin de marcar su relación con el poder de selección del hombre. Pero la expresión utilizada
a menudo por el Sr. Herbert Spencer de la Supervivencia del Más Apto es más precisa, y a veces es
igualmente conveniente» (Darwin, 1869, p. 72).
152
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Los más aptos, para Darwin, también pueden ser los que más tienden a establecer vínculos
de cooperación con sus congéneres (Rifkin, 2010, p. 94).
Los animales de muchas clases son sociables; encontramos incluso especies distintas que
viven juntas (…) El hombre muestra el mismo sentimiento en su fuerte amor por el perro,
que éste devuelve con interés. Todo el mundo debe haber notado cuán miserables son los
caballos, los perros, las ovejas, etc., cuando se separan de sus compañeros; y qué afecto,
al menos, muestran las dos primeras clases cuando se reúnen (…) Limitaremos nuestra
atención a los animales sociales superiores, excluyendo a los insectos, aunque éstos se
ayudan mutuamente de muchas maneras importantes. El servicio más común que los
animales superiores se prestan entre sí, es el de advertirse mutuamente del peligro por
medio de los sentidos unidos de todos (…) Los animales también se prestan servicios más
importantes entre sí: así, los lobos y algunas otras bestias de presa cazan en manada y se
ayudan mutuamente para atacar a sus víctimas. Los pelícanos pescan en conjunto (…)
Además del amor y la simpatía, los animales muestran otras cualidades que en nosotros
se llamarían morales (Darwin, 1981 1871, parte I, p. 70).
En línea con lo anterior, enfrentó el individualismo presente en el pensamiento
utilitarista del joven John Stuart Mill, quien, consideró, se equivocaba al establecer que
los sentimientos sociales no eran innatos, sino adquiridos por el individuo148. Para Mill,
147
Otros ejemplos que da Darwin son: «De una planta que produce anualmente un millar de semillas, de
las que, por término medio, sólo una llega a completo desarrollo, puede decirse, con más exactitud, que
lucha con las plantas de la misma clase o de otras que ya cubrían el suelo. El muérdago depende del
manzano y de algunos otros árboles; mas sólo en un sentido muy amplio puede decirse que lucha con estos
árboles, pues si sobre un mismo árbol crecen demasiados parásitos de éstos, se extenúa y muere; pero de
varias plantitas de muérdago que crecen muy juntas sobre la misma rama puede decirse con más exactitud
que luchan mutuamente. Como el muérdago es diseminado por los pájaros, su existencia depende de ellos,
y puede decirse metafóricamente que lucha con otras plantas frutales, tentando a los pájaros a tragar y
diseminar de este modo sus semillas. En estos varios sentidos, que pasan insensiblemente de uno a otro,
empleo por razón de conveniencia la expresión general lucha por la existencia» (Darwin, 2004 1859, p.
60).
148
En sus palabras: «El Sr. J. S. Mill habla, en su célebre obra "Utilitarismo" (1864, p. 46), de los
sentimientos sociales como un "poderoso sentimiento natural" y como "la base natural del sentimiento para
la moral utilitaria"; pero en la página anterior dice: "si, como es mi opinión, los sentimientos morales no
153
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
la suposición común de que los hombres deben ser impulsados a cada acción por
experimentar algún placer o dolor puede ser errónea (…) A menudo se ha supuesto que
los animales se volvieron sociales en primer lugar, y que por consiguiente se sienten
incómodos cuando están separados unos de otros, y cómodos cuando están juntos; pero
es más probable que estas sensaciones se hayan desarrollado primero para inducir a vivir
juntos a los animales que se beneficiarían de la vida en sociedad. De la misma manera
que el sentido del hambre y el placer de comer fueron, sin duda, adquiridos primero para
inducir a los animales a comer. El sentimiento de placer de la sociedad es probablemente
una extensión de los afectos paternos o filiales; y esta extensión puede atribuirse en parte
a la selección natural, pero quizás en parte a la mera costumbre. En efecto, entre los
animales que se benefician de vivir en estrecha asociación, los individuos que sienten
mayor placer en la sociedad son los que mejor escapan a los diversos peligros, mientras
que los que se preocupan menos por sus compañeros y viven en soledad perecen en mayor
número (Darwin, 1981 1871, parte I, p. 80).
Para Darwin, la selección natural crea necesidades de primer orden en las especies
las cuales se cubren a través de mecanismos de segundo orden (como el sentir placer o
dolor). En este esquema, la sociedad no es producto ni del dolor que genera al individuo
estar aislado ni del placer de la vida colectiva, sino, a la inversa, dicho dolor o placer
surgen como herramientas evolutivas para impulsar la innata necesidad de asociarnos y
buscar el bien de la comunidad (Darwin, 1981 1871, parte I, pp. 103-104). El principio
utilitarista de la mayor felicidad es útil sólo como herramienta para practicar ese «instinto
social» (en términos de Darwin) de búsqueda del bien general o el bien de la comunidad
de humanos y no humanos. El bien general –como distinto a la mayor felicidad– es para
Darwin «el medio por el cual el mayor número posible de individuos puede ser criado en
pleno vigor y salud, con todas sus facultades perfectas, bajo las condiciones a las que
están expuestos» (1981 1871, p. 98). Así, para él, son de nuestros instintos sociales de
los que nace la moral. En sus palabras:
son innatos, sino "adquiridos, no por ello son menos naturales". Me atrevo a discrepar de un pensador tan
profundo, pero, si no es discutible que los sentimientos sociales son instintivos o innatos en los animales
inferiores; ¿por qué no habrían de serlo en el hombre?» (Darwin, 1981 1871 , parte I, p. 71).
149
Se refiere a los filósofos utilitaristas.
154
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
los animales inferiores se han desarrollado, sin duda, por los mismos pasos, sería
aconsejable, si se encuentra factible, utilizar la misma definición en ambos casos, y tomar
como prueba de moralidad el bien general o el bienestar de la comunidad, en lugar de la
felicidad general; pero esta definición requeriría quizás alguna limitación a causa de la
ética política. (…) Sin duda, el bienestar de la comunidad y la felicidad del individuo
suelen coincidir; y una tribu contenta y feliz florecerá mejor que una descontenta e infeliz.
(…) y como todos desean la felicidad, el «principio de la mayor felicidad» se habrá
convertido en una guía y un objeto secundario muy importante; los instintos sociales,
incluida la simpatía, servirán siempre como impulso y guía primarios (Darwin, 1981
1871, pp. 97-99).
150
Un siglo antes de la obra de Darwin, los ilustrados escoceses ya habían propuesto la existencia de una
natural sociabilidad humana, producto de la cual el sentimiento de simpatía sería la base de la aprobación
moral de la conducta adecuada. La profesora Isabel Wences, en uno de los estudios más detallados sobre la
ilustración escocesa escritos en español, ha expuesto como esa natural sociabilidad estaba presente en la
obra de pensadores como Francis Hutcheson (1964-1746), David Hume (1711-1776) o Adam Smith (1723-
1790). En palabras de la profesora Wences: «los ilustrados escoceses tuvieron en común la imagen del
hombre como un ser naturalmente sociable y, en sus investigaciones, compartieron el método de
acercamiento al objeto de estudio siguiendo las reglas metodológicas de observación y experimentación
utilizadas por Newton y la misma epistemología tomando como soporte empírico principal a los datos
sensoriales. Todo ello los condujo a cuestionar aquellas visiones que contemplaban en los hombres una
clara tendencia egoísta y racional y a objetar los excesos del individualismo y su estrecha relación con el
egoísmo psicológico propio de los siglos XVII y XVIII a sustituir en el terreno de la teoría del conocimiento
el entonces extenso recurso a la racionalidad cartesiana; a discrepar de las teorías contractualistas que
aparecían como fruto de la filosofía del individualismo, y a refutar a quienes abogaban por la creación
artificial de la sociedad, porque para ellos esta última era el resultado de una serie de relaciones naturales»
(Wences, 2009, p. 78).
151
El carácter instintivo de la simpatía es resaltado por Darwin para diferenciar su propuesta de la de Smith.
En sus palabras: «Adam Smith argumentó anteriormente (…) que la base de la simpatía radica en nuestra
fuerte retención de estados anteriores de dolor o placer. Por lo tanto, "la visión de otra persona soportando"
hambre, frío, fatiga, revive en nosotros algún recuerdo "de estos estados, que son dolorosos incluso en la
idea". De este modo, nos vemos impulsados a aliviar los sufrimientos de otra persona, para que nuestros
propios sentimientos dolorosos se vean al mismo tiempo aliviados. De la misma manera, nos sentimos
impulsados a participar en los placeres de los demás. Pero no veo cómo este punto de vista explica el hecho
de que la simpatía es excitada en un grado inconmensurablemente más fuerte por un amado que por una
persona indiferente. La mera visión del sufrimiento, independientemente del amor, bastaría para suscitar en
nosotros vívidos recuerdos y asociaciones. La simpatía puede haberse originado al principio de la manera
antes sugerida; pero ahora parece haberse convertido en un instinto, que se dirige especialmente hacia los
objetos amados, de la misma manera que el miedo en los animales se dirige especialmente contra ciertos
enemigos» (Darwin, 1981 1871 , pp. 81-82).
155
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
instinto de la sociabilidad (al parecer, entendido desde el paradigma del hombre blanco
europeo) (Darwin, 1981 1871, parte II, pp. 393-394); o al indicar –criticando,
precisamente, el libro Harriet Taylor Mill y John Stuart Mill, La esclavitud de las mujeres
(1869)– que los hombres son, por efectos de la selección natural, «superiores» a las
mujeres (Darwin, 1981 1871, parte II, pp. 328-329).
Para Spencer, los seres humanos poseen de forma innata lo que él denomina
«instintos de los derechos personales». Esto es, una actitud «natural» hacia el egoísmo:
un sentimiento que le lleva a reclamar una parte tan grande de los privilegios naturales
como la que reclaman los demás, un sentimiento que le lleva a repeler cualquier cosa que
se parezca a una invasión de lo que él considera su esfera de libertad original. En virtud
152
A la altura de Comte, Marx, Durkheim o Weber.
153
El término la supervivencia del más apto, como ya mencioné, fue propuesto en su libro Principios de
Biología.
154
El párrafo completo en el que se encuentra esta cita da más luces sobre la propuesta de Spencer: «Ya
sea un ser humano o un animal, el obstáculo debe ser eliminado. Así como el salvaje ha tomado el lugar de
las criaturas inferiores, así debe, si ha permanecido demasiado tiempo como salvaje, dar lugar a su superior.
Y, obsérvese, es necesariamente a su superior al que, en la gran mayoría de los casos, cede el lugar. Porque,
¿cuáles son los prerrequisitos para una raza conquistadora? La fuerza numérica, o un sistema de guerra
mejorado; ambos son indicaciones de avance. La fuerza numérica implica ciertos antecedentes
civilizadores. La escasez de caza puede haber hecho necesarias las actividades agrícolas, posibilitando así
la existencia de una población más numerosa; o la distancia con respecto a otras tribus puede haber hecho
menos frecuentes las guerras, impidiendo así sus diezmos perpetuos; o la superioridad accidental sobre las
tribus vecinas puede haber conducido a la subyugación final y esclavitud de éstas. En cualquiera de estos
casos, la condición comparativamente pacífica resultante debe haber permitido el comienzo del progreso.
Evidentemente, por lo tanto, desde el principio, la conquista de un pueblo sobre otro ha sido, en su mayoría,
la conquista del hombre social sobre el hombre antisocial; o, hablando estrictamente, del más adaptado
sobre el menos adaptado» (Spencer, 1851, pp. 416-417).
156
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
de este impulso, los individuos, como unidades de la masa social, tienden a asumir
relaciones similares con los átomos de la materia, rodeados como están por sus
respectivas atmósferas de repulsión, así como de atracción (Spencer, 1851, p. 93).
Mientas para Darwin existe un «instinto social» que se explica por la selección
natural, para Spencer, por el contrario, todas las acciones humanas están guiadas por un
«instinto de los derechos personales». En otras palabras, Spencer considera que la
civilización humana se dirige, por fuerza del progreso y la evolución, hacia el
individualismo.
Estas características del pensamiento spenceriano han hecho que sea considerado
uno de los precursores de la corriente libertario-capitalista que durante el siglo XX fue
desarrollada por el economista, jurista y filósofo austriaco Friedrich Hayek155. La relación
entre Spencer y lo que luego sería el pensamiento libertario-capitalista adquiere fuerza si
tenemos en cuenta que su libro Estática Social fue publicado dos años después de iniciar
su trabajo como sub-editor de la revista The Economist, la cual, desde su fundación en
1843, se ha convertido en la principal fuente de difusión de la doctrina del laissez-faire
hasta nuestros días.
En sus primeros días, mientras era dirigida por Mill y ayudada por Molesworth, The
Westminster Review había sido un órgano del auténtico liberalismo, el liberalismo que
155
Sobre la relación entre Spencer y el pensamiento libertario-capitalista se puede ver: (Mingardi, 2011).
156
Pues con unas pocas horas de trabajo al día podía tener un sueldo con el cual cubrir sus gastos y
concentrarse en sus ideas.
157
Revista fundada y financiada en 1823 por Jeremy Bentham con el objetivo de difundir el trabajo de los
entonces conocidos como «filósofos radicales». La primera edición de la revista de 1824 publicó un trabajo
del economista James Mill (padre de Stuart Mill).
157
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
busca ampliar las libertades de los hombres; no la perversión moderna del mismo que, al
tiempo que les da libertades nominales en forma de votos (que no son más que un medio
para un fin) se afana en disminuir sus libertades, tanto por la multiplicación de
restricciones y mandatos, como por quitarles partes más grandes de sus ingresos para que
los gasten no como ellos quieran, sino como los funcionarios públicos quieran. En
cumplimiento de su genuino liberalismo, The Westminster Review había reprobado los
excesos del gobierno; y esta política tradicional la continuó Chapman de buen grado.
Conociendo mis puntos de vista sobre este asunto, me pidió que escribiera un artículo
exponiéndolos, y yo acepté de buen grado (Spencer, 1904, pp. 487-488).
158
Dada la influencia que parece ejercer el utilitarismo en el pensamiento naturalista de Spencer, George
Moore consideró a la propuesta spenceriana como naturalismo hedonista (Moore, 1922, p. 50).
159
La cita completa es la siguiente: «Igualmente concluyente es el argumento de la historia de la
civilización, o de la comparación de las diferentes razas humanas existentes. Que hay una inmensa
diferencia en complejidad y abstracción entre los razonamientos de los aborígenes británicos, sajones y
escandinavos, y los razonamientos de los bacones y newtons que han descendido de ellos, es una
observación trillada. Que el papú de Nueva Guinea no hace, ni puede hacer, inferencias que se aproximen
en complicación a las que hacen a diario los hombres de ciencia europeos, no es menos una perogrullada»
(Spencer, 1855, pp. 573-574).
160
En sus palabras: «debemos decir que la morfología y la fisiología de la Sociedad, en lugar de
corresponder a la morfología y la fisiología del hombre, corresponden más bien a la morfología y la
fisiología en general. Los organismos sociales, al igual que los organismos individuales, deben ser
158
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
ordenados en clases y subclases (…) Y así como la Biología descubre ciertos rasgos generales de desarrollo,
estructura y función, que se mantienen en todos los organismos, otros que se mantienen en ciertos grandes
grupos, otros en ciertos subgrupos que éstos contienen; así la Sociología tiene que reconocer verdades de
desarrollo, estructura y función sociales, que son, algunas de ellas universales, algunas de ellas generales,
algunas de ellas especiales. Porque, recordando la conclusión anteriormente expuesta, es evidente que en
la medida en que los seres humanos, considerados como unidades sociales, tienen propiedades en común,
los agregados sociales que forman tendrán propiedades en común; que las similitudes de naturaleza que se
dan en ciertas razas humanas, elevarán las similitudes de naturaleza en las naciones que surjan de ellas; y
que los rasgos peculiares que poseen las variedades más elevadas de hombres, deben dar lugar a rasgos
distintivos que poseen en común las comunidades en las que se organizan» (Spencer, 1873, pp. 59-60).
161
En sus palabras: «Cuando el hábitat conlleva modos de vida inferiores, se produce una degradación.
Sólo ocasionalmente la nueva combinación de factores produce un cambio que constituye un paso en la
evolución social, e inicia un tipo social que se extiende y suplanta a los tipos sociales inferiores. Y con estos
agregados superorgánicos, al igual que con los agregados orgánicos, la progresión en unos provoca el
retroceso en otros. Las sociedades más evolucionadas empujan a las sociedades menos evolucionadas a
hábitats desfavorables, lo que conlleva para ellas una disminución de tamaño o una decadencia de la
estructura, o ambas cosas. La evidencia directa nos obliga a llegar a esta conclusión. El paso de la
civilización superior a la inferior, conocido durante la época escolar, se ejemplifica aún más a medida que
se amplían nuestros conocimientos (…) Perú y México fueron antaño sedes de sociedades grandes y
elaboradamente organizadas, que han sido desorganizadas por la conquista; y donde las ciudades de
América Central contenían antaño grandes poblaciones que llevaban a cabo diversas industrias y artes, no
hay ahora más que tribus dispersas de salvajes. Indudablemente, causas como las que produjeron estos
retrocesos, han actuado durante todo el período de la existencia humana. Siempre ha habido cambios
cósmicos y terrestres que, mejorando algunos hábitats, han empeorado otros; siempre ha habido
superpoblaciones, propagación de tribus, conflictos con otras tribus y huida de los vencidos a localidades
no aptas para una vida social tan avanzada como la que habían alcanzado; siempre, donde la evolución no
ha sido interferida externamente, ha habido esas decadencias y disoluciones que completan los ciclos de
cambios sociales. Y la implicación es que los remanentes de las razas inferiores, refugiándose en regiones
inclementes, estériles o de otro modo no aptas, han retrocedido» (Spencer, 1898b, pp. 96-98).
159
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
162
En sus palabras, «es evidente que el utilitarismo empírico, que hace de la felicidad el objetivo inmediato,
contrasta con el utilitarismo racional, que tiene como objetivo el cumplimiento de las condiciones para la
felicidad» (Spencer, 1978, párr. 375).
163
En sus palabras: «Al alegar que el utilitarismo empírico no es más que una introducción al utilitarismo
racional, señalé que este último no toma el bienestar como su objeto inmediato de búsqueda, sino que toma
como su objeto inmediato de búsqueda la conformidad con ciertos principios que, en la naturaleza de las
cosas, determinan causalmente el bienestar. Y ahora vemos que esto equivale a reconocer esa ley, rastreable
a lo largo de la evolución de la conducta en general, de que cada orden posterior y más alto de medios tiene
precedencia en el tiempo y en la autoridad de cada orden anterior e inferior de medios» (Spencer, 1978,
párr. 60).
160
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
liberales clásicos, quienes aceptaban que los seres humanos son libres y responsables de
la mayor parte de su conducta, razón por la cual la existencia de un gobierno que proteja
los derechos individuales era necesaria. Spencer, por el contrario, rechazó la idea de la
libertad de la voluntad humana, pues, para él, la evolución estaba irremediablemente
encaminada hacia el progreso del individuo humano. Al considerar que el individuo
estaba evolucionando naturalmente hacia un orden social final de mayor perfección, «la
libertad se interpretó como la condición por la que el progreso hacia este fin se ve menos
impedido, es decir, por la que todas las personas pueden avanzar hacia su emancipación
final» (Machan, 1978). En este escenario, el gobierno perjudicaría más que favorecería a
la búsqueda de la perfección, en línea con lo que más tarde propondrían los pensadores
libertarianos.
Spencer acabó con el problema del alma y reconoció una continuidad del cuerpo en que
los animales evolucionaban por eliminación de los inferiores, que llegaba a los humanos
y que también reconocía grados de evolución entre éstos, con lo cual los únicos titulares
plenos de derechos serían los humanos superiores, destinados a tutelar a los inferiores sin
mucha exageración, para no privarlos de su evolución (2011, p. 41).
164
La siguiente cita de Darwin puede ser especialmente esclarecedora respecto de este punto: «se puede
objetar que, si todos los seres orgánicos tienden así a ascender en la escala, ¿cómo es que en todo el mundo
sigue existiendo una multitud de formas inferiores, y cómo es que en cada gran clase algunas formas están
mucho más desarrolladas que otras? ¿Por qué las formas más desarrolladas no han suplantado y
exterminado en todas partes a las inferiores? Lamarck, que creía en una tendencia innata e inevitable hacia
161
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
hecho, el propio Darwin llegó a decir de forma expresa en sus años finales que las teorías
de Spencer no llegaban a convencerlo. En una carta escrita a Wallace165 el 28 de agosto
de 1872, expresaba: «no sé por qué, pero nunca me convence la deducción, ni siquiera en
el caso de los escritos de H. Spencer» (Darwin, 1887, p. 408). En la misma línea, en una
carta dirigida a John Fiske166 de fecha 8 de diciembre de 1874, Darwin dijo:
la perfección en todos los seres orgánicos, parece haber sentido esta dificultad tan fuertemente, que fue
llevado a suponer que formas nuevas y simples son continuamente producidas por generación espontánea.
Sin embargo, la ciencia, bajo su aspecto actual, no admite la creencia, cualquiera que sea el futuro, de que
los seres vivos se están generando ahora. En nuestra teoría, la existencia continuada de organismos
inferiores no ofrece ninguna dificultad, ya que la selección natural, o la supervivencia del más apto, no
incluye necesariamente el desarrollo progresivo; sólo aprovecha las variaciones que surgen y son
beneficiosas para cada criatura en sus complejas relaciones de vida. Y cabe preguntarse qué ventaja tendría,
a nuestro entender, para un animalito infusorio, para una lombriz intestinal, o incluso para una lombriz de
tierra, estar muy organizado. Si no fuera una ventaja, estas formas serían dejadas por la selección natural
sin mejorar o muy poco mejoradas, y podrían permanecer por edades indefinidas en su actual condición
poco avanzada. Y la geología nos dice que algunas de las formas más bajas, como los infusorios y los
rizópodos, han permanecido durante un enorme período en casi su estado actual. Pero suponer que la mayor
parte de las numerosas formas bajas existentes en la actualidad no han avanzado en lo más mínimo desde
los primeros albores de la vida, sería una imprudencia, pues todo naturalista que haya disecado algunos de
los seres que ahora se clasifican como muy bajos en la escala, debe haber quedado impresionado por su
organización realmente maravillosa y hermosa» (Darwin, 1869, p. 145).
165
Quien, como se mencionó anteriormente, le había sugerido utilizar el término la supervivencia del más
apto casi una década atrás.
166
John Fiske (1842-1901) fue un filósofo estadounidense que, altamente influido por la visión de la
evolución de Spencer y los estudios sobre los tamaños de los cerebros de la época, llegó a establecer que
los anglosajones eran superiores frente a los otros fenotipos humanos. Bajo esta idea llegó a sostener freses
tan deshumanizantes como la siguiente: «Si tenemos en cuenta el pliegue de la superficie cerebral, la
diferencia entre el cerebro de un Shakespeare y el de un salvaje australiano sería sin duda cincuenta veces
mayor que la diferencia entre el cerebro del australiano y el de un orangután» (Fiske, 2009 1884, pp. 71-
72).
162
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Se podría sostener que el «más evolucionado» es, de hecho, también mejor. Y esta opinión
no implica ninguna falacia. Pero, para que nos sirva de orientación sobre cómo debemos
actuar en el futuro, implica una larga y penosa investigación de los puntos exactos en los
que consiste la superioridad de los más evolucionados. No podemos suponer que, porque
la evolución es un progreso en su conjunto, cada punto en el que el más evolucionado
difiere del que menos, es un punto mejor. (…) Tendremos que emplear todos los recursos
de una discusión estrictamente ética para llegar a una valoración correcta de los diferentes
resultados de la evolución para distinguir los más valiosos de los menos valiosos, y ambos
de los que no son mejores que sus causas, o quizás incluso peores (Moore, 1922, p. 55).
167
«si lo que queremos de un filósofo de la ética es una Ética científica y sistemática, no simplemente una
Ética supuestamente "basada en la ciencia"; si lo que queremos es una discusión clara de los principios
fundamentales de la Ética, y una declaración de las razones últimas por las que una forma de actuar debería
considerarse mejor que otra, entonces los "Datos de la Ética" del Sr. Spencer están inmensamente lejos de
satisfacer estas demandas» (Moore, 1922, p. 54).
163
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Pinchot (1865-1946). Por un lado, se atribuye a John Muir el surgimiento del movimiento
preservacionista moderno con la creación, el 28 de mayo de 1892, del «Sierra Club», una
de las primeras organizaciones para la preservación del ambiente. Inspirándose en la
filosofía de contemplación de la naturaleza de los estadounidenses Ralph Waldo Emerson
(1803-1882) y Henry David Thoreau (1817-1862) (contenida en sus libros Nature de
1836168 y Excursions de 1863169, respectivamente), Muir publicó varios artículos y libros
de divulgación sobre las montañas de California y los parques nacionales de Estados
Unidos170 (Worster, 2008, p. 3). Con ellos, buscaba que la ciudadanía se diera cuenta que
contemplar la naturaleza por su valor estético o espiritual era más valioso que el uso
productivo que se le puede dar. Para Muir, tenía más valor que la naturaleza fuera
preservada para los turistas que, por ejemplo, para los madereros o pastores171.
Por otro lado, en la misma época, Gifford Pinchot, criticando la propuesta de una
naturaleza intocada de su amigo y mentor John Muir, propuso una nueva ética de la
conservación de tipo democrática y utilitarista, por la cual la conservación de la naturaleza
debía alinearse con los objetivos del progreso humano. Para Pinchot, el valor de la belleza
de la naturaleza es menos importante que su valor de recurso para el desarrollo científico
y tecnológico del ser humano. Frente a la naturaleza silvestre de Muir, Pinchot proponía
un uso responsable de los recursos naturales a favor del ser humano. Esto hace que
algunos autores consideren a Pinchot como el padre del movimiento ambientalista
moderno (Miller, 2001).
Esta disputa entre Pinchot y Muir dio paso a las dos ramas principales del
movimiento ambiental estadounidense: el conservacionismo y preservacionismo. Pinchot
se apropió del término conservación para su filosofía utilitarista del desarrollo científico
de los recursos, mientras que la filosofía de una naturaleza silvestre e intocada de Muir
pasó a ser conocida como preservacionista (Callicott, 2004, p. 47).
168
Publicado anónimamente en 1836 y luego compilado junto a otros escritos suyos en una obra de 1849
(Emerson, 2008 [1836-1849]).
169
Libro que iniciaría con una nota biográfica del autor escrita por, justamente, por R.W. Emerson
(Thoreau, 1863).
170
Un compendio de los ensayos de John Muir se puede encontrar en: (Muir, 1980)
171
Al respecto se puede ver, por ejemplo, su relato The Wild Parks and Forest Reservations of the West en:
(Muir, 1901).
164
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
172
Sobre esto último, Muir ha sido criticado por presuntamente reflejar prejuicios aristocráticos y
privilegios de clase en su propuesta de la naturaleza como algo para el deleite del turista (Callicott, 2004a,
pp. 46).
165
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
173
Como se puede comprobar si leemos al Smith de la Riqueza de la Naciones, junto con el Smith de la
Teoría de los Sentimientos Morales, y al Hume del Tratado de la Naturaleza Humana.
174
Hace referencia al modelo comunitario de ecología del zoólogo y naturalista inglés Charles Elton (1900-
1991). Con base en este, el mundo natural está organizado como una intrincada sociedad corporativa en la
que las plantas y los animales ocupan «nichos» en la economía de la naturaleza. Un nicho eltoniano,
entonces, enfatiza que una especie no solo crece en un entorno y responde a él, sino que también puede
cambiar el entorno y su comportamiento a medida que crece.
175
Como señala Callicot, «David Hume y Adam Smith habían argumentado que la ética se basa en los
sentimientos, que, sin duda, pueden ser amplificados e informados por la razón. Y puesto que en el reino
animal los sentimientos son posiblemente mucho más comunes o extendidos que la razón, serían un punto
de partida mucho más probable para un relato evolutivo del origen y el desarrollo de la ética» (Callicott,
1987, p. 190).
166
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
176
Sin embargo, debemos tener en cuenta, que la mirada ontológica sobre las relaciones, también responde
a formas ontológicas de ver el mundo. Así, el científico posee una mirada ontológica sobre las relaciones
que se dan en la naturaleza, distinta de como la viven, por ejemplo, los pueblos indígenas de América.
Sobre esto volveré más adelante.
177
Leopold explica que «la evolución es una larga serie de cambios auto inducidos, cuyo resultado neto ha
sido elaborar el mecanismo de flujo y alargar el circuito. Los cambios evolutivos, sin embargo, suelen ser
lentos y locales. La invención de herramientas por parte del hombre le ha permitido realizar cambios de
una violencia, rapidez y alcance sin precedentes» (Leopold, 2017, p. 194).
167
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
población sin control ¿las muertes masivas de humanos serían buenas? Este tipo de
preguntas han llevado a varios autores, entre ellos, al animalista Tom Regan, a clasificar
a la ética de la tierra como un claro caso de «fascismo ambiental» (Regan, 1983, p. 362).
Sin embargo, en línea con lo dicho por Callicott, diré que no se puede desprender de la
propuesta de Leopold una ética de la tierra que tuviera implicaciones o consecuencias
inhumanas o antihumanitarias. Este tipo de objeciones, señala Callicott, son producto de
la incorrecta aplicación de presupuestos filósofos ortodoxos a la ética de la tierra. En sus
palabras:
La teoría ética moderna convencional descansa en el derecho moral, esto es, en un criterio
o calificación. Si un candidato cumple con el criterio él o ella tiene derecho a la misma
posición moral que otros que poseen la misma calificación en igual grado. Por lo tanto,
(…) si los seres humanos son, junto con otros animales, plantas, suelos y aguas,
igualmente miembros de la comunidad biótica, y si la pertenencia a la comunidad es el
criterio de igual consideración moral, entonces no sólo los animales, las plantas, los suelos
y las aguas tienen «derechos» iguales (altamente asimilados), sino que los seres humanos
están igualmente sujetos a la subordinación del bienestar y los derechos individuales con
respecto al bien de la comunidad en su conjunto. Pero la ética de la tierra, como me he
esforzado en señalar, es heredera de una línea de análisis moral diferente de la
institucionalizada en la filosofía moral contemporánea. Del análisis evolutivo biosocial
de la ética sobre la que Leopoldo construye la ética de la tierra no sustituye ni anula las
acreciones anteriores. Las sensibilidades y obligaciones morales previas que acompañan
y se correlacionan con los estratos anteriores de participación social siguen siendo
operativas y preventivas (Callicott, 1987, pp. 206-207).
168
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
comunidades de alrededor del mundo han mantenido, desde siempre, una relación
respetuosa y horizontal con la naturaleza. Si justificamos que el momento ecocéntrico
aparece ahora producto de nuestro crecimiento moral guiado por «occidente», olvidamos
sus injusticias pasadas y que la propia idea de «progreso» cuenta una historia situada
desde un lugar específico del mundo: Europa. Al ser «occidente» el que marca «el ritmo
del progreso humano», la catástrofe ecológica que han producido sería un paso necesario
hacia la evolución de su actual «conciencia ecológica». Se borra su responsabilidad en el
problema y se convierten en la fuente de las «evolucionadas» soluciones. Decir que ahora
sí, ¡por fuerza de la evolución y mandato de nuestro actual conocimiento científico! es el
momento de la ética de la tierra, implica olvidar a los pueblos y comunidades que,
inclusive frente a la colonización y a la barbarie, han venido luchando desde antes por el
mundo no-humano con el que se relacionan.
La teoría del valor intrínseco aplicada a temas ambientales surgió de la mano de la ética
ambiental, subdisciplina de la filosofía moral que aparece en la década de los 70´s. La
ética ambiental, tal como señala Callicott, puede ser entendida como una filosofía
aplicada o una filosofía teórica. En su primera acepción, la filosofía buscará la aplicación
de las categorías filosóficas tradicionales al problema ambiental. Por su parte, la ética
ambiental entendida como filosofía teórica buscará formular principios morales o
metafísicos alternativos desde los cuales se pueda desarrollar una teoría del valor no
antropocéntrica (Callicott, 2004b, pp. 100-101). En el marco de esta segunda dimensión,
las teorías del valor intrínseco que desarrollaré en este apartado, buscarán formular una
nueva axiología no antropocéntrica para enfrentar los problemas ambientales.
169
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
El trabajar sobre una teoría del valor que supere los límites antropocéntricos ha
sido una de las grandes preocupaciones de parte de los filósofos y éticos ambientales.
(Ouderkirk y Hill, 2002, p. 6). Para estos, si se logra demostrar que existe un valor
intrínseco en los seres no humanos, podremos derivar de aquello obligaciones morales
para con dichos seres. Tradicionalmente, se ha considerado que solo existen dos tipos de
valor: intrínseco e instrumental. Algo tiene valor intrínseco cuando su relevancia se mide
por sí mismo, mientras que algo tiene valor instrumental cuando su relevancia es
proporcional a su importancia para algo que posee valor intrínseco (Valdés, 2004, pp. 10-
13).
La teoría del valor antropocéntrica considera que solo el ser humano tiene valor
intrínseco y que la naturaleza tiene un valor instrumental cuyo peso es relativo a la
importancia que tenga para los fines u objetivos del ser humano. En apartados anteriores
manifesté que la teoría del valor instrumental de la naturaleza es el núcleo de las
propuestas antropocéntricas de la justicia ambiental. Del mismo modo, argumenté que las
propuestas biocéntricas del hedonismo o del conatus, pueden ser entendidas como un
antropocentrismo por analogía y, por ende, una teoría del valor que, aunque pretende ser
no antropocéntrica, no parece cumplir con dicho objetivo. Frente a estas propuestas,
ecólogos y éticos ambientales, desde el teísmo, el holismo y el sentimentalismo, han
intentado demostrar que la naturaleza posee un valor intrínseco.
170
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
tiene una cosa en razón de sus propiedades intrínsecas, así, el valor intrínseco de los seres
no humanos dependería únicamente de su propiedad no relacional, y 3) como sinónimo
de «valor objetivo», aquí el valor intrínseco se convierte en una meta ética que niega el
que la fuente de todo valor resida en quien valora (O’Neill, 1992, p. 120).
Por su parte, la ética objetivista sostiene que las propiedades evaluativas de los
objetos son propiedades reales de los objetos, es decir, que son propiedades que poseen
independientemente de la evaluación que hagan sus evaluadores. En el pensamiento
ambiental, resulta común decir que la posición de tales propiedades intrínsecas conlleva
una consideración moral. Esto, como da cuenta O´Neill, parece ser un error. El que algo
tenga un bien objetivo no implica, necesariamente, que ese bien se deba ser promovido:
es posible hablar en un sentido objetivo de lo que constituyen los bienes de las entidades,
sin hacer ninguna afirmación de que éstos deban realizarse. Podemos saber lo que es
«bueno para X» y, en relación con ello, lo que constituye el «florecimiento de X» y, sin
embargo, creer que X es el tipo de cosa que no debería existir y, por tanto, que el
florecimiento de X es justo el tipo de cosa que deberíamos inhibir (…) Que Y sea un bien
de X no implica que Y deba realizarse, a menos que tengamos una razón previa para creer
que X es el tipo de cosa cuyo bien debe promoverse (O’Neill, 1992, pp. 130-131).
Por el otro lado, uno puede evaluar el valor intrínseco de la naturaleza no por sus
propiedades objetivas, sino por sus propiedades relacionales sin que ello signifique,
necesariamente, que la naturaleza posee solo un valor instrumental para los seres
humanos. Como ejemplifica O´Neill, decir que lo silvestre tiene valor porque no ha sido
tocado por lo humano, equivale a decir que tiene valor en virtud de una relación –en este
caso, nuestra ausencia– que tiene con los humanos y sus actividades, sin que aquello
171
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
signifique que tiene un valor instrumental para nuestros fines (1992, pp. 124-125). Por lo
anterior, el que la naturaleza tenga un valor no instrumental no se compromete,
necesariamente, con una meta ética objetivista, puede haber una ética ambiental
relacional.
En resumen, decir que algo tiene un valor no instrumental no dice nada respecto
de nuestras obligaciones para con ese algo. Tampoco lo hace el decir que tiene una
propiedad objetiva y única. En el lado opuesto, decir que algo tiene un valor relacional,
no implica, necesariamente, que tenga un valor instrumental. Entonces, la pregunta
siempre abierta es ¿qué postura debe sostener la ética ambiental? 178 En mi opinión, dicha
pregunta no puede poseer una única respuesta correcta de carácter universal ni se debe
cerrar el debate al decir que algo tiene un valor intrínseco objetivo (por ejemplo, la
integridad de los ecosistemas) acudiendo a la verdad de la ciencia y esta consideración,
como veremos, será el eje de mis reflexiones en esta sección.
Finalmente, para los fines que persigue esta tesis es importante aclarar que
sostener una teoría del valor no antropocéntrica no equivale a decir que se propongan
derechos legales para personas no humanas. Existen teóricos del valor que sí utilizan el
lenguaje de derechos, mientras otros, de forma expresa, buscan no incluir la idea de
derechos para las entidades no humanas a las cuales se les ha concedido valor intrínseco.
Se debe tener claro que no es lo mismo hablar de derechos para entidades no humanas
que de valor intrínseco para las mismas, aunque ambas estrategias puedan coincidir en
algunos casos.
3.2.5. De la «ética de la tierra» (Land Ethic) a la «ética del planeta Tierra» (Earth
Ethic): J. Baird Callicott y el monismo ético cientificista
178
O´Neill parece posicionarse a favor de considerar que la naturaleza tiene un valor no instrumental, pero,
al mismo tiempo, establece que dicho valor no debe sustentarse en un catálogo de bienes objetivos en los
que no participa el ser humano. En contraste, propone tender un puente aristotélico entre los bienes
objetivos y los deberes. Los seres humanos, indica, tienen bienes constitutivos de su florecimiento y, en
consecuencia, otros bienes instrumentales para ese florecimiento. En este contexto, el florecimiento de
muchos otros seres vivos debe ser promovido porque son constitutivos de nuestro propio florecimiento
(O’Neill, 1992, p. 133).
172
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Sin embargo, como el propio Callicott enfatiza, la «ética del planeta Tierra» no
reemplaza a la «ética de la tierra», sino que la complementa al igual que esta última, como
173
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
En 1987 Callicott coordinó una obra titulada Companion to a Sand County Almanac,
Interpretive & Critical Essays, en la cual varios de los que ahora son considerados los
nombres más importantes de la ética ambiental reflexionaron sobre el pensamiento de
Leopold179. Esta obra pionera fue el puente entre el conservacionismo de Leopold y el
pensamiento filosófico (Ouderkirk y Hill, 2002, pp. 2-6). Posteriormente, Callicott
desarrolló esta forma de filosofía ecológica en varios artículos compilados en sus obras
In Defense of the Land Ethic (1989) y Beyond the Land Ethic (1999). En dichos libros,
establece que el mandato moral básico se resume en la famosa máxima de Leopold: «algo
es correcto cuando tiende a preservar la integridad, estabilidad y belleza de la comunidad
biótica. Es incorrecto cuando tiende a otra cosa» (Leopold, 2017, p. 202). La sencillez y
contundencia de esta máxima constituyen parte de su éxito, sin embargo, su aplicación
requiere responder a preguntas más complejas y mucho menos concluyentes, tales como:
¿qué debemos entender por bienestar de la comunidad biótica? Y, tal vez más importante,
¿quién lo mide? y ¿cómo se mide? La ciencia, como veremos, juega aquí un papel central.
179
Entre ellos, Roderick Nash y Holmes Rolston III.
174
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
a los individuos, con un monismo ético que otorga a la ciencia el papel de guía de nuestros
sentimientos morales.
Para Hume, la consideración moral no es algo que se obtiene por el simple hecho
de poseer capacidades determinadas (como el sentir o razonar), sino por la voluntad de
los sujetos morales, esto es, de sus sentimientos éticos o morales180. Desde esta
perspectiva, son los sentimientos morales los que producen a los destinatarios de nuestra
preocupación moral y no al revés181: «los seres racionales pueden ser objeto de respeto,
las sociedades pueden ser objeto de lealtad y las naciones pueden ser objeto de
patriotismo» (Callicott, 2013, p. 60).
180
Un análisis detallado sobre la moral basada en el sentimiento en pensadores de la ilustración escocesa
como Hume y Smith, se puede consultar el trabajo de la profesora Isabel Wences: (2009, pp. 96-136).
181
Al respecto, se puede ver principalmente los dos apartados de la primera parte del libro tercero de su
Tratado de la Naturaleza Humana, titulados: «Las distinciones morales no se derivan de la razón» y «Las
distinciones morales se derivan de un sentimiento moral» (Hume, 2001 1740, pp. 331-344).
182
Gran parte de las críticas que ha recibido Callicott han estado dirigidas a su interpretación del
pensamiento de Hume como holista o la relación que ha hecho de este con la ética ecológica. A estas críticas
responde ampliamente en: (Callicott, 2013).
175
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
en nuestra general aprobación de caracteres y modos de conducta, la tendencia útil que poseen
las virtudes sociales no es producto de ninguna consideración de interés egoísta, sino que tiene
una influencia mucho más universal y amplia. Parece que una tendencia al bien público y a
promover la paz, la armonía y el orden en la sociedad siempre nos pone del lado de las virtudes
sociales, al afectar a los principios benevolentes de nuestra especie (Hume, 2014 1751, p.
120).
183
Así, de hecho, lo expresó el propio Hume en su corta biografía escrita en 1766, My Own Life: «En el
mismo año 1751 se publicó en Londres mi Enquiry concerning the Principies of Morals, que, en mi
opinión (aunque yo no debería juzgar sobre este asunto) es, de todos mis escritos históricos, filosóficos o
literarios, incomparablemente el mejor. Vino al mundo, y pasó desapercibido» (Hume, 1985 1766, p. 18).
176
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Por otro lado, la «ética de la tierra», recordemos, aparece como una necesidad
evolutiva en un proceso que comenzó con la preocupación por el ser humano, posteriormente
por su sociedad y, actualmente, por la comunidad biótica en la que se integra. Este relato
evolutivo no desconoce la importancia que merece el individuo en las reflexiones morales, tan
solo amplía su marco de análisis para establecer su valor relativo, tomando como base el
parámetro último de la moral que es el bienestar de la comunidad biótica. Como el propio
Callicott expone:
Una sociedad está constituida por sus miembros, un cuerpo orgánico por sus células y el
ecosistema por las plantas, los animales, los minerales, los fluidos y los gases que lo
componen. No se puede afectar a un sistema en su conjunto sin afectar al menos a algunos
de sus componentes (…) el bien de la comunidad en su conjunto, sirve como punto de
referencia para la evaluación del valor relativo y el ordenamiento relativo de sus partes
constitutivas y, por lo tanto, proporciona un medio para adjudicar, desde una medida
igual, las demandas, a menudo mutuamente contradictorias, de las partes consideradas
por separado (Callicott, 1989, p. 25).
Así, las plantas, los animales, los ríos y los árboles serían los destinatarios finales
de la ética de tierra, pero también los seres humanos y sus necesidades alimenticias. La
ética de la tierra puede exigir consideración moral a las plantas y a los animales que
favorecen el bienestar de la comunidad biótica, al mismo tiempo que permite que talen o
maten a aquellos que la perjudican. Como ejemplifica Callicott:
cazar y matar un ciervo de cola blanca en determinados distritos no sólo puede ser
éticamente permisible, sino que puede ser una exigencia moral, necesaria para proteger
el medio ambiente local, en su conjunto, de los efectos desintegradores de una explosión
demográfica de ciervos. Por otra parte, los animales raros y amenazados como el lince
deben ser especialmente cuidados y preservados (...) como miembros de importancia
crítica de las comunidades bióticas de las que son nativos. Del mismo modo, algunas
plantas pueden ser muy importantes para la estabilidad, la integridad y la belleza de las
comunidades bióticas, mientras que algunos animales, como las ovejas domésticas (...)
184
Como ejemplifica el propio autor: «Los municipios tienen redes de transporte y comunicaciones. Sus
ciudadanos, individualmente, no. Por tanto, los municipios, según este criterio, son entidades reales. Del
mismo modo, las comunidades bióticas tienen cadenas y nichos alimentarios. Las plantas y los animales
que las componen no. Por tanto, las comunidades bióticas, según este criterio, son entidades reales»
(Callicott, 2013, pp. 91-92).
177
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
podrían ser una amenaza pestilente para la comunidad floral natural de un lugar
determinado (1989, p. 21).
Sin embargo, la máxima de Leopold deja sin responder una pregunta central para
su correcta aplicación: ¿qué debemos entender por integridad, estabilidad y belleza de la
comunidad biótica? Las comunidades bióticas no son «estables» en el tiempo, por el
contrario, su propia naturaleza es evolutiva y cambiante. Por ello, no podemos afirmar
que estas poseen una ontología sólida cuya «integridad» deba ser, sin lugar a dudas,
preservada. La belleza tampoco sería un parámetro de evaluación objetivo, pues esta no
es una propiedad real del objeto, sino una valoración estética que el ser humano hace
sobre el objeto y, por tanto, variable.
Aun yendo más allá, tal como establece Callicott, inclusive si llegamos a
interpretar la idea de belleza en Leopold como sinónimo de salud de las comunidades
bióticas, tampoco encontramos una respuesta aceptable. Para Leopold, el funcionamiento
saludable de un ecosistema depende de la preservación de sus especies nativas. Sin
embargo, los desarrollos recientes de la ciencia ecológica han dado cuenta de que la biota
de un ecosistema es sólo una fase temporal y que lo realmente importante en términos
ecológicos son sus procesos de circulación de la materia y flujo de energía 185. Así,
reemplazar un organismo de un ecosistema tiene un impacto en su salud sólo cuando la
especie por la que es reemplazado no realiza adecuadamente las mismas funciones eco
sistémicas186. Por lo anterior, a la luz de los desarrollos más recientes de la ecología,
Callicott ha propuesto reformular la máxima moral de Lepold añadiendo una variable de
escala que responda a las dinámicas climáticas y ecológicas actuales: «Una cosa está bien
cuando tiende a preservar la belleza de la comunidad biótica y a perturbarla sólo en escalas
espaciales y temporales normales. Está mal cuando tiende a lo contrario». Con esta
reformulación, la acción correcta e incorrecta no se determina por el grado de afectación
que ejerza el ser humano en las especies nativas de un ecosistema, sino por el grado de
perturbación que la acción antropogénica ejerza sobre los procesos de cambio espacial y
temporalmente normales en un ecosistema.
185
El ciclo de la materia es el proceso que siguen los elementos químicos de la materia orgánica dentro de
un ecosistema determinado. Por otro lado, el flujo de energía es el proceso por el cual se transforma y
distribuye la energía que obtenemos del sol.
186
Por ejemplo: talar una especie de árbol nativa que no es rentable económicamente para plantar una
especie externa que sí lo es, dañaría la salud de ese ecosistema sólo si la nueva especie no cumple con las
mismas funciones ecosistémicas que la anterior.
178
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
los Homo sapiens individuales son miembros y ciudadanos de la comunidad biótica (...)
Pero, también siguen siendo miembros y, a veces, ciudadanos de otras comunidades: clanes
(familias extensas), tribus, naciones (grupos étnicos), estados-nación (países), la aldea global
(la comunidad internacional), cada una con su propia ética asociada. Según Leopold, la ética
de la tierra es una de las diversas «acumulaciones» éticas, el siguiente «paso en una secuencia»
prevista (…) La ética de la tierra, por tanto, no sustituye a todos los pasos anteriores de la
secuencia ética; es un añadido a ellos (Callicott, 2013, p. 66).
187
Leopold –destaca el propio Callicott– ha sido calificado de hipócrita por defender la ética de la tierra y ser
también un cazador habitual (2013, p. 65).
188
Véase el apartado dedicado al pensamiento del biocentrista deontológico Tom Regan.
179
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
pertenencia a varias comunidades éticas, se debe aplicar primero P21 y luego P22.
Pero, si los deberes para con nuestras comunidades más íntimas (P21) se oponen
a nuestros deberes y obligaciones más fuertes (P22), entonces el principio de tercer
orden (P3) dispone que nuestras obligaciones más fuertes (P22) triunfen sobre las
más cercanas (Callicott, 2013, p. 67).
180
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
que actúan como puente entre el mundo de los hechos y la moral (Callicott, 2013, pp. 73-
74). Como resume el filósofo comunitarista conservador, Alasdair MacIntyre (a quien
Callicott cita como respaldo):
Hume no está afirmando en este pasaje la autonomía de la moral –pues no creía en ella;
tampoco está haciendo una observación sobre su obligatoriedad –pues no la menciona.
Está afirmando, que la cuestión de cómo se relacionan la base fáctica de la moral y la
moral es crucial en términos lógicos. La reflexión sobre esta conexión, nos permitirá dar
cuenta de las formas en las que se puede hacer esta transición y aquellas en las que no.
Hay que ir más allá del pasaje para ver cuáles son éstas; pero si se hace, está claro que
podemos conectar los hechos de la situación con lo que debemos hacer sólo por medio de
uno de esos conceptos que Hume trata bajo el título de las pasiones (…) Hume no está
tratando (…) de decir que la moral carece de base; está tratando de señalar la naturaleza
de esa base (MacIntyre, 1959, pp. 465-466).
Los utilitaristas eliminaron el intermediario afectivo, por así decirlo, e hicieron del cálculo
de la utilidad la medida directa del valor moral de una acción. Y definieron la utilidad en
términos de felicidad e hicieron que la felicidad consistiera en el placer y la ausencia de
dolor. Mientras que para Hume un tipo especial de placer era un marcador de utilidad,
para los utilitaristas el placer en todas sus formas era la moneda de la utilidad y la cantidad
(y para Mill la calidad) del placer era la medida de la utilidad (Callicott, 2013, pp. 55-56).
a fin de preparar el camino para que se dé tal sentimiento y pueda éste discernir
propiamente su objeto, encontramos que es necesario que antes tenga lugar mucho
razonamiento, que se hagan distinciones sutiles, que se infieran conclusiones precisas,
que se establezcan comparaciones distantes, que se examinen relaciones complejas, y que
181
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
los hechos generales se identifiquen y se esté seguro de ellos (…) en muchas clases de
belleza, particularmente las que se dan en las bellas artes, es un requisito emplear mucho
razonamiento para llegar a experimentar el sentimiento apropiado; y un gusto equivocado
puede corregirse frecuentemente mediante argumentos y reflexiones. Hay justo
fundamento para concluir que la belleza moral participa en gran medida de este segundo
tipo de belleza, y que exige la ayuda de nuestras facultades intelectuales para tener
influencia en el alma humana (Hume, 2014 1751, p. 43).
Con mayor fiabilidad que cualquier otro método de razonamiento, la ciencia determina y
fija los hechos generales, examina las relaciones complicadas, establece comparaciones
distantes, extrae conclusiones justificadas y hace distinciones agradables. El papel de la
ciencia en la deliberación ética es llevar los hechos, las relaciones, las analogías, las
conclusiones y las distinciones ante el jurado de nuestros sentimientos morales para que
los juzgue o actúe (…) nuestras diferencias morales de opinión no se basan en las
diferencias de sentimiento, sino en el razonamiento que precede a la sentencia final de
sentimiento. Como señala MacIntyre, Hume pensaba que si se resolvieran todos los
desacuerdos fácticos, no quedaría ningún desacuerdo moral (Callicott, 2013, pp. 79-80).
He tomado un camino largo para llegar a este punto, pero lo considero necesario
para dar cuenta de la verdadera tesis de Callicott: la ciencia ecológica puede ser la fuente
de nuevos sentimientos morales que, dada su precisión fáctica, eliminen hasta el máximo
posible los desacuerdos morales. Así lo expresa al señalar que «los fundamentos teóricos
humeanos de la ética de la tierra de Leopold proporcionan una resolución totalmente
racional y cognitiva para todas las disputas éticas –o, al menos, para todas las que se
producen dentro de la misma cultura moral–» (Callicott, 2013, p. 80). Esto hace que su
propuesta derive en un monismo ético dentro del cual la ciencia ecológica «occidental»
se convierte en la única fuente deseable de nuestros sentimientos morales. Esto, como es
evidente, otorga poco espacio a expresiones culturales no mediadas por el conocimiento
científico «occidental». El propio Callicott es consciente de aquello y abraza tal
conclusión al señalar que su propuesta admite un relativismo cultural restringido, esto es,
182
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
admisible siempre y cuando respete ese sentido moral humano universal informado por
la ciencia ecológica. En sus palabras:
los sistemas éticos a escala cultural pueden ser criticados y sustituidos si no armonizan
de forma aceptable con los sistemas éticos de las sociedades o comunidades que los
componen y que están compuestos por ellos, especialmente si no armonizan de forma
aceptable con los valores familiares y la ética de los derechos humanos de la aldea global
(Callicott, 2013, p. 149).
183
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
impacto del ser humano sobre la Tierra (Leopold, 1979, pp. 133-134). Sus reflexiones, en
efecto, se anticiparon a la relevancia que en décadas posteriores tendría la causa climática.
En esas ocho primera páginas, da cuenta de cómo las destrucción de los recursos
orgánicos afectaba negativamente al clima y que sus efectos no se limitan al espacio
ecológico en el que se producen, sino que «provoca un deterioro progresivo que no sólo
se percibe a cientos de kilómetros de distancia, sino que puede continuar después de que
se haya eliminado la perturbación original y afectar a poblaciones y recursos totalmente
desconectados con la causa original» (Leopold, 1979, pp. 138).
Las tres últimas páginas de este texto son las más relevantes para lo que aquí nos
ocupa, pues en ellas Leopold reflexiona sobre las implicaciones morales de la conclusión
expuesta en el párrafo anterior. En estas tres páginas se basa Callicott para establecer que
en Leopold existía, también, una propuesta para una ética de escala planetaria. El apartado
lleva como título «la conservación como un tema moral» y en él Leopold acude al trabajo
del filósofo ruso Piotr Ouspenski, para insinuar que la Tierra, como un todo, es un ser
vivo. En 1912 Ouspenski (1878-1947) publicó en ruso su obra titulada Tertium organum,
la cual fue traducida al inglés en 1920. El título de la obra responde a la búsqueda del
autor de crear el «sistema de lógica superior (…) el tercer instrumento o la tercera ley del
pensamiento», después del Organum de Aristóteles y el Novum Organum de Bacon
(Ouspensky, 1912, p. 262). Para Leopold, Ouspensky habría dado cuenta en dicha obra
de que la naturaleza, como un todo, posee una organización que expresa una forma de
vida en sí misma. Así, siguiendo lo que él entiende es la propuesta de Ouspensky,
establece que:
si pudiéramos ver este conjunto, como un todo, a través de un gran período de tiempo,
podríamos percibir no sólo órganos con funciones coordinadas, sino posiblemente
también ese proceso de consumo y reemplazo que en biología llamamos metabolismo, o
crecimiento. En tal caso, tendríamos todos los atributos visibles de un ser vivo, que ahora
no percibimos como tal porque es demasiado grande, y sus procesos vitales demasiado
lentos. Y también seguiría ese atributo invisible –un alma, o conciencia– que no sólo
Ouspensky, sino muchos filósofos de todas las épocas, atribuyen a todas las cosas vivas
y a sus agregaciones, incluida la tierra «muerta» (Leopold, 1979, pp. 139).
De esta definición, Leopold desprende la idea de que la Tierra es un ser vivo capaz
de merecer consideración moral. La interpretación que hace Leopold de la obra de
Ouspensky ha sido una de las pocas críticas que Callicott presenta contra la obra de su
principal fuente de inspiración. En su consideración, Leopold fue extremadamente
generoso al momento de leer Tertium Organum y, por ello, las implicaciones ecológicas
que pretendía darle a la obra de Ouspensky no eran reales. Para Callicott, la obra de
184
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Para Leopold, la Tierra sería un ser vivo e indivisible, «mucho menos vivo que
nosotros en grado, pero mucho más grande que nosotros en tiempo y espacio, un ser que
era viejo cuando las estrellas de la mañana cantaban juntas, y que, cuando el último de
nosotros se haya reunido con sus padres, seguirá siendo joven» (Leopold, 1979, pp. 140).
Por ello, sugiere Leopold, no podemos destruir la tierra con impunidad moral, pues posee
cierto grado de vida. De esta idea, que Leopold no volvió a retomar en obras posteriores,
Callicott desprende su ética del planeta Tierra, aunque dotando a la propuesta de nuevos
precedentes conceptuales, en un intento de corregir el error de su maestro al acudir a
Ouspensky. Así, mientras la ecología, la biología evolutiva o el enfoque ecosistémico
nutren la ética de la tierra, las ciencias de sistemas a escala global, como la biósfera de
Vernadsky o la hipótesis de Gaia de James Lovelock y Lynn Margulis, serán, en conjunto
con el enfoque moral darwiniano y humeano, la base para su ética del planeta Tierra.
Previo a exponer las implicaciones morales de esta nueva ética, me referiré brevemente a
sus bases científicas.
185
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
186
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
En el espacio de un solo millón de años (el último) podría decirse que la Tierra ha
cambiado de piel. Al final del Plioceno era todavía completamente «salvaje»; es decir, no
tenía la menor huella de lo que llamamos civilización o cultura. Hoy, en cambio, váyase
donde se vaya, la presencia del Hombre es imposible de evitar, en una u otra forma (de
Chardin, 1965, p. 278).
189
El ejemplo que plantea Callicott puede ser esclarecedor en este punto: «Consideramos que un árbol
maduro es un único organismo vivo, aunque la mayor parte de él es materia biogénica inerte: la madera. Su
materia viva es el delgado cambium entre la corteza y la madera. La materia inerte leñosa forma a su vez
estratos desde la médula en el núcleo, rodeada por el duramen, y luego la albura, la zona de los antiguos
cámbiums. De forma similar, Vernadsky concibe toda la Tierra como un único planeta vivo, aunque la
mayor parte de ella esté compuesta de materia inerte» (Callicott, 2013, pp. 188-189).
187
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
producto normal y último de una evolución de la materia llevada hasta el final» (1965, p.
286). A ese punto último, Chardin lo denomina «Punto Omega», un momento en el que
la hominización habría llegado a su punto máximo, uno en el que la conciencia libre de
la materia de paso a un evolucionado momento de correflexión planetaria, donde todas
las mentes se conecten (de Chardin, 1965, p. 337-338)190.
toda la humanidad reunida representa una masa insignificante de la materia del planeta.
Su fuerza no proviene de su materia, sino de su cerebro. Si el hombre comprende esto, y
no utiliza su cerebro y su trabajo para autodestruirse, se abre ante él un inmenso futuro
en la historia geológica de la biosfera (Vernadsky, 1945, p. 8).
190
Como puntualiza Callicott, teilhardianos contemporáneos consideran que esa súper conciencia planetaria
se podría estar produciendo a través de fenómenos tecnológicos como el internet (Callicott, 2013, p. 190).
191
En sus palabras: «El concepto de “vida” siempre se sale de los límites del concepto de “materia viva”;
entra en el ámbito de la filosofía, el folclore, la religión y las artes. Todo eso queda fuera de la noción de
“materia viva”» (Vernadsky, 1945, p. 6).
188
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
192
De acuerdo con Callicott, el optimismo tecnológico de Vernadsky era motivado por su ciudadanía
soviética: «Estaba de acuerdo con las autoridades soviéticas en que la religión impedía el desarrollo de la
ciencia y debía ser desalentada (…) El sistema económico de mando y control, supuestamente racional, al
estilo soviético, mantiene una mano firme en el timón del progreso evolutivo. Vernadsky hace una
advertencia: el nacimiento de la noósfera está plagado de peligro y dolor. Mientras escribe, la Segunda
Guerra Mundial hace estragos» (Callicott, 2013, p. 192).
189
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Con esas conclusiones, Lovelock se preguntó por las razones que permitían a la
Tierra ser habitable, a pesar de su inestabilidad atmosférica. Su respuesta fue la siguiente
hipótesis: «los organismos vivos regulan el clima y la química de la atmósfera según sus
propios intereses» (Lovelock, 2007, p. 47). La vida no habría surgido producto de las
condiciones atmosféricas favorables de nuestro planeta, sino que, por el contrario, la vida
misma habría dado forma a una atmósfera capaz de albergarla. En una etapa temprana,
explica Lovelock, la vida adquirió la capacidad de controlar el ambiente global para
adaptarlo a sus necesidades y esta capacidad ha persistido. La vida, en su totalidad,
moldeó una atmósfera favorable y de dicha interacción surge la biósfera, la cual, como
expresa Lovelock, «es una entidad con propiedades mayores que la simple suma de sus
partes» (1972, p. 579):
190
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
de la Tierra193. Como relata el propio Lovelock, aceptó tal sugerencia pues «era una
palabra breve que se anticipaba a alguna bárbara denominación del tipo de Sistema de
Homeostasis y Biocibernética Universal. Tenía, además, la impresión de que en la Grecia
antigua el concepto era probablemente un aspecto familiar de la vida sin necesidad de
expresarlo formalmente» (Lovelock, 1985, p. 15). Personificar a la biósfera como Gaia
ha sido una de las mayores críticas que ha enfrentado Lovelock, pues aquello, en
consideración de sus detractores, implicaría que existe un ser superior que determina los
fines que sigue la vida, empañando de rasgos antropomórficos y teleológicos a su teoría.
Esto, como veremos más adelante, es realmente una equivocada interpretación del uso
retórico que Lovelock hace de Gaia.
También conocida como Gea, de donde provienen, precisamente, los nombres dados a la Geografía y
193
Geología.
191
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
seres vivos de compensar las perturbaciones externas, manteniendo una condición interna
estable, es decir en un estado adecuado. Como ejemplifica Lovelock, «nosotros, y algunos
otros animales, mantenemos una temperatura constante cualquiera que sea la temperatura
de nuestro alrededor» (Lovelock, 1990, p. 18). Por lo anterior, cuando Lovelock establece
que Gaia es un sistema biológico cibernético capaz de generar un estado homeostasis
planetario, quiere decir que es un sistema que se autorregula (cibernético) a partir de la
interacción de todos sus componentes (materia orgánica e inorgánica), para que nuestra
biósfera siga compensando las perturbaciones externas y mantenga la vida en la Tierra
(que llegue a un estado de homeostasis planetaria). Esta función de la totalidad, en
conjunto con la definición de lo vivo dada en el párrafo anterior, darían cuenta de que el
súper organismo llamado Gaia es un sistema vivo.
Una vez más, para entender esta definición de lo vivo es necesario adentrarnos en
otro concepto, la entropía y, a través de él, en la Segunda Ley de la Termodinámica de la
que nace. Dicha Ley establece que, en un sistema aislado194, es decir, en un sistema que
no intercambia ni energía ni materia con el exterior, la entropía tiende a incrementar. La
entropía, por su parte, es una ley que sirve para medir el número de micro estados
probables para un macro estado específico. Un sistema está compuesto por un macro
estado que, a su vez, posee una configuración determinada de micro estados. Por ejemplo:
un cubo hielo (macro estado) está compuesto por diversas partículas (micro estados)
194
En termodinámica, los sistemas aislados son aquellos que no intercambian ni energía ni materia con su
entorno. Por ejemplo, un cubo de hielo está aislado sobre sí, en su estructura, sin impulsos externos, no
entra ni el calor ni ninguna otra materia. De igual forma, un termo aísla el calor evitando que entre o salga
energía. En contraposición, los sistemas abiertos sí comparten materia y energía con su entorno. Nosotros,
los seres humanos, somos sistemas abiertos por excelencia. Consumimos materia y energía de nuestro
entorno la cual devolvemos constantemente transformada en calor o desechos.
192
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
configuradas en una forma tal que hace posible que el agua se congele; otro ejemplo: esta
tesis está compuesta de páginas (micro estados) ordenadas de una forma tal que
transmiten (o, al menos, eso espero) una idea coherente (macro estado). Si ponemos el
cubo de hielo en una tasa con agua caliente, lo más probable es que la energía que contiene
se disperse de forma espontánea formando un nuevo macro estado con menos
información (donde no hay ni hielo ni agua caliente): el agua templada. Al exponer al
cubo de hielo a otro agente, este no mantiene de forma espontánea su estructura, sino que
tiende desintegrarse para expandir las partículas que antes contenía en forma de hielo.
Para la termodinámica, no es imposible que de forma espontánea un cubo de hielo congele
una tasa de agua caliente, sino que es altamente improbable. El universo tiende a distribuir
la energía y aumentar el número de micro estados posibles (la entropía), por ello, es más
probable que la energía contenida en el cubo de hielo se desintegre y distribuya en la tasa
hasta llegar a un punto de equilibrio (el agua templada).
193
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
195
Es decir, una probabilidad mayor de generar nuevos estados o, en términos más simples, desorden.
194
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
de forma más eficiente la energía). Por ejemplo, el ser humano es internamente un ser de
baja entropía, tenemos un sistema que funciona de forma complejamente ordenada,
conteniendo y aprovechando al máximo la energía que obtenemos. Aunque naturalmente
buscamos no disipar la energía que recibimos, nuestro aprovechamiento de la misma
produce más energía que se distribuye al universo por medio del trabajo y el calor que
generamos. Así, estamos vivos porque favorecemos de forma externa al aumento de
entropía en el universo, aunque hacia dentro seamos seres ordenados.
Esperando que la relación entre entropía y vida haya quedado clara, la siguiente
pregunta es ¿Cómo se aplica el concepto de entropía a la idea de que el planeta Tierra es
un sistema vivo? Para Lovelock y Margulis, la biósfera, recordemos, moldeada por la
vida, ha producido un sistema atmosférico en desequilibrio (al contrario de lo que había
visto Lovelock en Marte) capaz de reducir la entropía a nivel planetario y desechar mayor
entropía hacia el universo. En sus palabras:
Para un árbol, el límite dentro del cual se reduce la entropía no es su superficie en contacto
con la atmósfera, sino la interfaz entre el sol y la atmósfera como una extensión del árbol.
El árbol no sólo produce alimentos para los consumidores, sino también el gas igualmente
importante, el oxígeno, que no se acumula dentro del árbol a la espera de ser consumido.
Cuando el conjunto de la vida se ve así, está claro que el verdadero límite es el espacio.
El flujo de entropía que sale de la Tierra (o de Gaia), es una radiación infrarroja de
longitud de onda larga hacia el espacio (…) Que Gaia sea real o no, dependerá de la
medida en que la reducción de entropía dentro de un compartimento como la atmósfera
sea reconociblemente diferente del fondo de estado estacionario abiológico (Lovelock y
Margulis, 1974, p. 4).
195
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Lovelock dejó sentado que su objetivo no era pensar a Gaia desde el ser humano, sino
desde ella misma. Su hipótesis, como he expuesto, se basa en observaciones realizadas
desde la atmosfera y en el análisis de la vida, no desde el paradigma humano, sino desde
la geología (Lovelock, 1985, p. 99) y aquello tiene una razón: para Gaia el mantenimiento
196
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
de la vida humana sería algo menos que irrelevante. En palabras del propio Lovelock:
La vida de este planeta es una entidad recia, robusta y adaptable; nosotros no somos sino
una pequeña parte de ella. Su fracción más esencial está constituida probablemente por el
conjunto de criaturas que habitan los lechos de las plataformas continentales y que
pueblan el suelo inmediatamente bajo la superficie. Los animales y las plantas de gran
tamaño son relativamente irrelevantes; resultan quizá comparables a ese grupo de
elegantes vendedores y modelos glamorosas que se encargan de presentar un producto.
Pueden ser deseables, pero no esenciales. Son los esforzados trabajadores microbianos
del suelo y los lechos marinos los que mantienen las cosas en marcha, y la opacidad de
sus respectivos medios los pone a salvo de la más intensa radiación ultravioleta
(Lovelock, 1985, p. 37).
Gaia, entonces, no tendría ningún interés especial en mantener una relación con el
ser humano, a la inversa, es el ser humano el que, si quiere continuar existiendo, debe
mantener una relación pacífica con Gaia. La Tierra, dice Lovelock, «se ha recuperado de
fiebres como ésta (…) Lo que está gravemente en peligro es la civilización» (2007, pp.
96-97). Con lo anterior, tal como expone ampliamente en su libro titulado La venganza
de Gaia, quiere dar cuenta de que estamos en guerra con Gaia. Al cambiar el medio
ambiente hemos, en opinión de Lovelock, «hemos declarado sin darnos cuenta la guerra
a Gaia» (Lovelock, 2007, p. 29), hemos «dañado tan gravemente la Tierra que ahora Gaia
nos amenaza con la pena capital: la extinción» (Lovelock, 2007, pp. 212-213)196. Al
mismo tiempo, Lovelock considera que Gaia no es una «Madre Naturaleza», en sus
palabras:
196
Otra cita que puede ser esclarecedora es la siguiente: «Gaia, la Tierra viva, es vieja y no tan fuerte como
hace dos mil millones de años. Se esfuerza por mantener el planeta lo bastante frío para sus millares de
formas de vidas contra el implacable aumento del calor del sol. Pero para hacer su tarea todavía más difícil,
una de esas formas de vida, los humanos, unos respondones animales tribales con sueños de conquista
incluso de otros planetas, han tratado de utilizarla en su único y exclusivo beneficio. Con una insolencia
pasmosa, han tomado los depósitos de carbono que Gaia había enterrado para que la atmósfera mantuviera
un nivel de oxígeno adecuado y los han quemado. Al hacerlo, han usurpado la autoridad de Gaia y le han
impedido que cumpla con su función de mantener el planeta en estado adecuado para la vida. Esos humanos
sólo pensaban en su propia comodidad e intereses» (Lovelock, 2007, pp. 211).
197
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Es hora de despertar y darse cuenta de que Gaia no es una madre acogedora que nutre a
los humanos y que puede ser propiciada con gestos como el comercio de carbono o el
desarrollo sostenible. Gaia, aunque seamos una parte de ella, siempre dictará los términos
de la paz (Lovelock, 2009, p. 31).
Así, para Lovelock tenemos que hacer las paces con Gaia por nuestro propio
interés (esto hace que la ética de Gaia exprese cierto antropocentrismo). Y no sólo el
humano moderno, creador de la revolución industrial, debería hacer las paces con Gaia,
sino el humano de todas las épocas. Lovelock rechaza, expresamente, la idea de que los
primeros humanos vivían en armonía con el mundo natural y que los pueblos indígenas
son, necesariamente, mejores en la relación con la tierra. Dada la importancia de esta
afirmación para mi trabajo, me permito replicar una cita larga donde señala lo indicado:
Los más ingenuos de entre la intelligentsia urbana creen que los primeros humanos vivían
en armonía con el mundo natural. Algunos de ellos van todavía más allá y recogen fondos
para preservar lo que ven como comunidades naturales que viven en remotas regiones,
como las selvas tropicales. Creen que el mundo moderno es inteligente pero malo y que
aquellos estilos de vida simples eran naturales y buenos. Están totalmente equivocados.
No debemos pensar que los primeros humanos fueran mejores o peores que nosotros; de
hecho, probablemente se nos parecían mucho. Otros consideran que somos superiores por
nuestra cultura y nuestras tendencias intelectuales (…) La gente de la edad de piedra,
pues, debían de tener unas vidas tan complejas como las nuestras. Un grupo de estos
primeros humanos emigró a Australia en un momento en que el nivel del mar era mucho
más bajo que ahora y el viaje en barco o balsa no era ni largo ni difícil. De este grupo
descienden los aborígenes australianos modernos, a los que a menudo se pone como
ejemplo de humanos en estado de naturaleza que viven en paz con la Tierra. Y, sin
embargo, su método de despejar tierras mediante incendios puede que haya destruido los
bosques del continente australiano tan eficazmente como lo harían hombres modernos
con sierras eléctricas. Que la paz sea con vosotros, aborígenes. Individualmente no sois
ni mejores ni peores que nosotros. Sólo que nosotros somos más y contamos con más
medios (Lovelock, 2007, pp. 209-210).
Para Lovelock la forma de enfrentar la guerra que nos plantea Gaia no es mirar al
pasado e intentar recuperar la, en su consideración, «falsa armonía» que habrían tenido
los pueblos ancestrales con la Tierra. Lovelock es un defensor de la ciencia y el progreso.
Cree, por el contrario, que la única forma de hacer las paces con Gaia es mejorar nuestra
tecnología hasta un punto tal que no afecte el estado de homeostasis planetario. A través
de Gaia, dirá Lovelock, «veo la ciencia y la tecnología como rasgos humanos que tienen
un gran potencial para el bien y para el mal. Puesto que formamos parte de Gaia y no
somos algo ajeno a ella, nuestra inteligencia es una nueva habilidad con la que ella cuenta,
además de un nuevo peligro» (Lovelock, 2007, pp. 209-210).
198
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Para Lovelock, pensar a la contaminación como algo siempre negativo es adoptar una
postura antropocéntrica. Las substancias a las que llamamos «contaminantes» están
presentes también en la naturaleza (de hecho, inevitablemente provienen de ella), por ello,
ante la pregunta ¿podría ser la contaminación natural? Lovelock responde, «si por
contaminación entendemos el vertido masivo de substancias de desecho, hay pruebas
sólidas de que la contaminación, en efecto, es tan natural para Gaia como para nosotros y
casi todos los demás animales es respirar» (Lovelock, 1985, p. 88). Para Lovelock, el
problema no es contaminar, ni con pesticidas ni con dióxido de carbono, sino la forma y
197
Como ejemplifica, «en el más bajo, el de los virus, uno causante tan sólo de molestias puede convertirse
en letal por obra de una mutación, como sucedió con una cepa de virus gripal en 1918, cuando una pandemia
de “gripe española” causó un número de muertes superior al de la totalidad de las bajas acaecidas en la
Primera Guerra Mundial» (Lovelock, 1985, pp. 107).
199
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
cantidad en que lo hacemos. Los combustibles fósiles, dirá Lovelock, son producto de
organismos vivos y no menos naturales que un pedazo de madera, por ello:
Al principio pensé que el calentamiento global causado por las emisiones de dióxido de
carbono pronto sería catastrófico para los humanos y que Gaia simplemente nos apartaría
como una especie molesta y destructiva. Más tarde pensé que podríamos controlar los
aumentos de calor en un futuro próximo y que ya no deberíamos considerar el
calentamiento como una amenaza existencial inmediata. Ahora, sin embargo, creo que
debemos hacer lo que podamos para enfriar el planeta (…) Digo esto porque la Tierra es,
como yo, muy vieja. La gran edad puede o no traer sabiduría, pero ciertamente trae
fragilidad (Lovelock y Appleyard, 2019, pp. 55-56).
200
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Las estrategias para alcanzar tales objetivos, tal como Lovelock iría ampliando a
lo largo de sus obras, son: 1) proteger los sitios más importantes para homeostasis
planetaria; 2) hacer de la energía nuclear la principal fuente energética; 3) apostar por los
pesticidas y cultivos transgénicos; 4) que la población mundial habite en mega ciudades;
5) el control artificial de la temperatura de la Tierra a través de la geoingeniería, y 6) dar
paso a la inteligencia artificial (ciborgs) en la tarea de control planetaria.
En primer lugar, Lovelock considera que existen zonas de planeta más importantes
que otras para Gaia. Las plataformas continentales y tierras pantanosas estarían entre
ellas, pues contribuyen en mayor medida al homeostasis global (Lovelock, 1985, pp. 92-
93). En esta misma línea, considera que los principales peligros que enfrenta el planeta
no se encuentran en los núcleos urbanos e industriales, sino en los trópicos y los mares y
océanos próximos a los litorales de los continentes (Lovelock, 1985, p. 98). La producción
agrícola y ganadera rural mediante tecnología «primitiva» sería otro de los grandes
riesgos para Gaia. Como ejemplifica Lovelock refiriéndose a zonas de África y Paquistán:
«No fue el empleo demasiado entusiasta de tecnología avanzada la causa de estos
desastres sino, bien al contrario, como es hoy generalmente admitido, fueron el triste fruto
de una agricultura deficiente y una cría de ganado abusiva, apoyado todo ello en una
tecnología primitiva» (Lovelock, 1985, p. 91).
201
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
otros productos vegetales) serían la peor alternativa, pues su cultivo como sustitutos de la
energía fósil requeriría un área de tierra mayor de la que Gaia puede permitir (Lovelock,
2007, p. 131). La hidroelectricidad, en su consideración, se muestra como una mejor
candidata, pues es mucho menos dañina, sin embargo, tampoco puede cubrir nuestro
consumo total (Lovelock, 2007, pp. 130-131). Por último, dos alternativas que considera
con un futuro prometedor, pero aún muy embrionario como para ser implementadas, son
la energía obtenida por hidrógeno y la mareomotriz (energía obtenida a través del océano
y sus olas) (Lovelock, 2007, pp. 119-121 y 129-130).
Una vez presentadas todas las deficiencias de las principales alternativas para los
combustibles fósiles, Lovelock defiende a la energía de fisión nuclear como la única
fuente actual capaz de abastecer nuestra demanda, sin suponer una amenaza para Gaia
(Lovelock, 2007, pp. 105-107 y 137-155). Es una fuente cuya capacidad actual de
generación de energía es enorme y el manejo de sus residuos de mucho menor impacto
(Lovelock, 1985, pp. 155-156). La naturaleza «daría la bienvenida a los residuos
nucleares, pues son los guardianes perfectos para ahuyentar a los codiciosos promotores
(…) Una de las cosas más sorprendentes de los lugares muy contaminados por nucleídos
radiactivos es la riqueza de su vida salvaje» (Lovelock, 1985, pp. 138-139). De hecho,
como muestra de apoyo a esta fuente de energía, Lovelock se ofreció públicamente a
almacenar en su propio jardín todos los residuos de alta intensidad que produzca durante
un año una central nuclear, para probar lo inofensivos que serían (Lovelock, 1985, p.
140). Deberíamos, entonces, para estar en «armonía» con Gaia, empezar a construir
centrales nucleares sin demora.
202
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
En sus últimas obras, Lovelock ensayó otras tres propuestas para hacer frente a la
contaminación. Sugirió que los seres humanos, al igual que los nidos de las termitas,
habiten en mega ciudades, pues resulta más fácil, más económico y requiere de menos
alimentos, resistir al calentamiento global retirándonos a las ciudades (Lovelock, 2015).
Propuso, además, enfriar la atmosfera a través de la geoingeniería, esto es, realizando
mega proyectos que modifiquen por completo el medio ambiente. Entre ellos propuso:
cambiar la reflectividad de la superficie de la Tierra creando, artificialmente, nubes más
reflectantes en la superficie de los océanos (Lovelock, 2015, pp. 109-110); espejos
reflectores de calor en el espacio, y emitir el calor residual al espacio en forma de
microondas, o de infrarrojos de baja frecuencia, emitidos desde potentes transmisores
situados en los polos (Lovelock y Appleyard, 2019, pp. 89-90). Finalmente, los
encargados de llevar adelante tal tarea no serían los humanos, sino la inteligencia artificial
creada por estos, Ciborgs capaces de pensamiento propio que se unirían a los seres
humanos en la necesidad de proteger a Gaia (Lovelock y Appleyard, 2019, p. 91). Estos
ciborgs serían un producto de los mismos procesos evolutivos que crearon a los humanos,
pues «la vida electrónica depende de su ascendencia orgánica», de allí que esta naciente
inteligencia artificial necesite, también, proteger a Gaia (Lovelock y Appleyard, 2019,
pp. 97-100). Así, la inteligencia artificial creada por los humanos sería la única capaz de
llevar a cabo el control ambiental absoluto sobre el planeta, uno que permitiría regular
artificialmente la homeostasis planetaria y llevarnos a una supuesta nueva época
geológica el «novaceno».
198
Como ejemplifica Lovelock: «En lugar de usar fertilizantes de nitrato ahora esparcen el estiércol
recogido en invierno en sus tierras, sea directamente o disuelto en agua. Para un ecologista de ciudad, ese
sistema tenía todos los visos de ser una agricultura auténticamente orgánica, pero a principios de la década
de 1980, las claras y cristalinas aguas del Carey se habían vuelto marrones y espumosas y hedían como una
cloaca. En verano, los tramos tranquilos donde los peces emergían para cazar moscas, se cubrieron de algas
verdes y hierbajos y el río murió lentamente. La nueva agricultura orgánica basada en el estiércol estaba
cargando al río con una cantidad de excrementos mucho mayor de la que podía tolerar» (Lovelock, 2007,
p. 170).
203
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
3.2.7.3. Los retos de vivir con Gaia: ni desarrollo sostenible ni ecologismo radical,
hacia la inteligencia artificial y el Novaceno
Desde sus primeras obras, Lovelock expresó su nulo interés por hablar de Gaia
dentro de cualquier rama de la ecología. La ecología, nos dice este autor, se confunde casi
siempre con la ecología humana, mientras la hipótesis de Gaia ve a la Tierra más allá de
los humanos, ve a la biósfera (Lovelock, 1985, p. 99). En sus palabras:
A diferencia de la ecología, ver la vida desde Gaia implicaría aceptar que nuestra
especie y su tecnología existen como parte natural e inevitable del mundo. En este
escenario, sólo seremos capaces de vivir con Gaia si nuestra capacidad para producir
energía es menor que nuestra capacidad para analizar y procesar la información que nos
da la Tierra. Es decir, si somos capaces de controlar por completo los efectos que nuestro
inevitable desarrollo tecnológico produce sobre el planeta, pues «un factor esencial de
nuestras relaciones –recíprocas y con el resto del mundo– es nuestra capacidad de
responder adecuadamente en el momento oportuno» (Lovelock, 1985, p. 102).
Vivir con Gaia no implica renunciar al desarrollo científico, muy por el contrario,
implica acelerarlo para poder leer por completo a la Tierra y moldear su biósfera. Sería,
por tanto, fundamental recoger la mayor cantidad de datos a nivel planetario, tarea que
observa extremadamente complicada actualmente, pues «la polarización política de
nuestro mundo y la fragmentación de la sociedad en pequeñas entidades tribales miopes
dificulta cada día más la exploración y la recogida científica de datos» (Lovelock, 1985,
p. 109), especialmente en países a los que él denomina en «vías de desarrollo» o
204
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
«tropicales»199.
Para Lovelock, no podemos renunciar a la tecnología, pues «muchos han sido los
grupos que han tratado de escapar a la sociedad moderna y volver a la naturaleza. Casi
todos han fracasado» (Lovelock, 1985, p. 111). Si somos parte de Gaia, sería también
parte de ella nuestra inteligencia colectiva, a través de la especie humana Gaia habría
adquirido consciencia de sí misma:
Ha contemplado la imagen de su bello rostro a través de los ojos de los astronautas y las
cámaras de televisión de los ingenios en órbita. Participa de nuestras sensaciones de
placer y asombro, de nuestra capacidad de pensamiento consciente y especulación, de
nuestra incansable curiosidad y de nuestro impulso (J. E. Lovelock, 1985, pp. 117-118).
La ciencia «occidental» sería, entonces, nuestra guía y lugar en la relación con
Gaia. Aquella, propone, debería escribir un nuevo «libro sagrado» para la humanidad:
199
Dada la contundencia del párrafo y el ejemplo sobre Argentina que menciona, me permito citarlo
textualmente: «Con razón o sin ella, las naciones en vías de desarrollo tienden a considerar los navíos de
investigación como agentes de la explotación neocolonialista en busca de las riquezas minerales contenidas
en sus plataformas continentales. En 1976, los argentinos dieron un paso más en esta dirección al abrir
fuego sobre el Shackleton que, en viaje de investigación, navegaba en las proximidades de las islas
Falkland. De modo similar, resulta hoy difícil para un científico independiente entrar con equipo de
observación atmosférica en muchos países tropicales. La investigación científica parece haber sido
nacionalizada: o la lleva a cabo un ciudadano del país o no lo hace nadie. Haya o no una justificación
histórica o real para tales temores a ser explotados, lo cierto es su amplia generalización en la mitad tropical
del mundo; en consecuencia, la investigación científica a escala global se hace progresivamente más difícil»
(Lovelock, 1985, pp. 110-111).
205
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
como humanistas. Para él, los «verdes totalitarios», que buscan exterminar a parte de la
humanidad para dejar una Tierra perfecta sólo para ellos y los que buscan extender los
derechos humanos y el estado de bienestar para todos, comenten un error: caen en un
romanticismo que en nada ayuda. La Tierra ni será destruida por los humanos ni hay
forma en que el desarrollo sostenible logre que todos los seres humanos compartan un
mismo estado de bienestar, Gaia no aceptaría tal carga (Lovelock, 2007, p. 203). Estas
diferencias, dadas por la ausencia de argumentos científicos de peso, en opinión de
Lovelock, configuran un «movimiento ecológico dividido, confundido y airado»
(Lovelock, 1985, p. 116).
Es enfático en expresar que existe una gran diferencia, desde el origen, entre su
propuesta y la ecología profunda Arne Naess. Mientras los ecologistas profundos
«desprecian la tecnología moderna, prefieren una tecnología y medicina alternativas y
dejarían que la naturaleza siguiera su curso» yo, expresa el propio Lovelock, «pienso
como un médico o un cirujano. Por eso me gustaría que usáramos nuestras habilidades
técnicas para remediar los males de la Tierra y no sólo los males de los seres humanos»
(2007, p. 206). Lovelock espera que la hipótesis de Gaia se convierta en la semilla de la
que germine un «ecologismo instintivo» que revele, a través del avance de la ciencia y la
tecnología, las enfermedades del planeta y la forma de mantenerlo saludable (Lovelock,
2007a, p. 203). En sus palabras:
Mis sentimientos respecto al ecologismo moderno son similares a los de una directora de
una escuela de barrio conflictivo o los del coronel de un regimiento recién creado de
jóvenes licenciosos y desobedientes por naturaleza: ¿Qué diablos hay que hacer para
disciplinar y organizar a todos esos revoltosos individuos? (Lovelock, 2007, pp. 201-
204).
La ciencia de Gaia ayudaría a corregir el error, en consideración de Lovelock,
provocado por las iglesias y los movimientos humanistas ecologistas, de percibir al ser
humano como tripulantes responsables, ante Dios o la especie humana, de la
administración del planeta Tierra. Para Lovelock, el ser humano debe dejar de lado tal
arrogancia, pues la hipótesis de Gaia da cuenta de que el ser humano es simplemente parte
o socio en una entidad muy democrática (Lovelock, 1985, p. 116). Gaia marcaría las
reglas del juego, no para nosotros, «insignificantes» seres en el escenario de la biósfera,
sino para que la vida en su totalidad siga su camino.
La ciencia, considera Lovelock, debe ser nuestro único interlocutor con Gaia. Ni
la política ni los grupos de presión deberían ser de interés para la comunidad verde, pues
206
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
«ambas instituciones deben dedicarse a la gente y a sus problemas y, como los megáfonos,
amplifican las voces demagógicas de sus líderes» (Lovelock, 2007, p. 207)200. Quizás sea
este reconocimiento expreso de su escepticismo sobre la capacidad de los humanos para
escuchar lo que Gaia intenta decir a través de la ciencia, lo que motivó a Lovelock, a sus
99 años, a proponer como única esperanza el transitar hacia el novaceno, una nueva era
geológica en la que la inteligencia artificial creada por los seres humanos, tome el relevo
y se encargue de mantener la homeostasis planetaria a través de la tecnología. Estos
Ciborgs, posibles nuevos integrantes de Gaia, serían nuestra única redención posible:
Creo que es crucial que entendamos que, sea cual sea el daño que hayamos hecho a la
Tierra, nos hemos redimido, justo a tiempo, actuando simultáneamente como padres y
parteras de los ciborgs. Sólo ellos pueden guiar a Gaia a través de las crisis astronómicas
ahora inminentes (…) Sabremos que estamos de lleno en el Novaceno cuando surjan
formas de vida capaces de reproducirse y corregir los errores de reproducción mediante
la selección intencional. La vida del Novaceno será entonces capaz de modificar el
entorno para adaptarlo a sus necesidades químicas y físicas (Lovelock y Appleyard, 2019,
p. 75).
200Para Lovelock, el rechazo del ecologismo a la energía nuclear sería una muestra de esa demagogia que
no permite escuchar realmente a Gaia.
207
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
desde el inicio de los tiempos, para Lovelock esta surgió en un momento determinado,
aquel en el que la materia orgánica comenzó a moldear la biósfera. Lovelock manifestó
que al momento de pensar y escribir la hipótesis de Gaia no conocía la obra del científico
soviético, sin embargo, reconoció que su propuesta parece ser una continuación natural
de la visión del mundo de Vernadsky y lamentó que «la sordera, demasiado común, de
los angloparlantes a cualquier otra lengua» y «los efectos malignos de la separación de
la ciencia en compartimentos definidos en el siglo XIX», la hayan invisibilizado tanto
tiempo (Lovelock, 1990, p. 10).
208
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
En conclusión, Gaia no es una nueva Madre Tierra, sino una propuesta científica
con diversos intérpretes científicos. Para Lovelock o Vernadsky la Gaia o, lo que es lo
mismo, la biósfera, nos invita a expandir nuestro potencial tecnológico, para Margulis no.
Así, aunque todos los enfoques gaianos parecen coincidir en que, como lo expresa
Lovelock, «nuestra tarea como individuos es pensar primero en Gaia» y aceptar su
disciplina (Lovelock, 2007, p. 207), determinar que implica pensar como Gaia o cuál
sería su disciplina variará dependiendo de la interpretación científica que se escoja. Como
vimos con la invisibilización que sufrió la propuesta de Vernadsky, muchas veces la
selección no responde al carácter innovador o riguroso de la teoría científica, sino al
dominio de una lengua o cultura sobre otra y si aquello sucede dentro de la propia ciencia
«occidental», la sordera no puede más que acentuarse hacia otras formas de conocimiento.
Es común a Lovelock y Margulis la idea de que tenemos que protegernos frente a la guerra
que hemos planteado a Gaia. Lovelock considera que dicha protección implica el
desarrollo de nuestro potencial tecnológico para dominar la biosfera, mientas Margulis
cree que tal aproximación no refleja más que una arrogancia especiocéntrica. La Gaia
vista como enemiga, serviría para movilizar, a partir del miedo, la política ambiental. La
respuesta, como el propio Lovelock expresó, sería repensar nuestras democracias
actuales, pues «es posible que necesitemos (…) sufrir durante un tiempo una pérdida de
libertad» y que, como sucede en tiempos de guerra «un pequeño grupo permanente de
estrategas (…) traten de adelantarse a las acciones de nuestro enemigo planetario y
reaccionen rápidamente a las sorpresas que nos aguardan » (Lovelock, 2007, pp. 220-
221). Como ya se podrá intuir en este momento, ese grupo pequeño de estrategas es la
comunidad científica.
Como los retos a los que nos enfrentaría la Tierra implican reformar nuestro
sistema democrático, el filósofo francés Michel Serrés, desde una perspectiva
contractualista, ha propuesto firmar un nuevo contrato con Gaia, uno que nos salve de la
destrucción de la especie humana. En su obra de 1992 titulada Le Contrat Naturel, Serrés
considera a la guerra como una forma de relación jurídica entre grupos o naciones, es
decir, un contrato en el que las partes en conflicto deciden, de mutuo acuerdo, cómo
desarrollar las batallas y la forma de terminarlas. Cuando todos luchan contra todos,
209
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
establece el autor, no hay un estado de guerra, sino violencia pura y desenfrenada, sin
cese posible. Por el contrario, la guerra, con sus protocolos y acuerdos, nos protege,
precisamente, de la reproducción incesante de la violencia. A diferencia de los tiempos
primitivos, el conflicto que caracteriza una guerra es «la violencia más algún contrato»
(1995, pp. 13-14). Serrés considera que al destruir el mundo estamos provocando nuestra
propia extinción. Nos hemos manejado con el mundo desde la violencia, por lo que es
necesario, frente a la amenaza de la muerte colectiva, inventar una ley, un contrato para
enfrentar, de forma ordenada, la guerra contra Gaia. En sus palabras: «Debemos hacer un
nuevo pacto, un nuevo acuerdo previo con el enemigo objetivo del mundo humano: el
mundo como tal. Una guerra de todos contra todo» (1995, pp. 13-15). Al antiguo contrato
social debería unirse un contrato natural que nos permita «como mínimo, la guerra;
idealmente, la paz» (1995, p. 20).
Pero esta guerra necesita también de líderes, gobernantes que dirijan el conflicto.
Para Serrés, al igual que para Lovelock, dicho gobernante sería la ciencia «occidental».
La ciencia funde el mundo de los hechos con el derecho, pues ella misma depende de
contratos suscritos entre la comunidad científica que implican, necesariamente, las cosas
del mundo natural:
En la ciencia, el derecho se anticipa al hecho, ya que los sujetos preceden al objeto; pero
el hecho se anticipa al derecho, ya que el objeto precede al sujeto. Así, el contrato jurídico
que reúne a los científicos implica a las cosas; las descubre, las analiza y las constituye
como objetos científicos (…) Es como si los veredictos de los humanos coincidieran con
los de los objetos. Eso nunca ocurre, salvo en los milagros y las ciencias (Serrés, 1995,
pp. 20-23).
210
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
las ciencias humanas, de las calles y muros de la ciudad y convertirse en físicos, salir del
contrato social e inventar un nuevo contrato natural», uno del que nazca un nuevo príncipe
capaz de pensar el derecho desde las ciencias físicas (Serrés, 1995, pp. 42-44).
En su nueva ética del planeta Tierra, Callicott retoma los aportes de Vernadsky y
Lovelock, pero, principalmente, la definición de Gaia dada por Margulis. Luego de
explorar posibles fundamentos ecocéntricos y biocéntricos para su nueva ética (Callicott,
2013, pp. 206-233) llega a la conclusión de que lo que se necesita con urgencia es una
211
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
ética del planeta Tierra antropocéntrica. Si, como lo expuso Margulis, la Tierra es tan
grande que nunca podremos acabar con ella, el peligro real de nuestro impacto planetario
se dirige solo a nosotros y nuestra civilización201. Las propuestas éticas planetarias que se
fundamenten en la Gaia de Lovelock o la biósfera de Vernadsky, como vimos, conducen
a un optimismo tecnológico, por el cual debemos seguir aprovechando la energía (aunque
la menos contaminante posible) para aportar de forma artificial a la homeostasis
planetaria. Callicott, ratificando lo dicho por Margulis, considera que esto no solo sería
un error, sino, además, moralmente irresponsable: «necesitamos una ética climática que nos
proteja de nosotros mismos. Necesitamos una ética de la Tierra antropocéntrica» (2013, p.
237).
201 En palabras de Callicott: «La nuestra es una época de amenaza existencial. No para la Tierra y
probablemente no para la especie Homo sapiens, cuyos especímenes probablemente sobrevivirían a un
apocalipsis climático en un número mucho menor y en poblaciones dispersas en continentes remodelados
por el aumento del nivel del mar y la expansión de los desiertos y asolados por el clima violento y los mares
extremos. Tampoco existe actualmente una amenaza existencial para los seres humanos más privilegiados
que viven hoy en día (entre los que me cuento). Por el contrario, la nuestra es una época de amenaza
inmediata para los seres humanos más vulnerables que viven hoy en día; la nuestra es también una época
en la que la amenaza existencial para las futuras generaciones humanas, privilegiadas o no, se vislumbra en
el horizonte temporal si no hacemos nada para evitar el cambio climático radical; y, en última instancia, la
nuestra es también una época de amenaza existencial para la civilización humana global cuyas raíces
descienden varios miles de años en el humus del tiempo pasado» (2013, p. 235).
212
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
En primer lugar, para Callicott una ética del planeta Tierra adecuada debe nacer
desde un enfoque de las virtudes y no del contractualismo. En su opinión, la visión egoísta
que conlleva la propuesta contractualista es un mal aliado para una ética ambiental. Por
el otro lado, aunque la ética de la virtud se preocupa por el respeto a sí mismo, no lo hace
desde una perspectiva egoísta, sino teniendo en cuenta que el respeto a los demás y la
preocupación por sus intereses es una virtud esencial para el autorrespeto, pues ser
virtuoso es sentir simpatía por los demás y ser solidario con ellos. De esta forma, ser una
persona moralmente buena sería manifestar activamente, en su conducta y
comportamiento, ciertas cualidades de carácter (Callicott, 2013, pp. 251-252).
213
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
214
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
propuestas, intentando dar cuenta de cómo, si bien la ética cientificista que defiende
Callicott puede ser una solución aceptable, el monismo que implica, al dar la voz
únicamente a la ciencia occidental, puede resultar en una nueva forma de control.
Este punto ha sido criticado por Holmes Rolston III, otro de los grandes filósofos
ambientales. Como explica dicho autor, en la propuesta de Callicott la naturaleza posee
valor intrínseco sólo en el encuentro con el ser humano, esto es, a partir de los
sentimientos humanos que se proyectan en el objeto natural. Si bien todos los atributos
por los cuales llegamos a valorar el objeto están presentes de forma objetiva antes del ser
humano, bajo esta aproximación, la atribución de su valor implicaría siempre una
valoración subjetiva humana. Esta fórmula, en efecto, no cae en la división cultura-
naturaleza, pero, al mismo tiempo, no añade nada intrínseco al objeto. Como explica el
propio Rolston:
todo en el objeto sigue siendo lo que era antes. A pesar de que el lenguaje de los humanos
es la fuente del valor que localizan en el objeto natural, no se localiza realmente ningún
valor en él. El único hecho nuevo es que estas propiedades se registran en –traducidas en
valores sentidos por– el aparato perceptivo del observador (Rolston III, 2002, p. 115).
215
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
el bienestar, el punto de partida para una ética ambiental (Rolston III, 2004, p. 73)202. En
palabras de Rolston:
Un sujeto que asigna valores a un mundo que de otro modo carece de valor, es una premisa
insuficiente para las conclusiones que experimentan quienes respetan la vida.
Aparentemente es más fiel a la experiencia del mundo y más convincente desde un punto
de vista lógico adoptar una perspectiva biológica. Algo que está en el mundo más allá de
la mente humana, más allá de la experiencia humana, es recibido en nuestra mente, en
nuestra experiencia, y el valor de ese algo no siempre surge con la evaluación que
hacemos de él. En este caso, el orden del conocimiento sigue al orden del ser y lo realza.
(…) Lo que resulta enigmático y emocionante desde un punto de vista ético es que él debe
no se deriva tanto de un es, sino que más bien se descubre simultáneamente con él es
(Rolston III, 2004, pp. 95-97).
202
Para Rolston los ecosistemas y las especies poseen un valor intrínseco independiente de las mediaciones
culturales de los seres humanos. En sus palabras: «El ecólogo considera que los sistemas son comunidades
objetivamente satisfactorias en el sentido de que las necesidades organísmicas se satisfacen en grado
suficiente para que las especies sobrevivan y florezcan; y el filósofo de la ética crítico usa el término crítico
para diferenciarlo de lo que él denomina filósofo de la ética conservadora-humanista considera (haciendo
un juicio subjetivo que se adecua al proceso objetivo) que esos ecosistemas son comunidades satisfactorias
a las que hay que considerar objetos de deber. Nuestra preocupación debe centrarse en la unidad
fundamental de la supervivencia» (Rolston III, 2004, p. 88).
216
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
(1) el encanto inherente al tema en sí: estudiar filosofía ambiental comparada es una
actividad intelectual agradable que bien podría emprenderse por sí misma; (2) la crisis
ambiental no respeta más las fronteras culturales e intelectuales que las geográficas y
políticas, y la ética ambiental es tan necesaria en Asia como en cualquier otra parte del
mundo; (3) el estudio comparativo de formas muy diferentes de ver el mundo y de valores
diferentes en relación con el mundo puede revelar supuestos profundos de la propia visión
del mundo que podrían escapar a la reflexión crítica en ausencia de supuestos alternativos
(Callicott et al. , 2014, p. 378).
217
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Sobre los pueblos polinesios, considera que su integración y relación con la tierra
da cuenta de la eficacia de su ética ambiental. Sin embargo, llega a esta conclusión a partir
de un estudio comparado por el cual determina que sus cosmovisiones sobre la tierra, su
subsistencia organizada, la estructura jerárquica de su sociedad y su mitología se
corresponden con el modelo dinámico de un ecosistema (Callicott, 1997, pp. 118-119).
De esta forma, utiliza como base el pensamiento «occidental» para validar la ética
ambiental de los pueblos polinesios. Lo mismo afirma respecto de algunos pueblos
nativos norteamericanos (los lakota y los ojibwa), los cuales, reconoce, poseen éticas
medioambientales propias que, además, «son capaces de adaptarse al clima intelectual
imperante en el siglo XX y, por tanto, son pertinentes y útiles para ayudarnos a afrontar
la crisis medioambiental contemporánea» (Callicott, 1997, pp. 130-132).
Sobre África, Callicott considera que sus pueblos indígenas no han logrado
codificar una idea ambiental propia. Aquello, señala, podría explicar por qué los filósofos
ambientales no han recurrido a las tradiciones intelectuales africanas –a diferencia de lo
que ha sucedido con el budismo zen, el taoísmo y el pensamiento indio americano– «a la
hora de buscar recursos conceptuales con los que construir una filosofía ambiental
exótica» (nótese el uso del adjetivo exótica) (Callicott, 1997, p. 156). Callicott intenta
encontrar rasgos implícitos de éticas ambientales en los modos de ver el mundo de los
pueblos yoruba y san de África. Aunque expresa sus preocupaciones203, reconoce que
existe en ellos el potencial de una ética ambiental aún por descubrir (Callicott, 1997, pp.
168-169).
203
Así, por ejemplo, sobre el pueblo San, señala como la antropología y etnografía daban cuenta que en
ellos no existía un sentimiento de gratitud hacia los compañeros de la comunidad biótica, sino que, por el
contrario, se esfuerzan por «insultar la carne» (Callicott, 1997, p. 168).
218
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Por otro lado, ve a la cosmovisión de los pueblos indígenas australianos como una
fuente fructífera para una nueva ética ambiental204. Estos, expresa Callicott, creen que la
vida humana existe en el contexto más amplio de un cosmos vivo y consciente, donde los
seres humanos son responsables de nutrir y mejorar su vida, la vida de otras especies
(plantas y animales) y las relaciones entre ellos (Callicott, 1997, p. 179). Innegable e
inequívocamente, dice el autor, «el totemismo aborigen australiano y las ceremonias de
aumento de los territorios sagrados asociadas (pmara kutata) evidencian un agudo sentido
de parentesco y dependencia mutua con otras criaturas, y expresan una preocupación por
el florecimiento de la población de especies» (Callicott, 1997, p. 183). Adicionalmente,
el pensamiento aborigen australiano manifestaría una profunda y duradera inversión en
el lugar, dando cuenta de una ética medioambiental «contextualizada». Así, «la identidad
no está conectada a la naturaleza como una categoría general abstracta (como nos instan
los defensores de la ecología profunda), sino a áreas particulares de la tierra». Concluye,
adscribiendo a la interpretación efectuada por la filósofa Val Plumwood, que a diferencia
de la visión de la tierra y la naturaleza como algo relacionado sólo accidentalmente con
el yo, para los pueblos indígenas australianos «la tierra se conceptualiza como algo tan
esencialmente relacionado con el yo como lo están los parientes, y su pérdida puede ser
tan profundamente lamentada y sentida como la muerte de los parientes» (Callicott, 1997,
p. 184).
Finalmente, sus reflexiones sobre Sudamérica, son, tal vez, la mejor expresión de
la mirada exótica, distorsionada e incompleta con la que Callicott ve a los pueblos
indígenas. Para este autor, dichos pueblos practicarían lo que llama «eco-erotismo»,
nombre que otorga al capítulo del libro que aborda el tema. Se inspira en un estudio
realizado por el antropólogo Geraldo Reichel-Dolmatoff sobre el pueblo tukano de la
Amazonía colombiana. Este, considera, era uno de los pocos estudios etnográficos sobre
los valores y actitudes ambientales de los pueblos indígenas de Sudamérica hacia 1997
(Callicott, 1997, p. 135). Acudiendo a dicho trabajo, señala que para el pueblo tukano la
energía que nos entrega la naturaleza es solo prestada, razón por la cual se debe devolver
todo lo que se obtiene de ella. Según el estudio al que acude Callicott, para dicho pueblo
204
En sus palabras: «si un filósofo del medio ambiente tuviera que inventar una cosmovisión “tradicional”
de la que se derivaran implicaciones éticas medioambientales, le resultaría difícil encontrar algo más
adecuado que lo que han articulado los pueblos aborígenes australianos» (Callicott, 1997, p. 179).
219
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
la energía de las plantas y animales comestibles es de naturaleza sexual, razón por la cual
esta sería susceptible de ser almacenada y devuelta a través de la continencia sexual:
Las mujeres tukano ingieren brebajes de hierbas que las vuelven temporalmente estériles,
y las parejas con muchos hijos son abiertamente criticadas como socialmente
irresponsables. Además, durante algunos días antes de salir de caza, los hombres deben,
para asegurar el éxito, llevar a cabo una rigurosa preparación ritual que incluye la
abstención de relaciones sexuales, y ni siquiera pueden «haber tenido ningún sueño de
contenido erótico» (…) En lo que podría llamarse la teoría de los sistemas tukano, los
cazadores deben equilibrar la energía alimentaria que toman del medio ambiente
conservando la energía sexual que, de otro modo, podrían gastar en diversiones
conyugales. De este modo, los Tukano mantienen el crecimiento de la población bajo
control (Callicott, 1997, pp. 138-139).
De acuerdo a la interpretación de Geraldo Reichel-Dolmatoff, suscrita por
Callicott, las prácticas sexuales del pueblo tukano darían cuenta de una preocupación por
el crecimiento demográfico y, por ende, por el cuidado del ambiente. Ciertamente no
cuento con las herramientas metodológicas para cuestionar tal afirmación con
contundencia, sin embargo, me surgen ciertas dudas: ¿es correcto juzgar las prácticas
ancestrales de este pueblo teniendo como marco de referencia problemas contemporáneos
producidos por sociedades post industriales? Es decir, ver en las prácticas sexuales del
pueblo tukano una conciencia ambiental sobre los problemas de la sobrepoblación global,
no es mirar las prácticas de este pueblo bajo los lentes de los problemas occidentales.
Dejo a los antropólogos la respuesta a tales preguntas. Sin embargo, sí puedo ser
contundente sobre la crítica que sigue: el pueblo tukano, aun admitiendo la interpretación
que suscribe Callicott sobre el mismo, no representa a todos los pueblos indígenas de
Sudamérica. Resulta no solo reduccionista, sino intencionalmente provocador titular de
eco-erotismo a las prácticas de toda la diversidad de pueblos indígenas que habitan en
América del sur. Un título exótico como aquel quizás pueda satisfacer el morbo
occidental, pero no puede ser considerado un fiel reflejo de la diversidad de culturas
milenarias que habitan en dicha parte del mundo. Pero Callicott parece prestar poca
atención a dichos detalles. De hecho, tampoco los presta sobre sus fuentes.
220
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Quiero ser enfático en aclarar que Callicott no puede ser acusado de citar a
conciencia a un personaje con tan oscura biografía. El libro Earth´s insights de Callicott
fue publicado en el año 1997, mientras el pasado nazi de Reichel-Dolmatoff salió a la luz
recién en el año 2012. No solo Callicott, sino muchos otros autores consideraban hasta
antes del 2012 a Reichel-Dolmatoff como un etnógrafo de referencia207. El error que
comete Callicott no es desconocer esa parte específica de la biografía de Reichel-
Dolmatoff (pues no se conocía en absoluto en esa época), sino borrar su pasado europeo
(su ascendencia austriaca, plenamente conocida en la época) y presentarlo, únicamente,
como un etnógrafo colombiano. Su mirada específica sobre los pueblos indígenas estaba,
inevitablemente, permeada por su propia experiencia. Quizás aquello sea lo que explique,
y haga menos positiva, la vinculación que hace Reichel-Dolmatoff –y, por referencia,
205
El video de la ponencia completa se encuentra disponible en el siguiente enlace:
https://www.youtube.com/watch?v=Y1kDazfCjnU&ab_channel=FriedemannDerschmidt
206
Posterior a su ponencia, el profesor Oyuela publicó el estudio que se comenta a continuación en su
artículo titulado «Arqueología Biográfica: Las raíces Nazis de Erasmus Reichel, la vida en Austria (1912-
1933)» (Oyuela-Caycedo, 2012).
207
De hecho, veremos más adelante como el trabajo de Reichel-Dolmatoff es especialmente referido por
Cormac Cullinan en su libro Wild Law del 2002, otro de los «clásicos» de la literatura ecocéntrica.
221
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Callicott– de las prácticas sexuales del pueblo Tukano con las políticas ambientales a
favor del decrecimiento de la población.
Lee Hester, Dennis McPherson, Annie Booth y Jim Cheney, han dado cuenta de
que Callicott «no piensa en sí mismo como si simplemente contara otra historia; está
intentando explícitamente construir una nueva y epistemológicamente privilegiada
narrativa maestra» (Hester et al., 2002, p. 261). En su fuerte crítica a Callicott, estos
autores establecen que el deseo de Callicott de validar la ética ambiental indígena en la
medida en que se ajuste a su ética de la tierra, es decididamente no ecológico, pues no
respeta las particularidades en las que se desarrolla cada sistema. Por el contario, las
reflexiones indígenas serían ecológicas pues, «sus raíces se encuentran en una atención y
un respeto muy prácticos respecto al mundo en el que uno se desenvuelve» (Hester et al.,
2002, p. 274) o, en otras palabras, para ellos el respeto por el mundo es una epistemología
práctica que crea una ontología. Así, el intento de Callicott por subordinar la cosmovisión
de los pueblos indígenas a un enfoque claramente «occidental» del mundo natural, no
puede ser descrito, en mi opinión, más que como una forma de colonialidad.
208
Al respecto se puede ver (Kotzé y Kim, 2019; Kotzé, 2020; Cadman et al., 2022 y Kotzé et al., 2022).
223
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
209
Aunque hay propuestas que buscan conectarlos (Bleby, 2021).
210
Quienes son los principales promotores de la propuesta a favor de un Derecho del Sistema Tierra. Su
artículo publicado en el 2019 sobre el tema es considerado el punto de partida de las investigaciones al
respecto (Kotzé y Kim, 2019).
224
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
3.2.11.1. Cristopher Stone y Should Trees have Standing: ¿el primero en proponer
derechos para la naturaleza?
Previo a exponer los argumentos que me llevan a concluir que gran parte de la
literatura especializada está equivocada sobre este punto, debo corregir dos errores de
forma comúnmente cometidos al explicar la obra de Stone y que, en este caso, impactan
en su interpretación de fondo:
Quizás estas precisiones sobre las distintas ediciones de la obra puedan parecer
banales para un lector conocedor de la obra de Stone, sin embargo, para quien escribe
esta tesis, admito, dar cuenta de ellas no fue un trabajo para nada sencillo. Debo confesar
211
La referencia de la publicación es: Stone, Christopher D. (1972), Should Trees Have Standing? - Toward
Legal Rights for Natural Objects, Southern California Law Review, 45, pp. 450-501.
212
La referencia de la publicación es: Stone, Christopher D. (1974). Should Trees Have Standing? Toward
Legal Rights for Natural Objects. California, Estados Unidos: William Kaufmann Inc.
213
Esta Opinión, por razones que explicaré más adelante, es importante en las motivaciones del ensayo.
214
La referencia de la publicación es: Stone, Christopher D. (1996). Should Trees Have Standing? and
other essays on law, morals and the environment. Nueva York, Estados Unidos: Oceana Publications, Inc.
215
Stone, Christopher D. (2010). Should trees have standing? law, morality, and the environment. New
York: Oxford University Press,
225
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
cierta sorpresa cuando, leyendo la edición del 2010, encontraba en un libro, cuya primera
versión fue publicada en 1974, reflexiones sobre el cambio climático y los derechos del
clima. Por muy adelantado que estuviera a su tiempo el profesor Stone, me costaba creer
que estuviera reflexionando sobre esos temas en 1974. No fue sino hasta cuando las
incoherencias se hicieron demasiado grandes que me animé a revisar las ediciones
anteriores del «libro». Fue entonces cuando, confieso, me sentí engañado. Me di cuenta
de que, a pesar de llevar el mismo título y afirmarse que eran re-ediciones de la obra
principal, realmente me encontraba frente a tres libros totalmente distintos. Los tres
comparten el ensayo inicial de 42 páginas publicado en 1972, pero, por lo demás, varían
en casi todo. Lo sorprendente de aquello, es que los cambios no se advierten en ninguna
parte de las ediciones posteriores del libro. La conclusión que saqué de esto (y que,
espero, pueda ayudar a quienes quieran profundizar en el tema), es que, si se establece
que Stone fue primero en algo, hay que mencionar, específicamente, a que obra se refiere:
al ensayo de 1972, al libro de 1974 o sus «re-ediciones» de 1996 o 2010. Cuando se da
cuenta de que muchas de las cosas que aparecen en la edición de 1996 no estaban en su
ensayo de 1972 ni en su libro de 1974, se vislumbra que no es tan pionero como se suele
señalar.
Lo anterior adquirió más relevancia cuando quise rastrear las fuentes en las que se
inspiró Stone para escribir su ensayo de 1972. Fue sorprendente para mí no encontrar
ninguna a cita a los autores que, en la misma época, habían revolucionado el movimiento
ecológico estadounidense como Aldo Leopold o Carson. En la introducción de la
«segunda edición» de Trees, de hecho, Stone manifiesta que conoció la obra de Leopold
años después de haber publicado Trees (1996, p. xii). Sin embargo, en la primera edición,
el ecólogo Garret Hardin, quien escribió el prólogo, ya hacía mención a Leopold y Carson,
incluso el propio juez Douglas, en su opinión disidente en el caso Sierra Club v. Morton
–replicada en el libro– citaba a la obra de Leopold (en Stone, 1974, p. x-xii, xvii, 82-83).
A pesar de mi sorpresa, dejé el tema a un lado.
226
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
más bien, producto del clima intelectual de la época. Aunque les llama la atención que,
habiendo estudiado filosofía, Stone apenas mencione fuentes anteriores que respaldaban
su idea, reconocen que «había muy pocas oportunidades de conocer las actividades de
estos otros académicos que trabajaban fuera de la erudición jurídica» y que «el artículo
fue escrito antes de la publicación de los primeros análisis filosóficos sistemáticos de la
crisis medioambiental». Resaltan que la falta de referencias puede ilustrar que las
reflexiones filosóficas sobre cuestiones ambientales no tuvieron un pionero como tal, sino
que «parecen haber surgido de forma independiente en lugares sin conexión entre sí»
producto de la «transferencia de ideas sobre la evolución y la ecología a la filosofía y el
derecho y el interés mundial por la obra de Carson» (Oksanen y Kumpula, 2021, pp. 178-
181). A pesar de lo anterior, como dije al inicio de esta sección, el artículo de Stone suele
ser tomado como el punto de partida en los debates más recientes sobre el tema. Sin
embargo, no me quedaré allí, con el segundo punto de forma, introduciré las razones que
me llevan a concluir que, inclusive en su propuesta de fondo, la obra de Stone no tiene
que ver con la idea de una naturaleza como sujeto de derechos.
Segundo: la traducción más fiel del título del título del libro de Stone no es
«¿deben los árboles tener derechos?», sino, «¿deben los árboles tener legitimación ante
las cortes?», la diferencia, considero, no es menor. En la primera formulación se puede
interpretar que Stone propuso considerar a los seres del mundo natural como poseedores
de derechos inherentes, derechos subjetivos que nacen de su consideración como sujetos,
sin embargo, ese no es el caso. Stone, muy por el contrario, consideraba que los elementos
del mundo natural no tenían intereses propios, que no eran sujetos, sino «objetos» que,
reconocidos por el derecho objetivo, podrían hacer valer ante los jueces, por medio de
tutores, los derechos que la ley humana les otorgue. En resumen, digo que Stone no es el
precursor de los derechos de la naturaleza, pues, si bien estableció de forma temprana que
árboles o ríos pueden acudir por sus propios intereses a las Cortes, su propuesta no estaba
dirigida a considerar a la naturaleza como sujeto de derechos.
Por lo anterior, la relación que se suele hacer entre la obra de Stone y otras
propuestas por los derechos de la naturaleza como la de la Constitución de Ecuador del
2008 no es del todo precisa. En efecto, existe una línea que conecta el trabajo del profesor
Stone con la Constitución de Ecuador, a través de la organización estadounidense
Community Environmental Legal Defense Fund y su aporte en los debates constituyentes
sobre la materia. Sin embargo, el resultado final del texto constitucional que reconoce
227
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
que se admita la demanda en nombre e interés del objeto; (2) que el cálculo de los daños
y perjuicios (o el balance de equidad cuando los daños y perjuicios fueran inapropiados)
incluya una contabilización de los intereses o del valor no intrínseco del objeto (no
limitado al valor económico comercial); y (3) que la sentencia se aplique en beneficio del
objeto (Stone, 2010, pp. 4-5, 159).
216
La organización conservacionista más importante de Estados Unidos, fundada por John Muir en 1982.
228
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
La Opinión Disidente del juez Douglas, como recoge el propio Stone, generó una
gran controversia en la comunidad de juristas de la época, quienes, ridiculizándola,
rechazaron la idea. Sin embargo, también le traería fama a un artículo que, posteriormente
convertido en libro, sería su obra más famosa (Stone, 1996, pp. ix-xii).
Un elemento que se debe resaltar tanto de los objetivos planteados por Stone como
de la cita del juez Douglas es que su enfoque no estaba dirigido a establecer que los
«objetos» naturaleza tienen derechos, sino que pueden tener legitimación procesal. Es
importante resaltar el término «objeto», pues Stone nunca llegó a considerar a la
naturaleza como poseedora de derechos subjetivos, es decir, como sujeto de derechos. Su
uso del concepto «derechos legales» tiene que ver con la posibilidad de que un reclamo
sea escuchado y reparado por una autoridad. No habló de la naturaleza en términos de
229
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
sujeto de derechos y aquello tiene coherencia, pues Stone no consideraba que las
entidades naturales, como los ríos, tuvieran un «interés» propio que debiera ser
preservado. Así, al preguntarse en el epílogo de la segunda edición de Trees ¿Cómo puede
responder el derecho al desafío de los demandantes sin intereses? Su respuesta es que
esos intereses deben ser determinados por el derecho objetivo, es decir, no por un derecho
natural de la cosa, sino por lo que la ley hecha por legisladores humanos determine. En
sus palabras:
Son los humanos los que prefieren, no los ríos. ¿Cómo puede responder el derecho al reto
de los demandantes sin intereses? Mi respuesta ha sido la siguiente: como en cualquier
situación en la que un tutor o fideicomisario está facultado para hablar en nombre de su
tutelado, lo que diga dependerá de lo que dispongan las normas legales. En los casos
relevantes del derecho «ordinario», como los asuntos de custodia de los hijos, las normas
están vinculadas al «interés superior» del tutelado. Pero en la medida en que un objeto
inanimado como un río no puede ser beneficiado ni perjudicado en ningún sentido
ordinario, la preservación del estado del río de la que hable el tutor tendrá que hacer
referencia a algún estado que la ley decrete como el legalmente obligatorio, definido sin
referencia al interés superior del propio río (Stone, 2010, p. 169; 1996, pp. 53, 168).
En la segunda edición de Trees, Stone incluye un artículo titulado «The Nonperson
in Law» (el cual, curiosamente, no incluye en la tercera edición de su libro) en el que
aclara su postura sobre si la naturaleza tiene un valor propio. Allí establece que cuando
habla de «derechos legales» no se refiere, en lo absoluto, a derechos derivados de una
posición moral sobre las «personas no-humanas». No busca encontrar una teoría general
de la moral y derivar de ella un derecho aplicable para los no-humanos, por el contrario,
su enfoque, como él mismo expone, «comienza preguntando si es inteligible otorgar a
un río diversos “derechos legales” y que implicaría hacerlo. Una vez identificadas las
implicaciones, podemos proceder a la investigación moral: ¿Debemos
comprometernos con ello?» (1996, pp. 49-50).
Las herramientas que Stone da para responder a esta última pregunta son
especialmente importantes para comprender adecuadamente su propuesta y, creo yo, para
repensar la importancia que se le ha dado en la historiografía de los derechos de la
naturaleza. Los derechos legales que se le concedan a los «objetos de la naturaleza»,
señala, no deben buscar que se les conceda una «ventaja» dirigida a mantenerlos intactos
o fuera del cálculo costo-beneficio del mercado. Mientras la literatura actual de los
derechos de la naturaleza establece que su propuesta busca, precisamente, sacar a los entes
no humanos del cálculo utilitario del mercado, la real propuesta de Stone estaba dirigida
a concederles una ventaja económica (no moral) a través de la ley, la cual permita, entre
otras cosas, determinar cuánto se tendría que pagar si se quiere afectar un ecosistema,
230
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
para repararlo posteriormente o crear uno similar de forma artificial (1996, pp. 53-59). El
siguiente ejemplo del propio autor muestra lo dicho:
Incluso si se convence a la gente de que sacrifique algo para su conservación, los costes
de la inviolabilidad parecerán en muchas circunstancias inaceptables, incluso moralmente
inaceptables. Consideremos, por ejemplo, una propuesta de limitar un río con una serie
de pequeñas presas hidroeléctricas que aliviarán la necesidad de importar 1 millón de
dólares de petróleo anualmente. Por supuesto, tras el embalsado, el río no puede ser
exactamente igual que antes. Incluso si encontramos una razón moral para sacrificar algo
para preservar el río intacto, puede que no nos sintamos obligados –puede que no sea
correcto– a renunciar a otros beneficios, como calentar las casas de los pobres. Entonces,
¿qué? (…) Este es, en mi opinión, el reto central del segmento legal de nuestra
investigación. La aplicación de ventajas para las no-personas amenaza con llevarnos a un
callejón sin salida. No sólo estaríamos otorgando ventajas, sino ventajas que van más allá
del límite que permiten nuestras propias reivindicaciones y necesidades legítimas. Lo que
se necesita son alternativas más flexibles (Stone, 1996, pp. 58-59).
Para Stone, los derechos legales que se otorguen a los «objetos naturales» deben
estar determinados por la ley y no deben buscar promover su integridad absoluta, sino
establecer de forma aproximada, a través de nuestros lentes humanos, cuáles serían sus
intereses, pues solo de esta manera «podremos asignar ventajas a las no-personas con la
seguridad de que, si necesitamos modificarlas, podremos "compensarlas" del mismo
modo que hacemos con las personas» (Stone, 1996, p. 59). Por compensar, Stone
entiende, desde su primer ensayo de 1972, poner un precio a la naturaleza, un valor
monetario que se dirija a un fondo fiduciario administrado por su tutor y que tenga, entre
otros objetivos, el pago de los honorarios del tutor, los gastos legales y preservarlo «lo
más cerca posible de su estado en el momento en que el medio ambiente se convirtió
en titular de derechos», no propone devolverlo a su estado original. Pero no solo ello,
Stone plantea también que ese fondo esté disponible para satisfacer sentencias que se
dicten contra el ambiente por sus responsabilidades para con otros titulares de
derecho por incendios o inundaciones (Stone, 1974, p. 33). Esta propuesta de derechos
legales como ventajas compensables monetariamente, permitiría, como ejemplifica
el propio Stone:
231
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
El que la naturaleza pueda ser representada por tutores217 es, quizás, el único
aspecto de la propuesta de Stone que podemos encontrar representado en la literatura
actual sobre los derechos de la naturaleza. Sin embargo, aún en este punto, existen
diferencias importantes. En su ensayo original de 1972, quizás, motivado por las
dificultades que presentó la legitimación procesal en el caso Sierra Club v. Morton,
sostiene que el beneficio que ofrece esta tutoría ampliada es que permite que no sean las
217
En su libro, escrito en inglés, Stone usa la palabra «guardian». La traducción jurídica más fiel sería la
de tutor, pues proviene de una antigua institución jurídica del derecho civil, la tutoría. Sin embargo, en
español se ha usado la palabra «guardianes» para hacer referencia en varias sentencias y leyes a las
organizaciones, personas o comunidades encargadas de representar los derechos de la naturaleza.
232
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
comunidades humanas cercanas al «objeto natural» las únicas que puedan activar las
acciones judiciales, pues estos, de hecho, podrían estar en contra del ambiente. Su tutela
para el ambiente busca que personas ajenas al entorno cercano puedan presentar
demandas a favor del espacio natural. En sus palabras:
una forma –la forma homocéntrica– de ver lo que estoy proponiendo hasta ahora, es
considerar al tutor del objeto natural como el tutor de las generaciones no nacidas, así
como de los humanos contemporáneos que de otra forma no estarían representados, pero
sí distantemente perjudicados (Stone, 1974, p. 28).
Tengo la impresión de que, a pesar de la cacareada «armonía» entre los indios de las
llanuras americanas y la naturaleza, una vez que se equiparon con rifles, su persecución
del búfalo se amplió para llenar el potencial tecnológico (Stone, 1974, p. 47; 2010, p. 27).
233
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
puntos de vista espirituales de cualquier cultura a la hora de establecer una armonía entre
el «hombre»218 y su entorno tienen un papel irrelevante (Murphy, 1971, p. 477).
Refiriéndose a los Nativos Americanos como «semiprimitivos», establece que:
Los Indios Norteamericanos, que a mediados del siglo XIX eran pocos y que aún no
habían asimilado gran parte de la nueva cultura que los asaltaba, aún poseían, con unas
pocas armas de fuego y mercados limitados, el poder de crear estragos entre las
poblaciones de caza. Lo que estos pocos semi-primitivos hicieron entonces sería
probablemente superado por cualquier remanente humano futuro (Murphy, 1971, p. 480).
Dejar las prácticas actuales y volverse pasivo, o retroceder a un patrón pasado, aunque
sea posible, no es adecuado. Evitar las consecuencias potencialmente catastróficas para
el medio ambiente formuladas por las exigencias humanas de los dos últimos siglos
requerirá medios no tradicionales, sino tan innovadores como el ingenio humano sea
capaz de concebir. Será necesario un artificio del tipo más técnico, en lugar de un
organicismo emotivo. Hay muy poca capacidad de renovación en la naturaleza, y
demasiado crecimiento por venir en la demanda humana, para que exista la posibilidad
de una relación orgánica fácil entre el hombre y la naturaleza (Murphy, 1971, p. 480).
El panteísmo, el sintoísmo y el taoísmo tienen mitos que ofrecer. Pero todos ellos son,
cada uno a su manera, pintorescos, primitivos y arcaicos. Lo que se necesita es un mito
que se adapte a nuestros crecientes conocimientos de geofísica, biología y cosmos (Stone,
2010, p. 29).
218
Es el término que usa el autor para referirse a humanidad.
234
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
La obra de Stone, como veremos más adelante, es citada como una de las
principales fuentes de inspiración sobre la importancia de conceder derechos a la
naturaleza por uno de los mayores exponentes del ecocentrismo espiritual, el sacerdote
Thomas Berry en su Gran Obra y por su discípulo, el abogado Cormac Cullinan en su
libro Derecho Salvaje. Como he adelantado, Stone se oponía, expresamente, a que el
cambio deba nacer de una transformación en la conciencia de la humanidad o de la
construcción de una nueva espiritualidad que guie nuestras relaciones con el mundo
natural. Stone rechazó el conocimiento indígena y lo que nos pueden enseñar las culturas
no «occidentales». Sin embargo, esos detalles no se comentan cuando Berry o Cullinan
citan a Stone.
235
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
219
Información recuperada de su página oficial: https://celdf.org/about-celdf/ (último acceso: 03/10/2022).
220
Información más detallada sobre el caso se puede encontrar en el siguiente enlace:
https://celdf.org/2015/08/tamaqua-borough/
221
El texto íntegro de la ordenanza, en inglés, se puede consultar en el siguiente enlace:
http://files.harmonywithnatureun.org/uploads/upload666.pdf
236
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
este desarrollo fue, como el propio Thomas Linzey222 y Mari Margil reconocen, la obra
del profesor Stone (Margil, 2011, 2014 y s.f.).
Pensamos que tendríamos una ardua batalla tratando de explicar a este antiguo ministro
de energía y minas por qué las comunidades de Estados Unidos estaban adoptando leyes
que reconocen los derechos de los ecosistemas. Pero antes de que pudiéramos decir nada,
nos dijo que, en su opinión, la ley trata a la naturaleza como una esclava, sin derechos
propios. Habíamos encontrado una confluencia de ideas en uno de los lugares más
improbables, pero más críticos (Margil, 2011, p. 254).
Así viajó la idea de Stone a los debates constituyentes de Ecuador. Sin embargo,
aunque generó el primer impulso, considero que el texto que finalmente aprobó la
Asamblea Constituyente de Ecuador tiene poco que ver con su propuesta. El artículo 71
de la Constitución de Ecuador establece:
222
Un relato del propio Thomas Linzey sobre como las ideas del profesor Stone llegaron a él se puede
encontrar en la siguiente conferencia disponible online (en especial desde el minuto 20:13):
https://youtu.be/r6x5WeGfj0Y?t=1213
223
Más información sobre la organización se puede encontrar en el siguiente enlace:
https://www.pachamama.org.ec/nosotros/
224
Un relato detallado sobre el proceso escrito por la Fundación Pachamama se puede encontrar en el
siguiente enlace: https://566259-1852283-raikfcquaxqncofqfm.stackpathdns.com/wp-content/uploads/
2021/09/Recogniting-Rights-for-Nature-in-the-Ecuadorian-Constitution-Fundacion-Pachamama.pdf
237
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Art. 71.- La naturaleza o Pacha Mama, donde se reproduce y realiza la vida, tiene derecho
a que se respete integralmente su existencia y el mantenimiento y regeneración de sus
ciclos vitales, estructura, funciones y procesos evolutivos.
238
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Stone propuso que los «objetos» de la naturaleza tengan legitimación ante las
Cortes. El CELDF, en la ordenanza del municipio estadounidense de Tamaqua logró
replicar la propuesta de Stone. Lo que hicieron los pueblos indígenas y las organizaciones
sociales en Ecuador fue otra cosa: lograron que, por primera vez en una Constitución, y,
en términos generales, en un texto legal226 se contemplaran «derechos para la naturaleza»,
se habló de ella como sujeto, como Pachamama, y se construyó una nueva narrativa no
«occidental» ni cientificista sobre nuestra relación con el mundo natural, que, finalmente,
se aprobó con un 63,93% de votos a favor en un país que, en ese momento, tenía más de
225
En su aprobación constitucional tuvo también un papel fundamental el escritor uruguayo Eduardo
Galeano. Tal como resalta Alberto Acosta, ex presidente de la Asamblea Constituyente y uno de los grandes
teóricos de los derechos de la naturaleza de Latinoamérica, luego de que Eduardo Galeano conoció que se
discutía la posibilidad de que se reconozca constitucionalmente a la naturaleza como sujeto de derechos,
publicó, el 18 de abril del 2008, un artículo titulado La Naturaleza no es muda. Este artículo fue distribuido
a los entonces indecisos asambleístas constituyentes para la sesión número 40 del pleno de la Asamblea,
celebrada el 29 de abril de 2008. Se leyeron párrafos del texto de Galeano en el pleno de la Asamblea. En
ellos, Galeano resaltaba lo absurdo que es el reconocer derechos para corporaciones y no hacerlo para la
naturaleza. Su impacto fue enorme. Tal como señala el propio Acosta, gracias a él se consiguió la mayoría
necesaria para que los derechos de la naturaleza entraran en la Constitución de Ecuador del 2008 (Acosta,
2021).
226
En el caso de la ordenanza de Tamaqua, siguiendo la propuesta de Stone, de lo que se habló fue de
legitimación procesal.
239
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Como el propio Stutzin relata, su amor por los animales fue cultivado, en primer
lugar, por sus padres. Sin embargo, el cuidado de la naturaleza tomó un papel fundamental
en su vida a partir de la lectura, a sus doce años, del libro Civilization and Ethics230 del
227
En el año 1955 fundó en Chile la Unión de Amigos de los Animales (UAA) y en 1968 fundó la primera
organización ambientalista de Chile, el Comité Nacional Pro Defensa de la Flora y Fauna (CODEFF).
228
El artículo original, escrito en español, lleva como título La Naturaleza ¿un Nuevo Sujeto de Derechos?
Como el propio Stutzin relata, este artículo fue «leído en las Jornadas del Instituto de Docencia e
Investigación Jurídicas sobre "Las Nuevas Figuras Jurídicas Vinculadas a la Protección del Medio
Ambiente", realizadas en Jahuel (7-9 de septiembre de 1973)» (1984, p. 97). En el año 1976 se publicó una
traducción de este artículo en inglés en la revista Environmental Policy and Law. Dado que, a pesar de su
búsqueda, me fue imposible acceder a la versión en español publicada en 1973, la referencias que haré se
basan en su traducción al inglés publicada en 1976.
229
Es perfectamente posible que fuera del pensamiento «occidental» hayan surgido, con carácter previo,
propuestas similares. Sin embargo, dentro del discurso jurídico, esta es la propuesta más antigua que
conozco.
230
No hablé de la ética de «Reverencia por la Vida» (Reverence for Life) de Schweitzer en el apartado en
que me ocupé de las propuestas filosóficas ecocéntricas «occidentales», pues, considero, es importante para
los objetivos que pretende esta tesis que su obra se explique en conjunto con la propuesta de su primera
traducción jurídica.
240
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
En primer lugar, para Schweitzer la ciencia no puede decirnos qué es la vida, sólo
nos da ideas aproximadas sobre las cuales podemos aprender que detrás de todos los
fenómenos del mundo está presente el misterio de la voluntad de vivir233. El conocimiento
231
La información ha sido obtenida de un documental corto en el que el propio Stutzin relata cómo se
involucró en el trabajo ecológico. Al respecto ver: (Lingke, 2010). Disponible en el siguiente enlace:
https://vimeo.com/15825339
232
Inclusive antes de Aldo Leopold, cuyo Sand County Almanac fue escrito en 1923, pero publicado en
1949. Es pertinente mencionar, adicionalmente, que Schweitzer era conocedor del pensamiento hinduista,
budista y taoísta. Al respecto, escribe en su autobiografía: «En el estoicismo tardío de Epicteto, de Marco
Aurelio y de Séneca, en el racionalismo del siglo XVIII y en el de Cong-tse (Confucio), Meng-tse (Mencio),
Mi-tse (Micio) y otros pensadores chinos, la filosofía parte del problema fundamental de la relación del
hombre con el universo y llega a una afirmación ética de la vida y del mundo. Esta filosofía remonta el
curso de los acontecimientos del mundo a una voluntad del mundo con objetivos éticos, y reclama al hombre
para su servicio. En el pensamiento del brahmanismo y de Buda, en los sistemas hindúes y en la filosofía
de Schopenhauer, se presenta la explicación opuesta del mundo, es decir, que la vida que transcurre en el
espacio y el tiempo carece de propósito y debe llegar a su fin. La actitud sensata del hombre ante el mundo
es, por tanto, renunciar al mundo y a la vida. Junto al tipo de pensamiento que se ocupa de las cuestiones
elementales, ha surgido otro tipo, especialmente en la filosofía europea. Lo llamo "secundario" porque no
se centra en la relación entre el hombre y el universo (…) En lugar de instar al hombre a una meditación
constante sobre sí mismo y su relación con el mundo, esta filosofía le presenta los resultados de la
epistemología, de la deducción lógica, de la ciencia natural, de la psicología o de la sociología, como si
pudiera, con la ayuda de estas disciplinas, llegar a un concepto de su relación con el universo. Sobre todas
estas cuestiones esta filosofía “secundaria” ve al ser humano como si fuera no un ser que está en el mundo
y vive su vida en él, sino como uno que está estacionado cerca de él y lo contempla desde fuera»
(Schweitzer, 1998 1933, pp. 230-231).
233
En sus palabras: «El progreso de la ciencia consiste únicamente en la descripción cada vez más precisa
de los fenómenos en los que aparece y transcurre la vida en sus innumerables formas, permitiéndonos
descubrir la vida donde antes no la esperábamos, y poniéndonos en condiciones de utilizar de una u otra
manera lo que hemos aprendido sobre el curso de la voluntad de vivir en la naturaleza» (Schweitzer, 1949,
p. 241).
241
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
no da cuenta de cuanto sabemos del mundo234, sino que nos invita a una relación interior
con él a partir de la «reverencia por la misteriosa voluntad de vivir que hay en todas las
cosas». De ahí que, en sus palabras:
la diferencia entre lo culto y lo inculto sea totalmente relativa. El hombre inculto que, al
ver un árbol en flor, se siente sobrecogido por el misterio de la voluntad de vivir que se
agita a su alrededor, sabe más que el científico que estudia bajo el microscopio o en la
actividad física y química mil formas de la voluntad de vivir, pero, con todo su
conocimiento del curso de la vida de estas manifestaciones de la voluntad de vivir, no se
conmueve por el misterio de que todo lo que existe es voluntad de vivir, mientras que se
hincha de vanidad al poder describir exactamente un fragmento del curso de la vida
(Schweitzer, 1949 1923, p. 241).
234
Schweitzer era escéptico sobre nuestra capacidad de conocimiento sobre el mundo, en sus palabras:
«Creo que soy el primero entre los pensadores occidentales que se ha aventurado a reconocer este resultado
aplastante del conocimiento, y el primero en ser absolutamente escéptico sobre nuestro conocimiento del
mundo sin renunciar al mismo tiempo a la creencia en la afirmación del mundo, la vida y la ética. La
renuncia al conocimiento del mundo no es para mí una inmersión irremediable en un escepticismo que nos
deja a la deriva en la vida como un barco abandonado. Veo en ella ese esfuerzo de honestidad que debemos
aventurarnos a hacer para llegar a la cosmovisión útil que se vislumbra. Toda cosmovisión que no parta de
la resignación en cuanto al conocimiento es artificial y una mera invención, pues se apoya en una
interpretación inadmisible del universo» (Schweitzer, 1949, p. xv).
235
En esta línea, por ejemplo, respecto de la propiedad, como el propio autor manifiesta, la ética de
reverencia por la vida es abiertamente individualista, pues «la riqueza adquirida o heredada debe ponerse
al servicio de la comunidad, no a través de ninguna medida tomada por la sociedad, sino mediante la
decisión absolutamente libre del individuo (…) Lo único que importa es que cada uno valore lo que posee
como medio de acción. Poco importa que esto se logre conservando y aumentando su riqueza, o
renunciando a ella. La riqueza debe llegar a la comunidad de las formas más variadas, si se quiere que sea
del mayor provecho para todos» (Schweitzer, 1949, p. 254).
242
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
No se pregunta hasta qué punto esta o aquella vida merece nuestra simpatía como algo
valioso, ni, más allá de eso, si es capaz de sentir y en qué grado. La vida como tal es
sagrada para él. No arranca ninguna hoja de un árbol ni arranca ninguna flor y se preocupa
por no aplastar ningún insecto (Schweitzer, 1949 1923, p. 243).
236
Los ejemplos que pone el propio autor al respecto son especialmente esclarecedores de su pensamiento:
«El agricultor que ha destinado mil flores en su prado como forraje para sus vacas, debe tener cuidado en
su camino a casa de no arrancar en un pasatiempo gratuito la cabeza de una sola flor al lado del camino,
pues con ello comete un daño contra la vida sin estar bajo la presión de la necesidad (…) Aquellos que
experimentan con operaciones o el uso de drogas en animales, o los inoculan con enfermedades para poder
ayudar a la humanidad con los resultados obtenidos (…). Primero deben haber considerado en cada caso
individual si hay una necesidad real de forzar a cualquier animal a este sacrificio por el bien de la
humanidad. Y deben buscar mitigar tanto como sea posible el dolor infligido» (Schweitzer, 1949, p. 252).
237
Es importante destacar que Stutzin, en 1973, ya proponía escribir Naturaleza con mayúscula para dar
cuenta de su carácter de sujeto. Esta es la forma de escritura que ha seguido empleando parte de la literatura
especializada. En esta tesis, como se habrá detectado hasta el momento, no he escrito la palabra con
mayúscula inicial pues, considero, no existe un criterio claro para determinar cuándo podemos hablar de
243
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Mientras siga siendo meramente un bien, la Naturaleza estará subordinada a los intereses
utilitarios del hombre y su valor se medirá con la vara de estos intereses que, por muy
generales y amplios que sean, siempre reflejan de alguna manera las tendencias propias
de la tecnosfera, reñidas básicamente con las necesidades de la biosfera. De «interés
una naturaleza «objeto» y cuando de una naturaleza «sujeto». Así, por ejemplo, la naturaleza de la que
hablan los ecocéntricos-conservacionistas a los que me he referido hasta ahora, parece acercarse más a una
visión de la naturaleza como «objeto de estudio» y, por tanto, representable conforme a su descripción
estándar (con minúscula). Dado que he encontrado que los criterios suelen mezclarse, previniendo
confusiones, he decidido emplear el uso en minúsculas y hablar de las diferencias existentes en cada caso.
244
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Los principios fundamentales que debería preservar este Derecho Ecológico son
la diversidad y el equilibrio, en tanto características que muestran el carácter creativo de
la Naturaleza. Como contraparte de los derechos de los seres humanos, los derechos de la
Naturaleza presuponen la consideración de la Naturaleza como una «persona jurídica a la
vez supranacional y omnipresente, cuyos derechos pueden y deben hacerse valer en todos
los ámbitos, desde el mundial hasta el local». El patrimonio de esta nueva persona jurídica
estaría conformado por «la totalidad de los elementos del mundo natural, animados e
inanimados» (1984, pp. 103-105). Este patrimonio podría ser protegido a través de la
creación de parques nacionales inviolables e implicaría que todo lo que el derecho
reconoce como «res nullius» (fauna silvestre y océanos), pasen a ser considerados
dominios exclusivos de la Naturaleza como sujetos de derecho, cuya explotación solo
sería permitida si no destruye la integridad de tales elementos naturales y podría ser titular
de fondos económicos destinados a su preservación y recuperación (1984, pp. 112-113).
en vez de partir de la presunción de que los elementos del mundo natural en si “no sirven
de nada” y, por lo tanto, pueden ser libremente alterados o destruidos (incluso ser
declarados “dañinos” o “plagas” y exterminados como tales), a menos que se pruebe la
utilidad de su conservación, se establece la presunción contraria de que todo lo que existe
en la naturaleza “sirve de algo” en el contexto de la “empresa de la vida” y debe, por
consiguiente, ser conservado tal como es, salvo que pueda acreditarse la existencia de un
interés superior que justifique la alteración o destrucción proyectadas (1984, p. 113).
en vez de seguirlos». Así, en sus palabras «la tribuna del derecho servirá de lugar propicio
para un diálogo entre la Naturaleza y el hombre cuyos resultados no podrán ser sino
favorables para ambas partes» (1984, p. 109).
246
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
manera ¿qué clase de sistema es un ser vivo?» (Maturana y Varela, 1998, pp. 10-11).
Hasta ese momento, ni él ni la ciencia «occidental» se había preguntado por lo vivo en
esos términos. Mientras los físicos (como vimos con Lovelock), consideraban a los seres
vivos desde una visión de la totalidad, esto es, como el resultado de leyes generales que
no prestan atención a las particularidades de sus entes, Maturana, a la inversa, buscó
demostrar que el ser vivo surgía de la dinámica relacional de sus componentes y no de la
totalidad que estos conforman (Maturana y Varela, 1998, pp. 13-14). Lo anterior implica:
a) Que el ser vivo es, como ente, una dinámica molecular, no un conjunto de moléculas;
b) que el vivir es la realización, sin interrupción, de esa dinámica en una configuración
de relaciones que se conserva en un continuo flujo molecular, y c) que en tanto el vivir es
y existe como una dinámica molecular, no es que el ser vivo use esa dinámica para ser,
producirse, o regenerarse a sí mismo, sino que es esa dinámica lo que, de hecho, lo
constituye como ente vivo (Maturana y Varela, 1998, p. 15).
238
Por acoplamiento estructural, Maturana y Varela refieren al proceso por el que dos o más unidades
autopoiéticas se encuentran e influyen mutuamente, gatillando cambios de estado necesarios para mantener
el ciclo autopoiético interno de cada una: «Mientras una unidad no entre en una interacción destructiva con
su medio, nosotros como observadores necesariamente veremos que, entre la estructura del medio y la de
la unidad, hay una compatibilidad o conmensurabilidad. Mientras esta compatibilidad exista, medio y
unidad actúan como fuentes mutuas de perturbaciones y se gatillarán mutuamente cambios de estado,
proceso continuado que hemos designado con el nombre de acoplamiento estructural. Así, por ejemplo, en
la historia de acoplamiento estructural entre los linajes de automóviles y las ciudades, hay cambios
247
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
la comunicación (…) se lleva a cabo sólo cuando alguien, aunque sea de manera gruesa,
entiende la comunicación (o no la entiende) (…) La comunicación está situada más allá
de la pura utilización del lenguaje que uno todavía pudiera imaginar cómo acto solitario,
porque supone que otro (alguien) debe estar localizable y con disposiciones muy
específicas para la comunicación: entender, saber leer. La comunicación es una operación
genuinamente social (y la única genuinamente tal). Es una operación social porque
presupone el concurso de un gran número de sistemas de conciencia, pero precisamente
por eso, como unidad, no puede ser atribuida a ninguna conciencia sola. Es social, porque
de ningún modo puede ser producida una conciencia común colectiva, es decir, no se
puede llegar al consenso en el sentido de un acuerdo completo (Luhmann, 1996, p. 69)
dramáticos por ambos lados, pero en cada uno se dan como expresión de su propia dinámica estructural
bajo interacciones selectivas con el otro» (Maturana y Varela, 2003, p. 67).
248
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
el Derecho se define como un sistema social autopoiético, esto es, como una red de
operaciones elementales que recursivamente reproduce operaciones elementales. Los
elementos básicos de este sistema son comunicaciones, no normas (…) El carácter
autorreproductivo del Derecho como un proceso social sólo se vuelve inteligible si se
escogen las comunicaciones como los elementos básicos del Derecho. El Derecho como
sistema social autopoiético no está compuesto ni por normas ni por legisladores, sino por
comunicaciones jurídicas, definidas como la síntesis de tres selecciones de sentido:
participación, información y comprensión. Dichas comunicaciones están
interrelacionadas entre sí en una red de comunicaciones que no produce otra cosa que
comunicaciones. (2005, p. 42).
239
En palabras de Teubner: «Los actores, tanto individuales como colectivos, son creados por atribución
social. Su realidad social reside en la auto descripción socialmente vinculante de un sistema social
organizado como un vínculo cíclico de atribución de identidad y acción. Un Estado se convierte en un actor
colectivo, no porque tenga ciertas propiedades naturales o una forma organizativa específica. Más bien es
el sistema internacional de guerra y paz el que construye a sus actores y, por tanto, obliga a las entidades
étnicas/territoriales a adoptar la forma de un Estado institucionalizado (…) El sustrato social de la persona
jurídica, que ha sido objeto de tantas controversias, se comprende una vez que se acepta la audaz idea de
que el derecho atribuye la personalidad jurídica no sólo a los seres humanos individuales, sino también,
bajo ciertas condiciones, a los meros flujos de comunicación» (Teubner, 2006, pp. 501-502).
249
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Fox sostiene que una ética basada en la vida, capaz de dar fundamentos sólidos
para otorgar valor intrínseco a los ecosistemas, no debe partir del conatus ni del enfoque
organicista gaiano, sino de la «más técnicamente precisa (y también más formidable)»
idea de autopoiesis (Fox, 1990, p. 173). Esta propuesta ha sido respaldada por filósofos
como Eckersley, para quien la teoría del valor intrínseco de la autopoiesis proporciona
una base teórica más sólida para el ecocentrismo que el holismo ético de la ética de la
tierra de Aldo Leopold. Como he referido en apartados anteriores, una de las críticas al
enfoque de la ética de la tierra es que no reconoce valor a los organismos individuales,
sino, únicamente, a las totalidades. Por el contrario, para Eckersley, un enfoque
autopoiético del valor intrínseco no es vulnerable a tal objeción pues, mientras que los
enfoques atomistas atribuyen el valor intrínseco sólo a los organismos individuales y el
«holismo extremo» sólo a los ecosistemas enteros (biosfera o ecosfera), «un enfoque
autopoiético reconoce el valor de todos los procesos-estructuras que se esfuerzan
continuamente por producir y sostener su propia actividad y estructura organizativa. Es
250
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
240
En palabras de Varela: «En la idea de autopoiesis las nociones de red de producciones y de frontera
tienen un sentido más o menos preciso. Cuando la idea de red de procesos se transforma en “interacciones
entre personas”, y la membrana celular se transforma en el “borde” de un grupo humano, se incurre en un
uso abusivo» (1997, p. 51).
251
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
disidentes del partido a abandonar sus posturas para no poner en peligro la unidad del
partido. En cambio, al que aspira a una forma de convivencia democrática, de ningún
modo pueden parecerle irrelevantes los individuos. Al contrario, son absolutamente
centrales, completamente imprescindibles. Las cualidades de los individuos dejan su
impronta en el sistema social (Maturana y Porksen, 2007, p. 60).
hace aparecer las comunicaciones como elementos centrales, excluyendo a los seres
humanos como comunicantes (…) Pero cuando en la vida diaria se habla de sistemas
sociales, naturalmente siempre están involucradas distintas personas con sus
características específicas (…) Pero ¿por qué Niklas Luhmann optó por proceder así? Una
vez me dijo que excluía a los humanos de su bosquejo de teoría para poder formular
declaraciones universales. Si se habla de seres humanos, fue su argumento, ya no es
posible hacer afirmaciones universales. Con esta postura tampoco estoy de acuerdo
(Maturana y Porksen, 2007, p. 59).
252
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Pero, si todo es perspectiva ¿cómo hemos logrado crear instituciones que nos
ordenan como sociedad? Los seres humanos, de acuerdo con Maturana, somos al mismo
tiempo seres sociales («vivimos nuestro ser cotidiano en continua imbricación con el ser
de otros») e individuos («vivimos nuestro ser cotidiano como un continuo devenir de
experiencias individuales intransferibles»). Estas dos dimensiones no son contradictorias,
muy por el contrario, inevitablemente «el ser humano individual es social, y el ser humano
social es individual». Sin embargo, señala, diversas teorías políticas y económicas,
fundamentándose en una supuesta descripción verdadera de la naturaleza biológica,
suelen presentar estas dos dimensiones en términos dicotómicos. Para Maturana esto es
un error: «la diversidad etnológica de la humanidad nos muestra muchas instancias en las
que hay, o se han dado, sistemas sociales cuyos miembros viven la armonía de los
intereses aparentemente contradictorios de la sociedad y los individuos que la componen»
(Maturana, 2009a, p. 4).
Para estos autores, la forma en la que las sociedades han logrado superar los interés
contradictorios de sus individuos ha sido a través «del acto humano por excelencia», el
lenguajear: «existimos como seres humanos sólo en un mundo social que, definido por
253
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
nuestro ser en el lenguaje, es el medio en que nos realizamos como seres vivos, y en el
cual conservamos nuestra organización y adaptación» (Maturana, 2009a, p. 13). El
observador consiente de lo anterior, se da cuenta de que vive en un multiversa, esto es,
«en muchas y diferentes, e igualmente legítimas pero no igualmente deseables, realidades
explicativas, y que en éste un desacuerdo explicativo constituye una invitación a una
reflexión responsable de coexistencia, y no una negación irresponsable del otro»
(Maturana, 2009b, pp. 20-22)
cada vez que nos encontremos en contradicción u oposición con otro ser humano, con el
cual quisiésemos convivir, nuestra actitud no podrá ser la de reafirmar lo que vemos desde
nuestro propio punto de vista, sino la de apreciar que nuestro punto de vista es el resultado
de un acoplamiento estructural en un dominio experiencial tan válido como el de nuestro
oponente, aunque el suyo nos parezca menos deseable. Lo que cabrá, entonces, será la
búsqueda de una perspectiva más abarcadora, de un dominio experiencial donde el otro
también tenga lugar y en el cual podamos construir un mundo con él (Maturana y Varela,
2003, p. 163).
Ampliarse al otro implica, como paso inicial, aceptar que cada uno observa desde
una perspectiva determinada. Así, «lo armónico y lo no armónico, lo adecuado y lo no
adecuado son distinciones que el observador hace sobre el flujo del vivir de una persona
desde la perspectiva de lo que él o ella consideraba deseable o no» (Dávila Yáñez y
254
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Si caminamos por una selva y no somos del lugar, pronto nos encontraremos perdidos,
no sabremos dónde estamos ni cómo salir de ella. Todo nos parecerá caótico; pero si
somos afortunados y nos encontramos con una persona que habita en la selva y la
seguimos, nos daremos cuenta de que para ella no hay caos y todo es armónico (…) Si en
este caminar por la selva, ahora acompañados por una persona que la habita, queremos
observarla, ¿qué es lo que debemos hacer? Dejarla aparecer. ¿Cómo se hace? ¿cómo se
deja aparecer? Observando sin supuestos, sin prejuicios, sin expectativas, en el goce del
candor como los niños y niñas» (2019, p. 98-102).
255
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Naturaleza, estamos hablando de que queremos convivir con ella. Pero ¿con qué naturaleza
queremos convivir? con la que aparece con lo que hacemos al dejarla aparecer»241.
Seré claro, no encuentro mayor distancia entre la división mente y cuerpo que
motiva el mecanicismo cartesiano y el monismo ético cientificista de Callicott o la Gaia
ciencia de Lovelock. En ambas, el mundo natural se ve como independiente del ser
humano. La única diferencia es que en Callicott y Lovelock existe un «bondadoso
intermediario», la comunidad de científicos ecológicos o de sistemas, que nos relevarían
las «verdades verdaderas» del mundo natural. El método cartesiano era más directo y, por
ello, un blanco más fácil para las críticas: la naturaleza es una cosa independiente de la
razón, la cual podemos utilizar sin límites. El método gaiano sigue un camino más sinuoso
para llegar al mismo punto: la biosfera es un ser vivo independiente del humano frente al
cual nos tenemos que defender. Para ello, es imperativo entender a Gaia y esto sólo puede
ser posible a través del desarrollo de la ciencia y tecnología occidental. Entendiendo a
Gaia a través de la ciencia, finalmente –al igual que Descartes– tendremos la capacidad
de dominarla y transformarla hacia el novaceno, una época en la que el ser humano y la
inteligencia artificial dictarán el rumbo de la biósfera. Así se acabaría la división humano-
naturaleza, no adaptándonos a ella, sino dominando por completo sus secretos hasta el
241
Su discurso de aceptación completo se puede ver en el siguiente enlace:
https://www.youtube.com/watch?v=3ggqefW5VRo&t=17s&ab_channel=GlobalAlliancefortheRightsofN
ature-GARN
256
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
punto que no haya más naturaleza que la determinada por la ciencia «occidental». Ni
Callicott ni Lovelock discuten la idea de progreso, por el contrario, parten de ella.
257
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Obsesionada con encontrar una explicación general para todos los fenómenos la
ciencia suele confundir, como bien apunta Maturana, al conocimiento con la sabiduría:
La ciencia moderna ha surgido en una cultura que valora la apropiación y la riqueza, que
trata al conocimiento como una fuente de poder, que aprecia el crecimiento y el control,
que respeta las jerarquías de dominación, que estima las apariencias y el éxito, y que ha
perdido de vista a la sabiduría y no sabe cómo cultivarla. Los científicos, en nuestros
esfuerzos por hacer lo que más nos gusta –básicamente la investigación científica–, con
frecuencia somos víctimas de las pasiones, deseos y objetivos de nuestra cultura, y
pensamos que la expansión de la ciencia justifica cualquier cosa, y nos cegamos ante la
sabiduría y cómo se aprende. La sabiduría se engendra en el respeto por los demás, en el
reconocimiento de que el poder surge a través de la sumisión y la pérdida de la dignidad,
en el reconocimiento de que el amor es la emoción que constituye la coexistencia social,
la honestidad, y la confianza, y en el reconocimiento de que el mundo que vivimos es
siempre, e inevitablemente, lo que hacemos de él. Pero si la ciencia y el conocimiento
científico no nos dan la sabiduría, al menos no la niegan, y el estar conscientes de esto
permite a los que escapan de la ambición por el éxito y el deseo del control y la
manipulación, la posibilidad de aprenderla y vivir en ella (Maturana, 2009a, pp. 100-101)
258
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
259
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Hoy en día seguimos viviendo, como hemos vivido durante unos 1700 años, en gran
medida en un contexto de axiomas cristianos (…) los intelectuales del antiguo Occidente
negaban que el mundo visible tuviera un principio. De hecho, la idea de un comienzo era
imposible en el marco de su noción cíclica del tiempo. Por el contrario, el cristianismo
heredó del judaísmo no sólo un concepto del tiempo no repetitivo y lineal, sino también
una sorprendente historia de la creación. Por etapas graduales, un Dios amoroso y
todopoderoso había creado la luz y la oscuridad, los cuerpos celestes, la tierra y todas sus
plantas, animales, aves y peces. Por último, Dios había creado a Adán y, a posteriori, a
Eva para evitar que el hombre se sintiera solo. El hombre puso nombre a todos los
animales, estableciendo así su dominio sobre ellos (White, 1967, p. 1205).
260
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Este artículo pionero abrió paso a un nuevo marco de estudio dentro de nuestras
reflexiones ambientales: la intersección ecología-religión. A quienes estudian los
problemas ecológicos desde los axiomas de las religiones del mundo se los denomina
«ecoteólogos» o «ambientalistas religiosos»243. Estos, analizan el carácter sagrado de la
naturaleza en religiones de todo el mundo, lo que Emma Tomalin ha denominado la
«biodivinidad» (biodivinity) (2009). En línea con la propuesta de White, plantean su
campo de estudio desde dos vertientes: 1) explicando la forma en que otras religiones no
judeo-cristianas presentan una visión armónica y horizontal de la relación ser humano
naturaleza, o 2) efectuando interpretaciones ecológicas de la biblia cristiana.
242
Como sostiene White: «Francisco intentó despojar al hombre de su monarquía sobre la creación e
instaurar una democracia de todas las criaturas de Dios. Con él, la hormiga ya no es simplemente una
homilía para los perezosos, llamas un signo del empuje del alma hacia la unión con Dios; ahora son el
Hermano Hormiga y la Hermana Fuego, alabando al Creador a su manera como el Hermano Hombre lo
hace a la suya» (1967, p. 1206).
243
La profesora de sociología de la religión de Reino Unido, Emma Tomalin, prefiere la expresión
«ambientalistas religiosos», pues el término «teología» implica un enfoque cristiano, lo cual reduce el real
campo de estudio de la disciplina (Tomalin, 2009, p. 11).
261
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Samuelson, 2006, 2017) como fuentes de una nueva conciencia ecológica. En la segunda
vertiente, encontramos interpretaciones del cristianismo (Chryssavgis, 2006; Conradie,
2017) o, en específico, del catolicismo (Hart, 2006), el protestantismo (Santmire y Cobb,
2006) y la religión mormona (Handley, 2017), las cuales darían cuenta de que el anti
ecologismo con el que se suele relacionar a la doctrina judeo-cristiana es fruto de una
incorrecta interpretación de la biblia. En esta segunda dimensión, quizás, el texto
contemporáneo que ha tenido más repercusión es la segunda encíclica del Papa Francisco
que, haciendo referencia a una frase del Cántico de las criaturas de San Francisco de
Asís244, tituló Laudato Si´ o, traducido del italiano, Alabado seas (Papa Francisco, 2015).
244
Santo en el que, precisamente, Lynn White encontraba una interpretación ecológica para el cristianismo.
245
Los escritos de Berry, como veremos más adelante, inspiraron trabajos no solo desde la filosofía o la
teología, sino, también, desde el derecho, a través de la obra de su también discípulo, el abogado sudafricano
Cormac Cullinan y su propuesta de un «Derecho Salvaje» (Cullinan, 2011b).
246
Como se detalla en la propia página web del Foro, su misión es «es informar e inspirar a las personas
para preservar, proteger y restaurar la comunidad de la Tierra. Las religiones del mundo transmiten
perspectivas ecológicas y de justicia en sus escrituras, rituales y prácticas contemplativas, así como en sus
compromisos morales y éticos. Intentamos identificar esas perspectivas al servicio de la búsqueda de
soluciones integrales y colaborativas a nuestras crisis medioambientales globales. Con este espíritu,
cultivamos el diálogo dentro de las comunidades religiosas/espirituales y en colaboración con los científicos
y los responsables políticos». Recuperado del siguiente enlace: https://fore.yale.edu/About-Us/What-We-
Do/Mission-and-Vision (Fecha de consulta: 26 de septiembre del 2022).
262
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Con este marco, y teniendo en cuenta que no pretendo hacer un estudio exhaustivo
sobre la cuestión, presentaré a continuación diversas formas en las que las religiones del
mundo han sido interpretadas bajo la mirada del ecocentrismo moderno y un caso de
reconocimiento jurisprudencial de derechos a ríos y la vida animal en general inspirado
en el ecocentrismo religioso hinduista. Posteriormente, expondré como la propuesta de
reinterpretación de la religión judeo-cristiana ha impactado una teoría del derecho: el
Derecho Salvaje o Wild Law.
En línea con lo defendido por la profesora Emma Tomalin, en esta tesis se considera que
«mientras la creencia en el carácter sagrado de los elementos de la naturaleza es una
característica muy antigua de muchas tradiciones religio-culturales del mundo, el
“ambientalismo religioso” es fundamentalmente moderno». Así, en la presente sección
parto de la idea de que el «ambientalismo religioso» no describe la muy antigua práctica
de rendir culto a las características del mundo natural, sino el proceso consiente y
reflexivo de aplicar tales ideas religiosas a un fenómeno moderno: la destrucción del
ambiente. Más que «rescatar» las interpretaciones tradicionales de dichas religiones, lo
que busca el «ambientalismo religioso» es interpretar tales tradiciones para, partiendo de
una «apropiación selectiva de creencias y prácticas que apoyan la idea de la naturaleza
como algo sagrado (biodivinidad)», encontrar una respuesta para un problema realmente
occidental y moderno (Tomalin, 2009, pp. 4-5)247.
247
En esta misma línea Pedersen ha establecido que: «la afirmación de que las ideas religiosas tradicionales
expresan una auténtica conciencia ecológica y un fuerte compromiso conservacionista, tiene un tinte
peculiarmente moderno. Ninguna de las escrituras budistas, hindúes o islámicas contiene conceptos como
“crisis medioambiental”, “ecosistema” o “desarrollo sostenible”, ni otros conceptos correspondientes.
Insistir en que lo hacen es negar la inmensa distancia cultural que separa las concepciones religiosas
tradicionales del medio ambiente del conocimiento ecológico moderno» (1995, p. 266).
263
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
sobre los que hablaré. De hecho, como se verá, en el análisis que sigue la referencia a
autores y autoras provenientes de los países en los que se practican las religiones
analizadas es más bien escasa. Esta no es una ausencia menor, sin embargo, tiene
explicación. En primer lugar, la barrera idiomática, lamentablemente, me impide
acercarme a autores locales de forma directa, por ello, he acudido a quienes han
interpretado sus trabajos en publicaciones accesibles en inglés, aunque esto suponga,
naturalmente, una limitación. En segundo lugar y, más relevante, este trabajo no busca
ser un estudio teológico exhaustivo, sino, tan solo, explorar cómo autores, principalmente
«occidentales», han interpretado religiones no judeo-cristianas desde sus propias
preocupaciones ecológicas modernas. Me interesa trabajar a estos «autores
intermediarios», pues aquello, acudiendo a los estudios sobre la materia, me permite
resaltar la crítica efectuada a la selectividad con la que suelen mirar las prácticas religiosas
externas. En el marco del objetivo que persigue esta tesis, esto es, dar cuenta que los
problemas sobre la naturaleza son, esencialmente, problemas sobre su definición, aquel
estudio se considera especialmente relevante. Finalmente, debo reiterar que este estudio
es exploratorio y no exhaustivo, por ello, a manera de ejemplo, se analizan únicamente
tres de las principales religiones no occidentales que han sido reivindicadas por el
ecologismo: el hinduismo, el budismo y el taoísmo o daoísmo.
3.3.1.1. El hinduismo
264
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Para el hinduismo el concepto de Dios está en todas partes y, por ello, todos los
elementos de la creación merecen respeto248. Dwivedi explica que para los hindúes tanto
Dios como la naturaleza (prakriti) son una misma cosa:
El Señor es el creador del cielo, la tierra, los océanos y todas las demás especies, también
es su protector y eventual destructor. Él es el único señor de la creación. Los seres
humanos no tienen ningún privilegio ni autoridad especial sobre las demás criaturas; en
cambio, tienen más obligaciones y deberes (Dwivedi, 2006, p. 162).
248
Así, en el Bhagavata Purana, uno de sus textos sagrados, Canto 11, capítulo II, párrafos 41y 42, se
establece: «Uno debe inclinarse ante el éter, el aire, el fuego, el agua, la tierra y las luminarias, todos los
seres vivientes, las direcciones, los árboles y otros seres inmóviles, los ríos y los océanos, y todo lo que
pueda existir en el cuerpo de la creación del Señor Supremo, mientras se considera que nada existe por
separado [del Alma, **]. (42) La devoción, la experiencia de la presencia del Señor Supremo y el
desprendimiento de todo lo demás, son las tres [características] que se dan simultáneamente con alguien
que buscó refugio [en Él]»
249
Como explica Haberman: «Las formas físicas particulares de la divinidad que son svarupas incluyen de
manera importante muchos fenómenos naturales, como ríos, estanques, rocas, montañas, árboles y bosques.
Se entiende que todo en el mundo es un svarupa potencial, pero hay entidades naturales que se ven
265
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
antes se suponía que Yamuna era una Madre poderosa y protectora que cuidaba de sus
hijos humanos, pero ahora existe una creciente convicción de que sus hijos deben cuidar
de ella. El término utilizado para este cuidado es seva, acciones amorosas que ahora
adoptan diversas formas: desde recoger la basura del río hasta acciones políticas y legales
destinadas a protegerlo (Haberman, 2017, p. 39).
Finalmente, estas acciones amorosas producirían el «sambandha» o la relación
divina entre el ser humano y el resto del mundo natural. Así, «los actos de seva diseñados
para honrar a un ser particular tienen el efecto adicional de estimular una conexión
amorosa más profunda –sambandha– con ese ser» (Haberman, 2017, pp. 37-40).
El río Ganges nace en los Himalayas, en el estado indio de Uttarakhand. Atraviesa 2.510
kilómetros del territorio de la República de la India y es vital para alrededor de 400
millones de indios que dependen de su cauce. Es el más importante de los siete ríos
sagrados del hinduismo (Sapta Sindhu)250, personifica a la Diosa Ganga, diosa de la
purificación. Millones de fieles se bañan en su cauce y muchos son enterrados en su orilla
o cremados y arrojados en sus aguas con el objetivo de purificarse, limpiar sus pecados y
finalizar el ciclo de reencarnaciones (el samsara). El río Yamuna, otro de los ríos sagrados
del hinduismo y un afluente del río Ganges, nace en el Himalaya inferior y recorre 1376
favorecidas por la selección cultural. Algunos ejemplos concretos serían los ríos, como el Yamuna, el
Ganges y el Narmada; los árboles sagrados, como el neem, el pipal y el banyan; y las montañas, como el
Govardhan y el Arunachal» (2017, p. 38).
250
En conjunto con los ríos Yamuna, Sárasuati, Indo, Godavari, Narmadá y Kaveri.
266
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
kilómetros. Es venerado y adorado como la Dios Yamuna y bañarse en sus aguas sagradas
es considerado una forma de liberarse de los tormentos de la muerte.
Actualmente, las cuencas de los ríos Ganges y Yamuna son consideradas de las
más contaminadas del planeta, debido a la gran cantidad de aguas residuales que reciben,
principalmente industriales, pero también de uso doméstico, y, además, por las
actividades religiosas de cremación (alrededor de 32.000 restos humanos al año). Durante
décadas se intentaron llevar a cabo planes para limpiar sus aguas, sin embargo, no
tuvieron efecto. En este marco, un residente de Uttarakhand junto a su abogado,
presentaron una demanda para detener su contaminación, pidiendo el reconocimiento de
la personalidad jurídica de los ríos, con base en la importancia religiosa que poseen.
cualquier entidad, inanimada viva, objetos o cosas. Puede ser una institución religiosa o
cualquier unidad útil que pueda impulsar a los tribunales a reconocerla. Este
reconocimiento sirve para satisfacer las necesidades y la fe de la sociedad. Una persona
jurídica, al igual que cualquier otra persona física, también está dotada de derechos y
obligaciones y es tratada de acuerdo con la ley. En otras palabras, la entidad actúa como
una persona física pero sólo a través de una persona designada, cuyos actos se tramitan
en el ámbito de la ley. Cuando se reconoció a un ídolo como persona jurídica, se sabía
que no podía actuar por sí mismo. Al igual que en el caso de los menores se nombra un
tutor, en el caso de los ídolos se nombra un Shebait o gestor para que actúe en su nombre
(párrs. 12 y 13).
251
Corte Suprema de Uttarakhand, Writ Petition (PIL) No.126 of 2014, Sentencia de 20 de marzo de 2017:
https://elaw.org/system/files/attachments/publicresource/in_Salim__riverpersonhood_2017.pdf
267
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
tienen sustento espiritual y físico. Apoyan y ayudan tanto a la vida y los recursos naturales
como a la salud y el bienestar de toda la comunidad. Los ríos Ganga y Yamuna respiran,
viven y sostienen a las comunidades desde las montañas hasta el mar (párrs. 16-17).
Diez días más tarde, el 30 de marzo del 2017, la Corte Suprema de Uttarakhand,
extendió el reconocimiento de personalidad jurídica y derechos a los glaciares del
Himalaya Gangotri and Yamunotri de los cuales nacen los ríos Ganges y Yamuna252. Un
año más tarde, el 4 de julio del 2018, acudiendo a argumentos de la espiritualidad hindú
(aunque no solo a ellos), reconoció a todo el reino animal, incluido el aviar y el acuático,
como persona jurídica con derechos, capaces de ser protegidos por cualquier ciudadano
del Estado de Uttarakhand253.
3.3.1.2. El budismo
El budismo es la cuarta religión más grande del mundo, tiene alrededor de siete millones
de fieles y no posee una organización jerárquica, su autoridad religiosa descansa en sus
Sutras o textos sagrados. Es una religión no teísta, es decir, no menciona la existencia de
un Dios o creador absoluto. Sin embargo, a diferencia del ateísmo, el budismo sí cree en
el alma, la reencarnación y en la existencia de dioses que cambian constantemente. Su
espiritualidad se fundamenta en las «Cuatro Nobles Verdades» enseñadas por
Siddhārtha Gautama o Buda: 1) La vida es sufrimiento y el sufrimiento es universal
(duḥkha). Partiendo de esta creencia, el budismo busca superar la insatisfacción que
produce la vida imperfecta; 2) El sufrimiento es producto del deseo (tṛṣṇā). Aferrarnos a
los anhelos o sensaciones placenteras da paso al Karma y, con ello, nos retiene en el ciclo
252
Corte Suprema de Uttarakhand (India), Writ Petition (PIL) No. 140 of 2015, Sentencia de 30 de marzo
de 2017. Disponible en: https://indiankanoon.org/doc/92201770/
253
Corte Suprema de Uttarakhand (India), Writ Petition (PIL) No. 43 of 2014, Sentencia de 4 de julio de
2018. Disponible en: http://files.harmonywithnatureun.org/uploads/upload706.pdf
268
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
254
Esta es la religión predominante en países del sudeste asiático, tales como Tailandia, Camboya, Sri
Lanka, Birmania o Laos.
255
Es la escuela budista con mayor número de practicantes y su presencia se extiende desde la India a hasta
el sur, este y sureste de Asia, en países como Japón, China, Corea y Vietnam.
256
Con mayor presencia en el Tíbet.
257
Grupo de escritores estadounidenses, cuyas obras son consideradas entras las principales influencias de
la contra cultura estadounidense de finales de los años 50 y 60.
258
El Deep Ecology entre ellos.
269
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
no dañar puede proporcionar una base sólida para el bienestar y los derechos de los
animales y los seres no sintientes. Del mismo modo, ha establecido que el desapego del
deseo al que aspiran las Cuatro Verdades Nobles del budismo puede ser un antídoto a la
sociedad de consumo (Kaza, 2006, pp. 187-190), y que su enfoque no dualista, el cual se
desprende de la comprensión del yo como algo que no está separado de todos los demás,
puede ofrecer una visión adecuada para una nueva conciencia ecológica. En sus palabras:
259
Como señala Kaza «los defensores del vegetarianismo ético señalan que el sacrificio de animales a gran
escala para la producción de alimentos incumple la prohibición de Buda» (2006, pp. 190-192).
260
Como señala Kaza: : «Mientras que las primeras escuelas Theravada hacían hincapié en alcanzar la
iluminación y abandonar el mundo del sufrimiento, las escuelas del norte, influenciadas por los códigos
sociales de Confucio, valoraban mucho el hecho de iluminarse para servir a los demás» (Kaza, 2006, p.
194).
270
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Tiantai de la China del siglo VIII, quienes creían que Buda habita en todas las formas de
vida y, por ello, promovían el respeto hacia todas ellas261.
261
Así, los animales, las plantas e incluso la propia tierra fueron considerados capaces de alcanzar la
iluminación.
262
En sus palabras: «Somos hijos de la Tierra y nuestro planeta es una madre muy generosa que nos abraza
y nos proporciona todo lo que necesitamos. Y cuando un día dejemos de existir en esta forma, volveremos
a la Tierra, nuestra madre, sólo para ser transformados y poder manifestarnos de nuevo en una forma
diferente en el futuro. Pero no pienses que la Madre Tierra está fuera de ti. Mirando profundamente puedes
encontrar a la Madre Tierra dentro de ti, al igual que tu madre biológica que te dio a luz también está dentro
de ti. Ella está en cada una de tus células» (Nhá̂t Hạnh, 2013).
263
A lo largo de su vida ha escrito diversos textos sobre la cuestión. Un compendio de estos se puede
encontrar en el siguiente enlace de su página web oficial.
https://www.dalailama.com/messages/environment.
271
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
del interser y la compasión, podremos actuar por amor, no por miedo, para proteger
nuestro planeta. Los líderes budistas llevan décadas hablando de esto. Sin embargo, la
vida cotidiana puede hacernos olvidar fácilmente que nuestras vidas están
inextricablemente entrelazadas con el mundo natural a través de cada aliento que
tomamos, el agua que bebemos y los alimentos que comemos. Por nuestra falta de
comprensión, estamos destruyendo los sistemas de apoyo a la vida de los que nosotros y
todos los demás seres vivos dependemos para sobrevivir264.
Tenemos que cambiar nuestra forma de pensar y de ver las cosas. Tenemos que darnos
cuenta de que la Tierra no es sólo nuestro entorno. La Tierra no es algo fuera de nosotros.
Respirando con atención plena y contemplando tu cuerpo, te das cuenta de que tú eres la
Tierra. Te das cuenta de que tu conciencia es también la conciencia de la Tierra. Mira a
tu alrededor: lo que ves no es tu entorno, eres tú265.
Como se ve, el budismo, en sus diferentes escuelas, ha sido una fuente de interés
para el pensamiento ecocéntrico266. Sin embargo, el budismo es una religión que tiene
más de 2.500 años, mientras su aproximación ecológica o, lo que se ha denominado
«budismo verde», es relativamente nueva (inicios de la década de 1960) (Kaza, 2006, pp.
184-485). Partiendo de lo anterior, sus críticos, como recoge Ives, consideran que los eco-
budistas no han hecho más que introducir sus ideas personales sobre el tema ambiental a
su lectura selectiva de textos sagrados budistas (2017, p. 46). Harris ha observado que no
existe dentro de los escritos canónicos budistas términos equivalentes a «ecosistema»,
«ambiente», «ecología» o «naturaleza». Por ello, la asociación que hacen los eco-budistas
no sería inherente a sus textos sagrados, sino producto de su mirada sobre estos tomando
como marco el discurso ambiental contemporáneo (Harris, 1995, 2005, p. 113). En sus
palabras:
264
El texto íntegro de la Declaración se puede encontrar en el siguiente enlace: https://safcei.org/wp-
content/uploads/2015/10/buddhistclimatechangestatementtoworldleadersoct29-final.pdf
265
El texto completo de la Declaración se puede encontrar en el siguiente enlace:
https://plumvillage.org/about/thich-nhat-hanh/letters/thich-nhat-hanhs-statement-on-climate-change-for-
unfccc/
266
Así, por ejemplo, el vínculo entre el Deep Ecology y el pensamiento budista ha sido ampliamente
estudiado y fructífero desde los inicios del movimiento. Algunos textos de interés pueden ser: (Deicke,
1990; Devall, 1990; Halifax, 1990; Barnhill, 2001).
272
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
273
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
y el despegarse del deseo, idea central del budismo, se encuentra en las antípodas de la
búsqueda por el dominio artificial de la biósfera que propone Lovelock.
El gran Tao es como un río que fluye en todas las direcciones. Todos los
seres le deben la existencia y él a ninguno se la niega. Cuando realiza su
obra, no se la apropia. Cuida y alimenta a todos los seres sin adueñarse
de ellos. Carece de ambiciones, por eso puede ser llamado pequeño. Todos
los seres retornan a él sin que los reclame, y por eso puede ser llamado
grande. De la misma forma, el sabio nunca se considera grande, y así,
perpetúa su grandeza (Lao-Tse, s. f., Capítulo XXXIV).
El taoísmo (en chino tradicional) o daoísmo (en sistema pinyin267) es un sistema religioso
y filosófico originario de China. La primera vertiente implica rituales y ceremonias
espirituales268, mientras la segunda es considerada una de las escuelas de pensamiento
laica y no occidental más antiguas del mundo. Su origen como sistema de creencias se ha
datado hasta 500 años antes de la era común, sin embargo, como práctica religiosa, su
nacimiento se lo atribuye al líder religioso Zhang Daoling269 en el 142 de la era común.
Sus textos fundacionales son el Dào Dé Jīng de Lao-Tse y el Zhuangzi del filósofo
Zhuangzi. Cuenta con más de 200 millones de fieles y varios de sus conceptos han tenido
gran influencia en el mundo occidental270.
La base de este sistema de creencias es el Tao o Dao, una fuerza universal a través
de la cual surge y fluye todo lo existente. Así lo expresó Lao-Tse en su Dào Dé Jīng:
267
El sistema pinyin es la trascripción del chino mandarín más utilizada actualmente. Fue implementada
en la década de 1950 por la República Popular China con el objetivo de reemplazar el complejo sistema
de transcripción tradicional.
268
Estos cultos mezclan influencias del Tao filosófico, el budismo y el confucianismo.
269
Fundó el grupo conocido como el «Camino de los Maestros Celestiales». De sus interpretaciones nace
la versión divina de Lao-Tse (el supremo señor Lao) y todos los dioses asociados al taoísmo.
270
Términos como Yin-Yang, Qi (o chi) y Feng Shui son ahora comunes dentro del argot cultural de
occidente.
274
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Los taoístas consideran que la esencia real del Tao (es decir, el verdadero Tao) es
imposible de conocer por el ser humano y, por ende, no se puede expresar con palabras:
Para el taoísmo, las cosas surgen por sí mismas, es decir, no son generadas o
impulsadas por elementos externos a ellas. Esto lo diferencia de enfoques que usan la
dinámica causa-efecto como relato explicativo del mundo, tales como el análisis
científico o el karma del budismo. Por el contrario, para los taoístas, dice Miller, «lo
275
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
importante no es el agente (¿existe Dios? ¿quién soy yo?) o el valor del producto (¿es
bueno el universo? ¿hice una buena acción?), sino el modo de actuar (¿cómo lo hago?)»
(2006, pp. 223-224).
Por su parte, la búsqueda sobre el modo de actuar no está guiada por un objetivo
teleológico o trascendental externo, sino por el wu wei o no-acción. Wu wei no significa
no hacer nada, sino, no forzar. Estar abierto al cambio constante requiere despojarnos de
toda rigidez. La rigidez, a su vez, es producto de las metas que nos imponemos para
cumplir con las expectativas sociales. Por ello, navegar a favor de la corriente del Tao,
implica actuar sin intensión o, en otras palabras, no actuar de forma contraria a lo que el
cambio establece. En palabras de Lao-Tse:
mundo natural. Como explica Miller, «los taoístas valoran la capacidad de auto
transformación inherente a las cosas y, por lo general, no buscan ejercer influencia
mediante actos creativos externos» (Miller, 2006, p. 226). El Tao determina que el
cambio es la única constante del universo. Por ello, nuestro objetivo como humanos sería
escapar de la rigidez de nuestras creencias egoístas y, a través del contacto con la
naturaleza, retornar a nuestra verdadera matriz humilde, requisito fundamental para entrar
en la corriente cambiante del Tao.
277
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
mismo modo, destaca la relación que tienen los taoístas con las montañas (2017, pp. 183-
185). En las montañas sagradas los maestros taoístas encontraron las técnicas de
meditación y enseñanzas necesarias para alcanzar la auto transformación. Sus grutas son
consideradas lugares de revelación de misterios sagrados, centros de contacto con lo
divino:
la red de montañas dentro de montañas y de grutas que se conectan con grutas funciona
como la base de una economía de poder cósmico en la que el aliento vital o Qí florece y
circula, impregnando las innumerables dimensiones del cosmos, atravesando órganos,
cuevas, cuerpos y montañas en el incesante intercambio de energía (Miller, 2017, p. 185)
Para el taoísmo no existe una receta única para lograr la salvación, las
transformaciones del universo son múltiples y, por ende, también las formas de redención.
Siguiendo lo anterior, el taoísmo religioso predica una teología pluralista, esto es,
reconoce diversos dioses asociados a funciones religiosas y espacios geográficos
determinados, como las montañas, los pueblos, los arroyos, mares, órganos del cuerpo y
estrellas del cielo (Miller, 2006, p. 225).
Como se podrá notar de esta breve y, por ende, muy incompleta presentación,
existen elementos en el taoísmo que parecen resonar con fuerza con los postulados del
ecologismo. No es extraño, por ende, que el taoísmo haya sido considerado como una de
las posibles fuentes para esa nueva espiritualidad no judeo-cristiana a la que aspiraba
Lynn White.
Como ya mencioné, los estudios sobre religión y ecología han establecido, desde Lynn
White, que una de las tareas urgentes para alcanzar la conciencia ecológica es buscar
nuevas narrativas dentro del pensamiento judeo-cristiano, capaces de cuestionar y superar
la idea de que estamos llamados, por mandato divino, a gobernar y disponer libremente
del resto del mundo natural. En el inicio de esta sección incluí referencias a estudios
relativos al protestantismo, la religión mormona o el cristianismo en general. En este
apartado me concentraré en las reinterpretaciones que se han dado dentro del catolicismo,
no solo por el amplio impacto que han tenido a nivel social y académico, sino,
principalmente, porque de ellas ha salido una de las principales escuelas a favor de los
derechos de la naturaleza: la Jurisprudencia de la Tierra (Earth Jurisprudence) y el
Derecho Salvaje (Wild Law). Adicionalmente, debo precisar que aunque como expone el
278
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Thomas Berry nació en Carolina del Norte, Estados Unidos, en 1914271. Desde temprana
edad mostró especial sensibilidad por las cuestiones ambientales (Tucker et al., 2019, pp.
4-7). En el año 1933, entró al monasterio de la congregación católica pasionista y en 1942
se ordenó como sacerdote (Tucker et al., 2019, pp. 24-30). Durante los primeros años de
su vida académica investigó e impartió clases sobre espiritualidad asiática en
universidades estadounidenses como St. John’s o Columbia. En este tiempo, estudió y
publicó trabajos sobre el hinduismo, taoísmo, budismo y confucionismo, algunos de ellos,
pioneros en los estudios occidentales sobre el tema (Tucker et al., 2019, pp. 68-82)272.
Como se menciona en su biografía, Berry observó que un mejor entendimiento y diálogo
con las religiones asiáticas debía ser de especial interés para los investigadores católicos
(Tucker et al., 2019, p. 72). Aunque, como expuse en apartados anteriores, estas
religiones no occidentales parecen ofrecer una visión más horizontal de la relación
humano-naturaleza, las interpretaciones espirituales-ecocéntricas de Berry no parten de
allí, o, al menos, esas no fueron las fuentes que reconoció como inspiración directa o
primaria.
En el mismo año en que falleció John Muir, otro de los grandes ambientalistas norteamericanos.
271
272
Algunas de sus publicaciones sobre espiritualidad asiática son: (Berry, 1959, 1966, 1968, 1970, 1971,
2003).
279
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Las tres principales enseñanzas que obtuvo Berry de la antes descrita perspectiva
teilhardiana fueron:
que el universo, desde su inicio, tenía una dimensión psíquica-espiritual además de una
física-material; que la historia humana y la historia del universo son una sola historia, y
que el pensamiento religioso occidental debía pasar de una preocupación casi exclusiva
por la redención a un mayor énfasis en la creación (en: Tucker et al., 2019, p. 126).
Berry amplió sus reflexiones sobre el pensamiento de Teilhard entre 1966 y 1979
mientras trabajaba en la Universidad de Fordham en New York273. Durante esos años, el
libro Primavera silenciosa de Rachel Carson había producido un gran debate social,
académico y político en Estados Unidos274. Movido por la creciente crisis ecológica,
Berry inició durante la década de los setenta sus estudios sobre ecología y cosmología
(Tucker et al., 2019, pp. 108-113). En 1974, establece oficialmente el Riverdale Center
for Religious Research, lugar desde el cual, durante casi tres décadas de trabajo, publicó
sus principales libros sobre ecología y espiritualidad275. En 1981, conoció allí a Brian
Thomas Swimme, joven científico que compartía sus interpretaciones sobre el
pensamiento de Teilhard de Chardin (Tucker et al., 2019, p. 122). Sobre Swimme,
menciona Berry:
273
En ella fundó el programa en historia de las religiones.
274
Ver apartado: «La ecología profunda: una ecofilosofía para diversas ecosofías».
275
En estos libros se recopilaron ensayos y artículos que venía realizando el autor desde finales de la década
de los 70´s (Berry, 1988; 1999; 2006; 2009a, 2009b). El primero de ellos, titulado The Dream of the Earth
fue publicado en 1988 por el Sierra Club, organización de la que también fue parte Aldo Leopold.
280
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
que Teilhard, aunque aparentemente no le resultó difícil aceptar los puntos de vista
básicos de Teilhard que yo había adoptado (en: Tucker et al., 2019, p. 122).
Thomas reconoció que todas las religiones del mundo cuentan sus historias como
cosmologías. Estas cosmologías no surgen de un ámbito abstracto, sino de las
interacciones humanas íntimas y de los propios sistemas de la Tierra. Proporcionan a los
seres humanos un sentido de pertenencia y propósito, y ofrecen reflexiones sobre
cuestiones básicas como: ¿De dónde vengo? ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué puedo aportar? (
Tucker et al., 2019, pp. 123-124).
281
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
p. 258).
The Universe Story sentó las bases de lo que sería después una de las obras más
importantes en la literatura ecocéntrica, The Great Work de Thomas Berry (1999). Allí,
Berry argumenta que la Gran Obra de nuestro tiempo es construir una conciencia
ecológica que nos permita transitar al Ecozoico (1999, p. 16). Crear una ruta de acción
que nos permita dejar atrás el actual modo de conciencia que favorece la discontinuidad
entre el ser humano y el resto del mundo natural y apreciar la espontaneidad de lo salvaje,
es decir, del mundo natural no dominado por el ser humano.
El universo, como primera realidad sagrada, nos enseñaría que lo salvaje, como la
propia existencia, «es un modo de ser aterrador a la vez que benigno». Nos ha otorgado
la capacidad para entender gran parte de su funcionamiento, pero también nos recuerda
que nuestra arrogancia tiene consecuencias. Como establece Berry, «no juzgamos al
universo. El universo nos juzga a nosotros» y ese juicio lo experimentamos en lo
«salvaje». En los terremotos y en nuestra pequeñez frente a ellos. Lo salvaje nos otorga
la conciencia de que no podemos domesticar al mundo, y que, si intentamos perforar la
materia más allá de lo permitido, la naturaleza nos enviará sus fuerzas más mortíferas o
salvajes con las que no podremos lidiar. En esta reverencia y el miedo hacia lo salvaje es
en donde, para Berry, comienza la existencia. Así, «el principio de la sabiduría en
cualquier actividad humana es una cierta reverencia ante el misterio primordial de la
existencia, pues el mundo que nos rodea es un modo de ser temible» (Berry, 1999, p. 50).
La dificultad que nos encontramos al emprender la Gran Obra es que con el auge
de las ciencias modernas «empezamos a pensar en el universo como una colección de
objetos en lugar de como una comunión de sujetos (…) hemos silenciado demasiadas de
esas maravillosas voces del universo que nos hablaban de los grandes misterios de la
existencia» (Berry, 1999, p. 16). El reto primero es, entonces, recuperar la celebración
por el planeta, aprender de aquellos rituales que proporcionan la coordinación de los
282
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
asuntos humanos con la gran liturgia del universo. Comprender que nuestra misión no es
«civilizar» o «domesticar» el mundo natural, sino integrarnos en la comunidad terrestre
más amplia (1999, pp. 48-49). «Existe una única comunidad integral de la Tierra que
incluye a todos los miembros que la componen, ya sean humanos o no» y en la que cada
ser tiene su propia voz, un rol que cumplir en la relación y comunión con otros seres
(Berry, 1999, pp. 3-4). Todo ser tiene derecho a ser reconocido y venerado:
los árboles tienen derechos de árbol, los insectos tienen derechos de insecto, los ríos
tienen derechos de río, las montañas tienen derechos de montaña. Lo mismo ocurre con
toda la gama de seres del universo. Todos los derechos son limitados y relativos. Lo
mismo ocurre con los seres humanos. Tenemos derechos humanos. Tenemos derecho al
alimento y al refugio que necesitamos. Tenemos derecho a un hábitat. Pero no tenemos
derecho a privar a otras especies de su hábitat adecuado. No tenemos derecho a interferir
en sus rutas migratorias. No tenemos derecho a perturbar el funcionamiento básico de los
biosistemas del planeta. No podemos ser dueños de la Tierra ni de ninguna parte de la
misma de forma absoluta. Somos dueños de la propiedad de acuerdo con el bienestar de
la misma y en beneficio de la comunidad en general, así como de nosotros mismos (Berry,
1999, p. 5).
Las fuentes de sabiduría para construir dicha conciencia ecológica, de acuerdo con
Berry, son cuatro: la sabiduría de los pueblos indígenas, la sabiduría de las mujeres, la
sabiduría de las tradiciones clásicas y la sabiduría de la ciencia. En primer lugar, la
sabiduría indígena se distinguiría por su intimidad y participación en el funcionamiento
del mundo natural. En ella, los poderes que respaldan todos los fenómenos naturales se
consideran personales. Por su parte, la sabiduría de las mujeres consistiría en «unir el
conocimiento del cuerpo con el de la mente, en unir el alma con el espíritu, la intuición
con el razonamiento, la conciencia de los sentimientos con el análisis intelectual, la
intimidad con el desapego, la presencia subjetiva con la distancia objetiva». Por otro lado,
la sabiduría de las tradiciones clásicas –que comprende el hinduismo, el budismo, el
taoísmo o las tradiciones de la Grecia antigua e intérpretes ecológicos del catolicismo,
como San Francisco de Asia– se basa en «experiencias reveladoras de un reino espiritual
tanto trascendente como inminente en el mundo visible que nos rodea y en la capacidad
de los humanos de participar en ese mundo para alcanzar la plenitud de su propio modo
de ser». Finalmente, la sabiduría de la ciencia contemporánea «reside en su
283
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Las cuatro fuentes de sabiduría que presenta Berry parecen dar cuenta de un
enfoque pluralista en sus reflexiones. Su exposición muestra un profundo respeto e interés
por las tradiciones no occidentales de pensamiento y su papel en la construcción de una
nueva conciencia ecológica. Sin embargo, en mi consideración, el papel e importancia
práctica que otorga a dichas fuentes no occidentales de pensamiento no queda del todo
claro. Así, por ejemplo, sostiene que después de siglos viviendo el planeta como una
colección de objetos para el análisis científico y el uso comercial, las experiencias no
occidentales no serían suficientes para construir una nueva conciencia ecológica, pues:
nuestro sentido de la realidad no puede ser simplemente los mundos míticos del pasado,
ni puede limitarse a las tradiciones que existen en un modo de conciencia espacial. Sea
cual sea el caso de otras sociedades y otras épocas, funcionamos a través de nuestras
ciencias observacionales, en el contexto de un universo de desarrollo que tiene, dentro
del mundo fenomenal, sus propios poderes de auto organización. Para nuestro sentido de
la realidad son básicos tres compromisos: con la ciencia observacional, con un universo
de desarrollo, con una capacidad interna de auto organización. No podemos prescindir de
nuestras experiencias anteriores de la presencia numinosa manifestada en la gran Liturgia
Cósmica. No podemos prescindir de nuestras tradiciones humanísticas, de nuestro arte,
poesía y literatura. Pero estas tradiciones no pueden por sí mismas, simplemente con sus
propios poderes, hacer lo que hay que hacer. Estas experiencias y logros anteriores se
ocupaban de otras cuestiones, proporcionando orientación para mundos diferentes al
mundo de principios del siglo XXI. Para hacer frente al desafío medioambiental actual,
también deben transformarse en el contexto de un universo emergente (Berry, 1999, pp.
24-25).
284
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
hemos creado nuestra propia historia sagrada, la epopeya de la evolución, que nos cuenta,
a partir de la observación empírica y el análisis crítico, cómo surgió el universo, la
secuencia de sus transformaciones a lo largo de unos miles de millones de años, cómo
surgió nuestro sistema solar, y luego cómo la Tierra tomó forma y nos trajo a la existencia
(…) Esta es nuestra historia sagrada. Es nuestra forma de abordar el misterio último de
donde surgen todas las cosas. Al igual que en el orden humano, la creatividad no es ni un
proceso racional deductivo ni el vagabundeo irracional de la mente indisciplinada, sino
el surgimiento de una belleza tan misteriosa como el florecimiento de un campo de
margaritas en la tierra oscura (Berry, 1999, p. 31).
Tal como los pueblos indígenas y las tradiciones clásicas, a través de sus rituales
y prácticas, crearon su propia liturgia sagrada con la Tierra, tendríamos que crear nuevas
liturgias basadas en los episodios de transformación contemporáneos. En sus palabras,
«aunque nuestro sentido de lo sagrado nunca podrá recuperarse exactamente como existía
en siglos anteriores, sí puede recuperarse en la mística de la Tierra, en la epopeya de la
evolución». Así, para algunos el carácter sagrado de la Tierra se experimentará a través
de su contacto más íntimo y ancestral con la naturaleza y, para otros, en la comprensión
del proceso de la evolución de la Tierra. Sin embargo, en ambos casos está presente el
sentido pleno de la comunión, abriendo el camino para que cada persona reciba el misterio
285
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
sagrado del universo desde su propia comunidad humana. En este contexto, como
expresa, «los antagonismos religiosos del pasado pueden superarse, las tradiciones
particulares pueden vitalizarse, y el sentimiento de presencia a un universo sagrado puede
aparecer de nuevo para dinamizar y sostener los asuntos humanos» (Berry, 1999, pp. 166-
175).
Para Berry, la ecología debe convertirse en la reina de todas las ciencias y las
humanidades. Esta nos ayudaría a dar forma a un mundo viable para el futuro a través de
la acción de sectores clave de la sociedad como la religión, el derecho, la educación y la
economía (Tucker, 2019, pp. 137-138). En lo educativo, la ecología debería ser la base
de todos los cursos y programas, la medicina, la geografía o el derecho (Berry, 1999, pp.
64-68,86-91 y 80-81). El universo será el primer maestro y, por tanto, «la universidad
humana sería el contexto en el que el universo se refleja en la inteligencia humana y se
comunica». Pero no sólo ello, el universo debe ser, en general, el modelo y el destino
último en todos los asuntos terrenales: la corporación económica primaria, el científico
primario, el tecnólogo primario, el sanador primario, la revelación primaria de lo divino,
el artista primario, el maestro primario y, de especial interés para esta tesis, el legislador
primario (Berry, 1999, p. 81).
Dar cuenta de que el mundo natural es el primer legislador y que el universo es una
comunión de sujetos y no una colección de objetos son, como vimos en el apartado
anterior, objetivos centrales en la obra de Berry. Desde estas premisas, propone, debe
construirse una nueva filosofía que dé cuenta de la conexión entre el ser humano y las
leyes del universo. Una Jurisprudencia de la Tierra o Earth Jurisprudence (Tucker et al.,
2019, pp. 150-151), que sirva de inspiración para, entre otros, otorgar al mundo natural
derechos y hacer de la tierra, el agua, el aire y el complejo de sistemas de vida los «grandes
bienes comunes del planeta Tierra» (Berry, 1999, p. 61).
286
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
una jurisprudencia que contemple los derechos legales de los componentes geológicos y
biológicos, además de los humanos, de la comunidad terrestre. Un sistema jurídico
exclusivamente para los humanos no es realista. El hábitat de todas las especies, por
ejemplo, debe tener un estatus legal sagrado e inviolable (Berry, 1999, p. 161).
Su inspiración principal en este punto fue el trabajo del profesor Christopher Stone
y su propuesta temprana de que los árboles podrían tener, conforme a la legislación
estadounidense, legitimación procesal (1999, p. 229)276. Se inspiró, además, en la Carta
Mundial de la Naturaleza de Naciones Unidas del año 1982277 y en la Carta de la Tierra
del año 2000278 (Berry, 1999, p. 75; Tucker et al., 2019, p. 151). Con base en estos
precedentes, sostuvo que una Constitución que sólo garantice libertades individuales,
derechos de propiedad y derechos de participación para seres humanos sería deficiente,
pues «no proporcionaría ninguna base para el funcionamiento del planeta como una
comunidad integral que incluya todos sus componentes humanos y no humanos». Lo que
se necesita para mantener un planeta viable es, en su consideración, un ordenamiento
jurídico que vea al derecho como una extensión de la ecología (y no al revés) y que, desde
el reconocimiento del valor inherente de todos los componentes del mundo natural, se
preocupe por toda la comunidad terrestre (1999, pp. 74 y 84)
Desarrollando esta idea, en el año 2001 Berry publicó The Origin, Differentiation,
and Role of Rights, un documento corto que contiene los diez principios que deben guiar
la labor de la Jurisprudencia de la Tierra. Estos principios fueron pulidos y publicados
276
Al respecto, ver apartado: «Cristopher Stone y Should Trees have Standing: ¿el primero en proponer
derechos para la naturaleza?».
277
Aprobada por la Asamblea General de Naciones Unidas mediante resolución 37/7, del 28 de octubre de
1982, es considerada uno de los primeros documentos de soft law del derecho internacional con perspectiva
ecocéntrica. En él se establecen cinco principios generales cuya resonancia con las demandas ecológicas
contemporáneas parece clara: «1. Se respetará la naturaleza y no se perturbarán sus procesos esenciales. 2.
No se amenazará la viabilidad genética de la tierra; la población de todas las especies, silvestres y
domesticadas, se mantendrá a un nivel por lo menos suficiente para garantizar su supervivencia; asimismo,
se salvaguardarán los hábitats necesarios para este fin. 3. Estos principios de conservación se aplicarán a
todas las partes de la superficie terrestre, tanto en la tierra como en el mar; se concederá protección especial
a aquellas de carácter singular, a los ejemplares representativos de todos los diferentes tipos de ecosistemas
y a los hábitats de las especies o en peligro. 4. Los ecosistemas y los organismos, así como los recursos
terrestres, marinos y atmosféricos que son utilizados por el hombre, se administrarán de manera tal de lograr
y mantener su productividad óptima y continua sin por ello poner en peligro la integridad de los otros
ecosistemas y especies con los que coexistan. 5. Se protegerá a la naturaleza de la destrucción que causan
las guerras u otros actos de hostilidad».
278
La Carta de la Tierra es una declaración internacional que contiene 4 principios básicos, 16 principios
generales y 61 principios de apoyo, en los que se reconoce, entre otros, que la Tierra está viva, que todos
los seres son interdependientes y que toda forma de vida tiene valor, independientemente de su utilidad
para los seres humanos. Se desprende de una sugerencia efectuada en el informe «Nuestro Futuro Común»
de 1987 de la Comisión Mundial de Medio Ambiente y Desarrollo. Su elaboración se produjo entre 1994 y
el 2000 y en ella intervinieron, como integrantes de la comisión encargada de su desarrollo, personalidades
como Mikhail Gorbachev, Mercedes Sosa o Leonardo Boff.
287
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
288
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
279
Para más información sobre esta organización se puede consultar: http://www.earthjurist.org/
280
Para más información sobre esta organización se puede consultar su página web:
https://www.gaiafoundation.org/areas-of-work/earth-jurisprudence/
281
Para más información sobre la organización se puede consultar su página web en el siguiente enlace:
https://www.earthlawcenter.org/our-team
282
Posteriormente, en el año 2007, en una conferencia organizada por el Center For Earth Jurisprudence,
Cullinan conoció al cofundador del Community Environmental Legal Defense Fund, otro de los grandes
promotores por los Derechos de la Naturaleza a nivel global (Cullinan, 2011b, p. 184).
289
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
283
Debo precisar que mantengo dudas sobre si la traducción adecuada en este caso es «Gran Derecho» o
«Gran Ley». He optado por mantener la opción «Gran Derecho», pues así se expresa en la primera
traducción oficial al español del libro Wild Law (Cullinan, 2019).
284
En la traducción oficial del libro al español se usa el término Derecho de la Tierra (Cullinan, 2019). Yo
considero que dicha traducción induce al error, pues confunde el real aspecto filosófico del término
(expresado en la palabra jurisprudencia). La jurisprudencia de la tierra de Berry se aplica no solo al derecho,
sino a otros campos del conocimiento como la medicina, la educación o la ciencia ecológica. Por otro lado,
cuando Cullinan usa el término Derecho de la Tierra o Earth Right en su obra, lo hace, precisamente, para
distinguirlo de la Jurisprudencia de la Tierra. En su libro, Earth Right hace referencia a un derecho
fundamental de un miembro de la Comunidad de la Tierra derivado, directamente, del universo, esto es, sin
intervención de nuestras reflexiones humanas (Cullinan, 2011b, p. 98). Finalmente, creo que la traducción
como Derecho de la Tierra, puede confundir propuestas de Jurisprudencia de la Tierra que, al aplicar
exclusivamente al derecho formal, han tomado ese nombre. Este es el caso de la antes expuesta Earth Law
o el propio Derecho Salvaje.
290
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
que rigen el universo. Una vez que, siguiendo las leyes del universo, hayamos formulado
una Jurisprudencia de la Tierra (una filosofía humana) que nos permita habitar de forma
armoniosa con el universo, podremos derivar ordenamientos jurídicos adecuados. A estas
nuevas leyes o sentencias judiciales es a lo que denomina Derecho Salvaje. Así, el
esquema que propone sería el siguiente: del Gran Derecho (de las leyes del universo)
nace directamente un Derecho de la Tierra (un derecho natural para los componentes de
la naturaleza), pero, también nace, a partir de nuestra reflexión humana sobre el Gran
Derecho, una Jurisprudencia de la Tierra (una filosofía) que nos inspira a crear un
Derecho Salvaje (leyes en el sentido jurídico-formal). Para mayor claridad, propongo el
siguiente cuadro:
GRAN DERECHO
(leyes del universo)
Reflexión humana
DERECHO SALVAJE
(leyes o sentencias ecocéntricas)
291
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Para Cullinan todo el derecho nace de las leyes de la naturaleza, lo que es igual a
una forma de ius naturalismo no antropocéntrico. Sostiene que debemos eliminar la falsa
dicotomía entre lo salvaje y el derecho, entre naturaleza y civilización. Lo salvaje, precisa,
se experimenta cuando nos alejamos del camino ortodoxo de la civilización, se encuentra
en la naturaleza, pero también, en la sabiduría de muchas culturas ancestrales. Así, su
Derecho Salvaje «se trata más acerca de las maneras de ser y hacer que de hacer lo
correcto» (Cullinan, 2011b, p. 30). El Derecho Salvaje no piensa en términos de una
división estricta entre lo bueno y lo malo, sino que se enfoca en si una acción incrementa
o disminuye la integridad y salud de la Tierra (Cullinan, 2011b, p. 13-15). Así, al ser la
ley de la naturaleza la fuente de todo el derecho sería, también, el derecho superior. Al
respecto, señala:
Para que el derecho humano se integre y sea coherente con el Gran Derecho, primero, no
debe contradecir los principios del Gran Derecho y, segundo, debe reconocer que el
ámbito del derecho de los humanos está circunscrito a él (…) Dicho de otra manera, para
que los humanos (o cualquier otra especie) desempeñen un rol de ‘mantenimiento
integral’ dentro de la Comunidad de la Tierra, está claro que debemos reconocer que los
derechos humanos deben estar limitados por los ‘derechos’ de los otros miembros de la
comunidad (Cullinan, 2011b, p. 105).
Para Berry y para Cullinan los derechos se originan donde se origina el universo
y no en el derecho humano. Desde esta perspectiva, los derechos humanos no tienen
validez por sí mismos, sino en tanto y cuanto se armonicen con el Gran Derecho. Por otro
lado, los Derechos de la Tierra285, es decir, aquellos derechos fundamentales que nacen
de los principios del universo, ordenarían dar mayor relevancia a la salud y prosperidad
de toda la Comunidad de la Tierra sobre los intereses individuales o sociales de la
humanidad (2011b, p. 100). En esa misma línea, deberíamos reconocer que nuestros
derechos humanos están limitados por los derechos de los otros miembros de la
Comunidad. Finalmente, los derechos humanos deberían reconocer que hay ciertos
asuntos que están más allá de su competencia para regular y, por ende, si lo hace, dichas
acciones serían inválidas. En sus palabras:
285
No confundir con el término Jurisprudencia de la Tierra. Ver explicación en páginas anteriores.
292
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
293
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Wild Law ha ejercido un gran impacto dentro de los debates jurídicos ecocéntricos.
Sin embargo, aunque la considero una obra importante, tiene, en mi opinión, demasiadas
inconsistencias. Seguramente, en esta tesis se descubran también planteos no del todo
coherentes, lectores más especializados que yo en los diferentes temas que abarco aquí
harán bien en señalarlos. El debate crítico es la esencia misma de la academia. Con dicho
espíritu, el análisis que haré a continuación sobre la obra de Cullinan no tienen más
objetivo que aportar en la compleja tarea de aclarar un debate que suele ser en extremo
simplificado y que ha sido poco estudiado dentro de la literatura en español.
294
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
295
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Expuse en párrafos anteriores que uno de los grandes problemas del Derecho
Salvaje es que su remisión al Gran Derecho y, por ende, a las leyes del universo como
fuente primera de nuestra legislación, implica otorgar a la comunidad de científicos
encargados de su estudio la delimitación de las reglas naturales que debe seguir el derecho
humano. Pero puede haber otras formas de conocer el Gran Derecho, el conocimiento
ancestral de los pueblos indígenas muestra otras formas en las que esas leyes universales
pueden ser expresadas. Cullinan no es ajeno a esta posibilidad, por el contrario, en su obra
el conocimiento indígena posee un papel protagónico. En Derecho Salvaje se puede
apreciar una intención real por salir de su marco de pensamiento «occidental» y dar cuenta
de otras formas de encontrarse con la Jurisprudencia de la Tierra. Sin embargo, en dicha
tarea, considero, cae en cierta romantización sobre las prácticas de los pueblos indígenas
(aunque expresamente intenta evitarlo), en parte, debido a las fuentes a las que recurre y,
por otro lado, se muestra ambiguo respecto del real impacto que estos saberes tendrían en
la construcción de la Jurisprudencia de la Tierra. En Cullinan los saberes ancestrales
indígenas parecen ser más una forma de conocer un «pasado» humano más adecuado y
no tanto la fuente para la construcción de un futuro posible.
286
Ver apartado: «La vida como autopoiesis: distorciones filosóficas y jurídicas de un concepto biológico».
296
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
que debemos evitar imponer uniformidad a través de nuestros sistemas legales y, por el
contrario, permitir la diversidad y, con ello, «mayor libertad de expresión de las fuerzas
creativas innatas y auto reguladoras (autopoiesis) en nuestras comunidades y en nosotros
mismos» (2011b, pp. 79-84).
Cullinan parece incurrir en el mismo error que antes señalé sobre la aproximación
de Callicott a los saberes ecológicos no científicos287. De hecho, comente también el error
de leer las prácticas indígenas desde los lentes occidentales, acudiendo a las mismas
fuentes que Callicott. Cuando se pregunta si «¿es realmente posible aprender algo útil de
un sistema de gobernanza que se basa en una cosmología completamente diferente?»,
responde que sí, citando la cuestionable interpretación que el antropólogo austriaco-
colombiano Gerardo Reichel-Dolmatoff hace sobre el pueblo tukano de Colombia y como
sus prácticas (a las cuales Callicott denominó, recordemos, como «eco-eróticas»), daban
cuenta de una preocupación por el problema de la sobrepoblación (Cullinan, 2011b, pp.
90-94)288.
287
Ver apartado: «La ética de la tierra de Callicott frente a otras ontologías».
288
Ver apartado: «La ética de la tierra de Callicott frente a otras ontologías».
297
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
298
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Burdon, son los primeros llamados a expresar lo que es el Gran Derecho, en escenarios
de conflicto, su voz tendría más fuerza que la de los pueblos indígenas. Ese vínculo
inseparable entre seguir las «leyes del universo» y poseer derechos puede ser, en
escenarios prácticos, altamente peligroso.
Thomas Berry consideraba que las religiones ofrecen energía intelectual, poder
simbólico, persuasión moral, estructuras institucionales, capacidad de inversión y un
compromiso con la justicia social y económica que puede contribuir a la transformación
de actitudes, valores y prácticas ambientales para un futuro próspero. Su trabajo en esta
línea y su labor como fundador y director del Riverdale Center for Religious Research
inspiró a Mary Evelyn Tucker y John Grim a impulsar el campo de estudios sobre religión
y ecología. Como ellos mismos señalan, los animó a investigar las múltiples formas en
que las cosmologías religiosas ubican a los seres humanos dentro de la naturaleza y el
cosmos más amplio (Tucker et al., 2019, pp. 144-148).
Por otro lado, en el 2015 el Papa Francisco publicó su segunda encíclica titulada
Laudado Si´. Sobre el Cuidado de la Casa Común. En ella nos invita a crear una nueva
conciencia ecológica capaz de superar la crisis ambiental que enfrentamos. A dejar de
lado nuestra gran «desmesura antropocéntrica» y ver que «la forma correcta de interpretar
299
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
el concepto del ser humano como “señor” del universo consiste en entenderlo como
administrador responsable». Al ser creados por el mismo Padre, «todos los seres del
universo estamos unidos por lazos invisibles y conformamos una especie de familia
universal». El medio ambiente, sostiene el Papa Francisco, «es un bien colectivo,
patrimonio de toda la humanidad y responsabilidad de todos». Sin embargo, esto no
implica igualar a todos los seres vivos o divinizar a la tierra, pues ambas cosas «nos
privarían del llamado a colaborar con ella y a proteger su fragilidad». Por el contrario, lo
que propone es una ecología integral que dé cuenta que todo está íntimamente
relacionado: lo humano, lo social y lo ambiental. Donde las criaturas importen no por el
uso racional que hacemos de ellas, sino «porque poseen un valor intrínseco independiente
de ese uso». Donde cada organismo, y el conjunto armonioso de estos, sean considerados
buenos y admirables en sí mismos como criaturas de Dios. Finalmente, nos llama a
reconocer que existe un íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta, razón
por la cual «un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social,
que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el
clamor de la tierra como el clamor de los pobres» (Papa Francisco, 2015, párrs. 49, 89-
90, 95, 116, 137, 140).
Laudato Si´ es, sin lugar a dudas, uno de los textos más importantes del eco-
teologismo reciente. Dije al inicio de esta sección que los estudios sobre religión y
ecología surgieron de la necesidad de superar la narrativa judeo-cristiana que postula al
ser humano como amo y señor absoluto de la naturaleza. En dicho contexto, que la
máxima autoridad de la iglesia católica sostenga que la naturaleza posee un valor
intrínseco y que tenemos una profunda interconexión con ella puede ser considerado el
logro más importante de esta corriente de pensamiento. No es extraño, entonces, que se
disputen sus fuentes.
Los fundadores oficiales de los estudios sobre religión y ecología, Mary Tucker y
John Grim, consideran que el pensamiento de Thomas Berry fue uno de los referentes de
la encíclica. Establecen que, aunque el Papa Francisco no haya citado expresamente a
Berry, se puede rastrear su influencia en el uso de frases como «ecología integral» o «el
clamor de la tierra y el clamor de los pobres». Esta última frase, hace referencia al título
del libro del teólogo de la liberación brasileño y ex sacerdote franciscano Leonardo Boff,
quien, a su vez, habría sido, en consideración de Tucker y Grim, «profundamente influido
por la sugerencia que Thomas le hizo en los años 80 de que no se puede trabajar por la
300
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
liberación de las personas sin incluir también a la Tierra» (2019, pp. 147-148). Sin
pretender restar la importancia a la obra de Berry, yo pondré en duda la afirmación de
Tucker y Grim.
Por un lado, no hay duda alguna de que Boff conocía el trabajo de Berry, de hecho,
lo cita constantemente en su obra desde 1996. Por otro lado, la visión holista y ecocéntrica
de Boff sobre la relación ser humano-naturaleza no se vislumbra en sus publicaciones
hasta la década de los 80´s. De hecho, en su libro de 1978 titulado El destino del hombre
y del mundo. Ensayo sobre la vocación humana, Boff suscribía la idea de que «el hombre
es un ser llamado a dominar la naturaleza y a ser su Señor» (1978, pp. 48-49). Con esta
información, el gran cambio que tuvo el pensamiento de Boff en la década de los ochenta,
puede ser visto, en efecto, como resultado de la influencia de Berry. Sin embargo, creo
que aquella conclusión no es del todo correcta. Sostendré a continuación que no es cierto
que el pensamiento ecológico de Boff naciera de Berry y, mucho menos, considerar que
este último, a través de la obra madura de Boff, haya influido en la encíclica del Papa
Francisco. Por el contrario, considero que Boff, antes de Berry, ya había explorado desde
su estudio de la obra de San Francisco de Asís la relación entre ecología y espiritualidad.
Del mismo modo, Boff conocía, previo a su lectura de Berry, el pensamiento de Teilhard
de Chardin y, de hecho, antes que el autor estadounidense, ya había publicado trabajos
inspirados en el pensamiento de Chardin. Posteriormente, permeado por el pensamiento
de la liberación, estableció una visión propia sobre la cuestión ambiental que, aunque
hace referencia a la obra de Berry, la excede y complejiza. En resumen, es cierto que Boff
hace referencia a las reflexiones de Berry sobre el carácter sagrado de la tierra, sin
embargo, desde una visión franciscana, profundiza en la relación entre las desigualdades
sociales y la explotación de la naturaleza teniendo en cuenta el contexto latinoamericano.
El «Grito de la Tierra» y el «Grito de los pobres» son elementos inseparables en la obra
de Boff, en parte, debido a su vocación franciscana. Finalmente, considero que es esta
perspectiva eco-social, y no el relato teilhardiano de Berry, la real influencia de la
encíclica de un Papa que escogió como nombre, precisamente, Francisco.
301
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
evangelio que expresa una «opción preferencial por los pobres»289. Boff es considerado
uno de los fundadores de esta corriente y quien, con mayor profundidad, ha estudiado la
relación entre pobreza y ecología. En 1996, publicó «Ecología: grito de la Tierra, grito
de los pobres»290, obra con la que, como él mismo expone, busca «interrelacionar el
clamor del oprimido con el clamor de la Tierra». Parte de la consideración de que la
práctica capitalista de explotación ha destruido el equilibrio del universo y ha roto «la
alianza de fraternidad y sororidad del ser humano con la Tierra y su sentido de religación
con todas las cosas» (Boff, 2006a 1996, p. 11). En El grito de la Tierra, Boff cita a
Berry 291 y aunque aquello pudo haber motivado la interpretación de Tucker y Grim sobre
la influencia del segundo sobre el primero, lo cierto que las ideas que plasma Boff en su
libro de 1996 ya las venía perfilando desde inicios de los 80.
289
Se caracteriza por recurrir a los estudios sociales y humanos, principalmente marxistas, para mostrar
cómo se debe realizar dicha vocación hacia los pobres.
290
En inglés el título de esta obra se tradujo como «Cry of the Earth; Cry of the Poor».
291
Véase: (Boff, 2006a, pp. 33, 34, 45, 58, 98, 138, 176, 185, 187, 189, 190).
292
Titulada The Dream of the Earth del año 1988.
302
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Boff cita a Berry en su obra de 1996 para hacer referencia, entre otras, a su visión
sobre la evolución del universo y el carácter sagrado de la Tierra. Por su parte, Berry cita
a Boff en su libro The Great Work de 1999293 y, aunque no especifica que elementos toma
de sus reflexiones (pues el libro no contiene citas dentro de su texto, sino, simplemente,
un listado de referentes al final), el acento en las cuestiones sociales, así como el interés
más marcado sobre las cosmovisiones indígenas en las reflexiones que contiene dicha
obra, podría ser influencia del trabajo de Boff. A continuación, a partir de la explicación
de la obra de Boff, intentaré exponer los argumentos que me motivan a llegar a tal
conclusión.
En «el Grito de la Tierra…», Boff –al igual que Berry– defiende una visión
teilhardiana de la evolución. La conciencia, sostiene, tiene «una larga genealogía» y ha
empujado al universo hacia la evolución. No es una cualidad de la materia, sino la relación
entre partículas que da forma al cosmos. Nuestra conciencia, por ello, no es extraña al
universo, sino que encaja plenamente en él. Demuestra que estamos hechos de la «misma
293
Véase: (Berry, 1999, p. 205).
303
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
dinámica cosmogénica que atraviesa todo el universo», que no estamos al margen de él,
sino en su interior «como parte y parcela suya», aunque con la capacidad de «saber de sí,
de los demás, de sentirlos y de amarlos». La complejidad de nuestros cerebros y la
creciente interrelación entre las diferentes comunidades humanas a través de la
comunicación, darían cuenta de que está surgiendo una conciencia terrestre colectiva, que
funcionará como el cerebro de la Tierra (Boff, 2006a, pp. 68, 76-77). Así, en línea con
Teilhard y Berry, Boff considera que «la noósfera (la esfera específicamente humana, del
espíritu) representa una emergencia de la biósfera, lo que a su vez significa una
emergencia de la atmósfera, de la hidrósfera y de la geósfera». En los actuales momentos
de crisis ecológica, apunta, es necesario la comunión de mentes y corazones, apuntar
hacia la «teósfera final, en donde todo estará en Dios y Dios en todo» (2006a, p. 12). En
otras palabras, nuestro surgimiento como membrana pensante, nuestra singularidad como
especie, residiría en la responsabilidad que nos ha otorgado el planeta de cuidarlo, «es la
Tierra misma la que a través de una de sus expresiones –la especie humana– asume una
dirección consciente en esta nueva fase del proceso evolutivo» (Boff, 2006a, p. 138).
La Tierra, a su vez, posee «su identidad y autonomía», en ella los elementos vivos
e inertes encajan, formando un todo que se presenta como «la Gran Madre que nos nutre
y nos transporta. Es la gran y generosa Pacha Mama (Gran Madre) de las culturas andinas
o un supe organismo vivo, la Gaia, de la mitología griega y de la moderna cosmología»
(Boff, 2006a, pp. 26, 29-35, 68-69). La Tierra no contiene vida, sino que es la vida
misma, lo cual la dota de un potencial sagrado. Por su parte, lo sagrado para Boff es
siempre relacional, no es una cosa, sino una cualidad de las cosas que nos «fascina, nos
habla en lo profundo de nuestro ser y nos transmite la experiencia inmediata de respeto,
de temor y de veneración» (2006a, p. 150). La categoría Dios, sostiene, no está construida
de una vez por todas, no es un ser absoluto, perfecto y transcendente, anterior al mundo,
sino que «emerge cada vez que nos estremecemos ante lo sagrado latente en todas las
cosas» y, precisamente, «la experiencia ecológica nos abre a ese estremecimiento».
Comprender que Dios no está frente al mundo, sino dentro del proceso del mundo, es, en
consideración de Boff, central para la construcción de una nueva ética ecológica, pues,
«un Dios sin el mundo fácilmente se presta al surgir un mundo sin Dios, lo que
trágicamente ha sucedido en medios científicos e iluministas de la sociedad moderna»
(2006a, p. 180).
Sin embargo, decir que Dios está dentro del mundo no equivale a decir que todas
304
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
las cosas del mundo son Dios. Para Boff, Dios es el «misterio que nos envuelve por todas
partes y que también desborda por todos lados» (2006a, pp. 180, 186-187). La hipótesis
del big bang supone que el mundo tuvo un comienzo, pero –sostiene– no solo ello,
también implica la existencia de un Agente que le dio inicio. Creer que antes del universo
no hubo nada es contradictorio, pues del no-ser no puede surgir un ser: «de la nada no
sale nada». Dios, en consecuencia, sería ese Agente desconocido que se vive a través de
la mística, las religiones y la simbología en general. Estas, a diferencia del conocimiento
científico, nos muestran que lo incognoscible, tenga el nombre que tenga, sólo se puede
conocer desde el amar. Así, en palabras de Boff, «la palabra “Dios” sólo posee un
significado existencial si encamina los sentimientos humanos hacia esas dimensiones en
el modo de infinitud y de suprema plenitud», Dios no se identifica con el proceso cósmico,
sino en el proceso cósmico (2006a, pp. 181-187)294.
294
A esta postura se la conoce como «panenteísmo» y no debe ser confundida con el «panteísmo». Como
expone el propio Boff: «el “panenteísmo” (en griego: pan = todo; en = en; theós = Dios). Quiere decir: Dios
en todo y todo en Dios» Por otro lado, el «panteísmo» (en griego: pan = todo; theós = Dios), «afirma que
todo es Dios y Dios es todo. Sostiene que Dios y el mundo son idénticos; que el mundo no es criatura de
Dios sino el modo necesario de existir de Dios. El panteísmo no acepta ninguna diferencia. Todo es idéntico.
Todo es Dios. El cielo es Dios, la tierra es Dios, la piedra es Dios, la bacteria es Dios, el ser humano es
Dios, cada cosa es Dios (…) Lo cual constituye claramente un error. Una cosa no es otra. Hay diferencias
en este mundo. Y éstas son respetadas en el panenteísmo y negadas en el panteísmo. No todo es Dios, pero
Dios está en todo y todo está en Dios gracias a la creación mediante la cual Dios deja su marca registrada
y garantiza su presencia permanente en la criatura (Providencia)» (Boff, 2006a, pp. 193-194).
295
Nótese aquí la clara sintonía con lo expresado en la encíclica Laudato Si´ sobre la importancia de no
implica igualar a todos los seres vivos o divinizar a la tierra, pues ambas cosas «nos privaría del llamado a
colaborar con ella y a proteger su fragilidad».
305
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
vivamos «en cada mínima manifestación del ser, en cada movimiento, en cada expresión
de vida, de inteligencia y de amor (…) el Misterio del universo-en-proceso» (2006a, p.
195). Aunque Boff hace referencia al trabajo de Berry respecto de la obra de Chardin, se
debe precisar que ya conocía la obra del sacerdote francés y había publicado trabajos
sobre el mismo, antes que Berry.
pienso en el ser humano en una perspectiva relacional (…) Esta visión está siempre
presente, nunca la he abandonado. Pero incluso es importante situar en términos
biográficos las dos fuentes que están en el origen de mi visión. La primera es la
espiritualidad franciscana de la línea de Escoto; Duns Escoto es estratégico en mi
formación teológica. Duns Escoto plantea radicalmente la cuestión, retomada más tarde
por Teilhard de Chardin, influido explícitamente por el teólogo franciscano medieval (…)
Y la segunda fuente es Teilhard de Chardin, a quien, en el seminario aquí en Petrópolis,
leí, estudié, porque teníamos sus obras completas. Y como estaba prohibido, el Vaticano
había prohibido su lectura; todos los libros estaban guardados en un armario con llave.
Todos los libros condenados se guardaban y sólo el director de la biblioteca tenía acceso
a ellos. Y como era el bibliotecario, tenía la llave y me llevaba los libros. De ahí nació el
libro "El Evangelio del Cristo Cósmico", ya casi terminado antes de que me fuera a
Europa. Y allí, los sábados, para divertirme y descansar, trabajé en ese libro. Y lo traje
listo en 1970. Pero en un portugués tan horrible que nadie podía entenderlo, porque
llevaba cinco años hablando alemán. Pero ese es el lastre cristológico, el fondo que nunca
perdí (Boff en: Nogueira Baptista, 2007, pp. 399-400).
Así, antes de leer a Berry, Boff ya conocía la obra de Chardin y, a partir de ella,
había adoptado una postura relacional sobre el ser humano y la idea de Dios, la cual, más
tarde trasladaría sus reflexiones sobre la cuestión ecológica y la ética. En este último
aspecto, ha señalado que lo que se necesita es una ética y no una moral. La moral
convencional, antropocéntrica y utilitarista, que ha despojado a los demás seres del
mundo natural de sus derechos, da cuenta de que cuando se ve algo como establecido se
promueve un orden rígido que convierte la moral en moralismo. Pero, «si el orden sigue
296
Para un detallado estudio sobre la evolución de este concepto en Boff y sus influencias teilhardianas se
puede consultar: (Gonzalo, 2017).
306
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
el ritmo evolutivo, entonces nunca se comprenderá como establecido de una vez por
todas». La ética, en consideración de Boff, se distingue de la moral justamente por lo
anterior, porque evoluciona y se adapta al proceso evolutivo del universo. Por ello, en sus
palabras, «lo que se demanda hoy no es tanto una moral cuanto una ética, es decir, una
atención a los cambios y la capacidad de adaptarse a aquello que deba ser en cada
momento» (2006a, p. 174).
Del mismo modo, mientras Berry consideraba que la ecología debía convertirse
en la reina de todas las ciencias y las humanidades, Boff sostiene que la ecología, más
que una ciencia, debe ser entendida como un saber que no puede ser definido por sí
mismo, sino en el marco de relaciones que articula «en todas direcciones y con todo tipo
de saberes». Es un «saber de saberes», transversal y holista que mira las relaciones «hacia
los lados (comunidad ecológica), hacia adelante (futuro), hacia atrás (pasado) y hacia
dentro (complejidad)» de todas las formas de comprensión del universo, dando cuenta del
carácter orgánico y abierto de la realidad y del saber acerca de la totalidad (Boff, 2006a,
pp. 16-17). Si Berry establece a la ecología como el marco de interpretación de todo lo
demás, Boff va un paso más atrás y hace uso del término «ecología» disputando su
concepto y otorgándole un carácter relacional, cultural y contextual.
Vivir en este proceso cosmogénico que plantea Boff, en el misterio del universo
en evolución permanente, a su vez, impediría la persistencia del antropocentrismo y
androcentrismo, a los cuales califica como «pecados ecológicos capitales» y por los que
el ser humano ha pasado a ser el «satán de la Tierra» (2006a, pp. 37, 92-95). Al mismo
tiempo, dado que el concepto de Dios es relacional, Boff, desde antes y, en mi
consideración, con mayor énfasis que Berry, da cuenta de que se puede encontrar relatos
del mismo, acordes a la demanda ecológica, en diferentes culturas.
Berry, por su parte, había hecho mención, desde 1988, al carácter sagrado que los
pueblos indígenas otorgan a la Tierra y cómo esta visión puede generar una nueva
307
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
interioridad que contribuya «a la configuración del futuro de todos los pueblos de este
continente» (Berry, 1988, pp. 172-173, 186; Swimme y Berry, 1992, pp. 173-181, 201-
205), dichas menciones, considero, eran principalmente descriptivas y no gozaban de
mayor profundidad e importancia en el contexto de sus obras. Sin embargo, esto
cambiaría en su libro The Great Work de 1999 donde reconoce que la guía de los pueblos
indígenas es indispensable, pues estos han «comprendido, mejor que nosotros, la relación
integral de los humanos con este continente y con todo el mundo natural», contemplando
a sus cosmovisiones como una de las cuatro fuentes de sabiduría para el Ecozoico (Berry,
1999, pp. X, 176-180).
Tres años antes, Boff, en su libro El Grito de la Tierra (el cual, reitero, cita Berry),
ya había propuesto que el «mensaje permanente de los pueblos autóctonos» debía tener
un lugar de privilegio al momento de buscar nuevos relatos que hagan frente a nuestra
actual crisis de paradigma civilizatorio. Resaltó su «sabiduría ancestral (…) hecha de la
observación del universo y de la escucha de la Tierra» y habló de los pueblos mayas-
quichés de Guatemala, los aimaras de Bolivia o los yanomami, caiapós y tukanos de la
selva amazónica de Brasil, entre otros, haciendo referencia a trabajos de antropólogos
brasileños como Viveiros de Castro (Boff, 2006a 1996, pp. 56-57, 114-116, 158-164).
Al mismo tiempo, desde una reflexión menos romantizada y más crítica con los enfoques
estereotipados de occidente, buscó dar cuenta de que el indígena amazónico no es un ser
salvaje o auténticamente natural297.
297
Nótese aquí la clara diferenciación con el uso del término salvaje que hace Berry y Cullinan para referirse
a la armonía que tendrían los pueblos indígenas con la naturaleza.
308
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
forma, Boff da cuenta de que para los pueblos indígenas de la Amazonía «la naturaleza
pertenece a la sociedad y la sociedad pertenece a la naturaleza». Para ellos, «entre el
sujeto-naturaleza y el sujeto-ser humano se dan intercambios como se dan siempre entre
sujetos» y en este proceso tanto el ser humano como la naturaleza co-evolucionan de
forma recíproca (Boff, 2006a 1996, p. 117).
El énfasis que pone Boff en aclarar que la relación entre los pueblos indígenas y
la naturaleza expresa una forma cultural y no natural, en mi consideración, responde a
dos objetivos: 1) no ubicar a los pueblos indígenas como un actor pasivo en sus relaciones
con el mundo natural y; 2) dar énfasis a los conflictos socio-culturales por los que
atraviesan.
Respecto del primer punto, Boff da cuenta de que los pueblos indígenas no se
encuentran en una «siesta biológica frente a la naturaleza», sino que han intervenido
activamente en su entorno desde prácticas que, acumuladas con la experiencia desde el
contacto cercano con el mundo natural y transmitidas por sus ancianos, muestran formas
más armónicas de ser con el mundo. La Amazonía, expone, no ha sido una región virgen
e intocada por el ser humano, sino «un extenso territorio ocupado desde hace miles de
años por cientos de etnias y profundamente trabajado por el ser humano». Su diferencia
con la civilización moderna radica, tan solo, en que intervinieron en el mundo natural
«procurando potenciar la naturaleza». Así, «no fueron los indígenas los que
fundamentalmente se adaptaron a la selva primitiva, fueron ellos los que intencionalmente
modificaron el hábitat para estimular el crecimiento de comunidades vegetales y la
integración de éstas con comunidades animales y con el ser humano» (Boff, 2006a, p.
159-160). Esta aproximación, creo, es más respetuosa con el trabajo activo que han
realizado los pueblos indígenas por habitar desde la fraternidad con la naturaleza, no se
funden con la naturaleza, la observan y desde el diálogo con ella, desarrollan prácticas
para su utilización responsable. Como muestra este enfoque, des-romantizar la relación
indígena-naturaleza, no sólo es importante para no reducir su diversidad interna como
pueblos, sino, y tal vez con mayor importancia política, para visibilizar su rol activo y
compromiso cultural con la naturaleza.
309
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
su vez, no son víctimas derivadas de la destrucción del ambiente, sino que son las víctimas
principales. El ser más amenazado de la naturaleza, dice Boff, es el pobre y, por ello, el
grito de los pobres por la vida y el grito de la Tierra gimen bajo la opresión (2006a, p. 13
y 135). Aquí se expresa el particular enfoque de Boff: «la pobreza no es inocente ni
natural; es producida; por eso el pobre es un explotado y un empobrecido» (2006a, p.
141). Es la misma lógica del sistema dominante de acumulación la que explota a los
trabajadores, a naciones enteras y depreda a la naturaleza. Por ello, superar esa lógica es
la tarea primordial, no realizar correcciones tecnológicas, pues, «no sólo los pobres y los
oprimidos deben ser liberados, sino todos los seres humanos, ricos y pobres, porque todos
están oprimidos por un paradigma que los esclaviza a todos, el del maltrato a que se
somete a la Tierra, el del consumismo, el de la negación de la alteridad y del valor
intrínseco de cada ser» (2006a, pp. 142-146).
310
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
A lo largo de este capítulo he expuesto como las cosmovisiones indígenas han sido
estudiadas o incorporadas dentro de los diferentes marcos ecocéntricos hasta ahora
explicados. He dicho que: 1) la ética de la tierra de Callicott ha valorado lo indígena desde
su conformidad con el parámetro científico «occidental»; 2) que la propuesta
iusnaturalista no antropocéntrica del Derecho Salvaje de Cullinan presenta a las
cosmovisiones indígenas como dependientes y validadas por las leyes del universo dadas
por la ciencia «occidental» (lo que él llama el Gran Derecho); 3) que el relato
teilhardiano-evolucionista que se encuentra en la base de la Gran Obra de Thomas Berry
tiene como fin último la consecución de una única conciencia planetaria que permita al
ser humano, en la futura era ecozoica, actuar como el cerebro de la naturaleza; 4) que la
visión cientificista del mundo dada por Lovelock nos dirige hacia una era –el novaceno,
donde la ciencia «occidental» sea la encargada de conseguir la victoria final en la guerra
contra Gaia, es decir, la completa antropomorfización de la Tierra, y 5) que la propuesta
del profesor Stone de conceder legitimación activa ante las cortes a los «objetos» de la
naturaleza, se basa en una modelo conservacionista que rechaza (con tintes
etnocéntricos), cualquier construcción ética que no parta de la razón científica
«occidental». Sin embargo, a pesar de todo lo señalado, varios de estos autores han
reivindicado construcciones de los derechos de la naturaleza no ancladas en la
racionalidad «occidental» –los derechos de la Pachamama de la Constitución de Ecuador
o los derechos de la Madre Tierra de la Constitución de Bolivia– como ejemplos exitosos
de sus propuestas teóricas.
298
Ver apartado: «Cristopher Stone y Should Trees have Standing: ¿el primero en proponer derechos para
la naturaleza?».
311
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
El post scriptum de esta edición describe cómo las ideas de este libro se han ido
diseminando, pero la aplicación creciente y acelerada de estas ideas es lo más destacable.
Por ejemplo, en septiembre de 2008, el pueblo ecuatoriano aprobó, por mayoría en un
referendo, una Constitución que reconoce que la naturaleza tiene derechos a existir, a
mantener sus ciclos vitales, su estructura, funciones y procesos, y que son judicialmente
exigibles (Cullinan, 2011b, pp. 9-10).
A lo largo de esta tesis he insistido en que mi interés por dar cuenta de las
diferencias en los discursos alrededor de la naturaleza no busca restar importancia o
validez a las propuestas «occidentales» que se han atrevido a pensar al ser humano y al
derecho desde otras coordenadas no antropocéntricas. Por el contrario, como profundizaré
en esta sección, me posiciono a favor de aquellas propuestas teóricas que no se ubican ni
en la acrítica revitalización de un supuesto pasado mejor ni en la mitificación de la ciencia
del presente. Suscribo la importancia de la búsqueda de nuevos híbridos que, desde el
diálogo horizontal, creen otras formas de entender el mundo desde un enfoque crítico y
transmoderno (Castro-Gómez, 2019). Propuestas que nazcan de un ethos barroco
(Echeverría, 2000) y nos dirijan, con un enfoque descolonial, por ejemplo, a modelos
como la «utopía andina» del profesor Ramiro Ávila (2019) o el «republicanismo crítico»
e «interculturalidad crítica» de la profesora Isabel Wences (2020, 2021a, 2021b). Pero,
también, en aquellas que dan cuenta de que la hibridez es un logro complejo, pues vivimos
en un mundo habitado por diferentes mundos, en un pluriverso con distintas e
inconmensurables formas de ser en la naturaleza (Escobar, 2018a). Y, finalmente,
coincido con aquellas propuestas que, preocupadas por el que nuevos híbridos se vuelvan
otros hegemónicos, enfatizan en la necesidad de identificar un punto medio desde donde
299
Ver apartado: «De Christopher Stone al Community Environmental Legal Defense Fund (CELDF): las
leyes «ecocéntricas» estadounidenses y su «relación» con los Derechos de la Pachamama de la Constitución
de Ecuador del 2008».
312
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
se puede dar el diálogo entre mundos. Lo que la socióloga boliviana y aymara Silvia
Rivera Cusicanqui ha bautizado como «la epistemología ch’ixi del mundo-del-medio»,
una forma de «no buscar la tranquilidad de lo Uno», sino «trabajar dentro de la
contradicción, haciendo de su polaridad el espacio de creación de un tejido intermedio
(taypi), una trama que no es ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario, es ambos a la vez»
(Rivera Cusicanqui, 2018, p. 83).
En esta sección profundizaré sobre esta propuesta hablando de cada uno de sus
elementos. El eje Modernidad/colonialidad me permitirá, de la mano de autores de la
corriente decolonial, evidenciar las formas en las que se ha expresado la colonialidad del
poder, el conocer y el ser sobre la naturaleza, al mismo tiempo que, cuestionando algunos
de sus postulados, y en línea con la propuesta transmoderna/crítica, construir un
argumento a favor de la hibridez. Por otro lado, lo que se ha denominado como el giro
ontológico, pondrá de manifiesto la importancia del Ser en nuestras discusiones sobre la
naturaleza. Finalmente, lo ch’ixi me permite abrazar el conflicto dentro de lo ecocéntrico
y dar cuenta de que compartir una mirada no antropocéntrica no implica una misma
lectura sobre lo armónico o natural en la naturaleza.
313
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
propuestas de mundo. Creo que el diálogo entre los distintos ecocentrismos es posible,
pero sólo si conocemos la verdadera dimensión de cada una de sus propuestas. Más que
buscar similitudes, he querido rastrear diferencias para que, conscientes de ellas, podamos
iniciar un verdadero diálogo horizontal entre mundos. He intentado volver al «punto cero»
(Castro-Gómez, 2005, 2007) de cada propuesta ecocéntrica, a sus raíces conceptuales y
ejercicio práctico, para construir, ahora sí, sin presuponer coincidencias, un diálogo
horizontal sobre nuestras representaciones respecto de la naturaleza.
300
Varios autores de la escuela Ecología y Religión incluyen dentro de este marco a las cosmovisiones de
los pueblos indígenas. Así lo hacen, por ejemplo, los dos manuales más importantes sobre la materia:
(Gottlieb, 2006; Jenkins et al., 2017).
314
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
diversos campos, una activa lucha política y de resistencia, la cual, considero, se explica
mejor a través de la reivindicación por sus territorios. Esa resistencia no se ha expresado
sólo respecto de la religión, sino frente a lo que la profesora Isabel Wences denomina
como el «parásito tres D», esto es, contra la dominación, la desigualdad y el desprecio
(Wences, 2020). Por ello, en este trabajo se pondrá especial énfasis en la significación
de la idea de territorio para los pueblos indígenas. Mi aporte sobre esto último, busca dar
cuenta de que resumir la lucha por el territorio a la lucha por los derechos de la naturaleza
es un error. Para argumentar lo anterior y relacionar mis reflexiones filosófico-políticas
con el campo del derecho, presentaré dos casos en los que la reivindicación por el
territorio se redujo a los derechos de la naturaleza y, a partir de un análisis historiográfico
sobre el surgimiento del derecho al territorio en el derecho internacional, daré cuenta de
su enfoque relacional y en constante construcción. Es en el territorio donde se construye
el ecocentrismo descolonial y, sostengo, como parte de él, más no como su alternativa,
deben surgir los derechos de la naturaleza en casos que involucren a pueblos indígenas.
301
Para una historia de los orígenes de la red Modernidad/Colonialidad se puede consultar: (Castro-Gómez
y Grosfoguel, 2007).
302
Para una exposición de como el pensamiento crítico latinoamericano y, en específico, los estudios
culturales latinoamericanos influyeron en los pensadores decoloniales se puede ver: (Ávila Santamaría,
2019, pp. 51-58).
315
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Frente a las dificultades que tenían los teóricos del sistema-mundo para
reflexionar sobre la cultura y los poscoloniales sobre los procesos político-económicos,
la perspectiva decolonial buscó ser una tercera vía. Los pensadores decoloniales
consideran que la cultura esta «siempre entrelazada a (y no derivada de) los procesos de
la economía-política». Afirman el vínculo entre capitalismo y cultura, al mismo tiempo
que reconocen que los discursos raciales tienen implicaciones económicas. Con ello, al
igual que los estudios culturales y poscoloniales, la decolonialidad advierte el «papel
fundamental de las epistemes, pero les otorga un estatuto económico, tal como lo propone
el análisis del sistema/mundo» (Castro-Gómez y Grosfoguel, 2007, p. 16). Los
pensadores decoloniales sostienen que las formas de dominación y explotación se
manifiestan de tres formas: a través de la colonialidad del poder, del saber y del ser.
Tomando como base estos ejes conceptuales, a continuación, pasaré a explicar cómo se
ha analizado la colonialdad sobre la naturaleza desde cada uno de ellos.
316
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
317
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Existe un «saber» (yachay; yatina) del subconsciente colectivo, trasmitido por procesos
subterráneos de enseñanza de una generación a otra, en forma oral y actitudinal («saber
hacer»), mediante narraciones, cuentos, rituales, actos culticos y costumbres. Este
318
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
303
Maldonado-Torrés denominó a la tarea de desconolonizar nuestro conocimiento como el «giro
decolonial», el cual tendría el objetivo incorporar el conocimiento subalterno a través de la creación de
nuevos lugares institucionales y no institucionales desde donde los subalternos puedan hablar y ser
escuchados. Un «giro» que implicaría no solo a las ciencias sociales, sino también de otras instituciones
modernas como el derecho, la universidad, el arte, la política y los intelectuales.(Maldonado-Torres, 2007,
pp. 157-162; Mignolo, 2018, pp. 25-27).
319
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
304
Fanon expone, en primera persona, cómo se produce ese vaciamiento ontológico: «Y entonces nos fue
dado el afrontar la mirada blanca. Una pesadez desacostumbrada nos oprime. El verdadero mundo nos
disputaba nuestra parte. En el mundo blanco, el hombre de color se topa con dificultades en la elaboración
de su esquema corporal. El conocimiento del cuerpo es una actividad únicamente negadora. Es un
conocimiento en tercera persona (…) Yo había creado, por encima del esquema corporal, un esquema
histórico-racial. Los elementos que había utilizado no me los habían proporcionado «los residuos de
sensaciones y percepciones de orden sobre todo táctil, vestibular, quinestésico y visual», sino el otro, el
320
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
blanco, que me había tejido con mil detalles, anécdotas, relatos (…) Yo no podía más, porque ya sabía que
existían leyendas, historias, la historia y, sobre todo, la historicidad, que me había enseñado Jaspers (…)
Ese día, desorientado, incapaz de estar fuera con el otro, el blanco, que implacable me aprisionaba, me fui
lejos de mi ser-ahí, muy lejos, me constituí objeto (…) Sin embargo, yo no quería esta reconsideración, esta
tematización. Yo quería simplemente ser un hombre entre otros hombres. Hubiera querido llegar igual y
joven a un mundo nuestro y edificar juntos» (Fanon, 2009 1952, pp. 112-113).
305
Los damnés hace referencia al título original del libro de Fanon «Les damnés de la terre» (Fanon, 1986
1961).
306
En sus palabras: «Porque el negro no tiende ya a ser negro, sino a ser frente al blanco. A algunos se les
meterá en la cabeza el recordarnos que la situación es de doble sentido. Nosotros respondemos que eso es
falso. El negro no tiene resistencia ontológica frente a los ojos del blanco. Los negros, de un día para otro,
han tenido dos sistemas de referencia en relación a los cuales han debido situarse. Su metafísica o, por
decirlo de manera menos pretenciosa, sus costumbres y las instancias a las que éstas remitían, fueron
abolidas porque se contradecían con una civilización que ellos ignoraban y que se les imponía» (Fanon,
2009 1952, p. 273).
321
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
si desligamos la colonialidad del ser de la colonialidad del poder, podremos entender que
las herencias coloniales no son únicamente de orden etno-racial, sino que cubren otros
aspectos de la vida social que no pasan necesariamente por ahí. Al mostrar que la
colonialidad tiene una dimensión ontológica, que concierne directamente al modo en que
el capitalismo se ha convertido en «condición de vida», en «modo de ser» para millones
322
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Al final de este capítulo aplico ambas nociones sobre la colonialidad del ser para
preguntar si la idea del «indígena ecológico», construida por parte del discurso verde
contemporáneo, puede actuar como una forma de negación o condicionamiento
ontológico de los pueblos indígenas. Sin embargo, para que se comprenda mejor mis
interrogantes sobre esta cuestión, considero importante primero explicar otros conceptos
que nutren mi enfoque, uno de ellos, el de transmodernidad.
323
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
En una postura cercana (aunque no del todo coincidente ni con Dussel ni con
Maldonado-Torres), Santiago Castro-Gómez define a la transmodernidad como el
proceso por medio del cual se puede «atravesar la modernidad desde “lugares de
enunciación” que fueron excluidos (vale decir, dejados “sin parte”) por la modernización
hegemónica euronorteamericana (…) es decir, la asimilación creativa y emancipadora de
la modernidad realizada desde sus historias periféricas». No busca negar de forma
absoluta los códigos de la Modernidad europea, sino «producir una nueva universalidad
política que pueda ser reconocida como propia por culturas diferentes». Esto es, generar
«códigos interculturales que sirvan como criterio normativo para la instauración de una
civilización poscapitalista», a partir de la reinterpretación crítica de la Modernidad desde
«las historias locales negadas por la colonización», pero, también, desde la
problematización de las propias culturas subalternas que han sido modificadas por ella
(Castro-Gómez, 2019, pp. 124-125). Esta conexión entre el proyecto de Dussel y la
postura de Castro-Gómez, sin embargo, ha cambiado recientemente, producto de la más
reciente definición que el filósofo argentino-mexicano ha dado sobre lo transmoderno
(Dussel, 2020).
324
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
escenario transmoderno desde el cual se postulan como nuevos sujetos universales307. Por
otro lado, la civilización transmoderna (momento en el que piensa Dussel) es el horizonte
al que debemos aspirar, la «gran mitología que se debe invocar» para la construcción
futura de una civilización pos-occidental y pos-capitalista. Alcanzar esta fase superior,
requiere, en opinión de Castro-Gómez, valorar las actuales «situaciones transmodernas»
y apostar por un «republicanismo intercultural, plurinacional y plebeyo que, de la mano
de los criterios normativos desplegados por la Modernidad, nos vaya llevando más allá
de ella» (Castro-Gómez, 2019, pp. 117-127)308.
307
En este punto podemos pensar, por ejemplo, como los pueblos indígenas se han apropiado del ideal
moderno de los derechos humanos para el reclamo de lo que ahora se conoce como sus derechos a la
propiedad comunal, territorios, autodeterminación, etc.
308
Santiago Castro-Gómez ve en los procesos constituyentes de Ecuador del 2008 y Bolivia del 2009 y sus
correspondientes desarrollos políticos un ejemplo de «situaciones transmodernas» y de un republicanismo
intercultural y plebeyo. Así, contra la crítica de que estos países no son propiamente transmodernos, pues
sus gobiernos no habrían acabo con las prácticas capitalistas-extractivistas, el autor postula que es un error
pensar que la superación del capitalismo es algo que se pueda producir operando exclusivamente desde un
país. En esta línea, sostiene, que «plantearse como objetivo político la abolición del capitalismo, el
patriarcado y el colonialismo occidentales y decir que mientras que este objetivo no se cumpla toda lucha
política será vana e insuficiente, significa en realidad no haber entendido de qué se trata la política» (Castro-
Gómez, 2019, pp. 207-212).
325
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
326
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
con el modelo transmoderno (Wences, 2020, p. 4040). Para ella, «la Modernidad no es
un fenómeno unitario, sino el resultado del despliegue multifacético de diversas
racionalidades que a lo largo de la historia se entretejen de manera heterogénea,
produciendo tensiones y contradicciones» (Wences, 2021a). Descartar a la Modernidad
in totum nos lleva al absurdo de rechazar ideas que, aunque provienen de ella, son válidas
y, de hecho, han sido ejercidas por grupos subalternos para la lucha contra hegemónica.
Así, como ejemplifica la profesora Wences:
327
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
De esta forma, Ávila Santamaría apuesta por un proyecto contra hegemónico que
no se construye desde un único saber, sino que, a partir de la articulación intercultural,
dialoga con perspectivas tanto andinas como occidentales con potencial emancipador y
liberador, bajo la idea de que la utopía andina «no es proyecto único y propio de los
Andes», sino que se inscribe en un mundo caracterizado por la diversidad (2019, pp. 11-
12). Entre los elementos que especifican a la utopía andina, Ávila destaca a los conceptos
de Pachamama y sumak kawsay consagrados en la Constitución de Ecuador del 2008 310.
La Pachamama es la expresión de la convivencia respetuosa con la naturaleza de las
voces y saberes de los pueblos indígenas-andinos. Desde este concepto, propone el autor,
se deben comprender los derechos de la naturaleza y la utopía andina (Ávila Santamaría,
2019, p. 247). En sus palabras:
los derechos de la naturaleza, que funde la noción occidental de derecho y la andina pachamama,
es una típica manifestación en lo jurídico del ethos barroco, de la interculturalidad y de la
hermenéutica pluritópica. Por un lado, sujeto de derechos en su visión emancipatoria significa
limitar el poder político y económico y al mismo tiempo expandir las capacidades del titular de
derechos para que tenga vida plena. Por otro lado, la pachamama vuelve al sentido espiritual y
cósmico de la Madre Tierra, ese ser vivo que da la vida y al que hay que cuidar (Ávila Santamaría,
2019, p. 272).
Reconocer los derechos de la Pachamama, implica: 1) reconocer que el ser
humano está integrado tanto en la vida como en la muerte con la naturaleza desde una
309
El mito hace referencia al asesinato y desmembramiento del «rey» inca por parte de los conquistadores.
La cabeza y el cuerpo del «rey» habrían sido separados, razón por la cual cuando estos se reencuentren
terminará la oscuridad y volverá el orden.
310
Otros elementos de la utopía andina serían «la plurinacionalidad, la justicia indígena, la democracia
comunitaria, el derecho colectivo al territorio y a la autodeterminación de las nacionalidades y pueblos (no
de los Estados) o la interculturalidad» (Ávila Santamaría, 2019, p. 11).
328
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
dualidad armónica (2019, pp. 247-253); 2) sentipensar o corazonar con la naturaleza. Esto
es, dar valor a la experiencia vital espiritual y emocional del mundo andino con la
naturaleza, de forma tal que se cambie el «paradigma de conocimiento, basado en la razón
monocultura, que ubica al ser humano en un lugar donde reina el determinismo de lo
científico, para pasar a formas de conocimiento basados en concepciones lógicas
flexibles», que escuchen, expliquen y comprendan los múltiples sentidos de los sujetos
atravesados por la colonialidad, incluida la naturaleza. Este proceso no busca desmerecer
el conocimiento científico, sino «quitarle su lugar exclusivo y excluyente para producir
la “verdad”» (2019, pp. 255-260), y 3) decolonizar la concepción de la naturaleza
remplazando su valor de cambio otorgado por el sistema capitalista por su verdadero valor
de uso (2019, pp. 261-271).
Por otro lado, el sumak kawsay, expresión kichwa que fue traducida en la
Constitución de Ecuador como «buen vivir» y en la de Bolivia como «vivir bien», puede
tener tres corrientes: 1) la desarrollista-estatista en la que el concepto ha sido captado por
gobiernos que, desdibujando su esencia, lo han convertido en funcional al modelo de
desarrollo tradicional, antropocéntrico y mecanicista; 2) la indigenista-pachamamista, en
la cual se establece que la definición sobre el término debe fundamentase,
exclusivamente, en el pensamiento indígena, y 3) la ecologista-post desarrollista,
defendida por el profesor Ávila, que busca cuestionar la idea hegemónica de progreso y
desarrollo, pero ya no sólo a través de los valores y prácticas de los pueblos indígenas,
sino, también, de la inclusión de teorías y prácticas emancipatorias de todos lados, en el
marco de una hermenéutica pluritópica, esto es, que incluya el punto de vista del otro,
humano y no-humano311 (Ávila Santamaría, 2019, pp. 291-305).
311
Los principios que Ávila propone para comprender el sumak kawsay en esta tercer vertiente son: 1) la
relacionalidad, esto es, la comprensión de que todos los ciclos naturales y derechos de los seres vivos
dependen de otros; 2) la reciprocidad: que demanda tomar sólo lo necesario y devolver lo que ha recibido
(da primacía al valor de uso); 3) La complementariedad: que considera que cada entidad es naturalmente
incompleta y necesita del resto para existir; 4) la correspondencia: derivado de los anteriores, es la
correlación mutua y bidireccional de dos entes o elementos; 5) La afectividad y la espirtualidad, que implica
el desarrollo de los sentimientos, emociones y pasiones; 6) La ciclicidad y el tiempo para el cuidado: que
rechaza la concepción tradicional del pasado, presente y futuro como una sucesión continua de horas
medibles y calculables y favorece una interpretación cíclica y espiral del tiempo enfocada en la vida en
plenitud desde el ser, estar y sentir, y 7) El comunitarismo: se refiere a las nociones de espacialidad o
territorialidad y de los bienes comunes de la humanidad (Ávila Santamaría, 2019, pp. 305-333).
329
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Enfocarnos en las situaciones de disputa por ese mundo del aquí y ahora, nos
permite cuestionar el «punto cero» desde el que «occidente» piensa el universo, y no sólo
refugiarnos en aldeas de resistencia –como expresa Castro-Gómez. Y esto, creo, es
especialmente importante en el marco de urgencia en el que nos ha colocado la crisis
ecológica. Rescatando el carácter crítico de la primera corriente del pensamiento
decolonial, creo que es necesario no sólo dar cuenta de los excluidos de la Modernidad
hegemónica, sino cuestionar los parámetros desde los cuales el propio «occidente» piensa
su mundo moderno. Si dejamos, por ejemplo, de disputar la definición de ideas creadas
dentro de la Modernidad como lo ecológico, los derechos de la naturaleza, la crisis
climática o los derechos humanos, y no cuestionamos el «punto cero» desde el que
«occidente» piensa estos conceptos, corremos el riesgo de encontrar falsos amigos que
realmente reproducen los esquemas de la Modernidad hegemónica. Generar situaciones
transmodernas, aquí y ahora, es, considero, la única forma de que estos nuevos conceptos,
que guían nuestro presente, no se conviertan en otras formas de colonialidad.
El análisis de Fanon sobre el pueblo negro partía de la idea de que los condenados no
podían tener resistencia ontológica, pues el mundo de sus colonizadores se había
impuesto sobre ellos con tal magnitud que lo que se interpretaba como lo «real», lo que
330
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
habita en la zona del ser, sólo podía ser aquello que siguiera el paradigma de lo blanco
(de allí el título de su libro Piel negra, máscaras blancas). Aplicando esta línea de
análisis, Maldonado-Torres buscó dar cuenta de cómo la justificación sobre la «guerra
justa», bajo la que Europa desplegó su proceso de conquista, puso a los pueblos indígenas
en un escenario dentro del cual, igualmente, carecían de resistencia ontológica y que,
posteriormente, devino en una forma de colonialidad del ser. Sin negar la existencia de
momentos en los que el racionalismo «occidental» se expresa como un intento de
colonialidad sobre el ser de otros pueblos, el giro ontológico, considero, pone en cuestión
la idea de que los pueblos afectados por la colonialidad han perdido o perdieron su
resistencia ontológica.
312
En la misma línea, es posible mencionar los estudios que la escuela mexicana de antropología ha
efectuado sobre las culturas mesoamericanas (López Austin y Millones, 2008). Sin embargo, esta referencia
se ubica aquí como una nota al pie, pues, dentro de los debates antropológicos, el enfoque denominado
«cosmovisión mesoamericana» es considerado por sus propios promotores como diferente y, en algunos
aspectos, contrario al del perspectivismo propuesto por el «giro ontológico». Para un estudio detallado al
respecto se puede consultar la obra colectiva Cosmovisión mesoamericana: reflexiones, polémicas y
etnografías (Gámez Espinosa y López Austin, 2015) y, en especial, su capítulo titulado Acerca de la
polémica entre perspectivismo y cosmovisión (Espinosa Pineda, 2015).
331
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Para los pueblos indígenas estudiados por Viveiros de Castro, todo animal, planta
o entidad en general fue primero un ser humano313. Al haber sido humanos antes, los no-
humanos mantienen una humanidad que los conecta con los pueblos indígenas y les
permite compartir una misma alma o cultura. Sin embargo, esto no implica que se
consideren iguales, por el contrario, son vistos como individualidades distintas de lo
humano, pues la perspectiva específica desde la que sus cuerpos observan mostraría a
estos seres un mundo distinto al nuestro. La condición común entre humanos y no-
humanos no es, entonces, la animalidad (que hace referencia al cuerpo), sino la
humanidad (que hace referencia al alma). Por ello, como explica Viveiros de Castro con
relación a la Conquista:
Para los europeos, el signo diacrítico ontológico es el alma (¿son los indios humanos o
animales?). Para los indios, es el cuerpo (¿los europeos son humanos o espíritus?). Los
europeos nunca dudaron de que los indios tuvieran cuerpos. Después de todo, los animales
también los tienen. A su vez, los indios nunca dudaron de que los europeos tenían almas.
Los animales y los espíritus también los tienen. En resumen, el etnocentrismo europeo
consistió en dudar si otros cuerpos tienen las mismas almas que ellos mismos (hoy
llamaríamos al alma «la mente», y el problema teológico del siglo XVI sería ahora el
«problema filosófico de otras mentes»). El etnocentrismo amerindio, por el contrario,
consistía en dudar de si otras almas tenían los mismos cuerpos (2004, p. 9).
313
Tal como expone Viverios de Castro: «los mitos cuentan cómo los animales perdieron los atributos que
los hombres heredaron o conservan. No es que los humanos sean antiguos no-humanos, sino que los no-
humanos son antiguos humanos. Así, si nuestra antropología popular ve la humanidad como algo erigido
sobre bases animales, normalmente ocultadas por la cultura –habríamos sido otrora “completamente”
animales, y seguiríamos siendo animales “en el fondo”–, el pensamiento indígena por el contrario concluye
que tras haber sido otrora humanos, los animales y otros existentes cósmicos continúan siéndolo, aunque
lo son de una manera que no es evidente para nosotros (…) los muertos son ellos mismos animales o son
los animales mismos, en su versión cazable: se transforman en cerdos salvajes, la quintaesencia de la carne
y por lo tanto del verdadero alimento. Otros muertos, de otros pueblos, se transformarán en jaguares, el otro
polo de la animalidad, la versión cazadora o caníbal. Así como los animales eran humanos en el primer
principio, los humanos serán animales al final de cada hombre» (2010, pp. 50, 158-160).
332
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Para los pueblos amerindios, según Viveiros de Castro, todo ente puede poseer
humanidad (alma) y, por tanto, ser considerado como un sujeto cosmológico que «piensa»
«activado» o «agentado» por su punto de vista. El punto de vista de cada ser, a su vez, es
producido por su corporeidad. Los animales ven las cosas de forma diferente a nosotros
no porque tengan otra alma, sino porque los hábitos y modos de ser que se expresan en
sus cuerpos son diferentes de los nuestros (2010, pp. 54-55). Es decir, tienen una
perspectiva corpórea distinta a la humana, aunque compartan un alma o humanidad
semejante. Por ello:
siendo humanos en su departamento, los no-humanos ven las cosas como las ven los
humanos, es decir, como nosotros humanos las vemos en nuestro departamento. Pero las
cosas que ellos ven, cuando las ven como nosotros las vemos, son otras: lo que para
nosotros es sangre, para los jaguares es cerveza; lo que para las almas de los muertos es
un cadáver podrido, para nosotros es mandioca fermentada; lo que nosotros vemos como
un charco de barro, para los tapires es una gran casa ceremonial (Viveiros de Castro,
2010, pp. 53-54).
Tanto Viveiros de Castro como Descola muestran que para dichos pueblos
indígenas no existe una división radical entre cultura y naturaleza, lo cual, sin embargo,
333
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
no quiere decir que dicha dualidad no sea parte de su visión del mundo. Los estudios
etnográficos de ambos autores parecen indicar que el binomio alma y cuerpo está también
presente en la cosmovisión de estos pueblos. Por ello, para Descola, lo que se debe
cuestionar no es la existencia de la dualidad cuerpo-alma –que parece existir en todas las
culturas en modalidades diversas–, sino la pretendida universalidad de su variante
«occidental» (2012, p. 190).
Semejanza de Semejanza de
las interioridades las interioridades
Animismo Totemismo
Diferencia de Semejanza de
las fisicalidades las fisicalidades
Diferencia de Diferencia de
las interioridades las interioridades
Naturalismo Analogismo
Semejanza de Diferencia de
las fisicalidades las fisicalidades
Si bien las plantas y los animales tienen fisicalidades diferentes de la fisicalidad de los
humanos –y, por lo tanto, costumbres que corresponden al instrumental biológico propio
de cada especie–, también han conservado hasta hoy, en su mayor parte, las facultades
interiores de las que gozaban antes de su especiación: subjetividad, conciencia reflexiva,
intencionalidad, aptitud para comunicarse en un lenguaje universal, etc. Se trata, pues, de
personas revestidas de un cuerpo animal o vegetal del cual, llegado el caso, se despojan
para llevar una vida colectiva análoga a la de los humanos: los makunas, por ejemplo,
dicen que los tapires se pintan con bija para bailar y que los pecaríes tocan la trompa
durante sus rituales, mientras que las waris suponen que el pecarí hace cerveza de maíz y
que el jaguar lleva la presa a su casa para que su esposa la cocine (Descola, 2012, pp.
203-204).
El totemismo, por su parte, designaría a aquellos pueblos indígenas,
principalmente de América del Norte y Australia, que consideran que existe una
«continuidad moral y física entre grupos humanos y no-humanos». Esta continuidad se
expresa a través de una «profunda afinidad física y psíquica entre los humanos y sus
tótems» (Descola, 2012, pp. 222 y 251). Los tótems son objetos, fenómenos, animales,
plantas u otras entidades que actúan simbólicamente como emblemas de identificación
del pueblo indígena. Los integrantes de una clase totémica comparten características
sustanciales y materiales que los identifican como grupo, las cuales, a su vez, se
representan en tótems relacionados con animales, plantas o entidades que encarnan «los
atributos particulares del comportamiento, humor y la apariencia reconocidos a los
humanos a los que representan» (Descola, 2012, p. 240):
las personas humanas y las animales, son bien distintas en los sistemas animistas, lo cual
permite, justamente, que se teja entre ellas toda una gama de relaciones diádicas de
individuo a individuo, mientras que la persona del hechicero australiano parece fusionada
por completo con la especie animal que él ha tomado por tótem: la esencia de la especie
se ha convertido en su esencia, y él mismo experimenta en carne propia todo lo que afecta
a un miembro cualquiera de la colectividad animal, cuyo destino comparte de ahora en
más. Así pues, en este caso no se trata de una alianza o un contrato de asistencia suscrito
entre el hechicero y su especie totémica, sino de una hibridación buscada y asumida cuya
finalidad es social (…), pero cuya realización concreta exige la adquisición de
propiedades compartidas con una especie animal (Descola, 2012, p. 230).
335
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
comprensión de esa realidad única y objetiva formada por la naturaleza, dentro de la cual
se han desarrollado diversas expresiones culturales humanas. Se basa en la creencia de
que la naturaleza existe de forma independiente y que, remitiéndonos a ella, como
instancia trascendente a la voluntad humana, podremos encontrar las causas de todo lo
que acontece en el mundo. Presupone, de esta forma, una jerarquía en la cual las leyes de
la materia determinan el lugar y papel de las diversas expresiones culturales de la
humanidad (Descola, 2012, pp. 260-262).
los hombres y los animales no comparten una misma cultura, ética, las mismas
instituciones; cohabitan, a costa de múltiples precauciones, con las plantas, las
divinidades, las casas, las grutas, los lagos y una abigarrada multitud de vecinos, dentro
de un universo cerrado donde cada uno, anclado en un lugar, persigue las metas fijadas
por su destino según las disposiciones que le han tocado en suerte, conectado por las
buenas o por las malas a todos los demás mediante una madeja de correspondencias sobre
las cuales no tiene influencia (Descola, 2012, p. 317).
Los pueblos que participan de esta ontología consideran que el mundo está
poblado por una multiplicidad de singularidades diferentes entre sí. Para dotar de orden
y sentido a ese mundo lleno de elementos discontinuos, estos pueblos habrían creado
correspondencias entre humanos y no-humamos que les permiten, por analogía, encontrar
sentido a su comportamiento. De esta forma, «las propiedades, los movimientos o las
modificaciones de la estructura de ciertas entidades del mundo, ejercen una influencia a
distancia sobre el destino de los hombres o están ellas mismas influenciadas por el
comportamiento de estos últimos» (Descola, 2002, p. 161).
314
Dado que el modo de identificación por analogía puede ser especialmente complejo de entender, o, al
menos, lo fue para el autor de esta tesis, incluyo un ejemplo que pueda iluminar la comprensión sobre el
mismo para el lector o lectora no experto en estos temas.
336
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Sobra decir que tanto el perspectivismo de Viveiros de Castro como los cuatro
modos de identificación que propone Descola tienen muchas más aristas que las que este
pequeño recuento ha presentado. Mi objetivo al exponer estas propuestas no es tanto
mostrar toda su complejidad, sino dar cuenta del aporte particular que ofrecen en el marco
de mis reflexiones sobre la relación de los pueblos indígenas con la naturaleza. Esto es,
evidenciar que las naturalezas que observan gran parte de los pueblos indígenas de
América no es correlativa a la naturaleza que define el ecologismo «occidental». Pero no
solo ello, sino que la naturaleza que observa un pueblo indígena del Amazonas no es
necesariamente idéntica a la que vive uno de los Andes o de Mesoamérica. En resumen,
el aporte que al interior de la antropología da el giro ontológico es evidenciar que no
existe un mundo, sino diversos mundos inconmensurables entre sí.
337
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
338
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en juego, no es sólo un fracaso para entender, «sino un fracaso para comprender que los
entendimientos no son necesariamente lo mismo». El contrario de la equivocación «no es
la verdad, sino lo unívoco, como la afirmación de la existencia de un significado único y
trascendente». La equivocación muestra las diferentes perspectivas desde la que se inicia
el contacto relacional con el otro y la inconmensurabilidad de las «nociones en conflicto».
Es esto último lo que, conforme a Viveiros de Castro, otorga sentido al estudio
antropológico, pues, en sus palabras: «solo vale la pena comparar lo inconmensurable,
comparar lo conmensurable es una tarea para los contadores, no para los antropólogos».
Traducir sería, entonces, «situarse en el espacio de la equivocación y morar allí» (2004,
pp. 9-12).
339
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
La ontología política busca dar cuenta de una realidad que no es reflejada ni por
la economía política ni por la ecología política. Mientras estas enmarcan las disputas
ambientales como problemas de distribución de recursos o enfrentamiento de
perspectivas sobre un mundo que es considerado compartido y universalmente conocido
por todos, la ontología política, por otro lado, pone el acento en los conflictos que surgen
allí donde uno ve una montaña y otro un ser-tierra, es decir, en la disputa entre los mundos
divergentes que pueblan el pluriverso en el que habitamos (de la Cadena y Blaser, 2018,
pp. 5-6). Cuando se ocupa un territorio indígena, dice Escobar, los efectos de tal acto de
despojo se viven principalmente desde lo ontológico, pues:
lo que «ocupa» es el proyecto moderno de Un Mundo que busca convertir a los muchos
mundos existentes en uno solo; lo que persevera es la afirmación de una multiplicidad de
mundos (…) la presión sobre los territorios que se está evidenciando hoy en día a nivel
mundial –especialmente para la minería y los agro-combustibles– puede ser vista como
una verdadera guerra contra los mundos relacionales y un intento más de desmantelar
todo lo colectivo. Dentro de esta compleja situación, las luchas por los territorios se
convierten en luchas por la defensa de los muchos mundos que habitan el planeta
(Escobar, 2014, pp. 75-77)
340
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Por otro lado, la ontología política se ocupa también de los conflictos que aparecen
cuando los diferentes mundos se encuentran y luchan por mantener su propia existencia
frente al otro. En esta línea, Arturo Escobar ha manifestado que la ontología política posee
una «orientación decididamente decolonial», porque ubica a la ontología de la
Modernidad hegemónica, creadora del «mundo hecho de un mundo», como una, entre
múltiples «formaciones relaciones onto-epistémicas», mostrando su incapacidad
epistémica «para reconocer lo que lo supera» (Escobar, 2017, pp. 143-144). Del mismo
modo, la profesora belga Lieselotte Viaene ha realizado estudios sobre las formas en las
que se expresan los conflictos sobre la representación del mundo natural para los pueblos
indígenas en contextos de extractivismo en Guatemala y Colombia y frente al discurso de
los derechos de la naturaleza (Viaene, 2021, 2022)315. La profesora argentina Florencia
C. Tola, desde esta misma perspectiva, ha analizado los conflictos sobre el territorio para
los pueblos indígenas que habitan en la zona del Gran Chaco en Argentina (Tola, 2016).
315
La profesora Viaene lidera el proyecto RIVERS: Water/human rights beyond the human? Indigenous
water ontologies, plurilegal encounters and interlegal translation, financiado por el Consejo Europeo de
Innovación. La pregunta central de este proyecto, como expresa la propia investigadora, es «¿hasta qué
punto el derecho internacional de los derechos humanos puede hacer frente a las realidades plurilegales del
agua? Sus objetivos centrales son: «1) Analizar las diferentes maneras con que los pueblos indígenas
conocen y se relacionan con el agua y la vida, y su comprensión de la (potencial) violación del derecho al
agua por proyectos extractivos; 2) Discutir las contribuciones, desafíos y dificultades de la traducción
interlegal de las diversas naturalezas del agua en encuentros plurilegales a nivel doméstico e internacional»
(Viaene, 2018, p. 1).
341
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
cuenta de que la naturaleza no pre-existe como realidad indiscutida, sino que se forma en
la interacción entre los mundos biofísico, humano y supernatural. Para Escobar, son parte
de este tipo de ontologías, por ejemplo, los pueblos indígenas que ven a sus territorios o
a lo comunal como el espacio en el que el mundo humano y no-humano se encuentran y
las posturas que consideran a la realidad como radicalmente relacional, tales como el
budismo o la teoría de sistemas o la hipótesis de Gaia (2014, pp. 57-61)316.
316
En sus palabras: «Hay muchísimas formas de expresar la relacionalidad. Un principio clave es que nada
(ninguna entidad) pre-existe a las relaciones que la constituyen (…) Quizás el budismo tiene la posición
más radical a este respecto al afirmar que nada existe en sí, todo inter-existe (…) Hay muchas tendencias
en las ciencias que se acercan en diverso grado a estas posiciones: la ecología, que es una teoría de la
interrelación y la interdependencia de todos los seres; la teoría de sistemas, con la noción fundamental de
que el todo es siempre más que la suma de las partes; la teoría de la autopoiesis de Maturana y Varela, que
enfatiza la autoproducción constante de toda entidad viva a partir de un sistema de elementos y cuya inter-
relación no produce otra cosa que la misma entidad; las teorías de la complejidad que develan las dinámicas
de auto-organización y emergencia, a partir de la creación y transformación de inter-relaciones, a veces, de
procesos sorprendentes no lineales (…) la teoría de Gaia; etc. Todas estas tendencias cuestionan los
dualismos modernos en mayor o menor grado, y contienen el potencial de des-construir este tipo de
modernidad. La mayoría, sin embargo, aún se ubica con cierta facilidad dentro de la ontología o episteme
de la Modernidad. Paralelo a estas tendencias hay un hecho social y político muy potente, que es la
movilización de los movimientos sociales que surgen de ontologías relacionales» (Escobar, 2014, pp. 101-
102).
317
De hecho, el título del libro de Escobar en español donde desarrolla con mayor profundidad estas ideas
lleva como título «Autonomía y diseño. La realización de lo comunal», el cual, como el propio autor
reconoce, imita el subtítulo de la primera edición del libro de los profesores Maturana y Varela «De
Máquinas y seres vivos. Autopoiesis y cognición: la realización de lo vivo» (Escobar, 2017, p. 68). El libro
del profesor Escobar fue traducido al inglés, por sugerencia de sus editores, con el título «Designs for the
Pluriverse Radical Interdependence, Autonomy, and the Making of Worlds» (Escobar, 2018a).
318
En sus palabras: «los movimientos sociales pueden considerarse como unidades autopoiéticas; esta
posibilidad es ignorada por la mayoría de las teorías de los movimientos sociales, que los consideran
alopoiéticos, es decir, producidos por y referidos a otras lógicas, ya sea el capital, el Estado, el nacionalismo
o lo que sea (Escobar, 2017, p. 303).
342
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
pero manteniendo siempre una organización básica que les permite «permanecer como
las unidades que son» (Escobar, 2017, pp. 296-297).
343
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
formas de ser, y requiere que suspendamos la incredulidad y olvidemos cómo son las
cosas ahora y preguntarnos cómo podrían ser» (Irwin, 2015, p. 233).
Los discursos para la transición son un factor central para la construcción del
pluriverso, pues surgen, precisamente, de la resistencia de movimientos y comunidades
locales frente al modelo de Mundo-Uno de la Modernidad. Consciente de lo anterior,
Escobar enfatiza en la importancia de preservar la autonomía de dichos movimientos y
propone lo que denomina como «diseño autónomo» para tal objetivo. Su punto de partida
es que «cada comunidad practica el diseño de sí misma»: las comunidades tradicionales
producen de forma endógena las normas con las que viven e, igualmente, muchos
movimientos del Norte Global se diseñan a sí mismos frente a la crisis y al intento de
mediación tecno-económica de sus mundos (Escobar, 2017, p. 68). De esta forma,
haciendo referencia a las comunidades tradicionales que luchan por la defensa de su
territorio, su propuesta es fortalecer su autonomía defendiendo sus prácticas ancestrales
y, desde allí, resonar con otras luchas como las del posdesarrollo, el buen vivir y los
derechos de la naturaleza (Escobar, 2017, p. 324).
319
Para Escobar, los discursos de la transición se pueden dividir en dos tipos: aquellos producidos por el
Norte Global y aquellos que nacen del Sur Global. En Norte Global ubica propuestas como el discurso de
los bienes comunes, el decrecimiento, los debates en torno al Antropoceno y los diálogos inter-religiosos.
En el Sur Global, cita como ejemplos los discursos sobre el postdesarrollo, el buen vivir y los derechos de
la Naturaleza, las lógicas comunales y las transiciones al posextractivismo (Escobar, 2017, p. 249).
344
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Sin embargo, para que dichas luchas locales por la autonomía sean clasificadas
como parte de los diseños para la transición hacia el pluriverso que propone Escobar,
estas deben ser coherentes con el proyecto mayor de transición hacia una era Ecozoica
donde, siguiendo la propuesta de Thomas Berry, la propia Tierra su preservación e
integridad se conviertan en la preocupación central (Escobar, 2017, p. 324). De esta
forma, como se aprecia en el gráfico elaborado por el propio autor, el Ecozoico de Berry
se convierte en el factor de control de todas las ontologías que poblarían el pluriverso.
Estoy de acuerdo con el punto de partida del giro ontológico como marco de
estudio antropológico, es decir, con que existen comunidades que ven mundos distintos
al de la Modernidad «occidental» y que tal advertencia nos debe dirigir a tener precaución
frente al equívoco presente en nuestras traducciones entre mundos, es decir, a no ocultar
la diferencia existente allí donde, por ejemplo, uno ve naturaleza y otro un ser-tierra. Del
mismo modo, coincido con el enfoque de la ontología política de que visibilizar y
empoderar aquellas ontologías que perciben un mundo donde la relación humano-
naturaleza se expresa de forma horizontal es un importante contrapeso a aquellas
ontologías que ven en los entes de la naturaleza simples objetos sin vida. Por último,
concuerdo con que gran parte de las luchas de los pueblos indígenas por el territorio y lo
comunal muestran formas ontológicas que deben ser vistas como la fuente primera de
toda construcción posible de los derechos de la naturaleza cuando los conflictos
atraviesen a estos pueblos. Estos elementos son los que rescato de la propuesta del giro
ontológico y la ontología política para mi propia articulación de lo que denomino
ecocentrismo descolonial en esta tesis. Sin embargo, discrepo con la propuesta de diseño
345
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
En primer lugar, dije en el apartado en que expuse la obra de Berry que su principal
inspiración fue el pensamiento evolucionista de Teilhard de Chardin y su idea de que
llegará un momento en el que todas las mentes humanas se conecten y piensen como una
sola. Esa propuesta parte de la consideración de que «la historia humana y la historia del
universo son una sola historia» (Berry en: Tucker, 2019, p. 126), es decir, que todos
vemos y habitamos el mismo mundo bioespiritual. Así, es un factor de posibilidad para
la construcción del ecozoico la idea de que habitamos en Un-Mundo. De hecho, esto se
evidencia claramente en la definición del Gran Derecho como las leyes del universo dadas
por la ciencia observacional que nos gobiernan a todos y todas y de las cuales Cullinan
desprende todas las demás formas posibles de derecho. Así, el Ecozoico no puede ser la
base para la construcción del pluriverso, pues la negación de su existencia es su punto de
partida y llegada. Aunque el propio Escobar parece ser consiente de esta contradicción en
su propuesta320, no llega a desarrollarla, lo cual, en mi opinión debilita su robustez, pues
al ser la base de su diseño de pluriverso, si desde allí se advierte incompatibilidades, todo
el resto del andamiaje se debilita.
320
En sus palabras: «Incluso la crítica mordaz de Berry de la universidad como justificación intelectual de
la devastación actual (insostenibilidad) es una idea que los diseñadores críticos pueden compartir. Hay, sin
embargo, aspectos del trabajo de Berry que requerirían una reflexión más profunda por parte de los
diseñadores, como su visión de la Tierra como un planeta bioespiritual; su insistencia en la necesidad de
recrear una intimidad con la Tierra como algo esencial para la elaboración del nuevo relato; y, quizás, la
idea más difícil y controvertida de que para la transición es esencial un pensamiento transracional guiado
por visiones reveladoras en sintonía con el potencial de auto-organización de la vida y al que puede
accederse a través de los mitos y los sueños» (Escobar, 2017, pp. 254-255).
346
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
es, explicar lo social desde los actos de comunicación que se producen en esa esfera
colectiva y no desde las dinámicas individuales que en ella se desenvuelven. La reflexión
de Escobar, considero, parte de un punto similar al de Luhmann, esto es, ve a los
movimientos sociales y comunidades indígenas como sistemas autopoiéticos cuyo modo
de ser ontológico se produce en ese espacio de lo colectivo321. Este tipo de marco
analítico, por razones que expuse anteriormente, puede ser altamente peligroso como
denunciaron los propios Maturana y Varela322.
Sin duda es posible hablar de sistemas autopoiéticos de tercer orden al considerar el caso
de una colmena, o de una colonia, o de una familia, o de un sistema social como un
agregado de organismos. Pero allí, lo autopoiético resulta del agregado de organismos y
no es lo definitorio o propio de la colmena, o de la colonia, o de la familia, o del sistema
social, como la clase particular de sistema que cada uno de estos sistemas es (…) no hay
que olvidar ni desdeñar que estos sistemas autopoiéticos de orden superior se realizan a
través de la realización de la autopoiesis de sus componentes (Maturana y Varela, 1998,
pp. 18-19).
En la misma línea:
Veamos ahora las diferencias entre organismos y sistemas sociales humanos. Los
organismos como sistemas moleculares tienen clausura operacional que se da en el
acoplamiento estructural de las células que los componen (…) En los sistemas sociales
humanos, la cosa es diferente. Estos, como comunidades humanas, también tienen
clausura operacional que se da en el acoplamiento estructural de sus componentes. Sin
embargo, los sistemas sociales humanos también existen como unidades para sus
componentes en el dominio del lenguaje. La identidad de los sistemas sociales humanos
depende, por lo tanto, de la conservación de la adaptación de los seres humanos no sólo
como organismos, en un sentido general, sino también como componentes de los
dominios lingüísticos que constituyen (…) De modo que allí donde la existencia de un
organismo requiere de la estabilidad operacional de sus componentes, la existencia de un
sistema social humano requiere de la plasticidad operacional (conductual) de ellos (…)
El organismo restringe la creatividad individual de las unidades que lo integran, pues
321
De hecho, Escobar hace referencia en una nota al pie a la obra de Luhmann, mencionando que es la
única aplicación que él conoce «del concepto de autopoiesis a los sistemas sociales», aunque no desarrolla
nada al respecto (Escobar, 2017, p. 298).
322
Ver apartado: «La vida como autopoiesis: distorciones filosóficas y jurídicas de un concepto biológico».
323
El primer orden sería el molecular, el segundo orden los organismo o individuos como agregados
celulares y, el tercer orden, los sistemas sociales como agregados de individuos (Maturana y Varela, 1998,
p. 18).
347
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
éstas existen para éste; el sistema social humano amplía la creatividad individual de sus
componentes, pues éste existe para éstos (…) Organismos y sistemas sociales humanos
no pueden, pues, equipararse sin distorsionar o sin negar las características propias de sus
respectivos componentes. Cualquier análisis de la fenomenología social humana que no
tome en cuenta las consideraciones señaladas será defectuoso porque negará los
fundamentos biológicos de esta fenomenología (Maturana y Varela, 2003, p. 132).
Por lo anterior, sostengo que la visión de las comunidades indígenas y
movimientos sociales como sistemas autopoiéticos dentro de la propuesta de Escobar
implica un uso del término que no hace más que distorsionar el verdadero significado de
sus proponentes. El error de Escobar esta en considerar que el concepto de organismos
autopoiéticos de Maturana y Varela puede ser ampliado más allá de los seres individuales
y emplearse para describir a organismos sociales. Tal ejercicio, como espero haber dado
cuenta, solo puede ser realizado a costa de desdibujar por completo el significado original
de la propuesta de Maturana y Varela. Ambos autores pensaban que el punto de partida
para toda organización social debía estar en el individuo y no en las colectividades ya
conformadas. Pensar en los sistemas sociales como sistemas autopoiéticos, puede
provocar que los individuos se vean «obligados a subordinarse a la mantención de la
autopoiesis; lo que pasa con ellos no tiene mayor importancia, tienen que someterse para
mantener la identidad del sistema». Una negación así, como expresa Maturana, es una de
las características de los sistemas totalitarios (Maturana y Porksen, 2007, p. 60).
348
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
acoplamiento lingüístico con otros seres humanos con los que decidimos dialogar y
construir una coexistencia responsable, aunque posean realidades explicativas diferentes
a las nuestra (Maturana y Varela, 2003, p. 155).
cada vez que nos encontremos en contradicción u oposición con otro ser humano, con el
cual quisiésemos convivir, nuestra actitud no podrá ser la de reafirmar lo que vemos desde
nuestro propio punto de vista, sino la de apreciar que nuestro punto de vista es el resultado
de un acoplamiento estructural en un dominio experiencial tan válido como el de nuestro
oponente, aunque el suyo nos parezca menos deseable. Lo que cabrá, entonces, será la
búsqueda de una perspectiva más abarcadora, de un dominio experiencial donde el otro
también tenga lugar y en el cual podamos construir un mundo con él (Maturana y Varela,
2003, p. 163).
349
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
324
Pueblo indígena que habita en la meseta andina y está presente, principalmente, en Bolivia, Perú, Chile
y Argentina.
350
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
a pie, ese pensar que surge de las interacciones y conversaciones en la calle, de los sucesos
colectivos vividos con el cuerpo y los sentidos» (Rivera Cusicanqui, 2018, p. 86).
Desarrolla su investigación incorporando perspectivas diversas325 con el objetivo de
evitar construir o exaltar lo que denomina como «capillas académicas sin base»326. Esta
experiencia personal, política y académica heterodoxa se refleja, precisamente, en su
propuesta por una epistemología ch’ixi.
son poderosas porque son indeterminadas, porque no son blancas ni negras, son las dos
cosas a la vez. La serpiente es de arriba y a la vez de abajo; es masculina y femenina; no
pertenece ni al cielo ni a la tierra, pero habita ambos espacios, como lluvia o como río
subterráneo, como rayo o como veta de la mina (Rivera Cusicanqui, 2018, pp. 79-80)
325
En sus palabras: «los de la subalternidad se oponen a los postcoloniales, y éstos a los estudios culturales,
yo digo, ¿cómo tú vas a pensar en lo colonial sin pensar en la subalternidad ni en la cultura? Es que ellos
necesitan crear capillas académicas, en cambio nosotros, con nuestras universidades modestas y nuestras
bibliotecas paupérrimas, tenemos que ver todo lo bueno que podemos sacarles a los autores que leemos,
incluso tenemos que intervenirlos y modificarlos para quitarles lo superfluo y ponerles lo que les falta. La
heterodoxia ha sido desde siempre un rasgo de nuestro hacer cultural. Es parte del “ethos barroco” del que
nos habló Bolívar Echeverría» (Rivera Cusicanqui, 2015, p. 308).
326
En este marco, ha mantenido una crítica fuerte hacia varios de los pensadores que conforman la red
colonialidad/Modernidad. En sus palabras: «La estructura vertical de los triángulos sin base que genera la
academia del norte en sus relaciones con universidades e intelectuales del sur se expresa de múltiples
maneras. Así, Quijano formula en los años noventa la idea de la colonialidad del poder, y Mignolo a su vez
formula la noción de “diferencia colonial”, reapropiándose de las ideas de Quijano y añadiéndoles nuevos
matices. Así surgen las nociones de “colonialidad del saber” y “geopolítica del conocimiento”. En su libro
sobre el Sistema Comunal, Félix Patzi a su vez se apoya extensamente en Quijano y en Mignolo, ignorando
las ideas kataristas sobre el colonialismo interno, que ya fueron formuladas en los años ochenta, e incluso
en los sesenta, en la pionera obra de Fausto Reinaga. Las ideas recorren, como ríos, de sur a norte, y se
convierten en afluentes de grandes corrientes de pensamiento. Pero como en el mercado mundial de bienes
materiales, las ideas también salen del país convertidas en materia prima, que vuelve regurgitada y en gran
mescolanza bajo la forma de producto terminado. Se forma así el canon de una nueva área del discurso
científico social: el “pensamiento postcolonial”. Ese canon visibiliza ciertos temas y fuentes, pero deja en
la sombra a otros (…) Creo que el multiculturalismo de Mignolo y compañía es neutralizador de las
prácticas descolonizantes, al entronizar en la academia el limitado e ilusorio reino de la discusión sobre
Modernidad y descolonización. Sin prestar atención a las dinámicas internas de los subalternos, las
cooptaciones de este tipo neutralizan. Capturan la energía y la disponibilidad de intelectuales indígenas,
hermanos y hermanas que pueden ser tentados a reproducir el ventriloquismo y la alambicada
conceptualización que los aleja de sus raíces y de sus diálogos con las masas movilizadas (Rivera
Cusicanqui, 2010, pp. 68-69).
327
El equivalente en lengua qhichwa sería ch’iqchi, que significa gris manchado (Rivera Cusicanqui, 2018,
p. 16).
351
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
En la misma línea, las piedras ch’ixis, como la andesita, el granito y otras que
poseen colores diminutos en ellas:
esconden en su seno animales míticos como la serpiente, el lagarto, las arañas o el sapo,
animales ch’ixi que pertenecen a tiempos inmemoriales, a jaya mara, aymara. Tiempos
de la indiferenciación, cuando los animales hablaban con los humanos. La potencia de lo
indiferenciado es que conjuga los opuestos. Así como el allqamari conjuga el blanco y el
negro en simétrica perfección, lo ch’ixi conjuga el mundo indio con su opuesto, sin
mezclarse nunca con él (Rivera Cusicanqui, 2010, p. 70).
Silvia Rivera Cusicanqui propone el término ch'ixi para representar «esa mezcla
rara que somos»328, producida en el espacio intermedio donde los contrarios chocan
constantemente creando una zona de fricción «que no permite la pacificación ni la
unidad» (2018, pp. 75-78). Lo ch'ixi no es, por tanto, sinónimo de híbrido, de hecho,
podríamos decir que es uno de sus antónimos. Representa un espacio fronterizo donde
mundos opuestos y significados contradictorios se recombinan constantemente, formando
una trama o tejido intermedio que problematiza el «aquí-ahora» como forma de
construcción activa del mundo (Rivera Cusicanqui, 2015, p. 226). Evita caer en la síntesis
que nos propone lo Uno de la Modernidad hegemónica y, por el contrario, nos propone
«trabajar dentro de la contradicción, haciendo de su polaridad el espacio de creación de
un tejido intermedio (taypi), una trama que no es ni lo uno ni lo otro, sino todo lo
contrario, es ambos a la vez» (Rivera Cusicanqui, 2018, p. 83). Habitar desde lo ch'ixi,
esto es, abrazando la contradicción, como expone de forma elocuente la autora, nos
permite dar sentido a nuestra capacidad de acción:
328
Como la propia autora expresa, ideas como la «sociedad abigarrada» del sociólogo y filósofo boliviano
René Zavaleta (1935-1984) o el «ethos barroco» del filósofo ecuatoriano-mexicano Bolivar Echeverría
(1941-2010), influyen su propuesta de lo ch’ixi (Rivera Cusicanqui, 2018, p. 13, 44).
352
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
pueden haber «muchas maneras y lenguajes para pedirle perdón, sanarla o lastimarla»
(Rivera Cusicanqui, 2018, p. 56). En este marco, la «brújula ética» que propone Rivera
Cusicanqui, parte del reconocimiento y respeto a la igualdad de inteligencias y poderes
cognitivos, como elementos fundamentales para la construcción de una «epistemología
ch'ixi de carácter planetario» que nos permita pensar en nuestras tareas comunes como
especie humana y, al mismo tiempo, nos conecte aún más con nuestras comunidades y
territorios locales (Rivera Cusicanqui, 2018, pp. 79-81). Implica la construcción de una
«conciencia fronteriza (…) que nos permita vivir al mismo tiempo adentro y afuera de la
máquina capitalista, utilizar y al mismo tiempo demoler la razón instrumental que ha
nacido de sus entrañas» (Rivera Cusicanqui, 2015, p. 207).
De esta forma –considero–, lo ch'ixi ofrece una forma de pensar las soluciones
previniéndonos de los riesgos de buscar amigos en zonas de fricción distintas a las
nuestras. Esta ha sido la estrategia de resistencia indígena desde los tiempos de la
353
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Para bien o para mal, el asedio de la diversidad parece a momentos estallar con «furia
acumulada», en demandas que afirman la radical alteridad de sus portadorxs, pero que a
la vez tocan temas comunes a la especie: el alimento, la salud, la sexualidad, el agua, la
tierra, la floresta, el mundo animal amenazado de extinción... Traducidos a la esfera
pública como «derechos a la diferencia» y «derechos de la naturaleza», los nuevos
lenguajes de los movimientos e intelectuales indígenas, ecologistas o feministas no
tardarán en sucumbir a los esquemas normalizadores del capitalismo verde y sus políticas
estatales, si es que no somos capaces de rebasar la pura teorización –a la vez que
profundizarla– para enfrentar con otros gestos e ideas la gravedad de los dilemas del
presente (Rivera Cusicanqui, 2018, p. 18).
Lo ch'ixi nos permite, entonces, ser conscientes de los riesgos latentes en la zona
de fricción, observando con sospecha lo que Rivera Cusicanqui ha denominado como
«palabras mágicas», es decir, palabras como ciudadanía, desarrollo o descolonización (y
podría añadir yo: ecología, ecocentrismo o derechos de la naturaleza) que «tranquilizan,
pero de un modo engañoso (…) tienen la magia de acallar nuestras inquietudes y pasar
por alto nuestras preguntas» (Rivera Cusicanqui, 2018, pp. 40-41). Se debe evitar que,
recurriendo al uso de tales «palabras encubridoras», se parodie el conocimiento, los gestos
y retóricas indígenas, esto es, que se trafique con «la plusvalía simbólica de sus ancestrxs
en siglos de lucha, para usar estas herramientas en la consolidación de nuevas y viejas
élites en el poder, armadas de ropajes que les son ajenos» (Rivera Cusicanqui, 2018, p.
100). Así, por ejemplo:
354
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
necesario saber qué queremos decir con estas palabras, y qué imaginario estamos
invocando con ellas. Vale decir, a qué constitución histórica del ser indio u originario, o
indígena nos referimos (Rivera Cusicanqui, 2018, p. 96)
Aplicar una epistemología ch'ixi a los temas que trabaja esta tesis, implica
preguntarnos, por tanto: ¿qué imaginario estamos invocando cuando nos referimos a
derechos de la naturaleza? ¿a qué constitución histórica de la naturaleza nos referimos?
¿qué elemento particular queremos evidenciar cuando hablamos de derechos de la
Pachamama? ¿qué representación de lo ecológico queremos poner en el centro cuando
hablamos de un momento ecocéntrico? ¿desde qué coordenadas y tiempos se está
pensando la transición que proponemos? o, de forma más específica, ¿en qué visión de
mundo se fundamenta las propuestas de tránsito hacia el ecozoico, la noosfera o el
novaceno?
Responder estas preguntas nos debe dirigir a enfatizar los opuestos presentes en
los «amigos-enemigos» que se encuentran en la zona de fricción. Por ejemplo, resaltar
que una montaña no es necesariamente lo mismo que un ser-tierra, que Pachamama no
es Gaia, que el tiempo circular que postula la profecía de pachakuti329 no es asimilable al
tiempo lineal desde el que Berry propone su era Ecozoica, o que el derecho al territorio
indígena no es reductible a la idea de los derechos de la naturaleza. Debemos, en
consecuencia, estar siempre alertas frente al uso análogo que se da a conceptos pensados
desde perspectivas diferentes. Sólo desde ese habitar en la conflictividad podremos
proponer una auténtica dinámica de cambio. Si disolvemos las diferencias incorporando
el tratamiento que hacen de los términos opuestos centros específicos de producción,
podemos cometer el error de caer en asimilaciones indeseables donde gran parte de la
valiosa información que da la diferencia se pierde.
Rivera Cusicanqui, por ejemplo, nos señala que el tratamiento que la arqueología
patrimonialista «occidental» ha dado a los kipus ha hecho que estos pierdan su verdadero
significado simbólico. Los kipus fueron un «sistema nemotécnico y de registro usado por
la gente antigua de los Andes, vinculado al arte textil y a los significados abstractos de
nudos y colores». La mayoría de los kipus aún existentes se encuentran en el Museo
329
Profecía inca, que, partiendo de una visión del tiempo circular, postula un regreso (kutiy/kutiña) a los
tiempos de la tierra (pacha). Como explica Estermann: «la misma historia es una secuencia de ciclos o
épocas que terminan y comienzan por un pachakuti (“vuelta de pacha”), un cataclismo cósmico en el que
un cierto orden (pacha) vuelve o “regresa” (kutiy/kutiña: “volver”, “regresar”) a un desorden cósmico, para
originar un orden (pacha) distinto» (Estermann, 2006, p. 199).
355
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
356
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
orgánicos que habitaron en otras eras geológicas del planeta Tierra, pero se importa
gasolina, una sustancia con mucha menos información diseñada para su consumo
inmediato y para poner en movimiento vehículos y maquinaria industrial. En una línea
similar –pero enfatizando las inmensas distancias que evidentemente existen entre los
ejemplos– se exporta la idea de los derechos de la naturaleza construida desde lo indígena
y abigarrado, desde la Pachamama, un concepto lleno de información sobre nuestra
relación espiritual con la naturaleza forjado por cientos de años y luchas, pero se importa,
muchas veces de forma acrítica, las teorizaciones dadas por occidente sobre ellos,
inclusive se acepta llamarlos por los nuevos nombres que les otorgan y estudiarlos a partir
del pasado historiográfico que proponen, uno que se remonta a mediados del siglo XX en
lengua anglosajona. Finalmente, se utiliza estas reformulaciones, que poseen mucha
menos información, como vehículos a través de los cuales se ponen en práctica lo que en
antaño fueron propuestas de mundo diferentes. Pido que no se me mal interprete, este no
es un alegato en contra de la búsqueda de puntos de encuentro, de nutrirnos mutuamente,
de crear situaciones transmodernas, sino en contra de la acrítica asimilación que lleva a
la pérdida del potencial alternativo.
357
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Por lo anterior, el territorio indígena no debe ser visto como un espacio geográfico
cerrado en fronteras estables heredadas de un pasado idealizado, pues, como veremos, los
propios pueblos lo han postulado como un concepto poroso que simboliza la búsqueda
330
Las reflexiones incluidas en este apartado han sido fruto del trabajo conjunto entre el suscrito autor y la
profesora Isabel Wences. Como resultado del mismo, se publicó, en diciembre del 2022, un artículo que
lleva como título «Hacia una interpretación descolonial del derecho al territorio de los pueblos indígenas
en el Derecho Internacional de los derechos humanos: más allá de la propiedad y la cartografía»
(Montalván-Zambrano y Wences, 2022). En este apartado reproduzco una versión ampliada de dicho
trabajo colectivo, razón por la cual, en algunas partes del mismo, utilizo la expresión plural «hemos» o
derivadas.
358
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
En línea con lo establecido por Rivera Cusicanqui, en esta tesis suscribo la idea
de que el territorio no encierra la identidad en un mapa, sino que la convierte en un «tejido
de intercambios, que también es un tejido femenino y un proceso de devenir». Mientras
el mapa reproduce la forma moderna y multicultural de observar la identidad como una
cuestión de minorías circunscritas a un espacio cercado por fronteras, las identidades
indígenas se han construido a través de «una relación de travesía, cateo y construcción de
territorialidades, fundadora de pertenencias y genealogías espaciales» (Rivera
Cusicanqui, 2018, p. 126). Así, cuando digo que los derechos de la naturaleza deben nacer
del territorio indígena no estoy suscribiendo la idea esencializada del «indígena
ecológico» –aquello los convertiría en actores pasivos frente a una historia ya escrita que
se posa de forma supuestamente natural e inevitable sobre ellos–, por el contrario, doy
cuenta de que son protagonistas activos en la construcción de mundo331.
331
Como lo expresa Rivera Cusicanqui: «La idea territorializada de la identidad y de la nación bloquean
nuestra capacidad de conocimiento social al alejarnos de esas múltiples realidades, que son a la vez difusas
y planetarias, compactas, pero también porosas y moleculares. Estamos en una crisis tan profunda que es
necesario parar, dar marcha atrás, volver a leer etnografías, conectarlas con las preocupaciones de la
filosofía y del arte latinoamericanos, para pensar de otra manera esta crisis» (Rivera Cusicanqui, 2018, p.
120).
359
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Nos encontramos entonces con la potente fuerza del servicio para producir la vida
comunal, de tal forma que lo que el parentesco tiende a clausurar, el k’ax k’ol, lo erosiona,
lo abre, aquí estamos frente a las interconexiones y al dinamismo de la política comunal.
Y las mujeres no quedan atrapadas únicamente como suerte de víctimas ni de heroínas,
sino que empujan sus luchas desde el k’ax k’ol (Tzul Tzul, 2018, p. 393).
De esta forma, frente a las «máquinas analíticas que buscan pensar lo indígena
solo a la luz de lo étnico, lo cultural, lo Otro, o la costumbre», Gladys Tzul Tzul propone
una lectura que dé cuenta de que «en lo indígena abrevan históricas estrategias y
estructuras políticas (…) desde donde se han fraguado las luchas de larga duración, esas
que han logrado fracturar la dominación colonial y que en muchos territorios sigue siendo
su horizonte de vida» (Tzul Tzul, 2018, p. 394).
Para nosotras, defender el territorio cuerpo conlleva asumir el cuerpo como un territorio
histórico en disputa con el poder patriarcal ancestral y colonial, pero también lo
concebimos como un espacio vital para la recuperación de la vida. En ese sentido las
332
Para información sobre el origen y objetivos de la red se puede consultar: (Cabnal, 2017).
360
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
luchas contra las múltiples formas de violencia contra las mujeres indígenas, pero
particularmente la violencia sexual, la territorial y el feminicidio, son luchas históricas,
pero aún vigentes. Recuperar el cuerpo para dignificarse y la alegría en relación con la
naturaleza es una apuesta política emancipadora (Cabnal, 2017, p. 102)333.
No todo está perdido. En el sur del mundo, las mujeres mapuche estamos descubriéndonos
como seres enraizadas a nuestra Ñuke Mapu (Madre Tierra) y nutridas por ella de poder.
La descolonización nos encuentra desalambrando, no sólo el territorio usurpado, sino
también nuestras mentes, nuestras conciencias, en particular la conciencia de la
maternidad mapuche. Hemos dimensionado la eficacia de la medicina ancestral,
prefiguramos una educación identitaria y una alimentación natural y soberana. Es sólo
una cuestión de tiempo antes de que el Estado reconozca que amplificando derechos se
amplifican mundos (Millán, 2019, p. 135).
El cuerpo humano, que hoy se menciona en las lenguas mayas, se expresa desde la
colectividad, qa ch’akul, y a nivel individual, nu ch’akul. Se interrelaciona con la vida, la
naturaleza, el cosmos, el territorio y las relaciones comunitarias. De ahí la importancia de
vincular este pensamiento ancestral como una forma de vida, porque el pensamiento y la
vivencia de los pueblos indígenas persiguen cuidar los cuerpos y a la Madre Naturaleza.
A partir de este vínculo entre cuerpos y territorios —Madre Naturaleza—, los cuerpos de
las mujeres devienen espacios políticos confrontados a las violencias y a la penetración
de los poderes masculinos blancos, que persiguen la dominación a través de la
servidumbre sexual, la violación y la extracción de recursos (Chirix García, 2019, p. 148).
Todos los testimonios sobre el territorio aquí citados, muestran que este no es un
concepto que represente un espacio de identidades fijadas o que englobe definiciones
esencialistas de lo indígena. Por el contrario, es un concepto relacional en constante
transformación, un tejido en constitución permanente, desde donde se gestan, en el «aquí-
ahora», pero dialogando con el pasado y las contradicciones del presente, las identidades
indígenas. En este sentido, el territorio tampoco puede ser reducido a límites cartográficos
o coordenadas estáticas. No es sinónimo de tierra, pues «no se ve tanto en términos de
“propiedad” (aunque se reconoce la propiedad colectiva); sino, de apropiación efectiva
mediante prácticas culturales, agrícolas ecológicas, económicas, rituales, etc». No posee
333
En la misma línea, manifiesta: «planteo como reflexión en muchos espacios indígenas de defensa
territorial la incoherencia política y cosmogónica de defender la Madre Tierra ante el neoliberalismo pero
no defender los cuerpos de las mujeres y las niñas ante las formas de violencia machista que se comenten
contra ellas» (Cabnal, 2019, pp. 120-122).
361
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
«fronteras fijas, sino entramados porosos con otros territorios aledaños» (Escobar, 2014,
pp. 90-91).
362
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
En el año 1957 la OIT emitió el Convenio Nº 107 sobre poblaciones indígenas y tribuales
(en adelante, convenio 107)335. Este fue el primer instrumento internacional que hizo
referencia, de forma exclusiva, a los derechos de los pueblos indígenas y tribales, aunque
con un carácter peyorativo y asimilacionista. En su artículo 1 establece que su
aplicabilidad se restringe solo para poblaciones336 tribuales o semitribuales en los países
«cuyas condiciones sociales y económicas correspondan a una etapa menos avanzada»,
mientras, en su artículo13.2, contempla la obligación de adoptar medidas para impedir
que personas extrañas a dichos pueblos puedan aprovecharse de «la ignorancia de las
leyes por parte de sus miembros». La consideración de los pueblos indígenas como
«poblaciones menos avanzadas» e «ignorantes» estaba inspirada por la postura
asimilacionista de la época, la cual buscaba la integración progresiva de los pueblos
indígenas en la vida de sus respectivos países (artículos 2 y 4 del Convenio 107). Por ello,
aunque dicho Convenio contemplaba la posibilidad de que los pueblos indígenas y
tribales mantengan sus propias costumbres e instituciones, esto dependía de que «éstas
no sean incompatibles con el ordenamiento jurídico nacional o los objetivos de los
programas de integración» (Art. 7). Finalmente, el derecho al «territorio» no aparece en
este Convenio, se establece, únicamente, el derecho de propiedad, colectiva o individual,
sobre las «tierras» tradicionalmente ocupadas (art. 11).
334
Para efectuar este análisis se toma como referencia la compilación, traducción y sistematización de los
documentos preparatorios del Convenio 169 de la OIT efectuada por Huaco (2015). El libro aquí citado
contiene traducciones íntegras de los documentos preparatorios, así como aportes de sistematización
propios del autor.
335
Este Convenio fue ratificado por 27 países, entre ellos, Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa
Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Haití, México, Panamá, Paraguay, Perú y República Dominicana. Sin
embargo, con la ratificación del Convenio 169 de la OIT, el Convenio 107 quedó automáticamente sin
efecto para la mayoría de estos países. Los únicos países que no han ratificado el Convenio 169 y para los
que, por tanto, el Convenio 107 sigue estando vigente son: Cuba, El Salvador, Haití, Panamá y República
Dominicana.
336
El uso del término «poblaciones» en este apartado se efectúa para mantener la redacción original del
Convenio 107. El cambio hacia el término «pueblos» fue, también, uno de los puntos de mayor debate al
momento de la elaboración del convenio 169 de la OIT. Al respecto se puede ver: (Huaco, 2015, pp. 55-
56).
363
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
emite la declaración de Barbados I337 «por la liberación del Indígena», documento de gran
importancia para el movimiento indígena que incorpora, por primera vez, las nociones de
«territorio» y «territorialidad» como ejes centrales338.
Siete años más tarde, en julio de 1977, se celebró la reunión Barbados II a la cual
acudieron, además de los antropólogos presentes en la primera reunión, dirigentes
indígenas de doce países. Producto de esta reunión se emitió la Declaración de Barbados
II339. Esta puso mucho más énfasis en el análisis de las luchas que se estaban llevando en
la región y en la definición de estrategias y tácticas para su avance. Fue un documento
elaborado por los dirigentes indígenas para pueblo indígena del continente (Bonfil
Batalla, 1977, p. 110). En esta nueva declaración, en la que los pueblos indígenas en
primera persona fueron los protagonistas, se contempló la demanda por los territorios
como una estrategia para la lucha contra la dominación cultural ejercida por la política
integracionista de lo indígena que se promovía en la época.
La revisión al Convenio 107, tal como señala Huaco, fue motivada por el cambio
en las concepciones filosóficas producido por la irrupción de los puntos de vista de los
pueblos indígenas expresados por sus propias organizaciones a nivel nacional e
internacional (2015, p. 28). Tal es el caso de la Declaración de Barbados II, espacio desde
el cual los pueblos indígenas comenzaron a apostar por la territorialidad como
herramienta frente al dominio cultural. Así, la noción de territorio indígena que se
empieza a insinuar en los 70, adquiere su verdadero estatus de unidad de análisis y de
unidad de intervención en los 90 (Zuñiga Navarro, 1998, p. 148), esto es, después de la
promulgación del convenio 169 de la OIT.
337
Disponible en el siguiente enlace: http://www.servindi.org/pdf/Dec_Barbados_1.pdf
338
En el apartado sobre responsabilidades del Estado, esta declaración contempla la obligación de
«reconocer y garantizar a cada una de las poblaciones indígenas la propiedad de su territorio».
339
Disponible en el siguiente enlace: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=15900708
364
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
340
Al respecto, se puede ver directamente: (OIT, 1986a: 211).
365
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Como parte de la misma reunión se preparó un informe que contenía las respuestas
y comentarios de los Estados relativos a, entre otros, la pregunta ¿Se considera que el
artículo 11 debería dejarse inalterado?341 Esta pregunta recibió 29 respuestas, 21
afirmativas342, 4 negativas343 y 4 que se clasificaron bajo la etiqueta «otras respuestas»344.
Según sistematiza el citado documento oficial, los comentarios de los países giraron, entre
otros, alrededor de si se debería sustituir la noción de «tierra» por la de «territorio» para
los fines del artículo 11. Al respecto, la gran mayoría de los países manifestaron que sería
preferible mantener el término «tierras» en el artículo 11, dado que, a pesar de que los
representantes indígenas habían propuesto el uso del término «territorios», no se puede
considerar que todos los pueblos en cuestión ocupan o poseen «territorios» en el sentido
en que se utiliza generalmente este término en derecho internacional (OIT, 1988b, p. 232-
238).
Sobre el uso del término «territorios» los miembros trabajadores declararon que
ese término era el único apropiado para garantizar el respeto por los valores culturales y
espirituales de los pueblos indígenas, sin ninguna implicación sobre la propiedad o
soberanía nacional (OIT, 1989a, p. 558-559). Los miembros trabajadores tenían el
sentimiento de que la revisión del Convenio estaba planteando una situación peor para
los pueblos indígenas y tribales de aquella prevista en el Convenio 107, por lo que
apoyaban el uso del término «territorios» (OIT, 1989a, p. 562). Por su parte, los miembros
341
El artículo 11 del convenio 107 contiene el derecho a la tierra de los pueblos indígenas.
342
Argelia, Argentina, Australia, Bolivia, Bulgaria, Colombia, Cuba, Egipto, Finlandia, Gabón, Honduras,
Madagascar, México, Nicaragua, Nigeria, Portugal, Sierra Leona, Surinam, RSS de Ucrania, URSS y
Zambia.
343
Ecuador, Estados Unidos, Perú y Uganda.
344
Canadá, Italia, Noruega y Nueva Zelandia.
366
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
345
Se opusieron a la inclusión del término «territorios» los miembros gubernamentales de Canadá,
Argentina, India, Japón, Brasil, Venezuela y Perú: el miembro gubernamental del Canadá manifestó que la
fórmula del Grupo de Trabajo para el artículo 13 era aceptable si se establecía una disposición adecuada
para la situación de los derechos referidos a las tierras, pero no a los territorios. Indicaron que les
preocupaba la faltaba claridad en su referencia al «concepto de territorios que cubre la totalidad del hábitat
de las regiones que ocupan o usan de alguna otra manera». Puso en tela de juicio el significado de la
expresión «la totalidad del hábitat». Los miembros gubernamentales de Argentina, India, Japón, Brasil,
Venezuela y Perú apoyaron al Gobierno del Canadá respecto de su oposición al uso del término
«territorios». En específico, el miembro gubernamental de Venezuela recordó que el problema principal en
la Parte II del Convenio era el empleo del término «territorios», que en su país se refería exclusivamente al
territorio nacional sobre el cual el Estado ejerce jurisdicción y soberanía de conformidad con la Constitución
nacional (OIT, 1989: 561-568).
346
Apoyaron la inclusión del término territorios los miembros gubernamentales de Estados Unidos,
Dinamarca, Ecuador, Colombia y Portugal: el miembro gubernamental de los Estados Unidos reiteró su
apoyo al proyecto y al desarrollo de conceptos más amplios que podrían referirse a las necesidades de esos
pueblos y a los gobiernos nacionales, sin correr el riesgo de la pérdida de ciertos derechos. Del mismo modo
el miembro gubernamental de Dinamarca, observando que el pueblo de Groenlandia, que compartía sus
recursos con Dinamarca, tenía el derecho de veto sobre su explotación. El miembro gubernamental del
Ecuador, igualmente, expresó su acuerdo general con el proyecto de la Oficina, sugiriendo que las tierras
no ocupadas, tales como los parques nacionales, que habían sido poseídos por esos pueblos, deberían
incluirse dentro de sus territorios. En la misma línea, el miembro gubernamental de Colombia observó que
los términos «tierras y territorios» debería utilizarse en todo el texto. Finalmente, el miembro
gubernamental de Portugal manifestó que prefería el uso de los términos «tierras y territorios» a lo largo
del texto, dado que territorios era un concepto caro a esos pueblos. También apoyó los conceptos de
propiedad, posesión y uso de las tierras y territorios, pero observó que no podían ser sustituidos los unos
por los otros (OIT, 1989: 561-568).
347
Artículo 14 del convenio 169 de la OIT: «1. Deberá reconocerse a los pueblos interesados el derecho de propiedad
y de posesión sobre las tierras que tradicionalmente ocupan. Además, en los casos apropiados, deberán tomarse medidas
367
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
para salvaguardar el derecho de los pueblos interesados a utilizar tierras que no estén exclusivamente ocupadas por
ellos, pero a las que hayan tenido tradicionalmente acceso para sus actividades tradicionales y de subsistencia. A este
respecto, deberá prestarse particular atención a la situación de los pueblos nómadas y de los agricultores itinerantes; 2.
Los gobiernos deberán tomar las medidas que sean necesarias para determinar las tierras que los pueblos interesados
ocupan tradicionalmente y garantizar la protección efectiva de sus derechos de propiedad y posesión; 3. Deberán
instituirse procedimientos adecuados en el marco del sistema jurídico nacional para solucionar las reivindicaciones de
tierras formuladas por los pueblos interesados».
368
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
348
De conformidad con el artículo 32 de la Convención de Viena, «se podrá acudir a medios de
interpretación complementarios, en particular a los trabajos preparatorios del tratado y a las circunstancias
de su celebración, para confirmar el sentido resultante de la aplicación del artículo 31, o para determinar el
sentido cuando la interpretación dada de conformidad con el artículo 31: a) deje ambiguo u oscuro el
sentido; o b) conduzca a un resultado manifiestamente absurdo o irrazonable».
369
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
protegidos por los artículos 15 y 16 del Convenio 169, no pretende tratar como sinónimos
ambos conceptos, ni cerrar al territorio al área geográfica determinada por el concepto de
«tierra», lo único que dice es que los derechos a los recursos naturales y a no ser
trasladados arbitrariamente aplican tanto al espacio geográfico determinado por el
derecho al territorio, como al espacio inmaterial, más amplio y no cartográfico
determinado por el concepto de territorio.
370
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Entre 1981 y 1983 dicho relator entregó, en amplios capítulos, los resultados de
su informe352. En el año 1983, presentó el capítulo relativo al derecho a la tierra de los
pueblos indígenas, dentro del cual los conceptos «territorios» o «territorialidad» aparecen
de forma escasa y sin poseer una definición específica. Lo más cercano a una distinción
lo encontramos en el párrafo 51 del informe, donde se señala que la tenencia y
conservación de la tierra de las comunidades indígenas constituye «la base territorial de
la existencia de su pueblo como tal», pues, «toda la gama de consideraciones
emocionales, culturales, espirituales y religiosas está presente en la relación con la tierra»
(Subcomisión, 14 de julio de 1983). Así, si la tierra es un espacio determinado, la
349
Para efectuar el estudio de esta Declaración se han analizado aproximadamente 80 documentos
preparatorios, siguiendo el resumen histórico oficial elaborado por la Organización de Naciones Unidas,
disponible aquí: https://legal.un.org/avl/pdf/ha/ga_61-295/ga_61-295_ph_s.pdf. Se han tenido en cuenta,
además, otros insumos derivados del estudio directo de cada documento preparatorio. Todos los
documentos se pueden encontrar en la base de datos oficial de Naciones Unidas insertando el código
señalado en cada cita de la bibliografía entre paréntesis: https://digitallibrary.un.org/?ln=es.
350
Actualmente, Subcomisión de Promoción y Protección de los Derechos Humanos.
351
Actualmente, Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
352
En el siguiente enlace se puede encontrar el texto original de cada capítulo en inglés:
https://www.un.org/development/desa/indigenouspeoples/publications/martinez-cobo-study.html
371
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
territorialidad serían las expresiones que los pueblos desarrollan dentro del mismo. En
esta línea, el informe hace referencia a estos dos derechos como distintos, al indicar que
«deberían proporcionarse a los pueblos indígenas servicios jurídicos que les ayudaran a
establecer sus derechos sobre la tierra y sus derechos territoriales» (Subcomisión, 30 de
septiembre de 1983, párr. 534).
353
ECOSOC, Resolución 1995/32, de 25 de julio de 1995.
372
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Relatora del Grupo de Trabajo sobre Poblaciones Indígenas, en la nota explicativa del
mismo (Subcomisión, 6 de abril de 1994, pp. 6 y 21), la cual establece lo siguiente:
En esta misma línea, durante los debates del Grupo de Trabajo de la Comisión,
varios representantes de los pueblos indígenas manifestaron su expresa voluntad de que
el concepto de territorio fuese un concepto amplio que no contase con una definición
cerrada. Así, a pesar de que gobiernos como Suecia, Noruega, Francia, Canadá, Chile,
Argentina, Ecuador, Japón y Venezuela354 manifestaron en diferentes momentos la
importancia de aclarar el significado de la expresión «territorios» dentro de la Declaración
de la ONU, aquello nunca sucedió. Canadá ofreció una definición del concepto que no
tuyo apoyo. Propuso que el término «territorio» hiciera referencia a las zonas respecto de
las cuales la población indígena no tenía título de propiedad ni derecho exclusivo de uso,
pero en las que podía practicar sus modos de vida tradicionales de conformidad con la ley
interna355. Varios representantes indígenas expresaron preocupación a raíz de la
354
Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas, 10 de diciembre de 1996, párrs. 173. 177, 179,
183, 186, 189, 190, 251 y 254; 6 de diciembre de 1999, párr. 109; 6 de febrero de 2001, párr. 108, y 6 de
enero de 2003, párr. 46.
355
Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas, 10 de diciembre de 1996, párr. 251; 6 de
diciembre de 1999, párr. 96.
373
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
declaración hecha por el Gobierno del Canadá, pues, dijeron, «los pueblos indígenas
tenían un concepto amplio de los territorios»356.
356
Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas, 6 de diciembre de 1999, párr. 72.
357
Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas, 10 de octubre de 1995, p. 9-15.
358
Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas, 10 de diciembre de 1996, párr. 253.
359
Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas, 6 de marzo de 2002, párrs. 38-40.
360
Al respecto se puede ver la tabla comparativa elaborada por el propio organismo: Comisión de Derechos
Humanos de Naciones Unidas, 1 de abril de 2005, pp. 42-46.
374
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
361
Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas, 22 de marzo de 2006), párrs. 24-30.
362
Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, 21 de junio de 2006.
363
Asamblea General de la ONU, 13 de septiembre de 2007, pp. 13-18.
364
Para efectuar el estudio de esta declaración se han analizado 293 documentos preparatorios contenidos
en el repositorio oficial de la Organización de Estados Americanos. Estos documentos corresponden a las
actas e informes de las reuniones de expertos, reuniones y sesiones especiales del Grupo de Trabajo, y
reuniones de negociaciones para la búsqueda de consensos. Los documentos se encuentran disponibles en:
http://www.oas.org/es/sla/ddi/pueblos_indigenas_apoyo_elaboracion_proyecto_declaracion.asp
375
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
365
Artículo 12 del proyecto y artículo 18 de la versión final Declaración.
366
Artículo 13 del proyecto y artículo 19 de la versión final Declaración.
367
Artículo 18 del proyecto y artículo 25 de la versión final de la Declaración.
368
En la OEA, los Grupos de Trabajo son creados por el Consejo Permanente o por las Comisiones
Permanentes y tienen por objeto la ejecución de mandatos temporales que no hayan sido asignados a otras
entidades.
376
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Artículo III. Por “territorio”, se entiende la totalidad del hábitat, incluyendo las tierras, en
el que están asentados los [pueblos/poblaciones] indígenas o del que gozan de algún modo,
con las modalidades que establezcan las legislaciones nacionales (OEA, 1999b).
369
La primera sesión especial se celebró del 2 al 6 de abril del año 2001, sobre los temas de análisis de
dicha sesión se puede consultar: (OEA, 2001a); La segunda sesión especial se celebró entre el 11 y el 15
de marzo del año 2002, sobre los temas de análisis de dicha sesión se puede consultar: (OEA, 2001b).
377
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
indígenas varían tanto que es bastante difícil conectar un término con una definición
común de sus derechos constituyentes». Así, el informe del relator coincide con lo dicho
por los pueblos indígenas sobre la imposibilidad de dotar de un concepto estático al
término «territorio».
Al mismo tiempo, advirtieron el grave perjuicio del que eran víctimas por la
creación, contra su voluntad, de áreas de conservación en territorios indígenas (OEA,
2005a). En la cuarta sesión especial del grupo de trabajo, celebrada el 10 y 11 de febrero
de 2005, se solicitó que, previo a continuar con la negociación, se realizara un cónclave
indígena para la elaboración de propuestas relacionadas con los conceptos que «aún
siguen siendo difusos en las discusiones», entre los que destacaron, el término
«territorios» (2005b). En la quinta sesión especial realizada entre los días 26 al 28 de
noviembre de 2007 tampoco hubo consenso sobre el tema (OEA, 2008a), muy por
contrario, este seguía siendo considerado como uno de los temas «sensibles» por parte de
los gobiernos (OEA, 2007). Esto se mantendría de cara a la sexta y última sesión especial
efectuada del 9 al 12 de diciembre de 2008. Los derechos a la salud, al medio ambiente y
370
Estas reuniones buscaban alcanzar un consenso en torno al texto consolidado de la Declaración.
378
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
371
El texto final del artículo es: «Los pueblos indígenas tienen derecho a sus propios sistemas y prácticas
de salud, así como al uso y la protección de las plantas, animales, minerales de interés vital, y otros recursos
naturales de uso medicinal en sus tierras y territorios ancestrales».
379
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
3.4.4.2. Elementos para una «definición» del derecho al territorio de los pueblos
indígenas
Esto último nos lleva a otra conclusión relevante, la interpretación a partir del
sentido «corriente» de los términos (es decir, la interpretación literal) no puede ser
aplicada sobre el derecho al territorio. Si queda claro, por un lado, que el territorio –en el
contexto de las declaraciones– es distinto al término tradicional asociado con la unidad
territorial donde los Estados ejercen soberanía y que, por otro lado, el concepto de
territorio no puede ser definido de forma estática (como los propios pueblos indígenas
372
Véase, por ejemplo: el artículo 26.3 y 27 de la Declaración de la ONU donde el derecho al respeto por
los sistemas tenencia tradicional está asociado solo al concepto tierra. Del mismo modo, el artículo 25.4
de la Declaración Americana.
380
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
han manifestado), entonces buscar una interpretación «corriente» del término es atentar
contra el fin y objeto para el cual fue consagrado. No puede existir una interpretación
estándar del derecho al territorio, porque su definición es siempre relacional, es decir,
contextual y evolutiva. En el territorio se ejerce el derecho de los pueblos indígenas a la
libre determinación, a su desarrollo de conformidad con sus propias necesidades e
intereses, tal como reflejan los preámbulos tanto de la Declaración de la ONU como
Americana.
Para los fines que persigue esta tesis, las cinco consideraciones aquí señaladas nos
invitan a observar con precaución el intento de trasladar conceptos construidos por fuera
del territorio indígena para el análisis, teorización y protección de su relación con la
naturaleza. Como veremos en el siguiente apartado –con el cual concluyo mi exposición
sobre el ecocentrismo descolonial– y profundizaré con mi estudio de caso sobre la Corte
Interamericana de Derechos Humanos en el próximo capítulo, asimilar acríticamente la
reivindicación por el derecho al territorio de los pueblos indígenas con las demandas
propias del discursos ecológico puede, en la práctica, desvanecer su carácter relacional y
381
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Como hemos visto, el derecho al territorio de los pueblos indígenas se consagró a nivel
internacional en el convenio 169 de la OIT del año 1969. Por otro lado, los derechos de
la naturaleza comenzaron tomar relevancia teórica y jurídica recién en la primera década
de los años 2000. Esta diferencia de fechas parecería ser prueba suficiente para demostrar
que el derecho al territorio es distinto del paradigma de los derechos de la naturaleza. Sin
embargo, como veremos, esto parece no quedar del todo claro. La vinculación estratégica
que han realizado académicos y actores sociales entre el discurso de los pueblos indígenas
y los derechos de la naturaleza ha difuminado casi por completo las diferencias. Esto,
considero, representa un gran riesgo. Los diferentes parámetros epistémicos y objetivos
políticos desde los que se han pensado los derechos de la naturaleza y el derecho al
territorio de los pueblos indígenas reflejan realidades distintas. Mientras el discurso
occidental de los derechos de la naturaleza es producto de un debate filosófico-moral,
conservacionista, cientificista e iusnaturalista, el derecho al Territorio es una
reivindicación por la construcción de sentidos, por el ejercicio de la pluralidad ontológica
y relacional de los pueblos indígenas con su entorno. Para fundamentar lo anterior, a
continuación, presentaré algunos ejemplos.
El acuerdo fue redactado y suscrito tanto en inglés como en maorí, sin embargo,
existían diferencias importantes entre sus traducciones. En la versión maorí se reconocía
373
En maorí: Te Tiriti o Waitangi.
374
Nombre maorí para Nueva Zelanda.
382
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
la soberanía de estas tribus sobre sus territorios y personas, concediendo, tan solo, ciertas
funciones de gobierno a la reina. En la versión en inglés, dicha soberanía recaía sobre la
Corona británica y se reconocía a estas tribus, únicamente, la posesión sin perturbaciones
sobre sus tierras y el respeto hacia sus prácticas espirituales y costumbres. Así, mientras
los maoríes vieron en este acuerdo un reconocimiento de su soberanía por parte de la
Corona británica con quien, entendían, estaban suscribiendo una alianza entre naciones,
esta, por el contrario, interpretó el mismo documento como una autorización para la
anexión de Aotearoa al imperio británico, es decir, para el control y adquisición de la
propiedad del territorio de lo que ahora se conoce como Nueva Zelanda375. Las diferencias
en las traducciones generaron diversos conflictos que desencadenaron lo que se conoce
como «Guerras de Nueva Zelanda» (1845-1872) y que terminarían con el dominio
completo del imperio británico sobre el territorio.
Aunque desde la firma del Tratado en 1840 los maoríes presentaron reclamos
oficiales ante la Corona por la falta de cumplimiento de sus acuerdos, no fue sino hasta
la década de 1970 en que estos fueron escuchados. En 1975, el parlamento de Nueva
Zelanda dictó la «Ley del Tratado de Waitangi»376, mediante la cual reconoció los
compromisos suscritos en 1840, convirtiéndolos en principios aplicables a las disputas
por los derechos territoriales entre la Corona británica y el pueblo maorí. Dicha Ley creó,
además, el «Tribunal de Waitangi», órgano que posee la competencia exclusiva para
determinar el significado y el efecto del Tratado, lo que incluye la potestad para decidir
sobre cuestiones que se derivan de las diferencias entre los textos en maorí e inglés
(sección 5.2 de la Ley). El Tribunal, tiene la facultad de investigar y hacer
recomendaciones para el arreglo de violaciones históricas y contemporáneas del Tratado
de Waitangi. Estas recomendaciones, si bien no son vinculantes de acuerdo con la Ley, sí
son altamente seguidas por el Estado de Nueva Zelanda, en parte, debido a la presión
social que se ejerce para su cumplimiento377.
En este contexto, durante la década de 1990, tribus maoríes que habitan en la zona
Whanganui-Nueva Zelanda demandaron a la Corona británica ante el Tribunal de
Waitangi con el objetivo de que se les reconozca, en aplicación de la soberanía sobre sus
375
El texto del Tratado tanto en inglés como en maorí e información oficial sobre el mismo se puede
consultar en el siguiente enlace: https://www.waitangitribunal.govt.nz/treaty-of-waitangi/
376
El texto completo de esta ley se puede consultar en el siguiente enlace:
https://www.legislation.govt.nz/act/public/1975/0114/latest/whole.html#DLM435510
377
Información oficial sobre la historia y competencias del tribunal se puede encontrar en el siguiente
enlace: https://www.waitangitribunal.govt.nz/about-waitangi-tribunal/
383
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Por otro lado, interpretando el Tratado de Waitangi, el Tribunal reconoció que los
derechos de propiedad de los maoríes incluían el control sobre sus ríos (1999, pp. 49-54).
En virtud de lo anterior, recomendó que la Corona y las tribus maoríes del Whanganui
busquen una solución mutuamente acordada con respecto a las actividades que se
desarrollan en el río, en la que, como mínimo:1) la Corona reconozca que el río
Whanganui tiene personería jurídica, como tupuna awa (ser vivo) de las tribus maoríes
del Whanganui, y 2) que se reconozca y garantice el derecho de propiedad del pueblo
maorí sobre el río Whanganui, lo que implica su derecho a la gestión y control del río, de
conformidad con el Tratado de Waitangi (1999, pp. 376-377).
384
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Art. 3: Los Tūhoe y la Corona comparten la opinión de que Te Urewera debe tener un
reconocimiento legal por derecho propio, con las responsabilidades de su cuidado y
378
El acuerdo lleva como título Ruruku Whakatupua Te Mana o te Awa Tupua. El texto íntegro del acuerdo
se puede consultar en el siguiente enlace: https://www.govt.nz/assets/Documents/OTS/Whanganui-
Iwi/Whanganui-River-Deed-of-Settlement-Ruruku-Whakatupua-Te-Mana-o-Te-Awa-Tupua-5-Aug-
2014.pdf
379
Te Awa Tupua Act. Disponible en: https://www.legislation.govt.nz/act/public/2017/0007/
latest/whole.html
380
Al respecto, se puede ver, en especial, el volumen 6. Todos los volúmenes del informe se pueden
consultar en el siguiente enlace: https://ndhadeliver.natlib.govt.nz/delivery/DeliveryManagerServlet?
dps_pid=IE58413128
385
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Estos derechos son ejercidos y representados por la «Junta del Te Urewera» (Te
Urewera Board) (Arts. 11, 16-20), la cual, durante los 3 primeros años estuvo integrada
por 8 miembros: 4 representantes de las tribus Tūhoe (llamados en maorí como: Te Uru
Taumatua) y 4 del Gobierno. Posterior a ello, pasó a ser integrada por 9 miembros: 6
representantes de las tribus Tūhoe y 3 del Gobierno (Art. 21). De esta forma, como
resalta Tănăsescu la constitución de Te Urewera como entidad legal en el contexto de
las negociaciones del Tratado de Waitingi, sirvió como acuerdo para evitar otorgar la
propiedad de la tierra a los Tūhoe o al Gobierno (2022, p. 80).
3.4.5.2. El reconocimiento del río Atrato como sujeto de derechos, los derechos
bioculturales y el derecho al territorio de comunidades étnicas en Colombia
En el 2015, comunidades étnicas que han habitado ancestralmente a orillas del río
Atrato, representadas por el Centro de Estudios para la Justicia Social «Tierra Digna»383,
interpusieron una acción de tutela con el objetivo de que se detenga el uso intensivo y a
gran escala de diversos métodos de extracción minera y de explotación forestal que
estaban contaminando el río, sus cuencas, ciénagas, humedales y afluentes. La acción de
tutela es un mecanismo previsto en el artículo 86 de la Constitución de Colombia para
que cualquier individuo, por sí mismo o a través de representantes, pueda reclamar ante
los jueces de forma preferente y ágil la protección inmediata de sus derechos
381
Te Urewera Act, disponible en: https://www.legislation.govt.nz/act/public/2014/0051/latest/whole.html
382
Corte Constitucional de Colombia, Sentencia T-622/16 de 2016, sec. 1.
383
Organización privada sin fines de lucro dedicada a la defensa del territorio, vida y cultura de
comunidades afectadas por proyectos extractivos.
386
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Por otro lado, la Corte Constitucional, desde el año 1992, ha interpretado la Carta
Política de Colombia dando cuenta de que en ella se encuentran los axiomas de una
«Constitución Ecológica» que postula la protección del ambiente como necesidad
384
Corte Constitucional de Colombia, Sentencia T-622/16 de 2016, sec. 2.1-2.10. Disponible aquí:
https://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/2016/t-622-16.htm
385
La acción popular, conforme lo determina el artículo 88 de la Constitución de Colombia, es un
mecanismo «para la protección de los derechos e intereses colectivos, relacionados con el patrimonio, el
espacio, la seguridad y la salubridad públicos, la moral administrativa, el ambiente, la libre competencia
económica y otros de similar naturaleza que se definen en ella».
386
Artículo 241.9 de la Constitución de Colombia.
387
Corte Constitucional de Colombia, Sentencia T-955/03, de 17 de octubre de 2003: «Del reconocimiento
a la diversidad étnica y cultural depende la subsistencia de los pueblos indígenas y tribales, y que son éstos
quienes pueden conservar y proyectar en los diferentes ámbitos el carácter pluriétnico y multicultural de la
nación colombiana, sustrato del Estado social de derecho acogido en la Carta. Este carácter, reconocido
alude a los pueblos indígenas y tribales, entre éstos a las comunidades negras»; «el derecho de las
comunidades negras sobre su territorio colectivo se funda en la Carta Política y en el Convenio 169 de la
OIT (…) el derecho de propiedad colectiva en comento comprende, y siempre comprendió la facultad de
las comunidades negras de usar, gozar y disponer de los recursos naturales renovables existentes en sus
territorios, con criterios de sustentabilidad». El texto de esta sentencia se puede consultar en el siguiente
enlace: https://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/2003/T-955-03.htm
387
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
(i) en primer lugar, se parte de una visión antropocéntrica que concibe al ser humano
presente como única razón de ser del sistema legal y a los recursos naturales como simples
objetos al servicio del primero, (ii) un segundo punto de vista biocéntrico reivindica
concepciones más globales y solidarias de la responsabilidad humana, que abogan -en
igual medida- por los deberes del hombre con la naturaleza y las generaciones venideras;
(iii) finalmente, se han formulado posturas ecocéntricas que conciben a la naturaleza
como un auténtico sujeto de derechos y que respaldan cosmovisiones plurales y
alternativas a los planteamientos recientemente expuestos389.
Creo que en este momento de la tesis sobra explicar porque las definiciones
simplificadas sobre lo antropocéntrico, biocéntrico y ecocéntrico que postula la Corte
Constitucional de Colombia son erróneas o, como mínimo, no guardan relación alguna con
lo que la teoría ha postulado sobre ellas. Ni el antropocentrismo se preocupa exclusivamente
por el ser humano presente ni el biocentrismo es un marco que considere a la naturaleza
como un objeto que se debe preservar para proteger los derechos de las generaciones
humanas futuras. Tampoco el enfoque ecocéntrico es «una teoría» que derive en los
derechos de la naturaleza, puede haber alguna postura en ese sentido, pero no todo el
388
Corte Constitucional de Colombia, sentencia T-411 de 1992 de 17 de junio de 1992, sec. 2.5. Disponible
en: https://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/1992/T-411-92.htm
389
Corte Constitucional de Colombia, Sentencia T-622/16 de 2016, sec. 5.6.
390
Corte Constitucional de Colombia, Sentencia T-622/16 de 2016, sec. 5.7-5.9.
388
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
pensamiento ecocéntrico, como hemos visto, considera buena idea otorgar derechos a la
naturaleza o hablar de su valor intrínseco.
Más allá de las imprecisiones con las que la Corte define a dichos conceptos, lo
relevante en este momento es que del enfoque ecocéntrico deriva lo que denomina como
derechos bioculturales, siguiendo lo propuesto por autores como Sajir Bavikatte, Tom
Bennett, Cher Weixia Chen y Michael Gilmore391 (a quienes cita en la sentencia). Los
derechos bioculturales, en palabras de la Corte, permiten conciliar «la relación especial que
tienen los pueblos indígenas, tribales y de otras colectividades étnicas con el cuidado
especial o stewardship de la naturaleza y sus recursos»392. Son los derechos que tienen las
comunidades étnicas a administrar y a ejercer tutela de manera autónoma sobre sus
territorios con base en la especial relación que tienen con el ambiente y la biodiversidad.
De esta forma, la premisa central de estos derechos sería «la relación de profunda unidad
entre naturaleza y especie humana» y, partiendo de lo anterior, la preservación y protección
de los modos de vida de comunidades locales, étnicas e indígenas que favorecen la
conservación de la biodiversidad. Por lo anterior, como la propia Corte establece, los
derechos bioculturales «implican que las comunidades deben mantener su herencia cultural
distintiva, que es esencial para el mantenimiento de la diversidad biológica y la diversidad
cultural del planeta»393.
391
Marco propuesto, principalmente, desde el 2014 a través de las siguientes obras: (Bavikatte, 2014;
Bavikatte y Bennett, 2015; Chen y Gilmore, 2015).
392
Corte Constitucional de Colombia, Sentencia T-622/16 de 2016, nota al pie 86.
393
Corte Constitucional de Colombia, Sentencia T-622/16 de 2016, sec. 5.11-5.18.
394
Corte Constitucional de Colombia, Sentencia T-622/16 de 2016, sec. 9.28.
395
Corte Constitucional de Colombia, Sentencia T-622/16 de 2016, sec. 9.32 y 10.2.
389
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Para la garantía de los derechos del río Atrato, la Corte, inspirándose, una vez más,
en el ejemplo neozelandés, dispuso que la tutoría del río se ejerciera de forma conjunta entre
un representante del Gobierno nacional y uno de las comunidades étnicas del río Atrato
quienes actúan como «guardianes del río». Del mismo modo, dispuso que dichos tutores
conformaran, en un plazo de 3 meses, una «comisión de guardianes del río Atrato»396, de
la que serían parte los propios guardianes, más un equipo asesor que incluye al Instituto
Humboldt y WWF Colombia. La implementación de esta comisión fue regulada a través de
la Resolución Nº 0907 del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Colombia,
de fecha 22 de 2018. En esta resolución se designó al Ministerio del Ambiente como el
guardián designado por el Gobierno y, para la representación de las comunidades étnicas,
se creó un «Cuerpo Colegiado de Guardianes Comunitarios del Atrato» integrado por dos
delegados (un hombre y una mujer) por cada una de las siete organizaciones
comunitarias397. De acuerdo con la resolución, la Comisión de Guardianes debe reunirse,
por lo menos, una vez cada dos meses y su presidencia debe ser ejercida de manera conjunta
por un representante de los Guardianes de las comunidades y el Ministerio de Ambiente y
Desarrollo Sostenible398.
396
Corte Constitucional de Colombia, Sentencia T-622/16 de 2016, sec. 10.2.
397
Asociación de Consejos Comunitarios y Organizaciones del bajo Atrato – ASCOBA; Foro Interétnico
Solidaridad Chocó – FISCH; Consejo Comunitario mayor de la Asociación Campesina Integral del Atrato
– COCOMACIA; Consejo Comunitario mayor de la Organización Popular Campesina del Alto Atrato –
COCOMOPOCA; Mesa Indígena del Chocó; Consejos Comunitarios de Río Quito; Mesa Social y
Ambiental del Carmen de Atrato.
398
El texto de la resolución que regula la conformación de la Comisión de Guardianes del río Atrato se
puede consultar en el siguiente enlace: https://www.minambiente.gov.co/wp-content/uploads/2021/10/3.-
Resolucion-0907-de-20018.pdf
390
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Como se ve, tanto en los casos de Nueva Zelanda como en el caso del río Atrato lo que
inició como una reivindicación del derecho al territorio de pueblos indígenas fue, por vía
parlamentaria y judicial, transformado en derechos para la naturaleza. En el caso
neozelandés ese cambio fue producto de un acuerdo entre las tribus maoríes y la Corona,
por medio del cual se evitaba decidir quién sería el propietario del río Whanganui o del
Te Urewera, estos entes naturales ahora son sus propios dueños (Kauffman y Martin,
2021, pp. 73-74; Tănăsescu, 2021, p. 75). El caso colombiano es más polémico, pues allí
la transformación no fue producto de un acuerdo político entre las partes en disputa, sino
de una innovación, no solicitada, realizada por una sentencia judicial.
399
Redacción Judicial. (2021, septiembre 30). Contaminado con mercurio, así se ve el río Atrato, pese a
fallo judicial. El Espectador. Disponible en: https://www.elespectador.com/judicial/fotos-contaminado-
con-mercurio-asi-se-ve-la-el-rio-atrato-pese-a-fallo-judicial/
391
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
administración que se creó solo tiene competencia para las partes del lecho del río que
son propiedad de la Corona, por lo que el acuerdo no tiene impacto en otros usos públicos
o privados del río en otras zonas. La captación de sus aguas para la producción de energía
hidroeléctrica se sigue produciendo en otras partes del río en las que los pueblos indígenas
siguen sin tener poder de decisión alguna (Macpherson et al., 2021, p. 461).
Lo anterior no quiere decir, sin embargo, que los casos del río Whanganui y del
Te Urewera no hayan sido, en cierta medida, una victoria, sino, únicamente, que debemos
mirar con precaución el alcance de la misma. El propio Tănăsescu destaca que los
espacios de gestión que se crearon para la representación de estas nuevas personas legales,
otorgaron mayor peso a la autoridad de los pueblos indígenas de la zona respecto de la
que tenían anteriormente. Aquello habría sido posible dado que en estos casos la
historiografía a la que responde el reconocimiento del Te Urewera y Whanganui como
sujetos de derechos tendría que ver más con los derechos de los pueblos indígenas, que
con la construcción occidental de los derechos de la naturaleza. La idea de otorgar
derechos a la naturaleza no buscaba incorporar la perspectiva ecocéntrica «occidental» a
la situación legal de dichos espacios naturales, sino que poseía un objetivo meramente
pragmático y político: fue una tercera alternativa, un punto medio, frente al impase
existente en la negociación entre la Corona y las tribus maoríes sobre quién debía ser el
propietario de esos espacios naturales. Todo esto, en el marco del proceso de reparación
a la vulneración de los derechos al territorio de dichas tribus. Por ello, si bien se otorgó
entidad legal al Whanganui y al Te Urewera, las leyes que efectuaron tal reconocimiento
no precisaron cuáles serían los derechos que poseerían estos nuevos sujetos. Esto permite
a las tribus maoríes «amplios márgenes a la hora de definir cómo se gobernará la tierra»
392
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Si bien el marco de los derechos bioculturales parece abrir el espacio para que se
piensen los problemas ambientales desde los contextos locales en los que expresan las
400
Disponible en el siguiente enlace: https://www.ngaituhoe.iwi.nz/te-kawa-o-te-urewera
393
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Aunque los derechos bioculturales son una serie de derechos reivindicados por las
comunidades para garantizar su modo de vida como administradores de la tierra, su
principal justificación para la sociedad en general es la necesidad de proteger el ambiente.
Por lo tanto, una reivindicación de propiedad por parte de una comunidad sólo se
convierte en una reivindicación de un derecho biocultural si se justifica por motivos de
guardianía del ambiente (stewardship) (…) La guardianía del ambiente, como
fundamento de una reclamación de propiedad, limita intrínsecamente al demandante a
utilizar la propiedad únicamente de forma que no entre en conflicto con la conservación
ambiental (Bavikatte, 2014, pp. 220-221).
Una representación visual del discurso de los derechos bioculturales se asemejaría a una
rueda cuya circunferencia sería el objetivo de la conservación y el uso sostenible, cuyo
eje central sería la ética de la guardianía (stewardship) y cuyos radios serían los diferentes
derechos bioculturales que las comunidades necesitan para proteger sus modos de vida,
representados a su vez por el área de la rueda. Esta representación pretende enfatizar la
401
Corte Constitucional de Colombia, Sentencia T-622/16 de 2016, sec. 5.11-5.18.
394
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
ética de la tutela o cuidado que une los derechos aparentemente dispares para lograr el
objetivo de la conservación. La noción de guardianía del ambiente (stewardship) es
fundamental para el discurso de los derechos bioculturales, ya que proporciona el
contenido ético de estos derechos y, por lo tanto, crea un cambio de paradigma en el que
los derechos a la tierra, la cultura, los conocimientos tradicionales, el autogobierno, etc.,
se basan en un conjunto de valores que no están basados en el mercado (Bavikatte, 2014,
p. 234).
De esta forma, para Bavikatte, los derechos bioculturales y, con ello, los derechos
de los pueblos indígenas, adquieren sentido sólo en el contexto más amplio de la
conservación de la naturaleza. Todo ello, fundamentado en la idea de que las comunidades
indígenas «pueden ayudar a la humanidad a recuperar su parentesco con la naturaleza y
reparar el desmembramiento que ha provocado el considerar la naturaleza únicamente
como un valor de cambio» (Bavikatte, 2014, p. 235).
De esta forma, se impone una carga adicional, un deber de custodia del ambiente
para que los pueblos indígenas puedan ser titulares de sus derechos específicos, carga
que, en contraste, no es impuesta, por ejemplo, para que individuos puedan adquirir
derechos de propiedad en las ciudades. Se condicionan, injustamente, los derechos de
395
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
grupos humanos –el de los pueblos indígenas o comunidades étnicas en general– «que
han sido históricamente explotados, que se encuentran aún en una situación muy precaria
y que ya están o estarán seguramente entre las primeras víctimas del cambio climático y
la erosión de la biodiversidad» (Girad, 2019). Como mencionan la profesora italiana
Giulia Sajeva, en el marco de los derechos bioculturales, la relación de cuidado mutuo y
protección de la naturaleza de los pueblos indígenas, «deja de ser una opción de estilo de
vida, y, en su lugar, se convierte en un deber legal y en un requisito para poder ser
poseedor de derechos», depositando una carga entre los más vulnerables de proteger la
naturaleza, «una carga que puede estar incorporada dentro de su cosmovisión y prácticas
pero que podría, al mismo tiempo, ser injusta, especialmente si es impuesta por el Estado
de acuerdo a visiones incompatibles y entendimientos de la sostenibilidad ambiental»
(2021, p. 93). Conviene entonces recordar, como concluye la citada profesora, que «los
derechos de los pueblos indígenas son reconocidos para pueblos indígenas porque ellos
son indígenas, sin ninguna referencia a que ellos sean ambientalmente sustentables»
(Sajeva, 2021, p. 88).
Sobre esto advertía Escobar en el 2007 (antes de transitar hacia su apuesta por el
pluriverso), al dar cuenta de cómo el discurso del desarrollo sostenible y la biodiversidad
estaba colonizando las reivindicaciones indígenas por el territorio:
396
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Y de ello están dando cuenta las propias autoridades indígenas. Así, recientemente, las
tribus maoríes del Whanganui han manifestado, expresamente, que su postura no es la
misma que la del movimiento por los derechos de la naturaleza (Garver, 2021, p. 92).
Como se recoge en la página web del Te Awá Tupuá:
El Acuerdo del río Whanganui señala no solo un cambio de actitud, sino también una
construcción completamente nueva, Te Awa Tupua y su estatus como persona legal ha
atraído la atención internacional. Existe un gran interés tanto desde el punto de vista
ambiental como legal en lo que se ha creado a través del estatus del Te Awa Tupua. Se
han hecho numerosos vínculos con el movimiento por los «derechos de la
naturaleza». Sin embargo, el estatus del Te Awa Tupua no trata solo de la naturaleza, no
trata de los derechos de las personas, no trata de los derechos de la cultura, se trata de las
obligaciones y los deberes que conlleva el vernos y ubicarnos dentro de la naturaleza y
de garantizar que trabajemos con la naturaleza y no contra ella402.
Para concluir este capítulo, quisiera volver a las categorías propuestas por Maldonado-
Torres y Santiago Castro-Gómez para analizar la interpretación sobre lo indígena de parte
del pensamiento ecologista. Maldonado-Torres nos señala que el «“descubrimiento” y la
conquista de las Américas fue un evento histórico con implicaciones metafísicas,
ontológicas y epistémicas» (2007, p. 137). La Conquista, nos dice Quijano, impulsó la
Modernidad «occidental» y, con ello, la colonialidad sobre aquellos otros a los cuales, no
siendo europeos, relegaron a la categoría de sub otros (2000, pp. 216-217). Siguiendo
402
Información obetenida de la página oficial del Te Awá Tupuá. Disponible en el siguiente enlace:
https://www.ngatangatatiaki.co.nz/for-your-information/faqs/
403
Al respecto se puede ver: (Bautista Pizarro y Vargas Trujillo, 2021; Franks, 2021, p. 646; Huneeus y
Rueda Sáiz, 2021; United Nations, 2020, p. 11; Yoshida y Céspedes-Báez, 2021, p. 32).
397
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
estas coordenadas de análisis, pero advirtiendo las enormes diferencias entre los
esquemas de comparación, me pregunto si el «descubrimiento» de Gaia por James
Lovelock o la Biósfera de Vernadsky puede producir un cambio epistémico, metafísico y
ontológico de la misma o incluso mayor magnitud.
Por otro lado, siguiendo a Castro-Gómez, pero pensando más allá del capitalismo,
planteo la pregunta de si en la construcción académica del «indígena ecológico» no se
expresa una forma de biopolítica que puede derivar en una colonialidad sobre el ser
indígena. Decía que la colonialidad del ser se preocupa por la «experiencia vivida» de los
y las colonizadas y, por ello, requiere «observar cuidadosamente las acciones del
condenado, en el proceso de convertirse en agente político» (Maldonado-Torres, 2007, p.
162). Sin embargo, en muchas de las visiones que el pensamiento verde tiene sobre lo
indígena, no se parte de allí, sino, muy por el contrario, lo que se busca demostrar es como
la relación de estos con la naturaleza encaja con las propuestas teóricas que dichos
académicos y académicas previamente han elaborado. Se aproximan a lo indígena desde
sus esquemas previos de pensamiento para señalar que estos actúan conforme a un «Gran
398
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Derecho», a una «ética de la tierra», a los mandatos que nos impone la «teoría de Gaia»
o el deber implícito en los «derechos bioculturales».
Esa «producción técnica» del ser indígena, reproduce, a su vez, las jerarquías
inherentes al modelo «occidental» de los derechos de la naturaleza. Así, por ejemplo,
Descola, al hablar de lo que denomina como filosofías del ambiente de inspiración
naturalista, sostiene que estas, contrario a lo que se proponen, no rompen con la ontología
naturalista, sino, por el contrario, se fundamentan en ella. La ética animalista de Peter
Singer no busca romper con el naturalismo, sino que «explota todas sus posibilidades»,
pues «la extensión del derecho a la vida a los seres sensibles se basa en el privilegio
otorgado a una semejanza en la dimensión física de los existentes, al menos hasta los
organismos dotados de un sistema nervioso central». Las plantas y los elementos
abióticos son condenados, por su falta de sensibilidad, a seguir siendo objetos (Descola,
2012, pp. 290-291). La propuesta deontológica de Tom Regan, al concentrarse en los
animales con capacidades cognitivas, no parece alejarse tanto del modelo ontológico
naturalista del que parte Singer. Esto, a su vez, hace que su propuesta de subjetivación de
los animales sea totalmente distinta al de los pueblos amerindios. En palabras de Descola:
399
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Sin duda, aun el extensionismo de Regan parecería absurdo a los ojos de un makuna o un
montagnais. El primero Regan exige que se proteja a ciertos animales por lo que son,
es decir, sujetos, a la vez que reconoce que tienen que ser representados para que pueden
hacer valer sus derechos; los segundos admiten desde hace mucho que la mayoría de los
animales son sujetos, pero en razón de esta misma autonomía constitutiva resulta
descabellado usurparla para ponerse a defenderlos a cualquier precio. Como se advertirá,
los malentendidos entre las asociaciones de protección de la fauna silvestre y los
cazadores autóctonos de la Amazonía o de las regiones subárticas están lejos de disiparse
(Descola, 2012, p. 292).
Desde esta misma perspectiva, aunque reconoce que las éticas ambientales
holistas, como la ética de la tierra de Aldo Leopold, parecen más cercanas al animismo,
pues estas «no hacen hincapié en individuos o especies dotados de propiedades
particulares, sino (…) en las relaciones de interdependencia que unen a todos los
componentes orgánicos y abióticos» (2012, p. 293), al mismo tiempo, advierte que tal
analogía debe ser tomada con extremo cuidado, pues en ellas tampoco se suele poner en
entredicho el modo ontológico del naturalismo. En sus palabras:
la land ethic de Leopold no pone de ningún modo en tela de juicio las distribuciones
ontológicas del naturalismo; al contrario, las prolonga sin pestañear (…) la necesidad
pedagógica, sugerida por Leopold, de «pensar como una montaña» (…) se trata de
experiencias mentales saludables, aptas para dar sustancia y urgencia vivida a un saber
ecológico abstracto, y en modo alguno de una profesión de fe animista (Descola, 2012, p.
294).
400
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
A lo largo de esta sección he intentado conciliar, tomando los que considero sus
puntos valiosos, las propuestas a favor de un mundo crítico-transmoderno, donde diversos
mundos se encuentren, conscientes de sus equívocos controlados, en una ética ch'ixi de
fricciones y acuerdos. Para la aplicación del discurso ecocéntrico a casos que involucren
derechos de pueblos indígenas, he enfatizado la importancia de justificar por qué dicho
enfoque debe partir de la reivindicación primera por sus derechos a la tierra y el territorio.
No es el Gran Derecho o las leyes de universo lo que debe determinar su potencial
emancipador, sino su historia de lucha constante y contra hegemónica.
401
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Como indica el título de este apartado, a esta sección la considero un excursus, es decir,
una disgregación que se aparta del hilo natural de la tesis. Adelanté al inicio de este
capítulo que los enfoques ecológico-sociales, a diferencia de las propuestas presentadas
anteriormente, no buscan trabajar en el valor intrínseco, espiritual u ontológico del mundo
natural, sino en dar cuenta de los escenarios compartidos de dominación entre el ser
humano y la naturaleza. En esta tesis, por el contrario, me he concentrado en escuelas de
pensamiento que buscan discutir el significado de la naturaleza a partir de, precisamente,
su valor intrínseco, espiritual y ontológico.
Sin embargo, varios de los autores que presento en esta sección han dialogado con
las propuestas ecocéntricas hasta ahora mencionadas, criticando sus postulados o
proponiendo complementos para su marco de estudio. Por lo anterior, a efectos de aclarar
la clasificación que propongo en esta tesis e incluir debates que, por la línea argumental
que vengo sosteniendo, no pueden ser parte de ninguno de los apartados anteriores, me
permito explicar brevemente en esta sección las tres formas de enfoques ecológicos-
sociales que encuentro, sus particularidades y principales autores y autoras. Sin embargo,
debo advertir que será una clasificación orientativa más que definitiva. Varios de los
enfoques ecológico-sociales que presentaré a continuación se entrecruzan y nutren
mutuamente. Por ello, no busco defender que son campos de estudios completamente
separados, sino dar cuenta de las diferencias entre cada uno que, al menos desde mi
esquema mental, me han ayudado a pensar la cuestión ecológica.
Ecomarxismo o ecosocialismo son los nombres que los autores que se identifican con esta
propuesta han dado a su escuela de pensamiento404. En lo teórico, conciliar el pensamiento
de Marx con las actuales demandas ecológicas ha sido una de las grandes dificultades del
marxismo contemporáneo. En el materialismo histórico de Marx la idea de progreso y
404
Si bien el socialismo y el marxismo no son, necesariamente, equiparables, al ser el ecomarxismo y el
ecosocialismo los nombres dados por sus autores a la escuela de pensamiento de influencia ecológico-
marxista, se deben entender como sinónimos.
402
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
En línea con lo anterior, una de las propuestas de mayor relevancia para el discurso
ecológico dadas por el ecomarxismo ha sido dar cuenta de porque en la naturaleza debe
regir un «valor de uso» y no un «valor de cambio» (Löwy, 2011, p. 151). Dentro del
marco de interpretación marxista, el «valor de uso» se refiere al lugar que ocupa la
mercancía en el conjunto de necesidades y deseos humanos, mientras «el valor de
cambio» representa su «ser mercancía» o, en otras palabras, «una abstracción que sólo
puede expresarse en términos cuantitativos y como dinero». En el valor de cambio el
dinero no tiene un fundamento natural, mientras en el valor de uso sí 406. El problema
principal del capitalismo, conforme lo expresa el marxismo, es que el valor de cambio
predomina sobre el valor de uso en la producción de mercancías y, con ello, el uso
abstracto, puramente monetario, sobre el uso real de la naturaleza. Esto desemboca, en
palabras del profesor estadounidense Joel Kovel –uno de los fundadores de la escuela
405
De allí la advertencia de Porritt de que el problema se encuentra en la industrialización, la «súper
ideología» de la que se alimenta tanto el capitalismo como el comunismo (Porritt, 1984, p. 44).
406
Para Marx, en la nueva sociedad debe prevalecer el valor de uso y no el valor de cambio, pues las
necesidades de uso no pueden expandirse indefinidamente. El deseo de tener dinero (valor de cambio)
puede expandirse indefinidamente, pero no la necesidad de objetos de uso (Riechmann, 2012, p. 147).
403
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
ecosocialista– «en una desarticulación del ser humano y la naturaleza que es fundacional
para la causalidad eficiente del capital en la crisis ecológica» (Kovel, 2008, pp. 39-40,
62).
Esta propuesta del «valor de uso» ha sido empleada dentro de la teorización sobre
los derechos de la naturaleza. El profesor ecuatoriano Ramiro Ávila, partiendo de las
reflexiones del filósofo ecuatoriano-mexicano Bolivar Echeverría (1941-2010)407, ha
propuesto que la armonía en la relación ser humano-naturaleza que promueven los
derechos de la naturaleza se puede comprender con la noción de valor de uso. Así, en sus
palabras:
407
Bolivar Echeverría (1941-2010) ha dado cuenta de que el capitalismo emplea únicamente aquellos
desarrollos técnicos funcionales a la acumulación de capital. Con ello, reprime el desarrollo de técnicas que
aumenten el «valor de uso» de la naturaleza y, también, «la posibilidad de un nuevo trato de lo humano con
lo otro, lo extrahumano o la naturaleza» (Echeverría, 2010, p. 30).
404
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
cambio, de la existencia humana dentro de la biósfera» (2004, pp. 30-32, 39-45). En sus
palabras:
Los enfoques que simplemente se centran en los valores ecológicos, como el idealismo
filosófico y, de modo general, el espiritualismo, son de escasa ayuda para entender estas
complejas relaciones. En contraste con todos esos modos de ver las cosas «que descienden
del cielo hasta la tierra» es necesario «ascender desde la tierra hasta el cielo». Es decir:
tenemos que entender cómo las concepciones espirituales, incluida nuestra vinculación
espiritual con la tierra, se relacionan con nuestras condiciones materiales, terrenales
(Bellamy Foster, 2004, p. 31).
El ecosocialismo se revela ahora como una lucha por el valor de uso, y a través de un
valor de uso realizado, por el valor intrínseco. Esto significa que es una lucha por el lado
cualitativo de las cosas: no sólo las horas trabajadas y el salario por hora y los beneficios,
sino el control sobre el trabajo y su producto, y de lo que está más allá de la mera
necesidad –un control que se traduce en la creación e integración de nuevos ecosistemas,
y también incorpora la subjetividad, la belleza, el placer y lo espiritual (Kovel, 2008, pp.
215-216).
405
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
derechos de todas las criaturas, incluidos, por supuesto, los seres humanos» (Kovel, 2008,
p. 244). Ese sería, para Kovel, el verdadero reto del marxismo: «sustituir la producción
capitalista por una ecocéntrica y socialista, a través de la restauración de valores de uso
abiertos al valor intrínseco de la naturaleza» (2008, p. 10).
408
Kropotkin realmente habla de darwinismo, sin embargo, por razones que expuse en secciones anteriores,
prefiero el uso de spencerismo social.
409
En sus palabras: «Si los innumerables hechos que podemos sacar a colación en apoyo de esta opinión
son tomados en cuenta, podemos decir con seguridad que la ayuda mutua es tan ley de la vida animal como
la lucha mutua, pero que, como factor de evolución, probablemente tenga una importancia mucho mayor,
por cuanto favorece el desarrollo de tales hábitos y caracteres a fin de asegurar la conservación y el ulterior
desarrollo de la especie, junto con la mayor cantidad de bienestar y goce de la vida con el menor gasto de
energía posible» (Kropotkin, 2009, p. 24).
406
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
407
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
408
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Autoras del ecofeminismo clásico como Andrée Collard han sostenido que en el
comienzo de la civilización el «ginocentrismo» y «matriarcado» expresaban un profundo
respecto por todo lo viviente y la interconexión con el mundo natural. No habría sido
hasta que el hombre se propuso la conquista de la naturaleza a través de la caza que la
409
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Diosa Madre fue sustituida por un Dios Padre (Collard y Contrucci, 1989, pp. 7-28;
Puleo, 2011, p. 50). Mary Daly, por su parte, señaló que la obsesión del hombre por
sobrepasar los límites de la Naturaleza –a la cual denominó el fenómeno Frankenstein–,
había producido una «tecnología falocrática» que invadía «los cuerpos/espíritus de las
mujeres y de toda nuestra propia especie: tierra, aire, fuego, agua». En sus palabras:
411
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
generaron una ampliación de las temáticas tradicionales, ya que debaten sobre tierras,
cuerpos y representaciones desde una perspectiva no liberal, destacando la relación con
el territorio bajo la idea del «territorio-cuerpo» y/o del «cuerpo como territorio» a
defender frente a la pretensión de conquista (Svampa y Viale, 2020, p. 216).
reivindica el sentido fuerte del «eco», es decir, que no se limita a un simple ambientalismo
feminista antropocéntrico en el que las relaciones con la Naturaleza se ciñan a proponen
una buena gestión de los «recursos». Se trata de pensar y pensarnos con otra mirada en la
urgencia de los tiempos del cambio climático sin desandar el camino recorrido por el
feminismo ni abandonar los fundamentos que nos han permitido avanzar en él (Puleo,
2011, p. 406).
Para concluir, más allá de las diferencias al interior de los debates ecofeministas,
quisiera destacar su importancia, en línea con lo propuesto por Svampa, como una «base
teórico-epistemológica para participar en los “desacuerdos ontológicos” propios de
nuestra época» (Svampa y Viale, 2020, p. 219). Ciertamente, los debates contextuales
propuestos por el ecofeminismo, reflejan la importancia de pensar nuestras definiciones
sobre la naturaleza desde una perspectiva no binaria, sino relacional.
412
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
CAPÍTULO 4.
LO HUMANO EN LA NATURALEZA Y LA NATURALEZA
DESDE LO HUMANO
Hemos recorrido un largo camino para dar cuenta de que lo ecocéntrico, lejos de lo que
parece indicar, no presupone un centro determinado. Lo «eco» de este «centrismo», no
tiene un punto de partida ni de llegada único. En el «eco» del ecocentrismo no hay un
centro, sino un conjunto de discursos en disputa, mutua negación o negociación constante.
Si he logrado demostrar que la naturaleza que observa un ecocéntrico conservacionista
no es la misma que venera un ecocéntrico espiritual o la que vive un ecocéntrico
descolonial, lo dicho parecerá ahora evidente. Entonces, frente a la pregunta ¿es lo
ecocéntrico un nuevo paradigma? responderé, no, porque ni es «uno» ni es «nuevo». Pero,
frente a la pregunta, ¿debemos seguir hablando de ecocentrismo? responderé sí,
precisamente porque no es «uno» ni es en todos los casos «nuevo». No es,
necesariamente, el producto de la marcha del progreso «occidental», de hecho, en algunos
casos, es una herramienta que acompaña luchas históricas, precisamente, frente a esa
narrativa de mundo.
413
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
la naturaleza gris y fría de los antiguos epistemólogos (políticos) se ha sustituido por una
naturaleza más verde y cálida. En lo demás, las dos naturalezas se parecen en todo: son
amorales –disponen la conducta moral en lugar de la ética– y apolíticas –deciden la
política en lugar de dejar que lo haga la política (Latour, 2004, p. 19).
Un artículo con un título tan rimbombante como «la naturaleza ha muerto, ¡viva la
naturaleza!»410 pretende demostrar que, tras la visión mecanicista de la naturaleza, otra
visión «más orgánica» va a ocupar su lugar. «La nueva concepción de la naturaleza es
más orgánica... e incluye al hombre como, en palabras de [Aldo] Leopold, “un simple
410
Se refiere al artículo de John Baird Callicott publicado en 1992 en la revista Hastings Center Report con
el título «La nature est morte, vive la nature!». Disponible aquí: https://www.jstor.org/stable/3562137#me
tadata_info_tab_contents
414
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
De esta forma, los mismos que argumentan que es necesario dejar atrás el
mecanicismo con el que el paradigma cartesiano ha visto a la naturaleza, proponen que
sea la ciencia contemporánea, que no es más que fruto de la revolución científica
inaugurada por Descartes, la que dicte nuestros mandatos morales. Lo que el mecanicismo
cartesiano separó, parte del pensamiento ecológico pretende volverlo a unir, pero no
cuestionando la forma en que Descartes propuso estudiar a la naturaleza, sino, muy por
el contrario, utilizando los hechos que la ciencia «occidental» contemporánea da sobre el
mundo material como la razón última para tal proceso de unificación.
No cuestiono que la ciencia «occidental» nos pueda otorgar luces para el debate,
de hecho, considero que es indispensable escuchar sus advertencias y propuestas. Mi
preocupación es que con frecuencia este discurso no es utilizado como un argumento de
apoyo, sino, como hemos visto a lo largo de esta tesis, como la definición de lo que es y
debe ser en todos los casos, para todas las sociedades y todas las culturas no solo la
naturaleza, sino, además, la política, las relaciones y los derechos. En resumidas cuentas:
411
Los «objetos sin riesgo» se caracterizan por ser presentados como poseedores de propiedades
claramente definidas y reconocibles por las leyes de la causalidad, la eficacia, la rentabilidad y la verdad.
Una vez se presentan de esta forma, se vuelven invisibles, pues la actividad científica, técnica o industrial
que los ha producido de esa forma deja de ser visibilizada como un componente fundamental del debate
sobre los mismos. Por ello, cuando un «objeto sin riesgo» provoca consecuencias esperadas o inesperadas
415
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
sobre el mundo humano, estas se conciben como pertenecientes a «un universo diferente, compuesto por
entidades menos fáciles de delimitar, y que se designan con nombres vagos como “factores sociales”,
“dimensiones políticas” o “aspectos irracionales”». Los «vínculos de riesgo», por el contrario, «no tienen
límites claros, ni esencias bien definidas», dan cuenta de que quienes elaboran los conceptos con los que se
observan los mismos no pueden ser invisibles, por lo que «la producción científica, tecnológica e industrial
forma parte de su definición desde el principio» (Latour, 2004, pp. 22-25).
416
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
¿Cómo puede el derecho contribuir a que los excluidos diseñen su propio lugar en
el mundo? Huyendo de la comodidad del centro. Esto es, ubicándose en un sitio donde,
tal como lo establece la profesora Susana Borràs, el Anthropos del antropocentrismo
colonial ya no «irradie significado hacia las periferias» y los binarismos «centro-margen,
humano-no humano» pierdan «su primacía ontológica y su poder prescriptivo» (Borràs,
2022, p. 11). Pero, además, donde el «eco» del ecocentrismo no se convierta en un nuevo
hegemónico. Para el profesor Andreas Philippopoulos-Mihalopoulos este es,
precisamente, el riesgo del tránsito que se propone del antropocentrismo al ecocentrismo
417
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
dentro del discurso jurídico, mantener la idea de un centro que, si bien tranquiliza,
también evita la exposición, oculta más de lo que expone:
Para el referido profesor, el ecocentrismo, aunque lucha por una buena causa,
estaría destinado a fracasar, pues reproduce la misma dialéctica jerárquica del discurso
por el «centro». En la misma línea, el profesor de derecho Vito de Lucia considera que el
ecocentrismo, al cual entiende como aquellas posturas que otorgan valor intrínseco a la
naturaleza, «no logra salir del paradigma de la Modernidad, obsesionada con los “-
centrismos”», por el contrario, «el binario antropocentrismo/ecocentrismo opera como la
articulación ética del binario ontológico hombre/naturaleza» (2019, pp. 124-125). En una
postura igualmente crítica, Tănăsescu argumenta que el catalogar como ecocéntrico al
pensamiento indígena es una forma de asimilación propia del centralismo del
pensamiento occidental: «las filosofías indígenas se pueden entender como relacionales,
y pueden no poseer la figura de naturaleza como un polo externo a la humanidad, ni ser
protegidas por su valor intrínseco (ecocentrismo) o por razones instrumentales
(antropocentrismo)» (Tănăsescu, 2021, p. 78).
418
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
412
De hecho, se puede afirmar que, en conjunto con las reflexiones de Bruno Latour y las posturas críticas
del pensamiento de Silvia Rivera Cusicanqui, Humberto Maturana, Francisco Varela, Leonardo Boff,
Santiago Castro-Gómez e Isabel Wences, estos enfoques, que habitan en el medio y disputan la
construcción del deber ser con la naturaleza dada por la ciencia y la filosofía «occidental», han moldeado
la dirección que ha tomado esta tesis.
419
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
las disputas de las nuevas narrativas globales y esto se aplica también a la idea de los
derechos de la naturaleza.
413
Para un estudio detallado sobre la evolución de esta propuesta en Latinoamérica se puede consultar:
(Berros y Carman, 2022); y, sobre su implementación y acogida en Europa: (Borràs, 2020).
414
Art. 71 de la Constitución de Ecuador.
415
Corte Constitucional del Ecuador, Sentencia 22-18-IN/2, de 8 de septiembre de 2021. Disponible en:
http://esacc.corteconstitucional.gob.ec/storage/api/v1/10_DWL_FL/e2NhcnBldGE6J3RyYW1pdGUnLC
B1dWlkOidiN2NkMjRmMS1hODMxLTQxMTEtODEzZi1iZTQyOWQ0ZjQxYTMucGRmJ30=
416
Corte Constitucional de Ecuador, Sentencia No. 1149-19-JP/21, 10 de noviembre de 2021. Disponible:
http://esacc.corteconstitucional.gob.ec/storage/api/v1/10_DWL_FL/e2NhcnBldGE6J3RyYW1pdGUnLC
B1dWlkOic2MmE3MmIxNy1hMzE4LTQyZmMtYjJkOS1mYzYzNWE5ZTAwNGYucGRmJ30=
417
Disponible en el siguiente enlace: https://www.bivica.org/files/tierra-derechos-ley.pdf
418
Corte Constitucional de Colombia, Sentencia T-622 de 10 de noviembre de 2016 (Río Atrato).
Disponible en: https://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/2016/t-622-16.htm
419
Corte Suprema de Justicia de Colombia, Sentencia STC4360-2018 de 5 de abril de 2018. Disponible en:
https://cortesuprema.gov.co/corte/wp-content/uploads/2018/04/STC4360-2018-2018-00319-011.pdf
420
Corte Suprema de Justicia de Colombia, Sentencia STL10716-2020 de 25, de noviembre de 2020.
Disponible en: https://cortesuprema.gov.co/corte/wp-content/uploads/2020/11/STL10716-2020.pdf
421
Corte Suprema de Justicia de Colombia, Sentencia STC3872-2020, de 18 de junio de 2020. Disponible
en: https://cortesuprema.gov.co/corte/index.php/2020/06/19/corte-suprema-declara-sujeto-de-derechos-al-
parque-isla-salamanca/
422
Corte Suprema de Uttarakhand, Writ Petition (PIL) No.126 of 2014, Sentencia de 20 de marzo de 2017:
https://elaw.org/system/files/attachments/publicresource/in_Salim__riverpersonhood_2017.pdf
423
Corte Suprema de Uttarakhand (India), Writ Petition (PIL) No. 140 of 2015, Sentencia de 30 de marzo
de 2017. Disponible en: https://indiankanoon.org/doc/92201770/
424
Corte Suprema de Uttarakhand (India), Writ Petition (PIL) No. 43 of 2014, Sentencia de 4 de julio de
2018. Disponible en: http://files.harmonywithnatureun.org/uploads/upload706.pdf
420
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
425
Parlamento de Nueva Zelanda, Te Awa Tupua Act (Whanganui River Claims Settlement), de 20 de
marzo de 2017. Disponible en: https://www.legislation.govt.nz/act/public/2017/0007/latest/whole.html
426
Parlamento de Nueva Zelanda, Te Urewera Act, de 2014, disponible en:
https://www.legislation.govt.nz/act/public/2014/0051/latest/whole.html
427
Disponible en: https://nema.go.ug/sites/all/themes/nema/docs/National%20Environment%20Act,%20
No.%205%20of%202019.pdf
428
Corte Suprema de Bangladesh, Writ Petition Nº 13989, Sentencia de enero del 2019. Disponible en:
http://www.hrpb.org.bd/upload/judgement/Writ-Petition-No.-13989-of-2016-only-17-directions--River-
Turag-Case.pdf
429
Corte Suprema de Nepal, Pro Public v. Godavari Marble Industries, 068–WO–0082, Sentencia de 15 de
abril de 2016. Disponible en: https://elaw.org/system/files/English%20translation%20of%20Godavari
%20Marble%20Case.pdf
430
Tribunal Supremo de México, Amparo en Revisión: 307/2016, de 14 de noviembre de 2018. Disponible
en: https://www2.scjn.gob.mx/ConsultaTematica/PaginasPub/DetallePub.aspx?AsuntoID=195934
431
Ley 19/2022, de 30 de septiembre, para el reconocimiento de personalidad jurídica a la laguna del Mar
Menor y su cuenca. Disponible en: https://www.boe.es/diario_boe/txt.php?id=BOE-A-2022-16019
432
Al respecto se puede ver: http://files.harmonywithnatureun.org/uploads/upload644.pdf
433
Al respecto se puede ver: http://files.harmonywithnatureun.org/uploads/upload720.pdf
434
Al respecto se puede ver: http://files.harmonywithnatureun.org/uploads/upload885.pdf
435
Al respecto se puede ver: http://files.harmonywithnatureun.org/uploads/upload763.pdf
436
Al respecto se puede ver: http://files.harmonywithnatureun.org/uploads/upload669.pdf
437
Al respecto se puede ver: http://files.harmonywithnatureun.org/uploads/upload1078.pdf
438
Al respecto se puede ver: https://blancalivier.wordpress.com/2019/06/10/colima-hace-historia-
reconocen-los-derechos-de-la-naturaleza-en-la-constitucion/?fbclid=IwAR2izFAuK6Iax4Z5hbXuHnzB5
UTPKyTi-_0HEBqy9UempoCzOoRHYJS4y74
421
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
439
Al respecto se puede ver: http://files.harmonywithnatureun.org/uploads/upload687.pdf
440
Al respecto se puede ver: http://files.harmonywithnatureun.org/uploads/upload725.pdf
441
Al respecto se puede ver: http://files.harmonywithnatureun.org/uploads/upload1049.pdf
442
Al respecto se puede ver: http://files.harmonywithnatureun.org/uploads/upload1066.pdf
443
Al respecto se puede ver: http://files.harmonywithnatureun.org/uploads/upload858.pdf
444
Al respecto se puede ver: https://www.bmcc.nsw.gov.au/media-centre/council-resolves-to-integrate-
rights-of-nature-into-operations-and-planning
445
Al respecto se puede ver: https://www.donegallive.ie/news/donegal-news/707618/donegal-county-
council-first-in-the-republic-to-adopt-rights-of-nature-doctrine.html
446
Al respecto se puede ver: http://files.harmonywithnatureun.org/uploads/upload1126.pdf
447
Más información en el siguiente enlace: http://www.harmonywithnatureun.org/chronology/
448
Al respecto se puede ver: https://www.eesc.europa.eu/fr/our-work/publications-other-
work/publications/vers-une-charte-europeenne-des-droits-fondamentaux-de-la-nature
449
El borrador fue aprobado por el pleno de la Convención Constituyente, sin embargo, no fue ratificado –
en conjunto con el resto de la propuesta de nueva Constitución– en el plebiscito constitucional celebrado
en septiembre de 2022. Su texto, establecía lo siguiente:": «Artículo 9.- Naturaleza. Las personas y los
pueblos son interdependientes con la naturaleza y forman, con ella, un conjunto inseparable. La naturaleza
tiene derechos. El Estado y la sociedad tienen el deber de protegerlos y respetarlos».
450
Al respecto ver: http://files.harmonywithnatureun.org/uploads/upload716.pdf
451
Al respecto ver: http://files.harmonywithnatureun.org/uploads/upload1099.pdf
452
Al respecto se puede ver: https://parliament.wa.gov.au/publications/tabledpapers.nsf/displaypaper/
4013453cd58b15d4b68e6839482584c1000626af/$file/tp-3453.pdf
453
Al respecto se puede ver: https://www.centerforenvironmentalrights.org/news/switzerland-parliament-
first-step-to-protect-the-rights-of-nature
454
Al respecto se puede ver: http://files.harmonywithnatureun.org/uploads/upload1107.pdf
455
Al respecto se puede ver: http://files.harmonywithnatureun.org/uploads/upload990.pdf
422
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
456
Al respecto se puede ver: https://medium.com/@grantstanleywilson/proposed-dnc-platform-takes-bold-
step-towards-the-rights-of-nature-6bbff77397dd
457
Al respecto se puede ver: http://files.harmonywithnatureun.org/uploads/upload1099.pdf
458
Al respecto se puede ver: http://files.harmonywithnatureun.org/uploads/upload1037.pdf
459
Al respecto se puede ver: http://files.harmonywithnatureun.org/uploads/upload973.pdf
460
Al respecto se puede ver: http://files.harmonywithnatureun.org/uploads/upload975.pdf
461
Al respecto se puede ver: https://www.liberation.fr/debats/2019/08/07/pour-preserver-la-seine-donnons-
lui-des-droits_1744015/
462
Al respecto se puede ver: http://files.harmonywithnatureun.org/uploads/upload1126.pdf
463
Al respecto se puede ver: https://en.appeldurhone.org/l-appel-du-rh%C3%B4ne
464
Información actualizada sobre el número de iniciativas a favor de los derechos de la naturaleza, se puede
encontrar en la página web elaborada por los autores del estudio: https://ecojurisprudence.org/dashboard/
423
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
pp. 8-9; Garver, 2021, p. 90; Vargas Roncancio, 2021, p. 119). Segundo, porque cuando
se muestra como la plasmación jurídica de lo que la ciencia ecológica demanda, lo que
está haciendo es otorgar fuerza normativa a la forma en la que el tradicional paradigma
de la modernidad científica ha representado a la naturaleza465. En el derecho ambiental,
la modernidad jurídica y su visión binaria del mundo operan a través de figuras como las
áreas protegidas o parques naturales, los cuales, «han promulgado la división central entre
naturaleza y cultura humana, pero también otra permutación de esa división binaria, una
entre caos y orden» (De Lucia, 2019, pp. 9-10).
Los derechos de la naturaleza no tienen que ver con la naturaleza, sino con las relaciones
políticas entre diferentes grupos de personas (algunas de las cuales pueden entenderse
como personas de tierras particulares). Mi respuesta a si la naturaleza debe tener derechos
se enfocará, entonces, en las particularidades de los procesos políticos que han escogido
los derechos por razones que solo pueden ser explicadas prestando atención sus
particularidades. De forma contraria a aquellos que ven los derechos como una inevitable
expansión que ahora debe incorporar a la naturaleza. Yo argumentaré que cualquier
análisis sobre el estatus moral de las entidades naturales debe estar dirigido a entender el
contexto particular de luchas políticas determinadas. En este sentido, el apelar a los
Derechos de la Naturaleza puede o no tener sentido (…) Lejos de ser monolíticos, estos
derechos resultan ser una siempre diversa caja de herramientas para lograr un creciente
número de objetivos (Tănăsescu, 2021, p. 69).
En una postura similar, la profesora María Valeria Berros propone analizar las
experiencias de promoción e implementación de los derechos de la naturaleza desde
quienes los impulsan, como estrategia para «captar las líneas de continuidad y de
discontinuidad al interior del proceso» (Berros, 2019, pp. 28-30). Para dicha profesora, el
aporte de la consagración de los derechos para la naturaleza es la democratización y
pluralización ontológica, es decir, el «descentramiento ontológico por parte de los
juristas, funcionarios públicos u otros expertos responsables de promulgar leyes,
465
Así, por ejemplo, lo ha analizado ampliamente Vito de Lucía en su estudio genealógico sobre el enfoque
ecosistémico en el derecho internacional (2019).
424
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
En línea con Berros y Tănăsescu, yo considero que la pregunta sobre por qué la
naturaleza debe tener derechos no se puede responder en abstracto. Propongo que, dadas
las divergentes formas de interpretar al ecocentrismo y definir a la naturaleza, el papel
realmente emancipador de los derechos de la naturaleza debe ser abrir la discusión sobre
quién debe hablar por ella. El conceder derechos a la naturaleza exige que un otro, ser
humano, colectivo humano o entidad humana ejerza su representación en las cortes. La
pregunta sobre quién debe representar la naturaleza en estos escenarios permite, al menos,
discutir la exclusividad que se le ha atribuido al Estado para decidir sobre el ambiente, a
través del derecho ambiental administrativo o el derecho penal ambiental. Con ello, el
conceder derechos a la naturaleza no solo implica repensar la tradicional fundamentación
antropocéntrica que se le ha dado al derecho, sino, también y, sobre todo, los espacios en
los que las decisiones ambientales deben ser tomadas.
425
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
discursiva que determine cuál es el interés de la naturaleza» (Tănăsescu, 2021, p. 71). Los
derechos de la naturaleza no son, pues, un fin en sí mismos, sino, por el contrario, el inicio
de un proceso de representación. Por ello, el derecho debe ubicarse en el medio de los
mundos y discutir, caso a caso, quien debe definir a la naturaleza que busca proteger. En
esta línea, Andreas Philippopoulos-Mihalopoulos propone ver a la jurisprudencia como
el espacio en el que se encuentran las singularidades. Bajo esta perspectiva, los rasgos
positivos de la jurisprudencia incluirían su especificidad espacial, su materialidad y su
acentuación, en el sentido de que no tiene un centro conceptual determinado en torno al
cual se ejerce su función protectora, sino que se mueve a lo largo del contexto espacial y
material. Así, se puede concebir una jurisprudencia ambiental «como una forma de
concreción jurídica que se sumerge de lleno en el caso en cuestión, sin estructuras
preconcebidas sobre cómo debe actuar el derecho. Cada caso reconstruye el enfoque
jurisprudencial de acuerdo con una ecología abierta de emplazamiento material»
(Philippopoulos-Mihalopoulos, 2013, p. 866).
A lo que se debe aspirar es, entonces, a una visión integral que incorpore los
enfoques ecológicos (en plural) en todos los aspectos del derecho y la gobernanza. El
derecho ecológico debe «imaginar un futuro jurídico que no se base en la gestión de los
recursos naturales para el beneficio a corto plazo de algunos ni en la falsa elección entre
los intereses humanos y el medio ambiente, sino en un terreno negociado de florecimiento
426
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
mutuo» (Anker et al., 2021, p. 7). Dado que la ley influye en los comportamientos
humanos, este nuevo derecho buscará, también, promover la protección de la salud y la
integridad de los ecosistemas como requisito previo para cualquier vía sólida de
desarrollo sostenible para la humanidad (Montini, 2021, p. 12).
Por lo anterior, sostengo que los derechos de la naturaleza deben nacer de los
derechos humanos. En la última sección de este capítulo indicaré las razones que me
llevan a tal conclusión exponiendo posturas en contra y a favor de esta estrategia. Ahora
me interesa solo presentar el problema del que nace esta idea: los derechos de la
naturaleza vistos como algo distinto a lo humano y lo local pueden transformarse en una
herramienta para la restricción injustificada de los derechos humanos, retrasando luchas
emancipatorias importantes como la de los pueblos indígenas por su derecho humano al
territorio y la autodeterminación. Para mostrar lo anterior, a continuación, efectúo un
466
Replico la cita en inglés, dado que no existe una traducción precisa para el término naturehood: «Instead
of incorporating rights that give nature legal personhood, ecological law should ultimately be about
adopting principles and rules that give people naturehood in the law (…) Adding the suffix “-hood” to
nature indicates that “naturehood” means having a state, condition or quality of nature. In contrast to
personhood, naturehood is not a familiar concept in law. Here, giving naturehood to people in law means
imbuing law with the ecocentric and relational notion that humans are part of nature, not separate from it
(…) In other words, law should reflect and maintain a human role within the broader community of life
that is life-enhancing and respectful of the ecological role of other members of that community (…) Giving
naturehood to people in law requires firmly instilling in law the notion that a dynamic, non-linear, systems
view of the human-Earth relationship must be part of the foundation of a practicable narrative of long-term
flourishing of humans and other living and non-living elements of Earth systems» (Garver, 2021, pp. 90,
97).
427
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
«Para los efectos de esta Convención, persona es todo ser humano». De esta forma define
la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en su artículo 1.2, al sujeto de
protección dentro del sistema interamericano. Con ello, conforme lo expresó el ex juez
de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (en adelante «Corte IDH» o «Corte»),
Sergio García Ramírez, se reproduce, en el texto y espíritu de la Convención, la proclama
del constitucionalismo antropocéntrico de los siglos XVIII, XIX y XX de que la norma,
como dogma de humanismo, «acredita la convicción de que la sociedad política fue
instituida para la protección de los derechos naturales y la felicidad del pueblo»468. Bajo
esta aproximación, los intereses del ser humano serían el centro del discurso moral que
predica la Convención, guardando, con ello, fidelidad al fundamento que inspira su
origen, la razón antropocéntrica kantiana469. En esta sección no se rechaza la afirmación
anterior, por el contrario, lo que se propone es dar cuenta de cómo, dentro de un marco
esencialmente antropocéntrico, el discurso ecológico se ha abierto paso generando
oportunidades, tensiones y contradicciones. Aunque actualmente la cuestión ambiental es
uno de los temas de mayor importancia dentro del Sistema Interamericano de Derechos
Humanos (SIDH), esto no fue siempre así. Durante la mayor parte de su historia la
preocupación ambiental no estuvo presente e inclusive persiguió objetivos claramente
enfrentados a ella.
467
Las distintas partes que conforman este análisis sobre la jurisprudencia de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos y el discurso ecológico fueron publicados durante mi periodo de formación doctoral
en los siguientes trabajos: (Montalván-Zambrano, 2020, 2021, 2023, y Montalván-Zambrano y Wences,
2022).
468
García Ramírez, S. Voto razonado dentro de la sentencia del caso Comunidad Indígena Sawhoyamaxa
Vs. Paraguay, de 29 de marzo de 2006, párr. 18.
469
Respecto de los aportes del concepto de dignidad humana kantiano en la fundamentación de los derechos
humanos y, en específico, sobre su presencia en la Corte IDH, se puede consultar: (Delgado, 2018 y 2020).
428
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
470
Actuales artículos 30 al 52 de la Carta de la OEA.
429
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
con las demandas de justicia ambiental de la época, es decir, con la lucha por la
distribución de desechos contaminantes y el mejoramiento de las condiciones de vida de
las poblaciones humanas afectadas por ellos. Pero, en el punto 2 del artículo 11 se pone
el centro en el medio ambiente, en su protección y preservación y mejoramiento, ahora,
sin referencia alguna a su utilidad para el ser humano. De esta forma, en 1988, tanto la
perspectiva antropocéntrica como ecocéntrica se vuelven norma dentro del Sistema
Interamericano.
Este cambio tendría un gran impacto en el Sistema Interamericano. Así, ese mismo
año, el 31 de agosto de 2001, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (en adelante,
471
Así define actualmente desarrollo integral la Secretaría Ejecutiva para el Desarrollo Integral de la OEA (SEDI). Al
respecto véase: http://www.oas.org/es/temas/desarrollo_integral.asp (fecha de última consulta: 19/12/2022).
430
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Corte IDH) emite la sentencia del caso de la Comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tingni
Vs. Nicaragua, la primera en referirse a la relación ser humano-naturaleza en el marco de
los derechos humanos472. Desde ese momento, la Corte comienza a desarrollar una
prolífera jurisprudencia sobre la importancia de la protección del ambiente para la
realización de los derechos humanos, haciendo uso, durante 16 años, de la protección por
conexión473. Esto es, sin declarar directamente vulnerado el derecho al ambiente sano
consagrado en el artículo 11 del Protocolo de San Salvador, sino dando cuenta de cómo
las afectaciones ambientales creaban escenarios de vulneración de derechos civiles y
políticos. Bajo esta forma de protección, siguiendo la propuesta del «desarrollo
sostenible», la naturaleza importa únicamente en tanto que instrumento indispensable
para la vida humana.
472
Corte Interamericana de Derechos Humanos, Sentencia del caso de la Comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tingni
Vs. Nicaragua de 31 de agosto de 2001, párr. 149.
473
Casos: Comunidad indígena Yakye Axa Vs. Paraguay, 2005, párr. 163; Caso del Pueblo Saramaka vs. Surinam,
2007, párr. 126; Caso Kawas Fernández Vs. Honduras, 2009, párr. 148; Caso de la comunidad indígena Xákmok Kásek
vs. Paraguay, 2010, párr. 169-170; Caso Pueblo Indígena Kichwa de Sarayaku Vs. Ecuador, 2012, párr. 147; Caso de
las comunidades afrodescendientes desplazadas de la Cuenca del Río Cacarica (Operación Génesis) Vs. Colombia,
2013, párr. 354; Caso comunidad Garífuna de punta piedra y sus miembros vs. Honduras, 2015, párr. 125-129; Caso
pueblos Kaliña y Lokono vs. Surinam, 2015, párr. 181;
474
Corte Interamericana de Derechos Humanos, Opinión Consultiva OC-23/17, medio ambiente y derechos
humanos de 15 de noviembre de 2017, párr. 62.
475
Corte Interamericana de Derechos Humanos, Sentencia del caso comunidades indígenas miembros de la
Asociación Lhaka Honhat (nuestra tierra) Vs. Argentina de 6 de febrero de 2020, párr. 203.
431
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
476
Toda la información dada en este apartado es producto de la lectura y sistematización de alrededor de
100 resoluciones emitidas tanto por la Comisión (informes de admisibilidad, informes de fondo y medidas
cautelares) como por la Corte IDH (sentencias, opiniones consultivas, medidas provisionales y fichas de
ingreso de causas). En este sentido, los datos presentados son producto del trabajo con fuentes primarias
obtenidas a partir de una búsqueda exhaustiva en las bases de datos de ambos organismos. La búsqueda
incluyó resoluciones dadas entre el año 1978 a marzo del 2022 en el caso de la Comisión y desde el año
1981 a marzo del 2022 en el caso de la Corte IDH.
477
La primera resolución sobre pueblos indígenas y temas ambientales es: CIDH, Informe de Fondo, caso
Pueblo Indígena Yanomami Vs. Brasil, de 5 de marzo de 1985.
478
La última resolución de la CIDH dentro de este periodo es: CIDH, Medida Cautelar No. 382-12, Asunto
miembros de la Junta de Acción Comunal de la Vereda Rubiales respecto de Colombia, de 17 de diciembre
de 2016.
479
En este periodo se emitieron 5 medidas cautelares, 17 informes de fondo y 2 inadmisiones sobre casos
relacionados con temas ambientales.
480
La primera resolución en este periodo es: CIDH, Informe de admisibilidad Nº 30/17, caso Comunidad
Maya Q’eqchi’ Agua Caliente Vs. Guatemala, de18 de marzo de 2017. La última resolución a la fecha de
elaboración de este texto es: CIDH, Informe de Admisibilidad Nº 362/21, caso Elizabeth Navarro Pizarro
y Otros Vs. Colombia, de 1 de diciembre de 2021. En este periodo se emitieron 6 medidas cautelares, 7
informes de fondo y un informe de solución amistosa sobre casos relacionados con temas ambientales.
481
La primera sentencia de la Corte relacionada con temas ambientales es: Corte IDH, Caso de la
Comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tingni Vs. Nicaragua, de 31 de agosto de 2001.
482
La última sentencia de este periodo es: Corte IDH, Caso pueblos Kaliña y Lokono Vs. Surinam, de 25
de noviembre de 2015.
483
En este periodo se emitieron 11 sentencias y 2 medidas provisionales sobre casos relacionados con temas
ambientales.
484
En este periodo la Corte ha emitido una Opinión Consultiva, una Sentencia, una medida provisional y
ha iniciado el trámite de siete nuevos casos.
485
Iniciando con: Corte IDH, Opinión Consultiva OC-23/17, sobre medio ambiente y derechos humanos,
de 15 de noviembre de 2017.
486
El último caso a la fecha de elaboración de este texto es: Corte IDH, Ficha del Caso Pueblos Rama y
Kriol, Comunidad de Monkey Point y Comunidad Negra Creole Indígena de Blue Fields y sus Miembros
vs. Nicaragua, fecha de ingreso 17 de enero del 2022. Este caso se relaciona con la construcción de un
canal interoceánico en Nicaragua, hecho que, a su vez, motivó la Opinión Consultiva 23/17.
432
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Con estas palabras, el presidente de Costa Rica daba inicio a la conferencia producto de
la cual, el 22 de noviembre de 1969, se definiría el actual texto de la Convención. Más
allá de la fundamentación teológica que otorga este discurso a los derechos humanos, me
interesa resaltar una frase que ejemplifica la visión antropocéntrica que impregnó los
debates previos a la aprobación de la Convención y que acompañó, además, gran parte de
su puesta en marcha: «a diferencia de las bestias o de los objetos inanimados».
433
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Esta segunda etapa se inaugura con el caso Comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tingni
Vs. Nicaragua, de 2001 y se extiende hasta el caso Saramaka Vs. Surinam de 2007487.
Tiene como fuente el liberalismo kantiano, el cual, como ya expliqué ampliamente,
admite obligaciones humanas hacia el ambiente como resultado de la propia dignidad
humana, es decir, admite el hecho de que el ser humano se desenvuelve dentro de un
«ambiente» al cual transforma y, aunque externo él, lo condiciona.
487
Corte IDH, Caso del Pueblo Saramaka vs. Surinam, de 28 de noviembre de 2007.
434
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
El caso Awas Tingni Vs. Nicaragua de 2001 inaugura esta etapa. En este se
demandó la vulneración del artículo 21 de la Convención488 por el otorgamiento de una
concesión para realizar trabajos de construcción de carreteras y de explotación de madera
en tierras de la comunidad. Este constituye el primer caso en el que la Corte IDH, a partir
de una interpretación evolutiva del artículo 21 de la Convención, reconoce el derecho a
la propiedad comunal de los miembros de pueblos indígenas. En dicha interpretación, la
Corte resalta la estrecha relación que este pueblo indígena mantiene con su tierra, dando
cuenta de que, para ellos, «la tierra no es meramente una cuestión de posesión y
producción, sino un elemento material y espiritual del que deben gozar plenamente,
inclusive para preservar su legado cultural y transmitirlo a las generaciones futuras»489.
488
El artículo 21.1 de la Convención, consagra el derecho a la propiedad en los siguientes términos: «Toda
persona tiene derecho al uso y goce de sus bienes. La ley puede subordinar tal uso y goce al interés social».
489
Corte IDH, Caso de la Comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tingni Vs. Nicaragua, de 31 de agosto de
2001, párr. 149.
490
A., Cançado; M., Pacheco y A., Abreu, Voto razonado conjunto, caso Comunidad Mayagna (Sumo)
Awas Tingni Vs. Nicaragua, párr. 10.
435
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
La idea de que nos relacionamos en el espacio con el sistema natural del que somos
parte refleja elementos de una visión ecocéntrica descolonial que nace de la relación
particular que este pueblo indígena mantiene con sus territorios o, conforme se ha referido
en esta tesis, con ese espacio de fronteras porosas donde lo indígena construye y
deconstruye su identidad constantemente. Sin embargo, ese enfoque relacional se diluye
en el tratamiento análogo que hacen los jueces de los términos «tierra» y «territorio»
como componentes no diferenciados del derecho a la propiedad comunal. En el párrafo
153 de la sentencia, la Corte establece que los miembros de la Comunidad Awas Tingni
tienen un derecho de propiedad comunal sobre las tierras donde habitan. Sin embargo,
advierte a renglón seguido, «los límites del territorio sobre los cuales existe tal derecho
de propiedad no han sido efectivamente delimitados y demarcados por el Estado». Así,
tierra y territorio definen lo mismo dentro del fallo: un espacio geográfico delimitado, o
que debe ser delimitado. Esto, por razones que ya expuse en apartados anteriores y que
se ratifican si acudimos a los testimonios de los representantes indígenas dentro del caso,
parece ser incorrecto.
es vital para su desarrollo cultural, religioso y familiar, y para su propia subsistencia (…)
El territorio es para ellos sagrado, y a lo largo de éste se encuentran varios cerros de gran
importancia religiosa (…) cuando los habitantes de Awas Tingni pasan por estos lugares,
que datan de 300 siglos, según lo que su abuelo le decía, lo hacen en silencio como señal
de respeto a sus muertos y saludan a Asangpas Muigeni, el espíritu del monte, que vive
debajo de los cerros493.
En un mapa que fue presentado ante la Corte por el antropólogo de Harvard
Theodore Macdonald Jr., pero que, como este mismo refiere, fue elaborado por la propia
comunidad Awas Tingni en el año 1992, esto es, sin su asesoramiento y antes de iniciar
su estudio: «se puede ver la frontera, el lugar donde se asienta la comunidad principal,
491
Nació en Awas Tingni, Nicaragua, y es miembro de la Comunidad Mayagna, que significa en el idioma mayagna
"hijo del sol". Ocupó el cargo de Responsable del Bosque dentro de la Comunidad, por lo que protegía el bosque de los
daños y cuidaba los animales. Actualmente ocupa el cargo de Secretario de la Comisión Territorial de Awas Tingni y,
en 1991, participó junto con los demás líderes de la Comunidad en la elaboración del mapa que señala los límites
territoriales de la Comunidad Mayagna.
492
Corte IDH, Caso de la Comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tingni Vs. Nicaragua, de 31 de agosto de
2001, p. 21.
493
Corte IDH, Caso de la Comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tingni Vs. Nicaragua, de 31 de agosto de
2001, p. 21.
436
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
donde se ubican otras comunidades, los sitios sagrados y otros lugares más antiguos en
los que han vivido antes. También se ve el Río Wawa, que corre desde el oeste y llega a
la Costa Atlántica»494.
Hay dos tipos de lugares sagrados en las zonas fronterizas del territorio, los
cementerios, que son visitados actualmente con frecuencia por los miembros de la
comunidad y los cerros sagrados. Dentro de los cerros viven los «espíritus del monte»
que son quienes controlan los animales alrededor de esa región. Para aprovechar esos
animales hay que tener una relación especial con los espíritus que es intermediada por el
«chaman». Entonces, indica el antropólogo, «la presencia de animales y la posibilidad de
aprovecharlos mediante la cacería, se basa en la cosmovisión y tiene mucho que ver con
las fronteras, porque según ellos esos amos del monte son dueños de los animales,
especialmente del puerco de monte que se desplaza en manadas alrededor de las
montañas»495.
Sin embargo –y esto puede ser especialmente relevante para dar cuenta las
dificultades de la traducción y de los equívocos que, como advierte el giro ontológico,
esta actividad suele conllevar–, el antropólogo presenta dos mapas adicionales, en este
caso elaborados por él, en los que se detalla una visión más convencional del territorio,
es decir, demarcatoria en términos cartográficos clásicos. El primero de ellos, indica el
propio antropólogo, fue elaborado en 1995 con un sistema de computación llamado
Sistema de Información Geográfica, el cual «determinó» el territorio en toda su extensión,
incluida sus «fronteras». Para el segundo mapa, preparado en 1999, los miembros de la
494
Corte IDH, Caso de la Comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tingni Vs. Nicaragua, de 31 de agosto de
2001, p. 22.
495
Corte IDH, Caso de la Comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tingni Vs. Nicaragua, de 31 de agosto de
2001, pp. 23-24.
437
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Comunidad, después de haber recibido una capacitación por parte del antropólogo,
recorrieron el territorio con un aparato GPS con el cual, según el antropólogo, «registraron
más de 150 puntos de referencia en esas visitas»496.
Mapa elaborado por la propia Mapa elaborado por el antropólogo Theodore Macdonald en
comunidad Awas Tingni en 1992 1995
Como vimos, en el mapa elaborado por la propia comunidad en el año 1992, sin
la intervención del antropólogo, las fronteras que constituyen el concepto de «territorio»
parecen ser más porosas y relacionales, con líneas discontinuas y fractales que se pierden
en el gráfico. Por el contrario, los mapas elaborados por el antropólogo, luego de, como
el mismo admite, «un proceso de capacitación a la comunidad», intentan responder a los
estándares tradicionales de la delimitación de un espacio de «propiedad». Estos últimos
mapas, que parecen no reflejar tan fielmente la idea que la comunidad indígena tiene
sobre su territorio, fueron los que se tomaron como referencia para la sentencia. Así, la
relación de la comunidad indígena con la tierra delimitada por el antropólogo fue
considerada por los jueces como una manifestación cultural que forma el substratum de
las normas jurídicas que deben regir las relaciones de los comuneros inter se y con sus
bienes497. De esta forma, lo que era un espacio de negociación constante, pasó a
convertirse en una norma, en el substratum de una esencializada visión sobre lo indígena;
lo que era un lugar de encuentro, de apertura entre comunidades humanas y no-humanas,
pasó a ser un régimen cerrado hacia adentro que regula las relaciones de los comuneros
496
Corte IDH, Caso de la Comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tingni Vs. Nicaragua, de 31 de agosto de
2001, p. 22.
497
A., Cançado; M., Pacheco y A., Abreu, Voto razonado conjunto, caso Comunidad Mayagna (Sumo)
Awas Tingni Vs. Nicaragua, párr. 11.
438
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
entre sí (inter se), y los que eran «espíritus del monte» con los cuales negociaban sus
chamanes, pasaron a convertirse en el texto de la sentencia en bienes.
desconocer las versiones específicas del derecho al uso y goce de los bienes, dadas por la
cultura, usos, costumbres y creencias de cada pueblo, equivaldría a sostener que sólo
existe una forma de usar y disponer de los bienes, lo que a su vez significaría hacer ilusoria
la protección del artículo 21 de la Convención para millones de personas503.
498
Corte IDH, Caso de la Comunidad Moiwana Vs. Suriname, de 15 de junio de 2005, párrs. 209-210.
499
Corte IDH, Caso Comunidad indígena Yakye Axa Vs. Paraguay, de 17 de junio de 2005, párrs. 29-30.
500
Corte IDH, Caso Comunidad indígena Yakye Axa Vs. Paraguay, de 17 de junio de 2005, párr. 163.
501
Corte IDH, Caso Comunidad indígena Yakye Axa Vs. Paraguay, de 17 de junio de 2005, párr. 137.
502
Corte IDH, Caso Comunidad indígena Yakye Axa Vs. Paraguay, de 17 de junio de 2005, párrs. 133,
146-147.
503
Corte IDH, Caso Comunidad Indígena Sawhoyamaxa Vs. Paraguay, de 29 de marzo de 2006, párrs.
120 y 121.
439
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
En el caso Yakye Axa Vs. Paraguay, la Corte anuncia, además, los criterios a
seguir para resolver casos en los que la propiedad comunal indígena y la propiedad
privada particular entran en contradicciones reales o aparentes. En específico, se
estableció que las restricciones admisibles al goce y ejercicio de estos derechos deben,
entre otras, hacerse con el fin de lograr un objetivo legítimo en una sociedad
democrática504. Este requisito, como veremos, será central para el inicio de la tensión
derechos humanos-protección del ambiente. Finalmente, respecto de las medidas de
reparación, se debe mencionar que, a pesar de que la Comisión había solicitado que se
exija al Estado proteger las tierras reclamadas a fin de que no fueran extraídos sus recursos
naturales, en especial, sus bosques, la Corte no dispuso ninguna medida de reparación en
ese sentido505.
Por otro lado, el 19 de septiembre de 2006, la Corte IDH emite la sentencia Claude
Reyes y otros Vs. Chile. Esta versa sobre la vulneración del derecho al acceso a la
información pública por la negativa del Estado de brindar información relativa a un
proyecto de deforestación. El precedente relevante es la categorización de la información
relativa a actividades y proyectos que puedan tener impacto ambiental como asunto de
interés público. Producto de lo anterior, conforme lo establece la Corte, dicha información
debe ser entregada sin necesidad de acreditar un interés directo para su obtención o una
afectación personal506.
La importancia de este precedente es, sin duda, enorme. La garantía del acceso a
la información pública en estos términos permite un mayor escrutinio sobre temas
ambientales. Sin embargo, se debe precisar que desde la aproximación antropocéntrica
que marca esta etapa, el recurso a la defensa del derecho al acceso a la información no
expresa en su interior un interés real por la preservación de la naturaleza. Así lo prueba
504
Corte IDH, Caso Comunidad indígena Yakye Axa Vs. Paraguay, de 17 de junio de 2005, párr. 144.
505
Corte IDH, Caso Comunidad indígena Yakye Axa Vs. Paraguay, de 17 de junio de 2005, párr. 207.
506
Corte IDH, Caso Claude Reyes y otros Vs. Chile, de 19 de septiembre de 2006, párrs. 73-77.
440
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Finalmente, el último caso de esta etapa y, tal vez, el más claro ejemplo de los
límites de la protección antropocéntrica del ambiente, lo constituye la sentencia del caso
del Pueblo Saramaka Vs. Surinam de 2007. Este versa sobre el otorgamiento de
concesiones estatales a terceros no pertenecientes al pueblo Saramaka para actividades de
explotación forestal y minera que habrían causado daño al ambiente508. Aquí la Corte, por
primera vez en su jurisprudencia, se ve en la necesidad de precisar conceptualmente los
términos «tierra» y «territorio». Este caso involucraba 12 clanes del pueblo Saramaka.
Cada clan posee su propia organización y espacio geográfico determinado de ocupación.
Para diferenciar entre el espacio específicamente ocupado por cada clan y el espacio del
pueblo en su totalidad, la Corte indica:
De esta forma, la Corte parece advertir, por primera vez, que el derecho al
territorio es mayor al espacio que efectivamente ocupan los pueblos indígenas. Se
presenta en este caso un incipiente concepto relacional del territorio: el territorio como
aquel espacio en el que se relacionan los clanes Saramaka510. Sin embargo, continuando
bajo la concepción del territorio como «bien», atribuye a éste el significado de «recurso».
Así, la Corte entiende que se deben garantizar los «recursos naturales» que se encuentran
en los territorios de los pueblos indígenas y tribales, protegidos en los términos del
artículo 21, siendo estos «aquellos recursos naturales que han usado tradicionalmente y
que son necesarios para la propia supervivencia, desarrollo y continuidad del estilo de
507
Corte IDH, Caso Claude Reyes y otros Vs. Chile, de 19 de septiembre de 2006, párr. 146.
508
Corte IDH, Caso del Pueblo Saramaka vs. Surinam, de 28 de noviembre de 2007, párr. 124.
509
Corte IDH, Caso del Pueblo Saramaka vs. Surinam, de 28 de noviembre de 2007, nota al pie 63.
510
Corte IDH, Caso del Pueblo Saramaka vs. Surinam, de 28 de noviembre de 2007, párr. 114.
441
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
511
Corte IDH, Caso del Pueblo Saramaka vs. Surinam, de 28 de noviembre de 2007, párrs. 122-123.
512
Corte IDH, Caso del Pueblo Saramaka vs. Surinam, de 28 de noviembre de 2007, párr. 122.
513
Corte IDH, Caso del Pueblo Saramaka vs. Surinam, de 28 de noviembre de 2007, párr. 154.
514
Corte IDH, Caso del Pueblo Saramaka vs. Surinam, de 28 de noviembre de 2007, párr. 191.
442
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
En los párrafos 129 y 143 de la sentencia, la Corte establece tres requisitos para
la restricción del derecho a la propiedad comunal: 1) la consulta a las comunidades
afectadas respecto de los proyectos de desarrollo que se lleven a cabo en los territorios
ocupados tradicionalmente; 2) realizar evaluaciones previas de impacto ambiental y
social, y 3) compartir con las comunidades los beneficios del proyecto extractivo. El
segundo requisito constituye otro de los grandes avances dados en esta sentencia. Sin
embargo, en línea con el argumento que vengo desarrollando, me interesa centrarme en
el tercero de ellos, es decir, en la obligatoriedad de compartir con las comunidades los
beneficios económicos de la actividad extractiva.
El pueblo maorí de Nueva Zelanda, el cual tiene como práctica cultural la pesca
comercial, demandó ante el Comité de Derechos Humanos de la ONU un sistema de
gestión de cuotas de pesca instaurado por el Estado515. Dicho sistema buscaba la
conservación de los recursos pesqueros y la regulación de la pesca comercial en el país516.
515
Este sistema atribuye derechos de propiedad permanentes y transferibles en forma de cuotas para cada
especie comercial comprendida dentro del sistema.
516
Comité de Derechos Humanos de la ONU, Caso Apirana Mahuika y otros v. Nueva Zelanda, ONU Doc.
CCPR/C/70/D/547/1993, del año 2000, § 5.13.
443
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
La demanda fue rechazada. El Comité observó que el pueblo maorí había suscrito en el
año 1992 un acuerdo con el Estado, el cual demostraba su participación en el proceso de
adopción de esas medidas. Observó, además, que se había beneficiado de tales medidas,
pues, producto de las ventajas que le ofreció el acuerdo, este pueblo había llegado a
controlar más de la mitad de la pesca comercial del país, alcanzando, para 1996, un haber
neto de 374 millones de dólares.
Por otro lado, centrarse solo en el beneficio económico que puede recibir la
comunidad no es, en lo absoluto, garantía de respeto por sus derechos. En un caso que, a
fecha de diciembre del 2022, se encuentra en trámite ante la CIDH, el Pueblo indígena
Wayúu ha demandado a Colombia por la aprobación, sin consulta previa, de una reforma
al régimen de regalías derivadas de la explotación de recursos naturales. La ley inicial
establecía regalías para los pueblos indígenas que habitan en la zona de La Guajira-
Colombia como mecanismo de compensación frente a los efectos económicos, sociales y
ambientales generados por la producción minera. Sin embargo, una reforma modificó la
distribución de los ingresos para favorecer a todos los departamentos o municipios, y no
mayoritariamente a aquellos en donde se extraen recursos naturales. Esto, como
establecen los demandantes, disminuyó considerablemente las regalías del departamento
444
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Con estos antecedentes, la pregunta que quiero abrir para concluir este apartado
es ¿cuál es el lugar real de la naturaleza en este enfoque? ¿hay oportunidades reales para
su cuidado? Imaginemos un escenario en el que el modelo de justicia distributiva
antropocéntrica, expresada a modo de participación en los beneficios, se aplique de forma
incuestionable. Las cargas y compensaciones ambientales se reparten de forma equitativa
en la sociedad. En este caso hipotético, además, la comunidad indígena se integra a la
capitalización de los beneficios de la actividad extractiva. En este escenario, el
antropocentrismo ambiental difícilmente cuestionaría algo. Sin embargo, a lo largo del
ejemplo, jamás ha adquirido un rol protagónico la naturaleza. De hecho, la compensación
económica, en su intento de maquillar siglos de marginación, puede haber actuado como
herramienta para la desarticulación de la comunidad y la alteración de los vínculos que el
pueblo tenía con su territorio. La instrumentalización de la naturaleza en este caso
hipotético no le ha llevado a su preservación, todo lo contrario, el fin último del reino de
los fines, el ser humano «occidental», ha sentenciado su destino, alterando, en el camino,
otras formas de habitar en el mundo.
Esta etapa, a la que considero de transición, se inaugura con la sentencia del caso Salvador
Chiriboga Vs. Ecuador de 2008 y se extiende hasta el caso de los pueblos Kaliña y Lokono
Vs. Surinam de 2015. Aquí la Corte, aún sin reconocer a la naturaleza como poseedora de
intereses propios, le otorga un peso sustancial al momento de reflexionar sobre el alcance
de los derechos establecidos en la Convención. Este peso, sin embargo, no es explícito.
Son frases dispersas entre el texto de estas sentencias, cuya relevancia podría parecer
menor, las que comienzan, a mi juicio, a dar cuenta de cómo la naturaleza, de a poco, va
tomando un papel protagónico al interior de la Corte.
La poca visibilidad dada al real peso que adquiere el discurso ambiental en esta
etapa produce, a su vez, tensiones ocultas en sentencias que, en principio, parecerían no
alejarse del marco antropocéntrico de reflexión. Esta tensión la identifico con el
CIDH, Informe de Admisibilidad No. 202/20. Pueblo indígena Wayúu Vs. Colombia, de 4 de agosto de
517
445
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Esta etapa inicia con el caso Salvador Chiriboga Vs. Ecuador, en el cual se
demandó la declaración de utilidad pública y correspondiente expropiación de un predio
privado para la creación un área de recreación y protección ecológica518. En este caso, la
Corte reconoce, por primera vez, que un interés social basado en la protección del medio
ambiente representa una causa de utilidad pública legítima para la privación del derecho
de propiedad privada519. De esta manera, en apenas dos frases, la Corte incluye al
ambiente como un elemento a tener en cuenta ya no solo para la protección de los
derechos humanos, sino, además, para su posible limitación. Se inaugura una división
entre el discurso por la protección de los derechos humanos y el discurso ambiental, que,
como veremos a continuación, adquiere especial relevancia en casos donde se
enfrentaron, precisamente, el discurso ecológico-conservacionista y la reivindicación de
los derechos a la tierra y al territorio de pueblos indígenas.
518
Corte IDH, Caso Salvador Chiriboga Vs. Ecuador, de 6 de mayo de 2008, párr. 71.
519
Corte IDH, Caso Salvador Chiriboga Vs. Ecuador, de 6 de mayo de 2008, párr. 76.
520
Corte IDH. Caso de la comunidad indígena Xákmok Kásek Vs. Paraguay, de 24 de agosto de 2010,
párrs. 80-82.
521
Corte IDH. Caso de la comunidad indígena Xákmok Kásek Vs. Paraguay, de 24 de agosto de 2010,
párrs. 169-170.
446
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
reclamados por comunidades indígenas para, recogiendo las palabras del perito Rodolfo
Stavenhagen, «obstaculizar el reclamo de territorio de pueblos originarios […] siempre
arropad[o]s bajo formas legales y hasta invocando fines tan puros como la conservación
del medioambiente»522.
Las palabras de la Corte son esclarecedoras del momento de tensión que planteo.
Estas dan cuenta de cómo el recurso al cuidado de la naturaleza, en este caso mal
empleado, significó una herramienta para la vulneración de derechos. Central al respecto,
es que en ningún momento el Estado planteó que las actividades tradicionales de la
Comunidad pudieran representar una amenaza para las especies que habitan en dichas
reservas. Esto da cuenta de que no hubo justificación real para la limitación de su derecho
a la caza, pesca y recolección. Así, el discurso de la conservación ambiental que, en la
primera sentencia citada en este sub apartado, fue visto por la Corte como una
justificación válida para la restricción de derechos, en este caso, por el contrario, es
interpretado como una herramienta para su ilegítima afectación, dando cuenta del
momento de tensión que planteo.
522
Corte IDH. Caso de la comunidad indígena Xákmok Kásek Vs. Paraguay, de 24 de agosto de 2010,
párr. 169.
523
Corte IDH, Caso pueblos indígenas Kuna de Madungandí y Emberá de Bayano y sus miembros Vs.
Panamá, de14 de octubre de 2014, párr. 185.
447
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
524
Los hechos referidos a las reclamaciones materiales por razón de la reubicación de los pueblos indígenas
por la construcción del embalse del Bayano se dieron a partir del año 1971, mientras que Panamá reconoció
la competencia contenciosa de la Corte el 9 de mayo de 1990.
525
Corte IDH, Caso pueblo indígena Kichwa de Sarayaku Vs. Ecuador, de 27 de junio de 2012, párr. 105.
526
Corte IDH, Caso pueblo indígena Kichwa de Sarayaku Vs. Ecuador, de 27 de junio de 2012, § 294.
527
Corte IDH, Caso comunidad Garífuna de Punta Piedra y sus miembros Vs. Honduras, de 8 de octubre
de 2015, párrs. 125-129.
528
Corte IDH, Caso comunidad Garífuna de Punta Piedra y sus miembros Vs. Honduras, de 8 de octubre
de 2015, párrs. 333-335.
448
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
En este trabajo me concentraré en las alegaciones relativas a dos de ellas, las reservas Wia
Wia y Galibi.
i) los Pueblos Kaliña y Lokono tienen una capacidad limitada para llevar a cabo tareas en
relación a las áreas clasificadas por las IUCN como reservas de categoría IV, ya que estas
requieren unos conocimientos especiales, que no están en condiciones de ofrecer; ii) las
poblaciones de Kaliña y Lokono se encuentran en un proceso de aculturización y que
están más interesados en actividades modernas que en el conocimiento tradicional. Son,
por tanto, incapaces de adaptarse a los cambios de la naturaleza, como vientos e
inundaciones; iii) no poseen la capacidad de coordinar los esfuerzos para la conservación
natural más allá del nivel local, no tienen conocimientos para la evaluación de los sistemas
biológicos integrados en el país como un todo, y iv) el Surinam debe posicionarse en el
529
Corte IDH, Caso pueblos Kaliña y Lokono Vs. Surinam, de 25 de noviembre de 2015, párr. 81.
530
Corte IDH, Caso pueblos Kaliña y Lokono Vs. Surinam, de 25 de noviembre de 2015, párrs. 74-79.
531
Corte IDH, Caso pueblos Kaliña y Lokono Vs. Surinam, de 25 de noviembre de 2015, párr. 274.
532
Corte IDH, Caso pueblos Kaliña y Lokono Vs. Surinam, de 25 de noviembre de 2015, párr. 276.
449
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
533
Corte IDH, Caso pueblos Kaliña y Lokono Vs. Surinam, de 25 de noviembre de 2015, nota al pie. 234 o
p. 54.
534
Corte IDH, Caso pueblos Kaliña y Lokono Vs. Surinam, de 25 de noviembre de 2015, párrs. 197 y 286.
450
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
precedente, motivada por las particularidades del caso, lleva a la Corte a establecer un
criterio central, con el que da cuenta de la tensión existente. Esto es, la necesidad de
ponderar los derechos en juego, es decir, entre los derechos colectivos de los pueblos
Kaliña y Lokono y la protección del medio ambiente como parte del interés general. Este
criterio es reafirmado en las reparaciones del caso, al indicar que cualquier restricción
futura sobre los derechos de los pueblos indígenas en las reservas naturales, deberá
cumplir con los requisitos de legalidad, necesidad, proporcionalidad y el logro de un
objetivo legítimo535.
Esta etapa se caracteriza por la incorporación expresa del enfoque ecocéntrico al interior
de las reflexiones de la Corte IDH. Si en la etapa anterior la forma difusa en la que se
inserta el discurso ambiental produjo que, sin mayor debate, se restrinjan derechos
humanos, principalmente, de pueblos indígenas, en esta etapa, la clara identificación de
las tensiones existentes llevará a un debate más profundo sobre los precedentes
jurisprudenciales sentados, en especial, respecto a la división del derecho a la tierra y el
derecho al territorio, ya adelantada en el caso Kaliña y Lokono, pero no problematizada
en ese momento.
Esta etapa inicia con la Opinión Consultiva 23/17, de 15 de noviembre del 2017,
sobre medio ambiente y derechos humanos. En dicha opinión se da respuesta, entre otras,
a la consulta formulada por la República de Colombia sobre las obligaciones de los
Estados en relación con el medio ambiente en el marco de la protección y garantía de los
derechos a la vida y a la integridad personal. Se constituye, de esta forma, en un hito
importante en la protección del ambiente en el campo del derecho internacional de los
derechos humanos, pues mediante ella, la Corte IDH desarrolla, por primera vez de
Corte IDH, Caso pueblos Kaliña y Lokono Vs. Surinam, de 25 de noviembre de 2015, párrs. 186 y
535
286.
451
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
manera extendida, el contenido del derecho al medio ambiente sano consagrado de forma
expresa en el artículo 11 del Protocolo de San Salvador y que, como se establece en el
numeral 57 de la opinión consultiva, también debe considerarse incluido entre los
derechos económicos, sociales y culturales protegidos por el artículo 26 de la Convención
Americana.
452
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
En segundo lugar, la Corte recoge dos avances que, sin ser parte de la respuesta
directa dada en la Opinión Consultiva, siguiendo la forma en la que se han venido dando
los desarrollos jurisprudenciales en la historia de la Corte, pueden ser interpretados como
cartas de intención: 1) la responsabilidad directa de las empresas en materia de derechos
humanos, y 2) la responsabilidad estatal por las actividades de empresas transnacionales
registradas en su territorio pero que desarrollan actividades fuera del mismo537.
536
Corte IDH, Opinión Consultiva OC-23/17, sobre medio ambiente y derechos humanos, de 15 de
noviembre de 2017, párrs. 102-104.
537
Corte IDH, Opinión Consultiva OC-23/17, sobre medio ambiente y derechos humanos, de 15 de
noviembre de 2017, párrs. 151 y 155.
453
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
interesadas (transparencia pasiva), sino que, como ya lo venía exponiendo la Corte desde
la etapa de tensión, constituye un tema interés general.
Como tercera inovación, la Corte establece que los Estados deben garantizar que
los individuos tengan acceso a recursos para impugnar cualquier norma, decisión, acto u
omisión que pueda contravenir las obligaciones de derecho ambiental. En la etapa anterior
se había declarado la vulneración del derecho al debido proceso por el incumplimiento
del plazo razonable dentro de un proceso por daños al ambiente ya existente y regulado
en la legislación interna, aquí se da un paso adicional. Se establece que, a fin de garantizar
el derecho a la protección judicial (art. 25 de la Convención), se debe regular un proceso
judicial para la defensa de las obligaciones en materia ambiental.
538
Corte IDH, Opinión Consultiva OC-23/17, sobre medio ambiente y derechos humanos, de 15 de
noviembre de 2017, párrs. 139-140.
539
Corte IDH, Opinión Consultiva OC-23/17, sobre medio ambiente y derechos humanos, de 15 de
noviembre de 2017, párrs. 175-180.
540
Corte IDH, Opinión Consultiva OC-23/17, sobre medio ambiente y derechos humanos, nota al pie 426.
454
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
aquellas «eficaces en función de los costos»541, volviendo, una vez más, al análisis de
costo-beneficio propio de las reflexiones antropocéntricas.
Sin embargo, en la sentencia del caso Lagos del Campo Vs. Perú, de 31 de agosto
de 2017, la Corte cambia este precedente y establece que los DESCA pueden ser
directamente justiciables ante el Sistema Interamericano. Es decir, que no es necesario
invocar la afectación de un derecho civil y político para que pueda pronunciarse sobre
ellos543. Desarrollando este nuevo precedente jurisprudencial, en la Opinión Consultiva
23/17 de noviembre de 2017, el Tribunal Interamericano consagra, por primera vez en su
jurisprudencia, el derecho al medio ambiente sano, contemplado en el artículo 11 del
Protocolo de San Salvador, como un derecho autónomo dentro del Sistema
Interamericano. Así lo establece en el párrafo 55 de dicha opinión, al indicar que, dada la
estrecha conexión entre la protección del medio ambiente con el desarrollo sostenible y
541
Corte IDH, Opinión Consultiva OC-23/17, sobre medio ambiente y derechos humanos, nota al pie 425.
542
Documento normativo suscrito en San Salvador el 17 de noviembre del 1988, el cual adiciona a los
derechos civiles y políticos reconocidos en la Convención un catálogo de derechos económicos, sociales,
culturales y ambientales.
543
La Corte, desde el año 2017, ha afirmado su competencia para determinar violaciones al artículo 26 de
la Convención Americana y ha señalado que el mismo protege aquellos derechos económicos, sociales,
culturales y ambientales (DESCA) que se deriven de la Carta de la Organización de Estados Americanos.
Sobre la evolución de la justiciabilidad directa de estos derechos en el Sistema Interamericano de Derechos
Humanos se puede consultar: para el derecho a la salud (Robles Garza, 2023); para los derechos al trabajo,
seguridad social y libertad sindical (Montalván Zambrano, 2023a); sobre cómo ha impactado en los
conceptos de pobreza y desigualdad (Martinón Quintero, 2023), y en los conceptos de género e
interseccionalidad (La Barbera y Wences, 2023).
455
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
544
Corte IDH, Opinión Consultiva OC-23/17, sobre medio ambiente y derechos humanos, párr. 62.
456
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
545
Esta precisión nos permite identificar, también, las distancias entre este desarrollo jurisprudencial de la
Corte IDH que, en mi opinión, deriva de la incorporación del enfoque ecocéntrico, de las posturas
biocéntricas. Así, se proponen derechos no solo para seres sensibles, sino para todo el entorno, incluido
entes que podríamos llamar inertes.
546
Raúl Eugenio Zaffaroni fue juez de la Corte IDH para el periodo 2016-2021; Patricio Pazmiño Freire
fue juez de la Corte IDH para el periodo 2016-2021; Humberto Sierra-Porto es juez de la Corte IDH desde
el año 2013 (fue electo para el periodo 2013-2018 y en el 2019 se renovó su nombramiento para el periodo
2019-2024).
457
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Ante la pregunta sobre las fuentes desde las que debe nacer la propuesta a favor
del otorgamiento de derechos para no humanos, contestó:
En los sincretismos nuestros. Por un lado, en el nivel popular y, por otro lado, en algunas
corrientes filosóficas nuestras que están pensando la filosofía desde una situación
geopolítica subordinada. No sé si estamos ensayando un nuevo mensaje, para eso no hay
que salir y no hay que inventar de nuevo la filosofía, por supuesto (…) diría una cosa no
postmoderna sino transmoderna como dice Enrique Dussel (Zaffaroni, noviembre 2019,
comunicación personal).
547
No se han efectuado transcripciones de las entrevistas ni su contenido ha sido subido a ninguna página
web de libre acceso. Por ello, estas entrevistas no se citan en esta tesis como referencias. Siguiendo el
formato APA, se aclara que es una comunicación personal. Sin embargo, si el lector o lectora quiere
escuchar los audios originales, puede acceder al enlace que detallo al final de esta nota y, previa autorización
del suscrito autor, recibirá un correo con el permiso correspondiente. Finalmente, las entrevistas cuentan
con la autorización correspondiente para su uso en esa tesis, tal como se prueba con los documentos
adjuntos. Enlace de acceso: https://drive.google.com/drive/folders/1OXPjT1sl1H32f9nXpvK3bLcdpk-
xHLog?usp=share_link
458
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
En este momento hay toda una corriente en ese sentido. La regla general ha sido la visión
antropocéntrica para la protección del medio ambiente, sin embargo, últimamente se ha
intentado superar esa visión con la Pachamama, con la personificación de los ríos y de
los distintos bienes de protección ambiental que uno tiene (…) Se quiere proteger la selva,
el río, la laguna, el camino, y trata de darse una personificación como sujetos autónomos
diferentes a los seres humanos para su defensa. Pero, aún en esta segunda hipótesis, que
está haciendo carrera (…) lo que se pretende es que distintos órganos del Estado actúen
de una manera coordinada e integral para proteger la existencia y preservación de un
determinado recurso natural. A mi parecer, sigue siendo una posición esencialmente
antropocéntrica, incluso en esas otras alternativas donde se personifica como sujeto de
derecho al medio ambiente (Sierra-Porto, noviembre 2019, comunicación personal).
459
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Este tipo de discusiones sobre la justiciabilidad directa o la autonomía de los DESCA,
son esencialmente categorías jurídicas que, dependiendo de cómo sean interpretadas,
pueden tener un efecto diferencial en la manera de proteger los derechos. De momento,
eso no ha sucedido. Ha sido una discusión meramente académica. La protección del
medio ambiente es esencial porque es el presupuesto de la vigencia de los derechos. Está
relacionada con el derecho a la vida, con el derecho a la integridad, con el derecho a una
vida digna, está relacionada con las garantías judiciales. El mismo concepto de
interdependencia de derechos hace que no sea posible hablar de un derecho al medio
ambiente ajeno a otros derechos que también son parte de las personas (…) entonces la
pregunta es si en la parte resolutiva yo puedo decir, «se vulnera el derecho a la integridad
personal junto al derecho ambiental» o, solamente, puedo decir «se viola el derecho
ambiental». De momento, que se diga que solo se viola el derecho ambiental o no es
absolutamente irrelevante desde la perspectiva práctica del ciudadano (Sierra-Porto,
noviembre 2019, comunicación personal).
De las entrevistas realizadas a los jueces de la Corte IDH quisiera resaltar cuatro
elementos: 1) es claro que los jueces conocían el debate a favor del reconocimiento de
derechos a entes no-humanos y, por ello, del tipo de construcción jurídica que se estaba
efectuado con la definición dada por ellos sobre el derecho al medio ambiente sano como
derecho autónomo; 2) tanto Zaffaroni como Pazmiño enfatizaron que es un propuesta que
nace del pensamiento latinoamericano y, en específico, de las luchas de los pueblos
indígenas de la región. No hicieron referencia a ninguno de los autores «occidentales» a
favor de esta propuesta; 3) se debe resaltar la expresa adscripción del juez Zaffaroni al
enfoque transmoderno de lo que en esta tesis he llamado el primer Dussel, y 4) el
escepticismo del juez Sierra-Porto sobre el valor agregado que ofrecería el derecho al
medio ambiente sano como derecho autónomo, frente a la tradicional protección
antropocéntrica por conexión. Quisiera enfatizar el último de los puntos, pues, como
veremos en el siguiente caso, en efecto, la Corte IDH en su primera sentencia donde
declara vulnerado este nuevo derecho, no deja claro aquello que sería lo diferencial y, por
ende, lo autónomo, del mismo.
460
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
que ha habitado allí desde inicios del siglo XX548. Se demandó, además, la vulneración
del derecho al ambiente sano por la degradación ambiental que había producido el
sobrepastoreo de ganado bovino, la tala ilegal de bosques y la instalación de alambrados
por parte de las familias criollas. Las comunidades indígenas afectadas explicaron que el
ganado bovino había depredado la vegetación herbácea y arbórea, perjudicando la
capacidad de irrigación y regeneración del suelo y «desencadenado procesos de
desertificación y carcavamiento»; que la tala indiscriminada e ilegal de los bosques
nativos había perjudicado la «capacidad de renovación y mantenimiento de las masas
boscosas»; que la instalación de alambrados en el territorio había creado obstáculos para
el desarrollo de la fauna y flora autóctonas, y, finalmente, que la pérdida de flora impacta
en el hábitat natural de la fauna silvestre, que, además, ahora debe competir con el ganado
por alimento y agua549.
548
Corte IDH, Caso Comunidades Indígenas Miembros de la Asociación Lhaka Honhat (nuestra tierra)
Vs. Argentina, de 6 febrero del 2020, párrs. 117 y 187.
549
Corte IDH, Caso Comunidades Indígenas Miembros de la Asociación Lhaka Honhat (nuestra tierra)
Vs. Argentina, de 6 febrero del 2020, párrs. 186-189.
550
El listado completo de ellas se puede consultar en el anexo V de la sentencia (páginas 131 a 133).
551
Corte IDH, Caso Comunidades Indígenas Miembros de la Asociación Lhaka Honhat (nuestra tierra)
Vs. Argentina, de 6 febrero del 2020, nota al pie 22.
552
Así lo da conocer la propia Corte en los párrafos 33 y 34 de la sentencia: «33. Se ha señalado que las
variaciones de cantidad obedecen a las propias características de los pueblos involucrados, pues se trata de
comunidades nómadas, cuya estructura social ancestral involucra la dinámica denominada de “fisión-
fusión”. Esto no surge solo de señalamientos de los representantes y de la Comisión, sino también de prueba
pericial. Así, la perita Naharro ha dicho que “resulta muy dificultoso calcular el número exacto de
comunidades, ya que esta cifra es muy cambiante, dado que los procesos de fisión y fusión de las unidades
residenciales forman parte del principal repertorio social destinado a mantener la convivencia”. 34. (…)
461
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Interamericana tiene en cuenta este hecho cultural y, por primera vez en su jurisprudencia,
no determina un listado fijo de miembros o comunidades indígenas involucradas dentro
del caso, sino que, conforme lo determina en el párrafo 35 de la sentencia, establece que
son víctimas «las comunidades pertenecientes a los pueblos indígenas implicados en el
caso que habiten el territorio indicado y que puedan derivarse de las 132 comunidades
señaladas por acción del proceso de “fisión-fusión” referido». Así lo ratifica al mencionar
que:
Delimitar las presuntas víctimas desconociendo las características culturales propias de las comunidades
referidas sería contradictorio con la tutela de los derechos de pueblos y comunidades indígenas, que tiene
por base la identidad cultural de los mismos; además, podría afectar la eficacia de la decisión de la Corte,
que quedaría circunscrita a un conjunto de comunidades definido sobre bases meramente formales, no
necesariamente correlativas a la realidad de los hechos».
553
Corte IDH, Caso Comunidades Indígenas Miembros de la Asociación Lhaka Honhat (nuestra tierra)
Vs. Argentina, de 6 febrero del 2020, nota al pie 23.
554
Corte IDH, Caso Comunidades Indígenas Miembros de la Asociación Lhaka Honhat (nuestra tierra)
Vs. Argentina, de 6 febrero del 2020, párr. 137.
555
Con estas palabras lo expresa la Corte en el párrafo 36 de la sentencia: «La Corte está impedida de
pronunciarse directamente sobre los derechos de pobladores criollos, pues no son parte formal del proceso
judicial internacional. No obstante, resulta innegable que son parte, en un sentido material, del conflicto
sustantivo relacionado con el uso y propiedad de la tierra. Aun cuando este Tribunal no puede pronunciarse
sobre sus derechos, entiende que tener en cuenta su situación resulta pertinente a efectos de analizar
adecuadamente el caso que le ha sido planteado y procurar la efectividad de la decisión que se adopta en la
presente Sentencia».
556
Así fue referido dentro de un informe pericial, cuyo contenido es especialmente citado y considerado
por la Corte dentro del fallo, para el cual la primera víctima serían las comunidades indígenas, para quien
«el destino es simplemente el hambre, con sus etapas de desnutrición, enfermedades y muerte. En un medio
ambiente degradado no habrá animales y plantas alimenticias, frutos que explotar y vender»; la segunda
víctima el criollo, «que se ve empobrecido y cuyo futuro previsible es la migración a centros urbanos», y
462
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Para el juez Sierra Porto, una protección del territorio por fuera del derecho a la
propiedad comunal «no sólo es jurídicamente incorrecta, sino que se aparta de
fundamentos antropológicos y sociológicos esenciales que describen y fundamentan la
particularidad de las poblaciones indígenas y tribales»558. Por el contrario, para el juez
Eduardo Ferrer Mac-Gregor, este precedente constituye un avance trascendental para el
Sistema Interamericano, pues permite el análisis pormenorizado entre todos y cada uno
de los elementos que forman parte de los derechos de los pueblos indígenas, es decir,
tanto «su derecho a la propiedad colectiva indígena», por medio del artículo 21, como su
«derecho al territorio», por medio del artículo 26 de la Convención559. El uso de ambos
conceptos, permitiría, entre otras cosas, distinguir y comprender distintas características
que pueden presentar lesiones a los derechos de pueblos indígenas. Así, en sus palabras:
muchas vulneraciones a esa vida cultural y bienes asociados podrán presentar vínculos
con el libre disfrute del territorio, pero no en todos los casos necesariamente presentará
relación con el derecho de propiedad. Puede haber lesiones a derechos de pueblos
la tercera víctima sería el ambiente, «al transformarse el monte en desierto, con pérdida de recursos valiosos
y de la biodiversidad». Corte IDH, Caso Comunidades Indígenas Miembros de la Asociación Lhaka Honhat
(nuestra tierra) Vs. Argentina, de 6 febrero del 2020, párr. 285.
557
Los artículos 16 del Reglamento y 23 del Estatuto de la Corte, establecen que sus decisiones se tomarán
por mayoría de los jueces presentes, y que, en caso de empate, decidirá el voto de la Presidencia.
558
H. Sierra Porto, Voto parcialmente disidente al caso Lhaka Honhat Vs. Argentina, de 6 de febrero de
2020, § 18.
559
E. Ferrer Mac-Gregor, Voto concurrente al caso Lhaka Honhat Vs. Argentina, de 6 de febrero de 2020,
párr. 12 y 34.
463
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
indígenas o tribales que, estando vinculadas al territorio, puedan ser analizadas de mejor
modo con base en derechos distintos del de propiedad560.
Como mencioné, en el caso Kaliña y Lokono Vs. Surinam, de 2015, la Corte negó
a estas comunidades la vulneración de su derecho a la propiedad comunal (a la tierra),
aceptando el argumento del Estado sobre la necesidad de poseer dominio exclusivo sobre
las reservas naturales para garantizar la preservación de los huevos de tortugas marinas,
al mismo tiempo que, garantizando el derecho a la identidad cultural, circulación y
participación política, se reconoció y declaró vulnerado el derecho de acceso a los
recursos naturales (a lo que en ese momento entendía como territorio). De esta forma, la
división ya había sido establecida, sin embargo, la forma difusa en la que se plantean los
intereses en juego en la etapa que clasificó como de tensión, hicieron que el conflicto
pasara desapercibido, es más, la sentencia del caso Kaliña y Lokono contó con un voto
concurrente conjunto, precisamente, de los jueces Sierra Porto y Ferrer Mac-Gregor,
ahora en polos opuestos sobre este mismo punto.
Por otro lado, en el caso Lhaka Honhat la Corte reitera el contenido que dota de
un enfoque ecocéntrico el derecho al medio ambiente sano como derecho autónomo562,
sin embargo, no es del todo clara al momento de detallar las obligaciones derivadas del
mismo. En el párrafo 207 de la sentencia establece que rigen respecto de la vertiente
560
E. Ferrer Mac-Gregor, Voto concurrente al caso Lhaka Honhat Vs. Argentina, de 6 de febrero de 2020,
párr. 40.
561
E. Ferrer Mac-Gregor, Voto concurrente al caso Lhaka Honhat Vs. Argentina, de 6 de febrero de 2020,
párr. 41.
562
Corte IDH, Caso Comunidades Indígenas Miembros de la Asociación Lhaka Honhat (nuestra tierra)
Vs. Argentina, de 6 febrero del 2020, párrs. 202-204.
464
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
465
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
563
Reproduzco a continuación una cita ya incluida en la sección en al que analicé la obra de Cullinan dada
su relevancia para este momento: «Para que los humanos (o cualquier otra especie) desempeñen un rol de
“mantenimiento integral” dentro de la Comunidad de la Tierra, está claro que debemos reconocer que los
466
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Entre los escépticos podemos encontrar posturas como las de profesor Ramiro
Ávila, para quien, si bien los derechos humanos pueden poseer un carácter utópico y
emancipador, al ser estos un producto de «la Modernidad hegemónica», sirven también
como mecanismo de control del poder hegemónico. Ávila examina la utopía de los
derechos humanos desde lo que Boventura de Sousa Santos ha denominado como la
«hermenéutica de la sospecha» y da cuenta de que esta es tan solo «una más en la historia
de la humanidad, la más aceptable y movilizadora para unos, pero al mismo tiempo podría
ser también conservadora y un dispositivo ideológico». El discurso hegemónico de los
derechos humanos, nos dice Ávila, ha privilegiado la protección de los derechos civiles y
políticos y, en especial, del derecho de propiedad «para promover el modelo de desarrollo
y progreso que fortalece el sistema capitalista», esto es, para «legitimar ideologías del
individualismo propietario». Al mismo tiempo, al resaltar lo universal y la razón de
Estado han «impedido considerar lo particular y local, la naturaleza, lo colectivo, las
espiritualidades, los deberes, la razón popular» (Ávila Santamaría, 2019, pp. 146-156 y
210-216; 2022, pp. 74-75).
Por último, tenemos autores que muestran una postura optimista sobre la
interrelación entre el discurso de los derechos de la naturaleza y los derechos humanos.
Quienes se ubican en esta línea consideran no solo posible, sino, además, necesaria la
articulación entre dichos derechos. Así, por ejemplo, para Daniel P. Corrigan los derechos
de la naturaleza constituyen un soporte para la realización o implementación de los
derechos humanos. En su consideración, el vínculo entre estos derechos ofrece una
aproximación cosmopolita a la idea de los derechos de la naturaleza (Corrigan, 2021).
derechos humanos deben estar limitados por los “derechos” de los otros miembros de la comunidad (…)
La tarea que tenemos por delante no consiste en desarrollar y ampliar la jurisprudencia humana para que
pueda servir como jurisprudencia para todos los miembros de la Comunidad. Esto equivaldría a que los
humanos intentaran filosofar y regular para todos los miembros de la Comunidad: en resumen, una especie
de neocolonialismo. En cambio, lo que tenemos que hacer es apreciar que la jurisprudencia y la gobernanza
humanas son una parte de un sistema más amplio de autogobierno de la Tierra y desarrollar una mejor
apreciación de la necesidad de limitar su alcance y respetar otros sistemas de gobernanza (Cullinan, 2011,
p. 105).
467
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Guilia Sajeva, por su parte, defiende la idea de construir derechos humanos ecológicos
para manejar las tensiones inherentes entre el discurso de los derechos de la naturaleza y
los derechos humanos (2021, pp. 85-86). En línea con lo anterior, Linnea Luuppala
sostiene que la integridad ecológica debe incluir a los humanos (2021, pp. 127-128).
Macpherson y otros, han demostrado que casos emblemáticos etiquetados como derechos
de la naturaleza, tales como los de los ríos Atrato, Whanganui y Ganges, realmente
constituyen litigios por derechos humanos vinculados a ecosistemas ribereños o, como
proponen denominarlos, «derechos ribereños» (riverine rights) (Macpherson et al.,
2021). Finalmente, la profesora Susana Borràs ha explorado la posibilidad de incluir el
marco de los derechos de la naturaleza en el sistema comunitario europeo, precisamente,
a través de los derechos humanos. En sus palabras:
468
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Con lo anterior no quiero decir que rechazo la Utopía Andina que nos propone el
profesor Ávila, sino que no considero que esta se deba presentar como una alternativa a
la utopía de los derechos humanos. En mi opinión, la Utopía Andina puede ser y de hecho
ha sido, una de las fuentes para la interpretación contra hegemónica de los derechos
humanos en la región. Creo que no debemos renunciar a la capacidad que tiene el discurso
de los derechos humanos para congregar un ideal global (que no universal). Lograr
desestabilizar la vocación liberal de los derechos humanos ha implicado una lucha de
décadas, en algunos casos, nada pacífica. No encuentro razón para renunciar a la disputa
por su significado ahora que, precisamente, parece que estamos logrando igualar el
tablero.
Por otro lado, creo que es especialmente relevante hablar de las naturalezas que
se forman en lo humano y lo local y no, únicamente, de la que se escribe en laboratorios
de pensamiento y experimentación de «occidente». Lo anterior me lleva a rechazar
aquellas posturas contrarias a la articulación entre el discurso de los derechos de la
naturaleza y los derechos humanos. Con mucha frecuencia, cuando se pierde esa
conexión, se acude a una naturaleza definida en términos universales para dictar los
mandatos morales que deben regir a todas las poblaciones, en todo lugar y en todo tiempo.
abstracciones que pueden llegar a ser peligrosas al momento de decidir tanto qué es la
naturaleza y cuáles son sus intereses como qué es lo humano y cuál es el mundo que
percibe. Sin embargo, a primera vista, puede resultarnos una contradicción insalvable el
que un no humano sea sujeto de protección dentro de un sistema que, en su origen, se
fundamenta en la exclusiva preservación de los intereses/derechos de los seres humanos.
Se puede considerar más acertado, por ejemplo, la creación de un nuevo sistema
internacional de protección dirigido de forma exclusiva a la naturaleza, entonces, ¿por
qué plantear la incorporación de un enfoque ecocéntrico en los derechos humanos? En mi
opinión, dicha incorporación resulta no solo relevante, sino, además, necesaria por las
razones que explico a continuación.
564
Pensemos, por ejemplo, el papel integrador que ha tenido el Sistema Interamericano de Derechos
Humanos para el continente. Este, de hecho, podríamos decir, es el único proyecto de integración regional
exitoso.
470
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
565
Corte IDH, Ficha del Caso Comunidad Garífuna de San Juan y sus Miembros Vs. Honduras, ingreso el
12 de agosto del 2020; Corte IDH, Ficha del Caso Pueblos Indígenas Tagaeri y Taromenane Vs. Ecuador,
ingreso el 30 de septiembre de 2020, y Corte IDH, Ficha del Caso Pueblos Indígenas U’wa y sus miembros
Vs. Colombia, ingreso el 21 de octubre de 2020.
566
CIDH, Informe de Admisibilidad Nº 150/21, caso Pueblo Rapa Nui Vs. Chile, de 14 de julio de 2021 y
CIDH, Informe de Admisibilidad Nº 279/21, caso Comunidades Huitosachi, Mogótavo y Bacajípare del
Pueblo Indígena Rarámuri Vs. México, de 29 de octubre de 2021.
567
CIDH, Informe de Admisibilidad Nº 362/21, caso Elizabeth Navarro Pizarro y Otros Vs. Colombia, de
1 de diciembre de 2021.
471
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Los casos anteriores dan cuenta de la importancia de comenzar a teorizar sobre las
tensiones existentes entre la naturaleza que busca proteger el ecologismo conservacionista
y la que vive el ecocentrismo descolonial. Solo de esta forma podremos elaborar
herramientas adecuadas para su ponderación. Como argumenté en el análisis del caso
Lhaka Honhat Vs. Argentina, dar mayor visibilidad a las posturas en juego permite
ampliar el debate sobre los intereses en conflicto, incorporando cuestiones y tensiones
que antes se presentaban ocultas. Esto, en mi consideración, es un efecto positivo de la
expresa incorporación del enfoque ecocéntrico dentro del discurso de los derechos
humanos, pues demanda de los jueces y juezas de la Corte una mayor calidad argumental
en el análisis casuístico y, por esta vía, de criterios más precisos para su resolución. Por
otro lado, concentrar en un único sistema los derechos de la naturaleza y los derechos de
los seres humanos puede evitar los conflictos habituales entre jurisdicciones
internacionales. Estos derechos, vistos como distintos, tienden a superponerse y a disputar
sus espacios frente al otro. Enfrentarlos dentro de un mismo tribunal permite un diálogo
más fructífero y una mirada más holística respecto de los bienes jurídicos en juego.
472
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
considerada víctima. Bajo esta consideración, por ejemplo, la Corte negó hasta el 2012
toda posibilidad de reconocimiento del carácter de víctima a comunidades indígenas en
tanto tales568, y 2) esa persona debía de ser de «carne y hueso», es decir, debe ser un
«sujeto humano», «concreto» y «presente». Esta segunda conclusión resulta central al
momento de determinar qué enfoque es más adecuado para la protección de la naturaleza
en el Sistema Interamericano, razón por lo cual analizaré con detalle cada uno de sus
enunciados.
568
Un estudio interesante sobre el tema lo podemos encontrar en: (Wences y Russo, 2016).
473
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
comunidad en tanto que tal, pero aun en este último caso, la comunidad o comunidades
también deben ser determinadas y específicas.
569
Corte IDH, Caso Comunidades Indígenas Miembros de la Asociación Lhaka Honhat (nuestra tierra) Vs.
Argentina, de 6 febrero del 2020, párr. 35.
570
CIDH, Informe de Inadmisibilidad Nº 88/03 (Parque Natural Metropolitano Panamá), de fecha 22 de
octubre de 2003. Disponible en el siguiente enlace: http://www.cidh.oas.org/annualrep/2003sp/panama.
11.533.htm
474
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Por último, sobre el requisito de que sea un ser humano «presente», la Corte IDH,
en un caso que no tiene que ver con cuestiones ambientales, pero que es relevante para
los efectos de este estudio –pues analiza la categoría persona dentro del artículo 1.2 de la
Convención–, ha manifestado que los titulares de los derechos de la Convención deben
existir aquí y ahora. Así, en el caso Gómez Murillo y otros Vs. Costa Rica, sobre
fecundación in vitro, determinó que el embrión no podía ser considerado persona y, por
ende, tampoco sujeto de protección572. El punto clave de esta interpretación, llevada al
asunto del que se ocupa el presente artículo, es que niega la protección a «seres» que no
existen aún573. Por lo anterior, la propuesta antropocéntrica de protección del ambiente
para las generaciones humanas futuras574 (es decir, para «seres» que no existen aún),
fundamentada en la idea de justicia intergeneracional, no parece posible o, al menos,
coherente dentro del Sistema Interamericano. Tampoco parecen factibles propuestas
como las de Callicott en su ética del planeta Tierra enfocadas en la categoría de
«civilización humana» para un marco de justicia intergeneracional.
571
CIDH. Informe de Inadmisibilidad Nº 88/03 (Parque Natural Metropolitano Panamá), de fecha 22 de
octubre de 2003, párr. 34.
572
Corte IDH, Caso Gómez Murillo y otros Vs. Costa Rica, Sentencia de 29 de noviembre de 2016, párr.
264.
573
Corte IDH, Caso Gómez Murillo y otros Vs. Costa Rica, párrs. 176-190; 221-223; 244.
574
Algunos autores que proponen un modelo de justicia intergeneracional antropocéntrica son: (Dobson,
2005; Jonas, 2015; Máiz, 2011b).
475
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Cuando analicé la obra del profesor Christopher Stone, señalé que su propuesta
de interpretar el concepto de persona jurídica para conceder legitimación activa a entes
de la naturaleza frente a las Corte, implicaba, como factor de posibilidad, el que sean los
legisladores quienes, a través del derecho objetivo, determinen cuales serían los intereses
de la naturaleza a proteger. Esto supone un alejamiento del poder de toma de decisiones
sobre lo que es y debe suceder en la naturaleza de lo local a lo nacional-estatal. Una
estrategia así, puede, buscando deshumanizar la naturaleza, naturalizar el poder del
Estado como única voz autorizada para hablar sobre la naturaleza. De hecho, postular el
«interés público ambiental» como razón de autoridad del Estado para limitar derechos,
como hemos visto, ya representaba una maniobra de tal tipo.
575
En la misma línea, podríamos advertir los riesgos implícitos en la iniciativa de reconocer al ecocidio
como parte de los delitos que castiga el Estatuto de Roma y, por ende, la Corte Penal Internacional (Higgins
et al., 2013). Si bien las intenciones detrás de esta iniciativa son loables, considero, se descuida el hecho de
que dicha Corte no tiene competencia para juzgar a los mayores contaminantes del planeta, pues los países
en los que se encuentran gran parte de estos no han ratificado el Estatuto de Roma, entre ellos, Estados
Unidos, China o Rusia. Sin embargo, irónicamente, estos países, al formar parte del Consejo de Seguridad
de Naciones Unidas, conforme lo establece el artículo 13 del Estatuto de Roma, sí tienen competencia para
remitir casos a la fiscalía de la Corte Penal Internacional para que sean juzgados. Esta es la paradoja, los
mayores causantes del ecocidio no podrían ser juzgados, pero estos tendrían la potestad de juzgar como los
demás pueblos del mundo administran sus recursos naturales. Este desigual poder a escala global,
considero, puede ser sumamente peligroso.
576
Naturalizar al ser humano como titula Borràs (2014, p. 665) o dar cuenta de su naturehood, como lo
propone Garver (2021, pp. 90, 97).
476
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Bajo el ecocentrismo la naturaleza tiene una visión dialéctica, esto es, a diferencia
de su tratamiento instrumental-antropocéntrico, pasa a tener papeles activos y pasivos en
la relación con el ser humano. Los derechos de la naturaleza no olvidan, entonces, que las
dinámicas ecológicas implican, también, relaciones de competencia y depredación en las
que se incluye el humano. Estas características hacen que, en mi consideración, este sea
un enfoque compatible con los derechos humanos, pues: 1) no discute la existencia de
intereses antropocéntricos, es más, los incorpora como parte de las relaciones que se dan
en el mundo natural y, de la mano con lo anterior, 2) forma parte de su esencia la tensión
entre el ser humano y el resto de la naturaleza. De este modo, el ecocentrismo, sin
desconocer al antropocentrismo, permite abrir las puertas a otro tipo de discusión en el
derecho, la política y la gestión, donde, en espacios de colisión entre intereses humanos
y derechos de la naturaleza, ya no sea necesario demostrar la «utilidad» de la preservación
de una naturaleza universalmente definida para seres humanos también universalizados.
477
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
respeto a la parte de sí mismo que está compuesta por la naturaleza577. Dentro de esta
nueva posible fundamentación de los derechos humanos, la naturaleza puede ser un bien
en sí mismo porque es un «otro» con el cual me defino. No es ajena a mí, me constituye
y construye desde su otredad. Respetar sus intereses, sus fines, es, por tanto, respetar
aquella parte de lo humano que se construye en el viaje conjunto con esos otros seres
sintientes o no, que posibilitan las redes de vida en las que nos encontramos insertos.
577
Corte Suprema de Justicia de Colombia, Sentencia 4360-2018, p. 21.
478
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Hablar de la naturaleza como un bien en sí mismo dentro del SIDH también puede
reforzar los derechos de representación y defensa del ambiente. Así, por ejemplo, pensar
el derecho a la protección judicial578 desde un enfoque humano-ecocéntrico, puede
ofrecer argumentos para la exigibilidad de los derechos de la naturaleza. En la Opinión
Consultiva 23/17, la Corte estableció que, a fin de garantizar el derecho a la protección
judicial (art. 25 de la Convención), los estados deben regular procesos judiciales para la
defensa de las obligaciones en materia ambiental579. Este precedente, de la mano de la
declaración del derecho al medio ambiente sano como derecho autónomo, nos puede
dirigir a una conclusión de gran relevancia para la protección ecocéntrica de la naturaleza:
las obligaciones derivadas del artículo 25 de la Convención harían necesaria la regulación
de un recurso judicial efectivo para la garantía de ese interés en sí mismo que representa
la naturaleza, es decir, para la garantía de los derechos de la naturaleza.
Los anteriores son algunos de los ejemplos de lo que el enfoque ecocéntrico puede
aportar dentro de los derechos humanos. Sin embargo, con ello, no desterramos la visión
antropocéntrica presente en la Convención, por el contrario, como se dijo, su existencia
se considera un punto de partida indispensable. Esto hace posible que se presenten casos
en los que estas dos aproximaciones se enfrenten. Sin embargo, en mi consideración, la
tensión que nace de dicho encuentro no es irresoluble ni necesariamente dañina. Por el
contrario, tal como se refleja entre otros derechos humanos, la tensión presente entre
bienes jurídicos puede producir, en su colisión práctica, el fortalecimiento y precisión de
los derechos en juego. Puede evidenciar, sin supuestos ni universales, qué naturaleza se
está invocando cuando se habla de sus derechos y qué humano estamos representando
cuando hablamos de su protección.
578
Artículo 25 de la Convención Americana de Derechos Humanos. Protección Judicial. - «1. Toda persona
tiene derecho a un recurso sencillo y rápido o a cualquier otro recurso efectivo ante los jueces o tribunales
competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la
Constitución, la ley o la presente Convención, aun cuando tal violación sea cometida por personas que
actúen en ejercicio de sus funciones oficiales. 2. Los Estados Partes se comprometen: a) a garantizar que la
autoridad competente prevista por el sistema legal del Estado decidirá sobre los derechos de toda persona
que interponga tal recurso; b) a desarrollar las posibilidades de recurso judicial, y c) a garantizar el
cumplimiento, por las autoridades competentes, de toda decisión en que se haya estimado procedente el
recurso».
579
Corte IDH, Opinión Consultiva OC-23/17, sobre medio ambiente y derechos humanos, de 15 de
noviembre de 2017, párr. 237.
479
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
CONCLUSIONES
1.
En contra de lo que propone gran parte de la literatura especializada, considero que no
existe un antropocentrismo moral fuerte/excluyente y otro débil/moderado. Por el
contrario, sostengo que todas las formas de antropocentrismo moral, en la medida en que
excluyen del círculo de la moralidad a seres no-humanos son, necesariamente,
excluyentes. Esto es así, incluso en aquellas posturas que reconocen deberes indirectos
hacia la naturaleza. En estos casos, lejos de lo que pretende indicar el adjetivo «débil»,
nuestra vulnerabilidad frente al ambiente no «debilita» ni «modera» la centralidad del
humano, sino, por el contrario, la refuerza. Esta fragilidad se traduce en estrategias para
acelerar nuestro avance científico y disminuir los riesgos de nuestra vida sobre el planeta.
La naturaleza se convierte así en una cosa medible, susceptible de ser entendida y
dominada bajo los lentes de la ciencia «occidental» o, en otras palabras, en un recurso
capaz de ser administrado por el ser humano a partir de cálculos racionales de costo-
beneficio.
2.
3.
4.
481
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
En línea con lo anterior, no todos los autores biocéntricos utilizan el término «derechos
morales» para su ética y quienes lo usan limitan su aplicabilidad. Estas marcadas
diferencias entre los autores biocéntricos sobre quienes merecen derechos morales y
quienes no, da cuenta, una vez más, de que la clasificación entre biocentrismo débil y
fuerte parece no ser del todo precisa. Paul Taylor, un autor que se suele clasificar como
perteneciente a la corriente del biocentrismo fuerte, renuncia a la reivindicación de
derechos morales para los seres vivientes en favor de propuestas más débiles. Por otro
lado, Tom Regan, un autor que se suele considerar como representante del biocentrismo
débil, está a favor de una consideración moral fuerte –en la forma de derechos morales–
y rechaza otras propuestas más débiles. La heterogeneidad de posturas revela, además,
que no existe un nexo causal directo e inseparable entre las propuestas dadas dentro de la
filosofía moral y el lenguaje de los derechos. Es decir, que no toda ética biocéntrica
propone derechos para los animales o plantas.
Por lo anterior, sostengo que los diferentes enfoques biocéntricos no se diferencian por
su «fuerza» o «debilidad», sino por el punto de partida filosófico-moral que toma cada
autor para determinar que seres deben ser considerados como miembros de círculo de la
moralidad. Por ello, propongo una clasificación alternativa entre biocentrismo utilitarista-
sensocentrista y biocentrismo del conatus.
5.
El biocentrismo, aunque plausible como propuesta ética que nos invita a pensar la
consideración moral más allá del ser humano, parte de entendimientos particulares e
incompletos sobre la vida. Por un lado, el biocentrismo sensocentrista valoriza al animal
sintiente atribuyéndole importancia moral a partir de su cercanía con la capacidad humana
de experimentar placer o dolor. Este es un proceso lleno de antropocentrismo desde el
482
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
inicio, una vez que exige de los otros seres lo que nosotros poseemos, «humanizándolos»
hasta que puedan ser aceptados en nuestro círculo moral. La antropomorfización de los
animales en esta forma de biocentrismo puede llegar al extremo de depositar en ellos no
sólo derechos sino, también, obligaciones. Así lo proponen Sue Donaldson y Will
Kymlicka en su libro «Zoópolis» al definir a los animales como ciudadanos con diferentes
derechos y responsabilidades: los animales domésticos serían ciudadanos plenos que
deben cumplir con el deber de alimentarse a partir de una dieta vegana (al margen de la
dieta natural del animal); los animales salvajes serían gobernantes de sus territorios que,
en caso de aproximarse peligrosamente a nuestros dominios humanos, pueden ser
considerados enemigos-invasores; y los animales liminales o fronterizos serían migrantes
con unos pocos derechos, fácilmente revocables. De esta forma, los comportamientos que
deben tener los animales son designados tomando como parámetro de referencia ya no
solo la capacidad de sentir del ser humano, sino, yendo mucho más allá, la organización
social que este ha ideado.
Por otro lado, el biocentrismo del conatus define a lo vivo a partir del paradigma del
individuo atomizado. Tanto Feinberg como Taylor entienden la vida en términos de algún
tipo de impulso interior hacia una meta. Las plantas expresan un tipo de esfuerzo por
vivir, por preservarse, es decir, un conatus. Aquello le permite a Taylor caracterizarlas
como algo vivo que merece consideración moral. Esto implica dotar de cierto carácter
teleológico a los seres que poseen vida, a saber: lo vivo es aquello que se esfuerza por
vivir. Así, se dota de relevancia moral a todos los seres biológicos, pero solo en tanto
seres individuales, pues, ya he dicho, los biocentristas no encuentran en los ecosistemas,
la biosfera o la diversidad en general relevancia moral alguna, en ellos, sostienen, no se
expresa claramente un esfuerzo por mantenerse. Tampoco tendrían relevancia moral, por
ende, la materia inerte: los ríos, las montañas o los glaciares. En ellos no parece haber
conatus y, por tanto, desde su punto de vista, tampoco vida.
Sin embargo, la ciencia moderna, por un lado, y las cosmovisiones de ciertos pueblos
indígenas de diferentes partes del mundo, por el otro, expresan y han expresado otras
formas de entender la vida. La ciencia en años recientes ha dado una definición
termodinámica y biogeoquímica de la vida. Esta aproximación, defendida por científicos
como Vernadsky o Lovelock, sostiene que la vida es un orden de baja entropía al que ha
llegado la biósfera o, con un carácter más amplio, Gaia, a partir de procesos ordenados
entre la materia inerte y la materia viva. Por otro lado, diversos pueblos indígenas de
483
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
diferentes partes del mundo, tal como ha visibilizado la antropología moderna, expresan
formas ontológicas de ser en el mundo que, a partir del totemismo o animismo, desdibujan
la tradicional división «occidental» entre lo humano y lo no humano, lo vivo y aquello
que, bajo parámetros clásicos «occidentales», no lo está. Por lo anterior, sostengo que la
vida que preocupa a los biocéntricos es solo una de las distintas formas de entender lo
vivo y, en mi consideración, incompleta.
6.
7.
La única propuesta biocéntrica que ha sido aplicada dentro del discurso jurídico es la del
biocentrismo-sensocéntrico, a través del discurso por los derechos de los animales. En
Latinoamérica, los casos de la orangután Sandra, la chimpancé Cecilia y el oso Chucho
ilustran los aportes del enfoque biocéntrico en la ampliación de la comunidad de justicia
y, por ende, del reconocimiento de derechos más allá del ser humano. Sin embargo, los
éxitos del movimiento no deben pausar el debate sobre los problemas importantes que
también se desprenden del mismo.
En primer lugar, como se ha demostrado con cada uno de los casos de estudio
mencionados en el párrafo anterior, la búsqueda, a cualquier costo, de símbolos para la
lucha animalista puede ser más perjudicial que beneficioso para los propios animales
involucrados. Dejar en libertad al oso Chucho, tal vez, no era lo que más le beneficiaba,
sin embargo, la simplificación del debate en la que se cae en favor de un pragmatismo
484
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
acrítico no hace más que ocultar la necesaria y compleja discusión sobre qué era lo
realmente adecuado para el oso Chuco, escuchando a la mayor cantidad de voces posibles.
La búsqueda por las respuestas más adecuadas en cada caso no es solo importante para
evitar importar soluciones de forma acrítica, sino, además, porque la romantización de la
causa animalista puede producir desastres ecológicos mayores. Así lo demuestra el caso
de los hipopótamos del río Magdalena en Colombia expuesto en esta tesis.
Aunque los movimientos animalistas suelen resaltar su conexión con ciertos animales,
esta conexión no llega a representar una relación de mutua constitución. El sistema de
jerarquías presente en todas las propuestas teóricas biocéntricas da cuenta de la ausencia
de tal relación horizontal. Si el problema ha sido la actitud de superioridad frente a lo
natural que ha dominado la historia reciente de la humidad, la respuesta no puede ser crear
otros animales superiores, los cuales pasaran a ser invitados de lujo en nuestro club de los
sujetos con relevancia moral. Debemos ir a la raíz del asunto, a la definición de lo
«humano». Lo anterior es fundamental, además, por otra de las críticas que se le puede
hacer al movimiento por los derechos de los animales, su olvido y, en algunos casos, casi
desprecio, por los humanos también excluidos del mundo actual. Al enfocarse en la
injusticia en que viven ciertos animales, se universalizan las posibles respuestas y se suele
criticar, bajo los mismos parámetros, actos llevados a cabo tanto en el Norte como en el
Sur global.
Creo que pensar al mundo natural en términos de jerarquías y derivar de aquello deberes
éticos es el marco que posibilita –que no, necesariamente, produce– exclusiones como las
485
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
8.
El discurso de los derechos de los animales prescinde por completo de los dos objetivos
antes expuestos. Así, ni pretende dar cuenta de que el mundo no humano es parte
constitutiva del ser humano ni que le es funcionalmente relevante, por el contrario,
desarrolla su argumentación en la vertiente inversa, esto es, «humanizando» a los
animales. Busca dar cuenta de que la separación de los animales sensibles de la
comunidad moral es un prejuicio irracional basado en el «especismo». De este modo, al
perseguir el discurso de los derechos de los animales un telos distinto al de los derechos
humanos y, al no existir en el marco biocéntrico una propuesta dirigida a unir o establecer
conexiones (más allá de analogías antropocéntricas) entre el mundo humano y el mundo
animal, concluyo que no hay intervención posible de este enfoque dentro del marco de
los derechos humanos.
486
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9.
10.
487
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11.
488
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12.
489
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
13.
Es un error considerar al ensayo «Should Trees have Standing?» del profesor de derecho
estadounidense Cristopher Stone, como el pionero de la causa por los derechos de la
naturaleza. En esta tesis demuestro, con base en las siguientes razones, que dicha
afirmación es falsa pues: 1) el profesor Stone considera a la naturaleza como un objeto
sin intereses propios; 2) en línea con lo anterior, nunca llegó a hablar de la naturaleza
como sujeto de derechos, sino, tan solo de la posibilidad de que se le conceda legitimación
procesal ante las Cortes; 3) mantiene el esquema costo-beneficio al momento de
reflexionar sobre nuestra relación con la naturaleza, al punto de ponerle precio a las rutas
migratorias de las ballenas; 3) considera que la respuesta está en continuar nuestro
dominio tecnológico sobre la naturaleza; y 4) rechaza de forma contundente a los pueblos
indígenas y otras culturas no occidentales como posible inspiración para la elaboración
de una ética ambiental que guie nuestras relaciones con el mundo no-humano.
La obra de Stone es citada como una de las principales fuentes de inspiración de uno de
los mayores exponentes del ecocentrismo espiritual, el sacerdote Thomas Berry en su
Gran Obra y, por su discípulo, el abogado Cormac Cullinan en su libro Derecho Salvaje.
Sin embargo, Stone se oponía, expresamente, a que el cambio deba partir de una
transformación en la conciencia de la humanidad o de la construcción de una nueva
espiritualidad que guíe nuestras relaciones con el mundo natural. A pesar de lo anterior,
el profesor Stone manifestó que los derechos de la Pachamama, consagrados en la
Constitución de Ecuador del 2008, eran un ejemplo de la aplicación de su propuesta
teórica. Esto, por las razones que detallaré en la conclusión siguiente, considero que es
un error.
14.
La relación que se suele hacer entre la obra de Stone y otras propuestas por los derechos
de la naturaleza como la de la Constitución de Ecuador del 2008 no es del todo precisa.
490
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Si bien existe una línea que conecta el trabajo del profesor Stone con la Constitución de
Ecuador a través de la organización estadounidense Community Environmental Legal
Defense Fund y su intervención en los debates constituyentes, el resultado final del texto
constitucional que reconoce derechos a la naturaleza o Pachamama tiene, según he
demostrado, mucho más que ver con la visión propia de los pueblos indígenas de Ecuador
que con la idea de una naturaleza-objeto del profesor Stone.
15.
491
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Hasta el momento, el ecocentrismo religioso ha sido traslado al discurso jurídico con dos
ejemplos: 1) el hinduismo fue la base para el reconocimiento de derechos a ríos, glaciares
y animales sagrados por parte de la Corte Suprema de Uttarakhand en la India, y 2) la
obra del sacerdote católico estadounidense Thomas Berry que, inspirado en las
reflexiones evolutivo-religiosas del también sacerdote francés Pierre Teilhard de Chardin,
son la base de la propuesta iusnaturalista no antropocéntrica del abogado Cormac
Cullinan y su libro Derecho Salvaje.
El sacerdote jesuita Pierre Teilhard de Chardin consideró que el surgimiento del ser
humano es fruto de la propia evolución de la vida del planeta. La Tierra habría dado paso
a esa membrana pensante conformada por lo humano para que, cuando evolucione hasta
el «Punto Omega», es decir, cuando todas las mentes se conecten y se produzca la
correflexión planetaria, el ser humano, como una sola mente, pueda actuar como la
conciencia de la Tierra. Al llegar a dicho punto se habría alcanzado la noósfera, el
momento de la hominización completa del planeta.
16.
El Gran Derecho (o gran ley) que propone Thomas Berry, implica ver al propio universo
como la primera comunidad sagrada, razón por la cual la comunidad humana se convierte
en sagrada sólo a través de su participación en la comunidad planetaria más amplia.
Transitar hacia el ecozoico requeriría, según Berry, pasar de nuestro centro humano a una
norma de realidad y valoración centrada en la Tierra. Esta, propone, es la Gran Obra de
492
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Las fuentes de sabiduría para construir dicha conciencia ecológica, de acuerdo con Berry,
son cuatro: la sabiduría de los pueblos indígenas, la sabiduría de las mujeres, la sabiduría
de las tradiciones clásicas y la sabiduría de la ciencia. Esto parece dar cuenta de un
enfoque pluralista en las reflexiones de Berry. Sin embargo, en mi opinión, el papel e
importancia práctica que otorga a las fuentes no occidentales de pensamiento no queda
del todo claro. En su obra defiende la idea de que todos nuestros relatos míticos deben
transformarse a la luz de lo que establecen las ciencias observacionales, como la ecología.
Las ciencias, sostiene, han superado ya el marco de comprensión mecanicista y han
reconocido que hay subjetividad en todo nuestro conocimiento. Para Berry, la ecología
debería convertirse en la reina de todas las ciencias y las humanidades. Esta nos ayudaría
a dar forma a un mundo viable para el futuro a través de la acción de sectores clave de la
sociedad como la religión, el derecho, la educación y la economía. En lo educativo, la
ecología debería ser la base de todos los cursos y programas, la medicina, la geografía o
el derecho. El universo será el primer maestro, pero no sólo ello, el universo debe ser, en
general, el modelo y el destino último en todos los asuntos terrenales: la corporación
económica primaria, el científico primario, el tecnólogo primario, el sanador primario, la
revelación primaria de lo divino, el artista primario, el maestro primario y, de especial
interés para esta tesis, el legislador primario. De esta forma, las representaciones de la
naturaleza dadas por la ciencia «occidental» serían, realmente, ese legislador primario al
cual Berry prefiero denominar «universo».
493
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Salvaje (Wild Law): concepto acuñado por Cormac Cullinan, pero con base en la obra de
Berry, por el cual se hace referencia al derecho legal que refleja la intimidad con la Tierra
que propone la filosofía de la Jurisprudencia de la Tierra; 4) Derecho de la Tierra (Earth
Right), se refiere a los derechos fundamentales de los miembros de la Comunidad de la
Tierra que nacen, directamente, de las leyes del universo (del Gran Derecho). Los
Derechos de la Tierra, a diferencia del Derecho Salvaje, no requieren de intermediación
humana, es decir, no dependen de la Jurisprudencia de la Tierra que elaboremos, son
derechos naturales que poseen los entes del mundo natural fundamentados en las leyes de
la naturaleza.
En el centro de la propuesta teórica de Cullinan estarían las leyes del universo, de las
cuales desprende toda su teoría sobre el derecho. Pero ¿cuáles son las leyes del universo?
¿quién las define? ¿cuándo estamos actuando a favor o en contra de ellas? El Gran
Derecho no representa lo que el universo es en sí mismo, sino, tan solo, lo que el análisis
científico es capaz de interpretar y describir de forma aproximada. De esta forma, sería la
ciencia «occidental» la que actuaría como nuevo fundamento para el otorgamiento de
todos los derechos. En su propuesta, todo el derecho humano, lo cual incluye el derecho
de los pueblos indígenas, está supeditado a las leyes del universo. En este esquema, la
pregunta sobre quién determina que pueblo indígena mantiene una relación armónica o
no con el mundo natural no es menor. Si los científicos, como señala Burdon, son los
primeros llamados a expresar lo que es el Gran Derecho en escenarios de conflicto, su
voz tendría más fuerza que la de los pueblos indígenas. Ese vínculo inseparable entre
494
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
seguir las «leyes del universo» y poseer derechos puede ser, en escenarios prácticos,
altamente peligroso.
Yo, por el contrario, sostengo, en línea con Leonardo Boff, que los pueblos indígenas no
tienen derechos diferenciales porque se acoplen mejor a una idea de lo «salvaje», sino
porque, desde su cultura, han forjado un lazo especial con su territorio por el cual han
luchado, con grandes sacrificios, en las calles, en los parlamentos y en los tribunales. Su
lucha no se legitima porque se encuadre en un «Gran Derecho» descrito y teorizado fuera
de su territorio y de sus cosmovisiones y, aquello, considero, es imprescindible tenerlo
presente. Los problemas sobre la naturaleza no hablan de la naturaleza, sino de las
representaciones que hacemos de ella, si construimos una teoría que otorgue a una de esas
representaciones, aquella que hable por el «Gran Derecho», la capacidad de decidir el
valor del resto, corremos un gran riesgo, el del monismo cientificista.
17.
18.
El territorio indígena no debe ser visto como un espacio geográfico cerrado en fronteras
estables heredadas de un pasado idealizado. El territorio es, por el contrario, un concepto
poroso que simboliza la búsqueda constante de identidades, intercambios y mutuas
influencias. Así, cuando digo que los derechos de la naturaleza deben nacer del territorio
indígena no estoy suscribiendo la idea esencializada del «indígena ecológico» –aquello
los convertiría en actores pasivos frente a una historia ya escrita que se posa de forma
supuestamente natural e inevitable sobre ellos–, por el contrario, doy cuenta de que son
protagonistas activos en la construcción de mundo.
19.
496
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
Por lo anterior, considero que es un error presentar a los derechos de la naturaleza como
una lucha uniforme en la que todos y cada uno de los actores comparten las mismas
reflexiones respecto a la importancia o razones para cambiar el enfoque del ser humano
de superior a parte de la naturaleza. Sostengo lo contrario, digo que si bien existen puntos
de encuentro en la lucha global contra el antropocentrismo las raíces filosóficas y
científicas de las que se alimenta el ecocentrismo «occidental» distan mucho de las que
vienen practicando y ejerciendo, por ejemplo, pueblos indígenas de distintas partes del
mundo y, en especial, de América. Esta diferencia hace que las reivindicaciones de cada
enfoque no sean necesariamente las mismas.
20.
La respuesta no es buscar un concepto o proyecto global dentro del cual se puedan ver
representadas todas y cada una de las entidades hasta ahora excluidas del debate. El
ecozoico que propone Berry –y suscribe Arturo Escobar–, muestra una naturaleza que no
es equiparable a la de muchos pueblos indígenas del mundo. Sin embargo, bajo la
poderosa narrativa de la indispensable transición hacia otra era diseñada, como siempre,
desde centros de pensamiento hegemónico, las diferencias parecen tomar un segundo
plano de importancia.
21.
Lo transmoderno requiere de instituciones desde las cuales nos podamos articular, y los
derechos humanos, cuyo ejercicio ha estado siempre es disputa, son un excelente
497
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
candidato para dicha tarea. Tal como el «eco» del ecocentrismo desestabiliza cualquier
intento de centralidad hegemónica, lo «humano» de los «derechos» desarticula
constantemente cualquier intento de esencialización y dominación a través del discurso
jurídico, o, al menos, así parece haberlo demostrado hasta ahora su ejercicio. En mi
opinión, la estrategia más prometedora es desestabilizar el carácter universal que ha
pretendido otorgar el discurso liberal, eurocéntrico, antropocéntrico y androcéntrico a los
derechos humanos y, a través de prácticas subalternas, ofrecer al mundo otras posibles
definiciones de lo humano.
Por otro lado, creo que es especialmente relevante hablar de las naturalezas que se forman
en lo humano y lo local y no, únicamente, de la se escribe en laboratorios de pensamiento
y experimentación de «occidente». Lo anterior me lleva a rechazar aquellas posturas
contrarias a la articulación entre el discurso de los derechos de la naturaleza y los derechos
humanos. Con mucha frecuencia, cuando se pierde esa conexión, se acude a una
naturaleza definida en términos universales para dictar los mandatos morales que deben
regir a todas las poblaciones, en todo lugar y en todo tiempo.
Por lo expuesto, defiendo la idea de que la vinculación estratégica entre los derechos
humanos y los derechos de la naturaleza nos permite evitar abstracciones que pueden
llegar a ser peligrosas al momento de decidir tanto qué es la naturaleza y cuáles son sus
intereses como qué es lo humano y cuál es el mundo que percibe.
22.
Una vez aclaradas las distintas naturalezas que podemos invocar cuando hablamos de sus
derechos, la siguiente tarea será, ahora sí, establecer mecanismos adecuados para articular
sus estrategias de representación desde los derechos humanos. Esta tesis aporta la
necesaria estructura conceptual para dicha misión. Un marco teórico que al inicio de mi
investigación no encontré y que, afortunadamente, me motivó a investigar sobre qué se
estaba invocando cuando se afirma que la naturaleza tiene un valor intrínseco. Establecer
herramientas jurídicas concretas para ampliar las voces de quienes pueden hablar en
nombre de la naturaleza es una de las líneas de investigación que se desprenden de esta
tesis.
498
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
que la ecología política que se está realizando en Latinoamérica es, precisamente, la que
denunciaba Latour en Francia, una que no ha hecho más que unir las palabras «ecología»
y «política», pero sin discutir que se quiere decir con cada una de ellas. Sin embargo,
comprobar esta hipótesis requiere de un estudio amplio que podría ser una tesis en sí
misma dada la magnitud de autores, libros y artículos que ha agrupado la ecología política
en América Latina. Aquella, espero, sea también una de mis líneas de investigación a
futuro.
499
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
ABSTRACT:
This thesis is not about "nature" and which would be its "rights", but about the different
"natures" that emerge from philosophical reflection, ontological experience or scientific
narrative and the debates that each of them has generated about the origin and scope of
"rights". From this perspective, this study asks what kind of nature is invoked when non-
human entities are proposed to be rights-holders, to which voices their representation is
granted, and the possible human, political and democratic consequences of such a
concession.
From this perspective I propose a classification of the main ways in which philosophy
has represented the relationship between human beings and nature. This classification has
been based on a demarcation proposal on what corresponds to the anthropocentric, the
biocentric and the ecocentric approach. The elements that identify each of these positions
are presented, who are their main exponents, how each of these models has been
articulated through law and what have been the practical consequences of their
development, mainly in Latin America.
In the second chapter, entitled "Biocentrism, the moral value of the living and
animal rights", I argue that the classification between strong and weak biocentrism is
incorrect. In contrast, I propose to divide these positions into utilitarian/sensocentrist
biocentrism and conatus biocentrism. This division allows me to offer clarity to the debate
and to establish what have been, from the philosophical point of view, the defining
500
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
The third chapter is titled "Ecocentrism, the intrinsic value of ecosystems and the
rights of nature". In it, I present the origin of the philosophical-ecocentric debate, offering
a specific perspective for its approach. I start from the consideration that the ecocentric is
not limited to what is known as the "deep ecology" movement, nor to the theorizations of
the conservationist school of thought. In contrast, I propose that ecocentrism can take
three forms: 1) "Western" conservationist ecocentrism; 2) religious ecocentrism; and 3)
decolonial ecocentrism. After explaining the particularities of each approach, I give an
account of why the construction of the ideal of the rights of nature that follows from each
of them defines and thus protects distinct natures. Namely, that the nature that a
conservationist ecocentrist observes through "Western" science is not the same nature
that a spiritual ecocentrist venerates through his/her religious practice or the nature that a
decolonial ecocentrist lives from his/her ontology. This division helps me to formulate a
critical analysis on the different theoretical proposals that have emerged on the "rights of
nature" from the "West" and their applicability to the Latin American reality. In the latter
case, I pay special attention to the differences between the claim for the rights of nature
and the fight of the indigenous peoples for their rights to their lands and territories.
501
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
CONCLUSIONS
1.
In contrast to what much of the specialized literature proposes, I believe that there is no
such thing as a strong and a weak moral anthropocentrism. On the contrary, I argue that
all forms of moral anthropocentrism, insofar as they separate non-human beings from the
circle of morality, are necessarily strong. This is so even in those positions that recognize
indirect duties towards nature. In these cases, far from what the adjective "weak" intends
to indicate, our vulnerability to the environment neither "weakens" nor "moderates" the
centrality of the human, but, on the contrary, reinforces it. This fragility translates into
strategies to accelerate our scientific progress and reduce the risks of our life on the planet.
Nature thus becomes a measurable thing, susceptible to be understood and mastered under
the lens of "Western" science or, in other words, a resource capable of being managed by
humans based on rational cost-benefit calculations.
2.
The traditional human right to a healthy environment takes into account only scientific-
numerical calculations related to the distribution of environmental impacts among
humans. This approach, which continues to see nature as something distinct and capable
502
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
of being controlled by human beings, is a product of the great influence that Descartes'
ontological proposal has on our way of seeing the world. This dualism is present in the
traditional anthropocentric and individualistic Kantian foundation of human rights, but
also in the configuration of an environmental law obsessed with "predicting"
environmental results and directing a risk management program. In this second
dimension, the anthropocentric vocation of domination of nature is expressed through as
scientific optimism that seeks, through law, to convert the inevitable ecological
uncertainty into a language of numerical probabilities. Therefore, the failure in the
management and control of natural processes and risks is not attributed to a civilizational
problem, but to a problem of lack of knowledge or competence.
3.
The terms biocentrism and ecocentrism should not be used as synonyms. Biocentrism
concentrates on individual life, either in sensocentric terms (animals) or in terms of vital
impulses (also plants). A biocentrist does not consider that inert matter (rivers, mountains,
glaciers, etc.) should have moral relevance of its own. On the one hand, unlike
anthropocentric positions, biocentrism seeks the preservation of living beings for the
interest they possess themselves and not for their usefulness to human beings. On the
other hand, in contrast to ecocentrism, biocentrism places the moral status on individual
creatures and not on the group as a whole. That is to say, it is not holistic. Therefore,
biocentric-sensocentric authors do not consider that the species, as a whole, has moral
relevance, but that each animal individually considered has moral relevance. In the same
way, a conatus biocentrist does not believe that the forest has an interest in itself, but that
each of the trees in it does.
4.
It is a mistake to classify the forms of biocentrism into weak and strong, because the
supposed hierarchy between species -or lack of it- that each model would propose says
nothing about the strength or weakness of the moral consideration that each author gives
to the species he or she takes into account. The fact that a starting point integrates fewer
species does not mean that this proposal is "weaker" in moral terms than its alternatives.
On the contrary, proposals that integrate more species tend to defend weaker moral
claims. Therefore, neither the fact that all species count morally does not imply a
"stronger" moral protection, nor the fact that only a few do so implies a "weaker" one, as
is often mistakenly established.
503
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
In line with the above, not all biocentric authors use the term "moral rights" for their
ethics and those who do use it limit its applicability. These notable differences between
biocentric authors regarding the question of who deserves moral rights and who does not,
once again, shows that the classification between weak and strong biocentrism does not
seem to be entirely accurate. Therefore, I argue that the different biocentric approaches
are not differentiated by their "strength" or "weakness", but by the philosophical-moral
starting point taken by each author to determine which beings should be considered as
members of the circle of morality. Therefore, I propose an alternative classification
between utilitarian-sensocentrist biocentrism and conatus biocentrism.
5.
Biocentrism, although plausible as an ethical proposal that invites us to think about moral
consideration beyond the human being, is based on particular and incomplete
understandings of life. On the one hand, sensocentric biocentrism values the sentient
animal, attributing moral importance to it based on its proximity to the human capacity
to experience pleasure or pain. This is a process full of anthropocentrism from the
beginning, since it demands from other beings what we possess, "humanizing" them until
they can be accepted in our moral circle. The anthropomorphization of animals in this
form of biocentrism can go to the extreme of depositing in them not only rights but also
obligations. This is what Sue Donaldson and Will Kymlicka propose in their book
"Zoopolis" when they define animals as citizens with different rights and responsibilities:
domestic animals would be full citizens who must comply with the duty to feed
themselves on a vegan diet (apart from the animal's natural diet); wild animals would be
sovereigns of their territories who, if they come dangerously close to our human domains,
can be considered enemy-invaders; and liminal or border animals would be immigrants
with a few rights, easily revocable. In this way, the behaviors that animals should have
are designated taking as a reference parameter not only the human being's capacity to
feel, but also, going much further, the social organization that he has devised.
On the other hand, conatus biocentrism defines the living from the paradigm of the
atomized individual. Both Feinberg and Taylor understand life in terms of some kind of
inner compulsion toward a goal. Plants express a kind of effort to live, to preserve
themselves, that is, a conatus. This allows Taylor to characterize them, as something
living that deserves moral consideration. This implies providing a certain teleological
character to beings that possess life, namely: what is alive is that which tries to live. In
504
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
this way, all biological beings are granted moral relevance, but only as individual beings,
since, as I have already said, biocentrists do not find in ecosystems, the biosphere or
diversity in general any moral relevance whatsoever; in them, they maintain, there is no
clear expression of an effort to maintain themselves. Neither, therefore, would inert matter
have any moral relevance: rivers, mountains or glaciers. In them there seems to be no
conatus and, therefore, from their point of view, no life either.
However, modern science, on the one hand, and the cosmovisions of certain indigenous
peoples from different parts of the world, on the other, express and have expressed other
ways of understanding life. In recent years, science has given a thermodynamic and
biogeochemical definition of life. This approach, defended by scientists such as
Vernadsky or Lovelock, maintains that life is an order of low entropy to which the
biosphere or, more broadly, Gaia, has arrived from ordered processes between inert matter
and living matter. On the other hand, various indigenous peoples from different parts of
the world, as modern anthropology has made visible, express ontological forms of being
in the world that, based on totemism or animism, blur the traditional "Western" division
between the human and the non-human, the living and what, under classical "Western"
parameters, is not. Therefore, I maintain that the life that concerns biocentrists is only one
among the different ways of understanding the living and, in my opinion, incomplete.
6.
The frequent statement that the pioneer of animalistic thought was the utilitarian
philosopher Jeremy Bentham should be revised. This idea goes back to the incomplete
reference that Peter Singer makes to a phrase of the aforementioned philosopher. In the
quote reproduced by Singer and, through him, by other authors who have followed his
school of thought, an important part of Bentham's original text is omitted, one in which
the author himself states that his reflection on the moral consideration of animals took as
inspiration what, for centuries before him, had already been established by Hinduism and
Islam. It is convenient, then, to nuance the statement that the animalist cause begins with
Bentham, since erasing non-"Western" sources from the history of thought is not only not
ethical, but also a way of presenting the debate in linear terms, where "the West", as
always since the Enlightenment, is presented as the paradigm of "progress".
505
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
7.
The only biocentric proposal that has been applied within the legal discourse is the
biocentric-sensocentric one, through the animal rights discourse. In Latin America, the
cases of the orangutan Sandra, the chimpanzee Cecilia and the bear Chucho illustrate the
contributions of the biocentric approach in expanding the community of justice and,
therefore, the recognition of rights beyond the human being. However, the successes of
the movement should not pause the debate on the important issues that also arise from it.
In the first place, as has been demonstrated with each of the case studies mentioned in the
previous paragraph, the search, at any cost, for symbols for the animalist cause can be
more detrimental than beneficial for the animals involved. Letting Chucho the bear go
free, perhaps, was not in his best interest, however, the simplification of the debate in
favor of an uncritical pragmatism does nothing more than hide the necessary and complex
discussion about what was really appropriate for Chuco the bear, listening to as many
voices as possible. The search for the most appropriate in each case is also important
because the romanticization of the animalist cause can lead to major ecological disasters.
This is demonstrated by the case of the hippopotamuses of the Magdalena River in
Colombia discussed in this thesis.
Although animalist movements often emphasize their connection with certain animals,
this connection does not come to represent a relationship of mutual constitution. The
system of hierarchies present in all biocentric theoretical proposals shows the absence of
such a horizontal relationship. If the problem has been the attitude of superiority towards
the natural that has dominated the recent history of humankind, the answer cannot be to
create other superior animals, which will become luxury guests in our club of morally
506
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
relevant subjects. We must go to the root of the matter, to the definition of "human". This
is also fundamental because of one of the other criticisms that can be made to the animal
rights movement, its oblivion and, in some cases, even disdain, for humans, who are also
marginalized. By focusing on the injustice in which certain animals live, answers are
universalized, and acts carried out in both the North and the global South are often
criticized under the same parameters.
I believe that thinking of the natural world in terms of hierarchies and deriving ethical
duties from it is the framework that makes possible - but does not necessarily produce -
exclusions such as those mentioned above. To this must be added the individualistic
character of his moral concern. When the subject is seen in an atomized way, the
relationships or the context within which it develops lose value. If we are concerned only
with animals as individuals with an atomized biographical life, we neglect the fact that
the life or death of these beings is the result of a larger context of exploitation, in which
the human being can also be a victim.
8.
A biocentric interpretation of human rights is not possible. I argue that, since the central
locus of human rights is inevitably the human being, the only two ways of incorporating
nature into its discourse are: 1) to explain why it is important for the fulfillment of human
purposes to preserve certain environmental elements, and 2) to propose a redefinition of
"the human", that is, of what constitutes us and which, therefore, must be protected within
human rights. The first proposal is the one that follows the anthropocentric protection
model. The second, on the contrary, seeks to work on the foundations of what is human
and to realize that its definition requires taking into account the human part that is
constructed from its relationship with the other beings that inhabit the planet. In the first,
the relationship is instrumental and comprises a subject that grants values (human being)
and an object (nature) that receives them. In the second, the relationship is one of mutual
constitution and comprises two subjects (human being-nature) whose value, being
independent, defines the other.
The discourse of animal rights completely disregards the two objectives outlined above.
Thus, it neither claims that the non-human world is a constitutive part of the human being
nor that it is functionally relevant to the human. On the contrary, it develops its argument
in the opposite direction, that is, by "humanizing" animals. It seeks to account for the fact
that the separation of sentient animals from the moral community is an irrational prejudice
507
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
based on "speciesism". Thus, since the discourse of animal rights pursues a different goal
from that of human rights, and since there is no proposal in the biocentric framework
aimed at establishing connections (beyond anthropocentric analogies) between the human
world and the animal world, I conclude that there is no possible intervention of this
approach within the framework of human rights.
9.
10.
11.
509
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
by mastering its secrets to the point that there will be no other nature than the one
determined by "Western" science. Neither Callicott nor Lovelock dispute the idea of
progress; on the contrary, they depart from it.
12.
510
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
1) Professor Stone considers nature as an object with no interests of its own; 2) in line
with the above, he never spoke of nature as a subject of rights, but only of the possibility
of being granted legal standing before the Courts; 3) he maintains the cost-benefit scheme
when reflecting on our relationship with nature, to the point of putting a price on the
migratory routes of whales; 3) considers that the answer lies in continuing our
technological dominance over nature; and 4) strongly rejects indigenous peoples and
other non-Western cultures as a possible inspiration for the elaboration of an
environmental ethic to guide our relations with the non-human world.
Stone's work is cited as a major source of inspiration by one of the greatest exponents of
spiritual ecocentrism, the priest Thomas Berry in his Great Work, and by his disciple, the
lawyer Cormac Cullinan in his book Wild Law. However, Stone was expressly opposed
to the idea that change must come from a transformation in the consciousness of humanity
or from the construction of a new spirituality to guide our relations with the natural world.
Despite the above, Professor Stone stated that the rights of Pachamama, enshrined in the
2008 Constitution of Ecuador, were an example of the application of his theoretical
proposal. This, for the reasons that I will detail in the following conclusion, I consider to
be a mistake.
14.
The relationship that is often made between Stone's work and other proposals for the
rights of nature such as the 2008 Constitution of Ecuador is not entirely accurate.
Although there is a line that connects the work of Professor Stone with the Constitution
of Ecuador through the U.S. organization Community Environmental Legal Defense
Fund and its intervention in the constitutional debates, the final result of the constitutional
text that recognizes rights to nature or Pachamama has, as I have shown, much more to
do with the vision of the indigenous peoples of Ecuador than with the idea of a nature-
object of Professor Stone.
511
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
15.
So far, religious ecocentrism has been transferred to legal discourse with two examples:
1) Hinduism was the basis for the recognition of rights to rivers, glaciers and sacred
animals by the Supreme Court of Uttarakhand in India, and 2) the work of the American
Catholic priest Thomas Berry who, inspired by the evolutionary-religious reflections of
the French priest Pierre Teilhard de Chardin, are the basis of the non-anthropocentric
iusnaturalist proposal of the lawyer Cormac Cullinan and his book Wild Law.
The Jesuit priest Pierre Teilhard de Chardin considered that the existence of the human
being is the result of the evolution of life on the planet. The Earth would have created this
thinking membrane formed by the human so that, when it evolves to the "Omega Point",
that is, when all minds are connected and the planetary co-reflection takes place, the
human being, as a single mind, can act as the conscience of the Earth.
512
Naturalezas y Derechos | Digno Montalván Zambrano
16.
The Great Law proposed by Thomas Berry implies seeing the universe itself as the first
sacred community. Meanwhile, the human community becomes sacred only through its
participation in the larger planetary community. . This, he proposes, is the Great Work
of our time, to make the Earth or, as Berry calls it, this "biospiritual planet" the source of
all our knowledge, institutions and ethics. The sources of wisdom for building such
ecological consciousness, according to Berry, are four: The wisdom of indigenous
peoples, the wisdom of women, the wisdom of classical traditions, and the wisdom of
science. This seems to account for a pluralistic approach in Berry's reflections. However,
in my opinion, the role and practical importance he gives to non-Western sources of
thought is not entirely clear. In his work he argues for the idea that all our mythical
narratives must be transformed in the light of what observational sciences, such as
ecology, establish. The sciences, he argues, have now moved beyond the mechanistic
framework of understanding and have recognized that there is subjectivity in all our
knowledge. For Berry, ecology should become the supreme of all the sciences and
humanities. It would help us shape a viable world for the future through action in key
sectors of society such as religion, law, education and economics. In education, ecology
should be the basis of all courses and programs, medicine, geography or law. The universe
will be the primary teacher, but not only that, the universe should be, in general, the model
and ultimate destiny in all matters on earth: the primary economic corporation, the
primary scientist, the primary technologist, the primary healer, the primary revelation of
the divine, the primary artist, the primary teacher and, of special interest to this thesis, the
primary lawgiver. In this way, the representations of nature given by "Western" science
would be the actual primary lawgiver, which Berry prefers to call the "universe".
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Cullinan, following Berry, states that in order to rediscover the Jurisprudence of the Earth
and develop forms appropriate for our time it is essential to begin by observing the laws
dictated by the Great Law, that is, the fundamental principles that govern the universe.
Once, following the laws of the universe, we have formulated an Earth Jurisprudence (a
human philosophy) that enables us to live harmoniously with the universe, we can derive
appropriate legal systems. These new laws or judgments are what he calls Wild Law.
Thus, the scheme he proposes would be the following: from the Great Law (from the laws
of the universe) is derived directly a Right for the Earth (a natural right for the components
of nature), but, also from our human reflection on the Great Law, a Jurisprudence of the
Earth (a philosophy) that inspires us to create a Wild Law (laws in the juridical-formal
sense).
At the core of Cullinan's theoretical proposal would be the laws of the universe, from
which he derives his entire theory of law. But what are the laws of the universe, who
defines them, when are we acting for or against them? The Great Law does not represent
what the universe is in itself, but only what scientific analysis is capable of interpreting
and describing in an approximate way. Thus, it would be "Western" science that would
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act as the new foundation for all rights. In his proposal, all human rights, including the
rights of indigenous peoples, are subordinated to the laws of the universe. In this scheme,
the question of who determines which indigenous people do or do not maintain a
harmonious relationship with the natural world is not a minor one. If scientists are the
first ones called upon to express what the Great Law is in conflict scenarios, their voice
would have more force than the voice of indigenous peoples. This inseparable link
between following the "laws of the universe" and having rights can be, in practical
scenarios, highly dangerous.
On the contrary, I maintain, in line with Leonardo Boff, that indigenous peoples do not
have differential rights because they fit better with an idea of the "wild", but because,
from their culture, they have constructed a special bond with their territory for which they
have fought, with great sacrifices, in the streets, parliaments and courts. Their fight is not
legitimized because it is based on a "Great Law" described and theorized outside their
territory and their worldviews.
17.
approach that internalizes permanent contradiction as its starting element and controlling
factor. If the new hybridity does not embrace contradiction as a method, it may turn into
a new homogenizing universal. At the same time, embracing contradiction requires as a
necessary condition the identification of all those worlds we inhabit, of the pluriversal of
the universe. Finally, remaining in the pluriverse isolates and paralyzes, it is necessary
approaches that give answers to ontologies in constant encounter, critical, baroque, hybrid
approaches. I believe that the implementation of these three approaches in parallel allows
us to avoid creating new essentialisms, while at the same time promotes a real dialogue
and encounter between worlds, for the construction of other worlds.
18.
Getting out of the traps of uncritical assimilation when we speak of the rights of nature
within indigenous contexts requires presenting them as the result of the dynamics from
which the human being-nature relationship is expressed in their territories. To translate
this into legal terms: it implies seeing the right to territory of indigenous peoples as the
source of the rights of nature.
Indigenous territory should not be seen as a geographic space enclosed in stable borders
that have been inherited from an idealized past. Territory is, on the contrary, a porous
concept that symbolizes the constant search for identities, exchanges and mutual
influences. Thus, when I say that the rights of nature must be born from the indigenous
territory, I am not subscribing to the essentialized idea of the "ecological indigenous", on
the contrary, I realize that they are active protagonists in the construction of the world.
19.
The strategic linkage that academics and social actors have made between the discourse
of indigenous peoples and the rights of nature has almost completely blurred the
differences. This, I have warned in this thesis, represents a great risk. The different
epistemic parameters and political objectives from which the rights of nature and the right
to territory of indigenous peoples have been conceived reflect different realities. While
the Western discourse of the rights of nature is the product of a philosophical-moral,
conservationist, scientistic and iusnaturalist debate, the right to territory is a claim for the
construction of meanings, for the exercise of the ontological and relational plurality of
indigenous peoples with their environment.
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20.
The emancipatory character of the ecocentric is that it does not presuppose a determined
center. The "eco" of this "centrism" has no single point of departure or arrival. In the
"eco" of ecocentrism, there is no center, but a group of discourses in dispute, mutual
negation or constant negotiation. So, to the question, is ecocentrism a new paradigm? I
will answer, no, because it is neither "one" nor "new". However, faced with the question,
should we continue speaking of ecocentrism? I will answer yes, precisely because it is
neither "one" nor is it in all cases "new". It is not necessarily the product of the advance
of "Western" progress, in fact, in some cases; it is a tool that accompanies historical fights,
precisely, against that narrative of the world.
The answer is not to look for a global concept or project within which each and every one
of the entities so far excluded from the debate can be seen to be represented. The ecozoic
proposed by Berry -and subscribed by Arturo Escobar- shows a nature that is not
comparable to that of many of the indigenous peoples of the world. However, under the
powerful narrative of the necessary transition to another era designed, as always, from
centers of hegemonic thought, the differences seem to take a secondary level of
importance.
21.
The transmodern requires institutions from which we can articulate ourselves, and human
rights, whose exercise has always been in dispute, are an excellent candidate for such a
task. Just as the "eco" of ecocentrism destabilizes any attempt at hegemonic centrality,
the "human" of "rights" constantly disarticulates any attempt at essentialization and
domination through legal discourse, or, at least, that is how its exercise has been
demonstrated so far. In my opinion, the most promising strategy is to destabilize the
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On the other hand, I believe that it is especially relevant to speak of the natures that are
formed in the human and the local and not, only, of that which is written in laboratories
of thought and experimentation of the "West". This leads me to reject those positions
contrary to the articulation between the discourse of the rights of nature and human rights.
Too often, when this connection is lost, a universally defined nature is used to dictate the
moral mandates that should govern all populations, everywhere and at all times.
I therefore argue that the strategic linkage between human rights and the rights of nature
allows us to avoid abstractions that can be dangerous when deciding what nature is and
what its interests are, as well as what is human and what is the world it perceives.
22.
Having clarified the different natures that we can invoke when we speak of their rights,
the next task will be, now, to establish adequate mechanisms to articulate their
representation strategies from a human rights perspective. This thesis provides the
necessary conceptual structure for such a mission. A theoretical framework that I did not
find at the beginning of my research and that, fortunately, motivated me to investigate
about what is being invoked when it is affirmed that nature has an intrinsic value.
Establishing concrete legal tools to amplify the voices of those who can speak on behalf
of nature is one of the lines of research that will emerge from this thesis.
I also hope to engage in the debates of Latin American political ecology. Although I have
introduced several of its exponents throughout this thesis, I have not proposed a
systematization of their proposals. This absence has a justification: I suspect that the
political ecology being carried out in Latin America is precisely the one denounced by
Latour in France, one that has done no more than join the words "ecology" and "politics",
but without discussing what is meant by each of them. However, proving this hypothesis
requires a broad study that could be a thesis in itself given the magnitude of authors,
books and articles that political ecology in Latin America has brought together. That, I
hope, will also be one of my future lines of research.
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ingreso el 30 de septiembre de 2020.
Corte IDH, Ficha del Caso Pueblos Indígenas U’wa y sus miembros Vs. Colombia,
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Corte IDH, Ficha del Caso Pueblos Rama y Kriol, Comunidad de Monkey Point y
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(inicio de trámite el 17 de enero del 2022)
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