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La Angustia y La Muerte en Martin Heidegger
La Angustia y La Muerte en Martin Heidegger
general la libertad, con diría Sartre. El ser del daseín incrustado en el tiempo general una abertura en
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la realidad, esa irrupción fenomenológica de la vida fáctica en el tiempo histórico genera la posibilidad
de la historia como tal, del ser histórica, su historicidad, en ese sentido gracias a la muerte el tiempo
existe y al mismo tiempo el daseín.
¿Pero si somos seres para la muerte, cual es el sentido de esta existencia singular? Aceptar el
hecho que somos seres para la muerte no es caer en fatalismo, el vitalismo l aceptaba de la mejor
manera, la vida al ser una irrupción singular y contingente en la existencia de la materia se entiende el
hecho de que no puede existir sin la muerte, por eso apuntaba más arriba que el tiempo daba la
posibilidad de la existencia del Daseín.
“No debe confundirse, la angustia ante la muerte con el miedo a dejar de vivir. La angustia no
comprende una “flaqueza” temporal del sujeto sino una disposición afectiva “fundamental” del
Daseín. Ahora bien, el que muchos nieguen el fin es prueba, que el Daseín tiene la particularidad
de ocultarse en su vuelto-hacia-la-muerte y, por lo tanto, puede huir temporariamente. En pocas
palabras, en la medida en que vive, el Daseín muere constantemente en el ser-caído de su
cotidianeidad. En él con-vivir se puede concebir la muerte como un evento –lejano o cercano-
difuso que puede llegar o no, pero por el momento no amenaza. En este punto, el Daseín
convierte un fenómeno que es intrínsecamente mío en algo público que debería ocurrirle a “otro”
(Heidegger, 1996: 52).
La angustia por la posibilidad de la muerte, es posibilidad de aun no- de posibilidad de n seguir
con otros, e cuando el daseín coge su mayor madurez, pero paradójicamente el fin amenaza al Daseín.
El hombre no está angustiado por esto o lo otro, el hombre es angustia ontológica, esa radicalidad
óntica de soledad lo hace un ser vulnerable, un ser que pide a gritos un sentido para su vida, para su
existencia, un ser que desea ser “salvado». La existencia abruma ¿Imagina que la vida no tiene
sentido? Despertarnos a media noche y sentir el ruido de nada y pensar en el infinito ¿Qué hago aquí?
En este sentid debemos diferencias el miedo a al especifico que el miedo a nada, la angustia es miedo
a la nada, por el mero hecho de estar arrojado al mundo, escupitado como diría Ortega, este sentimiento
de extrañeza rareza, como que algo no cuaja constantemente en nuestra vida, o simplemente no
podemos deshilar los hilos del drama de nuestra existencia trágica, en ese sentido la lo trágico de la
existencia deviene en una cotidianidad metafísica. Lo absurdo del mundo de la existencia debe ser
superado por la aprehensión concretar de nuestra existencia.
“La muerte es una posibilidad de ser que ha de tomar sobre sí en cada caso el «ser ahí» mismo.
Con la muerte es inminente para el «ser ahí» él mismo en su «poder ser» más peculiar. En esta
posibilidad le va al «ser ahí» su «ser en el mundo» absolutamente. Su muerte es la posibilidad
del «ya no poder ser ahí». Cuando para el «ser ahí» es inminente él mismo como esta
posibilidad de él, es referido plenamente a su «poder ser» más peculiar. Así inminente para sí
mismo, son rotas en él todas las referencias a otro «ser ahí». Esta posibilidad más peculiar e
«irreverente» es al par la extrema. En cuanto «poder ser» no puede el «ser ahí» rebasar la
posibilidad de la muerte. La muerte es la posibilidad de la absoluta imposibilidad del «ser ahí».
Así se desemboza la muerte como la posibilidad más peculiar, irreverente e irrevisable. En
cuanto tal, es una señalada inminencia. Su posibilidad existenciaria se funda en que el «ser ahí»
es abierto esencialmente para sí mismo, y lo es en el modo del «pre-ser-se». Este elemento
estructural de la cura tiene en el «ser relativamente a la muerte» su más original concreción. El
«ser relativamente al fin» se hace un fenómeno más claro en cuanto «ser relativamente a la
señalada posibilidad del «ser ahí»» que acabamos de caracterizar”» [Heidegger, Ser y Tiempo,
§50].
El miedo a la muerte no es realmente porque el daseín dejará de existir, sino que el Mitsein
dejará de existir, el ser para otros, es decir se nutra relación con los oros lo que nos causa realmente
FILOSOFIA
GRADO 11° - 2023
I PERIODO
pavor, es lo que dejamos aquí, en la existencia trágica, en la nada, no es que vamos hacia la nada, es
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que ya estamos en la nada, ejerciendo nuestra libertad dialógica con otros.
“Estamos “suspensos” en angustia. Más claro, la angustia nos deja suspensos porque hace que
se nos escape el ente en total. Por esto sucede que nosotros mismos–estos hombres que
somos–, estando en medio del ente, nos escapemos de nosotros mismos. Por esto, en realidad,
no somos “yo” ni “tú” los desazonados, sino “uno”. Sólo resta el puro existir en la conmoción de
ese estar suspenso en que no hay nadado nade agarrarse.” (Heidegger, 1974: 51)
El proyecto teórico de Heidegger desde el inicio en su ontología hermenéutica de la facticidad
pasando por ser y Tiempo hasta Carta sobre humanismo, es un develar el ser, pero un ser que es
tremendamente angustiado por algo que él no puede controlar, la muerte, e incluso la vida; La muerte
es la posibilidad más propia del Daseín, por el simple hecho que todos morimos, esa posibilidad es de
las más radicales de nuestra existencia, yo mismo ahora cuando pienso en ese momento siento
nostalgia o miedo, digamos que es un fenómeno co-esencial del daseín. En ese sentid Heidegger nos
presenta la muerte como la radical imposibilidad de existir. Su fin, su desenlace total. La muerte es la
realidad que acompaña al daseín en todo su desenlace, en todo su trayecto temporal, histórico, factico
y óntico, y cuando se hace patente reduce todo al vacío. Son realidades irrefutables e implacables, así
como el amor es el cogido irrefutable de la existencia, la muerte pone fin a ese dolor existencial.
La pregunta fundamental de la filosofía es darle respuestas radicales y profundas a la existencia,
sobre todo buenas pregonas, las respuestas vendrán después, pero siempre son necesarias que la
filosofía deba dar respuestas así mismo como lo hace la ciencia, sin la necesidad de caer en
cientificismo obtusos y anti metafísicos al estilo Mario Bunge o la filosofía analítica. Ya que el fin de la
filosofía es práctica, y al mismo tiempo teorética, siguiendo e Edgar Morin la filosofía debe traspasar
los límites del pensamiento fragmentario actual y apelar a la complejidad, una complejidad ontológica
que aprehenda la esencia de las cosas y ayude a mejorar nuestras condiciones sociales y existenciales.