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"El peso de la historia":

El desconocido documental de Carlos Altamirano


domingo, 09 de septiembre de 2018
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María Octavia Rivas.
Reportajes
El Mercurio

Detalles inéditos del filme que prepara el hijo de Carlos Altamirano desde 1999. Recorridos por Ranco, Portillo, París y
La Florida, donde el ex secretario general del PS repasa su vida política, su renovación y la mirada actual del
socialismo. "El Mercurio" accedió a las imágenes, videos y horas de conversación entre dos Altamirano.

Es la Navidad de 2005 y Carlos Altamirano Orrego está sentado en el living de la casa de su hijo Juan Carlos Altamirano Celis,
en el lago Ranco. Es un día soleado y el paisaje verde inunda la cabaña de amplios ventanales. Su nieto, de unos 8 años, se
acerca y le entrega un regalo al ex secretario general del PS durante el gobierno de la Unidad Popular.

El "tata", como le dicen, lo abre lento y no parece sorprenderse con lo que ve: una publicación de 1973 enmarcada, donde
aparece él junto a varios dirigentes de izquierda bajo la siguiente leyenda: "La Junta Militar de Gobierno ordena: ubicar y
detener a las siguientes personas".

Altamirano es uno de los que aparece encabezando la lista.

-Un regalo de Pascua, pero muy agradecido... déjame ver. ¡Ah! ¿Me viste aquí, de malo? ¿Viste cómo me perseguían?", le dice
el abuelo al niño.

-¿Por qué eras el más perseguido en Chile?, pregunta al ex dirigente socialista su hijo Juan Carlos, quien graba la escena.

-No sé poh, responde.

La imagen se corta y en la pantalla aparece el Altamirano de la UP, en un encendido discurso. En blanco y negro, hablando de
oligarquías y socialismo. Así comienza un largo viaje al pasado, salpicado de presente.
Un documental con 19 años de grabación

De regreso al 2018, estamos en El Pangue. Esa parte de la costa entre Cachagua y Zapallar que no es ni la una ni la otra, "es
El Pangue, así le decimos nosotros" explica nuestro anfitrión Juan Carlos Altamirano Celis (65, cineasta, dos hijos). Segundo
hijo de Carlos Altamirano, el controvertido dirigente socialista, culpable del 11 de septiembre de 1973, del fracaso de Allende,
según parte de la izquierda y también la derecha.

En la gran pantalla de un computador Mac está uno de los cuatro capítulos de su vida, ése dedicado "al papá", que se llama "El
peso de la historia". Un peso que Juan Carlos conoce bien, desde siempre. El que lo hizo agregarle un 'Juan' a su nombre que
no está en el carnet, pero que lo ayuda a diferenciarse de su padre. "Cuando llegué a Chile de Londres, por ahí por 1992, cada
vez que iba a una reunión había un silencio incómodo cuando me presentaban. Por eso empecé a decir que me llamaba Juan
Carlos", explica para aclararnos la confusión.

Juan Carlos Altamirano está frente a su computador en el cálido living de su hotel boutique Casa El Pangue, con chimenea,
balcón y vista al mar. "Con esto me pago el arte", dice sobre su emprendimiento. Lleva años grabando a su padre, desde 1999,
cuando el proyecto era un documental del ex secretario general del PS, el hombre del encendido discurso del 9 de septiembre
de 1973. Ha postulado a varios fondos para terminarlo, pero no ha ganado ninguno.

Hoy, el proyecto mutó a una autobiografía en cuatro capítulos. El primero, dedicado a su familia, donde están su ex esposa la
escritora Carla Guelfenbein y sus hijos Micaela y Sebastián.

El segundo, el de su madre, a quien grabó hasta el final "en esta misma casa", hasta el día en que murió de cáncer en 1997.

El tercer capítulo es el del padre, el que nos convoca.

El cuarto corresponde a su relato más íntimo, uno que habla de su "reinvención". De su pasado como gerente de Producción
de TVN, sus libros, su carrera y su renuncia a casi todo para irse a vivir a El Pangue.

Hoy nos centramos en el padre, a través de la mirada del hijo.

"¿De qué se arrepiente?"

Carlos Altamirano aparece hablando en la pantalla de un computador.

"Yo estaba seguro de que sería torturado a muerte, no que me matarían rápidamente de un tiro. Eso no me producía mayor
miedo. Después de todo, al único dirigente político del cual se realizaron atentados antes del Golpe de Estado fue en contra
mía. A mí dos o tres veces pasaron disparándome, dándole a la casa en que yo estaba".

Altamirano se nos aparece en el sur, a caballo, en la playa, en París, en Portillo, en su casa de La Florida. Son decenas de
fotos y videos que van reconstruyendo su vida, su carrera política, sus reflexiones más profundas sobre los 95 años que lleva
en la tierra.

Su hijo no ha querido darle un sentido cronológico al documental que accede a mostrarnos por primera vez, es una mirada
política de ese padre al que quiere y admira. Con el que vive de domingo a martes en la casa de La Florida, y a quien deja
hablar como única voz durante los 60 minutos que dura el relato. Son varias horas de entrevistas, unas de prensa y otras
inéditas, todas entremezcladas para dibujar al Altamirano que ve Juan Carlos: un político al que no le reprocha casi nada.

Habla de la Unidad Popular.

"Yo en ese entonces creía que sí (se podía cumplir el programa), hoy día creo que era una enorme utopía. Pero en ese
entonces, creía que sí y luché por ese programa", dice Altamirano. "Por otra parte hubo errores, como en todo momento de
gran pasión, de grandes tumultos. La precipitación de las reformas, la rapidez de las reformas".
-¿De qué se arrepiente Carlos Altamirano de ése período?, pregunta Jorge Andrés Richards en una imagen de archivo.

-No sabría contestarle porque yo en general asumo ese periodo enteramente con sus instantes de enorme felicidad, alegría y
realización personal y también con la tragedia que ello involucró.

Diferencias con Allende

"El tiempo y la distancia lo han hecho olvidar que fue el campeón de la violencia y de la lucha armada. (...) era el apóstol de la
violencia en Chile", dice Sergio Diez (RN) en una antigua toma que el documental destaca.

Altamirano responde: "Fue la derecha la que impuso la vía armada, fue la derecha la que impuso la dictadura y no nosotros".

En su tránsito histórico, las diferencias con Allende demoran poco en aparecer. Se trata, quizás, del principal fantasma que lo
persigue.

Sentado en la casa de Ranco, el ex senador asegura en el documental que "no había weekend que Salvador no me invitara a
Cañaveral (casa en el sector del Arrayán, donde vivía con Miriam Contreras), ni había comida de alguna importancia en Tomás
Moro, que Salvador no me invitara y era rara la semana que Salvador no buscaba cualquier pretexto para invitarse a la casa.
Basta ver la relación de amistad que ha durado hasta ahora con la familia. (...) De manera que esa ruptura con Salvador es una
gran invención de la derecha para decir esto fue lo que precipitó la caída de Allende".

Pero no es el único fantasma que aparece en este ir y venir al pasado. La consigna "Avanzar sin transar" también está
presente. "Todo lo que ocurrió en esos tres años tuvo que ver con el golpe. Esa consigna también. Esa será tarea de los
historiadores, determinar hasta qué punto esa consigna, en el momento en que se lanzaba, avivaba las pasiones o hacía
imposible el diálogo. O este diálogo ya era imposible por otros motivos históricos".

Recuerdos del 11 de septiembre

Las imágenes llevan a La Moneda. Es un día de verano, con mucho sol. Los hijos de Juan Carlos, y nietos del protagonista,
entran a La Moneda, la recorren, ingresan al despacho presidencial -entonces de Eduardo Frei Ruiz-Tagle- y miran por sus
balcones. De fondo, los audios de Pinochet ese 11 de septiembre.

"Me llamaron muy temprano, como a las 6.30 de la mañana (...) para decirme que él también había sido informado, que ya se
había iniciado el golpe. De inmediato llamé a Salvador, todavía estaba en Tomás Moro y bueno, él me confirmó que estaba el
golpe, que se dirigía de inmediato a La Moneda", le cuenta Altamirano a su hijo.

Se escucha la voz de Allende como telón de fondo.

"Decidieron ahí los amigos irnos a refugiar por esa noche, a la casa de un muy antiguo camarada de partido (...) llegaron a la
casa en que yo estaba, entonces, rápidamente fuimos al baño, me subí arriba de las tapas del excusado y ahí abrí la escotilla y
me subí", recuerda, de cómo pasó los primeros días tras el 11 de septiembre de 1973.

Con Andrónico Luksic

La holgada situación económica de la familia Altamirano Orrego se cruza en imágenes. Son fotos de su familia en el fundo de la
Octava Región y en El Pangue. Altamirano es ahora un niño de siete años sobre un caballo, o en la playa con sus padres. Ese
padre distante, estricto, clasista y machista, digno de la oligarquía como él siempre ha dicho. "No tengo nada de qué culpar a
mis padres ni a mis abuelos salvo de que ellos participaban de esos valores y yo estoy contra esos valores, no contra la
persona".

"Evidentemente que yo cargué con esa profunda desconfianza de un sector de la izquierda chilena que consideraba que yo era
un pije, como llamaban también a Allende, un pije botado a revolucionario y con el ataque frontal de la derecha que me
consideraba un traidor y un desclasado. Colgué con esa mochila, sin embargo logré imponerme y ser elegido secretario
general", dice Altamirano.

De improviso, en un cuadro se cruza Andrónico Luksic en un salón de honor del Banco de Chile. Es que el abuelo materno de
Altamirano, Juan Antonio Orrego, fue fundador y primer presidente del banco y Juan Carlos, quien conoce al actual dueño de la
compañía, tuvo la oportunidad de buscar la foto de ese antepasado y la encontró acompañado del empresario.

La separación

Las relaciones sentimentales ocupan un espacio acotado en el documental, pero sí destaca a las dos parejas que tuvo
Altamirano en su vida: la primera, Silvia Celis, madre de sus tres hijos (Alejandra, Carlos y Francisca); la segunda, Paulina
Viollier.

"Mi separación de mi primera mujer, Silvia Celis, fue muy larga y dolorosa porque yo en realidad quería a estas dos mujeres.
Quería a Paulina y quería también a Silvia. Silvia era muy bella, muy parecida a la Greta Garbo. Paulina, en cambio, era muy
atractiva y yo me enamoré muy locamente de Paulina, y por eso terminé separándome de Silvia", relata en tono calmo
Altamirano.

Con Paulina se casó en 1972 y vivieron juntos hasta que ella falleció, hace ocho años. Su partida solo profundizó el silencio en
el que su padre vive a ratos, en su mundo, cuenta Juan Carlos. Altamirano pasa los días en su casa de La Florida junto a Rosa
y Francisco, quienes lo cuidan y acompañan. Los fines de semana son familiares, pero en la semana mira en silencio los
árboles que se sabe de memoria, riega y jardinea cada vez que puede.

La huida

El viaje a Portillo es otro de los momentos que registra el documental. Fue un viaje de dos días para recorrer la misma ruta que
utilizó Altamirano para salir del país el verano de 1974.

El recorrido incluye caminatas, reflexiones a orillas de la laguna Del Inca y juegos en la nieve con sus nietos, entonces muy
pequeños, quienes los acompañaron en el viaje.

"Un hermano tenía conexiones con una secretaria de la embajada de Alemania, la República Democrática de Alemania, y Erick
Honecker, jefe de Estado en ese minuto, contestó que sí, que debía brindárseme toda la protección y urdir alguna forma de
sacarme de Chile", cuenta su hijo.

"En un auto con la maleta grande, que la habían agrandado un poco, de manera de que yo iba pegado al fondo entre el asiento
de atrás y la maleta, y ahí habían puesto unas pequeñas tablitas y delante de las tablitas, otras maletas con remedios que
supuestamente (eran) del dueño del auto, que era un alemán", sigue el recuerdo de Altamirano.

Los años de renovación

"La situación que yo veía que existía en Alemania y otros países de socialismo real a los cuales yo había visitado,
Checoslovaquia, Hungría, Bulgaria, Rumania y por cierto la Unión Soviética, China y Vietnam, yo concluí que ese régimen no
podía mantenerse. De que estaba condenado definitivamente, esa unidad monolítica, de partidos comunistas fundados en el
marxismo leninismo no tenía futuro. Esto lo pensé bastante antes que la propia CIA", cuenta Altamirano antes de aparecer en
Paris frente a la casa de su amigo Francois Mitterrand. "Muchas veces hasta me alojé aquí".

En Francia comenzaron a formarse los lazos de Altamirano con el socialismo europeo. "Yo hablé y proclamé a Felipe González
para secretario general del PSOE", recuerda en el documental.

El regreso a Chile
En 1991, Altamirano regresó a Chile y su llegada fue cubierta desde la escala en Buenos Aires, donde la prensa subió en masa
al avión. Lo entrevistaron durante todo el trayecto. El ex secretario general del PS se veía nervioso pero, como siempre,
contenido.

"La política en sí no me atrae (...) esos grande valores, esos grandes ideales hay que rehacerlos, reformularlos. Mientras no
existan, no pretendo desenrollar una nueva culebra", fue su frase a la TV, para explicar por qué se retiraba de la política.

Juicio a Pinochet

"El caso es que Pinochet está procesado como coautor de crímenes horrendos, que en definitiva no lo culpen por estar
demente o loco, es un problema menor", señala al comentar uno de los procesamientos del juez Juan Guzmán mientras mira
las noticias en la TV. "Que lo metan a la cárcel o no lo metan, si ya es un pobre viejo, ¿qué?".

La izquierda, Lagos y Bachelet

En la televisión se ve al ex Presidente Ricardo Lagos y su hijo Juan Carlos le pregunta si él representa el legado de Allende.
"No, los cambios históricos han sido demasiado grandes desde mi punto de vista. (...) Hoy día los candidatos socialistas,
socialdemócratas se ubican más bien en una posición de centro, y si me apuras de centro derecha. El espectro político
mundial, desde la hecatombe del muro de Berlín se ha corrido hacia la derecha, y las derechas, sobre todo las chilenas, han
pasado a ser extremas derechas", dice Altamirano, en el living de su casa hace una década.

En una de las últimas grabaciones, Altamirano está acostado, se ve delgado y otra vez mira la televisión. Es el 11 de marzo de
2014 y Bachelet asume el gobierno por segunda vez. Quien le toma el juramento es Isabel Allende, presidenta del Senado.
Mira en silencio y muerde su polera.

Por primera vez en este documental grabado durante el nuevo siglo, el protagonista se ve más anciano.

-Es miembro del Partido Socialista, dice Altamirano, con voz ronca.

-¿Y sigue siendo socialista?, le pregunta Juan Carlos.

-No, ella es Bachelet.

En el documental no están todas las preguntas ni todas las respuestas. Es la mirada del hijo sobre su padre.

"Siempre dicen 'el burgués', pero el papá no tiene nada. La casa era de la Paulina Viollier y cuando él se muera va a ser de
Julio Donoso, el hijo de ella. Esta casa (en El Pangue) era de mi mamá, el Ranco es mío, mi papá se dedicó a la política, en mi
familia nunca se habló de negocio, ni de plata, era de mal gusto".

Juan Carlos cuenta que su padre no heredó casi nada y que hoy vive de dos pensiones, una de un instituto francés y otra que
recibe como ex senador.

Gracias al documental vemos a Altamirano envejecer frente a la cámara.

Si estuviera activo sería del Frente Amplio, dicen sus cercanos. Pregunta por el diputado Gabriel Boric y según Juan Carlos,
con el FA comparte la mirada crítica de la Concertación.

Para el final, Juan Carlos eligió una imagen de su padre regando y caminando con sus perros al atardecer. De fondo, su voz y
una reflexión de hace algunos años: "Ser socialista hoy significa ser moderno, ser ecologista, ser realista, ser eficaz. (...) Para
mí socialista no está hoy asociado a dos palabras claves y taumatúrgicas: marxismo y leninismo".
"La sociedad chilena está dominada por una oligarquía que nos está metiendo el dedo en la boca desde el siglo XIX...
Es la oligarquía en que yo nací, de la cual me he apartado lo más que he podido...".
(Gabriel Salazar, "Conversaciones con Carlos Altamirano". Diciembre de 2010, Debate)

"Es evidente que contribuí con mi retórica a armar espíritus y manos".


("El Mercurio", 31 de agosto de 2003)

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