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Luis SANTOS Y GANGES.

Tesis doctoral, Universidad de Burgos, 2015

y asegurarse de la calidad y del nivel óptimo de lucha contra la falsificación, si bien el


contexto de la política intervencionista del Primer Franquismo y de la Segunda Guerra
Mundial supusieron un nuevo marco de dificultad. Y en este contexto, el Ministerio de
Hacienda tomó decisiones de calado, cortoplacistas al principio y estratégicas más tarde,
que concernían al tema de a quién debía corresponderle la fabricación de los billetes.

2.5. La casuística internacional y el mejor modelo


a seguir
En los países más destacados de las primeras décadas del siglo XX, la cuestión de quién
emitía y fabricaba el papel moneda tenía, como en la actualidad, muchas variantes. No
puede hablarse en sentido estricto de modelos113. Sin embargo, sí pueden ser destacadas
algunas coincidencias y divergencias significativas.

La emisión de los billetes correspondía mayoritariamente a los llamados bancos emisores,


que tenían privilegio o concesión pública para hacerlo. Durante el siglo XIX fue frecuente
que hubiera diversos bancos emisores en un solo país, si bien hubo una larga polémica
técnica acerca de la conveniencia de la pluralidad de emisión frente a las ventajas del
monopolio.

2. Fabricantes de billetes hasta 1939: bancos emisores, papeleras e imprentas


En las primeras décadas del siglo XX la tendencia a tener un banco emisor único ya había
triunfado con claridad, siendo además en muchos aspectos un banco central (Sveriges
Riksbank, De Nederlandsche Bank, Banque de France, Banque Nationale de Belgique,
Banco de Portugal, etc.), todavía un banco privado114 con controles estatales. La excepción
principal fue el caso norteamericano, con una tradición decimonónica de diversidad
emisora pero donde el propio gobierno (Federal Reserve) era ya el más relevante emisor
en los años 1940 a través del propio Department of the Treasury.

Pero entonces, ¿quién fabricaba los billetes? En los países más ricos o con Estados más
fuertes, el grabado y la impresión de los billetes fue relativamente pronto un asunto
prioritario de control directo, de manera que en cada uno de ellos fue formada o asentada
la fábrica o talleres de impresión, bien del banco emisor (tal era el caso de Suecia, Francia,
Holanda, Bélgica o Inglaterra... y España hasta el arranque del siglo) o del tesoro público
(Estados Unidos de América, Rusia...). Ahora bien, la fabricación del papel que estos
talleres debían imprimir no respondía a la misma forma de proceder.

Empezando por los bancos emisores, puede decirse que algunos bancos centrales se
hacían cargo de la fabricación115 de los billetes emitidos, mientras que otros la encargaban
113
Más que modelos, cabría esquematizar situaciones-tipo, con sus variantes según países y sus cambios en el
tiempo.
114
El proceso de nacionalización –en el sentido de estatalización- de estos bancos tras la Segunda Guerra
Mundial arrancaría en 1945 y no concluiría hasta 1974.
115
En los años noventa del pasado siglo, el senador francés M. Alain Lambert afirmaba lo siguiente: « En
effet, le monopole d’émission ne signifie pas que la Banque de France soit tenue de fabriquer les billets qu’elle met
en circulation. Elle est cependant aujourd’hui l’une des très rares banques centrales à gérer l’intégralité de la filière de
production des billets » (Commission des Finances, du contrôle budgétaire et des comptes économiques de la Nation -
Rapport n° 388 - 1997-1998 - Projet de loi adopté par l’Assemblée nationale après déclaration d’urgence, modifiant le
statut de la Banque de France en vue de sa participation au Système européen de banques centrales, http://www.senat.

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