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Cuba y Andalucia entre las dos orillas Jesis Raul Navarro Garcia (coordinador) JESUS RAUL NAVARRO GARCIA (COORDINADOR) CUBA Y ANDALUCIA ENTRE LAS DOS ORILLAS GN (a JUNTA DE ANDALUCIA OGRA cE CoorMeEN NTE csic Coeditan CONSEJERIA DE CULTURA CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENT{FICAS Colaboran ESCUELA DE ESTUDIOS HISPANO-AMERICANOS ASOCIACION CULTURAL LA OTRA ANDALUCIA SEVILLA, 2002 Catélogo de! Consejo Superior de Investigaciones Cientificas. Escuela de Estudios Hispano-Americanos ‘Nim. general catilogo: 422 Quedan rigurosamente prohibidas, sin Ia autorizacin escrita del titulat/es del copyright, bajo las sanciones establecidas en Tas leyes, la reproduccién total o parcial de esta obra por cual- quier medio 0 procedimiento, comprendidos la reprografia yeel tratamiento informatico, y su distribucién. © Consejo SuPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTIFICAS, ESCUBLA DE Estupios HisPANO-AMERICANOS: Ci. Alfonso XII, 16 - 41002 Sevilla. http://wwweeha.csic.es © Junta De ANDALUCIA. 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El espafiol hablado en Cuba ARETA MaRiGO, Gema: La década prodigiosa: los poetas consangut- neos de Cuba (1930-1940)... occ cece eee cece eee ee Onnz Nuevo, José Luis: Huellas de lo andaluz en teatros y otros espacios ptiblicos de La Habana en la primera mitad del SIQIOXIK eee eve v cence eece eee eee eee ee ete eeneees NoNEz, Faustino: Cuba en la misica espaiiola y andaluza . . Diaz DEL OLMo, Fernando; CAMARA ARTIGAS, Rafael, y MARTINEZ BatLie, José Ramén: Hatos caribefios y dehesas andaluzas. Paisaje y estructura parcelaria ....6. 6.6.0 ce seve evens i 55 153 183 213 229 261 El habla de Andalucfa y el espafiol de América. El espafiol hablado en Cuba Eva M.* Bravo Garcfa Miguel Ropero Nitiez Universidad de Sevilla INTRODUCCION Con este trabajo nos proponemos estudiar y relacionar las caracteris- ticas y mutuas influencias entre el habla andaluza y el espafiol de América. Tras unas breves precisiones tedricas y terminolégicas, para situar las modalidades del espafiol de Andalucia y del espafiol de América en el mar- co de la lengua comtin, describiremos, en primer lugar, los rasgos mas peculiares del habla andaluza. Después, estudiaremos las caracteristicas del espafiol de América en general y, finalmente, nos centraremos especial- mente en el espafiol hablado en Cuba. Conscientes del importante papel desempefiado por Andalucia y la ciudad de Sevilla en la configuracién del espafiol americano, queremos contribuir con este trabajo al estudio, tan complejo y problematico, de las relaciones entre el espafiol de Espafia y el espafiol de América. En cierta medida, asumimos nuestra cuota de responsabilidad politica y cultural a la que hace referencia E. Coseriu en su precioso articulo “El espafiol de América y la unidad del idioma”: “{Corre efectivamente peligro la unidad del espafol por las diferencias entre el espafiol de Espafia y el espafiol de América (0 por los Ilamados vicios generalizados del espafiol americano)? Y cen qué plano, en qué sentido y en qué medida es razonablemente deseable (y factible) la unidad idiomatica? 183 EVA M- BRAVO GARCIA Y MIGUEL ROPERO NUNEZ Planteo estas preguntas aqui y ahora (...) Hacerlo en Sevilla significa, ade- més, recordar y destacar que el espafiol de América partié en lo esencial de esta ciudad, y no s6lo materialmente (...) Aumenta, asimismo, el interés piblico por lo hispanoamericano y lo panhispénico y, con ello, se fortalece la conciencia de la responsabilidad politico-cultural que Espaiia y, en parti- cular, Andaluefa y Sevilla tienen frente a la unidad idiomatica.” * LENGUA ESPANOLA Y LENGUAS DE ESPANA A continuacién vamos a situar las variedades del espafiol de Espafia y del espafiol americano dentro del sistema de Ia lengua comin, utilizado por todos los hispanohablantes. En el marco del Estado espafiol, y desde el punto de vista legal, coe- xisten cinco lenguas, reconocidas oficialmente: castellano, catalan, valen- ciano, gallego y vasco. Segiin el articulo 3.° de la Constituci6n: “L. El castellano es la lengua espaiiola oficial del Estado. Todos los espafio- les tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla, 2. Las demas lenguas espafiolas serdn también oficiales en las respectivas Comunidades AutGnomas de acuerdo con sus Estatutos, 3. La riqueza de las distintas modalidades lingifsticas de Espafia es un patri- monio cultural que serd objeto de especial respeto y proteccién”. De este precepto constitucional se deduce claramente, por una parte, la existencia de un régimen de cooficialidad de las lenguas en el Estado Espafiol, que es plurilingtie. Por otra parte, se inculca respeto a las distin- tas modalidades lingitisticas, que no atacan ni destruyen la unidad de la len- gua, sino que la enriquecen. Desde el punto de vista filol6gico, sin embargo, como demuestran los més prestigiosos investigadores de la lengua (Rafael Lapesa, Manuel Alvar, Gregorio Salvador, Emilio Alarcos, José Mondéjar, etcétera), el castellano se ha convertido en el espafiol actual, con las preciosas aportaciones del astur-leonés, riojano, vasco, navarro, aragonés, etc. Desde esta perspectiva, el nombre mds adecuado para nuestra Lengua en Andalucia es el de espafiol: 1 Coseriu, E.: I Simposio de filologia iberoamericana, Sevilla, 1990, pig. 44. 184 EL HABLA DE ANDALUCIA Y EL ESPANOL DE AMERICA “Ya no serd posible seguir hablando de castellano, sino como modalidad del espaiiol de Castilla. Para el destino ulterior, para la unidad de las tie- tras y de los hombres de Hispania, el instrumento linguifstico adecuado serd el espafiol”. En efecto, hoy se debe entender por “castellano”, la peculiar forma de hablar en Castilla la lengua comin: es una modalidad lingitistica del espa- fiol; igual que el “andaluz” es la manera caracteristica de hablar la Lengua Espafiola en Andalucfa: la modalidad lingiifstica andaluza. El siguiente grafico refleja muy bien estas ideas: SISTEMA (LENGUA ESPANOLA) | ~~ UNIDAD DEL SISTEMA Expat (Permit la intercomprensién (Supranorma) de mas de trescientos millo- (Conciencia de nes de usuarios) “hablar espafiol”) ' VARIEDADES “DIALECTALES”, MODALIDADES | “<—— _RIQUEZA Y VARIEDAD (Parte esencial de nuestro patrimonio cultural, contribuye WS identidad) MODALIDAD |MODALIDAD| MODALIDAD | MODALIDADES | ETC. Andalue EXTREMENA | ANDALUZA | CASTELLANA | DEL ESPANOL (Norma ting DE AMERICA andaluza) (Conciencia del hecho diferencial dia- lectal, de “hablar andaluz”) 2 Alvar, M.: “Del castellano al espatiol”, en Cuadernas Hispanoamericanos, tim. 500, febre~ 10 de 1992, pig, 38 185 EVA M." BRAVO GARCIA Y MIGUEL ROPERO NUNEZ Asi pues, por motivos histéricos, politicos, juridicos y filolégicos, tenemos en la actualidad dos nombres para la misma lengua: castellano y espafiol. El término castellano se suele emplear en Jas Comunidades bilin- giles (Catalufia, Valencia, Galicia, Pais Vasco). En las Comunidades mono- lingties, por ejemplo en Andalucfa, debemos utilizar normalmente el tér- mino espaitol. La lengua de los andaluces, por tanto, es el espafiol. Esta lengua es tan nuestra como de las gentes de Castilla, Aragén, Cuba, Méjico 0 de cual- quier otra comunidad hispanohablante. Los andaluces, ademés, hemos con- tribuido a su prestigio (recuérdese, por ejemplo, a escritores como Federico Garcia Lorea, Juan Ramén Jiménez, Vicente Aleixandre, Rafael Alberti, etc.) y hemos participado en su expansién: est demostrado —Io estudiare- mos més adelante— el andalucismo del espafiol de América. EL ESPANOL: UNIDAD Y VARIEDAD. LAS AREAS LINGUISTICAS DEL ESPANOL Asi pues, dentro de la unidad de la Lengua Espaiiola, el sistema de comunicacién que permite la intercomprensién entre més de trescientos millones de hispanohablantes, nuestra lengua tiene una gran riqueza y variedad de usos lingiifsticos. El drea geogréfica en la que se habla el espa- fiol se suele dividir en dos grandes zonas: el frea septentrional y el area meridional. El Grea septentrional El area septentrional, de carécter mas conservador que la meridional, comprende los territorios de Asturias, Cantabria, La Rioja, Navarra, Castilla-Ledn, Madrid y la zona norte de Castilla-La Mancha. A las carac- teristicas comunes de esta variedad del espafiol en el centro y norte de Espafia se Je suele denominar la norma castellana. En esta zona se encuen- tra el habla que historicamente ha gozado de mayor prestigio: el castellano hablado en la antigua Castilla La Vieja, con centro en Valladolid o Burgos Algunas zonas del drea septentrional, como Aragén o las provincias de Le6n, Zamora y Salamanca, presentan rasgos peculiares, que se explican por la influencia de los antiguos dialectos hablados en esos territorios: el aragonés y el leonés, respectivamente. 186 EL HABLA DE ANDALUCIA Y EL ESPANOL DE AMERICA El Grea meridional El area meridional, de cardcter mds innovador, comprende los territo- rios de Extremadura, Andalucia, Murcia, la zona sur de Castilla-La Mancha, Canarias, Ceuta y Melilla. Se suele incluir en esta zona, porque comparte también los rasgos mas importantes de las hablas meridionales, el espafiol de América. A las caracteristicas comunes de esta variedad meridional del espafiol en Andalucia, se le suele Hamar la norma lingiiistica andaluza o también el habla andaluza. EL HABLA ANDALUZA Y LAS HABLAS ANDALUZAS En el marco de los usos lingiifsticos caracteristicos de Andalucia, se pueden adoptar posiciones cientificas semejantes a las planteadas antes en la descripcién del espafiol, en su unidad y variedad. Situados en este “nivel andaluz”, desde la perspectiva de la unidad, podemos resaltar los rasgos comunes que compartimos y que nos unen e identifican lingilisticamente a todos los andaluces (el habla andaluza). Desde la perspectiva de la varie- dad, podemos describir la extraordinaria riqueza y diversidad de usos lin- gllisticos comarcales y locales, resaltando la realidad evidente de que en Andalucia no existe un habla sino una pluralidad de hablas (las hablas andaluzas). Las dreas lingiitsticas del andaluz De mismo modo que existe una extraordinaria diversidad de paisajes en el territorio andaluz, se puede observar también, como acabamos de resaltar, una gran riqueza y variedad de usos linglifsticos, que es dificil situar con precisién: Jas fronteras lingifsticas no coinciden con las geogr4- ficas ni con las administrativas. El territorio lingiifstico andaluz no es, en efecto, uniforme. Sin embargo, en general, se suelen distinguir dos grandes reas: la occidental y la oriental. La Andalucfa Occidental comprende las provincias de Huelva, Cédiz, Sevilla, Cordoba y Malaga. La Andalucia Oriental comprende las provin- cias de Jaén, Granada y Almeria. 187 EVA M.* BRAVO GARCIA Y MIGUEL ROPERO NUNEZ Aunque més adelante estudiaremos detenidamente las caracteristicas del andaluz, ofrecemos aqui, en un breve esquema, algunos ejemplos, que reflejan los rasgos més significativos de cada una de estas dos dreas: ANDALUCIA OCCIDENTAL ANDALUCIA ORIENTAL — La-s implosiva (final de silabao = — Se sustituye por una abertura de palabra) se aspira: vocilica: Vieneh dehpueh (vienes después) Viene depue — Se suele usar el pronombre perso- — Se prefiere la forma vosotros a nal sujeto ustedes: ustedes Ustedes tenéis Vosotros tenéis — Almoraduj (en Huelva, Sevilla y Mejorana (en C4diz, Malaga, Cérdoba) Jaén, Granada y Almeria) — Copa (Huelva, Sevilla, Cadiz y Brasero (Cérdoba, Jaén, Granada Malaga) y Almeria) — Picadillo (Huelva, Sevilla, Pipirrana (Jaén, Granada, Cérdoba y algunos pueblos de Almeria y algunos pueblos de Malaga y CAdiz) Malaga). En Cadiz, Mélaga y algunos pue- blos de Sevilla, se dice pirifiaca. Caracteristicas del habla andaluza Asi pues, el habla de Andalucia tiene una serie de caracteristicas que la diferencian de las otras hablas meridionales y le confieren una gran per- sonalidad lingiiistica. ,Cudles son esos rasgos 0 caracteristicas que identi- fican idiomaticamente al andaluz? En sintesis, éstos son los principales rasgos fonéticos: 1. La articulacién coronal o predorsal del fonema /s/. La /s/ coronal es usual en el norte y este de Andalucia y la predorsal en el centro y sur. En el drea septentrional o castellana es una realizaci6n alveolar apical (la punta de la lengua contra los alvéolos de los dientes). 2. Igualacién de /s/ y /O/, cuyo resultado es el seseo y el ceceo. En el espafiol septentrional se suele distinguir entre estos dos fonemas (poso / pozo; casa / caza). La ausencia de distincién, caracteristica del habla meridional atldntica, es un uso muy generalizado en la mayoria de los hispanohablantes. El seseo tiene prestigio y un alto grado de 188 EL HABLA DE ANDALUCIA Y EL ESPANOL DE AMERICA aceptaci6n social. El ceceo, en cambio, se suele asociar todavia con el “habla rural”. Igualacién de II /Ve y /j/, cuyo resultado es el yeismo: Seviya, caye, chiquiya. Es una caracteristica generalizada no slo en Andalucia, sino en casi toda la geografia lingiiistica del espafiol. Sin embargo, hay algunos pueblos andaluces que distinguen entre Il e y (Bollullos del Condado, Lepe, Paimogo, etc.) Aspiraci6n de la /s/ implosiva (final de sflaba 0 de palabra): ehtoh niftoh, loh rahgoh, cahteyano. Es un rasgo fonético muy extendido en las hablas andaluzas y en el espafiol atléntico (de Canarias y de América). Tiene prestigio social y es usado en todo tipo de registros idiométicos (tanto en el uso esponténeo, informal, familiar y colo- quial, como en el uso cultoy formal). Aspiracion de la /x/, velar fricativa sorda castellana, En Andalucia, este fonema /h/ se pronuncia con una aspiracién suave. Corresponde a las letras o grafias jo g (seguida de e, i): muhé (mujer), hente (gen- te), trabahd (trabajar). Es un uso normalmente prestigiado y goza de bastante aceptaci6n social. Sin embargo, la aspiraci6n de la h-, proce- dente de una f- etimolégica del latin, no tiene prestigio social en la actualidad y es propia del ambito rural y del lenguaje coloquial: jigo (del latin ficus), jumo, ajumao (de fumus), jacer ( de facere), jorca, ajorcao (de furca). Aspiracién o pérdida de las consonantes finales: andaluh, Madri, reld, trabahd. Es un fenémeno muy extendido no sélo en Andalucia sino en gran parte del mundo hispénico. En las hablas andaluzas, se usa tanto en dmbitos cultos como coloquiales. Pérdida de la -d- intervocdlica. En el caso del participio en -ado (colo- 70, apafiao), es muy frecuente en todo el mundo hispnico y en Andalucia tiene prestigio social. En cambio, las terminaciones en -ido (bebio, comfo) no gozan de aceptacién social en dmbitos cultos. Igual sucede con nd, peazo (nada, pedazo), que s6lo tienen aceptacién social en émbitos coloquiales o vulgares. Pronunciacién de r en lugar de 1, en posicién sildbica implosiva: der- gao, curtura, mi arma). Es propia del habla coloquial y familiar en el habla andaluza. Igualmente, no goza de prestigio la asimilacién de grupos consonénticos, tales como vienneh (viernes), canne (carne), la Vinge (la Virgen). 189 EVA M? BRAVO GARCIA Y MIGUEL ROPERO NUNEZ 9. Pronunciacién fricativa de la ch: mushasho, shaval. Es también un rasgo fonético propio del émbito coloquial. 10. Pronunciacion de bue, hue, como giie: giieno, agiielo; Giierva, giiesos, giievos. Igualmente, se trata de una caracteristica propia del ambito coloquial e, incluso, vulgar, que no es exclusiva del habla andaluza. Muchos de estos rasgos y otras caracteristicas que hemos omitido (por ejemplo, el apécope de palabras, como en mu (muy), na (nada), 10 (todo), pa (para), etc., més que andalucismos son coloquialismos © vulgarismos, propios de gente poco instruida o que no cuida su lenguaje. Este tipo de uusos lingiiisticos, presentes normalmente en los hablantes situados en el estrato mas bajo de la escala social, no debe identificarse con las hablas andaluzas; puede aparecer en cualquier area geogréfica del espafiol popu- lar, no sdlo en Andalucia. Es necesario no confundir andalucismo con vul- garismo. Debemos distinguir, por tanto, entre: A) las caracteristicas cultas del habla andaluza, que gozan de prestigio en todos los ambitos sociolingitisticos y que tienen un alto grado de acep- tacién social (seseo, yeismo, aspiracién de la /s/ implosiva, aspiraci6n suave de la j o g, pérdida de consonantes finales). B) y las caracteristicas no cultas, propias del habla coloquial, familiar, espontinea y poco cuidada, que no suelen gozar de prestigio social (aspiracién de la h- (jigo), pronunciacién de r en lugar de I, en posi- cién sildbica implosiva (curtura), asimilacién de grupos consonénti- cos (canne), promunciacién fricativa de la ch (leshe), promunciacién de bue, hue, como giie (giiesos), ap6cope o supresién de sonidos en algunos vocablos (16, nd). Pero no sélo nos diferenciamos los andaluces en la fonética 0 pro- nunciacién; en los dominios de la morfosintaxis y del léxico, también exis- ten elementos caracterizadores. Andaluefa, en efecto, posee una extraordi- naria riqueza lingiifstica, sobre todo en usos Iéxicos, que constituyen una parcela importante de nuestro patrimonio cultural. Este tesoro Jéxico con- tribuye, ademds, a forjar nuestra identidad idiomatica. ‘Como hemos podido comprobar, la mayorfa de los rasgos fonéticos, caracteristicos del andaluz, los podemos encontrar en el extremefio, en el 190 EL HABLA DE ANDALUCIA Y EL ESPANOL DE AMERICA. murciano, en el canario, en el espafiol de América y en muchas otras éreas de la extensa geografia lingiiistica del espafiol. ;Donde radicarfa entonces la especificidad del habla andaluza con respecto a las otras modalidades lingiifsticas del espafiol? M. Alvar describe muy bien en el siguiente texto los rasgos que defi- nen al andaluz frente a las demas hablas meridionales: “Cada uno de estos rasgos y otros que pudiéramos aducir acercan o apartan el andaluz de las otras hablas meridionales, pero lo que viene a crear su espe- cial fisonomfa es la enorme cantidad de rasgos que aqui se han dado cita, el grado extremo a que se han Hevado todos los procesos, la altura social que han alcanzado una a una y el conjunto de las manifestaciones lingifsticas. Es decir, aisladamente, casi todos los rasgos andaluces se dan en otros dialectos; Ia totalidad no se da en ningin otro”. ° En esta actitud innovadora y en su extraordinaria expresividad lin- gilistica, fundamenta R. Lapesa la “fortuna del andaluz”: “Por una parte encarna una mentalidad y una actitud vital que lo hacen popu- lar y contagioso: es el molde adecuado para el ingenio y la exageracién, la burla fina y ligera, la expresividad incontenida. Pero su propagacién se debid en parte esencial a haber llevado al extremo las tendencias internas del cas- tellano sin respetar barreras, con vitalidad joven, destructora y creadora a la vez, con brio que hizo posible su asombrosa expansién atléntica”. « Es importante resaltar, siguiendo las preciosas ideas expuestas por don Rafael Lapesa, que la fortuna y el futuro del andaluz no se debe sepa- rar del espaiiol de América. Este espafiol meridional atléntico es el que tie- ne mayor nimero de hablantes en el Mundo Hispanico: “E] término espafiol atléntico (...) fue un acierto, pues engloba el andaluz, el canario y el espafiol americano, tan diverso, pero con tantos caracteres comu- nes a los veinte paises del Nuevo Continente donde hoy se habla. En el momento presente el espafiol atléntico es la variedad més extendida de nues- tra lengua: lo usa el 90 % de los hispanohablantes”. * 3 Alvar, M. La lengua como libertad, Madrid, 1982, pag. 64 4 Lapesa, Rafael: Historia de la lengua espafiola, Madrid, 1983, pég. 515. 5 Lapesa, Rafael: “Origenes y expansién del espafiol atkntico”, en Cano, R. (coord): Las hhablas andaluzas, Deméfto, nim. 22, Sevilla, 1997, pag. 13, 191 EVA M* BRAVO GARCIA Y MIGUEL ROPERO NUNEZ INFLUENCIA ANDALUZA EN LA FORMACION DEL ESPANOL DE CANARIAS Y DE AMERICA El tema del andalucismo del espafiol de América ha suscitado numero- sas polémicas entre los especialistas. Sin embargo, es dificil en la actualidad negar la influencia de las hablas andaluzas en la configuracién del espafiol americano, En efecto, parece demostrado que, desde un punto de vista his- t6rico, es la norma lingiifstica andaluza la que se propaga a América: “Porque la norma sevillana —opuesta a la de Castilla— irradiard hacia Granada, hacia Canarias y hacia América por una serie de razones que he expuesto en otra ocasi6n: se trata de un prestigio cultural, econémico y social que permitié trasvasar las innovaciones sevillanas desde su origen local has- ta éreas més dilatadas. Es més, la pluralidad de normas que tiene el espafiol se reduce a dos: la castellana y la sevillana, y es ésta la que emigra sobre las, nayes cuando empieza la gran expansién”* Por otra parte, como argumento complementario fundamental, esta la cuesti6n demogréfica: la mayoria de los primeros emigrantes 0 coloniza- dores del Nuevo Mundo eran de Andalucia. Los trabajos de Peter Boyd- Bowman en este sentido confirman con datos estadisticos elocuentes esta presencia mayoritaria de emigrantes andaluces en América durante los pri- meros afios de la colonizacién. Las mujeres embarcadas, ademis, eran casi en su totalidad del Reino de Sevilla. Desde una perspectiva histérica y filolégica, es, pues, innegable la influencia de las hablas andaluzas en la configuracién del espafiol de Canarias y del espafiol de América: “De todo lo expuesto se deduce que hoy no cabe ya duda posible respecto al origen andaluz de algunos de los rasgos mas peculiares de la pronunciacién americana.” ’ Fruto de esta presencia histérica de Andalucia en América es la seme- janza que existe en la actualidad —sin excluir caracteristicas especificas y diferenciadoras— entre las hablas andaluzas y las modalidades lingiifsticas hispanoamericanas. 6 Alvar, Mi: Niveles socioculturales en et habla de Las Palmas de Gran Canaria, Las Palmas, 1972, pig 54. 7 Lapesa, Rafael: “El andaluz y cl espaiiol de América”, en Presente y futuro de la Lengua Espaiila, vol. Il, Madrid, 1964, pig. 182. 192 EL HABLA DE ANDALUCIA Y EL ESPANOL DE AMERICA, Esta semejanza se manifiesta en el nivel fonético, en una serie de ras- gos comunes —no exclusivos—, que ya hemos estudiado: el seseo, el yeis- mo, pronunciacién de r en lugar de 1, en posicién sil4bica implosiva, la aspiraci6n de la /s/ implosiva, la aspiracin de antiguos fonemas velares (Ja h- procedente de una f- latina) que Ilevaron los pobladores andaluces y se da de forma general en las Antillas, América Central y desciende por el territorio continental hacia Colombia, Venezuela, Costa de Ecuador y zona costera del norte de Pert. Igual que en Andalucia, este rasgo tiene también en América una connotacién coloquial y vulgar. En los dominios de la morfologia y, sobre todo, del léxico, las dife- rencias son ms notables. Sin embargo, se puede constatar una cierta coin- cidencia en el uso de ciertas formas ya en desuso o de cardcter arcaizante, junto al uso frecuente de formas de cardcter innovador, que generan esa gran riqueza y variedad de usos lingilfsticos del andaluz y del espafiol de América. En el espafiol american, en efecto, junto a la vigencia de nume- rosos arcafsmos, existe una tendencia innovadora que se manifiesta en la formacién constante de nuevas palabras y en la introduccién de préstamos Iéxicos de las lenguas indigenas amerindias. LA LENGUA ESPANOLA EN EL CARIBE, Hasta 1518, las Indias eran sélo el Caribe: las islas y la costa de este mar delimitaban el mundo conocido hasta entonces y constituyeron la pla- taforma indiscutible desde la que se lanzaré toda la aventura americana. La isla de Cuba es la base, el punto de llegada y partida de los navios, la primera tierra americana pisada por el poblador. Y desde ahi, més adelan- te, se dibujard la geograffa del Nuevo Mundo, en toda su magnitud y tras- cendencia. Etapa inicial: la presencia lingiitstica andaluza En la época de los origenes y de la formacién lingiiistica de América, el Caribe sera el punto de acogida de todos los pasajeros que inician la aventura indiana, con cifras y datos que acreditan una abrumadora presen- cia de andaluces —especialmente de Andalucia occidental—, aunque tam- 193 EVA M* BRAVO GARCIA Y MIGUEL ROPERO NUNEZ bign una importante presencia de individuos de otra procedencia peninsu- lar y, por lo tanto, de otras peculiaridades lingiifsticas. Estos datos han dado fuerza a la teorfa andalucista sobre el origen del espafiol en América, teorfa que en modo alguno quiere decir que “en América se habla andaluz”, sino que las caracteristicas de pronunciacién, morfologia y léxico Ievadas por los individuos de este origen peninsular, constituyen un componente esencial en Ia nivelacidn y desarrollo que la lengua espafiola ha tenido en el continente americano. Los castellanos Ilevaran un consonantismo nortefio, usos Iéxicos y expresiones de los dialectos septentrionales, que atin estén vigentes en América, pero los andaluces llevaban una modalidad diferente, con relaja- cin del consonantismo y soluciones fonoldgicas propias. Estas peculiari- dades (el seseo, el yefsmo, etc.) eran endonormativas, es decir, posibilida- des de evolucién que se habian generado dentro del sistema lingtifstico castellano, y aunque no habfan triunfado en otras zonas peninsulares, no eran del todo desconocidas para el hablante castellano nortefio, que espo- rédica y ocasionalmente podia utilizarlas. Al Caribe, como al resto de América, llegaron simultaéneamente, aun- que no en la misma proporcién: a) una norma “castellana”: caracterizada esencialmente por un conso- nantismo tenso con mantenimiento de las consonantes implosivas (/- s/, articulaci6n diferenciada de /-1/ y /-V/, etc.) y por la distincién entre /s/ y 10/ y entre las palatales /Y/ y /y/ b)_una norma “andaluza”: con tendencia a la relajacién, aspiracién o pér- dida de las consonantes implosivas ( ¢ incluso de algunas en posicién explosiva) y una clara expansién del seseo y del yeismo y significati- va aspiracin del fonema velar sordo. Es determinante para el desarrollo del espafiol Antillano la legada predominante de andaluces en los primeros momentos del descubrimiento y poblacién de estos territorios, que extienden una modalidad a la que se acogen y asimilan los emigrantes posteriores de otras regiones peninsula- res. Si bien no todos los fenémenos caracterizadores de esta norma anda- luza tenfan la misma vitalidad y grado de desarrollo en la época antillana, todos ellos marcharon a América en la lengua de los emigrantes que se asentaron y convivieron con individuos de consonantismo nortefio. Se pro- 194 BL HABLA DE ANDALUCIA Y EL ESPANOL DE AMERICA dujo asf una convivencia de normas y un efecto nivelador propio que impri- me cardcter e identidad a unas tierras que no han dejado de tener contacto con las gentes de Andalucia y de Canarias. La base social de las Antillas la componen principalmente individuos procedentes de la Peninsula, sus hijos mestizos y el indigena, cuyo por- centaje va a ir mermando progresivamente. No tenemos datos fiables sobre el ntimero de pobladores de estas islas y tenemos la certeza de que los datos de los primeros informadores estan “hinchados” por diversas causas: los seculares para ponderar la riqueza de la tierra; los religiosos para avalar la necesidad de su presencia para la salvaci6n de las almas. Con todas estas salvedades, se estima que durante el primer cuarto del siglo XVI poblarian Cuba unos ochenta mil indios. A finales del siglo XVI se produce un cambio en las preferencias de destino de los emigrantes. Las islas son zona de paso y la tierra firme ofte- ce mayores expectativas. El peligro de la despoblacién de la isla de Cuba y de la mayor parte del Caribe fue real y asi lo advierte ya en 1574 el cronista y cosmégrafo oficial Juan Lépez de Velasco: “Son los vecinos todos pobres, y esta isla como La Espafiola se va despo- blando de cada dfa por haber faltado el oro, a causa de haberse acabado los indios, de cuya causa no van mercaderes a la isla con quien tratar sus gran- gerfas, que conminmente son cueros y algiin aziican.” * No obstante, el cultivo del tabaco y la cafia de azticar propicié un nue- vo resurgimiento de esta isla y comenz6 una nueva etapa de poblacién, con un importante componente de emigracién africana. Los datos de P. Boyd-Bowman nos muestran variaciones significati- vas en la emigracién a las Antillas por décadas: Pasajeros Pertodo 1554 1493-1519 1675 1520-1539 472 1540-1559 1458 1560-1579 490 1580-1600 8 Geografia y descripcién universal de las Indias, Madtid, 1971, pg. 57 195 EVA M. BRAVO GARCIA Y MIGUEL ROPERO NUNEZ Estas cifras suponen un 10,6 % del total de la emigracién (frente al 23,8 % de Peri y al 34 % de Nueva Espafia como destinos consignados por los emigrantes). Una de las repercusiones que tuvo este movimiento humano es que las Antillas se convirtieron para muchos en tierra de paso en la que dejan su pronunciacién, sus palabras y costumbres recién traidas de la Peninsula Thérica y que, como todo lo demis procedente de la metr6poli, tiene un halo de prestigio y modelo. Cuba, como centro del Caribe, seré la via de entrada del andalucismo, pero también la puerta de salida hacia el continente americano de las modas introducidas desde la metrépoli y del vocabulario indigena que se aclima- ta desde los primeros instantes en la forma de hablar del poblador. A modo de ejemplo, recordemos que fray Alonso de Molina escribe en 1571 su Vocabulario en lengua castellana y mexicana, donde las palabras antillanas axt, batata, batey y canoa ya aparecen como patrimoniales del castellano. La influencia africana Ademis de los pobladores de procedencia peninsular, un componente importante empez6 a formar parte de la sociedad cubana del XVI: los negros. Los primeros que pasaron al Nuevo Mundo lo hicieron al servicio de Fray Nicolés de Ovando en 1501, cuando llega a La Espafiola para encargarse del gobierno de las Indias. Eran negros ladinos, es decir, naci- dos en Castilla o en Portugal o que habian vivido en la Peninsula el tiem- Po suficiente para aprender la lengua. Desde este momento se atestigua la legada de otros en pequefias cantidades hasta que, abiertamente y en su condicién de esclavo, el negro bozal (Ilevado directamente desde Africa y que no sabe la lengua) entra en Santo Domingo a partir de 1505, segin el testimonio del padre Las Casas: “Y porque algunos de los espaftoles desta isla dixeron al clérigo Casas —viendo lo que pretendia y que los religiosos de Sancto Domingo no que- rian absolver a los que tenfan indios si no los dexaban— que, si les trafa licencia del rey para que pudiesen traer de Castilla una docena de negros esclavos, que abririan mano de los indios, acordandose desto el clétigo, dixo en sus Memoriales que se hiciese merced a los espafioles vecinos dellas de darles licencia para traer de Espafia una docena, mas 0 menos, de esclavos 196 EL HABLA DE ANDALUCIA Y BL ESPANOL DE AMERICA, negros, porque con ellos se sustentarfan en la tierra y dexarfan libres los indios. ” * La presencia de los africanos seré una constante en el Caribe, desde donde inician su peregrinaje por América en manos fundamentalmente de portugueses, quienes ya habfan iniciado este mercado antes de mediados del siglo XV. El auge de la industria azucarera fundamentalmente y de otras actividades que suponian un esfuerzo fisico, provocaron un aumento siste- mitico de las peticiones de mano de obra esclava, ya que desde 1511 se esgrimfa en defensa del indio y para su liberaci6n, que el negro trabajaba por cuatro indigenas. Las prohibiciones que se dictan en distintos momen- tos (1503, 1516, 1526, ete.) no surtieron efecto y de manera irregular pero constante, pasan negros hasta el siglo XVII, muchos de ellos desde la Peninsula y otros tomados de tierras africanas, hasta el punto de que en 1550, Fernandez de Oviedo escribia que en La Espaiiola habfa tantos negros, que la isla “parece una efigie imagen de la misma Ethiopia” De forma aptioristica se ha venido aceptando la influencia lingiifstica del componente afronegroide, si bien es muy dificil precisar su aleance y responsabilidad en ciertos rasgos de pronunciacién ante la carencia de datos fiables. Los africanos procedfan de diferentes etnias y lenguas, por lo que el espafiol tefiido de vocablos portugueses y con pervivencia de algu- nos propios, era su medio habitual de comunicacién incluso con otros sub- saharianos. De una parte, hay que sefialar que el negro ladino, que es el primero que llega, llevarfa los rasgos y caracteristicas del hablante inculto del sur peninsular, zona principal de su asentamiento, y que aparecen como t6pico en el habla de los personajes del teatro del Siglo de Oro; de otra, los negros criollos aprendian el espafiol de la tierra y sus caracteristicas de articula- cién serfan semejantes a las de los criollos blancos de similar condicién cultural. Asi, con el tiempo, Hegé a notarse una diferencia entre la manera de hablar y la competencia lingiifstica de cada uno de estos grupos: desde 9) Historia de tas Indias, vol. 1, cap. 102. 197 EVA M. BRAVO GARCIA Y MIGUEL ROPERO NUNEZ la amplia y asentada del negro criollo —esclavo o libre nacido en Cuba y participe del proceso de tranculturacién afrohispano— hasta la mds rudi- mentaria del negro bozal. El tiltimo tipo de individuo es el “negro curro”, asociado en formas y maneras, ademas de en la pronunciacién, con el anda- luz, hasta el punto de que —como sefialé Pichardo— “andaluz” y “curro” han venido a significar lo mismo. Como fenémenos propios del habla de este componente de la socie- dad americana suele sefialarse: el seseo, la pérdida total de /-s/ como resul- tado de su debilitamiento y aspiracién, neutralizacién de liquidas, el yeis- mo y la pérdida de /-d-/, En el aspecto morfoldgico, se sefiala una simplificaci6n de todos los patrones y construcciones gramaticales, aunque este aspecto es sin duda el que menos ha pervivido en el mestizaje lingiifs- tico cubano. Esta modalidad lingiiistica y su influencia necesita atin hoy un estudio cientifico que precise su génesis, repercusi6n y situacién actual, por lo que son especialmente interesantes las aportaciones de todo tipo (lingitisticas, folkloristas y culturales) que puedan recolectarse. UNIDAD Y VARIEDAD EN EL ESPANOL DE CUBA La situaci6n lingiifstica de Cuba se describe como a de un pais mono- lingiie, con una dialectalizacién interna que podria calificarse de discreta y que aporta 11 millones de los 360 que hablan hoy espafiol en el mundo La lengua es un factor esencial en la unidad cultural de Cuba: la uni- dad que da la identidad, la voluntad de ser una nacién y de desarrollar una cultura que contenga el mestizaje y la identificaci6n del individuo. A través de la lengua, el cubano se expresa a s{ mismo y expresa un universo de tra diciones, de historia y costumbres que lo insertan en una comunidad lin- giifstica més amplia en la que se sabe imbricado y de la que se sabe distin to. La lengua es, pues, la expresién de la unidad y de la diversidad que constituye el acervo cultural de una comunidad que habla espafiol. Toda expansién geogrifica de la lengua trae consigo la variedad, en mayor o menor medida, dentro de los distintos planos del lenguaje. Cuba ¢s una isla que presenta variedad de usos Iéxicos y distintas soluciones de pronunciacisn entre las distintas regiones, sobre todo entre la antigua pro- vincia de Oriente, respecto a las del Centro y Occidente, aunque las dife- 198 EL HABLA DE ANDALUCIA Y EL ESPANOL DE AMERICA, renciaciones no son tan complejas como en otros territorios en los que se habla espafiol. El efecto nivelador y estandarizador de los medios de comu- nicacién, asf como el flujo migratorio entre unas zonas y otras, han hecho minima esta diversificaci6n de la lengua hablada, que en ocasiones queda reducida a una preferencia Iéxica o a una determinada solucién de un mis- mo proceso de debilitamiento fonolégico. Asi, hace algunos afios era més intensa la distincién entre la zona Oriental, que usaba los términos cutara, balde, balance, frente a las otras que seleccionaban chancleta, cubo, mecedora o sill6n, diferencias que hoy se han difuminado en gran medida y que se mantienen con mayor vitalidad en vocablos domésticos y léxico de la alimentacién: un habanero comeria ‘puerco con platanitos’ y no ‘macho con guineos’. La variedad no es, en todo caso, un factor que separe, sino mas bien un sfntoma de vitalidad lingiifstica, de impronta regional, que avala el des- arrollo propio y original de articulaciones, usos y valores seminticos, etc. También recoge los componentes étnicos histéricos y propicia el mestizaje en la lengua y en la vida cubana, esencial para su identidad. Estas diferencias se encuentran en mayor medida en el habla media y popular, sin que supongan un obstéculo a la comunicacién ni un extraiia- miento lingitistico. El espafiol de Cuba es una variedad lingiifstica con su idiosincrasia y su autonomfa creativa que, como veremos, en muchos casos confluye y comparte no sdlo con sus vecinos antillanos, sino también con hablantes del otro lado del océano. RASGOS FONOLGGICOS Si bien los intentos por establecer zonas dialectales en el espafiol ame- ricano no ofrecen hoy teorias que satisfagan a todos hay una division tra- dicional que tiene vigencia indiscutible: tierras altas y tierras bajas. Esta diferencia ha sido conocida con distintos nombres (Menéndez Pidal prefe- ria hablar de tierras de la flota y tierras de influencia de las cortes virreina- les) y humoristicamente quedaron definidas por A. Rosenblat: “Yo las dis- tingo, de manera caricaturesca, por el régimen alimenticio: las tierras altas se comen las vocales, las tierras bajas se comen las consonantes”, El Caribe es zona de relajacidn de consonantes, que en muchos casos pueden Ilegar a perderse por completo, y que afecta a la pronunciacién de 199 EVA M2 BRAVO GARCIA Y MIGUEL ROPERO NUNEZ Fs, -1, -t, -n, -d/ en posicién implosiva (final de silaba) interior o final de palabra, ademés de la velar /x/ (grafias g+e,i, /). Seseo Como en todo el espafiol de América, el seseo con s dental es un rasgo general, aunque en algunas ocasiones, como en el habla de La Habana, pue- de encontrarse con una realizacién postdental que suena como ceceo anda- luz “...pronunciacién de la s con ceceo semejante al que se oye en algunas zonas de Andalucia”, asf la describié para Puerto Rico Tomas Navarro. La-s implosiva La -s implosiva sigue un proceso de relajacién con tendencia a aspi- rarse [h] y/o perderse. En el Caribe se encuentran zonas geogréficas y sociolectos més préximos al mantenimiento y otros mas cercanos a la pér- dida total. EI sociolecto alto de La Habana tiende sobre todo a la realizacién aspirada y realiza casi en igual medida el grado cero y la conservacién. Tracy Terrell ofrecia en 1979 los siguientes datos: 61% realizacién de [h]; 18% conservacién de [-s] y 21% de pérdida total. El grado cero fonético de s se registra con més frecuencia en los sociolectos bajos de Cuba, pero nunca Hlega a los indices de la Reptiblica Dominicana (entre el 91 y el 98%). Las condiciones que favorecen la pérdida y/o elisién de la /-s/ pueden variar. En general, el contexto prevocilico ténico favorece la articulacién de la sibilante (losérboleh) y la posicién preconsonéntica interna su man- tenimiento como tal o como aspiracién (dehpué); en algunos casos, la aspi- raci6n provoca un alargamiento o refuerzo de la consonante que le sigue (dedde). La variante sociolingiifstica puede ser significativa ya que una perso- na cultivada o de clase social alta puede tener esmero en pronunciarlas, aunque en algunos casos elida o aspire. Es posible, ademds, encontrar su 10. Navarro, Tomés: El espaol de Puerto Rico. Contribucién a la geografialingitstica hispa- noamericana, San Ivan, 1998, pig. 69. 200 EL HABLA DE ANDALUCIA Y EL ESPANOL DE AMERICA mantenimiento por otras razones: cuando la palabra es monosilaba, ante pausa o por razones enfaticas o expresivas. Esta s final es ademds la responsable de la marca de plural que, en modo alguno puede perderse por completo en una frase. Si esto legara a ocurrir, serd la marca verbal la indicadora del ntimero, pero este caso de relajacion extrema s6lo se encuentra ocasionalmente (Ja cosa tan buena por alld) La-n Tiende a una articulacién velarizada en posicién final de palabra y ante pausa. En algunos casos la nasal se pierde por completo y de ella s6lo queda la nasalizacién de la vocal precedente (cie, uamigo), si bien los indices de frecuencia son sustancialmente menores que los de otras islas como Puerto Rico o de paises del area caribefia como Panamé, don- de este fenémeno parece tener mayor intensidad y més amplio espectro sociolingiifstico. La-ry-L finales de sflaba La—ry lal finales de sflaba se neutralizan y en esta zona suele tener como resultado la articulacién de una lateral -1: amol, colol, olgullo, aun- que esta lateralizacién no tiene tanta frecuencia como en el vecino Puerto Rico. Otro resultado posible es el grado cero fonético, fenémeno para el que se ha argumentado un origen africano, pero que no es desconocido en tierras canarias y andaluzas. Las consonantes oclusivas sonoras b, d, g La -d- (intervocética) se mantiene con bastante estabilidad (mordida, comida); en posicién final de palabra tiende a perderse: paré, ciudd. En grupos como -din- no es rara la relajacién con resultado lateral: alministrar. La articulacién de la b tiene bastante estabilidad e incluso més que en otras capitales caribefias como Santo Domingo o San Juan. 201 EVA M* BRAVO GARCIA Y MIGUEL ROPERO NUNEZ En cuanto a la velar g se mantiene en posicién inicial de silaba, con articulaciones relajadas y fricativas, pero se debilita en grupos consonénti- cos como gn: inorante. La palatal central ch Varios estudiosos han sefialado la tendencia a la realizacién fricativa, sefialada especialmente en el habla femenina, pero no tenemos datos preci- sos de su extensién. La posicidn intema de silaba favorece esta fricatiza- cién, sobre todo cuando la ch se encuentra en posicidn intervocéllica. La aspiracién del fonema velar fricativo sordo /x/ (graftas j, ¢ +e,i) Esto es general en la isla, con variantes mas o menos intensas que dan lugar a las articulaciones hente, muher, etc. Vocalismo Coincide basicamente con el peninsular y se caracteriza por un voca- lismo muy fuerte al lado de un consonantismo extremadamente débil, tal y como se desprende de los datos manejados por Manuel Alvar en el Atlas de Hispanoamérica. Las diferencias, pues, que podamos encontrar esporddi- camente en cuanto a timbre o abertura estardn motivadas por estilos de len- gua 0 sociolectos individuales. MorFOsINTAXIS Tiene pocos rasgos caracterizadores, pues sigue muy de cerca las estructuras generales del espafiol y peculiarmente del espafiol de América. Pronombres sujeto La desinencia de los verbos en espafiol incluye la marca persona, de ahi que los pronombres personales sujeto no tengan que aparecer obligato- riamente en cada frase. En el Caribe se observa una aparicién lamativa de 202 EL HABLA DE ANDALUCIA Y EL ESPANOL DE AMERICA la forma yo, con mayor frecuencia que en el espafiol esténdar peninsular y que en otras zonas dialectales, en contextos que no son los tradicionalmen- te favorecedores, como los verbos de opinién. Se ha manejado la hip6tesis de una influencia del inglés, ya que esta lengua sf requiere el uso de tales formas pronominales para indicar la persona a la que se refiere el verbo. No estd claro que ésta sea la causa de la mayor frecuencia en la aparicién de esta forma, dado que los estudios comparativos hechos sobre poblacién puertorriquefia que tiene distinto grado de contacto lingiiistico (desde los que son bilingites hasta los que no saben nada de inglés), no arrojé datos significativos de uso en los bilingites, ¢ incluso en algunos casos tvo en ellos menor frecuencia de aparicién. Respecto al pronombre de segunda persona tii, su mayor indice de frecuencia puede estar relacionado con la marca de la persona verbal. Cuando se produce la aspiracién de la /-s/ final en la segunda persona, la Sposicisn entre segunda y tercera queda a cargo de los pronombres: fi ti quiere / él quiere. Esto explicaria también su colocacién antepuesta en la oracién interrogativa: EQué ti quiere(s)? ;Qué th dice(s)? Pronombres complemento En los titimos afios ha aumentado significativamente el lefsmo de per- sona (le acompané a su casa), al igual que en hablas andaluzas. Se obser- va una cierta tendencia a usarlo cuando el referente del pronombre es una Persona con la que se mantiene un trato cortés, formal (usted le quiere?); también parece influir el hecho de que el propio sujeto hablante cree que este tipo de expresi6n es més elegante, mis culta. Quizd a estos factores se ha de afiadir un tercero que justifica la apa- icién en textos escritos de empresas, invitaciones y comunicaciones for. males, etc.: el leismo de persona en estos casos evita tener que hacer la dis- tinci6n lo / la en las cartas y documentos personalizados que en el mundo de los negocios se emiten con asiduidad (Tengo el placer de invitarle...). Es tun fenémeno variable que se suele dar en contextos especificos. Afecta también a este pronombre la omisién de la /-s/ cuando debe concordar en plural (le advertt a los alumnos). 203 EVA M? BRAVO GARCIA Y MIGUEL ROPERO NUNEZ Formas verbales Basicamente corresponde al paradigma del esténdar. Hay que seftalar el amplio uso de la conjugacién de Tas formas impersonales “hubieron muchos amigos”, asi como de la forma de 2.* persona del indefinido: dij tes, comistes, etc. que hacen su aparicién en todo el espectro sociolingiifs- tico, aunque con diferentes grados de frecuencia. Preposiciones Presentan algunos cambios de usos, como ocurre en todo el espafiol americano; en particular de y a han sufrido bastante desgaste y han cam- biado algunos de sus valores La preposicién a se omite cuando deberfa aparecer introduciendo aun complemento directo [+animado, +humano]. Formulas de tratamiento La seleccién de formulas de tratamiento y cortesia depende habitual- mente de factores extralingiifsticos y del entorno comunicativo. El espafiol de Cuba presenta en este sentido construcciones coincidentes con otros pai- ses del drea caribefia y aun con el espaiiol de las Canarias (mijo (a), mijito (a), mi amor) o de otras zonas del espaiiol. Pero algunos usos son indiscu- tiblemente peculiares de la creacién popular y expresiva. Si repasamos los tratamientos entre amigos hay que consignar: asere, bérbaro, bréder, compadre, consorte, ecobio, general, loco, men, (mi) ambia, (mi) herma, mi hermano (-ito), (mi) socio (-ito), (mi) yunta, monina, mucha- chon, sobrino, yerro, yunta, etc. Estas formas, representativas del habla colo- quial, responden a unos esquemas de relaciones interpersonales marcados social y culturalmente por la vida cubana y aunque algunas de ellas tengan vigencia en otras zonas, su posicién y relaciones con los dems tratamientos puede ser distinta y, por lo tanto, sus valores seménticos y conversacionales. LExIco Cuba habla espajiol e, ineludiblemente, la mayor parte del léxico per- tenece al gran fondo patrimonial que permite la intercomunicacién entre 204 EL HABLA DE ANDALUCIA Y EL ESPANOL DE AMERICA mis de trescientos cincuenta millones de hablantes. No obstante, como en toda la geografia de nuestra lengua, hay palabras patrimoniales que pervi- ven con cierto significado especfico e identificador de la isla frente al drea circumcaribe o al resto del espafiol general. En el nivel popular y en los usos més vulgares (incluyendo las variedades marginales) es donde pueden observarse mayores diferencias Americanismos La principal caracteristica del Iéxico en una determinada geografia suele ser la preferencia o seleccién Iéxica que hacen sus hablantes. En el caso de América, es fundamental la consideracién del americanismo como muestra de adaptacién del espafiol a la designacién de una realidad que se presenté como nueva, sorprendente y a veces dificilmente explicable. Desde el punto de vista histérico habria que tener en cuenta no sdélo la designaci6n nueva creada para la realidad recién descubierta, sino también todas las aclaraciones y adjetivaciones que solfan acompaiiar a la introduc- cin del nuevo vocablo. Hoy las palabras ya estén aclimatadas, asentadas y en s{ mismas constituyen la designacién de una realidad, que, ain sorpren- dente, no evoca la necesidad de una explicacién més que cuando el oyente se sorprende 0 no pertenece al mismo Ambito lingitistico. Muchos americanismos son simples preferencias Iéxicas: fosforera (mechero), apartamento (piso), etc., que en muchas ocasiones no son aje- nas a las hablas andaluzas: cuarto (dormitorio). En otras ocasiones, esta- mos ante préstamos que el espafiol peninsular no ha seleccionado (eleva- dor ‘ascensor’) 0 vocablos que estén en desuso hoy en el espaiiol peninsular: son los Hamados arcaismos del espafiol de América. Es ya una tradicién, siempre que se aborda el estudio del léxico en alguna zona de América, hablar de la pervivencia de arcaismos, entendien- do por tales palabras de nuestro fondo patrimonial que han desaparecido del uso esténdar pero que tienen vida activa alli. Pueden tener la misma for- ma y significado que antafio tuvieron en la Peninsula, o bien la misma for- ‘ma pero algin cambio de significado por procesos de adaptacién o exten- sién seméntica. Asi y en estricta justicia, son sélo arcaismos vistos desde Espafia, pero vocablos plenos y vitales para el hablante americano: arete se extiende hoy en Cuba a cualquier adorno que se lleve en las orejas. 205 EVA M.' BRAVO GARCIA Y MIGUEL ROPERO NUNEZ Algunos de estos arcaismos tienen vigencia sélo en el 4mbito rural, otros permanecen sélo en niveles muy cultos, pero muchos otros forman parte de los inventarios generales y estén Presentes en todos los niveles socioculturales. La seleccién léxica de algunos de estos términos, justifica su mante- nimiento: asi espejuelo es de uso general por “gafas’, mientras que el tér- mino general peninsular gafia(s) se reserva s6lo para los ‘espejuclos de sol’. ‘Un tipo concreto de americanismo es el llamado marinerismo: las palabras del Iéxico maritimo de los Siglos de Oro con las que familiariza- ba no s6lo el hombre de mar, sino todo el que tenia que ver con la empre- saa Indias. El poblador las incorporé a su Iéxico activo y las adapté semén- ticamente a realidades terrestres tan novedosas para él. Asi, voces como 4aportar (“tomar puerto 0 atribar a él”), botar (“echar al agua un buque”), palo (“maderos que se colocan perpendicularmente a la quilla de una embarcacién, destinados a sostener las velas”), y amarrar (“sujetar el buque en el puerto o en cualquier fondeadero por medio de anclas y cade- nas o cables”) se aclimatan en las islas y tierra firme y pasan a tener signi- ficados para realidades terrestres: aportar ‘llegar’, botar ‘tirar’, palo ‘Arbol’, amarrar ‘atar’, etc. Lo mismo le ocurre a otras voces como banda, calma chicha, cayo, chalana, guindar, pacotilla, quilla, rancho, timén, virar, etc., algunas de ellas con amplia vitalidad en zonas costeras del mediodfa peninsular. Indigenismos Entendemos por tales las palabras procedentes de las lenguas indige- nas habladas en el continente americano. La isla de Cuba estaba habitada Por tainos, ciboneyes y guanahatabeyes. De ellas, las palabras mAs impor- tantes son las tomadas del taino, no tanto por su cantidad, sino por su tras- cendencia: el conquistador las aprendié y las incorporé a su lengua espa- fiola, Hevandolas a tierra firme como algo propio y alli compitieron y desbancaron a otras designaciones autéctonas: aji, areito, bahareque, cai- mdn, canoa, carey, (e)nagua, guandbano, hamaca, mate, nigua, etc La primera palabra que aparece en un texto conservado es el tainismo canoa, escrito por el propio Cristébal Colén en una carta a Luis de Santéngel, quien financié su viaje, y lo utiliza numerosas veces en su 206 EL HABLA DE ANDALUCIA Y EL ESPANOL DE AMERICA Diario, del que desgraciadamente no tenemos su manuscrito original. Curiosamente lo incorpora Antonio de Nebrija en su Vocabulario de romance en latin (14952), pese al escaso tiempo transcurrido desde Ia Ile- gada del Almirante. Estas primeras palabras incorporadas al espafiol son los lamados “americanismos hist6ricos”, que prendieron con gran fuerza en nuestro Iéxico y se mantuvieron pese a la competencia de otras designaciones. Hoy se conservan en Cuba alrededor de un centenar y H. Lépez Morales estima que sélo hay 28 indigenismos comunes a las tres Antillas. El paso del conquistador a Tierra Firme y la condicién de Cuba como puerto de entrada de las Indias, hizo que a las islas volvieran en boca de los peninsulares y criollos términos de las lenguas del continente, sobre todo del nahuatl y del maya (aguacate, cacao, chicle, chocolate, coyote, tomate, peta- te, tamal, tiza), ademés de las procedentes de otras lenguas indoantillanas.. Afronegrismos Perviven hoy aproximadamente unas cuarenta palabras de proceden- cia africana, restringidas a ciertos campos seménticos como la fauna, la vida material, la flora y el individuo y, en menor cantidad, la miisica, préc- tica religiosa y supersticiones: bemba (‘labio grueso’), dengue, cachimba (Pipa), maguinde, mambf (‘sujeto vil’, ‘negro cimamén’ y més tarde ‘patriota’), marimba, mambo (‘hablar, expresarse’ y después designacién de un baile), etc. Muchas de ellas no tenfan un uso conversacional, sino que estaban reservadas a los ritos, rezos y cénticos o al uso que de ellas hacfan los santeros, paleros y fidfiigos, Este léxico, se encuentra inmerso en un proceso de mortandad léxica y es més utilizado sobre todo por la tercera generacién (55 afios de edad o mis). La frecuencia de uso desciende mucho conforme bajamos en la escala generacional, Estos términos, en general, mueren con las generaciones; es decir, algunas palabras no entran en el Iéxico de los més jévenes, que nunca llegaron a utilizarlas. No obstante, algunas de estas palabras han adquirido cierta vitalidad semntica, insertas en algunos casos en refranes y fraseolo- gia (quiquiribé mandinga ‘morir’, ‘adids’) y renovadas con otro significa- do; asi —como sefiala H. L6pez Morales— cocolo no es hoy ya el negro procedente de las Antillas menores, sino un aficionado a la mtisica de salsa. 207 EVA M2 BRAVO GARCIA Y MIGUEL ROPERO NUNEZ Préstamos de lenguas extranjeras La mayor parte de los galicismos que se utilizan en Cuba, han Hegado a través del espafiol general. No obstante, la llegada de negros haitianos a las plantaciones a partir de la Revolucién de Haitf y, en mayor medida, la ten- dencia de la burguesia criolla del siglo XX a imitar las costumbres france- sas, introdujeron voces francesas con adaptaciones fonéticas concretas: bidel, crey6n, chemis, vedet, amateur, restaurant, etc. La emigracién de hai- tianos tras la revolucién no sélo favorecié ciertos usos léxicos, sino que tie- ne hoy una presencia clara en los apellidos, sobre todo de la zona oriental. En cuanto a los anglicismos, no hay datos fehacientes de su vitalidad en Cuba, pero la influencia en todo el Caribe hace suponer que, si bien de manera més restrictiva, hay presencia de ellos por la presién del inglés en toda el drea caribefia. Desde luego no se tienen en cuenta como tales los que ya han pasado a formar parte de nuestro fondo léxico patrimonial, tales como ron, tinel, vagén, délar, ciclén, canal, cafeteria, etc. Cuba ha tenido en determinados momentos una especial presencia del inglés: desde el siglo XIX las relaciones comerciales con los EE.UU. comienzan a ser sélidas y a mediados del siglo XX ingleses, norteamericanos y canadienses constitu- yen el 12% del total de extranjeros en territorio cubano. El proceso de transformacién politico, econémico y cultural que ha tenido esta isla desde 1959 ha hecho que algunos extranjerismos fueran rechazados a favor del término espafiol. No obstante, muchos perviven firmemente injertados en el habla popular. El mundo de los avances tecnolégicos y el deporte han sido los ambitos principales para los préstamos del inglés: hardware, soft- ware, breiker (‘interruptor automatico’), plo (ingl. plug, ‘enchufe’); bas- quetbol, beisbol, jonrén (ingl. home-run), estray (ingl. stryke). La aclima- tacién de estas voces provoca la consiguiente familia léxica: resetear, deletear, runear, etc. Creatividad léxica y valores semédnticos especificos La creatividad léxica y los valores connotativos de ciertos vocablos adquieren a veces una relevancia especial en determinadas zonas de la isla Si bien no hay una diferencia entre usos léxicos més que en niveles popu- lares y familiares, algunos campos seménticos como la alimentacién y la 208 EL HABLA DE ANDALUCIA Y EL ESPANOL DE AMERICA. designacién de elementos de la naturaleza presentan ciertas variantes en cuanto a la seleccién Iéxica. Por ejemplo: a) “dulce cubano hecho con harina, levadura, azticar, polvo de hornear y al”: en la zona oriental se denomina tortica de Moré6n, en el centro polvorén y en la zona occidental mantecadito. b) “refresco de sirope con hielo picado”: en Santiago de Cuba y Bayamo se le lama rallado, en Matanzas rasco-rasco y en La Habana grani- zado. Las diferencias léxicas adquieren especial significacién en el caso del tabti y del eufemismo. El “tubo para sorber liquidos, especialmente refres- cos” tiene la denominacién pajiza en La Habana, aunque muchos hablantes la evitan porque tiene el significado de ‘masturbacién’, como en muchas zonas de Espaiia. En algunas regiones de Cuba, como en Ciego de Avila, se prefiere la denominacién pitillo, aunque este término pueda recordarle a un habanero el ‘cigarrillo de marihuana’, De la misma manera, la fruta bomba habanera equivale a la designacién papaya en Santiago, donde no tiene la connotacién tabi (disfemismo para ‘sexo femenino’) evidente y general en la capital. La mayor parte de estas diferencias de vocabulario se dan por varian- tes sociolectales y no geogréficas. El habla juvenil, la jerga de los oficios, el lenguaje de la delincuencia, ete. presentan las peculiaridades mds signi- ficativas. Algunos de estos términos ascienden socialmente y se introducen en situaciones comunicativas informales de hablantes medios ¢ incluso cul- tos, que valoran su uso segtin las circunstancias conversacionales. Es el caso del afronegrismo asere (‘amigo’), que desde la jerga de los fdftigos se ha extendido al habla marginal y de ahf a hablas populares, aunque con un marcado matiz vulgar. Cada nivel sociolingiifstico puede mostrar diferencias léxicas 0 con- notaciones especificas: asf colilla es uso del hablante culto, frente al popu- lar cabo; el término pedn puede resultar molesto o peyorativo para quien lo tecibe, frente a operario, de valor mas neutro. La expresividad popular genera una gran cantidad de vocabulario de tipo afectivo 0 connotativo, en ocasiones sujeto a cambios sociales o modas: los calzoncillos matapasiones (calzoncillo amplio) frente a los cal- zoncillos atléticos (en la Peninsula se prefiere el anglicismo slip que en niveles populares tiene otras designaciones, como paquetero). 209 EVA M.* BRAVO GARCIA Y MIGUEL ROPERO NUNEZ Caracteristicos del nivel popular y sobre todo del uso oral son los pro- cesos de sinécdoque y metonimia: los chicharos 0 los frijoles (la comida), os viejos (los padres), la yuma (alusién a los EE.UU.), la fria (Ia cerveza), etc. Las expresiones populares mds frecuentes suelen ser comunes a otros dominios del espafiol, pero otras pueden considerarse como “cubanas”, no s6lo porque no estén documentadas en otros territorios, sino por que hacen referencia a sucesos o personajes histéricos: éY tu abuela donde estd?: frase de una poesia negra cubana, que se aplica con sentido critico a quien trata de ocultar su mestizaje por tener ras- gos predominantemente blancos. Caer como un 20 de mayo: fecha de la instauracién de la Reptiblica de 1902. La frase se refiere a algo que cae de forma aplastante sobre alguien. Buscarse un 4 de septiembre: ese dia de 1933 el movimiento de F. Batista derrocé el gobierno del presidente C. M. de Céspedes; se usa con el significado de buscarse complicaciones o algo desagradable. Echarse/tirarse los caracoles: ceremonia de la santerfa para la adivi- naci6n; se aplica con significado jocoso a la persona que desearia conocer el futuro para saber cémo actuar 0 qué decidir. Se acabé el pan de piquito: durante el primer tercio de siglo, en la Panaderia del palacio presidencial se hacia un pan terminado en punta que se repartfa gratis a legisladores y empleados. En 1935 se terminé con esta costumbre y qued6 la frase para significar que ha terminado una situacién ventajosa. Algunos cambios seménticos tienen su motivacién en los cambios politico-econdmicos introducidos por la Revolucién de 1959: beca es des- de entonces un ‘centro de estudio subvencionado por el estado” y estar becado ‘permanecer en el centro’ ; de ahi la creacién popular becarse ‘estar en un sitio sin el consentimiento o la invitacién del duefio: “se me becé toda a tarde y no me dejé hacer nada”. Algunas palabras como cérculo han vis- to aumentar su indice de uso y aplicacién: efreulo de amigos, infantil, de jubilados, etc. EL ESPANOL CUBANO FUERA DE CUBA Aunque hay emigracién cubana anterior, es en la segunda mitad del siglo XX cuando muchos marchan a los Estados Unidos. Alli la comunidad 210 BL HABLA DE ANDALUCIA Y EL ESPANOL DE AMERICA cubana es hoy un grupo consolidado de influencia lingiifstica que refuerza sus lazos con la Ilegada de nuevos miembros a la comunidad y con un fuer- te sentimiento de identidad lingiifstica. La mayorfa de los cubano-america- nos han nacido en Cuba, segtin el Censo de 1990, y alrededor del 65% vive en Florida (casi todos en Miami-Dade County); le siguen por orden New Jersey, New York, California e Illinois. En 1990, casi el noventa por ciento de estos cubanos utilizaban el espafiol en casa, pero en la segunda generacion desciende y el 80% prefie- re usar el inglés, sobre todo los miembros més jévenes. No obstante, el hecho de que usen el inglés no debe presuponer que su grado de compe- tencia lingitistica en ese idioma sea el que debia corresponderles por su edad 0 nivel de estudios, comparados con hablantes monolingiies. La situaci6n econémica de estas comunidades ha mejorado en los ulti- mos afios, asi como su educacién y posicién social, lo cual ha reforzado el sentimiento de identidad cultural y el orgullo de ser cubanos. Ante la socie- dad norteamericana ha aumentado el prestigio de estos individuos y ha aumentado la valoracién positiva hacia su lengua como exponente de una comunidad cultural. Cada vez hay un mayor sentimiento de autoestima lingiifstica hacia el espafiol por parte de estas comunidades. Los jévenes se dan cuenta de que tiene importantes ventajas econémicas y laborales, por ejemplo en Miami, por lo que ya no hay sdlo un uso de la lengua en la familia o en el barrio, sino un cultivo y formacién en ambas, inglés y espafiol, como posibilidad de futuro laboral y social. Es evidente que en los tiltimos afios, ha ido sur- giendo un progresivo bilinguismo, que va perdiendo su imagen negativa asociada con una minoria socialmente pobre y del que cada vez se signifi- can més su valores etnoculturales y econémicos: las empresas buscan bilingiies y las universidades han visto aumentados los cursos de espafiol, que es hoy la lengua extranjera mAs solicitada en los Estados Unidos. BIBLIOGRAFIA ALEZA-IZQUIERDO, M. (coord.): Estudios lingiiisticos cubanos, I, Valencia, 2000. — Estudios lingiitsticos cubanos, I, Homenaje a Leandro Caballero Diaz, Valéncia, 2002. 211 EVA M." BRAVO GARC{A Y MIGUEL ROPERO NUNEZ. ALPIZAR CASTILLO, R.: Apuntes para la historia de la lingiitstica en Cuba, La Habana, 1989. Atvarez NAzARIO, M.: El elemento afronegroide en el espaiiol de Puerto Rico, San Juan, 1974 (2.* ed. revisada y aum.) Choy Lopez, Luis R.: “Atlas Lingiifstico de Cuba, pasado, presente y futu- 10”, ALH, X, 1994, pags. 437-442. Haben, E. F. y Matiuck, J.H.: “El habla culta de La Habana: andlisis fono- l6gico preliminar”, Anuario de Letras, 11, 1973, pags. 8-9. Lopez Morales, H.: Estudios sobre el espaitol de Cuba, New York, 1971. OnreGa Osepa, G.: “Concordancias léxicas entre Cuba y Canarias”, Actas del Ill Congreso Internacional de El espaftol de América, Tl, Valladolid, 1991, pags. 1065-1074. 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